Pastoral Siglo XXI / Noviembre 2013

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PASTORAL

SIGLO XXI AÑO: 6 No: 59

CONOCE> CABALLEROS DE COLON / P. 4

COSTO DE EDICION: $10.00 MEDITA> SANTA MARIA DE GUADALUPE / P. 8, p.9

Noviembre 2013

LA VOZ DE LA IGLESIA EN MONTERREY COMPROMETETE>

A UN AÑO ¿RE DESCUBR´I MI FE? / P.13

CONCLUSIÓN DEL AÑO

DE LA FE


CONOCE EL ESPIRITU SANTO GIME CON DOLORES DE PARTO

CONOCE > LA VOZ DEL PASTOR

Pastoral Siglo XXI > p.2

E

l Espíritu Santo nos impulsa y es el que nos hace entrar en contacto con Cristo. De no ser por el Espíritu Santo la fe también no sería posible: “Nadie puede decir: “Jesús es el Señor!” sino por influjo del Espíritu Santo” (1 Cor. 12,3). “Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!” (Ga. 4,6) Este conocimiento no es posible sino por el Espíritu Santo. Por eso es muy importante el Bautismo y es el primero de los sacramentos, ya que en él se nos da el Espíritu Santo tan necesario para que la fe se vaya desarrollando y creciendo y sobre todo para que interceda por nosotros en medio de nuestros pecados. Hay algunos papás que sin saber la necesidad que tenemos de que nos asista cuanto antes el Espíritu Santo, se atrasan algunos años en bautizar a sus hijos e incluso hay papás que deciden que sus hijos cuando estén grandes decidan qué religión escoger y postergan hasta después de los 18 años el Bautismo. “Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Verbo, es decir al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Espíritu Santo” (CEC # 683; cfr. S. Ireneo, dem. 7) ¿Nos damos cuenta del lugar y de la función del Espíritu Santo en nuestra vida? Es Él el que nos inicia en la fe y es el que nos despierta en la fe. Muchos papás cuando sus bebés ya bautizados los empiezan a evangelizar enseñándoles alguna imagen de Dios al que el niño extiende su manita y como que expresa agrado cada vez que sus papás le piden “que le pida pan a Diosito” y ellos consciente o inconscientemente, pero sintiendo un agrado en su interior, son capaces de tener estos primeros contactos con Dios: “El Espíritu Santo con su gracia es el ‘primero’ que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva…” (CEC # 684). Podemos decir que hay una misión conjunta entre el Hijo y el Espíritu Santo, que consubstancial al Padre y al Hijo, es inseparable, tanto entre ellos como Santísima Trinidad, como entre el amor que hay en el mundo entre los hermanos. Y es el mismo Espíritu Santo el que nos va revelando el conocimiento de Dios. A nosotros lo que nos toca es saber “aterrizar” bien cada experiencia de vida que enfrentamos, que por muy dolorosa que se nos presente, todas esas experiencias, todas absolutamente, pueden ser una experiencia de crecimiento en el conocimiento y en el amor de Dios. ¿Pero quién es el que nos ayudaría a que fuera una verdadera experiencia espiritual? Definitivamente el Espíritu Santo: “El Espíritu de verdad que nos ‘desvela’ a Cristo, no habla de sí mismo (Jn. 16,13). Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qué el mundo no puede recibirlo, porque no le ve ni le conoce’, mientras que los que creen en Cristo le conocen porque Él mora en ellos”. (CEC # 687; cfr. Jn. 14,17). Aprovechemos más la función y la participación del Espíritu Santo en nuestra vida. Invoquémoslo más. No estamos solos para combatir el mal, Él nos ayuda a lograrlo y a nosotros nos corresponde aprovecharlo.

Pbro. Walter Fdo. Gómez Olvera Parroco Santa Cecilia de Monterrey


CONOCE CONOCE > EDITORIAL CONTENIDO CONOCE EDITORIAL / p.2 LA VOZ DEL PASTOR / p.3 CABALLEROS DE COLÓN / p.4 PATRIMONIO PERDIDO / p.5 VOCACION AL MATRIMONIO / p.6 MEDITA ¿DEBERÍA USTED CREER EN LA TRINIDAD? / p. 7 SANTA MARÍA DE GUADALUPE / p.8, p.9 CARTA A PEDRO / p.9 EL ADVIENTO CRISTIANO / p.10 “NO ERES TU, SOY YO” / p.11 COMPROMETETE AUTONOMÍA Y COMUNIÓN / p.12 A UN AÑO ¿RE DESCUBRÍ MI FE? / p.13 CONCLUSIÓN DEL AÑO DE LA FE / p.14 VIVE “FAMILIA, VIVE LA ALEGRÍA DE LA FE” / p.15 NOTICIAS / p.16

DIRECTORIO Director General Mons. Rogelio Cabrera López Subdirector Pbro. Juan José Martínez Segovia Director Editorial Pbro. Walter Fernando Gómez Olvera Coordinación Lic. Juan Pablo Vázquez Rodríguez Consejo Editorial Lic. Yolanda Ruiz Martínez Lic. Jorge Rodríguez Tueme C.P. Hernán Jasso Pbro. Juan José Martínez Segovia Pbro. Walter F. Gómez Olvera Pbro. Javier Hernández Raygoza Pbro. Franciso Gómez Hinojosa Colaboradores Secretariados, Departamentos y Comisiones de la Arquidiócesis. Representantes Parroquiales. Redacción y Revisión Departamento de Comunicación Diseño LDGP Daniel García Impreso Grupo Publicitario Distribución Mensajería y Paquetería Galgo S.A. de C.V. Contabilidad Jasso Silva y Asociados S.C. Directorio Revista Mensual Noviembre de 2013. Editor responsable: Pbro. Walter F. Gómez Olvera. No. de certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derecho de Autor: 042007- 072412073100-01. No. de Certificado de lícitud de Título: 13903. No. de Certificado de licitud de Contenido: 11476. Domicilio de la Publicación: Zuazua 1100 Sur, Barrio Antiguo, C.P. 64000, Monterrey N.L. Imprenta: Grupo Publicitario Calle Chapala 147-1 Col. Mitras Sur, Monterrey, N.L. México Distribuidor: Mensajería y Paquetería Galgo, Calle 16 de Septiembre 413 Ote. Col. Independencia C.P. 64720 Monterrey, N.L.

Pastoral Siglo XXI > p.3

LA MISIÓN DE LA IGLESIA MODELO Y PROGRAMA

El Espíritu del Señor sigue alentando nuestra vida por los caminos del amor de Jesucristo, su voz resuena con fuerza y llega a la puerta del corazón de todos los que vivimos en nuestra querida Arquidiócesis de Monterrey. Nos sigue llamando a un nuevo Pentecostés, necesitamos un movimiento del Espíritu que nos sacuda del comodismo que tenemos arraigado, nos empuje a salir de los estancamientos, sane las heridas de nuestros corazones y los llene de nuevas ilusiones resplandecientes por la luz de la esperanza en Cristo. Con humildad pidamos que nos dé la valentía para vencer primeramente la tibieza, que nos renueve en la alegría y en la esperanza, abrazados de Jesucristo, muerto y resucitado, y demos un paso de fe hacia las necesidades del hombre de hoy. La Iglesia reconoce como lugar de encuentro con Cristo cada necesidad humana. Ante Cristo sufriente, el discípulo sabe que la misión es una respuesta solícita de caridad, nacida de la compasión y la misericordia. Una vez más recordamos el sentido de la misión de la Iglesia en nuestro tiempo: ir a donde están los alejados por situaciones existenciales, y llevarles la esperanza del Evangelio. A estas realidades el Papa Francisco las llama periferias. Éstas son toda realidad humana que nosotros mismos hemos excluido de nuestra vida. Todo ámbito humano individual: nuestra familia, vecinos, amigos, compañeros… y social: los pobres, enfermos, ancianos, los niños, nuestros enemigos,… Es una misión que nos pide mejorar nuestra manera de pensar sobre los demás, iluminados por el Espíritu Santo, en camino a una verdadera fraternidad humana y una más sincera e íntima unión con Dios. Estas periferias son el sentido de nuestra misión, a través de ellas vivimos la verdadera santidad en nuestro contexto actual. Se trata de “sentir con la Iglesia” con el sentido de pertenencia de todos a un mismo pueblo: el que Dios ha salvado en la historia entrando en la dinámica de ese pueblo. En el nombre del Señor, escribo esta segunda carta pastoral, con la humilde intención de alentar a toda la Iglesia de Monterrey en la misión evangelizadora que Cristo nos ha encomendado. El Papa Francisco ha invitado a la Iglesia a reflexionar en el cumplimiento pastoral de esta misión evangelizadora.3 Asumo la invitación de Su Santidad con este mensaje que quiere ser, al mismo tiempo, una motivación para seguir adelante en nuestro camino hacia la santidad, una luz de esperanza en medio de las dificultades que siempre están presentes, y un abrazo solidario para las personas de nuestra Arquidiócesis que han sufrido en los últimos años por la violencia que no termina de desaparecer. Las acciones eclesiales son fruto de un modelo y se concretan en sus programas de evangelización. El modelo es la comprensión de fe del mandato de Cristo: poner en clave de misión la tarea evangelizadora. ¡Todos debemos tener un sueño eclesial que dirija nuestras acciones! Este sueño es la santidad, vivida en comunión bajo la condición humana y en las circunstancias de nuestra vida. Es el horizonte de la pastoral: que el pueblo santo se configure con Cristo. Y es que la Iglesia, ciertamente, es una, santa, católica y apostólica, pero también ella es discípula misionera, misericordiosa con quienes sufren y abierta a dialogar con todos. Este es nuestro programa: asemejarnos a Jesús de Nazareth, pobre y evangelizador de la Buena Nueva del Reino, capaz de curar todas nuestras enfermedades, personales y sociales, sensible ante el dolor humano. Nuestra misión es de amor y de cercanía. El cimiento de este camino espiritual hacia la santidad es el primer anuncio (kerigma) que fecunda la fe y nos abre a la vida en la Iglesia: anunciar a Cristo muerto y resucitado, vivir la caridad como don del Espíritu Santo y celebrar el amor de Dios Padre con su voluntad de salvación para todos los hombres. Este anuncio se despliega en todas las actividades o programas de la Iglesia: impulsa a anunciar el evangelio en todas las formas posibles, en todos los contextos vitales; promueve las acciones de caridad concretas que responden a la gama de necesidades profundas del corazón humano, en sus dimensiones personales: individual, eclesial y social; y celebra al Señor en los sacramentos como una fiesta de fe, que la reaviva, sana y alienta. La presente carta recoge algunas reflexiones sobre este despliegue del Kerigma y sus momentos concretos en el camino del discípulo misionero y la acción pastoral de la Iglesia: el Kerigma que se hace Palabra (catequesis), que se hace acción de caridad (social) y es celebrado en los sacramentos (liturgia). Deseo que esta Carta Pastoral se estudie en las comunidades parroquiales y en las demás instancias pastorales, como preparación a la próxima Asamblea Eclesial Diocesana (AED13), a celebrarse del 2 al 4 de diciembre de este año 2013. Para ello, he agregado algunas preguntas al final de cada capítulo, con la finalidad de que se respondan en grupos de trabajo. Los aportes que de ahí broten serán profundizados en la AED13. + Mons. Rogelio Cabrera López Arzobispo de Monterrey


CONOCE

Pastoral Siglo XXI > p.4

CONOCE > APOSTOLADO

Los Caballeros de Colón (KofC) somos un grupo conformado por hombres católicos mayores de 18 años, una organización fraternal, familiar y de servicio, de apoyo a la comunidad y a la Iglesia. Estamos fundados en 4 valores: • Caridad: Con nuestro prójimo. Para KofC la Caridad no es sólo apoyar económicamente al necesitado, sino apoyar al caído, tenderle la mano al necesitado, invertir tiempo en la caridad, no sólo unas monedas. • Unidad: Con la Iglesia. KofC vive íntimamente ligado a la Iglesia apoyándola en sus necesidades, necesidades de los fieles y del Clero. • Fraternidad: Con nuestros hermanos. KofC somos una organización fraterna donde nos apoyamos mutuamente. • Patriotismo. Ser buenos ciudadanos. No se puede ser buen ciudadano sin ser buen cristiano. Los KofC estamos organizados en grupos llamados “Concejos” alrededor de varios países. Dentro de los concejos tenemos diversas actividades tales como: • Actividades Religiosas. Misas mensuales, Horas Santas, Imposición de Ceniza, etc. • Actividades propias del Concejo: Juntas, catequesis, temas, etc. • Actividades de la Familia: Posadas, parrilladas, etc. • Actividades de la Juventud. Carrera de la Rosa de Plata. • Actividades para la Comunidad. Repartición de despensas, sillas de ruedas, útiles escolares, etc. El primer concejo en fundarse en la Arquidiócesis es el Concejo 2312 llamado “Nuestra Señora de Monterrey”, sin embargo hay algunos otros concejos en la Ciudad. Mayores informes en: Padre Mier # 1375 esquina con Bravo (a 1 cuadra de V. Carranza). Col. Obispado, Monterrey, N. L. Teléfonos: 8343-1687, 8342-3750 y 8342-3341. Nota: Según la Real Academia de la Lengua “Concejo” significa “organización, grupo” no confundir con “Consejo” que significa “opinión o sugerencia sobre algún tema”.

Mario Gonzalez Martínez Comunicación Caballeros de Colón


CONOCE

Pastoral Siglo XXI > p.5

CONOCE > ARTE SACRO

PATRIMONIO PERDIDO

L

os Bienes Culturales de la Iglesia son objetos que encierran en sí huellas de nuestra fe y de nuestra historia; en ocasiones son objetos bellos pero independientemente de su belleza son testigos del caminar como pueblo cristiano. Pueden ser objetos de materiales preciosos o pudiera haberlos de materiales ordinarios que igualmente evidencían lo que somos y el Credo que profesamos. Los Bienes Culturales por su naturaleza material están expuestos al deterioro o inclusive a la destrucción total o parcial. A veces este deterioro o destrucción es por la humedad o por la acción de roedores o por eventos climáticos extremos como inundaciones o los huracanes pero principalmente el deterioro o la destrucción de los Bienes Culturales se da por la acción del hombre. La imprudencia, la falta de cuidado o el deseo de deshacerse de lo viejo, el cambio de modas, el “obsequiar” lo que “no se debe de dar”, entre otros muchos motivos, son las principales causas de la pérdida de nuestro patrimonio cultural. A lo largo de las últimas décadas muchas piezas de nuestro patrimonio arquidiocesano se han perdido ¿cúando desaparecieron las piezas? ¿quién tiró a la basura lo que se debió de haber conservado? ¿quién lo obsequió? Los datos precisos me los reservo dado que no es mi intención acusar a nadie pero sí al menos deseo citar algunos ejemplos para su consideración: 1. En una comunidad un vicario parroquial quiso tener más cuidado de ciertos objetos que consideraba importantes y valiosos, para protegerlos se los llevó a su cuarto para tener más control de ellos. Lamentablemente poco tiempo después él enfermó y murió quedando los mencionados objetos en su recámara. Al poco tiempo de su deceso los familiares acudieron a la parroquia a recoger las cosas del padre. Comenzaron a obsequiar los objetos del sacerdote. No sabían qué hacer con los objetos metálicos y coincidentemente alguien los vió y les ofreció comprárselos. Así comenzaron a circular de vendedor a comprador hasta que acabaron en un museo de la localidad. Esa fue la manera como la comunidad perdió vasos sagrados y un incensario de la época de la colonia. 2. Hace algunos años siendo seminarista acudí a una parroquia a tener una experiencia de apostolado. En la oficina parroquial había un lienzo no muy grande, según recuerdo de unos 60 por 40 centímetros que en ese momento me pareció muy antiguo, muy probablemente de la época de la colonia. Representaba a un santo religioso en un carruaje, alrededor del santo había algunos letreros con leyendas en latín. En la imagen adjunta muestro el tipo de imagen de la que hablo, es una iconografía llamada “triunfo” la que muestra está en el Museo del Prado en Madrid. El lienzo estaba ya algo deteriorado, recuerdo que en la parte inferior estaba “sellado” con muchos sellos de tinta de la oficina parroquial que le habían sido salvajemente estampados, alguien “sin que hacer” se entretuvo manchándolo. Nunca lo volví a ver, en años recientes lo busqué consultando a quien ahora atiende pastoralmente esa comunidad. Nada. 3. Por esas mismas épocas recuerdo haber visto en otra parroquia un lienzo de la Virgen de Guadalupe de Efrén Ordóñez. Ya estaba muy deteriorado, el lienzo ya estaba casi desprendido del marco. La pintura estaba ya unida solo por una pocas hebras a la madera que la circundaba. Estaba ya en tal mal estado que ya lo tenían colocado verticalmente entre los archiveros de la oficina parroquial. En ese momento llamé la atención del sacerdote acerca de la lamentable situación de aquella bella obra, sugerí su conservación. Años más tarde volví a preguntar acerca de la obra. Nada. Nadie supo más de esa obra. . Pbro. Lic. José Raúl Mena Seifert Miembro de la Dimensión de los Bienes Culturales de la Iglesia. jmena@arquinetmty.com En facebook: difusiondeartesacro


CONOCE CONOCE > VOCACION

Pastoral Siglo XXI > p.6

VOCACION AL MATRIMONIO

L

a vocación al matrimonio es donde se escribe la historia de salvación que Dios tiene con su pueblo. La persona que es llamada a una vida matrimonial auténtica es que preste su atención en su interior, no de forma superficial, sino en saber cómo relacionarse con las demás personas, saber vivir en la confianza, en la amistad y sobre tener la capacidad de dar amor y recibir amor. Adentrarnos a este llamado es descartar toda actitud sociológica, es decir que sea una obligación social. Este llamado es vivirlo de una forma muy especial, a diferencia de la consagrada o sacerdotal, esta vocación es la que vive por su singularidad y originalidad es que es estructuralmente una vocación de pareja, el matrimonio no es una vocación llamada a la soledad o al silencio. En la vocación del matrimonio, hace referencia al otro que está presente desde el comienzo, porque la persona que ha escuchado este llamado sabe que está convocado para otra persona que ha sido también llamada; es decir es un llamado donde el esposo ve en su esposa a Cristo y viceversa, ahí es donde se ha optado a amar exclusivamente a una persona que va a conducir a Dios, es una vocación donde se irá sembrando confianza, amor y fidelidad día tras día.

La espiritualidad de los esposos crece y se extiende, un amor exclusivo y un amor que es apremiado de una manera muy especial por medio de los hijos. Estos nuevos miembros de la familia, van viviendo en el amor por medio de sus padres, ya que son ellos que educan, y ordenan hacia Dios; es el irradiar amor, que es el ministerio de evangelización. El lugar que el matrimonio hace su manifestación de amor de Dios es en el hogar, donde se encuentra el calor de las personas que la conforman, es doméstica donde crean los lazos fortalecidos para que se transmita el amor. La familia es la escuela del amor, porque es el lugar donde se aprende a amar a los que no son iguales a nosotros, todos los miembros son diferentes y es ahí donde uno aprende amarlos. La historia de la salvación que Dios nos tiene, está bajo la figura esponsal, es un Dios que cuida, vela, protege a su pueblo, pero sobre todo que es fiel en sus promesas que perduran para siempre. Es un Dios que velara por las necesidades y sobre todo que está abierto a amar incondicionalmente, y lo vemos manifestado en Jesús, su Hijo, que fue enviado para estar unidos con el Padre para siempre. Es por eso, como Iglesia que somos, que hemos de valorar que el matrimonio es un signo sensible del amor de Dios (sacramento), que es para siempre y que es indisoluble, es decir siempre estarán unidos, juntos, que es un camino hacia la santidad, además de que los esposos son los misioneros confirmados y consagrados por medio de este sacramento para los deberes y la dignidad de su estado, de manera que son los testigos del misterio de Dios que ha revelado al mundo en Jesús. El matrimonio es un don que viene de lo alto y que crece y se desarrolla en el fortuito caminar de la vida, es un don que se acoge y se pone al servicio del prójimo. El matrimonio revela una relación siempre unida que es sobre todo oblativa, que esta vocación es respondida cuando un corazón está abierto en recibir a otro para siempre. Pbro. Oscar Efraín Tamez Villarreal Coordinador del Departamento de Pastoral Vocacional www.vocacion.com facebook: Centro Vocacional de Monterrey


MEDITA

MEDITA > FE

Pastoral Siglo XXI > p.7

¿DEBERÍA USTED CREER EN LA TRINIDAD?

D

esde antiguo, las primitivas comunidades cristianas confesaban, en sus celebraciones litúrgicas, a un solo Dios verdadero en una Trinidad de personas. Sin embargo, no siempre imaginaron los problemas que esta confesión podía representar para la creencia monoteísta, es decir, para la fe en el Dios uno y único. Los primeros intentos por explicar la primitiva confesión trinitaria, aunque fueron bien intencionados, no siempre fueron acertados. Fue así como en el transcurso del siglo IV, un representativo número de obispos se reunieron en dos grandes concilios para definir la fe católica en Dios Trino y Uno. Nicea (año 325) y Constantinopla (año381) son los nombres de las dos ciudades antiguas del Asia Menor en donde tuvieron lugar aquellas dos importantes asambleas de obispos. La fe trinitaria definida en estos dos concilios quedó plasmada en el símbolo o credo, precisamente llamado <nicenoconstantinopolitano>. Este credo es el que, en la actualidad, profesamos los católicos, sobre todo, en las celebraciones dominicales del tiempo ordinario. Si consideramos la historia de estos dos concilios, caeremos en la cuenta de que, en ambas congregaciones de Obispos, intervinieron no sólo factores religiosos, sino también políticos, lo cual podría parecer bastante extraño. De hecho, un artículo publicado en una revista de los Testigos de Jehová lleva por título la pregunta ¿Debería usted creer en la Trinidad?, precisamente para manifestar esta extrañeza, luego de haber descrito brevemente las motivaciones políticas que dieron origen, sobre todo, al primer concilio. Citando la Enciclopedia Británica, el artículo de los Tesitigos de Jehová, afirma: «Constantino mismo presidió y dirigió activamente las discusiones, y personalmente propuso la fórmula decisiva que expresaba la relación de Cristo con Dios en el credo que el concilio emitió y que es la de “consubstancial al Padre”. Impresionados por el emperador, los obispos –con sólo dos excepciones- firmaron el credo, aunque muchos de ellos no estaban muy inclinados a hacerlo». Después de esta cita textual de la mencionada Enciclopedia, el artículo continua: «Por lo tanto, el papel de Constantino fue crítico. Después de dos meses de enconado debate religioso, aquél político pagano intervino y decidió a favor de los que decían que Jesús era Dios. Ciertamente, no se hizo esto por convicción bíblica. Lo único que entendía Constantino era que aquella división religiosa era una amenaza para su imperio». Con estos testimonios históricos y otras argumentaciones que presenta el escrito proselitista de los Testigos de Jehová, un ingenuo lector podría convencerse de que la fe trinitaria es una teoría inventada sólo por motivos políticos. Cabe entonces aclarar que, aunque es verdad que el emperador convocó el concilio e intervino en él de modo decisivo, sin embargo, no es verdad que la fe trinitaria se reduzca a este solo acontecimiento, pues hay que recordar que en Nicea se definió lo que desde antiguo profesaban las comunidades cristianas. Cierto que la fórmula de la <consustancialidad> del Hijo con respecto al Padre era una expresión nueva, pero ella serviría para explicar, después, filosóficamente, lo que la Iglesia creía desde sus comienzos. Por otra parte, hay que advertir que lo que no dice el mencionado artículo es que casi una década después de concluído el Concilio de Nicea, en el año 336, Constantino desterró al Obispo Atanasio. Este ejemplar Pastor se rehusó a absolver el error doctrinal propuesto por Arrio, según el cual, Jesucristo sería solamente una creatura, aunque la primera y más importante de todas, pero no el Hijo de Dios. Precisamente, porque Atanasio se resistió a aceptar como verdadera esta explicación del sacerdote libio, el Emperador decidió echarlo fuera de su diócesis. Es obvio, entonces, que los emperadores intervenían en la Iglesia y de tal manera intervenían que no sólo Constantino, sino también otros emperadores desterraron a Atanasio, en cinco ocasiones. Sin embargo, también parece obvio que los emperadores no siempre pudieron tanto como quisieron, pues, no faltaron valientes creyentes que, como el gran Atanasio, defendieron con su vida lo que desde siempre creyó la Iglesia, a saber, que Cristo es salvador único y definitivo de todo el género humano, pues verdaderamente, él es el Hijo de Dios. En consecuencia, parece que la pregunta del artículo citado sería más coherente con la historia y más honesta con los lectores, si se formulara de la siguiente manera: ¿Debería Usted creer que si la Trinidad no fuese verdad valdría la pena arriesgar mortalmente la propia vida? Pbro. Dr. Alberto Anguiano Seminario de Monterrey Directir de Estudios


MEDITA SANTA MARÍA DE GUADALUPE

MEDITA > ARTE SACRO

Pastoral Siglo XXI > p.8

E

“Cuix amo nican nica nimonantzin? Cuix amo nocehuallotitlan?, Necauhyotitlan in tica?, Cuix amo nehuatl innimopaccayeliz? Cuix amo nocuixanco nomamalhuazco in tica?” cuix ocitla in motech monehui?” Nican Mopohua

n Agosto de 1521, México Tenochtitlán caía a manos del gran conquistador Hernán Cortés. Después de este acontecimiento, en estas tierras, todo se volvió dolor, aflicción y muerte. Los templos y los ídolos destruidos, la viruela y los “dioses” que no respondieron al llamado de los sacerdotes, pintaron un panorama sin esperanza alguna. Los primeros evangelizadores hicieron un gran esfuerzo por lograr, tanto la conversión de los indígenas como la conservación de sus vidas. Prácticamente, todo este esfuerzo parecía manifestarse inútil ya que pocos naturales aceptaban la fe en Jesucristo. Y es que, para los sabios aztecas, lo “nuevo” era sinónimo de mentira, de modo que al oír a los frailes anunciar una “buena nueva”, estimaban el evangelio como cosa falsa. Además, la incoherencia de vida de los españoles reforzaba este supuesto. En este sentido, puede decirse que la “gran depresión” en la que se encontraban los conquistados, hicieron de la titánica labor de los primeros evangelizadores, algo prácticamente sin sentido. En 1528 llegó el primer Obispo de México, Fray Juan de Zumárraga. Él fue elegido por el Emperador Carlos V como “protector de los indios”. El Gobernante Sacerdote luchó incansablemente por la dignidad de los habitantes de estas tierras. En una ocasión, por defenderlos, estuvo a punto de ser asesinado a manos de un español. Poco lograron los devotos frailes, ya que la avaricia de no pocos de los colonizadores españoles, unida al odio que esta actitud suscitaba en los mexicas, hacían imposible la convivencia y el mestizaje. El pueblo azteca estaba condenado a desaparecer ya que la tristeza, la depresión y la muerte se veían por todas partes. Sin embargo, la historia de nuestra Nación cambió totalmente el 12 de Diciembre de 1531. En el cerro del Tepeyac, se dio el encuentro maravilloso entre Dios y los moradores de estas tierras, por mediación de la Virgen Santísima. Santa María de Guadalupe se hizo ver de un indito llamado Juan Diego; y después, se apareció su preciosa Imagen delante del Obispo Fray Juan de Zumárraga. Entre Flor y Canto, la Señora del Cielo manifestó su amable aliento, su amable palabra. Esto ocurrió así: el 9 de Diciembre de 1531, Juan Diego iba muy temprano camino de Tulpetlac a Tlatilolco, a escuchar las enseñanzas de los sacerdotes. Y sucedió que, al llegar al cerrillo del Tepeyac, oyó cantos, como de pájaros que sobrepujaban al del coyoltotl y del tzinizcan. Maravillado, Juan Diego pensó que estaba en la tierra del sustento, de las flores y del maíz; creyó haber entrado al paraíso que contaban sus antepasados. Entonces, oyó una voz suave y tierna: Juantzin, Juan Diegotzin. Inmediatamente, subió muy contento a la punta del cerro y fue ahí donde se encontró con la Señora del Cielo, quien amablemente le invitó a que se acercara. Ella le dijo: Juanito, Juan Dieguito, el más pequeño, ¿a dónde vas?. Y él le contestó: a tu casita de México, Tlatilolco, a escuchar las enseñanzas de los sacerdotes de nuestro Señor. María le dijo: Sábelo, ten entendido, que yo soy la Perfecta Siempre Virgen Santa María, Madre del verdaderísimo Dios, «Ipalnemohuani, In Teyocoyani, In Tloque Nahuaque, In Ilhuicahua in Tlalticpaque». Mucho deseo que, en el llano del cerrillo, se me construya mi “casita sagrada” donde lo mostraré, lo manifestaré y lo daré a conocer con todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio y salvación. Porque allí escucharé su llanto, su tristeza, para remediar y curar todas sus diferentes penas, sus miserias y sus dolores. Anda al palacio del Obispo de México y le contarás puntualmente todo lo que has visto y admirado, lo que has oído. Juan Diego se fue muy contento, llegó con dificultad a donde se encontraba el Obispo, quien le escuchó, pero no le creyó, y le dijo: “otro día vendrás”. Juan Diego regresó a donde estaba la Señora del Cielo y le contó todo. Con tristeza hizo la súplica de que fuera un noble quien se presentara ante el Obispo porque él no era más que un hombre del campo, un mecapal, una parihuela, ala, que él mismo necesitaba ser llevado a cuestas por otro.


MEDITA

MEDITA > ARTE SACRO

Pastoral Siglo XXI > p.9

Sin embargo, la Reina del Cielo le insistió que debía ser Juan Diego quien llevara el mensaje y le dijo: “mañana irás ante el Obispo y le dirás mi deseo, mi voluntad”. Juan Diego accedió con agrado. El domingo, después de Misa, se entrevistó con el Obispo, quien con muchas preguntas le cuestionaba sobre las apariciones. Juan Diego contó todo exactamente como la Niña, la Reina se lo había dicho. El Obispo pidió una señal para creer. Juan Diego salió directamente al Tepeyac, pero en esta ocasión, seguido de los servidores del Obispo para ver con quién se estaba entrevistando. Al pasar la calzada se les desapareció. Los sirvientes, molestos, regresaron con el Obispo y le pidieron que castigara y azotara a Juan Diego porque era un indio mentiroso. Mientras tanto, Juan Diego llegó ante la Santísima Virgen y le expuso que el Obispo necesitaba la señal. Ella le contestó afirmativamente: “mañana vendrás por la señal con la cual el Obispo ya no dudará que yo, personalmente te envío”. Al llegar Juan Diego a Tulpetlac se encontró con que su tío estaba grave por la peste. Todo el lunes estuvo buscando a alguien que le curara, pero todo fue en vano. Por la noche, Juan Bernardino le dijo a su sobrino que fuera de noche a Tlatilolco por un sacerdote para que le confesara y le preparara a bien morir. Juan Diego, envolviéndose en su Tilma, ya que hacía mucho frío, salió directo para Tlatilolco. Pero, para que no lo detuviera la Señora desvió el camino. ¡Cual fue la sorpresa que la Virgen Santísima le atajó, y con dulzura, le preguntó: Juanito, Juan Dieguito, ¿a dónde vas?! Avergonzado y temeroso, quiso desviar la atención, pero después, no tuvo más que presentarle su preocupación: su tío está muriendo. Y fue en ese momento cuando surgieron de los labios purísimos de María las expresiones más hermosas que conocemos de la narración: “¿No estoy yo aquí que tengo el honor y la dicha de ser tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?, ¿tienes necesidad de alguna otra cosa?” … tu tío ya está bueno”. Juan Diego se puso muy contento. La Niña le dijo: “subirás al cerrillo y encontrarás variadas flores, córtalas y tráelas a mi presencia”. Así lo hizo y, al regresar, la Señora Celestial, tomando las flores con sus manos, las colocó en la Tilma de Juan Diego y le dijo: “Tú eres mi embajador, muy digno de confianza. Rigurosamente te mando que sólo delante del Obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Y le contarás todo puntualmente, le dirás todo lo que viste, escuchaste y admiraste”. Juan Diego, fue directamente al palacio del Obispo y, después de lo difícil que le resultó entrar, contó todo al Gobernante Sacerdote y le dijo: “Señor mío, Gobernante, ya hice, ya llevé a cabo según me mandaste; le pedí a la amada Madre de Dios, la prueba que necesitas para creerme, para que hicieras su casita sagrada, en donde te la pedía y escuchó por bien tu aliento, tu palabra y recibió con agrado tu petición para que se haga su amada voluntad”. Le explicó Juan Diego puntualmente todo lo que vio y escuchó y entregó la señal”. Al punto cayeron las flores al suelo y fue ahí cuando de pronto apareció la Imagen de nuestra Señora Celestial en la tilma de Juan Diego. El Obispo cayó de rodillas y con lágrimas en los ojos, se puso nuevamente en pie y retiró la Tilma de los hombros de Juan Diego. Luego, colocó la bendita Imagen en su oratorio personal. Días después, la trasladó al templo principal, ya que venían de todas partes a ver la Imagen de nuestra Patroncita, nuestra Muchachita, nuestra Reina y Señora. Mientras sucedían estas cosas, la Señora se le apareció a Juan Bernardino en Tulpetlac, lo sanó y le dijo: “bien, así habrán de llamarme; bien, así habrán de nombrarme: LA PERFECTA VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE”. Y desde ese momento hasta hoy, en México, así le nombramos a la Niña Celestial, nuestra Reina y Señora, Madre de los mexicanos y de todos. Dios, a través de Santa María de Guadalupe, ha rescatado al Pueblo que estaba a punto de morir (como a Juan Bernardino) y lo que años atrás todo era muerte, ahora, en Santa María de Guadalupe es alegría y vida. María de Guadalupe es el “cause del agua” y del Agua Viva que corre a través de Ella, Jesucristo, el verdaderísimo Dios por quien se vive. ¡VIVA LA VIRGEN DE GUADALUPE!

Pbro. Roberto Figueroa Mendez Párroco en Juan Pablo II


MEDITA

MEDITA > LITURGIA

Pastoral Siglo XXI > p.10

EL ADVIENTO CRISTIANO

Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad. Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre”. Iniciamos en tiempo litúrgico del Adviento. ¡Cristo Jesús viene a mi casa!. Mi conciencia de cristiano me invita a vivir en constante actitud de “adviento” durante todos mis días para saber recibirle… Principalmente me invita en este tiempo de esperanza navideña... Cuanto acontece en mi vida y en mi entorno - desde el amanecer al anochecer, desde el trabajo hasta el descanso, desde el primer suspiro de felicidad hasta las lágrimas de dolor, desde una guerra fratricida hasta la paz, desde la libertad a la opresión, desde el llanto de un niño hasta la música orquestal, desde la oración eucarística de nuestra comunidad hasta la tristeza de un enfermo, desde mis quehaceres protagónicos hasta el trabajo ordinarios....- ¿podría yo convertirlo en un “pequeño adviento”....? ¿Cómo sería realizable tanta belleza? Lo sería si en todos los avatares, hirientes y complacientes, amorfos y sugestivos, yo aprendo a escuchar una voz misteriosa que se me insinúa sutilmente: la voz del Espíritu... El Espíritu, de forma impulsiva o suave, placentera o dolorosa, animadora o correctora de mi conducta, me convoca a través de los signos a entrar en meditación profunda... He de vivir el desinteresado amor a los hombres, y he de cargar mis entrañas con alforjas de misericordia... he de vivir en fe en todo momento. A aquellos que creen y aman todo se les hace luz y mensaje del Señor... ¡Gran don de Dios ése de llegar a contemplarlo todo a su luz, a su luz misteriosa...! En el Adviento yo podría recordar unas palabras del Maestro en su vida peregrinante, buscándome en los pecadores: mira, si me amas, mi Padre te amará y vendremos a ti y haremos morada en ti... ¿No es esto un gran Adviento?... Atrevámonos, pues, a clamar con fe: ¡Ven, Señor; te abriré la puerta, te abrazaré y comeremos juntos! Si tus pies llegan cansados, sentirán la caricia de mis manos. Si a tus labios nadie los escuchaba, me pondré a tu lado con el oído atento. Si llegas al atardecer, habrá pan y cariño en mi mesa. El “advenimiento” de un gran amigo no se merece menos, y los dos disfrutaremos juntos, al modo espiritual de los seres puros, sencillos, humildes... que tú pintaste en el cuadro campestre de las “bienaventuranzas”... Haré más, Señor. Como tú llegas a mí, yo intentaré llegar a mis hermanos. “Mi amado para mí, y yo para él”, rezaba el canto enamorado de los esposos en el Cantar de los Cantares y lo ha cantado el místico, y yo podría repetirlo en el Adviento... Pero no sería lícito que yo me durmiera recostado en tu pecho, como el discípulo. No, la búsqueda de redención, la que tú, el Hijo de Dios, vienes a traer al mundo de los mortales, no se satisface con mi encuentro egoísta y soberbio... Tengo que despertar de cualquier sueńo dañino y lanzarme contigo a procurar a los demás un mínimo “adviento de caridad”.... Llevaré al menos un bocado de pan a algunos que no acudan a la mesa de mi casa. Tomaré un lote de mis ideas y saldré a quemarlas en gestos de amor. Cargaré con un cesto de mis viandas y suplicaré a los más pobres que me concedan el honor de compartirlas. Revisaré mi conducta con los empleados y les leeré personalmente la profecía de Isaías sobre la igualdad de los hombres en el nuevo reino. Y, en la medida de mis posibilidades apoyaré la petición de cambio en una sociedad consumista e inhumana que desconoce el “adviento” del Hijo de Dios a nuestro mundo. ¡Adviento para todos!... ¡Para todos! Cristo es adviento de luz y de amor para mí. Yo pobremente lo seré para mi hermano... y así la Navidad cristiana llegará a mi vida. .

Pbro. Rogelio Narváez Martínez Párroco Nuestra Señora del Rosario


MEDITA

MEDITA > REFLEXION

E

Pastoral Siglo XXI > p.11

“No eres tú, Soy yo”

l Aceptar que nosotros somos responsables de nuestros actos y sus consecuencias es un primer paso para poder resolver y enfrentar nuestros conflictos, encontrar plenitud y un sano desarrollo humano y espiritual. Desde niños todos nos esforzamos por mantener una buena imagen ante los demás, esta imagen es todo aquello que tratamos de construir para ser queridos, aceptados y amados, esto es normal, pero también todos tenemos una sombra, que es el precio que tuvimos que pagar, para lograr esa imagen, aquello que tuvimos que esconder para lograr nuestro objetivo. Es como aquella sirvienta que barre y esconde debajo de la alfombra la tierra, no se ve, pero sigue estando ahí y aparentemente está la casa limpia. Esto, si no es aceptado, produce una división dentro de nosotros, (quebrados internamente) solo la salida de la mentira personal, la integración de la sombra de nuestra vida puede ayudarnos a ser personas plenas. Cuando uno no trabaja su propia sombra puede verse saboteado por ella y no alcanzar la plenitud y felicidad por más que tenga, valores, grandes obras de caridad, buenas intenciones y principios éticos muy grandes. Aquel que no sabe reconocer su vanidad no alcanzará su plenitud. Lo importante es poder con humildad reconocer nuestra propia sombra. Para ello hay algunas preguntas que nos pueden ayudar. 1.- ¿Cuáles son los aspectos de mi personalidad que me gusta se reconozcan? 2.- ¿Qué negativo he tenido ocultado para que me sigan reconociendo? 3.- ¿Cuándo me pongo nervioso? 4.- ¿Cuándo hago un esfuerzo por controlarme, para que no se note mi molestia? 5.- ¿Cuáles son mis fantasmas (miedos) y sueños consientes e inconscientes? 6.- ¿Cómo es mi sentido del humor? Mis bromas y comentarios pueden ser no tan inocentes y se convierten en humillación o quiere poner de manifiesto el error del otro. 7.- Examinar las proyecciones sobre los demás. ¿Qué es lo que más crítico de los demás? Tenemos que tener una actitud de bondad y abrazar pacientemente toda nuestra persona, como si estuviéramos comprendiendo y amando a nuestro mejor amigo y amiga, esta actitud de benevolencia sobre aquella sombra. Pistas para trabajar la sombra: Tomar conciencia de mí reacción desproporcionada sin culpar a los demás a la situación o a mi propio temperamento, como quien dice no echar la culpa a otro. Descubrir qué parte mi imagen idealizada se ve atacada o en peligro. Qué me duele en relación a mi imagen, aquí hay un elemento de sombra que hay que saber incorporar. ¿Cuál es la necesidad que me hace querer mantener esa imagen? De cariño de aprecio, de amor, de valoración, de reconocimiento, de alegría, de paz, etc. Cuando logras descubrir te liberas, te haces una persona más libre. Vives más en paz, gozas, te vuelves sensible a los demás. Este es solo el inicio de un conocimiento interno; no es el resultado de un análisis activo de investigación, sino el fruto que brota de la escucha paciente y del mirar respetuoso. No hay recetas mágicas, ni libros mágicos, ni frases que nos hagan cambiar o estar en paz, todo esto anterior solo son pequeños impulsos para realizar un camino interior que nos llevara al mayor tesoro, descubrir a Cristo, conocerlo, amarlo, imitarlo sin quitarme nada de mí, entonces podremos decir como el apóstol: “Ya no vivo yo, pues es Cristo el que vive en mí”. (Gál. 2, 20). Lic. Juan Pablo Vázquez Rodríguez Coordinador Pastoral Siglo XXI pastoralsiglo21@arquinetmty.com


COMPROMETETE AUTONOMIA Y COMUNION

Pastoral Siglo XXI > p.12

COMPROMETETE > CARIDAD

Juan XXIII quería que abriéramos las ventanas de la Iglesia1, Francisco quiere que abramos las puertas y salgamos a las periferias; Juan XXIII hizo un Concilio para llegar a todos, Francisco tiene a su favor (y a veces, en contra) a los Medios de Comunicación y las Redes Sociales. Las prioridades en la Iglesia vuelven a tocar las prioridades del Vaticano II y renace la intención del Papa Juan: una Iglesia pobre y para los pobres. Hoy tenemos delante de nosotros, en la Iglesia, una fuerte oleada de alegría y sorpresa por la impactante personalidad del Papa Francisco, quien ha tenido gestos sencillos que la gente y los medios de comunicación han recibido con agrado y esperanza. Parece inclusive que “propusiera” un mensaje distinto pero no se trata de algo nuevo, sino de nuevas prioridades. El Papa no está solo en este camino, una gran parte de la base eclesial ha caminado ya esta senda junto a los pobres. El Papa Francisco quiere una Iglesia de discípulos-misioneros que vivan al estilo de Jesús. Se nota con claridad la influencia latinoamericana que puso Aparecida en el ahora Papa. Constantemente sus discursos vuelven a la esencialidad de ser ante todo oyentes fieles de la Palabra, discípulos del Señor. La reflexión la V Conferencia del CELAM quiso quitar una “y” de en medio: no somos discípulos “Y “ misioneros, sino discípulos-misioneros… no es cuestión de una letra, sino del sentido de vivir según Cristo ¿cómo va ser discípulo sin anunciar? ¿Qué va anunciar si no es discípulo? Por esto mismo el Papa quiere una Iglesia más pastoral y misionera, más inclusiva, que se sepa no responsable sólo de almas sino de personas; una Iglesia que opta por los pobres, cuyo corazón sea un lugar donde encuentre eco todo lo verdaderamente humano; una Iglesia capaz de convertirse en una semilla de vida, amor y servicio; de devolver la esperanza a todos, jóvenes y viejos; de abrirse al futuro; de incluir a los excluidos y predicar la paz. Una Iglesia cuyos miembros sean capaces de encontrarse con la diversidad, con la pluralidad, buenos para escuchar, dialogar, dar razón, ayudar, difundir la fe y la caridad… especialmente con la predicación congruente de la vida, como predicaron Jesús y sus discípulos. Junto a esto, también hemos escuchado cómo el Papa llama a toda la Iglesia a salir de sí misma. Francisco quiere una Iglesia descentralizada, no Vaticano-céntrica ni autorreferencial, sino capaz de vivir la fe desde la historia y no desde sí misma. Roma ha sido la hermana mayor de todas las Iglesias diocesanas, pero Francisco sabe distinguir entre Iglesia y Santa Sede; sin dejar de reconocer la misión de la curia, el Papa quiere una organización distinta… comenzó, nombrando un grupo de ocho cardenales como consejo suyo, como él mismo lo dice: “no cortesanos, sino personas sabias y animadas por sus mismos sentimientos”. Es el inicio de una organización menos vertical y más horizontal, menos centralista y más en la teología del concilio sobre el Pueblo de Dios. América Latina, sin muchas formalidades canónicas ha tenido ya práctica con la Conferencias del CELAM y el Papa lo sabe, de allí que esperemos que los Sínodos y Conferencias Episcopales tengan un lugar clave para el discernimiento de la Iglesia universal. Ese camino no será fácil, implica también mayor autonomía para las Iglesias diocesanas y continentales, pero al menos Francisco puede poner las bases para que, antes de morir o renunciar, como Moisés, alcance a ver la tierra prometida. Pero Francisco no puede mover a toda la Iglesia sin la Iglesia. Sentados en las bancas no lo vamos a poder hacer. Habría que descentralizar muchas más cosas que la Santa Sede… podríamos comenzar por intentar abrirnos a todo y todos, recorrer el camino desde nuestro egoísmo hacia la solidaridad, y mostrar así las ganas de salir de nosotros mismos, de descentralizarnos, y andar los caminos de Jesús de Nazaret, allí con los pobres. 1

El 25 de Enero de 1959 el Papa Juan XXIII anunciaba su intención de iniciar un concilio para buscar que la Iglesia católica pudiera dialogar con la gente de su tiempo. El Papa resumía lo que él esperaba de ese concilio con la expresión: “Abramos las ventanas de la Iglesia”, “Quiero abrir ampliamente las ventanas de la Iglesia, con la finalidad de que podamos ver lo que pasa en el exterior, y que el mundo pueda ver lo que pasa en el interior de la Iglesia” (Citado por Muriel du Souich, en Revista “La Croix”, “L´Eglise se met á jur”, Noviembre 2009, p.8)

Pbro. Rodolfo Antonio García Martínez Vicario Parroquial en San Juan Bautista (Centro Garcia N.L.)


COMPROMETETE A UN AÑO RE DESCUBRÍ MI FE? COMPROMETETE > AÑO DE LA FE

Pastoral Siglo XXI > p.13

Estamos ya muy próximos a concluir el año de la fe que inauguró el Papa Benedicto XVI el 11 de octubre del 2012. Cuando él mismo lo proclamó, fijaba el objetivo de este año: “dar un renovado impulso a la misión de toda la Iglesia, para conducir a los hombres lejos del desierto en el cual muy a menudo se encuentran en sus vidas a la amistad con Cristo que nos da su vida plenamente”. Así con esta convocatoria y con las luces que nos aportaron las cartas “Porta Fidei” (la puerta de la fe) Benedicto XVI y la “Lumen Fidei” (la luz de la fe) que iniciará igualmente el Papa Benedicto y que concluirá el Papa Francisco, la iglesia universal fue participando en una dinámica de confrontarnos con nuestras perspectivas de la fe que tenemos en Cristo. En primer lugar se vio la importancia de entrar en un honesto examen de conciencia que nos ayuda a reconocer nuestros contenidos, defectos y lagunas en la doctrina de nuestra fe. Nos inclinamos nuevamente hacia el catecismo de la Iglesia Católica, compendio magnífico de nuestra fe para celebrar en esta ocasión veinte año de haber sido promulgado para beneficio de todos los bautizados. Muchas comunidades promovieron no solo la posesión de estos ejemplares sino especialmente su aprovechamiento pues en ella tenemos un libre acceso a las verdades fundamentales de nuestra iglesia y de nuestra fe. Los jóvenes tuvieron también una convocatoria especial en este año de la fe. A ellos se les entregó el “Youcat” una síntesis dinámica y con un lenguaje amigable del catecismo de la Iglesia Católica a fin de que ellos también profundizaran en el contenido de nuestra fe. Pudiéramos referirnos ahora a dos conclusiones del año de la fe. A nivel general la Iglesia vivió un año de gracia y de unción en la fe, muchos eventos no solo programados sino imprevistos nos hicieron concentrarnos en nuestra identidad como iglesia. La renuncia de S.S. Benedicto XVI en febrero de este año 2013 nos dio la oportunidad de reflexionar no solo en la funcionalidad jerárquica, sino que su ejemplo de servicio, su humilde y su gran caridad en favor de la magnánima tarea de ser vicario de Cristo. La llegada del Papa Francisco impactante desde el principio por su sencillez y austeridad, pero sobre todo por su cercanía y el contacto humano y fraterno que con su testimonio nos invita a imitar. Los dolorosos sucesos de cristianos y no cristianos aterrorizados por la guerra en Siria que fue motivo en la iglesia de una intensa oración en la que se derramó copiosamente la gracia de Dios. Y muchos otros sucesos a nivel local que nos han obligado benignamente a considerar nuestra fe como un acto de fidelidad a Cristo que nos acompaña en todas nuestras congojas y que comparte nuestros sufrimientos. Por último queda una conclusión personal que precisamente cada uno tendrá que realizar. Examinarnos reconociendo si realmente aproveché este año para conocer más mi fe y afianzar más mi amistad, mi amor, mi fidelidad a Cristo. Algo me alegra de manera muy personal y quisiera compartírselos. He visto a muchos hijos de Dios durante este año descubrir que la fe no es un conjunto de reglas e ideologías ajenas a cada uno, sino que se trata de la fe “en alguien” y ese alguien es Jesús, quien amándome me enseña a amar. Sigamos creciendo en nuestra fe aun cuando este año de la fe concluya el próximo 24 de noviembre con la fiesta de Cristo Rey. Sigamos pidiéndosela a Dios pues al fin y al cabo es don y regalo suyo, y recordemos que basta solo un poquito de fe para fermentar todo esa masa insípida, informe y triste de los hombres que viven sin Dios.

Pbro. Ignacio Pulido Mendiola Vicario Parroquial San Juan Bautista


COMPROMETETE COMPROMETETE > AÑO DE LA FE

Pastoral Siglo XXI > p.14

CONCLUSIÓN DEL

AÑO DE LA FE

Q

ueridos hermanos, con gran gozo quiero compartir algunas experiencias que en este año de la fe (11 de Octubre del 2012) nuestra iglesia provocó en mi vocación a la Santidad y al ministerio Sacerdotal. Recordamos cómo su S.S. Benedicto XVI en su motu propio “Porta Fidei” nos exhortaba a que este año de la Fe sería una ocasión propicia para que todos los fieles comprendan con mayor profundidad que el fundamento de la fe cristiana es el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. Es importante recuperar también esta otra idea “la fe es un don que hay que volver a descubrir, cultivar y testimoniar”. Y en este año de la fe, fui descubriendo el gran horizonte de la Fe que juntos profesamos en la Persona de Jesucristo. Con cada Celebración Eucarística, con cada Lectio Divina, con cada Rosario, con cada gesto de ayuda de mi prójimo, mi fe fue creciendo en ayuda del “nosotros creemos”, pues la Fe no es sólo una fe personal intimista y privada; sino que en este año con la comunidad de fieles hemos accedido por la puerta de la Fe que la iglesia abre a todos sus hijos. Cultivar la fe con tanta enseñanza de nuestra Iglesia, por mencionar el Concilio Ecuménico Vaticano II y la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, estos dos acontecimientos han dado luz intensa para caminar en nuestra Fe. El Año de la fe desea contribuir a una renovada conversión al Señor y al redescubrimiento de la fe, de modo que todos los miembros de la Iglesia sean para el mundo actual testigos gozosos y convincentes del Señor resucitado, capaces de señalar la “puerta de la fe” a tantos que están en búsqueda de la verdad. Quiero resaltar también las palabras del su S.S Francisco en el Congreso Internacional de Catequesis celebrado en Roma los días 26-29 de Septiembre de este año, y que ha sido de un evento organizado por la Comisión Pontificia de la Nueva Evangelización: “Dios es siempre fiel, es creativo. Y la creatividad es como la columna vertebral del catequista. Dios es creativo, no está encerrado, y por eso nunca es rígido. Dios no es rígido. Nos acoge, sale a nuestro encuentro, nos comprende. Para ser Fieles, para ser creativos, hay que saber cambiar. Saber cambiar. ¿Y para qué tengo que cambiar? Para adecuarme a las circunstancias en las que tengo que anunciar el Evangelio.” Me quedo con esta palabra íntimamente unida a la Fe, y es la Creatividad. Seamos creativos en nuestra manera de creer, celebrar, vivir y rezar nuestra FE. Dios bendiga tu vida. Pbro. Israel Pardo Vargas Vicario Ntra. Sra. Del Rosario

Envíanos tus comentarios y sugerencias: pastoralsiglo21@arquinetmty.org


VIVE

Pastoral Siglo XXI > p.15

VIVE > IGLESIA

“FAMILIA, VIVE LA ALEGRÍA DE LA FE”

Q

ueridas familias, el Señor conoce nuestras dificultades: ¡las conoce! Y conoce los pesos de nuestra vida. Pero el Señor sabe también que dentro de nosotros hay un profundo anhelo de encontrar la alegría del consuelo. ¿Recuerdan? Jesús dijo: “Su alegría llegue a plenitud” (Jn 15,11). Jesús quiere que nuestra alegría sea plena. Esto es lo primero que quería compartir con ustedes, y son unas palabras de Jesús: Vengan a mí, familias de todo el mundo –dice Jesús–, y yo les aliviaré, para que su alegría llegue a plenitud. Y estas palabras de Jesús llévenlas a casa, llévenlas en el corazón, compártanlas en familia. Nos invita a ir a Él para darnos, para dar a todos la alegría. Las siguientes palabras, las tomo del rito del Matrimonio. Quien se casa dice en el Sacramento: “Prometo serte siempre fiel, en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida”. Los esposos en ese momento no saben lo que sucederá, no saben la prosperidad o adversidad que les espera. Se ponen en marcha, como Abrahán; se ponen en camino juntos. ¡Y esto es el matrimonio! Ponerse en marcha, caminar juntos, mano con mano, confiando en la gran mano del Señor. ¡Mano con mano, siempre y para toda la vida! Con esta confianza en la fidelidad de Dios se afronta todo, sin miedo, con responsabilidad. Los esposos cristianos no son ingenuos, conocen los problemas y peligros de la vida. Pero no tienen miedo a asumir su responsabilidad, ante Dios y ante la sociedad. Sin huir, sin aislarse, sin renunciar a la misión de formar una familia y traer al mundo hijos. –Pero, Padre, hoy es difícil… -Ciertamente es difícil. Por eso se necesita la gracia, la gracia que nos da el Sacramento. Los Sacramentos no son un adorno en la vida. “Pero qué hermoso matrimonio, qué bonita ceremonia, qué gran fiesta!”. Eso no es el Sacramento; no es ésa la gracia del Sacramento. Eso es un adorno. Y la gracia no es para decorar la vida, es para darnos fuerza en la vida, para darnos valor, para poder caminar adelante. Sin aislarse, siempre juntos. Los cristianos se casan mediante el Sacramento porque saben que lo necesitan. Les hace falta para estar unidos entre sí y para cumplir su misión como padres: “En la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad”. Así dicen los esposos en el Sacramento y en la celebración de su Matrimonio rezan juntos y con la comunidad. ¿Por qué? ¿Porque así se suele hacer? No. Lo hacen porque tienen necesidad, para el largo viaje que han de hacer juntos. Y necesitan la ayuda de Jesús, para caminar juntos con confianza, para quererse el uno al otro día a día, y perdonarse cada día. Y esto es importante. Saber perdonarse en las familias, porque todos tenemos defectos, ¡todos! A veces hacemos cosas que no son buenas y hacen daño a los demás. Tener el valor de pedir perdón cuando nos equivocamos en la familia… Hace unas semanas dije en esta plaza que para sacar adelante una familia es necesario usar tres palabras. Quisiera repetirlo. Tres palabras: permiso, gracias, perdón. ¡Tres palabras clave! Pedimos permiso para ser respetuosos en la familia. “¿Puedo hacer esto? ¿Te gustaría que hiciese eso?”. Con el lenguaje de pedir permiso. ¡Digamos gracias, gracias por el amor! Pero dime, ¿cuántas veces al día dices gracias a tu mujer, y tú a tu marido? ¡Cuántos días pasan sin pronunciar esta palabra: Gracias! Y la última: perdón: Todos nos equivocamos y a veces alguno se ofende en la familia y en el matrimonio, y algunas veces –digo yo- vuelan los platos, se dicen palabras fuertes, pero escuchen este consejo: no acaben la jornada sin hacer las paces. ¡La paz se renueva cada día en la familia! “¡Perdóname!”. Y así se empieza de nuevo. Permiso, gracias, perdón. En la vida de una familia hay muchos momentos hermosos: el descanso, la comida juntos, la salida al parque o al campo, la visita a los abuelos, la visita a una persona enferma… Pero si falta el amor, falta la alegría, falta la fiesta, y el amor nos lo da siempre Jesús: Él es la fuente inagotable. Allí Él, en el Sacramento, nos da su Palabra y nos da el Pan de vida, para que nuestra alegría llegue a plenitud. Y para concluir, aquí adelante se encuentra el icono de la Presentación de Jesús en el Templo. María y José se han puesto en marcha, como peregrinos a Jerusalén, para cumplir la ley del Señor; del mismo modo el viejo Simeón y la profetisa Ana. La escena nos muestra este encuentro de tres generaciones: Simeón tiene en brazos al Niño Jesús, en el cual reconoce al Mesías, y Ana aparece alabando a Dios y anunciando la salvación a quien espera la redención de Israel. Estos dos ancianos representan la fe como memoria. Y yo les pregunto: “¿Ustedes escuchan a los abuelos? ¿Abren su corazón a la memoria que nos transmiten los abuelos? Los abuelos son la sabiduría de la familia, son la sabiduría de un pueblo. Y un pueblo que no escucha a los abuelos es un pueblo que muere. ¡Escuchar a los abuelos! Toda familia, como la de Nazaret, forma parte de la historia de un pueblo y no podría existir sin las generaciones precedentes. Queridas familias, también ustedes son parte del pueblo de Dios. Caminen con alegría junto a este pueblo. Permanezcan siempre unidas a Jesús y den testimonio de Él a todos. Juntos, hagamos nuestras las palabras de San Pedro, que nos dan y nos seguirán dando fuerza en los momentos difíciles: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68). Con la gracia de Cristo, vivan la alegría de fe. El Señor les bendiga y María, nuestra Madre, les proteja y les acompañe. Gracias. PAPA FRANCISCO Audiencia General, Plaza de San Pedro 25 de septiembre de 2013


VIVE

VIVE > NOTICIAS

Pastoral Siglo XXI > p.16


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