AGOSTO

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AGOSTO 2010

AÑO: 3 No. 31

Costo de edición $7.00

LA VOZ DE LA IGLESIA EN MONTERREY

CONOCE >

COMPROMÉTETE >

VIVE >

LA PARROQUIA INICIADORA Y FORMADORA DE LOS DISCÍPULOS MISIONEROS

LA ORACIÓN DE LOS JOVENES

BENEDICTO XVI PRESENTA EL RETRATO DE UNA PARROQUIA EVANGELIZADORA

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Pastoral Siglo XXI > p. 2

CONOCE > EDITORIAL

a gran misión que se ha generado en nuestro c o n t i n e n t e latinoamericano y caribeño, ha comprometido aún más la figura del sacerdote y más aún del sacerdote párroco, porque esta misión lo está llevando a una renovación de su vida, de su mentalidad y de su ministerio. El reto ahora es muy grande ya que el quehacer de la Iglesia se ve i n m e rs o e n u n a transformación de alcance global y de grandes transformaciones culturales (cfr. DA # 33, 34 y 44). En este contexto sitúo el temor y el reto de los apóstoles que viendo que la barca se hundía, que avanzaba sin control y quizá temerosos de que no terminaban de controlarla, tuvieron que cuestionarse y reflexionar para descubrir nuevas habilidades que les ayuden a no volver a enfrentar esta situación sin control. Debemos estar atentos y alertas sobre las grandes problemáticas que el mundo de hoy le está presentando a nuestras comunidades, quienes también se ven afectadas por tantas transformaciones que este mundo globalizante le está ofreciendo. El Papa Juan pablo II, en su encíclica Redemptoris Missio, habla de los grandes areópagos en donde se tratan los temas más variados y diversos que afectan a toda la comunidad. Haciendo alusión al areópago ateniense, en el que no sólo se discutían temas de justicia que los afectaban a todos, ahí se discutían temas de toda índole: políticos, sociales, culturales, religiosos y como cerca del lugar estaba el mercado, no dudamos que incluso se discutían temas de tipo económico. Y la gente se enteraba de todo porque estaba inmersa en todo. Hoy día nuestras comunidades se ven

afectadas e influenciadas igualmente por problemas políticos, sociales, culturales, religiosos y económicos, que brotan de una problemática mundial, nacional y local; no están exentos de todo ello, y los sacerdotes, como verdaderos misioneros, debemos tratar de evangelizar todas estas situaciones que afectan a cada uno de los hogares que forman nuestras comunidades. Son situaciones de todo tipo: el mundo, la mujer, el matrimonio, la tecnología, la escala de valores, las enfermedades, la pobreza, la drogadicción y los adolescentes, la violencia y el narcotráfico, la inseguridad, el desempleo y el subempleo, nuevas formas lúdicas de entretenerse, son algunas de las situaciones que les toca vivir a todos, y en las que el Evangelio debe ser la principal referencia para enfrentarlas y decidir su uso y aplicación. Hay que llegar a ellos para iluminarlos, creando círculos y centros de barrio para su discusión, formando equipos de diálogo y de iluminación en la parroquia, creando grupos de caridad para atender las necesidades más apremiantes de la comunidad, que ellos vean y entiendan que el Evangelio nos invita a la acción y al servicio, a la ayuda mutua y desinteresada y no sólo a la escucha de

su Palabra pero que no mueve a la acción. Esta visión es la que debe irnos llevando a descubrir nuevos paradigmas en el que la gente entienda que se discute a la luz del Evangelio para encontrar luces que iluminen nuestra vida y sobre todo nos accionamos como un verdadero signo de amor y de comunión como lo hicieron las primeras comunidades cristianas. Todos estos cambios generan nuevas culturas y nuevos lenguajes y símbolos de los que no podemos ni debemos estar exentos los sacerdotes. El P. Víctor Ruano Pineda, nos comenta en la revista "Medellín" núm. 141: "El compromiso es muy grande y debemos estar conscientes del nuevo perfil sacerdotal: hombre de mundo, compenetrado en la cultura contemporánea, serenamente crítico de la realidad que vive, dialogante en un mundo más democrático y pluralista, auténticamente humano de modo que nada humano le sea ajeno, entrañablemente espiritual como hombre impulsado por el Espíritu, impregnado de verdadero sentido de Dios. Además, todo "un hombre de la misericordia y la compasión, cercano a su pueblo y servidor de todos, particularmente de los que sufren grandes necesidades". (DA # 198). Que este tema mueva a la reflexión de un apostolado tan comprometido y arduo que ya realizamos, pero del que es necesario seguir descubriendo y caminando en beneficio del pueblo de Dios al que estamos atendiendo en cada una de nuestras comunidades.

Pbro. Lic. Walter Fernando Gómez Olvera Vicario de Pastoral


CONOCE

CONOCE > LA VOZ DEL PASTOR

EDITORIAL / p. 2 LA VOZ DEL PASTOR / p. 3 LA PARROQUIA: CASA Y ESCUELA DE COMUNIÓN / p. 4 LA PARROQUIA, INICIADORA Y FORMADORA DE LOS DISCÍPULOS MISIONEROS / p. 5 LA PARROQUIA Y OTRAS FIGURAS SEMEJANTES/ p. 6

¿ES VERDAD QUE TODO ES VERDAD? / p. 7

ESTOY VIVO / p. 8 y 9 HIMNO AKATHISTOS / p.10 Y ELLOS AL INSTANTE, DEJANDO LA BARCA Y A SU PADRE, LE SIGUIERON / p. 11

LA ORACION DE LOS JOVENES / p. 12 LA PARROQUIA: SIGNO DE LA DIACONÍA / p. 13

BENEDICTO XVI PRESENTA EL RETRATO DE UNA PARROQUIA EVANGELIZADORA / p. 14

OREMOS POR LA PAZ EN MÉXICO/ p. 15 ANIVERSARIOS SACERDOTALES / p. 16

Director General Emmo. Sr. Francisco Robles Ortega Arzobispo de Monterrey Sub - Director Pbro. Juan José Martínez Segovia Director Editorial Pbro. Walter Fernando Gómez Olvera Coordinación Lic. Juan Pablo Vázquez Rodríguez Consejo Editorial Lic. Yolanda Ruiz Mtz. Lic. Jorge Rodríguez Tueme Pbro. Juan José Martínez Segovia Pbro. Walter F. Gómez Olvera Pbro. Javier Hernández Raygoza Pbro. Leopoldo García Mtz. Colaboradores Secretariados, Departamentos y Comisiones de la Arquidiócesis. Representantes Parroquiales. Redacción y Revisión Departamento de Comunicación Diseño Lic. Miguel Angel Durán Rodríguez Impreso Imprenta Arquidiocesana de Monterrey Distribución Mensajería y Paquetería Galgo S.A. de C.V. Contabilidad Jasso Silva y Asociados S.C. Directorio Periódico Mensual Julio del 2010. Editor responsable: Pbro. Walter Fdo. Gómez Olvera. No. de certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derecho de Autor: 04-2007072412073100-01. No. de Certificado de lícitud de Título: 13903. No. de Certificado de licitud de Contenido: 11476. Domicilio de la Publicación: Calle Zuazua 1100 Sur, Barrio Antiguo, C.P. 64000, Monterrey N.L. Imprenta: Impresos Eclesiásticos, Dpto. de la Arquidiócesis de Monterrey, Calle Mitla 511 Col. Regina, C.P. 64290, Monterrey, N.L. Distribuidor: Mensajeria y Paquetería Galgo, Calle 16 de Septiembre 413 Ote. Col. Independencia C.P. 64720 Monterrey N.L.

on mucha frecuencia Jesucristo se apartaba al desierto para orar, y así entablar una comunicación de amor con su Padre. Jesús nos comparte la maravillosa experiencia de esa relación con el Padre a través de la oración. Él quiere que nosotros, sus discípulos, nos dirijamos a Dios como a nuestro papá, con lo cual nos estamos reconociendo y nos sentimos como verdaderos hijos de Dios. Si descubrimos que Dios es nuestro Padre, reconocemos que nos ama a todos como hijos y no quiere que le falte a nadie el pan de cada día; y que si le falta a alguien el pan de cada día, puesto que somos hijos del mismo Padre y nos reconocemos como una comunidad de hermanos, miembros de la misma familia, vamos a hacer que no le falte a nadie. Si nos reconocemos hijos del mismo Padre asumimos la capacidad para pedir perdón y al mismo tiempo, la de saber perdonar las ofensas que se nos hacen: saber ofrecer perdón a quién nos ofende porque somos hijos de Dios, esto es lo que Jesús nos enseña a sus discípulos, y nos invita a que hagamos una vida en la constante comunicación, en confianza y afiliación con nuestro Padre.

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y según la Palabra, Abraham se quedó delante de Dios. Este permanecer delante de Dios es la característica del que ora y en esa actitud de estar en comunicación con Dios, es posible insistirle a Dios como lo hizo Abraham, quién sabía que Dios no puede pasar como el injusto, por lo que a partir de esa premisa le insiste para conseguir lo que quiere. Hermanos, si nosotros nos decimos cristianos, si nos reconocemos discípulos de Dios, no puede faltar en nuestra vida la oración; la oración distingue a un verdadero cristiano del que no lo es a plenitud; la oración es una virtud propia del verdadero discípulo. La vida del que vive en oración incluso, en medio de la pena y el abatimiento, puede ser de alegría, de gozo y de auténtica paz porque Dios es nuestro Padre. La vida del que ora cambia completamente; aquél que permanece en la presencia de Dios en oración encuentra sentido, incluso en las adversidades y en las pruebas más difíciles. A quién mantiene esa constante comunicación con Dios nada lo detiene. Que a través de la oración se fortalezca nuestra relación con Dios y gocemos de su infinito amor.

Las características que debe tener la oración del discípulo son la insistencia, la perseverancia y la constancia. La oración para el cristiano, para el discípulo de Jesús, no debe ser solamente en la emergencia cuando tenemos situaciones límite y buscamos que Dios resuelva inmediatamente nuestras necesidades. La oración del cristiano tiene que ser insistente; vivir en esta comunicación con Dios nuestro Padre: "pidan y se os dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá". Si ya sabemos que Dios es nuestro Padre y nosotros nos reconocemos hijos de Él, debe prevalecer la confianza y cuando hay confianza, podemos insistir hasta que se nos conceda lo que pedimos. Dios le comunicó a Abraham que por no haber justos en Sodoma iba a castigar a esta ciudad;

Les envío de corazón mi bendición

+ J. Francisco Cardenal Robles Ortega Arzobispo de Monterrey


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CONOCE > LA PARROQUIA

nte la urgente renovación de las parroquias, debida al creciente número de fieles católicos en el continente que no participan de la vida eclesial, nuestros obispos nos proponen un interesante énfasis en la comprensión de lo que debe ser una parroquia. Nos dicen que las parroquias "están llamadas a ser casas y escuelas de comunión" (Aparecida, n. 170). Casa y escuela consideradas como metáforas nos ayudan a ver de manera distinta a la parroquia.

Casa La iglesia es la casa de todos los fieles cristianos porque entran a formar parte de ella todos los que se convierten en hijos de Dios y nacen a la vida eterna por medio del bautismo (Cf. CIC 204§1, LG 31). De este modo, la parroquia es parte de la gran familia que es la Diócesis (CIC 515§1). La comprensión de la parroquia como casa nos invita a re-pensar dos aspectos inherentes a dicho concepto. En primer lugar, re-pensar las relaciones de los presbíteros con los laicos y consagrados de la parroquia; en segundo lugar, re-pensar la parroquia como lugar o espacio de encuentro con los demás.

Escuela La Iglesia es escuela en cuanto la fundó Cristo para que fuera maestra de los pueblos y conocieran el camino de la salvación (Cf. Mater et magistra, 1). De ahí que Pablo la llamase "columna y fundamento de la verdad" (1Tim 3,15). Me parece que la noción de escuela, al aplicársele a la Iglesia, corre el peligro de reducirse a un modo específico de enseñar, como sería el de las aulas. Fuera de esta aclaración, cabe decir que la noción de enseñaza ha estado presente en la Iglesia desde la antigüedad cristiana que ha comprendido a Cristo como el Pedagogo por excelencia, porque posee la verdadera 'paideia'.

convocar a 'todos' los hijos de Dios de la parroquia y ayudarles a descubrir su misión en la Iglesia y en el mundo. El ministerio de gobernar lo deben de realizar como un verdadero padre, lo cual implica esforzarse por desarrollar una relación cercana con los laicos o consagrados de la comunidad. Los presbíteros deben de ser maestros, no solo de la doctrina cristiana, sino con el trato humano. Por su parte lo laicos deben de estar en comunión con los presbíteros concientes de que existe una amplia gama de ministerios en los que pueden participar. Deben descubrir la forma en que pueden servir a Dios en la Iglesia y en el mundo.

Tres ideales Que una parroquia sea casa y escuela de comunión significa tres cosas: que en ella los bautizados se sienten felices de estar y de relacionarse; que cada quien encuentra su lugar y reconoce el lugar de los demás en la Iglesia; que todos aprendemos de todos. Ser casa es como el corazón, ser escuela son las manos y los pies, ser comunión es el esqueleto. Gran reto que requiere el esfuerzo de todos nosotros.

Comunión Vivir en comunión significa la unidad en la diversidad. Los presbíteros "reúnen, en nombre del Obispo, a la familia de Dios" (Presbiterorum Ordinis, n. 6) conscientes de que "en la Iglesia hay variedad de ministerios, pero unidad de misión" (Apostolicam Actuositatem, n. 2). Los presbíteros deben de

Por: Pbro. Lic. Juan Pedro Alanís Marroquín Vicario Basílica de Guadalupe


CONOCE CONOCE > APARECIDA

l Documento de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (llamado de Aparecida), nos presenta a la parroquia como uno de los lugares de formación de los discípulos misioneros (además de la familia, las pequeñas comunidad eclesiales, los movimientos eclesiales y nuevas comunidades, seminarios y casas de formación religiosa, colegios y universidades católicas, etcétera). Esta formación consta de dos etapas: la Iniciación cristiana y la formación permanente. Cuando hablamos de iniciación cristiana, asociamos ésta a los primeros sacramentos que recibe el fiel católico: bautismo, confirmación y primera comunión. Es, dice el Documento de Aparecida: "la manera práctica de poner en contacto con Jesucristo e iniciar en el discipulado." (n. 288). La formación en la fe de los fieles es imprescindible. Menciona el documento: "O educamos en la fe, poniendo realmente en contacto con Jesucristo e invitando a su seguimiento, o no cumpliremos nuestra misión evangelizadora." (n. 287). En ambas tareas, el documento de Aparecida señala el papel que la parroquia tiene qué realizar, sin demeritar los otros lugares de la evangelización. En cuanto a la Iniciación cristiana, "la parroquia ha de ser el lugar donde se asegure la iniciación cristiana y tendrá como tareas irrenunciables: iniciar en la vida cristiana a los adultos bautizados y no suficientemente evangelizados: educar en la fe a los niños bautizados en un proceso que los lleve a completar su iniciación cristiana: iniciar a los no bautizados que habiendo escuchado el kerigma quieren abrazar la fe" (293).

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Cultivar la oración, ya que muchas veces en la parroquia es alentada, purificada y enriquecida en su contenido por el testimonio de otros fieles, por las circunstancias de la vida de comunidad; Cultivar… el aprecio por la celebración litúrgica, de la cual la parroquia es hoy por hoy, según mi apreciación personal, el espacio donde se ofrece de una manera más frecuente y variada, y donde se cuida más su correcta celebración; Cultivar… la vivencia comunitaria, porque la parroquia es comunidad de comunidades, espacio donde una gran variedad de los carismas de la Iglesia confluyen y se manifiestan para el bien común, donde se aprende la solidaridad, la tolerancia, la obediencia, la humildad, el servicio, la paz en la justicia, en un contexto de fe, de compromiso por el Reino de los cielos, de aceptación de los designios divinos; Cultivar… el compromiso apostólico, dada la diversidad de servicios que en el ámbito parroquial se necesitan realizar para la labor evangelizadora, para mantener las estructuras administrativas, notariales, etcétera. Hoy, pues, es momento de revalorar la parroquia, de renovarla, de darle vida y de orientarla para que sirva a su propósito fundamental de ser "espacios de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los proyectos pastorales y supraparroquiales y a las realidades circundantes" (n. 170).

El documento puntualiza: Se asegure, es decir, si en otros espacios de formación pueden o no ofrecer la iniciación cristiana, en la parroquia se debe, no existe más opción que brindarla. Para ello lleve a cabo tareas irrenunciables; es decir, no debe haber parroquia donde el fiel cristiano no encuentre procesos de catecumenado infantil (catecismo) o de adultos, co n l a co n s i g u i e nte c e l e b ra c i ó n s a c ra m e nta l . Por otra parte, la formación catequética, por sus características, encuentra en la parroquia un espacio más que adecuado. La catequesis, nos dice el documento, "no puede limitarse a una formación meramente doctrinal sino que ha de ser una verdadera escuela de formación integral. Por tanto, se ha de cultivar la amistad con Cristo en la oración, el aprecio por la celebración litúrgica, la vivencia comunitaria, el compromiso apostólico mediante un permanente servicio a los demás" (n. 299).

La parroquia, pues, es lugar donde se favorecen los diversos aspectos de la labor formativa: Formación integral, que pide diversos espacios, agentes y medios para llevarla a cabo, encontrándolos en la comunidad parroquial más asequibles y abundantes que en otros lugares formativos, por ejemplo, una familia o un grupo apostólico aislado;

Pbro. Gilberto Rojas Álvarez Vicario en Santa Clara de Asís


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CONOCE > DERECHO CANÓNICO

omo en varias ocasiones lo hemos indicado, el concepto de parroquia del actual código de derecho canónico entrelaza dinámicamente la acción evangelizadora de la Iglesia, las funciones del párroco de enseñar, santificar y regir al pueblo de Dios y, la comunidad de fe convocada por la palabra de Dios y los sacramentos. Pero además de la parroquia la legislación propone otras figuras para aquellas comunidades en las que por muy diversas razones no es posible que sean constituidas como tales. El canon 516 manifiesta que a la parroquia se le equipara la cuasiparroquia, es decir, "una determinada comunidad de fieles d e nt ro d e l a I g l es i a pa r t i c u l a r encomendada, como pastor propio a un sacerdote, pero que, por circunstancias peculiares, no ha sido erigida como parroquia". A pesar que se le compara a la parroquia, la cuasiparroquia no tiene los mismos elementos que la parroquia. Veamos: 1) no se constituye de manera estable; 2) pude ser, por tanto, temporal; 3) el pastor propio es un sacerdote, pero que no tiene la estabilidad que da el oficio de párroco (cfr. c.522). Por otra parte, también existen las rectorías; son iglesias no parroquiales, cuya atención se confía a un sacerdote para que celebre en ella los oficios (c.556), la rectoría no tiene jurisdicción propia, esta enclavada dentro de la jurisdicción de una parroquia y según los estatutos puede, o no, llevar libros de sacramentos. Además de estas figuras, existe la capellanía, el oficio del capellán es constituido establemente, y es confiado a un sacerdote en orden a la atención pastoral de alguna comunidad o grupo de personas (c.564). Estos grupos de personas se componen fundamentalmente por aquellos que por su género de vida no pueden gozar de la atención pastoral ordinaria, como son los emigrantes, desterrados, nómadas, marinos, soldados, presos, enfermos, etc. (c.568). El canon 566 nos advierte que los capellanes deben de estar provistos de todas las facultades que se requiere para el buen cuidado pastoral. La figura del capellán es muy necesaria, ya que no solo cubre las necesidades sacramentales de una comunidad que de ordinario no lo tendría, sino que además es un agente de evangelización en circunstancias especiales de la vida de los fieles, pensemos por ejemplo en los capellanes universitarios.

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Además de las tres figuras anteriores, existen otras que no se especifican en el Código de Derecho Canónico pero, han sido propuestas por el Directorio para el ministerio pastoral de los Obispos Ecclesiae Imago, como son las vicarías o iglesias subsidiarias. Estas vicarias se encomiendan a un vicario parroquial que bajo la autoridad del párroco propio ejerce en ellas su ministerio con la finalidad de acompañar a la comunidad en su proceso de madurez en diferentes aspectos: pastoral/sacramental, material/económico, administrativo/organizativo, de modo que mientras no logren una mayor solidez en estos aspectos, son subsidiados por la parroquia a la que no dejan de pertenecer hasta que no sean erigidas en forma independiente. Otra forma de garantizar la atención a los fieles son las misiones con cura de almas. Se puede establecer una misión especial dentro del territorio de una parroquia, o, en medio de varias parroquias, en la que se ejerza la cura de almas en razón de un determinado grupo de fieles a los que el párroco o los párrocos no pueden atender convenientemente de forma ordinaria debido a lo peculiar de sus condiciones de vida. Por ultimo el Directorio menciona los centros o casas pastorales, que son lugares, no necesariamente templos o iglesias, situados dentro del territorio de una parroquia a donde el párroco se acerca periódicamente, personalmente o por medio de otros sacerdotes, diáconos o laicos idóneos, para ejercer funciones sagradas, impartir catecismo, realizar determinadas obras culturales o funciones ministeriales en atención a los enfermos, a los ancianos, a los presos, indigentes, huérfanos, etc. Podemos concluir que la parroquia debe caracterizarse sobre todo por la unión de las personas, de manera que se presente una verdadera comunidad de fe, de gracia y de culto, presidida por el párroco, pero para hacer frente a las necesidades pastorales particulares en circunstancias complejas de algunos grupos de personas, la legislación de la Iglesia permite la adaptación de la asistencia pastoral por medio de figuras semejantes a la institución parroquial.

Pbro. Juan Alberto Pequeño Macías Vicario en Corpus Christi Riberas de la Silla


MEDITA MEDITA

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ace tiempo, una pareja de esposos me hablaba sobre una discusión que habían sostenido a causa de que uno de ellos, Manuel, todos los sábados, aceptaba platicar amablemente con los Testigos de Jehová. Raquelito, su esposa, pensaba que este era un comportamiento inapropiado para un católico. Pero, Manuel opinaba que lo inapropiado, además de poco educado, era cerrarse a la conversación, pues decía, "todas las religiones hablan de un Dios bueno y, finalmente, ese Dios bueno habrá de juzgarnos no por la doctrina que profesamos, sino por el amor que practicamos". Desde luego que, como dice Manuel, los católicos, al igual que cualquier otra persona, hemos de mostrarnos amables y abiertos al diálogo con todos, incluso con quienes profesan una religión distinta a la nuestra. En efecto, lo que finalmente cuenta ante Dios, es el amor. Sin embargo, precisamente porque lo decisivo es el amor, no se puede obviar la pregunta por el significado del amor. Ante la pregunta: ¿qué es el amor?, puede haber múltiples respuestas, pero ¿cuál de todas será verdadera?, pues no parece que ante tan fundamental pregunta para la convivencia humana, se pueda aceptar cualesquier respuesta. Es por eso que aunque en el diálogo con otras religiones, se ha de mantener una actitud de respeto y cordialidad, no por ello se debe renunciar a la exigencia de la honestidad; y la honestidad consiste también en el respeto por el recto juicio de la razón cuyo fin sólo puede ser la verdad. Lamentablemente, hoy en día, se ha hecho común aceptar cualquier afirmación como verdadera bajo el argumento de que hay que respetar el derecho de cada cual a expresarse libremente. Sin embargo, a menudo se olvida que sin la verdad no puede haber auténtica libertad. En efecto, como nos recuerda san Juan: "la verdad nos hace libres" (Jn.8,32). Basta recordar, por

ejemplo, las p e r s o n a l e s experiencias en las que hemos sido víctimas de algún comportamiento vicioso y es que todo vicio es contrario a la verdad de nuestra naturaleza humana. Quien es adicto al tabaco o al alcohol, por citar un caso, sabe bien que su adicción contradice la verdadera exigencia de salud de su organismo. Ahora bien, como para muchos "la libertad de expresión" es sinónimo de "expresión verdadera", también está de moda sostener que "no hay verdades absolutas". Precisamente, por eso, se presume que la opinión de cada cual es verdadera. Se concluye luego que lo que en una época se consideró verdad, puede no serlo para las generaciones futuras o para esta o aquella cultura. Sin embargo, aquí también se olvida que cuando se dice que "no hay verdades absolutas", de hecho, se está haciendo una afirmación con la absoluta pretensión de decir algo verdadero, pues si así no fuera, no tendría sentido hacer semejante sentencia. Cuando por un mal entendido deseo de paz, de diálogo y de respeto se pregona que todas las religiones son igualmente verdaderas porque a fin de cuentas, todas nos conducen al amor, en el fondo, se asume el falso presupuesto según el cual "lo importante es hacer, no pensar". Pero, ya nos advierte un refrán que "hay que pensar antes de actuar" porque por experiencia propia, ya sabemos que la acción meramente impulsiva puede ser negligente. Bajo el supuesto de que lo importante es amar, se relativizan las doctrinas, o bien, se evita hacer juicios sobre ellas, pues poco importa que sean verdaderas o no; más aún se da por hecho que todas son verdaderas. Sin embargo, toda religión que se precie de ser auténtica, debe ser humanizante y lo

específicamente humano consiste en actuar conforme a la verdad de la razón. Por eso, la verdad es tan definitiva como el amor, pues sólo podrá considerarse como amor humano, aquella conducta apegada a la verdad de la dignidad humana. Y es en esta coincidencia del amor y la verdad donde radica la auténtica libertad. Si para un mormón, por ejemplo, el amor admite la poligamia, para un católico, el amor no puede ser referido a éste o cualquier otro comportamiento porque, en definitiva, toda conducta debe estar en coherencia con la verdad no sólo de la razón, sino sobre todo, de la propia fe. La verdades de nuestra fe que solemos llamar "dogmas" o "doctrinas", se apoyan siempre en la verdad fundamental de Jesucristo como expresión del amor del Padre. En efecto, para san Juan, amar y conocer no son cosas distintas, por eso dice "Quien no ama no conoce a Dios porque Dios es amor" (1 Jn.4,7). "Hemos conocido su amor porque Cristo dio su vida por nosotros" (1 Jn. 3, 16), por ello, para los creyentes, el verdadero amor no consiste en otra cosa, sino "en amarnos los unos a los otros como Cristo nos ha amado" (1 Jn.3,23). En consecuencia, como dice el Apóstol: "no amemos de palabra ni de boca, sino con las obras y según la verdad" (1 Jn. 3,18)

Pbro. Dr. Alberto Anguiano García Misión en Universidad pontificia de México


MEDITA MEDITA

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a ventaja de vivir muchos años, siglos como en mi caso, es que puedes hacer largos análisis sobre tu propia historia, s e ñ a l a n d o l o s m o m e nto s m á s importantes de la misma, los paradigmas más evidentes. Disfruto recorrer con nostalgia mi pasado, observar asombrado mi presente, intuir abrazado por el miedo mi futuro. Y es que contra los que opinan algunos, mi inteligencia existe y no sólo ha disminuido con el paso del tiempo, sino que se ha incrementado, se ha fortalecido. Ahora veo las cosas de forma diferente, pues conozco mejor a los seres humanos y a sus reacciones. Evoco con una sonrisa las épocas en que ellos me tenían miedo, presencié su desaparición, y constato cómo regresa en la actualidad, a veces en forma de terror con el famoso cambio climático. Bueno. En realidad tengo pocos recuerdos de mi infancia y juventud, imágenes obscuras que no llegaron a instalarse en la memoria de manera definitiva. Danzan en mi mente explosiones espectaculares, lluvias como paredes de agua que formaron cascadas inmensas, evoluciones prehistóricas difíciles de ubicar, posteriores desarrollos, penosos y lastimeros, que buscaban hacer habitable esta tierra tan árida y sinuosa, tan variable en su clima, rodeada de montañas que me parieron, sí, pero lejos del mar, de ese océano al que instintivamente anhelo llegar. En estas épocas me temían, pues no podían explicar ni mis orígenes, ni todo lo que me rodeaba. Elaboraban argumentos ingenuos o mitológicos. Explicaban las cosas materiales con tesis teológicas y, cuando ya avanzaron en sus procesos intelectuales, con entres filosóficos. Los antiguos egipcios, por ejemplo, establecían una relación entre crecidas del Nilo y los movimientos de las estrellas que, según ellos, eran movidas por los dioses: En mi caso no fue distinto. Conozco alguien que atribuye mi nacimiento a un rayo caído del cielo en medio de una tormenta, por una disputa que realizaban deidades enemigas. No tengo conciencia clara de los primeros habitantes de estas tierras que he regado y, más bien, noticias interiores se remontan a 1716, año en que surgió la leyenda de la Purísima. Parece que una india -hoy le dicen indígena- me tocó con la imagen de la virgen para detenerme, antes de afectar a las calles del centro de la cuidad. Igual pasó en 1782 y en 1981. Me excitaba mucho, perdía el control sobre mí mismo, me desbordaba desquiciado. Creo que en 1909, a causa de mis delirios, de mi fuerza rebelde, murieron tres mil quinientas personas. Todavía hoy me duele la impotencia que sentí en aquellas ocasiones cuando yo mismo acogía a quienes querían proteger, y con ese abrazo les causaba la muerte. Pero eran años en que se me conocía poco, en los que la ciencia todavía no podía augurar, con la exactitud que lo hacen ahora los meteorólogos, el estado del tiempo, la intensidad de las lluvias y las consecuencias que ellas podían tener, sobre todo en terrenos como el mío, en el que llevaba asentado siglos, impactando en mi estructura. Entiendo, apenas ahora, que no resultaba fácil predecirme. No había satélites capaces de prever los movimientos de las tormentas, de avisar a las regiones que ellas impactarían ni, mucho menos, organismos de protección civil como los hay en la actualidad. Los vaticinios de lluvia los daban los campesinos, de acuerdo a la temperatura de los vientos, al colorido de las nubes, al comportamiento de los plantíos y de sus animales… y a sus dolores de huesos. Pero en 1988, cuando hospedé al huracán Gilberto, ya no había excusas. Es cierto que ese hecho logró que todo mundo siguiera con atención la sección del pronóstico del tiempo en los noticiarios, previsiones cada vez más exactas, con muy poco margen de error, y útiles en esta contradictoria cuidad lo mismo para sacar el abrigo cuando hace calor, que para evitar salir de casa porque se avecina una tormenta, todavía invisible. Por lo mismo, pudieron evitarse las muertes que aquella catástrofe natural causó, si los seres humanos hubieran sido un poco más humildes y respetuosos de la naturaleza. Hoy veo que la meteorología es una ciencia respetada, y no sólo porque analiza las variaciones diarias de la atmósfera y sus propiedades eléctricas y ópticas, sino por la utilidad social que ese estudio representa. Ella ayuda a la planeación de los ciclos agrícolas, de las posibles rutas de navegación marítimas, aéreas y espaciales- y hasta de las batallas militares en tierra. Las novias pueden saber con meses de anticipación si va a llover o no el día de su boda, y los campamentos mundiales de los deportes profesionales se programan con su ayuda. ¿Entonces? ¿Por qué, si ya los científicos conocen tan bien los movimientos de la naturaleza, si son capaces de predecir algunas de sus alteraciones por qué, repito, siguen presentándose tragedias que podían ser prevenidas? Tengo dos respuestas, fundadas en mi ancestral conocimiento de la raza humana. Van.


MEDITA MEDITA

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En primer lugar, y no obstante los increíbles avances tecnológicos de los últimos tiempos, los seres humanos -en especial quienes habitan esta región tan cercana a los EUA- no pueden quitarse de la cabeza la idea de la inversión económica como la principal norma de vida. Un ejemplo de esta extendida mentalidad lo vivo en mi propio seno. Todo mundo sabe que si sobreviene una tormenta en las montañas vecinas, o un permanente aguacero, mi caudal crecerá en cuestión de horas abarcando la totalidad de mi cuerpo. Además, el volumen de agua que transporto adquirirá un a fuerza cada vez mayor, capaz de arrasar con todo aquello que se encuentre en mi lecho. Ya ha pasado y volverá a pasar. Sin embargo, y no obstante esta certeza, siguen echándome encima lo mismo canchas de fútbol que carpas cirqueras, mercados rodantes, inmensos estacionamientos, ciclopistas, helipuertos y locales en Diciembre para vender cohetes y pólvora. Y no hablemos del terreno que poco a poco me han ido quitando con el afán de construir nuevas colonias residenciales. Cuando se cuestiona a los constructores y negociantes sobre la peligrosidad de lo que edifican, sobre el riesgo que entraña invadirme de tal manera, responden argumentando costos de inversión, defendiendo simples cuentas de ingresos y egresos. Me explico. Una posible destrucción de sus instalaciones, a causa de alguna torrencial aunque esporádica mía, se justifica por las gruesas cantidades de dinero que ganan en períodos de sequía y que son los más. No consideran -porque nunca lo hacen- los posibles costos humanos. No les importa, pues, pérdidas económicas coyunturales, pues la estructura de su ganancia está garantizada. Hay también una segunda respuesta, y va más alla de intereses económico o de descuidos en la previsión de las inclemencias del tiempo. Es un problema que me irrita de sobre manera, que me tiene indignado desde hace siglos y que, con balbuceos si se quiere, algunos pensadores están tratando de cambiar. Pero vayamos al principio. Un cierto Aristóteles dijo que había tres clases de alma a la que correspondían tres tipo de vida. A ésta la definió como vegetal, animal y racional, con sus respectivas almas. Obviamente, y de acuerdo a esta tesis, los minerales no tenían vida y, por lo tanto alma. El alma, la vida, vegetal es solamente sensible, capaz de reaccionar a estímulos externos, mientras que la vida-alma animal tiene funciones motrices, una cierta autonomía y hasta un mínimo grado de conocimiento. La vida, el alma, racional se encuentra en la cúspide de los seres creados, por sus propensiones a abstraer, a analizar y discernir y, como dijeron muchos pensadores posteriores, a amar. ¡Y yo? ¿Y nosotros? Es cierto que otro filósofo griego, Heráclito, dijo que nadie podía bañarse en mí dos veces, reconociéndome movimiento y, quizá, algún tipo de vida. Lo consensado es que desde el inicio de la humanidad, salvo algunas escuelas de pensamiento medias raras, la naturaleza material se ha considerado como algo muerto o, al menos, no vivo. He aquí el verdadero problema, el porque de mi sentimiento. Al no reconocerme como un ser vivo no se dialoga conmigo, no se me pregunta que quiero ni como me siento. Por otra parte, y como no tengo alma tampoco tengo derechos, y se me puede utilizar al arbitrio de quien lo desee.

Es por ello que durante siglos me han manipulado, han dirigido mis destinos sin consultarme, han invadido mi privacidad. ¡Nunca me han pagado un salario por producir energía! ¡Cuándo me han dado una renta por permitirme que me utilicen en sus tours tirísticos? Por fortuna existe quien ha pensado distinto, y ha reconocido que participo de un tipo peculiar de vida, que si bien no tengo las caracteristicas de un alma racional, sí poseo, en potencia si se quiere, los componentes de un organismo vivo. Algunas personas, con posiciones que a mí me parecen exageradas, hasta me atribuyen actitudes humanas, como la capacidad de vengarme o llamar la atención a quienes han cometido errores. Por eso estoy triste, porque los seres humanos o me destruyen a través de variadas contaminaciones, y arrojando a su antojo, explotándome para enriquecerse o, en el mejor de los casos, me consideran como un objeto de estudio. En los tres casos soy un simple objeto, no un sujeto dinámico, propositivo, activo, vamos, vivo. En mí han proyectado toda su avaricia, sus afanes de dominio y de lucro su locura economicista. Conmigo han querido saciar una y otra vez no su natural sed fisica que para eso estoy y lo hago con mucho gusto- sino sus ansias pseudos intelectuales y tecnocéntricas, sus permanentes propósitos de estudiarme. No entienden que detrás de mi molestia, de mi coraje por no sentirme sujeto, está una gran necesidad de afecto, de reconocimiento, de alguien que me hable como lo hacía San Francisco de Asís con el sol y la luna, con los lobos y los pájaros, que me diga hermano y conviva conmigo, que me considere un ser vivo. Estoy seguro de poder dialogar al mismo nivel de los seres humanos, pues, tengo disposición para escucharlos, para aprender de ellos, inclusive, para colaborar en e l desarrollo de sus campos y cuidades, regando sus plantíos, produciendo su energía eléctrica, presentándome para facilitar sus rutas de acceso, vamos, hasta puedo aceptar que me conviertan en un atractivo turístico, sobre todo ahora que viene el foro de las culturas. Nada me cuesta. Pero con respeto, exijo, que me traten con respeto. Y esto no se logrará mientras no acepten que estoy vivo, que tengo derechos, dignidad. Por eso tienen que escucharme si quieren dialogar. Aprendan a conocer mis gritos y reclamos, pues los anticipo en las prolongadas lluvias y tormentas, pero, cuando esté tranquilo y sosegado, acérquense a mi con ternura, acarícienme, ámenme, reconozcan, por favor, que estoy vivo. ¿Les pido mucho?

Pbro. Francisco Gómez Hinojosa Párroco en San Alfonso María Ligorio Tomado de Cuentos, poemas y Comentarios Filosóficos. 2006


MEDITA MEDITA

> CON ELLA HACIA ÉL

eamos el misterio de María en su relación con la Santísima Trinidad. Quiero presentarles en unas pocas líneas una de las devociones más queridas y más valiosas hacia nuestra santísima madre. Esta devoción nace y se desarrolla en la Iglesia Oriental y es conocida como el Akathistos. Tiene su origen muy posiblemente entre la mitad del siglo V a principios del siglo VI, sin embargo, al separarse la Iglesia de Roma (Latina) del imperio de Oriente a mediados del siglo XI, este himno quedó únicamente dentro de la tradición de la Iglesia que llamamos "ortodoxa" (entre la cual hay católicos y no católicos), mientras que en la Iglesia de rito Latina, fueron floreciendo otras devociones a la Santísima Virgen como el Ave María, la Salve, el Oficio Parvo, el Ángelus y el Rosario. El Akathistos es una obra maestra de literatura y de teología, y presenta una altísima expresión contemplativa y laudativa del culto a la Madre de Dios. Es en sí, una composición poética estudiada orgánicamente para celebrar el misterio de María y toma su nombre de la manera como se reza, es decir de pie, (en griego = "a-kathistein"). Esta manera en que es rezado este himno, es sin lugar a dudas un signo de la gran veneración que siempre ha tenido la Iglesia por María Santísima, pues le da el mismo lugar de reverencia y atención que se le da a la proclamación del Evangelio (el estar de pie es un signo de atención, de presteza y de reverencia a lo que se está diciendo y a la persona de quien se está hablando). Este himno, en la Iglesia bizantina tiene su propia fiesta el 5° sábado de la Cuaresma, donde se canta con su oficio propio, entrelazando cantos y plegarias. Actualmente y poco a poco, este himno se ha ido introducido en la Iglesia latina, sobre todo últimamente, gracias a que su santidad Juan Pablo II, de feliz memoria, para la celebración del 1550 aniversario del Concilio de Efeso en donde fue decretado el dogma de la Maternidad divina pidió que fuera cantado de manera solemne en la Basílica

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de Santa María la Mayor el 7 de junio de 1981, celebración e n l a q u e est u v i e ro n presentes muchos obispos católicos de todo el mundo y representantes de las iglesias ortodoxas, así como de otras confesiones cristianas. La liturgia en si consta de una serie de "ecos" (voz griega que significa imagen o el misterio contemplado), en los cuales se contemplan los misterios de María Santísima, iniciando siempre por la antífona con la que saludo el ángel a María: ¡Alégrate!, la cual es precedida por un verdadero estallido de alabanzas a la Madre de Dios. El himno está compuesto por 24 estrofas o estancias: 12 antífonas y 12 ecos. Las primeras doce, de carácter histórico y que se fijan en el evangelio de la infancia, mientras que las otras doce; de índole estrictamente teológica, comentan los temas marianos más importantes (la divina maternidad, la perpetua virginidad, la presencia eclesial de María, su mediación actual) con lo que este himno resulta un verdadero compendio de doctrina mariana. Dentro de la celebración litúrgica la cual debe ser siempre precedida de un Icono de la Santísima Virgen, se inicia con el canto, el cual es respondido por el coro y por el pueblo y entre una estancia y otra se inciensa a la imagen de María (Icono) y en las fiestas se intercalan lecturas y homilías. Espero que el conocer más sobre María nos ayude a todos a amarla más y atenerla como el apóstol San Juan, "como una de nuestras cosas más queridas" (cf. Jn 19,27).

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Dr. Ernesto María Caro Párroco en Santa Cruz Las Puentes 2° Sec. Asesor del Apostolado Mundial de Fátima


MEDITA MEDITA

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abemos que "El sacramento del Orden es aquel mediante el cual, la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles, sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos. (Catecismo de la Iglesia Católica #1536) y que el único sacerdocio de Cristo se hace presente por el sacerdocio ministerial. Pero más que reflexionar en estos puntos quiero expresar un sencillo agradecimiento a aquellos hombres que entregan su vida a Dios, por medio de la vocación sacerdotal. Dios invita a los presbíteros a estar con Él, a que su vida sea una respuesta al Amor que les ha dado, sin embargo Dios respeta la libertad del hombre, su inteligencia y la voluntad. Es una respuesta generosa al llamado de Dios a predicar la Buena Noticia. Nos transmiten la gracia de Dios por medio de los sacramentos; cuando recibimos el Don del bautismo y somos liberados del p e c a d o , miembros de Cristo e incorporados a Iglesia.

¡Gracias por ayudarnos en las debilidades humanas, por instruirnos e iluminar nuestras conciencias, por sus desvelos y esfuerzos muchas veces poco recompensados y muchas veces criticado!

Nos dan el pan d e l c i e l o, e l mismo Jesús en cuerpo y alma, fundamental para nuestra vida espiritual. Nos acercan al sacramento de la penitencia, obteniendo la misericordia de Dios y el perdón de los pecados y la paz. Imparten la bendición de Dios a los llamados al matrimonio.

¡Los seguimos encomendando a nuestras oraciones, para que les bendiga abundantemente, ilumine, les dé fortaleza espiritual y los santifique!

¡Gracias a sus familias por ser generosos al confiarle un hijo, un hermano a Dios, por acompañarles en su misión!

Brindan el auxilio necesario con el sacramento de la unción a aquellos que están en peligro de muerte, a las personas de edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan. El sacerdote se compromete a dejarlo todo por seguir a el Maestro y apacentar a sus ovejas que: conoce, las guía, alimenta, ama y da la vida por ellas. No podemos más que agradecerle a Dios por su amor manifestado en estos valientes hombres que Él ha llamado, también agradecemos, a ellos por consagrar toda su vida a la oración y al cuidado de las almas.

¡Señor dános Sacerdotes! ¡Señor dános muchos Sacerdotes! ¡Señor dános muchos y muy santos Sacerdotes!

Por. Juan Pablo Vázquez Rodríguez Coordinador Pastoral Siglo XXI


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l joven por la edad que tiene, va tomando una serie de decisiones de lo que estará haciendo en el futuro o el lugar en que se ubicará como estado de vida; pero estas decisiones se encuentran a un continuo cambio de tomar y dejar, lo hace por diferentes criterios como son: escoger su carrera profesional correspondiente a su gusto, de forma inmediata tener ya un trabajo fijo aunque se tenga un salario moderado, incluso se decide el dejarse llevar por lo que hacen los demás. Al considerar la oración, se tiene la tentación de hacerlo muy utilitarista a sus planes o recurrir a la oración solamente en casos de emergencias como son las desilusiones o frustraciones. Un joven en crisis podría decir desde su relación con Dios: "Me siento engañado. Me habían dicho que Dios era bueno y protegía y amaba a los buenos, que la oración era omnipotente, que Dios concedía todo lo que se le pedía. ¿Por qué Dios se ha vuelto sordo a lo que le pido? ¿Por qué no me escucha? ¿Por qué permite que esté sufriendo tanto? Empiezo a pensar que detrás de ese nombre, Dios, no hay nada. Que es todo una fábula". Esta queja, amarga y estremecida, de un joven afligido por una serie de desgracias, corresponde a un tipo de quejas de las más antiguas que se escuchan contra Dios. Y al hecho de ser actitudes muy poco apropiadas para la oración, se une el que, en muchos casos, lamentablemente, son las primeras palabras que esa persona dirige hacia Dios en mucho tiempo. Y si no reciben rápidamente un consuelo a su medida, tacharán a Dios de ser sordo a sus peticiones. Así lo explicaba Martín Descalzo: "Hay personas que tienen a Dios, como un aviador tiene su paracaídas, para los casos de emergencia, pero esperando no tener que usarlo jamás". Al parecer, su dios era algo que servía dar lo necesario para sentirse realizado, y no la oración destinada a servir a Dios. Su dios era bueno en la medida que le concedía lo que el deseaba, pero dejaba de ser bueno cuando le hacía marchar por un camino más costoso o difícil. Con la oración, nos dirigimos a Dios y le expresamos nuestras inquietudes y preocupaciones. Es cierto que con la oración Dios nos concede lo que le pedimos, pero sólo cuando eso que pedimos sea lo que realmente necesitamos. No tendría sentido que nos concediera cosas que no nos convienen, y es evidente que el hombre no siempre acierta a saber lo que realmente es mejor para él. La buena oración no es la que logra que Dios quiera lo que yo quiero, sino la que logra que yo llegue a querer lo que quiere Dios. Hay que querer hacer la voluntad de Dios, no querer que Dios haga nuestra voluntad. Tratar a Dios como a un plomero, del que sólo nos acordamos cuando las llaves marchan mal, denotaría una visión utilitarista de Dios. Amar a Dios para que nos resuelva problemas es confundir a Dios con una instrumentalización egoísta de Dios. Un dolor o una contrariedad, por grandes que sean, pueden ser el momento verdadero en que tenemos que demostrar si amamos a Dios o nos limitamos a utilizarlo. Evitemos el camino que no lleve a la oración, tal como son: - El que reza no puede pretender que Dios haga el trabajo que le corresponde hacer a él.

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- La oración no es una simple espera de que alguien venga a resolver lo que nosotros hemos de resolver. - Ni es la aceptación resignada de errores o injusticias que estaría en nuestras manos resolver. - Tampoco es un vano y supersticioso intento de obtener un poder oculto sobre los bienes de este mundo. - Ni es como la lámpara de Aladino, que nos concederá de inmediato lo que se nos ocurra pedir. Es en el silencio del corazón donde habla Dios. Dios es amigo de ese silencio. Y necesitamos escucharle, porque lo que importa no es lo que nosotros le decimos, sino sobre todo lo que Él nos quiere hacer ver. Dios no habla demasiado alto, pero nos habla una y otra vez a través de todo lo que nos sucede. Oírle depende de que, como receptores, logremos estar en buena sintonía con el emisor, que es Dios, y sepamos vencer las muchas interferencias que a veces produce nuestro equivocado estilo de vida. Así escucharemos lo que nos pide, o lo que nos reprocha, y caeremos en la cuenta de lo que espera de nosotros. La oración enriquece enormemente a cualquier persona que la practique. Buscar unos minutos al día de pausa cordial para el encuentro con Dios en el fondo del alma, elevándose un poco por encima del trajín y el ruido de nuestras actividades cotidianas, dejando por un rato esas preocupaciones que agobian (o precisamente tratando de ellas en la presencia de Dios); y tomar, por ejemplo, el Evangelio, o cualquier libro espiritual que nos ayude a elevar nuestro pensamiento hacia Él; y leer una frase, unas pocas líneas, y dejarlas calar dentro de sí, como la lluvia cae sobre la tierra. Eso, aunque sólo sea unos pocos minutos, pero cada día, a la vuelta de poco tiempo produce un sorprendente enriquecimiento interior. Pero parece bastante más fácil no creer que creer... Puede parecer más sencillo, o más cómodo, en el sentido de que quien no cree no se liga a nada. En ese sentido es fácil. Pero vivir sin fe no es tan fácil. La vida sin fe es complicada generalmente, porque el hombre no puede vivir sin puntos de referencia. Lo difícil no es creer, sino vivir lo que se cree. De vez en cuando pueden surgir dudas sobre la propia capacidad de vivir la fe. Se nos puede hacer un poco más cuesta arriba. Es preciso entonces seguir esforzándose por mejorar, con la confianza de que precisamente gracias a esa fe, iremos recibiendo más luz y más fortaleza, profundizaremos más en esa fe y la viviremos mejor. La fe ayuda a vivir esa coherencia de vida, sin que esas tensiones tengan por qué producir frustración o ruptura. La vida con fe es más esperanzada, más optimista, más alegre.

Pbro. Daniel Badillo López Vicario en Santa Lucía Fracc. Buenos Aires


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a Pastoral de la caridad parroquial es un servicio organizado dentro de la comunidad, un signo de Diaconía, a través del cual se responde con prontitud a las distintas necesidades planteadas de las personas y la sociedad en la realidad que vive. Con una doble vertiente: asistencial y de promoción humana de la comunidad misma: - Ayudar a toda la comunidad a poner la caridad como el centro del testimonio de su vida cristiana en la solidaridad con todos. - Ayudar a superar la indiferencia hacia las demandas humanas, para abrirse a la caridad evangélica auténtica. - Promover procesos educativos que vayan favoreciendo el pasar de los gestos ocasionales de caridad, a la opción de vivir una vida que se comparte. - Suscitar propuestas reales que favorezcan la unión vital entre el anuncio de la palabra, la celebración de los sacramentos y el testimonio de la caridad. - Impulsar, en colaboración con los diferentes sectores de pastoral, procesos formativos para que cada grupo, movimiento o agente de la vida parroquial, manifieste caridad según su propio carisma, mirando las necesidades de la comunidad. - Promover el voluntariado y apoyarlo a fin de que pueda prestar siempre atención profética a las personas más frágiles de la comunidad. - Concientizar a la comunidad parroquial por medio de reuniones en torno a la realidad social y reflexionar sobre ésta a la luz de la Palabra de Dios. Promover en la parroquia, en los movimientos y a todo el pueblo cristiano, una mayor conciencia y compromiso social para la promoción humana a partir de la inspiración de Jesucristo. - Difundir la Doctrina Social de la Iglesia, organizando conferencias, mesas redondas, seminarios, cursos, en coordinación con el Secretariado de Pastoral Social - Tener actitudes de servicio, de atención, de solidaridad, de bienvenida a la casa de puertas abiertas, que es la parroquia. - Sensibilizar a la comunidad parroquial, para que de alguna manera practique la comunicación de bienes: organizar colectas con gestos y signos de participación solidaria para apoyar proyectos concretos de servicio a los demás. Concientizar para la colaboración diocesana, el Diezmo. Es un campo muy amplio de trabajo, donde algunas parroquias insisten más en uno o en otro aspecto, otras pueden comenzar con acciones sencillas y poco a poco alcanzar mejores y mayores logros. La vivencia de la caridad debe ser nuestra prioridad pastoral. La caridad debe ser signo de la identidad del cristiano. La comunión y la caridad deben ser el distintivo de los cristianos y del mismo modo se puede decir que la autenticidad de nuestro seguimiento de Cristo radica en la intensidad con que vivamos este mandato de Cristo. "Los cristianos, especialmente con la vivencia de la caridad, podemos dar un suplemento de alma al mundo para que sea más humano y fraterno, para que mire más hacia Dios".

Asamblea Eclesial Diocesana


VIVE

VIVE > NOTICIAS

CIUDAD DEL VATICANO, (ZENIT.org).- Una parroquia es una comunidad de cristianos comprometidos en anunciar a Jesucristo. Este es uno de los rasgos esenciales que trazó Benedicto XVI este domingo al presentar el perfil que debe caracterizar a una parroquia. Lo presentó al visitar la comunidad parroquial de San Juan de la Cruz en Colle Salario, en el sector norte de la diócesis de Roma, que en el casco urbano congrega a unas tres mil familias.

Evangelizar Tras saludar a muchos de los fieles que le esperaban a la puerta, el obispo de Roma ingresó en este templo de su diócesis en torno a las 9.30 de la mañana construido tras el año 2000 para presidir la Eucaristía y dejar un mensaje a cada uno de los presentes: "dejaos cada vez más implicar por el deseo de anunciar a todos el Evangelio de Jesucristo". "No esperéis a que otros vengan a traeros otros mensajes, que no conducen a la vida, sino haceos vosotros mismos misioneros de Cristo a los hermanos, donde viven, trabajan, estudian o sólo transcurren el tiempo libre", recomendó a los fieles. "Poned en marcha también aquí una pastoral vocacional capilar y orgánica, hecha de educación de las familias y de los jóvenes en la oración y en vivir la vida como un don que procede de Dios", subrayó.

Tres secretos para la evangelización

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escuela continua de vida cristiana, de la que parte toda actividad pastoral", exhortó. Evocando detalles de la vida parroquial sobre los que le ha informado el párroco, el pontífice añadió: "Sé que varios grupos de fieles se reúnen para rezar, formarse en la escuela del Evangelio, participar en los Sacramentos - sobre todo en la Penitencia y en la Eucaristía - y vivir esa dimensión esencial para la vida cristiana que es la caridad". Por eso dirigió su agradecimiento a cuantos "contribuyen a hacer más vivas y participadas las celebraciones litúrgicas, y a cuantos, junto a la Caritas parroquial y al grupo de San Egidio, buscan salir al encuentro de las muchas exigencias del territorio, especialmente a las esperanzas de los más pobres y necesitados". "Pienso finalmente en lo que estáis realizando admirablemente a favor de las familias, de la educación cristiana de los hijos y de cuantos participan en las actividades de la parroquia", añadió.

Apertura a los movimientos Por último, el Papa dejó un consejo a esta parroquia: mantener su apertura a los movimientos y a las nuevas comunidades eclesiales, "madurando así una conciencia más amplia de Iglesia y experimentando nuevas formas de evangelización". "Os exhorto a proseguir con valor en esta dirección, pero empeñándoos en implicar a todas las realidades presentes en un proyecto pastoral unitario".

Para ello, el pontífice presentó presentó los tres secretos con los que cuenta toda comunidad parroquial: la Palabra de Dios, los sacramentos (en particular la Eucaristía dominical), y el servicio.

En particular, subrayó, los laicos deben pasar de ser considerados como "colaboradores del clero" a ser reconocidos "como plenamente 'corresponsables' del ser y del actuar de la Iglesia, favoreciendo así la promoción de un laicado maduro y comprometido

"Os exhorto ahora a hacer de esta Iglesia un lugar en el que se aprenda cada vez mejor a escuchar al Señor que nos habla en las Sagradas Escrituras. Que éstas sigan siendo siempre el centro vivificante de vuestra comunidad, para que se convierta en

Pastoral Siglo XXI


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VIVE > ORACIÓN

PARA QUE PRONTO TERMINE LA VIOLENCIA Y LA INSEGURIDAD EN NUESTRA NACIÓN: VISITA A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EUCARISTÍA EN EL SAGRARIO Y REZA EL SANTO ROSARIO INDIVIDUALMENTE Y/O CON TU FAMILIA. "Dichosos los que trabajan por la paz porque se llamarán hijos de Dios" (Mt. 5,9)

ORACIÓN POR LA PAZ Señor Jesús, Tú eres nuestra paz, mira nuestra Patria dañada por la violencia y dispersa por el miedo y la inseguridad. Consuela el dolor de quienes sufren. Dá acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan. Toca el corazón de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte. Dáles el don de la conversión. Protege a las familias, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, a nuestros pueblos y comunidades. Que como discípulos misioneros tuyos, ciudadanos responsables, sepamos ser promotores de justicia y de paz, para que en Ti, nuestro pueblo tenga una vida digna. AMEN.

María, Reina de la paz, ruega por nosotros.


VIVE

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VIVE > ANIVERSARIOS

Jesús Alanís Sepúlveda 14 agosto 1960

Pbro. José Guadalupe Olivares Gámez 15 de agosto de 1980

R.P. Jesús Eduardo Castro Ramírez 15 de agosto de 1980

Mons. Gustavo Rodríguez Vega 15 de agosto de 1980

José Antonio Márquez Zúñiga 2 de agosto de 1980

Pbro. Armando de León Rodríguez 15 de agosto de 1985

Pbro. Francisco Javier Santoyo Dominguez 15 de agosto de 1985

Pbro. Sergio de la Cruz Godoy 15 de agosto de 1995

Pbro. Joaquín Sergio González González 15 de agosto de 1995

Pbro. Alberto Javier Pérez González 15 de agosto de 1995

Pbro. Gerardo Javier Flores Cárdenas 15 de agosto de 1995

Pbro. José Javier Lozano Serrano 15 de agosto de 1995

Pbro. Roberto Rubio Grajeda 15 de agosto de 1995

Pbro. Hilario González García 15 de agosto de 1995

Pbro. José Rubén Méndez Ramírez 15 de agosto de 1995

Pbro. Eduardo Ezequiel Zapata Martínez 15 de agosto de 1995

Pbro. Ramiro Gerardo González García 15 de agosto de 1995

Pbro. Enrique Franco Cavazos 15 agosto 2000

Pbro. Julián Eduardo López González 15 agosto 2000

Pbro. Jesús Alejandro Ramos Cantú 15 agosto 2000

Pbro. José Luis Gauna Dávila 15 agosto 2000

Pbro. Bernardo Martínez Garza 15 agosto 2000

Pbro. José Edgar Robles Hernández 15 agosto 2000

Pbro. Juan Carlos González Ortega 15 agosto 2000

Pbro. Joaquín Patlán Ruiz 15 agosto 2000

Pbro. José Dolores Sánchez Morales 15 agosto 2000

Pbro. Luis Carlos Gracia Calles 15 agosto 2000

Pbro. Moisés Puga Arroyo 15 agosto 2000

Pbro. Francisco Javier Vázquez Delgado 15 agosto 2000

Pbro. Javier Hernández Raygoza 15 agosto 2000


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