Viviendo Nuestra Fe Nº12

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ARZOBISPADO DE LIMA | SEPTIEMBRE 2013

SUBSIDIO PASTORAL DEL ARZOBISPADO DE LIMA | AÑO DE LA FE

VIVIENDO NUESTRA FE

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Vivir la fe en la vida cotidiana Como cristianos, uno de los grandes desafíos que enfrentamos hoy en día es superar la ruptura entre fe y vida. El Concilio Vaticano II fue muy acertado al diagnosticar que «el divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época»1. Cincuenta años después no podemos decir que la situación haya mejorado sino que la ruptura en la experiencia de muchos católicos parece más bien haberse agudizado. El Papa Benedicto ofrece una reflexión muy lúcida de esta situación: «La fe se transforma en aceptación pasiva de que ciertas cosas “allí fuera” son verdaderas, pero sin relevancia práctica para la vida cotidiana. El resultado es una separación creciente entre la fe y la vida: el vivir “como si Dios no existiese”»2. Aún cuando reconocemos que la fe en Jesucristo es verdadera, muchas veces puede terminar siendo reducida a ciertas prácticas para determinados momentos de la jornada —o de la semana—, desvinculándose de la vida concreta y cotidiana. Frente a este panorama, conviene preguntarnos: ¿Cómo afecta el ambiente relativista y materialista de la sociedad la vivencia de la fe católica? Y por otro lado, ¿cómo podemos encarnar mejor en la vida cotidiana la fe que profesamos para dar testimonio de coherencia entre lo que creemos y lo que vivimos? El Año de la fe es una privilegiada ocasión para revisarnos, hacer un examen de conciencia y poner todo lo que esté de nuestra parte para acoger la invitación de Benedicto XVI a que este año sea «un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe»3 que se manifiesta en «el testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó»4.

No ser cristiano “a medio tiempo” Comencemos por renovarnos en la consciencia de que la Buena Nueva que nos ha traído el Señor Jesús involucra toda nuestra vida. ¿Qué significa esto? En primer lugar, significa reconocer que haber recibido el don de la fe en el Bautismo nos hace discípulos de Jesucristo, miembros de su Cuerpo que es la Iglesia. Ese “ser de Cristo”, esa pertenencia a la Iglesia, es algo que transforma nuestra persona desde su dimensión más profunda. Por lo tanto, define nuestro ser y está llamada a manifestarse en todo lo que hacemos a lo largo del día. Si cabe la comparación, ser discípulo de Jesús, piedra viva de la Iglesia5, no es equiparable a ser miembro de un club, o a cualquier otro tipo de afiliación social. Cuando uno se inscribe, por ejemplo, en un club social, usualmente se compromete a cumplir ciertos deberes, pagar una cuota, y adquiere derechos que le permiten el ingreso al club, el uso de sus instalaciones y otros beneficios. Dicha pertenencia, sin embargo, no supone mucho más. No define a la persona, no dice nada acerca de su identidad, y por tanto no compromete la conducta de la persona fuera de los ambientes del club. Ser cristiano, discípulo del Señor Jesús, es algo muy distinto. Es algo que sí define nuestra identidad como personas, que no podemos vivir solo cuando vamos a la iglesia sino en todo momento, pues creemos que Cristo nos ha reconciliado y nos llama a vivir una vida nueva en Él. Él mismo ha venido a mostrarnos el camino que debemos recorrer para ser hombres plenos, se ha hecho nuestro Camino y camina con nosotros, dándonos su luz y su fuerza. La fe, don para una vida nueva en Cristo Decíamos hace un momento que un primer paso es la toma de conciencia del desafío

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que tenemos por delante debido a la ruptura entre fe y vida cotidiana. Más aún, cuando dicha ruptura se convierte en una tendencia cultural a la que no somos inmunes.

VIVIR LA FE EN LA VIDA COTIDIANA

munica una memoria encarnada, ligada a los tiempos y lugares de la vida, asociada a todos los sentidos»8. Nuestra participación en la vida sacramental de la Iglesia es, pues, un asunto prioritario. En lo que se refiere a nuestra vivencia cotidiana de la fe, debemos resaltar particularmente la participación todos los domingos en la Santa Misa.

En segundo lugar, debemos renovarnos en la comprensión de que la naturaleza misma de la Fe nos impulsa a una vivencia integral del Evangelio. El El Domingo es el Día del Señor y debe ser el “eje” Papa Francisco enseñaba, en este sentido, que «no de la semana cristiana. El Domingo es el día de la se es cristiano a “tiempo parcial”, sólo en algunos Resurrección, santifica el tiempo y nos introduce en momentos, en algunas circunstancias, en algunas el tiempo de la salvación. Desde esta perspectiva, opciones. No se puede ser cristianos de este modo, la celebración de la Eucaristía dominical debe ser la se es cristiano en todo momento. ¡Totalmente! La fuente de donde brota la fuerza y la verdad de Cristo, que el Espíritu Sanluz orientadora para ser fieles duranto nos enseña y nos dona, atañe para Debemos te toda la semana y al mismo tiempo siempre y totalmente nuestra vida cocrearnos el hábito la cumbre hacia la cual tiende toda tidiana»6. de tener algunos nuestra actividad. ¿No es ésta una Ello implica, en tercer lugar, que comexpresión de que realmenmomentos fijos en magnífica prendamos que «la fe necesita un te Jesús es el centro de nuestra vida? nuestra jornada ámbito en el que se pueda testimoniar y comunicar, un ámbito adecuaPara una participación fructífera y dedicados al do y proporcionado a lo que se coen la Santa Misa, debemos encuentro con el plena munica. Para transmitir un contenido acudir con cierta periodicidad al SaSeñor. meramente doctrinal, una idea, quicramento de la Reconciliación. zás sería suficiente un libro, o la reproducción de un mensaje oral. Pero Junto con los sacramentos, es necesalo que se comunica en la Iglesia, lo que se transria también la oración cotidiana. La relación personal mite en su Tradición viva, es la luz nueva que nace con el Señor Jesús, que nos alimenta y sostiene, redel encuentro con el Dios Vivo, una luz que toca quiere que le abramos la puerta de nuestra mente y la persona en su centro, en el corazón, implicando corazón de modo que pueda transformar nuestra vida su mente, su voluntad y su afectividad, abriéndola de cada día. Por ello, debemos crearnos el hábito de a relaciones vivas en la comunión con Dios y con tener algunos momentos fijos en nuestra jornada delos otros. Para transmitir esta riqueza hay un medicados al encuentro con el Señor. dio particular, que pone en juego a toda la persona, cuerpo, espíritu, interioridad y relaciones. Este meLa lectura meditada de la Palabra de Dios, ilumina dio son los sacramentos, celebrados en la liturgia las circunstancias concretas de nuestra vida desde de la Iglesia»7. la Luz del Evangelio, procurando hacer nuestra la mente de Cristo9; también es muy importante visitar con frecuencia el Santísimo Sacramento, en las diLa fe, pues, no es sólo una idea ni sólo un conjunto versas capillas de Adoración que tenemos en Lima, de sentimientos ni tampoco solamente un conjunto así como cultivar nuestro amor filial a María a través de prácticas. Es todo eso y mucho más, en cuanto del rezo del Santo Rosario y el Ángelus. Todo ello que es el don de una vida nueva en Cristo. Por tanto, nos impulsa a la coherencia, a despojarnos de todo en cuanto que es un don que invita a ser acogido, delo que en nuestra vida nos aleja de Jesús y a buscar bemos conocer y profundizar en los contenidos de la revestirnos de todo lo que Él es. fe (fe en la mente); debemos interiorizarlos en nuestro corazón, celebrarlos en la Liturgia de la Iglesia y Finalmente, conscientes de que hoy muchas vemeditarlos con cuidado como hacía nuestra Madre ces el trabajo, los estudios, las grandes distanMaría (fe en el corazón); y debemos también, como cias que tenemos que recorrer para movilizarnos, María, poner por obra la Palabra del Señor (fe en nos imponen un ritmo acelerado de vida, necela acción). Todo ello es necesario para poder vivir la sitamos también ejercitarnos en la práctica de la coherencia entre lo que creemos y lo que vivimos o, presencia de Dios, procurando hacer memoria más bien, para que nuestra vida toda sea un testimoviva del Señor en medio de nuestras actividades. nio vivo de nuestra fe en el Señor Jesús. Para ello resulta oportuno ser constantes en consagrar al Señor todo lo que hacemos, habituarnos ¿Qué podemos hacer? a agradecerle por los dones que nos concede, empezando por el don de la vida, así como eduEl Papa Francisco nos habla de un “ámbito” adecarnos a sobrellevar las dificultades que enconcuado y proporcionado para conocer, alimentar, cetremos con paciencia y esperanza, adhiriéndonos lebrar y vivir nuestra fe. Ese ámbito por excelencia a la Cruz del Reconciliador. son los Sacramentos. «En ellos –nos dice– se co-


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VIVIR LA FE EN LA VIDA COTIDIANA

REFERENCIAS 1. Gaudium et spes, 43 2. Benedicto XVI, Encuentro con los obispos de Estados Unidos, 16/04/2008. 3. Benedicto XVI, Porta fidei, 4. 4. Allí mismo, 6.

CITAS PARA LA ORACIÓN • El Señor Jesús invita a poner por obra la Palabra: Mt 7,21.24-27 • Dichosos los que escuchan la palabra y la ponen por obra: Lc 8,19-21 • María es modelo de una fe que se hace vida cotidiana: Lc 11,27-28 • María nos alienta a hacer lo que Jesús nos dice: Jn 2,5 • La fe sin obras está muerta: Stgo 2,14-22 • Pedir al Señor que aumente nuestra fe: Mc 9,24; Lc 17,5

COMPROMISO PRÁCTICO 1. Al salir de mi casa voy a ofrecerle a Dios todo lo que voy a hacer durante el día, buscando en todo cumplir su Plan.

5. Ver 1Pe 2,5. 6. Francisco, Audiencia general, 15/05/2013 7. Francisco, Lumen fidei, 40. 8. Lug.cit. 9. 1Cor 2,16.

PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO 1. ¿Cómo afecta mi vida cristiana la ruptura entre fe y vida? ¿Soy consciente de las expresiones que tiene dicha ruptura en diversos aspectos de la cultura en medio de la cual vivimos? 2. Aun si quererlo, ¿es posible que esté viviendo como un “cristiano a tiempo parcial”? ¿Qué puedo hacer para superar esta situación? 3. ¿Qué significa para mi vida cristiana, aquí y ahora, la invitación de Santa María a “hacer lo que Jesús nos dice” (ver Jn 2,5)? 4. ¿Qué puedo hacer para que mi relación con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, sea más intensa y realmente transforme mi mente, mi corazón y se haga vida en mi acción?

2. Antes de dormir, revisaré mi día y haré un Examen de Conciencia para evaluar si he vivido mi fe de manera coherente.

Trabajo de meditación 1. Medita el siguiente pasaje de la Carta del Apóstol Santiago: «¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. Y al contrario, alguno podrá decir: «¿Tú tienes fe?; pues yo tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe. ¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. También los demonios lo creen y tiemblan. ¿Quieres saber tú, insensato, que la fe sin obras es estéril? Abraham nuestro padre ¿no

alcanzó la justificación por las obras cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿Ves cómo la fe cooperaba con sus obras y, por las obras, la fe alcanzó su perfección?» (Stgo 2,14-22).


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2. El Papa Francisco nos dice: «En este Año de la fe preguntémonos si hemos dado concretamente algún paso para conocer más a Cristo y las verdades de la fe, leyendo y meditando la Sagrada Escritura, estudiando el Catecismo, acercándonos con constancia a los Sacramentos. Preguntémonos al mismo tiempo qué pasos estamos dando para que la fe oriente toda nuestra existencia. No se es cristiano a “tiempo parcial”, sólo en algunos momentos, en algunas circunstancias, en algunas opciones. No se puede ser cristianos de este modo, se es cristiano en todo momento. ¡Totalmente! La verdad de Cristo, que el Espíritu Santo nos enseña y nos dona, atañe para siempre y totalmente nuestra vida cotidiana» (Francisco, Audiencia general, 15/05/2013). a. ¿Qué te dicen estas palabras del Papa?

3. Una espiritualidad de la vida cotidiana no implica otra cosa que buscar responder con coherencia y fidelidad a nuestra opción fundamental por el Señor Jesús. Es hacer de toda nuestra vida un verdadero gesto litúrgico (Puebla, 213), transformando toda nuestra existencia en un culto agradable a Dios (Rom 12, 1-2). Se trata, pues, de trascender la falsa dicotomía entre fe y vida, entre vida espiritual y actividad cotidiana, para integrarlas en experiencia y celebración de la fe en todas las circunstancias concretas de la propia existencia. Las actividades y trabajos de cada día, así como los momentos de esparcimiento y descanso, no deben ser ocasión de ruptura en nuestra opción cristiana, sino que deben ser integradas en una dinámica oracional, para convertirse, de esta manera, en instancias de crecimiento y maduración en la vida cristiana, según el Plan de Dios para cada uno. A la luz de este texto: a. ¿En qué consiste una espiritualidad de la vida cotidiana?

b. ¿Qué puedes hacer para que tu fe oriente tu vida diaria?

b. ¿Qué puedo hacer para cerrar la brecha entre la fe y mi vida cotidiana?

* Agradecemos al Movimiento de Vida Cristiana que ha colaborado en la elaboración de este subsidio. Puede ser reproducido para usos pastorales.

ARZOBISPADO DE LIMA

Oficina de Pastoral Jirón Chancay 282. Cercado de Lima Teléfono: (511) 203-7718 Fax: (511) 333-0015

Envíanos información de tu comunidad parroquial a: secpast.arzobispadolima@gmail.com www.arzobispadodelima.org/annusfidei Síguenos en


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