Viviendo Nuestra Fe Nº13

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ARZOBISPADO DE LIMA | OCTUBRE 2013

Vivir la fe en el mundo actual

SUBSIDIO PASTORAL DEL ARZOBISPADO DE LIMA | AÑO DE LA FE

VIVIENDO NUESTRA FE

# 13

¿Se puede vivir la fe en el mundo actual? Hoy, para muchos cristianos, vivir la fe en medio del mundo es todo un reto. No faltan ocasiones que nos ponen a prueba y exigen de nuestra parte coherencia y valentía para testimoniar ante el mundo la fe en Jesucristo. Vergüenza, temor, incomodidad, y muchas otras experiencias humanas a veces nos impiden vivir de acuerdo a la fe que profesamos. En medio de un mundo que tiene muchas manifestaciones de una “cultura de muerte” los cristianos tenemos el desafío de vivir con coherencia nuestras promesas bautismales para así iluminar, con el resplandor de la fe en Cristo, a un mundo que parece perderse en las tinieblas de la incredulidad. El cristiano es una persona de fe. No se puede ser cristiano sin haberse encontrado con Cristo, pues cristiano es quien es “de Cristo”, quien ha sido signado con su sello indeleble en el sacramento del Bautismo. Nuestra fe nace de un encuentro personal con el Dios vivo manifestado en Jesucristo Nuestro Señor. Dios nos llama y nos revela su amor para que vivamos con seguridad y sepamos sobre quién hemos construido nuestra propia vida1. Cuando queremos cimentar nuestra vida sobre el amor de Dios entendemos que la fe no puede ser algo accesorio. Lo accesorio, en el fondo, es un añadido que puede estar o no presente, sin alterar lo importante. Con la fe no es así. La existencia del cristiano debe estar fundada en Dios, en Aquel que nos ha creado y nos ha concedido el don de la fe y al que respondemos con la adhesión sincera y coherente de la propia vida. Cuando entramos a un cuarto que está a oscuras, al principio es poco lo que podemos ver. Incluso cuando nuestros ojos se acostumbran a la oscuridad, no logramos ver con claridad lo que hay. Todo cambia cuando abrimos las cortinas y ventanas, o encendemos la luz. Entonces todo queda iluminado, y podemos ver

con claridad. De manera análoga, la luz de la fe ilumina nuestra existencia. La fe ilumina a todo el hombre: su inteligencia, su voluntad, sus afectos, sus emociones, su historia, sus anhelos, su futuro definitivo. Así como no hay nada en el hombre que la luz de la fe no ilumine, sería absurdo pensar que puede haber sólo “una parte de mí” que es cristiana y “otra parte” que vive mundanamente. El encuentro con Dios es total y, por tanto, es toda la persona que se encuentra con Dios y a quien Dios transforma. Por eso creemos en Dios con la mente, nos adherimos a Él con el corazón y buscamos vivir según sus enseñanzas en la acción. De igual modo, la fe «ilumina también las relaciones humanas, porque nace del amor y sigue la dinámica del amor de Dios. El Dios digno de fe construye para los hombres una ciudad fiable»2. No hay realidad humana que sea ajena a la fe, pues el amor de Dios ilumina todo lo existente. Es por ello que, no sólo el hombre, sino también toda la realidad encontrará en Dios su sentido último: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida»3. El mundo actual El tiempo actual podríamos describirlo como un tiempo lleno de contrastes y contradicciones. En algunos lugares del mundo se ha dado pasos hacia una mayor fraternidad, solidaridad y reconciliación. Hoy son muchos los que velan por el respeto de los derechos humanos, por la libertad religiosa, por la solidaridad con el más necesitado, por la paz mundial, por el cuidado de la creación. En distintas partes del planeta van floreciendo innumerables “signos de esperanza” que permiten soñar un mundo mejor. Pero también sabemos que, como ha afirmado el Papa Francisco, con frecuencia los hombres se dejan guiar por ideologías y lógicas que vienen dictadas «por el egoísmo, el propio in-

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VIVIR LA FE EN EL MUNDO ACTUAL

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terés, el lucro, el poder, el placer, y no son dictadas por el amor, por la búsqueda del bien del otro»4. También vemos que hay muchos cristianos inmersos en un “agnosticismo funcional”, pues aunque dicen creer en Dios, viven como si Dios no existiera. Esta triste realidad crea una profunda ruptura entre la vida cotidiana del cristiano y la fe. Así muchos son “cristianos” en la vida privada, pero en lo público son hombres y mujeres “del mundo”, viviendo según los criterios del mundo y no según Dios. Cuántas veces, lamentablemente, estas personas en nada se distinguen de quienes viven de espaldas a Dios. La Iglesia no es indiferente al mundo de hoy La Iglesia no se cansa de repetir que los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo5. Ello exige que los bautizados no reduzcan su fe a la vida privada. No se puede ser una persona ante Dios y otra ante los hombres, y la Iglesia —que somos todos los bautizados— requiere ese compromiso que alcance todos los rincones de la vida.

rincón de la tierra y la vida de todas las personas. Cuántos hombres y mujeres viven en tinieblas en nuestras ciudades; personas que conocemos, que están cerca de nosotros y que esperan ansiosos la salvación de Dios. Y cuántos otros por prejuicios, por sus propios pecados, o por el mal testimonio de algunos cristianos, ya no quieren recibir el Evangelio de Reconciliación. El Papa Francisco nos habla con su vida y con sus palabras del valor de los pequeños gestos. Una sonrisa, una palabra de aliento, un trato amable y humilde, una actitud cercana y esperanzadora puede llenar de luz y de paz la vida de una persona sumida en la oscuridad y el desaliento. Es por ello que el cristiano debe vivir su fe en el mundo actual de manera integral: pensando como cristiano, sintiendo como cristiano y actuando como cristiano. Eso nos llevará, en algunas ocasiones, a ser signos de contradicción, a ir contra corriente. Debemos recordar las palabras que el mismo Señor Jesús dirigió a sus discípulos: «Les he dicho estas cosas para que tengan paz en Mí. En el mundo tendrán tribulación. Pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo»8.

Debemos procurar que la luz de Cristo ilumine cada rincón de la tierra y la vida de todas las personas.

El cristiano está llamado a vivir en medio del mundo sin ser del mundo y por ello debe procurar que la fe impregne toda su existencia para que pueda iluminar con la luz de Cristo a cuantos viven en tinieblas: «Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos»6. Estando en medio del mundo, la vida del cristiano se ve iluminada por la luz del Evangelio y busca ser una antorcha viva que irradie esa luz: «Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo»7. Las palabras del Seños nos invitan a vivir nuestra fe sin miedos, y sin caer en la tentación de diluir aquellos aspectos que son particularmente signos de contradicción en nuestro tiempo. Ser signos de contradicción en el mundo actual Vivir en medio del mundo, sin ser del mundo, es un llamado exigente. Sabemos que como Iglesia nada de lo humano nos es ajeno y, por tanto, debemos procurar que la luz de Cristo ilumine cada

A pesar de los retos, no debemos temer pues sabemos que en Cristo Resucitado tenemos asegurada la victoria final. Sigamos las palabras que el Papa Francisco ha dirigido a los jóvenes exhortándolos a ser valientes: «No tengan miedo de ir a contracorriente, cuando nos quieren robar la esperanza, cuando nos proponen estos valores que están pervertidos, valores como el alimento en mal estado, y cuando el alimento está en mal estado, nos hace mal. Estos valores nos hacen mal. ¡Debemos ir a contracorriente! Y ustedes jóvenes, son los primeros: Vayan a contracorriente y tengan este orgullo de ir precisamente a contracorriente»9. Al concluir este Año de la Fe el Señor nos invita a no tener miedo. Nos llama también a continuar formándonos y capacitándonos para ser sus testigos y perseverar hasta el fin. Nos pide una vida espiritual sólida, nos alienta a recurrir con frecuencia a los sacramentos, nos señala el horizonte de la amistad en Cristo para caminar junto a otros hermanos y hermanas en la fe por el camino de la santidad. Conocer y estudiar la fe, saber las razones que fundan nuestra esperanza, comunicarla y explicarla con la conciencia del hermoso don que tenemos, son también actitudes que hoy el mundo necesita y anhela con urgencia, aun cuando muchas veces no lo reconozca. Como decía el Papa: «¡Adelante, sean valientes y vayan a contracorriente! ¡Y estén orgullosos de hacerlo!»10.


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REFERENCIAS 1. Ver Francisco, Lumen Fidei, 1. 2. Francisco, Lumen Fidei, 50. 3. Jn 8,12. 4. Papa Francisco, Homilía en la Santa Misa por la Jornada de la Evangelium Vitae, 16/6/2013.

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5. Ver Gaudium et spes, 1. 6. Mt 5, 14-16. 7. Jn 12 46-47. 8. Jn 16, 33. 9. Francisco, Ángelus, 23/6/2013. 10. Francisco, Ángelus, 23/6/2013.

CITAS PARA LA ORACIÓN

PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO

• Estamos en el mundo: Jn 13,1; 17,11.

1. ¿Qué características tiene el mundo de hoy que se oponen a la fe?

• Sin embargo no somos del mundo: Jn 15,19; 17,14.16. • El mundo como enemigo del Plan de Dios: Gén 6, 5.12; Mt 13, 22; Rom 1, 1832. • No se trata de “salir del mundo”: Jn 17,15; 1Cor 5,9-10. • No acomodarnos al mundo presente: Rom 12,2; Ef 4,22-24.

2. ¿Cuáles son para ti los mayores obstáculos para vivir tu fe en la vida cotidiana? 3. ¿En qué ocasiones me da temor mostrarme cristiano ante los demás? 4. ¿Qué puedes hacer para vivir y anunciar mejor tu fe?

• Enviados a dar testimonio de la verdad: Jn 18,37; 1Jn 5,20. • El Señor ha vencido al mundo, y nos anima a no desfallecer: Jn 16,33; 1Jn 4,4; 5,4-5.

Trabajo de meditación 1. Lee y medita: «Les he dicho estas cosas para que tengan paz en Mí. En el mundo tendrán tribulación. Pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo» (Jn 16,33) a. ¿Qué te dicen estas palabras del Señor Jesús?

b. ¿Qué tipo de “tribulaciones” enfrentan los cristianos en nuestro tiempo?


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2. Lee con atención las siguientes palabras del Papa Francisco:

c. ¿Cómo puedes hacer para que la fe ayude a edificar nuestra sociedad?

«Precisamente por su conexión con el amor (cf. Gál 5,6), la luz de la fe se pone al servicio concreto de la justicia, del derecho y de la paz. La fe nace del encuentro con el amor originario de Dios, en el que se manifiesta el sentido y la bondad de nuestra vida, que es iluminada en la medida en que entra en el dinamismo desplegado por este amor, en cuanto que se hace camino y ejercicio hacia la plenitud del amor (…) Sí, la fe es un bien para todos, es un bien común; su luz no luce sólo dentro de la Iglesia ni sirve únicamente para construir una ciudad eterna en el más allá; nos ayuda a edificar nuestras sociedades, para que avancen hacia el futuro con esperanza». (Francisco, Lumen fidei, 51) a. ¿Cuál crees que es la conexión entre la fe y el amor?

3. Escribe una oración pidiendo al Señor te ayude a vivir la fe en el mundo actual.

b. ¿Qué significa según estas palabras del Papa que la fe es un “bien común”?

* Agradecemos al Movimiento de Vida Cristiana que ha colaborado en la elaboración de este subsidio. Puede ser reproducido para usos pastorales.

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Oficina de Pastoral Jirón Chancay 282. Cercado de Lima Teléfono: (511) 203-7718 Fax: (511) 333-0015

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