Plaza de Armas // Suplemento - Marilyn Monroe

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E s p e c i a l

DOMINGO 5 DE AGOSTO DE 2012

Marilyn Monroe 50°Aniversario

Me gusta estar totalmente vestida, o si no totalmente desnuda. No me gustan las medias tintas”

Marilyn, la mejor L de todas

Entre gloria, enigma, desdén y culto, el mito de la mujer dorada luce intacto KENIA PÉREZ/JUAN PABLO ARREDONDO

a historia de Marilyn Monroe comienza en lo profundo de la noche, en un exquisito claroscuro de contrastes. Sí, porque ella era la figura que despegaba del fondo, la estrella que hacía posible entender la inmensidad de la penumbra. Cincuenta años después de su muerte, la extinción es un concepto que sigue muy alejado de Marilyn Monroe. Sus frases irreverentes, su melena oxigenada, sus labios carmesí y sus curvas de mujer fatal no sólo son recordados con nostalgia, sino que siempre han mantenido vigentes como máximo ícono del erotismo, el glamour, la elegancia y la majestuosidad femenina.

La personalidad de la diva se contrapone en dos senderos. Está la Marilyn Monroe que radiaba entre la multitud y vestía su desnudez con Chanel No. 5; aquella que en 1962 le robó el protagonismo al Presidente John Fitzgerald Kennedy al cantarle un Happy Birthday. Y luego la sencilla Norma Jean Mortenson, lectora voraz que aspiraba a ser algo más que una mujer bella. Esta última solo se dejaba ver en los instantes más íntimos del mito y prefería las bailarinas y los abrigos de lana a la pompa y la pedrería. Pero en ambas confluye una hegemonía estética celestial, cargada por el epítome del misterio. Medio siglo después, ningún dato parece indicar que la leyenda declive. Muy por el contrario, da la sensación de que aún queda mucho por descubrir. Y, por supuesto, subastar.


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