ARZOBISPADO DE LIMA | AGOSTO 2013
SUBSIDIO PASTORAL DEL ARZOBISPADO DE LIMA | AÑO DE LA FE
VIVIENDO NUESTRA FE
# 11
¿Cómo vivir la fe en la familia? «El primer ámbito que la fe ilumina en la ciudad de los hombres es la familia»1. En este Año de la Fe nos toca reflexionar sobre la responsabilidad que tienen los padres en el cultivo de la fe de la propia familia, puesto que el hogar es un lugar privilegiado para el crecimiento en una fe sólida e integral: en la mente, en el corazón y en la acción. El Papa Benedicto XVI decía, en el Encuentro Mundial de las Familias en Valencia, que «transmitir la fe a los hijos, con la ayuda de otras personas e instituciones como la parroquia, la escuela o las asociaciones católicas, es una responsabilidad que los padres no pueden olvidar, descuidar o delegar totalmente»2. Es decir, los padres tienen el deber insustituible de formar en la fe a sus hijos. Los hijos conforme crecen asumen su propia vida de fe; y pueden, a su vez, ayudar y motivar a sus padres y hermanos a ser perseverantes en la fe y a vivir coherentemente sus compromisos bautismales. Veamos, pues, de qué forma la familia puede ir creciendo en la fe. Orar y celebrar la fe en familia En primer lugar, la fe en la familia crece en la oración, que es como el aire que el cristiano respira. La familia cristiana nace en el sacramento del matrimonio. Llena de la gracia de la fe, la familia descubre en la oración que está llamada a la santidad, viviendo la caridad al interior del hogar y proyectándose en un servicio evangelizador y solidario hacia fuera. Es conocido aquél dicho: “Familia que reza unida, permanece unida”. Crecer en la vida de oración es tarea de todos: los padres, que van madurando interiormente; los hijos, que van entrando poco a poco en el diálogo con Dios. La participación del niño en la oración comienza ya desde el vientre materno, puesto que la madre es capaz de trans-
mitir a su hijo los más tiernos sentimientos de piedad. Es muy recomendable que los niños se familiaricen con la vida de oración desde muy pequeños (sobre todo a partir de los 3 años), pues si bien muchos adultos no se percatan, en esa etapa los niños son especialmente sensibles para las cosas de Dios. Han de aprender algunas oraciones vocales, como la Señal de la Cruz, el Padre Nuestro, el Ave María, el Ángel de mi Guarda, etc.; y además, han de aprender a comunicarse con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo de manera libre y espontánea, en una oración de acción de gracias, petición, alabanza e intercesión. Del mismo modo, deben ser educados a pedir la intercesión maternal de María, cultivando una tierna piedad filial a nuestra Madre, así como la veneración a algunos santos. ¿Qué pueden hacer los papás? Pueden, por ejemplo, levantar a sus hijos con una jaculatoria, orar por un breve momento antes de salir a la escuela o al trabajo, elevar plegarias espontáneas a lo largo del día, agradecer a Dios por las cosas buenas y sencillas que ocurren (el nacimiento de un hermano o primo, la superación de una enfermedad, la aprobación en un examen, el empleo logrado, etc.). Un momento privilegiado para orar en familia es cuando están juntos en la mesa y se agradece a Dios por el alimento recibido. También por la noche, antes de acostarse, es un excelente momento para bendecir a los hijos, pedir perdón por las posibles faltas, suplicar a Dios su ayuda para los más necesitados y renovar los buenos propósitos. Así, la familia va descubriendo que toda la jornada adquiere su sentido último y es iluminada por la presencia de Dios. Participar en familia en la Liturgia de la Iglesia
También en la celebración de todos los Sacramentos la familia experimenta un especial crecimiento de la fe. De modo especial, en la participación de la familia en la Misa dominical: la familia descubre la belleza del Día del Señor, la importancia de la escucha de la Pa-
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