GARCÍA BENITO EN LAS COLECCIONES PÚBLICAS VALLISOLETANAS

Page 1

1


2


GARCÍA BENITO

EN LAS COLECCIONES PÚBLICAS VALLISOLETANAS

3


GARCÍA BENITO EN LAS COLECCIONES PÚBLICAS VALLISOLETANAS Obras procedentes de: Excma. Diputación Provincial de Valladolid Excmo. Ayuntamiento de Valladolid Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid Comisario y textos: Arturo Caballero Bastardo Diseño: Arturo Caballero Bastardo y Juan Bautista Martínez Escudero Montaje: Juan Bautista Martínez Escudero y Jesús de la Rosa Muñoz Audiovisual: Guión: Arturo Caballero Bastardo Realización: Víctor Hugo Gutiérrez Vaquero Locución: Enrique Carmena de la Torre Cuadernillo didáctico: Miguel Ángel Aguado de la Fuente Arturo Caballero Bastardo María José Carbajo Serrano Inés Villayandre Pérez Selección ambientación musical: Gracia González Gonzalo Coordinación de las visitas de grupos: Elena Andrés Andrés Colaboraron: Esperanza Alonso Laguna Diego Arenales Veganzones Mercedes Bolaños Losada Pilar Domínguez Paniagua Antonia Gutiérrez de la Calle Montserrat de Miguel Clavé Pilar Pérez Melendro y los profesores, padres y conserjes que se encargan del cuidado y la vigilancia de la exposición

4


Autorretrato

Óleo/lienzo, h. 1950-55, 55x46 Excma. Diputación Provincial de Valladolid

“Lo que vengo a buscar en Valladolid es un adolescente que busco en vano en las orillas del Sena. Un adolescente que encuentro a cada paso en Valladolid, en el laberinto de sus calles, en los soportales de una plaza, embelesado ante un puesto de figuras de Navidad. Un adolescente ávido de conocer, que al marchar abandoné solo, dormido en el andén de la estación y que se despierta y viene a mi encuentro en cualquier parte del mundo cuando una campana toca con la voz de la Catedral”. 5


6


PRESENTACIÓN DEL ESPACIO CREATIVO GARCÍA BENITO El Instituto de Educación Secundaria Delicias, de Valladolid, es un centro que lleva dedicado a la formación de adolescentes más de treinta años. Como particularidad, desarrolla las enseñanzas del Bachillerato de Artes para lo que dispone de un moderno edificio que cuenta, entre otros servicios, con sala de exposiciones. En un esfuerzo por ofrecer un programa estable de carácter educativo y cultural, que sea también un espacio donde mostrar la capacidad creativa de nuestros alumnos del Bachillerato de Artes, hemos impulsado la iniciativa de dar el nombre de ESPACIO CREATIVO GARCÍA BENITO (GaBe) a esta sala, en honor al pintor e ilustrador vallisoletano Eduardo García Benito. El universo creativo que se modela cada día en nuestras aulas, desde hace más de un lustro, no podía permanecer durante más tiempo ensimismado. Reclamaba mostrarse, establecer un diálogo libre y entusiasta con el barrio, la ciudad, el mundo. Porque dialogar significa estar dispuesto a aprender del otro y a que ese otro se alimente del fruto de nuestra inspiración. Y para lograrlo nada como un lugar con personalidad. La comunidad educativa del IES Delicias sabe bien el esfuerzo que supone poner en marcha iniciativas de carácter cultural. Desde esta sala de pequeñas dimensiones, quiere contribuir a la formación de niños y jóvenes no sólo en el ámbito artístico sino en todo aquello que signifique poder ampliar horizontes y poder mostrar realidades que nos enriquecen. Nuestro proyecto ha contado con la aprobación de los hijos de Eduardo García Benito, en especial con la de Jean Paul, que lo han considerado un honor y un reconocimiento a la figura y obra de su padre. Ha contado también con el apoyo de nuestra autoridad educativa y con la inestimable colaboración de la Excma. Diputación Provincial, del Excmo. Ayuntamiento y de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid. A todos ellos nuestro mayor agradecimiento. La muestra que está a punto de visitar nace como una inquietud compartida por todos los miembros de nuestra comunidad escolar: la que nos brinda la posibilidad de abrir a nuestro entorno la sala de exposiciones del IES Delicias con un nombre y con una identidad propios. Rosa Mª Diez Peña Directora IES Delicias 7


EDUARDO GARCÍA BENITO EN SU CONTEXTO ARTÍSTICO Eduardo García Benito nació en Valladolid el 18 de marzo de 1891. Con 16 años ingresó en la Escuela de Bellas Artes donde se formó copiando fielmente los modelos de escayola y del natural y trabajando como grabador litógrafo. En 1910 marchó a Madrid para completar sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero su aprendizaje auténtico lo realizó reproduciendo obras de El Greco y de Goya en el Museo del Prado. Dos años después, el Ayuntamiento de Valladolid le concede una beca de ampliación de estudios y va a París, centro neurálgico del arte mundial desde principios del siglo XIX, instalándose en Montparnasse. Benito, como suele firmar sus obras, no conocía de primera mano el arte moderno y su objetivo era pintar según la estética costumbrista que imperaba en España y de la que es buena muestra el trabajo que debe realizar para conseguir la beca: Salida de la procesión de la iglesia del pueblo. En esta línea realiza en París el cuadro La bendición, que envía al Ayuntamiento. Sin embargo en París la creatividad artística se había manifestado, a partir de 1906, en un movimiento que se denominó Fauvismo: un grupo de jóvenes artistas que tenía a Henri Matisse por cabeza. Los cuadros de Matisse eran alegres, desenfadados, aproblemáticos, llenos de una profunda alegría de vivir y continuaban, en cierto modo, otras manifestaciones, como las de Bonnard, posteriores a las propuestas del Impresionismo, pero más comedidas cromáticamente. Benito se muestra sensible a estas tendencias en alguna obra maestra como en su Naturaleza muerta, ejemplo de un equilibrado gusto por el arte clásico que no es ajeno a esa valentía pictórica de la que hacían gala los fauves, abriéndose así a las nuevas corrientes de la modernidad. También habrá eco en su obra de otros pintores como Van Dongen, como Albert Marquet o como Raoul Dufy, que será amigo suyo. Benito comparte con el Fauvismo algunas de sus directrices que se concretan en figuras de mujeres mundanas, provocativas, no exentas de un cierto punto de atracción fatal, a pesar de su elegancia, y en pintorescos paisajes de la capital del Sena. Entre 1904 y 1906, un artista malagueño instalado en París, Pablo Picasso, había desarrollado su etapa rosa en la que reflejó, de forma idealizada, el mundo del circo y de la comedia del arte italiana que Benito hace suyas en Artistas de circo. En 1907, el mismo Picasso dio otra vuelta de tuerca a la revolución del arte contemporáneo con un cuadro titulado Las señoritas de Avinyó que iniciaban el cubismo analítico; se trataba de buscar los aspectos esenciales de una figura, proceso al que se sacrificaba el color, recogiendo diferentes puntos de vista que se plasmaban simultáneamente; hacia 1911 la multiplicación de planos proporciona al cuadro una sensación de enmarañamiento de líneas que hacían difícil la comprensión de la figura, por eso, en 1912 el cubismo retorna al color y a la realidad en lo que se denomina el cubismo sintético, tarea cuyo desarrollo Picasso dejará en manos de otros artistas como Juan Gris. Tanto a uno como a otro conoció Benito en París, al igual que a los escultores José Clará, que será amigo del artista vallisoletano, y 8


Pablo Gargallo quien influirá también en sus valores estéticos. Las búsquedas cubistas aparecen en obras de Benito como Mujer tocando la guitarra, en la que resulta evidente la fase analítica del cubismo y, en la más lograda, Guitarrista, mucho más cercana al cubismo hermético, aunque dando bastante importancia al colorido. El óleo de Marcel Duchamp Desnudo bajando una escalera nos ilustra respecto a lo que está ocurriendo hacia 1912 en París: el intento de algunos pintores cubistas por representar el movimiento. Planteamientos semejantes tenían los artistas italianos adscritos al Futurismo, entre ellos Humberto Boccioni autor de Formas únicas de continuidad del espacio, que buscan la plasmación del dinamismo de la sociedad moderna tanto en sus pinturas como en sus esculturas. Ese mismo interés lo manifiesta Benito en alguna de sus composiciones de 1920 como los Boxeadores, o como Danza de cabaret; en ellas se puede apreciar la multiplicación de los planos en los que aparecen los pies y los brazos de los personajes. Desde 1910 se venía desarrollando un arte no representativo que se caracterizaba por el deseo de someter la pintura a las reglas propias de una composición musical. Quien da el primer paso es Vasily Kandinsky, que dota a sus obras de un evidente sentido lírico; otros artistas, como Mondrian, acentuarán los aspectos geométricos dejando reducidas sus composiciones a simples juegos de elementos ortogonales y de colores primarios. Algunos pintores cubistas, Robert Delaunay, evolucionan hacia cuadros de vibrante cromatismo que terminan alejándose definitivamente de la realidad. Benito no fue nunca un pintor abstracto, pero muchos elementos procedentes de la abstracción se hacen presentes en su obra, bien sea como base formal de sus composiciones o como elementos decorativos. A estas características reseñadas, Benito añade las aportaciones particulares de algunos artistas que suelen agruparse bajo la ambigua denominación de Escuela de París. Entre ellos, destaca Constantin Brancusi que se empeñó en romper todos los lazos con la plástica omnipotente de Rodin, creando figuras que se basaban en el arte primitivo cicládico, logrando una extraordinaria estilización que estará en la base de gran parte del arte de los años 20. Lo mismo podría decirse de Amadeo Modigliani, también buen amigo de Benito, que se inspiró en el Manierismo florentino del siglo XVI, tanto para sus retratos como en los desnudos, que provocaron no poco escándalo. Estas formas se manifiestan de manera evidente en algunos trabajos del vallisoletano en los que busca una moderna y desinhibida representación de la sensualidad femenina. A comienzos de 1914 estallaba en Europa un conflicto de dimensiones inimaginables. Benito, que trabajaba como ilustrador para Draeger y para La Gazette du Bon Ton, del editor Lucien Vogel, realizó una serie de xilografías bajo el título de Ecce Homo (Miserias de la Guerra) que al finalizar la contienda servirán de ilustración al libro de Jean Cocteau Dans le ciel de la patrie. En ellas se manifiesta la influencia expresionista. El expresionismo (nombre con el que en la primea mitad del XX se designaba genéricamente a todo el arte moderno) era un movimiento 9


germánico en el que destacaban los grupos El Puente (Dresde) y el Jinete Azul (Munich), que poseía características semejantes al Fauvismo aunque acentuaba los contenidos sociales, se preocupaba por la difusión de sus obras recuperando técnicas gráficas como el grabado en madera y dotaba a sus obras de un sentido crítico que se fue acentuando con los años. Benito en La madre y el niño hace compatible el expresionismo con ecos de la sensibilidad simbolista, lo mismo que en Recuerdos, en el que un militar músico encuentra un pequeño momento para su actividad durante un descanso en el enfrentamiento. Antes de que la guerra finalizase, en 1917, había realizado ya su primera exposición colectiva en una galería del Faubourg Saint Honoré, lo que significaba en cierto modo su aceptación dentro del contexto artístico parisino. Finalizada la contienda en 1918, además de participar en la exposición del Salón de Otoño, ilustrará el libro Reims, de Regis Burnand, donde recupera la estética de las imágenes de Épinal, de gran popularidad en Francia por su carácter amable e incluso infantil. La falta de definición estilística de Benito en estos momentos se puede observar en sus trabajos como ilustrador de la Vida de Napoleón, en la que retorna, en cierto modo, al Expresionismo. Al mismo tiempo, inauguraba su primera exposición individual en la Gallerie Sauvage. Los últimos años de la segunda década del XX suponen la consagración definitiva de Benito, que ha asimilado lo fundamental de las aportaciones de las vanguardias y se manifiesta como artista mundano de éxito, basando su prestigio, no tanto en su calidad pictórica, como en el poder expresivo de su dibujo. Así, quien quería ser un pintor moderno, se va transformando, progresivamente, en un extraordinario ilustrador. En 1921 es admitido como societario en la Sociedad Nacional de Bellas Artes de París y contrae matrimonio con Madeleine Richard perteneciente a la “buena sociedad francesa” en la que se integra con éxito y para la que realizará retratos gracias a los contactos que desarrolla, entre otros, con el modisto Paul Poiret, a cuyo círculo pertenece. Además del retrato del propio Poiret y su esposa, hará el del rey Alfonso XIII jugando al polo en Deauville. Los problemas económicos por los que pasaba la Gazette du Bon Ton permitieron al americano Condé Nast contratar a sus ilustradores que ahora trabajarán para Vogue y Vanity Fair y que son presentados en una antológica, en la galería Wildenstein en New York, ciudad en la que Eduardo García Benito termina por instalarse. El respeto que siente Condé Nast por su trabajo y su persona (lo considera el más dotado de los artistas que trabajaban para la Gazette y le envía a la Exposición de Artes Decorativas de París, en 1925, para que sugiera cambios en los diseños de sus revistas) se concreta en una libertad creativa que transmite a las numerosas ilustraciones y portadas que realiza. En ellas se combinan de forma magistral un dibujo delicado, limpio, sinuoso a veces, quebrado cuando es necesario, con una notable estilización. Benito, que desarrolla ahora su estilo más personal, se convierte en uno de los creadores del Art Decó, esa especie de eclecticismo de la modernidad que proporciona un entorno visual adecuado a la década de los años veinte. Años de 10


grandes negocios y de enriquecimientos más o menos legítimos. La mujer moderna de clase alta podía verse retratada en ilustraciones en las que maneja con habilidad el espejo para reflejar dos puntos de vista de un vestido, un complemento o un ambiente. Mujeres despreocupadas, modernas, con el pelo a lo garçon, amantes de la molicie y de la velocidad. Mujeres intrépidas que llevan “looks” africanos, que nadan, que fuman, que toman cocktails y bailan al ritmo del foxtrot o del charlestón, que cazan o van a los conciertos y la ópera. Mujeres displicentes, autónomas, persuasoras, coquetas y perversas. Mujeres que se ponen el mundo por montera. Ese ambiente elitista y artificial coexistía con otras realidades más torvas, como el desarrollo del fascismo o la implantación del socialismo real en la antigua Rusia. La convivencia tenía que ser necesariamente difícil y las incongruencias en un mundo que comenzaba su globalización no tardaron en manifestarse. En 1929 estalló la crisis. Su estilo tuvo que hacerse más realista adecuándose a la nueva situación social, y perdiendo, de este modo, el encanto de la década que terminaba. Aún así, todavía realiza una exposición personal en Wildenstein, en New York, en 1933. Aunque no había perdido el contacto con Francia durante estos años, su retorno en 1936, después de haber recibido la medalla del Art Directors Club de New York, no fue sencillo, tanto por la nueva situación económica como porque su estilo ya no respondía a la estética que imperaba en Europa, que era la del Surrealismo, en cuyos antecedentes estaba la pintura metafísica de Giorgio De Chirico y que buscaba la plasmación de los anhelos más íntimos e inconfesables del hombre (Salvador Dalí), así como la búsqueda de lo sorpresivo (Paul Delvaux), o del automatismo y la valoración del arte de los niños, de los locos y de los artistas no profesionales. En ciertas obras tardías de su última etapa vallisoletana aparecen ecos de esos espacios despersonalizados e inquietantes, de esa pintura que va más allá de la mera realidad objetivable, de esas sensaciones de intemporalidad y de provocación, de todas esas cosas que, metafísicamente, son imposibles. Tampoco quiso implicarse en el conflicto bélico que desangró España de 1936 a 1939 y que alcanzó en el Guernica, de Pablo Picasso, su mejor representación plástica. Por aquellos años sus propuestas formales manifiestan un cierto escapismo de la realidad que, aunque dejaban traslucir un enfrentamiento, como en sus trabajos para la Iliada, seguían fieles a sus viejos modelos basados en la belleza formal y en la sensualidad como podemos comprobar en las ilustraciones para la Odisea, ambos siguiendo los textos de Homero. El estallido de la Segunda Guerra Mundial lo deja, también, descolocado y aunque se le nombre Societario del Salón de Otoño de París en 1940 y se le encargue el retrato del mariscal Petain, jefe de estado del régimen de Vichy colaboracionista con los nazis, eso más que un avance en su carrera significa un cierto paso atrás, por lo menos en cuanto respecta a los sectores progresistas. En sus últimos proyectos franceses (la traducción e ilustración de obras de la literatura clásica 11


española, como El Buscón, de Quevedo) abandona definitivamente la estética Decó y se decanta por un neoexpresionismo más acorde con la nueva situación social y económica de la posguerra, aunque muy alejado del Expresionismo Abstracto de un Jackson Pollock, por ejemplo, que impera en el Nuevo y en el Viejo Mundo. Cada vez más se siente desgajado de su entorno y se plantea el regreso a los orígenes. Volverá definitivamente a Valladolid en 1958 con parte de su obra, que irá vendiendo poco a poco para poder vivir; cuatro años después muere su esposa Madeleine, dolor que mitiga su nombramiento como académico de la Purísima Concepción. Recreará con nostalgia los paisajes parisinos y los viejos temas que le habían obsesionado desde sus años triunfales. También los ásperos campos de su tierra con no pocas reminiscencias de los últimos óleos de Van Gogh. Quizá los mejores ejemplos sean sus luminosos cuadros de toreros y, desde luego, sus retratos. En el triste ambiente provinciano de los años 60 y 70 Benito vive con la ilusión de crear un museo de arte moderno y a él dedica sus esfuerzos, así como a publicar sus opiniones artísticas y sus recuerdos. Y a recibir la noticia de que el Congreso de los Estados Unidos votó una moción felicitándole por su labor cultural en aquél país. Cuando muere, en 1981, ha visto también el reconocimiento de sus conciudadanos en la organización de una gran exposición antológica y en la publicación de un libro sobre su arte y su vida. Eduardo García Benito fue el artista vallisoletano de mayor significación internacional del siglo pasado. Su máximo periodo creativo –por la originalidad de sus trabajos- coincide con los años 20. Cuando, ya en 1943, sus ilustraciones para las empresas de Condé Nast eran un simple recuerdo, se publicó un texto que terminó por ser el mejor homenaje para un hombre que supo captar una parte, quizá la más brillante, de la realidad que le rodeaba y que, al mismo tiempo, fue capaz de transformarla. Se escribía en Vanity Fair: “Benito inventó la figura esbelta y estilizada de moda que ha alterado el curso físico de la mujer en años recientes”. Arturo Caballero Bastardo

12


CATÁLOGO

13


LA EXPOSICIÓN El criterio que nos ha guiado a la hora de realizar la selección de las obras, ha sido hacer patentes las influencias que Eduardo García Benito recibió a lo largo de sus años de formación y cómo estas siguen haciéndose presentes, de una u otra manera, en su dilatada carrera artística. Aunque resulta obvio, queremos insistir en que este planteamiento deriva de la finalidad de nuestro proyecto de actuar sobre el entorno educativo tanto a nivel reglado (especialmente Educación Primaria, E.S.O., Bachillerato e incluso estudios universitarios) como en el del público que –sin ser especialista- muestra interés por el mundo de la creación plástica en todas sus vertientes. De este modo, elegimos obras que hacen visibles las influencias de su formación académica (Salida de la procesión de la iglesia del pueblo), del Fauvismo (Naturaleza muerta, Maja, Paisaje de París), del Cubismo (Guitarrista), del Expresionismo (grabados de Miserias de la guerra) de algunos autores significativos de la Escuela de París como Picasso (Artistas de circo) y Modigliani (Desnudo femenino peinándose), de la Pintura Metafísica (Joven con perlas y Señorita de Valladolid) y de la nueva figuración posterior a la Segunda Guerra Mundial (aguada sobre El Buscón). También presentamos obras de factura más personal en las que se condensa su aprendizaje, como son las Portadas para Vogue, Suerte de varas, Gladiolos y Castilla. Trigales. Todo ello se ha hecho sin que se resienta la calidad artística de las obras presentadas que pertenecen, como el nombre de la muestra indica, a instituciones de Valladolid como la Excma. Diputación Provincial, el Excmo. Ayuntamiento y la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, a quienes deseamos mostrar nuestro agradecimiento, así como a las personas que se han implicado y han confiado en nosotros: Concha Gay, Juan González Posadas y Jesús Urrea. Del mismo modo, queremos agradecer la colaboración de María Teresa Ortega Coca, máxima autoridad en García Benito. La exposición y este breve catálogo se complementan con material didáctico específico al que se puede acceder en la siguiente dirección web: www.eduardogarciabenito.blogspot.com.

14


Salida de la procesión de la iglesia del pueblo

Óleo/lienzo, 1911, 33x48 Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid

“Yo creo que mi vocación se decidió un día de mis siete a ocho años en la hojalatería de Gil San José. Este vecino mío era un verdadero artista. Hacía «mesas revueltas» y jaulas de grillos imitando la entonces famosa casa del Barco de la calle Gamazo. Cada balcón era una jaula. Esto, claro, me admiraba, pero lo que más me impresionaba era verle recortar la hojalata con unas tijeras y salir de aquello un Montgolfier con su tripulante vestido de marinero. Después, cogía un pincel y pintaba el globo de diferentes colores y al tripulante los pantalones blancos, la marinera azul y el sombrero de paja amarilla. Ver el gris del metal transformarse en blanco de nieve, azul de cielo y amarillo, era para mí un tal encanto, que aún hoy día, cuando lo recuerdo, me da una emoción que nada puede igualar”.

15


Naturaleza muerta

Óleo/lienzo, 46x55 Excma. Diputación Provincial de Valladolid

“Yo he sido siempre un admirador de la belleza. Lo feo me vuelve triste y me da ganas de morirme. La belleza del mundo es maravillosa. El arte no es otra cosa que un deseo del hombre de prolongar, de fijar para la eternidad el instante fugitivo de una visión de belleza. La belleza en la mujer y en las flores me parece la más grande, la más exquisita maravilla del mundo”.

16


Maja

Óleo/lienzo, ¿1965-70?, 42x34 Excma. Diputación Provincial de Valladolid

“Con Paul Poiret y en su ambiente, empecé a pintar mujeres. Como yo había pintado toreros eso de “chic” me fue muy fácil. Todo el mundo en España ve la diferencia en ponerse la montera un torero de pueblo y un matador de toros. Pues bien, esa es la diferencia entre una mujer elegante y otra que no lo es, o lo es menos. Gracias a Paul Poiret yo pude apreciar esa sutileza”.

17


Artistas de circo

Aguada y plumilla/papel, 34x52 Excma. Diputación Provincial de Valladolid

“Lo primero que se exige al artista es no parecerse a nadie, en una palabra, inventar el arte. Esto es imposible. No se puede inventar el arte todos los días. De este imposible nace el absurdo y el desorden. En todas las ramas del saber, el espíritu se apoya siempre, para avanzar, en lo precedente. Todo continúa como una cadena y cuando ésta se rompe hay que volver a encontrar el último eslabón para que la obra del espíritu pueda continuar”.

18


Guitarrista

Óleo/lienzo, 1920, 65,5x50 Excma. Diputación Provincial de Valladolid

“La primera exposición cubista de conjunto fue, si no me equivoco, en una galería de la rue de la Boétie y se titulaba La Section d'Or. Debo decir que aquello me impresionó. En el poco tiempo que llevaba en París, había descubierto los bailes rusos, de Diaghilev en el teatro de los Campos Eliseos, y el cubismo. Desde entonces no se ha inventado otra cosa. (En arte se entiende). Los artistas no han hecho más que repetirse”.

19


Desnudo femenino peinándose

Óleo/tabla, 41x33 Excma. Diputación Provincial de Valladolid

“Una noche, después de cerrar la Rotonda, nos quedamos unos cuantos en la calle sin saber qué hacer. Había allí, entre otros, Modigliani; un violinista, Gillet; Chavan, un grabador y tres o cuatro más que ahora no recuerdo. Había también algunas mujeres, una maniquí de Patou judía, morena, de una belleza incomparable, de la que estábamos enamorados todos, y no sé quién más; sí, el vizconde de Lascano, creo, escritor y cónsul de una República de América del Sur, pues ha hablado de esta soiré en un opúsculo dedicado a Modigliani”.

20


Paisaje de París. Pont Alma

Óleo/lienzo, ¿1965-59?, 65x81 Excma. Diputación Provincial de Valladolid

“El arte evoluciona y quizá lo que empezó como revolucionario a principios de siglo, acabará como clásico a finales del mismo. Personalmente me niego a encerrarme en una fórmula única y sacrificar así mi libertad de expresión. Es posible que mi inquietud me lleve de nuevo a mis tentativas anteriores, aunque ya no sé si tendré tiempo de hacerlo... “

21


Miserias de la guerra La madre y el niño

Recuerdos

Xilografías, 1917, 58x45,5 Excma. Diputación Provincial de Valladolid

“Mis primeros éxitos, es decir, el momento en que la prensa y la gente empezaron a ocuparse de mí, a conocer o reconocer mi existencia, me sorprendieron más que a nadie. Había estallado la guerra y yo, no sabiendo qué hacer, pensé en aquellas imágenes populares y sencillas, que inspiradas por las campañas de Napoleón, se imprimieron en Epinal, en Alsacia, a principios del siglo pasado. Hice pues, unos grabados bélicos en ese estilo, y se los propuse a un editor. El éxito fue grande. A partir de ese día, me di cuenta de que la gente miraba lo que yo hacía. Que mi trabajo era público y que ya no podía hacer cualquier cosa. No podía defraudar a ese público. Tenía una responsabilidad”.

22


Portadas para Vogue

1929 y 1932, 32,5x24 Excma. Diputación Provincial de Valladolid

“Durante veinticinco años, he contribuido a esas revistas, y he tenido que vivir, viajando en los grandes trasatlánticos, entre París y Nueva York: Mis dibujos durante ese tiempo, han aparecido regularmente en los escaparates de todas las librerías del mundo, al mismo tiempo que aparecían en los escaparates de los grandes almacenes de novedades, ese maniquí andrógino, de la mujer de entre las dos guerras, cuya silueta yo había creado, y que me hacían creer, al pasearse por la Quinta Avenida o los Grandes Bulevares y ver esos escaparates, que me estaba paseando entre mis obras en mi estudio”.

23


Joven con perlas

Señorita de Valladolid

Óleo/madera, 41x33 Excmo. Ayuntamiento de Valladolid

“(…) el mundo está lleno de belleza. Desde que sale el sol y nos deja ver su gloria, hasta que se oculta y nos deja ver el cielo lleno de estrellas, yo no me canso nunca de dar gracias al Creador que nos da tanta riqueza. Y no es que yo haya venido a este mundo en un ambiente particularmente favorable. Yo he nacido en Valladolid, una vieja, noble, austera ciudad, perdida y olvidada en el centro del árido desierto castellano, pero donde la mujer posee una singular belleza (…)”

24


El Buscón Comida en casa de Cabra

Aguada/papel 31x23 Excma. Diputación Provincial de Valladolid

“Hablar de dinero es una cosa de mal gusto, porque se supone que todo el mundo lo tiene o que esas cosas sólo interesan a gente de poco vuelo. Lo extraño es que en España, que ha dado al mundo los más grandes místicos, la gente considera que uno ha triunfado cuando ha ganado dinero. El pueblo más idealista es también el pueblo más materialista de la tierra. No acabo de comprender esta contradicción. En lo que a mí se refiere, mi cultura espiritual se la debo a Francia, mi sentido práctico, quizá a un lejano parentesco con Sancho Panza”.

25


Suerte de varas

Óleo/lienzo, 38x46 Excmo. Ayuntamiento de Valladolid

“El pintor, si es sincero, pinta lo que le emociona. La mujer, un paisaje, un espectáculo. A mí me han emocionado siempre los toros, por atavismo sin duda, como a todos los españoles. Si no hubiera sido pintor, me hubiera gustado ser un buen banderillero. Como a Machado. Yo también, a pesar de mi exilio, soy español”.

26


Gladiolos

Óleo/lienzo, 79x116 Excmo. Ayuntamiento de Valladolid

“Quisiera poder vivir algunos años más en España, en ese ambiente del estudio un poco oscuro, intimidad de penumbra, la luz de una ventana ancha a dos metros del suelo, aislando el taller del huerto o la calle. Uno o dos cuadros en caballetes. Algunos más terminados, en las paredes. Un lienzo empezado. Al lado una mesita con paleta y colores, otra mesa más grande, más lejos, con revistas y papeles. Un gran sillón. El modelo María de la O, en reposo. Alguien que toca la guitarra. El taller, perfumado de olor a claveles de los talleres de pintor. Fuera, en la calle, el sol que mete a la gente en los aposentos. Una voz de mujer canta una copla, lejos, en alguna azotea. De vez en cuando, la campana de un convento toca. Y luego..., el silencio. “

27


Castilla.Trigales

Óleo/lienzo, 1950, 52x63 Excmo. Ayuntamiento de Valladolid

“Me preguntas las fechas de mis obras. (…) ¿Tú crees que la fecha importa? Siempre pensé que lo importante no es el que te matriculen. Sino averiguar, para luego decir, como eres un ser vivo. Acercarse a esa intuición que te guiaba para ver si volcaste en tu obra lo esencial del mundo en que vivías. Siempre voy y vengo a través de mis estilos sin intentar pararme en lo definitivo. Pararse es morir. Pero también lo es no detenerse a completar aquello que no se terminó. Quisiera aún tener tiempo de recorrer etapas anteriores, para decir aquello que entonces quise hacer y lo dejé para otro día”.

28


BIBLIOGRAFÍA SUCINTA: La obra más documentada sobre el artista es: ORTEGA COCA, María Teresa: Eduardo García Benito y el Art Decó. Ayuntamiento de Valladolid y Diputación de Valladolid. Valladolid, 1999. Véanse, también: AAVV: Inventario de bienes artísticos. Diputación Provincial de Valladolid. Valladolid, 1998. ARIAS DE COSSIO, Ana María: Eduardo García Benito. Un artista de entreguerras. Junta de Castilla y León. Salamanca, 2004. BRASAS EGIDO, José Carlos: “La pintura en Valladolid de 1900 a 1936”. Pintura y Escultura en Valladolid en el siglo XX. Tom. IX-I de la Historia de Valladolid. Ateneo de Valladolid, Valladolid, 1988. ORTEGA COCA, María Teresa: Eduardo García Benito. Colección Vallisoletanos. Obra Cultural de la Caja de Ahorros Popular de Valladolid. Valladolid, 1982. ORTEGA COCA, María Teresa: Eduardo García Benito. Institución cultural Simancas. Valladolid, 1979. CUENCA, Luis Alberto de, ORTEGA COCA, María Teresa, GARCÍA TEIJEIRO, Manuel: Homero Decó. Eduardo García Benito. Catálogo de la exposición. Diputación Provincial de Valladolid. Valladolid, 2008. WALDRON, Shawn: “Más que cabezas grandes: Benito y Condé Nast Publications” en Eduardo García Benito. Los años de Nueva York (1921-1940). Ilustraciones para Vogue y Vanity Fair. Catálogo de la exposición. Condé Nast Publications. U.S.A., 2009. URREA, Jesús: Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción. Pinturas y esculturas. Diputación Provincial de Valladolid, 1998. Con una orientación fundamentalmente didáctica: CABALLERO BASTARDO, Arturo: Arte Contemporáneo. Castilla y León. Junta de Castilla y León. Asturias, 2007. CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS Las fotografías reproducidas son propiedad de las instituciones que han prestado las obras para la exposición. NOTA SOBRE LOS TEXTOS DE BENITO Eduardo García Benito fue un artista con apreciable bagaje literario y filosófico en español, en francés y en inglés, idiomas que manejaba con capacidad creativa. Escribió artículos, ensayos de arte (Propos sur l’Art), novelas (The suit of lights) y obras de teatro (La loca de Pastrana, Boheme 20) y La maja desnuda, además de traducir obras del inglés (Androcles y el león, de Bernard Sahw) o La vida del Buscón al francés. Los textos que acompañan a las obras están tomados de sus escritos de El Norte de Castilla en 1958, 1959, 1962, en especial los que publicó bajo la denominación genérica de “Apuntes de juventud”. También de su discurso de recepción en la Academia de Bellas Artes titulado “La revolución en el Arte y el Arte en la revolución” en el que manifiesta una estética ya trasnochada pero que explica bien su trabajo. Los primeros fueron extractados por María Teresa Ortega Coca en su obra de referencia sobre el artista. El segundo puede leerse en el Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, de Valladolid, Año XII, nº 22, 1970. 29


30


31


32


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.