PASTORAL
SIGLO XXI AÑO: 6 No: 55
CONOCE> 180 ANIVERSARIO DE LA CATEDRAL DE MONTERREY / P. 5
COSTO DE EDICION: $10.00 MEDITA> LA TRINIDAD: UN TURISTA EN TIERRA EXTRANJERA/ P. 9
JULIO 2013
LA VOZ DE LA IGLESIA EN MONTERREY VIVE>
ORACIÓN Y LLAMADO / P.12
MONS. ROGELIO CABRERA LÓPEZ
RECIBE PALIO ARZOBISPAL
CONOCE
Pastoral Siglo XXI > p.2
LA ESPIRITUALIDAD
CONOCE > EDITORIAL
DE LA PASTORAL
E
l trabajo Pastoral que se realiza en nuestra Arquidiócesis debe partir del misterio divino, para darle un sentido espiritual, bíblico, comunitario y misionero. Ya que es Dios el que nos guía y acompaña siempre: “Yahvé iba al frente de ellos, de día en columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche” (Ex. 13,21). Creo que todas las comunidades debemos pensar en la manera de cómo entrar diariamente en las casas, o mejor dicho, cómo llegar a todas las personas que conforman nuestro territorio parroquial. La Pastoral nos llevará a realizar cursos, talleres, encuentro y retiros en los salones de la Parroquia; pero creo que también hay que pensar en acciones hacia afuera de la Parroquia como Misas de barrio, Horas Santas por sectores, peregrinaciones por sectores hacia la parroquia, catequesis en las casas, visitar enfermos y llevarles la comunión, repartir el periódico parroquial en los hogares, recolectar despensa para los más pobres, rezar el Rosario, etc. etc. etc. Es muy importante tener siempre animada a la comunidad con acciones específicas, concretas y dinámicas. Todo esto hará que se vaya creando una conciencia de comunión y de misión donde se vea la espiritualidad de la pastoral. Jesús andaba entre las comunidades, porque sabía que la fraternidad, la comunión y la integración entre los pueblos, haría que conocieran a Dios. Hoy tenemos que lograr que el pueblo diga convencido: “Yahvé es mi pastor, nada me falta. Por prados de fresca hierba me apacienta; hacia las aguas de reposo me conduce, y conforta mi alma. Me guía por senderos de justicia, por amor de su nombre. Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré; pues junto a mí tu vara y tu cayado, ellos me consuelan” (Salmo 23, 1-4). La Pastoral no debe quedarse sólo en una acción social, humana y altruista, es todo ésto, pero va mucho más allá: es cristianismo, es decir, estas acciones pastorales tienen su fuente, su centro y su fin en Jesucristo nuestro Señor, ya que cuando le damos este sentido, se respira su presencia que alimenta la paz y la alegría de todos. Las acciones pastorales, al fundamentarlas en Cristo, harán que todas las personas sientan su amor, su caricia y la misericordia de Dios, que llega a los más pobres, cuando menos se lo esperan. Por ejemplo, hay muchas personas que se ponen muy felices cuando se encaminan en una peregrinación hacia la parroquia, esto a ellos les dice mucho y se quedan con una gran paz. O la luz que reciben tantas personas cuando son iluminadas con el periodiquito parroquial que entra con temas muy interesantes en sus hogares. Y no se diga el alivio que sienten algunas familias cuando se les apoya y se les ayuda con algunos alimentos, si no para todo el mes, al menos, sí para apoyar sus alimentos algunos días. Esa paz, esa luz y ese alivio, son acciones que se sienten en lo más profundo de la persona, le hacen sentir que Dios se hace presente por medio de la comunidad, les hace sentir que Dios llega a ellos de múltiples formas. En base a estos ejemplos ¿no podemos hablar de una Espiritualidad en la Pastoral? Hay que salir de la Parroquia, hay que partir de los barrios, de los sectores, de las casas, de las personas…cuando les ayudas a organizarse para que ellos mismos se apoyen, se ve una comunidad viva, participativa, organizada y el resto de los vecinos, se verán atraídos por lo que ven en las calles y en los barrios. Ciertamente no es fácil organizar todo esto, pero es muy productivo, (espiritualmente hablando) y dejarle a Dios también que Él llame a los que quiera según el testimonio de toda la comunidad, será muy provechoso. . Pbro. Walter Fdo. Gómez Olvera Parroco de Santa Cecilia en Monterrey
CONOCE
CONOCE > LA VOZ DEL PASTOR CONTENIDO
CONOCE EDITORIAL / p.2 LA VOZ DEL PASTOR / p.3 IMPOSICIÓN DEL PALIO A NUESTRO SEÑOR ARZOBISPO / p.4 180 ANIVERSARIO DE LA CATEDRAL DE MONTERREY / p.5 PADRE CELESTIAL / p.6 MEDITA LA RECONCILIACIÓN DESPUÉS DE LA CONFESIÓN / p.7 “ESTANDO YA MI CASA SOSEGADA” / p.8 LA TRINIDAD: UN TURISTA EN TIERRA EXTRANJERA / p.9 MEMORIA Y PRÁCTICA / p.10 LA GRAN PREGUNTA / p.11 COMPROMETETE ORACIÓN Y LLAMADO / p.12 CÓMO PODEMOS ESCUCHAR EL LLAMADO DE DIOS / p.13 LA DIMENSIÓN HUMANA DE LA VIVENCIA COMUNITARIA (5a PARTE) / p.14 VIVE NOTICIAS / p.15, p. 16
DIRECTORIO
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Pastoral Siglo XXI > p.3
EL KERIGMA COMO ENCUENTRO CON CRISTO 1a. Carta Pastoral: El kerigma, una experiencia permanente (continuación...)
4. Es necesario que todas las mujeres y hombres de nuestra Iglesia experimenten el encuentro con Jesús, que se les ofrezca la oportunidad de contemplar el rostro del Siervo de Yahvé crucificado y resucitado. Este encuentro vivo, capaz de sanar, fortalecer y llenar de esperanza los corazones, ha sido llamado kerigma: el mensaje de amor que es el Hijo de Dios hecho hombre. Se trata de un encuentro que envuelve todas las dimensiones de la vida, un encuentro de Persona a persona, en una relación viva, dinámica, sanante y elevante para el ser humano, quien recibe este mensaje de amor: “Tu eres mi hijo muy amado” (Mc 1,11) pronunciado por Dios Padre en Jesús. Es una experiencia a la que todo hombre necesita regresar constantemente, no es sólo un momento puntual, aislado, sino un “año de gracia” proclamado por Dios (Cfr. Lc 4,19). El kerigma es una identidad: el discípulo cristiano vive en el kerigma, escuchando cada día la llamada del amor de Dios, vive en diálogo personal, en comunión con Cristo, quien lo hace capaz de transmitir ese gozo a los seres humanos y de transformar los ambientes de oscuridad en ambientes propicios para la caridad. Es un rasgo de la identidad del discípulo de Jesús: vive en el encuentro, en la búsqueda y contemplación de su Rostro (Sal 26,8). 5. Nuestra Iglesia debe ofrecer al ser humano del día de hoy la posibilidad de experimentar este encuentro, penetrar con fe en su misterio y esperar la vida eterna, adhiriéndose de corazón al Reino proclamado por Cristo. El kerigma no consiste sólo en un contenido conceptual o el producto de un taller, ni de una “aplicación” conceptual a alguna realidad concreta; si consideramos el kerigma como un conjunto de ideas, nuestra misión no llegará al corazón humano. El discípulo de Cristo sabe cuál es la casa donde vive su Padre amoroso, el hogar donde Jesús lo espera, donde se puede encontrar con quien lo ama. Cada sector de la Iglesia debe propiciar de manera constante este encuentro a través de experiencias, dinámicas, retiros, encuentros de oración, etc., dirigidos a los diversos sectores de nuestras comunidades, de manera que su fe y su entrega como discípulo crezca, madure y dé mucho fruto. Sólo en el encuentro constante con nuestro Maestro, podemos comprender porqué nos envía a todo ser humano para invitarlo a participar de este encuentro, tomando en cuenta la realidad del hombre de hoy, ofreciendo el servicio como hermanos, no como maestros, sino con la humildad de un discípulo enviado, servidores de la viña del Señor, no dueños. El Documento de Aparecida nos impulsa a tomar en cuenta, de manera especial, a quienes se han alejado de la Iglesia; cada sector de nuestra comunidad arquidiocesana, en comunión eclesial, tiene que ofrecer el servicio de ir a quienes no se acercan y, comprendiendo sus circunstancias, encaminarlos al encuentro del Señor. Para ello necesitamos formar discípulos misioneros que lleven la Buena Nueva a todo ser humano, en una misión de proximidad y de cercanía a los márgenes sociales, a todos los rincones, llevando al Señor en el corazón. De hecho, nuestra Arquidiócesis se alegra con la erección de cinco nuevas comunidades de misión: Santa Brígida y Santa Mónica, San Miguel Arcángel, Santísima Trinidad, Santa Clara de Asís y San Judas Tadeo. + Mons Rogelio Cabrera López Arzobispo de Monterrey
CONOCE CONOCE > LITURGIA
IMPOSICIÓN DEL PALIO A NUESTRO SEÑOR ARZOBISPO
Pastoral Siglo XXI > p.4
E
l palio (derivado del pallium o palla y con la manta) es un ornamento del Papa y de los metropolitanos en la Misa pontifical. Tiene la forma de una faja circular que carga sobre los hombros y de la cual penden ante el pecho y en la espalda dos tiras rectangulares, todo de lana blanca, destacándose de ella seis o cinco cruces de seda de color negro o rojo. Suele adornarse con tres clavos metálicos, que recuerdan los clavos de la Pasión. Entre las variadas opiniones que se han mantenido sobre su origen parece la más razonable la que supone que se trata de una imitación del omophorion griego, ornamento que desde principios del siglo V llevaban los obispos de Oriente como emblema de su dignidad y oficio pastoral, simbolizando la oveja que va sobre los hombros del Buen Pastor. En Occidente, fue ornamento propio del Sumo Pontífice desde el siglo V y por concesiones particulares desde el VI, llegó a ser de uso ordinario para los arzobispos a partir del IX. Al principio, el palio consistía en una pieza de vestidura que se replegaba a manera de banda, pero mucho después, a partir del siglo VI, tomó la forma de cinta, y desde el IX al X se le dio una forma casi idéntica a la actual, con las seis cruces negras a partir del siglo XV. El palio se confecciona con lana de corderitos bendecidos por el Papa en la fiesta de Santa Inés (21 de enero) en una capilla del Palacio Apostólico. El emblema de Santa Inés es un cordero, por la similitud de su nombre (en latín Agnes) con la palabra cordero (en latín agnus). En esa ocasión le presentan al Papa dos corderos adornados uno con flores blancas (simbolizando la virginidad de Santa Inés) y el otro con flores rojas (simbolizando su martirio). Luego, los corderos son llevados a la Basílica de Santa Inés, en la Vía Nomentana de Roma, donde está enterrada la santa, y son criados por los padres trapenses de la Abadía de las Tres Fuentes. Los palios son confeccionados posteriormente por las monjas benedictinas de Santa Cecilia con la lana recién esquilada. Luego se los coloca en un cofre sobre la tumba de San Pedro en la Basílica Vaticana, y en la Misa de la fiesta de San Pedro y San Pablo (29 de junio) son bendecidos y entregados solemnemente por el Papa a los nuevos arzobispos nombrados durante el año. No obstante, cuando el Papa no puede hacer él mismo la entrega del palio, le corresponde la entrega al Cardenal Protodiácono, el mismo que anuncia Urbi et Orbi (a la Ciudad y al Mundo) la elección de un nuevo Papa. El Papa Benedicto XVI utilizó, desde el inicio de su pontificado hasta la fiesta de San Pedro y San Pablo del año 2008, un palio muy similar a los que se usaban antes del siglo X, con cinco cruces rojas que recuerdan las cinco llagas de Cristo. Sin embargo, debido a la incomodidad que constituía su uso para la función litúrgica, a instancias del nuevo maestro de ceremonias pontificias, Mons. Guido Marini, el Papa cambió a la forma de palio “redondo” que se ha usado en Occidente los últimos siglos, más pequeño, pero a diferencia del de los arzobispos (de seis cruces negras), este lleva cinco cruces rojas al igual que el Palio que usó desde el comienzo. El palio además está adornado con tres clavos (como la crucifixión) que se adosan a las cruces del lado izquierdo del arzobispo: una al frente, otra en el hombro izquierdo y la otra en la espalda. No todos los arzobispos usan el palio, solo aquellos que son metropolitanos, es decir, que tienen bajo su cuidado una Provincia Eclesiástica conformada por varias diócesis a las que se les ha llamado “sufragáneas” (que proceden –fracción- de una iglesia madre). Los arzobispos metropolitanos pueden usar el palio dentro de la jurisdicción de su Provincia, pero no fuera de ella. Y dejan de usarlo cuando se convierten en eméritos o reciben otro destino. Si el nuevo destino fuera una nueva arquidiócesis, entonces deben recibir otro palio y no usar ya más el anterior, el cual conserva y en su sepultura deberán colocársele tantos palios como arquidiócesis metropolitanas haya presidido. En nuestro caso, el Arzobispo Rogelio Cabrera conserva el palio de la arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez, pero no lo puede ya usar más, y en este 29 de junio recibió el nuevo que le distingue como Metropolita de Monterrey. Pbro. Jorge Rodríguez Moya Párroco en Cristo Rey, Centro Monterrey
CONOCE 180 ANIVERSARIO DE LA CATEDRAL DE MONTERREY
Pastoral Siglo XXI > p.5
CONOCE > CATEDRAL
E
n la acta de la FUNDACIÓN de Monterrey en 1596, Diego de Montemayor señala la traza de la ciudad y señaló primeramente el sitio destinado para la “Iglesia Mayor” dándole la advocación de “la limpia Concepción y de la Anunciación de Nuestra Señora”. La Catedral de Monterrey, uno de los símbolos regiomontanos, se ha convertido en un testigo mudo del desarrollo de la ciudad que fue fundada en 1596. En 1612 se empieza a edificar la Iglesia Mayor con paredes de carrizo y techo de hojas de palma. Para 1626 se levanta el primer templo parroquial con materiales más sólidos pero fue destruido con la inundación de 1636. En ese mismo año se empieza a levantar el nuevo templo y en 1705 se inicia la construcción de la actual catedral y queda concluido en 1791. La Consagración de la Catedral que fue dedicada a la Inmaculada Concepción el 4 de junio de 1833, por el sexto Obispo de Monterrey, Fray José María de Jesús Belauzarán La fachada se terminó en 1800 y hasta 1889 se completa la torre de las campanas. Así mismo, en 1846 la Catedral se utilizó como fortín en la defensa de la ciudad contra la invasión estadounidense, de igual manera sirvió como cementerio. También nuestra ciudad ha sufrido cambios culturales y sociales que la han transformado. Sin embargo, nuestra Catedral sigue en pie y guarda entre sus muros el paso de grandes hombres, entre ellos el Beato Papa Juan Pablo II. Esta Santa Iglesia, además de estar dedicada a dar culto a Dios, es el principal templo de nuestra Arquidiócesis, es la sede de nuestro Arzobispo y es donde se realizan las principales celebraciones de nuestra iglesia local. Ha presenciado, escuchado y guardado desde entonces, un sinfín de emociones surgidas en las celebraciones matrimoniales, bautizos, confirmaciones, difuntos, acción de gracias, ruegos, cánticos, alabanzas... El 180 aniversario, es un gran día para agradecer a Dios por todas sus bendiciones. FELICIDADES!
Pbro. Santiago Gutiérrez Sáenz Rector de la Catedral Metropolitana de Monterrey
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MEDITA
Pastoral Siglo XXI > p.6
MEDITA > ARTE SACRO
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PADRE CELESTIAL
sta es una manera de llamar a Dios Padre que habita en el cielo, que está en lo alto. Las menciones bíblicas de este título son frecuentes. En los Santos Evangelios encontramos frases en boca de Nuestro Señor en los cuales él mismo habla de su Padre que está en lo alto o quién es el Señor de cielos y tierra. El título “Padre Celestial” lo encontramos en la Biblia de Jerusalén solo en el Evangelio de Mateo y en este se encuentra 11 veces. El título es tan propio de la fe que lo encontramos en su esencia en la misma oración del Padre Nuestro. En la liturgia católica es frecuente encontrar oraciones dirigidas al Padre acompañadas del adjetivo celestial. El título ha ido penetrando en la vida de los cristianos, así no solo lo encontramos en los libros litúrgicos sino además en diversas oraciones compuestas para la devoción de los fieles y hasta el título ya ha sido acogido por algunas parroquias y capillas en nuestro país y en el resto de América Latina. CAPILLA EN APODACA En la Parroquia del Espíritu Santo en Ciudad Guadalupe existe una capilla cuya titularidad es precisamente la del Padre Celestial. La mencionada capilla aunque pertenece a esta parroquia está localizada en Apodaca en la colonia Roberto Espinosa en la calle Ecuatorianos. La Capilla, hasta hace un año y medio, carecía de una imagen titular adecuada. Así se comenzó a buscar alguna. La primera idea fue buscar en galerías de arte o de antigüedades que pudieran tener alguna pieza interesante. Así se llegó a la reconocida casa de subastas Morton localizada en la Ciudad de México. Ellos tenían esta imagen que había pertenecido al patrimonio de una familia y quienes la habían puesto a disposición de la casa de subastas. Se llegó a un acuerdo con los oferentes y por medio de ellos con los entonces propietarios, así la imagen se adquirió llegando a la Parroquia en diciembre del 2011. Las condiciones físicas de su capilla impedían entonces el traslado definitivo. Finalmente este mes de junio después de un período intenso de trabajo y esfuerzo de la comunidad la capilla finalmente estuvo en condiciones para el traslado. Al momento de escribir estas líneas se prevé la bendición de la imagen de manos de Mons. José Lizares, Obispo Auxiliar emérito, el día de la fiesta patronal de la comunidad: el día del Padre, este año 16 de junio. Las dimensiones de la imagen son de 173 por 121 cm incluyendo el marco que es el original que acompaña al lienzo. La pintura anónima es mexicana de estilo popular, se estima que sea del último cuarto del siglo XIX o el primero del siglo XX. Se colocará en una estructura metálica diseñada por quien esto escribe contando con la colaboración del Arquitecto César Gálvez, la misma fue realizada en el taller del Ingeniero Jorge Magallán. ICONOGRAFÍA Es una imagen de la Santísima Trinidad, del estilo “compassio patris” que consta del Padre que sostiene a su hijo muerto que ha sido bajado de la cruz. En medio de ambos la presencia del Espíritu Santo en figura de paloma. Destaca en el lienzo especialmente el rostro del Padre que refleja gran bondad y ternura. Algunos detalles iconográficos interesantes son los ángeles que rodean a la Trinidad, cuatro grupos de cuatro. El número cuatro tiene diversos ecos en la iconografía cristiana como lo son los cuatro evangelios o los cuatro puntos cardinales. Los angelitos adoran a la Trinidad: especialmente destacan los que están a los pies de la imagen, a la derecha el que sostiene una vela símbolo de adoración y a la izquierda el que sostiene el cáliz que contiene la sangre de Cristo. Atrás de la cabeza del Padre está un triángulo que evoca la Trinidad que vemos en el cuadro. Además es interesante el detalle de la tiara que corona la cabeza del Padre: la tiara es una evocación del poder, es una triple corona. IDENTIDAD AL BARRIO. La intención al llevar esta imagen a este barrio, además de la obvia función litúrgica, es darle toda una identidad al sector. La Colonia Roberto Espinosa está en las márgenes de Apodaca junto a las orillas de Ciudad Guadalupe. Como muchos de nuestros barrios estas colonias son solo conjuntos de casas habitación populares sin monumentos, sin joyas arquitectónicas, en muchos de estos barrios el máximo atractivo es la tienda de conveniencia o la farmacia de la esquina. La llegada de esta pieza busca contribuir a dar identidad a todo un sector de la gran urbe. Pbro. Lic. José Raúl Mena Seifert Miembro de la Dimensión de los Bienes Culturales de la Iglesia. jmena@arquinetmty.com En facebook: difusiondeartesacro
MEDITA
MEDITA > REFLEXION
Pastoral Siglo XXI > p.7
LA RECONCILIACIÓN DESPUÉS DE LA CONFESIÓN
N
o recuerdo mi primera confesión, aunque me gustaría mucho hacerlo. Sin embargo sí puedo recordar la primera vez que conscientemente viví la reconciliación con Dios por medio del sacramento de la confesión. Pudiera parecer que dije lo mismo, y sin embargo hay una gran diferencia. La primera seguramente la realicé como parte de una ley (noble en su origen sin duda y que me preparó para la segunda) en mi catequesis infantil, mientras que la segunda surgió de mi necesidad, de mi sed de Dios. Ambas fueron momentos sacramentales en que Dios me otorgó su perdón, pero no en todas hubo verdadera reconciliación en mi interior. Y es que eso precisamente es lo que hace la gran diferencia entre una confesión y una reconciliación. Mientras que la primera puede reducirse a la enunciación de una o más faltas conforme a una ley básica revisada a modo de “checklist” la segunda surge de aquel “dolor de los pecados” por reconocer que en algún punto del camino me alejé, por propia voluntad, de ese amor envolvente de Dios, a veces más conscientemente otras menos, pero ambas aportando distancia entre mi y Su amor. Pero no solo es el reconocimiento lo que hace única una verdadera confesión, sino el modo en que precisamente concluye ese hermoso rito en el que Dios a través del sacerdote, extiende su mano sobre mi cabeza restituyéndome mi dignidad y fortaleciéndome para la nueva lucha mientras me bendice como seguramente lo hizo aquel Padre pródigo con su hijo desobediente a su regreso. Junto con ese signo de su perdón, hay algo igualmente delicioso, un placer divino -porque definitivamente viene de él- y que es el deseo de no volver a abandonarlo, el anhelo de pertenecerle completamente sin guardarme nada para mí. El deseo de no volver apartarme de su lado. Surge esa divina sed que sólo ÉL puede saciar y que me comprometo en ese momento a no volver a llenar con algo que no sea El. Eso es reconciliación. Es como esas escenas que se ven en las películas y que suceden cada vez menos en la vida real, donde en la pareja uno de los cónyuges comete un grave error e infidelidad y después de muchos tropiezos reconoce lo que ha perdido y con gran dolor en el corazón, lágrimas en los ojos y honesta voluntad reconoce su falta y promete no volver a caer. Quien vive este dolor y este anhelo ha vivido una verdadera reconciliación con Dios. Nunca será reconciliación si no existe en mí en ese momento el honesto deseo de no volverlo a traicionar. Claro que no olvido que nuestra fragilidad nos puede llevar a caer nuevamente, pero que esta idea no se convierta en una justificación que me haga perder el deseo de no traicionarlo, de entregarme completamente a Él. Dejemos que su misericordia transforme ese maravilloso momento en que nos recibe, nos perdona y nos abraza, mientras lo escuchamos decir aquello mismo que Jesús le dijo a la pecadora pública: “vete y no vuelvas a pecar” Les dejo una pequeña oración que he escrito y que busca precisamente manifestar ese anhelo de reconciliación con Dios y de total entrega a la gracia: Padre bueno, que por el sacrificio de tu Hijo en la cruz y mediante el Espíritu Santo me concedes el perdón de mis infidelidades, hazme volver a ti y aumenta mi sed de ti, para no abandonarte de nuevo y no pecar más rechazando tu amor. Quiero ser todo tuyo como tú te me has dado por completo a mí, Dios mío. Amén.
MEDITA
MEDITA > ESPIRITUALIDAD
Pastoral Siglo XXI > p.8
“ESTANDO YA MI CASA SOSEGADA”
C
“Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: «Volveré a mi casa, de donde salí». Cuando llega, la encuentra vacía, barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; vienen y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio”. (Mateo 12, 43-45)
uando estaba en la escuela Secundaria nos decía la maestra: “no se trata sólo de sacar 10, sino de mantenerlo”. Si difícil era obtenerlo, mantenerlo más, pero de eso se trataba, de esforzarnos constantemente para que el nivel académico estuviera siempre al tope, porque al menor descuido, bajaban las calificaciones. Tanto en la escuela como en otros órdenes de la vida, la perseverancia es fundamental, ya que son muchas las tentaciones que nos llegan para romper con aquello que hemos iniciado. En la vida espiritual, la perseverancia es básica, ya que “el espíritu está pronto, pero la carne es débil” y la carne siempre buscará satisfacer los apetitos de la carne que, en muchas ocasiones, se contraponen a los del espíritu, aquellos a los que Dios nos invita a aspirar. En más de una ocasión, Jesús les dijo a sus discípulos “velen y oren para no caer en la tentación” porque “el demonio como león rugiente, ronda buscando a quien devorar”. Es pues, necesario orar para mantenernos en unión con Dios, pues en la medida en que nos alejemos de Él estamos más expuestos a las insidias del enemigo. Poseemos un cuerpo frágil y, por lo mismo, es posible que nos cansemos, pero el maligno en cambio, es solo espíritu y, por eso, nunca se cansa en su intento de apartarnos de Dios. Quizá nuestro amor a Dios sea muy grande y ya hayamos logrado grandes cosas, pero no podemos “dormirnos en nuestros laureles” ya que, poco a poco y de manera imperceptible, si nos descuidamos podemos perder lo que ya habíamos ganado y quizá, según de lo que se trate, en un instante nos podremos ver despojados de todo lo que teníamos. Nos puede suceder como con las famosas dietas express, en las que bajas rápidamente, pero al cabo de unos meses resulta peor, ya que el exceso de confianza por haber adelgazado rápidamente, nos damos ciertos “permisos”, y luego, permiso tras permiso, la situación resulte finalmente peor que cuando empezamos la dieta: más obesos y más expuestos a diferentes enfermedades. Jesús nos advirtió, en varias parábolas, que debemos estar vigilantes porque en el momento más inesperado sucede lo ya anunciado. Tenemos el caso del administrador bueno y el perezoso, el de las diez vírgenes: cinco prudentes y cinco imprudentes; y el caso que abre nuestro artículo donde después de arreglada la casa, regresa el espíritu impuro con otros peores que él y se meten en la casa para hacer sus desastres. Eso sucede con aquel que en la vida del espíritu baja la guardia y cree que ya no hay nada nuevo qué aprender o experimentar. Pero, ¿por qué les sucede esto, sobre todo, a la gente que va a la Iglesia?
Por varias razones: a) Por una mala imagen de Dios, creyendo que Él es tan “poderoso” que no les va a pasar nada. Recordemos cómo el Pueblo de Israel al pelear con los Filisteos llevaron el arca de la alianza al campamento y creyeron que por estar Dios de su lado automáticamente iban a ganar la guerra. No sólo la perdieron, sino que también les quitaron el arca. Dios, sí es Todopoderoso, pero su poder no lo usa para impresionar, vengarse o aprovecharse de los demás. Su poder se manifiesta de otras formas. En estas otras formas son en las que nos debemos mover y en las que debemos actuar. Hay que confiar en Dios, pero nuestra confianza debe poseer una fe limpia de todo comodismo y error. b) Por una sobrevaloración de las propias fuerzas: Cuando creo que el que puede soy yo y no necesariamente Dios, entonces se anula la intervención de Dios porque nos creemos autosuficientes; nos engañamos con la idea de que al venir a este mundo, Dios ya nos dio todo para salir adelante, cuando realmente debemos aprender a poner todo en las manos de Dios y hacer todo lo que nos corresponde, pero no solos. Uno de los mejores ejemplos de esto es el mismo apóstol san Pablo cuando afirma: “Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. (2 Corintios 12, 10) c) Por una falta de madurez espiritual: Aunque las dos anteriores suponen inmadurez, en esta tercera razón hablamos de poco trabajo interior. Aquí la persona cree ser fuerte y hacer todo lo que Dios quiere, pero su corazón está lejos del Señor. Parecido al caso del fariseo y el publicano en el templo, donde el fariseo le “informa” a Dios de sus actividades y el publicano no hace otra cosa mas que pedir perdón. Al final, el publicano baja justificado y el fariseo no. En esta última razón, como en las demás, se habla de una vida espiritual vacía, aparente, superficial y llena de adornos donde no se llega a aquello que transforma, realiza y da fuerza para vencer. Es por esto que san Juan de la Cruz nos brinda un bello escrito: “la noche oscura” donde nos habla de sosegar la casa, es decir, arreglarla, mantenerla limpia, lista para cuando llegue, no el maligno, sino el GRAN VISITANTE que es el SEÑOR. Sería bueno preguntarnos: ¿Cómo está la casa de mi persona?, ¿Hace cuanto que no la arreglo?, ¿He sido descuidado?, ¿Se han colado algunos espíritus impuros y no me he dado cuenta?, ¿He bajado la guardia y no he puesto atención?. Te presento la primera estrofa de este bello poema de San Juan de la Cruz: En una noche oscura, con ansias en amores inflamada, Pbro. Roberto Figueroa Mendez (¡oh dichosa ventura!) Párroco en Beato Juan Pablo II salí sin ser notada, García N.L estando ya mi casa sosegada.
MEDITA
Pastoral Siglo XXI > p.9
MEDITA > REFLEXION
LA TRINIDAD
UN TURISTA EN TIERRA EXTRANJERA
A
finales del pasado mes de junio, varios fieles de nuestra Arquidiócesis se dieron cita en la ciudad eterna de Roma para participar en la misa de san Pedro y san Pablo, donde el Papa Francisco impuso el Palio arzobispal a Monseñor Rogelio Cabrera. La celebración fue muy hermosa, según relató uno de los peregrinos, pero también un “poco larga”, además que la exposición al sol romano y a los “cuatro vientos” provocó que en más de uno, el hambre calara duro. Sucedió entonces, que apenas concluyó la santa Misa, un ingenuo y hambreado fiel mexicano se encaminó presuroso a la via de la Conciliazione y sin más preámbulo, se introdujo en el primer “ristorante” que se le puso enfrente, a fin de aplacar su desesperado apetito. Como no entendía la lengua italiana, su hambre y su desesperación crecieron cuando le entregaron la carta con una serie de nombres raros.
Mientras empezaba a segregar saliva con profusión y a escurrirle el sudor por las mejillas, no sólo a causa del esfuerzo de contener el hambre, sino también debido al trabajo por tratar de entender algo, para su fortuna, alcanzó a escuchar que el comensal de al lado pedía un “taquino” (tacchino). Aquel sonido le pareció familiar y se imaginó que ese nombre designaba “un pequeño taco”, así que se apresuró a pedir tres, “nomás pa’ empezar”. El mesero se sorprendió enseguida y trató de “explicarle”, pero fue completamente inútil. El piadoso turista que no entendía ni “jota”, fingía entender, mientras sonreía y asentía repetidamente con la cabeza para decir que “sí” y que “sí”. El mesero, sin más remedio se retiró resignado a solicitar la orden y, después de un tiempo, trajo consigo tres jugosos pavos, pues “taquino” (tacchino), en italiano, aunque aparentemente <suena> a “taquito” <significa>, más bien, “pavo.” Ante tan abundante manjar, a nuestro desesperado turista, en un “de repente” se le fue el hambre y, confundido, se decía con desilusión: “una cosa era la que <sonaba> y otra cosa en la que yo <pensaba>.” Algo parecido a este desorientado peregrino, sucedió también a la fe trinitaria cuando se encontró en una cultura extranjera, distinta a la cultura en la que Dios se había revelado. Por tres largos siglos los cristianos practicaban su culto, casi de manera secreta, por razón de las persecuciones que los emperadores romanos desataron en contra del naciente cristianismo, el cual se suponía era una amenaza para la única religión del Imperio. No fue sino hasta el año 313, cuando el emperador Constantino permitió el culto público de los cristianos, y más tarde, hacia el año 391, otro emperador, Teodosio, admitió el cristianismo como única religión en el Imperio. Fue entonces cuando no sólo muchos romanos, sino también muchos griegos que eran habitantes del Imperio se hicieron bautizar “en el nombre de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo.” La ya antigua fórmula litúrgica del bautismo, que identificaba a los seguidores de Cristo, no era del todo repugnante a los griegos y romanos cuyas religiones eran “políteístas”; es decir, su politeísmo les permitía, en cierto modo, admitir una pluralidad de divinidades. Y he aquí que, tanto a griegos como a romanos, la tricentenaria fórmula bautismal les <sonaba> muy parecida a sus familiares creencias en muchos dioses y, en consecuencia, <pensaban> que el Padre era un dios, distinto del Hijo, y el Espíritu Santo era otro dios, diferente a los dos primeros. Y como aquel mesero del “ristorante” italiano, los más cultos cristianos se vieron sorprendidos por la mala traducción religiosa de la fe trinitaria y tomaron conciencia de la necesidad de <aclarar y de explicar> que la fórmula <Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo>, aunque aparentemente <sonaba> a una nueva creencia politeísta, en realidad, significaba otra cosa muy distinta. La fe trinitaria era pues un “idioma diferente” que no entendían los políteístas griegos y romanos, mismos para los que <una cosa era la que les sonaba y otra muy distinta en la que ellos pensaban>. .
Pbro. Dr. Alberto Anguiano García Vicario Parroquial en San Juan María Bautista Vianney (Fracc. Azteca)
MEDITA
MEDITA > REFLEXION
Pastoral Siglo XXI > p.10
E
l primer brinco al agua no era necesario. No sé si por exceso de confianza o por ingenuo, me animé a hacer un brinco de ocho metros que nadie estaba haciendo. En realidad no sabía lo que vendría. Una vez que me separé, a media cascada, de la cuerda con la que venía en el rappel, me acomodé lo mejor que pude en una pequeña piedra resbalosa para brincar, pero algo salió mal. No me apoyé lo suficientemente firme y, ya en el aire, supe que caería de cara al agua… y así fue. Salí escupiendo sangre, adolorido del rostro y con el consuelo de que no hubiera pasado a mayores… ese brinco, marcó todos los que seguían y ya no había marcha atrás, una vez dado ese brinco había que continuar.
Como en la vida, cuando algunas experiencias vividas, marcan por completo el camino que sigue. ¿Cómo afrontarlo? El miedo se convirtió en el obstáculo a vencer. No existía, no estaba conmigo, no me había detenido en otros recorridos donde había hecho brincos de mayor altura, sino hasta este momento, ya dentro del cañón de matacanes; y para ese momento la única ruta para salir era el camino del río que no sólo incluía más brincos, sino brincos más altos. Me descubría a mi mismo distinto después del golpe, sin la misma confianza; imaginaba que en el siguiente brinco me iba a golpear otra vez. Ver a todos con mucha confianza y adelantarse sin que nada pasara me animaba un poco y me ayudó a detener la imaginación que de vez en cuando, enferma por el miedo, crea fantasías que hacen crecer los temores. Guardé silencio, a nadie le conté mucho, pensaba que no podría dar el brinco final (que era de 12 metros) y comencé a recordar cómo durante otros recorridos estuve tranquilamente colgado en una tirolesa a mil metros de altura, bajando rapeles de 150 metros o brincando en las cascadas de 16 o 18 metros… “ya lo hice antes”, recordaba; “ya lo hice antes”, me decía a mí mismo. La memoria fue la fuerza para no detenerme y para aclarar que sabía caer al agua en la posición correcta, que si una vez había salido mal no tenía porqué pensar que todas las siguientes saldrían mal… Hay en la memoria claridad frente a las confusiones, ahora sabía que no tenía miedo brincar, sino pegarme en el rostro y que la probabilidad era menor que mi miedo porque después de muchos brincos al agua, éste fue el primero en salir mal… Pero el miedo permaneció en mi interior… Entonces recibí una luz: para hacer el brinco final de doce metros, voy a vencer los más pequeños… sabía que tendría miedo aún pero debía recuperar la confianza… jugueteando brincaba y contaba: uuunaaa, dooooosss, treeees! Y al agua! … no fué fácil el último brinco, fui casi de los últimos en darlo, pero tenía una amiga hablándome: mi memoria decía “puedes hacerlo, la mayoría de las veces los has hecho bien y aunque una vez salió mal, has practicado hoy para que no salga mal” Hoy puedo decir algo más: Amar es un poco más aventurero que matacanes, y cuando algo sale mal en las cosas del amor, las heridas son más difíciles de sanar y el dolor más duradero que cuando recibimos un golpe… pero recordar es volver a vivir. Sucede que, una vez heridos interiormente, comenzamos a pensar muchas cosas, tales como dejar de amar, imaginamos que siempre vendrá lo peor y que es mejor no volver a intentarlo… pero en este caso la imaginación nos juega chueco y produce en el alma la creencia de que no podemos perdonar, que ya no vamos a poder amar, de que nunca será igual o que ya no podremos vivir, nos hace creer que cosas son imposibles… pero no es así … se puede recordar lo bello y profundo que es entregarse, lo hermoso que se siente perdonar y ayudar a los otros… quizá no tengamos fuerzas para vover a la entrega total e incondicional, es el momento de practicar: comenzando por perdonar las cosas más pequeñas, ayudar en los tiempos libres, sonreír a los que nos hacen el bien… y luego aumentar la dosis un poco: perdonar a los que queremos y nos hicieron alguna cosas pequeña, ayudar a los desconocidos aún cuando estaba ocupado, sonreír en la adversidad… y luego un poco más… hasta llegar a ser como Cristo, que amó a los pecadores, aceptó incondicionalmente a todos, perdonó a sus enemigos y la entregó su vida por el mundo entero… poco a poco, todo es un proceso, sí se puede… Tengo algunas frases para regalarte a ti que te gustaría amar y vivir con mayor alegría y confianza, sólo son ejemplos porque en la biblia hay miles de estas frases, ponerlas en tu memoria y usarlas en el momento adecuado será tarea tuya: 1) siempre puedo amar, fui creado “a imagen y semejanza de Dios” 2) siempre soy amado, “Cristo me amó y se entregó por mí” 3) nunca estoy solo, Cristo nos dijo “Yo estaré con ustedes todos los días” 4) Hay alguien que me ayuda, pues me dijo “pidan y se os dará” 5) Puedo dar el valor adecuado a todo, Él me dijo “busca primero el Reino” 6) Nada me va a faltar, porque “el Señor es mi Pastor” 7) “Todo lo puedo en Cristo” Pero lo importante es practicar! Una y otra vez: perdonar, sonreír, ayudar, consolar, compartir, amar, escuchar, orar…. primero en lo pequeño y lograrás lo grande, pues el que es “fiel en lo poco es fiel en lo mucho”. Memoria y práctica, memoria y práctica, memoria y práctica… Memoria y práctica…. Pbro. Rodolfo Antonio García Martínez Vicario Parroquial San Juan Bautista García Nuevo León
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Pastoral Siglo XXI > p.11
LA GRAN PREGUNTA
H
ay una pregunta que todo hombre debe responder para poder asegurar que tiene bien puestos los pies en la tierra, una pregunta que al menos a mí me ha torturado desde hace ya poco más de cuarenta años: ¿El hombre es bueno o es malo…Qué pensamos de la humanidad…Qué opinamos de la gente? Esta pregunta tiene tantas respuestas como personas hay en el mundo. Pero de ellas depende, en gran parte, nuestra postura ante la vida. Vuelvo a preguntar ¿Qué opinión le merece la gente? Creo que en la respuesta que demos nos describimos más a nosotros mismos que a la misma realidad que tratamos de valorar.
Si yo me miro a mi mismo he de responder que, a lo largo de mi vida, he ido cambiando constantemente de visión de las personas que me rodean. De pequeño, todo el mundo me parecía bueno. Había algunas excepciones pero eran mínimas. En mi adolescencia me fui al otro extremo: el mundo era una montaña de maldad. Más tarde, ya cura, pase a hacer esa distinción entre la gente en general y las personas en particular. Era duro y exigente cuando hablaba en el pulpito, pero me volvía piadoso y comprensivo cuando en el confesionario, me encontraba con personas y pecadores concretos. Después pensé que esta era una distinción hermosa y bastante cómoda, pero insuficiente, porque la multitud era una suma de personas. Si como multitud los descalificaba, era porque yo no sabía ver, en la suma total, la verdad de cada uno de ellos. Por eso pasé a la visión compasiva de los hombres. Los hombres no somos buenos, pero tampoco malos, somos simplemente un poco tontos, este tonto, era más compasivo que despectivo. Porque yo veía entonces a la humanidad como un gran grupo de niños que se ensucian jugando. Hoy creo que, poco a poco, va avanzando en mí la visión luminosa y positiva de la humanidad. Creo, efectivamente, que en el mundo, hay bien y mal, pero que sobreabunda el bien, aunque a veces el mal se vea más, solo porque es más chillón. Lo mismo que creo que los hombres hacemos el mal más por torpeza, por inconsciencia, por precipitación, que por simple maldad. A veces me llevo desencantos y coscorrones cuando trato con la gente. Pero sigo creyendo que es preferible llevarse una desilusión al mes por haber confiado en ella, que pasarse la vida a la defensiva por creer que uno está rodeado de gente peligrosa. Pbro. Benito Ramírez Márquez Párroco en San Pedro Apóstol Allende N.L.
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Pastoral Siglo XXI > p.12
ORACIÓN
Y LLAMADO
“En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. El término “mies” pertenece a un lenguaje tan preciso y cualificado que suele ser desconocido, no tan sólo para las personas de la ciudad sino también por algunos que habitan en los campos. La mies es el cereal maduro, y es por tanto el tiempo en el que el sembradío debe ser segado y el cultivo de granos cosechado. La “Mies” es el campo que ya ha sido trabajado adecuadamente y que tiene la espiga en su punto para ser cortada, de tal manera que la menor dilación pudiera ser fatal y provocaría la ruina en un trabajo ya realizado durante largas y extenuantes jornadas. ¿Quién fue Aquél que trabajó intensamente el campo, como para que este se encuentre en el punto de la “mies” y necesite ya de los operarios? Dirige la mirada al Cristo que está en tu habitación y podrás ver las huellas del trabajo en sus manos, sus pies, su rostro, su costado, su frente, su espalda, su corazón... Lo anterior nos ayuda a entender muchas cosas: la riqueza y la urgencia que tiene la oración por las vocaciones, la necesidad de la generosidad en los jóvenes, pero también la importancia de tu apostolado a favor de una “mies” que no puede esperar. Detengamos en este verano la mirada en las vocaciones. Es Dios quien llama, por eso resulta necesario el rezarle a Él para que nos envíe los operarios necesarios. ¡Hagamos oración! El sacerdote no inventa su misión: es llamado. Su identidad y misión nacen de una vocación. Es Dios quien elige a los que Él quiere, de tal manera que el sacerdocio será posible cuando un joven aprenda a escuchar la voz de Dios y cuando nosotros aprendamos a elevar nuestra voz al dueño de la Mies. La vocación sacerdotal se fundamenta en una relación dialogante. Pero se fundamenta, sobre todo, en una iniciativa de Jesús. ¡Rueguen al Dueño de la Mies para que envíe trabajadores a sus campos! Tenemos que distinguir entre los derechos y los dones. Los derechos se pueden exigir, pero los dones se solicitan a Alguien y una vez que se reciben se le agradecen a ese Alguien. Podemos mencionar primero el aspecto de la paternidad para que entiendas lo del ministerio sagrado. La paternidad no es un derecho que le puedan exigir los esposos al Señor y, por lo tanto, en el momento en que Dios no se los da esta situación se pudiera convertir en una gran injusticia. Por el contrario, la paternidad es un don y éste se le pide al Señor y a Él hay que agradecerlo. De la misma manera, no existe el derecho al sacerdocio. Esta misión no se puede elegir como si de un oficio o de una profesión se tratase. Sólo se puede ser elegido y llamado por Él. El sacerdocio no figura en la lista de los derechos humanos. Nadie puede reclamar el recibirlo. Jesús llama a los que Él quiere. Hay derechos humanos que le competen a los hombres en razón de la naturaleza que Dios le ha dado y a favor de los cuales deben pronunciarse con tal determinación todos cuantos tienen fe en el Creador. Pero hay también un derecho y una libertad del Señor sobre aquéllos a quienes Él quiere para un ministerio especial. Existe una voluntad de Jesús sobre mi persona y sobre tu persona. Tú y yo debemos adentrarnos en esta voluntad y debemos madurar en ella. La voluntad de Dios es nuestro espacio vital. Nuestra vida será tanto más plena, más colmada y libre, cuanto más nos unifiquemos con esta voluntad, en la que estará contenida la más profunda verdad de nuestro propio ser. El Señor ha elegido, no por que sean los más elegibles, a Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé: Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Llamó a los que Él quiso y hoy debemos pedirle en nuestra oración que siga enviando operarios a sus campos. ¿Y tú, a qué has sido llamado? ¿Has orado por las vocaciones? Pbro. Rogelio Narváez Martínez Párroco en Ntra. Sra. Del Rosario
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Pastoral Siglo XXI > p.13
CÓMO PODEMOS ESCUCHAR EL LLAMADO DE DIOS
T
Lc. 24, 13-33 “Los discípulos de Emaús”
al parece que venimos caminando desde Jerusalén hacía Emaús, con una actitud de somnolencia en nuestros corazones, tal vez decepcionados, lastimados por el ruido del mundo, tal es así que escuchar se ha reducido a solo guardar silencio exterior. ¿Cómo venimos avanzando en nuestra vida?; los discípulos están a los pies del maestro (Lc 6, 48) y aprenden del Maestro, sin escuchar, es vano el esfuerzo, pero si los discípulos están decepcionados del Maestro aún más cerrarán el corazón y se endurecerán. Nuestra realidad muchas veces no está lejos de ello, si cerramos nuestro corazón solo escucharemos nuestra propia voz y esto provocará el vicio de la injusticia en nuestra conciencia. Los discípulos vienen conversando entre ellos (V. 15), en un mundo donde solo hablamos del mismo mundo y con quienes están en el mundo, esto incapacita los sentidos para escuchar a Dios por no entrar en la dinámica del diálogo con Él; y Dios siempre está presente en medio de nuestros diálogos, como testigo mudo de nuestra injusticia, y es que en un mundo donde el ser humano no se sabe como tal, no le será posible entablar un diálogo con Dios, por eso mismo quien está consiente de su oración es porque está en camino de entender su propia humanidad; y esto es lo que hace eficaz más que eficiente el diálogo con Dios. ¿Olvidaron los discípulos de Emaús su humanidad acaso?, ¿Se olvidaron tal vez que Jesús era un humano que vino a salvarlos de la sordera del corazón más que implantar nuevos rituales o un primado militar?, ¿Qué esperaban esos discípulos de Jesús? Ellos han sido testigos del Don de Dios en sus vidas, han vivido junto a Jesús, lo han palpado, han visto muy posiblemente sus milagros, y aun así han cerrado su corazón; ¿Por qué no escuchamos en el corazón el plan de Dios?, por la libre determinación de no quererlo simplemente, en realidad nuestros corazones divididos por las discordias, odios, heridos por el pecado mismo impiden ver más allá de nuestros propios sentidos; muchos jóvenes dicen “Es que no siento a Dios en mi vida”, lo que pasa es que queremos ver actos espectaculares de parte de Dios en nuestras vidas, pero ya el mismo Jesús nos lo ha dicho “no se les dará más señal que la de Jonás” (Lc 11, 29). Pero la señal que hoy Jesús nos regala es la señal de la cruz, quien contempla la Cruz logrará escuchar la Palabra que Dios le regala, por que quien contempla es el que realmente está vivo delante del Misterio. Y es que la espiritualidad de los discípulos aún estaba confundida, pero quien escucha aunque sea por un momento el llamado de Jesús (contemplar), desde el corazón, podrá contemplar el camino de la Cruz a la Resurrección como nos lo dice el Papa Francisco en su homilía del 23 de Abril de 2013: “La Iglesia está siempre entre la Cruz y la Resurrección, entre las persecuciones y los consuelos del Señor. Y este es el camino: quien va por él no se equivoca”. Así los discípulos de Emaús encontraron a Quien les había salido a su encuentro, a Jesús mismo, (V. 15) y aun segados lograrán arder sus corazones cuando el Señor les explica las escrituras, podríamos decir que quien escucha es porque se ha atrevido a dejar que el Señor le explique sus caminos en nuestros caminos, que Él mismo confronte su acción con las nuestras, y esto es lo que provoca que nuestro corazón arda, esto claro está en el marco del camino de la Cruz a la Resurrección. El hombre siempre tendrá un llamado en su vida, es su vocación, y así como los discípulos al reconocerlo correrán a encontrar a los demás y gritar que ¡Jesús está vivo! Así nosotros responderemos ante la llamada de Jesús. La respuesta vocacional de hoy en día exige fortaleza, conciencia de la Gracia de Dios en nuestra vida, entereza, disponibilidad a encontrarnos con Aquel que nos llama por nuestro nombre; ser valientes implica adherirnos al misterio de Dios en nuestras vidas, porque siendo un Misterio la vocación, Dios nos la explica desde su Corazón, y para concluir esta breve reflexión, los discípulos debieron haber quedado como lo dice San Pablo “Pues en él han enriquecidos: en todo, en toda palabra y conocimiento, en la medida en que se han consolidado entre ustedes el testimonio de Cristo. Así ya no les falta ningún don de gracia a los que esperan la revelación de nuestro Señor Jesucristo” (1 Cor, 1, 5-7) esto es lo que hemos encontrado, un camino seguro en nuestra respuesta porque lo hemos escuchado. Pbro. Oscar Efraín Tamez Villarreal Director de Centro Vocacional de Monterrey 50 Años promoviendo vocaciones
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Pastoral Siglo XXI > p.14
LA DIMENSIÓN HUMANA DE LA VIVENCIA COMUNITARIA (5a PARTE)
N
o olvidemos que allí donde imperan la miseria y la desigualdad, crecerá siempre el rencor y la tentación de caminos equivocados para el desarrollo personal y social. Es allí, donde el crimen organizado puede encontrar, mucho más fácilmente, manos desesperadas dispuestas para la violencia por unos cuantos pesos. Pues bien, para todo ello no bastan los programas sociales asistencialistas. Finalmente, la diversidad de ministerios, carismas y servicios, abre el horizonte para el ejercicio cotidiano de la comunión. Cada bautizado es portador de dones que debe desarrollar en unidad y complementariedad con los otros, a fin de formar el único cuerpo de Cristo, los dones de cada uno son puestos a disposición de los demás para que circule la caridad (I Cor. 12, 4-12). La vivencia comunitaria ha de ser patente en las relaciones entre obispos, presbíteros y diáconos, entre Pastores y todo el Pueblo de Dios, entre clero y religiosos, entre asociaciones y movimientos eclesiales. La teología y la comunión aconsejan una escucha recíproca y eficaz entre Pastores y fieles. Para ello, se deben valorar cada vez más los organismos de participación previstos por el Derecho canónico, como son los consejos presbiterales y pastorales. Terminemos este segmento formativo recordando que el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder a las profundas esperanzas del mundo, es hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión. Un lugar donde se viva la comunidad. Pues como bien menciona la carta apostólica Novo Millennio Ineunte: “Antes de programar iniciativas pastorales concretas, hace falta promover la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades”. La comunión, las buenas relaciones interpersonales y la buena comunicación tienen como experiencia fundante del discípulo misionero la comunión con Dios y la comunión con el hermano, porque si no hay comunión con Dios y con el hermano, toda la obra de la evangelización es superficial e infecunda. Incentivemos por ello a todas nuestras comunidades parroquiales a renovarse y ser verdaderos lugares donde exista la comunión, las buenas relaciones interpersonales, una buena comunicación y la vivencia de la fe. Así sea. Pbro. Dr. Armando De León Rodríguez Párroco en Sagrado Corazón de Jesús Monterrey, N.L.
VIVE MONS. ROGELIO CABRERA LÓPEZ RECIBE PALIO ARZOBISPAL
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Pastoral Siglo XXI > p.15
E
l sábado 29 de junio de 2013, durante la Santa Misa celebrada en la Basílica de San Pedro, en ocasión de la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, el Santo Padre Francisco impuso el palio a 35 arzobispos, entre ellos el Arzobispo de Monterrey Mons. Rogelio Cabrera López.
Durante la homilía, el Papa destacó que la presencia de obispos de todo el mundo permite revivir el acontecimiento de Pentecostés: “hoy, como entonces –dijo–, la fe de la Iglesia habla en todas las lenguas y quiere unir a los pueblos en una sola familia”. Señaló que el Obispo de Roma está llamado ante todo a confirmar en la fe, en el amor y en la unidad. “El papel, el servicio eclesial de Pedro tiene su fundamento en la confesión de fe en Jesús, el Hijo de Dios vivo” (cfr. Mt, 16,16). Y evocando el testimonio de san Pablo, exclamó: “El Obispo de Roma está llamado a vivir y a confirmar en este amor a Jesús y a todos sin distinción, límites o barreras. Y no sólo el Obispo de Roma: todos ustedes, nuevos arzobispos y obispos, tienen la misma tarea: dejarse consumir por el Evangelio, hacerse todo para todos, salir de sí para servir al santo pueblo fiel de Dios”. El Papa Francisco afirmó que la variedad en la Iglesia, que es una gran riqueza, se funde siempre en la armonía de la unidad, como un gran mosaico en el que las piezas se juntan para formar el único gran diseño de Dios. Y concluyó: “Confesar al Señor dejándose instruir por Dios; consumarse por amor de Cristo y de su evangelio; ser servidores de la unidad, estas son las consignas que los santos apóstoles Pedro y Pablo confían a cada uno de nosotros, para que sean vividas por todo cristiano. Que la santa Madre de Dios nos guíe y acompañe siempre con su intercesión: Reina de los apóstoles, reza por nosotros. Amén”. Posterior a la celebración Mons. Cabrera publicó en su cuenta de Facebook: Me han preguntado ¿qué me dijo el Papa Francisco al imponerme el Palio? Sus palabras fueron: “Le encomiendo trabajar por las vocaciones”.
Lic. Juan Pablo Vázquez Rodríguez Coordinador Pastoral Siglo XXI
VIVE
VIVE > VOCACIONES
Oración por las vocaciones sacerdotales
Oh, Jesús, Pastor eterno de las almas, dígnate mirar con ojos de misericordia a esta porción de tu grey amada. Señor, gemimos en la orfandad, dános vocaciones, danos sacerdotes y religiosos santos. Te lo pedimos por la Inmaculada Virgen María de Guadalupe, tu dulce y Santa Madre. Oh Jesús danos sacerdotes y religiosos según tu corazón. Amén.
Pastoral Siglo XXI > p.16