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Jorge
eillliex
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1953 1956
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ediciones “puelche”
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Inscripci6n Nv.. . . .. . . ..
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Cuando la forma de los &boles ya 32.0 e8 sino el leve reczkerdo de su forma, una mentira inventad'a por la, turbia memoria del ioto20, y Zlos dias tienelz Za confzcsidpz del desvdn I donde ?Ladie szcbe, y la cruel blan@a;cra,de la etemidad hace que Za lux huya de si misma, a!go no8 recuerda la verdead que amamos antes de conocer; la.? ramas se quiebran leuemente, eZ palomar se Eena d e aleteos, el granmo suefia otra vex con el sol, eneendemms pa*ra la f i a s t a los pCFlidos candelabros del ml6n polvoriento y al sQencio nos revela el secret0 que no queriamos escuchar. )
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N I E V E
N O C T U R N A
~ E que S pzeede existir algo antes de la nieve? Antes de esa purexa implacable, implacable como el mensaje de un munch que no amamos, per0 d cual pertenecemos y que se adivina en ese sonido todavia hermano del sdlencio. iQu6 dedos te dejan caer, pulverixado esqueledo de pktalos? Cekxca de un eielo antigzco que h,ace quedar d o frente a1 fuego escuchando Zos pmos deZ amigo qae se ju6, eco de palabras que no reoordamos, per0 que nos dueZen;somo d Zas fukrarnos a de& de nuevo. ~
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gY p e d e existir algo despuis de la nieve? Algo {despuGs de la ziltima rnirada del ciego a kt palidex del sol, algo despuds que et niiio enfermo olvida mirar la nueva maiiana, o mejor a&, despuis de haber dormido como etn - convaleciente con la cabexa sobre la falda de aquella a quim alguna vex se ama. iQui6n eres, nieve nocturna, fugax, .disuelta primavera que sobrevive en el cerexo? g 0 qu6 importa qui& eres? Para mirar la nieve en la mche hay que cerrar 10s o j m , no recordar nada, no preguntar nada, desaparecer, de'eslixarse c m o ella en el visible silewio.
P
EL
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L E N G U A J E
D E L
C I E L O
El eieh habla un lenguaje gris, y callan la grave vox del viao,
la leve vox del t6. Los espejos se fatigan de repetir elnombre de l ~ cosas. v N o dicen nuda. N o dicen: “un visitante”, “las moscas‘.’, “el libro sobre la rpesa”. N o dicen nuda 10s espejos. Cami6n cantadix para que nadie la oiga es la esperanxa de que esto cambie. Nifios que une acercan a1 ataQd del amigo mcerto, paso de ratas frente a.la estufa en dlencio, el halo de hum0 pobre que hace-rey cdj! tejado, - 11
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o todo lo que idesaparece de pronto corn0 el plateah salto del salmdn sobre el rio.
Un%rdfaga apaga los cirzcelos, dispersa las cenixas de sus follajes, arruga la vacia fax d e las glicinas. Todo lo que est6 aqui parece estar verdaderamente en otro lugar. Los jdvenes no pue&n volver a casa porque ningdn padre los espera y el amor no tiene lecho donde yacer. El reloj murmura que es preoiso dormir, olvvidar la lux de es,te dia que no era sino la nockce son6mbula7 Zas manos de bs pobres a quienes no dimos nada. “Hay que d ~ r m i r ’murmur; ~~ el rebj. hT el sue60 es la paletada de tierra que lo acalla.
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I
EL
ARO
QUE
V I E N E
E n un verano que no es verano, porque la vieja tierra perdi6 Za memoria, y rn recuerag cdmo era el verano, , siernpre se encuentra el miedo o rnadres tejiendo, quietud o pasos de lachypes $gqBr&cpzdo ancianos, odio 10 gatos en las faldas. * . Y las aves siguen corniendo en el patio, se saluda con las rnismas palabras mafitma tras mafianca, nadie sabe por gut5 va a darle avena a 10s conejos, las cucharas siguen haciendo igual ruido a la hora de almuerxo, y se habla sobre el mal tiempo, y lo corta que es la vida. 4
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IMAGEN
P A R A
U N
E S T A N Q U E
Y asi pasan las tardes:
silenhsas, como viejas monedas en munos.de avaros. Y yo escribo cartas que rzur,ca envb rnientras los rnanxanos se extinguen, victimas de sus propias llamas. Hasta que de lejos view el llamado de ventanas golpead'as por el viento en las cams desiertas, y pasan bueyes desenyugados que van a beber a1 estero. Entonces soy un mendigo que le pide a1 tiempo - 14 -1
un recuendo que no se deforme en el turbio estanque d e la memoria. Y horas que Sean refkjos de sol en el dedal de la hermana, crepitar de la k f i a que se q u e m en la chimenea, y claros guijarros lanxados a1 rio por un ciego.
H U E R T O
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Las manos del viento . remecen los &boles de la huerta, y caen sobre el pasto peqtuefias frzltas descurnadas, picoteadas por 10s phjaros. D6nde est&, d6nde van a parar, caidos de cirboles !de otra Bpocu, rewlecvidos por un viento extranjero, la harina tos$ada en las mafianas, e’l pogo que no le contaba a nadk la historia de bs priheros besos, el croar campesirio de ranas a mediarroche.
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D6nde han caido, frutas descarnadas,
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1 ~
I I
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olvidadccs, picoteadas por 10s piijaros, la charla d e la &a con el gato, su vestid0 celeste y el columppio, y el tren que $8 la llev6 a m a aMea rnuerta como un reflejo de la luna en el vidrw roto del granero.
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B A J Q
U N
V I E J O
TECH'O
Esta noche duermo bajo un viejo techo, 10s ratones mrren sobre 61, c o r n hace much0 tiempo, y el nifio enterrado en mi renace en mi sue&, aspira de azuevo el olor de 10s muebles de roble, y mira llena de miedo hacia la uenâ‚Źana, pues sabe que ninguna estrella remcita.
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Esa noche &oicaer las nueces desde el nogal, esczcch6 10s oonsejos del anciano reloj, supe que el viento vuelca una copa del cielo, que las sornbras se extienden, y la tierra las bebe &inamarlas, pero el &bo1 de mi suefio sdlo daba hojas v&es que maduraban en la makana con el canto del gallo.
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Esta noche duermo bajo un vie& techo, 10s ratones ‘corren sobre Sir, como hace mucho tiempo, per0 sS que 30 hay mafianas, y no hay cantos de gallos; mo quiero escuchar las-pahbras del reJoj enfermo, abro 10s ojos, para no ver reseco el drbol de 10s suefios, y bajo 61, la rnuerte que me tiende la maw.
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P U E N T E
E N
E L
S U R
Ayer he recortddo un &a de claro invierno. H e recordado un.puenta sobre el rio, un rio robdndob axul a1 sue50 del cielo. M i amor era menos que nac& en ese puente. Una naraitajm hundikndose en las aguas, una vox que no sabe a qui&% llama, una gaviota CUYQ brillo se deshko entre los, pinios. Ayer he recordado que no se es nadie sobre uaz puente cuando el invierno sueha con la daridad de stra estacidn, y se quiere ser una hoja inmdvil en el sue50 #delinvierno, y el a m r es mems que una naranja perdikndose et; las aguas, menos qwe una gavwta cuya lux se extingue entre 10s pinos. - 20 -
DId
D E
F E R I A
Dia de feria frente a las figuras de greda: Prente a esas luces encendidas por dedos morenos que cambiaban por ellas la sopa caliente, el pedaxo de pan. Y en el diu de feria \ estm figuras de greda est6n much0 &s vivas que las campanadas que cruxan la plaza, que las vanas monedas, que las miradas impasibles de quienes no las comprenden; viven hechas sangre en nuestra sangre, c o r n el vas0 de vino tinto, la charla de invierno junto a bs rescoldos -eso que est6 en nosotros m6s que el miedo en la mche y la fuga en la liebre-. ~
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Y o habia conocido antes esta certexa,
esta alegrk humgde, si: unas fibres pobres creciendo entre 10s rieles, bautixos do& los padrinos no ten%% dinero que .lanxar a1 aire. Pero dlo ahora SB que he c r e W para ellas: mclcnos de campesinos, r a i c e s mias, rakes nuestras-, manos que son mds que manos; terrones pardos y fecundos para que el or0 vuelva a siu lugar y el hierro no sea rnhs una herramienta de sepultureros. Y entre la rnultitud del &a de feria respiro un aire puro, libre de chnticos para muertos.
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SENTADOS
FRENTE
AL FUEGO
Sentach frente a1 fuego que envejece miro su rostro sin decir palabra. Miro el jarro d e greda ddnde atin queda vino, miro nuestras sombras movidas por las, llamas.
I ~
Esta es la misma estmidn que descubrimos juntos, a pesar de su rostro ?&'@e.- ch:f%go, *. y de nuestrmt sombras mdidas por las llamas. Quriais si yo pdiera encontrar una palabra.
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Esta es kc misma estacidn que descubrimos juntos: azin cue una gotera, brilla el cerexo t a s la lluvia. Per0 nzcestras sombras rnovidas por last llamas, wiven mcEs que nomtros.
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Si, esta es la misma estacidn que descubrimos juntos. -Yo llenaba esas,manos de cerexas, esas manos llenaban mi vaso de vim--. Ella mira el fuego que envejece.
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L A U L T I M A I S L A
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De nuevo vida y muerte a6 confzinden como en el patio de la casu la entrada de la8 carretas con el mido del balde en el pbxo. De nuevo el cielo recuerda con &io la herida del relhmpago, y 10s almedros no quieren pensar en sus negras raices. El sibencio no puede seguir &ndo mi lenguaje, per0 s610 encuentro esas palabras irreales, que 10s muertoa les dirigen a 10s astros y las hormigas, y de mi memoria desaparecen el amor y la alegria c o r n la lux de una jarra de agua lanxada inzitilmnte contra las tinieblas.
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De nuevo d l o se escucha
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II I I
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el crepitar dnextinguible de la lluvia que cue 9 cue sin saber por qub, parecida a la anciama que teje sin recordar que su nieto ha muerto. Y se quiere huir hacia un pueblo donde azin es joven la vida, y el tromp0 lanxado por un nifio todavia no deja de girar, esperando que yo lo recoja, per0 donde se ponen 108,pies desaparecen las caminos, y es mejor quedar inmdvil en este cuarto, pues quixds ha llegado et tdrmino del munda, y la lluvia es el estdril eco de ese fin, . una cancih que tratan de recordar labllos que se deshacen bajo la tierra.
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&US importa recordar que una vex cerramos la pwrta de nuestro cuarto,
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para llorar, con el rostro oculto entre las manos. El aire dice que Gna vex sonreimos por nada, y que nos conme, desde antes que supiSsemos quienes somos, cuando 6ramos farttasmas entre ruinns contempladas por estrellas muertas hace siglos.
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QuS importa recordar que todo quedd a obscuras cuaazdo bs labios amados olvidaron nombrarnos, que 10s vidrios de la ventana se llennrm, de polvo, y la nieve obscure& a1 dia en vex de iluminarlo, y en la calle habia sBlo papeles~sucws, y 10s bellm, veleros de las esta&ones era% detenidos por algas informes.
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U n aguacero axul hace rn6s clarc el Wosque, eZ sol Soma Za dglesia abandonada en un campo sdpiccdo de amapolas, y de 10s cmmajes cuya llegada nos anuncick una joven soncimbula, aparecen nifios vestidos, COW guerreros de otra Bpoc~ mientras giran 10s carruseles entre la m6sica de organiWos resucitados. Nos despojamos$a m6scara que nos pusimos
para que nos viera la vida que no era nuestra vida, y no tememos a la purexa ni a la verdad, porque 10s relojes se liberan del dia y de la nsche, e7 pan vuelve a ser trigo, * la &oca no huye del canto, y el v i m es e1 mensaje que nos envia el cielo liberado.
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E P I L O G 0
contemplar el cielo. Tal vex nos Nunca estuvo e&re uno8,otros. Aun czcando la lluvia se escarriid enfre 20s dedos, y Zos dedos captuniron al ktumo en el sue%@. N o sabiamos nuda. Lo miramoa porque un amigo nos revel6 61 nombre de una nube, porque una muchaeha nos pidiid le eligihamos una estrella, o a la salida de la fiesta creyendo que su rostro nos libraria de la falsa mzisica y el vino: shora nuestros ojos debzn olvidar que lo vieron, asi el niiio !olvida su primer paso; y la lux olvida 7a obscuridad, cuando duernw eomo una joven bajo la sombra d e 10s castaiios.
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Miramos el de10 por primera vex, hasta que se pierde la memoria de ese otro cielo, cuyc espectro velaban las fzinebres antorchas de 10s pinos, o aquel resplandor hi2i0 resucitar el trig0 y relinchar 10s caballos: el Gielo abierto a nosotros corn0 fruto sin cortexa. Recobrams el cieIo, padre del agua y &l fuego apenas torpes reflejos de la thmpestad y et rayo; el cielo a quien en van0 tratan de hablar ea mar y las estaciones cox palabras c m o : peces de oro, oleaje de lomas florecidas. El cielo cuya imagen t r a t a m s de Gopiar nosotros enmudmihs y cegados a1 ver que en ella est6 nuestra verdadera imagen, hasta que ta quietud de la obscuridad nos rodea y aida. La quietud de la osawidad donde se sumerge el cielo.
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POLVO P A R A T U 8 D E D O S \
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1954, abnil
Yo ech6 un cerrojo sobre mi tarde. Mi rostro se perfild frente a la ventana. Mir6 a1 sol: Disperso en doradas b j a s vino a beber la fatigada miel del aire. Qztedaba una puerta a me& abrir, y trm ella mi adolescencia espiaba su inquietud perdida. Imposible recordar c6mo se &?orao rie. En el patio, racimos ciegos y gerawks mzldos. En la calle, el eco e s p e r a d 26n paso. Dormir sin poder cerrar 10s ojos. Y 10s acacios aman la esperanxa de tornurse axules.
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D61e la llave a1 viejo otofio, HcEbZale del rio mudo en cuyo fond0 yace la sombra de 10s puentes de madera muertos hace muchos afios.
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N o me has contado ningum de tus secretos. Pero t u mano es la llave que abre la puerta del molino en ruinas doqde duerlrte mi uida entre polvo y mcis polvo, y espectros de inviernos, y 10s jinetes enlutados del viento que huyen, tras robar campanas en Zas ?oibres aldecas. Pero mis dias sercin nubes para viajar por la primaverLde tu cielo.
Sakdremos en silencio, si% despertar et tiempo. Te dire' que podremos ser felices.
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Canta. Y en la antigua casa por la.? escaleras llenas de t$erra y musgo los dias tristes huyen como murciSlagos espantados.
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canto crew 3,irt t&tekerse ante el muro d e las horas. En la casa de mi amjgo bebo la copa que me da, y p k n S 0 en ti. TU
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Canta, muchacha cuyo rostro quieren raptar 10s rim, querida hoja, cuya sombra roba el atardecer cuando vuelves del colegio.
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Canta, y en tus anchos ojos se agranda el paisaje. La lluvia y el vim0 nacen de nuevo en mi, por escucharte, Por escucbar'tu vox que es, mia.
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Te has ido. Pero danxd el pex rojo de tus labios prisrimero en la reid de 10s mios. I
Est6bamos entre cercos de madera y sofiolientos cerexos. Tti m e besabas, agua de !ux volcada de la copa del sibncio. Te hccs ido. M i frente rnarchita la cortexa de 10s cerexos. M i casa cierra sus-pcirpados, 16rnpm-a cegada por las manos del invierno. Te has ido.
Mis labios bloran lentamente. M4.s Zabios lloran sobre tkrra mojada. AprendercFn a ser rakes y serh el olvuido. -
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Soledad, 10s trompos de la buena lluvia bailan sobre la palma de t?J mano. La tarde se deshace en aleadas de pcijaros. Las ramas de 10s pinos aprisionan la luna. Subir aZ techo )de xinc y mirar el anochecer que es zcn caballo gris pasta& entre ZOS, cerros. Buen amor de la tierra, amistad del rio, y beso, el de las manzanas que abren sus labios ver,des. T u querida casa, infancia, 10s dedos manchados con la primera tinta, 10s suaves maderos del cielo. Pero en tu espejo ciego yo nuncu puedo verme. Duerm. Tzi nuda sabes. No sabrcis nada. Duerme hasta mi suefio.
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1955
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EL AROMO.
~1 tiempo 10 guan j en su memoria para sofiar con 61, en las nioches de invierno. I
Los labios del tiempo despiertan,< y pronuncian, mojada de lluvia, la primera paiabra que recuerdan.
Y de enciende la llama del aromo stin temor a1 viento, sin enviclia del sol. p;zz:
El a r o m es el primer diu de escuela, es una boca manchada de cerezas, una o h amarilla de donde nace la maiiana, un vas0 de vim en la mesa de 10s pobres. El a r m 0 es un domingo en la plaza de prouincia, es lo que nace de la semilla ~
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de un hueso de niGo muerto, la amistad de las ovejas y el molino
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en 10s viejos, calendurios, y la alegria de 10s braxos que renucen cuando estrechan el cuerpo de quien aman.
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I I
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I
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U N J I N E T E
NOCTURNO EN
E L
PAISAJE
I
I 1 I
I
Siento correr por las venas del campo un jinete nocturno enmascarado. La noche. Tambie'n galopan en caballos robados 10s cuatrews arreando 10s vacunos.. c .Surgen 10s trenes. Las resm dormidas se bvantan all6 en 10s grandes galpones de madera. Una sombra va saltando 10s cercos Esta fue' una maiiana campesina: Relinchos, balidos, vacas de pr6digas ubres, aun deben andar a oriillas del rio las ordeiiadoras, curvadas con el peso de 10s baldles. ~
Es la noche de nuevo. M i abuelo se levanta rehecha su manera antigua,
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y observa, como ayer, a1 trigo. Debe andar mi abueb por 10s campos re&& abiertos hablando con 10s pinos, espantando g,orriones. M i abueb tiene vox profunda, aprendida del tiempo. El cmmpo est6 sob, tembloroso. Y 61 lo rnira. El vino es un joven bonachdn y alegre.
S u c d e que quiare iluminar la noche y baja a las aldeas, envuelho en una manta. ~a maiiana tiene obor a pan amusado. La ropa recikn bavada dice crad.idsâ&#x20AC;? en 10s patios. !
Pero,es de wche. Un fantatma penetra en la, lehra. Una casa se quiere esconder del cklo.
I
Un carnpesino mira hacia arriba: M6s alld de las nubes viene el gran?ixo,
bandolero blanco, asaltante de huertos. â&#x20AC;&#x2DC;
Y es la noche. Trix a penetrar a1 pueblo
un jinete nocturno, enmascarado.
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I
M A G Z A
Junto a la capilb del Bajo b s sonrisas de 108 fantasmas se convierten en Mas. Es hora d e la novena pero no hay quien name a la gente. Unos poblos amaribtos burbujean en el patioEl Sapatero deb barrio ya estd ebrio, y canta, entre risas de chiqui71os. A116 a1 frente se enciende uNa ventana y tras; ella lee una muchacha. Las fdrmulas escapadas del libro de magia se transf orman en lucihnagas que buscan profundas galeyias. El vbnto roba secretos a1 r i o y a1 cementerio para contdrselos a la capilla abandonatda, y es necesarw descubrir pronto esos secretos. - 45
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MOLZNO
DE
M A D E R A
1
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I
Era %npwerto donde desembocaba el trigo. Tmminaba su via@ en el moliazo la espiga, transformcda en bella harina.
I
Habia una bodega enorme, donde b s fuertes sacos plenos de maduros cereales. pugnaban por trepar hasta las vigas. En el verano el sol ihminaba 10s patios, la madera nueva. Los portones se abrian y entraban las carretas. El molinero tenia hasta Zas pestafias blancas y su cantcxr aceitaba las mdquinas. - 46 -
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Ahora, el cieb se pone mis gria C U U n i b lo mira. Desde una ventana hecha pedazos se v6 correr a sus pies at r w vencedor, returnbando, -royendo la madera. La gente b rehuye. Quizcis albergue a1 Diablo.
Y entre la humedad y el mho, abriendo p w t a s o&dadasj rieRdo ante las mciquinas, se pusearc los duendes blanooa nacidos de la antigua harks. I
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O H I Q U I L L A
Del 6rbol de la tarde cerexa o manxana eres. T u deluntccl a cuadros, vibra axul en el patio. I
Bella durmiknte triste, vigilda por rosas, jqu&sola est6 â&#x20AC;&#x2122;la casu cuando cierras 10s ojos!
Tzi eres tan pequefia qwe el viento se hace niiio para jugar contigo, igual que con la avena.
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1 I
T u cabellera cue rumrosa de lluvia i t e lu entreg6 algzin diu de otoiio luminoso?
Los trenes dR la infancia te dejan de regalo un canasto con hum0 de afiejas primaveras.
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Para so5arte miro un vaso de agua fresca y te veo tan cerca que hasta olvuido mirarte. La luux se hace t u mano y abre las velztanas y la noche va en busca de su traje.de dia.
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VACACIONES EN E L VILLORRIO
Centinelas llenos de faojera 10s arbustos de la v e r e h
dejan qua un camino avance por el pueblo. De pronto se piende en una esquina, salzcda a las casas de las orillas, y dando una vuelta, cae en el campo como un rio de polvo. Brufie el sol de Diciembre las hojas, y, carpktero travieso, barnixa las piernas de las moxas. La iglesia frente a la pluxa, y en la plaza loa novios eternos de la aldea. Arriba, en la loma, el cementerio donde s610 las xarxas visitan las tumbas. 50
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Los choroyes entintan de verde el cielo. Muy rara vex pasa un auto asustando a 10s gansos. U n diu fui a decirle que la amaba. Ella no entelzdid nada. Yo me fastidi6, y fui a la estacidn a ver pasar el tren.
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U n diu. h e g o otm &a, calcado de ese diu.
Y siempre el sol, el trigo, 10s bostexos. ~
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B UE N
T I I3 N P 0
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! Buen tiempo. Las campanadas eligen su paao mas leve para cruxar entre CElamos enfermos. Tintivzeo del marti'llo en la herreria. Las ovejas pastan lewtamente, u1z n i k descaZxa vuelve de la escuela royendo u~pedaxo de pan. El vienfo apenas se leimta, corn0 para recordar algo. Nadie visita el huerto. Los girasoles que van a morir quieren ocultarse del cielo. Los pCEjaros llevan a1 cielo la muerte de 10s girasoles. Buen tiempo. Terrniaza el tiativleo del mart.iWo, el viento vuelve a dormir, &n recordar n d a . \
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a Samuel Donoso G.
NEMORZAS DE L A ALDEA
Lugar de burro y polvo, e m la aldea por donde transcurrian las estaciones de mrtecinos pasos. El sol se desmoronaba como unu torre de or0 y la soledad buscaba su irnagen en la lluvia.
Habia cantinas enfermas <desombras reoordando 10s p m s , de 10s bebedores de antafio, hojas sin aventuras, runruneos de abejas, viejas casas envueltas en mortajas de la brwrna.
Hora de persianas cerradas, puertas mudas, y ag!onixando,un rostro sin lux frente a un espejo roto.
.â&#x20AC;&#x2122;
Era la muerte, durmiendo o penetrando en las salas, & j u d o dedos de m b r a en las iglesias Mmedas donde en cada rincdn se aburria wna imagen.
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( A h aguarda la infancia un VQSO de wrano junto a1 rio, bajo las doradas campanadas del sol). Y skmpre est& estas manos, esta misma ven-tnna abierta a1 pais del vino, del recuerdo, ' hacia las sotanas raidas de los cirboles y la vejex del cieb que cue sobre calles d o d e NO hahifan niiios. , \
Un &lo ahma, un horixonte muerto, un aguardar de lentas estaciones, y, lugar de burro y polvo, pais de la neblina, la aldea, refugzndose en I& tarde, eon su obscura lux,-su sol hecho cenixas.
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1 Otofio seereto
. . .. . .
Nieve nocturna
.. ..
El lenguaje del eielo El a150 que viena..
.. ..
a Polvo para tus dedos
.................................
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3
.......................... ...................................
a m o r i a s de, la aldea
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El aromo
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.................... Magia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Molino de madera . . . . . . . . . . . . . . . . ! . . . . . . . . . . . . . Chiquilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un jinete nocturno en el paisaje
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Vacaciones en el villorrio
Buen tiempo
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Memorias de la aldm
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I M P R E N T A DE LA CENTRAL DE TALLERES Avda. Providencia 1701 SANTIAGO DE CHILE