Meditacion de la tecnica y outros ensayos sobre ciencia y filosofia ortega y gasset

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piratas del Pacifico y cometer ef fraude de publicar yo estos libros suyos, que son miosl.

i._,QUE ES LA TECNICA?1

JOSE ORTEGA Y GASSET. Buenos Aires, 27 de octubre de 1939.

[JNTRODUCCION: LA UNIVERSIDAD Y LA TECNICA]2

Sin la tecnica el hombre no existiria ni habrfa existido nunca. · Asi, ni mas ni menos. El porque de. esto va a constituir el tema de las seis lecciones durante las cuales vamos a vivir trabados ustedes conmigo, yo con ustedes. Porque una lecci6n es eso: encontrarse de pronto unos hombrescon otro y trabarse con el, chocarcon eJ, chocar con efe.ctbs positivos o negativos, pero siempre graves, Una lecci6n es una peripecia de fuerte dramatis.mo para el que la da y para los que la reciberi. Cuando noes esto no es una lecci6n sino otta cosa ~-tal vez un: crimenporque es una hora perdida y la vida es tiempo limitado y perder un trozo de el es matar vida, practicar asesinato ·blanco. · Como en la Universidad actual -·-y conste que no me · refiero solo a la espanola--las lecciones no suelen ser eso que he llamado peripecia quiere decirse que la Universi-. dad es un lugar de crimen permanente e impune. Hace [La serie de doce ~rticulos «Sobre la tecnica» se publico en La Nacion los dias 28, IV; 5, 12, 19 y 25, V; 2, VI; 4 y 18, VIII; 1, 15 y 29, IX; y 13, X, de 1935.] 1

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[El titulo del curso fue {<{,Que es la t6cnica?».] . , [Esta «lritroduccion» aparecio manuscritaentre los papeles ineditos de Ortega y la publique eri la reedicion de este titulo en hi Co1Ccci6n El Arquero, 1977.] · 1

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centrifugada y como rclcgada a aquellas es.cuelas espec_i.apocos afios todavia,. insinuar esto era completamente les. P,;:trece 1mphcar esto }a conVlCClOTI de. que la tecmca inutil. No se encontraban oidos prestos a escuchar pareja . · afecta a servicios particulares y sccundarios de la vida en advertencia. Hoy las cosas han cambiado. La desazon, la ~ ~ IIi~ li que, ciertamente por fuerza, tienen que ocuparse alg[mos desmoralizaci6n reinante en todo el mundo y la fulmiI W· hombres pero que no atafien al hombre como tal. . nante perdida de prestigio de las Universidades son dos kl·:lil llllli Los conflictos que hoy la tecnica produce en las t li hechos tan patentes y crudos que abren camino a ·la I ,li. sociedades humanas, nacidos parad6jicamente de la sospecha de si no estanin en cierta relaci6n el uno con el iljli; superabundancia de su propia eficiencia van hacienda otro, cs decir, de si Ios defectos sustantivos de la instituI1'1Iiiii1 cattr en la cuenta a los mas ciegos de la morbosa lejania a ci6n universitaria no senin una de las causas que han .Ij qu~ la Universidad ha quedado del destino humano, es producido el terrible desconcierto de la vida e11ropea . IIII i):,lj de~ir, de la vida real. No es este, claro esta, el asurito ,de que hoy voy ,a .1 Iii Quiero hacer constar un hecho estupefaciente y cuya 1 hab1ar, pero se interpone desde luego en mi camino. ll!ij i . efectividad no cabe negar: ante los mas agudos probleSupongmnos que la, afirmaci6n con que he comenzado '!il d 1 m~s ; ql.}e con tragica "intehsidad angustian• 'al hombre lll['' .[ii •. , rho f~era ciertia fn S"LI extre,rrio·!¥,1tlJ:i!J, 'supcl'!ngamos ·que la l,.l'.j.,, civiiizado, 61 individuo educado por la Universidad se te_cni~a no fuese (!:onsu_bstaijf~a~. ~1.1 .l;mm bre, .' s~~? un 'lr)P1 ;,!<!!: queda paraiitico porque no tiene conocimiento alguno de ana~.hdo que sobre su ex1stenq:ta ieleP1ebtal y pn111ana1 ha 1 jliJ sus factores. Los que m:Is pr6ximos podian considerarse sobrevenido, 0 dicho, en fin, ~:le: otr~ modo: supongamos Iii\ de las Inaterias en que aquellos problemas consisteD 11 11!1' que el hombre haya podido e3istif sin tecnica. Lo que 1 -los economistas- han dado el ejem.plo del.mas comple~ n_adi_e puede ~udai· es que de.s1e hfce:. n:ucho. tiem~o la ilj 'l.li'~ hj: to frilcaso. Los conflictos les han cogido de sorpresa, entre tecmca se ha msertado entre las condtcwnes melud1bles otras razo~es, porque no tenian contacto verdadero con l de Ia vida humana .de suerte tal: que e]. hombre actual no la t6cnica y no incluian en sus previsiones y calculos los IJJ!i! podfia, aunque quisiera, vivir sin dla. Es, pues, hoy una . II, re'suJtados econ6micos de esta, no hab1emos de sus de las maximas dimensiones de nuestra vida, uno. de los :l!jll '11·11 .resultados sociales. mayores ingredientes que integdm nuestro destino. Hoy . !till Viceversa, los ingenieros, sumergidos cada cual en su el hombre no vive ya en la .na,tu1:aleza sino que esta tecnicismo especial, sin la educaci6n panoramica y sintealojado en la sobrenaturaleza que ha creado en un nuevo . tica que solo la Universidad puede dar eran incapaces de dia del Genesis: la tecnica. Pues bien, digaseme en que 'll 1j.l afro'ntar ni prever el problema que Ia tecnica plantea hoy grado de la enseiianza se . pope. al hombre me<;Iio en 1 .a la humanidad. · contemplaci6n ante el enorme hecho de 1Cl. tecnica, dentro ! lllj En suma, la separacion radical entre la Universidad y del cual va sumergida su existencia. En las escuelas . · .I Iilii la ingenier:ia es una de las grandes calamidades que ha especiales, al menos, se ensefia a algunos hombres una IIi ~ acarreado la increible torpeza que el hombre de hoy esta II tecnica especial. Pero ni aun en ellas se enseiia lo que IlI·'1 revelando en el tratamiento de. sus grandes angustias ·l,:i la tecnica representa en la vida humana, sv trabaz6n con li·iil 1 presentes. Esa separaci6n es funesta, por razones diversas otros facto res de ella, su ··genesis, su evoluci6n, sus I !!1 ),!i'!j) pero complementarias, para la Universidad y para la condiciones, sus posibi1idades y sus peligros. En cuanto a 'JrJ'' · litL ingenieria; · l'llj: las Universidades ni siquiera se habla de la tecnica -es ~ I ilj i No se d)ga que la falta de contacto con ·la tecnica por mas, se hizo constitutivo de lq Universidad el ser el .;, 1 parte de la Universid!ld existi6 sjempre y que, sin em bar1'il! cuerpo docente que excluye de si la tecnica, dej<.'mdola ,'t1tl 1\!ji 15 14 ·''I, \·1 t,lL ll'i

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go, esta tuvo sus horas de plena eficacia hist6rica. Reconozco sin escatimaciones esto ttltimo pero niego que haya paridad entre la situaci6n del hombre entonces y ahora, con respecto a la tecnica. Mi afinnacion es que su falta de contacto con Ja tecnica imprime a la Universidad un canicter abstracto, espectral, sin embrague posible con la vida real. En cste arden, nuestra situaci6n es superlativamente peor que Ja del universitario medieval, por ejemplo. La raz6n es clara. La pm·cion de tecnica que interven:la en Ia existencia humana hace seis siglos era superlativamente menor que la de hoy. Entonces todavia las actividadcs no tccnicas del hombre contaban mucho mas que las tccnicas. Una de las muchas consecuencias de ello era que todo hombre tenia que ejercitar por si en la vida muchos mas actos tecnicos que hoy. Hoy, precisamente, el progreso de Ja tecnica permite que nos sean dadas hechas innu1nerables cosas que antes cada cual tenia que hacerse o, por Io menos, intervenir en su factura. Hoy nos es dado basta subir una escalera, por media del ascensor. De modo que la Universidad medieval ---que, entre parcntesis, no pretendia ser Jo que la actual-- no ncccsitaba ocuparse de la tecnica, primero, porque el estrato de esta incorporado a la vida humana no tenia e1 espesor suficiente para convertirse, a su vez, en un problerna cuyo tratamiento exigiese una tccnica especial pedag6gicay, segundo, porgue de hecho la vida extrauniversitaria ponia suficientemente en contacto con la tecnica sencilla, transparente del tien1po. El senor feudal, por ejemplo, veia herrar sus caballos, labrar sus tierras, moler el «molino del banda» y tundir sus batanes. Hoy no solo no se suele ver funcionar las tecnicas correspondicnles, sino que la mayor parte de ellas son invisibles, quiero decir que su espectaculo no descubre su tealidad, no ]a hace inteligible. Ver una fabrica podra dejar una impresion estetica, emotiva, pero no ensefia congruentemente que es la tecnica de esa fftbrica, como ver un autom6vil no descubre el complicado plan de su maquinaria. 16

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Esto trae consigo que, contra lo que al pronto pucda parecer, la colocaci6n del hombre actual ante su propia vida es mas irreal, mas inconsciente que la del hombre medieval y tiene menos noci6n que aquel de las condiciones bajo las cuales vive. Asi, por ejemplo, los socios de una Casa del Pueblo tienen hoy m.ucho menos conocimiento de las condiciones de que depende su trabajo que el artesano medieval. De donde resulta que al hombre media se; le ha hecho hoy su propia vida menos transparente qu~ lo que la suya era al hombre en otros ticmpos. La tecnica, cuya misi6n es rcsolverle al hombre problen1as se ha convertido de pronto en un nuevo y gigantcsco problema. Desde fines del siglo XIX pudo preverse que csto iba a acontecer. Y, en efecto, no pocas gentes quisieron reformar la educaci6n y, especialmente, la Universidad ajustandola a esos nuevas problemas. de la vida humana. Pero nose les hizo caso y la reforma no se hizo a tieinpo. La Universidad sigui6 anquilosada en su .tradici6n, creyendo que su misi6n central era hacer latinistas o helenistas. Es penoso observar a 1o largo de la historia la incapacidad de las sociedades humanas para reforinarse. Triunfa en ellas o la lerquedad conservadora o la irrcsponsabilidad y ligereza revolucionarias. Muy pocas veces se impone el sentido de la reforma a punto, que corrigc la tradici6n sin desarticularla, poniendo al dia los instrumentos y las instituciones. Los que se hubieran hecho la ilusi6n de que Ia Europa de nuestro tiempo habia llegado a una actitud de vision que le pennitiria eliminar los errores elen1entales del pasado, han tenido que perdeda a estas horas. Pero perder la ilusion no es perder la esperanza. La Europa de hoy ~ojgan bien los j6venes esta esencia] perogrullada-·- no es mas que Ia Europa de hoy; no esta dicho que sea lade manana. Y muchas veces sc ha visto que la postura adoptada en un hoy por el hombre, con el In<'ls aparente ardor, se revelo luego corno un rnero rodeo

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necesario para poder llegar a otra postura muy distinta pero ya sustantiva en el manana. La historia humana, vista en su autentica intimidad es una serie de experiencias encadenadas, una dialectica de expeJ"iencias. Asi en politica se vive durante un periodo la experiencia de una cierta forma de Estado. Esto implica que,· por lo pronto, parece definitivo ese tipo de Estado. Por eso se embarca en 61 y a fondo la sociedad. Ese em barque de nuestra vida individual o colectiva es precisamente la experiencia hist6rica. Solo embarcados a fondo podemos llegar a descubrir sus lin1itaciones y sus inconvenientes. Y este descubrimiento es la nueva experiencia, dialecticamente ~ncadenada con la antedor: es la expet·iencia que lleva desembarque. El navio ya usado se abandona y ,queda franco el hombre para entusiasrnarse con otro molde ·que se presente sin los inconvenientes de aqt1el. Esta serie de moldes vitales en que vierte el hombq~ el metal fundido de su existencia forman, como he diCho, una cadena necesaria de experiencias, no se puede saltar ninguno de sus eslabones. Una experiencia no hecha se venga siempre, queda sin digerir y en la hora mas inoportuna reclama sus derechos. Por eso, es imposible sumarizar el proceso de la vida hist6rica, pretendiendo suprimir algunos de sus estadios. Ahora bien, esto no quiere decir-y es a lo que iba- que porque sea necesaria la cadena entera de las experiencias tienen todas el mis.mo va·lor y, hasta puede agregarse, 1a misma reahdad. Esto significaria que todas las epocas hist6ricas son excelentes. No: hay experiencias frfvolas, insustancial~s pero que, no obstante, necesitan ser hechas precisamente para que quede demostrada su insustancialidad. Asl, hay tipos de Estado en que Ia humanidad ha vivido durante muchas generaciones yen cmnbio, otros que han durado solo una generaci6n y a veces menos. A posibilidades de esta indole me referia cuando hace un momento dije que la Europa de hoy no es mas que la Europa de hoy y al:m no esta dicho que sea la de manana. Quede, pues, en pie e intacta la esperanza. Una esperanza actuosa, que ernpie-

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ce desde luego a preparar la mafianada. Por lo pronto, en t lo que mas cerca esta de nosotros - l a Universidad. I Hagamos ensayos de nueva Universidad. Palpando aqui ~.• y alla, tratemos de encontrar rnodos mas eficaces de ( instituci6n docente superior 1. Esta Universidad estival puede ser laboratorio oportu!: \ nisimo para algunos de esos ensayos -sc entiende, si hay ~ constancia en la atenci6n que afio tras afio se preste <.-f 1 este organismo. Se:ria den1ostrar majaderia que se nos exigiese desde este primer afio haber acerlado en toda i la linea de sus prop6sitos. Ya es algo, para constrefiirme a mi asunto,, que por vez pri1nera se haya puesto en .contadc); denJ~ro de ella !'a 1 ctthura universitaria: con la ingenieda,' es decir, con la tecnica por antonomasia. Las razones mas hondas y firmes que abonan 1a conveniencia de ello iran apareciendo a lo largo de este breve curso y const:ituiran en cierto modo el contrapunto pedag6gico y atm politico que va a acompafiar a 1a melodia de cuestiones sonante bajo el titulo z>Que es la tecnica?

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1 [Vease el volumen Misi6n de Ia Universidad, que aparecen1 proximamente en esta Colecci6n.]

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PRIMERA ESCARAMUZA CON EL TEMA

Uno de los temas que en los proxinws aPios se va a debatir con mayor brio es el del sentido, ventajas, dai1os y limites de la tecnica. Siempre he considerado que la misi6n del escritor es prever con holgada anticipaci6n lo que va a ser problema, aiios mclstqrde, para sus lectores y proporcionarles a tiempo, es decir, antes de que el debate swja, ideas claras sabre Ia cuesti6n, de i-n.odo que entren en el fragor de la contienda con el animo sereno de quien, en principia, ya fa tiene resuelta. On ne doit ccrire que pom: faire conna1tre la verite ---decia A1alebranche valvf"endo Ia espalda a la literatura. Hace nmcha tiempo, darzdose o no cuenta de ella, el hombre occidental no espera nada de la Uteratura y vuelve a sentir hambre y sed de ideas claras y distintas sabre las casas hnportantes. Asi ahara rne atrevo a remitir a La Naci6n las notas, nada literarias, de un curso universitario dado hace dos m1os, ei1 que se intentaba contestar a esta pregunta: ;,Que es la tecnica? 21


Intentemos un primer ataque, a"lm tosco y desde lejos; a esa interrogaci6n. Acontcce que, cuando llega el invierno, el hombre siente frio. Este «sentir frio el hombre» es un fen6meno en que aparecen unidas dos cosas muy distintas. Una, el hecho de que el hon'lbre encuentra en torno a si esa realidad llamada frio. Otra, que esa realidad le ofende, que se presenta ante 61 con un car:..'tcter negativo. L,Que quiere decir aqui negativo? Algo muy claro. Tomemos el caso extrema. El frio es tal que cl hombre se siente morir, esto es, siente que el frio le mata, lc aniquila, le nicga. Ahora bien, el hombre no quiere morir; al contrario, nonnalmentc anhe1a pervivir. Estamos tan habituados a experimentar en los dernas y en nosotros este deseo de vivir, de afirmarnos frente a toda circunstancia ncgativa, que nos cucsta un poco caer en la cuenta de lo extrafio que es, y nos parcce absurda o tal vez ingenua la pregunta: £,Por que el hombre prefiere vivir a dejar de sei-? Y, sin embargo, se trata de una de las preguntas mas justificadas y discretas que podamos hacernos. Suele salirse al paso hablando del instinto de conservaci6n. Pero acaece: 1. 0 , que la idea de instinto es en si misma muy oscura y nada esdarecedora; 2. 0 , que aunquc fuese clara la idea, es cosa notoria que en el hombre los instintos estan casi borrados, porque el hombre no vive, en dcfinitiva, de sus instintos, sino que se gobierna mediante otras facultades, como la rei1cxi6n y la voluntad, que reobran sobre los instintos. La prueba de ello es que algunos hombres prefieren morir a vivir, y, por los 1notivos que sean, anulan en si ese supuesto instinto de conservaci6n. Es, pues, fallida la explicaci6n por el instinto. Con el o sin el desembocamos siempre en que el hombre pervive porque quiere, y esto es lo que despertaba en nosotros una curiosidad acaso impertinente. ;>Por que normalmente quiere el hombre vivir? ;_,Por que no le es indiferentc desapareccr? LQue empefio tiene en estar en el mundo? Nosotros vamos ahora a soslayar la respuesta. Nos

basta, al menos por hoy, con partir del hecho bruto: que el hombre quiere vivir y, porque quicre vivir, cuando el frio amenaza con destruirle, el hombre siente la necesidad de evitar el frio y proporcionarse calor. El rayo de Ia tormenta invernal incendia una punta del bosque: el hombre entonces se acerca al fuego benefico que el azar le ha proporcionado para calentarse. Calentarse es un acto por el cual el hombre subviene a su necesidad de evitar el frio, aprovechando sin mas el fuego que encuentra ante si. Digo esto con el azoramiento con que se dice siempre una perogrullada. Sin embargo, nos conviene -ya lo veran- - esta humildad inicial que nos empareja con Perogrullo. Ahora, no vaya a resultar que encima de decir perogrulladas las digamos sin entenderlas. Eso seria e] colmo, un colmo que con gran frecuencia pnicticam.os. Constc, pues, que cal en tarse es la operaci6n con la cual procuramos recibir sobre nosotros un calor que esta ya . ahi, que encontramos - y que esa operaci6n sc reduce a 1••. ejercitar una actividad con que el horn bre se encuentra • dotado desde luego: la de poder caminar y asi acercarse a] foco caliente. Otras veces el calor no proviene de un incendio, sino que el hombre, transido de frio, se guarece en una caverna que encuentra en su paisaje. Otra necesidad del hombre es alim.entarse, y alimentarse es coger el fruto del arbol y comerselo, o bien la raiz ' masticable o bien el animal que cae bajo la mc:n1o. Otra necesidad es beber, etc. Ahora bien, la satisfacci6n de estas necesidades suele imponer otra necesidad: lade desplazarse, cam.inar, esto es, suprimir las distancias, y como a veces importa que esta supresi6n se haga en muy poco tiempo, neccsita el hombre suprimir tiempo, acortar1o, ganarlo. Lo in verso acontece cuando un enemigo ·~la fiera u otro hombrepone en peligro su vida. Necesita huir, es decir, lograr en el menor tiempo la mayor distancia. Sjguiendo por este modo llegariarnos, con un poco de paciencia, a definir un sistem.a de necesidades con que el hon1bre se cncuentra. Ca lentarsc, alimentarse, caminar, etc., son un repertorio

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de actividades que el hombre posee desdc luttgo, con que \ se encuentra lo mis1no que se encuentra con las necesida- , des a que ellas subvienen. l. Con ser todo esto tan obvio que --repito~ da un poco de vergl.ienza enunciarlo, conviene reparar en el significado que aqui tiene el termino necesidad. l,Que quiere decir que cl calentarsc, alimentarse, caminar son necesidades del hombre? Sin duda que son ellas condiciones naturallTlente necesarias para vivir. El h01nbre reconoce esta necesidad material u objetiva y porque la reconoce la siente subjetivamente como necesidad. Pero n6tese que esta su necesidad es puramente condicional. La piedra suelta en el aire cae necesariamente, con necesidad categ6rica o incondicional. Pero e1 hombre puede nTuy bien no alimentarse, como ahora el Mahatma Gandhi. No es, pues, el alimentarse necesario por si, es necesario para vivir. Tendr{l, pues, tanto de necesidad cuanto sea neccsario vivir, si se ha de vivir. Este vivir es, pues, la necesidad originaria de que todas las demas son meras consecuencias. Ahora bien, ya hemos indicado que el hombre vive porque quiere. La necesidad de vivir no le es impuesta ala fuerza, como lees impuesto ala materia no poder aniquilarse. La vida -necesidad de las necesidades- es necesaria solo en un sentido subjetivo; sinlplemente pm路que el hombre decide autocniticamente vivir. . Es Ia necesidad creada por un acto de voluntad, acto cuyo sentido y odgen seguiremos soslayando y de que p;:u路timos como de un hecho bruto. Sea por lo que sea, ' .acontece que el hombre suele tener un gran en1pefio en pervivir, en estar en el mundo, a pesar de ser el tmico ente conocido que tiene la facultad 路--ontologica o metafisicamente tan extrafia, tan parad6jica, tan azorantc---路 de poder aniquilarse y dejar de estar ahi, en el mundo. Y por lo visto, ese empefio es tan grande, que cuando el hom.bre no puede satisfacer las necesidades inherentes a su vida, porque la naturaleza en torno no le presta los medias inexcusables, el hombre no se resigna. Si, por

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fa1ta de inccndio o de caverna, no puede ejercitar la actividad o hacer de calentarse, o por falta de frutos, raices, animates, la de alimentarse, el hom.bre pone en movimierito una segunda linea de actividades: hace fuego, hace un edificio, hace agricultura o caceria. Es el caso que aquel repertorio de necesidades y el de actividades que las sa tisfaccn directamente, aprovechando los n1.edios que estan ya ahi cuando estan, son con1unes al hombre y al animal. Lo l:mico de que no podemos estar scguros es de si el animal ti~ne el mismo empefio que el hombre en vivir. Sc dira que es in1prudente y basta injusta esta duda. i,Por que el animal ha de tener menos apego a la vida que el hombre? Lo que pasa es que no tiene las dotes intclectuales del hombre para defender su vida. Todo esto es probablem.ente muy discreto, pero una consideraci6n un poco cautelosa, que se atiene a los hechos, se encuentra irrefragablemente con que el animal, cuando no puede ejercer una actividad de su tepertorio elemental para satisfacer uiia necesidad ~~por ejemplo, cuando no hay fuego ni caverna~, no haec nada mas y se deja morir. El hombre, en cambio, dispara un nuevo tipo de hacer que consiste en producir lo que no estaba 1 ahi en 1a naturaleza, sea que en absoluto no este, sea que no csta cuando hace falta. Naturaleza no significa aqui sino lo que rodca al hmnbre, la circunstancia. Asi haec fuego cuando no hay fuego, hace una caverna, es decir, un edificio, cuando no existc en el paisaje, monta un caballo o fabrica un autmn6vil para suprimir espacio y tiempo. Ahora bien; n6tese que hacer fuego es un hacer muy distinto de calentarse, que cultivar un campo es un hacer muy distinto de alimentarse, y que hacer un autom6vi1 no es correr. Ahora empieza a vei-se por que antes tuvimos que insistir en la perogrullesca definicion de calentarse, alimentarse y desplazarse. Calefacci6n, agricuhura y fa bricacion de carros o automoviles no son,. pues, actos en que satisfacemos nuestras necesidades, sino que, por el pronto, implican lo contrario: uha suspension de aquel repertorio primitivo

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de haceres en que directamente procuramos satisfacerlas. En definitiva, a esta satisfacci6n y no a otra cosa va este segundo repertorio, pero -iahi esta!-- supone el una capacidad que es precisamente lo que falta al animal. No es tanto inteligencia lo que le falta --sobre esto ya hablaremos algo, si hay tiempo- como el ser capaz de desprenderse transitoriamente de esas urgencias vitales, despegarse de ellas y quedar franco para ocuparse en actividades que, por si, no son satisfacci6n de necesidades. El animal, por el contrario, esta s:iempre e indefectiblemente prendido a elias. Su existencia no es mas que el sistetna de esas necesidades elementales que llamamos organicas o biol6gicas y el sistema de actos que las satisfacen. El ser del animal coincide con ese doble sistema o, dicho en otro giro, el animal no es mas que eso. Vida, en el sentido biologico u organico de la palabra, es eso. Y yo pregunto: z.tiene sentido, refiriendose a un ser tal, hablar de necesidades? Porque recuerden que, referido este concepto de necesidad al hombre, consistia en las condiciones sine quibus non con que el hombre se encuentra para vivir. Ellas, pues, no son su vida o dicho al reves, su vida no coincid~, por lo menos totalmente, con el perfil de sus necesidades organicas. Si coincidiera, como acontece en el animal, si su ser consistiese estrictamente y solo en comer, beber, calentarse, etc., no las sentiria como necesidades, esto es, como imposiciones que desde fuera Began a su autentico ser, con las que este no tiene mas remedio que contar, pero que no lo constituyen. Carece, pues, de buen sentido suponer que el animal tiene necesidades en el sentido subjetivo que a este terrnino corresponde referido al hombre. El animal siente ham bre, pero como no tiene otra cosa que hacer sino sentir hambre y tratar de comer, no puede sentir todo esto como una necesidad, como algo con que hay que contar, que no hay mas remedio que hacer y que le viene impuesto. En cambio, si el ho1n bre consiguiera no tener esas necesidades y consecuentemente no tener que ocuparse en satisfacerlas, aim

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le quedaria mucho que hacer, mucho ambito de vida; precisamente los quehaceres y la vida que el cons.idera como lo mas suyo. Precisamcnte porque no siente el calentarse y el comer como lo suyo, como aquello en que su verdadera vida consiste y de otro lado no tiene mas remedio que aceptarlo, es por 1o que se Je presenta con el caracter espedfico de necesidad, de ineludibilidad. Lo cual, inesperadamente, nos descubre la constituci6n ex~ trafiisima del hombre: mientras todos los demas seres coinciden con sus condiciones objetivas -con la naturaleza o circunstancia--, el hombre no coincide con esta, sino que es algo ajeno y distinto de su circunstanda; pero no teniendo mas remedio, si quiere ser y estar en ella, que aceptar las condiciones que esta le impone. De aqui que se le presenten con un aspecto negativo, forzado y penoso. Por otra parte, esto aclara un poco que el hombre pueda desentenderse provisionalmente de esas necesidades, las suspenda o contenga y distanciado de ellas pueda vacar a otras ocupaciones que no son su inmediata situaci6n. El animal no puede retirarse de su repertorio de actos animales, de la naturaleza, porque no es sino路 ella y no tendria al distanciarse de ella d6nde meterse. Pero el hombre, por lo visto, no es su circunstancia, sino que esta solo sumergido en ella y puede en algunos momentos salirse de ella y meterse en si, recogerse, ensimismarse y, solo consigo, ocuparse en cosas que no son directa e inmediatamente atender a los imperatives o necesidades de su circunstancia. En estos rnomentos, extra o sobrenaturales de ensi1nismamiento o retraccion en si, inventa y ejecuta ese segundo repertorio de actos: hace fuego, ha.ce una casa, cultiva el campo y arma el autom6vil. Notemos que todos estos actos tienen una estructura com\m. Todos ellos presuponen y llevan en Si la invencion de un procedimiento que nos permite, dentro de ciertos limites, obtener con seguridad, a nuestro antojo y conveniencia, lo que no hay en Ia naturaleza, pero. que 27


necesitatnos. No irnporla, pues, que en la circunstancia, aqui y ahora, no haya fuego. Lo hacemos, es decir, ejecutamos aqui y ahora un cicrto esguem.a de actos que previamentc habiamos invcntado, de una vez para siempre. Este procedimicnto consiste a menudo en la creaci6n de un objeto, el instrumento o aparato, cuyo simple funciomuniento nos proporciona eso que habiamos menester. Tales son los dos palitos y la yesca con que el hombre primitivo haec fuego, o la casa que levanta y le separa del extremo frio ambiente. De donde resulta que estos actos nwdifican o reforman la circunstancia o naturaleza, logrando que en ella haya lo que no hay ~sea que no lo hay aqui y ahora cuando se necesita, sea que en absoluto no lo hay. Pues bien: estos son los actos tecnicos, especificos del hombre. El conjunto de ellos es la tecnica, que podemos, desde luego, definir como la reforma que el hon1bre impone a la naturaleza en vista de Ja satisfacci6n de sus necesidades. Estas, hemos visto, etan imposiciones de Ia naturaleza a! hombre. El hombre responde imponiendo a su vez un cambio a Ia naturaleza. Es, pues, Ia tecnica, la reacci6n cuergica contra la naturaleza o circunstancia, que lleva a crear entre .estas y el ho1nbre una nueva naturaleza puesta sobre aquella, una sobrenaturaleza. Conste, pues: Ia tecnic.:'1 no es lo que el hombre haec para satisfacer sus necesidades. Esta expresi6n es equivoca y valdria tambien para e1 repertorio biol6gico de los actos anirnales. La tecnica es la reforma de la naturaleza, de esa naturaleza que nos haec necesitados y n1enesterosos; reforma en sentido tal que las necesidades queden a ser posible anuladas por dejar de scr problema su satisfacci6n. Si sieinpre que sentimos frio la naturaleza automaticamentc pusiese a nuestra vera fuego, es evidente que no sentiriamos la necesidad de calentarnos, con1.o normaln1ente no sentimos la necesidad de respirar, sino que simplemente rcspiramos sin sernos ello problema alguno. Pues eso haec 1a tecnica, precisamente eso: ponernos el calor junto a Ia sensaci6n de frio y anular

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pnicticamente esta en cuanto necesidad, mencsterosidad, negaci6n, problema y angustia. Quede aqui esta primera y tosca aproximaci6n a la pregunta: (,Que es Ia tecnica? Pero ahora, una vcz lograda esa aproximaci6n, es cuando em.piezan a complicarse las cosas y a ponerse un tanto divertidas, como veremos en las lecciones pr6ximas.

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II. EL ESTAR Y EL BJENESTAR.---LA «NECESlDAD» DE LA EM BRIAGUEZ.---LO SUPERFLUO COMO NECESARIO.-RELATIVIDAD DE LA TECNICA

Enhebrernos con la lecci6n anterior. Actos tecnicos ~dedamos~ no son aquellos en que el hombre procura satisfacer directamente las necesidades que Ja circunstancia o naturaleza le hace sentir, sino precisamente aquellos que llevan a reformar esa circunstancia eliminando en lo posible de ella esas necesidades, suprimiendo o menguando el azar y el esfuerzo que exige satisfacerlas. Mientras el animal, por ser atecnico, tiene que arreghirselas con lo que encuentra dado ahi y fastidiarse o morir cuando no encuentra lo que necesita, e1 hombre, merced a su don tecnico, hace que se encuentre siempre en su derredor lo que ha menester --crea, pues, una circunstancia nueva mas favorable, segrega, por decirlo asi, una sobrenaturaleza adaptando Ia naturaleza a sus necesidades. La tecnica es Jo contrario de ]a adaptaci6n del sujeto al medio, puesto que es la adaptaci6n del medio al sujeto. Ya esto bastaria para hacernos sospechar que se trata de un movimiento en direcci6n inversa a todos los biol6gicos. Esta reacci6n contra su contorno, este no resignarse contentandose con lo que el mundo es, es Jo especifico ~~: . ~'

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del hombre. Por eso, aun estudiado zool6gicamente, se rcconoce su presencia cuando se encuentra Ia naturaleza dcformada~ por ejem.p!o, cuando se encuentran piedras labradas, con pulimento o sin el, es decir, utensilios. Un horn bre sin tecnica, es decir, sin reaccibn contra eJ medio, no es un hombre. Pero hasta ahora se nos presentaba la tecnica como una reacci6n a las neccsidades orgfmicas o bio16gicas. Recuerdcn que insisti en precisar el sentido del termino «nccesidad». Alimentarse era necesidad porque era condici6n sine qua non de la vida, es decir, del poder estar en cl rnundo. Y el hombre tiene, por lo visto, un gran cmpefio en estar en el mundo. Vivir, perdurar, era la necesidad de las necesidades. Pero es el caso que Ia tecnica no se reduce a facihtar la satisfacci6n de necesidades de ese genero. Tan antiguos con1o los inventos de utcnsilios y procedimientos para calentarsc, alin1entarse, etc., son muchos otros cuya finalidad consiste en proporcionar al hombre casas y situaciones innecesarias en ese sentido. Por ejemplo, tan viejo y tan extendido como el hacer fuego es el embriagarse --quiero decir, el uso de procedimientos o sustancias que ponen al hombre en estado psicofisio16gico de exaltac.i6n deliciosa o bien de delicioso estupor. La droga, el cstupefacjente es un invento tan primitivo como el que mas. Tanto, que no cs cosa clara, por ejemplo, si el fuego se invent6 primero para evitar el frio ~-necesidad org<inica y condicion sine qua non- o mas bien para ernbriagarse. Los pueblos mas primitivos usan las cuevas para enccnder en elias fuego y ponerse a sudar en fonna tal que entre el humo y el exceso de tem.pcratura caen en trance de cuasi cmbriaguez. Es lo que sc h.a llamado las «casas de sudan>. Resulla inacabable 1a lista de procedimjcntos hipnoticos, fant~isticos, es decir; productores de inu1genes deliciosas, de excitan:tes que dan placer al cjercitar un esfuerzo. Asi, entre estos t:lltimos, el ~~kat» del Yernen y Etiopia, que haec grato el andar cuando mas se anda por los efcctos de aquella sustancia en la pr6stata.

Entre losfantostica recuerdese la coca del Peru, el bcleno, el estramonio o datura, etc. Parejamente discutcn los ctn6logos si es ci arco de caza y guerra o el arco musical Ia forma primitiva del arco. La soluci6n del debate no es cosa que ahora nos importe. EJ simple hecho de que quepa discutirlo dem.ucstra que, sea o no el musical cl arco originario, aparece entre 1os instrumentos n1as primitivos. Y esto nos basta. Porque ello nos reveJa que el prin1itivo no sentia menos co1no necesidad eJ proporcionarsc cicrtos estados placenteros que cl satisfacer sus necesidades n1inimas para no morir; por tanto, que dcsde cl principia e] concepto de «neccsidad hun1ana» abarca indifercntem.ente lo objetivamente necesario y lo supedluo. Si nosotros nos con1prometiesemos a distinguir cu::iJes de entre nuestras nccesidades son rigurosamente necesarias, ineludibles, y cu<:1Jcs superf1uas, nos vedan-ws en el mayor apricto. Plies nos encontrariamos: 1.° Con que ante Jas necesidades que pensando a pr(ori parecen mas elementales e ineludibles -ahmento, calor, por ejemplo---, tiene el hombre una elasticidad increibJe. No solo por fuerza, sino basta por gusto reduce a Iimites increibles la cantidad de alimento y se adiestra a sufrir frios de una intensidad superlativa. 2. 0 En cambio, le cuesta mucho o, I · sencillamente, no logra prescindir de ciertas cosas superDuas y cuando Ic faltan preficrc morir. 3. 0 De donde se deduce que el empcfio del hombre por vivir, por estar en el mundo, es inseparab]c de su cmpe:f:io de estar bien. Mas al'm: que vida significa para 61 no simple estar, sino bienestar, y que s61o siente como necesidades Jas condiciones objetivas del estar, porq uc estc, a su vez, es supuesto del bienestar. El hombre que se convencc a fondo y por complcto de que no pucde lograr lo que 61 llama bienestar, por lo mcnos una aproximacion a ello, y que tendria que contentarse con el simple y nudo estar, se suicida. El bienestar y no el estar cs 1a necesidad fundamental para e1 hombre, la nccesidad de las nccesidades. Con lo cual llegamos a un concepto de necesida-

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des humanas completamente distit1to del que en Ia Jeccion anterior topamos, y ademas opuesto al que, por insuficiente analisis y descuidada meditacion, suele adopt<:u-se. Los libros sobre tecnica que he leido -todos indignos, por cierto, de su enorme tema 1 - comienzan por no hacerse cargo de que el concepto de «necesidades humanas» es el me::is importante para aclarar lo que es la tecnica. Todos esos libros, como no podia menos de ser, hacen uso de la idea de esas necesidade~, pero como no ven su decisiva importancia lo toman segun esta en la topica ambiente.

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Precisemos, antes de proseguir, la situacion a que p,egado: en 11 lecci6n anterior considerabamos el calentarse y el alimentarse como! necesidades humanbs, por ser condiciones objetivas del vivir, en el sentido de mero existir y simple estar en el nnmdo. Son, pues, necesarias en la medida en qt1e sea al hombre necesario vivir. Y notabamos que, en efecto, el hombre mostraba un raro y obstinado empeiio en vivir. Pero esta expresi6n, ahora Jo advertimos, er'a equivoca. El hombre no tiene empeiio alguno por estar en e) mundo. En lo que tiene empefio es en estar bien. S61o esto le parece necesario y todo lo demas es necesidad solo en Ia medida en que haga posible cl bienestar. Por tanto, para el hombre solo es necesario lo objetiv~mente superfluo. Esto se juzgara paradojico, pero es la pura verdad. Las necesidades biol6gicamente · objetivas no son, por si, necesidades para el. Cuando se encuentra atenido a ellas se niega a satisfacerlas y prefiere sucumbir. Solo se convierten en necesidades cuando aparecen como condiciones del «estar en el mundo», que, a su vez, solo es necesario en forma subjetiva; a saber, porque haec posible el «bicnestar en el mundo» y la superfluidad. De herp~s

I El unico libro que, insuficientc tarnbien en lo que se refiere a] problema general de Ia tecnica, he podido aprovechar en uno o dos puntos es el Gotl-Lilienfel: Wirtschaft unci Technik.

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donde resulta que hasta lo que es objetivamente neccsario solo lo es para el hombre cuando es referido a la superi1uidad. No tiene duda: el hmnbre es un animal para el cual solo lo superfluo cs necesario. AI pronto parecera esto un poco cxtrafio y sin mas valor que el de una frase, pero si repiensan Ja cuesti6n venin con1o por si mismos, inevitablcmente, llegan a ella. Y esto cs escncial para en tender la tecnica. La tecnica es la producd6n de lo superf1uo: hoy y en la epoca paleolitica. Es, ciertamente, el medio para satisfacer las neccsidades humanas; abora podemos aceptar esta formula que antes rechazabcnnos, porque ahora sabemos que las necesidades hurnanas son objetivamcn te supertluas y que solo se convierten en necesidades para quien necesita el bienestar y para quien vivir es,' esencialmente, vivir bien. He aqui por que el anin'lal es atecnico: se contenta con vivir y con ]o objetivamente 1 necesario para el simple existir. Desde el punto de vista del simple existir el animal es insuperable y no necesita la tecnica. Pero el hombre es hombre porque para el existir significa desde luego y siempre bienestar; por eso es a nativitate tecnico, creador de lo supedluo. Hombre, tecnica y bienestar son, en ultima instancia, sin6nimos. Otra cosa lleva a desconocer el tremendo sentido de la tecnica: su significacion como hecho absoluto en el univcrso. Si Ia tecnica consistiese solo en una de sus partes -en resolver 1nis c6modamente las mismas necesidades que integran la vida del animal y en el n"lismo sentido que puedan serlo para este-, tendriamos un doblete ex traiio en el universo: tenddan10s dos sistemas de actos -los instintivos del aninial y los tecnicos del hombre--, que siendo tan heterogeneos servirian, no obstante, la misma finalidad: sostener en el mundo al ser organico. Porque el caso es que e1 animal se las arregla perfcctamente con su sistema, esto es, que no se tra ta de un sistema defectuoso, en principia. No es ni mas ni menos defectuoso que el del hombre. Todo se aclara en cambio si se advierte que las 35


fina lidades son distintas: de un lado scrvir a la vida organica, que cs adaptaci6n del sujcto al medio, simple estar en Ia naturaleza. De otro, servir a la buena vida, al bienestar, que implica adaptacion del medio a la voluntad del sujcto. Qucdamos, pues, en que las necesidades humanas lo son solo en funcion del bienestar. Solo podremos cntonces averiguar cuaJes son aquellas si averiguamos que cs lo que el hombre entiendc por su bienestar. Y esto complica form.idablemcnte las cosas. Porque ... vaya usted a saber todo lo que el hombre ha entendido, entiende o entendcn1 por biencstar, por nccesidad de las necesidades -por Ia sola cosa neccsaria de que hablaba Jesus a Marta y Maria. (Maria, la verdadera «tecnica», para Jes"lis.) Para Pompeyo, por ejem.plo, no era necesario vivir, pero era necesario navegar, con lo cual renovaba el len1a de la sociedad miksia de los aeinaDtai -los eternos navegantes~--, a que Tales perteneci6, creadores de un nuevo comcrcio audaz, una nueva politica ::i.udaz, un nue.vo conocimiento audaz: Ia ciencia occidentaL Hay el faquir, el asceta, de un lado; el sensual, el glot6n, por otro. Tenemos. pues, que mientras el simple vjvir, el vivir en sentido biol6gico, es una magnitud fija que para cada especie esta dcfinida de una vcz para sien1pre, eso que el hombre llama vivir, el buen vivir o bienestar es un termino siempt·e movil, ilimitadamente variable. Y como el rcpertorio de necesidadcs humanas es funcion de el, rcsultan estas no menos variables; y como Ia tecnica es el rcpertorio de actos provocados, suscitados por e inspirados en cl sistema de esas necesidades, sera tambien una realidad proteiforme, en constante mutacion. De aqui que sea vano querer estudiar la tecnica como una entidad independiente o como si cstuviera dirigida por un vector tmico y de antemano conocido. La idea del progreso, funcsta en todos los 6rdenes cuando sc la emple6 sin critica, ha sido aqui tan1bicn fatal. Supone

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ella que el !hombre ha querido, quiere y querra siempre lo mismo, que los anhdos vitales han sido siempre idcnticos y la tmica variaci6n a traves de los ticn1pos ha consistido en el avance progrcsivo hacia eJ logro de aquel 1.inico desideratum. Pcro la verdad es todo lo contrario: la idea de Ia vida, cl perfil del bicnestar se ha transformado innumcrables vcccs, en ocasiones tan radicalmente, que los llamados progresos tecnicos eran abandonados y su. rastro perdido. Otras veccs ·->conste >-, y cs casi lo mas frecucnte en la historia, el inventor y la invenci6n cran perseguidos con1o si se tra Lase de un crimen. El que hoy sintamos en [onna extrema el prurito opucsto, el af{m de invenciones, no debe hacernos supon.er que siemprc ba sido asi. AI contrario, la humanidad ha solido senlir un misterioso terror c6smico hacia los descubrimientos, como si en cstos, junto a sus hencficios, latiese un terrible peligro. Y en mcdio de nuestro entusiasmo por los inventos tccnicos, j,no empezamos a sentir algo parecido? Seria de enorme y dram~ttica ensenanza hacer una historia de las tecnicas que, una vez logradas y pareciendo ~<adquisicio­ nes cternas» -kksis cis aei---~ se vola tilizaron, se pcrdicron por completo.

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Ill. EL ESFUERZO PARA AHORR.AR ESFUERZO ES LA TECNlCA.---EL PROBLEMA DEL ESl-:.'UERZO AHORRADO.-- LA VIDA JNVENTADA

Mi libra La rehe!i/m de las masasl va inspirado, entre otras cosas, por Ja espantosa sospecha que sinceramente sentia entonces -~a11a por 1927 y 1928; n6tenlo ustedes, las fechas de la prosperity-- de que Ia magnifica, Ia fabulosa tecnica actual corria peligro y muy bien podia 路ocurrir que se nos cscurriese de entre los dedos y desapareciese en rnucho menos tiempo de cuanto se puede imaginar. Hoy, cinco afios despues, mi sospecha no ha hecho sino acrecentarse pavorosmnente. Yean, pucs, los ingenieros como para ser ingeniero no basta con ser ingeniero. Mientras se estan ocupando en su faena parhcular, Ia historia Jes quita el suelo de debajo de los pies. Es preciso estar alerta y salir del propio oficio: otear bien el paisaje de Ia vida que es siempre totaL La facultad suprema para vivir no la da ningun oficio ni ninguna ciencia: es la sinopsis de todos los oficios y todas las ciencias, y muchas otras cosas ademas. Es la integral cautela. La vida hmTlana y todo en ella es un constante y l

[Publicado en esta Colecci6n.J

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abso1uto ricsgo. La 1nedia toda se vapor el punto menos prcvisible: una cultura sc vacia entera por el mas ilnperceptiblc agujcro. Pero dejando a un !ado estas, que son, aunque inminentcs, meras posibilidades, recapacitc el tccnico no m~ts que compa ran do su situacion de ayer con Ja que haec presmnir el manana. Una cosa es, por lo menos, clarisima: que las condiciones路 de todo orden, sociales, econ6micas, poli ticas, en que va a trabajar rnafiana son sumamcnte distintas de aquellas en que trabaj6 hasta hoy. No se hable, pucs, de la lccnica como de la tmica cosa positiva, la imica reabdad inconmovible del hombre. Eso es una cstupidcz, y cuanto m{ls cegaclos esten por ella los tccnicos, mas probable es que la tecnica actual sc venga al sudo y periclite. Basta con que cambie un poco sustancia1mente el perfil del bienestar que se cierne sobre el hombre, que sufra una mutaci6n de algun calibre la idea de la vida, de la cual, desde la cual y para la cual hace el hombre todo lo que haec, para que Ia tecnica tradicional ct'uja, se descoyunte y tome otros rmnbos. Hay quien cree que la Lecnica actual esta n1as firme en Ia historia que otras porquc ella misma, como tal tecnica, posee ingredientes que Ia diferencian de todas las demis, por ejemplo, su basamento en las ciencias. Esta presunta seglll-idad es ilusoria. La indiscutible superioridad de Ia tt~cnica prcsente, como tal tecnica, es, por otro !ado, su factor de mayor debilidad. Si se basa en la exactitud de la ciencia, quiere decirse que se apoy<1 en 1mis supucstos y condiciones que otras, al fin y al cabo mas independientes y cspontaneas. Todas estas seguridades son las que precisamente estin haciendo peligrar la cultura europea. El progresismo, al crecr que ya se ha bia llcgado a un nivel his tori co en que no cabia sustantivo retroccso, sino que mec<inicamente se avanzaria hasta cl infinito, ha aflojado las clavijas de la cautela 1n1mana y ha dado lugar a que irrun1pa de nuevo la barbaric en el mundo.

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Pcro deje1nos esto, ya que no cs materia en que podamos entrar ahot-a seriamentc. Resuman1os, en caJnbio. cuanto he dicho t11timamente: 1." No hay hombre sin-tecnica. 0

2. Esta tecnica varia en sumo grado y cs sobremanera inestablc, dependiendo emil y cwinta sea en cada mon1ento de la idea de bienestar que el hombre tenga a Ia saz6n. En tiempo de Plat6n, la tecnica de los chinos, en no pocos ordenes, era incomparablemenle superior a la de los griegos. Hay ciertas obras de la tecnica cgipcia que son superiores a cuanto hoy hace el europco; por ejemplo, el lago Mcris, de que habla Herodoto, que un tiempo se crey<') fabuloso y cuyo rcsiduo ha sido luego dcscubierto. En csta gigantesca obra hidraulica se recogian 3.430.000.000 de metros cttbicos, y gracias a ello Ia region del Delta, que hoy cs un desierto, era superlativamentc tertii. Lo propio acontecc con los foggara del desierto sah<:1rico. 3." Otra cuestion cs si no hay en todas las tecnicas pasadas un torso comun que ha ido acumulando sus descubt-imientos, aun a traves de no pocas desapariciones, retrocesos y perdidas_ En tal caso, podria hablarse de un absoluto progreso de la tccnica. Pero siempre se correra el riesgo de definir este ::1bsoluto progreso desde el punto de vista tecnico peculiar al que habla, y ese punto de vista no es el absoluto. A lo mcjor, mientras el lo esta afirmando con fe loca, Ia humanidad empieza a abandonarlo. Ya hablaremos algo de los distintos tipos de tccnica, de sus vicisitudcs, de sus ventajas y sus limitaciones; mas ahora nos conviene no perder de vista la idea fundamental de lo que es Ia tecnica, porque ella encierra los mayores secretos. Actos tecnicos ---deciamos- no son aq ucllos en que hacemos esfuerzos para satisfacer directan1ente nuestras necesidades, sean estas elementales o fnincamente superfluas, sino aquellos en que dedicamos el esfuerzo, prime-

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ro, a inventar y luego a ejecutar un plan de actividad que nos perrnita: 1." Asegurar la satisfaccibn de las neccsidades, por lo pronto, elementales. 2_o Lograr esa satisfacci6n con el minim.o esfuerzo. 3.° Crearnos posibilidadcs complctamente nuevas produciendo objctos que no hay en la naturaleza del hombre. Asi, el navegar, el volar, el habla.- con el antipoda mediante el telegrafo o la radiocomunicaci6n. Dejando por ahora el tercer punto, notemos los dos rasgos salientes de toda tecnica: que disminuye, a veces casi elimina, el esfuerzo impucsto por Ia circunstancia, y que lo consigue reformando a esta, rcobrando contra ella y oblig::indola a adoptar fonnas nuevas que favorecen al hombre. En el ahorro de esfuerzo que la tecnica proporciona podcm.os incluir, como uno de sus con1.poncntes, la seguridad. La preocupaci6n, la angustia, c\ terror que la inseguridad provoca en el hombre son formas del esfuerzo [para afroi1tar] la irnposici6n de la naturaleza sobre e1 hombre. Tenemos, pues, q ne 1a tecnica es, por Jo pronto, el esfuerzo para ahorrar el esfuerzo o, dicho en o tra forma, cs lo que hacemos para evitar por con"lpleto, o en parte, los quehaceres que la circunstancia primariarnente nos impone. En esto se halla todo el mundo confonne; pero es curioso que solo se entiende por una de sus caras, la menos interesante, el anverso, y no sc advierte el enigma que su reverso representa. No se cae en la cuenta de lo sorprcndente que es que el hon1.bre se esfuerce precisamente en ahorrarse esfuerzo. Sediraque Ia tecnicaes unesfuerzo1nucho rnenorconque cvitanws un esfuerzo 1nucho m.ayor y, por tanto, una cosa perfectamente clara y razonable. Muy bien; pero eso no es lo enigmatico, sino esto otro; .;,ad6nde va a panu esc esfuerzo ahorrado y que queda vacante? La cosa resalta mas si cmpleamos otros vocablos y decimos: si con el hacer tecnico el hombre queda exento de los 42

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quehacercs irnpuestos por la naturalcza, {.que es lo que va a hacer, que quehaccres van a ocupar su vida? Porque no hacer nada es vaciar Ia vida, cs no vivir, es incompatible con el hombre. La cuesti(n}, lejos de ser fantastica, ticnc hoy ya un comienzo de rcalidad. Hasta una persona aguda ciertamcnte, pero que es s6Jo economista --Keynes·-- se planteaba esta cuesti6n: dentro de poco tiempo · · si no hay retroceso, se entiende-·~ Ia tecnica permit1n1 que el hombre no tenga que trabajar m~ts que una o dos horas al dia. Pues bien: z.q ue va a hacer el res to de las vcinticuatro? De hecho, en no escasa 1nedida, esa situaci6n es ya Ia de hoy, el obrcro trabaja hoy ocbo horns y solo cinco dfas en algunos paises y seg(m parece este sen'! el porvenir inmediato general: l.que haec cse obrero del rcsLo enorme de su tiempo, del ambito hueco que queda en su vida? Pcro el crue Ia tecnica actual presente tan a las claras esta cuesti6n no quicre decir que no preexista dcsde siemprc en toda tecnica, puesto que toda ella lleva a un ahorro de quehacer y no accidentalmcnte o con1o resultado crue sobreviene al acto tecnico, sino que esc afan de ahorrar esfuerzo es lo que inspira a la tecnica. La cuesti6n, pues, no es adyacente, sino que pertenece a la esencia misma de la tecnica, y esta no se entiencle si nos contentan1os con confirmar que ahorra esfuerzo y no nos preguntan1os en que sc emplea el esfuerzo vacante. Y he aqui c6rno la meditaci6n sobre la tecnica nos hace tropezar dentro de ella, como con el hueso en un fruto, con el raro misterio del ser del hornbre. Porque es este un ente forzado, si quiere existir, a ex1stir en Ia na turalcza, sumergido en ella, es un animal. Zoologicamente, vida significa todo lo que hay que haccr para sostenerse en Ia naturalcza. Pero el hornbre se las arrcgla para rcducir al minimum csa vida, para no tener que hacer lo que tiene que hacer el animal. En el hueco que la superacj6n de su vida animal deja, vaca el hombre a una serie de quchaceres no biol6gicos, que no le son impuestos por la naturaleza, que et se inventa a sf mismo. Y

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IV.

prccisan1cntc a esa vida inventada, inventada con1o se invcnta una novela o una obra clc teatro, cs a Jo que el hombre llama vida humana, bicnestar. La vida humana, pues, trascicnde de la realidad natural, no le cs dada como lc cs dado a Ia piedra caer y a! animal el repertorio rigido de sus actos org<-inicos -comer, huir, nidificar, etc.--, sino que sc Ia haec cl, y cstc- hacerscla comicnza por scr la invcncion de ella. (.Como? La vida humana t,seria entonces en su dimension especifica ... una obra de imaginacion? l,Seria ei hombre una cspecie de novelista de si mismo que forja Ia figura {'ctnt2tstica de un personajc con su tipo irrcal de ocupaciones y que para conseguir realizarlo haec todo lo que haec, es decir, es tecnico?

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EXCURSTONES AL SUBSUELO DE LA TECNJCA

Las respuestas que se ban dado a la pregunta (,que es Ia tecnica? son de una pavorosa superficialidad. Y lo peor del caso cs que no puede atribuirse al azar. Esa superficialidad es compartida por casi todas las cuestiones que se refieren verdaderamente a lo humano en el hombre. Y no sera posible poner alguna claridad en ellas si no nos resolvemos a tomarlas en el estrato profunda donde surge todo lo propiamente humano. Mientras sigamos, al hablar de asuntos que nos afectan, dando por supuesto que sabemos bien lo que es lo humano, solo lograremos dejarnos sicmpre Ia verdadera cuesti6n a nuestra espalda. Y esto acontece con la tecnica. Conviene hacerse cargo de todo el radicalismo que debe inspirar nuestra interrogaci6n. z.C6n•o es que en el unjverso existe esa cosa tan extrafia, esc becho absoluto que cs la tecnica, cJ hacer tecnica el hombre? Si intcntamos en serio aproximarnos a ~una respuesta, tenemos que resolvernos a surnergirnos en ciertas ineludibles honduras. Y entonces nos encontra·niOs con qlle en el univcrso acontece el siguicnte hecho: un cnte, el hombre, se ve obligado, si quiere existir, a estar en otro entc, eJ mundo

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