PASTORAL
SIGLO XXI AÑO: 6 No: 51
CONOCE> ¿QUE ES EL CENTRO VOCACIONAL? / P. 5
COSTO DE EDICION: $10.00 MEDITA> “UN SANTO TRISTE... ES UN TRISTE SANTO” / P. 11
ENERO FEBRERO 2013
LA VOZ DE LA IGLESIA EN MONTERREY VIVE>
LA PAZ: JÓVENES Y EDUCACIÓN / P.13
SEIS NUEVOS SACERDOTES
PARA NUESTRA IGLESIA DE MONTERREY
CONOCE
Pastoral Siglo XXI > p.2
LA SAGRADA FAMILIA MODELO PARA NUESTRAS FAMILIAS
CONOCE > LA VOZ DEL PASTOR
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icen los estudiosos de la sociedad que nunca como ahora la familia atraviesa crisis porque se ha quedado sin un modelo, sin un paradigma que imitar. Muchas familias católicas o no, han olvidado este modelo de Nazaret: La Virgen María, San José y el Niño. La Palabra del Señor nos invita a recuperar lo fundamental, lo que le da consistencia a nuestras familias y es su referencia a Dios. El apóstol San Juan nos ha dicho que el Mandamiento de Dios consiste en creer en el Hijo de Dios, en Jesucristo y amarnos los unos a los otros. Hemos escuchado dos relatos de dos familias que tienen en común que piensan en Dios, que temen a Dios que Dios está en el centro de su vida. La familia de Samuel y la familia de Jesús van siempre al Templo a celebrar la liturgia, la Pascua del Señor y en la Pascua, la familia comprende que le pertenece a Dios, que es de Dios, que el niño Samuel es de Dios, es un regalo del Señor para Ana y Encana, que Jesús es también de Dios y es un regalo para San José su padre adoptivo y la Virgen María. La Sagrada Familia acostumbraba subir a Jerusalén a celebrar la Pascua, es en un ambiente pascual en donde acontece lo que relató el Evangelista, cuando el niño cumplió 12 años fueron a Jerusalén, cuando el niño comienza su adolescencia ellos se presentan en el Templo para ratificar aquello que habían hecho en otra ocasión en la visita al Templo en la que le habían entregado a Dios lo que le pertenece, a su hijo primogénito y unigénito, tal como lo hizo Ana cuando llevo a Samuel y le agradece al Señor el don de su Hijo y el derecho que tiene Dios sobre él.
Sabemos por la historia bíblica que Samuel se quedó un tiempo viviendo en el Templo según la ley de Israel que dicta que el primogénito le pertenece a Dios. Por eso no es de extrañar la escena que nos relata el Evangelio, cuando el niño Jesús se queda en el Templo oyendo las Escrituras y dialogando con los doctores, solo así entendemos la respuesta que le da a su mamá, a la Virgen, que podría parecer una repuesta insolente, cuando le dice la Virgen te hemos estado buscando y él responde ¿Por qué me buscan, no saben que debo ocuparme de las cosas de mi Padre? como diciéndoles, el Templo es el espacio del Hijo, del primogénito, aquí debería estar yo siempre porque debo ocuparme de las cosas de mi Padre. Sin embargo en ese misterio de la humanidad de Cristo que es verdadero Dios y verdadero hombre, acepta las reglas de la vida familiar, dice el texto que después de visitar el templo, regresó a Nazaret y permaneció sujeto a la autoridad de sus padres y allí brilla la virtud esencial de toda familia, la obediencia. Los padres que obedecen a Dios y ponen las cosas de Dios en el centro de la vida familiar, los hijos que obedecen a sus padres, Samuel obedece a sus padres, Jesús obedece a sus padres y permanece bajo su autoridad. Ustedes saben bien que la obediencia no es la virtud más practicada en nuestro tiempo, qué difícil que los hijos obedezcan a sus papás, qué difícil que los alumnos obedezcan a sus maestros, qué complicado que los ciudadanos obedezcan a sus autoridades. Si una de las virtudes está en crisis en nombre de la libertad es la obediencia, ¿hasta dónde tenemos que obedecer? Ciertamente no es obediencia ciega, sino una obediencia en la verdad, así podemos comprender la respuesta de Jesús: debo ocuparme de las cosas de mi Padre. Obedecemos a nuestros padres, obedecemos a nuestros maestros, obedecemos a nuestras autoridades porque queremos obedecer a Dios, Él es la última autoridad, de tal modo que si los papás, los maestros y las autoridades no se someten a la autoridad Divina, su autoridad quedará cuestionada o será muy difícil que sea aceptada por los hijos, por los alumnos o por los ciudadanos. La obediencia humana se basa en la obediencia divina, es lo que nos enseña la Palabra del Señor y quiero animarlos a ustedes papás para que aprendan a ejercer su autoridad según Dios, la autoridad según la verdad apegados siempre a la Ley Divina y ustedes jóvenes y niños también les invito a obedecer a sus papás, Dios les ha dado un carisma, el Espíritu Santo ilumina a sus padres para que sepan orientarlos, hay que confiar en nuestros papás, ellos quieren nuestro bien porque nos aman y en base de ese amor y de ese bien que quieren para nosotros obedecemos su autoridad. ¿Qué cosa es educar? Aprender a estar en unidad con los demás, decía el Papa Juan Pablo II, la educación es un proceso de comunión lleno de grandes significados, un papá y una mamá ayudan a su hijo a interrelacionarse con los demás, con sus familiares, amigos y con toda la gente. Jesús crecía en sabiduría, estatura y en gracia de Dios y de la gente, allí tenemos un camino para nuestras familias, no podemos dejar de orar hoy por nuestras familias. Cuanta falta nos hace el amor de Dios en los hogares, cuanta necesidad tenemos de hacer caso de sus mandamientos. + Rogelio Cabrera López Arzobispo Electo de Monterrey
CONOCE
CONOCE > EDITORIAL CONTENIDO
CONOCE LA VOZ DEL PASTOR / p.2 EDITORIAL / p.3 EL NUEVO LIBRO ACERCA DE CATEDRAL / p.4 ¿QUE ES EL CENTRO VOCACIONAL? / p.5 ¿SABES QUÉ ES EL DIEZMO? / p.6 MEDITA LA TRINIDAD EN EL AÑO DE LA FE / p.7 DIEZ PELÍCULAS PARA VER Y ANALIZAR EN EL AÑO DE LA FE / p.8, p.9 PROPÓSITO 2013: COMPRAR UN TERRENITO... / p.10 “UN SANTO TRISTE... ES UN TRISTE SANTO” / p.11 COMPROMETETE UN DIOS “PADRE” / p.12 LA PAZ: JÓVENES Y EDUCACIÓN / p.13 CONOCER MI FE PARA VIVIRLA MEJOR / p.14 VIVIENDO LA FE / p.15 VIVE NOTICIAS / p.16
DIRECTORIO Subdirector Pbro. Juan José Martínez Segovia Director Editorial Pbro. Walter Fernando Gómez Olvera Coordinación Lic. Juan Pablo Vazquez Rodríguez Consejo Editorial Lic. Yolanda Ruiz Martínez Lic. Jorge Rodríguez Tueme Pbro. Juan José Martínez Segovia Pbro. Walter F. Gómez Olvera Pbro. Javier Hernández Raygoza Pbro. Franciso Gomez Colaboradores Secretariados, Departamentos y Comisiones de la Arquidiócesis. Representantes Parroquiales. Redacción y Revisión Departamento de Comunicación Diseño LDGP Daniel Garcia Impreso Grupo Publicitario Distribución Mensajería y paquetería Galgo S.A. de C.V. Contabilidad Jasso Silva y Asociados S.C. Directorio Periódico Mensual Enero de 2013. Editor responsable: Pbro. Walter F. Gómez Olvera. No. de certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derecho de Autor: 04-2007- 072412073100-01. No. de Certificado de lícitud de Título: 13903. No. de Certificado de licitud de Contenido: 11476. Domicilio de la Publicación: Zuazua 1100 Sur, Barrio Antiguo, C.P. 64000, Monterrey N.L. Imprenta: Grupo Publicitario Calle Chapala 147-1 Col. Mitras Sur, Monterrey, N.L. México Distribuidor: Mensajeria y Paquetería Galgo, Calle 16 de Septiembre 413 Ote. Col. Independencia C.P. 64720 Monterrey, N.L.
Pastoral Siglo XXI > p.3
NUESTRO CAMINO DE LA FE
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o podemos perdernos en nuestro camino pastoral que va marcando nuestro crecimiento en la fe. Es verdad que estamos viviendo “El Año de la Fe”, que aporta y nos pide ciertas acciones pastorales que debemos tomar muy en cuenta para que este año sea muy provechoso en nuestra Arquidiócesis. Sin embargo también tenemos la guía y el camino, y otras acciones pastorales, que nos está pidiendo nuestro Plan de Pastoral Orgánica 2011-2015 y estamos en la espera de la Exhortación Apostólica que el Papa Benedicto XVI nos dará como resultado de la XIII Asamblea Ordinaria de los Obispos donde trataron el tema de “ La Nueva Evangelización para la transmisión de la Fe”. De los primeros dos documentos tenemos ya acciones muy específicas, aunque no únicas ni exclusivas. El Año de la Fe nos pide de una manera muy clara la promoción de la fe a través del estudio del Concilio Vaticano II y el estudio del Catecismo de la Iglesia Católica (cfr. “Indicaciones para el Año de la Fe, pags. 16 y 17). Sabemos que estos documentos contienen una teología muy basta para profundizar en el misterio de la fe y que nos ayudarían mucho a conocer mejor a Jesús y afirmar nuestra conversión en el camino de la santidad por el que todos deberíamos estar caminando. El Plan de Pastoral Orgánica 2011-2015, también nos propone unas Líneas de Acción muy claras por las que debemos caminar: a) que llevemos al Pueblo de Dios a una experiencia de Kerigma; b) que promovamos la Comunión y la Eclesialidad en nuestras comunidades; c) que toda formación cristiana esté basada en la Palabra de Dios y d) que no nos olvidemos de que tenemos que salir a compartir esa misma fe como discípulos y misioneros en nuestras Parroquias (cfr. PPO págs.. 129-137). Estas Líneas de acción son como unos “rieles de acero” por donde toda acción pastoral podría avanzar. Es decir, si vamos a darles una formación a los jóvenes, tendríamos que iniciar con asegurar un Kerigma con ellos; que vayan formando verdaderas comunidades cristianas; que estén basadas en la Palabra de Dios y que compartan su Fe siendo misioneros en sus comunidades. Si este Año de la Fe, nos pide que estudiemos el Catecismo de la Iglesia Católica y El Concilio Vaticano II está muy bien, pero tendremos que lograr lo que piden aquellas líneas de acción del Plan Diocesano. Ya dependerá del párroco y de los catequistas, apoyarse en otros recursos pedagógicos, para que todos avancen en su conversión kerigmática, en la integración de nuevas comunidades, asegurarse que la unión de estos grupos esté fundamentada en la Palabra de Dios y que luego salgan a otros barrios a compartir su fe como misioneros. Por otro lado, durante este Año de la Fe, no podemos desaprovechar la oportunidad de destacar en todas las celebraciones marianas y cristológicas el misterio de fe que contienen cada una de ellas, llevando un buen “record” del contenido mistagógico y de fe que posee cada una de estas celebraciones. Cada domingo tiene que ser una oportunidad para profundizar en la Fe, y cada tiempo litúrgico igualmente. Desde luego que aquí reducimos las acciones pastorales y de formación al estudio del Catecismo de la Iglesia Católica y al estudio del Concilio Vaticano II, pero desde luego que cada Parroquia puede descubrir y apoyarse en muchas más acciones según sea el caso sin olvidar las Líneas de Acción que propone el Plan Diocesano e ir integrando todas las propuestas que la Iglesia nos pide. (Sugerimos leer el Documento “Notas con Indicaciones para el Año de la Fe” que editó La Congregación para la Doctrina de la Fe, Febrero 2012). Pbro. Walter Fdo. Gómez Olvera Administrador Parroquial en Santa Cecilia
CONOCE CONOCE > ARTE SACRO
Pastoral Siglo XXI > p.4
EL NUEVO LIBRO ACERCA DE CATEDRAL
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ace un poco más de tres años propuse al entonces Arzobispo de Monterrey, Monseñor Francisco Robles, la realización de un libro acerca de nuestra Catedral; la propuesta consistía en hacer una coedición entre la Arquidiócesis y la Universidad de Monterrey. Después de varios años de trabajo el pasado mes de octubre finalmente el tomo (La Catedral Metropolitana de Monterrey. Historia, arte, arquitectura.) fue presentado en la feria de libro organizada anualmente por el Tec. El resultado final, creo, es sumamente satisfactorio. Seguramente será de gran interés tanto para el público en general como para los estudiosos de nuestra localidad. Los textos realizados por expertos en las distintas materias, y por quien esto escribe, no solo asumen la información que es posible encontrar en la bibliografía existente sino que se agregan muchos nuevos datos fruto de las investigaciones realizadas. Todos y cada uno de los estudios realizados son muy valiosos, se estudia a detalle la arquitectura, el patrimonio y la historia de Catedral. Menciono a continuación siete puntos que en lo personal creo muy destacados del libro, los elijo, a título personal, con el único criterio de sentirlos especialmente importantes: 1. Algunos temas son tratados por primera vez y con mucha profundidad, entre ellos destaco el análisis arquitectónico, la música, la orfebrería y las vestiduras litúrgicas. 2. El trabajo de material gráfico y de fotografía, antigua y reciente, es muy destacado. Algunas imágenes antiguas son publicadas por primera vez y seguramente serán la delicia de los investigadores. 3. En Catedral existe un libro de canto antiguo. El hallazgo de un segundo libro de coro del cabildo catedralicio, en manos de un coleccionista privado, y el análisis que Arnoldo Nerio nos da del mismo, es uno de los mayores logros de este trabajo de investigación. 4. La publicación por primera ocasión de material inédito del pintor Ángel Zárraga es una de las aportaciones más importantes de este tomo en el campo del arte mexicano. 5. La descripción que el Maestro Rodrigo Ledesma hace de los murales del presbiterio de la Catedral regiomontana son en sí un aporte importantísimo para la recta valoración de las más importantes obras de arte del máximo templo regiomontano. 6. Sumamente importantes son las citas a documentos inéditos entre los cuales de encuentra la narración del Padre Jardón acerca de la destrucción del cercano templo de San Francisco en 1914, además del hallazgo realizado por el Maestro Mendirichaga de los documentos de la no llevada a cabo relación laboral con el arquitecto Adamo Boari quien diseñó el Palacio de las Bellas Artes en la Ciudad de México. 7. La afirmación de la Doctora Clara Bargellini en el prólogo acerca de las obras de arte catedralicias “(…) que se cuentan ahora dentro del patrimonio cultural de la humanidad entera.” (p. 6) da inmediatas cuentas de los alcances de este trabajo editorial. Pbro. Lic. José Raúl Mena Seifert Miembro de la Dimensión de los Bienes Culturales de la Iglesia. jmena@arquinetmty.com En facebook: difusiondeartesacro
CONOCE CONOCE > IGLESIA
Pastoral Siglo XXI > p.5
¿QUE ES EL CENTRO VOCACIONAL? El Centro Vocacional es el lugar donde se realizan los trabajos de la Pastoral Vocacional de la Arquidiócesis de Monterrey. Su objetivo es lograr que el bautizado, a la luz de la fe, crezca en su vocación de persona y opte por la mejor forma de respuesta a su compromiso bautismal, en un estilo definido al servicio de la Iglesia. En otras palabras, es una oficina, en donde con la ayuda de sacerdotes, religiosas, seminaristas, psicólogos y trabajadoras sociales ayudamos a tod@s l@s jóvenes para que descubran el camino a dónde Dios les llama. Esto no significa que todos los que asisten al Centro Vocacional terminan en el Seminario, en una Casa de religiosos o en un Convento, sino que nos esforzamos por que el o la joven después de un proceso de acompañamiento descubra lo que Dios quiere para su vida. Para lograr dicho objetivo, el Centro Vocacional se encarga de organizar cada año durante los meses de Septiembre a Mayo el Proceso Vocacional, que consta de un conjunto de actividades como: • Fines de Semana Vocacionales (son dos durante el proceso) • Retiros de Proceso (12 Retiros los Domingos cada 15 días, un domingo para muchachos y otro para muchachas) • Círculos Bíblicos Vocacionales (cada 4º Viernes de Mes) • Entrevistas de Acompañamiento Muchachos (Sacerdotes y seminaristas) Muchachas (Religiosas) • Misiones de Semana Santa • Pre-Seminario • Pre-vidas religiosas Además de estas actividades se cuenta con un grupo de laicos que colabora en la formación de Agentes de Pastoral Vocacional o Parroquial llamado Apostolado Serra y que busca en las diferentes actividades que realizan el que más parroquias soliciten la creación de Grupos Serra para trabajar en la Parroquia la Pastoral Vocacional. También tenemos grupos parroquiales de promoción vocacional, los cuales realizan kerigmas vocacionales y al mismo tiempo acompañan a l@s jóvenes en sus parroquias. El Centro Vocacional trabaja con los grupos de monaguillos los cuales realizan actividades como Olimpiadas del Conocimiento, Peregrinaciones a la Basílica, Taller de Formación para Coordinadores y Convivencias con l@s Monaguill@s. Otro aspecto a mencionar es la Promoción Vocacional en las Parroquias y en algunos Colegios Católicos, esto es mediante un Stand en el que se informa de todas las actividades del Centro Vocacional. Cabe destacar que el Centro Vocacional está formado por el Padre coordinador, un sacerdote colaborador, la Religiosa Coordinadora, 2 Seminaristas que están de Experiencia Eclesial, el departamento de Trabajo Social y nos apoyamos con departamentos de Psicología y Medico para todo este trabajo. Además contamos con 14 seminaristas de apostolado los fines de semana y más de 40 religiosas que colaboran con nosotros. Si tienes alguna inquietud no dudes en visitarnos o llámanos al (0181) 11 58 28 38, visita nuestra página www.vocacion.com ahí encontrarás muchas novedades relacionadas con la vocación; queremos ser tus amigos en Facebook, búscanos como Centro Vocacional de Monterrey y dale like. Pbro. Oscar E. Tamez Villarreal Centro Vocacional de Monterrey
CONOCE
Pastoral Siglo XXI > p.6
CONOCE > IGLESIA
¿SABES QUÉ ES EL DIEZMO?
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l diezmo debe entenderse según el espíritu evangélico de una entrega de corazón por amor para ayudar a la Iglesia en sus necesidades. En su sentido literal, el diezmo es la décima parte de todos los frutos adquiridos, que se debe entregar a Dios como reconocimiento de su dominio supremo (Cf. Lv 27,30-33). El diezmo se le ofrece a Dios pero se transfiere a sus ministros. (Cf. Núm 28,21). Aparece ya en Génesis 14 cuando Abraham ofrece el diezmo al sacerdote Melquisedec. En Génesis 28, Jacob da el diezmo de todas sus posesiones al Señor. Según la Ley Mosaica, el diezmo es obligatorio. “El diezmo entero de la tierra, tanto de las semillas de la tierra como de los frutos de los árboles, es de Yahveh; es cosa sagrada de Yahveh.” (Lv 27,30, Cf. Dt 14,22). En el Deuteronomio no solo se menciona el diezmo anual, sino también un diezmo a pagarse cada tres años (el año de los diezmos). La tribu de los levitas no heredó la tierra como las otras tribus de Israel. En vez de ello, recibían de las otras tribus, por ser representantes del Señor, el décimo de lo que la tierra producía, incluso del ganado. Ellos a su vez debían ofrecer al sacerdote una décima parte de todo lo recibido.
Cristo no rechaza el diezmo pero enseña una referencia nueva: Dar ya no el 10% sino darse del todo por amor, sin contar el costo. En ninguna de las cuatro veces que el diezmo aparece en el N.T. (Mt 23,23; Lc 11,42; 18,12; Hb 7,2-9) se nos enseña a guiarnos por esa medida. La Nueva Alianza no se limita a la ley del 10% sino que nos refiere al ejemplo de Jesucristo que se dio sin reservas. Jesús vive una entrega radical y nos enseña que debemos hacer lo mismo. Él nos da el siguiente modelo. El Corazón Traspasado de Jesús es el modelo de entrega total. Se entregó hasta la muerte en el Calvario, hasta la última gota de Su Preciosa Sangre. San Pablo enseña y vive la misma entrega radical: “Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza” (2Co 8,9). Y el deber de mantener a los ministros: “¿No sabéis que los ministros del templo viven del templo? ¿Que los que sirven al altar, del altar participan?” (1Co 9,13). El día de hoy la Iglesia nos pide solamente dar un día de salario al año para sus necesidades: mantener parroquias pobres, ayudar a los sacerdotes ancianos o enfermos y enviar a estudiar a los sacerdotes una especialización para servir mejor al pueblo de Dios. Con tu ayuda, la Iglesia crece. PASTORAL SIGLO XXI
Envíanos tus comentarios y sugerencias: pastoralsiglo21@arquinetmty.org
MEDITA
Pastoral Siglo XXI > p.7
MEDITA > AÑO DE LA FE
LA TRINIDAD EN EL AÑO DE LA FE
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stamos “entrando” en un nuevo año civil y nuestras agendas estarán ya repletas de compromisos. En el calendario de este 2013, tal vez, habremos anotado ya una larga lista de cosas por hacer; o tal vez, no hayamos escrito nada porque ya sabemos de memoria la ruta de un largo camino de trabajo. Nuestras agendas son todas muy parecidas, poco importa el número del día, del mes o del año o incluso, el evento programado, al final de cuentas, se trata siempre de un mismo tiempo de labores. Desde luego que necesitamos trabajar para vivir, pero como recuerda el refrán, no hay que “vivir para trabajar”. No podemos vivir esclavizados por el reloj, ni sometidos a las demandas de las urgencias y de las cosas inmediatas. Tampoco podemos suponer ingenuamente que se crece como persona y se pasa de una etapa de vida a otra, sólo cumpliendo años. La vida humana no puede consistir simplemente en dar la vuelta al almanaque para que automáticamente acontezca el desarrollo personal. Si el desarrollo y la fortaleza física del cuerpo exigen tiempo, también el crecimiento de nuestros talentos y capacidades requieren su espacio en el programa del día. Para nosotros los cristianos, la madurez humana se alcanza sólo en la fe; por eso, el tiempo no es simplemente el “paso de los días”, sino el “paso de Dios” por nuestros días. Cuando la razón nos dice que la meta de la vida no puede ser solamente hacer cosas para comer, sino para compartir, entonces, hay que hacer un espacio para “con-vivir” junto a otras realidades que no son puramente físicas. Más allá del tiempo, hay otro ritmo que no se mide con cronómetro; más allá del cuerpo, hay otra figura que no tiene contronos y resulta invisible a los ojos, pero es esencial para el latir del corazón. A esa otra dimensión de la realidad se entra sólo por la “puerta de la fe”. En efecto, “La Puerta de la Fe” es el nombre de la Carta Apostólica con la que el Papa Bendicto XVI convocó a celebrar un “Año de la fe”, a partir del 11 de Octubre hasta el 24 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey. No olvidemos que hace cincuenta años, precisamente, un 11 de octubre de 1962, el papa Juan XXIII inauguraba el Concilio Vaticano II, y hace 20 años, Juan Pablo II publicaba el Catecismo de la Iglesia Católica. Al comienzo de esta Carta, el papa traza el itinerario no sólo de la vida cristiana, sino también de la historia humana afirmando que “La puerta de la fe (cf. Hch 14, 27) nos introduce en la vida de comunión con Dios y nos permite la entrada en su Iglesia.” Añade el Papa que se comulga, se vive con Dios, cuando nos dejamos transformar por su gratuito amor. Se trata pues, de una transformación personal que, como señala el Pontífice, implica emprender un camino que dura toda la vida. Este camino empieza con el bautismo (cf. Rm 6, 4) que nos sumerge en el misterio de un Dios, al que por la luz de la fe, podemos empezar a reconocer como nuestro Padre. Inicia así, una marcha en la fe hacia la patria, la tierra del Padre, andando por la Vía que El mismo nos ha mostrado en su Hijo Jesucristo, Camino, Verdad y Vida (cf. Jn. 14, 6). El camino de Cristo tiene por meta a Jerusalén, la ciudad de la paz; una paz alcanzada no por la fuerza de la violencia, sino por la victoria del perdón en la cruz. La paz, obtenida por la muerte del Hijo, es la efusión de su Espíritu que nos llama a derribar los deseos de venganza y la enemistad que asesina la vida fraterna, la vida de comunión, la con-vivencia humana. En este sentido, nos dice Benedicto XVI, la fe del cristiano consiste en creer en el Amor de un único Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Al “entrar” en un nuevo año civil, decidámonos a “entrar” por la “Puerta de la fe”. En medio del trabajo y las ocupaciones diarias, dediquemos también un tiempo para celebrar, festejar y con-vivir con el Dios Emmanuel, el Dios con nosotros. Además de ver la televisión, la computadora, y las aplicaciones del celular, encontremos gozo y descanso en contemplar la invisible presencia de Dios encarnado en nuestra historia. A parte de vernos a nosotros mismos en el espejo y de procurar nuestro arreglo exterior, dirijamos la mirada a nuestro alrededor y más allá del porte y la apariencia, descubramos en los demás la imagen misma de Dios. Qué bueno que invirtamos dinero en el banco y cuidemos la casa, el auto y nuestras cosas, pero es preciso cuidar e invertir en lo que no tiene color, ni peso ni figura; hay que invertir en el crecimiento de nuestra persona y la madurez humana sólo se alcanza por la fe en Jesucristo, porque por él sabemos que no hay nadie más humano que Dios mismo. En este Año de la fe, abramos también un espacio para festejar lo que creemos, orando, estudiando y actuando porque celebrar el misterio de la Santa Trinidad es celebrar nuestra vocación, el llamado común a formar una sociedad en la que prevalezca el reconocimiento de la igual dignidad de cada persona y el respeto a sus diferencias respecto a los demás. Como hijos del Padre y como hermanos de los demás, hemos de esforzarnos por superar aquellas relaciones egoístas y abusivas que destruyen nuestra comunión y, por tanto, la imagen del misterio de Dios Trino en nosotros. La Santísima Trinidad es el misterio central de nuestra fe y, por eso, será esencial que reflexionemos a lo largo de los números de este año, en el significado que debe tener para nuestras vidas esa tan común invocación con la que iniciamos o terminamos el día o cualquier otra actividad. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Alberto Anguiano García Vicario Parroquial en San Juan María Bautista Vianney (Fracc. Azteca)
MEDITA
MEDITA > AÑO DE LA FE
Pastoral Siglo XXI > p.8
Diez películas para ver y analizar en el Año de la Fe “Con el corazón se cree y con los labios se profesa” (Rm 10, 10)
“La puerta de la fe” (Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia está siempre abierta para nosotros” (Porta Fidei, no. 1), con estas palabras el Papa Benedicto XVI convocó el Año de la Fe que empezó el 11 de octubre de 2012 y terminará en la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013. Conciente de la “profunda crisis de fe que afecta a muchas personas” (ibid., no. 2), el Santo Padre nos exhorta: “No podemos dejar que: la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él…” (ibid., no. 3). A continuación recomiendo diez películas que de algún modo abordan el tema de la fe y sus preámbulos, como dice el Papa: “no podemos olvidar que muchas personas en nuestro contexto cultural, aún no reconociendo en ellos el don de la fe, buscan con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo. Esta búsqueda es un auténtico “preámbulo” de la fe, porque lleva a las personas por el camino que conduce al misterio de Dios” (ibid., no. 10). 1) Chocolate (Chocolat) de Lasse Hallström, Reino Unido, 2000. La película nos remonta hasta el año 1959 -año en que el Papa Juan XXIII sueña y anuncia la celebración de un Concilio-, donde en un plano de vuelo somos llevados hasta una aldea gris y fría de la campiña francesa. En la iglesia del pueblo, a puertas cerradas, el sacerdote anuncia el comienzo de la cuaresma y exhorta al ayuno y a la penitencia. Desde el púlpito el sacerdote pregunta y se pregunta: “¿Dónde encontraremos la verdad? ¿Dónde se empieza a buscarla?”. Antes de terminar su sermón… un fuerte viento abre las puertas e irrumpe en toda la Iglesia. En este tiempo de cuaresma una mujer y su hija llegan al pueblo y abren una chocolatería. Comer o no comer, salir o encerrarse, acoger o rechazar son los dilemas a los que se enfrentarán los protagonistas de esta historia. 2) Tocando el viento (Brassed off) de Mark Herman, Reino Unido, 1997. Durante el gobierno neoliberal de Margaret Tatcher (1979-1990), una ola de cierres de minas de carbón recorre el norte de Inglaterra. Con frescura, humor y conmovedoras escenas Tocando el viento nos cuenta lo que vive el pueblo de Grimley ante el inminente cierre de su mina. La banda de música del pueblo es un bastión de identidad local y también está en crisis. Danny (Peter Postlethwaite, excelente), el director de la banda, se mantiene firme ante la adversidad y anima a todo el pueblo. Recuerda que la banda ha sobrevivido a dos guerras mundiales, que saldrán adelante… En medio de la crisis, de un drama familiar, del descontento social, Danny no deja de creer y motiva a todos a no dejar de tocar. 3) Los coristas (Les choristes) de Christophe Barratier, Francia-Suiza, 2004. Los coristas es una película que llega al corazón, que conmueve, que eleva el espíritu… un canto a la fe, al amor y a la esperanza. Clémet Mathieu es un músico que llega como prefecto de disciplina a una escuela correccional: “El fondo del Estanque”. A quien primero se encuentra es a un niño que espera en la puerta: Pepinot. Con preocupación el recién llegado le pregunta que hace ahí. El le contesta que espera el sábado pues ese día vendrá su padre a buscarlo. Pepinot no es el único niño que espera ser rescatado o salvado de su encierro. Cada niño tiene su historia, sus sueños y anhelos… que Mathieu alimentará a través del canto. Con una buena edición y ritmo vemos cómo el protagonista se va conviertiendo poco a poco en un padre para ellos, en alguien en quien pueden confiar. 4) Argo (Argo) de Ben Affleck, E.U., 2012. En el momento más conflictivo de la revolución iraní (1979), seis estadounidenses quedan atrapados en la embajada canadiense. Argo nos cuenta –con buen ritmo, suspenso y humor- cómo fue el rescate. Tony Méndez (Ben Affleck), agente de la CIA, ha ideado un plan que consiste en hacer pasar a estos compatriotas como parte de un equipo de filmación y así poder abandonar el país. En un principio todo parece una locura, algo imposible… pero poco a poco los seis se involucran, creen y trabajan en el plan. La película trata el tema de la fe, de la confianza, del trabajo en equipo. Argo es un thriller narrado con inteligencia y credibilidad que nos hace pensar en cómo el cine puede ser una puerta de salvación.
MEDITA
MEDITA > AÑO DE LA FE
Pastoral Siglo XXI > p.9
5) Así en la Tierra como en el cielo (As It Is in Haven) de Kay Pollack, Suecia, 2004. Daniel Daréus es un reconocido director de orquesta que, después de sufrir un infarto en un concierto, decide hacer un alto en su agitada vida. Cancela todos sus compromisos de agenda y se retira a su pueblo natal para descansar y escuchar su corazón. Alejado del bullicio de la ciudad, de giras por todo el mundo, del glamour al que estaba acostumbrado, va recuperando su vida, su historia, su vocación: “Desde niño soñaba crear música que le abriera el corazón a la gente”, confiesa en un momento. Poco a poco Daniel recupera la fe, encuentra el amor y se entrega a los demás. En esta bella historia de superación podemos constatar lo que dice el Papa Benedicto XVI: “La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo” (Porta Fidei, no. 7). 6) Up, una aventura de altura (Up) de Pete Docter y Bob Peterson, E.U., 2009. Up, una aventura es una historia de fe y grandes retos. El protagonista es un adulto mayor –Karl Fredicksen- que vive solo, lleno de achaques y, casi al final de su vida, con muchos sueños sin cumplir. El Sr. Fredicksen ha sido desde niño un admirador del investigador Charles Muntz y, como él, siempre ha querido viajar, descubrir nuevos lugares, explorar. Sueños que también compartió con Ellie –su amiga de la infancia y después esposa-, quien le hizo prometer que él la llevaría a Cataratas del Paraíso: “un lugar perdido en el tiempo”. Up, una aventura de altura nos recuerda que nunca es tarde para volver a creer y alcanzar los sueños, para lanzarse a la aventura y conducir a lo alto, para vivir la vida de manera más plena. 7) Tierra de sueños (In America) de Jim Sheridan, E.U.-Irlanda-Gran Bretaña, 2003. Jim Sheridan nos cuenta la historia de una familia de inmigrantes irlandeses que viajan a los Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de vida. Guiados por Cristy (la hija menor, aficionada al video), participamos de este viaje de la frontera con Canadá hasta la iluminada ciudad de Nueva York. Desde el comienzo, en la línea fronteriza, percibimos el dolor que embarga a esta familia: el padre, sin trabajo y casi sin dinero; la madre, con depresión; Cristy, ausente y sin pronunciar palabra; Ariel, simpática niña de unos cinco años, apenas y se da cuenta de la situación. Por si fuera poco, sabemos que esta familia vive el duelo por la muerte del pequeño Frankie, el hijo menor. Con todo, es una familia que está en camino, que sueña, que se esfuerza por pasar al otro lado, que no deja de creer. 8) En el gran silencio (Die Grosse Stille) de Philip Gröning, Alemania-Francia-Suiza, 2005. En 1984 el director alemán Phillip Gröning pidió permiso a la Orden de los Cartujos para rodar una película en el interior de uno de sus monasterios. Le dijeron que era demasiado pronto. Quizás más adelante. Dieciséis años después recibió una llamada. Había llegado la hora... En el gran silencio Gröning nos adentra con su cámara -sin equipo de iluminación, sin entrevistas, sin comentarios- en la vida cotidiana de un monasterio enclavado en los Alpes franceses. Con respeto y reverencia, la cámara se coloca en un sitio y desde un rincón -como quien no quiere perturbar o distraer- somos testigos de lo que pasa día tras día dentro de la Gran Cartuja: una vida de oración, de estudio, de trabajo en el campo... una vida de fe en un ambiente de profundo y gran silencio. 9) ¿Quién sabe cuánto cuesta hacer un ojal? de Ricardo Larraín, Chile, 2005. Esta película cuenta la historia de San Alberto Hurtado desde su niñez y juventud hasta su entrada a la Compañía de Jesús. Todo trasnscurre a principios de 1900, cuando el joven Alberto (Iván Alvarez de Araya, en una actuación estupenda y creíble), se pregunta por el sentido de su vida, de su fe como cristiano, de su vocación. En esta búsqueda pronto nos conectamos con él: cuando va al campo, a la universidad o con las costureras; cuando platica con su madre, cuando sale con los amigos, cuando ora y platica con su padre acompañante. ¿Quién sabe cuánto cuesta hacer un ojal? es una película emotiva, que nos cuestiona, que nos invita a juntar la fe con la obras (Cf. St 2, 17-18) o como decía San Alberto a “juntar las manos para rezar”, pero también “ocuparlas en ayudar”. 10) De hombres y de dioses (Des hommes et des dieux) de Xavier Beauvois, Francia, 2010. Ganadora del Gran Premio del Jurado y el Premio del Jurado Ecuménico del Festival de Cannes de 2010, esta película nos introduce en la vida de unos monjes cistercienses en Argelia durante la guerra civil que azotó el país entre 1991 y 2002. Con un guión basado en hechos reales, con buenas interpretaciones y una fabulosa fotografía, Beauvois nos lleva al corazón de ocho monjes que, después de muchos años de rezar, sembrar la tierra y apoyar al pueblo con algunos proyectos para hacerle frente a la enfermedad y la pobreza, tienen que decidir si abandonan el monasterio ante la crecida violencia o se quedan ahí dando su vida hasta las últimas consecuencias. He aquí un testimonio creíble del amor de unos hombres consagrados. Que estas historias llevadas a la pantalla nos ayuden a reflexionar sobre el acto de creer y el contenido de nuestra fe… ¿En qué creemos? ¿En quién creemos? Son preguntas que nos interpelan positivamente y conviene atender: en esto se nos va la vida. Sergio Guzmán, S.J. Monterrey, N.L. (México)
MEDITA
MEDITA > REFLEXION
PROPÓSITO 2013: COMPRAR UN TERRENITO... Todavía se comprarán casas y huertos en esta tierra (Jer 32,15)
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Pastoral Siglo XXI > p.10
o de comprar un terrenito es un consejo de Gustavo Gutiérrez a los creyentes. No se trata de adquirir propiedades sino de encender esperanzas activas en el mundo. El contexto es una historia de Jeremías en la Biblia. Escribo esto a los que perdieron la esperanza en el 2012 y ven el 2013 con poco ánimo y sin creer las palabras del profeta: “enjuga tus lágrimas, con amor eterno te amé, te alcanzará mi favor, Yo estoy contigo para salvarte, no temas, los guiaré… aquél día será grande y sin igual…” Lo hago con la única esperanza de encender tu propia luz y renovar tu esperanza. Estando sitiada Jerusalén por Babilonia. Jeremías estaba en la cárcel por profetizar y vino su primo para pedirle que compre un campo mientras la ciudad cae en manos enemigas ¿quién compraría un terreno en esa circunstancia?. El mismo Jeremías en su oración lo pregunta… pero Dios responde: “¿hay algo imposible para mí?... ha sucedido lo que yo no mandé ni pasó por mi cabeza… Haré con ustedes y sus hijos una alianza… gozaré haciéndoles el bien y no cesaré… enviaré todos los bienes que prometo, se comprarán campos en esta tierra que hoy llaman desolada… cambiaré la suerte de esta tierra” (Jer 32,27-44).
Frente a la tierra desolada de nuestra vida, con sus ruinas y todas esas cosas que nos van llenando de tristeza nacen dudas respecto a la bondad y amor de nuestro Dios, de desánimo frente a la vida y muchas veces de cuestionamiento profundo sobre el sentido y valor de nuestro esfuerzo… cuando la vida no va como quisiéramos y las cosas nos salen mal decimos ¿de qué nos sirve la fe? ¿dónde está el Dios en el que creo? ¿para qué seguir esforzándome? O, como diría Jeremías: ¡Ay mi Señor! ¿para qué comprar un terreno de una tierra que pronto no tendrá valor? … no tiene caso… ¿Hay algo imposible para mí?, respondió el Señor. Que compremos ese terreno significa encender la esperanza, creer en un futuro mejor, confiar en que Dios ha venido cumpliendo sus promesas siempre… no rendir las manos ni siquiera en medio de la guerra o la tormenta y luchar contra toda desesperanza… pero eso no se puede con los brazos cruzados, hay que hacer algo, dar signos, moverse, hacer… atreverse a comprar un terreno que para pocos es valioso. Es algo así como volverlo a intentar cuando ha salido mal muchas veces, seguir buscando junto con otros cuando todos dicen que no busquemos, es encontrar a algunos desaparecidos y encender la esperanza de todos, es creer en la bondad del que va paso y necesita ayuda, es valorar al buen gobernante o ciudadano, colaborar con los profetas que quieren comprar terrenos, es creer en Dios y su amor en las buenas y en las malas, seguir sirviendo, amando, ayudando cuando todo nos invita a no hacerlo… Me imagino la burla de los que no creyeron en Jeremías y le acusaron de malgastar su dinero. Como te pueden acusar a ti de malgastar tu tiempo, tu esfuerzo, tu ánimo en esa lucha que vamos teniendo… tú compra tu terreno, haz que las cosas sucedan, organízate con otros, sigue, no te detengas… tu perseverancia será un signo de que crees, de que se puede, de que no estás sola(o), y no sólo eso ¡Será una invitación para que otros compren su terreno! Para que volvamos a poblar el lugar que Dios nos dio: el lugar de la esperanza. La esperanza es nuestro lugar, es nuestro terreno. No significa espera pasiva; Esperanza es amor activo, confianza absoluta e incondicional, ganas de recibir el 2013 con gozo, como una serie de 365 nuevas oportunidades de conocer, amar y seguir a Jesucristo, el de la esperanza inquebrantable… Deseo que no te quedes estancado frente al mal, la violencia, cualquier desánimo o dificultad personal… deseo que te muevas hacia la esperanza, que creas y hagas algo por ti y los otros, que te hagas el gran regalo de crear la vida y el mundo que deseas, que confíes que Dios te promete de nuevo en el 2013: Yo estoy contigo para salvarte... no temas, no te asustes… Coloca pilares, planta señales, fíjate bien en el camino por donde caminas… Con amor eterno te amé, te reconstruiré, bailarás alegremente… (31,3) Deseo que el año de la fe, te mueva al amor y fortalezca tu esperanza, porque como dice la Biblia: Hay esperanza de un porvenir… (Jer 31,17)
Pbro. Rodolfo Antonio García Martínez Vicario Parroquial en San Juan Bautista (Centro)
MEDITA
MEDITA > REFLEXION
Pastoral Siglo XXI > p.11
“UN SANTO TRISTE... ES UN TRISTE SANTO”
“Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias en toda ocasión, con oración y ruego, y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. (Filipenses 4, 4-7) Dentro de los ritos del Sacramento del Bautismo está la Unción con el Santo Crisma, éste es un aceite de oliva, consagrado por el Obispo en la Semana Santa y sólo se utiliza en 3 Sacramentos: Bautismo, Confirmación y Orden Sacerdotal. Este aceite tiene una característica muy particular: es un aceite perfumado. En muchos de los bautismos que he realizado, cuando unjo a los niños, ordinariamente las mamás expresan lo agradable del aroma. El perfume del Santo Crisma debe hacer sentir a los presentes la frescura de la vida. El perfume tiene varios significados, especialmente uno que quisiera resaltar: la alegría. Por ejemplo, cuando una mujer se encuentra triste y deprimida ¿qué sucede? No se pinta, no se peina ni se arregla, porque está desmotivada y triste, pero cuando la situación cambia, se peina, se arregla y se perfuma como expresión de su alegría. El niño ungido con el Santo Crisma en el Bautismo, nos quiere decir que él está llamado a vivir en la verdadera alegría, aquella que sólo Dios da y nadie puede arrebatar. El cristiano es por excelencia sal de la tierra y luz del mundo, pero si la sal pierde su sabor ¿para qué sirve? para nada, entonces se le arroja porque ha perdido su razón de ser. Así el cristiano, si deja de impregnar el sabor de la alegría al mundo que le rodea ¿qué sentido tiene?. En la sociedad en la que vivimos se percibe miedo, dolor y tristeza, es por esto que el verdadero cristiano debe ser una respuesta para todas las contrariedades de la vida. Desde que iniciamos en la vida de la gracia ya se nos dice lo importante y necesario que es mostrarle al mundo la alegría de vivir. Se dice que san Francisco de Sales afirmaba: “un santo triste es un triste santo” ya que la santidad y la tristeza no van de la mano. Debemos olvidarnos de las imágenes de aquellos santos con cara de compungidos, mustios e insensibles y tomemos la auténtica imagen de aquellos hombres y mujeres que vivieron hasta las últimas consecuencias la BUENA NOTICIA. Estos campeones del bien vivieron el Evangelio de acuerdo a lo que su nombre significa: una buena noticia y toda buena noticia nos produce alegría, esa alegría que es más un fruto del Espíritu que una consecuencia de las circunstancias. La alegría es ante todo y, sobre todo, un fruto del Espíritu, un fruto del amor. El Espíritu Santo nos llena de alegría y nos ayuda a enfrentar cualquier situación con valor y entereza y no nos deja perder esa fuerza interior que nos mueve a luchar en todo momento ante las dificultades de la vida. Es así, que encontramos en los hospitales a enfermos, muy enfermos, pero inquebrantables en su fe y en sus ganas de salir adelante; es así, que nos encontramos con personas sin alguna parte de su cuerpo y no se echan para atrás, por el contrario, nos dan ejemplo de empuje, ánimo y vitalidad. La alegría nos ayuda a ver las cosas con mayor optimismo, no haciendo a un lado la realidad, es más, la supone y trabaja sobre ella para mejorarla. La alegría cristiana es como el diamante: cuando se ve... se desea. La alegría cristiana es como el sol: aunque las nubes del dolor la oculten, no dejará de brillar. La alegría cristiana es como el fuego, debe ser alimentada constantemente. Este pasaje es un extracto del diálogo entre san Francisco de Asís y el hermano León: “¿Cuál es la verdadera alegría? Vuelvo de Perusa y, ya de noche avanzada, llego aquí; es tiempo de invierno, todo está embarrado y el frío es tan grande, que en los bordes de la túnica se forman carámbanos de agua fría congelada, que hacen heridas en las piernas hasta brotar sangre de las mismas. Y todo embarrado, helado y aterido, me llego a la puerta y, después de estar un buen rato tocando y llamando, acude el hermano y pregunta: ¿Quién es? Yo respondo: -El hermano Francisco. Y él dice: -Largo de aquí. No es hora decente para andar de camino. Aquí no entras. Y, al insistir yo de nuevo, contesta: Largo de aquí. Tú eres un simple y un paleto. Ya no vas a venir con nosotros. Nosotros somos tantos y tales, que no te necesitamos. Y yo vuelvo a la puerta y digo: Por amor de Dios, acogedme por esta noche. Y él responde: -No me da la gana. Vete al lugar de los crucíferos y pide allí. Te digo: si he tenido paciencia y no he perdido la calma, en esto está la verdadera alegría, y también la verdadera virtud y el bien del alma”. La alegría ciertamente no es un fruto de las circunstancias, sino del espíritu. Aparece como un regalo de Dios y se cultiva como una virtud a través de nuestro esfuerzo cotidiano, manteniendo siempre una actitud positiva ante la vida, sea cual fuere la situación que se nos presente. Por eso los mexicanos nos atrevemos a decir: “Al mal tiempo…buena cara”. Pbro. Roberto Figueroa Méndez Párroco en San Rafael Arcángel (Fomerrey No. 35)
COMPROMETETE COMPROMETETE > AÑO DE LA FE
Pastoral Siglo XXI > p.12
UN DIOS “PADRE”
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o que más había escandalizado e indignado a las autoridades religiosas, era el trato amistoso y misericordioso de Jesús para con los pecadores; entraba en sus casas y comía con ellos, brindándoles gratuitamente su amistad, ofreciéndoles su perdón. Cristo ayudaba a los pobres y enfermos que acudían a él, pero buscaba a los pecadores como el buen pastor a la oveja perdida. Él no actuó como juez ni con la adúltera, ni con la samaritana, ni con la prostituta en casa de Simón, ni con Zaqueo, con nadie. Hoy el sacramento de la Reconciliación que siempre tuvo tanta importancia en la vida cristiana para adquirir la verdadera paz y el crecimiento espiritual, ha entrado lamentablemente en crisis. Y sin embargo tan solo Dios es capaz de perdonar y rehacer nuestra vida. Hay un deber de formar la conciencia para un buen discernimiento de nuestras opciones; siempre se peca cuando se actúa contra conciencia. Al reconciliarnos con la Iglesia, representada por el sacerdote, nos reconciliamos con Cristo y con Dios. A quien perdonen los pecados, les serán perdonados (Jn 20, 23), dijo Jesús. A Cristo lo acusaron de “amigo de los pecadores”, a lo que él contestaba: No vine a buscar a los justos sino a los pecadores (Lc 5, 32). Esta frase debe ser entendida no como que los justos ya están salvados y ahora hay que salvar a los pecadores. Por el contrario, los que se creen justos y no necesitan de nadie son excluidos del Reino y los publicanos y las prostitutas (que se han convertido a Cristo) entran en él (Mt 21, 31). Las 99 ovejas en el redil no representan a los buenos sino a los fariseos y a los que se creen justos; ellos quedan en el corral como el hijo mayor en la casa, mientras el pastor busca la oveja perdida que lo necesita. La conversión del justo es más difícil porque él piensa no necesitar de Dios ni de perdón y confía en sus méritos. No hay una imagen auténtica y pura de Dios desde los comienzos de la Biblia, sino una búsqueda constante y progresiva de ese rostro que recién resplandece en Cristo. En el Antiguo Testamento se adjudicaban a Dios tanto las cosas buenas como las malas. Fue Jesús quien nos enseñó que las cosas malas no vienen de Dios, ni son castigos de Dios debido a nuestros pecados (Lc 12, 4-5). Pero hay un hilo conductor claro y evidente en la Biblia y es el de un Dios compasivo que libera a su pueblo de la esclavitud de Egipto, que se pone del lado de los oprimidos, de las viudas, de los huérfanos, de los extranjeros. Y definitivamente es Jesús que nos revela a Dios contraponiendo la dulzura y suavidad de su mensaje al yugo que imponía la ley judía. Dios es abbá (en arameo: papá querido) según Mc 14,36 y todo lo que hace y desea es para nuestro bien, para nuestra felicidad. Las cosas no son malas o buenas porque Dios las prohíbe o las manda, sino que Dios las desea o no, según si son buenas o malas para nosotros. Amar a Dios es importante, pero es tan solo una respuesta a un amor desbordante que nos precede. Hemos creído en el amor de Dios para con nosotros (1Jn 4, 16). Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero (1Jn 4, 19). Si Dios es bueno, si Dios es Amor, el secreto de la vida espiritual es vivir la presencia del Señor en actitud constante de oración (Lc 18, 1) buscando agradarle, escucharle, cumplir con sus inspiraciones, abandonarse sin resistencia en sus manos con un abandono que no ha de ser resignación pasiva sino colaboración activa y confiada. El asombro por estas novedades traídas por Jesús se revela en la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32) donde ni el hijo mayor ni el hijo menor conocen la bondad y la misericordia del Padre. La oración cumbre de Jesús, aun en el desgarro del huerto de Getsemaní y después de haber pedido que se alejara el cáliz de la pasión, fue de abandono: Que se haga lo que Tú quieras (Lc 22, 42). Este acto de abandono lo liberó de la angustia y el terror (Mt 26, 37) que le habían invadido el alma. Y lo hizo capaz de enfrentar con serenidad su muerte. Jesús nos enseñó el Padre Nuestro. Cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a rezar, Jesús les pidió llamar a Dios Abbá. Les he dado a conocer tu Nombre, dirá Jesús en Jn 17, 6. En los evangelios nos encontramos con que hay dos versiones del Padre Nuestro. La de Mateo (6, 9-13) es algo diferente de la de Lucas (11, 1-4). Según los estudiosos de la Biblia, el Padre Nuestro de Lucas, más corto, es más antiguo y probablemente el original. Mateo, sin alejarse de los que son los mismos elementos y contenidos de Lucas, hace algunos añadidos para la comunidad judío-cristiana a la que se dirige. Mateo por ejemplo en vez de “perdonar nuestras ofensas” puso “perdona nuestras deudas”, más en consonancia con la mentalidad de los judíos convertidos. Jesús mismo había contado la parábola de un deudor que debía a su señor diez mil talentos (una fortuna) y otro que le debía tan solo cien denarios (Mt 18, 23-35). En la actual versión del Padre Nuestro parecería que Dios ha de perdonarnos así como nosotros perdonamos...; es al revés. Así como Dios es tan generoso en perdonarnos, también nosotros debemos perdonar a nuestros hermanos; es una condición esencial para que el perdón de Dios se haga efectivo en nosotros. El Padre Nuestro es la oración que nos une en familia y en comunidad, la que hay que rezar con el corazón confiado de los niños (Mt 18, 3); la palabra abbá era junto a immá (mamá) una de las primeras palabras que los niños pequeños aprendían en familia. En el bautismo, Dios no le dice a Jesús: Yo soy el que soy (Yahvé, según Éx 3, 14), sino Tú eres mi hijo muy querido; se muestra padre de Jesús y en él de todos nosotros. No es ya el Dios inaccesible, cuyo nombre los judíos no pronunciaban por respeto y temor (lo sustituían con Adonai: Señor), sino un Padre amoroso. Con él, Jesús se relaciona no solo en los tiempos prescritos sino en todo momento, por la mañana temprano, de noche... Invoca al Padre con esa expresión familiar desacostumbrada que nadie se hubiera atrevido a pronunciar; esa expresión fue tan asombrosa para los primeros cristianos que se transmitió hasta nosotros en arameo. Pbro. Santiago Gutiérrez Sáenz Rector de la Catedral Metropolitana de Monterrey y Coordinador de la Pastoral Bíblica
COMPROMETETE LAPAZ: JÓVENES Y EDUCACIÓN COMPROMETETE > FORMACION HUMANA
Pastoral Siglo XXI > p.13
¿Qué diferencia hay de los niños y jóvenes de otras épocas a las de los recientes años? Podemos notar una marcada diferencia entre sus pensamientos, palabras, gestos y sobre todo en sus valores. Una de las características marcada en muchos de los jóvenes de hoy es la falta de voluntad, la incapacidad de afrontar los retos, las dificultad y el sufrimiento buscando como premisa el menor esfuerzo, originado en ellos por la vida cómoda que les ofrece el medio ambiente donde se desarrollan. Muchos padres de familia y formadores antes las experiencias difíciles vividas en su pasado desean evitar que sus educandos sufran lo que ellos vivieron. No han caído en la cuenta que el sufrimiento forma parte de la verdad de nuestra vida. Por eso, al tratar de proteger a los más jóvenes de cualquier dificultad y experiencia de dolor, corremos el riesgo de formar, a pesar de nuestras buenas intenciones, personas frágiles y poco generosas, pues la capacidad de amar corresponde a la capacidad de sufrir, ya lo diría San Agustín “Si no quieres sufrir no ames, ¿Pero si no amas para que quieres vivir?”. Resulta espontáneo culpar a las nuevas generaciones, como si los niños que nacen hoy fueran diferentes de los que nacían en el pasado, pero ¿Deberíamos responsabilizar a los adultos de hoy, que ya no son capaces de educar? Existe una gran tentación entre los padres como entre los profesores, y en general entre los educadores a renunciar a formar; más aún, existe incluso el riesgo de no comprender ni siquiera cuál es su papel y la misión que se les ha confiado, reflejado muchas veces en querer mejor ser amigo que autoridad dándoles además todo lo que piden y así calmar la conciencia ante la poca presencia y acompañamiento que se exige de un auténtico formador. La autoridad de los Padre de familia y formadores es fruto de experiencia y competencia, (saber ser y hacer) pero se adquiere sobre todo con la coherencia de la propia vida y con la implicación personal, expresión del amor verdadero. Por consiguiente, el educador es un testigo de la verdad y del bien; ciertamente, también él es frágil y puede tener fallos, pero siempre tratará de ponerse de nuevo en sintonía con su misión. Todo verdadero educador sabe que para educar debe dar algo de sí mismo y que solamente así puede ayudar a sus alumnos a superar los egoísmos y capacitarlos para un amor auténtico. (Benedicto XVI sobre la tarea urgente de la educación). Una frase muy hecha no solo en la boca de los jóvenes de hoy que refleja su forma de pensar y actuar es: “no pasa nada” manifestando así que al hacer algo equivocado, incorrecto o arriesgado no tendrá consecuencia, ejemplo: el invitar a un compañero de estudios a copiarse en un examen argumentando: “no se darán cuenta al cabo no pasa nada”. Entramos a un campo delicado y fundamental: el uso de la libertad donde para muchos jóvenes romper las reglas es algo de todos los días o para muchos de ellos ni si quiera existen, donde no debe haber horarios para llegar a casa y cuando alguien le pone una norma es una persona muy exigente o anticuada. El punto fundamental de la obra educativa: encontrar el equilibrio adecuado entre libertad y disciplina. Sin reglas de comportamiento y de vida, aplicadas día a día también en las cosas pequeñas, no se forma el carácter y no se prepara para afrontar las pruebas que no faltarán en el futuro. La educación bien lograda es una formación para el uso correcto de la libertad. Debemos aceptar el riesgo de la libertad, estando siempre atentos a ayudarle a corregir ideas y decisiones equivocadas. En cambio, lo que nunca debemos hacer es secundarlo en sus errores, fingir que no los vemos o, peor aún, que los compartimos. Sería muy pobre la educación que se limitara a dar nociones e informaciones, dejando a un lado la gran pregunta acerca de la verdad, sobre todo acerca de la verdad que puede guiar la vida. Les comparto algunas consideraciones para una verdadera educación de calidad: -Formar, no reaccionar. -Tener reglas y normas claras. -Tener cercanía y generar confianza. -Permitir al educando desenvolverse con libertad y espontaneidad. -Equilibrio en la formación: física, intelectual, psicosocial y espiritual. -Buscar motivaciones adecuadas a la edad, sexo, salud, estado psicológico y nuestra fe. -Buscar ideales partiendo de la realidad del educando teniendo en cuenta sus intereses. -Creer en los procesos el trabajo, es lento, porque implica ir evolucionando y altos valores. -Educar en que el mal se vence con el bien, y la justicia se busca imitando a Dios Padre que ama a todos sus hijos. Es necesario renunciar a la falsa paz que prometen los ídolos de este mundo y a los peligros que la acompañan; a esta falsa paz que hace las conciencias cada vez más insensibles, que lleva a encerrarse en uno mismo, a una existencia atrofiada, vivida en la indiferencia. Por el contrario, la pedagogía de la paz implica acción, compasión, solidaridad, valentía y perseverancia. (Benedicto XVI Una pedagogía del que trabaja por la paz).
Por. Lic. Juan Pablo Vázquez Rodríguez Coordinador Pastoral Siglo XXI
COMPROMETETE COMPROMETETE > AÑO DE LA FE
Pastoral Siglo XXI > p.14
CONOCER MI FE PARA VIVIRLA MEJOR
“HE NACIDO EN UN TIEMPO EN EL QUE LA MAYORIA DE LOS JOVENES HABIAN PERDIDO LA CREENCIA EN DIOS POR LA MISMA RAZON QUE SUS MAYORES LA HABIAN TENIDO: SIN SABER POR QUE”. (Esta frase del escritor Fernando Pessoa siempre me ha impresionado) La afirmación me parece terrible y en buena parte, terriblemente verdadera. Porque cuando yo contemplaba a jóvenes compañeros que decían que habían perdido la fe y les preguntaba por qué había ocurrido eso, comprobaba siempre que o no sabían por que la habían perdido o me daban razones débiles para perderla. Comprobaba siempre que, en realidad no es que hubieran perdido la fe, sino que nunca la habían tenido en serio, nunca habían luchado por ella, y si la tuvieron, tenía raíces tan débiles que cualquier viento pudo abatirla. Y es que entre nosotros, somos muchísimos los que consideramos que como la fe es un regalo de DIOS, lo único que hay que hacer es aceptarla, pero que no hace falta cultivarla. Muchos vivimos con una fe anémica, sin formar. Que se mantiene por pura gracia de DIOS, pero sin que el interesado haga por ella el menor esfuerzo. Esto es especialmente visible en el terreno intelectual. Si preguntamos a los católicos cuantos esfuerzos han hecho por profundizar en la fe después de que salieron del catecismo, muchos confesaran que ninguno, que bastante hacen con escuchar la homilía de nosotros los curas. No se han detenido a leer un libro religioso ni estudiado las verdades de la fe. Por eso al llegar a la vida adulta muchos vivimos con una fe de niños. Incluso entre los católicos se le tiene a veces como miedo a la inteligencia. Algunos dicen que hay que creer y no pensar, que cuando uno estudia o lee es cuando le vienen los problemas de la fe y hasta nos refugiamos en una crítica ingenua de los teólogos como si fueran los enemigos de la Iglesia. Hoy, por fortuna, son cada vez más los cristianos que empiezan a descubrir la necesidad de conocer y estudiar su fe para vivirla mejor. Incluso son muchos los seglares que están dándose cuenta de que la teología no es algo exclusivo para curas, sino algo abierto a todos. Y están abriendo en muchas partes cursos de teología, escuelas bíblicas, catequesis de adultos, que llegan hoy a una minoría, pero a una minoría creciente. NECESITAMOS CONOCER NUESTRA FE PARA VIVIRLA MEJOR. Pbro. Benito Ramírez Márquez San Pedro Apóstol, Allende N.L.
COMPROMETETE COMPROMETETE > AÑO DE LA FE
Pastoral Siglo XXI > p.15
VIVIENDO LA FE
E
n los últimos días he podido experimentar de diversas maneras la gracia de estar entre tantos hermanos que profesan la Fe en Jesucristo; pues como bien sabemos el Santo Padre a inaugurado el Año de la Fe, que sin duda alguna traerá un tiempo de gracia para todos los que profesamos la misma. Pero aun con esto, me ha surgido las preguntas ¿Qué es la Fe? ¿Cómo se tiene que vivir este año de la Fe? Al nacerme la primera cuestión ¿Qué es la Fe?, vienen a mi memoria tantos temas que en la catequesis infantil, en los grupos juveniles y demás momentos eclesiales a lo largo de mi consiente pertenecer en la Iglesia he escuchado de tantas personas. Algunos sin más han respondido solamente que la fe es creer en algo que no podemos ver, otros con un poco más de formación han dicho que es creer en Dios, que es abandonarse en Él, que es hacer su voluntad, algunos más profundos dicen que es una forma de conocer; en fin, creo que todos tienen razón desde la perspectiva en que se encuentran y desde la formación que los ha precedido. Así que en el esfuerzo por encontrar como vivir este Año de la Fe, he bebido de algunas fuentes que me ayuden a definir y entender lo que ‘creo’ aspiraremos vivir’. El Catecismo de la Iglesia Católica nos expone que “La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre” (CEC 162). Todos nacemos con la capacidad de buscar a Dios, que es la fuente que sostiene nuestra existencia, y con la Fe podemos dejarle de manifiesto lo que nos acontece, aqueja o alegra, pues este gran Don de la Fe nos ayuda a responderle al Aquel por quien existimos. Pero cabe resaltar que el Catecismo nos lanza la palabra Don, en otras palabras ‘regalo’, y a todo regalo siempre tenemos la encrucijada de decidirnos aceptarlo o no. Ahora me doy cuenta que por tal decisión tantos hombres han decidido caminar sin Dios (fuente de la vida), sin FE en Él (sin el regalo) con la que podemos beber hasta saciarnos del que es la Suma Felicidad. Caminar sin Fe es caminar sin sentido, sin rumbo, es alejarse del encuentro con la vida. En nosotros está la decisión de aceptar el Don de la Fe o rechazarlo. Ahora bien, aceptar este gran Don es aceptar al mismo Dios que nos lo entrega; es adentrarnos a la vida plena como dice el mismo San Pablo: “El justo vivirá por la fe” (Rm 1, 17). Es aquí cuando podemos hacernos la segunda pregunta que nos podrá servir para encontrar algunas herramientas que nos permitan caminar con sentido en este “Año de la Fe”. ¿Cómo se tiene que vivir este Año de la Fe? En la Iglesia Universal y en la Local que se concretiza en parroquias, grupos, movimientos, asociaciones, apostolados, entre otros, se nos ha propuesto releer y reflexionar los, siempre ricos, documentos del Concilio Ecuménico Vaticano II, que lamentablemente aún son desconocido para muchos; también el Catecismo de la Iglesia Católica y, con estos han surgido una cantidad de excelentes meditaciones, charlas, reflexiones que nos ayudan a acercarnos a ellos. No obstante la cuestión, aun después de haberla reflexionado, me sigue siendo difícil, no porque estas no sean claras o precisas (de hecho los son), sino porque en el trabajo del hombre, en la cotidianeidad de los días y de los tiempos en que es necesario ubicarnos en lo concreto de cada vida y en este terreno no se puede llegar desde lo general, sino que la persona misma en lo particular deberá crear su proyecto de cómo ha de vivir el Año de la Fe. Ahora bien con esto podemos encontrar pistas desde algunas fuentes. En un primer momento creo que para vivir el Año de la Fe solo podemos hacerlo ‘viviendo la Fe’ y con esto tendremos vida, como ya lo hemos recogido de Rm 1,17. Más aún encontramos también, algo ya más concreto, de cómo vivir la Fe; esto es en Gálatas, cuando el apóstol remarca la vivencia de la Fe a través de la Ley del amor, “la fe obra por medio del amor” (Gal 5,6). Este segundo momento donde la Fe ya se nos presenta como una forma de vida, siempre en el amor donde realmente actúa, nos mete de lleno en la reflexión personal ¿De qué manera manifiesto el amor? O todavía en una forma más clara ¿Cuáles son las formas en las que soy otro Cristo, que ama profundamente, para mis hermanos? Solo el hombre que está atento a su obrar podrá darse cuenta en qué momento está actuando como buen samaritano, es decir como otro Cristo, sin hipocresía y sin esperar nada a cambio. Las manifestaciones de Fe, o también podemos llamarlas obras de caridad, son acciones del verdadero discípulo de Cristo; pues “el discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla” (CEC 1816). Por tal motivo es necesaria una revisión constante de manera que nuestro obrar corresponda a la Fe que confesamos y profesamos. Sabemos ya que la medida de la Fe es el Amor. El Examen de Conciencia diario es una acción concreta y correcta para responder de la mejor manera a nuestra vivencia de la Fe, pues “nuestra vida moral tiene su fuente en la fe en Dios que nos revela su amor” (CEC 2807); y nuestro diario caminar debe ser reflejo de este amor. “Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios” (CEC 1814). Hay otras tantas expresiones concretas de la Fe como lo es la Santa Misa, en especial la dominical. Me colma de gozo ver familias enteras que tiene por devoción y piedad asistir a una determinada Misa, pues siempre la Eucaristía seguirá siendo la fiesta del encuentro y del hallazgo, la máxima expresión de la Fe en torno al Misterio eucarístico-pascual. Si nos dedicamos a documentarnos, entender y vivir los diferentes signos y ritos de la Misa creo que estaremos avanzando en este Año de la Fe. Si somos conscientes que la fe es un don gratuito que Dios hace al hombre y que solo el justo vivirá por la fe, entonces nuestras acciones serán siempre por el Amor. Pbro. Jesús Gerardo Delgado Martínez Estudio en Colegio Mexicano en Roma
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SEIS NUEVOS SACERDOTES PARA NUESTRA ARQUIDIÓCESIS DE MONTERREY
MONTERREY N.L. (Pastoral Siglo XXI).- EL pasado 12 de enero la Iglesia de Monterrey se llenó de alegría y bendición al serles conferido el Sacramento del Orden Sacerdotal de manos de nuestro Arzobispo, Don Rogelio Cabrera López a los diáconos: - José Adrián Mendoza Pedroza - Juan Rodríguez Nava - José Luis Arredondo Aguirre - José Ernesto Ríos Treviño - Roberto Ibarra Montes - Jesús Salvador García Ortiz La celebración se llevó a cabo en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe donde acudió el presbiterio de la Arquidiócesis, religiosos y religiosas, la comunidad del Seminario, familiares de los ordenados y fieles laicos. Demos gracias a Dios por tan maravilloso don para su pueblo y sigamos orando por las vocaciones sacerdotales. Pastoral Siglo XXI
Pastoral Siglo XXI > p.16