Viviendo nuestra fe nº1

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ARZOBISPADO DE LIMA | OCTUBRE 2012

SUBSIDIO PASTORAL DEL ARZOBISPADO DE LIMA | AÑO DE LA FE

VIVIENDO NUESTRA FE

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¿Por qué un Año de la fe? “He decidido convocar un Año de la fe. Comenzará el 11 de octubre de 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013”1. Con estas palabras el Santo Padre Benedicto XVI emprende con toda la Iglesia una apasionante aventura, un gran desafío: “Redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo”2. Cada persona está invitada a recorrer libremente el camino de la fe, poniendo todo el empeño de su inteligencia y de su voluntad para acoger ese don divino. Se trata de vivir la fe en Dios Uno y Trino, que la Iglesia ha conservado, custodiado y transmitido a lo largo de dos mil años. Profesamos el “Credo”, herencia que nos han dejado los mismos Apóstoles; celebramos los sacramentos tal como lo hacían los primeros cristianos; como ellos, vivimos según la ley de Cristo y buscamos construir una sociedad enraizada en los valores del Evangelio; oramos como Cristo nos enseñó y esperamos la realización de sus promesas. Nuestra fe católica, al mismo tiempo que es un acto personal (“creo”) se profesa siempre en comunión con la Iglesia (“creemos”) de todos los tiempos y lugares. Cuando San Pablo empezó a viajar anunciando el Evangelio de Jesucristo se alegró de que, en un momento, “la puerta de la fe” se hubiese abierto también para los griegos3. Hoy en día esa “puerta” sigue abierta para todos a través del Bautismo. El primer sacramento es el inicio de un camino de fe que nos conduce hacia la santidad con el impulso del Espíritu Santo. Inspirado en estas metáforas de la “puerta” y del “camino”, el Santo Padre ha convocado este Año de la fe a través de una Carta Apostólica titulada precisamente Porta fidei (La puerta de la fe).

Redescubriendo el tesoro de la Fe ¿De qué se trata este evento? ¿Por qué lo ha convocado el Santo Padre? El Papa Benedicto XVI ha propuesto el Año de la fe como «una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo»4. Debemos «redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree»5. En todas las familias y grupos, parroquias y movimientos de nuestra Arquidiócesis, estamos invitados a interiorizar lo que creemos y a amar al Señor con todo nuestro corazón para poder anunciarlo con alegría, convencimiento y vitalidad. El Año de la fe nos debe animar a anunciar el Evangelio con más valentía, a «dar razón de nuestra esperanza»6, asumiendo más radicalmente nuestro compromiso cristiano. Un mundo lleno de incredulidad La iniciativa tomada por el Santo Padre al lanzar el Año de la fe se da en un contexto histórico. En nuestra época los valores del Evangelio son con frecuencia negados por amplios sectores de la sociedad «a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas»7. La incredulidad, que consiste en menospreciar la verdad revelada o en no querer aceptarla8, parece ser una nota característica de muchos ambientes de nuestro mundo. Enumeremos tan sólo algunas de las corrientes de nuestro tiempo que expresan una falta de fe: En algunas personas la incredulidad llega al punto de ser un explícito ateísmo, es decir, «la negación de la existencia de Dios»9. Junto a éste está el agnosticismo, por el cual se rechaza «toda verdad absoluta»10. El agnosticismo ha pasado a ser una fuerte corriente, sobre todo a nivel práctico; lleva a vivir como si Dios no existiera, poniéndolo, en un sentido, entre paréntesis. Como resultado del agnosticismo, las verdades absolutas se comienzan a rechazar. Cuando alguien


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afirma una verdad revelada por Dios o las consecuencias de esa verdad —que pueden resultar incómodas o difíciles de vivir— se le tacha de “fundamentalismo” o “dogmatismo”. Por lo tanto, relativizar todas las verdades según la propia conveniencia y gusto parece ser la salida más común en los tiempos actuales. Se va constituyendo una “dictadura del relativismo” que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos11.

SUBSIDIO PASTORAL DEL ARZOBISP

ración del Concilio Vaticano II15. Para la Iglesia el Concilio ha sido un momento de renovación en su identidad y misión. Medio siglo después debemos volver a leer, estudiar, interiorizar y aplicar los textos del Concilio, que como decía el Beato Juan Pablo II, «no pierden su valor ni su esplendor». El Vaticano II es «la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza»16.

En muchos lugares se ve mucha ignorancia acerca de la Uno de los frutos del Concilio Vaticano II fue, precisamenfe. Esto da pie a que el cristiano desprete, la redacción de un nuevo Catecisvenido abra sus puertas a una mezcla mo de la Iglesia Católica, publicado en de creencias pseudo religiosas, a una 1992. En el Catecismo «se pone de Debemos especie de espiritualidad “mística” basamanifiesto la riqueza de la enseñanza da en esoterismo y falsas esperanzas. que la Iglesia ha recibido, custodiado “redescubrir los y ofrecido en sus dos mil años de hiscontenidos de la fe El secularismo, como intento de sacar toria. Desde la Sagrada Escritura a los profesada, a Dios de la vida pública, y el materiaPadres de la Iglesia, de los Maestros lismo también afectan el pensamiento de teología a los Santos de todos los sicelebrada, vivida y la vida de muchas personas. Poco a glos, el Catecismo ofrece una memoria y rezada, y poco se impone una visión superficial permanente de los diferentes modos en reflexionar sobre el de la vida y la búsqueda de respuestas que la Iglesia ha meditado sobre la fe y meramente humanas y horizontales, ha progresado en la doctrina, para dar mismo acto con el disminuyendo la capacidad de confiar certeza a los creyentes en su vida de que se cree”. en Dios y su Providencia. Por otro lado, fe»17. En este Año de la fe el Catecismo podrá ser un «verdadero instrumento se percibe con fuerza la tendencia a de apoyo a la fe, especialmente para buscar la propia seguridad y felicidad en quienes se preocupan por la formación de los cristianos, los bienes terrenos, el confort y el placer. tan importante en nuestro contexto cultural»18. Pero también debemos considerar, como una de las conComo hijos de la Iglesia estamos llamados a acoger la insecuencias de la incredulidad del hombre contemporáneo, vitación del Santo Padre a vivir intensamente este Año de «la reacción crítica contra las religiones, y, ciertamente en la fe. El estudio, la celebración, la meditación y la vivencia algunas zonas del mundo, sobre todo contra la religión de nuestra fe nos debe llevar a crecer en santidad, para cristiana»12. Descubrimos en algunos sectores de nuestra sociedad una actitud hostil e intolerante en contra de los así dar frutos en nuestro servicio y nuestro apostolado. cristianos que desean profesar libremente y públicamente su fe, pretendiendo reducir la fe en Cristo a un asunto meramente privado e individual y confinar la profesión de la REFERENCIAS misma fe al culto y a la sacristía. Quizás los mismos creyentes somos en parte responsables de esta situación, «en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión»13. La respuesta de la Iglesia Ante ese panorama de incredulidad el Papa Benedicto XVI nos exhorta a «intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo»14. Ese esfuerzo se realiza en el marco de dos grandes acontecimientos: la celebración de los 50 años del Concilio Vaticano II y de los 20 años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. El Año de la fe comienza en la misma fecha de la inaugu-

1. S.S. Benedicto XVI, Porta Fidei, 4 2. S.S. Benedicto XVI, Porta Fidei, 2 3. Cf. Hech 14, 27. 4. S.S. Benedicto XVI, Porta fidei, 6. 5. S.S. Benedicto XVI, Porta fidei, 9. 6. 1Pe 3, 15. 7. S.S. Benedicto XVI, Porta fidei, 2. 8. Catecismo de la Iglesia Católica, 2089. 9. Catecismo de la Iglesia Católica, 2125. 10. Gaudium et spes, 19. 11. Ver Card. Joseph Ratzinger, Homilía en la Misa Pro eligendo Pontifice, 18 de abril del 2005. 12. Gaudium et spes, 19. 13. Gaudium et spes, 19. 14. S.S. Benedicto XVI, Porta fidei, 8. 15. El Concilio fue inaugurado el día 11 de octubre de 1962 por el Beato Juan XXIII. 16. S.S. Juan Pablo II, Novo millenio ineunte, 57. 17. S.S. Benedicto XVI, Porta fidei, 11. 18. S.S. Benedicto XVI, Porta fidei, 12.


PADO DE LIMA EN EL AÑO DE LA FE

CITAS PARA LA ORACIÓN

¿POR QUÉ UN AÑO DE LA FE?

PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO

La puerta de la fe se abre para todos: Hech 14,27

1. ¿Cuál es la intención del Papa al proclamar el Año de la fe?

La fe actúa por el amor: Gál 5,6; Stgo 2, 14-18

2. ¿Cuáles son los desafíos que debemos enfrentar ante el mundo que sufre la falta de fe?

La fe se convierte en criterio para nuestra acción: Rom 12,2; Col 3, 9-10; Ef 4, 20-29; 2Cor 5,17 María, modelo de fe: Lc 1,45

3. ¿Qué fue el Concilio Vaticano II? ¿Qué importancia tiene para la Iglesia hoy? 4. ¿Cómo puedo estudiar el Catecismo de modo que me ayude a crecer en mi comprensión de la fe que profesamos?

Trabajo de interiorización 1. Nos dice el Papa Benedicto XVI que, «durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, “que inicia y completa nuestra fe”» (Heb 12,2). Pregúntate: ¿Tengo la mirada puesta en Jesús? ¿Permito que Él sea el que habite en mi interior por la fe? ¿Conozco a Jesucristo? ¿Conozco a su Iglesia y la fe que ella profesa?

2. Algunos días antes de ser elegido Papa, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger decía en una homilía: «¡Cuántos vientos de doctrina hemos conocido durante estos últimos decenios! ¡cuántas corrientes ideológicas! ¡cuántas modas de pensamiento!... La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha sido zarandeada a menudo por estas olas, llevada de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc. Cada día nacen nuevas sectas y se realiza lo que dice san Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a inducir a error (ver Ef 4,14). A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse “llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina”, parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos. Nosotros, en cambio, tenemos otra medida: el Hijo de Dios, el hombre verdadero. Él es la medida del verdadero humanismo. No es “adulta” una fe que sigue las olas de la moda y la última novedad; adulta y madura es una fe profundamente arraigada en la amistad con Cristo. Esta amistad nos abre a todo lo que es bueno y nos da el criterio para discernir entre lo verdadero y lo falso, entre el engaño y la verdad. Debemos madurar esta fe adulta; debemos guiar la grey de Cristo a esta fe. Esta fe —sólo la fe— crea unidad y se realiza en la caridad»1.


VIVIENDO NUESTRA FE

¿POR QUÉ UN AÑO DE LA FE?

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Pregúntate: ¿Te dejas llevar por los “vientos de doctrina” y por las “modas de pensamiento” del mundo? ¿Te conformas con vivir en la “dictadura del relativismo”? ¿Qué tan bien formada es tu fe? ¿Crees que posees ya una fe “adulta”, o de lo contrario, qué te falta para tenerla?

4. Como sugerencia, puedes proponerte aprender o volver a profundizar en los puntos centrales de la fe católica: el Credo, los siete Sacramentos, los Diez Mandamientos y la oración del Padre Nuestro. Para ello, cuentas con el Catecismo de la Iglesia Católica. ¿Lo tienes? Si no lo tienes, ¿qué te falta para adquirir uno?

3. Nos enseña el Catecismo que: «La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que “nada es imposible para Dios” (Lc 1,37; cf. Gén 18,14) y dando su asentimiento: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). Isabel la saludó: “¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1,45). Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada (cf. Lc 1,48). Durante toda su vida, y hasta su última prueba (ver Lc 2,35), cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el “cumplimiento” de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe»2. En este Año de la fe, ¿qué medios puedo poner para tener una fe semejante a la de Santa María?

Con motivo del Año de la Fe, en la arquidiócesis se ha elaborado la novena edición del Catecismo Menor, corregida y aumentada. El texto es un instrumento muy sencillo y útil para conocer y profundizar los contenidos de nuestra fe. El Catecismo Menor se puede encontrar en el Arzobispado de Lima a S/. 1.00 (un nuevo sol).

REFERENCIAS 1. Cardenal Joseph Ratzinger, Homilía en la Misa Pro eligendo Pontifice, 18 de abril del 2005. 2. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 148-149. * Agradecemos al Movimiento de Vida Cristiana que ha colaborado en la elaboración de este subsidio. Puede ser reproducido para usos pastorales.

ARZOBISPADO DE LIMA

Oficina de Pastoral Jirón Chancay 282. Cercado de Lima Teléfono: (511) 203-7718 Fax: (511) 333-0015

Envíanos información de tu comunidad parroquial a: secpast.arzobispadolima@gmail.com www.arzobispadodelima.org/annusfidei Síguenos en


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