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Los Macro Desafíos del Proceso Constituyente en Chile
from Revista Nº164
by ASIVA
Por Esteban Lavanderos W. Presidente Comisión Capital Humano
El desafío que tenemos como país, en la construcción de una nueva Constitución es enorme, innovador, trascendente y muy atractivo. Lejos de ser un experto en la materia, para poder mencionar los principales macro desafíos en un proceso constituyente he tenido que apelar a mi sentido común y a diversas conversaciones y reflexiones personales y laborales.
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Un primer macro desafío tiene que ver con la “Gobernabilidad del Proceso Constituyente”. Hoy existen pocas experiencias trazables a nivel mundial que sean similares a las de nuestro país. Un particular proceso que incorpora paridad de género, escaños reservados también con paridad de género para pueblos originarios y quórum calificado de 2/3 (probablemente por temática), obligará a la construcción de acuerdos masivos y muy representativos para dar gobernabilidad en la construcción de la “Carta Magna”. Finalmente, en importante cuantía, será el Reglamento resultante de la Convención Constitucional, el que dará ciertos “grados” de gobernabilidad.
Un segundo macro desafío muy relacionado con el anterior, tendrá que ver con la manera de asegurar una real participación ciudadana en todo el proceso. No bastan, en lo absoluto, con los 155 integrantes de la Convención Constitucional, lejos de ello, para validar los distintos procesos, de manera sostenida y legítima, los integrantes deberán construir canales ciudadanos bidireccionales para representar a sus propios territorios, sin agenda propia ni agendas cautivas. Será imperativa la generación de una participación activa ciudadana real y en tal sentido, la representación permanente ciudadana y territorial por parte de los constituyentes. Durante el año de funcionamiento de la Convención Constitucional, el desafío de mantener una representatividad permanente generará tensiones (ojalá creativas) que no debiesen afectar la propia gobernabilidad de un proceso como este.
Un tercer macro desafío será acordar “qué tipo de Constitución queremos tener”. En este aspecto, hay por lo menos tres tendencias: la primera alude a una Constitución agregada o “minimalista”, es decir, un tipo de Constitución muy macro sin regulaciones específicas, dando espacio con ello, a futuras legislaciones regulatorias. Una segunda tendencia propone una Constitución del tipo “legalista” detallada y específica (la que podría incorporar temas no necesariamente constitucionales). Una tercera opción, quizá intermedia, es la construcción de una Constitución cuyo eje sean los derechos (derecho a la educación, salud, vivienda, seguridad social, etc.). En ésta última opción, la discusión se centrará finalmente en cuál debiera ser el “rol del Estado” y por ende, un continuo desde un Estado netamente subsidiario a un Estado de bienestar cuyo rol no depende necesariamente de sistema privado, sino por derechos ciudadanos y sistemas de seguridad social apalancada por el hecho de ser “chileno”.
Un cuarto macro desafío será la transparencia en la conexión entre la Constitución y su debido proceso de construcción y la vida diaria de todos nosotros. Cómo afectará una u otra decisión al bienestar de cada uno de nosotros, nuestras familias y nuestra región?.
Finalmente, un quinto macro desafío será, a mi juicio, la posición y/o grado de importancia de la variable “empleo” en todo el proceso. Me refiero con lo anterior, a que si el Trabajo formará parte de los ejes transversales de la nueva Constitución. Serán parte de las discusiones la automatización de los procesos productivos?, la tecnología en el empleo?, la digitalización?, la innovación en el trabajo?, la reconversión laboral?, la flexibilidad laboral?, la responsabilidad social empresarial?, el valor compartido?, la modernización de la administración pública?.
Todos y cada uno de los macro desafíos mencionados son complementarios e interdependientes unos de otros. Lo cual, en mi opinión, hacen que sortear con éxito tales desafíos sea un proceso complejo y trascendente que requerirá la más sincera voluntad de muchos actores en pro del futuro del país, también el suficiente liderazgo para enfrentar las incertidumbres y la necesaria estructura que soporte el Proceso Constituyente.