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El Dios de la diversidad

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EXHORTACIÓN

EXHORTACIÓN

de la mujer al hombre no es parte del plan originario de Dios sino consecuencia del pecado [cf. Gn 3, 16]). La diferencia de sexos, como apuntan estos dos biblistas, es la forma humana para continuar la vida148 y no un pretexto para someter a la mujer. Una vida que debe transcurrir en un ambiente de paz y respeto al cosmos pues el mandato de Dios fue: No derramar sangre, ni siquiera sangre animal149. Dios dijo: La hierba verde les servirá de alimento (Gn 1, 30) no sólo a los animales sino al ser humano. El pecado de la violencia y la desobediencia fue lo que anuló este mandato mucho más adelante150; pero, Dios en su plan original no concibió jamás ese tipo de ideas. Este relato muestra, indudablemente, la sacralidad del cosmos bajo el cual debía desarrollarse el ser humano, respetando la entera Creación; y cuánto no más, respetándose mutuamente porque unos y otros, unas y otras son imagen y semejanza de Dios.

- El Dios de la diversidad

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146. Existen dos relatos bíblicos que revelan la imagen de Dios como el Dios de la diversidad; acotando de lleno que no es un Dios de la uniformidad ni de la homogeneidad. El ser humano ha querido crear esa imagen de Dios para justificar sus proyectos imperialistas; pero, Dios no piensa como hombre.

147. El primer pasaje es el de la Torre de Babel. Es un relato teológico con una gran enseñanza. Unos hombres impusieron sobre otros su deseo de construir una ciudad y una torre para ser famosos (cf. Gn 11, 4). Encaprichados con su proyecto olvidaron que debían dispersarse por la tierra (cf. Gn 11, 4). Bajó Dios a ver lo que hacían y decidió confundir

148 Ibidem, p. 15. 149 Cf. Ibidem, p. 15. 150 Cf. Ibidem, p. 15.

su lenguaje para impedirles que prosiguieran (cf. Gn 11, 7). Como explica, el biblista Schökel: El Señor desciende desde el cielo, pero no para unirse al poder que ha construido la torre; baja para destruirla y, de paso, liberar a los pueblos del sometimiento y de la servidumbre. No se trata pues de un castigo, sino de un acto liberador de Dios151 .

148. El acto de liberación realizado por Dios, permite el surgimiento de la diversidad de pueblos que habitarían la tierra; y con ellos, surge la diversidad de culturas y lenguas. Eso era lo que Dios quería al dispersar los pueblos: Que estos conformaran su propia identidad; sin embargo, la visión política y económica que los obligó a trabajar en la torre, se limitó a uniformarlos bajo un mismo régimen de trabajo y pensamiento. Actitudes similares que la historia ha registrado cuando los pueblos han sido sometidos por distintos imperios. Los imperios cambian; pero, su pensamiento de uniformar a todos bajo un mismo régimen matando la riqueza de la diversidad de los pueblos es la misma.

149. El segundo pasaje es el relato histórico de la elección de Abraham y su esposa. Dios escogió a este matrimonio para comenzar su plan de salvación. Le pidió a Abraham abandonar su tierra de Ur (cf. Gn 12, 1), agregando seis bendiciones que le atañían a él directamente; más una bendición que, a través de él llegaría a la humanidad completa: En tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo (Gn 12, 3). Dios, entonces, se revela como el Dios Padre de todos los pueblos; y, por ende, el Dios de la diversidad.

150. La misión de Abraham no consistió en uniformar a los pueblos de su época bajo un dominio señorial. Consistió en llevar la bendición de Dios a cada uno, respetando

151 Luis Alonso Schökel, La Biblia de Nuestro Pueblo (2012), p. 32.

sus diferencias culturales y de lenguaje. Y, no la llevó personalmente. Bastó ser bendecido por Dios para que el resto de familias recibieran la bendición divina.

- En suma:

151. En este Bicentenario, estas perícopas deben cuestionarnos para tomar el rumbo querido por Dios. En ese sentido hay que concluir dos cosas. Primero, las antiguas visiones cosmogónicas que concebían a la humanidad dividida entre privilegiados y no privilegiados siguen en boga; solamente que, cubiertas con nuevos ropajes. Son más de 500 años – los que hoy se cumplen – de violencia fratricida; la sangre ha corrido en ríos en este continente y el Caribe. 500 años en los cuales el ser humano no ha comprendido – y sigue negándose a comprender – que, al dañar y lastimar, el cosmos, transgrede el plan de Dios para su Creación; y peor aún, el ser humano no ha logrado comprender que al matar a otro ser humano lo contrapone contra el plan de Dios ya que está matando a la escultura de la divinidad.

152. En El Salvador urge profundizar en estas temáticas. Ha sido un país violento como lo planteamos en la Carta Pastoral Veo en la Ciudad Violencia y Discordia. Y, Mons. Oscar Arnulfo Romero estudió en su Tercera y Cuarta Carta Pastoral [La Iglesia y las Organizaciones política populares; y, Misión de la Iglesia en medio de la crisis del país, respectivamente] la misma problemática. La violencia en todas sus formas debe acabar; al igual, que los asesinatos y masacres que son el clímax de la violencia.

153. En segundo lugar, nuestro país debe comprender que la diversidad de pueblos, culturas y lenguas es parte del querer de Dios. Dios ama a los pueblos y su identidad propia; por eso cuando evangelizamos, enriquecemos las

riquezas de cada cultura [no debemos destruirlas como en tiempos pasados se hizo imponiendo la fe]; riquezas que muchas veces son las semillas del Verbo que una vez cristianizadas son un enorme potencial de testimonio para el mundo. Y, por otra parte, al evangelizar esas culturas – por sí mismas – superan aquellas debilidades de sus culturas o las corrigen. La globalización – mal ejecutada – puede llevar a la humanidad a despreciar sus propias identidades y terminar uniformándose bajo un mismo ropaje ideológico; lo cual transgrede con la voluntad de Dios que creó diversos pueblos y diversos continentes.

154. En El Salvador; por ejemplo, existe el racismo. A los pueblos indígenas se les ha negado y desconocido su identidad. Se les obligó a olvidar su idioma; a despreciar su cultura; a desconocer su historia; a conocer y celebrar la historia del vencedor; y se les ha negado su autonomía a pesar que España permitió las Repúblicas de Indias; por ende, no hay motivo para negarlas tras la independencia que tanta afama la libertad de los gobiernos coloniales. El racismo contra los afrodescendientes es mayor. Ni siquiera habita en nuestro territorio un número significativo de personas de esos pueblos. Actitudes que deben ser cuestionadas por ir contra los planes de Dios en quien todos los pueblos tienen su origen.

155. En suma: ¡Qué gran misión tiene la Iglesia de no cejar de enseñar a los fieles y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad! primero, ¡El valor divino de lo humano! y, segundo, ¡Al Dios que ama la diversidad! ¡Enseñarlo de palabra y con su testimonio de vida! Para que éstos lleven el mensaje a todos los rincones de nuestro país o los países a los cuales emigren si las circunstancias de la vida los lleva a esa dura experiencia. El mejor modelo de esta diversidad que debemos imitar es la Santísima Trinidad: Tres Personas formando una verdadera Comunidad de amor.

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