50 años del Salón Nacional de Artistas

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'ERNANDO BOTERO _a camera degll SpOSI. 1958 )Illo. 1 70 x. 201 m 'rlmer premio pvnura salen XI -otoqrana Museo de Arte Moderno de New York


50 Aテ前S

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Colcultura

Irl"III,utoCOlomblano

de- Cultura

Salテウn Necionet de Artistas



50 AÑOS

Salón Nacional de Artistas

Edición, reseñas y selección de textos Camilo Calderón Schrader


PRESIDENTE DF LA REPUBLlCA Vlrgllio Barco Vargas MINISTRO DE EDUCACION Manuel Francisco Becerra Barney DIRECTORA INSTITUTO COLOMBIANO DE CULTURA l.iliana Bonilla Otoya DIRECTORA ARTES PLASTICAS Piedad Casas de Ballesteros CONSEJO DE ARTES PLASTICAS Celia de Brrbraqhet Carolina Ponce de Leon Ivonne Prnny José Hernan Agudar Manuel Hernández Maria de la Paz Jararruno Patricia Gomez Miguel Gonzalez Juan Manuel Lugo COMITE EDITORIAL Lliana Bonilla Otoya Piedad Casas de Ballesteros Carmen Angulo Misas Camilo Calderón Schrader Juan Carlos Conto Clonnda Zea LUCia Montaño de Sandova, Ivonne Pinny

EDITOR Camilo Calderón Schrader Cordillera Editores Ltda COORDINACION EDITORIAL A.A.C Servicros Culturales Ltda Produccion LUCia Montaño de Sandoval Coordinación: Clorinda Zea Adrrurustracton: Elrzabeth Avr'a Roldan ASistente' Magda Franco CORRECCION Helena Inarte

DE: TEXTOS

INVESTIGACION HEMEROGRAFICA María Clara Martmez Rivera Luz Stella Tocancipa ASistente: Juan Manuel Jaurequ: INVESTIGACION GRAFICA Mana Clara Martmez Rivera DISENO Y DIAGRAMACION Marcela Carnacho Arboleda ARTES POR COMPUTADOR Marcela Ardlia Plazas FOTOGRAFIA Jorge Barnos Ernesto Bautista Jorge Gonzalez Osear Monsalve Vicky Ospina Sergio Trujillo AGRADECIMIENTOS Instituto Colombiano de Cultura Museo Nacional Museo La Tertulia Museo de Anuoquia Museo de Arte Moderno de Medelhn Museo de Arte Moderno de Boqota Museo de Arte Moderno de Nueva York Instituto de Investigaciones Estéticas. Facultad de Artes, Universidad Nacionaí Biblioteca LUISAngel Arango. Banco de la Republica Biblioteca Nacional Hemeroteca LUIS López de Mesa Hevista Arte en Colombia Centro Colombo Amencano El Tiempo El Espectador

lmpresron. OP Graneas Pnmera edición 3 000 ejemplares Marzo 1990 Derechos Editortales 1990 Colcultura Instituto Colombiano de Cultura Calle 8 N 697 Tel 2820666 Apartado 29665 ISBN 958 95220 09 Impreso en Colombia Pnnted In Colombia

Beatnz Gonzalez Germán Rubiano Caballero Manuel Hernández Alicia Tafur IgnaCIOZuleta Fellx Angel Nohra Haime Hernán Draz Se agradece tarnbrén a todas y cada una de las personas que. bien por pertenecer a las msutuc.ones antes mencionadas. o Independientemente desde sus bibliotecas o colecciones particulares. brindaron oportuna 'nformacion o facilitaron generosamente matenal escnto y qrafico de mvaluable utilidad para la raalizacrón de este libro


Contenido

Prólogo VirgillO Barco Vargas

IX

Introducción Liliana Bonilla Otoya

XI

Presentación Camilo Calderón Schrader

XV

El termómetro infalible Beatriz González Selección de textos I Salón 11Salón 111 Salón IV Salón V Salón VI Salón VII Salón VIII Salón IX Salón X Salón XI Salón XII Salón XIII Salón XIV Salón XV Salón XVI Salón XVII Salón

XXVII

3 15 22 29 33 41 49 59 67 74 83 91 99 109 117 125 132

XVIII Salón XIX Salón XX Salón XXI Salón XXII Salón XXIII Salan XXIV Salón XXV Salón XXVI Salón XXVII Salón XXVIII Salón XXIX Salón XXX Salón XXXI Salón XXXII Salón Antecedentes y retrospecu va

Anexos Participantes Resoluciones y actas de premiecion Bibliografía

141 147 156 165 174 180 187 191 197 202 210 217 226 236 247 260

275 307 335


IGNACIO GOMEZ JARAMILLO

La madre del pintor Oleo Primer premio pintura, I Sal贸n Colecd贸n Margoth de G贸mez


Prólogo Virgilio Barco Vargas Presidente de la República

Repasando la historia de los Setenes Nacionales que Colcultura ha compilado en este volumen, queda la satisfacción de corroborar la riqueza del patrimonio cultural colombiano, donde se encuentra, entre otros, el acervo nacional de artes plásticas. Han variado las circunstancias históricas y han cambiado los gobiernos; sin embargo, los artistas se han mantenido fieles a su vocación creativa, a sus creencias e intuiciones, dandole forma y enriqueciendo nuestro patrimonio cultural. De este medio siglo, tenemos una muestra de un arte colombiano vigoroso y abierto, tanto a la tradición local como a las corrientes internacionales. El renombre de tantos de nuestros compatriotas pintores y escultores, nos demuestra que expresiones de las artes plásticas colombianas son ya parte del patrimonio estético mundial. Desde sus inicios, los salones han recibido toda suerte de críticas. Lo cierto es que los mejores talentos han pasado por la prueba del Salón, ganando premios hasta ser consagrados por el público y por la crítica. La institucionalización de salones como éste, garantiza que los foros traigan cada vez más beneficios, por la confrontación y la exhibición. Así el Estado, con respeto y liberalidad, apoya y fomenta tanto la creación de cultura como su difusión. No de una cultura oficial, rígida, impuesta y única, sino pluralista. La diversidad enriquece el espíritu y le abre puertas a la imaginación. Este Gobierno así lo cree y, a través de Colcultura, ha procurado demostrarlo.

ENRIQUE GRAU La mulata, 1940 Oleo, 0.70xO.60 m Mención, I Salón Colección Museo Nacional

La presente publicación nos permite medir qué ha pasado con el patrimonio artístico colombiano en estos últimos diez lustros. Demuestra que la cultura evoluciona delicada y paulatinamente. y también muestra que sin ella nuestras acciones carecerían de trascendencia. Es la constante producción artística la. que enriquece y alimenta permanentemente nuestro ya amplio patrimonio cultural. Ellibro recupera la memoria y sirve de estímulo a estudios más profundos del desarrollo de nuestras artes plásticas. Es un reconocimiento a los artistas que nos han enriquecido con su visión del universo, y es a la vez una muestra de lo que ha sido la crítica de arte. Además, es un valioso manual de consulta al que principalmente los artistas jóvenes pueden acudir, ya sea para admirar o para revaluar a sus maestros. Colcultura, al publicar este volumen, contribuye a que conozcamos más profundamente un área vital para el presente y el futuro de nuestra convivencia democrática. IX


Colecci贸n

x

CARLOS CORREA La Anunciaci贸n Oleo Primer premio, pintura, 111 Sal贸n Extensi贸n Cultural del departamento de Antioquia


Presentación Liliana Bonilla Otoya Directora de Colcultura

Este libro hacía falta. Ya una docena de investigadores y de críticos había emprendido la tarea de compilar minuciosamente la historia dispersa de los Salones Nacionales, echando mano del material hemerográfico y siguiéndole la pista a las múltiples obras exhibidas en este medio siglo. Faltaba, sin embargo, el gran esfuerzo de reunir en un tomo todo este acopio documental disperso, llenar los baches en la información y llevar a cabo una selección coherente, significativa y respetuosa de los textos que comentaron en su época las obras exhibidas. Y estos últimos están impresos en el libro, al igual que las referencias bibliográficas completas de la totalidad de los salones. Por estos motivos el InstitutoColombiano de Cultura ha querido aprovechareste año de 1990,cuando se conmemoran los 50 años de la creación de los Salones Nacionales, para realizarun esfuerzoedttorialcuyos resultadosel público tiene hoy en sus manos.

SERGIO TRUJILLO MAGNENAT Pastora Oleo sobre tela Medalla de plata pintura, I Salón Colección del artista

Este no es, ya lo juzga el lector, un libro para adornar la mesa de la sala. Fue concebido como una enjundiosa obra de consulta tan completa como fuera posible, de modo que el investigador, el estudioso, el artista y el lego interesado en este tema, encontraran tanto las referencias ordenadas y en conjunto, como que hallaran aquí una incitación a seguir estudiando cabalmente la historia de nuestras vigorosas artes plásticas. Se nos excusará que el libro no posea la apariencia seductora de los que se conocen como libros "de arte", carencia que pretendemos compensar con el compendio serio del material de análisis disponible. No hay más juicios críticos de los que en su época se hicieron, ni Colcultura podría entrometerse en estas zonas o inclinar la balanza. Queremos facilitar la lectura de esta historia con la convicción de que es el punto obligado de partida para acrecentar la propia estima y por añadidura la estima y el respeto que debemos a los otros. XI


Esta compilación es, por fortuna, heterogénea. En la diversidad reside la riqueza y si hay algo que nos brinde un espacio propicio para el entendimiento y la tolerancia, es la cultura, como fuerza de cohesión emocional por excelencia. El equilibrio nunca perfecto de la democracia, depende de saber quiénes la conformamos y cómo nos hemos expresado. El concepto de lo "nacional" adscrito a los salones está lejos de ser una entelequia estática: lo forman las regiones con sus características intrínsecas; poder cobijar en un libro esta abundancia bajo una idea dinámica que señala un destino común, es ciertamente un importante logro de un pueblo.

SANTIAGO

DELGADO Interludio Oleo, 1.90 x 1.40 m Primer premio, pintura, II Salón Colección Museo Nacional

XII

MARTINEZ

Quisiera ya por último, hacer un especial reconocimiento al trabajo concienzudo del editor Camilo Calderón y a la labor eritusiasta y discreta de Piedad Casas de Ballesteros, actual directora de Artes Plásticas de Colcultura. Con las premuras tan nacionales de un tiempo siempre escaso, sortearon con coraje la maraña, poco artística y menos aun plástica, de los inevitables trámites, para entregarle al público este libro.


ALEJANDRO

OBREGON

Violencia

Oleo sobre tela. 1.70 x 2.00 m Premio nacional de pintura. XIV Sal贸n Colecci贸n privada

XIII


Colecci贸n

XIV

ENRIQUE GRAU ARAUJO Gran ba帽ista Oleo sobre tela Premio pintura, XIV Sal贸n Biblioteca Luis Angel Arango


Introducción Camilo Calderón Schrader

MIGUEL DIAZ VARGAS Estudio en gris Oleo sobre tela Premio de estímulo, V Salón Colección Museo Nacional

LUIS ALBERTO ACUÑA El bautizo de Aquimín Zaque

Los salones, como exhibición periódica y colectiva de artistas bajo el patrocinio del Estado, tuvieron su origen en las Academias oficiales de arte. La primera de ellas fue fundada en Florencia por Cosme de Medici en 1563 y la segunda por el Papa Sixto V en Roma, en 1593. En Francia, la Real Academia de Pintura y Escultura fue establecida en 1648, durante la regencia de Ana de Austria; era su responsabilidad dirigir los programas de enseñanza estatal de las bellas artes. Bajo Luis XVI y su ministro Colbert, la Academia fue reorganizada, de modo que todos los artistas que recibían encargos reales debían ingresar a la institución y participar con sus miembros en la exhibición de sus trabajos, que se efectuaba anualmente coincidiendo con la reunión de su asamblea general. La primera de estas exhibiciones se realizó en 1665, y dos años después se admitió la libre concurrencia de la sociedad cortesana a los salones del Palacio Real y del Hotel Brion, donde la Academia funcionaba. Hasta 1715, sólo artistas franceses fueron admitidos en la Academia, yen consecuencia sólo ellos participaban en las exposiciones; luego, con el advenimiento al trono de Luis XV, el evento se internacionalizó, aunque conservando un carácter marcadamente nacional. A partir de 1725, los trabajos de pintura, escultura, grabado y dibujo arquitectónico fueron exhibidos al público en la Galería de Apolo y en el Salón Carré del Palacio del Louvre, de donde surgió la costumbre de llamar Salón a estas exposiciones. Su inauguración, con toda solemnidad y con la presencia del rey, se celebraba el día de su santo patrono, San Luis, el25 de agosto, y permanecía abierto al público cortesano durante unas tres semanas. El arreglo y montaje del salón se encomendaba a un tapicero o decorador designado por la academia. A medida que crecía el número de artistas y obras participantes, se presentaron frecuentes señales de inconformidad entre los propios académicos acerca de la calidad de algunas de las obras presentadas, así que en 1748 se instituyó el primer jurado de adxv


misión, integrado por el director de la Academia, por sus cuatro rectores y por otros doce de sus miembros, generalmente del cuerpo de profesores y consejeros. Diez años antes se comenzó a editar un livret o catálogo, que podía adquirirse a la entrada y en el cual figuraban el nombre del autor, el título de la obra y una breve descripción del tema, que servía al espectador para guiarse en la exposición e identificar los trabajos, ya que éstos no se señalaban con ningún tipo de información. Por la misma época, en 1746, La Font de St. Yenne publicó el ensayo Reflexiones sobre algunas causas del estado presente de la pintura en Francia, primer folleto con apreciaciones sobre las pinturas y esculturas exhibidas en el salón, con un carácter puramente descriptivo y tradicionalista; aunque algunos artistas rechazaron sus puntos de vista, el público sí acogió el escrito con interés y se sirvió de él para orientarse en la visita a la exposición. Surgió así el género literario de los salones. Su primer gran cultivador fue Diderot: entre 1759 y 1781 escribió sus comentarios para el barón Fréderic-Melchior de Grimm, quien publicaba un periódico confidencial y manuscrito, el Correspondance Littéraire, que hacía circular entre diversos soberanos y cortes de Europa. En el género hicieron sus primeras letras muchos literatos, críticos y aun políticos, entre ellos Guizot, Thiers, Schlegel, Stendhal, Gautier, Heine, Plance, Baudelaire, Ruskin, Thackeray, Zola y los hermanos Goncourt. La prensa de las principales capitales europeas daba cumplida cuenta de los salones, resultando en estímulo para el ejercicio de la crítica del arte. En Londres, la Real Academia de Artes fue fundada en 1768, con Sir Joshua Reynolds como presidente y con un número limitado a cuarenta miembros. En abril de 1769 inauguró su primera exhibición pública, que permaneció abierta durante un mes. Para 1780, las ventas de sus catálogos, cuya adquisición era obligatoria para poder ingresar a la exposición, le aseguraba no solamente la financiación de la muestra anual, sino también la independencia XVI

CARLOS CORREA Carnaval (detalle) Oleo Segundo premio, pintura, VIII Salón Colección Museo de Arte de la Universidad

SOFIA URRUTIA HOLGUIN

Playa en el río Cauca Oleo sobre tela Mención, IX Salón

Nacional


económica, lo que la diferenció de la Academia de Francia, siempre dependiente del Estado. Por cierto que el segundo presidente de la Royal Academy of Arts, el norteamericano Benjamín West, fue uno de los primeros pintores en cobrar al público un derecho de admisión por admirar su tela La muerte del almirante Wolfe, en 1770, ejemplo seguido por Fuseli en 1799 con su serie de cuarenta ilustraciones sobre poemas de Milton, y por David entre 1799 y 1804 con su Batalla de los romanos y sabinos.

BLANCA SINISTERRA DE CARREÑO Delfinius (Primavera) Oleo Primer premio pintura, IX Salón Colección del artista

FERNANDO BOTERO Contrapunto Oleo Medalla de plata y diploma pintura, X Salón

La revolución francesa y el período napoleónico trajeron como consecuencia la nacionalización de objetos artísticos, la fundación de los museos abiertos al público y la independencia de los artistas respecto de los viejos gremios o de las academias. Sin embargo, el artista dependió ahora más que antes de las exposiciones oficiales como medio para lograr encargos estatales o privados. Un reconocimiento en el salón e incluso su sola admisión a él significaban la seguridad de una clientela. A partir de 1793, el salón fue abierto a todas las nacionalidades, lo que garantizó que París se convirtiera en el centro internacional del arte en Europa durante todo el siglo XIX y primera mitad del XX. Entre 1793 y 1803 la organización de los salones fue encomendada a una comisión de artistas, pero Napoleón restableció el jurado de académicos que, como supremo árbitro de lo que era aceptable, se convertiría en motivo de permanente discordia entre los aspirantes al salón. El romanticismo, el realismo y el impresionismo librarían sus batallas dentro o fuera del salón, que de todas maneras siguió siendo el escenario de las controversias artísticas y del relevo de generaciones. Desde la Exposición Universal de 1855, el salón se efectuaba en el Palacio de la Industria. Allí mismo, por orden de Napoleón 111, se realizó el famoso Salón de Rechazados de 1863, en el cual participaron pintores como Manet, Fantin-Latour, Jongkind, Pissarro, Whistler, Cézanne y Courbet. El reglamento acababa de reducir a tres los envíos por artistas, y aun así, un jurado extremadamente severo negó la admisión a más XVII


de cuatro mil obras, lo que suscitó la reacción general y la consecuente decisión del emperador. Veinte años más tarde se celebraría el Salón de Independientes, como estructura totalmente alterna y antagónica al salón oficial, que sería hasta 1893 el punto de confrontación anual de los postimpresionistas. Desde 1881 la organización del salón corresponde a la Asociación de Artistas Franceses. En Colombia, a imitación de las famosas exposiciones de Arte e Industria que se realizaban en Europa, en las que se exhibían inventos, máquinas revolucionarias, nuevos productos y también obras de arte, se convocó en 1841, durante el gobierno del general Pedro Alcántara Herrán, una primera muestra colectiva de arte nacional, que se llamó Primera Exhibición de la Moral y de la Industria. Durante un siglo esta clase de exposiciones fueron relativamente frecuentes, y una de ellas fue precisamente la que se organizó para la celebración del Centenario de la Independencia en 1910, para la cual se construyó aliado de un Pabellón de la Industria, otro de Bellas Artes. Sin embargo, es ya aceptado que la primera gran exposición de obras de arte fue organizada en 1886 por Alberto Urdaneta, rector fundador de la Escuela de Bellas Artes y editor del Papel Periódico ilustrado. Se llamó "Primera Exposición Anual de Pintura, Escultura, Arquitectura, Grabado, etc.", una de cuyas secciones fue la de Concurso, en el cual participaron los grandes maestros del momento. De esta exposición, muy documentada en la prensa de la época y con sus mil doscientas obras expuestas en el edificio de San Bartolomé, sigue siendo la mayor efectuada en el país. El primer intento oficial de crear un salón propiamente dicho en Colombia se realizó en 1931 ,durante la administración Olaya Herrera. Se llamó Primer Salón de Artistas Colombianos, nombre que perduraría, y se inauguró en el Pabellón de Bellas Artes del Parque de la Independencia el sábado 8 de agosto, en presencia del ministro de Instrucción Pública Julio CarriXVIII

LUCYTEJADA Mujeres sin hacer nada Oleo Medalla de oro y diploma pintura, X Salón

MARCO OSPINA Construcción dinámica Oleo Mención de honor, pintura, X Salón


ENRIQUE GRAU Naturaleza muerta lunar Dibujo Primer premio dibujo, XI Salon Colección Teresa Cuellar de Montaña

ARMANDO VILLEGAS Azul violeta, verde luz Oleo Medalla de plata pintura, XI Salón Colección del artista

zosa Valenzuela y del director de la Escuela de Bellas Artes Coriolano Leudo. Ricardo Gómez Campuzano obtuvo el primer premio en pintura y Luis Alberto Acuña el de escultura. Entre los participantes se encontraban figuras reconocidas como el propio Leudo, Domingo Moreno Otero, Francisco A. Cano, Margarita Holguín y Caro, Jesús María Zamora y Pedro Quijano, al lado de nombres nuevos como Acuña, José Domingo Rodríguez, Gustavo Arcila Uribe, Gomer Medina, Félix María Otálora, Luis Acevedo, Luis Fernando Rivera, León Cano, Delio Ramírez, José Ramón Montejo, Oscar Rodríguez Naranjo, Luis Angel Rengifo, Carlos Díaz Forero y el diseñador de muebles Norberto Vásquez. El crítico Roberto Suárez escribió en Cromos: "Afortunadamente, podemos decir en honor de los artistas colombianos, que todos ellos se han atenido a las corrientes de arte que quedarán para siempre representativas de la época nuestra, y que ninguno ha querido violentar la lógica, ni romper el marco de las tradiciones del arte. Lo que no excluye que se nos hayan revelado talentos muy originales que nos han arrancado un verdadero aplauso." Fue un salón tradicionalista y no revolucionario. Su organización estuvo a cargo de la Dirección Nacional de Bellas Artes, desempeñada también por Leudo, y en ella participó Gustavo Santos, quien nueve años más tarde también sería organizador y jurado del I Salón Anual de 1940, con el cual se inicia en forma definitiva e institucionalizada la trayectoria de los salones colombianos, materia de este libro. Beatriz González, en ensayo que se publica a continuación, ha señalado una periodización de los salones en sus primeros 50 años de vida y un análisis de su significación para el arte contemporáneo de Colombia. Habría que recordar que, durante el intervalo de cuatro años transcurridos entre 1946 y 1950 en el cual no se convocó el salón oficial, Teresa Cuervo Borda, directora del Museo Nacional, acogió dos importantes muestras colectivas que presenciaron la irrupción en el panorama nacional de los artistas identificados como Generación de los años 50. Fue XIX


la famosa Exposición de Pintura Contemporánea, de octubre de 1948, que sería conocida como Salón de los XXVI, nombre que le diera Walter Engel por el número de participantes, y el Salón Nacional de Arte Moderno, de noviembre de 1949. El primero, organizado por Alejandro Obregón, Enrique Grau y Marco Ospina al calor de la tertulia del Café Automático, presentó 130 obras de Luis Alberto Acuña, Carlos Correa, Pedro Nel Gómez, Ignacio Gómez Jaramillo, Eduardo Ramírez Villamizar, Guillermo Wiedemann,EdgarNegret,JulioAbril,Lucyy Hemando Tejada, Erwin Kraus, Alberto Iriarte, Hans Drews, Sofía Urrutia, entre otros. Luis Alberto Acuña, en su resumen de actividades del año 48, en El Tiempo, enjuició así la exposición: "En realidad este salón vino a sustituir el decadente certamen anual de Artistas Colombianos, al cual, unos pocos pintores y escultores intentamos sustentar hasta última hora, con nuestros envíos, pero cuya defectuosa formación inicial (institución de jurados, otorgamiento de recompensas, etc.) ... condujo a la más absoluta inanición. El Salón de Arte Contemporáneo permitió conocer con absoluta fidelidad el estado actual de la pintura y de la escultura nacionales en su más libre, moderna y atrevida expresión. Allí se confirmaron ciertas tendencias y se iniciaron otras; se revalidó el crédito de unos, se pudo apreciar en su justo valer la obra de los más y se dieron a conocer no pocos [...] Y volviendo al Salón de los 26, es necesario insistir en que él constituyó la más grande oportunidad que al arte nuevo se haya presentado en Colombia hasta ahora para demostrar cuánto es capaz y qué renovados y vitales ímpetus trae consigo." En el Salón Nacional de Arte Moderno de 1949 participaron 24 artistas con 44 obras, más o menos las mismas figuras que habían efectuado su lanzamiento en grupo en el Salón XXVI. Fue importante la declaración de principios que se publicó en el catálogo: "Un grupa de artistas, pintores y escultores, de común acuerdo, decidió organizar la presentación al público bogota-

xx

MANUEL HERNANDEZ Flores en blanco y rojo Oleo Primer premio pintura, XIII Salón Colección Ministerio de Educación

ALEJANDRO OBREGON lcaro y las avispas Oleo Primer premio, pintura, XVIII Salón

Nacional


no de un salón con las obras más recientes de su producción artística.Asíes, que en este salón es representado un número considerable de artistas que por la calidad de sus trabajos, y la asiduidad de su labor, constituyen una buena parte de la vanguardia cultural de la nación y quienes están empeñados, a fuerza de conquistar las más altas calidades artísticas, en dejar bien puesto el nombre de Colombia en el concierto de los países cultos.

MARIA TERESA NEGRERIOS Composición Oleo Premio de adquisiciónMuseo Interamericano de Pintura de Cartagena, XIV Salón Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá

"Es bien sabido que el arte no es bueno ni es malo por el hecho de tener características modernas o antiguas, pero esto no quiere decir que cada época histórica no traiga sus signos directrices, sus ejes que determinan el estilo y las modalidades del tiempo y el espacio de donde aparece una cultura. El salón ha tomado la denominación de Moderno, teniendo en cuenta que el público en general entiende por este concepto todo lo que se aleja de lo académico; o de la imitación mediocre de los maestros antiguos. "El buen arte siempre sigue las leyes de la naturaleza y de los grandes Maestros, pero esto no consiste en querer rivalizar con aquella o con éstos, en la suplantación de modelos, sino en crear otros distintos a base de las mismas leyes. He aquí por qué la naturaleza castiga a los que quieren suplantarla privándolos de imaginación."

EDUARDO

RAMIREZ VILLAMIZAR Saludo al astronauta Escultura en aluminio pintado Premio nacional escultura, XVI Salón Colección Boris Beschiroff

Dejando de lado estos dos salones alternos, ¿qué se puede concluir acerca de los salones nacionales en sus cincuenta años de existencia? En la historia larga de crisis, triunfos y conflictos del Salón de Artistas, lo que se hace evidente es una búsqueda que es indispensable presumir honesta, por encontrar un marco adecuado de reglamentación que garantice su continuidad y eficacia. A esta altura, todos los ensayos se han hecho: todas las modalidades de admisión, todas las posibilidades de calificación, premiación y patrocinio, todas las formas de descentralización, regionalización o itinerancia. Una suerte de movimiento pendular lleva de uno a otro extremo de las soluciones, pero lo que es indudable es que el saXXI


Ión ha sido y continúa siendo el punto de encuentro de mayor importancia y regularidad con que ha contado el país artístico. Varias generaciones de creadores plásticos han configurado en el salón el escenario para imponer y divulgar sus propuestas y para plantear las alternativas de vanguardia. En conformidad con el salón, o en rebeldía contra él, de todas maneras es allí donde la confrontación ha podido realizarse. En las tres últimas décadas, el salón se transformó en un salón de jóvenes talentos, y es natural que así sucediera. Antes, las galerías profesionales apenas existían, y ni siquiera los museos de arte moderno se habían consolidado. Hoy, los artistas de trayectoria no dependen del salón, dejando campo a nuevas promociones. ¿Existe un salón ideal? ¿De qué serviría? El arte hoyes un hecho vivo, de rapidísimas transformaciones, a las que es necesario adaptar las estructuras de confrontación tan pronto como ellas se van produciendo. Quizás la conmocionada existencia de los salones colombianos -no muy distinta de la de otros salones nacionales en diversas latitudes- no sea otra cosa que ese permanente esfuerzo de adaptación a un arte que en sólo medio siglo ha recorrido distancias impensables, que ha llegado a actualizarse y a participar de la corriente internacional, después de siglos de aislamiento y retraso, incomprensión e indiferencia. El salón no produce arte. Es sólo un marco, ya lo sumo un estímulo. Aunque ha tenido mecanismos para exigir calidad, no la puede producir. Al final, si un salón es mediocre, lo es porque en ese certamen la participación no ha demostrado talento. Independientemente de los jurados y de los premios, de la crítica y del público, la materia prima sigue siendo el Arte, y éste no es susceptible de reglamentación. Como evento que es, nada más sujeto a circunstancias dadas que un salón. Sin embargo, en el caso colombiano, por encima de esas circunstancias, la trayectoria del salón resulta apasionante, en la misma medida en que lo han sido los últimos cincuenta años del arte nacional. Al recorrer las páginas que

NORMAN MEJIA La horrible mujer castigadora Oleo Primer premio, pintura, XVII Salón Colección Propal

EDUARDO RAMIREZ VILLAMIZAR Relieve circular Premio nacional de escultura, XIV Salón Colección Gun Club


siguen, tampoco hay que olvidar que esta no es la única estructura para medir su significación y sus cambios. Es en el conjuto de los hechos sociales y culturales donde esa verdadera realidad de la historia del arte colombiano puede ser cuantificada y cualificada con alguna objetividad. Este libro es, pues, sólo un intento parcial, y limitado a sólo una manifestación institucional particular, que habrá de complementarse con otros estudios de naturaleza similar, hasta llegar a precisar un poco más el panorama general.

BEATRIZ GONZALEZ Apuntes para la Historia Extensa de Colombia, Tomol! Esmalte sobre metal Segundo premio, pintura, compartido, XIX Salón Colección Propal

ALVARO BARRIOS Tarjeta sepia Dibujo a tinta, lápiz y escarcha Tercer premio especial de la Sociedad Colombiana de Artes Plásticas, XX Salón Colección privada

Aquí encontrará el lector una antología de textos críticos por salón, rescatados de los diferentes medios escritos, y textos en los que se analiza la problemática del certamen, casi siempre publicados en los respectivos catálogos. Se ha dado prelación a testimonios de quienes han sido jurados, o a las apreciaciones más globales y que reflejan mejor la configuración de cada evento, o aquellos que por su carácter polémico permiten también una aproximación no convencional. De manera general, los criterios de selección han sido la autoridad y el valor histórico del texto, y su contenido evaluativo o revelador. Se ha complementado este corpus crítico con un apéndice documental, que comprende las convocatorias y reglamentos, listado de autores y obras participantes, las actas de admisión y premiación, así como una bibliografía general. En cuanto a las ilustraciones, figuran aquí obras que han sido merecedoras de premios o de menciones honoríficas, o que han sido especialmente significativas en el contexto del salón; siendo que sólo a partir de 1972 los catálogos presentaron las especificaciones técnicas de las obras, y que de algunas de ellas se ignora su actual ubicación, se han incluido dichas especificaciones al pie de la ilustración siempre que ello ha sido posible. Por otra parte, se ha acompañado la reseña de cada salón con un cuadro sinóptico en el que figuran la sede y las fechas del evento, la entidad organizadora, el número de obras y participantes, las ciudades de itinerancia, la composición de los jurados y los premios y distinciones otorgados. XXIII


Se espera haber cumplido así el propósito de suministrar a los interesados en la historia del arte colombiano, a los estudiosos y a los futuros investigadores un acopio crítico y documental que sea estímulo para futuros estudios y análisis de los salones. No hay que olvidar que la memoria del Salón Anual de Artistas Colombianos es como una espina dorsal sobre la que se articulan cincuenta años de arte nacional. Quizás la celebración de esta circunstancia debiera servir para señalar como un propósito del Instituto Colombiano de Cultura el rescate para el patrimonio nacional de las obras que habiendo sido premiadas en los salones, se encuentran ahora fuera del país o todavía en colecciones particulares. Bibliografía

EDGAR NEGRET Cabo Kennedy Escultura, aluminio pintado Primer premio, XIX Salón Colección Propal

Para la historia de los salones europeos, ver: ELlZABETH GILMORE HOLT, ed. The Triumph ot Art tor the Public. The Emerging Role 01 Exhibitions and Critics, New York: Anchor Press, 1979; DIDEROT, Salons (1759, 1761,1763, 1765, 1767, 1769, 1771, 1775, 1781),4 Vols., París: Flammarion, 1957-1967; BAUDELAIRE. Curiosités esthétiques, L'Art romantique et autres Oeuvres critiques, París: Garnier, 1962; ZOLA, Mon Salon, Manet, Ecrits sur l'Art, París: Garnier-Flammarion, 1970; JOHN REWALD, Historia del impresionismo, Barcelona: Seix Barral, 1972. Referencias sobre la Exposiciones de Arte e Industria, en: EDUARDO SERRANO, Cien años de arte colombiano, 1886-1986, Bogotá, Museo de Arte Moderno, 1986.

DAVID MANZUR Objeto volador no identificado Ensamblaje Mención de honor, XX Salón Colección Elena Mejia

XXIV


BEATRIZ GONZALEZ

Los suicidas del Sisga Oleo sobre tela Segundo premio especial, pintura, XVII Sal贸n Colecci贸n Museo Nacional

xxv


MARIA DE LA PAZ JARAMILLO La se帽ora Macbeth Grabado, 1.00 x 1.00 m Bolsa de trabajo, XXV Sal贸n Colecci贸n Museo La Tertulia

XXVI


El termómetro infalible Beatriz González

ANTONIO

CARO

Colombia Esmalte. 1.00 x 0.70 m Colección

Medalla. XXVI Salón Museo de Arte Moderno de Bogotá

HERNANDO

DEL VILLAR

Botes en fa playa de Santa Marta Acrñico sobre tela. 1.00 x 1.70 m Mención. XXVI Salón

"Es invalorable la confrontación general de tendencias, actitudes y obras que pueden realizarse gracias a los Salones Nacionales; no importa que a veces resulten catastróficos y que los balances puedan ser circunstancialmente negativos. Este termómetro infalible del salón es la base para todas las autocrfticas, y nuestras formas nacionales de expresión deben no sólo practicar, sino vivir en la autocrítica para no caer en los fáciles inflacionismos y mixtificaciones culturales".' Así expresaba Marta Traba en 1965, con motivo de la decimaséptima entrega del Salón Anual de Artistas Colombianos, la urgencia de la realización de este evento. El salón, según la notable crítica, muestra el estado del arte en el país e impulsa el mecanismo de la autocrítica nacional. Esta apreciación tiene aún vigencia y sirve de punto de partida para demostrar a través de las cuatro etapas fundamentales del salón, -del I al IX (19401952), del X al XX (1957-1969), del XXI al XXVIII (1970-1980) Y del XXIX al XXXIII (1985-1990)-, la correspondencia entre la continuidad de este evento y el desarrollo del arte moderno colombiano. Es sorprendente la conciencia que tenían de su importancia los críticos dellSalón de Artistas Colombianos: Alberto Durán Laserna, desde el suplemento Generación lo saluda como "el primer escenario del arte colombiano" y considera que es el sitio en donde se le da dignidad a las obras, por un lado, y por otro, se pone fin al divorcio entre el artista -hasta el momento relegado-, y la sociedad.f La fundación del salón tiene sus antecedentes en las exposiciones anuales que desde el Siglo XIX conmemoraban las fiestas patrias y en los intentos de crear un evento artístico nacional, durante las primeras décadas del presente siglo; sin embargo es a partir de 1940 cuando se observa una voluntad gubernamental clara de estructurar una competencia anual de tipo artístico. Al margen del sectarismo político, y ya en el terreno de la sociología del arte, el salón fue una creación del gobierno liberal. Se debe recordar también que de las tres más largas interrupciones, dos de XXVII


ellas, la de 1947-1950 y la de 1953-1957, corresponden a álgidos períodos políticos como fueron la violencia conservadora y la dictadura militar. El tercero de estos recesos tiene que ver más con el desenfoque en el manejo de la cultura y ocupa el lapso entre 1981 y 1985 que corresponde a las administraciones Turbay-Betancur.

Primera etapa: 1940-1952 (Salones I-IX) El acta de los jurados del primer salón recoge la voluntad del ministro de Educación, Jorge Eliécer Gaitán, de crear "una nueva situación cultural" que consiste en que los artistas abriguen "una razonable confianza en el estímulo del gobierno" y que en el público se despierte "una curiosidad que sólo puede convertirse en entusíasrno.' Tanta claridad conceptual se explica particularmente por la madurez de los intelectuales de la década; sin embargo, ello no significa que el país estuviera listo para aceptar esta "nueva situación cultural" representada en un evento competitivo, ni que el gobierno tuviera la infraestructura para la organización del mismo. Por ello el salón se inició con una etapa ingenua en la que empleados públicos escondían los cuadros que no aceptaban sus espíritus timoratos; tal es el caso de lo acontecido con la obra de Débora Arango (1 Salón); o el enfrentamiento decimonónico entre la Iglesia y el Estado, desencadenado por la pintura de Carlos Correa denominada La Anunciación (Salones 11, 111). Si se examina, el fracaso del primer intento de descentralización al colocarlo en Medellín en 1944 (Salón IV), o los diversos sistemas de premiación del cual es un curioso ejemplo el del V Salón -los artistas participantes introducían las papeletas de votos en un sombreroo la conformación de jurados, unas veces con predominio de poetas (Salón VII) y otras de diplomáticos (Salón VIII), el adjetivo de ingenuo se queda corto. No obstante, y por los misteriosos caminos del arte, se otorgaron distinciones en estos primeros salones a las promesas del arte moderno: Carlos Correa, Enrique Grau, Alejandro Obregón, Eduardo Ramírez Villamizar y Fernando Botero. El XXVIII

JOHN CASTLES Modulación vertical Escultura en metal. 0.57 x 0.86 x 1.63 m Premio bolsa de trabajo, XXV Salón

OLGA DE AMARAL Muro tejido N" 79 Tapiz Primer premio, XXII Salón Colección Museo Nacional


contraste de las obras presentadas en los primeros salones, como entre Braceros de Débora Arango y Cielos bogotanos del maestro centenarista Luis Núñez Borda, indica la muerte del arte finisecular, El salón significa en esta primera etapa un rompimiento efectivo dentro del arte colombiano, La actitud candorosa reside en que se premió simultáneamente la obra de doña Blanca Sinisterra, representante auténtica de la pintura de sociedad, y la del joven Fernando Botero de 19 años, (Salón IX) En el terreno de las ideas, se plantea en esta etapa una actitud crítica clásica, "sólo lo bello es digno de ser arriado"," enfrentada a un nacionalismo "más allá de los tolclortsrnos., una interpretación de los hechos sociales, políticos e históricos de su época y su planteamiento pictórico al pÚblico."S El salón fue el escenario adecuado para esa lucha, que señala una de las aperturas a la comprensión del arte moderno en el país.

Segunda etapa: 1957-1968 (Salones X-XIX) Con mucha elegancia menciona la revista Shell "los años de receso forzoso" del salón, cuando alude a la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla. La reanudación de este evento cultural simbolizó la apertura frentenacionalista; indudablemente, en esta etapa el análisis de las obras de los participantes llegó a manos de especialistas; los jurados eran críticos de arte y se tenía una conciencia del arte moderno. Se debatía la crisis del arte; rara vez se observa la aparición del espíritu timorato y cesó la intervención de la Iglesia en las artes plásticas. EDGAR SILVA Miss Latinoamérica posa para la prensa Tríptico acrílico Segundo premio, pintura, XXI Salón Colección Propal

La brecha entre maestros y jóvenes se hizo evidente. El espíritu crftico de Marta Traba dominó este período en la historia del salón. Los escándalos artísticos -no seudoartísticosocuparon la primera página de los periódicos. Se puede afirmar que esta etapa del salón significó una apertura a las tendencias internacionales. Por ello su correspondencia con la consagración de artistas como Obregón, Botero, Ramírez, Negret y con la actíviXXIX


dad del Museo de Arte Moderno, fundado ya en forma efectiva en 1962 por Marta Traba. El vínculo entre el creador y su expresión, la imagen como entidad en sí misma se enfrentaron al arte comprometido. La situación del país, que pasaba de un Frente Nacional exultante a un estado amorfo se refleja en la reaparición de la violencia política. El premio a la obra Violencia de Obregón (Salón XIV) se convirtió en un símbolo. En los salones se observa un enfrentamiento del arte que las izquierdas denominaban "elitista" con la aparición de las ideologías en el dibujo, el grabado y la pintura. Esta etapa está dominada por la pasión y por la opinión generalizada de que los salones son una necesidad.

LUIS ERNESTO PARRA Aquí yace el que aró en el mar y edificó en el viento, velación destiempo Técnica mixta, collage Mención, XXVIII Salón

Tercera etapa: 1969-1980 (Salón XX-XXVIII) "Soy espectador de un funeral", declaró proféticamente el jurado venezolano Juan Calzadilla en 1970 con motivo del XXI salón." Efectivamente, durante esta tercera etapa el salón perdió su fuerza autocrítica a causa del examen de los procedimientos. Es la etapa de la tecnocracia. Si en los períodos anteriores los procedimientos pasaron a un segundo lugar, en esta etapa tomaron toda la atención: Salón sin premios, que le restaba el carácter competitivo; salón bienal --con el ánimo de descentralizar se establecieron salones regionales-; salón sin patrocinio de la empresa privada, porque ella representaba el capitalismo; se le cambió el nombre original de Salón Anual de Artistas Colombianos por el de Salón de Artes Visuales. El más interesante de estos experimentos fue naturalmente el de la descentralización. Aunque se abusó del término "identidad nacional", la intención era buena y encontró eco en el número cada vez mayor de estudiantes de arte en el país. Sin embargo, los mecanismos para llevarlo a cabo resultaron demasiado complicados. La mirada a las regiones de parte de críticos y artistas de las ciudades que tenían mayor actividad en esa época -Bogotá, Cali, Medellín y Barranquillaoriginó la esterilización del salón y

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CARLOS SALAZAR La Carta (Betsabé), 1984 Oleo sobre tela, 2.00 x 0.90 m Premio nacional, pintura. XXIX Salón Colección Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá

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condujo al caudillismo en el arte. Un crítico, al igual que un político, reunía sus cuotas electorales en las provincias. Paradójicamente las ideas pasaron a un segundo lugar en un período en el que el arte conceptual se manifestaba. La importancia que adquirió la entidad globalizadora de la cultura le quitó al salón el papel de protagonismo que tenía en otras épocas. El salón no era un buen escenario para el vedettismo con el que se comenzó a manejar la cultura. En 1980 el salón estaba muerto. El país había cambiado y a los artistas se les ofrecían tantas oportunidades para destacar sus obras, que no tenían porqué someterse al descuido del Estado. Las protestas ya no iban contra las obras de arte en sí, sino que estas se convirtieron en emblemas de la institucionalización.

Cuarta etapa: 1985-1990 (Salones XXIX-XXXIII) VICTOR LAIGNELET Trilogía de los espejos, 1985 (detalle) Tríptico Oleo y pastel sobre tela Premio, XXX Salón

SATURNINO RAMIREZ Autorretrato al billar Acrílico sobre tela, 2.30 x 1.70 m Mención, XXX Salón

El salón resucitó, por así decirlo, en 1985. Existían dentro de su nueva organización varios propósitos: en primer lugar, retomar la intención inicial para que fuese realmente un estímulo para las artes plásticas colombianas, y en segundo lugar, acabar con el caudillismo. Antes de reiniciarlo se debatió sobre la esencia del salón, sobre el centralismo, sobre el papel del Estado en un campo de la cultura como las artes plásticas. El salón se reanudó con buena voluntad y automáticamente se convirtió en la vitrina de las nuevas tendencias del arte. Los jóvenes, que desde comienzos de la década de 1980 habían recibido el apoyo de entidades públicas y privadas, aportaron todas las ideas de la transvanguardia. Los salones presentaron el triunfo de los espacios metafóricos -la escultura-, la pasión por el oficio, la pintura gestual y la confirmación de un arte joven vigoroso.

Conclusión El Salón Anual de Artistas Colombianos en estos 50 años se ha transformado, ha sufrido cambios en sus estatutos, en su constitución; milagrosamente no se ha convertido en el representante del "arte XXXI


oficial" yen torno a sus treinta y tres entregas se ha desarrollado la historia del arte del país. Lo importante es que en el futuro conforme un espacio reservado para los problemas estéticos, un foro para el arte vivo. 1. MARTA TRABA. Catálogo de el XXVII Salón Anual de Artistas Colombianos. Extensión Cultural, Ministerio de Educación, 1965. 2. ALBERTO DURAN LASERNA. "El Primer Salón de Artistas Colombianos". Suplemento Generación, El Colombiano. (Diciembre 1, 1940). 3.24 Salones Nacionales, 1940-1973. Colcultura. (1974) p.s.

BIBIANA VELEZ Dificultad inicial, 1988 Acrüíco sobre tela, 1.00 x 1.50 m Primer premio pintura, XXXII Salón

4. ANDRE RICHARD. La Crítica de Arte, Buenos Aires: Editorial Universitaria, 1972 p.1 O. 5. MARIA LUZ CARDENAS. Lo Moderno y sus Metáforas (América como problema). Inédito. Caracas, 1985. 6. JUAN CALZADILLA. "Soy espectador Espectador, (Octubre 21, 1970).

de un funeral".

El

DIEGO MAZUERA Desayuno en las rocas, 1988 Acrflico, arena, tierras, 1.30 x 1.95 m Primer premio, pintura, XXXII Salón Colección de la Biblioteca Luis Angel Arango

XXXII


GUSTAVO ZALAMEA Pera amarilla, 1986 Oleo sobre tela, 1.90 x1.90 m Premio, Sal贸n XXX



I Salón Anual de Artistas Colombianos

ENRIQUE GRAU La mulata, 1940 Oleo, 0.70 x 0.60 m Mención Colección M useo Nacional

Fecha: noviembre 12, 1940. Sede: Biblioteca Nacional, Bogotá. Organizador: Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 92. Obras: 155. Jurado de admisión: Rafael Maya, Luis Vidales, Rafael Duque Uribe, José Prat y Pierre Daguet. Jurado calificador: Enrique Restrepo, Jorge Obando Lombana, Roberto Suárez, Jorge Zalamea y Gustavo Santos. Premios: Pintura: 1Q $1.500, Ignacio Gómez Jaramillo, Madre del pintor, Figuras en el trópico, Bañista. Medalla de oro: Santiago Martínez Delgado, El que volvió, Medalla de plata: Sergio Trujillo Magnenat, Pastora, Anunciación, Composición. Medalla de bronce: José Rodríguez Acevedo, Retrato, Desnudo, Retrato. Escultura: 1Q $1.500, Ramón Barba, Mujer joven, Madre del pintor Gómez Jaramil/o, Promesero chiquinquireño. Medalla de oro: José Domingo Rodríguez, El héroe, Busto de niña, Busto de la señorita NN. Medalla de plata: Josefina Albarracín, Cabeza de viejo, Muchacho. Medalla de bronce: Hena Rodríguez, Campesino segoviano, Copla popular, Baronesa Ghislaine de Limmander. Mención: Enrique Grau Araújo, La mulata, La carta.

"El primer salón de pintura constituye la realización afortunada de una iniciativa admirable. Los pintores colombianos no entran en contacto con el público sino muy raramente. Las exposiciones particulares no tendrán jamás el ancho círculo de atención que suscita un empeño oficial de las proporciones del que ahora vemos culminar en los salones de la biblioteca. Allí está lo mejor, todo lo que vale en la pintura colombiana contemporánea ... "Así interpretó un editorialista de El Liberal la trascendencia de la institución de los salones anuales de artistas nacionales. La iniciativa se debió al ministro de Educación Jorge Eliécer Gaitén, con la intervención de Gustavo Santos, quien fuera director de Bellas Artes y quien hizo parte del jurado calificador y emitió su fallo cablegráficamente desde el exterior. El sábado 12 de octubre de 1940, declarado oficialmente como Fiesta de la Juventud Colombiana, el presidente Eduardo Santos inauguró la exposición en dos salas de la nueva Biblioteca Nacional. La organización estuvo a cargo de Darío Achury Valenzuela, director de Extensión Cultural, y de Teresa Cuervo Borda, directora de Exposiciones y Museos, y para la instalación, "arreglo y decoración ", se nombró un comité integrado por Lorencita Villegas de Santos, Amparo Jaramillo de Gaitán, Leonor Aya de Alvatez, María Sierra de Gómez, María de Brigard de Trujillo, Jorge Cárdenas Núñez y Hernando Téllez. El espíritu de polémica que caracterizaría a los salones oficiales durante el siguiente medio siglo no se hizo esperar, incluso con matices políticos. Se consideró que el primer premio a Ignacio Gómez Jaramillo lesionó los derechos de Pedro Nel Gómez y aun el de sus discípulos Carlos Correa y Débora Arango. Pero el premio de escultura para Ramón Barba fue recibido con general aceptación. Diez mil personas visitaron la muestra y la prensa le concedió un despliegue crítico e informativo sin precedentes. A la hora del balance, Luis Vidales, jurado de admisión, pudo afirmar: "Una pintura moderadamente moderna, firme y sencilla, es la que producen nuestros artistas [. ..] Poseemos un arte nacional propio. "

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Primer Salón Anual de Artistas Colombianos Alberto Durán Laserna Revista de las Indias Nº 21, septiembre de 1940.

En el escenario del arte colombiano, este Primer Salón de Artistas Nacionales marcará época en la historia de nuestras artes plásticas. Otras grandes muestras han de sucederle, sin duda; mas ninguna tendrá el alcance de ésta, primera en su género. Viene a ser la anhelada realidad que todos nuestros artistas han perseguido a través de su pasión, de su miseria y de sus sueños. Ningún país del mundo tenía más relegado al artista: al pintor, al escultor, al músico; pues el literato siempre opera en órbitas distintas, menos inaccesibles, con más espacio para la creación, fuera de que la literatura viene a ser una como característica de lo colombiano, una peculiaridad suya. La institución de este certamen anual, dará al artista la ocasión de presentar con dignidad y respeto sus obras, vincularlo a un público numeroso que nunca lo ha entendido -lo ha ignorado siempre-, estimularlo en la creación personal, en la superación, en el trabajo constante y apasionado. (No vamos a insistir aquí en que el artista y el escritor no han tenido casi nada que ver ni con su pueblo, ni con su medio, ni con la sociedad, en Colombia. Esta es una verdad tan irrefutable como desgraciada. Ambos -artista y sociedadse han odiado.) El Ministro de la Educación ha hecho algo tan fundamental en la historia de nuestras bellas artes como el que fundó -¿Cuál sería?- el instituto que lleva este nombre. Noventa y dos expositores, de ciento dieciocho que se presentaron, someten sus producciones al público y al jurado. El conjunto general de las obras presentadas no indica nada nuevo, ni nada extraordinario, fuera de que casi todo lo conocíamos desde exposiciones anteriores. Rara vez sorprenden los consagrados. Apenas si asoman valores nuevos. Igual abundancia de paisajes, menos naturalezas muertas, algunos admirables desnudos y muy pocos ensayos de composiciones. Nada sorprendente. Nada revolucionario. Nada que se salga de las "buenas maneras" en la pintura (excepto los cuadros de Correa). Esta exposición tiene un estupendo tono menor. Por ninguna parte -fuera del gauguinismo lacio, seco, de Gómez Jaramillo-, se advierten aquellos cuarenta años de pintura revolucionaria europea, que en París abrió diez salones anuales con más de cien exposiciones diferentes, en la Argentina cuatro anuales con exposiciones mensuales diversas, en Chile dos con el mismo número de exposiciones por mes, y que en los Estados Unidos, a más de elevar el nivel cultural en cuanto al arte plástico se refiere, ha creado, con México, la más grande escuela pictórica americana, una de las primeras del mundo. Debemos hacer presente nuestra admiración hacia aquellos pintores que siguen creyendo que, por estar en un país indoamericano, le deben alguna fidelidad tanto al paisaje como a la raza. Y debemos declarar nuestra tristeza cuando nos obligan a contemplar una muy bien distribuida argamasa de color amarillo, con panderetas, tiples, zarazas y nubecitas rechonchas y azules, que el maestro Quijano tuvo a bien motejar El bambuco. Nuestro justo gozo frente a uno de los óleos del señor Dolcey Vergara: Tarde dominguera, que a pesar de no ser lo auténtico en escenas de regocijo negro, tan llenas de frenética, estremecida sensualidad, tiene una fresca, sincera emoción popular. Y, de todos modos, más movimiento que ese ensayo mediano que se llama Pasando el río Cauca. Lo 4

mismo con esa tristeza india, tan bien interpretada por el señor Miguel Díaz Vargas, en su cuadro Venta de ollas . Deberíamos detenernos un poco más de lo posible en algunos preciosistas, tan finos y admirables como el señor Gonzalo Ariza, del que ya conocíamos algunas acuarelas. Mágicas miniaturas. Claro ejemplo de su inteligencia, y de la gran pericia de jóvenes maestros japoneses. Otro, la más joven revelación de este Primer Salón de Artistas Colombianos, el señor Grau Araújo, quien exhibe en dos cuadros su posesión ya casi plena de la luz, una delicadeza floral de las coloraciones, una gran simplicidad temática y una fuerte influencia de la pintura norteamericana de hoy, sobre todo de Benton. La mulata tiene cálida belleza pura, fuerza de vívida naturaleza; y un gran sentido de la interpretación en La carta. Mendigo, del señor León Cano, es una imagen fiel de nuestra pintura de siempre. Tema callejero, color gris, donde si no hay lluvia no hay miseria. No se le podría "coger", captar con "realismo", según las fórmulas más autorizadas -según los más doctorales zumbidos, como decía Jarnés-. El señor Carlos Correa ha tenido una interesante evolución. Nosotros nos acordamos de su pintura maquinista de hace dos años. Imprecisa, inculta, de una artificial violencia, bellamente revolucionaria. Hoy lo encontramos más asimilado. Más ducho. Con una acuarela turbia, dolorida, subjetiva, impregnada de los tintes violáceos de Chagall y la fuerza trágica de Orozco, el gran mexicano. Composición alucinada, dramática, de figuras y paisajes semiabstractos. Con una dura, indudable manera personal. En el retrato encontramos, entre otras cuatro bellas experiencias: el pastel del señor Gustavo López, Retrato del doctor Saldarriaga; el óleo de doña Margarita Holguín y Caro, Retrato del padre Almansa, suave, académico, logrado con mucha devoción; y El autorretrato del maestro Pedro Nel Gómez, el mejor de todos, hecho con amplio estilo, con serena intención intelectual. Y, por último, el Retrato de Octavio Amórtegui, de una deliciosa coloración y en el que sabemos dónde comienza el dibujo pero no encontramos dónde termina. Don Sergio Trujillo Magnenat es un experto dibujante. Es casi un poeta del dibujo. Su pintura se resiente de esto. A pesar de ello, su estilo personalísimo le dará a la pintura colombiana insospechadas riquezas. Alzadas entre una atmósfera de luminoso y apretado viento; sus aladas criaturas tienen una deshumanizada transparencia. Poco nos llega de su carne, de su sangre, de la esponjada y árida tierra que las sostiene; apenas chorros de un delgado color. El pintor que más nos satisface es don José Rodríguez Acevedo. Claro, nítido, totalmente descubierto. Todo nos lo entrega su pintura, sin trucos, sin "oscuridades intelectuales": eso que se ha inventado para esconder la pobreza, la timidez, el miedo al examen. La esforzada construcción aparece patente, expresa, aunque a veces se extrema en delicada morbidez, como en ese bello Desnudo. El retrato de doña Carmen Peñarredonda, tiene una fácil, alegre belleza. Es uno de los mejores cuadros de la exposicion. De este joven pintor todo lo podemos esperar. En la escultura mantienen sus puestos, tan eminentes, el maestro Ramón Barba y la señorita Hena Rodríguez. El mármol Mujer joven, del señor Barba, nos recuerda insistentemente a Victorio Macho. Y su Promesero chiquinquireño es una obra que tal vez él no podrá superarla. La madera, Campesino segoviano, de la se-


ñorita Rodríguez, nos reafirma en la alta estimación artística que por ella hemos sentido siempre. Esa cabeza (Copla popular), bronca, revuelta, sumergida como en una sólida quietud tras la sacudida que la mantuvo en el aire durante la canción, está hecha de apasionadas y líricas sugestiones. Bien construida, maestramente conseguidos -repartidos-los trazos, sin estilización anatómica; brúscamente cincelado el volumen. El escultor José Domingo Rodríguez nos presenta una obra realmente admirable: El héroe. Ella es otra de las revelaciones de este primer salón. Hábilmente ejecutada, con algo de "truco", su hermosa fuerza sugestiona inmediata, espontáneamente. Muy lejos de esto su mármol Busto de niña, bien acabado, pero apenas alcanza a significar un apreciable ensayo dentrc de lo que forma su muestra en esta exposición.

IGNACIO GOMEZ JARAMILLO La madre del pintor Oleo Primer premio, pintura Colección Margoth de Gómez

Para finalizar nuestros veloces apuntes sobre este espléndido Primer Salón Anual de Artistas Nacionales, expresamos nuestra desbordada complacencia por el certamen más singular, más halagador y significativo de cuantos se hayan presentado en el país. Afortunadamente, a nuestros pintores parece que ya no les dará por aquelIoque se llamó "pintura pura". Cuando ella llenaba todos los salones del mundo, la mayoría de nuestros artistas la ignoraban. Entonces se quedaron atrás ingenua y deliciosamente. Hoy, aunque esa experiencia les hubiera sido fundamental, ya no la necesitarán. Nos limitamos a comprobar una reacción feliz en las modas pictóricas de Europa. El "picassianismo" o el "dalisrno" han probado que sólo los pueden ejercer, genialmente, Pablo Picasso y Salvador DaIí. En un reciente artículo de Waldermar George, la más grande autoridad crítica que le queda a Europa, publicado en París, confirmaba esta situación expresada con exageradas como evidentes palabras.

El Primer Salón del Arte Colombiano SANTIAGO

MARTINEZ

DELGADO El que volvió Oleo Medalla de oro, pintura Colección Juvenal Villa

Luis Vida/es Revista de las Indias, Nº 21, septiembre de 1940.

La existencia del Primer Salón del Arte Colombiano en la Biblioteca Nacional es conocida de un vastísimo público que diariamente se renueva, pero el examen de las obras presentadas no ha tenido ocasión de llamar la atención del público sobre la importancia de la exposición. Un lector de mediana cultura buscará inútilmente en la prensa de estos días la confrontación de las obras que le interesan. Digamos solamente un asiduo lector de diarios, que sea a la vez visitante de la exposición, porque en cuanto se refiere a los artistas es indudable que ellos, en todas las partes del mundo, necesitan, en primer término, trabajar dentro de un clima intelectual favorable, que les permita desenvolver la propia actividad, en ventaja del arte. Bueno es decir que nuestros artistas carecen de este clima y que los visitantes a exposiciones de arte no encuentran ni siquiera la buena guía periodística. Debemos declarar que tampoco, a veces, sabemos ser lo que creemos que somos, es decir, periodistas, y que ignoramos la misión de contribuir a que se encuentren el artista y el público. Pero criticamos al público, y en no pocas

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ocasiones el público se interesa más y sabe ver mejor que nosotros los que nos llamamos "Intelectuales". No es augurable que estas palabras en estilo hablado --caro a Valéry Larbaud- tengan por objeto llenar el vacío del cual queda hecha mención. Pero aunque no esté en mi estudio el patrimonio artístico nacional, que por plausible actividad del Ministerio de Educación hemos podido apreciar de tan visible manera, debo aquí hacer lugar a opiniones y a decisiones más razonables,aun a trueque de quedar fuera del medio. Porque entre nosotros lo que no es "periodismo", entra al universo de lo "erudito" y lo "sutil". Aunque en la exposición no están representadas todas las corrientes pictóricas modernas, haciendo ausencia en ella, especialmente, las tendencias dichas "subrealistas", lo cual es simplemente lógico, dos maneras son claramente discemibles allí. La de los maestros consagrados, cuya pintura es "académica", y la de los jóvenes, que dentro de una acepción general pueden ser situados como "post-impresionistas". Aquellos presentan obras acabadas, de una fuerte técnica del dibujo y del colorido, como Frutos de mi tierra y Río Saravita, óleos del maestro Domingo Moreno Otero, el mayor de ellos en cualidades pictóricas, y Venta de ollas y Mercado, óleos del maestro Miguel Díaz Vargas. Con las conocidas Lejanías al óleo del maestro Jesús María Zamora, las obras anteriormente citadas representan el aporte máximo de las tendencias que por una u otra causa se denominan "académicas" entre nosotros. Las modernas corrientes pictóricas se encuentran en mayoría en la exposición, con cinco o seis representantes cuyas obras son ya aporte considerable a la plástica pictórica colombiana. Es digno de advertirse que mientras éstos, a excepción de unos pocos de sus cuadros, se presentan con estudios, los llamados académicos concurren con obras de composición, como son los óleos ya citados de los maestros Moreno Otero y Díaz Vargas. Quizás no sería aventurado concluir de allí, que la pintura nacional no ha salido aún del todo de la academia y que la plástica pictórica se halla actualmente en un punto de transición en el cual alcanzan a columbrarse dos fases: la académica y la de las corrientes modernas. Hasta qué punto el modelo limita o ayuda al espíritu creador, es cosa que no corresponde examinar aquí. El paisaje no tiene una situación apreciable en la exposición, sobre todo en comparación con la figura. A excepción de las acuarelas de Gonzalo Ariza, que suprime ellejanismo introducido por nuestros viejos pintores al paisaje y que trae al arte colombiano, en sus Geráneos y sus Conservadoras, la pintura de "primer término"; del bellísimo Barrio de Egipto y la Esquina de San Ignacio, óleos de Adolfo Samper, y de Tiempo frío de Erwin Kraus, uno de la mejores paisajes de la exposición, la figura aparece como la preocupación central de nuestros pintores. Yen verdad que están bien encaminados, en una época como la actual, en que el hombre, por los incomensurables sucesos que le está tocando ventilar, vuelve a convertirse, como ya ocurriera en el siglo XVI en la partícula más sensible y palpitante del universo. Entre la obras de mayor envergadura de la exposición merecen citarse: en escultura: Mujer joven, mármol blanco del maestro Ramón Barba. Parece tratarse del principio de una nueva tendencia en el artista, sin la marcada ambivalencia academismo-modernismo que se advierte en su técnica. Este mármol bellísimo es, sin embargo, un poco liso y pobre la valoración. El muchacho, busto en piedra de la señora Josefina Albarracín, cabeza muy expresiva, bastante independiente ya de la técnica del maestro Barba. El héroe, granito negro de José Domingo Rodríguez. Con el Busto de niña, del mismo, constituye lo mejor quizás que en escultura se ha presentado en Bogotá, incluyendo, hay que decirlo, la pasada exposición del maestro español Victoria Macho. La potencia plástica y la riqueza del modelado y la valoración, no menos que la manera

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de ir a lo esencial sorteando lo accesorio y rebuscado, hacen del maestro José Domingo Rodríguez uno de los artistas más personales con que cuenta el país. Hay también en la exposición obras de valor considerable de Alfonso Neira, Hena Rodríguez, Gonzalo Quintero, Gómez Castro, M. Zárate y de varia importancia de Rafael Caballero, L.F. Rivera, Miguel Sopó, Alfonso Higuera y Gregario León. En pintura: el autorretrato del maestro Pedro Nel Gómez, óleo en el cual es evidente el estudio de Cézanne. Se trata de una obra madura, en la que el equilibrio perfecto de los términos, forma, línea, color, constituye un todo cerrado, de elegancia y nobleza incomparables. La madre del pintor, Figuras en el trópico y Bañista, óleos de Ignacio Gómez Jaramillo en los cuales es vivísimo el signo de la potencia estilística de este pintor. La tendencia a suprimir lo accesorio sin caer en lo sumario y la unidad o síntesis cromática, son las cualidades pictóricas de su técnica. La fuerza de diseño de Carlos Correa se expresa en la Semana santa, óleo de composición, pintado con solidez y rico en tonos profundos. El Entierro en el campo es una acuarela un tanto sumaria, pero con los acentos originales de composición y colorido que distinguen a este pintor. En el Retrato de la madre, lo mismo que en la Semana santa, la potencia plástica se expresa igualmente, mostrando que en este artista ella da tanto en los motivos solemnes como en aquellos en que la humanidad de la expresión aparece violentada por el sarcasmo, el patetismo o la crítica. José Rodríguez Acevedo presenta un retrato al fuego de León de Greiff, pintado con una fuerza y una riqueza de empaste grandemente notorias. El Retrato de muchacha y el Desnudo son igualmente ricos de técnica. El Retrato de señora, de Delia Ramírez, tratado en una escala de grises, sobre un esquema clásico y aun de perfección académica, de una delicadeza y sensibilidad admirables, es un óleo en que la pureza y preciosidad de la materia pictórica entonan con la intimidad y potencia emotiva del tema. El empaste característico de Sergio Trujillo Magnenat aparece en sus tres cuadros Pastora, Anunciación y Composición, óleos en los cuales la admirable limpidez cromática se expresa en el modelado estrictamente decorativo de las figuras. Es una pintura idealizada cuya atracción reside principalmente en la limpieza y suavidad de los colores. El bellísimo óleo La mulata de E. Grau Araújo, pintado con la firmeza y precisión de quien ha trajinado en estos menesteres, es una de las más vivaces expresiones pictóricas de la exposición. Por su poderosa plástica, su fuerte modelado, su luminosidad asombrosa y su gracia, recuerda a los pintores norteamericanos modernos, a un Kroll o a un Benton. Con La carta, otro óleo del mismo pintor, representa un viento nuevo y desconocido en la pintura colombiana. Grau Araújo, de quien se dice que es un joven, es indudablemente la revelación de esta exposición. Otros pintores que deben ser citados -pese a la rapidez de una reseña-, por las cualidades técnicas que los colocan en un distinguido lugar en la exposición, son: Luis B. Ramos, notablemente ajustado dentro de su concepto decorativo y dibujístico; Félix María Otálora, cuya transparencia colorista lo hace visible en el conjunto de obras expuestas; Débora Arango, de masculina potencialidad en el modelado y audacia del trazo; León Cano, ampliamente conocido, y Dolcey Vergara, poseedor de una técnica amplia, en cuyos tres óleos Tarde dominguera, En el corral y Paso del río Cauca, se revela como uno de los pintores colombianos de más sólido porvenir. Entre los pintores de la época anterior presentan obras considerables dentro de su tendencia Santiago Martínez Delgado, cuyo


óleo El que volvió ha sido muy estimado. Más que pintura es una ilustración de agradable trazo largo y viril, que tal vez adolezca del defecto de buscar una excesiva complacencia del observador; Rafael Mena G, Eugenio Peña, Pedro Ouijano y Ricardo Gómez Campuzano, en algunos de los cuales la monotonía académica no es suficiente para suprimir la habilidad y maestría de la técnica.

de la experiencia y el conocimiento del oficio, yen algunos casos se trata ya de una maestría indudable en la ejecución. Ello los coloca por encima de nuestra "incipiente vida espiritual". Pero, por otros aspectos" el plano en que se desarrolla su arte, coincide con la fisonomía general del país, lo que nos permite afirmar que poseemos un arte nacional propio.

Un vasto grupo de pintores sobre los cuales no es posible detenernos, pero que presentan obras que por uno o otro aspecto los hacen dignos de mención, son los siguientes, en orden alfabético: Inés Acevedo, Segundo Agelvis, Miguel Alvarez, Leonor Calvo de Bejarano, Marieta Botero, Alicia Cajiao, Julio Cerón Mosquera, Mercedes de la Cruz, Carlos E, Díaz, Adela de Fajardo, Carlos García Castro, Joaquín González Gutiérrez, Absalón Guevara, Margarita Holguín y Caro, Alipio Jaramillo Giraldo, María Elena León, D, Licht Pardo, Gustavo López, López Ocampo, M.A. Martínez, J.w. Martínez, Simón Meléndez,Manuel José Mosquera,León Orduz, Marco A.Ospina, María Palau, Edulfo Peñarete, P.Pinilla Jiménez, A. Ramírez Fajardo,José Restrepo Rivera, G. Rosales León, Marina Sáenz, Guillermo Silva, Blanca Sinisterra de Carreño, Isabel de Turriago, J. de Valenzuela y Antonio Vela Riaño.

Tal es, a nuestro entender, el balance, a grandes rasgos, del Primer Salón Anual del Arte Colombiano.

El Primer Salón Anual de Artistas Colombianos Jorge Moreno Clavija El Espectador, octubre 26 de 1940.

Hace mucho tiempo que la crítica europea de arte está dividida en dos corrientes opuestas y adversas: la una "realista", en el sentido naturalista; la otra" surrealista", la cual exige que el arte sea apto para transformar la naturaleza, para recrearla y aun para deformarla, desde el punto de vista de una metafísica estilística o fantástica. En verdad, estas dos tendencias han existido inmemorialmente. Ouienquiera que entienda elevar la naturaleza en el "bello estilo" o en el sueño clásico, fueron siempre enemigos de los "naturalistas", los cuales, en cambio, respetaban lo "real" más que el modelo reposado y frío ya de la estatua helénica. El monje carlovingio, que sacaba los elementos de su arte de una introspección mística aprendida de Bizancio, era un "surrealista" de tomo y lomo. Los artistas del Alto Renacimiento, que embellecían las formas del mundo, corrigiendo las aristas de fealdad de las cosas en el concepto establecido de una sociedad refinada, enriquecida y victoriosa, eran puros y netos "surrealistas". En cambio, miraban a los artistas del gótico y del protorrenacimiento, que eran enérgicos imitadores de lo "real", como a productores de un arte "inferior". La contemplación de las obras de nuestro Primer Salón de Artistas Colombianos, nos revela que nuestros pintores no se encuentran todavía dentro de esta oposición irreconciliable. Indudablemente que las dos tendencias se hallan aquí representadas. Pero la pintura colombiana, aun no siendo ya homogénea en cuanto a la técnica, lo que es en cuanto confiere a la representación de hombres y cosas de la vida una realidad material, parece que no es tiempo de que aparezcan en esta pintura tendencias delimitadas. A excepción de los jóvenes maestros Pedro Nel Gómez e Ignacio Gómez Jaramillo, de cuya técnica puede advertirse alguna influencia en la exposición, nuestros pintores producen un arte personal, de variadísima ascendencia, un tanto anárquico como lo es nuestro país, pero que en ningún caso permite la escogencia entre lo "real" y lo "irreal", como acontece a los públicos de Europa o a las visitantes de las exposiciones europeas que suelen realizarse en los Estados Unidos. Ello arguye en favor de la sinceridad de nuestros artistas, por cuanto el país no ha llegado -afortunada o infortunadamente, como quiera tomarseal estado de refinamiento que producen los medios decadentes en los cuales la delicuescencia afina el gusto artístico hasta la exasperación. Una pintura moderadamente moderna, firme y sencilla, es la que producen nuestros artistas. Otro tanto podría decirse de las pocas pero valiosa muestras de escultura que han sido llevadas a la exposición. Nuestros pintores y escultores se hallan en el período

Patrocinado por la Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes del Ministerio de Educación, se inauguró la semana pasada, en la Biblioteca Nacional, el Primer Salón Anual de Artistas Colombianos. Es éste quizá el más sólido esfuerzo que se ha hecho por el arte en Colombia. Por fin se ha comprendido el papel tan importante que éste desempeña en la evolución cultural de nuestro país, y se le ha dado acertadamente el puesto honorífico que merece. Es decididamente admirable el aspecto que presenta esta exposición. Está dividida en dos secciones: una para la figura y otra para el paisaje. La primera domina casi totalmente. El segundo se halla representado en escala mucho menor de lo que se esperaba. Se encuentran distribuidas allí todas las tendencias que entre nosotros se han venido cultivando. El espectador puede apreciar perfectamente las diferencias de escuelas y procedimientos, así como juzgará, según la obra, la personalidad del artista. El cuerpo de escultores nacionales presentó un escaso pero muy bien seleccionado número de obras valiosas. Madera, mármol, piedra, bronce y granito fueron los materiales empleados para moldear los imponentes motivos, que lucen su esbelta rigidez en estas salas. Nuestros muchachos han tallado con sus obras una parte muy considerable del progreso de la escultura colombiana. Ya era hora de que se revelara al público, de manera definitiva, la asombrosa capacidad artística que anima a los jóvenes cinceles de este pedazo de Suramérica. En pintura se encuentran obras ejecutadas con toda clase de procedimientos. La mayoría son óleos. Al pastel, al temple y a la acuarela también se pintaron bastantes cuadros. Y del fresco portátil, trabajo bastante laborioso, hay allí una muestra. Los premios son halagadores en extremo. El primero en escultura es de mil quinientos pesos y el que logre el lugar inicial en pintura, se adjudica igual cantidad de dinero. Hay, además, medallas de oro, plata, bronce y menciones honoríficas. Esta es la manera acertada de estimular al artista para su continua superación. El entusiasmo despertado por este certamen sobrepasó las más optimistas esperanzas. Se inscribieron ciento cinco artistas de todo el país. El jurado de admisión sólo dejó pasar setenta y tres. Pintores, sesenta y uno y doce escultores. El total de obras expuestas llega a ciento cincuenta y siete. Una cifra que pone de re-

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lieve, sin admitir comentarios, la tierra fecunda en que ha comenzado a laborar -en buena hora- el Gobierno.

La señorita Teresa Cuervo Borda, directora de Museos y Exposiciones, colaboró con grande entusiasmo en la organización de este Primer Salón Anual. Al señor Ministro de Educación ya la señorita Cuervo les deben gratitud los artistas colombianos, por haber iniciado desinteresadamente una era de prosperidad para el arte en este país. En el breve prólogo del catálogo que se reparte al público, el Gobierno incita a éste para que sirva de juez y decida si hay arte propio o no. Que examine con detenimiento las distintas corrientes y dicte su fallo. Agradece también el eco que halló entre los artistas. Debe destacarse la colaboración decidida y valiosa de la mujer en las artes. Tanto en pintura como en escultura, la mano femenina ha dejado huella profunda. Las obras que ella tiene en estos salones lo prueban irrefutablemente. Hena Rodríguez, por ejemplo, se destaca como una de las primeras figuras de la escultura nacional. La talla del Campesino segoviano es perfecta. Josefina Albarracín no va a la zaga. Con sus dos estudios de Cabeza de viejo y Muchacho, el primero en madera y el segundo en piedra, se hace acreedora a un puesto de nota.

JOSE DOMINGO RODRIGUEZ El héroe Escultura en granito negro Medalla de oro, escultura Colección Museo Nacional

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SAtON DE ARTE

En pintura sí participó mayor número de mujeres: doce. Sería trabajo bastante largo hacer el detallado comentario de cada una de las artistas arriba nombradas. Me limitaré tan sólo a decir lo siguiente: a la mujer pintora todavía le falta captar mejor el sentido real de la vida, y expresarlo en forma adecuada. Desvincularse de la interpretación monótona y trivial de motivos intrascendentes: flores, rincones, caminitos, ríos, en fin, el paisaje. Aclaro: no quiero decir con esto que las expositoras adolezcan de dichos defectos, porque precisamente la mayoría de los cuadros que allí ostentan en sus ángulos nombres de mujer, son trozos palpitantes de vida, constituyendo así, la excepción de esta regla. Entre los escultores se destaca con perfiles seguros José Domingo Rodríguez. El busto que él titula El héroe, en granito negro, y que representa el rostro duro, de facciones ásperas, de un soldado nuestro, condensa en sí el trascendental patriotismo que anima a nuestros gladiadores, obligándolos a enfrentarse a la vida con mirada retadora. Difícilmente se puede encontrar algo mejor en este sentido. La talla directa en caoba, hecha por este mismo artista, de las delicadas facciones de una señorita que ocultó su nombre, es formidable. La dulzura femenil de un alma virtuosa se adivina allí. Esta cabeza, el soldado y un busto de niña trabajado en mármol negro, son las tres creaciones presentadas por Rodríguez. Ramón Barba, el español nacionalizado aquí, exhibe también tres obras de notoriedad. Un promesero chiquinquireño, tallado en madera del país, expresión acabada de un misticismo tradicional; un busto de la madre del pintor Gómez Jaramillo, en granito negro de Boyacá, que acusa la mano de un gran maestro, y una cabeza de niño en mármol blanco. Creo que a los miembros del cuerpo calificador les va a costar trabajo escoger el cuadro merecedor del primer premio, porque a diferencia de la escultura, el número de lienzos buenos es apreciable. Domingo Moreno Otero, José Rodríguez Acevedo, Miguel Díaz Vargas, Grau Araújo, todos, absolutamente todos los pintores trajeron sus mejores obras. Moreno Otero y Miguel Díaz retrataron el alma campesina de una manera inobjetable. Rodríguez Acevedo plasmó el encanto de la desnudez femenina. Restrepo Rivera nos da la mejor acuarela del fenecido patio de Santo Domingo; sería labor de no terminar nunca el detallado recuento de estas maravillas. Los señores del jurado tienen la palabra.

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SERRA En el salón de arte "No hay peor ciego ... " Fotografiada de catálogo

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El Primer Salón de Artistas Lluvia sobre el jardín de Cándido Octavio Amórtegui La Razón, noviembre 3 de 1940.

El Primer Salón de Artistas Colombianos, que bien pudiera llamarse: "Salón de Octubre", acaba de ser juzgado. Y juzgado con un tan noble deseo de no atizar odios, ni enconar rencores, ni avivar rencillas, que su fallo recuerda aquellas premiaciones inefables de los colegios regentados por hermanas de la caridad donde se prodiga el premio de "Buena Esperanza" por si les llega el día de la encomienda a los que ya no ofrecen ninguna. Los jurados, conscientes de su dignidad, no quisieron dejarse convencer del todo por la opinión del público ignaro, a quien nada se alcanza de estos achaques; y encendiendo una vela a Dios y otra al Diablo, premiaron en un artista lo permanente y en otro lo transitorio, dando así un raro y laudable ejemplo de conciliación y elasticidad envidiables. Sólo que dualidad es vanidad y en la vida hay que definirse. ¿No pensó el jurado que al otorgar en la forma en que lo hizo el premio de pintura echaba por tierra la disciplina que es fortaleza; la sinceridad, que es coraje; el estudio, la investigación y en una palabra toda norma y toda perspectiva espiritual? ¿No pensó que los artistas honrados, que son la mayoría, verían caer, como un castillo de naipes, su concepción del mundo, del color y de la forma? ¿No pensó en que ya estos artistas no volverían a presentarse a un salón oficial jamás? Claro está que nadie esperaba, ni deseaba una represalia, ni siquiera una lección de ética. Se trataba simplemente de un certamen artístico; y como lo anota el autor de La decadencia de la mentira: "el que un individuo sea envenenador nada tiene que ver con su estilo ..." Pero el jurado ha debido pensar, como lo pensó al premiar a Barba, que en arte no cuentan las modas. Que la belleza no es lo transitorio sino lo inimitable; que no se trata de ser vanguardista sino permanentista. Que si sagrado es lo antiguo porque está saturado de tiempo, ridículo es lo anticuado porque pretende pasarse del tiempo; y que nada hay más cómico que un modernismo cuando ya comienza a anticuarse. Hoy, público y artistas, se encuentran defraudados, desconcertados y no es para menos: se acaba de imponer oficialmente una corriente pictórica que cuenta entre nosotros con muy escasos cultivadores. ¿Qué va ser ahora de la Escuela de Bellas Artes? Si los artistas pudieran permitirse el lujo de tener vergüenza, los profesores de la Escuela de Bellas Artes tendrían que presentar su renuncia en masa. Esto sería lo pulcro y lo lógico. Su director tiene necesidad de libertad para poder organizar la Escuela según su real saber y entender. De otra manera, ¿cómo poder realizar una labor homogénea con ese peso muerto de tendencias, sistemas y concepciones diametralmente antipódicos? ¿Y cómo podrá el profesor descalificado enseñar y corregir en adelante sin que le tiemble la mano viendo que al discípulo le está retozando la risa? Esto es lo único grave, porque por lo demás ya lo dijo el señor Kempis: "no eres mejor porque te alaben ni más vil porque te vituperen: lo que eres, eso eres." Pensamiento que consolará de seguro a los artistas cuando desde el "ancianato" que necesariamente habrá que crear para ellos, endulcen su "retiro forzoso" pensando en que la vidahace balance y liquida el lastre yen

que a la hora de la verdad ya no hay amigos ni críticos de cabeceraque valgan. Aunque con esto del crítico, o simplemente del que escribe, generosa o calculadamente, sobre arte, ocurre algo muy "Pintoresco": el artista lo considera como un erudito eminente y supersensibilizado cuando lo elogia y como un intruso ignorante y malévolo cuando no le agita el turibulo. iGajes del oficio! Pero a los artistas, esos "sublimes inconscientes", lo único que se les debe exigir es talento; y talento había en buena parte de la centena de artistas que se presentaron en el salón. Cuando pasen de la centena, sin contar veinte profesionales -pintores y escultores- que se abstuvieron de concurrir y entre los cuales cuentan artistas de la talla de Rodríguez Cubillos, Efraín Martínez, Eladio Vélez y Cerda, quienes por sí solos bastarían a darle lustre a cualquier pinacoteca. Sólo que estos artistas no entrarán a ningún salón que no sea el de "Independientes" -aunque este nombre suene a cartel de desafío-. Salón que ya está organizado. En un principio se creyó que estos artistas se abstenían no por malicia sino por ese orgullo que en la mayoría de los casos es sólo soberbia -y ya se sabe que la soberbia es una de las manifestaciones más chocantes de la humanidadpero no. Los hechos se han encargado de justificar su actitud. Ellos tenían la razón. Con todo, la exposición, dígase lo que se quiera, es buena en conjunto. ¿Que abunda lo rematadamente malo, lo ocre y lo mediocre, la revista, la receta y la copia descarada? Claro está. El arte es lo escaso y debe serlo. En arte se avanza más o menos pero no se llega jamás. Eso es lo bello. El público, o sea los 9.500 vistantes que hasta hoy han estampado sus firmas en los libros de la exposición, se había detenido con fervor y recogimiento ante la obra de Barba, de José Domingo Rodríguez y de Josefina Albarracín, en escultura; de Santiago Martínez Delgado, de Rodríguez Acevedo y de Luis B. Ramos en pintura. Había mirado con una unánime y creciente admiración Las dos mulatas de Grau quien constituyó la sorpresa del certamen. Un autorretrato, si no muy fiel y un tanto cefanesco, en todo caso muy agradable y denunciando ya un avance en la búsqueda de la vibración lumínica, de Pedro Nel Gómez, había aplaudido los paisajes de Kraus y se había deleitado con las obras de Ariza que concienzudo, delicadísimo y minucioso, viene a ser algo así como el poeta en tono menor de la pintura. El jurado se encargó de demostrar a estos 9.500 espectadores que por lo que respecta a la pintura no entienden de la misa la media; que se encuentran muy despistados y se resienten de su ninguna frecuencia del arte y de su absoluto fracaso en el concepto. Volvamos por el público. El premio de escultura es el único justo que dio el jurado, pero como precisamente por ser el único pudiera inspirar dudas, recordemos que Ramón Barba, tan conocido entre nosotros, no necesita ni de elogios ni de comentarios. Su mejor elogio es su obra porque la caracteriza aquello que según Degas, traiciona la verdadera obra de arte: "se siente". Español por el padre, francés por la madre, colombiano por adopción, por vinculación, quizá también, en parte, por temperamento, lleva en sus venas una larga tradición de cultura y dijérase que al crear va buscando en sí, pero a través de los siglos. De ahí el que no sea el artista de una sola técnica, sino de la técnica que requiera la materia. Así, en la madera que trabaja como pocos, aparece el imaginado español yen el mármol, que trabaja como ninguno, el francés -el francés de los buenos tiempos, se entiende-. Minucioso, realista y detallista, pecando quizá por exceso de madera; es de una perfecta y dominadora simplicidad en el mármol.

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El mármol blanco, el que cataloga al gran escultor, la materia de la tradición artística y del acervo de belleza universal, no admite componendas. Un golpe mal dado y todo se habrá perdido. En la madera existe el ensamble, el tarugo, y el mismo granito puede remendarse con lacres. Pero en el mármol no hay trucos. y Barba que presentó tres obras; una talla en madera El mesero, para la cual sobran los epítetos y una cabeza en granito perfecta en fidelidad y exposición, presentó también uno de esos mármoles (el retrato de su mujer), con el cual se puede esperar tranquilo el fallo de cualquier jurado. De este mármol puede decirse, sin temor a exagerar, que ha penetrado en el tiempo. Pero hay algo más: las obras que después de la suya, llamaron más la atención, pertenecen a dos de sus discípulos: a Josefina Albarracín y a Hena Rodríguez. ¿Para qué más? Santiago Martínez Delgado y Rodríguez Acevedo, limpios de cuerpo y espíritu, señores en todo momento, y hombres en quienes la pulcritud externa, tanto en sus obras como en sus personas, apenas sí es el reflejo de su pulcritud interior y de su solvencia mental, hombres en fin "de los que usan cepillo de dientes" para emplear la frase de Wagner, se dividieron la opinión. El cuadro de Martínez Delgado, que sin dirigirse a ninguno les habla a todos, conquistó desde el primer instante una admiración fervorosa y entusiasta. Es una manera desconocida del artista, una manera que tolera la anécdota porque no está atenida a ella. Gran conocedor de la psicología de las multitudes, Martínez Delgado realizó una obra, bella porque atrae y artística porque emociona. Y lo supo hacer con un desenfado y un dominio que sorprendió a los que sólo conocían en él al notable profesional de la ilustración, de la decoración y del cartel. Rodríguez Acevedo es todo un artista. Presentó un desnudo y dos retratos admirables. Uno sobre todo, el de León de Greiff, el notable poeta de la obra severa y de la vida decorosa, en que el clásico vergeño verleniano se destaca sobre el fondo brumoso con una seguridad y una técnica admirables. Lástima grande que la vida haya mimado tanto al artista. Lástima, porque sólo un tacto exquisito logra detenerlo, en ocasiones, en el instante preciso en que su obra va a descender de lo bello a lo "bonito". Luis B. Ramos es un caso raro en todo: talento y de una sensibilidad agudizada además ese carácter erguido y rebelde, jos del terruño. Ramos es, hoy por hoy, erguido en un medio arrodillado.

poseedor de un enorme hasta la angustia, posee suprema virtud de los hiel único que permanece

Se ha formado solo, orgullosamente solo. Y toda su vida, que ha tendido siempre hacia los planos superiores, no ha sido más que una continua purificación de su personalidad. Ha creado con dolor, y sin más apoyo que el de esa "nodriza de genios": la pobreza. Dueño de una vasta cultura, alcanzada sin método ni plan, pero alcanzada, le hubiera quedado tan fácil pasar por original copiando aqu í y acullá, de la revista y del libro, pero ha preferido ser él y encontrar la originalidad en sí mismo que es donde debe encontrarse. Ramos no es sólo un profesor, un profesor puede ser cualquiera con tal de que trate de amoblar los cerebros que se le han confiado; Ramos es ante todo el maestro porque a cada momento está luchando por dotar a sus discípulos de una conciencia. Tres obras presentó Ramos: un desnudo acusado y seguro, muy bello de color, ese color logrado en una lucha desesperada de cada segundo. Un paisaje, en que la sabana tan monótona a través 'de los ojos vulgares de los "pinte ratos" aparece en toda la gracia

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de su belleza primigenia. Y un retrato para cuya interpretación no es necesario llamar al doctor Adonay. El jurado ignoró dulcemente a Ramos, como ignoró a tanto maestro de verdad que ingenuamente contribuyó con su prestigio al desprestigio del salón. Ramos, a quien la vida ha vuelto filósofo, habrá sonreído con esa amplia sonrisa -cruel como la de un niño-- pensando en que triunfan hoy día tantas celebridades que es preferible quedarse entre los que fracasan. Pese a quien pesare, el público tenía la razón.

Un fallo saludable Eladio Vélez La Defensa, noviembre 8 de 1940.

El mamarrachismo de extrema izquierda, teoría pictórica internacional. acaba de sufrir un descalabro en el Primer Salón de Artistas Colombianos. Mucho revuelo ha ocasionado en Bogotá el fallo del jurado que favoreció con el primer premio al pintor Gómez Jaramillo; los comentaristas de todos los diarios capitalinos rechazan en masa a este pintor. Nosotros, aunque tenemos mejor concepto de su obra, vamos a copiar algunos de esos comentarios porque ellos refuerzan nuestra vieja teoría en pro del arte puro. El Espectador en su antipatía por el "monigotismo", como llama a esa escuela, refiriéndose al pintor ya citado, dice: "esa elección es cuando menos un reto al sentir unánime de la crítica que no ha desconocido nunca los peculiares méritos del rector de Bellas Artes, pero que jamás, con muy pocas excepciones, se ha declarado decidida partidaria de ese estilo confuso, monstruoso en veces y sobre cualquiera otra consideración, falto de originalidad" y sigue el articulista: "si lo que se buscaba era premiar el arte impopular por qué no concedieron el premio al señor Pedro Nel Gómez, artista todavía más oscuro que el señor Gómez Jaramillo y de mayor renombre que él en esto de las audacias pictóricas; a su aventajada discípula la señorita Arango, y sobre todo al señor Carlos Correa, cuya ininteligible y abracadabrante Procesión de Semana Santa ha sido comparada (i el Greco tenga piedad de nosotros!) con el Entierro del conde de Orgaz. Para que el público se de mejor cuenta de las cosas vamos a definir a los colegas con los mismos términos con que se nos definió en alguna ocasión: se nos llamó "pintor derechista". Aceptamos el bautizo y bautizando enseguida llamaremos las diversas escuelas pictóricas con los siguientes nombres: extrema izquierda, izquierda, centro, derecha y extrema derecha. Las extremas, sobre todo la izquierda, chillan porque ni aun siquiera se les discutió como merecedoras de un premio. El jurado muy diplomáticamente se metió por el centro apoyándose en la izquierda y en la derecha y de allí sacamos su conclusión de que "como todo extremo es vicioso" este ha sido un buen fallo. No tratamos con esto de probar que este veredicto sea justo o injusto; para la prensa bogotana es injusto, ella quiere algo más realista, menos convencional, un arte más puro a base de buen dibujo. El triunfo de la extrema izquierda hubiera significado nada menos que el cierre total de todas las escuelas de bellas artes, como también la su-


presión del dibujo en todos los establecimientos de educación, y aunque esta supresión le aportaría al Gobierno una gran economía, ello no sería suficiente para pagar la enorme cantidad de frescos geniales que los extremistas de izquierda serían capaces de ejecutar; y el triunfo de la extrema derecha eliminaría el arte porque la fotografía en colores es mucho más perfecta; pero lo que sí constituye una verdad de a puño, visto el fallo del jurado y conocidos los nombres de los vencedores, como también el de los mencionados, es que el mamarrachismo ha sido descartado, porque aunque Gómez Jaramillo ha tenido sus exageraciones desagradables, se nota en sus últimas obras una ligera "conversion" a la derecha, tampoco es ningún revolucionario y precisamente por no serlo fue descartado con el que esto escribe y abandonados como fósiles antediluvianos, por los nuevos críticos y por un celebérrimo e inverosímil jurado en la exposición organizada por la Sociedad de Amigos de las Bellas Artes hace un año. Este pintor, a pesar de su desdibujo, resulta un fotógrafo si se le compara con los llamados revolucionarios.

SERGIO TRUJILLO

MAGNENAT Pastora Oleo sobre tela Medalla de plata, pintura Colección del artista

Ya era justo una reacción en pro del arte puro. No podíamos seguir dependiendo del fallo irresponsable de los semi-intelectuales, de los rábulas en gestación, de los aficionados y sobre todo de los agentes de propaganda. Este fallo adverso a la llamada pintura revolucionaria, respaldada por figuras de verdadero prestigio, marca el principio de una revaluación de conceptos y de valores. La pintura revolucionaria, como la han llamado los matriculados en esa materia, es tan sólo una mala imitación de una deformada escuela que sí fue revolucionaria, que hace ya mucho tiempo tuvo su auge, que dio un aporte maravilloso con la investigación yenriqueció la plástica moderna con obras de verdadero valor; pero hoy los secuaces de ese movimiento lejos de investigar giran en torno de la misma cosa, muelen y remuelen los mismos menjurjes sin lograr siquiera lo que realizaron sus maestros y acaban por llamar arte a la más antiestética y absurda manifestación de sus cerebros propios de manicomio. Los fabricantes de genios entre nosotros han quedado, pues, descalificados en esta ocasión. Es cierto que ellos nada pierden; nadie los conoce cuando escriben porque no firman y si firman nadie los conoce tampoco. Lo malo, pues, no es para ellos, es para sus agraciados que ya de la suerte van a tener que descender y mezclarse con los humanos. Toda la responsabilidad caerá sobre los aficionados al elogio quienes por amistad, por mesenismo o por política han contribuido a este desastre, los demás son tan sólo las víctimas.

SERGIO TRUJILLO

MAGNENAT Anunciación Medalla de plata, pintura

Ridícula y estúpida es en la mayoría de los casos la cantidad de elogios con que se obsequia a nuestros artistas o aficionados. Muchos de los que lo prodigan hacen de sepultureros y de arquitectos a la vez; no pueden construir si hay algo en derredor porque el público puede comparar yeso perjudicaría sus construcciones, por eso arrasan, incendian y barren; cuando ya han creído acabar con todo, hinchan sus elogios y soplando como fuelles de herrería, encumbran las pavesas. Por medio de este sencillo procedimiento, el cielo de la patria se cubre de astros de primera magnitud. La Grecia de Pericles y la Florencia renacentista no fueron jamás tan grandes, antes por el contrario, toda esa pléyade de hombres a quienes por más de 2.000 años la humanidad entera les ha rendido tributo de su admiración, ha quedado sepultada bajo la docta, incontrovertible y sesuda argumentación de los "críticos" tropicales. Como varias veces hemos tenido que arremeter contra estos raros ejemplares de la fauna, vamos a dar a nuestros lectores algunas muestras de lo que sobre ellos opinan los críticos serios del país con motivo de este desastre. Tomamos de El Gráfico, "Es nuestro hábito tropical de volver genio al chico que hace un "morroco". "El futuro Sorolla o Zuluaga de Chiquinquirá". "El intérprete de la verdadera belleza". "Y el pobre párvulo que contempla todo aquello en letras de molde, que11


da en verdad sugestionado, juzga que la naturaleza lo creó de virtudes no igualadas y de hecho se considera un Miguel Angel. Se convierte en un pobre iluso, rémora social, inhábil hasta con su propia persona". "Estos desastres que miramos en forma de cuadros, en los muros de la Biblioteca Nacional son el ejemplo palmario de lo que acabamos de expresar. Acuántos de esos "artistas" se les dijo "talentos", "superhombres", "magos del pincel", para encontrar hoy la amarga realidad de la ignorancia ... "El bombo, el terrible 'bombo' de los críticos de pacotilla le quitó al país un elemento que quizás en otras actividades hubiera sido útil". Nosotros no tratamos con esto de eliminar a Pedro Nel Gómez jefe de la llamada escuela revolucionaria; a excepción de los frescos, siempre le hemos reconocido sus méritos de pintor. Criticamos más que todo un sistema que produce diez genios por minuto y a los peones de la alabanza que prodigan pasaportes para entrar en la inmortalidad. Ahora nos dirán que los colombianos (a excepción de ellos) somos unos imbéciles que no sabemos apreciar el "arte nuevo". Entre tanto, que continúen creando genios, la sensatez colombiana se encargará de eliminarlos.

En el Primer Salón de Artistas Colombianos El fallo del jurado

Jorlle Zalamea Critico, jurado de calificación I Salón Jurado de admisión XVII Salón

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El Tiempo, noviembre

10 de 1940.

Era natural que el fallo calificador en este Primer Salón de Artistas Colombianos causara revuelo de opiniones discordantes, resquemores y comentarios. Siempre ha sucedido y sucederá lo propio. ¿Por qué los descontentos no dan un paso adelante de los impresionistas del tiempo de Manet, y se reunen en saloncito aparte, no ya como rechazados sino como postergados? La primera cualidad que hace falta a los artistas en general ya los nuestros en particular es la de poder tomarse el trago amargo sin hacer gestos. Porque el fallo es justo. Desde antes de abrir sus puertas el salón se sabía que el primer premio en pintura correspondería a Ignacio Gómez Jaramillo. No entro a analizar las razones de esa extendida creencia, que el pintor vino a justificar por el valor intrínseco de uno de sus cuadros. Aunque a contrapelo, yo también hubiera votado por ese cuadro como merecedor de la primera distinción. Pero no sé a cuál se la dieron, pues el número 38, en que un trapo rosado tapa obvia debilidad, no es comparable con el desnudo de aliado, en que la personalidad del artista se revela con toda su fuerza. Porque Gómez Jaramillo, pese a sus defectos y exageraciones, tiene una manera propia inconfundible, segunda apenas en potencia personal a la del antioqueño Pedro Nel Górnez. y cuadra aquí decir algo sobre lo que bien se pudiera llamar "la mística de Pedro Nel". Este es, sin discusión, el primer pintor de Colombia. Su concepción arquitectónica del fresco, fuera de alcanzar proporciones verdaderamente asombrosas en los muros, es llevada a la tela, en acuarela, y óleo, con maestría que sus discípulos imitan humildemente. Pero de admitir esa enorgullecedora verdad a querer que toda la pintura sea como la Pedro Nel,

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Diploma, mención honorlñca Adolfo Samper

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Luis Vidales Jurado de admisión salones 1,VII Jurado calificador 11Salón


media la mística. No todos pueden desfigurar funcionalmente la anatomía humana y salirse con la suya; no todos pueden pintar pies y senos disformes, ni fundir los planos, ni construir el cuadro según leyes de dinámica que Pedro Nel conoce y sus imitadores intuyen erradamente. De manera pues, que al ignorar el jurado los dos cuadros de este pintor, los de su débil discípula Débora Arango, y aun los del más feliz de sus seguidores, Carlos Correa, inició una saludable reacción contra la mística, que, como todo contagio psicológico, puede llevar el arte colombiano a extremos descarriados. Y el jurado estaba en su derecho al pasar por alto la decantada "lección de autonomía", en que las famosas tres columnas que dejan alelados a tantos, no son otra cosa que uno de los primeros y fallidos ensayos de Gómez por llevar el fresco a la tela. De los cuadros de Correa trataré luego. Se protesta airadamente porque no se dio el primer premio al desnudo agradable y relamido de José Rodríguez Acevedo. La técnica acabada de este artista no quiere decir que su manera, un poco fuera de moda, no quede en plano segundón a la fuerte, decisiva, incisiva, del merecedor del primer puesto. El desnudo de Rodríguez es tan limpio que huele a jabón de baño, y es por lo menos dudosa en mérito la posición de estudio llevada artificialmente al campo. Pero en su posición de cuarto premio, se rindió justicia a un pintor que sabe de su "métier" como ninguno. Pocos se hallan satisfechos del segundo premio, concedido al cuadro filosófico de Santiago Martínez Delgado, arguyendo que la filosofía se halla fuera del predio pictórico. De acuerdo. Pero don Santiago ejecutó el "tour de force" de pintar un cuadro de real mérito partiendo de esa situación de desventaja, y probando que fuera de magnífico y genial decorador, también puede pintar cuando le viene en gana. El tercer premio debió corresponder a Correa. Pese a la obvia influencia de la "mística". Correa presenta tres cuadros de contenido y mérito indudables. Su Semana Santa, alarido revolucionario, está pleno de fuerza. Y aunque es cierto que el jurado no iba a rendir juicio sobre posibilidades sino sobre realidades, en el caso de Correa las primeras son tan grandes que bien se pudo pensar en el valor del estímulo. Este puesto fue dado a Sergio Trujillo, que lo tiene bien ganado, y más alto, como decorador o ilustrador, pero que a este salón presentó aquellas de las obras suyas que menos tienen que ver con la pintura. Y perdónenseme los "quees" así como a él se le disculpan las manos y los motivos repetidos "ad nauseam". Justo fue mencionar a Grau Araújo. Su Mulata es uno de los cuadros más agradables y mejores del salón. Ese cuadro lo desearía poseer yo, y aun cuando esto de la posesión no es criterio, sí vale como indicación, pues ese deseo fue sentido por la mayoría de visitantes. Si, partiendo de sus relevantes dotes, Grau encuentra su manera y olvida las influencias, será uno de los pintores de mayor fama. Me dicen que es muy joven. Otro cuadro que hubiera podido disputar alguno de los primeros puestos es el pastel del doctor Saldarriaga, ejecutado por Gustavo López. La firmeza y claridad de su acabado, la ejecución propia y nueva, la profundidad y sentido, en óleo, no hubieran dejado duda. y el jurado tuvo razón en no mencionar a nadie más. Hay cuadros, como el Telar de San Gil, de Inés Acevedo, muy bueno si se le aserruchan las tres cuartas partes. Pero, en cambio, la acuarela Interior, de esta misma artista, es uno de los tres cuadros que salvarían ese cuarto del paisaje, verdadera cámara de los horrores. Es propio aquí rendir tributo de férvida admiración a doña Teresita Cuervo, organizadora del salón, trabajadora infatigable, comprensiva y entusiasta. No fue culpa de ella, sino del espacio y afluencia de material, el que se hubiera visto obligada a separar arbitrariamente la pintura, en la que es paisaje y la que tiene "monos". Los pai-

sajistas se quejan, con razón, de ese exilio, pero doña Teresita no tuvo la culpa. Tiempo llegará en que a esta dama gentil se le conceda el galardón de impulsadora del arte nuestro. Doña Alicia Cajiao tiene cuadros de valor muy superior a esa Trillas que vino a hacer especialmente, con sus caballitos de carroussel y su látigo de gaucho. Es lástima que esta artista, cuyos cuadros enviados a la Exposición de San Francisco han merecido la distinción de ser reproducidos, se hubiera dejado influir del plazo angustioso para pintar algo "inédito". No se hizo justicia a sí misma. La Llanura en gris de León Cano; el gordito Padre Almansa, de doña Margarita Holguín y Caro; los marcos antiguos y bellísimos de las pinturas de Gómez Campuzano; el Velásquez de García Castro; el Milderos de Joaquín González; los dos días viendo cositas en el Mercado de Ramírez Fajardo; la alcarraza al desnudo de Ramos; las figuras a lo Derain de Adolfo Samper; el telón para otro Teatro Colón, de Pedro Quijano; yesos inmencionables desnudos de la entrada, todo eso se puede mencionar en un artículo para lectura divertida dominical, pero la seriedad del jurado no podía comprometerse. Sin embargo, en ese discutido y socorrido cuarto lugar bien pudieran haberse colocado el Paso del río Cauca, de Dolcey Vergara, y la Venta de ollas, de Miguel Díaz, cuadros de factura meritoria, en que se nota la garra verdadera del pintor. Pasemos a la cámara de los Horrores, es decir, al cuarto del paisaje. Otro marco magnífico de Gómez Campuzano, un cuadro de Erwin Krauss, que mencionó alguno de los jurados, unas témperas de Guillermo Jaramillo (que acaba de obtener éxito resonante en su exposición de la Galería de Arte), la acuarela de Inés Acevedo, y pare de contar. Estoy por creer que doña Teresita anduvo acertada en su arbitraria segregación. [Oué azules, Dios mío! iQué vacas! [Oué cerros de mandarina, ciruela y limón! Es mejor salirse aprisa.

y vamos a lo de la escultura Aquí el jurado sí se vio ante grave problema. Ante la serenidad de ese mármol de Barba y el potente modelado del Héroe, de José Domingo Rodríguez. ¿Por qué este escultor quiso velar con el dramatismo artificial de su figura ese hondo sentido humano de su privilegiado cincel? Ahí estuvo su falla, en probar el punto demasiado, en mezclar a la escultura pura el foráneo accidente intelectual de una posición rebuscada, en que a las claras se nota la intención de influir en la mente del que la contemple. Más seguro de sí mismo, hace fulgir la fuerza a través de la serena compostura de esa Mujer joven, prototipo y arquetipo, mientras que El héroe de Rodríguez es sólo un soldado con el cuello en espasmo. Mejor aún ese busto en mármol negro, inocente y tranquilo: ahí está el escultor, desnudo de vitoriomachismos. Entre estos dos bustos se hallaba la decisión. Me inclino a pensar que el jurado supo apreciar el finísimo margen de superioridad en la obra de Barba. Pero falló tristemente al adjudicar el tercer puesto a Josefina AIbarracín en vez de dárselo a la talla en madera de Hena Rodríguez. En la primera está demasiado patente la influencia de Barba, mientras que en cambio, Hena presenta una talla propia, sugerente y acabada. Este fallo es injusto, y que le sirva a Hena de consuelo el que alguien consigna su protesta. Ya el jurado expresa sus opiniones sobre el conjunto del salón, que fue sorpresa para escépticos. Y mencionó al ministro, doctor Jorge Eliécer Gaitán, por cuya iniciativa y empuje estas cosas buenas tomaron cuerpo de realidad en esta tierra. Sólo me resta esconderme. Y hacer caer en la cuenta al lector de la falta de erudición de álbum en este artículo, de la ausencia de citas y de terminitos.

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Discurso de inauguración Primer Salón de Artistas Colombianos Palabras del doctor Jorge Eliécer Gaitán El Tiempo, noviembre 17 de 1940.

El Ministerio de Educación Nacional declara ampliamente satisfecha su misión si, con la exposición de este Primer Salón de Artistas Colombianos, logra provocar en torno de ella una sana agitación que reintegre, dentro de nuestra incipiente vida espiritual, la preocupación estética al plano eminente que por derecho le corresponde. La intervención del pueblo en este episodio cultural no debe circunscribirse a la situación pasiva de mero espectador. Por el contrario: su función esencial debe ser la de juez de conciencia que tiene que decidir, en última instancia, si hayo no, un arte propio. En la imposibilidad de someter a un canon estético determinado la obra de distintos expositores que han concurrido a este Primer Salón Anual de Artistas Colombianos, el juicio popular apreciará seguramente cada una de estas obras como el lanzamiento de algo personal, es decir que, para su instintiva sabiduría habrá tantas personalidades como tipos de arte y que para su juicio definitivo desaparecerá el denominador común. En consecuencia, ningún expositor tendrá razones suficientes para considerarse inadvertido o defraudado, porque cada una de las obras expuestas en este salón, hallará su resonancia en espectadores de afinidad seleccionada. Otro de los fines que se propone el ministerio con la institución del Salón Anual de Artistas Colombianos, es el de crear en el artista una conciencia del valor de su obra, que, además de estimularlo en la creación estética personal, lo habrá de capacitar para juzgar y para estimar con meridiana imparcialidad y sin prejuicio de escuela o de tendencia, el arte de los demás. Quiere el Ministerio dejar constancia de su complacencia por la manera unánime como los artistas nacionales han correspondido a la invitación que se les hiciera para tomar parte en el Primer Salón Anual de Artistas Colombianos.

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11Salón Anual de Artistas Colombianos

SANTIAGO MARTINEZ DELGADO Interludio, óleo 1.90 x 1.40 m Primer premio pintura, colección Museo Nacional

Fecha: octubre 12 a noviembre 12, 1941. Sede: Biblioteca Nacional, Bogotá. Organizador: Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 41. Obras: 58 . Jurado de admisión: Miguel Dfaz Vargas, Edgardo Salazar Santacoloma, Alvaro Pío Valencia, Andrés Pardo Tovar y Luis B. Ramos. Jurado calificador: Daniel Samper Ortega, Gustavo Santos, Eduardo Ospina, S.J., Eduardo Carranza y Luis Vida les. Premios: Pintura: 12 $1.000, Santiago Martínez Delgado, Interludio. Medalla de oro: Sergio Trujillo Magnenat, Retrato de doña Sara Oávila de Trujillo. Medalla de plata: Carlos Correa, Retrato del Dr. César Uribe Piedrahíta. Medalla de bronce: Dolcey Vergara, El trapiche. Menciones honoríficas: Alicia Cajiao, Vendedoras; Julio Fajardo, Puerto; Carlos Dupuy, Kristian Van Krogh; Alfonso Ramírez Fajardo, Día de mercado. Medalla de oro para el mejor expositor extranjero: Pierre Daguet, Contraste. Escultura: Desiertos los cuatro premios. Menciones honoríficas: Rodrigo Arenas Betancourt, Cateadora; Julio Abril, Indio del Valle de Sibundoy.

El éxito alcanzado por el Primer Salón Anual de Artistas Colombianos contrasta con el de este 11 Salón, en el cual se hizo notoria la ausencia de los maestros consagrados y una escasa representación de la escultura, con sólo siete obras, lo que llevó aljurado calificador a declarar desierto el premio en esta modalidad. Así, el crítico José Pratt pudo definir el salón como "un certamen de jóvenes", serios y estudiosos, aunque sin sentido de la experimentación. Eduardo Zalamea Borda informó puntualmente desde su columna Vida Literaria y Artística de El Espectador, las incidencias del evento: El retiro por orden del ministro de Educación Guillermo Nannetti del cuadro La Anunciación de Carlos Correa, después de que el jurado de admisión lo había aceptado, lo que llevó al artista a rechazar el tercer premio de pintura que se le había concedido; las obras de Luis Alberto Acuña y Rómulo Rozo, enviadas oportunamente desde México, no fueron admitidas porque /legaron después de la fecha de cierre de inscripción, y lo mismo ocurrió con Carlos Reyes; los frescos de Julio Fajardo, director de la Escuela de Bellas Artes de Ibagué, fueron descalificados con el argumento de que, al no haber sido ejecutados sobre muro, eran obras "no terminadas". Todo e/lo dejó una impresión generalizada de un manejo inadecuado del salón, que permitió a Eduardo Zalamea enunciar con pesimista vaticinio: "Según se afirma, en vista del fracaso del 11 Salón Anual de Artistas Colombianos, no se repetirá la aventura. " Surgió también en esta ocasión conciencia de la ausencia de una verdadera crítica, "positiva y creadora", lo mismo que la virulencia en la polémica, "oscuros episodios de incomprensión y de malevolencia -dice Andrés Pardo Tovar-, gestos y ademanes de inaudita violencia, y actitudes espirituales muy poco galantes, nada artísticas. " El catálogo, por primera vez, incluyó reproducciones de las obras y un texto puramente literario de Eduardo Carranza, uno de los jurados de calificación. Un interesante premio destinado al mejor expositor extranjero, otorgado en esta ocasión a Pierre Daguet, no tuvo continuidad en los siguientes salones.

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La actualidad artística colombiana El Segundo Salón de Artistas José Pral El Tiempo, octubre 19 de 1941.

randoa Ariza y Correa, parece que se encuentran vigorosamente enfrentados oriente y occidente.

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Martínez Delgado, sabio en equilibrios de composición y de coSALON lor, obtenidos en cuanto a este ANCAL último en desbordantes y armónime cos contrastes, ofrece una obra .AIITI::';1'AS de positiva belleza: Interludio. El OOLO-'LHIANOS contraste está también en la composición entre la serena sobriedad de una anciana, que hace uv. descansar sobre su negro vestido un viejo infolio, y la melancólica dulzura de una joven, vestida de un rojo muy entonado. El cuadro está cuidadosamente estudiado; trabajado con amor e inteligencia. Su efecto de color, muy brillante. Una dulzura romántica lo envuelve y le da particular atractivo. ;\IISr~'1'KRIO

EI12 de octubre ha sido inaugurada la segunda exposición nacional de pintura y escultura. Iniciadas las exposiciones anuales en 1940, el certamen de este año tiene el singular interés de consolidar esta clase de manifestaciones artísticas, y de servir de índice revelador del desarrollo de las artes plásticas en Colombia. No pueden dejar de consignarse dos grupos de ausencias, que sustraen alll Salón valores interesantes, cuya presencia en la vida artística colombiana tiene positiva significación y cuyo alejamiento ha empobrecido la exposición: es de una parte, la no concurrencia de excelentes maestros de la pintura, a los que ni por su técnica ni por su edad pueden considerarse viejos, sino, por el contrario, felizmente maduros de técnica y manera de pintar, que han encontrado ya fórmulas estables; y de otra parte, la escasa concurrencia de los escultores, que apenas han enviado siete obras entre tallas de madera y bronces y sólo un trabajo en piedra. Es, pues, este salón un certamen de jóvenes. Mas ello no supone que esté caracterizado por la aportación de obras de técnica audaz, donde a vuelta de abundantes ensayos, se encuentren aciertos raros y originales, sino que la juventud va unida a una seria elaboración; a un consciente esfuerzo de resolver las dificultades con seriedad y estudio, que no siempre son compatibles con atrevidas soluciones, tentativas casi siempre y casi siempre sólo eso. No obstante, el tono general juvenil que se advierte enseguida, los pintores congregrados no hacen ensayos impremeditados, sino que buscan cosas nuevas, con lento y meritorio esfuerzo de creación. Abriendo el catálogo aparece, en primer lugar, por privilegio alfabético, este singular artista que es Gonzalo Ariza, adaptador de una técnica llena de exotismo -la pintura japonesa-- a temas occidentales; en esta exposición concretamente, a motivos locales. La escueta corriente del río San Cristóbal, es cogida al microscopio por este singular artista, para obtener un conjunto de cristales en abstracta interpretación de esa vida misteriosa y eterna de la corriente de agua, ya no como en las viejas concepciones del pensamiento griego, lo eternamente movedizo, igual y distinto siempre. La corriente queda aprisionada, en los infinitos cristales de un dibujo complejo y finísimo. Pero al abstraer y geometrizar microscópicamente las formas, Ariza hace una pintura de dos dimensiones, que quizá sea lo que es la pintura, no lo que ha sido desde el descubrimiento occidental y formidable de la perspectiva. El Carriel del paisa, la otra obra del pintor Ariza, es un interesante ensayo de interpretación de temas folklóricos con su exótica manera, dotado de una ingenuidad y una gracia de positiva simpatía. Tremendo contraste con este pintor abstracto y oriental, ofrece Correa, enérgico captador de formas concretas, exaltadas por un espíritu dogmático y violento, que contrapone al mundo convencional, tradicionalmente admitido, la afirmación de la verdad agresiva de las cosas, escondida en la trama de lo cotidiano. Es un retrato vigoroso, fuerte, el que nos ofrece Carlos Correa, el del doctor César Uribe Piedrahita. Circundado por un fondo de tonos sombríos y característicos, una figura llena de la elaboración drámatica del pensamiento. Compa-

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Como retratistas destacan Eladio Vélez y Sergio Trujillo. Vélez es sobrio y profundo. Parece huir de triunfos fáciles. El carácter del personaje es su objetivo substancial. Los fondos quedan desdibujados para realzarlo y afirmarlo. Y lo logra, sin duda. De honda, de fuerte expresión en el autorretrato. El arte es una obra dura y angustiosa yeso está en la cara del pintor. Con una difícil facilidad. No sin matices de positiva temura, la sólida caracterización de este retratista, aparece también lograda en La Madre. Trujillo es brillante, de dibujo nervioso y vivaz, de positiva riqueza en el color. Su tendencia decorativa está en los dos retratos que presenta más contenido que en otras obras suyas, siempre de paleta de amplia imaginación, de manera muy personal, con una amable armonía. Daguet ofrece un buen retrato en El hombre de la pipa y confirma su sólida calidad en el cuadro Contraste, de tema ambicioso y expresivo. A la lista de retratistas deba añadirse León Cano, con un correcto lienzo. Los paisajistas tienen una excelente representación con Guillermo Jaramillo, cuya obra va depurándose y afirmándose dentro de las Iíneas personales de sus lienzos anteriores. Jaramillo tiene una singular facilidad para captar la luz tropical. Tejares, muy limpia de líneas, es un acierto de luz del paisaje de tierra fría. Y no parece cosa fácil, a lo menos no es frecuente, lograr esa luz que hay que coger directamente, sin demasiados maestros que la hayan ensayado. Erwin Kraus, el excelente acuarelista, ha presentado buenos óleos: Río Bogotá y Nubes de lluvia, que acreditan su afición y acierto en el tratado de los tonos sombríos. Pinilla Jiménez, Bernal, Trujillo, Largacha, entre otros, completan la lista de paisajistas. Buenas maestras de pintura de género las ofrecen Dolcey Vergara con el Trapiche, y Alicia Cajiao, con Vendedoras. En pintura decorativa o de franco sentido decorativo, deben citarse a Rafael Caballero, los frescos de Julio Fajardo, y algún otro, donde no es difícil ver la influencia del arte moderno de Méjico. Han concurrido, con escasas obras acuarelistas y pastelistas. Heinz Wallemberg envía unas correctas aguadas. En la escultura debe recordarse una excelente talla en madera de Josefina Albarracín, El Indio de Sibundoy, de Julio Abril y los bronces de los Rozo. Como nota general, un positivo decoro, una seria elaboración y un apuntarse en unos, y otros confirmarse, excelentes temperamentos de pintor. Fuera de concurso, el maestro Gómez Jaramillo, envía un desnudo, muy de su personal manera, con contrastes muy estudiados de color, y un magnífico retrato de los hermanos León y Otto de Greiff.


El fallo sobre el 11Salón Eduardo Zalamea Borda El Espectador, octubre 20 de 1941.

SERGIO TRUJILLO MAGNENAT Retrato de doña Sara Dávila de Trujillo Oleo, 1.20 x 0.87 m Medalla de oro, pintura Colección del artista

Esperábamos conocer el fallo del jurado calificador del 11Salón Anual de Artistas Colombianos -que en lo sucesivo llamaremos IISAAC-, para expresar nuestra opinión sobre este acontecimiento. Quizá, nos decíamos, la decisión del jurado aclare muchas de nuestras dudas y remedie la dolorosa sensación de pesimismo que experimentamos al contemplar las obras expuestas. Desgraciadamente no ha sido así. El jurado, que no explica las razones de su determinación final, ha otorgado el primer premio a la obra Interludio, cuya técnica y realización no son especialmente afortunadas. La impresión que este lienzo nos comunica es de glacial frialdad y falta de emoción pictóricas, debidas a su platitud, a su "ficticia verdad" elemental. Pero esta sencillez no es la del objeto o el personaje pictóricamente desnudos, sino la de cuanto carece de vida en sí mismo y en su proyección artística; de lo que no traspone al espectador, estableciendo una comunicación, de acuerdo con el principio: "Ver, es comprender, juzgar, transformar, imaginar, olvidar, u olvidarse, ser o desaparecer". Y ante Interludio -primer premio de pintura deIIlSAACno acontece nada, como sucede a quien mira una simple y "bonita" bicromía. Ajustándonos a lo anterior, encontramos más vivos y más pictóricos los cuadros favorecidos con el segundo y tercero premios. El Retrato, segundo premio, muestra seguramente mayor maestría, más seguro dominio de la técnica, y aunque en él son claramente perceptibles las influencias que siempre han sido predilectas de su autor, tiene más color y más vida que Interludio. Otro tanto, pero dentro de una técnica más fresca, podría decirse del Retrato de César Uribe Piedrahita, tercer premio, obra de palpitante realismo, pero cuyo color no acaba de convencernos ni halagamos. Las obras de Acuña, en que se mezclan el "puntillismo" y las influencias de la pintura mejicana, son agradablemente decorativas. Ignacio Gómez Jaramillo envió alllSAAC su excelente, fuerte y lírico Retrato de los Hermanos De Greiff, y un robusto, caliente desnudo, obras que reafirman el sitio eminente que ocupa en la pintura colombiana.

Pierre Daguet Premio al mejor expositor extranjero Jurado de admisión I Salón

Eduardo Carranza Jurado de calificación 11Salón

En nuestra opinión -somos apenas gente que barrunta muy poco de pintura--Ia determinación del jurado al declarar desierto eIIlSAAC, en cuanto a escultura se refiere, ha debido extenderse a la pintura. Con las explicaciones anotadas, los lienzos no son superiores a los bronces y maderas, sino en cantidad. A este propósito merecen destacarse las consideraciones que sobre la obra de Josefina Albarracín hizo el padre Ospina, y que estimamos muy juiciosas.

y, para terminar, un pequeño reparo: ¿por qué esa fea cicatería de "prestar" al público los catálogos y reclamárselos urgentemente a la salida? ¿Con los mil pesos qué ahorró este año el Ministerio en premios no se habría podido hacer una edición suficiente? Reiteramos el ofrecimiento que El Espectador ha hecho de estas columnas a cuantos deseen expresar juicios, opiniones e inclusive pasiones, sobre este melancólico IISAAC.

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La Segunda Exposición de Artistas Colombianos Jesús Alberto Misas El Colombiano, octubre 24 de 1941.

Es digno de mención este certamen de cultura nacional, en donde se rinde tributo a las artes plásticas, tan casualmente valoradas. Ello tiene un significado más sólido para encontrar una definición de los fenómenos estéticos actuales y cuya responsabilidad le ha sido encomendada a quienes por uno u otro rango artístico y emocional fueron designados miembros del "jurado calificador". No es el hecho único de catalogar tendencias y formas, ritmos y composiciones, colorido y técnicas, en escalafones de primero, de segundo o de tercer grado; ni es tampoco un veredicto de certamen, título alguno para garantizar la prioridad de la obra en la incompleta inducción de un cuadro. Conociendo los nombres del "jurado calificador", no podrá decirse que dentro del ambiente intelectual que nos circunda se lograra aportar nombres de más prestancia en las letras colombianas y de más refinados, aunque opuestos pareceres. En esto último reside, precisamente, el mérito de su corporación en función artística. Sólo un crítico de pintura se incluyó en el jurado: el padre Eduardo Ospina S. J., de cuyas severas disciplinas estéticas tenemos conocimiento merced a sus trabajos en la Revista Javeriana.

JULIO ABRIL Indio del valle de Sibundoy Talla en madera Mención de honor, escultura Colección privada

Por lo que respecta al acta del jurado, debe ser mencionado el certero juicio crítico de los señores Gustavo Santos y Luis Vidales, quienes acordaron adjudicar el primer premio al retrato pintado por Carlos Correa, nuestro gran artista incomprendido. Verdadera pintura que refleja vigorosamente la concepción de lo que debe ser un retrato en nuestra época, es el trabajo que Carlos Correa ha exhibido en el Segundo Salón de Artistas Nacionales. No sabemos por cuál razón -si omitimos una forma colorista y amaneradase le ha calificado a Correa en tercer lugar, cuando su obra, de las tres que fueron premiadas, es la única que presenta factura de pintura al óleo. Recorriendo la trayectoria de los artistas favorecidos, bien puede considerarse a Correa como el más fiel representante de la expresión colorista en el serio significado de la palabra, puesto que Santiago Martínez Delgado y Sergio Trujillo no son sino exquisitos y refinados ilustradores de revistas; que siempre han estilizado, formalmente, figuras retóricas y temas meramente literarios. En la obra misma ofrecida por ellos, puede afirmarse la opinión que nos guía. Veamos esto con un criterio desprevenido en las palabras del eminente crítico don José Pral: "Tremendo contraste con este pintor abstracto y oriental-se refiere a los odismos japoneses de Gonzalo Ariza- ofrece Correa enérgico captador de formas concretas, exaltadas por un espíritu dogmático y violento, que contrapone al mundo convencional, tradicionalmente admitido, la afirmación de la verdad agresiva de las cosas escondida en la trama de lo cotidiano. Es un retrato vigoroso, el que nos ofrece Carlos Correa, el del doctor Cesar Uribe Piedrahita, circundado por un tono de fondos sombríos y característicos, una figura llena de la elaboración dramática del pensamiento". Juicio bien acertado para quienes conocemos la obra incomprendida, no puede omitirse cuando se trata de rendirle un tributo de admiración a Carlos Correa, sobre todo en este momento actual para encontrarle una definición a su espíritu emotivo. 18

DOLCEY VERGARA El trapiche Oleo, 1.80 x 1.30 m Medalla de bronce, pintura Colección del artista

CARLOS DUPUY Kristian von Kroogh Pastel, 0.50 x 0.30 m Mención de honor


Pero no es menor en interés crítico lo que don José Prat ha dicho de Martínez Delgado -en relación con lo que nos proponemospues la fuerza literaria de la obra misma lo ha conducido a describir en forma narrativa meramente objetiva, el cuadro ilustración que pintó Martínez: sobrio en equilibrios de composición y de color, obtenidos en cuanto a este último en desbordantes y armónicos contrastes, ofrece una obra de positiva belleza: Interludio. El contraste está también en la composición entre la serena sobriedad de una anciana, que hace descansar sobre su negro vestido un viejo infolio y la melancólica dulzura de una joven, vestida de un rojo muy entonado. El cuadro está cuidadosamente estudiado: trabajado con amor e inteligencia. Su efecto de color, muy brillante. Una dulzura romántica lo envuelve y le da particular "atractivo". Parece que con el anterior juicio no se ha querido sino invertir los papeles. Martínez Delgado ha sugerido con su obra los mismos arrebatos literarios, tal como son los arrebatos plásticos que a él le sugieren las obras de poetas y cuentistas publicadas en la revista Vida. De Sergio Trujillo ha dicho el mismo crítico: "Trujillo es brillante, de dibujo nervioso y vivaz, de positiva fineza en el color. Su tendencia decorativa está en los dos retratos que presenta más contenido que en otras obras suyas, siempre de paleta de amplia imaginación, de manera muy personal y buscando una amable armonía. Como podrá verse, Trujillo no es más que un decorador de formas humanas." En síntesis, no es corriente que dos artistas decoradores resulten favorecidos en una exposición de pintura al óleo, de pintores puros, como si dijéramos: pues bien está que ellos se hubiesen llevado el premio de artes decorativas, aunque se hubiesen servido del color al óleo, que no es propiamente el indicado para tales efectos. Nadie tratará de negarles méritos a las ilustraciones de Martínez Delgado y de Sergio Trujillo, pues bien reputada es la personalidad artística de ambos en este sentido estético cuando el uno recurre a los pliegues y sombréis en telaraña y el otro compone grupos y estiliza músculos con refinada habilidad ilustrativa. Más, cuando tratan de pintar sólidamente, dejan adivinar su habitual condición ilustrativa, como se han identificado en ambas obras premiadas, por esa cantidad de trapos ajados que han pintado para recurrir a la línea, de la cual ya no les será posible prescindir. En ambos lienzos, cualquiera podrá observar el recurso ilustrativo que los artistas encontraron en las faldas de las mujeres por ellos pintados y en los inexpresivos rostros, que más recuerdan láminas o "afiches" que verdaderos cuadros al óleo. . Lo anterior es la resultante de que en el plano de las comparaciones no son parejos los valores comparados, puesto que las obras premiadas como pintura requieren un enfoque diferente al que les ha dado, tal cual es el de ser meras ilustraciones; una de ellas romanticona y preciosista; ambas recargadas de esmaltaldas vestiduras, exhibidas sobre maniquíes estilizados. No ocurre lo propio en la obra de Carlos Correa, ni en el retrato por él exhibido ni en toda su trayectoria artística. Al hablar de Correa, no se sabe por qué se quisiera pensar de él lo mismo que un crítico dijera de José Gutiérrez de Solana: "Ayer, Solana era el escándalo obligado de las exposiciones; hoy Solana es el pintor obligado de quien no puede faltar, en sitio preferente, una procesión, unos toreros, un cesto de ropa sucia; una España negra y ocre y sanguinolenta y cárdena". En la obra de Correa para la segunda exposición de artistas, se recuerdan los retratos de Váquez Díaz y de Gerardo Lahuerta; pinta con un sentido espiritual de la materia: de lo que ha sido denominado "la materia" en pintura. Es la primera vez que en un certamen de arte le confieren un tercer premio; podrá lIamársele incomprendido, más no "panurgista" en la acepción de Camile Mauclair; Carlos Correa es el más joven y el más consciente de los artistas colombianos que exhibieron obras en la segunda exposición de pintura.

El Segundo Salón de Artistas Colombianos Andrés Pardo Tovar Revista de las Indias, noviembre

17 de 1941.

Con alguna frecuencia, las manifestaciones de la actividad artística colombiana suscitan enconadas polémicas y determinan la ebullición de los fondos secretos del subconsciente colectivo: surgen así corrientes aviesas y turbulentas, que enturbian la visión de la realidad y condicionan momentáneamente el pensamiento a circunstancias de tiempo y lugar ya peripecias sentimentales y afectivas de índole estrictamente personal. Ya que no el clima físico, el intelectual de este altiplano continúa siendo típicamente tropical, en cuanto nuestra sensibilidad prima frecuentemente sobre las facultades superiores del espíritu, impidiendo la marcha serena del análisis y la elaboración de una crítica constructiva. Y así, no existe en nuestro país un solo artista que no haya sido exaltado por sus amigos a vertiginosa altura y condenado por aquellos que no simpatizan con su obra, a la pérdida de todos sus derechos de artista. En nuestro medio y en nuestro tiempo no es posible establecer una escala de valores artísticos, en cuanto en la apreciación de la obra de arte muy pocas veces predomina el análisis reflexivo e impersonal. Esta situación se agudiza cuando se trata de una competencia nacional de la magnitud y trascendencia del Salón Anual de Artistas Colombianos. Surgen entonces oscuros episodios de incomprensión y de malevolencia, gestos y ademanes de inaudita violencia, yactitudes espirituales muy poco elegantes, nada artísticas. Pero de este ambiente de agitación e inconformidad, que es transitorio, se derivan por lo general frutos muy interesantes para la cultura del país: ora el descubrimiento de una nueva capacidad artística, ora un concepto más depurado y sincero de la obra ya consagrada o la rectificación generosa de anteriores errores de apreciación. Y lo que es más interesante, una visión de conjunto en que se dibuja el panorama de la vida espiritual de un pueblo en un determinado momento de su evolución. Volviendo a la crítica de arte, es preciso anotar que en realidad de verdad, esta manifestación de alta cultura no existe entre nosotros en su forma positiva y creadora. El crítico artista, cuya apología escribiera Wilde en dos de sus maravillosos ensayos, flor extraña de civilizaciones maduradas por el tiempo y por la tradición. Tanto es así, que cuando surge uno de ellos, el siglo toma su nombre: el siglo de Sainte-Beuve, o el de Pericles, el remoto precursor de esta maravillosa forma del pensamiento interpretativo. En realidad, la crítica de arte no ha existido nunca en Colombia; ni la crítica de artes plásticas ni la crítica musical, por la humilde razón de que en nuestro país no se ha producido nunca una floración de obras pictóricas, escultóricas o musicales en número y calidad suficientes para determinar la aparición de una verdadera escuela crítica. El hecho de que entre nosotros no existan verdaderos críticos de arte, o mejor dicho, el hecho de que los críticos de arte, en potencia próxima de actuación escrita se reserven sus opiniones o se

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limiten a enunciarlas verbalmente, es imputable también a otro factor muy frecuente en nuestro medio: la confusión que nos lleva a identificar al erudito y al hombre culto, considerando la cultura y la simple erudición como conceptos equivalentes e inclusive como términos sinónimos. Olvidamos a menudo que la cultura no consiste en la simple acumulación de conocimientos sino en su incorporación a la propia conciencia, en su elaboración mental y en su orientación hacia la actividad creadora. De aquí, el que la mayor parte de los eruditos colombianos, en su afán de atesorar conocimientos, hayan presentado una obra que resulta raquítica si se compara con su saber y con sus capacidades. Otro factor que contribuye también a la desorientación de que adolece el gran público en achaques artísticos, es el hecho de que aún no hemos comenzado a elaborar una escala de valores, como queda dicho. Y así, llamamos maestro al musiquillo de las serenatas de arrabal y maestro, a la par, al autor de una sinfonía, al compositor consciente de su misión espiritual y de la dignidad del lenguaje sonoro. Maestro al dibujante de letreros comerciales en azul de Prusia y maestro también al autor de un lienzo en que se inmoviliza, en un éxtasis de color, el contorno espiritual de una figura humana o el cromático mensaje de la naturaleza. Y esta profunda observación, que tomo del incomparable repertorio psicológico de Octavio Amórtegui, nuestro maravilloso poeta bogotano, bastaría a explicar muchos fenómenos que en periódico rodar se suceden en nuestro mundillo artístico. Existe, sin embargo, en Colombia un panorama de opiniones más o menos conscientes y documentadas o más o menos arbitrarias y apasionadas sobre el arte. Horizonte que puede subdividirse, a derecha e izquierda, en dos grandes bandos: los que opinan con los hedonistas y estéticos franceses e ingleses de la segunda mitad del siglo pasado que el arte se basta a sí mismo y que es tan sólo un simple juego entre las potencias sensitivas y las espirituales -imanes de Schiller!- y los que opinan -remontándose al Peripato- que lo bello se relaciona estrechamente con lo bueno y con lo verdadero. Queda por determinar, sin embargo, qué puede ser lo bueno o lo verdadero, en la esfera del arte, como no sea todo argumento o toda realización bella. Otra división que podría establecerse al respecto, es la de los amigos incondicionales de lo nuevo y la de los intransigentes admiradores de lo antiguo. Fanatismos de antaño y fanatismos de hogaño. Anticuarios y "snobs". En cualquier zona del planeta es muy raro encontrar temperamentos ecuánimes, inteligentemente eclécticos por decirlo así, y muy escasos a este respecto los individuos que opinen sobre bases objetivas, ajenas a las simpatías o a las antipatías artísticas del momento. Pasando, porque ya era tiempo, al Segundo Salón de Artistas Colombianos, conviene dejar establecido un hecho y sentada una conclusión: en realidad, al concurso no se presentaron sino muy pocos de nuestros artistas ya consagrados. Pero esta observación, que en boca de muchos se ha convertido en un reproche y una queja, a otros tantos nos ha llevado al descubrimiento de nuevas orientaciones, nuevos puntos de vista, nuevas interpretaciones de la forma y del color. Sorpresas muy gratas que compensan la pobreza numérica de las obras exhibidas. No hablaré aquí, al menos muy por extenso, de cada una de las obras exhibidas. Y de antemano pido que la ausencia de un nombre, en este comentario, no se atribuya a desvío mental de mi parte. O a mala voluntad de crítico dogmatizante. Porque estimo que la crítica de arte, hoy por hoy, no puede ser otra cosa que una confidencia sincera. Voy pues a hablar de mí a propósito del Segundo Salón de Artistas Colombianos. En mi sentir, el cuadro de Santiago Martínez Delgado -Interludiono ha sido comprendido en toda su emocionante significación. En

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primer plano, la fina cabeza de una mujer joven surge, como de un pedestal, de los pliegues del ropaje -amplios y nobles-; en segundo plano, la imagen de una anciana proyecta su mirada, amorosamente, sobre la figura juvenil. Y así, a más de trabajar con amor la imagen de la madre y de la esposa, el artista simboliza en ellas dos épocas, dos conceptos de la vida que se funden en la unidad superior de la obra de arte. El lienzo de Martínez Delgado emociona por su intención, por su realización y por su absoluta sinceridad. ¿Defectos? Aquí me permito ceder la palabra a los que califican el Segundo Salón como un fracaso absoluto. El retrato de Sergio Trujillo, busca ante todo la caracterización de un tipo femenino, y, al mismo tiempo que celebra un momento inolvidable en la vida del artista, condensa la emoción del blanco sobre los verdes de un fondo decorativo y sugerente. Algo como una inspiración nórdica -sinfonía en blanco y verdemaralienta en medio del inquietante reposo del lienzo. Gómez Jaramillo, en este Segundo Salón, presentó su retrato de los hermanos De Greiff, a más de una obra inédita: un desnudo en que inclusive todos aquellos que no simpatizamos con su estilo ni con sus procedimientos, hemos reconocido un no. table adelanto técnico. Y lo que vale más, un acento más humano, más sincero. Otro lienzo notable es el óleo Río San Francisco de Gonzalo Ariza, tipo de artista único en nuestro medio, en cuanto nutrió su espíritu en los ideales y procedimientos pictóricos del Japón, donde residió durante varios años. Su obra está concebida dentro de una visión orientalista de los seres y de las cosas que, en realidad, es muy difícil de sentir y de apreciar para la generalidad del público, como que presupone una educación previa de los hábitos visuales en sentido analítico y dentro de la proyección plana del arte pictórico nipón. Heladio Vélez remitió también al salón dos obras que han sido generalmente apreciadas: un autorretrato y un retrato de la madre del artista. En ambos lienzos, un colorido muy original envuelve todas las tonalidades dentro de un ambiente esfumado en la gama del gris. No faltaron en el Segundo Salón obras en las cuales es notoria y ostensible, ora la.inexperiencia de sus autores, ora su ingenuo sentido de la forma y del color. Tambiém, algunos temples, pasteles y aguadas; entre los primeros sobresalían por su acento luminoso dos paisajes de Guillermo Jaramillo. Dentro de lo que pudiéramos llamar la "obra menor" presentada a la exposición, destacaré tres obras muy sugerentes: la primera, un óleo de reducidas dimensiones enviado por Simón Meléndez Caballitos de Ráquira en que se adivina la influencia de los ensayos surrealistas de Salvador Dalí. En esta obra realiza el autor un notable estudio de sombras transparentes y contrastes cromáticos. Absalón Guevara, otro distinguido artista joven, exhibió un óleo Los sauces en que se interpreta, con extraordinario sentido de la plástica del paisaje, una de esas inolvidables rinconadas de nuestra Sabana de Bogotá: en esta obra, Guevara realiza, dentro de una deliciosa armonía de tonalidades verdes, una estilización muy acertada de las arquitecturas vegetales. Una acuarela de Merino, otro muchacho que sabe sentir el color y la forma con originalidad y frescura, representa en mi sentir una adquisición definitiva: La niña de las flores emociona en verdad por su deliciosa ingenuidad, su armonía de color y acertada construcción de la figurita central. Fuera de catálogo podría situarse un cuadrito costumbrista de Ramírez Fajardo, un niño que comienza a pintar, pero que a pesar de su inexperiencia, y tal vez gracias a ella, nos convence y subyuga con la profunda verdad de un delicioso Mercado pueblerino.


La obra de los pintores extranjeros, en el Segundo Salón, fue interesante y variada: sobresalieron por su acento sincero y su técnica depurada los lienzos de Erwin Kraus y Pierre Daguet, dentro de un concepto muy decorativo de la composición y del color. Scandroglio presentó un óleo trabajado a espátula, que constituye algo más que un simple ensayo neo-impresionista. Acerca de la obra de Correa -un notable retrato del doctor César Uribe Piedrahítade factura muy personal y que considero más valioso todavía como documento psicológico que como pintura, se han emitido contradictorios conceptos que no sería oportuno comentar aquí. Lo que sería imposible negar a este artista es un innegable progreso sobre su producción anterior.

Sergio Trujillo Magnenat Premio de pintura, salones 1, 11

Diploma, medalla de bronce, pintura Dolcey Vergara

Para resumir, y así obedezco a ese afán de generalización tan característico de la mentalidad colombiana, anotaré cómo la obra de este grupo de pintores jóvenes constituye algo más que una promesa, en cuanto la vida se extiende ante su mirada, propicia al esfuerzo, abierta a la voluntad de perfeccionamiento y pródiga en sensaciones y motivos. ¿Por qué dudar? Para depurar su estilo, para alquitarar más y más el concepto que acerca de la belleza y de su realización estética poseen hoy en día, los artistas del Segundo Salón de Artistas Colombianos disponen de tiempo y de espacio. Es claro, y con esto quiero terminar, que en el salón no faltaron artistas que continúan copiando mediocremente a los mexicanos Rivera y Orozco, o imitando a Van Gogh o inspirándose en los impresionistas franceses. Esto, que a muchos fastidia, es un fenómeno universal que se presenta siempre, y en especial en todas aquellas etapas históricas en que la humanidad hace un alto para reflexionar o simplemente para vivir. Desorientada entonces, aparentemente, busca de nuevo la belleza, que es eterna y la misma en esencia, aunque sus manifestaciones no concuerden: siete colores distintos integran, al fundirse, el milagro de la luz.

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111Salón Anual de Artistas Colombianos

El escándalo suscitado en este 111 Salón impidió todo juicio crítico acerca de las obras que lo conformaron. Ataques y justificaciones acapararon la atención de los medios, y nadie se ocupó ya de intentar una apreciación objetiva. Fue un salón sin crítica y en crisis. La Anunciación de Carlos Correa, la pintura que el ministro Nannetti había ordenado retirar el año anterior, fue introducida irregularmente en la exposición con el nombre de Desnudo y premiada por el jurado calificador. Sentando un precedente pernicioso, la Curia Arquidiocesana solicitó el retiro de la obra. Los sacerdotes comisionados por el arzobispo de Bogotá para emitir concepto sobre el cuadro de Correa llegaron a recomendar, invocando los artículos concordatarios sobre religión, moral e instrucción, que los obispos "envíen delegados al menos para inspeccionar las obras admitidas a cualquier exposición pública. " En consecuencia, el ministro de Educación Ambal Fernández de Soto, cinco días después de la inauguración, dispuso otra vez el retiro de la obra y una nueva convocatoria del jurado calificador para que otorgase el primer premio a otra obra de Correa. El jurado Gustavo Santos renunció en una larga carta explicatoria, en la que denunció además la inclusión en el salón, a última hora, de "un nuevo conjunto de obras algo menos que pésimas" (El Tiempo, octubre 19). Otro jurado, Eduardo Zalamea, se preguntaba: "¿Es irreligioso el cuadro de Correa? No sólo no es irreligioso, sino inspirado en un nobilísimo, puro sentimiento religioso ... " En el catálogo, el director de Extensión Cultural, Achury Valenzuela, se refirió a "las naturales dificultades que sobrevienen anualmente con motivo de la apertura de este certamen, que casi siempre provienen de quienes, por razón de su prestigio y autoridad en el arte nacional, estarían mayormente obligados a prestar su colaboración ... ". y observó "algunas ausencias voluntarias, cuya causa no quisiéramos atribuir a desmedida soberbia o engreído desdén. " A dos meses de la iniciación del segundo gobierno de Alfonso López Pumarejo, el Salón fue ocasión para que la oposición atribuyera al régimen la premiación de un cuadro "sacrílego". La periodista Emilia Pardo Umaña inició la dura campaña contra La Anunciación.

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JOSE DOMINGO RODRIGUEZ Angustia Escultura en granito Primer premio, escultura Colección Museo Nacional

Fecha: octubre 12 a noviembre 12, 1942. Sede: Biblioteca Nacional, Bogotá. Organizador: Dirección de Extensión Cultural y de Bellas Artes, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 52. Obras: 74. Jurado de admisión: Rafael Duque Uribe, Antonio García, Delio Ramírez, Luis Vida les y Darío Samper. Jurado calificador: Camilo Mutis Daza, Eduardo Zalamea Borda, Roberto Suárez Costa, Ignacio Gómez Jaramillo, Gustavo Santos (renunció después del fallo) y Rodrigo Jiménez Mejía. Premios: Pintura: 1Q $1.000, Carlos Correa, Naturaleza en silencio, La Anunciación 2Q $500: Gonzalo Ariza, Día frío, Sabana. Medalla de oro: Luis Alberto Acuña, Mascarada, Placita colonial. Medalla de plata: Dolcey Vergara, La danza. Medalla de bronce: Alicia Cajiao, La negra Simona. Menciones honoríficas: Roberto López Ocampo, Eva; Enrique Wiesner, Brisas del mar Atlántico; Roberto Zárraga, En el río; David Parra, Retrato de la señora Alicia Aljure de Sandoval. Escultura: 1Q $1.000, José Domingo Rodríguez, Angustia, 22 $500: Carlos Reyes Gutiérrez, Cabeza de doña Lita Batman de Aragón. Medalla de oro: Alonso Neira, Reposo. Medalla de plata: Miguel Sopó, Serenidad. Medalla de bronce: Desierto. Menciones honoríficas: Desiertas


La intervención del Señor Arzobispo en lo del cuadro de Correa

El Catolicismo, octubre 9 de 1942.

contrario un irrespeto que ha ocasionado verdadero escándalo entre los visitantes de la exposición. Usía tendrá la bondad de informar a este despacho del resultado de esta comisión para tomar las medidas que el Prelado estime conveniente. Dios guarde a S.S. muchos años. EMILIO BRIGARD, Secretario, L.C. 15 de octubre de 1942

Apenas tuvo noticia la Curia Primada del escándalo causado por el hecho de haberse exhibido en el 111 Salón de artistas colombianos, exposición promovida por el Ministerio de Educación Nacional, un cuadro del señor Carlos Correa, que ya había sido rechazado otra ocasión no sólo por sus defectos artísticos, sino también por contener una grave ofensa contra los más sublimes misterios de la religión católica y contra la decencia pública, el Exemo. Señor Arzobispo Primado se apresuró a nombrar una comisión encargada de estudiar el caso, y de rendir al Prelado un informe detallado, que permitiera a éste obrar en conformidad con las disposiciones del Concordato. Dicha comisión estuvo presidida por el canónigo Monseñor Jorge Murcia Riaño, sacerdote de vasta cultura, quien ha cultivado sus marcadas aficiones artísticas en repetidos viajes al exterior, donde ha visitado con fruto los más notables monumentos y museos artísticos del mundo, por el presbítero doctor Juan Crisóstomo García, eminente escritor, académico de la lengua y de la historia, erudito crítico de arte que desempeñó por mucho tiempo la cátedra de historia del arte en la escuela de Bellas Artes de la ciudad; y por el R.P. Eduardo Ospina, S.J. especializado en estudios artísticos en varias academias de Europa, y autor de notables escritos sobre arte, publicados en la Revista Javeriana, y recibidos con grandes alabanzas por la crítica del país y del exterior. Difícilmente podría hallarse un personal más competente para juzgar del caso que ha producido tanta inquietud en los círculos artísticos y religiosos de la ciudad. La comisión, después de un maduro estudio, rindió su informe al Exemo. Señor Arzobispo, quien a su vez intervino ante el Exemo. Señor Ministro de Educación Nacional, para pedir, en cumplimiento de las disposiciones concordatorias, que dicho cuadro fuera retirado de la exposición, y revocada la adjudicación que se le había hecho del primer premio, gracias a ciertas maquinaciones no muy dignas, de que dio cuenta la prensa de la ciudad. El señor ministro de Educación ordenó retirar el cuadro y revocar la adjudicación del premio". Damos a continuación los documentos de la Curia Primada a que hemos hecho referencia: Arquidiócesis de Bogotá. Gobierno Eclesiástico. Secretaria. Bogotá, 14 de octubre de 1942 Reverendísimo Monseñor Jorge Murcia Riaño. L.C. Tengo el honor de comunicar a su Señoría que el Prelado lo comisiona para que en asocio de dos sacerdotes conocedores de arte religioso se sirva visitar la exposición de artistas colombianos, en la Biblioteca Nacional, donde figura un cuadro denominado Anunciacióncuya moralidad, se ha tenido noticia, no corresponde al tema sagrado a que parece referirse sino que constituye por el

Exemó. y Rvdmo. Señor Arzobispo de Bogotá. E.S.P.

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Exemo. y Rvdmo. Señor: El primero de los suscritos recibió ayer de V.E.R., mediante oficio de la Secretaría del Arzobispo, la comisión de visitar, en asocio de dos sacerdotes peritos en arte religioso, la exposición de artistas colombianos que se ha innaugurado recientemente, e informar enseguida a V.E.R. acerca del cuadro al que se ha conferido el primer premio y por cuya sola admisión ha recibido la Curia Primada numerosas manifestaciones de indignada sorpresa. Para dar inmediato cumplimiento a la comisión de V.E.R. el primero de nosotros pidió al doctor Juan C. García y al R.P. Eduardo Ospina S.J. lo acompañaran en el desempeño del referido cargo. Quiso asociarse a dos eclesiásticos, cuya pericia en cuestiones artísticas diera a su concepto un valor indiscutible. El juicio conjunto que nos ha merecido el lienzo nombrado Desnudo presentado por el pintor don Carlos Correa en el Salón de Artistas Nacionales (octubre 1942), lo hemos emitido después de examinar dicho cuadro con el cuidado que requiere un concepto responsable; por ese examen hemos formado las apreciaciones que expresamos a continuación: Como por las circunstancias personales de nuestra vida, aplicada la de los dos últimos por largos años al estudio histórico y crítico del arte y señalada la del primero por algunas aficiones artísticas y por conocimientos adquiridos en viajes por diversos países, suponemos que no se nos pide solamente un parecer sobre el aspecto pedagógico y moral, creemos corresponder mejor al deseo de V.E.R. si consideramos el tema de estudio en este triple aspecto: 1, Concepto artístico del cuadro Desnudo, 11, Concepto pedagógico; 111, Concepto religioso moral. l. Concepto artístico Este aspecto se puede considerar en cuanto técnico y en cuanto estético. El aspecto técnico de la obra en consideración no se impone como una cosa indiscutible. Tanto en éste como en cuadros anteriores de este pintor joven hemos echado de menos el verdadero dibujo pictórico. Como todavía no ha dominado suficientemente el procedimiento de la pintura al óleo, no dibuja con superficies coloridas, como los pintores expertos, sino con líneas oscuras que las enmarcan: este es un defecto elemental. Pero aun así esas líneas no reproducen las formas realistas de las cosas: tiene frecuentemente en su disposición las incorrecciones que en lenguaje técnico se llama desdibujo, como aparece en las diversas partes de las figuras humanas. A estas deficiencias de dibujo se añaden notables imperfecciones de colorido: si se mira la combinación de los colores en esta obra se la puede calificar con estas notas características: agria y sombría. La primera neta se origina de los contrastes desapacibles dominantes en esta pintura, como la yuxtaposición de tonos ver-

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des y morados; la segunda nota proviene de la mezcla continua de los colores con tonos pardos con que da este pintor a los objetos, y especialmente a las carnaciones, una entonación terrosa y sucia. Creemos se debe añadir una tercera observación acerca de la luz en este óleo, ya que se trata de un interior en la proximidad inmediata de una ventana: una pupila de verdadero pintor no hubiera despreciado, como se desaprecia aquí el contraste impuesto por el rompimiento del fondo en la variedad de superficies de los objetos iluminados. La iluminación está imperdonablemente desvalorizada. El aspecto estético exige también graves reparos. Lo más visible de este aspecto está en relación estrecha con los defectos de técnica: los desdibujas producen deformaciones en las figuras; la entonación agria y sombría falsea los colores naturales. Debido a esos defectos estéticos que se advierten en toda la composición, el objeto del primer término, principal en la intención del artista, adquiere unas formas que acercan la figura humana a una figura animal, cubierta con la lividez gris, húmeda, viscosa de los cadáveres al entrar en putrefacción. Otro aspecto más interno en la concepción estética de esta obra, es decir, la relación entre la obscena figura del primer término y el dibujo de la ventana es cosa que se apreciará mejor por lo que más adelante diremos.

CARLOS CORREA La Anunciación (Desnudo) Oleo Primer premio. pintura Colección Extensión Cultural del departamento

De todas maneras no hemos querido dejar de hacer estas observaciones sencillas de crítica artística, porque se ha dado un hecho inexplicable para quien posea una centella de compresión del arte; esa monstruosa composición ha recibido el primer premio en el 111Salón de Artistas Nacionales. Uno de los jueces del jurado calificador, escribió luego en una publicación de Bogotá: "El Desnudo de Carlos Correa ... es una obra cuya belleza posee un elemento fundamental de desconcierto. Esto -se dirán silenciosamente cuantos lo admirenno se parece a nada de lo que he visto". Tal expresión tiene un sentido verdadero: el de una sangrienta ironía. 11.Concepto pedagógico Esta obra que el año pasado fue rechazada por el señor ministro de Educación, doctor Guillermo Nannetti y por el jurado de admisión del 11Salón de Artistas Nacionales, fue introducida subrepticiamente, según se ha dicho en el 111 Salón abierto en el presente mes; fue admitida, fue colocada en el puesto principal de la exposición y fue condecorada con el primer premio de $ 1.500. Las exposiciones de arte son una sección del Ministerio de Educación Nacional, y se proponen por tanto convertirse en un medio de educación para los colombianos. Por eso el Ministerio envía su invitación no sólo a las personas interesadas en el arte, sino también a los colegios y escuelas de la capital. De hecho los colegios y escuelas desfilan ante las obras expuestas, esperando encontrar en ellas obras de arte, es decir, obras que eleven por su belleza purificadora, obras que eduquen por el amor a la virtud, yen un pueblo católico como Colombia, podemos añadir, obras que nos divinicen por la belleza de las grandes realidades cristianas. Otras obras artísticas, quizás de alta técnica, pero que por sus temas escabrosos no educan, ni ennoblecen, podrían tal vez excusarse en los talleres de los artistas, pero jamás en un salón público visitado por la juventud y la niñez de un pueblo sano higiénica y moralmente. Porque esas obras en ese caso se hacen dañosas, deseducativas y corruptoras. Pero cuando ya no se trata de obras inmorales ejecutadas con habilidad técnica sino de obras obscenas de mala técnica en su factura, entonces esas obras son doblemente dañosas, deseducativas y corruptoras por su maldad moral y por su maldad artística: tal es en nuestro concepto el Desnudo de don Carlos Correa. Esa obra podrá mostrar cómo se pinta mal y cómo se exhibe la obscenidad en una mala pintura; pero no es eso lo que

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CARLOS REYES GUTIERREZ Cabeza de doña Lita Batman de Aragón Talla en madera Segundo premio. escultura

ALONSO NEIRA Reposo Terracota Medalla de oro Colección Rodrigo Echavarría

de Antioquia


esperan las generaciones jóvenes de Colombia ni la ha de ser eso lo que enseña en los recintos del arte el Ministerio más importante de la administración que rige a la patria. Por tanto, aceptar esa obra para una exposición nacional es una indignidad; darle un puesto preferente en la exposición es una aberración insana; premiarla y con el primer premio, es una perversión anormal; sufrir que continúe en ese puesto de honor es una complicidad punible, es un crimen contra lo más delicado y vital de la patria que es la niñez y su juventud. Pero con ser todo esto tan grave, no es sin embargo lo más grave; la mayor gravedad del caso está en su aspecto religioso y moral.

111Concepto religioso-moral

DOLCEY VERGARA La danza Oleo, 1.30 x 1.60 m Medalla de plata, pintura Colección del artista

GONZALO

ARIZA

Día frío Oleo, 0.95 x 0.60 m Segundo premio, pintura

Gonzalo Ariza con su familia Premiado en los salones 111, VII

Este concepto se puede formular respecto al dogma cristiano, que le sirve de motivo, y respecto al artista que la produjo y al instituto que la expone en lugar preferente y la distingue con el primer premio. En su relación con el dogma católico aludido en esa composición esta es una sugestión odiosa y ofensiva que va mucho más allá de una procaz irreverencia y entra en la insensata perversidad de la blasfemia. Cuando fue presentada esa pintura alll Salón de Artistas Nacionales en 1941, llevaba el intencionado nombre de La Anunciación. Como tal nombre acusaba demasiado claramente el espíritu de la obra por el cual fue entonces rechazada, este año se ha vuelto a presentar allll Salón, la misma obra con el nombre cambiado. Solamente que un nombre se puede cambiar fácil y maliciosamente, pero un nombre cambiado no logra disimular la malicia objetiva de una obra. Pues bien: el sentido que el artista y el público ve en esa pintura es una pérfida y burda negación del gran misterio cristiano: La Encarnación virginal del Hijo de Dios. Este adorable misterio considerado como dogma central del cristianismo queda expresado en ese lienzo por formas caricaturescas que lo presentan como una necia impostura histórica: Colombia católica que venera ferviente a la Santísima Virgen María, Madre de Dios, y adora con convicción profunda a Jesucristo, nuestro Dios, queda exhibida en esa tela lúbrica como un país de imbéciles adoradores de la mentira y del pecado. [Oué latigazo brutal en el rostro de Colombia inteligente y religiosa! Pero los dogmas católicos no sólo son divinas realidades sino también temas de insondable belleza las verdades que forman el sistema completo de aquel dogma central, como la Trinidad divina, la Anunciación angélica, la Maternidad virginal, el Nacimiento milagroso, la Vida, Muerte y Glorificación del Salvador de su Santísima Madre, han sido los temas que en manos de los grandes genios y de los verdaderos artistas han creado inexhaustamente a través de los siglos la gloria incomparable del arte cristiano que reconocen con avidez y guardan con admiración aún las inteligencias elevadas no cristianas y aún los Estados que hostilizan a la Iglesia Católica. Profanar con una burla obscena estas bellezas divinas que arroban a los grandes artistas y a los espíritus suficientemente elevados es una labor insana, es una inversión morbosa de las capacidades humanas, labor más odiosa y demente que la de un ser degenerado que recorriera los templos y museos de los países cultos enlodando y destrozando las obras que glorificaron a Vásquez y Rivera, a Velásquez y Murillo, a Rubens y a Rembrandt, a Vinci, Rafael y Miguel Angel. Esta labor absurda y degenerada sería la profanación de los bellos monumentales materiales; pero la labor de un cuadro sacrfleqo es la profanación de las mismas realidades vivientes que se reflejan en los monumentos materiales del arte. y si se da en un artista la cortedad de talento que lo hace incapaz de comprender las realidades cristianas, siquiera como bellos motivos de arte y si se da en su obra la extravagante perversión de sentimientos que lo capacita para realizar tales desvaríos, cómo puede explicarse que esa demencia cultural contagie también a todo un jurado calificador de obras artísticas y no sólo admire las tareas de una obra deforme, sino que la prefiera a otras obras

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de arte verdadero y la presente como la primera producción del arte nacional? ¿Qué pensarán de nosotros los extranjeros que conocen la Capilla Sixtina o el Panteón de París y han contemplado los museos de Roma, Nápoles y Florencia, de Viena, Dresden, Munich, Amsterdam, Londres, París y Madrid? Realmente estos son motivos de consternación para todo espíritu que se preocupe por los problemas religiosos, educativos y sociales. Por lo que hace a nosotros, consultados sobre nuestro concepto acerca de estos hechos antes no vistos en Bogotá ni en Colombia, queremos sintetizar las conclusiones de este estudio en los puntos siguientes que sometemos con todo respeto a la consideración de V.E.R.:

º

1 Es necesario alcanzar que las autoridades competentes hagan retirar sin dilación el cuadro titulado Desnudo del pintor don Carlos Correa, presentado indebidamente en el 111 Salón de Artistas Nacionales. 2º Es preciso obtener de las mismas autoridades que se anule oficialmente la atribución del primer premio a dicha obra, atribución que incluye una gravísima injusticia para con otras obras de verdadero mérito y una apreciación insultante para la cultura de la capital y de Colombia. 3º Es igualmente necesario obtener que quede oficialmente descalificado el tribunal que confirió el primer premio a una obra rechazada por un jurado anterior, no presentada a jurado de admisión del presente año y absolutamente reprobada por los sentimientos religiosos, por el honor y por la decencia de los colombianos.

ALICIA CAJIAO La negra Simona Oleo, 0.92 x 0.78 m Medalla de bronce, pintura Colección del artista. Fotografiada

de catálogo

MIGUEL SOPO Serenidad Talla en piedra Medalla de plata, escultura Colección del artista. Fotografiada

de catálogo

4º Se impone tomar providencias en el futuro para que tanto en Bogotá como en otras ciudades de la República, las Curias episcopales envíen delegados al menos para inspeccionar las obras admitidas a cualquier exposición pública, pues siendo estas instituciones de carácter educativo, según la Constitución Colombiana, y el Concordato vigente pueden y deben ser objeto de la inspección de los respectivos ordinarios eclesiásticos en lo que atañe a la religión ya la moral. El artículo 13 del Concordato dice expresamente que "el Gobierno impedirá que en todos los ramos de instrucción se propaguen ideas contrarias al dogma católico y al respeto y veneración debidos a la Iglesia". Este es, pues, el concepto que nos hemos formado sobre la obra que por encargo de V.E. R. estudiamos con el cuidado que el caso requería. Dios guarde a V.E.R. muchos años. Jorge Murcia Riaño. Juan C. García. Eduardo Ospina S.J.

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Será Arte? Emilia Pardo Umaña El Espectador, octubre 14 de 1942.

Si la tercera exposición de artistas nacionales, que está abierta en la sala de la Biblioteca Nacional, no hubiera podido realizarse por cualquier inconveniente de última hora, nada hubiera perdido el mundo cultural de nuestra ciudad, y es probable que hubiese ganado mucho. Porque la gran calamidad de estos certámenes de arte es que son muy frecuentados por los extranjeros. Y, francamente no resulta del todo agradable pensar en que ellos van a salir de allí diciendo -con todo derecho, por desgraciaque el arte colombiano es algo, desde todo punto de vista, muy por debajo de la más incipiente idea de él. LUIS ALBERTO ACUÑA Mascarada Oleo, 0.90 x 0.70 m Medalla de oro, pintura Colección del artista

¿Tercera exposición de artistas nacionales? iVamos! Es por lo menos, en cuanto a lo de artistas, una exageración de a puño. ¿No existe un jurado de admisión? ¿Quiénes integran ese jurado? Resulta inverosímil pensar que la inmensa mayoría de las obras que se hallan allí expuestas, como la más alta manifestación del arte en Colombia, podría fácilmente ser superada en una sesión solemne de cualquier colegio de segunda enseñanza, por cuadritos de alumnas que no tienen ni sombra de preparación, ni de disposición, y ni siquiera de noción de la pintura. Qué cuadros tan espantosamente malos los que allí seven! Y son inmensa, son abrumadora mayoría! Exceptuando dos cuadros de Wiesner, de los cuales uno -La playa-- es una verdadera obra de arte; los dos lindísimos de Ariza y dos paisajes muy buenos de Krauss, tal vez no hay nada que valga ni un comentario ni una crítica. Pero, a pesar de ello, resulta lamentable que estos seis cuadros y la lindísima escultura de José Domingo Rodríguez --esa sí digna en verdad del primer premio que se lo otorgó-, estén en medio de un salón de adefesios, y de adefesios digo, porque hoy estoy llena de benevolencia.

Eduardo Zalamea

Borda (Ulises) Crítico Jurado de calificación 111Salón

Empero, hay artistas como lerda, como Sergio Trujillo, que presentan trabajos honradamente ejecutados. Trabajos que no debieron ser admitidos solo con las obras antes citadas. No se puede llegar, en arte, y bajo el absurdo pretexto de fomentar diz que la cultura, a abrir una tercera y sonada exposición de artistas nacionales, en la cual casi todo lo que se ve en los muros se debiera incinerar. Por lo demás, el jurado calificador también faltó de carácter. Muy bien el segundo premio otorgado a Ariza. Pero el primero, a un cuadro espantoso, e indecoroso, por añadidura, de un señor Correa, no han debido darlo.

Diploma, medalla de plata Dolcey Vergara

Ese cuadro no se debió exhibir. En primer lugar, porque conviene no olvidar tan fácilmente que Colombia es un país católico. El año pasado este cuadro fue rechazado porque, bajo el título de la Anunciación pretendian presentarlo. En este año le cambian el título, y le dan un primer premio de mil quinientos pesos. i No! La sociedad debiera protestar seriamente contra esto. El hecho de cambiarle el título no cambia en nada la mezcla venenosa y maligna de un vitral sagrado y un desnudo más que desagradable -y, más allí que en ninguna otra parte--, ejecutado, si mucho, para un salón de mala muerte. Hay algo muy grave en nuestro mundo artístico, o al menos entre algunos de quienes le integran: es una completa perversión del

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sentido del arte, del gusto, de la estética, de la moral. No es que esto sea arte original y moderno, ni nuevo, ni americanista. Es como si algo morboso y dañino, algo podrido bajo el pretexto del arte, estuviese corrompiendo el sentimiento de todo lo que es bello y de todo lo que es digno de ser admirado.

de que las disposiciones dictadas sobre el salón no se cumplen, pues aquí tenemos el caso de la obra premiada en esta ocasión, que con el nombre de La Anunciación fue rechazada del salón anterior. Según en reglamento "una obra rechazada o admitida anteriormente no podrá ser presentada de nuevo".

El desnudo ... El desnudo en sí, en pintura o en escultura, exige elementalmente, para que sea arte, un tan alto sentido de la armonía, tan perfecta gracia y tan sugestiva fuerza, que al mirarlo no se tenga nunca la impresión de haber cogido, sin saber como, un periodicucho de barriada, sino que se pasa sobre si a la idea pura del arte. El cuerpo humano desnudo en un sentido artístico, no puede ser repugnante, ni debe ser instintivamente desagradable.

Pero lo más curioso del caso está en que dicha obra tampoco fue sometida al jurado de admisión en esta ocasión. Adicho jurado se presentaron alrededor de ciento sesenta obras y fueron rechazadas ciento veinte, quedando constituida la exposición con cuarenta, entre las cuales el señor Carlos Correa presentaba dos, una que representa un bodegón, que se exhibe actualmente, y otra representando una composición con máquinas, obra que fue descolgada por los "duendes" y reemplazada por la famosa Anunciación momentos antes de que entraran los calificadores a premiar a está última.

y estos desnudos que llaman modernos y americanistas, jamás pueden mirarse con la idea clara de que eso es una expresión del arte. Siempre provocan el inmediato deseo de volverles la espalda. Es algo duro, acre, que encierra todo lo que en el hombre es barro y no espíritu. Y lo llaman arte, arte, que es justamente la reacción humana que aleja al hombre de toda idea morbosa, que la hace creerse, aun cuando fuera sólo por unos instantes, algo más que un vil animal. Ojalá todo esto no implique una baja mezcla en el arte que se esté formando en Colombia. Y felicitaciones a los artistas que tuvieron el buen acierto y el buen gusto de no enviar sus obras a esta tercera exposición, porque, entre cosas tan feas, repulsivas y cosas tan malas, que no resisten la menor crítica, siempre se sale perdiendo.

El 111Salón de Artistas Eduardo Zalamea Borda El Tiempo, octubre 16 de 1942.

Después de visitar el 111SAAC, nos queda un consuelo: no está allí representada la expresión exacta y cabal de lo que los colombianos producimos en pintura en el momento actual. En realidad se hallan ausentes de este salón la casi totalidad de los buenos artistas nacionales, de aquí que el conjunto presentado denote un nivel de cosa mediocre, de labor de aprendices. ¿Dónde están Miguel Díaz, Efraín Martínez, Gómez Campuzano, Eladio Vélez y todos los maestros de la escuela anterior? Solamente hemos hallado de aquel grupo una obra de Moreno Otero, de gran precisión en el dibujo y discreta y elegante distribución del color. Y entre los más modernos, Pedro Nel Gómez, Luis B. Ramos, Rodríguez Naranjo, Rodríguez Acevedo y Gómez Jaramillo tampoco han presentado nada. Parece que existe algún motivo oculto que aleja a los artistas consagrados, a los artistas de oficio, del único vehículo de contacto con el público aficionado que existe en el país. Nosotros tratamos de insinuar en la presente nota lo que en nuestra opinión es la causa de la abulia de nuestros artistas. En primer lugar el hecho de que se designe un cuerpo de jurados compuesto por personas que no tienen la más remota noción del oficio de pintor. Jurados compuestos en su mayoría por políticos, escritores, hombres de negocios, o poetas, y quienes en su respectiva profesión serán eminentes, pero que nunca en su vida han empuñado una paleta y un pincel. En segundo lugar anotamos el hecho

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De aquí la protesta sentada por los señores Antonio García y Delio Ramírez, jueces de admisión. De modo que a un cuadro, rechazado con anterioridad, sólo basta cambiarle de nombre, quitarle, Anunciación y ponerle Desnudo, como pasa con el señor Correa, para que no solamente aparezca en el nuevo salón, sino que reciba el mejor premio, sin la anuencia siquiera de los jurados de admisión. En esto del concurso de artistas nacionales parece obrar una máquina que subterráneamente maneja la cuestión a su albedrío, la misma que el año pasado ignoró totalmente a Gonzalo Ariza, que hacía otro tanto en el presente al ignorar en la misma forma la presencia de Sergio Trujillo, uno de nuestros más firmes temperamentos de pintor, y que en todo caso debiera figurar en el grupo de premiados. En cambio se ha hecho justicia a Ariza al adjudicarle el segundo premio (en nuestro concepto debiera ser el primero), y quien se ha colocado dentro de los cinco o seis mejores pintores colombianos, con sus paisajes de rara concepción del color, de fuerte originalidad y con un completo dominio de la técnica, hallando la medida justa de nuestro paisaje. Al referirnos al concurso de escultores anotamos también la ausencia de grandes valores nuestros, en parte reemplazada por el maravilloso granito de José Domingo Rodríguez, realización técnica maestra, admirable concepción humana, obra que obtendría destacado lugar en cualquier exposición del mundo, y que coloca a su autor dentro de los mejores y más seguros escultores de América. En cuanto al segundo premio, una cabeza de mujer finamente tallada en madera, un poco inferior a las posibilidades de su autor, Carlos Reyes, y a las obras que ya le conocemos, denota también un acierto del jurado. Así también el tercero, obra del señor Alonso Neira, joven escultor bogotano en pleno proceso de depuración, y quien cada año nos presenta algo mejor. Esta misma observación la hacemos sobre los pintores Vergara, Cajiao y Trujillo, en cuyos cuadros advertimos una sincera mejoría sobre los expuestos anteriormente por los mismos.


IV Salón Anual de Artistas Colombianos

LUIS ALBERTO ACUÑA Mujeres en el parque Oleo Obra adquirida por el Ministerio de Educación

Fecha: diciembre 9,1943. Sede: Biblioteca Nacional, Bogotá. Organizador: Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 11 Obras: 15 Jurado de admisión: José Joaquín Ortega Ricaurte S.S., León de Greiff, Dolcey Vergara, Ricardo Santamaría Ordoñez y Delio Ramírez. Jurado calificador: no se integró. Nota: La insuficiencia de las obras admitidas hace al Ministerio de Educación declarar desierto el salón. Las pinturas seleccionadas fueron exhibidas en la Exposición Nacional de Medellín en enero de 1944 y se propuso llenar el espacio sobrante con obras de colecciones particulares. Con el dinero de los premios se compraron las obras Metáfora de Carlos Reyes y Mujeres en el parque de Luis Alberto Acuña. No hay catálogo del salón.

EIIV Salón Anual de Artistas Colombianos debía abrirse el 12 de octubre de 1943, siguiendo la tradición establecida. Sin embargo, en el resumen del año cultural del31 de diciembre en El Espectador, para este último mes, se registra escuetamente: "Fracasa el IV Salón. ..Los artistas se negaron a participar. En Revista de las Indias, el autor de las notas culturales dice: "No es posible explicarse el notorio desvío con que los artistas nacionales han mirado en esta ocasión el empeñoso esfuerzo que el gobierno nacional ha venido realizando en su favor con los salones anuales." En el opositor diario El Siglo el comentarista Z da una explicación que, aun leída con reservas, ofrece el clima real de una situación de crisis: "Porprimera vez en la historia del país, casi todos ellos {los artistas de Bogotá] están de acuerdo en que es inútil concurrir a un certamen completamente desacreditado. La experiencia de los concursos anteriores es más que suficiente para orientar a los expositores sobre la conveniencia de abstenerse de concurrir a una exposición en donde los premios se dan por anticipado, en donde las bases y estatutos se cumplen a medida que la conveniencia para determinados elementos lo va exigiendo y cuya composición de jurados se hace con precisas instrucciones .:" El número de participantes fue tan escaso, que el ministro Antonio Rocha optó por declarar desierto el IV Salón y enviar las pocas obras reunidas a la Exposición Nacional que se realizaría en Medellín en enero de 1944. Una información de El Colombiano (enero 13) explica así la escisión de los artistas antioqueños:" ... que las juntas de admisión estarían tocadas del 'perjuicio mora!', como ellos denominan el simple recato, y que por lo tanto en dicho IV Salón no tendrían cabida cuadros de cierta índoley de franca intención pagana, del estilo de los que ahora han presentado .:" La sombra de la censura moral seguía actuando. El historiador del arte Alvaro Medina ha reconstruido lo poco que queda de este infortunado salón...

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El arte en la exposición La exposición de dibujos infantiles es la mejor Belisario Betancur La Defensa, enero 14 de 1944.

El éxito mayor de la Exposición Nacional ha sido indudablemente en la sección artística, por lo menos en cuanto al público que ha visitado los salones situados en la calle de San Juan, antes de llegar al Palacio de la Exposición por la vía que conduce al barrio de La América. La afluencia de gentes a este lugar del certamen está justificada en la ausencia de boletos de entrada, si bien una vez adentro, el visitante se topa tales sorpresas que más le valiera haber pagado. Y hay que ver los sudores para conseguir aquellas obras expuestas. Se abrió un Salón Independiente después de muchas lágrimas de la junta organizadora de la sección, la cual contaba apenas con los muñecos y rnonlconqos de la exposición infantil que pueden tener muchas raíces vitales en su fondo y promesas formidables en la línea, pero en general, no son de gran atracción para el grueso público; fue así como, para disimular la pobreza de la sección artística que al fin de las andadas iba a quedarse con la exposición de dibujos infantiles y con las obras del Cuarto Salón de Artistas Colombianos, se abrió el Salón Independiente de artistas antioqueños, el cual tampoco remedió la situación, porque no logró integrar a todos los artistas, dejando resquicios que dieron origen a la apertura del salón del maestro Eladio Velez y otros amigos. Salón Independiente Inicialmente visitamos el salón independiente. Hay sorpresas sorprendentes. El grupo que expone pensaba exponer primero en cualquier lugar de la ciudad, sin querer darse cuenta de que había un lugar con vestiduras oficiales y vigilado por policías. El fracaso de la sección artística iba a ser definitivo. Se sabía a ciencia cierta que la exposición de la Universidad Javeriana de Bogotá, en la cual hay obras de prestigio de pintores de las repúblicas bolivarianas, no vendría a la ciudad. Se sabía del carácter anodino del IV Salón, se sabía que los artistas no habían correspondido a unos angustiosos carteles que la junta encargada de la sección había incluido en los periódicos y en las paredes de la ciudad. En tal forma, así las cosas, por allá el30 de diciembre vinieron los artistas a ser los causantes de la ausencia de los otros artistas. Yasí se abrió el Salón Independiente, en días en que un grupo de artistas andaba buscando salón para exponer, en cualquier sitio o recoveco de la urbe, como queda dicho. Andando por entre los independientes El grupo Independiente que parece que no lo sea tanto, está integrado por Jesusita Vallejo, Gabriel Posada, Rafael Saénz, Débora Arango, Pedro Nel Gómez y Rodrigo Arenas Betancur. Las sorpresas que hay en este salón no son para dichas. Se trata de un grupo de artistas que se dice de tendencias afines. Pero ello no es cierto. Pudo haberse tratado de un good-will para exponer. Porque nadie verá en la obra de doña Jesusita Vallejo atisbos pedronelescos, ni los verá tampoco en lade Rafael Sáenz, por ejemplo. El visitante del salón encuentra a Débora Arango más reposada. Sin desnudos de los que han hecho su fama y siempre con los tonos vivos y altisonantes, con la brusquedad del color y un desbordamiento de tonos como de sangre derramada. Esta obra de la artista antioqueña que conocíamos parcialmente, destaca siempre las escenas amorosas mas ya en una forma un poco disimulada o intencionalmente disimulada. Con lo cual, la obra de Débora 30

Arango ha ganado; y han perdido sus admiradores nudistas. En la obra de doña Jesusita Vallejo y de otras compañeras de grupo hay una vocación decidida y trazos de verdadera realización que anuncia los valores todavía soterrados que hay en ellas. El manejo del color es perfecto, si bien desfallecen en la línea. Pero, en todo caso, son prenuncios de artistas de categoría que no tardarán en resaltar en nuestro paisaje artístico. Rafael Sáenz es un agudo cultivador del paisaje al cual ha logrado agregar la sensación de otros mundos personales que dan cierto aire trágico a su obra, por la abundancia del color negro y de las sombras sugerentes. Sáenz es un pintor de innegable categoría, de serenidad en la ejecución y de un ajuste tal en sus paisajes, es decir, de una fidelidad tan asombrosa, que tal vez éste sea uno de sus pecados. Gabriel Posada, otro de los expositores, continúa siendo el fabricante de agradables armonías en sus composiciones de franca y no disimulada intención decorativa y en sus cuadros de sumisión absoluta a lo que le sugiere la realidad. El caso de Pedro Hel Gómez Los treinta años de duras labores artísticas de Pedro Nel Gómez como un maestro que ha trasegado todos los caminos y que domina maravillososamente la técnica, convirtiéndose en el mejor acuarelista del país, han hecho de este pintor antioqueño una admiración y una perenne discusión nacional. Pedro Nel Gómez trata de mover últimamente su arte hacia las fuerzas telúricas, hacia los reflejos psíquicos de la colectividad y hacia esos residuos subconscientes de Lloronas, Patasolas, Duendes y Mohanes que habitan predios recónditos de la personalidad colombiana, pero no hacia los oscuros engendros de Guadalajara, como dijo por boca de Jorge Zalamea el señor Ignacio Gómez Jaramillo. En la exposición de Pedro Nel Gómez no se nota la seguridad de la obra realizada, sino la obra en viaje hacia el muro, la obra en transición hacia la pintura mural. El caso de Pedro Nel Gómez es un permanente asombro nacional. Su nombre no ha salido desde hace muchos años del tapete de la discusión nacional. Gentes hay que ven en sus frescos del Palacio Municipal meros mamarrachos sin ninguna valencia artística. Y hay otras también que encuentran en esta obra la realización del más fuerte valor artístico de Colombia y de América del Sur. Pero hay un reciente caso, que es el caso de Pedro Nel: parece que ha evolucionado hacia la ética, hacia la moralización de las obras de arte. Parece que ha decidido con su autoridad de hombre que ha viajado por Europa, que la moral sí cuenta en estos capítulos de la pintura y la escultura. Al menos así lo deja entender el hecho de que esta semana haya hecho retirar del Salón Independiente la escultura Eva del señor Rodrigo Arenas Betancourt, alegando para ello móviles de carácter religioso y ético. Lo cual, si bien intencionado, alegra a quienes quieren que Pedro Nel Gómez liberte su obra de los desnudos que la hacen inabordable para el público común, y si mal, da idea de una mezquindad de proceder que no habíamos presentido siquiera en maestros de tantos títulos. Hasta hemos creído que lo que se pretendió con el retiro de la Evade Arenas Betancourt, cuya realización por otra parte no defendemos nosotros, fue no contraponerla a la de Pedro Nel. De la obra que expone Pedro Nel se destacan ahora su Cristo de la sed, Bachué, Retrato de una señorita, Autorretrato y algunos apuntes optimistas para un fresco de inmensas proporciones. Arenas Betancourt La trayectoria de este artista antioqueño es de sobra conocida para ser recontada. Sus obras tienden siempre a la búsqueda de las fuerzas telúricas, como casi todo el arte moderno. Pero ya tiene el sello de grandeza de los escultores mayores, es decir, tiende al conjunto tanto en la escultura como en la pintura. En la escultura hacia los conjuntos tanto en relieve como independientes yen la pintura a la obra monumental, a la pintura mural. Arenas Bentancourt está ahora para viajar a Méjico en donde realizará estudios artísticos durante dos años. La obra de Arenas hace esperar mucho. En ella se libertan los motivos indígenas, las causas primigenias, de su enclaustramiento. Es una obra para ser discutida porque en ella tampoco cuentan los elementos éticos. El viejo


decir de Wilde de que en arte no hay moral sino belleza, tiene aquí otro partidario. Nosotros creemos que el arte tiene que contar con la moral irremediablemente, porque no puede desasirse del público. El arte por el arte ya concluyó. Tal cree, al parecer, el señor Pedro Nel Gómez, puesto que hizo retirar la Eva de Arenas Betancourt por encontrar en ella un problema religioso que Gómez no encuentra en sus obras, aunque sea precisamente en ellas donde con más frondosidad se encuentra con la profusión de desnudos. Obras del Cuarto Salón de Artistas El salón anual de artistas nacionales fue creado con fines culturales por el Gobierno Nacional. Como tal ha sido defendido tanto por artistas como por particulares, cuando ha sido atacado, bien en favor de intereses personales o de los pretendidos intereses colectivos. Pero es el caso que los señores que han obtenido en los años anteriores los respectivos premios -en orden cronológico Gómez Jaramillo, Santiago Martínez Delgado, Carlos Correa en pintura, y en escultura Ramón Barba, el segundo declarado desierto con dos menciones honorfficas a Arenas Betancourt y Julio Abril y el tercero José Domingo Rodríguezes el caso, repetimos, que estos artistas, una vez obtenidos los premios, se han retirado definitivamente, afirmando de esta manera, que sólo exponían por el móvil monetario, pues que después del primer premio no se adjudican más. Por este motivo el IV Salón tuvo un reducido número de obras que nunca dirán lo que es la calidad artística nacional; por esta razón y muy justamente, fue declarado desierto. En la sección artística participan Luis Alberto Acuña, viejo conocedor de las bregas artísticas y hábil buscador de extrañas maneras de expresión, poseedor de un mundo infantil de tono campesino que raya en ingenuidad y que comunica a su obra cierta deliciosa infantilidad y cierto aire elemental de gran valor artístico. Comoquiera que es un flanco pictórico rara vez explotado, Acuña es afortunado además en la escultura que representa dioses chibchas. Participan también Carlos Reyes Gutiérrez, Miguel Sopó, todos ellos amantes de la talla en madera y en piedra, que a veces sólo hacen llegar la emoción artística hasta la epidermis de sus esculturas, quedando éstas, por tanto, como simples realizaciónes de técnica. Otros expositores Hay en otro de los rincones del local, una serie de artistas que exponen una gran cantidad de obras en las cuales se disputan habilidades pictóricas en veces discutibles, en veces afirmadas. Estas obras pertenecen unas a pintores que fueron rechazados en el IV Salón de Artistas Colombianos y otras a alumnos dellnstituto de Bellas Artes. En las obras de esta entidad como en las de toda escuela, se encuentran conjuntos de labores-manuales pobres y raquíticas, desprovistas de todo aliento artístico, de toda larva creadora, sin que queramos decir que se trata de una exposición de todo punto ayuna de valor, porque se encuentran estudiantes que son segura promesa para el arte y los cuales aún andan con paso tardo por hallarse en la primera etapa de su formación. Los otros artistas que fueron rechazados en el salón están aún en etapa inicial. Mucho se puede esperar de su vocación. De una vocación decidida se puede esperar todo. Hernando Merino no ha dejado de ser la gran respuesta a la suspicacia de muchos admiradores de las viejas formas. La Señora que expone, tiene tonalidades semioscuras que dejan entrever reconditeces biológicas que emergen de la propia entraña del ser maternal.

Los salones del IV Salón Alvaro Medina El Mundo, noviembre 14 de 1987.

La Biblioteca Luis Angel Arango organizó en 1974 una exposición titulada 24 salones 1940-1973, que reunió a casi la totalidad de las obras distinguidas "con premios, diplomas de honor, menciones o medallas" según explicaba en la introducción María Elvira Iriarte, curadora ejemplar de esta excelente muestra. Según el catálogo de 24 salones, el número de obras sometidas al jurado de admisión del IV Salón fue extremadamente reducido. En mis pesquisas, no he encontrado un solo documento que haga constar cuántas fueron las obras admitidas y qué artistas las firmaban. La prensa de la época no mencionó nunca este detalle, pero la lectura de diferentes artículos y noticias deja saber al menos el nombre de cinco participantes: Luis Alberto Acuña, Carlos Reyes Gutiérrez, Miguel Sopó, Luis Alfonso Pino y Marco Ospina. ¿Por qué tan mala representación? De acuerdo con Belisario Betancur, autor del comentario más detallado sobre el IV Salón y sus salones (La Defensa, 14 de enero), la deserción de los artistas podía explicarse así: "Es el caso de que los señores que han obtenido en los años anteriores los respectivos premios (....) se han retirado definitivamente afirmando de esta manera que sólo exponían por el móvil monetario". El autor tuvo el valor de precisar que Ignacio Gómez Jaramillo, Santiago Martínez Delgado, Carlos Correa, Ramón Barba y José Domingo Rodríguez eran los artistas ya premiados que escogían ausentarse. Lógicamente,la atrevida afirmación del joven y desconocido crítico no tardó en ser rectificada. Gómez Jaramillo se hallaba en Medellín con motivo de su exposición individual en el Club Unión y aclaró en seguida que él había ofrecido enviar dos obras al salón, pero se había abstenido de hacerlo ppr ausencia de otros participantes. Una tradición existe de vieja data en los salones. Consiste en que los ganadores de premios (premios que automáticamente los sitúan en la categoría de consagrados) han adoptado la actitud de no marginarse del evento y de seguir enviando obras para que se puedan hacer comparaciones y los salones mantengan su prestigio. Esta regla nO'escrita se practicó desde el 11Salón Anual, realizado en 1941 y ha seguido vigente hasta hoy, con una que otra excepción. Si aceptamos la explicación que diera Gómez Jarami110(y nada nos autoriza a rechazarla), habrá que buscar entonces otra explicación, entre otras cosas porque el retiro de seis artistas no alcanza a dejar vacío un salón. Nació viciado En artículo anterior le reconocía a Daría Achury Valenzuela el mérito de haber gestado los modernos salones de arte. Esto resultó posible porque, entre 1940 y 1942 por lo menos, fue permanente y continúa su actividad al frente de la dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes (organismo que dependía directamente del Ministerio de Educación) o sea que tuvo bajo su responsabilidad la organización de los Salones 1, 11Y 111.Cuando se organizó el IV Salón, el cargo lo ocupaba otra persona y esa persona se llamaba Miguel Díaz Vargas. Díaz Vargas era un pintor que se había destacado como uno de los puntales de la ofensiva estética que los tradicionalistas desa-

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taron contra Andrés de Santa María y sus discípulos en los primeros años de este siglo. Los que hoy consideran que Pedro Nel Gómez es un pintor folclórico, por ejemplo harían bien en estudiar su obra a la luz de las dejadas por Díaz Vargas, para que reconocieran cuán equivocados han estado al sostenerse en ese juicio. No sólo porque en el buen Pedro Nel Gómez (el pintor de caballete) no tiene cabida la anécdota, sino porque no nada tiene que ver con el falso folelor de Díaz Vargas. La situación que se presentaba cuando fue convocado el IV Salón Anual es sumamente clara a mi juicio. Los premios y menciones de los tres salones precedentes habían sido acaparados por artistas de la generación del treinta. No es difícil adivinar, por lo tanto, las "diligencias" de Díaz Vargas entre bambalinas para manipular los premios. Esto condujo a que la casi totalidad de los artistas renunciaran a participar. Así se hundió el IV Salón. Meses después, Díaz Vargas ocupaba el cargo de director de Museos y Exposiciones. Como talle tocó coordinar con Daría Achury Valenzuela, que había vuelto a ocupar el cargo de director de Extensión Cultural, la organización de V Salón. El V Salón trajo consigo una novedad: el reglamento del mismo había sido reformado y los galardones pasarían a ser otorgados por los propios expositores en votación secreta. Fue así como Miguel Díaz Vargas obtuvo holgadamente el primer premio de pintura, en uno de los raros casos del clientelismo en la historia del arte colombiano. Lógicamente, la reforma cayó y el raro retozo "democrático" no volvió a repetirse. La deformación que sufrió el V Salón nos da una idea del ambiente de maquinación que reinaba entre fines de 1943 y comienzos de 1944, ambiente que terminó por destruir al IV Salón. Se puede afirmar en conclusión que el IV Salón Anual nace viciado. Se vicia en Bogotá, hay que decir, no en Medellín. Según el catálogo de 24 salones, "el conjunto de las obras seleccionadas por el jurado de admisión es notoriamente insuficiente para integrar el mencionado salón". En vista de lo anterior, "el Ministerio de Educación Nacional resuelve declarar desierto el IV Salón Anual de Artistas Colombianos". Vale la pena llamar la atención sobre dos aspectos del texto que acabo de citar. El primero, que no fue un jurado calificador el que declaró desierto el salón sino el Ministro. El segundo, que las obras fueron consideradas insuficientes "para integrar el mencionado salón". No hubo, pues, IV Salón. Por costumbre, periodistas y críticos llamaron IV Salón a lo que oficialmente se designó con el nombre de Exposición de Arte Nacional, como lo indica la línea de la resolución que me he permitido subrayar. Es más, podría afirmarse que el ministro Antonio Rocha Castilla dio por cancelado el IV Salón y creó en su lugar un nuevo evento con las obras seleccionadas por el jurado de admisión. El título de la resolución es terminante: "por la cual se envía una exposición de arte a la ciudad de Medellín" y no "por la cual se envía el IV Salón Anual".

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V Salón Anual de Artistas Colombianos

MIGUEL DiAl VARGAS Estudio en gris Oleo sobre tela Premio de estímulo Colección Museo Nacional

Fecha: octubre 12 a noviembre 12, 1944. Sede: Biblioteca Nacional, Bogotá. Organizador: Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 35. Obras: 63 Jurado de admisión: Luis Alberto Acuña, Ignacio Gómez Jaramillo, Luis B. Ramos, Domingo Moreno Otero y José Domingo Rodríguez. Jurado calificador: los premios se otorgan por votación de 29 de los expositores. Premios de estímulo ($750 c/u): Miguel Diaz Vargas, Estudio en gris; Ignacio Gómez Jaramillo, Gran naturaleza muerta; Edgardo Riaño, Canción vespertina; Miguel Sopó, Maternidad; Alonso Neira, Desnudo.

El pintor Miguel Díaz Vargas reemplazó a Teresa Cuervo Borda en la Dirección de Museos y Exposiciones, una decisión que acusaba el deseo oficial de entregar el manejo del Salón Anual a los propios artistas, como posible salida a la crisis institucional planteada con el fracaso del salón anterior. En la introducción al catálogo, esta voluntad de conciliación quedó claramente expresada: "Todo cuanto ha sido objeto de discusión, cuanto ha merecido observaciones juiciosas de parte de los expositores o del público, fue considerado serenamente por el Ministerio para corregir los errores o para modificar las normas de organización, con el criterio amplio de complacer las más diversas exigencias [. ..} En esta última ocasión se dejó en las propias manos de ellos [pintores y escultores} la decisión de admitir las obras y la facultad de calificar/as en votación democrática, con el mínimo de intervención oficial. Nadie podrá sostener, con verdad, que el Ministerio, por conducto de ninguno de sus organismos, ha influido directa ni indirectamente en los resultados finales. "Así, un jurado de admisión integrado por cinco maestros efectuó la selección, aceptando a 35 participantes entre 51, Y 63 obras de un total de 150. La escultora Hena Rodríguez protagonizó la única reclamación al no serIe recibida en plazo vencido su talla Cabeza de negra, que participaría en el VI Salón y que hoy figura en el Museo Nacional. Por su parte, MiguelDíaz Vargas había presentado, fuera de concurso y "con expreso renunciamiento a cualquier distinción ", tres de sus obras. "Por gesto noble de veinte artistas -El Tiempo, octubre 23- que elevaron una carta al Ministerio alegando los derechos del maestro, quedó incluído en el concurso. " Esto hizo posible que su Estudio en gris, un desnudo, obtuviera el primer premio en pintura. Fue la primera vez que un jurado conformado por los artistas participantes otorgó los galardones del salón oficial. Hubo 29 votos, 3 ausentes y sólo 3 abstenciones. Institucionalmente, el Salón Anual de Artistas Colombianos quedaba asegurado y a salvo. En el catálogo figuró por primera vez el nombre de un nuevo pintor: Alejandro Obregón.

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El V Salón de Artistas Colombianos Jorge Moreno Clavijo Cromos, octubre 21 de 1944.

El maestro Miguel Díaz Vargas, director de Museos y Exposiciones, logró este año, después de muchos esfuerzos, organizar el Salón de Artistas Colombianos que creíamos muerto para siempre.

La tarea de convencer a los artistas para que prestaran su colaboración fue ardua. Todos habían hecho el propósito de continuar trabajando solos y presentar sus trabajos individualmente, en exposiciones privadas o patrocinadas por el Ministerio de Educación, pero no hacer más exhibiciones colectivas para evitar situaciones bochornosas. En su despacho el maestro Díaz efectuó varias reuniones en las que se discutieron iniciativas para fijar las bases de un certamen que tuviera relieves de seriedad. Se llegó a la conclusión de que los jurados de admisión y de calificación tendrían que ser integrados por los mismos artistas que llevaran obras. De este modo logró la seguridad de que los votos fueran respaldados por conceptos técnicos. Ordinariamente en los jurados compuestos por literatos en mayoría y pintores en minoría, el acuerdo no se rige por el indispensable conocimiento de los procedimientos y características peculiaridades a un cuadro o a una escultura. Se discutió en segundo lugar el tema de los premios. Se otorgaron cuatro, de setecientos cincuenta pesos cada uno, en lugar de los dos primeros de mil pesos y los segundos de quinientos que se habían acordado en los cuatro salones anteriores. Estos premios, llamados de estímulo, dos para pintura y dos para escultura, no llevaron orden numérico, es decir, no hay primero ni segundo. El dinero ha sido siempre el mejor estímulo para cualquier actividad, y más ahora que se trata de artistas, que siempre han sido personas de situación económica nada holgada. Por eso sería justo que los premios ascendieran a sumas de mayor consideración. El Gobierno podría dedicar anualmente diez mil pesos para el salón sin que el fisco nacional sufriera apreciable menoscabo. En cambio para el arte tendría enorme significación. Además, como sucede en otros países, las empresas comerciales de capital fuerte, pueden contribuir con una cantidad igual y con los dos dineros hacer por el mes de octubre de cada año, una exposición que diera la exacta medida del progreso artístico del país. Con sumas para adquisición y sumas para estímulo. Porque con un primer premio de seis milo más pesos, estoy seguro de que no hay un solo artista que no concurra. El jurado de admisión estuvo inflexible. De la enorme cantidad de trabajos que se presentaron, fueron rechazados más de noventa. Por motivos distintos. Muchos retratos al pastel y al óleo, eran ampliaciones de fotografías. Otros sin parecido ni proporciones. Había también motivos bíblicos de muy mal gusto. En forma que ser admitido ya es, de por sí, un honor, porque hubo que satisfacer grandes exigencias. A propósito: sería bueno, para sentar categoría, que el salón de la Biblioteca Nacional se le diera únicamente a los artistas que cuelguen en la exposición anual. Así se evitaría la llegada de elementos inferiores que no por capacidad, sino por otros motivos, obtienen ese honor.

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Fueron recibidos veintiocho pintores y siete escultores, resultando una de las mejores exposiciones que se hayan hecho en los últimos tiempos. Entre los escultores se destaca con seguridad asombrosa Miguel Sopó Duque, un joven artista que hace dos años terminó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes. Llevó tres esculturas de aliento, de fuerza incuestionable. Se salió de las cabezas en que se quedan parados casi todos nuestros talladores y se metió a la verdadera batalla, que es dar movimientos y volumen a las figuras. Un retrato de Abelardo Foot: rero Benavides, en piedra y con acertado parecido, en primer lugar. Después una talla en madera de gran tamaño, representando a una bailarina en una difícil posición. La pierna derecha estirada y la cabeza echada hacia atrás, mientras la pierna izquierda se recoge y el brazo derecho se lanza hacia lo alto, ofreciendo gracia y vida. La línea de la cadera es magistral. Una realización asombrosa. Por último, una maternidad en piedra de tamaño natural. Sopó en esta escultura se enfrentó a serios problemas; porque fue tallada en forma directa. Tomó el bloque, calculó las proporciones de la cara, el busto y las piernas de la madre, luego la cabeza y las manos del niño y comenzó aquitarcon el cincel los trozos de piedra que sobraban para que el conjunto emergiera tal como lo vemos. No hizo boceto ni utilizó para nada el compás. OCfU ....

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Miguel Sopó llegó de su provincia y durante seis años estuvo dedicado mañana, tarde y noche a estudiar todas las materias de reglamento en la escuela. Los exámenes los pasaba con notas excelentes. Al recibir su cartón, tomó en arriendo el segundo piso del Teatro Faenza y con lo que giraban de la casa, compró piedra y madera; se encerró y comenzó a trabajar para probarnos ahora que dentro de su figura sencilla que todos conocemos, alienta un verdadero escultor. Carlos Reyes Gutiérrez tiene dos cabezas en madera ejecutadas en formas diferentes. Una de mujer y una de Churchill en tonos oscuros, muy agradable, y un desnudo grande. Alonso Neira nos da un desnudo de mujer, en tamaño pequeño y hecho en barro cocido. Luis Pinto Maldonado, la cabeza de bronce de José María Hernández, El héroe, muy bien modelada. Luis Fernando Rivera con una maternidad pequeña, un relieve en madera y un barro cocido. Carlos Gómez Castro, con los retratos del doctor Alfonso López y de la señorita Eugenia Herrán Olózaga, modelados en yeso. Si estos escultores trabajaran más, podrían mandar cosas de mucho mayor consideración que las eternas obritas de tamaño menor. Es una lástima que las enormes capacidades que poseen se queden reducidas a eso nada más. En simple barro se podrían mostrar concepciones apreciables que den idea de la inquietud creadora de sus autores. Por eso precisamente, se consignó en las bases del salón que se admitirían esculturas en materiales no definitivos, teniendo en cuenta el costo de la piedra, el mármol, etc. Porque se puede hacer obra de arte, verdadera obra de arte, con elementos rudimentarios. Entre los pintores se destacan muchos. El maestro Miguel Díaz Vargas, con un inmejorable desnudo, dentro de su manera: El puesto de legumbres y un bodegón (estudio de calidades). Domingo Moreno Otero, con unas campesinas vendedoras de Tuta; La niña de la bomba y Cecilia. Como dibujante, el maestro Moreno Otero, es el mejor que actualmente tiene el país. Guillermo Jaramillo pone la nota inesperada. Hasta la fecha apenas se conocía como un paisajista maravilloso en el temple. Desde su exposición de la Galería de Arte, gustó mucho su manera


personal, su color sin trucos. Pero en la figura, nadie hubiera puesto por él la mano al fuego. Y ha dejado boquiabiertos a los jurados con su autorretrato y dos témporas (sic) de inundaciones en la sabana. Y para hacer un retrato con elementos tan difíciles, hay que tener algo que Jaramillo posee en gran cantidad. A ciencia cierta no sabemos qué es, pero lo tiene. La prueba es que hasta ahora casi ningún pintor se había metido con el temple para hacer figuras. Guillermo Jaramillo en su autorretrato logra, además de un extraordinario parecido, volúmenes y naturalidad en la expresión.

IGNACIO GOMEZ JARAMILLO Gran naturaleza muerta Premio de estímulo Colección privada

Ignacio Gómez Jaramillo Premiado en los salones 1,V Jurado de admisión salones V, VI, XII Jurado de calificación 111Salón

Carlos Correa llega con un retrato de fraile dominicano, sentado, que se recorta sobre un vitral de insuperable efecto escénico. Correa ha tenido la debilidad Anunciación. En este cuadro, de dos metros de altura le ha puesto Correa una gran atención a la manera de distribuir los colores. La armonía en las vestiduras del religioso y la luz que ilumina la estancia, son prueba evidente. Carlos se supera momento por momento. Ignacio Gómez Jaramillo pone un desnudo en grises, el retrato de una dama y una gran naturaleza muerta, hermosísima, con una composición original, novedosa. Luis Alberto Acuña hace nuevas versiones de dos motivos ya conocidos, El beso y Bautizo, que pintó en México y que nos eran familiares por reproducciones de revistas. Hay también una composición Mujeres en el bosque, firmada en 1937. Erwin Kraus colgó tres paisajes que llamaron poderosamente la atención. Uno de ellos estudiando todas las gamas del verde. Kraus trata ahora de estabilizar su paleta. Ramírez Fajardo un paisaje, Alrededores de la Peña, al óleo, con marcada influencia de Gonzalo Ariza. Si Ramírez volviera a sus Mercados en los que es inimitable, iría muy lejos. Simón Meléndez hizo dos bodegones muy personales, muy bonitos, con luz artificial y aire libre. Color transparente. El fresco de Julio Fajardo no es nada del otro mundo. No está a la altura del artista que lo firma. No corresponde a lo que el público esperaba. Ni como dibujo, ni como alarde de color, ni como expresiva composición. Dolcey Vergara hizo un bello paisaje pero retrocedió en su ruta. Enrique Gráu Araújo, que por su Negrita del primer salón mereció una beca para estudiar en los Estados Unidos, ha vuelto con otras maneras directamente imitativo de los pintores norteamericanos, ahogando inmisericordemente su personalidad, que en los "monos" que presentó, está a punto de morir, para seguir como uno más de los "agringados". Luis Eduardo Riaño con su Canción vespertina, motivo bien realizado, se muestra con bastante envergadura de pintor. Todavía se le nota el apego a Ramos, a Trujillo y a Ignacio Górnez. Alicia Cajiao tiene, colocada al fondo, una de las mejores telas que hasta ahora haya pintado. En su exposición pasada mostró la capacidad que tiene para asimilar diferentes técnicas. Ahora se presenta ella misma. Ritmo es un cuadro de valor. Se nota la ausencia de algunos artistas que han debido exponer. Gonzalo Ariza, José Rodríguez Acevedo, Luis B. Ramos, entre otros. Los pintores ya catalogados, con prestigio cimentado, deben acudir a estas reuniones para dar ambiente, para mostrar firmeza, así como el campeón de boxeo tiene que aceptar todos los retos que se le presenten, en la necesidad de probar que no teme la aparición de rivales. El maestro Miguel Díaz Vargas no tiene por qué estar fuera de concurso. Su posición oficial no se puede tomar como impedimento, puesto que en otras ocasiones no lo ha sido. El maestro Díaz es un gran pintor y merece recompensa, pues nunca ha sido premiado en Colombia y el arte nacional le debe mucho. Los premios tendrán que repartirse equitativamente. Se llaman de estímulo y por lo tanto así deberán darse, correspondiendo a los jóvenes o viejos que muestren esfuerzo y empuje.

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Temas de ahora y de siempre Variaciones sobre el arte y la crítica en Colombia Gonzalo Ariza El Tiempo, octubre 22 de 1944.

Un verdadero éxito ha sido el V Salón de Artistas, contra la opinión de quienes buscaban su fracaso, tanto por la concurrencia y por el crecido número de expositores, como por el adelanto de la calidad de las obras expuestas. Es, además, un hecho digno de registrarse, la aparición de nuevos hombres en el escenario de las artes plásticas colombianas, entre los cuales merece destacarse el de Edgard Riaño, el más joven de los artistas nacionales. El éxito se debe al maestro Miguel Díaz, director de Museos y Exposiciones, también expositor, pero que ha colocado sus obras al margen del concurso para dar una muestra más de su imparcialidad y buena voluntad y quien tuvo la feliz idea de establecer una nueva reglamentación para que los organizadores y directores del salón fueran los propios artistas. Se ha evitado en esta forma que el salón resultara desierto, como ocurrió el año pasado, fracaso debido a la experiencia de años anteriores en que personas sin noción de las artes plásticas, pero duchas en menesteres de pequeña política, obstaculizaron las buenas intenciones del Ministerio de Educación y sembraron el desconcierto y el pesimismo en los campos del arte. La nueva reglamentación que se ha dado es lógica; cuando los ingenieros otorgan un premio anual al mejor trabajo realizado durante el año, no delegan su autoridad en figuras más o menos brillantes de la política; por el contrario, realizan un estudio concienzudo de las obras que han de calificar y premian la mejor de acuerdo con sus conocimientos. Este año los pintores han resuelto hacer lo mismo, con la más justa de las razones y con el mejor de los resultados. ¿Hay deficiencias en la organización? Desde luego, y deben mejorarse en los próximos años. Por ejemplo, se ha insistido demasiado en el esfuerzo del Gobierno para estimular las artes plásticas. Pero este esfuerzo del Estado es bien pobre si se compara con el de los simples particulares. Un premio anual de $750, como único estímulo para casi un centenar de artistas, resulta inadecuado cuando hay pintores que, desde luego, gracias al prestigio ganado en numerosas exposiciones y largos años de trabajo, pueden vender sus obras a particulares por una suma cuatro a cinco veces mayor. Naturalmente los premios deben considerarse como recompensas honoríficas o de estímulo, pero también hay un salón particular que todos los años está otorgando esta clase de premio sin que su adjudicación represente mayor esfuerzo. El salón no debía tener premios, con esto se evitaría la producción de cuadros académicos tipo Grand Prix, como ocurrió en Francia, y el Gobierno debía estimular más directamente la producción de las artes plásticas. El día en que el Estado se decida a apoyar francamente el trabajo de los artistas con una suma adecuada, un millón anual, que se podría arbitrar fácilmente con los recursos que se invierten en funciones burocráticas o mala educación artística o con la simple ayuda de una estampilla de sobretasa pro-arte o dedicando el 2 por ciento del valor de las construcciones oficiales para su decoración, verá correspondido su esfuerzo con creces. Colombia debe reasumir su condición de nación directora de la cultura en Hispanoamérica, que ostentó con justicia en tiempos pasados, no obstante ser entonces inferior su desarrollo económico. No sólo en el campo de las letras, sino también en el de las

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artes plásticas, hemos producido auténticos valores. Cuando existía un verdadero apoyo al arte se produjo en Bogotá, sin necesidad de propaganda ni de "crítica orientadora", la obra de Gregario Vásquez, el mejor pintor de América en su época; Matiz fue el mejor pintor de flores del mundo en sus tiempos, según testimonio de Humboldt, hoy día comprobado: los tallistas santafereños nos dejaron obras de arte valiosísimas, como los retablos de San Francisco, admiración de cuantos nos visitan; las pinturas de Garay son de una asombrosa maestría, y aun en época reciente, los retratos de Roberto Pizano son obras que se pueden exhibir con orgullo en cualquier sitio; ¿qué museo del mundo no incluiría en su colección el célebre autorretrato? Mucho se ha hablado de las capacidades de los artistas contemporáneos y de la necesidad de apoyar su trabajo, sin que las diversas opiniones al respecto hayan cristalizado nunca en nada concreto. Quizás no se haya podido realizar esta labor oficial por culpa de quienes quisieran orientarla en un sentido totalitario, con un criterio exclusivista de arte dirigido, contrario a nuestra índole ya nuestras tradiciones de libertad individual. La sinceridad es condición indispensable para la creación de una auténtica obra de arte, y sería antiartístico que pintores católicos se vieran obligados a realizar frescos de propaganda materialista por el halago de una ayuda económica: el resultado sería tan antiestético como la imaginería comercial que ha venido reemplazando las magníficas obras de nuestras iglesias; sería contrario al sentido del arte que quienes tienen nuevos ideales de belleza tuvieran que reanunciar a ellos y ceñirse a los cánones monstruosos de la academia moderna para poder ingresar en un movimiento colectivo, bien financiado, de arte dirigido. Este apoyo del Estado podría realizarse por un sistema más adecuado a la psicología democrática de nuestro país, respetando la libertad de creación de los artistas, dentro de un orden de ideas muy semejante al que en los Estados Unidos realizó Robert Bruce, eliminando el amateurismo al elevar su categoría profesional y apoyándolos, dentro de un plano de igualdad, en su propio trabajo, ya fueran paisajistas, escultores, pintores de óleo o de acuarela. Son muchos los obstáculos y resistencias que es necesario vencer si se quiere que dejemos la condición de espectadores alelados y panegiristas incondicionales de lo que se produce en México o en otros países de América, para convertirnos en productores de nuestro propio arte. Nuestro ambiente artístico ha estado viciado por la intromisión de individuos ajenos al ejercicio de las artes plásticas. Aunque son muchos los escritores que le han prestado su generoso apoyo y a quienes se deben realizaciones de hecho, como el Museo Colonial o la institución de los salones de exposición, son también muchos los que se han mezclado en él con propósitos desmoralizadores; son muchos los que creen hacer crítica cuando sólo nos hablan a diario de sus gustos y peor aún, utilizan ésta como un medio para satisfacer rencores y chismes de cafetín o para bajos fines poi íticos. Pero la intervención de poetas o escritores que no estén guiados por estos propósitos será de una importancia decisiva para la formación de un verdadero ambiente artístico; no debe olvidarse que los poetas también han visto desfigurar sus obras por cronistas sin responsabilidad. Respecto a la intervención de elementos extraños, algo más habría qué decir. La hospitalidad colombiana, producto de nuestro profundo sentido cristiano y democrático de la vida, que rechaza los absurdos prejuicios raciales, es tradicional y es una virtud que a toda costa debemos conservar. Sin embargo, en estos tiempos de ríos revueltos, debemos por lo menos discriminar respecto a la calidad individual de los extranjeros que temporal o definitivamente se han radicado entre nosotros. Son ya numerosos los que se ocupan de cuestiones artísticas y hay entre ellos figuras de alta categoría y personajes sobre cuyas intenciones, al mezclarse en la discusión de los asuntos de arte colombiano, quisieran saber algo los pintores. Está muy bien, para dar ejemplos concretos, que personajes de la categoría intelectual de don Luis de Zulueta y Karl Brunner o los hoy ausentes profesores Rivet y Cuatreca-


sas, ampliamente conocidos en Europa por sus realizaciones literarias o científicas, sean acogidos sin reservas; quienes no se hallen en un todo de acuerdo con sus ideas pueden con ellos discutirlas, en la seguridad de que siempre se encontrarán en el pIano de nobleza que su categoría intelectual les impone. Pero hay otros que, aprovechando nuestra natural benevolencia, se han propuesto una sistemática labor destructora de vasto y oscuro alcance, disolviendo los más caros principios de nuestra nacionalidad. Quisiéramos saber a título de qué condescendencia nuestra pretenden asumir la condición de directores y orientadores del arte nacional, individuos que como el comerciante Walter Engel pontifican en todas las revistas y publicaciones, desde las de más alta categoría intelectual, como la Revista de Indias, órgano del Ministerio de Educación Nacional, hasta publicaciones periódicas de dudosa moral; quisiéramos saber qué autoridad tiene para hablar con idéntico desprecio y chabacanería insultante de nuestro insigne pintor el retratista Garay; [o de los abrigos de piel de las damas que asisten a una exposición!. Igualmente quisiéramos saber si la simple experiencia de vendedor de repuestos de automóviles autoriza a Juan Friede para hablar irónicamente de lo que él llama nuestro "olimpo nacional", para menospreciar a nuestros artistas santafereños, arquitectos, pintores y escultores y, principalmente a nuestro máximo pintor Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, en artículos publicados en dudosas revistillas, afirmando que sus obras no tienen ningún mérito artístico y que fueron realizadas pintando con colores al óleo sobre grabados de maestros europeos: afirmación tanto más absurda y mal intencionada cuanto quienes no han estudiado detenidamente los lienzos del genial pintor bogotano, bien pueden por lo menos recordar el tamaño heroico de la mayoría de sus obras, en relación con el reducidísimo de los grabados europeos de la época. Quisiéramos saber qué autoridad tiene para hablar de nuestra cultura, llamándola "torpe reflejo de las espontáneas manifestaciones de la península" (sic). El hacer estas observaciones ha de acarrearle, en el futuro, la más violenta crítica de menosprecio y desprestigio a mis modestas producciones pictóricas, ya sea directa, por parte de estos dos pontífices de la crítica, o indirecta, por parte de sus amigos y compañeros de negocios; pero es un deber protestar contra estas frases, interpretando la opinión de los artistas colombianos. Dadas las facilidades editoriales que existían en Europa antes de la guerra, todos los críticos de arte, aún los de mediana o ínfima categoría, tenían a su haber numerosas publicaciones, libros, artículos de revistas, etc., y los pintores colombianos no tenemos noticia de obra alguna publicada por los críticos extranjeros que han asumido la dirección de nuestra cultura. No obstante la zalamería de sus palabras, su actuación no ha sido en manera alguna desinteresada; existe, por el contrario, la sensación de que han querido aprovecharse de la difícil situación de los artistas colombianos, de la hostilidad entre algunos cronistas de prensa, de las naturales rivalidades profesionales que produce la pobreza del medio y de las desfavorables condiciones económicas de la mayoría de los trabajadores de las artes plásticas, para colocarse en una ventajosa posición de rectores y animadores del movimiento artístico nacional. Sería interesante saber qué fines políticos, financieros o sociales persiguen, ya que es imposible suponer tantos afanes o desvelos por el generoso afán de beneficiar un arte para ellos extranjero. Este V Salón tiene una excepcional importancia para el futuro desarrollo de nuestro arte nacional, por cuanto se desliga de sus habituales organizadores y orientadores. No puede considerarse simplemente como un salón más, porque marca una etapa definitiva en la evolución de una conciencia profesional que era urgente formar en los artistas. Quienes por escepticismo, por haber exhibido recientemente o por no encontrar del todo satisfactorios los principios de la reglamentación no pudieron participar en él, también registran con alborozo el hecho de que los pintores yescultores comiencen a pensar por cuenta propia, conscientes de que tienen algo qué decir con sus obras, sin necesidad de recurrir

a la tutela de otros profesionales. Sea ésta también la ocasión para expresar el deseo, unánime entre los artistas, de obtener para el próximo salón un local más adecuado, construido con ese fin. Ojalá pudiera inaugurarse en las salas de exposición que han de asignársele en el gran centro cultural de Bogotá, obra complementaria de la Ciudad Universitaria, que debe tener su sitio en el edificio del panóptico, centro donde tendrán lugar las actividades culturales de la capital, exposiciones, conciertos, cine educativo, etc., realizando así una idea favorita de Roberto Pizano.

Carta abierta a Gonzalo Ariza Walter Engel El Tiempo, octubre 29 de 1944.

Un día antes de la inauguración del actual Salón de Artistas Colombianos tuve el gusto de comentar con usted, en el mismo salón de la Biblioteca Nacional, los cuadros que en aquel entonces ya estaban colgados en los muros de la sala de exposiciones. Recuerdo que estuvimos de acuerdo en nuestra alta apreciación del Desnudo en grises de Ignacio Gómez Jaramillo, y nuestro cambio de ideas sobre cuestiones de arte fue para mi muy agradable. Con franco interés esperaba por lo tanto sus comentarios sobre el V Salón de Artistas Colombianos, que sabía iban a ser publicados en el "Suplemento" de El Tiempo. Usted comprenderá mi sorpresa al ver que usted había reservado su opinión sobre las obras de arte a la conversación verbal, para dedicar gran parte de su comentario público acerca del salón a ataques personales contra mi persona. Como que usted ha tenido a bien el ataque público, me veo obligado a contestarle públicamente. Usted habla del comerciante Walter Engel. Sí, maestro Ariza, gano mi vida con la profesión de comerciante, yeso me coloca en esta discusión en posición ventajosa. Figúrese usted que yo hubiera devengado de mis publicaciones, entradas lucrativas, suficientes para costear de ellas mi vida y la de mi familia. Qué tema más grato habrían formado para sus atropellos. Pero no es así. Estoy en la misma situación como respetables colegas de usted, inclusive tales que participan en el actual salón. Mi pasión es el arte; mi subsistencia la gano en honrado trabajo comercial. El mismo hecho de que no escribo por motivos de lucro desvirtúa en parte la pregunta que usted pone al fin de los párrafos dedicados al suscrito. Pero insisto en su desvirtuación completa y total. "Sería interesante saber", escribe usted. "qué fines políticos, financieros o sociales persiguen, ya que es imposible suponer tantos afanes y desvalidos por el generoso afán de beneficiar un arte para ellos extranjero". Aunque usted no lo crea, yo no persigo ningún fin político, ningún fin financiero, ningún fin social. Esta afirmación es rotunda e incondicional. Escribo por amor y por afición al arte, por idealismo. Se presenta, pues, el caso paradójico de que el idealismo de un "comerciante" resulta inconcebible para un artista. Los honorarios que recibo por mis escritos me sirven en su mayor parte para comprar libros y revistas de arte, y en algunas raras ocasiones para comprar una obra de un artista colombiano. Pero ni los honorarios pueden considerarse como fin financiero, ni las obras adquiridas son suficientes para justificar la sospecha siquiera de que con ellas vaya a intentar una provechosa especulación, para sacar de su venta posterior no sé qué fabulosas ganancias. Por lo demás, he escrito sobre usted, maestro Gonzalo

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Ariza, comentarios de los más favorables, y en mi estudio sobre el Arte en Colombia, publicado en Colombia en cifras 1944, le he colocado entre los cinco modernos pintores colombianos de vanguardia. Le ruego decir públicamente qué compensaciones le he insinuado, o aceptado de usted, por esta favorable apreciación. La misma solicitud dirijo a todos los artistas sobre los cuales he escrito palabra alguna. En cuanto a mi legitimación de escribir sobre "un arte para mi extranjero", le participo que mi primer ensayo sobre arte colombiano fue el publicado en el número 50 de la Revista de las Indias, de fecha febrero 1943, titulado Dos pintores antioqueños. Llevé entonces más de cuatro años de permanencia en Bogotá y de observación de su vida artística. Si no estoy equivocado, para usted, maestro Ariza, bastaba una estada mucho más breve en el Japón para sentir cariño por el arte japonés y escribir sobre él. Mis antecedentes para capacitarme como comentarista de arte son estos: durante toda mi vida me he ocupado de pintura y de historia de arte. Comencé estudios especiales en estas disciplinas desde mis dieciseis años de edad. En mi casa conservo tres retratos al óleo que pinté a los diecinueve años. Después me trasladé a París, donde seguía estudiando bajo la dirección de José Floch, pintor bien conocido en Europa, de quien hay un cuadro en el Museo de Jeu de Paume de París. De esa época conservo una Naturaleza Muerta, pintada en París. Los dos años siguientes los pasé nuevamente en Viena, y tenía como maestro a Ludwing Heinrich Jungnikel, afamado pintor y grabador, que está representado con un óleo en el Museo del Belvedere de Viena y con dibujos y grabado en la mundialmente famosa Albertina de la misma ciudad. Del año de 1930 aún tengo el paisaje al óleo, y de mi maestro Jungnickel, conservo un óleo, varios dibujos y grabados, así como muchas cartas y un libro con la dedicatoria "A mi discípulo Walter Engel L. H. Jungnickel". Emprendí luego prolongados viajes por Italia y Holanda, estudiando detenidamente a los grandes maestros en los museos. Todavía guardo cuatro álbumes con reproducciones coleccionadas durante mis viajes en los países mencionados así como en Munich, cuyos museos igualmente había estudiado. De 1935 a 1938 pasé repetidas y prolongadas estadas en París, estudiando particularmente el arte moderno. De allá proviene la mayor parte de mi colección de moderno arte europeo, que consiste en dos óleos, una acuarela y un gran número de xilografías de Frans Masereel, una acuarela de Maurice Vlaminck, las ya mencionadas obras de Jungnickel, y varios grabados más.

ALONSO NEIRA Desnudo Escultura Premio de estimulo Colección Club del Comercio

Toda esa colección la traje a Colombia, y las obras de Frans Masereel a ella pertenecientes fueron expuestas en agosto de 1941 en la Biblioteca Nacional de Bogotá. Con ocasión de esta exposición dicté una conferencia en el Salón de Conferencias de la Biblioteca Nacional, y Eduardo Carranza me honró solicitándome su texto para la Revista de las Indias. Este fue el principio de mi actividad como escritor en lengua castellana. Mi ensayo titulado El arte moderno en Europa y Frans Masereel salió en el número 34, correspondiente al mes de Octubre de 1941, de la Revista de las Indias. Accediendo a otra obligante solicitud de Eduardo Carranza, le entregué mi ensayo El público, contrario al aire moderno, que se publicó en el número 38 del mes de febrero de 1942. En diciembre del mismo año se publicó el estudio La posición de Inglaterra en la pintura europea. Cuando más tarde creí deber aceptar la oportunidad que se me brindaba de escribir sobre arte colombiano, lo hice para servir al arte. Porque hay en este país valores que merecen ser conocidos, destacados, presentados en su particularidad; y hacer crítica en mi concepto significa ver los valores donde existen y comunicarlos a los demás. Eso es lo esencial. El lado negativo de la crítica es secundario, aunque indispensable en defensa de lo realmente bueno y valioso. Estas ideas y sólo estas ideas me guiaron. Nunca pretendí "asumir la condición de director y orientador del arte nacional". Nunca mi actuación ha sido interesada. No es verdad que "pontifico en todas las revistas y publicaciones, 38

MIGUEL SOPO Maternidad Piedra talla directa Premio de estímulo Colección del artista

de Soga maso


hasta publicaciones de dudosa moral". Sólo he escrito para publicaciones que solicitaron mi colaboración, y estas eran: la Revista de las Indias, el suplemento de El Tiempo, Colombia en Cifras 1944 y la revista Espiral. Si acaso la calificación de la "dudosa moral" se refiere a esta última, informo que mis dos colaboraciones en ella publicadas lo fueron sin honorarios; una era una nota sobre Ignacio Gómez Jaramillo, la segunda el artículo "La pintura tendrá dos polos en la post- guerra", que contenía un cálido elogio de la pintura latinoamericana, y de manera especial de la grancolombiana. El consejo de redacción de esta revista "de dudosa moral" se compone según leo en la segunda página de sus ediciones, de las siguientes personas: Eduardo Zalamea Borda, Hernando Téllez, J. A. Osario Lizarazo, Marco Ospina, Arturo Camacho Ramírez, Ignacio Gómez Jaramillo, Luis B. Ramos, Alvaro Pachón de la Torre, Luis Alberto Acuña, Alvaro Sanclemente, Octavio Amórtegui, Roldán Castello. director: Luis Vidales. Editor: Clemente Airó. Yo no podría considerar como inmoral una revista amparada por personajes de esta categoría. Al fin, para mayor tranquilidad de usted, maestro Ariza, le aseguro que en cuanto a mí se refiere, sus temores de que pudiera atacarle en el futuro con "violentas críticas de menosprecio y desprestigio", ya sea directa o indirectamente, son infundados. Respeto al artista en usted, y le seguiré respetando en la forma que usted desea, es decir con silencio.

Crónica de exposiciones El V Salón de Artistas Colombianos Walter Engel Revista de las Indias, Nº 72, diciembre de 1944.

En un momento crítico y hasta decisivo para el futuro desarrollo da las bellas artes en el mundo, volvió a abrirse el Salón Anual de Artistas Colombianos. Noticias de ultramar informaron que a principios de octubre fue inaugurado nuevamente el Salón de Otoño en el París libertado, con amplia participación de destacados pintores europeos, entre ellos Pablo Picasso. Revive, pues, el arte de París, con todo su vigor y su magnetismo, hechicero y seductor en extremo para la personalidad propia, relativamente nueva, de la moderna pintura latinoamericana. Nada más oportuno, por lo tanto, que el reaparecer del Salón Anual de Artistas Colombianos, casi simultáneamente con su afamado colega de París. Por fortuna no se trataba de una manifestación meramente platónica, de una exhibición cualquiera lograda con material mediocre compilado sin criterio de selección. Participaron con obras representativas tanto artistas consagrados como figuras nuevas en el mundo artístico de la capital. Yen nuestra opinión, que es rigurosamente personal y no pretende sentar ningún juicio de validez absoluta ni crear ningún "ambiente interesante", en nuestra opinión este salón fue un éxito rotundo, una demostración irrefutable del estado avanzado en el cual ha entrado el arte, y de modo particular la pintura, en Colombia. Como aristócrata por temperamento artístico se afirmó una vez más Ignacio Gómez Jaramillo. Se presentó con una paleta nueva, pura y transparente. De la combinación de tonalidades claras exquisitamente matizadas con el color negro, saca armonías de suma delicadeza. Cada uno de sus tres óleos demostró la madu-

rez, la nobleza, la maestría del gran pintor: el hidalgo Retrato, la Gran naturaleza muerta, con sus curvas tan rítmicamente organizadas, y el fino Desnudo en grises. Los brochazos, de infalible seguridad y amplitud, parecen dictados por la inspiración más directa e inmediata. Estas superficies viven, animadas por una escritura pictórica a la vez clara y nerviosa, de marca inconfundiblemente personal. Con sus nuevos cuadros Ignacio Gómez Jaramillo ha reanudado un mayor contacto con la época premexicana, yeso le ha llevado a un camino que parece ser el más peculiar, el más sincero, el más afortunado que habría podido elegir. Honrosamente representativa para el moderno arte colombiano fue la contribución de Luis Alberto Acuña a la exposición en el Biblioteca Nacional. Sus cuadros expuestos fueron oriundos de dos épocas distintas: Mujeres en el bosque del treinta y siete, los dos otros del presente año. En Mujeres en el bosque se nos ofreció una vigorosa composición de desnudos, una patética demostración de dominio técnico, una excelente pintura. Excelentes pinturas eran también los dos cuadros recientes, pero contenían algo más, y algo decisivo: el arte muy particular y muy específico de Luis Alberto Acuña. Difícil y escabroso fue el problema de composición que el artista se puso en Bautizo; y magistralmente resuelto. Cabezas humanas ocupan la mitad del cuadro. Pero la aglomeración de rostros es perfectamente organizada, con la robusta figura del sacerdote como centro de gravedad. Verticalmente debajo de la cabeza de aquel se encuentra la del niño bautizado, y el eje perpendicular entre las dos cabezas presta a la pintura la más sólida estabilidad. Todo está pintado en el característico estilo de Acuña, que en este cuadro entra en una nueva fase. Los pequeños toques de pincel superpuestos se unen ahora frecuentemente y no dejan ver la pintura del fondo. Eso permite una dicción más libre, más variada que el severo observar de los toques individuales y aislados, y prueba que el artista no se contenta con lo obtenido ya por él-tan personal y tan propio como sea- sino que sigue buscando y encontrando nuevos medios de expresión, en permanente y fecunda evolución. Si ya el Bautizo se distingue por su expresiva intensidad en la interpretación de la escena religiosa, la obra suprema por la efusión de su sentimiento es El beso. Profundo y elemental sin sentimentalismo, emocionante y conmovedor sin falsa dulzura, este cuadro brinda la prueba ejemplar de que un contenido evocador no obstaculiza la perfecta configuración plástica. La pareja, que se pierde en un abrazo de infinita ternura, está formando un sólido arco de monumental grandeza. El flamante colorido hace completa la singular belleza e importancia de la composición. Artista de fuertes contrastes es Carlos Correa. Su Fraile Dominicano no implica ninguna paradoja en su contenido, pero reúne los más agudos contrastes en sus valores cromáticos. Brillantes colores claros alternan con los oscuros muros de la iglesia, que en parte parecen pintados de negro casi sin mezcla; de ahí la formidable fuerza luminosa del vitral. Se necesitaba de la enérgica mano de Correa para que no se perdiera el fraile debajo de la multicolor brillantez de la ventana. Correa valerosamente abarca el peligro de frente, y pinta al sacerdote en sencilla, pujante plasticidad, con un mínimo de reflejos en colores, y acentuando sólo el vestido blanco como complemento luminoso del vitral. El conjunto es de una clara estructura arquitectónica, y revela la bienhadada asociación de un extraordinario temperamento pictórico con una disciplinada voluntad de artista. Carlos Correa solamente mandó una obra al salón de la Biblioteca Nacional, pero ella es, verdaderamente, de primera categoría. Lo mismo podemos decir de Alicia Cajiao. En un apreciable entender de sus deberes de solidaridad, la pintora había desistido de la inclusión de la que consideramos su obra maestra en su reciente exposición individual, para reservarla al Salón de Artistas Colombianos. Estimamos a Ritmo como una pintura cumplidamente lograda. Seguro y de mucha enjundia el movimiento de la mujer, bien distribuidas las calidades del color. Las tonalidades cálidas de la figura humana se acentúan hasta un rojo encendido 39


en las vasijas, y encuentran su armonioso complemento en los ricos verdes del fondo, formado por la jugosa flora tropical. Como detalle de interés apuntamos el agradable matiz caliente que la pintora sabe dar a las luces del cutis de la negra, en contraste con otros pintores, que aplican a los desnudos de negros luces de un gris fastidioso. A los demás méritos del cuadro se suma su excepcional valor decorativo. El éxito más unánime de los pintores lo alcanzó Miguel Díaz Vargas. Eso se explica, de un lado, con lo realista, lo fácilmente inteligible, lo agradable de sus cuadros, que los hace accesibles a todo el mundo; y se explica, de otro lado, con los legítimos valores artísticos que entrañan, que acusan claramente el cabal dominio del "métier" y un gusto culto, distinguido y personal. En Estudio en gris se une un primoroso desnudo femenino con su derredor gris a una fina y noble armonía. La gran pintura de género El puesto de legumbres, cuyo primer plano está ocupado por un vivaz y bien entonado bodegón, lo mismo que la naturaleza muerta titulada Calidades, son otras pruebas de que un estilo realista bien puede contener verdaderas riquezas de materia pictórica, cuando es practicado por un maestro auténtico como Miguel Díaz Vargas. Un nombre nuevo fue para nosotros el de Alejandro Obregón, nombre que por fuerza de los tres óleos presentados en el Salón de Artistas Colombianos tendrá derecho de ser recordado. Si no estamos muy equivocados, Alejandro Obregón nació con la sangre de un pintor en sus venas, pues, tiene innato el sentimiento por la forma, por el colorido, por la pintura al óleo; en resumen, la capacidad de crear buenos cuadros. Consideramos el Retrato del pintor y Niña con jarra como obras más maduras y más personales que la Naturaleza muerta, pero ésta también suministra una clara prueba de talento. En los cuadros figurales de Alejandro Obregón hay una nota digna de mencionar. El artista les pone un fondo muy sencillo, con un casi nada de objetos y accesorios. Pero de tal parquedad sabe sacar gran provecho, dando a los amplios planos una intensa y poética vida por medio de una fina orquestación de matices cromáticos. Enrique Grau Araújo da a sus cuadros un colorido llamativo, un tanto teatral, que hace pensar en carteles de publicidad. Pero su real fuerza reside en un dibujo agudo y penetrante, y el conjunto de sus pinturas, lejos de toda armonía convencional, resulta de una sabrosa agresividad y expresiva caraterización. Entre los dos desnudos de Marco T. Salas Vega, el titulado Desnudo (espalda) era decididamente el más importante. Este óleo parece inspirado por el recuerdo de París, por su refinada atmósfera de dulces perfumes y suave sensualidad, que se reflejaba en los mejores cuadros, no del "Salon d'Automne", pero sí del "Salo n des Indépendants", en los años que antecedieron a la guerra. El cuadro de Salas Vega es insuperable en su género. Erwin Kraus está evolucionando hacia nuevas gamas verdes, vigorosas y personales. En su concepto hace gala de energía y generosidad, como lo demostró especialmente con el paisaje El Huila en la exposición de la Bliblioteca Nacional. El voluminoso óleo Canción vespertina, de Edgardo Riaño, composición armoniosa y bien equilibrada en sus masas y su color, proporcionó a su autor un completo y muy merecido éxito, tanto más notable cuanto se trataba de la primera presentación en público del joven artista. Por su bien lograda atmósfera y el acentuado ritmo del grupo humano se distinguió la Composición al fresco de Julio Fajardo. Meritorios paisajes presentaron Dolcey Vergara, Alfonso Ramírez Fajardo, Carlos Díaz y Guillermo Jaramillo; este último expuso, además, un Autorretrato, cuya pulcra ejecución al temple constituye significativa hazaña técnica. Con buenas acuarelas participaron Rafael Obregón, Marieta Botero y Régulo Romero. (El campo más peculiar y más propio de Régulo Romero consiste en sus ta-

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lIas en madera, como lo afirmó recientemente en su excelente exposición en la Sala de la Sociedad Colombiana de Ingenieros). En escultura también apareció un artista nuevo, cuya iniciación es una promesa: Miguel Sopó Duque. Sus obras traducen tres cualidades que le predestinan para una feliz carrera: tenacidad, audacia y marcado sentir plástico. Una auténtica escultura de bulto es Maternidad, por ofrecer aspectos de gran perfección plástica desde todos los lados. En sumo atrevida la difícil posición de la Danzarina; aun cuando esta obra sea menos equilibrada que Maternidad, el movimiento del torso es de tan extraordinaria pujanza escultórica, que justifica grandes esperanzas para el futuro desarrollo del artista. Una realización acabada era la tercera obra de Sopó, un expresivo Retrato tallado en piedra. Madurez armoniosa y belleza de formas singularizaron la talla en madera Metáfora, de Carlos Reyes Gutiérrez, de quien hubo también un bien logrado Retrato de la señorita Arango Escobar. Mencionamos aún, como buenas esculturas, un Desnudo de Alonso Neira, retrato ejecutado por Pinto Maldonado, Moisés Vargas y Carlos Gómez Castro, y un relieve en madera de Luis Fernando Rivera. El V Salón Anual de Artistas Colombianos no brindó un panorama completo de la actual producción artística en el país, ya que varios destacados escultores y pintores no participaron con sus obras. Sin embargo, fue una significativa e importante manifestación artística que logró acreditar ampliamente la institución de los Salones Anuales, de los cuales es de esperar que se afiancen cada año más como el certamen culminante y más representativo de las artes plásticas en Bogotá.


VI Salón Anual de Artistas Colombianos

JORGE RUIZ LINARES Retrato de Eduardo Mendoza Varela Primer premio pintura Colección Biblioteca Luis Angel Arango

Fecha: octubre 12 a noviembre 12, 1945. Sede: Biblioteca Nacional, Bogotá. Organizador: Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 37. Obras: 49. Jurado de admisión: José Domingo Rodríguez, Luis B. Ramos, Domingo Moreno Otero, Ignacio Gómez Jaramillo y Alejandro Obregón. Jurado calificador: los premios se otorgaron por votación de los expositores. Premios: Pintura: 1º $1.000, Jorge Ruiz Linares, Retrato de Eduardo Mendoza Vare/a. 2º $800: Guillermo Jaramillo, Retrato de un escritor (Javier Arango Ferrer). 3º $600: Alfonso Ramírez Fajardo, Mercado boyacense. Escultura: 1º $1.000, María Teresa Zerda, Carrousse/. 2º $800: Luis Pinto Maldonado, Rafae/ Maya. 32 $600: Hugo Martínez, Busto.

La nómina de jurados de admisión del VI Salón de Artistas Colombianos fue la misma del salón anterior (José Domingo Rodríguez, Luis B. Ramos, Domingo Moreno Otero, Ignacio Gómez Jaramillo), con excepción de Luis Alberto Acuña que fue reemplazado por Alejandro Obregón. Pero en la cúpula oficial se había producido un cambio significativo: Alberto Lleras Camargo era presidente de la República, Germán Arciniegas era ministro de Educación, el poeta Jorge Rojas era director de Extensión Cultural y Bellas Artes y Daniel A rango era director de Museos y Exposiciones. En la inauguración, Lleras declaró que se encontraba en la presidencia por no haber podido lograr el máximo anhelo de su vida: ser artista. Así, el salón vivió un momento de distensión, y por primera vez se realizó una exhibición de rechazados en otra sala de la Biblioteca Nacional. De las 140 obras presentadas, 93 cayeron en esta categoría. Sin embargo, era importante que el público pudiera observarlas y determinar con criterio propio si la labor del jurado de admisión había sido acertada. Fue, pues, un salón democrático y abierto a la opinión. Pero en la estructura de premiación, la falla de un jurado compuesto por los mismos expositores se hizo evidente. Ignacio Gómez Jaramillo denunció en La Razón (noviembre 3) "la más indecorosa de las combinaciones, propias más bien de manzanillos de vereda que de artistas, en la otorgación de los premios", y pidió que estos se concedieran "en la misma forma como se hace en todas partes del mundo civilizado: mediante un jurado que debe llevar forzosamente la voz del gobierno, que es quien otorga los premios y quien junto con un acertado criterio en política debe tenerlo también en el arte. Desde luego, los artistas deberán tener sus voceros, eligiendo por votación parte de los miembros del jurado. " Como dijera el periodista Angel Guerra, el salón fue "un éxito completo y absoluto para los pintores jovenes. " No obstante, críticos y observadores pensaron que un jurado técnico habría premiado las obras de Alejandro Obregón y Edgar Negret.

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Una visión imparcial El VI Salón Pedro Restrepo Pelaez El Tiempo, octubre 17 de 1945.

El VI Salón de Artistas Colombianos ---que todos estamos de acuerdo en considerar deficiente--- presenta, no obstante, obras de gran mérito. Ignoramos cuál sea la causa que ha hecho desistir de su presencia en este certamen anual a pintores y escultores de reconocido renombre. Tampoco nos interesa saberlo. Simplemente queremos referirnos a él con el objeto de hacer un análisis de las obras allí expuestas. Daremos, pues, un vistazo por secciones y materias. Paisaje Esta sección apenas si posee un trabajo con algún sentido nuevo del color -el de Ospina-, producto de un pintor que quiere establecer distintos derroteros al paisaje nuestro, tan torpemente tratado por pintores que lo explotan como fría y doméstica traslación del mundo físico al mundo de la "tela". Hay en el cuadro que comentamos, vivacidad, colores planos y simples, un temperamento que pugna por expresarse sin vanos escarceos literarios y amaneramientos dulzones. Ospina va al paisaje para hacer pintura, no para fijar un aspecto geográfico y producir espasmos en el espectador "chic". Obregón (José María) expone su acuarela Arbol que delata una fina sensibilidad, dentro de una obra manual balbuciente. Su deficiencia radica en la manera un tanto insegura de aplicar la aguada, con minuciosidades que atentan directamente contra la función intrínseca de la acuarela. No debe ignorar el acuarelista Obregón que, cada técnica condiciona, en cierto modo, su mundo formal y que el forzamiento de la materia implica desconocimiento de sus virtuales recursos. Igual observación puede hacérsele a los trabajos que presenta su hermano Rafael. Figura humana En este sentido, indudablemente lo mejor corresponde a Ignacio Gómez Jaramillo y a Alejandro Obregón. Gómez Jaramillo -pintor si los hay en Colombiaexpone un retrato del poeta Gilberto Owen, que en ninguna manera aceptamos como lo mejor del artista antioqueño. Tiene Gómez Jaramillo retratos decididamente superiores a éste -v.gr. los expuestos recientemente--- que no vacilamos en declarárselo así -franca y escuetamenteal distinguido maestro y amigo. No es que dudemos de la calidad de la obra ni de su parecido -bien poco nos importa ésto- sino que, como viejos admiradores, esperábamos de él una mejor síntesis de su ya larga y fructuosa carrera. En todo caso, este retrato está entre los dos o tres mejores óleos del salón. Alejandro Obregón presenta dos telas: Composición nocturna y Cabeza. Su Composición de brioso "empate" (sic) y magnífica distribución objetiva, pero sin embargo de cierto énfasis manual. La actitud de las figuras, el mismo hecho formal, incitan a una valoración previa, en la cual interviene demasiado el "buen gusto". La obra no consigue actuar, subsistir mentalmente en el espectador. La cabeza de frente: bien lograda. En cuanto a su Cabeza esta obra sí constituye todo un hallazgo. Es pintura y de la mejor calidad. En ella aparece el magnífico pintor que es Alejandro Obregón. Este "estudio" está, además, entre las dos o tres obras mencionadas antes.

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Luis Alberto Acuña expone dos paisajes y una composición de carácter anecdótico. Dichas obras no corresponden ni a su capacidad, ni a su prestigio ni a la permanente admiración que le hemos profesado.

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Cecilia Aya nos da el resultado de sus investigaciones pictóricas en dos óleos: Lavanderas y Retrato. Posee la pintora una manera exquisita de asimilar el color. Hay en sus trabajos materia pictórica, calidad, seguridad en la aplicación de las tintas, pero desgraciadamente se vale de una factura bastante peligrosa. Esta clase de pintura que llega al espectador por el sistema de las asociaciones, tiene un flanco sumamente vulnerable: el color se exalta en detrimento del dibujo y de la estructura total de la obra. En el caso que comentamos, es decir, tratándose de figuras humanas, nuestra sugerencia posee mayor fuerza y contenido. Ojalá la distinguida pintora no de el carácter de consejo a estas sinceras aseveraciones. Líbrenos Dios! Queremos apenas dejar expuesto nuestro pensamiento de pintores y de amigos. El retrato de Eduardo Mendoza Varela: magníficamente dispuesto, sumamente bien construido. Sin embargo, el colorido no corresponde a la calidad de su dibujo. Una pincelada más pictórica, menos relamida, más suelta --dada a su manera- y un fondo menos complicado, y dicho retrato hubiera ganado asombrosamente. El auto-retrato del joven pintor Adriano Moreno sería excelente si el espacio hubiese permanecido como tal. Esas dos figuras del fondo no agregan nada y sí le restan mérito a la obra. Le roban austeridad, pureza, plasticidad. Escultura El joven escultor Edgar Negret presenta dos obras: Tritón y Virgen. La primera -muy superior por cierto a la segundaestá magníficamente resuelta. Una gran armonía en la masa total, con problemas sutilmente expuestos, decorosamente acoplados al recurso anecdótico. La segunda la hallamos un tanto pesada, nos deja la sensación de algo no concluido: se peca en ella por exagerada síntesis. Estas obras son, a no dudarlo, lo más logrado y original de esta sección. Es ésta, en líneas generales, nuestra opinión acerca de las obras que merecieron nuestra atención. Al referirnos a ellas no hemos intentado otra cosa que hacer un análisis imparcial, y prestar con ello un servicio al espectador desprevenido. Porque al amanerado ya le quedan sus recursos de acedémico en receso, y toda la literatura del caso.


El Sexto Salón Anual de Artistas Colombianos Fernando Guillén Martínez Sábado, octubre 20 de 1945.

Sumergirse en un salón de pintura ha dado siempre una trabajosa labor de los sentidos. Un esfuerzo casi excesivo para el observador, que tenazmente atisba, como se mira a las ventanas de una extraordinaria catedral aparecida en sueños, los mil rotos de colores, agujeros de infinito que guardan formas, sonrisas, doblegamientos y serenidades.

GUILLERMO JARAMILLO Retrato de un escritor (Javier Arango Ferrer), 1945 Oleo sobre tela Segundo premio, pintura Colección del artista

Franz Werfel, que era débil y sentía duramente las cosas del mundo dijo una vez: "Las exposiciones de pintura son un espectáculo bárbaro". Y quería decir que eran un teatro violento, sin lógica aparente, un juego de circo casi sangriento en donde el alma del contemplador no tiene reposo ni tranquilidad meditativa. Una sensación de angustia nos agobia, ante la necesidad de decidir la mirada al primer lienzo, la concentración en el primer mundo de luz, prescindiendo de las tentaciones que asaltan desde los cuadros tan vecinos y tan extraños. Luego otra y otra. La correría a través de los muros se hace dolorosa, rápida, ávida. Y al final. .. no hemos visto nada.

ALFONSO

Colección

RAMIREZ FAJARDO Mercado boyacense Oleo Tercer premio, pintura Biblioteca Luis Angel Arango

Hay que recomenzar el viaje. Pero esta vez, lentamente, dejándonos que las pinceladas imprevistas, las formas gozosas, los gestos eternizados muerdan las carnes y nos conmuevan el espíritu. Sobre el espejo íntimo del espectador circula entonces, el mundo como un espeso río de miel y hiel que --como el beleñoenvenena y redime. Se comienza a encontrar entre el recuerdo una línea, un ritmo, una luz. Hay ratos en que los rincones complejos de un lienzo reseñan la ilusión o aluden furiosamente a la esperanza. Es el momento, el trance, la evocación lograda. Werfel, que recorría con prisa furiosa los salones de una galería florentina, no sintió nunca ésto. Siguió,siempre -ipobre de él!meditando en lo "bárbaro". Como si fuera un extraño ovillo, logrado con todos los hilos de un afán múltiple, este VI Salón de Artistas Colombianos necesita ser deshilvanado cuidadosamente pausadamente, tomando con infinito cuidado cada reflexión que sea útil como punta elemental, para no perderse en su laberinto contradictorio. Desde luego, la primera meditación hace referencia a las formas selectivas de la cultura. Aquí está presente un instante de la nuestra, ya desengañada de las formas virtuosistas que se ensañaron tanto tiempo con el alma dúctil de nuestros creadores. Se ha abandonado casi por completo el intento de hacer juegos de salón con los colores y las formas. Francia se ha ido de la sala, que por cinco veces la tuvo en plagios extraños del brazo del México violento de Diego Rivera.Los pintores, al abandonar las formas reflejas de la creación, se han hecho un poco débiles. Pero es esta la debilidad del adolescente que se evade a la limitación apenas iniciada su propia vida. Ya se pinta solamente la emoción interior procedente de lo que se ha visto. Los laboratorios personales trabajan con un ritmo individual creciente. Hay excepciones a esto, aquí en la sala, claro está. Pero esta es la ley general que rige los lienzos expuestos. Se ve además que la pintura, oscilante en Colombia por mucho tiempo entre la literatura y la fotografía, ha encontrado su sendero 43


especial e histórico para el tiempo americano que se vive. Se ha regresado a la honradez de los volúmenes al estudio íntimo de las formas y las luces. El pintor colombiano resuelve los problemas pictóricos con arreglo a las propias necesidades que surgen de su obra y de su temperamento. Hay muy pocos elementos extraños en esta pintura modesta y segura que cuarenta y ocho artistas escasos han presentado. De todo ello no surge la frase plástica excepcional, la originalidad lograda. Los cuadros, por lo general se rezagan en lo casi mediocre. Pero esta fuerza que se pierde en cada caso individual, se gana en intención colectiva, en honradez cabal de conjunto.

de sensaciones a la moda. Nace de la correría del pintor a través de su alma y de su paisaje. Aquí la figura sobria de Owen solamente se anima un tanto con el ocre quemado en la piel del rostro yen las manos. El rictus de la boca es pura pintura, no se propone nada literario. El juego, levemente exaltado, de las manos, es una definición absolutamente silenciosa del hombre. Apenas con la colaboración milagrosa y desintencionada de la luz, Gómez Jaramillo pinta un hombre, realmente. A las gentes que miran pintura no les importa que ese hombre tenga nombre. Les basta con la sobria realidad de su existencia, en donde las telas de los vestidos y las vueltas de los paños no ocultan la carne angustiada.

Luego, un confusionismo augural y un tanto extraño tiene ejemplos bien claros en este VI Salón Anual de Artistas Colombianos. Hay pintura escultórica, monumental-Gonzalo Vid al- y escultura lineal, decorativa, escultura de "cámara" -Edgar Negret-. No es posible emplazar este fenómeno como un error. No hay referencias para tal audacia crítica. Es más bien ocasión de observación cuidadosa, de reflexión medular este caso colombiano que quizá sea universal. Puede salir de allí una concepción más acordada a los tiempos vivos,sobre la plástica.

Le sigue un paisaje de Guillermo Jaramillo el rico autodidacta, que alcanza con su Visión del llano una complejidad simple que no revela en su inútil Retrato de un escritor. Y más tarde. Erwin Kraus, cuyo fenómeno pictórico es un tema bien ancho de meditaciones colombianas.

Pintores, pinturas El catálogo, que sigue el alfabeto como en una viva clase de primeras letras, reza,en su comienzo: Acuña Luis Alberto, El paraiso del Inírida, La tercera salida, Impresión de Cartagena. y hay que contemplar estos lienzos de Acuña, ante la dictadura venial del folleto. Tratando en una forma que a mi se me antojaría llamar "juguete plástico" un breve mundo de la selva verde, fastuosa y tocado por un sol alto y amarillo, se cierra como una decoración onírica sobre el cuerpo aniñado de una mujer que se mete entre el río lento y sabio. Todo El paraíso dellnírida está resuelto en sí mismo y constituye un universo independiente y vasto entre las breves dimensiones del cuadro. Acuña es un comprendedor sintético de las formas luminosas. Por ello su Impresión de Cartagena reduce a arcos elementales y perspectivas de caricatura lírica toda la sociedad animada de una plazoleta heróica, Como los planos ingenuos que dibujan los niños, esta Cartagena de Acuña, evoca totalmente una sensación profunda y un sitio violentamente determinado. Todo está hecho fuerte y sencillamente. Los planos se suceden sin una sola vaguedad. Las líneas están todas a la vista, haciendo que el misterio se hunda detrás de la claridad magnífica de los exteriores. En La tercera salida, la pintura pierde en pintura, cuanto quiere ganar en nota filosófica, en apuntación de sarcasmo integral. Acuña que logra hacer seria su composición grotesca de cubos y telas, falla al intentar hacer realmente profunda la narración de su lienzo. Cecilia Aya, vuelve a recitar tácitamente el catálogo con voz impresa de colegial. Y Cecilia Aya nuevo talento, muestra una reminiscencia inteligente, pictórica de Paul Gauguin. Las lavanderas, logradas con el zig-zag de la espátula comienza a la derecha con realidad americana indiscutible sobre un segundo plano de árboles verdes e indecisos, para terminar, a la izquierda sin juicio ni sabiduría en una figura mal tratada que recoge un agua ficticia. Más tarde, sobre unas rejas literarias aparece en un pequeño lienzo su Retrato, perdido entre intentos de poner colores sobre colores sin llegar a la majestad luminosa del verdadero "impresionismo". La lección del catálogo se hace vaga, inane, hasta llegar a Raza, pequeño dibujo al pastel de Carlos Dupuy, inteligente y conmovido y seguramente, fino, cabal. Una niña indígena entrecierra sus ojos oblicuos debajo del pelo lacio. Y en seguida un nombre de valor: Ignacio Gómez Jaramillo, presenta su Gi/berto Owen, poeta mexicano. Plomo, plomo sobre el poeta Owen, sobre el breve mar con velero sobre el tronco mútilo que es silla y raíz, al tiempo. Y este plomo de Ignacio Gómez Jaramillo no es aprendido en ningún catálogo 44

Kraus ha hecho del paisaje una noción especial y telúrica que solamente él representa entre sus compañeros pintores.La pintura de Kraus es una profunda averiguación de las razones de la tierra. Sin dejarse engañar por la aparente alegría de los paisajes, ha conversado bien largamente con las rocas, las nubes y los árboles y ahora sabe que son oscuros. Así pinta su Paisaje que lleva el número 14 en el folleto. Y lo que es asombroso: sus Indios Paeces, que representan en la pintura colombiana el descubrimiento de la vida vegetal de una raza vencida. Kraus no ha temido expresarlo y nos ha dado una familia "roqueña" de indígenas que apenas utiliza para reflejar vitalmente el sol amarillo canario de un atardecer sobre los Andes del sur colombiano. Y esto del hombre-paisaje es su mejor lección en muchos años. Alejandro Obregón deslumbra. Trae un viento nuevo que invita urgentemente al análisis. Y está -hay que decirlo-- equivocado. Sus carnes quemadas son mediterráneas. Huelen a huerta de Valencia o a prado napolitano. Composición nocturna, reveladora de un extraordinario talento de pintor es la indecisión de un espíritu que no ha encontrado aún sus influencias habituales, sus más hondas reflexiones sobre el hombre y el mundo. En su Cabeza, tan bella, resulta sin embargo, algo de ternura europea, marcada por el rojo de los labios sobre el pardo del rostro, que nos conduce a un mundo, a la vez grato y falso. Pero un hombre de vivísimo instinto es Alejandro Obregón, que hace la mitad de este salón. Hay todavía un lienzo de extraordinaria prestancia en la sala. Lo firma Jorge Ruiz Linares y lleva por nombre Retrato de E. Mendoza Varela y por número el 34. Los colores frescos, francamente regocijados hacen contraste con la dureza casi escultórica de los volúmenes. El retratado aparece, simple de semblante, rico de insinuaciones, contra un plano logrado por lomos de libros alineados y por una ventana irreal en la cual danzan, sobre un prado suscinto una figura desnuda de mujer y un caballito de barro cocido. Esto no se parece a nada. Es un gozo y una parábola. Una enseñanza humana.

Apenas yeso Porque las maderas, los bronces, las piernas, no alcanzan ninguna categoría de gran expresión. Se mueren de tedio y de insignificancia sobre los pedestales domésticos forrados en tela burda. Sólo Edgar Negret tiene algo qué decir y lo dice. Virgen es un ejemplo magistral. Y una curiosa intención. Tratado con volúmenes casi falsos, con íntima intención de poema, con líneas que solamente son visibles de cerca, justifica la expresión de un poeta inteligente que la contemplaba: "Cuánto abrazo hay aquf". Escultura de "cámara" ha llamado este cronista a la concepción de Negret. Por su ausencia de ese sentido monumental que ha regido todas las estatuas de un mundo que se plagiaba a sí mismo en veinte siglos de referencias, Negret ensaya una escultura conmovedora de "intimismo" que necesita de los rincones suges-


tivos para manifestar su poderío humano. Es yeso apenas, como su Tritón. Pero un yeso riquísimo, magistral, preñado de insinuaciones penetrantes, de gemidos, de alardes líricos hondamente discretos. Y Edgar Negret está solo aquí en esta sala, quisiéramos verlo luego en la múltiple compañía de sí mismo. Esto que se ha escrito no es -daroel VI Salón Anual de Artistas colombianos. Apenas quiere parecer una reseña de las más duraderas emociones que ha producido en el ánimo de un espectador interesado de este teatro mágico de la sala llena de alusiones. Quizá no esté desorientada en la frase ni extraña la impresión.

El VI Salón de Artistas Colombianos Walter Engel El Tiempo, octubre 28 de 1945.

Muchos nombres hacen falta en el VI Salón Anual de Artistas Colombianos. Los artistas consagrados en los salones precedentes que actualmente participan con sus obras son minoría. Pero aún así, frente a tan importantes ausencias, el VI Salón es muestra elocuente de la vitalidad y actividad del arte colombiano, tan lleno de juventud, de pujanza, y -más trascendental que todo- de personalidad. Ante mi fervor por el arte moderno de este país a veces llego hasta preguntarme escépticamente si acaso me encuentro en la paradójica situación de un europeo "chauvinista" en favor del arte colombiano. Pero en seguida vienen pruebas que demuestran que no es falta de medida y de objetividad, sino expresión de una realidad la afirmación del puesto privilegiado que ocupa Colombia en el arte de este continente. Varias veces en estos últimos años, y aun muy recientemente, hemos visto aquí exposiciones colectivas de pintura de otros países americanos; todas tenían sus calidades; mas casi todas demostraban una influencia por el arte europeo mucho más directa y menos asimilada que la contemporánea pintura colombiana; y ninguna hizo sospechar un núcleo tan sólido de fuertes personajes artísticos como lo posee esta nación andina en la actualidad. El más joven de los pintores colombianos que, en el curso de sólo doce meses, logró consagrarse definitivamente, es Alejandro Obregón. Después de su "debut" en el V Salón de Artistas Colombianos y de su exposición individual a mediados del año presente, ya no estaba debiendo pruebas de talento; de él se esperaban obras; y obras nos ofrece. En primer lugar, este pequeño cuadro Cabeza. ¿ Cabeza de estudio? Bien puede ser, y poco importa. Lo importante es que sea exquisita pintura, que logre un máximo de expresión con medios puramente pictóricos; pero hay aquí algo más para admirar que finos matices y audaces brochazos. El pintor no elude ningún problema psicológico, no pretexta ningún modernismo barato para hacerse más fácil su tarea; los ojos de esta mujer son ojos humanos, su boca es una admirable boca femenina; y sin embargo, nunca vemos el pincel vacilante, ninguna muestra hay de timidez aun en los trazos más delicados. Tan asombrosa seguridad en un artista joven podría ser un peligro. No creo que lo sea para Alejandro Obregón. Asílo prueba su segundo óleo expuesto en el salón, de carácter representativo, la Composición nocturna. Hasta aho-

ra, el desnudo de mayor éxito pintado por Obregón había sido la Niña con jarro exhibida en el salón del año pasado. No hay en la obra nueva repetición, y ni siquiera reminiscencia, de la de antaño. A las suaves y apacibles armonías de la Niña con jarro siguen ahora agresivos acordes, después de las dulces melodías mozartianas se anuncia una tempestad más bien afín a Beethoven. Como antes nos había sucedido con cuadros de Carlos Correa, aquí también el espectador debe aclimatarse a estos nuevos acordes, debe asimilarlos espiritualmente, para poder gozar de ellos. A la primera vista están en cierta discordia cromática los cuerpos morenos con los ardientes colores de los objetos en su rededor. Existe una aparente discrepancia entre el concepto pictórico de los cuerpos femeninos y el resto del cuadro. Pero esta primera impresión cede cada vez más a la emoción que uno siente al apropiarse un fenómeno, una idea, una creación nueva, y lo que al principio nos parecía disonancia nos sorprende como una atrevida armonía inédita. Al lado del dramatismo de Obregón, el retrato de Gilberto Owen de Ignacio Gómez Jaramillo es equilibrio, calma, sosiego. Los dos pintores, que antes habíamos considerado como artísticamente afines, se muestran en este salón como temperamentos fundamentalmente diferentes. Es inconcebible que Gómez Jaramillo soltare las riendas de su autodisciplina hasta permitirse un experimento cromático tan audaz como la Concepción nocturna de Alejandro Obregón. Gómez Jaramillo persiste en la evolución orgánica y clara de su estilo, y gracias a esta persistencia precisamente dispone hoy de su pronunciada e inconfundible escritura propia. Eso es cuestión de temperamento, no de calidad artística; ambos caminos pueden conducir a las más altas cimas. Imponiéndose una ascética limitación en los colores, Ignacio Gómez Jaramillo configura el retrato del poeta mexicano con verdadera maestría; la firme estática de la figura, la actitud tranquila y pensativa, en fin, toda la composición del cuadro señalan al pintor llegado al estado de acrisolada madurez. Por su señalado sentir plástico se singularizan los cuadros de Luis Alberto Acuña. iQué característica su Impresión de Cartagena! Cualquiera que sea el tema, dondequiera que esté situado el paisaje, Acuña, antes que todo, está plasmando formas. Una plaza con sus edificios circundantes y la maciza muralla es lo que le interesa a la ciudad heróica; el mar apenas se nota en un modesto rincón del cuadro. Pero, cuánta poesía sabe sacar de su concepto, qué fino juego de volúmenes y de colores. En la Tercera salida se manifiesta además un robusto humor, sin perjuicio de la configuración plástica, mientras El paraíso Inírida ostenta un romanticismo soñador. Con notable éxito se estrena en este salón el joven pintor Jorge Ruiz Linares. No es un desconocido para los que siguen atentamente el movimiento artístico de esta capital. En la exposición de fines del año, organizada en 1943 por la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, llamó mucho la atención el fresco Trabajo en el campo yen la ciudad, ejecutado por Jorge Ruiz Linares y Roberto Zagarra, bajo la dirección de Ignacio Gómez Jaramillo. Este fresco de indiscutibles calidades todavía puede verse a mano izquierda en la entrada de la Escuela de Bellas Artes. Jorge Ruiz Linares es, pues, discípulo de Gómez Jaramillo. Eso se nota en su retrato de E. Mendoza Varela del actual salón. Pero también queda comprobado que la influencia del maestro no sofoca la personalidad del alumno, siempre que la disposición para tal personalidad exista. En el retrato de Mendoza Varela no encontramos una diluída reedición de Gómez Jaramillo, sino un trabajo serio, consciente, dominado por una clara voluntad artística. La obra fue distinguida con el primer premio para pintura. Ni el tamaño ni la técnica deciden la calidad de una obra. A veces la más voluminosa es la más desagradable, y ostenta los más falsos e insinceros acentos seudosociales.lncomparablemente mayor

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puede ser el valor artístico de un pequeño dibujo, y tal es el caso del dibujo en colores de Carlos Dupuy, titulado Raza; a pesar de su aparente modestia, esta hoja es arte de altos quilates. Entre los nuevos nombres del salón figura también una pintora: Cecilia Aya. Sus dos óleos no permiten ninguna opinión definitiva. Es verdad que el cuadro Lavanderas seduce al primer contacto visual; su agrado emana de una hábil disposición ornamental de los colores, combinados con evidente buen gusto. Bien puede ser que sea fruto de efectivo talento; pero inspira alguna desconfianza el que la artista elude en su cuadro de introducción toda prueba de fuego; en postura casi uniforme se nos presentan las lavanderas, todas de espaldas; la construcción del cuadro es simple. y el segundo óleo de la misma pintora, no resuelve ninguna de nuestras dudas. Lo futuro desvirtuará tal vez por completo las reservas aquí insinuadas. Otro caso problemático, es tal vez, Erwin Kraus. No en su excelente Paisaje, con el cual afianza su bien merecida reputación de excelente paisajista. Mas los Indios Paeces no convencen. Si no interpreto mal las intenciones del pintor, éstas aspiraron en su óleo figural hacia lo monumental. Y no lo consiguieron. ¿Porqué? La idea de una alta figura de primer plano que sobrepuja todo lo demás tiene precedentes que prueban que con ella como base realmente se pueden lograr efectos monumentales. El más grande del género en la pintura moderna es Daumier. El puede enseñarnos lo que falta en el cuadro de Kraus. En primer lugar, las figuras de Daumier son parte orgánica del ambiente; no forman grupos que tienen un paisaje como fondo, sino que se mueven dentro del paisaje. Yeso es lo más esencial de todo: "Se mueven". Las pujantes siluetas de los hombres en movimiento prestan a los cuadros de Daumier su monumental grandeza. Análogos efectos encontramos en los campesinos de Millet, y aquí en Colombia en ciertas figuras pintadas por Salas Vega. No es el volumen de la figura humana en proporción con el tamaño del cuadro lo que presta a éste su grandeza, sino la monumentalidad intrínseca, la hermosura plástica de la figura misma. Marco Ospina presenta en el VI Salón el mejor cuadro que de él hemos visto en los últimos años. Su Paisaje es de un colorido fresco y sabroso, bien logrado en la disposición de las masas y en el trazado de las curvas, una pintura francamente meritoria. En pleno progreso se encuentra también Guillermo Jaramillo. Con ambición y energía va en busca de una caracterización humana cada vez más penetrante y de efectos pictóricos exigentes; el Retrato de un escritor documenta estos esfuerzos y sus apreciables resultados, la Visión del llano los demuestra en el campo del paisaje. A Guillermo Jaramillo fue otorgado el segundo premio de pintura. Marco T. Salas Vega se presenta con una fina composición en blanco, titulada Cauca, Carlos Díaz con Paisaje en gris de delicados efectos atmosféricos, Alfonso Ramírez Fajardo con una nueva versión de sus ya famosos Mercados, tan ricos en detallada observación de características notas locales. El tercer premio de pintura le fue reconocido a Alfonso Ramírez Fajardo. Buenas acuarelas exhiben Rafael Obregón, Gustavo Rojas y Jorge Arango. Con un retrato del poeta Torregroza de gran parecido, participa León Cano. El nuevo y prometedor personaje en escultura es Edgar Negret. De compactas masas redondas plasma sus figuras en una visión de gran fuerza creadora, y aun cuando se sirve de la línea grabada como medio escultural, eso no desentona de su generoso concepto global. Tritón y Virgen se llaman sus obras exhibidas en el VI Salón, y es muy interesante conocer más esculturas de Negret, para poder apreciar mejor el volumen artístico de su creación, que debería ser considerable. La Cabeza de negra talla en madera de Hena Rodríguez, ya estaba exhibida en la exposición individual de la escultora en el Hotel Granada. Al volverla a ver ahora debemos admirar nuevamente el vigor de su expresión y el formidable poder plástico de su autora.

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LUIS PINTO MALDONADO Rafael Maya (cabeza) Escultura Segundo premio, escultura

Luis B. Ramos Jurado de admisión salones 11,V, VI


Deliciosa es la talla en piedra Carroussel de María Teresa Zerda, a la cual fue adjudicado el primer premio de escultura. El grupo está esculpido con cabal dominio técnico, pero además con finísima sensibilidad, que sabe interpretar en piedra toda la alegría infantil sin caer en concesiones dulzarronas. La obra merecería ser colocada permanentemente en un sitio público, ya que su rnateriallo permite. A Luis Pinto Maldonado le valió el segundo premio de escultura su excelente cabeza en bronce de Isaías Díaz; igualmente buena y expresiva es su otro retrato en bronce, la Cabeza de Rafael Maya. Original y fuerte es la talla en madera del título Jobde Luis Fernando Rivera. Cariñosamente ejecutada la talla en madera Viejo de José H. Betancur. Buena también la Cabeza de mulata de Magola Montaña de Izquierdo. Y de muy elevado nivel las obras plásticas en general. El tercer premio de escultura fue atribuido al Busto de Hugo Martínez. En resumen podemos decir que el VI Salón Anual de Artistas Colombianos no es una muestra panorámica del contempóraneo arte colombiano, pero si una buena exposición. Una buena exposición en la cual se afirman artistas consagrados, se afianzan otros más jóvenes y surgen prometedores nombres hasta ahora desconocidos; suficiente para sentir las vivas pulsaciones del arte neogranadino y admirarlo, tanto en sus fuerzas ya activas, como en sus aparentemente inagotables reservas.

El VI Salón de Artistas Colombianos L.R.J. Revista Javeriana, Nº 120, noviembre de 1945.

El VI Salón de Artistas Colombianos se inauguró por fin después de una serie de incidentes por lo que se refiere a las obras presentadas. De 140 obras presentadas se escogieron solamente 47 después de un examen muy severo, según se ha afirmado. No pretendemos criticar la selección del jurado, pero si las 47 obras provienen de una selección muy severa, habría que lamentarse del valor de las obras rechazadas. Felizmente entre los nombres de expositores faltan los artistas más apreciados y de más bien asentado renombre en Colombia. Si así no fuera, sería cosa de dejarse dominar por un sentimiento de honda tristeza acerca del progreso de las artes plásticas entre nosotros. Dentro de esta realidad, el público más o menos selecto, amigo de la buena pintura o al menos de la pintura en general, ha podido darse cuenta del valor del conjunto de la exposición. "Pobre conjunto" era la expresión que se escuchaba doquiera. Para enfocar bien en qué sentido había que comprender esta pobreza, tratamos de averiguar en qué sentido entendían el epíteto. Yobtuvimos la advertencia de que se trataba de la cualidad. Pronto localizamos algunos lienzos que se destacan en el débil conjunto. La mejor obra enviada, a nuestro juicio, por lo que hace a pintura, es la de Salas Vega, intitulada Cauca. Dos figuras que se unen muy bien en el fondo y con una técnica extremadamente fresca, una trasparencia de tonos y ambiente de luz matinal a orillas del Cauca. La técnica es tranquila; el artista demuestra cierto

optimismo y una conciencia seria de pintor. Después de esta obra luminosa viene su contraste, por decirlo así, un cuadro de Cecilia Aya titulado Lavanderas. La composición es bastante rítmica, casi un movimiento de un ballet de lavanderas vistas por la espalda, con los brazos en alto acompañadas de una mancha fuerte de blanco. El dibujo es bastante deficiente; choca sobre todo la enormidad de la mano derecha de la primera lavandera, cuya estructu ra nos recuerda más bien un reptil que un miembro humano. Por desgracia esa deformidad no añade nada al arabesco del conjunto. Si lo que la artista buscaba era hacer más sombría la palma y por debajo de su diagonal, ¿no hubiera logrado un efecto mejor rebajando toda la figura del primer plano algunos centímetros, lo cual hubiera dado un efecto más acertado, sobre todo porque recortaba la monotonía de la horizontal formada por las cabezas de las mujeres? El mérito, pues, de esta composición no consiste en el dibujo, ni en los detalles, sino en el conjunto pictórico de las manchas rojas, verdes, amarillas, colocadas de manera voluntariosa y despreocupada. Los contornos quedan bastante acentuados y la técnica no nos es extraña del todo. Me recuerda de lejos y claro, a menor altura, el modo de mezclar los colores de Dickmann, y quizás por esa razón cierto público se sentía conmovido. Cecilia Aya en pintura tiene bien poco de femenino, ya que más bien que idealismo o misticismo se echa de ver cierto cinismo y un género gar90n, que aparece a las claras en la otra obra que expone: Retrato. Una mujer pintada oon brusquedad de amarillos recortados en el volumen. Un montón de pintura, ojos macabros, boca contorsionada ... y efecto totalmente desvirtuado. [Oué agradable resulta, después de este retrato, dejar descansar los ojos en un dibujo al carbón relievado con algunos toques de rojo índigo! Dibujo sin pretensiones, pero enmarcado con gusto, y titulado Raza, de Carlos Dupuy. Una cabeza de muchacha indígena, ojos de almendra medio cerrados, enmarcados por una masa oscura y decorativa de los cabellos. Una mano delicada, sutil que va trazando de forma sencilla y muy sintética los pormenores y que le pone mucha alma y mucha expresión y vida, tal nos parece el artista. Felicitamos muy sinceramente a Dupuy por su cuadro. Mucho desearíamos conocer el género de su pintura y algo más de esos dibujos sutiles y expresivos. Muchas personas se quedaban extasiadas ante la Maternidad, de Simón Meléndez, que nosotros encontramos, para mal de nuestros pecados, muy cursi, como composición y ejecución, aunque reconociendó en Meléndez a un artista laborioso, que estudia y dibuja del natural. Pero la técnica resulta anticuada, los colores bastante populares, y sobre todo, la representación, como ya dijimos, vulgar, capaz de agradar a cierto público más bien catador del idilio que de la pintura. En cuanto a Alejandro Obregón, nos sorprende no poco que haya escogido para el salón sus experiencias de pesadilla, más bien que un estudio hecho con gusto, con temperamento y gozo de vivir. Este joven artista anda en busca de sí mismo; pero ¿para qué empeñarse en buscarse en lo feo, o es que cree que con ésto se cataloga entre los modernos y va a agradar a los snob? Si es así, lo lamentamos muy de veras, porque en su exposición echamos de ver algunas cosas, sobre todo entre sus paisajes en gris, un carácter original y una fina sensibilidad. No creemos que Alejandro Obregón esté tocando su cuerda en la figura humana, a la que trata en forma despiadadamente dura. Sus ojos saltan de las órbitas, subrayados con feas manchas y un pincel amplio y superficial. En cambio, Obregón es cuidadoso y mucho más serio en sus paisajes. Sus desnudos son espantables, nada tienen de estético, ni de escultural o pictórico. Nos dejan un sentimiento de desesperanza y disgusto. iQué fea es la humanidad! ¿Es eso la canción de un joven artista rubio, con ojos precozmente viejos? Entre los paisajes, el mejor es sin duda el de Alfonso Villa Peña, titulado: Sol y sombra en la sabana. 47


En cuanto a las acuarelas, hay dos buenas: la de Obregón, titulada Tata. Trazada con pincel ancho, libre, colores transparentes y motivo sobrio. La otra es Amanecer, de Gustavo Rojas. Entre las esculturas, una obra muy atrayente y original es Carroussel, de María Teresa Zerda. Al primer golpe de vista, se pensaría que estamos en presencia de las hermanas siamesas. Dos cabezas juveniles, sonrientes e inquisidoras, que surgen de un solo tronco, inclinadas sobre otra cabeza mitad quimera, mitad caballo. Con una atención más detenida y mirando sobre todo de perfil, en el plano superior se descubren ya dos espaldas superpuestas o una detrás de la otra. Bloque decorativo que podría servir como motivo central de una fuente de parque, por ejemplo. La otra es la obra bien trabajada y seria de Hena Rodríguez: Cabeza de negra. Es una talla en madera. Una hermosa cabeza muy expresiva, con todas las características de la raza; expresión sensual en la boca y nariz, dureza casi cruel en los ojos. No se sabe si se trata de la cabeza de un hombre o de una mujer, solo el peinado revela que ese cuello macizo es de mujer. Edgar Negret nos decepciona bastante. Si este artista pretende seguir el despojo y la estilización de Poulin de la escuela francesa moderna, está bien lejos de ello, porque no le pone idealismo alguno y su síntesis es casi pornográfica. ¿Por qué en un despojo dado en que las formas ya desaparecen, acentuar un detalle sexual con tanto cuidado? Es simplemente chocante, y tenemos la impresión de estar ante una mentalidad bastante primitiva, para la que los detalles sexuales son la única atracción, de manera parecida a la escultura negra. Preferimos detenernos en la obra de Luis Fernando Rivera: Job, yen el Viejo, de José H. Betancurt. Esto es cuanto tenemos que decir del Sexto Salón de este año. No desesperamos, sin embargo, y hacemos votos porque el próximo salón acoja obras de artistas más selectos y de mayor prestigio nacional. Exigimos las obras de los ausentes, y les echamos en cara su obstinación, que si no hay graves razones para ello, puede tacharse de poco patriótica. No podemos olvidar que Bogotá es una ciudad que va siendo cada vez más internacional y que los extranjeros que se encuentran de paso podrían formarse una opinión bien poco halagüeña acerca de nuestras disposiciones en achaque de artes plásticas.

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VII Salón Anual de Artistas Colombianos

EDUARDO

RAMIREZ VILLAMIZAR Retrato de Lilián Peñuela

Oleo Diploma de honor, retrato

Fecha: octubre 12 a noviembre 12, 1946. Sede: Biblioteca Nacional, Bogotá. Organizador: Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 45. Obras: 77. Jurado de admisión: Alberto lriarte, Fernando Guillén Martínez, Luis Vidales e Inés Acevedo Biester (renunció). Jurado calificador: Julio Barrenechea, Rafael Maya, Carlos Arturo Caparroso, Abel Naranjo Vi llegas y Angel María Céspedes. Premios: Pintura-composición con figura humana: 12 $1.000, Dolcey Vergara, Currulao en Buenaventura. 22 Diploma de honor: Julio Fajardo, Serenata. 32 Luis Alberto Acuña, Doble retrato. Naturaleza muerta: Desierto. Retrato: 12 Margarita Posada, Retrato de Félix Restrepo. 22 Diploma de honor: Eduardo Ramírez Villamizar, Retrato de Lilian Peñuela. 32 Luis Aragón Varela, Escritor proletario. Paisaje: 12 $1.000, Carlos Díaz, Vendaval. 22 Diploma de honor: Gonzalo Ariza, Montaña de la tierra templada. 32 Erwin Kraus, Tarde. Escultura-composición con figura humana: Desierto. Cabezas o bustos: 12 $1.000, Josefina Albarracín, Cabeza de muchacha. 22 Diploma de honor: Luis Pinto Maldonado, Eduardo Carranza. 32 Edgar Negret, Daniel Arango. Relieves y rostros: Desierto.

Cambios estructurales y de organización marcaron este VII Salón, que se inauguró al comenzar el gobierno de Ospina Pérez, después de 16 años de hegemonía liberal. El poeta Mario Carvajal ocupó el Ministerio de Educación y José María Alvarez D'Orsonville, como director de Extensión Cultural y responsable también de la sección de Exposiciones y Museos, organizó la nueva convocatoria. Literatos, diplomáticos, periodistas e intelectuales volvieron a integrar los jurados, y los premios se multiplicaron, creando nuevas categorías por género; en pintura: paisaje, retrato, naturaleza muerta y composición con figura humana; en escultura: cabezas o bustos, relieves y rostros, y composición con figura. A la postre, tres de ellas hubieron de ser declaradas desiertas. Por iniciativa de Diego Castrillón Arboleda, columnista de El Tiempo, a tres de los artistas rechazados se les cedió la galería de arte del Teatro Colón para que expusieran allí sus obras en una colectiva que recibió el nombre de Salón de Rechazados. Fueron ellos Carlos Díaz, Luis Pinto Maldonado y León Cano. Pero se dio la paradoja que obras de los dos primeros que sí habían sido admitidas al VII Salón fueron distinguidas con el primer premio de paisaje y el segundo de escultura, respectivamente. Fernando Guillén Martínez, jurado de admisión, pudo afirmar en su columna de La Razón: "Lasala de artistas nadonales f...} ofrece a cualquiera de sus espectadores ocasionales la plenitud de un golpe sorprendente: la pintura de Colombia se ha privado de sus cánones antiguos, ha roto casi todos los lazos que podrían unirla a un pasado académico y se enfrenta con el mundo, con mérito espiritual que nadie podría discutir con fortuna." Sin embargo, Walter Engel, cuyo diagnóstico del VII Salón es optimista, advirtió: "No cabe duda de que un Salón Anual de Artistas Colombianos constituye un certamen organizado según el punto de vista nacional; vale decir que la selección de las obras debe regirse según su calidad y nosegúnsu tendenda artística. "Si todas las obras presentadas y técnicamente satisfactoriasson admitidas, entonces y sólo entonces los salones darán un panorama no falsificado de las tendencias dominantes en el arte colombiano. "

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Notas breves Fernando Guillén Martínez La Razón, octubre 8 de 1946.

En una nota absurda y malévola cuya malevolencia e incoherencia carecerían de toda importancia si no añadieran una maravillosa ignorancia sobre el temario estético, un colaborador de El Siglo ataca con violencia a los jurados de admisión del VII Salón de Artistas Colombianos y con singularidad al señor Luis Vidales, uno de los miembros más entendidos y distinguidos de ese jurado, con cargos inocuos, cuyo sentido es difícil entender. El cronista que diariamente escribe esta columna forma parte de ese jurado y se cree en la obligación moral de explicar o tratar de explicar en alguna manera la desmarañada y aproximada colección de argumentos infantiles que contra Vidales y contra todo el jurado se esgrimen. Antes que todo, hay que aclarar que el jurado no fue desintegrado por el retiro voluntario de dos de sus miembros. El reglamento de la sala explica con claridad, que la presencia de tres de sus miembros basta para formar "quórum" y es causa suficiente para la validez de las deliberaciones y de los juicios. De otra parte, uno de esos jurados se retiró, antes de que comenzara la selección alegando públicamente a los ataques de los rechazados en las columnas de los periódicos. Otro de ellos, la señorita Inés Acevedo Biester, consideró sin causa ninguna, que su condición de discrepancia casual con algunos de los jurados restantes, invalidaba su presencia. Queda constancia pública de que esos jurados, hasta última hora solicitaron ahincadamente su permanencia, antes de continuar la selección. De otra parte es inocuo y tonto establecer esta pueril diferencia entre el arte "clásico" y "modernista". Ninguna de las dos palabras tiene vigencia estética de ninguna naturaleza para nadie y son solamente una forma escolar de definir el realismo académico y las nuevas formas pictóricas aparecidas en el mundo a partir del siglo XIX. Esta disputa sobre escuelas no ha tenido influencia de ninguna naturaleza sobre el criterio de los jurados, que se limitaron a estimar la validez técnica y la condición expresiva de las obras presentadas, haciendo caso omiso de cualquier preferencia personal que careciera de razones generales para su defensa. El comentarista de El Siglo carece por otra parte de toda prueba que le permita afirmar, procazmente, que el señor Vidales se apoderó del criterio de sus dos compañeros para imponer esta suerte de rechazos o aceptaciones de escuela. Antes bien, para cualquiera que quiera estudiar el acta de la selección resultará claro que fue Vidales, quien votó con más frecuencia, afirmativamente, por obras que podrían caber, no solamente en la absurda definición que parece entrañar para El Siglo la palabra "clásico", sino entre las más notorias manifestaciones de un naturalismo banal. Tal es el caso de una obra de grandes dimensiones, firmada por un conocido pintor colombiano, que fue rechazada contra el parecer de Vidales, por el voto de los dos jurados restantes. Por otra parte, esta pugna de los cultores de una forma innecesaria y forzada de la pintura en Colombia, los trabajadores de este realismo escolar, que ha venido practicándose entre nosotros, a lo largo de un siglo sin valor para las artes plásticas, deberían dominar más serenamente su fobia curiosa contra las nuevas gene-

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raciones y contra sus maneras expresivas, ante el simple temor de caer en el ridículo. Esta disputa periodística, resulta en el fondo de una terrible invalidez. Los jurados han incumplido su misión de seleccionar, según su criterio, un material que les fue entregado. No consistia en cosa diferente su deber. A ninguno de ellos se le advirtió que se trataba de aceptar o rechazar amigos de nadie. Y ninguno de ellos hubiera creído decoroso hacerlo, solemnemente para evitar que los artistas calificados en una u otra forma, dieran cauce a su resentimiento por medio de ataques personales en los diarios, que se han convertido, de hecho, en una escuela tradicional y rutinaria, que ha perdido ya toda su importancia.

El VII Salón de Pintura Jorge Gaitán Durán El Tiempo, octubre 20 de 1947.

Como es obvio, las manifestaciones artísticas del VII Salón presentan calidades contradictorias. Son un espejo fiel de las corrientes tumultuosas y divergentes que cruzan poderosamente el arte moderno. En algunas obras como Hogare Idilio, de Alipio Jaramillo,se advierte la tendencia universal hacia el mural-entendido éste como una unidad abstracta y estática en unión substancial con la arquitecturadesprovista completamente de perspectiva, relieve y volúmenes. O sea, el retorno ineludible hacia el simple plano del mural antiguo y el descubrimiento del contorno oriental. Digo sólo "tendencia" porque Alipio Jaramillo, lo mismo que otros muralistas colombianos, está imbuido, como es lógico, por el mural mexicano, que a mi modo de ver es apenas una etapa en la ruta hacía el gran mural colectivista: abstracto, arquitectónico y estático. En otros óleos y acuarelas -ya más dentro del modernísimo sentido de la pintura de caballeteestá presente una asimilación talentosa de la pintura americana, como en Grau Araújo, que adereza su obra con un color propio y misterioso, dándole un ritmo autóctono a la figura humana, especialmente a las manos. Asimilación advertible también en la bellísima acuarela de Rodrigo Caro, denominada Lluvia. Una lejanía de Dalí cruza por la fuerza violenta y el dominio de los elementos técnicos de Marcos Hernández en Retrato de una generación. Así como en el Retrato de un hombre, de Gustavo Valcárcel, que sin ser una obra acabada, demuestra una magnífica capacidad aún soterrada pero con posibilidades para el porvenir. Algo del panteísmo francés, hay en las Figuras con paisaje de Adriano Moreno Corredor, visibles en un primer plano las figuritas humanas y los objetos tienen gracia y belleza, un poco disminuídas por un fondo perfectamente episódico dentro y del ordenamiento general de la obra. En el cuadro de Julio Fajardo, malogrado por unas absurdas hojas decorativas, se halla una reminiscencia, tal vez inconsciente, y guardadas las debidas proporciones un equilibrio funcional admirable. He visto algunos cuadros de pintores franceses modernos con la misma estructura ovalada de esta obra, pero en ninguno de ellos


DOLCEY VERGARA Currulao en Buenaventura Oleo Primer premio pintura-composición con figura humana Colección del autor

ERWIN KRAUS Tarde Tercer diploma de honor pintura-paisaje Colección del autor

LUIS PINTO MALDONADO Eduardo Carranza Martillado al fuego Diploma de honor escultura-cabezas o bustos Colección del autor

encontré el purísimo gusto y la belleza plástica del óleo de Ospina. Para mí, Sueño entraña toda una teoría estética de la vida y está acorde con esa calidad metafísica y trashumana del arte moderno. En Retrato, además de la sencillez de la línea y de la sobriedad de la composición, es notable el manejo del colorido, sobre todo en el fondo, ejecutado con una sabia ponderación de los grises. Más meritoria es la obra de Ospina si se considera que actúa dentro de las normas de naturalismo y del neoclasicismo. Gonzalo Ariza, Carlos Díaz, Erwin Krauss, Margarita Posada y algunos jóvenes como Julio Castillo Maldonado y Antonio Valencia, presentan obras de diverso valor, juzgándolas no ya de una manera teórica y total por su ubicación en la época, sino dentro de la jerarquía académica. El El retrato de Luisa Gartner, de Castillo, no revela todavía una personalidad definida, pero sí se advierte un dominio creciente del dibujo y del color y una concepción general valiosa por sus condiciones tácitas, aun cuando en la composición tiene algunos defectos, como son la rigidez y la posición del brazo izquierdo, que rompen un tanto la armonía de la obra. Antonio Valencia ofrece también aspectos interesantes en su técnica y en su color. Tengo la sensación de que estos dos jóvenes están actuando todavía dentro de cierto modo de aparecer en el futuro. Hernando Tejada, si bien no demuestra tánto dominio del instrumento pictórico como los anteriores, los rebasa ampliamente en la frescura y la intención de sus obras. Desde luego se me hace un tanto extraño el criterio del jurado de calificación. Creo que se debía haber buscado una conciliación para la concesión de los premios entre las diversas tendencias que ofrece a la consideración de la crítica el VII salón. Ostensiblemente no sucedió así, los jurados estuvieron acertados en lo relativo a composición con figura humana. Currulao, de Dolcey Vergara, presenta múltiples cualidades y una superación visible en la escala ascencional que este notable artista ha recorrido. La composición es equilibrada y armónica, aunque cabría darle un poco más de vigor a las figuras del primer plano. El color es mesurado y elegante y aplicado con inteligencia. Existe facilidad en el movimiento de las figuras, y el dibujo como entidad desaparece para transformarse en sutiles tonalidades y en bloques dilucidados de color. Serenata, de Julio Fajardo, posee una profunda belleza plástica y un quietismo que hacen pensar en el mural de porvenir. La obra se resiente levemente por un excesivo frontalismo. Acuña muestra aún en su pintura cierta intención escultórica y cierta superficialidad en el manejo de la luz, pero en cambio insiste en una orientación de características personalísimas. En Doble retrato hay poesía y una solemne hermosura formal. Desafortunadamente después del acierto indudable en el aspecto comentado, el jurado se equivocó en lo relativo al paisaje y al retrato. En el retrato se concedió el primer premio a la acuarela de Margarita Posada denominada Retrato de Félix Restrepo. La técnica acuarelística no está tratada con propiedad, ni con limpieza. Resalta el retoque éxcesivo. La compensación es demasiado infantil, sin ser sencilla. Tampoco demuestra la obra una personalidad vigorosa, ni exhibe ninguna perdurable calidad plástica. Por el contrario, Retrato de Lilián Peñuela contiene una frescura prodigiosa en el color y en el dibujo, sobriedad en la composición, y una personalidad pictórica que sin duda ha de tener sus culminación en el óleo yen el mural. A mi gusto, la aparición de Eduardo Ramírez es el más destacado suceso artístico del VII salón. Escritor proletario (tercer premio), de Aragón Varela, es una buena acuarela, pero sin cualidades esenciales para merecer una mención honorífica. Como en composición de figura humana, en la calificación del retrato el jurado se olvidó de la obra de Marcos Ospina, con méritos sobrantes para el primer premio. En cuanto al paisaje, la clasificación es aún más errónea. Vendaval (primer premio), de Carlos Díaz, es un paisaje de niebla y de vientos, a la manera y en la tónica de Gonzalo Ariza, sin poseer su gracia en la línea yen el color. Una copia fotográfica de la naturaleza, donde la composición es débil y el color carece de tonos. No tiene tampoco el conocimiento de los elementos atmosféricos que resalta en Ariza. El cielo de su óleo es plano y sin magnitud, despropor51


cionado en relación con las espigas centrales. Los paisajes de Ariza son inferiores a muchos de los que este artista presentó en su última exposición. Montaña de tierra templada es un lienzo colorado de azul. No están palpables en él cualidades de valoración del color, ni el dibujo fino y sutil, ni la observación de los fenómenos meteorológicos. Respecto de Krauss, ganador del tercer premio, sus obras no tienen composición aceptable, el color es crudo y el estudio perfectamente inexistente. De no declararse desierto este aspecto del concurso, debería haberse tenido en cuenta Viento, de Guillermo Jaramillo, no muy afortunado en el primer plano, pero con una hermosura indiscutible en las aguas, en las nubes y en las montañas del fondo. En escultura, Cabeza de muchacha, de Josefina Albarracín, merecía una mención solamente, por el tratamiento poco escultórico de los hombres y del vestido en el bloque. El primer premio le correspondía a Negret, cuya cabeza de Daniel Arango ofrece un equilibrio en el volumen y una armonía del bloque admirables. Esfuerzo, de Hugo Martínez,demuestra vigor y personalidad. De este joven escultor se puede esperar una próxima y magnífica madurez.

Fernando Guillén Martínez Periodista Jurado de admisión VII Salón

Rafael Maya Jurado de admisión I Salón Jurado calificador VII Salón

En definitiva, el VII salón presenta calidades contradictorias pero valiosas. Se ha hecho visible una tendencia poderosa de incorporarse al movimiento artístico universal, y aunque parezca paradójico en una exposición de pintura de caballete, una de las características importantes de algunas de las obras comentadas es un latente inclinación hacia el gran mural colectivo. Cada año se hace más real la esperanza de un arte colombiano que no sea anacrónico en el tiempo, ni impropio en el espacio.

Los "Rechazados"

Aspecto parcial del VII Salón

Un Salón de Arte Diego Castrillón Arboleda El Tiempo, octubre 27 de 1946.

Aspecto parcial del VII Salón

Es el arte un como fuego que quema la materia de las cosas y deja de ellas un rescoldo, una esencia, una sintetización de su espíritu. Es una como necesidad del corazón del hombre sensible, que despoja las formas de aquello sin valor ideal y deja tan sólo su excelencia para producir efectos de amor perdurable. Es el transportar, a través del alma, hacia la vida de la estética, el sentimiento grato que inspira "la verdad de la belleza". Es llevar a la realización objetiva la vibración de una emoción íntima con plena sencillez, con honda sinceridad, con dulce y a la vez ardorosa complacencia. He ahí la premisa de estas palabras. He ahí el lienzo sutil sobre el cual Carlos Díaz, León Cano y Luis Pinto Maldonado, en el paisaje y el retrato al óleo y en el retrato modelado, han puesto sus anhelos para exteriorizar su alma de artistas, que sintió ante el mundo de la realidad una angustia de manifestarse. Cada uno de ellos es característico en sus técnicas: libre y nerviosa la de Carlos Díaz, trabajada con meticulosidad y amor por ella misma la de León Cano, premeditada y anatómica la de Pinto Maldonado. Cada uno de ellos va, con todo, al mismo mundo y bajo el mismo sol, y ostenta la cualidad esencial del verdadero artista: con honda y, a veces, ingenua sencillez, realizan toda una

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vida y un misterio humano. Tal es la belleza verdadera: sin pensar en hacerla porque la belleza no tiene dimensiones preestablecidas, instintiva, venida a los ojos, sincera y espontáneamente.

empírico, como Fabio Lozano Torrijos; seres, que son en fin, el sacrificio la mansedumbre, la dulzura y la disciplina propias de la dignificación científica, como Marco Fidel Suárez.

ACarlos Díaz no es la primera vez que me cabe la satisfacción de referirme. Todos conocemos el acertado fallo del jurado calificador selecto y distinto al jurado de admisión, del VII Salón de Artistas Colombianos que dio el primer premio a su óleo Vendaval. Todo su arte está sintetizado allí y ofrécese desnudamente en la emoción, en la ansiedad, en la dulce inspiración yen aliento. Como el óleo La noche, de serena unidad, que parece palpitar bajo los enjambres de negros sedosos que se derraman sobre el césped y besan abiertamente el agua del riachuelo discreto. Está ahí sumergido mansamente en la tristeza del hielo el corazón de la serranía que evoca un pretérito y mágico mundo. ¿Qué queda? El espíritu del artista que, instintivamente guiado por un amor de sangre, de paisaje y de ambiente, adora con pureza de niño y superstición primitiva ese color, esa contraluz, esos árboles secos, esos perdidos remansos. Y, amándolos, "transporta de los ojos del cuerpo a los ojos del alma la verdad esplenderosa del pasaje" como lo expresó el Maestro.

Tales son los tres artistas y sus obras que, a raíz del fallo del jurado de admisión del VII Salón de Artistas Colombianos, ofrécense hoy al juicio del público, todos a excepción de León Cano, quien no participó en el salón, fueron premiados en sus obras. Y esto es lo extraño, que viene a justificar el aforismo de que el arte no tiene normas precisas en su valer. i Por cuántos aspectos, para acercarse siquiera tímidamente a la verdad, debe juzgárselo! Debe estudiarse con detenimiento la obra, deben buscársele todas sus posibilidades, tanto en materia de técnica como de concepción, pues ocurre a menudo que tan sólo un detalle da la norma requerida. De no ser así, acaso el genio de Picasso se hallara hundido en la incomprensión y el olvido. Años de lucha hubieron de pasar para que se acatara a Paul Gauguin y se volvieran los ojos a América. Lo que sí puede afirmarse en esta materia, como doctrina, es que las masas informes, sin gusto que se pugnan a los ojos, no son bellas, la evolución del sentido de la belleza va en función de la evolución de los pueblos. Ellos dan la norma; acreditar como obra de arte lo que no lo es, es declararse carente de sensibilidad y buen gusto por cuanto no se ha asimilado el ambiente y, en confuso criterio, se peca contra lo "mío" y lo "tuyo". Se sufre la dolorosa angustia de no poder distinguirlo que nos gusta y lo que no nos gusta, que, en el fondo y con criterio helénico, vendría siendo la instintiva diferenciación entre "maldad" y "bondad". y de este modo ultrajamos lo que más nos es para el espíritu, ultrajamos el alma de la tierra y sus frutos, lo desechamos sin saber que lo amamos, y abrazamos desesperadamente la carne gastada de un mundo viejo que en lo íntimo nada nos ofrece. Cobarde y servilmente no nos atrevemos a despojarnos de prejuicios mentirosos, y nos envalentonamos con esa fuerza que está dormida, que llevamos en nuestro corazón de América, y que sabe a bambúes, sin pensar que un día hemos de venir desesperados por la terrible incertidumbre de no saber distinguir la verdad. El día en que miremos nuestro suelo y lo contemplemos desolado, arrasado por quienes de nosotros solo quieren los metales, que no es lo que se siente, que no es lo que ama.

León Cano en cambio, persigue al hombre y trata dentro de una tendencia renacentista vinciana de hallar filosofía en el retrato. Va ante todo a la modalidad subjetiva del modelo. Y, aunque pretende sólo mirar lo que se percibe en el mundo real, a lo Picasso y por un fenómeno de emotividad interior, pone en cada línea, en cada mancha de color, en cada juego de luz y sombra algo que se pierde bajo el tejido cutáneo y, a través de la sangre, lo encamina al corazón. Obsérvese esta peculiaridad, acentuada con su hábil y clasicista desarrollo de estilo: trabajado, esparcido el color delicada y meticulosamente, combinado en la paleta, como se aprecia en el Retrato de Pinto Maldonado que fue rechazado inexplicablemente para el VII Salón, con tonos siempre bajos y juegos hábiles de sombra y luz, dentro del molde de la escuela de Murillo. y esto no quiere decir que pierda la necesaria influencia local, que en él, mediante su gran fuerza pasional, transfórmase en voluptuosidad tropical. No importa si lo queremos como pintor de América, que el molde sobre el cual pone su deseado motivo sea lejano al primitivismo; lo que importa es que su alma se halle entre nosotros, con todo su desorden vegetal, con toda su vibración de sol transformada a veces en fuerza temperamental, con todo su escéptico mirar al hombre y a las cosas del mundo.

y Pinto Maldonado, a quien se le rechazó para el VII Salón su hermosa y original escultura Leda, que evocamos voluptuosamente la nitidez y pasión musical de Brahms, preséntanos hoy ocho de sus obras, en apariencias frías, pero que dejan una impresión honda y perdurable que, progresivamente, como una vibrante luz, van saturando el espíritu con ondulaciones acentuadas. La obra de este artista se caracteriza por la fuerza y la plastilización anatómica del retrato. Pinto Maldonado es esencialmente un retratista, sin que por ello degenere en el modelado vaciado, en la fría objetividad, en la falta de profundismo. En el busto de Lorenzo Cuéllar lo apreciamos claramente. Con una vitalización subjetiva imprime en la obra la bonacidad del patricio, puesta ésta aun, por no sé que fenómeno de sensibilidad, hasta en la composición anatómica de la espalda. Con cierta tendencia al academismo frío, es cierto, ante la primera impresión, pero con vuelos meritorios, románticos y sentimentales a lo siglo XIX, que, a fuerza de la irrealidad, encierran sentido humano y personalidad. Belleza sencilla y activa, a lo Rodin, que acaso surja de la inconclusión y burdedad del acabado. No sé decir si sea éste el detalle generador de la fuerza. Porque son retratos repletos en medio de las tonalidades de las formas de selvático ardor, de angustiada tristeza, de incipientes sugerencias. he visto en algunos de sus trabajos de composición surgir todo un mundo, sin poderme explicar la causa que lo rige. Tiene héroes que inspiran serenidad ante la muerte, en la frialdad material del yeso realizado a planos, como el héroe José María Hernández; seres que ofrecen la razón de la santidad, como Lorenzo Cuéllar; seres lentos y severos, pesados de saber

Notas sobre el Séptimo Salón de Artistas Colombianos Luis Vida/es El Tiempo, noviembre

1O de 1946.

Se insiste con demasiada frecuencia en los valores técnicos del arte, es decir, en el oficio, señalándole a la crítica la función de descubrirlos en la obra, como único derrotero; o se cree en cambio, que el arte es el contenido, con lo cual se le extiende pasaporte a la mera fantasía literaria. Pero ni aquel estrecho criterio de especialización ni este conceptualismo ceñidamente cultural pueden explicar el arte. Ver el arte; saber, lisa y llanamente, ver el arte, he ahí el más sencillo de los "misterios", al que, sin embargo, sólo se llega con dificultad. Muchas maravillas del arte yacen ignoradas porque no se las ha visto, porque se pasa por sobre ellas con los ojos vendados. Al contrario, muchas obras que no valen nada figuran como maes-

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tras y poseen fama universal porque en realidad no se las ha mirado. En general las gentes, altas y bajas, cultas e incultas, carecen de familiaridad con el "lenguaje artístico". Si un cuadro posee, por ejemplo, lenguaje artístico, esto es, una estrecha cohesión entre colores, forma e intención, puede y debe ser "leído" sin apelación a tecnicismos ni a interpretaciones literarias. Puede y debe ser disfrutado, es decir puede y debe despertarnos emoción. Pero ocurre que no siempre lo sabemos ver. "Lo bello lo ve todo el mundo", se dice frecuentemente. Mas Platón decía que la "belleza es difícil". Es así como piensa Matteo Marangoni, cuya doctrina se basa en algo aparentemente muy simple: en cómo debe mirarse una obra de arte. Es Marangoni un esteta de vasto renombre de la Italia contemporánea. Profesor de historia y filosofía del arte de la Universidad de Pisa, ha visto difundirse su sistema no solamente en su país, sino en otros importantes centros docentes europeos. En España, el profesor Angel de Apraiz, catedrático de arte de la Universidad de Salamanca, utiliza su método con sorprendentes resultados. Entre nosotros, el autor de estas líneas comienza su aplicación en las cátedras de historia del arte y de estética, y se propone difundir esta tea rética en nuestro medio artístico. Pero no sólo en el campo de la enseñanza es indispensable familiarizarse con la tesis de Matteo Marangoni. Saper vedere, la obra en que recoge la principal de sus ideas, debe ser leída por todo aquel que se interese por el arte, críticos, artistas y público. Para Marangoni existe una identidad entre estado de alma y forma. No es por un capricho que a la firmeza, la energía y el grandiosismo de Miguel Angel corresponden formas tetragonales y un acentuado movimiento, así como el fácil fluir de curvas, sin una sola forma cuadrada, traduce en Rafael los estados de calma y serenidad, como ocurre, por ejemplo, en la Madonna de la Silla. Entre el contenido y la estructura geométrica sobre la cual se realiza un tema hay una coherencia imposible de transgredir sin echar a pique la obra de arte. Por esta interpretación estilística -y sólo por ella- podemos decir que sabemos ver el arte. Empero, ello quiere decir que en arte son elementos extrínsecos al asunto los narrativos, psicólogos, anecdóticos, descriptivos o ilustrativos, pues sólo los figurativos, tales como la línea, la forma, el color y sus derivados, cuando se expresan en una unidad íntima, pueden revelar el contenido. Marangoni cita en comprobación el "Santo Domingo" del Beato Angélico, que se encuentra en San Marco, en Florencia. Aquí, el contenido corresponde exactamente a una determinada forma. La calma, la seguridad, la contemplación, el estado meditativo del Santo han sido resueltos por medio de las formas ovales. La cabeza, el cuello y la capucha, el manto, todo en esta figura tiende a resolverse por la forma elíptica. No con otra figuración geométrica hubiera podido expresarse este estado de alma, este contenido. Y esa forma es suficiente, ya lo dice todo, sin necesidad de llevar agregados inútiles y "traídos de afuera" a la expresión del rostro, al carácter de los rasgos y a tantos otros psicologismos que deslucen innumerables obras. Para mí es muy placentero poder analizar la obra de Marco Ospina, El sueño con las palabras anteriores que expresan el pensamiento de Matteo Marangoni. En un país en el que aun no ha nacido la autoridad crítica, poder cederle el puesto a una autoridad universalmente reconocida no es propiamente una desventura. El lector honrado y atento puede hacer la comparación entre la obra realizada por Marco Ospina y el Santo Domingo analizado por Marangoni, lo que le permitirá ver con ojos distintos una obra que ha pasado completamente inadvertida en toda su importancia en el VII Salón de Artistas Colombianos. No hay, obviamente, el menor parecido entre ambas. Más aun: creo que Marco Ospina ha sido tan instintivo como Fra Angélico

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en la escogencia de la forma para transcurrir en el lenguaje artístico un estado de reposo, de abandono, de miseria. No pueden, inclusive, ser comparadas. El sueño, siguiendo el curso de aprendizaje de Ospina, es tímido de factura. Pero ha encontrado la forma exacta para expresar un contenido humano. Ese contenido y no otro. No El beso, como se ha querido decir en comparación con una obra de Acuña, ni la similitud con tantas obras ovales como se pueden señalar en la pintura. Es la forma geométrica que se ha adecuado a un hecho. Y son el colorido sobrio y el fondo sobrio que a ese hecho corresponden. Es, en suma, una obra con coherencia estilística. Al tenor, pues, de estas ideas, podemos decir que Marco Ospina pasa con esta obra a la fila de los maestros colombianos de la pintura, independientemente de los defectos de detalle que en ella pueden señalarse (el pero "anecdótico", en primer término), y que quien desee negarle este título tendrá que combatir las propias ideas de Marangoni. Con harta frecuencia me he visto obligado a defender las llamadas "deformaciones" del arte moderno. Pero en la medida en que no existe una discusión seria que realmente busque la dilucidación de los hechos del arte, sino aprovechamientos del vehículo de la prensa para fines de toda índole personalista, a veces mezclados con el bajo menester político, es preciso apelar a métodos más convincentes, si no para los irreductibles "interesados influyentes", sí para que el público pueda contar con mejores elementos de juicio. Es esto lo que deseé hacer, al publicar en esta página El mes de septiembre, del Duomo. ¿No es éste de los monjes románicos un arte reformado? ¿Es acaso que los monjes medioevales eran inhábiles artistas y que debido a su impericia creaban esas desproporciones, caían en ese estilo deforme? i Es claro que no! Unicamente con la llegada a la verosimilitud anatómica se ha hablado de las proporciones de las cosas figuradas. Pero a poco que observamos, encontramos que este criterio se junta con la presencia del individualismo, base del liberalismo clásico. Por eso nos causa risa que las gentes reaccionarias en arte, y periódicos políticos como El Siglo, sean quienes con más ardor defienden entre nosotros ese punto de vista. ¿Se darán cuenta de lo que hacen? Nosotros en cambio defendemos el arte "monstruoso", "inverosímil", de los monjes de Bizancio y de Rávena, porque entendemos que un arte que no ha sido presidido por el punto de vista anatómico individual, busca su coherencia estilistica en el armonioso juego entre formas y vacíos, en la fuerte plenitud de las masas, en el equilibrio total de todos sus componentes, aunque las proporciones de las figuras no estén individualmente consideradas. .Oué tal un arte teológico, místico, como el de la Edad Media, sometido al criterio anatómico de nuestros famosos críticos de El Siglo! Por eso sólo el inexperto no verá belleza ninguna en las deformaciones del arte moderno, reinicio de una vieja enseñanza artística de los más grandes pueblos del orbe. Para criticar, por ejemplo, los murales de Alipio Jaramillo en el "hall" de la Facultad de Derecho, en la Ciudad Universitaria, será bueno que previamente se revise esta gran tradición deformista del arte, del cristianismo en primer término. Los artistas no deben esperar un análisis pormenorizado en estas notas de cada una de las obras expuestas en el salón, no porque la tarea sea larga, sino porque el salón se caracteriza por un aspecto muy dominante de improvisación. Esto, por lo demás, no tiene nada de malo, y no podría tampoco ser de otra manera. Quienes, desean encontrar obras de arte perfectas realizadas aquí en nuestro medio, olvidan los múltiples factores, no propiamente ligeros, que suelen cimentar las grandes apariciones en este sutil y quinta esenciado dominio. Fue precisamente este criterio el que me guió como miembro del jurado de selección de las obras. Voté casi en su mayoría por la admisión, aún por algunas de las que figuran en el Salón de Rechazados, no porque respondieran a mi gusto particular, sino porque en un país primerizo en arte es por lo menos desconsiderado imponer a los artistas el modelo de Leonardo de Vinci para juzgarlos según ese excelso patrón. Porque en ese caso --es obviosería mejor no abrir el salón y quedarnos con Leonardo de Vinci. Lo ocurrido, sin embar-


go, es sumamente curioso, y merece ser registrado. En Francia, el Salón de los Rechazados surgió con los artistas independientes y audaces. Aquí, el Salón de los Rechazados, que ha aparecido por primera vez este año, es más bien el de los académicos, habiendo quedado el Salón Oficial integrado en su mayoría por los artistas audaces e independientes. Sin herir a nadie, considerado impersonalmente, como mero fenómeno, el síntoma es excelente y el Gobierno, organizador de la muestra, merece públicos parabienes.

MARGARITA POSADA Retrato de Félix Restrepo Oleo Primer premio, retrato Fotografiada de catálogo

JOSEFINA

ALBARRACIN DE BARBA Cabeza de muchacha Escultura Primer premio, cabezas o bustos Colección del artista Fotografiada de catálogo

Quienes hacen los primeros estudios de sociología encuentran siempre el ejemplo del reloj, que se les suministra para explicar gráficamente el funcionamiento de las sociedades. El reloj desmontado en sus partes sobre una mesa, es evidentemente el reloj, sin que nada falte ni sobre, pero allí no se sabe la hora. El reloj correctamente acordado, en el que puede leerse la hora, es es reflejo exacto de la sociedad, en la que cada pieza, cada miembro, ocupa su sitio y su correlación con el todo. Así ocurre con este nuevo salón. El conjunto tiene una importancia mayor que las partes. Ello se debe a que el salón refleja una general intención:, por primera vez en Colombia, los artistas, los pintores especialmente, se lanzan fuera de la academia, suprimen el modelo y aparecen con obras creadas de memoria, esto es traídas de la experiencia. Que esta experiencia no sea el resultado de una travesía artística muy larga, no importa. Repito que lo que vale aquí como objetivo observable es la intención unitaria de la gran mayoría de los expositores. Más aún: considero que este salón representa el golpe más duro recibido por la academia en nuestro país. De ahí en adelante, todo lo que se haga por abandonar este propósito, sólo podrá ser señalado como un intento de retroceso en un camino libremente adoptado. Con esta exposición Colombia se incorpora al arte de Latinoamérica, del cual se hallaba ausente por su retardada compostura academicista, tan patente en todo nuestro modo de ser debido a nuestra conformación encerrada. Como lo he consignado, no creo del caso analizar por separado las obras de este salón, lo que podría ser motivo de estudio en otra ocasión, enfocando particularmente a algunos de los expositores, de los que ofrecen mayor interés. Pero de acuerdo con las ideas en estas notas expuestas habría que citar, sin embargo, algunas de las obras presentadas, a más de la ya mencionada de Marco Ospina, la mejor del Salón, y sin contar las de los maestros ya consagrados, Luis Alberto Acuña, Gonzalo Ariza, Guillermo Jaramillo, Erwin Kraus, Martínez Delgado, Dolcey Vergara y Julio Fajardo, son diez a lo sumo los maestros conocidos entre cincuenta expositores, lo que puede asimismo anotarse como un aspecto que caracteriza a este VII Salón. No podrían faltar, aunque no sea sino para puntualizar estas notas, las siguientes obras expuestas: Retrato de una generación, de Mario Hernández; que exhibe todos los atributos del surrealismo daliniano; Composición, La tienda y Mujer ante el espejo, de Hernán Muñoz Colmenares, de fuerte trazo y vigoroso colorido, lleno de audacia; Retrato, de Antonio Valencia, sólido, sobrio, justo de color; Retrato de un hombre, de Gustavo Valcárcel, incipiente de pintura pero con las cualidades de audacia de Mario Hernández; Retrato de Lilián Peñuela, de Eduardo Ramírez Villamizar, en quien encuentro una agradable soltura de trazo y un modo de regar la acuarela que no debe desorientar a la gente, únicamente porque sea arquitectónica o industrial: eso depende de su orientación, de sus búsquedas; Alborada, de Hernando Tejada, de quien se esperaba uno de sus ejercicios surrealistas; Retrato de Félix Restrepo R. de Margarita Posada, una de las artistas jóvenes más inteligentes; Escritor proletario, de Aragon Varela, la mejor acuarela del salón, junto con la del pintor sordo- mudo Luis Cancino, quien presenta un vigoroso y extraordinario Rincón bogotano; Máscaras, de Enrique Grau, de tendencias notoriamente norteamericanas; Danza en el país de Finzenú, de Fernán Falcón, la mejor composición del Salón, con influencia colorsítica del maestro Ramos y vasta tendencia mural; Hogare Idilio, de Alipio Jaramillo, la mayor esperanza muralista de la nueva generación de artistas colombianos, discípulo de Alfaro Siqueircs y conocedor de los más variados procedimientos del mural; Figuras con paisaje, Composición e Irma, de

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Adriano Moreno Corredor, muy novedosos, y el curioso paisaje Riberas del Magdalena de Jaime López Correa. En escultura descuellan Hugo Martínez, con la bella cabeza Serenidad y el torso Esfuerzo, como lo más significativo del salón y el estupendo retrato de Daniel Arango, obra de Edgar Negret. Por plausible acuerdo "descentralista" del Ministerio de Educación la exposición de artistas colombianos será presentada a partir de la presente semana en algunas capitales de departamento, lo que nos obliga a prevenir que la lista anterior no es ni mucho menos completa. Faltan de seguro algunos nombres, que deben figurar en un estudio más atento, menos ceñido al propósito que nos hemos trazado al presentar estas notas. Hay que citar, sin embargo, aunque sea rápidamente, la magnffica técnica del maestro Acuña, ya característica suya, del Doble retrato y Diálogo entre Don Carnaval y Doña Cuaresma, sátira inspirada en El Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita, y la Serenata, de Julio Fajardo, que constituye un magnífico cambio en su manera; el bien construido paisaje Viento de Guillermo Jaramillo, quien busca ahora sacar al paisaje de la interpretación tradicional entre nosotros para dotarlo de drama humano, cosa que hacen magistralmente Cézanne con unas simples manzanas o el Greco en sus fondos tempestuosos. Por último, Erwin Kraus presenta en sus tres cuadros Tarde, Laguna de la plaza y Nocturno, una tendencia colorística muy semejante a la de la fotografía en colores y el cine en technicolor, lo que no podemos juzgar sin conocer la seriedad de tan curioso derrotero.

EDGAR NEGRET

Daniel Arango Escultura Tercer diploma de honor, cabezas o bustos Colección Leonor Arango

En síntesis, este salón, si nos atenemos a su orientación, es el mejor de los que se han efectuado hasta hoy. La inquietud que en él aparece revela que la pintura está en progreso en Colombia, en lugar de decaer. Ahora es lo importante que el Gobierno entienda que debe darles a los artistas las oportunidades de conocer el país, para que se familiaricen con su más vasta temática y con sus expresiones más definidas. A un país y a un gobierno que commprendan que en esto yacen desprovechadas formas de la fisonomía nacional y de la más dignificante propaganda patria, los artistas sólo tienen una única solicitud para formular: MUROS! MUROS! MUROS!

EL VII Salón de Pintura

CARLOS

DIAZ

Vendaval Oleo Primer premio, paisaje Fotografiada del catálogo

Walter Engel Revista de las Indias, octubre, 1946

Hay en este VII Salón de Artistas Colombianos varios paisajes convencionales, retratos anecdóticos y académicos, y un cuadro francamente inadmisible. Mas no es lo mediocre o lo malo lo que decide la importancia de una exhibición, sino lo bueno y meritorio. y guiados por este criterio sostenemos que el salón del año de 1946 es de los más notables como manifestación de vigor y vitalidad en el arte, y particularmente en la pintura contemporánea de Colombia. Con cada salón aparecen nuevos nombres dignos de recordar, y las bases de la producción artística se están ampliando permanentemente. Al contemplar las obras de los nuevos expositores, y las mejoras obras en su conjunto, observamos un influjo mucho más acentuado por el arte mexicano, y por un concepto americano en general, que por la Escuela de París. Eso se pone todavía más obvio cuando recordamos la exposición de pintura chilena de pocos meses atrás, en los mismos salones de la

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Biblioteca Nacional, donde ahora se exhibe el certamen del arte colombiano. Mientras la pintura chilena en su abrumadora mayoría es claro reflejode tendencias europeas, el arte colombiano demuestra una personalidad americana cada vez más pronunciada, más consciente, más fecunda. Para prevenir malas interpretaciones decimos desde el principio que no proclamamos como buen arte americano un falso y pueril indigenismo, como lo ostenta el cuadro Cazador indígena, cuya admisión en el salón consideramos como verdadero exceso de benevolencia. Ya hemos dicho que lo importante de la exposición reside en sus valores positivos, y de ellos nos vamos a ocupar. Conocido de salones anteriores como pintor al fresco, Julio Fajardo se presenta ahora con su óleo, Serenata, laureado con el segundo premio para composición con figura humana. Composición clara y firme, con inconfundibles miras hacia lo grande y monumental, exhibe también un suave lirismo, gracias ante todo a la poética armonía azul que envuelve la escena. El mejor cuadro que hasta ahora hemos visto de Marco Ospina, y uno de los mejores del salón, es el óleo El sueño. Inscrita en la forma global de una elipse, su estructura básica es elemental, fuerte, concisa. Dentro de ella se mueven rítmicamente las finas curvas pictóricas, en un cromatismo no menos logrado por discreto, que presta a la obra una delicada consonancia de grande atractivo. Cuando Dolcey Vergara se mete en pinturas de grandes ambiciones y las trabaja a fondo, consigue éxitos de los más notables y significativos. Tal era el caso de su memorable obra La danza, justamente premiada en el 111 Salón de Artistas Colombianos, y lo mismo sucede con su reciente óleo Curruleo en Buenaventura, al cual fue reconocido el primer premio para composiciones con figura, del salón actual. Este cuadro rebosa de atmósfera, tanto en el sentido puramente pictórico de la palabra, como también en su sentido social. En su lienzo de afortunada composición, Dolcey Vergara capta magistralmente el ambiente de diversión en el puerto tropical, y resuelve con perfecto éxito la interpretación de los negros en los más variados tipos y matices. En medio de ensayos, esfuerzos e inquietudes de un lado, y de convencional mediocridad de otro lado, aparece Luis Alberto Acuña con su obra equilibrada, estática, llena de un sosiego noble y purificado, cualidades que en lo formal se afirman aun en cuadros de contenido satírico y mordaz, como el del título Diálogo entre Don Carnaval y Doña Cuaresma. Artista de nuestro tiempo, Acuña ha llegado' a su estilo vigorosamente personal, cuya clásica estabilidad lo hace comparable con una firme roca en el turbulento mar. Sin salir del concepto básico del artista, su pintura Estudiante proletario se distingue por su íntima y bien matizada gama verde, y el lienzo Doble retrato por su brillante colorido y la orgullosa plenitud de las formas. Esencialmente diferente de todas las demás obras es el Retrato de una generación, de Mario Hernández. No podemos negar nuestro escepticismo frente a la mayoría de las pinturas surrealistas; pero este escepticismo se desvanece ante el cuadro de Mario Hernández, que se nos hace francamente convicente. No puede haber la sospecha de que Hernández pintara su obra en concepto surrealista por falta de recursos realistas. El pintor expresó sin lugar a dudas lo que quiso, lo que debió decir, y lo prefirió de una manera limpia, varonil, contudente. Nos impresiona profundamente la visión que el artista tiene de nuestra generación, visión sombría, pero llena de fuerzas nacientes y de una poderosa voluntad constructiva. Muy fuerte en el dibujo es el óleo Máscaras, de Enrique Grau Araújo; pero el cuadro está como asfixiado en un colorido demasiado pesado, que oprime al espectador y le impide de llegar a aquel gozar estético que debería emanar de toda obra de arte, aun cuando trate de temas intrínsecamente feos o desagradables. Un nuevo nombre y una gran promesa econtramos en Fernán Falcón. Si no recordamos mal, hace unos tres años nos llamó la atención, en la exposición de fines del año de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, una obra de Falcón, entonces alumno del tercer

año de pintura. Aquel cuadro también era un representación de danza. Y de ser así, el paso dado por el joven artista con su composición Una danza en el país de Finzenú sería realmente extraordinario. No se trata de una pintura perfecta. No convence el segundo plano, particularmente las dos mujeres a mano izquierda del espectador, yeso no por desnudas, sino por su rara y poco satisfactoria colocación en el especio, que las hace ver como flotando en el aire. Sin embargo, es una obra de gran aliento, audaz en su concepción, vigorosa en su realización, y muestrade un pujante temperamento pictórico. Las figuras del primer plano por sí solas son pruebas seguras de los dones de Falcón, por su dibujo robusto y expresivo, por la pintura en generosas manchas, por su movimiento y por su efecto de conjunto. Hernán Falcón, lo repetimos, es la gran promesa del VII Salón de Artistas Colombianos. Como buen acuarelista, y particularmente como excelente retratista en esta técnica, se había afirmado Eduardo Ramírez Vilamizar en su exposición individual, llevada a cabo en el mes de agosto del presente año en el Salón de Exposiciones de la Sociedad de Ingenieros de Bogotá. Con su Retrato de Lilián Peñuela corrobora su posición y la ve consagrada con el segundo premio para retratos. Rsmírez Villamizar domina la acuarela con virtuosa seguridad y la aplica con perfecto buen gusto, y con un certero talento de representar con grandes figuras a atractivas mujeres. Por su firme construcción, sus formas macizas y sobre todo por la luminosidad de su colorido, se singularizan los óleos Hogare Idilio, de Alipio Jaramillo. Similares cualidades demuestran los óleos de Hernán Muñoz Colmenares, pero es sorprendente cómo el pintor esquiva con todos los medios el rostro humano. Honrado y bien logrado es el lienzo Bambuco, de Carlos Moreno Alaix. En contraste con estos cuadros, en la Fiesta de toros en el Tolima, Alberto Ramírez acentúa la atmósfera más que la forma, de modo que casi podría calificarse de impresionista. Un verdadero alarde de dominio técnico presenta Santiago Martínez Delgado con su Alzamiento de Cristo. Los rasgos del autor de esta obra los encontramos captados con primor en un pastel de Max Henríquez. Alfonso Ramírez Fajardo expone una nueva variante de sus conocidos y apreciados Mercados, esta vez pintada al óleo. Entre las acuarelas mencionamos -aparte de la ya nombrada descollante obra de Eduardo Ramírez Villamizar-Ia original Noche de lluvia, de Fernando Caro; la bien lograda Naturaleza muerta, de Gustavo López L.; el Escritor proletario, de Aragón Varela (tercer premio para retrato), y el concienzudo Retrato de Félix Restrepo B., de Margarita Posada T., distinguido con el primer premio para retrato. Los premios para paisajes fueron repartidos a las siguientes obras: primer premio, el óleo Vendaval, de Carlos Díaz; segundo premio, al cuadro Montaña de la tierra templada, de Gonzalo Ariza; tercer premio, a la pintura Tarde, de Erwin Kraus. Nos parece seguro que Gonzalo Ariza habría ganado el primer premio para paisajes con muchos de sus cuadros mostrados en su admirable exposición individual que precedió al VII Salón, en la Biblioteca Nacional. Paisajes de atractivos efectos exhiben también Guillermo Jaramillo y Hernando Tejada S. En la sección de escultura encontramos varias cabezas de grandes méritos, entre ellas en primer lugar la titulada Serenidad, de Hugo Martínez, finísima en concepto y expresión; también la segunda obra de Hugo Martínez, Esfuerzo, es muy notable. Por su acabada y sublime nobleza se singulariza El poeta joven, de Luis Alberto Acuña, esculpido en mármol blanco. Fuerte y expresiva la cabeza de Eduardo Carranza, martillada en bronce al fuego, por Luis Pinto Maldonado, obra que valió a su autor el segundo premio. Estupendo se nos hace el parecido de DanielArango, alcanzado por Edgar Negret, con medios de apariencia sencillos, pero en realidad bien estudiados y sumamente personales; el tercer premio es la recompensa para Negret. A la Cabeza de muchacha,

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talla en madera prolijamente trabajada por Josefina Albarracín de Barba, se otorgó el primer premio para cabezas de escultura. El premio para figura humana en escultura fue declarado desierto. Pero en una exposición organizada en la Galería de Arte del Teatro de Colón, se reveló que este desierto es en realidad un destierro, puesto que una obra de este género, de indudable valor artístico, fue presentada para el salón, pero rechazada. Se trata de la Leda, de Luis Pinto Maldonado. ¿Tiene tal vez defectos? Admitimos que no nos pusimos a buscarle fallas a todo precio a una obra cuyos méritos saltan a los ojos. Nadie puede negar que el tema sea antiguo. Mas hay verdades que por antiguas no dejan de ser verdades, y temas que por antiguos nunca pierden su actualidad, como son la belleza femenina, la sensualidad y el amor, implicados todos en el mito de Leda. Pinto Maldonado configura la escena de manera original, sin dejarnos influir por las célebres interpretaciones pictóricas del tema por Leonardo da Vinci, Miguel Angel, Correggio y lintoretto. Su Leda es una cabal escultura de bulto, que ofrece aspectos de gran hermosura plástica desde varios lados; el punto de observaciónn menos favorable es quizá el estrictamente frontal. En cambio, encontramos particularmente logrado el lado derecho con su exquisita consonancia entre la cabeza y las manos femeninas y la cabeza del cisne. Asimismo es magnífico el movimiento del tronco de Leda. .Séanos permitido felicitar desde estas páginas a Luis Pinto Maldonado por su obra rechazada en el Salón! En relación con los óleos La noche, de Carlos Díaz, y Retrato del escultor Pinto Maldonado, de León Cano, se imponen consideraciones de carácter general. Hay dos puntos de vista muy diferentes según los cuales pueden componerse exposiciones colectivas de arte: el uno regional, nacional o continental; el otro según un criterio de orientación artística, representativo de una tendencia determinada o de temperaturas más o menos afines. Guiados por el segundo punto de vista se forman en otras partes del mundo agrupaciones de artistas que exhiben conjuntamente, luchan conjuntamente por sus ideas y sus ideales y se imponen conjuntamente. Los ataques de que son objeto sólo empujan su vitalidad y su poder combativo. En el campo de la literatura, Colombia nos presenta un elocuente ejemplo de tal agrupación con su poesía piedracielista, la cual, atacada y ridiculizada al principio, se impuso irresistiblemente gracias a su valor artístico ya la fe de sus adeptos. No hay paralelo de tal agrupación en las modernas artes plásticas de Colombia. La exposición colectiva de Sergio Trujillo,Gonzalo Ariza, Dolcey Vergara y Erwin Kraus, en septiembre de 1943, a la sazón un rotundo éxito, quedó como un caso aislado. No cabe duda de que un Salón Anual de Artistas Colombianos constituye un certamen organizado según el punto de vista nacional; vale decir que la selección de las obras debe regirse según su calidad y no según su tendencia artística. Si todas las obras presentadas y técnicamente satisfactorias son admitidas, entonces y sólo entonces los salones darán un panorama no falsificado de las tendencias dominantes en el arte colombiano. Una obra basada en un concepto tradicionalista, pero impecable y buena en su género, como el Retrato de Pinto Maldonado, de León Cano, debería ser recibida en el salón, y lo mismo un paisaje como La noche, de Carlos Díaz, concebido cariñosamente y realizado con un buen dominio del oficio. Es verdad que el cuadro Vendaval, premiado en el salón, es muy superior a La noche, y merced a él en primer lugar habrá que pensar en Carlos Díaz al hablar de los destacados paisajistas contemporáneos de este país. La impresión que nos deja el VII Salón Anual de Artistas Colombiano es francamente alentadora. Artistas consagrados nos brindan obras de vigorosa madurez, y nuevos nombres surgen con fuerza renovadora y entusiasmo juvenil, listos a incorporarse a este ya poderoso e incontenible raudal que es el moderno arte colombiano. Arte rico por sus realizaciones definitivas y por sus promesas implicadas en cada nuevo certamen, que ostenta valiosas reservas de fuerza y voluntad creadoras. Arte sobradamente acreedor a su digno y legítimo hogar, consistente en un representativo Museo de Bellas Artes en Bogotá.

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VIII Salón Anual de Artistas Colombianos

LUIS ALBERTO ACUÑA El bautizo de Aquimín-Zaque Oleo Primer premio, pintura

Fecha: octubre 12 a noviembre 6, 1950. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Organizador: Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 39. Obras: 66. Jurado de admisión: Gordon Brown, Carolo Bruscantini, Eduardo Mendoza Varela, José H. Gómez, Eduardo Carranza y Efraim Martínez. Jurado calificador: José María Alfaro y Polanco, René Van Meerbecke y Efraim Martínez. Premios: Pintura: 12 $2.000, Luis Alberto Acuña, El bautizo de Aquimín Zaque. 22 $1.500: Carlos Correa, Carnaval. 32 $1.000: Hernando Mejía Carrasquilla, Capilla colonial de Sáchica. 42 Mención de honor y medalla de oro: Desierto. 52 Mención de honor y medalla de plata: Desierto. Escultura: 12 $2.000, Moisés Vargas, Busto del doctor Laureano Gomez. 22 $1.500: Luis Fernando Rivera, Romeo y Julieta. 32 $1.000: Angel Ignacio Velasco, Realidad. 42 Mención de honor y medalla de oro: Desierto. 52 Mención de honor y medalla de plata: Desierto.

El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, los graves sucesos del 9 de abril, la enconada lucha partidista y la grave situación de violencia que generó, impidieron que el Salón Anual volviese a ser convocado durante la administración de Ospina Pérez. Sólo después de cuatro años, al comenzar el gobierno de su sucesor Laureano Gómez, volvió a pensarse en la reanudación del evento. Esta vez se contaba ya con un Museo Nacional en el antiguo panóptico de Bogotá. Vieja iniciativa del ministro Germán Arciniegas, debía inaugurarse precisamente aquel 9 de abril, en el marco de la IX Conferencia Panamericana. Teresa Cuervo Borda, quien interviniera en la organización de los cuatro primeros salones, dirigía ahora el Museo, adscrito a la Universidad Nacional. La Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes estaba a cargo del escritor y abogado Carlos López Narváez. Comentaristas de la época reclamaron a este funcionario el "sigilo" y falta de información con que se manejó la exposición hasta la víspera de la inauguración. El jurado de calificación, integrado por el decano de la Escuela Nacional de Bellas Artes, el embajador de España y el ministro de Bélgica, optó por sortear los premios, con la desafortunada circunstancia que los perdedores de los primeros puestos, Pedro Nel Gómez y Josefina Albarracín, no ocuparon los segundos lugares, sino que fueron eliminados. El que 'te suerte" hubiera favorecido para primer premio de escultura un busto de Laureano Gómez, de Moisés Vargas,permitió que el redactor del Noticiero Cultural de El Tiempo exclamara: "Curioso todo eso, extremadamente curioso, deplorablemente curioso. " Críticos ya reconocidos por su dedicación al oficio comentaron el salón y llamaron la atención sobre significativas ausencias: Ignacio Gómez Jaramillo, Gonzalo Ariza, Alejandro Obregón, Enrique Grau, Eduardo Ramírez, Edgar Negret, Guillermo Wiedemann. En el texto de catálogo el ministro de Educación Antonio Alvarez Restrepo reconoció que la promoción del arte era "sólo el esfuerzo personal, la benedictina constancia, el devoto apostolado de unos cuantos elegidos." Eran prioritarias la educación primaria y la cultura, 'y como complemento [. ..] el desarrollo de las bellas artes que son como la corona fresca sobre las sienes de un pueblo que trabaja. "

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El VIII Salón de Artistas Casimiro Eiger Audición Radio Nacional, agosto 4 de 1950.

Si la actividad artística reviste el carácter netamente individual, las realizaciones conjuntas en el dominio de cada arte, los progresos y las conquistas, en fin, la definición de un "estilo nacional", son obra de un conjunto de creadores, quienes, aunque trabajando separadamente producen, sin embargo de manera inconsciente y a veces a pesar suyo, un resultado colectivo, cuyo carácter y nivel generales deciden sobre la calidad de la producción artística de cada nación. De allí que sea tan interesante el pasar, de vez en cuando, la revista de tales esfuerzos y el considerar, de manera global, los progresos alcanzados en un determinado lapso de tiempo. Ese interés y no otra cosa, contribuyeron en todas las regiones del mundo, a la presentación de las obras de varios artistas que deben dar testimonio de las tendencias que los empujan, así como del nivel alcanzado. Es esta pues la fuente de los llamados "Salones Nacionales" que se realizan, de costumbre, una vez al año y producen siempre un pequeño revuelo, levantan unas olas de descontento y suscitan incontables polémicas, en las cuales las consideraciones personalistas, y aun de interés económico, suelen interferir las discusiones sobre el arte y la justicia de los fallos proferidos. Pero, qué es un salón? y, primero, de dónde proviene este nombre, aplicado a una exposición de pinturas? De un hecho histórico muy sencillo: desde el año de 1725 el rey de Francia acostumbraba prestar a los miembros de la Academia Real de Pintura y Escultura, para la exhibición de sus trabajos, el Salón Cuadrado del Palacio de Louvre. Desde entonces, el nombre subsistió y fue adoptado luego en todas partes. Mas para bien juzgar de un salón y proferir dictámenes acerca de su valor y alcance, es preciso entender bien cuál es su papel verdadero. ¿Constituye un salón la colección de obras más notables realizadas por los artistas nacionales? De ninguna manera. ¿Es siquiera la reunión de los trabajos de los artistas más destacados, trabajos realizados en el curso del año? Tampoco, de tal modo que sería erróneo y vano de buscar en un salón anual las obras maestras, o las más representativas de cada pueblo. Pues un "salón" no es más que esto: la reunión de obras efectuadas bajo auspicios oficiales para su exposición, tras haber pasado el examen de un jurado que las admite o rechaza. La participación o la ausencia de talo cual artista, aun del más conocido, obedece, en tales circunstancias, muchas veces al azar, a unas razones puramente accidentales, y lo mismo puede decirse casi de la presencia de las obras, cuyo tamaño (que oscila entre estos dos deseos: ser representativo y de transporte no demasiado costosos) influye a veces, de manera decisiva sobre su exhibición. y no nos referimos para nada a los factores tan frecuentes, como humanos, de todos conocidos, que hacen forzosamente de cada certamen de esta clase una muestra de un gusto estético definido, reñido muchas veces, con su alcance como arte. De tal modo que no hay que exagerar la importancia de los "salones" en parte alguna, y menos en los países en donde la vida artística ha llegado a un punto de superación ya de la inercia del ambiente. Y

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es esto, precisamente, lo que está aconteciendo en Colombia, en VIII SALON ANUAL donde la existencia magra y un , DE ',' tanto artificial, que llevaban las bellas artes, hasta hace poco ARTISTAS COLOMBIANOS tiempo, cedió el paso a una exuberancia de la producción y de las exposiciones, que ya no necesitan exclusivamente, como en épocas anteriores, del apoyo del Estado. De ahí que el papel de los salones anuales haya cambiado de unos años a esta parte, de manera decisiva. En la época de su institución y aun más tarde, el salón anual representaba, para infinitud de artistas, la única posibilidad de exponer en medio de la indiferencia general, y recibir un premio que les reemplazaba las ventas inexistentes. Hoy día, es completamente distinta la realidad artística del país. Cuatro o cinco galerías exponen simultáneamente y sin cesar las obras de los artistas en la sola capital de la república, creándole así una posibilidad de entrar en contacto con el público aficionado, distinta de las facilidades oficiales y abriéndole al arte un mercado, que las manifestaciones anuales, aún más generosamente concebidas, no pueden reemplazar. De tal modo que debemos considerar el salón actualmente abierto en la sala principal del Museo Nacional, o sea el VIII Salón Anual de Artistas Colombianos, organizado bajo la protección del Departamento de Extensión Cultural y Bellas Artes, como una exposición más, como un evento colectivo, meritorio e interesante por cierto, pero ni único ni capaz de modificar nuestras nociones acerca del arte en Colombia. Yen vista de lo anteriormente afirmado, sería vano y enojoso buscar en él los nombres de todos los "omitidos", de los que voluntaria o casualmente se encuentran ausentes del certamen. Ausencia que tampoco puede atribuirse a los organizadores, sino que, en ocasiones hay que achacar a circunstancias adversas, absolutamente extrañas al interés artístico. Tal como es el salón, consta de setenta envíos, entre pinturas y esculturas, que son obra de cerca de cuarenta artistas nacionales. Su nivel es, por lo menos, sumamente desigual, peculiaridad que constituye, sin embargo, la característica de todos los salones. Su presentación en la sala principal del Museo, deja mucho que desear, en cuanto a su distribución que parece carecer de lógica cualquiera y, principalmente, en lo relativo al espacio que ha de separar los cuadros uno del otro, condición esta indispensable para su apreciación. Las esculturas del salón están colocadas ahí, a modo de monumentos en un cementerio, privándolas así del poco valor que tales envíos podrían presentar. Impresión fortalecida por la colocación, particularmente inadecuada de unas plantas decorativas que cortan la sala de manera absurda e incongruente. Esperamos de doña Teresa Cuervo Borda, que tantas pruebas ha dado de su buen gusto en otros certámenes por ella organizados, que distribuya, en próxima ocasión, los envíos, de manera más adecuada y siguiendo las correspondencias interiores que puedan presentar los cuadros. Y si hablamos de estas pequeñeces, es que el éxito de una exposición está hecho del cúmulo de todos los detalles, en apariencia insignificantes, los que además, prueban una cosa importantísima: la consideración prestada a cada obra de arte, en particular, y el carácter único y sagrado que representa. y puesto que estamos hablando de estas particularidades, tenemos que apuntar, una vez más, que la sala del Museo Nacional, en su aspecto actual, está absolutamente inadecuada para esta clase de certámenes. Prescindiendo ya de su luz vertical y dura, que disipa los contornos y los colores, el salón en cuestión es a la vez demasiado grande y demasiado pequeño para tales expo-


siciones. Demasiado grande porque la atención del visitante se distrae, entre una multitud de obras, e insuficiente, porque todos los envíos para un salón no pueden tener cabida entre sus cuatro paredes. De tal modo, que sólo entrevemos para el caso dos remedios: organizar el salón en dos salas diferentes, o según lo que han propuesto todos los entendidos, dividir el salón coro unas paredes movibles del pequeño tamaño, las que además de cortar la aburridora perspectiva, tendrían la ventaja de permitir la colocación de un número superior de pinturas, sin que estas se ahoguen mutuamente, como acontece en la actualidad.

Maestro Luis Alberto Acuña en su taller

En nuestra próxima audición pasaremos al examen de las principales obras expuestas, así como del significado que el salón pueda tener como conjunto. Por hoy, queremos limitarnos a decir que dentro de la diversidad de estilos y niveles, se destacan algunas obras importantes, que por extraño accidente no son casi nunca las premiadas, y que, desde el punto de vista histórico, el VIII Salón señala la consagración definitiva de la generación que como primera se dedica a la búsqueda de un arte genuinamente nacional: Pedro Nel Gómez, Luis Alberto Acuña, y Carlos Correa (un tanto más joven por la edad, pero perteneciente ál mismo grupo), cuyos integrantes exponen allí los frutos de su madurez; sobre su valor y su posición frente a las realizaciones posteriores, hablaremos el viernes venidero.

Motivos críticos El VIII Salón de los Artistas Eduardo Mendoza Varela El Espectador, octubre 18 de 1950. HERNANDO

MEJIA CARRASQUILLA Capilla colonial de Sáchica Acuarela Tercer premio, pintura

LUIS FERNANDO RIVERA Romeo y Julieta Barro cocido Segundo premio, escultura

No es alentador, en verdad, el conjunto del VIII Salón de Artistas Colombianos, ni es índice, ni augurio de nuestras posibilidades plásticas. Faltan muchos nombres en él, quizás los más significativos.Porque lo aquí mostrado no nos enseña nada nuevo, ninguna venturosa lumbre se apuntala, y sí cae en el mismo torbellino de desorientación que descasta y amanera nuestras menudas energías. Nada sorpresivo, nada renovado, nada que involucre una inquietud, una manera de sentir y sopesar la vida. Este salón, esta muestra de pinturas, como escribía alguien de otra exposición, nos resulta demasiado tardía, si así puede decirse, para ser presente; y demasiado próxima, por otra parte, para ser historia. En una palabra, nos resulta vieja por la repetición excesiva y poco feliz, de algo que ya nos tiene cansados, exánimes, impletos de hastío. Y en arte, ya lo sabemos, no puede, no debe existir la vejez. De ahí que todo este muestrario -con las naturales excepciones- produzca esa sensación de prueba pirotécnica, de truco de prestidigitación que ya hemos aplaudido demasiado, como el de aquel señor de marras que bate dos o tres huevos en un cubilete y después nos resulta con un conejo. Lo único vivo de una exposición es justamente la personalidad, el espíritu delimitado e intransferible de talo cual pintor, que se revela en la obra, no gracias a una modalidad nueva o manida, sino como saltando, como salvándose de sus mismas ruinas. Aceptemos que si en este salón de 1950 se encuentran como por milagro tres o cuatro nombres cuyo valor está suficientemente sopesado, tanto en la derecha, como en la izquierda o el centro de la plástica, la unidad global carece de carácteres propios y aun de 61


incisiva autenticidad. Seamos francos, cruelmente sinceros con lo que es nuestro y peyorativamente nos concierne. Porque la casi penosa comprobación que se hace en el curso del año en las exposiciones individuales se recrudece y evidencia cuando pintores y escultores se congregan en un certamen como éste. Sesenta y siete obras atestiguan esta vez doce meses de trabajo de unos pocos artistas colombianos. Y es lamentable declararlo, pero el conjunto de este año -con las mismas, naturales excepciones- es aplastante: aplastante de mediocridad, de vulgaridad, de indigencia en todo sentido. Siempre he pensado -y conmigo miles lo pensaránque la ineludible condición del artista es su personalidad, su singular manera. Y esa personalidad, esa necesaria individualización, ese deslinde categórico, no aflora como un corolario significativo en la más reciente pintura colombiana. Ni en la convencional, ni en la de vanguardia. Camina uno a trancazos, si se me permite el símil, en este salón colectivo, obligado a consultar el catálogo reiteradamente para persuadirse, a menudo con sorpresa, de quién es el autor, de quién pintó esto o aquello. Muchos pintores logran ciertas efímeras obras con una escritura tan anodina a impersonal, que no pocas veces se prequnta uno qué significan como aporte artístico, como remanso y refugio de complacencias estéticas. Porque unos y otros -los de vanguardia y los que podríamos llamar de reacción-, no sólo no saben a dónde van, sino que no pretenden ir a ninguna parte. Algunos "novísimos" son realistas hoy, impresionistas mañana, góticos en esta composición, académicos en la siguiente, surrealistas después de leer u ojear los catálogos de París, o "mexicanistas" de pronto, si un buen libro de reproducciones de la revolución cae por azar en sus manos. Los unos rumian con tosudez bovina el manido cuadrito verista, que en ningún caso es la resultante de un objetivismo virtual y vigoroso, y los otros, los malos vanguardistas, al amparo de un programa social, juegan sin sospechar lo que tienen en las manos, con esa peligrosa bomba atómica que es el arte nuevo. No pretendo hacer un análisis de las obras que integran este VIII Salón. Esta tarea corresponde a los críticos de arte. Solamente quiero deducir algunas consecuencias generales, expresar conceptos que no tocan con este o aquel pintor, sino con la pintura. No obstante, bien vale la pena detenerse en algunos nombres que amenguan con su buena contribución el inquietante y negativo panorama de esta exposición. Sean cuales fueren las reservas que motiven su arte, Luis Alberto Acuña, por ejemplo, se destaca siempre entre muchos pintores pedestres y adocenados, por su modo de expresión propio y por su agria indiferencia hacia lo convencional. Aunque sólo fuera por su aspiración a un delicioso "puntillismo" criollo y su afán constante por asimilar una temática colombiana, merece lugar aparte en la producción nacional. Este cuadro suyo -Bautizo de Aquimín-Zaque- puede no gustar a muchos, pero es, al fin de cuentas, una obra responsable, hermosa y cabal. Con cierta factura estilizada y un colorido bien pesado, Acuña nos brinda una versión simple, compuesta a la manera de ciertos murales riverianos, de la ablución cristiana en nuestra conquista. Figuras de frailes y soldados en actitudes un poco estáticas circunscriben la figura del oficiante, y la otra, muy hermosa, del joven cacique desnudo. Dijérase una evocación, algo premeditada pero, no obstante, evidente de alguno de esos actos rituales que figuraron como un remanso en el ajetreo de las batallas. Con ese concepto moderno y un poco decorativo y con un sentido severo de la historia, acaso pudieran evocarse mejor muchas de nuestras tradiciones, cosa que hasta hoy no parece haber preocupado a nuestros pintores, salvo a aquellos que tienen del pasado una visión documental que descansa en las minucias del espadín, de la espuela o del botón de la guerrera, cosas que, a la postre, no pueden colmar la sensibilidad sino de algunas personas bien intencionadas y de muchos incautos. Otro de los cuadros de aliento en este salón es, a no dudarlo, el Carnaval de Carlos Correa, quien ha tratado en otras ocasiones, siempre con tino y honda persuasión, temas similares. Pero Car-

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MOISES VARGAS Busto del Dr. Laureano Gómez Escultura en granito negro Primer premio, escultura Fotografiada de catálogo

CARLOS CORREA Carnaval (detalle) Oleo Segundo premio, pintura Colección Museo de Arte de la Universidad

Nacional


los Correa renueva, no repite. Fugazmente podría pensarse que nos hallamos ante un mismo tema, ante algo suyo que ya hemos medido muchas veces. Pero Correa, que se había silenciado transitoriamente, nos ofrece un problema plástico nuevo -y una intención-, con cierta incisiva argucia, con esa evidente certeza que domina en muchas de sus obras. En Correa, como en Acuña, hay un estilo inconfundible que nos ahorra las molestias de consultar catálogos y preguntarnos más de la cuenta por el autor. Porque Correa se parece siempre a Correa, sin ser igual, monótono, mucho menos. Ello presupone y adiciona en su haber, algo así como un galardón: la constancia del pintor que, en toda su carrera, no se ha apartado de la línea firme que se ha propuesto. En este Carnaval, en cierto rigor del arabesco a base de curvas largas yen cierta estilización de las telas de pliegues duros -carácteres muy frecuentes en Correa-, hay un vigor ostensible que se acrecienta con la composición inequívoca y la sopesada materia cromática.

asiste razón alguna. Con ello no han hecho un favor al arte nacional ni seguramente a sí mismos. Porque con una actitud negativa como ésta, escatiman al público lo que el público reclama de su talento, le niegan un mensaje, ya la postre, tal vez empañan su obra y depotecian su eficacia.

Pedro Nel Gómez nos ofrece también una contribución apenas decorosa, con sus tres cuadros. La figura humana es, podría decirse, el "tema libre" en torno del cual cimenta su emoción. Emoción, si se quiere, puramente plástica, alejada de las contingencias físicas, anatómicas, que le hace buscar la verdad del cuadro y no la del modelo y conseguir, de otra suerte, un efecto muy suyo. Quizá en su Basquetbolísta no juega un papel muy feliz esa mirada unilateral, exoftálmica y demasiado deliberada. Pero con todo, lo enviado no responde, ni por mucho, al nombre y a la categoría de Pedro Nel Górnez,

El Tiempo, octubre 22 de 1950.

Muchos apellidos se callan en esta nota apresurada. Sin embargo, no podríamos olvidar a Antonio Valencia con su retrato de Lucy y Yo que nos recuerda en ese fondo de alegorías y penumbra, ciertos dulces lienzos de Rodríguez Lozano. No hay, por lo demás equivalencia entre este excelente lienzo suyo, y ese otro retrato que nos envió, menos afortunado, como fruto de otra paleta y otra mano. Lucy Tejada con dos buenas muestras, entre ellas un autorretrato afirmativo y vigoroso, de entrañable convicción. Ramírez Fajardo, relojero de tipos vernáculos, entomólogo de los Tanguy, nos ofrece otro de sus ya clásicos y deliciosos mercados. Hernando Tejada que no envió, ni mucho menos lo mejor de su obra, lo que hubieramos querido ver de su capacidad y su empeño. Yezid Montaña, con un plausible Torso, un buen paisaje a la acuarela y un bodegón. Orlando Rivera que, pese a sus horrendos marcos, presagia algo bueno con su Niño de la cometa. Por lo demás Erwin Kraus que es, por sobrados títulos, uno de nuestros más amplios y nobles intérpretes del paisaje, que se ha acercado con intuición y decoro a nuestras geografías, no nos envió ahora, por desgracia lo que hubiéramos deseado de su temperamento alerta y de su capacidad nobilísima. La escultura, de tan alto abolengo entre nosotros, sobrevive en forma elemental en este certamen. No es menester ocuparse de ella por ahora. Y omito también voluntariamente los demás nombres de quienes llegaron a este VIII Salón, no porque muchos de ellos sean menos que los aquí citados. Pero mi propósito,que no es, ni con mucho, el de hacer crítica, ha sido el de incidir sobre el conjunto, antes que sobre la individualidad de los pintores. Al salir de esta sala, nos decimos, en síntesis, cuántos de ellos han realizado obra que sea invención ponderada, creación deleitable, signada por el sólo propósito de oponerse a la costumbre, a las soluciones fáciles o inmediatas. Cuántos se han afanado, en una palabra, en innovar y desentrañar una significación colombiana. La ausencia de muchos, por otra parte, no tiene justificación valedera: unos no concurrieron por desidia, por indolencia. Otros, quizás por esquivar el juego, la intriga (contra lo cual la dirección de Extensión Cultural luchó plausiblemente en este año), ese malabarismo de los premios que perdura desde que los artistas son artistas y el mundo mundo. Y algunos, digámoslo sin tapujos, por homeopáticas razones políticas; porque hay quienes aun suponen el arte como un "juego banderizo", para emplear una expresión de molde y al uso. A ninguno de ellos, como se comprenderá,

Un certamen agónico El VIII Salón de Artistas Walter Engel

El último, VII Salón Anual de Artistas Colombianos, se había realizado en el año de 1946. En los tres años que siguieron, no hubo salón oficial, pero en cambio se llevaron a cabo manifestaciones de singular importancia y de proyecciones históricas, ya que consolidaron la posición del grupo progresista, le otorgaron la firme conciencia de su misión y de su valor, y arraigaron iguales convicciones también en amplias capas de intelectuales y del público en general. Gracias a este núcleo -ya bastante numerosode artistas contemporáneos, Colombia ocupa hoy un puesto decoroso dentro de las artes plásticas del continente. Basta recordar, por ejemplo, que las obras de Luis Alberto Acuña figuran en importantes museos y colecciones particulares del exterior, que Ignacio Gómez Jaramillo fue premiado en varios certámenes internacionales, que Alipio Jaramillo trabajó con todo éxito en las repúblicas meridionales de Suramérica, que Edgar Negret, Enrique Grau Araújo y Eduardo Ramírez Villamizar cosecharon hace poco los aplausos de la crítica newyorkina, que Julio Abril se ganó los espontáneos elogios de los grandes artistas mejicanos. Y, ante todo, deben recordarse los frescos de Pedro Nel Gómez, admirados por los más autorizados expertos en sus originales y en sus reproducciones por el continente entero, como justo orgullo de Colombia. Las manifestaciones aludidas eran las siguientes: el "Salón de Artistas Jóvenes" en 1947; el "Salón de los XXVI" en 1948; el Salón Nacional de Arte Moderno" en 1949. El primero de estos salones trajo un conglomerado bastante heterogéneo, un afán "modernista" muy superior en muchos cuadros a la preocupación por la calidad, y un número abundante de trabajos que sólo eran pobres imitaciones de moldes surrealistas. En cambio, los dos salones siguientes presentaron selección, estuvieron además prácticamente exentos de imitaciones gratuitas de corrientes de moda, y mostraron, en líneas generales, una clara orientación tanto progresista como verdaderamente artística. El nivel general era, por lo tanto, apreciable. Me permito aquí una digresión. Hace poco, oí decir a un insigne poeta que no existe pintura nueva como no existe poesía nueva, sino sólo poesía y pintura de todos los tiempos. No puedo compartir esa opinión. Podrían citarse como ejemplos a todos los grandes genios de la pintura, para probar que cada uno de ellos creó en su época pintura de todos los tiempos, es decir en la historia del arte. Lo nuevo consiste, antes que en el contenido, en el estilo. Y no se puede negar que cada época tiene su estilo, o su serie de estilos. Al hablar de la "nueva pintura colombiana", como a veces lo hago, me refiero precisamente a este núcleo de artis-

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tas progresistas que logran decir su mensaje personal en un lenguaje propio de nuestra época, yeso, sin caer en la simple y mecánica imitación de corrientes y pintores extraños. Pues bien, en comparación con los salones modernos de los años de 1948 y 1949, el actual "VIII Salón de Artistas Colombianos" decae notoriamente. Desde luego, en un salón nacional debe admitirse toda obra de calidad, independientemente de su concepto u orientación. Pero en el certamen de este año abundan los trabajos que, sin ser malos, no dejan de ser insignificantes. Y las obras de verdadero interés, constituyen una minoría. (La cuestión de los primeros premios tanto de pintura como de escultura no deja de ser para mí un rompecabezas, ya que hubo para cada uno de estos premios, empate entre dos obras. Pero actuaron tres jueces de calificación. Es decir, que cada obra había obtenido antes un voto y medio. De otro modo no se habría presentado el empate, con la consiguiente necesidad de rifar el premio). En todo caso resulta altamente satisfactorio que el primer premio de pintura le fue reconocido, al fin, a Luis Alberto Acuña, por su óleo Bautizo de Aquimin-Zaque. A pesar de su cualidad de precursor y campeón de la nueva pintura colombiana, el maestro santandereano no deja de marchar en la primera fila de este trascendental movimiento. Sus múltiples ocupaciones no le impiden cumplir con lo más importantes de su misión, que consiste en la realización de su propia obra. Y aquí tenemos una nueva y ambiciosa composición suya, concebida con las mismas características propias de muchas de sus obras ya conocidas: estructura simétrica, perfectamente equilibrada, limitación rigurosa a un solo plano, un definido tema central, y el fondo formado por una multitud de cabezas. Luz y modelado mediante claros toques aislados. Esta nueva obra es más severa que muchas de las anteriores de Luis Alberto Acuña, y quizá más fría. Parece construida por la maestría, por la experiencia, por la intachable técnica y el intelecto de un gran pintor antes que por una emoción inmediata e imperativa. Por eso, confieso que reconozco a la nueva y premiada obra de Acuña todos sus méritos y títulos de admiración, pero personalmente prefiero otras de sus pinturas, creadas bajo un impulso más poético, más humano, con un cariño lleno de donaire y jocosidad. Uno de los mejores cuadros del salón, y uno que hace hasta olvidar la pregunta acerca de lo "moderno" o "clásico" (en realidad las dos nociones no tienen nada de antogónico) es el doble retrato Lucy y yode Antonio Valencia. De construcción sencilla, obvia, pero sumamente sólida, no deja nada qué desear ni en la expresión de los retratados ni en el tratamiento de los colores, cuya transparencia y pureza en los medios tonos y en las sombras, es verdaderamente perfecta. Tres óleos representativos mandó a este salón Pedro Nel Gómezo El más convincente entre ellos es el titulado Barequeras en conversación, robusta composición de desnudos, trazada en vigorosos brochazos, con fuerza y temperamento. Muy meritorios son los dos óleos de Lucy Tejada: el Autorretrato, original combinación de retrato y bodegón, de gran acierto en los colores, y Venados composición con miras hacia lo monumental. Extraño es el caso de Carlos Correa. Todavía es un pintor joven. Pero cuando era todavía más joven, hace ocho y diez y más años, tenía períodos de gran fecundidad artística, y entonces trazó los bocetos para obras que un día debía realizar. De estos bocetos hizo generalmente proyectos ya más madurados, unas veces a la acuarela y otras veces al óleo, proyectos que en verdad ya eran obras acabadas. Y ahora, ya en posición de relativo bienestar, vuelve sobre estos mismos proyectos y los realiza en grande. Así, vimos el año pasado, en su exposición individual, la Hermana de la caridad, en su versión original a la acuarela, y en la realización en grande, al óleo. y ahora podemos mirar en el Salón, el Carna64

val (segundo premio de pintura), obra también basada en antiguos proyectos que todavía recuerdo. Lo extraño es que Carlos Correa vive y realiza ahora exactamente lo que se había propuesto en años anteriores. Pero no puedo deshacerme de la impresión de que esa realización tiene algo angustiosamente mecánico. Carlos Correa se volvió concienzudo realizador, pero dejó de ser creador. Me viene el recuerdo de ciertos cuadros de Rubens, en el Museo de Bellas Artes de Viena. Allí se exhibía el proyecto original, de tamaño reducido, pintado integramente por Rubens en toques rápidos, inspirados, geniales. Y también estaban las obras "realizadas" de tamaño heroico, ejecutadas por los alumnos del maestro y firmadas por él. A estos lienzos de muchos metros cuadrados de superficie les faltaba siempre el gran aliento del genio, a pesar de haber sido ejecutadas según sus proyectos y bajo su supervigilancia. Lo que Carlos Correa está haciendo ahora, es un poco como el trabajo de los alumnos de Rubens. Es buen oficio, y en partes excelente oficio. A veces, como en el cuadro Carnaval, la construcción carece un tanto de consistencia. El conjunto siempre es buena pintura. Y a pesar de todo: Carlos Correa trabaja hoy como heredero de un inspirado y entusiasta pintor, un pintor joven y creador, a cuya supervivencia como tal, parece haber renunciado. Uno de los mejores óleos que de él conozco lo exhibe Marco Ospina. Este atractivo lienzo Rancho, es un acierto en su composición en el armonioso conjunto de sus colores y en la descripción del ambiente, cabalmente lograda con discretos medios de pintura moderna. Notorios son los progresos de Adriano Moreno Corredor, que construye sus óleos ahora con severa austeridad, en colores sobrios y bien armonizados, y con gran firmeza estructural. Hernando Tejada no mandó una obra de la calidad esperada, después de su óleo Amigas, del año pasado, muy superior a su lienzo Fervor, exhibido hogaño. Carlos López Correa participa con dos óleos, de los cuales es muy superior Coro, de composición y colores muy acertados. Omar Rayo expone la acuarela Crucifixión, en su nuevo estilo "bejuquista". Alfonso Ramírez Fajardo presenta nuevamente uno de sus ya famosos Mercados. Buenos efectos cromáticos obtiene Orlando Rivera en su óleo Infierno. Guillermo Rodríguez Forero se muestra como buen acuarelista, especialmente en Nubes. Carlos Díaz Forero y José María Villarreal Santos exhiben paisajes muy bien realizados dentro de su concepto. En resumen, había en el VIII Salón de Artistas Colombianos varias obras muy meritorias y buenas. Hay que desear que la institución de los salones anuales vuelva a acreditarse, ya que el certamen actual apenas significa un nuevo principio. Todavía no alcanza a ser una muestra realmente representantiva del arte contemporáneo en Colombia; porque este arte es muy superior a lo que demuestra la exposición en el Museo Nacional de Bogotá.


Notas al VIII Salón de Artistas Nacionales Clemente Airó Espiral, noviembre de 1950.

Con tres cuadros, Jiménez de Quesada en la Batalla de Bonza, Bautizo de Aquimín-Zaque y Anunciación se presentó Luis Alberto Acuña. Este pintor -ya tuvimos ocasión de escribirlo en esta misma revista- ha obtenido un singular mundo pictórico-poético, partiendo de imágenes de su pueblo. Su pintura responde con fidelidad a la voluntad artística, y la forma obtenida está directamente en función de la materia tratada. Y así, su obra es una creación del espíritu consciente, en la que intervienen la naturaleza y el trabajo vigoroso del creador, influido y condicionado por la percepción emotiva de la realidad. Sus telas nos revelan el empeño de un artista que ha desechado el academismo y la pinturaliteraria, pero que -asímismono olvida que en pintura de arte no puede tan sólo encontrarse técnica de pintura, sino técnica acompañada de sentimiento y vivencias humanas. Su cuadro La Batalla de Bonza, de características formales propias para un fresco de grandes proporciones, contiene en sí todos los elementos de una creación lograda con plenitud: color, composición, movimiento o ritmo, sentimiento, y un equilibrio entre las partes componentes, digno de la maestría de su autor. El Bautizo -que mereció el primer premiocontiene en igual medida las calidades reseñadas en el anterior -entendemos que estos dos cuadros forman parte de un tríptico-. Anunciación, es de una delicadeza exquisita -en color, dibujo y composición-y aflora en su mensaje un misticismo directamenhte entrañado con el trasunto religioso-telúrico, del propio pintor y de su pueblo. ANGEL IGNACIO VE LASCO Realidad Escultura en yeso Tercer premio. escultura

Eduardo Mendoza Varela Jurado de admisión VIII Salón Jurado calificador XI Salón

Pedro Nel Gómez, pintor de recia urdimbre, de enérgicas proporciones, de formas siempre adaptadas al propósito del tema, donde técnica y arte se confunden y se compenetran, nos ofreció otros tres cuadros. De ellos nos referimos, -dada la brevedad de estas notas- al magnífico Barequeras en conversación, muestra elocuente del afán desmedido y del florecimiento de genio para lograr la transposición de los colores del trópico a un orden plástico. Y, así, todo afán artístico lIéva implícito un deseo ideal de comunicar la emoción sentida en torno al artista, en Pedro Nel, encontramos una proyección estética de este derroche noble de energías, de color y sentimiento del pueblo y el suelo colombianos. En su pintura, los colores -esos colores de contraste, audaces y con maestría equilibrados- están directamente entrañando su forma, y nos dan, con recia pujanza, la impresión emotiva de sus temas. Barequeras mereció con justeza la mención al primer premio de este salón. Carlos Correa, quien con su cuadro Carnaval, lIevose el segundo premio, continúa fiel en esa línea de reacción ante las situaciones vitales que le rodean, para dar con una expresión creadora propia. Correa, así, en su pintura nos ofrece, no una evasión de la realidad sino una penetración -merced más que a sus temas, a la gama de sus colores y al empaste empleadoen esa realidad de por sí problemática. Carnaval, como todos sus cuadros, está realizado con un planteamiento de colores avasallantes y agresivos, singularmente sofocados en equilibrio y composición que nos revelan la alta técnica de este pintor. El cuadro Rancho, de Marco Ospina, contiene destacadas cualidades para ocuparnos en justicia de él. Ante todo, denuncia una honradez pictórica, un vigor oficiante, un sabio conocimiento de

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veladuras del color y del manejo de los grises. Sus transparencias son exactas creaciones basadas en la observación de la naturaleza, y logradas merced a un camino de depuración, de simplicidad, de conservación única de los elementos esenciales para que la obra cobre proporciones artísticas verdaderas. Este es uno de los cuadros que en el VIII Salón más nos llamó la atención, pues si sus proporciones y el tema son de poca trascendencia, su realización en sí, nos ofrece un pintor dotado para grandes empresas plásticas. Además, -como toda la pintura de Marco Ospina-lIeva implícito cierto aire de bondadoso sentimiento y fino ensamble de elementos plásticos interpretativos de lo telúrico y anímico colombianos. Antonio Valencia, uno de los jóvenes pintores que con más tesón y acierto vienen trabajando hoy, triunfa en este Salón con su Lucy y yo, retrato y autorretrato encerrados en un ambiente interpretrativo de la Guajira colombiana, realizado en una sola nota sostenida y desarrollada de color, de recia unidad, empaste, armonía, interpretación, dibujo y tonalidades. Este cuadro reafirma nuestra impresión -ya escrita por nosotros en Espiral en viejas ocasiones- de que nos encontramos frente a un pintor que puede obtener una gran obra plástica, si continúa por este camino de sincera búsqueda y afanoso trabajo. .' Lucy Tejada -esposa de Valencia- con su Autorretrato, y Venados, continúa, asimismo, encantándonos con esa suya melodiosa línea poética donde el color -aquí surgido de manos femeninas-, se emplea con mesura y suaves entonaciones armonizadas. También, la sensibilidad puesta en juego por esta pintora, logra para nosotros, un cierto estremecimiento vital de los objetos o seres que trata y transpone el espacio de sus obras, por eso -reflexión que surge y crece ante los cuadros de Lucy -no vemos en esta pintura un mero lineamiento más o menos fidedigno de sus imágenes, sino que nos muestra -merced a color y dibujo, a rasgos exquisitos de dibujo- esas mismas imágenes bajo sus aspectos íntimos pletóricos de fuerza sensible. Por el momento, creemos no equivocarnos al señalar a Lucy Tejada como la más completa y mejor de las pintoras colombianas. Dos acuarelas de reducidas proporciones que más bien podrían ser interpretadas como estudios y no como obras para exhibirse en un salón anual, llevó Yezid Montaña, y con ellas -pese a las características ya reseñadaseste pintor joven nos mostró su alta calidad, su estudio de la forma y el color y las disposiciones artísticas de que dispone. Hernando Tejada, artista de gran capacidad de trabajo, y múltiple inquietud de temas, expone Fervor, cuadro de sentimiento místico propio, de composición incierta y con una gama de colores directamente deseosa de resaltar el tema. Edulfo Peñarete, expone dos cuadros que si no son obras completamente logradas, hácenos pensar en sus capacidades para mejores obras futuras, sobre todo refiriéndonos a su cuadro Maíz. Erwin Kraus, paisajista, con Llamas en tarde tropical, bien logrado de composición y de tonos, aunque este cuadro posee una fuerte desarmonía en los amarillos que interpretan la vespertina. Adriano Moreno Corredor, sobre todo con La casa del bosque, nos convence y nos indica la presencia de un joven pintor ya en posesión de espléndidos atributos de artista. Tiene mesura de color, buen empaste, equilibrada composición y cierto hálito sensitivo que Adriano equilibra con un dibujo de corte geométrico y a la vez simple o infantil. Ramírez Fajardo, como siempre, expuso otra de sus minuciosas y primitivas acuarelas de escenas pueblerinas, donde la gracia del detalle se realza con ese trazado suyo simple y primario del dibujo, perspectiva y color. La parte escultórica de este salón estuvo a cargo de Moisés Vargas, quien obtuvo el primer premio con el busto del doctor Laureano GómezoJosefina de Barba, con una talla en madera, Campesina. Angel Ignacio Velasco, con un desnudo en yeso de equilibradas propor-

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ciones, y serena actitud. Francisco Sierra Restrepo, y Luis F. Rivera, con Romeo y Julieta, ganador del segundo premio de escultura.

y

aquí deploramos la brevedad de estas notas, que no nos ha permitido explayarnos como era debido en la reseña de algunos cuadros y que nos impide ocuparnos de otros que omitimos. En rasgos generales, el salón que estuvo dotado de unas setenta obras pictóricas y ocho esculturas, tuvo la bondad de resaltar el mérito de la verdadera pintura colombiana, pues entre estas setenta obras plásticas, sólo las correspondientes a siete o nueve pintores son de verdadero mérito, son obras de artistas confirmados en muy distintos certámenes y exposiciones, y ellos con sus obras -componentes destacados de esa pintura colombiana actual, buena y de altos valores- nos hicieron ver pintura, nos mostraron plástica y arte, aún cuando estaban solos -la mayoría de los buenos pintores colombianos no concurrieron al salón- rodeados de obras que tan sólo poseían el mérito del esfuerzo de sus autores. Mérito encomiable, pero no suficiente para alcanzar el galardón artístico. Así, estos siete o nueve pintores, puestos a prueba, a dura prueba, consiguieron un salón donde si no había abundantes perfectas obras, si encontramos una quincena de cuadros buenos, y cerca de la decena de cuadros excelentes, de por sí singulares enaltecedores de la pintura de Colombia.


IX Salón Anual de Artistas Colombianos

BLANCA SINISTERRA

DE CARREÑO

Delfinius (Primavera) Oleo Primer premio, pintura Colección del artista

Fecha: agosto 7 al 30, 1952. Sede: Sala Gregorio Vásquez, Biblioteca Nacional, Bogotá. Organizador: Departamento de Bibliotecas, Archivos Nacionales y Extensión Cultural y Bellas Artes, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 61. Obras: 91. Jurado de admisión: Lucía Cock de Bernal Jiménez, Javier Arango Ferrer, Antonio Angel Escobar, Carlos Shools Pombo y Alvaro Sánchez. Jurado calificador: Francisco Plata Bermúdez, Abel Naranjo Villegas y Robert C. Smith. Premios: Pintura: 12 $2.500. Blanca Sinisterra de Carreño, Delfinius (Primavera). 22 $2.000: Femando Botero. Frente al mar. 32 $1.500: Julio Castillo.lngenuidad. Menciones: Eladio Vélez, Retrato de unpintor, Sofía Urruña, Playa en el río Cauca; Adriano Moreno. Inocentes. Escultura: 12 $2.500. Tito Lombana. San Sebastián. 22 $2.000: Alonso Neira. La fuente. 32 $1.500: Guillermo Rodríguez, Campesino. Menciones: María Teresa Zerda, Bambuco; José Domingo Rodríguez, Cristo; Helena Merchán, Campesina boyacense.

La Sala Gregorio Vásquez de la Biblioteca Nacional, remodelada especialmente por los arquitectos Hans Drews y Arturo Robledo, fue escenario del IX Salón, organizado por Virginia Obregón Borrero, del unificado Departamento de Bibliotecas, Archivos, Extensión Cultural y Bellas Artes, y secretaria de la Biblioteca Nacional. El doctor Robert C. Smith, profesor asociado de historia del arte de la Universidad de Pennsylvania, autor de una Guía del arte en América Latina, fue invitado como jurado internacional. Blanca Sinisterra de Carreño Mallarino obtuvo el primer premio en pintura y Tito Lombana, de 19 años y con una opera prima, el de escultura. "La dama y el proletario" fue el título que usó Semana para su informe sobre el salón. En la inauguración, que se aplazó del 20 de julio al 7 de agosto, el ministro de Educación Lucio Pabón Núñez dedicó su discurso a "el problema magno del arte contemporáneo": "el integrar el arte en la fe, en la fe de la que nació y a cuyo amparo creció gloriosamente, y lejos de la cual ha andado, en los últimos tiempos, desalado y ciego" (texto en El Siglo, agosto 8). El comentarista Guillermo Camacho Montoya, al observar la selección, detectó un espíritu regresivo: "Parece como si entre nuestros pintores, en los últimos años, se estuviera operando un retorno al espíritu clásico, en lo que esto tiene de dignidad para el arte. La pintura 'esperpento' que abundó tanto entre nosotros por algún tiempo, tiende a desaparecer. " La impresión del jurado Smith fue similar: "La pintura colombiana tiene elementos muy distinguidos en asuntos académicos. En el género del paisaje y en materia folclórica se nota un estilo personaJísimo..."(Smith destacó el talento de Fernando Botero, a quien se dió el segundo premio, y adquirió una obra de Wiedemann a quien no se había aceptado en el salón). Fueron rechazadas 115pinturas y 14 esculturas. Por iniciativa del jurado de admisión Javier Arango Ferrer, secundado por Virginia Obregón, se realizó el salón "de los Otros", o de rechazados, en las Galerías Centrales de Leo Matiz. Entre sus 29 expositores figuraron los nombres de Luis Alberto Acuña, Sofra Urrutia, Gisela Ballesteros, Manuel Hernández, Guillermo Wiedemann, Beatriz Daza y del actor Camilo Medina.

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Arte y artistas colombianos La pintura en el IX Salón Eduardo Mendoza Varela El Espectador, agosto 9 de 1952.

Si no me excediera en rigor -lo que es bueno muchas vecesdiría que aquella magistralidad dichosa y tranquila, aquellas felices cualidades de ojo y mano que persignan a los pintores en otras latitudes más bienaventuradas que la nuestra, no son pan para cortar, ni continuo hallazgo en este IX Salón de Artistas Colombianos. Como alguien decía, no recuerdo exactamente ni dónde, ni cuándo, en arte, vecindad significa necesariamente diálogo. Aquí dialogan, en efecto, codo contra codo, los que aman y los que se repudian, los buenos y los condenados al fuego eterno. y esto es beneficioso para todos, para espectadores y artistas. Quizás de más provecho para los últimos. Porque muchas veces, al visitar el salón, redescubren su propia obra, deslindan sus méritos, hacen acto de contricción. Se cuenta que Rodin, por ejemplo, cuando enviaba algo suyo al Salón de Otoño, solía hacerle una visita. Se llegaba hasta el vestíbulo donde, por lo común, se colocaba la obra. Le daba vueltas, la cotejaba entrecerrando los ojos, accionando vehementemente con las manos. En esta tarea transcurrían medias horas, probablemente horas enteras. Más tarde Rodin hacía un gesto o se quedaba en éxtasis ante su propia creación. Después, súbitamente, sobreguardaba a su propio alivio, consultaba el reloj, se calaba el sombrero y echaba a andar hacia la puerta, mientras decía: "Efectivamente, ya he visto el Salón de Otoño". Sin embargo, es justo reconocer que el salón de este año mantiene cierta dignidad. El envío, que sobrepasó con mucho a las doscientas obras, ya era, de suyo, un excelente augurio. Había materia para escoger. El jurado de admisión trastabilló, no obstante, un poquito. Y aunque dejó filtrar -digámoslo de una vez- algunos esperpentos, el salón con todo, es honesto. Al hablar de la pintura que llena estas dos salas, quiero referirme, con inusitadas excepciones, a una pintura que no rebasa siempre las fronteras nacionales. A una pintura difícilmente continental. Su estirpe, apenas si rebasa lo nuestro: así, el elogio que se merece muchas veces es un elogio parroquial, para una pintura que se juzga en casa y dentro de casa. No quiero insinuar tampoco que muchos de estos lienzos no podrían codearse holgadamente con obras de algún museo internacional. Pero no individualizo, sino hablo del conjunto. Otra cosa me dice cada lienzo cuando me detengo a dialogar con él. Y veamos, así sea de paso, algunas muestras. He aquí, por ejemplo, este lienzo Interior que nos envía Gráu Araújo: un rectángulo de tela que se diría recortado de un cuadro más grande, una simple mancha accesoria, pero tan rotunda en su pura sensualidad de pasta untuosa y de color suave y explosivo! Claro está que la gente se detiene, mira, ríe, se pregunta qué es eso. No es nada en sí. Es mucho si al espectador le da el caletre para asociar esa nimiedad a la obra de un joven autor de lenguajes plásticos. Gráu se identifica una vez más, se afirma en un estilo muy suyo y que le augura dilatadas perspectivas. Otra de las notas más enfáticas de este salón nos la da Julio Castillo Maldonado. Pese a algunas reservas que podamos formular, y reconociendo una serie de excelencias a otros artistas, lo que hemos mirado con más emoción y esperanza es este envío. En

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Crimen --el lienzo de mayores proporcionescuatro o cinco figuras principales combinadas en vigoroso ritmo, forman la estructura fundamental del cuadro enriquecido por una serie de IX SALÓN ANUAL personajes y elementos expresivos secundarios. En su sencillo simbolismo, el lienzo traduce ARTISTAS COLOMBIANOS plásticamente el dolor. Las figuras más sobrias del conjunto son también las más elocuenBlBUOTECA N4CJONAl tes. Otras pecan acaso por gestos que la plástica ni aconseja ni requiere, y que conspiran contra la intensidad primordial del sentimiento. El dibujo es vigoroso y sobrio, y excelente el equilibrio de las masas. El colorido peculiar de Castillo Maldonado armonioso y fino, pero algo frío aún, con una rigidez de tizas de colores, toma aquí matices personales que vienen muy al caso. Pero lo que más importa, y hace olvidar deficiencias que se advierten aquí y allá, es la conciencia, la meditación y el espíritu con que el artista ha concebido esta composición significativa. Es ella una suerte de reivindicación del "pensamiento" en pintura, tan desacreditado después de los abusos del anecdotismo pero que, tarde o temprano, debía volver a vivificar las obras de arte. Castillo nos ofrece también una figura de muchacho Ingenuidad, que casi nos da la clave de un Picasso de mendigos, de un remotísimo Picasso de principios del siglo. Sin embargo, manifiesto mi preferencia por Angustia, tres gracias que en su entonación se mueven dichosamente del verde al rosa y al marfil augural. Juego habilísimo, en verdad, de materias adventicias que producen un efecto de inesperada gracilidad. Algo así como un claror sacro aureola esos cuerpos tristes y aún los invade. Están sublimados por la mano de un artista que es, ante todo, un artista. Y esto no es literatura. Expone Blanca Sinisterra de Carreño, tres lienzos. "Dos Retratos" sin mayor trascendencia, y una tela afortunada, que nos habla elocuentemente de sus condiciones de pintora. De/finius, por su pastosidad exquisita, por su espátula -usada para lo que debe usarse, la espontaneidad y lo externo- es untuosa caricia para los ojos. Por lo demás, el colorido intencionalmente desganado de la figura, hace un afortunado contrapeso con las flores -azul, verde, violeta- que lleva en el brazo izquierdo. Dotes de estabilidad, compensasión perfecta. He ahí el calificativo de una tela que en rigor, no es una cosa nuestra, colombiana o americana, pero que se destaca notablemente en ese conjunto de 1952. Ignacio Gómez Jaramillo posee desde hace varios años un estilo -el suyo-- que se ha hecho inmodificable. Podría lIamársele un artista influyente antes que influido. Porque por ahí andan, en sus discípulos, huellas de su "manera", de las que difícilmente se libertan. Es, tal vez, el único pintor que entre nosotros ha creado un especie de "escuela". Y es, de otra parte, el precursor de toda la pintura que en nuestro medio puede calificarse de nueva. La naturaleza muerta que le representa en este salón, es eso mismo. Pintura siempre vigorosa, dentro de su serenidad estructurada y de su tonalidad gris y azulina. Sean cuales fueren las reservas que motiven su arte, Hernando Tejada se destaca siempre entre los ejecutantes pedestres y adocenados que apuntan entre nosotros, por su medio de expresión propio y su indiferencia hacia lo convencional. Por su exuberante sensualidad de colorista, ya merece un lugar aparte. Se necesita una real independencia para hacer esa Fiesta negra, que asciende desde unos verdes en madurez, hasta los rojos del fondo que nos hacen pensar en la piromanía misteriosa de Orozco. He aquí a continuación, una tela excelente, excelente sin reservas: Frente al mar, de Fernado Botero. Una composición simétri-


ca, sin complicaciones. Un fondo bien repartido, en tres zonas horizontales. Y un colorido valeroso y, a la vez, sopesado. Debe decirse, además, que aún en los momentos menos felices -acaso la figura que cuelga de los palos- su tarea encuentra gracia a nuestros ojos, y aún respeto, precisamente por lo que tiene de tarea en el estricto sentido de la palabra. Por su valor de ejercicio difícil, duro obstinado. Ya la vez por su espontaneidad, su fuerza, todo aquello que lo aleja de lo relamido y pedante. Yo llamo infortunada -es mi epíteto- a la "pintura de costumbres". Pero, entiéndase bien. Estas menudas acuarelas de Ramírez Fajardo -a este salón nos envió Día de San Pedro-, no son pintura de costumbres: poseen algo que las libera y las hará en cierta medida perdurables. Con su frente de relojero, Ramírez Fajardo hace también pintura verdadera. Hay en toda esa "entomología" cierta facilidad, cierta infalibilidad de resultado. Casi pienso, al mirar los claros cielos sobre los tejadillos, las botánicas que orlan la plaza del pueblo, en esa untuosa caricia que nos proporcionan los "primitivos". Gozo que hemos experimentado, no pocas veces al detenernos frente a alguna de aquellas minuciosas tablas que conservan los grandes museos.

FERNANDO BOTERO Frente al mar Oleo Segundo premio. pintura Fotografiada de catálogo

Sofía Urrutia extrajo dos nuevos óleos de su juguetería milagrosa. Playa en el río Cauca, es la que más nos gusta. Sofía está en el estricto límite de lo ingenuo como arte, donde lo ingenuo puede dar un paso y resbalar a cualquier abismo. "Alto ahí!" ~ecimos a su pintura-. Pero ella sabe guardarse. Y mantiene ese peligroso límite sin que se pierda su inocencia en una aventura innecesaria. El espectador desprevenido se detiene ahora ante una acuarela. Su autor la ha llamado Procesión en un pueblo. Inopinadamente el visitante piensa en algo más que nos envía Sofía Urrutia. No, sin embargo. Este cuadro es promesa, no es aún realización. Su autor tiene nombre de presidente de la república: Pedro Alcántara Herrán. Edad: nueve años. Y mano y ojo de pintor. Este niño, que ya sabe lo que hace, no le tiene miedo al color. Y saludamos en él, efectivamente, a algo excepcional y promisorio para la pintura colombiana. Ante los cuadros de Luis Alberto Acuña tengo frecuentemente la sensación, sobre todo en los primeros momentos, de que nos asomamos a una especie de fulgor astral. Por unos minutos quedamos embebidos, prendidos a esa luz, conquistados por esa fosforecencia. Pero quizás por eso, por ser fosforecencia, no tiene siempre perdurabilidad ese casi venenoso encanto. Me parece que Acuña extremiza en demasía su técnica de puntillismo. Y nos repite ahora, demasiado, sus temas. Hay muchas cosas más que merecen párrafo aparte. Pero no es ésta, ni con mucho una reseña minuciosa. Sin embargo, están Erwin López, con dos telas: Teatro y Paisaje, de colorido rico y abundoso. Jaime Botero, Simón Meléndez, y algunos más.

HELENA MERCHAN Campesina boyacense Talla en madera Mención

La Academia también debuta, singularmente con dos nombres: Salas Vega y Díaz Vergara. Del primero cabe mencionar Playa, un desnudo bien trabajado y agradable,inoperante, en cambio, el cromo de su Mantilla santafereña y parados frente a Después del baño, ¿Qué nos sucede? No hay aquí sequedad ni astringencia, que son cualidades negativas, pero cualidades, al fin, de cierta pintura. Hay algo en ello más bien de apatía, de tedio irremediable. Desnudos sin sensualidad, sin morbidez, sin apetencia. ¿Quién objetaría, del todo, este dibujo. Quién aún, la composición o el colorido? Y, no obstante, frente a esta tela, no podemos eludir un bostezo. La escultura bien merece comentario aparte. Por hoy gracias sean dadas a Virginia Obregón, alma y brazo de este certamen. Y digamos, de paso, al jurado de admisión, que se le fueron no pocas veces los estribos. No se explica, de otra suerte, el atiborramiento innecesario de este salón, digno con todo, pero ensombrecido con la presencia de algunos esperpentos.

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Exposiciones El IX Salón Anual Walter Engel El Tiempo, agosto 17 de 1952.

La realización del IX Salón Anual fue en parte muy grande obra de la juventud. Y en lo que a esta juventud se refiere, debe considerarse como éxito. Preparado desde hace muchos meses con previsión y entusiasmo por Virginia Obregón, sorprendió a los visitantes por su presentación novedosa e intachable. Los dos jóvenes arquitectos Hans Dreus y Arturo Robledo habían transformado la antigua sala de exposiciones de la Biblioteca Nacional en dos modernos y acogedores salones, con perfecta utilización del espacio disponible mediante la colocación de biombos en el centro, y con una distribución de la luz que no deja nada qué desear. Haber dejado a Bogotá con estos salones constituye por sí solo un hecho digo de todo elogio. En cuanto a los artistas participantes, gran parte de las palmas se las llevó también la juventud. Un nuevo e importante paso en su casi meteórica carrera dio Fernando Botero con su óleo Frente al mar, distinguido con el segundo premio de pintura. Recordamos trozos más bellos, más puros en materia pictórica en algunos cuadros exhibidos por el pintor antioqueño hace pocos meses en la galería de Leo Matiz, pero el óleo presentado ahora es una composición vigorosa, bien construida y bien realizada, en la cual el artista sigue desarrollando su propia nota personal. Fernando Botero tiene, pues, de qué estar contento y sólo es de esperar que su satisfacción no le lleve a desmayar en sus esfuerzos, lo que sucede con frecuencia en artistas que alcanzan grandes éxitos a edad muy temprana. Un artista joven que progresa con metódica insistencia es Adriano Moreno Corredor. Ahora ya tiene superadas sus anteriores tendencias efectistas, y compone sus pinturas en una paleta sobria, apagada, limitada a lo esencial, con figuras humanas preferentemente infantiles como tema principal de los cuadros. Pero no retrata a niños aislados, sino que los interpreta en grupos movidos, trazados con seguridad y soltura, y con cabal dominio del espacio. Consideramos a Adriano Moreno como uno de los más serios, más sólidos y más dotados entre los pintores jóvenes que actualmente trabajan en Bogotá. Con tres ambiciosos cuadros se presenta Julio Castillo Maldonado, uno de los cuales, Ingenuidad le valió el tercer premio. Este, así como la poética Angustia y el sombrío Crimen hacen esperar con interés optimista las obras ulteriores de este pintor. Fuera de un mundo oscuro y agobiado nos lleva nuevamente la pintura de Sofía Urrutia Holguín. Cuánto encanto emana de esa Virgen campesina en su Anunciación, qué apacible armonía irradia su Playa en el río Cauca. Todo en estos cuadros es paz, claridad, ingenua y diáfana belleza. Pureza de un alma reflejada en la radiante pureza de una paleta. Como gran señor de la pintura se afirma de nuevo Ignacio Gómez Jaramillo, con su Naturaleza muerta, que nos muestra el estilo de este adalid de la pintura moderna en Colombia en su punto culminante de madurez y depuración. Ellnteriorde Enrique Grau Araújo no es, tal vez, la obra más apropiada para un salón colectivo. Su insistencia en las líneas vertica-

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les y horizontales cansa un poco, pero la calidad de su color es de la más alta clase, sin duda entre las mejores de toda la exposición. Carlos Correa mandó un nuevo cuadro representativo, por su concepto y su tamaño El beso. Al analizar por qué esta robusta composición no nos satisface plenamente, hallamos que el exceso de brochazos frecuentemente empastados resulta perjudicial para el efecto global de la obra. Si bien es verdad que Correa aplica el brochazo en forma rítmica que presta a su pintura vida y movimiento, el empaste demasiado sustancial en los lugares oscuros y secundarios termina por dar la impresión ya no de temperamento, sino de algo recargado y, en resumidas cuentas pesado. Creemos que la revisión, por parte del pintor, de su aplicación demasiado uniforme de pesadas capas de color, podría ser ventajosa para sus obras futuras. Otro de los artistas cuyas obras admiramos desde hace muchos años y que esta vez no nos convence sin reservas es Luis Alberto Acuña. Sus cuadros exhibidos tienden demasiado hacia el mosaico, hacia el vitral puramente decorativo, hacia lo brillante en la superficie, y sacrifican valores pictóricos más intensos, construcciones plásticas, más grandes, que habían singularizado tantas obras anteriores del maestro santandereano. La escuela tradicionalista está dignamente representada por el maestro Miguel Díaz Vargas. Especialmente el lienzo En el encianato es una composición muy fina dentro de su género, tanto por ese suave gris unificador típico de la paleta del artista, como por la forma en que se trata el tema y por el elocuente contraste entre las caras lacias de las ancianas y la frescura juvenil de la hermana. Un capítulo completamente aparte constituye la acuarela de Alfonso Ramírez Fajardo, Día de San Pedro. Probablemente, muchos visitantes presurosos no advierten siquiera ese pequeño cuadro, y sin embargo en él se expresa un notable artista. Ante las acuarelas de Ramírez Fajardo la pregunta por lo "moderno" o no moderno pierde toda actualidad. Guardando las proporciones, la minuciosa elaboración de los detalles, el fuerte acento individual en cada cara, pueden hacer pensar hasta en Jan van Eyck. De todos modos, encontramos más rasgos comunes entre Ramírez Fajardo y los clásicos flamencos, que con una fotografía en colores. El joven acuarelista sabe armonizar la cariñosa representación de los detalles -los rostros, los vestidos, instrumentos etc-, con una equilibrada visión del conjunto, de manera que resulta tan interesante y atractivo contemplar esas pequeñas grandes obras muy de cerca como desde alguna distancia. La técnica a la témpera tiene su delicada representante en Christina Chalupzcinska, cuyo retrato titulado Blusa amarilla está realizado en suaves y discretas armonías. En escultura, el primer premio fue adjudicado con plausible unanimidad a la talla en madera San Sebastiánde Tito Lombana. Las leves reminiscencias de Rodin sólo afianzan nuestra impresión de encontrarnos aquí frente a una escultura hermosa, expresiva, íntegramente resuelta con nobles recursos plásticos. Otra talla en madera Cristo, de José Domingo Rodríguez, se eleva en gótica y ascética línea recta y constituye una de las contribuciones de mayor calidad entre las esculturas. Muy bien resulta y distinguida con el segundo premio La fuente, de Alfonso Neira Martínez. Fuertes, robustos y con gran sentido por el bloque cerrado, el bronce Plegaria y la talla en madera La huída de Hugo Martínez. Con obras meritorias participan también los escultores: Julio Abril, Helena Merchán Fuquen, José Horacio Betancur y María Teresa Zerda.


No nos fue posible ver las obras no admitidas ni conocer, hasta el momento en que terminamos la presente reseña, la nómina de los artistas rechazados, Pero datos fragmentarios, obtenidos incidentalmente, nos hacen suponer que deben de haber entre las rechazadas obras no sólo interesantes, sino artísticamente valiosas. Sería, por lo tanto, deseable que se organizara la exhibición de esas obras ya sea en la propia Biblioteca Nacional, o en otro local adecuado.' Sólo entonces podrá decirse la última palabra sobre la calidad general de los envíos al IX Salón Anual de Artistas Colombianos. 1. El fotógrafo y artista Leo Matiz ha organizado en sus Galerías de la Avenida un pequeño salón con el nombre de "Los Rechazados".

Pintores y críticos El Salón de los Rechazados Eduardo Mendoza Varela

amor al ejercicio severo de la recta facultad estimativa. Aquí se llama a cualquiera obra, sin más ni menos, "obra maestra". Sorprende a veces en nuestra critica así sea pictórica o literaria su modo de valorar ... y de denigrar. Y la crítica ha de tener por fuerza, aquella virtud escéptica atribuida popularmente a Santo Tomás: ver y creer. Sin embargo, si hay quienes se ocupan de trazar rayas y disponer colores sobre un lienzo, y, sobre todo, si hay quienes osan colgar ese mismo lienzo en una sala pública, a la opinión se le abre un camino único que no puede vedarse: el de expresar su pensamiento. Y es más; pueden expresarlo quienes tienen sensibilidad y quienes no la tienen. Quienes han visto más pintura, de fronteras afuera, y aún quienes no la han visto. Un escritor nuestro, haciendo referencia al menester literario, nos hablaba alguna vez del azaroso camino que tiene que salvar un crítico entre nosotros, de los sumos valores que en una u otra forma le desvalorizan o constriñen. De acuerdo, pero, esta perniciosa vigencia, ¿debe prolongarse inveteradamente? Me parece apenas obvio intentar un ambiente crítico, honesto y tenaz, tal vez fallido hasta ahora, pero muchas veces repleto de voluntad. Lo demás, me parece, es continuar sin proyecciones, en un escenario que nos mixtifica y descasta. Las teclas que se nos ofrecen en el Salón de los Rechazados, aqobiadoras de mediocridad en el conjunto, apenas merecen análisis individual en gracia a dos o tres nombres. Sin embargo, tampoco ellos nos brindan algo decisivo o primordial en su tarea.

El Espectador, agosto 27 de 1952.

Me parece que fueron tan excesivos los pronósticos y los prólogos que se hicieron en torno al Salón de los Rechazados, que este mismo preludio contribuyó a ensombrecer aún más su ponderación. Pocas veces, en efecto, se consigue reunir un muestrario tan insignificante en una sola sala. Un certamen que nada nos dice y que, si no recordáramos también ciertos esperpentos que se aceptaron en el IX Salón, justificaría de sobra el criterio del jurado. Jaime Tello, quien anotó brevemente el catálogo y cuya amistad e inteligencia comparto desde nuestras primeras inquietudes de colegio, escribió cosas como ésta: "En 1863 se inauguró en París el famoso, "Salón des Refusés". En 1952 se inaugura en Bogotá, en las Galerías de Leo Matiz, el Salón de los Rechazados. La historia dirá si tenían razón los señores del jurado al aceptar unos cuadros y rechazar otros. Quizás de esta pequeña revolución que es la apertura de un salón "no oficial", surja algún nuevo movimiento pictórico muy nuestro, muy auténtico, del mismo modo que en "París surgió, del famoso rechazo oficial, el Impresionismo. Esta observación, en efecto, es tan desproporcionada como inútil. Porque yo sé que Jaime Tello, que ha visto exposiciones y museos en Nueva York, para no hablar de Inglaterra, habrá de convenir en la necesidad de poner alguna vez "los puntos sobre las íes". Y si se considera que entre nosotros no hay críticos como en efecto acontece, con esta misma rigidez podemos considerar que no hay pintores. Tal para cual. Pero es menester concebir las cosas en su justa medida. Y convenir que si avanzamos en nuestra vida nacional con este propósito debemos, como vulgarmente se dice, liar bártulos cuanto antes y "arrendar esto", porque no sirve. Ya vendrán oportunamente los críticos -porque modestamente yo acepto que los hay- a registrar las llaves de esta exposición, a sopesar técnicas, intenciones, contenido y forma. Por mi parte, me limito a registrar eventualmente algunos hechos, con el ojo elemental del visitante desprevenido. Sea esto dicho en provecho y justificación de alguien que ama el arte como tal, que siempre, desde una remota infancia, ha buscado su compañía, y que se complace en un locuaz diálogo con su presencia. Pero nada más, porque sucede con frecuencia (y aquí mismo lo he notado algunas veces) que por lo común falta madurez a nuestro criterio,

Tal es el caso, por ejemplo, de Luis Alberto Acuña, pintor de trayectoria, pintor que posee u n estilo y una obra que se destacan en nuestro medio. Su Campesina boyacense, sin embargo, no es un aporte nuevo. Al contrario, es algo menor, que no convence plenamente, aliado de muchas telas suyas que nos han asegurado ya una supervivencia de su nombre. Otros artistas pueden citarse al ritmo que mantiene este conjunto. Edulfo Peñarete, Pedro Antonio Peñalosa, Sofía Urrutia ... No obstante, a través de sus influencias evidentes, una de las telas más enfáticas que nos recuerda a Rufino Tamayo -no sé si el autor conozca esta pintura- es Hilanderas de Germán Becerra, número 3 del catálogo. En ella se advierte una inclinación, un gusto, digámoslo así, por aquella grande, aunque no virtualmente pura corriente artística que desde hace algunos años nos ha llegado, como todo, en revueltas remesas. Pero, también es forzoso reconocerlo, corriente que en manos de los buenos pintores indígenas ha cobrado un mestizaje afirmativo y un nuevo tipo de humanidad. Algunos de estos "rechazados" llegan, por lo demás, a la ocurrencia de ciertos pecados técnicos que no es el caso analizar. Recuerdo ahora, justamente, que en cierta exposición de pintura que se celebró como un acontecimiento internacional en otro país, un célebre escritor me hablaba de aquellos críticos que, aprovechándose de una mentalidad muy corriente entre los artistas, nos hablan del "equilibrio de la composición", del "dibujo vigoroso" y del "acierto en el colorido", sin tomar en cuenta que todo esto no es, en pintura, sino lo elemental, es decir, lo básico y presupuesto. Porque si un cuadro no posee esas mínimas cualidades primeras, no lo podemos considerar como tal. Imaginemos, por ejemplo, la estupefacción de un poeta al cual se le quiere elogiar y se le dice que su libro está escrito sin faltas ortográficas, y que los acentos de sus endecasílabos están bien colocados, o que sus sonetos, en realidad, tienen catorce versos. Cuando un cuadro tiene equilibrio de composición y vigor en el dibujo, y acierto en el colorido, es, cabalmente, cuando apenas puede aspirar a ser un cuadro, o mejordicho, cuando está en ese límite perentorio a partir del cual empieza la pintura. Esto significa también que no podemos aceptar como nuevo, como vital, un arte que no nos trae sino una nueva técnica. Eso sería recrearse en el más falaz de los espejismos actuales. Ninguna cuestión de técnica. La técnica nueva -si la hay- debe corresponder a un espíritu nuevo también. Si no, lo único que cambia es

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el paramento, el decorado. Y una revolución artística, lo que puede surgir como un aporte nuevo a la pintura, no se contenta de conquistas formales ni adjetivas. Se me ocurre pensar que las fallas que se pueden acotar a nuestra pintura, derivan invariablemente de una continua orfandad de materias nutricias. El arte se nutre siempre, conscientemente o no --esto es lo de menos-, del absoluto de su época. Nuestros artistas contemporáneos (no me refiero a un hecho meramente nacional) llevan vacía el alma. El hombre no puede marchar sin una fe, porque no tener una fe, es no tener una meta. Marchar sin una fe, es "patiner sur place". Este fenómeno, entre nosotros, es más explicable, no sólo por la descomposición universal, sino por las características que de momento nos ofrece nuestro medio nacional. El artista que más exasperadamente escéptico y nobelista se confiesa --como personalmente lo he observado entre algunos pintores amigos míos-, es generalmente el que tiene más desesperada necesidad de un mito. Pero dejando de lado estas divagaciones, un poco innecesarias al tema central de este comentario, es menester encomiar, a todas luces, la idea de un salón de "rechazados". Un joven diplomático, en misión entre nosotros, me hablaba del peligro que supone, sin embargo, un muestrario como éste, porque da pábulo al desconcierto entre la gente desprevenida que visita el salón y propicia cierto espíritu negativo del arte. No tan allá. En cambio, me parece que se pueden establecer interesantes paralelos y enriquecer, o adobar, digámoslo así, la visión que de nuestra actual pintura nos da el salón de los "admitidos". Aunque esta vez, como reza el refrán, se puede corregir aquello de que vísperas de mucho son, por lo común, día de nada.

El IX Salón El "otro" punto de vista Luis Vida/es El Tiempo, agosto 31 de 1952. TITO LOMBANA San Sebastián Escultura Primer premio, escultura

Fragmento Demos nuestro dictamen, y caso concluido. Este deslinde es necesario para que el público juzgue, y vamos a establecerlo en seguida: 1º El salón, en conjunto, es mediocre. 2º El primer premio coresponde al bodegón vertical de Grau Araújo, quien con los elementos (objetos) más humildes, presenta las mejores calidades pictóricas de todo el salón. 3º El segundo es sin duda el lienzo Angustia, del pintor Castillo Maldonado. 42 El tercero puede otorgársele a Fernando Botero por su cuadro Frente al mar, aunque este pintor está en peligro de malograrse por el superficial decorativismo, de inconceptual alargamiento de las figuras, estilo revista americana, con que ha cambiado sin transición, de un brinco, el geometrismo de su etapa de aprendizaje reciente. 52 La pintura 'lngenua" tiene tres representantes notorios en el salón: el niño Alcántara Herrán, la señorita Urrutia y Ramírez Fajardo. El niño Alcántara posee inefables condiciones, que ojalá no

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SOFIA URRUTA Playa en el rio Cauca Oleo Mendón IX Salón


perdiera después. La señorita Urrutia, en su Playa del río Cauca, con sus manchas de color y sus golpes sorpresivos de blanco, presenta un cuadro delicioso, de bien meditada inocencia pictórica. Ramírez Fajardo vuelve a mostrarse con las cualidades que ya conocíamos, más alguna "sabiduría" que no sabemos si le luce o molesta. 62 Pueden citarse como aspectos llamativos de la exposición: a) La composición sentida en Acuña; b) Los ensayos de color en Gómez Jaramillo, quien pugna por salirse de la uniforme gama de grises; e) La presencia de Adriano Moreno, con un estilo propio o, por lo menos, distinto del habitual colombiano, bien concebido, y d) la nueva ruta de Hernando Tejada, más sólida, más plástica que la anterior, en composición y color. 72 Los retrocesos más visibles son los de Carlos Correa, un notable pintor y Saenz de quien se esperaba muchísimo más. 82 A la exposición dejaron de concurrir pintores tan importantes como Pedro Nel Gómez, Gonzalo Ariza, Alipio Jaramillo, Lucy Tejada, Antonio Valencia, Jaime Botero y un número considerable más de buenos artistas. El vacío de muchos de ellos resalta sorpresivamente en este salón. 92 Sobran más de una veintena de cuadros, que no debieron entrar al salón y que gravitan bastante, aunque no absolutamente, en la calificación de "mediocre" que la crítica ha dado de este salón, poco pictórico por el contenido. 102 En escultura, el primer premio corresponde a Julio Abril, el segundo a Hugo Martínez, el tercero a María Teresa Zerda. 112 Betancourt, Cardona, Sopó y Lombana, se presentan con obras importantes. Betancourt es sin duda uno de los mejores escultores jóvenes de Colombia. Cardona posee un sentido escultórico definido, admirable. Sopó es un maestro, de quien se esperaba una obra sin el "handicap" del encargo. En cuanto a Lombana hay que cargar a su edad, 19 años, su ausencia de concepto escultórico, pese a lo cual es una promesa, sobre todo si logra salirse, con buena auto-dirección, del desueto Rodin. 122 La sorpresa en escultura correspondió darla el maestro José Domingo Rodríguez con su escultura seudo-gótica, ya bautizada por el público con el nombre de El Cristo de Espaldas, tan curiosamente diferente a su manera habitual. En Colombia se estaba ensayando una saludable experiencia por sacar a la plástica del academismo que angosta los márgenes de la visión del artista. Lo académico, en todos los órdenes, marca al colombiano con sello indeleble y hace de toda empresa espiritual suya algo encogido, acartonado, reseco, insoluble en América y el mundo. De ahí el "aislacionismo" de Colombia en cultura. Hay un sello específico, disecador, impreso en sus obras del intelecto, en que la imaginación, la inventiva y el frescor del descubrimiento de lo vital sufren la presión del corsé de las formas primorosamente recientes del texto literario o del modelo plástico. Mucho de esto hay en esta exposición. Yen el fondo, también, una lucha de lo malo español contra lo bueno francés. Y ya se sabe que aquella bienal fue un fracaso del arte, a duras penas salvada de la indiferencia del público por el fantástico propagandista. Dalí, una especie de Ramírez Moreno de la pintura. Por todo lo cual, el triunfo de la reacción, regresión, restricción, morigeración o como quiera llamarse. Las felicitaciones no deben faltar, ni siquiera de nuestra parte, hasta nueva orden.

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X Salón Anual de Artistas Colombianos

Después de cinco años de receso, el X Salón reflejó la apertura y euforia democrática que se vivió al caer el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, sólo cinco meses antes de la inauguración del salón. Significativamente, en la muestra figuró el óleo Luto para un estudiante, de Alejandro Obregón, merecedor de una medalla de plata. Con el auspicio del ministro de Educación Próspero Carbonell, la organización estuvo a cargo de Merce Gerlein de Fonnegra, directora de Extensión Cultural, quien logró reunir 260 obras. Los jurados de admisión y recompensas tuvieron un carácter eminentemente técnico y estamental, con delegados del Ministerio de Educación, Escuela de Bellas Artes y Asociación de Escritores y Artistas. Así los críticos Gabriel Giraldo Jara millo, Francisco Gil Tovar, Clemente Airó y Walter Engel tuvieron voz y voto en las deliberaciones. Por otra parte, el salón permitió al público una visión más generosa de los artistas, ya que fueron numerosas las participaciones hasta con tres obras por autor. El X Salón significó la entrada de la tendencia abstracta y geometrizante al panorama oficial del arte colombiano. El primer premio a Elementos bajo un eclipse de Enrique Grau y a Mujeres sin hacer nada de Lucy Tejada habrían sido impensables sin esta toma masiva del salón y sin la presencia de obras plenamente abstractas como las de Ramírez Villamizar, Marco Ospina, Judith Márquez, Carlos Rojas, Julio Fajardo y Hugo Martínez (medalla de oro en escultura). No hay que olvidar los cursos sobre historia y apreciación del arte que la crítica Marta Traba dictaba por la televisión desde 1955 y su lucha decidida en sus artículos de prensa a favor de las tendencias y artistas de avanzada. Walter Engel, buscando una definición para este salón, utilizó el término de coexistencia. "Al fin y al cabo -dijo-lo figurativo y lo no figurativo no están en una competencia a muerte, y para que uno de los dos pueda sobrevivir, no es indispensable que el otro desaparezca." De todas manera, también había ingresado al salón una nueva manera de pintar la figura humana y de organizar el mundo sensible. Los premios fueron otorgados a obras que reflejaron ese cambio de actitud. Fernando Botero volvió a ganar un segundo premio en pintura. El gran ausente fue Guillermo Wiedemann.

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FERNANDO BOTERO Contrapunto Oleo Medalla de plata y diploma pintura, X Salón

Fecha: octubre 12 a noviembre 12, 1957. Sede: Museo Nacional, Bogotá Organizador: Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 72. Obras: 135. Jurado de admisión: Gabriel Giraldo Jaramillo, Francisco Gil Tovar y Walter Engel. Jurado calificador: Rodrigo Ramírez Cardona, Clemente Airó y Walter Engel. Premios: Pintura: 12 Medalla de oro y diploma: Enrique Grau Araújo, Elementos bajo un eclipse; Lucy Tejada, Mujeres sin hacer nada. 22 Medalla de plata y diploma: Fernando Botero, Contrapunto; Jorge Elías Triana, Mendigas; Alejandro Obregón, Luto para un estudiante. Menciones de honor: Gisela Ballesteros, Bodegón; Francisco Cárdenas, Cristo; Luis Chaux, Bodegón NQ 1, Marco Ospina, Construcción dinámica; Judith Márquez, Sinfonía en amarillo y naranja; Eduardo Ramírez Villamizar, El Dorado. Escultura: 12 Medalla de oro y diploma: Hugo Martínez, Forma mística. 22 Medalla de plata y diploma: Julio Fajardo, Mujer. Menciones de honor: Timoleón Camacho, Cristo ante Pilatos. Grabado y dibujo: Desiertos.


En el Museo Nacional EIX Salón de Artistas Colombianos Clemente Airó El Tiempo, septiembre 26 de 1957.

La impresión dominante que se capta del conjunto del X Salón Anual de Artistas Colombianos, inaugurado ayer 12 de octubre en el Museo Nacional, es la de una buena calidad pictórica orientada hacia las corrientes más novedosas de la plástica de hoy. Hacía varios años que no se convocaba este salón; por lo tanto la importancia del que comentamos se hace más significativa. Los nombres de artistas dominantes en este conjunto son ya nombres muy conocidos en el panorama pictórico nacional, pero asímismo esos nombres pertenecen a pintores que hasta ahora están definiendo sus personalidades plásticas. Ellos, en virtud de su genuina calidad, se dieron a conocer desde muy temprano, mas este es el momento en que estamos contemplando la estructuración característica y personal de cada uno de ellos. En este salón faltan firmas de reconocidos maestros como Ignacio Gómez Jaramíllo, Pedro Nel Gómez, Carlos Correa, pero este detalle quizá imprima al salón un tinte o carácter de mayor lucha entre los concursantes. Si bien cierto es que el conjunto puede adolecer de la ausencia de realizaciones ambiciosas, de cuadros de grandes proporciones, de trabajos que den la impresión de una ardua preparación, no menos cierto es que denota una competencia leal entre manifestaciones y estilos. Los cuadros buenos que se han reunido son lo suficientemente numerosos para que el X Salón sea una buena realización, para que de nuevo se entable, se recoja la buena tradición de celebrar todos los años este importantísimo evento cultural. En el presente salón, como en todos los pasados, se ha procedido a distinguir unos cuadros por medio de premios. Esta vez los premios han sido medallas de oro y plata como varias menciones. Los premios, desde luego, tienen importancia principalmente de recompensa a la calidad y enaltecimiento al esfuerzo. Pero, somos conscientes que todo concurso no puede con su resultado definir, tajante, supremacías de calidades. Unos son los premiados y otros no, mas por encima de esta necesidad de ubicar en su escala los premios en cierto número limitadísimo de cuadros, qyeda buena parte del resto del panorama, algunas obras del conjunto, donde la calidad muchas veces se acerca. se iguala. con los premiados. Por eso, nuestro sincero parecer de que los concursos son necesarios, pero asímismo tanto los artistas concursantes como el público, deben tomar el resultado de la premiación como una pauta indicativa. con un espíritu de leal competencia. de generosa actitud deportiva. Por eso, en este comentario de hoy, no es mi deseo señalar los cuadros por el valor de los premios alcanzados, sino simplemente por sus calidades genuinas. Será conveniente y hasta necesario destacar primero algunos nombres de pintores nuevos en esta clase de altas competencias. Gisela Ballesteros es una pintora que además de su gran conocimiento de todos los elementos del oficio, posee cierta extraordinaria sensibilidad interpretativa. Francisco Cárdenas, recio pintor de realismo estructurado y algo simbólico, con un color resuelto y valiente. Julio Castillo, ya conocido por su triunfo en anterior salón, con una pintura de expresión de genuina poesía y delicadeza. Luis Chaux. de señalada personalidad en color, técnica y composición. que revela una muy bien dotada conciencia oficiante y un destacado grado de interpretación de la naturaleza. David Manzur, ensoñador y de gama colorística obsesionadamente extraña. que en su cuadro La mesa demuestra un apreciable adelanto. Jorge Piñeros. joven

que lo vemos ascender firmemente, que nos revela un empeño honrado de dominar el oficio. Jaime López Correa, cuyos últimos cuadros, aunque tienen ciertas vacilaciones estílisticas, nos hablan de la constante tenacidad de este pintor para lograr una expresión propia y particular. Y otros varios como Carlos Granada, Gavilanes, Soto. Carlos Córdoba, Pablo Agudelo, que estamos imposibilitados de enjuiciar ahora por lo constreñido del espacio periodístico.

SAlON ANUAL

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Lucy Tejada, después de cuatro o cinco años de permanencia en España. nos ha impresionado fuertemente con su magnífico óleo Mujeres sin hacer nada. Una realización perfecta en composición y color como en su contenido de muy acertada interpretación de las mujeres de La Guajira. Enrique Grau, con sus Elementos bajo un eclipse, se clasifica ya como un maestro de alto dominio colortstico, de impresionante soltura y original ordenamiento de elementos de un cuadro. Es esta pintura un alto ejemplo de dominio del oficio y de gran sensibilidad interpretativa del color en función del color mismo. Marco Ospina nos da con el único cuadro suyo expuesto, una muestra de abstraccionismo puro, de gran ritmo lineal, de poderosas masas en gama cálida de color, que es, además. este color, un acierto de interpretación tonal del paisaje colombiano. Jorge Elías Triana muestra un trabajo de audaz composición y realización. con una soltura rítmica dominada en las líneas y un fuerte contraste en el color. así como la luz y la sombra, conseguido no con el claroscuro tradicional sino con la contraposición del blanco frente a azules vivos u ocres profundos. Este cuadro quizá nos esté indicando un nuevo realismo expresivo en que Triana esté ahora trabajando. [Ojalá sea así! El cuadro Luto para un estudiante, de Alejandro Obregón, desde luego nos da la fuerte impresión de la maestría. pero no menos cierto es que nos produce un desconcierto, nos lanza hacia la necesidad de resolver los interrogantes plásticos que Obregón plantea últimamente en sus telas. Poco a poco la excelsa calidad va ascendiendo de las partes del cuadro en nuestra contemplación y nos vamos adueñando de la expresión que el autor ha logrado plasmar en forma muy suya, un tanto barroca como asímismo atormentada. Obregón sigue siendo, hoy como ayer. el incansable innovador. Judith Márquez últimamente ha tomado un camino de un abstracto un tanto lírico, de composición poco disciplinada y donde el color se aligera. se hace volátil, y el encanto reside precisamente en esta afluencia. Significativo el título del cuadro que ha enviado: Sinfonía en amarillo y naranja. Luis Alberto Acuña fue declarado fuera de concurso con Blanca Sinisterra por ser ambos ganadores de primeros premios en satones pasados. Los cuadros que presenta Acuña confirman la interesante evolución lograda desde su tradicional forma y estilo. En otra ocasión nos podremos ocupar de su nueva pintura. Fernando Botero sigue ascendiendo en su propósito de un dominio completo del color. Sus cuadros han ido recorriendo un camino donde la aspiración creemos que consiste para el pintor en lograr un idioma colorístico plenamente plástico y que sea capaz de contener un especial realismo poético, de expresión muy suelta, muy meramente indicativa y sin imposiciones y, además. donde su central preocupación quede ubicada en un virtuosismo de inusitadas gamas colorísticas. Ramírez Villamizar cada vez logra destacarse como el pintor más preocupado por la abstracción pura. en el ensamble de formas geométricas y color delicado y de gusto extremo, de mucha limpieza en la colocación de la pasta, de pura maestría en sus contrastes. de buen gusto, sin gritos tonales Y. por el contrario, con

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mucha discreción en su color, y con éxito pleno en sus consecuciones. Así su óleo presente en este salón. Manuel Hernández, con un óleo equilibrado y agradable. Armando Villegas, pintor de gran garra con abstracciones de origen indigenista. Robles y Rojas, dos nuevos nombres en el panorama plástico colombiano, Juan Antonio Roda, con su completo dominio del dibujo y la composición y un color de sensibilidad delicada y gran virtuosismo, sólo asequible a quienes han trabajado mucho en la pintura. El X Salón Anual de Artistas Colombianos, que hemos tratado meramente de presentar en rápida síntesis, es, desde luego, un ejemplo claro de que nuestros pintores de buena calidad, muy numerosos ya, trabajan conscientemente con alta preocupación por su arte. La pintura, hoy por hoy, quizá se haya colocado a la vanguardia de las demás artes creadoras en Colombia. Por lo menos podemos afirmar que son los pintores quienes se dedican con más fervor a la creación, los que más trabajan y los que más presencia hacen con sus obras ante el público.,

ALEJANDRO OBREGON Luto para un estudiante Oleo Medalla de plata y diploma, pintura Colección Unión Panamericana, Washington

El X Salón de Artistas Colombianos Walter Engel El Independiente,

octubre 17 de 1957. LUCYTEJADA Mujeres sin hacer nada Oleo Medalla de oro y diploma, pintura

Después de una interrupción de 5 años, renace el salón oficial. El gran número de participantes, muchos de ellos nuevos y promisorios, y el aspecto panorámico que nos ofrece -libre de grupos, círculos y compromisos estrechosdemuestra plenamente la importancia y hasta la necesidad del certamen anual que permite observaciones y conclusiones de gran interés. El lustro entre el IX Salón en 1952 y el X Salón actual abarca el surgir, auge y la incipiente decadencia del arte abstracto en Colombia. En el Salón de 1952, no hubo pintura abstracta. Pero a finesdel mismo año irrumpió poderosamente el impacto no-figurativo de la exposición conjunta de Eduardo Ramírez Villamizar y Alberto Arboleda en la Biblioteca Nacional de Bogotá. Los años siguientes traen la consolidación de la pintura abstracta, cultivada por artistas de indudable talento, encabezados todavía por Ramírez Villamizar, Armando Villegas, Judith Márquez, Guillermo Silva Santamaría, Cecilia Porras y Luis F. Robles. Se produce entonces un receso de muchos pintores figurativos -{) el esfuerzo desesperado de pintar también "abstracto"en parte debido a la opinión (exagerada, pero muy difundida) de que La Crítica sólo admite y reconoce arte abstracto, y que nada más merece gracia ante sus ojos. Un viraje El X Salón señala un interesante viraje también a este respecto. Todavía hay muchos cuadros abstractos. Pero irrefrenable se impone el expresionismo figurativo, enriquecido por la gran experiencia abstracta, más libre ya de su dictadura incondicional. Prueba de la atracción que lo no-figurativo sigue ejerciendo aún sobre algunos pintores jóvenes de talento, son los recientes cuadros de Carlos Rojas, y las dos Composiciones de Jorge Piñeros,

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ENRIQUE GRAU ARAUJO Elementos bajo un eclipse Oleo Medalla de oro y diploma pintura

FRANCISCO CARDENAS Cristo Oleo Mención Colección del artista Fotografiada de catálogo


muy bien logrados en su arquitectura y color. También los "abstractos" ya conocidos siguen en sus rutas, algunos con innovaciones de estilo. Luis F. Robles disuelve la sólida estructuración geométrica de su época anterior y se dedica a fogosos juegos de luces artificiales. Armando Vi llegas parece ofrecer un homenaje a los inquietantes experimentos del año geofísico en su Alámbrico de fluorescentes azules. Eduardo Ramírez Villamizar desarrolla su estilo con un máximo de gusto y equilibrio en El Dorado; sin embargo, el eterno manejar de planos lisos, geométricos, fríamente calculados tiende a desembocar en amaneramiento. También la Sinfonía en amarillo y naranja de Judith Márquez constituye la culminación de un estilo ornamental en cierto modo típico; es decir, de un conjunto decorativo, una especie de precioso tapete, inscrito y enmarcado dentro del cuadro, en atrayentes signos de línea y color. Cuadros como éste tienen su encanto, y la posibilidad de variaciones es infinita. Pero no será en última consecuencia, un insistir demasiado unilateral en lo decorativo, es decir, un "impasse"? En su Construcción dinámica, Marco Ospina obtiene lo que el título anuncia mediante formas elípticas recordatorias de proyectiles. Y hasta aquí, lo abstracto.

MARCO OSPINA Construcción dinámica Oleo Mención de honor. pintura

Un programa Todo un programa encierra el óleo Mujeres sin hacer nada, de Lucy Tejada. El nombre del cuadro lo dice: es anti-abstracto y anti-anecdótico. La composición emplea principios derivados de lo geométrico-abstracto. En severos rectángulos, sabiamente distribuidos, se organiza la superficie. Pero los planos no crean geometría muerta, sino están poblados por figuras femeninas y animados por sugerencias de amplios y elocuentes espacios, en fervoroso mensaje de comunidad humana. Una cálida armonía cromática, completa el hermoso conjunto. Por su expresionismo abstraccionista se caracteriza la época actual de Enrique Grau Araújo, quien se encuentra en la plenitud de su fuerza creadora y nos ofrece con su óleo Elementos bajo un eclipse una obra muy personal, de sólida consistencia pictórica. En una nueva y afortunada fase ha entrado Fernando Botero. Al fin vuelve a sentirel color, al cual se dedica de lleno, con valor y decisión, en pinturas como Contrapunto y Bodegón en amarillo gozando de su agresivo cromatismo y haciendo gozar al espectador. Luto para un estudiante es una de las creaciones de Alejandro Obregón, que extrañan al primer contacto, sin convencer, y terminan conquistándonos a medida que las vamos asimilando. Obreqón se atreve a decir lo que le conmueve, y a expresarlo en un lenguaje eminentemente subjetivo que se vale de elementos simbolistas, surrealistas y realistas, y cristaliza en un expresionismo romántico, dominado siempre por la segura mano de un gran pintor. En su óleo Mendigas, Jorge Elías Triana presenta una pujante composición: dos figuras sintetizadas a una masa cerrada inscrita en un arco, de monumental expresividad plástica.

EDUARDO

Colección

RAMIREZ

VILLAMIZAR El Dorado Oleo Mención honorffica del Museo de Arte Modemo de Cartagena

Luis Chaux es uno de los nombres por recordar; sus tres Bodegonesestán saturados de auténtica pintura de la mejor ley. Como talento nuevo y promisorio se presenta Gisela Ballesteros, cuyos óleos Ronda y Bodegón demuestran gran sensibilidad por la forma y el movimiento. Un fino lirismo distingue las figuras femeninas de Manuel Hernández y Julio Castillo. En helados cristales blanco-grises se compone y descompone La mesa de David Manzur.

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Un significado muy especial atribuyo al acentuado, consciente y agresivo expresionismo de varios talentosos pintores jóvenes, entre los cuales cito a Miguel Angel con Pensión Girardot, a Carlos Granada con Cuando; a Carlos López con Nosotros; a Juan Gavilanes García con Llorona, y a Carlos Córdoba con Melancolía. En escultura descuella la Forma mística de Hugo Martínez bella versión abstraccionista del eterno motivo de la Madonna. El maestro Luis Alberto Acuña y doña Blanca Sinisterra de Carreño exhiben fuera de concurso. Seriedad En términos generales, el X Salón se caracteriza por la seriedad de los participantes en su oficio, por su responsabilidad dentro de conceptos progresistas, y por el prevalecer de la tendencia expresionista, particularmente entre los artistas más jóvenes. La ausencia relativa de obras sobresalientes se debe en parte al hecho de que Obregón, Graú y Ramírez Villamizar mandaron sus más representativos cuadros recientes a la Bienal de Sao Paolo, y Armando Vi llegas a su muestra individual en Caracas.

LUIS CHAUX Bodegón N" 1 Oleo Mención

Como nota descollante y más memorable; considero el triunfo de Lucy Tejada, corroborada por la medalla de oro. En adelante, su nombre figurará obligatoriamente entre la vanguardia de la moderna pintura colombiana.

Notas de arte

El Salón de Artistas Colombianos Luis Alberto Acuña

JUDITH MARQUEZ Sinfonía en amarillo y naranja Oleo Mención honorífica Colección Anne Mane Rostran Fotografiada de catálogo

El Tiempo, octubre 23 de 1957.

Esta institución oficial, que ya creíamos definitivamente fenecida, ha vuelto, por obra y gracia de la actual dirección de Extensión Cultural Nacional, a hacer su aparición después de un largo receso de cinco años. Creado por la administración del presidente Santos, allá por el año de 1940, el salón constituye la mejor oportunidad que en Colombia se pueda ofrecer a los artistas de manifestarse en forma colectiva y periódica, y al público de ponerse en contacto con ellos, de conocerlos y justipreciarlos. No existe, de otra parte, más eficaz manera de comprobar las fluctuaciones del arte en nuestro país, y de establecer el diagrama de su regresión, estancamiento o avance, sino mediante el periódico despliegue de estos muestrarios, que por la trascendencia que revisten, de suyo merecen los más decididos auspicios del Estado. Y reconocida la intrínseca importancia del certamen y la laudable obra de la institución que en buena hora ha tenido la ocurrencia de restaurarlo, penetramos al espacioso recinto del Museo Nacional, donde la exposición tiene su sede. Esto de llamar "espacioso" al lugar en referencia no es más que un decir, ya que apenas si ha sido capaz de albergar algo más de la mitad de las obras expuestas, viéndose el resto constreñido, en los inadecuados pasillos exteriores, hecho que hace suponer al visitante que lo mejor se encuentra adentro, mereciendo la distinción de los muros tapizados, y lo menos bueno afuera, lo cual no es precisamente exacto. Pues que lo primero que nos ocurre comentar, en calidad de exi-

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Walter Engel Crítico Jurado de admisión y calificación salones X y XII.


gentes visitantes (que no de modestos expositores) es que delante de estos cuadros numerosos, de estas contadas esculturas y de estos poquísimos grabados, puede aplicarse con absoluta justeza el tan trillado dicho de que ni están todos los que son, ni son todos los que están. En efecto, no menos de media docena de obras carece del mínimun de calidad exigible para merecer los honores de la admisión, en tanto que advertimos desde la primera ojeada la ausencia de la mayor parte de quienes constituyen lo que se ha dado en llamar "la vieja guardia". Es así como echamos muy de menos los lienzos de vigoroso terrigenismo de Pedro Nel Gómez, los no menos vigorosos y siempre radiantes de color de Guillermo Wiedemann y las expresiones por demás interesantes de la evolución de Ignacio Gómez Jaramillo, cuya ausencia no alcanza a quedar compensada, así como tampoco la de Carlos Correa, por sus recientes exposiciones individuales. Por su parte "la plana mayor" de los escultores no se mostró menos remisa, por lo que nos vimos privados de las contribuciones de Julio Abril, Carlos Reyes, Domingo Rodríguez y Edgar Negret. Sin embargo, de ausencia tan notoria quedamos en gran parte resarcidos gracias a la presencia de figuras ya positivamente representativas de cuanto el arte en Colombia tiene de más halagadoramente promisorio (Gustavo Valcárcel, Jaime López, David Manzur y Carlos Rojas entre otros) o de avance francamente logrado, como Alejandro Obregón (no tan feliz en esta ocasión como en cualquiera de sus actuaciones anteriores), Marco Ospina (ahora más firme que nunca en su actitud abstractista, de la cual entre nosotros es "pionero", Enrique Grau (en plena evolución, pletórica de posibilidades), Eduardo Ramírez Villamizar (inamovible en la clara serenidad de sus bien estructuradas creaciones), Fernando Botero (que derrocha sus envidiables condiciones de pintor congénito, dándose con generosa alegría e inclusive con exultante vehemencia), Jorge Elías Triana (empeñado en hallar resoluciones de gran valor estilístico), y los escultores Hugo Martínez y Julio Fajardo, a cual más versátil y demostrativo de logradas expresiones de plasticidad, enérgicas y espirituales en el primero, ágiles y rotundas en el segundo.

TIMOLEON CAMACHO Cristo ante Pilatos Escultura en madera Mención honorffica

GISELA BALLESTEROS Ronda Oleo sobre tela Mención honorffica Fotografiada de catálogo

Pero la aparición por vez primera dentro de la vida activa del arte en Colombia, de unas cuantas figuras hasta hoy ignoradas, así como la definitiva consagración de otras, constituyen los dos hechos que imprimen mayor importancia a este evento. Entre los nombres nuevos destácanse los de Gisela Ballesteros, que firma una composición de figuras femeninas de bien resuelto arabesco, y una naturaleza muerta no menos bien compuesta, demostrando en ambos casos un fino sentido decorativo del color. Lo propio podría decirse, dentro del campo de un figurativismo a tono con las exigencias en boga, de los envíos de Carlos López Ruiz, de Juan Gavilanes, de Miguel Angel y Granada, quienes han hecho una decorosa presentación inicial. Si el jurado de recompensas se anotó un acierto al conceder una medaira de oro a Lucy Tejada por un lienzo tan lírico como extraño y sugestivo, en que el color modula un sostenido contrapunto de rojos y amarillos, y si no obró con menos acierto al otorgar a Hugo Martínez el máximo galardón en la escultura, o a Francisco Cárdenas y a Luis Chaux sendas menciones honoríficas por lo mucho que sus respectivos envíos representan, el primero dentro de lo rigurosamente figurativo y el segundo en los terrenos de un no objetivismo fuertemente expresionista, en cambio tenemos que disentir de sus juicios por cuanto se refiere a la participación de los extranjeros, ninguno de los cuales logró clasificarse en la plana consagratoria de las distinciones oficiales ¿Por qué no, verbigracia, haber postulado para una medalla de plata al peruano Armando Vi llegas, cuyo Oro viejo era acreedor a mejor suerte? ¿y qué decir de la Nostalgia, de Antonio Roda, en que la armonía de rosas, blancos y azules servidos por la fresca espontaneidad de la factura, bien le hubieran merecido siquiera una mención? Igual reparo podríamos formularle al jurado en los casos de algunos jóvenes pintores nacionales, como Julio Castillo, que conti-

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núa tratando la iconografía cristiana dentro de una esmerada estilización decorativa, o Luis F. Robles, a quien su fluctuante temperamento ha llevado desde las obvias influencias de Kandinsky que ayer demostraba, hasta las no menos obvias asimilaciones de los "tachistas" a lo Pollock, que actualmente practica con ingenio innegable. Finalmente y por lo que al jurado se refiere, tampoco podemos confesamos acordes con su decisión de declarar desiertos los premios en la sección de grabado, la cual está representada en forma notoria, no obstante su excesiva restricción, por tres concienzudas xilografías de Luis Angel Rengifo y un agradable perfil de Jorge Arnulf. Un tanto fuera del homógeneo espíritu de tendenciosa modernidad que unifica el salón se hallan unas pocas telas y un par de esculturas. Entre las primeras los tres cuadros enviados por Blanca Sinisterra, elaborados a espátula con gran seguridad y soltura, en una pasta densa, sabrosa y de muy sutil y delicada pigmentación. En tanto Moises Vargas nos presenta una cabeza en madera de Gaitán, el gran lider del pueblo, aureolada con un cierto aire de monumentalidad, oficial. " Ya propósito de monumentalidad, no es posible pasar por alto el ambicioso lienzo expuesto por Gustavo Varcárcel, joven pintor cuya interesante trayectoria de estos últimos años ha logrado fijar nuestra atención. Su Triunfo de la paz a que aludimos, si bien algo abigarrado y confuso y menos grato de color que cualquiera de sus obras anteriores, encarnan un plausible ejemplo de valentía, de laboriosidad y de confianza en sí mismo.

JULIO FAJARDO

Mujer Escultura en yeso patinado Medalla de plata y dip'loma Fotografiada de catalogo

Tampoco es menos importante el espíritu que anima al lienzo enviado por Judith Márquez intitulado Sinfonía amarillo y naranja en que la autora, a juzgar por el título, dió mayor importancia al problema colorista, ya de por s í harto comprometedor, pero en el cual la juiciosa disposición de los muchos elementos que intervienen hace que éstos se conjuguen armónicamente para producir una página abstractista, de un efecto decorativo en verdad admirable. Practicando el balance final de este salón podemos afirmar que constituye un buen certamen. Denota anta todo un viraje en posición diametral con relación a cualquiera de los salones anteriores. Denota asímismo un amplísimo avance en el sentido de la evolución de la inquietud y de la reacción contra todo academismo conformista. Expresa un generoso espíritu de colaboración por parte de los artistas que como reza el catálogo, oyendo la pública convocatoria acudieron en forma caudalosa, sin distinción de edad, de escuela, de tendencia o de cualesquiera otros prejuicios y denota sobre todo un unánime espíritu de superación y decidida voluntad de colocar al arte colombiano a la altura de las grandes inquietudes universales del momento.

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JORGE EllAS

TRIANA

Mendigas Oleo Medalla de plata y diploma. pintura


El Décimo Salón de Artistas Colombianos Walter Engel Vínculo Shell, 1957.

Dentro de un país que pretenda ir mejorando la calidad de su arte, definiendo su estilo y corrigiendo sus defectos, los salones anuales son una verdadera necesidad. Permiten, con una extensión y amplitud que ninguna otra exposición de carácter particular puede alcanzar, las confrontación de los valores pictóricos que se están desarrollando en un momento dado en el país. La "visión panorámica" de determinado estado de la cultura pictórica, por otra parte, lejos de oscurecer el talento particular, lo pone de manifiesto: nunca se ven descollar con tal fuerza las obras de mérito que cuando están rodeadas de trabajos menores, o simplemente esforzados.

HUGO MARTINEZ Forma mística Escultura en yeso Medalla de oro y diploma, escultura Colección del artista

El X Salón Nacional significó, pues, un verdadero acontecimiento para el arte colombiano, al abrir una libre asamblea de pintores y escultores, en la cual cada uno podía expresar una condición artística propia y distinta del resto. Sin embargo, hubo en este salón, inaugurado después de tantos años de receso forzoso, un tono común que sorprendió al público, un común denominador que podríamos llamar "el deseo de hacer pintura moderna". Tanto los participantes como los artistas ya conocidos instalaron el salón en la categoría de "arte moderno", separándose decididamente de la pintura y la escultura tradicional. Los premios recayeron sobre artistas ya consagrados, como Lucy Tejada, Grau, Obregón, Ramírez Villamizar, Fernando Botero y Judith Márquez, y colocaron, cumpliendo en este caso con la función de estímulo que debe cumplir una reunión de esta naturaleza, recompensas menores en obras de gente joven, todavía sin una segura definición estética. Obras de valores positivos como las de Armando Vi llegas y Carlos Rojas en pintura, y la de Alicia Tafur en escultura, quedaron por fuera de los premios otorgados: no se reveló ningún pintor nuevo ni desconocido.

Lucy Tejada, Judith Márquez y Cecilia Porras

La obra de Grau, que recibió el primer premio del salón, volvió a sorprender al público por la tremenda evolución que significa, partiendo de sus trabajos anteriores al viaje a Italia,de donde acaba de regresar. Todo lo que antes era lirismo y decisión poética de los colores y de las líneas curvas, se ha vuelto ahora organización geométrica, dentro de la cual los elementos tienen un valor de signos, tanto intelectuales como plásticos. El mismo título de la obra premiada, Elementos para un eclipse, muestra la voluntad de Grau de reunir en el cuadro una serie de datos formales y colorísticos que le sirvan para crear armonías y contrastes. El color tiene enorme importancia en esta nueva manera de Grau, pero no es menor la responsabilidad de la forma dividida y fragmentada, que se reconstruye como un rompecabezas. El mundo opuesto a esa reconstrucción, antagónico de esa geometría, vocero de la anarquía formal y del imperio libre y absolutamente poético del color, parece ser, en cambio, el que expresa Fernando Botero en El festín de Baltasar, que es una apología ardiente del rojo, logrado con la calidad que definió en la plástica europea la pintura de Chaqall, También esta obra de Botero resultó sorprendente, sin relación con lo anterior y, según pudo verse por la siguiente exhibición de obras de Botero en el "Salón de arte 81


moderno" del Banco de la República, sin relación tampoco con lo posterior. Si Botero se entregó, no sólo al festín, sino a la orgía del rojo en el cuadro que comentamos, Ramírez Villamizar marcó, en cambio, dentro de las libertades del salón, el punto máximo de la contención, de la economía, de la justeza y el rigor, mediante su espléndido cuadro El Dorado: llega ahí a la extrema exactitud de su razonamiento plástico. Su obra pura, armada estrictamente sobre los puros valores del plano y del color,dominó sobre las demás obras abstractas presentadas en el salón, demostrando que la concepción abstracta de un cuadro es una de las que más ardua y concienzudamente obligan a trabajar a un auténtico artista. La escultura recompensada con el primer premio,obra de Hugo Martínez, ajustó a una forma antigua un concepto moderno. Apoyándose en el efecto seguro de la ojiva gótica sobre la sensibilidad de un tema religioso, transformó ese arco en un campo de acción para ensamblar llenos y vacíos,dentro de una idea constructiva completamente moderna. Alicia Tafür trabajó una bella superficie, ahuecándola dulcemente hasta convertirla en una concavidad para dejar entrar y salir libremente el aire; y dejó demostrado en su pequeña obra cómo un artista sabe y debe imprimir calidad a la forma y calidad a la materia.

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Julio Fajardo Premiado en los salones VII y X


XI Salón Anual de Artistas Colombianos

ENRIQUE GRAU Naturaleza muerta lunar Dibujo Primer premio, dibujo Colección Teresa Cuellar de Montana

Fecha: septiembre 12 a octubre 12, 1958. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Organizador: Dirección de Extensión Cultural, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 126. Obras: 178. Jurado de admisión: Carlos Robles-Piquer, Javier Arango Ferrer y Carlos Delgado. Jurado calificador: Eduardo Mendoza Vare la, Osear Delgado y Arturo Camacho Ramírezo Premios: Pintura: 12 $3.000, Fernando Botero, La camera degli sposi. 22 Medalla de plata: Armando Vi llegas, Azul violeta verde luz. Mención honorífica: Desierto. Escultura: 12 $3.000, Julio Fajardo, Ballet azul. 22 Medalla de plata: Desierto. Mención honorífica: Desierto. Dibujo: 12 $3.000, Enrique Grau Araújo, Naturaleza muerta lunar. 22 Medalla de plata: Omar Rayo, Niños. 32 Mención honorífica: Desierto. Grabado: 12 $3.000, Luis Angel Rengifo, Hambre. 22 Medalla de plata: Pedro Peñalosa, Ruperto. Mención honorífica: Pedro Luis Hanné Gallo, Composición. Premios del departamento de Cundinamarca. Premios del D.E. de Bogotá.

El salón tuvo como primer premio una obra maestra: La camera degli sposi (Homenaje a Mantegna) de Fernando Botero, un lienzo de 1.70 x 2 ms. que estuvo a punto de ser eliminado de la muestra por eljurado de admisión, que en primera instancia lo había considerado "extraño", "desmesurado", "confuso", "raro" y "caricaturesco" (Semana, septiembre 9 y 23). El delegado de la Asociación de Escritores y Artistas Oscar Delgado, quien había sido nombrado como calificador pero también actuó a último momento en la admisión, salvó la situación. Marta Traba fue la defensora a ultranza de la obra: "Es cierto que el placer de reconocer en una nueva versión una obra maestra que nos llenó de emoción, da una viva complacencia estética. Y que la curiosidad de ver cómo el arte contemporáneo soluciona bajo nuevas convenciones un hecho pictórico de otra época, le añade al cuadro una importancia de aventura de la cual no están excluidos ni el riesgo ni, por lo tanto, el heroísmo [. ..] La concepción del cuadro es profundamente original, tan antibarroca como anticlásica, tan antiexpresionista como antiabstracta ... " Lo cierto es que, por una vez, el XI Salón y sus premios gozaron del consenso general. Fue el salón del regreso a las instituciones, a sólo un mes del ascenso al poder de Alberto Lleras Camargo como primer presidente del Frente Nacional. Quizás las tensiones internas en el jurado de admisión se debieron a este cambio. La convocatoria y nombramiento de jurados se efectuó tres días antes del cambio de gobierno, y fue firmada por el ministro Alonso Carvajal Peralta, con Merce Gerlein de Fonnegra como directora de Extensión Cultural. El 7 de agosto, Reynaldo Muñoz Zambrano fue nombrado nuevo ministro de Educación. Ello explicaría también la incomodidad que transparenta el comentario preliminar del catálogo escrito por el jurado de admisión Javier A rango Ferrer, y la carta en que Rafael Serrano Camargo, anterior secretario general del Ministerio de Educación, critica la organización y el fallo -única voz discordante- e incidentalmente recomienda, por primera vez, la realización de concursos departamentales previos al salón nacional (El Espectador, septiembre 17). Francisco Gil Tovar, en el catálogo, hizo constar "la notable influencia que la bien estructurada obra de Botero empieza a ejercer en muchos jóvenes. "

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XI Salón de Artistas Colombianos Walter Engel Plástica, NI} 12, julio-diciembre

de 1958.

La camera degli sposi de Fernando Botero, primer premio de pintura, es uno de los cuadros más discutidos que se hayan exhibido jamás en Bogotá. Es una obra difícil y desconcertante al primer,contacto. No hace concesiones. No se acerca al espectador, no le facilita su tarea receptiva, no trata de agradar. Se mantiene en majestuosa distancia, en hierática inmovilidad, en una alejada, autónoma yarrogante existencia propia. La referencia a Mantegna es un dato interesante y muy diciente, además de honrado, por cuanto da la fuente que inspiró la obra. En mi opinión, operó en Botero otra reminiscencia -consciente o inconscientela de las estatuas de San Agustín. Especialmente las dos figuras frontales del centro y a mano derecha prueban este recuerdo directo. Y no sólo ellas. El concepto mismo de las figuras en general tiende a esa magna, pétrea monumentalidad propia de la estatuaria agustiniana. Esta síntesis entre una inspiración básica del Renacimiento italiano y una visión de raigambre aborigen, realizada por un artista colombiano en un concepto auténticamente personal yen franca dicción de nuestra época, es uno de los factores que hacen de un cuadro que prescinde de todo atractivo fácil o ameno, una obra trascendental. Perfecto en su sosegado equilibrio y la madurez de un estilo es el óleo Horizontal amarillo rojo de Eduardo Ramírez Villamizar. Todo un mundo de sugerencias místicas y profundas entraña otro óleo abstracto, Azul, violeta, verde luz de Armando Vi llegas, distinguido con el segundo premio para pintura.

Peces muertos pequeño óleo de David Manzur, nos muestra al pintor nuevamente como expresivo colorista, reafirmando así lo observado recientemente en su exposición individual de la Biblioteca Nacional. Simpática y bien resuelta dentro de su voluntaria austeridad se presenta la pintura del duco Cualquier cosa de Miguel Angel. Una nueva promesa surge con Teresa Cuéllar, joven pintora has-. ta ahora desconocida. Es obvia la influencia de los enfoques por Fernando Botero: jarrones, pocillos, frutas, y flores agigantados, en riguroso primer plano. Luciano Jaramillo es ahora un brillante exponente del expresionismo figurativo. El joven pintor alcanza un equilibrio convincente tanto formal como cromático, aun en una gama subida y fogosa, como en el óleo Alacena. Una fresca espontaneidad caracteriza el óleo Gallos y platanales de Margarita Lozano, trazado en alegres líneas de color, de gran soltura. Aliado de los artistas de las últimas promociones, se presentan varios de los maestros conocidos y renombrados desde años anteriores. Entre las obras de éstos menciono especialmente el ambicioso óleo Mulatas frente al mar de Jorge Elías Triana; un Paisaje lleno de movimiento de Ignacio Gómez Jaramillo, la estática media figura Ceiba dorada, de Lucy Tejada; la acuarela Angustia biológica de Pedro Nel Gómez, Las lunas artificiales en profundos azules, de Luis Alberto Acuña; Niños de Julio Castillo y La Corrida de Marco Ospina. Registro igualmente la presencia de pinturas de Norman Mejía (quien podrá cristalizar, quizá, en una personalidad más pronunciada, porque parece tener un inquieto temperamento artístico); de Luis Chaux, Cecilia Porras, Omar Rayo, Luis Fernando Robles y Carlos Rojas. En escultura, descuella el rítmico grupo Ballet azul de Julio Fajardo, que obtuvo el primer premio de esa sección. En conclusión, pueden anotarse los siguientes hechos:

Con su exquisita composición Formas en el espacio, igualmente notable por la seguridad de su estructura y la finura de sus colores, Enrique Grau Araújo da el paso hacia la pintura abstracta. (Con otra hoja, Grau obtuvo el primer premio para dibujo. En pintura participó fuera de concurso). Una fina serenidad emana el óleo Claridad de Judith Márquez, edificado en sutiles formas y una suave gama de tonos claros. Aquí, Judith Márquez se afirma una vez más como la sobresaliente voz lírica del abstraccionismo colombiano. Ente los grabadores descuella Luis Angel Rengifo, cuya linocopia Hambre, excelente en su movimiento y efecto de claroscuro, fue justamente distinguida con el primer premio para grabado. Dos pintores abarcan con éxito el problema de resolver un cuadro íntegramente en tonalidades y matizaciones rojas: Manuel Hernández Gómez en Mujer con porta comidas, y Arcadio González Triana en Composición N9 1. En su Retrato de Nancy Juan Antonio Roda, retratista nato, pone su virtuoso dominio del oficio al servicio de un penetrante efectismo teatral.

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El salón estaba en cierto modo dominado por La camera degli sposi de Fernando Botero. Sólo el futuro -tal vez ya un futuro más o menos cercanopodrá demostrar si la importancia que varios de los observadores más autorizados atribuyen a esta obra se justifica por sus proyecciones y consecuencias artísticas. Tratar de decir hoy la última palabra al respecto sería prematu ro. La pintura abstracta sigue dominada por Eduardo Ramírez Villamizar, Armando Vi llegas y Judith Márquez. A ellos se junta ahora Enrique Grau Araújo, como pintor abstracto de primer orden con su paso decisivo hacia esa orientación. Luciano Jaramillo y David Manzur reafirmaron su talento y su don de coloristas, demostrados ya en sus recientes exposiciones individuales. El nivel general del salón fue muy desigual. Las obras buenas eran minoría. Pero al fin, las hubo. Y ateniéndose a este lado positivo del certamen, podemos guardar de él algunos gratos recuerdos.


Vida cultural Un gran cuadro en el Salón Nacional Marta Traba El Tiempo, septiembre

ARMANDO VILLEGAS Azul violeta, verde luz Oleo Medalla de plata, pintura Colección del artista

FERNANDO BOTERO La Camera degli sposi, 1958 Oleo, 1.70 x 2.0.1 m Primer premio. pintura

14 de 1958.

El Homenaje a Mantegna, pintado por Fernando Botero parece plantear, además de sus particulares valores pictóricos, el problema del tema y de la cultura. No se trata de un tema cuya interpretación es obvia y visible, como por ejemplo, un frutero, una silla, o una figura anónima. Tampoco se trata de un retrato de conjunto ni de un cuadro de género histórico, sino de la versión nueva del fresco renacentista sobre la familia Gonzaga que pintó Andrea Mantegna en Mantua. Se superponen en el nuevo cuadro dos ambiciones; la de interpretar el espíritu de Mantegna y la de retomar el espíritu de los Gonzaga, dando de ambos la versión "Fernando Botero". En la época contemporánea un pintor admirable, Pablo Picasso, emprendió versiones de este género; pero sus dos empresas más famosas de reinvención de un cuadro célebre, la de Las mujeres de Algerde Delacroix y la de Las Meninas de Velásquez, no afrontaban un compromiso tan particular como el que tuvo Mantegna con la familia Gonzaga. En el primer caso se trataba de mujeres anónimas que Delacroix utilizó como pretexto para su arabesco y su explosivo colorido. En Las Meninas, las figuritas de las niñas y de las sirvientas e inclusive la del propio pintor que las vigila en la penumbra, determinan ante todo una solución espacial y están muy lejos de poseer el carácter obsesionante de los Gonzaga. ¿Pero sabe la gran mayoría del público quiénes fueron los Gonzaga? Esa ilustre y desdichada familia renacentista que vivió en Mantua en el Cuatrocientos, dejó en su Palazzo, en La camera degli sposi, el testimonio lacerante de su grandeza y su desventura firmado por uno de los más notables pintores de la época: Andrea Mantegna. "El Mantegna, dando a la cabeza del marqués ese rigor de plomo -escribe María Bellonci en su espléndido libro sobre los Gonzaga-, ese lento y medido peso, ha querido declarar que la autoridad costó a ese hombre el sacrificio de la parte más libre y airosa de sí mismo". El dolor le llega a Ludovico Gonzaga -humanista virgiliano, condottiero, soldado y gobernante-, por su alianza con Bárbara de Brandenburgo. "Miradla apretada en su traje de brocato de oro -sigue analizando María Bellonci-entocaday enguantada, la marquesa es un monumento. La ve Mantegna con cierta cuadratura germánica y una cansada dureza de líneas que consienten al pintor padovano la complacencia en un relieve llevado hasta la crueldad". El relieve es cruel, no Bárbara de Brandenburgo. En los quietos ojos pensativos navega un agua mansa de repetidas resignaciones. A partir de 1441, la tragedia de su hijo primogénito cuya espalda se curva en la incurable joroba de los Malatesta, se multiplica en los numerosos hijos y en las hijas, con excepción de Dorotea -verdadera Ofelia shakespereana-, cuya belleza sana es, precisamente, la causa de su romántica y prematura muerte. El infortunio une a los Gonzaga alrededor del ejercicio de la inteligencia, de la piedad y del poder. Y es ese humanismo, aquella religiosa quietud y el ascendiente moral que da la desgracia llevada dignamente, lo que traduce Mantegna en el extraordinario retrato de los Gonzaga. Conocida la naturaleza del tema, es muy fácil comprender su escogencia por parte de Botero. En su incierta y caótica exposición realizada hace cuatro años, al llegar de Italia, Botero manifestaba sin ambages su admiración por Ucello y Piero della Francesca, o

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sea por un Renacimiento de piedra y por la concepción-bloque de las formas que ambos grandes artistas significaron. La idea de la forma monumental se reencuentra, como ya vimos, en el retrato de Mantegna: ninguna representación renacentista queda tan intensamente como el retrato de los Gonzaga, por fuera de toda contingencia, representando la estabilidad, la resignación y la solidez. La elección de Botero tiene, una razón de estilo: afinidad entre el monumentalismo de Mantegna y el secreto y persistente anhelo de su pintura de reducirse a geometrías básicas que no perviertan la coherencia de las figuras. Supongamos que el público no conoce a Mantegna, ni ha oído hablar jamás de los Gonzaga: ¿en este caso la obra de Botero deberá serie indiferente o ilegible? No. Es cierto que el placer de reconocer en una nueva versión una obra maestra que nos llenó de emoción, da una viva complacencia estética. Y que la curiosidad de ver cómo el arte contemporáneo soluciona bajo nuevas convenciones un hecho pictórico de otra época, le añade al cuadro una importancia de aventura de la cual no están excluídas ni el riesgo ni, por lo tanto, el heroísmo. Pero estamos advirtiendo que ambos placeres se añaden al cuadro: lbs datos del conocimiento se suman al cuadro y evidentemente intensifican el interés que puede suscitar. Sin embargo, aunque estuviéramos al margen de toda cultura histórica, el Homenaje a Mantegna, de Botero, seguiría siendo un gran cuadro por razones, esta vez, exclusivamente plásticas.

Fernando Botero junto a su obra La camera degli sposi Premiada en el XI Salón

La primera de estas razones podría ser la conducción excepcional del color. Un color iluminado y lleno de fuego que continuamente se limita para dar paso a otro, va estableciendo un contrapunto de gamas violentas contra el fondo que, fuerte y acerado a partir de la izquierda, desciende a verdaderos desvanecimientos líricos a medida que alcanza el lado derecho. Pero ese color cuya vivacidad y energía parece proclamar una flameante independencia dentro del cuadro, está sólidamente esposado a las figuras: su libertad termina en ellímite de cada bloque y el bloque, a su vez, permanece ajustado a la firme estructura geométrica de las líneas horizontales (los sombreros y las golillas), con las verticales (los ejes centrales de las figuras posando para el retratista), y con las diagonales (Ludovico Gonzaga, Bárbara y la enana bufona forman una diagonal, y el tigre, la infanta Paolina con la manzana, Bárbara y el paje, otra diagonal). Vamos, pues, de sujeción en sujeción, recibiendo las figuras que se nos dan férreamente, mientras el color estalla en sus jaulas formales. La concepción del cuadro es profundamente original, tan antíbarroca como anticlásica, tan antiexpresionista como antiabstracta. Botero da vida a una forma figurativa que, apasionada unilateralmente por el color, no acepta sacrificarse a él y resiste, solidificada, a los impulsos de la pincelada lírica y violenta. Después de maltratar y fragmentar inútilmente y con alguna frivolidad la figura durante estos tres últimos años, Botero retorna aquí a su fiel vigilancia, no de la figura real, sino de la figura pictórica tal como él la concibe; le da un poder estable y la exime de su carácter fugaz y perecedero; le infunde una vigorosa conciencia de su propia estabilidad y la estimula a anclar en valores inmóviles y persistentes.

OMARRAYO Niños Dibujo Medalla de plata, dibujo

Las figuras del Homenaje a Mantegna no son agradables; pero sería bien pobre nuestro concepto del arte si limitáramos la sensación estética a "lo agradable". Es de su inflexibilidad conceptual, de su carácter imponente y de su íntimo dualismo entre forma y color que pueden motivarse sensaciones estéticas más definidas y perdurables que un placer superficial o un epidérmico desagrado. Cada vez resulta más difícil crear una obra figurativa original que no esté viciada por semejanzas picassianas o por el sello trémulo y anguloso de todo el expresionimso, desde comienzos del siglo hasta Bernard Buffet. Acercándose a cierto solitario humanismo que en Italia encabeza la admirable obra de Morandi, Botero define sus antepasados artísticos, pero al mismo tiempo, define también, con decisión, la naturaleza propia de su pintura y la voluntad de recitar en el lienzo sus grandes odas de granito.

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Marta Traba Crítica de arte


Crítica de arte Crónicas del Salón (2): Vi/legas y Cía. Marta Traba El Tiempo, septiembre

19 de 1958.

El acierto del jurado al concederle el primer premio a La camera degli sposi, de Fernando Botero, se repitió otorgando el segundo premio a Armando Villegas; las dos obras de Villegas expuestas en el salón no solo son, junto con los trabajos de Ramírez Villamizar y de Grau, las más bellas y logradas telas abstractas, sino las que revelan más clara intención de expresarse originalmente, sin facilidad y sin manierismo, dentro de un estilo artístico que, más que ningún otro, necesita ser auténtico y nacer de una rotunda definición de intereses estilísticos. Parecía Villegas, en las últimas exposiciones en que participó, derivar hacia formas blancas y frías con lejanas aproximaciones a las verticales de Wilfredo Lam, en las cuales hacía un voluntario e inútil sacrificio de su rica y variada materia, y de su excepcional ductilidad para manejar los tonos. En las obras presentadas al Salón Nacional retorna, felizmente de estos ensayos menores y reteniendo de ellos solo un persistente interés por las formas verticales, acomete de nuevo la tarea de concebir el cuadro como una trama sensible, cuyo variable y estremecido estampado se confía al perpetuo andar y desandar de tonos a veces solo imperceptiblemente diferentes y al entrelazamiento apretado de breves planos que oscilan sin cesar entre rectas y curvas. Define Villegas así una ambición que está en el extremo opuesto al ascetismo formal y colorístico que representa espléndidamente Ramírez Villamizar. El leve y original romanticismo que ciertas inolvidables obras de Klee llevaron a una zona entonces todavía experimental del arte abstracto, encuentra en Vi llegas un intérprete emocionado y entusiasta. Las formas libremente geométricas se complacen en derrotar sin descanso cualquier esquema demasiado rígido: así al relacionarse y compensarse unas con otras, el conjunto que resulta no se endurece ni pierde su fundamental desorden, sino que aumenta, por intermedio de ese aparente desordén, su intensidad lírica. Aparte de este edificio formal que en la obra premiada se va levantando en la tela un poco fantasmagóricamente y como si fuera de pluma el color azul-negro dominante acentúa, con su insistencia nocturna, ese valor mágico de los pIanos. ¿Qué inesperado movimiento llevó a Vi llegas a incrustar en su poético Azul violeta, verde luz, los tres óvalos blancos manchados como los huevos de Pascua? La unidad poética del cuadro se resiente violentamente ante esta interrupción innecesaria, cuya moraleja es la de que todo descuido en la compleja y fragilísima concepción de un cuadro abstracto, tiene consecuencias más graves que en los cuadros figurativos. En cambio la obra no premiada de Villegas, Construcción, que abandona los románticos azules por espléndidos y secos grisesnaranjas, no tiene ni defecto ni debilidad. En lugar de dispersar las formas como en el primer cuadro, las agrupa en un denso fascículo donde una textura móvil, inquieta y sensible lucha contra la definición excesivamente precisa de los planos. La obra rastrea todas las posibilidades, de una asociación vertical, pero los leves toques horizontales se complacen en afirmar una y otra vez que no hay expresiones inmutables, sino que la virtud está en la variación y la movilidad de una superficie.

Contestando este estilo inquieto y contrapuntístico, Ramírez Villamizar presenta, con su Horizontal amarillo rojo, una de las más seguras y logradas obras de su última producción. Más firmemente que otras veces en donde los movimientos ondulados sin fin debilitan a la larga el ritmo del cuadro, aquí las dos formas enfrentadas se encuentran y ajustan, pese al sutil intermediario del plano de color que parece obligarlas a esquivarse. No se por qué recuerdo, frente a este notable cuadro, las grandes líneas expresivas de Léger, pero despojadas de la anécdota y reducidas a sus nítidos valores esenciales. El tratamiento de colores que crean un escenario plano a este impresionante combate de engranajes, tiene esa exacta belleza sensible que descubre, en toda obra de Ramírez Villamizar, cómo es de íntimamente receptiva su inteligencia plástica, tan rigurosa apariencia. Los cuadros abstractos del salón, aparte de Villegas y Ramírez Villamizar, dan a la muestra de este año un aspecto brillante, y soprendentemente moderno, certificando una preocupación verdadera por problemas de índole específicamente pictórica: pero luego, de cerca, no resisten al análisis. Los valores ya consagrados dentro de la abstracción persisten en sus mismos defectos. Los nuevos muestran una pobreza increíble y un audaz ánimo de improvisar, sin que sus atrevimientos puedan confundir ni por un momento la opinión ni el juicio. Judith Márquez presenta dos obras hechas con su acostumbrada y extrema sensibilidad colorística: pero sus cuadros, insistiendo con los ejercicios experimentales monocromos, están desapareciendo vertiginosamente de la tela, han perdido su columna vertebral, carecen cada vez más de estructura y se parecen a esos bellos y melancólicos esqueletos de hojas secas y pisoteadas que, si las apretamos con la palma de la mano, se nos vuelven polvo impalpable. El arte tozudo, fácil y rotundo de imbricar unas formas con otras a todo lo largo o ancho de una tela, de Luis Fernando Robles, no logra encenderse ni siquiera con la abundancia insostenible de una paleta que carece de toda discriminación colorística. De los nombres nuevos en la abstracción es imposible extraer la menor esperanza porque no hay en ellos calidades a medias, como dentro del campo figurativo pasa, por ejemplo, con Norman Mejía, sino el error de lanzarse a la abstracción como a una piscina sin haber aprendido previamente a nadar y sin que acierten a comprender que siendo el arte abstracto una forma expresiva tan ardua y propia como la figurativa, es preciso que un plano, una línea o una mancha de color lleven en sí la necesidad y el sello de un estilo, así como debe llevarlos una manzana o una silla para dejar de ser objetos anodinos y convertirse en hechos definitorios de una voluntad plástica. Debo anotar, como una excepción dentro de este lamentable error de los nuevos abstractos. La plaza blanca de Jorge Piñeros, pequeño cuadro respetable justamente por lo que hay en él de meditado y de discretamente resuelto, y Bodegón en azulde Miguel Angel Cárdenas, cuyo fino trabajo en azules revela una sensibilidad muy por encima de sus compañeros de aventura abstracta. Los autores de los desastrosos cuadros abstractos del salón deberían estudiar con atención el gouache Formas en el espacio, que presentó, creo que estrenándose en la abstracción pura, Enrique Grau Araújo. Llevando las Torres de objetos de Obregón al plano no-figurativo, Grau realiza una de las más encantadoras obras que ha presentado en los últimos tiempos. El cuadro está sólidamente sostenido por la columna irregular de las formas negras abiertas: a los lados, una sutüísima radiografía de colores se compensa y se desplaza. Continuamente una sensación espacial motivada sólo por las relaciones de colores, rompe la superficie del cuadro, pero esto no significa la pérdida de unidad: la obra está hecha, deliberadamente, de poéticas anarqu ías y de articulaciones que se evaden de todo rigor y prefieren vivir en una exaltada libertad. La gracia de esta obra de Grau no excluye, como pasaba otras veces, la energía de las asociaciones colorísticas, ni implica ninguna frivolidad. De tono menor y modesta en sus proporciones, podría pasar inadvertida en un salón donde los errores abstractos son, además y por desgracia, de tamaño espectacular y por eso solicito sobre ella una atención admirativa y justa que podría faltarle.

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Crítica de Arte Crónicas del Salón (3); La Jungla Figurativa Marta Traba El Tiempo, septiembre 21 de 1958.

La gran mayoría de los envíos al salón es de naturaleza figurativa, y se catalogan así porque conservan la figura o partes de ella, aún cuando la traten o la maltraten libremente. Más de un centenar de obras se vinculan pues, a las extraordinarias' licencias con el modelo natural que proclamaron los grandes pintores figurativos de este siglo. ¿Pero es que nuestros artistas siquiera las recuerdan? La sostenida mediocridad de sus obras nos lleva a pensar que se ha olvidado por completo que la pintura figurativa no puede ser un remedo de la realidad, sino una transfiguración de la realidad. Y que esa transfiguración en Picasso, en Kokoschka, en Matisse, en Morandi, en Campigli, en Tamayo en Lam, siqniñca la postulación de espacios, colores, formas y leyes de composición rigurosamente propios en cada caso. ¿Que definición de estilo, qué propósito de reinventar el mundo de las formas naturales según un espíritu particular, se saca en cambio de esta jungla de cuadros anodinos, repetidos, fáciles, que cubre las paredes del Salón Nacional? En la imposibilidad (y la falta de necesidad), de analizar cuadro por cuadro, me gustaría hacer tres anotaciones para penetrarla de algún modo coherente: la primera sobre "la arlequinada". La segunda sobre el grupo de Bellas Artes y la tercera sobre "los nuevos". Casi nadie se salva de la intromisión, abierta o clandestina, del Arlequín: sus triángulos de colores aparecen por todas partes, en los árboles, en los rostros, en el paisaje yen las paredes: fiesta ligera y previsible, que enmascara, sin éxito, una aguda falta del sentido creador dando a las cosas pintadas una superficial apariencia de "modernismo". Es cierto que esa triangulación epidérmica de las formas atraviesa por diferentes grados de interés: puede ser hasta encantadora en el paisaje de Cartagena con barcos de Cecilia Porras, puede salvarse por la gris calidad del color en la telas de Manuel Hernández; puede alcanzar un intenso valor poético como en la parte superior del paisaje de Gómez Jaramillo; pero cuando estos valores parciales no la rescatan de su trivialidad, la arlequinada se apodera del cuadro y lo sumerge en un insoportable anonimato. El caso de la Escuela de Bellas Artes es curioso y favorable el mismo tiempo: hace un año, en el X Salón, la Escuela y sus amigos formaban un cerrado bloque puntillista, cuyo nacionalismorealismo pictórico había escogido una tremenda gama de lilas, violetas y azules para expresarse con increíble monotonía. Ahora, después de la labor docente de un profesorado nuevo y valioso, y sobre todo después de la influencia reductora y ascética de Botero y de Ramírez Villamizar, la escuela entera parece haberse sumergido en agua y jabón para lavarse y aclararse hasta el más monástico extremo. Ahí donde veamos un cuadro con escasas formas desnudas en ocres y grises casi blancos, dentro de una composición mínima (Ballesteros, Moreno, Velásquez) podemos afirmar sin titubeos, que se trata de un alumno o un amigo de Bellas Artes. Como liquidación de antiguos vicios, no puede pedirse nada más drástico; como punto de partida, resulta acertado, porque es como salir de la pobreza franciscana hacia una futura expresión particular. Queda, sin embargo, el riesgo de que el grupo se estabilice en estos ejercicios de economía y encuentre cómoda esta nueva fórmula, con lo cual no se habría hecho nada distinto que reemplazar un manierismo infortunado con otro más agradable.

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La tercera anotación se refiere a los nuevos. Hay cinco pintores nuevos en el salón en cuyas obras aparece, con mayor o menor nitidez, la huella de una sensibilidad, si no plenamente expresada, al menos educable. Un joven Miguel Angel que, para su fortuna, ha pasado de los fallidos intentos de "Pintura redentora" a una obra que titula Cualquier cosa, pinta esa cosa desdeñada (en este caso una tajada de sandía) con un amargo poder dramático metido entre duros plomos de vitrales. A diferencia de los de los demás "nuevos" que menciono enseguida, este Miguel Angel anónimo no se parece a nadie en el salón; su pintura sombría y anárquica se aísla voluntariamente. Teresa Cuéllardesciende de Botero, así como Emilce Lizcano de David Manzur. La primera trabaja en enormes formas heredadas, a las que, sin embargo, ilumina con una textura propia, rica y variada que no tiene ni limitaciones ni temores. Emilce Lizcano, en cambio, se mueve más discretamente entre las formas: pero sus botellones con esqueleto de pescado están llenos de íntimas audacias en cuanto al manejo de la pincelada y serían realmente acertados sin el borde de luto innecesario y molesto que le ha puesto a su cuadro, Entre pésimos dibujos y peores grabados, se destaca el bodegón de Delfina Martínez. Luchando contra el material ingrato y frígido que es la crayola, esta artista desconocida realiza una excelente composición y la rellena de eficaces colores. Imposible aventurar sobre ella algo más que el elogio de su dibujo, porque sería preciso verla trabajando materiales más.arduos y más plásticos El quinto "nuevo" Norman Mejía , presenta dos óleos que nos invitan a mirarlos con detención. El interior con la silla está dotado de una factura que vibra perceptiblemente y anuncia los movimientos de una viva sensibilidad. Llenos de defectos y cargados de influencias pictóricas ajenas, sus dos cuadros, sin embargo, triunfan de tantos lastres con una intrepidez, no solo juvenil, sino verdaderamente plástica. Por su emplazamiento y su tamaño descomunal, dos obras figurativas presiden el salón: la inmensa figura en éxodo de Pedro Nel Gómez, testimonio de una errada época artística, no muy lejana, en la que se habían descubierto los obreros de América y los campesinos de Colombia, pero no la razón de ser ni la justificación estética de su cuadro; y enfrente, ese gran Mantegna-Botero, cuya ordenada y poderosa voluntad plástica lo aísla definitivamente del resto.

Crítica de Arte Crónicas del Salón (4); balance y perspectiva Marta Traba El Tiempo, septiembre 26 de 1958.

Vemos todos los días tantas cosas francamente malas y tan pocas cosas relativamente buenas, que al fin la relatividad nos acompaña como un hecho fatal, al que poco a poco nos vamos acostumbrando hasta que nuestras exigencias críticas disminuyen lo suficiente como para ver brillante lo que no es más que mediocre. Esto pasó al entrar al salón, y el fenómeno fue tan general que la noche de la inauguración se convino generalmente en que por una vez el Salón Nacional parecía realmente importante y en que los artistas estaban abocados de lleno a la resolución de problemas de índole puramente pictórica. Pero es preciso tener el valor de rectificarse: si a primer golpe de vista los pintores resul-


Diploma primer premio. grabado LUIs Angel Rengifo

tan preocupados en construir un cuadro de acuerdo con una necesidad plástica,se ve enseguida, al mínimo análisis superficial, que hay tanto o más fraude en manejar (según corresponde a la época), formas y colores con independencia del modelo, como lo había en copiar literalmente el modelo o complacerse en su realidad física, como debió suceder en los salones de hace diez años. Es verdad que los artistas buscan ahora el efecto de un color relacionado con otro, o de una forma vinculada a otra: pero eso no demuestra en ellos ningún conocimiento del oficio ni preocupación por aprenderlo; ningún auténtico desvelo por crear algo nuevo con esas formas mediana o totalmente libres que les han quedado entre las manos por pura casualidad; ningún esfuerzo porque esos eternos elementos sean suyos, gracias a la introducción de un sentimiento o de un interés exclusivamente personal y único. Es cierto que no tenemos ante nosotros interminables paisajes de vacas rumiando en la Sabana y que la demagogia temática ha desaparecido de este salón: pero ha sido reemplazada por una demagogia nueva y al menos tan perniciosa como ella, la de "los falsos valores pictóricos", que cada uno explota en el aire, a su antojo, sin justificación y sin necesidad. Como en los sombreros de prestidigitadores, el balance se nos vuelve nada entre las manos; nada por el lado figurativo, nada por el lado abstracto, y lo que sale al fin del cubilete son Botero, Ramírez Villamizar, Grau, Villegas, como para que no nos quede la menor esperanza acerca de sorpresas ni descubrimientos. La conclusión del salón es que si el artista no sabe pintar, ni tiene talento creador, ni va fortaleciendo sus obras con el permanente ejercicio corrector de la inteligencia sobre los impulsos fáciles y las , improvisaciones, da lo mismo que pinte las vacas sabaneras, el retrato de Madame X por encargo, y los anturios "que se salen de la tela", o que se distraiga combinando rectángulos de colores. No nos engañemos, pues, acerca del sentido del pasaje de un realismo fotográfico a los "problemas plásticos": sin talento, sin oficio y sin sentido creador es tan insoportable una posesión como la otra.

LUIS ANGEL RENGIFO Hambre Linocopia Primer premio. grabado Colección Carmen de ~engifo

Eduardo Mendoza Varela Jurado calificador

Si el primer entusiasmo va menguando con rapidez a medida que miramos la pintura, hay que reconocer que la escultura, es al menos tan francamente mediocre como para no tendernos alguna trampa: su tremenda trivialidad no confunde ni tampoco exaspera; es sencillamente una sección anodina e inexistente, la sección quincallería del Salón Nacional. Lo que sí es desconcertante es que un jurado que reconoce tal inexistencia y que establece la mediocridad de la obra de Fajardo, le entregue al Premio Nacional de Escultura "para elevar el bajo nivel de este arte". Premiar una obra menos que mediocre no puede tener sino una consecuencia: estimular a los marmolistas de cementerios a que envíen sus obras, con la legítima esperanza de ser premiados por la benevolencia benéfica de los jurados. Creo que no hay nada más nocivo en arte que el estímulo compasivo que funcionaría muy bien en la Sociedad de Beneficencia o en las agrupaciones de Amor a Bogotá, a los animales o a los árboles. La compasión no puede recaer sobre un artista, ni este si lo es siquiera medianamente, puede tolerarla. Pienso en el "anexo" del Salón Nacional, donde la infinita bondad de los jurados ha aceptado y amontonado las cosas mas inverosímiles, desde dibujos de niños de cinco años hasta los Cristos crucificados, pasando por el paisaje de ferretería, la maja desnuda, los cuadros históricos y Bolívar. Se sabe, sin embargo, que la arquería del Museo es la Siberia del Salón Nacional: y los desterrados, 99 por ciento perfectamente, y dos o tres -como Velásquezde un modo injusto, sienten más viva la humillación de ese destierro que el anonimato de un rechazo. ¿Qué se estimula con el anexo de la arquería? ¿La vocación del pintor dominical, respetable mientras no someta su "hobby" al consenso público? Un arte nacional no se perfecciona mientras no se expurgue: aquí los buenos quedan mezclados con los malos y se llega, dulcemente, a la beatífica y pasiva mediocridad general. [Cuánto más claro y más valioso hubiera sido, tanto para el público como para los propios artistas, un Salón de Rechazados de doscientos pintores y diez 89


escultores, para que se pudiera advertir alguna firmeza en el discernimiento de los valores realmente ponderables! Siento el salón, en bloque como un gran círculo vicioso: hemos salido del tema que no era nada sin la preocupación pictórica que no es nada sin la seriedad y sin el talento.

XI Salón Anual de Artistas Colombianos Clemente Airó Espiral, N9 75, octubre de 1958.

Muy numeroso en obras como desperdigado en unidad y calidad, son las características generales de este XI Salón Anual de Artistas Colombianos. Más de cuatrocientos cuadros fueron enviados, de los cuales el jurado de admisión -Javier Arango Ferrer, Osear Delgado y Carlos Robles Piquer-eligió 178 y entre estos cerca de una docena se declararon fuera de concurso por pertenecer a artistas que en anteriores ocasiones merecieron los primeros premios en este mismo evento artístico nacional. Los premios fueron otorgados así: primer premio pintura, para Fernando Botero por su cuadro La alcoba nupcial y segundo premio a Armando Vi llegas por su óleo Azul, violeta, verde luz. Para la escultura se adjudicó un solo premio a Julio Abril por su granito con bronce Ballet azul. Los premios de dibujo fueron otorgados a Enrique Grau Araújo, el primero,Naturaleza muerta lunar y el segundo a Omar Rayo, Niños. Para grabado se señalaron las obras de Luis Angel Rengifo, Hambre (Iinocopia) como primer premio, y Ruperto (grabado en madera) de Pedro Peñalosa como el segundo. Una sola mención honorífica se dió a Pedro Luis Hanné Gallo. El jurado calificador estuvo compuesto por los señores Eduardo Mendoza Varela, Osear Delgado y Arturo Camacho Ramírez. En este salón, desde luego, hay una preponderancia de las tendencias abstractas, pero asimismo es notable la desorientación y el poco valor pictórico de muchas de estas obras, donde el color es frecuente se lance al juego de sus contrastes sin la suficiente mesura y sin una organización consciente, tan necesaria en cualquier cuadro, aunque sea de abstracción pura. Nosotros pensamos que esta falla puede deberse al fenómeno que desde hace un par de años se viene señalando en las artes plásticas colombianas, referente a una total renovación de los valores, como asimismo el considerable aumento de artistas jóvenes,a que por su calidad de jóvenes, aún no han alcanzado el dominio de su oficio. Por esto, más que desaliento, este salón puede indicarnos una promisoria esperanza. Tantos nombres de nuevos pintores, todos ellos bien dotados para su oficio, y ansiosos de lograr nuevas manifestaciones pictóricas, es indudable que redundará, en un futuro cercano, en un enriquecimiento del arte nacional. El único peligro es que se tome a la pintura como un mero juego o ensamblaje de colores y líneas. La tendencia figurativa no fue la dominante en este salón, pero contó con gran número de ejecutantes. También en esta otra importante tendencia pictórica, se notó poca fuerza en la expresión, seguramente por culpa de un desprendimiento emocional que redunda en una pintura ejecutada sin ambición de convencer, preocupada, principalmente, por la organización técnica de la tela. Forma y contenido es imprescindible que mantengan su equilibrio.

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Los premios, estimamos, fueron justamente adjudicados, dentro de las limitaciones que presenta todo concurso. El cuadro de Fernando Botero indudablemente es una obra meritoria, más inclinada a la factura escultórica que a la pictórica, a pesar de sus grandes masas de sabio y audaz color. La escultura de Julio Fajardo es un alarde acertado del juego de las líneas más que de los volúmenes, es un escultura para mirar frontalmente y su defecto quizá resida en el insignificante detalle de haber moteado el granito con polvo de cobre, pues esto le resta nobleza al material. Hacer resaltar la nobleza de la materia ha consistido siempre una vertebral preocupación de los escultores. Omar Rayo, con su dibujo premiado y ejecutado a tizas y ácidos, nos ofrece un visible adelanto en su especial arte de suave expresión. El grabado de Luis Angel Rengifo, Hambre es una de las mejores obras del salón, tanto por su factura como por la directa y plena expresión lograda. El cuadro de Ramírez Villamizar Horizontal amarillo rojo constituye otro gran acierto de este pintor de severa línea de pureza abstracta. Asimismo Jorge Piñeras nos demostró un adelanto en su pintura, este artista está llegando a una altura de valores propios de considerable atención. Mulata frente al mar de Jorge Elías Triana, resulta patente que es un buen cuadro, pero en cambio no encontraremos en él aquel acostumbrado vigor de Triana, aquella muy sabia interpretación del ambiente, del color y las formas, que le distinguieron y le hicieron colocarse en la primera línea de los pintores colombiano. Juan Antonio Roda, con Retrato de Nancy logra, como siempre, su gran expresividad pictórica obtenida desde la entraña de la misma pintura pero con bastante artificio y sabiduría. Formas del espacio de Grau es uno de los mejores cuadros del salón en todos los conceptos. Los cuadros declarados fuera de concurso, son todos de sabia factura y gran contenido. Tanto Pedro Nel, como Lucy Tejada, Ignacio Gómez Jaramillo o Luis Alberto Acuña, manejan un arte reposado, de gran equilibrio y conciencia oficiante. Respecto a la cláusula del reglamento de este salón de declarar fuera de concurso a los artistas que han obtenido los primeros premios, no estamos totalmente de acuerdo. Creemos que lo justo sería declarar fuera de concurso, por un espacio prudente de tiempo, cuatro años por ejemplo, a quienes han merecido el sumo galardón. Hay que tener en cuenta que no contamos con un número muy extenso de artistas de primer orden, y además en un tiempo de cuatro a cinco año, cualquier pintor puede haber experimentado una evolución suficiente como para aspirar de nuevo a un primer premio en competencia con quienes no lo hayan obtenido aun.


XII Salón de Artistas Colombianos

EDUARDO RAMIREZ VILLAMIZAR Horizontal blanco y negro, 1959 Oleo sobre tela Primer premio, pintura Colección privada

Fecha: septiembre 16 al 30, 1959. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Organizador: División de Extensión Cultural y Bellas Artes, Ministerio de Educación Nacional, Dirección de Extensión Cultural, Alcaldía Mayor de Bogotá. Participantes: 74. Obras: 108. Jurado de admisión: Alejandro Obregón, Ignacio Gómez Jaramillo, Eduardo Ramírez Villamizar, Hans Drews y Carlos Medellín. Jurado calificador: Eugenio Barney Cabrera, Antonio M. Bergman, Fernando López Michelsen, Walter Engel y Carlos Medellín. Premios: Pintura: 12 $6.000, Eduardo Ramírez Villamizar, Horizontal blanco y negro. 22 $4.000: Guillermo Wiedemann, Pintura en rojo. Dibujo: $1.000, Lucy Tejada, La semilla de mangle. Escultura: 12 Desierto. 22 Beatriz Daza, Maternidad. 32 compartido: $2.000, Alicia Tafur, Edad de bronce; $2.000, Alberto Arboleda, Flor de cicuta. Grabado: póliza de $50.000 de la Nacional de Seguros: Enrique Sánchez Martínez, La crucifixión. Beca del Instituto de Cultura Hispánica: Carlos Granada, Marionetas. Selección a la Bienal de Venecia: Alejandro Obregón, Eduardo Ramírez Villamizar, Guillermo Wiedemann, Enrique Grau Araújo, Fernando Botero, Armando Villegas, David Manzur, Judith Márquez e Ignacio Gómez Jaramillo.

"Salón en órbita" fue la sintética descripción que Marta Traba acuñó para la XII edición del Salón Anual. La nota dominante fue la total imposición de las nuevas tendencias, y en particular la del abstraccionismo, que acaparó los primeros premios: Eduardo Ramírez Villamizar con Horizontal blanco y negro y Guillermo Wiedemann con Pintura en rojo. El valor del premio de escultura, en una decisión controvertida, fue dividido en dos segundos premios: Flor de cicuta, de Alberto Arboleda, y Edad de bronce, de Alicia Tafur. La paradoja es que Ramírez Villamizar ya había iniciado su tránsito hacia la escultura con el mural del Banco de Bogotá, "monumento al arte abstracto y lección de dignidad y estilo", en palabras de Marta Traba,yen el salón figuraron dos de sus primeros relieves en blanco que, según la misma crítica el jurado pasó por alto. Un comité organizador reunió delegados del Ministerio de Educación, de Extensión Cultural del Distrito y del Comité de Artes Plásticas de las Semanas Culturales, entre quienes se contaron Jorge Mario Eastman, Mercedes Tamayode Herrera, EIsa Holguín de Urdaneta, Magola Montaña de Izquierdo, David Manzur e Ignacio Gómez Jaramillo. La inauguración hubo de aplazarse una semana por dificultades en la integración del jurado calificador, al cual renunciaron sucesivamente ocho nominados. Desde El Tiempo se señaló como erróneo "incluir en el jurado de admisión a seguros participantes en el concurso" (Gómez Jarami110,Obregón y Ramírez), lo que motivó mayores suspicacias cuando se conoció que el último había merecido el primer premio. En realidad, se había pretendido que la selección quedara en manos de artistas ya distinguidos en salones anteriores. El diagnóstico del jurado Eugenio Barney Cabrera, en su introducción del catálogo: "Acaso no sea hiperbólico afirmar que la expresión plástica en Colombia, en lo abstracto y figurativo, o en las tendencias intermedias, gusta de un barroquismo tropical, húmedo y carnoso, con enfáticas muestras expresivistas." Dos destacados cuadros del salón fueron Apoteosis de Ramón Hoyos, de Fernando Botero, y Amanecer en los Andes, uno de los cóndores de Alejandro Obregón.

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En el XII Salón de Artistas Colombianos

(Crónica de un jurado in fide n te) Carlos Medellín El Tiempo, septiembre 20 de 1959.

La inauguración de este XII Salón de Artistas Colombianos hubo de aplazarse en una semana por la más sencilla e increíble de las razones: porque siempre faltaba un jurado. Según el reglamento, deben ser cinco los calificadores. Conmigo se completó el quórum, pero muy pronto Carlos Martínez lo desintegró. No estaba de acuerdo con el reglamento mismo que dispone excluir a los ya premiados en otros salones, y en éste se hallaban obras de Gómez Jaramillo y Fernando Botero. Además, alguien le dijo que era muy grave declarar desiertos los primeros premios en pintura y escultura, como lo estabamos pensando. Porque lo pensamos y hasta llegamos a de9idirlo en un momento dado. Efectivamente, durante la primera reunión a la cual asistí, luego de algunas consideraciones sobre si era indispensable adjudicar todos lo premios por razones económicas (no se podía "desperdiciar" el generoso aporte de la nación y el distrito), y sobre si la referencia para calificar debían ser las obras existentes en el salón, limitando el juicio exclusivamente a ellas, o más bien el estado real de las artes plásticas en Colombia; tres de los jurados, Antonio Bergmann, Eugenio Barney y yo, nos pusimos de acuerdo en que ninguna de las obras sometidas a nuestro criterio se destacaba de manera particular sobre las demás con calidades eminentes que correspondieran a la alta categoría que debe tener el primer premio de todo salón nacional. Ellos lo tenían convenido así en cuanto a la escultura, cuyo panorama resultó esta vez verdaderamente lamentable. Pero en cuanto a la pintura, ya había un acuerdo bastante adelantado sobre los óleos de Alejandro Obregón (un Cóndor de condiciones plásticas harto inferiores al de la Bienal y, en general, a las muy características de la obra del pintor); de Eduardo Ramírez Villamizar (Horizontal en blanco y negro) y de Guillermo Wiedemann (Pintura en rojo). De modo que al sugerirse la idea de declarar desierto el primer premio en pintura, el desconcierto inicial fue apreciable.

y otra en colores, no son más ni menos de las sobrias geometrías que distinguen su última obra, cuya fría elementalidad exalta sin duda la fuerza plástica del color, pero cuyo concepto sigue limitado a un valor exclusivamente decorativo, u ornamental, para ser más exactos. La Pintura en rojo de Wiedemann óleo de grata composición y buen desarrollo, constituye apenas una modesta insistencia de técnica y estilo sin mayor novedad.

DUODEClMO SALON DE

·/4RT1STAS =OlOMB(~NOS

La tesis de declarar desierto el primer premio en pintura tenía mayoría entre cuatro jurados; sólo Fernando López fue firme en su contra. "No creo que nuestros pintores puedan dar más de esto, pero tampoco creo que seamos los llamados a enjuiciar el arte que actualmente se está haciendo en Colombia", declaró varias veces. Por lo demás, desde el principio se pronunció en favor de Horizontal en blanco y negro de Ramírez Villamizar. Lo encontró nuevo en algunos de sus componentes plásticos, especialmente en ef "cuadrad rito" abierto del centro. Así estábamos cuando se produjo el nombramiento para reemplazar a Martínez: Daniel Arango quien nunca llegó (en este momento debe estar abriendo maletas en París). Finalmente, los organizadores lograron convencer a Walter Engel. Y con Engel se salvó el primer premio. Ignoro qué argumentos daría en su idioma, pero lo cierto es que Bergmann formó la mayoría necesaria para derrotar definitivamente mi tesis. Lo demás era asunto de escoger entre tres de los "cinco grandes" y el fallo favoreció a Ramírez Villamizar. La colocación de los cuadros en el salón no nos impidió considerarlos todos, los de "adentro" y los de "afuera". Varias veces salimos al corredor y tan cierto es ello que allí quedó un premio: la beca para el joven pintor Granada por su óleo Marionetas, no obstante recordar tanto las cabezas redondas de Botero. (Sea ésta la oportunidad de agradecer su valiosa colaboración a quienes "colgaron" los cuadros). En cuanto a escultura, los premios otorgados a Alicia Tafur por su composición metálica Edad de bronce, a Alberto Arboleda por su hermosa cerámica Flor de cicuta y a Beatriz Daza por su interesante Maternidad no tuvieron mayor discusión. No había más. La inexplicable escultura de Julio Abril nunca nos estorbó el paso. Las otras debieron ser rechazadas, dijo algún jurado, y todos estuvimos de acuerdo. Pero, ¿dónde están, preguntamos varias veces, los escultores colombianos?

Confieso la paternidad de esta iniciativa. Además del hecho indudable de los escasos méritos artísticos de las obras expuestas, reconocido por la mayoría de los jurados, nos hizo mucha fuerza pensar que semejante situación no era sólo del salón, puesto que en éste se hallaban representados los "grandes" de la pintura colombiana contemporánea, los mismos "cinco grandes" que decoran la carátula del penúltimo número de "Semana". Declarar desierto el primer premio en pintura no era un juicio inquisitorial ni pedantesco desplante, como lo sostuvo Fernando López hasta el final con brillante inteligencia, sino un acto de franqueza y valor, llamado a constituir cordial invitación a todos nuestros artistas para una efectiva superación de sus trabajos. La verdad es que ninguna de las obras del salón, en relación de unas con otras y, sobre todo, en relación de cada una con la obra total de su respectivo autor, indica progreso alguno que permita aceptar ese grado de evolución vital en todo proceso artístico que siempre andamos buscando y anhelando.

Debo insistir en que el jurado deliberó ampliamente sobre todas las obras. Además de las premiadas, muchas veces nos detuvimos delante de las de Armando Vi llegas, Judith Márquez, Grau, Manzur, Cárdenas y demás expositores. La abstracción de Jorge Elías Triana desconcertó porque el prestigio artístico del pintor no la justifica. Como tampoco hay explicación para la aventura abstraecionista de ese excelente grabador que es Luis Angel Rengifo.

El Cóndor de Obregón, motivo reciente de repetidas variaciones, adolece de pobreza estructural en sus planos inferiores, construídos con elementos figurativos desequilibrados e incompletos. Las dos abstracciones de Ramírez Villamizar, una en blanco y negro

Este es a grandes rasgos el XII Salón de Artistas Colombianos visto por un jurado que nunca ha debido serlo. Quizás las infidencias que acaba de cometer lo inhabiliten para siempre de semejante cargo.

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Tampoco había mucho que decir sobre dibujos y grabados. El salón está casi desierto de ellos, a no ser por los de Lucy Tejada y Julio Castillo. El de Fernando Botero se consideró un boceto, proyecto apenas que requiere desarrollo y, por consiguiente, no admite análisis definitivo en esa condición. El grabado del premio interesó algo como simple técnica.


El Salón Nacional de Bellas Artes Casimiro Eiger Audiciones Radio Nacional, octubre 1 de 1959.

GUILLERMO

WIEDEMANN

Pintura en rojo Oleo Segundo premio, pintura Fotografiada de catálogo

FERNANDO

BOTERO

Apoteosis de Ramón Hoyos Fotografiada

CARLOS

Oleo de catálogo

GRANADA

Marionetas Oleo sobre tela Beca del Instituto de Cultura Hispánica

Si nosotros, en lugar de tratar modestamente de realizar lo que se llama "crítica de arte" tuvieramos que escribir una nota marginal, o sea lo que los franceses denominan "feuilleton", la titularíamos seguramente "las protestas inútiles" para referirnos a algunos acontecimientos que caracterizaron la existencia artística nacional en estos últimos tiempos. Porque, cuánto barullo, cuánto escándalo, cuánto reclamo y cuánta indignación han podido observarse en el campo de los artistas y fuera de él, cuánto encendido comentario y cuánta parcialidad frente a unos fenómenos que por su propia naturaleza hubieran debido escapar a un tratamiento digno de las contiendas políticas! porque el arte es creación, y es digna y es belleza, es decir que se halla muy por encima y muy lejos de las pequeñas pugnas partidistas, de las ambiciones y las rivalidades que suelen periódicamente dividir el campo de Agramante, queremos decir el de las bellas artes; y los logros personales, las momentáneas ventajas, las superioridades supuestas e inclusive la autoría real de las obras, muy poco tienen que ver con el valor de lo producido y nada preocupan a la posteridad. Es cierto que tal clase de pleitos son de todos los tiempos y que hubo épocas en que las rivalidades entre artistas se dirimían por medio del veneno o del asesinato, sin que nosotros hoy sepamos los nombres de los contrincantes ni menos aún conozcamos las causas que tan violentamente los separaban. El arte, el arte superior, es un empíreo al cual no llegan las pasiones, una región tranquila que no logran perturbar los pequeños intereses ni los momentáneos conflictos y ni siquiera las diferencias de concepto estético -estas si muy reales en el campo de arte- alcanzan a dividir en categorías de mayor o menor trascendencia las creaciones de los enardecidos y ciegos impugnadores de talo cual forma de belleza. Porque en el arte lo único que cuenta es el resultado y ni el nombre del autor, ni sus creencias, ni su actualidad pasajera, pueden otorgarle importancia a su obra, si ésta, implícitamente no la contiene. No estaría mal que los polemistas, los comentaristas y los gratuitos reclamantes se dieran cuenta de vez en cuando de ello. Uno de los asuntos que más protestas ha producido, ha sido la selección realizada en su tiempo para la sección colombiana en la Exposición Bienal de Sao Paulo, recientemente inaugurada en aquella ciudad del Brasil. Sin entrar en ese pleito, ya un poco alejado en el tiempo, queremos recordar únicamente que no se trataba en ese caso de presentar la totalidad de la actividad pictórica nacional, sino de escoger unas obras cimeras, o por lo menos representativas del nivel más alto que se pueda lograr en el país y presentarlas en uno de los más importantes certámenes continentales. Después de toda clase de comentarios adversos, de protestas y de réplicas, ahora acaba de llegar la respuesta: en un despacho enviado por el embajador de Colombia doctor Sánz de Santamaría, se informa que la sección de Colombia ha obtenido uno de los éxitos más señalados, que se consideró como una de las más homogéneas y que una de las obras que la componía ha sido honorablemente mencionada. Lo que representa un indudable triunfo en un terreno en que compiten los más importantes artistas del hemisferio, no pocos de fama universal. Otro de los blancos que ha atraído los ataques de los artistas, de los seudo-aficionados y de la prensa, ha sido el Salón Nacional

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que se celebra actualmente en el Museo del mismo nombre, su organización, su presentación, sus fallos y sus premios. Es muy importante, es absolutamente necesario demostrar en cierto momento el espíritu de inconformidad, rebelarse contra lo acontecido, lo mal ejecutado, lo falsamente irreparable. El progreso humano, el desarrollo de las instituciones, el avance de la cultura no se pueden lograr sino a fuerza de esos brotes violentos que se yerguen contra la mediocridad y el error, combaten la inercia y el conservadurismo, acaban con la ficticia grandeza e instituyen, en lugar de unos valores caducos, una creación fresca, una visión nueva, una equidad sin tacha. Y ello, que se aplica a todos los lados de la vida humana, se hace más sensible tratándose del espíritu. "Espíritu eterno revolucionario" ha dicho uno de los más grandes poetas de Polonia. Sí, es cierto. Mas, es indispensable saber contra qué se está levantando el hombre nuevo, qué está combatiendo y qué piensa instituir en el sitio del valor derribado. Para que no acontezca que lo que se ha combatido era lo poco bueno que había y lo que se ha entronizado no resulte como mera repetición de los antiguos errores. Sin embargo y antes de pasar a analizar los pormenores del proceso, deseamos puntualizar algo que nos parece muy importante. El objeto más debatido, a propósito del último salón, no ha sido su nivel, ni su tendencia, ni sus realizaciones. El público y los numerosísimos impugnadores de su organización y de sus "resultados" -es decir de los premiosno se fijaron en la calidad de las obras allí expuestas, no apuntaron los progresos -o la falta de ellos- de los artistas participantes, no examinaron las relaciones entre las corrientes estéticas de nuestros días y la producción nacional; no les interesó el mayor o menor grado de autenticidad perceptible en los trabajos exhibidos -todos ellos problemas de estética y estos si de la mayor importancia-lo único que les interesó fue la preponderancia ficticia de unas obras sobre otras, de unos nombres sobre otros, que pretendían desprenderse del otorgamiento de los premios. Mas, es bueno recordar, que los premios como tales no significan nada: aún en el caso de que fueran equitativamente concedidos no señalarían sino una superioridad de unas obras en un conjunto casual, formado ad hoc y, como tal, forzosamente limitado. "Entre los ciegos, el tuerto es rey" dice el proverbio y en ningún caso esa máxima tiene una aplicación mejor que en el de los "Salones". Puede suceder que tales muestras no contengan ninguna obra notable y es entonces la menos débil la que obligatoriamente obtiene el galardón. Se olvida también con demasiada frecuencia que lo que el jurado juzga en las exposiciones colectivas no son los nombres, sino las obras, que, por consiguiente, un trabajo de un pintor de menor talento puede primar en ese caso sobre uno de un reconocido maestro, pero cuyo envío ha sido inferior. Empero, lo más importante es esto: cada obra de arte deriva su valor de sí misma y de sus propias cualidades. Es bueno porque es buena y no porque es superior a las demás. Su justificación está en su esencia y en la perfecta adecuación de los medios a los fines, no en una supremacía casual e intrascendente sobre alguna obra de nivel inferior. Nada la puede salvar, -ni su propio carácter novedososi carece de fondo, de concordia o de expresión; nada, ni todos los premios del mundo. Por otra parte, hagan ustedes ese ejercicio mental: coloquen en un museo imaginario unas obras de Giotto, de Rafael, de Miguel Angel, de Velásquez y de Rembrandt: a cuál habrá que ofrecer el premio de preeminencia?

El sistema de los premios es falso, engañador -aunque fuera equitativoy netamente perjudicial, sobre todo en Colombia, porque distrae la atención de lo esencial, es decir del valor pictórico del cuadro, porque traslada el interés al campo de una falsa competencia -que en las bellas artes no puede suceder-; porque traslada el valor fortuito de una obra sobre la labor toda de un artista y pretende otorgarle una determinada categoría; y, por último, porque crea una diferencia abismal entre las obras premiadas y todas las demás, cuando en realidad no se trata generalmente sino de matices y en todos los casos de una injusticia frente a unos trabajos que -aunque fueran realmente inferiores a los pre94

ALICIA TAFUR Edad de bronce Escu!tura en bronce Segundo premio. escultura.

BEATRIZ DAZA Maternidad Cerámica Tercer premio. escultura

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miados- ostentan su propio valor, son frutos de labor concienzuda y consciente y aunque menores, desprenden su propia verdad y crean una forma de belleza. Todo ello se ve perdido en el sistema adoptado de los premios, que concentra todas las curiosidades sobre unas pocas obras --puede ser que merecidísimascon exclusión de todas las demás que, por el mero hecho de no haber sido distinguidas parecen opacadas, desplazadas a un segundo plano, intrascendentes. En un país cuya cultura estética es tan nueva y el interés tan fácil de desviar es este un eminentísimo peligro. Dicho lo anterior, tenemos que confesar -y parece que se necesita valor para ello- que tanto la organización del salón, como su presentación, y la atribución de los premios, nos han parecido sin tacha, e indudablemente, superior a todo lo realizado con anterioridad. Primero, la selección de las obras admitidas y rechazadas se nos hizo (con escasas excepciones) la más justa posible. Excelente el sistema de exponer las obras apartadas en otra galería del mismo museo: gracias a ello se puede ver la absoluta nulidad de la mayoría de ellas. Quizá con excepción del óleo de Erwin López y de la escultura de Tomás López que merecían mejor suerte y de talo cual trabajo de algún pintor cuya obra ha sido aceptada por un jurado y rechazada la otra. No hemos visto una diferencia palpable entre ambas; sin embargo, entendemos que se trataba de introducir cierta disciplina. La división de los trabajos en dos categorías: la de mayor y la de menor calidad, a pesar de lo aparentemente injusta, es de las más acertadas: la mezcla completa, como acontecía en los años anteriores, le daba al salón un carácter de feria en la cual el ojo difícilmente "pescaba" las obras más notables. Y que nadie se engañe: el público de todos modos hace una diferenciación entre las obras de arte y lo que se confunde con el desorden es la mirada y no el juicio. Al contrario, al separar el salón en dos salas de nivel desigual (salvo algunos casos de forzosa incertidumbre) se le ofrece al público el placer fácil y siempre aprovechado por los inconformes, de buscar obras de mérito entre las menos favorecidas y rebajar las demás. En cuanto a los artistas, estos en el fondo no se engañan a despecho de todas las aseveraciones en contrario, saben perfectamente donde colocar su producción y sus rivalidades son más imaginarias que reales. Y nunca, pero nunca se podrá elogiar lo suficiente la distribución y la colocación que se hizo en esta vez de los cuadros y, en menor grado, de las esculturas del salón, las cuales por primera vez se han presentado para mostrar el máximo de sus cualidades, en cierta armon ía colorística y formal u nas con otras, con distancias que las permiten apreciar por separado, es decir como en una galería y no en un bazar, que era la impresión que nos daban los salones precedentes, con su aglomeración salvaje de las obras, su absoluto desorden estilístico y pegadas como. eran unas a las otras. Ahora, por fin se ha aprovechado (aunque de manera improvisada y sin mayores elementos) el salón grande, tan frío por lo general y tan sin gracia del Museo Nacional, para hacer de él una sala de galería: introduciendo tabiques, disimulando la excesiva simetría y la uniforme perspectiva que distinguía hasta ahora el recinto de nuestro principal museo. Ojalá la dirección del mismo saque sus conclusiones de este evento y aplique sus principios a los certámenes ulteriores. En todo ello, no nos hemos ocupado del salón, de sus logros, de sus defectos, de su nivel. Por agotársenos el tiempo dejaremos ese examen para nuestro programa venidero.

El XII Salón de Artistas Colombianos Casímíro Eíger Audiciones Radio Nacional, octubre 7 de 1959.

Después de haber analizado en nuestra última audición los problemas generales -reales unos y ficticios, otros- suscitados por la organización, la presentación, los veredictos y el contenido del XII Salón de Artistas Colombianos, que acaba de clausurarse anteayer en el local del Museo Nacional, podremos pasar hoya lo que más debería interesarnos y a lo que más hubiera debido interesar a los críticos, a la opinión pública y a la prensa, es decir, al nivel general de las obras exhibidas, a los progresos realizados por algunos de nuestros artistas, a la tendencia general que presenta su producción y -mutatis mutandial valor intrínseco de los envíos que es lo único que importa dentro de la creación estética y lo único que ocupará un día -si la ocupa-la atención de la posteridad. Porque no se recordará nunca bastante, que todos los pleitos circunstanciales, todas las acusaciones de parcialidad o de omisión o de descuido, todos los antagonismos y las profesiones de fe pasarán irremediablemente y lo que quedará serán las obras, las que buenas o malas, representarán forzosamente y fuera ya de las contingencias, el nivel general, el talento, el empuje creador y la conciencia artística de los pintores y escultores de Colombia en el año de 1959. Mas, he aquí que ésto es quizá lo único que no ha preocupado a la generalidad de los reclamantes, los cuales se dejaron obnubilar por sólo dos problemas aparentes: los fallos y las fallas y es de observar que si las segundas han sido -dentro de las debilidades humanas y las muy pocas posibilidades técnicas que ofrece nuestro principal museomuy inferiores a las que se han visto en todos los salones precedentes, los primeros, o sea los premios, eran seguramente acertados y otorgados con imparcialidad suma, a pesar de I~ dificultad de escoger entre un material plástico casual y muchas veces deficiente y pese a que el fallo de un jurado no se obtiene por unanimidad sino por mayoría de votos, lo que certifica la presencia de los gustos y de las convicciones más encontradas. Mas, ya es tiempo de desligarnos de la cuestión enojosa y absolutamente adjetiva de los premios. Lo que más impresiona al visitante desapasionado del salón es su nivel. Nivel seguramente superior al que se ha podido captar en los dos salones anteriores y que nos habla halagadoramente del estado actual del arte en Colombia. Y sin embargo ¿qué diferencia le ve usted -se nos podría preguntarcon las realizaciones de los certámenes anteriores, si la mayoría de los nombres son los mismos y las obras de algunos de los principales artistas del país no son mejores que las que han presentado en ocasiones precedentes? Pues, hay una diferencia y es la siguiente: el arte de cada época tiene que tener una profunda justificación, tiene que poseer raíces tanto en el alma de los creadores como en los estratos misteriosos de lo que solemos llamar "el alma colectiva", debe corresponder a una realidad tanto social como espiritual, debe expresar las necesidades espirituales de una época, reflejadas en la mente de los artistas y sugeridas o coreadas por la sociedad que los rodea. Si ello no sucede, si las formas del arte están desligadas por completo del deseo inconsciente de los hombres de una época, si no responden a un ansia e inclusive, a una angustia profunda en el alma del creador, la producción artística se convierte pronto en un juego gratuito, en un recrearse 95


eventual con las formas y los colores, en un entretenimiento sutil pero absolutamente incontrolado e intrascendente. Y si a ello se agrega cierta facilidad reproductiva, cierto afán imitativo, cierta prosecución deliberada del "modernismo" todo el arte aparece como un ejercicio sin sentido y la labor de los artistas está cercana de su disolución. en los Pues, esto es lo que acontecía --o parecía aconteceraños inmediatamente anteriores y no hay duda de que representaba un inminente peligro. El arte colombiano, después de haberse despertado, haber encontrado sus formas, haberse encarnado en algunos talentos de primera fila, parecía como extenuado, empeñado en vanas repeticiones y lo que es peor, buscando la salida en prácticas superficiales, como lo son la creciente perfección formal, el refinamiento de las técnicas y la adopción prematura e indiscriminada de ciertas tendencias venidas del exterior. Todos los críticos hemos señalado entonces el camino resbaloso en que se encontraba el arte nacional y el falso aspecto de novedad y de modernismo que presentaban las realizaciones de algunos de sus elementos más jóvenes. Todos también hemos hecho un llamado a una mayor seriedad, a un esfuerzo más responsable, a una labor más conscienzuda y más que todo al abandono de los caminos de la facilidad ostentosa que no podía conducir sino a un gradual aniquilamiento. Pues, hoy podemos afirmar que el milagro se ha producido, que los artistas sea por iniciativa propia, sea por amonestación de los críticos, han entendido el llamamiento, que han vuelto a una tarea seria y grave, que dejando en gran parte los procedimientos vistosos, han regresado a unas indagaciónes personales y creadoras y que las obras por ellos expuestas en el XII Salón son la muestra de ese regreso, de esa seriedad reestablecida, de esa fuerza recuperada. La facilidad resbaladiza ha sido detenida, la reemplazaron unas búsquedas arduas y en ocasiones austeras y con ella se han acabado varios mitos particularmente peligrosos: el del tema social (considerado por sí solo como un valor), el de la estilización hemisférica (especialmente propicia a los errores), el de la abstracción ornamental (que desvirtúa todo el sentido del arte abstracto), y el de la exquisitez cromática y formal tomada como un fin en sí mismo. Todo ello constituye una indudable victoria y por ese solo hecho el XII Salón ya es digno de pasar a la historia. Representa una etapa de alivio.

y tanto más cuanto dentro de él se presentan algunas obras de mérito, unas indicadoras del adelanto de sus autores, otras sin relación directa con él. Nos ocuparemos de ellas sin orden preconcebido, así como de algunos otros trabajos interesantes aunque no plenamente logrados. Marielle Muheim, cuya exposición hemos analizado últimamente, presenta una obra de bello colorido, esta vez bien sincronizado. Las formas llenas de gravedad de ese cuadro producen además una sensación de conjunto y denotan un neto progreso. Búsqueda de equilibrios denomina la artista un tanto literariamente su cuadro. No obstante, es cierto, Marielle Muheim, -repetimos nosotros-, o el equilibrio hallado. Aliado de ella Carlos Rojas, actualmente fuera del país, expone un cuadro duro, de formas agresivas y de color acusado. Superficial aún en no pocos de sus rasgos, este cartón no está desprovisto de expresión. Judith Márquez está empeñada en la tarea agotadora de purificar su arte. Ha abandonado todas sus antiguas certidumbres y todos sus antiguos procederes para buscar una vía más viril, más ruda, más puramente plástica. No es este un pequeño mérito y raras veces lo contemplamos, sobre todo en los artistas de éxito que ya han impuesto su misión y manera. Pero Judith Márquez se ha dado cuenta del riesgo que representaban sus investigaciones demasiado sutiles de color y de textura, las hizo de un lado y hoy en día no se interesa sino en la construcción rítmica del cuadro y en la severidad sugestiva de las formas. Cosa que logra a cabalidad en su obra Ronda en donde los elementos geométricos repetidos

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crean un ritmo danzante, a pesar de su carácter anguloso y retador, matizados apenas, pero superiormente, mediante las tonalidades decrecientes de un mismo color. En resumen: un cuadro valioso y valiente. En contraposición con ella, Justo Arosemena, artista panameño radicado en el país, realiza una pintura decorativa de indudables alcances. Sin pretender a más, sin confundir los géneros, ejecuta unos paneles de verdadero valor ornamental distinguidos por la despreocupación alegre de su inspiración yen los cuales un ostensible caos formal se equilibra gracias a un decidido diseño. Para parodiar un título conocido, podríamos decir que es este "un decorativismo que no se avergüenza de decir su nombre". Manuel Hernández Gómez está en franca vía de superación. Este artista que hasta hace poco se hallaba perdido entre sus numerosas tendencias, que oscilaba entre el barroquismo de la forma y un expresionismo ilusorio, se decidió por fin a romper con todas esas tentaciones y volver a la pintura pura. Como resultado tenemos un cuadro como el Gato influido obviamente por Cecilia Porras pero cuyo unicromatismo es un anuncio feliz de unas investigaciones puramente pictóricas. Aliado de él, Arcadio González, talento juvenil, presenta una interesante composición casi monocroma, asentada toda sobre las armonías del diseño. Unas líneas finas como trazadas con pluma reemplazan allí las tradicionales pinceladas, proclamando en este cuadro impropiamente llamado Pintura la superioridad de la composición y del dibujo. Alejandro Obregón, quien prosigue con un celo digno de mejor causa, la interpretación variada de un mismo tema, desgraciadamente lleno de intenciones, mandó esta vez, bajo el título de Amanecer en los Andes, otro de sus cóndores en el cual encontramos la garra acostumbrada y el carácter acometedor del artista, pero que no es esta vez sino un afiche, un afiche superiormente planeado y ejecutado. Y tan cierto es ello que en la parte inferior del cuadro, incompresiblemente ocupada por un paisaje naturalista, se podría colocar un letrero, por ejemplo "Viajad a Colombia", sin que el cuadro perdiera nada de su cualidad, adquiriendo al contrario la totalidad de su sentido; conociendo el espíritu independiente y desprovisto de prejuicios del pintor nos permitimos con toda la seriedad invitar a la Sección Nacional del Turismo a que compre ese cuadro y luego lo reproduzca en millares de ejemplares, distribuyéndolos por todos los rincones de la tierra. Esta sí que sería una magnífica propaganda para el país, su paisaje, su mística y sus artistas. No nos ocuparemos de varios de los cuadros presentes en la exposición y que, como los de Eduardo Ramírez Villamizar, el de Marco Ospina, los de Luis Fernando Robles, hemos analizado en ocasiones anteriores y nos reservamos para el próximo programa hablar de algunos de los demás. Queremos, sin embargo y desde ahora, expresar nuestra convicción: el XII Salón de Artistas Colombianos que acaba de clausurarse y que se había inaugurado bajo el signo de polémicas, al sonido de los pitos, en medio de bulla y de gritería, y pasará a la memoria como escenario de espectáculos ridículos, contará sin embargo en la historia del arte colombiano como una posición depuradora, como fecha de la cual han arrancado, no lo queremos dudar, el afianzamiento y el equilibrio en la producción actual de Colombia.


El XII Salón de Artistas Colombianos Casimiro Eiger Audiciones Radío Nacional, octubre 15 de 1959,

Clausurado ya el XII Salón de Artistas Colombianos con su secuela de pleitos, de violentas acusaciones, de disputas y de críticas, en su mayoría sin asidero ni justificación, ya es tiempo de enjuiciar la labor de nuestros artistas que allá se hicieron presentes y lo que en el fondo, es el único problema que hubiera debido preocupar -pero preocupó poco- a nuestros corifeos de prensa, improvisados comentaristas de arte y a los polemistas de profesión, para quienes todo pretexto para controversia es bueno. Sobre todo si les da la impresión de realzar su propia personalidad. Ya es tiempo, pues, de pasar al enjuiciamiento de las obras mismas y del esfuerzo logrado o frustrado de sus autores, labor que hemos emprendido en nuestra última audición y que nos prometemos proseguir hoy, para sacar luego algunas conclusiones de esa vista panorámica.

ALBERTO

ARBOLEDA Flor de cicuta Escultura en cerámica Segundo premio, escultura, compartido Fotografiada de fotocopia del catálogo

LUCYTEJADA La semilla de mangle Dibujo en tinta china Primer premio, dibujo, compartido Fotografiada de catálogo

En nuestro anterior examen hemos tratado brevemente ya de los envíos de Marielle Muheim, Carlos Rojas, Judith Márquez, Justo Arosemena, Manual Hernández Gómez, Arcadio González y Alejandro Obregón y hemos explicado que no nos ocuparemos por haberlas analizado en ocasiones precedentesde las obras de Ramírez Villamizar, Marco Ospina y Luis Fernando Robles. Y pasaremos a una breve consideración de los demás trabajos de interés, siguiendo como antes el orden de la colocación. Y, primero, los discutidos cuadros de Guillermo Wiedemann, discutidos, no porque alguien quiera restarle el mérito, sino por habersidodistinguido uno de ellos con el segundo premio de pintura. Mas veamos cuál es el valor de esas obras en sí. Guillermo Wiedemann, uno de los pintores más serios y talentosos de los que trabajan en Colombia, ha tenido una trayectoria lógica y ascendente, la que lo llevó de los paisajes nacionales y las escenas vernáculas, descubiertos ambos por el ojo de un artista sensible, pero aún un tanto exterior al medio, a unas búsquedas siempre más audaces y sobre todo más sintéticas, en las cuales iba reduciendo poco a poco los elementos dispersos de la naturaleza y del conglomerado humano de Colombia, a unas manchas tonales, unas sugerencias de línea, unos contornos breves y significativos, en donde la realidad se volvía casi un símbolo o, por lo menos un indicio puramente plástico de lo que en su origen haya sido un motivo, una impresión, un recuerdo. Así, reduciendo paulatinamente los incentivos reales, llevándolos al campo puro de la creación pictórica, no es extraño que Wiedemann haya desembocado por último en el arte abstracto, ya que este nace muchas veces de una visión natural, depurada y reconstruida luego ya con signos de independencia. Sin embargo, ese camino mismo indica claramente que Wiedemann no era naturalmente y como por impulso primario un pintor abstracto, de tal modo que la ruptura con el mundo natural, aunque estilizado y llevado a elocuente expresión, tuvo que llevarse a cabo, en su caso, con cierta violencia, por unos esfuerzos concientes de la voluntad. No, desde luego, como en el caso de algunos otros artistas nacionales que han llegado al abstraccionismo por saltos, por mera especulación del espíritu, pero tampoco con la espontaneidad de algunos pintores de la generación siguiente que desde un principio ven en la obra por crear un juego de tonos y de figuras, de equilibrios y de armonías. De ese itinerario le quedó a Wiedemann cierta dificultad de expresarse en el lenguaje abstracto, y sobre todo, una tendencia a la solución un tanto in-

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trascendente, es decir decorativa. Pues la concepción abstracta conlleva el peligro de la falsa facilidad: ofreciendo aparentemente todas las libertades, parece eximir al autor del esfuerzo serio, del deber de asegurar al cuadro su contenido. Yeso es lo que le sucedió parcialmente a Wiedemann en los comienzos de su época no-figurativa, como era fácil de comprobar en sus cuadros enviados a la exposición bienal de Sao Paulo. Bajo el brillo exterior, bajo un virtuosismo tan hueco como deslumbrante, se ocultaba en realidad aquí algo grave: la discrepancia entre un pintor y el estilo por él escogido. Hoy, este peligro ya esta pasando. Los dos cuadros expuestos en el XII Salón ya son prueba de la compenetración del artista con su nueva expresión, ya manifiestan menos su desconcierto ante unas formas que parecen dispensarlo de la responsabilidad y de un esfuerzo de construcción serio, ocultada la falla bajo el disfraz de radiantes colores. Los dos lienzos presentados en el evento son ya cuadros pensados, exentos de no pocas de las facilidades anteriores (así los zigzag graciosos de los cuadros de Sao Paulo) construidos alrededor de un eje central (sobre todo en la Pintura en rojo) y fuertemente asentados en su centro. Y el virtuosismo de Wiedemann, ese regocijarse gratuito COIl los colores, sus oposiciones, su cromatismo, está reemplazado por una auténtica alegría tonal, la que no se logra sino como fruto de una íntima relación entre el pintor y el idioma por él empleado, de una armonía interior que ya no se detiene en superficialidades. Pero hay algo más que impresiona en ese cuadro de Wiedemann; ese trabajo ya maduro, resultado de indudable disciplina, es al mismo tiempo un cuadro increíblemente joven, seguramente el más joven de la exposición. Con lo cual se comprueba una vez más que no hay que identificar la pintura joven con la obra de los artistas juveniles que con frecuencia pueden aparecer viejos e inclusive cansados antes de tiempo. Guillermo Wiedemann demostró, con su cuadro, una increíble facultad de renovación y además por su júbilo creador-júbilo disciplinadoestaba dando un ejemplo a sus colegas de menor edad: ya por ese aspecto su Pintura en rojo merecía el premio que ha recibido, siendo, además, una pintura de indudables méritos, lúcida y meditada. Lo mismo, pero en menor grado, podría decirse de su segundo cuadro Composición en verde que contiene desde luego, aún algunas formas intrascendentes y ostenta cierto desorden en la composición. Aliado de ambos, palidece completamente la composición grande de Armando Villegas, en la cual, se advierte todo el artificio del cual hemos hablado al analizar la exposición individual de este pintor, realizada en días pasados. Va mucho trecho de las pinturas fabricadas laboriosamente a fuerza de diligente delicadeza, a la creación temperamental, aunque moderada por la inteligencia de un pintor de nacimiento. En cambio, quien nos parece estar en un neto progreso es el pintor tolimense Jorge El ías Triana. Ese artista después de muchos vaivenes inútiles por el campo de la pintura social, la pintura "americana" y el constructivismo a la Torres García, volvió por fin a lo que ha sido siempre su verdadero campo de actividad: la pintura pura, no demasiado estilizada, armoniosa y sin literatura. Su Bodegón (fuera de catálogo) representa una rectificación de la incierta línea anterior y la reanudación, con sus formas un tanto post-cubistas y su composición neo-barroca, de la bella serie de pinturas, con temas de "naturalezas muertas" que había realizado el pintor en épocas anteriores. Estamos persuadidos de que volviendo el artista a ese punto de partida, llegará un día a la perfección que en vano había perseguido por los campos vecinos e ilusorios. En el mismo rincón de la sala, el joven artista Miguel Angel T. expuso unas Máscaras que se destacaban por su bello colorido, desgraciadamente desvirtuado en parte por la espectacularidad y aún la truculencia inútil de sus formas.

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El Arlequín, trabajo en nitrocelulosa de Jorge Valencia, presentaba una interesante estilización, obviamente bajo el patrocinio espiritual de Enrique Grau. Este último que expone una Composición inédita dentro de su última manera, demuestra cómo en todos sus cuadros, al lado de una violencia quizá improcedente de formas y de colores hay una fuerza real que distingue toda la producción de este pintor que parece debatirse entre su deseo de renovación, un ímpetu destructor y las tendencias concientes de su espíritu empeñado en la reconstrucción de su mundo plástico. David Manzur aparece esta vez menos amanerado, aunque siempre fino en exceso. Pero sus Peces a la luz, a pesar del recurso fácil de la visión espectral y un alargamiento demasiado diciente de la figura, constituye un cuadro bien estructurado y de muy agradable aspecto colorístico. Finalmente, Carlos Granada, artista en la primera fase de su desarrollo, ofrece una interesante composición en el estilo "infantil", que a través de la influencia de su maestro Fernando Botero alcanza la corriente mundial del arte deformado según la visión de la niñez y que en París representó tan perfectamente, en el período entre las dos guerras, el malogrado pintor polonés Makowski. Los muñecos con sus cuerpos acortados y sus muecas caricaturescas constituyen, sin embargo, un mundo en sí que nos convence de su existencia monstruosa, oculta bajo una mecánica alegría. En este cuadro el novato pintor demostró un tacto poco frecuente, dándole al lienzo un color casi uniforme y encerrando sus figuras en un trazado fuertemente marcado (el trabajo parece una xilografía trasladada al óleo) alejó el peligro del naturalismo y evitó una elocuencia excesiva que en este caso hubiera resultado inaguantable. La beca que se ganó con este cuadro nos parece más que merecida. En la sección de dibujo ha habido varios envíos interesantes, pero todos han sido opacados por el extraordinario carbón de Fernando Botero, una obra de excepcional relieve y que se merecía no solo todos los premios sino un sitio prominente en cualquier museo del mundo. Todo se ha dicho acerca de esta composición, en donde la delicadeza de ciertos rasgos (la flor irónica en la mano gruesa de mujer y varios otros) viene a contrastar con la soberana seguridad de las masas, indicadas por medio de crayón blando, sensual, amoroso, con sus sombras y sus graduaciones y el contorno al mismo tiempo decidido y sensible que delimita todo lo anterior. Una obra maestra que deja bien atrás el óleo presentado por el mismo pintor, en el cual se repiten, sin absoluta necesidad, ciertos efectos y ciertas soluciones utilizadas ya en cuadros anteriores. Aliado del extraordinario dibujo de Fernando Botero se esfuman casi todos los demás, no por falta de mérito propio, sino por la imposible comparación. No obstante, los dos dibujos en tinta china de Lucy Tejada tienen indudable mérito (sobre todo el premiado) ya que por su índole analítica representan una feliz reacción contra cierto sentimentalismo ostensible en la última producción de la pintora, destacándose por su densidad formal, la que no excluye la sutileza del trazado ni la pureza estilizada del rasgo. Y los dibujos de Julio Castillo se distinguen por su discreta poesía. y así hemos llegado al final de nuestro análisis de las obras más llamativas expuestas dentro del marco del XII Salón. El que en conjunto arroja un balance muy positivo y que, a pesar de la incomprensión de muchos, constituyó una posición alentadora dentro del movimiento pictórico nacional. En cuanto al problema de la escultura, que se salió de los límites del salón y constituye un problema permanente de las artes plásticas en Colombia, lo trataremos en otra oportunidad.


XIII Salón de Artistas Colombianos

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IGNACIO GOMEZ JARAM ILLO Dibujo Primer premio. dibujo Colección Cecilia Sal azar de Owen

Fecha: mayo 31 a junio 18, 1961. Sede: Pabellón A 4, Feria Exposición Internacional, Bogotá. Organizador: División de Divulgación Cultural, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 50. Obras: 72. Jurado de admisión: Hernán Vieco, Francisco Gil Tovar y Enrique Grau Araújo. Jurado calificador: Luis Vidales, Pedro Restrepo Peláez y Edgardo Salazar Santacoloma. Premios: Pintura: 12 $6.000, Manuel Hernández, Flores en blanco y rojo. 22 Luciano Jaramillo, Desnudo N91. Menciones: David Manzur, Composición para una flor, Alejandro Obregón, La resaca; Gerardo Aragón, Victoria. Escultura: 12 $6.000, Desierto. 22 Desierto. Menciones: 12 Desierto. 22 Desierto. 32 Alicia Tafur, A contra viento. Dibujo: 12 $1.800, Ignacio Gómez Jaramillo, 3 Dibujos. Mención: Samuel Montealegre, Cuarteto; Julio Castillo, Músico y modelo. Grabado: 12 Pedro Luis Hanné Gallo, Niña pintora. 22 Menciones: Rodolfo Velásquez, He aquí a tu hijo; Aníbal Gil, Blanco y negro.

Ochenta mil personas visiteron esta exposición en un pabellón de la Feria Internacional de Bogotá, pero elfatídico número 13 impuso su ley, que permitió a Marta Traba decir taxativamente: "No hay salón. "Aun los críticos más benignos se mostraron desconcertados ante la incomodidad e improvisación de la instalación y ante las dificultades de un público desorientado para apreciar unas obras que se le ofrecían sin más información. Elpropósito de Carlos Medellín, responsable de la organización del salón como director de Divulgación Cultural, fue, según su propia declaración, llegar al pueblo, pero no se crearon formas idóneas para cumplir con ese cometido, aparte de que en la reglamentación se incluyeron requisitos académicos y curriculares que desestimularon la participación de los artistas. El fallo de premiación se pronunció durante un programa especial de televisión, y una selección de obras itineró a la inauguración del Museo de Arte Moderno de Ibagué y al Primer Festival de Arte de Cali. Francisco Gil Tovar habló de "una desconsoladora falta de contenido personal, que lleva a cultivar con cierta premura las formas más en boga", y Walter Engel pidió "una exhibición que sea más salón y menos feria. " Aunque la obra dominante fue La resaca, tela de gran formato de Alejandro Obregón (para Marta Traba "uno de los cuadros más débiles que ha producido el notable pintor colombiano" y que mereció el dudoso honor de una segunda mención), el primer premio se dio a Flores en blanco y rojo, una composición con figura de Manuel Hernández, quien aun no había llegado a su encuentro definitivo con la abstracción, en la cuet alcanzaría obras maestras. Del cuadro ganador dijo Jorge Moreno Clavijo: "Por cierto pésimamente colgado, casi detrás de Obregón, pasa casi inadvertido, no pudiendo ser apreciada su nueva manera expresiva en la que juega el color papel principal. " El segundo premio fue para Luciano Jaramillo con Desnudo Nº 1. Sus cuadros --escribió Marta Traba- son los más fuertes y extraños del salón, acometen con salvajismo, épicamente, el problema de la no-figuración. Pero se resisten a abandonar la figura {...} Una fauna-flora-humanidad dura, manchada de rojo y amarillo, pugnando por ser y decir y acometer actos violentos en el cuadro. "

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Vida cultural El Salón de Artistas Colombianos Jorge Moreno Clavija El Tiempo, junio 4 de 1961.

dos los jóvenes. Esta tela resume las experiencias del artista en el tratamiento de los temas marinos y en especial las sacadas de la serie Mojarras que exhiibiera hace dos años. El enorme lienzo preside, con severa autoridad, la exposición integrada por sesenta cuadros y doce esculturas.

El salón que actualmente pueden admirar los bogotanos en la Feria Internacional, suscita diversos comentarios entre los asistentes, la mayoría profanos en esta materia, precisamente en esta circunstancia: la colección de obras firmadas por pintores colombianos como punto de unión del pueblo con la obra pictórica y escultórica, la más importante. Muchas gentes, en forma circunstancial, entran en contacto con los óleos, las acuarelas y los bloques de madera y piedra. ¿Hasta cuándo puede durar el impacto que las pinturas y las tallas producen en el empleado, el obrero y el campesino que en busca de empresas entran a la cabina ocupada por los artistas? Es algo que no puede decirse: pero es en todo caso benéfico, así dure unos minutos apenas, pues forzosamente deberán meditar en lo que tienen delante de los ojos.

Jorge Valencia es un pintor que apenas hace su inicial aparición. Obregoniano en línea directa, tiene, sin embargo, un estilo pleno de sugerencias, que le permite dar rienda suelta a su rica imaginación merced al aerógrafo, las medias tintas y espléndidos toques de óleo aplicado con espátula. Colorido vibrante pero armonioso, dentro del cual hace jugar la historia fantástica de Nabucodonosor, en rojos, verdes y azules. Esto arranca del cuadro El festín de Baltasar, de Fernando Botero. Inspirado en esta tela, Valencia toma la figura de Nabucodonosor, aparente como pocas para explotarla pictórica y literariamente. Valencia lo presenta loco, en traje de monarca y en muchas otras formas abordadas con habilidad. Próximamente la revista "Lampara", en su tapa, publicará Una bicicleta para Nabucodonosor, composición de notable colorido.

Los visitantes, lo primero que hallan a la entrada en el mostrador donde se venden, a precio de feria, los paquetes que contienen la serie de los libros firmados por los narradores contemporáneos y han sido rápidamente adquiridos por quienes no habían tenido antes la oportunidad de leer, en ediciones populares, a los escultores de las recientes promociones literarias. Pero el recinto es demasiado estrecho para acoger dos manifestaciones culturales: libros y cuadros. Los últimos resultan demasiado amontonados, sin la necesaria distancia para su cabal apreciación. Quedan pegados de las narices del espectador y de tal forma no pueden valorarse. Las gentes conservan el recuerdo de una o dos telas apenas, cosa fatal en una muestra colectiva.

Ignacio Gómez Jaramillo se presenta con tres dibujos a tinta, de línea delgada. Lucy Tejada con dos cuadros de sutiles transparencias y gran serenidad: Viudasy Ventana. Hemando Tejada con un cuadro, Hamacas, luminoso y bien construido. Julio Castillo, magnífico dibujante, se perfila con Angeles en la noche, pues el otro óleo tiene bastante marcada la influencia de Grau. Luis Chaux con un bodegón, a bastante distancia de sus obras anteriores, pero en el cual prueba sus dotes de colorista. Leandro Velasco, con el Pez en blancos y amarillos, entrega su tarjeta de buen pintor nacional. Lo mismo puede decirse de Anibal Gil con Presencia y María Teresa Negreiros con Espacio para un pez. Manuel Hernández con Flores en blanco, por cierto pésimamente colgado, casi detrás de Obregón, pasa casi inadvertido, no pudiendo ser apreciada su nueva manera expresiva, en la que juega el color, papel principal, llegando el dibujo en segundo término, casi esfumado. Neva Lallemand, que hacía mucho andaba retirada de estos asuntos, reaparece con su lienzo Niña frente al mar, en el cual unos toques de pintura dorada contribuyen a que el seblante marinero de la adolescente cobre dinamismo.

y además en su mayoría abstracta, sumar a las risas que en el grueso público este género produce, debemos también los comentarios, muchos de los cuales en el fondo no carecen de fundamento. La pintura más fácil de trabajar y la más difícil de entender, dicen los que en vano buscan un significado en las manchas, las pinceladas o las superposiciones de los no figurativos y los informalistas. Pero ya creo que los más significativo de este evento, es la oportunidad dada a muchos nombres nuevos. Por primera vez algunas muchachas pueden codearse, en significativa ocasión, con nombres ya consagrados y disfrutar de la admiración de millares de ojos. Cabe anotar también la ausencia de pintores importantes, algunos de los cuales ya fueron premiados en anteriores salones, como Carlos Correa, Pedro Nel Gómez, Dolcey Vergara, Alipio Jaramillo, Luis Alberto Acuña, Jorge Ruiz Linares, Enrique Grau, Fernando Botero, Ramírez Villamizar, Rojas Herazo y otros. Creo que la participación de estos y otros artistas, en el próximo salón nacional, depende en gran parte de la forma como los premios sean dados ahora. Sin caer en ellugareñismo, pero sin olvidar las raíces, es como debe construirse la obra plástica, la obra salida de manos colombianas, que aspira a ser universal. Este anhelo va tomando forma y es ya casi una realidad, con la excelente obra de Alejandro Obregón, sin duda alguna el primer nombre en la pintura colombiana actual, y quien ocupa en América, dentro de los de su edad, puesto de primerísima fila, como la prueban las críticas elogiosas que en las publicaciones del exterior a diario nos llegan. Alejandro presenta un cuadro de grandes dimensiones: un mural al óleo titulado Resaca, en el cual están presentes todas las cualidades que han hecho célebre a este pintory las que han sido minuciosamente imitadas por to-

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Enrique Mancada, ahora manejando los tonos oscuros, nos da una procesión de Viernes Santo, composición que juega con los penitentes en primer plano y al fondo, los trazos claros, azulosos, prestan un aire de misterioso recogimiento. Carlos Córdoba en Ofrendas, nos da un seguro avance del dominio adquirido sobre la figura y su movimiento. Jorge Riveros, de cauteloso que era en el manejo de la brocha, en el tratamiento de algunos temas, pasa ahora a la pincelada fuerte, haciendo un brusco cambio de la claridad a la paleta recargada de violeta y negros, logrando un sólido bodegón. Luis Angel Rengifo, estraordinario garabador, muestra El arroy Burun bun dun. Además un óleo. Arcadio González dentrodesu novedoso giro, un motivo acertdamente denominado Truquismo. La brevedad del espacio impide ocuparnos en detalle de todos los expositores. En escultura, renglón sumamente flojo, con escasa representación, mencionaremos a Jaime Gutiérrez con Madre criolla, Julio Fajardo con Mujer en la hamaca, Tiberio Vanegas con Ronda de alas, Julio Abril con Mujer del agro y Alicia Tafur con A contra viento. Finalmente, quiero anotar que hubiera sido muy bueno anotar, al inaugurar el salón, tener listos los letreros para que el público pudiera enterarse de cuáles habían sido los cuadros premiados, dato que hasta el momento de ecribir esta nota no ha trascendido y no sabemos los motivos por los cuales permanece en la sombra.


Crítica de arte No hay salón Marta Traba La Nueva Prensa, junio 7 de 1961.

Colección

MANUEL HERNANDEZ Flores en blanco y rojo Oleo Primer premio, pintura Ministerio de Educación Nacional

ALICIA TAFUR A contra viento Escultura Mención Colección del artista Fotografiada de catálogo

GERARDO ARAGON Victoria Tercera mención, pintura Colección del artista

El Salón Nacional ha sido siempre, cualquiera que sea la calidad de las obras expuestas, un episodio de cierta importancia dentro del arte de Colombia. Se lo espera como un resumen de la actividad o la inercia de los artistas; y aunque muchas veces, como los informes meteorológicos, carezcan por completo de interés, siempre resulta verídico. A los salones no se les exige una calidad uniforme. Esto sería imposible, dada la cantidad de obras y de autores expuestos. Tampoco se espera encontrar obras extraordinarias, ya que por lo general los mejores artistas tienen un mal gusto reincidente para escoger sus envíos a los salones. El interés radica en comprobar la predominancia de ciertas corrientes sobre otras, en verificar la orientación de la gente joven, en descubrir vicios genéricos y buscar, casi siempre sin éxito, virtudes comunes. Pero ninguna de estas comprobaciones didácticas sobre el arte colombiano ha podido hacerse esta año, porque no hubo salón. No puede dársele este nombre, en efecto, a la tolda de campaña levantada en la Feria Exposición Internacional donde se exhiben una cantidad de obras bajo el título de: "XIII Salón de Artistas Colombianos". La descripción de este sitio corresponde al género de la tragicomedia. Una inmensa cantidad de gente que se empuja y pisotea sin piedad es lo primero que llama la atención. Pero esta multitud no se apiña por entrar, sino por subir a un trencito que parte para hacer sus cien metros de recorrido exactamente enfrente a la entrada del Salón. Pasando trabajosamente por entre la multitud que pugna por trepar al artefacto, se entra a un sitio de vidrio, lleno de lámparas, mamparas de tela metálica, entrantes y salientes por todas partes, una escalera y una torre en el medio, y colocados de manera realmente milagrosa, colgados donde se logre, con veinte centímetros de perspectiva para verlos, debajo de la escalera, detrás de la torre, por donde buenamente se pueda, los cuadros y esculturas del XIII Salón. Es verdad que éste es el primer salón donde gente de todas las edades desfila incesantemente ante los cuadros, mascando chicles, comiendo paletas, llevando trabajosamente distintas muestras de leche condensada, regañando a los niños que se pierden, se encaraman en las esculturas, juegan al escondite bajo la escalera, desaparecen y aparecen en el único stand de la feria que les parece realmente divertido. Miles de personas desfilan por el salón. Nadie mira los cuadros, por supuesto. Los que llegan a detenerse ante cualquier cosa, mueven la cabeza un segundo con aire estupefacto o estallan en francas carcajadas. "El arte para el pueblo" es un fracaso y representa, como todas las actitudes demagógicas, una profunda falta de respeto al pueblo. El pueblo latinoamericano, que tiene bastante hambre, que escasamente lee y escribe y que defiende su ignorancia con una instintiva malicia, se ríe para convertir a los autores de esas cosas inexplicables y absurdas en el clásico burlador burlado. Los pintores han hecho un triste papel aceptando participar en esta feria y convirtiéndose en las atracciones risibles de un quiosco de tiro al blanco. Los pintores debieron exigir que el salón se realizara, como todos los años, en la excelente sala del Museo Nacional, cuya dignidad se echa ahora vivamente de menos. 101


Desde mediados del año pasado, época en que comienza el arte dirigido con el envío oficial de mediocres artistas a México, la situación del arte en Colombia va de mal en peor; después de los misteriosos manejos de la participación lamentable de Colombia en Sao Paulo, que pese a los reiterados anuncios jamás se mostró al público, esta vergonzosa caída del Salón Nacional manosea y pervierte una de las formas de la cultura colombiana que se estaban organizando con mayor cohesión y vitalidad. No hay salón, evidentemente. Pero con increible esfuerzo pueden verse las obras colgadas por los rincones. ¿Qué valor tienen esta obras? Pocos valores, grandes decepciones. Así podría llamarse la crónica que seguirá en el próximo número de La Nueva Prensa.

El Salón XIII de Pintura Con una serie de obstáculos DAVID MANZUR

Walter Engel

Composición para una flor Mención honorífica Fotografiada de catálogo

El Espectador, junio 11 de 1961.

Obstáculos La reseña del XIII Salón de Artistas Colombianos tropieza con algunos obstáculos y por ello no puede ser completa. Varios días después de la inauguración, todavía no se han publicado los nombres de los artistas premiados. A las diez de la mañana, hora oficial de la apertura, uno encuentra la feria abierta, pero el salón cerrado. Luego, el visitante no dispone de ningún catálogo, ni siquiera de una simple hoja impresa o mimeografiada con la nómina de artistas y obras. El recurso de etiquetas pegadas con frecuencia sobre los mismos cuadros, suple apenas en parte esta deficiencia que dificulta la orientación del visitante local, y más aún la del forastero deseoso de informarse sobre el arte contemporáneo en Colombia. En cuanto a presentación, me parece preferible una exhibición que sea más salón y menos feria. Alejandro Obregón El enorme óleo La Resaca, de Alejandro Obregón, domina el certamen. Su colocación, dentro del espacio disponible, es por lo demás acertada, porque permite la contemplación desde la escalera que lleva al mezzanine. Es una obra muy obregoniana, y, sin embargo, bastante sorprendente. Prescinde de contrastes dramáticos, de efectos de claroscuro. Está realizada en tonos claros y medianos, con predominio de solo dos colores: amarillo y gris. Casi escondidas aparecen zonas lilas, rosadas y verdes que prestan a la superficie su vida fosforescente. En la construcción general, en el concepto y en la paleta, sorprenden, pues, la claridad,la visión comparativamente apacible, la ausencia de dramatismo y de explosiones temperamentales. Observamos también cierto regreso a la forma, y más acentuadas reminiscencias figurales. En esta obra prevalece la forma del pez y de partes del pez -aletas y otras- en infin idad de variantes. Toda la gran forma central, extendida horizontalmente, parece un pez. Y dentro de ella, y fuera de ella, más y más elementos y fragmentos pisciformes. Además, el repetido motivo de la media luna. He aquí la segunda sorpresa: el volver a la forma, a la construcción reflexionada y consciente, después de su disolución total en la época inmediatamente anterior del artista. Contemplando la última evolución de Obregón, según el cuadro enviado al XIII Salón, nos hallamos ante sorpresas, y a pesar de

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LUCIANO JARAMILLO DesnudoN· 1 Segundo premio. pintura Fotografiada de catálogo

Pedro Restrepo Peláez Jurado calificador XIII Salón


ellas podemos discernir una grande y consecuente línea de conducta: la exploración del universo, el trascendental y nunca disimulado mensaje cósmico, este magno ciclo que comenzó con la serie de los Cóndores, siguió luego con el Nacimiento de los Andes y los Volcanes, y continúa ahora con las obras inspiradas en el mar. Luciano Jaramillo Poco después de su exposición individual en "El Callejón", también Luciano Jaramillo nos brinda, con sus dos óleos mandados al salón, una sorpresa grande y grata. Por una parte, el artista ha renunciado a la fórmula de efecto seguro, la fórmula de los núcleos o centros de gravedad de los cuales se expande la fuerza hacia el resto del cuadro. Y renuncia también -paso realmente notable-a lo abstracto absoluto. Ambos lienzos se llaman Desnudos. En ambos aparece la figura, y casi desaparece nuevamente por llevarse hasta la abstracción casi total. Pero este "casi" es de importancia, como señal de una orientación plástica, y como muestra de honestidad. Un artista rebosante de temperamento que acaba de demostrar hace algunas semanas que puede maniobrar con todos los recursos pirotécnicos de manchas, colores y efectos "abstractos", y eso en términos de buena pintura, decide reconocer su inspiración en la figura, precisamente en esta prueba de fuego que es el salón. En el Desnudo número 2 emerge la fantasmagórica "figura", en brillantes amarillos, blancos y verdes, de un fondo de grises, pardos y ocres. El lado discutible del cuadro es su parte inferior que se ahoga en pardos opacos y pesados. La posible explicación: que de un mar de tinieblas y oscuridad emerge la figura radiante y luminosa, desviaría la creación plástica hacia lo anecdótico alegórico de manera que es preferible descartarla. Convincente sin reservas encuentro el Desnudo número 1, obra surrealistaexpresionistaabstraccionista que aprovecha de lleno los hallazgos anteriores del pintor, por ejemplo, el empleo de la línea como factor a la vez independiente y determinante de la composición, y el rojo fulgurante y triunfal que domina, junto con blanco y amarillo, este lienzo cuya validez se sostiene plenamente aliado de Obregón. David Manzur Tampoco David Manzur les tiene miedo a los recuerdos figurativos. Así lo prueba su Composición para una flor, realizada con predominio de los verdes, y más todavía, el Bodegón a la luz cuya rica gama de azules se destaca de grises y negros. Algunos efectos que prestan a las superficies una vida y brillantez destellantes y que parecen ser frutos del empleo espeso y particular de la materia, se revelan, vistos de cerca, como salpicadas de distintos colores, sin abuso de ninguna clase en el espesor y la textura del empaste. Hay en el Bodegón a la luz un detalle muy revelador. La figura central de este lienzo hace pensar en un gran reflector. Y el reflector despierta el recuerdo de las primeras pinturas de Manzur, cuando la imagen se desarrollaba como en un escenario teatral, "iluminado por candilejas y reflectores". Traigo a cuento este recuerdo precisamente por el contraste, por la total diferencia conceptual entre reflectores y reflectores. Antes, fue la luz teatral que abría las profundidades del escenario y la sugerencia de la tercera dimensión, de la perspectiva óptima. Hoy, aparece el reflector mismo, no como fuente sino como símbolo de luz, y la parte más oscura del cuadro es el foco central del reflector. Este adquiere la categoría de un místico personaje, resuelto como tal, pero en términos de alta pintura. Alvaro Herran El único pintor "informal" del certamen es Alvaro Herrán. Más importante que su cualidad de único es su calidad de serio y responsable. Sus dos "Pinturas" se componen de pintura al óleo mezclada con otras materias, pero en forma tan afortunada que de la mezcla no resulta un muestrario de diferentes materiales ni la caricatura de un juguete, sino una obra de arte. Los ingredientes están amalgamados de tal manera que se funden a un conjun-

to homogéneo, de muy distintas texturas y formas en las superficies, pero de una calidad mate casi pareja. La configuración del cuadro resulta de la estructuración diferenciada de diversos sectores de la superficie, y de sus tonos diferentes. Pero todo está desarrollado dentro de una gama oscura, opaca, terrosa, sin efectos de luz o de color propiamente dicho. Los cuadros de Alvaro Herrán nos dejan la sensación de que el pintor tiene algo que decir y se está abriendo paso para decirlo. Alberto Gutierrez Se afirma nuevamente como vigoroso expresionista abstracto, tal como le vimos hace poco en su exposición individual de la Biblioteca Luis Angel Arango. Arcadio Gonzalez Un nuevo encuentro con la dicción un poco de Dubuffet, pero francamente pictórica, limitada a una gama media de grises, nos confirma la impresión anterior de que Arcadio González está en un camino con buenas posibilidades de desenvolvimiento, un camino que resuelve la interpretación de la figura humana en forma no solo tolerable, sino lograda, y es a la vez prueba de una severa y bien encauzada autodisciplina. Armando Villegas No encuentro los dos óleos de Villegas a la altura de los cuadros exhibidos recientemente en "El Callejón". Texturas y colores no cristalizan allí a formas dinámicas y a grandes armonías como en muchas de las pinturas de la muestra individual. Pintores abstractos Meritorias pinturas abstractas presentan Justo Arosemena, Nirma Zárate, Graciela Salgado, María Teresa Negreiros y Miguel Cárdenas Rodríguez. Lucy Tejada A mi modo de ver, Lucy Tejada se excede actualmente en autodisciplina. En los óleos La ventana y viudas, la austeridad voluntaria llega a un grado que hace aparecer los cuadros como si fueran apenas proyectos para pinturas. Samuel Montealegre El aguatinta Cuarteto es todavía un poco recordatorio de Cuevas, pero constituye una hoja interesante y bien realizada. Leandro Velasco Leandro Velasco, pintor nuevo en Bogotá, presenta dos óleos de igual paleta de amarillos y blancos sobre fondo oscuro. Sin duda, el Pez es mejor logrado, ya que en Torso molesta un surrealismo tal vez sincero, pero que suena en falso. Sin precipitar pronósticos, solo podemos decir que aparentemente se trata de un pintor dotado. Margarita Lozano Esta vez, Margarita Lozano exhibe nuevamente un cuadro agradable. Para ser breve: Azul y verde parece una pintura concebida en términos de Bonnard y realizada en colores de Dufy. Dibujos y grabados Ignacio Gómez Jaramillo sobresale con sus dibujos figurales, trazados en líneas nítidas, seguras y precisas. Como sólido grabador debe mencionarse Luis Angel Rengifo. Escultura Pueden citarse dos esculturas que persiguen y logran la sugerencia de ritmo y movimiento: Ronda de alas, de Tiberio Vanegas, en granito sintético, y A contra viento de Alicia Tafur en metal. Conclusión El XIII Salón de Artistas Colombianos es un salón de pintura, y esencialmente de pintura joven. Como tal forma un testimonio de indudable interés. Nos demuestra que la pintura actual en Colom103


bia actual de verdad, es independiente, audaz y consciente de su misión. Sin ser temerarios a todo precio, estos pintores son valientes. Y lo que más valor requiere hoy en día por parte de un artista joven es no ser completamente abstracto. Este valor se encuentra en varios de los participantes descollantes del XIII Salón. Tal es el caso de Obregón, reconocido gran maestro de la pintura colombiana de hoy, que no se pliega al canto de ninguna sirena y sigue siendo él mismo, romántico, libre, lleno de fantasía creadora, siempre dispuesto a hacernos partícipes de su maravilloso cosmos. Tal es el caso de David Manzur y Luciano Jaramillo, ambos ya muy lejos de todo concepto realista, pero lejos también de hacerse vedar la libertad de no someterse al absolutismo abstracto, la libertad a tantas evocaciones figurativas como su obra requiera. Arcadio González y Samuel Montealegre permanecen más resueltamente dentro de lo figural, con muy buenos resultados. Por otra parte, también los abstractos puros proceden con plena responsabilidad, como lo prueban los cuadros de Alvaro Herrán, Alberto Gutiérrez, Armando Villegas, Justo Arosemena y Nirma Zárate. En resumen, un salón que vale la pena visitar y recordar.

Vida de las artes Sobre el XliII Salón de Artistas Colombianos Francisco Gil Tovar

PEDR6HANNE GALLO Niña pintora Grabado Primer premio, grabado Colección Hernando Camargo Fotografiada de catálogo

El Colombiano Literario, El Colombiano junio 11 de 1961.

Un nuevo salón anual de artistas colombianos se abre al público aprovechando este año la circunstancia de la Exposición Internacional de Artes e Industrias y en el propio recinto de ésta, lo cual puede considerarse un acierto, en principio, no exento de serios inconvenientes al mismo tiempo. De hecho, la presencia de los cuadros y esculturas del salón es casi lo único que justifica en parte el añadido de "Artes" con que se vistió este año la Feria Internacional. Por otra parte, la intención del organismo ministerial organizador parece ser la de aprovechar la riada de gentes que visitan la feria para que entren en contacto con el pulso artístico del país. Ello es acertado, sin duda; pero como todo tiene su hay y su envés, resulta que el público no va a una feria de esta clase con espíritu propicio a detenerse ante unos cuadros, que hablan otro idioma en medio del bullicio de trenecitos eléctricos, de altavoces que lanzan música popular y de orquestinas que entretienen de vez en vez el cansancio del visitante. Entra ese público en el pequeño pabellón donde se exhibe la obra de los pintores y escultores colombianos como pudiera entrar a otro donde le mostrasen las producciones más ajenas a lo artístico, y por ello entra y sale al margen del "clímax" necesario para enfrentarse con cualquier obra del espíritu. Ello alcanza a impregnar también al habitual visitante de exposiciones artísticas que preferiría seguramente un lugar tranquilo y silencioso y un local donde los cuadros pudieran verse con la debida perspectiva. No obstante, la idea inicial es aceptable salvando lo apuntado y, por supuesto, ha hecho trabajar más de la cuenta a la jefe de la Sección de Artes de Extensión Cultural, desplegando una muestra artística en un lugar contrario a lo adecuado.

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ANIBALGIL Blanco y negro Grabado Mención. grabado


Setenta y tres obras De unas doscientas obras presentadas por pintores y escultores considerados profesionales, se exhiben setenta y tres -más de las que holgadamente caben en el local- aceptadas por el jurado de admisión: sesenta y dos pinturas, grabados y dibujos, y once esculturas, que corresponden a medio centenar de autores. De la mayoría de ellos hemos hablado es estas columnas en fechas recientes, cosa que nos releva de insistir en nuevo comentario sobre una obra que, en general, persiste en la línea ya señalada aquí. Nos referimos sobre todo a nombres como los de Alejandro Obregón, Julio Castillo, Luis A. Rengifo, Vi llegas, Chaux, Manzur, Hernando Tejada, Arosemena, Cárdenas, Herrán, Margarita Lozano, Lopez Correa, Marco Ospina, Alberto Gutiérrez y algún otro.

Julio Castillo Mención, dibujo

Preferimos por ahora apuntar la aparición de algunos nuevos o el cambio de ruta de algunos ya conocidos, a más de anotar algunas observaciones al margen de nombres concretos y en relación con el momento de nuestra pintura llamada joven. Algo sobre nuevos y menos nuevos Nombres nuevos que pueden apuntarse con interés, ya por su calidad intrínseca, ya por sus dotes apuntadas hacia un desarrollo futuro no previsible pero del que puede esperarse algo son los de Leandro Velasco; María Teresa Negreiros, apoyada en un fundamental buen gusto; Héctor Hernández, Gerardo Aragón; René P. Cortés; Jorge Valencia. De todos ellos, representados por una o dos obras, no conocemos sino su parva aportación a esta muestra y, como les suponemos jóvenes aún cuando algunos aparecen con labor decantada, no parece muy justo arriesgar juicios concretos que rebasen el interés con que, sencillamente, se acerca uno a las pinturas con que ahora se manifiestan. Esperamos a conocer más ampliamente la obra de cada cual. Entre los ya conocidos, vemos en las obras de Lucy Tejada, Luciano Jaramillo y Aníbal Gil una reafirmación de los valores positivos de cada uno, que en anteriores ocasiones habíamos apuntado. Lucy Tejada es cada vez mas limpia, depurada, sencilla y de contenido más auténtico. Quizás sea la pintora que usa de menos alharacas entre nosotros, tan dados a ellas. Su obra tranquila está revestida de una impresionante seriedad y su ruta, siempre la misma dentro de la pintura figurativa, es como el producto de una rica sensibilidad de tono menor que anda segura en pos de una meta, la de la expresión severa de una personalidad ya hecha.

JULIO CASTILLO Músico y modelo Dibujo Mención, dibujo Fotografiada de catálogo

Luciano Jaramillo y Aníbal Gil Villa cada cual en su terreno, y en lucha contra dificultades que se adivinan ejercitando presión sobre personalidades en formación, los vemos encontrando poco a poco, en trabajo constante y serio, formas más propias en lo expresionista, abstracto y figurativo respectivamente. Otros, desde la última vez que expusieron, han cambiado muy notoriamente de posición: Así, Astrid Alvarez, situada ahora bajo la paternal protección de Chagall; Riveros, que cambia las sensuales suavidades de un impresionismo de saleta por un drama literario entreverado de textura a lo Vil legas. Dibujo, grabado, escultura El grabado y el dibujo están, en cuanto a número, tan pobremente representados en la exposición, que de hecho no puede hablarse de concurso ni de competición alguna en tales grupos. En la sección de escultura están presentes Julio Abril, Alicia Tafur, Julio Fajardo, Jesús Niño Botía, Jesús Niño Peña y Tiberio Vanegas. Todos -excepción hecha de Alicia Tafur, ya más escultórica que ceramistaen la línea que les define desde antes. Para nosotros aparece como nuevo el nombre de Niño Botía, a quien conocíamos como pintor no muy feliz; su escultura constituida por la labra de relieves apegados a volúmenes únicos, nos parece más interesante que sus cuadros. 105


En términos genera/es ... en términos generales, seguimos notando en estas muestras conjuntas y en lo que se refiere especialmente a la participación de los jóvenes, una desconsoladora falta de contenido personal, que les lleva a cultivar con cierta premura las formas más en boga, de las que con cierta facilidad desertan hacia otras, actitud propia de quienes ven en el arte moderno solo ventajas de la novedad formal. Todo ello conduce a la insinceridad, hija natural de la individualidad poco formada y del mero formalismo artístico. Por otra parte, suele notarse un deseo de "epater" sin trabajar demasiado y un desprecio de la constancia en la labor. Gran parte de los jóvenes quieren ser genios sin talento, siendo lo malo de ello que están muy lejos de ser lo primero y además no están por la tarea de cultivar lo segundo.

lieves densos y rugosos que obviamente serán rechazados por el público que, en este caso, los ha utilizado con frecuencia para encender fósforos. ¿Quién es Leandro Velésquez? Nombre nuevo en Bogotá, aparece como un Obregón Manzur que tantea con prudencia composiciones simples en colores seguros y agradables Negreiros-Nirma Zárate: Estas dos jóvenes pintoras se destacan por una frescura directa, restallante. Negreiros recuerda las composiciones de cuadrados de colores de Klee. Nirma Zárate, en cambio, no recuerda nada: las grandes formas amarillas y verdes se abren con agresividad, se levantan con un alegre dinamismo. Nirma Zárate sigue siendo un valor joven que nos obliga a mantenernos en expectativa insólita, a la esperanza. (Los que se inician en la pintura abstracta, Jiménez, Graciela Salgado, elaboran discretamente sus formas evitando las improvisaciones peligrosas).

Crítica de Arte Pocos valores Marta Traba La Nueva Prensa, junio 14 de 1961.

Los cuadros colocados en el kiosko "cultural" de la Feria Exposición representa a las generaciones más jóvenes de artistas colombianos. La gran mayoría de esto jóvenes se inclina decididamente hacia la pintura expresionista aostracta. Un sentimiento libre y anárquico prevalece sobre el orden de las formas y una voluntad sincera de expresión se abre paso cada vez con mayor fuerza. Esta es una actitud clara y puede calificarse positivamente. Sin embargo los cuadros no nos orientan con suficiente energía hacia una modalidad que sea a la vez personal y común del grupo abstracto. Todos se mueven dentro de valores individuales y estos valores son aún informes y limitados. Recorramos las obras abstractas. Gutiérrez: frente a sus dos obras no pudo repetir el franco elogio que motivó su exposición del mes pasado. El gran cuadro en rojos queda desmantelado, sin otros que lo refuercen y sostengan. Sucio,incierto en sus soluciones, sin la alegría y entusiasmo de las obras anteriormente comentadas. Es mejor el cuadro en azules, que aparece más limpio y transparente de factura. Miguel A. Cárdenas: Los cuadros presentados, seguramente por tener una evidente semejanza en su realización, no causan, en cambio, el desconcierto que producía el eclecticismo de su reciente exposición. Líquidos, amplios, concentrando en un núcleo de formas la composición del cuadro, resultan eficaces, aunque sigan careciendo todavía la sinceridad y necesidad. Arosemena: Cuadro confuso, gratuito, y lleno de detalles descuidados y sin sentido, como las pinceladas rosadas. Se vé en él hasta que punto la anarquía ficticia que descarga de potencia expresiva. Herrén: prolijo, técnico, este informalismo oscuro que Herrán toma directamente de los informalistas españoles, quiere alcanzar una zona dramática, pero aunque los cuadros se agranden, aún esa zona permanece inaccesible. Hay que reconocer no obstante en él el trabajo denodado y paciente y la valentía de ejecutar re-

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Luciano Jaramillo: queda aislado: sus cuadros, los más fuertes y extraños del salón, acometen el problema de la no-figuración. Pero se resisten abandonar la figura, saliéndose del esquema repetido de la exposición última, construye en el aire ¿insectos, seres-monstruos? Una fauna-flora-humanidad dura, manchada de rojo y amarillo, pugnando por ser y decir y cometer actos violentos en el cuadro. La pintura figurativa está dominada por el pez enorme de Obregón, úno de los cuadros más débiles que ha producido el notable pintor colombiano. Todo en esta tela es innecesario: todo es frío, convencional, inerte, con soluciones forzadas, como el rombo central. El gran pez petrificado tiene dentro dos pequeños pececitos vivos: ahí reconocemos y saludamos la gran imaginación, la gran técnica obregonista. El resto es deplorable. Como es deplorable toda la pintura figurativa aquí representada. Dureza, impersonalidad, sumisión a las formas inertes de Grau, en Castillo; el "truquismo" gris-Grau, en Arcadio González; una asepsia helada, que convierte el cuadro en un simple ejercicio de la mano, en las obras de Lucy Tejada y Anibal Gil; ¿para qué los tendales tensos, resecos, de Hernando Tejada? Muertas las casas del Maestro Ospina; apagadas las ampliaciones absurdas de las figuritas pétreas de Sánchez. Seco, estéril, el bodegón estilo eterna "escuela de Bellas Artes" de Chaux. La pintura figurativa es un cementerio. Las únicas obras que se salvan de este impresionante momificación, viven por el color. Astrid Alvarez se sobrepasó, evidentemente, en su entusiasmo por Chagall. ¿Para qué hacer sin originalidad lo que un gran frívolo hizo brillantemente? Su gallo es Chagall y el bodegón de Margarita Lozano es Duffy, Matisse, una Francia asimilada con cierta gracia. Cortés y Hernández manchan para reavivar figuras inconsistentes. Valencia se mantiene en el plano exclusivamente decorativo. Dentro de este ámbito tan poco ambicioso le ganan en ritmo los gallos de Aragón, bien pintados, bien compuestos,bien aprovechados como explosivo génesis del movimiento. Casi invisibles, por los rincones, las obras de Montealegre y de Córdoba se sonríen de todo, fantasmales, irónicas, inocentes, absurdas. Hay que apoyarse sobre ellas para resistir el peso de los cadáveres de la pintura figurativa. Y para llegar hasta los cuadros que deberían recibir el premio a "la peor obra" presentada, aunque la discusión podría ser interminable, para discernirlo. David Manzur: en lo figurativo, como Jaramillo en lo abstracto, es un caso aparte; ha trabajado seriamente en una flora poética gigantesca, resistiendo con valor su tendencia a la facilidad y la frivolidad. Sus obras son Grau-Obregón más su propio esfuerzo personal por construir algo sólido y positivo.


Plástica Más sobre el fracaso del Salón Rafael Serrano Camargo La Nueva Prensa, junio 21 de 1961.

Bogotá, marzo 23 de 1961

Señor MINISTRO DE EDUCACION

NACIONAL

L. C. Ref: El Salón de Artistas Colombianos Señor Ministro: Con sumo cuidado he leído la resolución NQ0667 que lleva su firma, por la cual se reglamenta el XIII Salón de Artistas Colombianos.

RODOLFO VELASQUEZ He aquí a tu hijo Grabado Mención Colección privada

Fruto de tan cuidadosa como meditada lectura son estas anotaciones, que ojalá encuentren resonancia en la rectoría de nuestra cultura, para ver-si ello es todavía posible--cómo se le introducen algunas enmiendas a la citada resolución, o se la complementa. En primer término, creo que con esa disposición ministerial, lejos de reglamentar un Salón de Artistas Nacionales tal como venía haciéndose hasta el NQXII, lo que se dispuso fue la creación del Primer Salón de Mayo para Artistas Académicos, nacionales o no, cosa esta que está reñida con lo que fuera el espíritu de puertas abiertas, antes imperante, a fin de que cualquier colombiano pudiera aspirar a una consagración artística, si la mereciera, fuera académico o no.

y así debiera seguir aconteciendo, señor Ministro, porque la limitación establecida, en nada contribuirá para que se mejoren las calidades de nuestro arte y sí le está haciendo el juego a un pequeño olimpo de café, que hace arte a base de tertulias, mentideros, alcohol y charlas banales o resentidas.

Luciano Jaramillo Segundo premio. pintura

Manuel Hernández Primer premio. pintura

ALEJANDRO

OBREGON La resaca Oleo sobre tela Mención Fotografiada de catálogo

En segundo lugar, sería bueno saber por qué motivos se excluyó a los profesionales, que por razón de su oficio, estudiaron y tienen que ver con las artes plásticas, tales como los arquitectos, los ingenieros, los diseñadores, los decoradores, los delineantes y muchos más, que pese a no haber cursado en Bellas Artes, saben más de ellas que quienes se quedaron con lo poco mal aprendido en la Escuela, sin acendrar su exiguo acervo, ni aumentarlo con asidua labor, ni lectura instructiva, ni viajes para conocer en su fuente lo que el arte es, y lo que hay que hacer para poseerlo. En tercer lugar, bueno es dejar establecido, que se puede llegar a ser artista sin título académico, estudiando y practicando las artes por propia cuenta, como lo han hecho muchos de los buenos que en esta tierra y en otras ganaron laureles y honores por el propio mérito. ¿Por qué, señor Ministro, han de quedar al margen del salón estos reales y verdaderos cultores de la belleza plástica? Yo comprendo que si se tratase de profesiones cuyo ejercicio implica responsabilidad para la sociedad, como las de medicina, arquitectura, ingeniería, farmacia, etc., porque trabajarlas sin conocimiento puede acarrerar graves perjuicios, se reglamente su ejercicio y se trate de que solo personas de estudios académi107


cos las sirvan. Pero no la pintura, la escultura, el grabado, la música o la danza, así como la magia de salón, el canto, la recitación, la acrobacia, la prestidigitación o tantas otras que constituyen apenas base de recreo espiritual, alegría social y descanso o pausa en la labor cotidiana, sin perjuicio de nadie.

Bogotá, junio 12 de 1961 Señor Doctor Carlos Medellín Director de Extensión Cultural Ministerio de Educación Nacional Calle 20 No. 8-18 Piso 6 L. C.

¿Sería justo, acaso, que el Estado abriera concursos de literatura, (novela, verso, ensayo) poniendo como condición que los aspirantes fueran académicos de la lengua o miembros del Instituto Caro y Cuervo?

Señor Director:

¿O que para entrar a los festivales de teatro, se requiera haberse titulado en escuelas de arte dramático? En cuarto lugar, si al fatídico NQ13, se añade la gran limitación estatuida con su resolución NQ0667, que desde ya deja por fuera a los más, en beneficio de unos pocos, con diploma, amén de la consabida pereza de muchos que pudieran presentarse pero no lo hacen, pues van a sobrar premios por ausencia de materia, en este XIII Salón.

Le invito muy cordialmente a hacer en mi compañía los más sinceros votos porque en el año venidero ruede con mayor fortuna la organización del Salón de Artistas Colombianos, ya que el fracaso del número 13, fue de tales proporciones, que -con todo y ser engendro suyo- usted habrá debido reconocer que nunca antes hubo uno peor que el que a estas horas languidece enfermo de mediocridad, en la Feria Internacional.

Señor Ministro, si no quiere sentir dolor al ver-cómo agoniza en soledad, su salón de artistas diplomados, modifique en forma generosa que todos le sabremos agradecer, esa fatídica resolución, daga florentina para nuestro arte, y créarne' que no tendrá con ello motivos de arrepentimiento, sino de sana satisfacción.

Malo todo: la fecha; el lugar; el reglamento que limitó los posibles expositores a una minoría de artistas salidos de escuelas de bellas artes, o que fuesen profesores en ellas, o que hubieran tenido la fortuna de abrir 5 exposiciones individuales, contando con la veniá de la Extensión Cultural.

Pero si ya no hay remedio, y todo quedare como se dispuso, ¿sería mucho exigir, que se disponga en otra resolución complementaria, la apertura previa, en cualquiera de los pabellones de esa feria, de un primer salón para los colombianos que tengan algo artístico que mostrar, sin mucha limitación, y que allí se escoja lo bueno que haya para incluirlo en el Nº 13 de mayo? Así podría el público pasar de la muestra popular a la olímpica, dando así oportunidad a todos. Quizás en el salón previo o popular o de aficionados, se encuentre ese algo que no se compra, ni se adquiere con diplomas y que también puede florecer como ya sucedió, en los genios florentinos del Renacimiento o en los genios aborígenes de San Agustín.

¿Cómo llegó usted a tan peregrina ocurrencia? Y para colmo de males, ni siquiera ellos le respondieron a lista.

Su resolución, hoy por hoy, tiene un sabor discriminatorio, y es el remate claro de una máquina que está funcionando ya en sus dependencias, montada con gran habilidad, desde luego, por medio de la cual no se dan salones sino a los del grupo de elegidos, así sea para exhibir los esperpentos que hemos visto ya, y sistemáticamente se les niega a quienes no han podido entrar en el clan y tienen por ello que incinerar sus obras en las vías públicas, a modo de estéril protesta. No se puede estimular el arte, sin ofrecer generosas oportunidades a los artistas, sean o no egresados de academias. Perdone señor Ministro estas líneas, respaldadas por mi creencia en que si no me asiste la razón, al menos cuento con el derecho de disentir, que es el más precioso de los derechos democráticos nuestros.

¿En qué ha quedado nuestro arte nacional, si esa crema del mismo, resultó tan poca cosa? Reconozca usted que me asistía sobra de razón cuando le escribí una carta de protesta al leer su reglamento para el XIII Salón. Créame, señor Director, que el arte no se hace solamente en las escuelas, sino fuera de ellas y aún por encima de ellas. Pobre la pintura; pobre la escultura; pobre el dibujo; todo pobre y de tal modo, que da grima ver su Salón XIII. Afortunadamente para usted, hay tanto que ver en la Feria, que al reducto de sus artistas, nadie va sino por equivocación, pues muchos piensan que es en el mostrador de Clemente Airó, en donde se venden las boletas para montar en el tren de juguete cuyo éxito contrasta grandemente con el ninguno que logró ese ignorado lugar, pozo de la ineptitud con carta de ciudadanía artística. Dé usted gracias a Dios de que ese salón sea tan difícil de hallar en la Feria, porque así será menor el número de quienes se den cabal cuenta de su doloroso fracaso. De usted atentamente, Rafael Serrano C.

Del señor Ministro atentamente, Rafael Serrano C.

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XIV Salón de Artistas Colombianos

EGlUARDO RAMIREZ

VILLAMIZAR

Relieve circular Premie nacional, Colección

escultura Gun Club

Fecha: julio 9 al 31, 1962. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Organizador: División de Divulgación Cultural, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 56. Obras: 90. Jurado de admisión: Francisco Gil Tovar, Hernán Vieco, Antonio Montaña, Beatriz Daza y Enrique Grau Araújo (escultura y cerámica). Jurado calificador: Marta Traba de Zalamea, Fernando Martínez Sanabria, Antonio M. Bergman y Dicken Castro. Premios: Premio nacional de pintura: $15.000, Alejandro Obregón, Violencia. Premio adquisición Museo Interamericano de Pintura de Cartagena: María Teresa Negreiros, Composición. Premio Compañía Central de Seguros: Lucy Tejada, Insectos. Premio nacional de escultura: $15.000, Eduardo Ramírez Villamizar, Relieve circular. 22 $5.000 cada uno, Juan Antonio Roda, Trópico N92; Enrique Grau Araújo, La gran bañista. Premio cerámica Alcaldía Mayor de Bogotá: Beatriz Daza, Placa. Premio de adquisición Bavaria: $2.500, Lucy Tejada, Larva.

En los altibajos del Salón Anual de Artistas Colombianos, el XIV Salón representó un momento cimero. Por segunda vez, una obra maestra acreditaba el ahora llamado premio nacional de pintura: Violencia, de Alejandro Obregón. Fue indiscutible. A su lado, Eduardo Ramírez Villamizar recibió el premio único de escultura con Relieve circular: se reconocía así el talento del artista que tres años antes había abandonado la pintura para ser escultor. De Violencia, se escribieron bellas páginas de crítica, como corroborando que la excelencia es la mejor motivación para la apreciación de una obra. Los textos aquí reunidos son una buena aunque reducida muestra. En ellos se refleja el impacto que este cuadro causó en la sensibilidad nacional. "No sólo es buena pintura como oficio y sabiduría técnica -<fijo Antonio Montaña-, es la superación de un reto que la realidad colombiana había impuesto al artista. El tema, por primera vez, no se disuelve en la anécdota. Se independiza de la literatura que ronda en torno a él. Por eso estalla con su inhabitualidad. Golpea con la sencilla verdad que representa. Dentro de la obra de Obregón, a veces retórica, Violencia es tal vez el paso más decisivo. Muestra desnuda la fuerza expresiva del pintor; deja ver lo que los afeites técnicos, lo que las pretensiones de originalidad estaban muchas veces ocultando. Y afirma eJnombre de Obregón como el del mejor pintor colombiano. " Un jurado de lujo, presidido por Marta Traba, discernió los premios que también favorecieron a Juan Antonio Roda y a Enrique Greu: Este último había abandonado el abstraccionismo y con su Gran bañista reflejaba la tóniq¡ general del salón: un regreso hacia el arte figurativo. El ministro de Educación Jaime Posada y la directora de la Sección de Bellas Artes Mireya Zawadsky introdujeron modificaciones importantes, como la participación de extranjeros residentes en el país durante los últimos cinco años y la posibilidad de premiar a los artistas ganadores o mencionados en anteriores salones. El día de inauguración hubo un programa de Ts.V. a control remoto, entonces todavía una proeza técnica, que permitió la divulgación del salón a todo el país.

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Vida de las artes Ante el XIV Salón Anual Francisco Gil Tovar El Colombiano, julio 8 de 1962.

Mañana se inaugurará en el Museo Nacional el XIV Salón de Artistas Colombianos. En esta ocasión, la sección de Bellas Artes del ministerio, recibió unas trescientas obras aspirantes a participar en esta anual prueba del pulso plástico; pero el jurado de admisión, después del examen de todas ellas ha juzgado aceptables para un certamen de categoría nacional sólo ochenta y ocho, de las cuales unas sesenta integran las secciones de pintura, dibujo y grabado y el resto corresponden a las de escultura y cerámica.

Artes plásticas Obregón, Premio Nacional

Entre este conjunto, ya eliminados los trabajos que a juicio del comité seleccionador no alcanzan el nivel estético, técnico y de oficio que el prestigio del más alto salón del país requiere, y eliminada también, esa serie de trabajos artesanos y de categoría escolar que suelen responder a toda clase de convocatorias, el jurado de calificación habrá decidido a la hora de publicarse este comentario cuáles obras han apuntado más alto. Como de costumbre, sólo durante el acto inaugural podrá el público conocer el juicio de dicho jurado y también, como de costumbre, habrá quizás quien alborote con razón o sin ella. A veces, tal alboroto adquiere más "alto nivel" que la propia muestra y llega a lograr el perfil de un suceso policiaco; pero en la mayor parte de las ocasiones la cosa no pasa de internos disgustos, malévolos o amargos comentarios de corrillo y alguna que otra protesta epistolar frecuentemente salida de tono y con algúno que otro germen extra-artístico en la raíz.

Informe La Nueva Prensa, Nº 63, julio 14 a 20 de 1962.

Esto, claro está, no es privativo de los concursos colombianos. Casi puede decirse que está en la tradición de los salones oficiales en muchos países, desde que en 1824 se inauguró el primero en París. Determinados salones se han tenido, fuera de Colombia, como el punto de partida de nuevas tendencias; otros han servido para medir el nivel del país en materia artística; otros, para conocer y dar el espaldarazo a valores nuevos; otros, para enfrentar un arte oficialmente aceptado al que representa "la oposición"; otros, para comprobar cuál es la tendencia estética dominante; otros, para ir estableciendo, mediante ese sutil y complicado diagrama de premiados y no premiados, la categoría --categoría oficial, se entiende- de los artistas que cada año acuden con la aspiración a un ascenso en el escalafón. ¿Qué misión cumple el Salón Nacional en nuestro país? Esta parece una pregunta elemental, pero no lo es tanto su respuesta, ya que, en sus convocatorias, nunca --que sepamosse ha manifestado por parte del ministerio organizador la intención que lleva a realizarlo. No obstante, queda sobreentendido que se trata de un medidor del estado general de las artes plásticas antes que otra cosa, aunque no en su término medio, ya que la existencia de jurados de admisión -imprescindiblescuando se pretende conservar un grado cualitativo, imposiblita al público ver todo lo que se produce o, al menos, todo lo que se envía al salón, carente de interés y hasta lamentable en un cincuenta o sesenta por ciento. Por tanto, el salón colombiano viene cada año a dar noticia del grado de calidad que alcanzan pintores y escultores ya situados en un nivel que puede considerarse alto. Y los premios pueden indicar, relativamente, cuál es ese grado en el ámbito nacional, aunque esto, como fácilmente se comprende, es algo muy aleatorio. 110

Por fin, después de quince años de exponer en Bogotá y de participar en todos los Salones Nacionales, Alejandro Obregón, el pintor más importante de Colombia, ganó el premio nacional de pintura, cuyo monto alcanza por primera vez la suma de quince mil pesos. Alejandro Obregón es, en la práctica, la única figura del arte colombiano que está fuera de discusión: admiradores y contradictores lo elogian por igual y la estima que le otorga el público aficionado y los coleccionistas, es unánime. Aunque estudió esporádicamente en Boston y en Barcelona, Obregón, que tiene ahora cuarenta y dos años, es un pintor autodidacta. En los diez y siete años que median desde su primera exposición en Bogotá, hasta hoy, ha recorrido casi toda Europa y Estados Unidos varias veces, ha expuesto en las principales capitales del mundo y ha ido creando con gran talento e indiscutible seriedad profesional, un estilo personal en el que las influencias y simpatías experimentadas a lo largo de su obra han sido absorbidas y trasladadas limpiamente a su lenguaje particular. Pasión y profundidad de Alejandro Obregón En la primera parte de la obra de Obregón, que alcanza aproximadamente hasta el año 1957, ese estilo elaboró a conciencia las formas que le servían para representar el mundo de la naturaleza. Pintor figurativo, realizó a lo largo de numerosos cuadros la apología de las cosas sencillas --copas, frutas, cuchillos, mesas, gallos, palomas-, pero deshaciéndolas y recomponiéndolas a la manera de un rompecabezas lleno de fantasía, cuya vivacidad casi fulgurante se basaba en el empleo de rojos y amarillos calientes espléndidamente neutralizados por los grises. Desde 1957, sus formas y su paleta perdieron paulatinamente concreción. Dejó de acumular formas, de ubicarlas en espacios insólitos y de describirlas según su peculiarísima manera: el contenido del cuadro pasó a ser su preocupación más importante y visible. En estos años se define como un romántico y muchas veces como un barroco, lleno de pasión y de profundiades misteriosas. Excedida de sus propios límites formales, casi metafísica, su pintura adquirió una hondura conceptual y una fuerza de sentimientos hasta ese momento inalcanzadas en el arte colombiano.


Un verdadero intéprete de la tragedia colombiana Estas condiciones eminentes de su pintura parecen reunirse en el cuadro premiado por el jurado de calificación (Marta Traba, Fernando Martínez, Antonio Bergmann, Dicken Castro). Obregón se atrevió a desarrollar en él un tema que jamás había tratado antes y que muchos otros artistas de Colombia expusieron con verdadero infortunio: la violencia. Ese tema cuyo espantoso dramatismo amenaza con reducir al silencio a todo artista de verdad, ha sido convertido por Obregón en un funeral extraordinario de grises y negros que envuelve la figura inerte y sin brazos de una mujer grávida, muerta, tendida en el horizonte.

Alejandro Obregón Premio nacional de pintura

Obregón, que siempre tiende a "salvar" sus cuadros de los abismos grises por medio de alguna nota fugaz y deslumbrante, no ha intentado aquí nada semejante. El cuadro es absolutamente gris, absolutamente sordo, absolutamente silencioso: por vez primera la tragedia tiene un intérprete a su inmensa medida. El triunfo de Ramírez Villamizar El otorgamiento del premio unico de escultura a Eduardo Ramírez Villamizar, recae también sobre uno de los primeros artistas del país. Nacido en Pamplona, Santander, Ramírez Villamizar debutó hacia 1945 con Academias y cuadros expresionistas a la manera de Rouault, inorgánicos y desordenados, que en nada hacían prever sus posterior vocación ascética. Cinco años después sus formas fueron entrando en un progresivo apaciguamiento y aceptando los imperativos de una geometría cada vez más esencial y escueta. En 1955, Ramírez Villamizar era considerado el primer pintor abstracto de Colombia y uno de los más interesantes neo-clásicos dentro de las artes plásticas internacionales.

ALEJANDRO

OBREGON Violencia Oleo sobre tela, 1.70 x 2.00 m Premio nacional de pintura Colección privada

Altamente estimado en Estados Unidos donde reside desde hace varios años, con regresos periódicos a Colombia, su presencia en certámenes colectivos ha llamado la atención de un vasto público sobre el arte moderno en Colombia. La búsqueda de la forma pura Hace tres años Ramírez Villamizar decidió sacrificar el color y la materia pictórica y dedicarse exclusivamente a la búsqueda de una forma pura, sin interferencias sentimentales, que sólo podía hallar en la técnica del relieve. El relieve geométrico, que apenas sobresale del fondo, ejecutado con una precisión matemática que no lo exime de una profunda y secreta poesía rítmica, le ha permitido conducir la línea y las zonas de luz y sombra hasta sus extremos más expresivos. El Relieve circular que fue considerado como la única escultura digna de premio entre las demás presentadas al Salón, expresa estas intenciones y búsquedas últimas de Eduardo Ramírez Villamizar, que coinciden, proyectadas en un escenario más amplio, con las del admirable pintor inglés Ben Nicholson . s,

CHAPETE La semana de la cultura

.. _y por qué llamarán a este cuadro 'VIOLENCIA' --Que

pregunta ... No ve que está pintado en gris ·PLOMO· ... El Tiempo (Julio 7, 1962)

Premios para Roda y Grau Al dividir el premio de quince mil pesos concedido por el Ministerio de Educación para la escultura, los diez mil pesos restantes fueron otorgados por el jurado calificador a dos nuevos premios de pintura de cinco mil pesos cada uno. Estos segundos premios recayeron en el cuadro Trópico NiJ2 de Antonio Roda y La gran bañista de Enrique Grau . Grau o el buen oficio Enrique Grau, exactamente contemporáneo de Obregón, nació en Cartagena en 1920. Hombre tranquilo, culto y estudioso, expuso anualmente desde 1940 hasta ahora en Colombia, Estados Unidos, Brasil, Venezuela e Italia. En 1954 recibió el primer premio en la Exposición de Artistas Colombianos de Bogotá. Alterna su constante actividad de pintor con la cátedra de dibujo y pintura que ha ejercido en la Universidad Nacional yen los Andes, y con la creación de escenografías y vestuarios para teatro, que es uno de sus mayores placeres. En la exposición actual que la Esso Colombiana patrocina en Colonia, Alemania, los críticos alemanes lo 111


consideran como un pintor típicamente nacional, cuyas figuras deformadas, con dientes y uñas agresivos, se relacionan con la ferocidad representativa de los indígenas precolombinos y de la estatuaria agustiniana. Grau pertenece al grupo de los "grandes" de la pintura colombiana, aunque su pintura haya sufrido alternativas demasiadó bruscas y haya carecido de la estabilidad necesaria como para fundar un estilo. La gran bañista, con su aire grotesco y cómico de tarjeta postal, recuerda la primera época de Grau cuando creó, como pintor figurativo, un mundo poblado de imágenes pensativas y ensimismadas en sus pequeños juegos, dentro de una gama baja y entonada. Bruscamente, al regreso de su viaje a Italia, Grau se separó de lo figurativo, siguió de cerca los "rompecabezas geométricos" de Obregón y endureció y enfrió su ingenio artístico. Desafortunadas incursiones por los límites de la abstracción, le alejaron más y más de sus primeros temas. Hace dos años decidió retornar a lo figurativo, con frecuentes caídas en estridencias cromáticas, con indudable endurecimiento de las formas e insistencia en deformidades inexplicables. En este tiempo Grau parece haber reconsiderado su pintura enderezándola de nuevo hacia sus intereses más auténticos.

Erique Grau Jurado de admisión XIV Salón Premiado en los salones 1,X, XI, XIV

La lucha, difícil y desagradable, por retomar el hilo de una idea perdida, da resultados positivos en La gran bañista, cuya calidad y factura, así como el tratamiento de los grises, reconcilia con el pintor de buen oficio, lleno de legítimas delicadezas expresivas. La interesante carrera de Roda El caso de Antonio Roda no es menos accidentado que el de Enrique Grau. Este joven pintor español radicado en Colombia desde 1955 por su matrimonio con una profesora colombiana, se presentó por vez primera en 1948, en el Salón de octubre de Barcelona, junto con un compañero que más tarde sería célebre, el informalista Tapies. Compitiendo ambos en las becas para París, Roda le ganó la beca a Tapies y viajó a Francia, donde residió durante cinco años, trabajando sin cesar y mereciendo dos primeros premios consecutivos en los salones anuales de pintores extranjeros residentes en París. En 1956, un año después de llegar a Colombia, realizó su primera exposición individual de retratos, género casi insostenible y que lo mantenía al margen de las búsquedas e intereses de la pintura colombiana.

ENRIQUE GRAU Gran bañista Oleo Segundo premio, pintura

Enemigo acérrimo de la pintura abstracta, comenzó de pronto a sentir la necesidad de experimentarla y a dejarse llevar por ese deseo: durante dos años, auténticamente conmovido por ese descubrimiento, buscó la manera de expresar sus ideas y sentimientos sin apoyarse en la figuración. Su primera exposición abstracta, en 1959, seria y llena de calidades aisladas, no representa, sin embargo, ninguna toma de posición definida dentro del maremágnum general del arte abstracto. Sólo a partir de la exposición de 1961, cuyo tema central fue El Escorial, se consideró que Roda había alcanzado un estilo personal. Esa pintura fluída, sin fórmulas previas, que salía del adocenamiento y de los trucos burdos de los abstractos de "dos centavos", se afirma en la obra premiada en el XIV Salón. Es sobretodo a la luz de las comparaciones con la gran cantidad de obras abstractas presentadas en el Salón, que resalta la calidad de su pintura, el oficio que hay detrás de ella y que la apuntala, y el afán sincero de darle un contenido a las formas. El exasperado expresionismo de Lucy Tejada El premio adquisición de la Compañía Central de Seguros, por valor de 3.000 pesos, fue otorgado al dibujo a tinta china titulado Insectos, de Lucy Tejada. El primer premio del X Salón de Artistas Colombianos, que ganó Lucy Tejada en 1957 con su obra Mujeres sin hacer nada, confirmó su condición de buena pintora, de artista seria y conciente que se destacaba sin apresuramiento y sin escándalo. Después de 112

Dicken Castro Jurado calificador XIV Salón Jurado de admisión XV Salón


estudiar en la Javeriana y en Bellas Artes de la Universidad Nacional, Lucy Tejada vivió un tiempo en Europa y desde 1952, radicada en Cali, retomó su trabajo en Colombia. Inició sus exposiciones con un premio: el primer premio del Salón de Artistas Caldenses de 1952, dado a su cuadro La vaca loca. Alternando su actividad de pintora con su tarea de muralista, realizó en Pereira y Cali una serie de pinturas y mosaicos de gran aliento, entre los que cabría destacar, como expresivo de sus mejores calidades, el mural de la estación telefónica de Versalles, en Cali. Cofundadora de "El taller" con su hermano el pintor Hernando Tejada y con otro grupo de artistas residentes en Cali, allí enseña a dibujar ya pintar a los niños y una generación caleña le deberá su buen gusto y su sensibilidad para el arte. El cuadro premiado en el XIV Salón es una tinta china que representa dos insectos trenzados entre sí: su dibujo enérgico y la inesperada movilidad de la línea y la mancha corresponden a su último período, en que parece haber abandonado de modo abrupto sus habituales planteamientos por otros diametralmente opuestos, dentro de un exasperado expresionismo. Los girasoles de María Teresa Negreiros También al grupo de "El Taller" pertenece en Cali María Teresa Negreiros, la única, entre los artistas premiados, que se integra en las nuevas promociones y que carece de historia. Su primera exposición data del año pasado, en la Biblioteca Luis Angel Arango de Bogotá. Brasilera de nacimiento y casada con un ingeniero caleño, MaríaTeresa había estudiado seriamente en Ro de Janeiro antes de llegar a Colombia. Poseída de un verdadero fervor investigativo que la lleva a buscar las raices de una pintura auténtica, considera la luz como el elemento primordial de su obra. El mundo de formas que ella imagina se instala en esa luz y mantiene con la luz una estrecha dependencia. El cuadro premiado corresponde a la metamorfosis de la idea o de la imagen de los girasoles, cuyo amarillo ardiente ha invadido el cuadro y lo nutre en su totalidad. El principal proyecto inmediato de María Teresa Negreiros es viajar a su país, Brasil, y buscar en plena selva la luz verdadera, -la exige líquida y consistente al mismo tiempo-, que sea capaz de sostener y fortificar el cuadro. El raro virtuosismo de Beatriz Daza El premio de cerámica de 3.000 pesos concedido por la Alcaldía de Bogotá, Distrito Especial, recayó, no sobre una cerámica en particular sino sobre la ceramista Beatriz Daza. Esta joven artista estudió en París y se interesó entonces más por la pintura que por la cerámica. De regreso a Colombia en 1957, comenzó a estudiar la cerámica y sus múltiples posibilidades pictóricas, hasta el punto de olvidar la pintura y de dedicarse por completo a su oficio de ceramista. En sus exposiciones individuales de los últimos años, ha demostrado cómo un oficio tomado en serio y sin perversiones comerciales, puede alcanzar extremos de un raro virtuosismo, tanto en las infinitas texturas como en la diversidad de materiales, esmaltes, efectos casi informalistas, relacionadas con la escultura y la pintura, valores de relieve, etc. Las investigaciones de Beatriz Daza no se limitaron, sin embargo, a estos efectos: también buscó el modo de suplantar las arcillas y colores básicos que se importaban del extranjero, con materiales combinados y mezclados por ella misma, para que su trabajo no tuviera nada de espúreo y de artificialidad. Lospremios Premio nacional de pintura, otorgado por el ministerio de Educación, división de divulgación cultural (valor $ 15.000) al cuadro Violencia, de Alejandro Obregón. De acuerdo con el artículo octavo de la resolución 2485, de junio 19 de 1962, se decidió dividir el premio de escultura, en la siguiente forma: Premio único de escultura ($ 5.000) al Relieve circular, Eduardo Ramírez Villamizar.

Premio de pintura ($ 5.000) para el cuadro Gran bañista, de Enrique Grau. Premio de pintura ($ 5.000) al cuadro Tropico número 2de Antonio Roda. Se otorgó el premio de adquisición llamado "Museo Interamericano de Arte Moderno de Cartagena", al cuadro Composición, de María Teresa Negreiros. Se otorgó el premio adquisición "Compañía Central de Seguros" al dibujo Insectos de Lucy Tejada, $ 3.000. Se otorgó el premio de cerámica llamado "Alcaldía de Bogotá, Distrito Especial", a la ceramista Beatriz Daza. La simplicidad absoluta de la vasija premiada puede a primera vista desconcertar al público; pero colocando los valores de su superficie mate y las combinaciones de dicha superficie con los esmaltes y las erosiones, aliado de las otras cerámicas fácilmente esmaltadas que figuran en el mismo salón, podrá estimarse la calidad y la finura del trabajo de Beatriz Daza. Una victoria de la pintura auténtica Si se echa una mirada panorámica sobre las obras premiadas en el XIV Salón, se advierte primero que los "veteranos" han triunfado ampliamente sobre los jovenes y, en segundo lugar, que las obras premiadas carecen por completo de espectacularidad y casi ... de color: el cuadro de Obregón y el de Grau son grises; el de Roda predominantemente azul oscuro; blanco y negro el de Lucy Tejada; y sólo tropical el de María Teresa Negreiros. La pintura honesta y auténtica triunfó sobre las ficciones y los exabruptos gratuitos de la gente más joven, que se lanza a las aventuras mayores sin haber padecido previamente ni dudas ni disciplinas. El director de la División de Divulgación Cultural, el músico Luis Antonio Escobar, y la secretaria de Artes Plásticas, Mireya Zawadsky, organizaron el XIV Salón, que regresó a la amplia y bella sala del Museo Nacional después de su triste odisea en la Feria Exposición, el año pasado. Pero no puede considerárseles solamente como eficaces organizadores que consiguieron los más altos premios discemidos hasta ahora en los salones, sino como propulsores entusiastas de un salón importante, animado por las figuras de mayor prestigio y respaldado por el dinamismo de las generaciones jóvenes. )

Exposiciones El XIV Salón de Artistas Jorge Moreno Clavija El Tiempo, julio 15 de 1962.

En la sala principal del Museo Nacional y en las arquerías, se halla instalado el XIV Salón de Artistas Colombianos y extranjeros residentes en el país. Los premios, que como de costumbre causaron revuelo entre los artistas concursantes, entre los no concursantes y en el público en general, estuvieron de acuerdo a lo que de antemano se había 113


pensado. Obregón, figura central del certamen, con su Violencia se adjudicó el galardón que es indiscutible por la trayectoria del artista, acreedora desde mucho tiempo atrás a la máxima distinción en nuestra parroquia; y porque su cuadro es realmente bueno, puesto que la calidad plástica supera lo que pudiera encontrarse, y lo hay en gran cantidad, de literario y anecdótico en la tela. Enrique Grau, mejorando cada día su personal manera, ganó el segundo premio con su Gran bañista. Lucy Tejada, con insectos trabajados al óleo y en dibujo, obtuvo uno de los premios de adquisición. Es decir, que las recompensas principales, las que nadie objeta, cayeron en la pintura figurativa, anecdótica y casi alegórica, sufriendo la tendencia abstracta un fuerte golpe del que no la repone fácilmente la obtención de unas secundarias distinciones recaídas en pintores extranjeros. En lo que se refiere a los premios de esculturas hay mucho para discutir y muy largo. A nadie le ha caído bien el premio de este género dado a algo sin sabor, que no tiene calidades escultóricas y más bien se emparienta con la ebanistería, dejando por puertas obras que bien merecen el estímulo y autores que han trabajado con entusiasmo para concursar en un certamen que presumen serio en toda la extensión de la palabra. Ese premio en metálico, bueno sería, para que cumpliera los fines propuestos, darlo en forma de una beca, por medio dellcetex, para que el señalado pudiera pasar una temporada de estudio en el país que quisiera. Bolsas viajeras que llaman en los países adelantados. Tampoco es sensato que pintores ya premiados en anteriores concursos oficiales, vuelvan a participar con opción a los miles de pesos, porque se establece una cadena, de ocho o más eslabones, con un sistema consistente en que cuando se premie al último de la lista, queda otra vez en turno el primero, y es el cuento de nunca acabar, dejando a las nuevas promociones el papel de trampolín, necesario para que el juego opere, pues sin los centenares de cuadros de relleno que llevan los ilusos, no podrían abrirse los salones. Se estableció también la premisa de "cuadro grande ande o no ande". Se sabe que mientras mayor en tamaño sea la tela, más probabilidades tiene de ser colgada, y si bien van las cosas hasta lograr un premio. Algunos pintores me han dicho que llevaron lienzos de ochenta por sesenta centímetros, y setenta por ciento, y quedaron como estampillas aliado de los desperdicios de color, impresionantes en sus agresivas dimensiones de tres y cuatro metros. Entre los escultores, debemos citar las obras de Mardoqueo Montaña, Otto Sabogal y Francisco Cardona. El caso de Beatriz Daza que obtuvo uno de los premios, ha sido discutido bastante. En la opinión general, y para evitar toda suerte de suspicacias, la artista, si quería participar en el salón, ha debido declinar la inclusión de su nombre en las listas organizadoras del concurso. De los muchos cuadros, algunos muy buenos, que hay en las arquerías, vale la pena citar los siguientes: Catedral, óleo de Bernardo Saiz de Castro, en grises, que prueba hasta dónde puede la voluntad de superación conseguir sus objetivos, pues es un paso definitivo en la carrera plástica del pintor gerente. El óleo sin nombre de José Vicente Rivera (Ieáse Augusto, pues parece que el catálogo se hizo con precipitación), donde el pintor demuestra su dominio para equilibrar los elementos netamente pictóricos. El cuadro, también sin título en la lista, de Inés Clavija y los grabados de Luis Angel Rengifo, Francisco Cárdenas y Rafael Abella. Parece que en la sección de grabado no encontraron tampoco nada para distinguír con mención en billetes, quedando huérfanos por esta vez los de punta seca, madera y linóleo.

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En la semana nacional de la cultura El Salón de Artistas Jaime Posada El Tiempo, julio 17 de 1962.

Discurso pronunciado por el Ministro de Educación Nacional, Jaime Posada, para inugurar el XIV Salón Anual de Artistas Colombianos Museo Nacional. Este salón se inaugura y se organizó por los servicios del Estado. Y con ello se está cumpliendo una oportuna labor de estímulo y de auspicio. La selección de las obras fue realizada por jurados independientes y el qtorgamiento de los premios se hizo por críticos dueños de total autonomía. No le corresponde a la administración emitir juicios estéticos, adoptar dogmas ni afincarse en capillas. La suya, si quiere ser diáfana, ha de ser una labor de suscitaciones. Por ello mismo, ahora, aunque el menester fuese atractivo como lo es, tampoco hace parte de las obligaciones del Ministro adoptar una postura de oficial dispensador de glorias y atributos. Su ubicación es muy otra. Principalmente, la de un promotor sincero y responsable. Y con ello basta. No se siente inhibido el Ministro, claro está, en señalar cómo el de este año es, indudablemente, uno de los salones más homogéneos. Una cabal muestra de arte contemporáneo. Poblado de tentativas, de procesos y aventuras plásticas, de experimentos y, en un sector, de serios aciertos, de logros afortunados. El fallo de los jurados no ha sido materia de controversia. Quizás ello esté diciendo que hubo objetividad y madurez en el otorgamiento de las distinciones. El salón es el triunfo de cuantos en él fueron admitidos. Resulta ya una clasificación satisfactoria contar con un cuadro o una escultura en esta conocida exposición colectiva. Están aquí, entre nosotros, para celebrarlo, las obras y los nombres escogidos de Alejandro Obregón, Eduardo Ramírez Villamizar, Enrique Grau, Antonio Roda, Lucy Tejada, Beatriz Daza y María Teresa Negreiros. Un grupo, de selección, que honra nuestra plástica. Que nos ubica y define con rasgos característicos en el concierto de las claves del arte de nuestro mundo y de nuestro día. Una vez más, el salón ha mantenido su decoro y preservado su categoría. Hay que registrarlo gratamente. Y quizás, ha cobrado una como nueva dimensión normativa al aparecer como uno de los sucesos centrales de la Semana Nacional de la Cultura, de Bogotá. Con la reorganización que se le imprimió, con el establecimiento de los premios anuales de pintura y de escultura, seguirá constituyendo uno de los sugestivos acontecimientos de nuestra peripecia intelectual. En adelante, además, se irá manteniendo retenido, hecha oportunidad permanente, lo mejor del Salón. Las obras que obtengan los premios oficiales irán a formar el Museo de Arte Modemo. Constituirán en su conjunto maravilloso hallazgo al cotidiano alcance de todos. El Gobierno Nacional desea agradecer a los funcionarios que, con su buen ánimo y responsabilidad, ayudaron al certamen que nos congrega. Al director de la División de Divulgación Cultural y a sus colaboradores. Y obviamente, a quienes actuaron como jurados. Entre los primeros, a los pintores que no sólo aportaron sus obras sino que contribuyeron a su distribución en estos aposentos. En todos ellos se origina cuanto nos hace sentir que vivimos un replanteamiento, ojalá perdurable, de una política de la cultura.


Crítica de arte "Violencia"; Una obra comprometida ... con Obregón Marta Traba La Nueva Prensa, julio 28 al 3 de agosto de 1962.

MARIA TERESA NEGRERIOS Composición Oleo Premio de a::lquisiciónMuseo Interamericanode Pintura de Cartagena Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá

El cuadro con que Alejandro Obregón ganó el premio nacional de pintura ha lanzado de nuevo sobre el tapete las palabras prohibidas: arte comprometido, pintura realista, responsabilidad del artista con su patria, etc. Las palabras temibles, manoseadas, denotadas, admiradas. Los muralistas mexicanos hicieron con ellas una guerra y la perdieron. El realismo socialista armó con ellas a sus artistas, pero los convirtió en tinterillos políticos y no en caballeros andantes. Y las esquirlas de estos combates verbales desaparecieron de Europa y Estados Unidos pero quedaron flotando en los cielos petrificados de Latinoamérica, donde casi todo permanece inanimado, languideciendo.

Violencia es un gran cuadro. Su mayor importancia se desprende del compromiso que Obregón fija con su estilo y sus últimos ideales. No hay que pensar que Obregón va muy seguro por ese estilo: el desastroso cuadro del carnaval que envió junto con el premiado al XIV Salón confirma su propia inestabilidad y las peligrosas caídas de toda pintura pasional como la suya. Pero desde hace aproximadamente cinco años Obregón se aleja cada vez más de los fuegos fatuos de un formalismo brillante cuyo ejemplo más a mano es el de Juanito carnaval: va hacia un contenido más hondo, hacia una pasión más explícita, hacia una mayor unidad entre sus sentimientos y sus colores. Ya no teme confesar su romanticismo, sus frecuentes desvaríos poéticos ni su voluntaria y chispeante capacidad de irracionalismo. Y cuando alcanza esa sinceridad consigo mismo produce obras maestras como Violencia.

JUAN ANTONIO RODA TrópicoN"2 Oleo Segundo premio, pintura

Francisco Gil Tovar Crftico Jurado de admisión en los salones X, XI, XIII, XIV Y XV.

Es claro que Obregón pintó en este cuadro la idea de un tema. Cuando Gaya graba la imagen de un burro que lee un libro en cuyas páginas abiertas se ven innumerables figuras de burros, y escribe abajo; "Hasta su abuelo", está expresando en ese árbol genealógico la idea de la estupidez total, heredada, irreversible. Entre expresar la idea de un tema y el tema mismo, siempre hay un grado apreciable de realismo que se ha abandonado o adoptado. Volviendo a Gaya, el inigualado pintor español expresa el tema, en sus dos pinturas de los acontecimientos de mayo de 1808, y la idea del tema en los Caprichos. Por eso los caprichos serán siempre más universales, más aplicables a cualquier circunstancia análoga por la que atraviese el hombre. La idea de la violencia que pintó Obregón se siente como cosa propia en Colombia, porque millares de sacrificados la respaldan trágicamente, pero repercute en cualquier parte, sobre cualquier tierra, allí donde se haya cometido un acto de barbarie. Es una idea que ha sido resuelta como pintura: de ahí que el término "obra comprometida" no le corresponda, en absoluto, porque precisamente así se llama a la pintura que se compromete con otra cosa distinta de sí misma, con la política o con la revolución social, con la descripción de la sabana o con el retrato de una dama elegante. Es decir que, a mi juicio, pintura comprometida es algo siempre distinto de la pintura, algo impuro que el pintor persigue y que le desvía del rigor estético, ya sea la suerte de un movimiento político, o el comarquismo con sus múltiples deformaciones, o el éxito en la "buena sociedad". 115


A kilómetros de todas estas bajezas de la pintura "comprometida", la obra de Obregón brilla con luz propia. Es un acto firme de la pintura altiva y solitaria. Tan solitaria como la mujer caída: tan apta como ella para llenar el mundo de las formas; tan capaz como ella, silenciosa, de ser resonante y acusadora.

Notas Actualidad de las artes plásticas Eugenio Barney Cabrera Espiral, septiembre de 1962.

El hecho sobresaliente, desde mayo hasta el mes de agosto -lapso que abarca esta reseña- fue el XIV Salón de Artistas Colombianos. Con nueva reglamentación (Resolución Nº 2485 de 1962) el Ministerio de Educación Nacional propició, por conducto de la División de Divulgación Cultural, este debatido certamen. En la referida reglamentación conviene relievar, en primer lugar, la cantidad y el valor de los premios: quince mil pesos para cada una de las técnicas denominadas por algunos como "mayores", o sea la pintura y la escultura, y varias adquisiciones propiciadas por empresas particulares y entidades de diferente orden. Desapareció la convocatoria restringida al profesionalismo para evitar difíciles calificaciones académicas. Y el jurado calificador quedó facultado para declarar desierto cualquier premio y para acumular, en ese caso, el valor correspondiente a otras técnicas. El grabado, sin embargo, estuvo por fuera de todo aliciente honorífico o económico. No hubo en el XIV Salón nombres nuevos que sobresaliesen. Muchos sí que permanecieron y continuaron en el anonimato aunque sus obras recibieron el sello generoso de la admisión. Y, entre la nómina de artistas de mayor actividad y de continuada vigencia, se observaron algunas acostumbradas ausencias y otros deplorables vacíos. Así, por ejemplo, Fernando Botero, quien fue recordado unánimemente porque su no participación fue muy notoria. Tampoco estuvieron presentes Edgar Negret, Silva Santamaría, A. Solano, Pedro Moreno, Carlos Granada, entre los jóvenes, y Pedro Nel Gómez e Ignacio Gómez Jaramillo de generaciones anteriores. La escultura, como ya es tradicional, mereció poca atención de los jurados, de quienes ordenaron el arreglo del salón y del público en general. Obras como las de Tiberio Vanegas rodaron por el suelo sin que fuesen apreciadas a pesar de su manifiesta importancia formal. El jurado dividió el premio que correspondía a esta técnica y lo menguó para trasladarlo a otra técnica que ya tenía menciones y favores en abundancia. Quizá la colocación de las obras impidió la valoración de ellas, o tal vez se prefirió la política de castigar a los escultores para aguijonearlos por medios negativos. Extremos ambos de discutible justificación. La pintura, con Alejandro Obregón a la cabeza, demostró calidad y afán creador. Enrique Grau, María Teresa Negreiros, Lucy Tejada, Luciano Jaramillo, entre otros, son elocuentes ejemplos. Hemos visto la mayoría de estas obras antes del salón y consideramos que ellas eran "El Salón". Violencia, el primer premio, es otra vez, esta vez de manera total y redonda, el vigoroso, el magistral, el exacto y sabio Alejandro Obregón, pintor de verdad y talento despierto al llamado de su tiempo y de su espacio. Enrique Grau sobresale 116

como el artista más personal y conciente, de refinada pupila y de sabia técnica, de exquisita sensibilidad y de magnífico dibujo, cualidades todas que pone al servicio del don creador, distintivo primordial de este excelente artista colombiano. Lucy Tejada es la sensibilidad hecha pintura, con algún rastro de agradable y fino decorativismo, y deplorables ausencias de viejas épocas donde el espacio, la soledad y el hombre eran expresión superlativa de su afán pictórico. María Teresa Negreiros, de riqueza colorística e inteligentes armonías, marca las telas con un leve toque lírico encendido, en ocasiones, con cálidos impactos que surgen de la mejor magia tropical. Luciano Jaramillo, ensaya nuevos rumbos a base de grandes masas y de poderosas formas que principian a desvanecerse en abstracciones sugestivas. Sus insectos gigantes nos recuerdan, sin embargo, otra vez en el caso de Jaramillo, a Buffet, pero al último Buffet que gusta ahora de hacer comercio artístico con zoomorfas presencias tomadas de la red de los entomólogos. También es justo recordar a Alvaro Herrán, informalista con obras de grandes proporciones y meditados y cuidadosos procedimientos. En grabado, Rengifo, Francisco Cárdenas y Rodolfo Velásquez estuvieron a cargo de la nota técnica y del severo concepto gráfico. También hubo gente joven en esta sección, de validez promisoria como los estudiantes que se especializan en las artes gráficas con afán y vocación. En cerámica justa y necesariamente Beatriz Daza llevaba la palma del triunfo. Pero ella estuvo rodeada con dignidad y discreción por el grupo de sus alumnos quienes a la vez que demostraron talento y comprensión, indican de qué manera importante se trabaja ahora la cerámica en el país. Este XIV Salón de Artistas Colombianos hay que definirlo de manera negativa: no cierra una época ni abre nuevos caminos, no marca avances ni supone retrocesos en el arte nacional; no ofrece demasiados ejemplos sobresalientes, ni deja lastres de resentimiento notorios; no ofende ni ofusca ... Pero la organización, a cargo de la División de Divulgación Cultural, permitió sacar de la inercia y darle nueva fuerza vital a esta institución de los Salones Nacionales, los cuales tuvieron el riesgo de morir de anemia y de frustaciones. Acaso sea conveniente, otra vez, pensar desde ahora, como ya lo sugerimos el año pasado, en la posibilidad de ampliar el ámbito que ahora tiene el salón, para darle trascendencia menos provinciana que esta en que puede caer empujada por los sistemas actuales.


XV Salón de Artistas Colombianos

El tema de la violencia siguió generando arte y premios en el Salón Anual. Genocidio, de Alejandro Obregón, fue declarado fuera de concurso y Sólo con su muerte, de la serie Los niños muertos, de Carlos Granada, obtuvo el primer premio en pintura. Fue, según el balance de Walter Engel, "un buen salón nacional, bien organizado por Mireya Zawadsky y dignamente representado, de apreciable nivel general. " Algunas voces, ya desde el salón anterior, advirtieron una cierta tendencia hacia la uniformidad en el arte nacional, más a tono con las corrientes internacionales, pero con inclinación al decorativismo y a la imitación de grandes nombres nacionales, sin verdadera creatividad. Marta Traba, que declinó ser jurado calificador, arremetió contra el cuadro de Granada y aun contra el Obregón, despertando el consiguiente escándalo, que atrajo el interés de la prensa, pero opacó la trascendencia de los premios de escultura: Vigilante celeste, de Edgar Negret, y Homenaje a Gaitán Durán, primera escultura exenta, en madera, de Eduardo Ramírez Víllamizar.No obstante, El Tiempo editorializó: "Es preciso subrayar la distinción del joven Granada, con el primer premio por un cuadro, Solo con su muerte, que es una divagación magnífica y amarga alrededor de un tema de desconsuelo social, típico de nuestro tiempo y artísticamente válido, aunque obsesivo: la orfandad, la soledad el desamparo, la derelicción existencial, hasta en la muerte. " Por su lado, Marta Traba, en declaraciones a Enrique Santos Molano, defendió los premios de escultura: la obra de Negret n.• .perdió toda la dureza del recorte del metal. Integró bellamente metal y espacio y comunicó a sus materiales una gracia, y también dignidad, que nunca antes había alcanzado en esa medida. " La de Remírez "...es austera y exacta. Sin perder el gran poder poético de su línea, le da una fuerza épica y un sentimiento profundo. Como forma, es también de los trabajos más perfectos realizados por Ramírez." Ese año de 1963 inauguró Marta Traba el Museo de Arte Moderno de Bogotá en la Carrera Séptima con 23. Jorge Eliécer Ruiz, a nombre del ministro de Educación Pedro Gómez Valderrama, instaló el XV Salón con un discurso titulado "El artista y la libertad" (El Espectador, octubre 23).

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CARLOS GRANADA Solo con su muerte Oleo sobre tela Primer premio, pintura

Fecha: octubre 18 a noviembre 9,1963. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Organizador: Dirección de División Cultural, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 50. Obras: 81. Jurado de admisión: Francisco Gil Tovar, Eugenio Barney y Dicken Castro. Jurado calificador: Arturo Robledo, Casimiro Eiger y Carlos Dupuy. Premios: Fuera de concurso: Alejandro Obregón, Genocidio. Pintura: 1º $10.000, Carlos Granada, Solo con su muerte. 2º $3.000: Nirma Zárate, Violeta al rojo. Mención de honor: Armando Vi llegas, Mundo nocturno. Dibujo: 1 $10.000, Pedro Alcántara Herrán, Naturaleza muerta NQ 1,2,3. Grabado: 10 $2.000.00, Augusto Rendón, Santa Bárbara. Escultura: 1~ $10.000, Edgar Negre!, Vigilante celeste. 2º Eduardo Ramírez Villamizar, Homenaje a un poeta. Cerámica: 10 $2.000, Beatriz Daza, Crisol para Prometeo.

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32 El traslado burdo de una idea al cartel, por medio de la acumulación de hechos llamativos. En Sólo con su muerte no hay formas ni sentimientos personales; luego, no hay conversación; luego, no hay pintura.

Grandezas y miserias del XV Salón Marta Traba La Nueva Prensa, octubre 15 de 1963.

Casi tan desconcertante como premiar una obra tan completamente carente de calidad, fue la decisión del jurado de darle el segundo premio a la más bella pintura abstracta presentada al Salón. Violeta al rojo, de Nirma Zárate. No merecía esta pintora que se perfila como uno de los primeros valores jóvenes del arte colombiano, ser colocada detrás de una obra inválida, precisamente por una tela donde la probidad y la poesía pictórica han llegado a extremos decantados y puros.

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colombianos

El XV Salón Nacional, organizado en el Museo Nacional por Mireya Zawadsky, jefe de la sección de Bellas Artes del Ministerio de Educación, amaneció bajo signos de tormenta. Antes de inaugurarse con el serio y desoído discurso de Jorge Eliécer Ruiz, ya se sabía que los jurados de admisión habían diezmado a los postulantes al ingreso y -con la arbitrariedad de quienes admiten un reglamento si son aceptados y lo niegan automáticamente si son rechazados-llovían las llamadas telefónicas "exigiendo explicaciones" sobre sus rechazos. El jurado de admisión seleccionó con una minucia y exigencia pocas veces vistas; con excepción de tres o cuatro obras francamente inadmisibles, las demás formaron un conjunto de calidad pareja donde se confrontaron todas las tendencias actuales de la plástica nacional. La noticia de los premios cayó como una bomba. El primer premio de pintura fue otorgado a Carlos Granada, pintor joven con cuatro exposiciones individuales: una en la Biblioteca Nacional realizada todavía en tiempo de estudiante (de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional, donde comparte ahora los honores del profesorado junto con Gómez Jaramillo), prologada por Gómez Jaramillo y sobreexaltada por el "mensaje social". La segunda (dibujos), en la Biblioteca Luis Angel Arango, objetada por acusación de pornografía, y que terminó escandalosamente en la Avenida Jiménez de Quesada. La tercera (dibujos), de nuevo en la Biblioteca Nacional, con claras alusiones caricaturescas a personajes de actualidad, fuertemente influida por Cuevas. La cuarta en la Galeria de Arte Moderno, donde apuntaba un pintor expresionista, sincero y con cosas por decir, pero que carecía aun de medios personales para decirlas. Solo con mi muerte El premio, sin embargo, no se otorga ni a una personalidad ni a un curriculum sino simplemente a una obra. Prescindiendo, pues, de toda referencia al pintor, Sólo con su muerte, no debió ni siquiera entrar en concurso. Ninguna de las pocas personas que lo han aprobado públicamente ha podido reunir elementos de defensa. Los de acusación, en cambio, saltan a la vista: 1º Su falta de originalidad. Sólo con su muerte es una colcha de retazos de: las Tufaradas de Nolde (expresionista alemán de la primera mitad del siglo). Las sillas y entierros solitarios de Munch (expresionista de la misma época).

noruego

La deformación del cuerpo horizontal de José Luis Cuevas (expresionista mexicano contemporáneo). 22 Su increible pobreza cromática. Sólo con su muerte está pintado en gris y rojo, ambos colores impuestos superficialmente a la menera de los carteles, sin modulaciones, ni matices, ni transparencias, ni trabajo alguno. 118

Toda la pintura abstracta del salón reflejó una notable mejoría y avance con respecto a salones anteriores. La obra de Manuel Hernández es la más notable en este sentido. Su pintura impersonal y tímida ha adquirido precisión y encanto: las formas ligeras, secas y transparentes que se deslizan por sus cuadros, definen su expresión abstracta con una firmeza nunca vista en su figuración anterior. Los más jóvenes, Fanny Sanín, Leandro Velasco, Alberto Gutiérrez, tratan de salir airosos de un lenguaje no sólo general sino avasatlador como es el de la abstracción, y consiguen su propósito. Aliado de ellos, Roda, Wiedemann y Rivera muestran una veteranía que se traduce en la energía de sus vocabularios particulares. La fortaleza del bello cuadro de Wiedemann se desprende de sus ejercicios actuales con los collages. Ese collage pintado debe mirarse muchas veces hasta que se descubra la unidad bajo la aparente anarquía: cuadro dinámico, duro y alegre, muestra un Wiedemann rejuvenecido y más inclinado, ahora, al impacto que a la poesía. En la poesía, por el contrario, en plena poesía cromática, navega la obra de Antonio Roda. Su pintura es eso: una navegación. Las pinceladas salen de sus fondos líquidos y profundos. Saltan y se traman, se desploman y juegan. Color más color, casi espontáneamente colocado, pero con una seguridad interna que lo exime de toda frivolidad. El público busca un orden en los cuadros de Roda y se irrita al no encontrarlo: el camino para apreciarlo es librarse de ese prejuicio, aceptar el desorden y entrar de lleno en ese mundo de pintura desatada. Augusto Rivera tenía en su exposición paralela con el salón cuadros mucho mejores que el que mandó. A pesar de ello, su obra se destaca por su peso y su resplandor cromático y revela ese mundo de cosas casi tan orgánicas como la propia naturaleza que descarta y susutituye. Abstracción inocua (y otros adjetivos comenzados por "in": insípida, interminable, ineficaz): Alvaro Herrán (muy superiores sus cuadros "norteamericanos" de la exposición anterior); el informalismo" de receta" de Miguellván González; la abstracción de Riveros. Deplorables la construcción de Robles y el informalismo de Irene Balas. María Teresa Negreiros es siempre un capítulo aparte: su excelente informalismo conseguido en Génesis, por medio de lacas y piedras se diversifica en Tau Nº 1 notable experimento en que incluye sin violencia objetos reconocidos como son las palmas y la caña y los vuelve color y materia aptas para integrarse en el cuadro. Un sorpresivo y estupendo "collagista" abstracto: Jan Bartelsman, de Cali, quien expone por primera vez en Bogotá. Sus "colIages" tienen marca europea y, yendo aún más lejos, marca Klee. Finamente trabajados, con un raro gusto por la materia, el color, los tonos macerados, las virtudes y tramas de la composición,


son tres obras de verdadera delicadeza y pericia formal, nutrida además por una sensible resonancia espiritual. Un Obregón burdo Los abstractos mejoran y los figurativos empeoran en el XV Salón. Obregón: su Genocido o como quiera llamarlo, desciende verticalmente de las alturas de Violencia. El puño es burdo, las soluciones espaciales obvias, la anécdota brutal por lo visible y transitoria. Es claro que Obregón es Obregón, y su gran talento siempre empuja sus trabajos a un lugar solitario desplazando a los demás, pero Violencia merecía, o una continuidad, o no tratar más el tema. ALEJANDRO

OBREGON Genocidio Oleo Fuera de concurso Colección Karl Buchholz

Grau: monótono, mal pintado, sin "duende". También insoportable cartel de feria, sin vestigio de las virtudes que se revelaron en la última exposición. Luciano Jaramillo: otra vez la caída en la estridencia gratuita, en el zaherir porque sí, en las ganas de ser áspero o violento sin saber cómo. Más valía que no hubiera participado. Teresa Cuéllar: sus cuadros pierden el control del color, abusan de los "flash" y se vuelven empalagosos. Lucy Tejada: cuadro desconcertante, hecho de tres pedazos recortables: a) la manzana; b) la figura (de nuevo blanda, de nuevo la antigua Lucy Tejada recatada y poniendo todo en orden); e) la ventana "informalista". Emma Reyes: se subraya la limitación a la tapicería, detonante y de mal gusto, anclada en intereses puramente decorativos.

NIRMAZARATE Violeta al rojo Oleo Segundo premio pintura

Roldán y Francisco Cárdenas: caídas inexplicables de los jurados de admisión. Tres revelaciones Dentro de la pintura figurativa hay tres "revelaciones" lo cual ya es mucho decir. Una, María Luisa Andino, pintora desconocida en Bogotá, evidentemente alumna de Obregón; pero su excelente obra digiere a Obregón con gran personalidad. Profundidad marina es un bello cuadro, no sólo por la armonía con que lo realiza, sino porque impone la materia con verdadero acierto. También Primavera dorada, pese a la excesiva crudeza del amarillo, es un cuadro con vida y alma, definidas por una pintora desconocida con tanto carácter como buen gusto. s

La segunda "revelación" es Pedro Alcántara Herrán, primer premio de dibujo, por sus naturalezas muertas. Morandi pasa por ellas, pero como hace María Luisa Andino con Obregón, Pedro Alcántara lo vuelve suyo y su recuerdo no molesta. Justa y necesaria la forma, sorda la gama: en esas diminutas pinturas "collages" se percibe bien un temperamento rico y tenso.

MERINO Lienzo "Tal como está. ya hubiera barrido en el 'Salón' ..." El Tiempo. (Noviembre 10.1973)

La tercera es el tapiz de Odorico Boglioni, de Cali. Pocas veces se encuentra una obra más imaginativa, pura y adorable. Este "naif" bordado es un verdadero manantial: refresca todo lo que tiene alrededor. Sofía Urrutia tiene siempre, como María Teresa Negreiros, un puesto aparte. Un gran puesto, claro está. Uno se siente agradecido ante sus cuadros, como si por obra de ellos el ojo fatigado se aclarara y purificara. Su Cartagena "aduanera", absurda y plana, es una obra maestra del estilo "primitivo". "Collage" figurativo: Arboleda. Sus obras no traspasan ni un milímetro la condición decorativa ni la labor manual hábilmente resuelta. Dibujos, grabados y cerámicas 32 En los grabados y dibujos, el panorama del XV Salón es francamente pobre. No hay nada ni muy bien ni muy mal. Hernando

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Tejada sigue produciendo sus encantadores dibujos "naif", Montealegre y Pedro Alcántara dibujan con gusto y refinamiento, el maestro Rengifo y Barbosa ejecutan el grabado convencional, Velásquez se expresa como un grabador interesante y de calidad; Rendón, por último, ganador del primer premio de grabado, sería notable si no existieran gentes como Goya o Kate Kollwitz. Sería ... 4º La única cerámica, es verdad, fue la de Beatriz Daza. Pero qué hacer si las otras no merecían, a juicio del jurado de admisión, ingresar al salón. Además, Beatriz Daza es la única excelente ceramista que tiene Colombia: hay muchos otros, pero son ceramistas a secas, sin adjetivo calificativo. Su obra Crisol para Promoteo, es una notable muestra de su estilo concienzudo e inconforme, de su pasión por las texturas, de su sobriedad y su buen gusto. El gran salto de la escultura 5Q La escultura, al igual que la pintura abstracta, ha dado un gran salto hacia adelante. Está aún fresco el recuerdo de salones anteriores donde atroces bustos de plaza o alegorías inflamadas y discursivas se apiñaban en la zona de escultura. La escultura abstracta triunfa numéricamente sobre la figurativa. El primer premio otorgado a Vigilante celeste, de Edgar Negret, fue de estricta justicia. Nunca Negret había alcanzado tal dominio de los materiales que emplea, anima y somete desde hace varios años. La plancha de metal se dobla y en sus profundas excavaciones se multiplican las formas metálicas: el espacio interno de la escultura (lo que llamaba Naum Gabo, "la materia maleable"), se integra ágilmente con la forma recortada y enredada. Como siempre, orden y desorden. Negret sería matemático si no fuera poeta: por eso no puede inventar sino máquinas imaginarias, esplendidamente gratuitas, como el Vigilante celeste.

ARMANDO VILLEGAS Mundo nocturno Oleo encausticado Mención de honor, pintura

El Homenaje a Jorge Gaitán Durán queda, a mi juicio, a la par de Negret, a pesar de habérsele otorgado un segundo premio. Esa magnífica lápida vertical en donde la insistencia de las horizontales va creando un aire de réquiem, grave y austero, resume los mejores datos del estilo de Eduardo Ramírez Villamizar, su rigor, su sensibilidad, el afinamiento extremo de sus líneas -principales medios expresivos-. Pero si el Homenaje conmueve y silencia al espectador, la pequeña Escultura negra recuerda sus mejores pinturas y la exacta gracia con que el círculo se acoplaba a las rectas y al rectángulo. Plenitudde Jaime López, es como los malos actores del pueblo; creen que deben gesticular y desaforarse para convencer. Increíble que haya pasado el examen de admisión.

BEATRIZ DAZA Crisol para Prometeo Cerámica Primer premio, cerámica

Hugo Martínez y Jaime Peña trabajan en madera formas abstractas tortuosas cuya mayor virtud es la belleza de la propia madera. Pero son los "chatarristas" quienes tienen la palabra. Cardona vuelve a ser el excelente "manipulador" de chatarra. Su obra sin nombre, erizada de soldaduras, caños, tuberías, tiene la gracia de la chatarra bien hecha, apoyada olímpicamente sobre sus materiales irrisorios y agresivos. La de Feliza Bursztyn merece un párrafo aparte. Clitemnestra hace reir e indignar a la gente, altemativamente. Está bien, a esos resultados apunta la chatarra. Clitemnestra es absurda, irritante, sorpresivamente bien hecha, surrealista, apocalíptica. Es una chatarra con temperamento: algo mucho más que una forma desmañada y feroz.

La escultura figurativa quedó acorralada por la abstracta. Si se excluye la obra adocenada e inerte de Julio Abril, Stella Solarte se queda sin compañia. Sus figuras son interesantes como formas, pero su materia es desapacible y sin vida: materia de producto de fábrica, sin animación propia. Lo cual es lástima, porque desmerece el trabajo serio y responsable del modelado. 120

EDUARDO RAMIREZ VILLAMIZAR Homenaje a un poeta Escultura en madera Segundo premio, escultura


Botero el ausente De nuevo la ausencia de Fernando Botero hace un hueco en el Salón Nacional. Sus cuadros fustigantes, intrépidos, festivos, hacen mucha falta: por una parte, para conmover este panorama excesivamente balanceado; y por otra parte, para que artistas y público no se olviden que la audacia no consiste en el escándalo, sino en la intensidad con que invente un lenguaje y se le proyecte en términos pictóricos radicalizados.

El XV Salón de Artistas Calidad, dignidad, decoro Walter Engel El Espectador, octubre 27 de 1963.

Ante el semáforo del Salón Marta Traba La Nueva Prensa, octubre 18 de 1963.

Aunque parezca mentira Carlos Granada recibió el Premio Nacional de pintura en el salón que se inaugura hoy. El Salón Nacional ofrece en Colombia el premio más codiciado por los artistas, no precisamente por su monto, sino por el honor y el espaldarazo que significa. Esto no quiere decir, desde luego, que el laureado en el Salón Nacional deba ser por fuerza un gran pintor. Muchas veces los premios han sido mediocres, e incluso vergonzosos. Los jurados, como cualquier mortal, pueden equivocarse y hasta enloquecer. También pueden caer deslumbrados ante un despliegue espectacular destinado a "épater le bourgeois". En los últimos salones se ha ido marcando la tendencia a presentar "cuadros para el salón"; es decir, un género de proporciones gigantescas, truculento o espectacular, ante el cual el público, sea despavorido, asombrado o admirado, deba por fuerza detenerse. Granada mandó al Salón un cuadro de ese género, un cuadro "semáforo". Además, semáforo en rojo, que decía Pare con todas sus letras y obligaba a paralizar la circulación de la sala. Granada está muy lejos de ser un buen pintor. En su última muestra de la Galería de Arte Moderno era menos mediocre que antes, pero seguía indefinido, lleno de cosas por hacer y de problemas a resolver; esto no ha cambiado en el cuadro del salón. Al contrario, sus defectos, carencias y truculencias baratas se agravan en una tela gigantesca, gigantesca sin necesidad, porque la escena no requería ese tamaño. Ese entierro pobre sobre la mesa recuerda el espléndido entierro con que hace unos años Obregón ganó el Guggenheim, y recuerda los colores amargos y sangrientos de Nolde, y recuerda muchos expresionismos, y recuerda a Cuevas. Pero toda esa memoria dramática pierde su dramatismo y se vuelve cartelón de feria al pasarse a los trucos fáciles de una pintura gris y roja, opaca y simple. La obra de Granada no es dramática: es sencillamente circense. "Entre, pase a ver el fenómeno". Con este cartel podría comenzar la función de circo en que se convirtió gracias o por culpa del primer premio, el Salón Nacional. Lástima, porque no todos son elefantes. Había buena pintura y hasta excelente pintura, compitiendo por el gran premio.

Por varios aspectos se distingue el XV Salón Nacional. Encontramos en él calidad, dignidad y decoro. No conozco las obras rechazadas. Pero lo exhibido parece indicar que el jurado de admisión hizo una labor severa y eficiente. Ya no hay rincones de parientes pobres. La arquería del Museo Nacional, indispensable para dar cabida a todo lo admitido, quedó muy bien presentada, yen ellas se encuentran obras de valía. Aliado de artistas de larga trayectoria (siete ganadores de primeros premios en salones anteriores) se presentan en el XV Salón las promociones recientes, y demuestran el creciente empuje del arte colombiano en su conjunto como fuerza dinámica y progresista. En la mayoría de los casos, los artistas procedieron con acierto en las escogencia de sus obras. Tres de ellos tienen simultáneamente con el salón, exposiciones individuales: Augusto Rivera, en la Biblioteca Luis Angel Arango; Armando Villegas, en "El Callejón" y María Teresa Negreiros, en la Galería "Arte Moderno". A pesar de lo muy bueno de sus muestras individuales,las obras mandadas por lo mismos artistas al Salón Nacional, las superan todavía y pertenecen a lo mejor del certamen. No puedo 110, cuyos la Galería certamen

decir lo mismo de Alejandro Obregón y Luciano Jaramicuadros exhibidos actualmente en el saloncito anexo a "Arte Moderno", aventajan con creces sus envíos al oficial.

Un Salón Nacional, cuando es organizado con la responsabilidad y el cuidado, como lo hizo Mireya Zawadzky, en su calidad de directora de Bellas Artes del Ministerio de Educación, y con tan buenos resultados, no queda limitado en su interés y sus repercusiones a la discusión de los premios. Ella ya se está desarrollando ampliamente, desde hace días, de manera que prefiero señalar en esta columna, las obras más meritorias, a mi juicio, independientemente de las recompensas. (Estas se anotarán en paréntesis, a título de información). Pintura Augusto Rivera ha llegado a una etapa de plenitud y riqueza que no habría podido preverse hace pocos años. Sus tres obras del salón, superan todavía, como ya se escribió antes, la notable muestra individual, abierta actualmente en la Biblioteca Luis Angel Arango. Intensos y hondos, viven y cantan los rojos y el grande acorde cálido todo, en El espejo de la Salamandra. A su lado, menos ilustrativo, pero no menos bello el monotipo Forma de Lautreamont, nos deleita con su precioso juego de gamas violetas, de líneas raspadas y positivas, y de formas que se van condensando en el espacio. Variaciones sobre El Greco, finalmente, penetra de lleno en el espíritu de Theotocópuli, expresando su esencia en dicción contemporánea. Una sopresa nos deparó María Teresa Negreiros. Su exposición en la Galería de Caslmiro Eiger, pareció culminación definitiva de una etapa. Y con los dos cuadros del salón, va más lejos.

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Mediante la incrustación de piedras y otros elementos, que no van mezclados en la matería, sino que sobresalen a la superficie, alcanza efectos nuevos, sumamente logrados, y presta a sus creaciones, de fina calidad mate-arenosa, nuevas dimensiones de significado y expresividad. Un momento feliz vive también la pintura de Juan Antonio Roda. Su óleo Tumba del salón principal, se nos ofrece vibrante, con sus enérgicos toques de blancos y azules, con sus transparentes brochazos superpuestos, con un brillar tan jubiloso de los colores, que resulta un tanto contradictorio con el título. Mas eso no impide que sea una pintura de méritos extraordinarios. Armando Villegas logró sacar, de largas y fecundas experiencias, según lo visto en su muestra de "El Callejón", basadas en la técnica del óleo encausticado, conclusiones muy constructivas que cristalizan en su cuadro Canto telúrico, donde las masas en ebullición, elaboradas en variadas texturas, adquieren un empuje ascendente de singular vigor. (Para su cuadro Jardín Calima, Vi llegas obtuvo una mención de honor). Un trabajador s,erio, insistente yambicioso es Carlos Granada. No busca el éxito mediante efectos improvisados, fáciles y deslumbrantes. Se respeta a sí mismo y a su arte. Ha sufrido influencias, como prácticamente todos. Las principales: Botero, Gaya, Cuevas. El mejor cuadro que de él recuerdo, y que ya había sido exhibido con anterioridad en la Unión Panamericana de Washington, fue el óleo Flores para un niño de blanco, que formó parte de su exposición individual en la Galeria de Casimiro Eiger, a principios del presente año. El gran lienzo Sólo con su muerte (primer premio de pintura) del XV Salón no alcanza la perfección plástica de la obra anterior, pero es un buen cuadro. Un poco efectista, mas no en exceso. En cuanto a pintura, no posee vigor ni densidad sostenidas. Sin embargo, esto se puede interpretar también como sobriedad intencional. Porque, si la Tumba de Roda casi parece un canto a la vida, la Muerte de Granada se ciñe al tema y se empeña en expresarlo a cabalidad. Sin duda, existen en esta composición ideas y aciertos. La figura del niño muerto, tendido sobre una mesa pobre y simple; el humo gris de una vela triste y solitaria; y, particularmente, la perspectiva de las sillas que da la sugerencia de espacio y soledad, vacio y abandono. En resumen: Sólo con su muerte, resuelve de manera conceptualmente personal y acertada, un motivo deprimente, basado en la realidad. El tema en sí desolador, no justifica cierta inercia plástica. Esto no se refiere a la paleta sino al tratamiento del color. Por ejemplo, la monotonía con que se trata las amplias zonas rojas. Para apreciar el significado de esta objeción, basta comparar los rojos en el cuadro de Granada con los del óleo de Augusto Rivera, a pocos metros de distancia. Las superficies del lienzo de Rivera pulsan y vibran y son alta pintura en cada trozo. En el cuadro de Granada, apenas vemos vastos pIanos cubiertos de rojo. Tales deficiencias pueden emanar, en parte del tamaño ambicioso -quizá demasiado ambicioso-- en que se realizó la obra. La cual a pesar de no ser perfecta, tiene sus grandes méritos y marca un paso importante, en la carrera del artista. Siguen progresando, con paletas cada vez finas, personales y depuradas, Teresa Cuéllar en sus delicados bodegones estilizados, y Nirma Zárate (segundo premio de pintura) en su expresionismo abstracto. Enrique Grau continúa en su línea irónica figural, como lo prueban Las tres gracias, óleo grande y magistralmente ejecutado que nos muestra a tres robustas "gracias" de caras iguales. Luis Fernando Robles mandó un ensamblaje en madera, de concepto geométrico abstracto, bien ideado y limpiamente elabora-

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do, de un multicolorismo conjunto muy agradable.

sobrio y distinguido y de un efecto de

Como expresionistas abstractos de calidad, pueden citarse Manuel Hernández, Alberto Gutiérrez, Jorge Riveras y Leandro Velasco; como pintores "informales" Alvaro Herrán e Irene Balas; como autor de "realidades nuevas", Miguellván González. El óleo de Guillermo Wiedemann es interesante como concepto, porque nos muestra la aplicación de "collages" a la pintura. Vale decir que este óleo se compone de planos muy definidos que parecen papeles recortados, lisos unos, de fantasía otros. Una especie de reversión del collage al óleo. Creaciones de técnica mixta, collage con pintura, aportan dos artistas; Jan Bartelsman; ante todo, su exquisita Composición, y Alberto Arboleda, tres trabajos de gran efecto ornamental. Dentro de lo decorativo ornamental, cae también el bordado Paisaje de Odorico Baglioni, que orienta la atención hacia las vastas posibilidades abiertas para bordados y tejidos artísticos. En pintura, hay que mencionar todavía la presencia de Lucy Tejada, Sofía Urrutia y H.B, Rasmussen. En dibujo, nombramos a Hernando Tejada, Samuel Montealegre y Pedro Alcantara Herrán (premio para dibujo). Entre los grabados, destacamos las aguatintas de Luis Angel Rengifo, especialmente su rítmica Danza, los grabados de Rodolfa Velásquez, y los bastante goyescos de Augusto Rendón (premio para grabado) Escultura Edgar Negret. Si se atribuye alguna significación al orden en la enumeración de las artistas, debo dejar constancia de que nombro a Negret antes de Ramírez, por orden alfabético. Porque las obras de ambos en el XV Salón, son de tal manera perfectas y merecedoras de un primer premio, que consideraría cualquier prelación como poco equitativa, en lo que a esta reseña se refiere. El Vigilante celeste de Negret (primer premio de escultura), es una nueva versión de sus "aparatos mágicos", en láminas de metal, policromadas , con una innovación importante. Ya no se trata de láminas planas. Están curvadas hasta lo cilíndrico. Y esto permite nuevos ritmos y nuevos movimientos, en complicada ensambladura. El Vigilante celeste se mueve hacia el espacio y se compenetra con él. Es menos "aparato", menos "máquina", en su apariencia, que las esculturas antecedentes. Pertenece a nuestra era mecánica, pero como creación perfectamente autónoma. Las reminiscencias con semáforo e instrumentos de uso práctico (por lo demás, lícitas, cuando existen) están superadas. Negret ha penetrado hasta el juego libre y rítmico de formas puras dentro del espacio. El Homenaje a un poeta de Eduardo Ramírez (segundo premio de escultura), ya era conocido. Se había presentado en mayo de este año, cuando la galería "Arte Moderno" organizó un homenaje póstumo a Jorge Gaitán Durán. Sólo que Ram írez hizo una nueva versión de la obra, en tamaño más grande, y en lámina de metal, íntegramente blanca. Ahora tiene el significado y la grandeza de un monumento auténtico. Repito algunas palabras escritas al presentarse la primera versión de la obra: "La tremenda solemnidad de este ancho plano blanco va mucho más allá de un símbolo ... El grande equilibrio logrado por las formas en la parte inferior, estas compensaciones entre movimientos rectos y ondulantes, horizontales y verticales, estos puentes que sobrepasan el rectángulo para abrazar el espacio, todo ello es de una imponente sencillez, fruto de acrisolada sabiduría artística. La obra de Ramírez es un homenaje sublime, un monumento a lo definitivo".


Francisco Cardona desarrolla con su Chatarra el camino iniciado en su última exposición individual, y demuestra, nuevamente, cómo logra edificar, de los residuos de un taller mecánico, construcciones ensambladas con inconfundible inteligencia por lo escultórico y espacial. Alicia Tafur construye, con láminas recortadas y soldadas, una nueva y original versión del quijotesco Andante caballero. También participan con esculturas Feliza Bursztyn, Jaime López, Estela Solarte, Hugo Martínez y Julio Abril. En cerámica, hay una sola obra: el Crisol para Prometeo, de Beatriz Daza, muy noble es su textura y color (premio de cerámica). Repito, que el salón ha ganado mucho en decoro y dignidad. Y también en vitalidad bien entendida. Los artistas no emprenden ya la carrera descabellada detrás de la última moda, a todo precio, sino que se están buscando a sí mismos, a su expresión personal y auténtica. Por ello, precisamente, el arte colombiano está encontrando una creciente resonancia, también en el exterior. Porque, mientras en otras partes persiguen la sensación y la locura, aquí se atreven todavía, con valor y franqueza y sin caer en lo reaccionario o académico ia ser ARTE!

La crisis del XV Salón PEDRO ALCANTARA HERRAN Naturaleza Muerta N" 3 Collage Primer premio, dibujo

Carlos Correa El Tiempo, noviembre 3 de 1963.

Algo de historia En 1940, siendo Jorge Eliécer Gaitán ministro de Educación, se inauguró el primero de los Salones Nacionales. Ignacio Gómez Jaramillo obtuvo el primer premio en pintura. De allí en adelante, los salones marcharon, relativamente bien, hasta el noveno inclusive. En este salón obtuvo lito Lombana el primer premio con su bella escultura en madera: San Sebastían. Fue, pues, la época del ascenso, la edad de oro de los salones, pues allí se exhibieron verdaderas obras maestras como la Angustia para citar una sola, de José Domingo Ffodríguez. Del X Salón en adelante se inicia la decadencia hasta su culminación en el actual, ..

CHAPETE Salón de artistas "-Pues verá, señora, nosotros los genios somos unos limpios ...Maestro, pues viéndole bien no se le nota ... El Tiempo (Octubre 19, 1963)

Algo de estadística Quinientas obras fueron enviadas a esta salón, de las cuales el jurado de selección aceptó 81. Ahora bien, según opiniones expresadas por la prensa, en esta exposición apenas alcanzan a cinco, en promedio, las producciones de algún valor artístico, lo que equivale a decir, en lenguaje estadístico, que sólo merece la pena el uno por ciento de las obras enviadas al salón ... Causa de la crisis Como principal causa de la crisis artística en Colombia, está la predicación del evangelio abstraccionista, en los últimos años. Esta catequesis redujo a la impotencia a casi todos los artistas del país, pues al deshumanizarlos, fueron convertidos en títeres sin fuerza ni voluntad propias: mansamente obedecieron a sus pastores; aceptaron dogmas como "el arte por el arte" y "arte sin contenido", para terminar pintando con recetas cosmopolitas, sacadas de las prisiones del arte dirigido. 123


Terapéutica para la crisis Si los artistas colombianos quieren salvarse, deben volver sus miradas al humanismo; ser realistas en el planteamiento y solución de los problemas artísticos: trabajar más; improvisar menos; dejar la charlatanería; huirle a la simulación; evitar los excesos alcohólicos, nicotínicos, etc., y, finalmente, perder menos tiempo en el café y aprovecaharlo en el taller, mejorando su cultura ... Dije que los artistas deben mejorar su cultura: ¿ Cómo podemos aceptar a nuestros "abstractos", si desconocen la abstracción matemática, la abstracción musical o la abstracción filosófica? Sus "obras" son rechazadas a centenares en los salones anuales, porque apenas son parodias o sombras en la sombra ... Los verdaderos artistas colombianos Este XV Salón de arte fracasó, porque la mayor parte de los auténticos valores nacionales se abstuvieron de participar en él. La nómina de ellos, aunque incompleta, es la siguiente: Pintores: Pedro Nel Gómez, Eladio Vélez, Rafael Sáenz, León Posada, Débora Arango, y el grupo de pintores antioqueños: Dolcey Vergara, Gonzalo Ariza, Erwin Kaus, José Rodríguez Acevedo, Osear Rodríguez Naranjo, Alipio Jaramillo, Ricardo Gómez Campuzano, Luis Alberto Acuña, Delia Ramírez, León Cano, Carlos Díaz, Sergio Trujillo, Marco Tulio Salas Vega, y el grupo de jóvenes nariñense. Finalmente, el importante cenáculo caleño de "Los 13". Escultores: José Domingo Rodríguez, Ramón Barba, Josefina AIbarracín, María Teresa lerda, Jorge Martín. Horacio Langas, Rodrigo Arenas Betancourt, Carlos Gómez Castro, Tito Lombana, Alonso Neira, Rómulo Rozo, Carlos Reyes, Miguel Sopó y Luis Pinto Maldonado.Ceramistas: Argemiro Gómez, Carlos Martínez, Roxana Mejía y Luz Valencia. Queda así probado que la nómina mayor del arte colombiano le dio la espalda al salón. La solución consiste en atraernos nuevamente, creando premios para el arte realista, independientes de los que ya existen para "formalistas". Los jurados calificadores La integración de los jurados calificadores es cosa que requiere mucho cuidado, en el futuro, para no repetir los errores del presente ... Conviene elegir personas que hayan realizado obra importante en el campo de la crítica y del arte. Surgieron algunos nombres: Guillermo Hernández de Alba (Teatro del Arte Colombiano); Luis Alberto Acuña (El Arte de los indios Colombianos); Gabriel Giralda Jaramillo (La Pintura en Colombia); Juan Friede (Dos monografías sobre Pintores Colombianos); Jorge lalamanca (Nueve Artistas Colombianos), y Luis Vidales (Historiador del Arte). Es evidente que con personas como las mencionadas, sí se podría integrar un verdadero jurado calificador. Si estos nombres no gustan a las directivas plásticas, entonces no queda otro remedio que la fundación de una escuela para críticos, como las que existen para pintores y escultores ... Dicho lo anterior, se comprende por qué motivo pasaron inadvertidos de la "crítica" los pocos artistas realistas, muy valiosos por cierto, que tuvieron el coraje de presentar sus obras en el actual salón ... Granada y Negret Carlos Granada se presentó en el Primer Salón Grancolombiano de Cali (junio de 1963), con un cuadro sin forma ni contenido, que obtuvo el segundo premio (este galardón lo merecía Grau). Ahora, en el actual Salón Nacional exhibe una obra con tema, pero sin cabal realización, y obtiene el primer premio ... El aspecto positivo, en Granada, consiste en denunciar el problema de la mortalidad infantil en Colombia. Su tragedia es carecer del oficio que lo capacite para expresar sus ideas. Por eso su cuadro es confuso: no acierta a enfocar el tema, que se diluye en un escenario anecdótico, donde tiene más importancia un taburete, mal pintado, que la misma figura del niño muerto. El deber artís-

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tico de Granada es el de superar este desafortunado ensayo expresionista, que nada expresa, y dar el salto al auténtico realismo, del cual dio muestras en los comienzos de su carrera. Su caso es bastante similar al de Obregón y Botero, quienes, después de felices comienzos, naufragan en el más convencional de los expresionismos ... Carlos Granada debe aprovechar la lección de Grau Araújo: este pintor después de pecar mortalmente fabricando majaderías "formalistas", sintió verdadera contrición y retornó al campo de la pintura realista, en el que obtiene merecidos triunfos. De los "Seis Grandes" (trabistas), tal vez sea, Grau, el único que está en vía de salvación ... ! También los comienzos artísticos de Edgar Negret fueron felices, como lo comprueba su Beethoven, en el Palacio de Bellas Artes de Cali. Pronto, sin embargo, abandonó su propio camino para seguir senderos dudosos, alejándose de todo lo humano para caer en todo lo artificial. .. Como dijo Arturo Camacho Ramírez, recientemente, los "objetos" y "cosas" fabricadas por Negret son perfectos, con la sola condición de no llamarlos esculturas ...


XVI Salón de Artistas Colombianos

JUAN ANTONIO RODA Los Acosta Oleo sobre tela Premio especial Colección Hugo Acosta

Fecha: octubre 20 a noviembre 10, 1964. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Organizador: Dirección de Divulgación Cultural, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 50. Obras: 81. Jurado de admisión: Manuel Hernández, Juan Antonio Roda y Santiago García. Jurado calificador: Oswaldo Trejo, Enrique Zerda y Francisco Posada. Premios: Pintura: premio nacional $10.000, Augusto Rivera, Paisaje y carroña. Premio especial: $4.000, Juan Antonio Roda, LosAcosta. Dibujo: 12 $2.000, Leonel Góngora, El gran inquisidor. Escultura: premio nacional, $10.000, Eduardo Ramírez Villamizar, Saludo al astronauta.22 $2.000: Alicia Tafur, Germinación. Cerámica: Arcadio González, Sobre la serie azul y rojo; Hernando Tejada, Viaje en el tiempo. Grabado: Desierto. Premio Carlos Dupuy: $1.500, Alvaro Herrán, Los elementos del agua.

En este momento, el péndulo crítico oscilaba entre un conciliador y positivista Walter Engel y una exigente y arrolladora Marta Traba. El XVI Salón, para el primero, fue "una fresca y constructiva convivencia entre distintas generaciones. Sin que por ello haya en tal variedad de conceptos yorientaciones ni vencedores ni vencidos", mientras que para la segunda fue un salón "deplorable", que "deja muy poco margen para rescatar pequeños valores sueltos. " Para Enrique Zerda, jurado calificador y decano de Arquitectura y Bellas Artes de la Universidad de los Andes, hubo simplemente "un desnive/": "Al lado de cosas buenas, otras relativamente malas. No pudimos premiar la originalidad, porque las obras que parecían originales carecían de madurez. La mayoría de las obras son de tendencia abstracta. En cuanto a las figurativas no hay término medio: son buenas o malas. Al contrario de las abstractas, donde existe una zona intermedia aceptable. Esto refleja la situación actual de la pintura en Colombia, que si no se renueva a fondo, no podrá cumplir su auténtica tarea." (Semana al Día NQ 17, noviembre 6). Como en el salón precedente la escultura volvió a mostrar mayor vitalidad que la pintura. Con un Navegante de Negret declarado fuera de concurso, el péndulo volvió a favorecer con justicia a Eduardo Ramírez Villamizar y su Saludo al astronauta una de sus primeras obras en metal. En pintura, Paisaje y carroña, de Augusto Rivera, fue premio nacional. En el XVI Salón apareció el pop-art local, en obras de Carlos Rojas y Alberto Gutiérrez, aunque los pioneros Bernardo Salcedo y Jorge Madriñán no concursaron. Allí estaban también las Veermerianas de Beatriz González. Una nueva generación tocaba a las puertas del arte nacional. En marzo del 64, Espiral publicó un interesante artículo del crítico uruguayo José Pedro Argul, con problemas que bien podría plantearse el salón colombiano. 1964 marcó también eventos importantes para la plástica colombiana: primer premio de pintura a Obregón en la 11Bienal de Córdoba en Argentina, su fresco en el Banco Comercial Anüoqueño de la Calle 13 en Bogotá, y relieve mural de Eduardo Ramírez en la Biblioteca Luis Angel Arango. Mireya Zawadsky organizó nuevamente este salón.

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Crítica Al margen de la crítica de arte José Pedro Argul Espiral, Nº 90, marzo 1964.

Acoger todas las tendencias La actuación del Estado moderno y su notable postulado de derecho y justicia para todos se extiende a la protección de las artes y de los artistas. Para esta labor distributiva de su vigilante protección y de dineros consecuentes, ha creado sus órganos de consulta especializados: el Salón Nacional de Bellas Artes es, entre otros, uno de los más eficaces en la misión distributiva con criterio oficial. Aparentemente bien estructurado, a lavez que ágil y cambiable por sus jurados renovables anualmente, con la suficiente garantía de los representantes de los expositores, el Salón Nacional es, sin embargo, en no [mporta qué país, testimonio de rutina y equivocación. Una serie de ecuanimizadores del reparto son empleados para, en lo posible, dar a cada artista un denario por sus existencias inobviabies como incomodidades obligatorias, y para respetar el principio estatal de no tomar partido en ideas estéticas, proclamando al máximo la extraordinaria latitud de la compresión gubernamental: el Salón Nacional está abierto a todas las tendencias. Ciertamente que este lema de acoger "todas las tendencias" que parecía lucirse como el de más noble actitud reglamentaria, obligaría para su verdadera, real y única eficacia a ser revisado con frecuencia, estableciendo los repertorios tan cambiantes de las tendencias del día, o por el contrario, aceptarlo en definitiva, siempre y cuando al término tendencia se le asigne su definición sensata en la que le comprenda su condición de transitoria. Vale entonces decir que la justicia ministerialmente buscada, ha de asomar cuando sólo las verdaderas tendencias tengan entrada en el salón y se seguirán cometiéndo injusticias si se da cabida a lo que produzca cualquier pinturero o yesero más o menos hábil pero sin sentido ni propósito alguno de vitalidad en la creación. Tendencia es una dirección o sentido tenso, viviente, un movimiento guiado por una idea de atracción que busca formarse. Precisamente, el peso muerto de los salones nacionales es la cantidad mayoritaria de artistas sin tendencia alguna, con formas usadas, marchitas, no esplendorosas, especialmente aceptadas las que señalan, desde luego que decadentemente, un prestigio nacional establecido. Es el pecado de orgullo de la tradición. ¿Es qué acaso puede hablarse de tendencias advirtiendo el movimiento restringente en un globo que se desinfla? ¿Qué otra tendencia más que la de colarse dentro de los salones, puede anotársele a la mayoría de los autores de las obras expuestas? Los conocemos demasiado como factores principales del aburrimiento en las competencias. Obsérvense sus técnicas de ingreso o aceptación: se los rechaza tres o cuatro veces, luego un día por consecuencia al parroquiano y su asiduidad a las citas, es aceptado. Se ha instalado entonces definitivamente, es un "salonista", y en aquel año en el que sus yerros están más ocultos se premia su "obra maestra", campeona en lo anodino. Entre tendencias y consunción, con gran ventaja para esta última, se desarrolla el debate del Salón Nacional de Bellas Artes. El academismo naturalista de firme oficio hace cien años y de dominio de la transcripción objetiva, es ahora pretensión de inhábiles 126

dibujantes, de aficionados. Un saldo de impresionismo resta en algún claro paisaje con dibujo invertebrado. Alguna figura de formas sintéticas es sólo cáscara vacía. El embadurnamiento de un rostro IIámase a sí mismo expresionista. Para cada uno de estos grotescos habría su cuota de acogida y premios en defensa de "tendencias" que representan la tradición. Son, sin duda, los que se adhieren más a la triste tradición de los salones. Son los que los dirigentes tienen más celo en hacer respetar. Hay quienes los juzgan como los más patrióticos. Y se les premia, como se pensiona a un "descendiente" de los héroes.

Artes Plásticas El Salón Nacional Walter Engel El Espectador, agosto 26 de 1964.

Es una buena noticia: el XVI Salón Nacional se llevará a cabo en octubre del presente año. Las obras destinadas a él se reciben en la División de Bellas Artes del Ministerio de Educación, calle 20 número 8-18,60. piso, hasta el20 de septiembre. Allá se suministran también mayores informaciones. Entre los datos que ya tenemos, se encuentran mios. Podrán participar los artistas nacionales, residentes en el país desde hace más de cinco el concurso, con opción a premios, los artistas lones anteriores.

éstos: habrá prey los extranjeros años. Entrarán en premiados en sa-

En medio de festivales y certámenes importantes en capitales departamentales y en Bogotá y de disertaciones y discusiones públicas a veces más significativas que aclaratorias, adquiere el Salón Nacional en el último trimestre del año, una misión de particular interés. Allá se encontrarán todas las generaciones que tienen algo que decir, allá podrá medirse calidad contra calidad, vigencia, vitalidad, fuerza creativa y expresiva de las diferentes corrientes. Más que una asamblea de aspirantes a premios --con la inevitable mayoría subsiguiente de defraudados y amargados, por el simple hecho aritmético de que los premiados son minoría- debería ser una reunión cordial de todos los artistas, convencidos de su propio valor, para figurar en el concierto de las artes plásticas de Colombia. Así el Salón Nacional ocupará el sitio y la categoría que le corresponden. Si allí se congregaran sesenta o setenta obras, dignas de ser premiadas, sería un triunfo del arte


nacional, a pesar del hecho inevitable de que apenas diez o doce podrían ser distinguidas con premios o menciones de honor. Más que los premios, valdrá la calidad general del certamen y el análisis desapasionado y constructivo de las obras de interés. Ya se ha visto que ni siquiera un primer premio significa por sí sólo la "consagración" definitiva del favorecido, y que la única consecuencia segura son los tradicionales ataques a los jurados, aunque éstos hayan actuado, como sin duda actuaron en los salones antecedentes, de buena fe. Discusiones por el estilo hemos oído y leído muy recientemente, a propósito de los premios adjudicados en el "Salón lntercol de Artistas Jóvenes". Sin reseñar aquí el curso del debate organizado hace poco por el Museo de Arte Moderno acerca del mencionado "Salón lntercol" y sus premios, quiero, sin embargo, referirme a algunos puntos surgidos en el curso de la discusión y cuyo esclarecimiento y discusión ulterior, si fuera el caso, me parecen importantes. Comencemos por el fin. El último participante en el debate emitió la opinión de que "la crítica hace a los artistas". Esta aseveración sacó de quicio a Alejandro Obregón, quien se levantó de su asiento en la mesa directiva y replicó a gritos: "No señor, no señor, eso no es así!" Con esta rectificación categórica se clausuró la reunión.

Alicia Tafur frente a su obra Germinación Segundo premio, escultura

Comparto sin reservas la posición de Obregón. Pero la opinión de "la crítica hace a los artistas" parece haber encontrado alguna difusión, y por eso es conveniente insistir en su inconsistencia. El crítico debe actuar al servicio y en función del arte. Pero el artista no debe actuar nunca al servicio y en función de la crítica. Recuerdo aquí una frase que escribí el año pasado y que todavía considero vigente: "Si hay dioses en arte, son artistas. Los críticos apenas pueden ser ~n el mejor de los casos- sus sacerdotes. La inversión de esta relación sería completamente anormal, para no decir intolerable. Este orden de ideas puede explicarse gráficamente con un ejemplo: un museo es una especie de templo. Pues bien. Allá se venera y se rinde culto al Arte, y no al director del museo quien desempeña aquí también la función de sacerdote; que es desde luego importante y respetable. Pero muy distinta de la del creador.

Augusto

Rivera frente a su obra Paisaje y carroña Premiada en el XVI Salón

Trato aquí las cuestiones de manera "abstracta" y completamente impersonal. Y tengo que referirme a otra pregunta que no encontró una respuesta tan categórica y clara como la antes citada de Obregón. Un artista sugirió que el contenido de una obra sea más importante que su estilo y pudo parecer que este concepto fue aceptado. Hay que rectificarlo enfáticamente. Lo que identifica lo que hace a un artista es en primer término su estilo. Conquistar un estilo personal es máxima aspiración del artista. El contenido se convierte en obra de arte gracias al estilo en el cual está expresado. Como ejemplo puede citarse toda la historia del arte. Pero conviene concretar. La reproducción de un animal por ejemplo no es en sí una obra de arte. Pero llega a serlo cuando se ejecuta en un estilo artístico, sea el de los creadores anónimos de las Cuevas de Altamira y de la Alta Dordoña, sea el de los escultores asirios, sea el de los dibujantes y grabadores chinos y japoneses, sea de Uccello, de Rufino Tamayo o de Alejandro Obregón. No es primordialmente el hecho de que se interprete un león o un caballo, un perro o un cóndor sino cómo se interpreta: en qué estilo, con qué concepto. Lo mismo puede aplicarse a cualquier tema. El paisaje, para nombrar otro ejemplo. Cuando hoy se habla de "paisaje" muchos tienden a desinteresarse en seguida. Pero bajo los pinceles de un Vermeer, de un Cézanne, de un van Gogh, aún de un Buffet, a pesar de todas las objeciones el paisaje se vuelve trascendental y nos emociona. Lo mismo el bodegón. ¿A quién interesan, como motivo artístico o cósmico, manzanas y cafeteras? Sin embargo, los bodegones de cocina, de frutas y vasijas pintadas por Chardin, Cézanne, Gaughin, y aquí en Colombia, por Botero, crecen hacia lo universalmente valedero, por la manera como están realizados; otra vez, pues, por su estilo.

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Esto se aplica de manera análoga a todos los motivos. No hay tema vedado para el arte. La soledad y la desesperación, la miseria y la violencia, la realidad y la fantasía, lo consciente y lo subconciente, todo puede ser contenido de una obra de arte. Sólo que el tema en sí todavía no hace la obra de arte. Para convertirlo en tal, el autor necesita, además de sensibilidad humana, de vocación y talento específicos. Precisamente esta vocación y este talento que cristalizan en un estilo personal. El último punto que se trató en la reunión del Museo de Arte Moderno, en cuya aclaración también intervino Obregón, es el de la sinceridad en el arte. No fue la primera vez que oímos admitir a Obregón -con admirable franquezaque la sinceridad en el arte es un asunto muy relativo. Hay que observar, entre otras cosas, que la calidad de una obra puede establecerse aún hoy, a pesar de las circunstancias bastante caóticas del momento. Pero ¿quién puede medir la sinceridad de una pintura o escultura? Obregón dijo que a veces el pintor coloca un color determinado, un rojo por ejemplo, en algún sitio del cuadro, para apreciar su efecto, medirlo, y si fuera el caso, suprimirlo nuevamente. ¿Es un procedimiento sincero o insincero? Lo cierto es que la información de Obregón se nos hace admirablemente sincera. En cuanto al resultado: sólo podemos disfrutar, juzgar y apreciar su calidad, pero no su sinceridad. Casi podría decirse que la sinceridad constituye un secreto profesional del artista. Para ella, no hay test ni medida. Yo creo que las conciencias del artista, del crítico y del público pueden darse por satisfechas cuando el resultado parezca sincero, cuando tenga calidad, en una palabra, cuando sea una auténtica obra de arte. A los artistas les queda casi un mes para terminar y entregar sus obras con destino al XVI Salón Nacional. El compromiso es serio. La confluencia de todos los artistas de valía, sin fronteras de generaciones, permitirá un conjunto panorámico y representativo de apasionante interés.

Vida cultural XVI Salón Nacional Nacional

= XVI Panteón

Marta Traba El Tiempo, octubre 25 de 1964.

Vivimos en 1964 Si a este simple dato cronológico le damos su contexto artístico, resulta que 1964 significa el año del premio norteamericano Rauschemberg en una bienal tímida como es la de Venecia; el del decaimiento del "pop-art" en Estados Unidos y el apogeo del nuevo realismo en Europa; el del ímpetu de los neogeométricos en Norteamérica y del triunfo parcial de los experimentadores en efectos luminosos, sonorosos y cinéticos incorporados a la pintura y la escultura. Significa el año de tantos impactos, de tanta angustia, de tanto deterioro, de tan tremenda mortificación creadora (porque la creación, a fuerza de empeñarse en lo original y no vista antes, se ha con128

vertido en un inquietante silicio), que todo está permitido; hasta replegarse y meditar. Fuera de la batalla, la meditación nos lleva a pensamientos ambiguos, alucinantes. Lo único claro es que no hay ni habrá tregua alguna en este combate por lograr una expresión inédita; y, al mismo tiempo, que la aprobación de la originalidad por la originalidad misma está destruyendo todos los móviles y las justificaciones estéticas del arte. Pero lo que también es absolutamente seguro es que la resistencia a este fenómeno sólo puede ser opuesta por aquellas que empeñan el alma en decir algo importante y definitivo y no encuentran modo ni forma de acallar esa voz o cambiar la naturaleza de sus medios expresivos. De un lado, pues, quedan los inventores. Los que inventan la imagen de cada día contra la imagen del día anterior y empujan así hasta su extremo más radical la ley de deterioro de la estética contemporánea. Del otro lado, permanecen los resistentes. Expresionistas abstractos, expresionistas figurativos, neoclásicos, se cuentan entre ellos. Pero, insisto, deben ser excepcionales para sobrevivir. Es un planteo encaminado; los pasatiempos artísticos son juegos prohibidos. Al menos, para perpetuar una especie pictórica o escultórica. Esta formulación del arte actual se entiende con dramática lucidez por parte de casi todos los artistas. Precisamente la inestabilidad permanente ha aguzado en ellos el alerta y la noción de peligro. Muchos creen salvarse echándose al agua turbulenta y flotando precariamente gracias a las cosas accidentales, los objetos, los elementos insólitos que les quedan a mano. Es un falso sobreaguar, sin embargo, que no puede resistirse mucho tiempo. Todos los colchones, los nuevos realismos improvisados, los objetos irrisorios, tienen de antemano señalada su existencia precaria cuando no son utilizados, desde luego, por un genio que los fortalece de tal modo como para asegurarles su futuro estético. Entre los inventores y los resistentes están, o flotan alrededor, en un extraño, indefinido limbo, quienes extraen elementos sueltos e inofensivos del drama y los utilizan, en broma o en serio, para entrar en el oficio de pintores y escultores. Esta tercera raza es la que puebla el XVI Salón Nacional presentado en el Museo Nacional. Si fuera un salón de historia natural, habría que llamarlo salón de los invertebrados. Si llevara fecha, tendría que situarse entre 1930 y 1940. Si exigiera ubicación sería, infaliblemente, un salón de provincia. No tiene coartadas; no es salón de jóvenes, ni de viejos, ni de maestros, ni de aficionados. Con excepción de Fernando Botero, Grau y algunos más jóvenes que están trabajando fuera del país, todos los profesionales están representados en él, integrando uno de los más mediocres conjuntos que hemos padecido en los últimos tiempos. No comprendo la actitud de los artistas cuya obra defendible, y muchas veces espléndida, los colocaba, dentro de mi axiología, entre los "resistentes". Me refiero explícitamente a Obregón y Roda. No sé si la intención de Obregón fue inspirarse en Gómez Jaramillo, pero desde luego que lo ha logrado con toda plenitud. Peor aún: la Nueva visión de Toledo, es lo que debe ser, postulado sin vacilaciones, con entera claridad; un cuadro seco, limitado, post-cezzaniano con cincuenta años de retraso. Y Gómez Jaramillo abona además, en su favor, la discreción con que elude su habitual estridencia cromática y se dedica a los grises. Pero la Isla Cascajo de Alejandro Obregón es la capitulación de su fantasía, de su libertad, de su manera de explorar el misterio y de insinuarlo por medio de un explosivo y magnífico lenguaje de signos; es un pequeño paisaje literal, sin ánimo de metamorfosis, apenas tímidamente cruzado por breves ráfagas de pincelada. La tarjeta de navidad, convencional y frívola, de una obra demasiado constelada como para presentarse de este modo insignificante. Los Acosta de Juan Antonio Roda, es la obra exacta para situar el salón en 1930.


¿Porque se trata de un retrato? No exactamente. El inglés Bacon ha pintado una galería de retratos que figurarán entre los más pavorosos y punzantes testimonios del acto creador en nuestro siglo. El retrato de Leautaud, ejecutado por Jean Dubuffet, es una pieza maestra de su "arte otro". La respuesta es, pues; porque se trata de un retrato convencional, de encargo, que trata de salvar su completa falta de intención creadora y de disculpar su sumisión obligatoria al modelo mezclándolo con la pincelada libre de las Tumbas. Hay algo que falla verticalmente. Si Roda llegó a pensar y sostener, como lo demostró en sus fragorosas Tumbas del año pasado, que la pintura era un desorden desinteresado y lírico, un acto gratuito con alta temperatura emocional, no puede someterse al "parecido" tiránico de un modelo.

EDUARDO

RAMIREZ VILLAMIZAR Saludo al astronauta Escultura en aluminio pintado Premio nacional, escultura Colección Boris Beschiroff

Acto de premiación XVI Salón: Augusto Rivera, Alvaro Herrán, Alicia Tafur, Juan Antonio Roda, Augusto Rendón, Beatriz Daza, Mireya Zawadsky y Eduardo Ramírez Villamizar

Artistas premiados: Juan Antonio Roda, Augusto Rivera y Alicia Tafur

Mi crítica no va dirigida contra su pasaje de lo abstracto a lo figurativo. Roda, o cualquier artista, puede pasar de lo abstracto a lo figurativo, o de la pintura al objeto, o del objeto a la escultura, o del estilo informalista al tachista; cualquier itinerario es posible, por más laberíntico que sea y ahí está el propio Picasso para demostrarlo. Lo que no puede hacer un artista de verdad es deponer su poder de metamorfosis para plegarse a un simple acto de fijación de una realidad que se está descartando y rehaciendo sin pausa. Pinte usted un espacio con transparencias, colóquele infaliblemente algo de amarillo, mánchelo con unas formas leves, frívolas, ligeramente tachistas, deje algunos espacios descompensados, de tal modo que las asimetrías sean evidentes; y cuando usted haya logrado esta "atmósfera" inocua y desenfadada, trace algunos grafismos enérgicos con un pincel no muy grueso y sostenga así la supuesta composición, ligando superficialmente sus elementos sueltos. No, no es una receta de repostería fina; es la definición del estilo Roda -Luciano JaramilloRivera, cuando ninguno de los tres se preocupa excesivamente de ser él mismo y resuelve que pintar es cubrir una superficie lo suficientemente grande como para impresionar al auditorio. (Aparte trabajan Roda, autor de las Tumbas, Jaramillo buscando con visible angustia un medio áspero y fuerte para comunicarse, y Augusto Rivera, pintor de bloques duros, destemplados, espesos de materia, establecidos con eficacia en espacios transparentes). Por desgracia no es este el Rivera de Paisaje y carroña, primer premio de la Bienal. El cuadro corresponde a la receta explicada más arriba y al inexplicable adelgazamiento de posiciones y maneras más sólidas, sacrificadas en beneficio (o en perjuicio) de una atmósfera. Atmósfera; palabra mortal para los actuales artistas colombianos. Mientras que Obregón,' su motor generador, ha ido progresivamente apretando y reduciendo su pintura a síntesis cada vez más exactas (no me refiero, por supuesto, a la tarjeta de navidad del salón), todos caen tardíamente en la atmósfera; Lucy Tejada, Nirma Zárate, Astrid Alvarez, Camila Lobo Guerrero, María Luisa Andino. Pero no se trata de una gran atmósfera, obsesiva y perentoria, como pueden ser las de los mexicanos Tamayo o Rodolfo Martínez. No, es la debilidad y la decadencia de las formas. Rodearlas y desvanecerlas con un romanticismo lánguido, de canapé de provincia. Dentro de la atmósfera o fuera de ella, las formas abstractas languidecen en una insoportable repetición de los planteamientos europeos de hace veinte años. La pared de la derecha en el Salón Nacional debía llamarse paredón, y más expresamente, paredón de fusilamientos. Las formas inertes, zonas de color compuestas con la menor originalidad posible, corre por las diagonales de los cuadros o se detienen en pasivas horizontales. Pequeños núcleos previsibles, asociaciones obvias de colores por lo general desastrosas, tal es el resumen del fatídico muro. Entre Leonor AIvarez, Jaime López, María Cristina Pavía, Manuel Hernández, no se salva ni el paisaje premiado de Rivera, ni el cuadro -tan falto

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de originalidad como de interés y hasta de trabajo-, Herrán, que ganó uno de los premios de pintura.

de Alvaro

¿Qué actitud nueva, qué vitalidad, qué signo claro de existencia presentan las figuras jóvenes que hemos resuelto considerar -por consenso casi unánime-, las más activas en el terreno de la creación? Ningunos. Tanto Alberto Gutiérrez como Beatriz González, como Carlos Rojas abusan visiblemente de sus recursos: y los recursos respectivos -collages y grafismos, recortes de color geométricamente compuestos y pop nacionalse fatigan con una gran rapidez, precisamente por tratarse en todos los casos de fórmulas transitorias, -aun cuando sean acertadas por momentos-, que no alcanzan a traducir significativamente a un artista. La "etapa" se fatiga velozmente. Lo único perdurable es el estilo, al cual sólo se llega después de haber trabajado encarnizadamente, yabandonado a su debido tiempo, muchas etapas. Si la pared abstracta es la fusilable por su tenaz mediocridad, habría que reunir los pocos figurativos del salón en una pared de lamentaciones. Y ubicar a lo largo de ella las plañideras que gritaran: iCómo es posible que en este siglo, en este año, en esta circunstancia, se sigan pintando bodegones y figuras a la manera de Valcárcel, Reyes, Montealegre, Héctor Hernández, Lucy Tejada, Alfonso López! ¿Cómo es posible que se reduzca la magnitud del acto creador a tal insignificancia? iQue se entreguen estas tristes, tibias, amedrentadas parodias de la naturaleza!

AUGUSTO RIVERA Paisaje y carroña Oleo sobre tela Premio nacional, pintura Fotografiada de catálogo. Colección Museo de Antioquia

Ninguna contestación Nada más que las obras, pálidas, ambiguas, dando por enésima vez muerte a la realidad visible. Este salón deplorable deja muy poco margen para rescatar pequeños valores sueltos. Y rescataría por el encanto que tienen (es decir, por una razón menor y no fruto de encendidas convicciones), a los "ingenuos-manuales" de Cali. El collage rojo de Jan Bartelsman sumado a los encantadores trabajos en madera de Hernando Tejada y a los muñecos demasiado elementales y cocinados en excesivas salsas de colores y materias de María Teresa Negreiros, forman una zona aparte que tiene, al menos, la justificación del experimento.

ALVARO HERRAN Los elementos del agua Escultura Premio Carlos Dupuy

Fanny Sanín y Norman Mejía se salvan por su agresividad: representan en un conjunto de reposteros más o menos hábiles, lo feo definido. Lo feo atacante y escatalógico, en el caso de Norman Mejía, que se defiende bien de su tremenda gama de rosas agrias y le da al dibujo un poderoso vigor. Lo feo por choques, por voluntarias estridencias, es la interesante obra de Fanny Sanín. A Granada, por este mismo camino, se le fue la mano. La intención de vulnerar al espectador con una figura repugnante del Museo Dupuytren, es tan fácil como carente de valor. Es la rebeldía sin resortes, el golpe bajo tan tonto como deshonesto. Entre un acto de inconformidad y un acto de vulgaridad, media una infranqueable distancia. No puedo sustraerme a la tentación de dar mi premio de pintura. El primero, a Gastón Betelli, por sus enormes corazones negros, tan frescos tan absurdos, tan originales, llenos además de sutiles valores de color, forma y materia. El segundo a Antonio Samudio por su extraña mezcla de aduanero Rousseau y Morandi (aludiendo a este último frente a la gran calidad tonal de sus gamas bajas): y porque las pequeñas y sueltas obras suyas que he visto aquí y allá son extrañamente fieles a él mismo, sin aceptar ni modas ni ingerencias ajenas. Mi premio de dibujo va a Pedro Alcántara Herrán : hay una expléndida energía y un sugestivo y fuerte mundo en sus figuras deformes y arbitrarias. Yo habría declarado desierto el grabado, sin confusos "fuera de concurso" y habría entregado el premio de cerámica a Beatriz Daza, con la condición de que hiciera desaparecer sin dejar huellas 130

LEONEL GONGORA El gran inquisidor Dibujo Primer premio, dibujo


un pequeño híbrido de cerámica y cañería de baño, que me resulta perfectamente inexplicable.

Acto de premiación XVI Salón: Marta Traba, Eduardo Ramírez Villamizar y Mireya Zawadsky

La escultura es, sin duda, la sorpresa del salón. No importa que Alvaro Herrán caiga vertical desde Kemeny, ni que Tina Vallejo presente una escultura de Feliza Bursztyn, y que la propia Feliza sea hija de los Innumerables-Chatarristas dispersos por el mundo entero, ni que Hugo Martínez haya realizado una excelente obra muy a expensas de Negret y Ramírez, o que los caños de Cardona o el modelado en madera de Rodríguez Forero sean exactamente el revés del descubrimiento de la pólvora. Todo lo que acabo de mencionar se ve muy bien, tiene interés y dinámica tanto de la materia como de la forma. El anhelado, el esperado destiero de los marmolistas de museo y cementerio, parece ser ya definitivo. Claro que el exilio de los marmolistas no justifica las atrocidades modernas (o modernoides), a la manera de Jesús Niño o de Julio Abril, cuyo triste material de jabón blanco-azul contribuye a destruír el escaso y desacertado trabajo que pretendió realizar con las formas. Declarando fuera de concurso a Edgar Negret, por el hecho de haber ganado el primer premio en el último Salón Nacional, y aclarando que ese "fuera de concurso" es el más expresivo reconocimiento a sus excelentes esculturas, el premio no podía ser sino para Eduardo Ramírez Villamizar, cuya obra se afirma sin problemas ni controversias posibles dentro de un rigor cada vez más fino, puro y poético. Alvaro Herrán, Feliza Bursztyn y Hugo Martínez son enseguida mis únicos candidatos premiables, por su buen gusto y por la novedad que implican (cerrando revistas, puertas y ventanas) dentro de la escultura nacional. La última proposición que quisiera hacerle a la dinámica y esforzada Mireya Zawadzky solitaria autora material del Salón Nacional por el de XVI Panteón Nacional. Así los enterrados en vida no se verían tan crepusculares, tan segregados de la fustigante dinámica del arte contemporáneo.

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XVII Salón de Artistas Nacionales

Un Jorge Zalamea que rechazó con amenaza de renuncia la escultura susceptible de premio de Alvaro Herrén. una Alicia Baraibar que presionó la admisión de La horrible mujer castigadora de Norman Mejía, una Marta Traba que tituló'a este salón como la Batalla Nº 17 Y un Inocente Palacios, crítico venezolano, que acusó a Qbregón de estar "aferrado a una especie de americanismo principista, con citas directas que desembocan necesariamente en el nacionalismo colorista ", fueron los jurados que transformaron este salón en una fiesta triunfal de los jóvenes: Norman Mejía, Beatriz González, Carlos Rojas, Gastón Betelli y Antonio Grass en pintura, Feliza Bursztyn en escultura, Pedro Alcántara Herrán en dibujo. Ningún salón desde el undécimo en que se impusiera la generación de "grandes" con el triunfo de Botero, había sido escenario de un cambio y relevo generacional como este. Inocente Palacios lo señaló al hablar de "una profunda transformación en la expresión plástica contemporánea en Colombia [...] Si aún esa transformación no tiene un tumultuoso acento colectivo, sí existen unas individualidades de fuerte personalidad que nos obligan a ser optimistas. n El mismo crítico dijo de Norman Mejía: "Su obra premiada La horrible mujer castigadora, de profundo lirismo expresionista, violento testimonio desgarrador de su época, es una obra plenamente integrada. "Lo que se estaba superando era precisamente el "complejo Obregón-Botero" de que hablara Hernando Santos a propósito de Mejía. La Batalla Nº 17 no fue fácil de ganar. Marta Traba escribió dos de sus más encendidos artículos para defender el salón y sus protagonistas, y rechazó con brío la acusación de "crisis" y "estafa" que Carlos Medellín formuló desde El Tiempo (septiembre 5). Desde este punto de vista también fue decisivo el salón: razonadamente acabó de una vez con el diletantismo que todavía añoraba los tiempos superados de la academia y demostró que aún había mucho que esperar hacia adelante. Para la pequeña historia hay que recordar que en este salón todavía se quedó por fuera Bernardo Salcedo, y que Propal, que inició su patrocinio del salón este año, tuvo sus reticencias para aceptar la obra ganadora.

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PEDRO ALCANTARA HERRAN De esta tumba. de estas benditas cenizas no nacerán violetas, 1965 Dibujo tinta Primer premio, dibujo Colección Propal

Fecha: agosto 20 a septiembre 20, 1965. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Organizador: Dirección de Divulgación y Extensión Cultural y Bellas Artes, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 53. Obras: 77. Jurado de admisión: Alicia Baraibar de Cote Lamus, Jorge Zalamea y Hernán Vieco. Jurado calificador: Inocencio Palacios, Fernando Arbeláez y Marta Traba. Premios de adquisición Propal: Pintura: 12 $14.000, Norman Mejía, La horrible mujer castigadora. 12 $4.000: Gastón Betelli, Presentación y representación de un frutero. Especiales: 12 $6.000, Carlos Rojas, Marta Traba cuatro veces; Beatriz González, Los suicidas del Sisga; Antonio Grass, Escudo para un hombre triste. Escultura: 12 $14.000, Feliza Bursztyn, Mirando al norte. 22 $4.000: Desierto. Grabado: Desierto. Dibujo: 12 $4.000, Pedro Alcántara Herrán, De esta tumba, de estas benditas cenizas no nacerán violetas. Cerámica: 12 $4.000, Desierto.


Presentación catálogo Marta Traba El Espacio, agosto 21 de 1965.

Cada día que pasa siento más imperiosamente la necesidad de volver a colocar el arte en su medida exacta; la de revelar algo nuevo y extraordinario que no podía ser intuido, previsto y al fin realizado sino por el artista, y digo "volver a colocar", porque creo que progresivamente el arte ha perdido esa condición misteriosa y reveladora para limitarse al descubrimiento, renovación y hallazgo permanentemente de elementos plásticos, sin importar gran cosa por lo que se pueda trasmitir por su intermedio. El arte como revelador de mundos posibles, fueran abstractos o figurativos, geométricos o expresionistas, conducía a la emoción total, al pleno placer estético, este arte actual cuya mayoría de obras se limita a quehacer estético, a la disposición ingeniosa y angustiadamente espectacular de elementos o cosas sobre una superficie, trata de lograr una forma distinta de acercamiento con el público, busca desconcertarlo, indignarlo, y en todo caso, sorprenderlo. La sorpresa es hoy día la relación habitual entre el público y la obra, en la misma medida en que lo fue anteriormente la emoción. El anhelo de devolver al arte sus poderes más absolutos no significa en modo alguno un retorno hacia formas cuyas vigencia ya ha caducado; es sólo el reclamo para que, aceptando los hallazgos que diariamente se llevan a cabo en el orden móvil y en constante alteración del arte contemporáneo, los artistas y especialmente los más jóvenes no se limiten a "hacer" el arte, sino que Intenten dotarlo de un sentido, de un contenido más profundo. Si los medios para realizar la obra de arte son en la actualidad comunes a los artistas de cualquier sitio del mundo, los contenidos, en cambio, no pueden sino estar ligados con la conciencia personal y con el ámbito donde se generan. Por eso pienso que hay que celebrar en la pintura y en la escultura colombiana la presencia de una generación joven que se manifiesta por su inconformismo, .su ruptura abierta con las obras nacionales que les preceden, su intención de resolver a fondo los problemas y muchas veces su franca, brutal virulencia. Es imposible afirmar que el arte colombiano es _original; problemático asegurar que hay una definición, cualquiera que ella sea, dentro del arte colombiano; pero está vivo, se defiende con enerqía de caer del todo en el mimetismo. Sus errores, sus actos de barbarie, las caídas sorpresivas de sus mejores artistas y los aciertos insólitos de los nuevos, son otras tantas manifestaciones de esa vitalidad. Es invalorable la confrontación general de tendencias, actitudes y obras que puede realizarse gracias a los salones nacionales, no importa que a veces resulten catastróficos y que los balances puedan ser circunstancialmente negativos. Este termómetro Infalible del salón nacional es la base para todas las autocríticas, y nuestras formas nacionales de expresión deben no sólo practicar, sino vivir en la autocrítrica para no caer en los fáciles inflacionismos y mixtificaciones culturales; como persona profundamente interesada en el destino de las formas artísticas de Colombia, quiero subrayar que el mérito de organizar el XVII Salón Nacional recae sobre Mireya Zawadzky, jefe de la Sección de Bellas Artes, Divulgación Cultural del Ministerio de Educación.

En el XVII Salón, un espectáculo de fraude Carlos Medellín El Tiempo, septiembre 5 de 1965.

"Asistimos sin sorpresa una crisis largamente esperada. Parece llegado el momento de la gran rectificación". El Salón de Artistas Colombianos ha completado su 17 "aparición", lo cual significa que durante diecisiete años los pintores, I?s escultores, los dibujantes, los grabadores y los ceramistas del pars, han cumplido con exactitud una cita nacional para exhibir a los ojos del pueblo el resultado de sus trabajos, a través de los cuales hay un devenir constante, un proceso de creencias, a veces positivas, a veces negativas, en el oleaje de credos estéticos, supersticiones, verdades y falsedades. A lo largo de este importante esfuerzo de comunicación se advierte la presencia física y espiritual de dos grandes personajes: el artista que quiere entregarse, y el pueblo que desea recibirlo tal como él es, con su sinceridad o su mentira, con su.inqenuidad o su pedantería. Entre los dos aparece eventualmente el crítico, que no ha alcanzado a constituir una verdadera entidad intermediaria, pese a su destino teórico y a sus sostenidas pretensiones de serio. El gran personaje El fenómeno más ostensible en el momento presente de nuestra plástica es el profun'do distanciamiento, aparentemente definit.ivo, entre estos dos personajes. Pero al contrario de lo que pudiera suponerse, la actitud popular es a todas luces tan positiva como negativa es la del artista, cuya inmersión en una problemática de falsas apariencias lo ha conducido a la confusión más absoluta. Parodiando una frase política que el arte se hace superior a sus artistas, y así lo está demostrando ahora este paciente personaje del drama contemporáneo, con su presencia numerosa y su rnúltiple reclamo. Lo que vive y persiste a través de este largo experimento nacional que es el Salón de Artistas, es la voluntad de entendimiento y la capacidad de compresión de nuestras gentes, cuyo criterio se ha venido formando y depurando en ~edi? de las contradicciones, hasta crearse una verdadera conciencia en el natural ejercicio de su valoración. De modo que la posición de nuestros artistas si es, como lo dice, la de sorprender y desconcertar con premeditada intención de escándalo, ya no encuentra la reacción deseada para obtener fácil publicidad. Al contrario, lo que parece suceder es que el artista se está encontrando ahora por primera vez, en la más completa soledad y al abandono an-

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gustioso no ya de quienes se acercan a él con curiosidad, con amor o con devoción,sino de sus propios valores subjetivos, de sus propias categorías íntimas y sus propias creencias. Un profundo silencio No se trata solamente de la ausencia de los elementos nacionales en que tanto hemos insistido como premisa insustituible de la anhelada autenticidad, sino de un profundo e impresionante silencio en el ámbito de la expresión estética, de una dramática inercia en medio de la inquietud engañosa y la inconformidad sin sentido. En el cuadro de Julia Acuña, Menina del yo-yo, hay una leyenda que resume y explica a cabalidad la característica de este pseudoarte mixtificado: "industria nacional". El juguete representa la personalidad en continuos y monótonos movimientos al impulso mecánico de una mano inconsciente. El letrero entraña la negación artística por excelencia, la producción en serie, la fábrica electrónica sin savia humana. Ese debió ser el primer premio de Propal, no por su agradable contrapunto de verdes y amarillos, ni por el gracioso sentido figurativo, sino por el símbolo literario y el signo elocuente de un momento consumado.

y la defraudación Estas apreciaciones generales no son únicamente la consecuencia lógica de nuestros puntos de vista, otras.veces expuestos en similares ocasiones, sino que además se identifican con las observaciones consignadas en el propio catálogo, por quien ha representado para el artista colombiano su acuciosa vigilante, su máxima censora: "progresivamente el arte ha perdido esa condición misteriosa y reveladora para limitarse al descubrimiento, renovación y hallazgo permanente de elementos plásticos, sin importar gran cosa lo se pueda trasmitir por su intermedio", escribe Marta Traba. Y poco después agrega: "este arte actual cuya gran mayoría de obras se limita al quehacer estético, a la disposición ingeniosa y angustiosamente espectacular de elementos o cosas sobre una superficie ... Los artistas y especialmente los más jóvenes, no se limiten a "hacer" el arte, sino que intenten dotarlo de un sentido, de un contenido más profundo. Si los medios para realizar la obra de arte son en la actualidad comunes a los artistas de cualquier sitio del mundo, los contenidos, en cambio, no pueden sino estar ligados con la conciencia personal y con el ámbito donde se generan". Esto es, precisamente, ni más ni menos lo que nosotros hemos querido denominar el "contenido nacionalista". La verdad es que asistimos a un explicable espectáculo de defraudaciones. ¿Quién defrauda a quién? ¿El artista a sus profetas de ya largos años, o éstos al sumiso seguidor de sus variables y mágicos preceptos? !Que grave daño le ha hecho la literatura de cartel al arte colombiano! !Que inmenso perjuicio cuando tantas obras entre las expuestas se resignan a ser simples ilustraciones gráficas de textos literarios como "Lo que de ti invento te lo devuelvo todo", (Alcántara, Pedro) , "Por abrumadora mayoría y con el consenso unánime de la sociedad, fue elegida Luz Alba violada, asesinada y santificada" (Carlos Granada), Por no creer en la Virgen (Arcadio González), De esta tumba, de estas benditas cenizas, no nacerán violetas (Pedro Alcántara) y cosas por el estilo. Si hemos de señalar algunas características especiales del XVII Salón de Artistas Nacionales, aparte de su significado como último instante de una larga agonía, diremos en primer término que se destaca la presencia de varios nuevos, en pacífica convivencia con la resignada instancia de otros ya conocidos. Son nombres que aparecen sin irrupción, no obstante su desbordado deseo en pinceles y colores tan inmadura, tan irracionalmente burdos como los de Luis Paz (Presencia del hombre). También la abundancia de la "técnica mixta" como peligroso sistema de exaltar el simple medio formal, como propósito exclusivo de una obra que no desea expresar cosa distinta de sus propios materiales de artesanía (Manzur, Rojas, Villegas, Acuña, Betelli, Grass, Hernández) ... El motivo de la violencia, no extraído del hondo 134

FELlZA BURSZTYN Mirando al norte Soldadura Primer premio, escultura

VELEZEFE Escultura moderna "Con razón están agotados los repuestos para automóviles ..." Caricatura alusiva a la escultura de Feliza Bursztyn. El Espacio. (agosto 24. 1965)

Jurado calificador Marta Traba. Inocencia

Palacios. Fernando Arbeláez XVII Salón


dolor social, de la auténtica tragedia colombiana, sino del vulgar conflicto de alcoba en un hotel anónimo. Y, finalmente, la ausente presencia de los hasta ayer "grandes y medianos maestros del arte colombiano": Obregón, Ramírez Villamizar, Rivera, Rojas, Roda, Vi llegas, Hernández, Luciano Jaramillo, Beatriz Daza, Hernando Tejada. Se supone que un salón de artistas colombianos incluye obras de pintura, escultura, grabado, dibujo, y cerámica. Si embargo este comentario ha debido limitarse a la pintura, por cuanto las técnicas restantes no tienen distinto significado que el de haberse adelantado en el proceso de la extinción, salvo los grabados de Hanné Gallo, aislados con elocuente dignidad. En escultura, Edgar Negret es sólo un nombre de grata memoria. Hugo Martínez, lo que el viento se llevó. Ramírez Villamizar, "insistencia en la tristeza". Todo un catálogo de títulos para una serie cinematográfica documental. En cuanto al primer premio de Feliza Bursztyn, Mirando al norte, preferimos su Ultimo astrolabio, por lo que contiene en su título, de promesa. Parece llegado el momento de la gran rectificación. Asistimos sin sorpresa a una crisis largamente esperada, llena de posibilidades en la necesidad de superación. La historia remota y la crónica reciente constituyen suficiente razón para esperar el buen suceso de una autocrítica salvadora, que permita a nuestros artistas encontrarse otra vez en sus propios caminos, que son los mismos caminos de la cultura nacional abierta por muchas de estas manos, menos informadas, tal vez, menos impacientes en el impulso de la espectacularidad, pero sin duda mucho más auténticas en su trabajo creador. La presencia viva y clamorosa de ese gran personaje de nuestro drama que es el pueblo, consciente ya, y por lo mismo, exigente y apremiante, justifica de sobra el gran esfuerzo colectivo que todos anhelamos. Quizás esto se entienda mientras sea tiempo de hacerlo.

La Batalla NQ 17 Marta Traba La Nueva Prensa, NQ 138, septiembre 25 de ·1965.

No debemos alterarnos por los problemas, controversias y disputas públicas que suscitó al Salón Nacional. Aquí yen todas parte, los salones nacionales siempre son batallas. Batallas que libran los artistas justamente consagrados por mantener ese prestigio, los injustamente consagrados por sobrevivir, los artistas jóvenes por destacarse sobre los demás. Aparte de esta pugnacidad generacional, se destapan y revientan como quistes enconados los conflictos de tendencias, de posiciones, de convicciones, de resultados, de técnicas. Pretender tranquilidad en medio de tal combate sería completamente imposible. Peor aún: cuando el Salón Nacional pasa inadvertido y los artistas son premiados sin pena ni gloria ni impugnaciones bárbaras, es que estamos ante un salón mediocre. Este no es el caso del actual Salón Nacional, que está decididamente radicalizado entre lo malo y lo bueno, entre la nada y el valor estético. Las gentes nuevas, las más jóvenes, no solo se llevaron todos los premios, sino que se los merecían ampliamente por la solidez de cada una de sus obras.

La horrible mujer castigadora de Norman Mejía es un cuadro magnífico. Ocurre ante las dos obras de Norman Mejía expuestas en el salón, el mismo fenómeno de absorción, de exclusión de todo lo demás, que pasó con su primera muestra individual realizada en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, a principios de este año. No importaba, en un principio, aclarar si las sensaciones estéticas producidas por sus cuadros eran positivas o negativas: pero cortaban la respiración. Y ahora sucede otro tanto. Por encima del análisis más pausado que nos permite reconocer su inteligencia y su talento para componer, dibujar, colocar el color, inventar la forma, o el movimiento, prevalece ese avasallador barroquismo; esa impresión de que es una fuerza, de que pinta fluida yobligatoriamente para respirar y sobrevivir él mismo, hasta que descarga e instala esa masacre en un lienzo y toda su vida secreta queda transmitida, sin trucos, ni recortes, ni temores, en una tela. Si hubiera que clasificar a Norman Mejía yo estaría tentada de parodiar sus formidables títulos. "Norman Mejía, el caso de un joven supervital aparentemente loco pero no lo es tanto y esta gritando desde el paisaje porque si no grita tal vez se moriría ahogado yasí produce sus enormes amasijos de vísceras y descuartizamientos de cuerpos, pero siempre con ánimo de exaltar y reconocer como única esa vida física". Quienes exigen de la gente, o de los jurados en este caso, pensamientos monolíticos, consecuentes, inequívocos, como criterios de juicio, se han desconcertado por el fallo favorable a Norman Mejía y al mismo tiempo a Carlos Rojas y Betelli. ¿Cómo es posible, preguntan, que se considere premio nacional al barroquismo exasperado y figurativos de Norman Mejía y enseguida se premien obras experimentales como las de Rojas y Betelli? Responderé por la parte que me tocó en la escogencia; dentro de un arte impersonal como es el colombiano, los pintores y escultores jóvenes son aún más libres, tienen aún mayor libertad que la que goza cualquier artista hoy día en el mundo, precisamente porque no hay todavía corrientes generales, reacciones, o modos de expresión o estilos de una comunidad, que puedan impregnar sus obras de ese temperamento común. Los jóvenes nuestros son piezas sueltas de engranajes que aún no han logrado formarse ni sabemos cuándo se constituirán en un gran cuerpo coherente. La gran pintura -<:aso de Norman Mejía-, refleja, consciente o inconscientemente, una verdad más amplia que la del artista. Al dar los premios nacionales a la pintura de Norman Mejía y a la escultura de Feliza Burssztyn, yo no solamente apreciaba una expresión personal de uno y otro, sino la promulgación de un caos general que a fin yal cabo es el caos donde están viviendo. Estas dos obras exasperadas podían haberse producido perfectamente en la Argentina, de acuerdo, pero da la casualidad que se produjeron en Colombia, ,que están cargadas de una anarquía, que propónganselo ellos o no, va más allá de sus casos particulares. Mientras siento a Norman Mejía y a Feliza Bursztyn conectados a nuestra vida, veo en cambio desprendidos a Rojas y a Betelli, lo cual es inevitable en países desamparadores, desintegrados corno los nuestros. En este caso sólo importa ver si las obras aportan algo nuevo al arte colombiano, tanto por su concepción como por su realización; creo que la contestación debe ser afirmativa y sin vacilaciones. Estudié el cuadro de Carlos Rojas, no como un retrato, sino en lo que la obra pretendía tener de cinética, de alcance del movimiento; estaba impecablemente logrado. Las cuerdas dinamizaban una superficie demasiado plana y negra, y la semi-esfera cromada de la mitad concentraba todos los elementos del cuadro como los espejos convexos de los flamencos. Para hacer un cuadro como éste, que se acerca a los experimentos ópticos, hay que tener un oficio muy depurado y perfecto, de tal manera que el "objeto" final sea impecable. Esto lo consigue Rojas indiscutiblemente, porque lo que a él siempre le ha sobrado es oficio y buen gusto. Creo que Betelli estuvo esta vez por debajo de sus obras presentadas el año pasado en el salón. Su pintura borrada, como de ta-

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picería y su empaste grueso adolecieron de bastantes fallas. Sin embargo, Betelli sigue siendo un artista lleno de ingenio, ingenio entre gracioso y cruel, cuya presencia renueva el panorama joven de la pintura colombiana. Hablando de humor negro, Los suicidas del Sisga se llevaron las palmas del Salón. Beatriz González siempre se ha definido como colorista, pero en los suicidas llega a un dominio perfecto de los recursos cromáticos. Su paleta, que recuerda la fulgurante riqueza de Matisse, sobre todo en los naranjas y los verdes, recoge de pronto grises de sorprendente delicadeza. Mediante su recortes nítidos de color cada vez más limpios y estrictos, ha compuesto los suicidas como dos figuras planas, ligeramente distorsionadas que (aunque no tengan relación directa), me traen a la memoria la actitud de Lichtenstein al pintar los "comics" americanos. Una de las formas más interesantes del arte contemporáneo es la adaptación de lo cursi a la pintura: Beatriz González, que además de ser una excelente pintora, tiene una aguda mentalidad crítica, podía realizar ese trabajo como nadie, dentro del arte colombiano. y lo ha hecho con Los suicidas del Sisga. He dicho en T.V. que el premio para Antonio Grass era, para mí, el premio a la probidad. Pero no me refiero, claro está a la probidad como conducta humana general sino a la probidad como actitud pictórica de ir poco a poco, con seriedad, angustia y reserva, deponiendo falsos exabruptos y alcanzando una expresión adecuada, serena, dentro de un orden escogido de antemano. Grass, que se inicia ahora en la pintura, podía embadumar los lienzos con la insolencia de cualquier otro joven: pero su repugnancia hacia las mentiras y las improvisaciones, le ha salvado de esa erisipela juvenil. Guiado por su pasión hacia lo mexicano precolombino ha llegado al fin, por renuncias y autosacrificios, a los escudos que acaba de exponer en Colseguros, uno de los cuales presentó al salón y fue favorecido en el tercer premio especial. Su trabajo de azules, la combinación del intaglio con pintura, resisten bien el análisis. Pero además, yeso es lo más importante, flota sobre su obra una poesía contenida, un espíritu secreto que le insufla un aliento vivo y lo exime de ser sólo prolijo trabajo manual. Estos fueron los premios de pintura. El gran premio de escultura recayó sobre la figura joven más importante que hay actualmente en la escultura colombiana, Feliza Bursztyn. El caso de Feliza es, como el de Mejía, un caso de talento natural, de genio propio, suelto, insobornable; puede parecerse a César ya todos los cientos de chatarristas dispersos por el mundo, sólo en la medida en que usa los mismos materiales y recursos técnicos. Pero su imaginación para componer e inventar monstruos -aparatosflores, latas de nescafé, bujías de automóviles, motores, es absolutamente libre, barroca. caótica. Es la poesía del absurdo sostenida por composiciones intuitivas. Por relaciones justas entre los elementos empleados, por aciertos inesperados, súbitos hallazgos: todo apasionadamente convertido en un material controvertido y disparatado. Esto se llamaba alquimia en la edad media. No sé por qué el público se resiste ahora a reconocer a los alquimistas, o a admitir la existencia de los alquimistas. ¿Es que ha perdido toda capacidad de imaginación? El premio de dibujo forma una perfecta trilogía con Norman Mejía y con Feliza Bursztyn. También es el talento desatado, el dejarse ir de la pluma o el lápiz y decir, enjuiciar, deformar, martirizar sin escrúpulos: la creación torrencial, que no acepta ninguna especie de contracción ni de límite. La potenciación de un elemento, en este caso de línea, hasta un extremo más radical. Pedro Alcántara Herrán no solamente es el mejor dibujante que hay hoy día en Colombia, sino que es un sorprendente artista, que persistiendo en su estilo y eliminando algunos errores motivados por el exceso de facilidad, podrá colocarse aliado de José Luis Cuevas, de México, o de l.eonard Baskin, de los Estados Unidos. El entusiasmo con que describo las obras premiadas, podría hacer pensar que el Salón XVII es un magnífico salón. Nada de eso. 136

Creo que los premios demuestran la actualidad del arte colombiano, lo cual es razón suficiente para defenderlo, y que el resto forma uno de los conjuntos mas insignificantes que ha producido el arte colombiano en los últimos tiempos. Parecerá encarnizamiento insistir sobre la obra de Alejandro Obregón: pero no lo es. Me mueve la inconformidad, la obstinada resistencia a aceptar que un pintor de su genio, su capacidad creativa, pueda presentar algo que ni siquiera es un adefesio, sino una cursilería: ni siquiera está mal pintado, sino que está pobre, mezquinamente pintado. Que presenta una figura de almariaque barato: unos elementos sueltos y acumulados porque sí: unas flechas y candelabros incomprensibles y que plantea una figuración definitivamente muerta y enterrada, que nada tiene que ver con sus notables creaciones anteriores. He dicho que la obra de Alejandro Obregón es lo peor del salón, pensando en las cosas que aún pueden describirse y juzgarse; por debajo de esto, considero que hay cosas tan incalificables que ni siquiera vale la pena detenerse en ellas. Por ejemplo las obras de Villegas, Luis Fernando Robles, Francisco Cárdenas. La telas abstractas pasan sin pena ni gloria, enteramente inadvertidas; lo mismo da que se firmen Paz, Arcadio González, Manuel Hernández, Fanny Sanín, Antonio Roda, Peréa o David Manzur. Una'enfermedad de la pintura colombiana que se acusó en el salón del año pasado, adquiere aquí aún más virulencia: el "ganchismo". (Ganchismo: modo de pintura característico de Colombia, en que se colocan manchas de color, sea dentro de la figuración y la abstracción y luego se las sujeta por medio de ganchos, arabescos Q tentáculos, seguramente con la intención de sostener de alguna manera dicha pintura). Al ganchismo pertenecen Luciano Jaramillo, Augusto Rivera, Gloria Martínez, y en menor medida, Delfina Bernal. Entre la masa anodina hay un solo temperamento: el de Julio Acuña. Sin embargo, y pese a esta mediocridad, el salón no es un Panteón, como ocurrió el año pasado. Muchos muertos han decidido morir del todo y ya ni siquiera concurrieron. (No me refiero, por supuesto, a Botero. Wiedemann, María Teresa Negreiros y Nirma Zárate, cuyas ausencias fueron sensibles vacíos). Otros fueron injustamente decapitados en la admisión, como Zamudio y Alberto Gutiérrez en pintura, y Bernardo Salcedo. Alvaro Herrán y AIbertina Vallejo en escultura, privando así al salón de obras que en ningún caso podían ser peores que las expuestas, y por el contrario aportaban posiciones interesantes. Lo curioso es que, entre los muertos voluntarios, los decapitados a pesar suyo y los ausentes, el salón no huele a tumba. Y esto ocurre gracias a los premiados. La energía de los premiados lo arrastra esta vez desde el fondo de su condición ambigua y lo mantiene vigorosamente a flote. Lo que ha sido premiado no es lo mismo de siempre (y basta recorrer los premios otorgados en los últimos años para confirmarlo): es algo insólito, distinto, brutalmente arrancado del llamado expresionismo romántico, que al fin y al cabo y siempre haciendo la honrosa excepción de Obregón quien lo motivó, no era más que una denominación para justificar actos líricos más o menos gratuitos. Norman Mejía, Carlos Rojas, Beatriz González, Gastón Betelli, Feliza Bursztyn, Antonio Grass, Pedro Alcántara han creado actos pictóricos precisos y claramente definidos. Las consecuencias, -involuntarias por stJPuesto- del estilo obreqoniano, llevaron gran parte del arte colombiano a un plano de conformismo. Contra ese conformismo se está restableciendo de nuevo el valor del acto pictórico resuelto con decisión, y considero que éste es un argumento suficiente para defender con igual decisión la Batalla NQ17 de los golpes bajos que en extraña pero no incomprensible alianza, le propinan por igual las señoras ofendidas, los "calibanistas" y los filomarxistas.


El alegato de la defensa Dos mentiras: la "crisis" y la "estafa" del Salón Nacional Marta Traba El Tiempo, septiembre 26 de 1965.

BEATRIZ GONZALEZ Los suicidas del Sisga Oleo sobre tela Segundo premio especial, pintura Colección Museo Nacional

NORMAN MEJIA La horrible mujer castigadora Oleo Primer premio, pintura Colección Propal

El XVII Salón Nacional acuñó una palabra que, desde el mismo momento de ser lanzada fue recibida con el mayor beneplácito por el público y los comentaristas: crisis. La crisis del salón, la crisis de la pintura y la escultura colombianas. La palabra crisis fue instalándose cada vez con mayor opulencia en el ámbito conflictivo creado porel salón, hasta que al fin se convirtió en un balance neto y, por ello mismo, satisfactorio para la mayoría. Resolviendo por unanimidad que el arte colombiano estaba en crisis, no era necesario continuar la discusión, ni siquiera el análisis de las obras, los artistas y sus tendencias; bastaba con volcar sobre el salón las canecas de basura, puesto que era el fiel representante de la crisis. Y esta ha sido la última palabra pronunciada sobre el Salón Nacional. Yo creo que el salón es francamente mediocre en su nivel general; que es deplorable que se haya llegado a expresiones tan inválidas desde cualquier punto de vista de contenido, decoración o forma; recordando hasta donde es posible el salón precedente encuentro en éste, inclusive, mayores fallas y vacíos. Pero a pesar de todo esto, sostengo que la palabra más inadecuada para endilgarle al salón es la de crisis, porque dicho término es sinónimo de ausencia, de carencia de energía, de repetición, de anquilosamiento, y ese enjuiciamiento es inapropiado para el salón. No corresponde, en primer lugar, porque algunos de los artistas premiados, como es el caso de Norman Mejía, Pedro Alcántara, Feliza Bursztyn, Beatriz González, mantienen las estupendas posiciones nuevas que han asumido en el arte colombiano con mayor afirmación y potencia que en sus trabajos precedentes. En segundo lugar, porque dichas posiciones estéticas implican una renovación radical de valores, de los cual no debe deducirse en ningún caso que los anteriores caducan sino que los nuevos se agregan a los anteriores, enriqueciendo la dimensión del arte colombiano. Si hay renovación, cambio, nuevas propuestas artísticas, no hay adocenamiento, luego no hay crisis. Tampoco hay crisis, en tercer lugar, por el hecho de que no se premiara a quienes tradicionalmente reciben los premios, es decir porque Obregón, Roda, Rivera en pintura, o Negret y Ramírez Villamizar en escultura, fueran descartados. Esto solo puede indicar, a lo sumo, que tales artistas están en un momento de pasividad, de expectativa, de duda, en cuanto a su proceso de expresión, y que seguramente el entusiasmo y la novedad de los jóvenes incidirá sobre sus futuros trabajos y los llevará a afrontar mayores exigencias que las que han tenido hasta ahora. No hay crisis en el sentido técnico, porque, lejos de mantenerse atrapadas entre los límites convencionales de la técnica tradicional, tanto la pintura como la escultura incursionan por los efectos "op", la inclusión de objetos sobre las superficies, y abordan materiales distintos como la chatarra. En este campo, el término "técnica mixta" no es una coartada como creen algunos, sino el sinónimo perfectamente legítimo de la completa libertad de factura en la cual se mueven, por fortuna, los artistas contemporáneos. La fácil palabra global de "crisis" arrastra a todos por igual al mismo pozo de ignominia. Esto es una flagrante injusticia. Norman Mejía da el testimonie exactamente contrario a la crisis, con dos obras extraordinarias, desde donde proclama otra vez -por su137


puesto sin proponérselo expresamente-, que la pintura es algo más que un acto de habilidad manual; que es una versión del hombre total, del hombre entero capaz de entregarse obsesivamente a su necesidad también absoluta, irrefrenable, de expresión. Es necesario, claro, que este cauce poderoso se vierta en formas; nadie podrá negar a Norman Mejía su talento para hallarlas. Sus formas, sus colores, sus asociaciones, su imaginación deformable, su convulsivo y enorme mundo físico han socavado la edénica tranquilidad del arte colombiano que ni los relámpagos deslumbrantes de Obregón ni la risa bárbara de Botero habían conmovido realmente a fondo. Asegurar que la gran mayoría del salón es abiertamente anodina o francamente desastrosa, tampoco acusa un síntoma de crisis. Los bloques de obras artísticas en casi todos los países, no solo latinoamericanos sino también europeos, son sumas compactas de mediocridades. Sería una pretensión absurda la de aspirar a sumas de genios o inclusive a sumas de talentos. Es posible que, como Colombia es un país radical (por lo menos yo nunca he creído en la tesis de que es un país de centro), las mediocridades sean más mediocres que en otras partes. La verdad es que las mediocridades que forman el 80 por ciento del salón son ofensivamente pedestres y, partan de alumnos o de profesores, de iniciados o de profesionales, desnudan la condición truquista y gratuita -que siempre he denunciado-- de la manera más impúdica.

CARLOS ROJAS Marta Traba 4 veces, 1965 Técnica mixta Primer premio especial

Por último, la crisis en las "contexturas ideológicas" que acusan los "cofee-marx" de Bogotá, nunca se entiende en qué consiste: estamos hartos de oír y leer esa fraseología intercalada de "alienación" o "reivindicación de derechos", que pretende hacerle marcar el paso a los artistas al son de las incoherentes y desafinadas trompetas del partido, sin entender una palabra de lo que es el arte, ni los artistas, ni los valores estéticos. Así como la acusación de crisis facilita en el público su permanente tendencia a la censura previa y al etiquetamiento simplista de problemas más sutiles y complejos, lo mismo pasa con la denuncia de "estafa", que también ha quedado flotando en el aire a raíz del Salón Nacional. Es posible que, entre los setenta y pico de expositores se haya deslizado uno, o varios estafadores, que sorprenden al público en su buena fe por asimilaciones demasiado literales de modelos extranjeros o por cambios insinceros e inexplicables en su actitud. Pero esta sospecha no autoriza a considerar estafadores a aquellos artistas que realizan trabajos que sobrepasan la capacidad de comprensión del público o que pueden llegar a indignarlo profundamente. Por ejemplo, los cuadros de Carlos Granada han sido vituperados por la mayoría del público, que veía en ellos una ofensa gratuita y repulsiva contra la propia condición humana. Pero Carlos Granada no es un pintor que se proponga burlar y estafar al público con un acto de mal gusto sino que sus cuadros, que indiscutiblemente son de pésimo gusto, intentan expresar de algún modo brutal su repugnancia hacia los sistemas, convenciones y mezquindades del mundo que lo rodea. El error de sus cuadros, en mi opinión, no radica en la justa ira que los motiva, sino en que esa ira no ha logrado alimentar una obra estética, y cae por ello en el cartel panfletario que linda con lo pornográfico. No solo carece así de interés artístico, sino que no da en el blanco, falla el golpe por exceso y por equivocación en la puntería. Es inadmisible pensar que los artistas pintan para burlar la buena fe del público del cual, en última instancia, depende su suerte material. Todo artista quiere, consciente o inconscientemente, ganar un público o una crítica favorable, por más protestas que haga de su desprecio hacia ese favor. Sostener lo contrario es simplemente irracional, va contra todas las leyes de la coexistencia, a la cual los artistas no se marginan, sino que son marginados por los demás. Es hasta normal que el público, ante obras que no comprende, por falta de información y de suficiente cultura pictórica, se sienta estafado; pero es anormal que gente más responsable se haga eco de tal situación de defensa y susceptibilidad. En la serie

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ANTONIO GRASS Escudo para un hombre triste Técnica mixta Premio especial

ALEJANDRO OBREGON Mujer mirando un eclipse Oleo


de los grabados de Goya aparece muchas veces, como signo del oprobio y de la intolerancia de las autoridades de su tiempo, el castigo del garrote vil. Con el tiempo esta manera de sufrir fue reemplazada por muertes no menos atroces pero sí menos expuestas a la luz pública de las humillaciones, como pueden ser la silla eléctrica o las cámaras de gas. El condenado queda eximido de la vergüenza; su castigo se desliza subrepticiamente, sin darles a los demás la posibilidad del festín sangriento. Las dos semanas iniciales del Salón Nacional hubieran necesitado el lápiz de un Goya para testimoniar el insólito, increíble hecho de que el garrote vil no ha desaparecido del todo. El garrote vil no se ejerció, por cierto, con las obras, lo cual hubiera sido más tolerable, sino con los artistas. Fueron desollados vivos, arrastrados a través de las tiras cómicas, despojados de toda honestidad, de toda sinceridad, negados en sus más elementales propósitos de trabajo. El año pasado propuse que el salón se llamara XVI Panteón Nacional, por la mortecina calidad de sus obras. A esta deberíamos rebautizarlo como el Primer Garrote Vil. El primero, y ojalá el último; porque no es menospreciando groseramente a los artistas como se canaliza una buena opinión pública, sino analizando sus obras, aunque esos análisis obliguen a formular los más duros juicios.

Jurado en el Salón de Arte Fernando Arbeláez Revista Oiners, octubre de 1965.

"Snob" es aquel que admira colectivamente lo que le aburre cuando esta solo" El hecho de haber estado yo en el jurado calificador del XVII Salón de Artistas Nacionales se debió, en primer lugar, al problema que anualmente se presenta, de reunir las personas que van a juzgar, dentro de su leal saber y entender el certamen y que, de paso, asuman la maledicencia, el despecho y la enemistad de no pocas personas queridas, pues no es solamente irascible el genio de los poetas como decía el latino, sino que también lo es el de los artistas en general, en especial cuando se trata de esta suerte de competencias. Así, pues, allí estuve cumpliendo un servicio cultural obligatorio, amablemente impuesto por la directora de la Sección de Bellas Artes del Ministerio de Educación. En segundo lugar, mi presencia estuvo justificada por mi condición de espíritu snob que no me apena reconocer en ningún momento. Para el caso, y para no perdernos en distinciones sutiles, aplicaré a esta situación una de las definiciones de más clase: "Snob es aquel que admira colectivamente lo que le aburre cuando está solo". De esta manera, asumí la representación de respetabilísimo sector de nuestra sociedad, que a falta de reuniones elegantes de alta cortesanía con modelos de última moda, automóviles "Jaguar" y discusiones sobre el psicoanálisis o el evolucionismo del padre Teilhard de Chardin, hace su gran mundo asistiendo a los salones anuales y practicando la filosofía arriba enunciada con muy estricta vigilancia. Como en anteriores ocasiones, la decisión del jurado ha servido para promover polémicas y para separar una minoría de la mayoría absoluta, que ha sido siempre enemiga de los primeros premios desde que el salón existe. A su vez, el snobismo de turno ha desplegado sus más brillantes recursos dialécticos con el objeto

de centrar los ojos del no iniciado, sobre el secreto que acaban de descubrir los jueces en las formas inéditas que propone la nueva sensibilidad. Lo que no es poco, pues al recomendar la atención sobre determinados planteamientos y sobre nuevos valores a los vacilantes catecúmenos, cuyo entusiasmo sólo exigía la confianza de alguien para emplearse de una manera enérgica, se han producido muchas veces los movimientos artísticos, que requieren, a más del esfuerzo creador, la simpatía y la sinceridad que sólo el snob convencido puede poner en movimiento. Como el centurión del evangelio, hay siempre en los salones anuales gentes bien intencionadas, que dicen con los ojos al entendido que sonríe satisfecho ante los cuadros triunfantes: "señor, creo, ayuda mi incredulidad". Naturalmente, si estas generosas actitudes se dirigen y se ordenan, dentro de las artificiales fronteras que el snobismo propone, tenemos al tiempo que grupos de nuevos conocedores, opulentos coleccionistas que, como sabemos, han jugado un importantísimo papel en el desarrollo del arte. Así han progresado nuestros artistas y así han salido sus nombres más allá de las fronteras. Por obra y gracia del snobismo es por lo que nuestra natural vacilación y nuestra más natural pereza no nos han dejado estancados. Sabemos muy bien que la moda envejece cada año y nadie puede estar más atento a señalar los valores caducos que aquel que advirtió la moda del año pasado. Este es el eje fundamental inconscientemente desarrollado por el snob que, muy a su pesar, va decantando lo verdadero y lo que tiene valor en sí mismo. Los griegos inventaron el mito Kronos, el tiempo que se traga a sus propios hijos; el snob es algo por el estilo, tritura lo que él mismo ha hecho vivir, con alguna que otra excepción que le produce terribles indigestiones, de acuerdo con aquel apólogo que sigue de la fábula de "La zorra y las uvas": La zorra para escapar a los que de ella se burlaban logró por fin, después de extenuantes esfuerzos, llegar hasta las uvas que estaban verdes en efecto. No quiso confesarlo y murió de una úlcera en el estómago. No tengo el menor inconveniente en aceptar que me aburriría con la escultura o con los cuadros que se premiaron en el salón de este año. Es más; reconozco que no podría estar solo con ellos sin experimentar un vago sentimiento de terror. La terrible mujer castigadora, Los suicidas del Sisga, y El espectro girante de Marta, Las frutas mortuorias, no son cuadros que desearía para mi intimidad pero, exceptuando las frutas de plástico, no tendría dificultad alguna en defenderlos; como expresión nueva, imaginativa y creadora, dentro de este salón tan estridente y mediocre. Con mi voto no he afirmado en manera alguna que se premiaban obras maestras, sino simplemente he reconocido que los cuadros que se distinguieron en el salón señalaban las corrientes vitales del mismo. Ahora es natural que se discuta y que se controvierta; que causen asombro las conclusiones a que llegaron los calificadores. Para quienes no lo sepan, explicaré que en los salones de arte y las bienales de todos los lugares del mundo se practica a una sola y sanísima moral, idéntica a la de los "Westerns", la cual divide el mundo en buenos y malos con el más feroz maniqueísmo. Esta moral sólo es aplicable dentro de esa falsa estabilidad que los snobs propiciamos para la renovación de lo que ha muerto con la moda. No es fácil escapar a este proceso, que cumple su pura dialéctica de producir un profundo susto a los buenos burgueses, sin que por esto peligren sus rentas regulares o el excelente rendimiento de sus acciones.

y mientras

anualmente pone los pelos de punta a los buenos burgueses, el artista espera confiado -<ientro de esta misma dialéctica inevitable y tremendarecibir "la agresión brutal del dinero" desencadenada por el espíritu snob, que está pronto a celebrar, a justificar y a pagar la renovación de las cosas.

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Nota sobre el Salón Jorge Zalamea La Nueva Prensa, septiembre 25 de 1965.

No hay tifones en el mar de la China ni huracanes en el de los Caribes que puedan compararse en su violencia y en su capacidad destructora a las tempestades que anualmente desata entre nosotros la adjudicación de los premios del Salón Nacional de Pintura y Escultura. Este año no ha sido una excepción a la regla. La tremolina de rigor comenzó en torno a las decisiones del jurado de admisión y llegó a su clímax cuando se conocieron las del jurado calificador.' En el tumulto participaron los artistas rechazados, los premiados y los accidentados; los miembros de ambos jurados entraron luego en liza; los clanes tradicionalistas, reformistas, revolucionaristas y nihilistas se movilizaron y desplegaron en orden de batalla; los especuladores en la bolsa del arte movieron sigilosamente sus piezas, en tanto que los coleccionistas llenaban los formularios del 00 y 6 con la vaga esperanza de acertar. Oportunamente, los periodistas, por razón de su mismo oficio, estimularon la querella con profusión de fotografías y de comunicados, registrando con mayor o menor objetividad el desarrollo de las operaciones. Falta por saber lo que piensa de todo ello la masa inanimada, el espectador anónimo, el visitante desprevenido que llega hasta las salas del Museo Nacional para tratar de darse cuenta de qué están haciendo y qué pretenden hacer los artistas colombianos. Por carecer de datos precisos respecto a las reacciones, opiniones y dictámenes del simple espectador, tenemos que aceptar el hecho de que el ciclón sólo conmueve visiblemente al pequeño grupo de artistas, críticos, coleccionistas y negociantes que tienen un interés inmediato en las decisiones de los jurados de admisión y calificadores. En todo caso, es plausible que se produzcan en Colombia estos ciclones periodísticos en torno al arte.Como anticuado humanista que soy, recuerdo que también en las ágoras de las ciudades griegas se discutían calurosamente, a veces frenéticamente, los méritos o deméritos de las tragedias de Sófocles o de las comedias se Aristófanes. Y que los ciudadanos de Florencia intervenían con razones y con puñetazos en las querellas suscitadas por la más bella estatua de Miguel Angel. Sólo que entonces, la cosa era otra cosa: pues el interés de la obra artística no se hallaba reducido a los núcleos restrictos que mencioné antes, sino que abarcaba la mayoría de la población. En esas épocas olvidadas o desdeñadas hoy, el arte era algo más que el pan de cada día. Repito que el huracán y el escándalo son plausibles cuando se desatan en torno al arte. Pues de uno y otro sólo pueden resultar beneficios para la toma de conciencia de los artistas y de su público. Pero me atrevo a creer que también en estas luchas, debe establecerse una especie de código que resguarde la dignidad intelectual de los artistas en primer término, de los jurados, en segundo lugar y de los críticos finalmente. Pido, entonces, que se juegue limpiamente. Y vaya hacer muy claro en esta petición. Dentro de los reglamentos vigentes es preciso que las obras artísticas que aspiran a figurar en el Salón Nacional pasen por un

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primer tamiz: el jurado de admisión. Ese jurado se forma conforme al concepto de los organismos del Ministerio de Educación Nacional más directamente interesados en el fomento y desarrollo de las artes plásticas. Supongo que esos organismos seleccionan los nombres de quienes hayan de formar el jurado de admisión; de acuerdo con los antecedentes son más o menos invulnerables a cualquier grupo de presión artística. Pues también en el terreno artístico actúan grupos de presión. No debiera, pues, existir aquí ningún equívoco. El jurado de admisión es anunciado previamente. Se ofrece, pues, a los artistas la oportunidad de poner en entredicho los méritos de cualquiera de sus miembros y de solicitar su reemplazo por personalidades de mayor autoridad. Pero si esta petición de revocatoria no se produce, el artista acepta implícitamente el fallo del jurado de admisión y sólo deshonestamente puede luego levantarse contra él, si su fallo le ha sido adverso. Dentro del juego limpio que pido en estas materias, figura luego el carácter estrictamente privado que deben tener las discusiones y decisiones del jurado. Sin rehuir ninguna responsabilidad personal en mis juicios, me sorprende desagradablemente el hecho de que, con posteridad a las discusiones y decisiones privadas del jurado de admisión, alguno de los miembros se sienta autorizado para presentarse como campeón de talo cual nombre o tendencia artísticos, achacando al dogmatismo valetudinario de otro de sus colegas, el rechazo o las objeciones formuladas por él. Siempre dentro de la simple ley del juego limpio, tampoco entiendo que ningún miembro del jurado calificador ponga en entredicho las decisiones del jurado de admisión. También en este caso, los calificadores tuvieron la posibilidad de deslindar sus responsabilidades vetando previamente los nombres acordados para el jurado de admisión. Tales son mis muy simples y muy concretas peticiones y repararon en torno a la tormenta del Salón Nacional de Pintura y Escultura de 1965. Pero como nunca tengo reparos en decir todo lo que pienso, deseo agregar a estas simples observaciones una severa condenación de los sistemas empleados por algunos de los artistas colombianos que no pudieron o que indebidamente pudieron concurrir al Salón Nacional de 1965. Uno de ellos, rechazado por mi tozudez, se permitió llamar telefónicamente a las tres de la mañana a uno de los miembros del jurado de admisión para insultarlo soezmente. Luego, se ha producido o mejor dicho reproducido la táctica de los anónimos. Y cunde por todos los pasillo, patios y bajas barriadas de la ciudad del arte el chisme, el chiste, la interjección y las fórmulas conjuratorias, condenatorias, y burlescas. De todo lo cual se me daría un higa, de no importarme todavía la dignidad de quienes hacen del arte su ejercicio.


XVIII Salón de Artistas Nacionales

ALEJANDRO OBREGON lcaro y las avispas Oleo Primer premio, pintura

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Fecha: octubre 14 a noviembre 14, 1966. Sede: Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá. Organizador: Sección de Bellas Artes, División Divulgación Cultural, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 54 Obras: 83. Jurado de admisión: Alicia Baraibar de Cote Lamus, Germán Rubiano y Pablo Solano. Jurado calificador: Soffy Arboleda de Vega, Darío Ruiz Gómez y Germán Vargas Cantillo. Premios de adquisición Propal: Pintura: 10 $15.000, Alejandro Obregón, Icaro y las avispas. 20 $5.000: Desierto. Mención de honor: David Manzur, La luna de Valentina. Escultura: 10 $15.000, Eduardo Ramírez Villamizar, El rfo. Mención de honor: Alvaro Herrán, A Hernando Téllez. Dibujo: 10 $5.000, Pedro Alcántara Herrán, Testimonio W 3. Mención de honor: Lucy Tejada, Oración para los niños de Vietnam. Grabado: 10 $5.000, Augusto Rendón, Un homenaje. Premio especial: Ornar Rayo, Mitla. Cerámica: 10 $5.000, Roxana Mejía, Ziruma.

Se dijo que en el XVIII Salón eljurado se abstuvo de premiar a los jóvenes y se decidió por artistas que ya habían sido consagrados con el máximo galardón en salones anteriores y cuyos nombres estaban más allá de toda duda: Alejandro Obregón con Icaro y las avispas y Eduardo Ramírez VilIamizar con El río. Así fue el veredicto de Marta Traba: "Considero que el fallo deljurado es conservador, tímido y decepcionante para los artistas jóvenes, en lo que respecta a pintura y escultura. Creo que se ha premiado dos nombres que están por fuera de cualquier discusión: Obregón y Ramírez Villamizar. Pero las obras presentadas por ellos al salón, son apenas pasables, y de ninguna manera justifican los premios. " Tambiénse dijo que el segundo premio de pintura, declarado desierto, hubiera podido concederse a Plan cuatrienal para Edipo, de Bernardo Salcedo, obra que poco después fue premiada en la Bienal de Córdoba. En realidad, el ingreso de nuevas técnicas y materiales al salón planteó por primera vez el problema de su clasificación: no era claro que los trabajos de Salcedo y Beatriz Daza compitieran en pintura, sino más bien en escultura y cerámica. Los primeros premios, por otra parte, solo fueron adjudicados por mayoría de dos votos, ya que Daría Ruiz Gómez quiso declarar desierto el de pintura y Germán Vargas pidió conceder a Alvaro Herrén (Homenaje a Hernando Téllez) el de escultura. Organizado por Mireya Zawadsky y patrocinado por Propal, el XVIII Salón fue instalado en las nuevas salas de exposición de la Biblioteca Luis Angel Arango. Por primera vez después de quince años, un Presidente de la República, Carlos Lleras Restrepo, asistió a la inauguración. La crítica Nelly Vivas,luego de seis años de ausencia del país, encontró "un aspecto fascinante, que justifica este salón": "El pujante entusiasmo de un equipo de gente joven, casi todos todavía lejanísimos de los treinta años de edad, gentes en las cuales hay un material vivo, latente y auténtico que es preciso salvar a toda costa." Santiago Cárdenas, Hernando del Villar, Alvaro Barrios, Sonia Gutiérrez y Daría Morales hacían parte de esos nuevos nombres.

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Notas de arte Panorama del XVIII Salón (Primera Visión) María Victoria Aramendía El Tiempo, octubre 16 de 1966.

Admitamos que el arte se manifiesta como símbolo de la cultura de un país y deduciremos que en un Salón Nacional de Arte puede escribirse una página, e importante, de esa cultura. Una relación de significado y signo tendría que imperar, en este caso, en este "XVIII Salón de Artistas Nacionales" ausente infortunadamente casi en su totalidad. El salón, en su conjunto, es francamente malo. Una carencia de personalidad, un abandono de elementales valores estéticos se extienden por las salas. Y nos preguntamos si entre las obras rechazadas no se habrán deslizado algunas que harían mejor papel que muchas de las expuestas. Faltan nombres, ni mejores ni peores que muchos de los representados, y a los nombres corresponden las obras. Indudablemente, el primer premio de pintura adjudicado a Obregón se daba fácilmente por hecho, porque la superioridad del cuadro sobre el resto resulta manifiesta. Sin embargo, al entrar en el salón, ellcaro y las avispas se apareció no quizás como la obra más lograda de este artista; pero a la salida fue su contemplación como un descanso tras el cansancio y desaliento que la vuelta a la sala producen. David Manzur y Augusto Rivera, con obras inferiores a otras conocidas, dos apasionadas abstracciones de Fanny Sanín y una elaborada técnica, un tanto causada, de Luis Magín destacan en la sección de pintura. La burla, el asombro e inclusive el horror que asoma a los ojos de muchos que han contemplado la "Crucifixión nuclear" de Carlos Correa, tendrían que manifestarse ante otros pintores si fuera dado entrar tan de lleno en el motivo, como en este cuadro. Lamentablemente en gente joven se nota un cansancio, un acabamiento en casi todos los cuadros. La falta de oficio es el primordial defecto de la sala, y la improvisación sólo acarrea fracasos. Obras que serían vistosas como portada de revista ilustrada tratan de adquirir categoría de pintura como arte mayor. Pero, leyendo algunos títulos, llegamos a la conclusión de que seguramente estos autores se rieron de sus obras antes de exponerlas al público. Citaremos dos como ejemplo. Hernando del Villar con María Tomasa la resbalosa sufrió un desmayo cuando el temblor y Amelia de Cajigas con Ese nombre no nos gusta materile-lire-Io. Tendríamos que contestar que a nosotros tampoco nos gusta el cuadro que está, como el anterior entre los que calificamos como portada de revista. Decididamente no entendemos los vaciados-pop de Salcedo ni La manzana casi azul de Beatriz Daza, y muy tranquilamente tenemos que confesar que no nos interesa entenderlos. Por otra parte no son obras para figurar como pintura, ni tampoco como escultura: y no se diga que todos los materiales son buenos para lograr una buena pintura. Respetando determinados criterios habría que ponerse de acuerdo para denominar a ciertas manifestaciones artísticas y crear un título nuevo a qué describir algunos grupos que se dicen pintura. Pero, péguese por donde se quiera, no podemos aceptar jamás que unas rotas vasijas presenten belleza pegadas sobre un fondo, que medianamente mal pintado y compuesto blanco y negro, ni que unos estantes blancos de los que emergen vaciados, que el mismo autor considerará sin duda objetos trasnochados, adquieran validez de Se nota un Renacimiento (iPobre Renacimiento!) porque se alojen en una estantería. Ni que La fe/icidadsea cual la concibe Luciano Jaramillo, por

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no seguir dando nombre que, uno tras otro, entran en este deplorable concierto. Decididamente Colombia cuenta en este momento con un gran pintor, guste o no lo que pinta por cuanto es imposible lograrlo todo, y es Obregón. El premio, repetimos, está bien dado, porque una sola pincelada suya produce más agrado, mayor placer estético que casi todo el resto del salón. No se entiende muy bien por qué se escatimó a Manzur el segundo premio y se otorgó una mención. Pero por encima de todo y los que más sorprende es la falta de una conciencia artística nacional. Nada hay esencial ni que pueda adscribirse a un significado histórico dentro del espíritu del país. Ni forma artística, ni ley que concrete y exteriorice una determinada plástica. ¿Podría en realidad adscribirse de inmediato en un certamen internacional a este salón como producto de un país suramericano? No seguramente, no. No existe efluvio estético que, internacionalizando las obras expuestas en este salón, como su sello, su guerra racial como corresponde a un país de vénero artístico. No se transfigura en ese clima que despierta en el espectador efusiones emotivas. Porque honradamente, sería interesante saber cuántos de los que elogiaron algunas obras se atreverían a colgarlas en su casa si no llevaran al pie firma que ellos-creen de buen gusto exhibir. Pobrísima la sala de escultura por no decir inexistente. Interesante como estructura de sugerencia arquitectónica la Escultura de Hugo Martínez. Inexplicable la polémica entre Herrán y Ramírez Villamizar. Si era preciso dar un premio, bien dado está. En dibujo, grabado y cerámica están los valores más interesantes del certamen. Muy delicado el retablo de dibujos de Lucy Tejada, de depurada ejecución algunos de ellos. Más poderosos los dibujos de Alcántara. Seguramente sería difícil para un jurado decidirse entre ambos, pues lo que presenta de incisivo, de atormentado el dibujo de uno, lo equilibra la sensibilidad de la otra. Discreta la cerámica de Roxana Mejía, de directa inspiración precolombiana y cuidadosamente tratada. Los pop-collages, o como quiera llamarlos Beatriz Daza, que se encuentran en pintura, tendrían mejor lugar en cerámica. No dejan de tener plasticidad los dibujos que presenta en esta sección, muy superiores a la obra mencionada. Está Jorge Valencia con un dibujo de muy buena técnica que ha pasado inadvertido. Y Grau, capítulo aparte. ¿Qué atractivo puede tener para un pintor serio organizar una serie de motivos, trabajosamente recortados y encolados, para llegar a la conclusión, estúpida, de que la Duquesa de Alba pudo tentar a San Antonio a través de la obra de Goya? Además ... bueno. Sería más prudente no dibujar la copia de la de Alba con las estampillas aliado. Por elemental propia estimación. Las revistas están llenas de asuntos que encajarían mejor, en un tema semejante que los cuadros de Goya que, la verdad, no sabemos a quién pueden tentar. ¿Puede una obra como la de Goya, o un extraordinario retrato saturado de ternura como el de la infanta María Margarita, de Velásquez, prestarse a tan sucia interpretación? Sería interesante una mesa redonda de psicoanalistas en el salón, porque las conclusiones podrían aparecer más que sorprendentes. Está muy bien Supermán en la mente de Alvaro Barrios, pero ¿que hace Sánchez Coello con Isabel Clara Eugenia enfrente? Decididamente la pintura española sigue revolucionando al mundo y su acuerdo no puede irse, como una atormendadora obsesión, de la mente de los pintores, o que tal se llaman, aunque sólo sea para manifestarse de modo que nuestro desconocimiento total del psicoanálisis nos impide calificar.


EDUARDO

RAMIREZ

VILLAMIZAR El río Escultura en metal Primer premio, escultura Colección Propal

Si la creación artística sirve de pretexto para expresar mejor las posibilidades de convicción, para sublimar arrebatos espirituales estéticamente, legitimándose por vida el autor en un mundo superior, hay que visitar este salón para abismarse en la intrascendencia, en la repulsa que de todo cuanto entra de lleno en el mundo del arte se presenta a nuestros ojos. ¿ Consecuencia de la época? Algo más y de más profundo análisis. Juventud nos han asegurado. Disolución diríamos nosotros. No es una negación al arte moderno más atrevido, esta repulsa nuestra. En las "Notas de Arte" hice comentarios elogiosos de exposiciones de pintura moderna que nos visitaron y también de pintores nacionales. Había un horizonte que explorar, aun cuando, lo confieso, quedarán lugares no comunes a mi manera de sentir el arte, en ese horizonte. Pero aquí, un vacío total se cierne sobre el conjunto con las excepciones ya mencionadas que, aisladas del resto de la obra de cada uno de sus autores, han quedado debilitadas en su presencia individual.

¡Nos friegan esos cóndores! Mario Rivero El Espectador, octubre 23 de 1966.

AUGUSTO RENDON Un homenaje Litografía Primer premio, grabado

Un salón de artistas a escala nacional es una lucha contra la indiferencia y contra la resignación. (Indiferencia del medio, resignación del los pintores a dejarse olvidar). Se comprende por qué hay que agradecer a Propal (empresa patrocinadora) este esfuerzo qué tiende a excitar anualmente, un interés siempre precario por las cosas del arte; introduciendo una inquietud regular y efímera, que llega inclusive a las primeras páginas de la prensa, al lado de los nombres que aquí nadie tiene derecho a ignorar: los ases del deporte y la política. Se justifica así la inqujetud, el va y viene, la acidez y la conjetura. Esa especie de clima en que cada aspirante reacciona según "sus componentes químicos", hacia la baja o alta tensión. Para los artistas se trata de alcanzar un puesto en el olimpo nacional, adornado con una suma en efeotivo (15.000 pesos) y para el público, que de un modo u otro está interesado en asuntos culturales, de ponerse del modo más escueto y veraz frente a una realidad, a la cual se alude consbetudinariamente con hinchazón justificada dentro de ciertos límites, en términos como los de "nuestro arte", y "nuestra vanguardia". Pero naturalmente que estas expresiones significan más que el fácil lugar común y deben ser más que una momificada salida por la tangente periodística; y al tratar de desenredarlas con algún cuidado, por razón de inventario, nos encontramos con la vieja comprobación de Mitre, (para la literatura) traspuesta ahora a términos colindantes: tenemos pintores pero no tenemos aún una pintura, propiamente hablando y si por vanguardia se entiende, también propiamente hablando una conciencia colectiva y operante en sus formulaciones y en sus hechos, esta vendría a resultar otra de las palabras calumniadas de nuestro país y de nuestra época.

OMARRAYO Mitla Intaglio Premio especial, grabado

Cualquiera aceptará sin achacarlo a terrorismo artístico, que no tenemos una pintura. Una forma adecuada y propia que nos especifique; que nos "lance" como producto nacido de concretas situaciones histórico-sociales. Pero esta cuestión tan decisiva y cuyo embrión como que se adivina en la exacerbación y el jadeo, 143


no es cosa que pueda imponerse desde fuera o que estalle y se manifieste de cuerpo entero en el intervalo de uno a otro salón. Apenas si se insinúa cualquier día, en un hecho aislado,solitario, y que por lo general a muy pocos les parece notable: (¿por qué unos pedazos de hierro retorcidos o unos chorreones de barniz, van a hacer dolorosa la respiración?). Por lo demás, ni siquiera el continente latinoamericano, que ha dado tan genuinos casos plásticos, como para incrustarse en lo universal, ha logrado sin embargo, producir un "género" artístico esencialmente nuevo que corresponda a su designación de "mundo nuevo". Se trata de trasplantes en todos los casos, de metamorfosis increíbles de un habla heredada, pero que muestra con sobresalto algo recién nacido. Pero estas generalizaciones someras no pretenden desalentar. Forman parte del enfoque real del problema, más amplio y sin soluciones inmediatas, dentro del cual giramos entontecidos y se refieren particularmente al hecho de que sin un interés profundo de parte de los pintores por la cuestión en litigio, no podrán alcanzar fácilmente los datos del éxito irrefutable .

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Pero olvidando el contorno y volviendo al centro, es claro que sigue y seguirá haciéndose arte en Colombia; inclusive un arte progresivo; y aún nos proponemos, en -contra de la evidencia, conservar la idea de que vale la pena hacerlo. Sin interponer recursos de emergencia o de complicidad, habrá que reconocer, que visto desde la poco móvil perspectiva de los jurados de calificación, el Salón XVIII, está por ahí en el añd59 (apogeo ObregónRamírez) no obstante que un puñado de gente joven, lo traiga vivazmente a166. Se tiene la impresión, ante todo, de hallarse ante un pacto beato y tradicional; ante una apacible normalidad que revuelve abstraccionismo y figuración en un mismo hoyo de tumba; y es imposible poner ese hecho en armonía con la evidente independencia -relativadel país artístico y del país nacional.

PEtmo ALCANTARA Testimonio N~ ~ Dibujo a tinta Primer premio, dibujo

HERRAN

Nuestra pintura, pues, según esta última confrontación, enmaraña el rumbo como los ciegos del cuento y apenas si puede "llegar donde íbamos", para emplear una malicia popular. No sólo sostenida un poco agónicamente por los mismos "créditos", sino lastrada en lo general por un paso sin entusiasmo; con el gesto ausente, desganado, de quien busca señales inexistentes, o que tal vez se le aparecieron en un sueño; no sólo fuera de los límites del país sino de sus propias vidas, lo que explica una cortina de definida imágenes sin procedencia definida y dentro del plano más convencional. No hubo pues en este salón un solo "impacto": uno de esos momentos que de pronto borbotan como un chorro, para mostrar un, por ahí no es la cosa, una cólera, un desenfreno. Ese ímpetu por ejemplo que nadie le discute a Norman Mejía, de tan dramático acento, que a pesar de sus visibles expresiones auxiliares no valía la pena detenerse a pensar en ellas. En el campo literario se conoce bien ese impulso febril que se vacía integro de una sola vez, irrepetible casi siempre en diferentes circunstancias. El encuentro de Norman con la dama despanzurrada -encuentro de primera categoría¿sería tan decisivo que lo frene, como lo lanzó, en forma abrupta? Se me ocurre que habría que "vertebrar" los encuentros, para que se conviertan en algo que funcione continuamente. (Esta sería también la fórmula que justifique los virajes, los cambios). Se me ocurre también mencionar aquí a Carlos Granada, aunque presentó tres cosas horribles al salón; parece inclusive que él "fusile" a Norman o que ambos fusilen a Millares. Pero hay algo en Granada.Tal vez es la actitud. Como si de pronto cualquier día él pudiera abrir la puerta "que sí es". No puedo menos que recordar cuando premiado en otro salón, estuvo "tristeando" con un rojo lujuriante hasta lograr construir una verdadera tristeza. ¿Por qué no Cárdenas? A pesar del misterio que suele rodear esta clase de competencia no existió desde un principio para el primer premio de pintura, una posibilidad de sorpresa. Una vez vistos los cuadros, las opciones era absolutamente claras y tajantes. Obregón resurgía: hasta cambiaba el eje de la composición por la vertical; y el cóndor-rey

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ROXANA MEJIA Xiruma Primer premio, cerámica

ALVARO HERRAN A Hemando Téllez Mención de honor, escultura


por el hombre-cóndor. Pisaba pues en sus dominios. Volvía por sus fueros como una compensación al desastre del pasado salón cuando una carga general empezó a calentarle las orejas. Pero uno se dice de un modo vanamente interrogativo, si lo más justo no habría sido declararlo fuera de concurso, ya que este triunfomerecido desde luego- puede interpretarse como la más total indiferencia hacia el trabajo de los nuevos. De todos modos han pasado inadvertidas (me refiero al grueso público, puesto que no hubo siquiera una mención para ellos) dos obras espléndidas: las de Santiago Cárdenas y Bernardo Salcedo. El jurado integrado por Soffy Arboleda de Vega, Daría Ruiz y Germán Vargas fallando absolutamente en conciencia y claro está que sin proponérselo, ha hecho que las cosas vuelvan al lugar de donde salieron. A lo que las gentes consideran el camino recto y el buen camino. ¿De qué pensamiento se trata?: De ese complejo de ideas donde domina el concepto estético que se identifica con lo que previamente ha obtenido cierta fama, ya se trate de un pintor, de un joyero o de un automóvil. Dentro de ese público, el maestro Obregón tiene verdaderos fanáticos. Lo prueba el hecho de vender cuadros a 30.000 pesos. Eso está muy bien; es nuestro máximo expresadar. Presentó un buen cuadro; lo quiero y lo admiro, porque en veces sabe asumirnos a todos con formas reverberantes que se le sueltan de la mano o hasta de los riñones y se ponen a inventar un juego de símbolos. Pero en este salón "me friegan esos cóndores"; los andinos y los griegos; tanto como me friega El río de Eduardo Ramírez Villamizar, adhiriendo a su belleza perfecta. (Antitética de la de Obregón, puesto que Ramírez no establece con sus elementos una relación pasional). Querría tal vez dinámica en vez de rigor y tecnicismo. Querría haber visto algo de barbarie creadora; cuando quedan atrás las reglas, la meticulosidad, las inhibiciones y se perfila un saber inmenso y aturdidor que se burla de la materia en su propio marco y la conmueve. Pero a falta de esto, habría querido ver triunfar a la bañista de Santiago Cárdenas, aunque se bañe bajo la mirada vigilante de Segall, o a la muchacha de la persiana. Me gusta Santiago Cárdenas. Me gusta su lenguaje, tan vaciado de falso sentimentalismo. Tan fresco, tan sport y sin embargo tan cuidadosamente maquillado, tanto que desde el punto de vista de la forma, es inatacable. (Caminando con el mismo paso firme de Botero y con más posibilidad de expansión.) Con él no puede uno menos que sentir lo nuevo y lo futuro. ¿Bernardo Salcedo? En cuanto a Bernardo Salcedo, un poco ye-ye, un poco teatral, como que pertenece en cuerpo y alma a su época. Pero no podría dejar de reconocerle, su fino instinto arquitectónico que lo pone en condiciones de resolver los problemas plásticos en forma limpia, nueva y generalmente divertida. Nadie había podido formular más espléndidamente la exigencia de un tiempo nuevo. Si interesara mi opinión, diría que considero las obras de Salcedo y de Cárdenas como verdaderos aportes expresivos,destinados por lo tanto a ejercer influencia; y no habría vacilado en jugarme entero para Salcedo el primer premio en pintura. Por qué entonces no se le dio el segundo puesto y éste fue declarado desierto? Ambos relieves son magníficos. El nuevo Herrán Creo que los premios importantes fueron todos de consagración. Laurel sobre laurel. Algo podría quebrarse y hundirse definitivamente en esta clase de competencias, si los nuevos carecen de estímulos en un país. En un país sin coleccionistas, sin mecenas, sin apoyos oficiales, donde el salón anual por ser un triunfo visible, es lo único que orienta a los eventuales compradores y en donde los 15.000 pesos del premio mayor, podrían resarcir con escaso margen los gastos de tiempo y materiales, debería irse propiciando en estos eventos un equilibrio de fuerzas en cuanto ello sea justo y moral. Por lo cual alabo el coraje de uno de los jurados que se atrevió a votar por la escultura de Alvaro Herrán para el primer premio, concedido finalmente a Eduardo Ramírez Villamizar que pertenece indiscutiblemente a la pintura "grande" (Obregón, Botero, Negret), y que presentó además obras un poco vistas.

No obstante la limpia belleza formal de la obra de Ramírez, se pregunta uno melancólicamente ¿si esta obra "sagrada" por más de un concepto, no debió haber sido desplazada (aquí también se trata de un reverdecer de laureles antiguos) por la impronta profana de Alvaro Herrán, discutido otras veces, pero ahora indiscutiblemente merecedor del primer premio, puesto que los relieves de Salcedo concursaban como pintura? Su Homenaje a Téllez, que podría mal interpretarse como una gratuidad, o una complicidad social, define bellamente un concepto plástico (bajo la convención Negret) al cual cierta admiración por el escritor desaparecido, sirve de soporte. Profundas diferencias de concepto me separan de Herrán pintor, pero ya desde el último salón de escultura, de triste memoria (por lo vacío, por lo exangüe) lo he visto ante todo como un escultor. Por otra parte encuentro en él, con sorpresa, una renovación y un replanteo dentro de aspectos muy positivos. Ahora su concepto de la belleza es ascético. Y esto equivale para él a un moralismo, a una flagelación. Esta nueva visión de la escultura, al mismo tiempo revolucionaria y limpia, debió ser tenida en cuenta mucho más que para una mención de honor, lo que equivale lánguidamente a un premio de consolación. Manzur y Rayo Regresando a los pintores, una mención otorgada por la Sociedad de Arquitectos egresados de la Universidad Nacional (que es necesario destacar) fue para Manzur por su obra la Luna de Valentina no me refiero estrictamente a la calidad de la obra de Manzur pero sí a la significación; orientada esencialmente hacia estratos mas decorativos que profundos. Como si el pintor se viera a sí mismo separado del público y deseoso de volver a encontrarlo. Partiendo de este pensamiento no podrá hacerse nada radicalmente artístico. Siempre habrá así necesidad de hacer concesiones. Una preservación de valores fáciles. Manzur sigue siendo un decorador incorregible aunque reemplace por lunas los arlequines. En compensación al segundo premio de pintura,como ya se diio.declarado desierto, se creó un premio especial de grabado concedido a Omar Rayo, pintor residente en Nueva York, y tan vinculado estéticamente a ese medio y a ese tronco que viene de los inmaculados, que aquí inclusive resulta un poco extraño,como un fruto temprano e insaboro. Del grupo de los núevos (de los que aún pueden esperarse aportes con un margen de posibilidades a favor) recuerdo a Fanny Sanín con una pintura un poco caótica que defrauda buenos valores. Alberto Gutiérrez, COIf una expresión apagada de implicaciones sicológicas, que entre Ensor y Bacon apenas muy a las cansadas logra insinuar algo. Y a Camilo Calderón alcanzado anónimamente por una esquirlita'de Dubuffet. En cuanto a los muchachos de Bellas Artes están haciendo diseños popo Algo fresco y grato,con colores planos jugando al afiche. Como en toda obra a nivel escolar todos se hermanan y se proponen la "americanización" (agringamiento) como modelo. Dentro de este grupo podría destacarse Del Villar. ¿Que pasó con Rivera? Querría abstenerme de opinar sobre Augusto Rivera a quien creo un gran expresador. Inclusive un pintor continental con su Hombres leyendo el chilam-ballam. Como una especie de Juan Rulfo de la plástica. (El de Pedro Páramo). Inexplicablemente pierde pie con un cuadro crudo de color y mal compuesto. Antonio Grass siempre será rescatable de entre el montón por su dignidad. Sin embargo, apenas consigue verse. No sé qué pasa con Luciano.decae en forma muy ostensible. Teresa Negreiros, que a veces acierta con el color, bastante floja. Se presentaron también como expositores, Samudio, Camargo y Urbach. Posiblemente hay otros que no recuerdo. 145


Hay una disposición por la cual los premiados de salones anteriores están exentos de filtro: (Germán Rubiano, Alicia Baraibar y Pablo Solano). Tienen pues, derecho inalienable a participar en el salón. Esto ha permitido ver tres horrores del Maestro Gómez Jaramillo y uno de Carlos Correa (también los horrores ya comentados de Granada). La verdad es que el maestro Gómez Jaramillo pertenece a la historia de la pintura colombiana. El es necesariamente un punto de referencia y ya se ha dicho mucho por qué. La más elemental ética nos llevaría a todos a tratar de resguardar su prestigio. Pero, ¿cómo hacerlo, si se empeña en querer agarrarle el paso a la pintura y deja de ser el Cezanne colombiano, para pretender ser un Mathewcito, o yo no se qué cosa? De todos modos algo que a unos hará reír y a otros angustiará. Muchos de los nuevos que hoy desarrollan la semilla que él sembró, se hundirán y desaparecerán y Gómez Jaramillo quedará. En su sitio. Debería contentarse con esto.

ver en ella algo fuera de un esteticismo, acompañado de cierta gracia natural y una simpatía por lo autóctono. Claro que prefiero el barro a la porcelana y si no está vidriado mejor. La de Rosana Mejía, sin duda alguna, entre cosas bonitas, bonitas, bonitas, se le encuentra algo más. Resumiendo: los purpurados barrieron. Se falló en conciencia según el leal saber y entender de los jurados. El panorama general pobre: orientado en general hacia los escamoteos y las complacencias fáciles. El premio Obregón, Ramírez justo desde luego, pero hay motivo para preocuparse: por los nuevos. Por los que traen al panorama pictórico algo distinto a ajenjo y calavera y que si los jurados se estratifican no saldrán fácilmente de una situación imposible. Deseo que Icaro, una vez vencido y doblegado por las furias, no deba seguir arrastrándose por etapas, en pequeños cuadritos para satisfacer el mercadeo al por menor, hasta "quemarlo" con toda evidencia.

En cuanto a Carlos Correa, al menos no intenta ir más allá de sus limitadas posibilidades ni refrescarse en aguas nuevas. La puesta al día está únicamente a cargo del título; Crucifixión nuclear, yejemplariza bastante bien la manía nacionalista de querer proclamar entusiasmadamente cosas hueras y desprovistas de significado. Dibujo El dibujo entra en escena por la puerta grande y con todos los honores con Pedro Alcántara Herrán. Es un pintor de cuerpo entero. Un caso de desenfreno para poner a la vida y a la muerte en su lugar, borrachitas ambas. Es un caníbal; se traga un montón de influencias y las está volviendo él mismo. Y nosotros. Sin querer deformar con fanfarrias periodísticas la realidad nacional-lo que sería seguir fomentado la inflación que nos ataca en todos los órdenes-, hay que ver en Alcántara al gran dibujante.colombiano. Adhiero de manera total al primer premio en dibujo que le fue concedido. El salón de dibujo sin duda superior al de pintura. Lucy Tejada obtuvo una mención especial (creada también por la Sociedad de Arquitectos Egresados de la U.N.) con Oración por los niños del Vietnam. Tomo partido por ella. Como poeta la veo inefable y como enterado, sobrada de lote. En cuanto a Barrios, bastante bueno, sin ninguna tiesura y con sentido. Enrique Grau expone: Las tentaciones de San Antonio; una pequeña receta para una deliciosa degeneración formalista. El premio de grabado lo obtuvo Rendón, bueno aunque con eco de mitin y paredones. También aquí algunos alumnos de Bellas Artes: Sonia Gutiérrez, ganadora del pasado concurso Croydon, Lafont, Evelia Medina y otros que no recuerdo. Entre los antiguos Hanné Gallo con buena técnica. Beatriz Daza concursó en pintura y grabado (difiero del maestro Obregón, caballero andante en la pintura y en la vida y quien considera los relieves de Beatriz Daza lo mejor del salón). Hay cosas aplastadas por la rutina aunque se renueven los materiales. Y la organización. Escultura La sala de escultura pobrísima. ¿Qué habría sido de esa sala de no ser por Feliza Bursztyn con sus hierros viejos en los que no está permitido ningún espíritu de pesadez o precisión, burlones y apasionadamente verídicos? Cardona, con un gallito que ni recostándolo alcanzaría a hacer qui- qui-ri-qul, Arosemena, igual de poco convincente, pues parece que la chatarra no se "presta" para trabajarla en sentido estético. Hay en este material un como afán de liberación. De todos modos, una cabeza del Papa Juan (el último, el magnífico) miraba (si algo tan intonso pudiera mirar) quizá benévolamente. Cerámica Respecto a la cerámica, unas palabras (que no declaraciones) tinteadas y sonrientes fueron tergiversadas. Tengo algunas reservas respecto de la cerámica porque muy difícilmente puedo

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XIX Salón de Artistas Nacionales

FEUZA BURSZTYN Escultura

Acero y soldadura Tercer premio compartido

Fecha: noviembre 10 a diciembre 10, 1967. Sede: Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá. Organizador: Sección de Bellas Artes, División de Divulgación Cultural, Ministerio de Educación Nacional. Participantes: 55. Obras: 84. Jurado de admisión: Juan Antonio Roda, Alfonso Mateus Ortega y Hernán Díaz. Jurado calificador: Carmen Velasco Portinho, Fernando de Szyszlo y Guillermo Angulo. Premios de adquisición Propal: 12 $30.000, Edgar Negret, Cabo Kennedy. Pintura: 22 premio compartido $10.000, Beatriz González, Apuntes para la Historia Extensa de Colombia. Tomo 11,$10.000, Juan Manuel Lugo, La visita. 32 premio compartido: $5.000 cada uno, Feliza Bursztyn, Escultura; Pedro Alcántara Herrán, Me han desposeído, me desdoblo. Menciones: Graciela Samper de Bermúdez, Rincón sin ala de ángel, Era una llama al viento y el viento la apagó; Francisco Cárdenas, A la orilla; Manuel Hernández, Formas superpuestas.

"Una excelente representación de las nuevas promociones de artistas" fue lo que vió en el XIX Salón un profesional de la historia del arte especializado en Londres y que entonces se iniciaba en el difícil arte de la crítica: Germán Rubiano. "Desde Carlos Rojas hasta Sonia Gutiérrez -dijo-, las últimas generaciones acapararon el salón, no sólo en cantidad, sino también en calidad. Con la importante excepción de la escultura de Negret, los mejores trabajos pertenecen en efecto a los artistas más jóvenes del país. " Variando algunas de las tradicionales reglas dejuego del salón, Mireya Zawadsky introdujo el obligatorio paso por el jurado de admisión de todos los artistas, sin exceptuar a los anteriores ganadores, la composición mayoritariamente internacional del jurado calificador, y la concesión de tres grandes premios de artes plásticas sin consideración de técnica. Bien es verdad que la brasilera Carmen Portinho, el peruano Fernando de Szyszlo y el colombiano Guillermo Angula volvieron a la adjudicación convencional (pintura, escultura y dibujo) mediante la división ex aequo del segundo y tercer premio. Por primera vez, fue admitido el tapiz como técnica artística reconocida. La acusación de plagio de un retrato de Bolívar por Pedro José Figueroa formulada a Beatriz González por el periodista Arturo Abella, motivó la defensa de Marta Traba, quierrtretá el tema de la autenticidad del artista frente a los cambios ocurridos en el arte nacional: "Ya no hay que combatir a nadie para defender a Obregón, a Negret, a Ramírez Villamizar o Botero. Ahora se presentan otros problemas y el público rehace sus infinitas reservas de desconfianza ante proposiciones que vuelven a desconcertarlo. " Por unanimidad, el fallo favoreció a Cabo Kennedy de Edgar Negret; el arte "popular" y "cursi" de Beatriz González volvió a obtener segundo premio (Apuntes para la Historia Extensa, tomo 11)junto con el díptico La visita, de Juan Manuel Lugo, entonces estudiante de cuarto año de Bellas Artes, y el tercer puesto fue compartido por una de las primeras esculturas cinéticas de Feliza Bursztyn (Histérica Nº 1) Y por un dibujo de Pedro Alcántara Herrán (Me han desposeído, me desdoblo). Salvo Lugo, todos ellos habían sido galardonados en otros salones. Obregón presentó en esta ocasión una escultura en bronce: Avefeliraptilauro, que no alcanzó a participar en concurso.

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El XIX Salón de Artistas Nacionales Germán Rubiano Caballero Magazín Dominical, noviembre

12 de 1967.

Treinta y cinco pinturas, siete objetos, siete esculturas, dieciocho dibujos, siete grabados, seis cerámicas y dos tapices integran el Salón XIX de Artistas Nacionales, abierto desde el1 O de noviembre en todas las salas de exposición de la Biblioteca Luis Angel Arango. "

En mi concepto,el hecho más relevante del certamen de este año lo constituye la excelente representación de las nuevas promociones de artistas. Desde Carlos Rojas hasta Sonia Gutiérrez, las últimas generaciones han acaparado el salón, no solo en cantidad, cuanto en calidad. Con la importante excepción de la escultura de Edgar Nemet, los mejores trabajos.pertenecen, en efecto, a los artistas más jóvenes del país. Al margen de las "modas" más recientes del arte internacional, la pintura del salón presenta todavía un buen número de cuadros abstractos y abundancia de neofigurativos. Bernardo Salcedo es el único que realiza "cosas" en nuestro medio. La escultura es totalmente abstracta y Feliza Bursztyn es la única artista que intenta aproximarse a los trabajos cinéticos. Verdaderas novedades no hay, pues, en el salón. Las mejores obras del concurso son: Cabo Kennedy, de Negret; Algo de comer, de Santiago Cárdenas; Apuntes para la historia extensa, tomos 1y /1, de Beatriz González; Las ingenierías de la visión, de Carlos Rojas; Cualquier cristo (y mas. tno lo maten!), de Pedro Alcántara; Manzana negra, de Beatriz Daza, y Vivo recuerdo de la visita a Nuestra Señora de Bojacá en el día de mi primera curación, de Bernardo Salcedo.

La pieza de Edgar Negret, primer premio de escultura en el Salón XV, fue realizada en este año dentro de la misma concepción de las obras que a comienzos de 1967 exhibió con pleno éxito en Inglaterra; un reducido número de formas básicas dispuestas de modo que siguen una verdadera secuencia visual. En Cabo Kennedy, diez módulos trapeciales se levantan vigorosamente por un lado de la obra y penetran luego en un amplío espacio circunscrito por dos planos curvos. Para el crítico inglés Douglas Hall, las últimas piezas de Negret se vinculan al arte cinético porque, según él, "las formas básicas repetidas no pueden dejar de verse como formas en movimiento". La pujanza total de la escultura del salón y el increíble ajuste de sus numerosas partes constituyen una pieza cerrada sobre sí misma, absoluta: una pura obra de arte. La gran pintura de Santiago Cárdenas reitera el tema de los cotidiano, en el cual se ha especializado el artista. Una pareja frente a una mesilla realiza la trivial ocupación de tomar jugo de naranja y comer "perro caliente"; escena común que el artista trabaja a la manera de un gran cartel. Por lo menos, es esta la primera impresión. Sin embargo, cuando se analíza la factura del cuadro, cuando se observa el acabado y se valora el trabajo tridimensional se aprecia la verdadera creación de Santiago Cárdenas. A partir de la más cruda realidad el artista inventa un mundo pictórico llrnpido, cristiano, totalmente impoluto. 148

Los Apuntes para la historia extensa de Colombia son, en mi opinión, las pinturas más mordaces y valientes del concurso. Dos grandes medallones pintados en lata y enmarcados en la bandera nacional presentan las efigies de dos de nuestros más conspicuos próceres. La técnica empleada es deliberadamente torpe: los colores son sucios y chillones, las figuras recortadas con desmaño. Al margen de la inerte academia, muy cerca de la pintura "popular" y cursi, plena de desaforada espontaneidad,los retratos de los héroes tienen una gracia e ironía excepcionales. Los dos cuadros de Carlos Rojas pueden vincularse al concepto de la pintura "Top". En verdad, sus Ingenierías de la visión en lugar de estar extendidas en forma plana, se levantan sobre la superficie del lienzo y constituyen una auténtica tercera dimensión. Insistiendo en las posibilidades de la simetría dinámica estas obras, trabajadas con colores pulquérrimos, se distinguen por el hermosojueqo espacial y la exacta noción geométrica. Cualquier cristo, de Pedro Alcántara, es una obra descarnada: una figura aprisionada por los marcos enredada por infinidad de trazos segurísimos,conserva incólume su energía. Sin color,sin espacio, lacerada sin compasión, la forma humana nunca había sido representada tan inválida. Pese a esto el poder de obrar, de cambiar, se mantiene latente. Sin ninguna duda esta pintura es la más desgarradora del expresionismo, realizada en Colombia. El bodegón de Beatriz Daza está constituido por un conjunto de planos de color que se acomodan sin presiones y se yuxtaponen con un sentido claramente cromático. Lo que importa a la artista es armar el cuadro e integrar los tonos. Buen ejemplo de esto es la pintura Manzana negra, trabajados con admirable disciplina y finísimo gusto. El Vivo recuerdo de la visita a Nuestra Señora de Bojacá, de Bemardo Salcedo, es un cubo blanco, abierto y ocupado por variados fragmentos de objetos reales, distribuidos de manera arbitraria dentro del recinto. En la "Casa" de Salcedo la célebre "imaginación sin hilos" del dadaísmo ha perdido gran parte de su frescura. El buen terminado de la labor es su principal cualidad. Abierta plenamente la ventana, una ingrata sensación de descubrimiento total me ha llevado a la conclusión de que el misterio de las obras de Salcedo era más aparente que real. Otros trabajos dignos de destacarse son las pinturas de Sonia Gutiérrez, Daría Morales, Luis Caballero y Hernando del Vil lar: los dibujos de Pedro ALcántara, Teresa Cuéllar, Manuel Guillermo Cantor y Terry Guitar; los grabados de Augusto Rendón y Darío Morales y la escultura de Salustiano Romero. Muy amable el cuadro de Sonia Gutiérrez, joven artista que demuestra una segura convicción estética: pintar amplías y sintéticas figuras que se instalan en el espacio plano de las telas sin ninguna intención de horadarlas. La sencillez y el buen gusto son las notas predominantes de este trabajo. Darío Morales trabajó un acrflico sorprendente: un conjunto de formas semifigurativas se alargan y se mueven de manera extraña sobre el lienzo, el cual resulta limitado para contener ese cúmulo de elementos que se relacionan sin lógica de ninguna especie. Un bello color complementa el efecto alucinante del cuadro. Muy respetable el díptico de Luis Caballero, que confirma sus dotes de excelente dibujante y limpio artesano. Explayadas con generosidad las formas abstractas de vivísimos colores del cuadro de Hernando del Vi llar ratifican su inteligencia como dibujante y su libre fantasía como creador.


Muy finas las frutas en sepia de Teresa Cuéllar. Sin pretensiones de ninguna índole, estos dibujos resultan visualmente gratos. Guillermo Cantor elabora una intrincadas, filigranas que se caracterizan por la sutileza de los grafismos y la minuciosa elaboración de texturas. De bizarra imaginación son los dibujos de Terry Guitar, en los que resultan apasionantes las contradicciones: inseguridad lineal y capacidad analñica, grafismo infantil y obvia inteligencia de los fenómenos contemporáneos. Muy curiosas las asociaciones y las perspectivas de los aguafuertes de Augusto Rendón. Una vez más el artista confirma sus dotes de excelente grabador. Salustiano Romero promete ser, un buen artista. Sin ninguna exageración su obra se distingue dentro del pobre salón de esculturas. La chatarra de Romero conquista el espacio y se impone con energía. Es una forma absolutamente solvente.

EDGAR NEGRET Cabo Kennedy Escultura, aluminio pintado Primer premio, escultura Colección Propal

Jan Bartelsman, Ornar Rayo, Augusto Rivera y Hugo Martínez están anquilosados. Para realizar una auténtica obra de arte se necesita abandonar la receta, desatar la imaginación, olvidar el truco y recordar que la verdadera creación se da únicamente a partir de la necesidad interior. Luciano Jaramillo, Manuel Hernández, Alfonso Mateus son los veteranos aceptables. Sus cuadros demuestran buena técnica y un enorme deseo -un tanto fallidode hacer obra original. Las esculturas de Feliza Bursztyn carecen del absurdo encanto de otros trabajos. Pese a sus ruidos y movimientos "histéricos", estas obras son sinceramente menores. De muy discreto interés los cuadros de Manuel Camargo, José Urbach, Carlos Lersundy, Fanny Sanín y Juan Manuel Lugo. Excepto el último, a los demás les falta una enorme dosis de vitalidad. Son los jóvenes aventajados. El resto puede ignorarse sin problemas de conciencia.

Edgar Negret

PremiOOo en Os salones VII, X:V,X:VI,XIX

El panorama general del XIX Salón Nacional puede resumirse sí: 1) la cerámica no existe en el país. 2) la escultura tiene un gran nombre: Edgar Negret y una promesa: Salustiano Romero. Ornar Rayo y Alicia Tafur no tienen la menor idea de lo que es la escultura. 3) Pedro Alcántara sigue siendo el gran dibujante del país. Sin rivales inmediatos. Sus trabajos son los más espeluznantes de la neo-figuración hecha en Colombia. 4) Los grabados de Giangrandi, Rayo, Morales y Rendón son aceptables. Sobre todos los expresionistas de los dos últimos. 5) La pintura sigue siendo la más importante de las manifestaciones plásticas en nuestro país. Nuevos artistas están confirmando la prestancia de esta técnica que, pese a los múltiples experimentos recientes, se niega a perder del todo su naturaleza. Por lo menos en Colombia todavía tiene muchos años de vida.

BEATRIZ GONZALEZ Apuntes para la Historia Extensa de Colombia, Tomo" Esmalte sobre metal Segundo premio compartido, pintura Colección Propal

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El XIX Salón de Artistas Colombianos Marta Traba El Tiempo, noviembre 23 de 1967.

Dice Marta Traba Este año la polémica en torno al Salón Nacional no sólo ataca las personas, sino también los conceptos sobre arte y creación. Para denostar los trabajos presentados se habla de plagio, irrespeto, locura, burla al público, inautenticidad. Estos {ion los términos que interesa debatir. Lo demás, la tradicional acusación de rosca, capilla, mafia, proviene de quienes aspiran, sin suerte, a entrar en dichas agrupaciones secretas. Su desprecio, por consiguiente, está viciado de nostálgica y anhelosa nulidad.

Feliza Bursztyn Escultora premiada en los salones XVII, XIX

El salón está dominado completamente por la gente más joven del arte colombiano y produce en el públi o, a través de lo que puede leerse en los comentarios de prensa, la confusión más grande. El saldo es negativo, porque el público queda convencido de que los artistas nuevos, que han continuado la generación de Obregón y enseguida la de Botero,son artistas superficiales y arbitrarios que no hay por qué tener en cuenta. La eliminación de los Correa y los Fajardo, al fin consumada por la genial cláusula de que también los anteriores premios nacionales debían ser sometidos al examen de admisión, ha terminado con sus farsas y queda, a manera de débiles réquiem, los suspiros (semiapagados por los vendajes) de las momias reclamando el regreso del cincel) sobre los materiales nobles y el reencuentro con la belleza suave e inmarcesible de retratos impregnados de anémica dignidad. Ya no hay que combatir con nadie para defender a Obregón, a Negret, a Ramírez Villamizar o a Botero. Ahora se presentan otros problemas y el público rehace sus infinitas reservas de desconfianza ante proposiciones que vuelven a desconcertarlo. El público no se desconcierta solo; por el contrario, tiene un instinto que le permitiría apreciar y aceptar las creaciones interesantes si no mediara la infatigable labor de zapa de los creadores mediocres cuyo propósito principal es evitar cualquier clarificación para poder subsistir. Un público entendido escoge con precisión sin necesidad de que constantemente lo lleven de la mano. Un público confundido acaba metiendo en el mismo saco lo insignificante y los significativo, por tedio y fatiga ante discusiones estériles que no comprende. Todo termina siendo forma menor y se logra así la intención de los mediocres. Creo que es mucho más interesante denunciar este fenómeno que continuamente espanta el arte colombiano, que analizar una de las ochenta y tantas obras del salón para terminar afirmando, como siempre, que la mayoría son intrascendentes, fáciles y salvadas por la tangente de pequeños detalles técnicos bien resueltos. Los confusionistas y los ignorantes se han complacido esta vez en hallar en seguida un motivo de escándalo; el plagio que Beatriz González cometió intentando su Retrato de Bolívar. Es inútil que ella explique que, como casi todas sus obras, lo sacó de una fotografía de periódico, que cite en su ayuda las innumerables versiones modernas de obras de siglos anteriores hechas por todos los artistas desde Picasso hasta Botero. Abella muestra en 150

PEPON Marta Traba Escultura de Obregón, Cabo Kennedy A Beatriz Gonzá/ez y Fe/iza Bursztyn El Espectador, 1967


televisión las fotografías, el Bolívar de Figueroa y el Bolívar de Beatriz González y desde ese momento en adelante, frente a dos imágenes cuyos motivos y soluciones son diametralmente distintos, Beatriz González será una plegaria. En los últimos meses se ha dicho públicamente que Feliza Bursztyn plagió su monumento a López, Beatriz González a Figueroa, el arquitecto Rogelio Salmo na a Frank Lloyd Wright. Las acusaciones son graves en la medida en que atentan a los valores reales de la cultura colombiana, o sea a gente que tiene autenticidad. Quiero decir que nadie puede molestarse, ni los mismos Carlos Rojas o Santiago Cárdenas, porque se reconozca abiertamente la similitud literal entre sus obras expuestas en el salón y las de Tony Smith o Wesselmann, respectivamente. Ni puede llevar a un problema de concepto y de forma la mezcolanza de servilismo a todos los seguidores de Frank Stella que revela Rayo en sus trabajos manuales o las copias descaradas de Manuel Hernández y Penagos, a Rojo y a Bacon. Pero cuando se impugna gente como Bursztyn, Beatriz González o Salmona, hay que pedirle al público que los aparte respetuosamente de la masa de hábiles inauténticos y les de el tratamiento preferencial a que sus obras les dan derecho. Sus obras tienen líneas que las generan, un lenguaje propio que las expresa y una estructura conceptual que les confiere solidez, unidad plástica y autenticidad, y de este modo las significa. ¿Cómo distinguir una obra auténtica de otra inauténtica? La auténtica puede ser impugnada en sus partes, pero no en su totalidad ni en su estructura. Es posible decir que las esculturas de Feliza adolecente presentan fallas de terminado o que hay un error de diseño o una relación cromática no lograda en lo medallones de Beatriz González; pero no es posible negar que Feliza inventa con un genio anárquico hasta que concreta la posibilidad de que lo absurdo sea válido; y que Beatriz González ha ido explorando la veta del pop colombiano que comienza en la colonia y termina en los reinados de Cartagena, con una indagación en profundidad que tiene bases cada vez más sólidas; así como los conjuntos de unidades habitacionales diseñados y dirigidos por Salmona en Timiza , la Fundación Cristiana de la Vivienda, el Polo y sus proyectos del Banco Central y el proyecto de la Sociedad de Arquitectos que malévolamente se ha puesto en tela de juicio, le acreditan una concepción inteligente de pensamiento y creación propios que, dentro de esta idea total, no puede ser demolida. Lo inauténtico, por el contrario, se defiende de mil maneras en sus detalles, pero no resiste una análisis de la totalidad. Rayo por ejemplo, tiene una terminación impecable,los efectos ópticos son ingeniosos; pero, ¿cómo se haría la defensa de la totalidad de su obra? ¿Qué valores profundos representa y comunica? ¿En qué realidad estética y geográfica se inserta? ¿Qué necesidad cubre? ¿Qué problemas revela? ¿Qué intenta solucionar de manera peculiar? Nada,absolutamente nada. Derivo la acusación de plagio a la acusación de inautenticidad, porque la primera es insostenible si una obra no está calcada en otra, lo cual no rige, por supuesto para las obras comentadas, a menos que el acusador sea ciego o se empeñe en combatir de mala fe. Cuanto más vemos el modo hábil y superficial con que los creadores jóvenes resuelven detalles y evitan que se discuta la necesidad,la verdad y la razón de ser de su obra, más urgente se vuelve esta clarificación de conceptos. No sólo hay que afirmar que Beatriz González no es una plagiaria; hay que afirmar que si su obra se destaca netamente entre la tendencia general de los jóvenes por llegar a síntesis de diseño y al empleo violento de colores planos, es porque ella tiene una estructura conceptual que le da peso y densidad mientras los demás flotan en una alegre epidermis del arte gratuito y no logran más que divertir o, en último caso, seducir por la facilidad. Da qué pensar que sean las mejores obras las que se acusan de plagio y de inautenticidad, mientras los copistas de segunda ma-

no pasan desapercibidos; esto responde a la manía colombiana de nivelar por lo bajo y cortar rabiosamente la cabeza que sobresale. Es un trabajo inútil, porque la verdad de una obra, que está irreductiblemente unida a la seriedad y profundidad de un comportamiento estético y humano siempre prevalece. La autenticidad mantiene por encima del alegre contenido del salón a muy poca gente y en primer término a Beatriz González y a Feliza Bursztyn. También a Pedro Alcántara; y quiero citar, especialmente, y sabiendo el riesgo de matriarcado a que me expongo, el excelente bodegón de Beatriz Daza, las frutas eróticas de Teresa Cuéllar y la figura de Sonia Gutiérrez. ¿Sobre los premios? El premio a Lugo es el mejor premio de iniciación que ha podido conceder el jurado. Un jurado que no supo ver que la escultura de Negret no hace más que conservar sus virtudes formales de una manera insoportablemente esteticista y acartonada, cuya frialdad se pone más en evidencia ante la gallina-cóndor de Obregón, quien se equivoca con las entrañas y por eso será siempre el hombre más vivo y más erguido entre semienterrados, genuflexos y personajes de cera. Habría que señalar, por fin, que no todos los alegres son tolerables: los cuadrados de espejitos de Arcadio González, el neón de Pignalosa y la custodia de Alicia Tafur (así como la increíble mención honorífica a Francisco Cárdenas), encarnan la tontería y la abyección artística, inexplicablemente aceptadas por un jurado de admisión que tuvo el rigor (más inexplicable aún), de rechazar las obras de una pintora de verdad como es Sofía Urrutia.

El XIX Salón de Artistas Colombianos: la otra cara de las medallas

El Tiempo, novierr¡bre 23 de 1967.

.,.

Dice Mario Rivero La noticia en primera página: Negret, gran premio a las artes plásticas en el Salón XIX de Artistas Nacionales. Ninguna sorpresa para nadie: absolutamente descorazonador y previsible (tanto que días antes, y sin necesidad de consultar la bola, lo había yo anunciado a uno de esos observadores de la política cultural), previendo lo que ocurre normalmente entre nosotros, donde no se enfrenta desprevenidamente un trabajo con otro, sino un nombre con otro. Como siempre pues los prestigios ya hechos estableciendo cierto tipo de compromiso (y es claro que esto no puede considerarse como un asunto de ética) y cerrando el paso, convirtiendo en segundones casi ignorados, no vistos, a unos valores que serían los del futuro, pero que no tienen cabida dentro de una información ya orientadora y convenientemente arbitrada hacia las intimidades esenciales de nuestro mundillo plástico y cultural. De entrada pongo pues las cartas sobre la mesa y digo que no comparto los premios; ni al maestro Negret artista ya muy "conocido" y calificado como el más importante escultor del país, ni a Beatriz González, premiada como quien dice todavía dentro de su capullito universitario y uno de los valores más arbitrariamente 151


impuestos en la bolsa del arte colombiano, por una década frívola y snob, necesitada de recurrir a estratagemas inéditas (tan antiguas y críticas como las de los políticos) en maniobras timoneadas desde olimpos invisibles para auspiciar o remachar nombres o simulacros de nombres. En cuanto a Negret, es un obra maravillosamente culminada, que se valida a sí misma y no habría que decir más. Debió ser declarado fuera de concurso. Desde varios puntos de vista me parece muy grave que haya obtenido el premio por tercera vez! Si las bases del concurso no previeron esta manera de matar el aliciente de los que se esfuerzan corriente arriba, si cabía esperar de parte de los jurados un distinto nivel de conducta, que acabaría tal vez con el aburrimiento liso y llano de unos y con la ausencia demasiado notoria y justamente teñida de amargura de otros, ya que premios de este tipo, institucionalizan una hegemonía cultural, una puja casi heroica con ciertas élites inamovibles y que claro está, nunca renunciarán a desmitificarse a sí mismas. r

A veces resulta un poco duro tener que decirciertas cosas. Pero soy de los que de tanto en tanto hacen un alto,examinan su rumbo, aceptan recomenzar y adhieren a un santoral distinto, a un nuevo tipo de confianza. Lejos sí, de todáhostilidad personal y de intereses creados, instalado por fuera del monopolio artístico, o como quien dice un poco cimarronamente en estas áulicas alturas, y con la pequeña diferencia de que hubo quienes pudieron conocer las obras y los entretelones del salón con una discriminatoria anticipación (lo que explica que mi nota aparezca tardíamente ya que sólo conocí el salón después da fallar) sostenido pues sólo según mis fuerzas, pero dentro "de mi leal saber y entender", como se dice cuando uno quiere hacer uso de los privilegios de la libertad, yo creo que lo mejor del salón puede resumirse en el nivel de estilo y estructura de Santiago Cárdenas, que a través de lo antirretórico y de la simplicidad de elementos define una verdadera conducta plástica. En los avances de Luciano, que dentro de búsquedas aceptadas, mueve su enfoque expresivo ensanchándolo hasta lo secuencial, cinematográfico (y para quien al nivel de comentarista yo habría querido el primer premio). En el rigor y la solidez de construcción de Omar Rayo, en ese otro ámbito (abstracto), donde todo es silencio y son casi nulas las posibilidades de vida; en la invención y manejo que hace de sus cajas Bernardo Salcedo (funcionando ahora dentro de un entusiasmo barroco) y con formación y sensibilidad suficientes para un primer premio en cualquier parte; en la poderosa agilidad plástica de Rivera, que llevó algo tan ambicioso, tan lleno de exigencias formales y de tensión estilística, que inclusive hace desaparecer a Alcántara (uno de los premios) un buen dibujante, aunque su filiación "cornoemplumada" es tan evidente; y el magnífico trabajo de Manuel Hernández, sincera y esencialmente pintor y pintor excelente; lástima que no armara su tienda aparte: (Tapies, Rojo). Si se trata en verdad de cambio, de desechar lo gastado y correr los riesgos que implica la aventura y la experimentación (palabras que podrían ampliarse para defender a Feliza), con Negret nos amenaza el embalsamamiento de la forma. Su neo-clasicismo, hecho de simetrías y de leves innovaciones, no agrega nada ciertamente, a un ejercicio sin grandes consecuencia, a un estilo congelado en formas puras. Y con Beatriz González, invocada para explicar lo no tradicional desdeñoso y valiente hay el peligro de la estafa formal: su "modernidad" (y las comillas son inevitables) alude al redescubrimiento de los colores planos, aparecidos por allá en el dieciocho o en los veintes, en un pretendido sentido del humor a go-go y en la parodia o falsificación de una tradición que repudia el arte de los salones, el arte puramente formal, pero cuya gracia no puede servirse "reconocida" porque no es en absoluto la consecuencia de algo intencional. Aceptada como punto de partida la convención pop: revaloración de lo "charro", lo anacrónico; y el proceso contemporáneo de cambiar de modo de vida visual, la imagen dada por el periódico, la fotografía, no se trata precisamente de la tarea cómoda y sim-

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JUAN MANUEL LUGO La visita (detalle) Oleo sobre papel (díptico) Segundo premio compartido, Colección Propal

pintura

MANUEL HERNANDEZ Formas superpuestas Acrmco Mención

oz

OSKAR Precoz "Pelo mami, yo la quelo ver! Yo la quelo ver!." El Espacio, (Noviembre 16, 1967)


JUAN MANUEL LUGO La visita (detalle) Oleosobre papel (díptico) Segundo premio compartido, pintura Colección Propal

plificada, de rehacerle de acuerdo a la medida asumida pro "la cultura de lujo" que cumpliendo fórmulas absurdas (colgar en los muros avisos, figurines, postales imposibles) entra en el juego de los reactivos a que el artista apela; en este caso, no por la necesidad de escarnecer, chocar y despertar, ni con la conciencia de estar buscando salidas renovadoras a una situación cumplida, sino dentro de un uso pretencioso y postizo. Pero aun en el caso de estar traduciendo con toda la buena fe que se quiera de un lenguaje al otro, creando el puente visual entre la pintura popular y el arte llamado culto, cumple convicción de lo "camp" que nos arrastra queramos o no a la ternura o la sonrisa? En mi opinión no; verídicamente no, no obstante que los próceres vistos con mayor madurez se pintan solos como proveedores de cursilerías. Pero aparte del acierto de la selección visual (estas simplezas sentimentales esencialmente genéricas a las estructuras de un medio feudal) aparte, pues, de la ganga del tema y del color (tan disminuidos en el período precedente) qué otros argumentos, para suplir la esterilidad creadora? ¿Hay derecho para sobreponer una obra sin trascendencia, una obrita rosa (favorecida por acentos más o menos rnodernistas), premiada antes de que el color se le seque encima, a otras hechas a fuerza de reflexión, de revisión, de trabajo intenso? En cuanto a Lugo, el tercero "en concordia" es de un tiesura de dibujo que lo inhabilita un poco para resolver la totalidad de la expresión. Me da la impresión de un afiche tremendista con espíritu de music-hall (otra vez los alegres veintes) y hasta un poco sucio de color, pero entiendo que fue premiado para restar uno a la lista del compromiso y de la "mafia". En cuanto a la "liviana" de Bellas Artes, hay revistas americanas con mejores diseños y que no pretenden hacerlos resonar por los medios del arte. Adhiero plenamente a la mención de Francisco Cárdenas, un trabajador muy honesto, y para terminar consigno mi extrañeza y conmigo la de muchos por la inclusión de dos fotógrafos en el jurado (admisión y calificación). Al paso que van las cosas en Extensión Cultural, me dijo alguien, un buen día nos encontraremos tranquilamente con dos modistos.

ALEJANDRO OBREGON Avefeliraptilauro Escultura en bronce

Los jóvenes en el Salón Nacional Germán Rubiano Caballero El Espectador, Magazín Dominical, 1967. v-'

'. Un total de ochenta y dos obras, entre pinturas, objetos, esculturas, dibujos, grabados, cerámicas, y tapices, integra el XIX Salón Nacional de Artistas Colombianos. Por primera vez en la historia de este certamen se han anunciado tres premios para los tres mejores trabajos presentados, sin la acostumbrada discriminación de los varios procedimientos en que se suelen clasificar las artes plásticas. Un objeto, un dibujo, una escultura, o una pintura pueden ganar este año el primer premio ($30.000) del concurso. De esta manera, se les ha dado igual valor a los oficios tradicionales y se han tenido en cuenta algunas labores recientes, ajenas a los conceptos de pintura o escultura.

PEDRO ALCANTARA HERRAN Me han desposefdo, me desdoblo Dibujo Tercer premio compartido

Con un criterio más severo, los jurados de admisión no hubiesen permitido el acceso de muchas obras que, francamente carecen de auténticos valores. La excesiva generosidad de Roda, Alfonso Mateus y Hernán Díaz, me parece que rebajó la categoría del salón, el cual, año tras año, debiera ser más exigente en la se lec153


ción de los admitidos. La inclusión de obras como las de Germán Ferrer, Arcadio González, Pedro Moreno, Manuel Estrada, Silvia Mallarino y Nieves Tafur, no tiene ninguna justificación. Cuarenta obras hubieran hecho un gran salón de verdadera categoría sin las mediocridades que se codearán con obras de innegable calidad. Ocho para tres premios Siguiendo el orden del catálogo, considero que los tres primeros premios serán disputados en este salón por las pinturas Cualquier cristo y más no lo maten!) de Pedro Alcántara, Algo de comer de Santiago Cárdenas, Manzana negra de Beatriz Daza, Apuntes para la historia extensa, tomos I y" de Beatriz González, Ingeniería de la visión 2 By A-6 de Carlos Rojas; la caja en madera, yeso y plástico de Bernardo Salcedo; las esculturas Cabo Kennedy de Edgar Negret e Ingeniería de la visión AS de Carlos Rojas y los dibujos de Pedro Alcántara. Sin duda alguna las obras citadas son las más distinguidas del salón, las que acusan más calidad, no solamente por el buen acabado de los trabajos, sino también por los conocidos antecedentes que las respaldan como productos de muchos meses de esfuerzo y dedicación. En ellas no existe improvisación de ninguna especie. Tanto desde el punto de vista conceptual, como del punto de vista técnico son obras largamente meditadas. Pero Alcántara es el más importante dibujante de Colombia. Su tremendo expresionismo aprieta y descuella la figura humana, que pese a tales martirios mantiene indemne su/enorme capacidad de acción. Una línea segura y lacerante envuelve y ovilla el cuerpo del hombre para destacar su nervio y su potencia. La pintura de Alcántara es una obra castigada; profundamente sobrecogedora. Santiago Cárdenas puede exhibir en sus años de trabajo en el país una extensa trayectoria: varias exposiciones, labor docente en la Universidad de los Andes, participación en todos los certámenes de artes plásticas. Nadie puede poner en duda la consagración y la seriedad de este pintor. Su excelente cuadro Algo de comer, bellamente terminado y de visible trabajo, es una prueba irrefutable de cómo para lograr una obra de categoría, es necesario vivir en función del arte todos los días del año. A pesar de la intrascendencia del tema, Cárdenas logra darnos una visión distinta, deliberadamente límpida, de algunos de los aspectos más comunes y corrientes de nuestra prosáica realidad contemporánea dominada por la propaganda, la asepsia y la fabricación en serie. Beatriz Daza ha estado trabajando en los últimos meses como pintora. Con enorme paciencia, la artista ha tratado de dominar todos los secretos de la técnica del óleo. Buen fruto de estas investigaciones es el cuadro Manzana negra, un hermoso bodegón, en el cual todas las formas se integran blandamente para ofrecerse luego al espectador como en las mejores naturalezas muertas de Braque. Una refinada integración tonal nos confirma que Beatriz Daza es una artista de excelente gusto. Beatriz González es la pintora más sobresaliente de las últimas promociones. Por el espíritu de trabajo, por la honestidad de sus propósitos y por la discreta insolencia de sus últimos cuadros, la carrera artística de Beatriz González resulta excepcional en nuestro medio. Entre la pintura primitiva de los "ingenuos" del Siglo XIX y la pintura "sin acabar" de muchos contemporáneos, los cuadros para la historia extensa de Colombia no ocultan su intención irónica y mordaz. Un investigador infatigable Carlos Rojas ha trabajado intensamente en este año. Hace poco colmó el patio y las salas del Museo de Arte Moderno con una magnífica exposición de esculturas, pinturas y dibujos. Dentro de la misma serie Ingenierías de la visión, la escultura azul y las pinturas con algunos planos proyectados en el espacio ratifican las positivas condiciones de Carlos Rojas como artista e investigador infatigable. Sus novedosas pinturas dentro de la línea "top" de Ri154

chard Smith (el gran premio de la última bienal de Sao Paulo) y Charles Hinman, agregan una tercera dimensión real a las obras que, por esta razón, oscilan entre el "collage" y la escultura. Bernardo Salcedo por fin abrió sus Cajas. El Vivo recuerdo de la visita a Nuestra Señora de Bojacá es un cubo escénico blanco, ocupado por numerosos fragmentos de objetos plásticos, dispuestos con humor y malicia. Al conocer el fondo de las Cajas sugestivas y misteriosas por su contenido apenas entrevisto, he llegado a pensar que Salcedo va a tener que dar un gran salto para no anquilosarse en ese espacio tan reducido y concreto y buscar otros medios a los del "agregado" para armar sus curiosas imágenes de la realidad. En este momento Salcedo, por su propia voluntad, se ha colocado contra la pared. Edgar Negret es un escultor de talla internacional. Sin ninguna discusión es actualmente el escultor más importante del país. Sus exitosas exposiciones en el exterior, el interés que han demostrado los críticos más destacados de Inglaterra y Estados Unidos por su obra y sus futuros compromisos en Europa, confirman plenamente el anterior aserto. Una de las piezas más bellas de su larga carrera de artista es la escultura Cabo Kennedy del XIX Salón. Una especie de módulos trapeciales levantan la obra por uno de'sus lados para penetrar enseguida en un vivísimo espacio escultórico constituido por dos planos curvos que se cierran de modo muy original. l.a.pujanza de toda la forma y el increíble ajuste de sus numerosas partes constituyen una pieza cerrada sobre sí misma, absoluta; una pura obra de arte. Personalmente creo que la escultura de Negret es la obra más respetable del concurso. Los trabajos de Luis Caballero, Manuel Camargo, Cecilia Coronel, Hernando del Villar, Sonia Gutiérrez, Darío Morales, Salustiano Romero y Terry Guitar deben destacarse como los más serios y elaborados de la última generación de artistas que lucha por ocupar un lugar de privilegio en el panorama nacional. El díptico de Luis Caballero es una obra de excelente oficio en la que se distinguen el dibujo seguro y el color exaltado. El cuadro de Hernando del Villar sobresale por su exuberancia formal y cromática; es un buen ejemplo además de atrevimiento y optimismo. El óleo-screen de Sonia Gutiérrez corrobora las cualidades de esta joven artista que insiste en trabajar con la figura femenina, vista desde diferentes ángulos y dentro de una concepción sintética. Realmente finos y alucinantes los agua fuertes de Darío Morales, sobria y un tanto bronca la "cinta" que se mueve lentamente por el espacio creado en la chatarra de Salustiano Romero. Contradictorios, pero plenos de argucias los inteligentes dibujos de Terry Guitar. Lastimoso estancamiento Las obras de los veteranos o consagrados manifiestan un lastimoso estancamiento. Jan Bartelsman, Manuel Hernández, Luciano Jaramillo, Omar Rayo, Fanny Sanín, Francisco Cárdenas y Augusto Rivera duermen el sueño de los justos. ¿Hacia dónde podrán ir? Creo que la respuesta deben darla los propios artistas; en todo caso, después de una trayectoria de importancia, esos pintores están explotando ahora las recetas y los trucos. Cuando Edward Kienholz, Larry Rivers y George Segal han trabajado -desde 1964- afanosamente por vincular el mundo tangible del arte dentro de elementales cualidades de oficio gusto y buen humor, Pedro Moreno cree hacer "algo novedoso" en Colombia apoyado en la improvisación yen la astenia mental. Si los trabajos (?) de Moreno se hubieran aproximado a "The Beanery" de Kienholz, tal vez hubieran podido ingresar con honores al salón oficial. Pero resulta que la obra del artista californiano reproduce casi textualmente un "comedero" de artistas de Los Angeles con una serie de objetos reales "congelados" (inclusive una esto-


la de Mink de $600 U.S) y numerosas figuras humanas con caras de relojes que marcan todos las 10.10 del 28 de octubre de 1964, fecha que corresponde a la del periódico que se exhibe en el puesto de entrada. Además, el "comedero" está animado por olores que circulan empujados por un abanico y por sonidos de conversaciones grabadas en ese sitio y música de fondo que proviene de una radiola cuyo repertorio incluye discos con títulos equívocos. En síntesis, un cuadro vivo de la sociedad presente, hecho por un artista que trabaja. Una visión general El panorama general del XIX Salón Nacional puede resumirse así: la cerámica no existe en el país; la escultura tiene un gran nombre: Edgar Negret (Omar Rayo y Alicia Tafur están muy lejos del concepto escultórico); Pedro Alcántara domina el campo del dibujo, en el cual también se destacan Alvaro Barrios, Teresa Cuéllar y Terry Guitar; Morales, Rayo y Augusto Rendón acusan muy buena técnica. Curiosamente abundaron los aguafuertes; en mi opinión es el sector de las artes plásticas bien representadas por los artistas jóvenes (Alcántara, Cárdenas, Caballero, Beatriz González, Hernando del Villar y Carlos Rojas).

GRACIELA

SAMPER DE BERMUDEZ Rincón sin ala de ángel Tapiz en lana y lino Mención

El hecho más destacado del certamen lo constituye el predominio de los valores juveniles. Cuando las "Vacas sagradas" de hace veinte años, definitivamente pasaron a la historia y los grandes de hace diez, por una u otra razón, se están alejando del tinglado, la generación de los artistas en torno a los treinta años está afianzándose con trabajo y talento en la vanguardia del arte nacional que lucha denodadamente por cada ser día menos provinciano.

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XX Salón de Artistas Nacionales

Coincidió la preparación del XX Salón con la gran reforma administrativa del presidente Carlos Lleras Restrepo y la creación del Instituto Colombiano de Cultura, lo que seguramente influyó para que en 1968 no se efectuara la convocatoria. Mireya Zawadsky continuó al frente de la Sección de Bellas Artes, y el poeta Jorge Rojas presidió la organización como primer director de Colcultura. La facultad de admisión y calificación se unificó bajo la responsabilidad de un llamado Gran Jurado, tnteqredo por Kynaston M'cShine, asesor asociado del Museo de Arte Moderno de Nueva York,porel pintor nicaragüense Armando Morales y por el pintor colombiano Santiago Cárdenas, profesor en Bellas Artes de la Universidad Nacional y de los Andes. Precisamente se criticó al fallo el haber favorecido a estudiantes de estas dos universidades, y al jurado del MAM el haber orientado la selección hacia las tendencias predominantes en Estados Unidos. Marta Traba, desde el Museo de Arte Moderno entonces instalado en la Ciudad Universitaria, intentó organizar un Salón Nacional 1969, que debía inaugurarse "el mismo día y a la misma hora" del salón oficial, con obras de 21 de los artistas rechazados, entre ellos principalmente Feliza Bursztyn, Beatriz González y Ana Mercedes Hoyos. Pero Jorge Méndez, rector de la Universidad Nacional lo impidió, planteando con ello una crisis entre las directivas del Museo, que defendieron la autonomía de la instnuaon frente a la Universidad. En la inauguración del salón, presidida por el ministro de Educación Octavio Arizmendi Posada,David Manzur declinó la mención que el jurado le había concedido, Bernardo Salcedo y Alvaro Barrios cubrieron sus obras con telas negras y éste último rechazó también el tercer premio, ofrecido por la Sociedad Colombiana de Artes Plásticas. El tríptico Ingeniería de la visión, de Carlos Rojas, ganó el primer premio, yen otra cuestionada decisión, por haber recaído en otros dos profesores de Bellas Artes de la Nacional, se declaró fuera de concurso a Manuel Hernández ya Carlos Granada. Aun los críticos menos apasionados convinieron en aceptar que este salón había sido para principiantes. Fiel a la política de Colcultura en los siguientes años, la exposición itineró a Cali y Medellín.

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ALVARO BARRIOS

Tarjeta sepia Dibujo en tinta. lápiz y escarcha Tercer premio especial de la Sociedad Colombiana Colección privada

de Artes Plásticas

Fecha: abril 25 a mayo 25, 1969. Sede: Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá. Organizador: División de Divulgación Cultural, Sección de Bellas Artes, Instituto Colombiano de Cultura. Participantes: 41 . Obras: 64. Armando Morales, Kynaston Mc Shine y SanJurado de admisión y calificación: tiago Cárdenas. Premios: Fuera de concurso: Carlos Granada, El rapto, Fusilamiento, Separación, Uno es producto del otro; Manuel Hernández, Pintura I Insignia, Pintura l/Elementos para un símbolo. Pintura: 1 Q $60.000, Carlos Rojas, Ingeniería de la visión. 2Q $20.000: Yolanda Pineda, Hay que creer que las maquinitas no se oxidan, Después de todo no importa que se oxiden. 39 Premio especial de la Sociedad Colombiana de Artes Plásticas: Alvaro Barrios, Tarjeta rosada, Tarjeta sepia. Menciones de honor: David Manzur, Ciencia ficción, Objeto volador no identificado; Ofelia Rodríguez, Compenetración 1, Compenetración 1/; Nirma Zárate, El último viaje.


Análisis sobre el XX Salón de Artistas Bernardo Salcedo (El Doctor Trueno)

HH sal6n

de artistas nadanal!s Abril

El Tiempo, abril 25 de 1969.

Hay muchos propósitos cuando se piensa hacer una muestra nacional de arte ... Uno de ellos podría ser el deseo de mostrar a un público ávido de imágenes, lo mejor y más auténtico de la producción nacional durante el año que ha pasado ... Otro propósito podría ser también estimular a los entes creativos en una honesta competencia del espíritu ... Otro sería, confirmar la imágen que, de la Colombia plástica, se tiene hoy en toda Suramérica. En fin, hay miles de positivos propósitos que le dan a un certamen de esta índole un carácter altamente benéfico, circunstancialmente aprovechable, como vemos enormemente razonable. La índole de estos eventos no podría, de ninguna manera -sanamente hablandorebasar los límites de una política proyectivamente didáctica y de unos anunciados de fe y calidad plásticas. Por ésto el país y su público -nosotroshemos mirado siempre con el mayor respeto esta clase de concursos de la razón y la sensibilidad, porque en ellos se muestra la índole, la angustia, el devenir, la verdad a secas de un medio que está aprendiendo hasta ahora a vivir, y se lee un mensaje de amor a la vida, de constancia apasionada, por una causa, que a muchos parecerá muda pero que sin lugar a dudas es el lenguaje más bello e impactante que se haya inventado el hombre: el arte. Dentro de las expresiones verdaderas de este mundo, aparte de los mitos existen los juegos. El arte, para mí, es un juego mítico hecho por seres con razones emotivas, profundamente emocionales y seguramente ya vividas en un mundo de imposible memoria. El respeto a una producción positiva de propositos enormes haría que una exposición al estilo del Salón XX hubiera cumplido una función de vastas proyecciones ... Por lo menos a eso estamos acostumbrados y en esa sana lógica hemos vivido. Pero... hacer un Salón XX, en este caso con el limitada propósito de destruir un "Credo" y un estado de posiciones estéticas, ya no es-propósito de sana razón sino de esquizofrenia. Planear un programa milimétrico para galopar contra un nombre como el de Marta Traba y contra una institución como el MAM. (Museo de Arte Moderno), es una política pobre ... muy pobre, mezquina, verde ... de la envidia, que nos está diciendo muy claramente cuán mediocre es el medio en que se ha fraguado. Y digo esto, porque no ha sido otra la razón por la cual el Salón XX fue un "triunfo" de una oscura política milimétricamente planeada, para tratar de menoscabar el prestigio de artistas con real talento que en un momento de su obra fueron y son apoyados por la institución más joven y dinámica de las artes plásticas en el país: el MAM. y su fundadora M.T.

.Oué

pobreza de carácter! .Oué falta de imaginación! iQué mórbidos deseos, y que sucia y provinciana la manera de proceder de todos! Los que llorando han implorado mil veces ante las puertas de museo para exponer sus obsoletos engendros ... Qué falta de inteligencia! Qué pena para Colombia y para la verdadera plástica, que unos cuantos esbirros atrincherados -u nos- bajo la denominación de S.CAP. (Sociedad Colombiana de Artes Plásticas?) o -y otros- escondidos a la sombra de una figura tan vulnerable y.-aparentemente no maléfica ni resentida como la de Edgar Negret, hayan resuelto juntar sus injustificables propósitos para engañar, primero a la empresa privada -Propal-luego al

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de

aogoto

sector oficial y por último a nosotros el gran público colombiano (y por ende a ellos mismos). Para luego saborearse de un "triunfo" que solo envanece, envilice y envenena sus propias fuentes. Con todo esto ... y seguramente algo más que me ha faltado, sólo se ha perdido el respeto hacia un certamen que proverbialmente venía siendo el más importante del país, aunque sin el apoyo oficial. También se ha engrandecido la imagen de una institución como el M.A.M. que continuará firme en sus postulados, porque no está pidiendo de rodillas en humillante llanto ni a ningún viento que se le declare "fuera de concurso". El Museo está en concurso ... y sus artistas son los únicos que el país pensante acepta como tales y el mundo admira, porque se imponen en cualquier actitud. No como grupo proveniente de una institución, sino como reales valores, intrínsecos: Obregón, Botero, Salcedo, Beatríz González, Manzur, Norman Mejía, Barrios, Caballero, Beatríz Daza, Bursztyn, Solano, Ramírez Villamizar, Alcántara y todos los jóvenes que seguramente seguirán surgiendo en estos años y que el museo acogerá sin vacilación alguna al juzgar sus claridades conceptuales y sus capacidades creativas. Ellos son garantía de valor y talento porque el museo no ha tenido criterio distinto del de apoyar el talento y desechar la mediocridad. Por eso es tan rídiculo y tan jovialmente cursi el Salón XX, porque sus proyecciones no podrán ir más allá de la amargura que proviene de la falta de talento. Aunque para ello hayan tenido que premiar a un Carlos Rojas simple figura de papel y diletante de tiempo completo en falsos procederes estéticos, o hayan declarado fuera de concurso a un Carlos Granada el más oscuro exponente de la mediocracia plástica y a Manuel Hernández sutilmente asociado al elenco reptil. El Salón XX, no tiene importancia ni siquiera por la maquiavélica intención del señor Cárdenas, títere pusilánime de Granada y Carlos Rojas -sus compañeros de asociación y de docenciade recibir a todo estudiante para así tapar la gris patraña que hoy el país ha desvelado. Ellos trataron de darle al certamen el slogan de "Un Salón nuevo para gente nueva". Qué triste paradoja. Tampoco tiene altura alguna la actitud del señor Mc Shine -amigo íntimo del señor Negret- quien vino al país con el único y exclusivo fin de burlarse de sus artistas y socabar el poco prestigio que empezaba a tener el salón anual. Claro está, por voluntad de Edgar Negret, quien vengándose de supuestos problemas en su envío a Venecia, resolvió hacer de las suyas y se las pasó a Mc. Shine. No hay razón para que una persona como Negret haya acabado aliada con otra como Granada -polos opuestoscon el exclusivo fin -tan vergonzosode una "venganza" personal. Pero puede estar tranquilo Negret, ya puede decirse para sí mismo -tengo un discípulo en Colombia, se llama Carlos Rojas-. Hago un llamado a la gente joven del país, en especial a los estudiantes de arte de las diversas facultades y sobre todo a aquellos de la U.N, para que no se dejen utilizar más con el propósito desleal y deshonesto de tapar, con su juventud, toda esa ansia senil, reverdecida, de quienes son hoy sus profesores y jamás han podido tener una idea propia. Yo les pido no cortejar lo falso, no entrar en la evasión de la impotencia y no confundirse con un mundo que por gracia ya no nos corresponde vivir. 157


Para finalizar este "western" que se convirtió sin lugar a dudas en la gran vergüenza, sólo quiero decirle al país, que no prevalecerán las condiciones que he relatado, mientras que todos estemos unidos, alertas y vigilantes, y en los verdaderos cauces. Cauce para mí, no es el M.A.M. ni los conceptos de Marta Traba, aunque reconozcocomo lo he sostenido a lo largo del artículo- que su labor ha sido desde hace quince años, realmente fructífera. Ni cauce será para Colombia la política retrasada y revisionista de las décadas del 50 que algunos esclavos de su propia mediocrisis, tratan de imponer a los gritos de la línea Pekin -que desconocen- mientras bajo el brazo llevan a Marx como apoyo evidente de doctrinas ycríterios que quisieran comprender, pero que ignoran. A ellos ...! Y contra ellos y sus opuestos, los esbirros imperialistas de estéticas vacias como Mc Shine, hay que dirigir la lucha. Porque dentro de su pseudo-socialismo abstracto y su frialdad emocional, no se dan cuenta de que son simples perros y lacayos de una política fascista que ni se confunde con la revolución cultural de Mao ni se identifica con el postulado vital de Guevara, ni se acerca a los tarros de leche de la Alianza para el Progreso, sino que simplemente pasan ... pasan ... como animales bravos. Mientras tanto Colombia seguirá pensando en su propia revolución cultural que pueden estar seguros, no se hará a base de intrigas parroquiales ni de "triunfos" envilecidos por el cohecho.

La obra de Carlos Rojas en el XX Salón Nacional

CARLOS GRA'NADA Uno es producto del otro Técnica mixta Declarado fuera de concurso

Gafaor Carbonell El Tiempo, abril 27 de 1969.

La obra de Carlos Rojas lo ha hecho ganador del primer premio en el XX Salón de Artistas Nacionales. A lo largo de su trayecto ría el trabajo del artista se ha movido simultáneamente en el ámbito de la pintura y en el de la escultura, y dicha diversidad se ha visto justificada por su sujeción a un solo interés en cuanto a la plástica se refiere. Si tomamos cualquier escultura de Rojas veremos que su preocupación principal consiste en plantearse espacialmente de acuerdo a un criterio de funcionamiento poliédrico que implica la presencia de un diseño que será percibido desde cualquier punto de visión escogido por el espectador, y que será aún más evidente si el espectador decide moverse alrededor de la pieza sin perderla de vista según la circunva~a.Si se hace esto se observará que la obra es increiblemente capaz de transformarse dramáticamente dentro de la más coherente de las secuencias. La coexistencia del dramatismo y de la coherencia dentro de la obra implica un acto ilusorio que relacionará a este tipo de escultura con el arte del pintor. La obra ganadora del salón es un múltiple de tres partes, cada una de las cuales es una pintura ejecutada sobre tela estirada en bastidores que se levantan a un buen palmo del piso donde descansan. La menor de las secciones ve su tamaño duplicado en la de talla mediana, y esta última a su vez, ve el suyo duplicado en la de mayor tamaño, de manera que la más grande es aproximadamente cuatro veces mayor que la más pequeña. Las tres están pintadas en el más austero de los blancos, que a lo largo de líneas y ángulos rectos coincide con el más austero de los negros. La configuración se repite en cada una de las secciones, ocupando la superficie de la pintura que es paralela al piso, y la superficie de los bordes que llevan perpendicularmente desde el plano pictórico hasta el piso. Vale advertir que mientras que cada pieza parece reproducir a escala la configura158

MANUEL HERNANDEZ Insignia Acrflico Fuera de concurso

Armando Morales Jurado de admisión y calificación Salón XX


ción dentro de cada uno de los tres planos pictóricos, los niveles de levantamiento, al permanecer exactamente iguales, crean tres sentidos totalmente diferentes en lo que a la consistencia de las piezas se refiere. Así, la mayor aparenta ser relativamente más delgada que la más pequeña; Rojas vuelve a lo ilusorio logrando que el único elemento verdaderamente fijo en las tres partes del múltiple sea el que cause la clarísima sensación de diversidad. Por medio de este elemento fijo y de su función de contribuyente en el ofrecimiento de la configuración, logra que la pintura opere poliédricamente. Es por esto que la obra es importante dentro de la trayectoria del artista. Al ser poliédrica e ilusoria, es pintura y escultura, y ha logrado resumir en su entidad única de múltiple hecho de tres partes indivisibles e inseparables, a todas las tendencias dispersivas que la amenazaban desde su origen ancestral. Pero la obra en cuestión no es solamente importante desde el punto de vista del proceso evolutivo relacionado con Carlos Rojas. Es también, y más significativamente, la evidencia de la imposición del orden en medio de todas las di reccionales que llevan al caos; el triunfo de la voluntad y de la inteligencia contra la fractura; la afirmación del hombre en pleno estado consciente. Más que para obtener otro fin, el arte significativo del siglo ha servido para luchar contra la esquizofrenia. El XX Salón está claramente ordenado en este sentido, y Cartas Rojas es el ganador lógico de la muestra. El nivel general de calidad en el salón es excelente y demuestra que el jurado trabajó con seriedad y energía. Manuel Hernández aparece como el gran pintor que es, lo mismo que David Manzur y Ornar Rayo. La obra de Alvaro Herrán impresiona por su monumentalidad y la de Carlos Granada por su integridad plástica dentro del mayor compromiso con su tema social. La pintura joven entra con la garantía del trabajo, serio y del talento. Así, Mónica Meira, Raúl Marroquín, Hemando Del Villar, Manolo Vellojin, María Mercedes Andrade, Ofelia Rodríguez, María Carrizosa, y Héctor Castro hacen la promesa de no defraudar. Es especialmente por lo que concierne a la admisión del talento joven, que la acción del jurado se ha constituido en una de las más serias tomas de conciencia que con respecto al arte del país se hayan r!'lalizado en los últimos años. Porque se ha dicho, con tantas otras pafabras, que el futuro no estaba por el lado de los que habían llegado a la prominencia dudosa y fácil, sino allí donde la investigación y la disciplina proponen el cambio radical, la protesta y la individualidad íntegra.

El caso del doble Salón Marta Traba El Espectador, Magazín Dominical, abril 27 de 1969.

Pista N91 La presentación del Salón Nacional 1969 no implica absolutamente ninguna censura, ni tácita ni explícita, a la compañía patrocinadora del Salón Nacional, como tampoco a la organizadora, Mireya Zawadzky de Barney. Al contrario, tanto la señora Zawadzky como Propal han cumplido su tarea de convocar artistas y jurados, de la mejor manera posible.

El Salón Nacional 1969, que se abre en el Museo de Arte Moderno (Ciudad Universitaria), simultáneamente con el Salón Nacional Propal, cuestiona la decisión de un jurado que al actuar con una ignorancia, superficialidad y falta de criterio sin precedentes, tanto en la selección como en la premiación, saca a flote nuevamente el problema de los valores que determinan un juicio. Con la escogencia del Museo se afirman, por una parte, valores donde se reúne significado, tecnica y capacidad inventiva como en las obras de Feliza Bursztyn, Beatriz González, Ana Mercedes Hoyos, los dibujos de Ana Uribe o de Zamudio, el Adán y Eva de Justo Arosemena. Por otra parte, se presentan obras rechazadas que tienen exactamente las mismas limitaciones que otras que sin embargo fueron aceptadas. Queremos probar que no hay ninguna razón válida para que obras que son comparables por expresar programas y soluciones similares, como la neofiguración de Granada, Triana y Robles, por ejemplo o la abstracción con tendencia expresionista de Combariza y De Greiff; o intentos de tipo cromático como los de Beatriz Uribe y María Carrizosa; que tales obras, repito, hayan sido discriminadas sin ton ni son. En tales aclaraciones se juegan dos prestigios: el prestigio del juicio como un acto racional, que debe apoyarse sobre argumentos y ser una guía clara y explicativa para el público, y el prestigio de los jurados, cuya autoridad no puede sostenerse más que en la claridad y en la justificación plena de todas sus posiciones. Si en este momento no se hace el Salón del Museo, toda una zona válida de las artes plásticas colombianas quedaría fuera del juego, por la tontería e incongruencia de un jurado incidental que tenía, indudablemente un buen curriculum vitae, pero que seleccionó y premió, en un noventa por ciento,lo fácil y carente de sentido que encontró a su paso. Pista Ng2 Ya me han preguntado unas quinientas veces qué pienso del premio del Salón Nacional. Para pensar algo es preciso tener un material sobre el cual apoyar dicha opinión y la obra de Carlos Rojas no me da ningún material para nada. Conozco la obra de Rojas desde su exposición de cuadros y dibujos a lo Bernard Buffet, que reproducimos en "Prisma" hace doce años. Alternativamente, le he visto presentar, año tras año, exposiciones impecables en estilos y técnicas diametralmente diferentes los unos de los otros. Terminando el plazo que se concede a todo artista joven para que encuentre su camino, Rojas pareció estabilizarse en la geometría abstracta. En ese terreno demostró dos cosas: primero, su notable incapacidad de deeir algo propio; segundo su notable capacidad para repetir estilos y formas de los demás. Se realizaron en el Museo de Arte Moderno dos exposiciones de sus trabajos geométricos: una de pínturas y objetos cromáticos y otra de esculturas. A sabiendas de que no eran obras originales, pero pensando que jamás habrá oportunidad de presentar en Bogotá la obra del inglés Tony Smith, por ejemplo, Rojas es pues, un hábil divulgador de procedimientos de collages, ópticos y geométricos que otros artistas encuentran. Creo que los divulgadores cumplen un papel en una sociedad sin contactos culturales como es la nuestra; opino que resulta simplemente una estafa que se les dé el premio más importante de las artes plásticas del país, porque tal premio representa la consagración de lo que carece de significado, la consagración del trabajo manual. El trabajo manual puede ser recompensado, ¿por qué no? con premios adicionales, con menciones; más allá de eso, ya es torpeza y falta de criterio del jurado. Considero ofensiva la mención para David Manzur, cuya obra debe tomarse en serio y no hay derecho a equipararla a trabajos deficientes de estudiantes. Considero inicuo que Pedro Alcántara no haya sido tenido en cuenta para nada, exponiendo las más bellas piezas del conjunto; y que así mismo haya sido descartada la originalidad, el humor y la destreza técnica de la obra de Bernardo Salcedo. 159


El caso del doble salón Marta Traba Magazín Dominical, mayo 4 de 1969.

Pista N93 Después de la primera crónica policiaca sobre el salón, que publiqué el domingo pasado en esta columna, hay que hacer ligeras modificaciones. Ya no se trata del caso del doble salón porque la universidad prohibió (tácitamente, con el retiro·de su apoyo y la exigencia de consulta previa de cada exposición) el Salón Nacional 1969, cuyos propósitos estéticos y de replanteamiento de juicios de valor, yo expliqué tan ingenuamente. Como en un partido de fútbol malo, la palabra que más resonó esta semana con respecto a "los" salones fue: "miedo, miedo". Se siguió estrictamente la táctica del avestruz, que ha liquidado cualquie; posibilidad de crftica o autocrftica seria en Colombia: juzgar aisladamente, sin confrontaciones ni careos dialécticos. Y así quedamos, decepcionados e indignados al mismo tiempo, sólo con el XX Salón Nacional entre las manos. Puesto que ya no se puede probar la injusticia en la selección hay que limitarse a probar la estupidez en el juicio. En el Salón sobresalen claramente tres obras que por su originalidad, el rigor de su programa estético y la claridad técnica con que anuncian un estilo, no podían lograr la gracia de un jurado que premiaba el vacío. Esas tres obras son: la secuencia de cajas de Bernardo Salcedo, los dos trabajos de David Manzur y los grabados de Pedro Alcántara. Representan posiciones muy diversas en el arte actual: el humor "pop" de Salcedo se enfrenta con el trascendentalismo y la obsesión científico-matemática de Manzur, y ambos comportamientos están a kilómetros de la agresiva politización de Pedro Alcántara y de su dramática representación del hombre.

falsa. Ser simplemente antiestético, simplemente antiformalista, simplemente caótico, simplemente deficiente, no es una postura de combate. Hay que salvar este punto de juicio porque si no las reales posturas de combate de un pintor, que deben necesariamente apoyarse sobre la validez estética, como pasa con Pedro Alcántara, quedarían prostituidas y menoscabadas. No voy a seguir diciendo que Hernández es una réplica, diluida y agrandada, del mexicano Vicente Rojo: que los interesados confronten este caso desconcertante de mimetismo. Supongamos que no existiera Vicente Rojo y que no hubiera presentado hace dos años su muestra en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, de donde sale toda la pintura posterior de Hemández. Así mismo, sus trabajos decorativos y precipitados son de una pobreza extrema, que ni siquiera justificaba una mención. Después de los premios a la habilidad manual ya la insignificancia, representados por las obras de Rojas y Yolanda Pineda, y de las exclusiones por "admiración" habría que referirse a la mención de Ofelia Rodríguez, siendo aún alumna de bellas artes de los Andes y, me consta, una alumna inteligente, debe tomar a bien que se le recomiende una actitud de cautela ante el honor que le hizo el jurado; que mire los defectos de sus cuadros, la ligereza y la frivolidad con que están resueltos y devuelva mentalmente la mención, no por considerarla poco como hicieran justamente Manzur y Alvaro Barrios sino por considerarla mucho. Quedan pendientes, para la tercera crónica, las pistas número 4, sobre-la participación estudiantil en el XX Salón; la número 5, el traslado literal de la pintura norteamericana al XX Salón; la número 6, el caso de las esculturas. Y las conclusiones generales del acusador: donde se prueba que la tontería de un jurado puede tener implicaciones y resultados gravísimos para un arte que, debiendo recorrer la trayectoria del vacío cultural a la enunciación de significados propios, está siendo empujado del vacío cultural al vacío ficticio y deliberadamente provocado, mientras los significados que han tratado de surgir en el intermedio son tergiversados o disminuídos.

El caso del unico salón Marta Traba

Con las obras presentadas en el XX Salón, los tres llegan brillantemente a formular sin titubeos, ni errores técnicos sus proposiciones, y esto les confiere una fuerza de estilo, los respalda, les da densidad. Lo que quieren decir, lo que potencia y da sentido a una obra, es trasmitido al público sin problema; sin que el público y ellos se enreden en técnicas deficientes, en balbuceos o contradicciones enunciativas; en juegos malabares que tapan mal el vacío. Como pasa, por el contrario, con todas las obras que los rodean. Las dos excelentes obras de Manzur se enfrentan en el salón, irrisoriamente, con las telas de Granada y de Hernández, ante las cuales el jurado perplejo de admiración, decidió declararlas, fuera de concurso. Si el caso no fuera tan sórdido, se pensaría en una broma. Pero no; las cabezas visibles de la flamante asociación de artistas plásticos, (cuyos miembros deben tener muy poco tiempo para pintar de tanto hacer antesala ante ministros y validos), fueron declaradas en serio fuera de concurso, Granada nunca pinta, por suerte, pero cada vez que reaparece en la plástica nacional, su reingreso es menos afortunado. Las figuras están pintadas de cualquier manera, se amontonan grotescamente, se seudo-desgarran. Hay que pensar, dados los antecedentes polémicos de Granada que está haciendo una pintura de denuncia y profundos contenidos sociales; y es ahí donde esta suerte de "comics" sucios y desarticulados dan la nota más

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Magazín Dominical, mayo 11 de 1969.

Pista N!14 Siempre he estado en contra de la inclusión de estudiantes en las exposiciones colectivas de profesionales. Tampoco creo que deban hacer exposiciones individuales. Tengo razones técnicas y estéticas para sostener tal criterio, que no representa animadversión alguna contra los estudiantes sino, por el contrario, el deseo más sincero de que no hagan apariciones públicas prematuras. La razón técnica obvia es que un aspirante a pintor o escultor cuando carece de experiencia, comete errores muy visibles en la factura misma de la obra. Estos errores de pincelada, de línea, de distribución del color, de aplicación de collages, etc, se disimulan mejor en los trabajos donde el artista, o bien mancha la tela, o aplica los colores con cierta violencia expresionista, como es el caso de María Mercedes Andrade, Cecilia Mejía, María Carrizosa. Pero en las obras que juegan con colores planos de límites precisos, la torpeza técnica es inexcusable, ya que gran parte del mérito de esa pin-


11 CARLOS ROJAS Ingeniería de la visión (tr{plico) Acrílico sobre tela Primer premio. pintura Colección Museo La Tertulia

YOLANDA PINEDA Hay que creer que las maquinitas no se oxidan Acrnico Segundo premio

tura reside en la perfección de la tarea yen la escogencia acertada de los materiales. Las obras presentadas en el salón por Silvia Mallarino, Elma Pignalosa y Manolo Vellojín están tan pobre y defectuosamente realizadas que no hay manera de pasar por alto su condición de principiantes, y de advertir lo peyorativo de tal condición; como ejemplos culminantes podrían citarse los trabajos de Yairo Mejía y León Múnera, inaceptables, no para un salón nacional, sino para el menos exigente salón de estudiantes. El segundo punto de mi argumentación contra el ingreso de estudiantes y principiantes en salones nacionales es de orden estético y por supuesto, mucho más grave que el primero; la mayoría de la gente que está aún aprendiendo a pintar y esculpir vive demasiado preocupada escogiendo elementos, repertorios y sistemas de trabajo, como para pretenderse que desarrolle un estilo. Ese estilo, que es poder decir algo concreto de una manera inconfundible, brilla por su ausencia en casi todos los cuadros del salón. Superficies pintadas con gracia como la de Eugenia Escobar, alternan con superficies pintadas con un mal gusto irrevocable como las de Noemí de Greiff, Jorge Baquero López y Fabio Rodríguez Amaya y con el trabajo manual de tercer grado de primaria que presentó inexplicablemente, Hernando del Vi llar, o de cuarto grado, por parte de Vellojín: nada va más allá del vacío de una superficie pobremente pintada. Nada alcanza algún significado, ni siquiera lo pretende. La impersonalidad de estos ejercicios balbuceantes, imitativos de los fauves o los geométricos de hace sesenta años, es desconcertante. Pista Nf/5 En medio de esta enorme fracción lamentable del Salón Nacional, está injertado, como una cuña, un saloncito de pintura norteamericana. Lo constituyen las obras ya mencionadas en crónicas anteriores, de Carlos Rojas y Nirma Zárate, a las cuales se añaden las de Alvaro Herrán, Roberto Pizano, Mónica Meira y Omar Rayo. Este saloncito indudablemente inspirado en las mejores tradiciones norteamericanas de Colombia, es de un resplandor visible; brillan los colores, los acabados son perfectos, la composición audaz, la neutralidad total; lástima que los norteamericanos hubieran inventado ese lenguaje quince años atrás, dotándolo no sólo de una enorme fuerza plástica derivada del tratamiento de las vallas publicitarias sino, lo que es más importante, de un agudo espíritu crítico contra los embates de la propaganda en un país altamente industrializado. Los pintores del saloncito norteamericano toman la cáscara de esa idea y la copian cuidadosamente. Quiero hacer sin embargo hincapié en los cuadros de Roberto Pizano y de Mónica Méira, quienes exponen por primera vez; ambos son excelentes artesanos, y tienen buen gusto y sentido del humor, elementos indispensables para la pintura "pop". Pero es necesario que comprendan que tales virtudes son apenas la mitad del acto artístico y que un par de blue-jeans o un lápiz, por más ingeniosamente descritos que estén no pasan de ser un bluejean o un lápiz, aptos sólo para superponerles el nombre del producto e instalarlos en la carretera. Esto no ocurre con las obras de los grandes burladores de productos comerciales, como son los norteamericanos Warhol o Rosenquist cuya ironía, volcada en un agudo sentido del absurdo, desmorona la mitología de la sociedad industrial. Pizano y Mónica Meira llegan a la valla publicitaria, cuando lo que hicieron sus modelos norteamericanos es exactamente lo contrario: salieron de la valla para asaltar con ella a la pintura.

YOLANDA PINEDA Después de todo no importa que se oxiden Acrílico Segundo premio

(Cito en descargo de la pésima calidad de la pintura del salón los cuerpos horizontales pintados por Amelia de Cajigas, quien silenciosa, humilde y obstinadamente, afirma la única personalidad nueva del conjunto. Tiene lo que nadie a su alrededor: estilo para describir el desnudo con una persistencia triste y poderosa). Pista Nf/6 Si la pintura es lamentable y el dibujo peca de virtuosismo o clara derivación de Pedro Alcántara, la escultura es indescriptible, ex161


ceptuando la obra de Eduardo Ramírez Villamizar, ya presentada en Bogotá, y que no representa bien sus notables trabajos actuales. Maruja Suárez y Héctor Castro son los dos escultores aceptados. Ambos decidieron hacer parodias de Negret y proyectar sus formas en la diagonal; porque sí, sin que lo exijan ni el desarrollo de la forma ni el imperativo de una idea, materiales de una sorprendente fealdad se lanzan al espacio y quedan suspendidos en mitad de camino, sin saber qué hacer. iOh! iYel Gran Jurado rechazó las esculturas de Bernardo Salcedo y de Feliza Bursztyn! La palabra la tiene el público.

Esta bien o mal: lo mismo da (es otro Salón)

OFElIA RODRIGUEZ Compenetración I Oleo Mención

Francisco Gil Tovar Revista Javeriana, mayo de 1969.

Cuando lo que debe constituir prueba periódica del pulso artístico de un país no es aún actividad bien institucionalizada y madura, suele resolverse en una cadena de zarandeos que, si bien tienen la virtud de animar el cotarro, no pueden marcar metas ni solidificar anteriores actitudes. Tal viene ocurriendo con los Salones de Artistas Nacionales. No cabe duda de que pueden tenerse ya como un sistema anual de atracción hacia la cosa artística; por otra parte, se han constituido en acontecimiento social, al modo como fueron los "salones" de la decadente sociedad europea de antaño; -marcan y esto es más importanteel paso de la actividad de pintores y escu Itores jóvenes. y si no reflejan a menudo más que aspectos frívolos y piruetas circenses de nuestro "homus estéticus", es porque no habrá más que reflejar: porque los salones en cuestión, sirven ante todo como espejo. El de este año, vigésimo de la serie, es, ni más ni menos, significativo de todo ello, y especialmente, de lo último. Como todos los demás, podemos decir de él: "es un buen salón o es un mal salón"; y es porque muestra, serde otro modo. Detal suerte que, hagamos el comentario que hagamos, siempre parecerá que estamos haciendo el adecuado. Lo venimos comprobando año tras año: sustituyamos nombres y notaremos que lo mismo que se dijo, en esencia, hace cuatro o seis, es válido ahora. No obstante, se percibe en éste una particular pobreza de la que antes se había salvado: es la pobreza técnica y procedimental que muestran a ojos vistas muchas de las obras. (Y, a propósito ya va siendo hora de que comentaristas, criticos y artistas dejen de confundir el procedimiento con la técnica y de que hablen de ésta en el sentido de aquel). Pobreza técnica la hay, yen gran escala, cuando el artista desconoce todo lo que conviene conocer para llevar a un buen término su idea. Se ve entonces, que su obra, en tanto que idea que exige una realización, se le escapa de las manos aún cuando la siga teniendo en la mente. (Es el caso contrario de lo que le ocurre al artesano, que tiene las manos firmemente puestas en algo falto de idea).

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OFElIA RODRIGUEZ Compenetración" Oleo Mención


Tanto abunda en estos casos el "XX Salón" que muchas de sus obras se recomiendan a sí mismas como ejemplos de lo que no debe hacerse. Sobra decir que la delibidad técnica no caracteriza a todos, sino a aquellos expositores, en mala hora seleccionados, cuya labor está aún la órbita de los talleres de las Escuelas de Bellas Artes. Cosa distinta es la debilidad procedimental, es decir, la que se deduce de un mal proceder en terreno del oficio de pintar, dibujar, ensamblar o esculpir, por la simple razón de no dominar el comportamiento de los materiales y el uso de los instrumentos. Usar un acrílico como si fuera un óleo, pongo por ejemplo, es un problema de procedimiento, no de técnica. Para un pintor hecho, ignorar tal cosa es una falla elemental; pero ocurre que a este salón han sido aceptados pintores "no hechos": en consecuencia, muestran fallas elementales que un comentarista ni siquiera debería señalar, pues equivale a rebajar el comentario al nivel del que pide cualquer saloncito de principiantes. Hay un cierto pudor que no permite extenderse en estas cosas, lo mismo que lo tendría un comentarista literario al que se le obligara a anotar que los concurrentes a un premio nacional de novela no saben gramática, desconocen el significado de muchas palabras, las escriben con faltas de ortografía. DAVID MANZUR Ciencia ficción Ensamblaje Mención Colección Elena Mejía

En cuanto a las proposiciones estéticas -de las únicas que cabría hablar frente a un salón de este tipo y nivel-son, salvo, unas pocas, carentes de rigor. Las ideas no son ideas, sino imágens de ideas, que no es lo mismo (Yeso, cuando no son imágenes de otras formas, lo que es peor). Algunos expositores siguen siendo consecuentes con sus proposiciones anteriores. Son también los mejores en el aspecto técnico y en el del dominio de su oficio, al punto de que rozan peligrosamente los lindes de la artesanía. Se elevan a primera vista, sobre el conjunto, en virtud de todo ello, las obras de Salcedo, de Manzur, de Barrios, de Alcántara, de Hemández, de Herrán y de Rayo. Lo demás, todo en la ahora inevitable órbita "pop" y "op" es pintura que aquí, en Colombia ha nacido cansada y al revés: tomando -estéticamente, se entiendeel rábano por las hojas y, además, en el momento en que algunas de las proposiciones "pop" y "op" se preparan a ir expirando o ya han evolucionado. (En arte hay que llegar primero; o tan a lo último, que parezca que se busca un sutil renacimiento de lo que pasó; pero llegar el penúltimo es fatal).

DAVID MANZUR Objeto volador no identificado Ensamblaje Mención Colección Elena Mejía

o"

El XX Salón Mario Rivero El Tiempo, mayo 25 de 1969.

Los premios del XX Salón de Artistas Nacionales han caído sobre unas cuantas figuras jóvenes y poco menos que desconocidas; entre tanto, muchos de los consagrados y figurones arman su tolda de rechazados, renuncian sin remordimiento a los premios de consolación, o se entregan a la misma fútil y eterna polémica, a que no se hubieran entregado tal vez si otro hubiera sido el caso. Cada día podemos leer en los periódicos, que rechazados y críticos quisieran colgar de un árbol, colectivamente, a un jurado in163


ternacional, con una mayor distancia para juzgar, decir "esto es bueno". "Esto es malo", sin preocuparles determinados tabúes, implantados por intereses de nombres o de capillas, y refrendado por una carpeta de altas ejecutorias al alcance de toda mano con complejo regional y que desconfíe de nuestra infraestructura cultural y moral. Pero en realidad yo creo, que gente tan por completo ajena a nuestro medio plástico, que estos jueces importados con el objeto de descubrir la obra que a más justo título mereciera el premio de los $ 60.000, por razón de esta misma distancia, no pueden ver muy bien, dónde y cómo pueden meter el pie, como en el caso actual, premiando a ras de trabajo manual, mecánico, ejerciendo su integridad plástica como un descarnado magisterio, más que como una alta y libre propiciación de valores plásticos. Porque en pintura como en literatura, el genio creador ~se chispazo, ese momento de extrema lucidez, o graciaexiste o no existe, y el ambiente puede estimularlo o desalentarlo, y un premio de la importancia de éste patrocinado por Propal, merecía desde luego un destino más alto, que su adjudicación a un pintor tan corto de originalidad como Carlos Rojas, y que no ha encontrado todavía su rumbo. .... Pero la cosa se explica, creo, por el condicionamiento estético de los jurados que lo ven todo plano yen favor de ese patrón artístico que inunda hoy el mercado norteamericano, y claro está que Rojas representa en el plano pictórico y de la especulación estética, lo que va a ser, la conciencia estética requerida para la época tecnológica, despojada de toda interioridad, sólo que, como lo saben muy bien los que conocen su trayectoría, de un modo absolutamente incipiente, en la incapacidad de encontrar su verdadero estilo y con pirueterías y mimetismos que oscurecen su propio concepto y definición, lo que, por lo pronto, lo hace "imposible" inopcionable para un primer premio, sin dejar de tomar en cuenta naturalmente, que su obra procura la admiración de lo preciso, lo exacto, la satisfacción de lo bien hecho, como corresponde indefectiblemente a un profesor de diseño básico, a la asiduidad de catálogos y revistas y a la brújula de Nelsón Ramos, artista de la Unión Panamericana. Pero la respuesta que sigue sin aparecer es otra: cómo fue verdaderamente posible que el veredicto final se dictara en contra de Carlos Granada y Manuel Hernández, verdaderos pintores, pintores en madurez trascendente, que gustan irremediablemente y que presentaron trabajos estupendos, valiosos. Esta fue otra "pifia" grave y aún es posible que resulte en detrimento para Propal, la entidad patrocinadora, al privársela de adquirir obras de mayor rango artístico, ideológico y técnico que las triunfadoras. Tan injusto me parece este laudo, que, como lo saben muy bien quienes se preocupan por estas cosas, estas dos obras fueron sacadas de la competencia por el expeditivo procedimiento de declararlas fuera de concurso, con lo cual quedan discriminadas ostensiblemente como obras magníficas, en cuyo caso podría establecerse también un orden de jerarquías pecuniarias. Por otra parte me parece también de estricta justicia establecer un premio en efectivo para dibujo y cerámica o modificar las cosas de como están, para que artistas como Pedro Alcántara puedan optar al gran premio en igualdad de condiciones y no como hijos bastardos de la pintura. Por lo demás, Alcántara es un pintor en blanco y negro y su obra mucho más robusta y original y acreedora al premio, que la elegida. Pero la cosa fue que los jurados se santiguaron a la ortodoxa: esto es, desde el hombro izquierdo hasta el derecho; en este salón no hay, pues, no puede haber, ni pasión, ni furia, si subversiones; todo de una mediocridad viciosa y bien administrada, a nivel escolar y donde no descuellan más que cuatro o cinco nombres, que desde luego no necesitan ser promovidos, porque lo que vale se promueve solo, por vía directísima, y estos nombres son: Alvaro Herrán, Ornar Rayo, la sorpresa de Diego Arango y el extraordinario Salcedo que ha logrado finalmente decir todo lo que quería decir, con la obra de más claridad plástica y quien ha debido ser premio nacional, desde hace por lo menos dos años.

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NIRMA ZARATE El último viaje Acrflico MeAción Colección del,!lrtista

Alvaro Barrios Cubriendo con tela negra su obra en protesta por los artistas rechazados del XX Salón

.'

MERINO El caso mio fue peor


XXI Salón de Artistas Nacionales

~ •

OMAR RAYO Butantán Acrflico sobre tela Primer premio, pintura Colección Propal

Fecha: octubre 16 a noviembre 14,1970. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Organizador: Instituto Colombiano de Cultura.

Participantes: 65. Obras: 90. Jurado de admisión: Tiberio Vanegas, Eduardo Serrano y Luis Ernesto Arocha. Jurado calificador: José Roberto Teixeira Leite, Juan Calzadilla y Germán Rubiano Ca-

La iniciación del último gobierno del Frente Nacional con el presidente Misael Pastrana Borrero y la llegada de Luis Carlos Galán al Ministerio de Educación, marcaron un relevo en la Sección de Artes Plásticas de Colcultura, encomendada a la pintora Silvia Mallarino de Rueda, quien llevó a término los preparativos del XXI Salón. El crítico venezolano Juan Calzadilla, miembro del jurado calificador, escribió razonados comentarios sobre las obras seleccionadas y premiadas, y sobre el proceso mismo de adjudicación de galardones. Fue un salón dejóvenes, definitivamente, llevando a su culminación el movimiento iniciado en los concursos inmediatamente anteriores. Tendencias dominantes: el conceptualismo pop y el expresionismo "visceret". Lo mejor del salón: el dibujo. Dos estudiantes, Edgar Silva y Francisco Rocca, merecieron los segundos premios, y Omar Rayo, perseverante figura de los salones y ya identificado con su definitivo estilo personal, obtuvo el primer reconocimiento. Las minuciosas "infidencias" de Calzadilla permiten reconstruir las tensiones internas en el jurado y los motivos que llevaron a descartar obras como Canción de Cuna de Beatriz González, Amigos y amigas de Antonio Caro y 4 x 1 = 4 de Bernardo Salcedo, que con el tiempo llegarían a ser apreciadas como trabajos significativos en la historia del arte colombiano de comienzos de los años 70. Se dio cabida en cambio a trabajos artesanales como la cama tallada con la historia de Genoveva de Brabante, del campesino de El Cocuy José Antonio Bon/ila, y un collage de pinturas de la "primitivista" de Barranquilla María Villa, una muestra de la sensibilidad que en el momento existía por lo popular. Un Salón de Rechazados, auspiciado por la Universidad de América, acogió obras de 120 artistas en la Casa del Camarín del Carmen, con premios por votación popular que favorecieron a Benhur Sánchez, María del Carmen ViI/aveces y Jaime Castillo. En 1970 Marta Traba se encontraba fuera del país por desavenencias con el gobierno de Lleras Restrepo, Gloria Zea había instalado el Museo de Arte Moderno en el edificio Bavaria, y Medellín y Cali realizaron sus Bienales de Arte con gran impacto en la cultura nacional.

ballero.

Premios: Pintura: 12 $60.000, Omar Rayo, Butantan. 22 $20.000, Edgar Silva, Miss Latinoamérica posa para la prensa. Bolsa viajera Instituto Colombiano co Rocca, Paisaje con mujer.

de Cultura: Francis-

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En el XXI Salón de Artistas Colombianos Jorge Rojas El Tiempo, octubre 18 de 1970.

Palabras de Jorge Rojas, Director del Instituto de Cultura, en la inauguración del XXI Salón de Artistas Colombianos. Hoy venimos a inaugurar el Salón XXI de Pintura. Quiero decir que en cerca de 30 años hemos tenido 21 encuentros como este, llenos de pesimismo y de esperanza, de descontento y satisfacción, de insurgencia y de triunfo. Si cada salón no valiera por su obra tan duramente conseguida, ya tendría razón de ser, el sólo hecho de reunir cada año tanta gente abanderada de una afirmación o una negación siempre en lucha, por la sin par razón de la búsqueda, o la poderosa tarea de encontrarse a sí misma. En estos 30 años han pasado más cosas que en los 300 años anteriores. De modo que el factor dominante en el mundo de hoyes el cambio. Y aunque la obra de arte permanece, el artista soporta todo este desplazamiento de los quicios del mundo, como si un tren de espanto pasara sobre su alma, con su carga protéica de Dios y sexo, de droga y satélites, de miseria y tecnología, sin pretender eludir su posición entre el precario presente y la eternidad, así esté en peligro de caer del lado del estercolero o del lado de lo fantástico. Mucho de esto está aquí: los muñones palpitantes, los ojos desorbitados, los vientres deformes por la putrefacción y la denuncia del odio, la falacia y la turbidez de las almas. O lo fantástico que ahora es el perímetro de nuestro acontecer, sin tener que extraerlo de los fermentos de los sueños como lo hicieron Arcimboldo o Jerónimo Bosco o William Blake. Como un electrocardiograma de colores sobre estos muros está el estado de su corazón. La sístole que envía su mensaje al mundo y la diástole que recibe su poderosa fuerza. y como diagnóstico de todo esto, padece su libertad. Ya no hay academias para su conducta, ni preceptiva para su lenguaje plástico. La materia de sus colores lo mismo se la entregan las plantas que las tierras o las más alquitaradas fórmulas de laboratorio, o los humildes barnices domésticos. Pinceles, espátulas, huellas digitales, salpicaduras, objetos huecos, relieves, tejidos, madera, telas, moluscos, heno, metales, plásticos hoy en el cuadro configuran el misterio de las honduras y de las superficies. La libertad del artista siempre ha sido, es y será inobjetable. La plenitud de su ejercicio cobra los atributos de lo sagrado. Mas para que esta libertad deje de ser sólo una hipótesis de su albedrío, al artista hay que darle los estímulos y el trabajo que su noble condición reclama para no estar sometido, como a cruel minotauro, al apremiante afán de cada día. El desarrollo equilibrado del país debe utilizar al artista en cada hilo de su progreso. Su creación debe ser parte integrante de la arquitectura, debe estar aliado de las artes escénicas, de los escritores, de los grandes telares, del diseño industrial, de las artes gráficas, de los centros de investigaciones estéticas, de la enseñanza masiva, de la cinematografía, de las expediciones científicas, de los talleres de restauración, de las cátedras, de la investigación folclórica, de la

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descripción del país, de sus monumentos y su cartografía, de su arte precolombino. Debe indagar en su pasado, estar presente en su presente y alerta a la adivinación. El Instituto Colombiano de Cultura debe ser el camino para la satisfacción de estos anhelos, a través de los futuros Institutos Departamentales de Cultura, de las Casas de Cultura, de la extensión en todo el país de la enseñanza artística, del Centro Regional del Libro, del cumplimiento del Decreto 898 del 25 de marzo de 1955 sobre la decoración de edificios públicos, del otorgamiento de bolsas viajeras en los Salones Nacionales, del envío de obras a las Bienales extranjeras, como ya lo ha hecho y lo hará a la de jóvenes menores de 35 años de París en el año 71, de la edición de monografías de nuestros pintores, de la impresión de diapositivas para la difusión y explicación de nuestra pintura. Más aún, debe llevar el convencimiento a la empresa privada y a otros sectores gubernamentales antes ajenos al estímulo de las artes, de su necesaria participación, como lo han hecho Propal con este Salón, Haceb con el Festival de Opera de Medellín, Coltejer con la Bienal, Fabricato con el Festival de Música, el Banco de la República en múltiples direcciones, el Minuto de Dios con el Museo de Arte Contemporáneo, la diócesis de Duitama con su Museo Religioso, La Fundación Museo Santa Clara ayudada generosamente por Colturismo y últimamente el Museo de Arte Moderno fundado por Martha Traba y hoy ayudado por Bavaria bajo la diligencia increíble de Gloria Zea de Uribe, quien aspira a llevarlo a plano continental. Yen un futuro próximo, como la mejor forma de llegar a los marginados, se utilizarán las estructuras de penetración de la Caja Agraria, ellncora, ellnderena, la maestra rural, el Ministerio del Trabajo, el SENA etc. Ahora sí veo que es mucho campo al que por derecho propio puede llegar el artista a llevar su oficio y su mensaje. Creo que ellnstituto Colombiano de Cultura debe ser el puente para pasar a esa otra orilla del porvenir pictórico en Colombia. Yo le pediría a los artistas aquí presentes y a los ausentes, a los jóvenes y a los consagrados, a los admitidos y a los rechazados, a los premiados y a quienes por esta vez no lo han sido, me asistan con su ilustración y su diálogo. Este salón ya es una parte de la vida nacional. Ojalá nunca pierda nada de su vitalidad. Su enseñanza es no sólo lo aquí expuesto, su mensaje trasciende desde los meses anteriores a su convocatoria. Su fuerza es su pugnacidad. Su ámbito es este recinto y el Salón de los Rechazados, y las aulas de las universidades, y las mesas de los cafés, y los hilos que unen esta aparente discordancia para conformar su ordenación sobre los ejes de la revuelta. El Instituto Colombiano de Cultura agradece a los artistas haber aceptado la invitación a participar en este salón con el aporte más considerable de su obra reciente. Agradece a la empresa Propal su ayuda económica para una gran parte de los costos de este salón y presenta su ejemplo a la empresa privada del país. Agradece al jurado de admisión la manera como cumplió la fatigosa y responsable función que le fue encomendada, a los distinguidos profesores y críticos de Venezuela, del Brasil y de Colombia, el haber sacrificado su tiempo y su sosiego a esta muestra de pintura contemporánea de Colombia, que ellos han sabido valorar con pura conciencia y sabiduría.


Por último, quiero citar como cabales ejecutores de su misión a la señora Directora de la Sección de Artes Plásticas y a sus inmediatos colaboradores quienes han dedicado hasta el desvelo todos sus cuidados para el éxito de este certamen. Señores artistas, señoras y señores, en nombre del Gobierno Nacional y como Director del Instituto Colombiano de Cultura, declaro abierto el Salón XXI y espero contar con la colaboración de todos ustedes para darle desde ahora mismo esperanza y vida al Salón XXII.

El Salón Nacional (2) Juventud, tanteo y falta de originalidad Juan Calzadilla El Espectador, octubre 27 de 1970.

EDGAR posa para la 1críptico, Segundo premio, Colección

Miss Latinoamérica

SILVA prensa

acrñíco pintura Pfopal

FRANCISCO ROCCA Paisaje con mujer Dibujo Bolsa viajera Colcultura Colección Marina Lynn

En un artículo publicado en este mismo diario, hace varios días, me ocupaba de razonar el criterio que mantuve durante la premiación del Salón de Artistas Colombianos, de cuyo jurado fui miembro, en compañía de Gennán Rubiano y José Teixeira Leite, este último del Brasil. He hecho una explicación más o menos detallada (cuestión poco acostumbrada, según se me dice, en Colombia, en el caso de salones) acerca de las opciones que tuve a la vista y de cómo finalmente apoyé el trabajo de los más jóvenes al considerar que estos marcaban la pauta del Salón, dado que los artistas de trayectoria se eximieron de concurrir (o solo concursaron en escasa medida) alegando estar en desacuerdo con la organización, estructura y auspiciamiento actual del certamen. Esta ha sido la causa de que nos encontremos ante un salón nuevo, dominado por ensayos de experimentación que hacen patentes, tanto en Josjóvenes como en algunos artistas acreditados, una cierta confusión conceptual derivada en parte de la falta de critica de que, según he podido comprobar adolece el medio artístico de Bogotá. En efecto, critica seria, que pueda llamarse tal, no he leído ninguna hasta ahora sobre el salón. Esa confusión pareciera disfrazarse a veces bajo una intención de mostrar que se está al día y nos lleva a pensar en la necesidad de que los artistas de Bogotá busquen una dilucidación a fondo de las vías que les están planteadas al arte de hoy, llámese latinoamericano-o universal. Creo que el Salón de Artistas Colombianos, dada su característica experimental en algunos casos, se presta para iniciar este esclarecimiento. Intereses, rivalidades, política Pero me temo, sin embargo, por lo que he visto, que la discusión aquí se plantea mayormente en términos de intereses creados, de rivalidades profesionales y, cuando más, en el plano puramente político, sin que se entre en argumentaciones estéticas o conceptuales de cualquier naturaleza, de lo cual resulta que la mayoría de jóvenes estudiantes de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá (que son los que concursan en masa en el salón) vienen a ser víctimas de estos intereses encontrados, en pugna, sin que se les sepa orientar en materia plástica, en uno u otro sentido. Ellos tienen que correr el albur. Piénsese, si no, en las fallas de la estructuración cinética, tal como se aprecia en el salón. Empecemos por la obra de Pedro San-

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dino Adorama 1/ en donde los medios complejos y costosos empleados para la ambientación (participación del espectador que debe meter el ojo por unas mirillas mientras oye una música) no contribuyen para nada al enriquecimiento de la percepción, sin que la defrauden. He aquí un error que no se debe cometer. Más grave es el caso de Caleidoscopio 1 y 2de Raúl Rincón. La prestancia exterior de estas obras hechas con bellos listones de madera blanca, no se relacionan en absoluto con la simpleza del contenido interior y ni siquiera con el ambicioso título de las piezas. Caleidoscopio. Manteniéndose dentro del arte constructivista, me referiré a la interesante obra de Gastón Betelli. Se trata de un desarrollo lineal, por partes, que muestra en varias facetas yuxtapuestas, la descomposición de una misma obra concreta, a partir de un cuadrado virtual. Composición o descomposición; incluso utilizando la sugestión de un elemento arrollado para representar el desplazamiento del lienzo.

Descuido y pobreza El planteo es excelente, aunque no completamente original, como proceso de desglosamiento de una obra ppr una vía conceptual dejada al espectador, pero creo que aquí se aprecia una de las fallas más visibles del salón: la ejecución precaria y descuidada, que desdice de la intención, mucho más importante que la obra en sí. Igualmente, el envío de Amelia Cajigas plantea un esfuerzo de conceptualización por parte del público, obligándolo a reflexionar ante una obra de gran posibilidad, lamentablemente no comprendida ni, yo creo, bien resuelta dentro del espacio que se le dio. Consiste en una serie de dados de mayor a menor colocados sobre un eje horizontal y puestos de modo que coincidan con dos series de números iguales, del uno al diez, situados en el piso y en el techo, en orden ascendente, y de modo tal que el aumento progresivo del tamaño de los dados se corresponda con la separación cada vez mayor que hay entre un número y otro.

Juan Calzadilla Crítico venezolano Jurado calificador XXI Salón

El rebuscamiento geométrico Pienso ahora en las obras de Fanny Sanín y deploro en ella este salto hacia un geometrismo frío y rebuscado, en donde el papel de color está dejado simplemente a cumplir una función decorativa. Tal vez ocurre cosa parecida con Yolanda Pineda, artista fervientemente defendida por el jurado Germán Rubiano, pero en cuyo geometrismo de máquinas adivino la contradicción que hay entre la virtualidad especffica del color puro y un intento de especialización figurativa que no alcanzo a comprender bien. La proposición de Miguel Rojas en su cuadro Catarsis me parece más atrayente, en virtud del contraste de dos planos, uno ciego, determinado por un cuadrado negro y otro óptico o virtual, que da idea de una profundización convergente en el espacio de cuatro series de cuadros pequeños. Es un problema que Vasarely ha tratado a su manera.

Vista panorámica del XXI Salón Museo Nacional, 1970

Salcedo: nada nuevo ni original La escultura de Maruja Suárez nos lleva a preguntarnos si no existe manifiesta desproporción entre la forma y la ejecución en hierro laminado, demasiado flexible, puesto que la forma sugiere una estructura sólida y rígida. En cuanto a la obra de Bernardo Salcedo, continúa siendo dé las más polémicas. Este artista que enviara a la Bienal de Medellín una obra conceptual consistente en 75 bolsas de trigo, está presente en el salón con un relieve cuya vigencia sometemos a discusión por cuanto aquí se repite un esquema que Salcedo ha venido utilizado reiteradamente para sus cajas de ventanas y huevos, sin que este nuevo desarrollo aporte nada nuevo a lo anterior, antes al contrario, descuidando lo que en la obra de Salcedo era más significativo; el carácter, por así decirlo, proliferante, barroco, de sus objetos. El rigor, pienso yo, siempre va en detrimento de la imaginación, y con esta obra Salcedo busca una expresión aséptica y, por lo mismo, anodina. Remito al lector a considerar la obra Ambiente de Gustavo Solórzano. No se concibe algo más inocuo si tomamos en cuenta lo ambicioso del propósito frustrado que es el único balance que obtenemos después de recorrer centenares de metros con un casco electrónico sobre la cabeza, todo para oír un zum168

PEPON Plástica 70 "He aquí una muestra que recogimos en el 'XXI Salón de Artistas Colombianos' para los infortunados que se han perdido de las delicias creadas por nuestros genios." El Espectador. (Octubre 20,1970).


bido. He allí, pues, que en esta obra concreta los medios no guardan relación con el ambicioso fin propuesto. Tanteo, anuncio, búsqueda Por otra parte, artistas como Hernando del Vi llar, con sus cuadros geométricos de gran tamaño, Teresa Ramírez, Reina Carol, Ve1I0jíno Patricia Salcedo, no parecen ofrecer todavía una obra en la cual podamos referirnos a otra cosa que no sea tanteo, anuncio, búsqueda dentro de una de las vías más difíciles y maltratadas de la pintura, como lo es el tratamiento del color virtual, que para algunos de los artistas mencionados se mantiene en el geometrismo puro, en tanto que para otros ensaya abordar equivocadamente una figuración abstracta ya definitivamente clausurada, como puede suceder en cierto modo, con Jaime López quien se apoya demasiado en Genovés, según entiendo, para conseguir un resultado que carece de la violencia o la seducción de la obra del español, y que, naturalmente, difiere en planteo. Alvaro Barrios: traído de los pelos Todo lo dicho hasta aquí tiene que ver con la abstracción de espíritu constructivista, y no pretendo de ningún modo dar mi opinión sobre todas las obras reunidas en el salón. Procedo de modo arbitrario al fijarme en esta o aquella. Otra cosa es el arte de los objetos, entendiendo por arte de los objetos esas obras que no tienen función representativa o simbólica y que constituyen, por sí mismas, cosas, en donde los materiales y el contenido se confunde para realzar otro tipo de comunicación con el espectador; no vacilamos en agrupar entre estas obras a la fallida cortina de Alvaro Barrios, prestigioso dibujante de Barranquilla, quien no logra suprimir de su trabajo un cierto aire sofisticado, de cosa traída por los pelos, como puede ser la solución de los huecos que deben ser llenados por las caras de los espectadores, estratagema que consideramos ya suficientemente explotada. Más serio es el planteo inicial de Jorge Mantilla, en quien se aprecia, a través de la primera obra que envía a un salón, un propósito claro de no confundir al espectador, entregando, la obra con los términos requeridos, y resolviéndola como composición no exenta de humor, a despecho de que no sea original. Es necesario destacar que se trata de un camino lleno de posibilidades, pero el cual requiere ser abordado con todo coraje, si se quieren evitar los plagios, las repeticiones y errores. El pop mal entendido El gesto de Alfredo Guerrero, en cambio se extravía en la sola enunciación de un pop mal entendido, que no llega a descifrarse, en donde existe una disociación evidente entre la pintura de los rostros y el objeto mismo, o sea el biombo. Lo mismo me ocurre ante el paraván enviado por Ana Mercedes Hoyos, interesante como búsqueda aunque confuso porque no llegamos a entender, sin que nos lo explique, la síntesis de ese espacio doméstico involucrado en los paneles y cual se quiere simbolizar mediante falsos pero insustanciales paisajes sugeridos en los paneles. El erotismo nos aburre La decisión del jurado dejó de lado como se sabe, a la obra de artistas respetados en Colombia como Barrios, Salcedo y Beatriz González. Estimo la defensa que el jurado Rubiano hizo de la obra de González; sin embargo, debo confesar, sinceramente que la obra me desconcierta, no puedo comprenderla mientras no logre entender el fin que la artista se propone con la integración del foldor a estructuras fijas de simbolización, donde se hace patente, por de pronto algo que me agrada: el humor. Amulfo Luna confunde al público de más de 21 años (y también de menos edad) porque aquello para lo cual incita la complicidad de los espectadores, apartando el excelente dibujo, se reduce un simple juego, sin profundidad, aun sin que se tome en cuenta, al juzgar su obra, la contradicción que hay entre el exterior de la caja desprovista de interés y el interior de la misma, al cual pasamos para distinguir figuras eróticas que nos tienen aburridos. Alberto Betancourt dice más sin tener que concurrir a un teatro y sencillamente crea un relieve en dos planos, uno simulado (un rostro fiero) y otro real (dos series de dientes aparentes); el título reza "goool".

Defensa del primitivismo artesanal Voy a terminar este segundo artículo con un comentario sobre las obras de arte primitivo que están en el salón y dejaré para un próximo texto todo cuanto concierne al arte figurativo, el dibujo y el grabado. Me refiero a las obras de José Antonio Bonilla y María Villa. El primero expone un catre en alto relieve con figuras artísticas y mesa de noche, obra que en opinión de alguna gente no ha debido aceptarse por tratarse de un diseño artesanal. En contra de estos argumentos puede argüirse que la concepción artística de los primitivos parte, en general, de un criterio puramente artesanal, es decir que las obras de este tipo de artistas están determinadas por la función que van a cumplir, función social, incluso en el caso de la pintura y la escultura, en la misma medida que el primitivo no tiene conciencia de artista y actúa como un artesano. En el pasado, antes del Renacimiento, todos los artistas fueron artesanos encargados de manufacturar determinados productos de consumo que la sociedad requería, y de este modo bajaron los imagineros americanos en cuyos talleres se ejecutaban lo mismo pinturas religiosas dirigidas a llenar una función en la sociedad, como objetos de uso doméstico destinados a la decoración. Bonilla: vigoroso escultor Creo que ante la obra de Bonilla estamos no frente a un catre, sino frente a un objeto mágico donde la simbolización erótica entregada a la noción del pecado y representada por unos magníficos relieves y por las cabezas de fieras extrañas que coronan los cuatro morrillos esquineros, pasa inconscientemente a integrarse con la función del catre, Bonilla es, por otra parte, no solo un buen tallista en madera, sino un vigoroso escultor primitivo. Lo de María Villa es otra cosa. María es una esquizofrénica que envía desde Barranquilla un numeroso grupo de pequeñas telas al óleo que ella misma ha cocido y organizado como un telón, sin ninguna clase de montura. El resultado es impresionante, si vemos de cerca estas pequeñas obras descubrimos detrás de ellas los resortes de motivación la que nos llevaría a pensar, inmediatamente, en las obras de los expresionistas y fauvistas, Matisse, Nolde, etc. Y es porque María Villa no es una ingenua, es seguramente una de estas personas que han pasado por una escuela de artes plásticas, que conservan todavía reproducciones de obras maestras. Individuos para quienes pintar resulta una forma de catarsis. Sólo de este modo se concibe que un estado de enajenación como el de María Villa se pueda deducir en obras que alcanzan el grado de paroxismo que, a veces sólo por una vía intelectual, trataron vanamente de alcanzar los últimos expresionistas alemanes.

El Salón de Artistas (3)

Los dibujéfntes, lo mejor Juan Calzadilla El Espectador, noviembre 5 de 1970.

En dos artículos anteriores me referí, con la amplitud que permite apenas un espacio periodístico, a la muestra del Salón Nacional de Artistas Colombianos. Creo haber dejado entrever que todo enfoque en materia artística tiene carácter subjetivo. Mi oposición, por lo tanto, a ciertas formas de arte que consisten en la adopción de modalidades europeas y norteamericanas, desarrolladas entre nosotros, se explica no porque quiera desconocer el valor de esas modalidades, sino porque, trasladadas como un es-

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quema a nuestra realidad, dejan de ser auténticas y originales. Así ocurre con el Pop, el Hard Edge y el cinetismo de este salón; se trata casi siempre de parodias de los prototipos. Pero no hay que culpar a los jóvenes que, en su mayoría son los autores de estas cosas,tanto menos cuanto que ellas pueden ser consideradas como búsquedas, tanteos que sólo el tiempo irá definiendo. Pero que Edgar Silva no conozca la obra de Silvio Adami, con la cual muestra un desarrollo técnico parecido, no significa que Silva sea completamente original,sino que debe encontrar su propia salida, la cual de hecho está planteando. Lo que quiero sugerir es que los inconvenientes actuales del arte colombiano, aparte de su confusión conceptual, estriban en el papel mismo de los dirigentes artísticos. Sin crítica seria El salón es una prueba palpable de la falta de una crítica seria, capaz de apoyar conceptualmente a la vanguardia y por otra 'parte, demuestra que lo que se escribe, especialmente cuando procede de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad, no ha sido pasado por un análisis verdadero. En este caso habría que hablar sobre todo de una crisis de maestros y de una falta de interés por la investigación que se manifiesta más que todo en el escaso nivel teórico. Creo que esta es una consideración que recae también sobre los organizadores del salón ya esto me he referido ya. Sin tomar en cuenta lo inadecuado -por antifuncional y oscuro-- del local donde se celebra el salón, debe destacarse el hecho de que los artistas mismos no han sido incorporados activamente al complejo trabajo de planificación que involucra un certamen de esta naturaleza, planificación que debe contar por lo menos con el consenso y respaldo de la gran mayoría de ellos, cosa que no ocurrió esta vez, dado el marcado abstencionismo que se registró en 1970. La militancia real del artista Lo lógico sería proceder a una consulta amplia con los artistas, del modo de extraer los criterios de actuación. La comprensión de un artista no puede reducirse al acto de que acepte benévolamente competir por equis premios a cambio de que contribuya con su nombre (yen nombre del patriotismo) a llenar el número de un programa oficial. No. Su participación debería ser militante, real, no pasiva y concebida en función crítica, al nivel de la organización misma y no de la exhibición para la cual solamente se le llama. Sólo así puede considerarse el arte como una necesidad viva, de todos los días, actuante. Un juicio sincero Pero me estoy alejando del propósito de este artículo. Que era ensayar un último análisis formal de ciertas obras, ciertas búsquedas propuestas en el interesante XXI Salón de Arte Colombiano. Se verá que no he tomado ninguna posición de defensa en particularde algún artista y que he juzgado sinceramente, ateniéndome a lo visto allí, sin reservas, sin intentar expresar mi propio criterio respecto a lo que entiendo debe o no debe hacer un artista latinoamericano. Sin tener presente cuál ha sido la trayectoria del artista, sino haciendo omisión de ella, pues considero, por otra parte, que las obras deben ser juzgadas por lo que ellas son y dicen, y no por lo que dicen acerca de la trayectoria de su autor. Estamos ante una cultura de mitos, que amerita una pronta desmitificación; se justifican nombres,carreras, falsos prestigios fabricados a cuyo alrededor la gente habla para volver más importante el nombre que la obra,en un clima de conformismo y frustración. Esto es general. Se trata de una de las manifestaciones de la crisis actual del arte. De Bacon a Alberto Zalamea Yo dejé pendiente referirme a la figuración no tratada como objeto, sino en el plano virtual del cuadro, y debo agregar que en el XXI Salón no ví, dentro de esta manifestación una sola obra sobresaliente, incontestable. La más ambiciosa (sobre todo en cuanto a formato y tema) podría ser el Retrato de Alberto Zalamea, de Luciano Jaramillo, tríptico que está todavía en deuda con la información escolar del artista y en el cual se siente muy cerca una influencia generalizada, como lo es la Francis Bacon. 170

Tal vez faltó aquí, se me ocurre, saber integrar las tres figuras en un solo campo de visión, cuestión que no sucede, pues más que una secuencia simultánea de un retrato, el tríptico pareciera constituido por tres retratos sin relación entre sí. Carol Reyna saca partido a un tema similar, tratando con un color tan peligroso como el rosado y en una composición dirigida donde si el elemento erótico (obsceno, hubiera dicho un moralista) está demás lo interesante viene a ser la forma de combinar la figura deforme y violenta con elementos volumétricos puros. Dentro de su lenguaje críptico, cerrado me interesa sobremanera el trabajo de Ned Truss, uno de los artistas mejor representados a través de dos obras de neta vinculación surrealista. El paisaje de las vísceras Truss, es cierto, de un surrealismo sin vigencia hace de la figura humana un objeto vivo seccionado, descosido y convertido, a trav~s de un amasijo de venas y nervios inagotables, en un maravilloso paisaje interior. Yen este papel de diseccionador, escéptico y pesimista, apreciamos a Truss cuando realiza sus excelentes dibujos, en donde también la anatomía exterior,objeto de burla, se presenta como el vidrio que deja ver la metamorfosis de la carne. Lo peor del arte nuevo no está en la pérdida de la función social, sino en lo que por falta de justificación como valor plástico resulta gratUito y efinrero. Piénsese, si no, en obras como la de Luis Paz, en l. cual la proyección figurativa que se le quiere comunicar a la mancha abstracta vuelve completamente inoperante la función otorgada a un color sin vida,inerte. Y por el estilo de este,varios trabajos. Sin ir muy lejos, se trata de una solución academizante, la más común. Lo cual puede ocurrirle, por ejemplo a Roberto Pizano, cuya otra titulada El juramento a la bandera,pretende pasar, no se, por una crítica sin que deje de ser por eso un banal fondo de cartel listo para ser utilizado por el enemigo. El recurso inocuo ¿Qué se busca con estas construcciones aparte de fomentar la confusión? Lo que prueba todo esto es la crisis de la figuración; y el hecho de que no encontremos a varios artistas haciendo causa común en proposiciones de fuerza mayor, es sintomático en el realismo de Colombia. Entonces, en lugar de aquello, aparecen los lenguajes tramposos. Pienso en obras como Eternidad limiteda, en donde Armando Giraldo se refugia superficialmente en el recurso de las luces comprimidas con una caja de colores cuyo sentido me parece inocuo, aun sin pasar a analizarlo. O la pintura fosforescente de Elma Pignalosa, que está embutida en un gran cajón blanco, cuya utilidad uno no adivina por ninguna parte. Aquí estamos ante ese inútil gesto de reponer, sin mayor conciencia, estilos pasados de moda, a la manera de Saturnino Ramírez, quien nos retrae, en su dibujo de un grupo familiar a un expresionismo que se queda en un solo anuncio. ¿Qué se "Pizo" la dignidad? Así también no nos resulta convincente, a despecho de admirar su oficio, el expresionismo de corte popular que uno descubre en la obra de Luis Fernando Robles, en la cual recibimos la impresión de que las figuras (con todo lo que en ellas hay de sarcasmo y caricatura) están carentes de esa dignidad de que, a pesar del tema, es capaz de otorgar el color cuando está al servicio de un lenguaje personal, como podría ser el de Botero. Antonio Samudio, a quien hemos visto decaer, puede llevarnos en su obra a las mismas consideraciones. Una posibilidad ya explotada por otros, concretamente por el arte publicitario,conduce por falta de conciencia de los medios a soluciones frías y decorativas como las anotadas por Alicia Viteri, quien se apropia de ritmos de cartel moderno que combina con menudos dibujos a la plumilla. Por una razón parecida desconfío de la obra de Antonio Grass, por asimilarla a formas de ensamblaje ya muy repetidas y que consisten en el juego por una o varias figuras montadas sobre una estructura modular, sin que en este caso logremos aclarar la intención que guía a Grass para utilizar una serie de formas de manos dibujadas en varias direcciones, en blanco sobre negro. Clemencia Lucena ha-


ce una figuración diferente a todo lo demás basándose remotamente en el pop de Lichtenstein, pero otorgándole una significación localista, crítica, tal como ocurre en la obra Pensar en los niños es hacer patria yen la cual ha dibujado a una niña de familia cuya cara por lo que sé, ha sido sustituida por el rostro del señor presidente. Se puede adivinar claramente la intención satírica con solo leer al pie del dibujo esa cursi leyenda: Pensar en los niños es hacer patria. De la poética a la magia Creo que vale la pena detenerse ante los obras de Ever Astudillo, cuidadosamente ejecutadas, y en particular en la marcada con el número uno, para la cual el pintor ha llenado un fondo con letreros muy significativos, con caracteres antiguos, en todo lo cual intuyó una manera gráfica (que Astudillo asocia con las cintas de video y computación) que puede ser explotada por el artista, con éxito. Lo mismo ocurre, en términos más poéticos, con La Atlántida, el continente perdido, trabajo de Dora Ramírez muy sincero y bien ejecutado, y en donde la forma de una manzana viene a corresponder con el clima mágico que la artista intenta traducir del tema. Pero en un cuadro como La chica conducía el 87-06, de Graciela Salgado, sólo encuentro buenas intenciones, dentro de una figuración pasada.

José Antonio Bonilla Tallador en madera Personaje del Salón XXI

JOSE ANTONIO BONILLA Cama de Genoveva de Brabante

MERINO Genio "-Eres un fracasado. iNi siquiera te admitieron en el salón de los rechazados!." El Tiempo. (Septiembre 24, 1970)

Un prometedor equipo de dibujantes Aquí debo mencionar, en orden de estímulo y por encontrarse en la misma sala que estamos viendo, la obra de equipo de los alumnos del taller de Tiberio Vanegas, en la Escuela de Bellas Artes: Guillermo Duarte, Carlos G. Rojas y Oswaldo Ayala, dibujantes prometedores que conjugan aquí, por cierto, una voluntad de trabajar de común acuerdo sobre un mismo elemento de configuración dibujística, planteado libre e inventivamente hasta concluir en grandes correcciones biomórficas, animadas por una línea de crecimiento vegetativo, de adentro hacia afuera, de expansión barroca,como las pesadillas; es la búsqueda expresiva del dibujo total. Madriñán,en cambio, suscita recelo al apoyarse en una técnica manoseada para hacer estos paisajes (uno de ellos en su homenaje a Bolivia), que se ofrecen a sí mismos como únicas salidas. Lo mejor de Colombia: el dibujo Hemos visto cómo el dibujo parece continuar,en este salón, una tradición en la que es relativamente rico el arte colombiano, y que compete también a la gráfica, escasamente representada,sin embargo, aquí, por dos o tres nombres. En cuanto al dibujo, vale la pena detenerse en la serie de Alicia Acuña, que crea un diseño montado en cuatro láminas, expuestas en el suelo para formar un cuadrado. O en los d~ Rocca, estudiante de la Escuela de Bellas Artes. Lo mismo que en las nítidas proliferaciones de Guillermo Diez, un magnífico dibujante de intención surrealista, si bien aquí apreciamos más la sensibilidad lineal, muy segura, metódica y precisa, que un resultado tal vez recargado (para mi gusto personal) de formas corpusculares, caprichosamente infusas en un gran espacio gráfico. Me interesa también el humor de M.G. Cantor, quien envía un tiibujo que hace burla de una tendencia de la cual han abusado mucho los nuevos figurativos y que se refiere a las tantas interpretaciones que se hacen de las aventuras espaciales, de cohetes y astronautas; Cantor invierte los términos y pone a flotar un sacapuntas, que es el módulo espacial (chorreante de sangre) de una punta de lápiz, que es el cohete. Los grabados litográficos de Evelia Medina son de lo mejor que en esta técnica he visto en Colombia y hacen honor a un medio cuidadoso y expresivo. de igual manera que los grabados de José Urbach, que asumen una línea gráfica internacional,tanto por la temática (una violencia suavizada por el color) como por el procedimiento de combinar aguafuerte e intaglio para conseguir efectos muy poéticos,sobre todo en la estampa denominada Sistema l. De gran nivel técnico (un nivel desacostumbrado para este género) son también las xilografías (grabado en madera) de Alfonso Quijano, cuyas sutiles descripciones vegetales sirven de contraste al estilo cortante, seco, naturalista en que ejecutada las figuras de sus grabados en composiciones muy frescas, de intención social, en las que quizá deploramos una marcada insistencia en la anécdota misma.

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¿Que es un buen crítico?

Creo haber llevado a los lectores a un recorrido voluntario a través de las manifestaciones contenidas en el XXI Salón Colombiano, con todas las limitaciones que supone un espacio periodístico. Pero tal vez al final de este análisis quede también la convicción de que he sido exhaustivo en señalar errores y vicios, más que méritos en la actual estructura del arte colombiano, y esto es importante. Porque la críticaen la situación actual de crisis del arte y la sociedad, debe abocarse a examinar el fondo de los problemas, antes que contentarse en indicar las virtudes a costa de acallar lo que no es satisfactorio. Hay una crñca que elogia lo bueno haciendo tabla rasa, por omisión, de los defectuoso o inmaduro. Hay otra crñica interesada, no con la belleza acabada, sino con laque está en gestación y que insiste por el contrario, en todos los signos sintomáticos. Esta úñirna, dado que es la que se refiere a lo más vivo y crítico,es la que debemos escoger si no queremos hacer borrón y cuenta nueva únicamente echándoles tierra a los problemas sin sacarlos a flote.Yo hubiera querido decir más ydiscutir otras cosas respecto al destino del arte colombiano, acerca del cual he anotado yaque el Salón Nacional, tal como está planificado, sirve de muy poco. Y si lo que he dicho no es, no puede ser toda la verdad acerca del arte colombiano, es porque también, en cierto modo el salón en el cual me he basado, traiciona esa verdad. Quizá yo mismo no me sienta bien debajo de las ropas del crñico cuando digo: es todo. .'

Soy espectador de un funeral Juan Calzadilla El Espectador, noviembre 5 de 1970.

Como extranjero no creo estar bastante enterado de lo que ocurre en el panorama del arte colombiano. Y aunque, según la geografía y los jets, Venezuela (de donde procedo) y Colombia son países vecinos, ambos están, sin embargo, aislados y separados cultural mente por algo más que una frontera natural: por la incomunicación. A esta razón atribuyo, quizás, mi escaso conocimiento del arte colombiano. De allí mi curiosidad y mi reserva al aproximarme al XX Salón de Artistas Colombianos, tanto más cuanto que, ya antes de entrar en él, había recibido ciertas señales. Oí decir, por ejemplo, que el salón no era representativo, que faltaban artistas de renombre: muchos de estos están contra el salón, bien porque hayan recibido los premios, bien porque teman ser relegados por artistas más jóvenes; otra buena parte de artistas, más honesta, propugna que la exposición sea financiada por el Estado y no por una empresa con capital extranjero y piensan que debe eliminarse el aspecto competitivo del certamen, dejando a los propios artistas su organización y suprimiendo los premios metálicos que sólo conducirían a allanar más el rol del artista al declarar su obra, con el premio, objeto de valor comercial, listo para ingresar al mecanismo de oferta y demanda del sistema.

carácter, otra organización más clara y coherente donde no se hagan patentes las contradicciones entre el hecho de exhibir voluntariamente y estar expuestos a una dudosa y forzosa operación de jerarquización representada por el otorgamiento de premios y medallas. Se necesita, dicen, algo más útil, sin la confusión derivada de ver reunidos en una misma cosa a tradicionalistas y vanguardistas. Se pide, tanto en Caracas como en Bogotá, la supresión de los salones y su sustitución por exposiciones de carácter simplemente demostrativo o pedagógico. La Bienal de Venecia ha sido tomada por los artistas y el color de la laguna eventualmente transformado por la acción de varios baldes de tinta roja. La Bienal de Sao Paulo, calcada de la anterior, no podrá sobrevivir a su propia crisis que hace de ella, a los ojos de los artistas, un enorme cajón de ocho kilómetros de cuadros, ni sobrevivir podrá al asedio de los pintores que verán ahora en ella la fortaleza propagandística del régimen militar. Especie de funeral

¿Qué queda por hacer sino asistir como lo he hecho yo, respetuoso espectador, a esta especie de funeral en preparación para el cual los artistas colombianos a su vez han creado la réplica local de una protesta que se siente en todas partes, negándose a participar o a seguir avalando con sus obras un evento como el Salón de Ártistas? Considero que aquí está planteada la necesidad de transformar fa'astructura de tales acontecimientos destinados falsamente a la difusión de las artes plásticas y este momento en que la crítica al Salón de los Artistas Colombianos es más virulenta debe convertirse en coyuntura ideal para intentar una reforma de las bases del mismo, sin la cual seguiremos teniendo de la pintura colombiana una imagen limitada y mediocre. Que no haya rehusado yo participar en calidad de jurado en el salón colombiano se explica porque quería comprobar lo que ya era en mí una sospecha que la crisis es general. De este modo, con ánimo desesperado, me encontré en el salón haciendo mi papel de crítico para parangonar y juzgar las obras de artistas en quienes inmediatamente a mi llegada había despertado la animadversión, no sólo de los que concurrían con sus obras, y que por concurrir se consideraban con opción a los premios, sino también de los que interesados en el salón y también en los premios, pero con otros argumentos, me calificaron inmediatamente como a un representante del sistema. Porque detrás de todo salón -formando parte de su quiebra o como resultado de ella- se halla esa infranqueable red constituida por los intereses personales o de grupo, las rencillas, resquemores, rivalidades y desconfianzas, es decir la vorágine de gestos propios de la vida artística y en cuya cima yo me encontré absolutamente odiado y observado. Se me descifraba, se medían mis pisadas, atentos al derrumbe de esa valla de violencia contenida que de todos modos iba a derrumbarse y que, al final, explotó. Y ocurrió. Sucede que tal como lo esperaba, supe ganarme la enemistad de mis colegas artistas, en primer lugar por no haber declarado desiertos todos los premios y protestado yo mismo contra la naturaleza del salón y en segundo lugar, porque humildemente convalidé -después de algunas reservas- el primer premio otorgado a Omar Rayo. No sabía que Rayo fuese tan odiado en Colombia. Aunque después se me explicó que igualmente lo hubiese sido quienquiera hubiese ganado el primer premio. OmarRayo

En fin, que asistíamos a un momento crftico para la vida del salón. Todo esto lo supe antes de poner los pies en el Museo Nacional y lo supe por llamadas telefónicas de todo tipo, cartas a Caracas y también porque, aún sin que me lo hubiesen dicho, lo intuía por estar al corriente de lo que, en términos mundiales, está ocurriendo en todas partes con este tipo de manifestación, y, en general con el arte. Caracas y Bogotá

No lejos de aquí, en Caracas los artistas han impedido la celebración del XXI Salón de Arte pretextando que se le debe otorgar otro 172

Voy a confesar que no me gustaba Rayo para ese primer premio; tratándose de un salón de jóvenes (ya que los adultos o reconocidos participaban en escasa medida), lo lógico era que la decisión favoreciese a un artista nuevo. Pero Rayo es un buen pintor, estoy de acuerdo (después supe que ha enviado sus obras a todos los salones celebrados, sin haber mostrado interés por premio alguno). Conozco su obra y comprendo que la pintura enviada, con ser excelente, corresponde a un período que ya el pintor debe haber superado (1968). Ese era mi argumento para oponerme a aquel trabajo severo, casi luctuoso, cuyo mérito me parece sobre-


salía entre todas las obras geométricas: un juego de formas planas basadas en un elemento concreto procedente del argot pop como es una cinta cuyo desarrollo en planos verticales y diagonales es sugerido con la intención de que un elemento falsamente arrollable complete la ilusión de un cuadrado que solo está indicado. Blanco y negro. Entiendo que es una proposición ya un salón, desde que se acepta el rol de juez, vamos a fijarnos en obras, no en deberes, obligaciones, trayectorias, simpatías o antipatías. Ya repuesto de esta derrota -pues de todos modos aprecio a Rayo- los otros dos miembros del jurado y yo avanzamos entre aquellas obras debajo de las cuales sabíamos desde aquel mismo momento que el piso se tambaleaba. ¿Cuál iba a ser la reacción ante aquel primer premio a un pintor cuya "mediocridad es conocida por todo el pueblo colombiano" según me pudo decir textualmente un artista que al mismo tiempo que me lo decía, me fulminaba con una mirada que quería ser un rayo? La estatua de sal Por otra parte, no vacilé en manifestar mi simpatía hacia la escultura en sal de Antonio José Caro Homenaje tardío de sus amigos yamigas de Zipaquirá, Manaure y Galerazamba; la propuse, es verdad, para un premio, pensando que de este modo ese escándalo anunciado por la obra se vería completado en la reacción que seguramente ella provocaría, no sólo frente a los demás artistas descalificados (que igualmente se hubieran sentido ofendidos por no habérseles dado a ellos el premio), sino también frente al público y el sector social aludido por la escultura en cuestión. ¿Por qué precisamente proponer algo tan deleznable y chocantemente preparado? Esa cabeza allí doblada bajo su propio peso en la vitrina, como disecada. Me pareció (y digo me pareció porque a estas alturas la estatua de sal debe haberse ya deshecho) que esta obra contiene una idea original, sabiamente resuelta en una forma anti-artística que corresponde al arte politico de nuestros días o sea a un tipo de arte pobre que se basa en la concretización de ideas y consignas mediante formas elaboradas con el sólo fin de impugnar y molestar, lejos de todo propósito estético. Aquel rostro de sal cabalgado por unos lentes de montura negra era, más que eso, un trabajo de arte efímero, destinado a destruirse y cuyo significado reside en su propia desaparición bajo el efecto del agua que disuelve la sal del vaciado en cosa de tres días. La obra dura el tiempo que dura en disolverse. He allí todo calculado incluso el tosco acabado del recipiente desde el cual la noche de la inauguración, chorreaba el agua que formó un charco a las puertas del salón.

se quiere, una obra original, pero hay en ella lo que falta en otras más originales. Desenfadado e insulso, conciente de la necesidad de que la obra se transforme transformando el espacio. La solución en base a tres planos en tríptico que se disponen como un biombo sobre el suelo, puede ser convencional, gratuita, es cierto; ya que muy bien podría la obra estar adosada totalmente al muro. Por otro lado advierto la influencia que en Silva han operado las obras del italiano Adami, quien trabaja sobre temas de lavabos explanados en composiciones de acusados colores separados por un contorno bien marcado como el que emplea Silva cuando desarrolla en tres secuencias un tema que cambia con la disposición de los tres paneles. Silva fue segundo premio mientras que para otorgar la bolsa de viaje hubo necesidad de atravesar la sala central para dirigirnos a uno de los corredores donde habían sido colocados por cierto, dos magníficos primitivos, varios grabadores y dibujantes. A uno de estos últimos otorgamos la bolsa de viaje: Francisco Rocca también estudiante de la escuela y representado allí por dos dibujos en los cuales, para ser sinceros, uno de los miembros del jurado apreció la atenuada influencia de Francis Bacon.EI premio a un dibujante era justo dado que la opinión general la noche de la inauguración coincidía en que la sección de dibujos era lo mejor del salón. Y dentro de ella cabe destacar el atildado trabajo de Rocca, quien logra buenos efectos de movimiento mediante valores de transparencia conseguidos con toques rápidos entre el blanco y los grises, sabiendo articular la composición con una bien marcada pero suave línea de horizonte. No calificaré este salón diciendo que es bueno o es malo: sería pecar de simples como hacen las personas que antes de opinar necesitan saber lo que otros opinan. Diré que hay buenas y contadas cosas, sólo algunos intentos fallidos, buenas intenciones (esas buenas intenciones con las cuales se ha empedrado el camino de la mala pintura); ideas que con un mejor diseño hubieran podido trocarse en obras apreciables, trabajos menores, confusos ensayos de ambientación o de cinetismo en todo lo cual podemos percibir, antes una búsqueda que un resultado maduro. Pero a estas obras y las otras voy a referirme en otra oportunidad.

Los peleles Del mismo modo opiné ante la obra de Alvaro Herrán, proponiéndola para alguno de los premios, a despecho de que no dejaba de haber en esto una contradicción, derivada de la naturaleza antisalón de dicha obra (premiarla hubiera sido aprobarla y convertirla de consigna en manso juguete burgués). Dos muñecos de yeso sostienen aquí una bandera colombiana desplegada mientras un tercer muñeco suspendido en el aire está a punto de caer, zarandeado como ha sido sobre la bandera. Interpretación satírica del famoso aguafuerte de Gaya titulado El pelele. La intención puede ser politica pero es válida dentro de cierto tipo de arte, dado que la idea es aquí más importante que la realización y la consigna más importante que la idea, en tanto que las formas son consecuentemente burdas, descuidadas y no hay interés por la composición. Obras aglomeradas Vimos también todas las obras que están aglomeradas en aquel primer salón, el mejor de todos, nos detuvimos ante ellas, movimos lo que allí se hizo para moverse: varillas y pivotes un cuarto; aquellas esculturas, biombos, pinturas geométricas muy decorativas, de escaso rigor y repetitivas de otras obras producidas en otros lugares, otras épocas. Y acordamos distinguir la obra de Edgar Silva,estudiante de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá por estimar que destacaba de entre las de sus compañeros. No es, si 173


XXII Salón de Artistas Nacionales

Siete premios sin jerarquías ni técnicas, un jurado de cinco miembros con función simultáneamente seleccionadora y calificadora, y limitación a dos obras por artista fueron las principales disposiciones de la reglamentación del XXII Salón. Los críticos Jorge Romero Brest de Argentina y Mark Berkowitz del Brasil compartieron con Juan Antonio Roda la tarea de cribar las 943 obras recibidas y conceder los premios. Por sobre éstos, se destacó el tapiz Muro tejido Nº 79 de alga Amaral, que quedo virtualmente como la 'verdadera ganadora de este salón. La gran profusión de obras "comprometidas", de crítica social o de contenido político, orientó el debate hacia estos temas, propuestos en especial por estudiantes de la Universidad Nacional. Al respecto escribió Antonio Montaña: "Me parece fundamental que los jóvenes se preocupen por la política y pongan al servicio de ella sus recursos profesionales: que impriman afiches para protestar por las matanzas y denuncien gráficamente la injusticia social. Lo que no comprendo es por qué en las manifestaciones callejeras esos afiches, esos carteles, no han estado presentes, y en cambio aparezcan enmarcados muy coquetamente en un salón para consumo burgués. Eso por una parte; pero además esos mensajes políticos, muy positivos como afirmación de un compromiso, pecan de ingenuidad. Unos son simples caricaturas f...} Otros son demasiado sofisticados para motivar al proletario al cual teóricamente van dirigidos [...1La obra política se envió más con un sentido polémico que estético" (El Tiempo, noviembre 14). Romero Brest, que llegó nimbado por su trayectoria pionera de crítico del arte latinoamericano y maestro de Marta Traba, desconcertó al público con su pesimismo: "Hay que hacer un esfuerzo para encontrar obras premiabIes. Pero eso no me importa; sucede que los salones nacionales e internacionales desconocen la crisis que aflige a la plástica; la pintura, escultura, grabado, en sus técnicas tradicionales, han dejado de ser operantes f...1 El arte necesita una modificación de fondo; es un problema político y social y un problema de cultura implementado sobre bases inoperantes ..." (El Tiempo, octubre 29).

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ANA MERCEDES HOYOS Del uno al diez Beca del Instituto Nacional de Bellas Artes de Venezuela

Fecha: noviembre 5 a diciembre 5, 1971. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Organizador: Instituto Colombiano de Cultura. Participantes: 47. Obras: 59. Jurado de admisión y calificación: Jorge Romero Brest, Pablo Solano, Juan Antonio Roda, Marc Bercowitz y Darío Ruiz. Premios: $40.000: Oiga de Amaral, Muro tejido NQ79. Bolsas de trabajo: Diego Arango, Conjunto testimonio; Pedro Alcántara Herrán, Retrato de una mujer. Beca de Francia: Francisco Rocca, Figuras. Beca del Gobierno de Colombia: Guillermo Duarte, Dolmen sobre objeto. Beca de Acerías Paz del Río: Fabio Duarte, Objeto Alfa 69-70. Beca del Instituto Nacional de Bellas Artes de Venezuela: Ana Mercedes Hoyos, Del uno al diez.Mención de honor: José Urbach, Oscar Jaramillo, José Joaquín Barrero y Gustavo Sorzano.


Formas ''puras'' y formas políticas en el XXII Salón Clemencia Lucena El Tiempo, diciembre 5 de 1971.

Todo evento cultural es un reflejo de la vida material de una sociedad determinada, de sus contradicciones internas, la expresión de diferentes visiones del mundo, de diferentes ideologías, de los conflictos originados por la explotación del hombre, un reflejo de la lucha de clases. Solamente a partir de este criterio del que artificialmente se ha pretendido excluir el arte, se puede comprender el significado del XXII Salón de Artistas Nacionales. La pri mera y más fuerte impresión que recibe el espectador frente a esta muestra es su heterogeneidad. Esto no obedece a la'inspiración peculiar de cada subjetividad pura" ni es el producto de la "espontaneidad creadora inexplicable", argumentos anticientíficos y oscurantistas, sino a la posición de clase de cada artista. Vivimos una época de intensificación y agudización de las contradicciones sociales lo que, como hemos dicho, tiene que presentarse con la misma intensidad en las artes plásticas. Por eso el actual Salón de Artistas es especialmente representativo de la situación del país. Como no hay arte por el arte, ni arte que esté por encima de las clases ni que se desarrolle al margen de la política o sea independiente de ella,cada obra expresa una posición de clase y defiende los intereses de una clase determinada. Por estas razones, para examinar las obras más significativas del salón hay que, ante todo, esclarecer a quién y cómo sirven, principios inseparables y que se determinan mutuamente. En primer lugar, el grupo de obras que pretenden infructuosamente situarse al margen de todo acontecer social y de toda ideología. Entre ellas hay abstractas, conceptuales, figurativas, pinturas de objetos y otra serie de modas internacionales. Por ejemplo las obras de Rayo y Rojas revelan una posición de clase propia de la burguesía intermediaria y proimperialista, difunden la ideología de esta clase y comparten su visión metafísica detrnundo. De esta posición se deriva la actitud de este tipo de artista frente a sus temas: un recalcitrante formalismo justificado con una retórica vacía, un intento de evadir todo contenido, un regodearse entre "formas puras". Semejantes exabruptos buscan conscientemente un tipo de público y desechan otro. Se dirigen a una élite que consideran a su altura, que finge entenderlos y consume a precios escandalosos sus baratijas, y menosprecian a los más amplios sectores del público porque no acepta la imposición de un arte que defiende y contribuye a mantener el actual estado de las cosas. Estos artistas asumen la defensa de los intereses del imperialismo y sus intermediarios sin argumentos, porque no hay forma de defender lo que pertenece a la caneca de la basura de la historia. Dentro de este mismo grupo se manifiesta una tendencia figurativa que, o bien deforma la figura humana hasta convertirla en una forma abstracta o bien, en actitud fetichista, escoge como tema los objetos más anodinos e insulsos. Hay quienes al tratar estos temas hacen un despliegue espectacular de virtuosismo técnico, como Morales y Cárdenas, en contradicción abierta con la pobreza y lo gratuito del contenido. Un desajuste tan patente a favor de la forma es típico del momento en que una cultura entra en franca decadencia.

y finalmente se distingue una tercera tendencia que podemos llamar el último berrido, es la de los agentes más directos, los trans-

plantadores más mecanicistas e incondicionales de la cultura imperialista, autores de cajas y cajitas de música, rollos de papel y otras chucherías "que es preciso enchufar para que cobren vida y movimiento y requieren para subsistir, surtido de repuestos y talleres de mantenimiento". Esta tendencia resulta especialmente absurda en un país técnicamente atrasado, sin que por esto se justifique en su lugar de origen. Estas tres tendencias se identifican en su clara intención elitista y despectiva con respecto al público, en la búsqueda consciente de un lenguaje incomprensible. Pero las cosas no son como quieren estos modernos cortesanos, porque el espectador entiende que allí no hay nada que entender, fuera de un pataleo de ideología en bancarrota. Nos hemos referido a los artistas que pretenden infructuosamente situarse al margen de todo acontecer social y de toda ideología. Analizaremos enseguida una tendencia que por el contrario emplea un lenguaje político, lo que no implica que se oponga al grupo anterior. Se trata de los revolucionarios de palabra y reaccionarios de hecho, los revisionistas, la derecha camuflada tras una careta de izquierda. Ejemplifican esta actitud las obras de Granada, Alcántara, Arango y Zárate. La obra de Granada es una alegoría en donde un ring parece simbolizar el ámbito para la lucha. En medio de él hay otro símbolo, una mujer harapienta que sostiene la cabeza ensangrentada de un niño. Al lado izquierdo del cuadro un asiento, ensangrentado también, y al fondo una puerta entreabierta. El material está empastado y sucio, predominan los grises y en general la técnica contribuye a darle al cuadro una atmósfera patética y deprimente. De esta simbología confusa se extrae de todas maneras la siguiente advertencia: lo único que queda de la lucha es la derrota,advertencia que nos recuerda un slogan del Frente Nacional: "Medita serenamente sobre los beneficios de la paz y sentirás por quienes quieren infringirla". La obra de Alcántara nos muestra al "Hombre" desgarrado no se sabe por qué. Se expresa a través de alardes técnicos, artificiosos juegos de línea y deformaciones gratuitas de la figura. Situándose sistemáticamente en el plano del formalismo, evade deliberadamente la realidad o la remite al terreno de lo universal: el hombre universal, la represión universal, el dolor universal y otra serie de entelequias inexistentes. La obra de Arango es una secuencia de cuatro grabados cuyo fondo común no sufre ninguna modificación a través de la serie: un paisaje desértic6 y montañoso en medio del cual, en primer plano, hay un campesino inmóvil. Conforman además la composición una serie de espacios que se van llenando hasta quedar completamente configurados. En el primero, en la parte inferior, se esbozan instrumentos de tortura, sogas anudadas. En el segundo se esboza un policía en el centro de la composición y las sogas atan unas manos. En el tercero la imagen del policía se va enriqueciendo. En el espacio superior izquierdo se va configurando la escena de un policía pegándole a un estudiante, yen el superior derecho se insinúa un grupo de personas bien vestidas bebiendo, la gran burguesía. Las escenas de tortura se clarifican. En el cuarto todas las imágenes han alcanzado completa nitidez, lo mismo que el contenido de la serie: la constante es el campesino inactivo, hecho absolutamente falso pues sólo por crasa ignorancia o malas intenciones es posible ignorar las heróicas luchas que libra hoy el campesinado. Muestra la tortura o sea sólo la opresión y no la respuesta que las masas populares dan a ella. Cuando se trata el tema de la lucha estudiantil se refiere exclusivamente al aspecto de la represión y la derrota, ignorando las victorias tan evidentes de este movimiento. Es obvio que la obra muestra, un enemigo, pero lo muestra omnipotente exhibiendo todo su aparato represivo, lo cual se concentra con lujo de detalles en el centro mismo de la composición: el policía. La obra de Zárate consiste en dos grabados. El primero representa un cortejo fúnebre de niños pobres que conducen el ataúd

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de un niño que ha muerto por desnutrición, como se deduce de las noticias de prensa transcritas a la izquierda del grabado. El segundo representa una piñata de niños ricos en el plano superior, y en el inferior el cadáver de una niña pobre que ha muerto por intoxicación con hongos, único alimento que pudo suministrarle su padre, como lo explican también noticias de prensa incluidas en el grabado. Los temas tratados por la autora son concretamente la desnutrición y el hambre de la niñez desamparada. El contraste entre niños ricos y niños pobres, así como el hambre, están planteados sólo como una cuestión de injusticia social que la burguesía no ignora y que ha tratado de solucionar a su manera. El problema es que al no plantear soluciones revolucionarias, al deformar el verdadero sentido y las manifestaciones de la lucha de clases, al quedarse en el plano de la simple denuncia de una de las consecuencias del sistema, la obra de Zárate cae de lleno en el reformismo, en la sensiblería, en la alharaca lastimera e inútil. Las obras de la derecha camuflada a que nos hemos referido, coinciden en lo siguiente: (1º) actitud anticientfñca manifestada en un ignorar las luchas victoriosas del pueblo colombiano, en un desconocimiento tal de la realidad del país que les impide ver al enemigo principal; el imperialismo. (2º) actitud pacifista manifestada en el contenido derrotista, la insistencia en presentar el aparato represivo como invencible, hasta el punto de convertir a veces las obras en verdaderas apologías de la represión, idea que acentúa al revelar sólo los efectos de la violencia reaccionaria y no los de la violencia revolucionaria (3º) actitud frente al público consistente en comunicarle un mensaje desmoralizante que busca objetivamente, aunque no lo logre, atrofiar la iniciativa de lucha de las masas con escenas melodramáticas, lo que de hecho hace que estas obras sean antipopulares. La conclusión lógica de lo expuesto es que estas obras están vinculadas al primer grupo mencionado, porque coinciden con él en lo esencial: defienden los mismos intereses, difunden la misma ideología, tienen la misma posición de clase.

PEDRO AlCANTA.RA Retrato de una mujer Bolsa de trabajo

HERRAN

En abierto antagonismo con todas las obras arriba mencionadas, se destaca un grupo de obras progresistas que, o bien señalan al enemigo principal, o muestran con objetividad las luchas del pueblo y plantean salidas revolucionarias. Se trata de los grabados de Luis Paz, La última cena de Ouijano, la obra gráfica de Fabio Rodríguez, los dibujos de Iriarte, María Teresa Nieto y Lucena. Mediante un excelente diseño y un gran dominio de su técnica, Luis Paz nos muestra el imperialismo, formalmente en primer pIano, en alianza con las clases dirigentes colombianas. Uno de los grabados representa esta alianza mediante la asociación del 10gotipo del Frente Social a una composición que destaca la palabra USA. Otro se refiere directamente a la Alianza para el Progreso. Vemos pues que esta obra es indudablemente antiimperialista y que irá ganando paulatinamente en claridad.

alGA DE AMARAl Muro tejido N° 79 Tapiz Primer premio Colección Museo Nacional

La ultima cena de Ouijano, un grabado en madera de factura impecable y gran belleza formal, representa el salto incontenible de las masas populares al último reducto de los explotadores acorralados, idea subrayada por el título. La obra gráfica de Fabio Rodríguez destaca también las luchas populares así como sus victorias. El tema es en principio la lucha campesina, pero no la presencia asilada sino en estrecha relación con la de obreros, estudiantes,maestros, y demás sectores de las masas. El carácter estimulante de su contenido se acentúa con un vigoroso tratamiento técnico. Dentro del limitado campo formal de lo primitivo, los dibujos de Iriarte comunican la respuesta que da el campesino a la represión oficial, y ridiculizan la alianza de las clases intermedias y explotadoras, en un escenario decorado por cortinas de pintura abstracta, espejos y porcelanas, lo que complementa la mordacidad de estos dibujos.

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Jorge Romero Brest Jurado de admisión y calificación del Salón XXII

Juan Antonio Roda Premiado en los salones XVI, XXI Jurado calificador en los salones XXII, XXV, XXXII


La obra de María Teresa Nieto es una secuencia cinematográfica en donde el tema, el valiente enfrentamiento de los estudiante con la policía, cumple un proceso de distanciamiento frente al espectador en el que se aprecia, de arriba hacia abajo, el progresivo avance y la magnitud de la masa estudiantil, subrayada por el color rojo. El dibujo tiene mucha fuerza, con formas dinámicas y está realizado con gran habilidad. Los dibujos de Lucena señalan los enemigos principales de la nación colombiana, el imperialismo y el feudalismo, vistos con objetividad en sus contradicciones intemas. La técnica es realista, clara y precisa y aporta un sentido irónico a la obra. La estrecha vinculación de la imagen y el texto, le da al dibujo una función didáctica. En términos generales, este grupo de obras revela un trabajo de consulta a la realidad, de búsqueda de la verdad en los hechos, y es por eso que en ellas sí se constatan la violencia revolucionaria y otras manifestaciones de la lucha de clases, en un lenguaje comprensible y sencillo. Estas obras llenan entonces una serie de requisitos que les permiten no sólo llegar a los más amplios sectores de la población, sino también estimularlos y contribuir en sus luchas. A los planteamientos de estas obras se irán sumando cada vez más producciones artísticas que enriquecerán una nueva y pujante cultura nacional. DIEGO ARANGO (Grupo 4 Rojo) Conjunto testimonio 4 Bolsa de trabajo

Charanga para el XXII Salón Darío Ruiz Gómez El Tiempo, diciembre 12 de 1971.

FRANCISCO Beca del gobiemo

ROCCA Rguras Francés

Esta vez ya no hubo tanto oropel alrededor. A la inauguración apenas, si asistió alguien: la nota sobresaliente era que todos vestían de lo más común y corriente. No hubo pues tanto besito ni tanto grito de emoción al divisat.a un amigo al cual no se ve hace media hora: virtudes y costumbres que en otro tiempo fueron tan importantes, que tanto le sirvieron a muchos para hacer carrera. El único grito, y bien fuerte por cierto -como anunciando su llegada a la literatura menos joven--"- fue el de Juan Gustavo Cobo: era tanta la "tensión psicológica" que muchos buscaron la puerta de salida, despavoridos. Sin embargo, la nota la dio un muchacho disfrazado del adolescente 'ce "La muerte en Venecia". De lejos producía impacto por el parecido pero de cerca se notaba demasiado el maquillaje. Además era viejo. Además, no había por ahí ningún artista en crisis. El arte colombiano se viene abajo pero tiene la ventaja de que no sufre de crisis, de que si las obras son rematadamente malas, vacuas, eso no es problema de los artistas sino del jurado, del público o de las periodistas especializadas que hoy prefieren otros personajes más en la onda, más "in". Esto ya se veía venir hace algún tiempo, pero en el fondo tienen razón esas muchachas: uno tiene derecho a ser aburrido en el arte pero es imperdonable que lo sea en las cosas de la vida. Y lo más imperdonable aún es tomar ese aire de trascendencia, donde casi se levita, cuando en realidad se es a nivel de intimidad, lo más zopenco y soso que alguien se pueda imaginar. Algo ha pasado pues y creo que los mismos artistas se han dado cuenta de eso: uno de los más recalcitrantes truhanes, personaje de la picaresca artística en aquellos años de la felicidad, de las

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páginas, enteras en los periódicos, hablando del Salón, me detuvo y me habló muy serio sobre el hecho de que ahora prefería la soledad, quería la meditación, el rigor. Y yo pienso que eso aumenta en alto grado la gravedad del asunto porque está bien que uno se tome en serio pero no tanto, ya que si lo que nos hace falta es precisamente mucho humor, mucha mamadera de gallo, es espantoso que al hampa criolla le dé por poner cara de Domingo Savio, cara de incauto adolescente. Pero estas son de esas ambigüedades que producen los momentos históricos, en que la gente sin imaginación, los hombrecitos corrientes que de pronto descubrieron que no tenían alas, empiezan soterradamente a imponer sus valores y es entonces cuando se confunde la profundidad de concepto con el levantarse todos los días a las seis a aprenderse la lección, o cuando se cree que la búsqueda no está en la permanente indagación y cuestionamiento de uno mismo sino en la férrea voluntad para llevar adelante las cuestiones de oficina. Y esa moral de "boy-scout",' esa aterradora variación del conformismo, empieza ya a anunciarse cuando el humorista, el payaso, viene hacia uno y le suelta en media calle semejantes argumentos. Para colmo de males, de ese mal se ha contagiado también esa oveja mansa que fue hasta ahora el diletante. Y que se tome a pecho su responsabilidad histórica en un país como el nuestro, donde hay gente que ha hecho carrera por habpr saludado alguna vez a Einstein, o por haber sido el alumno latinoamericano que más cerca se sentó de Le Corbusier, esta gente que lleva años por ahí haciendo de jurado, de entretenedor de señoras cultas, de sabio dosificador de exclamaciones como "increíble", "es una boutade", si esa gente, digo, se toma en serio, el asunto toma visos catastróficos. Porque todo tiene su lógica, no lo neguemos, en todo hay su transición e imaginarlos ahora ya ausente su aire de pícaro, de vividor, de aristócrata en busca de nuevos ambientes para no aburrirse, convertidos de la noche a la mañana en lectores de Swyzy y Baran, comentadores del nuevo materialismo y finalmente proponedores de un genuino arte latinoamericano sin atisbos del imperialismo norteamericano, es algo que no sucede ni en los sueños más morbosos.

GUILLERMO DUARTE Dolmén sobre objeto Escultura en ma~ Beca del gobierno de Colombia

Porque es tan candoroso ya, tan cosita de costurero eso de las "últimas vanguardias", como los conceptuales o los electrónicos, que apenas si merecen tenerse en cuenta y si acaso sobreviven será en el corazón de gente que lee revistas como "Mecánica popular ilustrada" o "Los nuevos niveles de comunicación en el hogar", pero nada más. De algún modo se le ocurre a uno que esa nueva versión del arte comprometido debe ser una hábil jugada de la derecha, ya que nadie puede ser tan poco convincente: si las ideas de izquierda los tuvieran como grupo depositario, se nos caería el pelo esperando la hora de la revolución. Ya que si a alguien -a un tipo tan serio como Collazos, por ejemplo-Ie diera por escribir una Historia de la Cultura en Colombia a lo Hauser, tendría que admitir que el único papel de estas rotantes minorías ha sido el de corromper y desacreditar ante los ojos de los demás colombianos las dos o tres únicas buenas ideas que han circulado por el mundo en los últimos años. Y que lo único de admirar en ellos es el empeño con que han llevado a cabo esta tarea, sin escatimar esfuerzos o ahorrar horas de sueño. De manera que es necesario discriminar este gesto de esa justificada agresión estudiantil, de ese verdadero conflicto que constituye un itinerario de masacres, impotencia, pero entrega honesta al fin y al cabo, lo cual los hace justos siempre, dignos de admiración. Pero no esta guerrilla seudoartística, machacando monocordemente los mismos temas, cuando como uno sabe, se acogieron a esas posiciones por razones adventicias, como la última moda que les permitirá sobrevivir un tiempo, justificar un tiempo más su desolada vida interior, ya cuando los vicios que aparentemente los individualizaban son virtud de niña casera. 178

oscxa

JARAMILLO Sin título Mención de honor

PABLO SOLANO Jurado de admisión y calificación,

XXII Salón


Pero tiene uno la esperanza de que eso no llegue a más, de que los aburran la dialéctica y los informes estadísticos del Dane, ya que es deprimente pensar que en donde estuvo el chiste hábil, el encanto de las muchachas de los Andes, el candor de las señoras ricas -ese telón de fondo de nuestro arte durante todos estos añoshiciesen aparición las pesadas discusiones sobre las contradicciones de Althuser, los dos primeros capítulos de la Economía Marxista de Mandel, etc. En último caso será bueno que tomen en cuenta la clase de tipo aburrido que es hoy Jorge Child para que puedan detenerse a tiempo: un peso muerto como ese, algo tan desoladoramente anti-vital, sería mucho el daño que haría en nuestro medio, mucha la risa de niño que pasaría al paredón, mucha la alegría que erradicaría en el primer plan quinquenal de cultura. Quiero decir esto: que hay en el ambiente un aturdido aire de frustración, de equívoco doloroso, y no pues, como sería de desear, de crisis. Ya que las crisis implican al final de cuentas una verdadera toma de conciencia frente a algo, la evidencia interior de saber que algo se ha roto, que los valores que nos sostenían han dejado de pronto de tener vigencia y lo que queda es un camino innombrado por delante. En este sentido la crisis anuncia siempre el cambio, abre la posibilidad, que, no es lo mismo que este fastidio, que esta amargura de alguien que se creyó personaje de la historia por haber salido alguna vez en el periódico y ahora se da cuenta de que empiezan a dejarlo solo sobre el ruedo, porque esa rueda loca de la moda, del gusto de los filisteos, es como el afecto de las casquivanas, cambia con el más ligero viento.

próximos a la revuelta de esos hombrecitos sin imaginación, de esos hombrecitos que aterrados de la vida harán todo lo posible por eliminarla, porque con la seriedad con que asistían diariamente a "El Cisne", con el maravilloso entusiasmo con que vivieron aquella inolvidable "dolce vita", con la implacable vocación con que ahora ejercen su dogmatismo político, serán capaces, más adelante, de justificar cualquier cosa, de reventar en el peor irracionalismo. ¿O no se ha dado cuenta alguien de que en esos círculos el peor delito es la risa? Yo sé que ésto debe ser herejía en estos momentos porque como Bias de Otero uno tendría que asustarse de la decadencia de los intelectuales menores de dieciocho años,que todavía falta gente para la charanga, pero sin embargo y por encima de estas consideraciones tristes una cosa es obvia y es que no es en el decrépito ámbito de ese arte en donde pueden surgir las soluciones.

Cómo ponerse entonces a fabricar mamotretos supuestamente críticos? ¿A decir que si este o aquel artista avanzan o retroceden en su lenguaje propuesto cuando evidente y aterradoramente se comprueba que ya el problema no está en el arte sino en la vida misma? ¿Cuando ya este aire de ruina lo cubre todo por parejo? Nunca fue tan explícita como en este caso aquella frase de la sabiduría campesina: "No se preocupe que al fin la vida es la que gana". Y lo conmovedor es pensarlo enfrente de gente que parece desconocer los aspectos entrañables de la vida, cierto deslumbramiento de verdadero adolescente, en fin, esas cosas mínimas sin las cuales cualquier acción carece de sentido. Estas gentes que desde esa supuesta posición política hablan del pueblo con las palabras más frías y estadísticas, como si el pueblo en lugar de ser una proposición cultural siguiera siendo la ocasión de adormecer la mala conciencia de muchacho que no quiere preguntarse nada. ¿Y qué va a pasar entonces con esta gente? ¿Quién les va a meter entre ceja ycejaque las verdaderas expectativas del arte no las crean ni los salones, ni las-bienales, ni los jurados, sino la exigencia que una obra plantea cuando seJa vive como parte de un proceso personal? ¿Y que este proceso no consiste en incorporar elementos novedosos sino en plantear a través de unos elementos de expresión un mundo propio, una visión de algo? ¿Pero cómo hablarde un mundo propio si lo que no existe es eso? ¿Cómo decir algo sobre la vida si lo que está ausente de ahí es precisamente la vida? Norman Mailer le aconsejaba alguna vez a un escritor el agarrarse uno o dos buenos vicios para así entender el sentido de la vida. Los mismos griegos, inventores de esa dañina Razón, recurrían con frecuencia, sin embargo, a la catarsis, la borrachera, la charanga, para no perder contacto con la realidad, para no quedarse en las regiones ideales de esa cultura que inventaron. Pero en esta pobre parcela olvidada de la cultura occidental, nosotros sólo tomamos en serio de esos tipos, el lado solemne y académico y por eso cuando recurrimos a la vida lo hacemos como vividores vergonzantes, como borrachos de apartamento, copisoleros. Es decir, como gente incapaz de asumir esas proposiciones aparentemente insustanciales de la realidad: ya que después de ver ese museo de artistas nacionales creo que lo fundamental sería un soplo de vida, un rato largo de cotidianidad, mucha charanga, mucho bolero, alguna lágrima de novio, porque si no, se nos sigue manteniendo en el corset de esa cultura. Me parece que estamos

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XXIII Salón de Artistas Nacionales

El XXIII Salón no tuvo premios. Yesa fue la manzana de la discordia. A pesar de que en diversas ocasiones se planteó por artistas y críticos la posibilidad de un salón no competitivo, cuando finalmente éste se realizó, provocó el rechazo se los artistas, que se abstuvieron de enviar obra. Se organizó entonces un salón paralelo en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, con finanCiación de 25 importantes empresas privadas y oficiales, otro sistema de patrocinio que también venía siendo discutido a raíz de la vinculación de Propal a los últimos setones. El llamado Primer Salón de Artes Plásticas tuvo un éxito indiscutible. Organizado por Ana de Jacobini, directora de la Facultad de Arte de dicha Universidad, Yolanda Forero, secretaria administrativa, Eduardo Serrano, profesor y director de la Galería Belarca, y Rita Restrepo de Agudelo, directora de la Galería San Diego, el salón disidente pudo reunir 133 obras de la plana mayor de los artistas nacionales, incluyendo los maestros y las generaciones jóvenes. Enrique Grau, Fernando Martínez Sanabriay el artista brasilero Yezid Thame otorgaron los premios a Bemardo Salcedo, Juan Cárdenas, Ana Mercedes Hoyos, Juan Camilo Uribe, Edgar Alvatez, Carlos Padilla, Daría Morales, Feliza Bursztyn, Ned Ttuss, Mónica Meira, Manolo Vellojín,Augusto Rendón y Saturnino Ramírez. Cuando el XXIII Salón se inauguró tres días después en el Museo Nacional, la ceremonia fue saboteada por estudiantes de Bellas Artes y por un cuarteto musical que entonó parodias de canciones colombianas con letras de protesta, preparadas por Bernardo Salcedo, Alvaro Herrán y Daría Jaramillo. La Junta Asesora de Artes Plásticas de Colcultura optó por un salón claramente didáctico, con un catálogo que por primera vez incluyó ilustraciones de obras y fichas técnicas de todos los artistas. La convocatoria se realizó zonalmente en Bogotá, Cali, Barranquilla y Medellín, y las obras se agruparon en apartados temáticos y con textos explicativos: arte político, dibujo figurativo, arte geométrico, grabado y pintores primitivistas. El salón itineró a doce capitales departamentales. Sintomáticamente, quedaron pocos textos críticos y en cambio muchos de orden polémico.

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JUAN ANTONIO RODA Serie de la risa Grabado 1.00 x 0.70 m

Fecha: noviembre 3 al 30, 1972. Sede: Museo Nacional, Bogotá Exposición itinerante: Bogotá, Cali, Popayán, Pasto, Manizales, Medellín, Cartagena, Barranquilla, Cúcuta, Bucaramanga, Tunja, Ibagué y Neiva. Organizador: Insituto Colombiano de Cultura. Participantes: 44. Obras: 63. Junta asesora de la Sección de Artes Plásticas: Germán Rubiano, Pedro Alcántara Herrán, Carmen Rada de Dupuy, Manuel Hernández, Germán Téllez, Silvia Mallarino de Rueda, María Elvira Iriarte y Juan Antonio Roda (renunció). Sin premios.


Comunicado sobre el Salón de Artistas Nacionales Silvia Mal/arino de Rueda Sección de Artes Plásticas, agosto 14 de 1972.

La dirección de la Sección de Artes Plásticas y la Junta Asesora de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura asumen la responsabilidad total respecto a la organización del Salón de Artistas Nacionales, incluyendo los cambios de orientación que serán detallados más adelante. Se considera que el objetivo primordial del Salón de Artistas Nacionales es el presentar una muestra del trabajo de los artistas colombianos y extranjeros residentes en Colombia con el fin de impulsar asf el desarrollo de las artes plásticas en el país. Pero por otra parte se estima que conviene hacer énfasis sobre el carácter de divulgación didáctica que también debe tener. Igualmente se estima que la forma actual del salón es obsoleta e insuficiente con respecto a las necesidades culturales del país, y por ello se han adoptado las siguientes decisiones de organización. 12 El objetivo del XXIII Salón Nacional de Artistas será su presentación a escala verdaderamente nacional. Para ello, la muestra será llevada a varias de las más importantes ciudades del país, para descentralizar así su función como evento cultural, creando en distintos lugares, posibilidades de crítica y divulgación de los problemas del arte. 2Q Se hará una convocatoria general a 4 selecciones zonales, situadas en Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla, las cuales permitirán una más equitativa y accesible participación de artistas de todas las regiones del país. Por otra parte la convocatoria zonal libera a los participantes del riesgo y la carga económica que significa el envío de obras a una sola ciudad. 39 La selección de obras para ser presentadas en el salón será hecha únicamente por la Junta Asesora de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura en las cuatro ciudades mencionadas." 4Q Quedan eliminados los premios, menciones o reconocimientos en el Salón de Artistas Nacionales, con el fin de restarle a éste el carácter de concurso de individualidades o competencia crítica, y otorgarle el de una muestra rigurosamente seleccionada del trabajo creativo de nuestros artistas.

52 El salón deberá tener una misión didáctica muy clara. Así, a su alrededor, yen las ciudades donde será exhibido se organizarán conferencias, cursillos de divulgación y mesas redondas, como complemento del mismo.

El XXIII Salón Nacional

Razones de una decisión Juan Antonio Roda El Tiempo, agosto 23 de 1972.

La Junta Asesora del XXII Salón Nacional de Artes Plásticas nos dejó en herencia la idea de hacer que el salón recorriera las principales ciudades del país. Cuando se reunió la presente junta tuvo que enfrentarse ante varios problemas: el salón no se podía volver a exponer en el Museo Nacional porque sus salas no tienen las condiciones para una buena exhibición de obras de arte. Acondicionarlas, rebasaba las posibilidades presupuestales. Se pensó en la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Luis Angel Arango, usada en otras ocasiones y mucho más adecuada, pero la negativa rotunda del director de la misma nos dejó sin más alternativa que la de volver a pensar en una remodelación de la Sala del Museo Nacional. También tuvimos conocimiento de que debíamos descartar toda posibilidad de becas por parte de embajadas o empresas privadas, ya que el ICETEX prohibe toda adjudicación de becas que no sea hecha a través suyo y, lógicamente, con su intervención. Estas dos actitudes tan sorprendentes e insultantes para el Salón Nacional hubieran debido bastar" a la Junta Asesora para formular una protesta y posponer el salón.

La elección de jurados se estaba volviendo problemática por lo que yo llamo la repartición de cuotas de poder a los diferentes grupos de presjón. Uno de ellos, enterado de los nombres que la junta barajaba, los hacía públicos a través de la prensa, en una forma más o menos anónima, mezclados con otros nombres, con el fin evidente de alertarnos. Este grupo, en el cual están algunos de los artistas más interesantes del país, se ha convertido en lo que la gente cree que es la opinión del arte colombiano. Suprimir los premios es un problema delicado. Los premios que otorga el Gobierno a través del Instituto de Cultura Colombiana son el único elemento de prestigio que un artista joven puede esperar de dicho gobierno. Tocaba decidir: o premios y jurados o buena instalación del salón, catálogo con reproducciones de las obras expuestas y exposición de las mismas en varias ciudades del país. Triunfó la segunda opción, triunfó la idea de volver el salón verdaderamente nacional, la idea de que las obras de muchos artistas, especialmente jóvenes, las debe conocer la mayor parte del país, pues a él van dirigidas, y porque si el arte no vale la pena mostrarlo, tampoco vale la pena hacerlo. Creemos que es hora de que el país conozca lo que se está haciendo en arte. La cuestión 181


es saber si el salón debe mostrar el arte nacional al país o de si es solamente una competencia realizada en Bogotá, a veces con razón y a veces sin ella. La reacción de unos artistas y de unas personas vinculadas al arte, ha sido contraria a nuestra decisión. Esta reacción, por venir hasta ahora, únicamente del grupo a que antes me he referido, era de esperar. Creo que sería muy bueno que los artistas participaran en una decisión tan importante.

El Primer Salón Oficial Eduardo Serrano El Tiempo, septiembre 4 de 1972.

Silvia Mallarino, observando de Edgar Negret

la escultura

El puente,

!

Durante muchos años los artistas plásticos colombianos protestaron empecinadamente por los alardes consagratorios de un gran premio en el Salón Nacional. Repentinamente se insistió en la nivelación de los reconocimientos otorgados en el certamen, de manera que se eliminara la tergiversación de valores implícita en las diferencias de los premios escalonados; más aún, cuando estos premios recaían sobre obras ejecutadas en diferentes técnicas y se repartían confusamente entre los logros de los artistas consagrados y el experimento. Durante mucho tiempo, también, los artistas del país explicaron su oposición al carácter competitivo de un certamen en el cual las obras participantes se crearon para ser apreciadas en su propio contexto, con relación exclusiva a su propio desarrollo, contenido, innovaciones, aportes, investigaciones, claridad, realización y demás aspectos referentes al arte. Se pidió, coherentemente, que los jurados definieran con precisión los argumentos que respaldaban sus decisiones, para que fuera comprensible no sólo la métrica empleada en la escogencia, sino principalmente la relatividad de cualquier métrica, y por consiguiente, la de cualquier triunfo y de cualquier juicio emitido con relación al arte contemporáneo. Estas explicaciones, didácticas como las que más, fuera de establecer las diferencias entre un certamen artístico y -por ejemplo-, una competencia deportiva, harían luz sobre la imposibilidad de comparar con pretensiones de infalibilidad lo que no pudo ser creado con tales objetivos. Pero la Junta Asesora del Instituto Colombiano de Cultura, entre cuyos miembros se cuentan no solo orgullosos poseedores de premios nacionales, sino también personas que han aceptado repetidamente ser jurados en certámenes plásticos, decidió que tales premios y tales actuaciones eran equivocados en esta ocasión exclusivamente. Suprimió estímulos y galardones. Y convocó a los artistas a una exposición oficial, a la cual deben concurrir no ya por los incentivos de un reconocimiento, sino sencillamente porque esta institución asílo requiere. Es decir, de una crítica al carácter consagratorio de un gran premio, se dedujo que había que acabar con los premios; de una crítica al sistema de reconocimiento se dedujo que habría que negar toda ayuda económica a los artistas; y de una crítica al carácter competitivo del salón, se dedujo que había que oficializarlo, con todas las implicaciones que este cambio significa. El nuevo Salón Oficial, como es sabido, cierra una de las pocas puertas abiertas al arte joven del país, manteniendo estático su 182

Antonio Montaña Crítico de arte

CHAPETE Salón sin premios "Y sin comentarios." El Tiempo, (Octubre 29, 1972).

Eduardo Serrano Crítico de arte Jurado de calificación,

Salón XXVI


"curriculum" frente a la interminable hilera de honores recibidos por el arte establecido (véase catálogo de la Bienal de Venecia). y al suprimir las posibilidades de un estímulo, se presta también para malentendidos con relación a las obras no directamente políticas de los artistas que participen, comprometiéndolas con los designios culturales del Gobierno, y con la labor y propaganda de la institución que lo realiza. El "estilo oficial" del próximo salón ya fue puesto en evidencia al proclamar sus organizadores que, como en los casos de obreros, campesinos, estudiantes, etc. la protesta de los artistas sólo existe en la mente de un "grupito". Que la inmensa mayoría está satisfecha con su situación color de rosa. Que en el país no sucede nada. Que el descontento es resultado de la chismografía (que preocupa tanto a las vírgenes y a quienes no tienen la conciencia limpia). y que quienes no escojan la resignación están dedicados a defender innobles y oscuros intereses, tales como la propia subsistencia. Las medidas de Colcultura sepultaron al falible pero benéfico Salón Nacional, que 22 veces reunió la mayoría del arte del país. El nuevo Salón Oficial nada tiene qué ver con aquel en cuanto a ayudar, estimular y reconocer el trabajo de los artistas, ni -mucho más grave todavíaen cuanto a su feliz y propicia independencia.

Salón Independiente 136 artistas al paredón Fausto Panesso El Tiempo, octubre 31 de 1972.

Se ha dicho que no puede resultar. Se ha dicho también quEfesto antes que un Salón Independiente es un "profundo irrespeto al arte". Se ha sabido que algunos que ya han vuelto la espalda armados con la más escéptica de sus miradas y una selección de sus más mordaces frases. Y también se ha sabido de1:es otros, los que presurosamente aún antes de que se inaugure el salón han fabricado en sus máquinas de escribir furiosas notas llenas de una inusitada virulencia que ya han aparecido en los diarios y que se adivinan como un anticipo de lo que vendrá una vez que la muestra se abra. !Paredón a los disidentes! parece ser la consigna. Paredón a los 136 artistas que han decidido participar en el Primer Salón Independiente de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y no en el23 del Instituto Colombiano de Cultura.

comienza. Sobre el medio día entran 2 hombres cargando un pesado objeto. Pasan por entre los alumnos, abriendo una brecha por entre la gigante y apretujada reunión y depositan en el centro, en medio de todos, el pesado y curioso objeto que además es de color rojo. Los mil ojos que antes miraban a un estudiante que sobre una improvisada tarima gritaba, se voltearon acechantes, atraparon a ese objeto rojo que de pronto, se había instalado entre ellos, lo esculcaron por entre cada uno de sus espacios, se deslizaron por cada una de sus superficies, y, de pronto, toda la magia que puede tener la forma y el color, reemplazaron a esa otra realidad, la realidad diaria de cada día en la universidad. Por un segundo, no existió nada más que la escultura de Edgar Negret recorrida por más de 1.000 ojos. Y ahí, justo ahí, comenzó la historia del salón. De ahí en adelante los estudiantes irán descubriendo "su salón". Descubriendo paulatinamente que la rebeldía y el arte se parecen. A lo largo de los días siguientes se irán viendo cosas: cosas como que ese cuadro de ráfagas azules e intensos blancos es un Obregón. Que el extraño y blanco muñeco mutilado mitad niño mitad monstruo es una escultura de Salcedo, y que la gigantesca, cuidadosa y simétrica telaraña es un Manzur. Poco a poco, la luz, el color, la audacia, la forma, la rebeldía se van fundiendo para constituir un todo único: el salón. Estudiantes y obras se van acopIando, hasta conformar ese universo de obras y nombres: Rayo, Felisa Bursztyn, Herrán, Caballero, Carlos Rojas, Alicia Tafur... Esculturas, bodegones, collages, acrílicos, grabados, obras de 136 artistas, unos consagrados (tan consagrados que ya sus nombres figuran en catálogos intemacionales, y otros jóvenes, tan jóvenes que aun el óleo les hace malas jugadas). Todos ellos representan una realidad plástica nueva, sin precedentes, sin omnipotentes jurados de admisión, sin rechazados, sin primero, segundo y tercer premio. Sin nada distinto a la posibilidad de mostrar su obra; de confrontarla, e inclusive de abandonarla a su propio destino, para que ella se salve si puede, o si debe. El arte definitivamente gusta de la repeticiones. Es 1885 cuando se abre el primer Salón Independiente en el mismo seno de la Exposición Universal de París. En ese momento los impresionistas prendían el polvorín que no ha dejado de estallar y cada vez con más resonancia, siempre que un evento independiente de los oficialmente programados, nace. Esa ha sido la historia del arte. Y ahora, 87 años más tarde de ese momento estético-revolucionario, Colombia prende su propio petardo. Hay la explosión, perp una explosión saludable. Que ha sonado tan duro como para despertar al espectador, al artista y al crítico, de una larga, cómoda y peligrosa modorra. Los ha sorprendido a todos como una ráfaga de metralleta en la noche. El arte de nuevo despierta. Se oye su grito. Rebeldía y creación se conjugan de nuevo. Para que vuelva a vibrar una cuerda que en vez de sonar se oxidaba. Y al sonar, en este salón, ha dado el tono justo de lo que realmente se está haciendo artísticamente en el país. Hoy Rita de Agudelo Villa, Ana de Jacobini, Yolanda y Eduardo Serrano, entregarán este salón a los 6.000 estudiantes de la Tadeo. La puertas se abrirán oficialmente para que toda la función, una insospechada función comience. Las obras de 136 artistas dejarán de estar solas y se enfrentarán de una vez a USTED, que a la postre es el que debe decidir quién es el que tiene la razón en todo esto.

Todo el relato comienza en una universidad. En las gradas de sus corredores, en las aulas, en su cafetería, en sus gentes, en todos los sitios y casi todos los seres de la Tadeo Lozano. Eran los tiempos de siempre: días llenos de conmoción universitaria. Sobre los amplios ventanales que dan a la calle aparecen carteles escritos a grandes letras y descuidadamente que anuncian el orden del día. "Asamblea permanente" Adolescentes de todas las edades desfilan por los corredores y palabras como "concientización", "sistema" y "paro" se oyen continuamente en sus conversaciones. De esta vez en cuando alguien grita una consigna que es repetida por los demás. El clima, el denso clima universitario está creado. Pero sin embargo, "el hecho" aún no 183


¿Es representativo el Salón Nacional? Germán Rubiano El Tiempo, noviembre 4 de 1972.

Más se setenta obras, seleccionadas entre más de quinientas, constituyen el XXIII Salón de Artistas Nacionales que recorrerá el país a lo largo de 1973 y que se inauguró en Bogotá. Al concluir el itinerario se podrá realizar un balance de este salón y sobre todo medir su incidencia en un vasto público que sólo de eídas sabía de esos certámenes y, más que todo, de las escaramuzas periodísticas desatadas a la ligera por los inconformes de la premiación.

buena muestra de pintura "primitiva", la pintura más comercial de nuestras galerías; sí, porque participa un grupo muy coherente de artistas que está haciendo arte político, una de las manifestaciones más indiscutibles del arte colombiano y porque toman parte dos jóvenes (Caro y Posada) que tratan de hacer otro arte o un nuevo arte; y finalmente, sí, porque hay obras para todos los gustos, desde las excelentes composiciones cromáticas de Fanny Sanín hasta los elegantes dibujos de Juan Cárdenas, pasando por los acrílicos desorbitados de Edgar Silva o los grabados expresionistas de María de la Paz Jaramillo.

El artista y la participación Clemencia Lucena El Tiempo, noviembre 12 de 1972.

Por ahora cualquier resumen de lo que es el Salón XXIII resulta aventurado o prematuro. ¿Las obras escogidas pueden considerarse representativas de lo que es el arte colombiano actual? La respuesta no puede darse sin hacer algunas interrogaciones previas: ¿Estamos en condiciones de hablar de las obras representativas del arte colombiano moderno? Si suponemos que, por perspectiva histórica, conocimiento exhaustivo de la cultura del país y confrontación de este conocimiento con otras realidades culturales, podemos reconocer un arte colombiano representativo, ¿cuáles son las características del arte de este país y por qué lo son? Ahora bien, si no tenemos dudas sobre las características del arte colombiano representativo, ¿hemos reflexionado sobre quién o quiénes han establecido esa condición inapelable? ¿Ha sido el escaso millar de personas desprevenidas que en Bogotá están al tanto de los hechos relacionados con las artes plásticas? ¿O ese público más amplio del país que lee libros y mantiene una constante información cultural incluso de certámenes lejanos? ¿Han sido los escasos profesores de historia del arte o los aún más escasos críticos de esta materia? ¿Ha sido Colcultura, o los museos de arte moderno o las galerías comerciales? Finalmente, si todo es paladino e indubitable, ¿sabemos con claridad si los salones han sido o no los balances más completos de la historia del arte colombiano de los últimos treinta y dos años? Tratemos ahora de absolver la primera pregunta: ¿Pueden considerarse representativos de lo que es el arte colombiano actual las pinturas, las esculturas, los dibujos y los grabados seleccionados en el XXIII Salón Nacional? La respuesta es sí, aunque para varios de los interrogantes siguientes no tengamos una contestación precisa o tengamos dudas y prejuicios. La respuesta es sí, aunque sabemos perfectamente que el salón, como todos los salones y en especial los de los últimos años, es sólo un balance parcial del arte colombiano. Sí, porque los cuarenta y cinco artistas participantes pertenecen a las varias generaciones activas, desde el maestro Luis Alberto Acuña hasta algunos estudiantes de artes de varias ciudades del país; sí, porque las obras expuestas corresponden a las tendencias que actualmente se practican, yen ellas se destaca la temática más común de los últimos años: la figuración, y las técnicas más importantes para los artistas jóvenes: el dibujo y el grabado; sí, porque puede verse una escultura reciente de Edgar Negret, el artista nacional más reputado por la crítica sería del mundo entero y porque se encuentran trabajos de algunos de los nombres más consagrados en Colombia, como Carlos Rojas, Oiga de Amaral, Santiago Cárdenas; sí, porque abundan los egresados o los estudiantes de las mejores escuelas de artes del país (Nacional, Andes, Cali) y porque hay una 184

El propósito de este artículo es hacer un análisis del papel que cumple el arte nacional en esta época y, más concretamente, en los eventos que se efectúan actualmente en Bogotá. Para ello es indispensable juzgar la producción artística en el contexto social que la genera y condiciona, y no pretender situarla como un fenómeno aislado de la sociedad, con sus propias leyes de desarrollo, tesis que constituye una falacia. Vivimos una época de agudas crisis producidas en lo fundamental por la lamentable situación de dependencia neocolonial, mantenida por una casta sin escrúpulos. La carencia de tierra y el empobrecimiento acelerado de la población campesina, la creciente explotación de los trabajadores y el recorte sistemático y progresivo de sus derechos democráticos, el inevitable desbarajuste económico de la gran masa de pequeña burguesía urbana, el sistema de educación discriminatorio y autoritario, sin participación del estudiantado, la campaña de cerco y aniquilamiento contra la industria nacional, tanto en el campo como en la ciudad, cargada de impuestos y trabas para favorecer el capital foráneo, todo ello forma el cuadro desolador pero explosivo que presenta nuestro país, y del cual nadie puede excluirse. Si a esto añadimos la deliberada falta de información, el recorte de la libertad de expresión,la prohibición de discrepar y la larga lista de restricciones que pesan sobre los colombianos en el presente, es decir, Si completamos el cuadro, encontraremos la justificación de las luchas que amplios sectores del pueblo están librando con tanta valentía y decisión. No son la libertad sindical, ni la reforma agraria, ni el cogobierno en la universidad, ideas peregrinas de extremistas. Son necesidades imperiosas, reivindicaciones justas, parte de la revolución democrático burguesa que el partido liberal, si juzgamos por su doctrina, debió realizar hace tiempo, y no lo hizo para mejor oprimir al pueblo y beneficiar a la oligarquía criolla y sus socios extranjeros. y es por esta conducta siniestra de las clases dominantes que corresponde hoya las clases revolucionarias impulsar estas luchas y realizar estas reformas. La producción artística nacional tiene que cumplir un papel consecuente con esta situación. Las luchas del pueblo hacen posible un arte revolucionario, y este a su vez contribuye de manera importante al triunfo de la causa popular. Pero no 110 basta que sea revolucionario si no está presente en todos los sitios. Más aun, no será cabalmente revolucionario quien ceda mansamente las posiciones a la reacción, quien permita que los eventos que organi-


za el Estado o la empresa privada permanezcan saturados de obras alienantes y falsificadoras que envenenan la mente del público, sin brindarle la posibilidad de compararlas con obras consecuentes que contrarresten su acción nociva. Basados en estas consideraciones, los artistas progresistas y revolucionarios estarán siempre allí donde sea posible, representando con modestia y dignidad los intereses del pueblo, como lo hacen hoy en los dos salones que se han organizado en Bogotá.

ENRIQUE

HERNANDEZ No hay quórum Obra participante

MARIA DE LA PAZ JARAMILLO Dependiente 1972 Grabado Obra partiefpante

María Elvira Iriarte Organizadora de la exposición 24 Salones Nacionales, 1940-1973 Miembro de la Junta Asesora del Salón XXIII Jurado de admisión, Salón XXIV

Estos salones han sido considerados como antagónicos, pero sus contradicciones no llegan a tanto, ni mucho menos. Sin embargo, hay diferencias entre ellos. El primero es el salón del Estado, el XXIII Salón de Artistas Nacionales, organizado por el Instituto Colombiano de Cultura. Desde hace un tiempo llovieron a Colcultura los clamores de críticos y artistas romanticones que pedían la supresión de los premios, porque a su entender creaban una insana competencia entre los artistas, y porque temían que el dinero corrompiera a los ganadores. Estos rasgos de benevolencia con el régimen lograron que el Estado, ni corto ni perezoso, accediera a quitarse esa carga de encima. Ahora Colcultura pone en marcha un plan de llevar la exposición a varias capitales del país, lo que es muy buena idea, pero no puede aceptarse como compensación a la abolición de premios. El estado debe asumir la responsabilidad de realizar un salón democrático, que sea ampliamente difundido y que dé premios a los artistas. El segundo salón denominado Primer Salón de Artes Plásticas Jorge Tadeo Lozano, fue organizado en la universidad del mismo nombre por un pequeño grupo de personas que representa los intereses de los artistas más reaccionarios, aquellos que acudían al salón de Colcultura movidos estrictamente por el afán de premios. En esta ocasión no sólo no participan en él, sino que organizan su propio evento de bolsillo, con premios que distribuyen sin mucha discusión entre amigos. Intentan sabotear el salón de Colcultura posando de "independientes", pero no han podido dar razones convincentes para no participar en el salón oficial, cuya política de no dar premios es errada, pero que brinda al artista la posibilidad de que sus obras lleguen a un público más numeroso. Finalmente, este grupo ha pretendido utilizar a una universidad combativa, donde el fantasma de "Su Majestad Jorge 1,Vicegerente del Rey (por no decir Virrey), no ronda las aulas sino sólo las mentes de los organizadores del evento. Estos soñaron con abrir la exposición como si estuvieran en la Patria Boba, "bajo el gobierno benévolo de Jorge Tadeo Lozano, cuando la aristocrática mansión de los Marqueses de San Jorge abría sus blasonadas puertas para 09sequiar a la alta sociedad santafereña". Los gestores del Salón de la Tadeo quisieron repetir, pasados 160 años, tan encantadores auto agasajos en la inauguración. Pero modernos "chisperos", en este caso los estudiantes de la propia universidad, acallaron "el crujir de las ricas y costosas vestimentas de las damás" con mitines que agriaron la dulzura de "distinguidos" rostros femeninos e interrumpieron las meditaciones metafísicas de los caballeros más "notables". Las intervenciones de los, estudiantes tadeístas desentrañaron el carácter elitista del evento profundizando en su verdadero sentido. Manifestaron que el estudiantado está satisfecho de que en su sede se realicen exposiciones, mientras no constituyan apologías de las ideas esclavizadoras y antinacionales que intentan imponérsele al pueblo, e hicieron un llamado fraternal a los artistas colombianos para que tomen conciencia de los problemas y necesidades del país y lo reflejen en sus obras. Durante el acto los estudiantes entregaron a los asistentes un comunicado que en su primera parte manifiesta un enérgico rechazo a los organizadores del salón, y cuyo último párrafo transcribo: "Repudiamos categóricamente a aquellos artistas cuyas obras sirven a la fronda oligárquica y aplaudimos la presencia combativa de un grupo de pintores que con su obra Iychan de una manera realista para que el arte nacional cumpla el papel revolucionarle que exige y necesita el pueblo colombiano". "Para estos compañeros de lucha las puertas de nuestra universidad siguen y seguirán abiertas". 185


Cartas de arte El espíritu analfabeto Antonio Montaña El Tiempo, noviembre 20 de 1972.

Hace un año don Camilo Solvente inició su vida pública con una entrevista en este periódico. Qué ha pasado en ese año? Muchas cosas. Ante todo, creo que don Camilo Solvente fue un experimento fructífero. Contó con la colaboración inicial, primero de Eugenio Barney, luego con la de Dicken Castro. Hubo un momento en que la sociedad se disolvió. Etrnedio resultó, como lo esperábamos, demasiado estrecho. En un lugar en donde la crítica no se concibe sino como una forma de ataque o como una actividad dirigida a defender y promover un gr;upo, la presencia de una firma independiénte molestaba. Había que encontrar el autor no para responsabilizarlo sobre sus juicios sino para atacarlo de alguna manera. Como fue difícil destruir con argumentos, los unos se acudió a otras fórmulas. Por ejemplo, un crítico, si se puede llamar así, que colabora con alguna frecuencia en el Suplemento Dominical de este diario y que jamás había atacado a nadie, por extraña razón publicó su artículo en el mismo sitio y en el mismo día en que debería haber aparecido la columna de Camilo Solvente, atacando a Teresa Cuéllar "de Montaña". Jamás ha vuelto a atacar a Montaña y porque no se podía hacerlo en una forma varonil y directa, había que hacerlo usando una carambola: intentando destruir la obra de su mujer. Pero en la critica pasaron otras cosas: cuando apareció Solvente también apareció Eduardo Serrano, dueño de una galería, para ejercer el oficio, pero la crítica emanada de un comerciante de arte resulta, por obvias razones invalidada. Siempre queda la sospecha de que hay una razón distinta de la estética para defender determinada obra. El que don Camilo Solvente haya permanecido desde hace un año con frecuencia semanal y que su tarea haya, sin que él mismo lo deseara, descubierto el cobre los pseudocríticos, es una prueba de su necesidad. -¿Por qué firmó con seudónimo? -Don Camilo Solvente no quería ser un seudónimo, sino una firma. Cuando se escribía a cuatro manos o cuando Antonio Montaña asumió la responsabilidad de la columna, lo que se esgrimieron fueron tesis, jamás insultos o ataques personales. Además, públicamente me responsabilicé del nombre de Camilo Solvente. -Un grupo de personas vinculadas al arte ha solicitado ahora que no se publiquen artículos con seudónimos. Pero uno de los que firman, Bernardo Salcedo, ha escrito cien yesos sí atacando e intentando destruir a sus víctimas con gracejos o chismes. Evidentemente el seudónimo se presta para acciones poco nobles. Alguien, por ejemplo, firmó un panfleto con el nombre de Camilo indisoluto para atacar un salón y escudarse en el posible malentendido del nombre. Adhiero a los firmantes y de ahora en adelante "Cartas de Arte" serán firmadas -como lo han sido siemprepor Antonio Montaña. -Don Camilo Solvente atacó el salón el año pasado en su debut, diciendo que se trataba de un arte analfabeto. Se le podría aplicar el mismo calificativo a los dos salones actuales. 186

-En buena parte sí. Pero habría que hacer la salvedad de que algunas firmas serias este año enviaron a los dos salones. El espíritu, sin embargo, sigue siendo el del analfabetismo. Comprendo ese término como el intento de hacer algo que se desconoce. Así como yo soy un analfabeto en japonés, en los salones, pero muy especialmente en el de la Tadeo Lozano. No hay ningún criterio de selección, hay "cosas" que ignoran el más elemental idioma del arte, en donde no hubo arte, objetos sin sentido. Pero el experimento del Salón Nacional me pareció muy interesante. Este año no hay allí muchas obras "para salón" es decir, envíos apresurados, proposiciones cuyo fin es el de causar un pequeño escándalo, hacerse ver, pero que no son el resultado de un verdadero trabajo, ni mucho menos la consecuencia del desarrollo coherente de una obra. El atacado -yo si sé por quiénes y con qué motivos- Salón Nacional, tiene una característica interesante: su discreción. La mayor parte de las obras son dibujos o grabados que no fueron inscritos con el objeto de llamar la atención. Su calidad puede discutirse. Para eso se exponen. Lo que quizá resulta innegable es su honestidad. La payasada con la que fue inaugurado el Salón Nacional organizádo por los antagonistas, sí es, en cambio, un mal síntoma. En primer lugar 'file parece una falta de respeto a la obra de quienes enviaron, con sus razones o sin ellas, su obra al Museo Nacional. Pero me parece más falta de respeto a la otra organización, a la Universidad, que convencida de que esta prestando un servicio a la cultura, se prestó a un vulgar lanzamiento publicitario de un grupo de artistas promovido por las galerías que estaban detrás de la organización del salón disidente.


XXIV Salón Nacional

de Artistas

EVER ASTUDILLO Dibujo N" 10, N" 11 Dibujo, 1.20 x 1.00 m Beca de trabajo

Fecha: noviembre 9 al 30, 1973. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Exposición itinerante: Cali, Popayán, Pasto, Neiva, Ibagué, Pereira, Manizales, Medellín, Cartagena, Barranquilla, Cúcuta, Bucaramanga y Tunja. Organizador: Instituto Colombiano de Cultura. Participantes: 57. Obras: 77. Junta de admisión: Eugenio Barney Cabrera, Alfonso Mateus Ortega, Germán Rubiano Caballero, Sylvia Mallarino de Rueda y María Elvira Iriarte. Jurado calificador: Soffi Arboleda de Vega, Alejandro Obregón, Germán Téllez, Eduardo Ramírez Villamizar y Enrique Grau Araújo. Premios: Becas de trabajo de $40.000: Ever Astudillo, Dibujo NQ10, NQ 11; Juan Antonio Roda, El delirio de las monjas muertas; Carlos Rojas, Espacios.

Un regreso a los premios, bajo el nombre de "bolsas de trabajo", y un jurado calificador de prestigio, integrado por Grau, Obregón, Ramírez Villamizar,SofíaArboleda y Germán Téllez,no salvaron al XXIV Salón de ostentar un bajo perfil. Sin obras de aliento, sin una vanguardia poderosa y sin profusión de grandes nombres, se alcanzó un discreto nivel. La base de participación se amplió admitiendo trabajos de fotografía, con once participantes y dieciseis obras, lo que justificó también la inclusión del arquitecto y fotógrafo Germán Téllez en el jurado. Pero el dibujo y el grabado constituyeron el grueso de la muestra, y de allí salieron dos de los premios, no jerarquizados: Ever Astudillo con dos dibujos y Juan Antonio Roda con tres de los primeros aguafuertes de su serie El delirio de las monjas muertas. Una escultura metálica y pinturas tituladas Espacios, en conjunto, le valieron a Carlos Rojas el otro premio. Coincidencialmente, todas las obras galardonadas eran blanco y negro, la tónica del salón. No se discutieron los premios, no se publicaron análisis añicos, y en la línea del escándalo sólo Bemardo Salcedo reincidió con una amenaza de denuncia ante la Procuraduría General por haberse recibido obras ya vistas en las Bienales de Sao Paulo y Cali: precisamente las de Roda y Astudillo. Germán Rubiano, miembro de la Junta Asesora de Artes Plásticas, intentó una justificación del ausentismo: "Hay ausencias notables que se pueden explicar claramente: algunos artistas conocidos están fuera del país, otros no participan por razones políticas absolutamente válidas y otros consideran que el certamen es básicamente -y no están equivocados- una exposición para gente nueva o para artistas no plenamente consagrados. " Un editorialista de El Bogotano puso el dedo en la llaga: "Nos encontramos con un certamen de típica crisis plástica, en el peor de los sentidos. Un Salón sin interés de ninguna forma. Dos o tres obras que salvan el viaje y el resto, millares de dibujos de medio pliego, como de escuela. Un salón enmarcado, triste, hecho con la falta de imaginación y frescura más alarmantes que se hayan visto en los últimos veinticinco años. ¿ Dónde está el talento colombiano? ¿Dónde los artistas y las obras? ¿Que pasó?"

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El XXIV Salón Nacional Eduardo Serrano El Tiempo, noviembre 20 de 1973.

La disminución de la importancia del Salón de Artistas Nacionales es evidente. Menos calidad, menos obras, menos artistas, menos crítica y menos público rodean este certamen que hasta hace poco tiempo fue termómetro y vitrina del arte del país. Una organización perpetuada sobre conceptos imprácticos y reaccionarios, convirtió finalmente la tradicional confrontación en una muestra colectiva incompleta, sin ningún ímpetu, sin ninguna influencia y sin ningún significado. El actual Salón Nacional parece más bien una caverna. Todo en su conformación apunta hacia el pasado. La participación de los artistas está cornprobablemente prejuiciada en favor de la academia yen contra del experimento. Los "curriculum" tuvieron demasiada voz y muchos votos en su realización. Y como consecuencia, a pesar de las quince o veinte obras de valor que lograron abrirse paso a través del criterio estricto pero equivocado de las admisiones, en la muestra se respira un aire de pasividad y de tristeza, totalmente incongruente ante la agresividad y el interés manifiesto en otras exposiciones del arte colombiano. Este ambiente de resignación se hace visible, por ejemplo, cuando descubrimos en la muestra la afluencia de dibujos hiper-realistas que compiten en falta de imaginación y de originalidad con gran parte de la fotografía. Cuando comprobamos los envíos menores de muchos artistas consagrados. Cuando contamos las ausencias. Cuando medimos el afán decorativo y esteticista de obras, inclusive, que pretenden definir el arte por su efectividad política. Y cuando nos vemos abocados a aclarar que si la vanguardia no es en sí misma garantía de calidad, la antivanguardia, definitivamente, no lo es tampoco. Los reconocimientos, por otra parte, subrayan a su vez el conservadurismo característico del salón. El miedo a equivocarse, la falta de visión, la carencia de argumentos plásticos e intelectuales, orientaron los premios hacia lo conocido y hacia lo consagrado. Pero la calidad indiscutible de las obras de Antonio Roda y Carlos Rojas, no alcanza, por supuesto, a detener las deducciones que sin entusiasmo se desprenden de la repetición. Y la primera de estas deducciones obviamente se refiere a la incapacidad y corta sensibilidad de los maestros jueces, para captar nuevos aspectos y nuevas verdades en el arte que nos es contemporáneo. El premio al joven y excelente trabajo de Astudillo, seguido inmediatamente a su reconocimiento en la Bienal de Cali, no despista a nadie, y más que daltonismo, complementa un diagnóstico de miopía y de cataratas, al tiempo que corrobora el fino oído y la exquisita memoria del jurado. El XXIV Salón Nacional no refleja el arte del país porque sus estructuras no corresponden a nuestra realidad artística. Ninguna conclusión válida sobre nuestra actividad creativa puede extraerse de una muestra tan apegada al pasado, tan menor, y tan incompleta. A ninguna definición sobre intereses plásticos puede llegarse con base en tantas preconcepciones. Y por estas razones el salón sólo deja en claro que hay inapelables fallas en su concepción y en su funcionamiento. Afortunadamente, el arte producido en el país había demostrado con insistencia durante 1973, que trasciende las limitaciones y la monotonía que predica, con ritmo de vals, este certamen.

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XXIV Salón Nacional de Artistas María E/vira /riarte El Tiempo, noviembre 25 de 1973.

En el campo de las artes visuales, trae el mes de noviembre bogotano todo el ajetreo creado por la apertura del Salón Nacional. La XXIV edición está abierta para el público desde el día 9 del corriente, pero no culminará su desarrollo completo sino dentro de un año, después de haber sido expuesta en catorce ciudades del país. El salón anual, ahora lo es, como es también nacional. En esta oportunidad la muestra colectiva propone una selección seria y conciente del trabajo de cincuenta y siete artistas, número mayor al del los participantes en los últimos salones.

y quizá, vale la pena recordar aquí, un hecho que, por obvio, se olvida con demasiada frecuencia. El salón se organiza con los envíos, seleccionados, de los artistas que voluntaria y libremente responden a una convocatoria general divulgada para el público interesado. De los ausentes del XXIV Salón, ciertamente menos de los que se ha dicho, cuatro maestros de primera importancia estuvieron vinculados al formar parte del jurado de calificación. Algunos artistas relevantes no viven actualmente en Colombia, otros no quisieron participar y el envío de otros fue rechazado. Hechos estos que no le restan validez al carácter representativo de esta muestra que es, sin duda, la exposición colectiva más importante que se realiza a nivel nacional. Otra cosa es que nuestra realidad plástica no tenga el brillo y la importancia que cada año, y siempre por la negativa, se le pretende atribuir. El XXIV Salón presenta un panorama sobrio, serio, sin calambures ni altisonancias. La mayoría de los participantes son jóvenes que han logrado ya en su trabajo un grado de coherencia y un dominio técnico suficiente para producir obras aceptables en un salón que no se puede entender ni ha sido jamás lugar de exposición de final de año para talleres y escuelas de bellas artes.

y me parece importante subrayar una vez más que estos jóvenes artistas colombianos participantes en el salón no se han precipitado a copiar, o adaptar, las modas más recientes que en materia de artes visuales surgen en culturas europeas, orientales o norteamericanas. Colombia no tiene actualmente una vanguardia artística de categoría internacional. Pretender descubrirla es una falacia. O una


tremenda confusión. La vanguardia artística no es ciertamente la resultante de ensayos incontrolados, pobres, deficiente mente realizados, y cuyo soporte no va más allá de un snobismo intelectual y, o, formal, empleado con muy altas pretensiones que no consiguen ni siquiera "epatar al burgués". En el país hay, en cambio, conciencia de un buen oficio, especialmente en los terrenos del dibujo y del grabado. Con los recursos discretos de técnicas bien manejadas y un trabajo sobrio, cuidadoso y honesto, dibujantes y grabadores construyen mundos plásticos que son parte importante de nuestra realidad artística. El salón cuenta con ejemplos numerosos, algunos excelentes: los dibujos de Alfredo Guerrero, de Ever Astudillo, de Santiago Cárdenas; los grabados de Roda, las serigrafías de Ned Truss. Innovación importante 'de la estructura del Salón es la presencia de técnicas fotográficas. De un envío numeroso fueron escogidas dieciocho fotografías que constituyen buenos ejemplos de las variantes que ofrece esta modalidad creativa. También la mayoría de los fotógrafos participantes son jóvenes, todavía apegados a grandes maestros, pero con posibilidades amplias de lograr lenguajes más personales. JUAN ANTONIO

RODA

El delirio de las monjas muertas Grabado, 0.70 x 1.00 m Beca de trabajo Colección del artista

Los campos de la escultura y la pintura, en los cuales se destaca con evidencia el envío riguroso de Carlos Rojas, están ocupados una vez más por gente joven. Témperas, acuarelas, óleos, acrílicos, se hacen medios flexibles en los trabajos de distintos artistas que proponen una variada gama temática. La escultura, en su mayoría estructuras geométricas construidas a partir de la repetición o el desarrollo modulares, mantiene la posibilidad concreta, ya planteada anteriormente, de lograr para el país una generación de creadores que ahora tienen menos de treinta años.

XXIV Salón Nacional de Artistas Germán Rubiano Caballero El Tiempo, diciembre 5 de 1973.

Durante este mes hemos tenido en Bogotá la primera presentación del Salón Nacional 1973-1974. Como el pasado, las obras de este salón viajaran durante el próximo año por algunas de las ciudades más importantes del país. Silvia Mallarino y María Elvira Iriarte, trabajando denodadamente en medio de mil obstáculos burocráticos, han organizado, pese a todas las predicciones negativas de hace algunos meses, el XXIV Salón Nacional, la exposición que, como confrontación y balance, constituye el certamen más importante del arte colombiano.

CARLOS

ROJAS

Espacios Escultura, 1.66 x 1.05 m Beca de trabajo Colección del artista

De más de setecientas obras llegadas al salón se seleccionaron noventa, enviadas por cincuenta y siete artistas de Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla. Estos números exactos permiten certificar la trascendencia exposición, así como lo riguroso de la selección.

de la

Los trabajos rechazados pueden dividirse en tres grupos: 1)Los "imposibles", es decir, los de aquellas personas espontáneas que, sin idea de lo que es el arte y, mucho menos, arte rno189


derno, envían sus obras a una competencia que hace una convocatoria pública y abierta, 2) Los "increíbles", trabajos en los que se refleja un cúmulo de frustraciones, ideas y literaturas mal digeridas, así como el peor de los gustos, y 3) Los mediocres, grupo dentro del cual hay que incluir todas aquellas obras de artistas jóvenes y mayores que enviaron un trabajo apresurado, pobre y superficial. Es una lástima que los artistas -y como es obvio me refiero a los profesionales egresados de una escuelano tengan idea de los que es autocrítica y no acepten con inteligencia y elegancia su eliminación del salón. Indudablemente los únicos responsables del rechazo son los mismos artistas. Hay ausencias notables que se pueden explicar claramente: algunos artistas conocidos están ausentes del país, otros no participan por razones polfticas absolutamente válidas y otros consideran que el certamen es básicamente -y no están equivocadosuna exposición para gente nueva o para artistas no plenamente consagrados. '

Juan Antonio Roda Frente a su obra premiada El delirio de las monjas muertas

Con la excepción de cuatro o cinco nombres-el salón cuenta con una abundante participación de gente joven o de edad intermedia entre los treinta y los cuarenta años. Muchos -y la lista se puede hacer confrontando catálogos de otros salones- participan por primera vez. Algunos artistas de menos de treinta años prometen una obra madura de importancia. Menciono aquí a Eduardo Hemández, Mariana Varela, Féli~ Angel, Javier Hesírepo.y Sergio Trujillo. Mención especial debe hacerse de las fotografías. Casi todas las incluidas son de gran calidad y no sólo resultan valiosas por su preocupación artística, sino por su investigación técnica. La historia se hace a base de hechos que se pueden comprobar y la crítica de arte a base de interpretaciones lúcidas, coherentes y bien intencionadas.

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Silvia Mallarino

Organizaoora de los salones XXIII, XXIV


XXV Salón Nacional de Artes Visuales

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JUAN CARDENAS Autorretrato Dibujo, 0.67 x 0.82 m Bolsa de trabajo Colección del artista

Fecha: noviembre 19 de 1974 a enero 15 de 1975. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Exposición itinerante: Cali, Pasto, Popayán, Neiva, Ibagué, Pereira, Manizales, Barranquilla, Cartagena, Santa Marta, Bucaramanga, Tunja y Villavicencio. Organizador: Instituto Colombiano de Cultura. 600. Participantes: Obras: 601. Jurado calificador: Ever Astudillo, Alberto Aguirre, Alvaro Barrios, Feliza Bursztyn, Santiago Cárdenas, Beatriz González, Manuel Hernández, Sergio Trujillo Dávila, Ana Mercedes Hoyos, Rafael Moure, Edgar Negret, Alejandro Obregón, Eduardo Ramírez Villamizar, Carlos Rojas y Juan Antonio Roda. Premios: Bolsas de trabajo: Juan Cárdenas, Autorretrato; John Castles, Modulación vertical; María de la Paz Jaramillo, La señora Macbeth. Gran mención de honor Bodas de Plata del Salón: Alfredo Guerrero, Autorretrato.

Con un "Salón de las puertas abiertas" se celebró la XXV edición del Salón Nacional, primero organizado desde la dirección de Colcultura por Gloria Zea, llamada por el presidente López Michelsen para relevar al poeta Jorge Rojas. Era evidente que para superar la crisis de los dos salones anteriores se debía contar con los artistas, de modo que se declaró insubsistente el jurado que había nombrado la anterior administración y se integró uno nuevo con quince artistas ya premiados y fuera de concurso. Tres de ellos tendrían como misión la calificación de los trabajos de fotografía. Desapareció el jurado de admisión. Gloria Zea declaró: "Con el consejo de todos los artistas, hemos decidido hacer un salón eminentemente popular, donde cualquier artista tenga la posibilidad y el derecho a exponer su obra, sin clasificaciones elitistas, sin previa selección de unas pocas obras ... "(El Tiempo, septiembre 21j. El salan de rechazados quedaba descartado por la base. La convocatoria fue claramente un éxito, y aunque el resultado no pudo escapar al calificativo de ecléctico, fue considerado por consenso como "el más grande evento de artes visuales de Colombia. " En efecto, el salón había cambiado de nombre. Ahora se llamó Salón Nacional de Artes Visuales, no sólo para integrar la fotografía sino, en el futuro, las instalaciones, los textiles, los obJetos de arte y tambifJn los videos. Una muestra retrospectiva con obras premiadas en los 24 salones anteriores, con la curaduría de María Efvira lriarte, directora de Artes Plásticas de Colcultura, se abrió simultáneamente en la Biblioteca Luis Angel Arango. Se confirmó así que el setoti, para bien o para mal, seguía siendo el evento de confrontación más significativo en el panorama del arte nacional. Con una gran audiencia, el programa de televisión El juicio dedicó tres sesiones al Salón, con Eduardo Serrano, ya curador del Museo de Arte Moderno de Bogotá, como defensor, y con Germán Ferrer, director del Museo de Arte Contemporáneo del Minuto de Dios, como fiscal; en crónica del El Espectador se concluyó que "el Salón Nacional de Artistas no podrá ostentar un triunfo ni un fracaso, después del programa en que fue sometido a juicio. " Como los inmediatamente anteriores, el XXV Salón itineró a catorce ciudades, incluyendo por primera vez a Villavicencio y Santa Marta.

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Otra vez el Salón Nacional deArtistas Eduardo Serrano El Tiempo, septiembre 22 de 1974.

Pero un salón nuevo, experimental, diferente, opuesto en conceptos a esa conservadora estructura con la cual, cada año, se montaba una pequeña exposición, y se pretendía que era arte nación al.

Juicio al Salón de Artistas

Muchas son las veces que este certamen artistico ha sufrido modificaciones en cuanto a su funcionamiento. Cada vez, prácticamente, se han nombrado asesores y se hSln implantado reformas que hacen más expedita su organización. Pero no obstante su inapelable debilitamiento, durante años el significado del salón ha permanecido intacto, incluyendo en su definición dramáticas equivocaciones sobre la realidad del país, y contradictorios prejuicios sobre el desarrollo y sobre la calidad del arte.

Galaor Carbonell

Es oportuna, en consecuencia, la reestructuración del certamen anunciada por el Instituto Colombiano de Cultura. Y los cambios propuestos demuestran una búsqueda seria de soluciones para revitalizar la agonizante muestra. El primero de estos cambios consiste en su apertura total, yen la seguridad de exhibición de todas las obras presentadas. Y el segundo se refiere a su concepción y supervisión por parte de los mismos artistas. Lúcidos cambios ambos, que al precisar las funciones y los objetivos del certamen, clarifican finalmente su naturaleza, y ponen de presente los posibles beneficios de su realización. La eliminación del jurado de admisión previene cualquier tipo de elitismo en la conformación del salón, y es una medida coherente con la absoluta libertad que se predica con referencia al arte contemporáneo. Nos saca esa medida de la pretensiosa creencia en la infalibilidad de un jurado. Y nos permitirá esa medida, analizar más completa y objetivamente lo que se entiende por arte entre los colombianos. y la devolución del salón a quienes obviamente pertenece, es decir, a los artistas, para que lo conciban, lo organicen y lo juzguen, crea una fértil coyuntura que (además de guardar relación con este medio en el cual las reputaciones del arte no dependen de la crítica sino de los artistas), preserva el carácter normativo del salón, permite su especialización, y elimina las desproporcionadas aspiraciones a jurado de improvisados observadores sin experiencia ni conocimientos plásticos. Desde la perspectiva que nos ofrecen las anunciadas modificaciones, el XXV Salón de Artes Visuales promete ser, por lo menos, una monumental sorpresa. Sorpresa de la cual se podrán deducir verdades nuevas, y con la cual se habrá puesto a prueba una aproximación distinta al arte del país.

El T-iempo, noviembre 25 de 1974.

El salón está vivo luego de varios años de sufrir por el ausentismo de muchos artistas, vuelve a presentarse como en sus buenos tiempos, allá por el 67 y 68, con gran cantidad de obras, mucho color y bastante ruido. Esta vez la atención la han atraído los organizadores del salón y no los participantes rechazados o no premiados. Al eliminar el juicio de admisión, el salón ha pretendido abrirse a todos lo que se sienten artistas. Esto se ha logrado. Lo prueba, esta nutrida participación. Una vez dentro, sin embargo, las obras participantes han sido organizadas en cuatro locales distintos, uno de fotografía y grabado, y los otros tres, aparentemente, por orden cualitativo, Esto último, la localización cualitativa, contradice el carácter abierto del evento. Un salón sin jurado de admisión debe servir para que el público observe libremente lo que los artistas del país consideran qué es arte, y no para perpetuar las creencias estéticas que los entendidos en arte compartimos. Y la importancia del salón abierto consiste en el muestreo que el mismo constituye en cuanto a tendencias, utilización de distintos medios expresivos, etc. Esperamos que las obras seleccionadas para viajar por Colombia no sean escogidas con un criterio estrictamente cualitativo, pues sería triste que el resto del país no pudiese observar el muestreo arriba mencionado. Con este punto de vista, la premiación también resulta incongruente con los propósitos abiertos del salón. Se ha premiado lo mejor de acuerdo al criterio que yo, en principio, comparto plenamente, pero que no es el único criterio, ni mucho menos. Quizás en estos casos los premios sean un mal necesario. Pero la pregunta continúa abierta, y la discusión al respecto no ha cesado aun. De todos modos, lo importante es que el salón ha vuelto a adquirir energías y se constituye, nuevamente, en un evento que, si bien no ha suscitado polémicas, es el eje de las actividades artísticas de la ciudad, y puede llegar a serlo de las localidades que deberá visitar. Los ausentes Ni polémicas ni protestas hasta ahora. Esto se debe a la satisfacción de los que se han visto incluidos y a la no participación en el evento del escultor Bernardo Salcedo. Esta ausencia es de lamentar, en parte por la calidad de su obra y en parte también; por su combatividad personal, divertida y malcriada. Otra figura notable que no participa es Feliza Bursztyn. Pero el gran ausente es Santiago Cárdenas, quien al formar parte del jurado quedó exclui-

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do del premio en pintura. Su cuadro de un paraguas maravilloso es la mejor pintura del salón. Premios La mención dada a Alfredo Guerrero, señala el esfuerzo de este artista por afinar su obra. Hasta no hace mucho tiempo, Guerrero hacía un arte hierático, que no entraba a discutir particularidades y que se quedaba casi siempre, en la región absoluta de los conceptos generales. El autorretrato que tiene en el salón es una suma de aspectos minuciosos, interminable en su riqueza y en la sorpresa que causa con cada nuevo examen que de él se realiza.

JOHN CASTLES Modulación vertical Escultura en metal, 0.57 x 0.86 x 1.63 m Bolsa de trabajo

Igualmente sorprendente y revelador es el dibujo de Juan Cárdenas, premiado en pintura. Objeto pequeño, exige que el espectador lo lea de cerca y cuidadosamente. Sólo así se descubrirá la total comprensión que del comportamiento de la luz tiene Juan Cárdenas, y el dominio que lo hace el más diestro de los dibujantes colombianos. Fijese el espectador en la mano que, colgando sobre el espaldar de la silla, sostiene el sombrero. Si el resto de la imagen se plantea con firmeza, en la mano del sombrero aparece la duda, no del artista, sino del pensador que hay en el artista y que trata de evaluar ese otro aspecto de la realidad: lo que cambia, se mueve, apunta hacia un destino incierto, en fin, lo que no está fijo todavía. El premio en escultura fue asignado a John Castles, artista de Medellín. Su obra maneja un vocabulario similar al del gran escultor colombiano Edgar Negret, pero a diferencia del maestro, la articulación de la obra de Castles es menos orgánica y más arquitectónica. Es una gran pieza amarilla. Su simetría sirve para conformar su sencillez ilusoria. Después del primer impacto, el espectador comenzará, poco a poco, a preguntarse cómo es que está configurada. Esta pregunta eventualmente se volverá obsesiva.

MARIA DE LA PAZ JARAMILLO La señora Macbeth, 1,2,3 (astalle) Serie de 4 grabados, 0.50 x 0.50 m c/u Bolsa de trabajo Colección Museo La Tertulia

María de la Paz Jaramillo recibió el premio en grabado. La Jaramillo es el más joven ganador de este salón. Tiene ya una trayectoria seria que incluye varias distinciones. Ha ganado con una cara de mujer que se repite cuatro veces, para así mostrar cuatro estados del proceso del grabado en plancha de metal. Las mujeres que hace María de la Paz son las víctimas de una intensa neurosis causada por la descomposición de los valores étnicos. Pintorreadas como prostitutas, se ofrecen al mejor postor. El mundo de los personajes de la Jaramillo, mundo sin inteligencia y sin voluntad, exige la utilización del lenguaje violento y abigarrado de los expresionistas. El silogismo artístico de su obra contempla las premisas referentes,a la naturaleza peculiar .del tema y a la necesidad de presentar el tema coherentemente. Nuevos nombres Asimismo aparecen enrel salón varias obras de distintos artistas jóvenes cuya calidad es excepcional. Ever Astudillo con uno de sus paisajes urbanos cargado de premoniciones apocalípticas. Miguel Angel Rojas con su grabado sutil e insolente. Osear Muñoz, resabiado y escabroso. María Cristina Cortés, Mónica Meira, Cecilia Delgado, Antonio Barrera y Marta Rodríguez, son nombres, entre otros, que presentan obras dignas de ser vistas con cuidado. Una fotografía, quizás no la mejor técnicamente, nos deja el sedimento de su imagen. Luis Eduardo Ramírez es su autor y muestra una familia en el borde del mar, con cochecito de bebé y todo, parte de la familia ya en el agua, bajo un cielo luminoso,los miembros de la familia trae su carga trayectoria internacional de artista conceptual, junto con su prestigio afianzado en distinciones tales como dos premios en las bienales de Medellín. El salón cuenta con el atractivo de la obra de los maestros que integran el jurado y que por lo tanto no compitieron por los premios, y tiene además el interés del carácter experimental que le da el haber eliminado el control a la admisión. Esperamos que sus organizadores sepan evaluar las posibilidades de análisis que tiene un salón de admisión abierta, y que en lo que respecta a la selección de las obras que han de viajar por el país, se decidan a llevar las posibilidades arriba mencionadas a sus conclusiones lógicas. 193


El XXV Salón de Artes Visuales Eduardo Gómez Nueva Frontera, noviembre 30 de 1974.

El XXV Salón de Artistas Visuales, marca indudablemente un hito en la agitada historia de este tipo de certámenes, no tanto por su caJidad intrínseca como por los métodos nuevos que se pusieron en práctica para organizarlos: no hubo jurado de admisión y el jurado de calificación fue excepcionalmente numeroso y bien seleccionado. Como resultado de esta nueva "política" se presentaron 650 obras de todas las técnicas, estilos y escuelas, que configuran el más completo panorama de artes plásticas que hemos contemplado en Colombia, al menos de las nuevas tendencias, ya que, como siempre, una serie de artistas importantes del pasado inmediato estuvieron ausentes. ,

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En esa forma, el XXV salón acaba con ciertos mitos que la rebeldía juvenil ha formado, debido a la existencia del jurado de admisión en los anteriores salones. El más extendido de ellos es el de que numerosos talentos eran arbitrariamente rechazados por los jurados de admisión debido a un hipotético "espíritu de rosca" o prejuicios ideológicos. Sin descartar totalmente esa hipótesis (pero en un sentido esporádico y sin mucha importancia) lo que muestra este salón de puertas abiertas de par en par es que no hay genios ocultos en Colombia, al menos en el campo de las artes plásticas. Evidentemente, los artistas plásticos que figuran son, aproximadamente, los mejores, aunque existan arbitrariedades, provenientes de una mayor o menor habilidad publicitaria de una larga o breve trayectoria, en cuanto a la notoriedad, mayor o menor, de esa figuración.

ALFREDO GUEf;!,RERO Autorretrato Dibujo.1.50 x 1.15 m Gran mención de honor

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Esa convicción concreta es ya un notable avance en la comprensión del panorama artístico del país y una demostración más de que el campo de las artes es extremadamente esquivo y de que en él se manifiesta también (casi en proporción directa con el subdesarrollo económico-social) nuestra carencia de una tradición cuttural propia y nuestra tardía y superficial información de los avances culturales en el mundo. Ya en una perspectiva más específica, el salón pone en evidencia el surgimiento avasallador del dibujo como arte "no menor" y el desplazamiento, por esta técnica, del óleo y aun del acrflico, manifestando una rápida madurez como tendencia dominante. Esta aseveración se refleja ya en los premios, dos de los cuales son dibujos (entre los tres cuadros premiados, puesto que uno de los premios correspondió a una escultura). En efecto,el extraordinario Autorretrato de Juan Cárdenas es como una culminación muy expresiva de la situación actual de las artes plásticas en Colombia; no solamente es un dibujo, sino que expresa la reconquista del figurativismo (en este caso de la más clásica tradición) enriquecido sutilmente por elementos secundarios de la escuela abstracta. Se trata de una obra concebida dentro de las tendencias ya típicas de su estilo; una figura, representada con la fuerza y la intensidad de volúmenes del más clásico retratismo, se destaca en forma muy contrastada, sobre un fondo puro, píano y abstracto, de superficie finamente limitada por líneas rectas que corren estrechamente paralelas con los límites del cuadro. El Autorretrato de Alfredo Guerrero, más naturalista en el detalle y sin el contraste con lo abstracto, es también una recuperación del retrato "perfecto", muy similar a como se admira en muchos de los viejos maestros. En otra tendencia más modernista pero inteligentemente depurada de excesos y truculencias, se encuentra el cuadro de María de la paz Jaramillo, La señora Macbeth, consistente en cuatro secuen194

PEPON Salón de Artistas "Muestra de los artistas aficionados. Ahora que está tan de moda el arte político." El Tiempo. (Diciembre 8.1974)


cias del rostro de una mujer madura y violentamente maquillada, en las cuales domina sucesivamente el tono negro, el rojo-amarillo, el rojo-morado y el rojo-negro. La alusión a la personalidad de Lady Macbeth y su actualización están logrados mediante una especie de demoníaca iluminación interior que emana del conjunto y que remite no solo al personaje shakespereano sino a la circunstancia de una prostituta casi vieja o una empecinada amante demasiado madura para disimular la agonía que trasluce su máscara. De menor interés, aunque muy correcta, encontramos la Modulación vertical de John Castles, con su frío encaje de metal amarillo, en modulaciones angulares que están encuadradas por líneas rectas y dejan vacíos triangulares en el centro. Parece obvio que Castles tuvo la suerte de presentar la mejor escultura, entre la terrible mediocridad reinante en este género en el XXV Salón. No quisiéramos terminar este comentario, sin destacar algunas obras no premiadas como el dibujo Figuras de Oscar Muñoz, muy influido por Dario Mora pero, de todos modos, diferente, en su perspectiva menos rígiday sus insinuantes claroscuros; el dibujo Mónica de Gloria MaríaPeña, el dibujo Mujerde Martha Rodríguez, el dibujo de Osear Rojas y el de Carlos Armando Valero, Muchacha; el óleo de Mauricio Bueno, El tríptico, la pintura de Sara Modiano Roiter, Cuatro profundidades serie A NQ1 Y la pintura Composición Nº 13 de Clara Chaparro.

Otros aspectos del XXV Salón de Artes Visuales Eduardo Gómez Nueva Frontera, diciembre 7 de 1974.

Un común denominador de las tendencias más características de este salón, especialmente en sus aspectos secundarios, es decir en las obras que presentan tendencias "masivas" del arte colombiano, es el bajo nivel conceptual y técnico y el retrase informativo que están tácitos en ellas. Aunque, como decíamos en nuestro comentario pasado, es evidente un extraordinario avance del dibujo y del estilo figurativo (en aquella modalidad) esta aseveración sigue refiriéndose a una élite todavía muy reducida, si tenemos en cuenta las dimensiones del salón (650 obras). Por el contrario,la tendencia que prolifera aun, como ha sucedido persistentemente en las últimas décadas, es la irresponsabilidad artística, manifiesta en el plagio de segunda y hasta tercera mano y en la dramática impreparación de nuestros artistas. Esta impreparación ha adquirido, además, astutas modalidades que disfrazan su incapacidad técnica y su ausencia de inspiración auténtica, con una serie de variantes envejecidas del modernismo de hace treinta años, y aún de otros más recientes como el Popo La abrumadora mayoría de nuestros artistas sigue estando retrasada varias décadas en información sobre su especialidad y adolece de una falta de cultura general, evidente en el simple mal gusto de las obras que cree dignas de exponer. Cuando no es la estridencia demagógica y truculenta de esculturas como la llamada Watergate, consistente en un inodoro con la bandera norteamericana y el retrato de Nixon en el fondo de la taza, o de los muñecos ensangrentados que se agrupan bajo el título de Crímenes y atropello contra la libertad y luchas del pueblo en Chile (cuyo mérito reside solamente en las intenciones del título), es la ausencia de imaginación de un viejo sombrero de señora con flores de papel, o una libreta con fotos y

dibujos simbólicamente pornográficos o una copia torpe del abstraccionismo de hace treinta años en esculturas de chatarra penosamente ensambladas, etc. Esto para mencionar solamente lo que todavía tiene apariencias de arte y se aferra, frágil y oscuramente, a una "forma", pues las trastiendas del salón pertenecen más bien al campo de la sociología, en el sentido de que sólo son síntoma de atraso o decadencia, cuando no de cinismo.

Zarabanda

y la cultura, para qué? Maritza Uribe de Urdinola El Pueblo, mayo 15 de 1975.

El espectáculo del XXV Salón de Artes visuales es poco más o menos conmovedor. Al promover Colcultura la inscripción libre de todos aquellos que se consideran artistas en el ámbito nacional, creo que se equivocó. Porque si esta es una selección sobre las mil y pico de obras que se presentaron, según tengo entendido, qué sería el resto. Para muestra, un botón. Con la única forma de expresión que no se puede hacer demagogia es con la del arte. Creo que los artistas que le formularon esta indicación o se la solicitaron a la directora de Colcultura sufrieron una amnesia momentánea que les hizo olvidar que estábamos en Colombia. Donde no existe una cultura de masas diferente a los malos programas radiales y los similares de la televisión. Donde no hay museos ni siquiera centros en los que se haga una divulgación constante y bien dirigida para que nuestros incipientes artistas tengan una visión correcta de lo que es el arte. Al dejar la inscripción libre, ud., yo, todos los que nos sentimos creadores teníamos el derecho de enviar el producto de nuestra sensibilidad. Por lo menos ha debido exigírseles el mínimo requisito de unos años de estudio en una de las deficientes escuelas de bellas artes. Quizá así, sin practicar la selección que puede ser injusta o equivocada, nos hubiéramos evitado el lamentable espectáculo que se denomina pomposamente XXV Salón de Artes Visuales y que ha quedado reducido a un parque de atracciones que hoy cumple con el deber de presentar al público el Museo la Tertulia.

...

y luego hay quienes se preguntan, ¿el arte para qué?, para qué los Museos? ¿para qué el esfuerzo de unos cuántos quijotes empeñados en luchar por inculcar en el pueblo esa palabrita desprestigiada que se llama cultura? ¿Para que, si no hay trabajo, educación, higiene, etc ... ? El superabundante Salón Nacional nos dá la respuesta. Porque mientras el hombre exista buscará la manera de expresar su pensamiento y no todos pueden hacerlo con magnífica prosa o bella poesía. Entonces recurren a las otras formas de las cuales va quedando constancia desde la pre-historia y sobre las cuales se han podido rastrear las huellas de la civilización. Porque aunque seamos pobres y vivamos en un rincón olvidado del planeta tenemos el derecho a integrarnos en el mundo de las artes, como lo hacen los habitantes de los países más afortunados o de los estados socialistas que dedican la mayor parte de su presupuesto a tan "inútiles" menesteres. Porque aun cuando los creadores sean pocos pueden ser muchos los que quieran escapar de la oscura faena cotidiana y disponer del tiempo para soñar con quienes sueñan y así amortiguar, siquiera por unas horas, la pesadilla de los largos días sin esperanza. 195


Introducción Gloria Zea de Uribe Catálogo XXV Salón de Artes Visuales, Colcultura, 1974.

El Salón Nacional es, sin lugar a dudas, el evento más importante de nuestras artes plásticas. Como tal, cumple una serie de objetivos y suple necesidades innúmeras. En primer lugar, proporciona a los artistas un vehículo coherente de expresión, un lu~ar donde sus ideas, sus concepciones estéticas, llegan a un amplio rodeadas de sus circunstancias epocales y de otras concepciones y visiones coetáneas. En segundo lugar, proporciona al público de nuestro país la ocasión de entrar en contacto con los creadores de su tiempo, de conocer sus inquietudes y su pensamiento, de gozar -quizá no es esta la palabra correcta-, de contemplar, sus manifestaciones intelectuales. !

Estos dos objetivos se destacan dentro de lo que un salón debe proponersey,de hecho, se propone. Peroen elcaso del Salón Nacional, estas dos proposiciones venían desvirtuadas por una tercera idea: la selección. Entre el creador y el público debía mediar un seleccionador, cuya función esencial era separar loque es artede loque no es. Sin embargo, como es obvio, para determinar aquello que es arte es necesario tener, primero, un concepto muy determinado y, en cierta forma, excluyente. En la realidad, el saJónse transformaba en un gran aparato artístico al servicio de quien seleccionaba y su resultado era apenas un reflejo de las ideas, en ocasiones no estéticas, del seleccionador. Es fácil observar que esta situación no es normal, pues resulta peligroso, estéticamente peligroso, ofrecer todo el poder del Estado, organizador del salón, a una persona o a un grupo reducido de personas que van a determinar lo que es arte. Y aun más confuso es este planteamiento en el momento actual, en el cual hay una pluralidad inmensa de nociones y de concepciones estéticas. El salón, tal y como estaba estructurado, languidecía en resultados repetitivos y arquetípicos. El Instituto Colombiano de Cultura estudió profundamente estas circunstancias y creyó sano para el arte nacional abrir las puertas del salón a todas las ideas, a todos los planteamientos y, especialmente, a todos los artistas. Esta actitud es fundamentalmente constructiva en Colombia, en donde se trabaja arduamente en busca de una identidad cultural. Los movimientos foráneos tienen, para todos los pueblos hispanoamericanos, una fuerza trasculturalizante y no son debidamente asimilados y transformados, precisamente por esas presiones extraartísticas, ejercidas por grupos críticos que creen que lo estético es lo realizado y que, por tanto, necesitan de la certidumbre que le proporcionan los modelos. De esta manera, el Instituto ha querido darle un nuevo enfoque a los problemas que encarna un Salón Nacional de Artistas Colombianos al de Salón Nacional de Artes Visuales. El resultado no es tan fortuito, y merece un atento y profundo estudio. El Instituto está seguro de que este nuevo enfoque producirá, logros muy positivos. Como en los años anteriores el salón viajará por las principales ciudades del país. El itinerario se encuentra enriquecido con las ciudades de Santa Marta, Villavicencio y Armenia. Desafortunadamente el traslado material de la totalidad de las obras recibidas es imposible para las escasos recursos del Instituto y se hizo imperioso seleccionar aquellas que fueran representativas de las ideas estéticas contenidas en él. Para el XXVI Salón espera el Instituto organizar un sistema de representación regional que permita el traslado de la totalidad de las obras. 196


XXVI Salón Nacional de Artes Visuales

SANTIAGO

CARDENAS

La corlJata Oleo, 1.12 x 0.61 m Primer premio, pintura

Fecha: septiembre 22 a octubre 22 de 1976. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Salones regionales: Medellín, lbagué, Tunja, Cali, Barranquilla y Bucaramanga. Organizador: Instituto Colombiano de Cultura. Participantes: 134. Obras: 166. Jurado calificador: Maritza Uribe de Urdinola, Eduardo Serrano y Juan Acha. Premios: Pintura: Santiago Cárdenas, La corbata. Escultura: Germán Botero, Torre en metal. Fotografía: Fernell Franco, Interior N9 1, Interior N9 2. Menciones: Osear Muñoz, Inquilinato; Hernando del Villar, Botes en la playa de Santa Marta. Medalla: Antonio Caro, Colombia.

Para el XXVI Salón se puso en práctica el sistema de representación regional que Gloria Zea había anunciado en el catálogo del salón de 1975: seis salones zonales se realizaron en Cartagena, Medellín, Bucaramanga, Cali, Ibagué y Tunja. La fisonomía de cada evento fue dada por los administradores culturales de la respectiva región, y se trató de certámenes abiertos, donde todo lo presentado fue expuesto al público. De los premios zonales y de una cuidadosa selección se conformó después el Salón Nacional, cuya premiación fue independiente de las efectuadas a nivel seccional. Esta nueva política debía complementarse más tarde con la itineración de una selección del salón central a 16 ciudades del país en un lapso de dos años, pues otra de las innovaciones fue darle al certamen una frecuencia bienal. Todo ello implicaba una beneficiosa y permanente actividad arte-público. Sebastián Romero, director de la Sección de Artes Plásticas de Colcultura, fue la persona encargada de probar la nueva estructura. Del anterior jurado colectivo de artistas seguramente se pensó que fuese difícilmente operante, porque se regresó al jurado de tres miembros, esta vez conformado por la presidente del Museo de la Tertulia, Maritza Utibe de Urdinola (quien tan negativamente había comentado el Salón XXV cuando hubo de exhibirlo en Cali), y por dos críticos: Juan Acha, peruano residente en México, y Eduardo Serrano. El predominio de los artistas jóvenes se aceptó ya como una característica inevitable pero revitalizadora. Al respecto, dijo Gloria Zea en su introducción: .~ veces se olvida que los artistas més-conocidos participaron en los salones y obtuvieron premios cuando no lo eran, cuando apenas iniciaban su carrera, y que la naturaleza del certamen siempre se entendió como un esfuerzo para revelar la existencia de nuevos talentos. No se justifica un salón de arte si no tiene la cara puesta en el futuro, si no se entiende como una posibilidad de experimentación, si no se le concede cierto aire profético. El arte que ha demostrado ya su eficacia tiene otros canales de expresión, mas reposados y recogidos. "Santiago Cárdenas en pintura, Germán Botero en escultura, con una ópera prima, Fernel Franco en fotografía obtuvieron los premios.

197


El XXVI Salón de Artes Visuales

(Psssssss: peor, imposible) María Mercedes Carranza Nueva Frontera, agosto

a diciembre de 1976.

Hace algunos años el Salón de Artistas Nacionales, que ahora se llama de Artes Visuales, era de verdad importante. Se daban cita allí los "maestros", quienes iban por el camino de convertirse en "maestros" y con los novatos. Entre obras importantes, obras mediocres y "boutades", el salón era algo vivo, dihámico y se advertía en él un saludable afán de experimentar, de encontrar por caminos diferentes, expresiones nuevas dentro de la plástica colombiana. Hoy no puede decirse lo mismo. el Salón XXVI que se inauguró la semana pasada en el Museo Nacional, es un melancólico espectáculo que sorprende por su pobreza y por su mediocridad. No sólo los "intocables" brillan por su ausencia (unicamente Omar Rayo insiste con sus consabidas pinturas), sino también los que siguen en edad, dignidad y gobierno: Rojas Herazo, Feliza Bursztyn, Manzur, Armando Villegas, Amaral, Augusto Rivera, Bartelsman, Hernando y Lucy Tejada, por ejemplo. Pero lo más sorprendente es la deserción, bastante notoria, de los "últimos", o sea de aquellos más recientes que tienen ya un nombre dentro del arte nacional: Carlos Granada, Jorge Madriñán, Luis Caballero, Carlos Padilla, Alvaro Barrios, Bernardo Salcedo, Norman Mejía, Amalia lriarte, Ned Truss, Ana Mercedes Hoyos, Umberta Giangrandi, Leonel Góngora, Augusto Rendón, José Urbach, Antonio Grass, entre los que ahora recuerdo. La ausencia de estos nombres deja ver en principio el fracaso del salón. Quise encontrar explicaciones, entrevistando a algunos de esos artistas, pero se me contestó con evasivas: "estaba de viaje", "me iba de viaje", "llego de viaje", "me ibade viaje", "llego de viaje", etc. Parece evidente que no quieren comprometerse hablando sobre el particular, para no enemistarse con el Museo de Arte Moderno y Colcultura a un tiempo, lo que significaría su ostracismo artístico. De todas maneras, si se compara la última Bienal de Artes Gráficas de Cali con este salón, puede deducirse que el interés de nuestros artistas se ha desplazado del segundo a la primera. Una victoria pírrica Dentro de estas circunstancias, puede considerarse el premio de Santiago Cárdenas como una victoria pírrica, tan pírrica que ni siquiera habrá lugar, como hubiera ocurrido en años pasados, para hablar de parcialidad de los jurados. Que Cárdenas pertenezca a la llamada "mafia de Belarca" de la cual es cabeza visible Eduardo Serrano, jurado a su vez en el presente salón, no tiene en esta oportunidad ninguna importancia, porque realmente el premio se dió por sustracción de materia. Me explico: Cárdenas fue el único artista con oficio y con trayectoria que participó en el salón y que podía ganarse el premio (Beatriz González. Omar Rayo, Nirma Zárate, Diego Arango, Carlos Correa, Acuña y Pedro Alcántara estuvieron fuera de concurso.) Como todas las obras de Cárdenas, la que fue seleccionada busca a través de los objetos cotidianos mostrar al hombre de nuestra época, sin concluir su presencia. Los paraguas, el enchufe eléctrico, el vestido en la percha, la corbata,conforman la crónica de una experiencia que afirma constantemente el paso del hombre, que son huella de su existencia rutinaria. Tal transpiración entre el hombre y sus objetos cotidianos, permite a Cárdenas lograr ese impacto de desolación que producen sus cuadros: el hombre en ellos en su ser anónimo, tan anónimo como ese som198

brero o esa corbata que usa. Sin embargo, la obra premiada permite confirmar que Cárdenas comienza a abusar de sus recursos, que se reitera o, mejor, que se repite sin dar señales de que en él hay un artista vivo que evoluciona y que es capaz de enriquecer su obra con experiencias distintas a los que los motivaban hace 10 años o más.

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Hernando del Villar, que recibió mención, pertenece al campo de los pintores decorativos que se acercan más al campo del diseño que al de la obra artística. Su trabajo serviría más como modelo para un papel de colgadura exclusivo de Saúl García, que para exhibirse en una exposición de pintura. Si tuviera algo de malicia diría que Cárdenas y Del Vi llar son la cuota de poder de Eduardo Serrano como jurado del salón: son las obras de éstos tan asépticas, tan incontaminadas, tan carentes -sobre todo la de Del Vi lIar- de poder de información, tan carentes de conflictos a nivel de lenguaje, que sólo una mentalidad por completo colonizada, como es la de Eduardo Serrano, puede considerarlas del todo válidas para representar el arte nacional.

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Bien por Maritza Pero como no soy maliciosa, digo que la que parece ser la cuota de poder de Maritza Uribe de Urdinola, el otro jurado, corrió con mejor suerte: las medallas a Osear Muñoz y a Fernell Franco. Muñoz es un dibujante espléndido. Maneja con verdadera maestría la técnica del claro-oscuro y hace gala de una laboriosidad sorprendente, a la par que sus obras profundizan una realidad inmediata: el ambiente de inquilinato, por ejemplo, o tocan con originalidad un tema tan difícil como es el erotismo. Y no falta en ellas la crítica --con sus buenas dosis de humor- hacia una sociedad timorata que se escandaliza con las manifestaciones más obvias del sexo. Tiene Muñoz el placer de describir y lo hace con acierto, pues no puede decirse que abuse de ello: cada detalle tiene en sus dibujos una razón de ser, y su decorativismo, si así puede llamarse, va más allá de una simple intención decoradora. Por otra parte, no puede negarse que Fernell Franco es un buen fotógrafo, como lo ha demostrado ya en diversas,oportunidades. ¿Sorpresas?: no En este salón hay pocas sorpresas. La única tal vez la da el trabajo de Diego Arango y Nirma Zárate, que presenta una obra a dos manos firmada Taller causa roja. El espectador desprevenido jurará al verla que se trata de la última producción de Clemencia Lucena, para luego constatar sorprendido que es sólo una copia de los carteles de aquella, con mensaje obvio, triunfalismo proletario a lo Moir y todo lo demás. En otro sentido llaman la atención el dibujo de Ever Astudillo y la pintura de Lorenzo Jaramillo, que son, a mi parecer, junto con Muñoz, lo más interesante que se encuentra en la muestra. Astudillo, con una habilidad impresionante en el manejo del lápiz, se empeña an captar lo característico de nuestro paisaje urbano, que con toda su sórdida fealdad constituye lo que Carpentier ha llamado "el tercer estilo" o "el estilo de las cosas que no tienen estilo". Por su parte, Lorenzo Jaramillo intenta experimentar con el color en una forma tan atrevida que atrae por su audacia y que permite esperar de él un trabajo valioso dentro de la pintura colombiana. Volviendo al tema inicial, resulta curioso advertir que la decadencia del salón coincide con los virajes en su organización que se dejaron ver a partir de su XXI edición. En efecto, en 1969, el Estado decidió cargar en adelante con todos los gastos de este con-


curso, que hasta el momento había sufragado "Propal". Esto se entendió como la "nacionalización" de las artes plásticas (sic). En el XXIII Salón se eliminó el carácter competitivo, lo que se enfrentó ferozmente a los artistas (razón por la cual se establecen de nuevo los premios en el XXIV); se introducen los salones itinerantes, se implantan los salones regionales como primer paso para participar en el Salón Nacional y se decida nombrar con preferencia en adelante jurados colombianos. Supongo que hoy en Colcultura estarán mesándose los cabellos y preguntándose por qué los artistas no participan en el salón, si todos los cambios anteriores se hicieron a petición de aquellos. Yo pienso que uno de los "quid" está en los jurados. No me imagino a Roda o a Carlos Granada, por ejemplo, poniendo sus obras a consideración de Eduardo Serrano. Es como si yo escribo un libro de poemas y me ponen de jurado a Bernardo Palacio Mejía: no participaría ni de fundas. Y no hablo de Serrano por poner un ejemplo. Hablo de Serrano en concreto, que por lo demás es la persona que maneja la política artística del gobierno, como asesor de Gloria lea, y como curador del MAM tiene mucha influencia en esos medios. Me refiero a él porque pocas veces he visto un caso de arribismo intelectual tan galopante.

Colección

GERMAN BOTERO Torre en metal 1976 Escultura en metal, 1.00 x 4.00 m Primer premio, escultura Museo de Arte Modemo de Bogotá

y lo digo con conocimiento de causa, ya que tengo oportunidad de leer sus "críticas" todos los meses en el boletín que distribuye el MAM. Pero las declaraciones que dió a la prensa alrededor de los resultados del salón hablan por sí solas: "es una escultura muy bien solucionada", dijo a propósito del cuadro de Antonio Caro (un aviso que dice Colombia en letras de coca-cola) que es una tontería simpática, o sea una "boutade", Serrano afirmó que se trataba de un ejemplo de "verdadero arte político y no político es como cuando mi abuela nos llevaba a misa y el cura hacía sentar en un lado de la iglesia a los hombres y en el otro a las mujeres.

Impresiones del XXVI Salón Nacional Juan Acha Arte en Colombia. octubre de 1976 .

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Santiago Cárdenas Con su obra La corbata Premiada en el Salón XXVI Fotografiada de la prensa

OSCAR MUÑOZ Inquilinato, 1976 Dibujo, 1.00 x 2.05 m Mención

Juan Acha es peruano y reside en México. Allí ha participado activamente en importantes publicaciones especializadas y en los más notables eventos e instituciones del arte. Fue invitado por Colcultura para integrar el jurado que evaluó nuestro más reciente Salón Nacional y Arte en Colombia, a quien honra como corresponsal en el exterior, le solicitó su opinión sobre lo que en el evento había observado del desarrollo actual de nuestros artistas. La respuesta no se hizo esperar y ella, concisa y directa, es de admirable claridad. Por su intención de producirse de acuerdo con medidas objetivas y consideraciones serias y fundamentales, la opinión dada en este artículo merece la mayor atención. Hace ya unos años, Juan Acha vivió en Colombia. Sea ésta la oportunidad para darle de nuevo la bienvenida entre nosotros. Al solicitárseme una opinión sobre el estado actual de las artes visuales en Colombia, no me resta sino presentar aquí, en forma suscinta y un tanto arriesgada, las impresiones que, al respecto, me dejaron las obras de este salón, de cuyo jurado formé parte. Dejaré de lado, pues, los premios y sus razones de calidad, que

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implicarían evadir la cuestión o dar explicaciones den ni me han sido pedidas.

que no proce-

Desde afuera, y considerándola dentro del contexto latinoamericano, la plástica colombiana se presenta, desde hace unos cuantos años, como un fenómeno que ha tenido un rápido y admirable desarrollo y que muestra un nivel medio que es ejemplar en su pulcritud técnica y en sus logros estéticos; sobre todo en el dibujo yen el grabado que, dicho sea de paso, no estuvieron cualitativamente bien representados en el XXVI Salón Nacional. En primer término este salón integrado por una selección de la gran cantidad de obras que conformaban los diferentes salones regionales, nos atestigua un buen número de artistas en actividad; tal vez de los más altos índices, entre los de nuestros países, con relación a su población nacional. Luego testimonia una insuficiente diversidad de tendencias; diversidad que hoyes decisiva para el vigor de todo ámbito artístico, a causa de los efectos de sus correcciones mutuas y por ser el obligado resultado de la riqueza de manifestaciones artístico-visuales -que ofrece nuestra época y que obedecen a la diversidad humana, en cuanto a la producción y el consumo artísticos en íntima correspondencia .

HERNANDO DEL VILLAR Botes en la playa de Santa Marta Acrülco sobre tela, 1.00 x 1.70 m Mención

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La prueba de la insuficiencia, la tenemos en la completa falta de la abstracción libre con sus aspectos líricos, gestuales e informalistas, en la debilidad del geometrismo y en I~ casi inexistencia de la agresividad exprésionista de la figura, haciéndose patente el predominio de la representación con propósitos hiperrealistas. Ante tales hechos, no cabe sino colegir y denunciar la ausencia de las fuerzas francamente racionales, así como las del otro extremo estético; las del grito calibanesco y del canto y encantamiento subjetivista. (Si hay gritos, son los políticos consabidos). Hay, por cierto, un subjetivismo propio de la estética innatista. Pero hállase disfrazada de un idealismo objetivista que casi siempre se empantana en el academismo habilidoso, al obstinarse en ir hacia el hiperrealismo con medias y viejas tintas.

FERNELL FRANCO Interior N" 2 Fotografía, 0.72 x 0.98 m Premio, fotografía

Entiendo que no todos puedan alcanzar buenos resultados en esta tendencia que implica un retrotraer del realismo, con el fin de expoliarlo de todo contenido o, lo que es lo mismo, de codificaciones rutinarias. Pero en la gran mayoría de artistas, resulta palmaria la carencia de conceptos apropiados que encaucen la figura más allá de las denotaciones de lo maté rico y de lo formal representados. Simplemente, se abandonan a la intuición ya la habilidad manual de meloso comedimiento. y esto es de lamentar. Porque el arte latinoamericano necesita oponer a todo un pasado emocionalista, romanticón y cargado de individualismo, una actitud racional que nos haga conceptuar el arte (o la cultura) como hechura del hombre, como autodeterminación, y no como un sobrenatural determinismo (innatismo). Me refiero a una autodeterminación conjugada con la voluntad de contribuir a resolver los problemas histórico-artísticos y socio-culturales que hoy enfrentamos por doquier.

ANTONIO CARO Colombia Esmalte, 1.00 x 0.70 m Medalla Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá

Al fin y al cabo, las artes plásticas atraviesan una grave crisis, en su calidad de lenguajes visuales y en sus relaciones con la sociedad, la cultura y el hombre mismo, siendo imperativa la intervención de los raciocinios histórico-artísticos, estimulantes y encauzadores de la sinrazón de la creación artística; raciocinios que conciernen, tanto al geometrismo como al figurativismo. El arte, por tanto, constituye hoy una actividad cultural encaminada a corregir y ampliar los medios de expresión colectivos, que han devenido inadecuados para lo que necesitamos decir, obligados por nuestro momento histórico. Estamos, en fin, ante un metalenguaje que va haciéndose lenguaje. En síntesis, parece ser que la mayoría de los artistas colombianos, toma el arte como un simple medio de expresión, esto es, como la extensión catárquica de una subjetividad, -la del artista-, supuestamente innata o de cosecha personal, que echa mano a

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Juan Acha Jurado calificador

del Salón XXVI


la habilidad manual y cuya máxima aspiración es seguir el ejemplo del aduanero Rousseau. Pero, ¿qué hay del indispensable ejemplo de Cezanne? Porque toda colectividad necesita artistas que se ocupen de ampliar las posibilidades expresivas (o sensitivas) del color y de la forma, mediante la invención de configuraciones. Existen, desde luego, los geometristas que quizás sumen una veintena en Colombia. Pero nunca tuvieron beligerancia.

ración de un hallazgo pasado, pero que no propone aventuras nuevas ni problemas para solucionar: un arte que prematuramente busca el estilo y no la expresión. Pero, tal vez la culpa no sea de los artistas jóvenes. Ese arte envejecido antes de tiempo debe y tiene que responder a otros factores ¿Por qué se ha perdido la alegría de crear? ¿Qué se hizo, en el arte joven colombiano, la felicidad por ejemplo con la que Obregón influyó a una generación? ¿O la picardía, la sorna y la violencia de Botero? ¿Por qué se pinta sin color?

También el arte conceptual estuvo presente en el salón, demostrando cómo las inquietudes contraculturales y políticas pueden alcanzar un buen nivel estético. Pero su presencia, así como la existencia de pintores y escultores colombianos con obra admirable (incluyendo aquellos próximos al pop y al conceptualismo), constituye excepciones que no interesan aquí ni desdicen nuestras consideraciones generales de tipo sociocultural.

En el salón, salvo en un cuadro de Mantilla Caballero, está ausente la pintura. ¿Deficiencia de formación en las escuelas? ¿O simple y llanamente juventud?

Arte El salón más

¿Alguno de los trabajos enviados tiene siquiera algo de la fuerza de La violencia de Alejandro Obregón, también pintor joven entonces y mucho más joven hoy que los jóvenes de cuarenta incapaces de inventar? ¿O la escultura galardonada en esta ocasión puede parangonarse con las que hace veinte años enviaban Negret o Ramírez Villamizar? ¿Dice algo, propone algo, se opone a cualquier cosa?

o menos joven

Antonio Montaña El Tiempo Dominical, octubre 31 de 1976.

En pocas palabras se trató de explicar el objeto del "Salón Nacional de Artes Visuales" así: se trata de dar una oportunidad a los artistas jóvenes, que no tienen acceso todavía a las galerías, de mostrar su obra. Y de mostrarla por todo el país. No se trata de un salón abierto únicamente para los consagrados. Es un salón para la gente que se inicia. Enfrentar críticamente a la pintura joven resulta difícil. Y casi siempre injusto si se acepta como un hecho que el arte joven, por serlo, necesariamente está apenas en gestación: que hace los primeros ensayos para adentrarse por un camino cuya meta final todavía desconoce. Si la crítica es negativa, puede restar entusiasmo de trabajo. Si es elogiosa, puede afirmar en las equivocaciones y hacer más lenta o a veces impedir en forma definitiva la evolución. En Colombia tenemos muchos casos de jóvenes que apenas iniciada su carrera han recibido premios y cataratas de elogio. El resultado ha sido funesto. Esos grandes talentos en perspectiva han desaparecido del panorama, agobiados por el peso de la responsabilidad concedida prematuramente. Sus nombres no vienen al caso. Pero quien haya seguido con alguna atención el movimiento plástico, los recordará perfectamente. En un salón joven, lo interesante para observar son las tendencias y con ellas, los intereses de la generación que se asoma y que llega a proponer un cambio. Porque la historia y en nuestra época mucho más la historia del arte, no se detiene. Va en constante cambio. De innovación en innovación. Ahora bien: quizá lo preocupante de este salón es la casi definitiva ausencia de obras en las cuales el espectador sienta la inminencia de una nueva propuesta. La amenaza de un viento renovador. Casi todos los artistas que este año expusieron lo habían hecho ya otras veces, en salones colectivos o exposiciones individuales y en muy pocos, casi en ninguno, se nota una evolución. Parece un arte satisfecho de sí mismo, un arte que se complace en la reite-

"El talento es una larga paciencia" decía Flaubert. Y podría aceptarse el epigrama si los cuadritos que ayer consagraron los premios, tuvieran la fuerza de Homenaje a Mantengna que hace quince años premió el salón y que si bien es cierto no tenía aun la solidez de la pintura de Botero, sí era una muestra de lo avasallador de su talento.

El panorama es preocupante. Y más aun si se piensa que con un enorme esfuerzo de organización se dio la oportunidad de participar a todos ... Sí ¿Pero por qué la ausencia de buenos profesionales? ¿Y dónde sus discípulos? ¿Por qué ese corte abrupto? ¿Se rompió de pronto una continuidad? Mientras se copia el trabajo de los norteamericanos o se hacen deficientes epígonos del realismo español, se desperdicia la experiencia nacional. La única pregunta que surge es: ¿Y qué diablos está pasando entre los jóvenes que hacen e intentan hacer artes plásticas? ¿Cómo se podrá explicar mañana el historiador de las artes esa coqueta banalidad que parece regir el salón? ¿Por qué, por ejemplo, ni siquiera la pintura comprometida logra superar el afiche? ¿O más aún: ¿ni siquiera hacer afiche? ¿Por qué esa constancia reiterada en los dibujitos que para solucionar un problema de composición o de ritmo se limitan a ser inconclusos? ¿Por qué ese engalanado delicuescente, equívóco, asexuado y no más bien la presencia de obras en donde resulte, así sea vagamente, notoria una disciplina, una búsqueda? Mucho dibujo. Mucho grabado. El reinado de la obra menor. Excelentes trabajadores como Rendón, o como Alcántara, envían apenas estampillas. Entre los más jóvenes solo Margarita Monsalve parece dispuesta a trabajar con furia y con ganas una plancha. Lo demás ... Tal vez el talento no sea únicamente una larga paciencia, sino que requiera de algo más: una previa reflexión que debe comenzar la pregunta de ¿para qué el arte? ¿Por qué quiero hacerlo? ¿Qué es lo que debo decir? Una reflexión que conduzca a una clarificación. El arte no es una species aeternitates si se la asume apenas como una profesión. El arte no es un quehacer, una ocupación, un escritorio. Exige mucho más. No puede ser la constancia de que andamos perdidos en nuestras ideas, sino que hemos decidido ya sobre ellas y comenzamos a ser a partir de ellas. Si la idea es frágil, la obra será frágil. Y da la impresión de que en el mundo actual del arte más o menos joven colombiano, más que con ideas, se está tratando de trabajar sin ellas. Y que se confía más en la habilidad de la mano que en su capacidad de hablar. Porque una mano sin ideas y sin lenguaje interior, es simplemente un instrumento mudo. Tal vez certero. Tal vez negociable. Pero, definitivamente, tal vez inexpresivo.

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XXVII Salón Nacional de Artes Visuales

Eljurado del XXVII Salón estuvo compuesto por Waldo Rasmussen, director del Programa Internacional del Museo de Arte Moderno de Nueva York,por Aracy Amaral, directora de la Pinacoteca del Estado de Sao Paulo, y por Santiago Cárdenas. Ellos emitieron un fallo de indudable nivel y calidad internacionales, para el cual el público colombiano todavía no estaba preparado. En efecto, la sutileza de una pintura inasible y metafísica como Atmósfera, de Ana Mercedes Hoyos, y un trabajo netamente conceptual y efímerd como Alacena con zapatos, del colectivo El Sindicato, de Barranquí/la, no podían menos que sorprender. De la primera escribió Marta Traba: "La obra de Ana Mercedes Hoyos, sin duda alguna, se ha alejado del favor del público en la medida en que persigue, de manera pura y obsesiva, valores espirituales de tal fuerza que la empujan a liquidar sus marcos referenciales y a seguir, como una alucinada, las huellas de atmósfera y color que descubrió en los paneles asombrosos de los Nenúfares de Monet ... " El Sindicato, por su parte, definió su obra no solamente como un trabajo experimental, sino también como "entimuseos. antigalerías, anticomercial y antiarte; para nosotros, más que la estética cuenta el contenido social. "Como siempre, lo que hoy está perfectamente asimilado, fue antes revolucionario e innovador. Un repaso a los comentarios de prensa del momento hacen sonreír: "Eljurado de este salón no sólo ha querido burlarse brúscamente del público sino que con absoluta mala fe estableció un caprichoso código de valores con el cual reemplaza el arte por la basura, y no lo digo metafóricamente" (Enrique Pulecio). "Seríacomo hacer comulgar a los cristianos con ruedas de molino el pretender que son obras de artes plásticas que reclaman, que exigen la admiración y el elogio, esos dos esperpentos que resultaron ganadores ... " (José Chalarca). Por lo demás, el salón comprobó por segunda vez que la estructura de concursos regionales previos era un buen sistema de selección, y que la gira de una muestra del salón por diferentes ciudades era un sistema idóneo de divulgación. La organización del evento siguió en manos de Sebastián Romero, director de Artes Plásticas de Colcultura.

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GRUPO EL SINDICATO (Ramiro G6mez, Efraín Arrieta, Alberto del Castillo, Carlos Restrepo, Gillermo Arag6n, Anibal Tobón) Alacena con zapatos Ensamblaje Bolsa de trabajo

Fecha: noviembre 23 de 1978 a enero 31 de 1979. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Salones regionales: Medellín, Ibagué, Tunja, Cali, Barranquilla y Cúcuta. Exposición itinerante: Medellín, Pereira, Manizales, Armenia, Ibagué, Neiva, Cali, Popayán, Pasto, Sincelejo y Montería. Organizador: Instituto Colombiano de Cultura. Participantes: 92. Obras: 121. Jurado calificador: Santiago Cárdenas, Waldo Rasmussen y Aracy Amaral. Premios: Bolsas de trabajo $75.000: Ana Mercedes Hoyos, Atmósfera; Grupo El Sindicato (Ramiro Gómez, Efraín Arrieta, Alberto del Castillo, Carlos Restrepo, Guillermo Aragón, Aníbal Tobón), Alacena con zapatos. Menciones: Jaime Ardila, Señora con anteojos oscuros y botón electoral, Delegada conservadora con cubilete de cartón yaretes; Antonio 1. Caro, Eterna vida; Richard Cross, Nude NQ4; Alvaro Martínez, Matrimonio en rosado ysepias, Entierro en rosado yamarillo; Esteban Sánchez, Mi padre en: I Descanso en domingo, Mi padre en cadena perpetua; Jaime Calle, De la serie Amante. Adquisición: Bernardo Romero, Vitalidad.


El arte conceptual se toma el Salón Nacional Eduardo Maree/es Daeonte El Espectador, diciembre 10 de 1978.

EI28 de diciembre de 1976, los habitantes del Barrio Abajo de Barranquilla se sorprendieron con la inusitada invitación. Se pedía que trajeran a los niños a una exposición de arte en un local que hasta hacia poco estuvo abandonado. En el recinto se encontraron con un ambiente de fiesta: música, regalos y obras de arte confeccionadas con cristales y espejos por la artista María Rodríguez. Tradicionalmente, en aquel día se celebran los Santos Inocentes con bromas y engaños para diversión de todo el mundo. Los niños gozaron cuando empezaron a abrir los regalos yencontraron caramelos, cáscaras secas de banano, una piedra pulida, pequeños objetos de arte, un insecto disecado ... Era quizás la primera vez que se celebraban "aguinaldos" en el populoso y alegre barrio barranquillero para niños y adultos. El acontecimiento fue un éxito. En otra ocasión, los residentes del elegante barrio El Prado oyeron las detonaciones d~ fuegos artificiales y cuando se asomaron a sus terrazas, se encontraron con fogatas en el solar escueto frente a la Escuela de Bellas Artes. Era el9 de abril de 1977 y sin embargo, mucha gente se había olvidado que precisamente tres décadas atrás, el asesinato de Jorge El iécer Gaitán había ocasionado una "violencia" de características sin precedentes en la historia nacional. Pero el acto artístico forzó una actualización de aquella época en los simulados incendios, las columnas de humo, las explosiones. Los niños del vecindario llegaron atraídos por el espectáculo y muy pronto se integraron en un derroche de arte de participación que todavía recuerdan. Un día del año pasado, Barranquilla amaneció empapelada con un cartel funerario que invitaba no al entierro de un difunto, sino a la celebración de una ceremonía artística de rasgos escatológicos que intentó reproducir el tradicional "velorio" de la Gosta Atlántica. Se trataba de una exposición diferente. En ella se refirieron chistes y cuentos, se repartió tinto y el público barranquillero tuvo la oportunidad de observar los Sudarios y Estandartes que Manolo Vellojín, el artista invitado, había proporcionado. Estas actividades, para solo citar tres ejemplos al azar de entre más de una docena, nos da una idea de la creatividad e intención crítica y desenfadada del Grupo de Arte Experimental El Sindicato de Barranquilla. Sus obras poseen todo el humor y la ironía incisiva de un arte que se empeña en ser original y se enfrenta decididamente a otro, en ocasiones famélico, que invade los salones y galerías cómplices muchas veces con un arte insípido que proporcionan mayores utilidades. El grupo se constituyó en junio de 1976. Por aquella época trabajaba en Barranquilla y Salgar, un puñado de artistas a quienes unía una amistad forjada en las aulas de la Escuela de Bellas Artes y una cierta visión del arte. Sobre todo, sentían la necesidad de sacudirse el peso de una tradición sin futuro que empezaba a hacerse intolerable. En sus frecuentes reuniones, el grupo formado por Efraín Arrieta, Alberto del Castillo, Ramiro Gómez, Carlos Restrepo y Aníbal Tobón (Guillermo Aragón entró más tarde), se comentaba las experiencias ganadas en su lucha cotidiana, las vivencias europeas de Tobón y los proyectos se hacían cada vez

más urgentes. Así, aprovechando una coyuntura familiar, deciden ocupar el teatro abandonado en el Barrio Abajo, lugar que había servido también de centro de operaciones a un sindicato de obreros, de ahí su nombre. Se trata de una construcción blanca cuya fachada es una imitación degradada de la arquitectura clásica con frontón sin ornamientos y columnas tosca. nas empotradas. Allí organizan la primera exposición que denominan "espacios de actitud" por cuanto cada miembro construyó una obra a su gusto en un espacio determinado del lugar. Después se preparó una exposición concebida como "montones", también de naturaleza individual, en la que cada artista confeccionó literalmente una pila de desechos en formas caprichosas que recordaban las esculturas de chatarra aunque sin soldar. Eran los primeros atisbos en la búsqueda de un lenguaje expresivo que todavía no llegaba a manifestarse colectivamente sino que intentaba ser un trabajo de grupo en el que cada uno imprimió su sello personal. De ahí fue un paso a la próxima obra que llamaron "dispersar" por cuanto el grupo trabajó en apartar los montones que habían fabricado individualmente para elaborar entonces su primera obra colectiva. Es importante señalar que si bien la modalidad de creación colectiva ha sido ejercida en el teatro, no ha dado señales de funcionar en otras disciplinas artísticas hasta la reciente aparición de El Sindicato. Entrando en esta segunda etapa, sin duda la más estimulante, el grupo se encaminó definitivamente por la ruta del arte conceptual. Pero, qué es el arte conceptual. No hay una definición concreta de esta interpretación artística porque justamente su condición de arte anti-convencional elude cualquier encasillamiento teórico. Sin embargo, se puede ubicar su desarrollo histórico entre 1968 y 1970 cuando una serie de exposiciones e~ Europa y Estados Unidos impulsaron esta tendencia, aunque se podría argumentar que surgió con las primeras manifestaciones artísticas del hombre. Se citaría a Dada como su inmediata predecesora y así entroncarla a una teoría que planteaba la apropiación de objetos comunes y su transformación en otros significados. Era el reflejo de un espíritu de insatisfacción y tedio. Un arte de los períodos de saturación cultural '1- un repudio al establecimiento artístico. En 19.68 se inauguró una exposición histórica en Berna (Suiza) que se tituló: "Uve in your Head: When Attitudes Become Form" (Viva en su cabeza: cuando las actitudes cobran forma) que reunió obras (conceptos, procesos, situaciones, informaciones) de artistas europeos y estadounidenses. En el catálogo, Gregorie Mülter argumenta que "el artista ya no tendrá más razones para sentirse limitado por una forma, material, dimensión o lugar. La noción de obra puede ser sustituida por algo cuya única utilidad es significar". Por otra parte, el crítico de arte Rolf Wedemer opina que "el artista da una indicación y el observador se ve impulsado a reflexionar, a imaginar ..."La obra conceptual exige una participación intelectual del espectador. Frente a una obra conceptual lograda, es difícil permanecer indiferente como sí es corriente tantas otras que pululan en nuestros museos y galerías de hoy. "Este género artístico", comenta el artista conceptual Sol Lewitt, "no es teórico ni ilustrativos de teorías sino intuitivo. Es generalmente independiente de las facultades artesanales del artista. El objetivo es hacer una obra mentalmente interesante para el espectador aun203


que emocionalmente seca". (Arte Moderna y Arte Posmoderna, Frederico Morais, Río de Janeiro, 1977). El arte conceptual es un fenómeno reciente en Colombia. Se filtró a través de diferentes canales y fue aprehendido por artistas jóvenes en su totalidad. Quizás uno de los primeros en irrumpir a la escena conceptual fue Antonio Caro quien ha sabido ilustrar muy bien la dependencia económica del país en obras que recuerdan penetración de productos extranjeros como Coca-Cola y cigarrillos Marlboro, por ejemplo. Pero es indudablemente entre los artistas de la Costa Atlántica donde más impacto ha tenido esta manifestación del arte provocando a su paso la ira santa de algunos sectores influyentes de la comunidad intelectual barranquillera, inequívoca señal de vitalidad en esta clase de arte .. Se podría argumentar que igual que en la literatura, en las artes plásticas de la región costeña se refleja un espíritu menos formal y más desembozado, espontáneo y alegre. La obra Alacena con zapatos, que compartió el primer premio con el óleo Atmósfera de la pintura Ana Mercedes Hoyos en el XXVII Salón Nacional de Artes Visuales, es un excelente ejemplo de arte conceptual. El trabajo es muy elocuente. No hay duda que Barranquilla es en la actualidad un zapato viejo. Sólo la visión de su mercado público es suficiente para sentir tristeza y repudio en una ciudad que llegó a ser conocida en épocas remotas como "La puerta de Oro de Colombia:, "mas hoy, plena de rancio desaliño bien puedes inspirar ese cariño que uno le tiene a sus zapatos viejos". Ya el poeta Luis Carlos López en su nostálgica elegía a los zapatos viejos había logrado un acertado símil para Cartagena, en una decidida crítica a la situación de una época felizmente superada por la Ciudad Heróica. En la obra se dan diferentes niveles de interpretación. Por una parte, es evidente su intención crítica en una ciudad que ha sucumbido a la crisis de los servicios públicos. Si bien los zapatos desechados son sólo un símbolo, ello nos remite también a una urbe asfixiada por las basuras cotidianas sin recoger y a un estado de descomposición física y moral. En una sociedad dominada por el torrente monetario que produce el tráfico de drogas y el arribismo de una clase emergente sin escrúpulos, ¿cómo se explica el surgimiento de un arte anti-utilitario que no se propone ser decorativo ni comercial? Sólo una actitud verdaderamente consecuente con la creatividad artística impulsa a rechazar las tentaciones de engrosar las filas de una tendencia uniformadora y estática generalizada en las artes del país. El sindicato pone el dedo en la llega pero no se sitúa en un plano patético sino que logra su objetivo con humor e imaginación. Por otra parte, la obra es un monumento a los zapatos cómodos que un día dejan de servir y son descartados en cualquier sitio. ¿Quién no ha visto zapatos viejos tirados en los lugares más insólitos? Es precisamente su ubicuidad la que sugiere ese aire de elemento cotidiano y al mismo tiempo extraño. El uso de desechos y chatarra ha sido constante en el arte de todos los miembros del grupo. Y ello tiene una explicación lógica. Los artistas que conforman El sindicato son en su mayoría de extracción popular. En este sentido, han estado cerca de los ingredientes que ahora sacan de su contexto natural para ubicar en la dimensión que les confiere la obra de arte. Además, los materiales de desecho industrial o doméstico son abundantes y gratuitos. En su obra personal,sin embargo, los miembros del grupo no han demostrado la misma calidad artística que han logrado con la energía de conjunto. Desde cualquier ángulo que se mire, la producción colectiva supera indiscutiblemente sus obras individuales. El grupo es de un temperamento agresivamente vital y se caracteriza por una heterogeneidad de personalidades que a veces amenaza con su desintegración. Quizás el único común denominador es que son jóvenes descomplicados de diferentes regiones de la Costa Atlántica. El teórico del grupo está encarnado en la figura flaca y desdentada de Aníbal Tobón, experiodista del diario El Nacional, de Barranquilla, dramaturgo y escritor ocasional, sin

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ANA MERCEDES Atmósfera, 1977 Oleo Bolsa de trabajo

HOYOS

JAIME ARDILA Sefíora con anteojos oscuros y botón electoral Fotografía Mención


ilustración en artes plásticas y quien articula vivamente las opiniones del grupo. La obra de Efraín Arrieta ha sido un tanto conceptual pero nunca ha trascendido más allá de un atisbo a posibilidades remotas que no logra concretar. Su más reciente muestra -"objetos comprimidos"es un intento de llevar los envases y objetos metálicos aplastados por autos o circunstancias desconocidas en su forma original, sin reelaboración, a la sala de exposición en una propuesta oscura sin respaldo conceptual ni contenido artístico convincente. Ramiro Gómez es un artista que ha alcanzado con mayor éxito transformar la chatarra y los desechos en composiciones armoniosas y sugerentes. Su trabajo es, no obstante, más próximo a la carpintería artesanal que al arte plástico. Son ensamblajes de madera en forma de marcos de donde sobresalen clavos oxidados,pedazos de cristal, mallas metálicas, etc. También ha trabajado objetos escultóricos con mecanismos de cuerda pero su obra adolece de una gratuidad exasperante, encerrada hasta ahora en un callejón de salidad. Guillermo Aragón no estaba entre el grupo que originalmente formó El Sindicato. Su ingreso es más reciente y su obra se separa de la línea general de los otros artístas. Su trabajo se centra alrededor de dibujos y pinturas sobre papel de aluminio o cristal buscando muchas veces la textura del relieve, en ocasiones con glaseado de laca o papel celofán. De una temática tan diversa como su técnica, en ella encontramos desde animales mitológicos hasta una aproximación a los que podríamos llamar cubismo abstracto pasando por collages y esculturas negretescas hasta una parrilla escultórica con la que participó en el Salon Icetex 1977. Todo esto nos indica que Aragón está desesperadamente buscando un lenguaje personal que hasta el presente se ha mostrado elusivo por decir lo menos. En su última exposición de Bogotá (111 Salón de Atenas, 1977), Alberto del Castillo insistió en sus cajas de cristales esmerilados que proyectan luces de colores (a veces parpadeantes) y objetos (piedras, plásticos, desechos, etc) que insinúan múltiples evocaciones y esto es interesante. Pero su trabajo es todavia incoherente y en cierta forma frío y despersonalizado. Por último, Carlos Restrepo (miembro distanciado del grupo desde su traslado a Santa Marta en 1977) trabaja esculturas donde integra tubos de aluminio para elaborar formas sinuosas que demuestran talento en el quehacer escultórico que sin duda proporcionará obras de valor artístico insospechado. Si el premio a El Sindicato tiene un sólo significad@, sería el que con la obra Alacena con zapatos se estimulará la investigación y un visión diferente del arte en Colombia; un arte que, con escasas excepciones, no rompe aún con la camisa de fuerza que lo mantiene sujeto a los conceptos estéticos más tradicionales. En este respecto, El Sindicato ha empezado a dar pasos de revitalización artística no sólo en el contenido de sus obras sino en la forma de producirlas y su impacto en la Costa Atlántica se observa en la muestra seleccionada para integrar el Salón Nacional. Hay allí un núcleo de artistas jóvenes que demuestran un rigor investigativo en el campo de la conceptualización. Tal es el caso de Víctor Sánchez y Antonio Iginio Caro, cuyas obras son quizás las más imaginativas del conjunto. Son trabajos de indiscutido valor conceptual por la multiplicidad de lecturas que sugieren. En Sánchez es evidente la intención de involucrar la tecnología en transformaciónes artísticas de un radio receptor y un televisor. El radio se convierte por la magia del objeto en un elemento humanizado con cabellera y su boca nos habla por el parlante mientras en el televisor se invierten los papeles y un rostro inexpresivo nos contempla con imágenes fragmentadas y elusivas en la pantalla. En Caro es curioso encontrar las figuras de cera del Salvador que se derriten inexorablemente por causa de su propio fuego. ¿Es que el Cristianismo está en tal crisis que se transforma en una masa informe sin rasgos característicos? Pero también en los

mapas de Alvaro Herazo _y en el arte--libro de Fernando Cepeda se perciben intenciones conceptuales que rompen con el ritmo monótono de salón. Sin duda, en la formulación de toda esta actitud ha jugado un papel determinante la labor sostenida por el grupo El Sindicato en sus dos años de actividades artísticas en Barranquilla.

Plástica El XXVII Salón Nacional de Artes Visuales: Reflexiones y Argumentos Eduardo Márceles Daconte El Café Literario, NQ 7, enero

a febrero de 1979.

El XXVII Salón Nacional de Artes Visuales acaba de cerrar su ciclo bogotano para empezar ahora su recorrido por las principales ciudades de Colombia. Es un lugar común, una tradición casi, para cualquier persona más o menos enterada en artes, comentar sus desacuerdo con el contenido de los salones de arte. Pero aquí toma características de epidemia. Son realmente contadas las personas que se atreven a formular una opinión favorable sobre el salón: desde críticos y artistas hasta leguleyos del arte se expresan airadamente sobre una supuesta pobreza e irrepresentatividad en el encuentro artístico de esta año. En todas las épocas ha habido polémicas en torno a estos concursos. Es, sin embargo, más saludable escuchar las opiniones de los observadores que enfrentarse a la indiferencia o el silencio de quienes ignoran el esfuerzo que representa participar y reunir una muestra más o menos caracterizada del ar:;tenacional. Después de todo, en el salón' están representadas todas las tendencias e inquietudes que parecen dominar el arte actual. Excepto por algunos disidentes que son conspicuos por su escasez, hay allí desde un neo-romanticismo estéril hasta manifestaciones de un postimpresionismo de rico colorido. No sólo de la cultura occidental sino también del arte oriental (batik, por ejemplo). sin olvidar un incipiente movimiento de vanguardia representado en obras de arte conceptual o fotografías de complejo procesamiento técnico. Las artes plásticas son simplemente una expresión humana que intenta comunicar sus contenido en un idioma visual de formas, colores, volúmenes o conceptos (no importa la representación que asuma). El artista es un transformador de la realidad. Tomando un fragmento de la naturaleza, el artista la recrea para enseñarnos que existen otras formas de ver la realidad que no se ciñen concretamente a la manera convencional con que observamos el mundo que nos rodea. Más que ninguna otra pretensión, el arte se propone entretener, motivar la participación del observador, ilustrar o decorar un espacio, utilizando para ello los recursos ilímites de la naturaleza. La obra de arte, en consecuencia, satisface necesidades humanas, llámense estéticas o simplemente voyeristas. Por encima de cualquier cosa, hay que desmitificar el concepto señorero del arte según el cual sólo es un campo para iniciados. Nada más ilógico. Desde siempre el hombre ha disfrutado del arte en sus múltiples manifestaciones, Una obra de arte ha de ser motivo de regocijo, de reflexión, de inquie-

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tud o la chispa que encienda nuestra fantasía. Después de esta impresión, muchas veces efímera, la obra permanece como testimonio de una época. Porque un trabajo artístico no se da en un vacío social. Es siempre una manifestación elocuente del pensamiento y las actitudes de una sociedad en el momento de producirse. Ahora bien, una obra es revolucionaria o conservadora en la medida que ella subvierta el orden artístico establecido o se ciña dócilmente al estatuto de prescripción estética imperante. No estamos en la época de la búsqueda de un arte por el arte, del esteticismo complaciente de la segunda mitad del siglo XIX, ni del arte religioso de la etapa colonial o de la exaltación de valores patrióticos envejecidos por el desuso. Atravesamos una época histórica en la que el artista está comprometido, como estamos todos, a tomar partido en torno a conflictos de la vida de hoy. El artista está inmerso en un mundo que exige defender ciertos principios, cualesquiera que escoja, puesto que también existe una ética artística que no es otra que la ética del profesional del arte. En esta coyuntura se presentan diferentes caminos a escoger. Una salida fácil es hacer un arte pancarta (en literaturase da el mismo caso con el panfleto), en el que se pretende ser burdamente didáctico. El arte visual traspone los límites de la publicidad utilitaria o la propaganda política de tono efectista en boga. Si él artista es sinónimo de revolucionario, entonces está obligado a mirar la realidad con ojos críticos y ofrecerla transformada para que el espectador se recree en ella. Hay que buscar una expresión sin)ntermediarios. Pero este camino es inclemente y tortuoso. Es una ruta que demanda del artista una investigación sostenida de las técnicas expresivas y de renovados conceptos formales para comunicarse con el público y exige, además, una interpretación cabal del aire de su tiempo. Se ha dicho que "la repetición es esterilizante" y es cierto. No obstante, un buen número de artistas reiteran fatigosamente la consigna con la misma técnica y los mismos elementos de composición sin tener en cuenta que las fórmulas en arte se marchitan pronto. Ignorar el salón, sin embargo, es la consigna del avestruz participa una muestra testimonial de arte que se realiza actualmente en el país aunque es evidente que un numero significativo de artistas no participa por diferentes razones. Una de ellas es el temor a ser rechazados. Son los artistas algunas veces inseguros de su producción que prefieren dar a conocer su obra a través de las galerías de arte y el que hacer publicitario inherente a sus actividades. Algunos consideran que el salón es sólo para jóvenes y principiantes y creen superada la etapa de la confrontación. Son los llamados "maestros" o los que simplemente no creen en la validez del evento artístico, son quizás los más conocidos aunque no necesariamente los mejores. El salón nos señala una amplia gama de tendencias dentro del arte colombiano, repito, si bien es notable la desaparición del hiperrealismo tan en boga hace tres años- y la sensible disminución de las artes gráficas. Hay obras que sin duda concitan la admiración, otras son realmente olvidables. Se celebraron seis salones regionales y en cada uno se otorgaron premios y menciones, además se seleccionaron los integrantes del Salón Nacional en el que también un jurado entregó distinciones. Una interpretación del encuentro artístico (ahora bienal) nos obliga a ser selectivos para señalar sólo aquellas obras que por razones de calidad estética o porque sugieren un derrotero especial dentro del arte nacional merecen, en mi opinión, ser citados. El conjunto de obras de todas las regiones en que se divide el país son un excelente punto de mira para analizar el arte nacional, aunque nos queda la duda de las obras rechazadas que nos privamos de ver. De los trabajos premiados es Alacena con zapatos de El Sindicato, grupo de arte experimental de Barranquilla, el más sorprendente. Es una obra que intenta desmitificar todo el contenido del salón. Se trata de un mueble de madera repleto de zapatos desechados de los que encontramos en cualquier rincón de la ciudad todavía con su olor característico, el barro de los arroyos, las huellas de su peregrina existencia. Es un ensamblaje que no se propone Ser "bello" (como muchos proponen ha de ser la obra de arte), sino que intente provocar en el espectador un inte-

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rrogante, una evocación cualquiera, y esto es válido. Su cualidad más destacada es el humor ácido que genera, sin ser una obra humorística sino más bien crítica. Se recrea allí una situación de deterioro social y urbano por la que atraviesa la ciudad costeña, sin ser tampoco estrictamente simbólica. Es un acierto dentro del llamado arte de conceptos que parece dominar hoy un amplio sector del arte barranquillero. Hay que destacar también la obra de Eduardo Hernández con su Aura de tronco (segundo premio) por su uso ingenioso de la luz neón para conformar la silueta de un tronco humano que si bien es todavía oscuro en su planteamiento conceptual, se nos presenta como la re-elaboración de una tendencia de arte Pop que en Colombia se atreve a ensayar con materiales no convencionales. Pero es la obra de María Rodríguez (tercer premio) la que más se acerca a una experimentación de acertados efectos plásticos. Sus obras son composiciones con cristales y espejos sobre un plano monocromático (negro, rojo, blanco,) que nos dejan la sensación de transparencia y multiplicidad. La artista consigue romper el tabú del espejo roto asimilándolo a un paisaje de lunas filudas y nubes fragmentadas de erizada textura que sugieren una visión innovativa del tema. Las obras de Delfina Bernal, Jaime Correa, Femando Cepeda (mención), Antonio Iginio Caro (mención), Victor Sánchez y Alvaro Herazo (cuarto premio) merecen una reseña especial en cuanto que sus trabajos se catalogan déntro de la vanguardia artística que propone las más disímiles y audaces propuestas en la plástica nacional de hoy. En el Salón Regional de Medellín, la obra de Alvaro Marín Vieco mereció el primer premio. Una pintura abstracta de cuadrados en forma-de marcos concéntricos y colores de sutiles gradaciones que matizan horizontes de aparente profundidad. En un país donde predomina el arte figurativo, el abstraccionismo es una modalidad que, sin embargo, despunta cada vez con inusitado vigor. De ahí que la obra de Marín sea una excepcional muestra de la vitalidad que caracteriza el arte abstracto en Colombia. En Luis Fernando Valencia (segundo premio) encontramos a un fotógrafo serio e investigativo que en su serie actual intenta recuperar las imágenes de personalidades públicas en secuencias que recuerdan la técnica cinematográfica de la repetición de fotogramas. Son figuras que se hallan en trance se recitar un discurso haciendo énfasis en el gesto dramático de la ocasión. Es un enfoque reiterado que han ensayado con éxito tanto Valencia como Camilo Lleras (XXVI Salón Nacional y 11Salón Nacional de Arte Joven, Cali, 1977). El gigantesco cuadríptico serial de un carro amarillo del pintor Luis Javier Restrepo (cuarto premio), si bien denota una excelente ejecución, se aproxima más al arte publicitario de las vallas públicas dentro de una retardada modalidad de arte Pop, que a una propuesta sensata de creación artística. En cambio, el trabajo del acuarelista Luis Alfonso Ramírez no deja de asombrar porque a pesar de recrear escenas urbanas trajinadas, su composición de elementos arquitectónicos en amplios planos de color, casi invariablemente con puertas abiertas, dan una sensación de profundidad misteriosa, si bien desolada, de un fragmento de la realidad citadina. No pasa inadvertido tampoco el sostenido buen trabajo de Hugo Zapata quien se empeña con éxito en sacar imágenes de pliegues y texturas en colores opacos que nos obligan a buscar asociaciones mentales, más que físicas, en sus serigrafías. Hay allí una intención plástica honesta que fructifica gradualmente en la obra de este joven artista. La única escultura galardonada correspondió a John Castles (tercer premio) un tema que el escultor ha trabajado insistentemente: figuras geométricas en hierro soldado sin pintar que recuerdan aspas. De este modo, el óxido entra a formar parte de la obra añadiendo a la textura de la superficie un polvillo marrón a veces exasperante pero que tiene su razón de ser como elemento natural del material utilizado. Es un trabajo armónico de aparente sencillez en la línea de esculturas geométricas en metal que se estilan en el país a partir de escultores como Negret y Ramírez Villamizar.


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Del Salón Regional de la Zona Noroccidental (Cúcuta) nos llega al excelente trabajo desarrollado por el dibujante autodidacta Orlando Morales con sus Construcciones (primer premio). Son obras que han llamado mi atención desde 1977 cuando expuso en Bogotá en una colectiva de artistas santandereanos que entonces denominé "el Grupo de Bucaramanga". El interés de su trabajo radica en la impecable ejecución dibujística de esculturas (imaginadas por el artista) que ocupan un espacio convincente dentro del cartón que las encierra. En grises y negros de apariencia metálica, sus composiciones retan la imaginación aunque observadas de cerca, las figuras dejan de ser escultóricas para asumir la caracterización de dibujo específico.

La obra del pintor Jorge Mantilla Caballero (tercer premio), sin embargo, en lugar de depurarse con el tiempo y expresarse con una economía de elementos, se ha barroquizado de una manera estrepitosa cancelando de paso sus posibilidades plásticas. Las figuras siguen siendo convulsivas y angustiosas en un espacio cerrado de colores sobrios, la misma rapidez del pincel para ilustrar la secuencia del dolor torturante pero exagerados al punto que rechazan la sugerencia artística para convertirse en una grotesca caricatura. Vale la pena señalar aquí las cajas de Luis Ernesto Parra (segundo premio) por su intrincado mundo doméstico poblado de infinidad de detalles que recuerdan el arte denominado Kitsch. Es un esfuerzo por transformar el elemento cotidiano y popular, sacándolo de su contexto natural a un plano que trasciende el ámbito ordinario. Las cajas de Parra tienen un acento anecdótico que estimulan un tanto el humor. ESTEBAN

SANCHEZ

Mi padre en: I descanso en domim;¡o Mencion

La obra clave del Salón de Ibagué, en mi opinión, son las pinturas en acrñico de Esteban Sánchez Saavedra (segundo premio). De una vitalidad primitiva que parecía perdida entre el alud de pinturas primitivistas de fácil factura y comercialización, sus dos trabajos están construidos con elementos sencillos (un hombre lee las tiras cómicas, un mecánico prepara su trabajo) en colores intensos y alegres. Son escenas domésticas en un primer plano que buscan la identificación realista pero con obviar distorsiones de la perspectiva que denotan en el pintor una incompleta instrucción formal. Hay todavía una dureza en el acabado pero en conjunto son obras refrescantes donde se percibe un talento artístico con innegables posibilidades. No obstante ser Cali un importante centro artístico en el país, la selección de la zona suroccidental fue drástica y se redujo a sólo cinco artistas. De entre ellos vale destacar a Rodolfo Velásquez (primer premio) por las características de sus obras. Parece que el paisaje con neblina está de moda. Lo encontramos primero en las magníficas acuarelas del maestro Gonzalo Ariza; también y más recientemente, los paisajes de Antonio Barrera (fuera de concurso, Zona Central) transmiten una visión neblinosa de la Sabana de Bogotá. Pero en Velásquez no se observan exactamente las mismas condiciones atmosféricas sino más bien una calima densa de clima caliente que presagia tormenta. Hay un nítido contraste entre el trasfondo nebuloso y la luz artificial que ilumina a una gama estrecha de colores y logra proyectar en sus paisajes un sentimiento de soledad y abandono.

RICHARD

CROSS

Nude N° 4, 1977 Colección

Fotografía Mención Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá

No sé si Ricardo Potes conozca la obra de Elmar Rojas pero sus dibujos no dejan de recordarme las pinturas denominadas Estampas del terror del pintor guatemalteco. En ellas encontramos los mismos personajes tenebrosos que habitan las Apariciones de Potes (segundo premio), sin duda con un enfoque diferente. Los primeros dibujos del joven artista caleño me impresionaron por su calidad técnica y conceptual. Son rostros agónicos que se desplazan impactados por una fuerza exterior desconocida que producen aprehensión de la misma manera que nos enfrentamos ahora con sus personajes de apariencia nefasta que infunden pavor. Sin pretender una réplica fotográfica de la realidad,el dibujante nos entrega una imagen borrosa como la personalidad misma de sus figuras enmascaradas en un ambiente opresivo.

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Una mirada sobre el Salón Marta Traba Arte en Colombia, Nº 9, abril de 1979.

El Salón Nacional de Colombia, lo mismo que ha sucedido con salones similares de distintos países, ha pasado a ser el salón de las promociones emergentes. Los artistas conocidos dejarrautomáticamente de concurrir al ganar el premio y sólo participan los que esperan recibirlo. El XXVII Salón de Artes Visuales no tenía por qué ser la excepción de esta regla. Fuera de Ana Mercedes Hoyos, pintora que, pese a su juventud, ya puede contarse entre los grandes del arte colombiano, y a Eduardo Ramírez Villamizar, cuya magnífica escultura fuera de concurso sólo buscó un lugar apropiado para volver a articularse una vez terminada su exposición en la Biblioteca Nacional, el resto de los participantes fue I mayoritariamente joven. Tal vez sea por eso que lo encontré francamente inferior a la exposición "Los novísimos colombianos" presentada el año pasado en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, en primer lugar porque quedaba muy por debajo de la ambición panorámica de dicha muestra y en segundo término porque los artistas más prometedores bajaron la guardia y defraudaron las expectativas puestas en ellos. ¿Qué puede esperarse de los jóvenes? Me es difícil, personalmente, precisar la exigencia entusiasta con que los miro y registro su aparición en la escena nacional y persuadir, al mismo tiempo, de que en tal exigencia hay mucha más fe que crítica, y que el ánimo analítico con que examino obras maduras y definidas, deja paso aquí, enteramente, a una visión comprensiva de los defectos, temores y vacilación que deben acompañar los primeros años de una obra que se inicia. Sin embargo, hay algo que me sirve de guía infalible para acertar en ese seguimiento que tiene tanto de amoroso: descubrir en el nuevo artista una pasión excluyente, que le hace olvidar y hasta desdeñar el éxito tanto como las soluciones convencionales y los pactos de conveniencia. Actitud que lo lleva, invariablemente, a tocar "situaciones límite", no importa si están plásticamente acertadas o plagadas de errores. Es un camino, aunque parezca romántico decirlo, hacia la verdad y la grandeza, que implica la violación de aquello que quiere expresarse como propio, hasta obligarlo a rendirse y entregar lo que no puede ser sino una comunicación individual, única. Este plano duro y heróico es el que se compagina mejor con la juventud y el único que garantiza una obra importante en el futuro. Así he visto comenzar a Botero y Obregón, a Oiga de Amaral, a Negret, a Ramírez Villamizar y a Feliza Bursztyn en otro tiempo, y así también a Beatriz González, a Luis Caballero, a Luciano Jaramillo, a Ana Mercedes Hoyos, para citar algunos de los ejemplos que mejor ilustren esta vocación exclusiva. Es posible que más adelante, ya con un idioma propio y un repertorio de cosas por decir, artistas que merecen todo el respeto de su público resuelvan mirar para fuera y pactar con transacciones externas: y tampoco la vocación exclusiva garantiza la bondad de los resultados. Pero en todos los casos el verdadero artista sigue siendo ese ser sumergido y obsesionado, que permanece absorto, fascinado, en el proceso de su obra, sin perderla de vista ni un instante. Desconfío de los artistas que dejan de vigilarla y de apremiarla: a esto es lo que yo llamo "bajar la guardia". ¿Por qué se baja la

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GloriaZea, Directora de Colcuttura

Marta Traba Jurado calificador, Crñica de arte

1974 - 1982

Salón XIV


Del Salón Regional de la Zona Noroccidental (Cúcuta) nos llega al excelente trabajo desarrollado por el dibujante autodidacta Orlando Morales con sus Construcciones (primer premio). Son obras que han llamado mi atención desde 1977 cuando expuso en Bogotá en una colectiva de artistas santandereanos que entonces denominé "el Grupo de Bucaramanga". El interés de su trabajo radica en la impecable ejecución dibujística de esculturas (imaginadas por el artista) que ocupan un espacio convincente dentro del cartón que las encierra. En grises y negros de apariencia metálica, sus composiciones retan la imaginación aunque observadas de cerca, las figuras dejan de ser escultóricas para asumir la caracterización de dibujo específico. Laobra del pintorJorge MantillaCaballero (tercerpremio),sin embargo, en lugar de depurarse con el tiempo y expresarse con una economía de elementos, se ha barroquizado de una manera estrepitosa cancelando de paso sus posibilidades plásticas. Las figuras siguen siendo convulsivas y angustiosas en un espacio cerrado de colores sobrios, la misma rapidez del pincel para ilustrar la secuencia del dolor torturante pero exagerados al punto que rechazan la sugerencia artística para convertirse en una grotesca caricatura. Vale la pena señalar aquí las cajas de Luis Ernesto Parra (segundo premio) por su intrincado mundo doméstico poblado de infinidad de detalles que recuerdan el arte denominado Kitsch. Es un esfuerzo por transformar el elemento cotidiano y popular, sacándolo de su contexto natural a un plano que trasciende el ámbito ordinario. Las cajas de Parra tienen un acento anecdótico que estimulan un tanto el humor. ESTEBAN SANCHEZ Mi padre en: I descanso en domingo Mención

La obra clave del Salón de Ibagué, en mi opinión, son las pinturas en acrílico de Esteban Sánchez Saavedra (segundo premio). De una vitalidad primitiva que parecía perdida entre el alud de pinturas primitivistas de fácil factura y comercialización, sus dos trabajos están construidos con elementos sencillos (un hombre lee las tiras cómicas, un mecánico prepara su trabajo) en colores intensos y alegres. Son escenas domésticas en un primer plano que buscan la identificación realista pero con obviar distorsiones de la perspectiva que denotan en el pintor una incompleta instrucción formal. Hay todavía una dureza en el acabado pero en conjunto son obras refrescantes donde se percibe un talento artístico con innegables posibilidades. No obstante ser Cali un importante centro artístico en el país, la selección de la zona suroccidental fue drástica y se redujo a sólo cinco artistas. De entre ellos vale destacar a Rodolfo Velásquez (primer premio) por las características de sus obras. Parece que el paisaje con neblina está de moda. Lo encontramos primero en las magníficas acuarelas del maestro Gonzalo Ariza; también y más recientemente, los paisajes de Antonio Barrera (fuera de concurso, Zona Central) transmiten una visión neblinosa de la Sabana de Bogotá. Pero en Velásquez no se observan exactamente las mismas condiciones atmosféricas sino más bien una calima densa de clima caliente que presagia tormenta. Hay un nítido contraste entre el trasfondo nebuloso y la luz artificial que ilumina a una gama estrecha de colores y logra proyectar en sus paisajes un sentimiento de soledad y abandono.

Colección

RICHARD CROSS Nude N" 4, 1977 Fotografia Mención Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá

No sé si Ricardo Potes conozca la obra de Elmar Rojas pero sus dibujos no dejan de recordarme las pinturas denominadas Estampas del terror del pintor guatemalteco. En ellas encontramos los mismos personajes tenebrosos que habitan las Apariciones de Potes (segundo premio), sin duda con un enfoque diferente. Los primeros dibujos del joven artista caleño me impresionaron por su calidad técnica y conceptual. Son rostros agónicos que se desplazan impactados por una fuerza exterior desconocida que producen aprehensión de la misma manera que nos enfrentamos ahora con sus personajes de apariencia nefasta que infunden pavor. Sin pretender una réplica fotográfica de la realidad,el dibujante nos entrega una imagen borrosa como la personalidad misma de sus figuras enmascaradas en un ambiente opresivo. 207


XXVIII Salón Nacional de Artes Visuales

Las formas no convencionales atrajeron el favor del jurado. Un sonoviso de 58 filminas y 2:30 minutos de duración titulado Zócalo, investigación de formas decorativas de la arquitectura popular antioqueña, fue primer premio, y Juego Nº,,1, una instalación con títeres que representaban figuras conocidas de la política colombiana, acompañada de un video, tesis de grado en la Universidad Nacional, fue segundo premio. Sus autoras: Beatriz Jaramillo y María Consuelo García, respectivamente. Una mencjón especial concedida al artesano miniaturista Luis Ernesto Parra por su escenificación de la muerte del Libertador, titulada Aquí yace el que aró en el mar y edificó en el viento, velación a destiempo, denota el particular interés que el jurado prestó a formas populares de arte, hasta el punto que recomendó en el acta llevar en el futuro al salón "aquellas manifestacionesplásticas emanadas directamente del contexto de las diversas culturas populares del país, cimiento de su identidad cultural. " En el razonamiento del fallo los jurados fueron explícitos: "Habida cuenta de que la mayoría de los participantes del XXVIII Salón Nacional de Artes Plásticas (sic) son artistas de las últimas promociones de la plástica de Colombia, y que se advierte en el conjunto de las obras presentadas intenciones plásticas plausibles que no alcanzan -con obvias salvedades- a configurar lenguajes consolidados, el jurado ha estimado pertinente estimular aquellas obras en las cuales es posible discernir una búsqueda que procura rescatar elementos visuales y conceptuales tendientes a expresar una identidad cultural." Este jurado estuvo conformado por Marta Arjona, directora de Patrimonio Culturaly del Museo Nacional de Cuba, Angel Kalenberg, directordel Museo Nacional de Artes Plásticas de Montevideo, y Mirko Lauer, crítico y poeta peruano llamado para reemplazar al argentino Damián Bayón, quien no pudo asistir. Ahora el salón bienal pareció haber entrado en la rutina, pero seguía siendo indiscutiblemente el evento principal de confrontación y difusión de las últimas promociones de artistas. Otros salones, como el Atenas y el Rabinovich, permitieron interesantes comparaciones. De todas maneras, el Salón Nacional entraría en un receso de cinco años, y sólo volvería a realizarse, con estructuras similares, en el gobierno de Belisario Betancur.

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MARIA CONSUELO Juego N" 1, 1978 Técnica mixta Bolsa de trabajo

GARCIA

Fecha: noviembre 28 de 1980 a enero 31 de 1981. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Exposición itinerante: Pasto, Popayán, Cali, Armenia, Pereira, Manizales, Medellín, Montería, Sincelejo, Cartagena y Barranquilla. Organizador: Instituto Colombiano de Cultura. Participantes: 91 . Obras: 135. Jurado calificador: Marta Arjona, Angel Kalenberg y Mirko Lauer. Premios: Bolsas de trabajo $150.000: 12 Beatriz Jaramillo, Zócalo (audiovisual). 22 María Consuelo García, Juego N~ 1. Mención especial: Luis Ernesto Parra, Aquíyace el que aró en el mar y edificó en el viento, velación a destiempo. Menciones: Rafael Echeverri, Rítmico; Esperanza Barroso, Dibujo l.


Salón Atenas vs. Salón Nacional José Hernán Aguilar Revista del Arte y la Arquitectura,

1980.

La invención (debe ser humildemente admitido) no consiste en crear del vacío sino del caos; en primer lugar, los materiales deben ser aportados; puede dar forma a sustancias informes y oscuras, pero no puede darle vida a la sustancia misma. Mary Shelley. 1 El camino del arte colombiano durante la última semana de noviembre y la primera de diciembre de 1980 no era largo. Menos de un kilómetro separa al Museo Nacional (donde tuvo lugar el XXVIII Salón Nacional de Artes Visuales)del Museo de Arte Moderno de Bogotá (sede del VI Salón Atenas). "El contexto del arte", obra de Carlos Echeverry -artista participante en los dos eventos- relacionó a las dos instituciones en un mapa cuya enunciación resulta ahora equívoca pues es evidente que el lenguaje jugó el papel¡rimordial en las obras importantes presentadas en los dos salones . El texto y la información del arte contemporáneo fue la preocupación de varios de los más serios artistas colombianos, quienes han sabido aprovechar el avance de los medios de comunicación para poder competir, por lo menos idealísticamente, con corrientes internacionales. Este deseo de superación ha permitido que en estos dos salones se puedan detectar algunas virtudes y sus correspondientes vicios. Tales virtudes son netamente metodológicas y por supuesto,arbitrarias. l. Seriedad ".. ./0 importante, en arte, es lo que uno aporta, no la adopción de lo previamente existente". Joseph Kosuth 3. De una información popular a un léxico de salón oticial". De ul).,conocimiento especializado a una construcción popular>. De una aclaración política, un uso caseros. El preso único? El heroísmo de tratar de ser románticos. Lo bueno de ser ernotívo''. La seriedad de ser bueno 10. La audacia de seguir siéndolo 11.

11. Añoranza "Juego el albur de que al menos usted me esté leyendo y de que habrá muchos como usted que me permitirán terminar con todo lo que les quiero contar ....Muchos otros personajes, muchas otras situaciones quizá también hayan sido ciertas, demasiado ciertas" Gustavo Alvarez Gardeazába/12. ¿Juego mi vida ?13.Educación y autoeducación para rendirle un homenaje al Libertador 14.Me siento muy contenta de prometer 15. De aquí somos y los prornetemost".

111. Lluviosidad "El Salón Atenas refresca como el rocío". Gabriel Mela Guevereí] El arte a medias, se necesita más información 18. Lo que posiblemente sea, lo que posiblemente no sea y que sigan los premios".

vas posibilidades laborales o a nuevas proposiciones artísticas. Este descuido se debe en parte a la timidez para abordar nuevos temas o sistemas, para incorporar otros lenguajes que no sean exclusivamente plásticos y tradicionales, y porque, como anotaba Eduardo Serrano 22, existe una adherencia a ciertos temas por miedo a una fama ya establecida o por compromiso polític023.

XXVIII SALON NACIONAL

V. Novedad "El arte en cuanto arte no es mas que arte. El arte no es lo que no es arte ".Ad Reinhardt24.

DE ARTES VISUALES

Si a algunos artistas les falta audacia y seriedad investigativa, es bueno observar como otros usan estas dos virtudes mesurada e inteligentemente, tratando de no rendirse ante lo más fácil, de ser el verdadero" artista quien, de acuerdo a Marta Traba, "sigue siendo ese ser sumergido y obsesionado, que permanece absorto, fascinado, en el proceso de su obra, sin perderla de vista ni un instante"25. Muchas veces esa vigilancia no logra producir resultados sólidos como en el caso de los trabajos presentados en el Salón Nacional por dos veteranos -Alvaro Barrios y Ever Astudillo-. Sin embargo, en estos dos artistas es obvio dilucidar que la seriedad y la introspección formal son de máxima importancia. Estos trabajos de Barrios y Astudillo pueden no ser lo mejor de su producción pero no son por esto gratuitos, complacientes o acomodaticios. Las virtudes arbitrarias y útiles de los artistas colombianos expuestas en el contexto del Salón Nacional y el Salón Atenas nos demuestran que si el lenguaje del arte se ha convertido en una preocupación mayor de muchos artistas nacionales, existen también quienes ignoran toda una historia reciente, no solo del arte contemporáneo internacional, sino lo que es peor, del arte colombiano. Mucha de esta ignorancia es deliberada y oportunista, pues la fórmulas de éxito comercial se duplican en detrimento de una comprensión global de lo que es el papel del arte en una sociedad como la nuestra. "Que las formas lingüísticas con las que el artista formula sus proposiciones sean con frecuencia códigos o lenguajes 'privados' es un resultado inevitable de la libertad del arte frente a los costreñimlentos morfológicos; y de ahí se sigue que uno debe estar familiarizado con el arte contemporáneo para apreciarlo y comprenderlo"26. La información y la formación histórica de los mejores trabajos presentados en los dos salones (Modiano, Beatriz Jaramillo, Vayda, Rafael Echeverry, Cepeda, Valencia, Ortiz, Castles, Bamey, Inginio Caro, Bernal, Rebolledo y María Consuelo García) nos demuestran que los dos salones son tan necesarios como sistemas de gobierno. El aparentemente democrático Salón Nacional sirvió para reafirmar tendencias nacionales, y el aparentemente dictatorial Salón Atenas para adelantarlas. Los dos salones tienen morfologías diferentes y sería inútil y pretencioso tratar de compararlos cualitativamente; en un sistema neocapitalista como el nuestro, donde se vive a destiempo a pesar del desarrollo de los medios comunicativos, es alentador ver que tanto el gobierno como el capital se interesan por promover el tan devaluado (conceptualmente) medio del arte. .

y es aun más importante anotar que el destiempo es para alguIV. Oscuridad O será que no sabe distinguir entre un Velázquez y un Inodoro". Espectador colombiano de arte colombiano -zo

nos sólo una virtud, mientras para otros es sólo una ventaja. 1. En el prólogo (1831) 19978, p. 262.

a

Frankenstein

(1818) Penguin Books,Harmons-

wonn, Marta Traba, refiriéndose al XXVII Salón Nacional;21 comentaba porque muchos artistas "bajan la guardia" y se olvidan de una severa autocrítica a medida que su trabajo se ve enfrentado a nue-

2. Obviamente, para este artículo el inicio del autores la medida excluyente e incluyente. Aclaro que aquellos nombres y trabajos no mencionados

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fueron considerados irrelevantes expuestas en su desarrollo.

para el curso del artículo, por razones

3. En Arte y Filosofía, I y 11,editado en La idea como arte por Gregory Battcock, Gustavo Gili, Barcelona. 1977, p. 70. 4. Los premios del Salón Nacional, de acuerdo al acta del jurado (Marta Arjona, Mirki Lauer y Angel Kalenberg) recayeron en obras con posibilidades investiga ti vas; la primera, Zócalo, de la antioqueña Beatriz Jaramillo, consiste de una serie de 48 diapositivas y 5 litografías. El tema: un pueblo antioqueño. En una sensitiva e inteligente puesta en escena, Jaramillo reúne elementos arquitectónicos del pueblito para mostrar actitudes formales populares paredes, puertas, ventanas y relieves pintados en colores planos y brillantes con predominio del rojo, azul, negro y blanco. Lo atractivo del trabajo de Jaramillo es su actitud: una curiosidad de visitante de pueblos dormidos. (Esta actitud es sintomática de mucho arte colombiano, especialmente en los artistas surgidos a mediados de los sesentas: Santiago Cárdenas, Beatriz González, Alvaro Barrios y Juan Camilo Uiibe. Lo que Jaramillo hace es continuar una tradición colombiana pero con intenciones investigativas casi sociológicas). El punto de vista de Jaramillo es entonces"popular", y más, si no se adentra en los espacios privados y sólo se reduce al espacio de la plaza. Pero este espacio exterior trasciende su condición arquitectónica-visual para convertirse en un discurso sobre cultura popular; para esto, nada mejor que la diapositiva -;Jn medio enteramente visusl-« para atestiguar tal transformación; sin embargo, el discurso de Jaramillo no es demagógico. Su serie es asimétrica, fresca y poderosa como el lenguaje popular qúe la inspiró. El resultado es doblemente satisfactorio; un texto popular introducido en el contexto del arte (museo) para contrastar brillantemente dos culturas colombianas. (Alberto Saldarriaga llama a una cultura popular ya la otra cultura "culta" u oficial "Cultura popular y otras culturas", Arte en Colombia NQ9 pp. 41-44 Saldarriaga sugiere una tercera categoría (cultura de masas) que parece algo acomodada; para una suscinta formulación véase Raymond Williams. Communications, Penguin Books, Harmonsworth, 1976 pp. 104- 4666) Se produce así un texto visual-no reducible únicamente a términos sociológicos o lingü ísticosy una obra física atrayente y en última instancia "descrestadora"(María Cristina Alarcón, Cromos, NQ3238 P 60). De las cinco litografías se sacó una edición que la artista regaló el día de la inauguración del salón a aquellos que se enteraron, un último y efímero esfuerzo de Jaramillo por popularizar lo popular. 5. El "Proyecto 1" de Sara Modiano (Barranquilla, 1951 a los artistas participantes en el Salón Atenas se les señala con su año de nacimiento ya que ellos deben tener 30 años o menos para ser elegibles) en el VI Salón Atenas consistió de una construcción en ladrillo y madera dividida en dos secciones, una siendo el negativo espacial de la otra. Teóricamente, al unirse producen un poliedro de ladrillo atravesado por uno de madera. El proyecto se documenta con 29 heliografías que explican en parte el proceso formativo. La obra recuerda la ya antológica Double Negative (1969) de Michael Heizer, construcción en un desierto, de proporciones gigantes donde se removieron 40. 000 toneladas de tierra. (junto con el Spi ral Getty (1970) de Robert Smithson, Double Negative es una de las obras clásicas del earthart con la tierra. Para una revisión rápida del tema véase John A. Walker, Art Since Pop, Thames & Hudson, Londres, 1975, pp. 35-7). Modiana empleó 5. 000 ladrillos y la mitad del primer piso del museo, un espacio reducido; las diferencias con Heizer son claras. Como Zócalo, Proyecto 1 emplea elementos arquitectónicos populares ladrillo, madera y la apariencia de arquitectura espontánea. Sin embargo, la actitud de Modiano es la de hallar un lenguaje plástico que llene literalmente vacíos reales y no que ilustre un texto popular. En Modiano,ignorante confesa del proceso arquitectónico (según propias declaraciones), Proyecto 1 prueba cómo una idea nítida, clara y estricta puede hallar fórmulas visuales coherentes ya que el proceso investigativo se limita al estudio de la mejor posibilidad. 6. La segunda obra de Modiano en el Salón Atenas era una secuencia de 43 heliografías y 34 fotos que documentaba una construcción llamada Casa tomada, realizada en Barranquilla meses antes. La intención, tan clara como la de Proyecto 1, era integrar espacios reales (pared del museo y construcción de Proyecto 1) espacios lingüísticos, o sea aquellos presentados en los medios reproductivos; y es precisamente el espacio lingüístico el que liga "Hipogeo" con los eventos que pudieron inspirar las dos obras. Según

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BEATRIZ JARAMILLO Zócalo Audiovisual Bolsa de trabajo

LUIS ERNESTO PARRA Aquí yace el que aró en e/ mar y edificó en e/ viento, ve/ación a destiempo Técnica mixta, collage Mención

RAFAEL ECHEVERRI Rítmico ( Detalle), 1980 Acrñico sobre tela Mención Fotografiada de catálogo


palabras de Miguel Angel Rojas, cuyo 'piso' tiene fuertes relaciones con la obra de Modian, "el alambre de púas en barricada colocado delante de la reja en la obra de Fernando Cepeda hacía más explícito el tema;junto con la documentación fotográfica de Casa tomada de Sara Modiano, pienso que son obras especialmente importantes 1emáticamente'; son trabajos desprendidos de la historia inmediata colombiana, tienen como base la realidad política del país: los túneles del M-19 y la situación de los presos políticos" (declaración en conversación con el autor). 7. Se ve fácilmente que la tendencia política por Modiano y Cepeda, yaun por Jaramillo, es muy diferente a la tradicionalmente expuesta por artistas de generaciones anteriores. Si Nirma Zárate, Pedro Alcántara o Clemencia Lucena han usado una iconograffa política y por consiguiente se han mantenido obsetvedotes de la realidad política- social según exige su condición de críticos y/o disidentes (sin esto significar que todos sean activistas políticos; /o cierto es que sus obras son imágenes de facto y, obviamente, son recreaciones debidas en parte a la imaginación), otros artistas colombianos prefieren enrolarse en las filas del contexto político- social asimicomo tema. La lándolo como proceso o sistema y no simplemente extremadamente culta Trampa de Femando Cepeda (Sabanalarga, 1950). donde Alvaro Herazo (en reemplazo del autor) residió por 48 horas en el recinto del MAM-Bogotá, mostró no una 'perfomance' sino una presencia real, un hecho real dentro del contexto del arte (museo), mientras la documentación fotográfica era realizada cada hora, pasando así a ser una declaración tan política y audaz como los mejores ejemplos del body- arto (Ver Max Kozloff, "Pygmalion Reversed", Artforum, noviembre 1955. p 307; Y Juan Acha, "El arte de las acciones corporales", Arte en Colombia. NQ 13. pp. 44-8) Aunque la sustitución de Herazo por Cepeda restó algo de subjetivismo al trabajo, esto hizo más palpable la experiencia para el público quien, inconsciente y alegremente, pudo observer un proceso de confinamiento donde el cuerpo se usa "como una manifestación de comunicación no lingüística" (Herazo, El Heraldo, octubre 21, 1980). 8. Aparentemente más tradicionalista es la obra de Rafael Echeverry Rítmico, ganadora de mención en el Salón Nacional. A decir verdad, en el panorama de los dos salones (y de otros eventos pictóricos), la pintura de Echeverry surge como la propuesta más idónea, clara y culta. Su sencillo cuadro (scrñlco sobre tela) presenta cualidades que lo hacen tremendamente inteligente: pequeñas franjas sin pintar, dobleces de la tela, material (cinta) sobre la tela, y un formato rectangular alargado y seccionado (15 partes). El tratamiento plástico en Rítmico es estudiado y planeado pero no rfgido; existe un profundo conocimiento de la pintura románticametafísica de los años veinte (Mondrian, Van Doesburg, Kupka, Malevich) y de la mejor pintura abstracta colombiana (Widemann y Ramírez Villamizar). La brillantez técnica parece ser el producto de una meditación extensa sobre las posibilidades plásticas de la relación entre los grandes espacios vacfos (blancos) y las llnees de pintura de otros BO./ores,que actúan como versos Ifricos dentro del gran espacio romántico dejado en blanco. Echeverry no se entrega, sin embargo, a especulaciones netamente poéticas y asegura la calidad física de su cuadro con franjas pequeñas al crudo. Rítmico, usando un lenguaje pictórico puro, sencillo y económico, apela al sentimiento y a la emoción sin olvidar lo que significa un fuerte lenguaje estructural. 9. Igualmente emocional es la extraordinaria obra escultórica de Ronny Vayda (Medellín, 1954) que, como ha obsetvedo Luis Fernando Valencia, es consecuencia de la gran tradición constructivista colombiana. (Ae-vista, NQ5, pp. 18-20). El trabajo de Vayda es dicotomista: sus esculturas son emocionales porque yuxtaponen fuertemente dos materiales tan disímiles físicamente como el hierro y el vidrio en una especie de relación amorodio. Dicha relación, si se me permite, es digna del mejor arrabal tanguero de Medellín, donde las bajas y las altas pasiones se mezclan indiscriminadamente. Porque es obvio que el tratamiento del material es emocional y hasta erótico: el hierro se mantiene 'impuro' y el vidrio 'puro'. Atrás queda la refinada elegancia de Ramírez V. y Negret. Por consiguiente, yen oontra de lo que dice Valencia, el conceptualismo en Vayda es mínimo ya que el vidrio actúa como restaurador de tranquilidad y no como agente reflexivo o procesador por la obsesión con la pureza y economía de los materiales usados la obra de Vayda encuentra conexiones profundas con el arte minimal pero yendo más allí del romanticismo pulcro de escultores como Robert Morris, Donald Judd o Anthony Caro. Las esculturas de Vay-

da son declaraciones amorosas y como tales, son un tipo de comunicación con gran dosis de emotividad pero prometiendo el mejor de los finales. 10. En el Salón Nacional se destacan por su seriedad y madurez los trabajos de John Castles, dos pequeñas pero sorprendentes esculturas en hierro fundido que retan no solo la idea de la escultura tradicional (grande yen una base) sino la relación objeto- espectador, ya que la escultura se sitúa a únicamente a los pies del espectador y son mirada en picado, una cualidad que aunque parezca banal altera notablemente las nociones tradicionales del lenguaje escultórico. (Para una crónica formalista de la obra de Castles ver John Stringer, Re- Vista. NQ5, pp. 40-1). La fotografía de Luis Fernando Valencia se lanza también a asaltar nociones comunes sobre el medio y presenta literalmente el negativo en vez del positivo. Son tres trabajos realizados con dobles negativos y pedacitos de negativo para dejar ver dos paisajes anatómicos, alterados por los reflejos ambientales producidos por el vidrio donde se hallan colocados. De tal manera la visión no es nunca perfecta y el espectador queda con la idea de "haberse" visto y no de" haber" visto. La obra fotográfica de Jorge Ortiz es físicamente diferente pero participante de las mismas preocupaciones lingüísticas de la de Valencia. No se quiere dar una visión clara o terminada del evento fotografiado; lo que se pretende es que el espectador vea mucho más y no se inquiete por lo poco que se muestra iconográficamente; por eso la insistencia de Ortiz en la serie de cambios casi imperceptibles. 11. Virtuoso y seguro es también el trabajo de: Adolfo Bernal (OJO), una pancarta que se exhibía (ya que fue robada o prestada a largo plazo por desconocidos, en una tradición muy colombiana); es una pieza sencilla, sutil y utilitaria (como aviso publicitario). Alicia Barney presentó un trabajo similar a los realizados para el V Salón Atenas (ver J. H. Aguilar, "Todo tiempo pasado fue mejor", Re-Vista NQ5, p. 34-5) pero con ese demostró, y sobra decirlo, que ella está realizando el trabajo más serio dentro del arte conceptual colombiano por su preocupación con el problema que debería concernimos más, la ecología. (Su obra para "Arte para los años ochenta" titulada Yumbo ratifica esta afirmación. La obra de Barney parece cumplir la promesa la Jonathan Benthall, quien en 1969 declaraba: "La recuperación de los productos de desecho puede ser vista como un proceso de gran belleza intrínseca, y por tanto, no veo ninguna razón por la que no pueda convertirse en motivo de inspiración artística. E inspiración similar puede encontrarse también, en el estudio de las costumbres migratorias del salmón y las aves, en la vida y muerte de bosques y ciudades, o en otros muchos procesos ecológicos". Benthall,en "Importancia de la ecología", en Battcock, La idea como arte, p. 34. Ahora cuando nos enfrentamos a problemas mayores como la polución del Río Bogotá y los daños en la Bahía de Cartagena, a Barney debe mirársela con algo más que curiosidad). Importante se muestra además la,obra de Inginio Caro, con sus documemscionbs de trabajos efímeros; de María de la Paz Jaramillo, quien presenta en dos grabados, las posibilidades mínimas de interpretación verbal (Te quedarás / Te quedas);de Santiago Rebolledo cuyos trabajos muestran una inquietud por el tratamiento del material físico así mismo como por su presencia en la obra final, incluyendo su enmarcada. El irrespeto hacía los textos tradicionales en la obra de Rebolledo es sólo equilibrada por el respeto hacía las ideas plásticas y las posibilidades de los materiales empleados. 12. El Titiritero. Plaza y Janes, Bogotá,

1977, p. 29.

13. Juego N2 1 de María Consuelo García de Bogotá ganó la otra bolsa de trabajo del Salón Nacional, consiste de un teatro de títeres y un video. Los títeres representan a diferentes personajes de la historia política colombiana reciente mientras el video recrea un episodio de dicha historia. Aunque la representación de la obra es novedosa (gran espacio, medios diferentes, diversos materiales) y técnicamente brillante, esta no se aparta de la más clásica tradición política- figurativa del arte colombiano (Botero incluí do). Sin embargo. García ha hecho más física (escultórica) la imagen generativa. Tanto en el teatro de títeres como en el video García emplea un lenguaje para niños, y no es coincidencial que el happening grabado se asemeje mucho a dos series que fascinan a los niños colombianos, El Chapulín colorado y La carabina de Ambrosio. Además, García convierte al público en manipulador en su Juego N2 2, consiste de un baúl con muñecos que el espectador puede accionar a su gusto. A García como a B. Jaramillo, se la premió por las posibilidades investigativas; en sí,

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la obra es autosuficiente y aunque su tema se haya explotado hasta la saciedad en el arte colombiano, su dinamismo y frescura son el producto de un intento por hacer del mensaje textual un acto personal entre el trabajo y el público; esto lo demuestra el éxito popular de las dos obras. La parte algo olvidada de Juego Nº 1 es el video, que parece muy tímido y dubitativo. Es de esperar que en el futuro García logre una integración plena del lenguaje propio de cada medio. 14. Un avance se espera de también de Juanita Pérez (Bogotá. 1951) quien presentó en el Salón Atenas ensamblajes en pulpa de papel prensada cuya originalidad no estaba en duda. El problema con el trabajo de Pérez es tal vez la sensación de una homogeneidad exagerada que no permite mayores exploraciones. Consecuentemente su mejor obra era aquella presentada sin marco. Las dos cajas de Luis Ernesto Parra (una merecedora de mención en el Nacional) adolecen de la misma falta de audacia. Dentro sus limitaciones conceptuales,las cajas de Parra representan otra tendencia dentro del arte-caja colombiano: atrás quedan el pop de Bernardo Salcedo y Alvaro Barrios y la crueldad de Ramito Gómez; lo que nos da Parra es un preciosismo kitsch que en el año de Bolívar era lo más apropiado para rendirle un homenaje pOpular a quien Aró en el viento y edificio en el mar. 15. La pintura de Martha Locarazza (Santa Marta. 1950), vital y aparentemente espontánea dejaba entrever una estructura formal y una yuxtaposición de colores bastante planeados. Sus Rayonismos abstractos son extensiones deliberadas de una cultura pictórica elevada (Widemann, Obregón, Clyfford Still, 'Wols), muy consciente ya/que hasta la firma de la artista es un signo trabajado, pero en último término demasiado azarosas. Demasiado desnudas son las ambientaciones de Natalia Rivera (Medellín, 1953) mostradas en el Salón Atenas. Con pretensiones surrealistas, Las finalistas o El desayuno son trabajos que provocan al primer encuentro pero que vistas detenidamente van perdiendo su impacto debido a que la sugerencia lingüística es demasiado escueta. Sin embargo, Lacorazza y Rivera prometen un trabajo de intenciones plásticas intransigentes. 16. Se puede esperar lo mismo de la escultura de Edelmira Boller, que requiere más estudio sobre las posibilidades dinámicas del material; de las mixtas de Eisa Zambrano, quien parece desprenderse al fin de la influencia de Beatriz González; de la pintura de Marielena Bernal, Mariela Restrepo (dos atractivas vistas de chorros), Dora l. Martínez,Ethel Gilmour y Gerardo Ravassa, cuyo único cuadro augura excelentes recursos técnicos pero cuyo titulo deshace las intenciones visuales. En dibujo, Esperanza Barroso (mención en el Salón Nacional) no logra una propuesta original aunque es indudable su habilidad técnica. En escultura, la mejor promesa es la de Carlos Restrepo; yen grabado Hugo Zapata mantiene viva la esperanza de algo diferente. 17. En el discurso de inauguración del VI Salón Atenas, Diciembre 1980. Ver texto completo en El Tiempo, diciembre 7, 1980, p.5-B.

20. RamiroAlvarez Reinelen carta a El Tiempo, enero 7, 1981, p. 5-A. El señor Alvarez se refiere a Alberto Casas, directivo de Atenas Publicidad, patrocinadora del Salón Atenas. En un irónico lapsus mentalis el señor Alvaro confunde la denominación del Salón creyendo que se trata de un evento en homenaje a Atenas, la capital de Grecia. 21. "Uns mirada sobre el Salón", Arte en Colombia, W 9, p. 28. 22. "Los años setentas y el arte en Colombia ". Re- Vista, W 4, p. 41. 23. Pero tal adherencia no es solamente temática sino también formal, lo que no ha hecho sino anquilosar demasiado rápido una gran parte del arte joven colorñ&iano, como el representado en el Salón Nacional por artistas como Diego Mazuera, Gustavo Zalamea, Soledad Beltrán, Raquel Ramírez,Carlos Duque, Orlando Morales, y Ramón Giovanni, entre los mejores. La desastrosa presentación del Grupo arda, cuyas dos jaulas con animales vivos demuestra que de las buenas intenciones sólo queda una profunda confusión sobre tendencias y teorías del arte actual. El ridículo de arda solo clarifica la declaración de Sol Le Witt, quien refiriéndose al arte conceptual afirmaba que este sólo es bueno cuando la idea es buena. (Lippard, p. 28-9). Mientras que para Le Witt, la idea se convierte en máquina productora de arte para arda la idea es solo un chiste malo. Lo que muestra que el abismo informativo de muchos artistas jóvenes (y otros no tan jóvenes) es infranqueable o por lo menos testarudo. 24. Citado en Kosuth, Arte y Filosofía, I y 11,p. 63. 25. Una mirada. etc. p. 28. 26. Kosuth, P 68.

Todo lo anterior por el piso, y la paciencia (la mejorde las virtudes), de Miguel Angel Rojas.

2,

18. Carlos Echeverry (Medellín, 1955) propuso en el Salón Atenas una fraseología sobre arte que trató por todos los medios de parecer suficiente y sutil. Pero luego de 17 años de arte-lenguaje(Edward Kienholz propuso su cuadro concepto en 1963; Gene Beery pintó un cuadro con una nota en 1969: Note: Make a painting of a Note as a Painting; y Frederick Barthelme ideó sus ya famosas sustituciones en 1970. Ver, Lucy Lippard, Six Years: The Dematerialization of the Art Object, Praeger, New York. 1973. p. 15, 110 y 144 respectivamente), las proposiciones de Echeverry son débiles pues su ironía lo es. Su obra tiene el valor, a pesar de todo, de parecer carecer de importancia. Para una serie de conceptos extremadamente provocativos -El valor del arte, El arte a oscuras, etc.-Ias realizaciones de Echeverry se reducían a la más simple señalización, sin acusar un interés investigativo en el papel activo del lenguaje popular sobre arte, como sucede en la obra de Antonio Caro y Adolfo Bernal. (Con relación a este punto, consúltense los esenciales escritos de Joseph Kosuth en Lippard, pp. 72-3,93, 113-14, 127-33, 146-9 Y 174-5. Véase también Walker, pp. 54-6). 19. Jaime Silva (Sincelejo, 1950) presentó en el Atenas pinturas excelentes técnicamente pero cuyas superficies no logran superar una monotonía patológica; en resumen, son pinturas complacientes que no despejan

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dudas viejas. Igual sucede con obras en el Salón Nacional: las fotografías super formalistas de amar abando; los dibujos grotescos de Rodolfo Vélez y sorprendentemente, la única escultura de Alberto Uribe, quien es de los pocos artistas que decepcionaron teniendo en cuenta su magnífico trabajo anterior. Entre los nuevos en el Nacional pero con algo de moho todavía se destaca Pedro Ramos, quien presentó dos obras basadas en la temática popular bogotana de rutas urbanas y carteles callejeros; en este último, un collage con trozos de carteles verdaderos, parecía de pronto la profética frase "que sigan los premios". La obra de Ramos no es /o suficientemente disciplinada, pero investigada seriamente, teniendo en cuenta las variaciones culturales apropiadas, es una obra que podría dar resultados excelentes.

Arte y medio Beatriz Jaramillo El Espectador, diciembre de 1980.

Hoy parece que el arte tuviera mucha o ninguna importancia. La mitificación constante a que ha sido sometido por parte de algunos sectores y al mismo tiempo la manifiesta indiferencia de las gentes hacia eso que llaman "arte", obligan a un reconocimiento, a una revaloración en sus conceptos y formas originales y al modo como opera en nuestro medio. Desde la perspectiva de la historia occidental, el arte ha tenido siempre ingerencia activa y testimonial en los procesos cultura-


les. En la antigüedad, el artista, a través de los lenguajes plásticos tradicionales -pintura, escultura, arquitecturaestuvo al servicio de la religión y del estado; luego en el Renacimiento el arte se identificó con las ciencias y respondió con plena vitalidad a las cuestiones físicas y tecnológicas de su tiempo; más tarde el lenguaje artístico evoluciona en creaciones fantásticas -Barroco- y luego se desenvuelve en oposiciones dialécticas y relaciones múltiples con los factores externos que proporcionan nuevos sentidos de la vida. Por último, el siglo XIX adopta la concepción de "el arte por el arte" y actualmente el artista sigue desarrollando ideas de autonomía e independencia que lo alejan cada vez más de la realidad, al tiempo que se han constituido nuevos lenguajes y formas de expresión que desbordan las tradicionales y acceden a resultados diferentes. Hoy, la acción del artista ha pasado a un segundo plano. Cuanto más entran en juego las modernas tecnologías y los modernos medios de comunicación, menos convencida está la gente del valor de la expresión individual. El artista tal como lo concibió el Renacimiento ha perdido toda operatividad. Los movimientos artísticos siempre han estado ligados a factores de desarrollo social, político, económico y tecnológico que los determinan y condicionan. Así, Románico y Gótico sirvieron al cristianismo, el Renacimiento se da paralelo al Humanismo y al estudio de los fenómenos naturales; el Barroco nace en el clima de la Contrarreforma católica y el Neoclasicismo, Expresionismo y Cubismo surgen en los febriles años de cambio de siglo, Dadá como reacción a la guerra, la Bauhaus de la confianza en el Racionalismo y el progreso humano, y el Pop norteamericano en el clímax de una sociedad de consumo. La vanguardia es el reflejo de la condición actual del mundo, los movimientos artísticos más recientes apuntan ya sea a convertir las obras de arte en productos de masas, bien a sustituirlas por la acción política en sentido estricto, o asumen posiciones totalmente pasivas y conformistas. En la historia del proceso cultural latinoamericano, a raíz de la colonización europea, las nociones de un arte elevado vinieron dadas por los mitos y las características centrales de la cultura occidental. Los valores de nuestro arte han estado fundados siempre en una relación de dependencia con el arte de las grandes metrópolis: España primero, Francia después -en general Europa y en las últimas décadas Estados Unidos-, que han ímpuésto su colonaje cultural y proporcionan los conceptos y los lenguajes plásticos que nuestros artistas recrean y adoptan. Esto ubica al "arte" en un contexto aislado y lo mantiene flotando en un espacio estético, donde nunca toca todo ni pisa las estructuras reales que lo sustentan y condicionan. Si bien es cierto que ciencia y técnica poseen nociones generales de progreso esto no es aplicable para el arte, aunque sus lenguajes plásticos evolucionan y facilitan la comunicación. Este fenómeno solo tiene su razón de ser en términos de la función cognoscitiva, perturbadora y reveladora dentro de cierta estructura social y psicológica que lo necesita y produce. En el contexto actual latinoamericano es necesario tener presente que somos partícipes y participados de la cultura occidental, que si bien no experimentamos sus procesos, asumimos sus formas, su tecnología, sus sistemas de economía y política -a la manera especifica del subdesarrolloya hacemos uso de ello, a la vez que nuestros recursos y nuestras costumbres culturales son susceptibles de ser aprovechadas y manipuladas bajo un doble modelo de dominación. Cuanto sucede en el sistema socio-económico países, se refleja en el arte que representan.

que rige nuestros

Ambos campos se encuentran impregnados de elitismo, nociones de progreso y explotación económica, evocados ciclos de producción y consumo, fetichismo y mitificación que promueven la creación de un arte reflejo, a la vez que causan la descomposición de nuestros valores culturales y sociales. El hecho de que las obras de arte que se producen dentro de la tradición comiencen a carecer de sentido para las masas, debe ser visto como una necesaria revaloración cultural. Es necesario dar al término cultura su justa connotación, como el todo y no la parte estudiada de la élite, que se nutre de unas realidades y experiencias propias y comunes, y al arte como un medio de representación y autoafirmación de la cultura. Poseemos valores propios, raíces y signos culturales que nos unen e identifican, un origen precolombino y un pasado hispánico que tienen su validez, y una realidad vital con factores extemos que nos determinan y condicionan. Ante la impotencia actual del artista para competir experimentalmente con las modernas tecnologías y los medios masivos de comunicación, es necesario el aprovechamiento de ellos, y una investigación constante en materiales y lenguajes diferentes, que abran canales perceptivos y hagan más afectiva la comunicación. El arte, tal como funciona en nuestro medio carece de fuerza, yes solo el reflejo de unas estructuras y unos sistemas que hoy se hallan en tela de juicio, y para nosotros si quiere mantener su vitalidad, sólo puede tener sentido en la reflexión y recuperación deliberada de unos valores que nos son propios y comunes ayudando a la determinación de nuestro destino cultural y a la identificación de lo ordinario en su verdadero contenido.

Salón XXVIII de Artes Visuales Galaor Carbonell Arte en Colombia: marzo de 1981.

"," No es buena política arreglar los hechos históricos para decir que todo está muy bien; sin embargo, eso se acostumbra actualmente en Colombia. En este país pese a todo lo que ocurre de terrible y lamentable, no pasa nada y, lo peor, todo está rnuy bien. Y las estadísticas y los datos del pasado se acomodan para repetir que aquí vivimos el mejor de los mundos. No es cierto que los Salones Nacionales hayan sido certámenes de artistas jóvenes. Ni tampoco que en la mayoría de los casos los premios hayan recaído en nuevos nombres. Obregón se ganó por primera vez el máximo galardón de un salón nacional a los 42 años. Negret a los 43. Roda a los 53 y en fecha bastante reciente: 1974. Es cierto y no se puede tergiversar que la última edición del Salón Nacional fue marcadamente juvenil o, como lo dijera el jurado de calificación, "de las últimas promociones de la plástica de Colombia". ¿Por qué el salón no atrae a artistas mayores? Yo creo que existen dos razones fundamentales: 1Q Los premios no atraen a nadie. 2Q El paseo por el país daña las obras enviadas.

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Fui testigo en Manizales, a mediados de 1980, del estado deplorable en que se encontraba la mayoría de las obras escogidas para viajar durante dos años por muchas ciudades del país. Pero claro que hay más razones: la decisión de hacer salones bienales que enfría demasiado los ánimos; la escogencia curiosísima de los jurados, entre los que han predominado los vendedores de arte; las selecciones regionales caprichosas, en las que, según los jurados provinciales o se selecciona arte de vanguardia(?) o se premia la pintura más convencional, etc. Por más entusiasmo que se tenga para estudiar el Salón XXVIII, por más buena voluntad que se reúna para mirar las 150 obras de 84 artistas de todo el país, la conclusión es bastante frustrante: estamos ante un salón lánguido y mediocre, en el que no encontramos representado -salvo pocas excepcionesel arte del país. Porque es interesante destacar que si los nombres reconocidos o de alguna trayectoria faltan en su gran mayoría, también faltan los nombres nuevos de valía. Sorprende, por ejemplo: que Lorenzo Jaramillo , Víctor Laignelet, Celso Román, los tres artistas noveles más importantes surgidos el año-pasado, no se hayan interesado por participar en el salón. En medio de tantas obras inanes y desabridas, los trabajos de María Consuelo García y Beatriz Jaramillo, premiados con sendas bolsas de trabajo de $150.000.00 cada una, resultaban sobresalientes. Dichos premios sirven adem~s para puntualizar que el salón era paupérrimo en pintura, dibujo y grabado. Por primera vez, y esto resulta positivo decirlo, unas diapositivas -las de Beatriz Jaramillo-y un videotape como complemento de unas esculturas -muñecos y títeres- de María Consuelo García obtuvieron los máximos galardones de un Salón Nacional. Pero si los premios eran indiscutibles, las menciones, tal vez con la excepción de la concedida a Luis Ernesto Parra por el homenaje a Bolívar Aquí yace el que aró en el mar y edificó en el viento, velación a destiempo, resultaban inconcebibles. En efecto, ni el dibujo pseudorrealista de Esperanza Barroso, ni la abstracción decorativa de Rafael Echeverry tenían alguna importancia. Uno y otro trabajos reiteran a nivel nacional fórmulas demasiado trajinadas y su aporte es inexistente. El conjunto de diapositivas de Beatriz Jaramillo con el tema de los zócalos de colores es hermoso. Buen ojo, buen gusto y buena sensibilidad se vislumbran en esta selección de diseños populares, en los que sobresalen los patrones de una geometría elemental enriquecidos por los más bellos y vibrantes tonos. El Juego de María Consuelo García -tesis de grado para optar el título de Maestra en Bellas Artes en la Universídad Nacionalresulta una obra de participación entretenida. Sin embargo, no es sólo juego; aparte del excelente trabajo manual que puede verse en las figuras realizadas por la propia artista, la obra tiene obvias connotaciones críticas y apunta en varias direcciones. El videotape que lo acompaña, aunque algo truculento se ve con interés. Es decir, resulta coherente, variado y con ideas. En mi concepto, el salón tenía una zona atractiva. Sin ser excepcionales, las esculturas ele Ronny Vayda, John Castles, Alberto Uribe y Edelmira Boller en este orden, acusaban disciplina y, sobre todo, esa condición indispensable para que exista el arte: inteligencia. Muy interesantes también las cerámicas de Fabio González; por lo menos, eran inquietantes en cuanto se confundían demasiado con la realidad grave y real a la cual imitaban. Como hace dos años los jurados premiaron una "boutade". Los zapatos acumulados en una alacena de un grupo de Barranquilla, el Salón XXVIII no careció de algunas. Pero todas, comenzando por los animales vivos enjaulados, resultaban demasiado burdas. Ante ellas era fácil comprobar la medianía más que patética de las artes no tradicionales en Colombia. Sin embargo, por sus partes particulares, en el salón se veían bien los trabajos de Diego Mazuera, Gustavo Zalamea, María Elena Bernal y Máximo Flórez en pintura, Hugo Zapata y Maripaz Jaramillo en grabado, Alvaro Barrios y Ramón Giovanni en fotografía.

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XXIX Salón Nacional de Artes Visuales

RONNYVAYOA Sin título Escultura. hierro. vidrio. 0.27.5 x 0.30 x 0.3D m Primer premio. escultura

Fecha: septiembre 1 a octubre 20, 1985. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Salones regionales: Tun]a, Manizales, Pamplona, Neiva, Cartagena y Pasto. Organizador: Instituto Colombiano de Cultura. Participantes: 120. Obras: 169. Jurado calificador: Beatriz González, Santiago Cárdenas, Gloria Delgado, Liliana Porter y Roberto Guevara. Premios: Escultura: $1.000.000, Ronny Vayda, Sin título. Pintura: $1.000.000, Carlos Salazar, La carta (Betsabé). Bolsas de trabajo: $500.000, María Victoria Girón y Alvaro Velásquez, Maniviola (obra en conjunto); Alfredo Gómez Palacio, Sin título.

El XXIX Salón se realizó con Amparo Sinisterra de Carvajal en la dirección de Colcultura y con Jeannette Morales en la Sección de Artes Plásticas. Se conservó la estructura de salones regionales previos, pero se introdujo una importante innovación al institucionalizar en forma paralela al salón una retrospectiva de un maestro, que en esta ocasión fue Alejandro Obregón; Soffy Arboleda fue curadora de la muestra, que reunió 106 de sus obras y que provocó la famosa boutade de Ana María Escallón: "Lástima, Obregón fue un gran pintor. "Jurados y críticos coincidieron en que el salón tuvo un buen nivel medio, "un término medio tan homogéneo en cuanto a su nivel técnico e ideológico -en palabras de Eduardo Márceles-, que casi cualquier trabajo hubiese podido llevarse un galardón. n Esta vez las dificultades se presentaron en los salones zonales, especialmente los de Tunjs, Cartagena y Pamplona, donde hubo malestar por acusaciones de aparente manipulación por parte de los jurados. La vieja acusación que durante años había perseguido al evento nacional, resurgía ahora en el ámbito local yen el proceso mismo de selección de obras. Se hizo claro, también, que la disparidad de criterios adoptados en los diferentes certámenes regionales daban como resultado un salón heterogéneo, difícil de discernir y calificar sobre todo para un jurado internacional. Por otra parte, también hubo voces que reclamaron volver a la celebración anual, ya que el intervalo de dos años apilrentemente enfriaba el entusiasmo de participación de los artistas. Sea como fuere, la premiación se apreció como acertada y ecuánime. Beatriz González, Santiago Cárdenas, Gloria Delgado, directora del Museo La Tertulia,el crítico venezolano Roberto Guevara y la pintora argentína L/liana Portergalardonaron a Ronny Vayda en escultura y a Carlos Salazar en pintura, y dividieron otro premio entre las esculturas de Alfredo Gómez Palacio y una original máquina de proyección de casettes con colores y elementos de desecho de María Victoria Girón y Alvaro Velásquez. Como dijo entonces Beatriz González: "Buenos pintores y buenos críticos dan buenos juicios en buenos salones".Aparecieron en esta ocasión las primeras manifestaciones de transvanguardia local y su consecuente rescate de la pintura por la pintura.

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Obregón,delsancocho al enlatado Antonio Caballero Semana, octubre 1 de 1985.

La retrospectiva ¿qué le pasó?

de Alejandro

Obregón

plantea un problema:

Es de buen tono decir: "iQue buen pintor era Obregón hace veinte años"!. La exposición retrospectiva que le dedica en estos días el Museo Nacional, y que luego viajará a Europa, es una buena ocasión para saber si eso es verdad. Y si lo es, por qué. Pues nadie ha visto juntos -probablemente ni siquiera Obregónuna Garza y barracuda del 59 y un Gavilán pollero del 83. o La violencia del 62 y la Bestia humana del 84.

Es verdad que Obregón es también, inclusive mirado cuadro a cuadro, esa acumulación arbitrariamente organizada, aun en los casos en que construye con mayor rigor. Una estructura bien aplomada y sólida (el cubismo picassiano, pero también Zurbarán, que si se quiere son una misma cosa) borboteando en el hervor del expresionismo tropical, como el sancocho en la olla. Si bien se mira, los cuadros de Obregón son siempre bodegones de Zurbarán cocinados al trópico -es decir, sancochoscolocados en equilibrio sobre el plano del lienzo como sobre una bandeja: una erupción en una mesa. Recortado sobre el fondo liso y líquido del cielo o el mar sereno, un fragor de amenaza, como un cúmulo nimbus de todos los símbolos y criaturas obregonianas, orgánicas, vehementes: incendios, tempestades, cóndores, toros, barracudas. Una abstracta acumulación de vísceras o de flores carnívoras. Pero ese revoltijo de revoltijos que es la exposición del Mus~o (Mojarras y Angelitas, el Estudiante muerto del 58 junto al BIas de Lezo, el teso de178: Obregón, revela García Márquez, hace el sancocho con ron) no deja un buen sabor de boca.

I

Para empezar, lo principal. Alejandro Obregón es históricamente, el pintor colombiano más importante de los últimos cien años. O cuatrocientos. Es el pintor que sacó el arte de este país de la parroquia y lo puso a respirar otros aires. A respirar a secas. Gracias a él hay arte moderno en Colombia, y sin él no existirían artistas tan distintos como Botero y Salcedo, Beatriz González y Santiago Cárdenas. Pero precisamente por eso ha sido tan difícil juzgar, desde el punto de vista de la pintura (y no de la historia de la pintura) a Alejandro Obregón. Padre, precursor, pionero -y muy rápidamente sumergido en el torbellino engañoso de la gloria local-, convertido casi en "pintor oficial" del régimen: el proceso de paz casi se paraliza hace dos años porque Obregón no quiso pintar una paloma en la Plaza de Bolívar. Y por añadidura, el mejor de los hombres. Todo eso dificulta, enturbia el juicio. Sobre su pintura y su personalidad -inextricablesse tiende inevitablemente a hacer literatura. Eso salta a la vista en el lujoso libro que acaba se publicarse con motivo de la exposición bajo el título de Alejandro Obregón, pintor colombiano. Hay en él un texto de García Márquez que mezcla dos defectos cuando de hablar de pintura se trata: literatura y amistad. Uno de Coba Borda que mezcla otros dos: diplomacia y pintura nacional. Un tercero de Alvaro Cepeda, más peligroso todavía: trago y fraternidad. Y así, con Obregón sucede -y es para su honor, pero para su mal- que quienes opinan sobre él suelen hacerlo movidos por consideraciones extrapictóricas: iluminados por los vapores del ron, inspirados por el cariño, entrabados por el respeto. Yeso da mucha paja: iba a decir "mucha literatura". Pero en el Museo Nacional se puede ir a mirar directamente la pintura: cerca de cien cuadros de los últimos cuarenta años de Alejandro Obregón. Se empieza por dos o tres lienzos aplicados y concienzudos de los años cuarenta, cuando Obregón no dudaba todavía de la academia; se pasa por su descubrimiento medular del cubismo analítico, en el 50 o el 51 ; se sigue por los inconfundibles obregones de los sesenta, poderosos, seguros de sí mismos; y se termina con los grandes cuadros amazónicos del año 85, en los cuales, dicha sea la verdad, Obregón se limita a "obregonear": a reproducirse a si mismo. Pero vamos por partes. La exposición no está muy bien colgada: hay demasiados cuadros para muy poco espacio, produciendo una incómoda sensación de apiñuscamiento. Deliberadamente, no sigue un orden cronológico. Y ambas cosas acumuladas provocan cierto agobio. 218

Al entrar al salón, enfrentados, hay dos cuadros: La Trepadora de 1961 y Bachué de 1978. Obregón era un prodigioso colorista, ve uno en el primero, ocres, pardos, dorados: una pintura hecha de luz. Bachué, enfrente, no es color, sino apenas colores: verdes y azules planos. Más duro todavía es el contraste, al fondo del salón, entre un magnífico Mago del Caribe de 1961 y una Angela cayendo del 75. El Mago, en dos colores, rojo y gris, es un puro estallido de color: tiene metido el color en la pintura. La Angela, más estridente, con amarillo y verde chillón y azul cobalto y violetas y rojos y naranjas, tiene el color simplemente pintado en la superficie del lienzo. Tal vez la diferencia venga de que algún día, allá por 1967, Obregón dejó el óleo y descubrió el acrñico. Y dejó de inmediato de fabricar sus luminosidades, sus fulgores, sus transparencias, sus fosforescencias submarinas: fue como si creyera que salían hechas del tubo. Un sancocho enlatado. Es el color, y es además la arquitectura interna de los cuadros, y además su poder o tal vez, más simplemente, su peso específico. Veamos la famosa Violencia del 62. Un Obregón sobrio. Blancos, grises, un rostro de mujer muerta hecho de luces y penumbras, de colores que se pierden en la sanguinolencia; y una solidez de cordillera. Y veamos en cambio la Bestia humana del 84: chorros de bermellón, grandes manchas de opacidad, brochazos violentos. No es pintar "violento", con la violencia del brazo contra el lienzo, ni retratar anécdotas de violencia acrobática, con metralleta y sangre en surtidores, lo que hace violento un cuadro. Es pintar rigurosa y mesuradamente la violencia. O, hablando de la paz: la serenidad pura de la Ultima cena del 58, la equilibrada precisión de un Paisaje de 1961, alumbrados los dos por la fuerza contenida del color, vivo como una brasa frente a la Angela de media noche del 82, casi disneyana en su trivialidad, frente a los anecdóticos Blases de Lezo del 78, frente a los puramente ornamentales caprichos amazónicos del 85. No es que Obregón no sepa ya pintar: la técnica está ahí. Es que parece que no le interesara meterle a su pintura nervio y tripas, y esfuerzo: reemplaza los problemas por las fórmulas, el rigor por la decoración. ¿Por qué le pasa eso a un gran pintor? Es una hipótesis: por razones extrapictóricas. Se cuenta que Marta Traba decía (en tiempos de las Angelas): "qué mal pinta Obregón cuando está enamorado". García Márquez afirma que "cosas que en otros artistas son defectos son en Obregón virtudes legítimas, como el sentimentalismo, como los símbolos, como los arrebatos líricos, como el fervor patriótico". Acierta Marta Traba y García Márquez se equivoca. En Obregón, como en cualquier artista, esos defectos siguen


siendo defectos, y son los que han llevado a ese pintor que sabe pintar obregones a conformarse con "obregonear". Las Angelas y las Bachués y los Blases de Lezo y los Antepasados locos, están corroídos por el sentimentalismo y la literatura. Obregón los pinta, no porque quiera pintar, sino porque le gusta el tema: la belleza de las Angelas, el heroísmo de los Blases. Eso no es grave; lo grave es que con eso se queda satisfecho: la seguridad y su confianza que hicieron de él un gran pintor se han diluido en satisfacciones y narcisismo. Obregón, a quien tanto se ha querido, ha caído en la trampa de quererse a sí mismo más que a su propia pintura.

El arte en Bogotá Réquiem para el Salón de Artistas Ana Maria Escallón El Espectador, octubre 4 de 1985.

CARLOS SALAZAR La carta (Betsabé), 1984 Oleo sobre tela, 2.00 x 0.90 m Premio nacional, pintura Colección Instituto de Cuttura y Bellas Artes de Boyacá

Amparo Sinisterra de Carvajal, Belisario Betancur, Alejandro Obregón y Willy Stevens en la exposición retrospectiva de Obregón

Ana María Escallón, Crftica de arte

Después que ha sido entregado el fallo del jurado, volvemos al Salón Nacional para verlo desde otra perspectiva. Pero se reafirma siempre la primera impresión, de que es un salón lleno de obras gratuitas, las que en su gran mayoría no resisten un somero análisis. Ahora bien, si nos resistimos a creer que el arte colombiano pasa por un momento muy crítico y decadente, habría que preguntar si este catastrófico resultado no es en buena parte debido al tipo de organización que se le ha dado al evento. ¿Vale la pena esta reunión desordenada de trabajos? ¿Sirve efectivamente para confrontar las obras de artistas jóvenes? ¿Le ofrece un panorama claro y completo al público? ¿ liene alguna vinculación real con las aspiraciones de la comunidad? Todo parece indicar que al arte colombiano le hace falta imaginación, audacia, atrevimiento. Si lo juzgamos como toca, a través del Salón de Artistas, encontramos que en él no existen propuestas nuevas, casi todos se contentan con repetir algunas fórmulas efectistas para disimular ese oprobioso estancamiento en que nos encontramos. iAquí ni se' inventa ni se impulsa la invención! Cierto es que los medios de comunicación dedican un mínimo de espacio a la información cultural (el caso de la televisión es cada vez más patético; sólo telenovelas sirven) y por lo tanto vemos que tampoco existe campo para la discusión creativa, pero estamos seguros de que es la misma pasividad de los artistas, la que contribuye a mantener esta situación tan lamentable. Pero veamos nuevamente qué hay bueno en el salón. Vamos a los premios: el de Ronny Vayda: su pequeña y hermosa pieza de hierro y vidrio está llena de pureza en su concepción y es perfecta su realización. Esa sorprendente unión de materiales de naturalezas tan distintas, el rigor y ajuste de sus diseños y la invención de espacios luminosos caracterizan un trabajo. Otro premio, la máquina-maniviola es un objeto divertido e ingenioso, pero está dentro de las millares de cajas-objetos que han producido los artistas contemporáneos de todo el mundo, a partir de los años 60. No es posible saber si detrás de ella existe una idea original que la sostenga y que defina más adelante el trabajo de los jóvenes que la realizaron. El otro trabajo premiado fue el de Carlos Salazar, de excelente factura, que reafirma los valores que se destacaron en su reciente exposición en la Casa de la Moneda. En ellos hay un buen manejo del color, un color cálido y luminoso que emana de 219


fondos poblados de signos y que inunda sus figuras femeninas enigmáticas y solitarias en una atmósfera de irrealidad. Otros artistas no fueron premiados, pero bien se lo hubieran merecido. La pera, de Gustavo Zalamea, que centra toda su fuerza en una invención desmesurada plena de violencia, contenida y silenciosa. Su pintura y su construcción permiten cortes de interpretación múltiple; el trabajo de Zalamea es contundente, es un proyecto artístico con verdadera coherencia y solidez. Otra de las obras que tienen valor en este perdido espacio son Las naturalezas, de Ramiro Górnez. Una obra delicada, transparente, llena de sugerencias, que también podemos decir, tiene una trayectoria sostenida y con propuestas. En este insípido Salón, en donde se tienen que buscar las cosas con lupa, ya que todo se aúna a una visión frágil, heterogénea (en el sentido de malas calidades) e insulsa del arte, encontramos otra obra que merece detenimiento: Luis Ernesto Parra. Ebanista, agente viajero, y fotógrafo aficionado presenta otras cajas, pero ellas no son parte de la estructura formal de la obra, el metió o embotelló sus trabajos "para que el polvo no se las comiera". Con su imaginería popular, él descubre ese mundo de la miniatura y del arte a través de una recolección minuciqsa de objetos insólitos que va re-elaborando (las hebillas de los zapatos se convierten en las obras de Parra en lujosos marcos de cuadros y retratos) o reinterpreta las reproducciones artísticas que puede encontrar en las revistas especializadas como Selecciones. Todo su mundo es marginal, minucioso y original. En las obras de Parra encontramos que a través de su espíritu burlón, y en cartas o mensajes miniaturas también expone una propuesta a su visión política. ¿Por quién doblan las campanas? Por las FARC, el M-19 o será tal vez una premonición de este salón.

XXIX Salón Nacional de Artes Visuales: De todo como en botica Eduardo Márceles Daconte El Espectador, octubre 13 de 1985.

Después de cinco años de receso y numerosas vicisitudes, se reanuda el Salón Nacional de Artes Visuales auspiciado por el Instituto Colombiano de Cultura. Recordemos que fue el26 de noviembre de . 1980 cuando se conoció la decisión del jurado para el salón inmediatamente anterior. En aquellas ocasión, se otorgó un premio a Beatriz Jaramillo por su obra Zócalo, un visual de 50 diapositivas que ofrece una visión del color y el diseño de esa franja inferior característica de la fachada en viviendas semirurales de su provincia antioqueña. En igualdad de condiciones, el otro premio correspondió a María Consuelo García (de quien no volvimos a tener noticias) por sus Juegos 1y 2, en donde combi na su destreza artesanal con la imaginación lúdica en un conjunto de elementos diversos como son un espejo ovalado,una silla, una bandera, un baúl repleto de marionetas, como también una estructura en madera de donde cuelgan títeres que caricaturizan a figuras conocidas de la farándula política. Una curiosa instalación de connotaciones teatrales que propone cierta crñíca mordaz en el contexto de nuestra realidad nacional socavada por el c1ientelismo de aquel momento. 220

El actual XXIX Salón Nacional, inaugurado el pasado 20 se septiembre en el Museo Nacional de Bogotá, se presenta como una síntesis, con base en la selección de los seis salones regionales que se celebraron en Cartagena, Manizales, Pasto, Neiva, Pamplona y Tunja en el transcurso de 1984. Ha pasado más de un año desde la celebración del primer seccional y, sin duda, el nacional se ha resentido en el proceso. En primer lugar, ofrece una visión un tanto marchita de las inquietudes que agitan la actividad plástica del país en la actualidad. En una época de aceleradas transformaciones estéticas, son muchos los artistas que han superado ya aquel estadio transitorio de realización creativa. Quizás por esta razón, el salón parecería desfasado, detenido en un tiempo pretérito que sorprende por su tímida ingenuidad. En segundo término, no encontramos aquí la producción artística que hubiese suscitado las encendidas polémicas de años pasados, sino una muestra de obras que, en su mayoría, se contentan con las enseñanzas de la academia.

Los premios A diferencia de otros salones, en esta ocasión el fallo del jurado integrado por los pintores colombianos Santiago Cárdenas, Beatriz González, la directora del Museo La Tertulia de Cali, Gloria Delgado; la pintora argentina Liliana Porter, y el crítico venezolano Roberto Quevara, se recibió sin causar ninguna conmoción, ni un mínimo escozor, si bien se escuchan las voces disidentes de siempre. Los dos premios de un millón de pesos cada uno para Ronny Vayda y Carlos Salazar, sin embargo, no dejan de estimular interesantes reflexiones. La pintura de Salazar se ubica en la tradición de un tema ya transitado desde el siglo XVII cuando Jan Vermeer, con su magistral iluminismo, construyó una atmósfera de doméstica intimidad en su pintura titulada La carta. Si bien la idea de una carta es sólo el pretexto, en su obra homónima, Salazar enfoca a la mujer, desnuda ahora, sentada sobre una cama en actitud de desconcierto. Se trata, en realidad, de una pintura de naturaleza ecléctica, de tendencia citacionista en la medida que cita, de manera casi literal, la obra del austriaco Gustav Klimt en su tratamiento del color, en especial la tersa epidermis femenina con un trasfondo decorativo que, así mismo, alude a cierto colorido y diseños popularizados por pintores como Kandinsky, Klee o Miró. Es, de todos modos, una obra de exquisita ejecución y un robusto cromatismo de apetitosa sensualidad. La escultura de Ronny Vayda combina de manera acertada la dureza del hierro sin pulir, con la pátina de una oxidación natural, y la fragilidad del vidrio. En esta relación dialéctica de los elementos, el metal asume la opacidad que contrasta con el brillo de matices azul-marinos del material transparente. La obra de Vayda denota ya la decantación conceptual de postulados estéticos nada convencionales en su conformación física sin pretensiones realistas. El otro premio de un millón de pesos dividado entre la escultura de Alfredo Gómez Palacio y una Maniviolade María Victoria Girón y Alvaro Velásquez, más que obras maduras, son caminos que se abren a la experimentación. La escultura de Gómez Palacio remite, en pequeña escala, a la masividad de las tumbas en la región arqueológica de San Agustín con sus laberínticas oquedades, atlantes o cariátides, que exploran la potencialidad de un material de escaso uso como es el cemento blanco con incrustaciones de vidrio en colores rosados, gris o amarillo. Si la obra es incapaz de seducir a primera vista, su escondido encanto estaría en la intrépida búsqueda de formas singulares en un mundo de fáciles soluciones a los restos de la creación artística. La Maniviola se constituye en un instrumento de ingeniosidad artesanal. Girón y Velásquez han elaborado una cadena de cajillas plásticas con fragmentos interiores que proyectan, sobre una pantalla, cambiantes imágenes multicolores similares a un caleidoscopio de inusitados diseños. Aquí el trabajo de carpintería destaca tanto como la precisión ingenieril y el delicado equilibrio que imprimen sus autores a este visor de rústica simplicidad.


Neobucolismo y arte popular Si bien en el salón se observan todas las tendencias conocidas: abstraccionismo, figuración expresionista, nuevo realismo, neoimpresionismo, transvanguardia, entre otras, se percibe una en especial que llamaría neobucolismo por su intención de ubicarse en la plenitud incontaminada del campo. Tal es el caso de Marta Lucía Ramírez, aunque con una tela cortada en fragmentos irregulares, cosidos entre sí, que recuerdan las inquietudes del pintor inglés Richard Smith, en combinaciones con imágenes del arte rupestre. La representación de animales vacunos o caballares en trance de rumiar su bolo alimenticio, con paisaje de fondo, están también en las pinturas de Leovid Silva Ramírez. María Cristina Cortés y, un tanto más sofisticado, en Jaime Burbano Mutis con su Día de feria. Así mismo, hay una buena cantidad de obras de arte popular con reminiscencias del Kitsch en la participación de Luis Carlos Osario, por ejemplo, con su figura de Jesús del Buen Pastaren yesocemento policromado; en Orlando Suárez con su peculiar ensamblaje titulado Los amantes son eternos, un conglomerado de elementos que aluden a un amor de folletín; el trabajo de relojería que exhiben las Cajas de Luis Ernesto Parra con su minucioso homenaje a Ernest Hemingway y, a su altar construido dentro de una botella de cognac; o la pintura sobre vidrio de connotaciones Pop en el cuadro múltiple de Alonso Ocampo Gutiérrez.

MARIA VICTORIA Ensamblaje,

GIRON - ALVARO VELASQUEZ Maniviola 0.90 x 0.80 x 0.30 m. Bolsa de trabajo

Quizás con una intención más compleja, encontramos la instalación de Luis Guillermo Villegas con estampas religiosas que son un punto de partida para sus pinturas, iluminadas por la fila de velas encendidas. También Diego Pamba con el humor que alude a temas religiosos en una época desmitificadora como es Virgen encinta que esboza un pícara sonrisa. Una pluralidad de intereses artísticos En la tendencia actual de recuperar el vigor de la pintura, llámese transvanguardia o neoexpresionismo, se destaca un conjunto de artistas de la Costa Atlántica. En este punto no estaría de acuerdo cuando el jurado propuso que tales pintores están trabajando con un instrumental prestado de Europa o Estados Unidos pues es difícil -y no interesaubicar paternidades en la presente coyuntura artística. Recordemos además, que todas las escuelas han pasado inicialmente por una etapa de moda. Destacaría el trabajo de Celso Castro Daza con sus figuras masculinas de contundente vitalidad; el violento expresionismo en las superficies empastadas que recuerdan el graffitid punk de Rafael Panizza; el deliberado descuido de colores chillones en la mala pintura de Francisco Miranda; como también de los grandes telones de interiores caóticos en acrílico de Gloria Isabel Arango o el dragón solitario enmarcado por diablillos bufonescos en la pintura de Ana Cecilia Gutiérrez. "

María Victoria Girón y Alvaro Velázquez con su obra Maniviola

Vista parcial del XXIX Salón

A título individual, por razones diferentes en cada caso, sobresale en el salón un conjunto de obras que, sin ser realmente innovadoras, contribuyen a la riqueza de nuestras artes visuales. En Rebecca Navarro y Flor María Bouhot encontramos un interés similar al de los fauves-por el color de sus imágenes que en la primera se traduce en interiores de casas republicanas de su Cartagena natal, mientras que la segunda enfoca personajes solitarios, marginados, con una buena dosis de Matisse. De igual modo, es necesario señalar el manejo de los azules en la ambientación que recrea la rumba salsera de Ricardo Potes Vargas; la sutil sátira en la pintura San Fernando, el iluminado de Cajicá de Carlos Enrique Hoyos en una técnica de puntillismo personal que explota en colores iridiscentes; en tanto que en Gloria Cecilia Matallana la protagonista es la ciudad que se percibe a través de un espeso smog con su tráfico pesado, edificios, semáforos, transeúntes, el ruido de un incesante trajinar humano: estupenda concepción de un arte urbano sin concesiones a un naturalismo superado. De los escasos trabajos de gráfica, sería conveniente subrayar a Tulio Restrepo Echeverri por sus fotoserigrafías de fragmentos citadinos -escaleras, murallas, callejonesde un color Pop, directo, plano, encendido. Sin olvidar aquí las consideraciones

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acerca del paisaje de Dora Lucía Mejía con su visión nocturna del Valle de Aburrá, infinitos ojillos de luz con base de arena de cuarzo sobre cartulina negra, una sencilla, pero afortunada solución a una original idea. No es el caso de Beatriz Jaramillo, ganadora del salón anterior, puesto que su' Intersección en colores planos de pintura industrial sólo alcanza su nivel más elemental de asimilar una fracción de su zócalos sin mayores consecuencias técnicas o ideográficas; en su caso, estaríamos frente a un retroceso en su trabajo más que al esperado desarrollo. Un salón de nivel medio El papel mural de Hugo Hernán Ceballos, su repetición de diseños como un proyecto para empapelar estancias es interesante, como es también la mixtografía de Rodolfo Vélez con sus pesadillescas salas de espera sobre el papel de costales de cemento; los ensamblajes en cabello humano y discos de cobre de Víctor Sánchez Quevedo; o las pinturas de Pedro Oswaldo Granda, una orquesta chiflada de matices surrealistas. En mi opinión, la mejor fotografía del salón está en el trabajo de Mercedes Sebastián de Rasmussen. Hemos observado con interés las extraordinarias tallas en madera de Guillermo Melo, y los ensamblajes con ramas secas, au.pque ya suficientemente trajinados, de Ramiro Górnez. En caso aparte se constituye la pintura de Momo del Villar por su colorido tropical en el paisaje que enfoca a la Basflica de Santa Marta y las mujeres sensuales que estallan en colores disonantes de Leonel Gónqora. El performance, de Alvaro Herazo explota de manera inteligente una situación política, con referencias específicas al nazifascismo, ribeteado de humor crítico, en tanto que el de Alfonso Suárez no pasa de ser un esbozo, crudo aun, de elemental ingenuidad. El Salón Nacional ostenta, en general, un término medio tan homogéneo en cuanto a su nivel técnico o ideológico que casi cualquier trabajo hubiese podido llevarse un galardón. En ese sentido, sería de esperar las modificaciones que se han propuesto para hacer del salón, el más vital encuentro del arte nacional en el futuro.

Exposiciones del trimestre Francisco Gil Tovar Arte en Colombia, febrero de 1986.

Ya van para el medio siglo de existencia los Salones Nacionales de artistas y hemos asistido a los diecinueve últimos, a partir de aquel décimo, en 1957, en que se premió la pintura de Enrique Grau, Lucy Tejada, Fernando Botero, Alejandro Obregón y Jorge Elías Triana; pero nos es difícil recordar alguno que, en términos generales, haya sido peor que este de 1985 que hace el número XXIX y en el que hubo unas ocho o diez excepciones confirmadoras de la regla. El Salón reanudaba su trayecto después de un lustro de suspensión (lo mismo había ocurrido con el décimo) pues el anterior se celebró en 1980, y creo que todos esperábamos otra cosa. Presentó algo menos de cien obras seleccionadas previamente de un número de más de dos mil que acudieron a cinco salones regionales de acuerdo con el procedimiento, bueno a nuestro entender, adoptado hace algunos años por la entidad oficial organizadora, el Instituto Colombiano de Cultura. 222

Pensar que lo exhibido en el Museo Nacional es lo selecto entre dos millares de obras después de cinco años es como para ponerse a llorar, aunque cabe el menudo consuelo de saber que el salón no representa ya el nivel superior de las artes plásticas del país, pues se ha ido transformando en una democrática competencia juvenil escasamente profesional, de la que sistemáticamente se marginan no sólo los más empinados representantes de la plástica nacional sino los que poco a poco se van autoconsiderando artistas más serios. Es lamentable, pero es así. Nos consta el esfuerzo de Colcultura, hoy más pobre que nunca, por hacer que los salones subsistan y reflejen lo más ampliamente posible el pulso de las artes visuales en la nación; pero la cosa no parece dar para más, al menos bajo la actual organización, que a su tiempo fue consultada a los propios artistas. Sin duda, la crisis en que se debaten es reflejo de otras crisis, y la indiferencia con que el público asistió a la apertura oficial de este y a la proclamación de los premios -<:elebrada con asistencia del Presidente de la República el20 de septiembre-, tan lejana de la expectación y de las manifestaciones de otras horas, parece sintomática. A la mala impresión general de la muestra contribuyó sin duda su montaje sin mayor sentido, nada profesional e inadmisible para exhibiciones a este nivel, sólo explicable en parte por la misma penuria presupuestal y por la falta de espacio, aunque recordamos que en ocasiones anteriores se tomaron más salas del mismo Museo Nacional, permitiendo que las obras "respirasen". En fin, vimos un XXIX Salón de baja calidad, repetitivo y de un arte [oven-viejo, que quizás sea lo más deprimente de todo. Así se explica que el jurado (Beatriz González, Santiago Cárdenas, Gloria Delgado, Liliana Porter y Roberto Guevara) tuviera que otorgar unos premios de significación apenas regional, aunque no deja de ser extraño que, dentro del nivel general, se hayan resignado algunos reconocimientos como el que ya va mereciendo, por ejemplo, Gustavo Zalamea. De alguna manera algo sutil, los propios calificadores debieron aludir en su acta a la mala casta del toro con que se enfrentaban, al hacer mención de Que se trataba del reflejo de una transición con un "buen nivel técnico", cosa ésta que tampoco vimos. Desde luego, y pensándolo bien, tampoco parece muy justo pedir más al arte en Colombia en un momento de crisis artística mundial como es este. Los premios recayeron en los construccionistas -mal calificados de escultoresRonny Vayda, Alfredo Gómez Palacio, María Victoria Girón y Alvaro Velásquez estos últimos coautores; y del pintor Carlos Sal azar. De acuerdo con la recomendación del Consejo Nacional de Artes Plásticas en el sentido de presentar simultáneamente con cada salón la obra retrospectiva de un artista ganador en cualquiera de los ya celebrados, se expuso la de Alejandro Obregón, que lo es doblemente: en el decimocuarto (1962) con su bien conocida Violencia, y en el décimo octavo (1966) con lcaro y las avispas. La curaduría estuvo a cargo de Sofy Arboleda de Vega, buena conocedora de la obra del pintor, y quien hizo un largo y buen trabajo, no culminado debidamente en la parte exhibitoria, algo confusa y carente de información para el público. La profesora Arboleda pudo reunir casi un centenar de cuadros pintados entre 1942 y 1985, correctamente antológica en nuestra opinión, aunque algo recargada de obras de últimos años, como suele suceder casi sin remedio. Obregón, ya se sabe, es pintor en el sentido estricto de la palabra; es decir: no es sólo que se dedique a pintar, sino que es pintor porque todo en él es pintura puesto que ve el mundo desde el color y la brocha. Y lo ve con una visión vivaz de las cosas, que las hace fugaces y aéreas ante nuestros ojos, que él llena de ese colorido dispuesto para las sensaciones menos preocupantes. Visitando su antología nos convencemos cada vez más -ya lo hemos dicho- de que su cenit está en los años 60. Obras tan se-


rias como El mago del Caribe (1961) o Fuga y muerte del alcatraz (1963) no se han producido después de 1970, período este último en que "le han salido" cosas demasiado bonitas. Hay que reconocer, sin embargo, que eso de convertirse en manierista de sí mismo ocurre a muchos pintores en el mundo y a todos los colombiano de su generación; más aun, si cabe, a los de otras generaciones desde la Colonia. En este contexto, Obregón, más técnico y más ligero hoy, quizás menos preocupado y más brillante sigue siendo una muy alta figura de nuestro arte, con una personalidad indiscutible e inconfundible. Lo que pasa, tal vez, es que vivir en el paraíso de Cartagena y abandonar el óleo en favor del acrílico al mismo tiempo tiene un precio que paga el contenido en favor de la forma y el matiz en favor de la brillantez. Pero no hay nadie que pueda quitar a Alejandro Obregón su puesto en la historia de la pintura en América del Sur. Gran vol atizador de las formas, acumulador feliz, maestro cromático de las fugas de brocha, magicista y creador de signos, este barcelonés barranquillero representa ya irremediablemente una cifra en el modo de ver y de sentir de lo americano.

El XXIX Salón Nacional: un lustro es mucho tiempo Beatriz González Arte en Colombia, febrero 19 de 1986.

Un salón cuyo fracaso dependió del manejo de los regionales, no puede convertirse en éxito por la buena voluntad de Colcultura o de los artistas. "'" Después de cinco años de ausencia en el panorama de las artes plásticas se abrió el pasado 1o. de septiembre el Salón Nacional. Los movimientos en los mecanismos de su orgalilzación se comenzaron a percibir en 1984 cuando se realizaron los salones regionales. Estos fueron creados en 1976 por Colcultura en un intento por cubrir racionalmente todos los rincones del país. Un lustro es mucho tiempo --el último tuvo lugar durante la administración de la cultura Turbay-Zeasi se piensa, de acuerdo con la expresión de Marta Traba que el Salón Nacional es "el termómetro infalible", "la base de toda autocrítica" y "la invalorable confrontación general de tendencias, actitudes y obras". 1 Desde la época de la dictadura de Rojas Pinilla no se había encontrado un bache temporal tan extenso en la realización del Salón Nacional. El nacimiento de este evento no tuvo lugar en las exposiciones realizadas con motivo de conmemoraciones patrias en el siglo XIX, ni en los intentos de salones ocurridos en las primeras décadas del siglo, en especial en la del treinta. Es a partir de 1940 cuando se observa una voluntad gubernamental clara, de estructurar una competencia de tipo artístico, anual. El jurado, entre los que se contaba Jorge Zalamea, saludó la iniciativa como "un reconocimiento de nuestras artes plásticas". No debe extrañar que este hecho tuviera lugar durante el gobierno de Eduardo Santos y Jorge Eliécer Gaitán como ministro de Educación; los dos aparecen fuertemente vinculadas al impulso de las artes plásticas. Ello es reconocido en el texto del acta: El señor Ministro ha tenido el privilegio de concretar esta nueva situación cultural del país en

una exposición de arte que a un mismo tiempo es la prueba de que los artistas si saben responder con lo mejor de su espíritu a los estímulos oficiales y que el público sólo necesita que le proporcionen ocasiones como estas de mostrar interés y simpatía" 2. A manera de recuento se pueden citar los siguientes datos cronológicos respecto a la ocurrencia de este evento anual: En 1943 no se realizó pero en 1944 tuvieron lugar dos salones, uno en enero y otro en octubre; ello denota un deseo de continuidad. En los años de 1947, 1948, 1949 Y 1951 no se realizó; entre 1953 y 1957 se presentó el vacío más grande del Salón Anual. Este lapso de tiempo coincidió con la dictadura militar; en el acta lacónica del X Salón en 1957 no se hace alusión a la reapertura; al parecer los jurados se acogieron a la fórmula famosa del "decíamos ayer". Sin embargo, se debe anotar que fue la crítica de arte Marta Traba, quien participa como comentarista, por primera vez en Colombia, en un evento de este género, una de las pocas personas que llamó la atención sobre este hecho: "la uniforme mediocridad de esta exposición, tan esperada después de varios años de receso" 3. En la década del sesenta solamente se interrumpe el salón en dos años, en 1960 y en 1968; si se examina la presteza con que se realizó en los años siguientes, junio de 1961 y abril de 1969, se puede concluir que había un deseo de mostrar continuidad, de no permitir interrupciones largas. En 1966 se realizó una exposición de premios de 17 salones, en la Biblioteca Luis Angel Arango. En la siguiente década se iniciaron con regularidad las entregas del salón; se celebraron de manera poco usual y atractiva las bodas de plata: en el vigésimo quinto salón se hizo un experimento revolucionario que denotaba una intención de revitalizarlo y a su vez promocionarlo. El aviso de Colcultura era muy diciente: "Puertas abiertas en el XXV Salón ...Ya no existe salón de admisión ..." . Por su parte la prensa respondió con amplitud a estas tácticas publicitarias de parte de la entidad rectora de la cultura: "elegidos quince notables jurados del vigésimo quinto salón" 5. "No habrá críticos en el jurado" 6. "El más amplio salón de artistas" 7. "Arte para todos los gustos" 8." Se abre hoy el más grande Salón de artistas" 9.573 obras en el salón de artes visuales" 10. Indudablemente se trataba de una celebración; ese mismo año se realizó una exposición retrospectiva en la Biblioteca Luis Angel Arango de los veinticuatro salones que habían tenido lugar entre 1940 y 1973. Semejante a la que se había realizado en 1966, ésta contenía un catálogo con el recuento de las actas y la exposición presentaba las obras premiadas que fue posible conseguir. La curaduría estuvo a cargo de María Elvira Iriarte, quien a su vez se basó en una tesis de grado de Eudoxia Córdoba y Gloria Cruz de la Universidad Nacional y en investigaciones de Carmen Ortega.

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Fue muy adecuado presentar esta exhibición de Colcultura en las bodas de plata, porque en ella se afirmó que la historia reciente de las artes plásticas nacionales está vinculada a la exposición anual del salón. La única crítica que se le puede hacer a este evento y al del 1966 es que la historia de los premios y los premiados no es la del salón; el entorno de éste, como evento, las listas de artistas participantes dan una idea mejor sobre el momento histórico. Con la celebración del salón de puertas abiertas y de esta exhibición de los premios no quedaba ninguna duda respecto a la importancia del salón, el cual se había consolidado gracias a la intención de regularidad de parte de las autoridades de la cultura. A partir de entonces se estableció una modificación de fondo tendiente a quitarle el carácter centralista, estableciendo salones regionales. Aunque en el catálogo del XXVII Salón se trató de justificar la reforma diciendo que el salón estaba "estratificado", el argumento no era justo, también se insistió demasiado en la identidad cultural, término populista que no venía al caso. Pero el in-

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tento sin tantas arandelas verbales era bueno aunque los mecanismos para llevarlo a cabo fueron demasiado complicados. Primero los regionales, después el nacional y después el viaje del nacional por el país. Por esta razón la nueva estructura se convirtió en un arma de doble filo que aun hoy día conspira contra la existencia del salón: de anual pasó a bienal; los inconvenientes de orden práctico era innumerables, el traslado de las obras, los daños, los robos, etc. Esto ocasionó que Colcultura se ocupara con fastidio en su organización y acogiera con estusiasmo otras empresas más del gusto de las directivas, como la ópera. La falta de presupuesto para la cultura, mal endémico en Colombia, fue deteriorando la conformación del mismo y éste se convirtió en un salón mendicante dentro de la entidad. Al parecer no quedaba más recurso que su desmonte. Por estas causas, económicas, prácticas y de desvío de los interesas en las políticas culturales, el gobierno apareció en deuda con los artistas; esta deuda se acentuó más aun, cuando en el presente cuatrienio otras entidades como lacancillerfa, sin planeación y duplicando esfuerzos, organizan exposiciones en el exterior de artistas colombianos. Este año se reanudó la presentación del salón en su vigésima novena entrega. El anterior recuento pretende hacer reflexionar no solamente sobre la importancia del salón sino en las repercusiones que tienen sus interrupciones y la necesidad de que se convierta en anual; las etapas en las cuales el salón se presentó anualmente denotan un movimiento más interesante en el arte y un nivel de producción de obras más alto.

Montáje de la exposición retrospectiva Obregón en el MQieo Nacional

de

Las causas de las primeras interrupciones parecen políticas, 1947 -1949 o la dictadura de Rojas; la última corresponde al fin del gobierno de Turbay y medio del presente. No parece denotar una causa semejante, más bien indican, ruina, deterioro y desorden. El salón ha tenido diversos nombres:Salón Anual de Artistas Colombianos, Salón Anual de Artistas Nacionales, Salón Nacional de Artes Visuales. Cuando se acuñó este último nombre en 1974, con motivos del XXV Salón, este cambio implicó críticas certeras porque se estaba adjudicando a los sentidos, en este caso la vista, lo que exigía juicio abstracto y la transmisión de ideas y conceptos. "El arte no puede definirse por la simple percepción externa de nuestros sentidos, vista, oído sino por sus peculiares limitaciones formales y estéticas que por serlo constituyen el cometido de toda obra estética". Tal vez alegremente las directivas de Colcultura seducidas por "la palabra incorrecta" o por buscar la precisión de un lenguaje a la moda hicieron un cambio que le restó carácter al evento. Rectificar el nombre podría ser una de las labores de "Colcultura", nombrar las cosas con el nombre que las define sería la razón de volver a titularlo, Salón Anual de Artistas Colombianos. El salón ha tenido varias sedes: la Biblioteca Nacional, el Museo Nacional, La Feria Exposición, la Biblioteca Luis Angel Arango. El Museo Nacional ha sido su sede más recurrente, la Feria Exposición, la menos. La iniciativa de realizar el salón en esta última sede en 1961 recibió una de las más fuertes reprimendas de Marta Traba: habló de populismo, de actitudes demagógicas y de cómo significaba una falta de respeto al pueblo: "el pueblo latinoamericano que tiene bastante hambre, que escasamente lee y escribe y que defiende su ignorancia con una instintiva malicia, se ríe para convertir a los autores de esas cosas inexplicables y absurdas en el clásico burlador burlado" 12. Con el XXV Salón hubo algunos movimientos tendientes a colocarlo de nuevo en la feria. Afortunadamente no se hizo pues los efectos habrían sido peores que en el 61 . De alguna manera se colocaron las 573 obras con dignidad en el Museo Nacional. En el salón actual, el vigésimo noveno, existe una queja general respecto al montaje y a la sede del museo. Se observó descuido

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ALFREDO GOMEZ PALACIO Sin título, 1984 Cemento blanco vaciado, 0.37 x DAD x DAD m Bolsa de trabajo

Eduardo Márceles Daconte, Soffy Arboleda, Alejandro Obregón y Celia Birbraher en una mesa redonda, a propósito de la exposición retrospectiva de Alejandro Obregón


en los paneles pintados de un rosado que parecía provenir de otra exposición; respecto a la iluminación ya la colocación descuidada de algunas piezas. Por alguna causa incomprensibles salió perjudicado el salón, las obras, los artistas y el Museo Nacional. El salón se reanudó con una innovación: una exposición de un artista invitado; por esta razón se expandió más por las salas del Museo, salas que en mejores tiempos honraban la memoria del Libertador, del General Santander y de Antonio Nariño. La actual administración ha jugado con el Museo Nacional y quiere reparar con decoración los atropellos al sentido histórico. La iniciativa de invitar a un artista de otra generación le dio una antigua prestancia al salón, le dio público. La selección del nombre de Alejandro Obregón fue la más acertada especialmente porque su nombre está vinculado a la historia del salón y porque su obra Violencia constituye el clímax de esa misma historia. Pero la exposición habla a gritos de la urgencia de un espacio adecuado; las iniciativas por buenas que sean deben ser realistas. Es necesario colocar el salón y su artista en un sitio capaz de albergarlo, sin sacar a codazos a los próceres. La recurrencia del salón, su nombre y el espacio son puntos olvidados dentro del análisis de su problemática, no obstante son aclaratorios de su situación.

los regionales, no puede convertirse en éxito por la buena voluntad de Colcultura o de los artistas. Marta Traba, gran animadora del Salón Nacional, decía en 1961 que "su interés radica en comprobar la predominancia de ciertas tendencias sobre otras, en verificar la orientación de la gente joven, en descubrir vicios genéricos y buscar casi siempre sin éxito virtudes comunes". Para los que creemos con ella en "la imperiosa necesidad de colocar el arte en su medida exacta" sentimos que este salón no es la temperatura del arte sino el reflejo en su estructura del deterioro del Gobierno y sus repercusiones en el país. 1. Marta Traba. Catálogo XVII Salón de Artistas Nacionales, 1965. 2. Acta de premiación, Salón Anual de Artistas Colombianos. Catálogo 24 Salones Nacionales 1940-1973. Bogotá, 1974. 3. Artes Plásticas en Bogotá. Cronología noviembre-diciembre de 1957. 4. Aviso del Instituto Colombiano página 3. 5. El Tiempo, noviembre

Generalmente se habla de crisis del arte. La mayor polémica de este género tuvo lugar en 1965; en ella participaron Marta Traba,Carlos Medellín, Antonio Roda, Feliza Bursztyn y otras personalidades del arte y la cultura. La crítica tituló su alegato de defensa "Dos mentiras: La crisis y la estafa del Salón Nacional". El análisis más enjundioso fue realizado por Francisco Posada, en la revista Letras Nacionales del mismo año. En este vigésimo noveno salón se han repetido las críticas con motivo del salón: el arte en crisis y no la participación de artistas reconocidos. Es necesario aclarar que el salón está en crisis, no por la crisis del arte, sino porque sufrió un deterioro del cual no ha podido recuperarse debido a varias causas que tuvieron que ver con el desinterés del Gobierno, con la incapacidad de manejar los mecanismos regionales y por la debilidad de Colcultura ante ciertos miembros del Consejo Nacional de Artes Plásticas. Hubo magníficos premios, buenas iniciativas y se cumplió aparentemente con un cronograma. Es indudable que ese lustro sin salón no se prestó para reflexionar ni para reestructurar; fue un vacío de decisión por pMe de Colcultura; en el gobierno anterior por desorden y en el actual por tratar de ordenar. Gran parte de los salones regionales estuvieron sfulados en ciudades de difícil acceso: Pamplona, Neiva, Tunja, no sólo para los artista que tenían que llevar su obra sino para los jurados que perdían su tiempo viajando. La decisión por parte del Consejo Nacional de nombrar diferentes jurados para cada sede sin un sorteo previo se prestó para que el vivo del grupo se situara estratégicamente; esto les quitó credibilidad y seriedad a los juicios de los críticos; porque solamente en un salón apareció un artista como jurado.

1957. Revista Prisma NQ 11 Y 12

de Cultura, El Tiempo, se fecha, 1974,

16 de 1974, sin página.

6. El XXV Salón de Artistas abre sus puertas Tiernpo, sin fecha, sin página, 1974.

a

7. El Tiempo, noviembre

1.

19de

1974, página

todos; por Pilar Tafur, El

8. Por Gloria Valencia Diago, El Tiempo, noviembre

9. El Tiempo, noviembre

1974 página 6.

19de 1974.

10. El Tiempo, noviembre

10 de 1974, sin página.

11. Artes Visuales, por Lexicófilo, noviembre 20 de 1974 página 5. 12. No hay Salón. Por Marta Traba, Nueva Prensa, No. 1junio 7-13 de 1961. 13. Por Marta Traba. El Tiempo, Suplemento

Literario agosto 26 de 1965.

14. No hay Salón, Por Marta Traba, Op. cit. 15. Marta Traba, catálogo XVII Salón. Op. cit. I

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La consigna parecía eliminar el mayor número de artistas para que la pobre Colcultura no tuviese que transportar tantos cuadros. De 400 artistas en Tunja fueron seleccionados 17; de 170 en Manizales, 26; de 90 en Pamplona, 12; de 95 en Neiva, 16; de 227 en Pasto, 31; de 221 en Cartagena, 12. Hay preguntas aun sin respuesta adecuada. ¿Cómo pudieron ver los jurados de Tunja en 7 horas setecientas obras? ¿Cómo se seleccionaron los jurados en Neiva y Cartagena? El actual salón debido a una serie de irregularidades no es el termómetro del arte del país sino una colcha de retazos tejida por la irresponsabilidad con que se conformaron los salones regionales. Un salón sin nombre, sin sede adecuada, un salón bienal, después de un lustro, un salón cuyo fracaso dependió del manejo de 225


XXX Salón Anual de Artistas Colombianos

Amparo Sinisterra de Carvajal puso en manos del Consejo Nacional de Artes Plásticas la responsabilidad de seleccionar por invitación, con base en propuestas de seis comisiones regionales, a los participantes en el XXX Salón, al que se qurso dar un carácter conmemorativo. Se restauró el nombre del Salón Anual de Artistas Colombianos y fue, junto con la inauguración de una nueva sala de artistas colombianos en el Museo Nacional, el cierre cultural del gobierno de Belisario BetancuroEn su discurso inaugural, dijo el presidente: "Estos salones han dado cuenta del proceso político del país con una sensibilidad, con una tensión que no tienen paralelo en ninguna otra de nuestras expresiones culturales; aquí están registradas todas las luchas, todos los compromisos, antes de que hubieran penetrado en la opinión colectiva y en el saber convencional; aquí los artistas han dado testimonio de anhelos, de rebeldías, de esperanzas y de frustraciones, sentidas de manera muy concreta; y expresadas, por supuesto, en forma igualmente concreta, urgente y perentoria. " Cinco salas del museo fueron ocupadas por el diseñador de la muestra, Alberto Sierra, cuyo trabajo fue elogiado, pero despertó la acusación de invasión a las salas de antropología e historia,polémica que sólo sirviópara poner de relieve la necesidad de contar con un espacio idóneo para la exhibición del salón. Definido como "una convocatoria de buena voluntad", fue, según Beatriz González, "uno de los más importantes en la historia del evento oficial, porque se logró presentar un amplio y vitalpanorama del arte colombiano': opinión compartida por muchos artistas y críticos. Eljurado concedió primeros premios a Gustavo Zalamea y Leonel Góngora, dividió otros dos entre Víctor Laignelet, Alicia Viteri, Angel Loochkart y Miguel Angel Rojas, y concedió diez y nueve menciones, dejando constanciaque los veinticincoelegidoscorrespondíanal 11.9% de la participación total. La historiadora del arte Shifra Goldman, famosa impulsadora del arte de los inmigrantes mexicanos en Los Angeles, y el crítico francés Pierre Courcelles compartieron el trabajo del jurado con Enrique Grau, Germán Rubiano Caballero y Jorge Gómez y Cáceres, curador colombiano en el Louvre.

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LEONEL GONGORA Maternidad, (detalle) 1985 Tiza roja sobre papel, 1.14 x 0.79 m. Premio

Fecha: julio 20 a septiembre 28,1986. Sede: Museo Nacional, Bogotá. Organizador: Instituto Colombiano de Cultura. Participantes: 202. Obras: 343. Jurado de admisión: Consejo Nacional de Artes Plásticas: Amparo Sinisterrade Carvajal, Darío Ruiz Gómez, Alberto Sierra, María Isabel Mejía, Soffy Arboleda de Vega, Maritza Unbe de Urdinola, Eduardo Márceles Daconte, Santiago Cárdenas, María de la Paz Jaramillo, Jeannette Morales y Galaor Carbonell (invitado). Jurado calificador: Shifra M. Goldman, Pierre Courcelles, Jorge Gómez y Cáceres, Enrique Grau y Germán Rubiano. Premios: $1.000.000: Leonel Góngora, Maternidad, Magdalena; Gustavo Zalamea, Pera amarilla, Estudio con frutas. $500.000: Víctor Laignelet, Trilogía de los espejos; Alicia Viteri, Tiempo gris; Angel Loochkartt, El ángel nos llama, El ángel sale a mi encuentro; Miguel Angel Rojas, Las partes 1,Las partes 11.Menciones: Ezequiel Alarcón, Construcción N01, Construcción Nº3; Ever Astudillo, Sábado, Lunes; Ramón Carreña, Puerta astral; John Castles, Sin título; Marco Tulio Espinosa, David, Las tres gracias; Manuel Estrada, Rincón 1,Rincón 11;Umberto Giangrandi, Sin titulo, Sin titulo; Ignacio Gómez Pulido, Naturaleza 1,Naturaleza 11;Rangel Gutiérrez Miramón, Y con sus falsas condecoraciones incluyendo la del Pispito rojo, Richard a la espera de su Leontina Amarilla; Gloria Elena Merino, El vino, Gualirá; María Teresa Pardo, Sin título; Saturnino Ramírez, Academia de billar de la Place Clichy, Autorretrato al billar, Pedro Ramos, Perseguidores y perseguidos; Alberto Sojo, Sin titulo 1,Sin titulo 11;Alfonso Suárez, Pasado y presente; Ronny Vayda, Sin título, Sin titulo; Gustavo Vejarano, De fuego yagua I y 11;Camilo Velásquez, Serie rompimiento, Serie rompimiento; Rodolfo Vélez, Sin titulo, Sin título.


La intransferible identidad Belisario Betancur Secretaría de Información y Prensa, julio 28 de 1986.

Palabras del Presidente Betancur en la apertura del XXX Salón de Artistas Colombianos: Museo Nacional, julio 28 de 1986. A lo largo de treinta Salones de Artistas, se puede reconstruir y desandar la peripecia de la plástica contemporánea en Colombia. Sería esa, labor de documentación, investigación, archivo; sería un trabajo dispendioso y exigente, pero no impracticable. Al fin de cuentas, se trata de una historia que abarca cuatro decenios tan sólo, de certámenes que han tenido amplia publicidad en al prensa diaria, en semanarios, en publicaciones especializadas de diversa índole que, esas sí, no lograron nunca la periodicidad y la regularidad que, pese a intermitencias, ha conseguido este concurso. El "Salón institucional" Muchos, casi todos los participantes en los primeros salones, los ganadores de los premios y los protestatarios contra esos premios, están todavía entre nosotros, afortunadamente; y más afortunadamente, todavía siguen trabajando, siguen inventando, siguen creando. y el Salón persiste como una muy peculiar institución. En efecto, el término institucional, en el lenguaje cotidiano, y por razones que si no siempre son válidas son en cambio muy comprensibles, tiene una serie de asociaciones que lo envuelven en aura de rutina, de repetición, de inercia inclusive. La misma denominación -"salón"tiene un acendrado carácter decimonónico, y como tal evoca a "la capital del siglo XIX", a un París en el mejor delos casos baudeleriano o impresionista, admirable pero remoto, deslumbrante pero cancelado. Las voces premonitorias En torno a aquellos Salones del siglo anterior se constituyó, claro está, el arte moderno, y ciertamente se trataba de mucho más que mansas celebraciones académicas. y este salón nuestro. con todo y su rótulo, ha sido el protagonista de nuestra propia modernidad. Pues cuando me refería a un posible inventario de los veintinueve salones anteriores, a unos datos, unos nombres, unas estadísticas, si se quiere, estaba también pensando en una serie de expresiones que no son susceptibles inicialmente de catalogar, sino que más bien convocan a la reflexión ya la elucidación.

de que hubieran penetrado en la opinión colectiva y en el saber convencional; aquí los artistas han dado testimonio de anhelos, de rebeldías, de esperanzas y de frustraciones, sentidas de manera muy concreta; y expresadas, por supuesto, en forma igualmente concreta, urgente y perentoria. Ha habido en ellos voces anticipatorias, han antecedido en sus planteamientos a exponer estados de ánimo y propuestas de conducta que el organismo nacional comenzaba la penas a eludir confusamente y que empezaron a adquirir su contorno y su fisonomía a través de obras-de signos, de mensajesque dentro de estos muros encontraron su primera resonancia. Propugnando el cambio Al decir lo anterior, no quiero dar a entender que estos salones sirvan tan sólo como imagen complementaria para una historia o una sociología de la realidad colombiana en la última mitad del siglo XX. Pese a que mis aficiones y mis devoluciones están inevitablemente contaminadas de amateurismo, comprendo que en la pretensión de constituir un lenguaje absoluto reside una de las principales razones de ser de la aventura artística; y que sería injurioso y torpe convertir a ésta en un termómetro referencial para procesos políticos, económicos y sociales. Lo que quiero destacar es el hecho de cómo, en ese lapso donde el país, como se está viendo y como cada vez habrá de verse más claramente, ha estado forcejeando y penando por darse una nueva constitución espiritual; por rescatar o por inventar su elusiva fisonomía, el cambio mismo, y a veces el motor del cambio, ha sido anticipado y propugnado desde aquí. Los artistas han tenido más antenas para captar lo inexpresado del alma colectiva; han tenido más tentáculos para apoderarse de lo que yacía en la mudez. Han sido, en suma, y no estoy haciendo una categorización estética o académica, más realistas que los demás colombianos, más arrojados, más confiados e impertérritos ante la verdad, que siempre es amedrentadora. ,.

Por eso estamos aquí para enterarnos de la varia expresión de cuadros, de esculturas, de objetos, de cosas que nos hablan de una serie espléndida de talentos individuales, pero que también nos indican, en un primer ademán clarividente, algo de lo que contendrá el futuro, de lo que los hombres y las mujeres jóvenes de Colombia quieren que sea el futuro. i Penetremos en esa nueva alma, siempre en busca de sí misma, de su propia e intransferible identidad!

En efecto, tal vez no haya un microcosmos, o un corte, o una muestra de la vida cultural de nuestro país en este medio siglo, como el que puede proveernos el repaso de estos salones nacionales. En su sucesión puede contemplarse el decurso de la existencia nacional. con una vivacidad y con una urgencia que, sospecho, no tiene equivalente en ningún documento escrito, ningún testimonio literario, periodístico o científico. Estos salones, por ejemplo, han dado cuenta del proceso político del país con una sensibilidad, con una tensión que no tienen paralelo en ninguna otra de nuestras expresiones culturales; aquí están registrados todas las luchas, todos los compromisos, antes

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Artes plásticas Fuerte y Actual Pierre Courcelles Semana, agosto 12 de 1987.

El XXX Salón Anual de Artistas Colombianos, para el observador extranjero, expresa toda la vitalidad, toda la fuerza y sobre todo, toda la actualidad de las artes plásticas colombianas. Hay pocos países hoy en América Latina, capaces de ofrecer un panorama artístico tan ampliamente abierto a los múltiptes cuestionamientos a los cuales está sometido el arte a través del mundo. Y, en mi opinión, estos cuestionamientos, en Colombia, se realizan según direcciones temáticas y formales que les son propias o al menos, ique no se les encuentra o que se les encuentra poco en Europa!

GUSTAVO ZALAMEA Pera amarilla, 1986 Oleo sobre tela, 1.90 x 1.90 m Premie

Así, una lectura transyersal del salón hace aparecer preocupaciones relativas a lo urbano con todo lo que este tema implica de violencia social, de realidad política y de miseria humana, sea esta última colectiva o individual. En oposición a este tema, es posible distinguir otra orientación: la del individuo y sus mitologías secretas, de sus fantasmas asumidos, de sus angustias existenciales. Hay finalmente una tercera gran temática, la de la celebración de la naturaleza. Por supuesto, un análisis más profundo haría aparecer otras temáticas, pero estas tres me parecen dominantes en el XXX Salón. Otro hecho notable de este salón es la diversidad de las proposiciones plásticas y de las aproximaciones formales, ya sea en pintura o en escultura. Se constata, como en todas partes del mundo un eclipse bastante claro de las tendencias conceptuales o minirnalistas, al menos en su expresión más intransigente, puesto que me parece que artistas como Gustavo Zalamea y Victor Laignelet, al interior de una pintura figurativa, utilizan un método conceptual en la aproximación a sus temas. Lo mismo podría decirse de Miguel Angel Rojas, quien se sitúa por su parte en la frontera entre figuración y abstracción.

LEONEL GONGORA Magdalena, 1985 Oleo sobre tela, 1.08 x 1.53 m Primer premio Colección del artista

Los otros artistas premiados, Leonel Góngora, Alicia Viteri y Angel Loochkartt, también artistas figurativos, proponen aproximaciones plásticas y pictóricas extremadamente ricas, poderosas y ante todo contemporáneas. Una sola queja: que el jurado no haya otorgado uno de los premios a un escultor, aunque cuatro de ellos se encontraban entre los artistas nominados: John Castles, Ramón Carreño Ospina, Rony Vayda y Ezequiel Alarcón Silva. Especialmente este último, con tres extraordinarias pequeñas esculturas, donde a partir de un gran sentimiento de la naturaleza, realiza la alianza esencial de la piedra, la tierra seca, la madera y los materiales textiles. Shifra Goldman Critica de arte norteamericana Jurado calificador, Salón xxx

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Pierre Courcelles Crítico de arte francés Jurado de calificador Salón XXX


XXX Salón de Artistas La construcción del imaginario artístico Armando Silva El Espectador, agosto 24 de 1986.

Volver a pensar en el arte y en lo que nuestros artistas nos proponen como nueva forma de belleza, ha de ser un ejercicio por lo menos, doblemente atractivo; de una parte nos puede indicar lo que el arte mismo en calidad de acontecimiento plástico haya evolucionado, y de otra nos puede señalar los caminos oscuros por donde el saber contemporáneo -producido por fuera del arte- se hace estético y se concreta en una obra de arte. Un ejercicio doble en cuyo cruce quizás podamos sugerir un punto de vista del arte nacional, al menos del arte que presentan nuestros artistas El XXX Salón Nacional de Arte nos muestra una visión panorámica. Los artistas incluidos, las obras exhibidas, el lugar y la forma como fueron expuestas, nos dejan la impresión de un evento importante y con futura trascendencia, del cual se puede sostener una síntesis en lo que corresponde a las artes visuales colombianas. A nuestro parecer, luego de recorrer por varias veces las obras expuestas en el Museo Nacional de Bogotá, diríamos que existen dos hechos principales que enmarcan la globalidad de la exposición. En primer lugar un regreso, por parte de los artistas más consagrados -exhibidos por lo general en el segundo y tercer piso-- al oficio y al gusto por el buen hacer. Enfrentados a todos los desafíos del anti-arte, los perfomances, el arte de concepto y similares incitaciones de la década anterior, parecen haber tomado la decisión de un afianzamiento en los elementos tradicionales del oficio: el cuidado en la línea en el dibujo, el trazo y el color en la pintura, del volumen y de las propiedades de los materiales en la escultura, de la impresión en el grabado. Virtudes físicas de un trabajo con el cual enfrentar temáticas igualmente tradicionales. No obstante, avanzando en dirección opuesta, aparece el otro hecho que enmarca esta muestra como es el afianzamiento en lo experimental-obras por lo general en el primer piso , incluyendo el rincón de las esculturas y cerámicas-; la búsqueda rebelde por encontrar otras formas de expresión, el uso de diferentes materiales, la combinación y mezcla de técnicas en una sola propuesta o, incluso, la proposición de una nueva ambientación espacial de la obra. Propuestas sobre el orden material del trabajo artístico, pero que también insinúan diferentes rumbos en la concepción del arte y en las temáticas que se quieren expresar. ¿Estamos, entonces, ante un enfrentamiento generacional? 0, ¿se trata más bien de dos estilísticas del arte actual? ¿Son corrientes relacionables o existe un antagonismo insuperable? Todas estas inquietudes nos parece tienen respuesta relativa. Sí hay un enfrentamiento generacional, pero también son dos formas, dos actitudes frente a la creación, que conviven en el mundo en las prácticas artísticas de este momento: el retorno a la tradición y la apertura e incluso encantamiento por lo novedoso yexperimental. No obstante este salón ya muestra la superación del "arte sin oficio", aquellos "happening" que florecieron sobre el agotamiento de las formas del arte del inmediato pasado y que consiguieron su mayor resonancia tal vez en escándalos protagonizados con públicos ávidos más bien de sensaciones sicológicas, antes que de un relacionamiento estético. El arte en nuestro medio, por lo que puede deducirse de esta exposición colectiva, vuelve a lo virtuoso -en ocasiones a lo clásicoy tradicional,

pero dentro de una amplia apertura experimental que destaca sus condiciones de proyecto. Entre una y otra manera en la forma de ejercitar el trabajo material, lo tradicional y lo experimental, se entrecruzan sin embargo, nociones de contenido, impulsos de inspiración, registros afectivos, expresión de deseos que convienen a una u otra dirección. Es aquí donde quisiéramos proponer una lectura global del Salón Nacional, desde el punto de vista de la construcción del imaginario, para referirnos al proceso de elaboración del sentido artístico, antes que a las obras mismas, o si nos referimos a las obras como tales, lo hacemos para señalar algún aspecto de su estrategia para conseguir el objeto imaginario. Con el fin de aclarar la formación de un "imaginario artístico", vale la pena aclarar que el mostrarse es lo propio de la creación de la figura del arte. La figuración, la facturación de una representación, examinemos bien, implica la construcción de una referencia, pero también cobija el proceso imaginario que antecede la figura que propone el artista, confirmando de esta manera la oposición que ya han destacado varias ciencias sociales, entre el saber lingüístico y el estético, representado este último especialmente en el valor de la imagen artística. Es de esta manera como lo inexpresable, como lo ha escrito el filósofo Wittgenstein, existe, se "muestra". Quizás por eso aún el arte informal, que no muestra paisajes, si no los crea, como sostienen sus representantes, también hace figuraciones, construye objetos puramente imaginarios. En primer lugar entonces, y como hecho de mayor notoriedad, diría que existe una gran tendencia del salón por hacer de la temática artística un motivo para auto-reflexionar sobre la belleza. Me refiero a una intencionalidad estética y por tanto no aludo a una discusión teórica, sino como es natural en la producción artística, la belleza como objeto del arte me ha llamado la atención el gran número de obras que en esta exposición impl ícita o explícitamente se "preguntan" por la justificación del arte mismo. Examinemos dos tipos de inclinaciones concretas: Bien en los objetos presentados como espejos -caso de la Trilogía de los espejos de Victor Laignelet; o en Paisajes del espejo dos de Juan M. Lugo; o Sin título de Alberto Sojo; o en el Taller imaginario de Homero Aguilar- o en las esculturas de hierro y vidrio Sin título de Ronny Vayda o en la de Edelmira Boller Las dos caras del buho, o aún en la fotografía de Luis Valencia lntetior colombiano. Tales obras fundamentan su respuesta artística en un cuestionarse sobre fa dimensión del arte: las metáforas del espejo o del reflejo les sirve para aumentar la ilusión del anti-objeto, pues no se trata de mostrar el objeto, sino más bien, en una segunda operación, la irnaqen de su reflejo. Bien en la representación de escenas vinculadas a la historia del arte, a sus protaqsnistas, o sus estilos característicos -caso de la fotografía Recuerdo a Picasso de Carlos Caycedo; los óleos David o las Tres Gracias de Marco T. Espinosa; de Homenaje a Van Gogh de María C. Cortés, o Un Marco para Mondrian de Francisco Javier López, del óleo de Dora Ramírez Bolívar en el caballo de Rousseau o de las acuarelas, que evocan estampas del siglo XVI italiano Sin título de Luis A. Ramírez- o de la escultura en chatarra de Gloria Duncan Edipo Rey. En estos casos y otros similares la figuración artística se sirve de la estrategia de devolvernos sobre el hilo de la historia del arte para enfrentarnos a la imagen evocada: el arte se vuelve a hacer sobre el pasado artístico y, por tanto, también indaga sobre su propia naturaleza. La segunda modalidad consiste en proponer una auto contemplación del objeto representado directamente. Ya no se trata de una mirada al arte como talo en su historia, sino en una representación que propone una figuración independiente, como sería el caso de cinco temáticas que detectamos: La del cuerpo como fuerza erótica -Carlos Granada con Reflejos, o Leonel Góngora con Magdalena.

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La del paisaje -Gloria Merino con El Vino o Gulira. La de ciudad -Gloria C. Matallana con Ensueño o Jorge Botero con Tu piensas en la ciudad o las esculturas, ahora de pequeña monumentalidad, de María Teresa Pardo. La de los espacios urbanos -Saturnino Ramírez con Academia de billar de la Place de Clich;yo Umberto Giangrandi con Sin título de la serie de la calle 12. La de escenas populares -María de la Paz JaramilloBorrasca de amaro Los amantes de María Bouhot o de Luis Stand Tú y yo bailando y el corazón .... Todas las anteriores modalidades tienen de común el provocar una autocontemplación pues el objeto imaginario que representan es descrito como una provocación sensual; no se trata tanto de proponer la compresión de la referencia construida sino de comprometer emocionalmente a quien está al frente de la obra con la imagen expuesta. Una tercera tendencia en la construcción del imaginario artístico, tiene que ver con una particular manipulación del material con el cual se trabaja, para hacer de la misma materia un objeto de expresión, parte esencial de la temática.

Es el caso de propuestas como:

MIGUEL ANGEL ROJAS BiD caja Frota\le, pintura mixta, collage, 1.80 x 2.20 m Premio compartido Colección del artista

..'

La escultura de Ezequiel Alarcón con Construcción Nº 1Y 3 en la cual toma la piedra --cualquier piedra- y la rodeacon una construcción de guadua, cabuya y'barro y produce un objeto con su propia lógica, sobre el cual si algo manifiesta es que está "construido" sin importar, en la mecánica del diseño, qué es lo construído. De otra parte, las cortinas de Osear Muñoz de la serie Pinturas de agua que consiste en un juego ilusionista que parte de la cortina -para baño- real sobre las cuales pinta las imágenes vaporosas. Este trabajo hace énfasis en la recuperación del objeto cotidiano como objeto de arte (como lo planteaba, en otras perspectivas el "nuevo realismo" el Dadá o los Ready Made, de Duchamp). y también colocamos aquí los trabajos de Rodolfo Vélez con su obra Sin título, realizada sobre bolsas de papel Kraft, con el cual usualmente envuelven los productos en las tiendas de grano; y el collage, en varios materiales callejeros de Yolanda Espitia. Estas dos propuestas acuden a materiales callejeros para sobre ellos realizar o buscar un sentido artístico. Por último citaría una cuarta tendencia que puede registrarse y que consiste en la "ambientación de la obra" como es el caso de los seis objetos de Jorge Ortiz, colocados para ser examinados en su orden; el cuarto de habitación de niños nacidos bajo la psicosis de guerra, envuefo en letras americanas Children's room de Rosemberg Sandoval, del arreglo espacial, con características arquitectónicas de Un no lugar de Eduardo Pradilla; también la escultura en barro mojado de Hana Bibliowicz Arte en Colombia con la particularidad ambiental de que en la medida que el material se seca, las figuras construidas y adheridas a una torre, se van escurriendo y rodando por la plataforma. De igual manera colocaría en este capítulo los dibujos de Ever Astudillo, por su progresiva lectura, uno el Sábado y otro el Lunes, para que el ojo que los presencia vague progresivamente y sienta el espectador -ambientado sicológicamente-Ios efectos referidos de un fin de semana; no tanto por lo que se muestra cuanto por lo que se puede imaginar. Tales cuatro tendencias generales que registramos en los procedimientos para la construcción del imaginario artístico: la autorreflexión sobre la belleza y el arte; la incitación a la auto-contemplación; la manipulación de materiales para proponerlos como objeto de expresión y la ambientación espacial o sicológica de la obra, ya nos permiten considerar una mayor madurez en el ejercicio del arte en nuestro medio. Según nuestro punto de análisis, se han superado niveles, formas de concebir el arte, según se podía apreciar en anteriores salones, en los cuales el arte se proponía desde una concepción más instrumental. Esto es, el arte denunciaba despreocupado de las cualidades estéticas, o el arte mostraba bajo exigen-

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ALBERTO

SOJO

Sin título 1, 11,1986 Oleo sobre tela, 1.46 x 1.14 m Mención

JOHN CASTLES

Sin título Escultura, Mención

hierro fundido, 45 x 1.35 x 2.25 m


cias referenciales antes que plásticas, o el arte se satisfacía en el empleo de técnicas sin pasar por la caracterización personal del artista. Digamos que encontramos en el conjunto de la exposición que comentamos una mayor autorreflexión -por esto menos instrumentalsobre el arte, un arte que piensa sobre el arte mismo, alcanzando un nivel, digamos metaoperativo, que coloca la muestra en un mayor grado de interiorización del oficio. Si bien varias de las tendencias internacionales =-corno es apenas lógicoestán presentes no es menos cierto que se encuentra -además de las condiciones autorreflexivasuna búsqueda más personal, y, hay que decirlo, un tanto más riesgosa si no lo suficientemente, que hace de esta muestra un mayor sentido de búsqueda individual.

ANGEL LOOCHKARTI El ángel nos llama, 1986 Oleo alla prima, 1.64 x 1.33 m Premio Colección del artista

Existen sobre nuestros artistas plásticos, según lo manifestamos, varias influencias contemporáneas que saltan a la vista. Los mass-media, las historietas, el trazo rápido y descomplicado de las imágenes urbanas, el cine, la televisión, no pueden desatenderse como fuentes de aprendizaje o de inspiración. Quien visite el Museo, sobre todo el ala derecha del fondo del primer piso, podrá descubrir ensambles y conjuntos pictóricos, hechos con técnicas mixtas, que no disimulan su aprendizaje de las tiras cómicas. De la misma manera podrá apreciar personajes, gángsteres que más se parecen a las estampas de Chicago, salidos de la escenificación cinematográfica norteamericana de los años 40, o también, podrá apreciar figuras estrafalarias que recrean sexo y diversión en "circos" que muestran temas renacentistas (Jardín de las Delicias) con formas modernas (las de Dubuffet) o, igualmente podrá estrellarse con enormes figuras de enamorados, que dan la impresión de salir de una valla publicitaria que anuncia el amor caliente. De esa manera el visitante, entonces, podrá recorrer este espacio del salón sintiendo el ritmo acelerado de la iconografía contemporánea, convertida en objeto de recreación artística. A muchos no les ha gustado este pabellón por vulgar y decadente. Otros -entre quienes reúno a ciertos artistas y colegas con los cuales visité el salón en diversas oportunidadesconsideramos que por allí se están colocando nuevos códigos de percepción y de respuesta artística; hay obras hechas con tanta rabia, pero con más arte que furia, que uno no puede desconocer que está frente a una propuesta artística y no en medio del atropello de las calles reales de las ciudades colombianas. Se trata fundamentalmente, según nuestra personal apreciación, de una iconografía urbana, no tanto porque la ciudad se evoque, tanto porque tales imágenes viven y son propuestas bajo el ritmo o los rituales de la ciudad. Al contrario -para seguir con la distinción topográfica marcada por la interesante forma como se distribuyó la exposiciónen el segundo y tercer piso las influencias son más de otro tipo distintas a las de la "acción contemporánea", Los artistas de mayor reconocimiento aparecen más tranquilos y nostálgicos, haciendo de la tela o de las materias artísticas un objeto duradero sobre el cual consignar sus ya reconocidas convenciones expresivas.

Alicia Viteri frente a su obra Tiempo gris, Premio

VICTOR LAIGNELET Trilogía de los espejos, 1985 Tríptico Oleo y pastel sobre tela

DigalJlos, pues, que mientras en ciertas obras predomina el registro de tiempo, la velocidad contemporánea que "muestra" dentro de un agitado desfile de sugerencias, de formas, colores y evocaciones efímeras, otras obras marcan un reencuentro con el espacio: el estímulo hacia una actitud admirativa del espectador, manifiesto en la intención de la representación o figuración de las obras, busca hacer de la mirada -la del espectador sobre la obra- un cuadro contemplativo. Corolario Si bien es cierto que la obra de arte, por excelencia, remite a una relación subjetiva con su destinatario u observador, en este caso comprometido afectivamente, no se pueden desconocer ciertos aspectos objetivables. La historia por supuesto, siempre ejercerá la máxima condición evaluativa, aún de los valores artísticos, pero desde el presente existen criterios que, con toda la tensión de la relatividad, deben intervenir cuando se juzga una muestra de arte: el dominio técnico la utilización de materiales, su riqueza formal y vi231


sual, la novedad en la factura general, además de la capacidad semántica de la temática seleccionada y la relación de ésta con las convenciones propias de cada artista, todos esos son aspectos, dentro del momento histórico, que operan como criterios evaluadores. A partir de lo dicho, sobre los criterios enunciados que nos permiten evaluar una muestra de arte de la naturaleza de la que comentamos, queremos, así sea un aspecto secundario del presente análisis, preguntarnos sobre la correspondencia entre la dinámica y la creatividad del conjunto de las obras con la decisión del jurado (Enrique Grau, Germán Rubiano, Jorge Gómez, Shifra Goldman y Pierre Courcelles). Según nuestros criterios queremos reconocer que la premiación, al menos la de los dos primeros reconocimientos, no ha correspondido a esa nueva vitalidad del salón que hemos señalado. Leonel Góngora con su obra en tiza sobre papel, Maternid?d, no sólo es pobre frente al salón, sino pobre frente a la misma obradel artista. Si es del caso hubiéramos preferido ver a Góngora premiado algunos años atrás, cuando le dio forma y factura a su propuesta pictórica, que hoy vemos repetir sin nuevos alcances.

RONNYVAYDA Sin título Escultura, hierro y vidrio, 0.15 x 0.15 x 0.15 m Mención

En el caso de Gustavo Zalamea Traba es incomprensible, artísticamente su distinción. Hasta el momento no hemos encontrado en este artista -distinto en este aspecto a Góngora- un "lenguaje pictórico" suyo, sino.más bien lo vemos intentando temáticas, estilos y técnicas, sin mayor identidad o coherencia. Sus frutas premiadas (que nos recuerdan los bodegones mucho más definidos de Emma Reyes), son superadas en técnica, innovación o simplemente, como forma de asumir el objeto artístico, por las diferentes propuestas que anteriormente señalamos, a título de ejemplo, de las tendencias y posibilidades del salón, además de por muchas otras que no fue del caso citar. Los cuatro segundos premios, los encontramos mucho más acordes con la dinámica planteada de Angel Loockhartt, uno de los artistas colombianos con mayor devoción pictórica y con fuerza y definición en pleno ascenso. Adecuado reconocimiento a un artista cuya curva de producción es ahora que empieza a producir sus mejores resultados. Víctor Laignelet, con su Trilogía de los espejos ha expuesto en esta exposición una de las obras más vigorosas visualmente y con mejores soluciones pictóricas.

EZEQUIEL ALARCON Construcción 1, 1985 Técnica mixta, 0.30 x 0.30 x 0.16 m Mención

Miguel Angel Rojas con Las partes uno y dos presenta una obra fresca con alusiones cósmicas (a estilo de Matta) y sobre todo con la incógnita de una obra en búsqueda de sentido y de formas novedosas. Y, finalmente, Alicia Vitteri, Encuentro gris, quien, según entiendo, regresa a la pintura con una obra interesante, de fino y fuerte ajuste así no haya logrado la originalidad deseada. Como podrá advertirse, hemos rastreado los rasgos particulares que caracterizan la "puesta en escena" del arte exhibido en el salón, tomándolo como medida de nuestro acontecer plástico de los últimos años. Nuestro esfuerzo se ha concentrado más en indicar los procedimientos utilizados por los artistas visuales colombianos para marcar la búsqueda con los objetos imposibles de la imaginación, que es lo que distingue el arte de la técnica -la cual por eso no representa lo imposibleno hemos querido señalar los "estilos" presentes en el salón, ya que tal labor clasificatoria salía de nuestra intención. Lo que nuestros artistas imaginan, de cualquier manera, está relacionado con los deseos y utopías colectivos de una comunidad cultural y de una época, y la forma como lo expongan corresponde a la estilística. Entre estilo e imaginación media la angustia del creador por encontrar la forma novedosa que consterne la mirada de la colectividad entre la que se expone: el arte por esto siempre nos está mirando, y ese es su verdadero sentido nacional.

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Germán Rubiano Caballero Crítico e historiador de arte Jurado de admisión salones XXIV, XXXI Jurado calificador salones XXI, XXX Miembro de la Junta Asesora de la Sección de Artes Plásticas Salón XXIII


XXX Salón Nacional Vistas de Jurado Germán Rubiano Caballero Arte en Colombia, octubre de 1986.

La XXX edición del Salón Anual de Artistas Colombianos se abrió en el Museo Nacional de Bogotá el 20 de julio, sólo diez meses después del Salón XXIX, todavía denominado Salón Nacional de Artes Visuales. En 1986 participaron 204 artistas, muchos con dos trabajos. Un buen número de artistas fueron invitados de manera especial, teniendo en cuenta la importancia de sus trayectorias y 76 fueron seleccionados por el estudio de diapositivas, un procedimiento poco adecuado ya que resulta imposible apreciar las calidades de una obra poco conocida a partir de unas cuantas filminas. Sin duda, muchos trabajos mediocres lograron ingresar por este sistema de selección. Igualmente muchos otros quedaron por fuera del salón En líneas generales el XXX Salón fue una buena exposición. Varias salas del Museo Nacional albergaron cerca de cuatrocientas obras, de todos los calibres, desde algunas buenas e incluso muy buenas hasta otras definitivamente lamentables. Sin embargo, resulta imposible sostener que en esta muestra había maravillas o cosas realmente vitales. Definitivamente las artes plásticas han entrado en barrena. Y por supuesto que el fenómeno no es exclusivo de Colombia. Hoy día, en cualquier parte del mundo sucede lo mismo. El arte actual vive de la tradición del modernismo y no parece con fuerzas para superarla o para cambiarla de rumbo En esta nueva edición del salón había especialmente pintura, en todos los procedimientos conocidos, numerosos trabajos tridimensionales, algunas ediciones y realmente pocos dibujos, grabados y fotografías. Alfonso Suárez de Barranquilla, fue el único" que presentó un "perfomance": Autoterapia una pieza de 45 minutos en la que hubo más diapositivas de tarjetas viejas y nostálgicas que una verdadera "acción". La pintura figurativa predominaba sobre la abstracta, pero dentro de los muchos nombres nuevos no había nadie particularmente sobresaliente. Las obras tridimensionales pertenecían -con pocas excepcionesa artistas conocidos. El espectro era amplio, variado y de bastante calidad; desde las cuidadosas construcciones de Ronny Vayda hasta las poderosas cabezas en cerámica de Gloria Duncan, pasando por los ensamblajes de la serie La Resistencia de Inginio Caro, la construcción en hierro fundido de John Castles, los objetos con materiales varios de Ezequiel Alarcón, la Puerta en mármol de Ramón Carreña, etc. El jurado de premiación integrado por Shifra Goldman, Pierre Courcelles, Jorge Gómez y Cáceres, Enrique Grau y Germán Rubiano, trabajando inicialmente de manera individual, reunió una serie de nombres, de la que salieron -de acuerdo con el número de nominacioneslos galardonados y los mencionados. En orden alfabético, estos últimos destacan la observación pluralista y desprejuiciada de los miembros del comité de premiación: Ezequiel Alarcón, Ever Astudillo, Ramón Carreña, John Castles, Marco Tulio Espinosa, Manuel Estrada, Humberto Giangrandi, Ignacio Gómez P, Rangel de J. Gutiérrez, Gloria Merino, María Teresa Pardo, Saturnino Ramírez, Pedro Ramos, Alberto Soja, Alfonso Suárez, Ronny Vayda, Gustavo Vejarano, Camilo Velásquez y Rodolfo Vélez. A estos nombres -muchos de los cuales no aparecían en mi lista básica-, yo agregaría varios que señalé en mi nomina-

ción inicial: Rosemberg Sandoval, por su instalación Diana, macabra y "rosada" alusión a la guerra civil que vivimos sin darnos cuenta exacta; Sonia Gutiérrez por su acrílico relacionado con la represión que Amnistía Internacional ha puesto una vez más al descubierto; Yolanda Espitia, por sus valientes "collages" de materiales pobres, en los que con verdadera sensibilidad descubre "belleza"; María Morán, por su hermosa pintura de parches de colores suaves tan bien entonados como refinados por sus transparencias e Inginio Caro, por sus construcciones alusivas a lo religioso, en las que mantiene vigentes sus inquietudes de siempre por la luz y por la comprensión popular de lo numinoso. Los seis premios otorgados -todos incluidos en mi lista inicialson un buen reconocimiento a seis artistas con unas trayectorias sólidas y de méritos indiscutibles. Leonel Góngora -1932-, Angel Loochkartt-1933-, Miguel Angel Rojas -1946--, Alicia Viteri -1946--, Gustavo Zalamea -1951-, y Víctor Laignelet -1955han mostrado a lo largo de los años la permanencia y consistencia de sus trabajos, así como el desarrollo de sus propuestas dentro de estilos discernibles, aunque nunca adocenados. Aunque por muchos años radicado en Estados Unidos, la presencia de Góngora ha sido constante en el arte colombiano. Sus dos últimas exposiciones en Bogotá datan de 1985: Una elegía y unos misterios expuestos al respetable, en el Museo Nacional -enero-marzo-- y Mujeres heridas en la Galería Diners -Marzo-. La obra de Góngora siempre ha sido dura, casi despiadada, proclive a lo literario. Todo esto se destaca en sus versiones personalísimas de la Magdalena y de la Maternidad, pintura y dibujo de su participación en el salón. La retrospectiva de Loochkartt en el Museo de Arte de la Universidad Nacional en 1981 -reseñada por "Arte en Colombia-puso en claro la continuidad de una obra que aparte de estar hecha con fruición pictórica no deja de tener contenidos de sinceras inquietudes sociales. Los Angeles del XXX Salón Nacional, forman parte de una larga serie parcialmente mostrada en Abril de este año en la Galería Acosta Valencia: Angeles mujeres de finas y variadas facturas, tratados con profundo amor humano. Las técnicas mixtas de Miguel Angel Rojas -Partes Iy Partes 11- ratifican su afán experimental y su capacidad de observación de la realidad más procaz con las más elaboradas fantasías. Si su última presentación en Bogotá fue el ambiente Espacio Subjetivo de 1982 mostrado en Garcés Velásquez, Rojas no ha estado inactivo y algunas obras previas a su envío al salón ya las había exhibido el año pasado en una galería de Nueva York. Los acrílicos -ambos titulados Tiempo gris- de Alicia Viteri forman parte de su producción más reciente en la que ha alternado la obra gráfic!:t con la pintura. Siempre cáustica, los cuadros de la artista auscultan la figura humana, sobre todo, el personaje femenino con espíritu crítico y algo de humor negro. La última exposición de Alicia Viteri en.Bogotá data de 1981 -en la Galería San Diego-, sin embargo, en los últimos años la artista ha mostrado frecuentemente: Espacios pictóricos -óleos, dibujos, grabados y un video- se llamó su exposición de Marzo de este año en el Banco de la República de Pasto, su ciudad natal. Los óleos de frutas de Gustavo Zalamea se remontan a 1984. Infatigable trabajador, sus lienzos actuales de grandes formatos demuestran la seguridad de un oficio disciplinado y vigoroso. Zalamea lógicamente no está pintando frutas o bodegones, está elaborando unas formas tremendas sostenidas por una tectónica de acentos cósmicos. Aunque apasionado recientemente por la pintura al óleo, el artista no ha dejado las artes gráficas. A fines del año pasado expuso en Caracas varias series heliográficas, entre otras una en homenaje a Marta Traba de 1985. La Trilogía de los espejos de Víctor Laignelet confirma la postura del artista por combinar la buena pintura con recuerdos de los grandes maestros del pasado y la "Bad Painting" de los últimos años. Laignelet siempre ha distorsionado y muchas veces, como en el caso de estas tres gigantescas sillas, ha triunfado en alcanzar unas imágenes turbadoras e inquietantes. Radicado en París, el pintor que también ha trabajado algunas excelentes serigrafías, expuso por última vez en esa ciudad en la FIAC de 1985, representando a la Galería Garcés Velásquez. 233


XXX Salón de Artistas Colombianos Un Salón de buena voluntad Beatriz González El Espectador, diciembre 28 de 1986.

A principios del mes de octubre se clausuró el XXX Salón Anual de Artistas Colombianos. Este fue uno de los más importantes en la historia del evento oficial, porque se logró presentar un amplio y vital panorama del arte colombiano. No podía ser menor ya que la voluntad de Colcultura era conmemorar la llegada al décimo tercer salón numerado. Como se sabe, no se trataba de treinta años de salones, pues su numeración comenzó hace cuarenta y seis años; por otra parte si los salones anuales se llegarán a contar habría que remontarse al siglo XIX. Colcultura no se propuso hacer una exposíción antológica, simplemente hizo una convocatoria de buena voluntad. Este espíritu trascendió a los artistas de todas las generaciones; en la lista de catálogo se pueden encontrar algunos que participaron en el primer salón como Luis Alberto Acuña y Guillermo Jaramillo. También estuvo presente con su obra Santiago Medina, quien nunca había tomado parte en este evento colombiano, pero en cambio lo había hecho en los salones franceses de la década del veinte. Muchos artistas premiados en los salones, quienes deliberadamente se habían abstenido por largo tiempo, decidieron enviar sus obras este año. El tema del salón se puede dividir en tres partes: El Museo Nacional y el Salón Anual de Artistas Colombianos; el salón termómetro del arte en el país y por último, los premios. La inauguración del salón estuvo precedida de un escándalo; estos son tradicionales en la historia universal de los salones; generalmente se relacionan con rechazos de obras de parte de los jurados; por ejemplo el de 1863, en París, cuando se rechazaron tres mil de los cinco mil cuadros presentados, entre ellos el Almuerzo sobre la hierba de Manet. En dicha oportunidad tuvo que intervenir la Corte para dar orden a los museos de abrir un espacio para las obras no admitidas. De las paredes del Jeu des Paumes cuelgan miles de escándalos. Pero el escándalo local no fue causado por ninguna obra en particular, sino se refería a un rebuscado enfrentamiento de los artistas y la historia. Hace un año la autora de esta nota, al comentar el salón nacional denunció cómo los artistas estaban sacando a codazos a los próceres; realmente el problema de ubicación del salón, que por cierto se ha realizado en el Museo Nacional la mayor parte de las veces, no es un problema de los artistas porque no son ellos quienes escogen el sitio; el problema atañe a Colcultura y a la mala política del presidente Betancur con el Museo Nacional. Este museo en particular fue víctima de la vanidad del gobernante: llevar obras de su salas a las del palacio fue uno de los primeros actos culturales del gobierno; desvertebrar la iconografía bolivariana fue el segundo paso y el tercero establecer salas permanentes de nuevos artistas en donde había obras artísticas muy importantes del pasado, las cuales pasaron a los corredores y oficinas. Como si fuera poco, el museo tuvo que sufrir tres veces el cambio de director, con todo lo que esto afecta a una institución. Los afanes publicitarios de la última directora, Lucía de Perdomo, quien contrastaba con la discreción de Teresa Cuervo, de Emma Araújo de Vallejo y de la actual directora encargada Car-

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men Ortega, la llevaron a armar un escándalo inútil para un salón temporal, mientras las salas presidenciales eran permanentes. Hicieron mallos artistas en aceptar la propuesta del mandatario y por ello merecerían no una sala en el Museo Nacional sino una condena en el panóptico de las artes. La confusión originada por las dos inauguraciones no permitió diferenciar los eventos ni reflexionar sobre cómo el montaje del salón no acababa con la museografía porque cuando esta es óptima, y no está armada con alas de cucaracha, al clausurarse el salón, el museo vuelve a ser el mismo. Se encuentran ejemplos de ello en el Museo Nacional de La Habana, Buenos Aires, y Caracas; lo importante es, si el salón sigue siendo tan importante y la participación tan abundante, el gobierno actual debe construir pabellones de exposiciones temporales en las cercanías del Museo Nacional, para lograr el equilibrio entre la historia y el arte. El escándalo periodístico no progresó, pero sí menoscabó la atención de la prensa a un excelente salón que pocas notas críticas mereció. El salón, como lo afirmó Marta Traba, es el termómetro del arte del país; es un instrumento con el que se indaga sobre la temperatura de las artes: su estado de originalidad, las corrientes artísticas que predominan, el grado de mimetismo, colonización yasimilación de las tendencias extranjeras. La afortunada metáfora de Marta Traba permite reflexionar sobre el presente salón. La eliminación por este año de los regionales condujo a un panorama más variado, distante de la dictadura que habían establecido los jurados, en su mayoría críticos. El montaje contribuyó a su buena presentación; el blanco de los paneles y el respeto del espacio arquitectónico le dio claridad a los planteamientos de la mayoría de los artistas; excepto el vestíbulo, poco apropiado para colocar obras que demandan distancia como son los paisajes, se observó de parte del realizador Alberto Sierra una voluntad de buscar un espacio adecuado a los formatos, esto sin olvidar que fueron centenares las obras que tuvo que colocar. La bóveda enmarcaba bien las esculturas, la sala de exposiciones temporales daba cabida consecuente a los experimentales y la simetría del salón principal del segundo piso recordaba nostálgicamente el gran Salón de Fundadores de la Nación, desmontada en mala hora, a principios del gobierno Betancur. Hasta las esculturas de la joven artista María Fernanda Cardozo colgadas de las rejillas de comunicación entre los pisos parecían fuentes refrescantes Las trescientas cuarenta y seis obras exhibidas pertenecían a todas las tendencias desde el impresionismo renovado, por no decir tardío, de María Cristina Cortés, hasta la fragmentada totalidad de Nadín Ospina. También estaban representadas las artes plásticas en general, siguiendo una especie de moderna clasificación hegeliana de arquitectura, escultura, pintura, dibujo, grabado y fotografía. El humor, como condición del arte moderno era la línea dominante; no obstante sorprendía ver la seriedad con que el numeroso público contemplaba las propuestas de los artistas. Ante el salón se podía hablar de crisis del hombre moderno, del país y del arte, pero no de crisis en las artes colombianas; obras excelentes se encargaban de demostrarlo: El Salón de Fundadores de la Nación, coincidencialmente mostraba casi todas las mejores obras. Allí estaban colocadas las pinturas de Bibiana Vélez, Ethel Guilmour, Carlos Salazar, María de la Paz Jaramillo y Sonia Gutiérrez, -en buena hora reaparecidalas cuales demostraban la fuerza de la figuración, la capacidad para la historia y el romanticismo del artista colombiano que lo lleva a la novedad dentro de la tradición. La sala más mimética era naturalmente la de la transvanguardia, la cual estaba ubicada en la arcada de piedra y esto le daba un tono decadente. Excepto la original obra de Luis Stand, qu ien hace su aparición como narrador de cuentos encantador, este espacio denominado por el público como "la cámara de los horrores" constituía paradójicamente la parte más débil de la exposición. Las obras tridimensionales entre las cuales ha debido situarse Cielos de Plomo de Bernardo Salcedo, quien por esta época ya


debía saber que el arte no es sólo ingenio, mostraban una recuperación del gusto ancestral por la cerámica y las formas repetidas que pertenecen al terreno de la antropología. Los trompos, cuatro docenas de Germán Botero producían fascinación. Allí estaban los grandes escultores colombianos con obras menores: Eduardo Ramírez Villamizar, Edgar Negret, Ronny Vayda y Alberto Uribe hacían acto de presencia. La imposición de un material decadente como el mármol, que no puede deslindarse de sus relaciones burguesas y académicas ponía barreras a la aceptación de la escultura desde la entrada del museo. Se podría hablar de una carpintería del mármol de Ramón Carreño, pero también de un distanciamiento. Por ello la aparición de la cerámica se saludó cálidamente. SATURNINO RAMIREZ Autorretrato al billar Acrílico sobre tela, 2.30 x 1.70 m Mención

En la sala de exposiciones temporales, la obra de Nadín Ospina daba el tono de actualidad. Cerrada y abierta convencía a pesar de su evidente vanguardismo. La fotografía presentada en esa misma sala denotaba una peligrosa aproximación al pictorialismo desechado en buena hora por los fotógrafos, a comienzos del siglo, en los Estados Unidos. Sin embargo, ese mismo pictorialismo conducía al espectador a preferir los billares refinados de Fernel Franco a las pinturas fotográficas del mismo tema de Saturnino Ramírez. La frescura de reportería gráfica del maestro Carlos Caicedo y la violencia de los autorretratos de Rosa María Navarro, denotaban cómo la fotografía era evidentemente fotografía.

KEKAR El Salón de Artistas "Y mi 'paraiso colombiano' donde me lo colgaron?" El Tiempo, (Julio 31;'"1986)

Los premios y por lo tanto los jurados fueron la única nota discordante de este gran evento. No se sabe qué misterioso recorrido condujo a los miembros del jurado a tomar tan equivocadas decisiones ya que no les faltó tiempo para deliberar. El fallo pareció como un reconocimiento a algo distinto de la obra presente por ejemplo, la tenacidad de Gustavo Zalamea, el reconocimiento tardío a las pinturas excéntricas de Leonel Góngora; las vinculaciones a la docencia de Angel Loochkartt. Si se analizan las personalidades del jurado, se puede pensar que este fue ajustado a última hora sin mucho estudio sobre sus especialidades. De nuevo faltaron pintores y la flaca representación de los mismos que hizo Enrique Grau, ausente y ligero, le hacen recaer gran responsabilidad. Nadie entiende si fue falta de sensibilidad, de intuición o limitaciones ideológicas para reconocer el talento. Una ausencia de poesía produjo tan desconcertante fallo; cada vez que se examinaba la sanquína de Góngora lIamada,Maternidad que obtuvo el premio más destacado, se duda de la idoneidad de la mirada de los jurados. Un buen salón, un mal jurado, un escándalo injustificado y buena voluntad de Colcultura y de su directora Amparo Sinisterra para presentar un evento digno, pueden servir para definir el evento artístico más importante del año.

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XXXI Salón Anual de Artistas Colombianos

"No veo que estas obras traten mucho de la vida del pueblo. Tratan mucho de la vida del arte {...} Me sorprendió ver también que hay poco arte conceptual. " Con estas palabras la jurado norteamericana Lucy Lippard señaló su impresión sobre el arte colombiano en el XXXI Salón. Su declaración, desde luego, apuntó al carácter intemacionaly derivado del arte colombiano en general,ya la rápidasucesiónde tendencias,agotadasen muy breve tiempo. Aparte de esta apreciación, varios factores aseguraron la realización éxitosa de este salón. En primer lugar, el traslado de la sede a Medellín que, con cuatro Bienales de Arte a su haber, aseguró un público interesado y el ambiente necesario para convertirlo en un verdadero evento cultural. Luego, un excelente montaje de la exposición por Alberto Sierra, en el viejo terminal del aeropuerto Olaya Herrera, que garantizó, con un criterio asociativo y didáctico, un gratificante recorrido ante las obras. María Victoria de Robayo, directora de la Sección de Artes Plásticas de Colcultura, diseñó también un programa de conferencias y visitas guiadas que estimularon la participación del público. Finalmente, una pequeña retrospectiva de homenaje a Débora Arango quiso ser, en palabras del director de Colcultura Carlos ValenciaGoelkel, "unreconocimiento a la significativa presencia de la pintura antioqueñaen elpanorama artísticonacional."Abandonado el esquema regional, la selección volvió a ser responsabilidad de un jurado de siete miembros, y 57 artistas fueron llamados a participar por invitación especial. El crítico inglés Hugh Adams, el pintor argentino Antonio Seguí, Lucy Lippard, Juan Cárdenas y Eduardo Ramírez Villamizar conformaron el jurado de premiación (el historiador del arte Alvaro Medina se excusó a último momento). Un trabajo de investigación sobre el espacio y sus posibilidades de expresión, en siete cajas de madera y otros materiales, con un lenguaje de gran economía formal, de Luis Fernando Peláez, y una austera instalación con elementos de desecho procedentes de un hospital, de Doris Salcedo, directora de la Escuela de Artes Plásticas de Cali, merecieron los primeros premios. Una selección del jurado internacional, con 135 obras de 86 artistas, fue exhibida en la Biblioteca Luis Angel Arango.

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OFELlA RODRIGUEZ Corset volador, 1987 Acrílico y técnica mixta, 1.70 x 2.10 m Segundo premio

Fecha: octubre 28 a diciembre 20, 1987. Sede: Antiguo aeropuerto Olaya Herrera, Medellín. Organizador: Instituto Colombiano de Cultura, Gobernación del Departamento de Antioquia, Alcaldía de Medellín, Museo de Arte Moderno de Medellín. Participantes: 209. Obras: 368. Selección del jurado: 86 participantes, 135 obras, Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá, febrero 1 al 28 de 1988. Jurado de admisión: Carolina Ponce de León, David Bonells, Ronny Vayda, Alvaro Barrios, Luis Fernando Valencia, Miguel González, Germán Rubiano y Manuel Hernández. Jurado calficador: Lucy Lippard, Hugh Adams, Antonio Seguí, Eduardo Ramírez Villamizar y Juan Cárdenas. Premios: $1.000.000: Luis Fernando Peláez, Sin título; Doris Salcedo, Sin título. Segundos premios $500.000: Edith Arbeláez Jaramillo, 100 personas en fila; Ofelia Rodríguez, El corset volador, Carlos Eduardo Serrano, Víctor; Elena Vargas, Próceres, héroes, guerreros serie 6. Menciones honoríficas: María Fernanda Cardozo, Gloria y Esperanza, Obra negra; Antonio Caro, Proyecto quinientos; María Cristina Cortés, El triángulo rojo, Sin título; Liliana González Zakzuk, Dos que vuelen, uno que escriba y otro que tenga hojas, Dos ... de dos en dos ... ; Alvaro Enrique Henao, Stella matutina ora pro nobis, Tríptico, José Urbach, Memoria, Fragmento, Reconstrucción.


El arte de hoy Un vistazo al Salón de Artistas en Medellín Ana María Escallón El Espectador, octubre 30 de 1987.

Se abrió ayer el XXXI Salón de Artistas Colombianos el cual aún guarda expectactivas. No todo se revela en los primeros días. Sólo la visión general y los premios con los cuales no todo el mundo está de acuerdo. Afortunadamente. Uno de los aspectos fundamentales es la originalidad del lugar. Medellín y el antiguo aeropuerto Olaya Herrera han garantizado una bella exhibición, en un muy buen espacio. La disposición de las obras, en términos generales, nos dan una primera y general impresión favorable del único evento que auna las tendencias del arte colombiano. El salón a primera vista es nostálgico, existen generalizadas actitudes plásticas que tuvieron vigencia en décadas anteriores. Uno de los factores fundamentales que sirven de apoyo para poder sentir esta ilusión del pasado, es el homenaje que se le rinde a la artista antioqueña Débora Arango. La sala que contiene algunas obras de su colección personal son la pauta de la modernidad. Aquella concepción pictórica que desarrolló en la década de los 40 y los 50, es hoy el planteamiento vanguardista.

nés quien en su serie Próceres, héroes y guerreros desarrolla un interesante planteamiento que se centra en el marco, el que comienza con los colores de la bandera nacional y termina simbólicamente con aquel que sólo representa la violencia. Es un salón que refleja el estado de las cosas, allí respira el espíritu nacional. Impera la nostalgia,existe un especial interés por el deterioro o por la expresividad de las superficies gastadas por el tiempo y el uso y una violencia que se expresa en varias formas desde el uso del color hasta los diversos rotos de los lienzos. Algunos de los materiales con los cuales se trabaja hacen un homenaje a la pobreza.

El arte de hoy Nuevas miradas Ana María Escallón El Espectador, noviembre 6 de 1987.

Deborá Arango se convierte en un motor creativo y su obra irradia una gran fuerza expresiva mientras que el resto de los artistas colombianos siguen manteniendo esa actitud moderada, nunca al pie de las trans-vanguardias extranjeras. En términos generales se ve en el salón muchos trabajos de pintura, un considerable número de fotografías, pocos son los trabajos' de grabado y la escultura tiene sus representantes significativos. Sin embargo, si nos guiamos por los premios otorgados, encontramos que el estímulo a la pintura sólo se reconooaa través de 3 menciones a María Cristina Cortés, Liliana González y un híprido: José Urbach. Medellín ha sido el epicentro del arte conceptual y vemos que, sin quererlo o no, el jurado quedó impregnado por esta tendencia, ya que en un alto porcentaje, los premios, dentro de ciertos parámetros de amplitud, tienen una referencia conceptual.

Debemos reconocer que Medellín es en estos momentos un verdadero motor dinámico en el campo de las artes plásticas. Allí se concentran actividades culturales que se realizan con gran interés y apoyo y promueven las formas de creación. En este centro cultural se llevan a cabo simultáneamente diversos eventos: el Salón de Arte Joven, en el Museo de Antioquia; el Salón Rabinovich, en el Museo de Arte Moderno de Medellín; y por último el XXXI Salón de Artistas en el viejo aeropuerto Olaya Herrera, lugares donde se pueden cotejar, confrontar los diversos argumentos que, en sus obras, desarrollan tanto jóvenes como artistas consagrados. Si continuamos con-el Salón de Artistas, allí como en todas partes encontramos tanto planteamientos interesantes como ensayos fallidos.

En el arte colombiano no existen movimientos que cohesionen tendencias y tal vez por eso vemos que cada uno de los premios es un reconocimiento a expresiones individuales. Vuelve a imponerse el trabajo de Luis Fernando Peláez a quien lo vimos hace poco, llevarse también el Primer Premio en la última Bienal de Artes Gráficas en Cali. Sin duda alguna es una obra interesante, tiene una intención irreverente, siendo al mismo tiempo pasiva, es espacial, misteriosa, poética. Es una obra cargada de sutilezas y dentro de ese planteamiento se separa de lo tradicional. Cajas, con una carga expresiva a través del papel y un tratamiento del espacio donde sucumben los objetos en su pequeña interioridad. Aquello que resultaba casual y algo improvisado en las obras premiadas de Cali, ahora presenta buenas resoluciones.

Santiago Cárdenas nos da nuevamente una demostración de lo buen pintor que es; es un artista que puede proyectar su obra a nuevas formas, salirse de un planteamiento del color para entrar en otro, buscar alternativas en la pintura, incursionar en niveles, no tan controlados en la creación y su trabajo se destaca, corrobora su coherencia expresiva. Cárdenas es sin lugar a dudas un gran maestro.

Tanto el primer como el segundo premio fueron compartidos. Una obra que compartió el segundo es el trabajo de Elena Vargas Tis-

También hay una larga lista de artistas de quienes se esperaban mejores propuestas como es el caso de Oiga de Amaral, quien

Uno de los trabajos más interesantes en el salón, es en el campo de la pintura el tríptico de Diego Mazuera titulado La cajita de oro. Es una obra que atrae por el misterio que se profundiza en un control del espacio, en el tratamiento de los tonos oscuros, en unas formas insinuadas e imaginativas que se integran a ese fondo hermético cargado de tensiones.

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envió al salón una obra sin importancia; el planteamiento del tejido no tiene ni en su forma ni en sus materiales nada nuevo, es poco significativa por no decir insignificante, y nos preguntamos si ésto será más una actitud personal ante el evento o si su obra decae. A Miguel Angel Rojas se le ha visto desarrollar una actitud pictórica vital en su agresiva figuración urbana, pero creemos que le tocó un momento de dudas, sus búsquedas aún no presentan alternativas que mantengan la misma validez de sus trabajos anteriores. Pero así como existen artistas que producen rupturas, dinamismo y cambio, hay otros estancados en su propia historia como en el caso de Ever Astudillo o Pedro Alcántara y hay otros que parecen no decir nada como Viecco u Ossaba. La mención otorgada a María Fernanda Cardozo es muy significativa, su obra se destaca en el conjunto. Es un ensarnblaje donde une materiales originales con habilidad y rigor. Esta joven artista logra integrar elementos disímiles err-una forma contundente, lo rústico se convierte en un fenómeno de texturas, lo orgánico en un vehículo de fuerzas y tensiones, lo insólito es verdaderamente alegórico. Su obra mantiene un equilibrio constante y es completamente funcional de principio a fin.

DORlS SALCEDO Sin título . Escultura en mela', madera y plástico. 0.80 x 1.50 x 1.20 m Primer premio

Visita sin guía al XXXI Salón del Arte Nacional Novedades y refritos Darío Ruiz Gómez El Tiempo, noviembre 8 de 1987.

Si algo era importante señalar en el anterior salón, lo fue la fuerza con que a los ojos del espectador apareció una generación de nuevos artistas, en los cuales los planteamientos estéticos habían abandonado el facilismo del exabrupto, de la boutade, para asumir posiciones con un gran rigor de oficio y sin ningún tabú respecto a ciertas temáticas vedadas por "tradicionales". Fue entonces la consistente presencia de nombres como Carlos Salazar, María Cristina Cortés, Biviana Vélez, Pradilla, Espinosa, Gloria Marino, Ricardo Salazar, etc., lo que permitió ubicar en el tiempo figuraciones estereotipadas, abstracciones vacías, etc.

LUIS FERNANDO PELAEZ Sin título, 1987 Técnica mixta, 1.00 x 0.70 m Primer premio

En ningún país del mundo el artista se estereotipa más rápidamente que en Colombia. ¿Qué venturoso suceso podría salvar si no de la prematura inanidad plástica a María de la Paz Jaramillo? ¿Qué inesperado milagro se necesitaría para que un verdadero propósito estético alentara en Manuel Hernández y lo salvara de la condena de repetir y repetir lo mismo? ¿A quien debemos rogar para que le excesiva buena voluntad de Gustavo Zalamea sea recompensada con el don de la imaginación? ¿A qué correccional de estética deberíamos enviar a Rony Vayda para que su evidente talento lo saque del facilismo? ¿A qué dioses debemos acudir para que la fotografía sea por fin tomada en serio? No sigamos porque la lista del correccional aumentaría de manera dramática y esta constatación ahondaría la sensación interior de catástrofe. ¿La falta de rigor, de objetivos es-

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LUIS FERNANDO PELAEZ Sin título. (detalle)1987 Técnica mixta. 0.70 x 1.00 m Primer premio


téticos en nuestros artistas jóvenes y viejos, se debe a las pésimas escuelas de arte, o a una fatalidad biológica que los lleva a contentarse con el más temprano de los éxitos. La primera impresión que uno tiene al visitar este XXXI Salón es el de la magistral adaptación que se ha hecho del viejo local del aeropuerto y la manera realmente didáctica con que se distribuyó la muestra. De este modo "los invitados especiales" -en el argot bogotano "lqs maestros"fueron camuflados entre la larga lista de nuevos nombres. Los recorridos exigían de este modo recapacitar, devolverse, buscar febrilmente algún nombre consagrado, disimulado entre los "nuevos aportes". Genial jugarreta; ¿Qué es entonces lo nuevo y qué lo viejo? Lo ya visto A golpe de vista nos sentimos sorprendidos por las audacias colorísticas, los "nuevos soportes". Sensación reconfortante de cosmopolitismo cuando la barbarie de las calles nos recuerda a cada segundo que el pozo de lo atávico no estaba tan lejos. Y lo sorprendente, lo realmente sorprendente al término del laberíntico recorrido: un gran espacio lleno de esculturas. ¿Esculturas? Aquífue donde el malhadado "no objetualismo" hizo más estragos alimentando la afición nacional a la pereza. Estructuras "neo-primitivas" objetos en materiales nativos, totems fálicos, ensamblajes, pero no la presencia de aquello que se llama un escultor. Me apresuro a aclarar que no hablo de escultura en el sentido tradicional, sino de la capacidad de convertir un oso, una hamburguesa, unos palos y lianas en un "objet trouvé", por ejemplo y no en, como aquí -la iluminación vino de repente- en la caricaturesca versión escolar de aquello que hemos visto y vemos en publicaciones como "Art in América", "Art News", "Art Forum", etc. Así pues, la ilusión estalló como un pompa de jabón; las "audacias colorísticas", los "otros soportes" recuperaron de repente su verdadera referencia: Frank Stella, Nancy Graves, Sam Gilliam, Salomé, etc. Salomé, el joven alemán estuvo en la postrera versión de la Bienal de Medellín y lo estuvo el escultor Dorrien. Ocho años después reaparecen el ingenuo erotismo de Cristina Llano, las lajas de mármol de El correccional concede un plazo prudente para que la copia burda quizás devenga en algo diferente y las revistas qué, ¿qué hacemos con ellas? ¿Censurarlas? ¿No se desviaría la imaginación hacia otras actividades mas dañinas? ¿Por qué entonces tanto remake? Huella de calidad María del Rosario Rodríguez M. y Daniel Angulo hacen un refrito, así como José Cohen de aquello que como meta-lectura de la pintura hizo en su momento y de manera magistral el Equipo Crónica. ¿Pero no es languidísimo el trasnochado pattern de Hilda Piedrahita? Como son brillantes en cambio por su dominio del oficio, su concepto las dos obras de J.G. Thenot a pesar del ligero recuerdo de aquel informalismo de los años 70 -Sara Grillo, Fernández Muro- Y es inteligente la manera como Juan Luis Mesa otorga sentido plástico a un material nativo. O la manera como Luis Alfonso Ramírez supera el inicial recuerdo de Alfred Leslie para construir con su figuración a la acuarela un mundo particular capaz de sobrepasar cualquier clasificación.

dando fuera su estereotipo, "pop", el de Granada manteniendo firme su conocimiento de una técnica. Afirmación de rigor conceptual de un racionalista solitario como Orlando Morales, capacidad para sobrepasar los ingenuismos "salvajes" y lograr una imagen impactante en Ezequiel Alarcón. Esplendorosa confirmación de conocimiento en Miguel Angel Rojas, en Rodrigo Salazar y María Cristina Cortés, en Rosemberg Bernal, donde el camino escogido, la técnica utilizada devino ya en su contenido estético que trasciende nuestro temor al desplante, a lo mimético. Pero por encima de todo lo contundente, la perturbadora capacidad de Carlos Salazar para recuperar el necesario poder de una tradición plástica, volviéndola -esta vez hay un Kline al fondouna aguda meta-lectura de increíble inteligencia por los bordes que se atreve a tocar. Ya que el salón de los neo-expresionistas, transvanguardistas como Camilo Calderón, Mauricio Quintero, Carlos Serrano nos pone temblorosos: ¿Cuánto tiempo se sostendrá esa fuerza, esa enloquecida violencia cromática? La "transvanguardia" como el neo-expresionismo la mayoría de las veces no ha supuesto una decodificación sino una manera hábil de encubrir torpezas, incapacidades. Prueba de fuego Y ya Flor M. Bouhout comienza a convertir la mancha mattisiana en floripondio cursi y Lorenzo Jaramillo abandonó su ferocidad para acogerse a una figuración "lírica", "poética" que ya en su momento y de manera magistral hizo Darío Jiménez. ¿A quiénes olvidamos o no supimos descubrir en medio de la "ideología de los mediocridad?". Información revisteril o búsquedas o planteamientos reales alrededor de objetivos con una especificidad cultural? ¿Los 25 millones invertidos para "descentralizar" el salón, el ánimo y la diligencia de funcionarios, empleados, las repetidas y monótonas "explicaciones" de las guías, los artistas ante el público crearán de verdad un hecho cultural de alcance? Si algo tiene este público es su capacidad critica. Aislado en sus salones, en la banal tautología de sus comentaristas, esta es una prueba de fuego para artistas jóvenes y ancianos. Si la violencia cromática, las irritantes "propuestas" que caracterizan al arte en los grandes centros emisores es fiel reflejo de la cultura del shock de la violencia cotidiana, de la constatación de un terror, este público que vive esa violencia encontrará aquí ese pálpito de la calle,esa música desolada, es decir la catarsis que el verdadero arte realizado se encontrará una vez más con lenguajes prestados, tragedias prestadas? Abrir la puerta.a ellos supone este riesgo, no lo dudemos.

Crítica Otra mirada al Salón Plinio Apuleyo Mendoza El Tiempo, diciembre 5 de 1987.

Nota de callada sabiduría que rescata la acuarela de Roberto Angulo las figuras evocativas de Alberto Sojo, el tono íntimo de Benjamín Farbiaz y afirma el trabajo de Gloria Merino. Porque deteniendo el itinerario, volviendo sobre aquello que nos llama porque tiene la impronta de la calidad, debemos señalar el inteligente trabajo de Luis F. Peláez, capaz de vencer una fácil alegoría para dar a través de una rigurosa "mise en escene" la noción de extrañeza, de soledad. Ramón Vanegas acredita igualmente a través del grabado un espacio de sutil poesía. Poesía que Bibiana Vélez no ha perdido, afortunadamente. Impactante caso de honradez como el de Beatriz González man-

Inevitablemente, en Colombia, la pintura y sus jueces, nativos o foráneos, no van por la misma vía. Es la primera reflexión que suscita el XXXI Salón Anual de Artistas Colombianos presentado por primera vez en Medellín. Excelente salón. Excelente apropiadísimo el espacio; un acierto la manera como se han agrupado las obras, a veces de manera evidente por su técnica y otras por sutiles, casi secretas filiaciones entre las mismas. Como conjunto

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y muestra de lo que se está gestando en arte en Colombia,espectacular. Indescifrable, en cambio, el criterio con que fueron otorgados los premios. ¿Qué hay de notable en el salón? Una muy buena pintura, en el sentido más puro del término: lo que se ha hecho siempre con pincel y pigmento. Es un estallido y a la vez un laboratorio de investigaciones. Se trabaja en todas las direcciones y con todos los materiales. Tendencias? Todas. Con una afirmación enfática y casi desafiante del color y la forma, en contrapunto con una tradición de grabadores y dibujantes monocromáticos que dominaron el arte por largo tiempo. En esta línea que reúne color, pasión y grito irrumpen jóvenes impresionistas. Gestual impetuoso, estridencias cromáticas, exaltación del sentimiento, cuestionamiento del mundo son los rasgos de esta insurgencia que parece expresar las tensiones profundas de la sociedad en que vivimos. El expresionismo predomfna en este salón. Tendencias que en otros años tuvieron sobresaliente importancia, como el Pop Art, están honorablemente representadas, pero es evidente que su forma crítica no es hoy la más intensa y compleja para hablar de nuestras violencias. Los abstractos mantienen una valiosa diversidad de propuestas, alguna de ellas de suma limpieza y claridad en el lenguaje. Pero la novedad de este salón corre por cuenta d,.elos artistas que presentan "instalaciones" (objetos colocados dentro de determinados espacios). Al lado de simples especulaciones sin mayor trascendencia (cubetas fotográficas, cajas de arena, basureros), hay aciertos escultóricos y trabajos serios de investigación. La inevitable obra de enjuiciamiento político, presente en el salón,deriva al simple panfleto cuando los valores plásticos superan al mensaje propiamente dicho. Es el caso de la obra, presentada a título de homenaje, de la extraordinaria Debora Arango cuyas pinturas llenan toda una sala. En cambio, cuando la diatriba prima sobre la pintura, como en el caso de Beatriz González (cadáveres carbonizados puestos delante de un consejo de ministros) esta obra se vuelve simple caricatura panfletaria. Digna de "Voz". Frente a la riqueza de esta muestra, llena de nombres nuevos, que marca la vibrante irrupción de una joven pintura, uno se pregunta cuáles fueron los criterios del jurado al atribuir los premios. A primera vista, estos se encaminaron a gratificar fabricaciones conceptuales u obras políticamente comprometidas. La pintura propiamente dicha, pese a su explosiva fuerza y calidad, quedó relegada a un segundo plano. Cierto afán vanguardista fue discernible. Vanguardias que rápidamente serán retaguardias, nada pasa más pronto de moda que la última moda. Grave distorsión. Por la vía que señalan estos premios se llegaría a cierta forma de facilismo y banalidad, cuya expresión más flagrante es el basurero del artista Galaor Carbonell. Por fortuna al margen de estas vanguardias "recalentadas" la buena pintura se defiende sola.

El XXXI Salón Nacional Mucho tilín y nada de paletas Eduardo Serrano El Espectador, diciembre 20 de 1987.

Tuvo lugar en el viejo aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, uno da los más decepcionantes y deprimentes Salones Nacionales que se hayan realizado en Colombia. A primera vista, el salón da la impresión de ser serio e importante. Contribuyen a ello inevitables reminiscencias de la IV Bienal de Medellín en cuanto a los paneles, el andamiaje de la iluminación y la instalación de las obras de acuerdo con su estilo o tendencia. También,el hecho de haberse inaugurado en la esplenderosa capital antioqueña, el de haberse readecuaco un espacio especialmente para su realización, y el número inmensa (y por lo tanto sospechoso) de artistas participantes. Pero hasta ahí llega el interés del evento, es decir, en el XXXI Salón Nacional resultó mucho mejor la escenografía que la obra, la superficie que el contenido. Cuando el observador intrigado por el tamaño de la muestra y las características museológicas de la instalación en general, vuelve sus ojos hacia los trabajos en particular, cuando los enfoca y aspira a percibirlos, apreciarlos, disfrutarlos, aprender con ellos, enriquecerse o analizarlos, entonces viene -incontenible como un derrumbe-- el desencanto, la abulia, la apabullante sensación de que en Colombia lo que cuenta para la mayoría de los artistas es su reconocimiento como tales, y no la profundidad,los alcances, o la calidad de sus obras.Triste es reconocerlo, pero el Salón Nacional ha perdido toda seriedad y toda pretensión de ser una exposición de obras de arte (es decir, de obras excelentes, iluminantes, sorprendentes, innovativas o apasionantes,como se espera que sea el arte) para transformarse en una hilera interminable y melancólica de trabajos sin espíritu y convicciones, justificados con el increíble argumento de que se trata, bien, de la participación de "artistas consagrados" a quienes no se les puede decir la verdad sobre sus obras, o bien, de jóvenes promesas a quienes hay que perdonar sus fallas e inexperiencia. Eso sí, tanto los unos como los otros, profesionalmente instalados, y por lo mismo con cierta momentánea y falaz-aura de categoría. Pues bien, la culpa de esa gran mentira, de ese vacío disfrazado de evento importante a que se reduce el XXXI Salón Nacional, no debe recaer exclusivamente en Colcultura sino que debe dividirse por igual entre el atolondramiento de dicho instituto y las injustificadas pretensiones de buen número de los artistas participantes. Vamos por partes: Es evidente, por ejemplo, que Colcultura no pudo ser más blanda ni más pusilánime en cuanto a la conformación del certamen, cediendo obsecuente mente a las presiones de los numerosos pintores, escultores, grabadores y fotógrafos que querían participar sin someter sus obras al jurado de admisión (el cual, mal que bien, de todas maneras era un filtro que le aseguraba cierto nivel al evento). De ahí que después de haberse gastado buena parte de su magro presupuesto publicando avisos según los cuales podían participar en el salón "quienes resulten escogidos por el jurado de selección" así como "los artistas premiados en salones anteriores", las directivas del Instituto sorprendieron al jurado mencionado y a los artistas que inocentemente sometieron sus diapositivas,con la presentación de una lista extra de invitados, la cual sumaba la bicoca de 150 grandes maestros cuyas obras entraban por derecho propio.

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Se cae de su peso que una muestra con estas características podía ser inmensa, pero no podía ser buena. Ciento cincuenta artistas grandes maestros --o sea ciento cinmcuenta cuyas obras sean absolutamente todas de calidad incuestionableno ha habido en toda la historia del arte. En otras palabras, si Colcultura está interesada en devolverle al Salón su importancia como evento determinante de calidad artística y como señalamiento de creatividad, si está interesada en educar al público sobre expresión visual y en mostrarle al país la profundidad y los alcances de su arte entonces Colcultura tendrá que revisar, no sólo su papel como entidad difusora, sino en primer término sus conceptos sobre arte. El apocamiento, la condescendencia, la amplitud, el populismo, la lenidad, la contemporanición y la tolerancia de que hizo gala el Instituto en la organización del Salón Nacional, no han constituido ni constituirán nunca una buena métrica para definir el arte, y mucho menos para exhibirlo como ejemplo para generaciones futuras.

EDITH ARBELAEZ 100 Personas en fila, (detalle), t987 Personas, entorno, telas cintas, 1.90 x 0.50 m Segundo premio

EDITH ARBELAEZ 100 Personas en fila, (detalle) 1987 Personas, entorno, telas cintas, 1.90 x 0.50 m Segundo premio

Pero el aturdimiento y confusión de Col cultura por sí solos no hubieran podido conformar un salón tan desorientador y deplorable. Es obvio que al Instituto le ayudaron. Y que la culpa de tan infaustos resultados recae igualmente en los artistas: en los humos de buena proporción de los ciento cincuenta grandes maestros, y en el angelical deslumbramiento de muchos universitarios yegresados recientemente con sus profesores. Veamos: Refiriéndose a los mayores de los ciento cincuenta grandes maestros, dijo Ramírez Villamizar en una entrevista que se alegraba de que "la gente joven nos esté pasando", y justo es reconocer que, después de ver el salón, esa alegoría se hace extensiva a buen número de visitantes. Sus esculturas (antes pintadas como las de Negret y ahora oxidadas como las de Castles) son de una limitante frontalidad, sufriendo el observador un rudo chasco, cuando al caminar a su alrededor --como debe hacerse con las obras exentas- confronta su desapacible respaldo. Es decir, si lo mejor que logran hoy nuestros maestros sexagenarios es como las obras enviadas al certamen por Ramírez,Obregón y Roda (curiosamente, Grau se hizo presente con un trabajo ambicioso y logrado), no hay ninguna duda -aunque tampoco es mucha gracia- que los artistas jóvenes los estén "pasando". No son, sin embargo, las obras de estos artistas románticamente dispuestos a medirse con la juventud (y quienes ameritan exposiciones-homenaje, del tipo de la de Débora Arango puesto que sus aportes al arte colombiano son inapelables) lós que más drásticamente afectan tacaudad del certamen. Mucho más triste yalarmante resulta el balance del trabajo de aquellos de '~s~ciento cuarenta y cinco gra~,d~s maestros restantes que se decidieron a participar, y del de sus alumnos; aunque haciendo la $alvedad de que entre los arnstasjóvenes se encuentran la mayoría de las poquísimas obras dlqnasoe un certamen tan profesionalmente montado y sobre el que se ha hecho semejante alharaca. AlgurÍos artistas, sencillamente, participaron por participar, con obras menores, flojas, que dan más una idea de desdén por el salón que de sus intereses creativos.

ANTONIO CARO Presentación del proyecto quinientos Tipografía, 0.17.5 x 0.25 m Mención honrífica

Entre ellos debe mencionarse a Fanny Sanín, Alberto Uribe, Rodrigo Callejas, Lydia Azout y Ronny Vayda; siendo la obra de éste último la más insignificante. Otros se hicieron presentes con trabajos que revelan un alarmante agotamiento,como Manuel Hernández, cuyas pinturas han llegado a ser perfectamente predecibles; como Alvaro Marín, a quien no le ha sido fácil retomar el hilo de su producción de hace algunos años; y como Manuel Camargo y María de la Paz Jaramillo, quienes apropiándose de la filosofía de Colcultura enviaron obras tan grandes y vacías como el salón mismo: la repetición ampliada de la repetidera, incluida escarcha, las caras verdes y las manos amarillas. 241


Bastantes de las obras exhibidas son además confusas y desconcertantes, entre ellas: las dos pinturas de Augusto Rendón (mejor la del caballo), puesto que no tienen nada que ver la una con la otra dando la impresión de que se trata de dos artistas; los trabajos de Jorge Ortiz, quien se empeña en acompañar los buenos resultados de sus experimentos con una lamentable explicación del proceso que distrae visual y conceptualmente; y los dos cuadros de Beatriz González que, además de perderse entre los muchos parecidos, son tan enrevesados que el observador no logra nunca entender si se trata de una crítica o de un elogio al gobierno de Belisario Betancurdel cual la pintora fue una importante asesora en materia artística.¿ Y cómo ignorar en una nota sobre lo deprimente del salón, las esculturas de Galaor Carbonell, dos torsos sobre un montón de basura que explicitan el rebusque artístico a que se ha visto sometido el crítico? ¿Cómo callar la tristeza ante las decoraciones de gimnasio de Mónica Meira? ¿Y cómo desconocer la pérdida de garra en el trabajo de Francisco Rocca, o la desesperanza en la obra de Edgar Silva? Finalmente, la premiación del salón, hace patente la más deconfiable simpatía tercermundista,el más sospechoso paternalismo (el cual lleva a pensar que se impuso fácilmente el criterio de los jurados internacionales sobre el de los jurados del país), habiendo recaído en una obra tan débil-pero surrealistonga,clar6--- como la de Peláez, y en un trabajo como el de Doris Salcedo que, aunque interesante y promisorio, es todavía una cercana derivación de la obra de Joseph Beuys (q.e.p.d.). Entre los sequndos premios -bastante más acertadosse' alcanza igualmente a divisar la influencia de sus respectivos tutores,especialmente en las obras de Arbeláez y Vargas, aunque no de manera tan obvia y directa como en el caso de Daniel Castro.

HELENA VARGAS Próceres, héroe!ry Segundo premio

querreros,

1987

En fin, sería interminable hacer mención de todas las obras del salón, pero lo dicho hasta ahora es una buena indicación del resto. Con la salvedad de los trabajos de Germán Botero, Santiago Cárdenas, Antonio Caro, Miguel Angel Rojas, José Urbach y Marta Elena Vélez -entre los de los ciento cincuenta grandes maestros de las obras de Ezequiel Alarcón, Diego Arango, María Fernanda Cardozo, Raúl Cistancho, Luis Hernando Giralda, Consuelo Gómez, Lorenzo Jaramillo, Cristina Llano, Diego Mazuera, Ana María Rueda, Oiga Lucía Sal azar, Carlos E, Serrano (con quien no me une ningún parentesco) y Biviana Vélez --entre los jóvenesel resto de las 346 obras que conforman el Salón,cuando más, "llegan a ser obras casi buenas" o "interesantes pero". Una proporción realmente baja y alarmante para una exposición tan grande como un aeropuerto. El Salón Nacional, en conclusión, necesita urgentemente una revisión de sus estructuras para que la calidad de las obras tenga alguna injerencia en la conformación del certamen (a cambio del currículo y de los padrinos que resultaron tan definitivos en esta ocasión). Para ello Colcultura debe comprender: que el arte no es fácil; que no abunda ni se da silvestre como las uchuvas; que por el contrario, es difícil, elusivo y escaso, tratándose de excelencia, de originalidad, de expresión conmovedora; y que por lo tanto lo que cuenta no es hacer un salón grande sino un salón determinante de creatividad y logro artístico, que ilumine y enriquezca a sus visitantes.

MARIA FERNANDA CARDOSO Obra negra, 1987 Ensamblaje, 2.47 x 0.40 x 0.15 m Mención honorifica

Los ciento cincuenta grandes maestros pueden contribuir a estos altruistas objetivos, absteniéndose de participar cuando no tengan trabajos importantes y sobre todo, admitiendo que todas las obras del Salón Nacional-sean de quien fueren- deben someterse a un jurado de admisión que asegure la calidad del evento. Afortunadamente en Medellín -por presión dura poco.

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la ciudad y sus gentes-la

de-

CARLOS EDUARDO SERRANO Víctor, 1987 Oleo sobre tela, 1.80 x 3.00 m Segundo premio


Un alarmante superinflacionario número de artistas Miguel González El Espectador, diciembre 20 de 1987.

ALVARO ENRIQUE Hierro cortado

y

HENAO

Tríptico, 1986 soldado, 0.45 x 0.45 x 1.35 m Mención

LlLIANA GONZALEZ Dos ... de dos en dos ..., 1987 Oleo sobre lienzo, 2.00 x 1.40 m Mención honorffica

FONTANARROSA

"-¿y cual es, a su juicio la función social del artista? funciones pueden ser tres: matiné, tarde y noche." El Mundo. (Octubre 31, 1987)

-Las

De alguna manera el envío de cuadros solitarios de Obregón, Grau y una pareja oxidada de esculturas de Ramírez Villamizar, es una lógica para decir somos los maestros, ya no tenemos nada que aportar.nuestras obras son carísimas, pero aquí estamos. De cierta forma, los cuadros remozados de Santiago Cárdenas, Beatriz González, Pedro Alcántara, Angel Loochkart, Miguel Angel Rojas, son una manera de avanzar para estar a la moda y con el temperamento del tiempo más actual. Olvidan que uno de los problemas de los países dependientes (no decisorios o subdesarrollados) es su capacidad infalible de estar siempre -por lo menosa la penúltima moda. De todos modos la presencia de una docena de cuadros -óleos y acuarelasde Debora Arango, la redescubierta veterana pintora que acaba de cumplir sus ochenta años, se presenta sin proponérselo como la adolescente del salón, por aquello de que muchos de los egresados más recientes de las universidades pintan como ella, piensan como ella, y desean estar sintiendo como lo hizo la ya anciana. Sólo que sus miradas parecen estar más distraídas en los sucesos alemanes, italianos o norteamericanos, que en el claustro hermético de la pintora de Envigado. Esto sería lo de reconocer al entrar y recorrer pieza a pieza del Salón Nacional, teniendo en cuenta el cuidado de mirar cada una de las tarjeticas de la ficha técnica. Santiago Cárdenas es irreconocible. Beatriz González parecería un alumno suyo y es política. Alcántara ha dejado de serlo en sus resultados plásticos y parece más diseño de modas. Miguel Angel Rojas cree estar en ella. Todo esto, bajo el mismo techo. Un gran cóndor a lo Brasilia, diseñado por el arquitecto Elías Zapata Sierra (nada que ver con Alberto Sierra) para ~ste aeropuerto Enrique Olaya Herrera -el mismo escenario que vio morir a Gardel-, ahora en desuso y repensado para la exhibición. Naturalmente el número super inflacionario de artistas es más que alarmante para una profesión que cada semestre entrega una manada de aptos para generar imágenes. No aprendemos los nombres del t060 cuando ya debemos empezar a olvidarlos. En este mes en Medellín hay, por ejemplo, dos eventos más para nuevos artistas: el Salón Rabinovich, en el Museo de Arte Moderno y el de Artistas Jóvenes organizado por el Museo de Antioquia, lo cual delata no sólo la dinámica de las artes plásticas en la capital paisa, sino esa polución de la imagen, en donde las arte allí recicladas, de alguna manera colaboran. Pero el arte colombiano no sólo mira en su condición de colonizado a la actividad del extranjero que lo alimenta y dinamiza de una manera innegable aunque sea a través de la reproducción, la noticia y las teorías internacionalistas,sino que ha sido capaz de generar su propia tradición. La escultura precisa y racional de Negret (de quien había una admirable exposición en la Cámara de Comercio sorprendente por su continuidad y coherencia) y Ram írez, ha sido tan rotunda que generó escuela: Vayda, Alberto Uribe o Hugo Zapata, entre los presentes, que ahora necesitan estuches de joyería para guardar sus pequeños artículos. Beatriz González es tan buena artista que ha cautivado con su presencia, por lo menos durante los últimos 18 años, una audiencia de nuevos profe-

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sionales que ya forman poco menos que una multitud. Carlos Enrique Henao reconstruye, dentro del salón, unas piezas de Carlos Rojas. En una de sus obras, Consuelo Gómez repite un Bernardo Salcedo. Y así, se podrían seguir buscando relaciones obvias que abonan una nueva definición hacia la tradición de lo nacional, donde incluso hay cabida para la inconoclastia, como lo hacen con cuadros de Botero y Beatriz González a cuatro manos -una verdadera curiosidadMaría Rodríguez y Roberto Angulo, desde Barranquilla. Entonces la pintura más convincente es la que llega al reactivar al panorama sin ser un mimetismo extranjero y una necesaria variante nacional: la premiada Ofelia Rodríguez; las abstracciones de Santiago Uribe, Ana Maria Rueda o Liliana Ponce de León; las propuestas narrativas y anecdóticas de Inés Wickmann, Carlos Eduardo Serrano, Heliumen Triana, Diego Mazuera, Vivian Monsalve, Ossaba, María de la Paz Jaramillo, Ethel Gilrnour, Flor María Bouhot, Cristina Llano, Diego Arango, Lorenzo Jaramillo y María Elena Vélez. Igual en la escultura. Ahora parece que el racionalismo pierde terreno frente a la emotividad y el expresionismo, tanto formal como anímico. El fantasma de Feliza Bursztyn prevalece sobre cualquier planteamiento anterior. Los trabajos de María Fernanda Cardozo son verdaderamente reveladores; también adquieren una extraña tensión las piezas de la premiada 00ris Salcedo. Aunque Ramiro Gómez ahora esté en un bajonazo, fue pionero en este sentido que es el que se define en obras diversas en materiales y planteos. Germán Botero (yute), Ezequiel ALarcón (piedra, madera, tela), Gabriel Silva (diversos objetos), Jaime Finkelstein (madera, hierro y cartón). Rosemberg Sandoval (alambre, plástico, madera). Luz Beatriz González y Lydia Azout (piedra), Ana Cristina Vélez (yeso). Rodrigo Correa (madera, brea, plástico). Juan Luis Meza (varios materiales) y Javier Humberto Cruz (video).

MARIA CRISTINA CORTES El triángulo rojo, 1987 Oleo sobre lienzo, 1.17 x 1.58 m Mención honorífica

Destacaría igualmente los dibujos de Julián Posada y Osear Muñoz; las propuestas por medio de la fotografía y sus variantes de Becky Mayer, Jorge Ortiz, Mónica Herrán y Mercedes Sebastián, y aquellos que la usan como registro para sus trabajos: el caso de Adolfo Bernal que documenta su señal luminosa en el cerro Nutibara y de Edith Arbeláez quien señala su evento, destacado por el jurado. Finalmente vale la pena nombrar a Roda con sus grabados en metal, los más sobresalientes del Salón (prácticamente con ausencia de gráfica notable). La presencia de Antonio Caro con una conferencia como obra; Manuel Hernández con unas pinturas predecibles en su producción, pero magníficas en su factura. Igualmente el pobre bodegón de Jim Amaral y el raquítico tejido de su esposa Oiga. El montaje del salón estuvo ejemplar. Creo que es la vez que mejor se ha visto en su larga historia. Y la ciudad de Medellín atenta a cualquier detalle para que la eficacia de su organización se prolongase hasta el final, organizando guías y conferencias. Aunque amenazado con bombas para su inauguración y prácticamente sobreviviente en un país donde lo fácil es morir, las artes se presentan aparentemente indiferentes ante el sonido convulso del caos cotidiano. Destacando ese clima de suspenso y horror, la única obra abiertamente política la presentó Elena Vargas (¿infeliz homónimo?), revelando la iconografía tricolor de héroes y tumbas, debidamente ensangrentados.

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MARIA CRISTINA CORTES Lodazal, 1987 Oleo sobre tela, 1.58 x 1.17 m Mención honorífica

JOSE URBACH Memoria, 1986 Mención honorífica


Crítica El Salón en Bogotá Carolina Ponce de León

El margen de equivocaciones para la conformación del salón es inevitable por los múltiples criterios que deben aplicarse para conformarlo. Tanto así, que sigue sometido al sistema de ensayo y error. Este salón fue, no obstante, el fruto de un arduo y meritorio esfuerzo. Tuvo una organización ejemplar en Medellín con los 204 artistas, bien o mal escogidos. Pero en Bogotá no se sabe con qué quedamos. Tal vez con la duplicación del margen de equivocaciones.

El Tiempo, enero 9 de 1988.

Sala de espera nacional Una selección de las selecciones que multiplica no sólo los descontentos sino la confusión total La descentralización del XXXI Salón Nacional de Artistas constituyó uno de los principales aciertos de su organización y demostró cómo, gracias al apoyo interinstitucional y regional, se pueden obtener los recursos económicos e infraestructurales óptimos para la realización ejemplar de este certamen fuera de la capital. La descentralización lleva el mensaje claro que el salón es, verdaderamente, nacional y puede prescindir de la escondida jerarquizació n cultural y de la tácita condescendencia centralista implícita en su tradicional exhibición en Bogotá. Pues bien, una versión resumida del salón se verá en Bogotá a finales de enero y con esto el aire fresco de la descentralización se convertirá en tibio desaliento. Es como si de repente el salón de Medellín tomará el carácter de salón regional. Pero ya que el salón se llevará a la capital, su reducción resulta arbitraria. Es una selección de las selecciones, una sustracción que multiplica, no sólo los descontentos, sino la confusión total. Sin necesidad de resaltar los diversos criterios con los que se conformó el salón de Medellín, salta a la vista la imprecisión con la que el jurado calificador escogió las obras para Bogotá. No parece haberse tenido en cuenta para ello ni la trayectoria del arte nacional, ni las tendencias más representativas, ni el nivel de calidad general para las obras reunidas, ni siquiera las eventuales limitaciones del espacio. No hay ningún concepto que determine el conjunto. Se hizo una azarosa selecciÓn con tantos criterios (como miembros de jurado), que nohabía ninguno: a la lista individual de cada jurado se sumó la extensa lista de invitados, cuya participación, en muchos casos dejó mucho que desear ...Si era indispensable recortar la m astra por razones presupuestales, mejor hubiese sido reducirla radicalmente, es decir no presentarla (en virtud de Ia.descentralización) o limitarse, acaso, a las obras premiadas, a las menciones y a una selección cualitativa de las obras presentadas. El criterio de la muestra sería explicable, se disculparía la falta de recursos y la reflexión crítica seria tal vez más profunda y focal izada, menos mezquina y panorámica. Claro no se trataría ya del XXXI Salón Nacional (porque eliminarle obras de por sí lo convierte en otra exposición) pero sí sería una forma positiva de puntualizar el mejor aspecto del salón. Seda sumar y no restar. En un balance sobre el Salón Nacional, Eduardo Serrano recomendó a Colcultura revisar los conceptos sobre arte. Es claro que a Colcultura no le corresponde el papel orientador en materia artística. Esto le compete a los museos y a las salas de exposición especializadas. El Salón Nacional es un apoyo oficial que ofrece un marco de referencia que debe conjugar, en la mejor proporción posible, un estímulo a la actitud creativa con un buen nivel artístico. La calidad sin embargo es responsabilidad de los artistas; el diagnóstico y la decantación, responsabilidad de los análisis críticos. Afortunadamente el salón no puede, ni debe ser una muestra de los conceptos que tiene Colcultura del arte. Una cosa es el arte, otra una política cultu ral oficial.

José Hernán AguiJar Arte, Nº 4, 11trimestre de 1988.

La más contundente conclusión que se podría sacar al mirar el pasado Salón Nacional era que, definitivamente, hay que cambiarlo. No existe mucha diferencia con el anterior y casi que me sentía en otro flash-back de la misma película: el mismo cuadro de Obregón, el (casi) mismo cuadro de Grau, la misma escultura de Ramírez Villamizar, incluso la misma ausencia de Negret y Herrán, tal vez sabia. La producción de los artistas jóvenes y de I~s regulares (en asistencia) se perdía precisamente porque no habla una lógica de procedimiento. En primer lugar, el mismo concepto de salón es uno que se ha debido recoger hace mucho tiempo. Sea de Arte, de Artes Visuales. de Artes Plásticas y Visuales o de lo que sea, la palabra Salón denomina un cierto tipo de actividad artística (con connotaciones socio políticas) muy propias del siglo XIX. Aún si se usara la palabra Bienal, que sería una buena limitante, esta tendría ya cierta obsolescencia a pesar de ser un término de nuestro siglo. Sin embargo, tenemos el posible consuelo de doce años (seis Bienales Nacionales) para alcanzar al siglo XX antes de que se acabe. En segundo lugar, la calidad de las obras expuestas era, en general bastante mala debido a la ausencia de una directriz concept~al, temática. No me agradó en absoluto la manera de organizar la muestra, e incluso pienso que fue bastante desacertada y pasada de moda. La idea de Alberto Sierra de encerrar a los artistas en cubículos estilísticos es superflua y confusa: Sierra confundió estilo (dI? por sí otro término pasado de moda) con tema, estilo con apariencia física, y estilo con dimensiones. Un ejemplo:¿que hacían juntas las obras de Doris Salcedo y María Fernanda Caráozo? El ascetismo tímidamente expresionista de Doris Salcedo (diminutos bebés de plástico, algo irreconocibles, atrapados en esquinas férreas de alteradas mesas quirúrgicas) tenía más que ver con las fotografías (extraordinarias, por cierto) de Becky Mayer (donde imágenes de un cementerio se amarraban con una especie de alambre de púas dorado), que con el velado humor sexual de las construcciones de Cardozo. Los cubículos llegaban, en casos particulares a ser ridículos como el conformado p~r los escultores de L'Ecole de Medellín (Vayda, Zapata, Alberto Unbe) que parecía una vitrina de algún centro internacional del mueble , donde se mostraran objetos decorativos tan inocuos (piedra sobre vidrio, vidrio entre piedra, vidrio labrado, piedra pulida) que los nombres de los artistas (?!) sobraban. Entre los veteranos sólo se destacaba José Urbach con un tríptico en óleo y pastel, titulado Memoria: los campos espaciales se obtenían con delicados trazos de pincel y con colores algo opacos; Urbach nos entregaba recuerdos (fragmentos de cuadros) de verdadera 245


fuerza poética. Sin embargo, su obra pasaba desapercibida al encontrarse rodeada de mucha mediocridad estridente (problemas de cubículo, otra vez). Muy débiles y derivativas al máximo (de Matisse, por supuesto) las dos pinturas de Santiago Cárdenas y, sin sorpresa, fantásticamente malos (casi ridículos) los dibujos de Beatriz González, que mostraban a Belisario Betancur y gabinete (?) comiéndose (?) un cadáver carbonizado en uno, y disfrutando de un ramo de anturios (?) en el otro. Lo peor de estas obras de González era su flagrante oportunismo político, al igual que una franca decadencia técnica pues la línea se veía débil (si se compara con la de sus viejas pinturas) el color deslucido y la composición confusa; esta última debilidad adjudicada,tal vez, al obvio miedo (¿timidez ?) político que inundaba las dos obras. A otro nivel de contenido "político", el trabajo premiado de Elena Vargas, Próceres, héroes y guerreros, serie 6 adolecía de un aburrido deja vu conceptualista y de un tonto simbolismo visual (los marcos de los doce cuadros avanzaban de los colores normales de la bandera colombiana, eliminando gradualmente el azul y el amarilló para dejar el último completamente rojo, cuyo interior -ademásse hallaba manchado de rojo!) En los mismos parámetros se movía otro trabajo premiado, Cien personas en Fila, perfomance documentado de Edith Arbeláez, que con sus personajes empaquetados nos quería sugerir algo sobre la impotencia (?) Dos cosas empobrecieron este conceptualismo descuajado: 1) el hecho de que L'Ecole Conceptualiste de Medellín había llegado a su fin (obsérvense las escuálidas proposiciones de Adolfo,Bemal y Luis Fernando Peláez): y 2) qué el jurado fue manipulado certeramente por la Señora Lucy Lippard, quien además de ser un verdadero desfase histórico (feminista y conceptualista a ultranza) ya no escribe buena crítica de arte sino mala literatura (lo que le pasó a Marta Traba). Como juego de salón, la búsqueda de nuevo talento no fue tan complicada en esta edición del salón. El único realmente notable es el de José Antonio Suárez, un antioqueño entrenado en Suiza, quien ha venido mostrando obras basadas en sus diarios de viaje, yen cuya secuencia es fácil advertir un extraordinario romanticismo, ayudado por una delicada fuerza gráfica: la temática es en extremo subjetiva (lo que podría ser un defecto, por ahora), pero la mezcla de los fragmentos memorativo y gráfico resulta en una ideal situación misteriosa. Otra promesa se advierte en Carlos Serrano (premio), quien con un impactante tríptico titulado Víctor resume la tendencia actual de los artistas jóvenes colombianos: fuerza expresionista, subjetivismo temático (mucha autobiografía), informalidad (aparente), técnica y distorsión espacial. En mayor o menor grado, las obras de Carlos Salazar (quien apunta hacia un irremediable manierismo). Diego Mazuera, Ofelia Rodríguez, Liliana González, Germán Botero y María Fernanda Cardozo participan de las caraterísticas mencionadas. Aunque evidentemente derivada de trabajos foráneos, la obra de Carlos Serrano demuestra (y esto se hizo más patente en su muestra individual realizada durante el mes de noviembre de 1987 en la Galería Arte 19 de Bogotá) un amplio dominio de cierta visión temática, la ambición de querer "decir" algo en términos plásticos claros y la seguridad de un Zeitgeist personal. Si bien Carlos Serrano presenta aun debilidades técnicas (el manejo del pigmento es desigual, la relación figura-espacio dubitativa), lo que queda claro es que su trabajo se ve comprometido con una vitalidad esperanzadora. Los premios: justo el otorgado a Doris Salcedo por su environment, pues en verdad se trataba del trabajo más "serio" e impactante en la muestra. Perfeccionista en extremos, Doris Salcedo nos introduce a un ambiente ascético, cruel, aunque demasiado controlado en el aspecto expresivo. Inteligente combinación de diversas fuentes (Beuys, Skoglund, minimalismo), la obra revela la angustia, no tanto de la cercanía de la muerte, sino más bien de la proximidad de la vida (los bebecitos). Las leves pero precisas intervenciones técnicas en el material reutilizado (afilamiento de esquinas, soldadura) parecen echarnos en cara la crueldad del mundo, así como su desarrollo científico; en el "contexto" colombiano actual, la contradicción develada por Doris Salcedo en su trabajo, solo lo torna más dramático.

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En cambio, el premio dado a Luis Fernando Peláez (quien parece tener la buena suerte, más no la calidad del apostador profesional) se me antoja una exageración; esas mini-instalaciones surrealistoides que ha venido mostrando (mezcla, de por sí desalentadora de Dali tardío y Bernardo Salcedo) parecen más bien buenos ejercicios de diseño publicitario que obras de arte; además ¿qué significan? Se debe buscar un ejercicio oratorio muy ampuloso para "explicar" esas rueditas del tiempo yesos hombrecitos atravesando espacios inmensos. De cierta forma, los trabajos de Peláez son tan vacuamente pretenciosos como los inmensos monumentos de Arenas Betancur, con el agravante de ser no menos serios. Finalmente, quiero mencionar trabajos específicos que merecen ser tenidos en cuenta por su actualidad y planteamiento: las dos impresionantes fotos de Becky Mayer, misteriosas y angustiantes; Despojo donde Miguel Rojas demuestra sus incontestables dotes de pintor, pero donde deja entrever, también, que está gastando mucha energía en preciosismos técnicos y en compensatorios recursos teatrales; dos excelentes y homo-Iíricas pinturas de Lorenzo Jaramillo, de delicado color, con montañas sinuosamente colombianas al fondo; y La cajita de oro, y al fin una buena pintura negra y alentadora de Diego Mazuera. Así pues, el panorama presentado por este Salón Nacional y la posible recapaéitación ideológica que deja, no es muy ilusionante: una aparente democracia que se deja descabezar por la guillotina de las roscas, amiguismos y grupúsculos. Al final, quien queda en desventaja es la obra de arte colombiano. Lo mejor seria, imagino. organizar el salón de manera más aristocrática y en las salas del derruido palacio presidencial de algún patriarca otoñal. NOTA La selección traída a la Biblioteca Luis Angel Arango de Bogotá fue, en términos generales, buena. Por lo menos el montaje hecho por Alonso Garcés fue mucho más acertado y lógico, primando ante todo cierto sentido común y una proporcionalidad visual de tamaños y formas (no formatos). La desproporción más vulgar de esta selección residió en incluir las absurdas y frívolas obras de Galaor Carbone", Mónica Meira y Gloria Duncan entre otras.


XXXII Salón Anual de Artistas Colombianos

DIEGO MAZUERA Desayuno en las rocas, 1988 Acrílico, arena, tierras, 1.30 x 1.95 m Primer premio Colección Biblioteca Luis Angel Arango

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Fecha: enero 27 a febrero 28, 1989. Sede: Centro de Convenciones de Cartagena. Organizador: Instituto Colombiano de Cultura. 94. Participantes: Obras: 145. Jurado de selección: Juan Antonio Roda, Carolina Ponce de León, Eduardo Hernández, Gloria Delgado, Alberto Sierra y Sonia Gutiérrez. Jurado calificador: Raquel Tibol, Guillermo Angulo, Juan Antonio Roda, Bélgica Rodríguez y Carolina Ponce de León. Premios: $1.000.000: Diego Mazuera, Desayuno en las rocas; Miguel Angel Rojas, Felicidad perdida; Bibiana Vélez, Dificultad inicial; Hugo Zapata, Geografía. Menciones: Edelmira Boller, Proyecto N9 1, Otro proyecto para ei olvido; Fabián Rendón Tobón, Letanía, Letanía o ira santa; Pedro Ruiz Correal, Portal, Casa de campo.

Sin artistas invitados y con obligatoria admisión por jurado para todas las obras, se celebró en Cartagena el XXXII Salón. Bien es verdad que el reglamento estableció que la primera selección se haría con base a cinco diapositivas por aspirante, lo que atrajo no pocas críticas. Previsto para el7 de diciembre de 1988 en el Coliseo Naval, se inauguró finalmente el 27 de enero del 89 en el Salón Barahona del Centro de Convenciones, con un elogiado montaje del arquitecto Oscar Posada y con una pequeña retrospectiva en homenaje a la pintora cartagenera Cecilia Potras. Por segunda vez, la colaboración de Colcultura y entidades locales demostró ser eficaz y estimulante en la realización del salón. A la dirección del Instituto había llegado Liliana Bonilla y en Artes Plásticas continuó María Victoria de Robayo. Fue un salón nacional y descentralizado, predominantemente joven, con una inesperada ausencia de abstractos y una irrupción muy vital de transvanguardia, nuevo realismo, nuevo expresionismo y, como lo señalara la jurado argentina Raquel Tibol, curadora del Museo Tamayo en México, también un postmoderno (Pedro Ruiz Correal, mención de honor). Diego Mazuera, a quien los críticos habían señalado en el salón anterior como un posible merecedor de premio, lo obtuvo con su tela Desayuno en las rocas, expresiva evocación de la tragedia de Arméro. Miguel Angel Rojas obtuvo por segunda vez el premio del salón con un trabajo sobre papel fotográfico sensibilizado, "la pieza cumbre de la muestie" y "original a nivel mundial" para Raquel Tibol. Un "paisaje con meditación, tanto en la composición como en la estructura", de Bibiana Vétez, y un "lírico" ensamblaje de pizarra y hierro, de Hugo Zapata, completaron los primeros premios. Otro de los jurados internacionales, la venezolana Bélgica Rodríguez, directora del Museo de Arte de la OEA en Washington, concluyó así sus notas sobre el evento, palabras que sirven de pórtico a los cincuenta años del Salón Nacional: "Como experiencia para los artistas participantes y para los que actuamos como jurados, este XXXII Salón Nacional de Colombia nos permitió ver que sí existe una plástica joven y dinámica en el país y que se están asumiendo los riesgos del creador [ ..] El triunfo está en aquellos que lo buscan, lo quieren y tienen el talento para conseguirlo. Me refiero al triunfo de poder entrar en la historia del arte. "

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A propósito de la Bienal y el Salón Canibalismo crítico Plinio Apuleyo Mendoza El Tiempo, octubre 1 de 1988.

La de Marta Traba no fue una crítica caníbal o tribal, no estaba inspirada en prejuicios estéticos en favor o en contra de una determinada tendencia, ni en factores de simpatía personal, o de fidelidad a un espacio de exhibición, sino en el seguimiento riguroso de un artista. Marta visitaba los talleres, se interesaba en la forma como se adelantaba un trabajo. Los críticos actuales son como fantasmas. Nadie los ha visto observando de cerca un trabajo en su conjunto. Simplemente hacen su aparición en los periódicos, con su carga de adjetivos, de apreciaciones confusas, de fallos perentorios: son jueces. ¿A quién creerle? El premio que unos otorqan, los de la tribu contraria lo demuelen. Cristina Llano, que estuvo a punto de ser premiada en la Bienal, es rechazada en el Salón Nacional. ¿No es esta una falta de seriedad? ¿No es sencillamente escandaloso?

En el Salón Nacional de Cartagena cada artista desarrolló sus intereses personales a través de sutiles propuestas Adiós a la vanguardia Ana María Escallón La Prensa, febrero 1 de 1989.

¿Cómo lo sabe? Ninguna crítica seria puede juzgar una obra por su presumible tiempo de ejecución, sino por su resultado final. Con adjetivos que brotan de su caprichosa subjetividad, el desafío indudable de una artista lo mediatiza Carlona llamándolo candoroso. Ninguna propuesta para ella resulta nueva, pues debería ser inédita, cosa absurda: nada en arte lo es en términos absolutos. Cuando admite que la obra de un pintor expresa valores subjetivos, la coloca aliado de la influencia o la dependencia de un maestro. En este punto, uno sospecha que el problema de estos artistas radica sólo en el hecho de haber exhibido sus obras en el Museo de Arte Moderno. Si esa misma obra hubiese sido expuesta en los terrenos de la tribu contraria, en vez de ser precipitada y superficial sería probablemente vista como expresión de madurez y profundidad. Realmente no se le puede creer mucho a la dueña de un hotel cuando denigra del hotel vecino que le hace la competencia; y viceversa, claro está. El arte colombiano está pidiendo a gritos una crítica por encima de toda sospecha. La necesita. Lo que hoy se hace no arroja sino confusión y no produce sino un inútil desgaste. La crítica en Colombia va en un proceso inverso al de la creación. Nadie ha logrado realmente cubrir el vacío dejado por la desaparición de Marta Traba. Quienes tratan de seguir sus pasos, imitan más sus raras equivocaciones -su carga pesada contra los paisajistas colombianos, por ejemplo- que sus innumerables aciertos. Quienes tratan de seguir sus pasos, piensan que su fuerza estaba en la capacidad de destrucción y no en sus sólidos análisis valorativos. En vez de estos, que eran profundos y claramente expresados (cuando defiende a Obregón, por ejemplo, situando su obra en su conjunto), los críticos se despachan hoy alegremente con adjetivos dispensados sin demostración alguna.

En Cartagena se cumple el objetivo de la descentralización cultural con la realización del XXXII Salón Anual de Artistas Colombianos. El moderno edificio del Centro de Convenciones, que tanto contrasta con la ciudad histórica, alberga las más diversas tendencias en pintura, escultura, fotografía, grabado y dibujo. Para ello el gran salón tuvo que ser mime tiza do, y la sala de recibimiento y conferencias pasó a ser una sala de exposiciones con paneles blancos, rieles y lámparas. Al sitio lo visitan cartageneros, ávidos artistas que reflexionan sobre las diversas expresiones, posiciones y tendencias. Pero no faltan los especialistas que debaten la ya sabida trayectoria del Salón Nacional. El salón se inauguró el pasado 27 de enero luego de haber enfrentado numerosos inconvenientes que afortunadamente fueron sorteados con éxito. El pasado viernes los organizadores pusieron punto final a sus angustias y afanes y comenzó el desfile de los espectadores, críticos y galeristas. Enrique Grau aparece como el gran promotor, más que Colcultura, pues está siempre presente, ofrece recepciones, recibe felicitaciones. Todo indica que por fin se cumplió el sueño de los costeños: la verdad es que se sienten satisfechos de tener un evento tan actual en su región. Igualmente se han organizado exposiciones paralelas como la de Epifanio Garay y una muestra de los estudiantes de la Escuela de Bellas Artes en el Museo de Arte Moderno. Una de las características más evidentes del actual salón es que la diversidad de las expresiones -pintura, escultura y fotografía- parecen no estar tan marcadas por las corrientes de la última vanguardia: el arte colombiano se ha dado una pausa para reflexionar sobre lenguajes más moderados. Nuevamente las expresiones modernas presentan una posición, quizás algo conservadora, pero más auténtica. El "frenesí de la moda" ha dado paso a algo más reflexivo.

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Otro aspecto interesante del XXXII Salón es la ausencia de artistas con una trayectoria reconocida en el país. Sólo participaron tres de los 'grandes': Enrique Grau con la obra Retrato del almirante Grau, Beatriz González con La apoteosis de Lucho y Alvaro Barrios con El suicidio de Dorothy Hale. De los tres sólo el artista barranquillero presenta una obra con grandes misterios. Una irónica caja negra que abandona sus características de fetiche para abrirse un campo en lo rotundamente agresivo. Pero con esta nueva propuesta -sin los maestroslas tendencias del arte colombiano no presentan un hilo conductor de las recientes expresiones. Los tres artistas aparecen aislados del contexto donde impera un arte joven. Más que referencias, los tres artistas son presencias aisladas. Posición que inmediatamente nos hace preguntarnos porqué están ellos y no otros. Salón Nacional en Cartagena Vista panorámica

Sinembargo, la falta de algunas referencias acostumbradas también es algo significativo, ya que se abren nuevas posibilidades para abordar un arte que ante todo guarda una íntima necesidad de expresarse. Y nuevamente se observa en el arte colombiano la tendencia a expresiones muy particulares que no siguen pautas ni se consolidan en movimientos. La figuración presenta alternativas, la abstracción expresionista parece imponerse, la geometría es casi nula, el surrealismo no existe, el arte conceptual y el arte eminentemente político tampoco tiene expresiones contundentes. Cada artista aborda sus intereses personales a través de sutiles propuestas.

BIBIANA VELEZ Dificultad inicial, 1988 Acrílico sobre tela, 1.00 x 1.50 m Primer premio pintura

Los cuatro ganadores del salón Los cuatro ganadores han llamado la atención porque en ellos el jurado de premiación ha señaldo instancias que vale la pena resaltar. Entre todos, Bibiana Vélez parece recoger las expectativas del público al presentar en sus cuadros unas referencias interesante de luz tropical, un manejo muy libre del color y una referencia a la situación del artista ante el medio. Diego Mazuera y Miguel Angel Rojas son más misteriosos y violentos. Cada cual en su propia técnica mixta inventa o representa historias más introvertidas. Hombres ahogados en medio de un mundo de texturas y objetos por un lado y místicas referencias casi monocromas y oscuras por parte de Rojas, quien recibe ya por segunda vez un reconocimiento en los salones nacionales.

MIGUEL ANGEL ROJAS Felicidad perdida, 1987 Fotografía e impresión, 1.40 x 1.110 m Primer premio

Hugo Zapata,el escultor premiado, presentó un trabajo abstracto en piedra. In eresante en su planteamiento de color y su manera de sacarle formas, texturas y brillos a la piedra que evocan el material mismo y nos devuelven a un momento casi anterior: la escultura vuelve al comienzo y el hombre se pliega a la naturaleza misma.

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Salón Nacional El Salón de la melancolia Eduardo Serrano El Tiempo, febrero 4 de 1989.

Se inauguró, por fin, el XXXII Salón Nacional, y aún cuando su deficiente y amañada organización no permitía muchas esperanzas, el certamen de todas maneras resultó peor de lo que-nadie pudo imaginarse: el summun de la melancolía, el desorden, la improvisación, el despilfarro, la incongruencia l{, el mal arte. En primer lugar, el salón carece de carácter, de ambición, de proyecciones, de envergadura. Lejos de ser.un gran evento, se trata de una pequeña muestra colectiva, dispareja y aburrida, promovida con un afiche de dibujo incompetente y sin ninguna relación con el certamen (un saco de rayas), instalada sin objetivos didácticos (no hay coherencia entre obras contlquas), pésimamente señalizada (las fichas incluyen dimensiones como si las obras no estuvieran ahí, pero omiten una buena proporción de técnicas y materiales), y acompañada por el más deprimente ciclo de conferencias (las mismas de todos los años por los mismos de siempre). Es decir, a pesar del despilfarro que significa emplear el dinero de los contribuyentes no sólo para restaurar un galpón que finalmente no pudo utilizarse, sino también para trasladar a Cartagena los paneles, las bases, las obras, los jurados, los folletos, las luces y hasta el tapete, ya pesar de la buena voluntad de Colcultura en seguir paso a paso todas las caprichosas indicaciones de su Comité Asesor, el salón es triste, sin agallas y sin la contundencia que se espera del certamen estrella de un país con una respetable tradición artística como Colombia. Mas bien podría pensarse que se trata del salón de Bélice, o de Uganda. La baja calidad en la participación es alarmante. Se ha dicho como disculpa que se debe al sistema de diapositivas utilizado para la sección -otra brillante idea del Comité Asesor- pero sea cual fuere la razón lo cierto es que sólo un quince por ciento de las obras incluidas merece figurar en un certamen que se supone debe recoger lo más sobresaliente de la producción artística del año. Aparte de las obras premiadas de Miguel Angel Rojas, Hugo Zapata, Bibiana Vélez y Diego Mazuera, únicamente los trabajos de Luis Luna, Rodrigo Facundo, Jaime Franco, Liliana González, Nadín Ospina, Ana María Rueda, Carlos Serrano, Ronny Vayda, Margarita Monsalve, Becky Mayer y Camilo Calderón, permiten una consideración seria y dan pie para lucubrar sobre creatividad y trascendencia. El otro extremo --<:on la excepción de las obras de Cecilia Porras y Enrique Grau cuya inclusión sin ánimo de competencia representa obviamente un homenaje--Io peor del salón son los trabajos de los artistas establecidos que insisiten en cerrarle el paso a las nuevas generaciones y cuyas obras se ven falsamente frescas en ese contexto como las canas teñidas o la madurez en minifalda. Mientras que lo más desconcertante del certamen son las tres menciones concedidas a pinturas, esculturas y grabados sin presencia ni interés, haciendo pensar que el acierto de los premios fue sencillamente una casualidad, un producto del oído y el azar. Finalmente, la melancolía y el desconcierto que proyecta el salón también son perceptibles en la apatía y escepticismo con que los cartageneros han recibido su celebración. Lo cual prueba que la curiosa descentralización que plantea el Comité Asesor de Colcultura y que consiste en bombardear con pinturas y conferencias 250

al público de distantes poblaciones sin antes haber despertado su curiosidad, sus deseos de saber, de conocer y de disfrutar el arte, es una pérdida de tiempo. Con razón, tanto los costeños como los turistas han preferido las maravillosas playas de Bocagrande y las bellezas históricas de la ciudad, a visitar un Salón Nacional que, además de carecer de una imagen atractiva, es el más triste y limitado de todos los tiempos. En conclusión, es importante salvar el Salón Nacional, devolverle su significado como vitrina y escenario del arte del país. Pero de nada servirán las buenas intenciones de la nueva Dirección de Colcultura si sus asesores y los artistas allegados al Instituto no ceden en su incontenible afán de poder y autopromoción, y si no se esfuerzan por reconocer la naturaleza y los requerimientos de la creatividad contemporánea. Por ahora, lo único seguro es que el XXXII Salón Nacional les deja la lección de que un lugar apto para una feria ganadera no es necesariamente apropiado para una muestra artística; y como dirían en Cartagena 'Algo es algo, peor es ná', Pero si el próximo salón sigue en la crisis y el declive iniciado hace un par de años, si no reacciona, se libera de grupúsculos y resulta realmente representativo del arte nacional, habremos visto destruir, justo al cumplir 50 años de su instauración, una de las medidas más visionarias y positivas del Presidente Eduardo Santos y de su Ministro de Educación Jorge Eliecer Gaitán, y una de las tradiciones más valederas y enriquecedoras en la historia del arte del país.

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Salón Nacional de Artistas: un malentendido José Hernández El Tiempo, febrero 9 de 1989.

Pasando la registradora hay dos esculturas de Hugo Zapata que son, sin duda, las obras más importantes del salón. Geografía, asi las tituló. Una es cuadrada; la otra rectangular. Nada es simétrico. La cuadrada, la más lograda, está hecha de bloques de piedras de 30 centímetros. En su centro no es uniforme. Tampoco lo es el color. Zapata trabajó el óxido de esa piedras encontradas en Pacho, Cundinamarca, les sacó el negro y distribuyó el óxido creando movimiento y texturas. Tiempo, espacio, memoria, matrimonio entre lo mineral y lo industrial y, sobre todo, esas sugerencias de la naturaleza ... Es eso que Zapata sabe captar. Viendo esas obras, se piensa que todo va a ir bien en el salón. Pero no. El XXXII Salón es un malentendido. La contradicción está en los términos. Salón Nacional supone muestra, pero muestra completa,de artistas y de tendencias que atraviesan la plástica nacional. No es ni lo uno ni lo otro. De los artista de la vieja guardia solo participar tres: Grau con un óleo. Retrato del almirante Grau: Beatriz González, con un carboncillo pastel. La apoteosis de Lucho; y Alvaro Barrios con una caja titulada El suicidio de Dorothy Hale. Obregón, que como Grau y Barrios, es de la Costa, no participó porque "no tenía nada nuevo para mostrar". La realidad es que para este salón nadie invitó a los artistas consagrados. El comité de selección prefirió someterlos a las mismas


reglas de juego que a cualquiera de los estudiantes de Bellas Artes que llegan por primera vez al salón: enviar cinco diapositivas. Ese método no incitó a ninguno de los grandes a participar. Pero también disuadió a casi todos los artistas de las generaciones intermedias; los únicos presentes ganaron premio, como es el caso de Hugo Zapata, Miguel Angel Rojas y Diego Mazuera. O están entre lo más interesante del salón: Gustavo Zalamea, Becky Mayer, Ofelia Rodríguez y Luis Fernando Peláez. Ese modus operandi no dio buenos resultados. El salón tampoco es representante de las tendencias que hay en el arte nacional. En Colombia, han convivido variedad de técnicas y de mundos. No es lo que muestra el Salón de Cartagena. La geometría no existe. Casi lo mismo sucede con el arte conceptual. Y cualquier cálculo hecho sobre las posibilidades que tendría de "pegar" la transvanguardia y sus variantes en el país, se quedó corto. Este salón le ha sido dedicado, en un enorme porcentaje. Hay dos salas, al fondo de la izquierda, donde Yves Lambert y Catherine Issert, dos de los promotores de esas tendencias en Francia, no se sentirían fuera de base. Pero también hay en el ala derecha. Y en el fondo ...

HUGOZAPATA Geografía, 1988 Escultura, ensamble, hierro, pizarra

0.30 x 1.00 x 1.50 m Primer premio

y hay cuadros que quieren ser originales. Fueron bautizados, por ejemplo, a la mano. Pero esa originalidad se parece mucho a lo que están haciendo ciertos pintores de la "nueva figuración" francesa. Saltando matones, por ejemplo, de Luis Luna, recuerda todo lo que ha hecho un pintor como Ben ...debe ser una simple coincidencia. y fuera del color, que por su intensidad y sus ganas si es definitivamente de por aquí, qué capacidad la de los jóvenes pintores para ponerse a la moda. "Es que la pintura -dijo Obregón a El Tiempo- es un oficio de viejos". Pocos pintores -hay unos 20 nacidos después de 1960- muestran un mundo muy personal: Bibiana Vélez (también estuvo entre los premiados). José Antonio Suárez, Ronny Vayda, Rodrigo Facundo, Jaime Franco, Mónica Albarracín, Edelmira Boller, Doris Yamile Bedoya ...La lista no es muy larga.

Panorámica del XXXII Centro de Convenciones de Cartagena Guillermo Angulo Miembro del jurado observando la escultura de Hugo Zapata

Lo mismo se siente en los lugares reservados a otro tipo de expresión. El video es pobre con una performance de Gustavo Llano Crisonte. También lo es la fotografía. Son cuatro fotógrafos ... [cuatro! Eso parece más un "ensayo para ver si eso funciona" que una voluntad expresa de que estén en el salón. En ese mundo casi desierto lo más innovador es una caja montaje de Margarita Monsalve. Javier Humberto Cruz Góngora muestra imágenes fotográficas a color elaboradas en computador. Es un balbuceo. El XXXII Salón da pues una visión muy parcial de estado del arte en el país. Faltan nombres, faltan propuestas, falta innovación: los trabajos más interesantes, conceptualmente, son los de Zapata y el de José Antonio Suárez que habría merecido una mención. Pero sus trípticos son mby pequeños yeso, tradicionalmente, no se premia en los salones. La instalación de México de Máximo Flórez, Orlando Morales, Pedro Alejandro Gómez y Carlos Alberto Marín también es interesante: es una instalación en arena, efímera, por lo tanto, de 540 centímetros por 120 centímetros. El Salón es, pues, un malentendido. Expone lo más novedoso que se esté haciendo en el país, copiado o adaptado. Da más la impresión de ser un salón dedicado a las nuevas tendencias. Es el salón que merece el arte nacional creativo, en gran medida,pero a la deriva por falta de crítica y de debate.

Bélgica Rodríguez Crltica de arte Jurado Salón XXXII

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El XXXII Salón de Artistas Reinado de lo simplista (con excepciones) José Hernán AguiJar El Tiempo, febrero 18 de 1989.

Sin duda alguna, las obras más premiables del XXXII Salón de Artistas Colombianos eran las Geografías de Hugo Zapata. [magino que el jurado se dejó impresionar ante este alarde de técnica, esfuerzo físico y belleza. Pero el trabajo de Zapata esconde muy poco bajo esa belleza, y como cualquier 'concursante a reinado, revela aún menos al ser sometido a escrutinio cercano. A pesar del material (piedra), estas GeograUas no dejan de lado el formalismo frío y despersonalizante que ya es típico de la escuela minimalista de Medellín, y que se presenta anocrónico, aburrido e intrascendente. Las obras de Zapata me parecen algo flojas debido a que su excesiva simetría las reduce a simples ejercicios de diseño e incluso las coloca al borde del más obvio primitivismo conceptual; el color y la disposición espacial sólo refuerzan el sentido de "traducción" que Zapata maneja. Pero tal simbolismo ideológico es dificilmente reprochable al antioqueño y es más bien el tono estético de la muestra: los frívolos cuadros de Pedro Ruiz (mención), la pretensiosa Investigación de Nadín Ospina y los ridículos collages de Ofelia Rodríguez son buen ejemplo de la ausencia de sofisticación intelectual que se detecta en este salón número XXXII.

Por supuesto, si se quiere buscar algún culpable se debe mirar a los artistas mismos aunque también es cierto que el comité de selección de Colcultura debe cargar con parte de la responsabilidad. No entiendo qué hacen en éste o cualquier otro salón las muy ordinarias fotografías de F. Barboza, los sosos dibujos de Daniel Castro o las vacías pinturas (?) de Juiián Posada. Al mismo tiempo, muchos artistas, en especial jóvenes, parecen confundir los diversos medios de expresión artística, sobretodo aquellos muy contemporáneos: Ernesto Restrepo presenta una "instalación" que en realidad es un collage. Gustavo Llano deja documentación de una "perfomance" que en verdad es teatro expresionista (y del malo) y Javier H. Cruz expone copias heliográficas como fotografías. En otros medios, el panorama no es muy alentador. La pintura abstracta casi ni se nota y hasta los cuadros de Jaime Franco son débiles y repetitivos; Alvaro Marín (quien resucita en salones nacionales) se convierte en chiste de sí mismo, empeorando notoriamente el color; Jaime Iregui (de quien veo obra por primera vez) desperdicia la encáustica para producir superficies monótonas y descoloridas, y María Morán apenas se preocupa por elaborar "tapetes" pulcros y bonitos. La escultura (tanto abstracta como figurativa) sólo logra momentos decentes con las ya mencionadas Geografías de Zapata. Los Proyectos de Edelmira Boller (mención) son la demostración más contundente de la falta de inspiración creativa: sus piezas en retal de aluminio repiten con bastante ineptitud los estudios estructurales del minimalismo a lo Sol Lewitt o Germán Botero. Las piezas de Rafael Cortés (jentre ellas una especie de paisaje en aluminio!) parecen salidas de una clase de metal mecánica del Sena. Y la obra de Ronny Vayda (otrora un buen escultor) no sobrepasa la intención de un pisapapeles. Lo demás es mejor no mencionarlo.

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Otros trabajos muestran el interés despreocupado de algunos artistas por el salón (Grau, Beatriz Gonzalez, Roberto Angulo). la continuidad de cierta ineficacia intelectual y ausencia de verdadero talento (Gustavo Zalamea, Luis Fernando Peláez, Natalia Rivera, Camilo Calderón, Raúl Cristancho, Fernando Dávila, los tres "grupos", Margarita Monsalve, Rodrigo Salazar, Elena Vargas y Eisa Zambrano, para mencionar los mencionables) o la presencia de señales de decadencia (Becky Mayer, Alvaro Barrios, Beatriz Jaramillo, Rafael Panizza, Eduardo Pradilla, Ana María Rueda y Manuel Santana). Sin embargo, vale la pena el viaje a Cartagena para admirar los tres premios restantes al de Zapata (quien merece el suyo de todos modos). La señora Raquel Tibol (uno de los jurados), ya explicó --con bastante claridad por cierto-el por qué de los premios y adhiero a sus razones excepto las referentes a las extraordinarias pinturas de Diego Mazuera, donde yo no veo Armero sino más bien desastres emocionales (y la denominación de "desayunos" parecía conformar mi observación). Mazuera utiliza brillantemente las tierras y los tonos opacos para obtener una calidad colorística y matérica que me recuerda a Tapiés y a Kiefer. Aunque monócramas, las obras de Miguel Angel Rojas se hallan cargadas de complejidad espacial (en particular Cupido equívocado) y sutil variedad tonal que no es desacertado calificarlas de magníficas lecciones de color (el cual, después de todo, tiene que ver con oposición de valores y saturaciones para crear emociones y calidades espaciales). Y las bellas pero ligeramente tensas pinturas de Bibiana Vélez, quien descarga todo el poder de la luz y el color caribeño en temas recónditos y sensuales; son paisajes, pero paisajes donde el marco de perspectiva (¿podría ser acaso la muralla cartagenera?) es omnipotente aunque invisible. Me pregunto: ¿qué le pasó al jurado que luego de cuatro aciertos en los premios cometió tres absolutos desatinos en las menciones? La señora Tibol se equivoca por completo al llamar "postmodernos" los cuadros de Pedro Ruiz, donde hay mucha superficialidad y muy poco fondo; en ello, tanto el color como las formas son ilustrativos y no connotativos. Ya me referí a los mediocres trabajos de Edelmira Boller, y los grabados de Fabián Rendón no dejan de ser bonitos divertimentos y, como muchas otras obras del salón,carecen de ambición y estatura plástica. ¿Por qué no se mencionó a Hilda Piedrahita, al excelente cuadro de Carlos Serrano, al muy buen políptico de Luis Luna, a los misteriosos trabajos de Marta Calderón, o a los curiosos de Ethel Gilmour? No es difícil concluir que, para mí, el salón de 1989 es más bien desalentador. Muy pocos trabajos de calidad, muchos reiterativos y bastantes de poca monta. El certamen continúa siendo centralista (la mayoría de las obras vienen de Bogotá y Medellín) y no ofrece más que la sorpresa confirmatoria del gran talento de Bibiana Vélez. Imagino que muchas han de ser las soluciones para mejorar nuestro tradicional y necesario salón de artistas, pero mientras tanto creo que nos va a tocar resignar nuestra "pax aesthetica" a la conformación de un muy corto catálogo de buenos artistas.


Breves meditaciones sobre los valores en general y el Salón 89 en particular Raquel Tibol Archivo Ca/cultura

Escultura,

EDELMIRA BOLLER Otro proyecto para el olvido, 1988 retal de aluminio, 0.79 x 0.83 x 0.75.5 m Mención

Entre las diversas modalidades de exposiciones colectivas, los salones convocados por organismos institucionales ofrecen posibilidades de confrontación, muestreo y balance del quehacer artístico actual en el país. A pesar de los cuestionamientos e impugnaciones hechos a este tipo de exhibiciones, ha quedado demostrado que la falta de tribunas para el diálogo con imágenes perjudica de manera profunda la actividad artística. Se aduce como principal inconveniente que cualquier criterio competitivo resulta desvalorizante para la totalidad de los concurrentes, pues se privilegia a unos pocos; pero en este señalamiento se olvida que lo más importante de tal actividad es el conjunto del salón, presencia parcial, aunque siempre panorámica de un momento del arte. La institución convocante de un salón nacional, presta un servicio al gremio de los artistas más allá de intereses particulares o de grupos. El foro que es un salón, se abre para dar acceso no sólo a los productores de trayectoria conocida, sino a valores que despuntan al interés público al través de estas actividades; talentos profesionales que no habían podido o no habían sabido situarse en la corriente de galerías y museos. El discurso visual, como cualquier otro discurso,necesita audiencia, y al convocar a un salón el organismo correspondiente opera como intermediario entre el productor de objetos artísticos y el público. De la eficaz labor del organismo depende que el público acuda, comprenda y asimile.

GROSSO En Cartagena El Tiempo (Enero 29, 1989)

La selección y la museografía, son determinantes para que un salón cumpla cabalmente sus funciones estéticas y sociales. Si un comité de selección rebasa razonables márgenes de error, puede causar lesiones irreversibles en el desarrollo individual y colectivo del arte. Si un museógrafo no establece el adecuado juego de corrientes y calidades, distorsioná una realidad concreta que le es confiada para su elocuente articulación. Los artistas se someten con interés y generosamente a esas pruebas (no siempre gratas) porque reconocen la necesidad de ciertas normas y ciertos ordenamientos que pueden ser perfectibles sólo en la práctica, con todo el apoyo de opiniones, polémicas y teoría que artistas y demás participantes desarrollan. Experiencias nacionales e internacionales indican que de los más caóticos envíos puede obtenerse una muestra con atributos tales como para hacer parte de la dinámica cultural contemporánea. Lo malo lastra a lo bueno, lo contamina, lo demerita; esto lo sabe todo aquel que haya participado con responsabilidad en este tipo de tareas. [Oué difícil y a veces qué amargo resulta limpiar y limpiar! Si el Instituto Colombiano de Cultura, pretendió alguna vez que los Salones Anuales de Artistas Colombianos fueran cortes transversales a todo lo realizado en el curso de un año, han sido y seguirán siendo los propios creadores quienes marquen el carácter verdadero de esta exhibiciones. Si la mata del talento sigue dando pintura, escultura, dibujo, fotografía, murales, performance, arte objetual, video y ambientación, hay que constatarlo en los Salones Anuales,aceptando que esplendor de las obras y prestigio de los productores son valores perfectamente separables. La edad no es en sí misma cualidad alguna; pero si la presencia de los jóvenes es preponderante y pujante, obliga a sacar la elemental conclusión de un renuevo del todo alentador. Son los

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Salones Anuales lo que permiten comprcbar hasta qué punto tal o cual corriente ha echado raíces o ha conseguido legitimidad. La descentralización del Salón Anual de Artistas Colombianos, iniciada en 1987 con su presentación en Medellín, resulta evidentemente onerosa; pero los directores de Colcultura, primero Carlos Valencia Goelkel y ahora Liliana Bonilla Otoya, consideraron ampliamente justificado el gasto debido a los variados beneficios sociales, educativos y culturales que se obtienen. La cultura artística se ofrece también en este caso como una contracara de la violencia que azota cotidiana y brutalmente a toda Colombia. En el arte actual no hay un reflejo directo de ella, pero la grave desazón que impregna muchas de las obras es indudable consecuencia de una larga tragedia nacional. Los premios recayeron sobre dos pintores, un fotógrafo y un escultor. Las menciones sobre una escultora, un grabador y un_pintor. El jurado de premiación no pensó en hacer una distribución por especialidades. Así resultó por la sobresaliente calidad de las respectivas obras, pues si nos hubiéramos guiado por las proporciones y la calidad media de talo cual técnica, la fotografía hubiera quedado fuera de cualquier consideración. Sólo había seis fotógrafos, cuatro de ellos con trabajos lrrelevantes. Margarita Monsalve presentó unas dignas cajas armadas con positivos en mica, cuyas imágenes se suman por transparencia. Resultó premiado Miguel Angel Ortiz, a quien debemos considerar ya una figura estelar en el panorama de la fotografía actual en América Latina. Sus revelados parciales y recomposiciones en el laboratorio, sobre grandes papeles de 110 x 140 centímetros, demuestran gran sabiduría técnica, una poética de las formas para nada obvia y un gran dominio de los negros,los blancos y los ocre obtenidos por virado. La complejidad plástica le permite una competencia ventajosa con la pintura y el grabado. En sus trabajos concluyen de manera renovada, el surrealismo y el expresionismo. Datos de una realidad colombiana presente y pasada se juntan en imprecisas imágenes de angustiante miserabilismo.

FABIAN RENDON Letanía Díptico Linóleo, 1.05 x 0.71 y 0.98 x 0.71 m Mención

Los dos cuadros de Diego Mazuera también transcurren en un espacio de desasosiego. Ejecutados en arena, tierras y acrñico, estilísticamente se enmarcan en la transvanguardia, aunque sin estridencias de color. Hay un clima monocromático hecho de ocres, grises y cremas, de dibujo escueto,donde el peso recae en la materia y la composición. Rodeado de los enseres cotidianos del desayuno, un joven se ahoga en una espesa materia fluyente; el lodo metafórico lo ha sorprendido al inicio del día e irremisiblemente acabará con su tierna y frágil existencia.

La que sonríe y celebra la vida, el paisaje,la sensualidad, el privilegio de pintar y de existir frente al mar del Caribe es Bibiana Vélez. Su pintura es casi siempre autobiográfica. En Dificultad inicia., hacia la base de la tela aparece parte de su cuerpo cuando su brazo se dispone a plantar la brocha empapada de color sobre una superficie para dar origen a un paisaje marino muy luminoso. El paisaje nocturno, la naturaleza muerta y una escena con figuras desnudas han sido desplazados por el paisaje a plena luz. Eso es lo que importa: pintar el mar con su horizonte curvo y sus iridiscentes verdes, azules, amarillos. En Bibiana Vélez tiene Colombia a una auténtica y entusiasta renovadora del género paisajístico. No representativas pero sí alegóricas son las esculturas de Hugo Zapata, quien trabaja una materia infrecuente: la pizarra, con resultados óptimos en piezas de esculturas extensas que apenas levantan del piso unos 30 centímetros, mientras que se expanden en cuadrángulos de 150 centímetros por lado, o en angostos rectángulos irregulares y estratos de diferente dimensión, de apenas 60 centímetros de ancho total y más de 120 de largo. Son piezas de una serie titulada Geografía. Se trata de abstracciones líricas, geometrías líricas, geografías líricas. Fabián Rendón Tobón se pitorrea de la religión y sus leyendas en unas composiciones abizantinadas y primitivistas que él titula Le254

Jurados del Salón: Juan Antonio Roda, Raquel Tlbol, Guillermo Angulo, Bélgica Rodríguez


tanías, trabajadas en linóleo e impresas a color con densas tintas en capas superpuestas. Sus paradisaícos infiernos están elaborados con evidente originalidad gráfica. Para cumplir su proposición posmodernista, el pintor Pedro Ruiz Correa pinta unas feraces vegetaciones propias de las altas mesetas colombianas, cuidando los más mínimos detalles botánicos y cromáticos como el más cumplido naturalista. Como entrevera portales, estatuas, columnas neoclásicas, románticas y rococó, esos paisajes quedan convertidos en escenarios soñados por Fitzcarraldo para interpretar en plena majestuosidad andina las más célebres óperas del repertorio europeo. Bello trabajo que sólo puede ser recibido con una sonrisa. Edelmira Boller hace esculturas con chatarra. La pieza que le mereció mención (Otro proyecto para el olvido) está conformada por un cubo casi rectangular armada por rejillas cromadas u oxidadas. Ese cubo guarda en su interior partes oxidadas de algún aparato o maquinaria. El constructivismo, el geométrismo, el arte minimal y el arte povera se combinan aquí de manera explícita y muy armónica. No podría yo comparar este XXXII Salón Anual de Artistas Colombianos con los anteriores pues no los he visto. Pero artistas tan exigentes como Beatriz González, Eduardo Ramírez Villamizar, Alejandro Obregón y otros veteranos coincidían en que es uno de los mejores por su nivel medio y la originalidad de muchas de sus obras. Frente a los formulismos que invadieron la producción plástica colombiana, esta exposición demuestra que han surgido nuevas generaciones con fuerte impulso renovador. Muchos han opinado que esto justifica sobradamente la existencia de los salones. La repetición mercantilista alimenta el comercio del arte y empobrece la función del arte en el conjunto de la vida cultural de cualquier lugar.

normativo, ni tampoco absolutamente inflexivo. No se escribe sobre ella un tratado inamovible que no permite ser cambiado con el correr del tiempo. La crítica de arte se ocupa de los cambios que acontecen en el proceso creativo del artista y tiene conciencia de que el trabajo artístico nunca tiene un desarrollo único y lineal. Hay obras felices y las hay infelices. Hay obras de juventud y obras de madurez, hay obras que resultan de períodos de transición, como hay las que resultan de períodos de investigación. De allí que cada crítica, o mejor dicho cada análisis, está ligado a la intuición y al intelecto, a la conciencia del ser y a una producción de conceptos que establecen ligamentos entre la creación artística y el momento histórico socio-cultural en el que es realizada. Estos conceptos al ser reunidos como un cuerpo teórico deben funcionar como una teoría, funcionando coherentemente en relación a otras en simultaneidad de correspondencias vitales e intelectuales ciertas. La crítica de arte tiene su propia riqueza. Ella es una aproximación a la actualidad de la obra de arte. Es una maquinaria intelectual que se propone demostrar la vigencia o nó, la calidad o nó, la madurez o nó, de cualquier producción artística. Ella tiene en sí misma la presencia obsesionante de los fantasmas de la creación, la intensidad apasionada de la biografía y de la autobiografía, algunas veces espiritual e involuntaria. La radiografía de la obra se hace sobre ella misma. Siguiendo métodos científicos e intuitivos, se hace visible lo no visible a través de la palabra escrita. Esta no es una tarea fácil. Su objetivo más intrínseco es definir los campos de significación abiertos y cerrados del trabajo artístico objeto del análisis. La crítica ha dejado de ser dogmática, ha dejado de considerarse absoluta y lógicamente pura, deviniendo en una práctica en la que las variables juegan un papel muy importante. Desde las primeras décadas del Siglo XX, la crftica tuvo que exponerse a los constantes vaivenes de un arte que se mostraba cambiante e irreverente. Así como la producción artística perdía su sentido "clásico", mantenido prácticamente hasta finales del Siglo XIX, también la crítica dejaba de ser el sistema cerrado capaz de emitir el último veredicto sobre el arte absoluto, es decir, dejaba de ser "clásica", para ser ecléctica y plural. Una consecuencia lógica de esta situación fue la búsqueda de nuevos enfoques de interpretación de sus metodologías propias para definirse autónoma y especializada y requiriendo de gente preparada para su ejercicio.

XXXII Salón Anual de Artistas Colombianos, 1988-89 Bélgica Rodríguez

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..".

Archivo Calcultura

Siempre que se nos invita a participar como miembro de un jurado de calificación se nos planta, si no una preocupación, el menos una inquietud. La crltica de arte puede ser una facultad, pero es sobretodo un entrenamiento que se fundamenta en la educación del ojo y del intelecto, o viceversa. Por otro lado existe la sensibilidad, sin la cual es imposible ejercerla adecuadamente. Al filo de las imágenes, se trabaja a partir de aquellas que nos ofrecen la pintura, la escultura, el dibujo, o cualquiera otra modalidad de las artes visuales. A partir de estas obras puede elaborarse un universo teórico que las justifica dentro de la inmediatez del presente, y el que dentro del derecho que da la escritura y el análisis, se convierte en documento fundamental para el historiador de arte. La fuerza de la crftica es nunca permanecer pasiva, sino el de estar en posición de expresar argumentos sobre un trabajo, de buscarle su sentido y significación en relación a su presente histórico, a su contexto artístico, tanto con respecto al medio exterior como a la obra misma del artista. Cada obra tiene su marca y su sorpresa. Su misterio y su propia ética y estética. Nunca lo que se diga de ella es absolutamente

¿Cuál es el papel del crftico de arte, en un Salón Nacional (o internacional), de artes visuales? Primero se enfrenta a una pluralidad extraordinaria de lenguajes visuales representados en la modalidad o modalidades artísticas convocadas, necesita ver la exposición individualmente, o sea, obra por obra y también globalmente. Luego aparece la necesidad de reconocer el contexto cultural en el que estas obras han sido producidas; a menos que se conozca la obra realizada por los artistas representados, sólo interesa la que se encuentra en el evento. Su papel se delimita dentro del campo del juicio de la calidad. Se supone que el premio irá a la mejor obra. Pero lamentablemente no siempre sucede así. Muchas veces el sistema de análisis que se veía muy claro comienza a enturbiarse por muchas circunstancias extraartísticas. Todo crítico de arte es consciente de la responsabilidad que le corresponde, al emitir los juicios de excelencia, calidad (o lo que sea), sobre el trabajo artístico, especialmente cuando éste se mira separado de su contexto y se defiende por sí solo. En algunos casos o situaciones, este hecho puede ser el ideal, pero en otros no. Ahora bien, ¿para qué, los salones colectivos, las bienales, etc? ¿Para que el crítico o el especialista ejerza su profesión? ¿Para otorgar unos cuantos premios de estímulo al trabajo del artista y a la calidad de su obra? ¿Para que un organismo cultural, cumpla con la sagrada encomienda de promover y estimular las artes y la cultura de su país? Y así sucesivamente. En realidad sirve para todo ésto y para muchas cosas más. Pero lo fundamental es la oportunidad que se ofrece a propios y a extraños de ver reunidos

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los trabajos más recientes de los artistas locales. Esta es una situación, que genera la discusión. la polémica, la confrontación, y por supuesto, la posibilidad de pulsar la riqueza de las artes más contemporáneas del país. Como acotación debemos recordar el peligro que siempre corren los organizadores y también los mismos artistas al no tomar el evento con la seriedad que amerita. Estos salones son como grandes edificaciones cuyas paredes y columnas de sostén son las obras que aloja. Si éstas fallan, la edificación pierde su significado. A propósito del Salón de París de 1846, Baudelaire escribió: "el arte es un bien infinitamente precioso, un brebaje agradable y reconfortante, que restablece al estómago y al espíritu dentro del equilibrio natural de lo ideal". Es precisamente con este sentimiento, todavía vigente, con el que el crítico se dispone a cumplir la tarea que se le ha encomendado. Y creo que así nos acercamos todos los miembros del Jurado de Premiación, al XXXII Salón Anual de Artistas Colombianos en Cartagena de lndias/Salvo pequeños problemas, debido a lo inconveniente del local, el montaje estuvo bien resuelto y cuidado. Las obras participantes fueron distribuidas en paneles que delimitaban los pasillos laberínticos, por los que el público debía circular, siguiendo un orden aproximado de similitud de propoSiciones, tanto formales' como conceptuales. A pesar de la multiplicidad y pluralidad de las muchas obras presentes, ésto último fue bastante bien logrado por los encargados del montaje. Una circunstancia ajena a las artes, y más cerca dé la supersusceptibilidad de los artistas, hizo que esta edición del salón se convirtiera en un evento de jóvenes artistas, cosa que estuvo bastante bien. Especialmente cuando los "nombres" presentes no ofrecieron obra digna de un acontecimiento como éste. En relación a este punto puedo mencionar a un artista como Gustavo Zalamea, quien vuelve a repetir la historia de la Bienal de Trujillo en el Perú. Sus grandes telas con unas formas orgánicas en amarillo-ocre, no convencen. Le falta la fuerza del creador; sin ser capaz de manejar el espacio pictórico en tales dimensiones, es muy arriesgado lanzarse con la forma que se sostiene sólo por el color. Tal vez sea la forma semi- figurativa, la que le continúa siendo apropiada para resolver sus planteamientos. Otro caso, es el de Ever Astudillo, quien realizó una obra significativa en los setentas, ahora se presenta en ésta muestra con unos collages sin ninguna fuerza, con un planteamiento formal y conceptual sin sostén, ni por la realización ni por el sentido mismo de lo planteado a nivel visual. El suyo no es un "collage", es un "pastiche" con pretensiones de vanguardia. Lo mismo le ocurre a Alvaro Barrios, admirado por sus trabajos conceptuales extraordinarios, la caja El suicidio de Dorothy Hale, es más bien una masacre a un suceso que en su país nadie conoce. Todavía me pregunto, qué quiso decir Barrios con la reunión de Mandrake El Mago, dinosaurios de plástico, alas de guacamayas, e insectos casi descomunales (tomando en cuenta que siempre los insectos son pequeños) disecados. El maestro Enrique Grau, no debió haber estado en ese salón con el Retrato al Almirante, fue una nota demasiado cursi. En una visión general, el salón fue dominado por la figuración. En muchos casos una figuración tendiente a la ya pasada de moda "transvanguardia". Un caso fue la obra de Doris Yamile Bedoya, quien como buena representante de un sector de la plástica de Medellín, en su tríptico "Crucificción (sic)- Piedad- Descendimiento", muestra un tema irreverente con la figura de Cristo, el que ya conocemos en otros artistas de esa zona. Un tema así, tiene que ser tratado con maestría para que pueda llegar a ser una obra de arte, o por lo menos acercarse a ella. Dentro de la propuesta de pintura violenta, mal lograda (o malograda), puede situarse la obra Cordillera de Raúl Cristancho. Este tríptico es una pintura gigantesca con una especie de muñeco afro-colombiano (7) en el panel derecho, en el del medio, hay un diagrama geométrico y en el de la derecha, un volcán cuyo fuego sale del pelo de la cabeza de una figura femenina. Hay aquí un planteamiento de ferocidad temática interesante, pero la confusión no le permitió al artista expresarse adecuadamente. Con más investigación sobre sus po-

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PEDRO RUIZ Portal. 1988 Oleo.sobre tela, 1.70 x 1.10 m Mención honorífica

Carolina Ponce de León. Crítca de arte. Jurado calificador, XXXII Salón. Jurado de admsión, XXXI Salón

Liliana Bonilla Otoya, Directora de Colcultura


sibilidades expresivas y dominio del oficio logrará lo que busca. Este mismo análisis puede aplicarse a artistas como María Elvira Escallón Vélez, Nancy Friedman Sánchez, Marta Guevara, Juan de Jesús Manrique Silva, aunque en su caso, el uso de texturas matéricas, convierten sus feroces animales con afilados dientes y pintados en colores fuertes en un planteamiento visual que llama la atención. Sigue la "transvanguardia", o mejor sería ya llamarla post- transvanguardia, con artistas como Cecilia Silva Mancera y Claudia Victoria, quienes se presentan como grupo; María Durán con sus especies de paisajes de platanales en "close up"; Miguel Pollin Zimmerman con fuertes colores, plantó sus figuras sobre el espacio, una mirándose a un espejo y la otra montada sobre una hoja con unos animalejos alrededor generado figuras bastantes grotescas. En realidad privó el color violento, el tema y las texturas violentas, y lo grotesco en la ejecución de la forma. Entre las proposiciones de mayor alcance artístico, recuerdo la de Liliana González Zakzuk; sus dos dípticos los resolvió a partir de formas de números y de letras con colores violentos. Las pinturas Duelo 1988 y Duelo 1988 de Ana María Rueda con sus fondos sucios entre grises y amarillos y en el primer plano unas ramas de espinas negras, mostraron a una joven artista talentosa, así como también lo pudimos observar en el casi mural sin título de Manuel Santana Cediel. Este joven fue uno de los pocos que se presentó con obra no figurativa, la suya fue un collage-pintura de gran carga poética, donde juega con los espacios reales y los no reales. El valor plástico de la obra, radica en la estructuración del espacio pictórico a partir de algunos "engaños". Para continuar con la presencia no figurativa en el salón, la obra de Jaime Franco forma parte de aquella geometría conocida como sensible ya trajinada en los años cincuenta, pero aquí este joven artista incursiona en ella buscando nuevas salidas. Dentro de la pluralidad de proposiciones hubo algunas en el salón que aparecían como únicas. Tal es el caso de Mario Peláez Valderrama, con sus dibujos minuciosos, con una temática sacada de la cotidianidad de la vida, pero sin embargo, mostrando un aspecto surrealista, o mejor dicho fantástico. En estos dibujos los objetos se presentan absolutamente hieráticos, vibrando sólo la minuciosidad del detalle. Por su lado un artista como Germán Ospina Valbuena, presentó obras de carácter conceptual, unas columnas con animales como capiteles y una obra adosada al muro con marco zoo-vegetal y en el recuadro interior, una especie de juego genealógico, con el propósito de entregar una posibilidad artística como un juego, dejando la seriedad de sus implicaciones para después. Muy atrayentes resultaron las cajas poéticas de Luis Fernando Peláez, resueltas en paisajes mélafísicos hechos a partir de pocos materiales como pedacitos de vidrio y algunos clavos. Es casi un riesgo muy fuerte presentarse con obras de corte suprarealista, para no llamarla hiperrealista, y esta fue la que envió Luis Alfonso Ramírez Arango. Dos acuarelas con un tema un poco sórdido, unos hombres cargan a una mujer desnuda inconsciente. La minuciosidad del dibujo, del detalle, de los colores, las convierten en dos verdaderas joyas. Los paisajes de Pedro Luis Correal, son las únicas obras representantes del post-modernismo, o mejor dicho del post-post-modernismo (los post-x están pasando tan rápido que no se sabe cuantos "post" hay que añadir a algún post), pero las que están bien resueltas en su aspecto formal como conceptual. Sus Selvas están dentro de la tradición del paisaje en Colombia, las que de ser tan reales se hacen irreales, entre los follages de los árboles sobresalen esculturas clásicas, o gran columna griega (?), o el primer plano esta dominado por una balaustrada colonial (?) que contiene la fuerza del bosque que está detrás. La filigrana en el lenguaje plástico se impone en la obra de José Antonio Suárez Londoño. Su serie de pequeños dibujos, en los que combina retazos de la vida diaria del hombre con retazos de la historia del arte. Una de las proposiciones interesantes, fue la del mural de Luis Guillermo Vallejo. Usando la perspectiva poliangular, Vallejo expone en términos pictóricos un hecho como lo es, o lo fue, el galeón San José, y aquí se muestra anclado. Buen trabajo en el dibujo, aunque un

poco tradicional en el planteamiento pictórico del tema. Y por último, antes de referirme a las obras premiadas, menciono las dos "performances" que ofreció Gustavo Llano Medina. Crisonte y Pájaro de mal agüero fueron extraordinarias en la calidad plástica de la presentación. El trabajo de investigación en el contraste de los colores, o podríamos decir mejor los no-colores, fue de impacto, así como también en algunos momentos en los que la expresión corporal del artista se manifestaba con gran fuerza. Sin embargo debe investigar más dentro de las posibilidades plásticas de su cuerpo, ya que éste es la forma visual que presenta. La escultura no estuvo bien representada, sin embargo, muchos de los trabajos vistos tenían la fuerza de la forma tridimensional que la coloca en un buen lugar. Entre éstas se puede mencionar la obra de Germán Botero Giraldo, con su gran obra en madera prensada suspendida en el espacio. Otra obra interesante fue, Huellas en arena del grupo formado por Máximo Flores, Orlando Morales, Pedro Alejandro y Carlos Alberto Guarín. Esta fue, una instalación de arena, lo que le daba un carácter efímero, compuesta por 16 cuadrados los que en la parte superior mostraban en bajo y alto relieve, formas geométricas como ideogramas, tamizados en blanco. Las esculturas en hierro grabado de Beatriz Jaramillo Arango, resultaron demasiados pretenciosos para el resultado obtenido, sin embargo es una propuesta que vale la pena seguir. Las decisiones del jurado, por supuesto, recayeron en las obras que se consideraron las mas aptas para ello. Como los cuatro primeros premios tuvieron un mismo valor, el Jurado los designó por orden alfabético, y todos fueron otorgados por unanimidad. Comenzando por Diego Mazuera Gómez con su trabajo titulado Desayuno en las rocas; con una atmósfera trágica Mazuera toma de la historia del arte universal el tema de la Ofelia ahogada, pero esta vez, está rodeada de piedras e inmundicias y no de flores. Fuertemente texturado, casi monocromáticas no tienen nada de romántico sino que encierran la tragedia de la vida cotidiana de muchos seres en los países tercermundistas. Miguel Angel Rojas trabaja con la fotografía intervenida en revelado parcial y con añadiduras de otras materias que le confieren una enorme calidad plástica. No puede saberse a primera vista cuál es eLtema propiamente dicho, porque es una obra que nos habla de una metahistoria, de aquella que se encuentra detrás de lo aparentemente visible. Otro premio le correspondió a Bibiana Vélez, con su casi paisaje realizado en largas pinceladas en posición de autorretrato cuando la artista pinta el unive¡so natural que está viendo. Esta es una obra de juventud pero que denota talento creador. Los colores pasteles siempre resultan los más difíciles de usar y aquí Bibiana hace gala de un gran dominio. Por último, nombro a Hugo Zapata con su escultura adosada al piso, la que en cortos relieves presenta una geografía imaginaria, así es precisamente el título de la obra. a.

Hierro y pizarra son los materiales utilizados por el artista y de parte de él se nota un extremado respeto a los mismos. Aquí el hierro es hierro y la pizarra es pizarra, y su comportamiento es fundamental dentro de la proposición conceptual y formal. Tres menciones se decidieron para tres artistas. Estos fueron, siempre en orden alfabético, Edelmira Boller con sus esculturas realizadas en retículas de metal en un gran formato. En sus obras la artista cuida la ejecución de las estructuras geométrico-constructivas para resolverlas en esculturas espaciales encerradas en sí mismas. El otro artista a quien se le otorgó mención fue, Fabián Rendón Tobón, por su obra gráfica en linóleo, con una iconografía cargada de personajes extraños, en la cual cada elemento tiene una carga simbólica, desde las imágenes, hasta el color. Esta obra de Rendón Tobón, tiene títulos cercanos al mundo de la religión, son "letanías" pero cargadas de una simbología de la violencia. El otro artista que falta por mencionar, es Pedro Ruiz Correal, a quien le correspondió una mención por sus paisajes "post-modernistas". Pero ésto último carece de importancia cuando observamos que la obra de este artista tiene una gran calidad.

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Si termino éste trabajo con la introducción del mismo, debo reconocer que estos análisis corresponden a la inmediatez de un presente y que están sujetos a las variables de un tiempo, de un espacio y de una vida creadora. Se espera en lo errático y en lo estable, a ver qué pasa. Como experiencia para los artistas participantes y para los que actuamos como jurados, éste XXXII Salón Nacional de Colombia nos permitió ver que sí existe una plástica joven y dinámica en el país y que se están asumiendo los riesgos del creador. No importa fallar si se tiene conciencia de lo que va a encontrarse en ese camino. El triunfo está en aquellos que lo buscan, lo quieren y tiene el talento para conseguirlo. Me refiero al triunfo de poder entrar en la historia del arte.

Beatriz González El Espectador, Magazín Dominical, 1989

La trayectoria del Salón Anual de Artistas Colombianos está profundamente unida a la historia del arte moderno en el país. La esperanza de quienes lo instituyeron hace casi cincuenta años, estaba cifrada en que el artista experimentara una razonable confianza en el estímulo del Estado y que el público se despertara y transformara la curiosidad, en estusiasmo por el arte. Valdría la pena preguntarse si esta intención original se ha logrado; no obstante, se puede afirmar, en relación con el XXXII Salón, que a pesar de las dificultades de orden práctico, se logró ver el estímulo del Estado y el entusiasmo del público.

El XXXII Salón Juan Antonio Roda Archivo Colcultura

El XXXII Salón Nacional de Artistas Tomando el pulso al arte del país

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El XXXII Salón Nacional de Artistas Colombianos ha padecido, tal vez más que ningún otro en la historia de los Salones Nacionales, de los vicios y tensiones que se han ido creando en el ambiente de la plástica en los últimos años a causa del enfrentamiento de lo que podríamos llamar facciones rivales y de algo tan común en la política como son las cuotas de poder. Dada esta situación, tan alejada del verdadero quehacer artístico, hemos tenido un salón pequeño y en el cual han participado de manera casi exclusiva jóvenes artistas. De esta manera, si se nos ha privado del verdadero sentido del Salón Nacional en el cual se muestra al público -y en este caso al público alejado de la capitallo que está ocurriendo a todo nivel en el arte que se está haciendo, ha tenido la peculiaridad de mostrar y confrontar el pulso de la generación que todavía no está comprometida con un prestigio que, si bien es un reconocimiento merecido, tiene la desventaja de abrumar y crear una hipotética barrera ante actitudes nuevas que por el hecho de serlo, necesitan en ocasiones de un ambiente propicio donde poder respirar sin el abominable e inútil desafío generacional. Creo que aunque con obvias limitaciones, que deberían ser objeto de estudio, como son el sistema de selección, la periodicidad de los salones y su ubicación, éste XXXII Salón tiene algo positivo: la diversidad de tendencias y un profundo planteamiento artístico en la mayoría de las obras presentadas, con un resultado optimista sobre el arte joven colombiano.

Los salones anuales permiten observar con mayor detalle y sin sobresaltos los cambios de los artistas e intuir las direcciones que toma el arte; existen salones esencialmente vanguardistas y otros que al parecer le toman el pulso al arte del país; la trigésima segunda entrega del salón pertenece a estos últimos.Si se analizan de manera panorámica las corrientes predominantes en la exposición, se llega a la conclusión de que la transvanguardia, a pesar de su obsolescencia, sigue a la cabeza; los jóvenes cayeron bajo su seducción porque sienten que el placer de lanzar colores contra el lienzo o de plasmar formas agresivas los hace, por encima de todo, libres, en eso de las modas y el arte todo depende del talento del artista en apropiarse de lo que le conviene de cada corriente. Al parecer, la originalidad está en desuso. La recuperación de ciertos elementos, como la pincelada, cargada de color, la angustia -el grito de Karel Appel-; las texturas, ha enriquecido y transformado a algunos artistas, pero puede ser una espada de doble filo para jóvenes que aun no han aprendido suficiente sobre la autenticidad. Las obras de Diego Mazuera Desayuno en las rocas y Desayuno en la playa premiadas en el salón, demuestran que los sentimientos pueden predominar en la pintura sin convertirse en una resonancia de las tendencias internacionales. Lo mismo sucede con la obra de Miguel Angel Rojas, un artista que podría parecer experimental por los recursos gráficos y fotográficos utilizados para expresar lo que puede denominarse como un paradójico espectáculo inferior. Bibiana Vélez para tomar como paradigma los premios del salón, retratista del mar como Alejandro Obregón, sin apartarse de ciertos presupuestos de la transvanguardia, combina los procesos físico-sociológicos de los impresionistas, con anotaciones culteranas y la presencia del cosmos que se transforman por obra y gracia de la pintura en poesía. En el Salón XXXII indudablemente hay varios sectores dedicados a las resonancias, esto es, a ecos desteñidos de artistas italianos y alemanes que confunden algunas veces al público. Ojalá el buen criterio con que se otorgaron los premios le sirva de orientación. Dentro de las resonancias hay algunos artistas jóvenes que llaman la atención por su destreza o por su desenfado. Carlos Eduardo Serrano, quien fue uno de los ganadores del salón anterior, presenta una obra de intensa energía; Nancy Friedemann se aleja un poco de la relación ilustración-decorativismo que pesaba sobre su obra anterior, pero aún no ha encontrado el sentido de las cosas triviales. Una obra llamativa y escandalosa. El tríptico de la crucifixión, de Doris Yamile Bedoya, permite, por su fuerza y vulgaridad, abrigar algunas esperanzas en la joven artista. Estas inspiraciones religiosas se logran más cabalmente en

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obras bastante alejadas de las resonancias como las de Marta Calderón -desafortunadamente ya conocidas en alguna exposición de la capital- y las de Rodrigo Facundo. La búsqueda de una imaginería religiosa combinada con simbologías esotéricas se complementa con la pincelada expresiva que recuerda el grafitti y con espacios que insinúan cuevas o iglesias góticas. Algunos artistas que han participado en eventos importantes en los últimos años se destacan en el salón por su voluntad de búsqueda de un lenguaje personal: Nadín Ospina, con unos totems sugestivos de un rico material; sin embargo su obras El retrato de familia, en el que enmarca el humor conceptual cae en los retórico. Jaime Franco, uno de los pocos artistas representantes del arte geométrico en el salón, trabaja con sutileza formas, texturas y colores que aunque recuerdan al informalismo, resultan novedosas. Dentro de un tipo de la pintura experimental hay que destacar la obra de Daniel Castro -digna de mención-, en la que la unión del soporte y la repetición muestra las relaciones con el ritmo y la pausa tan venerados en los últimos años de Mondrian.

Quienes intentaron vetar esta ciudad como sede del evento por considerarla "sólo un balneario apropiado para certámenes de belleza", deberían recordar por una parte la historia patria y por otra, de cómo el Lido, un balneario internacional de fin de siglo, se convirtió en sede permanente de la Bienal de Venecia. El ambiente cordial del salón en Cartagena se reiteraba con la obra del artista manizalita Luis G. Vallejo, quien realizó cerca del castillo de San Felipe un gran mural trompe-/'oeil, que sorprende al transeúnte y se convierte en publicidad para la exposición. Finalmente, la junta de artes plásticas de Colcultura debería crear unos mecanismos que hicieran más acertada la selección y menos restrictiva para que no se estirice el salón como sucedió en la década del setenta. Colcultura también debería considerar la posibilidad de crear una oficina dedicada únicamente a la organización del salón para evitar detalles que puedan deslucir el evento más importante del arte colombiano.

En pintura se presentan además obras ya maduras como las de María Cristina Cortés, que pinta la placidez para comunicar el placer que la causa pintar y las obras de Ofelia Rodríguez, cajas preciosas y "pinturas-costura" que encantan. La actitud de estas dos pintoras contrasta con la atormentada y primitiva panfletería. Ethel Gilmour que recuerda con su obra los dramas de Medellín, su ciudad adoptiva. Entre los artistas mayores se presenta valientemente el maestro Grau con un retrato de su hermano el Almirante, con el que demuestra que si bien no está concursando, está permitiendo que su obra sea confrontada con la de otras generaciones. El dibujo tiene un representante excepcional que habría merecido uno de los premios, pero que en los últimos eventos en virtud de su humildad no consigue detener la atención de los jurados:la obra de José Antonio Suárez, conformada por once unidades que se agrupan en trípticos es todo lo contrario del arte sensacionalista; un arte interior, atemporal que sólo se comunica con el público en voz baja, de sensibilidad a sensibilidad. La escultura y la fotografía están representadas en menor escala con relación a la pintura; sin embargo en la escultura, la obra premiada de Hugo Zapata, sobresale particularmente por sus relaciones formales con la topografía que a su vez se recrea en un material sacado de las entrañas de la tierra. Son connotaciones profundas e innovadoras en la escultura colombiana. Dentro de la búsqueda de nuevos materiales, se destaca la impresionante instalación Huellas de arena del Grupo de Bucaramanga, que realiza juegos de luz y geometría con arena de fundición. Más interesante formalmente son los pequeños módulos circulares de fundición de aluminio de Alejandro Castaño. En fotografía, aparte de la obra ya aludida de Miguel Angel Rojas, sólo merecen destacarse los paisajes de Fredy Barbosa, que aunque dependiendo formalmente de Ansel Adams,denotan un culto por la naturaleza que se sale del género fotográfico común. También dos fotografías de Emil Morales que remiten a la reportería gráfica, simples y espontáneas; todo lo contrario a la foto-estudio o al museo de trucos a que conduce el oficio con la cámara. Es interesante anotar que el video, los computadores y el performance son esporádicos en los salones nacionales colombianos, en cambio el culto por la pintura se encuentra acentuado por las tendencias internacionales; esta actitud permitiría catalogar al país de ultraconservador. Este es un recorrido a grandes rasgos por el salón; y el jurado dejó contento a todo el público con los premios y descontento con las menciones; en estas últimas sólo la obra, de Fabián Rendón merecía la distinción. El escoger como sede una ciudad de grandes inquietudes como Cartagena fue un acierto y las diversas exposiciones que se presentaron en el Museo de Arte Moderno y en la Escuela de Bellas Artes complementaron la visión de la actividad artística regional.

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Antecedentes y retrospectiva

Se hace remontar al año de 1841, durante la presidencia de Pedro Alcántara Herrán, la convocatoria de la primera exposición colectiva de arte efectuada en el país. Pero solamente la "Exposición Anual de Pintura, Escultura, Arquitecture, Grabado, etc. ", inaugurada en el edificio del Colegio Mayor de San Bartolomé el4 de diciembre de 1886 -organizada por Alberto Urdaneta, fundador y director ese mismo año de la Escuela de Bellas Artes- nació con vocación de continuidad, aunque no llegó a institucionalIzarse. Sin embargo, una Exposición Nacional de Bellas Artes se realizó en 1899, en vísperas de la guerra de los Mil Días. En el siglo XX, hubo otros intentos de crear un salón oficial, especialmente en 1931, cuando la Dirección Nacional de Bellas Artes y el Ministerio de Educación organizaron un Primer Salón de Artistas Colombianos en el Pabellón de Bellas Artes del Parque de la Independencia,en Bogotá. La iniciativase debió a Gustavo Santos y al respaldo del ministroJulio Carrizosa Valenzuela. En la prensa aparecieron "visitas" y apreciaciones del evento, y Cromos le dedicó su número 777, de agosto 29. Como se sabe, estos intentosww cristalizaron en 1940 con el I Salón Anual de Artistas Colombianos, que ahora llega al medio siglo y a su edición número XXXIII. Con el paso de los años, se sintió la necesidad de ver en conjunto lo que el salón ha significado para la vida artística del país. Así, en 1966, se intentó una retrospectiva con obras premiadas en los primeros 17 salones, y luego se organizó otra, en 1974, para celebrar las bodas de plata con ocasión del XXV Salón. Ambas exposiciones fueron mostradas al público en la Biblioteca Luis Angel Arango. Curiosamente, como el propio salón, aun las retrospectivas provocaron el desdeño de la crítica. Pero lo que no se pudo negar fue el evidente desarrollo y entrada del arte a lo contemporáneo, ni el rapidísimo proceso de su asimilación en artistas y público, cumplido en un lapso relativamente breve, y tampoco el esfuerzo que desde la esfera oficial se hizo por adaptarse a las nuevas y cambiantes exigencias y formas del arte nacional.

Alberto Urdaneta, fundador y director de la Escuela de Bellas Artes de Bogota en 1886

Vista parcial del pabellón de Bellas Artes de Bogotá en 1910 Fotografía: Fernando Carrizosa

José Rodríguez Acevedo en su estudio pintando a doña Carmen Peñarredonda

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Notas y apostillas El Primer Salón Anual 1886 - 1887 Eugenio Barney Cabrera Arte en Colombia, Nº 3, 1977.

En 1886 se organizó en Bogotá "la primera Exposición Anual de Pintura, Escultura, Arquitectura, Grabado, etc." que fue inaugurada el 4 de diciembre con extremada pompa y solemnidad en el edificio de San Bartolomé. Autor de la iniciativa y realizador del salón que ahora hace noventa años tuvo lugar, fue Alberto Urdaneta quien también desempeñaba el cargo de Rector de la Escuela de Bellas Artes, institución que así mismo cumple nueve décadas de existencia. 1 En efecto, el20 de Julio de 1886, en parte de San Bartolomé, puesto que los Estados Mayores del Ejército ocupaban otras dependencias de ese inmueble, fue abierta la Escuela. En el local donde funcionaron los talleres y las oficinas de esa academia, se inauguró el citado Salón Anual, considerado por el Gobierno Nacional que lo auspició y, desde luego, por la rectoría que lo ideó, como actividad propia de la recién fundada Escuela de Bellas Artes. No resulta exagerado afirmar que la Exposición de 1886 es suceso cultural de primordial trascendencia histórica en el ámbito colombiano. Como lo previó Urdaneta, la "Exposición de Bellas Artes, la primera en su género, que tendrá lugar en el país", acopió "el mayor número posible de obras maestras" y contribuyó "poderosamente a hacer conocer tesoros hasta hoy los más de ellos ocultos y a desarrollar el gusto artístico en Colombia".2 Además, según el organizador, aquel salón anual fue "piedra fundamental de otras exposiciones que naturalmente surgirán de ahí".3 Ciertamente, nunca antes y jamás después de esa fecha se han reunido tantas y tan importantes obras de arte en un solo local ni han ocurrido similares circunstancias de índole cultural y personal, tan dicientes y significativas como las que, allí reunidas, permiten calificar el pensamiento imperante en el medio colombiano y señalar los nombres de quienes en aquel entonces actuaban como artistas y juzgaban como críticos. Pero tarnbién es verdad, como lo previó Urdaneta, que sobre "esa piedra fundamental", de manera confesada o ignorando aquel origen, se edificaron otras exposiciones y salones, hasta la definitiva institución de la serie anual que ahora existe. No obstante, por varios y notorios aspectos, la Exposición de 1886 no ha sido superada. El número de obras (1200) y la varia, numerosa y extremadamente heterogénea concurrencia de autores son marcas no aventajadas. Desde los Aceros de la Cruz hasta los artistas de prestigio contemporáneos de aquel suceso; desde los estudiantes de la Escuela que regentaba Urdaneta hasta los aficionados de la ciudad; desde los coleccionistas de mariposas y decoradores de aparatos telefónicos hasta los acuciosos artesanos que elaboraban raros e inútiles objetos de madera, de esparto, de lana o de barro, todos enviaron sus obras al susodicho salón. También los viejos lienzos y tablas coloniales se desplazaron de las iglesias y conventos con el fin de ser exhibidos en los claustros de San Bartolomé. Junto a la ingenuidad de los unos se mostraba la maestría académica de los otros y el relamido y acartonado quehacer de los talleres particulares o el convencionalismo religioso de la pintura colonial. Las copias de obras afamadas y los "retratos y paisajes del natural" ocuparon sitios de preferencia, lo mismo que el salón de ex-

positoras y la "Sección Antigua", inmediatamente después de ingresar al edificio por la carrera 7a. En las galerías que enmarcan al patio se colocaron la "Sección Extranjera" y la "Sección Nacional" en un costado; la de "Concurso" iba aliado opuesto+ Con destino a la mencionada "Sección de Concurso" enviaron sus obras los artistas de mayor fama, conocidos de tiempo atrás y varios de aquellos que luego gozarían de prestigio nacional. También allí estuvieron Eugenio Díaz Castro, con ilustraciones a "Manuela", la obra constumbrista de la cual él mismo fue autor, José A. Silva, con un dibujo denominado Un duelo y Diego Fallón con una Cabeza de Virgen.5 De Silva algo se conoce todavía en cuanto a dibujos y acuarelas; pero de los otros dos, ninguna noticia tengo sobre obras visuales de que el novelista y el poeta hayan sido autores y que aún se conserven. Si del reglamento se trata hay que decir que con ese documento Urdaneta marcó hitos difícilmente superados. Severo y prolijo, redactado por el propio rector de la Escuela de Bellas Artes, es modelo de previsión y ejemplar pieza con la que, en ocasiones posteriores, coinciden no pocas normas que se han tenido por singulares y novedosas. Allí queda previsto todo. Las boletas o tarjetas de inscripción serían todavía de utilidad, previos agregados adjetivos, y la división y clasificación de géneros y procedimientos en que se podía concursar en resumen atinado, flexible y de manifiesta actualidad o contemporaneidad. Los expositores solamente podían enviar dos obras "por cada género que cultiven", siendo éstos distribuidos así: dibujo arquitectónico, escultura, ornamentación, pintura en diferentes materias, grabado, fotografía y litografía.6 La inclusión de la fotografía resulta verdadera novedad si se considera la temprana fecha en relación con la aplicación y uso de ese invento y el concepto y calificación de género artístico que se le dio en la Exposición de 1886. Uno de los premios, por cierto, fue otorgado a una "copia de fotografía" y varios expositores concursaron con "fotografía iluminada" y con series de fotografías.? El salón fue abierto y general. Se recibió todo lo que llegó y todo se expuso sin discriminaciones diferentes a la distribución por géneros ya mencionada y a la división por "secciones" que, en resumen, fueron las siguientes: obras de la Escuela de Bellas Artes producidas "en su primer semestre de estudios"; "obras antiguas, producidas por artistas del país", y "obras notables extranjeras, que existen en Bogotá".8 En consideración a los hechos que dejo anotados y que en parte pueden considerarse como episódicos, la Exposición de 1886 tiene enseñanzas perdurables. Como se colige del reglamento que redactó Urdaneta, en ~s variadas normas que han regido a partir de 1940, relacionadas con los salones nacionales, nada ocurre que no hubiese sido ya experimentado y previsto en aquella "Primera Exposición Anual de Bellas Artes" de 1886. Pero, además, por distintos aspectos facilita la interpretación y aclara los significados estéticos de aquel período finisecular. Así, por ejemplo, el discurso de inauguración pronunciado por Alberto Urdaneta y los comentarios a la exposición que publicó el "Papel Periódico Ilustrado", son piezas fundamentales en la investigación histórico cultural de Colombia. El discurso es feliz síntesis de conocimientos, apretada memoria y suma de la historia nacional del arte hasta la fecha de la misma exposición. Capítulo de historia cultural que, además, indica la sabiduría, muestra los conocimientos de Urdaneta y refleja el pensamiento estético, no sólo del autor, sino también de quienes entonces regían los destinos culturales de Colombia. Por ello, a esos escritos hay que regresar cada vez que se quiera estudiar el desenvolvimiento de los hechos artísticos en el pals.? La lista de artistas publicada en el "Papel Periódico Ilustrado", resumen de la que aparece en la guía del salón, y la nómina completa de expositores que este último documento contiene junto con la de propietarios de las obras exhibidas, constituyen imprescindibles fuentes de investigación. De la lista de autores, dijo Urdaneta con evidente perspicacia que siendo "por primera vez 261


formada" podría cansar a ciertos lectores, pero "que leerán sin duda, con particular atención, las personas que tengan interés por la historia del arte en nuestro país".10 La guía del salón, asimismo, permite comprobar la existencia de obras de arte o deplorar la pérdida de otras como El estío y La primavera de Vásquez, desaparecidas ya, pero que fueron expuestas en 1886 junto con El otoño y El invierno del mismo pintor que por fortuna aún se conservan. En el mencionado catálogo Urdaneta dice que aquellas cuatro obras son de autor desconocido y de "escuela española" y que pertenecen a la colección particular del propio Rector de la Escuela de Bellas Artes." Hoy, como se sabe, sólo existe Ellnvierno en la colección de Eder de Cali y El otoño que pertenece al Museo Colonial de Bogotá, a cuya pinacoteca pasó la mayoría de las obras de origen colonial, que fueron pertenencias de Urdanetao Personalmente he identificado algo más de cien pinturas que hoy están en museos y colecciones particulares y que fueron exhibidas en los salones de San Bartolomé en 1886. Pero desafortunadamente gran número de estas últimas han desaparetido o se encuentran extraviadas o todavía sin identificar.12

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Las críticas, los comentarios y las discusiones que suscitó la Exposición de 1886, demuestran que algunos escritores de aquella época estaban bien apercibidos como críticos y conocedores del arte. Así es, por ejemplo, el caso del poeta Rafael Pombo, excelente coleccionista lo mismo que Urdaneta, y como éste autorizado divulgador de hechos artístlcos.t- Periódicos de la época como el que fundó y dirigió Urdaneta y el Sémanario, entre otros, acogen los artículos de Pombo y de émulos suyos que con seriedad y erudición juzgan las obras expuestas en el primer Salón anual, de manera que sus escritos pueden tenerse como buenas muestras del género crítico en la literatura nacional. Después de Urdaneta y de Pombo, o de Pedro Carlos Manrique y Rafael Espinoza Guzmán, que fueron los más autorizados comentadores de arte durante el período que aquí se glosa, sólo sobresalen, años más tarde, Baldomero Sanín Cano, Ricardo Hinestrosa Daza y Max Grillo. Ellos, como se sabe, publicaron en 1904 y 1905, en la Revista Contemporánea, el célebre debate sobre el impresionismo, con motivo de la exposición que en Bogotá realizó el pintor Andrés Santa María. La Exposición de 1886, como es fácil suponerlo, puso de relieve la oposición aparente entre la teoría que críticos y pintores decían profesar y la práctica estética. Con esta ocasión se acentuó el predominio de manidas tradiciones y distintos convencionalismos parroquiales que entorpecieron el pensamiento y entrabaron las intenciones de quienes idearon el salón. Este fenómeno de confusión se observa en los mismos escritores y críticos que en ese entonces demostraron tener mejor información acerca del acontecer cultural y, en particular, artístico no sólo del país, sino también de Europa. Urdaneta y Pombo, Manrique y Espinosa Guzmán, por ejemplo, en materia de gustos sólo aceptaban lo más tradicional y ortodoxo; pero al mismo tiempo admitían géneros cursis y elementales, y la simplicidad de ciertas artesanías y falsas actividades de "adorno" y decoración. Y, aunque hacían gala de conocimientos recientemente adquiridos, con los cuales pretendían situarse en posiciones ideológicas progresistas, se dolían del "infortunado Manet", porque no podía dominar la paleta, según crónicas que habían leído, pues "al sentarse delante del caballete" sólo un "horroroso borrón salía de sus pinceles".14 Entendían que Emilio Zola tomaba partido por la tradición estética, cuando encarnaba el hecho de incapacidad y de talento frustrado del "jefe de la escuela impresionista francesa" en el personaje de la novela titulada "La Obra". Y así Urdaneta como Pombo, pero de manera especial Manrique y Espinosa Guzmán, eran asiduos lectores de Teófilo Gautier, seguían las teorías de M. Boulanger, obscuro profesor de la Escuela de Bellas Artes de París y acataban el frágil credo causalista y determinista de Hipólito Taine. Ciertamente el autor de "La Filosofía del Arte" ocupaba el primer término en los escarceos esteticistas de los bogotanos, aunque al fondo, y sin que de esta robusta presencia tuviesen claro conocimiento aquellos escritores nacionales, se proyectaba difusa pero poderosa la imagen de He-

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gel, a cuya sombra filosófica surgieron los fáciles y endebles sistemas que asombraban a los intelectuales criollos. Conjuntamente, digo, con tales ideologías estéticas, de suyo confusas y contradictorias, la Exposición de 1886 refleja realidades académicas y parroquiales. Todo producto de la habilidad manual mereció ser expuesto; pero particularmente se admitieron los objetos que suponían ingenio y expresaban pericia en la elaboración, paciente y cuidadosa labor en la ejecución y dominio de los medios mecánicos para vencer las dificultades que ofrece la materia. Empero, sólo se consideraba como arte mayor el que, con aquellos medios yen esas condiciones, utilizaba temas "nobles", inspirados en la historia, la religión o la mitología, trabajaba materias tradicionales (óleo, acuarela, aguada, mármol, bronce, madera, piedra) y reproducía con exactitud y perfección técnica los fenomenos de la naturaleza (luz, sombras, color, espacio, perspectiva, volúmenes, etc.) El arte, al que todavía se llama "divino", era, en consecuencia, graduado de "mayor" a "menor". La enseñanza y el buen sentido estético imponían la copia de modelos universales, lo que explica el sin número de réplicas y de reposiciones exhibidas en el Salón de 1886. El universal acatamiento de las doctrinas académicas, a las cuales pertenecen, en términos generales, los criterios que se dejan anotados, cegaba a críticos de indúdable saber y de ilustrada inteligencia como Manrique y Espinosa Guzrrtán y hacía titubear el gusto del mismo Urdaneta. Aquellos escritores llegaron a considerar, por ejemplo, ya no sólo como equívocos borrones de color y de ineptitud de los cuadros que de "oídas" conocían de Manet, sino los que acá pintaba Santiago.Felipe Gutiérrez el célebre artista de Texcoco, a quien acaso equivocadamente hoy todos hemos convenido en llamar "pintor académico".15 Conviene advertir que la academia practicada y defendida en aquel medio colombiano fue de índole mestiza y de faz criolla, como se ve al analizar no sólo las obras expuestas en el Salón de 1886, sino también el pensamiento de quienes las comentaron en periódicos y folletos. Esa estética comenzaba a dar sus primeros pasos en el país, en aquellas últimas décadas del siglo XIX. Transplantada tardíamente, se amamantaba no sólo en las fuentes originales y ortodoxas, viejas de dos siglos en Europa, sino que también tomaba los nuevos nutrientes estéticos exportados por Francia en el último tercio de aquella centuria. Academia, neoclasicismo, romanticismo, naturalismo, realismo, racionalismo y positivismo, así desordenadamente dichos y expresados, entraron en arbitraria colación para formar la academia criolla o mestiza y para estructurar el pensamiento estético de Colombia. La Exposición de 1886 es buen ejemplo del fenómeno ideológico y estético que sucintamente acabo de glosar. Pero no siendo tema principal de estas notas, será considerado con más detenimiento en otra oportunidad. Ahora sólo interesaba recordar que hace noventa años Alberto Urdaneta puso la "piedra fundamental" de los salones anuales y de la Escuela de Bellas Artes, instituciones ambas de amplia y generosa trascendencia histórico-cultural en nuestro país. 1. Varias disposiciones anteriores a la Ley 67 de 1882 que, por último creó la Escuela de Bellas Artes, hay que recordar como antecedentes legales de esa fundación. Así el Decreto orgánico de la Universidad Nacional, del 13 de enero de 1868, cuyos artículos 113 y 115 enumera las materias de enseñanza de la "Escuela de artes y oficios ", entre las cuales figuran un "curso de dibujo de animales y vegetales", "un curso de dibujo lineal, de perspectiva y arquitectónico; además, señala y destina un local de la Escuela de Ciencias Naturales, para que allí funcione "un gabinete de pintura en que se conservarán todos los cuadros nacionales y extranjeros (sic) que sean propiedad de la Universidad o de la Nación ... "y donde podrá darse "enseñanza de pintura". El Decreto 167 de 1881 (7 de marzo) establece bases "generales para la enseñanza nacional universitaria; en su artículo 22 ordena que en la Escuela de Literatura y Filosofía se dicte "sociología y estética", la que estuvo a cargo del profesor Juan Manuel Rudas. La Ley 98 de 4 de Junio de 1873 crea la Academia Vásquez, en-


tecedente inmediato de la Escuela de Bellas Artes. El reglamento para esta Escuela fue aprobado por el Presidente de la República el 12 de abril de 1886. La Escuela había comenzado a funcionar el1 Ode ese mes; pero la inaguración solemne ocurrió el 20 de julio siguiente. El Decreto 596 de 1886 (9 de octubre) confirma el reglamento de la Escuela y el NQ34 de 1888 (13de Enero) crea una junta auxiliar para la misma institución, constituida así: Rafael Pamba, José Caycedo Rojas, Demetrio Paredes, Diego Fallón, Froilán Gómez y José T. Gaibrois. (Ver Compilación de Normas sobre la Educación Superior, Ed. Oficina Jurídica dellCFES, 1974).

La exposición de primeros premios en los salones nacionales" Piadosamente baja el telón Marta Traba

2. Circular del Rectorado de la Escuela de Be/las Artes. (Texto en Papel Periódico /lustrado de 15 de Noviembre de 1886, pg. 122, Nº 104, Año Bogotá).

v., El Tiempo, marzo 27 de 1966.

3. Alberto Urdaneta, "Discurso" En el Acto de inauguración, Papel Periódico Ilustrado, pg. 223, NQ 110, Febrero 15 de 1887, Año V.). 4. Ver plano de San .Bartolomé,

P.P.I. pago 169, W 107, Año V.

5. Ver "Guía de la primera Exposición anual, organizada bajo la dirección del Rector de dicha Escuela, General Alberto Urdaneta". Bogotá, Imprenta de Vapor de Zalamea Hermanos, Editor E. Zalamea. 1886., así: "/lustraciones de la Manuela, autor don Eugenio Díaz, dueño Alberto Urdaneta. Nros. 687 a 695, pago 49"; dibujo a lápiz de Silva, NQ875, pago 61 (dueño del mismo autor), y "Cabeza de Virgen", a lápiz, dueño y autor Diego FalIón, NQ948, pago 72. 6. "Reglamento para la organización de la primera Exposición anual ... ", Octubre 31 de 1886. (Papel Periódico /lustrado, pago 123, NQ 104, Año V.). 7. Entre otros figuran Julio Racines con foto-litografías (Guía cit. pago 70, NQ878), A. Faccini con "muestras de fotografías", (Ob. cit. pago 71 NQ900, Y Racines y Ca. con "muestras de fotografías" (Ob. cit. pago 70 NQ904) Y "fotografía iluminada al óleo", por Elsie Earle, propiedad de Matilde O. de Gutierrez, (Ob. cit. pago 20, NQ 190) Y "Paleta ", fotografía iluminada, "autor E. Mejía, dueño E. Restrepo" (Ob. cit. pago 39, W 399).

En el arte contemporáneo diecisiete años son, no sólo historia, sino una larga historia. Pero los diecisiete años del Salón Nacional y los dieciséis premios otorgados, representan para el arte colombiano una larga, triste y deplorable historia. La reunión de los premios en la magnífica sala de exposiciones de la nueva Biblioteca Luis Angel Arango pone punto final y definitivo a una querella sobre validez e invalidez estética que llevamos librando -hay que reconocer que con inesperado éxito-, desde hace diez años. La imposición de Alejandro Obregón como el más valioso pintor colombiano, la paciente y constante difusión de una obra pura y verdaderamente importante como es la de Eduardo Ramírez Villamizar, la entusiasta exaltación de Fernando Botero y el apoyo crítico hacia el trabajo de Norman Mejía, no estuvieron nunca animados por la voluntad de reemplazar a los viejos por los más jovenes, de crear generaciones parricidas o de fomentar una cerrada casta de privilegiados. Todo lo que se ha dicho, discutido y peleado, tiene ahora una corroboración irrefutable; la exposición de los Premios de Salones Nacionales en la Luis Angel Arango.

8. "Reglamento ... "Ob. cit. pago 123. 9. Discurso, ob. cit. Y Pedro Carlos Manrique, "La Exposición de Pintura", en P. P.II. NQ 106, año V, 15 de diciembre de 1886, pags. 150 y s.s. y Alberto Urdaneta, en P.P.I., NQ 110, pago 224. s.s. 10. Alberto Urdaneta, ob. cit. PPI, NQ 110, pago 224. 11. Guía, ob. cit. Pago 29, Nros. 281 (El Invierno), 283 (El Otoño), 285 (El Estío) y 287 (La Primavera). 12. Además de las obras de Vásquez que se encuentran perdidás, se echan de menos otras que tendrían doble valor, por la curiosidad documental, como la serie de apuntes (aguadas) de Espinosa sobre las "Betetes: en que intervino y que seguramente le sirvieron de base para pintar los óleos que conservan el Museo Nacional y la Academia de Historia. 13. Pamba fue admirador de Santiago Felipe Gutiérrez, a quien conoció en Nueva York; gracias a sus gestiones, el artista mexicano vino a Colombia y aquí, asimismo con la ayuda de Pamba, abrió la Academia Gutiérrez, que fue antecedente de la "Academia Vásquez". 14. Pedro Carlos Manrique, ob. cit. pago 150 y s.s. (PPI NQ 106). 15. Manrique,

ob. cit. pago cit.

La primera aclaración que corresponde hacer es que los premios otorgados del primero al noveno salón, entre 1940 y 1952, no fueron atroces porque representaran posiciones estéticas ya superadas en el arte, sino porque nunca revistieron valor alguno, cualquiera sea la época en que se los coloque. Que en 1940 haya sido premiada La madre del artista de Ignacio Gómez Jaramillo, que le sigan Interludio de Santiago Martínez Delgado: Naturaleza en silencio de Carlos Correa, Desnudo en grises de Miguel Díaz Vargas, Currulao en Buenaventura de Dolcey Vergara, La coronación de la Virgende Luis Alberto Acuña y La primavera de Blanca Sinisterra, no puede explicarse sino gracias a un aislamiento fomentado y exaltado pára evitar toda confrontación posible con las obras que simultáneamente se producían en el exterior. No me voy a referir, por supuesto, a lo que pasaba en Europa entre el40 y el 52; pero me asiste todo el derecho de comparar esas obras con lo que Latinoamérica estaba produciendo en ese momento. La Flor luna de Wilfredo Lam fue pintada en Cuba en 1940 (paralela con el premio Gómez Jaramillo). El mismo Lam pinta sus maravillosas Arpas cardinales en 1948. "Nunca como en mi amigo Lam -afirma André Bretón- se ha operado con tanta sencillez la unión del mundo objetivo y del mundo mágico. Nunca como por él ha sido encontrado el secreto de la percepción física y de la representación mental, cualidades que infatigablemente hemos buscado en el surrealismo, estimando que el drama más grande de la conciencia moderna es la disociación de esas facultades". En el Currulao, de Dolcey Vergara -un baile frenético de negrosse trató seguramente de representar magia y poesía, pero [qué nulidad de concepción, qué insalvable incapacidad de entrar en esos ámbitos, qué miseria del oficio! Sin embargo, no sólo cae Dolcey Vergara. En 1944, año en que se le da el premio a un desnudo en grises de Miguel Díaz Vargas, el chileno Matta pinta El vidriero, la figura humana transpasando su eventualidad física para compe-

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netrarse con los mundos posibles, la nueva línea, el dinamismo en cambio del gesto, el espacio múltiple en cambio del espacio circunscrito. (La figura de Díaz Vargas yace, púdicamente pétrea, entre paños académicos). En 1942 mientras Santiago Martínez Delgado gana el premio nacional por un enorme retrato de cartón prensado digno de las peores tradiciones de fin de siglo, Armando Reverón en Venezuela emplea los frotados, la coleta y el papel de estraza para fijar los más extraordinarios retratos de Juanita o los paisajes en que reinventa playas alucinadas. En 1952, mientras se premia en Colombia algo que ya escapa de toda calificación por ser, no solo anodino, sino contrahecho y defectuoso como ejercicio de pintura, La primavera de Blanca Sinisterra de Carreño, Amelia Peláez en Cuba culmina su admirable ciclo de las columnas que Alejo Carpentier define así: "La columna se hace árbol y la fruta casi escultura en un mundo plástico donde lo vegetal y lo arquitectónico se confunden, dándose empaque de palmera al capitel corintio, en tanto que la piña cobra la elocuencia del mascarón de proa en una columna rostral". ' Los premios perecen, pues, no porque hayan pasado su tiempo estético, sino porque nunca existieron en ninguno; porque se concedieron a la sombra de los tertuliaderos de café, queriendo mantener a toda costa el cenáculo de próvincia o la complicidad del grupo de turno. No representaron jamás una posición artística, ni siquiera la menor, la de búsqueda. Este mérito, por más limitado que sea, hay, que concedérselo a G,rau y a Lucy Tejada: pero ninguno de los dos cuadros premiados resiste el análisis hoy día. La geometría, en cambio de liberarlos, los aprisiona y asfixia. Las formas alineadas, muertas, se petrifican en una inútil voluntad de orden.

Lucy Tejada, pintora premiada, X Salón.

En cambio la geometría de la Horizontal blanco y negro premiada en 1959, de Eduardo Ramírez Villamizar, no sólo no deja de fluir, de mantener la vida intensa de sus ajustes y acoplamientos, sino que parece hoy más viva y válida, aunque en el momento en que se pintó, el mundo "op" que hoy la rodea, en efecto, no ha hecho más que confirmar la belleza y vigencia de esta geometría pura y poética. Revisando los jurados y estableciendo su grado de molicie o culpabilidad por haber gratificado tanta ofensiva mediocridad, habría que conceder el premio de jurado al primero que rompió con esa tradición, es decir, al jurado que, con un ojo no solamente certero sino profético, premió la obra de un artista joven y casi desconocido entonces, llamado Fernado Botero. Con su Camera degli sposi (que fue reemplazada en la exposición por Atelier de Sánchez Cotán), se premiaba por vez primera el sentido creador, se estimulaba el arte como una aventura total, se salía de la insignificante réplica de la realidad, se deformaba la visión lógica con el añadido de la fantasía, la burla, el estrepitoso peso de las formas. Dos grandes formas expresionistas fueron premiadas en los últimos años. Nada me dará nunca tanto orgullo como haber defendido, como jurado calificador, Violencia de Alejandro Obregón. Ese cuadro sigue manteniendo vivas todas mis reservas de admiración por el maestro; frente a la enorme mujer inerte se produce siempre la misma conmoción. No sólo es un gran cuadro por las soluciones perfectas de color, ritmo y composición, sino, yesencialmente, porque es verdad, una verdad profunda y permanente que nos ayuda a tener conciencia del dolor, del horror y por qué no reconocerlo, también de nuestra culpa colectiva. En la página final del catálogo aparece la reproducción del último premio, del Salón Nacional de 1965. La horrible mujer castigadora, de Norman Mejía, un joven sin "curriculum" que había expuesto en cuatro galerías y ganó, contra todas las previsiones el premio nacional. La pintura llega con él, no solo a postularse como algo válido en sí mismo, sino a su mayor exacerbación. Deshecha, rehecha, fustigada, elaborada, la materia y forma pictórica adquiere una tal vitalidad que se desprende brutalmente de las soluciones precedentes. Norman Mejía problematiza la pintura 264

Guillermo Wiedemann,

segundo premio pintura, XII Salón

Feliza Bursztyn, escultora premiada en los salonesXVII y XIX


colombiana, en el momento en que ésta tendía a un equilibrio y estabilidad en parte desprendidos de las obras de Obregón y Botero. Gracias a ello, se grita y repite la palabra "crisis", como si el riesgo y las rupturas fueran un mal, cuando la peor enfermedad endémica de cualquier movimiento artístico es sólo y únicamente el estancamiento. Supongo que los pacientes reconstructores de los premios en los salones nacionales, tuvieron la intención didáctica de mostrar el desarrollo de la pintura en Colombia. Mostraron mucho más. Por eso creo que es la más importante muestra que se ha visto en muchos años en el país. Mostraron que cuando combatimos por los fueros de la pintura tuvimos toda la razón. Mostraron que no existe tal desarrollo ni tenemos nada que preservar ni nada que respetar hasta que llega la generación de Obregón y de Ramírez Villamizar. Mostraron que por asistimos la plena razón hemos triunfado en esta empecinada batalla por enseñar, no lo que es bueno, mejor o peor, sino lo que es arte y lo que no es nada. Mostraron que la crítica no ha sido difamadora sino justiciera y que si le tocó el papel ingrato de ángel exterminador fue porque en los ámbitos provinciales no se puede entrar sino a saco para despertarlos y transformarlos. Hoy ya no es necesario insistir; el público discierne cada vez con mayor criterio y ya sabe de qué se trata. Por eso no corresponde más que bajar el telón sobre los muertos y los vivos, piadosamente.

24 Salones Nacionales 1940 - 1973 Maria E/vira /riarte Catálogo, 24 Salones Nacionales, Coleultura.

Presentación catálogo Tiene lugar este año la vigesimaquinta edición del que, en 1940, se llamara I Salón Anual de Artistas Colombianos-Para conmemorar esta efemérides, la Sección de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura ha querido reconstruir una pequeña historia de la debatida confrontación, reuniendo la mayor cantidad posible de obras distinguidas en los pasados Veinticuatro Salones con premios. diplomas de honor, menciones o medallas. La retrospectiva "24 Salones Nacionales, 1940-1973", retrasa la historia reciente de las artes plásticas nacionales, íntimamente vinculada a la exposición anual del salón. El repertorio de obras reunidas permite un recorrido visual, cronológico, de las formas, estilos y tendencias que se han sucedido en treinta años. Desde luego, no en el momento de su aparición -las distinciones del salón rara vez han recaído sobre las innovacionessino más bien la de su consagración o reconocimiento. La realización de este programa ha permitido localizar elementos de nuestro patrimonio cultural refundidos o ignorados, y vincular nuevamente a la actividad plástica a algunos maestros que se habían retirado, o al menos apartado, de las manifestaciones públicas. Para su preparación consultamos los archivos oficiales del Ministerio de Educación Nacional y los de Colcultura, los de la prensa del país, y especialmente, la tesis de grado presentada por Eudoxia Stella Córdoba Zuleta y Gloria Amparo Cruz Vergara, en la Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Historia,

de la Universidad Nacional. Esta tesis, terminada en 1973, fue dirigida por el doctor Eugenio Barney Cabrera. Muchas personas vinculadas de una u otra manera a los salones contribuyeron también generosamente con datos, crónicas y anécdotas que completaron la necesaria información para adelantar este proyecto. La pesquisa de los premios demandó cinco meses de trabajo. En una primera etapa de documentación, nos dirigimos a los ciento veinte artistas que han recibido distinciones, solicitándoles a ellos, o a sus familiares,indicaciones sobre el paradero actual de las obras premiadas. A pesar de que casi ninguno las conserva, obtuvimos una respuesta entusiasta y una ayuda efectiva de la gran mayoría. Tomamos como base para la retrospectiva la reducida colección de propiedad de Colcultura, los premios que encontramos en museos de varias ciudades del país y la colección de la empresa "Propal, SA". La mayoría de las obras expuestas forman parte de colecciones particulares. En algunos casos nos fue imposible encontrar o conseguir en préstamo las obras premiadas; tales obras fueron sustituidas en la exposición por otras que les corresponden lo mejor posible, según las indicaciones de los mismos artistas. La idea del salón como exposición pública de obras de arte, tuvo sus orígenes en Italia, a comienzos del siglo XVIII. Ya a mediados de ese siglo, la Academia Francesa le había dado las características de una exposición anual, única, oficial, seleccionada por un jurado y cuya ambición fue la de establecer un balance de la producción artística nacional del año. Desde 1737, esta exposición se realiza tradicionalmente en el Salón Cuadrado del Palacio del Louvre. Muy rápidamente la exposición misma comenzó a llamarse "El Salón"; se exponía en el Salón, no en el Louvre. En dos siglos y medios de existencia, la idea se ha modificado, multiplicado y extendido a numerosos países y a muchas otras ramas de la actividad creativa del hombre. El Salón Anual de Artistas Colombianos se inauguró el12 de octubre de 1940 en el Biblioteca Nacional. La iniciativa de instituir los Salones Nacionales, propuesta por doña Teresa Cuervo Borda, fue parte importante de una reestructuración de la Sección Cultural y de Bellas Artes, comenzada en mayo de ese año, bajo la administración del doctor Eduardo Santos. Correspondió al doctor Jorge Eliécer Gaitán, como Ministro de Educación Nacional, firmar la Resolución número 791 del 17 de septiembre, que constituyó el reglamento de la exposición oficial de artes plásticas. Ya en 1931 se tíabía realizado otra exposición oficial de pintura y escultura, pero solo nueve años más tarde se estableció definitivamente el Salón Anual. Desde entonces, el certamen ha sufrido varias interrupciones por diversos motivos. La organización del Salón Colombiano presenta a lo largo de su historia numerosas variantes. Las reglamentos, que fueran durante muchos años materia de resoluciones ministeriales, dan cuenta de los vaivenes por los que ha pasado la muestra. La lectura comparativa de los primeros y de los últimos,denota una tendencia hacia una mayor amplitud de los más recientes. Por ejemplo, sólo en el X Salón (1957) se autorizó al jurado de admisión para considerar las obras enviadas por artistas extranjeros no nacionalizados, residentes en el país, y por los estudiantes inscritos en las escuelas de artes. En la misma oportunidad se reglamentaron por primera vez el dibujo y el grabado como procedimientos autónomos y dignos de competir al lado de las tradicionales pintura y escultura. Los jurados de admisión y calificación han estado constituidos sucesivamente por personalidades de las letras,del periodismo, del cuerpo diplomático, del clero, por funcionarios, artistas, arquitectos, directores de museos y críticos del arte. Para el IX Salón (1952) se invitó por primera vez un jurado extranjero. El nombramiento del jurado se ha hecho algunas veces por designación oficial otras por votación entre las mismos participantes; otras, en fin, por reglamentación que obligaba a constituir los jurados con 265


un representante del Ministerio de Educación, otro de la Asociación de Escritores y Artistas de Colombia, y otro de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Desde 1940, los fallos de admisión y premiación han suscitado las más vivas polémicas y los jurados han sido los blancos preferidos de la crítica. En 1942, el jurado de calificación del 111 Salón, integrado por Eduardo Zalamea Borda, Ignacio Gómez Jaramillo, Rodrigo Jiménez Mejía y Camilo Mutis Daza, adjudicó el primer premio en pintura a dos obras enviadas por Carlos Correa: Anunciación y Naturaleza en silencio. Por la temática de Anunciación, considerada anti-religiosa e irreverente, se desató una polémica violenta y una tal ola de protestas, que el Ministro de Educación declaró inválido el primer premio de pintura y convocó nuevamente al jurado. Por unanimidad de votos, el premio fue concedido a Naturaleza en silencio del atacado maestro. No menos discutido que la actuación de los jurados, ha sido él variado capítulo de los premios en los Salones Nacionales con premios, sin ellos, con premios de adqutsictón, en efectivo, con bolsas viajeras, becas de trabajo, medallas de honor y obras declaradas fuera de concurso. Lo mismos artistas han solicitado en más de una ocasión que se supriman los premios, argumentando unas veces que son "oficiales", como en 1943 y 1944, Y otras que no lo son. Recordemos la reciente campaña que un grupo de artistas y dueños de galerías comerciales desató contra el XXIII Salón, en el cual se suprimiefon los premios en favor de un programa de difusión cultural a escala nacional. En dos oportunidades, los funcionarios encargados de la organización del salón han buscado apoyo económico en la industria privada. Tanto en 1950 como en 1965, la razón de esta medida fue la escasez de recursos disponibles en el presupuesto del Ministerio de Educación Nacional. Para el VIII Salón,el Director de Extensión Cultural, doctor Carlos López Narváez, dirigió una carta circular a los presidentes y gerentes de empresas importantes, solicitándoles apoyo para el programado salón, consistente "en el apreciable caso de contribuir, por ejemplo, con el pago de los gastos de permanencia de un artista premiado, por el término de tres meses en los Estados Unidos". Esta gestión no tuvo ningún éxito. En 1965, la empresa "Propal, S.A.", acogió favorablemente una nueva solicitud hecha por la señora Mireya Zawadsky de Barney. Esta entidad se encargó durante seis años consecutivos, de donar los premios, que fueron siempre premios de adquisición, correr con los gastos de propaganda,afiches y catálogo, y pagar los honorarios y viáticos de los jurados. Hasta la vigesimasegunda edición,el salón estuvo abierto solamente para el público capitalino. Los primeros se realizaron en la que hoy se llama Sala "Gregorio Vásquez", en la Biblioteca Nacional, luego se hicieron en el Museo Nacional y en alguna oportunidad (1961), se montó el salón en las instalaciones de la Feria Internacional. También la Biblioteca "Luis Angel Arango" del Banco de la República, albergó varios de estos eventos. Los dos últimos se han expuesto en las principales ciudades del país y su recorrido ha durado un año. La acogida de esta iniciativa es enorme; baste como dato de referencia, el aumento promedio de visitantes registrado durante el tiempo de exposición del XXIV Salón: mil personas por ciudad, sin contar el público de Bogotá. A estos salones itinerantes se ha sumado, para cada lugar de exposición, un programa cultural de divulgación con visitas guiadas, mesas redondas, conferencias, exposiciones paralelas. Es justo recordar que la idea demostrar el salón en varias ciudades también se planteó en 1945, aunque no llegó a realizarse. En contraste con la variedad de reglamentos, jurados y premiaciones, modalidades y sitios de exposición, hay un elemento que poco ha cambiado a lo largo de la historia de los Salones Nacionales. Esa constante es la crítica. Ya el I Salón resultó ser "No representativo de la actividad plástica del país por estar ausentes los grandes". Desde entonces esta tesis no ha dejado de esgri266

Julio Fajardo, con su obra El Flautista dañada en el montaje del salón XVII.

Eugenio Barney Cabrera. Luis Alberto Acuña. Luis Fernando Robles y Luciano Jaramillo


mirse. Pocas veces la crítica ha tomado como materia de argumentación los valores estéticos de las obras presentadas; ha sido descriptiva, narrativa, polémica de premios y jurados, pero muy poco analítica. "24 Salones Nacionales 1940-1973", brinda una oportunidad se reflexión crítica, no solo a los estudiosos de la materia, sino al público en general. Esta retrospectiva es, igualmente, un homenaje de reconocimiento a todas las personas y entidades que en treinta años han colaborado en la organización y realización de Veinticuatro Salones Nacionales.

propone. Y no está por demás establecer los equivocados aspectos de distribución, organización y concepción, con los cuales la muestra contribuye a la tradicional confusión que rige en Colombia para la apreciación del arte. Porque está pésimamente colgada, y orientada por altos e imprecisos letreros que informan sobre el nombre del correspondiente evento, la situación de muchos trabajos resulta enrevesada. Y es necesario bucear en interminables actas el año de celebración de los salones, que es el que cuenta, porque no aparece por ninguna parte. Como no aparece el año de realización (que no es necesariamente el mismo), de las obras incluidas. El catálogo, por otra parte, reproduce sin análisis crítico y sin mayores adiciones, el material de la tesis de grado previamente mencionada. Mientras que la introducción, compuesta por una cadena de generalizaciones y curiosos ejemplos, no proyecta una idea coherente que se haya intentado poner a prueba con la muestra, ni colabora en la comprensión del significado artístico o histórico de los trabajos. Se omiten en el catálogo datos importantes, con referencia, por ejemplo, a previas exposiciones de premios nacionales. Pero más grave todavía, se incluyen en él afirmaciones inexactas y acomodaticias sobre salones independientes celebrados paralelamente; al tiempo que se infla sospechosamente y sin ningún recato, el resultado de los salones XXIII y XXIV, los cuales, como es de dominio público, agonizaron en su refinamiento.

Arte colombiano de 33 años Premios de 24 salones y pico Eduardo Serrano El Tiempo, diciembre 15 de 1974.

La recopilación de premios de 24 Salones Nacionales que muestra actualmente el Instituto Colombiano de Cultura en la Biblioteca Luis Angel Arango, no obstante sus fallas como exposición, es un esfuerzo que señala un nuevo espíritu en la comprensión del arte del país. La muestra es ante todo producto de la dedicación de Stella Córdoba Zuleta y Gloria Amparo Cruz Vergara, quienes en tesis dirigida por Eugenio Barney en la Universidad Nacional, localizaron y reunieron todo el material básico sobre la celebración de estos certámenes, permitiendo de esta manera a María Elvira Iriarte la conformación de la exposición, y la inclusión en el catálogo de toda una serie de datos y documentos importantes en el estudio de nuestro desarrollo artístico.

,..,

Es, desde luego, exagerado, pretender que la exposición "retrata la historia de las artes plásticas nacionales", no sólo por la inapelable razón de que esta historia no se desprende exclusivamente del pasado del salón, sino también por los innumer.a,bles errores conceptuales que la muestra denuncia en su estructuración. Pero se trata de todas maneras de una exposición que pone en evidencia la relatividad del valor creativo de muchos de los premios y menciones que se han otorgado en el certamen. De una exposición que deja más o menos en claro la mayor calidad del arte nacional, con pocas excepciones, en los tiempos más cercanos. Y de una muestra que permite, hasta cierto punto solamente, hacernos a una idea de la influencia que en determinados momentos ha sido ejercida por algunos críticos, principalmente Marta Traba, en la definición del arte del país. A través de las obras de algunos de aquellos artistas premiados repetidamente, puede también comprobarse en los muros de la Biblioteca, la cambiante inclinación de muchos de los argumentos visuales en Colombia, tras el oropel de perniciosas influencias internacionales. Y es notorio igualmente en esta exposición, que pocos premios resumen realmente los valores de los momentos más afortunados en el trabajo de sus respectivos autores. Desde esta perspectiva, los reconocimientos, lejos de identificar las más significativas realizaciones de nuestro arte, revelan más bien los prejuicios de organizadores y jueces de turno, en cada año de celebración de este certamen. Infortunadamente, esta exposición de la Biblioteca Luis Angel Arango sólo permite conclusiones a medias sobre el tema que

El caos en las salas de la Biblioteca es increíble: hay obras de artistas incluidas en salones en los cuales no obtuvieron ningún premio (Sexto Salón por ejemplo): la mayoría de las fotografías seleccionadas es de rara baja calidad. Y las obras representadas fotográficamente no conllevan indicaciones sobre dimensiones; motivo por el cual el observador no logra nunca comprender si se halla ante una miniatura o un mural. Nada, sin embargo, rinde más inútil el esfuerzo de esta exposición que la cantidad de sustitutos comprendidos en la muestra. ¿Sustitutos en una exposición de premios nacionales? ¿Es que acaso los premios no corresponden a trabajos específicos? ¿Qué puede deducirse de las premiaciones a través de trabjos que, buenos o no, no fueron los reconocidos? ¿Será que se trataba simplemente de una exposición con obras de artistas que han tenido premios? (Esta última posibilidad, por supuesto, plantearía una problemática y una exposición completamente diferentes). Si las obras galardonadas desaparecieron o no se consiguieron, hubiera sido preferible haberlo dicho sin ambages y no haber colgado nada, que haber tergiversado tan'lrresponseblemente la historia del salón. Estos sustitutos (la mayoría de los cuales tampoco logra averiguarse cuándo fueron hechos), no sólo impiden profundizar en el raciocinio de los premios, sino que alteran irrefutablemente, así lo hayan sugerido los mismos artistas, el sentido cronológico y estético de su producción. Hay sustitutos de premios a Paisaje que no son paisajes; hay sustitutos ejecutados con años de diciente difer.encia con las obras señaladas, y sustitutos que no corresponden ni siquiera con las técnicas de las obras que se aspira a reemplazar. Hay gran cantidad de obras, en conclusión, en esta exposición de premios nacionales, pero en buena parte son obras escogidas al azar, muchas de las cuales, ni de lejos, han figurado en las listas del certamen. Consecuentemente, una exposición que hubiera podido ser muy importante se ha convertido simplemente en una muestra divertida (por su ingenuidad), con la cual son muy pocos los argumentos que pueden sustentarse sobre premios, salones o el arte del país. Se incluyen en ella contadas piezas de gran valor y alcance estético, que son, claro está, la única justificación válida de su realización. Pero el montaje y las estructuras de la muestra dan al traste con sus propias propuestas y con muchas pretensiones de seriedad, de exactitud, y de investigación. Existe un nuevo ánimo en el Instituto Colombiano de Cultura que es patente en la posibilidad de intentar exposiciones como ésta, 267


yen el rotundamente positivo resultado del último salón. Ojalá alcance ese ánimo para que la sección correspondiente de Artes Plásticas se dedique a trabajos que aunque tengan modestos objetivos proyecten resultados contundentes. Para crear un sistema de conservación de nuestros premios nacionales y evitarles la humillación de inadecuados sustituos. E inclusive, para revitalizar el siniestro calendario de una sala que, como la Gregorio Vásquez de la Biblioteca Nacional, siendo un espacio óptimo para mostrar arte, y a pesar de su ilustre trayectoria, ha caído en la menos profesional, y más absurda orientación (veáse la actual exposición), entre las salas que se ocupan del arte en la ciudad. La exposición de premios de 24 Salones Nacionales, ciertamente "brinda una oportunidad de reflexión crítica" y debe visitarse, porque dadas las revelaciones del pasado y la lamentable incompetencia de la muestra, no nos queda más remedio que mirar con optimismo y con esperanza de objetividad y cambio, el porvenir.

Museos, salones, bienales y escuelas

Fernando Botero y Marta Traba en el estudio del pintor

Germán Rubiano Caballero Historia del Arte Colombiano, Salvat, 1986.

Como afirma María Elvira Iriarte en el catálogo de la exposición "24 Salones Nacionales, 1940-1973": "La idea del salón como exposición pública de obras de arte tuvo sus orígenes en Italia a comienzos del siglo XVIII. Ya a mediados de ese siglo, la Academia Francesa le había dado las características de una exposición anual, única, oficial, seleccionada por un jurado y cuya ambición fue la de establecer un balance de la producción artística nacional del año. Desde 1737, esta exposición se realiza tradicionalmente en el Salón Cuadrado del Palacio del Louvre. Muy rápidamente la exposición misma comenzó a llamarse "El Salón", se exponía en el Salón, no en el Louvre. En dos siglos y medio de existencia, la idea se ha modificado, multiplicado y extendido a numerosos países y a muchos otros ramos de la actividad creativa del hombre. EII Salón Anual de Artistas Colombianos se inauguró el12 de octubre de 1940 en la Biblioteca Nacional. La iniciativa de instituir los Salones Nacionales, propuesta por doña Teresa Cuervo Borda, fue parte importante de una reestructuración de la Sección Cultural y de Bellas Artes, comenzada en mayo de ese año, bajo la administración del doctor Eduardo Santos. Correspondió al doctor Jorge Eliécer Gaitán, como Ministro de Educación Nacional, firmar la Resolución núm. 791 del17 de septiembre, que constituyó el reglamento de la exposición oficial de artes plásticas. Ya en 1931 se había realizado otra exposición oficial de pintura y escultura, pero sólo nueve años más tarde se estableció definitivamente el Salón Anual". Desde entonces, y a pesar de sus múltiples reglamentos, el Salón de Artistas Colombianos ha sido el certamen más importante del arte nacional. Gracias a él tenemos una prueba irrefutable de los muchos vaivenes ideológicos del arte colombiano en las últimas décadas. Un estudio de los veinticinco salones nos permite seguir paso a paso los cambios de criterios y estilos que han caracterizado la producción de los artistas contemporáneos y, al mismo tiempo, la

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Casimiro Eiger, crftico de arte. Jurado calificador del Salón xv

León de Greiff Jurado de admisión del IV Salón


concepción que los historiadores, los críticos y el público en general han tenido sobre el arte en Colombia. El I Salón fue organizado, entre otras cosas, con el ánimo de "favorecer una conciencia gremial" entre los artistas. Su reglamento sólo contemplaba las pinturas y las esculturas y era explícito en no admitir sino las técnicas tradicionales: óleo sobre lienzo, madera o cartón; temple en cartón o papel; pastel, gouache y acuarela sobre papel. Para las esculturas las especificaciones eran las siguientes: se aceptaban las obras "presentadas en materiales definitivos: mármol, piedra, bronce, granito, madera y barro cocido"; altos y bajos relieves. Los premios de pintura recayeron en Ignacio GómezJaramillo, Santiago Martínez Delgado, Sergio Trujillo Magnenat y José Rodríguez Acevedo, y los de escultura en Ramón Barba, José Domingo Rodríguez, Josefina Albarracín y Hena Rodríguez. La crítica opinó que el salón era académico y con una leve resonancia de la escuela mexicana. Según el periodista Jorge Moreno Clavija, las obras más admiradas fueron las del escultor Ramón Barba. Los trabajos galardonados en el I Salón, aparte de su excelente oficio, no tienen mayor vigencia en la actualidad. El óleo La madre del artista, de Gómez Jaramillo, y el mármol Mujer joven, de Barba, bien pudieron haber sido realizados en el siglo pasado, antes del impresionismo y antes de Rodin. El conjunto de la obra de Gómez Jarami110-quien tuvo óleos más novedosos que el premiado en 1940- y de Barba es, sin embargo, como se vio en capítulos anteriores, muy representativo del arte colombiano de las primeras décadas del siglo. EIII Salón se celebró en 1941. Admitió los grabados en el género de la pintura, y las medallas en escultura. Los premios fueron para Santiago Martínez Delgado, Sergio Trujillo M~nenat, Carlos Correa y Dolcey Vergara en pintura. Los premios de escultura se declararon desiertos. Rodrigo Arenas Betancourt y Julio Abril ganaron menciones honoríficas -ambos escultores con obras nacionalistas, dentro de la tendencia "bachué"-. A pesar de que el jurado expresó "su más profunda satisfacción por el nivel estético del 11Salón Anual de Artistas Colombianos", la crítica comentó que el certamen no era representativo de las artes del país. El periodista José Prat llamó "abstracta" la pintura de paisaje de Gonzalo Ariza. El salón expuso un grabado. Una concepción más moderna acusa Trujillo Magnenat (Medalla de Oro) que Martínez Delgado (Primer Premio) el}.!a actualidad. Mientras el óleo Retrato de mujer, de Trujillo, demuestra una clara aproximación al postimpresionismo, el cuadro Interludio, de Martínez Delgado, es una academia francamente acartonada. En 1942 se efectuó el 111 Salón con 45 obras admitidas de las 160 llegadas al evento. El primer premio en pintura, concedido a-Carlos Correa por los óleos Desnudo y Naturaleza en silencio, fue invalidado por el Ministerio de Educación Nacional, que alegó la extemporaneidad de la inscripción de las obras premiadas. Sin embargo, se supo que la Iglesia vetó los cuadros de Correa por "sacrfleqos". Desnudo es un óleo que presenta una mujer desnuda frente a un vitral de la Anunciación. Gonzalo Ariza, Luis Alberto Acuña, Dolcey Vergara y Alicia Cajiao también ganaron premios en pintura. José Domingo Rodríguez, Carlos Reyes Gutiérrez, Alonso Neira y Miguel Sopó triunfaron en escultura. Según los comentarios de la prensa, en este salón estuvieron ausentes todos los maestros de la escuela anterior. Las obras premiadas de Correa no han perdido vigor. Junto al resto de los premios y menciones del año 1942, los óleos de Correa conservan su fuerza expresiva e incluso buena parte de su virulencia.

ción de los propios expositores. La sección de pintura tuvo como ganador a Miguel Díaz Vargas (con 13 votos). Miguel Sopó obtuvo 23 votos en escultura. Los artistas solicitaron al gobierno la eliminación de los premios en dinero efectivo. Alejandro Obregón fue la revelación de este salón. La prensa habló de la falta de autenticidad del arte nacional y algún periodista lamentó la influencia de pintores "desequilibrados" como Cézanne y Picasso. Luego de la estabilidad de los primeros salones, la polémica sobre "el arte moderno" comenzó a encenderse. La votación a favor de las academias Estudio en gris, de Díaz Vargas, y Maternidad de Sopó, en 1944, demuestra la vigencia de una concepción anacrónica en el arte colombiano, casi a mediados del siglo xx. El 12 de octubre de 1945 se inauguró el VI Salón. De nuevo los expositores votaron para conceder los premios. Jorge Ruiz Linares ganó en pintura y María Teresa Zerda en escultura. Edgar Negret participó por primera vez en el certamen. Los excluidos del salón organizaron una exposición de "Rechazados". La crítica consideró que el nivel del VI Salón había descendido con respecto de los anteriores, pero destacó la participación de nuevos artistas, como Obregón, Hernando Tejada y Jorge Ruiz Linares. El VII Salón de 1946 trajo una innovación muy curiosa. Los premios en pintura se especificaban de la siguiente manera: a) composición con figura humana, b) retrato, e) paisaje, d) naturaleza muerta; y en escultura: a) figura humana, b) cabezas o bustos, y e) relieves. Eduardo Ramírez Villamizar participó por primera vez. Aunque la resolución del Ministerio hablaba de un salón circulante, la muestra no salió de Bogotá. Los premios recayeron en 001cey Vergara (composición con figura humana), Margarita Posada (retrato) y Carlos Díaz (paisaje) en pintura, mientras que Josefina Albarracín obtuvo el premio de cabezas o bustos en escultura. Todos los demás premios fueron declarados desiertos. Tal vez la obra más discutida del salón fue el cuadro surrealista Retrato de una generación, de Mario Hernández Prada. Por diversos problemas de orden público, el VII Salón sólo se realiza a fines de 1950. Pese a todas las innovaciones de las técnicas plásticas existentes desde comienzos de siglo, el evento sólo se sigue convocando para pintores y escultores. El premio de pintura lo obtiene Luis Alberto Acuña con el óleo Bautismo de Aquimín-Zaque, y el de escultura Moisés Vargas con un busto del doctor Laureano Gómez (entonces presidente de la República). Dos años después se realizó el IX Salón. Los-artistas Fernando Botero de veinte años y Pedro Alcántara Herrán de nueve años participan por primera vez en el certamen. El primer premio en pintura lo gana Blanca Sinisterra de Carreña por una figura con flores, muy influida por los cuadros dé materia pastosa y de colores claros, característicos de la escuela postimpresionista francesa. Tito Lombana gana el primer prei]1io en escutlura por un San Sebastián.

El IV Salón se inauguró en Medellín el 6 de enero de 1944 con sólo 15 obras. El Ministerio declaró desiertos los premios y distinciones. En la capital antioqueña, Pedro Nel Gómez y Rodrigo Arenas Betancourt organizaron simultáneamente el Salón de los Independientes, el cual tuvo una nutrida participación -más de 150 obras-.

Por graves circunstancias políticas, el salón se suspende de nuevo durante algunos años. El X Salón se abre en 1957. Hay cambios importantes: en primer término, los jurados de admisión y de recompensas están constituidos por historiadores y críticos de arte (antes se habían preferido los poetas o los diplomáticos), yen segundo lugar, se admiten toda clase de técnicas o procedimientos. Enrique Grau gana la Medalla de Oro y Lucy Tejada la Medalla de Plata en pintura. Hugo Martínez y Julio Fajardo son los galardonados en escultura. El cuadro de Grau Elementos bajo un eclipse es un óleo semiabstracto de composición rigurosa derivada del cubismo. Este premio, así como algunas menciones (Marco Ospina, Eduardo Ramírez Villamizar y Judith Márquez), indica la nueva visión del salón a partir de los jurados especializados en artes plásticas y demuestra la ruptura definitiva con la Academia. Desde entonces el arte colombiano ha estado más próximo a las diversas tendencias del arte moderno internacional.

El V Salón tuvo como sede el foyer del Teatro Colón de Bogotá. Se abrió en octubre de 1944. Los premios se otorgaron por vota-

En 1958 se efectúa el XI Salón. Fernando Botero obtiene el primer premio en pintura por el óleo La camera degli sposi; Armando

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Villegas gana el segundo premio por un cuadro francamente abstracto Azul, violeta, verde luz. El crítico Walter Engel comentó como sigue la obra de Botero: "La Camera degli Sposi es uno de los cuadros más discutidos que se hayan exhibido jamás en Bogotá. Es una obra difícil y desconcertante al primer contacto. No hace concesiones. No se acerca al espectador, no le facilita su tarea receptiva, no trata de agradar. Se mantiene en majestuosa distancia, en hierática inmovilidad, en una alejada, autónoma y arrogante existencia propia. La referencia a Mantegna es un dato interesante y muy diciente, además de honrado, por cuanto da la fuente que inspiró la obra. En mi opinión, operó en Botero otra reminiscencia --consciente o inconsciente-, la de las estatuas de San Agustín. Especialmente las dos figuras frontales del centro y a mano derecha prueban este recuerdo directo. Y no sólo ellas. El concepto mismo de las figuras, en general, tiende a esa magna, pétrea monumentalidad propia de la estatutaria agustiniana. Esta síntesis entre una inspiración básica del Renacimiento italiano y una visión de raigambre aborigen, realizada por un artista coíombiano en un concepto auténticamente personal y en franca dicción de nuestra época, es uno de los factores que hacen de un cuadro que prescinde de todo atractivo fácil o ameno, una obra trascendental" . En el XI Salón, Julio Fajardo ganó el primer premio en escultura, y por primera vez se dieron premios en grabado (Luis Angel Rengifo) y dibujo (Enrique Grau). Estos premios.adernás tuvieron el mismo valor de los de pintura y escultura (3.000 pesos cada uno). El XII Salón tuvo lugar en 1959. Eduardo Ramírez Villamizar y Guillermo Wiedemann ganaron el primero y el segundo premios en pintura. Los cuadros galardonados eran óleos abstractos de las dos tendencias más conocidas en Colombia, la geométrica (Ramírez VilIamizar) y la expresionista (Wiedemann). Los primeros premios en escultura y dibujo fueron declarados desiertos. La ceramista Beatriz Daza obtuvo el segundo premio en escultura. Este salón permitió la selección de artistas que representaría a Colombia en la Bienal de Venecia. Fueron escogidos los pintores Alejandro Obregón, Enrique Grau, Judith Márquez, Guillermo Wiedemann, David Manzur, Ramírez Villamizar, Fernando Botero y Armando Villegas. Dos años después se realizó el XIII Salón. Su sede fue la Feria Exposición Internacional de Bogotá. Manuel Hernández, entonces figurativo, obtuvo el primer premio en pintura. El primer premio en escultura fue declarado desierto. Ignacio Gómez Jaramillo y Pedro Hanné Gallo ganaron los premios de dibujo y grabado. El salón estuvo dominado, tanto en pintura como en escultura, por la tendencia abstracta. Para el crítico Walter Engel, el óleo La resaca, de Alejandro Obregón, fue el cuadro más importante del certamen. La empresa privada contribuyó a financiar el XIV Salón de 1962. Los principales premios fueron otorgados a Alejandro Obregón por el cuadro Violencia y a Enrique Grau por el cuadro Gran bañista. El premio único de escultura se concedió al Relieve circular, de Ramírez Villamizar. La crítica alabó la calidad del salón y consideró muy justa la premiación. Las obras galardonadas, cada una muy representativa del estilo de los artistas, han conservado su importancia. Entre el expresionismo contenido del óleo de Obregón y la geometría depurada del relieve de Ramírez Villamizar, la pintura de Grau se destaca por su figuración un poco frívola, aunque de clara inspiración clásica. Desde este salón, los escultores Ramírez Villamizar y Negret acaparan muchos de los premios anuales. Sus obras se imponen sin discusión por su extraordinaria calidad. En el XV Salón de 1963, Edgar Negret mereció el primer premio en escultura y Obregón fue declarado fuera de concurso. Carlos Granada obtuvo el premio en pintura con el cuadro Solo con la muerte. Este premio recibió fuertes críticas, en especial por parte de Marta Traba. Por segunda vez consecutiva un cuadro de violencia mereció los honores en el salón. 270

Beatriz González, premiada en los salones XVII, XII


Augusto Rivera, con el óleo abstracto Paisaje y carroña, ganó el primer premio en pintura, y Ramírez Villamizar, con la obra Saludo al astronauta, el primer premio en escultura en el XVI Salón de 1964. Dos obras muy controvertidas ganaron los premios del XVII Salón de 1965. Norman Mejía obtuvo el primer premio en pintura por el cuadro La horrible mujer castigadora, y Feliza Bursztyn el primer premio en escultura por la chatarra Mirando al Norte. Marta Traba, jurado de calificación de este salón, escribió en su catálogo: "Si los medios para realizar la obra de arte son en la actualidad comunes a los artistas de cualquier sitio del mundo, los contenidos, en cambio, no pueden sino estar ligados con la conciencia personal y con el ámbito donde se generan. Por eso pienso que hay que celebrar en la pintura y escultura colombianas la presencia de una generación joven que se manifiesta por su inconformismo, su ruptura abierta con las obras nacionales que les preceden, su intención de resolver a fondo los problemas y, muchas veces, su franca, brutal virulencia". Con el paso de los años, las obras premiadas en 1965 se han debilitado considerablemente. Sin embargo, el inconformismo de que hablara Marta Traba ha continuado siendo una constante del arte nacional, y en la actualidad de manera más seria y consciente. A partir de este salón y hasta 1969, una empresa privada donó los premios y corrió con los gastos que ocasionan la propaganda, los carteles y los catálogos. En 1966, Obregón y Ramírez Villamizar volvieron a ganar los premios de pintura y escultura en el XVIII Salón. Pedro Alcántara ganó en dibujo, y Augusto Rendón en grabado. La crítica consideró que la premiación había sido demasiado convencional.

licitud de algunos artistas, otorgó tres becas de trabajo de idéntico valor. Los ganadores fueron Juan Antonio Roda por los grabados Delirio de las monjas muertas, Carlos Rojas por una escultura y una pintura abstracta, y Ever Astudillo por dos dibujos de inspiración citadina a partir de la fotografía. La gran innovación del Salón 1973-1974, circulante como el XXIII, fue la inclusión de la técnica fotográfica. En cambio, el XXV Salón eliminó la selección y premió a cuatro artistas de las últimas generaciones: Juan Cárdenas, -dibujo-, María de la Paz Jaramillo -grabados-, John Castles -escultura- y Alfredo Guerrero, -dibujo-. El XXVI Salón premió en 1976 a un pintor de larga trayectoria: Santiago Cárdenas, y a un nuevo escultor: Germán Botero. El XXVII Salón premió en 1978 a la pintora Ana Mercedes Hoyos y a un grupo experimental de Barranquilla conocido con el nombre de "El Sindicato". El XXVIII Salón, el último realizado hasta la fecha, premió en 1980 a la escultora María Consuelo García y a la fotógrafa y pintora Beatriz Jaramillo. En síntesis, los salones permiten demostrar: 1) El predominio en el arte nacional de la academia y del postimpresionismo hasta bien entrados los años cincuenta; 2) La vinculación a las manifestaciones más novedosas del arte internacional, inicialmente de manera muy visible dentro de la tendencia abstracta en los años sesenta; y 3) El regreso a la figuración y el interés y calidad del dibujo y del grabado en los últimos años.

Al año siguiente el salón trajo una importante modificación: se eliminó la premiación por técnicas o procedimientos y se decidió la adjudicación de tres premios indiscriminados. Edgar Negret ganó el primer premio con la escultura Cabo Kennedy. El segundo premio fue repartido ente los pintores Beatriz González y Juan Manuel Lugo, y el tercero entre el dibujante Pedro Alcántara y la escultora Feliza Bursztyn. El XIX Salón tuvo una nutrida participación y muchas obras de gran calidad. En 1969 se realizó el XX Salón. El primer premio fue otorgado a la obra pictórica Ingeniería de la visión, de Carlos Rojas. El segundo premio lo obtuvo Yolanda Pineda, y el tercero Alvaro Barrios. El sal@ fue muy criticado por la eliminación de algunos artistas de prestigio. Sin embargo, el intento de una exposición de rechazados resultó fallido. Omar Rayo y los estudiantes de la Escuela de Bellas Artes, Edgar Silva y Francisco Rocca ganaron los premios en el XI Salón de 1970. Al año siguiente los premios se cambiaron por bolsas de trabajo y los ganadores fueron Oiga de Amaral, con la obra titulada Muro tejido No. 79; Diego Arango, con las serigrafías Conjunto testimonio, y Pedro Alcántara, con el grabado Retrato de una mujer.

v,

En el XXII Salón también se concedieron varias menciones para artistas noveles y experimentales. Los ganadores fueron Francisco Rocca, Guillermo Duarte, Fabio Rodríguez, Ana M. Hoyos, José Urbach, Osear Jaramillo y Gustavo Sorzano. Premios y menciones señalaron la diversidad de tendencias del arte colombiano actual. Dos importantes modificaciones tuvo el Salón de 1972-973. En primer término, la exposición muy rigurosamente seleccionada, se llevó a varias de las ciudades más grandes del país y, en segundo lugar, se eliminaron los premios, con el fin de restarle al Salón el carácter de concurso. Algunos directores de galerías comerciales, en desacuerdo con la supresión de los premios, organizaron un salón Independiente que se celebró en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. El XXIII Salón, pese a todas las campañas en contra, contó con más de setenta obras escogidas entre las quinientas llegadas al certamen. El XXIV Salón conservó en su organización interna todos los puntos positivos del evento anterior, pero además, atendiendo la so271


.,'

soxeuv


Participantes

I Salón - 1940 Acevedo, Inés Telar de San Gil, Interior, Virgen con el niño. Agelvis, Segundo Cabeza de viejo, Dos ranchos. Albarracín, Josefina Cabeza de viejo, Muchacho. Alvarez, Miguel Ermelinda, Alistando las cargas.

Díaz Vargas, Miguel Retrato de la señora Díaz Vargas, Venta de ollas, Mercado. Fajardo, Adela de El hijo del lechero. García Castro, Carlos Borrachos, Sed, Ultima página. Gómez, Pedro Nel Lección de anatomfa, Autorretrato, La juerga.

López, Gustavo Retrato del Dr. Saldarriaga.

Quintero, Gonzalo Busto de A.J. Romero Cubides.

López acampo, Estudio.

Ramírez, Delio Retrato de señora, Retrato de Alicia Cuervo, Retrato.

Roberto

Martínez, J.w. Paisaje, Paisaje.

Ramírez Fajardo, Alfonso Mercado en mi pueblo.

Martínez, MA Paisaje. Martínez Delgado, Santiago El que volvió.

Arango, Débora Braseros, En el barrio.

Gómez Campuzano, Ricardo Retrato de Luisa Provenzano de Lozano, Cámbulos del Cauca, Crepúsculo.

Meléndez, Simón Retrato de niña, Retrato (muchacho),

Ariza, Gonzalo Geranios, La Sabana de Bogotá, Conservadoras.

Gómez Jaramillo, Ignacio Madre del pintor, Figuras en el trópico, Bañista.

Mena G., Rafael Tarde de la sabana, El trigal, Tapias.

Barba, Ramón Mujer joven, Madre del pintor Gómez Jaramillo, Promesero chiquinquireño.

González Gutiérrez, Joaquín El comadreo.

Moreno Otero, Domingo Frutos de mi tierra, Río Saravita.

Grau, Enrique La mulata, La carta.

Mosquera, Manuel José Plazuela Rufino Cuervo.

Botero, Marieta La niña de la naranja, Flores de cinea.

Guevara, Absalón La niña con el perro, La Sabana de Bogotá.

Neira, Alonso Cabeza de hombre, Cabeza de mujer.

"-

Restrepo Rivera, José Patio de Santo Domingo, Santuario de la Peña. Paisaje.

Caballero, Rafael Esclava india.

Higuera Cortés, Alfonso Sinfonfa.

Orduz, León Trigueña.

Cajiao, Alicia La trilla.

Holguín y Caro, Margarita Retrato del Padre Almanza, Nóvita, Orillas del Río Cauca.

Ospina, Marco Estalagmitas de Yoma{!a.

Calvo de Bejarano, Leonor La martiniqueña, Pájaros, Pájaros salvajes. Cano, León Mendigo. Cerón, Julio Interior de la Catedral. Ruinas del Rosario de Cúcuta. Correa, Carlos Semana Santa, Retrato, Entierro en el campo.

Jaramillo, Alipio La frutera, Estudio. Jaramillo, Guillermo Barrio, Armenia, Laguna de Tata, Paisaje. Kraus, Erwin Tiempo frío, El Tolima, Día de lluvia. León, Gregorio Eduardo Santos.

De la Cruz, Mercedes Flores, Balsas.

León, Marra Elena Calle de pueblo.

Díaz, Carlos Los promeseros.

Lischt Pardo, Daniel Calle de las escaleras.

Ramos, Luis B. Retrato de acta vio Amórtegui, Paisaje, Desnudo.

Otálora, Felix María Paisaje-, Cerrogordo del Tolima, Paisaje. Palau, María Camino, Rincón. Peña, Eugenio La hondonada, Tarde de la sabana, Novillas. Peñarete, Edulfo La fuga, Vellones.

Rivera, Luis Fernando El demente, La oración, Ternura. Rodríguez, Hena Campesino segoviano, Copla popular, Varonesa Ghislaine de Limmander. Rodríguez, José Domingo El héroe, Busto de niña, Busto de señorita N.N .. Rodríguez Acevedo, José Retrato, Desnudo, Retrato. Rosales León, G. Río Súnuba, La Vega, Sabana de Bogotá. Sáenz, Marina Portada de la Quinta de Bolívar. Samper, Adolfo Libro de estampas, Barrio de Egipto, Esquina de San Ignacio. Silva, Guillermo Paisaje, Paisaje, Paisaje. Sinisterra de Carreño, Blanca Retrato de Eugenia Isaza Gómez, El curapo, Puerta de las ánimas.

Pinilla Jiménez, P. Paseo Bolívar, Trigal.

Sopó, Miguel La raza, Maternidad, Aguadora.

Quijano, Alfonso El bambuco, Patio de la casa de los marqueses de S. Jorge.

Trujillo Magnenat, Sergio Pastora, Anunciación, Composición.

275


Turriago, Isabel de Florero con rosas. Valenzuela, J. de Paisaje, Paisaje.

Heinz, Wallemberg Mercado de frutas, Cerca a Florencia, En el parque.

111Salón·

Acevedo, Inés La labor, Retrato de doña Lucía Cook de Bernal Jiménez.

Vela Riaño, Antonio La cabaña.

Jaramillo, Guillermo Lago de Tota, Tejares.

Vergara, Dolcey Tarde dominguera, En el corral, Paso del río Cauca.

Kraus, Erwin Río Bogotá, Nubes de lluvia.

Zamora, Jesús María Paisaje de verano, Tierra de café, Sabana de Bogotá.

Largacha, Gabriel Matrimonio campesino.

Zárate, Nirma Maternidad.

11Setán

»

1941

1942

Acuña, Luis Alberto Mascarada, La placita colonial. Ariza, Gonzalo Día frío, Sabana.

Leudo, Mercedes de Beatriz.

Neira, Alonso Vida, Reposo. Niño, Manuel Los pregones. Ospina, Marco Alto y frente, Capricho vegetal.

Cajiao, Alicia La negra Simona, Trópico. Callejas, Mario El piropo del boga.

Parra, David Retrato de doña Alicia Aljure de Sandoval. Peñalosa, alga Chitareros.

Cano, León Madrina, Cabeza de niño.

Levy, Kurt Naturaleza muerta, Cali. '

Moreno Otero, Domingo Retrato del Dr. Fabio Lozano Torrijos.

Cerda, Eugenio Retrato de doña Amparo Uribe de Escobar, Retrato de la niña Maria Clara Uribe Tovar.

Pinilla, Pablo A. Paisaje, Cabeza de hombre.

Abril, Julio Indio del Valle de Sibundoy

Lichte.r:nberg, F. Digitales, Los Alpes.

Acevedo, Inés Virgen con el niño.

Martínez Delgado, Santiago Interludio,

Albarracín, Josefina Obrero.

Meléndez, Simón Los niños, El caballito de Ráquira.

Díaz,~arlos Los tiempos que corren.

Riaño, Luis E. Mineros.

Merino, Gustavo La niña de la floristería.

Fajardo, Julio Mercado en Purificación.

Rivera, Carlos M. Panorama de Tunja.

Moreno, Jorge Escuadrilla de la aurora.

Falcon, Hernán En el arroyo.

Rivera, Luis Fernando La mujer de Lot.

Ariza, Gonzalo Río San Cristóbal, El carriel del paisa.

Pinilla Jiménez, P.J. Alrededores de Facatativá.

Holguín y Caro, Margarita Retrato del General Roberto Urdaneta, En el jardín.

Rodríguez, Guillermo Maternidad.

Bernal Ospina, A. Páramo de Cruz Verde.

Ramírez Fajardo, Alfonso Día de mercado. Ubaté.

Caballero, Rafael Tota. Fantasía sobre la mitología Chibcha.

Reigner, Leopold Guane.

Alvarez Mejía, David Ganarás el pan. Arenas Betancourt, Rodrigo Cateadora, Mi gente.

Cajiao, Alicia Vendedoras. Cano, León Retrato de Abel Botero. Correa, Carlos Retrato del Dr. César Uribe Piedra hita. Daguet, Pierre El hombre de la pipa, Contraste. Díaz, Carlos E. Rincón de jardín. Dupuy, Carlos Kristian Von Kroogh, Eleo Von Kroogh. Fajardo, Julio Puerto, Fragmento.

en

Ibáñez, Jaime La novia del poeta. Isaza, Alvaro Calle de Fontibón.

Rozo, Rómulo Altas ternuras.

Kraus, Erwin Meseta de Fusagasugá, Sabana.

Rozo Rozo, SN. Mestiza Yucateca. Scandroglio, Claveles.

Correa, Carlos Maquinismo, Naturaleza silencio, La Anunciación.

Reginaldo

Laserna Pinzón, Cecilia Retrato de doña Cecilia Londoño de Restrepo.

Silva, Guillermo El Castillo Cartagena, Mercado Cartagena.

Leudo, Mercedes de Estudio en azul rosa, Merceditas.

Sopó, Miguel La súplica.

Loboguerrero, Lucy Vendedora de ollas.

Trujillo Largacha, F. Callejuela de pueblo.

López, Gustavo Judas.

Trujillo Magnenat, Retrato, Retrato.

López acampo, Eva.

Sergio

Pinzón, alga Naturaleza muerta. Reyes, Carlos Cabeza de doña Lita Batman de Aragón.

Rodríguez, José Domingo Angustia. Rosales León, Guillermo El hato. Ruiz Linares, Jorge Muchacha de las naranjas. Schiller, Minni de Retrato de doña Elizabeth de Gutt, Retrato de doña Gabriela de Arciniegas. Silva, Guillermo Mercado de Cartagena, Buenos Aires (Medellín). Sopó, Miguel Serenidad, La mandadera. Soto, Margarita Retrato de Alicia Soto, El cafuche.

Roberto

Trujillo Magnenat, Sergio San Francisco, Retrato de niña.

Vélez, Eladio La madre, Autorretrato.

Martínez, Jorge W. Mater Amabilis, W. Noviembre.

Vélez, Eladio Guayacán florecido, Bodegón.

Gómez Jaramillo, Ignacio Retrato de los hermanos De Greiff, Desnudo.

Vergara, Dolcey El trapiche.

Meléndez, Simón Alrededores del Paseo Bolívar.

Vergara, Dolcey Danza, Paisaje.

Guevara, Absalón Los sauces, Stela.

Villarraga, Joaquín Promeseros.

Merino, Hernán Ballet.

Villarraga, Joaquín Alrededores del Paseo Bolívar.

276


Wiesner, Enrique Brisas del mar Atlántico, Hondonada. Zambrano, Víctor Esperanza. Zapata, Helena Los Huitotos. Zarraga, Roberto En el río.

Fajardo, Julio Composición.

Sáenz, Marina Paisaje de Monserrate.

Negret, Edgar Virgen, Tritón.

Gómez Castro, Carlos Alfonso López, Retrato de la señorita Eugenia Herrán Olázaga.

Salas Vega, Marco Sima, Desnudo.

Obregón, Alejandro Composición nocturna, Cabeza.

Gómez Jaramillo, Ignacio Desnudo en grises, Retrato, Gran naturaleza muerta.

Sopó, Miguel Danzarina, Maternidad,

Retrato.

Obregón, José María Arbol.

Vargas, Moisés Talla directa en madera.

Obregón, Rafael Páramo, Pinos en la niebla, Tata.

Grau, Enrique La joven comunista, Muchacha en gris, Ruth y Ruby.

Vergara, Dolcey Paisaje.

Ospina, Marco Paisaje, Flores.

Jaramillo, Guillermo Autorretrato, Inundación,

VI Salón - 1945

Pinilla Jiménez, Pablo Uly.

IV Salón - 1943 Aragón, Arturo Retrato. Acuña, Luis Alberto Adoración del Santo Cristo de Viracachá, La primavera. Cabrera Moreno, Silvio Abside de San Francisco. Gómez, Carlos Busto de Benjamín Herrera. Hermida, Alvaro Golpe de vista, San Antonio. Meléndez, Simón Maternidad.

Paisaje.

Kraus, Erwin El Huila, La Suma Paz, Selva de altura. Lischt Pardo, Daniel Atardecer del cerezo. López Ocampo, Roberto Sueño. Meléndez, Simón Bodegón, Bodegón. Morales, Gabriel Luis Fonseca Truque.

Acuña, Luis Alberto El paraíso dellnírida, La tercera salida, Impresión de Cartagena.

Aya, Cecilia Lavanderas,

Rivera, Luis Fernando Job.

Retrato.

Rodríguez, Carlos Naturaleza muerta.

Betancur, José Viejo.

Rodríguez, Hena Cabeza de negra.

Caballero, Rafael Postguerra.

Rojas, Gustavo Amanecer, Río Cali.

Ospina, Marco Guacacayos.

Cano, León Retrato del poeta Torregroza.

Pino Gil, Alberto Composición.

Neira, Alonso Desnudo.

Díaz, Carlos Paisaje en gris.

Reyes Gutiérrez, Carlos Metáfora, Niñita.

Obregón, Alejandro Naturaleza muerta, Retrato del pintor, Niña con jarro.

Dupuy, Carlos Raza.

Obregón, Rafael Ciénaga, Serranía, Portada71fabe.

Ramírez Fajardo, Alfonso Mercado boya cense.

Arango, Jorge Nacimiento del agua.

Moreno Otero, Domingo La niña de la bomba, Cecilia, Campesina de Tuta.

Rodríguez Forero, Guillermo Plenitud.

Pinto Maldonado, Luis Rafael Maya, Isaías Díaz.

Rozo, Vidal Figura en reposo. Ruiz Linares, Jorge Retrato de E. Mendoza

Varela.

Salas Vega, Marco Cauca.

Gómez Jaramillo, Ignacio Gilberto Owen, poeta mejicano.

Tejada, Hernando Retrato.

Sopó, Miguel Maternidad, Busto en piedra.

Ospina, Marco Raíces secas.

Jaramillo, Guillermo Retrato de un escritor, Visión del Llano.

Villa Peña, Alfonso Sol y sombrá en la sabana.

V Salón - 1944

Peña losa, Pedro Proletaria.

Kraus, Erwin Paisaje, Indios Paeces.

Zerda, María Teresa Carroussel.

Pinto Maldonado, Luis José María Hernández.

Lesmes, Jorge Enrique Maternidad.

VII Salón - 1946

Quijano, Alfonso La Pala conducida al suplicio, Mercado.

Leudo, Mercedes de Retrato de la señora María Luisa Leudo de Martín.

Ramírez Fajardo, Alfonso Alrededores de la peña.

Martínez, Hugo Busto.

Cano,León Retrato del maestro Francisco A. Cano.

Reyes Gutiérrez, Carlos Metáfora, Retrato de la señora Arango Escobar, Churchill.

Meléndez, Simón Maternidad.

Correa, Carlos Fraile dominicano.

Riaño, Edgardo Canción vespertina.

Díaz, Carlos Paisaje de la Sabana.

Rivera, Luis Fernando Piadosa, Senectud, Costumbres del pueblo.

Moreno, Adriano Autorretrato.

Ariza, Gonzalo Montaña de la tierra templada, Comienzo de la lluvia, Eucaliptus.

Romero, Régulo Vegetal.

Moreno Alaix, Carlos Autorretrato.

Cancino, Luis Un rincón bogotano.

Acuña, Luis Alberto Mujeres en el bosque, Bautizo, El beso. Botero, Marieta Hortensias. Cajiao, Alicia Ritmo.

Díaz Vargas, Miguel El puesto de legumbres, Estudio en gris, Calidades.

v,

Montaña de Izquierdo,Magola Cabeza de mulata. Montejo, José Ramón Luis Acevedo.

Acuña, Luis Alberto Doble retrato, Estudiante proletario, Diálogo entre don Carnal y doña Cuaresma, El poeta joven, Escultura del profesor Trías Pujol. Albarracín de Barba, Josefina Cabeza de muchacha.

A. Aragón Varela, Luis Escritor proletario.

277


Cárdenas Abella, Enrique Bochica.

Negret, Edgar Daniel Arango.

Delgado, Carlos Del eslabón.

Rodríguez Forero, Guillermo Nubes, Simplicidad.

Caro, Fernando Noche de lluvia.

Ospina, Marco El sueño, Paisaje, Retrato.

Díaz, Carlos Aguacero, Hogueras.

Sierra Restrepo, Francisco Ternura, Cabeza, Inri.

Castillo, Julio Alrededores de Girón, Bodegón.

Pinilla Jiménez, Paulo J. Paisaje de tarde.

Tejada, Lucy Autorretrato, Venados.

Castillo Maldonado, Julio Retrato de Luisa Gardner.

Pinto Maldonado, Luis Eduardo Carranza, Consuelito Soler M..

Gómez, Pedro Nel Basquetbolista, La colegiala muerta, Barequeras en conversación.

Díaz, Carlos Vendaval.

Posada, Margarita Retrato de Felix Restrepo B ..

Gómez Leal, Alejandro Tierras de la Picota.

Ramírez, Alberto Fiesta de toros en el Tolima.

Jaramillo Londoño, Teodoro Aguadores, Calles de Purificación, Embarcadero.

Ramírez Fajardo, Alfonso Mercado en Capitanejo.

Jiménez, Darío Burla del poeta.

Ramírez Villamizar, Eduardo Retrato de Lilian Peñuela.

Kraus, Erwin Llamas en tarde tropical.

Guevara, Absalón Tunjuelo, Alrededores de Fontibón.

Rodríguez Forero, Guillermo Adolescencia, Plenitud.

Lallemand, Neva El hombre, Yerbªmala.

Henriquez, Max Retrato de Santiago Martínez Delgado.

Rozo, Vida1 Cazador indígena, Paisaje.

Leudo, Mercedes de Martica en el prado.

Fajardo, Julio Serenata. Falcon, Fernán Una danza en el país de Finzenú. Grau, Enrique Máscaras.

Hernández, Mario Retrato de una generación.

Tejada, Hernando Beatriz, Alborada.

Jaramillo, Alipio Hogar. Idilio, Lucha.

Valcárcel, Gustavo Retrato de un hombre.

Jaramillo, Guillermo Viento.

Valencia, Antonio Retrato de Rodrigo Valencia, Retrato.

Kraus, Erwin Tarde, Laguna de la plaza, Nocturno. Lesmes, Jorge Enrique Mecánico, Serenidad. López, Gustavo Retrato, Naturaleza muerta. López, Tomás Leonor F. de Peña, Pareara Malof. López Correa, Jaime Riberas del Magdalena. López Ocampo, Roberto Tarde de invierno, El páramo. Martínez, Hugo Serenidad, Esfuerzo. Martínez Delgado, Santiago Alzamiento de Cristo. Moreno Alaix, Carlos Bambuco. Moreno Corredor, Adriano Figuras con paisaje, Composición, Hirma. Muñoz, Hernán Composición, La tienda, Mujer ante espejo.

278

Vargas, Moisés Alma Boyacense, Cabeza de niño, Cabeza. Vergara, Dolcey Currulao en Buenaventura, Vaqueros.

Valencia, Antonio Beatriz Lozano de Villa e hija, Lucy y yo, La llamada. Vargas, Moisés Busto del doctor Laureano Gomez. Velasco Moreno, Angel Ignacio Realidad. Villarreal Santos, José María Arrayanes de Torca.

IX Salón - 1952

l.ópez-Erwin Siglo XX, Rincón campesino. López Correa, Jaime Centinela y franciscano,

Tejada, Hernando Fervor.

Coro.

López Ocampo, Roberto Desolación. Mejía Carrasquilla, Hernando Mercado de lana en Otavalo, Capilla colonial - Sáchica. Montaña, Yesid Bodegón, Torso, Arando. Montoya Valenzuela, José María En el estudio, Indecisa.

Abril, Julio El beso, Indios sibundoyes, Estática. Acuña, Luis Alberto Coronación de la Santísima Virgen de Somondoco, Ave María, gratia plena. Angel González, Pedro Lavanderas. Betancur, José Laguna, Selva. Botero, Emiro Orquídeas. Botero, Fernando Frente al mar.

Villa Peña, Alfonso Día de lluvia, Chapinerito.

Moreno Corredor, Adriano Patio amarillo, La casa del bosque.

Camacho, Timoleón Maternidad esclava.

VIII Salón - 1950

Ospina, Marco Rancho.

Cárdenas Peláez, Francisco Anfiteatro.

Acuña, Luis Alberto Anunciación, Jiménez de Quezada en la batalla de Bonza, El bautizo de Aquimín Zaque.

Peñarete, Edulfo Maíz, Recreación.

Cardona Villegas, Luis Abatimiento.

Ramírez Fajardo, Alfonso Mercado.

Carrizosa Castro, Enrique Artistas.

Rayo,Omar Crucifixión.

Castillo Maldonado, Julio Crimen, Ingenuidad, Angustia.

Reyes Zabaraín, Alvaro Retrato de una poetisa, Los ciegos.

Chalupzcinska, Blusa amarilla.

Albarracín de Barba, Josefina Muchacha campesina. Alvarez, Miguel Naturaleza muerta. Añez Moros, Carlos El estudiante. Aragón, Arturo En la finca de Jonás. Blanco, Tito Manuel Los comuneros, El obrero. Correa, Carlos Carnaval.

Rivera, Luis Fernando Barrancos, Montañas, La vuelta de los dioses, Romeo y Julieta, El idiota. Rivera, Orlando El niño de la cometa, El infierno.

Christina

Correa, Carlos El beso. De Molina, Tomás La Guaira, Marina. Díaz Vargas, Miguel Después del baño, En el ancianato.


Ferreira, Joaquín Nevado del Tolima.

Rayo,Omar Danzarines.

Alvarez. Gustavo Paisaje.

Herrán, Alvaro Dúo, Doce y quince p.m ..

Garbrecht, Thekla de Cactus.

Rengifo, Luis Angel Vespertina.

Angel, Miguel Loco, Pensión Girardot, Borracho.

Kielland, Val Danza.

García Castro, Carlos Mercado.

Restrepo Rivera, Jose Campamento provisional.

Aponte, Manuel Corona de espinas.

Levy, Kurt Venus y cupido, Bloques, Barrio abajo.

Gómez Campuzano, Enrique Recua de yegüas, Llanero.

Rivera, José Vicente Tierras caucanas.

Arnulf, Jorge Bambuco, Flores, Perfil.

Gómez Jaramillo, Ignacio Naturaleza muerta.

Rodríguez, José Domingo Cristo, Mi madre.

Ballesteros, Gisela Bodegón, Ronda, El parque.

González, Joaquín San Pedro en el Tolima.

Rodríguez Forero, Guillermo Caminos de mi patria, Campesino.

Bersaleón, Samuel Naturaleza muerta.

Grau, Enrique Interior.

Ruiz Aristizábal, Jorge Paisaje de la sabana.

Hernández, Manuel Martirio de San Sebastián, Gravidez. Herrán, Pedro Alcántara Procesión en un pueblo. Holguín Peláez, Hernando Bodegón.

Sáenz, Rafael Cristo y los discípulos, Anunciación. Salas Vega, Marco Playa, Mantilla.

Lizcano, Emilce Bodegón, Jarra. López, Carlos Nosotros, Los tres elementos. López, Roberto Cerros y nubes, En el lago.

Botero, Fernando Festín de Baltazar, Contrapunto, Bodegón en amarillo.

López Correa, Jaime Rosario, Cristo, Manto verde.

Cádiz, Osear Barcas, Flores, Casa vieja.

Lozano, Margarita Bodegón, El negro.

Calle, José La novia.

Manzur, David La mesa, Figura con dos rosas.

Camacho, Timoleón Cristo ante Pilatos.

Marotti de Goenaga, Vica Mujer.

Cárdenas, Cristo.

Márquez, Judith Sinfonía en amarillo y naranja.

Lombana, Tito San Sebastián.

Sinisterra de Carreño, Blanca Retrato, Retrato, Delfinius (primavera).

López, Erwin Teatro, Paisaje.

Sopó, Miguel Cristo, Dos figuras.

Cárdenas, Miguel Músico, Copas y botellas.

Martínez, Hugo Paisaje, Forma mística, Reposo.

López, Jaime Pescadores de Ciénaga.

Tejada, Hernando Fiesta negra.

Carrizosa, Enrique Sub-sale, Sub-terra.

Medina, Camilo Atardecer, Cámbulos y gualandayes, Paisaje.

Martínez, Hugo La huí da, Plegaria.

Torres Correa, Hernán El boga.

Castillo, Julio Virgen con ángeles, Mujeres en la iglesia.

Mejía Carrasquilla, Hernando Capilla colonial de Siecha, Taberna Colonial.

Tupaz Mejía, Carlos Mujeres, Corso de flores.

Meléndez, Simón Retrato, Ronda y caballitos.

Urrutia Holguín, Sofía Anunciación, Playa en el río Cauca.

Merchán, Elena Campesina boyacense. Moreno Corredor, Adriano La rueda, Gorriones, Los inocentes. Neira, Alonso La fuente. Obando Suárez, Alfonso Río Grande. Obregón, José María Selva, Fondo de mar.

Val cárcel, Gustavo ~ El escultor Hugo Martínez, Quince años, Niña ciega. Varela, Juan Pablo Pueblo viejo.

Merchán, Elena Meditación, Agotamiento, Recogedora de café.

Chaux, Luis Bodegón Nº 1, Bodegón NQ2, Bodegón NQ3.

Moreno, Adriano Niño y trompo.

Córdoba, Carlos Melancolía, Bodegón.

Obregón, Alejandro Luto para un estudiante, Pargo.

Díaz Rojas, Miguel Quimbaya, Princesa guajira:

Ospina, Marco Construcción dinámica.

Fajardo, Julio La niña de la trenza, Btmde, Mujer.

Palomini, Hugo Naturaleza muerta.

Vélez, Eladio Retrato de un pintor, Pasando la hoja.

Gavilanes, Juan Manto de indio, LLorona.

Villa Peña, Alfonso Alrededores del Paseo Bolívar.

Glaser de Escobar, Estela Ojos verdes.

Zerda, María Teresa Bambuco, Bambuco.

González, Arcadio Una cabeza, Bodegón, Bodegón.

X Salón - 1957

Granada, Carlos Guando, La procesión Crimen.

Pinilla Jiménez, Pablo Campesino, Paisaje, Paisaje. Prieto de Sarmiento, Tropical.

Francisco

María A.

Ramírez, Alberto Frente al río.

Acuña, Luis Alberto Mitos forestales, Retrato de una pintura, Colección de lepidópteros.

Ramírez Fajardo, Alfonso Día de San Pedro.

Agudelo, Pablo Pájaros, Paisajes.

Peña,Juan Indio sibundoy. Peñarete, Edulfo Fantasía navideña, Obra negra, Campesinos y frutas. Piñeros, Jorge Composición Nº 1, Composición Nº 2.

sola,

Quijano, Alfonso Desengañado.

Grau, Enrique Elementos bajo un eclipse.

Ramírez Villamizar, Eduardo El Dorado.

Hernández, Manuel Mujer y palomas.

Reigner, Leopold La Pala, Composición.

279


Rengifo, Luis Angel El señor airado, Ciudad junto al bosque, Alfarero. Reyes, Manuel Tierra poseída. Rivera, Luis Fernando Fantasía. Robles, Luis Fernando Valores alegóricos, Una voz en el pasado, Hecatombe cósmica. Roda, Juan Antonio Desnudo frente al mar, Nostalgia al mar. Rodríguez, Guillermo Interrogante. Rojas, Carlos Luz azul, Dos botellas. Rozo, Vidal San Sebastián, Anunciación, Mujeres. Serrano Camargo, INRI.

Abril, Julio Proyecto para fuente, Piedracielista, Canto rodado, Viaje especial.

Cormane, Carlos Enrique Montañas.

Jaramillo, Luciano Martini gin, Alacena.

Correa, Jaime Pez madre.

Jiménez, Darío San Juan.

Acuña, Luis Alberto Las lunas artificiales, Jungla bajo el estío.

Cuéllar, Teresa Jarras, Bodegón.

León, Gregorio Bolívar.

Agudelo, Pablo Músicos ambulantes.

Dawley, Mary Costeño.

Levy, Kurt Nube roja, Arcenal.

Alvarez, Astrid La jarra.

Devia, Jorge Enrique Bodegón, Desnudo.

Linares, Elena de Maternidad.

Angel, Miguel La ventana, Cualquier cosa.

Drews, Hans Figuras en la mesa.

Lizcano, Emilce Bodegón.

Ballesteros, Gisela Mujeres y mar, Bodegón.

Estrada, Francisco Banderillas a caballo.

López, Erwin Ciudad eterna.

Barba, Harnón Diez de mayo.

Estrada, Manuel Los evangelistas,

López Correa, Jaime Naturaleza muerta, Redención.

Bastidas, Luis Rayo de sol.

Fajardo, Julio Ballet azul.

López Ruiz, Carlos Consejo de familia.

Behar, Salyador Agonía de la tierra.

Franco, Rita Bodegón NQ 1.

Lozano, Margarita Gallos y platanales, Agosto tropical.

Benavides, Interior.

García Simón Jarra negra NQ 1.

Analfabetos.

Rafael Luis Antonio

Sinisterra de Carreño, Blanca Retrato, Flor de almendro, Niebla.

Borobia, Luis Anunciación.

Gil, Aníbal Retrato.

Soto, Alberto Naturaleza muerta.

Borrero, Aurelio Enrique Rojo y negro.

Gómez, José Ignacio Sauces, Azul.

Tafur, Alicia Silencio.

Botero, Fernando La camera degli sposi, Bodegón sobre fondo oliva.

Gómez, Nelly de Callejón.

Tejada, Hernando Negros y el mar. Tejada, Lucy Barrio, Naturaleza blanca, Mujeres sin hacer nada. Triana, Jorge Elías Mendigas.

Bueno, Rafael Cogedor de café, Salomé.

Gómez, Pedro Nel Exodo, Angustia biológica. Gómez, Rafael Vejez campesina.

Cádiz, Osear Otoño. Calderón, José Edilberto Bodegón, Bailarinas.

Gómez Jaramillo, Ignacio Madre y mar, Paisaje.

Manzur, David Barcas debajo del agua, Peces muertos. Marín Viecco, Jorge Cristo, Madonna. Marmol, Fabio Nocturno. Márquez, Judith Fantasía, Claridad. Martínez, Delfilia Bodegón. Martínez Ruiz, Aurelio Troncos viejos. Medina, Margarita Río Bogotá.

Turgar, Cristina Segadoras, Rancho.

Calle, José María Herodías.

González, Arcadio Composición NQ 1, Composición NQ3.

Val cárcel, Gustavo Triunfo de la paz.

Cárdenas, Gatos.

González, Joaquín Tierra.

Vargas, Moisés Doctor Jorge Eliécer Gaitán.

Cárdenas Rodríguez, NN. Bodegón en azul.

Granada, Carlos Vecindario.

Velásquez, Alvaro Despedida.

Cardozo, Antonio Bodegón.

Grau, Enrique Naturaleza muerta lunar, Formas en el espacio.

Vi llegas, Armando Alámbrico, Oro viejo.

Carrizosa, Enrique Evolución de un sistema.

Zárate, Nirma Abuelita, Flor Alba.

Castillo, Julio Adormecimiento,

Zawadsky, Mireya Manglar.

Chaux, Luis Ciudad sumergida.

XI Salón - 1958

Clavijo, Inés Bodegón.

Herrán, Alvaro Elementos para construir un sueño.

Montoya, Juan Niño en reposo.

Abedt, Myriam Bodegón W 1, Bodegón NQ2.

Córdoba, Carlos Tres jaulas.

lsaza, Hernando Nueva York.

Moreno, Pedro Naturaleza muerta.

280

Francisco

Niños.

Hanné Gallo, Pedro Luis Composición, Composición. Hernández, Manuel Mujer con portacomidas, Interior en azul.

Mejía, Norman Silla roja, Bodegón en ocres. Merchán, Elena Ritmo en negro, Mujer sentada. Moncayo, Antonio Rincón colonial, Madre andina. Montaña, Mardoqueo Arquero. Montaña, Yesid Baviestas. Montealegre, Samuel Giratorio horizontal, Composición N22.


Muñoz Vidal, René Cartagena de Indias. Naranjo, Carlos Bodegón. Niño Botía, Jesús Monasterio. Niño Peña, Jesús Mujer en la fuente. Obando, Alfonso Floramarillo. Ocre, Luis El Cristo. Onofre, Hernando Paisaje llanero. Ospina, Marco La corrida, La copa roja. Penagos, Luis Eduardo Naturaleza muerta. Peñalosa, Pedro Mulata, Idilio, Ruperto, La fuga. Peñarete, Edulfo Puestos de frutas. Perea, Efrén Negros. Piñeros, Jorge Plaza blanca. Porras, Cecilia La torre blanca, Pueblo al mediodía. Ramírez, Alberto Viernes Santo llanero. Ramírez Villamizar, Eduardo Horizontal amarillo rojo. Rayo,Omar Niños, Pintura Nº 2. Rebolledo, Gonzalo Desnudo. Rengifo, Luis Angel Violencia, Flagelo, Hambre, Totem. Reyes de Niño, María Azul mediterráneo. Rivas, María Sombras y modernismos. Rivera, Luis Fernando Chismes, Cabeza de Cristo. Riveros, Ramón Composición de botellas.

Rodríguez Cortés, Cecilia Convenio en hosterías en un pueblo de Cataluña.

Vi llegas, Armando Construcción, Azul, violeta, verde luz.

Granada, Carlos Marionetas. Grau, Enrique Composición.

Rodríguez Forero, Guillermo Paz.

XII Salón - 1959

Rodríguez Romero, Margot Amanecer en el puente del Común.

Abril, Julio Cadalso para cohetes, Seducción de Anfitrite.

Rojas, Carlos Idolo Nº4.

Alvarez, Astrid Instrumentos musicales.

Rozo, Vidal Sembradores.

Alvarez, Magdalena La poetisa y la naturaleza.

Salas, Marco Arlequín, Ventana marina.

Angel, Miguel Máscaras.

Salgado, Graciela Bodegón.

Arboleda, Alberto Flor de cicuta, Flor para la tumba del soldado.

Sánchez Martínez, Enrique Grabado Nº 2. Sánchez Ramírez, Reinaldo Loba muerta. Sarmiento, Alberto Máquina. Sarmiento, Jorge Enrique Bodegón Nº t. Serrano Camargo, Rafael Oración por él, Ensoñación. Soriano, Joaquín Boceto. Sosa Sal azar, Jorge Peces. Suárez, Eduardo Impresión de Barranquilla,~ Concreciones cerca del mar, Análisis de la noche. Tafur, Alicia Fragilidad.

~

Tejada, Lucy Ceiba dorada. Téllez, José Jaime Desplome, Rincón. Torres Barreto, Alvaro Jarro azul. Naturaleza muerta. Triana, Jorge Elías Mulatas frente al mar. Tupaz Mejía, Carlos Luz. Uribe, Lucía Mujer italiana, Pelirrojo.

Gutiérrez, Alberto Peatón Nº5, Rojo Nº 3. Hanné Gallo, Pedro Luis Composición Nº t, Composición Nº 3. Hernández, Manuel Gato, Póker de ases. Herrán, Alvaro Pintura Nº 29.

Arnulf, Jorge Mercado, Paisaje.

López, Erwin Exodo.

Botero, Fernando Apoteósis de Ramón Hoyos, Desnudo.

Cárdenas R., Miguel Cuadro Nº 64 - obra Nº 75, Cuadro Nº 65 - obra Nº 76.

Manzur, David Peces a la luz. Márquez, Atala Aves.

Carrizosa, Enrique Figura en declive. Castillo, Julio Desnudo con paloma, Mujer de teatro.

Márquez, Judith Ronda, Budú. .,.

a.

Córdoba, Carlos Azul Nº5.

Martínez, Hugo Cabeza de niña, Retrato. Montealegre, Samuel Motivo infantil. Muheim, Marielle Búsqueda de equilibrios.

Cuellar, Teresa Bodegón.

Muñoz, Estela Bodegón.

Daza, Beatriz Maternidad. Gavilanes, Juan Página deportiva,

López Correa, Jaime Construcción, Escaparate, Rueca. Lozano, Margarita Bodegón del reloj negro, Paisaje nocturno.

Francisco

Chaux, Luis Contraluz.

Lizcano, Emilce Frutas rojas.

López, Carlos Bodegón, Don Quijote.

Elena

Bastidas, Luis Diálogo.

Cárdenas, Barca.

Luciano

Loochkartt, Angel Desafío de halcones en el espacio.

Arosemena, Justo Estudio, Mesa con frutas. Avila Cárdenas, Cabeza.

Jaramillo, Clown.

Niño Botía, Jesús Fecundidad. Tres figuras.

Obregón, Alejandro Amanecer en los Andes.

Valcárcel, Gustavo Arlequín, Campesino.

Gil, Anibal Composición, Niña con guirnalda.

Ocre, Luis La joven de los conejos blancos.

Robles, Luis Fernando Proyecto para mural, Acordes en sepia.

Vargas, Moisés Mariano Ospina Vásquez.

Gómez Jaramillo, Ignacio Esquema en azules.

Ospina, Marco La mañana.

Roda, Juan Antonio Retrato de Nancy.

Velásquez, Rodolfo Figuras metálicas.

González, Arcadio Pintura.

Panagos, Luis Composición.

281


Piñeros, Jorge Señal fúnebre.

Vi llegas, Armando Luz y sombra, Superficies.

Hernández, Manuel Flores en blanco y rojo.

Velasco, Leandro Torso, Pez.

Ramírez Villamizar, Eduardo Blancos y azules, Horizontal blanco y negro, Relieve en blanco, Relieve en blanco.

Wiedemann, Guillermo Composición en verde, Pintura en rojo.

Herrán, Alvaro Pintura, Pintura.

Velásquez, Rodolfo He aquí a tu hijo.

Jaramillo, Luciano Desnudo Nº 1, Desnudo Nº 2.

Vi llegas, Armando Signos, Pintura.

Jiménez, Rafael Pureza.

Zárate, Nirma Variaciones en amarillo.

Lallemand, Neva Niña frente al mar.

XIV Salón - 1962

López Correa, Jaime Maremoto.

Abella, Rafael Sin título.

Manzur, David Bodegón a la luz, Composición para una flor.

Acuña, Fernando Sin título.

XIII Salón - 1961 Rayo,Omar Mariposas, Floristería.

Abril, Julio Navecita de madera, Mujer del agro.

Rengifo, Miguel Angel Pax. Reyes, Manuel Maternidad, Mujer sentada. Rivera, Augusto Cabeza de Antonio Galán. Robles, Luis Fernando Las cruzadas, Sinfonía metálica.

Sabogal, Otto Figura Nº 1, Figura Nº'2. Saiz de Castro, Bernardo Fidelia, Figura rural. Salgado García, Graciela Bodegón. Sánchez, Enrique La crucifixión. Sarmiento, Jorge Bodegón. Sierra, Sergio Yogy.

Soto Jiménez, Alberto Ciego y platas, Bodegón.

Tafur, Nieves Armonía. Tejada, Lucy Bodegón de la toronja, La semilla de mangle. Torres, Miguel Angel Bodegón.

Arosemena, Batisfera.'

Justo

Benavides, Luis Antonio La merienda.

~

Cárdenas, Miguel Réquiem por la pintura, Réquiem por el frente nacional. Castillo, Julio Músico y modelo, Angeles en la noche, El hombre de las cornetas.

Acuña, Julia Sin título.

Moneada, Enrique Viernes Santo. Montéalegre, Cuarteto.

Andino, María Luisa Sin título.

Samuel _

.,o"'!!

Avila, Elena Cerámica Nº 1.

Niño Botía, Jesús B, C.

Barbosa, Rafael Retrato.

Niño Peña, Jesús Composición Nº 2.

Bursztyn, Feliza Homenaje a Copérnico.

Chaux, Luis La copa rosada.

Obregón, Alejandro La resaca.

Córdoba, Carlos Ofrendas.

Obregón, Marcolfo Caracol.

Cortés, René Patricia Infancia.

Ospina, Marco Suburbio bogotano.

Estrada, Manuel Caballo circular.

Rengifo, Luis Angel Armonías en rojo, Burun bun dun, El arró, Amanecer.

Cárdenas, Francisco Reloj Nº 1, Reloj Nº 2. Cardona, Francisco Escultura.

Fajardo, Julio Mujer en la hamaca. Gil, Aníbal Blanco y negro, Presencia. Gómez Jaramillo, Ignacio Dibujo, Dibujo, Dibujo. González, Arcadio Truquismo. González, Miguel Iván Naturaleza muerta con instrumento de cuerda.

Daza, Beatriz Placa, Forma Nº 1, Forma Nº 2, Mujer con niño, Pifano.

Salgado, Graciela Ciudad Nº 1. Sánchez, Enrique Jesús es condenado

Castillo, Sidney Cromáticos en azules, Cerámica jarrón. Clavijo, Inés Sin título.

Riveros, Jorge Bodegón azul.

a

muerte.

Dupuy, Carlos Naturaleza muerta.

Tafur, Alicia A contraviento.

Gil, Aníbal Sin título.

Tafur, Nieves Ciclo lunar Nº 1.

González, Arcadio Sin título.

Tejada, Hernando Chinchorros.

Grau, Enrique Gran bañista.

Tejada, Lucy La ventana, Viudas.

Gutiérrez, Alberto Cuadro 33, Cuadro 17.

Urrutia, Sofía Arte popular.

Gutiérrez, Alberto Cuadro Nº 34, Cuadro Nº 22.

Valencia, Jorge Arlequín.

Gutiérrez, Jaime Madre criolla.

Vargas, Moisés Doble triunfo, Gaitán.

Hanné Gallo, Pedro Luis Niña pintora.

Valencia, Jorge Retrato de Nabucodonosor Retrato de Nabucodonosor

Velásquez, Rodolfo Composición.

Hernández, Héctor La mesa azul.

Vanegas, Tiberio Ronda de alas.

282

Aragón, Gerardo Acuarela Nº 3, Acuarela Nº 13A.

Negreiros, María Teresa Aia~ de mariposa, Espacio para un pez.

Pasiadoras.

Sopó, Miguel Cabeza de hombre, Mujer.

Tafur, Alicia Edad de bronce.

Aragón, Gerardo Gallina clueca, Victoria.

Bastidas, Luis Flores."

Rojas, Carlos Pintura.

Silva, Guillermo Luchas medioevales,

Alvarez, Astrid Gallogonía.

rey, loco.

Hernández, Héctor Bodegón, Naturaleza muerta con lámpara. Herrán, Alvaro Pintura, Pintura, Pintura.


Jaramillo, Luciano Insectos.

Homenaje a Rosalba Velásquez, Guerrero, Combate.

Daza, Beatriz Crisol para Prometeo.

El espejo de la salamandra, Forma de Lautreamont.

Jiménez, Francisco Pintura A.

Sanín, Fanny 0leoN9 1.

Gómez Jaramillo, Ignacio El pueblo y las montañas.

Riveros, Jorge Homenaje a Braque.

Marín, Héctor La mancha.

Tejada, Lucy Insectos, Lucha de insectos, Larva.

González, Miguel Iván Guaca, Punto rojo.

Robles, Luis Fernando Simetría Horizontal.

Granada, Carlos Solo con su muerte.

Roda, Juan Antonio Tumba, Tumba.

Grau, Enrique Las tres gracias.

Roldán Villa, Mario Cabeza de india.

Gutiérrez, Alberto Cuadro N9 1.

Sanín, Fanny Oleo N94.

Hernández, Manuel Luz para una forma, Sistema para un nocturno.

Solarte, Estela Sin título.

Martínez, Gloria Manzanas. Miranda, Beatriz de Sin título. Montaña, Mardoqueo Escultura. Montealegre, Samuel Juicio de París. Mora, Gustavo E. Plato. Muñoz, Estela Sin título.

Uribe, Rosa Cabeza de torero, Tres cabezas, El toro. Urrutia, Sofía La boda. Valencia, Jorge Paisaje, Vendedor de milagros. Vanegas, Tiberio Escultura, Escultura. Velasco, Leandro Macronta, Idrio.

Herrán, Alvaro Pintura 63.

Tafur, Alicia Andante caballero. Tejada, Hernando Cazadores, Ofrenda.

Vi llegas, Armando Autorretrato, Sueño de Icaro, Paisaje submarino.

Herrán, Pedro Alcántara Naturaleza muerta N9 1, Naturaleza muerta N92, Naturaleza muerta N93, Pájaros antiguos, Homenaje a Nicolás Guillen, Pájaro romántico.

Obregón, Alejandro Flor roja, Joselito carnaval, Violencia.

Wiedemann, Guillermo Forma, Inquietud, Composición.

Jaramillo, Luciano Corrida de ciegos.

Velasco, Leandro Faminto.

Peñalosa, Pedro Dafnis y Cloe.

XV Salón - 1963

López, Jaime Plenitud.

Abril, Julio El genio, Cabeza de hombre.

Martínez, Hugo Escultura.

Velásquez, Rodolfo Edad Media N9 1, Edad Media W 2, Edad Media NQ3'.

Andino, María Luisa Profundidad marina, Primavera dorada.

Montealegre, Samuel Elementos bajo la luz.

Negreiros, María Teresa Composición. Niño, Emma Cerámica N9 1.

Ramírez Villamizar, Eduardo Relieve circular. Rendón, Augusto Nuvola, Ancora una nuvola. Rengifo, Luis Angel El duende. Rivera, Augusto Sin título. Robles, Luis Fernando Formas orgánicas. Roda, Juan Antonio Trópico NQ 1, Trópico N94, TrópicoW2. Rojas, Carlos Censura, Apocalipsis. Sabogal, Otto Mujer con animal. Saiz de Castro, Bernardo Catedral. Salgado, Graciela Elementos petrogénicos.

Velásquez, Rodolfo Juegos infantiles, Sin título.

Arboleda, Desnudo Cabezas Desnudo

Alberto bajo el agua, solferinas, en reposo.

Negreiros, María Teresa Génesis N9 17, Tau W 1. Negret, Edgar Vigilante celeste.

Balas, Irene Muerte de las mariposas.

Obregón, Alejandro Genocidio.

Barbosa, Carlos Composición.

Peña, Jaime Desnudo.

Bartelsman, Jan Invierno, Microcosmos, Composición.

Ramírez Villamizar, Eduardo Homenaje a un poeta, Escultura negra.

Boglioni,Odorico Paisaje.

Rasmussen, Henry Composición.

Bursztyn, Feliza Klitemnestra.

Rendón, Augusto Caos 63, La familia del pintor. Santa Bárbara.

Cárdenas, Francisco Escaleras.

Tejada, Lucy Reflexión. Urrutia, Sofía Cartagena, Tejados de Popayán.

Vi llegas, Armando Canto telúrico, Jardín calima, Mundo nocturno. Wiedemann, Intermedio.

Guillermo

Zárate, Nirrfla Violeta al rojo, Oro antiguo.

XVI Salón - 1964 Abril, Julio Homenaje Homenaje

a a

Paz del Río, Valentina.

Alvarez, Astrid Bodegón amarillo. Alvarez, Leonor Variación. Andino, María Luisa Capullos, El vendedor de girasoles.

Cardona, Francisco Sin título.

Rengifo, Luis Angel Desolación, Mujer y flores, Danzas.

Arosemena, Torso.

Samudio, Antonio Naturaleza muerta, Cerámica NQ 1.

Correa, Carlos El coro de San Francisco.

Reyes, Emma Siempre son culpables.

Arriaga, Balbino Vaca loca.

Sánchez, Enrique Pichón de halcón, Duelo,

Cuéllar, Teresa Bodegón azul, Piñas.

Rivera, Augusto Variación sobre el Greco,

Baterlsman, Jan Igneo, N92.

Justo

283


Betelli, Gastón Exorcismo, Charla con un vampiro. Bursztyn, Feliza Flexidra. Calderón, Edilberto Fiesta y toro, El barquito de papel. Callejas, Rodrigo Explosión Nº 1. Cárdenas, Francisco Escalera para una reina. Cardona, Francisco Mateo 11. Castro, Ricardo La hidra de Lema, Rojo, verde, negro.

Herrán, Pedro Alcántara Homenaje al nadaísmo, Esperanza muerta, Cosas de mi país.

Rengifo, Luis Angel Homenaje a Gaitán Nº 1, Homenaje a Gaitán Nº 2.

Jaramillo, Luciano Amor y signos, Canto primero.

Cárdenas, Francisco El rey niño.

Reyes, Manuel Pescadores.

Cardona, Francisco Composición Nº 1.

Rivera, Augusto Paisaje y carroña.

Leal, Héctor Collage. Loboguerrero, Pájaro.

Camila

López, Jaime Volcán submarino,

Castillo, Julio San Victorino 10 de la noche, Niños.

Robles, Luis Fernando Relieve. Roda, Juan Antonio Los Acosta.

López, Alfonso Los magos.

Maldonado, Ofrenda.

Callejas, Rodrigo Cerámica Nº 1.

Daza, Beatriz Bosque Nº 1, Bosque Nº2.

Rodríguez Forero, Guillermo Mitica, Chatarra, Claudia, retrato. Fuga.

Luis

Del Vi llar, Hernando Mata Hari 65.

Rojas, Carlos Deportista, Vitrina madame Christa.

Esguerra, Arturo La roncha y la corroncha.

Daza, Beatriz Copa para Yury Gagarin, Vasija con ronda, Prometeo enamorado.

Martínez, Hugo Escultura.

Rojas, Osear Torso.

Fajardo, Julio Flautista.

Faccini, Nelson Dibujo Nº 1.

Mejía, Norman Señorita, Infantarcángela virgen, Infantarcárrgela madre, Dos modelos, Modelo, Sillón.

Samudio, AntoRig Ante la cámara.

González, Arcadio Por no creer en la virgen, Litografía 20.

Gil, Aníbal Campesino, mujer y luna, Campesino masacrado. Gómez, Argemiro Toro. Gómez Jaramillo, Ignacio Desnudo en grises, Nueva visión de Toledo.

Mejía, Roxana Vasija.

Sanín, Fanny Oleo Nº 16.

González, Beatriz Los suicidas del Sisga.

Suárez, Maruja Icaro Nº 2.

Montealegre, Samuel De la serie de las flores en el meridiano de la luz.

Tafur, Alicia Germinación.

Negreiros, María Teresa Solteronas, Cena de misiá Tomasa.

Tejada, Hernando Viaje en el tiempo, La razón de la serpiente.

Granada, Carlos Por abrumadora mayoría y con el consenso unánime de la sociedad fue elegida Luz Alba 1a., Violada, asesinada y santificada. Grass, Antonio Escudo para un hombre triste.

Góngora, Leonel El gran inquisidor, Virgen Nº 15, Entierro del marquez de Sade.

Negret, Edgar Navegante, Navegante

González, Arcadio Sobre la serie azul y rojo.

Niño Botía, Jesús Escultura.

Valcárcel, Gustavo Joven viuda.

Gutiérrez Lega, Jaime Escombros de una era espacial, Ofrenda para el sepelio de un autómata.

González, Beatriz Veermeriana Nº 2, Veermeriana sentada.

Obregón, Alejandro Isla Cascajo.

Vallejo, Albertina Vasija, Vasija, Hoy en el mundo.

Hanné Gallo, Pedro Luis Hambre, Jinete, Toro.

Ospina, Marco Paisaje tropical.

Villegas, Armando Nacimiento de un meteoro.

Pavía, Maria Cristina Pintura Nº 4.

Zárate, Nirma Abstracción Nº 13.

Hernández, Manuel Arma incrustada, Superficie de un arma, Elementos para un arma.

González, Miguel Iván Relieve Nº 2, Relieve W 3. Granada, Carlos Canonización a todas las mujeres masacradas. Gutiérrez, Alberto Summa Summaque. Hanné Gallo, Pedro Luis Composición Nº 1, Composición Nº 2. Hernández, Antonio Títeres. Hernández, Héctor Bodegón con flores.

celeste.

Perea, Francisco Violencia. Quijano, Alfonso El bello durmiente El bello durmiente

Tejada, Lucy Aquí estamos, El alba.

XVII Salón - 1965 Nº 1, Nº 2.

Ramírez Villamizar, Eduardo Arquitectura lunar, Saludo al astronauta, Homenaje a Eduardo Cote Lamus.

Acuña, Julia Menina del yo-yó.

Hincapié, Gabriel Sátiro.

Baterlsman, Jan Satori Nº 8. Bernal, Delfina Flor reventándose noche.

Jaramillo, Luciano La muerte del festín. a la media

Hernández, Manuel Forma volátil.

Rayo,Omar Child l., Breaf out/ine of a childhood dream, Meditación efímera sobre mi infancia.

Betelli, Gastón Manzanillo sexto, Presentación y representación un frutero.

Herrán, Alvaro Los elementos del agua, Escultura.

Rendón, Augusto Homenaje a Colombia, La lucha.

Burzstyn, Feliza Mirando al norte, El último astrolabio.

284

Herrán, Pedro Alcántara De esta tumba, de estas benditas cenizas, no nacerán violetas Nº 1, Nº 2, Nº 3.

Lafont, SN. Toulouse Lautrec, Gregario Sansa llora por Milena, Sueño en la muerte de Poe. de

León, Noé Tigre parida, El juan belbers. Loochkart, Angel Pesca en la boca de la barra.


Manzur, David Movimiento en forma de luna, Formas para copiar la luna. Martínez, Gloria Flora. Martínez, Hugo Escultura. Mejía, Norman La horrible mujer castigadora, No disparen que somos dos.

Tejada, Hernando La tienda de flor de amor.

Granados, Francisco Javier Casi ahuyama.

Salazar, Inés Cocollo.

Vargas, Moisés Bolívar.

Grass, Antonio Pintura.

Salcedo, Bernardo Plan cuatrienal para Edipo, Se nota un renacimiento.

Velásquez, Grabado.

Grau, Enrique Tentaciones de San Antonio N9 1, Tentaciones de San Antonio N92.

Rodolto

Vi llegas, Armando Abecedario sideral.

Gutiérrez, Alberto A ti también, Cuando llegué no estaba.

XVIII Salón - 1966 Mejía, Roxana Flores volcánicas. Montaña, Mardoqueo Cabeza poeta León de Greiff.

Arosemena, Eva, Adán.

Gutiérrez, Sonia Largo larguero Juana Caballero los pies colorados y el cuerpo ligero.

Justo

Samudio, Antonio El otro yo de ña Jesusa. Sánchez, Nohemí Cerámica N9 33. Sánchez, Rómulo Socorro. Sanín, Fanny Oleo Nº6, Oleo Nº 7.

Barrios, Alvaro Los días mas felices de Superman, Pequeña sinfonía de la paradoja.

Hanné Gallo, Pedro Luis Piedad Nº 1, Piedad N9 2.

Bastidas, Luis Psicosis.

Herrán, Alvaro A Hernando Téllez.

Negret, Mireya Cántaro.

Bu rsztyn , Feliza Y de Camilo que?, Anadiomena.

Obregón, Alejandro Mujer mirando un eclipse.

Caballero, Desnudo.

Herrán, Pedro Alcántara El martirio agiganta a los hombres-raiz, Testimonio W 1, Testimonio N92, Testimonio Nº 3.

Valencia, Jorge El devorador de las sombras.

Paz, Luis Presencia del hombre.

Cajigas, Amelía Ese nombre no nos gusta materile-lire-Ion.

Jaramillo, Luciano La felicidad, La felicidad.

Vallejo, Tina Erupción.

Latont, SN. Déborah, tuve que partir.

Vargas, Moisés Juan XXIII.

Lozano, Margarita Asiento con sombrero de flores.

Wachter, Colette Metaphysique.

Magín, Luis Zr .... 2.

XIX Salón - 1967

Morales, Darío Medallón episcopal. Negret, Edgar Torre acústica.

Perea, Francisco Dante. Ramírez, Carlos Pintura.

Luis

Calderón, Camilo Desnudo. Camargo, Manuel Oleo.

Ramírez Villamizar, Eduardo Ventana para una arquitectura N9 1, Nº 2, N9 3.

Cárdenas, Santiago Baño rosado, Slacks y persiana.

Rayo,Omar Tiranía de la lógica Nº 10.

Cardona, Camilo Alberto Caballito del diablo.

Rendón, Augusto Porqué hablan tanta paja los ministros, A la sombra de un uniforme.

Cardona, Francisco Gallo.

Rengifo, Luis Angel Homenaje a un estudiante, Fermentos para el odio, Farsa tenebrosa. Rivera, Augusto Gallos de pelea, Monotipo. Robles, Luis Fernando Oleo. Roda, Juan Antonio Rojo. Rojas, Carlos Marta Traba cuatro veces, El último stop de Porfidio Rubirosa. Sanín, Fanny Oleo Nº 5. Suárez, Maruja La ciudad de Vinvi.

Correa, Carlos Crucifixión nuclear. Daza, Beatriz La manzana casi azul, Frutero Nº 1, Frutero Nº 2. Del Villar, Hernando María Tomasa la resbalosa sufrió un desmayo cuando el temblor.

Gil, Aníbal Girasol Nº 1, Girasol Nº 2. Gómez Paisaje Paisaje Paisaje

Jaramillo, N9 137, Nº 138, Nº 139.

Ignacio

Granada, Carlos Cambio de tercio, Oh gloria inmarcesible, Las buenas conciencias.

Tejada, Lucy Oración por los niños en Vietnam. Urbach, José Costra, Rondó barroco.

Medina, Evelia Depósito de seres.

Barrios, Alvaro Que la dicha y la felicidad le sonrían en el amanecer de cada día del año nuevo de 1930, Para la niña Josefina Suárez, como prueba de la amistad con que la distingo (en sus bellas y santas manos).

Mejía, Roxana Bruna y barro, Erosión, Ziruma.

Baterslman, Otoño.

Morales, Darío Las vírgenes locas soñando.

Betancur, Alberto Para ser más preciso diré que se asomó con los ojos abiertos.

Manzur, David La luna de Valentina. Martínez, Hugo Escultura.

Negreiros, María Teresa Angel, signo. Obregón, Alejandro Icaro y las avispas.

Ferrer, Germán Para que sufran.

Tatur, Nieves Cuarzo, Botijo.

Ramírez Villamizar, Eduardo El río, Relieve, Relieve. Rayo,Omar Orgonal, Mitla.

Jan

Bursztyn, Feliza Escultura, Escultura. Caballero, Pintura.

Luis

Calderón, Camilo Figura. Callejas, Rodrigo Urna para las cenizas de un héroe.

Rendón, Augusto Manos esparcedoras de sangre inocente, Un homenaje, Ay de aquellos ...

Camargo, Manuel Pintura, Pintura.

Rivera, Augusto La túnica inconsutil.

Cantor, Manuel Guillermo Sin título, Sin título.

285


Cárdenas, Francisco A la orilla.

Moreno, Pedro Je t'aime encare.

Urrutia, Sofía Florero, Tejados de Popayán.

Hoffman, Marlene Las cavernas.

Cárdenas, Santiago Algo de comer.

Muñoz, Harold Hongo, Hongo.

XX Salón - 1969

Mallarino, Silvia Dos sillas.

Negret, Edgar Cabo Kennedy.

Aguirre de Greiff, Noemí Vorágine.

Obregón, Alejandro Aveseliraptolauro.

Andrade, María Mercedes Partido de football Nº 1.

Penagos, Rafael Leonardo.

Arango, Diego Accidente Nº 1, Accidente

Pignalosa, Elma Treceava letra del alfabeto sideral, Icaro.

Baquero López, Jorge Fiesta de arlequines.

Coronel, Cecilia Homenaje en azul de las esferas.

a

la vibración

Cuéllar, Teresa Bodegón, Naturaleza Dibujo, Dibujo.

Manzur, David Ciencia ficción, Objeto volador no identificado.

muerta,

Daza, Beatriz Manzana negra. Del Villar, Hernando En el mar la vida es mas sabrosa. Estrada, Manuel El río. Ferrer, Germán Para que sufran más.

Rayo,Omar Aquí interviene la ausencia, Palíndrome,"' Doble maculatura, Tiranía de la lógica.

Giangrandi, Umberto Ragazza stretta nel busto.

Rendón: Augusto Farsa 2, yo te bendigo uno, dos, tres, amén, Farsa Nº 1.

González, Arcadio Cinética Nº 1, Cinética Nº 2.

Restrepo, Blanca Creta (columna).

González, Beatriz Apuntes para la Historia Extensa, Tamal. Apuntes para la Historia Extensa, Tomo /l.

Rivera, Augusto Cinco mujeres con vestidos rayas comíanse al Cardenal.

,

Guitar, Terry Waves, Pondo

Rojas, Carlos Ingeniería de la visión 2B, Ingeniería de la visión a-6, Ingeniería de la visión Nº 5.

Gutiérrez, Sonia Me quiere mucho, poquito y nada.

Roldán, Mario Proyección X.

Hernández, Manuel Formas superpuestas.

Romero, Salustiano Bucoliasta.

Herrán, Pedro Alcántara Cualquier Cristo, Me han desposeído, me desdoblo, Sorda, secreta, subterránea.

Sal azar, Inés Uno y uno, uno.

Nº 2.

Barrios, Alvaro Tarjeta rosada, Tarjeta sepia. Betancur, Alberto Asesino talvez, justiciero posiblemente, Presencia del escarnio, Somós indefensos la tierra nos mastica. Bravo, Magdalena Amarillo, Gris. Cajigas', Amelia Cuerpo, Cuerpo.

a Calderón, Luis Julio Charito, Leyla y Hugo pato posando para una fotografía callejera en la terraza del vecino.

Marroquín, Raúl Un sugestivo modelo para la playa, Bajé las escaleras para esperarte en la playa. Meira, Mónica Sin título. Mejía, Cecilia Entre colmenas. Mejía, Roxana Amor indio, Guerra. Mejía, Yairo Sin título Nº 1, Sin título Nº 2. Múnera, León Ensamble espacial, Un viaje a la luna. Pignalosa, Elma El eclipse. Pineda, Yolanda Después de todo no importa que se oxiden, Hay que creer que las maquinitas no se oxidan.

Cantor, Manuel Guillermo

Jaramillo, Luciano Este fue el muerto, El sheriff. Lersundy, Carlos Naranja de otro mundo. Lugo, Juan Manuel La visita. Mallarino, Silvia Dibujo 1. Martínez, Hugo Escultura. Mateus, Alfonso Figuras sobre hierba, Figuras en naranja. Morales, Darío Los recuerdos del porvenir, I have to run away, A day in the life. Morales, Ricardo Autorretrato.

286

Sí.

Salcedo, Bernardo Vivo recuerdo de la visita a Nuestra Señora de Bojacá en el día de mi primera curación. Samper, Graciela Rincón sin ala de ángel, Era una llama al viento y el viento la apagó.

Cárdenas, Francisco Casa objeto. Carrizosa, María Sin nombre. Castro, Héctor Escultura Nº 1, Escultura Nº 2. Del Vi llar, Hernando Posihueica. Escobar, Eugenia Secuencia.

Samudio, Antonio En la cuerda.

Granada, Carlos El rapto, Fusilamiento, Separación, Uno es producto del otro.

Sánchez, Rómulo F, S, Y la pequeña N.

Grass, Antonio Antes de uno.

Sanín, Fanny Oleo Nº4.

Hernández, Manuel Pintura I insignia, Pintura 11elementos para un símbolo.

Tafur, Alicia Caleidoscopio Tafur, Nieves Asteroide. Urbach,José Colisión Nº 1, Colisión Nº 2.

Nº 2. Herrán, Alvaro Banderas. Herrán, Pedro Alcántara Así son los héroes, Otra mano empuña tus armas, Tus sueños no tendrán fronteras.

Pizano, Roberto Bicicletas, Baquero. Ramírez Villamizar, Eduardo Construcción blanca, Construcción suspendida. Rayo,Omar The empty can, Tren- Tees. Rodríguez, Ofelia Compenetración, Compenetración. Rodríguez Amaya, Fabio Ventanas, temporales, Realidad hiperfísica. Rojas, Carlos Ingeniería de la visión. Salcedo, Bernardo Radionovela: el ensueño. Suárez, Maruja Icaro lunar. Ve lIojín , Manolo Caribe. Zárate, Nirma El último viaje.

XXI Salón - 1970 Acuña, Julia Cartones para armar.


Astudillo, Ever Teorema N9 1, Teorema Nº 2.

López, Jaime Estudio para un cortometraje.

Ayala,Oswaldo Erase una vez.

Lucena, Clemencia Pensar en los niños es hacer patria. Luna, Arnulfo Amores ....

Baud, Rosenell Sin título.

Madriñán, Jorge Crónica. A Bolivia.

Betancur, Alberto Goool, El último que ríe, ríe mejor.

Mantilla Caballero, Jorge Frágil.

Betelli, Gastón Consumo de una forma, una forma de consumo.

Medina, Evelia Sin título, Sin título.

Bonilla, José Antonio Catre en alto relieve con figuras artísticas y mesa de noche.

Mejía, Roxana Huellas de Muzú N9 1, Huellas de Muzú Nº 2, Tierra del indio.

Cantor, Manuel Guillermo Sin título. Caro Lopera, Antonio José Homenaje tardío de sus amigos y amigas de Zipaquirá, Manaure y Galerazamba. Carrizosa, Enrique Antena de tierra para una plegaria. Córdoba, Oiga El sitio. Del Villar, Hernando Amanecer binocular, Vil/aconcha. Díez, Guillermo Efectos del tiempo, Reflexión. Duarte, Guillermo Bodegón, Sin título. Giraldo, Luis Hernando Eternidad limitada.

Bohorquez, José Manuel

Rodríguez, Marta Compenetración de figuras.

Cajigas, Amelia

Bursztyn, Feliza

Cárdenas, Juan

Barrios, Alvaro Tarjeta estudio en memoria de Brian Jones, Cortina con paisaje.

Cajigas, Amelia Estudio 25.

Rocca, Francisco Paisaje con mujer, Paisaje con torso de hombre.

Padilla, Carlos Neutrón. Patermina, Moisés Feminidad cósmica. Paz, Luis Fragmento. Pignalosa, Elma Acróbatas.

Rojas, Carlos Guillermo La gran ausente ... La mermelada de mamey, Autorretrato.

Correa, Carlos Correal, Edgar

Rojas, Ignacio Encefalograma

de un carro.

Cuéllar, Teresa

Rojas, Miguel Catarsis.

Duarte, Fabio Objeto alfa 6970.

Salcedo, Bernardo 4 xl = 4.

Duarte, Guillermo Dolmen sobre objeto.

Salcedo, Patricia Yellow submarine.

Estrada, Manuel Fonseca, Luis

Salgado, Graciela La chica conducía el 87-06.

Franky, Nelson Granada, Carlos

Samudio, Antonio Remembranza.

Grau, Enrique Sandino, Pedro Adorama 1/.

Guerrero, Alfredo

Sanín, Fanny Acn7ico Nº 4, Acn7ico Nº 6.

Herrán, Pedro Alcántara Retrato de mujer.

Silva, Edgar Miss Latinoamérica prensa.

Hoyos, Ana Mercedes Del uno al diez.

posa para la

Pineda, Yolanda Paisaje para una máquina, Paisaje nocturno para una máquina sofisticada.

Sorzano, Gustavo Ambiente.

Pizano, Roberto Juramento a la Bandera.

Suárez, Maruja H+20= 1.

Quijano, Alfonso El eterno nunca abandona su base, La cosecha de los violentos.

Truss, Ned Adios, Colombia, En espacio vertical, Perro verde, Torso rojo.

Ramírez, Diva Teresa Doncellas en la tarde, Danzarinas en el espacio.

Urbach, José Sistema Nº 1, Sistema Nº 2.

Iriarte, Amalia Jaramillo,

Luciano

Jaramillo,Oscar Lucena, Clemencia

González, Beatríz La última mesa, Canción de cuna.

Ramírez, Dora La Atlántida, el continente perdido.

Grass, Antonio Sin título.

Ramirez, Saturnino Figuras.

Guerrero, Alfredo Golpea más que cualquier otro, usted puede ensayarlo, Su transparencia permite ver a través ..., Sus dientes y la salud.

Rayo,Omar Butantán. Reina, Carol Permanecer.

Mejía, Roxana Morales, Darlo Nieto, María Teresa Paz, Luis

Vellojín, Manolo Homenaje a Mercedes

Vellojín.

Pizano, Roberto

Villa, María 60 Años de esperanza por un minuto de sueño.

Ramírez, Saturnino

Viteri, Alicia Sin título.

Rivera, Augusto

Rendón, Augusto

Rocca, Francisco Figuras.

XXII Salón - 1971

Rodríguez,

Fabio

Acuña, Luis Alberto Herrán, Alvaro El pelele. Hoyos, Ana Mercedes Para estrenar.

Rico M, Bias Hernán Ventana y falso bodegón. Ventana para agraviar a Buey Balzac.

Jaimes, José Manuel Diosa de la madera.

Rincón, Raúl Caleidoscopio, Caleidoscopio.

Jaramillo, Luciano Retrato de Alberto Zalamea.

Robles, Luis Fernando Los nobles titiriteros.

Rojas, Carlos Amaral, Oiga de Muro tejido. Arango, Diego Conjunto testimonio.

Roncancio,

Ramón

Salcedo, Mario Samudio, Armando

Barrero, Joaquín Piedras.

Sorzano, Gustavo

Betelli, Gastón

Triana, Jorge Elías

287


Fonseca. Luis Por camino de Indias.

Urbach. José Velásquez.

Rodolfo Hernández. Enrique No hay quórum.

Vellojín. Manolo

Zárate, Nirma

lriarte, Amalia La tierra para el que la trabaja Nº 1 Y N22.

XXIII Salón 1972-1973

Jararnlllo, María de la Paz Dependiente. El jefe. Burócrata.

Vi llegas. Armando

Acuña. Luis Alberto Estudio N22. Alvarez, Edgar Viejos sucesos.

l.ucena, Clemencia 1971 marca las marchas campesinas. Vivan las marchas campesinas.

Arnaral, alga de TapizN294. Angel. Félix El comentarista. Idolo.

León. Phanor Vitrina W 1. Vitrina N22. Vitrina N2 3.

,

Espectador,

Arenas. Luz Clemencia Sin título. Astudillo. Ever Dibujo A. Dibujo B.

Matallana. Gloria Cecilia Sin título. Meira. Mónica Talega. Mina. José" Yo quiero vivir.

Acuña. Luis Alberto Gineceo.

Angel. Félix Tetracampeón colombiano. El primer novato de las vueltas Colombia. Ardila. Jaime Higuerona de Florencia. Higuerona y cauchón de Florencia. Santander. Astudillo, Ever Dibujo Nº 10. Dibujo Nº 11. Avella. Jorge Lucía. Betancourt. Sin título.

Cárdenas. Sin título. Sin título.

Santiago

Benito Revollo. María Victoria Invasión. La tierra para el que la trabaja.

Nieto. María Teresa Conjunto N2 1.

Carvajal. Gabriel Identificación.

Buzzi, Ernesto Cuando las piedras se transforman.

Oviedo, Héctor Fabio Por la nacionalización de la industria colombiana Nº 1. 2. 3.

Castillo. Miguel Antonio Formas continuas N29.

Caicedo, Gloria Sin título. Estudios.

Padilla. Carlos Estudio.

Cárdenas. Juan Figura. Interior Nº1. Interior Nº 2.

Porras. María Victoria Metales para una soledad. Mecánica quieta y vuela.

Santiago

Caro. Antonio Aquí no cabe el arte. Castillo. Miguel Antonio Formas continuas. Celis. Eduardo Metamorfosis de un lider.

Posada. Jorge Otoño. Ramírez. Diva Teresa Acrílico de la luna azul.

Castles. John Progresión lineal. Cortés. María Cristina El muro y la montaña. Dávila, Fernando Para testimonio a todas las naciones. Del Villar. Hernando Balance.

Roda. Juan Antonio Siete planchas de la serie 'Ia risa'.

Delgado. Cecilia No empalaga. Propiedad horizontal.

Rojas. Carlos Caín y Abel.

Esbra. Ida de Metamorfosis.

Rojas. Fabio Plaza de atrás.

Estrada. Manuel Durmientes en la ciudad.

Rueda. Ricardo Arido 3.003.

Fajardo. Julio Roberto La selva negra.

Salcedo. Mario Documentos políticos sobre las luchas agrarias en Colombia.

Franco. Ernesto Sin título.

Cuétlar, Teresa Copa. Cuervo. Diana Mi taller Nº 3. Un taller, Mi taller. Del Castillo. Alberto Paisajes A y B. Duque. María Eugenia Postre de chocolate. Fernández. Gustavo Adolfo De la serie petroleo colombiano por canales directos a los Estados Unidos.

288

Sanín. Fanny Sin título. Silva. Edgar Los siete soles de Spitz.

Hernández de Valbuena. Teresa Claro de luna.

a

Hernández Fuentes. Eduardo Cuidado. podemos caer en una trampa. No hubo ni un disparo. comentó un guerrillero. Jaramillo. María de la Paz La corista. Jararnillo, Osear Sin título. Londoño, Armando Reseñado.

Jairo

Negret. Edgar Puente.

Cárdenas. Gancho.

Herazo, Alvaro Visión poliecológica.

Arnaral, alga de Entre lianas.

Benjamín

Barrero. Jose Joaquín Plaza de toros. Circo de toros. Plaza de Bolívar.

Guerrero. Alfredo Dibujos.

Alvarez. Edgar Periodos.

Cárdenas. Sin título.

Muñoz. Osear Familia N2 1. Familia Nº 2.

Grass. Antonio Dibujo N21.

XXIV Salón - 1974

Lucena. Clemencia Fuera del imperialismo yanqui. Destruyamos el régimen terrateniente en el campo. Luchamos por el poder obrero campesino. Luna. Arnulfo Nuestro secreto terminó. Madriñán. Jorge Chiquisaca. Medina. Evelia Serigrafías Nos 1-2-3. Mejía. Rodrigo Grises. El final. Olarte, Bernardo Negro sobre azul. Oviedo, Héctor Fabio Composición parte interior del cilindro. Paz. Luis Sin título. Pineda. Yolanda Y... a pesar de ... lo mismo. En función ...• Estancada ... parece o no parece. Pohl, Alfredo Cabo. Posada. Jorge Homenaje a Ray Bradbury. Pumarejo, Miguel Salto.

Gamboa. Ricardo Fotografía N2 1.

Ramírez. Saturnino Billar N2 1. Billar N2 2. Billares N2 1 Y 2.

Gil. Aníbal Pequeño homenaje Nº 1. Pequeño homenaje Nº 2.

Restrepo. Luis Javier Rita. mi amor, Sara Consuegra. señorita Santander,


Las bellezas departamentales, después de descender.

Alvarez, Graciela El sueño de la maja siglo xx.

Arrieta, Guillermo Sin título.

Bernal, Juan Chicoencamocha.

Roda, Juan Antonio Delirio de las monjas muertas.

Alvarez de Medina, Cecilia Maternidad.

Arroyave, Carlos Ariel Bendición papal.

Bernal, María Elena Sin Título.

Rodríguez, Marta MujerN91, MujerN9 2.

Amaral, Jim Sin título.

Astudillo, Ever Exterior N9 4

Bernal, Pedro Payaso.

Rojas, Carlos Espacios, Espacios, Espacios.

Amaral, Oiga de Corazas rojas.

Avella, Jorge Josué.

Bernal de Parra, Estela Mi cristiano.

Angarita, Carmen Aníbal Bodegón al oleo.

Avella, José Domingo Silencio.

Betancourt, Carlos A. Creencia.

Ruiz, Pascual Ruta ciclística sin politizar.

Angel, Doris Matrimonio.

Avellaneda, Sin título.

Binkele, Helena de Dibujo.

Salcedo, Bernardo In-tacto.

Angel, Félix La estrella.

Avilán, Amanda Hasta cuando.

Bohórquez, José Manuel En ... patio cemento.

Sandoval, Javier Estación 2-29-30.

Angel Casas, Clara Inés Sin título.

Balaguera, Jaime Hay que vivir.

Bonilla, Augusto Mundo en el 2000.

Silva, Edgar Luna acuarius.

Angula, José Gustavo El hombre y el eco.

Balcázar, Juan Carlos Conciencia en mañana.

Bonilla, José Antonio De septiembre en Chile del año 1973.

Trujillo Dávila, Sergio Forma N92.

Angula Meneo, Elena Sin título.

Ballesteros, Gisela Hombre-naturaleza.

Truss, Ned Detalles, Mao-tríptico.

Antanarsi Blanco, Vicente Balandrón.

Balogh Daroczy, Gabor Desnudo.

Aragón, Gerardo Sin título.

Barbosa, Saúl Espejos reales N9 3.

Arana, Sara G. Ramillete.

Barreiro, Carlos A. Paisaje y habitante terrícola N96.

Arango, Renán Daría La araña del alcandón cenizo.

Barrera Márquez, Antonio Síntesis y atmósfera.

Araújo, Bernardo Augusto La canción.

Barrero, Henry Alberto Devenir.

Araújo, Luis Gonzalo El olvidado mundo del artista latino.

Barrero, José Joaquín Los viajeros.

Arbeláez, Gloria Amparo Virgen muerta.

Barrios, Alvaro Grabado popular impréso través de un periódico.

Valderrama, Francisco Objeto para llevar a la luna. Vanegas, Tiberio Sin título. Varela, Mariana Sin título.

Absalón

Bonilla, Leyda Leonor Extasis. Borda de Francisco, Daniel Después de la represión formal. Brunner de Hoyos, Magda Cocotero de San Andrés

Bueno Tafur, Edgar Peces. Burbano, Jaime Hernando Destrucción.

XXV Salón - 1975 Abadi de Azout, Lydia Juego de luz N93. Abril, Carmen La explosión demográfica. Abril, Julio Vértice del ciclón Lampeus. Acero Bayona, Marco Etapas. Acuña, Luis Alberto Cabalgata sabanera. Aguilar, Homero Si así fuera el mundo. Ahumada, Silvia En mi gaveta. Alarcón, Leonor Claro que todo está caro.

Arcila, Iván Daría Cosmosgrafismo. Arcila, Osear Paseo en domingo. Ardila, Jaime El libre albeldrio. Ardila, Luis Germán El vuelo. Arenas del Pino, Luz Clemencia En la playa. Arias, Luis Andelfo Conflicto internacional. Arias Carriazo, Carlos Chile.

Albán J., Alfonso El tercer mundo ante el poder científico.

Arias de Jiménez, Luz Cecilia Composición l/l.

Alvarez, Edgar Escenografía para una metamorfosis.

Arrieta, Efraín También hay que pensar ante un dibujo.

Bueno, Mauricio El vidrio.

Burgos, Alvaro Las semillas.

a

Burgos de Coronel, Cecilia Eclipse N91.

Bautista Toro, Juan Villa Luz.

Burmeister, Luis Jaime Turista de la vida.

Becerra, Camilo Gotas gotas.

Bustamante, Frutera.

Bedoya P., Luis Alfonso Concepción en flor.

Bustos, Diógenes Recuerdos de mi pueblo.

Beltrán, Pedro Elías Un mundo en mi monte.

Bustos, Francisco Javier La procesión.

Benavides, Carlos Caja paisaje.

Bustos, José Héctor Mercado en Mariquita.

Benito-Revollo, María Victoria Aprender y enseñar.

Bustos, Luis Alfonso La tierra y el hombre.

Bernal, Delfina Nueva versión de amor es ...

Bustos, Luis Eduardo Paisaje huilense.

Bernal, Edgar Rosas.

Bustos Medina, Gabino Ondulación.

Bernal, Eduardo Ernesto Watergate.

Buzzi, Ernesto Homenaje a Pablo Neruda.

Gloria

289


Caamaño de Rubio, María Elena Flores.

Carrizosa, Hernando Sin título.

Correal, Edgar Valparaíso 73.

Dreyfus, Rosa Marvin Aquí estoy.

Caballero, Ester Problema social.

Casas, Luz Genny Sin título.

Corredor, Amalia Sin título.

Duarte, Guillermo Tema NQ 7.

Caicedo, Jacinto Búsqueda de formas.

Casas buenas, Camilo Alvaro El pescador sin fortuna.

Cortés, Carlos Alirio Venturi.

Duarte Raad, Alvaro Sin título.

Calle, Enrique Ola Providencia.

Castañeda, Sin título.

Julio César

Cortés, Efraín Bodegón.

Duarte Raad, Mario Manzanas.

Calle, Juan Manuel Niños.

Castañeda, Origen.

Luis Alfredo

Cortés, Fabio Alfonso Los ojos de mis dedos.

Durier, Luis Poleas.

Callejas, José del Carmen Extasis.

Castaño C., Uldarico Rechazo y/o rechazado.

Cortés, Gerardo Edmundo Pupiales.

Echavarría de Arellano, Gloria Otoño.

Callejas, Rodrigo Sin título.

Castillo, Guillermo Humanización de las estrellas.

Cortés, María Cristina Sin título.

Echeverría, Dennis Epílogo, placer.

Camacho Avila, Alfredo Receso.

Castillo, José de Jesús Sin título.

Coy, Guillermo Homenaje a Omar Rayo.

Echeverry, Ruth Elena Enmarcada en caja de madera blanca.

Camero, Luis Ramón Tres tiempos de una dama.

Castillo;' Ricardo Alfonso Serenata.

Cruz Hernández, No y ho.

Antonio

-<;,.

Campo Urriago, Edgar Portentoso avance.

Castles, John Modulaciófl vertical.

Cuéllar, Mauricio Fresa con crema.

Cantillo, Elvira Vendedora de dulces.

Castro, Ce Iso 13. 113 Kms. de tierra fértil y en verano en las faldas de la Sierra Nevada cerca a Donachuí a 1.550 Kms. de Valledupar.

Cuéllar de Piñeros, Fabiola Compañeros.

Celín, Pedro La infructuosa felicidad.

Dawlwy de Schlegel, Mary Ocaso austral.

Carantón, Carlos Horacio Opresionismo. Cárdenas, Benjamín Alguna vez. Cárdenas, Efraín Cuadro para una danza. Cárdenas, Juan Autorretrato.

búsqueda de la

Ce lis, Eduardo Nuestra bandera. Cerón, Luis Miguel Hoy laboro, y mi futuro?

Dávila, Fernando Sin título.

De Hoyos, Nelson La noticia. Del Castillo, Alberto Paisaje.

Echeverry de Botero, Oiga Estructura urbana. Echeverry de Salazar, Beatriz Sin título. Erazo, Lisardo Cristo quillacinga. Escobar, Eugenia Homenaje al maestro. Escobar, Osear Iván Quiero salir. Escobar, Rafael El papel está escaso, no lo desperdicie. Escobar Campo, Antonio Cerebro humano.

Cárdenas Mora, Santiago No se mire en ese espejo.

Chávez, Alirio Hurtadillas.

Del Castillo, Jesús Daniel Día de la lucha para la liberación nacional del yugo del imperialismo norteamericano y los lacayos.

Cardevila, Francisca Ramillete romántico.

Chávez, Benjamín Nocturno NQ3.

Del Vi llar, Hernando La palmera.

Carmona, Alonso Arturo Sin título.

Chávez, Juan Gabriel Sumergimiento.

Delgadillo, Julián Enriquito.

Caro, Antonio Aquí no hay caso.

Chiribí de Gélvez, Rosalba La última merienda.

Delgado, Cecilia Sin título.

Caro, Antonio 1. Arte de fuego.

Cohen, José Sitio con maná.

Delgado, Héctor Fabio Sin título.

Fernández B., Rodrigo Hablando de amor tras la ventana.

Carrasquilla, Flor.

Cordero, Regina Ester Flores sobre jarrón gris.

Delgado Bautista, Rodrigo Banderas y más banderas.

Figueroa, Héctor Incomprensión.

Carrasquilla, Juan Retrato de familia.

Córdoba, Ligia Canción a la luna.

Delgado Torres, Pompeyo Después de la misa.

Finkelman, 2 formas.

Carrasquilla, Retrato.

Correa, Luis Fernando El árbol.

Díaz, Héctor A. Areneros de la boquilla.

Finkelstein, Jaime A. Los amantes.

Carrillo, Carlos Alberto Golpe.

Correa A., Nicolás Ofrenda.

Díaz Calderón, Serafín El origen de la derrota.

Finzi-Rico, Medy Yo ya no doy más.

Carrillo, Rosa Julia Desnudo en azul.

Correa Palacio, Carlos Espantapájaros.

Díaz Giraldo, Hernán Homenaje.

Flórez, Máximo A dónde van los peces.

Cárdenas, Santiago Paraguas abierto.

290

Jaime

Rafael

Chaux Angel, Luis Bodegón y gamines.

Escobar Guitiérrez, Carmen Recibimiento popular a dirigiente de la UNO. Espinosa Torres, Betty Emergencia. Estrada, Manuel Sillas para tres actos. Faillace, Mario L. Miércoles de ceniza.

Fanny de


Fonseca, Edelmira Pájaro metálico.

Gómez, Anamaría Un ser llamado gamín.

González, Sergio Réquiem.

Guzmán, Tulio Una modelo.

Forero, Marlene Muerte de un planeta.

Gómez, Gabriel Sin título.

Gordillo, Mario Alguien quiere escapar.

Haim Antebi, Linda Mitin antiimperialista.

Forero, Soledad América.

Gómez, Jorge Suspenso.

Gordillo, Omar Ascendente y descendente.

Herazo, Alvaro El elástico se quita antes del envío.

Forero de V., Rosalbina Por fin se casó la negra.

Gómez, Jorge Enrique Sin título.

Goufray, Graciela Callejón.

Franco, Ernesto Detalles.

Gómez, José Ignacio Sin título.

Granja, Armando Tormenta.

Galindo, Roberto Salpicón.

Gómez, María Cristina Dibujos.

Grass, Antonio Círculo mágico para detener un genocidio.

Gallardo, Piedad Botas.

Gómez, Mercedes Vivencia de la bivalencia.

Gallego, Alvaro Composición.

Gómez, Orlando Felicidades Colombia.

Galvis, Benigno A. Mano.

Gómez, Ramiro Sin título.

Galvis de Auzas, Leonor Y entonces un día serás un hombre.

Gómez de Acevedo, Graciela Limitaciones.

Galvis de Vergara, Zira Metamorfosis. Gamboa, Ricardo Estudio de una jarra. García, Alvaro Uno de esos ciudadanos multinacionales. García, Darío ....y la luz iluminó su rostro. García, Efraín Esta es la tierra en que nacimos para morir, esta es la tierra del olvido. García, José Superficie octaédrica heterogénea. García, Orquídea La danza de las flores. García, Pedro Zapato NQ 1. García Gómez, Jorge Ana. Gelves Rodríguez, Luis José Continuidad. Gil, Eladio Violencia. Gilmour, Ethel Antes del almuerzo.

Gómez Garzón, Daniel Caminantes. Gómez Pulido, Ignacio Notas sobre golondrinas. Gómez Ruiz, Héctor Manuel Realeza y progreso. González, Beatriz Baño turco o artífice del mármol, Las cartas sobre la mesa. González, Carlos Alberto Gsmln en la ciudad.

Herazo, Henry Hernán Impresión de luz. Hernández, Ana María La niña al piano.

Grillo, María Teresa El amor.

Hernández, Eduardo Nunca más se volvió a aplaudir en el salón. Hernández, Asesinato.

Grupo 3 A INEM Tunja Habrá una vez. Grupo 3 C INEM Tunja Hombre de laguna. Grupo 3 I INEM Tunja El hombre y la vaca.

Héctor

Hernández, José del Carmen El carguero. Hernández, José Gustavo Invasión. Hernández, Manuel Pintura signo.

Grupos 3 P Y 3 F INEM Tunja El cazador, El guitarrista.

Hernández, Caretas.

Sarvelio

Guáqueta, Francisco Luis Presidente.

Hernández, Flores.

Victor Ramón

Guerrero, Alfredo Autorretrato.

Hernández Romero, Enrique De nuestros grandes requisitos.

Guerrero, Saulo Sin título .

Herrán, Pedro Alcantara Retrato de José Alfonso Castañeda, Retrato de un hombre muerto.

Guevara, Carmen Rosa Extasis.

González, Carlos Arturo Introducción de un molino en un paisaje estático.

Gutiérrez, Alberto Incendio de límites.

González, Edgar ~ime Después de la guerra.

Gutiérrez, Antonio En el camino.

González, Sin tftulo.

Gutiérrez, Betty .,. De la serie de los atrapados NQ 13.

Hoyos, Ana Mercedes Ventana.

Gutiérrez, Luis Jesús Mente del general.

Hoyos, Gustavo Sin título.

Gutiérrez, Luis Ramón Paisaje y lavandera del Huila.

Hoyos Osorio, David El arte es una palabra, el artista qué?

Gutiérrez, Margarita La máquina y el mañana.

lriarte, Amalia Pelotera.

Gutiérrez Cepeda, Rodolfo La evolución.

Jaramillo, Lorenzo Sin título.

Gutiérrez de Chaparro, Atala Composición Nº 13.

Jaramillo, María de la Paz La señora Macbeth

Gutiérrez Lega, Jaime Oscilante.

Jaramillo, Osear Sin título.

Gutiérrez Sierra, Enrique Acuario.

Jiménez, Orlando Tríptico.

Eduardo

González, Gabriel Sin título. González, Julio Javier Sin título. González, María Antonia Metamorfosis. González, Nubia Estela Tiempo presente. González, Orlando Destino.

Giraldo, Luis Hernando Letreros.

González, Pedro Angel Alicia en el país de las mariposas.

Goenaga, Susana de Homenaje a Enrique Grau.

González, Rodolfo Variaciones del cuadrado, Marta Traba, autorretrato.

Herrera, Clara Homenaje al Salón Naciónal. Hinojosa, Rita Vasija.

'.

291


Jiménez O. Carlos Arturo Expresidente Carlos Lleras Restrepo. Jogar, Richi Fondo para una carcajada. Kerpel, Anita de Metamorfosis vegetal. Lacoraza, Marta Sin título. Landazábal, Gonzalo Guitarrista ciego. Lara, Edison Evocación. Larrota, Carlos Julio El camarada Rodríguez. Lleras, Sergio Horizonte recreado. t.loreda de Troll, Marlene Dibujo NQ 1. Londoño, Carlos Rafael Marina Isabel.

Marín, Alvaro Composición cromática.

Mejía Gutiérrez, Hylduara Matrimonio campesino.

Moreinis, Vivian Mujer acostada.

Marique, Andrés Estudio para un ave.

Méndez, Leonidas Connubial.

Moreno, Blanca Lucía Secuencias.

Marroquín, Raúl Zapato comiendo pan.

Méndez, Roberto Ariel Los hijos de Caín.

Moreno, Guillermo Alfonso Mítico.

Martí Royo, Antonio Tierra quemada.

Mendigaña de Ochoa, Isabel Tejados de Fenicia.

Moreno, Manuel Norberto Bailarín.

Martínez, Agustín Fortaleza.

Merchán, Elena Metamorfosis.

Moreno Rincón, Enrique La opresión hace su altar.

Martínez, Alcira Extasis.

Merchand, Patricia As de paz.

Maure Ramírez, Rafael Diffo.

Martínez, Carlos Eduardo Los árboles mueren de pie.

Miller, Livia Rostro.

Múnera M., Armando Los tres reyes magos.

Martínez, Hago Estructura.

Mina, José Los alucinantes

Martinez, José Nuestros hospitales.

Minota, Estela de Paisáje con niño.

Martínez, Julio Ideas, perisamientos, sentimientos.

Missas, Uriel La pandilla.

sueños.

Muñoz, Arturo Edmundo .....abajo el régimen de explotación terrateniente. Muñoz, Manuel José ¿Qué haces tu aquí pequeñín en el medio de tanto grande? Muñoz, Osear Figuras.

Londoño, Luz Edna La bella durmiente.

Martínez, Luis Alfonso Revolución.

Modiano, Sara Roitef"'4 profundidades serie A W 1.

Lopera, Hugo Gritos y susurros.

Martínez, Octavio Lo que te faltaba Moneyland.

Mogollón, Luis Eduardo La humanidad se degenera.

López, Francisco La borrachera de Miguel Venegas.

Martínez Palacios, Alvaro Pez azul de un sueño colorado.

Molina, Francisco Sin título.

Martínez Torres, Alvaro 13. 113 Kms. de tierra .......

Molina, Humberto El cuarto de las ilusiones.

Matallana, Gloria Cecilia Sin fin.

Moneada Calixto, Jaime Niño yuntero. (Poema de Miguel Hernández).

Nieto, María Teresa Sin título.

Monroy, José Alvaro Paisaje peatonal.

Niño Botía, Milton Homenaje póstumo.

Monsalve, Margarita Autorretrato.

Obregón, Jaime E. Vuelo natural.

Monsalve David, Rodrigo Desmembración de una abeja.

Ochoa de Antanarci, Beatriz Tarlosipio.

López, Germán Sin título. López, Luis Carlos Todo es conciencia. Lozano, Tomás Alfonso Contorno en negro. Lucena, Clemencia Conquistemos la tierra en el campo de batalla. Lugo, Antero José EL Cristo de Antero. Luna, Arnulfo Sin título. Madrid, Alejandro Darío Visión. Madriñan, Jorge Mavix. Maestre, Jorge Sin título. Mahecha, Gustavo Nueva creación.

Matallana, Sin título.

Muñoz Colmenares, Ventana a la luz.

Hernán

Nau Heilbrón, Reinhard Meditación. Negre!, Edgar Elpuente.

Margarita de

Mayorga, Rafael Habrá serenata. Maza, Enrique Mujer. Mazuera, Diego Dolores Patria. Medina, Evelia Dama NQ 1, Dama NQ2. Meira, Mónica La expectativa. Mejía, Eduardo Sed. Mejía, Rodrigo Ocres.

Mantilla Caballero, Jorge Paisano.

Mejía, Yairo Me olvido muy fácil, pero sin embargo tengo memoria, otros no olvidarán.

Marichal, Juan Bautista Maternidad y ruinas.

Mejía de Ramírez, Lida Un atardecer.

292

Muñoz, Samuel Expectativa.

Monsalve Delgado, Omar Esperando un cambio. Montealegre, Sin título.

Jorge A.

Montoya, Constanza Somos la oposición revolucionaria. Montoya Durango, Fernando Relax. Morales, Germán Sin título. Morales, Luis Enrique Miniaturas y mariposas. Morán, Farah Filigrana.

Olarte, Bernardo Cinco que ocho. Olaya Lucena, Miguel La muerte de un estudiante. Ordóñez, Emilia Cabeza. Ordóñez P., Marta Tapiz NQ 1. Orjuela Peña, Ricardo Sin título. Orozco, Guillermo León El derrumbe lo hará la clase obrera. Orozco Marino, Víctor Dos segundos de arte equivocado.


Orrea, Carlos Alberto Las brujas.

Pazmiño, Ramiro Retrato de un caído.

Ramírez, Jaime Alberto El renacimiento.

Rodríguez, Germán El mino tauro heliotropo.

Ortega, Víctor Desfiguración facial.

Peña, Gloria María Mónica.

Ramírez, Lisímaco Retreta.

Rodríguez, Hugo Composición.

Ortíz Hernández, Alvaro María Magdalena vírgen.

Peña, Rodrigo Sin título.

Ramírez, Lix Mario Su excelencia.

Rodríguez, Laudelino Todo sea por la paz.

Ortiz R., Alfonso Mi querido viejo.

Peña, Teodol Colombia al día.

Ramírez, Luis Eduardo Cielo, mar y tierra.

Rodríguez, Luis Eduardo Cancerbero.

Ospina, Gaspar Armadora tensional.

Peñaranda, Reynaldo Grito de alerta.

Ramírez, Mauricio Atardecer en la playa.

Rodríguez, María Paisaje.

Ospina, Luis Fernando Páramo.

Pérez, Hernando Secuencia.

Ramírez Gutiérrez, Rodolfo Valentino.

Rodríguez, Marta Mujer.

Ospina, Marco Elsol.

Pérez, María del Pilar Reflejo de una sociedad.

Ramírez Villamizar, Eduardo Construcción de madera 1974.

Rodríguez, Selma Ester Paisaje.

Ospina, María Eugenia Composición.

Piedrahíta, Carlos Desmonte.

Rangel de Durán, Ana Figura N9 13.

Rojas, Carlos Proyecto para monumento.

Ospina, María Victoria de Sin título.

Pinto, José Ricardo Centro vegetal.

Rasch, Leonor Beatriz Pencieri Franciscus Genius.

Rojas, José Eduardo Apuntes de mi patria.

Ospina, Marta Lucía Sin título.

Pinzón, Roberto Pablo Neruda.

Rasmussenn, Sin título.

Rojas, José Luis Amarillo, azul y sangre, sangre, sangre.

Otálora, María Isabel Señorita Colombia.

Piñeros, Fernando Andrés Mano de obra disponible.

Regueros, Soledad.

Oviedo, Héctor Fabio Variación de una forma.

Polo, Juan Fernando Aeropuerto de ángeles.

Rengifo, Luis Angel Premonición.

Padilla, Carlos ¿Qué pasó con Virginia?

Polo Flórez, Rómulo Pancartas.

Restrepo, Carlos Relieve.

Páez, Eduardo Arturo Bodegón para una cena.

Porras Navarrete, Santiago Maternidad.

Restrepo, Cecilia Bosquejos.

Páez, José Joaquín Homenaje al pueblo que surge.

Posada Mejía, Alberto Gestación N9 7.

Restrepo, Javier ¿Qué se toma el caballero?

Palomar Avilés, Antonio Retrato de Colombia la grande.

Possín de Shaio, Maruja Composición NQ2.

Reyes, Carlos Luna de arena.

Potes, Ricardo De la serie de las torturas.

Reyes, Ernesto Figuras en paisaje.

Preciado, Stella Un mundo de flores.

Reyes, Gerardo Sin título.

Prieto, Cecilia Composición.

Reyes de Olvira, Gloria Retrato.

Rosero, Humberto Efraín Los puntos más importantes una fiesta.

Rico de Casas, Leonor Abstraccionismo N9 1.

Rozo, Miguel Hora agónica.

Pumarejo, Miguel Salto N92.

Robledo, Víctor Ana Mosseri.

Rubio, Julieta Screw2.

Passmy, Jaime Salvador Niñas de Sutatausa.

Quintero, Miguel Angel Vietnam. .. un nuevo amanecer.

Rocca, Guido Sublimación de la imagen por reflejo corneal.

Ruiz, Francisco José Inmaculada.

Patiño, Margarita Viva la unidad obrera.

Quintero Molina, Efraín 13. 113 Kms. de tierra .....

Rocha, Jorge Eliécer Candidato para un monumento.

Patiño, Virgilio Sin título.

Quiñónez de Castell, María T. Hombre y mujer.

Roda, Juan Antonio Atenas.

Payán, Hans Wienand Meth Kicht-Goethe.

Quirós, Alvaro de Jesús Protesta.

Rodríguez, Alvaro Azul.

Ruiz, Pascual El movimiento importante.

Paz, Luis El sueño alimenta.

Ramírez, Flavio Hernán Pelo púbico.

Rodríguez, Amparo Artículos suntuarios.

R., Francisco de Paula Integración geométrica.

Pardo, Darío Los frutos y el vino. Parra, José Antonio Paz que se halla en el silencio. Parra, José del Carmen Laborando. Parra, José Hilario Mi ciudad natal en 1970. Pascuaza, Edmundo Demencia.

....

Puigdomenech, Las damas.

Dora

Johnny

Fidel Rojas, María Eugenia Mujer 2. Rojas, María Nelly Organización. Rojas, Miguel Angel Boca. Rojas, Pilar Sin título.

Rojas González, Tarde de totos.

Fabio

Rojas Herazo, Héctor Bodegón de pez volador.

'.

Genis

Rojas Borrero, Myriam En un playón del bajo Magdalena nace una nueva aldea.

de

Ruiz, José Isnardo Dimensión para encontrar. Ruiz, Oswaldo Palanquera vendedora de frutas.

que es lo

293


Saavedra, Orlando El amor.

Santamaría, Horacio Sueño de don Quijote.

Sakanamboy, Trilogía.

Santos, Darío Hernán Serie liberación Nº 2.

Osear Daniel

Salamanca, Hugo Nuestro sucio bello cielo. Salazar, José Guillermo Gallo fino. Salazar, María Virginia Moulin Rouge.

Sargent, Freda Montañas. Sarmiento, Libardo Tarea de historia. Schrader, Christian Lápiz.

Téllez Prieto, Jairo Bodegón con artículo de lujo y vaso plástico del almacén Tía. Tenorio, Libia Hay golpes en la vida tan fuertes ... yo no se. Tisnés Jaramillo, El pescador.

Félix

Tomas, Alfredo Mira atrás, sigue.

Vargas, Cecilia San Francisco. Vargas, César Juego de peces en acuario. Vargas Barajas, Pedro Ignacio Imperio de la muerte. Varona, Carmen Elvira Siempre. Varona Rengifo, Rodrigo Sobre un fondo originario, a soledad.

Torres, Fernando Llamada.

Salcedo, Antonio ... y sin embargo se mueve.

Sencial, Gabriel Sin título .

Salcedo, Mario Crímenes y atropellos contra la vida.

Serrano, Fabio Autorretrato.

Torres de Espinosa, Josefina Y también eres en cierto modo diferente.

Serrano Vargas, Ester Reflejos.

Torres de Niño, Margarita Sin título.

Shirorna-Isarni Pescador.

Trujillo, Henry El encadenado.

Sierra, Beatriz Elena Observacióf,f.

Trujillo, León Darío Sin título.

Sierra Duarte, Carmen Sueños de un futuro.

Trujillo, María Eugenia Los Ortega.

Sierra Maya, Alberto Construcción Nº 1.

Trujillo Dávila, Sergio Una hora antes del baile.

Silva, Edgar Sin título

Trujillo Jaramillo, Sergio Sin título.

Sánchez, Enrique Escenas Nº 1 Y Nº2.

Silva Peralta, Jaime Sin título.

Truss, Ned La mona.

Vélez, Rodolfo Bellas con la quebrada risa aguda.

Sánchez, Francisco Vanidad.

Socarrás, William 13. 113 kms. de tierra.

Urbina, Fernando En la loma.

Vellojín, Manolo Barcelona.

Sánchez, Jorge Armando Viaje a lo desconocido.

Sorzano, Gustavo Paisaje.

Uribe, Juan Camilo La mano poderosa.

Vengoechea, Construcción

Sánchez, Luis Alberto Tiempo 's.

Sredni de Kassín, Clara Cuadrados alterados por diagonal.

Uribe Duque, Alberto Continua.

Vergara, Jairo Hernando La última vuelta.

Urrutia, Francisco Eclipse.

Vergara, Yesid Dibujo.

Valbuena, Jaime Sin título.

Vides, Alberto Amarillo, azul rojo.

Salgado, Jaime Libardo Crimen y castigo. Salgado, Ulises La Colombia. Salinas, Ana Matilde Destrucción del hombre por el hombre. Samper de Restrepo, Laura La bella de los pavos. Sanabria, Jorge Eliécer Esperando.

Sánchez, Pedro Omar Corbata. Sánchez López, Reinaldo de J. Testigo mudo de un hecho sin voz. Sandino, Pedro Tercer mundo. Sandoval, Javier Sabana de Bogotá. Sandoval, Wilson Este negro.

Stern, Fanny El vacío que dejaste al partir. Suárez, Gabriel Bocetos para un sistema. Suárez, Néstor Fernando Desdoblamiento.

Valencia, Luis Fernando Sin título. Valero, Carlos Armando Muchacha. Vallejo, Esperanza Salvador Trigales.

Suárez, Saúl Jesús rey de las montañas.

Vanegas, Jorge Enrique Sin título.

S., Luis Fernando Sueños.

Vanegas, Tiberio Sin título.

Santa Palacio, Saúl Sin título.

Talero, Gabriel Felipe Proceso civilizador en América Latina.

Varaz, Gustavo Naturaleza viva con infestadores.

Santafé, Cesar Augusto Alegoría de un pensamiento.

Tamayo de Ortiz, Ruth Sin título.

Sanín, Fanny Acn1ico Nº 4. Sanín, Rosa Pintura Nº 6.

294

Vaughn, Mary Anne Espacios. Vayda, Ronny Por detrás.

"<;"

Steiner, Francisco Mona.

Vásquez, Herney Antiguas primaveras.

Varela, Mariana Y se convirtió en una manera de ser.

Velásquez, Gabriel Realidad. Velásquez, Osear Alfonso El Cristo de la calavera. Velásquez, Rodolfo Sin título. Vélez, Marta Elena Retrato de joven dama.

Hugo Nº 4.

y

Villafrádez, Hernando Reflexión adquirida. Villarreal, Josefina Sin título. Vi llegas, Armando Tupac Amarú. Vi llegas, Liliana Lama. Vi llegas de Gómez, Rosa Conmoción. Vi Ilota, Luis Alfonso Unidos en la lucha. V., Manuel Lorenzo Stella.


Wilches Chaux, Gustavo Sin título.

Betelli, Gastón Tríptico de Richard Dadd.

Díaz, Héctor Retrato de Antonio Nº 1.

Jaramillo, Oscar Sin título.

Williamsom Raffo, Eisa Principio y fin en cada hombre.

Birbragher, Celia de Sin título.

Durier, Luis Magia negra.

Lemaitre, Gastón Mujer planta.

Bohorquez, José Manuel Reminiscencias futuras.

Estrada, Manuel Vendedor de lozanías.

León, Phanor Muerte de Nicolás Mahecha, Nicolás Mahecha, La muerte.

Botero, Germán Torre en metal.

Finkelstein, Jaime Composición-en-guitarra

Botero, Oiga de Bodegón, Estructura urbana.

Flórez, Máximo De la caída ...al vuelo.

Caicedo, Espacio Espacio Espacio

Franco, Fernell Interior Nº 2, Interior Nº 1.

Wohgemuth de Buch, Ellen Rosas, bellas rosas. Yepes, Carlos Arturo Pájaros para un cuadrado. Zalamea, Gustavo Demagogos. Zambrano, Eisa María Odelia Peña. Zapata, Hernando En busca del pan. Zapata, Hugo Los dos. Zea, Pilar Estructura humana. Zorrilla, Alfonso Violinista.

Gloria interior 1, interior 2, interior 3.

Calderón, José Edilberto Estragos de la guerra.

Acosta, Alvaro Exordio Nº 1. Acuña, Luis Alberto Ingenua melodía, Maternidad. Alean, Humberto Nacimiento de Venus. Alvarez, Edgar Paisaje interior.

Callejas, Rodrigo Paisaje 1, Paisaje /l.

Gómez C., Marta Lucía Retrato.

Camacho, Antonio 5 de vascos y un Franco as-e-sino.

González, Beatriz Boticcelli wash and wear.

Angarita, Carmenza Tras los pasos perdidos.

Camargo, Manuel Tríptico. Cantillo, Elvira, La siega, La lavandera.

González M., Sergio Abstracción fugaz.

Cárdenas, Santiago Color rosa (tablero verde Nº 5-7-6), La corbata.

Gordillo, Mario El canto mio se pierde.

Angel, Félix Valdés campeón. Arango, Diego Sin título. Arenas del Pino, Luz Clemencia Sin título. Ariza, Hernando Dibujo. Astudillo, Ever Interior-exterior. Ayala Coy, Oswaldo Estudiante tirando piedra. Barroso, Esperanza Yo, Carlos. Beltrán, Soledad En rojo y verde. Bernal, María Elena Bus Nº 16.

Celín, Pedro "'" Restos de la gran ·ilusión. Chaux, Luis Sinfonía selvática.

Marín, Alvaro Paisaje 111,Paisaje gris. Martínez, Alvaro Funerales en rosado coca, verde cotorro y amarillo cañahuate, Zipa. Martínez, Augusto Sección áurea.

González, Dioscórides El espíritu que ahorcó González.

Carrizosa, Hernando Septiembre 11.

Lugo, Juan Manuel La edad de los objetos, Aire de distancia.

Mantilla Caballero, Jorge Dados de baja.

Gilmour, Ethel Conjunto con figuras de Bonnard.

Caro, Antonio Colombia.

Lucena, Clemencia Las barricadas del suroriente.

Luna, Arnulfo El señor ministro y sra., vía Miami.

Gámez, Jesús Tia Sara, Pincel seco.

Calle, Juan Manuel Sin título.

XXVI Salón - 1976 Accault, Jean Pi erre Carnaval y trompeta.

(1) y (2).

a

Simón Martínez, Manolo Zipa. Maza, Enrique EC-BMX.

Gordillo, Omar Oiga, mire, vea.

M ejía , Luis Fernando La jaula-las ideas no comen alpiste.

Guerrero, Alfredo Retrato de muchacha sentada.

Modiano, Sara Tras esas puertas y ventanas Nº 11A.

Gutiérrez, Margarita El hombre.

Molina, Francisco El silencio.

Henao, María Victoria Mercado, Trastienda.

Molina, Humberto Urbe.

Herazo, Alvaro Pérdida irreversible.

Monsalve, Margarita Personaje sin historia, Personaje sin historia.

'-

Correa, Carlos Las últimas monarquías, Buen vecino.

Hernández, Sin título.

Correa, Jaime Sin título.

Herrán, Pedro Alcántara Danza de la muerte.

Cuartas, Manuel León El mismo tema.

Herrera, Clara Mujer l.

De Surata, Pacheco En Bucaramanga.

Horrillo, Juan Antonio Represión.

Del Villar, Hernando Botes en la playa de Santa Marta.

Jaramillo, Gustavo Sin título.

Devis, Fernando Teorema.

Jaramillo, Lorenzo Sin título, Sin título.

Díaz, Alfonso Café, transporte y progreso de nuestro pueblo.

Jaramillo, María de la Paz La novia-la viuda, La reina, la virreina y la princesa.

Enrique Moreno, Pedro Atentado mecánico. Mosquera, Retrato.

María Eugenia

Muñoz, Oscar Inquilinato. Nieto, María Teresa Los invasores. Niño Botía, Jesús Los vendedores de promesas. Nuño, Alberto Figura Nº 1, Figura Nº 2. Oviedo, Héctor Fabio Conjunto de cilindros.

295


Palomar, Antonio Visión marina.

Santafé, Cesar Augusto El mantel blanco.

Paz, Luis Espacio pisco Nº 1, Espacio pisco Nº 2, Espacio pisco Nº 3.

Sencial, Gabriel La escalera.

Peláez, Mario Homenaje al albañil, Dibujo. Ramírez, Dora Las 6 de la mañana. Ramírez, Raquel Condición. Rayo,Omar Zibeliz, Kurso XXXv. Restrepo, Amparo Hembra-cóndor. Restrepo, Angela María Pareja, En la cama.

Barrera, Antonio Paisaje Andes, Andes.

Silva, Edgar Paisaje Nº 7, Dibujo.

Beltrán, Soledad En azul y amarillo.

Silva, Gustavo Facundo Interior azul.

Bernal, Adolfo Objeto.

Sorzano, Gustavo Partituras mentales.

Bernal de Medina, Delfina Arte y política.

Sredni de Kassfn, Clara Sin título.

Betelli, Gastón Autorretrato con Bafometto, Claro está qué .....

Suárez, José Antonio Dibujo, Dib6jo.

Restrepo, Guillermo Juegos de niño.

Triana, Jorge Elías Bodegón elemental en homenaje a Pablo Neruda.

Restrepo, Javier Sin título. Rico M., Bias Hernán Juegos dialécticos-cabeza casco.

Sierra, Alberto Los amigos de Manet invitados a la trienal posan en las escaleras metálicas del edificio Coltejer.

Stern, Fánny Con línea en la mitad.

Restrepo, Carlos Objeto.

Trujillo, María Eugenia Estudio Nº 4. y

Rocha, Jorge Espejo para un infante, Espejo. Rodríguez, Claudia Sin título.

Ardila, Jaime Señora con anteojos oscuros y botón electoral. Delegada conservadora con cubilete de cartón y aretes.

Uribe, Alberto Sistema. Uribe, Juan Camilo Llamarada. Valbuena, Jaime Quietud movida y las olas del sueño.

Gamonal, Alfredo Violencia 1302, Violencia 1301. García, David Paisaje.

Barrios, Javier Homenaje a Francis Picabia.

Gilmour, Ethel La bella durmiente, Mujer de la poltrona. González, Eduardo Sin título, Sin título.

Botero, Germán Torso de la serie: mecanismos, Fósil-de la serie: mecanismos.

Herazo, Alvaro Mapa. Hernández, Eduardo Tronco frágil, Aura de tronco.

Brusatin, Italo Primitivismo.

Hoyos, Ana Mercedes Atmósfera.

Mario

Calle, Jaime De la serie 'amante' De la serie 'amante'

Grupo el Sindicato (Aníbal Tobón, Guillermo Aragón, Ramiro Gómez, Efraín Arrieta, Alberto del Castillo y CarlosRestrepo) Alacena con zapatos. Gutiérrez, Yesid Serie 1:chofer con timón ... t Serie 1/: humo timón. ...

Birbraqher, Celia de Totem, Totem. .....

Bustamante, Raza.

Flórez, Máximo Colgada de guayos, Serie: manufacturas nacionales.

Hoyos, Carlos Enrique Vote por, Cancelado. . .

Camargo, Hermann Sin título. Campos, Javier de María Espíritu de la selva.

Jararnillo, Beatriz Color y medio. Jaramillo, Osear Sin título.

Rodríguez, Juan Homenaje a la ciudad de Fusagasugá.

Valencia, Luis Fernando Reseña de rutina.

Rodríguez, Luis Sin título, Sin título.

Vare la, Mariana Dibujo Nº 46.

Rodríguez, Marta Mujer Nº 1.

Vélez, Marta Elena Los sueños de Dévorah

Rozzo, Miguel Ultima cena.

Villa, María Virgen de los dolores.

Rueda, Ricardo Sin título.

Wilches Chaux, Gustavo Naturaleza " Naturaleza 1/, Naturaleza 111.

Cohen, José Otro sueño de mi infancia sobre la tierra.

Zalamea, Gustavo En la caverna.

Correa, Jaime Fragmentados Nº 9.

Zapata, Hugo Eporos, Díptico.

Cortés, Efraín La gran odalisca.

Zárate, Nirma Sin titulo.

Cross, Ricardo Nude Ns a.

XXVII Salón - 1978

Del Vi llar, Hernando Grecia.

Modiano, Sara Puertas y movimiento Puertas y movimiento

Anaya, Heberto Naturaleza, silencio y relax.

Esbra, Ida de Sin título.

Monsalve, Osear Paisaje.

Rueda, Rubén Dádle a él lo que es vuestro. Ruiz, Pascual Homenaje a la búsqueda monacal 1/. Salcedo, Mario La huelga. Sánchez, Benhur Tiro al blanco. Sánchez, Enrique Identifíquelo Nº 1, Identifíquelo W 2.

296

Caro, Antonio Todo está muy caro.

Lalinde, Pedro Pablo Patrimonio de un pueblo. Mantilla Caballero, Jorge

A título propio, A título propio. Caro, Antonio 1. Eterna vida, Velas encendidas. Castles, John Sin título. Cepeda Vargas, Fernando Arte libro.

Marín, Alvaro Paisaje 1,2, Atmósfera. Marino, Diana Maniquí. Martínez, Alvaro Matrimonio en rosado y sepias, Entierro en rosados y amarillos. Martínez Berrío, Armando Sin palabras. Mazuera, Diego Libreta de apuntes

1,2,.

Mejía, Luis Fernando Juego de salón Nº 1, Juego de salón W 2.

Nº 1, Nº 2.


Morales, Orlando Construcción diecisiete, Construcción dieciocho. Noguera, Jaime Escultura negra. Noreña, Ricardo La ternura que tengo para vos. Obando, Omar De la figura y las recintos mentales De la figura y las recintos mentales

formas y mis NQ1, formas y mis NQ2.

Sánchez Quevedo, Víctor Sin título, Sin título. Sánchez Mi padre domingo', Mi padre cotidiana

Saavedra, Esteban en: I 'descanso en en: /1 'faena '.

Silva, Jaime Formasímbolos Formasímbolos

NQ 1, NQ2.

Ortiz, Jorge Sin título. Páez, Camila Sin título 1,/l.

Tovar De Andreis, Fernando Bodegón.

Páez Morales, Germán Proyecciones sobre un tema.

Truss, Ned Serie de los perfiles.

Parra, Luis Ernesto Receta culebrera de compota manzanera la verraquera, Boda a las 6 y los crespos sin hacer?

Uribe, Alberto Columna, Sin título. Uribe, Gloria Mis vecinos.

Paz, Luis Pisco.

Urueta, Luis Eduardo Composición policromada.

Paz, Victoria Amarillo, Sin título.

Valencia, Luis Fernando Colombia T. V..

Peláez García, Aydeé Del álbum familiar NQ 1, Del álbum familiar NQ2.

Vargas, Luis Eduardo Rosita.

Posada Diaz, Ramiro Sin título. Potes, Ricardo Apariciones, Aparición. Ramirez, Luis Alfonso Sin título, Sin título.

Restrepo, Angela Maria Yo. Restrepo, Luis Javier Carro. Robledo, Victor Interior con paisaje. Rodríguez, Maria Nube cruzando la luna. Romero, Bernardo Vitalidad.

Espinosa, Guillermo Sillas rojas, Sillas azules.

Barrios, Alvaro El martirio de San Sebastián, El martirio de San Sebastián. Barrios Navarro, Regina Mujer de vida alegre. Barroso, Esperanza Dibujo NQ1, Dibujo NQ3. Beltrán, Jesús Gabriel Construcción marina NQ 1, Construcción marina NQ2. Beltrán, Soledad Cesto con manzanas, Cebolla.

Finkelstein, Jaime Ensamblaje Flórez, Máximo Navegante, Trapecio. García, María Consuelo Juego NQ 1, Juego NQ2. Garrido, Jaime Tacunichi. Gilmour, Ethel Simón y Manuelita, Simón y Manuelita. Giovanni, Ramón Fin de la jornada, La bicicleta y el campo. González, Piedras

Bernal Henao, Adolfo Ojo.

Fabio

Granger, Roberto Luz, espacio y materia, Dialogando con la luz.

Berrío, Fabio Fuerza.

Grupo Horda (Rubén Rueda, Hernando Carrizosa,Blas Hernán Pico y Carlos E. Rojas) Sin título, Sin título.

Boller, Edelmira Ensamblaje W 11, Ensamblaje NQ 12.

Gutiérrez, Alba Cecilia Alucinación, Sueño.

Vergara, Jairo Hernando Pasajero NQ 1, Pasajero NQ2.

Carrascal Santiago, Gerardo El artista.

Jaramillo, Beatriz Zócalo, Zóc,alo.

Zalamea, Gustavo Plaza Bolívar VII.

Carrasquilla, Jaime El homenaje a Velásquez.

Jaramillo, Maria de la Paz Te quedas, Te quedarás.

Castles, John Sin título, Sin título.

Malagón, Rosa Elvira Sin título.

Vélez, Argemiro Picasso marca registrada.

Zambrano, Eisa Oyendo promesas Zapata, Hugo De los elementos

NQ 1.

1,2,3.

XXVIII Salón - 1980 Rasmussen, Johnny Polifemo.

Echeverry, Rafael Rítmico

Caro, Antonio 1. Polvos somos y en polvo nos convertiremos, Ave María inviolada.

Gloria Cecilia

Posada,Julian Nunca te creí capaz de semejante monstruosidad. ..etc., No trates de ocultarme la verdad de tu existencia.

Azout, Lydia Fragmento de mano XIII, Fragmento de mano XIV

Bernal, María Elena Reflejos.

Velásquez, Rodolfo Paisaje, Paisaje.

a

Echeverry, Carlos El contexto del arte, El arte con baño de oro.

Barney, Alicia Bocagrande.

Sorzano, Gustavo Partituras mentales. Evento de participación: 'anotaciones y apendix para la Historia extensa de Colombia '.

Pérez, Victor 1810 homenaje Gémez.

Avella, Jorge Los balcones, La alcoba de los largos silencios.

Alvarez, Edgar Sin título. Angulo, Francisco Siluetas. Arango, Diego Poema a la salud. Arenas del Pino, Luz Clemencia De las cosas del hombre y la metamorfosis. Astudillo, Ever Muro NQ 1, Muro NQ2.

'<.

Cifuentes, Gonzaga Bertia.merqinedo. Correa, Jaime Sin título. Cuéllar, Pilar El sol es un semillero, Plantado en el universo.

Martinez, Dora Isabel Fachadas, Fachadas. Martínez Charry, Octavio El ladrillo prohibido, ladrillismo, El sagrado ladrillo de Colombia. Mayer, Becky La patillera, K. Mart U.s.A..

Del Castillo, lIiana Sin título.

Mazuera, Diego Templado NQ 1, Templado NQ2.

Diaz Granados, Josefina 'Orror' un ratón en la procesión.

Mejía, Luis Fernando General salve usted la patria.

Duarte, Guillermo Arco y nicho.

Mejía Jaramillo, Jaime Cabeza de mujer.

Duque Saldarriaga, Carlos A través de una ventana.

Méndez Castillo, Eduardo Transeúntes.

297


Santos Pico, Luis Francisco Interior, Interior.

Miranda, Xenia Sin título. Morales, Orlando Construcción 1, Construcción

11.

Obando, Yolanda Ayúdame a sacar la luna, Hay un canto escondido.

Umañana Valdivieso, Camilo Pero encuentro que no todos somos herederos del silencio y seguimos preguntando quiénes somos?, Ad libitum. Uribe Duque, Alberto Sin título.

Obando Villarreal, Omar De la serie 'rito con rojo', Forma y color en torno a un haz de luz.

Valencia, Luis Fernando Sin título.

Ortiz, Jorge Boquerón, Boquerón.

Vanegas, Ramón Ensayo de piano.

Páez Morales, Germán Aproximaciones en la figura, De la figura.

Vargas Gil, Federico Bodegón.

Parra, Luis Ernesto Aquí yace el que aró en el mar y edificó en el viento, velación a destiempo, Doble salto a la gloria y un espíritu de inmortalidad. Pérez, Dioscórides San Jorge y el dragón. Posada de Montoya, Consuelo Niños jugando. Quintero Molina, SN. Frutas y ramas. Ramírez, Marta Variaciones orgánicas, Urdido oblicuo.

Vayda, Ronny Sin título. Vélez, Ana Libia Paisaje t. Vélez, María Victoria Autorretratós, Autorretratos. Vélez, Rodolfo Dibujo Nºt, Dibujo Ng 2. Zalamea, Gustavo Batalla Nº 4, El árbol de la plaza. Zambrano, Eisa Mauricio, Rompecabezas. Zapata, Hugo Estelas 1, Estelas 11.

Ramírez, Raquel Séptimo penal Ng 2, Séptimo penal Nº 4.

Zuluaga Soto, Matilde Sin título Nº t.

Arland Ariza, Walter El tinajero de mi abuela cuando era nuevecito, Bodegón o paisaje.

Granda Paz, Pedro Que viva la música-homenaje Andrés Caicedo.

Ayerbe, Mario Mujer con rulo. Betancur, Alberto Bufanda, Perros y perros. Bouhot, Flor María Andrógino. Burbano Mutis, Jaime Día de feria.

Guerrero, Julio Riña.

Buzzi, Ernesto Cabeza Ng 2.

Gutiérrez, Alba Cecilia La ira del dragón.

Carrillo Fernández, Sin titulo.

Rosa Julia

Achury, Mauricio El espacio contenedor.

Rebolledo, Santiago Sin título, Cartas no puestas. Restrepo, Carlos Objeto-quemado y pintado. Restrepo, Mariela Chorros y chorreras,

Cascadas.

Rico, Cecilia Los tigres. Rojas, María Nelly Requisa. Romero García, Bernardo Paisaje rojo, Formas rojas. Ruiz, Pedro Camuflaje, Calentanos.

Acosta Puertas, Alvaro Para lugar íntimo. Agudelo, Aviecer Desnudo 1, Flotantes. Aguilar, Juan Cristóbal Sin título. Alvarez, Edgar Sin título. Angulo, Roberto Atlántida. Aragón, María Cristina Mujer con abrigo negro, Desde el bus.

Herazo, Alvaro Performance.

Castro Daza, Celso Hombre 1, Hormue 11.

Hernández, José Gustavo Parábola de un futuro recuperable.

Ceballos, Hugo Hernán Papal mural para el grupo menudo, Papel fflural para una ciudad.

Hernández, José Joaquín Atuendo para dejar de ser Ng t , Atuendo para dejar de ser Nº 2.

Chávez de Zambrano, Lucía Laberintos 1,Laberintos 11.

Herrera, Juan de la Cruz Palma de cera.

Cortés, María Cristina El dominio de Alrheim, Segunda de febrero.

Hoyos, Carlos Enrique San Fernando el iluminado de Cajicá.

Del Vi llar, Hernando BasHica menor de Santa Marta.

Hoyos, Jesús Ernesto Tangüa paisaje en movimiento.

Espinel, Margarita Comenzando el día, A la espera.

Hoyos Baena, Hernando Personaje, Retrato de un ministro de justicia muerto.

Estrada, Manuel Travestistas en carnaval. Garcés de Rosé, Amparo Fruta.

Jaramillo, Beatriz Intersección. Jaramillo, María de la Paz Soñar y nada más.

Gilmour, Ethel El Papa en Centroamérica.

Jiménez, Ernesto Incomunicado, de la serie de las extensiones hombre.

Giraldo, Solitario bisonte Solitario

Lamilla de Rodríguez, Nubia Lujo 's.

Luis Hernando de la muerte del 11, del bosque azul.

Girón, María Victoria Maniviola. (Obra en conjunto con Alvaro Velásquez) Gómez, Ramiro Sin título, Sin título. Gómez Palacio, Alfredo Sin título, Sin título.

Sánchez, Edgar Hernando Naturaleza muerta l.

Arango Tobón, Gloria Isabel Sin título, Sin título.

Góngora, Leonel Sin título, Catalina.

Sánchez, Esteban La guacharaca, Badana.

Arias Gómez, Bernardo Picarescas nocturnas.

González, Eduardo Sin título, Sin título.

298

Gutiérrez, Javier El mimo Arnolfini.

Carrillo Rangel, Luis Alberto Para coctel 6:30 p.m ..

XXIX Salón - 1985 Ravassa, Gerardo La chichonera.

a

Grupo el Hueco (Jorge Hernández, Emiliano Villamizar, Angel Ortiz, Rosa Julia Carrillo) Ambiente religioso.

Espinel Ruiz, Pedro Juego.

Ramos, Pedro Rutas, Muro.

Gordillo, Mario Las tres múltiples gracias.

León, Phanor Lucho todo el tiempo. Loaiza, Hernando Santander del Norte, Santander del Sur. Londoño, Gustavo El pichirilo. López, Francisco Patio Ng t, Patio Nº 2. Martín Abrahím, Eleonora Pañuelo Ng t, Pañuelo Ng 2'.

del


Matallana, Gloria Cecilia En búsqueda de una solución, Ciudad, polusión, congestión. Matijasevic, Tríptico.

Vicente

Mayer, Becky Homenaje a Monet NQ 1, Homenaje a Monet NQ2. Mejía, Dora Lucía Consideraciones acerca del paisaje-acercamiento, Fotocopia de la realidad, Consideraciones acerca del paisaje-acercamiento, Fotocopia de objetos reales. Mejía Jaramillo, Jaime Llegaron los pájaros. Melo Moneada, Guillermo Trabajo I y 1/. Meneses Arévalo, Emel Expresiones y vocablos que nacen de la tierra.

definitivamente calvario del humilladero, Armas fratisidas, campanas luctuosas, nieves engañosas al fondo del mar tranquilo de la paz. Paulhiac Casas, Oiga Lucía Mimos NQ 1, Mimos NQ 2, Mimos NQ 3. Pérez, Juan Rostro y ventana, Primera Comunión.

Santos, Ivan Darío Camino a Tunja, Chocontá anochecer, Camino a Tunja, anochecer. Sebastián, Mercedes Crisis de la planificación, La deuda de Amparo. Sierra, Antonio Decorando con Clark Gable de fondo.

Polanco, Eduardo Descongelando imágenes.

Silva Ramírez, Leovid Relegados, Se consume lo que se produce.

Pombo, Diego La Inmaculada Concepción.

Spinosa, Guillermo Velas y lámparas.

Potes, Ricardo Avísale a mi contrario, Sabor en rojo.

Suárez Andrade, Orlando Los amantes son eternos.

Prieto, Alberto Leyenda de las tres cruces, De los coronosos laureles.

Suárez Di Ciodaro, Alfonso Performance 'polución'.

Ramírez, Guillermo Paisaje 1/, Paisaje /.

Toro, Jairo Iván Movimiento en blanco, Movimiento central.

Ramírez, Marta Vaca, Jaguar.

Valencia, Luis Fernando Sin título.

Miranda, Francisco El hombre lagarto, Negocio de monos.

Ramírez, William Jairo Sin título.

Vanegas, Ramón Verano, Torso.

Montoya, Armando De la serie venteros.

Rangel de Durán, Ana Buenaventura.

Vayda, Ronny Sin título.

Mora, Gilda El por-venir, Sin título.

Rendón, Reinel La luna y la ciudad, Erudecencias de la tierra estación NQ 4.

Velásquez, Alvaro Maniviola. (Obra en conjunto con María Victoria Girón)

Mesa, Yolanda Crónica de una familia en la playa.

Morales, Orlando Forma. Morales Parra, Diego Sin título. Múnera, Mario Antonio Promocionada indiferencia. Navarro, Rebecca Al lector de la prensa colombiana, El disco rayado. Ocampo, Alonso Sin título. Ortiz, Jorge Contexto (5 piezas). Osorio Cardona, Albeiro La macua. Osorio Salazar, Luis Carlos Jesús el buen pastor. Oviedo, Héctor Fabio Escultura 1.

Restrepo, Raúl Fernando Paisaje NQ1, Paisaje NQ1/. Restrepo, Tulio La brecha, Pasaje. Reyes Osma, Jorge Alberto Ensamblaje en negro. Richter, Juanita Vivencias. (Obra en conjunto con Fernando Vi llar) Salas Silva, Carlos Augusto De la serie transformaciones: dicotomía /, De la serie transformaciones: dicotomía 1/. Salazar, Carlos La carta. Salcedo, Carlos Cuartucho.

Palacio Obando, Alvaro Bioargumento 02.

Sánchez, Nelson Primer estudio para el canon de la séptima raza, Leyendo la vida interior.

Panizza, Rafael Autorretrato con animales, Stop!.

Sánchez, Teresa Sin título, Sin título.

Parra, Luis Ernesto Principal emblema de Pamploma,

Sánchez Quevedo, Víctor Sin título.

Velásquez, El mar.

Libia

Vélez, Rodolfo Sala de espera 1, Sala de Espera 1/. Villar, Fernando Vivencias. (Obra en conjunto con Juanita Richter) . Villegas, Luis Guillermo Instalación. ., Zalamea, Gustavo Pera, Fruta.

Angulo, Daniel Rumba nocturna

1, Mar.

Angulo, Roberto Naufragio. Antolinez, Luis Enrique Homenaje. Aragón, Gerardo Orbe trece, Orbe diecinueve. Arango, Diego El hombre jaguar, Panel 2. Arango, Gloria Isabel Sin título, Sin título. Astudillo, Ever Sábado, Lunes. Azout, Lydia Serie 'fuerzas rítmicas NQ 18'. Serie 'fuerzas rítmicas NQ 15'. Barbosa Bedoya, Consuelo Habitable para una ciudad cualquiera. Barney, Alicia Odio el dibujo. Barrios, Alvaro Ascención de Remedios la Bella. Bernal, Adolfo Piedras precolombinas

1,1/.

Bernal, María Elena Charcos, Follajes. Bibliowicz, Hana La pareja que mira hacia afuera, Tramo-reconstrucción. Boller, Edelmira Sin título, Las dos caras del buho. Boshell, Tutua Sin título, Sin título. Botero, Germán Cuatro docenas. Botero, Jorge Tríptico: de la serie señales particulares NQ1, Tríptico: de la serie señales particulares NQ2, Tríptico: de la serie señales NQ3.

Zapata, Hugo Caja, Caja.

Bouhot, Flor María De la serie 'los amantes', De la serie 'los amantes'.

XXX Salón - 1986

Buelvas, Samuel Vicente Tensiones 1, Tensiones 1/.

Acuña, Luis Alberto Amanecer en el Chocó. Anochecer en la Guajira.

Bustamante, Mario Son de cumbia, Metamorfosis.

Aguilar, Homero Pintura fresca, Taller imaginario.

Caballero, Ricardo Cumbiamba, Gato y Beatriz.

Alarcón, Ezequiel Construcción NQ 1, Construcción NQ3.

Caicedo, Carlos Alfonso Pregunten ... AR!!!, Imitando a Picasso.

299


Franco, Jesús En memoria de la naturaleza En memoria de la naturaleza

Callejas, Rodrigo Paisaje. Cárdenas, Efraín Modelo para armar, Retrato de Esther.

NQ 1, NQ2.

Giangrandi, Umberto Sin título, Sin título. Gilmour, Ethel El palacio, Armero.

Cárdenas, Eugenia Carroussel parque la independencia, Carroussel parque de la independencia.

Giovanni, Ramón Sin título, Sin título.

Cárdenas, Santiago Figura, Figura.

Giraldo, Luis Hernando Venus en un paisaje, Un solitario.

Cardozo, María Fernanda Depósitos un metro, Ojos de agua.

Gómez, Ignacio Naturaleza 1, Naturaleza 11.

Caro, Antonio Nueve módulos.

Gómez, Jorge Mario Sobre la iste-de los muertos. (Obra en conjunto con: Patricia Gómez y Fabio Ramírez).

Caro, Antonio 1. De la serie ojo Dios nos ve, La resistencia.

Gómez, Patricia Sobre la isla de los muertos. (Obra en conjunto con: Jorge Mario Gómez y Fabio Ramírez).

Carreño, Ramón Puerta astral.

Gómez, Pedro Construcción móvil, Construcción móvil.

Castles, John Sin título.

Hoyos, Carlos Enrique Matanza.

Matallana, Gloria Cecilia Ensueño.

Hoyos, Cristo Uña y muegre, Las fadules.

Mayer, Becky Caminos de agua, Trigal.

Huertas, Miguel Antonio Sin título, Sin título.

Mazariegos, Carmen Un 'ismo' mas, Intento fallido.

Iregui, Jaime Sin título, Vórtice.

Mazuera, Diego Novena potencia,

Jaramillo, Biombo.

Medina, Santiago Bodegón, Bodegón.

Beatriz

Cubo cubo.

Jaramillo, Cosme Hacia arriba 1, Hacia arriba 11.

Mejía, Norman Hombre sin nombre, Labra sin palabra.

Jaramillo, Jorge Iván Por amor al arte.

Meneses Arévalo, Emel Dados de baja, Sin identificar.

Jaramillo, María de la Paz Serie borrasca de amor.

Merino, Gloria Elena El vino, Gualirá.

Jaramillo Vélez, Guillermo Sol de la meñeae, Velero en Tata.

Monsalve, Margarita Estudios de taller I y 11.

Jiménez, Julio Ernesto Sagrado escritorio en vos confio.

Monsalve, Vivian Doquier un, dos, tres, cuatro, Los ojos de la ciudad.

Gómez, Ramiro Columna.

Laignelet, Víctor Trilogía de los espejos, Retrato de un espejo baleón, Retrato de un espejo inerte.

Gómez, Ricardo Montaje para Bogotá.

Lamassonne, Andén.

Góngora, Leonel La Magdalena, Maternidad.

Leroy, Phillipe Facial 1, Facial 2.

González, Alberto Descomposición en azul, Equilibrio dinámico.

Loochkartt, Angel El ángel sale a mi encuentro, El ángel nos llama.

Echeverri, Clemencia Cometas, Instalación.

González, Beatriz Túmulo funerario para soldados bachilleres.

López, Francisco Un juguete para Mondrián, Un marco para Mondrián.

Echeverri, Rafael Espejo negro.

Granada, Carlos Reflejos 1, Reflejos 11.

López Mesa, Nereo Cruz para una muerte atómica, El vacío de la soledad.

Navarro, Rebecca La hoja de corazón.

Escobar, Luis Fernando Sin título, Sin título.

Grass, Antonio Hombre del común NQ 1, Hombre del común NQ2.

Lugo, Juan Manuel Pasajeros del espejo 1, Pasajeros del espejo 2.

Navarro, Rosa Una rosa es una rosa, Rosa rosae.

Luna, Arnulfo Puerta, Esquina.

Oberlande, John Gabinete 'high-tech' con babero de abotonar.

Castro Daza, Celso Ojo azul, Tijera. Cortés, María Cristina Homenaje a Van Gogh, Sin título. Del Villar, Hernando Bahía de las ánimas. Duncan, Gloria Oedipus rey, El pensador. Duncan, Ronald Sol griego, Sol céltico.

Espinel Ruiz, Pedro Objeto cósmico rodante.

Grisales, Germán América mía, América nuestra.

Espinosa, Adriana Sin título, Sin título.

Gutiérrez, Sonia Paso a la vida.

Espinosa, Marco Tulio David, Las\ tres gracias. Espitia, Yolanda Composición /, Composición Estrada, Manuel Rincón /, Rincón 11.

11.

Gutiérrez Marimón, Rangel El con sus falsas condecoraciones incluyendo la del Pispito rojo, Richard a la espera de su Leontina Amarilla. Herazo, Alvaro Sin título, Sin título.

Morales, Marta Elena Espectro, Frontera. Morales, Orlando Forma NQ27, Forma NQ28.

Karen

Lynch, Michael Guardianes, Guerrero. Manrique, Italo Cita en el parque, Paseo matutino. Marín Vieco, Alvaro Proceso gráfico.

Morales Guerrero, Germán José Arroyo del Orinoco. Morán, María Linderos del Chilca. Moreno, Alvaro Ruana primitiva de aguapanela bailable, Sin título. Muñoz, Oscar De la serie pinturas de agua, De la serie pinturas de agua.

Obregón, Alejandro Dos copas en un vacío. acampo, Alfonso Rosado Lola brillante, Cajas de citas. Ordóñez, Cecilia Sin título.

Flórez, Carlos Variaciones iglesia de Auvers, Van Gogh y yo.

Hernández, Manuel Frente a tres rojos.

Martínez, Néstor Guillermo La danza de la vida 1, La danza de la vida 11.

Ortega, María Clemencia Cotidianidad.

Franco, Fernell Sin tftulo, Sin título.

Hoyos, Ana Mercedes Aseneth y yo, La Doña.

Martínez, Vicente Puertos, 3 gracias.

Ortiz, Jorge Sin título.

300


Ortiz, María Victoria Sin título, Sin título.

(Obra en conjunto con: Patricia Gómez y Jorge Mario Górnez).

Salcedo, Bernardo Cielos de plomo.

Vayda, Ronny Sin título, Sin título.

Ortiz Jaramillo, Rafael Agua viva, Río manso.

Ramírez, Luis Alfonso Sin título, Sin título.

Salcedo, Helio Ventoleras, La mujer espíritu del reino.

Vejarano, Gustavo De fuego yagua I y /l.

Ospina, Nadín San Sebastián, Babilonia.

Ramírez, Rosa Bolívar en el caballo de Rousseau, La luna entra a la casa.

Ospina, Vicky Gallero del paso, La última cena. Páez Morales, Germán Sin título, Sin título.

Ramírez, Saturnino Academia de billar de la Place Clinchy, Autorretrato al billar. Ramírez Villamizar, Eduardo Traje ceremonial Inca, Recuerdo de Machu-Pichu.

Panizza, Rafael Ensamblajes. Pardo Valencia, María Teresa Sin título. Parra, Luis Ernesto En viva cruz por vivas aguas y fauna. Paz, Luis Espantapájaros Espantapájaros

Samudio, Antonio Libraco con grabados.

1, /l.

Peláez, Luis Fernando Proyecto, Estudio. Pereira Castro, Fernando Los convidados a las puertas del templo, Principio y fin de la jornada. Piedrahíta, Clara Inés Paisaje capturado NP 1 Y 2, Lápiz 1 y lápiz 2. Piedrahíta, Hilda Nostalgia, Bodegón con motivos de nostalgia. Piedrahíta, Mercedes Fuerza 1,Fuerza /l. Platarrueda Vanegas, Andrés Pleno sol, Lluvia ácida.

Sánchez, Nelson Hacia el solsticio de verano, Piedras de sacrificio. Sandoval, Diana.

Rosemberg

Ramos, Pedro Perseguidores y perseguidos, Perseguidores y perseguidos.

Schlenker, Cristóbal Sin título, Sin título.

Vélez, Rodolfo Sin título, Sin título.

Rassmussen, Mercedes de Interior, Reminiscencias.

Sierra Jaramillo, Antonio Autorretrato, Autorretrato.

Ravassa, Gerardo Cañon de El Pato, La jaula.

Silva, Edgar Señales en el cielo.

Vélez, Rosa Muchos serán los invitados, Me pregunto si mi pecado será solo de omisión.

Rayo,Omar Cimabue 1,Samurai XXXV/I.

Sivickas, Nijole Sin nombre 1, Sin nombre /l.

Vi llegas, Darío Tríptico de la historia cruel, Tríptico de la dura suerte.

Rendón, Fabian Plegaria en el gran circo místico, Plegaria en el gran circo místico.

Sojo, Alberto Sin título I y /l.

Viteri, Alicia Tiempo gris.

Sopó, Miguel Aguadora, Figura de hombre.

Zalamea, Gustavo Pera amarilla, Estudio con fruta.

Stand, Luis Tu y yo bailando y el tiburón asechando, En la población de Plato ....

Zambrano, Eisa Gente, Gente.

Restrepo, Raúl Fernando Variaciones de una nube 1,11. Reyes Osma, Jorge Alberto Sin título, Sin título. Riveros, Jorge Poema de luz, Mundo oculto. Rizzi Torre, María Teresa Saltando cuerda, Neutreqkrt.

Suárez, José Antonio Papeles de colgadura.

Tejada, Lucy Burbuja.

Polanco, Eduardo Vino a posar, Proyecto para darle vueltas a la tierra.

Rojas, Carlos De la serie 'El Dorado'.

Uribe, Alberto Sin título, Sin título.

Pradilla, Eduardo Un no lugar. Quintero, Gustavo Alfonso Paisaje urbano NP 1, Paisaje urbano NQ 2. Ramírez, Fabio Sobre la isla de los muertos.

Zárate, Nirma Huella aborigen.

XXXI Sa/cjn - 1987

Rocca, Francisco Sin título, Sin título.

Rojas, Hernando Interior, Hotel Manhattan

Zapata, Hugo Sin título, Sin título.

Suárez Di Ciodaro, Alfonso Pasado y presente.

Toro, Jairo lván Angula del silencio, Estación del silencio.

Posada, Julián Tela para moda.

Vélez, Carlos Terrae cognita, Relicario para el tigre. Vélez, Marta Elena El seductor 1, El seductor /l.

Plazas Saboyá, Hugo Autorretrato.

Posada, Eduardo Sin título, Sin título.

Vélez, Ana Cristina Sin título, Sin título.

Sanín, Fanny Sin título.

Rodríguez, María del Rosario Sátiro como fuente de agua dura, Las tres gracias en la boca del lobo.

Polling, Miguel Sin título, Sin título.

Velásquez, Camilo Serie rompimiento, Serie rompimiento.

Pasto.

Uribe, Juan Camilo El cometa dormido.

Rojas, Miguel Angel Las partes 1, Las partes /l.

Uribe, Santiago Bosque de telas.

Rojas, Nelly Sin título, Sin título.

Uribe Sierra, Luis Fernando Sin título, Sin título.

Ruiz Solórzano, Jaime Santuario, Manigua Abisal.

Valencia, Luis Fernando Interior colombiano.

Salazar, Carlos Encuentro en la puerta áurea, El triunfo de Cibeles.

Valencia, Sofía El obispo, La comunión.

Salazar Posada, Rodrigo La ventana, El circo.

Vanegas, Ramón Modelos, Miramar.

Abadi, Paige Sin título, Sin título. Abadía, Omaira E.X.6.87, F.7.1987. Aguilar, Homero El sueño iluso de un espejo, Recuerdo de un ilusionista. Aguilar, Jaime Album 1986-1987. Aguilar, Juan Cristóbal Sin título, Sin título. Alarcón, Ezequiel Flor del desierto, Construcción NP 7. Amaral, Jim De profundis de sueños NP 48. Amaral, Oiga de Lienzo ceremonial

V.

Angel, Beatriz Sin título, Sin título.

301


Angel, Miguel Rey negro, Despojo.

Calderón, Camilo Escisión 1, Umbral de mutan tes.

Duncan, Ronald Totem, Tabú.

Angulo, Daniel Mona Lisa después de su primer flujo menstrual, The suicide company (Obra en conjunto con María del Rosario Rodríguez).

Callejas, Rodrigo Sin título.

Echeverri, Clemencia Sin título, Sin título.

Camargo, Manuel Torero de la serie la tauromaquia, Torero de la serie la tauromaquia.

Escobar, Gloria Papel sobre papel, Ellibro amarrado.

Angulo, Muriel El Hombre de la corbata, Pareja irreverente.

Carbonell, Galaor Ahora que la cosa ....

Espinosa, Lina Brunilde, Hadicuo.

Cárdenas, Santiago Nº 18-87 Le monc sep que pal trep, Nº 24-87 El pintor muestra su obra.

Espitia, Yolanda Composición, Composición.

Angulo, Roberto H20xM2. Aragón, Gerardo Sin título, Sin título. Arango, Diego Jaguar, Casa azul. Arango, Gloria Isabel Nocturno, Sensaciones. Arbeláez, Edith 100 personas en fila. Astudillo, Ever De domingo Nº 1, De domingo W 2. Azout, Lidia Fuerzas rítmicas Nº 21, Fuerzas rítmicas Nº 22. Barrientos, Armando Amarre y relación 1, Amarre y relación /l.

Farbiarz, Benjamín Presencia, Interior.

Cardozo, María Fernanda , Obra negra, Gloria y Esperanza.

Finkelstein, Jaime Instalación Nº 1, Instalación Nº 2.

Caro, Antonio Presentación del proyecto quinientos.

Flórez, Máximo Paisaje urbano, El eséudo de la esperanza.

Caro, Antonio 1. Un kilométro de silencio, Hijo de tigre_. sale pintado.

Franco, Jaime Sto Germain de Prés/invierno 87, St. Germain de Prestlinvierno 87, /l.

Castañeda, Antonio Sin título.

Fneoerñann, Nancy Del jardín de las delicias, Zoo-Iógico.

Castaño, Alejandro Sin título. Castro, Daniel Alicia en el espejo, El espejo.

Garzón, Luis Eduardo Dirigentes-dominantes, Dirigentes-dominantes.

Cock, Karen Parque Nº3.

Gilmour, Ethel Nuestra dama de los trapos, Después.

Bernal, Adolfo Señal.

Cohen, José Salida del mundo de color al mundo sin color, Entrada del mundo sin color al mundo del color.

Bernal, Luis Fernando Serie 'cartón-es', Serie 'cartón-es'.

Copete, Pilar Pradera y cielo, Hojas al viento.

Gómez, Alfredo Huella, Depresión.

Bernal, María Elena La vertical de horizonte.

Correa, Rodrigo Estructura 1, Estructura 2.

Gómez, Consuelo Hacha, Jugador.

Betelli, Gastón Destape Rembrandt, Rembrandt etc ..., etc ....

Corredor, Alvaro Andrés Monte, Maloca.

Baud, Rosenell Paisaje, Paisaje.

Boller, Edelmira Las lunas, Una cierta sonrisa. Bonilla, Patricia Cartagena canto de sirena (1), Cartagena canto de sirena (2). Botero, Germán Sin título. Bouhot, Flor María De la serie los amantes, De la serie los amantes.

Gómez, Ignacio Ruta 1, Ruta /l.

Cortés, Jorge Pintura en dos paneles con corte. Cortés, María Cristina Sin título. El triángulo rojo. Cristancho, Raúl Figura-volcán, Entre volcanes.

Gómez, Ramiro Pórtico.

Del Villar, Hernando Santa Cruz de Mompox, Puerto de Santa Marta. Duarte, Guillermo Cactus-pórtico 1, Cactus-pórtico

Caicedo, Gloria El, después, El, antes.

Duncan, Gloria Caminantes del alba, Fragmentos de un recuerdo.

Gómez, Jorge Mario Escenas urbanas. (Obra en conjunto con Patricia Gómez y Fabio Ramírez). Gómez, Patricia Escenas urbanas. (Obra en conjunto con Jorge Mario Gómez y Fabio Ramírez).

Cruz, Javier T.V Instante.

Caballero, Ricardo La alegría de ser tu misma, Vivir ya no nos atormenta.

302

Giraldo, Luis Hernando Solitario de la muerte del bisonte, Solitario del bosque azul.

Gómez, Ricardo Nave, Escalera. /l.

González, Beatriz Los anturios, Sr. presidente que honor estar con usted en este momento histórico.

González, Eduardo Proa Nº 2. Los niños son las flores de la primavera. González, Liliana Dos que vuelen, uno que escriba y otro que tenga hojas, Dos ...de dos en dos. González, Luz Beatriz Columnas del tiempo, Paisaje. González, Rodrigo Sin título. Granada, Carlos El tigre, Sin título. Grau, Enrique El compromiso. Grosso, Jorge Enrique Sin título, Sin título. Guerra, Ricardo Variación para tres armónicos, Armonía en el armario. Guevara, Marta Naturaleza muerta, Naturaleza muerta. Gutiérrez, Margarita Sin título, Sin título. Guzmán, Oiga Cecilia Ptolomeo, Texto. Harker, Santiago Sin título, Sin título. Henao, Alvaro Enrique Stella matutina ora pro nobis, Tríptico. Hernández, Claudia Bañista de perfil, Interior. Hernández, Manuel Signo ser, Signo ser. Hernández, María Cristina Sin título, Sin título. Herrán, Mónika Paisaje, 1 pm., Dime como duermes y te diré .... Herrán, Pedro Alcántara Retrato de un torturador, alias 'el médico' vive en Cali en el barrio Guayaquil. Hinojosa, Rita Expansiones 1, Espacios 52. Izquierdo, Domingo Interior, Interior. Jaramillo, Beatriz Serie paredes (cinco). Jaramillo, Enrique Dibujo último, Luz ascendente. Jaramillo, Lorenzo Sin título, Sin título.


Jaramillo, Margarita En busca del tiempo perdido, Al día siguiente. Jaramillo, María de la paz La cita, Tres amores. LLano, Cristina Amarillo implacable, Tu voz no me toca. Londoño, Albeiro de Jesús Sensor y metro (A), Sensor y metro (B). Loochkartt, Angel Laurel el ángel se contonea.

Muñoz, Osear Espacios blancos. Obregón, Alejandro Ballenas y pirañas. Ocampo, César Realmente nos encontramos aquí, todos los verdaderos culpables. Ordoñez, Cecilia Metáfora, Samsara. Ortiz, Jorge Cuarto oscuro, Instalación.

López, Francisco Sin título, Sin título.

Ortiz, Rafael Iguaque, mujer y bola de fuego, El ascenso de la Magdalena.

Mantilla, Raul Giro, Area recorrida.

Ortiz, Victoria Two women, Cartagena.

Marín, Alvaro Sin título, Sin título.

Ospina, Nadín Sisifo.

Marín, Jonier Dolar anticorrosivo, Colombia.

Ossaba, Mario Un día de campo, Un día de campo.

Mazuera, Diego La cajita de oro. Meira, Mónica Salvavidas tríptico.

Quintero, Mauricio 19 velitas para Tyson, Prueba de resistencia para una ....

Salamanca, Alvaro Ernesto Las flores del mal, Translación movimiento l.

Ramírez, Dora Serie 'La Guajira-La Chichamaya', Serie 'La Guajira-La hamaca'.

Salazar, Carlos Sueño con Nina, Bailable kline.

Ramírez, Fabio Escenas urbanas. (Obra en conjunto con Patricia Gómez y Jorge Mario Górnez).

Salcedo, Bernardo Atrapa rayos.

Ramírez Villamizar, Eduardo Máscara, Máscara.

Salcedo, Doris Sin título, Sin título.

Ramos, Pedro Cruce, Caleto.

Sánchez, Enrique Identifíquelo usted, Paisano.

Rendón, Augusto Se entrenan para el odio, Las muchachas del circo. Rendón, Graciela Sin título, Sin título. Restrepo, Ernesto Paisaje doméstico.

Meléndez, Francisco Javier Iberia.

Páez Morales, Germán Conditio sine qua non 1, Conditio sine qua non 2.

Restrepo, Irlán Forma y color, 1, Forma y color, 2.

Merino, Gloria Elena Corteza 1, Corteza 2.

Panizza, Rafael Sin título.

Restrepo, Javier Madona.

Mesa, Juan Luis Piezas en conjunto 1, Piezas en conjunto 2.

Parra, Luis Ernesto Armero una tragedia anunciada, Gloria y decadencia de castillos obvio, pero el ferrocarril de4ni país no es fácil de concebir.

Restrepo, José Alejandro Video de cámara, Tema y variaciones.

Miliani, Marco La señal de la sombra, En esta soledad. Miranda, Francisco El hombre permisivo, Balcony. Monsalve, Margarita Cartografías, Cartografías. Monsalve, Vivián Ouién prendió la luz?, Jurado detalle. Montoya, Armando Iconografía de la ciudad, Iconografía de la ciudad. Montoya, Diana María Aqualux 1, Aqualux 2. Morales, Marta Elena Vagones, Sin título. Morales, Orlando Forma Nº 30, Forma Nº 31. Morán, María Julio soleado, Vegetación en agosto para centauro.

Peláez, Luis Fernando Sin título. Pérez, Juan Puertas en el páramo, Casa abandonada y flores. Piedra hita, Hilda Proyecto para tapete Nº 1, Proyecto para tapete o las palmeras también se ponen tristes. Pineda, Yolanda La selva, La cometa que llegó

a la

selva.

Ponce de León, Liliana Sin título, Sin título. Posada, Eduardo El sueño-aproximación Sin título. Posada, Julián Memorias.

Restrepo, Mariela Nº 1 de la serie 'las quebradas', NQ2 de la serie 'las quebradas'. Rivera, José Ismael BriJ/os heridos, El camino de los tristes. Rivera, Natalia Monseñor, Sueño de cobre. Rocca, Francisco Cuarto, Espacio. Roda, Juan Antonio Flora 10, Flora 11-12. Rodríguez, María del Rosario Monalisa después de su primer flujo menstrual, The suicide company (Obra en conjunto con Daniel Angulo).

Polling, Miguel Espejismo, Oasis.

a Picasso,

Sal azar, Rodrigo La vaca, Juego de pelota.

Ramírez, Luis Alfonso Sin título, Sin título.

Rangel de Durán, Ana Muro ensamblaje Nº 513, Muro ensamblaje NQ514.

Pachón, Luis Jorge Color favorito: azul marino/signo zodiacal: libra, Colombia pictures NQ3.

Salazar, Oiga Lucía Paisaje, Paisaje.

Sánchez, Teresa Sin título, Sin título. Sandoval, Rosemberg Espada y cruz. Sanín, Fanny Composición W 4, Composición NQ 7. Sanín, Rosa Pintura Nº 5, Pintura Nº 2. Santana, Manuel Enrique Serie ensamblaje Nº 4, Ensamblaje N9 5. Sebastián, Mercedes Interior de cosas llenas-siete cubiertos, Cosas del interior-falta algo. Serrano, Carlos Eduardo Víctor. Sierra, Juan' Fernando Sin título, Sin título. Silva, Edgar Sueño de Bochica Colombia, locombia. Silva, Gabriel Objeto europeo Nº 1, Objeto europeo N9 2. Sivickas, Nijole Código, Paisaje interior. Sojo, Alberto Sin título, Sin título. Suárez, José Antonio Dibujos. Thenot, Jean Gabriel Dos de pie en campo rojo.

Rodríguez, Ofelia Corset volador, Carnaval.

Toro, Jairo Iván Templo de alta geografía.

Rueda, Ana María Sin título, Sin título.

Toro, Rommel Sin título, Sin título.

303


Torres, Beatriz Tendido de ropa, Tendido de ropa.

Zárate, Nirma Es vida?, Tu danza.

Triana, Heliumen Los perros a mal parir, Anima.

XXXII Salón - 1989

Triana, Jorge Elías Bodegón, Aguadoras y leñadoras. Urbach, José Fragmento, Memoria, Reconstrucción. Uribe, Alberto Pequeña obra muy pequeña, Sin título.

Abadía, Omaira Historia azul. Albarracín, Mónica Nubes rasgadas por una mano de coral que lleva en el dorso (...), Manzana levemente herida por finos espadines de plata. Angel, Beatriz Sin título, Sin título.

Uribe, Juan Camilo Sin título.

Angulo, Roberto Ocaso.

Uribe, Santiago Quinientos años después, Quinientos años después.

Aristizábal, 40rge Los esposos Micolta, Velásquez y yo, Sin título.

Vanegas, Ramón 8:30 pm., Variaciones.

Astudillo, Ever Homenaje a Trois NQ1, Homenaje a Trois W 2.

Varela, Mariana De paseo, Relax. Vargas, Alfredo La voz del viento, Vuelo nocturno del navegante alado. Vargas, Elena Próceres, héroes, guerreros, Próceres, héroes, guerreros. Vayda, Ronny Confutatis. Velásquez, Camilo Rompimiento simétrico de la serie tropical, Rompimiento simétrico de la serie tropical. Velásquez, Guillermo Manhattan, Prensa. Velásquez, Ventana.

Rodolfo

Vélez, Ana Cristina Dioses entre nosotros, Dioses entre nosotros. Vélez, Bibiana Sin título. Vélez, Marta Elena Cultivo de flores. Vieco, María Teresa Hombre-gato con ave metálica. Wickmann, Inés Los sueños y las formas, Laberintos reptiles. Zalamea, Gustavo El mar en la plaza, Marta. Zapata, Hugo Lentes, Estelas.

304

Cristancho, Cordillera.

Iregui, Jaime Espacio curvo.

Cruz, Javier Pixels 11-A parte 1-pixels 12-A parte 2-pixels 13-A parte 3, Pixels 18-A parte 1-pixels 19-A parte 2-pixels 20-A parte 3.

Jaramillo, Beatriz Sin título.

Dávila, Fernando Recorrido, La otra memoria.

Llano, Gustavo Crisonte performance, Pájaro de mal ague ro.

Díaz, Jorge La dama blanca, Amanecer.

Luna, Luis Saltando matones.

Facundo, Rodrigo Interior, Trasteo.

Marín, Alvaro Sin título, Sin título.

Franco, Jaime Sin título, Sin título.

Mazuera, Diego Desayuno en las rocas, Desayuno en la playa.

Friedemann, ncy Utopía de tango, Quimera de tango.

~

Mayer, Becky Telenovela.

Gilmour, Ethel Villa Tina, Usted y yo.

Barrientos, Armando Construcción primaria 1, Construcción primaria /l.

Millán, Martha Difracción W 1, Actiides NQ1.

Gómez, Jaime Suite del agua que cae, Suite del agua que cae.

Barrios, Alvaro El suicidio de Dorothy Hale.

González, Beatriz La apoteosis de Lucho.

Boller, Edelmira Proyecto NQ 1, Otro proyecto para el olvido.

González, Liliana De la serie: 'algunos nadan, otros vuelan, otros caminan, otros saltan'.

Botero, Germán Tímpano.

Grau, Enrique Retrato del Almirante

a no

Calderón, Camilo Homenaje a Daría Morales, Circus-tancia V. Calderón, Marta La caja, Exvoto. Castaño, Alejandro Sin título, Sin título. Castro, Daniel Variaciones Goldberg versión póstuma, Variaciones Goldberg primera versión. Cortés, María Cristina Paisaje homogéneo. Cortés, Rafael Fernando Espiral con ascendencia interna, Paisaje horizontal.

Monsalve, Julio Composición, Impresión. Monsalve, Margarita Bogotá para todos, En memoria.

Gómez, Ricardo Las salas del parque.

Bedoya, Doris Crucifixión-piedad-descendimiento.

Les, Francisco Ante el umbral, Ante el umbral.

Manrique, Juan Fiera que observa la calle de mi felicidad, Felino que se juega una de sus siete vidas.

Escallón, María Elvira Escena NQ2, Paisaje.

Barbosa, Freddy Atracción somital, Intercambio de atmósferas.

Caballero, Ricardo Ciego muéstrame el camino casa, Si no tienes conciencia hay dolor.

Raúl

Montoya, Armando Caligrafía urbana 2, Caligrafía urbana 3. Morales, Emil Vértigo, Tribu. Morán, María Musa sapientum-interior umbrío, Musa paradisíaca-exterior umbral.

Grau.

Grupo Flórez-Morales y Gómez Guarín (Máximo Flórez, Orlando Morales, Pedro A. Gómez, Carlos A. Guarín, Alejandro Gómez) Huellas en arena. Grupo Gómez-Gómez y Ramírez (Patricia Gómez, Jorge M. Gómez y Antonio Ramírez) Memorias de Indias. Grupo Oiga Cecilia Silva y Claudia Victoria Sin título, Sin título, (Trabajo colectivo). Guevara, Marta Sin título, Sin título.

Navarro, Rosa Recogiendo espacio, Recogiendo espacio. Ospina, Nadín Angel, Retrato de familia. Panizza, Rafael Sin título. Peláez, Luis Fernando Sin título. Peláez, Mario Pa que no me olvides. serie de los amantes 3 , El paraíso-hotel. serie de los amantes 2. Piedrahita, Hilda Sin título, Sin título.

Gutiérrez, Yesid Naturaleza irracional, Naturaleza irracional viva.

Polling, Miguel Retrato, Jardín.

Hernández, Claudia Meditación en la playa.

Posada, Julián Memorias.


Pradilla, Eduardo Camino a casa. Ramírez, Luis Alfonso Sin título, Sin título. Rendón, Fabián Letanía, Letanía o ira santa. Restrepo, Ernesto En la playa.

Rojas, Miguel Angel El deseo, Felicidad perdida. Rueda, Ana María Duelo 1988, Duelo 1988. Ruiz, Alfonso Sin título NQ 1, Sin título NQ 11. Ruiz, Pedro Portal, Casa de campo.

Restrepo, Javier Madonna canta, Madonna Marilyn.

Salazar, Rodrigo Primero elementos para la (...).

Rivera, Natalia Especies.

Salcedo, Doris Sin título.

Rodríguez, Ofelia Caja mágica con pelo de Elisa, Caja mágica con picos.

Santana, Manuel Enrique Sin título, Sin título.

Serrano, Carlos Eduardo Cristo Rey. Sierra, Juan Fernando Sin título, Sin título. Suárez, José Antonio Sin título. Valencia, Fabio Particulizadores de lo entero, Sin título.

Vélez, Bibiana Dificultad inicial, Paisaje. Zalamea, Gustavo Estudio 1987, Estudio 1987. Zambrano, Eisa Amor in móvil, Tengo mi soledad. Zapata, Hugo Geografía, Geografía.

Vallejo, Luis Guillermo Galeón San José anclado, Boceto para proyecto mural. Vargas, Elena y de nosotros qué? Vayda, Ronny Sin título.

305


Resoluciones y

actas

I Salón - 1940

ARTICULO 42 El jurado de admisión dictará los fallos de admisión dentro del término de cinco (5) días siguientes a la fecha de la clausura de admisión, 30 de septiembre próximo.

Resolución Nº 791 "Por la cual organiza la exposición Anual de Arte Colombiano".

de premiación

del I Salón

EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus facultades legales, RESUELVE: ARTICULO 12 Fijase la fecha del 12 de octubre próximo, para que tenga lugar la exposición del I Salón del Arte Colombiano, cuyas bases serán las siguientes: a) Unicamente se expondrán obras de artistas nacionales. b) La inscripción de artistas para esta exposición, abierta en la Administración de Museos y Exposiciones del Ministerio de Educación, quedará cerrada definitivamente el 25 de septiembre próximo. e) La presentación de las obras sobre cuya admisión debe conceptuar el jurado respectivo, de que luego se tratará, puede hacerse hasta el 30 de septiembre próximo, a las 5 p.m .. d) Fíjese en 3 el máximo de obras que cada artista puede presentar a la exposición dell Salón Anual de Artistas Colombianos. e) En ell Salón Anual de Artistas Colombianos únicamente se admitirán y expondrán obras ejecutadas expresamente para este concurso. ARTICULO 2° De las obras expuestas. Las obras de arte que habrán de ser expuestas en el I Salón Anual de Artistas Colombianos, a que se refiere la presente resolución, serán únicamente obras de pintura y escultura. a) Entiéndese por obras de pintura las ejecutadas al óleo sobre lienzo, madera, cartón; al temple en cartón o papel, al pastel, de gouache y acuarela sobre papel. b) No se admitirán copias de otros autores, ni fotografías Iluminadas, ni obras de propagandas o de artes decorativas, como tampoco bocetos y obras Inconclusas. e) Por obras de escultura entiéndase las presentadas en materia definitiva: mármol, piedra, bronce, granito, madera, barro cocido. Igualmente se consideran como tales los altos y bajos relieves. d) No se admitirán esculturas en yeso patinado ni en otra materia que imite las definitivas enumeradas anteriormente. el No se permitirán copias de obras de autores que ya han expuesto sus obras, ni proyectos ni maquetas. ARTICULO 3Q Del Jurado de admisión. El Jurado de adrnlslón, Integrado por cinco (5) miembros, quedará compuesto por las siguientes personas: Rafael Maya, Luis Vidales, Rafael Duque Uribe, José Prat y Pierre Daguet.

ARTICULO 52 Del jurado calificador. El jurado calificador, que se compondrá de cinco (5) miembros, quedará integrado por los siguientes señores: Gonzalo Zalamea, Baldomero Sanín Cano, Gustavo Santos, Jorge Zalamea y Roberto Suárez. ARTICULO 62 De los premios. El Ministerio de Educación Nacional, de acuerdo con el fallo definitivo del jurado calificador, concederá los siguientes premios: Pintura: un primer premio $ 1.500.00. Escultura: un primer premio $ 1.500.00. ARTICULO 72 El jurado calificador dictará su fallo dentro de los 15 días de inaugurada la exposición, éste será inapelable. Comunfquese y cúmplase. Dada en Bogotá, D.E. a 17 septiembre de 1940. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo.) Jorge Eliecer Gaitán. EL SECRETARIO, (Fdo.) Jaime <Sonzález Ortiz.

Acta de premiación Los m embros del jurado calificador dirigen el acta al Ministro de Educación, doctor Jorge Eliécer Gaitán, y dicen: "El jurado calificador expresa la entrañable satisfacción que les ha producido ell Salón de Artistas Colombianos. La calidad y el número de las obras expuestas, dejan efectivamente ancho margen para un reposado optimismo sobre lo que, sin incurrir en exageración pudiéramos considerar como un renacimiento de nuestras artes plásticas. Sólo un sostenido fervor por la belleza y un esfuerzo gratuito ha encaminado a este grupo de artistas a volcar su vida a una disciplina. Afortunadamente el gobierno viene prestando a los diversos aspectos de la cultura colombiana una atención titular de la que son sagrados frutos hechos como el que ahora cornentamos. Ya en los artistas se abriga una razonable confianza en el estimulo del gobierno, en tanto que se despierta en el pueblo una curiosidad que sólo puede convertirse en estusiasmo. El señor Ministro ha tenido el singular privilegio de concretar esta nueva situación cultural del país en una exposición de arte que a un mismo tiempo es la prueba de que los artistas si saben responder con lo mejor de su espíritu a los estimulas oficiales y de que el público sólo necesita que se le proporcionen ocasiones como ésta para demos-

I

trar su interés y expresar su simpatía. La importancia que en la historia del pafs tiene este I Salón de Artistas Colombianos, creó para todos y cada uno de los miembros del jurado calificador una responsabilidad que, si la aceptamos totalmente no deja de embargar nuestro ánimo con una suerte de preocupaciones. Ante todo debemos considerar nuestra propia impreparación para la tarea que se nos encomendara: en un país que, infortunadamente, carece de grandes tradiciones plásticas, de museos, de bibliotecas especializadas e incluso, señor Ministro, de una facultad oficial de filosofía y letras en la que el ánimo fervoroso y la codiciosa inteligencia puedan hallar las bases de una auténtica cultura intelectual y artística, sería injusto exigir la generación espontánea de verdaderos crlticos de arte. Para justificar, siquiera fuese parcialmente, la aceptación que hicimos a éste difícil encargo, sólo podríamos alegar nosotros, un culto tan íntimo como permanente, a la belleza y a la respetuosa familiaridad que procuramos establecer y con las obras maestras universales, ora buscando la amistad y la enseñanza de los artistas mismos. Pero si nos anticipamos a reconocer las fallas de nuestra preparación, no pecaremos de inmodestos al afirmar a ud. que en esta ocasión no hemos ahorrado tiempo, ni reflexión, ni estudio para procurar paliar con ellos lo que no podríamos improvisar en nuestra incultura. Más de una docena de prolongadas'visitas al Primer Salón de Artistas Nacionales, con la mayor minuciosidad posible cada una de ellas hasta el más mínimo de los esfuerzos realizados por el autor. Es éste pues el fallo oficial del jurado calificador del I Salón Anual de Artistas Colombianos. Pintura 1° Ignacio Gómez Jaramillo, 2° Santiago Martfnez, 3° Sergio Trujillo M., 4° Jase Rodríguez A. Escultura 1° Ramón Barba, 2° José Domingo Rodríguez, 3° Josefina Albarracín, 4° Hena Rodríguez. En la seguridad de no ampliar arbitrariamente nuestra función de jurados, muy respetuosamente nos permitimos recomendar los nombres de artistas que no habían logrado, a nuestro parecer hacerse dignos de ninguno de los premios concedidos por el gobierno nacional, pero si son merecedores del más franco estimulo oficial y del aplauso del público. Así, por ejemplo en el salón dedicado al paisaje, en el que es notoria la inferioridad de nuestros artistas, comentaríamos una injusticia al no hacer mención de los nombres de los señores Gonzalo Ariza, Adolfo Samper y Erwin Kraus. Igualmente recomendamos las obras de Carlos García Castro, Enrique Grau Araújo, Gustavo López, Simón Meléndez y el de la señorita Blanca Sinisterra Hurtado.

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(Fdo.) Enrique Restrepo, Jorge Obando Lombana, Roberto Suárez, Jorge Zalamea.

designados cional.

11Salón - 1941

ARTICULO 102 Para formar quórum será necesaria la presencia de más de la mitad de los miembros del jurado.

Resolución Nº 409 "Por la cual se reglamenta Artistas Colombianos".

el 11Salón Anual de

EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus facultades legales, RESUELVE: ARTICULO 12 La Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes organizará en la sala de exposiciones de la Biblioteca Nacional el 11Salón Anual de Artistas Colombianos que se inaugurará el12 de octubre del presente año y se clausurará el 12 de noviembre del mismo año.

por el Ministerio

de Educación Na-

ARTICULO 52 Los concursantes no podrán enviar más de dos obras a cada sección. ARTICULO 62 Al hacer la entrega, cada autor presentará una boleta firmada que contenga su nombre, domicilio, tiempo de residencia en el país, si es extranjero, como también el título, proceso, dimensiones de las obras que presente.

ARTICULO 252 Todo caso no previsto en este reglamento será resuelto por el Ministerio de Educación Nacional.

Selección de obras ARTICULO 122 La selección de las obras se hará por mayoría de votos. En caso de empate la obra será admitida.

Comuníquese. Dada en Bogotá, D. E. a 14 de abril de 1941. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo) Guillermo Mannetti. EL SECRETARIO, (Fdo) Jaime González Ortiz.

ARTICULO 1311-Sedeclaran fuera de concurso, para los efectos de la selección los artistas que obtuvieron los primeros premios en el Primer 'Salón Anual de Artistas Colombiano. En la mismas condiciones quedan las obras enviadas por los jurados, los cuales además no pueden optar ningún premio instituido por este reglamento. -

ARTICULO 182 Una vez adjudicados los premios se elaborará en cada sección un acta firmada por los miembros del jurado respectivo en la que se dejará constancia de cada voto. El acta será dada a la publicidad. ARTICULO 192 Los premios serán adjudicados antes de la inauguración del Salón. ARTICULO 202 Cualquiera de los premios podrá ser declarado desierto cuando a juicio de los jurados no haya una obra que los merezca dignamente. ARTICULO 212 Ningún artista podrá optar un premio igualo inferior al obtenido en el salón anterior.

ARTICULO 82 La Sección de Museos y Exposiciones velará por la buena conservación de las obras, pero no se hace responsable de su deterioro o destrucción. Las no aceptadas deberán retirarse del el 13 al 30 de noviembre.

ARTICULO 222 Los siguientes premios serán discernidos únicamente a obras de artistas colombianos: Premios del Ministerio de Educación Nacional, para cada una de las secciones de pintura y escultura: Primer premio: de $ 1.000.00. Segundo premio: medalla de oro. Tercer premio: medalla de plata. Cuarto premio: medalla de bronce. Cuatro menciones de estímulos consistentes en menciones honoríficas.

Los jurados ARTICULO 92 Cada una de las secciones de pintura y escultura tendrá un jurado de admisión y premios, integrados por (5) cinco miembros

ARTICULO 23º En cada sección habrá un premio consistente en una medalla de oro que será concedida a un artista extranjero con más de (5) años de residencia en el país. Los que obtuvie-

ARTICULO 72 La Sección de Museos y Exposiciones expedirá un recibo que servirá luego para la devolución de las obras, la que se hará en la misma sección.

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ARTICULO 242 Los jurados de acuerdo con el jefe de Sección de Museos y Exposiciones, se encargarán de la distribución y colocación que no podrá modificarse una vez firmada el acta.

ARTICULO 112 Los miembros del jurado que no asistan a dos sesiones sin justificar sus faltas serán considerados como renunciantes y reemplazados en igual forma a la establecida en el artículo 12.

ARTICULO 22 Con destino al 11Salón Anual de Artistas Colombianos serán recibidas las siguientes obras originales: Sección pintura a) Pintura al óleo, fresco, temple, acuarela, pastel, gouache. ARTICULO 142 Una vez admitida una obra, se b) Grabados. , enviará a su autor un carné que lo acredite como Sección escultura expositor. a) Escultura en mármol, piedra, madera, marfil, bronce, terracota. ARTICULO 152 Las obras enviailas no podrán b) Medallas. retirarse antes del fallo del jurado y las selecciones hasta la clausura del salón. ARTICULO 32 No serán admitidas las siguientes obras: Los premios a) Las no comprendidas en el artículo anterior. ARTICULO 162 Los premios, representados por b) Las que hayan sido expuestas. recompensas en dinero, serán indivisibles. En c) Las de artistas extranjeros con menos de dos caso de empate decidirá el Ministerio de Educaaños de residencia en el país. ción Nacional, después de haber escuchado los d) Los anónimos. e) Las obras (cuadros o esculturas) que midan fundamentos de los jurados. más de tres (3) metros en su mayor dimensión. ARTICULO 172 El voto de los miembros del juraf) Las obras ejecutadas por alumnos en las esdo es obligatorio. cuelas de arte oficiales y particulares. Recepción de obras ARTICULO 42 Las obras destinadas al 11Salón Anual de Artistas se enviarán convenientemente enmarcadas a las oficinas de la sección de museos y exposiciones, edificio de la Biblioteca Nacional, local N2 207; desde el 1 hasta el 15 de septiembre todos los días hábiles de 3 a 6 p.m. Este plazo es improrrogable.

ren ese premio no podrán aspirar, en lo sucesivo, a la misma recompensa.

Acta de premiación EI12 de octubre de 1941 a las 11 de la mañana se reunió en la Biblioteca Nacional, oficina de Museos y Exposiciones el jurado de calificación del 11 Salón Anual de Artistas Colombianos. El señor Gustavo Santos (iurado) no concurrió a la deliberación final pero entregó su voto escrito así: Pintura: Primer premio ...Segundo premio, Carlos Correa. Tercer premio, Julio Fajardo. Cuarto premio, Sergio Trujillo. Primera mención honorífica: Ramírez. Segunda mención honorífica: Alicia Cajiao. Tercera mención honorífica: Silva. Premio para extranjero: Pierre Daguet. Escultura: Primer premio, Rómulo Rozo. Segundo premio, Albarracín. Tercer premio ... Cuarto premio ... Primera mención honorífica: Julio Abril. El jurado calificador después de estudiar con pausa y minuciosidad, resuelve: '12 Conceder: Pintura: 12 premio consistente en $ 1,000.00 a, Santiago Martínez Delgado, por Interludio. 22 Medalla de oro a: Sergio Trujillo Magnenat por Retrato. 32 Medalla de plata a: Carlos Correa, por: Retrato del doctor César Uribe Piedrahíta. 42 Medalla de bronce a: Dolcey Vergara, por: El trapiche. Estuvieron en discusión por el primer premio además de la obra del señor Santiago Martínez Delgado, los cuadros de los señores: Carlos Correa, Sergio Trujillo y Eladio Vélez. Para los premios restantes se consideraron también las obras de los señores: Gonzalo Ariza, León Cano, Erwin Kraus y Eladio Vélez. Concédense menciones honoríficas a: 12 Alicia Cajiao, por: Vendedoras, Julio Fajardo, por: El puerto, Carlos Dupuy, por: Kristian Van Kroogh, Alfonso Ramírez Fajardo, por: Día de mercado. 22 El jurado vaciló largamente al conceder estas menciones, pues halló muy digno de tenerse en cuenta las obras presentadas por los artistas: Guillermo Silva, Simón Meléndez, Guillermo Jaramillo, Inés Acevedo y Gustavo Merino. 32 El premio destinado al mejor expositor extranjero y consistente en medalla de oro, se concede al artista francés señor Pierre Daguet. El miembro del jurado señor Luis Vidales, deja constancia de su voto para primer premio de pintura en favor del cuadro Retrato del doctor César Uribe Piedrahíta, de Carlos Correa. Escultura: 42 Decláranse desiertos todos los premios de escultura en la resolución ministerial.


52 Concédense dos menciones honoríficas en escultura así: Rodrigo Arenas Betancourt, por: Cateadora. Julio Abril, por Indio del Valle de Sibundoy. En relación a lo decidido por el jurado sobre los premios de escultura el padre Eduardo Ospina S.J pide que se incluya en el acta lo siguiente: "Colocándome de la manera más respetuosa ante el tribunal me permito expresar por escrito lo que de palabra manifesté en la sección del mismo, respecto a los premios de escultura: a pesar del fallo casi unánime de tan respetado jurado no me parece equitativo declarar desierto el premio de la sección escultórica de la exposición. A mi juicio la talla en madera titulada Obrera señalada con el número 52 del catálogo y presentada por Josefina Albarracín merece el primer premio. Las razones que me determinan a pensar así son estas: 12 La talla presentada por la expositora es desde el punto de vista técnico, bastante más vigorosa que la presentada por ella el año pasado y con la cual obtuvo el tercer premio en el I Salón Anual de Artistas Colombianos. 22 La falta de novedad en el motivo artístico (objeción presentada ante el tribunal), además de ser un reparo discutible, no disminuye de suyo el mérito del trabajo técnico ni el valor objetivo de la obra misma, tratándose de una materia tan grave para el juez calificador y tan importante para un artista expositor he creído un deber profesional dejar constancia de esta diversidad de apreciación". Los miembros del jurado de calificación dejan en la presente acta estas constancias y sugestiones: 12 El primer premio de escultura debe destinarse a la compra de obras de artistas nacionales con destino al Museo de Bellas Artes o acumularse para el año próximo. 2º Debe reformarse el reglamento del Salón Anual en el sentido de que el hecho de haber obtenido un premio en un salón, no imposibilite al artista para obtener otro igualo inferior en el siguiente salón. 32 Este jurado expresa su más profunda satisfacción por el nivel estético delll Salón Anual de Artistas Colombianos, que en lo que alude a la pintura exhibe el arte nacional brillo y altura singular. En constancia firmamos la presente acta a los doce días del mes de octubre de mil novecientos cuarenta y uno: (Fdo) Daniel Samper Ortega, Gustavo Santos, Eduardo Ospina S.J., Eduardo Carranza. El miembro del jurado calificador señor Luis Vidales firma la presente acta dejando constancia de que no ve razón valedera para no tener en consideración la adjudicación a premios de obras de los artistas Luis Alberto Acuña y Cartos Reyes quienes las enviaron en fechas oportunas.

ARTICULO 22 Con destino allll Salón Anual serán recibidas las siguientes originales: Sección pintura a) Oleo, fresco, temple, acuarela, pastel, gouache, y miniatura. b) Grabados. Sección escultura a) Escultura en mármol, piedra, madera, marfil, bronce y terracota. b) Medallas. ARTICULO 32 No serán admitidas las siguientes obras: a) Las no comprendidas en el artículo anterior. b) Las que hayan sido admitidas o presentadas en los salones anteriores realizadas en el país. c) Las de artistas extranjeros. d) Las obras (cuadros o esculturas) que midan más de (3) metros en su mayor dimensión. e) Las obras ejecutadas por alumnos en las escuelas de arte oficiales y particulares. Recepción de obras ARTICULO 42 Las obras destinadas al 111 Salón Anual se enviarán convenientemente enmarcadas a las oficinas de la Sección de Museos y Exposiciones, edificio de la Biblioteca Nacional, local N2 207; desde el 1 de septiembre hasta el 15 del mismo. Todos los días hábiles de 3 a 6 p.m. y sábados de 9 a 12. Este plazo es improrrogable. ARTICULO 52 Los concursantes no podrán enviar más de dos obras de cada sección. ARTICULO 62 Al hacer la entrega, cada autor presentará una boleta firmada que contenga su nombre, domicilio, nacionalidad, como también el título, precio, procedimiento y dimensiones de las obras que presente. ARTICULO 7~ta Sección de Museos y Exposiciones expedirá un recibo que servirá luego para la devolución de las obras, la que se hará en la misma sección. ARTICULO 82 La Sección de Museos y Exposiciones velará por la buena conservación de las obras, pero no se hace responsable de su deterioro o destrucción. Las no aceptadas deberán retirarse del 13 de octubre al 25 del mismo. Las aceptadas, del 13 de noviembre al 30 del mis· mo mes. Los jurados ARTICULO 92 Las secciones de pintura y escultura tendrán conjuntamente un jurado de admisión y otro de premios, integrados cada uno por cinco miembros designados por el Ministerio de Educación Nacional. ARTICULO 102 Para formar quórum será necesaria la presencia de más de la mitad de los miembros del jurado.

(Fdo.) Luis Vidales.

ARTICULO 112 Los miembros del jurado que no asistieron a las sesiones sin justificar sus faltas serán considerados como renunciantes y reemplazados.

111Salón - 1942 Resolución NQ1577 "Por medio de la cual se reglamenta Anual de Artistas Colombianos".

ARTICULO 12 La Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes organizará en la sala de exposiciones de la Biblioteca Nacional, el 111 Salón Anual, que se inaugurará el12 de octubre de 1942 y se clausurará el 12 de noviembre del mismo.

el 111 Salón

EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus facultades legales, RESUELVE:

Selección de obras ARTICULO 122 La selección de obras se hará por mayoría de votos. En caso de empate la obra será admitida.

ARTICULO 132 Se declara fuera de concurso, para los efectos de la selección, los artistas que obtuvieron los premios en los Salones anuales de Artistas Colombianos anteriores. En las mismas condiciones quedarán las obras enviadas por los jurados, los cuales, además, no pueden optar por ningún premio instituido por este reglamento. ARTICULO 142 Una vez admitida una obra, se enviará a su autor un carné que lo acredite como expositor. ARTICULO 152 Las obras enviadas no podrán retirarse antes del fallo definitivo del jurado y las seleccionadas hasta la clausura del salón. Premios ARTICULO 162 Los primeros premios, representados por recompensas en dinero, son indivisibles. En caso de empate, decidirá el Ministerio de Educación Nacional, después de haber escuchado los fundamentos de los jurados. ARTICULO 172 El voto de los miembros del jurado es obligatorio. ARTICULO 182 Una vez adjudicados los premios, se elaborará en cada sección un acta firmada por los miembros del jurado respectivo, en la que se dejará constancia de cada voto. El acta será dada a la publicidad. ARTICULO 192 Los premios serán adjudicados antes de la inauguración del salón. ARTICULO 20º Cualquiera de los premios podrá ser declarado desierto cuando a juicio del jurado no haya una obra que lo merezca dignamente. ARTICULO 212 Los siguientes premios serán discernidos únicamente a las obras de artistas colombianos. Premios del Ministerio de Educación Nacional, para cada una de las secciones de pintura y escultura: Primer premio: de $1.000.00 m/cte. Segundo premio: de $ 500.00 m/cte. Tercer premio: medalla de oro, Cuarto premio: medalla de plata, Quinto premio: medalla de bronce. Cuatro premios estímulo consistentes en menciones honoríficas. ARTICULO 222 Los jurados, de acuerdo con el jefe de Museos y Exposiciones, se encargará de la distribución y colocación de las obras admitidas en la sala de exposiciones de la Biblioteca Nacional, distribución y colocación que no podrá modificarse una vez firmada el acta. ARTICULO 232 Todo caso no previsto en este reglamento será resuelto por el Ministerio de Educación Nacional. Dada en Bogotá, a 10 de diciembre de 1941. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo) Juan Lozano y Lozano. EL SECRETARIO, (Fdo) Jaime González Ortiz.

Acta de premiación En la ciudad de Bogotá, el día 11 de octubre de 1942, se reunieron los miembros del jurado calificador del 111 Salón Anual de Artistas Colombia-

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nos que suscriben esta acta, con el fin de rendir su dictamen sobre las obras que figuran en la exposición. Esta reunión fue la final de una serie de conversaciones durante las cuales se estudiaron todas las obras admitidas, con el fin de valorar y comparar sus méritos intrínsecos. Como resultado de estas deliberaciones se convino por unanimidad otorgar los premios en la siguiente forma: Pintura 1º Premio Carlos Correa, por sus cuadros titulados Desnudo y Naturaleza en silencio. 2º premio Gonzalo Ariza, por sus cuadros titulados Día frío y Sabana. Medalla de oro: Luis Alberto Acuña, por sus cuadros titulados Mascarada y Placita colonial. Medalla de plata Dolcey Vergara, por su cuadro titulado La danza. Medalla de bronce: Alicia Cajiao, por su cuadro titulado La negra Simona. Menciones Honoríficas 1º Roberto López Ocampo, por su cuadro Eva. 2º Enrique Wiesner, por su cuadro Brisas del mar Atlántico. 3º Roberto Zárraga, por su cuadro En el río. 4º David Parra, por su Retrato de la señora Alicia Aljure de Sandoval. Escultura 1º Premio José Domingo Rodríguez, por su obra en granito negro titulada Angustia. 2º Premio Carlos Reyes Gutiérrez, por su cabeza en madera de la señora Lita Batman de Aragón. Medalla de oro: Alonso Neira, por sus dos terracotas tituladas Vida y Reposo. Medalla de plata: Miguel Sopó, por su talla en piedra titulada Serenidad. Se declararon desiertas las medallas de bronce y las menciones honoríficas correspondientes a escultura. Para constancia se firma la presente acta en Bogotá, a los 11 días del mes de octubre de 1942. (Fdo) Rodrigo Jiménez Mejía, Ignacio Gómez Jaramillo, Eduardo Zalamea Borda.

Resolución N9 1305 "Por la cual se declara inválido el primer premio de pintura en el 111 Salón de Artistas Colombianos". EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, en uso de sus atribuciones legales, y CONSIDERANDO: Que el cuadro denominado Desnudo, de que es autor el pintor señor Carlos Correa, no fue inscrito ni enviado a la sección de museos y exposiciones dentro del plazo fijado por el artículo 4º de la resolución ministerial número 1577 de 1941, reglamentaria dell 11 Salón Anual de Artistas Colombianos, ni aún durante la prórroga concedida por este despacho, prórroga que expiró el26 de septiembre último; Que el cuadro mencionado fue llevado a la sala de exposiciones en la tarde del 10 de octubre y admitido por algunos de los miembros del jurado de admisión, a pesar de la terminante manifestación de la Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes, hecha por conducto de la Sección de Museos y Exposiciones, de que dicha obra no podía ser admitida por no haber sido inscrita y presentada dentro del plazo fijado por el reglamento respectivo. Que el jurado calificador, según consta en el acta de adjudicación de los premios de fecha 11 de los corrientes, otorgó el primer premio de pintura, conjuntamente a los cuadros titulados Des-

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nudo y Naturaleza en silencio, del señor Carlos Correa. Que por las razones anotadas, la admisión de la obra a que se refiere la presente resolución y, por consiguiente, la adjudicación del primer premio recaído en ella, contrarían las disposiciones pertinentes de la resolución reglamentaria del 111 Salón Anual de Artistas Colombianos, RESUELVE: ARTICULO 1º Declarar inválido el fallo del jurado calificador del 111 Salón Anual de Artistas Colombianos en lo que se refiere a la adjudicación del primer premio en la Sección de Pintura. ARTICULO 2º Retirar de la sala de exposiciones, donde se exhiben las obras del 111 Salón Anual de Artistas Colombianos, dicha obra por las razones anteriormente expuestas. ARTICULO 3º Convocar el jurado calificador pa'fa que entre a decidir nuevamente sobre la adjudicación del primer premio otorgado a la obra Naturaleza en silencio de que es autor el señor Carlos Correa, que fue premiada conjuntamente con la obra del mismo artista, introducida irreglamentariamente a concurso. !

Comuníquese

y cúmplase.

Acta de premiación De acuerdo con el artículo 3 de la resolución Nº 1305 del Ministerio de Educación Nacional, fechada el17 de octubre de 1942, se reunió el 12 de noviembre del año en curso el jurado calificador dellll Salón Anual de Artistas Colombianos, con el fin de entrar a decidir nuevamente sobre la adjudicación del primer premio a la obra Naturaleza en silencio, de que es autor el señor Carlos Correa, que fue premiada conjuntamente con la obra del mismo autor titulada Desnudo que por la misma resolución fue retirada del 111 Salón. Asistieron a esta reunión los miembros del jurado señores Camilo Mutis Daza y Roberto Suárez Costa, el primero de los cuales había consignado anticipadamente su concepto, que se adjunta a esta acta. Ambos fueron citados oportunamente por escrito. Como hubiera el quórum que prescribe el artículo 11 de la resolución Nº 1577 del Ministerio de Educación Nacional, de fecha 10 de diciembre de 1941 , orgánica del 11 I Salón Anual de Artistas Colombianos, se procedió a votar si se adjudicaba o nó el Primer premio en ell 11 Salón Anual de Artistas Colombiano a la obra Naturaleza en silencio, de que es autor el señor Carlos Correa, con el resultado afirmativo expresado por unanimidad de los votos de los tres (3) jurados presentes. En constancia se firma la presente acta, a la que se adjunta el concepto del jurado señor Mutis Daza, por quienes en esta reunión intervinieron. Bogotá, D.E. 12 de noviembre de 1942.

IV Salón - 1943

ARTICULO 1º La Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes organizará en la sala de exposiciones de la Biblioteca Nacional, el IV Salón Anual de Artistas Colombianos, que se inaugurará el 12 de octubre de 1943 y se clausurará el 12 de noviembre del mismo año, de acuerdo con las siguientes instrucciones generales. ARTICULO 2º Con destino al IV Salón Anual de Artistas Colombianos serán recibidas las siguientes obras originales: Sección de pintura a) Las obras ejecutadas al óleo sobre lienzo, madera o cartón, al temple en cartón o papel; al pastel. gouache, acuarela sobre papel fresco y miniatura. Seccion de escultura b) Obras en mármol, piedra, bronce, granito, madera, y barro cocido, inclusive altos y bajos relieves. ARTICULO 3º No serán admitidas las siguientes obras: a) Las no comprendidas en el artículo anterior como tampoco las obras de propaganda, bocetos, u otras inconclusas, esculturas en yeso patinado o que imitan las materias definitivas enunciadas en el aparte b) del artículo anterior. b) Las copías de obras de otros autores ni proyectos ni maquetas. c) Las obras anónimas. d) Los cuadros sin marco. e) Las obras de artistas extranjeros. f) Las ejecutadas por alumnos en las escuelas de arte oficiales y particulares. Recepción de obras ARTICULO 42 Las obras destinadas al IV Salón Anual de Artistas Colombianos se enviarán a las oficinas de la Sección de Museos y Exposiciones (Teatro Colón) desde el 25 de agosto hasta el 25 de septiembre, todos los días hábiles de 3 a 6 p.m. y sábados de 9 a 12. Este plazo es improrrogable tanto para los artistas residentes en la capital, como para los viven fuera de ella. Estos últimos enviarán sus obras a la dirección antes indicada, a partir del 5 de agosto próximo, a fin de que ellas lleguen a su destino en tiempo oportuno y dentro del plazo improrrogable predeterminado. ARTICULO 5º Los concurrentes no podrán enviar más de dos obras a cada sección. ARTICULO 6º Al hacer la entrega, cada autor presentará una boleta firmada que contenga su nombre, domicilio, nacionalidad, como también el título, precio, procedimiento y dimensiones de las obras que presente. ARTICULO 7º La Sección de Museos y Exposiciones expedirá un recibo que servirá luego para la devolución de las obras la que se hará en el 10cal de la misma sección. ARTICULO 8º La Sección de Museos y Exposiciones velará por la conservación de las obras, pero no se hará responsable de su deterioro o destrucción. Las obras no aceptadas deberán retirarse del 6 de octubre al 30 del mismo mes. Las aceptadas del 15 de noviembre al 14 de diciembre siguiente.

Resolución N9654 "Por la cual se reglamenta el IV Salón Anual de Artistas Colombianos". EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE:

Los jurados ARTICULO 92 Las secciones de pintura y escultura tendrán conjuntamente un jurado de selección y otro de premios, integrados cada uno por cinco miembros. El Ministerio de Educación Nacional designará tres de los miembros de uno y


otro jurado y los dos restantes de cada uno de los jurados serán elegidos por los artistas que se inscriban en el IV Salón Anual de Artistas Colombianos. ARTICULO 102 La elección de los miembros de los jurados de selección y de premios que corresponde hacer a los artistas inscritos, se ajustará a las siguientes normas: a) El voto será secreto y obligatorio. b) El artista inscrito lo emitirá en una tarjeta que conjuntamente con un sobre firmado, se le entregará en el momento de depositar sus obras. e) En el sobre cerrado lo depositará el artista inscrito o su apoderado en una urna, el apoderado no podrá representar a más de una persona. d) En el acto de votar, el artista inscrito, o su apoderado, firmará en un registro que servirá para controlar el número de sufragios depositados en la urna. e) El artista inscrito podrá autorizar, por poder extendido en papel común, a una persona para que lo represente en la votación y el escrutinio. ARTICULO 112 El escrutinio se realizará en el 10cal de la sección de museos y exposiciones el día 21 de septiembre a las 6 p.m. ARTICULO 122 Los candidatos que reúnan el mayor número de votos serán proclamados miembros de los jurados. En caso de empate, la designación se decidirá por sorteo, y , en el de renuncia, se designará al que siga en número de votos al dimitente. Si renunciare todos o alguno de los candidatos elegidos, el Ministerio de Educación Nacional nombrará directamente a los reemplazantes. ARTICULO 132 Para formar quórum bastará la presencia de 3 miembros del Jurado. ARTICULO 142 Los miembros de los jurados que no asistan a dos sesiones sin justificar sus faltas serán considerados como renunciantes y reemplazados en igual forma a la establecida en el artículo 12. ARTICULO 15º En el sitio y a la hora en que delibere cada uno de los jurados no debe estar presente persona alguna exiraña a dichas entidades, si se exceptúa al jefe de la Sección de Exposiciones y Museos, y así mismos, nadie podrá intervenir en las deliberaciones de los jurados mencionados. Se entiende que tanto el jurado de selección como el de premios obrarán separada e independientemente dentro de la órbita de acción que a cada uno le asigne el presente reglamento. ARTICULO 162 El jurado de selección entrará a actuar al día 27 de septiembre próximo y dará su fallo definitivo sobre las obras que deben ser admitidas el día 4 de octubre venidero. En esta misma fecha, dicho jurado elaborará un acta firmada por la totalidad de los miembros en la cual harán constar el título de las obras seleccionadas y el respectivo nombre de los autores. Esta acta será dada a la publicidad oportunamente. Selección de obras ARTICULO 172 El voto de los miembros del jurado es obligatorio. 182

ARTICULO Una vez adjudicados los premios, se elaborará en cada sección un acta firmada por los miembros del jurado respectivo en la que se dejará constancia de cada voto.

ARTICULO 192 Los premios, serán adjudicados antes de la inauguración del salón. ARTICULO 202 Cualquiera de los premios podrá ser dedarado desierto cuando a juicio de los jurados no haya una obra que lo merezca dignamente. Los premios ARTICULO 212 Los primeros premios, representados por recompensas en dinero, son indispensables. En caso de empate, decidirá el Ministerio de Educación, después de conocer los fundamentos de los miembros del jurado. ARTICULO 222 El voto de los miembros del jurado es obligatorio y no podrá ser en blanco. ARTICULO 232 El jurado de premios iniciará sus deliberaciones el día 5 de octubre y adjudicará los premios a más tardar el día 12 de octubre, antes de la apertura oficial del IV Salón Anual de Artistas Colombianos, la que tendrá lugar ese mismo día a las 7 p.m. ARTICULO 242 Una vez adjudicados los premios, el jurado de premios elaborará un acta firmada por los miembros en la que se dejará constancia de cada voto. ARTICULO 252 Cualquiera de los premios podrá ser declarado desierto cuando a juicio de los jurados no haya una obra que lo merezca dignamente. ARTICULO 262 Los siguientes premios serán discernidos únicamente a obras de artistas colombianos. Premios del Ministerio de Educación Nacional para las secciones de pintura y escultura: a) Premios recompensa: primer premio $1.000.00 b) Premios honoríficos: primer premio medalla de oro, segundo premio medalla de plata, tercer premio medalla de bronce. Cuatro premios de estímulo consistentes en menciones honoríficas. ARTICULO 27.8 Las obras no admitidas por el jurado de selección al IV Salón Anual de Artistas Colombianos, serán exhibidas, si así lo desean sus autores, en la galería de arte del Teatro Co-, Ión.

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ARTICULO 282_Los miembros del jurado de premios, de acuerdo con el jefe de la Sección de Museos y Exposiciones, se encargarán de la distribución y colocación de las obras admitidas en la sala de exposiciones de la Biblioteca Nacional, distribución y colocación que no podrá modificarse, una vez firmada el acta. ARTICULO 292 Todo caso no previsto en este reglamento será resuelto por el Ministerio de Educación Nacional. Comuníquese y cúmplase. Dada en Bogotá, a 29 de mayo, de mil novecientos cuarenta y tres. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, Antonio Rocha Castilla EL SECRETARIO GENERAL, Gustavo Uribe

de tres deliberaciones llevadas a cabo en los días 7 y 9 de los corrientes, previo estudio detenido de cada una de las obras inscritas decidimos admitir las siguientes obras: Sección de pintura Retrato, óleo de Arturo Aragón; La primavera, Oración del santo Cristo de Viracachá, de Luis Alberto Acuña; Abside de San Francisco, óleo de Silvia Cabrera Moreno; Golpe de vista, San Antonio, acuarelas de Alvaro Hermida; Guacacayos, temple de Marco Ospina; Composición, óleo de Alberto Pino Gil; Maternidad, óleo de Simón Meléndez. Sección de escultura Busto de Benjamín Herrera, bronce de Carlos Gómez; Metáfora, Niñita, tallas en madera de Carlos Reyes Guitiérrez; Plenitud, talla directa en madera de Guillermo Rodríguez Forero; Maternidad, busto en piedra, de Miguel Sopó. El total de las obras presentadas a la sección de pintura fue el de 68 y la de escultura el de 12. En constancia se firma la presente acta. José Joaquín Ortega S.S., León de Greiff, Ricardo Santamaría Ordóñez, Delia Ramírez y Dolcey Vergara.

Resolución Nº 1300 "Por la cual se envía una exposición de arte a la ciudad de Medellín y se dictan otras disposiciones". EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, resuelve: ARTICULO 10. Enviar a la ciudad de Medellín, por cuenta del Ministerio de Educación, como cooperación a la Exposición Nacional que se celebrará en esa ciudad en el mes de enero próximo, con el exlusivo carácter de exposición de arte nacional, las obras seleccionadas por el jurado de admisión del IV Salón Anual de Artistas Colombianos. ARTICULO 20. La Dirección de Exposiciones y Museos adelantará las gestiones conducentes para la compra de la que a su juicio sea la mejor obra de cada una de las-seleccionadas de pintura y escultura, entre las seleccionadas por el jurado de admisión del IV Salón Anual, las que serán entregadas a la Sociedad de Mejoras PÚplicas de Medellín con destino al Museo de BelIas Artes de esa ciudad. Dada en Bogotá a los 10 días del mes de diciembre de 1943. MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo) Antonio Rocha Castilla. EL SECRETARIO GENERAL, (Fdo) Gustavo Uribe.

V Salón - 1944 Resolución Nº 796 "Por la cual se reglamenta el V Salón Anual de Artistas Colombianos". EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE:

Acta de premlecion En Bogotá, a 9 de diciembre de 1943, los suscrItos miembros del jurado de admisión del IV Salón Anual de Artistas Colombianos, reunidos en la Sección de Museos y Exposiciones, después

ARTICULO 12 La Dirección de Extensión Cultural de sellas Artes organizará en la sala de exposiciones de la Biblioteca Nacional, el V Salón Anual de Artistas Colombianos, que se inaugurará el 12 de octubre de 1944 y se clausurará el

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12 de noviembre del mismo, de acuerdo con las siguientes instrucciones generales: ARTICULO 2º Con destino al V Salón Anual de Artistas Colombianos serán recibidas las siguientes obras originales: Sección de pintura a) Las obras ejecutadas al óleo sobre lienzo, madera o cartón; al temple en cartón o papel; al pastel, gouache, acuarela sobre papel, fresco y miniatura. Sección de escultura a) Obras en mármol, piedra, bronce, granito, madera, barro cocido y yeso patinado, inclusive altos y bajos relieves. ARTICULO 3º No serán admitidas las siguientes obras: a) Las no comprendidas en el artículo anterior como tampoco las obras de propaganda, bocetos u otras obras inconclusas. b) Las copias de obras de otros autores, ni proyectos ni maquetas. e) Las obras anónimas. d) Los cuadros sin marco. e) Las obras de artistas extranjeros. f) Las obras ejecutadas por alumnos en las escuelas de arte oficiales y particulares. Recepción de las obras ARTICULO 4º Las obras destinadas al V Salón Anual de Artistas Colombianos se enviarán a las oficinas de la Sección de Museos y Exposiciones (Calle 16 Nº 8-96) desde el 25 de agosto hasta el25 de septiembre, todos los días hábiles de 3 a 6 p.m. y los sábados de 9 a 12 m. Este plazo es improrrogable tanto para los artistas residentes en la capital, como para los que viven fuera de ella. Estos últimos enviarán sus obras a la dirección antes indicada, a partir del 5 de agosto próximo, a fin de que aquellas lleguen a su destino en tiempo oportuno y dentro del plazo improrrogable predeterminado. ARTICULO 5º Los concursantes no podrán enviar más de tres obras, a cada sección. ARTICULO 6º Al hacer la entrega, cada autor presentará una boleta firmada que contenga su nombre, domicilio, como también el título, precio, procedimiento y dimensiones de las obras que presente. ARTICULO 7º La Sección de Museos y Exposiciones expedirá un recibo que servirá luego para la devolución de las obras la que se hará en el 10cal de la misma sección. ARTICULO 8º La Sección de Museos y Exposiciones velará por la conservación de las obras, pero no se hará responsable de su deterioro o destrucción. Las obras no aceptadas deberán retirarse desde el 6 de octubre hasta el 30 del mismo mes. Las aceptadas del15 de noviembre al 14 de diciembre siguiente. Los jurados ARTICULO 9º Las secciones de pintura y escultura tendrán conjuntamente un jurado de selección integrado por cinco miembros, elegidos por los artistas a tiempo de inscribir sus obras, yescogidos entre el personal de pintores y escultores, cuya nómina se da a continuación: Inés Acevedo Biester, Luis Alberto Acuña, Gustavo Arcila U., Gonzalo Ariza, Alicia Cajiao, León Cano, Carlos Correa, Carlos Díaz, Ignacio Gómez J., Gabriel Jaramillo, Roberto López O., Santiago Martínez, Simón Meléndez, Domingo Moreno O., Alonso Neira, Marco A. Ospina, Félix

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M. Otálora, Pedro A. Quijano, Delia Ramírez, Luis B. Ramos, Carlos Reyes G., Hena Rodríguez, José. R. Acevedo, José D. Rodríguez, Marco T. Salas v., Adolto Samper, Miguel Sopó, Sergio Trujillo, Dolcey Vergara, Eduardo Villaveces y Eugenio Zerda. ARTICULO 10º a) El voto será obligatorio y secreto. b) La obra del artista que fuere elegido jurado será considerada por los cuatro jurados restantes. e) El volante escribirá los cinco nombres en una tarjeta que se colocará en un sobre, el que será cerrado por el mismo sufragante y depositado en la urna que se colocará en la Sección de Museos Exposiciones. d) En el acto de votar, el sufragante firmará un registro que servirá para el control de los votos emitidos. ARTICULO 11º El escrutinio se realizará en el 10cal de la Sección de Museos y Exposiciones el día 26 de septiembre a las 6 p.m. ARTICULO 12º Los candidatos que reúnan mayor número de votos serán proélamados miembros del jurado de selección. En caso de empate, la designación se decidirá por sorteo, y, en el de ~ renuncia, se designará al que siga en número de votos al dimitente. ARTICULO 13º Para formar quórum bastará la presencia de tres miembros del jurado. ARTICULO 14º Los miembros de los jurados que no asistan a dos sesiones sin justificar sus faltas serán considerados como renunciantes y reemplazados en igual forma a la establecida en el artículo 12. ARTICULO 15º En el sitio y hora en que el jurado haga la selección de las obras no debe estar presente persona alguna extraña a dicha entidad, si se exceptúa el jefe de la Sección de Museos y Exposiciones. ARTICULO 16º El jurado de selección entrará a actuar el día 27 de septiembre próximo y dará su fallo definitivo sobre las obras que deben ser admitidas, el día 4 de octubre venidero. En esta misma fecha dicho jurado elaborará un acta firmada por la totalidad o la mayoría de sus miembros, en la cual se hará constar el título de las obras seleccionadas y el nombre de sus respectivos autores. Esta acta será dada a la publicidad oportunamente. Selección de obras ARTICULO 17º La selección de las obras se hará por mayoría de votos. En caso de empate la obra será admitida. ARTICULO 18º Una vez admitida una obra, se enviará a su autor un carné que lo acredite como expositor. ARTICULO 19º Las obras enviadas no podrán retirarse antes del fallo definitivo del jurado de selección y las seleccionadas antes de clausurado el salón. ARTICULO 20º Habrá cuatro premios que se llamarán "premios de estímulo". Estos premios serán dos para la sección de pintura y dos para la sección de escultura consistentes en la suma de $750.00 para cada uno, que se tomará el artículo 1047, capítulo 67, del presupuesto vigente. ARTICULO 21º Los premios de estímulo serán individuales y su adjudicación se hará por vota-

ción de los expositores, de acuerdo con las normas siguientes. a) El voto será obligatorio y será firmado por el votante. b) La votación tendrá lugar en la Sección de Museos y Exposiciones (Calle 16 Nº 8-96), en los días hábiles comprendidos entre el 13 y el 20 de octubre, inclusive, de 3 a 5 p.m. Para este efecto se colocará en la oficina de dicha sección una urna debidamente sellada. c) El votante firmará el registro de votos presentando su carné de expositor. d) El volante indicará en su voto en cuáles de las cuatro obras entre las expuestas en el salón merecen el premio de estímulo, y lo obtendrán las que alcancen mayoría de votos. e) En caso de empate decidirá el Ministerio de Educación Nacional. f) El escrutinio tendrá lugar el día 20 de octubre a las 5 y media p.m. en la Sección de Museos y Exposiciones, en presencia de los expositores que deseen asistir a él. Para formar quórum bastará la presencia de tres de éstos. g) Una vez adjudicados los premios, la Sección de Museos y Exposiciones elaborará un acta firmada por los expositores a que se refiere el aparte anterior, en la que se dejará constancia de cada voto. El acta será dada a la publicidad. ARTICULO 22º Las obras no admitidas por el jurado de selección, serán exhibidas, si así lo desean sus autores, en la galería de arte del Teatro Colón. ARTICULO 23º La colocación de las obras admitidas se hará en sala de exposiciones de la Biblioteca Nacional por la Sección de Museos y Exposiciones. ARTICULO 24º Todo caso no previsto en este reglamento será resuelto por el Ministerio de Educación Nacional. Comuníquese. Dada en Bogotá, a 22 de julio de mil novecientos cuarenta y cuatro. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, Antonio Rocha. EL SECRETARIO GENERAL, Gustavo Uribe.

Acta de premiación En Bogotá, a los 20 días del mes de octubre de 1944 reunidos en la Sección de Museos y Exposiciones, los señores Simón Meléndez, Dolcey Vergara, Erwin Kraus, Guillermo Jaramillo, Ignacio Gómez Jaramillo, Luis Pinto Maldonado, León Cano, Miguel Sopó, Carlos Díaz Riaño, Moisés Vargas, todos ellos expositores en el V Salón Anual acordaron como escrutadores a los señores Darío Achury Valenzuela, Luis David Peña y Alberto Peña S. Abierta la urna en presencia de todos los señores antes nombrados se procedió a contar los votos y estos resultaron de acuerdo con el número de votantes, que fue de 29. Se hace constar que el expositor Julio Fajardo fue representado, para los efectos de votación, por el señor Marco A. Ospina, quien recibió por carta autorización al respecto. Así mismo se deja constancia en esta acta de que la señorita Alicia Cajiao y el señor Pedro A. Peñalosa, ambos expositores enviaron su voto en sobre cerrado. El resultado del escrutinio de los votos emitidos para elegir las cuatro obras que deben ser premiadas en el V Salón Anual fue la siguiente:


Sección de pintura (Obra, autor, votos) Estudio en gris, Miguel Díaz, 13; Gran naturaleza muerta, Ignacio Gómez Jaramillo, 6; Canción vespertina, Edgardo Riaño, 6; Desnudo, Marco T. Salas, 5; El beso, Luis Alberto Acuña, 4; Bodegón, Simón Meléndez, 2; Paisaje de la Sabana, Carlos Díaz, 2; Composición, Julio Fajardo, 2; Calidades, Miguel Díaz Vargas, 2; Fraile dominicano, Carlos Correa, 2; Campesina de Tuta, Domingo Moreno O., 2; Retrato del Pintor, Alejandro Obregón, 2; Puesto de legumbres, Miguel Díaz Vargas, 1; La niña de la bomba, Domingo Moreno O., 1; Alrededores de la peña, Alfonso Ramírez F., 1; Mujeres en el bosque, Luis Alberto Acuña, 2; Desnudo en grises, Ignacio Gómez Jaramillo, 1; Bautizo, Luis Alberto Acuña, 1; Retrato del maestro Francisco A. Cano, León Cano, 1; La joven comunista, Enrique Grau A., 1. Sección de escultura Maternidad, Miguel Sopó, 23; Desnudo, Alonso Neira, 13; Metáfora, Carlos Reyes G., 6; Retrato de José María Hernández, Luis Pinto Maldonado, 4; Talla directa en madera, Moisés Vargas, 4; Retrato de la señora Arango Escobar, Carlos Reyes, 3; Danzarina, Miguel Sopó, 2; Retrato, Miguel Sopó, 1; Alfonso López, Carlos Gómez Castro, 1. En vista del resultado de la votación, los suscritos escultores declaramos con mayoría de votos en la sección de pintura a la obra del señor Miguel Díaz Vargas, intitulada Estudio en gris. Y empatados a los señores Ignacio Gómez Jaramillo y Edgardo Riaño, autores de las obras denominadas Gran naturaleza muerta y Canción vespertina, respectivamente. En la sección de escultura se declaran con mayoría de votos a los señores Miguel Sopó con la obra Maternidady Alonso Neira con la obra Desnudo. En vista del empate comprobado en los votos emitidos por las obras de los señores Gómez Jaramillo y Riaño los escultores decidieron aplicar el inciso E. del artículo 21 del reglamento, que determina que en caso de empate decidirá el Ministerio de Educación Nacional. Se hace constar que de los 35 expositores dejaron de votar por hallarse fuera de la ciudad, Enrique Grau A., Marina Sáenz y Carlos Gómez Castro; por abstención de los señores Roberto López Ocampo, Gabriel Morales y Régulo Romero. El Ministerio de Educación estudia el caso de empate entre Ignacio Gómez y Luis Edgardo Riaño y resuelve: 1º Adjudicar al artista Ignacio Gómez Jaramillo, por su obra Gran naturaleza muerta, uno de los premios establecidos para la selección de pintura del V Salón Anual. 2º Modificar el artículo 20 de la Resolución Nº 796 de 1944, reglamentario del V Salón Anual, en el sentido de establecer además de los premios asignados a la sección de pintura, en dicho artículo, otro por un valor igual al fijado de los premios restantes, o sea por la suma de $750.00, premio que se adjudica al artista Edgardo Riaño, por su obra Canción vespertina. 3Q La destinación de las partidas especiales para el pago de los premios de estímulo del V Salón Anual, se hará en virtud del decreto ejecutivo, de acuerdo con el acta de escrutinio antes mencionada y de conformidad con lo dispuesto por la resolución. El presidente de la República dicta el decreto Nº 2537 de octubre 20 de 1944, por la cual se destinan las partidas especiales para el pago de los premios de estímulo. Se adjudican los premios en la siguiente forma:

Pintura Premio de estímulo, Miguel Díaz Vargas, Estudio en gris. Premio de estímulo, Ignacio Gómez Jaramillo, Gran naturaleza muerta. Premio de estímulo, Luis Edgardo Riaño, Canción vespertina. Escultura Premio de estímulo, Miguel Sopó, Maternidad. Premio de estímulo, Alonso Neira, Desnudo. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo) Rafael Parga Cortés. EL SECRETARIO GENERAL ENCARGADO, (Fdo) Gustavo Uribe.

VI Salón - 1945 Resolución Nº 885 "Por la cual se reglamenta Artistas Colombianos".

el VI Salón Anual de

EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE: ARTICULO 1º La Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes organizará en la sala de exposiciones de la Biblioteca Nacional de VI Salón Anual de Artistas Colombianos, que se inaugurará el 12 de octubre de 1945 y se clausurará el 12 de noviembre del mismo, de acuerdo con las siguientes instrucciones generales. ARTICULO 2º Con destino al VI Salón Anual de Artistas Colombianos serán recibidas las siguientes obras originales: Sección de pintura a) Las obras ejecutadas al óleo sobre lienzo, madera o cartón; al temple en cartón o papel, al pastel, gouche, acuarela sobre papel, fresco y miniatura. Sección de escultura b) Las obras en mármol, piedra, bronce, granito, madera, barro cocido y yeso patinado, inclusive altos y bajos relieves. ARTICULO 3º No serán admitidas las siguientes obras: a) Las no comprendidas en el artículo anterior como mpoco las obras de propaganda, bocetos u otras inconclusas. b) Las copias de otros autores, ni proyectos ni maquetas. c) Las obras anónimas. d) Los cuadros sin marco. e) Las obras de artistas extranjeros. f) Las obras ejecutadas por alumnos de las escuelas de arte oficiales y particúlares. g) Las obras que hayan sido exhibidas en las exposiciones anteriores, oficiales o nó, en la capital. Recepción de las Obras ARTICULO 42 Las obras destinadas al VI Salón Anual de Artistas Colombianos, se enviarán a las oficinas de la Sección de Museos y Exposiciones (carrera 8 N2 16-34) desde el8 de agosto (miércoles) hasta el 25 de septiembre (martes), inclusive, para los artistas residentes fuera de Bogotá; y desde el 27 de agosto (lunes) al 25 de septiembre (martes) para los artistas residentes en la capital, todos los días hábiles, de 3 a 6 p.m. y los sábados de 9 a 12 m. ARTICULO 52 El plazo de que trata el artículo anterior es improrrogable tanto para los artistas residentes en la capital, como para los que viven fuera de ellas. Estos últimos enviarán sus obras

a la dirección antes indicada, a partir del 8 de agosto próximo, a fin de que aquellas lleguen a su destino en tiempo oportuno y dentro del plazo improrrogable predeterminado. ARTICULO 62 Los concursantes no podrán enviar más de tres obras a cada sección. ARTICULO 7Q Al hacer entrega cada autor firmará la boleta de inscripción que contenga su nombre, domicilio, como también el título, precio, procedimiento, y dimensiones de la obra que presente. ARTICULO 82 La Sección de Museos y Exposiciones expedirá un recibo que servirá luego para la devolución de las obras, la cual se hará en el local de la misma sección. ARTICULO 92 Las obras no aceptadas deberán retirarse del13 de octubre al 30 de mismo mes. Las aceptadas, del 15 de noviembre al14 de diciembre siguiente. La Sección de Museos y Exposiciones velará por la conservación de las obras, pero no se hará responsable de su deterioro o destrucción. Los jurados ARTICULO 10Q Las secciones de pintura y escultura tendrán conjuntamente un jurado de selección integrado por cinco (5) miembros, elegidos entre el personal de pintores y escultores, representativos de distintas secciones del país, y cuya nómina se dá a continuación: Inés Acevedo Biester, Luis Alberto Acuña, Gustavo Arcila Uribe, Gonzalo Ariza, Alicia Cajiao, León Cano, Carlos Correa, Carlos Díaz, Ignacio Gómez Jaramillo, Guillermo Jaramillo, Roberto López Ocampo, Santiago Martinez Delgado, Simón Meléndez, Domingo Moreno Otero, Alonso Neira, Marco A. Ospina, Alejandro Obregón, Félix M. Otálora, Pedro A. Quijano, Delia Ramírez, Luis B. Ramos, Carlos Reyes Gutiérrez, Hena Rodríguez, José Rodríguez Acevedo, José Domingo Rodríguez, Marco T. Salas Vega, Adolfo Samper, Sergio Trujillo M., Dolcey Vergara, Eduardo Villaveces, Eugenio Zerda. ARTICULO 11º a) El voto será obllqatorto y secreto. b) La obra del artista que fuere elegido jurado será considerada por los jurados restantes. e) El votante escribirá los cinco nombres en una tarjeta que se colocará en un sobre, el cual será cerrado por el mismo sufragio y depositado en la urna que se colocará en la Sección de Museos y Exposiciones. d) En el acto de votar, el sufragante firmará un registro que servirá para el control de los votos emitidos. ARTICU LO 122 El escrutinio se realizará públicamente en el local de la Sección de Museos y Exposiciones el día 26 de septiembre a las 6 p.m. y del cual se levantará el acta respectiva. ARTICULO 132 Los candidatos que reunan mayor número de votos serán proclamados miembros del jurado de selección. En caso de empate, la designación se decidirá por sorteo, y, en el de renuncia, se designará al que siga un número de votos al dimitente. ARTICULO 142 Para formar quórum bastará la presencia de tres (3) miembros del jurado. ARTICULO 152 Los miembros de los jurados que no asistan a dos sesiones sin justificar sus

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faltas serán considerados como renunciantes y reemplazados en igual forma a la establecida en el artículo 13º ARTICULO 162 En el sitio y hora en que el jurado haga la selección de las obras no debe estar presente persona alguna extraña a dicha entidad, si se exceptúa al jefe de la sección de museos y exposiciones. ARTICULO 172 El jurado de selección entrará a actuar el día 27 de septiembre próximo y dará su fallo por definitivo sobre las obras que deben ser admitidas, el día 4 de octubre venidero. En esta misma fecha dicho jurado elaborará un acta firmada por la totalidad o la mayoría de sus miembros, en la cual se hará constar el título de las obras seleccionadas y el nombre de sus respectivos autores. Esta acta será dada a la publicidad oportunamente.

ARTICULO 23º Las obras no admitidas por el jurado de selección, serán exhibidas, si así lo desean sus autores, en la galería del arte del Teatro Colón.

ARTICULO 42 Los concursantes no podrán enviar más de 3 obras a cada una de las secciones del salón. Al hacer la entrega de su obra, el autor firmará las boletas de inscripción, en donde se fijarán su nombre y domicilio, como también el título, precio, procedimiento y dimensiones de la obra presentada. La Sección de Museos y Exposiciones expedirá un recibo al concursante, el cual servirá como comprobante para la devolución de las obras. Las obras no aceptadas deberán retirarse durante el plazo comprendido entre el13 de octubre y el 30 del mismo mes, y las aceptadas en el que va del 15 de noviembre al 16 de diciembre. El Ministerio de Educación resolverá si el VII salón Anual de Artistas Colombianos debe exhibirse en otras ciudades, en cuyo caso los artistas no podrán retirar sus obras hasta el día en que concluyan estas exhibiciones. La Dirección de Museos velará por la conservación de las obras pero no se hará responsable de su deterioro o destrucción.

ARTICULO 25º Todo caso no previsto en este reglamento será resuelto por el Ministerio de '>Educación Nacional.

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ARTICULO 20º Las obras enviadas no podrán retirarse antes del fallo definitivo del jurado de selección y las seleccionadas antes de clausurado el salón.

nes, desde el 12 de agosto hasta el 26 de septiembre inclusive, para los artistas residentes fuera de Bogotá; y desde el 27 de agosto al 25 de septiembre, para los residentes en la capital; todos los días hábiles. El plazo de que trata el aparte anterior de este mismo artículo, es absolutamente improrrogable para todos los artistas.

ARTICULO 242 La colocación de las obra admitidas se hará en la sala de exposiciones de la Biblioteca Nocional por la Sección de Museos y Exposiciones.

Seleccion de obras ARTICULO 182 La selección de las obras se hará por mayoría de votos, en caso de empate la obra será admitida. ARTICULO 192 Una vez admitida una obra, se enviará a su autor un carné que lo acredita como expositor.

Exposiciones, en presencia de los expositores que desean asistir a él. Para formar quórum bastará la presencia de tres de éstos. g) Una vez adjudicados los premios, la Sección de Museos y Exposiciones elaborará un acta firmada por los expositores a que se refiere el aparte anterior, en la que se dejará constancia de cada voto. El acta se dará a la publicidad.

!

Comuníquese y cúmplase. Dada en Bogotá a de mayo de mil novecientos cuarenta y cinco. EL MINISTRO DE EDUCACION, ""'" (Fdo) Antonio Rocha. EL SECRETARIO GENERAL, (Fdo) Gustavo Uribe A.

VII Salón - 1946 Resolución N!21435

ARTICULO 21 º Habrá seis premios que se llamarán "premios de exposición". Estos premios serán tres para la sección de pintura y tres para la sección de escultura, divididos en 1, 2 Y 3 premios, consistentes en las sumas de $ 1.200.00 para el primero; $ 1.000.00 para el segundo y $ 800.00 para el tercero. Estas sumas se tomarán del artículo 1128, capítulo 72, del presupuesto vigente. ARTICULO 22º Los premios de exposición serán individuales y su adjudicación se hará por votación de los expositores, de acuerdo con las normas siguientes: a) El voto será obligatorio y será firmado por el votante. b) La votación tendrá lugar en la Sección de Museos y Exposiciones (carrera 8# 16-34), en los días hábiles desde el16 hasta el 20 de octubre, inclusive, de 3 a 5 p.m. Para dicho efecto se colocará en la oficina de dicha sección una urna debidamente sellada. c) El votante firmará el registro de votos presentado su carné de expositor. d) El volante indicará en su voto cuáles de las obras entre la expuestas en el salón merecen el "premio de exposición", especificando la categoría del premio, y lo obtendrán las que alcancen mayoría de votos. e) En caso de que dos o más de las obras designadas por los votantes como acreedores a los premios de exposición, obtuvieran iguéllnúmero de votos, para el desempate se tendrá en cuenta el número de votos qye obtuvieren otras obras presentadas al salón por el mismo expositor, número éste que se sumará al obtenido por la obra objeto del empate. Si verificada esta edición subsistiere el empate, éste se decidirª en el misrno acto del escrutinio por medio de la suerte efl presencia de los escrutadores y de los exposltores que concurrieren a esta acto en calidad qe te¡¡tlgg$. Esta dectsíén tendrá el carácter de lnapelªble. f) ~I escrutinio tendrá lugar el día 19 de octubre a las 5 y media p.m. en la Sección de Museos y

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"Por el cual se reglamenta el VII salón Anual de Artistas Colombianos". EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE: ARTICULO 12 La dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes, organizará el VII salón Anual de Artistas Colombianos que se inaugurará el12 de octubre de 1946 y se clausurará el12 de noviembre del mismo año, de acuerdo con las siguientes instrucciones generales: con destino al VII Salón Anual, serán recibidas las siguientes obras originales: Pintura Las obras ejecutadas al óleo sobre lienzo, madera o cartón, al temple, pastel, o lienzo, al gouache, acuarelas sobre pastel y fresco. Escultura Serán aceptadas obras en mármol, piedra, granito, bronce, madera y barro cocido, incluyendo torsos y altos relieves. También serán aceptadas las obras en yeso, a saber: figuras o grupos de tamaño natural o mayor, y de cabezas. ARTICULO 22 No serán admitidas las siguientes obras: a) Las no comprendidas en el artículo anterior, como tampoco las obras de propaganda, bocetos u obras inconclusas. b) Las copias de obras de otros autores, ni proyectos ni maquetas. c) Las obras anónimas. d) Los cuadros sin marco. e) Las obras de artistas extranjeros. f) l-as ejecutadas por alumnos de escuelas de arte, ofic;:iªles o particulares, g) Las que hayan sido exhibidas en exposlcíones anteríores, oficiales o no, en la capital. ARTICULQ 3º Las obras destinadas al VII salón Anual de Artistas Colombianos, se enviarán a las oficinas de la sección de museos y exposicio-

ARTICULO 52 Las obras aceptadas no podrán retirarse antes de la conclusión del plazo fijado en el artículo anterior y los autores no tendrán derecho a oponerse a su exhibición. Las obras rechazadas serán expuestas en salón aparte si el Ministerio lo juzga oportuno. ARTICULO 62 Pintura a) Habrá cuatro premios de pintura de primera categoría, distribuidos así: Un primer premio de mil pesos ($1.000.00) para composición con figura humana; un primer premiode mil pesos ($1.000.00) para retrato; un primer premio de mil pesos ($1.000.00) para paisaje; un primer premio de mil pesos ($1.000.00) para naturaleza muerta. b) Habrá cuatro premios segundos, correspondientes a los que trata el ordinal a) de este artículo, con diploma de honor de primera clase. c)HabriÍ cuatro terceros premios , correspondientes al ordinal a) de este artículo, con diploma de honor de segunda clase. ARTICULO 72 Escultura Habrá tres premios de escultura, de primera categoría distribuidos así: a) Un primer premio de ($2,QOO.oo) dos mil pesos para figura humana. b) Un primer premio de ($1.000.00) mil pesos para cabezas o bustos; c) Un primer premio de ($1.QOO.oo) mil pesos para relieves y torsos. d) Habrá tres segundos premios, cerrespondientes a los orctnales él). b), Q) de este élrtlc;ulo o con diploma de primera clase. e) Hélbrª tres terceres premios, correspondientes a tos ordinales ti), b) Y e) de este articulo con diploma de honor de segunda clase. ARTICULO B2 Los jurados de selección eeran nombrados eor el Ministerio de ~ducaeI6n. en los tres glas si9uientes al 2& de septiembre, fecha en que queda clausurado el plazo de inscripción de las obras.


ARTICULO 92 Los jurados de calificación serán nombrados por el Ministerio en los tres días siguientes al fallo del jurado de selección. Las obras serán calificadas antes de la inauguración del salón anual. ARTICULO 102 La sección de museos yexposiciones editará un catálogo provisional del Salón de Artistas y posteriormente un catálogo completo en el que se incluyen reproducciones de todas las obras exhibidas en él. ARTICULO 112 Junto con el nombramiento de jurados, el Ministerio reglamentará sus funciones. ARTICULO 122 Todo caso no previsto en este reglamento será resuelto por el Ministerio de Educación Nacional. Cúmplase. Dada en Bogotá, a 9 de agosto de 1946. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo) Germán Arciniegas. EL SECRETARIO GENERAL, (Fdo) Gustavo Uribe.

Arturo Caparrosa, Julio Barrenechea. Tercer premio diploma de honor de tercera clase concedido a Erwin Kraus, por su obra titulada La tarde, por unanimidad. Escultura Primer premio $ 1.000.00 concedido a Josefina Albarracín de Barba, por su obra titulada Cabeza de muchacha, según los siguientes votos: Rafael Maya, Angel María Céspedes, Carlos Arturo Caparrosa, Abel Naranjo Villegas. Segundo premio diploma de honor de primera clase, concedido a Luis Pinto Maldonado, por su obra titulada Eduardo Carranza, según los siguientes votos: Rafael Maya, Angel María Céspedes, Carlos Arturo Caparrosa, Abel Naranjo Vi llegas. Tercer premio diploma de honor de segunda cIase, concedido a Edgar Negret, por su obra titulada Daniel Arango, por unanimidad. (Fdo) Julio Barrenechea, Rafael Maya, Carlos Arturo Caparrosa, Abel Naranjo Villegas, Angel María Céspedes. Bogotá, D.E. octubre 9 de mil novecientos cuarenta y seis.

VIII Salón - 1950 Acta de premiación Resolución En la Biblioteca Nacional, el día 9 de octubre del año en curso siendo las 4 de la tarde, se reunieron en el salón de exposiciones los señores Abel Naranjo Villejas, Julio Barrenechea, Angel María Céspedes, Rafael Maya y Carlos Arturo Caparrosa, nombrados por el Ministerio de Educación Nacional para actuar como jurados de calificación de las obras presentadas al VII Salón Anual de Artistas Colombianos. Habiendo el quórum requerido se procedió a la calificación de las obras, con el siguiente resultado: Pintura Composición con figura humana: Primer premio Dolcey Vergara $ 1.000.00, por su obra titulada Currulao en Buenaventura. Segundo premio diploma de honor de primera clase concedido a Julio Fajardo por su obra titulada Serenata, según los siguientes votos: Angel María Céspedes, Rafael Maya, Carlos Arturo Caparrosa. Tercer premio diploma de honor de segunda cIase concedido a Luis Alberto Acuña, por su obra titulada Doble retrato, según los siguientes votos: Abel Naranjo Villegas, Angel María Céspedes, Rafael Maya, Carlos Arturo Caparrosa. Naturaleza muerta: declarado desierto. Retrato Primer premio $1 .000.00 concedido a Margarita Posada Tribín por su obra titulada Retrato de Félix Res trepo Briceño, según los siguientes votos: Abel Naranjo Vi llegas, Carlos Arturo Caparrosa, Rafael Maya, Angel María Céspedes. Segundo premio diploma de honor de primera clase, concedido a Eduardo Ramírez Villamizar, por su obra titulada Retrato de U/ian Peñuela, según los siguientes votos: Julio Barrenechea, Abel Naranjo Villegas, Carlos Arturo Caparroso, Rafael Amaya. Tercer premio diploma de honor de segunda cIase, concedido a Luis Arango Vare la, por su obra titulada: Escritor proletario, por unanimidad. Paisaje Primer premio $1.000.00 concedido a Carlos Díaz Forero, por su obra titulada Vendaval, por unanimidad. Segundo premio diploma de honor de primera clase, concedido a Gonzalo Ariza, por su obra titulada Montaña de la tierra templada, según los siguientes votos: Angel María Céspedes, Carlos

"Por la cual se reglamenta el VIII Salón Anual de Artistas Colombianos". EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE: ARTICULO 12 La Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes organizará el VII Salón Anual de Artistas Colombianos, que se inaugurará el 15 de abril de 1948 y se clausurará el 15 de mayo del mismo año, de acuerdo con las siguientes instrucciones generales: con destino el VII Salón Anual de Artistas Colombianos, serán recibidas las siguientes obras originales; Pintura a) Las obras ejecutadas al óleo sobre lienzo, madera o cartón; al temple, en cartón, papel o lienzo; al pastel, al gouache, acuarela sobre papelo fresco. Serán aceptadas las obras que tengan la dimensión mfflima de 50 X 70 centímetros, con exclusión del marco. N.o serán aceptadas miniaturas. Escultura b) Serán aceptadas obras en mármol, piedra, granito, bronce, madera y barro cocido, incluyendo torsos y altos y bajos relieves. Tarnblén; serán aceptadas obras en yeso, a saber figuras o grupos de tamaño natural y mayor, y cabezas. ARTICULO 22 No serán admitidas las siguientes obras: a) Las no comprendidas en el artículo anterior, como tampoco las obras de propaganda, bocetos y otras inconclusas. b) Las copias de obras de otros autores, los proyectos y maquetas. c) Las obras anónimas. d) Las obras de artistas extranjeros. e) Los cuadros sin marco. f) Las ejecutadas por alumnos de escuelas de arte oficiales y particulares. g) Las que hayan sido exhibidas en exposiciones anteriores, oficiales o no, en la capital, o las exhibidas en los salones oficiales departamentales. ARTICULO 32 Las obras destinadas al VIII Salón Anual de Artistas Colombianos serán envia-

das a las oficinas de la Sección de Bellas Artes del Ministerio de Educación desde el1 de marzo hasta el 31 del mismo mes inclusive, todos los días hábiles. El plazo de que trata el aparte anterior de este mismo artículo, es absolutamente inprorrogable. ARTICULO 42 Los concursantes no podrán enviar más de tres obras a cada una de las secciones del salón. Al hacer la entrega de su obra, el autor o la persona que lo represente debidamente, firmará las boletas de inscripción, en donde se fijará su nombre y domicilio, como también el título, precio, procedimiento y dimensiones de la obra presentada. La sección de bellas artes expedirá un recibo al concursante, el cual servirá como comprobante para la devolución de las obras. Las obras no aceptadas deberán retirarse durante el plazo comprendido entre el16 de abril y el 15 de mayo, y las aceptadas en el que va desde el17 de mayo al17 de junio. A partir de las fechas indicadas, el Ministerio de Educación no asumirá ninguna responsabilidad respecto de las obras que no hayan sido retiradas. El Ministerio de Educación resolverá si el VIII Salón Anual de Artistas Colombianos debe exhibirse en otras ciudades, en cuyo caso los artistas no podrán retirar sus obras hasta el día en que concluyan estas exhibiciones. La Sección de Bellas Artes velará por la conservación de las obras pero no se hará responsable de su deterioro o destrucción. ARTICULO 52 Las obras aceptadas no podrán retirarse antes de la conclusión del plazo fijado en el artículo anterior y los autores no tendrán derecho a oponerse a su exhibición. Las obras rechazadas serán expuestas en el salón aparte si el ministerio lo juzga oportuno. ARTICULO 62 Pintura Habrá cuatro premios de pintura, de primera categoría distribuidos así: a) Placa de oro conmerorativa para el primer premio de composición con figura humana. Placa de oro conmemorativa para el primer premio de retrato. Placa de oro conmemorativa para el primer premio de paisaje. Placa de oro conmemorativa para el primer premio de naturaleza muerta. b) Habrá cuatro premios, correspondientes a los que trata el ordinal a) de este artículo, con placa de plata conmemorativa. c) Habrá cuatro terceros premios, correspondientes al ordinal a)de este artículo, con mención honorífica. ARTICULO 72 Escultura Habrá tres premios de escultura, de primera categoría, distribuidos así: a) Placa de oro conmemorativa para el primer premio de figura humana. b) Placa de oro conmemorativa para el primer premio de cabezas o bustos. c) Placa de oro conmemorativa para el primer premio de relieves y torsos. d) Habrá tres segundos premios, correspondientes a los ordinales a), b), e), de éste artículo, con placa de plata conmemorativa. e) Habrá tres terceros premios, correspondientes a los ordinales a), b), y c) de éste artículo, con placa de plata conmemorativa.

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ARTICULO nombrados tes días al clausurado

8º Los jurados de selección serán por el Ministerio en los tres siguien31 de marzo, fecha en que queda el plazo de inscripción de las obras.

ARTICULO nombrados guientes al obras serán

9º Los jurados de calificación serán por el Ministerio en los tres días sifallo del jurado de selección. Las calificadas antes del Salón Anual.

Escultura No habiéndose obtenido un voto único uniforme por cuanto los jurados conceptúan que siendo igualmente acreedoras al primer premio las obras marcadas con los números 45 y 70, Busto de granito negro y Muchacha campesina, talla en madera, debe sortearse entre ellas el primer premio de escultura, así se acordó, y por el procedimiento de eliminación de una de las dos papeletas contentivas de las cifras citadas, resultó favorecido el número 45 correspondiente al busto en granito negro Dr. Laureano Gómez su autor según el registro es Moisés Vargas. El segundo premio ha sido adjudicado por unanimidad -según el texto respectivo de los 3 informantesal pequeño grupo en barro cocido titulado Romeo y Julieta, marcado con el número 26 y cuyo autor es Luis Fernando Rivera. Tercer premio ha sido concedido este premio a la figura en yeso marcada con el Nº 5, titulada Realidad cuyo autor es, Angel Ignacio Velasco ~oreno.

ARTICULO 10º La Sección de Bellas Artes editará un catálogo de la sección de artistas, y posteriormente, un catálogo completo, en el que se incluirán reproducciones de las obras exhibidas por él. ARTICULO 11º Junto con el nombramiento del jurado, el Ministerio reglamentará sus funciones. ARTICULO 12º Todo caso no previsto en este reglamento será resuelto por el Ministerio de Educación Nacional. Cúmplase, dada en Bogotá a (sin fecha). EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo) Joaquín Estrada Monsalve. EL SECRETARIO GENERAL ENCARGADO, (Fdo) Lisandro Medrano.

.'

I

En constancia se firma la presente acta en Bogotá, D.E., A 9 días del mes de octubre de mil novecientos cincuenta. _ (Fdo) José María Alfaro y Polanco, René Van Meerbecke, Efraín Martínez, Carlos López'Narváez, Secretario ad-hoc,

Acta de premiación IX Salón - 1952 En el despacho de la Dirección del Departamento de Extensión Cultural y Bellas Artes del Ministerio de Educación Nacional, se reunieron los señores: Dr. José María Alfaro y Polanco, Don René Van Meerbecke y el maestro Efraín Martínez, vecinos los tres de Bogotá, y personalidades eminentes en el mundo capitalino de la diplomacia y el arte, con el fin de efectuar el sorteo de los premios 1,2,3 de pintura y 1 de escultura, de acuerdo con lo propuesto en los res pectivos informes en desempeño del cargo de jurados de calificación para las obras admitidas en el VIII Salón Anual de Artistas Colombianos que se abrirá el12 de octubre en curso, informes que se agregan a la presente acta como integrantes de ella. Se procedió en la siguiente forma: Pintura Primer premio. Señaladas por unanimidad como igualmente merecedoras del primer premio las obras marcadas con los números 66 Bautizo de Aquimín-Zaque y el 81 Barequeras en conversación, en sorteo por papeletas y resultaron favorecidas la Nº 66, en el registro de inscripciones consta que la obra premiada es de Luis Alberto Acuña. Segundo Premio. Señaladas por unanimidad como igualmente merecedoras a esta adjudicación las obras marcadas con los números: 46 Mercado, 48 Carnaval y 84 En la finca de Jonás se procedió en forma similar, al sorteo; y eliminadas dos papeletas, quedó favorecido el Nº 48 correspondiente al óleo Carnaval, cuyo autor es según el pliego secreto de inscripciones, Carlos Correa. Tercer Premio. Señaladas para este efecto los cuadros marcados y titulados: Nº 4 Tierras de la Picota-óleo, Nº 10 Capilla colonial - Sáchica acuarela, Nº 51 Nubes - acuarela, Nº 74 Maíz óleo. Se marcaron con tales cifras sendas papeletas, se insecularon y se convino en eliminar tres a la suerte, para declarar premiada la obra correspondiente a la papeleta remanente. Resultó favorecído el Nº 10 Capilla colonial- Sáchica acuarela cuyo autor, según el registro secreto, es Hernando Mejía Carrasquilla.

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Resolución Nº 253 "Por la cual se reglamenta Artistas Colombianos".

el IX Salón Anual de

EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE: ARTICULO 1º La División del Departamento de Bibliotecas, Archivos Nacionales, Extensión Cultural y Bellas Artes, organizará el IX Salón Anual de Artistas Colombianos que se inaugurará el 20 de julio de 1952 y se clausurará el 7 de agosto del mismo año, de acuerdo con el siguiente reglamento: Con destino al IX Salón Anual de Artistas Colombianos serán recibidas la siguientes obras: Pintura Las obras ejecutadas al óleo sobre lienzo, madera o cartón, acuarela, al temple o témpera, gouache, pastel. Serán aceptadas las obras que tengan la dimensión mínima de 0.50 x 0.70, con exclusión del marco. No serán aceptadas miniaturas. Las obras deberán presentarse debidamente enmarcadas, sin firma del autor, y no deben haberse presentado anteriormente en ningún otro salón o concurso. Los temas son absolutamente libres. Escultura Serán aceptadas las obras en mármol, piedra, granito, bronce y madera, en yeso, cuando sean del tamaño natural o mayor de figura total. Las obras deberán presentarse debidamente enmarcadas, sin firma del autor, y no deben haberse presentado en otro salón o concurso. ARTICULO 2º Cada artista podrá remitir hasta tres (3) obras diferentes a cada sección. ARTICULO 3º El transporte de las obras a la sede del concurso, y su devolución, corren exclusivamente a cargo de los autores. ARTICULO 4º No serán admitidas las siguientes obras:

a) Las no comprendidas en el artículo 1, como tampoco las obras de propaganda, bocetos y obras inconclusas. b) Las obras de artistas extranjeros. e) Las ejecutadas por alumnos de escuelas de arte oficiales y particulares. d) Las copias de obras de autores, los proyectos y maquetas. ARTICULO 52 Al hacer entrega de la obra, el autor o quien lo represente debidamente firmará una boleta de inscripción en donde se consignarán: el título, precio, procedimiento, dimensiones nombre y domicilio del autor. El duplicado servirá de comprobante para efectos de su devolución. Las obras irán numerándose en el orden de su recibo. ARTICULO 6º Las obras destinadas al IX Salón Anual de Artistas Colombianos se recibirán en la Biblioteca Nacional, - sala de exposiciones- desde el 5 de junio hasta el 5 de julio, todos los días hábiles de 9 a 12 m. Este plazo es absolutamente improrrogable, tanto para los artistas residentes en la capital como para los que viven fuera de ella. ARTICULO 72 Las obras no aceptadas deberán ser retiradas durante el plazo comprendido entre el14 y el 26 de julio, y las aceptadas entre el 11 y el23 de agosto. Cumplidos los plazos estipulados el Ministerio de Educación Nacional, y particularmente la Dirección del Departamento de Biblioteca, Archivo Nacionales, Extensión Cultural y Bellas Artes, no se hacen responsables del deterioro o pérdida de las obras que no hayan sido retiradas. ARTICULO 8º Las obras rechazadas serán expuestas en salón aparte si el Ministerio de Educación lo juzga conveniente. ARTICULO 9º De los jurados. El jurado de admisión de las obras estará compuesto por (5) cinco miembros nombrados por resolución ministerial, el día en que vence el plazo de inscripción de las obras. ARTICULO 10º El jurado de calificación será nombrado por el ministerio el día siguiente al fallo del jurado de admisión. Las obras serán calificadas antes de la apertura del IX Salón Anual de Artistas Colombianos. ARTICULO 112 Con el nombramiento de los jurados, el ministerio reglamentará sus funciones. ARTICULO 122 En el acto de inauguración del IX Salón Anual de dará a conocer el fallo del jurado de admisión y calificación y se otorgarán los premios que en este reglamento le señalan. ARTICULO 13º El Ministerio de Educación Nacional, tendrá la primera opción para adquirir las obras premiadas. ARTICULO 142 De los premios. El ministerio otorgará los siguientes premios: Pintura Un primer premio de $ 2.500.00, un segundo premio de $ 2.000.00, un tercer premio de $1.500.00. Escultura Un primer premio de $ 2.500.00, un segundo premio de $ 2.000.00, un tercer premio de $1.500.00. ARTICULO 152 La Dirección del Departamento de Biblioteca, Archivos Nacionales, Extensión Cultural y Bellas Artes, resolverá si el IX Salón


Anual debe exhibirse en otras ciudades del país o del extranjero, en cuyo caso los artistas no podrán retirar sus obras hasta el día en que concluyan las exhibiciones. Es entendido que en tal caso, las obras serán aseguradas por cuenta del Ministerio de Educación Nacional por el valor que a cada una de ellas le haya asignado el autor en la boleta de inscripción. ARTICULO 162 La Dirección del Departamento de Bibliotecas, Archivos Nacionales, Extensión Cultural y Bellas Artes, editará un catálogo del IX Salón Anual, en el que se incluirán reproducciones de las obras premiadas. ARTICULO 172 Todo caso no previsto en este reglamento será resuelto por el señor Ministro e Educación Nacional. Cúmplase. Dada en Bogotá, a los 14 de febrero de 1952. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL (Fdo) Rafael Azula Barrera. EL SECRETARIO GENERAL, (Fdo) Fabio Vásquez Botero.

Acta de premiación El 6 de agosto de 1952, los miembros del jurado calificador después de varias sesiones efectuadas en la sala de exposiciones, Gregario Vásquez de la Biblioteca Nacional, con el objeto de calificar las obras aceptadas en el IX Salón Anual de Artistas Colombianos, resuelve por unanimidad otorgar los premios en la siguiente forma: Pintura 12 Premio, Blanca Sinisterra de C., Delfinius. 22 Premio, Fernando Botero, Frente al mar. 32 Premio Julio Castillo M., Ingenuidad. Menciones Especiales: 12 Mención Eladio Vélez, Retrato de un pintor. 22 Mención Sofía Urrutia, Playa en el río Cauca. 32 Mención Adriano Moreno C., Los inocentes. Escultura 12 Premio lito Lombana, San Sebastián. 22 Premio Alonso Neira M., La fuente. 32 Premio Guillermo Rodríguez, Campesino. Menciones Especiales: 12 Mención María Teresa Zerda, Bambuco. 22 Mención José Domingo Rodríguez, Cristo. 32 Mención Helena Merchán F., Campesina boyacense. (Fdo) Francisco Plata Bermúdez, Abel Naranjo Vi llegas, Robert Smith. Bogotá, D. E. agosto 6 de 1952.

X Salón - 1957 Resolución Nº 05336 "Por la cual se reglamenta el X Salón Anual de Artistas Colombianos".

cional para organizar el X Salón Anual de Artistas Colombianos, que se iniciará el12 de octubre y se clausurará el 11 de noviembre de este año. ARTICULO 22 Serán aceptadas, con destino al Salón Anual de Artistas Colombianos todas las obras de pintura, escultura, dibujo o grabado que, a juicio del jurado de admisión, merezcan figurar en él. No hay limitación alguna de procedimiento, tema o tamaño. ARTICULO 32 Cada artista podrá remitir hasta tres (3) obras debidamente firmadas y fechadas. ARTICULO 42 El trasporte de las obras a la sede de la exposición y su retiro, corren exclusivamente a cargo de los autores. ARTICULO los artistas lombianos los últimos

52 Podrán tomar parte en este salón nacionales, los nacionalizados coy los residentes en Colombia durante dos (2) años.

ARTICULO 62 El jurado de admisión constará de tres (3) miembros, así: por el Ministerio de Educación o su delegado, por un delegado de la Asociación de Escritores y Artistas de Colombia; y por un delegado de la Escuela de Bellas Artes, procederá en sus deliberaciones con absoluta autonomía y sus decisiones serán inapelables. ARTICULO 72 El autor o su representante, al hacer entrega de su obra u obras, firmará por duplicado la boleta de inscripción que a su vez servirá de recibo; en dicha boleta debe aparecer el título, el precio, el procedimiento y las dimensiones de las obras; el nombre y el domicilio del autor; para su clasificación en la exposición se adoptará el mismo registro de la inscripción. ARTICULO 82 Los artistas que en cualquiera de los salones anteriores hubieren obtenido los primeros premios serán declarados fuera de concurso y las obras que enviaren con destino al X Salón Anual de Artistas Colombianos ingresarán a él sin ser sometidas al jurado de admisión. ARTICULO 92'tJn jurado calificador concederá las siguientes recompensas: a) Primeros premios en pintura, escultura, dibujo o grabado, consistentes en medalla de oro y diplo a. b) Segundos premio en las citadas secciones consistentes en medalla de plata y diploma. c) Menciones honoríficas. ARTICULO 102 Las obras destinadas al X Salón Anual de Artistas Colombianos deberán ser re-' mitidas al Museo Nacional (planta baja) entre los días 15 y 20 de septiembre. Las no admitidas deberán ser retiradas antes del 1 de octubre y el Salón será inaugurado en la tarde del día 12 del mismo mes, en solemne sesión en la cual serán otorgados los premios respectivos. ARTICULO 112 El jurado calificador estará compuesto por (5) miembros así: tres miembros que designará el Ministerio de Educación; un delegado por la Asociación de Escritores y Artistas de Colombia y un delegado por la Escuela Nacional de Bellas Artes.

cularmente la Dirección de Ex1ensión Cultural no se hacen responsables del deterioro o pérdida de las obras que no hayan sido retiradas oportunamente y de conformidad con las normas de la presente resolución. Cúmplase. Dada en Bogotá, D. E. a 27 días del mes de julio de mil novecientos cincuenta y siete, (1957). EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo) Próspero Carbonell. EL SECRETARIO GENERAL, (Fdo) Francisco Posada De La Peña.

Acta de premiación En la ciudad de Bogotá yen las horas de la tarde de los días 4, 5 Y 7 de octubre de 1957 se reunieron en los salones del Museo Nacional los suscritos jurados de recompensas nombrados por resolución N2 3625 del 27 de septiembre, 3624 del 26 de septiembre y 3681 del 3 de octubre emanadas del Ministerio de Educación Nacional con el fin de otorgar los premios concedidos por la División de Extensión Cultural del citado ministerio a las obras de pintura, escultura, grabado y dibujo remitidas al X Salón Anual de Artistas Colombianos. Previo el detenido examen de las obras sometidas a nuestro criterio por el jurado de admisión los suscritos llegamos en forma unánime a las decisiones que a continuación expresamos: Medallas de oro en la sección de pintura a Enrique Grau Araújo por su lienzo Elementos bajo un eclipse y a Lucy Tejada por su cuadro Mujeres sin hacer nada. Medalla de oro en escultura a Hugo Martínez por su obra en yeso Forma mística. Sendas medallas de plata, en pintura a Fernando Botero por su cuadro Contrapunto, a Jorge Elías Triana por su cuadro Mendigas ya Alejandro Obregón por su cuadro Luto para un estudiante muerto. Medalla de plata en escultura a Julio Fajardo por su escultura en yeso patinado Mujer. Menciones honoríficas en pintura a Gisella Ballesteros por su cuadro Bodegón, a Francisco Cárdenas por su óleo Cristo, a Luis Chaux por su cuadro Bodegón W 1, a Marco Ospina por su óleo Construcción dinámica, a Judith Márquez por su cuadro Sinfonía en amarillo y naranja, a Eduardo Ramírez Villamizar por su óleo El Dorado. Mención honorífica en escultura a limoleón Camacho por su escultura en madera Cristo ante Pilatos. Por participación insuficiente declaramos desierto el concurso de grabado o dibujo. Dada en Bogotá, D.E. a los siete días del mes de octubre de mil novecientos cincuenta y siete. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL (Fdo) Rodrigo Ramírez. LA ESCUELA DE BELLAS ARTES Clemente Airó. LA ASOCIACION DE ESCRITORES Y ARTISTAS DE COLOMBIA Walter Engel.

EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atributos legales y, CONSIDERANDO: Que había sido tradicional la organización del X Salón Anual de Artistas Colombianos con el fin de hacer conocer las obras de arte nacionales, de apoyar y estimular a los artistas y de lograr un verdadero intercambio entre los diferentes centros artísticos del país, RESUELVE:

ARTICULO 122 Una comisión constituida por resolución posterior escogerá aquellas obras que a su juicio merezcan ser adquiridas con destino al Museo de Arte Moderno.

"Por la cual se reglamenta el XI Salón Anual de Artistas Colombianos".

ARTICULO 1Q Autorízase a la Dirección de Extensión Cultural del Ministerio de Educación Na-

ARTICULO 132 Cumplidos los plazos estipulados, el Ministerio de Educación Nacional y partí-

EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de atribuciones legales y, CONSIDERANDO:

XI Salón - 1958 Resolución Nº 0401

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Que había sido tradicional la organización del Salón Anual de Artistas Colombianos, con el fin de hacer conocer las obras de arte nacionales, de apoyar y estimular a los artistas y lograr un verdadero intercambio entre los diferentes centros artísticos del país, RESUELVE: ARTICULO 12 Autorízase a la Dirección de Extensión Cultural del Ministerio de Educación Nacional para organizar el XI Salón de Artistas Colombianos, que se iniciará el 12 de septiembre y se clausurará el12 de octubre de este año. ARTICULO 22 Serán aceptadas, con destino al XI Salón de Artistas Colombianos, todas las obras de pintura, escultura, dibujo o grabado que, ajuicio del jurado de admisión, merezcan figurar en él. No hay limitación alguna de procedimiento, tema o tamaño. El jurado de admisión se abstendrá de considerar ninguna obra que hubiere figurado en cualquier género de exposicio. nes dentro o fuera del país. • ARTICULO 32 Cada artista podrá remitir hasta tres (3) obras, debidamente firmadas y techadas, siempre que hubieren sido ejecutadas dentro de los doce meses anteriores. ARTICULO 42 El transporte de las obras a la se-I de de exposición, y su retiro, corren exclusivamente a cargo de los artistas. ARTICULO 52 Podrán tomar parte en este Salón de Artistas Nacionales, los nacionalizados colombianos y los residentes en Colombia durante los dos últimos años.

días 1 al20 de agosto. Las no admitidas deberán ser retiradas antes del 1 de septiembre, y las que concursaren en el término de los diez siguientes a la clausura del salón, mediante la presentación del recibo correspondiente. ARTICULO 112 El XI Salón de Artistas Colombianos será inaugurado en la tarde del día 12 del mismo mes, en solemne sesión, en la cual serán otorgados los premios respectivos. ARTICULO 12º El jurado calificador estará compuesto por tres (3) miembros y sus suplentes respectivos, designados así: un miembro que designará el Ministerio de Educación Nacional; un delegado por la Asociación de Escritores y Artistas de Colombia; un delegado por la Escuela Nacional de Bellas Artes. ARTICULO 13º Cumplidos los plazos estipulados, el Ministerio de Educación Nacional, y particularmente la Dirección de Extensión Cultural, no se hacen responsables del deterioro o pérdida de las obras que no hayan sido retiradas oportunamente y de conformidad con las normas de la presente resolucióu. Cúmplase. Dada en Bogotá, D.E., a 5 días del mes de marzo de 1958. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo) Alonso Carvajal Peralta.j, EL SECRETARIO GENERAL, (Fdo) Miguel Serrano Camargo.

Acta de premiación ARTICULO 62 El jurado de admisión constará de tres (3) miembros y sus suplentes respectivos, designados así: un miembro por el Ministerio de Educación Nacional, y delegado por la Asociación de Escritores y Artistas de Colombia y un delegado por la Escuela Nacional de Bellas Artes. Procederá en sus deliberaciones con autonomía, y sus decisiones serán inapelables. ARTICULO 72 El autor o su representante, al hacer entrega de su obra u obras, firmará por duplicado la boleta de inscripción, que a su vez servirá de recibo; en dicha boleta deben aparecer el título, el precio, el procedimiento y las dimensiones de las obras; el nombre y el domicilio del autor. También entregará, bajo sobre cerrado, una reseña, lo más breve posible, con sus datos biográficos, en el cual figuren las exposiciones en que haya tomado parte, así como las recompensas que haya obtenido. ARTICULO 82 Los artistas que en cualquiera de los salones anteriores hubieren obtenido los primeros premios serán declarados fuera de concurso, y las obras que enviaren con destino al XI Salón ingresarán a él sin ser sometidas al jurado de admisión. ARTICULO 92 El jurado calificador concederá las siguientes recompensas: a) Primeros premios en pintura y escultura, consistentes en $ 3.000.00 cada uno y diploma. b) Primeros premios en dibujo y grabado, consistentes en $ 1.000.00 cada uno, y diploma. c) Segundos premios en las citadas secciones, consistentes en medalla de plata y diploma. d) Menciones honoríficas. ARTICULO 102 Las obras destinadas al Salón de Artistas Colombianos deberán ser remitidas a la División de Extensión Cultural, y las esculturas al Museo Nacional (planta baja), entre los

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Los integrantes del jurado calificador del XI Salón de Artistas Colombianos, después de haberlo examinado detenidamente tanto en forma independiente como conjunta, yen varias sesiones , han llegado a las conclusiones que aparecen resumidas en este informe. Fueron cuidadosamente estudiadas las obras de pintura, escultura, dibujo y grabado previamente aceptadas por el jurado de admisión, constituido por Javier Arango Ferrer, Osear Delgado y Carlos Robles Piquero El jurado registrará el aumento cuantitativo de los envíos del salón, y el fenómeno, fácilmente perceptible, de la creciente tendencia hacia la renovación de los valores en el panorama artístico nacional, así como el esfuerzo de los más jóvenes para ocupar los primeros planos o consolidarse en ellos, a base de la superación de sus calidades plásticas y por sus facultades creadoras. De igual manera en el sector femenino se aprecian nombres nuevos de promisorios, y notables progresos en los ya conocidos. Así mismo, cabe destacar el brillante papel alcanzado en este torneo por los alumnos de la Escuela de Bellas Artes, Bogotá, atribuye sin duda a la nueva dirección y el profesorado que orientan hoy dicha entidad. Cinco de los pintores y escultores (Ignacio Gómez Jaramillo, Pedro Nel Gómez, Enrique Grau Araújo, Luis Alberto Acuña, Lucy Tejada y Ramón Barba), vencedores en salones anteriores, quisieron honrar el presente con el envío de sus obras, las cuales se presentan hors concours de acuerdo con el reglamento. El estudio de las obras pictóricas aceptadas previamente por el jurado de admisión fue minucioso; para buscar el acuerdo que permitiera otorgar un fallo justo por el rigor del análisis independientemente de consideraciones extrapictóricas se adoptó y empleó el método de las eliminatorias parciales, hasta llegar a obtener

una selección de obras, consideradas por el jurado como acreedoras a los galardones, y entre las que debían ser escogidas los dos premios. Se hicieron algunas votaciones secretas para valorar y determinar un número cada vez menor de cuadros hasta llegar a dos, y en este caso el resultado, antecedido de una necesaria crítica, favoreció a los óleos: La camera degli sposi, de Fernando Botero y Azul, violeta, verde luz, de Armando Vi llegas. Un nuevo y detenido análisis culminó con la decisión unánime de conceder el primer premio al óleo del señor Fernando Botero, y el segundo, al señor Armando Vi llegas, respecto a menciones honorfficas en pintura, el jurado resolvió no concederlas, debido al elevado número de obras acreedoras a esta distinción, las cuales fueron tenidas en cuenta para el otorgamiento de los premios. El jurado estuvo de acuerdo en la mediocridad del salón de escultura y aunque discutió sobre la posibilidad de declarar desiertos los premios, finalmente decidió adjudicarse el premio a la escultura en granito Ballet azul de Julio Fajardo, que solamente tenía méritos propios dentro de la aportación. No obstante la virtual falta de competencia, con esta determinación se quiso cooperar con el estímulo que está necesitando este arte entre nosotros, en busca de una elevación de su bajo nivel. Por el motivo expresado, el jurado resolvió declarar desierto el segundo premio y no conceder menciones honorfficas, Al mismo tiempo, lamenta la ausencia en el salón de algunos prestigiosos escultores nacionales. Entre los dibujos concursantes, el jurado premió a los llamados: Naturaleza muerta lunar, de Enrique Grau Araújo, y Niños de Omar Rayo, en su orden. No halló otros trabajos meritorios que fueran acreedores a menciones honoríficas. Y por último, en grabado decidió adjudicarle el primer premio a la linocopia de Luis Angel Rengifo, titulada Hambre; el segundo a la xilografía de Pedro Luis Hanné Gallo, titulada Composición. El jurado hace constar, así mismo, que no ha tenido ingerencia ni responsabilidad en la colocación física de los cuadros del salón ni en la confección del catálogo, y que por lo tanto tampoco por este aspecto podría establecerse un orden de prioridades cualiticas. Pintura 12 Premio, Fernando Botero, La camera degli sposi; 22 Premio, Armando Vi llegas, Azul, violeta, verde luz. Mención honorífica, desierto. Escultura 12 Premio, Julio Fajardo, Ballet azul; 2º Premio, desierto Mención honorífica, desierto. Dibujo 1º Premio, Enrique Grau Araújo, Naturaleza muerta lunar, 22 Premio, Omar Rayo, Niños. Mención honorífica, desierto. Grabado 12 Premio, Luis Angel Rengifo, Hambre; 2º Premio, Pedro Peñalosa, Ruperto. Mención honorífica, Pedro Luis Hanné Gallo, Composición. EL MINISTERIO DE EDUCACION, (Fdo) Eduardo Mendoza Varela (Principal). EL MINISTERIO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo) Eugenio Barney Cabrera (Suplente). LA ASOCIACION DE ESCRITORES Y ARTISTAS DE COLOMBIA, Osear Delgado (Principal). LA ASOCIACION DE ESCRITORES Y ARTISTAS DE COLOMBIA, Emilia Cuervo de Vengoechea (suplente). LA ESCUELA NACIONAL DE BELLAS ARTES, Arturo Camacho Ramírez (Principal).


LA ESCUELA NACIONAL DE BELLAS ARTES, Jesús Arango (Suplente).

XII Salón - 1959 Acta de premiación El siguiente es el fallo del jurado calificador del XII Salón de Artistas Colombianos: 12 Premio Eduardo Ramírez Villamizar, por su obra Horizontal blanco y negro (óleo abstracto), 22 Premio Guillermo Wiedemann, por su obra Pintura en rojo (óleo abstracto). Estos premios consistentes en las sumas de $6.000.00 y $ 4.000.00 respectivamente otorgados por el Ministerio de Educación Nacional el primero; y el segundo por el Distrito Especial. Escultura 12 premio declarado desierto. 22 premio Beatriz Daza, por su obra Maternidad. El primer premio, que consistía en $ 4.000.00 de parte del Ministerio de Educación Nacional fue dividido en dos segundos premios de $ 2.000.00 cada uno por considerar el jurado que las 17 obras presentadas al concurso ninguna merecía el premio. Fue otorgado así: Alicia Tafur, por su obra Edad de bronce; Alberto Arboleda, por su obra Flor de cicuta. Dibujo Premio único $ 1.000.00 A Lucy Tejada, por su obra La semilla de mangle, obsequiado por Fabrex. Grabado Un solo premio, consistente en una póliza de $50.000.00 obsequiado por la Nacional de Seguros y otorgado a Enrique Sánchez, por su obra Crucifixión. Carlos Granada, con un óleo expresionista, titulado Marionetas fue el ganador de la beca para estudiar durante 6 meses en España ofrecida por el Instituto de Cultura Hispánica, Bogotá. Para representar a Colombia en la Bienal de Venecia en 1959 fueron seleccionadas las obras de los siguientes artistas: Alejandro Obregón, Guillermo Wiedemann, Fernando Botero, Enrique Grau Araújo, David Manzur, Armando Vil legas, Judith Márquez, Eduardo Ramírez Villamizar. No va representación de escultura.

ARTICULO 3º Podrán participar en el salón los artistas profesionales colombianos, los profesionales nacionalizados en Colombia, o los profesionales extranjeros residentes en el país en los últimos cinco (5) años. ARTICULO 42 Cada artista de los determinados en el artículo anterior podrán enviar hasta tres (3) obras debidamente firmadas, y fechadas, y con la anotación del tamaño, la técnica, el nombre, el precio y demás circunstancias de identificación. PARAGRAFO: La técnica indicada por el artista al inscribir la obra para el salón no será de forzosa aceptación, pero el jurado de admisión dejará constancia en un acta especial las razones que tuviere para optar por una clasificación diferente. ARTICULO 52 Para efectos de esta resolución se entiende por artistas profesionales quienes reúnan uno de los siguientes requisitos: a) Tener título académico en pintura, escultura, grabado o dibujo otorgado por la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional o por otro instituto docente nacional, o extranjero, de igual o semejante programa de estudios. b) Haber obtenido premios o menciones honoríficas, de carácter nacional o internacional, en salones oficiales nacionales o en certámenes internacionales de reconocido prestigio. c) Ser o haber sido profesor de pintura, escultura, dibujo, grabado u otras técnicas artísticas en una escuela o establecimiento docente de bellas artes, de reconocido prestigio. d) Tener más de cinco (5) años de ejercicio profesional independiente, habiendo además efectuado no menos de tres (3) exposiciones individuales en salones oficiales de Bogotá, o de las capitales de los departamentos, o en salones del extranjero o particulares exclusivamente por el jurado de admisión.

ARTICULO 10º El XIII Salón de Artistas Colombianos tendrá dos jurados: un jurado de admisión, encargado de seleccionar las obras para concursar en el salón y definir la técnica y el procedimiento de ellas, y un jurado calificador, encargado de estudiar las obras y otorgar los premios. ARTICULO 112 Autorízase a la División de Divulgación Cultural para integrar los jurados del XIII Salón Anual de Artistas Colombianos, los cuales estarán formados así: por un representante de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional, por un representante de la Sociedad de Escritores y Artistas de Colombia. ARTICULO 122 Los miembros de los jurados devengarán a título de honorarios la suma de $300.00 pesos moneda corriente, respectivamente. Comuníquese y cúmplase. EL MINISTRO DE EDUCACION (Fdo) Alonso Ocampo Londoño. EL SECRETARIO GENERAL, (Fdo) José Ignacio Soto E.

NACIONAL,

Acta de premiación Los suscritos, debidamente autorizados, y designados también, de conformidad con el artículo 11de la resolución N2 0667 de 1961, expedida por el Ministerio de Educación Nacional, y teniendo en cuenta la reglamentación del XIII Anual de Artistas Colombianos, contenido en dicha resolución, hemos estudiado las obras presentadas a él, y en consecuencia, hemos decidido otorgar los premios de la siguiente forma:

Pintura ARTICULO 62 El XIII Salón de Artistas Colom12 Premio, Manuel Hernández, Flores en blanco bianos tendrá los siguientes premios concediy rojo; 22 premio, Luciano Jaramillo, Desnudo N9 dos por el Ministerio de Educación Nacional. 1; 12 mención honor, David Manzur, ComposiPintura ción para una flor; 22 mención honor, Alejandro Primer premio $ 6.000.00, segundo premio meObregón, La Resaca; 32 mención honor, Gerardalla de oro, tres menciones honoríficas. , do Aragón, Victoria. ' Escultura Escultura Primer premio $ 6.000.00, segundo premio me1 Premio, desierto; 22 premio, desierto; 12 dalla oro, tres menciones honoríficas. mención honor, desierta; 22 mención honor, Dibujo desierta; 32 mención honor, Alicia Tafur A conPrimer premio $ 10.000.00, segundo premio traviento. medalla de oro, dos menciones honoríficas. Dibujo Grabado 1º Premio, Ignacio Gómez Jaramillo, Grupo de Primer premio medalla de oro, dos mencioneS' dibujos; 22 premio, Samuel Montealegre, Cuarhonoríficas. teto; 1 mención honor, Julio Castillo, Músico y modelo, 22 mención honor, desierta. ARTICULO 72 Además de los anteriores podrá Grabado haber otros premios concedidos por entidades 12 Premio Pedro Luis Hanné Gallo, Niña pintora; oficiales o personas jurídicas o naturales que 1Q mención honor, Rodolfo Velásquez, He aquí a quieran vincularse al XIII Salón de Artistas Cotu hijo, 22 mención honor, Aníbal Gil, Blanco y nelombianos, de acuerdo con la División de Divulgro. gación Cultural de Ministerio de Educación Nacional. Cumplida en la forma presente la misión que nos fue encomendada, firmamos la presente acta en ARTICULO 82 El jurado calificador podrá deBogotá, D. E., a los cinco días del mes de junio clarar desierto cualquiera de los premios del de mil novecientos sesenta y uno. salón cuando, en su concepto, ninguna de las obras de la respectiva técnica ofreciere cualiEL MINISTERIO DE EDUCACION NACIONAL, dades suficientes para alcanzar la recompen(Fdo) Luis Vidales. sa. LA ESCUELA NACIONAL DE BELLAS ARTES, ARTICULO 92 Los artistas que hubieren logrado (Fdo) Edgardo Salazar Santacoloma. el primer premio en los tres (3) salones anterioLA ASOCIACiÓN DE ESCRITORES Y ARTISres al del presente año, serán declarados fuera TAS DE COLOMBIA, de concurso para competir en la misma técnica (Fdo) Pedro Restrepo Peláez. del premio obtenido.

º

XIII Salón - 1961 Resolución NQ 0667 "Por la cuai se reglamenta el XIII Salón de Artistas Colombianos". EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE: ARTICULO 12 La División de Divulgación Cultural del Ministerio de Educación, tendrá a su cargo la organización del XIII Salón de Artistas Colombianos, el cual deberá inaugurarse el día 19 de mayo de 1961 y clausurarse el16 de junio del mismo año. ARTICULO 22 Serán aceptados en el XIII Salón de Artistas Colombianos todas las obras de pintura, escultura, dibujo. grabado enviadas por los artistas profesionales, y que, a juicio del jurado de admisión, merezcan figurar en él. PARAGRAFO: No habrá limitación alguna en cuanto al procedimiento, tema o tamaño de las obras, pero el jurado de admisión tendrá la facultad de calificar y definir la técnica o el procedimiento en que estén realizadas.

º

319


"Por la cual se reglamenta el XIV Salón de Artistas Colombianos".

Dada en Bogotá, D.E. a los 19 días de junio de 1962. EL MINISTRO DE EDUCACION, (Fdo.) Jaime Posada. EL SECRETARIO GENERAL, (Fdo) Arturo Cardona.

EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE:

Acta de premiación

XIV Salón - 1962 Resolución Nfl 0668

ARTICULO 12 La División Cultural del Ministerio de Educación Nacional, tendrá a su cargo la organización del XIV Salón Anual de Artistas Colombianos, el cual deberá inaugurarse el día 9 de julio en el Museo Nacional. ARTICULO 22 Serán aceptadas en el XIV Salón Anual de Artistas Colombianos todas las obras de pintura, escultura, dibujo y cerámica enviadas por los artistas y que, a juicio del jurado de admisión merezcan figurar en él. PARAGRAFO: No habrá limitación en cuanto al procedimiento, tema o tamaño de las obras, pero el jurado de admisión tendrá la facultad de calificar y definir la técnica del procedimiento en que estén realizadas. ARTICULO 32 Podrán participar en el salón los artistas colombianos y los extranjeros residentes en el país durante los últimos cinco (5) años. ARTICULO 4º Cada artista podrá enviar hasta tres (3) obras debidamente firmadas, fechadas y con la anotación del tamaño, la técnica, el nombre, el precio y demás circunstancias de identificación. PARAGRAFO: La técnica indicada por el artista al inscribir la obra para el salón no será de forzosa aceptación, pero el jurado de admisión dejará constancia en acta especial de las razones que tuviere para optar una clasificación diferente. ARTICULO 52 El XIV Salón Anual de Artistas Colombianos tendrá un premio de $15.000.00 concedido por el Ministerio de Educación. ARTICULO 62 Además de los anteriores podrá haber otros premios concedidos por entidades oficiales o por personas jurídicas o naturales que quieran vincularse al XIV Salón Anual de Artistas Colombianos, de acuerdo con la División de Divulgación Cultural del Ministerio de Educación Nacional. ARTICULO 72 El jurado calificador podrá declarar desierto cualquiera de los premios del salón cuando, en su concepto, ninguna de las obras de la respectiva técnica ofreciere calidades suficientes para alcanzar la recompensa. En este caso el jurado queda facultado para acumular el valor del premio desierto a otro y otros premios en la misma técnica o a las restantes. ARTICULO 82 El XIV Salón Anual de Artistas Colombianos, tendrá dos jurados un jurado de admisión, encargado de seleccionar las obras para concursar en el salón y definir la técnica y el procedimiento de ellas. Y un jurado calificador,encargado de estudiar las obras y otorgar los premios. ARTICULO 92 Autorízase a la División de Divulgación Cultural para integrar los jurados del XIV Salón Anual de Artistas Colombianos. ARTICULO 102 Los miembros de los jurados devengarán a título de honorarios la cantidad de trecientos y quinientos pesos M/cte. ($ 300.00 Y $ 500.00 MICTE) respectivamente.

320

En Bogotá, D. E., a los tres días del mes de julio de 1962, reunidos en el salón de exposiciones del Museo Nacional, se procedió al examen y análisis de las obras de pintura, escultura, cerámica, dibujo y grabado, recibidas por el jurado de admisión constituído para el XIV Salón Anual de Artistas Colombianos, después de las deliberaciones del caso, se llegó a las siguientes conclusiones: Pintura 12 Premio nacional de pintura, otorgado por el Ministerio de Educación Nacional, por un valor de $ 15.000.00, al cuadro titulado Violencia, de Alejandro Obregón. De acuerdo con la resolución se decidió dividir el premio de escultura entre pintura y escultura, en la siguiente forma: Premio único de escultura de $ 5.000.00, al Re, lieve circular, de Eduardo Ramirez Villamizar; premio de pintura, de $ 5.000.00 al cuadro Trópico Nº 2, de Juan Antonio Roda; premio de pintura, de $ 5.000.00 al cuadro Gran bañista, de Enrique Grau A. Se otorgó el premio de adquisición llamado Museo Interamericano de Arte Moderno de Cartagena, al cuadro Composición de María Teresa Negreiros. Se otorgó el premio de cerámica llamado "Alcaldía Mayor de Bogotá, D.E.", a la ceramista Beatriz Daza. Se otorgó el premio llamado "Compañía Central de Seguros", de $ 3.000.00, al dibujo Insectos de Lucy Tejada. Dada en Bogotá, D.E. a los tres días del mes de julio de mil novecientos sesenta y dos. (Fdo) Marta Traba de Zalamea, Antonio Bergman, Dicken Castro.

XV Salón - 1963

xv

ARTICULO 52 El XV Salón Anual de Artistas Colombianos tendrá los siguientes premios concedidos por el Ministerio de Educación Nacional: Pintura $ 10.000.00. Escultura $ 10.000.00. Dibujo $ 3.000.00. Grabado $ 3.000.00. Cerámica $ 2.000.00. ARTICULO 62 Además de los anteriores podrá haber otros premios concedidos por las entidades oficiales o por personas jurídicas o naturales que quieran vincularse al XV Salón Anual de Artistas Colombianos, de acuerdo con la División de Divulgación cultural del Ministerio de Educación Nacional. ARTICULO 7º El jurado calificador podrá declarar desierto cualquiera de los premios del salón cuando, en su concepto, ninguna de las obras de la respectiva técnica ofreciere cualidades suficientes para alcanzar la recompensa. En este caso el jurado queda facultado para acumular el valor del premio desierto a otro y otros premios en la misma técnica o a los restantes. ARTICULO 8º El XV Salón Anual de Artistas Colombianos, tendrá dos jurados: un jurado de admisión, encargado de seleccionar las obras para concursar en el salón y definir la técnica y el procedimiento de ellas. Un jurado calificador, encargado de estudiar las obras y otorgar los premios. ARTICULO 9º Autorízase a la División de Divulgación Cultural para integrar los jurados del XV Salón Anual de Artistas Colombianos.

Salón Anual de

EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE: ARTICULO 12La División Cultural del Ministerio, tendrá a su cargo la organización del XV Salón Anual de Artistas Colombianos, que se convoca mediante esta resolución, el cual deberá inaugurarse el día 18 de octubre. ARTICULO 22 Serán aceptadas en el XV Salón Anual de Artistas Colombianos, todas las obras de pintura, escultura, grabado, dibujo o cerámica enviadas por los artistas y que, a juicio del jurado de admisión, merezcan figurar en él. PARAGRAFO: No habrá limitación alguna en cuanto al procedimiento, tema o tamaño de las obras, pero el jurado de admisión tendrá la facultad de calificar y definir la técnica o el procedimiento en que están realizadas. ARTICULO

ARTICULO 42 Cada artista podrá enviar hasta tres (3) obras debidamente firmadas, fechadas y con la anotación del tamaño, la técnica, el nombre, el precio y demás circunstancias de identificación. PARAGRAFO: La técnica indicada por el artista al inscribir la obra para el salón no será de forzosa constancia en acta especial de las razones que tuviere para optar una clasificación diferente.

ARTICULO 1Oº Los miembros de los jurados devengarán a título de honorarios la cantidad de quinientos pesos moneda corriente ($500.00) m/cte., respectivamente.

Resolución Nfl 3739 "Por la cual se reglamenta el Artistas Colombianos".

lombianos y los extranjeros residentes en el país durante los últimos cinco(5) años.

32 Podrán participar en el salón co-

Comuníquese y cúmplase. Dada en Bogotá a los 17 días del mes de octubre de 1963. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo) Pedro Gómez Valderrama. EL SECRETARIO GENERAL, (Fdo) Eliécer Ruiz.

Acta de premiación En el archivo del Instituto Colombiano de Cultura no existe el Acta del jurado calificador. En El Espectador aparece un resumen del fallo del jurado calificador y es el siguiente: "Se declara fuera de concurso, en vista de sus méritos, el cuadro titulado Genocidio de Alejandro Obregón; se otorga el primer premio de pintura a Carlos Granada, por su obra titulada Solo con su muerte. Primer premio de escultura a Edgar Negret, por su obra titulada Vigilante celeste. Primer premio de cerámica a Beatriz Daza, por


su obra titulada Crisol para Prometeo. Primer premio de grabado a Augusto Rendón, por su obra titulada Santa Bárbara. Primer premio de dibujo a Pedro Alcántara Herrán, por su obra titulada Naturaleza muerta NQ 1,2 y3. Ante la calidad de las obras presentadas se crea un segundo premio de pintura a Nirma Zárate, por su obra Violeta al rojo. Segundo premio de escultura a Eduardo Ramírez Villamizar por su obra Homenaje a un poeta. Mención de honor en pintura a Armando Villegas, por su obra Mundo nocturno. El pago del valor de los premios se autoriza el11 de febrero de 1964 por medio del siguiente Decreto: Decreto N2 283 Por la cual se señala la cuantía de los premios del XV Salón Anual, y se autoriza su pago. CONSIDERANDO: Que por resolución N2 3739 del17 de octubre de 1963, se reglamentó el XV Salón Anual de Artistas Colombianos. Que se hace necesario fijar la cuantía de los premios que concede el Ministerio de Educación Nacional y que determina que el artículo 5 de la resolución N2 3739 del 17 de octubre de 1963. Que el jurado calificador en reunión celebrada el 25 de enero del corriente año, se pronunció sobre los nombres de los ganadores, a quien se hace indispensable autorizarles el pago del valor de los premios correspondientes. DECRETAN: ARTICULO 12 Señálanse las siguientes cuantías como valor de los premios concedidos Ministerio de Educación Nacional y que determina el artículo 5 de la resolución N2 3738 de de octubre 17 de 1963, para el XV Salón Anual así: Pintura 12 premio $ 10.000.00; 22 premio $3.000.00. Escultura $ 10.000.00. Dibujo $ 1.000.00. Grabado $ 2.000.00. Cerámica $ 2.000.00. PARAGRAFO: Las sumas de que trata el artículo anterior se tomarán del capítulo 702 artículo 7246 del presupuesto de la actual vigencia. ARTICULO 22 Autorízase al pagador general del Ministerio de Educación Nacional para que previa presentación de las respectivas cuentas de cobro, cancele a los siguientes señores el valor de los premios del XV Salón Anual de Artistas Colombianos, que le fueron otorgados por el jurado calificador: 12 Premio en pintura Carlos Granada $10.000.00. 12 Premio en escultura Edgar Negret $10.000.00. 12 Premio en cerámica Beatriz Daza $ 2.000.00. 12 Premio en grabado Augusto Rendón $2.000.00. 12 Premio en dibujo Pedro Alcántara Herran $3.000.00. 22 Premio en pintura Nirma Zárate $ 1.000.00. Comuníquese y cúmplase. Dada en Bogotá. D.E. a los 11 días del mes de febrero de 1964. MINISTRO DE HACIENDA Y CREDITO PUBLICO, (Fdo) Guillermo León Valencia. MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, Hernando Gómez Otálora, Pedro Gómez Valderrama.

XVI Salón - 1964

"Por la cual se reglamenta el XVI Salón Anual de Artistas Colombianos".

Comuníquese y cúmplase. Dada en Bogotá, D.E., a 24 de agosto de 1964. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo) Pedro Gómez Valderrama. EL SECRETARIO GENERAL, (Fdo) Jorge Eliécer Ruiz.

EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE:

Acta de premiación

Resolución Ng 2752

ARTICULO 12 La División de Divulgación Cultural del Ministerio, tendrá a su cargo la organización del XVI Salón Anual de Artistas Colombianos, que se convoca mediante esta resolución, el cual deberá inaugurarse el día 20 de octubre. ARTICULO 22 Serán aceptadas en el XVI Salón Anual de Artistas Colombianos, todas las obras de pintura, escultura, dibujo, grabado y cerámica enviadas por los artistas y que, a juicio del jurado de admisión, merezcan figurar en él. PARAGRAFO: No habrá limitación alguna en cuanto al procedimiento, tema o tamaño de las obras, pero el de admisión tendrá la facultad de calificar y definir la técnica o el procedimiento en que estén realizadas. ARTICULO 32 Podrán participar en el Salón de los Artistas Colombianos, los extranjeros residentes en el país durante los últimos cinco (5) años. ARTICULO 42 Cada artista podrá enviar hasta (3) tres obras debidamente firmadas, fechadas y con la anotación del tamaño, la técnica, el nombre, el precio y demás circunstancias de identificación. PARAGRAFO: La técnica indicada por el artista al inscribir la obra para el salón no será de forzosa aceptación, pero el de admisión dejará constancia en acta especial de las razones que tuviere para optar una clasificación diferente. ARTICULO 52 El XVI Salón Anual de Artistas Colombianos, tendrá los siguientes premios de adquisición concedidos por el Ministerio de Educación Nacional: a) pintura, b) escultura, c) dibujo, d) grabado, e) cerámica. ARTICl:JLO 62 Además de los anteriores podrá haber otros premios concedidos por entidades oficiales o por personas jurídicas o naturales que quieran vincu larse al XVI Salón Anual de Artistas Colombianos, de acuerdo con la División de Divulgación Cultural del Ministerio de Educación. Nacional. ARTICULO 72 El jurado calificador podrá declarar desierto cualquiera de los premios del salón cuando, en su concepto, ninguna de las obras de la respectiva técnica ofreciere calidades suficientes para alcanzar la recompensa. En este caso el jurado queda facultado para acumular el valor del premio desierto a otro y otros premios en la misma técnica a las restantes. ARTICULO 82 El XVI Salón Anual de Artistas Colombianos, tendrá dos jurados: un jurado de admisión, encargado de seleccionar las obras para concursar en el salón y definir la técnica y el procedimiento de ellas y un jurado calificador, encargado de estudiar las obras y otorgar los premios. ARTICULO 92 Autorízase a la División Cultural para integrar los jurados del XVI Salón de Artistas Colombianos.

Los abajo firmantes, quienes integran el jurado de calificación del XVI Salón Anual de Artistas Colombianos, han llegado a las siguientes conclusiones: 12 Otorgar el premio nacional de pintura al señor Augusto Rivera, por su obra Paisaje y carroña. 22 Otorgar el premio nacional de escultura al señor Eduardo Ramírez Villamizar, porsu obra Saludo al astronauta. 32 Otorgar el premio de dibujo al señor Leonel Góngora, por su obra El gran inquisidor. 42 El jurado calificador consideró adecuado declarar desierto los premios y menciones en cerámica y grabado. 52 El jurado calificador decidió crear el premio especial de pintura, con la suma de $ 4.000.00 (cuatro mil pesos mlcte) , y otorgarlo al señor Juan Antonio Roda, por su obra Los Acosta. 62 El premio Carlos Dupuy fue otorgado al señor Alvaro Herrán, por su obra Los elementos del agua. 72 El segundo premio de escultura, de $2.000.00 (dos mil pesos m/cte), según decisión del jurado, recayó en la obra Germinación, de Alicia Tafur. 82 Fueron otorgados dos menciones honoríficas. Una a la obra Sobre la serie azul y rojo, del señor Arcadio González; y la otra al señor Hernando Tejada por su relieve intitulado Viaje en el tiempo. 92 El jurado acordó declarar fuera de concurso a los siguientes artistas: al señor Edgar Negret, por su obra Navegante, y a la señorita Beatriz Daza y al señor Augusto Rendón, quienes concursaron en cerámica y grabado, respectivamente. Dada en Bogotá, D.E. a los diez y siete días del mes de octubre de mil novecientos sesenta y cuatro. ' El jurado calificador, (Fdo) Oswaldo Treja, Enrique Zerda, Francisco Posada.

XVII Salón - 1965 Resolución Ng 1508 "Por la cual se reglamenta de Artistas Nacionales".

el XVII Salón Anual

EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE: ARTICULO 12 La Sección de Bellas Artes de Divulgación Cultural del Ministerio, tendrá a su cargo la organización del XVII Salón Anual de Artistas Nacionales, que se convoca mediante esta resolución, el cual deberá inaugurarse el día 20 de agosto de 1965. ARTICULO 22 Serán aceptadas en el XVII Salón Anual de Artistas Nacionales todas las obras de pintura, escultura, dibujo, grabado y cerámica enviadas por los artistas y que, a juicio del jurado de admisión, merezcan figurar en él. PARAGRAFO: No habrá limitación alguna en cuanto al procedimiento, tema o tamaño de las

321


obras, pero el jurado de admisión tendrá la facultad de calificar y definir la técnica o el procedimiento en que estén realizadas.

Acta de premiación

En la ciudad de Bogotá, D.E., a los 18 días del mes de agosto de 1965, reunido el jurado designado por el Ministerio de Educación Nacional, ARTICULO 32 Podrán participar en el salón los para juzgar las obras presentadas en el XVII Saartistas colombianos y los extranjeros residenlón Anual de Artistas Nacionales, de acuerdo tes en el país durante los últimos cinco (5) con el artículo 5 de la resolución reglamentaria, años. acordó otorgar los siguientes premios de adquiARTICULO 42 Cada artista podrá enviar hasta sición donados por PROPAL, S.A. 12 Premio de pintura al cuadro La horrible mujer tres (3) obras siendo indispensables las anotacastigadora, de Norman Mejía. ciones sobre el tamaño, la técnica, el nombre, 22 Premio de pintura al cuadro Presentación y el precio y demás circunstancias de identificarepresentación de un frutero, de Gastón Beteción. lIi. PARAGRAFO: La técnica indicada por el artis12 Premio de escultura a la obra Mirando al norta al inscribir la obra para el salón no será de te, de Feliza Burztyn. forzosa aceptación, pero el jurado de admisión 12 Premio de dibujo a la obra número 2 de la sedejará constancia en acta especial de las razorie De esta tumba, de estas benditas cenizas, no nes que tuviere para optar una clasificación dinacerán violetas, de Pedro Alcántara Herrán. ferente. Todos los premios anteriores fueron acordados ? por unanimidad a excepción del segundo preARTICULO 52 El XVII Salón Anual de Artistas Nacionales, tendrá los siguientes premios de mio de pintura para el otorgamiento del cual el jurado Fernando Arbelaez votó por la obra, de adquisición concedidos por el empresa productora de papel PROPAL. . Luis Fernando Robles. Así mismo de acuerdo con lo 'establecido en el Pintura artículo sexto de la citada resolución reglamenPrimer premio $ 14.000.00. Segundo premio $ 4.000.00. taria el jurado declara desiertos, el primer pre~ mio de grabado, el primer premio de cerámica y Escultura el segundo premio de escultura y establece los Primer premio $ 14.000.00. Segundo premio $ 4.000.00. siguientes premios especiales para pintura: 12 Premio especial al cuadro Mlirta Traba cuatro Grabado veces, de Carlos Rojas, con un valor de Primer premio $ 4.000.00. $6.000.00. Dibujo 22 Premio especial al cuadro Los suicidas del Primer premio $ 4.000.00. Sisga, de Beatriz González, con un valor de $ 4.000.00. ARTICULO 62 El jurado calificador podrá decla32 Premio especial al cuadro Escudo para un rar desierto cualquiera de los premios del salón, hombre triste, de Antonio Grass, con un valor de cuando en su concepto, ninguna de las obras de $ 4.000.00 la respectiva técnica ofreciere calidades sufiEl jurado desea dejar constancia de que la obra cientes para alcanzar la recompensa. En este Flautista del escultor Julio Fajardo, presentada caso el jurado queda facultado para acumular el como hecha en granito rojo no siendo ese un valor del premio desierto a otro y otros premios verdadero material, sufrió durante el traslado al en la misma técnica o a las restantes. salón graves desperfectos que impidieron su presentación. A petición hecha por el propio esARTICULO 72 El XVII Salón Anual de Artistas Nacionales,tendrá dos jurados: un jurado de adcultor de calificar la maqueta de la obra, esta fue juzgada así como también las partes apreciamisión integrado por tres (3) personas, encargables de la escultura dañada, no encontrándose do de seleccionar las obras para concursar en el en ella ningún elemento que la hiciese digna de salón y definir la técnica y el procedimiento de cualquiera de los premios. ellas. Unjurado calificador, integrado por tres (3) personas que se encargarán de estudiar las Jurado calificador, obras y otorgar los premios. (Fdo) Inocencio Palacios, Fernando Arbeláez, ARTICULO 82 Autorízase a la Sección de Bellas Marta Traba. Artes de Divulgación Cultural para integrar el jurado del XVII Salón Anual de Artistas Nacionales. XVIII Salón - 1966 ARTICULO 92 Los miembros de los jurados devengarán a título de honorarios, la cantidad de un mil pesos moneda corriente ($ 1.000.00 m/cte). ARTICULO 102 Las obras premiadas serán reproducidas en el almanaque PROPAL 1966. Cada artista recibirá 50 ejemplares de dicho almanaque. ARTICULO 112 Pueden ser premiados artistas que a su vez hayan sido premiados y mencionados en anteriores salones. Comuníquese y cúmplase. Dada en Bogotá a 19 de mayo de 1965 EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, (Fdo) Pedro Górnez Valderrama. EL SECRETARIO GENERAL, (Fdo) Pedro Ignacio Sánchez.

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Resolución NI! 2727 "Por la cual se reglamenta de Artistas Nacionales".

el XVIII Salón Anual

ARTICULO 32 Podrán participar en el salón los artistas nacionales y extranjeros residentes en el país durante los últimos cinco (5) años. ARTICULO 42 Cada artista podrá enviar hasta tres (3) obras siendo indispensable las anotaciones sobre tamaño, tema, técnica, nombre, precio y demás circunstancias de identificación. PARAGRAFO 1: Cuando el tamaño, las dimensiones o el peso de la obra supongan riesgos especiales, el autor o la persona que lo represente debe estar presente para la movilización y la colocación de la referida obra. En caso que el artista requerido para tal efecto no se haga presente, la obra no podrá ser movilizada ni exhibida. ARTICULO 52 El Salón Anual de Artistas Nacionales tendrá los siguientes premios, adquisición donados por la empresa Propal S.A. 12 Premio de pintura $ 15.000.00. 22 Premio de pintura $ 5.000.00. 12 Premio de escultura $ 15.000.00. 22 Premio de grabado $ 5.000.00. 12 Premio de cerámica $ 5.000.00. 12 Premio de dibujo $ 5.000.00. ARTICULO 62 El jurado calificador podrá declarar desierto cualquiera de los premios del salón, cuando a su juicio no ofreciere calidades suficientes para alcanzar la recompensa. PARAGRAFO 1: En caso de que el jurado declare desierto un premio, ,el valor de éste podrá ser distribuido como el jurado lo disponga. ARTICULO 72 El XVIII Salón de Artistas Nacionales, tendrá un jurado de admisión y otro de calificación,cada uno de ellos integrado por tres personas encargadas de seleccionar, estudiar y otorgar los premios, ARTICULO 82 Autorízase a la División de Divulgación Cultural y Sección de Bellas Artes para integrar los jurados del XVIII Salón Anual de Artistas Nacionales. ARTICULO 92 Los miembros del jurado devengarán a título de honorarios, la suma de mil pesos mlcte (1.000.00), son seis mil pesos m/cte. (6.000.00), respectivamente, que se pagarán del artículo 7255, (Sección de Bellas Artes). ARTICULO 102 Autorízase a la sección de Bellas Artes, para que se pague con el artículo 7255, de su presupuesto, el costo de dos pasajes (jurados Nacionales) de Medellín a Cali, y la estadía de esos jurados en un hotel. Esta suma no excederá de mil seiscientos pesos mlcte (1.600.00).

EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE:

ARTICULO 112 Todas las obras admitidas en el salón tendrán opción a los premios incluyendo las de artistas premiados en los salones anteriores.

ARTICULO 12 La Sección de Bellas Artes de Divulgación Cultural tendrá a su cargo la organización del XVIII Salón de Artistas Nacionales que se convoca mediante esta resolución, el cual deberá inaugurarse el día 14 de octubre del presente año.

ARTICULO 122 El Salón de Artistas Nacionales, se llevará a cabo en la sala de la Biblioteca Luis Angel Arango que fue gentilmente cedida para efectuar este certamen.

ARTICULO 22 El XVIII Salón de Artistas Nacionales se compondrá de todas las obras de artes plásticas, de cualquier técnica o procedimiento que, ajuicio del jurado de admisión, merezcan figurar en él.

Dada en Bogotá, D.E. a los 24 días del mes de septiembre de 1966. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, Gabriel Betancourt Mejía. EL SECRETARIO GENERAL, ENCARGADO, Eduardo Martínez Esponda.


Acta de premiación En la ciudad de Bogotá, el 12 de octubre de 1966, se reunieron en el Biblioteca Luis Angel Arango, los miembros del jurado de calificación del XVIII Salón Anual de Artistas Colombianos, así: Señora Sofía Arboleda de Vega y señores Darío Ruiz y Germán Vargas, con el fin de otorgar los premios donados por la empresa PROPAL. Después de las deliberaciones se llegó a las siguientes conclusiones: Primer premio de pintura, por valor de $15.000.00 pesos, a Alejandro Obregón, por su cuadro Icaro y las avispas. La decisión se tomó por mayoría, con los votos de la señora Arboleda de Vega y el señor Vargas, ya que el señor Ruiz votó por que este premio fuera declarado desierto. Segundo premio de pintura se declaró desierto, por unanimidad. Primer premio de escultura, por valor de $15.000.00 pesos, se otorgó a Eduardo Ramírez Villamizar, por su obra El río. Este premio se dió por mayoría de votos, ya que el señor Vargas votó por la escultura A Hernando Téllez, de Alvaro Herrán. Primer premio de dibujo, por valor de $ 5.000.00 pesos, otorgado por unanimidad a Pedro Alcántara Herrán, por su obra Testimonio NQ 1,2,3. Primer premio de grabado, por valor de $5.000.00 pesos, otorgado por unanimidad a Augusto Rendón, por su obra Un homenaje. Primer premio de cerámica, por $ 5.000.00 pesos, otorgado por unanimidad a Roxana Mejía, por su obra Ziruma. El jurado acordó, por unanimidad, crear un premio especial de grabado, de $ 5.000.00, otorgado a Omar Rayo, por su obra Mitla. El valor de este premio se toma del segundo de pintura declarado desierto. La Asociación de Arquitectos egresados de la Universidad Nacional decidió vincularse al XVIII Salón de Nacional de Artistas, y para ello creó menciones de honor para pintura, escultura, cerámica. El jurado acordó otorgar la mención de honor en pintura de David Manzur, por su cuadro La luna de Valentina, con los votos de la señora Arboleda de Vega y el señor Vargas, ya que el señor Ruiz votó por el cuadro de Carlos Granada, distinguido con el N2 15, Las buenas conciencias. En escultura, la mención de honor se otorgó por voto unánime a Alvaro Herrán, por su obra, A Hernando Téllez. En cerámica se decidió no otorgar la mención de honor y pasaría a dibujo, para otorgarla a Lucy Tejada por su obra Oración por los niños de Vietnam. Bogotá, 12 de octubre de 1966. Los jurados, (Fdo) Sofía Arboleda de Vega, Germán Vargas, Daría Ruiz.

ARTICULO 22 El XIX Salón de Artistas Nacionales, se compondrá de todas las obras de artes plásticas, de cualquier técnica o procedimiento que a juicio del jurado de admisión merezcan figurar en él. ARTICULO 32 En este salón podrán participar todos los artistas nacionales o extranjeros que hayan residido en el país los últimos cinco años. ARTICULO 42 Cada artista podrá enviar al salón hasta dos obras, siendo indispensable anotar, al hacer la correspondiente inscripción, las condiciones de tamaño, técnica, nombre así como el valor de la obra y las demás especificaciones necesarias para su identificación. PARAGRAFO: Las dimensiones máximas de las obras pictóricas, será de 3.50 metros cuadrados. ARTICULO 52 Todos los participantes en el salón, inclusive los artistas premiados en salones anteriores, deberán someter sus obras a la decisión del jurado de admisión.

ARTICULO 72 El XIX Salón de Artistas Nacionales tendrá los siguientes premios donados por la empresa PROPAL, S.A. Primer premio $ 30.000.00. Segundo premio $ 20.000.00. Tercer premio $ 10.000.00. ARTICULO 82 El jurado calificador podrá declarar desierto cualquiera de los premios del salón, cuando a su juicio las obras presentadas no tuvieran la calidad suficiente para alcanzar tal distinción. PARAGRAFO: En el caso de que el jurado calificador declare desierto un premio, el valor de éste podrá ser distribuido entre los expositores finalistas, en la proporción y forma que éste determine. ARTICULO 92 El XIX Salón de Artistas Nacionales, tendrá dos jurados: unos de admisión y otro de calificación para el otorgamiento de los premios, cada uno de ellos integrado portres personas designadas por el Ministerio de Educación Nacional. ARTICULO 102 Los miembros de los jurados, devengarán por su actuación en el certamen, la suma de $ 1.000.00 (un mil pesos m/cte) que se pagarán con cargo al capítulo 702 articulo 7217 del presupuesto nacional vigente. PARAGRAFO: Dese traslado de la presente resolución a la Dirección Nacional de Presupuesto para los efectos de la ley 77 de 1966.

"Por la cual se reglamenta el XIX Salón de Artistas Nacionales". EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL en uso de sus atribuciones legales, RESUELVE:

Acta de premiación

ARTICULO 12 La Sección de Bellas Artes de la División de Divulgación Cultural, tendrá a su cargo la organización del XIX Salón de Artistas Na-

El jurado de calificación, del XIX Salón de Artistas Nacionales, integrado por Carmen Portinho, Brasil, Fernando de Szyszlo, Perú y Guillermo

Resolución N!21706

En fe de la cual firmaron el acta, los miembros del jurado calificador. (Fdo) Carmen Portinho, Fernando de Szyszlo, Guillermo Angula.

ARTICULO 62 Serán del cargo del autor o de la persona que presente la obra los riesgos relativos a la movilización y conservación de estas durante el tiempo de duración del certamen.

Dada en Bogotá, D.E. a los 7 días del mes de julio de 1967. EL MINISTRO DE EDUCACION NACIONAL, Gabriel Betancourt Mejía. EL SECRETARIO GENERAL, Fabio Roldán Abadía.

XIX Salón - 1967

Angula, Colombia, reunidos el 7 de noviembre de 1967 en las salas de la Biblioteca Luis Angel Arango, consideraron las 81 obras sometidas a ellos por el jurado de admisión, llegaron por unanimidad al siguiente fallo: Primer premio adquisición PROPAL $30.000.00, a las artes plásticas, a la escultura titulada Cabo Kennedy de Edgar Negret. Dividir ex aequo el segundo premio adquisición Propal, a las Artes plásticas $ 20.000.00, entre las siguientes obras: Apuntes para la historia extensa, tomo 1/, pintura de Beatriz González y a la Visita, pintura de Juan Manuel Lugo. Dividir ex aequo el tercer premio adquisición Propal, a las artes plásticas, $ 10.000.00, entre las siguientes obras: Me han desposeído, me desdoblo, dibujo de Pedro Alcántara Herrán y Escultura,de Feliza Bursztyn. Considerando la calidad de algunos trabajos y haciendo uso de una facultad que le es concedida en las bases, el jurado encontró pertinente señalar por orden alfabético las obras de: Graciela Samper de Bermúdez, Francisco Cárdenas, Manuel Hernández.

cionales, que se realizará en las salas de la Biblioteca Luis Angel Arango, a partir del3 de noviembre del presente año.

XX Salón - 1969 Reglamento ARTICULO 12 La Sección de Bellas Artes de la División de Divulgación Cultural del Ministerio de Educación Nacional, tendrá a su cargo la organización y coordinación artística del evento. La empresa patrocinadora, a través de su agencia de publicidad, podrá sugerir dentro de este campo si así lo desea, y organizará y coordinará la parte no artística del certamen. ARTICULO 22 El XX Salón de Artistas Nacionales, correspondiente al año de mil novecientos sesenta y nueve (1969), se realizará durante el I mes de abril, de acuerdo oon las fechas que posteriormente se señalen. PARAGRAFO: Las fechas tanto de inauguración como de clausura serán señaladas por la Sl'lcción de Bellas Artes previo acuerdo con la empresa patrocinadora.

.

ARTICULO 32 En el Salón de Artistas Nacionales, podrán participar todos aquellos artistas colombianos, de ambos sexos y sin perjuicio de edad, y residentes extranjeros cuyas obras, a juicio del gran jurado, merezcan figurar en él, de tal manera que todos los participantes se someterán a una selección previa incluso quienes hubieren ganado premios en salones anteriores. PARAGRAFO: Podrán participar artistas extranjeros que hayan residido en Colombia durante los últimos cinco (5) años. ARTICULO 42 Cada artista que así lo desee podrá enviar al salón hasta dos obras, dentro de cada técnica, clasificadas luego según el criterio del gran jurado, dentro del concepto de las artes plásticas. Las dimensiones máximas de las obras serán de 3.50 metros cuadrados. PARAGRAFO: Es indispensable anotar, al hacer la correspondiente inscripción, las condiciones de tamaño o peso, técnica, nombre y valor estimado de cada una de las obras y señalar las demás especificaciones que permitan su identificación.

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ARTICULO 5º Sólo se admiten obras realizadas por un (1) artista, en ningún caso obras de realización colectiva. ARTICULO 6º Los gastos que ocasionen el transporte de las obras y la devolución de ellas, serán cubiertos por el artista remitente. PARAGRAFO: Las obras se recibirán en la Universidad de los Andes, galpón (carrera 1E # 18A-10) del 15 de marzo al 7 de abril. ARTICULO 7º Las fechas de apertura y cierre de inscripción de las obras, serán señaladas posteriormente por la Sección de Bellas Artes de la División de Divulgación Cultural del Ministerio de Educación Nacional. PARAGRAFO: En ningún caso, será prorrogada la inscripción de las obras y estas deben llegar en el plazo señalado y para ningún artista se hará excepción alguna.

ración oficial del salón. PARAGRAFO: El acta de que habla el artículo anterior será redactada de acuerdo con los térmínos que el gran jurado estíme conveniente.

realicen a partir del presente año (1969) mientras ellos cuenten con un patrocinio económico no oficial.

ARTICULO 16º El gran jurado otorgará dos (2) premios así: un primer premio de ( $60.000.00) sesenta mil pesos m/cte., y un segundo premio de ( $ 20.000.00) veinte mil pesos miele. PARAG RAFO: Los dos (2) premios de que habla el artículo anterior son de adquisición, por parte de la empresa patrocinadora.

Acta de premiación

ARTICULO 17º El gran jurado no podrá, en ningún caso, dividir los (2) dos premios. PARAGRAFO: El gran jurado podrá adjudicar hasta (2) dos menciones de honor, y al consignar en el acta los nombres de los artistas favorecidos, los deberá colocar en orden alfabético.

ARTICULO 182 El gran jurado, podrá según su -. criterio, declarar desierto cualquiera de los preARTICULO 8º Aquellas obras que, según el crimios. terio del gran jurado, no deban figuraren el salón PARAGRAFO: Cuando ello tuviere ocurrencia, deberán ser reclamadas por sus autores dentro su valor se acumulará para el próximo año. de un plazo no mayor de (30) treinta días hábiles ARTICULO 19º Las obras que luego de..tsseleca partir de la fecha de apertura del mismo. ción del gran jurado, hayan sido escogidas para participar en el salón, serán dispuestas y colocaARTICULO 9º Las obras que figuren en el saló", das según el criterio de la Sección de Bellas Ardeberán ser reclamadas por sus autores dentro tes, en coordinación con la empresa patrodel un plazo de (30) treinta días a partir del día cinadora. que se clausure el salón; vencido este término, PARAGRAFO: El Salón de Artistas Nacionales, la Sección de Bellas Artes y la empresa patrocise efectuará en la Biblioteca Luis Angel Arango. nadora no responderán en ningún caso por las obras. ARTICULO 20º El valor de los premios será cubierto, en su totalidad, por la empresa patrocinaARTICULO 1Oº El gran jurado tendrá a su cargo dora, y entregado en el acto inaugural del salón. la selección de aquellas obras que deberán figurar en el salón y para la escogencia se debe reuARTICULO 21 º Aquel o aquellos artistas particinir con el tiempo necesario, antes de la pantes que estimen sobre sus obras un cuidado inauguración. especial siempre y cuando la Sección de Bellas PARAGRAFO: Ninguno de los miembros del Artes considere que es difícil y arriesgado su gran jurado, podrá visitar talleres o estudios de traslado, deben movilizarlas personalmente y artistas para efectos de selección de obras. asistir a su colocación, pero no tendrán ingerencia en la ubicación de las mismas dentro del saARTICULO 11º El gran jurado, que reemplazará lón. simultáneamente al jurado de admisión y al de PARAGRAFO: La Sección de Bellas Artes ni la calificación, será integrado por tres (3) persoempresa patrocinadora se harán responsables nas, las cuales deberán ser artistas, críticos o de deterioros o daños, ocasionados por su mogente de reconocida competencia en el campo vilización. de su profesión, los primeros (artistas y críticos) y los segundos dueños de un vasto conocimienARTICULO 22º Todos aquellos artistas que asto de las artes plásticas. PARAGRAFO: Los miembros del gran jurado, piren a participar en el salón aceptan en su totaserán escogidos por la División de Divulgación lidad las normas consignadas en el presente reglamento. Cultural y la Sección de Bellas Artes, y se aceptará cualquier sugerencia de la empresa patrociARTICULO 23º El gran jurado no podrá apartarnadora. se, en ningún caso, de lo dispuesto en los artículos anteriores, y sus (3) tres miembros recibirán ARTICULO 12º Todos los gastos que demanda una copia de este reglamento simultáneamente la movilización, permanencia y otros del gran jucon la invitación a formar parte del gran jurado. rado serán cubiertos por la empresa patrocinaPARAGRAFO: La sección de Bellas Artes de Didora. vulgación Cultural, del Ministerio de Educación Nacional, facilitará a los artistas que así lo soliciARTICULO 13º Una vez se hayan seleccionado ten una copia de este reglamento. las obras que participarán en el Salón Nacional de Artistas, el gran jurado procederá a otorgar ARTICULO 24º Ninguna obra enviada y aceptalos premios. da por el jurado, podrá ser retirada por el artista PARAGRAFO: Los premios se otorgarán por dueño, durante el tiempo que permanezca la exmayoría de votos. Esto es, la mitad más uno. posición abierta. ARTICULO 14º Las deliberaciones del gran juARTICULO 25º No se aceptarán obras, con un rado serán secretas y a ellas no podrán concurrir avalúo mayor a ($ 20.000.00) veinte mil pesos personas distintas de sus tres miembros, m/cte. ARTICULO 152 El gran jurado deberá entregar a ARTICULO 26º El presente reglamento se la Sección de Bellas Artes su fallo, consignado adopta con carácter permanente y regirá para en un acta suscrita por los miembros integrantodos los Salones de Artistas Nacionales que se tes,con el tiempo suficiente, antes de la inaugu-

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El día 15 de abril de 1969, a las 11 de la mañana, se reunieron en las oficinas de la División de Divulgación Cultural del Ministerio de Educación Nacional, los señores Armando Morales de Nicaragua, Kynaston Mcshine de Estados Unidos y Santiago Cárdenas de Colombia, miembros del jurado seleccionado para calificar el XX Salón de Artistas Nacionales, convocado por el Ministerio de Educación y que se inaugurará el 25 de este mes. La decisión del jurado, después de estudiar todas las obras reunidas en el galpón de la Universidad de los Andes, de esta ciudad, es la siguiente: 12 Otorgar el primer premio de adquisición del XX Salón de Artistas Nacionales a la obra Ingeniería de la visión - tríptico-, del señor Carlos Rojas; el segundo premio de adquisición a las obras Después de todo no importa que se oxiden de la señorita Yolanda Pineda, y un tercer premio especial de la Sociedad Colombiana de Artes Plásticas a las obras Tarjeta rosada y Tarjeta sepia del señor Alvaro Barrios. 2º Así mismo fueron otorgadas menciones honoríficas a los señores David Manzur por sus obras Ciencia ficción y Objeto volador no identificado, a Ofelia Rodríguez Aguilar por sus obras Compenetración 1y Compenetración 11,y a la señorita Nirma Zárate por su obra El último viaje. 32 Porque valoramos y admiramos las obras presentadas por los señores Carlos Granada y Manuel Hernández hemos decidido declararlos fuera de concurso. Para constancia de la anterior, firmamos a continuación esta acta. Bogotá, D.E., abril de mil novecientos sesenta y nueve. (Fdo) Armando Morales, pintor de Nicaragua. Kynaston Mcshine, asesor Asociado del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Santiago Cárdenas, pintor de Colombia.

XXI Salón - 1970 Reglamento ARTICULO 12 El Instituto Colombiano de Cultura a través de la Sub-Dirección de Desarrollo y Divulgación Cultural (Sección de Artes Plásticas) tendrá a su cargo la coordinación yorganización artística del Salón de Artistas Nacionales. ARTICULO 2º El XXI Salón de Artistas Nacionales se llevará a cabo durante el mes de octubre de 1970. PARAGRAFO: Las fechas, tanto de inauguración como de clausura, serán señaladas por el Instituto Colombiano de Cultura. ARTICULO 32 En el salón podrán participar todos los artistas nacionales, sin limitación de edad, y los extranjeros que tengan un mínimo de un año de residenciados en Colombia, cuyas obras a juicio del jurado de admisión merezcan figurar en él. ARTICULO 4º Todo participante sin excepción deberá someterse a la selección previa que realizará el jurado de admisión.


ARTICULO 52 Cada artista que así lo desee, podrá enviar al salón dos obras en cada técnica, clasificadas luego según el jurado de admisión. PARAGRAFO: Es indispensable anotar al hacer la correspondiente inscripción, las condiciones de tamaño, peso, técnica, nombre y valor estimado de cada una de las obras y señalar las demás especificaciones que permitan su identificación. ARTICULO 62 Los gastos que ocasione el transporte de las obras y la devolución de ellas será cubierto por el artista remitente. PARAGRAFO: Las obras se recibirían en la Biblioteca Nacional: Calle 24 N2 5-60, del 12 al 15 de septiembre de 1970. ARTICULO 72 En ningún caso será prorrogada la inscripción de las obras y éstas deben llegar en el plazo señalado y para ningún artista se hará excepción alguna. ARTICULO 82 Aquellas obras que según el criterio del jurado de admisión, no deban figurar en el salón, deberán ser reclamadas por sus autores dentro de un plazo no mayor a (15) quince días hábiles a partir de la fecha de apertura del mismo. El Instituto ni la empresa patrocinadora responderán en ningún caso por las obras. ARTICULO 92 Las obras que figuran en el salón deberán ser reclamadas por sus autores dentro de un plazo de diez días, desde el día que se clausura el salón; vencido este término, ellnstituto y la empresa patrocinadora no responderán en ningún caso por las obras. ARTICULO 102 El jurado de admisión estará constituído por tres miembros. Ninguno de sus tres integrantes podrá visitar talleres o estudios de artistas para efecto de la selección de las obras. ARTICULO 112 El jurado calificador estará integrado por tres miembros: uno colombiano y dos extranjeros. ARTICULO 122 Los miembros de uno y otro jurado, serán escogidos y nombrados por ellnstituto Colombiano de Cultura. ARTICULO 132 Las deliberaciones de los jurados serán secretas. El jurado calificador deberá entregar al Instituto su fallo consignado en un acta suscrita por sus integrantes con anterioridad a la inauguración oficial del salón. ARTICULO 142 El jurado otorgará los siguientes premios a las artes plásticas: Primer premio adquisición Propal $ 60.000.00 Segundo premio adquisición Propal $20.000.00 Bolsa viajera Instituto Colombiano de Cultura

$40.000.00

ARTICULO 182 Aquel o aquellos artistas participantes que estimen sobre sus obras un cuidado especial, siempre y cuando la Sección de Artes Plásticas considere que es difícil y arriesgado su traslado, deben movilizarlas personalmente y asistir a su colocación pero no tendrán ingerencia alguna en la ubicación de las mismas dentro del salón.

ARTICULO 15 El jurado calificador en ningún caso podrá dividir los premios y tiene facultades para declarar desierto cualquiera de los premios y cuando ello tuviere ocurrencia, el valor respectivo se acumulará para el próximo salón. ARTICULO 162 Las obras que luego de la selección del jurado de admisión hayan sido escogidas para participar en el salón, serán dispuestas y colocadas según el criterio de la Sección de Artes Plásticas del Instituto. ARTICULO 172 El Salón de Artistas se efectuará en el Museo Nacional de Bogotá.

ARTICULO 32 Fechas. El XXII Salón de Artistas Nacionales se llevará a cabo durante el mes de noviembre de 1971 . PARAGRAFO: Las fechas tanto de inauguración como de clausura serán señaladas por el Instituto Colombiano de Cultura.

ARTICULO 192 Los miembros de los jurados no podrán apartarse, en ningún caso, de lo dispuesto en los artículos anteriores. ARTICULO 202 Ninguna obra enviada ni aceptada por el jurado podrá ser retirada por el artista dueño, durante el tiempo que permanezca la exposición abierta.

ARTICULO 4' Invitaciones. Por derecho propio participarán y concursarán en el XXII Salón de Artistas Nacionales todos los primeros y segundos premios de los salones anteriores. PARAGRAFO: Todo participante que no haya sido premiado en los salones nacionales deberá someterse a la selección previa que realizará el jurado de admisión.

ARTICULO 21 2 No se aceptarán obras con avalúo mayor a $20.000.00 ARTICULO 222 El presente reglamento regirá para el presente año, en el que se realizará el Vigésimo Primer Salón de Artistas Nacionales.

ARTICULO 52 Participantes. En el salón podrán participar todos los artistas nacionales sin limitaciones de edad, y los extranjeros que tengan un mínimo de un año de residenciados en Colombia, cuyas obras a juicio del jurado de admisión, merezcan figurar en él.

ARTICULO 232 Esta resolución rige a partir de la fecha de su expedición.

Acta de premiación El día 15 de octubre de 1970, a las 11 de la mañana, reunidos en las oficinas del Museo Nacional, los señores Juan Calzadilla, de Venezuela, José Roberto Teixeira Leite, del Brasil, y Germán Rubiano Caballero, de Colombia, miembros del jurado de calificación del XXI Salón de Artistas Nacionales, convocado por Colcultura, y que se inaugurará el 16 del mes en curso y después de haber analizado todas las obras admitidas en dicho salón, hemos tomado la siguiente decisión unica: otorgar el primer premio de adquisición del XXI Salón de Artistas Nacionales a la obra enviada por el artista Omar Rayo; otorgar el segundo premio de adquisición a la pintura enviada por el artista Edgar Silva y otorgar el premio especial de Colcultura (bolsa viajera) al conjunto enviado por el artista Francisco Rocca. Para dar constancia de lo anterior, suscribimos esta acta. Boqotá D.E., quince de octubre de mil novecientos setenta. (Fdo.) Juan Calzadilla, crítico de arte por Venezuela. José Roberto Teixeira Leite, crítico de arte por Brasil. Germán Rubiano Caballero, profesor de historia del arte, por Colombia.

XXII Salón - 1971 Reglamento

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tada con un mes dedicado a las artes plásticas, durante el cual se programarán conferencias, exposiciones individuales, colectivas y antológicas, cine-arte, y otras actividades en coordinación con los museos y galerías de Bogotá.

ARTICULO 12 El Instituto Colombiano de Cultura a través de la Sub-Dirección de Desarrollo y Divulgación Cultural (Sección de Artes Plásticas), tendrá a su cargo la coordinación yorganización artística del Salón de Artistas Nacionales. PARAGRAFO: El Salón Nacional podrá recibir auxilios económicos y colaboración de empresas y entidades particulares. ARTICULO 22 Finalidad. El fin primordial del XXII Salón de Artistas Nacionales será el de mostrar al público las tendencias del arte en Colombia. PARAGRAFO: La muestra estará complemen-

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ARTICULO 62 Condiciones para el envío. Cada artista que así lo desee, podrá enviar al Salón de Artistas Nacionales dos obras de arte que serán sometidas al criterio del jurado. a) Es indispensable anotar al hacer la correspondiente inscripción, las condiciones de tamaño, peso, técnica, nombre, valor de cada una de las obras y señalar las demás especificaciones que permitan su identificación; para este efecto la Sección de Artes Plásticas entregará a cada uno de los artistas una ficha especial que deberá ser llenada. b) Se exigirá además a cada participante, una ficha de vida completa, con fotografías de su obra y alguna crítica si la tuviere. c) Los gastos que ocasione el transporte de las obras y la devolución de ellas serán cubiertos por el artista remitente. d) Los gastos ocasionados por arreglos especiales serán hechos por el artista que los haya , requerido. El Instituto Colernblano de Cultura se hará cargo de las tareas normales de presentación. e) Los participantes que estimen sobre sus obras un cuidado especial, siempre y cuando la Sección de Artes Plásticas lo crea conveniente, deben movilizarlas personalmente y asistir a su colocación, pero no tendrán ingerencia alguna en la ubicación de las mismas dentro del salón. f) Ninguna obra podrá ser retirada por el artista dueño, durante el tiempo que permanezca la exposición abierta. g) Ningún retoque de las obras por cualquier causa que sea será permitido dentro de la exposición. ARTICULO 72 Colocación y ventas. El Instituto Colombiano de Cultura se encargará de la colocación de las obras y de la vigilancia en los locales del salón, pero en modo alguno se responsabilizará en caso de incendio, robo o cualquier otro daño. a) Las obras que luego de la selección del jurado hayan sido escogidas para participar en el salón, serán dispuestas y colocadas según el criterio de la Sección de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura. b) El artista no tendrá ninguna ingerencia en la colocación de las obras. c) No existirá un servicio de ventas para las

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obras expuestas, pero el Instituto Colombiano de Cultura tendrá en cuenta las reseñas sobre el artista y el precio de las obras que obligatoriamente deben serie suministrados. d) No se aceptarán obras con un avalúo mayor de $20.000.00. ARTICULO Bº Retiro de las obras. a) Aquellas obras que según el criterio del jurado de admisión, no deban figurar en el salón, deberán ser reclamadas por sus autores dentro de un plazo de diez (10) días hábiles a partir de la fecha de apertura del mismo. b) Con anterioridad a la apertura del salón, se enviará una carta a todos los artistas informándoles si fueron o no aceptados. c) Las obras que no sean reclamadas después de esta fecha, pasarán de hecho a ser propiedad del Instituto Colombiano de Cultura, para los fines que éste crea convenientes. d) Las obras que figuren en el salón deberán ser reclamadas por sus autores dentro de un plazo de diez días a partir de la fecha en que se notifique públicamente el retiro de las mismas, vencido este término el Instituto Colombiano de Cultura no responderá en ningún caso por las obras. e) El Instituto podrá programar exposiciones ambulantes con todas o parte de las obras del salón en un término no mayor de 60 días, para lo cual se entiende que los artistas dan su autorización por el sólo hecho de concursar en este salón. ARTICULO 9º Jurado de calificación y de admisión. Se constituirá un solo jurado que será tanto de admisión como de calificación. a) Este jurado estará constituido por tres miembros. b) Los miembros del jurado serán escogidos y nombrados por el Instituto Colombiano de Cultura. c) Ninguno de sus tres integrantes podrán visitar talleres o estudios de artistas para efectos de la selección de obras. d) Las deliberaciones serán secretas. e) El jurado deberá entregar al Instituto Colombiano de Cultura su fallo consignado en un acta suscrita por sus integrantes con anterioridad a la inauguración oficial del salón. ARTICULO 10º Premios. El Instituto Colombiano de Cultura según el jurado de calificación concederá tres premios de $50.000 cada uno, una bolsa viajera de $ 40.000 Y una bolsa de trabajo de $30.000. a) El jurado calificador tiene facultades para declarar desierto cualquiera de los premios y cuando ello tuviere ocurrencia, el valor respectivo se acumulará para el próximo salón. b) Todos los premios serán de adquisición para el Instituto Colombiano de Cultura con el fin de formar una pinacoteca, aunque los auxilios hayan sido otorgados por entidades particulares. ARTICULO 11º Publicaciones. El Instituto Colombiano de Cultura tendrá a su cargo la edición de una guía, con el nombre de todos los participantes en la inauguración del salón. a) Pasado un tiempo prudencial el Instituto Colombiano de Cultura editará un catálogo ilustrado a todo color con los premios y demás participantes.

Vigésimo les.

Segundo

Salón de Artistas Naciona-

ARTICULO 142 Esta resolución rige a partir de la fecha de su expedición.

Acta de premiación Reunido el jurado del XXII Salón Nacional de Artistas y después de examinar y seleccionar el total de las obras presentadas ha resuelto conceder los siguientes premios: Un premio de $40.000.00 a la obra presentada por Oiga de Amaral, titulada Muro tejido NQ 79. Una bolsa de trabajo para Diego Arango por su obra Conjunto testimonio. Una bolsa de trabajo para Pedro Alcántara Herrán por su obra Retrato de una mujer. La beca de Francia a Francisco Rocca por su dibujo Figuras. La beca del Gobierno de Colombia a Guillermo Duarte por su obra Dolmen sobre objeto. La beca de Acerías Paz del Río a Fabio Rodríguez porsu obra Objeto I Alfa 6970 (HaciaA.L.E.) Una beca del Instituto Nacional de Bellas Artes de Venezuela para Ana Mercedes Hoyos por su obra Del uno al diez (en caso de que se confirme .la beca). Así mismo se concedieron las siguientes menciones: José Urbach, Osear Jaramillo, José Joaquín Barrero, Gustavo Sorzano. Dada en Bogotá a los 29 días del mes de octubre de 1971. Firmado: Jorge Romero Brest, Argentina; Pablo Solano, Colombia; Juan Antonio Roda, Colombia; Marc Berowitz, Brasil; Daría Ruiz, Colombia.

XXIII Salón - 1972-1973 Reglamento

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ARTICULO 1 La Sección de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura tendrá a su cargo la organización y coordinación artística del XXIII Salón de Artistas Nacionales. ARTICULO 2º El fin primordial del XXIII Salón de Artistas Nacionales será la divulgación continua de la labor creativa de nuestros artistas a escala nacional. ARTICULO 3º El XXIII Salón se llevará a cabo durante el mes de noviembre de 1972 en Bogotá. PARAGRAFO: Las fechas tanto de inauguración como de clausura serán señaladas por la Sección de Artes Plásticas de Colcultura. ARTICULO 42 El salón se realizará en el Museo Nacional de Bogotá y en las principales ciudades del país a lo largo de 1973. PARAGRAFO: Las fechas y los lugares de exposición en las ciudades mencionadas se indicarán oportunamente.

ARTICULO 12º Los miembros del jurado no podrán apartarse en ningún caso de lo dispuesto en los artículos anteriores.

ARTICULO 5º Podrán participar en el salón todos los artistas nacionales y extranjeros residentes en el país. PARAGRAFO: Los artistas extranjeros deben tener como mínimo un año de residencia en el país.

ARTICULO 13º El presente reglamento regirá a partir del presente año, en el que se realizará el

ARTICULO 6º La participación en el salón será exclusivamente por selección y ésta se llevará a

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cabo en cuatro zonas: Bogotá, Barranquilla, Cali y Medellín. PARAGRAFO: Cada zona tendrá una entidad responsable que se hará cargo de la recepción de las obras. Estas entidades serán: en Bogotá, Sala Gregario Vásquez, Biblioteca Nacional, Calle 24 N2 5-60. En Barranquilla: Sociedad Colombiana de Arquitectos, Seccional del Atlántico, Calle 75 # 54-54, edificio El Prado, piso 12. En Cali: Escuela de Bellas Artes, Avenida 2a Norte # 7-66. En Medellín: Museo de lea, carrera 53 # 51-74. ARTICULO 7º La junta asesora de la Sección de Artes Plásticas de Colcultura se encargará de realizar la selección de las obras del XXIII Salón. PARAGRAFO : Ninguno de los miembros de la junta asesora podrá visitar talleres o estudios de artistas ni tampoco talleres de artes plásticas de escuelas o universidades, para efectos de la selección de las obras. 22 Las deliberaciones de la junta asesora serán secretas. ARTICULO B2 El XXIII Salón no tendrá premios en efectivo ni reconocimiento ni menciones especiales. ARTICULO 9º Cada artista que desee participar en el salón podrá enviar hasta tres (3) obras en cualquier técnica, a la zona que más le convenga. PARAGRAFO: 1º: Las obras participantes deberán ser enviadas sin excepción, debidamente enmarcadas o montadas a la zona escogida, antes del próximo 30 de septiembre. 2º Al hacer el envío de las obras es indispensable adjuntar los siguientes datos: nombre del autor, dimensiones, técnica y valor de las obras. Se debe anotar también cualquier especificación adicional que ayude a su completa identificación. 3º El artista cuya obra sea rechazada en una zona, en ningún caso podrá presentarse de nuevo en otra. ARTICULO 1 Oº La Sección de Artes Plásticas de Colcultura se encargará del transporte de las obras seleccionadas en las diferentes zonas hasta Bogotá y también de su devolución a esas zonas una vez terminado el programa de exposiciones del salón por el país. PARAGRAFO: 1º: Los gastos ocasionados por arreglos o necesidades especiales en el transporte o montaje de las obras correrán por cuenta del artista, cuyos trabajos así lo hayan requerido. La Sección de Artes Plásticas de Colcultura sólo se hará cargo de las tareas normales de transporte, presentación e instalación. 2º Los participantes que exijan para sus obras un cuidado especial, siempre y cuando la Sección de Artes Plásticas lo crea conveniente, deben movilizarlas personalmente y asistir a su colocación sin tener derecho a ingerencia alguna en la ubicación de las mismas dentro del Salón.

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ARTICULO 11 La Sección de Artes Plásticas se encargará de la colocación de las obras y de la vigilancia de los sitios en que se realiza el salón. PARAGRAFO: 1º: Las obras que luego de la selección hayan sido escogidas para participar en el salón serán dispuestas según el criterio de la Sección de Artes Plásticas. 2º No existirá un servicio de ventas para las obras expuestas, pero la Sección de Artes Plásticas suministrará a los interesados la reseña del artista y el precio de las obras.


ARTICULO 122 Aquellas obras que no sean admitidas en las zonas de selección estipuladas deberán ser reclamadas por sus dueños entre los días 15 y 30 de octubre. Pasada esta fecha las entidades designadas en las zonas estipuladas no se harán responsables de las obras no reclamadas. PARAGRAFO: 12: En la zona correspondiente a Bogotá, las obras no reclamadas pasarán de hecho a ser propiedad del Instituto Colombiano de Cultura para los fines que éste crea convenientes. 22 Las obras que figuren en el salón deberán ser reclamadas por sus autores dentro de un plazo de diez días a partir de la fecha en que se notifique públicamente el retiro de las mismas. Vencido este término Colcultura no responderá en ningún caso por las obras. ARTICULO 132 El presente reglamento regirá a partir del presente año cuando se realizará el XXIII Salón de Artistas Nacionales. Informe especial de La Junta Asesora de la Seccion de Artes Plásticas La Dirección de la Sección de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura asume la responsabilidad total respecto a la organización del salón, incluyendo los cambios de orientación que serán detallados más adelante. Se considera que el objetivo del Salón de Artistas Nacionales es el de presentar una muestra del trabajo de los artistas colombianos y extranjeros residentes en Colombia con el fin de impulsar así el desarrollo de las artes plásticas en el país. Pero por otra parte, el desarrollo del carácter de divulgación didáctica que también debe tener. Igualmente, se estima que la forma actual del salón es obsoleta e insuficiente con respecto a las necesidades culturales del país, y por ello se han adoptado las siguientes decisiones de organización: 12 El objetivo básico del XXIII Salón Nacional de Artistas será su presentación a escala verdaderamente nacional. Para ello, la muestra será llevada a varias de las más importantes ciudades del país, para descentralizar así su función como evento cultural, creando en distintos lugares posibilidades de crítica y divulgación de los problemas del arte. 22 Se hará una convocatoria general a 4 selecciones zonales, situadas en Bogotá, Cali, MedelIín y Barranquilla, las cuales permitirán una más equitativa y accesible participación de los artistas de todas las regiones del país. Por otra parte, la convocatoria zonal libera a los participantes del riesgo y la carga económica que significa el envío de obras a una sola ciudad. 32 La selección de las obras para ser presentadas en el salón será hecha únicamente por la junta asesora de artes plásticas del Instituto Colombiano de Cultura en las cuatro ciudades mencionadas. 42 Quedan eliminados los premios, menciones o reconocimientos en el Salón de Artistas Nacionales, con el fin de restarle a este el carácter de concurso de individualidades o competencia crítica y otorgarle el de una muestra rigurosamente seleccionada del trabajo creativo de nuestros artistas. 52 El salón deberá tener una misión didáctica muy clara. Así, a su alrededor, yen las ciudades donde será exhibido se organizarán conferencias, cursillos de divulgación y mesas redondas, como complemento del mismo. Instituto Colombiano de Cultura Sección de Artes Plásticas Junta Asesora.

XXIV Salón - 1973 - 1974 Reglamento Organización ARTICULO 12El fin primordial del XXIV Salón de Artistas Nacionales será la divulgación continua de la labor creativa de nuestros artistas, a escala nacional. ARTICULO 22 La Sección de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura tendrá a su cargo la coordinación y organización artística del XXIV Salón de Artistas Nacionales. PARAGRAFO: En cada una de las ciudades visitadas por el salón, la sección de artes plásticas podrá nombrar una persona o entidad encargada de la organización local tanto de la exhibición de las obras como de los programas culturales anexos. ARTICULO 32 La presentación inaugural del XXIV Salón de Artistas Nacionales se llevará a cabo durante el mes de noviembre de 1973 en la ciudad de Bogotá. ARTICULO 42 El XXIV Salón recorrerá las principales ciudades del país a lo largo de 1974. PARAGRAFO 12: Las fechas de inauguración y clausura en los diversos lugares de exposición, serán señaladas oportunamente por la Sección de Artes Plásticas. PARAGRAFO 22: Ninguna obra podrá ser retirada por el artista durante el tiempo que dure el recorrido del salón por el país. Participación ARTICULO 52 Podrán participar en el salón todos los artistas nacionales y los extranjeros residentes en el país. PARAGRAFO: Los artistas extranjeros deben tener como mínimo un año de residencia en el país. ARTICULO 62 La participación en el salón será exclusivamente por selección. Esta se llevará a cabo en cuatro.zonas: Bogotá, Cali, Barranquilla y Medellín. PARAGRAFO: Cada zona tendrá una entidad responsable para el recibo y la devolución de las obras. Estas-entidades serán: En Bogotá: Sección de Artes Plásticas, Calle 24 # 5-60 Oficina 211. En Cali: Escuela de Bellas Artes, Avenida 2 Norte N2 7-66. En Medellín: Museo de Zea, carrera 53, Pasaje Veracruz. En Barranquilla: Sociedad Colombiana de Arquitectos, calle 75 N2 54-54. ARTICULO 72 El artista que desee participar en el salón podrá enviar un máximo de tres (3) obras que no hayan sido expuestas anteriormente y realizadas en cualquier técnica. PARAGRAFO 12: Se incluye fotografía. PARAGRAFO 22: Las obras participantes deberán ser enviadas, sin excepción, debidamente enmarcadas o montadas, a la zona escogida por el artista, entre el12 y el8 de octubre. PARAGRAFO 32: Cada artista participante deberá entregar al tiempo con su(s) obra(s) el formulario de inscripción debidamente contestado. Los formularios podrán ser reclamados en los sitios de recepción de las obras (ver artículo 62 parágrafo 12) o directamente en la oficina de la Sección de Artes Plásticas Biblioteca Nacional, calle 24 N2 5-60 oficina 211, teléfono 435969. PARAGRAFO 42: El incumplimiento del anterior

parágrafo será motivo de rechazo de la(s) obra(s) presentada(s). PARAGRAFO 52: El artista cuya obra sea rechazada en una zona, en ningún caso podrá presentarse de nuevo en otra. ARTICULO 82 Las obras que figuren en el XXIV Salón deberán ser retiradas por sus autores dentro de un plazo de 10 días a partir de la fecha en que se notifique públicamente el retiro de las mismas. Vencido este término, Colcultura no responderá en ningún caso por las obras no retiradas. Admisión ARTICULO 92 La junta asesora para la Sección de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura se encargará de realizar la selección de las obras para el XXIV Salón. PARAGRAFO 12: Las deliberaciones de la junta asesora, constituida en jurado de admisión serán secretas e inapelables. PARAGRAFO 22: Solamente se tendrán en cuenta para la selección las obras entregadas dentro del plazo fijado y en los sitios estipulados por la Sección de Artes Plásticas. ARTICULO 102 Las obras que no sean admitidas deberán ser reclamadas por sus autores en las zonas de selección entre los días 15 y 30 de octubre. Pasada esta fecha las entidades designadas como responsables de las zonas de selección declinarán cualquier responsabilidad sobre las obras no reclamadas. Premios ARTICULO 112 El XXIV Salón de Artistas Nacionales tendrá los siguientes premios: tres (3) becas de trabajo por un valor de $40.000.00 cada una. ARTICULO 122 Las becas de trabajo serán adjudicadas por un jurado nombrado por ellnstituto Colombiano de Cultura. PARAGRAFO 12: Las deliberaciones del jurado de calificación serán secretas y su fallo inapelable. PARAGRAFO 22: De las deliberaciones y fallo del jurado de calificación quedará constancia en un acta debidamente firmada por todos los miembros de dicho jurado. " PARAGRAFO 32: El artista que así lo desee puede participar fuera de concurso. Transporte ~RTICULO 132 La Sección de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura se encargará, además del recorrido previsto por el país, del transporte de las obras seleccionadas en las diferentes zonas, una vez terminado el programa de exposiciones del salón. Seguros ARTICULO 142 Las obras seleccionadas estarán cubiertas contra todo riesgo durante los viajes y los tiempos de exposición en las diferentes ciudades por cuenta de Colcultura. PARAGRAFO 12: Los gastos ocasionados por arreglos o necesidades especiales en el transporte o montaje de las obras, correrán por cuenta del artista cuyos trabajos así lo hayan requerido. La Sección de Artes Plásticas sólo se hará cargo de las tareas normales del transporte, presentación e instalación de las obras. PARAGRAFO 22: Los participantes que exijan para sus obras un cuidado especial, siempre y cuando la Sección de Artes Plásticas lo crea conveniente, deben movilizarlas personalmente y asistir a su colocación, sin tener derecho a ingerencia alguna en la ubicación de las mismas dentro del salón.

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Montaje y ventas ARTICULO 152 La Sección de Artes Plásticas se encargará del montaje de las obras y de la vigilancia de los sitios donde se realice el Salón. PARAGRAFO 12: Ningún artista participante tendrá ingerencia en la colocación de' las obras en los diferentes lugares donde se realice la exposición. PARAGRAFO 22: No existirá un servicio de venta para las obras expuestas, pero la Sección de Artes Plásticas suministrará a los interesados la reseña del artista y el precio de las obras. ARTICULO 162 El presente reglamento regirá a partir de su publicación y durante todo el desarrollo del XXIV Salón de Artistas Nacionales.

Acta de premiación El día 8 de noviembre de 1973 se reunió en el Museo Nacional de Bogotá el jurado calificador del XXIV Salón Nacional de Artistas. Dicho jurado estuvo compuesto por: Sofía Arboleda de Vega, Alejandro Obregón, Germán Té~ lIez, Eduardo Ramírez Villamizar y Enrique Grau. El jurado después de un concienzudo estudio de todas las obras, adjudicó de acuerdo al reglamento, tres premios iguáles de $40.000.00 cada uno, que por orden alfabético correspondieron a Ever Astudillo, Antonio Roda y Carlos Rojas. El jurado quiere dejar constancia de: 1) Que el Salón no es lo suficientemente representativo de las artes plásticas del país ya que son muchos los artistas ausentes. 2) Que es de lamentar la ausencia de la pintura primitiva. 3) Que la participación en el campo de la fotografía fue escasa y claramente derivativa. Los premios fueron adjudicados por unanimidad. (Fdo). Sofía Arboleda de Vega; Eduardo Ramírez Villamizar; Germán Téllez; Enrique Grau; Alejandro Obregón.

XXV Salón - 1974-1975 Reglamento Organización ARTICULO 12 La presentación del XXV Salón de Artes Visuales se llevará a cabo durante el mes de noviembre de 1974 en la ciudad de Bogotá. La organización y coordinación de este salón está a cargo de la Sección de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura. PARAGRAFO: Los fechas de inauguración y clausura serán señaladas oportunamente por el Instituto Colombiano de Cultura Participación ARTICULO 22 Podrán participar en el salón todos los artistas nacionales y extranjeros residentes en el país. PARAGRAFO: Los artistas extranjeros deben tener como mínimo un año de residencia en el país. ARTICULO 32 Participarán en el Salón Nacional de Artes Visuales todas las obras enviadas a los centros de recepción dentro de los plazos estipulados por este reglamento, previa inscripción mediante el formulario que para tal efecto se entregará a cada participante. ARTICULO 42 No se estipula restricción de procedimientos, técnicas o temas para participar en

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el XXV Salón Nacional de Artes Visuales. PARAGRAFO: Se incluyen los procedimientos fotográficos. ARTICULO 5º La recepción se llevará a cabo en cinco zonas: Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla y Bucaramanga. PARAGRAFO: Cada zona tendrá una entidad responsable para el recibo y devolución de las obras. Estas entidades serán: en Bogotá: Sección de Artes Plásticas, calle 24 N2 5-60 Oficina 211. En Cali: Escuela de Bellas Artes, Avenida 2 Norte N2 7-66. En Medellín: Museo de Zea, carrera 52-A, Pasaje Veracruz. En Barranquilla: Sociedad Colombiana de Arquitectos, calle 75 N2 54-54. En Bucaramanga: Biblioteca Gabriel Turbay, carrera 27 N2 51-8'Tel: 76645. ~RTICULO 62 El artista que desee participar en el salón podrá enviar solamente una obra. PARAGRAFO 12: No se admiten obras que hayan participado en anteriores Salones Nacionales, ni obras realizadas con anterioridad a enero de 1973. PARAGRAFO 22: Las obras participantes debe.rán ser enviadas, sin excepción, debidamente montadas o enmarcadas a las zonas escogidas por el artista, entre el día 30 de septiembre y el día 5 de octubre de 1974. En las zonas distintas de Bogotá, cada obra deberá entregarse debidamente empacada para facilitar el transporte al sitio de exposición. PARAGRAFO 32: Cada participante deberá entregar al tiempo con su obra el formulario de inscripción debidamente contestado. En dicho formulario no podrán figurar seudónimos. Los formularios podrán ser reclamados en los sitios de recepción de obras (ver artículo 5) o directamente en las oficinas de la Sección de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura, calle 24 N2 5-60 Oficina 211 Bogotá. PARAGRAFO 42: El incumplimiento de los requisitos señalados en los anteriores parágrafos, será motivo suficiente para rechazar la obra presentada. Admisión y retiro de obras ARTICULO 72 Todas las obras debidamente inscritas en los plazos reglamentarios serán admitidas en el XXV Salón Nacional de Artes Visuales. PARAGRAFO: Las obras participantes en el XXV Salon Nacional de Artes Visuales deberán ser retiradas por sus autores en un plazo de diez (10) días a partir de la fecha en que se notifique públicamente el retiro de las mismas. Vencido este término. Colcultura ni los representantes zonales responderán en ningún caso por las obras no retiradas. Premios ARTICULO 82 El XXV Salón Nacional de Artes Visuales tendrá los siguientes premios: Tres (3) becas de trabajo por valor de $45.000.00 cada una. Una (1) mención honorífica denominada "XXV Salón Nacional de artes Visuales". ARTICULO 92 Los premios serán adjudicados por un jurado nombrado por el Instituto Colombiano de Cultura. El jurado estará constituido por 15 artistas participantes, cuyas obras no serán consideradas para la adjudicación de premios. PARAGRAFO 12: Las deliberaciones de dicho jurado serán privadas e inapelables.

PARAGRAFO 22: De las deliberaciones y fallo del jurado quedará constancia en un acta debidamente firmada por todos los miembros. PARAGRAFO 32: El artista que así lo desee puede participar fuera de concurso. Exposición itinerante ARTICULO 102 El jurado de calificación seleccionará entre las obras enviadas al XXV Salón Nacional de Artes Visuales una exposición que recorrerá las principales ciudades del país en 1975. PARAGRAFO: En cada una de las ciudades visitadas por dicha exposición, la sección de Artes Plásticas podrá nombrar una persona o entidad encargada de la organización local, tanto de la exhibición de las obras, como de los programas culturales anexos. Transportes y seguros ARTICULO 112 La Sección de Artes Plásticas se encargará del transporte de las obras recibidas en las diferentes zonas hasta Bogotá y de su devolución a dichas zonas una vez terminado el XXV Salón Nacional de Artes Visuales, en los empaques en que fueron enviadas por lo artistas. Colcultura asumirá igualmente: PARAGRAFO 12: Los gastos ocasionados por arreglos o necesidades especiales de transporte e instalación de las obras. PARAGRAFO 22: Los participantes que exijan para sus obras un cuidado especial, siempre y cuando la Sección de Artes Plásticas lo crea conveniente deben movilizarlas personalmente y asistir a su colocación, sin tener derecho a ingerencia alguna en la ubicación de las mismas en la exposición. ARTICULO 122 Las obras inscritas estarán cubiertas contra todo riesgo durante los viajes y tiempo de exposición por cuenta de Colcultura. Montaje y ventas ARTICULO 132 La Sección de Artes Plásticas de colcultura se encargará del montaje y la vigilancia del XXV Salón Nacional de Artes Visuales. ARTICULO 142 El montaje del XXV Salón Nacional de Artes Visuales se realizará en consideración a las condiciones y naturaleza de cada obra y a la trayectoria de los artistas, de acuerdo con los datos suministrados en el formulario de inscripción. PARAGRAFO: Las necesidades especiales de montaje correrán por cuenta del artista cuyo trabajo así lo requiera. ARTICULO 152 Ningún artista participante tendrá ingerencia en la ubicación de las obras, ni en el XXV Salón Nacional de Artes Visuales, ni en la exposición itinerante. ARTICULO 162 No existirá un servicio de venta para las obras expuestas, pero la Sección de Artes Plásticas suministrará a los interesados la reseña del artista y el precio de su obra mientras dure el salón y la exposición itinerante. ARTICULO 172 El envío de las obras para el XXV Salón Nacional de Artes Visuales implica la total aceptación de este reglamento. ARTICULO 182 El presente estatuto reemplaza el "reglamento para el XXV Salón Nacional de Artistas" publicado anteriormente. Regirá a partir de su publicación, y durante el desarrollo del XXV Salón Nacional de Artes Visuales y de la exposición itinerante.


XXVII Salón - 1978 Acta de premiación Siendo las 7:20 p.m. del día 18 de noviembre de 1978 se reunieron en el Museo Nacional, sala de exposiciones, los señores Santiago Cárdenas, Waldo Rasmussen y Aracy Amaral, jurado del XXVII Salón Nacional de Artes Visuales, y luego de una atenta consideración de todas las obras determinaron lo siguiente: Otorgar las dos bolsas de trabajo de $75.000.00 cada una en el siguiente orden: 12 Ana Mercedes Hoyos, Atmósfera, 1977, oleo sobre tela, 150 x 150 cms. 22 El Sindicato, Alacena con zapatos, 1978, ensamblaje, 130 x 160 x 60 cms. 11. Hacer una mención especial de la obra del artista Jaime Ardila. 111. Otorgar menciones a los artistas, por las obras presentadas: Jaime Calle, Antonio 1. Caro (de la ciudad de Barranquilla), Ricardo Cross, Alvaro Martínez, Esteban Sánchez. IV. El jurado recomendó que deben aceptarse dos obras mínimo por artista y de ser rechazadas deben eliminarse ambas. Esta sugerencia está motivada por las dificultades que para el jurado representa juzgar la labor de un artista por una sola obra, pero no se extiende a los artistas que participan fuera de concurso. V. Con el fin de estimular la participación de artistas cuya trayectoria ha sido reconocida ampliamente, el jurado recomienda que las obras que hacen parte del salón tengan un esmerado manejo técnico durante su itinerario, que asegure la integridad de ellas. VI. Integrar el salón itinerante con las obras de los artistas que obtuvieron premios en los salones regionales y con las que figuran como premios o como menciones en la presente acta. El jurado ha llegado a ésta conclusión por las limitaciones consignadas en el reglamento para el salón itinerante y por las limitaciones técnicas que representa su viaje. En constancia se firma la presente acta. Aracy Amaral, Santiago Cárdenas, Waldo Rasmussen.

XXVIII Salón - 1980 Reglamento Salones Regionales Participación: 1 Podrán participar todos los artistas nacidos o residentes en las secciones del territorio colombiano nombradas en cada zona y que no hayan participado ya en alguno de los Salones Regionales anteriores programados para el XXVIII Salón Nacional de Artes Visuales. 22 Los artistas extranjeros deberán acreditar como mínimo un año de residencia en el país y los artistas nacidos en otras regiones del territorio colombiano por lo menos seis meses de residencia en la zona. 32 Serán expuestos en el 111 Salón Regional de Artes Visuales todas las obras inscritas, excepto aquellas de que hablan los numerales 5,6,7,8 y 9. 42 El artista que participe no podrá enviar más de dos obras. Nota: Hay recomendación de los jurados para que sea el mínimo. 52 No se admitirán obras que hayan participado en anteriores Salones Nacionales ni obras realizadas con anterioridad a enero de 1979.

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Cultura y la compañía de seguros que protegerá 62 No se admitirán obras mayores de 2.00 x 2.00 su transporte y estadía. mts. 212 Los artistas escogidos para participar en el 72 Las obras se enviarán debidamente montadas en un bastidor y enmarcadas. Si son pintuXXVIII Salón Nacional de Artes Visuales se someterán al reglamento de este certamen. ras en tela, enmarcadas con vidrio, si son dibujos, grabados serigrafías, fotografías o cualquier otra técnica en papel. Si son pinturas o diZona central bujos en madera, también llevarán marco. Las La presentación del 111 Salón Regional de Artes Visuales de la Zona Central se efectuará en la esculturas, cerámicas u objetos tendrán una inciudad de Tunja dentro del programa adoptado dicación de la manera como deben ser expuespara el XXVIII Salón Nacional de Artes Visuales. tas y lo mismo las obras que necesiten un montaje La organización y la coordinación de este salón especial. Aquellas que no reúnan estos requisiestarán a cargo de la Sección de Artes Plásticas tos no serán admitidas. del Instituto Colombiano de Cultura y el Instituto 82 Las obras que empleen sistemas no tradicionales, serán sometidas previamente a la revide Cultura y Bellas Artes de Boyacá ICBA. La inauguración de la exposición se hará el 15 sión de los organizadores del certamen, quienes de mayo y su clausura el día 15 de junio la zona determinarán si es posible su presentación. Los implementos que sean necesarios para su exhicentral comprende los Departamentos de Boyacá, Cundinamarca y Meta, la intendencia del Cabición, como aparatos de video-tape, cámaras sanare y la Comisaría de Guainía. cinematográficas, aparatos de sonido y demás, Las obras serán recibidas hacia el 30 de abril en serán proporcionados por los autores. el Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá 92 Las obras que lleguen en mal estado al centro ICBA. de recepción no serán expuestas ni los organiLa información sobre el certamen y los formulazadores se responsabilizarán por ellas. Se conrios de inscripción podrán obtenerse en eIICBA. sideran obras en buen estado aquellas que Secretarías de Educación de los Departamenlleven un marco firme y capaz de soportarlas, tos e Intendencias de la zona. Que tengan todos los implementos que requiere Las obras que sean enviadas desde lugares dissu montaje y exhibición, y que no presenten destintos de Tunja deberán llegar debidamente emperfectos en el material de que están hechas, baladas. como rayones en la superficie de una pintura, Las obras no podrán ser retiradas sino después resquebrajamiento de una cerámica o de una de la clausura del certamen el 16 de junio. escultura, huellas de golpes, hendiduras, perfoLas obras deberán ser reclamadas por sus autoraciones y demás signos de maltratos no inheres en un plazo de quince días, contados a partir rentes a la obra. Tampoco serán expuestas del16 de junio. Vencido este término el Instituto obras frágiles cuya presentación implique la poColombiano de Cultura y el Instituto de Cultura y sibilidad de su deterioro durante el montaje o en Bellas Artes de Boyacá no responderán por las el curso de la exhibición. obras no retiradas. Se excluyen aquellas que lle102 El montaje de las obras estará a cargo de los organizadores y los artistas no podrán interguen de ciudades distintas a la sede, las que sevenir en él. Si hay obras que impliquen un monrán devueltas por los organizadores en un plazo taje especial, que deba realizar el mismo artista de quince días. El 111 Salón Regional de la Zona Central de Coéste lo hará en el sentido que le asigne el comité lombia tendrá los siguientes premios: una bolsa organizador y en el momento en que éste lo dede trabajo de $100.000.00 otorgada por ellnstitermine. tuto Colombiano de Cultura y cuatro premios por 112 Cada participante deberá entregar con la obra un formulario de inscripción debidamente valor de $80.000.00, $ 70.000.00, $60.000.00 Y contestado y ñrrnado. Las obras llevarán una fi$50.000.00 de la adquisición. cha de identificación a su respaldo. En el formuZona norte lario de inscripción no podrán figurar seudónimos. ~ La presentación del 111 Salón Regional de Artes Visuales de la zona norte se efectuará en la ciu122 La firma de la ficha de inscripción implica la dad de Santa Marta dentro del programa adopaceptación total del presente reglamento. 132 Las obras que fueren seleccionadas para el tado para el XXVIII Salón Nacional de Artes yisuales. La organización y la coordinación de XXVIII Salón de Artes Visuales, no podrán ser este salón estarán a cargo de la Sección de Arretiradas sino cuando este certamen finalice. tes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura 142 Los organizadores no responderán por los y del Instituto de la Cultura de Santa Marta. accidentes que les ocurran a las obras durante el traslado a ciudades distintas a la sede. . La inauguración de la exposición se hará el 10 de agosto y se clausurará el día 25 de agosto. 152 Los premios serán adjudicados por un juraLa zona norte comprende los Departamentos do nombrado por el comité organizador, cuyos miembros se darán a conocer oportunamente. del Atlántico, Bolívar, Guajira, Sucre, Cesar, Córdoba, Magdalena y la Intendencia de San An162 Las deliberaciones de dicho jurado serán sedrés y Providencia. cretas e inapelables. Las obras serán recibidas hasta el15 de julio en 172 Del fallo del jurado quedará constancia en el Instituto de la Cultura de Santa Marta. un acta debidamente firmada por todos los La información sobre el certamen y los formulamiembros. 182 El jurado tendrá la facultad de escoger las rios de inscripción podrán obtenerse en ellnstituto de la Cultura de Sana Marta, Secretarías de obras que han de representar a la región en el Educación de los Departamentos e IntendenXXVIII Salón Nacional de Artes Visuales. 192 El Instituto Colombiano de Cultura se encarcias de la zona. Las obras no podrán ser retiradas sino después gará de los gastos de embalaje, transporte y sede la clausura del certamen, el 15 de agosto de guro que demande el traslado de las obras escogidas hasta la ciudad sede del XXVIII Salón 1980. Las obras deberán ser reclamadas por sus autoNacional de Artes Visuales y de los que demanres en un plazo de quince días, contados a partir de su devolución hasta la ciudad sede del Salón del 28 de agosto. Vencido este término ellnstituRegional. 202 Las obras escogidas para el XXVIII Salón to Colombiano de Cultura y el Instituto de Cultura de Santa Marta no responderán por las obras Nacional de Artes Visuales serán sometidas a un avalúo por parte del Instituto Colombiano de no retiradas. Se excluyen aquellas que lleguen

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de ciudades distintas a la sede, las que serán devueltas por los coordinadores en un plazo de quince días. El 111 Salón Regional de la Zona Norte de Colombia tendrá los siguientes premios: una bolsa de trabajo de $100.000.00 otorgada por el Instituto Colombiano de Cultura, un premio de adquisición por valor de $50.000.00 otorgado por la Gobernación del Magdalena y un premio de $30.000.00.

El 111 Salón Regional de la Zona Nororiental de Colombia tendrá los siguientes premios: una bolsa de trabajo de $1 00.000,00 otorgada por el Instituto Colombiano de Cultura y un premio de $30.000,00 otorgado por la Cámara de Comercio de Bucaramanga.

Zona noroccidental La presentación del 111 Salón Regional de Artes Visuales de la Zona Noroccidental, se efectuará en la ciudad de Medellín dentro del programa Zona central del sur adoptado para el XXVIII Salón Nacional de Artes Visuales. La organización y la coordinación de La presentación del 111 Salón Regional de Artes Visuales de la Zona Central del Sur se efectuará este Salón estará a cargo de la Sección de Artes en la ciudad de Calarcá dentro del programa Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura y adoptado para el XXVIII Salón Nacional de Artes la Biblioteca Pública Piloto. Visuales. La organización y la coordinación de La inauguración de la exposición se hará el 17 este salón estarán a cargo de la Sección de Arde julio y su clausura el día 16 de agosto. La zotes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura na noroccidental comprende los departamentos y la Casa de la Cultura de Calarcá. de Antioquia, Chocó y Caldas. Las obras serán La inauguración de la exposición se hará el 20 recibidas hasta el 5 de julio en la Biblioteca Púde junio y su clausura el día 20 de julio. boca Piloto. La zona central del sur comprende los departaLa información sobre el certamen y los formulamentos de Risaralda, Quindío, Tolirna, Huila y la rios de inscripción podrán obtenerse en la BiblioIntendencia del Caquetá. ~ teca Pública Piloto, Secretarías de Educación de Las obras serán recibidas hasta el 10. de junio los Departamentos e Intendencias de la zona. en la Casa de la Cultura de Calarcá, Secretarías Las obras no podrán ser retiradas sino des ués de Educación de los Departamentos e Intendende la clausura del certamen, el 20 de agosto. cias de la zona., "as obras deberán ser reclamadas por sus autoLas obras no podrán ser retiradas sino después res en un plazo de quince días contados a partir de la clausura del certamen, el 23 de julio de del 20 de agosto. Vencido este término, ellnsti1980. tuto Colombiano de Cultura y la Cámara de CoLas obras deberán ser reclamadas por sus automercio de Bucaramanga no responderán por las res en un plazo de quince días, contados a partir obras no retiradas. Se excluyen aquellas que lIedel 23 de julio. Vencido este término, el Instituto guen de las ciudades distintas a la sede, las que Colombiano de Cultura y la Casa de la Cultura serán devueltas por los coordinadores en un de Calarcá no responderán por las obras no replazo de quince días. tiradas. Se excluyen aquellas que lleguen de El 111 Salón Regional de la Zona Noroccidental ciudades distintas a la sede, las que serán dede Colombia tendrá los siguientes premios: una vueltas por los coordinadores con un plazo de bolsa de trabajo de $1 00.000,00 otorgada por el quince días. Instituto Colombiano de Cultura y dos premios por valor de $50.000,00 y $25.000,00. El 111 Salón Regional de la Zona Central del Sur de Colombia tendrá los siguientes premios: una bolsa de trabajo de $ 100.000.00 otorgada por el Instituto Colombiano de Cultura y dos premios Acta de premiación de $70.000.00 y $30.000.00. En Bogotá, los días 25 y 26 de noviembre de 1980 se reunieron en la sede del Museo NacioZona nororiental nal, sala de exposición del XXVIII Salón NacioLa presentacion del 111 Salón Regional de Artes nal de Artes Plásticas, los miembros del jurado Visuales de la Zona Nororiental se efectuará en la ciudad de Bucaramanga dentro del programa señora Marta Arjona y señores Angel Kalenberg adoptado para el XXVIII Salón Nacional de Artes y Mirko Lauer, quienes luego de un análisis exVisuales. La organización y la coordinación de haustivo de todas las obras sometidas a su juicio, llegaron a las siguientes consideraciones y este salón estarán a cargo de la Sección de resoluciones: Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Habida cuenta de que la mayoría de los particiCultura y de la Cámara de Comercio de Bucapantes del XXVIII Salón Nacional de Artes Plásramanga. ticas son artistas de las últimas promociones de La inauguración de la exposición se hará el4 de la plástica de Colombia, y que se advierte en el julio y su clausura el día 4 de agosto. conjunto de las obras presentadas intenciones La zona nororiental comprende los departamenplásticas plausibles que no alcanzan -obvias tos de Santander y Norte de Santander, la Intensalvedadesa configurar lenguajes consolidadencia de Arauca y la Comisaría del Vichada. dos, el jurado ha estimado pertinente estimular Las obras serán recibidas hasta el23 de junio en aquellas obras en las cuales es posible discernir la Casa de Luis Perú de la Croix. La información sobre el certamen y los formularios de inscripuna búsqueda que procura rescatar elementos visuales y conceptuales tendientes a expresar ción podrán obtenerse en la Cámara de Comeruna identidad cultural. cio, Secretarías de Educación de los DeparEn tal virtud, el jurado resuelve otorgar las dos tamentos e Intendencias de la zona. bolsas de trabajo de 150.000.00 pesos cada una Las obras no podrán ser retiradas sino después en el siguiente orden: de la clausura del certamen, el 5 de agosto. 1Q Beatriz Jaramillo, Zócalo, 1980, audiovisual. Las obras deberán ser reclamadas por sus auto2Q María Consuelo García, Juego Nº 1, 1978, res en un plazo de quince días, contados a partir técnica mixta. del 5 de agosto. Vencido este término, ellnstituAsí mismo el jurado resuelve conceder las sito Colombiano de Cultura y la Cámara de Coguientes menciones: una mención especial, al mercio de Bucaramanga no responderán por las artista Luis Ernesto Parra, por la obra Aquí yace obras no retiradas. Se excluyen aquellas que lleel que aró en el mar y edificó en el viento, velaguen de las ciudades distintas a la sede, las que ción a destiempo,1980, técnica mixta-collage, y serán devueltas por los coordinadores en un menciones a los artistas Rafael Echeverry, por la plazo de quince días.

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obra Rítmico,1980, acrílico sobre tela, y Esperanza Barroso, por la obra Dibujo 1 ,1980, lápiz sobre dúrex. Por último el jurado se permite sugerir la conveniencia de que aquellos artistas que hubieran obtenido bolsas de trabajo en algún anterior SaIon Nacional sean invitados fuera de concurso, como una manera de testimoniar su evolución posterior al premio por ellos obtenido, y como un marco de referencia y confrontación con nuevas promociones de concursantes. Del mismo modo, el jurado se permite sugerir que, así como ya han sido superadas las barreras entre los diversos géneros de la plástica, y entre las llamadas artes mayores y menores, en futuras ediciones de este Salón Nacional se promueva también la presencia de aquellas manifestaciones plásticas emanadas directamente del contexto de las diversas culturas populares del país, cimiento de su identidad cultural. Marta Arjona, Angel Kalenber, Mirko Lauer.

XXIX Salón - 1985 Acta de premiación Nosotros, los abajo firmantes, miembros del jurado calificador del XXIX Salón Nacional de Artes Visuales, reunidos en el Museo Nacional de la ciudad de Bogotá, el día 18 de septiembre de 1985, luego de considerar todas las obras representadas, acordamos por unanimidad el siguiente veredicto: Premio bolsa de trabajo, por la suma de $1.000.000.00, otorgado por el Instituto Colombiano de Cultura, al artista Ronny Vayda, por su escultura Sin título, año 1984. Premio bolsa de trabajo, por la suma de $1.000.000.00, otorgado por el Instituto Colombiano de cultura, al artista Carlos Salazar, por su obra La carta (Betsabé), año 1984. Premio compartido, consistente en 2 bolsas de trabajo por un valor de $ 500.000 cada una, otorgadas por el Instituto Colombiano de Cultura, para los artistas: a) Alfredo Gómez Palacio, por el conjunto de sus obras, Sin título, año 1984. b) Maria Victoria Girón Velázquez, por su obra conjunta Maniviola, año 1984. El jurado ha considerado oportuno expresar su satisfacción por la reanudación de este importante certamen, interrumpido por varios años. Al mismo tiempo, recomienda a las autoridades del Instituto Colombiano de Cultura crear los mecanismos necesarios para asegurar la continuidad de este Salón Nacional de Artes Visuales, así como tomar las medidas para el desarrollo y estímulo de los salones regionales que le sirven de base. Beatriz González, Santiago Cárdenas, Gloria Delgado, Liliana Porter, Roberto Guevara.

XXX Salón - 1986 Acta de premiación El jurado de calificación del XXX Salón Anual de Artistas Colombianos, integrado por: Shifra Goldman, historiadora y crítica de arte de los Estados Unidos; Pierre Courcelles, crítico de arte y curador francés; Jorge Gómez y Cáceres, historiador de arte y curador colombiano en Francia; Enrique Grau, pintor y escultor y Germán Rubiano, historiador de arte, reunido en el Museo Nacional acordó suscribir la siguiente acta:


12 Destacar la importancia de esta exposición, cuya historia se remonta a 1940 y que en este año cumple su trigésima edición. 22 Destacar la muy buena calidad de muchas obras reunidas, las cuales pertenecen a (204) artistas varios de los cuales fueron invitados por sus largas trayectorias y otros cuantos escogidos por el Consejo Nacional de Artes Plasticas de Colcultura. 32 Indicar que de los 204 artistas participantes, un total de 11 artistas lo hicieron fuera de concurso, algunos por formar parte del Consejo de Artes Plásticas y otros porque "motuo propio" optaron por su exclusión en el concurso. Entre los participantes había pintores, dibujantes, grabadores, fotógrafos, escultores, artistas de técnicas mixtas, y un "perfomer". De esta manera el jurado tuvo en cuenta a 193 artistas. 42 Decir que previamente al estudio de las obras decidió establecer una serie de criterios para llevar a cabo su labor de premiación. Se consideró ante todo que era fundamental examinar el salón como un todo premiar, con la mayor objetividad, sólo lo mejor de la exposición, sin tener en cuenta ni las generaciones de participantes, ni las técnicas o procedimientos de las obras. De igual manera, que debería pensarse en un fallo que respaldara fehacientemente la creatividad de los colombianos. 52 Anunciar que cada uno de los jurados trabajó individualmente seleccionando sus candidatos y luego de una cuidadosa labor suministró la lista de sus escogidos para reunir un grupo numeroso de artistas preseleccionados para los premios. 62 Declarar que, teniendo en cuenta el amplio número de artistas preseleccionados y los reglamentos del salón, se tomó la decisión de otorgar dos premios de $ 1'000.000 cada uno y dos premios divididos en dos partes iguales cada uno. Teniendo en cuenta la anterior determinación, el jurado de calificación otorgó premios a las obras de los siguientes artistas: 12 Leonel Góngora, premio completo de $1 '000.000.00 22 Gustavo Zalamea, premio completo de $1 '000.000.00 32 Alicia Viteri, premio compartido de $500.000.00 42 Víctor Laignelet, premio compartido de $500.000.00 52 Angel Loochkartt, premio compartido de $500.000.00 62 Miguel Angel Rojas, premio compartido de $500.000.00 72 Dado el buen número de artistas preseleccionados y la cantidad de gran número de participantes, el jurado deseó mencionar de manera especial a los siguientes artistas: Ezequiel Alarcón, Ever Astudillo, Ramón Carreña, John Castles, Marco Tulio Espinosa, Manuel Estrada, Umberto Giangrandi, Ignacio Gómez Pulido, Rangel de J. Gutiérrez, Gloria Helena Merino, María Teresa Pardo, Saturnino Ramírez, Pedro Ramos, Alberto Soja, Alfonso Suárez, Ronny Vayda, Gustavo Vejarano, Camilo Velásquez, Rodolfo Vélez. Los artistas premiados y mencionados corresponden a un 11.9% de la participación total. Los premiados y mencionados incluyen veintidos hombres y tres mujeres. Shifra Goldman; Pierre Courcelles; Jorge Gómez y Cáceres; Enrique Grau; Germán Rubiano. Firmado 1986.

en Bogotá,

el día 27 de julio

de

XXXI Salón - 1987 Acta de premiación A los 26 días del mes de octubre de 1987, reunidos en la sede del XXXI Salón Anual de Artistas Colombianos, los jurados Antonio Seguí, Hugh Adams, Lucy Lippard, Juan Cárdenas y Eduardo Ramírez Villamizar, decidimos otorgar por unanimidad: Dos primeros premios de un millón de pesos ($1 '000.000.00) cada uno, a los siguientes artistas: Luis Fernando Peláez por su obra Sin título, 1987; Doris Salcedo por su obra (Montaje) Sin título, 1987. Cuatro segundos premios de quinientos mil pesos ($500.000.00) cada uno, a los artistas: Edith Arbeláez Jaramillo por su obra 100 Personas en fila, 1987; Ofelia Rodríguez por su obra El corset volador, 1987; Carlos Eduardo Serrano por su obra Víctor, 1987; Elena Vargas Tisnes por su obra Próceres, héroes, guerreros serie 6, 1987. Las siguientes menciones honoríficas: Maria Fernanda Cardoso por sus obras Gloria y esperanza, 1987 y Obra negra, 1987; Antonio José Caro por su obra Proyecto quinientos 1987; María Cristiana Cortés por sus obras El triángulo rojo, 1987 y Lodazal, 1987; Liliana Gonzalez Zakzuk por sus obras Dos que vuelen, uno que escriba y otro que tenga hojas, 1987 y dos en dos ... , 1987; Alvaro Enrique Henao por sus obras Stella matutina ora pro nobis, 1987 y Tríptico, 1987; Jase Urbach por su obra Memoria, 1986. Así mismo aplaudimos la iniciativa de descentralizar el Salón Anual de Artistas, organizándolo íntegramente en Medellín, ciudad que ha manifestado tradicionalmente un excepcional interés por las manifestaciones del arte y la cultura. En consecuencia recomendamos que esta política se continúe para los salones venideros. Antonio Seguí; Hugh Adams; Lucy Lippard;Juan Cárdenas; Eduardo Ramírez Villamizar.

XXXII Salón - 1989 Reglamento Aspectos generales El XXXII Salón Anual de Artistas Colombianos se realizará en el Coliseo Naval de la ciudad de Cartagena de Indias, y se inaugurará el día 25 de noviembre de 1988. ~. El Instituto Colombiano de Cultura podrá realizar documentos audiovisuales (fotografía y video) sobre los diferentes aspectos del salón, con el fin de hacer divulgación del evento en el mayor número posible de ciudades del país y además podrá utilizarlos para intercambios culturales con otros países. De la convocatoria El Instituto Colombiano de Cultura convocará a los participantes del XXXII Salón Anual de Artistas Colombianos con la debida anticipación mediante avisos publicados en periódicos de amplia circulación en el país. El aviso de la convocatoria deberá contener como mínimo la siguiente información: a. La palabra convocatoria. b. El nombre del salón. c. Las condiciones personales y de las obras que los artistas deberán hacer llegar al proceso de selección ya la participación en el salón. d. El lugar de recepción del material y fecha límite.

e. Lugarde recepción de las obras para la participación del salón y fecha límite. f. Otros datos que se consideren conducentes a una mayor o mejor información del evento. De la participación Podrán participar en el XXXII Salón Anual de Artistas Colombianos: a. Los artistas colombianos y los extranjeros residentes en el país durante (1) año como mínimo cuya obra sea seleccionada por el jurado. b. Los miembros del Consejo Nacional de Artes Plásticas y de los jurados de premiación y selección podrán participar en el salón pero no tendrán derecho a concursar. En la ficha técnica del salón deberá aparecer la leyenda "participa sin concursar". c. Los artistas invitados. La directora de Colcultura extenderá invitación a los artistas que por decisión del Consejo Nacional de Artes Plásticas deban estar presentes en el salón según criterios definidos y consignados en el acta de los artistas. d. Los artistas que deseen participar sin concursar deberán dejar constancia de este hecho en la ficha de inscripción. Del proceso de selección a) Para efectos del proceso de selección el territorio nacional ha sido dividido en cinco regiones cada una de las cuales contará con un centro de recepción zonal de la siguiente manera: ZONA 12 Comprende los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Tolima, Huila, el Distrito Especial de Bogotá, Intendencias y Comisarías tendrá como centro de recepción zonal la ciudad de Bogotá en las instalaciones de Colcultura, Carrera 3a A N2 18-24 piso 52 teléfonos: 2- 825113 Y 2825004. ZONA 22 Comprende los departamentos de Nariño, Cauca y Valle, tendrá como centro de recepción zonal la ciudad de Cali en el Museo de Arte Moderno La Tertulia, Avenida Colombia Nº 4-105 Oeste, teléfonos: 810047 y 834116. ZONA 3º Comprende los departamentos de Antioquia, Risaralda, Quindío, Caldas y Chocó, tendrá como centro de recepción zonal la ciudad de Medellín en el Museo de Arte Moderno, Carrera 64 B N2 51-64, teléfonos 2302622 y 2304767. ZONA 4º Comprende los departamentos de Santander y Norte de Santander, tendrá como centro de recepción zonal la ciudad de Bucaramanga en el Museo Metropolitano de Arte Mo.cerno, Calle 37 Nº 26-26, teléfono: 50483. ZONA 52 Comprende los departamentos de Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico, Magdalena, Cesar y Guajira. Tendrá como centro de recepción zonal la ciudad de Cartagena de Indias en el Museo de Arte Moderno, Plaza de San Pedro Claver, teléfono: 45815. b) Los artistas nacionales y extranjeros de que trata el literal a) del capítulo anterior, para participar en el evento deberán enviar al centro zonal correspondiente cinco (5) diapositivas de 35 rn.rn., las cuales deberán corresponder a obras que el artista está en disposición de enviar al salón numeradas del1 al5 en orden de preferencia y la ficha de inscripción debidamente diligenciada. El material será recibido a partir de la fecha de publicación de la convocatoria y a más tardar hasta el día 1 de agosto sin excepción. NOTA: la dirección y teléfono del artista, así como todas las informaciones personales en la hoja de vida no deben ser omitidos. e) En cada uno de los centros de recepción estará un miembro o representante del jurado de selección con el fin de prestar asesoría técnica sobre la calidad del material fotográfico que de-

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be enviarse al proceso de selección. Este representante estará los días 25 al 27 de julio y e11º al 5 de agosto de 1988, con el fin de que los artistas puedan aclarar cualquier duda con respecto al proceso de selección, la calidad del material fotográfico y a cualquier aspecto técnico relacionado con el proceso de selección. NOTA: este miembro o representante del jurado de selección cumplirá una función técnica en los centros zonales. Esta función no debe considerarse por lo tanto como una preselección. d) La selección de obras que participarán en el Salón de Artistas Colombianos estará a cargo de un jurado de selección designado por Colcultura según recomendación del Consejo Nacional de Artes Plásticas. e) De las deliberaciones del jurado de selección se dejará constancia en un acta firmada por todos los miembros. f) A los artistas así seleccionados, el Director de Colcultura les cursará invitación personal acornpañada de instrucciones y documentos necesarios para la participación en el evento. g) La lista de seleccionados será publicada el día 5 de septiembre en los centros zonales. De la inscripción Una vez seleccionado por el jurado el artista queda inscrito con los datos y obras diligenciados en la ficha de inscripción. De las obras Las obras con las cuales participarán los artistas en el XXXII Salón Anual de Artistas Colombianos deberán obedecer a las siguientes especificaciones: a) Las de paredes no podrán exceder de dos metros lineales (2 mts) por cada lado. b) Las tridimensionales no podrán exceder de cuatro metro cuadrados (4 mts) de base y altura. e) La obra debe ser enviada en huacal de madera y tapa con tornillo que garantice la conservación tanto de la obra como del huacal, el cual deberá llevar la etiqueta que le sea remitida al artista seleccionado. El incumplimiento de esta norma obligará a Colcultura a abstenerse de cualquier responsabilidad por daños que se presenten en las obras durante el transporte. Las obras deberán ser enviadas con marco y bastidor si son pinturas en tela; enmarcadas con vidrios si son dibujos, fotografías, grabados, acuarelas o cualquier otra técnica sobre papel. Las esculturas, cerámicas u objetos deberán tener una indicación sobre la manera como deben ser expuestas. Las obras que en concepto del artista no puedan ceñirse a los requisitos antedichos serán sometidas a criterio del comité de montaje. En caso de ser expuestas se hará bajo entera responsabilidad del artista. Las obras que empleen sistemas no convencionales serán previamente sometidas al concepto del equipo técnico del certamen, quien determinará si es posible su exposición. Los implementos necesarios para la exhibición de las obras, como aparatos de video, proyectores cinematográficos, aparatos de sonido y demás serán propordonados por el artista; igualmente los gastos de un montaje especial en caso de ser necesarios correrán por parte del artista. No se admitirán las obras que lleguen en mal estado a juicio del equipo técnico del certamen ni aquellas cuya presentación implique la posibilidad de su deterioro en el curso de la exhibición; en caso de ser expuesta se hará bajo entera responsabilidad del artista. Cada artista participará con un máximo de (2) dos obras, realizadas después del 12 de enero de 1987.

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Las obras deberán enviarse a más tardar el 28 de octubre de 1988 al Coliseo Naval de la Ciudad de Cartagena de Indias, Bocagrande, Sede del XXXII Salón Anual de Artistas Colombianos. Con la obra el artista deberá enviar una fotografía en blanco y negro de 20 x 25 cms. de cada una de las dos obras. Al respaldo de cada fotografía deberá constar la ficha técnica y una flecha visible deberá indicar la parte superior.

Devolución de las obras El Instituto Colombiano de Cultura se compromete a devolver las obras en uno de los siguientes centros zonales a elección del artista. - Cartagena, Museo de Arte Moderno. - Medellín, Museo de Arte Moderno. - Bucaramanga, Museo de Arte Moderno. - Cali, Museo de Arte Moderno La Tertulia. - Bogotá, Colcultura.

Del montaje de las obras El montaje del salón estará a cargo de un equipo técnico especialmente nombrado para el efecto, aprobado por el Comité de Montaje designado por el Consejo Nacional de Artes Plásticas, y bajo supervisión del Instituto Colombiano de Cultura. En el proceso de montaje no podrán intervenir los artistas, no obstante, si se presentan obras que exijan un montaje especial que el mismo artista debe realizar, este lo hará en el sitio asignado por el equipo técnico y en el momento que determine. Los gastos de transporte a la ciudad de Cartagena y estadía que este montaje especial demande, correrán por cuenta del artista.

Otras disposiciones Si hubiere discrepancias en la ortografía de los nombres, en el valor de la obra o en cualquier otro dato, prevalece siempre la información diligenciada por el artista en la ficha de inscripción. El catálogo que se publique con ocasión del salón incluirá únicamente la información suministrada por el artista. Los casos ambiguos se solucionarán de conformidad con las recomendaciones del Consejo Nacional de Artes Plásticas. El presente reglamento se publicará con suficiente anterioridad y estará a disposición de los interesados a partir de la fecha de publicación de la convocatoria en los cinco (5) centros zonales. La firma de la ficha de inscripción implica el reconocimiento y aceptación de este reglamento.

De la premiación '" La premiación del salón estará a cargo de un julado compuesto por (5) miembros de reconocida trayectoria designados por el Instituto Colombiano de Cultura según recomendación del Consejo Nacional de Artes Plásticas. Al jurado de premiación pasarán dos (2) miembros del jurado de selección. Las deliberaciones del jurado de premiación serán secretas e inapelables y constarán en un acta firmada por todos los miembros. De los premios El jurado de premiación otorgará cuatro premios individuales e indivisibles de un millón de pesos ($1.000.000.00) además el jurado podrá recomendar la opción de compra de estos premios con un monto de $500.000.00 adicionales al valor del premio. Transporte y seguros Los gastos de transporte, embalaje y seguros de las obras hasta la sede del XXXII Salón Anual de Artistas Colombianos correrán por cuenta del artista. Los gastos de seguros de permanencia de las obras en la ciudad de Cartagena correrán por cuenta de Colcultura, desde el momento de su recepción hasta su devolución o hasta el vencimiento de los plazos de que trata el siguiente punto en su caso. La obra de los artistas seleccionados se asegurará por el valor comercial que sea fijado en la ficha de inscripción hasta por quinientos mil pesos ($ 500.000.00). Clausurado el salón las obras serán transportadas a los centros de recepción zonal dentro de los (20) días siguientes; los artistas deberán retirar sus obras dentro de los cuarenta y cinco (45) días siguientes a la correspondiente fecha de clausura en el centro zonal que para el efecto haya indicado en su ficha de inscripción. Con posterioridad a este plazo, cesa cualquier responsabilidad de Colcultura por daños, pérdida o deterioro que puedan sufrir las obras en poder de los organizadores del certamen. Para efecto de los seguros que se tomarán para cada una de las obras participantes, solamente se tendrá en cuenta la información registrada en la ficha de inscripción, de suerte que cualquier inconsistencia entre la información y la obra exime de responsabilidad tanto a la compañía de seguros como a los organizadores del evento.

Acta de premiación 12 El jurado de premiación del XXXII Salón Anual de Artistas Colombianos, designado por ellnstituto Colombiano de Cultura, Colcultura, estuvo integrado por Raquel Tibol, de México; Bélgica Rodríguez, de Venezuela; Guillermo Angulo, Carolina Ponce de León y Juan Antonio Roda, de Colombia. 22 Las labores del Jurado comenzaron en la ciudad de Cartagena, el día 24 de enero de 1989 a las 11:00 am y concluyeron el 26 de enero a las 18:00 horas. El jurado analizó 151 obras de 86 autores: pinturas, esculturas, dibujos, grabados, fotografías, videos, perfomances y varias técnicas mixtas. 32 Por unanimidad el jurado de premiación decidió otorgar premios de un millón de pesos cada uno a los siguientes autores citados en orden alfabético: Diego Mazuera Gómez; Miguel Angel Rojas Ortiz; Bibiana Vélez Covo; Hugo Zapata 42 El jurado decidió otorgar menciones a: Edelmira Boller; Fabián Rendón Tobón; Pedro Ruiz Correal; A las 18:00 horas del día 26 de enero de 1989 firman: Raquel Tirol; Guillermo Angulo; Juan Antonio Roda; Bélgica Rodriguez; Carolina Ponce De León.



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La presente edición de 3.000 ejemplares, 50 Años - Salón Nacional de Artistas promovida por el Instituto Colombiano de Cultura, se terminó de imprimir en los talleres de OP Gráficas durante el mes de marzo de 1990 bajo la coordinación editorial de AAC. Servicios Culturales Ltda. Carrera 11 Nº 94-02 oficina 121, Teléfono: 218 0528 Bogotá - Colombia


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