DE LA SEMILLA
AL PLATO Salud alimentaria Sembrando Salud
ORGANIZACIONES ALIADAS: Asociación Colombiana de Educación al Consumidor - Educar Consumidores SWISSAID Oficina de Coordinación Colombia Calle 26A Bis B No. 3-81, oficina 301 Oficina de coordinación de Colombia DIRECTORAS INSITUCIONALES
Dra. Esperanza Cerón Villaquirán Directora Asociación Colombiana de Educación al Consumidor
Dra. Walquiria Pérez Pamplona Representante País Swissaid en Colombia INVESTIGADORES
Esperanza Cerón Villaquirán. Médica Cirujana Universidad del Cauca, Especialista en Salud y Ambiente Universidad del Bosque, Terapias Alternativas, Universidad del Rosario, PhD en Educación, Universidad de la Salle Costa Rica
Diana Carolina Vivas Mosquera. Abogada, Universidad del Cauca; Especialista en Derecho Ambiental de la Universidad del Rosario; Magíster en Derechos Humanos de la Universidad Externado de Colombia. EQUIPO TÉCNICO DE APOYO Luz Stella Cataño Henao. Movilización Social, Educar Consumidores Stephania Pinzón Hernández. Incidencia, Educar Consumidores Mauricio García. Campaña por la Defensa de la Biodiversidad y la Soberanía Alimentaria. SWISSAID DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
Diego Ernesto Vallejo Benavides. Diseñador Gráfico Unicauca Especialista en Pedagogía de la Creatividad ISBN: 978-958-56437-4-1
Contenido Introducción 4 ¿Qué significa de la semilla al plato?
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¿Cuál es entonces la función de la semilla? 6 ¿Por qué hay que defender las semillas si son lo que son?
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¿Y qué hay entre la semilla y el plato?
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¿Y cuándo llegamos al plato?
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¿Y cuáles son los platos recomendados por su valor alimentario?
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1. Alimentos sin procesar o mínimamente procesados.
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2.Ingredientes culinarios 12 3.Alimentos procesados 13 4.Productos ultraprocesados 13 ¿Cuál es el marco normativo que nos permite defender nuestra propuesta de prácticas que van “de la semilla al plato”?
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¿Cuál es la normatividad que pone en riesgo las prácticas “de la semilla al plato”?
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¿Qué podemos hacer para tener buenas prácticas “de la semilla al plato”?
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Introducción “De la Semilla al Plato” es una expresión que enmarca los procesos de siembra, cultivo, producción y consumo de alimentos, promoviendo y reivindicando la producción agroecológica de alimentos y el consumo consciente de los mismos; es un llamado a la acción que involucra a toda la población, incluyendo a quienes adoptan políticas públicas respecto a la producción y el consumo de alimentos. Sacarlo a la luz tiene el propósito de promover la idea de salud alimentaria como condición de la soberanía y autonomía alimentarias como marco, por fuera del cual los derechos a la salud y alimentación adecuada son irrealizables. Colombia como el resto de los países del mundo está invadido por la publicidad, la promoción y el patrocinio de comida chatarra, técnicamente llamada “ultraprocesada”, que se define como cualquier comestible elaborado en laboratorio, fruto de la mezcla de más de cuatro sustancias químicas que usted jamás usaría en su cocina, cuyos nombres desconoce y que tienen efectos dañinos para la salud, razón por la cual, la Organización Mundial y Panamericana de la Salud, recomiendan que no se consuman, y a las que no llama alimentos sino productos (OMS/OPS, 2016). Esa comida, sin embargo, en la forma de enlatados, embutidos, envasados, empaquetados (papas, chocolatinas, chips y fritos, bebidas gaseosas, aguas saborizadas, “carnes” que no son carne, salsas artificiales, entre otros), están invadiendo la mesa de los más pobres, porque se ofrecen “más baratos”, más rápidos, más fáciles de consumir que tener que cocinar. Además, son más atractivos por su presentación en colores y olores, están disponibles en toda tienda urbana o rural, la televisión nos dice que es más sabrosa y nutritiva, que tiene larga vida, y que la consume gente que parece más feliz e inteligente que nosotros.
En las últimas cuatro o cinco décadas, primero en la ciudad y hoy en el campo, hemos ido dejando de comer la comida real producida por nuestros campesinos, y solo queremos comer comida chatarra, sobre todo los más jóvenes. Haber migrado hacia la comida chatarra (ultraprocesada), hizo que empezáramos a enfermarnos y morir de las llamadas Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT) como la hipertensión, enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos, cáncer, obesidad, diabetes, colesterol alto, triglicéridos, artritis, entre otras. Hemos llegado al punto que pese a estar defendiendo las semillas, la agricultura orgánica, el derecho a la tierra y el territorio, muchos de quienes hacemos esto, preferimos comer comida ultraprocesada producida por las multinacionales de comestibles, que la comida real producida por nuestros campesinos. No entender esto, va en contra de la defensa y reivindicación de los derechos de campesinos y campesinas, y de la protección de las semillas y sin darnos cuenta, le terminamos dando de nuevo el poder a esas empresas, desvalorizamos nuestra lucha, empobrecemos más nuestro campo, perdemos saberes ancestrales, rompemos la soberanía alimentaria, y además, nos enfermamos. Uno es lo que se come, suele repetir la sabiduría popular, y los griegos nos han dejado el eco hasta nuestros días de su máxima: que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento, hoy tenemos que añadir, que alimentarte es un acto político, completamente ligado a la seguridad, autonomía, soberanía alimentarias y el derecho a una alimentación sana. Sí, decidir qué comer, es una decisión política: tomarse una bebida gaseosa o tomar agua; poner paquetes y falsos jugos de caja en la lonchera de nuestros hijos; enseñar a nuestros pequeños que el premio es comida chatarra y el castigo comer una crema de zapallo hecha en casa; son decisiones que, cuando se vuelven un hábito sobre el cual ni siquiera reflexionamos, fa-
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vorecen a las multinacionales y contribuyen a acabar nuestra propia producción de alimentos. Existe un concepto llamado palatabilidad, eso quiere decir el grado de placer y gusto que produce consumir un determinado alimento; los industriales de comida chatarra (ultraprocesada), saben esto y producen sustancias, tóxicas casi todas ellas, que les aumentan la palatabilidad a sus productos, añadiéndoles además otros químicos que los hacen adictivos (pues será muy difícil dejar de seguir comiéndolos). Si su hijo suele comer paquetes de fritos, ya no querrá comerse un banano; si le dio una gaseosa, ya no querrá tomarse un jugo natural, etc. Esa es la “magia” con la que engañan nuestros sentidos, vuelven adictos a nuestros cerebros, desvalorizando la cocina tradicional de las abuelas y todos perdemos, pero los grandes industriales de comestibles ganan. La mayor parte de la basura que hoy envenena los océanos, ríos, suelos, sale diariamente de esos paquetes, envases, botellas plásticas, enlatados, pitillos, palitos de revolver, bolsas plásticas, platos de plástico, icopor (poliestireno), etcétera, en que nos venden esos productos, por lo que este mensaje es también para los ambientalistas. Todo lo anterior también nos llama al desarrollo del concepto del consumo consciente, queremos promover la conciencia y atención sobre lo que compramos y consumimos. No hay inocencia en ninguna decisión que nos haga consumir sin pensar en las consecuencias de lo que ello conlleva, no solo para la salud humana sino también para la salud ambiental. Queremos llamar la atención de que no basta ser defensores de la tierra y el territorio, promover la agricultura campesina, familiar y comunitaria, defender prácticas agrícolas ancestrales y la agricultura orgánica, sino que es preciso también tener salud alimentaria, entendida esta como la garantía de que los productos que comemos o bebemos no dañen nuestra salud y que por el contrario, sean realmente alimentos que nos permiten gozar de buena salud.
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¿Qué significa de la semilla al plato? De la Semilla al Plato representa el encadenamiento de los procesos, desde la siembra hasta el consumo, y la forma en la que éstos se deben desarrollar para garantizar los derechos a la alimentación adecuada, salud, sostenibilidad, soberanía y salud alimentarias; De la Semilla al Plato es una propuesta que invita a las organizaciones sociales y a la sociedad civil en general a valorar y promover una producción sostenible y un consumo consciente y saludable de alimentos. Y para ello, resaltamos a continuación los siguientes elementos: La semilla contiene la información de toda la estructura que luego tendrá la planta adulta, contiene almidones, aceites y proteínas que alimentarán en su debido momento al embrión interior para que desencadene el proceso de nacimiento de la planta, que a su vez viene envuelta en una variedad de coberturas protectoras. Las semillas a lo largo de la evolución han diversificado estrategias para desarrollarse, de acuerdo con el ambiente en el cual hayan aparecido, de modo que se garanticen su multiplicación. Al estar dentro de frutos tentadores, logran que animales, incluidos el ser humano, coman el fruto y vayan regando las semillas en otros lugares donde puedan ganar nuevos espacios para crecer y multiplicarse. Otras son ligeras como el viento, que se encarga de esparcirlas; las hay que requieren ser tragadas por animales, pasar por sus jugos digestivos y ser expulsadas en la materia fecal para completar su proceso de maduración y de “viaje” a un lugar distinto de donde está su planta madre. Cualquiera que sea la semilla, en su historia hay millones de años de aprendizaje con el ambiente y demás seres vivos, incluido el suelo, el clima, etc. Por supuesto, los seres humanos aprendieron
en cientos de miles de años a seleccionar y mejorar mediante procesos naturales, aquellas semillas que les brindaban un mejor alimento, y este fue un verdadero diálogo entre el saber, el sabor y el ambiente. Esta es la belleza de la cultura ancestral, la capacidad de recordarnos que somos naturaleza y que todo está interrelacionado. De esta relación salió consolidada la biodiversidad: muchas semillas, nuevos granos para alimentar en mayor cantidad a poblaciones cada vez más grandes; guardar la semilla posibilitó el poder sembrar en un sitio sin tener que estarse desplazando siempre en busca de alimento, y con ello se abrieron paso en la práctica acciones de seguridad, soberanía y autonomía alimentarias; y de todo lo anterior, nace un concepto de territorialidad, donde humanos, semillas, ambientes y maneras de consumir esos alimentos, componían una sinfonía de ciclos que pasaban por las lluvias, las fases de la luna y las estaciones y micro estaciones climáticas. Al respecto viene bien recordar que Colombia es el segundo país más biodiverso del planeta, por ende, además de una variedad enorme de especies animales y vegetales, tenemos la potencialidad de producir todo tipo de comida natural durante todo el año, y ser autosuficientes.
¿Cuál es entonces la función de la semilla? Multiplicarse; dar origen a nuevas plantas, garantizar la supervivencia de su especie; que, para el caso de los alimentos, es esencial. Las semillas de la comida pueden crecer por sí solas, pero a lo largo de la historia humana, las semillas y las manos han bailado juntas. Las personas por siglos, las han seleccionado, cuidado, almacenado para volver a sembrarlas, sin más costos asociados.
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Las semillas nos las ha dado la naturaleza, le pertenecen a toda la humanidad, pero también a las otras especies que las necesitan para alimentarse. Las semillas le pertenecen al planeta.
tos sectores de la economía ha hecho que proliferen procesos de producción de alimentos que violan la soberanía alimentaria y ponen en riesgo la producción de alimentos.
¿Por qué hay que defender las semillas si son lo que son?
La gran industria de la comida (no la llamaremos de alimentos porque lo que estas multinacionales producen son comestibles, productos que se pueden consumir, pero no garantizan nutrición ni salud alimentaria), decidió apropiarse de las semillas, modificarlas, patentarlas y ofrecerlas en venta a costos muy altos, como única garantía de calidad. Muchas de estas semillas incluso, una vez que se han reproducido, no vuelven a servir como semilla, hay que volver a comprarlas.
Las semillas nativas y criollas, esas “pequeñas-gigantes” partículas de donde germinan plantas y árboles, son esenciales en la alimentación, pues de ellas provienen todos los vegetales, las frutas, los tubérculos y las hortalizas que podemos consumir. Lamentablemente, el desarrollo monopólico e industrial de cier-
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Tales semillas vienen atadas a un paquete tecnológico que encarece la ancestral producción de comida, obligando al campesino a usar todo el paquete que al igual que cualquier otro producto para alentar el consumismo, precisa de cada vez más aditamentos, amen que intoxica los suelos y contamina otras especies. La industria por su parte convence a los gobiernos a través de diversas estrategias, de imponer tales usos y desestimar y desvalorizar las semillas que tienen siglos de adaptación natural. Obligar a campesinos, comunidades indígenas, afros o rom, a las mujeres campesinas a comprar semillas que ellos han sabido cuidar, seleccionar y sembrar, quiebra la autonomía, encarece la producción y rompe la seguridad y soberanía alimentarias. Por suerte para la vida y salud alimentarias, mujeres y hombres custodios de semillas, a lo largo del planeta, se han dado a la tarea de preservar este patrimonio, y contra todas las imposiciones de gobiernos y multinacionales, garantizan para la humanidad estos saberes milenarios. El pequeño acto de cuidar las semillas representa un acto político de enorme importancia para la humanidad, la autonomía, soberanía y el sagrado derecho a la salud alimentaria. Quien cuida de una semilla nativa, cuida del planeta.
¿Y qué hay entre la semilla y el plato? Está el cuidado del suelo, donde se han de plantar las semillas; evitar que sea intervenido con agrotóxicos y aguas contaminadas. Para garantizar la salud alimentaria, el suelo debe ser cuidado, ya que es el útero donde ha de desarrollarse la semilla, el suelo es la matriz de la madre tierra. Entre las semillas y el suelo hay una relación de alimentación recíproca,
en principio, la semilla se alimenta, se fortalece y crece gracias a los nutrientes presentes en el suelo, posteriormente, cuando de las semillas han nacido plantas, hojas y frutos, estos, con el tiempo empiezan a caer al suelo y lo van nutriendo. Está el cuidado del agua. Es el agua de regar los cultivos, de gozar en el paseo de olla, es el agua de beber, cocinar, el agua de especies animales y vegetales. Es el agua que escasea y de la que nuestro país es aún rico. Cuidar el agua es cuidar los páramos donde ella nace. En Colombia tenemos más de la mitad de nuestros otrora hermosos ríos contaminados con mercurio, y otros metales pesados, la minería amenaza los páramos y el fracking a las fuentes de agua que les pertenecen a los ciudadanos. Es por esa razón que no podemos hablar de salud, soberanía y autonomía alimentarias, sin hablar de salud, soberanía y autonomía hídrica. Está el cuidado de la siembra, la cosecha, el transporte y el embalaje La siembra y cosecha familiar o comunitaria suelen ser en todas las culturas del mundo casi una fiesta, un momento de compartir, de trabajar en minga, de comer en olla común. Sembrar y cosechar implica respeto al alimento. Al cosechar en la economía familiar campesina que sigue teniendo un alto peso en nuestro país pese a las políticas importadoras de lo que somos más que capaces de producir, se escoge lo de comer, lo de guardar para semilla y lo de vender. Está el cuidado de la venta: que implica poder sacar los productos, tener quien los compre a los precios justos, y eso, implica que todos los ciudadanos nos preocupemos por las políticas agrarias; no hay que dejárselas a los tratados de libre comercio sin saber eso qué implica. No hay que dejárselas a los acaparadores de la tierra, las políticas agrarias nos conciernen a todas y todos. La próxima vez que vayamos
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a tomar decisiones políticas, debemos pensar en la salud alimentaria. Por suerte hay cientos de organizaciones promoviendo los mercados campesinos, con productos orgánicos muchos de ellos, con precios justos. Comprar directo a quienes producen, o lo más cerca de ellos, es un acto de justicia. Está el procesamiento mínimo. Transformar de manera saludable alimentos, como panelas, quesos y otros lácteos, etc., es otra deliciosa manera de conservar y consumir alimentos saludables. Promover y comprar estos productos libres de aditivos químicos de laboratorio, sanos para el consumo, es parte de las decisiones de consumo que atañen a la soberanía y salud alimentarias.
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¿Y cuándo llegamos al plato? Llegó la hora de preparar los alimentos y consumirlos. Colombia tiene tantos sancochos, empanadas o arepas como regiones, y tanta sazón como hogares los preparen. Tenemos tantas variedades de hacer comidas entre indígenas, afros, población andina, de la selva o de las costas. Para nuestra fortuna, culturas culinarias como las afros, árabes, judías, moras e ibéricas, llegaron para casarse con las nativas y expresarse en cada terruño donde se asentaron, en una riqueza culinaria aun por estudiar. Hay tantas maneras de comer pescados y mariscos, tantas maneras de comer frutas y tubérculos. Es el privilegio de haber nacido en el segundo país más biodiverso del planeta: tener de todo. Sin embargo, como lo señalábamos en la introducción, en los años 80s comíamos “ACPM”: arroz, carne, papa y maduro, como lo decía jocosamente un antiguo programa de televisión, pero con mayor presencia de la industria en la publicidad, promoción y patrocinio de sus productos, muchos jóvenes urbanos ya no conocen, o no disfrutan las sopas, los sancochos, los guisos tradicionales, no desean saber del zapallo, las lentejas, los frijoles, los jugos naturales. Cuando un país pierde su culinaria, las maneras de preparar los productos nativos, pierde gran parte de su cultura y por esa puerta, pierde soberanía. El ejemplo de las comidas mexicanas, tailandesas o peruanas es diciente. Perú por ejemplo decidió convertir su rica gastronomía en una de sus principales fuentes de turismo e ingresos. Retomó, mejoró y hoy es reconocido como un país de rica cultura culinaria.
Comer rico, que la palatabilidad de los platos hechos en casa nos haga recordar la casa de la abuela, el chontaduro, el guiso humeante, la carantanta, la pepitoria, el sancocho de mi tierra chica, el asado llanero, el pescado ahumado, el viudo en salsa; es algo que no tiene precio culturalmente hablando. Volver a la comida de casa, reinventar los platos, presentarlos de manera más atractiva, hacerlos más saludables, tiene todo que ver con completar la cadena que va de la semilla hasta el plato, y tiene todo que ver con la salud, la soberanía y la autonomía alimentarias. En la etapa de escoger los alimentos que queremos preparar, es necesario también que privilegiemos la compra de aquellos producidos localmente, en particular porque de esa manera apoyamos los productores de la región que habitamos, haciendo que entre más consumo de productos locales, se promueva la producción nacional en lugar de la importación de alimentos, y porque entre menos distancias tengan que recorrer los alimentos antes de ser vendidos, hacemos que el impacto de la emisiones de carbono que genera su transporte sea menor.
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¿Y cuáles son los platos recomendados por su valor alimentario? A nuestra deliciosa gastronomía tradicional, le hace OMS. Estos organismos de Naciones Unidas que son falta promover mayor consumo de frutas y verduras, la máxima autoridad en materia de salud han reclaincluirlas en la dieta diaria. Pero hablando de salud sificado los alimentos en solo los 4 siguientes grupos: alimentaria para la soberanía alimentaria y el derecho a la alimentación, empezaremos por la defensa 1. Alimentos sin procesar de la lactancia materna, primer y esencial alimento de los seres mamíferos que somos y como hemos o mínimamente procesados. evolucionado. Se trata de los alimentos naturales obtenidos direcNada por encima de la lactancia materna, el alimento tamente de plantas o de animales sin sufrir ninguna más completo y complejo que existe para los bebés alteración tras extraerse de la naturaleza. Los alimenhumanos, o de la especie mamífera de la que se trate, tos mínimamente procesados son alimentos naturaya que su composición va adecuándose a las necesi- les que se han sometido a un proceso de limpieza, dades del bebé de acuerdo con la edad, requerimien- remoción de partes no comestibles o indeseables, fraccionamiento, molienda, secado, fermentación, tos nutricionales, etc. pasteurización, refrigeración, congelación y procePara los niños después de los 6 meses y en edad es- sos similares sin añadir al alimento original sal, azúcolar, la introducción de los alimentos propios de la car, aceites, grasas ni otras sustancias. región es indispensable, tanto como evitar darles comida ultraprocesada, para que la palatabilidad con Ejemplos: Legumbres, verduras, frutas, papa, yuca y la que hemos evolucionado como especie no se vea otras raíces y tubérculos naturales o envasados, refrialterada por los químicos sintéticos que terminarán gerados o congelados. afectando su salud. Y para todos en general, existiendo muchas recomendaciones, es no guiarse por la ya mandada a recoger “pirámide alimentaria”, guiarse por el modelo de perfil de nutrientes de la OPS/OMS que resumimos a continuación, y basarse en el plato sugerido y que básicamente podría resumirse en un 50% entre frutas y verduras; una cuarta parte de contenido proteico animal o vegetal, y otra cuarta parte de cereales. Modelo de Perfil de Nutrientes de OPS/
2.Ingredientes culinarios
Son productos extraídos de alimentos naturales o de la naturaleza por procesos como prensado, molienda, trituración, pulverización y refinado. Ejemplos: Aceites de soya, de maíz, de girasol o de oliva, mantequilla, manteca de coco, azúcar de mesa blanco o morena, sal de cocina refinada o gruesa.
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3.Alimentos procesados Son fabricados por la industria añadiendo sal, azúcar u otra sustancia de uso culinario a alimentos naturales con el fin de hacerlos durables y más agradables al paladar. Ejemplos: Conservas en salmuera (sal y vinagre) de zanahoria, pepino, guisantes, palmito, cebolla o coliflor y concentrados de tomate (con sal y o azúcar).
4.Productos ultraprocesados Se trata de formulaciones industriales fabricadas íntegra o mayormente con sustancias extraídas de alimentos (aceites, grasas, azúcar, almidón, proteínas), derivadas de constituyentes de alimentos (grasas hidrogenadas, almidón modificado) o sintetizadas en laboratorios a partir de materias orgánicas como petróleo y carbón (colorantes, aromatizantes, resaltadores de sabor y diversos tipos de aditivos usados para dotar a los productos de propiedades sensoriales atractivas). Ejemplos: Galletas de paquete, helados, caramelos y golosinas en general, cereales azucarados para el desayuno, tortas y mezclas para tortas, barras de cereal, sopas, fideos instantáneos y condimentos preparados, salsas, paquetes de papas, gaseosas, jugos, néctares y refrescos industrializados, yogures y bebidas lácteas azucaradas y aromatizadas, bebidas energizantes. *Adaptado de la “Guía alimentaria para la población brasileña” (33), edición en español del 2015.
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¿Cuál es el marco normativo que nos permite defender nuestra propuesta de prácticas que van “de la semilla al plato”? Como instrumento de expresión de la voluntad soberana del pueblo, tenemos en primer lugar a la Constitución Política de 1991 (C. Pol.), entendida como la norma de normas, como el instrumento jurídico que guía todas las demás normas que sean promulgadas o ratificadas y adoptadas por el Estado (estos últimos casos, cuando se trata de la adhesión de Colombia a tratados internacionales). En la Constitución de 1991 encontramos varios elementos que protegen la cadena de acciones que van “de la semilla al plato”, a saber: 1. El artículo 1 consagra que Colombia es un Estado Social de Derecho, lo cual implica que la organización estatal, su normatividad y las políticas públicas que definan las autoridades deben estar encaminadas a la protección y prevalencia del interés general; a lograr la eficacia de los derechos humanos de toda la población y en especial, buscando la protección inmediata de las comunidades más vulnerables y, por último, deben ser concebidas dentro del marco jurídico válido1 . 2.
El artículo 8 establece que “Es 1
Así lo entiende y lo ha manifestado la Corte Constitucional, máximo órgano de protección de la C. Pol. en decisiones como: C-699 de 2015; T-740 de 2015; C-084 de 2016; C-077 de 2017, entre muchas otras.
obligación del Estado y de las personas proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación”2 3. En el artículo 44 encontramos como uno de los derechos fundamentales de la población infantil la alimentación equilibrada. 4. El artículo 65 estipula que la producción de alimentos debe ser especialmente protegida por el Estado, otorgando prioridad al desarrollo integral de las actividades agrícolas, pecuarias, pesqueras, forestales y agroindustriales (entre otros). 5. La obligación de proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las áreas de especial importancia ecológica; el reconocimiento de que todas las personas tenemos derecho a gozar de un ambiente sano y que la ley debe garantizar la participación de la comunidad en las decisiones que puedan afectarlo, los encontramos en el artículo 79 constitucional. 6. El artículo 80 deja en cabeza del Estado planificar el manejo y aprovechamiento de los recursos 2
Subrayado agregado al texto original.
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naturales, para garantizar su desarrollo sostenible3 y su conservación (entre otros). En estos apartes de la Constitución Política encontramos algunas de las directrices que deben guiar cualquier medida que adopte Colombia al momento de definir regulaciones en materia de recursos naturales, biodiversidad, desarrollo económico y derechos humanos. En efecto hay más disposiciones que se relacionan con este tema, pero en esta ocasión resaltamos las que nos ayudan a entender que en Colombia, por mandato constitucional, debe primar la protección del ambiente, la conservación de la biodiversidad y de ahí que se entienda que, los modelos de explotación de recursos naturales, como las semillas, y la producción de alimentos deben guiarse por esas obligaciones y derechos constitucionales.
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es fundamental para prever, prevenir y atacar las causas de la reducción y pérdida de la biodiversidad, establece por ejemplo que i) los Estados son soberanos en la definición de las políticas de protección y en todo caso deben velar porque su accionar no interfiera con el de los demás Estados parte 4; ii) insta a los países a tener un inventario para identificar los componentes de la biodiversidad que poseen, de modo que ajusten a la realidad sus acciones5 ; iii) promueve la utilización sostenible de los componentes de la diversidad biológica, lo que significa, adoptar las medidas necesarias para reducir a una mínima expresión la afectación sobre dicha diversidad cuando quiera que se haga uso de sus recursos ; entre otras medidas6.
Como instrumento de derecho internacional también tenemos el Tratado Internacional de Recursos En segundo lugar tenemos algunos tratados de deFitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura recho internacional, que por tratarse de instrumen(TIRFAA) que entre otras cosas, promueve que los tos ratificados por Colombia hacen parte de nuestro Estados tengan un adecuado inventario de sus recuerpo normativo; estos instrumentos jurídicos son: cursos naturales y material fitogenético, en aras de adoptar políticas de protección elaboradas con datos El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) reales; entendiendo por recursos fitogenéticos aqueadoptado en Colombia por medio de la Ley 165 de lla base biológica de la seguridad alimentaria, que, 1994; este convenio promueve la protección y condirecta o indirectamente constituyen los medios de servación de la biodiversidad; siendo Colombia el subsistencia de todos los habitantes de la Tierra7 . segundo país más biodiverso, le impone retos clave para proteger el ambiente y los distintos ecosistemas, 4 Convenio de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológide modo que no se afecte dicha diversidad. El CDB ca. Preámbulo. 3 Sobre este particular es importante resaltar cómo la jurisprudencia constitucional ha ido decantando el concepto de Desarrollo Sostenible para explicarlo de la siguiente manera: (…) “El desarrollo sostenible, busca corregir las condiciones de exclusión socioeconómica, proteger los recursos naturales y la diversidad cultural, en el marco de una repartición equitativa de cargas y beneficios entre los ciudadanos, estando acorde con los fines más altos que persigue nuestro ordenamiento jurídico. Así, desde sus primeros pronunciamientos, la Corte Constitucional ha sostenido que el desarrollo sostenible tiene cuatro aristas: “(i) la sostenibilidad ecológica, que exige que el desarrollo sea compatible con el mantenimiento de la diversidad biológica y los recursos biológicos, (ii) la sostenibilidad social, que pretende que el desarrollo eleve el control que la gente tiene sobre sus vidas y se mantenga la identidad de la comunidad, (iii) la sostenibilidad cultural, que exige que el desarrollo sea compatible con la cultura y los valores de los pueblos afectados, y (iv) la sostenibilidad económica, que pretende que el desarrollo sea económicamente eficiente y sea equitativo dentro y entre generaciones”. Extraído de la Sentencia C-077 de 2017.
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Ídem Art. 7. Ídem Art. 10.
7 Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO, Semillas y recursos fitogenéticos: una base para la vida. Disponible en: http://www.fao.org/agriculture/crops/mapa-tematica-del-sitio/theme/seeds-pgr/es/
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Este Tratado tiene como objetivo “la conservación y la utilización sostenible de los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura y la distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de su utilización en armonía con el Convenio sobre la Diversidad Biológica, para una agricultura sostenible y la seguridad alimentaria”8 ; y, en aras de promover su efectividad el Tratado establece expresamente que cada Estado parte, debe garantizar que sus leyes, reglamentos y procedimientos estén en armonía y correspondencia con las disposiciones de este instrumento de derecho internacional.
la reforma rural integral de que trata el Punto 1 del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP); por todo esto la Resolución 464/2017 es uno de los instrumentos más completos que tenemos actualmente en el país para promover la ACFC y con ello, la protección, conservación de semillas y la producción y consumo local de alimentos saludables que hacen parte de las acciones que van “de la semilla al plato”.
En tercer lugar resaltamos una de las resoluciones que más avances ha significado en los últimos años, respecto al reconocimiento y protección de la agricultura campesina, familiar y comunitaria (ACFC); se trata de la Resolución 464 de 20179 la cual “adopta los Lineamientos estratégicos de política pública para la Agricultura Campesina, Familiar y Comunitaria (…)” y se convierte en el primer instrumento jurídico que dedica su articulado a reconocer la importancia de estas prácticas ancestrales de agricultura, que encajan en un modelo de producción de alimentos sostenible, que practica la protección y uso responsable de las semillas nativas y criollas y que es ejercida por cerca del 72% de la población agricultora del país. La Resolución 464/2017 fue concebida como el instrumento principal de direccionamiento de las políticas públicas y decisiones en torno a la Agricultura Campesina Familiar y Comunitaria; sus preceptos permiten hacer una interpretación sistemática y armónica entre las normas antes citadas y son un paso fundamental para cumplir además con
Por último y no por ello menos importante, tenemos decisiones de la Corte Constitucional de Colombia que han esclarecido las obligaciones del Estado respecto a i) la protección de las semillas y la necesidad de adoptar medidas efectivas para la protección de la biodiversidad, evitando la arremetida contra las semillas nativas y criollas, que en algunos países ha generado la implementación de políticas que promueven la propiedad intelectual sobre las semillas10;
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Tratado Internacional sobre los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura (TIRFAA), Art. 1. 9
Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, Resolución 464 de 2017 “Por la cual se adoptan los Lineamientos estratégicos de política pública para la Agricultura Campesina, Familiar y Comunitaria y se dictan otras disposiciones”.
10 Es el caso de la Sentencia C-1051 de 2012 que declaró la inexequibilidad (o inconstitucionalidad) de la Ley 1518 de 2012 que pretendía adoptar el Convenio Internacional para la Protección de Obtenciones Vegetales en nuestro país. Si bien la decisión fundamental para declarar la inconstitucionalidad radicó en la ausencia de consulta previa a las comunidades indígenas del país, la Corte hace unas aclaraciones que bien vale resaltar aquí, sobre la importancia que representa para las comunidades étnicas, la tierra, las semillas y en general su relación con el territorio y cómo la aprobación de un régimen de patentes y propiedad intelectual sobre las semillas sí puede afectarlos: “(…) Conforme con ello, advirtió la Corte que las normas sobre propiedad intelectual de protección de los derechos de obtentor, deben ser respetuosas de la cultura y tradiciones propias de las comunidades étnicas, “de modo que so pretexto de una necesaria protección en ámbitos propios de la economía de mercado, no se impongan a dichas comunidades restricciones desproporcionadas que atenten contra su propia supervivencia”. 9.20. Así las cosas, no duda la Corte en sostener que el Convenio UPOV de 1991, inscrito en el propósito de afianzar los mecanismos de protección de las obtenciones vegetales, es susceptible de afectar directa y específicamente los intereses particulares de las comunidades étnicas, en cuanto establece un régimen jurídico de protección cuyos derechos, pautas, criterios, plazos y condiciones de reconocimiento, si
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ii) la obligatoriedad de proporcionar información cierta sobre los productos que tengan Organismos Genéticamente Modificados11 y iii) sobre las garantías que deben dar las entidades estatales para que los consumidores puedan acceder a información veraz y oportuna sobre los productos de consumo que puedan afectar su salud12 .
bien tienen un alcance general, se proyectan de manera especial sobre los territorios en que se encuentran asentadas tales comunidades, y sobre la forma como éstas explotan sus recursos naturales, lo cual su vez puede repercutir en su cultura, subsistencia y formas de vida.” Página 137 de la sentencia. 11 A través de la Sentencia C-583 de 2015, la Corte Constitucional concedió un plazo de 2 años al Congreso de la República para que incluyera en el art. 24 de la Ley 1480 de 2011 (actual Estatuto del Consumidor), la necesidad de informar sobre la presencia o utilización de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) en los alimentos producidos y/o comercializados en el país. 12 Luego de una revisión de dos procesos de tutela, la Corte Constitucional profirió la sentencia T-543 de 2017 por medio de la cual tuteló los derechos fundamentales a la libertad de expresión (en su componente de dar información) y al debido proceso en cabeza de la ONG Educar Consumidores, que había sido censurada por la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) cuando en 2016 difundió una campaña informativa sobre los efectos de las bebidas azucaradas en la salud. Así mismo la Corte protegió el derecho de acceso a la información en cabeza de los consumidores que se vieron afectados, al dejar de recibir información sobre los efectos de las bebidas azucaradas, cuando la SIC obligó a cesar la difusión de la campaña de Educar Consumidores. En conclusión la Corte le ordenó a la SIC levantar la censura sobre la campaña informativa, aclaró que los límites a la libertad de expresión no pueden ser los mismo cuando se trata de limitar información relacionada con temas de salud pública, que cuando se trata de hacer un control sobre información comercial o publicitaria; defendió el derecho que tienen los consumidores a acceder a información sobre los efectos de las bebidas azucaradas, que es información en salud, y le recalcó a la SIC que en Colombia la censura previa está prohibida, de modo que esa entidad no puede hacer ese tipo de censura.
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¿Cuál es la normatividad que pone en riesgo las prácticas
“de la semilla al plato”? Los Tratados de Libre Comercio (TLC) que ha suscrito Colombia han generado un grave incremento de las importaciones de productos comestibles, (procesados y ultraprocesados) y de alimentos que son comercializados a menor precio que los mismos alimentos producidos en nuestro territorio y eso, entre otras circunstancias, ha desencadenado serios problemas para los productores nacionales que encuentran cada vez menos demanda para sus productos, más competencia al momento de comercializar y en muchos casos, ha significado la quiebra o la imperiosa necesidad de producir otros bienes, distintos a los que hoy importa el país con alta frecuencia. Por su parte, existe un riesgo de que aquellas disposiciones que ha proferido el Estado para certificar y regular la comercialización de semillas se empiecen a hacer extensivas a las semillas nativas y criollas que son las que milenariamente han usado y conservado las comunidades que practican la agricultura campesina, familiar y comunitaria. Si se aprueba por ejemplo un borrador de decreto que está proyectando el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, se correría un altísimo riesgo que las semillas protegidas tradicionalmente por quienes las vienen custodiando en el marco de la agricultura campesina y familiar, tuvieran que
ser registradas en bancos de datos, con miras a ser después categorizadas como certificadas o no, con la consecuencia de generar persecuciones a futuro de las que no fueran certificadas. El temor de millones de agricultores familiares, campesinos, comunitarios, afro e indígenas que saben de esta amenaza y que han padecido las consecuencias del incremento de la importación de alimentos y de semillas, radica en que, las políticas agropecuarias han privilegiado durante décadas únicamente a los agroindustriales, a los productores de semillas patentadas, a quienes ven en el agro un medio lucrativo y no una forma de vida en comunidad. Es necesario entonces, que defendamos las prácticas de los pequeños agricultores que conservan prácticas tradicionales de siembra, que conservan las semillas nativas y criollas y que saben cómo proteger la biodiversidad; sólo de esta manera podremos garantizar un campo y una agricultura en favor de la soberanía y la salud alimentarias.
¿Qué podemos hacer para tener buenas prácticas “de la semilla al plato”? Para empezar, quienes defendemos, reivindicamos y buscamos hacer efectivos los derechos a la salud, el ambiente sano, la alimentación adecuada, la soberanía y autonomía alimentarias, lo que en términos generales podemos agrupar bajo el concepto de salud alimentaria, debemos tomar consciencia de la importancia fundamental que tiene consumir alimentos producidos por nuestros campesinos, campesi-
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nas, pueblos indígenas y comunidades afro; ojala, producidos con técnicas agroecológicas esto es, que permitan producir alimentos causando la menor explotación y contaminación ambiental posible, y con prácticas que posibiliten la siembra y la resiembra de semillas, la recolección de las cosechas, y el intercambio de éstas de manera cíclica y sin agotar en una sola cosecha los recursos necesarios para la producción y sin usar agroquímicos que contaminan la
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tierra, el agua y los alimentos en sí mismos. Entender que la elaboración casera y tradicional de comida, con productos provenientes de la agricultura campesina, familiar y comunitaria, es la opción sostenible que tenemos, promover el consumo de estos productos y privilegiar el consumo local de alimentos son algunas de las prácticas con las que todas y todos nos podemos comprometer para fomentar la salud alimentaria en nuestro país.
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Asociación Colombiana de Educación al Consumidor Educar Consumidores Cámara de Comercio de Bogotá Inscripción S004076520-20-1-11 Nit. 900491917 -9 Carrera 66ª N.º 44-07, Bogotá - Colombia Teléfono: 57+17048973 educarconsumidores@gmail.com www.educar consumidores.org.