Sea un buen ministro en un mundo que no es tan bueno
“Aquellos que están llamados a guiar a los demás en las responsabilidades morales están en necesidad urgente de dirección para sus propias vidas. Joe E. Trull y James E. Carter han escrito un libro que ningún ministro puede ignorar y por el cual todos deben estar agradecidos. Es de lectura obligada para todo ministro. Doy gracias a Dios por su publicación.” —Lewis B. Smedes
Tiene en sus manos un libro sobre un tema de actualidad, importante e imprescindible por dos razones: Una, los cambios tan acelerados en nuestra sociedad. Dos, los fracasos morales que se han visto en los últimos años. Los autores escriben con la convicción de que los ministros tienen un papel moral único en la sociedad. Este libro le ayudará a cumplir con ese papel seriamente y le dará herramientas para poder hacerlo en lo personal y profesional. Se tratan temas como la vida familiar, la confidencialidad, decir la verdad, la indiscreción sexual, la participación política, relaciones con otros ministros, etc. Se aportan algunos códigos de ética adoptados por varias denominaciones evangélicas. El doctor Joe E. Trull es un pastor con muchos años de ministerio y actualmente ejerce como profesor asociado de Ética Cristiana en el Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleans, Louisiana. El doctor James E. Carter ha sido también pastor durante bastantes años, y actualmente es el director de la Oficina de Relaciones Iglesia-Pastor de la Convención Bautista de Louisiana en Estados Unidos. OT R O S LI B R O S PA R A E L PAS TO R • Manual para predicadores , James D. Crane • Bases bíblicas de la ética, J. E. Giles • De pastor a pastor, J. E. Giles • El ministerio del pastor consejero, J. E. Giles Ayudas pastorales/Liderazgo ISBN 0-311-42100-8 ISBN 978-0-311-42100-8 www.editorialmundohispano.org
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Sea un buen ministro en un mundo que no es tan bueno
É T I C A M I N I ST E R I A L
ÉTICA MINISTER I A L
J. E. Trull • J. E. Carter
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ร TICA MINISTERIAL Sea un buen ministro en un mundo que no es tan bueno
Joe E. Trull y James E. Carter
EDITORIAL MUNDO HISPANO
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EDITORIAL MUNDO HISPANO 7000 Alabama Street, El Paso, TX 79904, EE. UU. de A. www.editorialmundohispano.org Nuestra pasión: Comunicar el mensaje de Jesucristo y facilitar la formación de discípulos por medios impresos y electrónicos. Ética ministerial. © Copyright 1997, Editorial Mundo Hispano, 7000 Alabama Street, El Paso, Texas 79904, Estados Unidos de América. Traducido y publicado con permiso. Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción o transmisión total o parcial, por cualquier medio, sin el permiso escrito de los publicadores. Publicado originalmente en inglés por Broadman Press, Nashville, Tennessee, bajo el título Ministerial Ethics, Being a good minister in a not-so-good world, © 1993, por Joe E. Trull y James E. Carter. A menos que se indique otra cosa, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la Santa Biblia: Versión Reina-Valera Actualizada, © Copyright 1989 por Editorial Mundo Hispano. Usada con permiso. Traductora: Edna Lee de Gutiérrez Diseño de la portada: Jonathan Polasek
Primera edición: 1997 Duodécima edición: 2014 Clasificación Decimal Dewey: 241.641 Tema: Ética pastoral ISBN: 0-311-42100-8 EMH Art. No. 42100 2 M 8 14 Impreso en Colombia Printed Colombia
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DEDICATORIA A todos los buenos ministros que sirven con fidelidad e integridad a Jesucristo y su iglesia
Su parroquia era extensa, las casas muy alejadas, pero nunca dejó, lloviera o tronara, en enfermedad, pecado o en cualquier estado, de visitar al más lejano, pequeño o potentado, yendo a pie, en la mano un bastón. Este buen ejemplo a su rebaño dio, forjolo primero y después lo enseñó; del evangelio, pues, el pasaje tomó, y esta imagen entonces agregó: si el oro se enmohece, ¿qué le ocurrirá al pobre hierro? Pues si el pastor, en quien confiamos, se contamina, ¿por qué asombrarse si el lego cede ante la codicia? Geoffrey Chaucer, Los cuentos de Canterbury
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INDICE PREFACIO................................................................................... 7 INTRODUCCION....................................................................... 9 1. LA VOCACION DEL MINISTRO: ¿Carrera o profesión?...........................................................19 El llamamiento al ministerio La historia de las profesiones El significado de profesional La crisis en la vida profesional hoy El ministro como un profesional 2. LAS OPCIONES MORALES DEL MINISTRO: ¿Naturales o adquiridas?................................................... 47 Ser bueno: La ética del carácter Hacer bien: La ética de la conducta Vivir bien: La ética de la integridad 3. LA VIDA PERSONAL DEL MINISTRO: ¿Incidental o intencional?..................................................75 En En En En
relación relación relación relación
consigo mismo con la familia con las finanzas con la sexualidad
4. LA CONGREGACION DEL MINISTRO: ¿Amiga o enemiga?.............................................................105 Liderazgo ministerial: Autoridad y poder Deberes ministeriales: Funciones y responsabilidades Transiciones ministeriales: Principio y conclusión Exito ministerial
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5. LOS COLEGAS DEL MINISTRO: ¿Cooperación o competencia?..........................................143 Los líderes de la iglesia local El personal de la iglesia Otros ministros Otras iglesias Otros profesionales 6. LA COMUNIDAD DEL MINISTRO: ¿Amenaza u oportunidad?.................................................171 Bases para el involucramiento ético Servicio a la comunidad Involucramiento político Moralidad pública Responsabilidades legales 7. UN CODIGO DE ETICA MINISTERIAL: ¿Ayuda o estorbo?................................................................201 Los códigos en las profesiones Un código de ética ministerial Cómo escribir un código de ética APENDICES..........................................................................245 I. II. III. IV.
Primeros códigos denominacionales Códigos denominacionales contemporáneos Códigos ministeriales y de grupos paraeclesiásticos Muestra de códigos éticos: Código del pastor o ministro principal Código del ministro asociado Código del consejero pastoral Código del capellán militar
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PREFACIO Después de medio siglo de relativo silencio sobre el asunto, la última década ha sido testigo de un interés renovado en la ética ministerial. Una razón para esta atención es nuestra cultura rápidamente cambiante: la ética ministerial es más compleja en la sociedad de hoy. Otro factor contemporáneo es el aumento aparente de fallas morales en el ministerio. Correcta o equivocadamente, las iglesias anteriormente daban por sentado que los ministros cristianos eran personas de integridad en quienes se podía confiar por su moralidad. Esta suposición ya no es posible. Como un resultado, los seminarios teológicos y los colegios relacionados con las iglesias están reexaminando sus responsabilidades para la formación espiritual y repensando su plan de estudios. La enseñanza de ética ministerial a estudiantes al ministerio es una nueva prioridad en muchos seminarios. El propósito de nuestro texto es doble. Primero, este estudio intenta enseñar a los estudiantes al ministerio cristiano el singular papel moral del ministro y las responsabilidades éticas de esa vocación. Un segundo propósito es más práctico: proveer a los ministros nuevos y establecidos de una declaración clara de las obligaciones éticas que los ministros contemporáneos deben asumir en su vida personal y profesional. Este trabajo es el esfuerzo conjunto de dos personas que han sido amigas desde los días de seminario y quienes se sienten singularmente vinculadas por su fe cristiana, su amor al ministerio y su pensamiento afín. Hemos empleado la mayor parte de nuestras vidas adultas como pastores: un conjunto de más de cincuenta y cinco años de ministerio en iglesias rurales, suburbanas, de universidad y urbanas. Los dos servimos actualmente en la orientación y entrenamiento de otros ministros en su vocación. 7
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Aunque el profesor de seminario es el autor de los capítulos de más fundamento del libro (1, 2, 6, 7) y el líder denominacional los más prácticos (3, 4, 5), todo el trabajo es el producto de las mentes de ambos, y hemos laborado juntos a través del proyecto. También nos hemos esforzado mucho en procurar que todos se sientan incluidos. Conscientes de nuestra propia perspectiva de pastores bautistas, hemos tratado intencionalmente de dirigirnos a todos los ministros: varones y mujeres, pastores y ministros asociados, pastores en lo general y en ministerios especializados, en grupos étnicos y de varias tradiciones cristianas. Aunque nuestro acercamiento teológico es desde la tradición evangélica, esperamos que los ministros de cada denominación puedan encontrar en este libro estímulo y ayuda para su propio ministerio. Como todas las buenas opciones éticas, este libro es el resultado de la amplia influencia de muchas personas. Numerosos colegas, amigos y otros ministros, han hecho contribuciones significativas. Cada tema trae a la mente muchos “buenos ministros” que hemos conocido a través de los años. Queremos agradecer a cada uno de ellos su contribución. Joe E. Trull agradece en particular al Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleans por el permiso sabático en 1991-1992 para completar este libro, al Seminario Teológico Unión en Virginia por invitarlo a ser Compañero de Investigación en su campus durante ese tiempo, a la Fundación T. B. Maston por proporcionarle una donación para ayudar en este proyecto y al finado T. B. Maston, amado mentor y profesor, cuya vida y lecciones se reflejan con frecuencia en este trabajo. James E. Carter agradece particularmente a las iglesias donde ha servido como pastor a través de los años, al Comité Ejecutivo de la Convención Bautista de Louisiana por su estímulo para escribir, a las iglesias y ministros bautistas de Louisiana con quienes es su privilegio trabajar, y a T. B. Maston quien, aunque no fue su principal profesor, también tuvo una gran influencia en la formación de su pensamiento ético. Ambos deseamos dar reconocimiento especial a los siguientes laicos, profesores y ministros que leyeron nuestros manuscritos y nos dieron invaluables consejos durante la jornada: John Alley, Larry Baker, Wayne Barnes, Cinthia Beal, Cheryl Burns, Robert Parham, Allen Reasons y Nell Summerlin. Por el apoyo y el consejo únicos que solamente una esposa puede brindar, nuestra gratitud personal a Audra y Carole.
INTRODUCCION La nuestra es una época de incertidumbre ética. En la novela de Walker Percy, The Thanatos Syndrome, un ministro se enfrenta a un dilema ético. Percy presenta en una cápsula de una línea su confusión moral y la nuestra: “Esta no es la Edad del Esclarecimiento, sino la edad de no saber qué hacer.”1 Un escritor llama a esta cita un aforismo propio para nuestra edad y añade: Con mayor frecuencia los políticos, científicos, médicos, dirigentes de negocios, ciudadanos comunes y ministros, se encuentran en situaciones donde realmente no saben qué hacer. Como resultado, la ética se ha convertido en una actividad en auge y el fracaso moral en un fenómeno regular de primera plana. La sabiduría convencional parece evidentemente inadecuada frente a nuestras situaciones ambientales, tecnológicas, políticas, económicas y sociales.2
Ya no se puede dar por sentado la ética ministerial, si alguna vez se pudo. La pregunta que sugiere la portada de este libro, “¿Cómo ser un buen ministro?”, es tan pertinente como las noticias matutinas. En una ciudad no lejos de donde uno de nosotros vive, el pastor de una de las iglesias de más rápido crecimiento en el país, fue arrestado por contrabando de drogas. Confesó haber traído cocaína desde Colombia por valor de 50.000 dólares. El ministro, cuya iglesia había ido a la cabeza del Estado en bautismos durante varios años, fue sentenciado a tres años de prisión y se le impuso una multa de 10.000 dólares. Hace poco una revista regional en un área metropolitana del suroeste del país, destacó una historia de portada, “Las esposas de tus vecinos”, que relataba las aventuras sexuales de un pastor de una iglesia muy grande. El artículo decía que el dirigente carismático estaba obsesionado con la riqueza, el poder y la posición. “Una mujer hermosa no era suficiente”, dijo un diácono, refiriéndose a la esposa del ministro. “Lo ensalzaron como a un hombre ideal. Lo adoraban, él se lo creyó y se destruyó.”3 9
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El capítulo más triste de estas dos noticias trágicas, fue el final. Ninguno de los ministros caídos pareció tener remordimiento cuando fue descubierto, ni estar arrepentido cuando se le sancionó. Después de una breve ausencia, ambos establecieron congregaciones nuevas independientes en las mismas ciudades donde habían pastoreado anteriormente. Hoy día los fracasos morales en el ministerio son demasiado comunes. Chaucer preguntó: “Si el oro se enmohece, ¿qué le pasará al pobre hierro?” Obviamente, también se enmohece. Quizá más rápidamente. “Porque si el sacerdote, en quien confiamos, se contamina”, continúa el autor de Los cuentos de Canterbury, “¿qué asombra si un lego cede a la codicia?” La crisis presente en la ética ministerial es tanto un reflejo de nuestro tiempo como una influencia en nuestra sociedad. El fracaso ético en el púlpito afecta a quienes están en las bancas. Al mismo tiempo, la moral de los ministros parece reflejar la declinación general en la moralidad entre los laicos. Nuestro día está cargado de enredos políticos, tratos secretos en el mercado de valores, escándalos en entidades de ahorros y préstamos, y juegos ilegales de figuras del deporte. Insensibilizada por todo esto, la gente pocas veces se conmueve cuando escucha de un ministro inmoral. Hace algunos años el decano académico de un seminario pidió a uno de nosotros que desarrollara un curso en ética ministerial. Aunque yo había estado enseñando por poco tiempo, estaba muy interesado en la ética pastoral debido en parte al hecho de que había llegado al seminario desde el pastorado. Durante veinticinco años había servido a congregaciones tan variadas como una misión rural en el sur de Oklahoma, una iglesia en una pequeña comunidad en el norte de Texas, una congregación suburbana en Richmond, Virginia y la Primera Iglesia de El Paso, Texas, en el centro de la ciudad. (El otro de nosotros ha servido en congregaciones de tamaño similar en Louisiana y Texas por más de treinta años, antes de ser Director de Relaciones Ministeriales y Eclesiásticas para los bautistas de Louisiana en 1988.) Ambos sabíamos por experiencia propia que los pastores necesitaban ayuda en lo relacionado con la ética personal y profesional. El decano del seminario tenía otras preocupaciones que sobrepasaban la ayuda normal que los ministros necesitan en ética pastoral. Los escándalos morales que involucraban a televangelistas y prominentes líderes religiosos, hacía poco habían ocupado las páginas de las revistas USA Today, Time y Newsweek. Estas historias vergonzosas crearon una atmósfera
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de desconfianza y disgusto hacia todos los ministros. No obstante, era aún más alarmante la crisis en nuestras iglesias. Parecía que cada semana traía otra tragedia shakesperiana a la escena, conforme se levantaba la cortina para revelar una nueva historia de un ministro caído y de la terminación forzada de su ministerio. Un estudio de las destituciones de pastores de los Bautistas del Sur, realizado por Norris Smith, un especialista de la Junta de Escuelas Dominicales de los Bautistas del Sur de los Estados Unidos en el área de destituciones forzadas, reveló que la “inmoralidad” era la causa dominante de su destitución, segunda en orden a “falta o abuso de comunicación”. El estudio definía la “inmoralidad” como “mala conducta sexual, mentiras y el mal uso o desfalco de fondos de la iglesia”. Smith apuntaba a una falta de responsabilidad y de claros lineamientos profesionales entre los pastores como contribuidores al fracaso ético.4 Estos eventos, aunque críticos, no justificaban por sí mismos un nuevo curso en el plan de estudios del seminario. Se necesitaban razones más positivas. Como un arqueólogo buscando pistas hacia la tumba secreta del Faraón, empecé a examinar las herramientas académicas de la ética pastoral. Surgieron tres hechos significativos que verificaron la necesidad crucial de enseñar ética profesional a los ministros de hoy. El primer descubrimiento de hecho constituyó el razonamiento básico para el curso de ética ministerial y para este libro. Descubrimiento uno: el ministro cristiano ocupa un papel único entre todas las vocaciones. Esto es verdad no sólo en relación con otras ocupaciones sino también entre las profesiones tradicionales de servicio. Ninguna otra vocación es tan demandante éticamente como el ministerio cristiano. De ningún otro profesional se espera que sea modelo de moralidad, como de un ministro cristiano. Los ministros de hoy caminan sobre una cuerda floja de ética. En un momento pueden servir como profetas, sacerdotes o educadores; en el siguiente, pueden ser administradores, consejeros o líderes de adoración. Cada uno de estos papeles suscita dilemas éticos y expone a vulnerabilidad moral que no tienen que enfrentar los médicos, abogados u otros profesionales. Por ejemplo, la mayoría de los miembros de la iglesia confían sin titubeos en quienes son “llamados de Dios” para ministrar. Pero esta relación íntima, que con frecuencia implica compartir el alma de un feligrés, hace vulnerable al ministro de la iglesia a muchas tentaciones sutiles. El peligro más evidente es la mala conducta sexual. Muchas catástrofes de los ministros compren-
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den acontecimientos románticos, uniones sexuales, actos homosexuales y otras transgresiones sexuales. Igualmente inmorales, aunque con frecuencia se pasan por alto, son ciertos hábitos ministeriales que pueden ser aceptados como parte de la “descripción de trabajo”. La exageración en el púlpito se acepta como un rasgo normal de los predicadores. Con cuánta frecuencia un miembro de la iglesia dice: “Bueno, sólo está predicando” Más seria es la conducta falta de ética de un dirigente autocrático que hace mal uso del poder, que manipula a las personas y practica el engaño y la deshonestidad. Pascal advirtió: “Los hombres nunca hacen el mal tan completa y alegremente como cuando lo hacen desde sus convicciones religiosas.” Nuestra cultura estimula en muchos predicadores el deseo de tener éxito. Ser llamados como pastores de una iglesia grande, de prestigio, es la meta que ha llevado a muchos ministros buenos a sacrificar su integridad en el altar del éxito. Una segunda sorpresa que encontré al explorar el desierto de la ética ministerial, fue la falta de literatura sobre este asunto. Hace una década, en su clásico A Survey of Recent Christian Ethics (Un estudio de la ética cristiana reciente), Edward Leroy Long, hijo, observó: “Prácticamente no se ha dado ninguna atención a los problemas éticos que se suscitan de la práctica del ministerio, aunque se ha debatido acaloradamente el papel de la iglesia en los problemas sociales.”5 Excepto Ministerial Ethics and Etiquette (La ética ministerial y la etiqueta), de Nolan Harmon (una publicación de 1928 en su décimosegunda reimpresión) y el folleto Preacher Behave! (¡Compórtate, predicador!), de Clark Hensley (ya descontinuado), poco había disponible como un manual práctico para los ministros. Professional Ethics (La ética profesional) de la profesora Karen LeBacqz, que es un excelente texto académico que trata sobre conceptos básicos en la ética pastoral, era el único libro contemporáneo disponible, además de dos trabajos que tratan de ética profesional en general.6 Afortunadamente, en los últimos años han aparecido tres nuevos libros y varios artículos en revistas.7 Aunque útiles en muchas maneras, todos los textos nuevos parecen indecisos en dar dirección específica y fallan en tratar en una forma práctica con muchas áreas pertinentes de la ética ministerial. Cuando estábamos escribiendo este libro, apareció una compilación de ensayos escritos por miembros del Grupo de Estudio de Etica del Area de Chicago.8 Los autores de este último trabajo escogieron un “modelo de mapa topográfico del terreno” (mapa que repre-
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senta todos los accidentes geográficos de un lugar), explicando que los problemas específicos que enfrentan los ministros modernos “son sencillamente demasiado numerosos y demasiado variados”.9 Los cuatro libros de ética ministerial fueron escritos también desde una tradición liberal protestante, cuya teología y eclesiología indudablemente influyeron en su contenido y método. Al iniciar el Seminario Bautista Teológico de Nueva Orleans, Estados Unidos, un curso llamado “Etica Profesional para Ministros” en 1988, surgió una tercera realidad que subrayó la necesidad crítica de esta disciplina. Al ir nosotros dos hablando con nuestros colegas y examinando otros seminarios, nos sorprendimos al saber que pocas escuelas en divinidades incluían un curso en ética ministerial. El catálogo de uno de los seis seminarios de los Bautistas del Sur de los Estados Unidos, listaba un curso en ética ministerial.10 Un muestreo representativo de otros veinte seminarios protestantes revelaron que solamente tres ofrecían un curso en ética pastoral (dos de ellos eran enseñados por los autores de los textos más nuevos en este campo).11 Bastante extraño es que las escuelas de leyes, comercio y medicina, están añadiendo cursos de ética profesional.12 Entonces, no hay que asombrarse de que el nuestro sea un día crítico para la ética pastoral. Con un entrenamiento de seminario en moralidad ministerial rara vez accesible, y con una cantidad mínima de literatura adecuada en los estantes, se ha dejado a los ministros de las iglesias tropezando y cayendo sin ayuda, en un mar ético de trampas morales y tiburones malévolos. Los ministros hacen muchas preguntas éticas difíciles. ¿Qué requiere de mí, moralmente, el ser un ministro? ¿Qué significa confidencial, se debe cumplir siempre? ¿Cómo se abusa de la autoridad pastoral? ¿Cuándo se plagia la predicación? ¿Hay un código de ética que todos los ministros deben seguir? Estos y muchos otros interrogantes de los ministros merecen una respuesta. Por causa de esta necesidad, se creó un curso de ética profesional para ministros. Después de tres años y una inscripción de más de doscientos estudiantes, se hizo notorio que se necesitaba también un texto de ética ministerial adecuado, diseñado teniendo en mente al ministro evangélico. Esta es la razón de este libro: queríamos crear un texto para ayudar a los ministros a resolver los problemas profesionales complejos que enfrentan diariamente. Este volumen de ninguna manera es exhaustivo. Es un intento para proporcionar dirección ética básica a todas las personas involucradas en minis-
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terios en la iglesia local, no solamente pastores sino también ministros de educación, ministros de música, ministros de jóvenes, consejeros y otros profesionales semejantes. Nueva Orleans es pantanoso, húmedo e inestable, mayormente porque la ciudad se encuentra bajo el nivel del mar. Cuando se construye un edificio de cualquier tamaño, el contratista debe llevar primeramente una máquina grande para clavar pilotes y enterrar largos postes telefónicos. Estos pilares se convierten en el cimiento sobre el cual descansa la estructura. De otra manera, el edificio desaparecería lentamente en el lodo, no teniendo un soporte adecuado. Ambos autores de este texto sostenemos ciertas suposiciones básicas, pilares fundamentales sobre los cuales se edifica la estructura de este libro. Como la ética trata de “deber”, proyectamos discutir con ustedes lo que las personas llamadas a ser ministros de Jesucristo deben ser y hacer. Pero antes que podamos hacerlo, los lectores necesitan entender nuestras perspectivas teológicas básicas sobre el ministro, el ministerio y el mundo en que viven. Como el Credo de los Apóstoles expresa la esencia de la creencia cristiana, así estas seis afirmaciones declaran nuestras convicciones básicas sobre la ética en el ministerio. Si los ministros han de ser éticamente saludables y saludablemente éticos, es nuestra convicción que estos pilares de verdad deben sostenerse vigorosos y profundos. 1. Estamos convencidos de que la mayoría de los ministros quieren ser personas de integridad, personas cuya vida profesional sostenga los ideales éticos más elevados. El imperativo moral de Cristo en el Sermón del monte: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mat. 5:48), es un llamamiento a la madurez cristiana en todos los discípulos. Esta “posibilidad imposible”, como la llama Reinhold Niebuhr, es especialmente un reto para el ministro cristiano. La meta de este libro es dar a los ministros ayuda en el cumplimiento de este mandamiento de Cristo para ser seguidores maduros, tanto en su vida personal como profesional, como ministros del evangelio. 2. Ser buenos ministros sugiere que el desarrollo de un carácter moral y conducta es un proceso difícil. Ni la experiencia de salvación ni el llamamiento al ministerio aseguran la rectitud ética. Todos los principales libros sobre ética en el ministerio hacen eco de un tema común: la necesidad de confiabilidad, prudencia, veracidad e integridad en la vida de la persona llamada a compartir el mensaje de Dios. Desarrollar estos rasgos requiere esfuerzo diligente.
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El subtítulo de nuestro libro sugiere que un ministerio ético no viene rápida o fácilmente. Vivimos en un “... mundo que no es tan bueno” el cual, como los cantos de las Sirenas de Ulises, nos atraen fuera de nuestro sitio. Discernir los obstáculos peligrosos que nos acechan en este mundo menos-que-ideal, como piedras que caen en un camino montañoso, requiere visión aguda y vigilancia constante. 3. Aunque el carácter moral básico de los ministros ha sido formado antes de entrar al seminario o principiar el ministerio en una iglesia, cada ministro necesita entrenamiento en ética y formación espiritual.13 Si el carácter personal y la conducta tienen un lugar en la ética ministerial, el entrenamiento vocacional debe por lo menos enfocar el problema. En la década de los setenta, la Asociación de Escuelas Teológicas se persuadió de que “el desarrollo espiritual de las personas preparándose para el ministerio” es “un asunto prioritario de dimensiones mayores.”14 La Asociación inició dos estudios especiales diseñados para llenar esta necesidad. El resultado fue el desarrollo de un nuevo modelo global de educación teológica, que integraba la formación espiritual en el plan de estudios del seminario y en la comunidad. La formación espiritual ha llegado a ser un tema de interés mayor entre15 las instituciones religiosas de educación superior.16 Todo esto no significa que los ministros deben ser intelectuales para ser morales. Walker Percy, médico y novelista, puso en uno de sus personajes las siguientes palabras: “Obtuve calificaciones sobresalientes, pero fracasé en la vida.”17 No obstante, el entrenamiento ético puede ayudar. Para algunos predicadores, la educación teológica no es una opción; estos ministros deben volverse a otros recursos en busca de la sabiduría en ética que necesitan. Un sabio profeta nos enseñó a ambos, hace años, que la mayoría de los pastores no fracasan en el ministerio por doctrina imperfecta o predicación pobre. El éxito en el ministerio, dijo, depende de qué tan bien te llevas con la gente y qué tan semejante eres a Cristo. Estos dos rasgos son habilidades aprendidas, no dotes naturales. 4. Como la ética puede ser mejorada a través del estudio diligente, hay un arte de hacer ética, uno que también puede aprenderse. Antes de entrar al ministerio del evangelio, cada dirigente ordenado de la iglesia debe ser examinado por algún grupo responsable para determinar su idoneidad moral y espiritual. Los cristianos correctamente suponen que una persona apartada por una iglesia o denominación, llena las normas bíblicas enumeradas en 1 Timoteo 3:1-7. El término descriptivo que
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se traduce “obispo” o “pastor” en este pasaje, es episkopos (v. 1), una palabra griega que significa “sobreveedor”. El título enfatiza el papel administrativo del dirigente de la iglesia. Esta función pastoral no está limitada al manejo hábil de los negocios de la iglesia; también incluye la habilidad de analizar hechos, discernir juicios y hacer buenas elecciones morales. Es nuestra convicción que hacer ética es, en parte, una habilidad que puede aprenderse y una que debe ser practicada por un ministro capaz. 5. La elección moral central que enfrenta el ministro cristiano es la misma que enfrentan todas las personas profesionales: ¿Seré un habilitador o un explotador?18 Como explicaremos en el primer capítulo, es la naturaleza de un profesional prestar servicios que plantean la posibilidad de vida o muerte (médico), pobreza o riqueza (abogado) y salvación o condenación (ministro). El cliente-feligrés se encuentra en una posición de dependencia y es vulnerable a la explotación por el profesional que posee este “peligroso conocimiento”. Los ministros, como los médicos y los abogados, deben asegurarse de que el servicio que prestan es para habilitar, no para manipular financiera o sexualmente, o en cualquier otra forma. 6. Esta afirmación final puede sorprenderles: un código de ética ministerial, si se usa apropiadamente, puede ser benéfico tanto para los ministros como para las iglesias que sirven. Si una vida de integridad moral es la meta de cada pastor del pueblo de Dios, y si la comunidad cristiana desea estimular y sostener ese intento, un pacto ético escrito puede acrecentar ese propósito. Sí, hay riesgos envueltos en un código de ética establecido para ministros; pero también hay peligros si el ministro no tiene claras normas de conducta. El capítulo final discutirá estos problemas y propone que cada ministro que lea este libro, como un principio, escriba un código de ética personal. Este código de conducta no es un credo moral fijo en concreto, sino un documento personal, dinámico, que rete a los ministros a mantener el más alto estilo de vida ético en cada aspecto de su llamamiento. También informará a la iglesia y a la comunidad de la ética profesional que pueden esperar de los ministros. Desde tiempos bíblicos hasta el presente, el carácter moral del proclamador del evangelio se esperaba que fuera ejemplar e “irreprensible” (1 Tim. 3:2). Ser un buen ministro siempre ha significado más que mantener normas mínimas. Es un llamado a un discipulado máximo. Ser un evangelista del reino de Dios implica señorío: el gobierno y el reinado de Dios sobre cada área de su vida. La ética ministerial no termina cuando usted sale por la
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puerta de su oficina, en muchas maneras apenas empieza. Un código de ética pastoral incluye hábitos personales, decisiones financieras, compromisos familiares, responsabilidades pastorales, relaciones congregacionales, compromisos comunitarios y mucho más. Veremos estas tradiciones y trataremos de explicar cómo los ideales éticos cristianos impactan el mundo del ministro contemporáneo. Por supuesto, nuestro esfuerzo para responder a estas preguntas es relativo a nuestras propias tradiciones y perspectivas, y no pretendemos tener todas las respuestas. Para dar significado ético al peregrinaje ministerial, hemos dibujado unos cuantos mapas. Como los cartógrafos saben bien, los mapas necesitan ponerse al día constantemente, y lo mismo necesitan nuestras observaciones limitadas. Sin embargo, las estrellas por las cuales fijamos nuestro rumbo, han sido fijadas en los cielos desde la creación. Si usted se orienta regularmente con el divino compás del Creador, manteniendo sus ojos fijos en “la estrella resplandeciente de la mañana” (Apoc. 22:16), llegará a su destino sin destrucción o desvío. Notas 1. Walker Percy, The Thanatos Syndrome (El síndrome de Thanatos) (New York: Farrar, Straus & Giroux, 1987), 75. 2. James P. Wind, “Clergy Ethics in Modern Fiction” (Etica ministerial en ficción moderna), cap. en Clergy Ethics in A Changing Society: Mapping the Terrain (Etica ministerial en una sociedad cambiante: Sacando un mapa del terreno) (Louisville: Westminster/John Knox, 1991), 99. 3. Glenna Whitley, “The Second Coming of Billy Weber” (La segunda venida de Billy Weber), D Magazine, julio, 1989, 94. 4. Joy Jordan-Lake, “Conduct Unbecoming a Preacher” (Conducta impropia de un predicador), Christianity Today 36, 10 de febrero de 1992), 29. 5. Edward Leroy Long, Jr., A Survey of Recent Christian Ethics (Un estudio de ética cristiana reciente) (New York: Oxford University Press, 1982), 151. 6. Darrell Reeck, Ethics for the Professions: A Christian Perspective (Etica para las profesiones: Una perspectiva cristiana) (Minneapolis: Augsberg, 1982); y Dennis Campbell, Doctors, Lawyers and Ministers: Christian Ethics in Profesional Practice (Doctores, abogados y ministros: La Etica cristiana en la práctica profesional) (Nashville: Abingdon, 1982). 7. Ver Gaylord Noyce, Pastoral Ethics: Professional Responsabilities for the Clergy (Etica pastoral: Responsabilidades profesionales para los ministros) (Nashville: Abingdon, 1988); Richard Bondi, Leading God’s People: Ethics for the Practice of Ministry (Dirigiendo al pueblo de Dios: Etica para la práctica del ministerio (Nashville: Abingdon, 1989); Walter E. Wiest y Elwyn A. Smith, Ethics in Ministry: A Guide for the Professional (Etica en el ministerio: Una guía para los profesionales) (Minneapolis: Fortress Press, 1990); y “Ministry Ethics” (Etica ministerial) en Review & Expositor 86 (otoño, 1989); 505-73.
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ETICA MINISTERIAL
8. James P. Wind, Russell Burck, Paul F. Camenish, y Dennis P. McCann, eds. Clergy Ethics in a Changing Society (Etica ministerial en una sociedad cambiante) (Louisville: Westminster/John Knox Press, 1991). 9. Ibíd., 13. 10. Seminario Teológico Bautista de Louisville, Kentucky; Seminario Bautista de Ft. Worth, Texas, habían descontinuado la enseñanza de un curso que antes ofrecían, pero lo restablecieron en 1990. 11. Richard Bondi de la Escuela Chandler de Teología y Walter Wiest del Seminario Teológico de Pittsburgh. La otra escuela era el Seminario Teológico Unión de Virginia. 12. Ver Nita Sue Kent, “One Choice at a Time” (Una opción a la vez) en The Baylor Line (septiembre, 1991): págs. 18-23, para un resumen de los esfuerzos de una universidad para enseñar ética en las escuelas de enfermería, comercio, leyes, periodismo y varias disciplinas. 13. Ver Urban T. Holmes II, Ministry and Imagination (Ministerio e imaginación) (New York: Seabury, 1981) y Spirituality for Ministry (Espiritualidad para el ministerio (San Francisco: Harper & Row, 1982); Alfred Hughes, Preparing for Church Ministry: A Practical Guide to Spiritual Formation (Preparándose para el ministerio de la iglesia: Una guía práctica a la formación espiritual (Danville, N. J.: Dimension, 1979); y Adrian van Kaam, Formative Spirituality (Espiritualidad formativa), Vol. 1 (New York: Crossroad, 1983). 14. “Report on the Task Force on Spiritual Development” (Informe sobre la comisión de trabajo sobre Desarrollo Espiritual), La Asociación Americana de Escuelas Teológicas, Theological Education, VIII (primavera, 1972); 3. 15. Estamos en deuda con nuestro colega, Dan Holcomb, y su escrito, “The Spiritual Formation of the Minister” (La formación espiritual del ministro), por este resumen. 16. Ver Anne Davis y Wade Rowatt, Jr., eds., “Formation for Christian Ministry” (Formación para el ministerio cristiano), 3a. ed. (Louisville, Ky.: Review & Expositor, 1988). 17. Walker Percy, The Second Coming (La segunda venida) (New York: Farras, Straus, Girous, 1980), 93. 18. Reeck, 38, donde el autor define cumplimiento como “la devoción de habilidades profesionales para llenar las necesidades de los grupos de clientes y, en última instancia, para el bien común”.
Sea un buen ministro en un mundo que no es tan bueno
“Aquellos que están llamados a guiar a los demás en las responsabilidades morales están en necesidad urgente de dirección para sus propias vidas. Joe E. Trull y James E. Carter han escrito un libro que ningún ministro puede ignorar y por el cual todos deben estar agradecidos. Es de lectura obligada para todo ministro. Doy gracias a Dios por su publicación.” —Lewis B. Smedes
Tiene en sus manos un libro sobre un tema de actualidad, importante e imprescindible por dos razones: Una, los cambios tan acelerados en nuestra sociedad. Dos, los fracasos morales que se han visto en los últimos años. Los autores escriben con la convicción de que los ministros tienen un papel moral único en la sociedad. Este libro le ayudará a cumplir con ese papel seriamente y le dará herramientas para poder hacerlo en lo personal y profesional. Se tratan temas como la vida familiar, la confidencialidad, decir la verdad, la indiscreción sexual, la participación política, relaciones con otros ministros, etc. Se aportan algunos códigos de ética adoptados por varias denominaciones evangélicas. El doctor Joe E. Trull es un pastor con muchos años de ministerio y actualmente ejerce como profesor asociado de Ética Cristiana en el Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleans, Louisiana. El doctor James E. Carter ha sido también pastor durante bastantes años, y actualmente es el director de la Oficina de Relaciones Iglesia-Pastor de la Convención Bautista de Louisiana en Estados Unidos. OT R O S LI B R O S PA R A E L PAS TO R • Manual para predicadores , James D. Crane • Bases bíblicas de la ética, J. E. Giles • De pastor a pastor, J. E. Giles • El ministerio del pastor consejero, J. E. Giles Ayudas pastorales/Liderazgo ISBN 0-311-42100-8 ISBN 978-0-311-42100-8 www.editorialmundohispano.org
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Sea un buen ministro en un mundo que no es tan bueno
É T I C A M I N I ST E R I A L
ÉTICA MINISTER I A L
J. E. Trull • J. E. Carter
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