Viviendo Nuestra Fe Nº9

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ARZOBISPADO DE LIMA | JUNIO 2013

VIVIENDO NUESTRA FE

SUBSIDIO PASTORAL DEL ARZOBISPADO DE LIMA | AÑO DE LA FE

# 09

¿Cómo puedo alimentar mi fe? En una ocasión los discípulos de Jesús, al evidenciarles Él su poca fe, le suplicaron: «aumenta nuestra fe» 1. También nosotros, discípulos del Señor, experimentamos no pocas veces flaquear nuestra fe. Nos puede suceder que, ante la prueba o las dificultades, constatamos que nuestra fe no es tan fuerte como quisiéramos. A veces, incluso, desconfiamos de Dios, nos impacientamos, dudamos de su presencia, de su amor por nosotros y nos hundimos —como Pedro— en las aguas turbulentas de nuestros miedos y temores. Esta circunstancia, sin embargo, no nos debe llevar nunca al desaliento. Por el contrario, sabemos que Dios jamás nos abandonará. El libro del Eclesiástico nos dice: «¿Quién se confió al Señor y quedó confundido? ¿Quién perseveró en su temor y quedó abandonado? ¿Quién le invocó y fue desatendido?» 2. La fe es un don, que se manifiesta como una invitación que Dios nos hace constantemente para que nos acerquemos cada vez más a su amor. Pero esta invitación requiere una respuesta de nuestra parte, un esfuerzo por acrecentar nuestra fe. Ese es el tema central de este mes: ¿cómo puedo alimentar mi fe? Pedir el don y colaborar Ante todo no podemos olvidar que la fe es un don de Dios, y que por lo mismo lo primero que debemos hacer es pedírselo a Él con insistencia y humildad. ¿Por qué no pedirle este don todos los días? Dios da la fe a quien se la pide de corazón. «Pidan y se les dará» 3, nos dice el Señor

Jesús, y también nos recuerda que «se le dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan» 4. Cambios impresionantes se pueden dar en nuestra vida con sólo pedírselo a Dios y acoger su gracia. Debemos, entonces, pedir con “terca insistencia” el don de la fe, como lo hizo el padre del muchacho epiléptico: «Creo, ¡ayuda a mi poca fe!» 5. Si poseemos ya el don de la fe, entonces hay que seguir pidiendo al Señor cada día que acreciente nuestra fe, que la haga fuerte, sólida, inquebrantable. Ahora bien, no basta con pedirle incesantemente al Señor que Él nos conceda o aumente nuestra fe. Pedir es lo primero y fundamental, pero poner de nuestra parte es también esencial. La fe recibida como un don necesita por nuestra parte ser cuidada, cultivada y alimentada como se hace con una pequeña planta, para que —con nuestra cooperación libre— este don vaya germinando y creciendo en nosotros. La fe se alimenta sobre todo de la oración diaria y perseverante, nutrida de la Palabra de Dios. Dice San Pablo que «la fe viene por la predicación» 6, es decir, la fe es la adhesión a la Palabra del Señor predicada por sus mensajeros y proclamada por la Iglesia toda. En este sentido es fundamental la humilde apertura y escucha del Evangelio del Señor Jesús, en quien encontramos la plenitud de la Revelación, la Buena Nueva de la Reconciliación para todos los hombres. Por esto meditar el Evangelio en espíritu de oración, en sintonía con la Iglesia y su tradición, es fundamental. Quien como María sabe escuchar, acoger

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VIVIENDO NUESTRA FE

¿CÓMO PUEDO ALIMENTAR MI FE?

#09

cordialmente, rumiar y meditar continuamente la Palabra de Dios y su acción en el mundo y en su propia vida, irá creciendo en una fe cada vez más sólida y consistente. La Palabra de Dios ha de ser meditada de modo personal mediante la lectura cotidiana de las Sagradas Escrituras y de modo comunitario mediante la participación frecuente en la Santa Misa.

compartirse, sino se marchita. Al compartirla con otros, al convertirnos en portadores del don que hemos recibido en Cristo Jesús, la fe se hace más fuerte en nosotros mismos. En la homilía del séptimo domingo de Pascua, el Papa Francisco refiriéndose a la Madre Laura, decía: «Esta primera santa nacida en la hermosa tierra colombiana nos enseña a ser generosos con Dios, a no vivir la fe solitariamente —como si fuera posible vivir la fe aisladamente—, sino a comunicarla, a irradiar la alegría del Evangelio con la palabra y el testimonio de vida allá donde nos encontremos» 9 sostiene y

La fe se alimenta también de la participación consciente y activa en la Eucaristía. ¿Cómo puede un cristiano nutrir su fe si no se alimenta de Cristo mismo, de su Cuerpo y Sangre? Él ha dicho: «El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en Mí y Yo en él» 7. Es esencial para una La fe se rama permanecer unida purifica gracias a la al tronco, para que no se confesión sacramenseque sino que dé fruto abundante, el fruto que tal. Acudir al Sacraprocede de la fe y que es mento de la Reconla caridad. ¿Cómo podreciliación es ya en sí mos amar como Cristo si no estamos unidos a Crismismo un acto de to, si no nos nutrimos de confianza en Cristo Cristo? En cada misa los que fortalece nuestra creyentes confesamos que el Cuerpo y Sangre de fe. Cristo «es el Sacramento de nuestra fe». La fe se sostiene y purifica gracias a la confesión sacramental. Acudir al Sacramento de la Reconciliación es ya en sí mismo un acto de confianza en Cristo que fortalece nuestra fe. Cuando voy a confesarme estoy creyéndole al Señor, creo que Él transmitió el poder de perdonar los pecados cuando dijo a sus apóstoles: «a quienes ustedes les perdonen los pecados les quedan perdonados…» 8. Y junto con el perdón de nuestros pecados, recibimos la gracia que nos fortalece en nuestra vida cristiana, en la lucha de cada día. Así, la gracia recibida fortalece nuestra fe en la mente, en el corazón y en la acción. Quien comparte crece La fe no sólo se hace fuerte mediante la oración y los sacramentos, sino que crece muchísimo cuando se comparte. Esto también es muy importante, puesto que no podemos caer en la ilusión de que la fe es “para uno mismo” y que se vive tan solo en lo privado. ¡No! La fe necesita

Finalmente, si quieres alimentar tu fe, ¡vive la caridad! Como advierte claramente el apóstol Santiago, «la fe, si no tiene obras, está realmente muerta» 10. La fe necesita expresarse en obras concretas, en obras de caridad para con el prójimo. Es muy sencillo: si no luchas por vivir de acuerdo a tu fe, terminarás viviendo como quien no cree: por más que lleves el nombre de “cristiano”, vivirás como un agnóstico o ateo. Si queremos que nuestra fe permanezca, crezca y se fortalezca día a día, debemos amar a nuestros semejantes como Cristo nos ha amado, con una caridad afectiva y efectiva. La fe, como nos los pide el apóstol Pedro, nos debe llevar así a la perfección en la caridad 11.

REFERENCIAS 1. Lc 17,5. 2. Eclo 2,10 3. Mt 7,7. 4. Lc 11,13 5. Mc 9,24. 6. Rom 10,17. 7. Jn 6,56. 8. Jn 20,23. 9. Papa Francisco, Homilía del 12 de Mayo del 2013. 10. Stgo 2,17. 11. 2Pe 1,5-7.


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#09

CITAS PARA LA ORACIÓN • Pedir el don de la fe: Mt 7,7; Lc 11,13; Mc 9,24.

¿CÓMO PUEDO ALIMENTAR MI FE?

PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO 1. Luego de leer el texto, ¿de qué maneras concretas consideras que puedes alimentar aún más tu fe?

• Obrar la fe: Mt 7,21; Stgo 2,17. • Compartir la fe: Mt 28,19-20; Mc 16,15.

COMPROMISO PRÁCTICO

2. ¿Te identificas con algún pasaje de la Escritura que hable de la fe de los discípulos? 3. “La fe no es que Dios haga lo que yo espero, sino hacer yo lo que Dios me pide”. ¿Qué piensas de esta sentencia?

1. En el mes de Junio, visitaré al menos cuatro veces por semana a Jesús en el Santísimo Sacramento.

Trabajo de meditación 1. Lee y medita con atención las siguientes palabras de Benedicto XVI: «Queridos amigos, también nosotros estamos llamados a crecer en la fe, a abrirnos y acoger con libertad el don de Dios, a tener confianza y gritar asimismo a Jesús: “¡Danos la fe, ayúdanos a encontrar el camino!”. Es el camino que Jesús pidió que recorrieran sus discípulos, la cananea y los hombres de todos los tiempos y de todos los pueblos, cada uno de nosotros. La fe nos abre a conocer y acoger la identidad real de Jesús, su novedad y unicidad, su Palabra, como fuente de vida, para vivir una relación personal con él. El conocimiento de la fe crece, crece con el deseo de encontrar el camino, y en definitiva es un don de Dios, que se revela a nosotros no como una cosa abstracta, sin rostro y sin nombre; la fe responde, más bien, a una Persona». a. Escribe una oración pidiendo al Señor que te ayude a crecer en la fe.

2. El Papa Francisco nos recuerda que debemos estar atentos «a percibir la Palabra de Dios presente en los textos bíblicos situándolos en el seno de la fe misma de la Iglesia. La interpretación de las Sagradas Escrituras no puede ser sólo un esfuerzo científico individual, sino que debe ser siempre confrontada, integrada y autenticada por la tradición viva de la Iglesia (…) Los textos inspirados por Dios fueron confiados a la comunidad de los creyentes, a la Iglesia de Cristo, para alimentar la fe y guiar la vida de caridad».


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¿CÓMO PUEDO ALIMENTAR MI FE?

#09

a. ¿Por qué la meditación bíblica puede ser ocasión para alimentar mi fe?

4. Escribe tres medios concretos que te ayuden a crecer en la fe.

3. «Deseamos que este Año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza. Será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía, que es “la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza”» Benedicto XVI, Porta Fidei n. 9 a. ¿La Eucaristía es para mí la fuente y cumbre de toda mi existencia y acción?

* Agradecemos al Movimiento de Vida Cristiana que ha colaborado en la elaboración de este subsidio. Puede ser reproducido para usos pastorales.

ARZOBISPADO DE LIMA Oficina de Pastoral Jirón Chancay 282. Cercado de Lima Teléfono: (511) 203-7718 Fax: (511) 333-0015

Envíanos información de tu comunidad parroquial a: secpast.arzobispadolima@gmail.com www.arzobispadodelima.org/annusfidei Síguenos en


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