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La Cueva en Pilares - Greenfield 

por Mauricio Mastropiero

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Proyecto Arquitectónico: Ing. Kenji López Rivera | Greenfield

Colaboradores: Melisa Ávila, Esmeralda Salinas, Antonio Flores, Juan Téllez, Julia Briones, Dolores Maximino, Manuel Cruz

Diseño Estructural: Ing. Alejandro Narváez

Construcción: Greenfield

Área Construida: 260 m 2

Fotografía: Adrián Llaguno | Documentación Arquitectónica

Lugar: Ocampo, Coahuila

Año: 2014

Ubicada en el Parque Nacional Maderas del Carmen, al norte de Coahuila, existe una reserva silvestre que conjuga la pasión por la conservación de la fauna y el placer de disfrutar la naturaleza a través de la arquitectura. La reserva ecológica “Pilares” es un terreno de 40 mil hectáreas dedicadas a la conservación de especies en grave peligro de extinción, y la proliferación de algunas que ya habían desaparecido en México. Además, es un oasis del mundo actual; un lugar aislado del desarrollo urbano, ligado a su contraparte texana -el Parque Nacional Big Bend-, por la majestuosidad de la Sierra Madre Oriental y la pureza del ecosistema.

En este contexto surge “La Cueva”, un proyecto arquitectónico que nace con la idea de crear un espacio neutro, de convivencia y contemplación, con una fuerte relación con lo salvaje de una zona donde el venado, el oso negro, el borrego cimarrón, el antílope y el indio americano transitan libremente como si allí el tiempo siguiera sus propias reglas. Como en la arquitectura vernácula, la obra responde directamente al sitio donde se emplaza, con volúmenes básicos y hasta primitivos que se levantan con materiales de la región, obteniendo del paisaje sus colores y texturas. El sentir del proyecto es como aquél al entrar a una cueva, parcialmente enterrado en el suelo, provee refugio del exterior para disfrutarlo en un ambiente acogedor.

La orientación del edificio ofrece luz natural del norte, y dirige las vistas principales a través de dos terrazas exteriores hacia los picos más altos de la montaña. Al interior, el programa incluye un gran comedor/sala de juntas, una amplia estancia, un desayunador, medio baño, una cava para vinos, una cocineta y un espacio semi techado para asadores.

Para realmente conocer este proyecto, es preciso comprender la historia de sus materiales y procesos de su gestión. Por la incomunicación y la naturaleza del sitio, se optó por utilizar y reutilizar los recursos de la zona, logrando que el 90% en peso de los materiales se obtuvieran de ranchos y bancos de arena en un diámetro menor de 10 km. Las láminas y durmientes se rescataron de antiguas infraestructuras en la región. Los muros se conforman de elementos del lugar, y la tierra y la piedra se trabajaron en vertical después de su extracción horizontal. El sistema constructivo combina concreto, piedra de río, madera de pino y tierra apisonada, elementos ricos en textura que lucen, como el paisaje, multicolor durante el atardecer.

Debido a que el despacho radica en Monterrey, se diseñó con una lógica de construcción eficiente para mantener una supervisión remota exitosa, resultado visible a través del lenguaje honesto, aparente y simplista de los elementos arquitectónicos. Proyectos similares son escasos en el mundo, pero dado el riesgo de extinción que corren cada vez más especies, es también una tendencia en crecimiento. En este caso, la arquitectura nos recuerda tiempos pasados y también, promueve la reflexión de nuestra propia especie para tiempos futuros.

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