EN LIBERTAD
Los pobladores de siete municipios de Antioquia han dejado en libertad los animales silvestres que antes mantenían lejos de sus hábitats. Ciudad Bolívar, Guadalupe, Caicedo, San José de la Montaña, Olaya, Anzá y Toledo fueron los primeros en certificarse como Municipios Libres de Fauna Silvestre en Cautiverio. Una iniciativa que quiere correr la voz. Pág. 7
Legales por convicción
Dar a conocer y hacer respetar la legalidad en las prácticas que implican el uso de recursos naturales es la apuesta que hoy tiene la corporación en el territorio. Sí, es un asunto de educación ambiental, pero también lo es de leyes y normas que requieren urgente cumplimiento. Pág. 11
N.° 34 • Julio de 2010 • 7 mil ejemplares, 12 páginas • www.corantioquia.gov.co •
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¡15 años! Luis Alfonso Escobar Trujillo Director General CORANTIOQUIA Director General Luis Alfonso Escobar Trujillo Dirección Territorial Aburrá Norte Director Carlos Alberto Molina Gómez Dirección Territorial Aburrá Sur Director William Alberto Álvarez Pérez Dirección Territorial Cartama Director James Enrique Gallego Alzate Dirección Territorial Citará Director Ignacio Castaños Vélez Dirección Territorial Hevéxicos Director Omar Ramírez Ramírez Dirección Territorial Panzenú Director Guillermo León Diosa Pérez Dirección Territorial Tahamíes Directora Liliana Andrea López Noreña Dirección Territorial Zenufaná Director Luis Carlos Ochoa Tobón Coordinación General Oficina Asesora de Comunicaciones Coordinación Editorial Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia Redacción Margarita Isaza Velásquez Juan Camilo Jaramillo Acevedo Isabel González Ramírez Diego Agudelo Gómez Lina María Martínez Mejía Víctor Casas Mendoza Perla Toro Castaño Ana María Bedoya Builes Juan David Murillo Hoyos Editora Margarita Isaza Velásquez Diseño y Diagramación Alexander Rojas Moreno Fotografía Archivo CORANTIOQUIA Juan Camilo Jaramillo Acevedo Perla Toro Castaño Impresión La Patria Directorio: Dirección Territorial Aburrá Sur Tel. 493 8888 Ext. 1801 Dirección Territorial Aburrá Norte Tel. 493 8888 Ext. 1815 Dirección Territorial Cartama Tel. 852 4716 Dirección Territorial Citará Tel. 843 2226 Dirección Territorial Hevéxicos Tel. 853 1245 Dirección Territorial Panzenú Tel. 839 3258 Dirección Territorial Tahamíes Tel. 860 7489 Dirección Territorial Zenufaná Tel. 832 6610 Sede Medellín Carrera 65 N° 44A 32 Teléfono: 493 8888 www.corantioquia.gov.co
Si tiene cualquier inquietud sobre los temas tratados en esta edición de Ecodiversos, escríbanos al correo ecodiversos@corantioquia.gov.co
CORANTIOQUIA fue creada por la Ley 99 de 1993, y hace 15 años inició sus actividades como máxima autoridad ambiental en 80 municipios del centro del departamento de Antioquia. Desde el 21 de julio de 1995, trabajamos por la protección, recuperación y conservación de nuestro patrimonio natural. La jurisdicción de la Corporación cubre un área aproximada de 36.000 km2, correspondientes a 80 municipios, pertenecientes a las regiones Norte, Nordeste, Bajo Cauca, Magdalena Medio, Suroeste, Occidente y Valle de Aburrá; y tiene una población aproximada de 4.694.625 habitantes, incluyendo la región metropolitana. Cada centímetro de este territorio se convierte en el escenario donde desarrollamos acciones, programas y proyectos en pro del desarrollo sostenible. Estos años nos han permitido recorrer el territorio de la mano de las comunidades, encontrándonos con paisajes, ríos, árboles y aves, entre tantas otras maravillas que llevan millones de años habitando nuestros valles y montañas.
Igualmente hemos visto cómo los hombres hacemos un uso inadecuado de la naturaleza, cuando establecemos relaciones inequitativas con los seres vivos y dejamos a nuestro paso, en muchas ocasiones, la devastación. Teniendo en cuenta esta paradoja, nos vemos en la obligación de hacer un llamado permanente a cada uno de los habitantes de Antioquia y de sus municipios para que trabajemos por la vida y de esta manera podamos responder juntos a los desafíos a los que hoy nos invita la naturaleza, ahora que por ejemplo el cambio climático nos envía una de sus respuestas a las acciones que los seres humanos hemos emprendido sobre la faz de la Tierra. Celebraremos 15 años de gestión ambiental en el territorio, conscientes de que es una tarea que solo es posible con la articulación de la comunidad, las empresas, la academia y el Estado. Esta concurrencia de actores nos dará la seguridad de que los procesos que adelantemos sean sostenibles en el tiempo y podamos responder a las dinámicas particulares que se desenvuelven en la compleja geografía en la que habitamos, rica en diversidad natural y cultural.
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Lo que comenzó con una ley, hoy es una Corporación que cobija 80 municipios y se consolida día a día en el trabajo de ejecutar políticas, programas y proyectos para beneficiar y proteger la calidad ambiental de toda una región.
A El presupuesto de CORANTIOQUIA para el año 1995 fue de $5.848’624.031. Hoy esa cifra asciende a $48.331’353.000, una diferencia que sin duda se traduce en más y mejores proyectos de intervención y protección ambiental.
La jurisdicción inicial de la Corporación comprendió 79 municipios, pero en 1997 se incorporó el número 80, La Pintada, por su reciente creación.
unque se llama Corporación Ambiental Regional del Centro de Antioquia, CORANTIOQUIA no sólo abarca los municipios que se encuentran en el centro del departamento, sino que llega a subregiones tan disímiles como el Suroeste y el Bajo Cauca, el Norte y el Magdalena Medio, el Nordeste, el Occidente y hasta el Valle de Aburrá. Puede decirse, entonces, que el trabajo implica a más de media Antioquia y, si se quiere, a toda ella, pues con Corpourabá y Cornare, la Corporación teje lazos de cercanía, asesoría y colaboración mutua, porque el territorio, con sus quebradas, ríos, montañas y llanuras, no sabe de divisiones humanas. Así fue como hace quince años nació la Corporación, para darle un nuevo aire a las políticas públicas que, sin mucho éxito, en el país ejecutaba el Instituto Nacional de Recursos Naturales, Inderena, desde 1968. Se trataba pues de que los departamentos y las regiones geográficas se dieran cuenta de sus propios recursos para que los aprovecharan y los cuidaran, sin que hubiera un obstáculo de burocracia en el propósito de otorgar permisos y crear proyectos para salvaguardar los recursos naturales. Por eso, en 1993, apareció el primer aliento del sueño que hoy conocemos como CORANTIOQUIA. Fue la Ley 99 de ese año la que definió que se crearían las Corporaciones Autónomas Regionales con las funciones precisas, según los artículos 30 y 31, de ejecutar “las políticas, planes, programas y proyectos sobre medio ambiente y recursos naturales renovables, así como de dar cumplida y oportuna aplicación a las disposiciones legales vigentes sobre su disposición, administración, manejo y aprovechamiento”. Pero el trabajo no comenzó ahí mismo. Fue necesario llegar hasta julio de 1995 para abrir las puertas de la organización. Lilliam Gómez, una de las primeras funcionarias que se puso el overol en la entidad, cuenta que el primer director, Norberto Vélez Escobar, tenía un maletín lleno de proyectos por hacer que desde entonces ya comprometían a la Corporación en una larga vida de decisiones y trabajo. Pero no era sólo “soplar y hacer botellas”; había que estudiar para trazar el camino de los años siguientes. La primera y más juiciosa tarea que se le encomendó a cada CAR fue elaborar su propio Plan de Gestión Ambiental Regional. En CORANTIOQUIA, entonces, los primeros funcionarios y varios expertos
Además de las direcciones territoriales, existen seis subdirecciones con trabajo especializado: Ecosistemas, Calidad Ambiental, Cultura Ambiental, Regionalización, Planeación y Estrategias Corporativas, y Administrativa y Financiera.
en temáticas ambientales provenientes de la academia se armaron de diagnósticos y emprendieron un completo documento académico y práctico. Ese compromiso de hacer el propio trabajo para de paso conocer a profundidad el territorio de la jurisdicción se manifestó en el Plan Ambiental Regional 19982006, un desafío que empezó a cumplirse desde el corto plazo y demostró la alta capacidad de un grupo de funcionarios públicos y la acogida que sus proyectos y programas empezaron a tener en cada uno de los ya 80 municipios.
Cumplir con los sueños
Dentro de ese plan de ocho años aparecieron las direcciones territoriales, una nueva forma de acercarse a la comunidad y de administrar cada subregión. Con nombres indígenas que querían recuperar identidad, nacieron Aburrá, Tahamíes, Cartama, Citará, Panzenú, Zenufaná y Hevéxicos (ver pág. 5). También hubo proyectos que se convirtieron en banderas de la organización, pues pretendían, más allá de su simple ejecución, revolucionar la mirada que campesinos y operadores tenían del manejo ambiental. Además del control y seguimiento, CORANTIOQUIA quería ejercer la labor de educar y construir la conciencia sobre la naturaleza. “Producción más limpia”, “Sistema regional de áreas protegidas”, “Gestión sostenible del recurso público”, “Conservación y manejo del bosque, la flora y la fauna” y “Atención a zonas degradadas”, entre muchos otros programas, siguen significando que el compromiso de la entidad es real y no simplemente el resultado de un papeleo o un trámite jurídico. Sumadas a esas acciones, las campañas y publicaciones sobre cultura ambiental y recursos naturales son un modelo de enseñanza-aprendizaje que busca transformar realidades; libros como El estado del conocimiento del recurso hídrico, de la flora silvestre y la fauna silvestre son un aporte invaluable a la construcción del territorio y a la creación de muchos otros proyectos. Han pasado ya quince años de gestión, y el agua del río ha corrido con fuerza. Un nuevo Plan Ambiental Regional está en marcha y las manos de la organización se mueven con el reto de lograr un desarrollo sostenible y competitivo. Una cultura ambiental del territorio es la apuesta para el beneficio de la gran jurisdicción que hoy cobija CORANTIOQUIA.
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CORANTIOQUIA,
desde adentro
“Un ambiente saludable para todos” es el objetivo hacia el que se han dirigido los esfuerzos de la entidad durante estos quince años. Las subdirecciones que tejen la Corporación han trabajado incansablemente para que este propósito deje de ser una utopía y, en un futuro cercano, sea una completa realidad.
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os subdirectores, responsables de coordinar la gestión en las dependencias, ven en cada acción y proyecto una manera de contribuir a la protección de la naturaleza, pues así sea desde lo administrativo o desde el mismo trabajo de campo, cada trámite, cada proceso, hace parte de un engranaje que debe funcionar con sincronía y responsabilidad. Ellos le contaron a ECODIVERSOS lo que hacen y los logros más importantes de cada subdirección.
Subdirección de Ecosistemas
En la Subdirección de Ecosistemas nos hemos encargado de la oferta ambiental y de ejecutar todas las actividades encaminadas a la conservación y el conocimiento de los recursos naturales que se encuentran en la jurisdicción de la Corporación. Uno de los logros más significativos ha sido declarar doce áreas protegidas que identificamos, estudiamos, y a las que se les han diseñado planes de manejo. Otros proyectos destacados que hemos sacado adelante son, por ejemplo, los planes de manejo de cuencas hidrográficas, los procesos de ordenamiento de bosques, el trabajo de investigación en áreas degradadas y la recuperación de algunos de esos territorios en el Bajo Cauca; además, el trabajo con humedales, los avances en el tema de prevención y atención de desastres, y los compendios de flora y fauna: publicaciones que sirven de base para el conocimiento de las especies que tenemos en nuestra jurisdicción.
Subdirección de Calidad Ambiental
La subdirección de calidad desarrolla procesos relacionados con la gestión integral de residuos sólidos, produccion limpia, análisis de muestras de agua, planes de saneamiento y manejo de vertimientos de aguas residuales; aplicación de los instrumentos económicos, gestión de infraestructura para atender las necesidades de saneamiento básico, y los estudios y monitoreos de la calidad del aire y el agua en la jurisdicción. Seguimos avanzando en la identificación de las problemáticas ambientales del territorio y en la definición de estrategias que permitan priorizar y optimizar las acciones de prevención, mitigación y corrección. Durante estos años hemos tenido aciertos y desaciertos, pero siempre hemos mantenido la vitalidad y el compromiso necesario para asegurar la integridad de los ríos, lagunas, caños y quebradas, la transparencia del aire que requerimos cada día, la calidad del agua que demanda la vida en todas sus formas y la capacidad de promover prácticas que ayuden a la conservación del medio ambiente y los recursos naturales.
La promoción de una cultura de protección ambiental se desarrolla día a día dentro y fuera de CORANTIOQUIA, con estrategias educativas como la fiesta del libro en la sede central y las capacitaciones sobre temas específicos en todas las territoriales.
Subdirección de Planeación y Estrategias Corporativas
La protección de cuencas hidrográficas, suelos, bosques, fauna, flora y, en suma, ecosistemas, es la razón de ser de CORANTIOQUIA. Para cumplir tal propósito, la corporación está organizada en subdirecciones, lo que permite administrar eficazmente los recursos y llegar a los territorios y usuarios con un compromiso de calidad.
Subdirección de Cultura Ambiental
La subdirección se creó hace tres años a partir de la necesidad de transformar la cultura en el territorio. Hemos cumplido básicamente dos roles: la articulación dentro de la institución, y la identificación de prácticas y diversidades culturales en nuestros municipios. Entre los logros más importantes, está el trabajo de la red interna de dinamizadores ambientales y la identificación de esa diversidad cultural, de esas diferentes formas de actuar en nuestra región, permitiéndonos conversar con la gente. Entre las apuestas a futuro está continuar con el desarrollo de las nueve estrategias que tiene la política nacional de educación ambiental, que implica tener mucha capacidad de gestión con instituciones educativas, para lograr incluir la dimensión ambiental en los currículos de la educación pre-escolar, básica y media a través del fortalecimiento de los proyectos ambientales escolares (PRAE), así como otras acciones que se contemplan en la política.
Acompañamos a la Dirección General en la definición de estrategias para que todo el engranaje corporativo funcione adecuadamente, propiciando sinergias entre las dependencias con el fin de que el trabajo en equipo apunte al mejoramiento ambiental de la jurisdicción. Asimismo, avanzamos en la coordinación de la ejecución armónica de las políticas, planes, programas y proyectos con el fin de que la inversión corporativa esté en sintonía con las necesidades ambientales del territorio. Se resalta el trabajo en la adecuación y disposición de tecnologías de información, que permite la consolidación del sistema de información corporativo y sus procesos cognitivos, teniendo como referente las necesidades y requerimientos de los usuarios internos y externos; el acompañamiento a los municipios con las direcciones territoriales, en la revisión y ajuste de los Planes de Ordenamiento Territorial, que incorporan las determinantes ambientales establecidas por la Corporación, tales como densidades rurales, áreas de manejo especial declaradas y los estudios específicos que se han realizado hasta el momento.
Subdirección de Regionalización
La subdirección, bajo los lineamientos actuales, empezó a trabajar en marzo del 2007, como una necesidad de articular el quehacer corporativo entre el nivel central y las direcciones territoriales, quienes tienen contacto más cercano con el territorio y sus comunidades. Ahora estamos trabajando para lograr un enlace efectivo que permita la interacción de los procesos corporativos en el territorio como aporte a la regionalización.
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Nacieron para descentralizar las labores de CORANTIOQUIA. Hoy su mayor reto es administrar de manera integral el territorio en el que se encuentran; una propuesta que implica conocimiento profundo de la región y una gestión de mucha iniciativa.
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as direcciones territoriales son el enlace directo con la comunidad, las manos extendidas de una entidad que busca la protección ambiental con el consenso de quienes habitan lo menudo de la geografía en los municipios de nuestra jurisdicción. Más allá de otorgar permisos, concesiones, autorizaciones y licencias ambientales, y de cumplir la estricta legislación, cada dirección territorial cumple la tarea de ser autoridad ambiental en todo el sentido de la palabra, lo que implica conocer a profundidad las potencialidades y problemáticas del patrimonio natural en los municipios que ellas comprenden.
Los 80 municipios que conforman la jurisdicción no quedan lejos de la entidad, lo que significa equidad e inclusión, pues hay un equipo humano en cada dirección territorial que propende, mediante la administración de los recursos naturales renovables, a través de la expedición de los diferentes permisos ambientales y del control y seguimiento, de la capacitación a actores estratégicos, de la asesoría, evaluación y seguimiento a los planes de ordenamiento territorial y otros instrumentos de planificación ambiental, como de la participación en la formulación, ejecución y seguimiento de los proyectos, por el beneficio y el cuidado del patrimonio ambiental en las regiones de la jurisdicción. Por ejemplo, en Cartama explican que uno de sus mejores logros ha sido la consolidación de las mesas ambientales que existen en diez de sus once municipios, pues desde allí, cuenta Luz Elly Vanegas, “se hace seguimiento constante y es posible apoyar múltiples actividades que generan dinámicas de participación y contribuyen al mejoramiento del patrimonio natural de las poblaciones”.
En la territorial Citará, por ejemplo, celebrarán los quince años de la corporación con un concurso de fotografía sobre la región. La exposición de la selección final se llevará a cabo en la sede de Hispania a partir de la tercera semana de julio.
Se trata de ocho territoriales, cada una con un nombre indígena que representa el patrimonio de la subregión y exalta los pueblos que un día fueron guardianes de la naturaleza. Aburrá Norte cobija a Barbosa, Girardota, Copacabana y Medellín; Aburrá Sur comprende Envigado, Itagüí, La Estrella, Caldas, Amagá, Titiribí, Armenia, Angelópolis y Sabaneta; Tahamíes abarca Angostura, Anorí, Belmira, Briceño, Campamento, Carolina del Príncipe, Donmatías, Entrerríos, Gómez Plata, Guadalupe, Ituango, San Andrés de Cuerquia, San José de la Montaña, San Pedro de los Milagros, Santa Rosa de Osos, Toledo y Yarumal; Hevéxicos reúne Anzá, Buriticá, Caicedo, Ebéjico, Liborina, Olaya, Sabanalarga, San Jerónimo, Santa Fe de Antioquia y Sopetrán; Panzenú llega a Cáceres, Caucasia, El Bagre, Nechí, Tarazá, Valdivia y Zaragoza; Zenufaná tiene a Amalfi, Caracolí, Cisneros, Maceo, Puerto Berrío, Puerto Nare, Remedios, Segovia, Yalí, Yolombó, Yondó y Vegachí; Cartama cubre Caramanta, Fredonia, Jericó, La Pintada, Montebello, Pueblo Rico, Santa Bárbara, Támesis, Tarso, Valparaíso y Venecia; y Citará incluye Andes, Betania, Betulia, Ciudad Bolívar, Concordia, Hispania, Jardín y Salgar.
Por su parte, en Tahamíes resaltan el acompañamiento a los proyectos de generación de energía y la sensibilización siempre constante en el tema de residuos peligrosos; “estamos creando cultura, pues el manejo de agroquímicos en cultivos como los del tomate y la papa hacen que exista un alto riesgo para la conservación de las fuentes hídricas y la misma salud pública”, explica Miriam Gómez. En Zenufaná, donde las problemáticas ambientales más arraigadas tienen que ver con la minería y las actividades ganadera y forestal, el trabajo se centra en el aprovechamiento responsable de los recursos forestales, en el saneamiento básico y en la capacitación
para el buen uso de las fuentes naturales; asimismo, como dice Guillermo Agudelo, “CORANTIOQUIA realiza proyectos tendientes a solucionar o mitigar la problemática ambiental: saneamiento básico rural, construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales, conservación de microcuencas, producción más limpia, entre otros aspectos”. En Citará, la preocupación se enfoca en el manejo de la caficultura, pues aún subsisten problemas de legalidad, de vertimientos en quebradas y de disposición final de residuos; según Adriana Escobar, “más allá de los trámites, tenemos un reto muy grande de concientización pues está bien aprovechar los recursos pero sin dejar de lado su uso responsable”. Desde la Subdirección de Regionalización, Flor Ángela Restrepo señala que las territoriales no están solas ni son entidades independientes: “tienen un trazado propuesto por la Corporación como organización regional, pues debe hablarse el mismo lenguaje e imprimirse un sello de calidad en todos los proyectos que se desarrollan a nivel local”. Por eso el reto hoy, más que antes, explica Flor Ángela, “es que cada territorial se articule adecuadamente a los municipios que la conforman, conociendo la subregión en lo general y en lo particular, para que así se fortalezca la delegación de funciones y se puedan proponer proyectos de alto beneficio para toda la jurisdicción”. En la historia de CORANTIOQUIA, la creación de las direcciones territoriales fue un hito. Esa marca debe renovarse siempre; hoy, el desafío que tienen es administrar integralmente una región, con todo lo que eso implica: conocimiento de causa y una alta dosis de proactividad.
El compromiso de las territoriales hoy es articularse integralmente con sus regiones, de manera que puedan, más allá de facilitar el cumplimiento de las normas ambientales, promover procesos que protejan la biodiversidad.
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Abono para cultivar la esperanza
Desde hace más de diez años en el centro de Antioquia se viene hablando con fuerza de agroecología, un movimiento en el que se involucran la soberanía alimentaria, los mercados justos y el medio ambiente. CORANTIOQUIA ha sido uno de los grandes promotores de esta buena práctica de cultivar la esperanza. Por Perla Toro Asesoría: Lilliam Gómez, lgomez@corantioquia.gov.co Cada vez que Lilliam Eugenia Gómez Álvarez habla de agroecología cierra los ojos, parece que soñara. Cuando los abre deja en evidencia dos lagunas luminosas y cargadas de historias, de cosas que dice que jamás podrá olvidar. Ella, profesional especializada de CORANTIOQUIA, cuenta que una de las experiencias que más la ha marcado como defensora del medio ambiente fue una vez que en Santa Elena le preguntó a un niño que si comía muchos vegetales, y él le respondió: “No. Mi papá dice que esa comida que cultivamos con tanto veneno es para vendérsela a la gente de Medellín”. Fue por cuenta de esa historia y de su trayectoria profesional como ecóloga, que Lilliam comenzó a preocuparse por los cultivos ecológicos en Medellín, donde entre los campesinos había dominado el modelo de Revolución Verde, una estrategia de producción que para cultivar y cosechar más rápido, combatir las plagas y correr menos riesgos a la hora de sembrar, hace uso de químicos industriales. Los agrotóxicos, usados extensivamente en el país, son los responsables de intoxicaciones masivas en los seres humanos, de la erosión y muerte del suelo, y del envenenamiento del aire y el agua, por mencionar solo algunos factores negativos.
CORANTIOQUIA ha acompañado experiencias con campesinos, campesinas, indígenas, redes y asociaciones de Medellín, Barbosa, Marinilla y Envigado, entre otros territorios.
Frente a esto, la agroecología propone un cambio: una revolución en la que se tenga en cuenta el uso de abonos verdes (no tóxicos), la rotación y asociación de cultivos, la alelopatía y el manejo de biopreparados.
Un sueño común
Uno de los sueños que Lilliam siempre compartió con Norberto Vélez Escobar, fundador de CORANTIOQUIA, además de la creación de un organismo que rigiera los procesos ambientales, fue la educación ambiental de las personas de su entorno. Fue así como empezó a fomentar la asociatividad, el manejo integral de agroecosistemas, la pertenencia y participación de la entidad en los comités de plaguicidas, y la voz y el voto a la hora de definir políticas públicas. En este mismo camino, pueden contarse una mejoría en la salud de los antioqueños, la enseñanza de técnicas de cultivo que contribuyen al pan coger y a la soberanía alimentaria, y sobre todo la promoción de asociatividad entre las organizaciones que en Antioquia y en general en Colombia trabajan por la naturaleza. Además, gracias a los procesos adelantados desde la Subidirección de Cultura Ambiental, se ha logrado contar con uno de los estudios de diagnóstico más completos sobre los grados de toxicidad en los alimentos producidos en la región. Con todo este trabajo también han llegado otras cosas. Desde el 2004, en la Corporación funciona quincenalmente un mercado agroecológico o “verde” que ofrece a empleados y transeúntes la oportunidad de ser mejores consumidores de recursos naturales. Por otra parte, en las territoriales se promueve la agricultura ecológica y la construcción de memoria histórica alrededor de las prácticas de cultivo de los campesinos. Muchas de estas experiencias pueden conocerse en el blog: mercadosjustosorganicos. blogspot.com
Una de las apuestas de la agroecología es contribuir al desarrollo del sector rural colombiano, promoviendo una agricultura responsable con el medio ambiente.
Entre los resultados más visibles logrados por la estrategia de las escuelas agroecológicas se rescata que ahora los campesinos de la jurisdicción, pero especialmente quienes habitan en Medellín y sus corregimientos, creen en una nueva forma de producir; por ello existen ya más de doce granjas convertidas a la agroecología y la voluntad de apostarle a la construcción de un nuevo agro.
En la agricultura, los residuos orgánicos son fundamentales y es con estos que se elabora el compostaje. Así, se optimizan al máximo los recursos.
No obstante, y convencidos de que se ha avanzado a pasos de gigante, es necesario seguir trabajando en la promoción de prácticas rurales que garanticen la soberanía alimentaria y la comercialización de cultivos justos que permitan sembrar y recoger, en tiempos de crisis, un jardín de esperanzas.
Así lucen los cultivos orgánicos que luego se convierten en productos comercializados en Corantioquia o en tiendas de mercado justo.
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Por Diego Agudelo Asesoría: Juan Camilo Restrepo jrestrepo@corantioquia.gov.co
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a situación se puso color de hormiga cuando un censo realizado entre los años 2002 y 2003 reveló que en setenta municipios antioqueños había casi ocho mil animales silvestres en cautiverio. Esta magnitud era inesperada y, datos en mano, se inició la tarea de planear un rescate efectivo. La fuerza no era una opción, los métodos policivos tendrían que estar en segundo plano, el as bajo la manga debía ser un proceso que motivara a las personas a entregar voluntariamente a cualquier especie de animal silvestre que estuviera tras las rejas de una jaula. Esta mala costumbre es bastante común. Quién no ha visto o escuchado de alguien que en las mañanas consiente turpiales, sinsontes, canarios o loritos que ha mantenido cautivos, para que lo premien con su canto matinal. La simpatía que genera la gracia de una ardilla o la dulzura que despierta un ave cantora se convierte en muchos casos en una condena que priva a estos animales de su ambiente natural, sometiéndolos a condiciones que ponen en peligro su vida y en muchos casos la superviviencia de su especie: el encierro, el poco espacio, la dieta extraña, la soledad. Al ser este problema tan usual, el rescate que CORANTIOQUIA debía planear con minucia tendría que ser especial, y nació la figura, única en el país, del Municipio Libre de Fauna Silvestre en Cautiverio. Por mucho tiempo parecía una utopía. Lograr que en el área urbana de una población no existieran animales silvestres cautivos, era como meterse en camisa de once varas, pero la Corporación se dio a la tarea de diseñar una serie de actividades que pretendían sensibilizar a las personas que los tenían en cautiverio para motivar la entrega voluntaria. Con una gran cobertura por el uso de medios masivos de comunicación, así como charlas y talleres en las instituciones educativas, con grupos organizados y la proyección de películas en los parques principales, casas de la cultura y otros lugares estratégicos, todo este movimiento generó aspectos que van más allá de la recuperación de esas especies cautivas.
Con siete poblaciones ya declaradas y doce más en proceso de recibir este reconocimiento, el modelo de Municipio Libre de Fauna Silvestre en Cautiverio ha permitido recuperar 393 animales en la jurisdicción de CORANTIOQUIA.
Dibujar una línea de tiempo entre los resultados de la encuesta y la declaratoria del primer Municipio Libre de Fauna Silvestre en Cautiverio ayudaría a hacerse una idea del tamaño de esta empresa. El primer municipio en ganarse esta medalla fue Ciudad Bolívar en septiembre del 2008; Caicedo fue el siguiente en enero del 2009; Guadalupe y San José de la Montaña los siguieron en septiembre de ese mismo año; Anzá y Olaya no se quedaron atrás y recibieron el reconocimiento en octubre, y finalmente, al menos por ahora, Toledo los alcanzó en noviembre. Poco a poco más municipios se sumarán a este reconocimiento. Una vez llega CORANTIOQUIA con la iniciativa, las instituciones educativas y sus estudiantes comienzan la tarea de sensibilizar, puerta a puerta, a todas las familias del pueblo; los alcaldes y la Policía Ambiental se unen a la causa facilitando el trabajo de recuperación. Como dice Juan Camilo Restrepo, profesional de fauna de la Corporación, “a través de los niños y los estudiantes, que son excepcionalmente receptivos, uno puede llegar más amorosamente a los padres. Además, cuando hay una Policía Ambiental muy pilosa en el municipio, ése es el que más rápidamente se declara”. Aunque las medidas drásticas como allanamientos y procesos de orden legal en contra de los tenedores son la última alternativa, en ocasiones es necesario recurrir a estos métodos. El lado positivo es que una vez se realiza el primer allanamiento, el voz a voz que corre por el pueblo hace que se incremente la entrega voluntaria. Un contagio que llega a municipios pequeños y ahora a los grandes, donde la tarea es más compleja… Caucasia y Puerto Berrío, por ejemplo, son más difíciles de abordar por su gran área y población, lo que implica un esfuerzo mayor. Pero a este problema de mayor magnitud ya le surgió una versión evolucionada del modelo: las Áreas Libres de Fauna Silvestre en Cautiverio, que sólo dejarán un reguero de jaulas vacías y un sinnúmero de animales recuperados que podrán cumplir las funciones ecológicas para las cuales han evolucionado.
Cuando un animal silvestre pierde su libertad, se expone a la soledad, al encierro, a consumir una dieta extraña y a no reproducirse; todo esto conduce al deterioro del bienestar del individuo y al posible camino de la extinción de su especie.
Desde el 2008, siete municipios de Antioquia han sido declarados como Libres de Fauna Silvestre en Cautiverio. El proceso en cada población puede tardar dos o tres años.
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a r t s i n i m d a e u q a Sirena
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Milena Andrea, Lina Natalia, Vanessa, Margarita, Ana Caterine, Andrea y Yeime, son las “sirenitas”, quienes operan el Sistema de Información de Recursos Naturales.
Por Isabel González Asesoría: Gustavo Adolfo Gallón gagallon@corantioquia.gov.co
No se trata de un cuento de hadas o de princesas en el mar. Es una historia más real y aterrizada que no sirve para encantar niños, pero sí para hacer más eficientes los proyectos y procesos que se gestan en CORANTIOQUIA.
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isibilidad de la gestión, estandarización de los procesos y posibilidad de verificación y control, son algunos de los logros más importantes del Sistema de Información de Recursos Naturales, Sirena, que surgió en 1996 como una propuesta de Dora Ligia Vásquez Franco, materializando el trabajo de grado de la entonces estudiante Leonor Arias Higuita, que consistía en la estandarización, consolidación y sistematización de los trámites ambientales de CORANTIOQUIA, y que hoy, después de años de trabajo colectivo, se ha convertido en el “pilar del desarrollo del Sistema de Información Corporativo”, como lo asegura Gustavo Adolfo Gallón, coordinador del Grupo Gerencia de la Información y el Conocimiento. Mónica del Pilar Gómez, abogada y profesional especializada, cuenta que todo comenzó como archivos de Excel y luego como base de datos en MS-Access, en la que se registraba la información administrativa sin ningún tipo de integración de información entre las sedes. Luego, se decidió migrar a la plataforma Oracle para optimizar el sistema y enriquecerlo también con la información técnica para iniciar, ya en el 2007, todo el proceso de producción que hoy permite, además de contar con toda la información en línea sobre la concesión de aguas y la información de otros asuntos, radicar documentos, integrarlo a otros sistemas como el geográfico, el de gestión documental y el de facturación y cartera, programar actividades completas y facilitar al usuario externo las solicitudes en línea. Sirena ha generado impactos en la forma de concebir los procesos de los trámites ambientales, porque busca garantizar la transparencia de las acciones y facilita la toma de decisiones ya que proporciona insumos para la lectura del territorio, en cuanto
a la disponibilidad y el manejo de los recursos ambientales, toda una estrategia digna de imitar. “El Sirena es una herramienta que aporta al logro del objeto misional de CORANTIOQUIA, pues beneficia a la población de nuestra jurisdicción a través de la sostenibilidad del bien jurídico que protegemos”, resalta Mónica. Este gran esfuerzo ha recogido sus frutos, dado que el Sirena ha sido destacado dentro del Banco de Éxitos de la Administración Pública y es fundamento del desarrollo de otros sistemas en el ámbito nacional, como lo es la Ventanilla Integral de Trámites Ambientales, Vital. Los avances son evidentes, pese a la complejidad de esta transformación tecnológica, destaca Mónica Gómez. “No es fácil pasar de los papeles y el proceso individual a la estandarización de procedimientos y su verificación a través de un sistema de información”, expresa convencida de que la labor emprendida es de gran importancia para la Corporación y por eso es necesario destinar el equipo de personas necesario para continuar con los desarrollos de aplicativo.
En un mar de información
Vanessa manifiesta su satisfacción con el aprendizaje que ha adquirido, en un poco más de un año, en lo que respecta a los recursos naturales y los procesos inherentes a estos, como son las licencias ambientales. Las sirenitas están orgullosas de aportar su conocimiento adquirido en aspectos relacionados con autoridad ambiental y por eso se encargan de responder dudas a los funcionarios de la Corporación que están en el proceso de aprendizaje del manejo del sistema. En su labor se sorprenden con viejos papeles de finas letras y nombres extraños en los que usuarios, en su mayoría población campesina, debían indicar a mano alzada el lugar geográfico de la solicitud del recurso, plasmando sobre el papel sus fincas con animales y todo, como lo cuenta Yeime, sonriendo. Según ellas, el Sirena contiene un mar de información estandarizada y con vocación de prestar un mejor servicio que favorece a los usuarios internos y externos y, por supuesto, a la sostenibilidad de los recursos naturales renovables.
Vanessa Mendoza y Yeime Gaviria han aprendido qué es una coordenada, un aforo, un GPS y se han enamorado de la aplicación a la que diariamente ingresan los datos de las viejas solicitudes que se llenaban a mano antes de que comenzara a funcionar Sirena. “Nosotras nos hemos enamorado de nuestro trabajo y creo que transmitimos ese amor por la aplicación, porque hemos visto cómo ha evolucionado y se ha convertido en el centro de las funciones de las direcciones territoriales”, explica Yeime, quien lleva tres años en el proyecto y que junto a sus seis compañeras, les dicen en CORANTIOQUIA “sirenitas”.
Sirena facilita la toma de decisiones, pues proporciona insumos para hacer una lectura profunda del territorio, en cuanto a la disponibilidad y el manejo de los recursos ambientales.
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s a l l i m Se servar
e r p a r a p nuestro lo Por Juan Camilo Jaramillo Asesoría: Martha Ligia Gómez Restrepo mgomez@corantioquia.gov.co
Propagar nuestros árboles nativos es pensar en el futuro. Todo esto parte de la investigación y el cuidado mismo de las semillas.
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or fuera, este cuarto frío es como cualquier otro, parecido a las neveras que usan en las cocinas caseras: cuadrado, blanco… Sólo que por dentro no está lleno de verduras, ni de pan ni de frutas, ni de ninguna otra clase de alimentos que suele contener un objeto así. Este cuarto está lleno de vida, de semillas de muchos tipos: chatas, alargadas, cóncavas, convexas, delgadas, redondas como un bombón; de colores rojo, café, blanco, negro; semillas de ceiba de tierra fría, de guayacán amarillo, de distintos tipos de chocho, de cedro de altura, de palma macana, de palma de cera, de cámbulo, de carbonero y de muchas especies más. Semillas que algún día serán árboles, árboles que quizás algún día darán frutos y semillas, para repetir un ciclo en el que el mayor beneficiado es el ambiente y su biodiversidad. Y de paso, el hombre.
ambientales, se ha efectuado preferentemente con especies de otros países, entonces la necesidad es más que clara. Porque con una tendencia así, lo que se termina perdiendo son nuestros árboles nativos, algunos endémicos, es decir que sólo se producen en un área específica de la región.
Pero para llegar acá, a este cuarto frío o banco de germoplasma, las semillas tuvieron que pasar por un largo proceso. Debieron ser recogidas de árboles semilleros seleccionados; debieron ser analizadas, referenciadas, enviadas hasta Medellín, estudiadas en detalle, empacadas y guardadas en las mejores condiciones. Pero más allá de esto, debió existir un proyecto llamado “Conservación y manejo in situ y ex situ de especies forestales de importancia económica, ecológica y cultural”. Un proyecto que es también un esfuerzo por preservar lo que somos.
A muchos de estos árboles –ya son casi dos mil los seleccionados, marcados y referenciados– se les realiza un estudio de fenología, es decir que se observa su comportamiento a lo largo del tiempo para conocer sus ciclos de floración y fructificación, entre otros aspectos. Y de las fuentes semilleras seleccionadas se recoge la semilla que es enviada hasta la Estación Biodiversidad de Piedras Blancas: un sitio en el que la investigación y la propagación de especies siguen su proceso.
Pero el banco de germoplasma no es un simple cuarto de estanterías y bajas temperaturas. Este proyecto también contempla bancos de germoplasma vivos, los llamados arboretos, espacios en campo donde se cultivan árboles nativos cuyas semillas no se pueden almacenar. O también, especies que no se pueden reproducir fácilmente por semillas. Entonces, a estos árboles se les puede hacer seguimiento: medirlos, fertilizarlos, conocer sus ciclos. Todo ello será información que servirá después a otros cultivadores. Asimismo, estos arboretos –cinco en los municipios de Aburrá Norte, uno en Aburrá Sur, dos en Cartama, uno en Tahamíes, que suman más de 16.500 árboles plantados– serán futuras fuentes semilleras.
“Una vez en la Estación –comenta la ingeniera forestal Martha Ligia Gómez, coordinadora general del proyecto–, si la semilla es de una especie que llega por primera vez, se somete a distintas pruebas para conocer las mejores condiciones de almacenamiento. También se hacen las pruebas para obtener una germinación rápida y óptima”.
Semillas que serán plántulas, plántulas que retroalimentarán los diferentes programas de reforestación y protección de cuencas; plántulas que, en muchos casos, serán entregadas a municipios, a ONG o a los mismos propietarios de fuentes semilleras para seguir incentivando la idea de que nuestras especies nativas son valiosas y merecen conservarse.
Para explicarlo mejor, digamos que este proceso comenzó hace once años, bajo la necesidad de conservar y repoblar nuestras especies forestales nativas. Si partimos del hecho de que la reforestación en Colombia, tanto con fines comerciales como
Entonces este proyecto parte de la identificación de fuentes semilleras: terrenos donde árboles nativos se encuentran en buen estado, la mayoría de ellos en predios privados. Por ello, parte también de la sensibilización a los dueños de estos predios y a los campesinos del lugar sobre la importancia de nuestros árboles, ya sea por sus posibilidades económicas, su valor ecológico o su patrimonio cultural; o las tres cosas. En un principio fueron 25 especies, ahora son 106 las que están en el proyecto.
Anualmente se recolectan más de 250 kg de semillas de las especies consideradas y se dispone de un vivero con capacidad para producir 500 mil plántulas.
Y así, buena parte de estas semillas puede ir a los invernaderos de la estación, para que comience su propagación; otra parte puede seguir en estudio y otra más podría llegar a ese cuarto frío que hace parte del Banco de Germoplasma, es decir un espacio de conservación de genes para la reproducción, un lugar donde la vida en estado de reposo espera para ver la luz. Entonces en un banco así “está la semilla para tratar de revertir todo el daño que se ha hecho, porque la pérdida de una especie significa demasiado, y hay muchas de ellas que están en grave peligro de extinción”, como comenta Martha Ligia.
En la Estación Biodiversidad Piedras Blancas se cuenta con laboratorios de Semillas, Cultivo de Tejidos y Palinología, Banco de Germoplasma, colecciones de referencia (Herbario, Espermoteca y Carpoteca), Centro de Documentación, tres invernaderos y vivero.
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El CIFFA,
unasmisión con entido
Por Ana María Bedoya Asesoría: Juan Camilo Restrepo, jrestrepo@corantioquia.gov.co y Juan Lázaro Toro, jtoro@corantioquia.gov.co
A
nte la necesidad de unir fuerzas para controlar y solucionar la irracional explotación de la fauna y la flora silvestres y las diferentes modalidades de tráfico ilegal en Antioquia, se unieron entidades que tienen como función trabajar en este tema y fue así como en 1996 se conformó el Comité Interinstitucional de Fauna y Flora de Antioquia, CIFFA, que está compuesto por CORANTIOQUIA, Corpourabá, Cornare, Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Secretaría Departamental del Medio Ambiente, Policía Nacional y el CTI de la Fiscalía. Una de las acciones que se coordinan desde el CIFFA, quizás de las más importantes, es la capacitación a los miembros de las instituciones con función de policía, como la Policía Nacional, el Ejército de Colombia y la Fiscalía, para que fortalezcan su accionar en el control; estas capacitaciones se realizan tanto en escuelas de formación como en los grupos especiales y divisiones administrativas con que cuentan estas instituciones. Sobre las carreteras y puertos, el CIFFA implementa los Puestos de Control Ambiental, que además de servir como mecanismos para detener la movilización y tenencia ilegal de nuestra biodiversidad, son a la vez unas excelentes oportunidades para sensibilizar a los viajeros sobre los efectos que el uso indiscriminado de animales y plantas silvestres ocasiona en nuestros ecosistemas, sobre las posibilidades de denuncia o entrega voluntaria de estas especies. Estos puestos han tenido mucho éxito en el transporte ilegal de maderas. Según Juan Lázaro Toro, profesional de la Corporación, “se ha capacitado a la Policía Ambiental para que sepa cuándo es ilegal, pues hay
Proteger especies de flora silvestre es indispensable para frenar el deterioro de los bosques y evitar que muchos animales pierdan sus hábitats.
Nuestras plantas y animales silvestres están siendo sacados ilegalmente de sus hábitats, explotadas y comercializadas sin escrúpulos. Es un daño irreversible para la naturaleza que, finalmente, termina afectando al hombre. Desde hace catorce años, el CIFFA viene luchando para erradicar este problema, pero, sobre todo, para crear conciencia de conservación y uso sostenible.
El CIFFA propende por la conservación de especies de flora y fauna que se encuentran amenazadas, especialmente, por el tráfico ilegal.
comerciantes que sacan madera de los bosques sin ningún tipo de permiso, y la traen a la ciudad sin salvoconducto, sobre todo proveniente de Urabá, Chocó, el Nordeste y el Bajo Cauca de Antioquia”. El aprovechamiento desmedido de las especies maderables genera desequilibrios en los ecosistemas y pone en condiciones críticas de supervivencia muchas especies como el abarco, el comino, el cedro negro y el roble, los mismos que son hábitat o fuente de recursos para muchas especies de animales. Desde el CIFFA también se coordinan los denominados Operativos de Revista, que consisten en recorridos de supervisión en plazas de mercado, parques, centros comerciales y almacenes de venta de animales. “Con miembros de la Policía Nacional se visitan estos lugares y realizamos labores de educación y control al tráfico ilegal de especies; en épocas de Semana Santa y vacaciones escolares, en estos lugares ofrecen la hoja de la palma de cera o de la palma táparo, e individuos o productos de especies animales como las icoteas, los chigüiros, las babillas, y las loras, sinsontes y turpiales”, explica Juan Camilo. El uso de la hoja de palma de cera ha disminuido, pero aún falta más conciencia, pues la desaparición de esta especie pone en peligro la existencia del loro orejiamarillo que utiliza esta planta como su casa y fuente de alimento. “También se está abusando del musgo en época decembrina; la gente lo usa para los pesebres y esto implica un pérdida importante para el ecosistema”, señala Juan Lázaro, del equipo de flora de CORANTIOQUIA.
En las carreteras de Antioquia, hay continuos operativos de control para detener la comercialización sin permisos de especies maderables y de animales silvestres. La sensibilización de la comunidad ha sido un objetivo prioritario del CIFFA, que lo ha cumplido con la difusión de mensajes educativos en radio, televisión, afiches, manuales, cursos, charlas y, sobre todo, voz a voz. Estrategias como Respétalas empiezan a tener sus frutos en la ciudadanía: “casi el 70% de especies de fauna y flora que llegan al CIFFA están siendo entregadas de manera voluntaria”, cuenta Juan Camilo. “Sabemos que aún hay mucho por hacer y el trabajo en equipo no es fácil, pero sí grato. Hemos tenido logros y la idea es tener más”, agrega. El CIFFA, una unión de personas y entidades que luchan por conservar las especies y sus hábitats, proclama que el encierro y el arrasamiento no son propios de la naturaleza y que cada vez que el hombre pone su mano sobre el ecosistema, por antojo, negocio o vanidad, el desastre se asoma.
Nº 34 · Julio de 2010
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La gran apuesta por la
educación y La legalidad La educación ambiental es la herramienta más efectiva para contrarrestar el deterioro de los recursos naturales. El compromiso de las instituciones ambientales es mostrarles a las comunidades la importancia de proteger la naturaleza no sólo como una convicción sino también como un deber. En cuanto a cultura de la legalidad, CORANTIOQUIA emprende proyectos educativos con usuarios y población escolar, que buscan fomentar una relación de respeto y cuidado con el ambiente.
S
er legales con la naturaleza y sentirse parte de ella son las consignas que se escuchan en las comunidades comprometidas con los proyectos que promueve CORANTIOQUIA. Desde su creación, la entidad se ha enfrentado a un modelo económico que derrocha y agota los recursos naturales, lo que ha desatado una apuesta que pretende un diálogo con niños, jóvenes y adultos de diferentes municipios del departamento, para que comprendan nuestro rol en la tierra y se comprometan con la preservación de la vida. Para trabajar con las poblaciones, la Corporación se acoge a la Ley 99 que define los fundamentos de la política ambiental colombiana y a la Política Nacional de Educación Ambiental. Allí están las reglas de juego que sustentan las estrategias y procesos que se desarrollan en las comunidades.
Control y vigilancia
Además de promover la cultura ambiental, la Ley 99 le otorga a las corporaciones autónomas regionales la responsabilidad de ejercer control en su jurisdicción, de acuerdo con las normas y las políticas trazadas por el Ministerio de Medio Ambiente. Siguiendo estas directrices, CORANTIOQUIA ejerce como autoridad ambiental vigilando los recursos e imponiendo medidas preventivas y sancionatorias en los casos que lo ameriten. “El ambiente es un patrimonio común y por lo tanto se tienen derechos y obligaciones con él. Una de esas obligaciones es utilizar los recursos responsablemente”, explica Flor Ángela Restrepo, abogada de la subdirección de Regionalización. La solicitud de permisos para regular el uso y aprovechamiento de los recursos naturales son uno de los deberes que más ignoran las comunidades. “Las personas naturales
Por Lina Martínez Asesoría: Flor Restrepo, frestrepo@corantioquia.gov.co y Alba Miriam Vergara, avergara@corantioquia.gov.co
y jurídicas solicitan los permisos cuando ya es demasiado tarde, cuando se presentan problemas de escasez o conflictos de vecindad; esto significa que no hay una conciencia sobre la planeación de sus actividades, asociada al uso del patrimonio natural, para evitar problemas futuros. Quienes necesiten aprovechar ciertos bienes naturales, deben saber que hay una normativa y unos procedimientos”, explica la funcionaria. La razón de tal legislación es administrar el uso de los bienes naturales de manera eficiente y eficaz para que no se afecten otras personas o comunidades o para prevenir daños, asociados al uso indiscriminado. CORANTIOQUIA aplica la normativa ambiental, para evitar los factores que deterioran el ambiente. Y en ejercicio del control y seguimiento, la entidad puede adelantar el procedimiento sancionatorio e imponer medidas preventivas y sanciones. Estas normas se refuerzan con las actividades y capacitaciones organizadas por CORANTIOQUIA, pues la Corporación busca que la Ley y la educación ambiental, sea el motor que legitime las buenas prácticas ambientales para generar conciencia frente al uso responsable de los recursos naturales. “Es de trascendental importancia lograr que el ambiente como patrimonio colectivo sea respetado y por eso es imprescindible ahondar en la educación”, agrega Flor Ángela.
Cultura ambiental
En el tema de cultura ambiental, CORANTIOQUIA hace lecturas de los rasgos culturales de cada comunidad antes de definir los planes de acción. Estos diagnósticos dan pautas para entender la relación de las personas con el lugar donde viven. Algunos estudios realizados sobre cultura ambiental en diferentes municipios han permitido diferenciar algunos comportamientos o prácticas ambientales que pueden generar impactos ambientales mayores o menores al patrimonio natural.
Después de analizar los contextos territoriales, se elabora una propuesta que busca generar una reflexión sobre las prácticas y hábitos de vida con la población, con el fin de establecer una adecuada interacción entre la comunidad y la naturaleza; y a partir de allí llegar a mejores condiciones de salud, de convivencia, entre los habitantes. Finalmente, se hace una proyección para definir estrategias a largo plazo que puedan ser lideradas por los habitantes del territorio. Este modelo pedagógico también contribuye a formar ciudadanos críticos que tengan elementos para hacer una veeduría ambiental y proteger su territorio. Los procesos desarrollados hacen parte de las estrategias y responsabilidades consignadas en la misma Ley 99. Una de ellas es el desarrollo de los Proyectos Ciudadanos de Educación Ambiental (Proceda), donde se impulsa la educación llamada tradicionalmente no formal. A través de esta figura, la Corporación acompaña grupos de mujeres, comunidades organizadas y proyectos educativos ambientales con énfasis en equidad de género; además, apoya el trabajo de comunidades afrodescendientes e indígenas, y se forman dinamizadores ambientales. Los Procesos Ambientales Escolares (PRAE) también son importantes a la hora de generar cambios de pensamiento y conciencia para la conservación. En este caso, la subdirección de Cultura asesora colegios en el diseño de procesos que desde lo ambiental ayuden a mejorar su entorno. El objetivo es que las comunidades educativas logren articularse con sus vecinos para reconocer sus problemas ambientales y buscar soluciones. Aunque falta mucho por recorrer, está claro que la educación y la aplicación de la ley son herramientas eficaces para transformar las formas como se relaciona el hombre con la naturaleza que aún son nocivas para la sostenibilidad de la vida en la tierra.
La contaminación del aire, de las aguas, del suelo y de los demás recursos naturales, se considera un factor que deteriora el medio ambiente en el Decreto 2811 de 1974.
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o d n a v e l l n á t s e e S O J A B A R El T a casa para l
Por Juan David Murillo
Hasta cuando están en casa se les nota que trabajan en CORANTIOQUIA. Este grupo de empleados, que vio nacer la Corporación y maduró con ella, habla de las buenas prácticas ambientales que ahora comparten con su familia.
Fanny Arley Flórez Gaitán
Aunque dicen que loro viejo no aprende a hablar, Fanny, quien trabaja como secretaria en el archivo de la Dirección Territorial Aburrá Norte, está convencida de que hay que insistir en el cuidado del medio ambiente, no solo con los niños, sino también con los adultos. Por eso, siempre que puede, lleva material educativo de la Corporación para exhibirlo en el edificio donde vive. Se lo entrega al administrador de la propiedad para que lo pegue en las carteleras, con la esperanza de que sus vecinos se comprometan con el cuidado de la naturaleza. “Hay gente que despilfarra mucho cuando lava un carro. A mí me da mucha tristeza ver esas aceras mojadas”, expresa esta mujer, quien asumió también la separación de residuos sólidos como una práctica cotidiana.
Luz Mabil Zapata
Luz Mabil Zapata trabaja en el archivo, y en el tiempo que lleva en la Corporación ha tenido oportunidad de capacitarse y estudiar. Sin embargo, lo mejor es que puede llevarse asuntos de la oficina para la casa. Y no precisamente trabajo; se trata de algunas enseñanzas para compartir con sus hijos y esposo acerca del cuidado ambiental. No dejar abierta la llave del lavamanos cuando se cepillan, desconectar el microondas y la lavadora después de usarlos, así como reutilizar el agua para otras tareas, son algunas de las prácticas que ha implementado en el hogar.
Lilliam Gómez
Entre los grandes orgullos de Lilliam Gómez está que sus sobrinos Luciano, de 8 años, y María Antonieta, de 12, son defensores activos de la naturaleza. Eso lo sacaron de ella, quien desde muy joven, cuando empezó su carrera de Ingeniería Agronómica, se comprometió con esta causa. Luego siguió su ejercicio profesional en África, y empezó a soñar, junto a otras personas, con la construcción de una corporación que asumiera el cuidado del ecosistema: CORANTIOQUIA. La ingeniera dice que uno de los principales compromisos que ha adquirido en la entidad es generar conciencia acerca del consumo responsable de productos orgánicos, un trabajo que debe adelantarse con niños y adultos del campo para que entiendan la importancia de seguir cultivando la tierra. Ella, particularmente, ha aprendido a diferenciar el origen de productos como el tomate y el café con solo sentir su sabor. Cuando consume productos orgánicos sabe que está viviendo como piensa y, de paso, le está dando una mano a su salud.
Nubia Ramírez Casas
Octavio Gómez
Su trabajo no solo sembró semilla en él, sino también en su familia. Su hija, por ejemplo, es una apasionada por lo ambiental. Según Octavio Gómez Barajas, técnico operativo de la Dirección Territorial Aburrá Sur, “Ella me dice que no compre carro porque con eso aumenta la contaminación”. Octavio acostumbra separar los residuos orgánicos de los reciclables, aunque reconoce que le quedan dudas acerca de la disposición final que otras personas hagan de estos materiales. Siente que todavía falta mucha conciencia, que esto necesita un cambio de cultura y el punto de partida es el compromiso individual.
Si bien en unos meses ya no estará en CORANTIOQUIA, porque va a pensionarse, Nubia, funcionaria de la Dirección Territorial Aburrá Sur, no olvidará que, desde su trabajo en el campo y las oficinas, la entidad le reafirmó lo importante que es respetar a la madre naturaleza. Entre muchas anécdotas recuerda la de un vecino que tenía en su casa un pequeño mico. “Si a usted se lo llevaran para el monte, ¿sería capaz de vivir allí?”, le preguntó. Finalmente, el hombre optó por entregar el animal a las autoridades, para que lo rehabilitaran y regresaran a su hábitat natural. Una de sus prácticas cotidianas para aliviar al planeta es utilizar un mismo vaso para el consumo de agua, sin lavarlo. Sabe que este recurso se va gota a gota y podrían ser sus nietos quienes no lo disfruten.