Newsweek en Español // Reportaje - Mujer, indígena y pobre

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MUJER, INDÍGENA Y POBRE...

El caso increíble de doña Jacinta, condenada a 21 años de prisión por secuestrar a seis policías. O el trágico vaivén de la piel morena.

D ER E C H O S H U M A N O S

Por Juan Pablo Arredondo R. R. / Newsweek Querétaro

EL PECADO DEL INDIO En el otro extremo de la plaza, y sin percatarse del alboroto, se encontraba doña Jacinta Francisco Marcial, en aquel entonces de unos 45 años, seis hijos, otros tantos nietos, de milenaria (y marginal) ascendencia otomí y un puesto ambulante de nieves con el que, aún

hoy en día, planta cara al persistente sol del semidesierto queretano. Jacinta había llegado temprano, pero en cuanto sintió la última campanada para la misa de 11 de la mañana, dejó a una de sus hijas encargada del puesto. “Después del rezo, tenía que ir a la farmacia a ponerme una inyección y le pedí a otra de mis hijas que me acompañara porque yo no sé pronunciar bien el nombre de las medicinas y me daba pena equivocarme delante de la gente”, recuerda la indígena de apenas metro y medio de estatura. Fue ahí, en la celosa guarida de la botica amealcense, donde la señora se enteró del zafarrancho, que en el último de sus despojos le valió una curiosidad que pagaría muy caro cuando un fotógrafo la retrató “de mirona” en las inmediaciones del mercado de Santiago Mexquititlán. Usted sabe, en tercera o cuarta fila, en la actitud pacífica del que mira, del que solo pasaba por ahí... Doña Jacinta cuenta que, aquella noche, se fue a su casa con su familia y que nada extraño sucedió hasta tres meses después, “hasta aquel

N E W S W E E K E N E S PA Ñ O L

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6 /6 /2014

UN TRIBUNAL FEDERAL ORDENÓ INDEMNIZAR A JACINTA FRANCISCO, INDÍGENA ACUSADA DE SECUESTRAR NI MÁS NI MENOS QUE A SEIS AGENTES DE LA AFI. +

Juan Pablo Arredondo R. R. es reportero y editor mexicano del periódico A.M. de Querétaro y articulista de la revista Cinéfila. @DemonLetters

CUA RTO S C URO

TRES mujeres indígenas confinadas a la venta de aguas frescas, seis policías entrenados para matar, casi cuatro años perdidos tras las mazmorras de una penitenciaría y un país frente al espejo. En la imagen, el más siniestro esperpento: la ignominia del sistema judicial mexicano. Todo empezó el domingo 26 de marzo de 2006 en el municipio queretano de Amealco de Bonfil. Aquella mañana, seis corpulentos policías de la extinta Agencia Federal de Investigación (AFI), sin uniformes ni placas que los acreditasen como elementos del Poder Judicial, irrumpieron en el mercado de la comunidad de Mexquititlán para decomisar mercancía “pirata”. En un arranque de preservación del territorio, los comerciantes se aprestaron sobre las fuerzas del orden, quienes con la batalla perdida, un cateo fracasado y 200 indignados hasta el cuello, espetaron confiados la mejor resolución: pagar 70 000 pesos a los locatarios por lo destrozos provocados durante el motín comercial. “Nos vamos a buscar el dinero”, vociferó el agente Jorge Cervantes Peñuelas con machete ajeno engalanando su papada. “¡Está bien!”, respondió la turba. “Pero que uno de los policías se quede para asegurarnos de que ustedes respetan el trato”. Vaya, qué remedio para Cervantes Peñuelas, quien en toda su carrera como guardián de los estropajos azules jamás había servido a modo de prenda en empeño en aras de la justicia.


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