El INMUJERES ha sido un parteaguas en nuestra historia como nación porque por primera vez convirtió nuestras necesidades e intereses en un asunto institucional, es decir, que gobierno y sociedad reconocían que la violencia hacia las mujeres y la enorme desigualdad en que estaban sumergidas, producto de siglos de discriminación, era un problema impostergable no sólo por sus repercusiones sociales, económicas o políticas, sino por tratarse de una injusticia que clamaba ser extinguida.