Taller 7 quince aĂąos
Taller 7 quince aĂąos
Índice
Edición: Adriana María Pineda Estrada Mauricio Carmona Rivera Wallace V. Masuko Textos: Adriana María Pineda Estrada Albany Henao Alejandra Jaramillo Alejandro Martín Maldonado Andrea Ganuza Carlos Carmona Pineda Catalina López B. David Escobar Parra Elena Acosta Ernán Estación Tijuana (Lucía Sanromán y Marcos Ramírez “erre”) Eva Bañuelos Gabriela Torres Olivares Jaime Cerón Javier Álvarez Rojas José Antonio Suárez Londoño joni b Julián Urrego Luis Fernando González Escobar María Isabel Vélez Mauricio Carmona Rivera Milton Valencia Mónica Pineda Estrada Paola Peña Powerpaola Sebastián A. Restrepo Taller 7 Wallace V. Masuko Ilustración portada y páginas interiores: 13, 87, 127, 243, 291. Powerpaola
Sebastián A. Restrepo Luis Fernando González Escobar Mónica Pineda Estrada Andrea Ganuza Elena Acosta Taller 7 Entrevista de Catalina López B. a Taller 7 Alejandra Jaramillo Jaime Cerón Paola Peña Taller 7 Eva Bañuelos Mauricio Carmona Rivera Estación Tijuana y Taller 7 Gabriela Torres Olivares Ernán Alejandro Martín Maldonado Wallace V. Masuko Wallace V. Masuko David Escobar Parra César Guzmán “yeyo” (1982-2007) Liliana Ramírez López (1972-2011) Taller 7
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Prólogo Adiós en parranda La casa de Taller 7 El proceso La Capilla Sixtina La literatura en el Taller. Dos intentos de una Casa tomada Inventario. 7 años en el 7 Inventario (cada día es como el último) Rechazando las consecuencias del triunfo Taller 7, un espacio de arte en Medellín ¿Qué son las prácticas artísticas autogestionadas? Decurso a destiempo. De proyecto colectivo a espacio autogestionado Las pequeñas cosas son las grandes galaxias Una multitud cada viernes: las sesiones de dibujo Correspondencia Proyecto Coyote Taller 7 Una temporada en Taller 7 Infrarroja Madura…crece…perucito. Al espíritu de Juan Javier Salazar Poema concreto para Yeyo Calendario Propagación Nueve versiones del 7 Adriana María Pineda Estrada Albany Henao Orozco
Fotografía: Alejandro Gutiérrez: 64-67. Andrea Ganuza: 43. Iván Carazo: 40-41, 131-133, 135. Jens Jensen: 26-27. Taller 7: 18, 28-30, 38-39, 134 .
Carlos Carmona Pineda
Diseño: Lina Rada
Powerpaola
Impresión: Artes y Letras S.A.S.
Javier Álvarez Rojas Julián Urrego
María Isabel Vélez Mauricio Carmona Rivera Milton Valencia Ortega
266 Biografías 291 Corto recetario joni b 299 Taller 7
Julián Urrego
ISBN 978-958-48-5268-7 www.tallersiete.org taller7@gmail.com
José Antonio Suárez Londoño Taller 7
Insertos: Dibujo para Taller 7 y el grupo de retratistas de los viernes De invitaciones (afiche)
Prólogo Y allí donde el arte se vuelve operación táctica de asalto y desborde, es donde surge el claro reconocimiento de que al crear estamos generando nuevos canales de sentido, tocados todos ineludiblemente por las condiciones escenográficas desde donde cada discurso es pronunciado. No producimos significados, producimos fricciones entre ellos. No producimos narrativas, producimos cortes entre las mismas. Y más específicamente aún: no generamos objetos, generamos acciones. Cada movimiento en el marco del arte se convierte entonces en una decisión fundamentalmente semántica (y política): desde el lugar expositivo, la forma de despliegue espacial, el tipo de luz designada, hasta los materiales elegidos por el artista, el período de exposición, las palabras usadas. Miguel López1
Soy Boecio, autor de la Consolación de la Filosofía. Considero que la historia es una rueda. <<La inconstancia es mi esencia>>, dice la rueda. <<Elévate conmigo si así lo quieres, pero no te quejes cuando vuelvas a caer en las profundidades. Los buenos tiempos se van, pero también los malos. La mutabilidad es nuestra tragedia, pero también nuestra esperanza. Las peores épocas, como las mejores siempre pasan>> en 24 hour party people, de Michael Winterbottom
Este libro se propone como un viaje a través de los quince años de existencia de Taller 7; más allá de hacer un recuento de los proyectos realizados, intentamos detenernos en algunos instantes, visuales y escritos, que nos permitieran desplegar un archivo fragmentario colmado de encuentros y acontecimientos, que fueron los insumos básicos de nuestros procesos de creación colectiva, reflexión e intercambio. 1. Miguel López, Juanacha la revista, Medellín, No. 0, 2007, p. 7. Esta publicación de La Culpable (Lima, Perú) fue realizada durante su residencia en el Encuentro Internacional MDE07, y recoge la experiencia de los colectivos y espacios autogestionados invitados al eje curatorial Espacios Anfitriones por medio de una serie de entrevistas realizadas a algunos de los participantes.
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Un viaje que implica una compleja labor introspectiva, que no podrá dejar de lado el carácter afectivo, la experiencia, la crítica por medio de la acción, la apertura de espacios de confluencia y su inextricable relación con la fiesta, el rito e incluso, la revuelta, aristas que encarnan los acontecimientos sociales como lo ha planteado Manuel Delgado, para quien la resignificación simbólica de los espacios de enunciación se da en el flujo que emerge entre las esferas privadas y su correspondiente repercusión en las formas de apropiación del espacio urbano. Un camino sumamente intrincado ante la dificultad de dar cuenta de la experiencia, donde corremos el riesgo de terminar cuantificando algo que no es susceptible de serlo; las cifras no podrán dar cuenta de los sueños, esfuerzos, discusiones, partidas, ante un proceso latente, vital, en el que insistentemente regresamos a la importancia de la conversación y la subsecuente generación de ideas que permiten la creación de otros mundos. Siguiendo a Miguel Morey, “una idea es un modificador de la conciencia, indica una mutación en el conjunto de nuestro régimen de atención. Pensar es siempre someter nuestra construcción de lo real a un determinado proceso de transfiguración, de la escala que sea. Una idea es un mundo posible, el dibujo de una dimensión específica entre todas las experiencias posibles”2. No ha sido fácil llegar hasta aquí. Hace más de un año estamos preparando el cierre de Taller 7 y desde entonces venimos gestionando los recursos necesarios para realizar este libro, pero paradójicamente, muchas de las puertas con las que habíamos contado en los últimos años se cerraron justo ahora y la obtención de los fondos llegó a parecer inalcanzable. Sin embargo, la posibilidad que nos parecía más compleja, que era obtener la Beca para publicaciones artísticas de MinCultura, surgió como un último estertor que nos permitió poner en marcha este proceso editorial que es para nosotros una parte fundamental de este rito de paso. La concepción del libro, la escritura y reescritura de textos, la exhaustiva revisión del archivo existente, la insistente y terca búsqueda de material disperso, refundido y rescatado de discos duros formateados en distintos y en algunos casos, remotos lugares, así como la paciente labor de diseño que implicó procesos y reprocesos ante la imposibilidad de compilar la totalidad del material previo al inicio del montaje, ha hecho de esta publicación un nuevo esfuerzo colectivo realizado en pocos meses, que 2. Miguel Morey, “De la conversación ideal. Decálogo provisional”, en: Pequeñas doctrinas de la soledad, Editorial Sexto Piso, México D.F., p. 428.
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replica en cierta medida la inmensa labor de muchas personas, consecuente con unas prácticas colaborativas desarrolladas a lo largo de estos años, convirtiéndose ésta, en una oportunidad para dejar una huella, rastro o indicio de estos procesos, que tienden a diluirse con el tiempo ante el incontenible flujo de información y la impresionante eclosión de espacios autogestionados en los últimos años, que si bien han aumentado en cantidad, difícilmente lo hacen en continuidad, probablemente porque a pesar de que el panorama se ha fortalecido, aún persisten muchas dificultades estructurales en el sector, en cuanto a las condiciones de permanencia, y a las posibilidades de transmisión de experiencias y saberes a través de mecanismos de preservación de la memoria de los procesos, que permitan miradas retrospectivas acerca de estos proyectos para que logren encontrar nuevos canales de inserción y difusión. Nos vemos nuevamente frente a la fragilidad que caracteriza estas iniciativas; ya tempranamente la habíamos avizorado con la desaparición de otros espacios, que poco tiempo después de conocerlos, cesaban actividades. El Vicio Producciones y El Bodegón de Bogotá, El Basilisco de Argentina, La Culpable de Perú –que obstinadamente sobreviviría unos años más como La ex Culpable-, y por estos últimos días, PorEstosDías de Medellín. La potencia de estos espacios radicó precisamente en esta fragilidad, en su aparente inestabilidad, en su flexibilidad y capacidad de inserción en las grietas que dejan las instituciones y el mercado. A nosotros quizás nos costó un poco más asumir aquello que decía Óscar Muñoz cuando como curador de los Espacios Anfitriones del Encuentro Internacional de Medellín, MDE07, manifestaba que estos espacios poseen sus temporalidades y ciclos de existencia particulares, a los cuales debíamos estar atentos, para así darles paso en el momento indicado. O quizás no, quizás estos quince años con sus altibajos, crisis y conflictos fueron necesarios para cerrar nuestro propio ciclo. Mejor sucumbir que burocratizarse, mejor escapar a la inercia de la sobreoferta cultural, mejor renunciar de antemano que entregarse a la implementación de un modelo de cultura que privilegia unas lógicas perversas. El libro se estructura en cuatro bloques, el primer trayecto se va abriendo paso entre las baldosas y paredes, en un recorrido hasta las entrañas de la casa, entreverando imágenes con textos que hablan del espacio en sus múltiples dimensiones. Comienza con una infernal parranda vallenata de aquel viejo juglar Sebastián A. Restrepo que
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despliega en cada recóndito rincón de este hogar secretos, mentiras, fantasmas, verdades. La memoria urbana, los procesos sociales e históricos a través de la mirada de Luis Fernando González Escobar, en un ensayo construido a partir de quienes, con proyectos, hemos habitado estas viejas casas del centro que se han resistido a fenecer. El proceso, escrito por Mónica Pineda, nuestra abogada ad hoc, que con tanta paciencia nos representó durante más de 13 años ante la querella con una vecina que hace parte de los recuerdos de casi todos los residentes y visitantes del Taller. Las cartografías literarias de Elena Acosta, que despliegan un recorrido afectivo por las tertulias de los primeros años. Y, cerrando el bloque, el proyecto Inventario, una suerte de ofrenda colectiva a esta casa, que realizamos los integrantes de Taller 7 en 2010. El segundo trayecto, propone lecturas múltiples acerca de la gestión desde las artes visuales, que permite revisar cuál ha sido el rol que ha jugado Taller 7 en relación al sistema, mucho más amplio y complejo, de las prácticas artísticas; un espacio de reflexión acerca de los cambios que han acontecido a lo largo de este período, las actuales dinámicas y las transiciones y rupturas con los nuevos modelos de gestión. El bloque lo abre Alejandra Jaramillo, artista y cofundadora de PorEstosDías, un espacio que tuvo una intensa y entrañable actividad entre 2012 y 2017, dinamizando, oxigenando la escena local y dislocando los lugares comunes de encuentro. Jaime Cerón realiza una lectura del panorama de las prácticas artísticas del país en las últimas décadas, quien desde su trabajo en el sector público proyectó políticas que contemplaron este tipo de prácticas. Por su parte, Paola Peña comparte un segmento de una investigación que viene desarrollando, una suerte de genealogía de los espacios autogestionados de Medellín, en un intento por apresar las discontinuas formas de operar que poseen estos proyectos. Continuamos nosotros con un ejercicio necesario de recapitulación de nuestra actividad, no exento de crítica y autocrítica, un decurso a destiempo; un ensayo que mira retrospectivamente, que retoma parte de otros textos escritos y reescritos desde hace varios años, y que aún se encuentra inacabado. Cierra este bloque Eva Bañuelos Trigo, quien fue coordinadora de Residencias_en_red [Iberoamérica], haciendo un balance de esta red y de la experiencia durante su residencia en gestión, abriendo preguntas acerca del trabajo colaborativo y la incidencia del afecto en sus dinámicas.
desarrollamos. Abre con un texto breve escrito por uno de los integrantes del Taller acerca de las sesiones de dibujo de los viernes, ese otro proyecto, promovido por José Antonio Suárez Londoño, que albergó la casa y que posee sus propias lógicas de existencia paralela, en el que tantas personas han podido encontrarse alrededor del dibujo un día entero por semana desde hace 14 años; sesiones, que valga la digresión, sobrevivirán a nuestro espacio. El Proyecto Coyote de Estación Tijuana, realizado en el marco del MDE11, se presenta a través de la correspondencia con Lucía Sanromán y Marcos Ramírez “erre”, y un texto escrito por Gabriela Torres Olivares, quienes, entre otros, hicieron una de las más multitudinarias y divertidas residencias artísticas de nuestra historia. Alejandro Martín narra en primera persona su temporada en Taller 7, a partir de su experiencia fragmentaria como residente en el marco del MDE15, indicando relaciones, coincidencias y señales compartidas, conversaciones en proceso que anticipan el ensayo visual de Wallace V. Masuko, hecho en tonalidades pardas, infrarrojas, donde condensa de forma atrabiliariamente mística sus múltiples días como residente-anfitrión de Taller 7. Culmina este trayecto, con aquellas páginas que jamás debieron existir, afectuosos homenajes a artistas y amigos que dejaron su huella indeleble en esta historia; Juan Javier Salazar Pereira (1955-2016), quien realizó una residencia en 2015 y al que Wallace V. Masuko hace pocos días, el 2 de noviembre de 2018, le organizó la exposición póstuma Cómo encerrar un espíritu, que reunió parte de la obra que dejó dispersa en este valle, al que nos confesó que quería volver para escribir una novela erótica; César Gúzman “yeyo” (1982-2007), artista y skater que inauguró Calle53 el jueves 16 de octubre de 2003, la primera exposición individual que realizamos en el espacio, en la que el artista consiguió desplegar su furia de sangre y asfalto sobre las conmocionadas paredes del Taller, y a quien David Escobar Parra dedica en este libro el Poema concreto para Yeyo; Liliana Ramírez López (19722011), quien en la noche del lunes 7 de julio de 2003, realizó una proyección con diapositivas previamente intervenidas que eran modificadas durante la presentación en vivo, con un difusor que generaba movimiento y las desvanecía en el espacio, una performance en la que contó con la colaboración de los músicos de Otra Banda.
El tercer bloque, compila experiencias de artistas, curadores y gestores que hicieron parte de Taller 7 y permite una aproximación a los formatos y dispositivos que
El último trayecto, presenta Nueve versiones del siete, un intento de escribir a dieciocho manos, desde la perspectiva de cada fundador, un texto imposible de hacer de otra manera, un cadáver exquisito, si se quiere, que continúa dando cuenta de la dificultad del trabajo conjunto. Una difícil travesía en la que
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Sebastián A. Restrepo se encargó de abrir camino colaborando en la edición del texto. No de otra manera podía ser, como bien lo dice Miguel Morey, Las ideas no pertenecen a nadie, una vez enunciadas. Antes de enunciarse, no es posible saber si las ocurrencias son ideas o no3. […] En cierto modo, una idea es una visión, algo que construye una mirada. Una idea no puede ser refutada, sólo puede ser vista más claramente. O desestimada. Toda idea puede ser desmontada y reconstruida, mejorada o desvirtuada, pero, y según lo anterior, por bueno que sea el resultado de estas operaciones, éste no pertenece a nadie. Ésta es la garantía que permite que el juego sea juego. Y el premio en juego, ya sabemos cuál es: Seguir jugando4.
No queda más que agradecer infinitamente a todas aquellas personas que hicieron parte de este proceso desde el comienzo y a quienes se sumaron a lo largo del camino. A nuestras familias siempre incondicionales, a nuestros amigos siempre permisivos y a todos los artistas, gestores, curadores y colaboradores que hicieron parte de nuestras actividades. Especial agradecimiento para aquellos seres amados que quisiéramos que estuvieran y que nos dejaron su amor y recuerdos. Taller 7 Medellín y Bogotá, 7 de noviembre de 2018
El texto contó con la participación de todos los fundadores de Taller 7, Adriana María Pineda Estrada, Albany Henao Orozco, Carlos Carmona Pineda, Javier Álvarez Rojas, Julián Urrego Gil, María Isabel Vélez, Mauricio Carmona Rivera, Milton Valencia Ortega, y se encuentra antecedido por Powerpaola quien participa con una historieta. A lo largo del libro, se encuentran algunas obras de los fundadores, la mayoría de las cuales fueron realizadas tomando la casa como soporte físico, conceptual o anímico; los cómics de Andrea Ganuza, Ernán, joni b y Powerpaola, la última, autora además de la ilustración de la portada y de las que hacen la transición entre los bloques, las mismas que también hacen parte de nuestra siempre desactualizada página web www.tallersiete.org. De la misma manera, entre los contenidos escritos, publicamos obras y proyectos exhibidos y producidos tanto en Taller 7, como en los demás espacios con los que colaboramos. Dos insertos: un mapa cosmogónico de Taller 7 elaborado por José Antonio Suárez Londoño y un afiche con imágenes de invitaciones de los eventos realizados. El diseño y la diagramación del libro estuvo a cargo de Lina Rada, quien siempre nos apoyó en nuestros deseos de generar contenidos editoriales.
3. Ibíd, p. 421. 4. Ibíd, p. 422.
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Adiós en parranda Sebastián A. Restrepo
Qué misterio, qué misterio, qué tendrá, qué tendrá el número siete. Parece que fue dividida una casa octogenaria de dos plantas ubicada a mitad de cuadra entre las calles Bomboná y Maturín sobre la carrera Villa. El vacío a veces se torna presencia amenazante. En la parte de acera correspondiente hay un número siete hecho con mosaico verde y naranja. Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida si le queda imagen para llegar a ellos. Hay grafitis escuetos pintados en la fachada. En horas silenciosas de la madrugada se puede escuchar cómo se amplía el espacio de una casa justo cuando alguien abre una puerta en el interior del sitio: En esos momentos también se percibe el ruido que entra en el torso y no solo por los oídos. A la izquierda se ve una ventana con un vidrio roto. La oscuridad cala por el vano a pesar de que no percibamos el chirriar de las bisagras: Los cuerpos son sensibles a aperturas o cierres ya que ellos mismos son espacio. Una reja gris de acero asegura la entrada. Visitas del río, el mar, el desierto, la selva, el bosque, la isla, la ciudad. La puerta gris que tiene un remiendo rectangular de madera cruda, conduce a la planta baja, la que va al solar, al lugar en el que es de sospechar podría haber enterrado algo de una época pasada. Hábitat de la vida de barrio y la diversidad cosmopolita. Las baldosas ornamentadas de estilo antiguo son parecidas a las de algunas iglesias de parques de pueblos aledaños. Puerto, estratificación de relatos o castillo de polvo. Hay un patio grande con vista a un cielo enrejado, cuyo centro tiene una fuente que alguna vez funcionó, rodeada por un jardín de achiras. Cuando soñamos vivimos en lugares que parecen sostenerse en una vigilia paralela a esta y que a veces la rozan o la cruzan. Los cuartos se conectan en galería gracias al dispositivo decimonónico para la vigilancia paternal. La otra vez un brujo dijo que en el marco que da a la calle supervive un abrecaminos que en el solar se comporta como un cuidatesoros. Tal estructura arquitectónica posteriormente de sus cuartos hizo espacios de exhibición, al menos hasta la parte anterior a la cocina, los baños, el segundo patio y lo que parece ser una habitación matrimonial (después a través de un portón se baja al solar ya mencionado, el que está adornado con pinturas rupestres). Casa vieja (concepción energética del suelo: Obra todo lo que obró), rincón del mundo y pliegue (a veces espacio de exhibición, pero también sitio de encuentro con seres invisibles). Cruces de efectos y afectos se juegan en un tipo de apuestas sin deudas. Tal vez por eso el sitio
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se convirtió en lo que ha sido. Veintiún son las vueltas del sombrero en el que se imprimió el Credo de Francisco El Hombre. Cuatro tierras y un cielo y una tierra. Ruedo de juglares y piquerias íntimas: Este es el amor amor, el amor que me divierte, cuando estoy en la batalla no me acuerdo de la muerte. Paisaje chino de tierra sobre agua: El Ejército en El Libro de las Mutaciones. Arena de versus entrañables. En las barajas El Carro de Guerra o El Triunfo, carta neptuniana y jeroglífica. Batallas de Tamunangue coreografiadas y chispeantes. Cuando se tiran los dados: Uno y seis, dos y cinco, tres y cuatro. Finales de partidas de dominó interpretadas por pitonisas que aciertan o por lo menos nos hacen conjeturar caídas hechas cartas astrales para acercarse a Walter Benjamin, conversaciones sobre la incertidumbre después de azotar el piso al frente de un bar de salsa clásica, viajes, paisajes, producciones, fotos en blanco y negro aparecidas por el nitrato de plata, traslados subrepticios de pantallas portátiles, la cachaza, la caipiriña, el mezcal con chocolate y ají, gráficos hechos con tiza sobre salones pizarras, charlas fraternales con un padre de familia sobre el pelo liso de sus hijos y la obra de Chris Marker, contactos, retratos, cómics, investigaciones sobre la visita de un santo turco al municipio de Andes, diálogos cafeinados en torno a laberintos borgianos, vídeos, horas cátedra, becas, quizá tareas universitarias que referenciaron a George de la Tour y Maya Deren, a lo mejor un colador de caña brava escurriendo gotas frías, incluso la viga sostén de esporádicos nidos de torcazas, risas, regaños, estallidos de sentimientos en la cocina, chismorreos noctámbulos entre sones arrabaleros del Homero Manzi, romances foráneos y amores que nunca dejaron de pensar en este valle contaminado. Estamos viajando todo el tiempo inclusive aparentemente inmóviles. Los cuerpos no escapan de lo urbano, esa fuerza que se mantiene a raya los abre y atraviesa por los siete chakras. Recuerdos que se come el ensanche, y en Medellín… con mucho sabor, como los que se convocan en Los días azules: Acciones bélicas con agua y manguera contra una vecina muy sensible al ruido, qué misterio, qué misterio papa Dios, qué pusiste al número siete, casa irrumpida por columnas de línea de metro a través del cielorraso (Metrópoli), siete son las maravillas del mundo, vestigios de embaldosados republicanos esparcidos por La Candelaria (nostalgias futuras), siete son las parrandas de Aureliano, fases lunares reveladas con químicos fotográficos (las inclinaciones esotéricas), siete son los hijos de la niña luz, bordados finos dorados y plateados y nacarados sobre papel, siete son las mujeres para uno, nave de los locos en semana santa, siete son las vidas del gato, peleas de lagartijas con cabezas coloradas en el solar de la construcción, siete son las plagas de Egipto, nidos de murciélagos domésticos que salían a buscar colillas de cigarrillos por
las noches, siete son las parejas de Noé, nataciones en piscina de plástico, siete son los sellos del apocalipsis, adoración a la serpiente septicéfala caldense, siete son los mares del universo, testimonios inverosímiles de delirios nudistas en el cruce de la calle Colombia con la carrera Sesenta y Cinco, siete son las palabras del sermón, visitas nocturnas de felinos (en un sentido ambiguo), siete son los pecados capitales, los inexplicables cambios de ubicación del machete de mango naranja y sus rastrilleos constantes durante las oscuras a.m., siete son los días de la semana, seguidores de Joseph Beuys vestidos como coyotes en la plazuela de San Ignacio, siete son los colores del arcoíris, tramposos e ingratos pesquisidores del arjé de la cumbia, siete son las notas de mi guitarra, banquetes de la más alta exquisitez celebrados para bienvenidas y despedidas, probablemente las siete sayas rojas y negras de la Pomba Gira, bailes afortunados y guayabos de lagunas etílicas, o las siete amarillas de Ochún, miradas que terminaron a oscuras respirándose de cerquita, o a lo mejor los siete machetes de Oggún, invocaciones de santos y conspiraciones herméticas, o los siete dolores de la Virgen María. Qué será, qué será, qué será: Será tu hora el número de la suerte. Convivimos a diario con el inexorable final: Sitio inimaginable, ficción tejida entre la plástica, la acción, la gestión, la fiesta, el poder, la llaneza, la fobia a las mariposas, los cigarrillos mentolados, el humo, las cenizas, la locura, la sobriedad, la sensatez, el yoga, las cabras verdes saltando por los corredores, los gallos prófugos en los solares ajenos, los peces en la fuente, Hurt de Johnny Cash, la responsabilidad, la pasión, el trasnocho, la disciplina díscola, las alucinaciones, los gloriosos estallidos de los tejos en Supía, el luto por la juventud y la desaparición temprana de las cucharas, la diplomacia y la discreción y sus respectivas sombras, las conversaciones memorables y reveladoras, la nuez moscada rayada, la ropa rosada de la risueña Ruby, El almuerzo desnudo sin portada, la orgía de collages en la pared, los costureros nini e indie y los retratos de media hora durante los viernes, los nachos con guacamole y el baba ganoush, la limonada de cereza, las docenas de panelitas regaladas después de almuerzo, los meridianos estornudos de elefante de algunos vecinos, la libertad, el despecho, la amistad, el olvido. La muerte se parece a Chávela Vargas: Siete aquella localidad donde el amor sí fue posible. Aquel lugar hecho realidad, membrana que flotó entre nosotros como una visión que la devorará el tiempo, entre nosotros los que habitamos T7. Qué será, qué será, qué será, investigo y nadie sabe la verdad. Qué será, qué será, qué será, yo pregunto y nadie sabe la verdad1.
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1. El Siete, Lizandro Mesa.
La casa de Taller 7 Luis Fernando González Escobar
Pável, el personaje de la novela de Juan Diego Mejía, Soñamos que vendrían por el mar, juntó en un rincón provisional sus pasiones por el teatro, la arquitectura y la política, desde el que bocetó sus primeros sueños: “Algún día voy a construir un teatro con habitaciones para los actores y con un bar para los que llegan temprano a la función”. Pável tal vez sea el trasunto de Rodrigo Saldarriaga, un ex estudiante de arquitectura de la Nacho, activista y contestatario en los años 1970, que volcó su frustración arquitectónica en obras de teatro y escenografías, sin dejar de renunciar a la política, sin traicionar ni traicionarse, para luego transformar una vieja casa de la calle Córdoba del centro de Medellín en un teatro. Pável-Rodrigo trazó un camino en Medellín desde 1987, con el Pequeño Teatro, que luego muchos siguieron: el de no demoler las casas del centro de la ciudad, sino ocuparlas, darles vida… ser lugares de ensoñación, falansterios del arte; así, por ejemplo, la casa de los Ramírez, convertida en el Teatro Matacandelas desde 1994, en otro gesto con el teatro pero, también, con la memoria urbana y arquitectónica de la ciudad de Medellín. Viejas casas de muros de tapia, cubiertas con alfardas y tejas de barro, preciosos trabajos de carpintería en madera, algunas con aleros y otras con fachadas modernizadas, espacios generosos definidos alrededor de patios, donde se escenificó la vida de familias que vivieron por décadas allí, hasta que salieron huyendo del centro de la ciudad por el cambio de sus dinámicas, debido a los nuevos trazados de vías y el caos vial que se apoderó del mismo, como también la presión comercial e inmobiliaria. Cada vez fueron más las casas abandonadas, luego demolidas, y sobre los lotes se levantaron torres de apartamentos de diferente calidad y condiciones estéticas. La transformación habitacional del centro incluyó la demolición de casas para hacer torres puntuales, como las denominadas de Propiedad Horizontal, construidas a partir de la década de 1950, con buena arquitectura y áreas generosas para sus ocupantes, incluso habitantes del mismo centro pasaron de sus casas a los nuevos idearios de modernidad y confort de los apartamentos. En otros casos no fueron proyectos puntuales sino parte de estrategias de renovación urbana, como ocurrió con el proyecto de la Unidad Residencial Marco Fidel Suárez, promovida por el Instituto de Crédito Territorial –ICT–, un organismo estatal encargado de la promoción y
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construcción de vivienda, que se lo planteó como uno de sus principales proyectos en Medellín. Cuando se formuló en 1971, se tenía la pretensión de demoler dos manzanas entre las calles Maturín (calle 46) y Pichincha (calle 48), y las carreras Córdoba (carrera 42) y Girardot (carrera 43), en las cuales construir dos torres de 28 plantas cada una, con 300 apartamentos con garaje para cada uno, centro comercial y servicios comunales en los primeros pisos; al terminar el proyecto en 1974, era un desarrollo en una sola manzana entre las calles Bomboná (calle 47) y Pichincha (calle 48), y entre las carreras Córdoba (carrera 42) y Girardot (carrera 43), con tres torres de diferente número de pisos (22, 25 y 27 la más alta), 305 apartamentos, 431 garajes (más que los apartamentos) y 120 locales comerciales en los dos primeros pisos. Era un proyecto que cambiaba de manera radical el paisaje del centro, con la demolición de esta manzana en el primer semestre de 1971 y sus casas de uno y dos pisos, para dar paso a este proyecto de torres de apartamentos y plataforma comercial, que se enmarca en las fachadas urbanas tradicionales de su alrededor, y se comunica de manera fluida por sus terrazas y espacios libres del primer piso.
Por aquí queda la casa en donde tiempo después estará Taller 7, en la carrera Villa (carrera 41)
Manzana entre el cruce de la calle Pichincha con la carrera Girardot –primer plano–, y el crucero de la calle Bomboná (calle 47) y carreras Córdoba (carrera 42) –al fondo–, en proceso de demolición en abril de 1971. Reproducción periódico El Correo, Medellín, 5 de abril de 1971, p. 1. Archivo personal de Luis Fernando González Escobar.
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Precisamente en los alrededores y proximidades sobrevivientes fue que se asentaron varias de las sedes de los proyectos teatrales, en la Casa Ramírez el Matacandelas –a media cuadra–, el Pequeño Teatro –a tres cuadras–, y el Teatro Popular de Medellín, entre otros que tuvieron asiento eventual antes de desaparecer o cambiar de sede. A este entorno es que llegaría el colectivo artístico Taller 7, aunque como resultado de un proceso diferente al de Pável, y en otro contexto de dinámica urbana. No sé las razones por las cuáles se le llamó Taller 7 a este colectivo, si eran nueve los que lo iniciaron e hicieron del centro no solo el lugar de formación, por ser estudiantes y egresados del Instituto de Bellas Artes, sino el lugar de destino, de sentido y de vida. Carlos Carmona, Mauricio Carmona, Paola Gaviria, Albany Henao, Adriana María Pineda, Julián Urrego, Milton Valencia, María Isabel Vélez y Javier Álvarez, pasaron por las aulas y talleres de una institución marcada por la tradición, en un contexto de renovación de las artes, pero a su vez, como ellos mismos lo expresaron a manera de manifiesto, “como respuesta a una ciudad carente de espacios abiertos a la creación, discusión y promoción de las prácticas artísticas por fuera del circuito institucional establecido”. Todo acto contestatario va en contra del mundo establecido. No podría serlo de otra manera. Ir contra el circuito institucional era una manera de sentar posición y ubicarse en el lugar que querían estar. ¡No cabe duda! Todavía más, cuando mirado en perspectiva, entre las bienales de arte de 1968 a 1981, –las tres bienales de Coltejer y la cuarta el último año en el Palacio de Exposiciones–, y el inicio de los Encuentros de Medellín –MDE– en 2007, –siguieron MDE11 y MDE15–; el arte entró en un estado inercial o afectado, como toda la sociedad en la crisis de la ciudad. Y en el sentido inercial estaba el Museo de Arte Moderno –MAMM– en el barrio Carlos E. Restrepo o el Museo de Antioquia, como dos de los espacios significativos. La pérdida de la calle, de los lugares de encuentro, de una vida urbana menos explosiva y más significativa era evidente. Entre la violencia y el pesimismo era necesario buscar caminos o alternativas. Aquellas instituciones paradigmáticas por ejemplo, empezaron a renovarse, lo cual se expresó en cómo el Museo de Antioquia dejó en el 2000 la vieja Casa de Zea, se fue para el antiguo Palacio Municipal reciclado en Museo, se amplió, se conectó con la calle en el Paseo Carabobo y se prolongó hacia la Plaza Botero, así esto implicará conjugar el verbo más querido por la clase dirigente,
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demoler. El MAMM se demoró más, pues en el 2009, dejó la clase media del barrio Carlos E. en busca de la ciudad futura del Río, apartamentos para estratos altos en medio de la nueva oferta de servicios, entre ellos los culturales del Museo en los antiguos Talleres Robledo, reciclados para darle la impronta cosmopolita y cultural. Y, ¿afuera qué? Nuestra Gente, desde finales de los años 1980, en los tiempos más álgidos y de mayor agite, se la había jugado por la cultura como forma de resistencia en un barrio popular como Santa Cruz, al norte de la ciudad, como lo harían otros colectivos culturales barriales en los estigmatizados barrios de la parte nororiental y noroccidental de Medellín. Ya propiamente en el centro y enfocados en la producción artística colectiva, con esa misión renovadora, afirmativa en su periferia frente al circuito institucional y con el ánimo de poner a disposición de la ciudad y los artistas, llegaría Taller 7 en 2003, seguiría después Platohedro en 2004, Casa Tres Patios en 2006, y así una seguidilla posterior de colectivos, con otros sentidos, propósitos y búsquedas. Pero más que una sede la casa que ocupó Taller 7 es un manifiesto. No tengo idea por qué fueron a dar a la calle Villa, entre Bomboná y la histórica Maturín. Una calle abierta y conformada con todas las de la ley sólo en la década de 1910, luego de cubrir un molesto zanjón para prolongar la calle Bomboná, en las faldas del no menos histórico cerro El Salvador, antiguamente llamado Sepulturas, por aquello de los enterramientos indígenas. Unas faldas que el agrimensor y comerciante comenzó a urbanizar o lotear a principios del siglo XX, para hacer barrios burgueses y en los que la iglesia católica quiso entronizar desde 1901, un Monumento al Salvador; esto último con los años fue posible, mientras que lo primero no tanto, en la medida que estas laderas a espaldas de la plazuela de San Francisco (hoy San Ignacio) y en las proximidades del cementerio San Lorenzo, no fueron apetecibles sino para otros sectores sociales más populares que la hicieron lugar de residencia; no en vano esta misma calle fue el lugar de residencia de María Cano, la pionera dirigente socialista, proclamada como La Flor del trabajo. Casas tradicionales de patio y solar, de muros de tapia, pero que ya para la década de 1910, entraron en la fase de modernización con sus fachadas de ladrillos, decoraciones historicistas, columnas en las jambas de la portada, arcos de medio punto o rebajados, frisos y áticos, aplicaciones decorativas geométricas o florales en cemento, rejas forjadas en ventanas y, en fin, un lenguaje que decía de los nuevos tiempos centenaristas.
En estos momentos no me interesan las razones reales por las cuales los nueve artistas llegaron a esta casa y la convirtieron en Taller 7. Quiero pensar que ella misma y su escogencia, en la periferia del centro, es una afirmación de estar por fuera de la institucionalidad. Y su arquitectura y materialidad, es un hecho simbólico, en tanto lugar de memoria. De hecho lo sentí así cuando la vi avasallada por la instalación de la obra Metrópoli de Mauricio Carmona, cuyas columnas no parecían salir del suelo, como en un proceso constructivo normal, sino que caían de manera dramática después de romper la cubierta para obstruir el paisaje interior. Columnas con escalas monumentales que lo abarcaban todo, que lo impedían todo. Columnas que rompían la escala y el equilibrio espacial. Memoria de la manera como la obra civil se ha impuesto sobre la habitabilidad urbana en Medellín. Y la casa era y es un referente de esa habitabilidad perdida, no como un problema de nostalgia sino como un derecho a gozar un patio, a abrazar una columna de madera sobre su basa de arcilla, a ver
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Panorámica del centro de la ciudad en una publicidad, donde se aprecia en primer plano la calle Villa, donde se ubica la casa que tiempo después será sede de Taller 7, y la manzana en demolición para la construcción de la Unidad residencial Marco Fidel Suárez o Torres de Bomboná. El Correo, Medellín 3 de mayo de 1971, p. 3. Archivo personal de Luis Fernando González Escobar.
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reflejarse el sol sobre las baldosas con geometrías coloridas, a mirar en perspectiva por el corredor, a ver descascararse los muros para que emerjan fantasmas, como también los vi en otras obras… Una casa convertida en residencia artística literalmente acogedora, donde sus muros fueron soporte de instalaciones o respaldo de obras. Espacio de debates sobre la ciudad, cuyos ecos salieron de allí, seguramente, a otros oídos e instancias. Un lugar donde el deseo de expandir la fiesta y, por tanto, la vida, hiciera olvidar las miserias urbanas de este Medellín depredador y rentista. Casa para el encuentro de cómplices, ganancia de amigos y abrazos desconocidos. En fin, la casa como obra, lugar de intervención, de encuentro, de vida y fiesta, de complicidad y discusión, de memoria, de resistencia urbana… por tanto cómo no desear que siga activa. Y decir con el poeta Luis Cernuda solo el primer párrafo del poema “La Casa”, nada más que este fragmento: “Desde siempre tuviste el deseo de la casa, tu casa, envolviéndote para el ocio y la tarea en una atmósfera amiga”. Medellín, agosto de 2018
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El proceso Mónica Pineda Estrada
PREGUNTADO: ¿Los hechos que viene a denunciar ya han sido puestos en conocimiento de otra autoridad? CONTESTÓ: Sí, en esta misma inspección ya se citó a los inquilinos de ese inmueble y se ha llamado a la policía del CAI de San Antonio en repetidas ocasiones. Sobre los hechos materia de la denuncia, MANIFESTÓ: Ya he hecho audiencia de conciliación con los inquilinos de ese inmueble, donde funciona un taller de pintura o algo así, en donde hacen bulla constante; ellos martillan, apolillan [sic], hacen fiestas ruidosas hasta altas horas de la madrugada, fuman marihuana; en varias ocasiones llamo a la policía y ellos me dicen que haga un derecho de petición porque eso no debería funcionar allí. De la calle no se escucha nada pero de mi casa sí, porque los patios se comunican y el ruido es fuerte. Ya no quiero conciliar más con esa gente. Me cuentan que, justo a la mañana siguiente de haber comenzado a habitar la casa, la vecina apareció en la puerta de Taller 7. El motivo: una llave de agua –dijo ella– estuvo abierta durante toda la noche y no la dejó dormir. Con la visita, me consta, inició también una relación de muchos años que, sin duda, abrió nuevas formas de entender el proyecto. Desde el 18 hasta el 29 de octubre de este año, no dormimos por la bulla que hacen. El día 18 de octubre de 2009 duraron hasta las 12 de la noche charlando, carcajeando y martillando. El 19 de octubre del mismo año, hasta la 1 de la mañana con lo mismo; el 20, hasta las 2 de la mañana, hablaban como en inglés, se contaban cosas y hablaban duro y había muchachitos que lloraban. El 21 de octubre a las 11:30 era lo mismo y llamé a la policía y les tocó la puerta y hablé con ellos y les dije que cómo tenían que entender para dejar dormir y salió ADRIANA que era la encargada de esa casa y dijo que lo único que hacían era pintar. El 22 de octubre hicieron una rumba hasta las 12:30 am, y eso porque la policía fue y les hizo apagar y después empezaron a mover botellas porque estaban bebiendo.
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“Que la vecina piense bonito”, decía un cartelito que alguno de los artistas, crédulo, había colgado en la cocina. Pero el arte y el pensamiento positivo no siempre estuvieron sintonizados. El 23 de octubre hasta las 11 de la noche se rieron, dejaban caer cosas de la cocina y pintar [sic]. El 24 y el 25 igual, hasta las 11 de la noche. El 26 de octubre eran las 12:26 minutos de la noche, partiendo madera con una especie de machete. El 27 de octubre descansaron. El 28 de octubre hasta las 11 de la noche con la misma bulla de siempre y el 29 de octubre hicieron otra rumba de exposición que ellos llaman que hacen los jueves y llamé a la policía y esta fue y les dijo que tenían que dejar dormir y apagar la bulla, pero la gente de allí sigue haciendo bulla, como empacando botellas y hablando y esto es hasta las 6 de la mañana. Lo que me preocupa es que entre diciembre y empieza esa bulla de nuevo. También a mí me preocupaba. Mis visitas a las exposiciones de los jueves –que sí lo eran– terminaban convirtiéndose en jornadas de trabajo. Sin importar si estaba bailando o conversando, debía –como abogada– encargarme de atender las interrupciones de la policía o de los inspectores y procurar que sus informes no fueran a perjudicar a mis clientes: la contraparte nos había hecho saber, por todos los medios, qué era lo que quería. PREGUNTADO: Sírvase manifestar al despacho cuál es su pretensión al formular esta denuncia. CONTESTÓ: Solicito que ellos desocupen este inmueble porque esto es una zona residencial y utilizan eso como un taller. Si bien en sus declaraciones la vecina utilizaba la palabra “taller”, nunca estuvo muy claro que ella tuviera claro qué tipo de taller era Taller 7. Los informes de los inspectores también dejaban dudas. Informe del 24 de marzo de 2009, rendido por la Inspección de Policía Urbana, Permanencia Cuatro, Tercer Turno: Los días 23 y 24 se visitó la Heladería San Benito situada en la carrera 41 Nro. 46-67. Informe del 16 de noviembre de 2009, rendido por la Inspección de Policía Urbana de Primera Categoría: En el inmueble funciona un taller de
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Carpintería (…) Al ingreso del bien inmueble se encontraron herramientas de trabajo, colilladora eléctrica, compresor para pintar y otras actividades, madera para hacer unos stands y otros objetos propios de la carpintería (…) consultados los trabajadores, expresaron que solo trabajan de 7 am a 6 pm, de lunes a viernes, y que los sábados solo lo hacían hasta el medio día… Informe del 26 de noviembre de 2009, rendido por la Inspección de Policía Urbana, Permanencia Cuatro, Primer Turno: Al momento de la visita practicada a las 9:40 de la noche, se realizaba en el inmueble un evento que, al decir del ADMINISTRADOR, se trataba de una muestra artística, donde se encontraron aproximadamente 30 personas dedicadas a la ingesta de licor. Se ordenó colocar la música a un volumen moderado, de forma tal que no perturbara la tranquilidad de los vecinos del sector, en especial, de LA VECINA, quien ha venido quejándose por las continuas actividades desarrolladas en el inmueble generadoras de ruido excesivo. Informe del Subdirector Ambiental de Área Metropolitana del 30 de noviembre de 2009: En la visita ocular se percibió que el establecimiento se dedica a la presentación de obras de arte (Galería). En su incansable tarea, la vecina también se encargó de construir pruebas contra los artistas. Varias veces, habló con residentes del sector, a quienes les indicaba lo que debían decir: Declaración de testigo 1: Allí funciona una marquetería donde tienen trabajadores día y noche y los fines de semana hacen exposiciones… y fuman vicio allí… soy testiga de las fiestas que hacen y cuando ella me llama voy a la casa de ella y por el patio escucho ruidos de taladros, martillazos y gritos y el olor a vicio, de esto he sido testiga los días jueves y viernes. Declaración de testigo 2: Allí pintan y enmarcan los cuadros que ellos mismos hacen, eso es lo que yo veo que funciona porque allí hacen muchas exposiciones de pinturas. Dice conocer de la queja formulada por LA VECINA: Porque ella a veces me llama a las doce y treinta de la noche o a la una de la mañana y me dice que no puede dormir por la bulla que están
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haciendo y yo voy a la casa de ella y escucho desde la sala de la casa que en ese taller a esa hora están cortando madera, se ríen duro, conversan duro y se escucha una máquina ahí trabajando... los inquilinos de esa casa son del tipo que se visten de negro y cuando hacen exposiciones llegan muchos carros a la cuadra y todos se visten también de negro y fuman marihuana…
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Claramente, los artistas nunca estuvieron de acuerdo, ni con los informes ni con los testimonios. Entre otras cosas, porque ninguno lograba plasmar el objeto social de Taller 7. Reconozco que a veces ni a mí me quedaba claro. Allí, vi construir columnas del metro, vi jornadas de grafitis, vi bailar, vi dibujar, vi cortar baldosas, vi producir acrílicos, vi tejer sobre papel, vi mezclar cemento, vi vender licor –y también vendí licor–, vi tomar fotos, vi modelar, vi vender camisetas, gorras, construcciones y deconstrucciones. Y los vi a ellos –a los artistas– como obreros, como gestores, como académicos, como pintores, como estudiantes, como constructores, como guías turísticos, como plomeros, como cocineros… No. No era fácil de entender. Para aquella época, los espacios alternativos o autogestionados de arte eran escasos en Medellín. Y Taller 7 estaba, justamente, abriendo ese camino. Tampoco Antonio entendía mucho. No entendía el “arte” que hacían. No entendía los proyectos en los que el Taller se embarcaba, aunque siempre los apoyó (hasta en “El proceso”). Y frente a tanta duda que surgía, siempre hubo paciencia de los artistas para intentar dar respuestas: PREGUNTADO: Sírvase manifestar qué relación comercial tiene usted con el establecimiento de comercio Taller 7, ubicado en la carrera 41 No. 46-67. CONTESTÓ: No existe ninguna relación comercial; existe un proyecto cultural sin ánimo de lucro organizado por un grupo de artistas plásticos; soy integrante del proyecto, no existe ninguna personería jurídica ni organización jerárquica; existe un proyecto auto gestionado. No tiene coordinación, entre todos desarrollamos las actividades artísticas y culturales. PREGUNTADO: Díganos si tiene conocimiento de las visitas que se realizaron al inmueble. CONTESTÓ: Sobre la primera yo no estaba presente, ADRIANA PINEDA la atendió. Supe que las señoras que visitaron estuvieron en las horas de la noche y supe que no
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encontraron nada anormal o nada de lo que dice LA VECINA que no puede dormir. Durante la visita del 16 de noviembre de este año yo me encontraba presente, al funcionario se le explicó todo el proyecto de Taller 7, en qué consistía, se le explicó que nos dedicamos a la actividad cultural sin ánimo de lucro, que hacemos residencias artísticas (recibimos artistas de otras ciudades de Colombia y otros países), nos reunimos a dibujar algunos días al mes y eventualmente hacemos exposiciones cada dos o tres meses. (...) Aclaro que no funciona una carpintería como manifiesta en su informe, que no funciona una carpintería como manifiesta LA VECINA, que hacemos montajes de exposiciones excepcionalmente, como pudo corroborar el inspector en el catálogo de Taller 7, donde se puede ver que normalmente se realizan muestras de pintura y dibujo; en ningún momento el funcionario inspeccionó el resto de la casa, solo el lugar donde realizábamos el montaje de la exposición (...) A pesar de las múltiples aclaraciones, no parecía quedarles claro: PREGUNTADO: Manifieste qué tipo de actividad se desarrolla en el mismo. CONTESTÓ: Es un espacio donde trabajamos cuatro artistas ADRIANA PINEDA, JULIÁN URREGO, CARLOS CARMONA y yo, en nuestra obra plástica: dibujo, pintura acrílica (base de agua) para lo que se utilizan pinceles, espátulas y en fotografía; además se hacen residencias artísticas que consisten en brindar hospedaje y espacio de estudio a artistas nacionales e internacionales por períodos que oscilan entre 15 días y tres meses, además cada dos o tres meses se realizan exposiciones de arte que duran solo hasta las 12 de la noche a más tardar, como ha sido comprobado por la policía y por los visitantes a los eventos. PREGUNTADO: Manifieste al despacho si por esas “residencias” ustedes reciben contribución económica. CONTESTÓ: Algunas residencias son patrocinadas por las instituciones que mencioné y el apoyo va dirigido al estímulo de las actividades culturales que los artistas desarrollan, como reconocimiento a nuestra labor por parte de dichas instituciones. Aclaro que es una actividad sin ánimo de lucro. Entonces, ¿heladería? Podría decirse que sí; ¿carpintería? A veces; ¿galería? No me atrevo a responder, conociendo la connotación de esa palabra en el circuito. En cierta medida, resulta comprensible el resultado de los informes de los inspectores de policía.
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Inicialmente, los artistas optaron por ignorar a la vecina, a pesar de que era ella quien los insultaba por cualquier cuchara que se cayera en la cocina. Frente a los constantes agravios, en varias ocasiones, les sugerí que fueran ellos quienes contactaran a la policía. Pero ellos, artistas, dijeron que no. Claro, no es esa su forma de proceder; difícilmente, estos artistas le ponen quejas a la policía. Sin embargo, con el tiempo y ante la gravedad que iba tomando la situación, decidieron actuar:
espacio. Es tanto el nivel de intolerancia que no soporta siquiera que se caiga una escoba o se prenda el televisor porque comienza a gritarnos y a maltratarnos verbalmente. No puede llegar un taxi al inmueble porque sale a maltratarnos verbalmente; incluso, cuando van personas a talleres o a alguna actividad, LA VECINA se para en la puerta de la entidad cultural a ultrajar verbalmente a las personas.
En la fecha, siendo las 5:04 pm, se hizo presente en el despacho ADRIANA MARÍA PINEDA ESTRADA, con el propósito de formular denuncia contravencional (…) Juró decir toda la verdad sobre lo que a continuación manifiesta: Desde hace aproximadamente 6 años tenemos un inmueble en calidad de arrendatarios en el cual se desarrollan actividades vinculadas a las artes plásticas; en la última conciliación que se realizó en esta misma inspección LA VECINA dejó claro y por escrito que lo que quería era que nosotros saliéramos, que a ella no le interesaba negociar ninguna convivencia, a pesar de nuestros esfuerzos por conciliar y por mantener la paz, además de que se había cedido a una cantidad de solicitudes que la señora manifestó. No soporta el mínimo ruido de cualquier cosa y está empecinada en que nos vayamos del espacio, prácticamente sentimos el asedio y el acoso permanente. Ya que, a pesar de estar cumpliendo con lo acordado en las dos citaciones anteriores, cuando estábamos en una comida dentro del inmueble, LA VECINA, desde su inmueble, arrojó agua con una manguera hacia el patio de nosotros, donde estábamos teniendo la reunión. 10 minutos después llegó la policía y reconoció que no estábamos haciendo bulla ni ninguna actividad anormal, además ella aceptó que sí nos había tirado agua y que lo volvería a hacer cuantas veces quisiera. Por otro lado, nos está difamando en la comunidad, con base en calumnias, recogiendo firmas, aduciendo cosas que son falsas. LA VECINA nos está dañando el buen nombre y no puede decir que la estamos irrespetando porque no tenemos ninguna clase de problemas con ella. Con los demás vecinos nunca hemos tenido problemas. Se ha dedicado a poner quejas en todas partes. El año pasado LA VECINA realizó una remodelación en su propiedad y tiró los escombros en el frente de nuestra propiedad. Durante tres meses permanecieron ahí; a nosotros nos tocó recuperar el
La relación con la vecina los había llevado entonces al campo del litigio. Aprendieron a usar palabras como traslados, apelación, resolución, recursos, términos, etc. Revisaban el proceso periódicamente, recopilaban pruebas, aportaban pruebas, estudiaban el caso. Llegaron a dominar detalles de lo que implica un proceso judicial, aún cuando a veces no comprendieran muy bien lo que se les preguntaba:
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PREGUNTADO: Manifieste al despacho qué documentos posee usted para el buen funcionamiento de dicho establecimiento. CONTESTÓ: Aportamos copia del libro Giros y desvíos. Una aproximación a la gestión desde las artes visuales, del Ministerio de Cultura de la República de Colombia, que acredita que hemos desarrollado una labor seria y responsable y que hemos contribuido al desarrollo social, cultural y artístico tanto de la ciudad como del país. (…) El libro Giros y desvíos no era lo que el inspector estaba esperando; los documentos que requería eran los papeles legales: Cámara de Comercio, estatutos, permisos, etc. Tristemente, para el inspector, el “buen funcionamiento de dicho establecimiento” nada tenía que ver con lo bien o mal que Taller 7 estuviera haciendo su trabajo. Con sus ires y venires, el proceso duró un poco más de 13 años. El penúltimo recurso que utilizó la vecina fue una acción de tutela, en la que manifestó que se le estaban vulnerando los derechos a la salud, a la dignidad humana y a la vida. Esta resultó improcedente: de acuerdo con la respuesta del juez, existían otros mecanismos, por vías ordinarias, para que sus requerimientos fueran atendidos. Sin embargo, esta vez, quizá comprendió que haber insistido nuevamente por el camino de un proceso habría podido tardar otros 13 años. Optó entonces por un último recurso: un día, sin despedirse, abandonó su inmueble.
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< Luis Echavarría (Medellín), Cuadro dentro del cuadro, 2007. Esténcil y aerosol, 500 x 400 cm. Exposición Entre Siete, 2007. Fotografía del artista.
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La literatura en el taller. Dos intentos de una Casa tomada Elena Acosta
¿Qué queda de cada historia? ¿Acaso un recuerdo? ¿La nostalgia? ¿Nada? ¿Vos? ¿Yo? ¿Un cuadro? ¿Un libro? ¿La vida misma tejiéndose y destejiéndose en cada paso? ¿Los sueños que se hacen y se consumen en cada cuerpo? ¿Las imágenes jugando a perderse, a disolverse, a devolverse? De cada historia queda… El recuerdo, El olvido, La nostalgia, Nada, Vos, Yo, Algunas veces un cuadro, Otras veces un libro. Elena Acosta. La rayuelita de Fidias, 2003
Andrea Ganuza (Pamplona, España), La Capilla Sixtina, 2018. Artista residente intercambio Taller 7 - Hangar (Barcelona, España), 2017.
Primero están las palabras, que sobrevuelan situaciones otorgándoles una realidad de la que carecen por sí mismas. ¿Qué nombres distinguían a los grupos? Tendría entonces que reconocer que nunca tuvieron uno, pero los reconocíamos por el de una novela y el de un autor: Rayuela y Kundera. ¿Daban cuenta esas denominaciones de aquello
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que nombraban? Creería que no, pues como suele ocurrir en casos así, los objetos de estudio terminaron siendo la excusa para que nos reuniéramos a conversar. Parece muy sencillo, pero ese acontecimiento es escurridizo en las sociedades contemporáneas, la gente habla, pero, ¿conversa? Esa disposición del cuerpo y del pensamiento a plegarse, replegarse y desplegarse frente a otros; esa extraña disolución de cada yo, que ocurre en instantes privilegiados de los que después no logramos dar suficiente cuenta, pero que sabemos fueron extáticos; ese ágape del que tanto nos enseñaron los politas cuando conformaron su democracia en el ágora y que, con el paso vertiginoso de nuestros tiempos, va desapareciendo. Hablar y escuchar. Eso es todo. Un Todo que aquí es resonancia, correspondencia, o por lo menos, la percepción de que así está siendo, de que así lo recordaremos. Era lo que pensábamos y hoy, cuando en un caluroso mes de julio de 2018 escribo estas líneas, siento que no puedo hablar de ese ya lejano 2003 sino como de un año de conversación, es decir, de comunión.
Empiezo por el principio… El Instituto de Bellas Artes. El lugar de reunión. Las primeras clases que di en la vida. Julio de 2002. Miércoles: Estética. Jueves: Ética. Adriana Pineda estaba en el grupo de los miércoles y Carlos Carmona en el de los jueves. Paola Gaviria, Albany Henao, Mauricio Carmona, Javier Álvarez, Julián Urrego y Milton Valencia ya habían terminado sus cursos (a María Isabel no la conocí). Yo era entonces muy joven, había hecho estudios en Filosofía y Letras y con base en esa perspectiva exploraba la obra de ciertos pintores. Desde el primer día en que pisé el Palacio legendario que se levanta en la esquina de Córdoba con La Playa sentí que había llegado a una casa, de la que en cierto modo nunca me he ido, nunca me iré. Allí aprendí lo que sé del oficio de enseñar, mucho había asimilado años atrás en la Normal Antioqueña gracias a mis maestras, pero fue en Bellas Artes donde me enfrenté a mis debilidades, a esa especie de atrofia corporal que padecemos quienes nos dedicamos al conocimiento teórico: clase sobre los pensadores naturalistas de la antigua Grecia. Semanas preparándome para una hora y cuarenta minutos de discurso coherente y ameno. Minuto final, “¿tienen alguna pregunta?” “Sí, profesora, ¿podría pintarme todo lo que dijo que no entendí nada?” Esa noche comprendí que debería rehacerme si quería trabajar con artistas plásticos. Nunca les conté nada de lo que hice enseguida, me fui a un bar con una amiga a llorar porque no había nacido para esto. Pero a la semana siguiente,
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empecé a bailar un poco en clase y con el tiempo, perdí el miedo al ridículo y al desconocimiento, y nunca supe ni cómo ni cuándo, el pequeño salón del fondo en el tercer piso de la Sede Ayacucho, atacado por el volumen infame de la taberna de la esquina y el humo de la marihuana que se filtraba por las ventanas desde el Paseo Cervantes, se fue haciendo territorio, no mío, nuestro, de Rayuela. Porque fue justo después de la última clase de Ética, que surgió la idea de reunirnos en torno a la novela de Cortázar. El escenario: un bar del centro que todavía existe. Casa de Asterión. Esquina de Caracas con Córdoba. A pocos metros del Palacio. Harry, su dueño, cuenta que los orígenes se remontan a otro lugar, Casa tomada, al que también fui alguna vez y que había desaparecido ya. Primera casualidad. El fantasma de Borges, tras el que se ocultaba el otro, al que invocaríamos durante un año nosotros. La noche del miércoles 30 de abril de 2003 hablamos de los cinco capítulos iniciales de la novela y escribimos el primero de una serie de cadáveres exquisitos, tan delirantes como el tiempo que compartimos. La cita sería los martes, después los miércoles en uno de los salones de la antigua sede de la Colegiatura Colombiana de Diseño que servían ya como talleres y por fin, en el recién nacido Taller 7, luego de que durante días enteros Carlos Carmona y otro grupo de amigos suyos, hubieran estado buscando hasta el cansancio la casa en la que tendría lugar el taller. La cita fue el miércoles 4 de junio, a las seis de la tarde, pero pronto el tiempo de dos horas se hizo insuficiente y decidimos el horario de viernes a las dos. Así fue como durante varios meses, nos tomamos la casa.
La manzana Dentro de mi cuerpo Todo lo que queda es ciudad. Robi Draco Rosa
Vista desde las alturas, la manzana en la que se sitúa Taller 7 es una más de las tantas del Centro, pobladas de arquitecturas desiguales, promiscuas: depósitos de todo tipo de materiales, pequeños supermercados, guarderías, casas de ancianos, tiendas, ferreterías, papelerías, almacenes de ropa, hoteles, edificios casi improvisados al antojo de las constructoras y a capricho de los clientes; la capitalización más salvaje
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del espacio que antaño ocupaban las enormes casas de las que en su tiempo fueron familias numerosas, que con el paso de los años desaparecieron, dejando los muros entre los que vivieron generaciones enteras, primero en manos de arrendatarios que les dieron usos variopintos, y después en manos de nadie. Pero entre tanto y tan distinto nuevo inmueble, hay unas cuantas de esas viejas casas que se resisten a la demolición, en esta manzana quedan varias, Taller 7 ocupa una de ellas. La manzana está delimitada por las calles: Maturín (Calle 46), Pascasio (Carrera 42), Bomboná (Calle 47) y Villa (Carrera 41), la del taller, que, en la esquina hacia el norte, toma el nombre de Mon y Velarde. Aunque el universo emocional de nuestro grupo, Rayuela, se extendía allende esas cuatro calles: Casa de Asterión, El Parque del Periodista en general y El Guanábano en particular (que cuenta ya veintiocho años), El Eslabón Prendido (donde antes había estado el Bar de la Calle Luna), El Palacio, La Sede de Ayacucho, Sucre con La Playa (donde vivía por entonces) la plazoleta de Las Torres de Bomboná, La Casa Cultural Homero Manzi (que ahora tiene nuevo mobiliario, entre el que no se incluyó la vieja vitrola) y hasta Bizarro (donde hoy es Arcanos, también de rock), el bar que llegado de Suramericana, se instalaría en Girardot por un tiempo, no muy largo, pero suficiente para recordar que en medio de las tabernas de la zona hubo un lugar donde podía escucharse y repetirse hasta lo insufrible la Danza rusa de Tom Waits, el Álbum blanco de los Beatles, las músicas de Cohen, Zappa, Cave y toda suerte de rara avis en esa zona, en la que retumbaban las guitarras acústicas amplificadas de músicos locales que cantaban las consabidas Ojalá, En algún lugar, El breve espacio en que no estás y toda esa banda sonora de la bohemia centrera que desde mis años de adolescencia y hasta hoy, ha territorializado Las Torres. Bizarro fue una suerte de oasis. Así que hablo en realidad de muchas manzanas, si me remito al espacio visible; pues tras esa primera capa subyacen otras, aquellas de lo recorrido durante los largos años en los que viví en El Centro: Berrío (Calle 40), paralela de Villa hacia el oriente y que llevaba a La placita; Pichincha (Calle 48), de casas viejas donde vivían amigos de mis padres, todas desaparecidas lo mismo que sus habitantes; Girardot, la calle del Motel Cupido, que quizá todavía, como entonces, abrirá sus puertas a muchos de los que salen en las madrugadas de las tabernas cercanas, pletóricos de importado sentimiento revolucionario y deseo revuelto, es la misma calle en la que hay un edificio en cuyo primer piso se ve la puerta blanca de un garaje profundo, que no dice nada, salvo para los que recordamos que hace casi cuatro décadas vendían allí leche ordeñada: de
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una lechería traían muy temprano cantinas a reventar de leche fresca, los vecinos de la zona llegábamos con cantinitas para buscar la leche del día; Pascasio, la calle de La Pascasia, que ha revitalizado la experiencia lugareña con eventos artísticos y que ocupa la casa, cuya parte trasera limita con Taller 7, pero que para mí además guarda los pasos de la familia Henao, de quienes recuerdo sobre todo a la hija menor y a la madre, una dama de esas que enaltecen la historia del vecindario, señora de manos milagrosas que cocinaba como una alquimista y cuidaba un jardín que la sobrevivió. Era una casa hermosa y mantenida como pocas, los hermanos son todos músicos y en la sala, entre los muebles impecables, había un piano de cola, en cada rincón ondeaba la decencia y el buen gusto, casa entrañable que gracias al arte y sus quijotes sigue en pie. Bomboná, la calle de la guardería en la que estuve los primeros años de la infancia y que ya no está. Se trata pues de una cartografía que se extiende en el espacio y en el tiempo, en la que cada pedazo de cemento marca un pedazo de vida y aunque las huellas reconocibles para mí se remontan a mi niñez, sé que antes se inscribieron otras, innumerables, silenciadas para siempre en la amnesia de nuevas épocas. Tal vez quedan algunas cartas amarillentas, cuyos caracteres se van borrando cada vez más, escondidas en cajones de amantes del pasado, aunque los inciertos lectores actuales ya no reconozcan en ellas las historias que cuentan. Acaso sobreviva alguna fotografía, alguna pintura, alguna cuchara, algún plato. El carácter estratigráfico de la ciudad hace que buscar en ella las huellas constituya una labor de semiótica arqueológica; de las que antes eran moradas, se van perdiendo los rastros y tal vez, en el mejor de los casos sobreviva la nomenclatura como señalética de lo muerto, en otros ni eso, quizá lo que otrora compusiera un frente, ahora componga dos o viceversa. Debajo de esas calles que pisamos subyacen realidades desconocidas, como los restos del viejo acueducto, encontrados en la Calle Ayacucho: ruina bajo la calle, las ciudades se levantan con ruinas potenciales sobre actuales ruinas, tarde o temprano todo será ruina.
La casa De niña bajaba por Villa para ir al Centro. En la esquina de Maturín me quedaba mirando el interior que se vislumbraba desde una ventana de segundo piso que todavía sobrevive: veía una pared llena de libros y cuadros, alumbrada por una
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lámpara de luz tenue, siempre me pregunté quién sería el dueño de esas cosas, nunca lo supe. En la esquina de Bomboná, en otra casa grande que también sobrevive, atendía una odontóloga con la que consultaba mi madre. Pero entre las dos esquinas se levanta una casa de dos pisos, con puertas y ventanas grises, que sólo conocí por dentro para la época fundacional de Taller 7: muros altos, el ventanal del que en otros tiempos había sido comedor, un baño enorme con bañera vieja, otro no tan grande, los patios, el delantero con plantas en medio y el trasero, al lado de la cocina con mesa central, en la que desde entonces y hasta ahora, se hacen reuniones cotidianas, el solar dividido en dos lados según las prácticas elegidas por los visitantes, los corredores siempre ocupados por algunas piezas artísticas en proceso o terminadas, el teléfono negro justo en el límite entre una pequeña sala de recibo y el primer patio, los cuartos convertidos en talleres de cada uno de los integrantes, las baldosas del piso, viejas como todo en la casa, que recuerdo cada que camino por algunas calles en las que todavía puedo ver trozos de suelo herido, visibilizados por Adriana Pineda en su obra Cicatrices urbanas (2005). Así, desde esos años, las calles aledañas a Bellas Artes, se convirtieron para mí en una extensión del piso de Taller 7.
El primer grupo que tomó la casa. Rayuela. Se me rayuela la Cortázar Germán Pérez, 2003
Orjazzmo Daniel Pérez, 2003
Carrera 41 #46-67 indica una dirección cualquiera, perdida en la nomenclatura de una ciudad superpoblada. Villa, entre Maturín y Bomboná ha visto demoler sus casas para erigir en los vacíos que dejaron, edificios mal hechos, sin planificación, sin clemencia con los futuros habitantes, casi sin consideraciones estructurales ni formales. Por eso, para quienes hemos caminado durante años por allí, el paisaje urbano que ofrece la zona es cada vez más paupérrimo. Desde la casa misma, Taller 7 encarna un gesto de resistencia. En una ciudad donde los constructores se ocupan cada vez menos de la vida y más de los negocios, donde la herencia del pensamiento mafioso se ha filtrado en todos los niveles de la sociedad, donde el kitsch campea por doquier en todas sus formas, donde el aire es tan denso que muchos prefieren hablar de Mede-hollín; es poco menos que un milagro que al cerrar una puerta gris florezca otro mundo, en el que es posible el silencio o la conversación, abrigados por otra lucha colosal: la de ser artista en tiempos de neoliberalismo y reggaetón. ¡Tantos hemos sido acogidos en esta casa durante quince años! De Rayuela, por ejemplo, apenas un integrante perteneció a Taller 7, los demás sólo nos reuníamos allí de paso, por eso muchos sabemos lo que significa cerrar esa puerta gris.
Todos muy jóvenes, estudiantes de artes plásticas del Instituto y una amiga artista de la Universidad de Antioquia, después se integró otro que estudiaría artes en la Universidad Nacional. Yo era quien dirigía las sesiones. 155 capítulos a razón de cinco por sesión, para un total de 31 encuentros, que componen casi ocho meses de trabajo: desde finales de abril hasta principios de diciembre. Cada uno leía los cinco capítulos asignados para el día, teniendo en cuenta el tablero de direcciones propuesto por Cortázar. Yo hablaba un poco, a manera de introducción y luego discutíamos. Por lo menos esa era la intención inicial. Pero en las conversaciones se atravesaban pinturas, piezas musicales, poemas, cuentos, hechos históricos, las tres ciudades: Buenos Aires, París, Medellín… El triángulo imaginario que se desprendía de ese otro que componía el espacio entre Bellas Artes, las calles aledañas y Taller 7. Lo raro fue eso que empezó a pasar: nuestras vidas se alteraron por completo, todos parecíamos presos de un pathos creativo extraño, las semanas se repartían entre reuniones para pintar en la ciudad o en la montaña, salidas a pescar con el integrante pescador del grupo, comidas, fiestas, noches en El Blue. De modo que los encuentros de los viernes eran en realidad la confluencia de una comunión más amplia, de todos los días. Me conmovía llegar al Instituto y verlos reunidos siempre, se hicieron amigos, compartieron esa forma de la amistad que sólo se siente en los años de la juventud, cuando de algún modo intuimos que esos momentos vividos palpitarán después, en tardes en las que nos sentemos frente a una mesa a dibujar o a escribir, escuchando las canciones de este tiempo (ese que era presente y ahora es pasado), que oímos casi todos los días ahora, que dejaremos de oír alguna vez y que trazarán surcos en la cartografía residual de estos días: Pink Floyd, Calamaro, Fito, Bunbury, Cerati, blues, jazz, salsa. Los temas de sus obras de entonces, de sus procesos artísticos, se vieron atravesados por las canciones, las discusiones de los viernes y viceversa: había
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una preocupación común (no sólo a nosotros, sino a los jóvenes): la ciudad. Así que muchos pintaban y dibujaban paisajes urbanos, incluso variaciones del mismo. Y otras: la memoria, la soledad, el miedo, el agua. Por mi parte, escribía todo el tiempo, preparaba las sesiones como si de clases se tratara, vivía en función de esas veladas, hasta un esbozo de novela que aún no me animo a publicar surgió de ese tiempo.
El segundo grupo que tomó la casa. Kundera. Esta es tu casa Corporación Región-Taller 7
Después de ese diciembre hablamos cada vez menos. Uno a uno se fueron graduando y siguieron caminos distintos y distantes. Nos hemos vuelto a ver, sobre todo los primeros días después del final, nos reencontrábamos para recordar. Pero a medida que el tiempo pasa va perdiendo sentido la celebración permanente. Razón tiene Joaquín Sabina cuando afirma: “en Comala aprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”. Hoy somos otros, de algunos no sé nada, de otros, poco. Cuando nos vemos por ahí, flota una brisa melancólica mezclada con la alegría que expresan esos rostros sonrientes en los que no se han borrado sus gestos, ni se borrarán. He sabido que algunos han ido a París con el mapa de la novela, como tantos lectores del autor, han ajustado cuentas con la ciudad que hemos habitado de algún modo todos los lectores de Cortázar. Supe también que unos han seguido pintando, otros han continuado sus estudios y los han enriquecido, algunos abandonaron el camino del arte. Como siempre, unos se casaron y tuvieron hijos, otros no. Hoy nos recuerdo aniñados, imaginándonos como ese Club de la serpiente, iguales a tantos otros grupos en el mundo entero. He leído muchas veces la novela y comparto lo que pensaba, pero he visto otras obras surgir de aquella que veía entonces. Tuve que comprar otro ejemplar porque el de Editorial Cátedra que tenía en aquella época, quedó ilegible. Me he descubierto buscando entre las páginas un ápice de la voluptuosidad de esos meses y debo confesar que no lo he encontrado. Entre el olor a óleo, trementina, grafito, acrílicos y hasta brea, felicidad es una palabra justa para describir ese tiempo.
2004. Esta vez el grupo nació en Taller 7. Quedaron algunos integrantes de Rayuela. Se integraron además otros amigos dedicados a oficios distintos. Ya no se trataba de seguir una novela, sino a un autor: Milan Kundera. En conversaciones en el taller había surgido la inquietud a propósito de otro grupo de tertulia y en mis clases salía casi siempre el nombre del escritor checo. Me conmovía su lucha imperturbable, su nacimiento en un país con diez años de instauración luego de la Gran Guerra de 1914 y partido en dos tras el fin de la Guerra Fría; veía en Kundera la grieta tan propia de los escritores centroeuropeos de mediados del siglo XX, en un momento en el que el oficio de escritor estaba vinculado de forma casi indisoluble a la política y por lo tanto, a posibles persecuciones, desapariciones, muertes o desclasamientos. Kundera fue desclasado, lo mismo que Tomás, el médico que en su novela, cuando está a punto de ser nombrado director de clínica, como consecuencia de un ensayo, termina lavando escaparates en Praga. Ese desclasamiento, que el novelista explica bien en La insoportable levedad del ser a través de Tomás, es parte de un declive social que terminará llevándolo al ostracismo en su país y luego al exilio en Francia, casi a la pérdida de la lengua materna como lengua de su literatura. Siempre vi en Kundera una suerte de escritor menor, a la manera en que los expone Kafka en sus diarios y que luego desplegarán con lucidez Deleuze y Guattari en su Kafka, por una literatura menor. La literatura menor es aquella que escriben escritores que efectúan un uso menor de una lengua mayor, todo en ella es político y todo acontecimiento tiene un carácter colectivo; en este sentido, la novela es en sí misma un dispositivo de desmontaje de la maquinaria burocrática propia del mundo que se cristaliza bajo la égida de las ideologías fascista, socialista y capitalista norteamericana. Aunque Kundera escribe en su lengua materna (por lo menos al principio), a diferencia de Kafka cuya lengua materna es también el checo pero escribe en alemán menor (el alemán de los judíos praguenses), su situación después de la Segunda Guerra Mundial, en tiempos de Stalin, su pertenencia al grupo de intelectuales que condujo a la Primavera de Praga y su desgarro, su partida hacia Francia, donde escribirá en lengua gala, todo ello hace que él sea víctima de “esas potencias diabólicas” que Kafka sentía tocar a las puertas de su tiempo. El escritor de El proceso murió sin
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Todavía recuerdo algunas sesiones: la primera por supuesto, en la que llegamos hasta el inolvidable capítulo 5, cuando asistimos a ese encuentro voraz entre La Maga y Oliveira en un cuartucho de hotel parisino; aquella en la que escuchamos la música del capítulo 17; otras en las que hablamos durante largas horas sobre arte, siguiendo al personaje Etienne, esas en las que nos enredábamos en lamentos por la historia contemporánea y los momentos privilegiados en los que nos adentrábamos en las teorías del caos, que nos obsesionaban a todos: de Pollock a Parker, de Basquiat a Hendrix, de Buenos Aires a Medellín, todo era caótico.
saber que familiares suyos serían llevados a campos de exterminio nazi, el autor de La inmortalidad no sólo asistió a la debacle de su mundo, sino que su vida entera ha estado marcada por esa condición de minoría literaria, desde la que Kafka afirmara que para el escritor menor ningún problema es individual. Tal vez por eso elegimos Kundera: hijos todos de un país despedazado por una violencia de siglos, que se metamorfosea según los poderes de las épocas, pero que cercena los sueños de los colombianos desde tiempos de la independencia; era apenas lógico que nos interesara conversar sobre los artilugios del totalitarismo, sobre esas maneras como la idea de un hombre es desfigurada capa a capa hasta llegar a las masas como ideología, proceso vehiculado por el kitsch en todas sus formas. Fue así como decidimos comenzar por La broma, la novela en la que a través del melancólico y cínico Ludvik, podemos observar de cerca los excesos stalinistas. La disección descarnada que hace Kundera de los mecanismos utilizados por el régimen socialista estalinista para penetrar la esfera de lo privado, nos interesaba, no sólo por la polarización que ya por esos días y hasta ahora padece nuestro país, sino por la cercanía emocional que sentimos con Cuba, tanto por sus artistas cuanto por la resiliencia inaudita de un pueblo que literalmente vive entre ruinas. Leímos también El libro de los amores ridículos, del que nos impactó sobre todo el primer cuento, Nadie se va a reír, donde la paulatina muestra de la privacidad y la sobreexposición de la vida cotidiana, nos lleva casi hasta la extenuación que siente el personaje, profesor universitario que asiste con terror creciente a la exhibición de su cotidianidad, sin tener arte ni parte en el asunto. Es clara la influencia kafkiana en Kundera, no sólo en estos cuentos sino a lo largo de toda su obra: ¿De qué estoy siendo acusado? ¿Por qué? ¿Quién tomó las decisiones sobre mi vida? ¿Cuándo terminará esta cadena insoportable de instancias burocráticas y se mostrará el auténtico rostro del poder? Como bien explican Deleuze y Guattari, después de los grandes conflictos contemporáneos, ya no se trata de un poder absoluto que mira a los sometidos desde arriba, sino de un poder derramado entre los intersticios de la sociedad, del que toman parte todos, desde arriba a las bases, ideologizadas hasta lo insufrible; de ahí que no haya a quién acudir, pues el sentido de la burocratización del poder, es la prolongación ad nauseam de los procesos.
académicos me hicieron renunciar al grupo y desde entonces, Kundera me ha acompañado. Entre sesiones, leímos apartados de El arte de la novela, algo de las últimas novelas cortas y textos de otros autores que nos servían de hilo conductor en alguna discusión concreta, por ejemplo, las dos Homilías y Ligia Cruz, de Tomás Carrasquilla, que nos valieron para conversar sobre el kitsch, partiendo del memorable capítulo 6 de La insoportable levedad del ser y tratando de revisar las formas locales de ese fenómeno en principio estético, pero que sabemos, se hunde en profundidades éticas y morales con consecuencias políticas y sociales a gran escala, lo mismo que personales. Tomás Carrasquilla no se refirió al concepto con el mismo nombre, cuyo uso para entonces no parece haberse generalizado en estas tierras, tampoco con el mismo contenido en las Homilías; pero basta leer Grandeza o Frutos de mi tierra para enterarse de que sus posturas frente a lo que él nombraba como cursilería, se acercan mucho a las de Kundera. Distan los conflictos y las geografías, pero se cruzan las preocupaciones por las tragedias individuales y colectivas a las que puede conducir el intento infructuoso por ser lo que no se es. Nos adentramos en las distintas concretizaciones del kitsch, presentadas por Kundera a través de los personajes de La insoportable levedad del ser, lo mismo que en las presentadas por Carrasquilla en sus novelas sobre Medellín.
Luego discutimos sobre La vida está en otra parte y, por último, sobre La insoportable levedad del ser. No terminamos de recorrer toda la obra publicada, compromisos
De todo ello hablábamos en las sesiones, que primero fueron los lunes en la noche y después los sábados en la tarde. También muy largas y extendidas más allá de los muros del taller, en ocasiones a la casa de algún integrante, otras al Eslabón prendido o al Guanábano. Alguna vez, Julián Urrego cocinó para todos esos manjares con los que deleita a los amigos. Siempre había mucho café y los integrantes llevaban galletas, pasteles y cuanta chuchería se encontraban para acompañar la tarde. Fueron veladas intensas, en las que cada uno entregaba siempre algo nuevo desde su saber particular. Músicos, pintores, odontólogos, administradores, ingenieros, publicistas, literatos… todos tan distintos y tan dispuestos a conversar. ¡Cuánto aprendí aquellos meses en los que nos sentábamos todas las tardes de sábado, durante horas, en la mesa de la cocina de Taller 7, a hablar sobre lo que la diversidad del grupo nos permitía, partiendo de cualquier capítulo escrito por Milan Kundera! Hoy, cuando la historia de nuestro país parece regresar a tiempos pretéritos, echo de menos aquellas veladas en las que la amistad una vez más, fue nuestra manera de resistir a la posesión de la hybris y nos permitió habitar, por lo menos en los pocos metros cuadrados que rodeaban muros con azulejos blancos y repletos de papelitos, un mundo gobernado desde la frónesis.
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Entre nómadas… VERMEER Mientras esa mujer del Rijksmuseum con esa calma y concentración pintadas siga vertiendo día tras día leche de la jarra al cuenco no merecerá el Mundo el fin del mundo. Wisława Szymborska
Recién asumido su cargo como presidente del país, François Mitterrand, en manos de su ministro de cultura, concedió la nacionalidad francesa a Julio Cortázar y a Milan Kundera en la misma ceremonia. Para la historia quedaron las palabras de agradecimiento que ambos escritores dedicaron a una nación que los abrigara en tiempos difíciles y les permitiera continuar con su oficio ejerciendo la libertad que en sus países se les negaba a los intelectuales. ¿Casualidad? Una más de las líneas que se cruzan en el rizoma, pues para los tiempos en que nos reunimos a hablar de sus obras, no sabíamos que los dos autores habían compartido ese momento. Hoy viven todavía en París: Cortázar, acompañado de Carol Dunlop en la tumba que enarbola el cronopio que diseñara para él su amigo, el artista Julio Silva. Kundera, también acompañado de su esposa, pero en un apartamento del que sale lo justo para no alterar esa distancia que mantiene desde hace años con los medios de comunicación. A diferencia del argentino, el checo ha permanecido en el silencio social, cuidando esa tranquilidad contra la que atenta la vigilancia constante en las sociedades de control. Sabemos que coincidían en las fiestas que se hacían en la casa de Ugné Karvelis, la segunda pareja de Cortázar; también que él, junto a Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, hicieron un viaje a Praga, en el que los acompañó Milan Kundera a seguir los pasos de Kafka. Eran amigos. Aunque divergían en sus posturas políticas. Nos han dejado dos obras que nos permiten preguntarnos, desde orillas diferentes: ¿Qué tipos de experiencia amorosa son posibles en el mundo que se ha convertido en una trampa? ¿Es acaso laudable la amistad cuando los discursos de la ideología se atraviesan entre los que se decían amigos? ¿Cuáles son las palabras que nombran hoy los distintos afectos? ¿Es permitido el arte? ¿Qué arte? ¿Tiene sentido seguir hablando de novela a la manera en que lo hicieron los grandes novelistas del siglo XIX? 58
Desde las estructuras mismas, las obras de Cortázar y Kundera componen dispositivos que hacen parte de poderosas máquinas literarias y que nos ayudan a indagar en los misterios que plantean estos interrogantes. Eso explica nuestras elecciones: la búsqueda de los dos escritores para encontrar una manera ajustada a la realidad del escritor contemporáneo, coincide con la exploración de los artistas contemporáneos en general; la deconstrucción de los modos tradicionales de pensar el arte en la modernidad es uno de los puntos más claros de confluencia entre todos, porque el mundo que fue ya no es y el que es ya no se expresa con la estética del que fue. Nosotros andábamos y seguimos en la misma búsqueda; mucho más cuanto que en nuestro país el arte es una de las pocas líneas de resistencia a la estulticia masiva que ha supuesto el intento de ideologización en medio de la más aterradora ignorancia. De tal suerte que los pintores jóvenes que participaron de los dos grupos buscaban lo mismo: ya fuese pintando con brea peces y ríos turbios de cadáveres, o ciudades en las que se mezclaban los acrílicos con el cemento, la brea o el hollín, o libretas en las que inscribían sus miedos desde niños; los que acudían a las conversaciones necesitaban hablar de sus hendeduras, de sus expectativas e incertidumbres frente a un mundo que sospechaban oscuro y hostil. Por todo eso no puedo dejar de pensar en esas reuniones entre nómadas como en auténticas máquinas de guerra de las que hablasen Deleuze y Guattari. ¿Y qué puede serlo más que un festín cuyo único motor es la potencia de la amistad, del amor y de la creación? En tiempos de puntuaciones, indicadores, cifras muertas y artículos que nadie lee, reunirse a conversar sin esperar ninguna retribución ni académica ni económica, es una de las armas más fuertes contra la imbecilización y la insensibilización a la que nos conduce la burocracia neoliberal con todas sus caras. Razón tuvo Zygmunt Bauman, cuando al final de su entrañable y doloroso Amor líquido, recordó a Hannah Arendt en su demanda a la conversación entre hombres libres como lo propiamente y, sobre todo, lo necesariamente humano. Ya lo sabían los griegos, nos lo enseñaron y poco hemos aprendido: conversando se construye un mundo. Eso representaron para nosotros las veladas literarias en Taller 7, momentos sagrados en los que se trazaba un círculo dentro del que las palabras de cada uno eran escuchadas por los demás. Por eso quienes participamos de ellas, recordaremos, al pasar frente a esa puerta gris en mitad de la carrera 41, entre Bomboná y Maturín, que detrás se extendía otra ciudad, y cuando los constructores la derriben, porque tarde o temprano la derribarán, sabremos que alguna vez estuvo allí esa puerta y que, durante años, propios y visitantes, la cruzamos para encontrarnos. Medellín, agosto de 2018.
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Julián Urrego (Medellín), Patrones para resilientes, 2004. Lápiz, transfer, tinta y acrílico sobre papel, 25 x 17 cm.
< Julián Urrego (Medellín), Patrones para resilientes, 2004. Instalación, dimensiones variables. Exposición 366 días en el 7, 2004. Fotografía: Taller 7.
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Milton Valencia Ortega (MedellĂn), Reminiscencia, 2004. Vinilo y carboncillo sobre muro, 300 x 250 cm. FotografĂa: Taller 7.
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Javier Álvarez Rojas (Medellín), Primitivo, 2007. Tierra y carboncillo sobre pared, dimensiones variables. Exposición Vía Medellín - Bogotá / Bogotá – Medellín, 2007. Fotografía: Taller 7.
Inventario 7 años en el 7 Taller 7
En este edificio para habitar, realizamos un inventario (serie, relación, registro, taxonomía, descripción, balance, lista); un proyecto que toma la casa como eje articulador de diversos procesos, todos circunscritos y posibilitados por este espacio específico. Habitar este lugar nos ha permitido aproximarnos a formas de relacionarse con el espacio que difícilmente encontraremos en los modelos constructivos que se han venido implementando en este sector del centro de la ciudad, y que han generado un incesante proceso de desaparición de estas arquitecturas, para dar paso a formas más “eficientes” de habitar (enormes edificios con capacidad de alojar a ingentes cantidades de personas en espacios reducidos); convirtiendo la casa de Taller 7 en uno de los pocos vestigios arquitectónicos de comienzos del siglo XX que aún se encuentran en esta zona. No se trata de que todo permanezca igual, inalterable. Por el contrario, la mutación, el devenir inexorable, es una de las características de la ciudad contemporánea, que se expande a un ritmo delirante, que se hace y se deshace interminablemente. Sin embargo, en Medellín se hace evidente la preeminencia de un discurso fundamentado en la desaparición de cualquier huella del pasado como único medio para edificar ese anhelado “progreso”; particularmente ha primado un interés netamente comercial, la implantación de lo “nuevo”, de un modelo constructivo de vivienda en altura donde la tabula rasa heredada del Movimiento Moderno pareciera ser el único horizonte posible en la trasformación de la ciudad, ante la indiferencia de la administración municipal que al parecer ya tiene suficiente con los exiguos “centros históricos” que ha declarado patrimoniales, dejando de lado otras construcciones existentes y toda la riqueza de connotaciones históricas, culturales y colectivas; sin dejar espacio para que la ciudad se transforme integrando las particularidades propias de cada entorno, “siendo pues, diversos los hombres, y heterogéneos los edificios”1. 1. Luis Fernández-Galiano, El fuego y la memoria. Sobre arquitectura y energía, Alianza Editorial, Madrid, 1991, p. 160.
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Durante 7 años hemos habitado, vivido y construido: primero un taller, luego una casa, después un espacio de encuentro y también un hogar. Nuestra casa, que fue construida, reconstruida y remodelada hace mucho tiempo, estaba esperándonos un día hace siete años y desde entonces hemos respirado su luz y su frescura, y hemos habitado cada uno de sus espacios con muchos visitantes que como nosotros han creído y amado este proyecto. Ocuparla ha sido un privilegio y una posibilidad. El territorio que nos circunda ha mutado y se ha sobresaturado de construcciones, en un proceso que comenzó hace algunos años, donde las casas han venido siendo dadas de baja. En medio de este “campo minado” pasamos de tímidos edificios que salpicaban las cuadras llenas de casas generosas en sus espacios interiores, a manzanas salpicadas por estas viejas casas, atiborradas de edificios precarios que emergen diariamente cada vez más altos y que albergan a cientos de familias, quienes compran estos nuevos inmuebles con la esperanza de preocuparse menos y vivir más2. Y mientras ellos construyen sus nuevas vidas prescindiendo de zonas verdes y espacio público cercano, nosotros habitamos un paisaje más estrecho y accidentando; con menos luz. Esta ciudad entonces, cada vez más caótica, cada vez más saturada, cada vez para más cantidad de personas y para menos calidad de vida, es una ciudad dispuesta a revenderse por pedazos, en cuotas de ladrillos, tejas, columnas, ventanas, puertas, lavamanos y baldosas antiguas. Durante 2.557 días hemos habitado una casa con cinco habitaciones, tres baños, un comedor bañado por la luz de los dos patios, un zaguán, una cocina grande y un solar; cuando comenzamos, queríamos una CASA abierta y ahora les entregamos fragmentos de esta y de otras casas; un inventario de memorias, de historias, de objetos.
Julián Monsalve Correa (Medellín), levantamiento arquitectónico de Taller 7, 2010. >
2. “Viva más. Preocúpese menos” promete una de las vallas que ofrece financiación para la adquisición de vivienda, exhibidas en uno de los proyectos inmobiliarios que se construyen en el sector.
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PLANTA ARQUITECTÓNICA DE PRIMER PISO ESC. 1:75
FACHADA ORIENTE ESC. 1:75
Colectivo Taller 7, Proyecto Inventario, 2010. Instalaciรณn de tela verde de polipropileno para cerramiento sobre la fachada de Taller 7, 1120 x 800 cm, pp. 74 - 77.
Colectivo Taller 7, Proyecto Inventario, 2010. Vista general de la instalaciรณn, dimensiones variables.
Colectivo Taller 7, Proyecto Inventario, 2010. Instalaciรณn realizada con tierra de una casa demolida en el sector; en la pared: cala estratigrรกfica, dimensiones variables.
Colectivo Taller 7, Proyecto Inventario, 2010. InstalaciĂłn realizada con mil ladrillos, dimensiones variables.
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Colectivo Taller 7, Proyecto Inventario, 2010. Estructura en madera y puertas de la casa removidas para el proyecto, dimensiones variables. FotografĂas: pp. 74-81,Taller 7.
Inventario (cada día es como el último)1 Entrevista de Catalina López B. a Taller 7, para su blog cantalicia.blogspot.com.
¿De quién y cuándo surgió la iniciativa de ocupar la casa y hacer de ella el estudio de Taller 7? Las artistas que conformamos Taller 7, tuvimos la oportunidad de compartir y conocernos mientras estudiábamos en el Instituto de Bellas Artes, y de alguna manera, fue allí, en incipientes conversaciones y discusiones entre amigos, como se fue fraguando el proyecto. Es evidente que casi todos los artistas necesitan espacio tanto para desarrollar su trabajo como para exhibirlo, pero es claro que hacerlo de manera individual se hace mucho más complejo. De alguna manera, esto fue lo que nos llevó a conformar Taller 7, para generar, a través de un proceso de autogestión, los medios propicios para que cada uno desarrollara su obra, así como una plataforma expositiva que ya no requiriera de la validación institucional. La búsqueda de la casa fue intensa, difícil. Encontrar un lugar que reuniera lo que estábamos buscando, y sobre todo, ponernos de acuerdo en ello fue una tarea compleja. Nos decidimos varias veces a tomar en arriendo unos espacios, pero finalmente después de tener todo listo, los planes se desvanecían en nuestras manos, algo pasaba, alguien se adelantaba. Estuvimos a punto de desistir, ya llevábamos varios meses en ello, miles de casas vistas y no conseguíamos nada. Todo parece indicar que aquel día que algunos de nosotros recorríamos el centro, era el último, el definitivo. Hacia el final de la tarde, cuando ya no había mucho por hacer nos topamos por azar con esta casa. A la mañana siguiente pudimos conocerla por dentro y esa misma tarde concretamos el contrato de arrendamiento. Cuando comenzamos, la idea era tener un taller de trabajo y si el espacio lo permitía generar otro tipo de actividades, como exposiciones; el lugar al que accedimos permitió ambas cosas y nos brindó además la posibilidad de trabajar como colectivo. Taller 7 fue fundado en el año 2003, por los artistas plásticos Carlos Carmona, Mauricio Carmona Rivera, Paola Gaviria, Adriana María Pineda, Julián Urrego, Albany Henao, Milton Valencia, Javier Álvarez y María Isabel Vélez (…)
Cómo se fue conformando el colectivo y en qué se ha caracterizado su objetivo común y qué ha aportado a él cada uno de sus participantes? Taller 7 surge sin una dirección preestablecida, ha sido una construcción que se ha hecho sobre el andar, demarcando y trazando unas líneas de trabajo que han permitido que el proyecto se cuestione y renueve, generando un punto de encuentro, intercambio y diálogo; más allá de delimitar una línea de trabajo específica, nos permitimos, por medio de la autogestión, generar acciones que expandan la noción de sujetos activos en la construcción de actos que permeen las distintas esferas sociales, en particular, a través de la creación de nuevas rutas de interacción entre los artistas, sus procesos, y el público, estableciendo así múltiples vías de trabajo y gestión. El intercambio ha sido fundamental en este proceso, ha sido la posibilidad de conocer otras formas de ver y de hacer, de construir un diálogo que nos permita acercarnos al otro, y a su vez, generar una mirada crítica sobre el entorno. Desde el comienzo, hemos procurado construir puentes, intercambios y otras vías de interacción que posibiliten la creación de redes no sólo al interior del grupo base, sino como un proyecto que abre sus puertas a muchas más personas que han estado interesadas en participar de alguna manera. Si bien podríamos decir que hemos trazado ciertos objetivos comunes, algunos transitorios, otros que aún persisten, es notorio que la base del trabajo colectivo ha sido la discusión, el conflicto, el encuentro con el otro, la generación de puentes y puntos de partida; hemos intentado a través de la confrontación de nuestros intereses, de nuestras divergencias, construir, dar un paso hacia la posibilidad de encontrar puntos de cruce que catalicen el trabajo juntos. Sin duda, cada uno ha aportado lo que ha querido, deseado, y tal vez allí se encuentre el valor de lo que hemos hecho.
Qué ha significado trabajar en Bomboná, cómo se articularon con los habitantes del barrio y cómo han recibido ellos a los integrantes del taller? Este es un sector aún muy interesante de Medellín, no sólo por ubicarse en el centro de la ciudad, sino porque se ubica precisamente en la frontera que separa un espacio con una inmensa afluencia de gente, y un alto flujo vehicular y comercial, de una zona más tranquila, con una carácter más residencial, donde –como sucede en muy pocos lugares de Medellín– aún confluyen y se superponen estructuras arquitectónicas de diversas épocas: la casa donde se encuentra Taller
1. Tomado de: http://cantalicia.blogspot.com/2010/05/inventario-cada-dia-es-como-el-ultimo.html
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7 que data de comienzos del siglo XX, las Torres de Bomboná de mediados de los 70´s –uno de los pocos buenos ejemplos de conjuntos residenciales en altura hechos en Medellín–, o el último adefesio construido “allí”, en la esquina. El problema, parecería ser que esa clase de adefesios en altura fueran el único horizonte posible, porque cada día más casas como la nuestra son minadas, demolidas, para dar paso a esos nuevos modelos de vivienda, grises, tristes. Y esta bien que la cosa cambie, hace parte del devenir de la ciudad, pero lo que molesta, es que cualquier huella del pasado tenga que desaparecer para recordarnos una vez más ese denostado estereotipo paisa, que solo quiere sacar billete como sea y de donde sea, borrar cualquier huella del pasado. La eliminación como única opción. Sería más interesante una ciudad que se construyera a partir de una lectura del entorno, de las particularidades del lugar, de las personas que lo habitan, de la memoria. Pero ya no hay marcha atrás: mientras la administración municipal siga estando tan satisfecha con los exiguos “centros históricos” que ha declarado patrimonio, no habrá mucho por hacer. Pero dejemos a un lado esto para hablar de nuestra relación con los vecinos. Paradójicamente, nuestro espacio que ha sido visitado por muchas personas del resto de la ciudad, ha estado un poco distante de sus vecinos inmediatos. Quizás por tiempo o por falta de interés, no sabemos. A pesar de nuestra intensa actividad muy pocos habitantes del sector han participado de los eventos que hemos realizado. Esta zona que esta rodeada de algunas casas de familia, hogares infantiles y fábricas, a veces no genera espacios de confluencia. Igual, el tejido de relaciones es una cosa que se construye lentamente y creemos que hasta ahora estamos comenzado a construir cierta interacción con ellos. Sólo hay una excepción, y es nuestra “querida” vecina Teresita de Jesús, que se ha encargado de hacernos padecer su bella forma de vivir y ha intentado por diversos medios hacernos ir para otro lado. Nuestra relación se ha intensificado recientemente y ha pasado de inspección de policía a fiscalía general. Sin embargo, esto mismo ha propiciado que muchos otros vecinos que tal vez no hubiéramos conocido de otra forma se hayan acercado y nos hayan brindado generosamente su apoyo, porque al parecer no hemos sido los únicos que la hemos padecido. Tal vez sea una buena oportunidad para afianzar nuestras relaciones con ellos, con los vecinos.
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Es hermosa la invitación a Inventario, de dónde surgió la idea y que quieren contagiar con ella? La invitación como tal, surge de la idea de uno de los integrantes del colectivo que hacía algún tiempo guardaba un volante con el que se había topado. Una vez planteada la propuesta, comenzamos ha configurar el diseño entre todos, a discutir, a jugar, a pelear –aunque en esta ocasión no fue tanto–, hasta llegar al resultado que obtuvimos. Partimos de la estructura misma de la casa donde se desarrolla Taller 7, ya que el proyecto que se venía construyendo desde hace algunos años retoma el espacio habitado como problema. Un amigo arquitecto (Julián Monsalve Correa) hizo la tarea de dibujar la casa sin omitir detalle, y a su vez nosotros fotografiamos el piso en mosaico de la casa que complementaba muy bien el diseño. La invitación está troquelada, por lo cual quién la recibe se debate entre dejarla como una postal o proceder inmediatamente a armarla (…) Ahora que la instalación del proyecto va tomando forma, vemos que existe una inmensa resonancia entre la invitación y la obra como tal; de alguna manera, estamos desarmando nuestro espacio, jugando con la arquitectura del lugar, inundándolo con fragmentos de otras casas que ya desaparecieron o se encuentran en ese proceso. Sin duda, un inventario de memorias, de objetos, de los días que llevamos habitando este espacio.
Cuál es el siguiente paso de Taller 7? Esta pregunta nunca será fácil responderla. Si algo caracteriza a nuestro proyecto es su fragilidad. Nos sorprende que llevemos 7 años construyendo este proceso, y que aún deseemos continuar; sabemos que en cualquier momento los intereses y las circunstancias podrían cambiar y hacer que el proyecto se disuelva. Pero tal vez sea esto lo que hace el proyecto importante para nosotros. Cada día es como el último. Sin embargo, tenemos ciertos planes trazados; a corto plazo, algunas exposiciones más por definir para este año, algunas residencias artísticas (esperamos un artista de Bogotá, uno de São Paulo, uno de México y otros por confirmar), tal vez un viaje a Buenos Aires como colectivo, bueno, esta por verse. A largo plazo, continuar con esto, intentar que nos genere algún ingreso, fortalecer la amistad, disfrutar el proyecto. Lograr que Taller 7 no se convierta en un obstáculo y por el contrario nos permita a cada uno hacer lo que deseamos. Devenir. Medellín, 13 de mayo de 2010
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Rechazando las consecuencias del triunfo Alejandra Jaramillo
La medida precisa para finalizar algo debería ser la de la alegría, el placer, el gusto o la diversión; cuando esto deja de sentirse sería el momento de parar. Parar de comer, de bailar, de trabajar, de pensar, de pichar, de leer, de discutir, de estar con alguien o en un lugar, de tener una prenda, o de vivir en un sitio; y tener la valentía de hacerlo debería ser motivo de orgullo, y poder hacerlo es por supuesto un privilegio. Claramente hay proporciones según la cosa de la que hablemos, y por supuesto, habrá que asumir la responsabilidad y las pequeñas o grandes consecuencias que vengan con esas decisiones. Un noche había una habitación muy oscura a la que uno entraba con una tiza y podía rayar en las paredes, estaba llena de gente y el chico con el que yo entré me dio un besito, algo tímido pero pícaro. Después una cocina con una luz roja, y en la barra pan francés y cervezas y la persona más encantadora por siempre en mi corazón: Julián, siempre el alma de cualquier cocina en cualquier lugar donde se piense. Puras risas, diversión, gente bonita conversando y dibujando en un patio en una casa antigua del centro de Medellín, una cosa inesperada para una niña de tercer semestre, mucha suerte haber llegado tan temprano a ese pequeño paraíso, la mejor academia estaba fuera del aula. Me tomo el atrevimiento de escribir en nombre de mis queridos amigos de PorEstosDías, como divorciada de espacio autogestionado a espacio autogestionado en proceso de cierre. Desde mi primera noche hasta hoy han pasado 7 años, muchas fiestas, varias cenas, dos tatuajes en el lobby, tres novios y una bola de discoteca; me gustaría poder enumerar muchas más cosas pero por desgracia, mala educación, mal manejo del tiempo, mala suerte, brujería, estupidez y ser una idiota no puedo añadir mil más, a diferencia de otros afortunados, por eso voy a centrarme en la magia, cariño, dulce devoción y reflexiones postgestión. No ha habido nunca una ocasión en la que Taller 7 haya sido para mi dos veces el mismo lugar, la sensación siempre ha sido distinta, nunca el mismo solar, nunca las mismas sillas ni las mismas manchas en el techo; una noche es una casa de amigos y
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otra un lugar lleno de desconocidos y extraños. Su valor ha residido en enseñar por medio de la prueba y el error, del hacer constante, silencioso y ruidoso y un poquito caótico, frecuente, bajo sus propias reglas, sin responder a dinámicas impuestas por otros; creando su propio contexto. Yo me siento muy cercana desde el afecto (aunque nunca encuentre como prender la luz del baño), como si estuviera muy adentro. De lo práctico estoy muy lejos y conozco muy poco, desconozco los chismes de pasillo (lo bueno) o de dónde sale la plata del arriendo (lo urgente); pero conozco lo fundamental (creo): el espíritu. Y digo que lo conozco porque lo siento, creo que reside en la flexibilidad y la rebeldía y el rechazo a las obligaciones y a los compromisos con agentes externos, siendo leales a sus formas de pensar y hacer, desde el afecto, la amistad, la palabra y el intercambio. No estoy segura que los chicos definan el taller como una institución, para mí sin duda lo es, una institución móvil y dinámica, que tiene sus propias reglas, que se transforman y se crean y destruyen según los habitantes del momento, que las definen según las necesidades y las circunstancias, según lo que el diálogo requiera, unas reglas invisibles. Hacer lo que se quiera, como se quiera, con el pretexto que se quiera, con las herramientas, deseos, excusas que se quieran, encontrando la forma; pues en Taller 7 todo parece posible, un espacio para el trabajo, el dibujo, el pensamiento, la conversación, los amigos, la fiesta, el riesgo, el juego.
sentir en casa, ideas e intenciones que se renovaban. Es apenas orgánico pensar en finalizar. Creo que las cosas se acaban porque antes quizás la pasábamos mejor, no es un asunto de dinero, o tiempo, o cansancio, o aburrimiento, sino tal vez de diversión o amor, porque antes habían cosas que nos hacían felices y ahora no, o porque antes nos gustaba cocinar con personas que ya no están, o ver películas con amigos que extrañamos, o conversar con amigos que ahora están lejos, y los proyectos son los amigos y somos amigos más allá de los proyectos, cada quien tendrá sus motivos, y sin embargo no tendrá que explicarlo, ni tendremos que entenderlos. Lo interesante es preguntarnos, y más que esto, imaginarnos respuestas, inventarnos respuestas, historias, posibilidades, mentiras, chismes, hipótesis, sin pensar que un final es un fracaso, o una renuncia. No me pregunto qué está pasando por la cabeza de Adri o Mauro o Juli o Wallace, lo que sea debe ser picante y admirable. Taller 7 triunfa al ser amado, añorado, envidiado, recordado. Triunfa por nunca pensar en esta palabra tan tonta, y por no competir con nadie y solo hacer que todos seamos amigos y nos queramos y admiremos mucho. Triunfa por nunca haber pedido dinero, ni haber reparado el techo, y sobre todo por no haber abierto Facebook. Medellín, agosto de 2018
Esa energía se contagia, se nos contagió cuando empezamos PED, la tuvimos contagiada todo el tiempo, y también jugamos a inventarnos todas las reglas del mundo y las cambiamos y las volteamos y las borramos, y así. Y el lujo de la autogestión reside también en el poder de irse cuando se quiera, renunciar al triunfo, sin tener que dar muchas explicaciones. Con una mezcla de dolor y placer. La noticia del final no es una sorpresa sorpresa, se venía esperando un poquito (con un poquito de temor), pues de eso tan bueno no dan tanto. Mantener las energías tan puras agota un montón, y estos lugares sacan sus poderes energéticos de personas maravillosas que trabajan para que sean posibles; personas que comparten sus preguntas día a día, sus conocimientos y búsquedas, sus ganas de cocinar, dibujar, conversar, bailar, abrir y cerrar la puerta, comprar el papel higiénico. Y en este lugar esas ganas estaban siempre en constante evolución pues la casa estaba en perpetuo movimiento; amigos que iban y venían, anfitriones que los recibían y los hacían
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Taller 7, un espacio de arte en medellín Jaime Cerón
Para muchos de los integrantes del campo artístico colombiano, el Taller 7 de Medellín se inscribió claramente en dicho campo a raíz de su participación en el Encuentro de Medellín 2007, Espacios de Hospitalidad, sin embargo, para quienes habitaban en Medellín ya era un espacio conocido desde unos años atrás y el grupo de artistas que estaban al frente del espacio ya tenía varios años desarrollando proyectos artísticos. El Taller 7 surgió como un taller de artistas que dio origen a un espacio autogestionado por artistas, pero paulatinamente fue perfilando unas líneas de acción que estructuraron su rol en términos de sus apuestas de creación, formación, circulación e investigación. Para el momento en que surgió el proyecto había una entera limitación para la movilidad de los actores sociales del campo artístico dentro del país ya fueran nacionales o internacionales. Por esa razón fue tan importante que Taller 7 hiciera diferentes tipos de gestiones para generar un programa de residencias artísticas que en ese entonces eran enteramente novedosas como alternativas artísticas en Colombia, al punto que ni siquiera las grandes instituciones culturales de carácter público en el país habían logrado consolidar programas de este tipo.
Fernando Zuluaga (Bogotá), Jet lag, 2015. Lápiz sobre papel, 23 x 27 cm. Artista residente, 2015.
Es interesante revisar la manera como el surgimiento de espacios artísticos, suele provenir de la búsqueda de alternativas a una situación insatisfactoria y tiende a engendrar iniciativas que podrían leerse como posturas críticas o como reacciones opuestas a las razones de tal insatisfacción. El campo artístico de Medellín durante la primera década del siglo XXI evidenciaba una escena un tanto anquilosada que no planteaba espacios de encuentro con el contexto nacional e internacional, pero que tampoco ofrecía alternativas de diálogo al interior del mismo contexto local. Aun cuando contaba con dos museos muy visibles en el ámbito nacional e internacional, no parecía ofrecer espacios efectivos de intercambio entre los artistas jóvenes o entre ellos y los artistas de otras generaciones, que lograran materializar sus propios intereses. Es así como emergió en 2003 Taller 7, que generó paulatinamente diferentes tipos de estrategias y plataformas de trabajo que fueron respondiendo a los vacíos que los artistas y demás agentes del campo artístico de Medellín iban encontrando a medida que intentaban materializar sus iniciativas.
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Por esa razón, en Taller 7, los artistas que hacían residencias tenían un lugar donde vivir y donde trabajar, pero sobre todo un espacio de colaboración, articulación y discusión con pares que les permitía contextualizar su vivencia en relación con las dinámicas artísticas de la ciudad. No se trataba de un espacio que se forjara en la perspectiva de tener que desarrollar y culminar un proyecto específico sino más en la expectativa de generar redes de trabajo a largo plazo. También muy tempranamente Taller 7 comenzó a ser habitado por un grupo de dibujantes que desde entonces ha mantenido el hábito de reunirse los viernes a dibujar. El Taller también ha funcionado como espacio de exhibición, como espacio de encuentro, dialogo y discusión y en ese sentido ha sido muy importante el tejido social que ha generado al incorporar cenas y fiestas como dispositivos de encuentro.
pionero en el terreno de los espacios autogestionados y cuyas propuestas fueron fundamentales para dar forma al movimiento Dada. A pesar de su corta duración fue tan clara su huella de vanguardia que en 2004 la ciudad de Zurich compró el edificio, lo restauró y volvió a abrirlo. Actualmente no es un lugar fundamental en la escena artística de Suiza, pero si es un punto de referencia en la ciudad. En comparación Taller 7, en sus 15 años de existencia parece que hubiera durado una eternidad, pero lo que aún no estamos en capacidad de comprender son las huellas que su actividad ha logrado imprimir en todos los artistas, curadores, críticos, estudiantes y espectadores que han sido alcanzados por cada uno de sus proyectos. Bogotá, agosto de 2018
En la ciudad de Cali de los años 70, había una consolidación de casi una década de trabajo del Museo de Arte Moderno La Tertulia, que había permitido realizar entre otros, los Festivales Nacionales de Arte o las Bienales Panamericanas de Artes Gráficas. Sin embargo, esa consolidación fue vista como una institucionalización por parte de algunos artistas que promovieron los Festivales de Arte de Vanguardia y que terminaron por fundar Ciudad Solar, que fue el primer espacio gestionado por artistas que existió en Colombia. Entre los años ochenta y noventa hubo intentos por abrir espacios independientes, particularmente en Bogotá, que tuvieron roles vitales mientras duraron, pero que en general fueron esfuerzos de corta duración, salvo en el caso del Espacio Vacío que estuvo activo durante varios años. Fue en la primera década del siglo XXI cuando artistas en Medellín, Cali, Bogotá y Bucaramanga (entre otras ciudades) comenzaron nuevamente a pensar en la necesidad de contar con espacios gestionados por sus propios intereses y uno de los primeros en lograrlo fue precisamente Taller 7. Es muy significativo que este espacio haya sabido utilizar su articulación con los tres Encuentros de Medellín que se han realizado hasta ahora (los MDE’s) como una caja de resonancia para fortalecer sus propias líneas de trabajo y darse a conocer cada vez más ampliamente en el campo artístico nacional e internacional, a la vez que enriquecieron con su conocimiento y experiencia el vínculo entre esos certámenes y el contexto artístico de la ciudad. Poco menos de un siglo antes de que Taller 7 abriera sus puertas, fue fundado en Zurich el Cabaret Voltaire por el artista Hugo Ball, que podría considerarse como
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¿Qué son las prácticas artísticas autogestionadas?1 Paola Peña
Para comprender qué entendemos por prácticas artísticas autogestionadas, debemos adentrarnos en el concepto de autogestión. El término autogestión “proviene de la traducción serbio-croata samoupravlje, que se compone de samo, que equivale al prefijo griego auto (por sí mismo) y upravlje que se traduce como gestión. Del serbio-croata, lengua principal de Yugoslavia, pasó al francés y con la misma grafía (más el acento ortográfico en la última vocal) al español” (Iturraspe, 1986: 30, citado por Hudson, 2010: 581). La autogestión, como su etimología sugiere, resulta de la conjunción de auto, que tiene que ver con uno mismo y de gestión, que apunta a hacer, originar, gestar o impulsar algo. Articuladas ambas palabras denotan una acción que se emprende de forma autónoma. La autogestión apunta así a mantener el control sobre los procesos que se llevan a cabo para alcanzar una meta determinada. En sus orígenes, el concepto ha sido usado principalmente en función de definir una forma de organización social, que se caracteriza esencialmente por la implicación directa de un conjunto de personas en la elaboración y toma de decisiones. Su conceptualización ha estado asociada, por un lado, al pensamiento libertario de la primera parte del siglo XIX relacionado con la producción intelectual de los denominados socialistas utópicos, representados en figuras como el inglés Robert Owen, uno de los padres del cooperativismo, y el socialista francés Charles Fourier. Por otro lado, el concepto de autogestión también ha tenido un fuerte desarrollo conceptual en las teorías anarquistas de Pierre-Joseph Proudhon y Mijaíl Bakunin. Al margen de su connotación política y etimológica, lo que se trata de señalar es que el concepto de autogestión estuvo primeramente vinculado a un pensamiento libertario y anarquista que apuntó a la “autodeterminación de las comunidades, prescindiendo así de una unidad política exterior a ella (el Estado), la consecuente eliminación de las estructuras basadas en el comando-obediencia, la afirmación de la libertad, la soberanía y la autonomía de los sujetos, el federalismo como principio económico y político y la colectivización de la propiedad” (Hudson, 2010: 589). No es de extrañar que, amparados en estos presupuestos de corte libertario que están en la base de cualquier propuesta Kadija de Paula (Curitiba, Brasil), Regalos de la Noche: para los que se quedaron en casa, 2011-2012. Carteles, 70 x 100 cm. Residencia en gestión, Residencias_en_red [Iberoamérica], 2011. Fotografía de la artista.
1. Texto publicado en el folleto de socialización del proyecto de investigación Nuevas prácticas artísticas contemporáneas: espacios artísticos autogestionados de la ciudad de Medellín, ganador en la convocatoria de estímulos del Ministerio de cultura en la modalidad de Beca en Investigación en Artes Visuales en 2014.
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autogestionada, diversos movimientos artísticos y sociales hayan articulado sus luchas (hippies, ecologistas, feministas, etc.) cuando llegó el capitalismo postindustrial. Si bien es cierto que la palabra samoupravlje, autogestión, gestión autónoma o gestión por uno mismo, se encontraba presente en las lenguas eslavas, al vocabulario occidental se introduce por medio de los rusos: A través de la gestión autónoma las comunidades de provincia rusas hacían sus vidas sostenibles en medio del abandono de los poderes feudales y la aristocracia; gracias a esa tradición los primeros soviets, las asambleas que plantan el germen de la revolución rusa al menos entre 1905 y 1917, lograron funcionar autogestionadamente, siguiendo el ejemplo del mir, la comunidad rural, a pesar de que ya para 1918 los bolcheviques habían convertido los soviets en instrumentos de partido centralizados, jerárquicos y burocráticos. Mijaíl Bakunin lleva hasta el resto de Occidente la palabra autogestión a través de la traducción de sus escritos, y ya desde comienzos del siglo XX el término ha entrado en el vocabulario de las organizaciones sindicales de varios países de Europa (Fundiéndonos, s.f.: 5).
Desde esta consideración, se entiende por qué la idea de autogestión ha estado vinculada a movimientos de corte progresista que han interpretado el término principalmente para hacerlo operativo en sus luchas políticas. Pero solo fue con el Mayo del 68 que la práctica de la autogestión experimenta un primer desplazamiento hacia una autogestión que podríamos denominar contemporánea. La autogestión comienza a expandirse en medio de las sociedades del capitalismo postindustrial a través de las luchas de las minorías: los derechos civiles de los negros, las reivindicaciones feministas, la concientización de los primeros grupos ecologistas, los movimientos estudiantiles universitarios, la liberación sexual, las artes urbanas, los medios de comunicación alternativos, los grupos de experimentación sensorial y expansión de conciencia, la psicodelia, el rock, los festivales al aire libre inspirados en Woodstock, los hippies y los clanes contestatarios. La afirmación de la diferencia que cada experiencia singular produce termina por generar una red de interrelaciones que, mezclando la actualidad occidental y muchas tradiciones ancestrales de Oriente, abren el camino para la proliferación de estilos de vida alternativos y la emergencia de modos de vida heterogéneos a final del siglo XX. La
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práctica de la autogestión penetra hasta instancias inéditas de la vida cotidiana en ámbitos insospechados (…) (Fundiéndonos, s.f: 6).
Más allá de estos hechos, lo que interesa resaltar es que en el núcleo de la propuesta de la autogestión se pueden rastrear ideas que se han reivindicado a lo largo de la historia, tales como la premisa de que el mundo puede funcionar sin patrones, pero no sin trabajadores, y una crítica permanente a la propiedad privada concentrada en manos de unos pocos, algo que, sin duda, implica injusticia y desigualdad. Frente a esto la autogestión promueve la organización de todos y no una organización por encima de todos, y establece los principios de autonomía e igualdad para impulsar realidades y comunidades plurales, no monolíticas. Este pluralismo respalda la diversidad de opiniones y el respeto por las mismas, así como también promueve la conciencia de que nada bueno se gana si se delega en instancias externas la resolución de los problemas (Taibo, 2013: 84). Después del acercamiento a lo que sugiere el término autogestión y de acuerdo a lo dicho en el párrafo anterior, podría plantearse un paralelo con lo artístico, que sería más o menos el siguiente: la autogestión artística plantea una crítica a la dificultad de entrar en los medios de distribución (museos, galerías, etc.) que se concentran en manos de unos pocos, con las consecuencias que eso representa para muchos artistas. Por esta razón, la autogestión promueve la apertura de otros espacios que generen relaciones más horizontales. Allí están presentes los principios de autonomía e igualdad que apuestan por una diversificación del medio. La iniciativa de hacer que las cosas pasen –como manifiestan varios de los gestores y artistas entrevistados para esta investigación– y no esperar a que las cosas cambien por sí solas, está en el centro de la motivación de las prácticas artísticas autogestionadas. Esta perspectiva de la autogestión artística, si bien nos ofrece un primer acercamiento a algunas de las razones y principios que podemos encontrar detrás de estas prácticas, resulta claramente limitada. El análisis del término autogestión en la perspectiva de las prácticas artísticas es mucho más complejo y exige tener en cuenta algunos factores socio-económicos que se han ido desarrollando en los últimos años, que a su vez, permiten entender los cambios de rol y las nuevas estrategias de funcionamiento que plantean algunos artistas, así como la transformación de muchas de las actividades y prácticas que éstos realizan.
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Pero antes de adentrarnos en estos aspectos, es importante señalar que, aunque no nos proponemos hacer una lectura política de las prácticas autogestionadas, sí se hace necesario mencionar que muchas de las ideas que sustentan estás prácticas, develan concepciones que se relacionan en cierta medida con concepciones políticas progresistas. Aunque cueste reconocerlo, ejecutamos un acto político cada vez que resolvemos algo sobre tópicos que ponen de manifiesto en qué clase de mundo queremos vivir. En este sentido, las prácticas artísticas autogestionadas, aparecen como un espacio en el cual no solo se desarrollan estrategias de autogestión para el arte, sino que también trabajan sobre la constitución material y simbólica de la realidad, tanto artística como social. Desde esta perspectiva, no resulta inoportuno que sea necesario considerar una serie de transformaciones y cambios que están relacionadas con la autogestión en las artes y que marcan un segundo desplazamiento del término, que se relaciona con la incorporación del concepto a estrategias de dinamización empresarial después de las crisis de los años setenta, asociadas a la quiebra del Estado de bienestar. Las transformaciones del capitalismo postindustrial al capitalismo informacional, generaron una serie de modificaciones en el mundo del trabajo que demandaban la flexibilización y la proactividad2. La autogestión apareció como una solución para generar iniciativas por parte de los empleados a las dificultades de las empresas, e incluso para solucionar problemas relativos al compromiso de los trabajadores en sus cargos. Se promovió la autonomía dentro de las empresas y cierta libertad en la toma de decisiones. Sin embargo, los resultados de estas nuevas estrategias de trabajo autogestionado que implicaron, en ocasiones, la solidaridad de los involucrados, estaban controladas por los dueños y las ganancias eran también para ellos. En realidad, este tipo de autogestión se incorpora a la lógica del capitalismo a través de procesos de flexibilización laboral y luego se traslada al ámbito de la cultura, con el discurso del emprendimiento cultural. “Este fenómeno se produce paulatinamente desde la década de los años noventa a través del crecimiento de las llamadas «industrias creativas» o «industrias culturales»” (Marín, Martín y Villar, 2. Con capitalismo postindustrial nos referimos a las trasformaciones del modelo industrialista y proteccionista de posguerra que sucedieron desde la crisis de los años setenta. En otras palabras, la producción y sus formas de organización se adaptaron rápidamente a un tipo de capitalismo que se denominó capitalismo informacional (Manuel Castells) caracterizado por una nueva era de la economía de la imagen y la comunicación, un desarrollo tecnológico que transformó no solo la economía haciéndola más especulativa y financiera, sino también las formas de subjetividad, e impulsó además un trabajo intelectual y cognitivo (capitalismo cognitivo, Moulier Boutang). Este proceso modificó las formas de regulación de las relaciones laborales y el modelo de protección social característico del Estado benefactor de la posguerra, dando como resultado una nueva era de flexibilidad y precariedad laboral.
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2011: 516). Estos sucesos, también han sido advertidos por el sociólogo americano George Yúdice, quien ha descrito la transformación de la cultura en un recurso que puede ser gestionado, conservado, distribuido y financiado. “Estos modelos oficiales del sistema cultural, junto a la precariedad de la actividad artística, están en el origen de las nuevas formas de funcionamiento que están activando los artistas y trabajadores de la cultura para la creación, gestión y producción de sus proyectos creativos” (Marín et al., 2011: 516). Los desplazamientos descritos nos muestran la incorporación de la autogestión a la práctica habitual de la vida contemporánea. Sin embargo, para comprender lo que supone la autogestión desde una perspectiva más amplia en el ámbito cultural, es preciso considerar dos niveles de análisis ligados a episodios históricos concretos: por un lado es necesario considerar, aunque sea de forma tangencial, los cambios que introduce en la comprensión misma del arte la disciplina de los Estudios Visuales, y por otro, los cambios que padece la noción de arte a raíz del pluralismo artístico que emerge en las últimas tres décadas. Los Estudios Visuales, en primer lugar, surgen como una alternativa al carácter disciplinar de buena parte de las disciplinas académicas asociadas al ámbito artístico, entre ellas, la historia del arte, operando así un cambio fundamental en la manera de comprender el arte en el que el concepto de “historia” es sustituido por el de “cultura”, y el de “arte” por lo “visual” (Guasch, 2003: 8-9). Desde esta consideración, entonces, los Estudios Visuales comprenden el campo expandido de las imágenes en sus más variadas formas de tecnologización, mediatización y socialización incluyendo procedencias diversas: arte, publicidad, diseño, cine, televisión, video, etc. En tanto campo, la cultura visual es informada por la noción de que los artefactos y su percepción están atados contextualmente por consideraciones históricas, sociales y políticas. Se reconoce igualmente que los artefactos visuales existen en relación a otros códigos semióticos y apelan a modos sensoriales distintos a la vista, como el lenguaje, el sonido, la música, la gestualidad, etc. Esta apertura introduce, de una parte, cambios en la historia del arte (la llamada “Nueva historia del arte”, animada por la semiótica y la teoría crítica) y contribuyó, de otra parte, a dirigir las preguntas fuera del ámbito del arte hacia un nuevo espacio, plagado de artefactos visuales heterogéneos, que empezó a denominarse “Estudios Visuales” o “Estudios de la cultura visual”. Este cambio en la noción de arte es, justamente, el que permite, en cierta medida, que las prácticas autogestionadas a nivel artístico puedan acoger nuevas prácticas sociales, artísticas y culturales que involucran
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alternativas heterogéneas de narración, exhibición y circulación. Es decir, es lo que permite que los espacios autogestionados acojan una serie de producciones artísticas irreconocibles desde la perspectiva disciplinar –producciones de arte visual, de música, de literatura, etc.–; desde las cuales es difícil definir a qué tradición artística pertenecen: si se trata de performance, pintura, escultura, etc. Así pues, los Estudios Visuales vienen a apoyar, por decirlo de alguna manera, un interrogante que se instaló desde los movimientos de vanguardia de principios del siglo XX: el interrogante sobre los parámetros o criterios para determinar qué es una obra de arte, esto es, si basta con proponer algo como obra artística para que en verdad lo sea. El interrogante viene motivado no solo por la evolución misma del arte, donde los perfiles de lo artístico parecen haberse desdibujado, sino también por la ausencia de patrones de verificación que permitan establecer una línea que eventualmente fije sus confines. En la línea de esta argumentación surge, precisamente, el segundo aspecto a tener en consideración en el momento de hablar de prácticas autogestionadas, a saber: los cambios que padece la noción de arte a raíz del pluralismo artístico. La modernidad instauró, explicado de manera muy esquemática, una idea del arte como campo especializado, donde su experimentación se asoció a la producción de objetos, obras o cosas. Esta noción de arte fue ampliamente cuestionada cuando irrumpe la postmodernidad3. La popularización de los procedimientos desarrollados por Duchamp en relación con la producción de ready-made, constituyó el punto de inflexión para que cualquier tipo de práctica, en un momento dado y en ciertas condiciones, pudiera ser considerada arte. Desde ese momento, cuando hablamos de arte, por condición sine qua non ya no solo hablamos de pintura, escultura,
arquitectura, sino también de land art, arte conceptual, body art, instalación y performance, e incluso de video experimental. En otras palabras, la postmodernidad instauró una “época radicalmente pluralista en la que cualquier cosa puede ser una obra de arte, en la que ningún estilo o movimiento tiene especial autoridad o reconocimiento y en el que ya no disponemos de ninguna narración que nos describa hacia dónde evoluciona” (Vilar, 2005: 195). En el mismo sentido, la postmodernidad implicó una paulatina disolución de las dicotomías en las que se había sustentado la modernidad. La problematización de los conceptos modernos de “verdad” y “objetividad” terminaron expandiéndose a otros ámbitos como el arte. De allí, que categorías que sirvieron para construir el relato legitimador del arte en la modernidad también fueron cuestionadas, tales como: creador / espectador, emisor / receptor, profesional / amateur, alta cultura / cultura de masas, mainstream / underground, artista / no-artista. Estos binarismos se vuelven poco operativos en la contemporaneidad y son el origen de muchos de los cuestionamientos que surgieron, desde las mismas prácticas artísticas, al megarrelato del arte instaurado en la modernidad. Lo anterior, sumado a otras rupturas como la de arte/cultura, arte/vida, o las implicaciones ya mencionadas de los Estudios Visuales, generaron un panorama en el que se hacía muy difícil definir qué es el arte.
3. La postmodernidad alude a la época que se enmarca después de la Guerra Fría, con el derrumbamiento del muro de Berlín y el fin de los metarrelatos (entre ellos el marxismo, no tanto como corriente filosófica sino como movimiento insurgente y mesiánico de salvación), por lo que muchos creyeron en el fin de la historia (Francis Fukuyama) y, por consiguiente, en el advenimiento de lo que se vino a denominar postmodernidad. Ésta se relaciona con el giro lingüístico que tiene sus orígenes en la filosofía analítica y hermenéutica. En las humanidades es heredera del estructuralismo clásico francés de F. Sausurre, C. Lévi Strauss y R. Barthes. Esta corriente esencialmente llamaba la atención sobre cuatro aspectos: la oposición de los significantes, el carácter arbitrario del signo, la dominancia del todo sobre las partes y el descentramiento del sujeto. El reconocimiento del lenguaje como agente estructurante por parte de las humanidades llevo a François Lyotard, junto con Michael Foucault, Gilles Deleuze, Jean Baudrillard, Jacques Derrida y Félix Guattari a convertirse en los más importantes exponentes de lo que se denominó posestructuralismo francés que tendría gran influencia en varias corrientes de pensamiento. El posestructuralismo francés dio las claves conceptuales que permitirían la deconstrucción de los grandes metarrelatos, posibilitarían la ruptura del tiempo lineal, y entronarían la multiplicidad y la diferencia como conceptos articuladores del nuevo mundo postmoderno. Para algunos, el postmodernismo también llegó a su fin tras el 11 de septiembre, que sería el punto de inflexión que marcaría una nueva comprensión de la época contemporánea. Sobre esta última idea véase: Duque, Félix. Terror tras la Postmodernidad. Madrid: ABADA Editores, 2004, pp. 7-32.
Que esto sea positivo o negativo podría valorarse desde muy variados puntos de vista, pero lo importante ahora es comprender que la situación en la que se sumergió el arte desde ese momento es de una pluralización absoluta, que expresa aisladas y fragmentadas visiones de mundo, las cuales exigen reconocer como “mundo” una colección de elementos dispersos que no reúnen ningún material unificador, es decir, que invitan a encontrar sentido en los fragmentos, sin que esto implique una dispersión absoluta (Bourriaud, 2008: 20). La pluralidad de propuestas y prácticas artísticas plantea una exigencia de comprensión y un diálogo activo que, sin duda, busca comunicar alguna cosa, ya sea con una obra, con una instalación o con una práctica colectiva que se quiere alejar de lo convencional-institucional, o al abrir espacios que lo convencional-institucional no le posibilita. Las prácticas artísticas autogestionadas, vienen a expandir el campo del arte mucho más allá de él mismo y exigen a los artistas incorporar otro tipo de competencias (creativas, organizacionales, técnicas, conceptuales, etc.) que suman matices a la forma en que es pensado y practicado el arte en la contemporaneidad.
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La liberación del corsé estético4 ha dado a los artistas una libertad desconocida para el arte del pasado. Esta libertad artística plantea nuevas maneras de pensar y entender el arte, y nos sugiere, adicionalmente, la posibilidad de reflexionar acerca de la infinitud de mundos posibles que podemos moldear. La pluralidad del arte exige un reconocimiento de la diversidad, necesaria en una sociedad globalizada regida por imperativos económicos y, por ende, uniformizadores. Esta pluralidad también ha permitido el desplazamiento y expansión del arte hacia prácticas autogestionadas, donde en ocasiones la autogestión se convierte incluso en discurso artístico. Sumado a lo dicho anteriormente, encontramos también el hecho de que, en muchas ocasiones, el artista no ha estado satisfecho con su rol o con el papel que le asigna la institucionalidad o con el desempeñado por ésta. Este descontento, gran parte de las veces, se traduce en una actitud vanguardista5. De esta manera, independientemente de su “posición estética, asume un rol social de vanguardia. Se propone repensar la institución arte, tanto al aparato de producción y distribución del arte como a las ideas que sobre el arte dominan una época dada y que determinan esencialmente la recepción de las obras” (Burger, 1987, citado por: Herrera, 2010: 69). Desde estos supuestos se propone generar otras circunstancias que abran espacios de posibilidad hacia otras prácticas y formas de entender el arte. Esta tendencia, más las consideradas y descritas anteriormente, enmarcan grosso modo, el contexto donde se inscribe la autogestión artística hoy. Resumiendo, el giro del arte hacia la autogestión se relaciona con tres aspectos. El primero tiene que ver con una resignificación dentro del arte mismo, el acrecentamiento de la pluralidad artística y el cambio generado por los Estudios Visuales abrieron una variedad de vías para el desarrollo y la conceptualización de lo artístico. El segundo se relaciona con una crisis en lo económico que incide 4. La expresión hace referencia a la deconstrucción y redefinición sistemática de los cánones y criterios tradicionales de belleza o a las apuestas vanguardistas que el arte contemporáneo ha llevado a cabo y que han conducido a un relativismo estético. “La escena del arte contemporáneo podríamos formularla como un espacio de competencias y sinergias, en el que posiciones distintas y coexistentes –que se corresponden con las diferentes prácticas y elecciones artísticas– se definen una en relación a otras por proximidad, oposición o hibridación estética, o por su vinculación de ámbito desigual, y por la naturaleza de la red en la que se integran”. Ver: Golvano, Fernando. Redes, campos y mediaciones: Una aproximación sociológica al arte contemporáneo. En: Revista Española de Investigaciones Sociológicas. No. 84, 1998, pp. 294-304. 5. Desde el momento en que se empieza a gestar el arte moderno nace con un espíritu vanguardista. El primer movimiento, el impresionismo, fue consolidado por un grupo de artistas rebelde y combativo que rompió las reglas, retó al establishment de la época y propició esa revolución que ahora llamamos arte moderno. La tensión con los cánones de la academia no les dejaba opción y, como es conocido para el año 1874, Renoir, Pissarro, Sisley, Morisot, Cézanne, Degas y Monet habían decidido desafiar a la academia y hacer su propia muestra. Gestos como este se repetirán a lo largo de la historia del arte, la tensión con lo establecido siempre ha sido motivación para expandir el ámbito del arte y en muchas ocasiones, ha sido transformado y resignificado considerablemente.
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notablemente, no solo en los procesos de flexibilización laboral a nivel general, sino también y, específicamente, con la precariedad laboral de los artistas. El tercero, alude a la incapacidad de los modelos de creación, producción y gestión artísticocultural convencionales, es decir, la institución arte, para satisfacer las necesidades materiales y creativas de los artistas, favoreciendo e impulsando procesos de autogestión. Si bien es cierto que la autogestión se ha practicado de muchas formas en el arte –desde el mismo nacimiento del arte moderno hasta el arte conceptual y el arte relacional, los artistas se han organizado para producir eventos, exposiciones y manifiestos, entre otras actividades–, lo más apremiante en este momento en relación con los espacios autogestionados es “entender, o mejor aún, ver qué tanto de lo dicho está por discutirse en una revisión más consciente. Por ejemplo, se deben identificar los procesos de obtención de recursos, difusión, circulación, transmisión y adquisición de conocimientos, elaboración de proyectos, entre producción artística y difusión, dependiente de los centros de poder, también llamados centros de arte” (Camacho, Ariza, 2010: 59). En la actualidad, muchos de los debates que se desarrollaron en la década de los noventa, “sobre lo que se consideraba «arte paralelo», «arte marginal» «arte alternativo» o «independiente», parece haber evolucionado hacia conceptos actuales como «prácticas autogestionadas». Estos cambios no son solamente terminológicos, sino que plantean profundos cambios conceptuales y metodológicos” (Marín, et al., 2011: 518). Los espacios artísticos autogestionados no están al margen de las instituciones o situados periféricamente en relación con lo sucede en el circuito artístico. Aunque abogan por prácticas no convencionales, no son una corriente disidente en sentido estricto, operan paralelo a estas. Su intención, más bien, responde a necesidades más amplias tanto del arte como de las circunstancias materiales e institucionales de la sociedad y no vienen a remplazar otros espacios, sino que, por el contrario, buscan convivir con otros ámbitos como lo son el museístico, el galerístico o el institucional. Es así como tales espacios ponen en funcionamiento modos de investigación, fabricación y aplicación procedentes de diferentes campos y disciplinas, que trascienden el arte y necesariamente generan un diálogo permanente acerca de los modos de hacer y entender el arte y sus prácticas. Este fenómeno ha transformado por completo el mapa de relaciones y tensiones entre espacios artísticos o culturales y, a su vez, evidencia la necesidad de generar otros modelos y formas de evitar la sujeción. La autogestión artística es
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compleja porque genera espacios de posibilidad y, al mismo tiempo, puede devenir en sujeción. Esta aparente contradicción se dirime si entendemos que, en la base de la autogestión, por un lado, encontramos valores e ideas como la solidaridad, el gusto por la labor, la libertad, el deseo de transformar, el pensamiento crítico y la autonomía. Pero, por otro lado, la autogestión de las prácticas artísticas se relaciona hoy con una noción de gestión cultural que emerge en un contexto con significaciones usualmente ligadas a la idea de la mercantilización de la cultura o su instrumentalización. La gestión cultural o artística “tienen cuerpos de doctrina, conceptos, teorías, que explican, fundamentan y permiten su funcionamiento, y que son producto de una elaboración conceptual en tensión con las prácticas concretas de gestión (…) Implica articular lógicas y personalidades que no siempre están encaminadas en un mismo sentido y, por ello, es de importancia terciar estos procesos y hallar formas de estructurarlos para alcanzar un determinado fin” (Bayardo, 2008: 70). De acuerdo a lo planteado, la autogestión de las prácticas artísticas tiene que ver con diferentes formas y estrategias de auto-organización para conseguir metas o impulsar proyectos que parten de la iniciativa personal de quien desea llevarlos a cabo. La autogestión en el arte suele demandar altos niveles de compromiso y corresponsabilidad entre los distintos integrantes que propician la actividad colectiva y se diferencia de otras formas de organización y estrategias de colaboración por la forma horizontal de trabajo. La autogestión artística requiere y, a su vez, otorga una mayor libertad en el desarrollo de los proyectos, pero de igual forma exige un mayor grado de compromiso y responsabilidad de cada uno de los miembros del grupo de trabajo o colectivo, o del gestor que trabaja siguiendo estos planteamientos. La autogestión artística se revela como una práctica que, aunque presente algunos rasgos que se pueden identificar, es difícilmente encasillable en un modelo único, porque siempre puede adoptar distintas formas. No obstante, sean prácticas autogestionadas a nivel “individual o colectiva (…) siempre subyace a ellas un discurso artístico determinado. De este modo, las acciones de organización, las puramente administrativas, no dejan de tener en su elección, oportunidad y pertinencia el sesgo de la estética que el individuo o grupo le impone” (Herrera, 2010: 67).
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Bibliografía y cibergrafía Bayardo, Rubens. «Gestión cultural, economía de la cultura y políticas culturales ante la diversidad cultural». Bobbio, Daniela (Comp.). Tensiones: Selección de conferencias del programa de formación en gestión cultural. Córdoba: Ediciones del Centro Cultural España, 2008, pp. 65-109. Bourriaud, Nicolas. Estética relacional. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora, 2008, p. 20. Camacho, Alix y Ariza, Fernanda. «Sobre la (auto)gestión como práctica artística». {{em_rgencia}. No. 04, 2010, p. 59. Disponible en: http://www.emergenciaemergenciaemergencia.com/pdf/em_rgencia04-ESP.pdf (Consultado, junio de 2014) Daniela (Comp.). Tensiones: Selección de conferencias del programa de formación en gestión cultura. Córdoba: Ediciones del Centro Cultural España, 2008, p. 70. Duque, Félix. Terror tras la Postmodernidad. Madrid: ABADA Editores, 2004. Fundiéndonos. El arte de la autogestión. Disponible en: http://www.fundiendonos.org/words%20AUTOGESTION/auogestion.pdf (Consultado, junio de 2014) Golvano, Fernando. «Redes, campos y mediaciones: Una aproximación sociológica al arte contemporáneo». En: Revista Española de Investigaciones Sociológicas. No. 84, 1998, pp. 291-304. Guasch, Anna María. «Los Estudios Visuales. Un estado de la cuestión». En: Estudios Visuales, N. 1, 2003, pp. 8-9. Disponible en: http://www.emergenciaemergenciaemergencia.com/pdf/em_rgencia04-ESP.pdf (Consultado, julio de 2014) Herrera, María José. «Gestión y discurso». En: {{em_rgencia}, No. 04, 2010, p. 69. Disponible en: http://www.emergenciaemergenciaemergencia.com/pdf/em_rgencia04-ESP.pdf (Consultado, julio de 2014) Hudson, Juan Pablo. «Formulaciones teórico-conceptuales de la autogestión». En: Revista Mexicana de Sociología 72, No.4, 2010, p. 589. Marín G., Teresa, Martín, Juan y Villar, Raquel. «Emergencias colectivas. Mapa de vínculos de actividades artísticas (autogestionadas) en la Comunidad Valenciana». Archivo de Arte Valenciano. Vol. XCII, 2011, pp. 504-524. Taibo, Carlos. Repensar la anarquía. Acción directa, autogestión y autonomía. Madrid: Los Libros de la Catarata, 2013, p. 84. Vilar, Gerard. «Democracia, pluralismo y relativismo». En: Las razones del arte. Madrid: Ed. Balsa de Medusa, 2015, p. 195.
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Decurso a destiempo. De proyecto colectivo a espacio autogestionado. Taller 7 En su Pequeño léxico filosófico del anarquismo, Colson recuerda cómo [a] la Revolución política, los anarquistas opusieron su <<revolución social>>. El adjetivo indica un cambio de sentido. En tres aspectos por lo menos. En primer lugar, la revolución social nace y se desarrolla en el interior mismo de la sociedad: <<en el terreno de las clases y las diferencias, de la propiedad y la justicia, de las relaciones de autoridad y las modalidades de asociación, ahí donde se juega el orden o equilibrio de la sociedad, de una multitud de maneras y a través de una transformación de conjunto (multiforme)>>. No se trata de derribar o apoderarse del Estado, ni de desposeer a los propietarios del capital a través de una dictadura de los representantes del proletariado: la revolución social es un cambio desde dentro de las mismas relaciones sociales y de poder. En segundo lugar, […] a diferencia de la revolución política, no se identifica única, exclusiva o principalmente con episodios excepcionales, movilizaciones callejeras, coyunturas insurrecionales, sino también con procesos silenciosos y cotidianos (creación alternativa de instituciones, relaciones sociales y subjetividades) de los que en último término depende la eficacia de transformación[.] Por último, la revolución social no depende de una estrategia clásica (la lógica medios-fines) que unos diseñan y otros ejecutan (la vanguardia consciente y las masas). Es más bien un proceso horizontal y no segmentado jerárquicamente entre lo principal y lo secundario, la táctica y la estrategia. Donde cada momento y cada situación valen por sí mismos y en sí mismos, no como partes de un todo o momentos de una línea del tiempo, ni con arreglo a su posición en un mapa diseñado desde el exterior. Cada lugar y cada instante tienen un valor “prefigurativo” (lo que queremos es ya lo que hacemos) y no “transitivo” (lo que pasa aquí no tiene más valor que el llevarme allí). La estrategia anarquista no consiste en ordenar, segmentar y dirigir, sino en amplificar y conectar las distintas situaciones hasta conseguir una vibración de conjunto. Kadija de Paula (Curitiba, Brasil), Regalos de la Noche: para los que se quedaron en casa, 2011-2012. Carteles, 70 x 100 cm. Fotografía de la artista.
Amador Fernández-Savater. Reimaginar la revolución, 2017
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Taller 7 surge sin una dirección preestablecida. Tuvo un carácter móvil y en permanente transformación. Sobre el andar trazamos unas líneas de trabajo que se fueron modificando, cuestionando lo que hacíamos, definiendo nuestros intereses y demarcando nuestros límites. Creamos estructuras efímeras y flexibles que nos permitieran discurrir conforme a las propuestas que surgían en el camino y que respondían a necesidades específicas. Actuábamos de manera intuitiva al principio, sin embargo, esas acciones determinaron nuestra posición y fueron el punto de partida para las decisiones que tomaríamos en los años siguientes. Éramos varios individuos, cada uno con sus intereses, deseos y búsquedas; y rápidamente nos fuimos encontrando como colectivo a través del hacer: un hacer sin agenda y sin compromisos externos. Construimos un espacio-tiempo entre los que habitábamos y compartíamos este lugar, en medio de conversaciones y discusiones constantes que hacían parte de nuestra cotidianidad. Nos organizamos, primero para responder a nuestras propias necesidades, y rápidamente para integrar las inquietudes de muchas personas que encontraron en Taller 7 un lugar de confluencia y encuentro, en una ciudad con un medio artístico árido: circuitos estáticos en los que no había cabida para las propuestas emergentes, la oferta de circulación se reducía a unos cuantos salones, y las academias que han sido sumamente herméticas, generaban una endogamia nociva, excesivamente pasiva y renuente a la crítica. El proyecto estuvo atravesado por las personas que estábamos allí y muchos otros interlocutores que se involucraron, propusieron y activaron proyectos desde y para el Taller. Así, se mantuvo siempre una forma de operar que partía del diálogo o la discusión, según las circunstancias; y desde allí construimos unas <<políticas>> determinadas por relaciones horizontales, por el hazlo tú mismo y hagámoslo juntos. Una dimensión ética reiterada a través de gestos cotidianos y determinada por una serie de decisiones, que tuvieron connotaciones sobre nuestro lugar de enunciación y nuestras formas de resistencia.
compartido fue el punto de partida, la primera decisión que definió nuestras formas de hacer y relacionarnos con los otros. A partir de esta, abrimos el Taller para proyectos propios y de otros, articulamos cruces entre generaciones de artistas; hicimos exposiciones de una noche que terminaron en fiesta, presentando parte de lo que se producía en la ciudad que estaba en sintonía con nuestras propias indagaciones; acogimos el grupo de literatura que organizó Elena Acosta; las sesiones de dibujo de los viernes convocadas por José Antonio Suárez Londoño, que llegó a convertirse en un proyecto autónomo dentro del propio proyecto autónomo; y abrimos el espacio a artistas y curadores nacionales e internacionales, que propusieron proyectos y exposiciones, así como a muestras académicas y muestras de grado de varias cohortes de la Universidad de Antioquia, la Universidad Nacional, Bellas Artes, e incluso una de las últimas cohortes de la extinta Escuela Popular de Arte (EPA), permitiendo así un diálogo entre artistas de las diferentes facultades de la ciudad. Es en este punto donde el trabajo colectivo comenzó a fortalecer los procesos como espacio autogestionado y nos posibilitó establecer lineamientos divergentes. Las acciones, a partir de la suma de pequeños gestos, fueron la forma de expandir la noción de sujetos activos en la generación de actos que permearan distintas esferas. Pensar estas acciones, de forma simultánea a la labor desarrollada por las instituciones, nos permitió establecer una estructura que funcionara de forma paralela, donde los diversos mecanismos que cada quien emplea generan una incidencia en el medio. Es fundamental el papel que juega cada actor en el desarrollo del campo, y en ese sentido, estuvimos interesados en establecer nexos y fortalecer vínculos también con pares e instituciones nacionales e internacionales, que fueron importantes para construir y potenciar proyectos en asociación, como es el caso de las residencias artísticas que realizamos en convenio.
Las decisiones, algunas más simples que otras, pero todas asumidas colectivamente, configuraron un proyecto de auto-organización, e incluso un ejercicio de autogobierno que operó dentro del sistema, subvirtiendo sus lógicas. Tener un espacio de taller
Desde el comienzo y de manera muy orgánica, llegaban artistas al Taller; hicimos una primera colaboración con Corporación Región en 2004, para recibir a Federico Langer del colectivo Etcétera de Argentina, a quien apoyamos en la producción de su proyecto; así como un convenio con el Colombo Americano de Medellín, a través del cual recibimos algunos de sus residentes entre 2006 y 2010. Fue desde 2006 que recibimos a Guy Wouete de Camerún, para quien adecuamos parte del espacio para ser habitado, que el programa de residencias comenzó a volverse más consistente, hasta convertirse en el núcleo de nuestras actividades.
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La participación en el Encuentro Internacional de Medellín, MDE07 – Museo de Antioquia, permitió consolidar estos procesos, así como los subsiguientes convenios con el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia – Comfenalco Antioquia; el programa de residencias de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño – Alcaldía Mayor de Bogotá; el Museo de Arte Moderno de Bogotá, MAMBO; el Ministerio de Cultura de Colombia a través de su Programa Nacional de Estímulos y del Programa Nacional de Concertación Cultural; y la Alcaldía de Medellín a través de Apoyos Concertados; así mismo, fue importante para fortalecer el programa, la participación en Residencias_en_red [Iberoamérica], que contó con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, AECID (España); y el proyecto de intercambio de publicaciones con el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, MACBA (Barcelona, España). Cada vez más pensábamos las residencias desde el propio hecho de habitar: insistimos en la no producción, en la pausa, en un tiempo-espacio de pensamiento e investigación y en el aproximarse a otro contexto, donde intercambiar experiencias, recorrer la ciudad, bailar, tomar, comer, conversar, se convierten en insumos vitales; y esto implicó un cambio en los formatos y en las relaciones con la escena local, enfocándonos en generar espacios más íntimos atravesados por la convivencia y la conversación, juntar <<parches>> y buscar excusas para encontrarnos: con almuerzos, cenas y fiestas recibimos a los residentes, cruzamos gente local con visitantes, programamos proyectos y actividades en el Taller, los despedimos y nos despedimos. Así también agradecimos a muchas personas que nos apoyaron en diferentes momentos: montando las exposiciones, pintando la casa, organizando el Taller, produciendo obras, escribiendo textos, recibiendo, acompañando y trabajando con los residentes, gestionando becas para los artistas, editando material audiovisual, llevando procesos en inspecciones y juzgados; una larga lista de tareas y un sinnúmero de colaboradores que hicieron posible Taller 7, gracias a esa red grandísima de amigos, amigos de amigos, nuevos amigos, familiares y conocidos. Nos cuestionábamos acerca de la conveniencia y precisión de categorías como alternativo, independiente, autogestionado o autónomo; nunca estuvo muy claro qué éramos, pero sabíamos que no éramos una institución, ni una galería, ni un espacio comercial, ni parte de las industrias creativas que pretenden exponer el arte y la cultura a las dinámicas de la oferta y la demanda, reduciendo los procesos a una
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simple operación de rentabilidad (como sugirieron varios funcionarios de turno en algunas mesas de competitividad de las que hicimos parte: “comprando una botella de gaseosa de 3 litros y vendiendo el vaso a $1.000 se recoge plata”, si cada uno de los asistentes se entrega al consumo conspicuo… de gaseosa, por supuesto). En 2010, después de varios años de dilación y múltiples ires y venires para concretarlo, nos constituimos como una entidad sin ánimo de lucro, tal vez una de las decisiones más difíciles, que implicó además cierta organización administrativa que por supuesto nunca habíamos tenido y que difícilmente logramos, lo que conllevó a tomar otras decisiones que demarcarían el transcurso de los siguientes años de gestión. Para ese momento ya habíamos comenzado un largo proceso con otros espacios del país para insertar nuestros proyectos y pelearnos un lugar en las políticas públicas frente a entidades locales y nacionales. Durante varios años participamos en mesas de trabajo sectoriales, cursos de emprendimiento cultural, hicimos mil DOFA’s, reescribimos ad nauseam los proyectos y después de estar a punto de dejar de insistir por esa vía, paulatinamente comenzamos a incidir: en 2009 el Ministerio de Cultura publicó Giros y Desvíos. Una aproximación a la gestión desde las artes visuales, donde se evidencia la actividad y trayectoria de varios proyectos que estábamos por fuera de las lógicas de las industrias culturales a través de textos y experiencias [que] aspiran a abrir algunas opciones que puedan complementar la mirada habitual que se tiene acerca del emprendimiento y la gestión, normalmente canalizados hacia actividades de naturaleza comercial. Sin desconocer los valiosos aspectos de esta perspectiva, nos parece que lo artístico precisa aproximaciones adicionales que se ajusten a la naturaleza de su quehacer. Quehacer que las sitúa más allá de lo netamente mercantil, por ello sus conceptos y prácticas de gestión no son reducibles ni a las lógicas ni a los lenguajes empresariales1.
En 2010, como parte de Residencias_en_red [Iberoamérica] y con fondos de la AECID, realizamos una residencia en gestión en intercambio con Capacete (São Paulo). En 2011, también con Residencias_en_red [Iberoamérica], logramos realizar el Encuentro de Residencias Colombianas, R.I.C.O., que reunió en Medellín a 1. Giros y Desvíos. Una aproximación a la gestión desde las artes visuales, MinCultura, 2009, p. 9.
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Residencia en La Tierra (Montenegro, Quindío), Lugar a Dudas (Cali), Laagencia, El Parche (Bogotá), La Mutante (Bucaramanga), Plataforma Chocó y que contó con la participación local de Casa Tres Patios y Taller 7, que funcionaron además como base de operaciones de las actividades. Una oportunidad para pensar estructuralmente el formato de las residencias artísticas, los medios de financiación, el trabajo en red y las posibilidades de gestión, donde quedó en evidencia no solo la importancia de trabajar juntos sino las diversas formas de asumir los procesos y establecer mecanismos de trabajo, que le imprime a cada espacio un perfil y un carácter particular, generando así puntos de convergencia y de inflexión. La relevancia del Encuentro radicó en la capacidad para dialogar, aunque estuviéramos en desacuerdo con muchos aspectos concernientes a las prácticas y formas de implementación de la gestión. En 2012, después de un proceso de interlocución con MinCultura, Taller 7 fue incluido en las Residencias Artísticas Nacionales del Portafolio de Estímulos, un programa que tenía la férrea voluntad de generar condiciones dignas de circulación e intercambio tanto para los artistas como para los espacios de residencia. En 2013, accedimos al Programa Nacional de Concertación Cultural también de MinCultura, y con la Alcaldía de Medellín fue a partir de 2014, que obtuvimos financiación para nuestros proyectos a través de Apoyos Concertados. Con estos recursos logramos encauzar nuestros esfuerzos en fomentar intercambios a otra escala, donde Taller 7 no solo fuera un punto de llegada, sino que también permitiera a los artistas locales realizar residencias en otros espacios. Siempre hemos mirado de forma crítica el hecho de que el contexto local se haya caracterizado por su hermetismo, y ha sido notorio como muchos artistas, después de lograr una buena circulación dentro de la ciudad, no consiguen difundir su trabajo en nuevos escenarios a nivel nacional e internacional, de manera que se circunscriben indefinidamente a los mismos espacios expositivos, salones de arte, galerías, concursos y becas, cerrándose de alguna manera la brecha sobre sí misma. Una de las alternativas que encuentran muchos, es emigrar a los centros de confluencia artística y cultural como una forma de expandir su radio de acción e insertarse en los circuitos que finalmente se consolidan como centros de poder hegemónicos, producto de políticas centralistas y de fenómenos como el mercado. Cuestiones todas que se pueden extrapolar perfectamente a otras regiones del país. La visibilidad de la producción artística entre las regiones continúa siendo exigua.
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Iniciamos un programa y obtuvimos los fondos para generar intercambios; planteamos las residencias artísticas como un mecanismo que permitiera una mayor interlocución, en doble vía; por un lado, a través de la circulación de artistas nacionales e internacionales, con foco en países latinoamericanos, y por otro, como una manera de fortalecer vínculos con espacios de residencia como Lugar a Dudas (Cali), El Parche (Bogotá), Residencia Caníbal (Barranquilla), [R.A.T.] Residencias Artísticas por Intercambio (Ciudad de México), Cometa (São Paulo), Hangar (Barcelona) y ZK/U (Berlín). Resulta paradójico que cuando logramos cierta autonomía financiera para realizar estos procesos de intercambio, ya un proyecto tan potente como Residencias_en_red [Iberoamérica] se había diluido. Una red que funcionó muy bien mientras existió financiación por parte de la AECID, pero una vez ésta terminó los intereses se desvanecieron. ¿Cómo lograr que las redes continúen más allá del flujo de recursos financieros? ¿Qué otras formas de colaboración se pueden implementar bajo la modalidad de canje e intercambio de bienes y servicios, por ejemplo? ¿Cuáles son los intereses que permiten aglutinar a los espacios y gestionar recursos para que puedan continuar, más allá de los intereses económicos donde se privilegien las afinidades a nivel estructural entre los diversos agentes? Se hace evidente que muchas <<redes>> funcionan, así sea de manera informal, precisamente porque los vínculos son establecidos por una serie de afinidades, que permiten la generación de procesos a diferentes niveles. Mirando retrospectivamente, creemos que esta lógica de trabajo en grupo en la que el carácter individual es el eje a partir del cual se conforma una voz colectiva, sin una agenda externa a los propios intereses, determinada por el querer hacer, por la generación de acciones que incidan en el estado de las cosas y por la creación de plataformas donde el diálogo, el intercambio y el disenso sea posible, fueron principios que se mantuvieron a lo largo de los quince años de existencia de Taller 7. Sin ninguna pretensión, sin premeditación, por medio del ensayo y el error, fuimos construyendo un universo propio, autónomo, con una ética, unas <<políticas>> y unos formatos basados en economías subjetivas. Cuando comenzamos a gestionar recursos públicos, algo que parece ya naturalizado pero que en su momento fue complejo y generó muchísimas tensiones, la premisa
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siempre fue no amoldarnos a las convocatorias sino encontrar la manera de <<infiltrarnos>> para continuar trabajando en los proyectos que veníamos haciendo durante una década, sin alinearnos con los discursos políticos de turno, sustrayéndonos de las lógicas de producción y de las relaciones que determina el neoliberalismo. En esta medida, valdría la pena revisar como la oferta de estímulos y becas de MinCultura y de la Alcaldía de Medellín se han mantenido e incluso ampliado, pero a la vez y de forma creciente se han venido instrumentalizando las prácticas artísticas en función de las agendas políticas, donde es notorio como muchas de la convocatorias a nivel nacional e internacional, han sido supeditadas a la implementación de proyectos dirigidos a la comunidad, entendida ésta como grupos pertenecientes a minorías y poblaciones en situaciones socio-económicas específicas, o a proyectos educativos, que tienden no solo a implantar procesos discontinuos que afectan las comunidades2, sino también a precarizar aún más las condiciones laborales de artistas y agentes culturales, al imponer una excesiva carga de trabajo que exige unos indicadores imposibles de cumplir y establece unos topes salariales que no valoran ni la formación ni la trayectoria de las personas. Consideramos importante que desde las convocatorias se canalicen recursos a proyectos con poblaciones específicas, sin embargo, creemos que ha existido una tendencia a emplear la vulnerabilidad de las personas por parte de entidades que solo persiguen lucro en el desarrollo de actividades que deberían asumirse de forma responsable y por entidades con el perfil y la capacidad de llevar a cabo este tipo de procesos. En nuestro caso, cuando comenzamos a explorar los tediosos vericuetos del fundraising, nos topamos con esta realidad, donde no teníamos cabida los proyectos artísticos que no <<explotábamos>> este tipo de categorizaciones absolutas a priori acerca de los posibles <<beneficiarios>> de nuestros proyectos, por no detenernos en el lamentable uso de la terminología oficial que siempre habla de <<población impactada>>. Tan solo por captar fondos no estuvimos dispuestos a reproducir prácticas que hemos criticado. Algo que por demás, no resultaba <<efectivo>> en términos económicos, pero era congruente con nuestro pensamiento.
Recapitulando, el intercambio, la autogestión y la posibilidad de generar con otros un espacio de creación, establece una compleja dinámica, donde cotidianamente el trabajo como individuos se ve necesariamente confrontado con el otro, configurando una plataforma de interlocución en permanente tensión que inevitablemente genera espacios de reflexión colectiva, que permiten la conformación de otras formas de organización. Cuando las acciones se ven reflejadas en la construcción de redes de trabajo, en la apertura de espacios de concertación con el sector público y en la generación de políticas culturales, es satisfactorio saber que se hizo parte de un grupo de proyectos, espacios y organizaciones que a través de sus procesos de gestión abrieron vías para otras generaciones de artistas y agentes, que ahora encuentran una oferta que hasta hace algunos años no existía. Sin embargo, cuando los fundamentos se comienzan a desvirtuar y se genera un desequilibrio entre las partes, dejando de lado principios de los modelos de intercambio por los que hemos venido trabajando, es necesario distanciarse de cierta mercantilización que se viene dando en el campo, bajo la predica de la autosostenibilidad, el desarrollo, el emprendimiento y la capitalización de bienes y servicios culturales, que omiten las bases que motivaron la creación de estos estímulos donde todos los actores, incluyendo al artista, deben beneficiarse equitativamente3. Valdría la pena retomar nuevamente algunos de los planteamientos propuestos en Giros y Desvíos, donde resulta importante no asimilar una práctica cultural y artística a un producto cualquiera de naturaleza comercial, pues al hacerlo se ponen en riesgo la creación, la circulación y la apropiación de sentidos, subjetividades, valores, etc. Desde el supuesto único de la productividad económica se terminaría por afirmar las asimetrías tanto a nivel internacional como local, y seguramente sólo se apoyarían proyectos culturales que generen ganancias económicas.
2. Para el caso de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín, la instrumentalización va de las comunidades a las ideologías, a través de la implementación de dispositivos de control y biopolíticas que no pretenden otra cosa que el adoctrinamiento de los habitantes de la ciudad, como se hace evidente en las becas de <<cultura ciudadana>>, que parecieran enarbolar los valores de una <<ética antioqueña>> bastante cuestionable, a través de un discurso de profilaxis social que parece tomado de la cultura metro.
3. No obstante, y a pesar de reconocer el gran aporte que MinCultura ha hecho a las políticas públicas, procurando visibilizar las prácticas desde las artes visuales, fomentar los espacios de intercambio y fortalecer los mecanismos de proyección y las posibilidades de cofinanciamiento de estas iniciativas; en 2017, cuando nos encontrábamos revisando la convocatoria de Residencias Nacionales del Portafolio de Estímulos de 2018, y ante los cambios estructurales que padeció la convocatoria dada la desfinanciación a la que viene siendo sometido el Ministerio de Cultura, decidimos renunciar al convenio que venía desde 2012, ya que no estábamos de acuerdo con la forma en la que se había decidido redistribuir los recursos ante el recorte presupuestal, que recaía totalmente en la bolsa con la que contaban los artistas en versiones anteriores, que para esta ocasión se vio reducida en un cincuenta por ciento, generando así, un detrimento en las condiciones de su participación. Nosotros consideramos que lo sensato habría sido que el recorte presupuestal al programa lo asumiéramos tanto los espacios de residencia como los artistas, por partes iguales, pero al parecer no existió resonancia alguna entre los socios del programa a este nivel.
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También, probablemente, muchas iniciativas culturales y artísticas se igualarían desde valores comerciales, violentándose de paso el espíritu de la diversidad cultural y estética4. Muchas cosas han cambiado en estos años y es probable que la decisión de cerrar el espacio responda también a una necesidad creciente de escapar del nuevo horizonte discursivo acerca de la cultura, prescrita por el mercado y circunscrita a un panorama político ensordecedor. A los que conformamos Taller 7 nos queda como alternativa encontrar nuevos mecanismos de asalto, ante un modelo de producción cuyas infraestructuras cada vez más insostenibles, que privilegia lógicas más cercanas al turismo cultural, parecieran ser la única posibilidad de emplazamiento para los proyectos artísticos; frente a una burocratización de las prácticas artísticas, a una condescendencia absoluta con el modelo neoliberal y los mecanismos del poder, y a la inserción de un pretencioso discurso acerca de las industrias culturales y creativas que implementa unos medios, beneficiarios y fines bastante difusos; frente a fenómenos como el advenimiento del modelo del artista corporativo, un agente seguro de sí mismo, con la capacidad de ofertar un producto y/o servicio en poco menos de cinco minutos con la garantía de que si logra sortear lo ridículo de su puesta en escena, se podrá llevar un cheque al portador del tamaño de un reality otorgado por un público ávido de emociones. Jon Beasley-Murray afirma que el orden social se asegura por medio de hábitos y afectos, plegando el poder constituyente de la multitud sobre sí misma para producir la ilusión de trascendencia y soberanía; si se deja de pensar la política alrededor de la coerción y del consenso, para volver a concebirla desde abajo, en su dinámica real constituyente, se piensa en aquella política que se inscribe directamente en la vida individual y colectiva5. Medellín y Bogotá, noviembre de 2018
4. Op cit., Giros y Desvíos. 5. Cf., Juan Pablo Maccia, Adiós a la Hegemonía, por una política de los afectos. Tomado el 15 de agosto de: http://anarquiacoronada. blogspot.com/2012/11/adios-la-hegemonia-por-una-politica-de.html.
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Kadija de Paula (Curitiba, Brasil), Regalos de la Noche: para los que se quedaron en casa, 2011-2012. Carteles, 70 x 100 cm. Fotografía: Leandra Plaza.
Las pequeñas cosas son las grandes galaxias Eva Bañuelos
Mi relación con el Taller 7 comienza mucho antes de llegar a Medellín, antes incluso de llegar a vivir a América Latina. En Barcelona, a través de ese curioso vínculo que se ha establecido entre artistas, instituciones y proyectos de ambas ciudades, entré en contacto con los relatos y situaciones del contexto artístico y de la realidad social de Medellín. Particularmente a través de Miquel García, que era entonces mi pareja. Por una relación de transposición de mi atracción hacia él, comencé también a sentir atracción por todo lo que oía sobre esa ciudad. Después ya residiendo en Brasil, rodeada y cercana de muchos amigos de Colombia durante el 2008 y 2009, confirmé mi voluntad de buscar la oportunidad de ir a Medellín a intentar entender la enorme complejidad e intensidad de esa ciudad. Y de un país difícil de comprender desde fuera y desde adentro. Era el final de la época de Uribe como presidente, el horror de la parapolítica. La enorme dureza de los problemas fruto de la guerra y tantos años de conflicto superpuestos y sumados, en un presente que sigue reflejando la pelea entre maneras opuestas de pensar las soluciones para Colombia. En Brasil fue donde surgió la oportunidad de ir a Medellín. Seis meses de residencia para trabajar desde Taller 7 en la gestión de Residencias_en_red [Iberoamérica]1, una plataforma que reunió 24 proyectos de residencias para artistas visuales en 14 países de Iberoamérica. Residencias_en_red [Iberoamérica] pretendía, más que la mera movilidad de artistas, el fortalecimiento de las capacidades organizativas de los programas y la generación
Kadija de Paula (Curitiba, Brasil), Regalos de la Noche: para los que se quedaron en casa, 2011-2012. Carteles, 70 x 100 cm. Fotografía de la artista.
1. Aprovecho este texto para hacer balance, y mencionar a todas las fuerzas y energías que fueron parte de Residencias_en_red [Iberoamérica]: Aníbal Buede, Emilse Barbosa, Juan Paz, Julia Tamagnini y Luciano Burba de Casa 13 (Córdoba); Alicia Candiani de ACE (Buenos Aires); María José Trucco del Centro Rural de Arte (Buenos Aires); Lorena Cardona de El Levante (Rosario); Joel Borges de Casa das Caldeiras (São Paulo); Francisca Caporali de JA.CA (Belo Horizonte); Augusto Albuquerque de Instituto Sacatar (Itaparica); Beatriz Lemos, Domingos Guimarães y Flávia Vivacqua de Terra Una (Liberdade - Minas Gerais); Helmut Batista de Capacete (Rio de Janeiro); Diego García, Mariana Murcia, Mónica Zamudio, Santiago Pinyol y Sebastián Cruz de Laagencia (Bogotá); Santiago Vélez y Tony Evanko de Casa Tres Patios (Medellín), Oscar Muñoz y Sally Mizrachi de Lugar a Dudas (Cali); Daniel Santiago, Elena Landinez, Fátima Vélez y Pedro Jaramillo de Residencia en la Tierra (Quindío); Mauricio Carmona, Julián Urrego, Carlos Carmona y Adriana Pineda de Taller 7 (Medellín); Tania Ragasol de Casa Vecina (Ciudad de México); Raquel Schwartz de Kiosko (Santa Cruz de la Sierra); Daniel Cotillas de Martadero (Cochabamba); Isabel Ibañez y Paulina Varas de CRAC (Valparaíso); Darwin Andino y Patricia Belli de EspIRA (Managua); Ana Rodríguez y Fabiano Kueva de Cero Inspiración (Quito); Kiko Mayorga de Escuelab (Lima); Guiseppe de Bernardi de Tupac (Lima); Daniel Milessi de Planta Alta (Asunción); Fernando López Laje y Juliana Rosales de FAC (Montevideo); Suwon Lee, Aixa Sánchez y Luis Romero de Oficina #1 (Caracas); Pep Dardanyà de Can Xalant (Mataró); y Pedro Soler y Tere Badia de Hangar (Barcelona). Wallace Masuko, quien cuidó de este proyecto por varios años, y Kadija de Paula, quien fue coordinadora en residencia como parte de los proyectos de intercambio. Finalmente, Ana Tomé, que prendió y avivó la chispa de esta iniciativa a lo largo de sus años de recorrido.
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de un espacio de diálogo permanente entre los espacios a nivel regional. El proyecto era un reto enorme que buscaba articular proyectos, personalidades y contextos muy diversos, con la complejidad de querer hacerlo desde estructuras horizontales. Funcionó durante algunos años (2008 - 2012), con el impulso y la financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Los objetivos, ambiciosos, de trabajar en red y hacerlo desde una organización mayoritariamente online, en contraste con una estructura de financiación y liderazgo que continuaba en el fondo vinculada a lo institucional, terminaron por debilitar el proyecto. Como muchos otros de formato similar, fue perdiendo fuerza poco a poco. Quedan ya pocas referencias en internet sobre el proyecto. Existe una publicación bastante elocuente sobre los planteamientos y acciones que en el marco del proyecto se realizaron, titulada ENtRE1, Perigoso e divertido, realizada a muchas manos como fruto de la residencia editorial de intercambio entre El Levante (Rosario, Argentina) y Oficina#1 (Caracas, Venezuela), gracias al trabajo de Wallace V. Masuko y las residentes Aixa Sánchez y Magalí Piano. Considero que entre todas las personas que participamos de Residencias_en_red [Iberoamérica], se consiguió algo fundamental en el contexto latinoamericano: centrar la conversación y el diálogo en la región y establecer vínculos entre proyectos, mejor dicho, entre las personas que estaban trabajando y apostando por espacios artísticos y por el formato de residencia. Durante los años que estuvo activa la Red más de 70 personas participaron de programas de intercambio entre residencias. Investigación, curaduría, edición y transferencia de prácticas de gestión fueron los ejes principales de trabajo. Esos puentes, vínculos y relaciones funcionaron en la medida en que se dieron dentro de espacios de convivencia y trabajo auténticos. Con intercambios en los que, por semanas o meses a través de programas propuestos por dos o más espacios de la Red, se desarrollaron proyectos conjuntos. Esos espacios de posibilidad para crear puentes abrieron paso a amistades, aprendizajes y contactos de mayor profundidad para futuras referencias, inspiraciones y propuestas. Fueron principalmente espacios para el entendimiento entre realidades diferentes, pero con muchos puntos en común.
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En esos meses de residencia en Taller 7, realicé entrevistas con la mayoría de los espacios. Las conclusiones permitieron dar forma de documento a una situación que resultaba evidente desde antes: la gran mayoría de estas iniciativas funcionaban dentro de lógicas que no tenían que ver con perspectivas económicas, sino con el entusiasmo por la posibilidad de crear lugares propios para las artes visuales y el pensamiento contemporáneo. Por otro lado, aparecía también como rasgo común la situación precaria de este tipo de proyectos en términos económicos, cuya existencia, por lo general es relativamente corta. En torno a los diez años. Tiene sentido ese período de una década. En diez años las circunstancias vitales de los artistas, gestores o curadores de estos proyectos (y las de cualquiera) se transforman, y les lleva a ir paulatinamente comprometiendo su tiempo con iniciativas, proyectos y trabajos más sostenibles. Sin embargo, diez años dan para mucho (en el caso del Taller 7, 15 años). La capacidad de afectar que tienen estos proyectos no institucionalizados reside en la misma potencia que los sostiene con todos los vientos en contra: el afecto. Mucho se ha escrito, reflexionado y publicado desde ámbitos como la filosofía, la economía crítica y otras ciencias sociales al respecto de los afectos como estrategia de resistencia. El formato de residencia, en Latinoamérica en particular, me parece un ejemplo paradigmático de cómo esto funciona en la práctica. Es desde este ámbito donde encuentro el núcleo de mi experiencia con Mauro, Julián, Carlos y Adri en Taller 7. La residencia como un espacio de acogida, de hospitalidad, en que se establece una convivialidad que se teje en el propio espacio físico, la casa. La casa, que es por definición el espacio de lo privado, se abre y se transforma en otro tipo de espacio, que no es público sino que es propio de los que están. Se configura una y mil veces en función de quienes lo ocupan y viven. Es un organismo vivo que se adapta y muta como estrategia de supervivencia. En este sentido, la perspectiva micropolítica aplicada al formato de residencia, permite ampliar el campo de percepción y entender más claramente la potencia del afecto para la producción de subjetividad. Esta capacidad es propia y única de cada
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grupo. Y la de ellos, Taller 7, se proyecta de una manera honesta y singular de ser y estar en la práctica artística, en el mundo. La oportunidad que el Taller 7 abrió, es para mí una verdadera política de los gestos. Una invitación a habitar lo particular, lo privado, lo pequeño. Todo eso se sintetizó en mi experiencia como residente.
En el Taller, el patio se vuelve ejercicio de colectividad organizada en un caos compartido y levantado a punta de tinto, guaro y ron. Hablando a gritos y a susurros ideas que anticipan teorías para cambiar el mundo. Amistades y confesiones mientras afuera termina la lluvia. Pero no para de llover. Es incesante. Inagotable. Ríos rojos de amor y salsaludos.
Tres cerraduras. Otra vuelta más. Abre la reja. Se abre la válvula que separa lo público de lo privado. Azulejos geométricos de formas coloreadas que repiten incesante un patrón para contrarrestar la libertad con la que las plantas trepadoras tapan el techo del patio. Una puerta que abre hacia otros mundos de posibilidades. Experimentaciones que parten siempre de experiencias. De lo fenomenológico. Del ser siendo. Así es la vida dentro de la casa. Dentro de Taller 7.
Ciudad de México, agosto de 2018
Son también puertas que protegen del afuera. La puerta de Taller 7 se vuelve puertamembrana y dentro tenemos una isla con cocina, patio, tres piezas. Estamos separados de un afuera construido de deberes, de ruidos y tensiones. Aquí dentro se respira otro ritmo. Respiramos bocanadas de deseo. Se produce subjetividad en la cocina: acompañando, paseando, tomando trago. Hospitalidad y espacio para el cuerpo acariciado por ese sol tan rico. Mi recuerdo es luz que aún me calienta. Se me hace complicado hablar de la experiencia en el Taller sin llenarme de adjetivos, sin salirme de lo subjetivo, de lo personal, de lo íntimo. Del afecto. En contraposición, desde esa primera estancia en 2010, y la segunda, más breve en 2015, he ido consolidando mi experiencia y mis proyectos en espacios institucionalizados. Quiero pensar que ese tiempo en el Taller 7 me abrió a otras maneras de trabajar. Considero que existe, por supuesto, la posibilidad de trasladar estas reflexiones sobre la centralidad de lo humano, de lo singular, a la práctica institucional. Finalmente las instituciones son personas, solo que habitualmente articuladas por normas, reglas y marcos preestablecidos, dentro de los que, por lo general, no hay capacidad de incidencia. Un espectro distinto desde el cual transformar. En ese patio me enseñaron que no se puede ser neutral. Me mostraron su forma de tomar partido, y que su manera era haciendo. En el día a día. En el cotidiano. Era para ellos, entendí yo, una cuestión de escala. De sus medidas y sus límites como colectivo. La medida del Taller es un rechazo a la obsesión por lo productivo.
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Una multitud cada viernes: las sesiones de dibujo Mauricio Carmona Rivera
Nunca he podido encontrar mejor correspondencia con la obra de José Antonio que la narrativa de Jorge Francisco Isidoro Luis –Borges–. Correspondencia por demás obvia, si se piensa en una forma de creación inacabada o si se quiere, infinita. Ya la lista de retratados a mi modo de ver es inconmensurable si sumamos 14 años de dibujadas cada viernes, con unas escasas interrupciones por las usuales escapadas del Maestro, de este pequeño y caótico infiernillo o valle, sin las que estoy seguro no podría sobrevivir. Pero al final siempre es imposible escaparse de sí mismo, y es notorio como su ausencia es la prueba irrefutable de que en realidad desea extrañarse a sí mismo, dibujando, cada viernes, con el grupo de dibujantes. Extrañarse a sí mismo y a los demás, por supuesto. No es de extrañar: la multitud que acude cada viernes a este caótico hogar es a veces incluso, entrañable, no solo por las dibujadas que han visto crecer la destreza y sensibilidad de muchos de ellos, si no por los intervalos previos, intermedios, y posteriores, donde se le da rienda suelta a la crítica más descarnada y divertidamente sarcástica. Una maravillosa destrucción del mundo en un lugar que es el precisamente indicado para ello: la cocina.
José Antonio Suárez Londoño (Medellín), Grupo de Retrato Taller Siete Medellín 2004-2016, 2016. Serigrafía sobre textil, dimensiones variables. >
Ya olvidé la última vez que logré dibujar con el grupo, probablemente fue el día en que mi cabeza se voló y se me volvió imposible estar sentado durante 35 minutos construyendo una imagen con paciente compañía. Curioso, porque si hay algo que disfruto en este desolador mundo de la creación artística es sembrar el caos sobre el papel y enmarañarme entre mis turbulentos trazos. El único indicio que tengo de aquel viernes que dejé de dibujar, es que fue demasiado cercano al día en que fui vetado para ser retratado, para siempre. Tanta quietud se hizo imposible para mí, pero sobre todo, para el grupo, que al unísono soltó el lápiz con violencia sobre sus respectivas libretas y renunció a dibujarme. Será que hay personas que no se dejan retratar y su condena será el exilio.
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Sin embargo, disfruto mucho ver nuestra casa tomada, por conocidos y extraños como en el cuento de Julio Florencio –Cortázar–, cada viernes, de hecho con pocas faltas en los últimos años. Disfruto más incluso, cada vez que veo aquellas multitudinarias hordas de adictos al dibujo, que hacen barricadas humanas justo en las puertas de las habitaciones de los residentes, que casi siempre tardíos, con océanos de resaca y somnolencia, deben afrontar el hecho de que por ese día, su casa no es más suya, y deben pelearse un pocillo, una silla e incluso la salida de sus habitaciones, y franquear la férrea y silenciosamente sepulcral barrera humana a como dé lugar. Sorprendente saber que se puede perder tanto el control sobre el espacio propio y permitir que otros lo hagan suyo, demasiado suyo, hasta olvidar incluso como comenzó todo. Más aún, en esta casa que está muy llena de espectros. Ya en las postrimerías de nuestro espacio hay mucha incertidumbre, no con respecto a que el grupo continúe dibujando cuanto feligrés, animal o piedra se atraviese, sino, si van a recordar este lugar con cariño y nostalgia. Por lo menos para mí, aquellos sentimientos de antemano ya están. Y seguro van a perdurar. Medellín, viernes 20 de abril de 2018
José Antonio Suárez Londoño (Medellín), Grupo de Retrato en el Taller 7 2004-2018, 2018. Serigrafía sobre textil, dimensiones variables.
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SebastiĂĄn Cadavid (MedellĂn), Retratos, 2017. Tinta sobre papel, 70 x 100 cm.
Albany Henao (Medellín), Intervención in situ, 2009. Vinilo sobre pared, 300 x 380 cm. Exposición Dibujos, 2009. Fotografía: Taller 7.
Albany Henao (Medellín), de la serie Dibujo, 2009. Tinta sobre papel, 18 x 7 cm. Albany Henao (Medellín), de la serie Institucional, 2007. Tinta sobre papel, 14 x 6 cm.
Correspondencia Estación Tijuana y Taller 7
De: Lucia Sanroman [ mailto:lucia.sanroman@gmail.com ] Enviado el: jueves, 18 de noviembre de 2010 21:08 Para: eva grinstein CC: Ramirez Marcos; yuliana quiceno Asunto: Proyecto Coyote Hola Eva y Taller 7, Pensamos Marcos y yo que es mejor escribir una propuesta muy directa y clara en email en lugar de hacer todo un documento complejo, para que así ustedes puedan también responder de la misma manera directa, a modo de conversación, pues entendemos que esto es una colaboración entre varios participantes. Eva, si tú puedes adelantarles este mail a Taller 7, te lo agradecería. Para empezar, nos pareció realmente importante que en esta edición del MDE11 sea la pedagogía en sí el eje central de todo el proyecto. Nos gustó la idea que también se antoja poética y la manera ideal de abordar la participación de Estación Tijuana en la bienal. Ciertas frases de su documento son claves, como por ejemplo la cita de Paulo Freire: el enseñar no existe sin el aprender, y con esto quiero decir más de lo que diría si dijese que el acto de enseñar exige la existencia de quien enseña y de quien aprende. Quiero decir que el enseñar y el aprender se van dando de manera tal que por un lado, quien enseña aprende porque reconoce un conocimiento antes aprendido y, por el otro, porque observando la manera como la curiosidad del alumno aprendiz trabaja para aprehender lo que se le está enseñando, sin lo cual no aprende, el educador se ayuda a descubrir dudas, aciertos y errores. Estación Tijuana toma esta declaración en serio y la usa como punto de partida para nuestra propuesta que es, simplemente, el transformar a Taller 7 en una aula de estudio, con Estación Tijuana como estudiante. ¿Qué es Estación Tijuana? Podemos suponer que ET es un espacio situado en un edificio justo al límite entre México y los Estados Unidos –el ultimo espacio de artes entre América Latina y Anglo América. También podemos pensar que ET es la extensión de los procesos y proyectos artísticos de Marcos Ramírez ERRE, quien fundó ET y lo ha sustentado por todo este tiempo. Es cierto, Estación Tijuana fue ese espacio físico y también ha sido la labor de ERRE, pero ahora es, sobretodo, una colectividad de artistas, poetas, escritores, activistas, en fin, de ciudadanos de Tijuana que han tenido y continúan teniendo interés en compartir su trabajo y en generar conversación y alternativas formas de accionar y ser, el uno para el otro, pero también hacia y para la comunidad Tijuanense en general.
Proyecto Coyote, 2011. Residencia de Estación Tijuana (Ciudad de México, México). Rafa Saavedra (1967 - 2013) y Omar Pimienta. Fotografía: Gabriela Torres Olivares.
Tijuana está en un momento de crisis en relación a los efectos del Narcotráfico y la “Guerra contra el Narco” de Calderón. Nuestro día a día tiene un espejo en otro momento y otro lugar: Medellín durante los ochentas cuando el Narcotráfico, las políticas de estado castigantes, y una crisis ciudadana en general, mermaron las estructuras pacificas del día a día. Encontré una frase del curador y escritor Olivier Debroise, escribiendo para Frieze en la que describe los éxitos del MDE07, que pudiera ser una descripción directa de lo que sucede ahora en Tijuana:
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“For 15 years Medellin’s streets and plazas were empty, its universities under siege... The traumas are hard to forget, and almost everyone in town can recall the bombings, the erratic assaults of sicarios on their motor bikes or the unresolved disappearance of a brother, cousin or friend”. Medellín ya no es esto, pero Tijuana sí lo es. Estación Tijuana quiere ir a Medellín para aprender de sus procesos de regeneración cívica; para aprender de su reconfiguración de la posición del ciudadano y sus posibilidades de agencia y participación en la construcción de la urbe; de sus modelos de auto-construcción de redes sociales; de su manera de pensar al arte, a la arquitectura, y al urbanismo como parte de un proyecto de ciudadanía endógeno. La propuesta específica es esta: 1. Un grupo de aproximadamente 10 a 15 personas de Tijuana que están activamente trabajando en regenerar a Tijuana en este momento de crisis serán invitados por Estación Tijuana y Taller 7 a participar en una serie de talleres y visitas de campo diseñadas por Taller 7 y ET con participantes en la construcción de este nuevo Medellín (arquitectos, colectivos, activistas, políticos, etc.). 2. Estación Tijuana funciona como un “coyote” (que es el término que se le da a la persona que pasa migrantes ilegalmente entre México y US) llevando a Tijuanenses a Medellín. Pero Estación Tijuana es ambos, el coyote y el “mojado” (término que se le da al migrante ilegal y denota que se mojó al cruzar el Rio Grande). 3. Taller 7 hospeda y es el centro neurálgico del programa educativo que será dirigido hacia ET, nosotros los estudiantes, pero también es abierto al público local. 4. Cada participante de ET viajará Norte a Sur para también dar una charla sobre su trabajo en Taller 7. Hay posibilidades de presentaciones de otros tipos, claro, que saldrán de la experiencia misma. Nos gusta de esta propuesta que cambia fundamentalmente la idea del espacio alternativo de arte como un sitio de presentación de obras de arte y da todo el énfasis a una colectividad que es, aún más, no una colectividad que va a enseñar si no que va aprender – con la ambigüedad que esto implica como lo indica Freire. El problema principal son los fondos para llevar a tantas personas para allá. Pero esto es algo que nosotros tendríamos que resolver acá haciendo recaudación de fondos. En general todas las personas que estamos pensando invitar también tienen redes que pueden ayudar en esto. En cuanto a lo que puede implicar para Taller 7, pues es ser invadido por un número mayor de personas que las que se habían imaginado, y que realmente el espacio se transforme en aulas para este grupo de estudiantes del norte. Esto implica bastante trabajo alrededor de la programación, etc. Lucía y Marcos
---------- Forwarded message --------From: Taller 7 <taller7@gmail.com> Date: vie., 17 dic. 2010 a las 11:46 Subject: Re: RV: Proyecto Coyote To: Lucia Sanroman <lucia.sanroman@gmail.com> Cc: Ramirez Marcos <erre38@yahoo.com>, yuliana quiceno, <yuliquiceno@gmail.com>, eva grinstein <evagrin@arnet.com.ar> Estimados Lucía y Marcos Por favor disculpen nuestro retraso para responderles, aún estamos de viaje y con diversas reuniones y cosas en Buenos Aires. El proyecto nos parece sumamente interesante, creemos que es totalmente coherente con los intereses y proyectos que venimos desarrollando en Taller 7, sin embargo y para comenzar este diálogo nos referimos a algunos puntos que ustedes señalan en el proyecto: Medellín ya no es esto, pero Tijuana sí lo es. En Medellín encontrarán diversas opiniones sobre este tema, lo que fue en los 80´s y su “recuperación” posterior; los miembros de Taller 7 coincidimos en la opinión de que Medellín no es lo que fue en los 80´s, pero tampoco ha superado ese momento, los discursos oficiales suelen ser sumamente positivos, “vendiendo” la ciudad como el ave fénix; sin embargo, después de una tensa calma generada por el poder que tuvieron los paramilitares durante varios años y que providenciaron una suerte de “seguridad” y “tranquilidad” a manos de fuerzas ilegales de derecha, ahora resurgió una guerra de poderes, con el encarcelamiento y extradición de las cabezas de esos grupos armados. La problemática colombiana es bastante compleja, los diversos actores como guerrilla, paramilitares, delincuencia común y el estado mismo, todos “untados” por el narcotráfico, directa o indirectamente se entrecruzan y traslapan entre sí de diversas formas a lo largo de la historia. Medellín no es lo que fue en los 80´s, pero pensarnos demasiado lejos de eso o esperar que no volverá a ocurrir sería fuera de lugar, pues el día a día cada vez más nos atemoriza; sin embargo, no se pueden negar procesos interesantes que han surgido en estos años y que creemos valiosos a nivel cultural, arquitectónico, etc., la pregunta es más cómo hacer para que esos proyectos no sirvan de fachada y se superpongan a las deudas y obligaciones que hay en materia de educación, oportunidades de trabajo, salud, calidad de vida; que son la base de la violencia. Les reiteramos que la posición arriba expuesta en términos generales la compartimos los integrantes del Taller, sin embargo, como ya verán, hay diversas opiniones al respecto desde diversos sectores oficiales y no oficiales, y desde diversas disciplinas, y en ese sentido creemos que el proyecto que ustedes proponen permitirá tanto a ustedes como a nosotros mismos escuchar otras posibilidades y miradas, ver en detalle propuestas que se han desarrollado, lo que ha cambiado y lo que continúa presentándose problemático. Nos parecería chévere pensar en las posibilidades de que algunas de las personas de Medellín que participen en los talleres y visitas de campo acompañen a los participantes de Tijuana en su viaje de Sur a Norte, esto generaría la circularidad del proyecto, reiterando y profundizando la idea del intercambio de roles entre el profesor y el aprendiz. ¿Qué piensan?
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Bueno, y hablando en términos prácticos: Taller 7 es una casa vieja, ubicada en el centro de la ciudad, que funciona de base como taller de artistas, así surgió como primera necesidad del grupo, teniendo en cuenta el panorama local el proyecto se ha ido ampliando así que la casa temporalmente se convierte en espacio de exhibición, en taller para un grupo mayor de personas que se reúnen todos los viernes a dibujar, en residencia, etc. ... nosotros tenemos dos habitaciones adecuadas para las residencias, una con cama doble y otra con dos camas; podríamos adecuar otra habitación con otra cama semidoble; ahora, dependiendo del perfil de los invitados podemos acomodarnos de alguna forma, o buscar un hotel cercano, creemos que esto último sería más conveniente y cómodo para todos pues son varios días. De otro lado, cuando leímos la propuesta pensamos en varias personas de Medellín que podrían aportar cosas interesantes a la conversación: profesores, arquitectos, artistas, activistas que trabajan con ONG´s y personas que han vivenciado directamente las situaciones. Podríamos comenzar a construir un presupuesto a partir de las ideas que tenemos para viabilizar el proyecto según lo que definamos, pensar si hay honorarios simbólicos para estas personas, mirar lo que requerimos logísticamente para desarrollarlo. E incluso sería bueno hacer algún tipo de memorias, tal vez en audio, video o algún tipo de publicación en papel... de manera que posteriormente este material pueda ser consultado y distribuido. Reiteramos que nos interesa muchísimo el proyecto y su carácter de construcción a través de la conversación, la transformación del Taller hace parte del proyecto mismo así que lo podemos adecuar sin problema. Seguimos en comunicación un abrazo adriana
---------- Forwarded message --------From: Lucia Sanroman <lucia.sanroman@gmail.com> Date: mar., 4 ene. 2011 a las 21:07 Subject: Re: RV: Proyecto Coyote To: Taller 7 <taller7@gmail.com> Cc: Ramirez, <erre38@yahoo.com>, eva grinstein <evagrin@arnet.com.ar>, yuliana quiceno <yuliquiceno@gmail.com> Estimados Adriana y Taller 7, Ahora es mi turno de disculparme por la tardanza en contestar a su email. Para comenzar, FELIZ Año NUEVO! Creo que 2011 será un periodo muy rico y me parece fantástico que nuestra conversación que apenas comienza ya está dando frutos interesantes pues su respuesta a nuestra representación, un tanto maniquea, de los cambios de Medellín y su estatus en este momento como la ciudad estrella del “progreso liberal” y la ”democracia”, es realmente perfecta y precisamente lo que se busca complejizar al ir a Medellín a tener una experiencia que articule y desarticule estas representaciones. Creo que tenemos aquí un paralelismo aún más agudo de lo esperado entre lo que sucede en nuestros dos países y ciudades. En particular hay mucho que pensar y observar en la distancia entre los discursos oficiales en Medellín y Tijuana y la realidad de los diferentes deseos, poderes, y fuerzas que se enfrentan en la vida social, económica y política de nuestros países. Si no se genera nada más de nuestro encuentro que esto, estaremos Marcos y yo satisfechos con que salgamos de esta experiencia con un poco más de realismo al pensar las maneras en que la cultura, el arte, y la arquitectura funcionan para potencialmente regenerar un sitio, así como para abalar a las políticas de estado y sus economías. En realidad lo que importará en relación a este proyecto, como ustedes lo notan, es dar pie a que existan multiplicidad de voces, de investigaciones y de maneras de ver y entender los procesos para ambos ciudadanos: los de Medellín y los de Tijuana. También anotan en su repuesta que ciertamente hay cosas importantes e interesantes que sí han surgido de los procesos por los que Medellín ha pasado en los últimos años, y esto simplemente hay que verlo de primera mano para identificarlo y sopesarlo justamente. Su respuesta nos ayuda a aclarar los tres temas que nos preocupan y que son el meollo de nuestro proyecto en conjunto. (Si gustan hacer cambios a los tres temas descritos abajo, adelante, esto nos ayudará a futuro para buscar fondos, etc.) A) Proyecto Coyote se fundamenta en atraer una multiplicidad de miradas –internas y externas, oficiales y no oficiales, y desde una variedad de disciplinas representadas tanto en los participantes de Proyecto Coyote como en los ponentes de Taller 7– hacia los procesos por los que ha pasado Medellín, que la han convertido en una ciudad ejemplo del liberalismo post-guerrilla. También se analizarán en detalle las propuestas que se han desarrollado y sus distintas problemáticas. B) Proyecto Coyote es una propuesta pedagógica que busca incrementar la ambigüedad entre el que enseña y el que aprende, complejizando estos papeles durante el proceso de la Bienal. C) Estación Tijuana funciona como “coyote” o intermediario y sus representantes (Marcos y yo) no protagonizan, sino que son también participantes junto con los otros
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13 participantes que estamos considerando. Esta lista incluye arquitectos, chefs, poetas, escritores, críticos, artistas, comunicólogos, documentalistas buscando heterogeneidad en su composición. Creo que ustedes pueden comenzar a desarrollar su lista de ponentes y participantes. Y nosotros paralelamente a buscar fondos. Aquí la lista de “pollos” que llevaremos a Medellín. Giacomo Castagnola, arquitecto y diseñador. Felipe Zúñiga, artista visual y curador de educación. Rafa Saavedra, comunicólogo, docente universitario en el área de Comunicación. Gabriela Posada, publicista, editora y fundadora de Reacciona Tijuana. Ingrid Hernández, fotógrafa y socióloga. Omar Pimienta, artista visual y escritor. Gabriela Torres Olivares, escritora y docente. Carmen Romo, arquitecta y urbanista. Socorro González, chef e investigadora en nutrición. Iván Díaz-Robledo, videasta, director y productor. Luis Juan Garzón, artista, profesor en UABC, fundador de Reacciona Tijuana. Adriana Trujillo, directora, productora y docente. Fiamma Montezemolo, antropóloga y artista. Estamos emocionados y seguimos adelante, Lucia y Marcos
---------- Forwarded message --------From: Taller 7 <taller7@gmail.com> Date: mié., 19 ene. 2011 a las 17:49 Subject: Re: RV: Proyecto Coyote To: Lucia Sanroman <lucia.sanroman@gmail.com>, eva grinstein, <evagrin@arnet.com. ar>, Ramirez Marcos <erre38@yahoo.com> Cc: Eva Grinstein <evagrinstein@gmail.com>, yuliana quiceno <yuliquiceno@gmail.com> Hola Lucía y Marcos Que bueno que los intereses van por el mismo camino, hemos estado mirando y averiguando varias cosas para poder dar respuestas, ha sido un poco lento porque como saben este principio de año es complicado concretar y encontrar las personas, pero bueno, vamos por partes: Es difícil para nosotros saber como es vista la ciudad desde afuera, o para ser más precisos, como es vendida la ciudad hacia el exterior. Por esto, sería importante en esta instancia, aclarar un poco cuales son esas ideas que existen, no para descartarlas, por supuesto, sino para tener unas bases que nos permitan a nosotros entender la mirada que se tiene afuera, para que a partir de allí tengamos unas preguntas de base. Particularmente sería importante aclarar para los integrantes de Taller 7 conceptos como “ciudad ejemplo del liberalismo post-guerrilla”. En otras palabras, consideramos válido ese concepto que existe en el exterior, ya que como ustedes lo plantean, lo que el proyecto busca propiciar es un diálogo que nos lleve a cuestionar o a reafirmar esos conceptos. Por otra parte, nos gustaría también preguntarles si es pertinente mencionar no sólo a la guerrilla, sino a los otros actores armados (narcotraficantes, paramilitares, estado, etc.). Creemos que en este punto deben aparecer las condiciones inexorables en las cuales surge el proyecto Coyote: el hecho de que Tijuana esta atravesando una crisis que Medellín ya atravesó. También consideramos importante para este ejercicio, no dejar de lado todas las ideas iniciales que nos enviaron en el primer mail acerca de Medellín (regeneración cívica, ciudadanía, etc.), ya que además de las problemáticas que ya hemos tratado y que afectan o afectaban a las dos ciudades, sin duda hay un hecho importante en juego y es el poder que tienen las políticas públicas y los medios de información para permear la opinión pública, y crear una imagen determinada. Tenemos una lista inicial de posibles ponentes o interlocutores, personas que han abarcado estas preguntas desde diversas perspectivas: textos publicados, cine, fotografía, etc. En general es gente que nos parecería chévere que participara y que pueden dar testimonios desde diferentes lugares y discursos, es importante tener en cuenta que estas personas no están contactadas y que estamos programando reuniones con algunas personas que nos puedan asesorar, dar luces y nombres de otras personas que sean interesantes para el proyecto. Quedamos atentos a sus sugerencias. Fredy Serna, artista plástico. Barrio Castilla. Ha hecho proyectos con Corporación Renovación. Fundador del espacio la Jíkara. Juan Cano, Barrio Castilla. Fundador del espacio la Jíkara. Mayra Moreno, artista plástica. Barrio Castilla. Fabián Machado, artista plástico. Sebastián Restrepo, artista plástico.
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Juan Esteban Sandoval, arquitecto y artista. Cofundador de El puente_lab. Alejandro Vásquez, artista. Cofundador de El puente_lab. Gabriel Mario Vélez, artista y docente de la Universidad de Antioquia. Rodrigo Isaza, artista plástico y chef. Jorge Bejarano, artista de nuevos medios y sonido, gestor cultural. Curador de proyectos especiales del MAMM. Juan Fernando Ospina, fotógrafo. Cofundador del Periódico Universo Centro. Olga Lucia Escobar. Directora de cultura y educación del Museo de Antioquia. Lina Mejía y Alexander Correa. Directores de la Corporación Platohedro. Carlos Uribe, historiador, artista plástico y curador. Director del Centro Cultural de Moravia. Yeison Henao (Sociólogo), trabaja en Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, nació y creció en Moravia. Jota Samper, arquitecto y artista. Cofundador de DukeEngage Medellin. Luis Fernando González Escobar, arquitecto constructor y doctor en Historia. Investigador y docente escuela del Hábitat de la Universidad Nacional. María Clara Echavarría, arquitecta. Investigadora y docente escuela del Hábitat de la Universidad Nacional. Juan Carlos Posada, arquitecto. Coordinador área memoria Histórica - Museo Casa de la Memoria. Luz Amparo Sánchez Mejía, antropóloga y docente. Investigadora vinculada a la Corporación Región. Ana Lucía Cárdenas, gestora en proyectos de promoción cultural y temas sociales. Patricia Nieto, periodista, cronista y escritora. Inauguró una serie de talleres de escritura con víctimas del conflicto armado. Juan José Hoyos, periodista y escritor. Silvana Tobón Cardona, historiadora y gestora cultural. Carlos Guisao, comunicador social. Director de comunicaciones del Museo de Antioquia y del MDE11. Oscar Montoya González, coordinador de proyectos de la Empresa de desarrollo urbano – EDU. Carlos H. Jaramillo, arquitecto urbanista. Fue director de Planeación durante la administración de Sergio Fajardo y Alonso Salazar. Seguimos en contacto y pendientes de cualquier duda,
---------- Forwarded message --------From: Taller 7 <taller7@gmail.com> Date: vie., 25 mar. 2011 a las 4:03 Subject: Re: Sobre programación y otros detalles To: Lucia Sanroman, <lucia.sanroman@gmail.com>, Ramirez <erre38@yahoo.com> Estimados Lucía y Erre, Teníamos este correo atrancado, ya saben como es esto de responder mails... además este particularmente va cobrando unas dimensiones ya casi inabordables. Lo de la reunión por Skype, creemos también que es la mejor alternativa, chévere empezar a conversar y a dejarle algo al olvido, que los mails se nos conviertan en cosas más puntuales. Pero bueno, en esta etapa es ineludible responder exhaustivamente: Con respecto al primer comentario, donde se plantea retomar el enfoque inicial, queríamos agregar algo más: en lo personal me remitió a algo que un profesor de Semiótica planteaba en una clase y que dejé transcrito por ahí: para Ricoeur, cuando uno llega a algo nuevo, generalmente llega con prejuicios y preconceptos (cuestión que detestaba Platón: la doxa, la “llenura” de opinión del ignorante...), pero para Ricoeur no es un problema. Así mismo para Gadamer para quien los prejuicios son el producto de la vida social de cada cual, y se convierten en un punto de partida. En fin, los prejuicios como una categoría de comprensión y no como un obstáculo, sin la carga negativa con la que usualmente se nos presenta. De alguna manera, la posibilidad de crear se construye a partir de allí... Pero ya ven... unas cosas nos llevan a otras, buscando la referencia pasada, me encontré con estas otras referencias en el mismo cuaderno, que nos atañen completamente: “La semiótica de la cultura no estudia la cultura, sino los modelos que los miembros de las culturas hacen de su cultura: formas semióticas construidas que nos terminamos creyendo (de igual manera para el discurso oficial). Al respecto estos links: La Medellín traqueta: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-6329654
un abrazo
http://poorbuthappy.com/colombia/post/controversia-en-medelln-por-documentalde-cnn-que-revive-la-imagen-violenta-de-la-ciudad/
Mauricio y Adriana
Y este video también, que mencionan en el artículo anterior. El gringo este es bien divertido... http://edition.cnn.com/video/data/2.0/video/international/2009/10/13/penhaul. cocaine.war.new.cnn.html Por otra parte, retomando el mail de ustedes: empezamos a tirar nombres de personas que consideramos han estudiado el problema que intentamos trabajar en este proyecto... Por supuesto, no es una lista definitiva de participantes, la idea es que la construyamos juntos, y obviamente, se incluyan personas que ustedes nos sugieran, que entre ET y Taller 7 le demos forma a la cosa.
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Otras cosas a tener en cuenta: 1. Es probable que para el 23 de octubre haya elecciones para la alcaldía y la gobernación, y la cosa se pone tensa y restringida, pero puede ser interesante. Sólo para que lo tengamos en cuenta, ya que nos puede generar cambios en el proyecto. 2. ¿Cual sería la pregunta? sería importante establecer una pregunta como punto de partida, eso nos va a ayudar no solo a definir la lista de invitados, sino que también sería la pregunta de la que partirían ellos para realizar sus charlas. La pregunta tendría que ser lo suficientemente amplia para que no limite las lecturas ni genere sesgos... 3. Comenzar a pensar un poco en los términos y su recontextualización, particularmente a las figuras del Coyote y el Mojado, y la situación política y territorial que se vive entre la frontera entre México y US que tiene una dinámicas particulares. Por ejemplo, en Medellín hay unas figuras denominadas “carritos” que son niños que traspasan las fronteras entre un barrio y otro, y con todo el tráfico de información, armas, drogas, etc. que ello implica. De alguna manera son cuestiones que puede ser interesante tener en cuenta en este momento que se configura el proyecto, tal vez nos pueda ayudar a aclarar los intereses. 4. Retomando un poco lo que ya venimos hablando entre ET y Taller 7 acerca de la imagen que se vende desde el sector oficial, pensamos en el Secretario de Cultura Ciudadana de la administración Fajardo, Samuel Melguizo, también conocido como Melgibson: a través de su discurso hace ver que las obligaciones que cumplieron durante su administración, que en realidad son deudas históricas, las vende como si fuera algo regalado al pueblo; es como si dijera a la ciudadanía: “como nosotros los que tenemos el poder no nos robamos los dineros públicos esta vez, ustedes los ciudadanos deben estar muy agradecidos”. Y es curioso, pero ante una tradición política tan corrupta y parasitaria, ver que la administración municipal invierte los dineros “públicos” en obras públicas (parques, bibliotecas, cultura, etc.), uno no puede más que sentirse sumamente “agradecido”. 5. Alonso Salazar actual alcalde de Medellín, estuvo en Tijuana en el Colegio de la Frontera Norte, hablando de la transformación de Medellín, puede haber registro de ello. También en la biblioteca de ese colegio hay bibliografía sobre Medellín que sería importante que ustedes revisaran para que nosotros no les enviemos cosas que puedan tener a la mano. 6. Sintetizando un poco lo que está en juego: la imagen de Medellín, ligado a las violencias, al narcotráfico, la generación de una mentalidad/moralidad de las vías “fáciles” y “rápidas”, la sexualidad y el narcotráfico: turismo sexual. 7. En la lista de invitados hubo cambios, gente que sale, gente que llega... pero no quiero ponerlos aqui... creo que por ahora es suficiente. creo que es un buen momento como escribí al comienzo de entrar en la etapa skype... Proyecto Coyote, 2011. Residencia de Estación Tijuana (Ciudad de México, México). De izquierda a derecha: Colectivo Reacciona Tijuana (Luis Garzón Masabó y Gabriela Posada) en colaboración con Fredy Serna, La mente colectiva pinta en la comuna 6. Rafa Saavedra (1967 - 2013), Música electrónica con el DJ Rafa Dro. Iván Díaz-Robledo en colaboración con músicos de Medellín, Antropotrip: documental live cinema. Conversatorio de Marcos Ramírez “erre”. Gabriela Torres Olivares y Omar Pimienta, Golosina de sal. Felipe Zúñiga, Deriva Coyote. Fotografía: Estación Tijuana.
un abrazo, hasta pronto. mauricio c.
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Proyecto Coyote1 Gabriela Torres Olivares
En memoria de Rafa Saavedra (1967 - 2013) Medellín fue una ciudad que hasta octubre de 2011 había conocido solamente a través de la literatura, el cine, la música, el arte, pero también, desafortunadamente, por las fatídicas noticias que en México hacían la nota en la sección internacional. Durante la primera década del nuevo siglo, estas notas fueron convirtiéndose en una analogía de nuestra propia situación social, pasando así de lo internacional a lo nacional, y de lo nacional a lo local, y de ser notas a convertirse en encabezados y portadas. Fue hasta entonces que la tragedia común nos hizo voltear a Colombia para observar lo que allí había sucedido y que a nosotros, en México, nos estaba sucediendo. Y fue así que nos enteramos, por ejemplo, de los programas y estrategias medellinenses en las comunidades más vulnerables y lastimadas de la ciudad, de ese continuo proceso de reconstrucción del tejido social a través de proyectos que amalgamaran arte, educación, cultura y comunidad. Necesitábamos observar la experiencia colombiana: aprender de Medellín fue la premisa. Lucía Sanromán y Marcos Ramírez “ERRE” gestaron la idea de armar Proyecto Coyote, un grupo multidisciplinario conformado por artistas, arquitectos, escritores y gestores culturales de diversos bagajes y vinculados al quehacer artístico y docente de la ciudad de Tijuana. Proyecto Coyote o Los Coyotes (como nos rebautizaron en Taller 7) residiríamos algunas semanas en Medellín. Llegamos con muchísima necesidad y deseo, cada uno con una propuesta distinta desde la cual experimentar la ciudad y observar lo que en ella estaba sucediendo. En lo abstracto, Taller 7 sería nuestra base de operaciones; en lo concreto, Taller 7 se convirtió en nuestro hogar. Indistintamente, cada día de todos, Taller 7 era el lugar desde donde partíamos y al cual regresábamos después de nuestras andanzas por Medellín. Era nuestro 1. Proyecto Coyote, curado y coordinado por el artista Marcos Ramírez ERRE (director del espacio independiente Estación Tijuana) y la curadora Lucía San Román, fue la propuesta desarrollada a partir de la invitación al componente Espacios Anfitriones del Encuentro Internacional de Medellín MDE11: Enseñar y aprender. Lugares del conocimiento en el arte (MDE11). Proyecto Coyote invitó a Iván DíazRobledo, Adriana Trujillo, Giacomo Castagnola, Luis Garzón Masabó, Socorro González, Ingrid Hernández, Fiamma Montezemolo, Omar Pimienta, Gabriela Posada, Rafa Saavedra, Gabriela Torres Olivares, Carmen Romo y Felipe Zúñiga. Cada uno, desde sus diferentes áreas de conocimiento, tuvo encuentros y conexiones personales, y creó vínculos y asociaciones múltiples con personas en sus campos, estableciendo la posibilidad de una relación no jerárquica con el sitio y la comunidad.
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espacio principal de trabajo, de reunión, de producción de estrategias, el lugar de las citas, de las comidas, de las exposiciones, de los talleres, de las lecturas, de la fiesta y también era el lugar en donde se dormía. Para ninguno de nosotros habría sido posible navegar y conocer la ciudad sin el inconmensurable y prolijo apoyo de Adri, Mauro y Juli, que hicieron igual de guía y de familia, que nos apoyaron concertando citas, que nos dieron libros y autores, nos presentaron artistas, que compartieron con nosotros sus contactos y muchas veces (obedeciendo a su incansable polifacetismo de artistas, gestores y anfitriones), nos ayudaron a resolver obstáculos y complejidades en el desarrollo de nuestros proyectos; que igual nos dijeron qué autobús o línea del metro tomar, o que el ingrediente secreto de su pesto era ponerle cilantro. En Taller 7, la dinámica era compartirlo todo cuanto les fuera posible: información y comida, consejos y cerveza, su experiencia urbana y su respectiva práctica artística. Recuerdo haber encontrado con maravilla y orgullo algunas de las intervenciones de Adri Pineda en las grietas de las banquetas por las que caminé, y ese hallazgo fue epifánico pues me hizo entender la metáfora de la reconstrucción y la memoria, rehabilitando el daño y posibilitando el espacio, de lo hermoso y lo funcional, de lo heterodoxo inéditamente vinculado a un pasado que no se pretende desaparecer, sino que busca volverse virtuoso en su presente. Estos eran nuestros anfitriones: talentosos artistas que generosamente recibieron a un grupo de desconocidos mexicanos en busca de respuestas que encontrarían en formato de nuevos cuestionamientos. Creo, y sé aquí que generalizo al resto de Los Coyotes, que todos, regresamos de Taller 7 y de Medellín con la cabeza llena de nuevas ideas y con el corazón más grande. Que en nuestros respectivos procesos creativos y en nuestro compromiso social, Taller 7 fue un parteaguas, que éramos unos antes y fuimos otros después de saberlos en este mundo. Que al regresar a Tijuana, cada cual hicimos, fundamos y buscamos espacios, proyectos, maneras distintas de experimentar el mundo y de resistir los efectos sistemáticos de la violencia y sus distintas facetas desde nuestras respectivas trincheras-talleres-escuelas-estudios de trabajo, desde nuestras comunidades y nuestras circunstancias. Medellín fue una ciudad que hasta ese octubre de 2011, sólo conocía en el imaginario y a través de la especulación, y que Adri, Juli y Mauro hicieron posible andarla, saberla, encontrarla siempre, aunque estuviera perdida. San Diego, agosto de 2018
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Ernรกn (Buenos Aires, Argentina), Taller 7, 2009. Artista residente, 2009.
Pieza Pizarrón, 2011. Residencia de El Club del Dibujo: Claudia del Río y Lisandro Carreras (Rosario, Argentina), invitados: Andrés Hernández y estudiantes de la Institución Educativa Orlando Velásquez Arango de Bolombolo, Antioquia, Colombia.
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Pieza Pizarrón, 2011. Residencia de El Club del Dibujo: Claudia del Río y Lisandro Carreras (Rosario, Argentina), invitada: Elena Acosta en colaboración con Emmanuel Naranjo y Viviana Otálvaro.
Pieza Pizarrón, 2011. Residencia de El Club del Dibujo: Claudia del Río y Lisandro Carreras (Rosario, Argentina), invitada: Marcela Cárdenas en colaboración con Martín López, Johana Bojanini, Rodrigo Isaza, Ana Fernández.
Pieza Pizarrón, 2011. Residencia de El Club del Dibujo: Claudia del Río y Lisandro Carreras (Rosario, Argentina), invitado: Álvaro Vélez “Truchafrita”. Fotografías: pp.156-161, David Estrada, Julián Roldán, Lisandro Carreras, Claudia del Río.
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Ricardo Muñoz Izquierdo (Pereira), Lo hice por amor, 2012. Mural y publicación. Artista residente, 2012 y 2018, pp. 162 - 163. Fotografía: p. 162, Taller 7; p.163, del artista.
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Cómic Maratón. Sí esto es un artista (No. 2), 2008. Proyecto de Anna Bas Backer (La Haya, Países Bajos), artista residente, 2008. Participantes en Medellín: Anna Bas Backer, Seth Wulsin (Nueva York, Estados Unidos), Albany Henao, Alejandro Cano, Arturo NoWave, Fernando Montoya, Fish, Jaime Buitrago, José Chepe, Juana Montoya, m.a. noreña, Natalia Ruiz, Néstor Herrera, Pedro Álvarez, Tebo, Truchafrita. Performance: Catalina Moreno Castaño (Medellín). Participantes LDF Galería – Historietas Reales en Buenos Aires, Argentina: Ernán, Powerpaola, Caro Chinaski (Buenos Aires, Argentina), joni b (Medellín), pp. 164 - 165. Fotografía: p. 164, Taller 7; p. 165, Powerpaola.
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Rally de dibujo, 2009. Taller 7 y José Antonio Suárez Londoño (Medellín), participantes: Ernán Cirianni, Juana Neumann (Buenos Aires, Argentina), Lady Biónika (Bogotá), Adriana María Pineda, Albany Henao, Alejandra Higuita Montenegro, Alejandro Gutiérrez, Andrés Arango, Andrés Hernández, Ángel Céspedes, Carlos Carmona, Edward Duigenan, Edwin Monsalve, Fabián Muñoz Romero, Guillermo Bedoya, Iván Carazo, Javier Arango, Joan Sebastián Montoya, joni b, José Antonio Suárez Londoño, Juan David Henao, Juan David Tobón, Juan José Rivillas, Juan Noreña, Julián Andrés Ramírez Zuluaga, Julián Urrego, Lina Rada, Luis Fernando Ruiz, Mauricio Carmona Rivera, Orlando Alzate, Pablo Guzmán, Wilfer González, Yosman Botero (Medellín). Fotografía: Taller 7
El dueño del bar me macaneó. Esa pintura no es su finca en Suiza. Quizás no es Suiza. Es posible que se trate de algún paisaje de la región antioqueña que nunca vi. Sí vi esos cuadros de casas, colgados en paredes de cantinas que a medida que avanza la “modernización” del centro se les aproxima un futuro incierto. La imagen de una casa transmite una supuesta intimidad, y esas casas estaban colgadas en paredes públicas. Elisa O´Farrell
Elisa O´Farrell (Buenos Aires, Argentina), Sala de estar, 2018. Aguatinta sobre papel Fabriano Rosaspina de 220 g, 15 x 20 cm c/u. Artista residente, 2018.
Carlos Carmona (Medellín), de la serie New Horizons, 2017. Químicos fotográficos sobre papel fotográfico, 25 x 20 cm c/u. Fotografía del artista.
Jonathan Chaparro (Bogotá), Nostalgia y recuperación, 2013. Fotografía digital impresa sobre papel Mate Plus HP, 150 x 180 cm. Exposición Artistas en Residencia, 2013. Artista residente, 2013. Fotografía del artista. < Julián Carvajal (Medellín), Enmemoria, 2010. Fotograbado sobre papel, 50 x 35 cm. Exposición La misma rata… con otra cola…, 2014. Artista residente en pasantía. Fotografía del artista.
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Malk (Medellín), Sin título, 2009. Grafiti, 300 x 340 cm. Exposición Segundo Circuito, 2009. Colectivo Tangrama: Margarita García y Mónica Páez (Bogotá), Prohibido fijar avisos, 2003-2007. Carteles, 100 x 70 cm. Exposición Vía Medellín - Bogotá / Bogotá – Medellín, 2007. Fotografía: pp. 174-175, Taller 7. >
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Colectivo The Perros Mojados: Daniel Pérez “panguana”, Juan José Rivillas, Joan Sebastián Montoya “Donchi”, Sebastián A. Restrepo “Gustavo Sierra”, Henry Montoya, Mario Villa, Anselmo Beltrán (Medellín), 2008. Al fondo mural de Joan Sebastián Montoya “Donchi”. Fotografía: Taller 7.
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Camille Mancy (Toulouse, Francia), Celebrazio Pa Kultu Modena, 2017. Instalación-performance, cerámica ensamblada, engobes, cuerdas, arcilla fresca, frutas, semillas, bastón de madera, dimensiones variables. Exposición Cancanea, 2017. Artista residente, 2013, 2015 y 2017. Fotografía: Taller 7.
Ana Karina Moreno (Bogotá), izquierda: Y de la historia y sus batallas; centro: Habita; derecha: Agúzate, 2017. Instalación, dimensiones variables. Exposición Adentro = Afuera, 2017. Artista residente intercambio Taller 7 – El Parche (Bogotá), 2017. Fotografía: Taller 7. < Alexandre Farto “Vhils” (Lisboa, Portugal), de la serie Scratching the Surface project, 2010. Mural, 300 x 250 cm. Artista residente, 2010. Fotografía: Iván Carazo.
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PAN para todos. Crónicas políticas del México contemporáneo, 2014. Adriana Cuspinera, Andrés Villalobos, Colectivo Siempreotravez (Diego Teo y Andrés Villalobos), Frente Libertario de Liberación Libertad (FLLL), Gabriel Escalante, Juan Caloca, Manuela García, Revista Cartucho, Víctor del Moral Rivera, Yollotl Alvarado. Curaduría: Aline Hernández (Ciudad de México, México). Fotografía: Manuela García.
Adriana María Pineda (Medellín), Cicatrices Urbanas, 2005‐2006. Intervención urbana con baldosas de mosaico en huecos de andenes de la ciudad de Medellín, dimensiones variables. Fotografía: Luigi Baquero.
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Estaba convencida que una reunión de mujeres tristes era una fiesta y buscaba probarlo. Este proyecto consiste en una serie de diálogos, ficciones, e imágenes entrecortadas en una ciudad en el Caribe.
Alejandra Jaramillo (Medellín), La vida tranquila, 2018. Artista residente intercambio Taller 7 - Residencia Caníbal (Barranquilla), 2018. Fotografía de la artista.
Vanessa Vahos (Medellín), de la serie ¿Es posible danzar la muerte?, 2016. Fotoperformance. Performers invitados: Walter Julian, Germania y Jose, Punkintainmildientes. Colaboradores: Fundación Circo para todos, Lorena Zuluaga. Artista residente intercambio Taller 7 – Lugar a Dudas (Cali), 2016. Fotografía: Nadina Marquisio.
Margarita Pineda (Medellín), Jardines involuntarios, 2014. Acciones en espacio público, señalamiento y marcaje de espacios con carteles, dimensiones variables. Artista residente intercambio Taller 7 - Lugar a Dudas (Cali), 2014. Fotografía de la artista.
Camilo Marulanda (Medellín), ¡Qué vivan los rudos!, 2016. Intervención en monumentos de la Avenida Reforma en Ciudad de México. Artista residente intercambio Taller 7 - R.A.T. (Ciudad de México), 2016. Fotografía: Sofía Abraham.
Henry Palacio (Bogotá), Pa´ que zapatos si no hay casa, 2016. Interferencia en fachada del edificio Palacio Nacional. Artista residente intercambio Taller 7 - El Parche (Bogotá), 2016. Fotogramas de video, registro: Andrés Carmona Rivera.
Leonardo Herrera (Cali), Oquedad, 2016. Intervención con máquina de humo y luces de 10.000 watts alumbrando la frontera invisible en el parque Bicentenario donde conviven tres combos por el microtráfico de drogas ilícitas. Con el apoyo de Museo Casa de la Memoria. Artista residente intercambio Taller 7 - Lugar a Dudas (Cali), 2016. Fotogramas de video, registro: Andrés Carmona Rivera.
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Víctor del Moral (Ciudad de México, México), La unión hace la palabra. Lectoesculturas en Medellín. Tributo al nadaísmo, 2015. Exposición Espacio para uso del tenedor, 2015. Artista residente intercambio Taller 7 - R.A.T. (Ciudad de México), 2015, pp. 192 - 197. Fotografía: Eliana Morales 197
Adriana María Pineda (Medellín), Transitorio, 2006. Intervención gráfica con cal, Plaza de La Concordia, Bogotá, dimensiones variables. Fotografía: Mauricio Carmona Rivera.
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Adriana María Pineda (Medellín), Espacio portátil (de la serie transitorio) –do it–, 2008. Instrucciones, 35 x 50 cm.
Una temporada en Taller 7 Alejandro Martín Maldonado
Dentro del marco del MDE15, fui invitado a hacer una residencia en Taller 7, como curador del Museo La Tertulia, pensando en que tuviera una primera introducción a la escena artística local en Medellín. Se plantearon citas con distintos grupos de artistas en las que a partir de una revisión en grupo de sus portafolios, se llevara a cabo una conversación sobre las distintas temáticas comunes. A la vez se planteó un encuentro con los otros curadores invitados, para pensar la puesta en público de las investigaciones de cada uno. El ideal habría sido poder estar todo el mes en Medellín, pero por las obligaciones con el Museo, se redujo a tres visitas, enmarcadas en dos momentos cruciales de la historia de Medellín como escenario del arte: la apertura del nuevo edificio del MAMM y la inauguración del MDE. La visita intermedia, de carácter casi místico, tuvo lugar durante el eclipse total de luna, y tuvo dos momentos, una cena llena de humo, baile y ruido, y una noche en la montaña, de silencio, historias y caminata: dos eventos de hospitalidad. Las reuniones con artistas se dividieron en cuatro grupos. Un primer grupo de artistas de carrera intermedia, con interés en una aproximación diferente a la investigación en la historia de la ciudad. En la conversación, encontramos pronto cómo los tres compartían una forma muy particular de semiótica, de lectura de los signos, y de puesta en escena de imágenes (donde se mezclan los medios y los formatos, los espacios y las superficies). Cada uno con estrategias muy singulares de hacer hablar a la historia, de relacionarse con las calles y las personas. Esa primera conversación marcaría las demás conversaciones y guiaría mi mirada.
AAB-Adolfo Bernal, 2015. Wallace V. Masuko (São Paulo, Brasil), invitada: Melissa Aguilar (Medellín). Exposición Calesita, 2015. Fotografía: Taller 7.
Me reuní también con un grupo de artistas de interés más pictórico. Allí el esquema de conversación de ver imágenes en el computador, y de conversación en grupo resultó menos eficiente. Las pinturas eran muy difíciles de ver en la pantalla, y en realidad eran pocos los temas comunes. Quizás el único era las correlaciones entre su tenaz dedicación a la pintura, y los trabajos tan distintos que tenía que realizar cada uno para ganar un sueldo, donde de todos modos se podían ver sutiles relaciones con su principal interés artístico. Pero para una real aproximación a su trabajo sería necesario hacer visitas de estudio.
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Visité PorEstosDías, un espacio independiente donde tienen estudio distintos artistas jóvenes. Su proyecto común es una propuesta que con su frescura renueva la escena nacional de este tipo de lugares, donde se destacan sus proyectos de comidas comunales, que son una muestra de su forma a la vez dulce e inteligente de plantear formas de hospitalidad, y sus proyectos editoriales (en particular La Faltante) dejan ver los modos actuales en que los grupos son capaces de superar la individualidad con gran naturalidad. Pude conversar también con cada uno, para ver cómo si bien todos tienen líneas muy diferentes de trabajo, comparten una actitud de cuidado y generosidad. Por último, me reuní con el grupo de residentes en Taller 7, que me permitió dar una primera percepción a la dinámica del espacio. Un grupo de residentes muy heterogéneo, pero cuyas investigaciones convergieron en una muestra interesante de distintas aproximaciones a una ciudad nueva. Fue notorio el interés por recorrer las calles y hacer un trabajo a partir de los encuentros. Se sintió de manera muy fuerte la buena relación entre los distintos residentes y la manera de apoyarse unos a otros en sus proyectos. La muestra final fue muy sencilla, pero se evidenció muy bien que la experiencia había sido honda, y el espacio muy propicio para el desarrollo de sus proyectos personales (y las vidas de cada uno). Por la noche, fue la presentación de los trabajos y festín. El primer festín en Taller 7. Una de las artistas, Paula Niño, sembró en el patio de atrás un guanábano, evocando el famoso Guanábano del centro de Medellín, y la peregrinación constante de la fiesta entre el Guanábano y Taller 7. Entre una y otra conversación “laboral”, cafés, desayunos, comidas o cervezas con los miembros de Taller 7, en donde a pequeños mordiscos pude ir acercándome a la historia y las dinámicas del espacio. Fueron días muy duros para Adriana (Pineda). Mauricio (Carmona) apenas llegó el último fin de semana y le tocó echarse al hombro días muy intensos. Julián (Urrego) hace maromas para ser siempre el mismo y hacer tantas y tantas cosas y cuidar de todos. Los tres mosqueteros de una aventura que está por escribirse.
más allá del marco institucional en Medellín, y del rol que juega Taller 7 como punto de encuentro y de intercambio. Con Wallace comenzamos por buscar puntos comunes en nuestros proyectos. Yo había quedado muy impresionado en mi reunión con el primer grupo, en particular con Sebastián Restrepo y David Escobar, con la sensación de que compartíamos una forma particular de enfrentarnos a los eventos y los hallazgos, una actitud quizás sobre-interpretativa, incluso paranoica. La idea de ver siempre algo más en lo que se ve, de no ver las cosas con la lectura que asumimos como normal, sino como si nos hablaran: algo que llamé “viendo señales”. Y justo “señales” es el nombre que unificaba para Adolfo Bernal sus trabajos, trabajos que venían obsesionando a Wallace desde hace tiempo, y a los que pensaba dedicar su residencia en Medellín. Así, que ese día de encuentro con Wallace nos dedicamos a compartir las señales, esa serie de puntos en las biografías de cada uno que nos unían: en particular, aquello que estaba marcado por el signo del “diablo”. Yo había hecho hace poco una exposición con ese personaje en el nombre (evocando más que nada su ausencia) y Wallace llevaba ya años evocando (e invocando) su presencia. Y es más, el título de la exposición que curé “el diablo probablemente” era robado de una película de Bresson, que Wallace lleva un tiempo trabajando con miras a realizar una intervención en las calles de París donde fue filmada. Con Wallace y Eva les preparamos una comida a algunos de nuestros anfitriones. Wallace hizo el menú e insistimos en cocinar al fuego. Armamos tremendo humero que puso nervioso al anfitrión, así que bajamos el fogón al patio del fondo. Recuerdo sobre todo el viaje de los tres a comprar los ingredientes. Y en ese viaje la compra de las flores que marcarían la celebración.
El viaje siguiente, en la conversación con los otros curadores, Wallace Masuko y Eva Bañuelos, compartimos la sensación de una gran vitalidad del momento artístico
La noche siguiente, la “señal” era el eclipse de luna, evento único en años, y que subimos a ver a la montaña a la casa de los de Plathoedro (gente de una hospitalidad y una generosidad sin límites, cuyo trabajo tengo pendiente conocer). En una caminata Wallace comenzó a trasmitirme esa manera tan particular suya de leer, escuchar, oler, y en general, fundirse con el mundo. Tengo pocas claves, pero allí pude ver cómo su obsesión con el diablo, con Duchamp, Bresson, y en particular con Bernal, nos habla de una manera única de relacionarse con el arte, con una comunicación con otros muy particular. Wallace consigue de alguna manera ser un medium. Y uno puede ver cómo piensa con los poros.
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A partir de allí, desde Cali, mi conversación con Sebastián Restrepo y David Escobar tuvo lugar por correo electrónico y los tres nos sorprendimos de los puntos en común. Los correos que nos enviamos parecían cartas de las de antiguo, y las historias personales, los proyectos y las referencias de lecturas se cruzaban de manera natural. Un mismo interés por la semiótica, vista sobre todo como una mirada de investigador policiaco ante una realidad que no deja entenderse y siempre nos reta con la maldad que exhibe impúdicamente. Y el Crimen de la Aguacatala, mítico crimen de la ciudad de Medellín que tuvo lugar en el siglo XIX, resultó un punto común del trabajo de los dos artistas de Medellín, que me permitió adentrarme en sus maneras “criminalísticas” de adentrarse en la historia y todas las redes de conexión (esos rizomas deleuzianos) que cada uno sabe crear a partir de su erudición, su paranoia y su habilidad poética y plástica. Sebastián y David, dos investigadores únicos, que como los detectives salvajes de Bolaño, saben leer las señales y armar sus propios textos cargados de lucidez y de locura. Para la presentación en Taller 7 el fin de semana de la inauguración del MDE, armé una versión impresa en papeles semitrasparantes con fragmentos de nuestra conversación que dialogaran de manera natural con la puesta en escena del archivo de Bernal que estaba montando Wallace. Una suerte de teoría semiótica confusa que diera pistas a quien las quisiera encontrar para apropiarse de otra forma de esas señales de Bernal que Wallace estaba disponiendo de manera tan completa y generosa. Plantear toda la situación como una “escena del crimen” e invitar a los visitantes a leer las pistas, a dejarse creer que el diablo recorría los corredores. Porque en realidad el diablo estaba allí. Wallace estaba poseído. Más que una exposición lo que había montado era un ritual. Estaba invocando a Bernal, que veíamos proyectado enorme una y otra vez repitiéndonos como entre “rana” y “jinete”, justo en la mitad de esas dos palabras, allí estaba la imagen. ¿Cuál imagen? El fantasma. De nuevo el festín. El festín loco, dionisiaco. Wallace tan efusivo y tan parco, conduce la fiesta y a la vez se esconde. Habla y habla pero no habla con nadie. Y se dedica a preparar caipirinhas para emborrachar a todo el personal. Le pinta una señal en la frente a cada visitante. Hace un logo para la exposición a partir de la A y la B de Adolfo Bernal y diseña las guirnaldas a partir del logo y hace un grafiti sobre la pared del patio:
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NERVO CHICOTE Marcando el espacio y dejando huella (Taller 7 está lleno de huellas de eventos del pasado). En la tipografía de Bernal. ¿Es una señal de Bernal o de Masuko? ¿Poseyó el primero al segundo? ¿El segundo se apoderó del primero? Como se perdieron los límites ya no podremos saberlo. Una curaduría como pocas, en la que el arte del artista en lugar de quedar congelado, envitrinado, en realidad es “animado”. Wallace, gracias al juicioso y generoso trabajo de Melissa Aguilar, que viene estudiando desde hace tiempo el archivo de Bernal, pudo disponer en toda la casa de Taller 7 buena parte de su material de trabajo que muy pocos han visto. En sus hojas de cuadernos podemos asomarnos a la combinatoria de su creatividad. Los pares de palabras públicos, los afiches conocidos, son el resultado de un depuramiento meticuloso de una búsqueda manuscrita. Y todo se dispone para que en los días siguientes los visitantes intervengan el archivo, lo copien, lo multipliquen. Pero esa noche, más que nada, somos testigos de la obsesión, de la obsesión de Masuko por Bernal, y de Bernal por ese más allá al que se aproximaba a partir de su más acá: de Medellín, sus calles y sus montañas, de las palabras y el milagro que sucede al combinarlas. Las palabras que pegaría por las calles. Los ritos que llevaría a las montañas. MEDELLÍN es el texto de su cartel. El lugar donde en la loma inscribe en la cancha de fútbol la flecha. Y desde donde invoca el cometa con el fuego, y llama a un nuevo tiempo con la música del amanecer. La fiesta en Taller 7 tenía que llegar al amanecer y los visitantes hicieron parte hasta el fondo del ritual sin darse del todo cuenta qué estaba sucediendo, pero participando con todo su cuerpo. Yo he de confesar que no llegué al amanecer, después de bailar y tomar con todos, a las 4 de la mañana, me encerré en mi cuarto a intentar dormir. En el corazón del festín y del ruidajo. De las horas que siguieron, no olvidaré la conversación matutina de aquella chica que raspó la fiesta hasta ya bien alto el sol y el artista peruano que residiendo en la casa se
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había ido a dormir mucho más temprano y buscaba desayuno. Ella quería más y más fiesta, más y más música. Y él, que quería un poco de paz, tan inteligente y tan hábil con las palabras, supo calmarla. Supo hacer una conversación donde parecía imposible. Y él le decía: “Bien está lo que bien acaba” Y ella respondía: “¡Pero nada acaba!” Al salir ya me encontraría sólo con los restos del festín. Y con el artista peruano, Juan Javier Salazar, como testigo sabio de toda la situación. Porque habíamos sido testigos de un momento mítico. Algo que sólo podía suceder en un lugar como Taller 7. Un lugar donde en realidad no se puede separar el arte de la conversación y de la fiesta, del anochecer y del amanecer, de los papeles y las paredes, de las calles y los interiores, de lo que pasa adentro y lo que pasa afuera, de los cuartos y las salas de exhibición, de los montajistas y los artistas, de los artistas y los amigos, los curadores y los artistas, los artistas y los poetas, los dibujantes y los visitantes. Casi todos borrachos, casi todos eufóricos y exhaustos. Casi todos contentos. En ese domingo, el día siguiente del ritual, el tiempo había quedado trastocado. Pero ese domingo, de todos modos, de nuevo Julián llevaría a los nuevos visitantes a estar un rato con la Dani. Ese domingo tampoco iría yo a donde la Dani. Porque tenía algo más que hacer. Eso que no me había dejado estar todo el mes allí, eso que no me había permitido en realidad estar ahí, hacer parte. Toda esa vida en Cali que no me había dejado estar del todo en Medellín. Yo había estado allí como testigo. Y había llegado cansado y me había ido cansado. Yo siempre había estado demasiado ocupado. Y sin embargo, me habían sabido sacar de mi lugar. Me habían sabido mostrar cómo el arte estaba en otro sitio. Allí estaban todavía las flores que habíamos comprado con Wallace y Eva. Eran parte de la exposición, junto con las nuevas flores que trajo Wallace para su adorado Bernal. Cali, octubre - noviembre de 2015
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AAB-Adolfo Bernal, 2015. Wallace V. Masuko (São Paulo, Brasil), invitada: Melissa Aguilar (Medellín). Exposición Calesita, 2015. Fotografía: Taller 7.
Viendo señales, una conversación de Alejandro Martín (Cali), David Escobar Parra y Sebastián A. Restrepo (Medellín), 2015. Exposición Calesita, 2015.
Infrarroja Wallace V. Masuko
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M A D U R A . . . C R E C E . . . perucito. Al espíritu de Juan Javier Salazar Pereira Wallace Vieira Masuko
Orar para la transmutación: el animante invoca los animales, las amantes, los alimentos, las almas, los elementos … Actuar desde una pequeña ciénaga (tierra donde todo se confhunde) –¿ruina de una civilización contemporánea? ¿campamento de una caravana en las montañas? ¿fábrica de objetos rituales? ¿refugio de filósofos ermitaños?– al margen de la vida citadina. Alejarse para ver mejor y percibir lo que va a pasar. Un avión, un ómnibus, una llama, un loco, amor. Un pie aquí y otro pie en el más allá, ojos aquí y allá. Ver el otro lado de las imágenes, el otro lado de las imágenes y de las frases, el otro lado de las imágenes y de las frases y de los cuerpos, cruzar dimensiones. Cada ser tiene sus espaldas y se puede mirar su cuello y respirar en su nuca y susurrar al oído y auscultar lo oculto y olfatear oculto. Tantear a escondidas. Relacionarse con las cosas, moverse alrededor de ellas y moverlas con un poco de curiosidad, intuición y morbo. Manosearlas con la lengua, saberlas con las manos. Invertir para denudarlas. Erotismo. Al fabricado para un uso determinado, el ambulante re-imagina y ofrece A L A Z A R un nuevo artículo de creencia: – ¿Para que sirve esto? – ¡Para todo! – ¿TODO? – Para poseer un escriba, aumentar de tamaño, ablandar fieras, energizar una montaña, suavizar las peleas, fumar nieblas, levitar en éxtasis, prender un trueno, minimizar el Estado, desear cataclismos, buscar una pareja, excitar un aparato, agradecer el sudor, presentar un fracaso, mover un acceso, alimentarse en-sueños, reavivar un órgano, conquistar un imperio, crucificar un amigo, apagar monumentos, facturar los consejos, sonar superficies, engañar científicos, provocar una lluvia, man-tener dos amores, maximizar herramientas, lavar pensamientos, re-clamar revolución, paralizar una fiesta, sanar un despecho, saltar el mareo, mojar la exosfera, pasear paisajes, apresurar salvadores, quemar encrucijadas, memorizar una Historia, regalar un tesoro, envolver ambientes, diseminar embriones, enunciar extinciones, tratar alienígenas, salvar un marco, ofrecer un país, prometer un futuro… …VIAJAR por el DESIERTO adentrarse en la nada. irse NADAndo. a destiempo: La cultura INCA desaparece con la ESPAÑOLA. Medellín, agosto de 2018 228
Juan Javier Salazar (Lima, PerĂş, 1955-2016), 31 soles al mes, 2012. SerigrafĂa, 50 x 50 cm. Artista residente, 2015, pp. 229-230.
Juan Javier Salazar (Lima, Perú, 1955-2016), 31 soles al mes, 2015. Performance. Artista residente, 2015. Fotogramas del video Juan Javier Salazar en Taller 7 de David Escobar Parra, pp. 231–232, https://vimeo.com/288254867.
Juan Javier Salazar (Lima, Perú, 1955-2016), Banco de oro del Perú, 2008. Serigrafía, 16 x 30 cm. Artista residente, 2015.
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O David Escobar Parra (MedellĂn), Poema concreto para Yeyo, 2018. Dibujo, tinta sobre papel y texto digital.
César Guzmán “yeyo” (Medellín, 1982-2007), Calendario, 2003. Mixta sobre lienzo. Exposición Calle53, 2003. Fotografía: Toto Lalinde.
Liliana Ramírez López (Medellín, 1972-2011), Propagación, 2003. Proyección de diapositivas previamente intervenidas y modificadas durante la presentación en vivo con un difusor. Música en directo: Otra Banda. Evento Taller abierto, 2003. Fotogramas de video, archivo de la familia Ramírez López.
Liliana Ramírez López (Medellín, 1972-2011), Propagación, 2003. Diapositivas intervenidas con materia orgánica, pigmentos, cordel. Archivo de la familia Ramírez López.
Nueve versiones del 7 Adriana María Pineda Estrada Albany Henao Orozco
Carlos Carmona Pineda Javier Álvarez Rojas Julián Urrego
María Isabel Vélez Mauricio Carmona Rivera Milton Valencia Ortega Powerpaola
Y que la verdad lo encierra todo, y que es tan compacta como el espacio, Y que no hay imperfección ni laguna en la suma de la verdad, sino que todas las cosas son la verdad, sin excepción; Y desde hoy me iré a celebrar cualquier cosa que yo contemple o que yo sea, Y a cantar y a reír, sin negar nada. Walt Whitman. Hojas de hierba, 1855
Alguna vez creímos que alguien contaría nuestra historia, éramos muy pequeños e ingenuos, nadie nunca podrá contar nuestra historia… solo nosotros1. Realmente es difícil saber desde qué punto comenzar a narrar algo acerca de lo que fue mi experiencia, nuestra experiencia, como colectivo. Ante la imposibilidad y el absurdo de hacer un recuento de lo que pasó a lo largo de quince años, intento empezar este texto desde diferentes lugares y cada vez caigo en esferas que no sé si hacen sentido para alguien más. Así que en una tentativa más, intento distanciarme un poco para pensar el Taller desde otra parte. Lo primero que recuerdo es cómo aún sin conocernos ya comenzábamos a identificarnos los unos a los otros en nuestro diario transcurrir por las aulas, los corredores y el patio de Bellas Artes, no nos conocíamos muy bien, algunos éramos más amigos que otros; yo por 1. Y como es nuestro propio relato tiene que tener una banda sonora: Lucha de gigantes, Nacha pop; Brillante sobre el mic, Fito Paez; Cucala, Celia Cruz, Johnny Pacheco, Wilfredo Figueroa; Aguardiente, Lucho Bermudez.
Powerpaola (Quito, Ecuador), Taller 7, 2018.
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ejemplo le tenía miedo a Paola, a Julián lo conocía de clase de grabado y me caía medio, pero después nos fuimos llevando mejor, Albany me caía bien, pero no la conocía mucho, igual que a María Isabel y Adriana; yo me mantenía más con Mauricio, Milton y Carlos; creo firmemente que desde ahí ya comenzaba a fraguarse lo que finalmente terminaría convirtiéndose en Taller 7. Todos queríamos un lugar para hacer nuestros proyectos y por esa razón nos juntamos. El espacio nació como una necesidad colectiva, de reunir entre todos el dinero para pagar el arriendo, de tener un taller donde producir arte de manera tranquila, un sitio donde se pudiera desarrollar un proyecto artístico con libres manifestaciones. Nació también de la necesidad de tener un lugar donde pudiéramos exhibir lo que hacíamos sin restricciones. De esta manera se dio inicio al Taller, conformado por un grupo de amigos; a partir de esta unión y de conseguir la casa, se comenzaron a generar otro tipo de actividades que en su conjunto serían reconocidas como Taller 7.
disentir, provocar, trasgredir y cobijar una generación que no veía más opciones que la autogestión, la independencia y lo alternativo como herramientas para empoderarse y visibilizarse. Es admirable ver cómo las personas renuncian a cosas a las que dedicaron tanto empeño y amor. Comprensible, si reconocemos una vez más que el trabajo colectivo no solo está hecho de alianzas, sino que también se nutre del conflicto, del disenso. Aprendí de Paola que <<el presente es demasiado inmediato para escudriñarlo>>, ahora miro atrás y resulta que han pasado quince años desde el comienzo de lo que sería una historia particular para nueve artistas y para cada una de las personas que de tantas maneras posibles han compartido con nosotros.
Los primeros momentos en el Taller fueron muy estimulantes. Aún recuerdo como si fuera ayer los primeros días en que pudimos gozar de la casa, nos hacíamos en la cocina para dibujar, estábamos todos: Paola, Adriana, Albany, María Isabel, Julián, Milton, Carlos, Mauricio y yo; La cocina siempre fue espacio de reuniones, punto de encuentro, espacio para dibujar tomando vino y escuchando la música que heredamos de Paola. El calor del fogón de leña que no fue usado por nosotros, parece que nunca hubiese sido asfixiado en el alma de la casa. Esta sensación me recuerda a Calcifer, el demonio de fuego que es capaz de hacer ambulante un castillo. Desde un punto de vista, la amistad se constituiría en el eje central del proyecto que comenzaba a aflorar, y en él se unía un intento de crear desde las búsquedas personales y desde la colectividad. A nivel personal, ese grupo tan disímil, se convirtió en una familia, hermanos con los que pude compartir y discutir muchos temas, entender la diferencia dentro de lo colectivo, crecer junto con ellos. Un proyecto de amigos que se fue convirtiendo en nuestra casa, nuestra trinchera y en nuestra opción como artistas, con una mirada de la ciudad y sus necesidades, para ampliar los límites de la escena local que buscaba renovarse con nuevos espacios que permitieran
La casa fue perfecta, su arquitectura, sus eternas baldosas, sus postes y muros abrigaron nuestros sueños, la casa, la hermosa casa en el lugar indicado, en el centro de la ciudad, cerca de Bellas Artes, de los museos, de la rumba, del parque del periodista y del Eslabón. Sobre las condiciones existenciales de haber tenido el privilegio de habitar esta casa es imposible detenerse. No queda más que mencionar que fue una boya, un puerto en medio del caos infernal de esta ciudad, en un momento en el que precisamente la vida personal se entregó a la deriva, a las insondables aguas de la inestabilidad, del devenir. Cuando nos distribuimos los espacios, el azar nos ubicó. Cada habitación contenía una mirada diferente, un artista, una historia. Los corredores, los patios, la cocina, los baños y el solar fueron tomados por líneas, acciones y colores. Había dos lugares comunes, más dos patios y un solar. Todos fuimos tomando ritmo de trabajo. Unos pintábamos, otros estudiaban y trabajaban. Para mí esos recuerdos son invaluables porque el sentimiento que tenía en ese entonces estaba ligado a poder pintar esos enormes cuadros que se venían, y que con la apertura del Taller iba a poder realizar. En esos primeros días todos estábamos contentos. Cuando nos cansábamos de dibujar salíamos a algún sitio para bailar salsa, hablar, o simplemente tomar algo. Mauricio fue por esos días el punto medio ya que se relacionaba más con todos. Paulatinamente fuimos poblando la casa y cada uno trayendo sus trebejos. Difícil es abandonar aquellas cosas que se construyeron con el otro, con los amigos, y saber que aquello es probablemente los más bello que has podido realizar, precisamente porque ha sido producto del diálogo, de discusiones extensas, incluso del conflicto sin el cual la creación hubiese sido imposible. Es probablemente lo más difícil pero también lo más
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grato ya que pocas oportunidades en la vida tenemos de construir procesos colectivos, donde a diferencia del trabajo personal para el cual tendremos el solitario diálogo con nosotros mismos el resto de nuestros días, el viaje compartido es no solo importante por la posibilidad de vivirlo, sino porque nos permite encontrar cosas de nosotros mismos que de otra manera no habría sido posible. El recuerdo más fuerte que tengo del Taller 7, es el ímpetu con el que cada uno desarrolló su propio trabajo, el tamaño de los cuadros. Fueron muchos años de rivalidad por el que pintara más grande y con más elementos nuevos: telas, palos, madera, óleo, brea, no sin antes pasar por la crítica de ocho pseudocuradores y artistas que éramos nosotros mismos, siempre pensando que la retroalimentación y la crítica que hacíamos a nuestros compañeros era la más acertada; pero más allá de las situaciones, lo que más nos sirvió de ese tiempo fueron todos los aportes que resultaron de cada uno, nos metíamos con la obra del otro y nos lanzábamos preguntas, y de esta forma, muchos aprendimos cantidades, porque cada uno con sus aportes extendía el umbral de comprensión del otro en ese ejercicio de ayudar a construir la obra ajena. Por esos días todos teníamos exposiciones, entregas académicas, clases, trabajo, y nadie descuidaba su obra. Competíamos por los mismos premios en las pocas convocatorias y salas de la ciudad, acompañando a cada uno en sus propias muestras. ¡Lo importante que es escuchar lo que las personas sienten de tu obra!, ¡eso en ninguna universidad lo enseñan!, ¡esa experiencia valió toda la pena y todos los esfuerzos!
metí a ese cuadro, pero fue exagerado, después empecé a raspar el cuadro y nuevamente óleo por todo el piso, como por cuatro meses, y lo difícil que fue componer ese cuadro, fue una verdadera batalla. El cuadro no quedó muy bueno, pero aprendí mucho. Y qué decir de los compañeros, cada uno libró su propia batalla consigo mismo y con su obra, ese fue un aspecto del colectivo, todos estuvimos comprometidos a trabajar duro para conseguir hacer realidad nuestros sueños. Milton con la temporalidad de sus obras: rostros que contrastaban luego con los colores que se diluían, aparecían y se transparentaban, y también con un homenaje a Cano, sentado en su escritorio de Bellas Artes. Carlos traía ciudades, que bien podrían ser las de Calvino, imaginadas o vividas. Las puntadas sobre los lienzos llamaban a Julián y Paola contando historias a través de los calendarios a gran escala: ese tiempo habitado por dibujos, frases y aviones estrellándose contra las torres. Adriana deambulaba con un vestido blanco y una ponchera de sangre, realizando una acción; yo la miraba y quería huir de ahí: el olor, la tristeza y el dolor con el que llegaba su obra, abrumaba. La ciudad, sus habitantes y aquello oscuro que los une, trataban de ser descifrados por Albany a través de sus dibujos. Sus espacios comenzaron a aparecer en mis obras, se deslizaron a mi cuarto, y se convirtieron en parte de un Taller 7 que siempre vive en mi memoria. Hicimos proyectos como colectivo, que parecían surgír organicamente al estar conviviendo y trabajando juntos. Nuestra primera obra como colectivo fue en el Colombo Americano: “Horizontes después de...” cuando cumplimos nuestro primer año juntos. Fue también nuestra primera crisis trabajando, y no sería la única.
Julián sorprendió con un enorme cuadro: un bebé en una botella en puro rojo carmín. Mauricio se tomó en serio eso de pintar en grande: un carro de papitas a gran escala que atravesaba el corredor, se enclaustraba por meses, en un formato que parecía absorber todo el espacio de la habitación, la ciudad y su contenido los tenía en la cabeza, sus elementos se convertían en obras maravillosas, que cambiaban, mutaban y luego despertaban admiración; se veían sus obras en el fondo donde el atardecer las oscurecía, y en primer plano otro gran formato de cuerpos descarnados, en masa, realizado por Javier. Yo me medí con “La Batalla”: siempre quise pintar una batalla, pero finalmente opté por el momento después de la batalla, la desolación de la guerra, y la quise pintar al óleo. Hubo un momento que estaba pintado con óleo fresco todo el Taller, no sé cuánto óleo le
La convivencia en Taller 7 fue todo un rollo. Todos los que éramos del Taller tenemos personalidades muy diferentes y era muy importante delimitar cosas, como el aseo de la cocina, yo con el óleo que dejaba por todo el corredor, el reblujo de Mauricio; cuando había exposición teníamos que coordinar más cosas. El diálogo o la discusión, según el caso, era nuestra forma de organizarnos, poner límites y llegar a consensos. En fin, muchas veces terminábamos en discusiones, la convivencia se hacía sentir con la estructura horizontal en la que funcionábamos. No es fácil tener que decidir entre nueve personas a que altura clavar una puntilla, ello implica a veces, interminables discusiones, argumentaciones absurdas, empecinamientos, pero también, acuerdos, negociaciones, la
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posibilidad de dar el brazo a torcer, mirar las cosas desde múltiples perspectivas para llegar a algo que se parezca más o menos a lo que se tenía en mente, donde lo más importante es darse cuenta que aquello fue una construcción hecha con el otro y por lo cual, el proceso de creación alcanza otras dimensiones, materiales, afectivas. El trabajo colectivo, más allá de aquella idea asistencialista y mesiánica de que se trabaja por los otros -por una concepción convenientemente abstracta del arte y la sociedad-, posibilita la generación de acciones que tienen como punto de partida nuestros propios deseos como individuos, que en interacción con otras personas con quienes compartimos de forma transitoria afinidades e inconformidades, nos permiten potenciar procesos, espacios, solidaridades y alianzas. Un largo e intenso camino del cual casi siempre se retorna fortalecidos como individuos, y que a su vez reverbera, se replica y se expande en los demás y en el entorno. Escuché por primera vez gracias a Paola, a Leonard Cohen, Bajofondo y Gotan Project, que se intercalaban con la música que sonaba en la habitación de Mauro, quien solía pintar escuchando a Andrés Calamaro. Recuerdo el metal de Milton y el punk de Javier. Nadie se aguantaba el death metal de Milton y menos el black: se le salía el diablo a más de uno. A mí me daba mucha risa y no me metía. Las muchachas escuchaban salsa vieja, pesada, a casi todos nos gustaba y cuando no era salsa, era Soda Stereo. El himno de Albany era Rata de dos patas de Paquita la del Barrio. Adriana sentía amor por el tango de Adriana Varela. Toda esa variedad musical estaba en el ambiente del Taller y hablaba de lo particular de cada uno.
que comernos nuestras palabras, las bien dichas y las mal dichas. Cuando regresé a Medellín y tuve que hacer la socialización de la residencia, le pedí a los asistentes al evento que se comieran mis palabras. En la barra del bar, a la manera habitual de los eventos del Taller, había preparaciones realizadas a partir de la experiencia que había tenido durante la residencia: pollitos en el mole de su madre, besos callejeros y el llanto de la Chilindrina. No era la primera vez, la mayoría de las veces que la casa abrió las puertas para una exposición, hubo comida en la barra, como una atención, un gesto de bienvenida, una manera de compartir con las personas invitadas y de preocuparse por el otro. Durante las fiestas, compartíamos y conocíamos la vida de cada uno, porque algo siempre quedó claro: no teníamos vida privada, todo terminaba y al día siguiente el tema en la cocina era sobre quién se levantó a quién la noche anterior. Recuerdo que yo me parchaba a ver a Paola pintar y le preguntaba cosas, luego continuaba pintando mis cuadros; hacía óleo, montaba bastidores, hablaba con alguno de los muchachos, y en cualquier momento tocaban el timbre, llegaban algunos a conocer el espacio, otros invitados, y muchos arrastrados por uno que otro amigo. Tomábamos café y conversábamos con los invitados. Taller 7 se volvió un lugar muy concurrido, un lugar de convergencia de dónde salían proyectos y propuestas, un punto de llegada para algunos y de partida para muchos.
Con el tiempo, el proyecto del Taller se fue haciendo cada vez más fuerte y el objetivo inicial de tener un espacio en el cual pudiéramos realizar nuestra producción, se fue transformando en algo más ambicioso: más personas comenzaban a visitarlo y a participar de las actividades. En torno a las comidas tan especiales de Julián llegamos a reunir a nuestros maestros y amigos. Nos gustaba mucho comer y aprendimos a cocinar, disfrutábamos esos momentos de ser de otra manera: comprar, cortar y picar, revolver y probar los ingredientes sin el afán del trabajo diario, hacer para nosotros mismos o para compartir con amigos y visitas. Cuando fui a México en el año 2014, por una residencia de Taller 7, aprendí que a veces las charlas son aburridoras y no solo para los espectadores, para los que las realizan y las presentan también; muchas veces tenemos
Por otra parte, el Taller logró algo que no sucedía hasta el momento, y fue crear un vínculo entre los artistas de las diferentes facultades de arte en la ciudad. Se comenzó a romper un límite con las exposiciones colectivas, queríamos generar cruces entre diferentes generaciones de artistas y facultades de arte de las universidades. Las paredes nunca terminaban de pintarse, nunca terminaban de contar historias, los almuerzos compartidos y los habitantes transitorios contenidos en una casa que ya era más que una casa, un taller, un centro, un barrio, una ciudad, un espacio que latía siempre avivado por las creaciones Nunca dejamos de hacer eventos públicos y durante algunas que emergían. temporadas fueron intensos, sin embargo cada vez tuvieron un carácter más próximo al encuentro y a presentar procesos que a los formatos expositivos de los primeros
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años. Es demasiado extraño escribir este texto pensando de forma simultánea, individual y colectivamente, y sumándole mis respectivos problemas de sintaxis. ¿Cómo separar los afectos, las percepciones personales, mi propia versión del Taller, sin pensar por los demás ni atribuirles cosas que probablemente no les interesan? Y a la vez, ¿Cómo hablar de las experiencias compartidas, de las acciones llevadas a cabo, de los proyectos realizados, sin otorgar los respectivos créditos por nuestro trabajo conjunto? Es difícil escribir este texto pensando de forma simultánea en lo que pasó a lo largo de quince años, el proyecto mutó muchas veces, cambiaba de acuerdo a las integrantes que íbamos quedando y a las personas que por temporadas o transitoriamente hacían parte de los procesos. Con el pasar del tiempo muchas personas comenzaron a hacer parte del Taller mediante residencias artísticas o intercambios que daban la posibilidad de relacionarse con artistas de otras ciudades y contextos. Aunque el Taller tuvo origen con unas personas interesadas en crearlo y hacerlo realidad, luego este espacio fue apropiado por otros. Creo que el Taller será recordado como un lugar en el cual algunos artistas de la ciudad pudieron ser en algún momento de su vida profesional, sin la necesidad de estar sujetos al gusto de un galerista o de un espacio museal determinado. Nunca hubo un plan definido para cada uno, tampoco para el proyecto que de individual pasó a ser colectivo en muy pocos días, firmamos un contrato con la historia de la ciudad sin saberlo el 7 de junio de 2003, cuando abrimos la casa para compartir con amigos y familiares, celebrar que teníamos un taller y que deseábamos quedarnos allí por un tiempo. Definimos nuestras “políticas” a través de decisiones cotidianas. El Taller 7 ha hecho parte importante en la vida de cada uno de nosotros como grupo fundador, más adelante, su valor radicaría en fomentar que otros artistas crearan vínculos entre ellos y conformaran otros colectivos en la ciudad. Con los espacios que han surgido posteriormente, he constatado que la idea de crear el Taller no fue descabellada en ningún momento, por el contrario fue una manera de incentivar a nuevas generaciones a tener más independencia en la creación de su propio trabajo y en la búsqueda de otras posibilidades de gestionar y proporcionar un espacio de
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artistas para artistas. Desde entonces, estos espacios alternativos dan lugar a la interacción entre diversas personas, convirtiéndose en lugares donde el intercambio continuo de saberes enriquece el desarrollo de unos y otros. El taller se transformó en la medida que iban surgiendo otras propuestas en la ciudad como alternativas a esa falta de espacios de circulación. Así que luego nos pareció más pertinente pensar en un espacio de encuentro, discusión, experimentación e intercambio, que fuimos configurando con el programa de residencias. Taller 7 interactuó con la ciudad, abordó el territorio con formas, colores y pensamientos, en lugares en conflicto y sin conflicto. La casa fue el vehículo primordial para nuestros sueños, fue generadora de espacios para la exhibición de un arte joven, crítico, se convirtió en un lugar de estudio multidisciplinario, un sitio de reunión, de esparcimiento, de encuentros, de intercambios culturales y de oficios. La brecha se ha cerrado. Inevitable. Sorprende estar aún aferrado a un proyecto y haber visto a tantos amigos partir; amigos con quienes construimos este proyecto y que de manera inexorable dejarían su huella indeleble en estos quince años de historias, quedando la amistad en algunos casos suspendida, quizás para siempre. La posibilidad del reencuentro no deja de ser algo latente, pero los caminos parecen bifurcarse abriendo enormes abismos que probablemente la vida no alcanzará para remontarlos. El Taller me enseñó que de algo pequeño, de una simple idea, Una red amplia y compleja que pueden resultar eventos inesperados. se extendía más allá del Taller. Ninguno de nosotros, en los momentos que comenzaba a surgir la idea de juntarnos, pensó que el Taller podría convocar a tantísimas personas como pudimos verlo en los años siguientes. Recuerdo mucho los primeros volantes en papel periódico que servían de publicidad para cada uno de los eventos que se organizaban cada mes y cómo en determinado momento era tal la acogida que ya no se hacían tan necesarios y la casa igual se llenaba durante las inauguraciones, lo cual nos daba a entender que la cosa iba muy en serio. Nunca imaginamos que sería por tantos años y mucho menos que viviríamos tantas experiencias, tampoco nos imaginamos que la ciudad cambiaría tanto, que creceríamos haciendo parte de eso, que haríamos parte de la diferencia. Taller 7 fue además
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cómplice de alegrías, viajes, sonrisas, excusa para el reencuentro, la discusión, la ilusión, el conocimiento, la evolución. Fue mi refugio, hogar, y guarida en momentos difíciles, sin implicar para ninguno dejar de hacer lo suyo, cada uno negociaba su tiempo entre lo individual y lo colectivo; el proyecto más bien abría la posibilidad de tener un espacio común donde hacíamos otras cosas, nos fuimos encontrando y desencontrando, alternadamente, cotidianamente, siempre buscando sinergias, haciendo. Gracias a la generosidad y las dinámicas que surgieron en su devenir (taller-espacio expositivo-colectivo artístico-residencia-lugar de encuentro y fiesta), este espacio permitió abrir una escena que a pesar de lo árida se convirtió en oasis para la creación y discusión local en un principio, y después nacional e internacional. Fueron mis mejores años como artista, y más allá de los logros y las tristezas de cada uno, para mí todos fueron y serán mis estrellas y con el pasar de los años me doy cuenta que charlando, charlando, siempre fuimos Taller 7 All Stars. Cada partida ha sido irremediable. Maravilloso quemar las naves, aligerar la carga y comenzar otras cosas, saberse un poco más triste, pero también más fuerte, más inconforme, más inclemente con aquello que no se quiere. La utopía de un hombre que está cansado. Más decidido con aquello que se desea, que se ama. Resulta contradictorio con todo ello precisamente, no haberse ido nunca, no haber abandonado el barco y arriesgarse a naufragar con el proyecto. Aunque también queda la sensación de haberse ido de antemano, de haber partido sin irse, de estar ausente, y de encontrar la manera, gracias a muchos otros, de continuar. Cierta vida propia que adquieren las plataformas y proyectos, que ya no corresponde a quienes lo crearon pero sin los cuales no habría podido existir; y que es constantemente alimentada por otras personas de forma orgánica, espontánea. La historia de la ciudad no podrá contarse de la misma manera: hoy se cuenta desde los cuerpos de los artistas, desde sus propias acciones y experiencias, desde sus historias particulares, sus inquietudes y necesidades. Aprendimos a valorar las diferencias y a crear desde lo colectivo. Mientras se nos revelaba una ciudad llena de ángulos, de formas, que cada día nos permitió conocer un poco más. La ciudad se hizo más extensa y compleja, en su historia y en el habitarla. Compañeros de viaje, artífices del sueño, guerreros del camino, a todos gracias por permitirme compartir esta experiencia de vida que dejó una huella imborrable en mi memoria y en mi destino. Un reencuentro entre quienes permanecimos, los que hicieron parte, los que nunca se fueron del todo y los que se
embarcaron justo al borde del naufragio, para intentar llegar un poco más lejos, con una energía que daría para otros quince años más, pero que no tendría ningún sentido prolongar. Sin embargo, existe la posibilidad de asistir al fin, donde nuevamente aflora aquella vieja manía de llevar las cosas hasta el límite del límite. Construir el deceso. Desaparecer. Destruir rejuvenece. Un rito de paso planeado lentamente; sí se quiere, metódicamente; sorteando las mil dificultades de siempre pero con los debidos coletazos de los últimos días. Es maravilloso saber que se está de nuevo y no por última vez en la vida, en el punto en el que desembocan los finales, donde se sabe que continua la existencia, de alguna forma, desmembrados, con la certeza de que hay cosas que han desaparecido para siempre, incluso cosas de sí mismo, y no queda otra alternativa que serenarse, pacientemente, ante la ausencia. Un suspiro, mi gratitud infinita para todos ustedes y para la casa que contuvo nuestros sueños y anhelos más profundos. Me siento muy orgullosa de haber pertenecido a un colectivo que fue fundado sobre sueños, con el arte como única excusa para ser libres. De cada uno el mejor recuerdo, mi respeto y admiración. Queda decir tal vez que el Taller, más allá de su relevancia o no, fue durante muchos años el lugar donde tuve conversaciones que me cambiaron la vida, donde aprendí a trabajar colectivamente, donde formé buena parte de mi pensamiento crítico, donde hice y encontré amigos de esos que son eternos; y siendo políticamente incorrecta, no puedo dejar de agradecer a Sebas Restrepo y a Wallace Masuko, que silenciosamente fueron, cada uno a su modo, socios, aliados, parceros y compinches. Maravilloso también saber que así se haya llegado exhausto, no se ha llegado solo al final. A este final. P. S. Recuerdo el primer enigma del Taller nunca resuelto. Siempre nos preguntamos qué paso con Alicia, por qué se escapó o por qué desapareció. Por qué su paso por el Taller fue tan efímero pero su recuerdo permanece hasta el día de hoy convertido en una clave de internet que solo quienes conocieron su existencia pueden recordar. Alicia la mascota, la coneja.
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Colectivo Taller 7, proyecto Perros, 2005. Intervención en espacio público en Pereira, Manizales, Bogotá y Medellín. Fotografía: Taller 7.
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María Isabel Vélez (Medellín), Noción de tu presencia, 2003. Fotografía, 100 x 160 cm. Exposición Espacios Recorridos, 2003, pp. 258 - 259.
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Mauricio Carmona Rivera (Medellín), Metrópoli, 2009. Instalación, réplica de dos columnas del Metro de Medellín escala 1:1, lámparas urbanas, reproducción de audio 4 canales con sonido ambiente del entorno del metro, dimensiones variables, pp. 262 - 265. Fotografías del artista.
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Biografías Adriana María Pineda Estrada, Medellín, Colombia, 1981. Vive en Bogotá, Colombia.
Alejandro Martín Maldonado, Cali, Colombia, 1975. Vive entre Cali y Bogotá, Colombia.
Maestra en Artes Plásticas del Instituto de Bellas Artes (2005) y de la Universidad Nacional de
Matemático de la Universidad de los Andes, Bogotá (1998), estudió hasta el segundo ciclo (DEA)
Colombia, Medellín (2009). Cofundadora e integrante de Taller 7 hasta su cierre (2003-2018).
del doctorado en Lógica y Filosofía de la Ciencia de la UNED, Madrid (2002). Actualmente es el
Actualmente es cocuradora del 45 Salón Nacional de Artistas, Bogotá (2019). En su trabajo se
curador del Museo La Tertulia de Cali y Director Artístico del 45 Salón Nacional de Artistas, Bogotá
interesa en la zona difusa entre la curaduría y la producción entendiendo ambos como campos
(2019). Ha realizado proyectos expositivos, impresos y digitales incluyendo la investigación, la
de creación y pensamiento colectivo. Recientemente ha sido curadora en residencia de FLORA
experimentación y el trabajo colaborativo como base de sus procesos, que permiten explorar los
ars+natura, Bogotá (2017); curadora asistente de Energ(ética), Monumento a los Héroes, Bogotá
cruces de distintas disciplinas. Ha trabajado con otros en la edición de revistas como Ochoymedio
(2017); directora de producción del 44 Salón Nacional de Artistas, Pereira (2015-2016) y de Focus
(2002-2006), Piedepágina (2004-2007) y el portal web Banrepcultural (2008-2013). Ha hecho
Colombia, ARCOmadrid (2015), entre otros. Coeditora del libro Casus, Sebastián A. Restrepo
parte del equipo de varias exposiciones, entre ellas El diablo probablemente, Bogotá - Cali (2014-
(2017), entre otros.
2015); y Carretera al mar, Cali (2018).
Albany Henao Orozco, Sonsón, Colombia, 1976. Vive en Medellín, Colombia.
Carlos Carmona Pineda, Medellín, Colombia, 1976. Vive en Medellín.
Artista Plástica (2003) y Maestra en Artes Plásticas de la Fundación Universitaria Bellas Artes
IX semestres de Artes Plásticas del Instituto de Bellas Artes, y II semestres de la Escuela de Cine del
(2010), Medellín. Actualmente cursa IX Semestre de Derecho en la Universidad Autónoma
Instituto Metropolitano de Medellín; ha realizado cursos y seminarios de Producción Cinematográfica.
Latinoamericana y es docente en el área de Fomento Artístico y Cultural en la Universidad de
Ha sido cofundador e integrante de Taller 7 (2003-2011), Aluna Producciones (2012-2016),
Medellín y de Arte Integrado y Escultura en el Museo El Castillo, Medellín. Fue cofundadora e
TrueQueart (desde 2012), y OJIVA Artes Visuales (desde 2016). En su trabajo, a través del género
integrante de Taller 7 (2003-2007). Ha recibido distinciones como Mención de honor XIII Salón
del paisaje, reflexiona y cuestiona problemáticas urbanas, socio políticas y culturales entorno a la
de Estudiantes, Fundación Universitaria Bellas Artes (2009); Primer Premio Categoría Profesional
ciudad contemporánea y su transformación. Recientemente ha recibido distinciones como la Beca de
Salón Departamental de Artes Plásticas, Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, Medellín (2005).
Circulación internacional para la Exposición colectiva Memorias sin límites, Cloitre des Billettes, Francia
Ha participado en exposiciones colectivas como el 41 Salón Nacional de Artistas, Cali (2008); y
(2017); la Mención Feria Internacional de Arte de Medellín ARTMED (2017), entre otras.
HARTAS ARTISTAS, Buenos Aires (2008), entre otras.
Catalina López B., Bogotá, Colombia, 1973. Vive en Bogotá. Alejandra Jaramillo, Medellín, Colombia, 1993. Vive en Medellín.
Diseñadora Industrial de la Universidad Javeriana (1997) con posgrado en Arquitectura,
Artista Plástica y Visual de la Universidad Nacional de Colombia, Medellín (2015). Se desempeña
Artes y Montajes Efímeros de la Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona (1998).
como artista y en ocasiones como gestora y curadora, desvaneciendo los límites entre los diversos
Es directora de Fundación Promedio (desde 2010). Durante doce años ha sido profesora en
roles y proponiendo la creación de espacios de encuentro y nuevas dinámicas de aprendizaje.
Comunicación Social, Arquitectura y Diseño de la Universidad Javeriana. Ha colaborado
Se interesa en la creación de proyectos que cuestionan el lenguaje al que pertenecen tomando
en diferentes proyectos editoriales impresos y digitales que la motivaron en 2006 a abrir
elementos de la gestión cultural, la cinematografía, la narración oral o escrita y la fotografía,
cantalicia.blogspot.com, un espacio en línea en el que amplía y comparte sus puntos de vista
preguntándose por la construcción de memoria y la intervención de la ficción sobre esta. Fue
del arte insertado en la vida. Su trabajo como gestora cultural ha tenido frutos que se han
cofundadora y codirectora de PorEstosDías hasta su cierre (2012-2017). Ha recibido distinciones
logrado mantener en el tiempo, como Invitro Visual en Bogotá y la serie Selección Colombia
como el Primer Premio de la V Bienal de Comfenalco Antioquia (2015).
para TAL -Televisión de América Latina-.
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David Escobar Parra, Medellín, Colombia, 1979. Vive en Bogotá, Colombia.
Gabriela Torres Olivares, Monterrey, México, 1982. Vive entre Tijuana, México y San
Artista Plástico de la Fundación Universitaria Bellas Artes, Medellín (2017); adelantó estudios en
Diego, EE. UU.
Arquitectura y Producción de Cine y Televisión. Su trabajo sigue el hilo de las signaturas por me-
Realizó estudios de Licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma de Nuevo León.
dio de la lectura atenta de unos ficheros y de lo que acontece en el mundo, haciendo asociaciones
Ha publicado los libros de cuentos Están muertos (2004); Incompletario (2007) y Enfermario (2010), la
que saltan entre dos o más imágenes o entre conversaciones que le dan pistas sobre unas rutas de
versión en inglés de este último ha sido publicada por la editorial Angelina Les Figues Press en 2017.
investigación que se abren y dan cuenta de climas políticos y tensiones ideológicas. Recientemente
Es autora de la novela Piscinas verticales (o la bruma un hábitat sustentable) (2017), con la que obtuvo
ha recibido distinciones como la Residencia Artística Colombia México – FONCA (2018); el
el Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras / Border of Words 2017. Ha colaborado en
Estímulo de Circulación Internacional (2015 y 2018); y la Beca de Mediana Trayectoria (2013),
diversas revistas y publicaciones de México y Estados Unidos. Cofundó y dirigió el tríptico mensual de
del Ministerio de Cultura, entre otras.
literatura Hímen (2000-2003); fue directora y editora de la colección Harakiri Plaquettes (2002-2006).
Elena Acosta, Medellín, Colombia, 1975. Vive en Medellín.
Jaime Cerón Silva, Bogotá, Colombia, 1967. Vive en Bogotá.
Licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana (2002); Especialista
Artista Plástico con Maestría en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y el Diseño (1998)
(2007) y Magíster en Estética (2012) de la Universidad Nacional de Colombia, Medellín;
de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. Actualmente es Subdirector de las Artes en
candidata a Doctora en Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid. Es docente e
el Instituto Distrital de las Artes, Bogotá. Se ha desempeñado como investigador, crítico de
investigadora de la Facultad de Artes y Humanidades del Instituto Metropolitano de Medellín
arte, curador, docente, gestor cultural y productor. Trabajó en el Instituto Distrital de Cultura,
donde orienta cursos de Estética y Teoría del Arte y del Cine. Es autora del libro Las experiencias
Recreación y Deporte, primero como Asesor y luego como Gerente de Artes Plásticas (1997-
estéticas del transeúnte. Cartografías literarias (2013), entre otros; ha colaborado en varias
2007); y en el Ministerio de Cultura como Asesor de Artes Visuales (2010-2014). Fue el productor
publicaciones, entre otras ¿Hace tiempos Tomás Carrasquilla? (2008), El efecto Deleuze (2016);
del 41 Salón Nacional de Artistas (2008) y curador de la Fundación MISOL para las artes, Bogotá
Mitópolis. Un ensayo sobre arte y memoria en el espacio público (2017); y Casus (2017), editado y
(2014). Ha sido cocurador en eventos como Focus Colombia, ARCOmadrid (2015) y el Encuentro
producido por Taller 7.
Internacional de Medellín, MDE (2007), entre otros.
Eva Bañuelos, Logroño, España, 1984. Vive en Ciudad de México, México.
Javier Álvarez Rojas, Medellín, Colombia, 1981. Vive en Medellín.
Licenciada en Publicidad y Relaciones Publicas de la Universidad del País Vasco, Bilbao (2006)
Artista Plástico del Instituto de Bellas Artes (2002), ha realizado cursos de medios digitales en el
y Máster en Gestión de la Cultura de Universidad Internacional de Cataluña, Barcelona (2007).
Sena (2016), Medellín. Actualmente cursa VII semestre de la Licenciatura en Artes Plásticas en
Actualmente es la Subdirectora de Promoción Cultural del Centro Cultural de España en
la Universidad de Antioquia y es docente de Artes Visuales en el Centro Cultural de Moravia,
México. Se interesa en el desarrollo de contenidos y en la curaduría de proyectos artísticos y
Medellín. Fue cofundador e integrante de Taller 7 (2003-2009), Aluna Producciones (2012-2014)
culturales dedicados a la promoción de las relaciones culturales entre España y América Latina
y Unión Ornitorrinco (desde 2012). Su trabajo retoma personajes de obras de la historia del arte
a través de las expresiones artísticas contemporáneas. Ha trabajado en la dirección, gestión
con un interés por el sentido metafórico de la composición y la correlación entre el oficio y el
y articulación de proyectos y programas vinculados a redes culturales y residencias artísticas
asunto. Ha realizado exposiciones individuales como Bienvenidas Migratorias del Viento, LAB 50
en Brasil, Colombia y México, como la Red Sudamericana de Danza y Residencias_en_red
Programa DeseartePaz, Centro Colombo Americano (2015) y Elemento, Casa Teatro El Poblado
[iberoamérica], entre otros.
(2014), Medellín, entre otras.
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José Antonio Suárez Londoño, Medellín, Colombia, 1955. Vive en Medellín.
María Isabel Vélez Restrepo, Medellín, Colombia, 1973. Vive en Medellín.
Estudió Biología en la Universidad de Antioquia hasta el tercer año y se graduó de la Escuela
Arquitecta de la Universidad Nacional de Colombia, (1998), Artista Plástica del Instituto de
Superior de Artes Visuales de Ginebra (1984). Es dibujante, grabador e ilustrador. Desde 2004
Bellas Artes, Medellín (2003), Máster en Arquitectura, Arte y Espacio Efímero de la Fundación
promovió el grupo de retrato de los viernes en Taller 7. Su obra tiene un carácter de compilación
Politécnica de Cataluña, Barcelona (2010), candidata a Doctor en la misma universidad.
y clasificación, en ella hace referencia a escritores, artistas, canciones, noticias, frases populares,
Realiza labores de directora creativa y proyectista en despachos de arquitectura y diseño, y se
entre otros, construyendo un lenguaje que fluctúa entre la imagen y el texto. Parte de su
desempeña como docente en las áreas de Teoría, Historia y Representación, junto con labores
obra se encuentra en las colecciones del MoMA de Nueva York, del Graphische Sammlung
de acompañamiento en tutorías en las facultades de Arquitectura y Diseño de la Universidad de
de Viena y del Banco de la República de Colombia. Ha realizado exposiciones recientemente
San Buenaventura y Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín. Obtuvo el Reconocimiento
como Almanach, Museum Villa Stuck, Munich (2018); A new Larousse, Galleria Continua, San
Docente distinguida del Programa de Inducción a la Formación Universitaria Universidad
Gimignano-Italia (2016).
Pontificia Bolivariana (2018).
Julián Urrego, Medellín, Colombia, 1982. Vive en Medellín.
Mauricio Carmona Rivera, Medellín, Colombia, 1982. Vive en Medellín.
Artista Plástico (2002) y Maestro en Artes Plásticas de la Fundación Universitaria Bellas Artes
Artista Plástico del Instituto de Bellas Artes (2002) e Historiador de la Universidad
(2014), Medellín. Fue cofundador e integrante de Taller 7 (2003-2016). Su trabajo aborda las
Nacional de Colombia, Medellín (2016). Cofundador e integrante de Taller 7 hasta su cierre
nociones de masculinidad, sexo, relaciones interpersonales, imagen y cuerpo como metáfora
(2003-2018), y de OJIVA Artes Visuales (desde 2016). Su trabajo reflexiona alrededor de
de identidad. Ha sido docente en la Fundación Universitaria Bellas Artes (2009-2014), el
la arquitectura, la ciudad y lo urbano, y su incidencia en la vida social y política, donde
Circo Momo (2009), los talleres del Museo de Arte Moderno de Medellín (2007-2009) y en
cuestiones como la memoria y el habitar evidencian la tensión que se genera desde los ámbitos
el proyecto Art Encounter, Cork (2005), entre otros. Coordinó la Escuela de mediadores del
privados y públicos. Ha recibido distinciones como la Beca de Creación para Artistas de Larga
Museo de Arte Moderno de Medellín (2014). Ha participado en residencias artísticas en La
Trayectoria, Alcaldía de Medellín (2014 y 2017); Residencia Artística en Hangar (Barcelona),
Usurpadora, Puerto Colombia (2017) y Casa Vecina, Ciudad de México, entre otras; y ha
Beca de Circulación MinCultura (2015), entre otros. Recibió un estímulo del FDC de
realizado varias exposiciones individuales.
Proimágenes Colombia (2017), como productor del Documental Los días de La Estancia, del Director Andrés Carmona Rivera.
Luis Fernando González Escobar, Supía, Colombia, 1960. Vive en Medellín, Colombia. Arquitecto Constructor con Maestría en Estudios Urbano-Regionales y Doctorado en Historia de
Milton Valencia Ortega, Medellín, Colombia, 1980. Vive en Medellín.
la Universidad Nacional de Colombia, Medellín. Actualmente es Profesor Asociado de la Escuela
Artista Plástico del Instituto de Bellas Artes (2001) y Filósofo de la Universidad de Antioquia
del Hábitat, Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia, Medellín. Ha obtenido
(2018), Medellín. Ha sido docente de extensión académica en áreas de Artes Visuales en la
reconocimientos como Primera Mención Internacional Categoría Teoría, historia y crítica de la
Fundación Universitaria Bellas Artes (desde 2003). Fue cofundador e integrante de Taller 7 (2003-
arquitectura, el urbanismo y el paisaje, XIX Bienal Panamericana de Arquitectura, Quito (2014),
2008). Su producción plantea un interés por el espacio, la luz y el color en la construcción de
entre otros. Es el autor de los libros Del alarife al arquitecto; El saber hacer y el pensar la arquitectura
atmósferas concretas de la historia del arte. Ha obtenido reconocimientos como Mención de honor
en Colombia 1847-1936 (2011); Ensayos inútiles sobre historia urbana de Medellín (2018); Ciudad
en el Salón Arturo y Rebeca Ravinovich, Museo de Arte Moderno de Medellín (2003), Ganador
y arquitectura urbana en Colombia (2018), entre otros libros, ensayos e investigaciones.
de la IV Bienal de pintura, obra gráfica y fotografía de la Universidad de Antioquia (2013).
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Mónica Pineda Estrada, Medellín, Colombia, 1979. Vive en Medellín.
Sebastián Antonio Restrepo Sierra, Medellín, Colombia, 1985. Vive en Medellín.
Abogada de la Universidad de Medellín (2003), especializada en Derecho de Familia de la
Artista Visual (2010) con maestría en Artes Plásticas y Visuales (2016) de la Universidad
Universidad Autónoma Latinoamericana, UNAULA (2014). Se desempeña como abogada
Nacional de Colombia, Medellín. Se ha desempeñado como docente en la Universidad Nacional
litigante. Fue la abogada de Taller 7 ad hoc desde 2009 hasta el 2016, durante el proceso que tuvo
de Colombia y en la Fundación Universitaria Bellas Artes, Medellín. Fue integrante de Taller
lugar por las denuncias de una vecina.
7 (2011-2013). Se interesa particularmente por abrir puertas vecinas entre signos, imágenes, objetos, historias, personas, instituciones, economías y acontecimientos de orden político, lo que
Paola Peña Ospina, Medellín, Colombia, 1985. Vive entre Medellín y Bogotá, Colombia.
le permite llevar a cabo ejercicios de indiciología y heurística de la mirada. Ha recibido distinciones
Socióloga de la Universidad de Antioquia, Medellín (2009) con Maestría en Historia del
como el Primer Premio Salón Nacional de Dibujo, Premios Nacionales de Cultura Universidad de
Arte de la Universidad de Salamanca (2012). Se desempeña como docente, investigadora y
Antioquia (2006), Primer Premio Tercera Bienal de Artes Plásticas Comfenalco (2011). Coautor del
curadora independiente. Se interesa en la historia del arte contemporáneo latinoamericano y,
libro Casus, junto a Elena Acosta, editado y publicado por Taller 7 (2017).
particularmente colombiano. Ha recibido distinciones como el Premio Nacional en Curaduría Histórica de la Fundación Gilberto Álzate Avendaño (2017), la Beca en Curaduría (2015),
Wallace V. Masuko, São Paulo, Brasil, 1979. Vive entre São Paulo y Medellín, Colombia.
Crítica de Arte de la Alcaldía de Medellín (2017 y 2014), y la Beca de Investigación en Artes
Artista Plástico con Magíster en Artes Visuales de la Universidad de São Paulo (2012). Ha sido
Visuales del Ministerio de Cultura (2014), entre otras. Participó en el programa de formación
profesor en la Universidad Federal de Minas Gerais, Belo Horizonte (2017) y colaborador de Taller 7
curatorial del Independent Curators International de Nueva York (2015). Ha publicado
(2010-2018); fue coordinador de Residencias_en_red [iberoamérica] (2008-2011). Actúa a través de
textos en diferentes medios como catálogos de exposiciones, revistas y libros.
procesos dialógicos con otros artistas y/o obras de la cultura artística del siglo XX, generando piezas en diversos medios, usadas como interferencias en ambientes íntimos y/o en la esfera pública. Ha
Powerpaola, Quito, Ecuador, 1977. Vive entre Buenos Aires,Argentina y Bogotá, Colombia.
hecho publicaciones como la Caixa Verde, versión de la Boîte Verte de Marcel Duchamp (2012), el
Artista Plástica del Instituto de Bellas Artes, Medellín (2003), estudió Expresión Artística en
web-site de Carlos Fajardo (2016) y AcE de Antônio Ewbank (2018). Ha organizado procesos como
la Universidad Javeriana, Cali (1998) y Grabado y Encuadernación en el College of Fine Arts,
AAB – A Adolfo Bernal, Taller 7 en el marco del MDE15 (2015), con Melissa Aguilar; y Alojamiento
Sídney (2006). Actualmente hace parte del colectivo Chicks on Comics y No Tan Parecidos.
Central en El Parche Artist Residency, Bogotá (2013), con Danilo Volpato.
Fue cofundadora e integrante de Taller 7 (2003-2012). Su trabajo como dibujante aborda la sexualidad, el feminismo, la familia, la inmigración y la identidad como temas centrales. Ha participado en residencias artísticas, entre otras, en La Cité Internationale des Arts, París (2003-2005); Residencia Baiacu, São Paulo (2017). Es autora de historietas y novelas gráficas como Virus Tropical (2011), Por dentro/Inside (2013), Diario de Powerpaola (2013), qp (Éramos Nosotros) (2013), Todo Va a Estar Bien (2014), y Nos Vamos (2016).
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Taller 7
Medellín, 2003 - 2018 Taller 7 fue fundado por Adriana María Pineda Estrada, Albany Henao, Carlos Carmona Pineda, Javier Álvarez Rojas, Julián Urrego Gil, María Isabel Vélez, Mauricio Carmona Rivera, Milton Valencia Ortega y Powerpaola. Sebastián A. Restrepo hizo parte del proyecto entre 2011 y 2013.
RESIDENCIAS ARTÍSTICAS EN INTERCAMBIO CON OTROS ESPACIOS Taller 7 colaboró con otros espacios autogestionados generando una dinámica en doble vía, a través de la cual Taller 7 recibía artistas de las ciudades de ubicación de los espacios, y a su vez los espacios recibían un artista de Medellín, propendiendo por la circulación de artistas locales. 2018 Sebastián A. Restrepo (Medellín), intercambio Taller 7 - Hangar (Barcelona, España). Alejandra Jaramillo (Medellín) y Cinthya Escorcia (Barranquilla), intercambio Taller 7 Residencia Caníbal (Barranquilla). 2017 Andrea Ganuza (Pamplona, España), intercambio Taller 7 - Hangar (Barcelona, España). Ángela Maya (Medellín) y Nicolás González (Cali), Intercambio Taller 7 - Lugar a Dudas (Cali), Programa Nacional de Concertación Cultural, MinCultura. Ana Karina Moreno (Bogotá) y Marco Noreña (Medellín), intercambio Taller 7 - El Parche (Bogotá), Programa Nacional de Concertación Cultural, MinCultura.
Camilo Correa, El barrio y sus quinceaÑeros, 2017-2018. Lápiz sobre papel, 28 x 20 cm. Estudio para la instalación realizada en Taller 7 en la exposición Cancanea, 2017 y La fiesta del fin del 7, 2018.
2016 Camilo Marulanda (Medellín) y Federico Martínez (Ciudad de México, México), intercambio Taller 7 - R.A.T (Ciudad de México, México), Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín. Daniela Serna (Medellín) y Luciana Gonçalves (São Paulo, Brasil), intercambio Taller 7 - Cometa (São Paulo, Brasil), Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín. John Mario Ortiz (Medellín), intercambio Taller 7 - ZK/U (Berlín, Alemania), Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín. Vanessa Vahos (Medellín) y Leonardo Herrera
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(Cali), intercambio Taller 7 - Lugar a Dudas (Cali), Programa Nacional de Concertación Cultural, MinCultura. Natalia Giraldo (Medellín) y Henry Palacio (Bogotá), intercambio Taller 7 - El Parche (Bogotá), Programa Nacional de Concertación Cultural, MinCultura. 2015 Juan Camilo Londoño (Medellín) y Víctor del Moral (Ciudad de México, México), intercambio Taller 7 - R.A.T. (Ciudad de México, México), Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín. Mariana Gil (Medellín) y Paula Niño (Bogotá), intercambio Taller 7 - El Parche (Bogotá), Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín. 2014 Margarita Pineda (Medellín), intercambio Taller 7 - Lugar a Dudas (Cali), Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín.
RESIDENCIAS ARTÍSTICAS 2018 Ricardo Muñoz Izquierdo (Pereira), Beca de creación, MinCultura. Marcela Vieira (Poços de Caldas, Brasil), integrante de www.aarea.co, Beca de circulación, MinCultura. Elisa O´Farrell (Buenos Aires, Argentina), Beca de intercambio, Ministerio de Cultura, Gobierno Argentino. Andrea Ganuza (Pamplona, España), Ayudas a la Creación del Gobierno de Navarra, España. Wallace V. Masuko (São Paulo, Brasil). Gustavo Romero (Bogotá), Beca de circulación, MinCultura. Lola Clavo (Barcelona, España). Mariana Echeverri (París, Francia).
Flavia Ocaranza (Buenos Aires, Argentina). Valentina Soares (São Paulo, Brasil). Tom Nóbrega (São Paulo, Brasil). Camilo Londoño, Catalina Rodas, Hebert Rodríguez, Milena Contreras, Santiago Isaza (Medellín).
Christian Díaz Orejarena (Berlín, Alemania). Mariana Lorenzi e Isabella Rjeille (São Paulo, Brasil), investigación curatorial: Frente a la euforia, Beca para curadores internacionales, Fundación Gilberto Alzate Avendaño, Alcaldía Mayor de Bogotá. Lady Marmolejo, Cristian Casilimas, Camilo Arévalo, Camilo Rodríguez (Ibagué), residencia artística para estudiantes en convenio con la Universidad del Tolima.
2017 Juan David Tobón (Medellín), residenciapasantía. Juan Camilo Correa (Medellín), residenciapasantía. Fredy Clavijo (Pereira), Residencias Artísticas Nacionales, Programa Nacional de Estímulos, MinCultura.
2014 Felipe Bonilla (Bogotá), Residencias Artísticas Nacionales, Programa Nacional de Estímulos, MinCultura. Julián Carvajal (Medellín), residencia-pasantía, Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín. Fabián Orozco (Medellín), residencia-pasantía, Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín. Alexander Giraldo (Medellín), residencia-pasantía, Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín. Ernesto Bautista (Santa Ana, El Salvador), Programa Nacional de Concertación Cultural, MinCultura. Maria Clara Figueroa Arango (Bogotá), Programa Nacional de Concertación Cultural, MinCultura. Jorge Marín (Ciudad Bolívar - Antioquia, Colombia), Programa Nacional de Concertación Cultural, MinCultura. Mariana Paquin (Annecy, Francia), pasantía École Supérieure d’art de L’agglomération D’annecy (Aneccy, Francia). Wallace V. Masuko (São Paulo, Brasil). Catalina Tuca (Santiago de Chile, Chile). Melissa Guevara (San Salvador, El Salvador). Sergio Bedoya (Medellín). Laura González, Alejandra Selene Hernández (Ibagué), residencia artística para estudiantes en convenio con la Universidad del Tolima.
2016 Mayra Moreno, residencia-pasantía, Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín. Ana Lucía Guevara (Medellín), residenciapasantía, Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín. Juan Pablo Gaviria (Cali), Residencias Artísticas Nacionales, Programa Nacional de Estímulos, MinCultura. Laura Troncoso Peña, Jenny Alexandra Londoño, Edward Camilo Oviedo, Paola Varón, Mario Fernando Castillo, Juan Camilo Gutiérrez (Ibagué), residencia artística para estudiantes en convenio con la Universidad del Tolima. 2015 Juan Javier Salazar (Lima, Perú), residente en el marco del Encuentro Internacional de Medellín, MDE15, Museo de Antioquia, Medellín. Alejandro Martín (Cali), curador invitado por Taller 7 en el marco del MDE15, Museo de Antioquia, Medellín. Eva Bañuelos (Logroño, España), gestora cultural invitada por Taller 7 en el marco del MDE15, Museo de Antioquia, Medellín. Wallace V. Masuko (São Paulo, Brasil), invitado por Taller 7 en el marco del MDE15, Museo de Antioquia, Medellín. Eliana Morales, residencia-pasantía, Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín. Juan Pablo Marulanda (Medellín), residenciapasantía, Apoyos Concertados, Alcaldía de Medellín. Fernando Zuluaga (Bogotá), Residencias Artísticas Nacionales, Programa Nacional de Estímulos, MinCultura.
2013 Camille Mancy (Toulouse, Francia), pasantía Diplôme National D’Arts Plastiques de la Escuela Superior de Bellas Artes de Angers (Angers, Francia). Natalia Pipicano (Popayán), Residencias Artísticas Nacionales, Programa Nacional de Estímulos, MinCultura. Adonis Flores (Sancti Spíritus, Cuba), Programa Nacional de Concertación Cultural, MinCultura. Jonathan Chaparro (Bogotá), Programa Nacional de Concertación Cultural, MinCultura.
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Oscar Ávalos (Medellín), Programa Nacional de Concertación Cultural, MinCultura. Ferrán ElOtro (Barcelona, España), en convenio con el programa de Artes Plásticas del Instituto Tecnológico Metropolitano, ITM, Medellín. Juan Obando (Bogotá / Carolina del Norte, EE.UU.). Wilger Sotelo (Cartagena), residente en el marco del 43 Salón Nacional de Artistas. Manuel Mancera, José Antonio Moreno, Jully Vieda, Juan Camilo Rodríguez (Ibagué), residencia artística para estudiantes en convenio con la Universidad del Tolima.
Kadija de Paula (Curitiba, Brasil), residencia en gestión, residencias_en_red [i], con el apoyo de AECID. Heyner Silva (Barrancabermeja / Medellín). Sebastián A. Restrepo (Medellín). Thomas Kilpper (Stuttgart / Berlín, Alemania), residencia en el marco del MDE11, Museo de Antioquia, Medellín. 2010 Luis Orozco (Ciudad de México, México). Colectivo Echando Lápiz: Graciela Duarte, Manuel Santana (Bogotá), en convenio con el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, Medellín. Alexandra Díaz Gil (Bogotá), Becaria del Programa de Estímulos 2010, Alcaldía Mayor de Bogotá, Gerencia de Artes Plásticas, Fundación Gilberto Alzate Avendaño. Andrés Prieto “Andrezzhino” (Bogotá). Eva Bañuelos Trigo (Logroño, España / São Paulo, Brasil) y Adriana María Pineda (Medellín) residencia en gestión, residencias_en_red [i], intercambio Taller 7 - Capacete, con el apoyo de AECID. Wallace V. Masuko (São Paulo, Brasil). Jessica Carson (Cork, Irlanda), en convenio con el Centro Colombo Americano de Medellín. Justine Gaga (Douala, Camerún), en convenio con el Programa Becas Internacionales de la UNESCO – Centro Colombo Americano de Medellín. Alexandre Farto aka Vhils (Lisboa, Portugal). Omar Sánchez (Popayán).
2012 Nanda Fernández Brédillard (Bilbao, España / París, Francia). Ricardo Muñoz Izquierdo (Pereira), Residencias Artísticas Nacionales, Programa Nacional de Estímulos, MinCultura. Ozz (Estambul, Turquía). Pauline Zenk (Marburgo, Alemania) Andrés Farias (Bogotá), La Silueta Ediciones. Andrés López (Manizales), Becario del Salón Regional de Artistas con el apoyo de Residencia en la Tierra. Sebastián Cruz (Bogotá), integrante de Residencia en la Tierra. Iván Gómez (Bilbao, España). Iván Carazo (Cartagena). Julio Aristizábal (Medellín). 2011 Estación Tijuana: Marcos Ramírez “Erre”, Lucía Sanromán, Iván Díaz-Robledo, Gabriela Posada, Luis Juan Garzón Masabó, Carmen Romo, Giacomo Castagnola, Socorro González, Adriana Trujillo, Ingrid Hernández, Felipe Zúñiga, Fiamma Montezemolo, Rafa Saavedra, Gabriela Torres Olivares, Omar Pimenta (Tijuana, México), en el marco del Encuentro Internacional de Medellín, MDE11, Museo de Antioquia, Medellín. El Club del dibujo: Claudia del Río y Lisandro Carreras (Rosario, Argentina), en el marco del MDE11, Museo de Antioquia, Medellín. Lugar a Dudas: Leandra Plaza (Cali), Residencia en la Tierra (Montenegro): Elena Landínez, Fátima Vélez, Sebastián Cruz (Bogotá), residencia en gestión en el marco del Encuentro de Residencias Colombianas, R.I.C.O., residencias_en_red [i], con el apoyo de AECID.
2009 Paulo Licona (Bogotá), en convenio con el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, Medellín. Adriana Berrío (Bogotá). Sandra Vásquez de la Horra (Viña del Mar, Chile / Dusseldorf, Alemania), en convenio con el Museo de Arte Moderno de Bogotá, MAMBO. Juana Neumann, Ernan Cirianni y Jerónimo Cirianni Neumann (Buenos Aires, Argentina). Mélida Campbell (Managua, Nicaragua), en convenio con el Centro Colombo Americano de Medellín. Fani Zguro (Tirana, Albania). Komla Eza (Avévé, Togo), en convenio con el Programa Becas Internacionales de la UNESCO Centro Colombo Americano de Medellín. Inger-Lise Kristoffersen (Koge, Dinamarca), en convenio con el Centro Colombo Americano de Medellín.
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PARTICIPACIÓN EN EVENTOS, DESARROLLO DE PROYECTOS COLECTIVOS, CURSOS.
2008 Anna Bas Backer (La Haya, Países Bajos). Seth Wulsin (New York, Estados Unidos). Alejandro Gutiérrez (Medellín). Fernando Montoya (Medellín). Andrés Vélez (Medellín).
2018 Entreactos. Conversaciones críticas acerca de políticas públicas, planes de desarrollo y el centro de Medellín, Invitados: Carolina Chacón (Bogotá): La esquina creativa del Museo de Antioquia: plataforma de convergencia; Jaiver Jurado (Medellín): La huelga de hambre de los títeres; Elizabeth Giraldo (Medellín): El Decreto 092 de 2017 y la criminalización de la cultura; William Fredy Pérez (Medellín): El nuevo código de policía: de la privación de libertades a la vulneración de Derechos; Iván Zapata (Medellín): Perspectivas críticas acerca de la economía naranja, en el marco de Medellín Cultura al Centro: Planear Haciendo, Universidad de Antioquia, Alcaldía de Medellín.
2007 El Basilisco (Buenos Aires, Argentina): Esteban Álvarez, en el marco del Encuentro Internacional de Medellín, MDE07, Museo de Antioquia, Medellín. Marco Bainella (Paraná, Argentina), invitado por El Basillisco en el marco del MDE07. Sebastián A. Restrepo (Medellín), invitado por Taller 7 en el marco del MDE07. El Vicio Producciones / Ganga International Gallery (Bogotá): Jennifer Mojica, Richard Decaillet, Simón Hernández en el marco del MDE07. Artistas invitados por El Vicio Producciones en el marco del MDE07: Gabriel Castillo, Gustavo Domínguez, Rolando Cerón (Cúcuta); Renéd Varona, César Fabián Romero (Popayán); Colectivo La Perra Blanca: Héctor Monsalve, Edgar Barrera, Carlos Carreño (Tunja).
2017 Compartiendo contextos. Por un posible programa de cooperación cultural, Encuentro de Pro Helvetia con agentes y representantes de espacios culturales y artísticos de Medellín. Coordinadores: Chimena Costa (Argentina), Benjamin Seroussi (Brasil). Invitados: María Jesús Posilio Librero; Corporación Estanislao Zuleta, Elizabeth Giraldo; Biblioteca Pública Piloto, Carlos Uribe; Centro Colombo Americano, Alejandro Vásquez; Ojiva Artes Visuales, Carlos Carmona, Alejandro Tobón; Proyecto NN, Gabriel Duque y Sofía Montoya; Corporación Platohedro, Luciana Fleischmann y Alex Rubeola; La Pascacia, Evelyn Velázquez; Universidad de Antioquia, Gabriel Mario Vélez; Casa Tres patios, Tony Evanko y Sonia Sequeda; Taller 7, Mauricio Carmona Rivera (Medellín).
2006 Guy Wouete (Douala, Camerún), en convenio con el Programa Becas Internacionales de la UNESCO - Centro Colombo Americano de Medellín. Cinthia Salcini Montialto (Buenos Aires, Argentina), Delegada de la Agencia Catalana de Cooperación para el Desarrollo, en convenio con el Centro Colombo Americano de Medellín. Andrés Arango Lalinde (Medellín). Colectivo El Armario: Alejandra Arboleda, Ana María Vallejo, Juliana Cardona, María Alejandra Rúa (Medellín).
2015 Focus Colombia - ARCOmadrid 2015, Colombia, país invitado, 34ª Feria Internacional de Arte Contemporáneo, MinCultura, IFEMA, Madrid, España. Encuentro Internacional de Medellín MDE15. Historias Locales / Prácticas Globales, Museo de Antioquia, Medellín.
2005 Germán Pérez (Medellín). Ricardo Gaviria (Medellín). 2004 Federico Langer, integrante del Colectivo ETCÉTERA (Buenos Aires, Argentina) en el marco del Encuentro Buenos Aires en Medellín, en convenio con Corporación REGIÓN, Medellín.
2014 Memorias y desmemorias de Quebrada Arriba (La Toma). Investigación y curaduría
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comisionada por el Museo Casa de La Memoria de Medellín a Taller 7: Adriana María Pineda, Julián Urrego, Mauricio Carmona Rivera. Apoyo en la investigación: Catalina Acosta (historiadora), Luis Fernando González Escobar (asesor académico). Artistas invitados: Alejandra Higuita Montenegro, Álvaro Vélez (Truchafrita), Sebastián A. Restrepo (Medellín). Diseño gráfico: Lina Rada. Montaje material de archivo audiovisual: Andrés Carmona Rivera. Equipo de montaje: Daniel Díaz, Daniel Ramírez, Eliana Beltrán, Jorge Rodríguez, Juan Carlos Guerrero. Taller 7 en Casa Vecina (Ciudad de México, México) Rally de Dibujo y Muestra de publicaciones y fanzines colombianos: Alexandra Díaz, Andrezzinho, Anti-oquia (Juan Obando, Daniel Clavijo), Caín Press, Paulo Licona, Powerpaola (Bogotá), Adriana María Pineda & Julián Urrego, Cuadernos Gran Jefe, Ediciones Diferentes, Editorial Robot, El Club del Dibujo − Taller 7, El cuy Jacobo, Jim Plug, Larva, Mónica Naranjo, MQ. (Medellín), Ricardo Muñoz Izquierdo (Pereira).
representante MinCultura y Observatorio de Cultura y Economía de la Universidad Javeriana. 2010 MDE en LDF, Exposición en el marco de la residencia de Taller 7 en LDF Galería (Buenos Aires, Argentina). Artistas invitados: Alexandra Díaz Gil, Andrezzinho, Kevin Simón Mancera, Mateo López, Nicolás París, Powerpaola (Bogotá). Inventario. 7 años en el 7 (dosmilquinientoscincuentaysietedías). Proyecto colectivo Taller 7. 2009 Rally de Dibujo, Taller 7 y José Antonio Suárez Londoño, X Bienal de Bogotá, Museo de Arte Moderno de Bogotá, MAMBO. Participantes: Ernán Cirianni, Juana Neumann (Argentina), Lady Biónika (Bogotá), Adriana María Pineda, Albany Henao, Alejandra Higuita Montenegro, Alejandro Gutiérrez, Andrés Arango, Andrés Hernández, Ángel Céspedes, Carlos Carmona, Edward Duigenan, Edwin Monsalve, Fabián Muñoz Romero, Guillermo Bedoya, Iván Carazo, Javier Arango, Joan Sebastián Montoya, joni b, José Antonio Suárez Londoño, Juan David Henao, Juan David Tobón, Juan José Rivillas, Juan Noreña, Julián Andrés Ramírez Zuluaga, Julián Urrego, Lina Rada, Luis Fernando Ruiz, Mauricio Carmona Rivera, Orlando Alzate, Pablo Guzmán, Wilfer González, Yosman Botero (Medellín).
2013 Antioquias, Museo de Antioquia, Medellín. Encuentro para el proceso de creación y consolidación de agentes en el campo del arte contemporáneo en Colombia, MIAMI (Bogotá) - Curatoría Forense (Latinoamérica), MinCultura, IDARTES, Bogotá. 2011 Encuentro Internacional de Medellín, MDE11. Enseñar y aprender. Lugares de conocimiento en el arte, Museo de Antioquia, Medellín. Curso de Emprendimiento Cultural para el Desarrollo Local, Ministerio de Cultura en convenio con el Sena y la Universidad de los Andes. Encuentro Iberoamericano de Residencias Artísticas, residencias_en_red [i], Centro Cultural de España, Lima, Perú, con el apoyo de AECID. Encuentro de Residencias Colombianas, R.I.C.O., residencias_en_red [i], con el apoyo de AECID. Participantes: El Parche, laagencia (Bogotá), Galería la Mutante (Bucaramanga), Lugar a Dudas (Cali), Plataforma Chocó (Chocó), Residencia en la Tierra (Montenegro - Quindío), Casa Tres Patios, Taller 7 (Medellín). Participación de Ana María Lozano
2007 Encuentro internacional de Medellín, MDE07. Espacios de Hospitalidad, Museo de Antioquia, Medellín. Proyecto Oficios, Proyecto colectivo Taller 7. 2006 40 Salón Nacional de Artistas, Proyecto Perros, intervención en espacio público; exposición en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, MAMBO. 2005 731 días en el 7, proyecto colectivo Taller 7 y presentación del video documental “Taller 7 (II)”, Dir. Luigi Baquero (Medellín). Ejercicio # 6: dicciones, encuentros sin instrucciones, proyecto colectivo Taller 7, Cámara de Comercio, Medellín.
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IX Salón Regional de Artistas, Zona Centro Occidente, Proyecto Perros, intervención en espacio público. Itinerancia: Museo de Arte de Pereira; Museo de Arte de Caldas, Manizales; Museo de Antioquia, Medellín.
luz desvanecida del cine con los invitados Luis Fernando González Escobar y Víctor Bustamante (Medellín). Vamos a brindar por los ausentes Artistas en residencia: Flavia Ocaranza (Argentina), Cinthya Escorcia (Baranquilla), Andrea Ganuza, Lola Clavo (España), Mariana Echeverri (Francia), Alejandra Jaramillo, Camilo Londoño, Catalina Rodas, Hebert Rodríguez, Milena Contreras, Santiago Isaza, Sebastián A. Restrepo (Medellín), Ricardo Muñoz Izquierdo (Pereira).
2004 Re-Versiones, proyecto colectivo Taller 7, Sala de exposiciones Eladio Vélez, Instituto de Bellas Artes, Medellín. 366 días en el 7, proyecto colectivo Taller 7. Mural: ejercicio # 3, Horizontes después de..., Taller 7 y Carlos Uribe, Centro Colombo Americano de Medellín. 2003 Cuerpos / Ciudad, de la calle a la casa, Galería Ateneo Porfirio Barba Jacob, Medellín.
EXPOSICIONES Y EVENTOS EN TALLER 7 2018 La fiesta del fin del 7 Material de archivo de Taller 7; concierto: Perros Mojados, Capilla Records; artistas invitados: Valentina Soares (Brasil), Juan Camilo Correa, Jorge Ortiz (Medellín). Juan Javier Salazar – Como encerrar un espíritu Homenaje de Taller 7 al artista Juan Javier Salazar (Lima, 1955-2016). Organizada por Wallace V. Masuko (Brasil), Mauricio Carmona Rivera y Alexander Giraldo (Medellín).
Maratón de cómic 24 horas Proyecto de la residente Andrea Ganuza (España). Participantes: David Canelos (Ecuador), Andrea Ganuza (España), Isabel Echeverri, Andrés Giraldo, Mariana Gil, Marco Noreña (Medellín).
Tuya: de la esquina del Museo de Antioquia a Taller 7 Wallace V. Masuko (Brasil), Ana Lu Laferal, Emma Nora Noreña, Julian Zapata, Lorena Zuluaga, Natalia Giraldo, Pablo Marín, Val Trujillo (Medellín). Curaduría: María Collado (España) y Luisa Villegas (Medellín).
Adentro = Afuera Artistas en residencia: Ana Karina Moreno (Bogotá), Nicolás González (Cali), Fredy Clavijo (Pereira).
Sala de Estar Artistas en residencia: Elisa O’Farrell (Argentina), Gustavo Romero (Bogotá). Invitada: Cristina Castagna (Medellín).
Inhóspito Wallace V. Masuko (Brasil), Carlos Uribe, Juan Fernando Ospina, Sebastián Múnera, Víctor Muñoz, (Medellín). Proyección de El Paseo (1989) de Víctor Gaviria y conversatorio La
Gran Salón México. Feria de Ilustración Contemporánea. Edición especial Colombia. Organiza Maru Aguzzi (Argentina).
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Dibujos 2017 Exposición del grupo de retratos de los viernes de Taller 7 (2004-2017). Cancanea Artistas en residencia: Andrea Ganuza (España), Camille Mancy (Francia), Marco Noreña, Fabian Orozco, Juan David Tobón, Camilo Correa (Medellín), Ángela Maya (Santa Rosa de Cabal, Risaralda).
La fiesta de la carne Julián Urrego, Sebastián A. Restrepo, Sebastián Múnera (Medellín), Ricardo Muñoz Izquierdo (Pereira). DJ’s: Joan Sebastian Montoya, Marco Noreña. Asado: Camilo Arias. (Medellín).
Eclipse total en el corazón Andrea Ganuza (España), Andrés Giraldo, Marco Noreña, Mariana Gil (Medellín).
2016 Y respirar o mediante mientras Artistas en residencia: Luciana Gonçalves (Brasil), Juan Pablo Gaviria (Cali), Ana Lucía Guevara, Camilo Marulanda, Daniela Serna, Natalia Giraldo, Vanessa Vahos (Medellín), Federico Martínez (México).
Confluencias Muestra de grado Universidad Nacional de Colombia. Carmela Cuéllar, Daniel Marín, Juan Esteban Giraldo (Medellín).
Pennie y Lígia Artistas en residencia: Presentación del proyecto aarea.co por Marcela Vieira (Brasil); proyección de la película Pennie de Lola Clavo (España); mural de Ricardo Muñoz Izquierdo (Pereira).
Palabras, palabras, palabras Artistas en residencia: Gustavo Romero (Bogotá), Marco Noreña, Natalia Giraldo, Víctor Muñoz (Medellín).
Programa de Fortalecimiento de Museos, MinCultura 2016.
2017 Lanzamiento del libro Sebastian A. Restrepo, Casus Sebastián A. Restrepo y Elena Acosta, Librería Antimateria, Medellín.
Mal hechO. Artistas en residencia: Henry Palacio (Bogotá), Leonardo Herrera (Cali), Alexander Giraldo, Mayra Moreno (Medellín). Lanzamiento de publicaciones La Minúscula Ensayística Ilustrada Editor: Breyner Huertas. Artistas: Camilo Aguirre y Leonardo Herrera (Cali). Trueque Abierto Alejandra Villa, Alejandro Gómez, Alejandro Gutiérrez, Alejandro Muñoz, Alejandro Sánchez, Alejandro Tobón, Ana María Montoya, Andrés Arango, Andrés Hernández, Andrés Layos, Andrés Vélez, Barubaro, Boris Pérez, Carlos Carmona, Cristina Abad, Daniel González, Daniel Mercado, Daniel Pérez, Danilo Cuadros, Diego Layos, Eliana Morales, Eme A. Noreña, Fernanda Maya, Fernando Montoya, Gabriel Correa, Jeison Sierra, Jesús Cataño, Joan Sebastian Montoya, Johan Barrios, Jorge Longas, José Moreno, Juan Camilo Méndez, Juan David Arias, Juan David Henao, Juan Noreña, Juan Pablo Marulanda, Julián Urrego, La rivera ilustrada, Laura Montoya, Magatha Cruz, María Marcela Patiño, Maribel Florez, Maribel Gordillo, Mauricio Carmona Rivera, Mauricio Jaramillo, Néctor Mejía, Ricardo Gabelo, Santiago Gracia, Sara Hoyos, Sara Marín Amariles, Sara Ochoa, Sergio Bedoya Muñoz, Sergio Layos, Valentino Pajón, Verónica Morales (Medellín).
Intermediaciones. IV muestra de video arte y video experimental Invitados: Johannes Christopher Gérard (Alemania), Ian Quintana (Argentina), Lilih Curi (Brasil), Felipe Díaz Galarce (Chile), Triana (Cuba / Francia), Seoungho Cho (EE. UU./Corea), Rafael Alex Pachón, Carle Pëmies (España), Johan Rijpma (Holanda), Cristal Rocío Castillo (México). Curaduría: Adriana Rojas (Medellín). El Faire, Vol. 3 Feria de ilustración, cómic y fotografía. No le cuesta nada solo le cuesta la vida – Rogério Duarte Wallace V. Masuko (Brasil), con el apoyo del Claustro Comfama y Distrito Candelaria.
Una forma de ser es transcurrir Joshua Jobb, Manuela García (México). Bailarina invitada: Susana Correa (Medellín).
Casa Vivero Jairo Maya Comité de Memoria Zona Centroriental de Medellín, Beca de investigación y producción de proyectos museográficos de la III Convocatoria Nacional de Propuestas Artísticas y Culturales de Memoria Centro Nacional de Memoria Histórica,
2015 Calesita. Exposición de residentes en el marco del MDE15: AAB-Adolfo Bernal, Wallace V. Masuko (Brasil).
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Invitada: Melissa Aguilar (Medellín). Proyecto Escuchas, Eva Bañuelos (España). Proyecto Viendo Señales, Alejandro Martín (Cali). Invitados: David Escobar, Sebastián A. Restrepo (Medellín).
Carlos Guerrero, Luis Alfonso Montes, Paulina Restrepo, Sara Castro, Sebastián Gómez (Medellín). Fanzine All Stars Amadeo González, Andrés Frix, Camilo Aguirre, Diego Guerra, El increíble Mateo, El Señor Juanito, Esteban García, Fernando Zuluaga, Inu Waters, Iván Navarro, Javier Fabregas, Jim Plug, joni b, Leonardo Castellanos, m.a. Noreña, Manuel Kalmanovitz, Maria Camila Cárdenas, Mariana Gil, Mario Chejab, Mónica Naranjo, mugrosa filatenience, Rafael Díaz, Renso González, Sofía Álvarez, Tupac Cruz, Truchafrita, Valeria Giraldo.
Tempus Fugit Artistas en residencia: Eliana Morales, Juan Camilo Londoño, Mariana Gil, Mauricio Carmona Rivera (Medellín), Willy Medrano (Perú). Espacio para uso del tenedor Artistas en residencia: Christian Díaz Orejarena (Berlín), Fernando Zuluaga, Paula Niño (Bogotá), Juan Pablo Marulanda (Medellín), Víctor del Moral (México).
2013 Artistas en residencia Jonathan Chaparro (Bogotá), Adonis Flores (Cuba), Camille Mancy (Francia), Oscar Ávalos (Medellín), Natalia Pipicano (Popayán).
Proyección de la película Mambo Cool Dir. Chris Gude (EE. UU.). 2014 Quimigramas Carlos Carmona, Iván Carazo, Jorge Ortiz (Medellín).
Trueque Abierto Adrián Estrada Mejía, Adriana Maria Pineda, Alejandro Gutiérrez, Alejandro Muñoz, Alejandro Tobón, Ana Montoya, Andrés Arango, Andrés Layos, Carlos Carmona, Carolina Peláez, Catalina Cuadros, Daniel Panguana, Danilo Cuadros, Fernando Montoya, Gabriel Botero, Gabriel Correa, Gustavo Arce, Iván Carazo, Ixia González, Jeison Sierra, Joan Sebastian Montoya, Johan Barrios, Juan David Tobón Arteaga, Juan Fernando Vélez, Juan Pablo Marulanda, Julián Urrego, Mario Villa, Marli Peruchi, Mauricio Carmona Rivera, Miguel Medina, Néctor Mejía, Phillip Anselmo Beltrán, Sara Marín Amariles, Sebastián A. Restrepo, Sergio Muñoz, Ursula Ochoa, Verónica Morales, Víctor Garcés (Medellín).
La misma rata... Otra cola... Artistas en residencia: Felipe Bonilla (Bogotá), Catalina Tuca (Chile), Alexander Giraldo, Fabián Orozco, Julián Carvajal, Margarita Pineda, Sergio Bedoya (Medellín). Ropa Sucia “La estamos pasando bueno” Artistas en residencia: Maria Clara Figueroa Arango (Bogotá), Jorge Marín (Ciudad Bolívar – Antioquia, Colombia), Ernesto Bautista, Melissa Guevara (El Salvador). Estoy Poseído Wallace V. Masuko (Brasil).
Venta de Garaje Pablo Besse (Argentina), Lady Bionika (Bogotá), Camille Mancy (Francia), Adriana Maria Pineda, A.G.A, Alejandro Gutiérrez, Alejandro Tobón, Alina López, Ana María Montoya, Andrés Felipe Buitrago, Andrés Layos, Andrés Hernández, Bastián Gómez, Carlos Arbeláez, Carlos Carmona, Daniel Mercado, Daniel Piragauta, Danilo Cuadros, Diego Cano, Dina Vanesa Patiño, Editorial Robot, Gabriel Jaime Correa, Isabel Echeverri, Iván Carazo, J.A.S.L., Jaime Alejandro Carmona, Javier Arango, Jeison Sierra, Jessica López, Joan Sebastian Montoya,
PAN para todos. Crónicas políticas del México contemporáneo Adriana Cuspinera, Andrés Villalobos, Colectivo Siempreotravez (Diego Teo y Andrés Villalobos), Frente Libertario de Liberación Libertad (FLLL), Gabriel Escalante, Juan Caloca, Manuela García, Revista Cartucho, Víctor del Moral Rivera, Yollotl Alvarado. Curaduría: Aline Hernández. (México). Contextos en diálogo Aura Duque, Claudia Patricia Vásquez, Daniel Ramírez, Daniela Berrio, Elena Muñoz, Juan
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Juan David Tobón, Juan Moreno, Juan Noreña, Juan Pablo Marulanda, Juan Santiago Uribe, Julián Andrés Mesa, Julián Carvajal, Julián Urrego, Julianna Uribe, Laura Cañas, Laura Restrepo, Luis Fernando Ruiz, María Isabel Naranjo, María Isabel Vélez, Manuel Echeverri, Margarita Pineda, Mauricio Carmona Rivera, Mayra Moreno, Omar Ruiz, Paula Usúga, Patricia Machado, Powerpaola, Rada, Santiago Botero, Sebastian A. Restrepo, Sebastian Cadavid, Sergio Tirado, Sonia Villa, Truchafrita, Verónica Bermúdez, Víctor Saldarriaga, Víctor Muñoz, Wilger Sotelo (Medellín), Ricardo Muñoz Izquierdo (Pereira), Natalia Pipicano (Popayán). Dibujos Pauline Zenk (Alemania), Juana Neumann, Pablo Besse, Powerpaola (Argentina), Rita Crocker (EE. UU.), Andrés Felipe Buitrago, Andrés Giraldo Arcila, Andrés Hernández, Andrés Layos, Bastián Gómez, Carlos Carmona, Cristina Castagna, Daniel Piragauta, Elena Landínez, Ernan Cirianni, Heyner Silva, Iván Carazo, Javier Arango, Jesús Cataño, Joan Sebastian Montoya, joni b, José Antonio Suárez Londoño, Juan David Tobón, Juan Guillermo Bedoya, Juan José Rivillas, Julián Urrego, Julio César Aristizábal, Laura Cañas, Lina Rada, Luis Felipe Escudero, Luis Fernando Ruiz, Mariana Gil, Maria Isabel Vélez, Mauricio Carmona Rivera, Omar Sánchez, Orlando Alzate, Santiago Botero, Santiago Gallego, Sebastián A. Restrepo, Sebastián Cadavid, Sergio Tirado, Víctor Garcés, Wilfer González (Medellín), Ricardo Muñoz Izquierdo (Popayán). 2012 Pulpo al garaje vol. 5 Colectivo APC: Bang, Fco, Malk, Onesto, Plaga, Sem (Bogotá). Fin de semana Exposición: Remotamente curado: Beatriz Londoño, Juan Sebastián Moreno (Medellín). Curaduría: Caridad Botella (España). Conversatorio con el residente Iván Gómez (España). Venta de garaje Adriana Pineda, Albany Henao, Alejandro Gutiérrez, Alejandro Tobón, Andrés Layos, Andrés Hernández, Andrés Vélez, Carlos Carmona, Contenedor de Espacios, Danilo Cuadros, Dina Vanesa Patiño, Donchi, Fernando Montoya, Gabriel Correa, Germán Pérez, Hernán Marín,
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Iván Gómez, joni b, Julián Urrego, Marcela Patiño,Mauricio Carmona Rivera, Powerpaola , Rada, Sebastián A. Restrepo, Truchafrita, Víctor Muñoz (Medellín). Lanzamiento del libro La Madremonte Dibujos de Powerpaola (Ecuador / Cali), textos de Enrique Lozano (Cali), La Silueta ediciones (Bogotá). Conversatorio de Powerpaola con Elkin Restrepo (Medellín) y presentación de Juan Pablo Fajardo de La Silueta. Introspectiva Andrés Arango Lalinde (Medellín). Etcétera Muestra de grado Universidad Nacional de Colombia. Carolina Gallego, Julián Carvajal, Juliana Arias (Medellín). 7 Artistas en Residencia - Lanzamiento proyecto MAATI Residentes Campos de Gutiérrez: Lina Caro (Bogotá), Rita Crocker (EE.UU.), Sarojini Lewis (Holanda), Parul Singh (India); Residentes Taller 7: Pauline Zenk (Alemania), Ricardo Muñoz Izquierdo (Pereira), Ozz (Turquía). 2011 Nada en común Muestra de grado Universidad Nacional de Colombia. Ángel David Céspedes Muñoz, Anlli Villa, Daniel Pérez, Mario Villa (Medellín). Proyecto Coyote Proyecto de Estación Tijuana, residentes en el marco de MDE11. Lucía Sanromán, Marcos Ramírez “Erre”; Adriana Trujillo, Carmen Romo, Felipe Zúñiga, Fiamma Montezemolo, Gabriela Posada, Gabriela Torres Olivares, Giacomo Castagnola, Ingrid Hernández, Iván Díaz-Robledo, Luis Juan Garzón Masabó, Omar Pimienta, Rafa Saavedra, Socorro González (México). Pieza Pizarrón Proyecto del Club del Dibujo, residentes en el marco del MDE11. Claudia del Río y Lisandro Carreras (Argentina). Invitados: Álvaro Vélez (Truchafrita), Andrés
Hernández y 10 estudiantes de la Institución Educativa Orlando Velásquez Arango de Bolombolo, Antioquia; Elena Acosta, Hernán Marín, joni b, Juan José Rivillas, Marcela Cárdenas, Patricia Peña Mazo (Medellín).
Prueba 01 (Margarita Rada - Marta Gaviria), Vectorstick (Medellín). Conjunciones (La luz cala por el vano) Muestra de grado Universidad Nacional de Colombia. Sebastián A. Restrepo (Medellín).
Cada pliego tiene 32 páginas Conversatorio y sesión de dibujo, Claudia Ávila & Colectivo Quince16 (Bogotá).
Dammi i colori Muestra de video de Alban Hajdinaj, Anri Sala, Fani Zguro, Gentian Shkurti (Albania).
Proyecto TAXI Medellín Fani Zguro (Albania).
Empujando un elefante hacia arriba Fani Zguro (Albania).
2010 El Amor es un Milagro En el marco del proyecto Ocupación: Sebastian A. Restrepo, Víctor Muñoz (Medellín), Luis Orozco (México).
15 sobre 7 Camila Botero, Cristina Vasco, David Navarro, Fabián Machado, Felipe Flórez, Felipe Martínez, Fredy Alzate, Guillermo Adarme, Juliana Tobón, Laura Montoya, Lindy Márquez, Lucía Aristizábal, Natalia Cárdenas, Silvia Rojo, Vanessa Acosta, Yosman Botero (Medellín).
Lugar Alexandra Díaz Gil, Andrezzinho (Bogotá), Kike Aguilar (Medellín).
Hartas Artistas Catalina Bartolomé, Florencia Reta, Juana Neumann, Lala Ladcani, (Argentina), Adriana Berrío, Adriana García Galán, Inti Guevara Ríos, Margarita Lozano, Natalia Castañeda (Bogotá), Carla Barth, Talita Hoffmann (Brasil), Maria Isabel Rueda (Cartagena / Bogotá), Powerpaola (Ecuador / Colombia), Maya Bloch, Nura Porat (Israel), Noga Rauch (Israel / Francia), 1911 (Italia), Nobara Hayakawa (Japón / Bogotá), Adriana Pineda (Medellín), Yuns (Taiwan).
Experiencia Sonora José Gallardo, Maria del Coral Miranda, Sebastián A. Restrepo, Sofía Arcila (Medellín). 2009 Dibujos Adriana Berrío, Inti Guevara, Kevin Simón Mancera, Natalia Castañeda, Powerpaola (Bogotá), Albany Henao, Alejandro Gutiérrez, Andrés Arango, Augusto Paniagua, Edward Duigenan, Javier Arango, Joan Sebastian Montoya, joni b, José Antonio Suárez Londoño, Juan Alberto Gaviria, Juan David Jaramillo, Juan David Tobón, Juan Fernando Ruiz, Juan Noreña, Libia Posada, Luis Fernando Ruiz, Maria Adelaida Arango, Milton Valencia, Orlando Alzate, Sebastián A. Restrepo, Sergio Tirado, Wilfer González, (Medellín).
Ud. Está adentro, Ud. Está en dos mentes. Juana Neumann (Argentina). Las vacaciones de Ernan Cirianni en una residencia para artistas “conceptuales” Ernan Cirianni (Argentina). Artistas invitados: joni b, Nomás, Truchafrita (Medellín).
Referencias Cruzadas Alejandro Tobón, Andrés Arango, Andrés Vélez, Danilo Cuadros, Gabriel Botero (Medellín).
Metrópoli Mauricio Carmona Rivera (Medellín), Beca de creación ciudad de Medellín 2008, Alcaldía de Medellín.
Segundo Circuito Lady Bionika, La Peluquería (Bogotá), Afrolinda Joyas, Albany Henao, Alina López (Joyas de Autor), Camisetas, Color Ladrillo, Dissidenxia - Plorativa, Graphicattack, La Libertad, La Peregrina, Likerabbits, Lina Restrepo, Linda Manigua, Malk, Perrito Bomba, Rada, Sub,
2008 Dibujos Adriana María Pineda, Albany Henao, Andrés Arango, Andrés Hernández, Ángel Céspedes, Carlos Carmona, David Henao, Edward
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Duigenan, Fernando Montoya, Guillermo Bedoya, Hernán Acevedo, Javier Álvarez, José Antonio Suárez Londoño, Juan David Jaramillo, Juan David Tobón, Juan Noreña, Julián Urrego, Luis Fernando Ruiz, Mauricio Carmona Rivera, Milton Valencia, Orlando Alzate, Powerpaola, Santiago Londoño, Sebastián A. Restrepo, Sebastián Montoya (Medellín).
El Basilisco en Taller 7 Marco Bainella (Argentina), residente en el marco del MDE07. Lanzamiento Periódico Arteria, en el marco del MDE07. Vía Medellín - Bogotá / Bogotá – Medellín Colectivo Tangrama (Mónica Páez y Margarita García), Edwin Sánchez, Grupo: Carolina Calle y Juan Peláez, Milena Bonilla (Bogotá), Carlos Carmona, David Alejandro Correa, Javier Álvarez (Medellín).
Cómic Maratón. Sí esto es un artista (No. 2) Proyecto de la residente Anna Bas Backer (Holanda). Participantes Medellín: Anna Bas Backer, Seth Wulsin (Estados Unidos), Albany Henao, Alejandro Cano, Arturo NoWave, Fernando Montoya, Fish, Jaime Buitrago, José Chepe, Juana Montoya, m.a. noreña, Natalia Ruiz, Néstor Herrera, Pedro Álvarez, Tebo, Truchafrita, (Medellín). Participantes Buenos Aires, Argentina: Ernán Ciriani, Powerpaola (Argentina), joni b (Medellín); Performance Medellín: Catalina Moreno Castaño (Medellín).
El Vicio Producciones presenta: Transacción!!! El Vicio Producciones en el marco del MDE07, invitados: Gabriel Castillo, Gustavo Domínguez, Rolando Cerón (Cúcuta); Renéd Varona, Cesar Fabián Romero (Popayán); Colectivo La Perra Blanca: Carlos Carreño, Edgar Barrera, Héctor Monsalve (Tunja).
Lanzamiento de la revista y el video Cómic Maratón Medellín Auditorio Casa del Encuentro, Museo de Antioquia, Medellín.
El Vicio Producciones presenta: Noche de Cine – Terror Nacional Posesión Extraterrestre. Dirección: Jairo Pinilla (Cali) – El Vicio Producciones (Bogotá). El libro de Ultratumba. Dirección: Jairo Pinilla – Helena Producciones (Cali). El Vicio presenta: Lanzamiento de la video revista Sin Horizonte.
Concierto de los grupos M.T.R.P.L. (Metropol), Spastico, Invitado en Blanco (Medellín). Fata Morgana Muestra de video de artistas residentes en Medellín y Milán: Eltjon Valle, Fani Zguro (Albania), Cho Yong Re, Kang Yang Wong, T-Yong Cheng (Corea), Antonio Barea (España), Valeria Colonnella (Italia), Elizabeth Frolet (Madagascar), Alejandra Tilano, Juan David Jaramillo (Medellín), Manuela De Los Ángeles García (México).
Ciudades Gloria Posada, intervención realizada en la fachada de Taller7 en el marco del MDE07. Sanando la ciudad herida Presentación de la residencia de Víctor Muñoz en El Basilisco (Argentina), en el marco del MDE07.
Colectivo The Perros Mojados Integrantes: Anselmo Beltrán, Daniel Pérez “panguana”, Gustavo Sierra, Henry Montoya, Joan Sebastián Montoya “Donchi”, Juan José Rivillas, Mario Villa, Sebastián A. Restrepo (Medellín).
Circuito S M L XL instrucciones de uso Alinka Joyas, AmericanRabbit, Chila, Dissidenxia, En tus manos, Étimo, J.A.S.L., LikeRabbits, Rada, UrbanTribe, Verdoccio (Medellín).
2007 Entre siete Lady Bionika (Bogotá), Andrés Vélez, Beatriz Gutiérrez, Cristina Cardona, Esteban Álvarez, Julián Urrego, Luis Echavarría (Medellín).
XII Salón Regional de Artistas Exposición Paralela de la Fundación
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Universitaria Bellas Artes. Andrés Restrepo, Beatriz Salazar, Carlos Posada, Catalina Trujillo, Jazmín Sánchez, Paula Úsuga, Sara Samper (Medellín). Observaciones acerca del Valle de Aburrá Jorge Ortiz (Medellín). 2006 7/7 Connie Gutiérrez (Cali), Byron Avendaño, Daniel Gómez, Grupo en Blanco, Jean-Gabriel Thénot, Juan Arturo Piedrahita, Oscar Roldán, Víctor Muñoz, (Medellín).
Polvorín Daniel González (Medellín), Beca de creación Ciudad de Medellín, 2006.
La Ciudad misma, la misma Casa Exposición de Mauricio Carmona Rivera (Medellín).
2005 Entre Siete Natalia Castañeda (Bogotá), Albany Henao, joni b, Juan Manuel Gómez, Mónica Naranjo, Proyecto Colectivo Esta es tu Casa, Rosalba Cano (Medellín).
Entre Siete Carlos Carmona, Catalina Rojas, Diana Pérez, Freddy Álzate, Jesús Cataño, Juan Santiago Uribe, Marcela Peláez, (Medellín).
Dibujos (drawings) Taller 7 presenta en el Consulado Colombiano de New York. Adriana Berrío, Guillermo Cárdenas Johanna Calle (Bogotá), Adriana María Pineda, Albany Henao, Carlos Carmona, Carlos Uribe, Fernando Ruiz, Gloria Posada, Javier Álvarez, Jesús Cataño, John Fredy Naranjo, Jorge Gómez, José Antonio Suárez, Juan Manuel Gómez, Juan Noreña, Libia Posada, Julián Urrego, Mauricio Carmona Rivera, Milton Valencia, Powerpaola (Medellín).
Lanzamiento del Libro Naturalezas de Gloria Posada, Editorial sin nombre, México. Presentación del libro por Lucrecia Piedrahita (Medellín) y Adolfo Castañon (México). Las Palabras y las Cosas Adriana Berrío, Johanna Calle (Bogotá), Adriana María Pineda, Cristina Ospina, Gloria Posada, Powerpaola, Patricia Bravo (Medellín).
Trans-Cursos Muestra de grado Instituto de Bellas Artes. Estefanía González (Medellín).
Sueños de Camerún para Colombia Guy Wouete (Camerún), en convenio con el Programa Becas Internacionales de la UNESCO – Centro Colombo Americano de Medellín.
Dibujos Ingo Gerke (Alemania), Adriana Berrío, Adriana García (Bogotá), Connie Gutiérrez (Cali), Seulgi Lee (Corea), Powerpaola (Ecuador / Francia), Renaud García, Samuel Labadie (Francia), Adriana María Pineda, Albany Henao, Andrés Arango, Carlos Carmona, Catalina Ruiz, Edward Duigenan, Javier Álvarez, Jesús Cataño, John Freddy Naranjo, Jonn Mario Ortiz, Jorge Gómez, José Antonio Suárez Londoño, Juan Manuel Gómez, Juan Noreña, Julián Urrego, Libia Posada, Luis Fernando Ruiz, Mauricio Carmona Rivera, Miguel Morales, Milton Valencia, Orlando Alzate (Medellín).
Grandes Maestros del COMIC colombiano Diego Guerra, Inu Waters, John Joven, joni b, m. a. noregna, Powerpaola, Rey Migas, Tebo, Truchafrita, Wil. Fauna Albany Henao (Medellín). Dibujos Guillermo Cárdenas, Mateo López, Natalia Castañeda (Bogotá), Adriana María Pineda, Albany Henao, Alberto López Villegas, Andrés Arango, Beatriz Gutiérrez, Carlos Carmona, Daniel González, David Alejandro Correa, Eddie Duigenan, Gisela Zárate, Javier Álvarez, Jesús Cataño, joni b, José Antonio Suárez Londoño, Juan David Tobón, Julián Urrego, Luis Fernando Ruiz, Marta Lucía Villafañe, Mauricio Carmona Rivera, Milton Valencia, Orlado Alzate, Powerpaola , Patricia Londoño Aristizabal, Ricardo Andrés Alzate, Sebastián A. Restrepo, Sebastián Rendón (Medellín).
Sillas / Chairs Wiston Lau (Canadá). 2004 Entre Siete Adriana María Pineda, Alejandro Jaramillo, Germán Pérez, Julián Urrego, Luis Fernando García, María Mercedes López, Natalia Uribe Sánchez (Medellín).
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TALLERES 2018 Puertas Adentro. Tim Enthoven (La Haya, Holanda), con el apoyo de Caín Press (Bogotá) y Reino de los Países Bajos. 2015 Creación de cámara estenopeica casera. Sara Marín Amariles, en colaboración con Satélite (Medellín). Tatuaje casero (stick and poke). Juan Echeverri (Bogotá).
Éxodo Javier Álvarez (Medellín). Dibujos Florencia Reta (Argentina), Clare Davis (Australia), Adriana Berrío, Guillermo Cárdenas, Johanna Calle (Bogotá), Eugene Goloschmeing (Holanda), Adriana María Pineda, Albany Henao, Carlos Carmona, Hugo Santamaría, Javier Álvarez, Jorge Gómez, José Antonio Suárez Londoño, Juan Manuel Gómez, Juan Noreña, Julián Urrego, Libia Posada, Luis Fernando Ruiz, Mauricio Carmona Rivera, Miguel Ángel Morales, Milton Valencia, Powerpaola (Medellín).
2013 Publicaciones contemporáneas. Ferrán ElOtro (Barcelona, España), en colaboración con la Facultad de Artes del Instituto Tecnológico Metropolitano, ITM, Medellín. Encuadernación. Natalia Pipicano (Popayán), Residencias Artísticas Nacionales, Programa Nacional de Estímulos, MinCultura. 2010 BR - + Wallace V. Masuko (Brasil). Investigación en arte. Beatriz Marín (Medellín).
2003 Gran Inauguración Taller 7: Adriana María Pineda, Albany Henao, Carlos Carmona, Javier Álvarez, Julián Urrego, María Isabel Vélez, Mauricio Carmona Rivera, Milton Valencia, Paola Gaviria.
PUBLICACIONES ABC Medellín, Ricardo Muñoz Izquierdo, Beca de creación, MinCultura, 2018, publicación en el marco de su residencia en Taller 7.
Taller abierto Liliana Ramírez (Medellín) e integrantes de Taller 7. Espacios recorridos Paola Gaviria, María Isabel Vélez (Medellín).
Sebastián A. Restrepo. Casus. Elena Acosta, Sebastián A. Restrepo, Programa Nacional de Concertación, MinCultura, 2017, ISBN 978958-59857-0-4.
De nuevo Nueve Oscar Jaramillo, Jorge Ortiz, Carlos Uribe, Gloria Posada, Libia Posada, Jorge Gómez, Fredy Serna, John Mario Ortiz, Natalia Restrepo (Medellín). Calle5E César Guzman “yeyo” (Medellín).
Errata# 7: Creación Colectiva y Prácticas Colaborativas, Carlos Uribe, Gerencia de Artes Plásticas y Visuales de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño y el Instituto Distrital de las Artes, IDARTES, Bogotá, 2014.
Humana Muestra de grado Escuela Popular de Arte E.P.A.. Astrid Elena López, Cristina Monsalve, Giovanni Acevedo, Johana Montoya, Liliana Higuita, Wladimir Cossio (Medellín).
Nuevas prácticas artísticas contemporáneas: espacios artísticos autogestionados de la ciudad de Medellín, Paola Peña, Beca en Investigación en Artes Visuales, MinCultura, 2014.
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Catálogo X Bienal de Bogotá, Museo de Arte Moderno de Bogotá, MAMBO, 2009.
“La Casa, espacio privilegiado para la creación” en: Revista Alarife, Margarita María Pérez Duque, Vol. 1 de 2012, Mayo - Noviembre de 2012, No 23, Universidad Piloto de Colombia, Bogotá, ISSN 16576101, p. 106.
Cómic Maratón, publicación en el Marco de la residencia de Anna Bas Backer, Taller 7, 2008. Fata Morgana, Catálogo de la exposición, 2008.
Yearbook, Publicación de la Akademie Schloss Solitude, Stuttgart, Alemania, 2013.
Catálogo 40 Salón Nacional de Artistas, MinCultura, 2007.
Lo hice por amor, publicación en el marco de la residencia de Ricardo Muñoz Izquierdo, Becario del Programa Nacional de Estímulos, Ministerio de Cultura de Colombia, 2012.
Juanacha, la revista, publicación de La Culpable en el marco del MDE07, #0, 2007.
Art Spaces Directory, New Museum / ArtAsiaPacific, 2012, ISBN 978-098456253-4.
BECAS, DISTINCIONES, RESIDENCIAS
Pieza Pizarrón, publicación en el marco de la residencia del Club del dibujo en Taller 7, MDE11, Museo de Antioquia, Medellín, 2012.
2018 Beca para publicaciones artísticas, MinCultura.
Cuadernos MDE07. Memorias del encuentro Internacional Medellín 2007, Fondo Editorial Museo de Antioquia, Medellín, 2011.
2014 Mención, Premio Nacional de Artes Visuales a Nuevas Prácticas Artísticas, MinCultura. Residencia en Casa Vecina, Ciudad de México, México. Beca de Circulación Internacional, MinCultura.
ENtRE1, Perigoso e divertido, publicación de residencias_en_red [iberoamérica], con el apoyo de AECID, 2011.
2011 Mención, Premio Nacional de Artes Visuales a Nuevas Prácticas Artísticas, MinCultura. Residencia para gestores de espacios autogestionados de América Latina, Capacete Entretenimientos, São Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, con el apoyo de AECID. Residencia en gestión, Akademie Schloss Solitude, Stuttgart, Alemania.
Lugar, publicación en el marco de la residencia de Alexandra Díaz Gil y Andrezzinho, Programa de estímulos 2010, Alcaldía Mayor de Bogotá, Gerencia de Artes Plásticas, Fundación Gilberto Alzate Avendaño, 2010. Rally de dibujo, Taller 7 y José Antonio Suárez Londoño, publicación en el marco de la X Bienal de Bogotá, Museo de Arte Moderno de Bogotá, MAMBO, 2009.
2010 Residencia Artística de Taller 7 en LDF Galería, Buenos Aires, Argentina. Beca de circulación, Alcaldía de Medellín. Residencia en gestión en Capacete Entretenimientos, São Paulo, Río de Janeiro.
Giros y Desvíos. Una aproximación a la gestión desde las artes visuales, MinCultura, 2009.
Camilo Correa, El barrio y sus quinceaÑeros, 2017-2018. Instalación, dimensiones variables. Exposiciones Cancanea, 2017 y La fiesta del fin del 7, 2018. Fotografía: Taller 7.
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Corto recetario (selección de algunas recetas que preparábamos en Taller 7) Julián Urrego
Pasabocas para 20 personas Tahine de garbanzos 2 latas de garbanzos cocidos ¼ del agua de la conserva de los garbanzos ½ lata de los garbanzos como medida para el aceite de oliva 20 cucharadas de ajonjolí tostado (el ajonjolí se tuesta un poquito en un sartén sin aceite u otro ingrediente) 2 cucharadas de paprika Limón al gusto 2 ajos Sal y pimienta al gusto Pan árabe suficiente
Natalia Giraldo (Medellín), Oro, 2018. Objeto de sal para performance. Exposición Palabras…palabras…palabras, 2018. Artista residente intercambio Taller 7 - El Parche (Bogotá), 2017. Fotografía de la artista.
Preparación: En la licuadora o el procesador se pone el ajonjolí (previamente tostado) con el aceite de oliva y la paprika, se licua bien y luego se le añaden el resto de los ingredientes, se prueba para rectificar sabor. Se sirve con un poco de paprika o perejil por encima y un chorro de aceite de oliva, se acompaña con el pan partido en trozos.
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Platos fuertes para siete personas
Tomates mozzarella 10 tomates partidos en rodajas Pesto suficiente* 20 tajadas de queso mozzarella partidas en 4 4 panes tipo baguette en rodajas *Para el pesto: hojas de albahaca y de cilantro (la misma cantidad), un ajo, queso parmesano, aceite de oliva, sal y pimienta al gusto, y algún fruto seco (piñones, marañones, almendras, nueces, maní o la mezcla que ya se consigue en todas las tiendas) se procesa todo, se rectifica la sal y la pimienta, y listo!
Arroz negro 2 tasas de arroz (el que prefiera) 1 puñado de lentejas 1 cucharada de sal 1 cucharada de aceite 1 cebolla grande picada en pedazos Agua suficiente
Preparación: Sobre cada rodaja de pan se pone un tomate, luego queso y finalmente una cucharada de pesto. Si cuenta con un horno, puede poner las preparaciones a 150 grados, de 5 a 8 minutos o hasta que el queso derrita.
Preparación: En una olla se ponen los pedazos de cebolla hasta que estén negros (sin ninguna adición), luego se licúan con el agua que se usará para hacer el arroz, se pone el aceite y el arroz, se sofríe un poco y se agrega el agua con las cebollas y las lentejas. Se deja secar el agua y se tapa hasta que el arroz crezca y las lentejas ablanden.
Salsa Mexicana (receta de Socorro González “Coco”)
Pollo cantonés
10 tomates partidos a la mitad 2 cebollas partidas en 4 1 ají partido a la mitad Una ramita de cilantro Un chorro de aceite de oliva Sal y pimienta al gusto Un poco de agua si se quiere la salsa mas líquida (al final) Tres bolsas grandes de nachos 1 tarro grande de crema agria
3 pechugas 1 ajo ½ taza de salsa soya ½ taza de miel 2 cucharadas de gengibre rayado 2 pimentones asados y picados en julianas Sal y pimienta al gusto Aceite suficiente
Preparación: En una placa o sartén se ponen los tomates, ají y cebollas a que se QUEMEN (sin aceite u otro ingrediente adicional) y luego de que estén negritos por fuera se ponen en la licuadora o procesador con el resto de los ingredientes, verificar la consistencia de la salsa y servir con los nachos y la crema agria.
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Preparación: Picar las pechugas en pedazos, marinar y refrigerar mínimo por una hora (puede ser desde el día anterior) con la salsa soya, la miel, el ajo picado, el gengibre, la sal y la pimienta. Luego de marinarlo se saltéa en un poco de aceite y se reserva. Finalmente se reduce lo que quede de la marinada y se agregan las julianas de pimentón. Revolver con el pollo y servir.
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Mariana Gil (Medellín) y Andrea Ganuza (Pamplona, España), Esa Noche Llovió Tanto, 2018.
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Sebastián A. Restrepo (Medellín), Espada atravesó dolorosa, 2010. Performance, invitado: Juan David Tobón (Medellín). Exposición El amor es un milagro, 2010. Artista residente, 2007, 2010 y 2011. Fotografía: Taller 7.
joni b (Medellín), Taller 7, 2018. Julián Urrego (Medellín), La despedida, 2015 - 2018. Dibujo, hilo en papel, 21 x 31,5 cm, pp. 309-312. >
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Beca para publicaciones artĂsticas Programa Nacional de EstĂmulos