Revista Cinéfila // Perfil - Emmanuel Lubezki: El ojo del sol

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A CUADRO

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A CUADRO

› EMMANUEL LUBEZKI

EL OJO DEL SOL POR: PABLO ARREDONDO LA PRINCESITA 1995

Y TU MAMÁ TAMBIÉN 2001

El fractal, la llama y el verso son las guarniciones esféricas que por siempre acompañaran la figura de Emmanuel Lubezki, un taumaturgo azteca de la lentilla que el pasado domingo 2 de marzo logró alzarse con su merecido (y tan ansiado) Óscar con "Gravedad" (2013), esto luego de seis nominaciones a Mejor Director de Fotografía y una historia plagada de éxitos pese a que el reflector apenas le relame las pupilas. Con cineastas como Federico Fellini, Martin Scorsese y Francis Ford Coppola, entre sus predilectos cuando infante, el tímido Lubezki disfrutaba con rehuirle a los subtítulos de las películas extranjeras, pues con los pasos sigilosos de una música inquietante y la chica rubia perdida en un oscuro misterio sin resolver, sus ojos siempre estuvieron aferrados a la butaca del lenguaje invisible, ese que unge a la platea bajo la “escritura del movimiento” al prescindir del idioma: La Imagen. Ya con relámpagos en ascenso, Emmanuel ingresó al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM, donde gracias al timorato arqueo de su espalda y esas mansas pupilas de cordero, consiguió transmutar en “El Chivo” Lubezki, quien gracias a su capacidad para convertir la luz en “golpes de imagen”, brilló para descomponer cada prisma de la condición humana al momento de escribir con los pómulos del arcoíris. El primer gran proyecto de Lubezki tuvo lugar en 1989, cuando tenía a su cargo la fotografía de

ocho capítulos de La Hora Marcada. Un lustro después, y con apenas 30 años de edad, ya era una figura consolidada en el cine mexicano con tres Arieles, gracias a "Ámbar" (1994), una fábula olvidada por la crítica pese a sus personajes proverbiales, "Miroslava" (1993) con el perturbador retrato de una mujer en decadencia y, finalmente, las suculentas recetas visuales (con preparación incluida) de sabores desnudos por "Como Agua para Chocolate" (1992). Para "El Chivo", la bendición definitiva llegó con un halo esmeralda dedicado a "La Princesita" (1995) y a "Grandes Esperanzas" (1998), donde la intimidad de un cine de arte para niños maduraba con la lobreguez mortuoria de ¿Conoces a Joe Black? (1998). Posteriormente, la honorífica frialdad de "La Leyenda del Jinete Sin Cabeza" (1999) evolucionó en sudorosos close-ups a mandíbulas desencajadas con "Ali" (2001), valiéndole a Lubezki la conquista de "El Nuevo Mundo" (2005) con su ya reconocida alquimia de sombras. Si bien es cierto que con "Niños del Hombre" (2006), y "El Árbol de la Vida" (2011), Lubezki quedó destinado a jugar un papel “más pequeño” dentro del cine (pero definitivamente más cándido), tengo la certeza de que el “poeta audiovisual” ha salido bien librado de los retos que presenta la paradoja del quehacer fotográfico. Y es que enviar su mensaje del todo oneroso, en favor del curso dramático de la cinta al sacrificar el trabajo propio, basta para conferirle a Lubezki el fulgor de las 88 constelaciones.

¿CONOCES A JOE BLACK? 1998

LEMONY SNICKET 2004

LA LEYENDA DEL JINETE SIN CABEZA 1999

NIÑOS DEL HOMBRE 2006

ALI 2001

GRAVEDAD 2013


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