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b. Erección de la Diócesis
102. La independencia podrá ser – entonces – para los historiadores una nueva etapa que inicia; para la Iglesia es solo una lucha más que afrontó y a la cual sobrevivió en su larga historia de 1800 años que por esos años cumplía, corroborando una vez más que las palabras de Cristo se cumplían plenamente: Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo (Mt 28, 20) … y las puertas del abismo no podrán vencerla (Mt 16, 18). Las nuevas naciones no podían ignorar ni desconocer que la Iglesia era el único sector dirigente con el que el pueblo podía identificarse; había desarrollado toda una geografía administrativa necesaria para la demarcación de los nuevos estados (y que de hecho fue utilizada) y era autónoma debido al divorcio Iglesia-Estado iniciado desde 1700120. En consecuencia, más temprano que tarde los gobiernos liberales aceptaron la presencia de la Iglesia, entablaron diálogo, y la evangelización pudo continuar tras largas décadas de paralizada.
b. Erección de la Diócesis
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103. Llegó el año de 1840, Mons. Casaus exiliado en Cuba por los gobiernos liberales, sufría el no poder atender a su rebaño desde la lejana isla. Los católicos con posibilidades económicas suficientes viajaban para pedirle consejos a su Pastor; pero, aquellos que no gozaban de esos dones, se conformaban con recibir noticias lejanas de él.
104. El gobierno salvadoreño reconsideró la posibilidad de erigirse la diócesis, esta vez siguiendo los tramites adecuados. Delegaron personas idóneas para tal encargo, primero hablando con el Pbro. Antonio Larrazábal y luego con Mons. Casaus. Casi dos años tardaron en tener lista la documentación necesaria y el nombre de los posibles sacerdotes que podían ocupar el título de primer obispo de
120 Cf. Ibidem, p. 82.