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Semana Santa 2012 1. PRESENTACIÓN Nos cuenta el libro de los Hechos que los primeros discípulos de Jesús se reunían el primer día de la semana para la oración en común y para la fracción del pan. De este modo, se fue instituyendo el Domingo, como el Día del Señor en que se celebraba la Muerte y Resurrección de Jesucristo en el sacramento de la Eucaristía. Ya en los primeros años, se dio el salto de la celebración semanal de la Pascua, a la celebración anual de la pascua cristiana –distinta de la pascua de los judíos- que dio origen al año litúrgico. Por ello, el Santo Triduo Pascual es el punto culminante de la vida litúrgica de la Iglesia y debemos vivirlo en todas las iglesias de la Arquidiócesis con dedicación, fervor y reverencia. El papa Benedicto XVI al lanzar el Año de la Fe, en el motu proprio Porta Fidei nos pedía: “intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía, que es «la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza» (SSC n. 10)”. Este folleto busca ser una guía práctica que nos permita conocer mejor el significado de cada uno de los días de la Semana Santa en estos días santos, de modo que podamos “intensificar la celebración de la fe en la Liturgia” y motivar una participación cada vez más consciente, activa y fructuosa de los fieles en la Semana Santa. Es misión de todos los sacerdotes organizar equipos de fieles laicos comprometidos para ayudarlo a preparar con esmero los detalles de cada celebración, de manera que la Semana Santa sea ocasión de renovación espiritual para el pastor y para la grey que le ha sido confiada. Pido al Señor nos conceda vivir en estos días santos aquello que anhelaba San Pablo como la meta de su vida: «conocerle a El, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a El en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos» (Flp 3, 10-11). Feliz Pascua de Resurrección, P. Juan Carlos Rivva L., DIRECTOR DE LA OFICINA PASTORAL 3
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2. TRIDUO PASCUAL Historia La historia del Triduo Pascual se remonta a los orígenes del cristianismo. Ya desde la época de los apóstoles se tienen noticias del paso de la celebración semanal a la celebración anual de la Pascua, en la que se hace memorial del paso de Jesús de este mundo al Padre. Vemos como desde los tiempos apostólicos se distingue la Pascua Cristiana de la Pascua Judía. En el siglo III, la Tradición apostólica, de Hipólito, menciona el ayuno del viernes y del sábado, que acaba con la celebración de la Eucaristía en la Vigilia Pascual. Otros testimonios, como la Didascalia de los apóstoles, extienden el ayuno a toda la semana, pero concediendo una significación especial a los tres últimos días. En Palestina, adonde llega la peregrina Egeria en la segunda mitad del siglo IV, los cristianos recorren los lugares sagrados, reproduciendo los pasos de la Pasión y Resurrección del Señor Jesús con los evangelios en la mano. Este afán de reproducir la historia está en el origen de muchas fiestas del año litúrgico. De hecho, San Ambrosio en Milán y San Agustín en el norte de África coinciden al mencionar, naturalmente por separado, el «sagrado triduo de Cristo crucificado, sepultado y resucitado». Por Tertuliano y por la Tradición apostólica nos enteramos que en la Vigilia Pascual en Roma se administraba el bautismo a los catecúmenos antes de pasar al banquete eucarístico. La Vigilia duraba toda la noche y comprendía varias lecturas que rememoraban la creación, el sacrificio de Abrahám y el paso del Mar Rojo, pasajes que están presentes en la liturgia de la palabra del rito actual. Junto con las lecturas se hacían oraciones de súplica y acción de gracias, y se invocaba la segunda venida gloriosa del Señor, que algunos pensaban que iba a suceder en el marco de la Vigilia Pascual. Antes de amanecer se daba inicio a la liturgia eucarística en la que culmina el ayuno eucarístico y Jesús Resucitado se hace presente sacramentalmente en medio de la Iglesia. En la configuración de los ritos en occidente, juega un papel importante las celebraciones en Jerusalén. La adoración de la Cruz, la lectura de la Pasión, el lavatorio de los pies ‑que aparece también en Jerusalén a mediados del siglo V‑ e incluso la procesión de los ramos, son imitados por todas las Iglesias. A lo largo de la Edad Media se introducen una serie de ritos de los que es muy difícil determinar su origen exacto: la bendición del cirio pascual, la bendición del fuego, la entronización de la Cruz con la aclamación «Mirad el árbol de la Cruz», la solemne traslación de la reserva eucarística, el despojo de los altares, etc.
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Cuando en 1951 el papa Pío XII inicia la reforma de la semana santa, la primera medida consistió en retornar la Vigilia Pascual a su hora natural nocturna. Y así
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ocurrirá en 1956 también respecto de la misa vespertina de la Cena del Señor y de la acción litúrgica de la Pasión. La reforma litúrgica del Vaticano II es también explícita en este punto.
Sentido Teológico La Iglesia celebra cada año los grandes misterios de la redención de los hombres desde la Misa vespertina del jueves en la Cena del Señor “hasta las Vísperas del domingo de Resurrección”. Este período de tiempo se denomina justamente el “Triduo del crucificado, sepultado y resucitado” ; se llama también “Triduo Pascual” porque en su celebración se hace presente y se realiza el misterio de la Pascua, es decir el tránsito del Señor de este mundo al Padre. En esta celebración del misterio, por medio de los signos litúrgicos y sacramentales la Iglesia se une en íntima comunión con Cristo, su Esposo. Carta Circular sobre la preparación y celebración de los misterios pascuales.
Orientaciones Litúrgicas sobre el Triduo Pascual Es sagrado el ayuno pascual de los dos primeros días del Triduo, en los cuales, según una antigua tradición, la Iglesia ayuna “porque el Esposo ha sido arrebatado”. El Viernes Santo de la Pasión del Señor hay que observar en todas partes la abstinencia, y se recomienda que se observe también durante el Sábado Santo, a fin de que la Iglesia pueda llegar con el espíritu ligero y abierto a la alegría del domingo de Resurrección. Se encarece vivamente la celebración en común del Oficio de Lectura y Laudes de la mañana del Viernes de la Pasión del Señor y también del Sábado Santo. El llamado “oficio de tinieblas”, conviene que mantenga el lugar que le corresponde en la devoción de los fieles, como meditación y contemplación de la Pasión, Muerte y Sepultura del Señor, en espera del anuncio de su Resurrección. Para la celebración adecuada del Triduo Pascual se requiere un número conveniente de ministros y colaboradores, que han de ser instruidos cuidadosamente acerca de lo que ellos han de hacer. Los pastores no dejen de explicar a los fieles del mejor modo posible el significado y la estructura de las celebraciones, preparándoles a una participación activa y fructuosa. Tiene una importancia especial en las celebraciones de la Semana Santa y, especialmente durante el Triduo Pascual, el canto del pueblo, de los ministros y del sacerdote celebrante, porque es concorde a la solemnidad de dichos días y también porque los textos adquieren toda su fuerza precisamente cuando son cantados. 5
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No se omitan con facilidad los textos litúrgicos de los cantos para la participación del pueblo; procúrese que las traducciones de los mismos sean provistas de melodías adecuadas. Es importante preparar con especial esmero los ornamentos, purificadores y vasos sagrados que se han de utilizar en estos días santos, así como cuidar de la limpieza, iluminación y ornamentación de la iglesia. Para poder celebrar el Triduo Pascual con el máximo provecho, conviene que los mismos pastores hagan lo posible para comprender mejor tanto los textos como los ritos, a fin de poder dar una mistagogia que sea auténtica.
3. DOMINGO DE RAMOS
Citas bíblicas -Isaías 50,4-7 -Salmo 21 -Filipenses 2,6-11 -Marcos 14,1-15,47
Sentido teológico. El Domingo de Pasión, más conocido como Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa. En este día la Iglesia celebra la entrada triunfante de Cristo en Jerusalén para realizar su misterio pascual. Los cuatro evangelistas relatan este acontecimiento y subrayan su importancia. Jesús es presentado como el Rey-Mesías, que entra y toma posesión de su ciudad. Pero no entra como un rey guerrero sino como un Mesías manso y humilde, cumpliendo así la profecía de Zacarías (9,9): “He aquí que tu rey viene a ti; él es justo y victorioso, humilde y. montado en un asno”. Los ramos no son un talismán ni un simple objeto bendito. En un bello texto que aparece en el Oficio de Lecturas de este día nos explica San Andrés de Creta cual es el simbolismo de los ramos y las palmas: 6
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“Corramos, pues, con Él que se dirige con presteza a la Pasión, e imitemos a los que salían a su encuentro. No para alfombrarle el camino con ramos de olivo, tapices, mantos y ramas de palmera, sino para poner bajo sus pies nuestras propias personas, con un espíritu humillado al máximo, con una mente y un propósito sinceros, para que podamos así recibir a la Palabra que viene a nosotros y dar cabida a Dios, a quien nadie puede contener…Aclamémoslo también nosotros, como hacían los niños, agitando los ramos espirituales del alma y diciéndole un día y otro: Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel. Por eso, este domingo tiene un doble carácter, de gloria y de sufrimiento, de alegría y de dolor, que es lo propio del Misterio Pascual. La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el gozo de la Resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos enfrenta con el drama de la Pasión y nos invita a tomar conciencia del precio de esa alegría, ingresando con un corazón compasivo a la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.
Orientaciones litúrgicas La entrada del Señor Jesús en Jerusalén, se debe conmemorar con una procesión que debe ser única y debe tener lugar antes de la Misa en la que haya más presencia de fieles. Para ello se puede hacer la reunión de la Asamblea en otra capilla o en un lugar apto fuera de la iglesia hacia la cual se dirigirá la procesión. Los fieles que participan en esta procesión, deben llevar en las manos ramos de palma, de olivos o de otros árboles, y durante la procesión entonar cantos apropiados a Cristo Rey. Los sacerdotes y los ministros, llevando también ramos, deben preceder en el orden de la procesión al pueblo. La bendición de los ramos y palmas tiene lugar antes de la procesión y que se debe instruir a los fieles cristianos a que conserven en sus casas, junto a las cruces o cuadros religiosos que hay en los hogares, los ramos bendecidos como recuerdo de la victoria pascual del Señor Jesús. Asimismo es una noble tradición que para el año siguiente se usen estos ramos y palmas para confeccionar la ceniza que nos será impuesta en la frente el día miércoles con que se da inicio al ejercicio de la Santa Cuaresma. El color litúrgico de los ornamentos es el�������������������������������������������� ������������������������������������������� rojo.�������������������������������������� ������������������������������������� El sacerdote������������������������� ������������������������ puede realizar la procesión con capa pluvial, que se quitará al comenzar la Misa. Los ramos no se inciensan; solamente se asperjan con agua bendita en silencio. Una vez que el pueblo tiene los ramos, el sacerdote al llegar, saluda al pueblo y tras una oración rocía los ramos con agua bendita, sin decir nada. A continuación se proclama el Evangelio 7
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que narra la entrada del señor, según el ciclo que corresponda. Luego de la lectura se puede hacer si se considera oportuno una brevísima homilía para motivar a los fieles a participar en la procesión. El turiferario abre marcha y tras él va la Cruz con ciriales, sacerdote, ministros y toda la asamblea de fieles. El pueblo es bueno que forme un grupo compacto manifestando que es todo un pueblo el que camina festivamente. Durante la procesión mientras se baten las palmas y los ramos, se cantan salmos, antífonas e himnos a Jesucristo, Rey y Mesías. En las otras misas se puede hacer una entrada solemne con bendición de palmas y ramos como prescribe el Misal Romano. También se puede hacer una entrada sencilla, cuando existan dificultades para las formas anteriores, pero no por comodidad o facilísimo. Otro elemento muy importante del Domingo de Ramos es la proclamación de la Pasión. Es aconsejable que se mantenga la tradición de proclamar el Evangelio con tres personas que hagan las veces de Cristo, del cronista y del sanedrín. La Pasión ha de ser proclamada por diáconos o presbíteros, o, en su defecto, por lectores, en cuyo caso la parte correspondiente a Cristo se reserva al sacerdote. Para la proclamación de la Pasión no se llevan ni luces, ni incienso, ni se hace al principio saludo al pueblo como de ordinario para el Evangelio, ni se signa el libro. Tan sólo los diáconos (no los lectores) piden la bendición al sacerdote. Para el bien espiritual de los fieles, conviene que se lea por entero la narración de la Pasión y que no se omitan las lecturas que la preceden. En caso de proclamarse la lectura completa se puede permitir a los fieles sentarse en algunos momentos de la narración, si su edad o circunstancias lo aconsejan. La homilía posterior no se debe omitir, pero ha de ser necesariamente breve.
4. LUNES, MARTES Y MIÉRCOLES SANTO
Citas bíblicas:
Lunes Santo -Isaías 42,1-7; -Salmo 26 -Juan 12,1-11
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Martes Santo Isaías 49,1-6; -Salmo 70 Juan 13,21-33.38
Miércoles Santo Isaías 50,4-9; Salmo 97 Mateo 26,14-25
Brazos rígidos y yertos, por dos clavos traspasados, que aquí estáis por mis pecados, para recibirme abiertos, para esperarme clavados. Cuerpo llagado de amores, yo te adoro y yo te sigo; yo, Señor de los señores, quiero partir tus dolores subiendo a la cruz contigo. Quiero en la vida seguirte y por sus caminos irte alabando y bendiciendo, y bendecirte sufriendo y muriendo bendecirte.
Sentido teológico: El Lunes, Martes y Miércoles Santos prolongan este ambiente prepascual del domingo de Ramos. Las primeras lecturas recogen los cantos del Siervo Sufriente de Isaías, mientras que los evangelios narran episodios que hablan de la inminencia de la Pasión: la unción en Betania el día lunes, el anuncio de la negación de Pedro y de la traición de Judas el día martes y la consumación de la traición el día miércoles. Son días de profunda meditación y preparación. Se debe motivar y ofrecer en estos días a los fieles la celebración del sacramento de la Reconciliación. Se debe recordar que en la Arquidiócesis está prohibida la celebración de la penitencia con absolución general.
5. JUEVES SANTO
MISA CRISMAL Esta misa es la expresión más palpable de nuestra comunión arquidiocesana. En ella se congregan todos los fieles, alrededor del Obispo, como Padre y Pastor, junto con los presbíteros, sus cercanos colaboradores, que renuevan cada año sus compromisos sacerdotales.
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La Misa Crismal es una verdadera epifanía del sacerdocio y expresa la vocación sacerdotal de la Iglesia que participa del único sacerdocio de Cristo, en su doble dimensión de sacerdocio común de los fieles y sacerdocio ministerial. Manifiesta también la unidad de la Iglesia, Cuerpo de Cristo orgánicamente estructurado que crece por la diversidad de carismas y ministerios. Cristo es el verdadero «ungido», y esta unción se derrama desde la Cabeza a todo su Cuerpo Místico, difundiendo por todo el mundo el buen olor de Cristo. Todos los bautizados somos llamados «cristianos» es decir “ungidos” y “consagrados” para participar de la misión profética, sacerdotal y real de Jesucristo. (cf. Lc 4,18; Heb 11,26...). Por otra parte, la consagración del crisma y bendición de los óleos subraya el carácter sacramental de la Iglesia, que a partir de los sacramentos (bautismo, confirmación, orden, unción de enfermos) actualiza el misterio pascual, predica la Palabra, crece con nuevos miembros, y se edifica en medio del mundo. La entrega de los óleos a los presbíteros párrocos por parte del obispo, expresa esta misión sacramental para la extensión de la Iglesia. El que todo esto suceda dentro de la Eucaristía, indica su centralidad en relación con los otros sacramentos. En la cercanía de la Pascua se bendicen estos óleos para indicar que todos los sacramentos proceden de Cristo Resucitado y que la Pascua es novedad absoluta.
MISA IN COENA DOMINI
Él fue llevado como una oveja y muerto como un cordero; nos redimió de la seducción del mundo, como antaño de Egipto, y de la esclavitud del demonio, como antaño del poder del Faraón; selló nuestras almas con su Espíritu y los miembros de nuestro cuerpo con su sangre. Él nos ha hecho pasar de la esclavitud a la libertad, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, de la tiranía al reino eterno, y ha hecho de nosotros un sacerdocio nuevo, un pueblo elegido, eterno. Él es la Pascua de nuestra salvación. Éste es el cordero que permanecía mudo y que fue inmolado; éste es el que nació de María, la blanca oveja; éste es el que fue tomado de entre la grey y arrastrado al matadero, inmolado al atardecer y sepultado por la noche; éste es aquel cuyos huesos no fueron quebrados sobre el madero y que en la tumba no experimentó la corrupción; éste es el que resucitó de entre los muertos y resucitó al hombre desde las profundidades del sepulcro. De la Homilía de Melitón de Sardes, obispo, Sobre la Pascua
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Citas bíblicas -Exodo12, 1-8.11-14; -Salmo 115, 12-13. 15-16bc. 17-18 -1 Corintios 11,23-26; -Juan 13,1-15
Sentido teológico Con la misa que tiene lugar en las horas vespertinas del jueves santo, la Iglesia comienza el Triduo Pascual recordando y actualizando aquella Última Cena en la cual el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los entregó a los apóstoles como alimento de salvación; mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio repitiesen el mismo gesto en conmemoración suya. Toda la atención del espíritu se centra en los misterios que se recuerdan en la Misa: es decir, la institución de la Eucaristía, la institución del orden sacerdotal y el mandamiento del Señor sobre la caridad fraterna. Son éstos los puntos que se han de meditar para que tan grandes misterios puedan penetrar más profundamente en el corazón de todos los fieles. En la Última Cena Jesús quiere perpetuar su presencia entre nosotros de manera sacramental, cumpliendo la promesa de quedarse con nosotros hasta el fin de los tiempos. En esta Cena el Señor ofrece de modo anticipado e incruento, el sacrificio de su Cuerpo inmolado y su Sangre derramada que tendrá lugar al día siguiente en el Calvario. La Eucaristía es el don más preciado que nos ha dejado el Señor Jesús, pues Ella «contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo». Dentro de la celebración, el gesto del lavatorio de los pies, es un hermoso sacramental que expresa el abajamiento de Jesús que inaugura el camino pascual que encontrará su momento de máxima humillación y entrega en la Cruz. Significa el servicio y el amor de Cristo, que “no ha venido para ser servido, sino para servir” (Mt 20, 28) y nos recuerda, entre sus seguidores, también han de ser humildes servidores de sus hermanos.
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Orientaciones Litúrgicas En cada parroquia o iglesia se ha de celebrar una misa por la tarde, en la hora más oportuna para que participe toda la comunidad local. Con permiso del Ordinario se puede celebrar otra misa por la tarde o incluso por la mañana, en caso de verdadera necesidad y cuando lo exija el bien de los fieles. Al comenzar la misa el sagrario ha de estar abierto y vacío. Se han de consagrar suficientes hostias para que comulguen los fieles en esta misa y en la celebración de los Oficios de la Pasión del Señor al día siguiente, así como para llevar la comunión a los enfermos. El “Gloria” se canta con solemnidad y se hacen sonar las campanas, que ya no se vuelven a tocar hasta el “Gloria” de la Vigilia Pascual. En la homilía se debe meditar en torno a la institución de la Eucaristía, la institución del orden sacerdotal y el mandamiento del Señor sobre la caridad fraterna. No debe omitirse el lavatorio de los pies, a doce varones designados y representativos de la comunidad eclesial. Debe ser un gesto expresivo, lavando, secando y besando los pies de aquellos que representan a los apóstoles. Debe hacerse la procesión del pan y del vino, como aporte de la comunidad a la materia de la Eucaristía. También es recomendable llevar en procesión el aporte para los pobres que se ha podido reunir durante la Cuaresma. Se recomienda utilizar la primera plegaria eucarística, el Canon Romano, por la rica expresividad de sus textos, así como el primer prefacio de la Eucaristía. Se debe estar atentos a incluir los párrafos propios del Jueves Santo que indica el misal. Hoy es un día muy adecuado para distribuir la Sagrada Comunión a los enfermos de la parroquia. Terminada la oración después de la comunión, comienza la procesión, precedida por la Cruz en medio de cirios e incienso, en la que se lleva el Santísimo Sacramento por la iglesia hasta el lugar de la reserva. Mientras tanto, se canta el himno “Pange lingua” u otro canto eucarístico. El Sacramento ha de ser reservado en un sagrario o en una urna. No ha de hacerse nunca una exposición con la custodia u ostensorio. El sagrario o la urna no han de tener la forma de un sepulcro. Evítese la misma expresión “sepulcro” pues la capilla de la reserva no se prepara para representar “la sepultura del Señor”, sino para conservar el pan eucarístico destinado a la comunión de los fieles en el Oficio de la Pasión y para llevar el Viático a los enfermos. Es también una invitación a la 12
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adoración del Sacramento admirable, instituido en este día. Invítese a los fieles a una adoración prolongada del Santísimo Sacramento durante la noche. En esta ocasión es oportuno leer una parte del Evangelio de San Juan (cap. 13-17). Pasada la media noche la adoración debe hacerse sin solemnidad, dado que ha comenzado ya el día de la Pasión del Señor. Se pueden organizar turnos de adoración al Santísimo por grupos parroquiales, de modo que se pueda acompañar al Señor en esta noche de su pasión. Terminada la Misa se despoja el altar en el cual se ha celebrado. Conviene que las cruces que haya en la iglesia se cubran con un velo de color rojo o morado. No se encenderán velas o lámparas ante las imágenes de los santos.
Visita a las Siete Iglesias La tradición de visitar las ‘siete Iglesias’ nació en Roma y se ha ido adoptando en el mundo entero. Su iniciador fue el “gran santo” San Felipe Neri. La visita de las “siete Iglesias”, tiene un desarrollo semejante al Vía Crucis, ya que tiene siete estaciones y en las que se lee la Escritura, y se reza y medita sobre la Pasión del Señor. Los católicos aún realizan el recorrido por 7 templos recordando las siete estaciones que hizo Jesús desde el Jueves Santo hasta el Calvario.
Las 7 Estaciones: 1º.- Desde el Cenáculo hasta el Huerto de los Olivos; 2º.- Del huerto a la casa de Anás; 3º.- De la casa de Anás a la casa de Caifás; 4º.- El tránsito al pretorio de Pilato; 5º.- Del pretorio de Pilato a la casa del Rey Herodes; 6º.- De la casa del Rey Herodes es llevado por segunda vez ante Pilato; 7º.- El recorrido hacia el Calvario con la Cruz a cuestas.
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6. VIERNES SANTO Si hoy, pues, el enemigo, en lugar de ver las puertas rociadas con sangre simbólica, ve brillar en los labios de los fieles, puertas de los templos de Cristo, la sangre del verdadero Cordero, huirá todavía más lejos. ¿Deseas descubrir aún por otro medio el valor de esta sangre? Mira de dónde brotó y cuál sea su fuente. Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el costado del Señor. Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio. Uno de los soldados se acercó con la lanza y le traspasó el costado, y al punto salió agua y sangre: agua, como símbolo del bautismo; sangre, como figura de la eucaristía. El soldado le traspasó el costado, abrió una brecha en el muro del templo santo, y yo encuentro el tesoro escondido y me alegro con la riqueza hallada (…) He dicho que esta agua y esta sangre eran símbolos del bautismo y de la eucaristía. Pues bien, con estos dos sacramentos se edifica la Iglesia: con el agua de la regeneración y con la renovación del Espíritu Santo, es decir, con el bautismo y la eucaristía, que han brotado ambos del costado. Del costado de Jesús se formó, pues, la Iglesia, como del costado de Adán fue formada Eva. De las homilías de San Juan Crisóstomo
Citas Bíblicas -Isaías 52,13-53,12; -Salmo 30, 2 y 6. 12-13. 15-16. 17 y 25 -Hebreos 4,14-16; 5,7-9; -Juan 18,1-19,42
Sentido Teológico El Viernes Santo la Iglesia celebra la muerte gloriosa y victoriosa de Jesús. La liturgia de este día es austera y sobria, no exenta de majestad. Se centra en la inmolación del Cordero que quita el pecado del mundo y en la Cruz como señal de reconciliación. El centro de la liturgia del día lo ocupa la meditación en torno a la Pasión y Muerte del Señor, la intercesión por la salvación del mundo, y la adoración de la Cruz que conmemora el nacimiento de la Iglesia del costado abierto del Salvador (Cfr. Jn 19,34). El Viernes Santo es día de ayuno; pero no de un ayuno penitencial, como el de la Cuaresma, sino pascual (cf. SC 110), porque nos hace vivir el tránsito de la Pasión a la Resurrección. Este ayuno no es un elemento secundario del Triduo Pascual. Por eso, la Iglesia recomienda que se guarde también durante todo el Sábado Santo. 14
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Orientaciones Litúrgicas Los ornamentos sagrados que se usan son de color rojo, el color propio de los mártires en señal de victoria. La Iglesia, siguiendo una antiquísima tradición, en este día no celebra la Eucaristía; la sagrada Comunión se distribuye a los fieles solamente durante la celebración de la Pasión del Señor; sin embargo, los enfermos que no pueden participar en dicha celebración pueden recibirla a cualquier hora del día. El Viernes de la Pasión del Señor es un día de penitencia obligatorio para toda la Iglesia por medio de la abstinencia y el ayuno . Está prohibido celebrar en este día cualquier sacramento, a excepción de la Penitencia y de la Unción de los enfermos. Las exequias han de celebrarse sin canto, sin órgano y sin tocar las campanas. Se recomienda que en este día, se celebre en las iglesias el Oficio de lectura y las Laudes, con participación de los fieles (cf. n. 40). La celebración de la Pasión del Señor ha de tener lugar después del mediodía, cerca de las tres (h. 15). Por razones pastorales puede elegirse otra hora más conveniente, pero nunca después de las nueve de la noche. El orden de la acción litúrgica de la Pasión del Señor (liturgia de la Palabra, adoración de la Cruz, y sagrada Comunión), que proviene de la antigua tradición de la Iglesia, ha de ser conservado con toda fidelidad, sin que nadie pueda arrogarse el derecho de introducir cambios. El sacerdote y los ministros se dirigen en silencio al altar sin canto alguno. Si hay que decir algunas palabras de introducción, debe hacerse antes de la entrada de los ministros. El sacerdote y los ministros, hecha la debida reverencia al altar, se postran rostro en tierra; esta postración, que es un rito propio de este día, se ha de conservar diligentemente por cuanto significa tanto la humillación «del hombre terreno» , cuanto la tristeza y el dolor de la Iglesia. Los fieles durante el ingreso de los ministros están de pie, y después se arrodillan y oran en silencio. Las lecturas han de ser leídas por entero. El salmo responsorial y el canto que precede el Evangelio, cántense como de costumbre. La historia de la Pasión del Señor según San Juan se canta o se proclama del mismo 15
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modo que se ha hecho en el domingo de Ramos. Después de la lectura de la Pasión hágase la homilía y al final de la misma los fieles pueden ser invitados a que permanezcan en oración silenciosa durante un breve espacio de tiempo. La oración universal ha de hacerse según el texto y la forma establecida por la tradición, con toda la amplitud de las intenciones, que expresan el valor universal de la Pasión de Cristo, clavado en la Cruz para la salvación de todo el mundo. En la ostensión de la Cruz úsese una cruz suficiente grande y bella. De las dos formas que se proponen en el Misal para mostrar la Cruz, elíjase la que se juzgue más apropiada. Este rito ha de hacerse con un esplendor digno de la gloria del misterio de nuestra salvación; tanto la invitación al mostrar la Cruz como la respuesta del pueblo hágase con canto, y no se omita el silencio de reverencia que sigue a cada una de las postraciones, mientras el sacerdote celebrante, permaneciendo de pie, muestra elevada la Cruz. Cada uno de los presentes del clero y del pueblo se acercará a la Cruz para adorarla; dado que la adoración personal de la Cruz es un elemento muy importante de esta celebración, y únicamente en el caso de una extraordinaria presencia de fieles, se utilizará el modo de la adoración hecha por todos a la vez . Úsese una única cruz para la adoración tal como lo requiere la verdad del signo. Durante la adoración de la Cruz cántense las antífonas, los “improperios” y el himno, que evocan con lirismo la historia de la salvación , o bien otros cantos adecuados. El sacerdote canta la invitación al «Padre nuestro», que es cantado por toda la asamblea. No se da el signo de paz. La comunión se desarrolla tal como está descrito en el Misal. Durante la comunión se puede cantar el salmo 21, u otro canto apropiado. Terminada la distribución de la comunión, el píxide o copón se lleva a un lugar preparado de la iglesia. Terminada la celebración se despoja el altar, dejando la Cruz con cuatro candelabros. Dispóngase en la iglesia un lugar adecuado para colocar allí la Cruz, a fin de que los fieles puedan adorarla, besarla y permanecer en oración y meditación.
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Los ejercicios de piedad, como son el «Via Crucis», las procesiones de la Pasión y el recuerdo de los dolores de la Santísima Virgen María en modo
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alguno pueden ser descuidados, dada su importancia pastoral. Los textos y los cantos utilizados, en los mismos han de responder al espíritu de la liturgia del día. Los horarios de estos ejercicios piadosos han de regularse con el horario de la celebración litúrgica de tal manera que aparezca claro que la acción litúrgica por su misma naturaleza está por encima de los ejercicios piadosos.
Sermón de las Siete Palabras Esta devoción consiste en reflexionar en las últimas siete frases que pronunció Jesús en la cruz, antes de su muerte. El iniciador del sermón fue el Sacerdote Jesuita Francisco del Castillo, nacido en Lima el 9 de febrero de 1615. Era reconocido como el Apóstol de los indios y negros y por su cerrada defensa de sus derechos como seres humanos. En 1659 Francisco del Castillo tomó a su cargo la Ermita Capilla de Nuestra Señora de los Desamparados ubicada a espaldas del Palacio Virreinal, y, el Viernes Santo de 1660, al evocar el dolor de Cristo y compararlo con el sufrimiento de los esclavos e indígenas de la época colonial peruana, se extendió durante tres horas en una predica o sermón frente a la efigie del Señor de la Agonía. Así nació el Sermón de las Tres Horas, que es peruano y se extendió con rapidez al resto del país, luego en las Américas y Europa, y así, en todo el mundo católico. Primera Palabra «Padre, Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lucas 23,34). Segunda Palabra «De cierto te digo hoy: estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23,43) Tercera Palabra « Mujer he ahí a tu hijo, hijo he ahí a tu madre» (Jn 19, 26) Cuarta Palabra «Dios mío, Dios mío por que me has desamparado› (Mt 27,46) Quinta Palabra «Tengo sed» (Jn 19,28) Sexta Palabra «Todo está consumado» (Juan 19,30) 17
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Séptima Palabra «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lucas 23,46) Via Crucis I Estación: Jesús es condenado a muerte (Mateo 27, 22-23.26) II Estación: Jesús con la cruz a cuestas (Mateo 27, 27-31) III Estación: Jesús cae por primera vez (Isaías 53, 4-6) IV Estación: Jesús se encuentra con su Madre (Lucas 2, 34-35.51) V Estación: El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz (Mateo 27, 32; 16, 24) VI Estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús (Isaías 53, 2-3) VII Estación: Jesús cae por segunda vez (Lamentaciones 3, 1-2.9.16) VIII Estación: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén (San Lucas 23, 28-31) IX Estación: Jesús cae por tercera vez (Lamentaciones 3, 27-32) X Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras (San Mateo 27, 33 -36) XI Estación: Jesús clavado en la cruz (San Mateo 7, 37-42) XII Estación: Jesús muere en la cruz (San Juan 19, 19-20) XIII Estación: Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre (San Mateo 27, 5455) XIV Estación: Jesús es puesto en el sepulcro (San Mateo 27, 59-61)
7. SÁBADO SANTO ¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra está temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo. Va a buscar a nuestro primer padre como si éste fuera la oveja perdida. Quiere visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Él, que es al mismo tiempo Dios e Hijo de Dios, va a librar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y a Eva. De una Homilía antigua sobre el grande y Santo Sábado
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El sábado es el segundo día del sagrado triduo. Durante este día la iglesia, permanece junto al sepulcro del Señor meditando su Pasión y Muerte, su descenso al lugar de los muertos y aguarda con esperanza su Resurrección gloriosa. Se abstiene absolutamente del sacrificio de la Misa, quedando desnudo el altar hasta que, después de la solemne Vigilia se inauguren los gozos de la Pascua, con cuya exuberancia iniciarán los cincuenta días pascuales. En María, conforme a la enseñanza de la tradición, está como concentrado todo el cuerpo de la Iglesia: ella es la “credentium collectio universa”. Por esto la Virgen María, que permanece junto al sepulcro de su Hijo, tal como la representa la tradición eclesial, es imagen de la Iglesia Virgen que vela junto a la tumba de su Esposo, en espera de celebrar su Resurrección. En este día debemos aguardar unidos a María, con silencio, recogimiento y esperanza la resurrección del Señor. Durante estas horas de oración es muy recomendable el rezo comunitario de las Laudes y el Oficio de Lectura, así como el rezo del Santo Rosario.
8. LA SOLEMNE VIGILIA PASCUAL Citas Bíblicas ANTIGUO TESTAMENTO 1. Génesis 1,1-2,2; Salmo 103 o Salmo 32 2. Génesis 22,1-18; Salmo 15 3. Éxodo 14,15-15,1, Cántico del Exodo 15,1-18 4. Isaías 54, 5-14; Salmo 29 5. Isaías 55 1-11; Cántico de Isaías 12,2-6 6. Baruc 3,9-15.32-4,4; Salmo 18,8-11 7. Ezequiel 36,16-28; Salmo 41 o Salmo 50 NUEVO TESTAMENTO 8. Romanos 6,3-11; Salmo Aleluyático (Salmo 117) 9. Marcos 16, 1-7
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Sentido Teológico La Vigilia Pascual inaugura el domingo de Pascua de la Resurrección del Señor. En este día de fiesta se celebran dos misas, la misa de la Vigilia Pascual que tiene lugar en el curso de la vela nocturna y la misa del día propiamente. El domingo de Pascua, tercer día del Triduo Pascual, inaugura un tiempo de fiesta y alegría que dura cincuenta días (símbolo de plenitud y eternidad). Los primeros ocho días de este período, que constituyen la octava de Pascua, forman, con el domingo de resurrección, un solo e idéntico «día de fiesta», un gran domingo que se celebra como solemnidad del Señor. La Vigilia Pascual es llamada por San Agustín “la madre de todas las Vigilias” pues se trata de la celebración litúrgica más importante de la Iglesia, el vértice de todas las conmemoraciones tanto del Triduo Pascual como de todo el año. Todos los momentos de la vigilia están cargados de simbolismo y de belleza. La acción se desarrolla en cuatro partes bien definidas: Liturgia de la Luz o Lucernario; Liturgia de la Palabra; Liturgia Bautismal y Liturgia Eucarística. a) Primero el lucernario o rito del fuego y de la luz, cuyo origen hay que buscar en la antiquísima práctica judía y cristiana de encender la lámpara pronunciando una bendición al Señor. La preparación del Cirio Pascual, que se enciende con el fuego nuevo y es llevado en procesión hacia el interior del templo, evoca la columna de fuego que guiaba por la noche del desierto al pueblo de Israel y simboliza la luz de Cristo Resucitado que vence las tinieblas del pecado. Concluye esta primera parte con el canto solemne del Pregón Pascual, que es un anuncio exultante de la alegría de todo el cosmos y de la Iglesia por esta noche de la Vida y de la Reconciliación definitivas. b) En la Palabra de Dios la Iglesia contempla las maravillas que Dios ha obrado a favor de su pueblo desde los orígenes hasta llegar a la Resurrección de Cristo. Las lecturas del Antiguo Testamento tienen una cohesión lógica muy bien cuidada y se presentan como figuras claves para comprender toda la historia de la salvación a la luz de la Resurrección de Cristo. Quizás sea difícil leer todas las lecturas en todas las parroquias, pero no hay que reducir demasiado la duración de la Vigilia ni tener temor de velar durante algunas horas con el Señor Jesús en su paso de la muerte a la Vida. c) La Palabra de Dios anunciada y acogida en la fe, es celebrada a través de los signos sacramentales, especialmente el sacramento del Bautismo que nos incorpora a la muerte y resurrección de Cristo. Junto con los nuevos bautizados, la comunidad cristiana renueva las promesas bautismales, renunciando a la vida antigua del pecado y profesando la fe en Cristo Resucitado. Conviene que en las parroquias se celebre de ser posible algún bautismo, sobretodo de adultos. 20
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d) La eucaristía de la noche santa de la Pascua tiene un encanto especial como anuncio eficaz de la muerte del Señor y proclamación gozosa de su resurrección en la espera de su segunda venida gloriosa (cf. 1 Cor 11,26; 16,22; Ap 22,17.20). Esta vigilia es figura de la Pascua auténtica de Cristo, de la noche de la verdadera liberación, en la cual, “rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo”, como anuncia el pregón pascual. Los fieles, tal como lo recomienda el Evangelio (Lc 12, 35-48), deben asemejarse a los criados que con las lámparas encendidas en las manos esperan el retorno de su Señor, para que, cuando llegue, los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa.
Orientaciones Litúrgicas La Vigilia Pascual es una vigilia nocturna. Por tanto, no debe escogerse ni una hora tan temprana que la Vigilia empiece antes del inicio de la noche, ni tan tardía que concluya después del alba del domingo. Hay que evitar que esta celebración se asemeje, en cuanto a la hora, a una Eucaristía vespertina más de día sábado. Por otra parte, se debe evitar presentar la Vigilia Pascual como una celebración del Sábado Santo: aunque cronológicamente se realice el sábado, forma parte de la Liturgia del Día de la Santa Pascua, es decir del domingo. Es bueno considerar los elementos constitutivos de cada una de las partes de la celebración de esta Vigilia que, siendo distintas, son complementarias y van in crescendo en su temática y realización. A nadie le está permitido alterar el orden establecido de los ritos. Lucernario: La primera parte consiste en una serie de acciones y gestos simbólicos que conviene realizar con tal dignidad y expresividad que su significado propio sugerido por las moniciones y las oraciones, pueda ser realmente percibido por los fieles. En el lugar adecuado y fuera de la iglesia, se preparará una buena hoguera (no una pequeña fogata) destinada a la bendición del fuego nuevo, cuyo resplandor debe ser tal que disipe las tinieblas e ilumine la noche. Prepárese el Cirio Pascual que, para la veracidad del signo, ha de ser de cera auténtica y nuevo (no deben volver a usarse los cirios de años anteriores, pues la Pascua es novedad). El cirio ha de ser relativamente grande, de manera que pueda evocar realmente que Cristo es la luz del mundo. La bendición del cirio se hará con los signos y las palabras propuestas por el Misal, colocando los cinco clavos de cera según lo prescrito. La procesión en la que el pueblo entra a la iglesia se ilumina únicamente por la llama del cirio pascual que va delante de la procesión. Al encender el cirio e iniciar 21
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la procesión el celebrante entona la primera aclamación: “Luz de Cristo” a la que la asamblea responde “Demos gracias a Dios”. Se inicia la procesión que puede ser en silencio o entonando un canto apropiado y el cirio va delante de la procesión. Al llegar al presbiterio, o si se considera oportuno en la puerta de la Iglesia, se entona el segundo “Luz de Cristo” y la llama del cirio pascual pasará poco a poco a las velas que los fieles tienen en sus manos. La luz de las velas se debe originar en la luz del cirio y por ello no se deben prender las velas con fósforos o encendedores. Entretanto, la iglesia debe permanecer con la luz eléctrica totalmente apagada. Cuando todas las velas han sido encendidas se entona el tercer “Luz de Cristo” se encienden las luces del templo y se procede a la entonación del pregón pascual que puede ser entonado por el propio celebrante, por un diácono o si es necesario proclamado por un cantor. Los fieles deben permanecer con las velas encendidas durante el pregón pascual.
La Liturgia de la Palabra constituye la segunda parte de la Vigilia. Los textos elegidos de la Sagrada Escritura describen momentos culminantes de la historia de la salvación, cuya plácida meditación se facilita a los fieles con el canto del salmo responsorial, el silencio y la oración del sacerdote celebrante que concluye cada bloque. La estructura restaurada de la Vigilia presenta siete lecturas del Antiguo Testamento entresacadas de los libros de la Ley y de los Profetas y dos del Nuevo Testamento, es decir la lectura del Apóstol y del Evangelio. De esta manera, la Iglesia “comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas” (Lc 24,27) interpreta el misterio pascual de Cristo. Por lo tanto, en la medida en que sea posible, léanse todas las lecturas indicadas para conservar intacta la índole propia de la Vigilia Pascual que exige una cierta duración. Sin embargo, si las circunstancias pastorales aconsejan que se reduzcan aún el número de las lecturas, léanse al menos tres lecturas del Antiguo Testamento, de manera que estén representadas la Ley y los Profetas; nunca se puede omitir la lectura del capítulo 14 del Éxodo, con su cántico correspondiente. El significado tipológico de los textos del Antiguo Testamento tiene sus raíces en el Nuevo y aparece sobre todo en las oraciones que el sacerdote celebrante pronuncia después de cada lectura; podrá también ser útil para llamar la atención hacia este significado una breve monición hecha antes de cada lectura. Después de cada lectura se canta el salmo con la respuesta del pueblo. Evítese con todo cuidado que los salmos responsoriales sean sustituidos por otro salmo o por cantos populares. 22
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Terminada la lectura del Antiguo Testamento, se canta el himno “Gloria a Dios”, se hacen sonar las campanas según las costumbres de cada lugar. El Gloria simboliza el paso de la antigua a la nueva alianza; en algunos lugares existe una hermosa costumbre de vestir durante el Gloria con flores el altar, el cirio pascual y la pila bautismal. Luego del Gloria el sacerdote pronuncia la oración colecta y de este modo se pasa a las lecturas del Nuevo Testamento. Se lee la exhortación del Apóstol sobre el Bautismo entendido como inserción en el misterio pascual de Cristo. Después, todos se levantan y el sacerdote entona por tres veces el “Aleluya”, elevando gradualmente la voz, y repitiéndolo la asamblea. Luego el salmista o cantor entona el “Aleluya”, que el pueblo prosigue intercalando la aclamación entre los versículos del salmo 117, tan a menudo citado por los apóstoles en la predicación pascual. Sigue el anuncio de la Resurrección del Señor con la lectura del Evangelio, culmen de toda la liturgia de la Palabra. Terminada la proclamación del Evangelio no se omita a la homilía, aunque sea breve.
La liturgia bautismal es la tercera parte de la Vigilia. Es aconsejable culminar la iniciación cristiana de adultos celebrando los sacramentos pascuales. Si no es posible, se puede también celebrar el bautismo de algún niño. Aun en el caso en que no haya bautizos en las iglesias parroquiales se hace la bendición del agua bautismal. Si esta bendición no se hace en la fuente bautismal sino en el presbiterio, el agua bautismal debe ser trasladada después al baptisterio. Donde no haya bautizos ni se deba bendecir el agua bautismal, hágase la bendición del agua para la aspersión de la asamblea, a fin de recordar el bautismo. Para bendecir el agua el sacerdote invocando al Espíritu Santo puede introducir si lo cree oportuno tres veces el cirio pascual en el agua. A continuación tiene lugar la renovación de promesas bautismales introducidas por la monición que hace el sacerdote celebrante. Los fieles, de pie y con las velas encendidas en sus manos responden a las interrogaciones. Se puede entonar un canto apropiado mientras se encienden las velas. Después tiene lugar la aspersión: de esta manera los gestos y las palabras que los acompañan recuerdan a los fieles el bautismo que, un día, recibieron. El sacerdote celebrante hace la aspersión pasando por toda la nave de la iglesia, mientras la 23
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asamblea canta la antífona “Vidi aquam” u otro canto de índole bautismal. Es aconsejable que los Domingos de Pascua se reemplace el rito penitencial por la aspersión del agua, según lo prescribe el misal. El rito bautismal concluye con la Oración de los Fieles, en las que los neófitos y toda la comunidad ejercen su sacerdocio bautismal.
La Liturgia de la Eucaristía es la cuarta parte de la Vigilia, y su punto culminante, porque es el sacramento pascual por excelencia, memorial del sacrificio de la cruz, presencia de Cristo Resucitado, consumación de la iniciación cristiana y pregustación de la Pascua Eterna. Hay que poner mucho cuidado para que la liturgia eucarística no se haga con prisa; es muy conveniente que todos los ritos y las palabras que los acompañan alcancen toda su fuerza expresiva: la procesión de las ofrendas, en las que convienen que participen los neófitos, si los hay; la plegaria eucarística a ser posible cantada, con sus embolismos propios; la comunión eucarística que es el momento de la plena participación en el misterio que se celebra.
Algunas indicaciones de carácter pastoral •
Cuídese de tal modo la liturgia de la Vigilia Pascual que se pueda hacer llegar al pueblo cristiano las riquezas que contienen las plegarias y los ritos; es necesario que se respete la verdad de los signos, se favorezca la participación de los fieles, y que no falten ministros, lectores y cantores para el buen desarrollo de la celebración.
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Se recomienda encarecidamente a los pastores que en la formación de los fieles insistan en la conveniencia de participar en toda la Vigilia Pascual, combatiendo la idea errónea y arraigada de culminar la Semana Santa en la crucifixión.
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Hay que favorecer el hecho que los grupos particulares tomen parte en la celebración común de la Vigilia Pascual en la parroquia, de suerte que todos los fieles, formando una única asamblea, puedan experimentar más profundamente el sentido de pertenencia a la comunidad eclesial. Evítese celebrar dos Vigilias Pascuales en una misma comunidad.
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9. DOMINGO DE RESURRECCIÓN: Citas bíblicas -Hechos 10, 34a. 37-43 -Salmo 117 -Colosenses 3, 1-4 -Juan 20, 1-9
Sentido Teológico El amanecer del día Domingo de Pascua anuncia el gran día en que actuó el Señor. El sepulcro vacío anuncia la Resurrección de Cristo. Los apóstoles proclaman con firmeza el misterio de la Resurrección. ¡Aleluya! ¡Cristo ha resucitado! es el anuncio pascual que resuena hoy con toda su fuerza en el corazón de los creyentes. Cristo vive y ha vencido a la muerte; es el Señor de vivos y muertos. Cristo Resucitado es el centro de la vida cristiana y el fundamento de nuestra fe. Si hemos resucitado con Cristo, debemos buscar las cosas de arriba y comenzar una vida nueva. Los cincuenta días que van desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como un gran Domingo.
Orientaciones Litúrgicas La Pascua es la solemnidad de las solemnidades y por ello debe ser celebrada con el máximo esmero y cuidado. Son muchos los fieles que no pudiendo asistir a la Vigilia Pascual desean celebrar con gozo la Resurrección de nuestro Salvador Jesucristo. En lugar del acto penitencial, es muy conveniente hacer la aspersión con el agua bendecida durante la celebración de la Vigilia. Con la misma agua bendecida conviene llenar los recipientes (pilas) que se hallan a la entrada de la iglesia. El canto del Aleluya deberá ser resaltado tanto en la Misa como en las demás celebraciones litúrgicas. 25
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El Cirio Pascual, que tiene su lugar junto al ambón o junto al altar, enciéndase al menos en todas las celebraciones litúrgicas de una cierta solemnidad de este tiempo, tanto en la Misa como en Laudes y Vísperas hasta el domingo de Pentecostés. Después, ha de trasladarse al baptisterio y mantenerlo con todo honor para encender en él el cirio de los nuevos bautizados. En las exequias, el cirio pascual se ha de colocar junto al féretro, para indicar que la muerte del cristiano es su propia Pascua. Los cincuenta días que van desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como un gran Domingo.
10. INDULGENCIA PLENARIA DURANTE EL TRIDUO PASCUAL Durante el santo Triduo Pascual podemos ganar para nosotros o para los difuntos el don de la Indulgencia Plenaria, si realizamos algunas de las siguientes obras establecidas por la Santa Sede. Obras que gozan del don de la Indulgencia Plenaria durante el santo Triduo Pascual Jueves Santo -
Si durante la solemne reserva del Santísimo Sacramento, que sigue a la Misa de la Cena del Señor, recitamos o cantamos el himno eucarístico del “Tantum Ergo” (“Adorad Postrados”).
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Si visitamos por espacio de media hora el Santísimo Sacramento reservado en el Monumento para adorarlo. Viernes Santo
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Si el Viernes Santo asistimos piadosamente a la Adoración de la Cruz en la solemne celebración de la Pasión del Señor. Sábado Santo
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Si rezamos juntos el rezo del Santo Rosario. Vigilia Pascual
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Si asistimos a la celebración de la Vigilia Pascual (Sábado Santo por la noche) y en ella renovamos las promesas de nuestro santo Bautismo.
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CONDICIONES Para ganar la Indulgencia Plenaria además de haber realizado la obra enriquecida se requiere el cumplimiento de las siguientes condiciones: a. Exclusión de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso venial. b. Confesión sacramental, Comunión Eucarística y Oración por las intenciones del Sumo Pontífice. Estas tres condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de la ejecución de la obra enriquecida con la Indulgencia Plenaria; pero conviene que la comunión y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice se realicen el mismo día en que se cumple la obra. c. Es oportuno señalar que con una sola confesión sacramental pueden ganarse varias indulgencias. En cambio, con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del Santo Padre sólo se gana una Indulgencia Plenaria. d. La condición de orar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple si se reza a su intención un solo Padrenuestro y Avemaría; pero se concede a cada fiel cristiano la facultad de rezar cualquier otra fórmula, según su piedad y devoción.
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Programa de la Basilca Catedral de Lima DOMINGO DE RAMOS (1 de Abril) Parroquia del Sagrario 10:00 a.m. BENDICIÓN DE RAMOS Basílica Catedral 11:00 am. Santa Misa. Tarde: SANTO ROSARIO Atrio de la Basílica Catedral. 04:00 p.m. Participación de las Parroquias, Hermandades y fieles. JUEVES SANTO (5 de Abril) Mañana: Basílica Catedral de Lima 10:00 a.m. MISA CRISMAL Tarde: Basílica Catedral de Lima. 06:00 p.m. Celebración de la Cena del Señor. VIERNES SANTO (6 de Abril-Día de ayuno y abstinencia) Monasterio de las Nazarenas 05:45 a.m. Procesión del Señor de los Milagros de Nazarenas hacia la Basílica Catedral. Basílica Catedral 12:00 m. Sermón de las Tres Horas. 03:30 p.m. Celebración de la Pasión del Señor. 05:00 p.m. Regreso del Señor de los Milagros a las Nazarenas Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad. 04:30 p.m. Ceremonia del Descendimiento, procesión del Jesús del Santo Entierro y Nuestra Señora de la Soledad Plaza Mayor de Lima 05:30 p.m. Rezo y meditación de los Dolores de la Virgen 28
SÁBADO SANTO (7 de Abril) Parroquia del Sagrario de Lima 10:00 a.m. Rezo del Camino de la Madre Dolorosa (Vía Matris) Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad Veneración de Nuestra Señora de la Soledad. 9 a.m. – 6 p.m. (“Stabat Mater”) DOMINGO DE RESURRECCIÓN (8 de Abril) SÁBADO 07 DE ABRIL POR LA NOCHE Basílica Catedral de Lima. 8 p.m. SOLEMNE VIGILIA PASCUAL DOMINGO 08 DE ABRIL Procesión de Nuestra Señora de la Alegría 07:00 a.m. Iglesia del Carmen 10:00 a.m. Atrio de la Catedral: encuentro con el Señor Resucitado. Basílica Catedral de Lima 11:00 a.m. SANTA MISA DE RESURRECCIÓN.