Kevin Nieto Vallejo
Pontificia Universidad Javeriana Cali Instituto de Estudios Interculturales Autor: © Kevin Nieto Vallejo Rector: Luis Felipe Gómez Restrepo, S.J. Vicerrectora Académica: Ana Milena Yoshioka Vicerrector del Medio Universitario: Libardo Valderrama Centeno, S.J. La fuerza del campo: Marchas cocaleras de 1996 ISBN: Coordinadora Sello Editorial Javeriano Cali: Claudia Lorena González González e-mail: claudiagonzalezg@javerianacali.edu.co Auxiliar Editorial: Laura Nathaly López Mosquera Diagramado, escrito e ilustrado por Kevin Nieto Vallejo Corrección de estilo: Sandra Tatiana Rodríguez Morales Colaboración de guión y concepto: Carlos Arturo Duarte Torres, Germán Antonio Cardozo Sánchez, Hernán Camilo Montenegro Lancheros y Paola Jurado Bolaños Correspondencia, suscripciones y solicitudes de canje: Calle 18 No. 118-250, Vía Pance Santiago de Cali, Valle del cauca Pontificia Universidad Javeriana Teléfonos (57-2) 3218200 Exts. 8533 - 8364 - 8394 javevirtual@javerianacali.edu.co Formato: 16 x 23cm Santiago de Cali, Valle del Cauca, Colombia.
¡Qué belleza de paisaje, mijo! Mire.
Ese es el río Caguán, hijo. Allí solía ir a bañar con sus tíos, cuando éramos niños.
Uy papá, ¿cómo se llama ese río?
Es hermosísimo…
Hace rato que no viajábamos a San Vicente del Caguán. ¿Cómo estará mi tía Edilma?
Capítulo 1:
Prólogo
ยกWOW!
San Vicente del Caguรกn 2018.
¡Ay, mis tesoros! ¡Qué sorpresota!
¡Hola, tía Edilma!
Buenas tardes, tía, ¿cómo le ha ido?, ¿cómo ha estado?
Tengo cafecito con pan y mantequilla, para que comamos.
¡Uf! Hace rato que no vengo donde mi tía. Ha remodelado mucho su casa.
Luis... ¿qué te he dicho de ver y no tocar?
Tía, ¿puedo ver los álbumes que tiene guardados en su armario?
Sí, tranquilo, mijo. Bien pueda vaya y mire los álbumes.
Me encanta ver las fotos antiguas de mi tía Edilma. Están siempre llenas de historias, anécdotas y recuerdos…
Ojo pues…
¿Qué hay por aquí?
Vamos a ver… 1958, 1996… este es.
Vaya, está muy empolvado….
Estas fotos son algo viejas, mi tía se ve muy joven, como mi mamá…
Pero ¿qué es esto?…
¡Tía, mire lo que encontré!
Es una foto donde aparecen Lisifrey, mi tío Enrique y usted.
Déjeme ver… Es verdad mijo, somos nosotros tres antes de salir a marchar hacia Florencia, Caquetá, en 1996. Hace unos años. Tía, cuénteme qué sucedió allí, ¿sí?
Ay, hermanito, hace tanto que no nos vemos.
Ven, acérquese, Lucho. Le voy a contar una historia… La de las marchas cocaleras de 1996. Pero empecemos desde más atrás, en 1958…
Madrid, Cundinamarca, 1958.
Tenemos que agarrar esa chiva, María.
Espera, Procelio. Esos pájaros siguen allí.
…Y dos se estaban escapando y alcancé a dispararle en la pierna a uno de ellos…
Jefe, es que usted es un excelente tirador.
Capítulo 2:
María Dolores y Procelio ¡Vamos, todos a la chiva!
¿Dónde está Procelio?…
¿Pero qué?
¡Súbete rápido, Procelio!
¡Adiós, desgraciados!
Mis padres se vieron obligados a dejar su hogar, pues la violencia entre chulos y chulavitas merodeaban la ruralidad colombiana.
Tome el timón, Procelio; yo me encargo de distraerlos…
Esto es perfecto…
Vamos más cerca… Solo un poco más. ¡Mátenlos, mátenlos! ¡Esos campesinos no se van a escapar!
¡No se van a escapar de mí! ¡Pásame ese rifle!…
Jajaja, sin combustible no llegarán lejos.
Desgraciados. nos tocó dejar todo atrás, nuestro hogar, nuestros cultivos.
¿Y hacia dónde vamos, Procelio?
Si no estoy mal, llegaremos a la sierra de la Macarena.
esperemos que sí… Oye, tranquila, María. Ya encontraremos nuestro lugar…
Compadre, la chiva está goteando. Deberíamos revisar si agujerearon el tanque de gasolina.
Con razón íbamos tan lento, todo el combustible se regó en la huida…
No nos queda de otra más que caminar. ¿Sin rumbo? No nos podemos arriesgar a quedarnos aquí y que esos pájaros nos alcancen.
Debemos seguir bajando al sur hasta hallar un pueblo que nos acoja.
Caño Cristales, serranía de la Macarena, Meta.
Mis padres caminaron por días, atravesaron la Serranía de la Macarena…
…Algunos se quedaban atrás…
…Pero mis padres los alentaban a seguir de pie. Vamos, don Jacinto, no se dé por vencido.
Llegamos a los Llanos del Yarí.
…Después de una semana caminando, llegaron a los llanos del Yarí; allí se encontraron con una extensa sabana que llegaba a la cabeza de la selva amazónica…
…No demoraron en toparse con otros desplazados por la violencia, un grupo de indígenas piratapuyo, liderados por Miápi-aná…
…Por cosas de la vida, Miápianá y su gente se dirigía hacia Yaguara II, un pueblito donde habitaban indígenas y campesinos víctimas del desplazamiento…
…Allí iban a rehacer sus vidas, e invitaron a María, Procelio y su gente a convivir con ellos. Fue así como Miápi-Aná y mi padre se hicieron compadres, ya que compartían historias desafortunadas similares.…
Yaguara II, 1976.
Míralo, es tan hermoso como tú…
Mi pequeña Edilma.
Sietes años después de mí, nació mi hermano Enrique, en el año de 1976. Mis padres, poco a poco, iban reconstruyendo sus vidas. Mmhh…
Procelio, aquí no fume.
Lo siento, María, estaba un poco pensativo.
Ay Señor, no sé qué hacer con esa planta de coca…
Cinco días antes… Confíe que sí, compadre, sino hacemos trueque con los tucanos.
Capítulo 3:
Como caída del cielo ¿Será que alcanzamos a vender todos estos plátanos?
No. En los trueques siempre termino perdiendo, yo lo que necesito es vender.
Vamos, Procelio, no está pesado, ¿o sí? Sí está pesado; además, usted lleva solo yucas. No sea flojo, compadre… vea, ya vamos a llegar…
Bienvenido al Mercado de Yaguara II
Buenas, buenas, lleven su yuca amarga, para preparar un casabe delicioso.
Plátano, lleve su plátano; lleve uno a dos pesos, tres en cinco pesos.
¡Que no!
Sí señora bien pueda. No, gracias.
No, pero muchas gracias.
Ya compré, gracias. Cacao, lleve cacao.
Esto no puede continuar así. Siempre venimos desde muy lejos, solo para terminar vendiendo dos plátanos y una yuca. Necesita tener paciencia, Procelio; esto de la venta puede ser frustrante. ¿Paciencia? Llevamos dos meses en las mismas.
Lo que necesitamos es otra solución más rentable.
Don Procelio, señor Miapi, ¿qué hacen por acá tan apartados?
Oí por allí que tenías problemas económicos.
Hace rato que no nos veíamos, Juan, usted se perdió.
Y yo le tengo una solución, compadre…
Vea, Procelio, de compadre a compadre, usted no necesita ni venir al mercado, “Ellos” van a la puerta de su casa. Yo estoy por acá es por otros negocios.
Mire, cultive coca, con esta planta usted va a beneficiar a su familia…
Jumm… Ese señor no me da buena espina.
Además, no pesa, porque solo son pequeñas hojas, a diferencia de ese costal de yuca o ese racimo de plátano…
…La coca se vende rapidito y no tiene que pensar en tanta vaina, es más le regalo esta chapola de coca.
Uy, gracias, compadre, por este regalo.
Hasta luego, Miápi, Procelio, nos vemos después.
¿Va a dejar los plátanos allí? Ya no los necesito más.
No me convence. Creo que se está metiendo en una vaina rara, compadre.
Solo es una planta.
Pero ¿a qué costo? Vea, compadre, esa planta es sagrada, solo se debe usar con fines medicinales…
Es su sustento, compadre.
Ya no. Esta planta me llegó como caída del cielo y si Juan dice la verdad, podré mantener a mi familia.
Esa planta no debería comercializarse, no está bien hacer eso…
¡Vea, compadre, no quiero ser grosero con usted, pero mi segundo hijo está a punto de nacer, usted no tiene ni esposa!
Procelio…
Yo sí tuve esposa… Pero lamentablemente enfermó y murió…
Ya llegamos a su casa, seguiré mi camino.
Por tu terquedad Procelio, va a ocasionar situaciones que va a lamentar. ¡Si me va a maldecir, es mejor que se vaya de mi finca, Miápi-aná!
Hola, tío Mia…
Yo ya me voy, Procelio, pero quedó advertido.
Ay, Edilmita, cuida mucho a tu madre, a tu nuevo hermanito, pero sobre todo a tu padre.
Esa fue la última vez que ví a mi tío Miápi-aná.
Edilma, vamos adentro.
¿Y mi tío no viene?
Cinco días después. …Estaba pensativo, pues perdí a un amigo en estos días, pero más que nada tenemos que tomar una decisión…
¿Cuál, Procelio?
Si cultivamos coca o no.
Mi padre cultivó coca durante los siguientes veinte años…
Capítulo 4:
Los problemas
Mi hermano ya tenía veinte años y yo ya llegaba a los treinta; ambos trabajábamos de raspachines, que son quienes deshojan las plantas de coca.
Mi padre y mi madre pudieron mantenernos y todo marchaba bien.
Por cuestiones de empleo llegaron afrodescendientes desde Tumaco hasta Yaguara II; todos se integraron en la finca de mi padre, trabajaban también como raspachines. Entre esos raspachines uno se hizo muy amigo nuestro: Lisifrey Carabalí. Juntos intercambiábamos saberes campesinos y afros. Así, poco a poco, Lisifrey se volvía parte de nuestra familia.
Mi madre, al principio, no estaba de acuerdo con la comercialización de la coca, pero al ver que nosotros nos alimentábamos, se sentía satisfecha y feliz.
Procelio, quítese el sombrero que ya vamos a almorzar. ¡Uy, Doña María, le quedó delicioso el sancocho de gallina!
Muchas gracias, Lisifrey.
La coca se vendía rápido, ya mis padres no tenían que ir hasta el mercado.
Gracias a la coca, mi padre ganaba dinero; seguía sin ser mucho, pero bastaba.
¿Dónde están las hojas, don Procelio?
y con ese dinero, mercaban nuestra comida de todos los días.
Bien pueda, mijo, están aquí en el patio.
TOC TOC
26 de julio de 1996.
Todo iba muy bien, hasta que empezaron a llegar los problemas.
Me temo que debo informarles que deben eliminar los cultivos de coca que tienen, por orden del Estado, pues estos cultivos son de uso ilícito.
Buenos días, señora María Dolores y señor Procelio. Me presento: soy el comandante Gutiérrez y vengo en representación del Ejército Nacional de Colombia y necesito hablar con ustedes.
Esto quiere decir que su uso es ilegal, y así ustedes dos no estén involucrados con el uso final que se le dá a este producto, ustedes lo cultivan…
Entonces, tienen dos opciones: o eliminan la coca o me veré obligado a fumigar el terreno.
¿Qué haremos, Procelio?
Dicho esto, me despido de ustedes dos. Que tengan una feliz tarde, cualquier cosa me avisan por este número.
De esto era lo que me quería proteger Miápi-aná…
Maria… Yo… Yo…
¡María, no nos dejaremos quitar nuestros cultivos!
¡Así se habla papá! No nos vamos a dejar quitar nada.
Escuchamos todo y no dejaremos que nos quiten lo que ustedes dos han construido.
Con esas fumigaciones no solo se acaba la coca, sino también los otros cultivos.
Si es verdad lo que dice Lisifrey, hay que hacer algo rápido.
Lo que mi padre no sabía es que esta misma situación ocurría en otros departamentos como Guaviare, Caquetá y Putumayo.
Nosotros no somos de aquí, fuimos desplazados de Madrid, Cundinamarca, por la violencia entre liberales y conservadores. Nos volamos en una chiva con un puñado de gente. Atravesamos la Serranía de la Macarena y, finalmente, llegamos a Yaguara II, donde vivimos desde entonces…
Hay que tener un plan para llegar a un acuerdo con el gobierno.
Yo tampoco quiero que me quiten mis cultivos, ni mi hogar, pero tampoco quiero que me quiten a mis hijos…
Podríamos realizar una marcha, camino a Florencia. Debemos invitar a los vecinos para que nos unamos y marchemos por nuestros cultivos de coca, así Colombia nos va a oír. ¡Enrique, Edilma y Lisifrey, mañana madrugan a invitar a cada poblador de Yaguara II!
27 de julio de 1996.
Salimos los tres a las seis de la maĂąana, para avisarle a los vecinos lo que iban a hacer con los cultivos de coca, si no llegĂĄbamos a un acuerdo.
Invitamos a cada vecino a marchar en contra de las fumigaciones.
y los vecinos nos apoyaron con la causa, pues no querĂan perder sus cultivos, ni sus hogares.
Con el caucho no me gano ni la mitad de lo que gano con los cultivos de coca… ¡Cuenten conmigo para la marcha!
Desde que empecé con el cultivo de la coca, mi vida cambió, mi familia está más unida que nunca, no me puedo quejar de ello.
Cuenten con nosotros, Edilma. Nadie va a fumigar estos campos.
Vivo con mis hijos de tres y cinco años, mi esposo falleció y quedé sola; lo único que sé hacer es deshojar la coca y eso le da comida a mis hijos, así que cuenten conmigo.
Soy muy joven para quedar sin empleo; además, con lo que me gano como raspachín puedo comprarle las medicinas a mi mamá.
Todos necesitaban de la coca casi que, para sobrevivir, y la destrucción de sus cultivos significaba casi la destrucción de la vida de ellos.
Todos están de nuestro lado. Ya tenemos el apoyo de los vecinos.
Mañana nos vemos y seguimos planeando esto.
Por ahora, planeemos la marcha; que sea pacífica, pero que no paremos hasta llegar a Florencia.
¡Descansa!
¡Nos vemos!
Una marcha nunca es pacífica, Edilma. Somos del campo y quizás la gente citadina nos mire como guerrilleros. No es fácil hacerlos entender…
Pero si no somos guerrilleros, solo queremos autosustentarnos.
Lisifrey tiene razón. Debemos tener cuidado y enfrentarnos a lo peor en esa marcha. No sabemos cómo contestará el Estado.
Bueno, descansemos que mañana será un nuevo día.
…Pero no uno tan bueno.
¿Pero, qué?
Fumigación confirmada, cambio.
Capítulo 5:
La fumigación
¿Sin ninguna advertencia? ¿Es en serio? ¿No saben que hay gente aquí?...
¡Estos desgraciados!...
¿Cómo estás mamá?
No te preocupes, seguro fue el frío.
Eso no fue el frío, es el veneno de esas avionetas fumigadoras.
Me despertó un estruendo. ¿Qué pasó?
Madre, ya te traigo una aromática…
Pero esto…
Edilma, fumigaron sobre nuestra finca y mamá enfermó.
¿Qué? ¿Y sin aviso ni nada?...
¡no se va a quedar así!
Usted tenía razón, Miápi-aná… esto no iba a acabar de buena forma…
Usted me advirtió. Sin embargo, fui terco.
Si te hubiese hecho caso… Pero el error ya lo cometí…
Tenemos que marchar, por nuestras tierras, nuestros cultivos y nuestro bienestar. ¡Vamos a marchar hacia Florencia Caquetá!
¡Nosotros vamos contigo!
Debemos convocar a todos los vecinos de nuevo, debemos preparar esta marcha.
Debemos organizarnos, porque las cosas se pueden complicar, padre.
Tengo compañeros cocaleros en el Guaviare, en el Caquetá y en el Putumayo; les voy a avisar que mañana salimos a primera hora.
Corramos la voz, el Gobierno nos debe escuchar y deben parar estas fumigaciones.
Los vecinos lo están esperando afuera.
Don Procelio, buenos días.
¡Estas fumigaciones nos están envenenando! ¡Vamos a marchar!
¡Fumigaron encima mío, no tienen respeto!
¡Colombia nos debe escuchar!
¡Mis cultivos de yuca y cacao se están muriendo por estas fumigaciones!
¡Vamos a marchar hacia Florencia, Caquetá!
Alistemos de todo: comida, aguapanela, ollas, porque el recorrido va a ser largo y durará varios días. Hasta que lleguemos a un acuerdo.
Putumayo, 6:00 a. m., 29 de julio de 1996.
Más de cien mil personas, entre pequeños comerciantes, cocineros, raspachines y cultivadores de coca, salieron ese día. La mayoría de los marchistas éramos los raspachines, jóvenes que no querían perder nuestro único empleo y de lo que dependía la vida de algunos. Marchábamos de día y descansábamos en la noche. Íbamos con paso fuerte y erguido.
Caquetá, 6:00 a. m., 29 de julio de 1996.
Guaviare, 6:00 a. m., 29 de julio de 1996.
CapĂtulo 6:
Marchas Cocaleras de 1996
San Vicente del Caguán, 1996.
Durante la marcha, muchas personas mostraron su solidaridad con nosotros, nos brindaban comida, agua y aliento.
¡Uy, está bien fría!
¡Mija, mija! Aquí tengo aguapanela, espere un momentico pa’ que tome.
¡Uy, mija! Estaba sedienta. ¿Cuánto llevan caminando?
Llevamos tres días, señora, pero ya falta poco ¡Oiga, muchas gracias! ¡La aguapanela estaba muy rica! Ay, Dios la bendiga, mijita…
El Santuario, Caquetá, 2 de agosto de 1996. Sabíamos que todo se tornaría más pesado y violento, a medida que nos acercábamos. Las autoridades no nos querían dejar pasar.
¡No den ni un paso más!
Sin embargo, no nos daríamos por vencidos.
Íbamos preparados por si había disturbios o enfrentamientos; sabíamos que sería arriesgado…
Pero pudimos con la contención.
Sin embargo, el enfrentamiento en El Santuario no se comparรณ nada como cuando llegamos al puente San Pedro, entrada a Florencia.
Se veían caer las bombas lacrimógenas de un lado…
mientras que del otro lado lanzábamos piedras y bombas molotov…
Unos se tiraban al río para echarse agua en la cara, pues la picazón de las bombas lacrimógenas era insoportable.
Entre nosotros había camarógrafos y periodistas documentando nuestra marcha, pero fueron muy arriesgados: en un instante, quedaron entre el Ejército y nosotros. Antes no les pasó nada…
Y luego pasó lo inesperado… ¡Adelante!
¡Vámonos, Enrique! ¡No podemos contra esa tanqueta!
¡No daremos ni un paso atrás, no más fumigaciones!
¡Enrique!
La lucha duró tres meses, mijo. Fue una marcha legendaria, para conmemorar, pues muchos murieron, no solo campesinos, sino también soldados del Ejército.
¿Y mi tío… el…?
Pero, tía, entonces, ¿cómo terminó todo?
Sí, mijo, el murió, pero no fue en vano… y séquese esas lágrimas.
Es triste eso, pero es más triste ver como colombianos se mataban los unos a los otros.
Pues, mijo, la lucha que dimos terminó en algunos acuerdos.
A raíz de las marchas cocaleras, mijo, el Estado dejó de fumigar nuestros sembrados.
ZRC - Guaviare.
Perla Amazónica en Puerto Asís, Putumayo.
Además, se iniciaron tres Zonas de Reserva Campesina, donde nosotros, como campesinos, podíamos ordenar, planificar y defender nuestro territorio.
Pato - Balsillas, Caquetá.
En estas zonas de reserva campesina, empezamos a cultivar otros sembrados, como maíz y cacao…
Por nuestra parte, sustituimos muchos de nuestros cultivos de coca…
mientras que otros decidieron seguir cultivando coca en otros lugares…
Nosotros estamos listos para ponernos las botas y empezar a caminar…
Pero, mijo, esta lucha aún no ha terminado, falta mucho camino por recorrer…
Este hecho histórico para el campesinado colombiano va a quedar en nuestro recuerdo, en cada corazón…
y siempre esas marchas cocaleras van a representar el poder que nosotros tambiÊn tenemos‌
Como campesinos y campesinas.
Fin.
La movilización de los cocaleros, en el año de 1996, fue motivada por las políticas estatales de fumigaciones a los cultivos de coca, pues era —y es — un cultivo ilegal en el país. En un panorama de pobreza, de falta de oportunidades y de abandono estatal, los campesinos se vieron obligados a cultivar matas de coca para obtener el sustento de sus familias; esto, posteriormente, les significó la violencia generada por el conflicto armado. El paro tuvo eco en regiones del piedemonte Amazónico y cercanas a dicha región, como en los departamentos del Caquetá, Putumayo, Nariño, Cauca y en la ciudad de Neiva. Este paro fue fundamental, porque los cocaleros exigieron reconocimiento como ciudadanos y no como delincuentes, sustitución de los cultivos de uso ilícito, en vez de erradicación con fumigaciones, ya que estas acciones contaminaban el agua y sus cultivos de pancoger. El paro, que duró 45 días, tuvo como actores centrales a los cultivadores, los narcotraficantes, las FARC y el Gobierno, cada uno con sus respectivos proyectos políticos. “Estas marchas marcan otra etapa significativa en la historia al lograr movilizar alrededor de cien mil marchistas entre cultivadores, raspachines, compradores y comerciantes, quienes exigían al Gobierno nacional inversión social, la suspensión de las fumigaciones con glifosato y expresar su voluntad para sustituir de manera gradual y voluntaria los cultivos de coca a cambio de garantías efectivas para la producción y comercialización agropecuaria de la región. A pesar del hostigamiento militar y la persecución a los dirigentes sociales, estas marchas duraron varios meses, tiempo durante el cual se paralizaron las actividades comerciales y la producción petrolera, se presentaron enfrentamientos entre la fuerza pública y los campesinos, dejando víctimas que aún la historia no ha logrado cuantificar” (Uribe, G. Ferro, J. 2002).
Referencias Uribe, Ferro. (2002). Las marchas de los cocaleros del departamento de Caquetá, Colombia: contradicciones políticas y obstáculos a la emancipación social. Cuadernos de Desarrollo Rural. (49), pp. 59-84. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11704905. Salcedo, Pinzón, Duarte. (2013). El paro nacional agrario: un analisis de los actores agrarios y los procesos organizativos del campesinado colombiano. Recuperado de https://www.javerianacali.edu.co/sites/ujc/ files/node/field-documents/field_document_file/el_paro_nacional_ agrario-_un_analisis_de_los_actores_agrarios_y_los_procesos_ organizativos_del_campesinado_colombiano._centro_de_estudios_ interculturales._.pdf. González. (2012). Colonización, memoria y resistencia. Construcción del territorio Yaguara II (Llanos del Yarí, Colombia) desde el destierro. Boletín de Antropología Universidad de Antioquia. Vol. 27 (44), pp. 6888. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=55726909004. Ramírez. Los movimientos cívicos como movimientos sociales en el Putumayo: el poder visible de la sociedad civil y la construcción de una nieva ciudadanía, pp. 127-149. Recuperado de http://www.bdigital.unal. edu.co/1497/4/04CAPI01.pdf. Salgado. Procesos y estrategias socio.organizativas en el Guaviare, pp. 150-172. Recuperado de http://www.bdigital.unal.edu. co/1497/4/04CAPI01.pdf. Ramírez. El movimiento cafetero campesino y su lucha contra los efectos de la apertura económica, pp. 173-204. Recuperado de http:// www.bdigital.unal.edu.co/1497/4/04CAPI01.pdf.