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INTRODUCCIÓN
A nuestros amadísimos hermanos y amadísimas hermanas:
José Luis Escobar Alas, por la gracias de Dios, Arzobispo de San Salvador:
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A nuestros queridos Sacerdotes diocesanos y religiosos
A nuestros queridos Seminaristas
A las beneméritas Órdenes y Congregaciones de Hermanas religiosas y Hermanos religiosos
A los muy queridos Hermanos laicos y Hermanas laicas de los movimientos, asociaciones, órdenes seglares, a las comunidades eclesiales de base y a todas las comunidades eclesiales
A todas y todos aquellos que el Señor nos ha confiado en nuestra Arquidiócesis de San Salvador
A todos los hombres y mujeres de buena voluntad
¡LA PAZ DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEA CON USTEDES!
1. Doscientos años han pasado desde la histórica firma del Acta de Independencia efectuada el 15 de septiembre de 1821. Efeméride sumamente importante para el pueblo salvadoreño y autoridades civiles por ser el inicio de los gobiernos constitucionales que, en la actualidad gobiernan la totalidad del continente americano.
2. La Iglesia, en El Salvador, llena de júbilo se suma a la celebración de los 200 años que, para ella tiene un significado más profundo, por ir más allá del Bicentenario pues además de conmemorar el surgimiento de la República, celebra jubilosa los 497 años que en esta fecha cumple de caminar al lado de los pueblos centroamericanos (desde 1524); y 528 de caminar al lado de los pueblos caribeños y americanos en general (desde 1493). Grande es su regocijo al recordar que estuvo en los orígenes de este país (y del resto que componen nuestra amada América y el Caribe), cuando apenas era una recién fundada villa desde donde comenzó su tarea de evangelización en 1525. Y, más feliz aún, por saber que estuvo en el origen del surgimiento de este continente enriquecido por diversidad de etnias.
3. Recordamos que los Obispos reunidos en Puebla en 1979 mencionaron dicha histórica presencia: La Iglesia se hace presente en las raíces y en la actualidad del Continente (DP 4) reconociendo el desafiante y pedregoso camino recorrido por la Esposa del Cordero; a veces con la presencia de sombras; pero, con la confianza en Dios de ser la Evangelización más poderosa que las sombras que dentro del contexto histórico lamentablemente le acompañaron (DP 10).
4. Estos 200 años constituyen para mí, indigno Obispo de la Arquidiócesis de San Salvador, un buen momento para VER la misión de la Iglesia en las pasadas cinco centurias hasta la actualidad fortaleciendo con ello nuestras raíces; JUZGAR a la luz del Evangelio la realidad actual y pensar el camino a tomar para un ACTUAR conforme a la voluntad del Hijo y del Padre bajo la dirección del Paráclito. Un actuar que basado en el ver y en el juzgar ayude a superar sombras, a sanar heridas, a construir puentes, a cultivar el diálogo abierto y respetuoso; así como, a reafirmar los valores de nuestra Iglesia y con ello de nuestra República de El Salvador en cuyo nacimiento la Iglesia estuvo aquel 15 de septiembre de 1821. Tres pasos que marcan el itinerario de esta Pastoral. En la primera parte (del Ver) nos guía la pregunta: Iglesia ¿Qué dices de ti misma?; en la segunda parte (del Juzgar), son las palabras del Apóstol San Pablo: Todos ustedes son uno en Cristo Jesús (Ga, 3, 28), las que nos compele a cuestionarnos, la dirección a tomar de forma tal que respondiendo a los signos de los tiempos hagamos la voluntad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo llevando adelante la Evangelización. Finalmente, en el actuar nos trazamos las líneas de trabajo para continuar la Evangelización con renovadas fuerzas reflejándonos para ello, especialmente en Jesucristo y en la Virgen de Guadalupe que nos recuerdan que la vida cristiana acontece en contextos socioculturales bien concretos (cf. DAp 367) por lo que la Iglesia no puede prescindir del contexto histórico donde vive el pueblo de Dios (cf. DAp 366).
5. Sabemos que el pueblo: No quiere andar por sombras de muerte; tiene sed de vida y felicidad en Cristo. Lo busca como fuente de vida. Anhela esa vida nueva en Dios (DAp 350). Es por esto, que nos sentimos llamados a reflexionar sobre el papel de la Iglesia en esta efeméride tan importante;
tomando fuerzas en el Señor para seguir caminando con el pueblo en sus gozos y esperanzas, sus tristezas y angustias; sobre todo de los pobres y cuantos sufren (cf. GS 1); esencia de la Iglesia muy bien descrita por los Obispos Conciliares a la que estamos llamados a hacer vida: La Iglesia, “entidad social visible y comunidad espiritual”, avanza juntamente con toda la humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo, y su razón de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios (GS 40). ¡Qué nuestro amado Obispo y Mártir, San Oscar Arnulfo Romero, nos ayude a continuar nuestra misión siendo fieles al Evangelio, en esta nueva centuria que la República de El Salvador acaba de empezar!