Diálogo teológico
José Tomás Poe, Editor Volumen I
E d i t o r i a l M u n d o H i s p a n o
PRESENTACIÓN DE DIÁLOGO TEOLÓGICO—NUEVA SERIE Bienvenido a este primer número de Diálogo Teológico, en su segunda (o ¿tercera?) resucitación. DT comenzó en abril de 1973 como fruto de una sociedad entre ABITHA (Asociación Bautista de Instituciones Teológicas Hispanoamericanas) y Casa Bautista de Publicaciones. Se anunció como “libro periódico de reflexión cristiana” y que se publicaría dos veces al año (en abril y octubre). Este arreglo funcionó por unos doce años. Cuando la CBP optó no continuar con su publicación y distribución como libro impreso, DT podría haberse muerto; pero los seminarios bautistas en Buenos Aires y Montevideo lograron darle nueva vida por unos pocos años con lo que pudo denominarse como “publicación ocasional”. Pero finalmente problemas económicos y prácticos combinaron para provocar otro ocaso, para no decir, muerte. Una tercera etapa (podría llamarse una segunda resucitación) surgió en el año 2000 cuando Casa Bautista de Publicaciones entabló una nueva sociedad con RIBET (Red de Instituciones Bautistas de Educación Teológica) y sus líderes para publicar Diálogo Teológico electrónicamente y sin precio de subscripción. Lamentablemente el optimismo que inicialmente reinaba tuvo que ceder a problemas técnicos y de personal. Después de un año (¿o dos?), DT estaba de nuevo en la antesala del limbo. Pero realmente las atractivas posibilidades de una publicación gratuita por Internet, como un servicio a la comunidad teológica de América Latina no murieron. Solo quedaron “en espera”. Y ahora parece que las circunstancias permiten la reactivación de esa sociedad entre RIBET y Editorial Mundo Hispano (Casa Bautista de Publicaciones) para dar a DT otra oportunidad de servir. Su servicio (llámese propósito, si prefiere) es, en parte, para informar. Así declaró su Director General, el doctor James Giles, en su primer número, ya hace casi cuarenta años. Otra dimensión de su servicio, como también lo especificó Giles en aquel primer número, es “fomentar el diálogo entre los lectores”. Esto lo hará presentando “temas que estén al día y que tienen interés especial” para los estudiantes de teología y sus profesores, aparte de pastores, universitarios y otros que buscan estímulo intelectual dentro del marco de su fe cristiana y su compromiso personal con Jesucristo, nuestro Señor. Aunque este primer número de DT en su nueva encarnación ofrece temas variados, lo probable es que futuros números tendrán un énfasis unificador para los artículos ofrecidos. En la actualidad, los miembros de RIBET son Richard J. Serrano, de Venezuela; Pablo Moreno, de Colombia; y Dinorah Méndez, de México. Raquel R. Contreras es la directora editorial de EMH y es bajo su dirección que la sociedad entre la Casa y RIBET funciona. José Tomás Poe, misionero jubilado quien sigue como voluntario con EMH/CBP, servirá para coordinar los esfuerzos y lograr la publicación electrónica. Su dirección electrónica es jtpoe@juno.com.
Invitamos su reacción, sugerencias y aportaciones literarias. En este número ofrecemos los siguientes artículos: “La misión integral en la herencia bautista”, por Dinorah B. Méndez “Contribuciones de la Casa Bautista de Publicaciones a la obra bautista hispana de Texas”, Part 1, por José Tomás Poe “Releer el Antiguo Testamento: desafíos y oportunidades para la contextualización”, por Richard J. Serrano P. “Historia de la formación del Credo de los Apóstoles”, por Agustín Ruiz. “Notas bibliográficas”
LA MISIÓN INTEGRAL EN LA HERENCIA BAUTISTA Por Dinorah B. Méndez [La doctora Méndez es profesora en el Seminario Teológico Mexicano, autora de las notas para 1 y 2 Timoteo en Biblia de Estudio Mundo Hispano y miembro de RIBET; también ha sido profesora visitante en otros seminarios e institutos como la Universidad Bautista de las Américas en San Antonio, Texas, EE. UU. de A.] INTRODUCCIÓN Al abordar este tema es necesario, ante todo, tener un buen entendimiento y encontrar las definiciones apropiadas de los términos a utilizar. Por esta razón, en la primera sección se presentan algunos antecedentes que contribuyen a comprender el concepto de misión integral y su relación con la misión en general, entendida como missio Dei o sea la misión de Dios. Así mismo, siendo de particular interés analizar la misión integral entre los bautistas, y debido a que esta denominación se ha caracterizado por enfatizar la autoridad bíblica en todos los aspectos de doctrina y práctica, se hace necesario incluir una sección que examine, al menos brevemente, las bases bíblicas de dicho modelo de misión. Además, se han detectado diferentes paradigmas de la misión cristiana a lo largo de la historia; por lo tanto resulta necesario revisar las influencias que recibieron los bautistas y las contribuciones que ha aportado esta denominación al entendimiento y práctica de la misión. Finalmente, se bosquejan algunas coincidencias entre la teología misionera bautista y el modelo de la misión integral. I. DEFINICIÓN DE TÉRMINOS El término misión integral1 se considera en tiempos recientes, el resultado de una reflexión que se ha dado principal, aunque no exclusivamente, en el ámbito de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL) desde la década de los 70. Desde entonces, se comenzó a referir a la misión de la iglesia con esta frase. Con el tiempo este concepto se ha utilizado para dar a entender que toda iglesia es misionera por naturaleza y que esa misión tiene que ver con la transformación de la vida humana en todos sus aspectos. Es decir que cada iglesia está llamada a participar de la misión, que es la misión de Dios. 1
La siguiente descripción de este término es presentada en el Prefacio del libro Ser, hacer y decir. Bases bíblicas de la misión integral. Editado por C. René Padilla y Harold Segura (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2006), pp. 7, 8.
De esta manera, la misión de Dios no puede reducirse solamente al terreno espiritual, individual o sacro, sino que tiene que ver con todas las dimensiones de la existencia, incluyendo lo material, lo social y lo secular. Esto implica que la iglesia al cumplir con dicha misión debe disponerse a cruzar no solo límites geográficos, sino culturales, sociales, políticos, económicos, etc., a fin de cumplir con la meta de transformar la vida de las personas en todos los aspectos para que así disfruten la plenitud que Dios ofrece a través de Jesucristo y por la acción de su Espíritu. Este entendimiento de la misión, como misión integral, se ha ido fortaleciendo al corroborar que no se trata de una moda misionera o un invento de algunos teólogos, sino que emerge de un estudio completo y profundo que procura retomar la enseñanza total de las Sagradas Escrituras. Pedro Arana1 también afirma que la misión integral cristiana debe entenderse como missio Dei2 (la misión de Dios) descrita por David J. Bosch. Este último autor señala que muchas veces la misión de Dios ha sido interpretada primordialmente en términos soteriológicos, es decir, como la salvación de individuos de la condenación eterna. En algunas épocas fue comprendida en términos puramente culturales, implicando la incorporación de los pueblos mayormente del Este y del Sur a la cultura privilegiada del Occidente cristiano. Algunas otras veces se ha definido en términos históricos, enfatizando el proceso por el que el mundo será transformado en el reino de Dios, sea de manera evolutiva o por un cataclismo repentino. Sin embargo, desde mediados del siglo XX, poco a poco los teólogos enfatizaron el identificar la misión como la actividad de Dios mismo y derivada de su propia naturaleza. Entonces, se empezó a conectar más la misión con la doctrina de la Trinidad que con la soteriología o la eclesiología. Así se ha llegado a formular la doctrina de la missio Dei como el Padre enviando al Hijo, luego Dios el Padre y el Hijo enviando al Espíritu; finalmente, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo enviando a la iglesia hacia el mundo. Esta definición de la misión se ha visto por algunos como una innovación, ya que se ha dejado de ver la misión como teniendo vida propia, y más como participación en la iniciativa que viene solo de Dios. De este modo, el concepto de misión ha cambiado de ser primordialmente una actividad de la iglesia, a verse como un atributo de Dios. En otras palabras, ya no es la iglesia que tiene la misión de la salvación en el mundo, sino que es la misión del Dios Trino que ha incluido a su iglesia. La misión, por lo tanto, es vista como el movimiento de Dios en el mundo y la iglesia es vista como un instrumento para esa misión. Una implicación importante es que incluso la iglesia existe por causa de la misión y no viceversa. De modo que participar en la misión es participar en el movimiento del Dios de amor hacia la humanidad. Así mismo conviene diferenciar los términos “misión” en singular y “misiones” en plural. Puede resultar presuntuoso afirmar que lo que hacemos como cristianos o iglesias es la missio Dei; esta misión es la actividad de Dios que abarca tanto la iglesia como el mundo en su totalidad. La iglesia simplemente tiene el privilegio de participar en su actuar. En este sentido la misión en singular es primaria y única. Por otro lado, las misiones (plural) o actividades misioneras de la iglesia serán auténticas en tanto reflejen nuestra participación en la misión de Dios. No se tratará simplemente 1
Pedro Arana Quiroz, “La Misión de Dios y la Nuestra”, en El Trino Dios y la Misión Integral. Editado por Pedro Arana Quiroz, Samuel Escobar y C. René Padilla (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2003), p. 9. 2 David J. Bosch, Transforming Mission: Paradigm Shifts in Theology of Mission (Maryknoll: Orbis Books, 1991), pp. 389-393.
de plantar iglesias o salvar almas, sino estar al servicio de la misión divina, representando a Dios en el mundo y por encima o en contra de su influencia1. Este concepto de misión, en que se reconoce como la misión de Dios, ha producido un rompimiento crucial con relación a las ideas de siglos pasados en donde predominó un entendimiento centrado en la iglesia. Sin embargo, un estudio cuidadoso muestra que realmente esta comprensión de la misión no es algo nuevo ni inventado en años recientes, sino que es precisamente la enseñanza bíblica en la que es necesario perseverar. Por consiguiente, es importante analizar algunas de las bases bíblicas esenciales que muestran la misión como divina e integral. II. BASES BÍBLICAS DE UNA MISIÓN INTEGRAL Ante todo, es necesario afirmar que la Biblia entera, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, son documentos misioneros; es precisamente en ella donde Dios ha revelado su misión, y mucho más claramente al presentar el cumplimiento del ministerio misionero de Jesús y de los inicios de la iglesia2. Algunos distintivos misioneros de los escritos bíblicos son: presentar la temprana misión cristiana involucrando la persona misma de Jesús; también como una misión prácticamente revolucionaria demostrada en las nuevas relaciones que surgen en la nueva comunidad de creyentes; y finalmente, señalando la relación entre la martiría (testimonio) y la misión. Particularmente los evangelios muestran que los cristianos encuentran su verdadera identidad cuando se involucran en la misión, es decir, en comunicar a otros una nueva manera de vivir, una nueva interpretación de la realidad y de Dios, así como comprometerse a sí mismos con la liberación y salvación de otros. De este modo, una comunidad misionera es aquella que se entiende a sí misma como diferente de y comprometida con su medio ambiente3. El pasaje de Lucas 4:16-‐30 es un texto clave entre muchas de las enseñanzas bíblicas que han estudiado los proponentes de la misión integral para captar el entendimiento mismo de Cristo sobre su propia misión y por lo tanto, una base para la comprensión de la misión de la iglesia4. Según el estudio de Bosch5, la perspectiva de misión en este pasaje particular, pero en general en todo lo escrito por Lucas (tanto el Evangelio como el libro de los Hechos), presenta un modelo con varios distintivos: •
Para Lucas, la salvación es integral, incluyendo todas las dimensiones de la vida humana: económica, social, política, física, psicológica y espiritual.
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Bosch, p. 391. C. René Padilla y Harold Segura, Eds., Ser, hacer y decir: Bases bíblicas de la misión integral (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2006). 3 Bosch, pp. 80-83. 4 Arana, “La Misión de Dios y la nuestra,” pp. 9-72. 5 Bosch, pp. 84-122. 2
Da la idea de una resistencia no violenta al mal y de que es inútil y autodestructivo el odio y la venganza, por lo tanto la búsqueda de la paz es uno de los ingredientes principales de su modelo misionero. • En su eclesiología, Lucas reconoce la vida de Jesús y la historia de la iglesia como estando unidas en una nueva era, la del Espíritu. • Es preeminentemente mediante el Espíritu que el Cristo resucitado se hizo presente en su comunidad, siendo el evento decisivo, el día de pentecostés. • Lucas presenta una misión correlativa entre los judíos y los gentiles. • En la terminología misionera de Lucas, el “testimonio” es crucial como término casi sinónimo con “misión”. • Finalmente, otro distintivo es que en la misión, Lucas ve adversidad y sufrimiento, mostrando un interés especial por los pobres y los grupos marginados. El resto de los escritos neotestamentarios provienen principalmente del apóstol Pablo quien se reconoce acertadamente como el primer teólogo cristiano y esto ha sido así precisamente porque él fue el primer misionero cristiano. Pero no solo porque su teología y su misión se relacionan como “teoría” y “práctica”, de tal forma que su misión fluyó de su teología, sino porque esa teología fue una teología misionera. Es indudable que para Pablo, la misión tenía por objeto transformar la sociedad. Por su parte, la iglesia, aunque muy importante en su pensamiento, no era el fin último de la misión, sino más bien el plan eterno de Dios entrando en la historia para lograr la redención de la humanidad1. •
Todo lo anterior permite comprobar que en la enseñanza bíblica la misión se identifica como la missio Dei, la misión del Dios Trino y que es una misión integral que tiene que ver con el ser humano completo2. Por otro lado, no sería posible ni apropiado analizar este concepto de la misión integral sin revisar aunque sea brevemente, la realización de la misión y los conceptos misioneros que se han dado a través de la historia de la iglesia cristiana. De este modo, se estudia a continuación algo del trasfondo histórico misionero de los bautistas que sirve como marco de referencia en este estudio. III. LAS MISIONES EN LA HERENCIA BAUTISTA A lo largo de veinte siglos es evidente que además de las bases bíblicas señaladas antes y que se han tratado de recapturar en diferentes épocas, también ha habido diferentes modelos de misión en la historia cristiana. Incluso, el hablar de la herencia de grupos cristianos actuales significa que esos modelos e incluso teologías de misión surgidos en la historia no necesariamente han sido excluyentes entre sí. Más bien, esos conceptos y paradigmas deben verse como un mosaico multicolor que pueden darnos un panorama complementario y enriquecedor al revisar la realidad presente.3 Por lo tanto, al enfocar este estudio solo a la vertiente cristiana que nos concierne que es la herencia bautista, se deben explorar las influencias que esta denominación recibió en sus 1
Ibíd., pp. 170-178. Arana, “La Misión de Dios y la Nuestra”, pp. 65-72 3 Bosch, p. 8. 2
orígenes y cómo ha desarrollado a su vez los conceptos y prácticas que tienen que ver con la “misión” y las “misiones”. Al hablar de la herencia bautista, se debe mencionar ante todo que si esta denominación se considera “evangélica” es primordialmente porque los bautistas se consideran un pueblo que toma muy en serio la Gran Comisión del Señor Jesús. De hecho, el ser una denominación que considera la Biblia como su autoridad final, su fundamento para la tarea misionera es precisamente la convicción de que la Biblia es el relato de la obra misionera de Dios. Por esta razón, uno de sus distintivos ha sido ser un pueblo misionero1. En este sentido, se puede ver la coincidencia de principios en la herencia bautista y en las bases para la llamada misión integral. Para los bautistas ha resultado difícil comprender cómo un principio tan claro en las Sagradas Escrituras se haya perdido por diferentes sectores del cristianismo y a veces por largos períodos de la historia, algunas veces pervirtiéndolo y otras tantas, simplemente descuidándolo. Sin embargo, tanto los bautistas como algunos otros cristianos han recapturado la importancia de la misión. Algunos historiadores consideran que después de la estatización de la iglesia con Constantino, el principio misionero resultó gravemente afectado. Es posible que solo con la excepción de unos pocos misioneros consagrados en diferentes períodos de la historia cristiana y con un modelo de misión bastante limitado, el concepto misionero de la iglesia no fue recuperado ni durante la Reforma Protestante cuando, si bien se buscó un retorno a la fe apostólica, no obstante se siguió dejando el cumplimiento de la misión apostólica a la Iglesia Romana. En ese tiempo, correspondió a los anabautistas del siglo XVI la distinción de retomar y practicar el espíritu misionero característico de la iglesia primitiva, muy probablemente por su estudio del Nuevo Testamento y tal vez por alguna influencia de grupos disidentes de la Edad Media como los Valdenses. Incluso algunos grupos que han dado continuidad a los anabautistas como ciertos menonitas, mantienen su celo misionero. Además, sus ideas fueron concretadas principalmente por los pietistas protestantes, los bautistas y otras iglesias libres en el siglo XVIII2. Con este trasfondo es posible comprender que el crédito como padre del movimiento misionero moderno se le atribuya al bautista Guillermo Carey, quien fue pionero del desarrollo de las misiones mundiales, edificando sobre la teología de Andrés Fuller. Este movimiento mantuvo una teología calvinista pero combinada con una invitación universal a responder al mensaje del evangelio. La combinación resultó en una nueva teología misionera bautista y en el avance del movimiento misionero a nivel mundial. Este movimiento continuó en el siglo XIX en forma destacada por los esfuerzos de Lutero Rice, Adoniram Judson y muchos otros bautistas que invirtieron su vida en la obra misionera3. Más tarde en el siglo XX, Billy Graham, el muy conocido evangelista internacional, también bautista, proclamó el evangelio a miles alrededor del mundo con un mensaje que subrayaba su 1
Justo Anderson, Historia de los Bautistas. Tomo I: Sus Bases y Principios (El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 1978), pp. 101, 102. 2 Anderson, pp. 104-106. 3 David S. Dockery, “Looking Back, Looking Ahead,” en Theologians of the Baptist Tradition. Editado por Timothy George y David S. Dockery (Nashville, TN: Broadman and Holman Publishers, 2001), p. 341.
completo compromiso a la verdad bíblica, proclamando un tipo de vida plena en cuanto a la vida cristiana1. Este breve panorama histórico no trata de abarcar el desarrollo completo de la contribución bautista en esta área, pero sí es una muestra de que los bautistas desde sus comienzos han estado a la vanguardia del avance misionero en el mundo. Sin embargo, esta tradición tan positiva no garantiza una perseverancia fiel. Por ello, los bautistas deben siempre reflexionar y evaluar su participación en la expansión misionera como una parte en el cumplimiento de la misión que es uno de sus principios fundamentales. No es posible conformarse con una predicación parcial del evangelio, sino procurando incorporarlo al pensamiento moderno y en la vida pública. De este modo, el énfasis actual en la “misión” no debe hacerse en detrimento de las “misiones” ni viceversa2. IV. LOS BAUTISTAS Y LOS NUEVOS ENTENDIMIENTOS DE LA MISIÓN Nuevos entendimientos y en especial la contextualización de la teología en el mundo de los dos tercios están contribuyendo a que una nueva teología bautista se enfoque en asuntos misionológicos y eclesiológicos. Ya se debía haber aprendido que los teólogos no son libres de pensar lo que sea, ir a donde quieran, o ser lo que quieran. Toda dirección en el futuro debe estar basada en la Escritura, conectada con la iglesia, en contacto con asuntos misioneros y conformados por énfasis doxológicos enfocados en la gloria de Dios3. Varios de los teólogos pioneros de la FTL y promotores de la misión integral, como Orlando Costas, René Padilla y Samuel Escobar han mostrado como posturas básicas: El lugar prioritario de las Escrituras, la centralidad de la cruz y la resurrección, el evangelismo, la atención a las necesidades sociales de Latinoamérica y la segunda venida4. Los bautistas no podríamos menos que estar de acuerdo con estas bases y énfasis de la misión integral. En documentos elaborados en años recientes por la Alianza Bautista Mundial se ha reconocido como el evento fundacional de la fe y la iglesia cristianas la resurrección del Cristo crucificado en plena interrelación con el llamado a la misión, misma que se identifica como la missio Dei. Incluso se manifiesta que la obediencia a este llamado será clave en dar forma a los bautistas en el futuro. En otras palabras, no basta continuar insistiendo en el énfasis bautista tradicional en las misiones, sino que ante las crisis y desafíos actuales en el entendimiento y práctica de la misión de Dios, se debe responder con creatividad y constructivamente5.
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Dockery, p. 356. Anderson, pp. 108-113. 3 Dockery, p. 360. 4 James Leo Garrett, Baptist Theology: A Four-Century Study (Macon, GA: Mercer University Press, 2009), pp. 723-724. 5 Thorwald Lorenzen, “Mission and Discipleship,” en Baptist Faith and Witness. Book 2: The Papers of the Study and Research Division of the Baptist World Alliance 1995-2000. Editado por L.A. (Tony) Cupit (McLean, VA: Baptist World Alliance, 1999), pp. 41-52. 2
Es importante que siendo congruentes con la autoridad que se afirma dar a la enseñanza bíblica, se acepte que la misión de la iglesia es la misión de Dios y por tanto está relacionada con nada menos que el reino universal de Cristo. Es así que tanto su anuncio como establecimiento implican ir más allá de modelos tradicionales como el imperialismo que ha pretendido que solo una cultura es cristiana y es la portadora intachable del evangelio. O del individualismo, error que ha privatizado la fe, ha descuidado su realidad comunitaria y ha promovido un divorcio entre la vida cristiana y la responsabilidad social. Y peor aun, modelos con teologías defectuosas que han promovido la idea de que la salvación tiene que ver con un aspecto o área de las personas, tal como su alma, dejando el resto de la personalidad sin recibir los efectos del mensaje transformador del evangelio. Así, al igual que creyentes de otras confesiones, los bautistas en tiempos recientes han reconocido muchos de los errores cometidos en el pasado con respecto al cumplimiento de la misión1. Sin embargo, el estar dispuestos a escuchar la Palabra de Dios y al ser sensibles a nuevos modelos, como es el caso de la propuesta de la misión integral, está permitiendo retomar el rumbo. En realidad, es interesante que ya se tiene tiempo discutiendo en círculos bautistas algunos de los énfasis propios de este modelo, notando su coincidencia con varios de los distintivos presentes en los orígenes denominacionales2: • • • • • • •
el entendimiento de la misión como Missio Dei la visión de esa misión como la del Dios Trino (Juan 20:21) la misión con dimensiones tanto vertical como horizontal el carácter relacional de la misión que implica comunión y comunidad las implicaciones éticas de libertad, justicia y de responsabilidad social e incluso ecológica, con énfasis en la atención y transformación de los marginados un mensaje completo que atiende todas las dimensiones de las personas una misión que se cristaliza en martiría, koinonía y diakonía.
CONCLUSIÓN Sin embargo, es importante concluir que no basta tampoco el usar el término de la misión integral solo como un nuevo discurso, ni decir que es la Missio Dei lo que constituye la misión de la iglesia y mucho menos creer que los errores cometidos o desviaciones surgidas con el correr de la historia se corregirán al modificar los métodos y estrategias de la misión, adoptando de manera superficial lo que se considera propio de un modelo de moda. En realidad se requiere analizar y reflexionar sobre las bases teológicas y los modelos que están vigentes y evaluar los resultados que están produciendo. Por supuesto, se necesita también una actitud de sincera humildad y una visión que realmente provenga de Dios acerca del futuro que él desea cumplir. Recordemos que es su Misión. Solo con esta actitud, se podrá estar en condiciones de sugerir cambios de paradigmas, estrategias y métodos misioneros sin caer en la arrogancia de nuestras propias iniciativas. La clave será cuestionar qué tanto Cristo nuestro Señor crucificado y resucitado está presente en nuestra teología, nuestra adoración, nuestra vida diaria y nuestra misión. Será necesario 1
Lorenzen, pp. 44, 50. Paul S. Fiddes, Tracks and Traces. Baptist Identity in Church and Theology (Carlisle, UK: Paternoster Press, 2003), pp. 249-273; Lorenzen, pp. 42-48; Dinorah B. Méndez, “Apuntes de Teología Sistemática” (STBM: Material de clase sin publicar).
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redescubrir y practicar que el conocer a Dios significa hacer justicia, al igual que el conocer a Dios en Jesucristo significa obedecer a nuestro Señor y Salvador en el poder del Espíritu Santo. Para los bautistas de hoy podría resultar útil recobrar nuestro énfasis tradicional en el discipulado, un discipulado integral, como la base teológica de la misión cristiana1.
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Lorenzen, pp. 50, 51.
BIBLIOGRAFÍA Anderson, Justo C. Historia de los Bautistas. Tomo I: Sus Bases y Principios. El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 1978. Arana Quiroz, Pedro. “La Misión de Dios y la Nuestra”, en El Trino Dios y la misión integral. Editado por Pedro Arana Quiroz, Samuel Escobar y C. René Padilla. Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2003. Bosch, David J. Transforming Mission: Paradigm Shifts in Theology of Mission Maryknoll: Orbis Books, 1991. Dockery, David S. “Looking Back, Looking Ahead”, en Theologians of the Baptist Tradition. Editado por Timothy George y David S. Dockery. Nashville, TN: Broadman and Holman Publishers, 2001. Escobar, Samuel. Tiempo de Misión. América Latina y la misión cristiana hoy. Bogotá, Colombia: Ediciones Clara-‐Semilla, 1999. Fiddes, Paul S. Tracks and Traces. Baptist Identity in Church and Theology. Carlisle, UK: Paternoster Press, 2003. Garrett, James Leo. Baptist Theology: A Four-‐Century Study. Macon, GA: Mercer University Press, 2009. Lorenzen, Thorwald. “Mission and Discipleship”, en Baptist Faith and Witness. Book 2: The Papers of the Study and Research Division of the Baptist World Alliance 1995-‐2000. Editado por L.A. (Tony) Cupit. McLean, VA: Baptist World Alliance, 1999. Méndez, Dinorah B. Apuntes de Teología Sistemática. Lomas Verdes, Méx.: STBM-‐Material de clase sin publicar. Padilla, C. René y Harold Segura, Eds. Ser, hacer y decir: Bases bíblicas de la misión integral. Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2006.
CONTRIBUCIONES DE LA CASA BAUTISTA DE PUBLICACIONES A LA OBRA BAUTISTA HISPANA DE TEXAS Parte I Por José Tomás Poe [El doctor Poe, Director General Emérito de Casa Bautista de Publicaciones, preparó este ensayo a petición de Texas Baptist Historical Society (Sociedad de historia bautista en Texas) para presentación pública en Austin, Texas, y para luego ser publicado en Texas Baptist History (anuario de la referida Sociedad), Tomo XXIX, pp. 1-‐26. La Fundación que apoya CBP/EMH se interesó en la traducción y publicación del ensayo en español y consiguió los permisos para hacerlo. Contrató a Norma Armengol para traducir. Ahora es con los permisos de Texas Baptist Historical Society y con el respaldo de la Fundación de la Casa Bautista de Publicaciones que ofrecemos la primera mitad del ensayo en este número de Diálogo con la intención de publicar la otra mitad en el próximo número de D T. El original llevaba cinco páginas de notas de documentación y comentario, omitidas ahora para ahorrar espacio y facilitar la lectura. Tanto la Historical Society como la Fundación de la Casa tienen sitios en Internet para quienes se interesan]. Wilson Ross (misionero que sirvió por largos años en México y con la Casa Bautista de Publicaciones en El Paso) llegó a ser el historiador de la Casa Bautista de Publicaciones a mediados de 1950. En junio de 1959, la Universidad Tecnológica de Texas, en Lubbock, premió al hermano Ross con una maestría en Historia. La pasión que el señor Ross tenía por la obra de la Casa lo guió a desarrollar su tesis: “A History of the Baptist Spanish Publishing House in El Paso (Una historia de la Casa Bautista de Publicaciones en El Paso), que más tarde sirvió como la base del libro Sowing the Seed in Spanish: A History of the Baptist Spanish Publishing House (Sembrando la semilla en español: Una historia de la Casa Bautista de Publicaciones, obra publicada por CBP en 1962). La lamentable muerte de Wilson Ross in 1989 (debido al cáncer) dejó a la Casa sin uno de sus más fieles promotores. Durante los años que fui Director General (1992-‐1997), intenté asumir el manto de interés del hermano Ross por la misión y la historia de la Casa; actualicé un librito de historia originalmente preparado por Ross y lo publiqué con los nombres de ambos como autores. Durante los años de mi jubilación también he escrito tres libros relacionados con la historia de la Casa. Sobre la base de este trasfondo de redacción y mi participación personal en la Casa por unos cincuenta años es que ofrezco mis reflexiones en cuanto a la influencia de la Casa Bautista de Publicaciones en el crecimiento de la obra bautista hispana en Texas. Estas reflexiones se organizan en tres períodos históricos: 1905-‐1955; 1955-‐1985; y 1985 al presente. Reconozco que los parámetros para estos períodos son, hasta cierto grado, arbitrarios, pero creo que serán útiles para los propósitos de este ensayo. [En este número de Diálogo publicamos el material sobre el primer período; en un futuro número ofreceremos la otra parte]. Los primeros años: 1905-‐1955
La “fecha de nacimiento” para la Casa Bautista de Publicaciones ha sido un tema de debate. “El doctor [J. E.] Davis, misionero a México y fundador de la Casa, aparentemente fechó la Casa desde el año en que él comenzó a usar el nombre Casa Bautista de Publicaciones que fue en 1908”. El señor Ross y otros en la CBP durante la década de 1950 pensaron que era más apropiado considerar el año 1906 como el de su comienzo, ya que fue ese año en que la operación comenzó a funcionar en León. Por lo tanto, reconocieron los aniversarios quincuagésimo y sexagésimo en 1956 y 1966. Pero para la década de 1980, el consenso cambió, y los líderes de la Casa declararon que el bebé había nacido en 1905, en la cocina de los Davis, en Toluca, México. No importaba que el niño no recibió su nombre oficial hasta unos años más tarde. Por consiguiente, se han observado los aniversarios 75, 90 y 100 en los años 1980, 1995 y 2005. Así que el primer período que identifico para nuestra consideración hoy comienza en 1905. Dicha fecha es más apropiada, ya que El Expositor Bíblico había sido fundado en 1890 por el misionero David A. Wilson y, por lo tanto, habían pasado 15 años de historia para cuando Davis llegó a México a finales del año 1904 y comenzó a imprimir El Expositor a mediados de 1905. Es muy probable que para entonces algunas de estas revistas para la Escuela Dominical ya se estaban usando en Texas, pero hay documentación específica que nos comprueba su uso para los finales de 1907. Es que Davis publicó a principios de enero 1908 un extracto de correspondencia recibida del hermano M. D. Castillo de Austin, Texas, quien reportó: “Nuestra Escuela Dominical está creciendo rápidamente y pronto tendremos que aumentar el número de subscripciones de El Expositor”. Por lo tanto, desde el principio del siglo XX, la Casa contribuía al crecimiento de la obra hispana en Texas sirviendo como la fuente de materiales de currículo para la Escuela Dominical. En realidad, fue la única fuente bautista de tales materiales por más de cincuenta años. El Expositor Bíblico fue la publicación bandera, diseñada principalmente para adultos y jóvenes (alumnos y maestros). Pero “casi simultáneamente con la llegada de los Davis a México”, el misionero J. G. Chastain, en ese entonces también editor de El Expositor, añadió un folleto de Escuela Dominical para niños titulado Nuestros Niños. En 1907 Davis se hizo cargo de ambas piezas. Para el final del período 1905-‐1955, se contaba con una línea completa de materiales para la Escuela Dominical y se usaba en numerosas iglesias y misiones bautistas hispanas en Texas. El Atalaya Bautista, una revista semanal que el doctor Davis recién lanzaba, contenía en enero 1908 esa reflexión acerca del uso de El Expositor en Austin, confirmando el contacto de Davis con la obra bautista hispana en Texas. Durante los siguientes 23 años, la revista general de la Casa para los bautistas da evidencia de ese contacto y provee un indicio de la contribución de la Casa al crecimiento de la obra hispana en Texas en este período. Investigando los volúmenes encuadernados de estas revistas desde 1908 hasta 1930 encontré más de mil trescientas referencias a o informes de contactos que Davis (es decir, Casa Bautista de Publicaciones) tuvo con la obra en Texas. Lo que sigue es un resumen de esos informes: En los 52 números semanales de El Atalaya Bautista publicados en su primer año (1908), existen 57 informes relacionados con la obra bautista hispana en Texas. Es obvio que Davis oportunamente cultivó contactos, informes y suscriptores en Texas. Se refirió a la publicación como “Periódico bautista para todos los bautistas de habla española”, y si bien se reflejan contactos ocasionales con los bautistas del Caribe, de Europa y de América del Sur, es obvio que México y
Texas fueron los objetivos principales. Además de la obra bautista hispana en Austin, se reporta obra entre las iglesias o misiones de San Antonio, El Paso, Alice, Corpus Christi, Uvalde, Smithville, Beaumont, Del Río, Brownsville, Bastrop, Pearsall, Cotula, Beeville, Waco, Leesville, Lorena, Caesar, Stockdale, Gonzales, Elgin, Monteola y Alpine. Aunque se hace referencia a los líderes de la Junta de Misiones Domésticas (específicamente al doctor J. F. Love) y a los líderes bautistas de Texas (específicamente a la señora Gambrell, reconocida por haber tenido responsabilidades e intereses especiales en “la obra bautista mexicana en Texas”), la mayoría de los informes se acreditan a los pioneros bautistas hispanos de Texas, como Marcos D. Castillo, Gil Villarreal, Benito Pérez, Guillermo Ibarra, Juan G. Villalobos, C. D. Daniel y A. M. Vélez. Los informes mencionan planes de construcción y la dedicación de nuevas instalaciones de templos (como en Bastrop y en El Paso) y la celebración de bautismos, avivamientos, institutos de capacitación, ordenaciones y nuevas dimensiones de la vida de la iglesia (como las organizaciones para mujeres y jóvenes y el establecimiento de bibliotecas en las iglesias). Más o menos a medio año, Davis anuncia que el periódico incluirá un resumen mensual de los informes de Texas, aparte de un resumen similar de la obra en México, con la esperanza de que estos sirvieran como estímulo a “nuestros hermanos en Texas”, reconociendo que en ambas áreas “el reino del Cristo crucificado avanza”. El optimismo de Davis parece justificado; los bautistas estaban creciendo en Texas y en otros lugares. Para el año 1909, los 53 números de El Atalaya incluyen 61 informes acerca de la obra bautista en Texas y, entre otras cosas, sirven para documentar la contribución de la Casa a los bautistas hispanos en Texas por medio de la publicación de libros. Una breve nota en el cuarto número de febrero informa que la señora Gambrell ha ordenado de la Casa 13 copias del libro Compendio de teología para ser usadas en ciertas actividades de capacitación ministerial. Durante el curso del año, el periódico anunció que se vendieron todos los ejemplares del libro de Vedder, Breve historia de los bautistas y que va a ser reimpreso. El primer libro publicado por la Casa, La inmersión: El acto del bautismo cristiano aún estaba disponible y se promovía en las páginas de El Atalaya con regularidad, así como también La Cena Conmemorativa y el libro de C. L. Neal, original en español, Manual para obreros cristianos. Podemos concluir con toda seguridad que todos estos libros se usaban por los bautistas hispanos en Texas. Así sería la situación durante los siguientes cien años. En 1910, se publicaron 19 números de El Atalaya Bautista antes de que lo fusionaran con El Cristiano Bautista, y estos incluían 14 informes de la obra en Texas. Temprano en el año, D. S. Barocio, nuevo pastor en El Paso, comenzó a escribir regularmente una sección llamada “Notas de Texas”. Aunque no aparece en todos los números, claramente indica la intención de Davis de mantener a la Casa en contacto con los bautistas hispanos de Texas. Quizá los asuntos más importantes en estos números fueron el anuncio de Barocio en el número del 28 de abril de planes para otro “Instituto bíblico” en San Antonio, y que durante el Instituto se organizaría la Convención Bautista Mexicana de Texas. En el sexto número de El Bautista, con fecha de 23 de junio 2010, se imprimió una crónica de tres páginas acerca de la organización de la Convención, la cual fue constituida por aproximadamente 40 mensajeros que representaban a unas 20 iglesias, cuyos miembros se estimaba llegaban a unos mil. Antes del fin de año, la columna las “Notas de Texas” de Barocio apareció nueve veces más, y hay por lo menos 26 noticias relacionadas con la obra en Texas en los 33 números de El Bautista.
Aunque históricamente se considera que la Revolución Mexicana estalló a finales del año 1910, aparentemente Davis no hizo ninguna referencia al respecto en su revista. De hecho, los números de El Bautista para 1911 comienzan con cierto aire de normalidad y optimismo para los bautistas en México y en Texas. Las “Notas de Texas” de Barocio aparecen casi cada mes. Sin embargo, más o menos a mediados de año, la revista publica su primera reflexión de las dificultades relacionadas con la Revolución. Hacia fines de año, se anuncia que Sierra Barocio se ha mudado de El Paso a Fort Worth para estudiar en el Seminario Southwestern. Sus artículos noticiosos acerca de la obra en Texas continúan desde allí, aunque más esporádicamente. El número del 27 de julio sí contiene un breve informe acerca de la Convención Bautista Mexicana de Texas, que se reunió en Austin, julio 19-‐26. El sabor polémico de Davis es evidente en la revista, a pesar de la fusión con el ligeramente más moderado El Cristiano Bautista. Por lo menos 40 informes de la obra bautista en Texas se encuentran durante el año, y estos reflejan los esfuerzos realizados no solo en las ciudades principales de El Paso, Austin, Corpus Christi y Abilene, sino también en algunas ciudades y pueblos más pequeños como Ozona, Kenedy, Beeville y Ballinger. Los números de 1912 siguen el mismo patrón, con por lo menos 27 informes relacionados con Texas. Además de los eventos realizados en las iglesias tales como avivamientos y bautismos, ocasionalmente se reportaban noticias relacionadas con la “familia bautista” como ser bodas y funerales. Los números de 1913 comienzan con la confesión de Davis relacionada con los problemas que tiene para continuar publicando, pero por lo menos 23 notas acerca de los bautistas hispanos de Texas reciben atención, como ser la ordenación de Félix Buldain (anteriormente un asociado de Davis en León) en San Antonio, cuya esposa murió prematuramente unos meses después. Se menciona específicamente la obra en las áreas fronterizas de Brownsville, Uvalde y Cristal City. El Bautista fue suspendido a finales de 1913. Como lo señala Ross, Davis hizo un esfuerzo denodado para continuar El Bautista con el lanzamiento de El Foro Cristiano en enero 1915. Davis intentaba que fuera un boletín semanal de ocho páginas, pero “su existencia de cuatro meses estuvo plagado de interrupciones y reveses”. Davis finalmente tuvo que rendirse ante las condiciones de la Revolución y suspendió El Foro Cristiano por tiempo indefinido con el número del 6 de mayo 1915. Durante su corta existencia, por lo menos cuatro noticias relacionadas con la obra bautista hispana de Texas se habían publicado. El relanzamiento de El Atalaya Bautista desde El Paso, en enero 1918, proveyó la oportunidad para que Davis cultivara a los suscriptores de Texas publicando noticias de Texas. Alrededor de 50 artículos fueron publicados durante 1918 y por lo menos 30 en 1919. Aparecen nombres como C. D. Daniel, Félix Buldain y J. E. García, y se da atención a la Convención Bautista Mexicana de Texas, que se realizó en 1918 en Waco. En un artículo editorial, publicado en agosto 1918, Davis trató de dar respuesta a una queja de un suscriptor de México. Es obvio que desde El Paso, la revista es muy texana como para agradar a todos los mexicanos, pero no suficientemente texana para conectarse completamente con la obra hispana de Texas. Esto, por supuesto, ha sido el dilema permanente de la Casa. Nacida en México y disfrutando del patrocinio de la Junta de Misiones Foráneas de los Bautistas del Sur por casi un siglo, sus posibilidades internacionales, incluyendo en los Estados Unidos, han sido vistas por sus líderes tanto como logísticamente
factibles y económicamente deseables. De hecho, estas posibilidades fueron vistas como lo que podía hacer al ministerio sostenible. En algún momento, entre 1925 y 1955, la Junta de Misiones Foráneas le dio a la Casa su bendición para ser un ministerio internacional. Pero su obra entre los bautistas en los Estados Unidos sería cuestionada vez tras vez. El contenido de El Atalaya Bautista a lo largo de la década de 1920 muestra sus esfuerzos primordiales de servir los intereses de la Convención Nacional Bautista de México. La posibilidad de llegar a ser la publicación oficial de la Convención de México fue considerada en la reunión de la Convención de 1921, pero el asunto fue postergado debido a la falta de recursos y abandonado uno o dos años después. Generalmente, la publicación daba “vistazos” a Texas y a su obra bautista hispana. Las investigaciones identifican cerca de 40 informes de Texas en 1920 y unas 65 en 1921. El volumen encuadernado de 1922 incluye un índice en el número del 28 de diciembre y registra 128 referencias a la obra en Texas en la sección regular “Brisas del campo”. El volumen de 1923 contiene un índice anual similar y hace referencia a 121 notas en “Brisas”. Aparte de estos informes existe una crónica de dos páginas de las sesiones anuales de la Convención Bautista Mexicana de Texas que se realizó en San Marcos, y alrededor de once noticias promocionales en preparación para la convención. Además, Donato Ruiz escribió dos artículos principales acerca de la obra bautista mexicana de Texas y acerca de las relaciones de la obra bautista en Texas y con la obra bautista en México. Los números de 1924 incluyeron 119 informes acerca de la obra en Texas (bajo la sección “Brisas del campo”) aparte de los doce artículos relacionados con la Convención Bautista Mexicana de Texas. Parecía obvio que el doctor Davis trataba de extender la distribución más allá de Texas y México, pues también aparecen en los índices informes de más de otros 20 lugares de los Estados Unidos (que abarcaban desde ciudades principales como Detroit, Chicago y Los Ángeles, a las ciudades menos conocidas como Garden Grove, California y Hutchinson, Kansas) y media docena de países fuera de los Estados Unidos y México. Moisés Robledo escribió el informe de la Convención que se realizó en Bastrop. Informó que 27 iglesias enviaron unos 45 mensajeros acreditados. La colección de volúmenes encuadernados divide los números de 1925 en dos volúmenes, cada uno con su índice. Los números pertinentes a enero hasta junio revelan 132 informes relacionados con la obra bautista hispana de Texas. El índice que aparece al final de diciembre compila información acerca de los números de la segunda parte del año, con 81 referencias a Texas en la sección “Brisas del campo” y cinco más en la titulada “Notas cortas”. Aparte de estas hay más o menos una docena de artículos relacionados directamente con la Convención Bautista Mexicana de Texas, en Kerville. M. D. Godínez, el secretario de la convención, informa que ya existen 52 iglesias mexicanas organizadas en Texas, con una membrecía total de 3.455, y que las congregaciones reportaron un total de 673 bautismos durante el informe del año 1924-‐25. Para 1926 había 139 notas relacionadas con Texas en los informes de “Brisas del campo”, aparte de las 19 notas que aparecen en el índice relacionadas con la Convención Mexicana de Texas. Es probable que esto represente el punto máximo de los informes del doctor Davis acerca de la obra bautista de Texas. Su editorial en el número de enero 21 informa del año sobresaliente que 1925
había sido para la Casa, pero advierte de inminentes reducciones para 1926. Eso fue precisamente lo que las circunstancias requirieron. Davis pudo continuar los números semanales en 1927 solo hasta el final de junio, cuando El Atalaya Bautista llegó a ser una publicación mensual. ¡Eso fue preferible a que desapareciera! Y siguieron los informes acerca de Texas: se encuentran 74 notas en los números semanales (entre enero y junio) y 24 en los números mensuales para el resto del año, aparte de varias piezas de “alerta” por la próxima Convención y una crónica de dos páginas de la Convención que se realizó los días 20 y 21, en Laredo. Con el fin de mantener viva la revista, el doctor Davis volvió a usar el papel periódico cuando El Atalaya llegó a publicarse mensualmente en 1927. Esta medida económica continuó en el año 1928. A pesar de los tiempos difíciles, pudieron publicarse los doce números. El enfoque de la revista, sin embargo, fue considerablemente modificado. La sección “Brisas del campo” se eliminó completamente, y solo se incluyeron, ocasionalmente, “noticias bautistas”. Los artículos generales y algunas notas de interés internacionales (como la página de “Impresiones” de los delegados a las reuniones de la Alianza Bautista Mundial en Toronto) llenaron cada una de las revistas de 32 páginas. El número de diciembre menciona un suplemento al número de noviembre que contenía una crónica de la reciente realizada Convención Bautista Nacional de México. Lamentablemente, el suplemento no fue incluido en el volumen encuadernado de 1928, y no se publicó ningún informe de la Convención Bautista Mexicana de Texas. Uno no puede más que preguntarse qué ocasionó este cambio radical en el enfoque editorial. El número de octubre refleja la opinión de Davis en cuanto a la política nacional de los Estados Unidos. ¿Estaba la “política denominacional” impactando el sueño de Davis de que El Atalaya sirviera como el “órgano de casa” de las convenciones bautistas “mexicanas” de México, Texas, Nuevo México y California? O es que fue simplemente un caso de llegar a aceptar la falta de recursos para implementar el sueño. Este año parece marcar un verdadero cambio en la contribución de la Casa a la obra bautista hispana de Texas. Los números de 1929 y 1930 solo modifican ligeramente este papel reducido de relación con la obra bautista hispana en Texas (al igual que en Nuevo México y California). Una crónica nueva, que comenzó a principios de 1929 y que se llamaba “Espigando”, incluye menos de 24 notas relacionadas con Texas durante el año. Se dieron informes relacionados con actividades de la Alianza Bautista Mundial, como también noticias referentes a la Convención Bautista de Cuba Occidental, y semejantes noticias referentes a la Convención Mexicana de California del Sur, pero ni una palabra acerca de la Convención de Texas. Este patrón se duplicó en 1930, el último año de El Atalaya. Aunque el artículo de M. D. Godínez acerca de la historia de la obra bautista mexicana en Houston se publicó, y aproximadamente 20 notas o fotografías relacionadas con Texas, no se da ningún informe relacionado con la Convención Bautista Mexicana de Texas. Uno se pregunta ¿por qué? Fijándose en la historia completa de El Atalaya (desde 1908 a 1930), uno concluye que la Casa sí contribuyó al crecimiento de la obra bautista hispana de Texas por medio de sus reportajes en esta revista.
La Casa Bautista de Publicaciones fue establecida en León, Guanajuato, México en 1906 [después de haber nacido “en la cocina de los Davis” en 1905]. A finales de 1916, el doctor Davis compró un pequeño taller de imprenta en El Paso, habiendo tenido que huir de México durante su extendido período Revolucionario. Así que desde 1917 en adelante, El Paso ha sido el sitio tanto de su taller de imprenta como de sus oficinas editoriales. Por lo tanto, en cierto sentido, la Casa misma ha sido parte de la obra bautista hispana en Texas desde esa fecha. La organización que la patrocinaba, la Junta de Misiones Foráneas de la Convención Bautista del Sur, naturalmente esperaba que el enfoque de la Casa continuaría siendo principalmente al sur de la frontera. Su ministerio en los Estados Unidos, mayormente Texas, pero alcanzando limitadamente otras áreas de población hispana en los estados sudoeste y otros, no se prohibió ni fue cuestionado seriamente hasta la elaboración de las “declaraciones de programas” por parte de la Convención del Sur a mediados de la década de 1960. Desde 1925 a 1938, la contribución de la Casa Bautista a la obra bautista hispana de Texas provino desde su ubicación en 800 Myrtle en el centro de El Paso. (Anteriormente estuvo ubicada en un edificio alquilado en la calle Campbell). En 1938, la Junta de Misiones Domésticas y la Junta de Misiones Foráneas intercambiaron propiedades, y lo que había sido el Sanatorio Bautista de Tuberculosis en la orilla noreste de la ciudad llegó a ser la Casa Bautista de Publicaciones, y la propiedad en la calle Myrtle llegó a ser la Misión China de El Paso. La propiedad del Sanatorio sería ocupada conjuntamente por la Casa y el Seminario Teológico Bautista Mexicano. Debido a las condiciones difíciles en México, el Seminario había estado funcionando esencialmente “en exilio” por unos dos años en San Antonio y después se mudó a El Paso. En 1946 regresó a tierra mexicana, específicamente a la ciudad de Torreón. Viola Campbell, en su breve pero importante autobiografía, presenta una reflexión acerca de la contribución de este instituto a la obra bautista hispana del lado norte de la frontera. Escribe: “En 1945 se comenzó a hablar de que el Seminario regresara a México. Las leyes del país se habían modificado, por lo que el regreso sería legal. Fue evidente que muchos de los alumnos, especialmente los varones jóvenes que llegaron a El Paso para estudiar en el Seminario, no regresaron a México donde la necesidad de pastores era tan grande”. Por supuesto, la necesidad de líderes era grande en los Estados Unidos, específicamente en Texas, que fue la razón por la que se “abrieron las puertas” para que estos seminaristas permanecieran en Texas. Pero su permanencia, hasta cierto punto, socavó la intención de la Junta de Misiones Foráneas, pues quería patrocinar una escuela en México para capacitar a líderes para las iglesias allí. Viola llegó a ser parte de la mudanza de regreso a México, después de haber hecho el cambio de servicio con la Misión China de la Junta de Misiones Domésticas para formar parte de la Junta de Misiones Foráneas, llegando a ser esencialmente la decana de mujeres del Seminario. Unos 21 años después, ella regresó a El Paso, esta vez como misionera/editora de la Casa Bautista. Su servicio en la publicación de los materiales de Escuela Bíblica de Vacaciones en español representa otra dimensión del servicio de la Casa a la obra bautista hispana de Texas. Hasta aquí la historia de las contribuciones de la Casa Bautista de Publicaciones a la obra bautista hispana en el estado de Texas, durante sus primeros 50 años. La historia continuará, Dios mediante, en el próximo número de Diálogo Teológico.
RELEER EL ANTIGUO TESTAMENTO: DESAFÍOS Y OPORTUNIDADES PARA LA CONTEXTUALIZACIÓN Por Richard J. Serrano P. [El profesor Serrano es Rector del Seminario Teológico Bautista en Venezuela; autor de las notas sobre Proverbios en Biblia de Estudio Mundo Hispano; y miembro de RIBET. El siguiente artículo enfoca la contextualización del Antiguo Testamento; uno que enfoca la contextualización del Nuevo Testamento será publicado en nuestro próximo número de Diálogo]. Introducción Contextualización es el diálogo entre un texto (mensaje y mensajero) y un contexto (receptores y situación) en función de la comunicación relevante del plan del Dios trino1. Tiene que ver con “esa palabra de Dios que solo puede ser comprendida y apropiada o aceptada en la medida en que se hace carne en una situación histórica específica, con todas sus formas culturales”2. La contextualización, entonces, es una tarea que, entre otros factores, es afectada por la manera en que actualizamos el texto bíblico, AT y NT. Los intérpretes bíblicos deben conocer que existen diferentes acercamientos a la Biblia (intuitivo, científico y contextual), y que todos plantean tanto desafíos como oportunidades. Otro aspecto importante es la necesidad de conocer y aplicar los principios del “círculo hermenéutico”: situación histórica del intérprete, cosmovisión del intérprete, trato adecuado del texto, formulación teológica y expresión contemporánea de la fe3. La Escritura es nuestra principal fuente de reflexión teológica y práctica ministerial. En tal sentido, cada Testamento debe ser releído apropiadamente4. No solo hay que considerar la situación del intérprete y de sus lectores contemporáneos. Hay que considerar también los factores que incidieron sobre los escritores bíblicos y el mundo desde el que presentaron su mensaje. Con este escrito, se subraya la importancia de aplicar bien los principios de contextualización al AT en función de una mejor comprensión de su mensaje y un mejor aprovechamiento del mismo para el ministerio cristiano hoy. Releer el Antiguo Testamento El desafío de todo interprete es “traducir sin traicionar”, releer de tal manera el texto a fin de que los receptores de hoy vivan la experiencia de los de ayer. Releer el AT plantea varios problemas. Israel Simbaya, The Importance and Task of Contextualization (2007), p. 5. René Padilla, “Hacia una hermenéutica contextual”. 3 Ibíd. 4 Linell Zogbo y Ernest Wendland, La poesía del Antiguo Testamento, traducción y adaptación de Alfredo Tepox Varela (Sociedades Bíblicas Unidas, 2001), p. 224. Estos autores sugieren una tendencia sutil en los lectores e intérpretes cristianos del AT: “El AT y el NT son dos documentos, cada uno con sus características propias, que recogen otros libros también con sus características propias, los cuales fueron escritos por diferentes autores en diferentes épocas. Debemos, por tanto, respetar al autor y al marco histórico de cada libro, y traducir cada uno de ellos de la mejor manera posible, sin imponer nuestras propias interpretaciones teológicas”. Dicho, en pocas palabras, “El traductor no debe ‘bautizar’ al Antiguo Testamento”. 1 2
Primero, la distancia cronológica que media entre los días del AT y los tiempos actuales. A diferencia del NT, fue escrito por un número mayor de autores y en un lapso de tiempo más prolongado, cerca de 1000 años. Segundo, se plantea el desafío del contexto social, político, cultural y religioso. Los patrones contextuales son distintos a los nuestros. Finalmente, el AT presenta una mayor variedad de temas, y más tipos o géneros literarios con los cuales lidiar. Ninguna lectura responsable del AT, a expensas de ser contextual, debe traicionar estas dinámicas1. Releer el AT: Desafíos para la contextualización Nuestra mente occidental, domesticada por los criterios racionales que son propios de la modernidad, en sus relecturas bíblicas tiende a privilegiar los criterios históricos, críticos y gramaticales2. No se desestiman los aportes de estas consideraciones. Pero, ¿son solamente estas cuestiones las que encontramos o debemos apreciar al leer el Antiguo Testamento? Definitivamente, no. En un sentido negativo, cuando releemos el AT, observamos una confrontación de poderes, una lucha por ganar las lealtades de las personas y los pueblos. En un sentido positivo, observamos también un interesante ejercicio de contextualización por parte de sus autores originales. En esta parte, en ambos casos, negativos y positivos, se presentarán ejemplos concretos, especialmente tomados del Pentateuco. Notamos, por ejemplo, una confrontación de autoridad o poderes espirituales, y no solo de ideas. Este es un tema del que poco se habla o se escribe en nuestros círculos evangélicos, desde un trato responsable del texto bíblico. El término “guerra espiritual”, por ejemplo, suele ser muy cuestionado. Y hay que reconocer, por un lado, que muchos de los que se han referido al asunto han cometido excesos, o no han sido capaces de presentar un acercamiento saludable al tema. Pero, por el otro lado, no ha ayudado en nada el descuido o el silencio generalizado por parte de otros3. Los creyentes de todas partes necesitan ayuda y acompañamiento para saber interpretar y responder a las dinámicas de confrontación espirituales propias de sus contextos4. Miremos algunos casos de confrontación en el AT y derivemos algunos principios que nos ayuden hoy en la tarea de contextualizar el mensaje bíblico. Las cosmologías imperantes. Los pueblos circundantes a Israel (Egipto, Babilonia, Asiria) poseían sus propias explicaciones del origen del mundo. Había en ellas elementos contrarios a la naturaleza y carácter del Dios de Israel. Por ejemplo, los relatos cosmológicos que presentaban a dioses grotescos; o presentaban la preexistencia de entidades físicas; o enfocaban en deidades impersonales, imperaban y luchaban por su establecimiento. El Dios de Génesis es uno solemne y de orden; es el Dios que crea todo, el Dios que existe antes que todas las cosas. Para insulto de las Ibíd., ix-‐xii; 1, 2. Shaw B. Redford, “Appropriate Hermeneutics”, en Charles H. Kraft, Appropriate Christianity (Pasadena, California: William Carey Library, 2005), pp. 226-‐232. Redford presenta tres tradiciones hermenéuticas típicamente occidentales: (1) el método liberal, sugiere que la Escritura debería interpretarse a través de su sentido natural, (2) teólogos evangélicos, cautivados por el método histórico crítico gramatical, (3) fundamentalismo protestante, reclama objetividad y neutralidad en sus asunciones. Más que una historia de la hermenéutica, Redford demuestra que las asunciones y actitudes al interpretar son determinantes. 3 Charles H. Kraft, “Spiritual Power: A Missiological Issue”, en Charles H. Kraft, Appropriate Christianity (Pasadena, California: William Carey Library, 2005), 361-‐363. 4 Ibíd., 363-‐365. 1 2
creencias imperantes, incluso, crea la luz (tenida por deidad); es un ser personal que crea y se relaciona significativamente con sus criaturas1. Hoy, ¿seguirá siendo la teoría de la evolución el desafío mayor a nuestra cosmogonía? El animismo latente. Se atribuye el animismo a culturas llamadas “primitivas” o “preliterarias”. El término se deriva de la palabra latina, anima, “aliento” o “alma”. Establece la existencia de dos elementos: cuerpo y alma. El alma de los seres naturales coexiste con el alma de las fuerzas sobrenaturales (“mana”) que lo impregnan todo, animales, plantas, objetos, épocas (“totemismo”). Otro elemento del animismo es lo que técnicamente se ha dado a conocer como “tabú”, mandatos sobrenaturales o establecidos por la autoridad en la sociedad contra ciertas conductas2. La supuesta violación del edicto del rey por parte de Daniel, quien oraba a su Dios tres veces al día, y la correspondiente sentencia, es un ejemplo de “tabú”. Hoy, ¿podría ser, por ejemplo, tener que correr con las consecuencias por rehusar trabajar un día domingo? La idolatría imperante. Dios advierte en contra de la idolatría en el Pentateuco, dar lugar a cualquier persona, sentimiento o cosa el lugar que le pertenece. Preguntas retóricas resaltan la unicidad y superioridad del Dios de Israel, por encima de todos los dioses. No hay como el Señor (Éxo. 8:10). Las preguntas o alusiones retóricas no solo exaltan a Dios (Santo, único, incomparable, poderoso, misericordioso, fiel), sino refuerzan la fe del pueblo escogido. La declaración de fe fundamental es: “El Señor es uno” (Deut. 6:4). La idolatría, no obstante, fue una constante tentativa del pueblo de Israel. Muchos, y en épocas diversas, se doblegaron y sacrificaron ante dioses falsos. En ocasiones, fueron deslumbrados por la supuesta gloria de deidades ajenas3. Hoy, ¿se pudiera hablar de “ídolos” sentimentales, materiales, o incluso laborales? El sincretismo. El sincretismo es una mezcla de creencias y prácticas, usualmente nociva. Por ignorancia, o por abierta rebelión, Israel hizo mezclas tóxicas en su fe. Probablemente muchas veces y aun antes de entrar a la tierra, Josué pedía al pueblo: “Desháganse de [Quiten de en medio; VMH] los dioses que sus antepasados adoraron” (Jos. 24:14, NVI). Patrones de pensamiento, valores fundamentales, ritos, costumbres, prioridades y lealtades mal ubicadas, mezcladas con elementos de la fe bíblica, son nocivas para la adoración al Dios verdadero. Hoy, ¿el secularismo, materialismo o las ansias desmedidas por el éxito, no serán mezclas sutiles de fe bíblica con valores contrarios a ella? Las estructuras sociales y políticas tribales. Las naciones eran itinerantes, nómadas y guerreras. Eso ponía en riesgo constante al pueblo escogido. La Media Luna Fértil fue escenario predilecto de constantes enfrentamientos. Israel tuvo que curtirse en dos sentidos, para conquistar la tierra, y luego para defenderla. Dios sabía eso, por eso escoge otra ruta para el éxodo. Hoy, conocer ciertas condiciones sociales y políticas, ¿no debería también movernos a escoger otras rutas para nuestro peregrinaje y “conquistas”? El pecado mismo, la dureza del corazón. Los aspectos anteriores no deben ser leídos descontando la condición humana. La contrariedad al modelo bíblico del matrimonio, basado en la exclusividad Ananda Kumar, “Culture and the Old Testament”. Stepehn A. Grulan y Marvin K. Mayer, Antropología cultural: una perspectiva cristiana (Miami: Editorial Vida, 1988), 240, 241. 3 Ed Mathews, “Yahweh and the Gods: A Theology of World Religions from the Pentateuch”. 1 2
(monogamia) y permanencia fue desafiado por la dureza del corazón en los días de Moisés. La desobediencia y la idolatría son consecuencias del pecado, no meramente de presiones sociales y culturales. Dios, en su obstinado acompañamiento de Israel, tuvo que lidiar con los valores imperantes, que luchaban por ganar la lealtad del pueblo del pacto, con las deidades falsas y con la dureza de su pueblo. Hoy, ¿mucho de lo atribuido al contexto, o a poderes malignos, no será básicamente expresión de abiertos desafíos a la voluntad divina por parte de los humanos en su naturaleza caída? Los intercambios culturales. La interacción intercultural es algo prácticamente inevitable. Abraham entró en relación con otras culturas. Los reyes, tales como Salomón, también lo hicieron. Israel tuvo que lidiar con el intercambio intercultural. La interacción en sí no es mala, pero presupone desafíos a nuestra lealtad tanto como oportunidades de testimonio. Se habla hoy de un mundo globalizado. Y se pudieran apuntar las “bondades” de esta condición. Pero, ¿hemos identificado los retos espirituales y éticos a los que nos exponemos toda vez que entramos en contacto con diferentes culturas? ¿Somos capaces de distinguir los distintivos de la fe bíblica, en relación a otras cosmovisiones? El intercambio intercultural siempre implicará desafíos y oportunidades para la fe y la misión. Releer el AT: Oportunidades para la contextualización No cabe duda, y no hay que sonrojarse por ello, que los autores del AT tomaron palabras, ideas, giros y patrones de pensamiento de las culturas circundantes. Ahora bien, como explica Kumar, los autores bíblicos ejercieron tres acciones: (1) establecieron paralelos entre su fe y los criterios imperantes de la cultura; (2) distinguieron y eliminaron los elementos en conflicto; (3) redefinieron y superaron criterios, ideas y visiones respecto a la deidad, el origen y naturaleza de la realidad, fuente y validación de la verdad y criterios para las buenas relaciones en y con la creación. Los autores del AT tuvieron que lidiar con estas dinámicas, y nosotros también tenemos que hacerlo hoy: (1) de cada cultura, tomar insumos que permitan afirmar elementos “usables”1, los que nos pudieran servir de puentes para establecer comunicación significante; (2) relativizar, por la vía de contrastes, verdades de nuestra fe y los criterios de verdad y bondad de nuestros tiempo; (3) confrontar los elementos abiertamente malignos y opresores; (4) transformar la vida y la cultura por el influjo de los valores del reino del Dios trino, Dios de vida y esperanza. Otra vez, los autores del AT tuvieron que responder a los desafíos de su tiempo para contextualizar su mensaje. Nos toca a nosotros lo mismo en la actualidad. A partir de nuestra relectura del AT, ¿cómo hacerlo? ¿Encontramos en ello algunas pistas? Primero, hay que comenzar reconociendo que hay otros elementos relevantes en nuestro entorno, además de lo meramente físico e intelectual, que debemos tomar en cuenta al momento de interpretar, comunicar y vivir el mensaje bíblico. Segundo, necesitamos comprender que nuestra Youssouf Dembele, “What Shall We Name God?”, en Matthew Cook, Local Theology for the Global Church: Principles for an Evangelical Approach to Contextualization (Pasadena: William Carey Library, 2010), pp. 21-‐35. En este libro Cook plantea dos cuestiones interesantes con relación al nombre de Dios: ¿Es legítimo usar el criterio “Dios-‐creador” de otras culturas no bíblicas para explicar al Dios de los patriarcas bíblicos? ¿Es legítimo usar el nombre “Allah” para explicar al Dios de los patriarcas bíblicos? Aclara que no siempre legítimo es sinónimo de adecuado. Proporciona algunos criterios para decidir al respecto, según las dinámicas de cada contexto: (1) reconocer los equivalentes del contexto análogos al contexto bíblico; (2) aceptar los equivalentes que son aceptados por ambos contextos cotejados; (3) analizar la sustentación teológica adecuada; (4) determinar la eficiencia litúrgica y ministerial del nombre propuesto.
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cosmovisión no es la única, y que, en ocasiones, incluso puede terminar viciando nuestra interpretación del texto, y hasta nuestra comunicación intercultural. Tercero, con relación a la cuestión del poder espiritual, requerimos de “balance”. Por un lado, somos llamados a relacionarnos con Cristo por medio de la obediencia. Por el otro lado, entender que Dios nos ha dado poder para expresar su amor en beneficio de otros. Cuarto, en la Biblia, el poder nunca es un fin en sí mismo. En lugar de negar, rehuir o buscar atajos inadecuados (secularización, por ejemplo), somos desafiados a buscar maneras de ayudar a los creyentes a identificar los elementos esclavizadores (físicos, emocionales o espirituales) de su cultura y tratarlos adecuadamente, desde una sana perspectiva bíblica. Quinto, subrayar el señorío de Cristo, la autoridad de su palabra y el poder de una vida piadosa y sometida a su voluntad en y para servirle en este mundo1. El Pentateuco: narrativa contextualizada ayer y hoy El Pentateuco es palabra de Dios para Israel y para nosotros. Establece el origen del mundo, el desarrollo de los primeros pueblos, la elección de un hombre y la formación de un pueblo de donde vendría el Salvador. El Pentateuco nos recuerda que el mismo Dios que crea, sustenta y salva. Sus enseñanzas establecen las bases para normar la relación del hombre y Dios, del hombre y sus semejantes, del hombre y su entorno. Hay dinámicas históricas, críticas y literarias, propias del mundo del AT, y que deben ser respetadas. Sin embargo, existen también dimensiones culturales y espirituales que deben ser tomadas en cuenta. Especialmente, necesitamos apreciar el esfuerzo que hicieron los autores del AT para comunicar el mensaje de Dios en su tiempo. El Pentateuco tuvo su intención particular para Israel. Pero, como palabra eterna de Dios, tiene implicaciones para los creyentes de todos los tiempos. El Pentateuco aún tiene mucho que decirnos respecto a nuestro mundo y respecto a nuestras relaciones vitales en él. La gestación de esta literatura y su comunicación, como palabra de Dios para entonces, puede y debe ilustrarnos al momento de interpretar y compartir nuestra fe en la actualidad.
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Kraft, “Spiritual Power”, 363-‐374.
HISTORIA DE LA FORMACIÓN DEL CREDO DE LOS APÓSTOLES Por Agustín Ruiz [El doctor Norberto Herrera nos ayudó con mayores datos de identificación: Rev. Agustín Ruiz, ya fallecido, era por muchos años pastor de la Iglesia Bautista Bethel de Managua, Nicaragua, y profesor en el Seminario Teológico Bautista de Nicaragua. “Fogoso predicador, tremendo evangelista y pionero en la obra radial”, también era historiador, poeta y autor de varias obras publicadas y numerosos artículos, entre ellos, este que apareció en el primer número de Diálogo Teológico publicado en abril, 1973]. Antes de todo, debo decir que el llamado Credo de los Apóstoles no es una oración [aunque normalmente termina con un “Amén”]. No puede ser, por cuanto no contiene los elementos indispensables de una oración: Invocación, acción de gracias, confesión de pecados, petición, etcétera. Simplemente es una declaración de principios doctrinales, creídos por el que lo dice en público, para que los que oyen sepan cuáles son las creencias que sustenta. Se ha dado el nombre de Credo de los Apóstoles a este conjunto de doctrinas, no porque haya sido escrito por los apóstoles, sino porque todas las doctrinas que en él se exponen están de acuerdo con las doctrinas bíblicas enseñadas por los apóstoles. Leyendo cuidadosamente el Nuevo Testamento, jamás podremos encontrar escrito el Credo tal como lo sabemos y oímos, pero sí veremos, como dije antes, que todas las doctrinas en él expuestas están contenidas en la enseñanza apostólica. Hay dos tradiciones que voy a citar respecto a este asunto: Se dice que, poco antes de separarse los apóstoles para ir a predicar el evangelio dijeron: Formemos un conjunto de doctrinas, para que así todos prediquemos lo mismo. Entonces cada uno de ellos fue diciendo una parte del Credo. Uno dijo: Creo en Dios Padre Todopoderoso. Otro dijo: Creo en Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios. Un tercero dijo: Creo en el Espíritu Santo. Y así sucesivamente, hasta quedar el Credo tal como hoy lo conocemos. Esta tradición, como la gran mayoría de tradiciones, no pasa de ser un cuento, pues como vamos a ver adelante, el Credo de los Apóstoles no llegó a ser lo que hoy es, sino hasta en el siglo IV [tal vez aun más tarde]. El otro relato tradicional dice que durante los terribles días de persecución, cuando ser cristiano era tan difícil, la iglesia se mantuvo pura en lo que a doctrinas se refiere; pero una vez que cesó la persecución, y ser cristiano era tan fácil, entró a la iglesia una gran cantidad de personas no creyentes, o que, por lo menos, llevaban muchos principios doctrinales errados y heréticos. En vista de tal cosa, y procurando evitar mayores males, se redactó un cuerpo de doctrinas que el catecúmeno tenía que repetir públicamente como una profesión de fe, diciendo: Creo en Dios Padre, etcétera, hasta llegar al final. Si esto sucedió, sería después del siglo IV.
Este Credo ha tenido sus variantes, de acuerdo con la iglesia que lo adopte, por ejemplo: El Credo Romano tiene únicamente once artículos, mientras el que nosotros conocemos tiene doce; además el romano, en la primera parte, dice únicamente: Creo en Dios Padre Todopoderoso; pero el nuestro añade además: “creador del cielo y de la tierra”. Después de algunas variantes en cuanto a la redacción, el Credo Romano dice en el Artículo 9 únicamente: “En la Santa Iglesia”. Mientras el que nosotros conocemos añade la palabra “católica” [o “universal”], y algunos todavía a este agregado que está demás, por cuanto la Santa Iglesia, es decir aquella a la cual se refiere Pablo en Efesios 5 es católica o universal, le añadían la palabra “romana”. A causa de esta última palabra agregada, muchos fueron al patíbulo en los días tristes de la mal llamada “Santa Inquisición”. Los cristianos evangélicos no tenían inconveniente en decir el Credo, por cuanto todos sus puntos doctrinales son bíblicos; pero no podían decir que creían en la Santa Iglesia Católica Romana, porque ni es santa, ni es católica o universal; desde luego es romana. Por esta causa eran condenados sin misericordia al fuego o a diferentes tormentos de los cuales no salían con vida. El verdadero origen del Credo, con sus variantes, y que consta en la historia eclesiástica es el siguiente: A principios del siglo IV hubo en Alejandría un obispo llamado Arrio, el cual enseñaba que Cristo no era Dios, sino, como enseñan actualmente los Testigos de Jehová, era una criatura, y por tanto inferior al Padre; no eterno y por tanto no divino. Predicó su doctrina con tal entusiasmo que muchos siguieron su herejía. Contra tales doctrinas se levantaron Atanasio de Alejandría; Osio, obispo de Córdoba; y otros tantos. Estos defendían la bíblica doctrina de la divinidad de Cristo, mientras Arrio, Eusebio de Nicomedia y otros tantos la negaban. Las discusiones llegaron a tal grado que la misma iglesia parecía estar en peligro. En vista de tales cosas, Osio de Córdoba aconsejó al emperador Constantino que convocara un concilio para ver si era posible llegar a un acuerdo y conjurar así el peligro. El año 325 se reunió en Nicea, antigua ciudad del Asia Menor, un concilio que se conoce con el nombre de Concilio Niceno, convocado y dirigido por el emperador Constantino, en el cual se discutió la divinidad de nuestro Señor Jesucristo. Asistieron a él muchos obispos; unos, que estaban a favor de Arrio y sus doctrinas, y otros, en contra; pero había también algunos que ocupaban la parte media, es decir, que estaban de acuerdo en algunas de las cosas enseñadas por Arrio, y en contra de otras. El partido arriano estaba encabezado por Eusebio de Nicomedia; el segundo, por Alejandro de Alejandría y Osio de Córdoba; mientras el partido medio, llamado el partido de conciliación, estaba encabezado por Eusebio de Cesarea. Eusebio [de Cesarea] era un gran teólogo, discípulo del gran Orígenes. Su influencia fue decisiva en el concilio, de tal manera que redactó un Credo que lleva por nombre el Credo de Eusebio. Al principio de la discusión estaba a favor de Arrio; pero a través de la discusión le volvió las espaldas. El Credo de Eusebio dice así: “Creemos en el Dios Padre todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e invisibles, y en un Señor Jesucristo, el Verbo de Dios; Dios de Dios, luz de luz, Vida
de vida, Hijo único engendrado, primogénito de toda criatura, engendrado del Padre desde antes de todos los siglos, por quien fueron hechas todas las cosas; quien por nuestra salvación se hizo carne, vivió entre los hombres, sufrió y resucitó al tercer día, y ascendió al Padre, y vendrá otra vez en gloria a juzgar a los vivos y a los muertos. Creemos también en el Espíritu Santo”. Este credo no fue aceptado en su totalidad. Se discutieron algunos puntos, se le hicieron algunas modificaciones y se redactó lo que se llama Credo Niceno, bastante parecido al actual el cual tampoco fue aceptado por todos. En esta discusión tomaron parte activa tres grandes teólogos, conocidos como “los tres capadocios”; ellos eran: Basilio, Gregorio de Nisa y Gregorio Nacianceno. Estos tres apoyaron el Credo Niceno, ganando muchos partidarios. En este concilio se declaró hereje a Arrio y se dio por sentada la divinidad de nuestro Señor. Se habló con tanto ardor acerca de la divinidad de Cristo, que se llegó al otro extremo: negar la naturaleza humana de Jesús. Fue necesario reunir otro Concilio, como el de Nicea, para llegar a algún acuerdo respecto a este delicado asunto. Este concilio se reunió en Éfeso el año 431, en el cual figuraron, como en el de Nicea, grandes teólogos, unos que opinaban que Cristo era solo divino, y que únicamente era humano en apariencia. Otros decían que era verdadero Dios y verdadero hombre, pero que sus naturalezas no estaban unidas, y así por el estilo. Un teólogo que influyó mucho en estas discusiones fue Dióscoro, Patriarca de Alejandría, quien fue en realidad el que controló el Concilio. Anatematizó la doctrina de las dos naturalezas de Cristo fusionadas, y condenó a Flavio, obispo de Constantinopla, influyendo en el Emperador para que fuera destituido, lo cual se hizo; pero, cuando la hermana del gobernador tomó las riendas del gobierno, fue restituido Flavio y condenado Dióscoro. Quiero hacer un pequeño paréntesis para hacer dos observaciones: Primera: Estas discusiones muestran a las claras que nunca ha habido la tan cacareada unidad doctrinal de la iglesia, pues como alguien ha dicho, en lo único que han estado de acuerdo los llamados padres de la iglesia, es que no estar de acuerdo. La segunda observación es que en todas estas discusiones y concilios, en nada figura el papa, a pesar de haberse llevado a cabo en el siglo IV. Es el emperador quien convoca y figura como personaje sobresaliente. Es que en este tiempo no había papa, sino que la iglesia estaba divida en patriarcados, y el obispo de Roma no era más que uno de los tantos patriarcas, sin tener más autoridad que el de Alejandría, o el de Jerusalén, etcétera. Otro personaje sobresaliente en las discusiones fue Atanasio, Patriarca de Alejandría, quien redactó un famoso credo, llamado Credo Atanasiano, llamado también Quincuqüe, por comenzar así en latín. Consta de cuarenta y cuatro artículos, resumen del cual es el llamado Credo de los Apóstoles. Un punto importantísimo que no se discutió en el Concilio de Nicea, y que también dio lugar a tremendas luchas posteriores, fue la doctrina del Espíritu Santo. Fue necesario otro Concilio para definir esta doctrina, el cual se reunió en Constantinopla el año 481, es decir, a fines del siglo V. Unos decían que el Espíritu Santo procede del Padre; otros, que del Hijo; y otros, que del Padre
mediante el Hijo. Es a esta doctrina a lo que se ha dado el nombre de: “Procesión del Espíritu Santo”. Quiero decir, pues, que todavía en este tiempo no se habían definido todas las doctrinas fundamentales, lo cual no hubiera sucedido si, como dice la tradición, los apóstoles hubieran redactado el Credo. Fue a través de los siglos y después de muchas discusiones, como acabamos de ver, que el llamado Credo de los Apóstoles quedó redactado tal como nosotros lo conocemos; pero, como dije antes, nosotros los evangélicos aceptamos todas las doctrinas en él encerradas por tener apoyo bíblico, aunque no creemos que sea una oración, sino simplemente un conjunto de doctrinas, una declaración de fe. El “Credo de los Apóstoles” está dividido en cuatro grandes partes: 1. Referente al Padre. 2. Respecto al Hijo. 3. Tocante al Espíritu Santo, y 4. Cosas de fe y de creencia. De estas cuatro partes la más extensa es la segunda, es decir, la que se refiere a nuestro Señor Jesucristo. En el “Credo” no se discuten propiamente ni la doctrina de la Santísima Trinidad, ni de la deidad de Jesucristo, ni la deidad y personalidad del Espíritu Santo. Sencillamente se dan por creídas y confesadas en las declaraciones generales; pero al estudiar en detalle cada una de las partes, será necesario tratar tales puntos, ya que son fundamentales en nuestra fe evangélica. [Pasamos a citar el Credo de los Apóstoles como aparece en el Libro de Oración Común publicado hace algunos años —pero sin fecha— por la Iglesia Episcopal Mexicana. Otras comunidades cristianas harían retoques editoriales, especialmente en el arreglo de líneas y párrafos, como también en el uso de letras mayúsculas o en el uso de “universal” en vez de “católica” referente a la iglesia, o “eterna” en vez de “perdurable” referente a la vida en la última frase. Al cabo se trata de una traducción del griego o latín a nuestro idioma.
“Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra:
“Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor: Que fue concebido por el Espíritu Santo, Nació de la Virgen María; Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, Fue crucificado, muerto y sepultado: Descendió a los infiernos; Al tercer día resucitó de entre los muertos; Subió a los cielos, Y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso: De donde ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. “Creo en el Espíritu Santo: La Santa Iglesia Católica; La Comunión de los Santos; El perdón de los pecados; La Resurrección del cuerpo: Y la Vida perdurable. Amén”].
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS PARA DIÁLOGO TEOLÓGICO Biblia de Estudio Mundo Hispano Primera edición en 2012 Dr. Jorge Enrique Díaz F. Puede ser que usted haya escuchado que la Editorial Mundo Hispano acaba de publicar una Biblia de Estudio y tiene algunas preguntas al respecto. Mientras hemos viajado por varios países recibimos preguntas interesantes. Seleccionado algunas de esas preguntas esperamos responder a algunas de las que usted pueda tener. Si tiene otras, por favor envíelas y con todo gusto buscaremos una respuesta. Por supuesto, las respuestas son breves y al grano; de ninguna manera son exhaustivas y menos de mucha profundidad académica. 1. ¿Cuál versión se usa en la BEMH que son las siglas para Biblia de Estudio Mundo Hispano? La BEMH usa la versión conocida como Versión Mundo Hispano cuyas siglas son VMH. Esto quiere decir que tiene sus propias características, cualidades, y que sigue ciertos criterios propios. La VMH mantiene mucho del sabor clásico de los textos de Casiodoro de Reina y la revisión de Cipriano de Valera (conocidos como Reina-‐Valera o por sus siglas RV). La versión VMH es un esfuerzo por comunicar el mensaje de la Palabra de Dios en el idioma que hablamos los hispanoparlantes. El texto es honesto, confiable y responde al estudio profundo y concienzudo de muchos eruditos a través de la historia del cristianismo. Podemos afirmar que la VMH es un camino intermedio entre una traducción “formal” o literal en la cual se sigue la disciplina de traducir palabra por palabra y una traducción “dinámica” en la cual se trata de captar las ideas del texto y buscar las palabras más usadas hoy para expresar el mensaje. Este concepto de la VMH puede ser calificado como “moderadamente literal”, para usar la clasificación dada en el mundo de las traducciones. Es decir, que VMH se queda muy cerca a los textos originales y el mensaje se expresa de maneras comprensibles al lector hispanoparlante. 2. ¿Es una nueva traducción o es una versión? Rigurosamente hablando, toda traducción es una versión. Es decir que los traductores hacen su mejor esfuerzo para comunicar el mensaje del texto original al idioma en el cual se desea dar el mensaje. En el caso de la Versión Mundo Hispano (VMH) es el resultado de muchos años de trabajo dedicado de personas que aman la Palabra y conocen los idiomas y los documentos disponibles para producir un texto literariamente honesto e históricamente confiable. Además, se ha hecho una labor apasionada para comunicar de manera clara y apropiada en el idioma español que hablamos los latinoamericanos alrededor del mundo. 3. ¿En la revisión se usó el texto crítico o solamente el texto recibido?
Esta pregunta presupone que la persona que la hace conoce bastante bien que a fin de conseguir una traducción honesta y confiable se hace necesario tener a la vista tanto el “texto crítico” como el “texto recibido”. Para decirlo de una manera muy simple, para quienes no estén muy familiarizados con estos dos conceptos, se los aclaramos así: El “texto recibido” se denomina al texto que generó en el siglo once Erasmo de Rotterdam. Ese es el texto que usan casi todas las Biblias conocidas como Reina-‐Valera, incluyendo la RV-‐60 (60 se refiere al año 1960 cuando fue publicada) y otras bastante conocidas y aceptadas. El “texto crítico” se refiere a todos los documentos que se han encontrado después del “texto recibido”, pero que son de fechas anteriores. Estamos hablando de unos 5.500 documentos, muchos bastante completos y otros muy fragmentados por el paso del tiempo y otras circunstancias. Es decir que los traductores y estudiosos de los documentos de la Biblia tienen hoy recursos que no se tenían hace unos 500 años atrás. La VMH echa mano de todos esos recursos, y no se apega a un solo documento sino busca aquellos que conduzcan a una traducción honesta y fiel a los mejores manuscritos. Es más, cuando la discrepancia en una palabra es relevante, se han hecho notas de pie o señalamientos en el aparato crítico para información del lector. 4. ¿Qué documentos se usaron para el Antiguo Testamento? Se usó la Biblia Hebraica que incluye un manuscrito del siglo XI conocido como Lenigradense, también denominado Texto Masorético. En las notas de la VMH se identifica con las siglas TM. En términos generales trabajar con los documentos del Antiguo Testamento es estar en tierra mucho más firme pues hay todo un respaldo histórico. Dios, por medio de su pueblo, cuida su Palabra. 5. ¿Qué documentos se usaron para el Nuevo Testamento? Para el NT se usó la Edición 27 del Texto Crítico publicado por Eberhad Nestlé y Kurt Alan, también conocida como Nestlé-‐Alan. En el trabajo con la VMH no se ha seguido un solo manuscrito bíblico en particular sino el testimonio de muchos, sobre todo el de los más antiguos incluyendo el NT Griego de Erasmo de Rotterdam, el famoso y conocido “Texto Receptus”. 6. ¿Cuáles son algunos “cambios” más significativos de la Versión Mundo Hispano? La VMH incluye un cambio muy significativo, siguiendo el camino señalado por los escritores del NT hace dos mil años, es el uso del término SEÑOR para traducir el tetragrámaton hebreo YHVH. La palabra “tetragrámaton” se forma de dos expresiones, “tetra” significa cuatro y “gramma” letras. Hay que recordar que los hebreos no pronunciaban ese nombre propio del Señor y por lo tanto al hacer sus lecturas del Antiguo Testamento lo reemplazaban con la expresión “Adonai” que significa Señor. En las instrucciones para la lectura en público del AT se le decía al lector, “así se escribe: YHVH”, pero “así se pronuncia: “Adonai”. Cuando los traductores de la Septuaginta o la Versión de los Setenta llegaron a la palabra “Adonai” utilizaron la palabra griega “Kurios” que significa el dueño, el patrón, el amo de los esclavos que tenía poder absoluto sobre su vida diaria y hasta de su muerte, el que manda, el gobernador.
Por supuesto los escritores del NT que escribieron en ese griego popular llamado Koiné usaron la palabra “Kurios” para referirse al Señor y en una aplicación muy propia a Jesucristo. La VMH usa la expresión “Señor” para todos los equivalentes a todo este proceso de la palabra “YHVE” – “Adonai” – “Kurios”. El segundo cambio significativo es el reemplazo de “vosotros” y todas sus formas, por el de “ustedes” y todas sus formas. Esto ha conducido a hacer cambios en la sintaxis (el orden de las palabras en una oración gramatical), facilitando la claridad y la facilidad de pronunciación para la lectura bíblica individual y comunitaria. Esto se ha hecho en respuesta a la manera como hablamos en América Latina y a la creciente población hispana en Estados Unidos de América. Otro cambio es la aproximación de las medidas de longitud, de volumen y de capacidad al sistema métrico decimal. Hasta ahora varias versiones conocidas de la Biblia han seguido la norma de una transliteración; desafortunadamente, en la mayoría de los casos, no dicen nada al lector latinoamericano. Los editores de la VMH hicieron un esfuerzo por proveer las “conversiones aproximadas” pues en muchos casos no hay certeza de las equivalencias, pero han preferido tener una equivalencia en lugar de seguir una traducción literal. Para muchas personas puede tener poca importancia el cambio de los números arábigos a su correspondiente deletreo. Por ejemplo, 666 se ha cambiado a seiscientos sesenta y seis (Apoc. 13:18). Este cambio de números a letras se ha hecho buscando la fidelidad al texto original ya que en este las cifras se escribieron con letras, no con números. Al hacerlo así se evitarán errores en la interpretación de pasajes centrales y la elaboración de “enseñanzas basadas en sumas y restas” como en el del ejemplo citado. 7. ¿Qué relación hay entre la Versión Reina-‐Valera Actualizada (RVA) y la Versión Mundo Hispano (VMH)? La primera relación fundamental es que ambas fueron hechas bajo el auspicio e interés de la Casa Bautista de Publicaciones, ahora también conocida como Editorial Mundo Hispano. Esto significa que la VMH hereda el concepto de fidelidad, honestidad y claridad, y afirma su metodología denominada como “moderadamente literal”. Por eso no ha escatimado esfuerzos en basar su trabajo en los mejores textos hebreos y griegos conocidos en la actualidad. En breve, debemos decir que la Versión Mundo Hispano (VMH) parte del texto de la RVA, que a su vez en forma pionera, usó todas las fuentes a su disposición, sin limitarse a las que estaban disponibles a los traductores bíblicos hace quinientos años. Como dijo un reconocido traductor de los textos bíblicos, “La RVA es buena, esta VMH es mejor”. Decimos “gracias” por venir de alguien que sabe bien lo que dice. 8. ¿Quiénes fueron algunos de los que participaron en la Biblia de Estudio Mundo Hispano? La mejor respuesta a esta pregunta es invitar a nuestro querido y apreciado lector a visitar las páginas XV a XVII de la Biblia de Estudio Mundo Hispano. En esas páginas se incluye toda la
información pertinente de los participantes con sus cargos y títulos en la fecha de la edición original. 9. ¿La Biblia Mundo Hispano es una Biblia “Bautista” para los Bautistas? Como puede ver, en las páginas introductorias a la Biblia de Estudio Mundo Hispano se cita a unos cincuenta contribuyentes o colaboradores. Las personas fueron invitadas a participar no por su filiación denominacional sino por su capacidad para hacer un aporte valioso al proyecto. Algunos expresan sus propias posiciones pero todos son evangélicos que aman al Señor y están comprometidos con el estudio serio y la comunicación y enseñanza de la Palabra de Dios. Por supuesto que la Editorial Mundo Hispano es una editorial evangélica bautista cuya pasión claramente dice que existe para “comunicar el mensaje de Jesucristo y facilitar la formación de los discípulos por medios impresos y electrónicos”. Dios nos ha dado el privilegio de servir por más de cien años a las comunidades de habla hispana que viven en más de 35 países alrededor del mundo. En esas comunidades hay cristianos de todos los sabores y colores denominacionales que deciden si los productos de la EMH sirven o no a sus respectivos ministerios. 10. ¿Habrá alguna presentación solamente del texto sin todos los elementos de la Biblia de Estudio Mundo Hispano? La respuesta es sí. Actualmente se está trabajando para producir varias presentaciones, incluyendo una muy económica para ayudar en la evangelización. También se presentará un Nuevo Testamento con estudios bíblicos que pueden ser usados en reuniones de grupos pequeños, en hogares u otras oportunidades de estudio de la Palabra de Dios. Una presentación que ha creado mucha expectativa es una Biblia de la mujer que además del texto bíblico presenta muchas verdades de la Palabra de Dios para esa parte de la sociedad que son obreras, empresarias, novias, esposas, madres, hijas, nietas, abuelitas. Son alumnas, maestras, comunicadoras y formadoras de la comunidad humana en todo el mundo. 11. ¿Cuándo estará disponible al público? Usted puede encontrar la Biblia de Estudio Mundo Hispano en su librería o distribuidor cristiano más cercano a su casa. La puede obtener por medio de la página de Internet y recibirla en la puerta de su casa. Si no la encuentra, por favor díganos y con gusto le ayudaremos a obtenerla. Usted puede ver varios videos de presentación de la BEMH en la página: BibliadeestudioMH.com o por medio de la EditorialMH.org 12. ¿Cuál es el precio de cada presentación? Hay dos presentaciones. Una de tapa dura cuyo precio es de 60.00 dólares. La de piel europea es de 75.00 dólares. Por supuesto, en cada país el precio puede variar por el cambio de la moneda, por los gastos de importación y los gastos de envío.
Más de 2.700 páginas a todo color con artículos, cuadros, mapas, ilustraciones y un sin número de recursos. 13. ¿Tienen la Biblia Mundo Hispano en formato electrónico? Al adquirir su Biblia de Estudio Mundo Hispano usted recibe un código que le permite “descargar” de la página web de la BEMH la Plataforma Electrónica para usar en su computadora personal. Todo por el mismo precio de su Biblia de tapa dura o de piel europea. Una vez que usted tiene la Biblia en su PC, no necesita estar conectado a Internet para usarla. Es suya. Disfrútela. 14. Y usted ¿ya tiene su Biblia de Estudio Mundo Hispano? Le animamos para que al terminar de leer este artículo la consiga inmediatamente. Le garantizamos que tendrá una verdadera joya literaria y un herramienta muy útil para pastores, predicadores, maestros y estudiantes serios de la Palabra de Dios.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS SOBRE EL SEMINARIO PORTÁTIL SEMINARIO PORTÁTIL David Horton, Editor General Rubén Zorzoli, Editor en español Editorial Mundo Hispano 2012 Lic. David Fajardo ¿Qué es Seminario Portátil? Es un libro de texto. Resume casi todos los temas para el ministerio pastoral. Es como una caja de herramientas para el pastor/líder. Seminario Portátil representa una experiencia única de aprendizaje. Fue creado para promover una comprensión más profunda de la verdad de las Escrituras y aumentar la cultura teológica y bíblica de los líderes cristianos. ¿Puede un solo libro reemplazar la educación en un seminario o instituto bíblico? La verdad es que no, pero Seminario Portátil provee una ayuda significativa que necesita una persona para su formación ministerial: ofrece una amplia introducción a una variedad completa de 26 temas o materias que se estudian en los mejores centros teológicos como: teología, idiomas e interpretación de la Biblia; trasfondo y visión general tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento, la historia cristiana, la apologética, las religiones mundiales, las misiones, la educación cristiana, el liderazgo y la ética cristiana, entre otros. ¿Quiénes son el cuerpo docente o los escritores en este libro? Los editores (David y Ryan Horton, empresarios cristianos, y misioneros interesados en la formación de líderes para el ministerio), tomaron los escritos principales de 64 autores y los resumieron en 26 temas o materias. El editor de la obra en español, Rubén O. Zorzoli junto con un equipo de eruditos traductores hicieron un excelente trabajo para que Seminario Portátil esté publicado en nuestro idioma. Algunos de los escritores y eruditos más conocidos son, por ejemplo: John Stott, famoso teólogo inglés; nos introduce al período intertestamentario (murió en el 2011). Carl F. Henry, teólogo estadounidense, nos presenta la autoridad las Escrituras (murió en el 2003). Larry Lee Walker, escribe sobre el uso de los idiomas de la Biblia. A. Berkeley Mickelsen, nos introduce al tema de cómo interpretar las Escrituras. T. H. L. Parker, escribe sobre la doctrina de Dios. Leon Morris, (de origen australiano) escribe sobre la cristología. James D. G. Dunn, escribe sobre el Espíritu Santo. Robert G. Clouse, escribe sobre la doctrina de la salvación. Norman L. Geisler, escribe sobre las religiones del mundo. Julie Gorman, escribe sobre la educación cristiana. Ravi Zacharias, escribe sobre la apologética.
¿Cuáles son algunos de los temas o materias que contiene Seminario Portátil?
CONTENIDO Introducción 1. Doctrina de las Escrituras • Introducción • Revelación • Inspiración de las Escrituras • Autoridad de las Escrituras • Canon de las Escrituras 2. Idiomas de la Biblia • Hebreo • Arameo • Griego 3. Interpretación de las Escrituras • Hermenéutica • Exégesis 4. Doctrina de Dios el Padre • Concepto bíblico de Dios • Atributos de Dios • La obra de Dios: la creación • La obra de Dios: la providencia • Los agentes de Dios 5. Doctrina de Dios el Hijo • Jesús de Nazaret • Cristología del Nuevo Testamento • Expiación 6. Doctrina de Dios el Espíritu Santo • El Espíritu en el Antiguo Testamento • El Espíritu en el Nuevo Testamento 7. Doctrinas de la humanidad y el pecado • Lo que significa ser humano • Concepto bíblico del pecado 8. Doctrina de la salvación • La idea bíblica de la salvación • Lo que abarca la salvación • La salvación en el Nuevo Testamento 9. Doctrina de la iglesia • La iglesia: definición, marcas, historia bíblica • La iglesia: naturaleza, ministerio, misión
10. Doctrina de las últimas cosas • Temas de la escatología • El milenio: tres enfoques 11. Trasfondo del Antiguo Testamento • Trasfondos físico, cultural, literario • Literatura del antiguo Cercano Oriente 12. Panorama del Antiguo Testamento • El Pentateuco • Los libros históricos • Los libros poéticos • Los profetas 13. Entre los dos Testamentos • Introducción al período intertestamentario • Introducción a los Apócrifos 14. Trasfondo del Nuevo Testamento • Introducción • Panorama histórico • Aspectos socioeconómicos del judaísmo palestino • Prácticas y creencias religiosas de los judíos • Aspectos religiosos y socioeconómicos del mundo helénico 15. Panorama del Nuevo Testamento • Los Evangelios y Hechos • Las epístolas de Pablo • Las epístolas generales • Apocalipsis 16. Apologética • Clarificación de los reclamos de verdad • Introducción a la apologética • Argumentos a favor de la existencia de Dios • El problema del mal • Todo es relativo ¿o no? 17. Religiones del mundo • Budismo zen • Hinduismo vedanta • Islam • Judaísmo • Religiones tradicionales africanas • El movimiento de la Nueva Era • Ateísmo • Nuevos movimientos religiosos • ¿Cómo se ve el cristianismo en la mesa redonda religiosa?
18. La iglesia cristiana: los primeros 500 años • Introducción y panorama general • El cristianismo en el imperio romano 19. La iglesia en la Edad Media • El surgimiento de la Iglesia Católica Romana • El ascenso de la Iglesia Ortodoxa Oriental • La idea medieval del “imperio cristiano” • Decadencia de la iglesia 20. La reforma y el avivamiento • La reforma • El puritanismo • Los grandes avivamientos 21. El cristianismo como un fenómeno mundial, 1750-‐1950 • Iglesia y revolución en América Latina • Asia • Cuenca del Pacífico • África 22. La iglesia después de 1950 • Evangelicalismo • El movimiento pentecostal • El movimiento ecuménico moderno 23. Introducción a la misionología • Teología bíblica de la misión • Historia de las misiones • Comunicación intercultural • Tendencias y estrategias misioneras 24. Liderazgo cristiano • La tarea del liderazgo • Teología del voluntariado 25. Ética cristiana • Doctrina y ética • Fundamento bíblico • Ética social cristiana • Ética cristiana y pobreza 26. Educación cristiana • Definición de la educación cristiana • Estilos de aprendizaje • Perspectivas transculturales sobre la educación cristiana • La formación cristiana
¿Qué otras ayudas contiene el Seminario Portátil? Glosario (224 de las principales palabras explicadas, usadas en las diferentes materias que trata el libro). Fuentes bibliográficas de los principales escritos de los autores (11 páginas). Notas bibliográficas usadas en cada capítulo (13 páginas). Índice temático de las principales palabras de temas y asuntos tratados en el libro (40 páginas).
¿Para quiénes es Seminario Portátil? Para personas que tienen más de la educación primaria y quieren servir al Señor. Para aquellos que ya han estudiado y están sirviendo en el ministerio cristiano y quieren refrescar o actualizar conocimientos. Para aquellos que quieren prepararse mejor pero no tienen tiempo para ir a un Seminario o Instituto bíblico. Seminario Portátil se puede estudiar de varias maneras: Individualmente. Autoestudio. Tutoría ya sea electrónica o en grupos pequeños (ofrecemos gratis un Power Point del contenido del libro). Clase con uno de los participantes como moderador. En grupos de “intereses especiales” dentro de las iglesias. En Centros de Extensión de algunos Seminarios o en Institutos bíblicos. INTRODUCCIÓN Seminario Portátil representa una experiencia única de aprendizaje. Al igual que sus contrapartes tradicionales, fue creado para promover una comprensión más profunda de la verdad de las Escrituras, aumentar la cultura teológica y bíblica de los líderes cristianos (de la actualidad y del futuro), y estimular pensamientos y acciones verdaderamente cristianos en un mundo donde el cristianismo es menospreciado —y muchas veces socavado— por las personas y las fuerzas que forman la cultura contemporánea. Al reunir un “cuerpo docente” internacional sobresaliente de estudiosos y practicantes cristianos, Seminario Portátil ofrece una introducción a una gama completa de temas: teología, idiomas e interpretación de la Biblia, trasfondo y visión general de tanto el Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento, la historia cristiana, la apologética y las religiones mundiales, las misiones, la educación cristiana, el liderazgo y la ética cristiana, entre otros. No es cuestión de salas sagradas, ladrillos cubiertos de hiedra y vitrales. Usted establece el cronograma: estudie mucho o poco, rápidamente o a fondo. Concéntrese en uno o dos temas o devórese el libro entero. El lugar también lo determinan sus propias circunstancias o preferencias: en la playa o en la montaña, en un tren o en un avión, o en la quietud de su propio estudio. Si desea llevar su entendimiento teológico y bíblico al próximo nivel, puede hacerlo sin trabas. ¿Puede un solo volumen reemplazar toda una educación en el seminario? De ninguna manera. No hay forma de sustituir la profundidad de la enseñanza o la interacción personal
que se reciben en el seminario o en los estudios de posgrado. Insistimos, lo que ofrece Seminario Portátil es una introducción —una perspectiva general— a la educación de nivel posgrado. ¿Para quiénes es de provecho? Los lectores que están considerando el seminario podrán probar de antemano lo que está por delante. Aquellos que están en el ministerio, y que no han tenido ni el tiempo ni la oportunidad de seguir un programa de posgrado probablemente profundicen su conocimiento bíblico y teológico, y tal vez también descubran un gran curso de repaso así como una herramienta útil de referencia. Para los laicos en una búsqueda seria de aumentar sus conocimientos o que aspiran al ministerio —como vocación de tiempo completo o voluntariado—, Seminario Portátil está diseñado para aumentar el conocimiento y el vocabulario, estimular el pensamiento y brindar recursos para el estudio adicional. Al igual que con cualquier experiencia de aprendizaje, lo que usted ponga de sí mismo al estudiar estos capítulos tendrá un efecto directo en lo que saque de ellos. El contenido no está aguado para su comodidad. Partes del mismo podrían representar un desafío —por ejemplo, los idiomas bíblicos, la doctrina de Dios el Padre, la apologética— aunque cualquiera que lea a nivel de adulto puede encararlo con éxito. El glosario de vocabulario especializado (al final del libro) es para ayudarle a manejar el desafío. La vida cristiana exige más que el mero conocimiento. Podemos tener un alto grado de capacitación sin la fe, el valor y la humildad que Dios desea. Pero cuanto más entendamos acerca de Dios y de la vida a la cual nos llama, tanto menos probable será que nos abofeteen las olas de la opinión popular, la doctrina dudosa o la vida autoindulgente. ¡Bienvenido a Seminario Portátil! Que lo que experimente en estas páginas estimule su mente, abra su corazón y enriquezca su alma. ¿POR QUÉ ESTUDIAR TEOLOGÍA? Si no estudias teología, esto no querrá decir que no tengas ideas acerca de Dios, sino que tendrás muchas equivocadas: malas, confusas y anticuadas1. —C. S. Lewis Si se mencionan las palabras teología o doctrina en casi cualquier reunión de creyentes cristianos, se obtiene una variedad de reacciones, algunas de ellas muy negativas. Algunos cristianos rápidamente confiesan —casi con orgullo— su ignorancia del tema. Pareciera que pocos desean ser considerados como “teólogos”. ¿Acaso no son los teólogos personas piadosas pero poco prácticas, propensas a fastidiarse por trivialidades bíblicas, participar en quisquillosos argumentos doctrinales y escribir sobre temas recónditos en tomos pretenciosos que nadie lee? Mientras estos especialistas pierden tiempo precioso en cosas de poca importancia —o de ninguna importancia según algunos— los demás estamos tratando de vivir nuestra fe cristiana en un ambiente a veces hostil. Si usted ha albergado tales pensamientos, la afirmación de Bruce Milne de que “cada cristiano es un teólogo”2 podría sorprenderlo o hasta consternarlo. Pero piénselo un momento. La teología es el estudio o la ciencia de Dios. Todos sabemos algo acerca de Dios, pero rara vez pensamos en lo que sabemos como “teología”. En virtud de haber nacido de nuevo todos hemos comenzado a conocer a Dios y, por lo tanto, tenemos cierto entendimiento de su naturaleza y sus acciones. Es decir, todos tenemos
algún tipo de teología, aunque no nos hayamos sentado a ordenarla. De modo que, entendida correctamente, la teología no es para unos pocos intelectuales religiosos con una facilidad para el debate abstracto; es asunto de todos. Una vez que lo hemos entendido, nuestro deber es convertirnos en los mejores teólogos posibles para la gloria de Dios, a medida que nuestro entendimiento de Dios y de sus caminos se clarifica y se profundiza mediante el estudio del libro que él ha dado para ese mismo fin, la Biblia3. (Vea 2 Tim. 3:16).
Como hijos de Dios, tiene sentido que nos esforcemos por conocer todo lo posible acerca de nuestro Padre celestial, sus caminos y su voluntad para nuestra vida. Una actitud informal hacia nuestras creencias prácticamente garantiza la frustración y los malentendidos en nuestra relación con Dios. Ante la opción entre “teología” y “fe práctica”, la mayoría de los cristianos opta por la segunda. Pero, ¿realmente es posible crecer en la fe sin crecer en el conocimiento de Dios? ¿Cómo sabremos si estamos actuando correctamente, tomando decisiones sabias, viviendo de una manera que lo complace si no tenemos ningún fundamento para ese conocimiento? Alister McGrath afirma que para cualquiera que se interese por hacer lo correcto, “es necesario tener un conjunto de valores acerca de la vida humana. Esos valores están determinados por las creencias, y esas creencias se expresan como doctrinas. La doctrina cristiana, por lo tanto, provee una estructura básica para la vida cristiana”4. Donde McGrath ve una estructura, Philip Yancey habla de un fundamento: Jesús contó la historia de dos hombres que edificaron casas que, desde afuera, eran parecidas. La verdadera diferencia entre ellas se hizo evidente cuando vino una tormenta. Una casa no cayó, aunque la lluvia arreció, los arroyos crecieron y los vientos la golpearon, porque su cimiento estaba sobre la roca. La segunda casa, edificada insensatamente sobre la arena, cayó con gran estrépito. En la teología, al igual que en la construcción, los fundamentos importan5.
Una queja frecuente acerca de la teología es que engendra más argumentos que avances espirituales. Los cristianos suelen argumentar así: ¿No sería mejor que invirtiéramos más energía en amarnos, y menos en probar que nosotros tenemos razón y que los otros están equivocados? Hay que admitir que con demasiada frecuencia la doctrina se utiliza como arma (¡muchas veces contundente!) para desacreditar las opiniones ajenas. Nunca es recomendable promover lo “justo” a costa de la “justicia”. Pero no estudiar doctrina porque algunos manejan mal el tema es tan insensato como edificar una casa al azar sin ningún fundamento, sencillamente porque la casa de otro es una monstruosidad. El apóstol Pablo advirtió que el conocimiento nos puede envanecer (1 Cor. 8:1), pero corrigió a los que estaban pecando “porque algunos tienen ignorancia de Dios” (15:34). Debemos encontrar un equilibrio entre el conocimiento y el amor, entre el conocimiento y la fe. El cristiano moderno tiende a ignorar o a despreciar la importancia de la doctrina correcta. Cansados de disputas interminables, los creyentes hoy adoptan la idea de que lo que realmente importa es tener relaciones correctas, no doctrina correcta. La idea de que una sea más importante que la otra es una falsa premisa; importan tanto las relaciones correctas como la doctrina correcta6.
Al mismo tiempo: La doctrina correcta en sí no es suficiente; trágicamente es posible no llevar la verdad de Dios a la obediencia práctica. Esa es una razón por la cual la doctrina suele tener mala fama. Si la doctrina correcta no lleva a una vida santa, amorosa y madura, algo anda terriblemente mal. Pero eso no justifica descuidarla o desestimarla7. Jesús dijo que el mayor de los mandamientos es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mat. 22:37). No dio opciones categóricas, como si pudiéramos amar a Dios con
el corazón o con el alma o con la mente; el mandamiento exige las tres cosas. Amarlo con nuestra mente naturalmente incluye averiguar todo lo posible acerca de él. Al igual que con cualquier relación, el amor nos obliga a saber y entender cómo es, cómo obra en el mundo y en nosotros, qué ama, qué desea, qué lo ofende, qué lo deleita. El hacerlo exige toda nuestra atención y nuestro estudio diligente. La oración y la humildad son decisivas: nos ayudan a mantener en perspectiva nuestra relación con Dios y con los demás. Nunca entenderemos a Dios plenamente, por lo menos en esta vida. Isaías nos recuerda que sus caminos son más altos que los nuestros (55:9). No obstante, el estudio piadoso seguido de una vida obediente y humilde puede llevarnos a entenderlo mejor hoy de lo que lo entendimos ayer. Una actitud de oración y humildad facilitará la atención a lo que el Espíritu nos dice al examinar las Escrituras y oír la voz de Dios por medio de sus siervos humanos. Esta actitud también sirve para recordarnos que ninguna persona, escuela de pensamiento, institución, iglesia o denominación tiene todas las respuestas. Tampoco este libro, sus editores y sus numerosos contribuyentes tienen todas las respuestas; a pesar de ello, en sus páginas le ofrecen pensamientos introductorios para iniciarlo en su camino a un entendimiento más cabal de la doctrina bíblica. Mientras lee, tenga una Biblia y un cuaderno a mano. Al estudiar los atributos de Dios o leer acerca de la obra expiatoria de Jesucristo o contemplar la obra del Espíritu Santo, comenzará a asentar las bases —el fundamento teológico— de una vida de fe que agradará a Dios y tendrá un impacto en su rincón del mundo. Le animamos a organizar su CLASE MODELO.
Notas: Introducción al Seminario Portátil C. S. Lewis, Mere Christianity (Nueva York: Simon & Shuster/Touchtone, 1996), pp 136-‐37. B. Milne, Know the Truth: A Handbook of Christian Belief (Downers Grove, IL: InterVarsity, 1982), p.11. 3 Ibíd. 4 A. E. McGrath, “Doctrine and Ethics” en Reading in Christian Ethics. D. Clark y R. Rakestraw, eds, (Grand Rapids: Baker, 1994), p. 85 reimpreso con permiso de Journal of the Evangelical Theological Society, 34, (junio de 1991): pp.l 145-‐56. 5 P. Yancey, The Bible Jesus Read (Grand Rapids: Zondervan, 1999), p. 26. 6 R. C. Sproul, The Soul’s Quest for God: Satisfying the Hunger for Spiritual Communion with God (Wheaton, IL: Tyndale, 1992), p. 47. 7 B. Milne, Know the Truth, p. 12. 1 2