Hoja agraria trenzando diversidad asam

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Hoja Agraria

Nº 1 Mayo de 2011

Primavera

En la página web del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino se encuentra disponible la colección completa en formato digital de las “Hojas divulgadoras”: (http://www.mapa.es/es/ministerio/

trenzando diversidad Proyecto Piloto de la Red Rural Nacional

en las Sierras de Béjar y Francia (Salamanca) y Valle Ambroz (Cáceres) Asociación Salmantina de Agricultura de Montaña (ASAM). 37671 San Esteban de la Sierra. Salamanca. Tfno. 923.43.53.00. www.asamdiversidad.es info.trenzandodiversidad@gmail.com

Este proyecto piloto ha sido financiado por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y por el FEADER

FEADER

INDICE: Una granja sostenible en la Sierra de Francia El Tomate Es tiempo de guardar los prados

pags/biblioteca/hojas/consulta.asp).

Como allí dice, “las hojas divulgadoras nacieron en el año 1907 de la necesidad de hacer llegar a los agricultores de forma sencilla y práctica la información sobre las tecnologías que debían aplicar a sus cultivos y a la cría y cuidado de sus ganados. Y tal fue el acierto de su creación, que ha sido un método de transferencia tecnológica, en su faceta de divulgación del conocimiento, que ya perdura más de un siglo después de su nacimiento… En esta valiosa colección, podremos encontrar respuestas muy válidas incluso para nuestras necesidades más actuales relacionadas con los diferentes cultivos, cría de ganado…”. Salvando la distancias, pero inspirados en ellas, comenzamos esta pequeña publicación que denominamos “Hojas agraria” y en la que pretendemos recoger desde aquellos viejos conocimientos tradicionales que se transmitían oralmente, a nuevas técnicas de cultivo ecológico que pueden ser útiles en un contexto de economía sostenible en la comarca, tanto desde el punto de vista agrícola como ganadero. Dada nuestra escasez de medios no podemos abordar, al menos ahora, nada más que un número por cada estación, pero esperamos que sea útil aunque sólo sea por recoger conocimientos y prácticas atesoradas en una sabiduría y memoria popular que se va perdiendo. Ha querido que la casualidad que este primer número coincida con la primavera, justo cuando renace la vida en la tierra. Esperemos que esta nueva labor dé buenos frutos.

Algunas portadas de hojas divulgadoras publicadas: de arriba a abajo: el primer número, publicado en 1907; una edición de 1963 y la penúltima digitalizada, que fue editada en 2006.

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En estos tiempos, donde empezamos a ser conscientes de que el petróleo escasea y las tendencias de autosuficiencia vuelven a salir a flote y a no considerarse como un atraso, sino como una posibilidad para sobrevivir en esta sociedad dirigida por un mercado que ha hecho sufrir mucho a los agricultores, sorprende encontrar una granja en la sierra que no se dejó sucumbir por la agricultura industrial basada en el monocultivo y la incorporación de gran cantidad de insumos y gastos.

Una granja sostenible en la Sierra de Francia Salomé Casado

En La Alberca, Tito y Trini mantienen una espectacular finca a base de cerrar ciclos conjugando la agricultura y la ganadería, y aunque no se encuentra en su máximo esplendor, por sus cerca de 80 años, son muchos y variados los productos que de ella consiguen. En la finca de Tito y Trini, donde todo tiene un sentido, se asocia producción vegetal con producción ganadera para que ambas producciones se retroalimentaran y dieran estabilidad a la granja. Para el control de la hierba entre los frutales eligió un rebaño de ovejas churras, que a su vez se comen la fruta de destrío y las ricas castañas pequeñas. De esta forma consigue en la propia finca estiércol con lo que abonar también sus frutales. Al mantener de forma permanente la pradera impide que se erosione el suelo y hace que se vayan fijando nutrientes en el suelo. Su pequeño huerto de autoconsumo es también “guardián” de un gran número de variedades tradicionales, y además, cierra los ciclos de las producciones de estos frutales. Aunque en los últimos años las fuerzas escasean, es imposible no percibir la armonía que allí existe, una finca que algunos serranos nombraron, al conocerla, como “el paraíso”.

Una vista parcial de la finca

Tito y Trini, conservadores de biodiversidad y conocimiento en La Alberca, enseñándonos a hacer un velorto para atar el heno

En un amplio sentido la finca es autosuficiente y así ha sido durante mucho tiempo. El agua que corre por su finca aún es pura. Hasta hace poco, la única energía que utilizaban era la leña, y es contagioso el cariño que le tienen a esta forma de calentarse. Como no están obsesionados por acabar con las “malas hierbas”, conoce muy bien las plantas que crecen en su finca y prefiere, por ejemplo, utilizar juncos para atar los tomates o los injertos, o hacer velortos con los que atar los haces de heno, ya que valora mucho que sean materiales que se descomponen y no dejan residuos. Tenemos mucho que aprender de ellos, y ellos están dispuestos a trasmitirlo, ya que su amabilidad y acogida es también asombrosa. Sí, la unión de Tito con la tierra le ha hecho conocer, por ejemplo, en qué sentido se enroscan las judías de “tarma”, o cuánto abono requieren, cómo hay que plantar las tomateras “para que les de el sol a mediodía, al saliente y al poniente”, o qué injerto le va bien a cada clase de frutal, y bien comprende cuándo los alcornoques “están asfixiados” y hay que quitarles el corcho, o cómo regar las hortalizas de verano para que no “se echen a templar por la noche si se riegan por la tarde”, ya que en La Alberca aún hace fresco a principios de verano y se “engorrían las patatas”. Realmente es muy enriquecedor pasar una tarde o algo más compartiendo la sabiduría de un agricultor observador y capaz de adaptarse a los cultivos y la naturaleza, en lugar de intentar hacer la agricultura aséptica y así intentar dirigir todos los procesos de manera artificial.

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El tomate Julián Pérez Mamolar El tomate procede de América Latina de donde fue traído a Europa en el año 1540, adaptándose muy bien al clima mediterráneo. El tomate se cultivaba ya 700 años a. C. en México. Esta hortaliza es una de las reinas de nuestra huerta. Es inmenso el número de variedades de tomate que se pueden llegar a encontrar. Podemos cultivar tomates para guardar o colgar en invierno, para salsas, para ensalada, pequeños, grandes, de colores (rojos, verdes, amarillos, naranjas, negros, blancos, etc.), dulces, precoces, de mata baja o mata alta, etc. Los primeros tomates en cultivarse en Europa eran de color amarillo y se utilizaban para jardinería. No fue hasta el s. XVIII cuando empezó a enriquecer los platos con su exquisito sabor y aroma.

Es inmenso el número de variedades de tomate que se pueden llegar a encontrar

Tomate de San Esteban

En las variedades de mata alta, según vaya creciendo iremos quitando los brotes laterales, dejando el brote principal y sus racimos florales, a la par que vamos atándolas al tutor (entutorado). Al final del verano cortamos el eje principal para conseguir que maduren los últimos tomates, ya que si no, siguen dando flores y, por nuestro clima, nunca fructificarían.

El mildiu tiene mala curación , pero se puede aplicar suero de leche diluido en agua Las tomateras son muy sensibles a hongos como el mildiu, que aparece con exceso de lluvia o humedad. Un tratamiento preventivo es el extracto de cola de caballo. Una vez aparecida la enfermedad veremos manchas grises en las hojas, y aunque tiene mala curación, podemos aplicar suero de leche diluido en agua (1l./20l.). Otra temida plaga es la araña roja, un pequeño ácaro que vive en grupo en el envés de las hojas de las que se alimenta. Producen una tela blanquecida y aparecen manchas sobre las hojas que se van secando hasta llegar a matar a la planta.

Las tomateras son plantas muy rústicas que necesitan gran cantidad de materia orgánica, por ello es importante ponerlas en suelos francos, sueltos, ricos en humus y bien abonados. Es importante, no repetir su cultivo durante años sucesivos en el mismo lugar, hay que intentar hacer rotaciones con otras verduras menos exigentes como las lechugas, cebollas, judías, guisantes, ajos, etc. Les gusta el agua, pero siempre hay que regarlas por el suelo, ya que al mojar las hojas aumentaremos las posibilidades de aparición de enfermedades fúngicas, como el mildiu. La siembra se realiza en febrero/marzo en sitios protegidos y se trasplantan cuando hayan desarrollado 4 hojas verdaderas o tengan unos 15 cm. Les encantan el calor y el sol, así que hay que tener cuidado con el frío. Tras el trasplante es necesario un riego abundante para asegurar el enraizamiento. Le viene bien cultivarse cerca de las liliáceas (ajo, cebolla, puerro) y umbelíferas (zanahoria, perejil, apio).

Dado que a esta araña le encanta la sequedad, podremos prevenir la esta plaga regando copiosamente y acolchando el suelo. Para combatirla podemos tratar con insecticidas naturales como el purín de ortiga, el nim o el pelitre o aplicando azufre a nuestras tomateras cuando veamos los primeros síntomas, pero ojo, si tienes problemas con los hongos, no es necesario que lo trates con sulfato de cobre, evitando así este metal tan tóxico para nuestros suelos.

Tomate bombilla amarillo

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Tiempo de guardar los prados para la siega

Ganaderia Hoja Agraria

trenzando diversidad

Antonio García Díaz

“Abril y mayo, las llaves de todo el año” Refrán castellano

Cuando se barrunta la primavera, el ganado comienza a agarrarse a la hierba que va despertando. Ya no está tan pendiente de cuando viene su amo a echarle la pastura o el heno. En las últimas semanas, el ganadero va mermando la comida que trae al ganado, no porque no quiera gastar, si no porque los pajares y las “tenás” están medio vacías y hay que condurar lo poco que queda. Si el tiempo acompaña, ni el ganadero trae ni el ganado quiere. Después del largo invierno y de comer “pan duro”, el ganado se lanza con ansiedad a la nueva hierba fresca.

Prados guardados: durante la primavera se guarda de que el ganado no entre en los prados para que la hierba crezca y fructifique. En junio se siega y se transforma en heno, un alimento que perdurará hasta el invierno.

El cambio de ciclo estacional trae consigo un cambio de ciclo en la estrategia del ganadero. Ésta dependerá de cual es el modelo de gestión que tiene en función de su territorio, su propiedad, etc. Sea cual sea, es un momento de cambio. Las nuevas actuaciones no están orientadas a que el ganado coma, ya que puede comer en cualquier lugar. Ahora, en este momento de abundancia, todo gira alrededor de realizar las tácticas más eficaces para asegurarse las provisiones para el invierno. En el mes de marzo se cierran los praos para guardarlos para la siega en el mes de junio y asegurar el heno para el invierno. Ahora es el momento de aprovechar los pastos, los lugares altos con poco suelo. Estas hierbas y brotes tienen que ser comidas en este momento porque dentro de un mes se secarán y perderán su valor nutritivo así como el interés del ganado.

D O S S O L U C I O N E S PA R A U N M I S M O PROBLEMA El factor más determinante siempre es el que es más escaso. En el verano lo más importante es el agua. En el invierno el abrigo y la comida. En primavera se multiplica la capacidad de la carga ganadera que puede sustentar un territorio, pero solamente es en primavera. ¿Qué hacemos con el ganado en invierno, cuando esta capacidad se reduce a mínimos? Desde la perspectiva tradicional, se diseñaron dos líneas de soluciones:

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l El modelo sedentario. Segar la hierba excedentaria de la primavera y transformarla en heno para mantener el ganado en el invierno. También, por supuesto, la siembra de cereales y leguminosas. l El modelo trashumante. Aprovechamos la máxima capacidad de sustentación con una gran carga ganadera y después nos llevamos el ganado a otro territorio con ritmo climático diferente y complementario, como el valle y la montaña. Ese desplazamiento puede ser cercano o lejano: de Cáceres a la Sierra de Gredos, de los montes de León a la dehesa extremeña, etc.


Hoja Agraria

Nº 2

Redacción y maquetación: Juan Antonio del Rey

Agosto de 2011

Verano

trenzando diversidad Proyecto Piloto de la Red Rural Nacional

en las Sierras de Béjar y Francia (Salamanca) y Valle Ambroz (Cáceres) Asociación Salmantina de Agricultura de Montaña (ASAM). 37671 San Esteban de la Sierra. Salamanca. Tfno. 923.43.53.00. www.asamdiversidad.es info.trenzandodiversidad@gmail.com

Este proyecto piloto ha sido financiado por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y por el FEADER

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EN ESTE NÚMERO: Introducción a la agricultura ecológica II El cultivo de la alubia El Tío Chan, un hortelano brevero y con mucha huerta El verano y la ganadería

Introducción a la Agricultura Ecológica (2) Julián Pérez Mamolar

El cultivo de la alubia Julián Pérez Mamolar

El más de medio siglo de agricultura industrial o convencional, nos ha dejado numerosos problemas, como, la contaminación del suelo, del aire y del agua, la pérdida de biodiverdidad, elevados costes de producción, productos de pésima calidad, desequilibrios en los ecosistemas, dependencia del mercado, grandes, desequilibrios sociales, etc. Para paliar todos estos problemas, van surgiendo diferentes movimientos en todo el mundo, como la agricultura ecológica (orgánica o biológica), la biodinámica o la permacultura. Si hacemos agricultura ecológica, uno de nuestros objetivos será restaurar la biodiversidad de los agrosistemas. Éstos han sido sometidos durante mucho tiempo a los monocultivos y al exterminio de las cubiertas y setos de los cultivos, con la obsesión de dejar los cultivos “limpios” o mejor dicho desnudos e indefensos frente a las plagas y enfermedades, inclemencias del tiempo, etc.. Al mismo tiempo, deberemos potenciar la recuperación de la dinámica y estructura de los suelos, que últimamente sólo se ha considerado un soporte y no el sistema de alimentación de las plantas, igualmente basado en la restauración de la micro y macro biodiversidad del suelo. Al principio resulta algo difícil, porque los suelos y los cultivos sufren una especie de proceso de desintoxicación, hasta que se alcanza el equilibrio.

Frejón Zarabiao, de enrame La judía es una de las hortalizas más arraigadas en España, y por ello cuenta con múltiples nombres, como alubia, fréjol, fabe, faba, moncheta, habichuela, chícharo, caparrón, o frejón, como suele llamarse en las Sierras de Béjar y Francia a las judías para verde. Su nombre en latín es Phaseolus vulgaris, aunque existen otras especies que también conocemos como judías, como los judiones (Ph. coccineus), las carillas (Vigna ungiculata) o los garrafones de las ricas paellas valencianas (Ph. lunatus).

(continuará en el próximo número)

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El cultivo de la alubia La alubia común tiene su origen en Centroamérica y la región andina. Por ser la alubia seca un alimento rico y proteico, remonta su uso hasta el neolítico y, de hecho, es un cultivo extendido por los 5 continentes, siendo el consumo en seco el primero en iniciarse. Además de proteínas, también son ricas en calcio, minerales, fibra y oligoelementos, y más si las conjugamos como un cereal, como el arroz o el trigo. Dado el recorrido histórico de esta legumbre podemos elegir hoy día entre una alta diversidad de variedades, pero hay que tener en cuenta que no todas se dan bien en todos los climas, y en el caso de los granos, su buscado sabor puede cambiar según el terreno, por lo que preferiblemente cultivaremos las variedades de nuestra zona, donde existen de diversos colores y tamaños. Entre las judías verdes también hay variedad: aplanadas o redondas, más o menos largas, rectas o curvas, verdes, Diversidad de judías serranas

rojizas o amarillentas, como los famosos “frejones de manteca”, pero lo que siempre se prefiere es la ausencia de hebra, para mejorar el paladar. Además de aprovecharlas frescas, también existe la tradición gastronómica de secar algunas variedades y después consumirlas en invierno rehidratadas, es ¡un sabor a redescubrir!

Así mismo, se asocia con apio, acelga, berenjena, coles, lechugas, nabos, patatas, pimiento, tomate o zanahorias. Existe una famosa asociación precolombina de la judía de enrame con el maíz sobre el que trepa y al que da de comer, y con calabaza que ocupa la superficie del suelo. Como a otras leguminosas, a la judía no le gusta los suelos muy nitrificados, pues facilita la aparición de plagas (pulgón) y enfermedades (hongos y bacterias). Por ello, en caso de abonar, hay que elegir un compost muy maduro o humus de lombriz. La tierra ha de estar bien trabajada, como dicen aquí, profunda y mulllida, aunque los expertos serranos prefieren que asiente un poco después de la labor para sembrar. Se pueden cultivar varias cosechas al año, dependiendo de la zona, empezando a primeros de abril (según heladas) y teniendo en cuenta si deben secarse antes de las lluvias. La siembra se realiza superficialmente y dependiendo del suelo puede ser en hileras una a una o a golpes separados unos 25-30 cm de 3-5 semillas para que germinen juntas. Es preferible que la tierra tenga buen tempero, y si no, conviene regar un poco antes de sembrar y tapar con tierra seca, y no volver a regar hasta que las plantitas asomen para que no encostrar la tierra o pudrir las semillas. Algunos prefieren poner las judías unas horas en agua antes para acelerar la germinación, pero hay que tener cuidado porque si luego absorben más agua también se pudrirían. Las judías no requieren muchas más labores, salvo escardas superficiales, y acompañarlas un poco para propiciar que desarrollen más raíces. Siempre es importante conocer a los supuestos “enemigos” de nuestras judías. Aquí en la sierra, lo más habitual es la araña roja, que se puede combatir con purín de ortiga y cola de caballo, azufre o con agua, mojando de vez en cuando las plantas para mantener la humedad. Pero tampoco debemos pasarnos porque podemos favorecer el desarrollo de hongos, como la roya, que reconoceremos como manchas circulares marrones en las hojas, y que se puede combatir con cola de caballo o cardo bordelés. Una vez secos los granos podemos tener gorgojos, por lo que conviene guardarlas bien en tarros de cristal y congelarlas 2 días si pensamos que pueden haber sido atacadas.

A la hora de cultivar, hay quien prefiere las judías de mata baja por ser más precoces y quien opta por preparar unas buenas “tarmas” o “támbaras”, para lucir de unas bonitas judías de más de 2 metros de altura, que suelen ser muy productivas. Además, por ser una leguminosa, aporta nitrógeno al terreno donde se cultiva, gracias a sus nódulos simbióticos de las raíces, por lo que no debe faltar en nuestras rotaciones.

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Nódulos de Rhizobium, bacteria simbiótica de las judías capaz de fijar el nitrógeno atmosférico.


El Tío Chan, un hortelano brevero y con mucha huerta Salomé Casado

En San Esteban de la Sierra hay varios agricultores con mucha experiencia que aún disfrutan de preparar el terruño para la huerta familiar, los cerezos o la viña, pese a su avanzada edad. Uno de ellos es Sebastián Sánchez, un abuelo muy amigable y siempre dispuesto a enseñar sus conocimientos y ayudar en lo que pueda a los jóvenes que se atreven a volver a hacer agricultura, Tomate de San Esteban ganándose así el nombre de “Tío Chan”. Aparte de conservar algunas variedades tradicionales, aunque como bien dice es bueno cambiar la simiente, pone semillas nuevas de vez en cuando y también conserva infraestructuras tradicionales como los cigüeñales de herencia romana que aún le ayudan en sus labores de riego. En sus huertos tiene en cuenta las rotaciones, variando la zona dedicada a cada cultivo para no agotar la tierra; y las asociaciones, juntando dos cultivos que se benefician como los puerros y las lechugas, llegando con estas dos técnicas, básicas para la producción ecológica, a sacar hasta 3 cosechas distintas de un mismo cantero en un año.

que como él dice, vivió otro bache fuerte cuando tuvieron que arrancar todas las viñas de la Sierra por la filoxera y parecía el fin, pero salieron para adelante, asumiendo que siempre a un momento decadente le sigue una época de esplendor.

Tío Chan sacand

Además, su huerto es un jardín, ya que a los cultivos les acompañan flores, plantas medicinales y aromáticas, como la albahaca que cultiva porque parece ahuyentar a los topos. Y es que el Tío Chan es un buen agricultorobservador capaz de intuir las prácticas a mejorar y las buenas a repetir, y así tiene muy en cuenta trabajar la tierra en tempero (cuando no esté pesada o mojada), no echar el estiércol de oveja en otoño para que no se lo lleven las lluvias invernales o regar por la mañana el huerto para no cocer las plantas con el calor.

güeñal o agua con el ci

Y es que Sebastián, el tema agrícola lo tiene muy interiorizado, ya que como dice, pocos pueden presumir de llevar la “huerta” siempre consigo

incluso cuando estuvo en Alemania. Y es que, aparte de dedicarse con esmero y cariño a los trabajos agrícolas, y trabajar a los 85 años dos preciosos huertos, al igual que sus hermanos se apellida Huerta.

También tiene variedades tradicionales de frutales y así presume de los espectaculares nogales que recuerda haber plantado con su hermano cuando tenía 10 años, y de las peras de invierno que se dan “a muelos”, es decir muchas buenas y juntas. Aún interesado en el futuro de su pueblo, participa en los múltiples eventos sociales, festivos o no, y así nos sorprendió un día dándonos una lección de optimismo frente al abandono agrario y rural que estamos viviendo, ya

Una vista de la huerta de tío Chan, en la que asocia el puerro con las lechugas

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Ganaderia Hoja Agraria

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El verano y la ganadería Antonio García Díaz

El verano llega cuando nuestros campos están en su máxima plenitud: los prados tienen hierba fresca y el agua es abundante. Pero a partir de julio ese esplendor va perdiendo su brillo: los pastos se van agostando (secándose) y cada vez son más secos y duros y el ganado los come con dificultad y con desinterés. También el agua tiende a desaparecer: las charcas merman y los manantiales se reducen o agotan. Septiembre es la clave: si viene como le corresponde y caen las primeras lluvias, entonces los polvorientos prados comienzan a verdear, la temperatura se refresca y el verano va dejando atrás sus momentos más duros. Los manantiales no se han recuperado, pero al ser los días más cortos y menos calurosos, el ganado va superando el estrés del verano. Pero no todos los septiembres son septiembres, hay algunos que son un segundo agosto. Estos años son muy duros para el ganado y para el ganadero pues el agua se agota y el verano se alarga.

En verano el agua es lo primero y toda la actividad ganadera gira a su alrededor Se emplean diversas tácticas en función de los recursos disponibles. Los ganados se llevan a aquellas fincas que tienen asegurada el agua o llevándoles la cisterna con el tractor. Las otras fincas deberán de esperar la llegada del otoño para poder ser pastadas. A mediados de agosto la hierba escasea o está dura y el ganado necesita un pequeño acompañamiento con heno o paja, sobre todo si hay vacas paridas. En algunas fincas el ganado puede complementar su alimentación comiendo hoja de roble, que será mejor si está a la solana que a la umbría (dicen los ganaderos que la primera es más dulce y que por eso le gusta más al ganado). A finales de agosto y ya en septiembre, en muchos de nuestros pueblos se cortan las ramas a los fresnos (“cortar el ramajo”). El ganado come las hojas tiernas y las ramas son aprovechadas como leña por el ganadero. Pero hay otros pueblos a los que su territorio les da otras opciones y oportunidades: El valle de Montemayor

Vacas aprovechando la corta del ramajo de fresnos

Los agostaderos de Candelario La Sierra de Candelario ofrece pastos idóneos para superar el verano, son los llamados “agostaderos”. Se encuentran entre los 1.400 y 2.400 metros y están constituido por zonas de praderas y vaguadas en los que en verano todavía abunda el agua y los pastos están frescos. Gran parte del año permanecen nevados y con temperaturas extremadamente frías por lo que solamente se pueden pastar en los meses de verano.

El río Cuerpo de Hombre mantiene en verano, aunque mermado, su caudal de agua. A su paso por el Valle de Montemayor origina una vega de cierta anchura con buen fondo y que ha sido transformada en prados. Para que la hierba prospere, además de una buena tierra necesita calor y agua. El calor ya nos lo garantiza el sol del verano y el agua está en el río. Pero el agua no va sola a los prados, así que desde antiguo se construyeron pequeñas presas desde donde, a través de las regaderas, se reparte el agua por todos los prados. Los prados se siegan a primeros de julio y una vez recogido el heno (que se reservará para el invierno), se les vuelve a echar el agua para que vuelvan a producir otra cosecha de hierba. A primeros de septiembre se bajarán las vacas de las fincas altas y se meterán en los prados en donde encontrarán un buen herbazal que satisfará de sobra sus necesidades de alimentación en septiembre y octubre. Cuando llegue noviembre se alimentan con el heno segado en julio.

Su aprovechamiento se complementa con las dehesas extremeñas, en donde los ganados pasan el invierno. Los ganados suben a los agostaderos a finales de julio y bajan de ellos a finales de octubre (cuando el frío y la nieve hacen acto de presencia). Frescos prados del valle de Montamayor

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Hoja Agraria

Nº 3

Noviembre de 2011

Otoño

trenzando diversidad Proyecto Piloto de la Red Rural Nacional en las Sierras de Béjar y Francia (Salamanca) y Valle Ambroz (Cáceres) Asociación Salmantina de Agricultura de Montaña (ASAM). 37671 San Esteban de la Sierra. Salamanca. Tfno. 923.43.53.00. www.asamdiversidad.es info.trenzandodiversidad@gmail.com

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El ajo, un cultivo muy medicinal Julián Pérez Mamolar

Sin duda el cultivo hortícola con mejor reputación en cuanto a lo que a nuestra salud se refiere es el ajo. Son numerosas sus propiedades medicinales, destacando algunas como estimulante del apetito, depurativo, diurético, expectorante, febrífugo, anticancerígeno, antifúngico, vermífugo, antiséptico y un poco antibiótico, además de reducir los niveles de colesterol y los de azúcar en sangre.

Vicenta

Para su cultivo necesitamos elegir una tierra fresca, ligera y aireada, “amorosa para la labor” como indicaba ya Alonso de Herrera en 1645. Normalmente no debe estercolarse ya que el ajo es un cultivo poco exigente en el abonado y puede desarrollarse con los restos de otros cultivos precedentes, pero sí requiere suelos no demasiado cansados, evitando también repetirse varios años, ni de otra de su misma familia liliácea, como la cebolla. (continúa en pág. 2)

Abonos verdes

toda una vida dedicada a la agricultura

un método para mejorar nuestros suelos

Vicenta Marcos Pérez, es una agricultora de Cepeda que lleva desde los 19 años cultivando sus huertas y frutales para alimentar a su familia y para vender en los mercados cercanos, como el de Guijuelo. Esta cepedana que llegó a cultivar hasta 8 huertos junto a su difunto marido, conserva hoy, a sus casi 70 años, el amor por la tierra y tiene claro que cuidando y alimentando el suelo de sus huertos, estos le corresponden con buenas cosechas. (continúa en pág. 3)

Tanto nuestra huerta como nuestros frutales comienzan en el otoño su periodo de reposo. Es el momento para aprovechar y sembrar el abono verde evitando dejar nuestros suelos desnudos (que no limpios) y desprotegidos frente a la erosión invernal por agua y/o viento, a la vez que los mejoramos. (continúa en pág. 4)

Redacción y maquetación: Juan Antonio del Rey

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El ajo, un cultivo muy medicinal El ajo se siembra en otoño o invierno, dependiendo del clima de cada zona, pues es necesario plantarlos al menos un mes antes de que el suelo se hiele, o más tarde si lso terrenos son muy húmedos para que no se pudran. En el centro del país suele ser en noviembre. Elegiremos siempre los bulbos de mayor tamaño y bien formados, normalmente situados en el exterior de la cabeza. Se separan unos 10 cm unos de otros. No requiere más labores que el desherbado, aunque en algunas zonas se riega si no viene una primavera húmeda. Sí es una práctica tradicional el espolvoreo de ceniza en superficie para reducir la acidez del suelo y aportarle potasio. Para todas las labores a realizar elegiremos luna menguante.

Además de sus propiedades medicinales, este aromático bulbo también tiene un interés en el control de plagas y enfermedades. Así, en agricultura ecológica, se utiliza su extracto en infusión, maceración aceitosa o decocción como repulsivo de ácaros y pulgones, o como preventivo frente a hongos como el oidio, podredumbre gris o la lepra del melocotonero. Conviene, por ello sembrarlos al lado de las fresas para protegerlas, y por el contrario no resulta productivo sembrarlo junto con leguminosas porque limitan su desarrollo. Existen numerosos refranes alrededor de este arraigado cultivo: ? Ajo, ajín ¿por qué fuiste tan ruin? Porque no me pusiste

por San Martín. ? El ajo de enero llena el mortero. ? Día que pasa de enero, ajo que pierde el ajero. ? Los ajos, por Navidad, ni nacidos, ni por sembrar. ? En marzo mulle tu ajo, en abril vuélvelo a mullir y en

mayo no lo toques ni con el sayo. Cultivo de ajos

? Dijo la cebolla al ajo, acompáñame siempre, majo. ? No hay campana sin badajo, ni sopa buena sin ajo. ? Ajo, cebolla y limón y déjate de inyección.

Se recolectan a principio de verano o cuando las hojas se sequen, dejándoles luego secar un poco más antes de preparar las ristras, si hace mucho calor mejor a la sombra. Pero también podemos recolectarlos verdes y comerles como tiernos ajetes, otra hortaliza de gran valor culinario. Para ello reduciremos la distancia de separación o sembrando directamente las cabezas o el corazón de las mismas sin separar los dientes. Son pocas las plagas y enfermedades que atacan a esta hortaliza, salvo algún hongo como la roya si tenemos una primavera muy lluviosa, para lo que podemos aplicar decocción de cola de caballo o suero de leche. Lo más importante será prevenir los hongos también después de la cosecha, por lo que una vez bien secos los guardaremos en lugares ventilados. Dentro de las variedades más renombradas en nuestra geografía española está el ajo blanco común (al que pertenecerán algunos cultivares tradicionales encontrados en la sierra o el afamado ajo de Vallelado, en Segovia), el ajo morado de las pedroñeras, el fino de Chinchón, el pardo murciano y el Canario.

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Ajos de San Esteban de la Sierra


Vicenta, toda una vida dedicada a la agricultura Salomé Casado

Acercándonos a esta amante del campo aprendemos sus trucos de la huerta. Para conseguir esas hermosas cebollas tempranas hace el surco, echa vicio, pone un plástico negro en el surco y hace un pequeño agujero donde pone la cebolla. Con este acolchado se ahorra quitar hierbas durante un par de meses y consigue sacar las cebollas más pronto por el calorcito que conserva. También es especialista en conseguir patatas tempranas en 2 meses. Otro de sus trucos, es cultivar los fréjoles, puerros, lechugas y tomates escalonados en el tiempo, así tiene una diversa producción durante más meses. Para mantener a raya las plagas se pasa todos los días observando sus cultivos y si ve alguna, como la oruga de la col o el escarabajo de la patata, los quita con la mano. Asimismo, pone diferentes flores como caléndula, tagetes, albahaca, melisa, etc, que, además de ahuyentar a las posibles plagas, dan un color especial a su huerto en el rincón de Monforte, del que se siente tan orgullosa.

Vicenta Marcos Pérez ( Cepeda )

Esta agricultora vocacional realiza todas las labores necesarias para sus huertos y frutales. Durante el otoñoinvierno, cuando le deja el tiempo, prepara el terreno, haciendo unos surcos grandes y hondos. Aporta vicio, es decir estiércol, en parte del que ella misma elabora con excrementos de sus gallinas y restos vegetales y removiendo de vez en cuando. Además, extiende por el suelo la hojarasca de las matas arbóreas, que ella misma va a buscar a las madroñeras y robledales cercanos. Esta práctica era muy usada hace años y hoy se sabe que es muy beneficiosa para nuestros suelos, tanto al aportarla directamente como al añadirla al compost o al estiércol. Igualmente aprovecha los restos vegetales de sus cultivos (tomateras, etc.), los cuales corta en trozos pequeños y extiende por el huerto, teniendo siempre claro que es necesario este reciclaje de nutrientes. En uno de sus huertos realiza los semilleros, detrás de la caseta de las herramientas, y los protege con un plástico, que abre y cierra en función del tiempo. Los de puerro y cebolla los hace directamente en el suelo y los de tomates, pimientos, entre otros, los hace en bandejas o calderos. Como sustrato para el semillero, utiliza la tierra de su huerto mezclada con vicio, ya que nunca utiliza abonos químicos.

Higo ñogal Esta hormiguita, como la llaman con cariño alguna de sus vecinas/os, sabe que quien guarda, halla. Todas las legumbres y hortalizas que consume son de su huerta y además conserva muchas variedades tradicionales. Vicenta sigue sembrando, entre otras, las alubias que cultivaba su padre, como las morenas o las blancas, ambas de mata baja. Para mejorar la conservación de estas semillas las mete en el congelador durante tres días para que no salgan “bichos”, es decir, gorgojos. Igualmente, conserva y cuida muchas variedades tradicionales de frutales, herencia de su marido, un apasionado de ellos. Destaca la gama de variedades de higueras (cuello de dama, granillo, ñogales y blancos) y los diferentes melocotones tradicionales (de viña, abridores y pavías). Vicenta es un torbellino y la energía que la agricultura le da hace que su hija se vea involucrada para ayudarla en momentos puntuales y así seguir alimentando y contagiando su vitalidad. Además, aún conserva el espíritu de aprender y no pierde ocasión para participar en jornadas y cursos de agricultura ecológica, donde además comparte su sabiduría y nos enseña a los demás.

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Abonos verdes

un método para mejorar nuestros suelos Julián Pérez Mamolar Antonio García Díaz

Los cultivos más beneficiosos son las leguminosas, famosas en el mundo entero por fijar el nitrógeno de la atmósfera gracias a la simbiosis de sus raíces con unas bacterias especiales, por lo que fertilizan nuestros suelos. Esta técnica, tan extendida hoy en la producción ecológica ya se utilizaba tradicionalmente en la sierra, sembrándose habas con este fin. También podemos sembrar guisantes, veza, tréboles, altramuces, o recuperar, por qué no, el cultivo de la algarroba, tan propia de nuestro terreno. Conviene, no obstante, sembrar las leguminosas en asociación con un cereal, como centeno, cebada, avena, cebadilla o raygrass. Sus raíces fasciculadas fijan mejor el terreno y además van mejorando su estructura, es decir, hacen nuestros suelos más aireados, lo cual es muy beneficioso para el desarrollo posterior de cultivos. También podemos cultivar en asociación alguna crucífera, que no son otras que las de la familia de las coles. Se suelen cultivar nabos forrajeroas, mostaza, colza o rábanos, pues al desarrollarse más deprisa cubren antes nuestro suelo. Además, las raíces de estas plantas son profundas y nos ayudan a bombear nutrientes que hayamos podido perder en profundidad, volviéndolos a poner a disposición de nuestros cultivos. La elección de unas u otras especies dependerá de las condiciones climatológicas, de las características de nuestro suelo y del cultivo al que va asociado esta práctica. Si por otra parte, no deseamos sembrar estas especies, podemos simplemente dejar crecer nuestra flora espontánea si creemos que se van a desarrollar alguna especie de estas familias. Pag. 4

El abono verde aumenta la materia orgánica, enriquece de nutrientes y disminuye enfermedades. La técnica para aprovechar estos cultivos como abono, de ahí su nombre, consiste en no dejar que completen su ciclo y desarrollen semillas, sino segarlos en su floración y aprovechar los nutrientes de su verde forraje. Para ello dejaremos que se seque bien en superficie, si podemos dejarlo picadito mejor, y después lo enterraremos muy superficialmente, evitando en todo momento que se pudran húmedas dentro y estropeen nuestro suelo. De este modo conseguimos despertar a los microorganismos del suelo para que pongan a disposición de nuestro próximo cultivo un alimento rico en nitrógeno y otros elementos minerales. Los resultados son sorprendentes, ¡compruébalo tú mismo! Pag. 4


Hoja Agraria

Nº 5

Mayo de 2012

Asociación Salmantina de Agricultura de Montaña (ASAM). 37671 San Esteban de la Sierra. Salamanca. Tfno. 923.43.53.00. www.asamdiversidad.es info.trenzandodiversidad@gmail.com

de

Primavera EN ESTE NÚMERO:

¡A la rica fresa! Curar con plantas Las famosas patatas finas navarredondinas

¡A la rica fresa!

Por Salomé Casado

Esta hortaliza del pasado serrano que dio color a tantos paredones, es hoy un cultivo aún muy apreciado, sobretodo produciéndolo de manera natural para que mantenga sus valores nutricionales y medicinales. Resulta interesante acercarse a la botánica de esta especie y descubrir que pertenece a la misma familia que las cerezas, las manzanas y las rosas, que dan nombre a la familia.

Redacción y maquetación: Juan Antonio del Rey

Cuestión aparte está su singular origen, ya que Fragaria vesca, la fresilla autóctona de los bosques europeos, nada tiene que ver con las variedades de fresa o fresones que se comercializan. Estas fresillas autóctonas son apreciadas por su aroma y su intenso sabor, pero por su tamaño y conservación no se cultivan para comercializar. Las fresas cultivadas derivan de un híbrido (Fragaria X ananassa) entre la sabrosa fresa de Norteamérica y el fresón chileno de gran tamaño. Aparte de estas cuestiones, la fresa cultivada también se caracteriza por tener la capacidad de moverse, de cambiar de sitio cuando los nutrientes se agotan alrededor de sus raíces ya que, por otra parte, es muy exigente. Para ello emite unos estolones en busca de suelo fértil, que facilitan su reproducción vegetativa. La fresilla autóctona, por su parte, no los produce. Pag. 1


¡A la rica fresa! Existe una amplia gama de variedades con frutos de diferentes tamaños, formas y consistencia. La mayoría son reptantes, pero hay también trepadoras. También se diferencian por su adaptabilidad climática o época de fructificación. La mayoría fructifican en primavera con distinta precocidad, pero hay variedades “reflorecientes” que pueden dar fresas durante mucho más tiempo. El cultivo de la fresa requiere un suelo rico en humus, y como es una especie perenne, se debe abonar bien cada año y replantarla cada 3-4 años en un sitio nuevo. También le viene bien que se la añadan cenizas ya que es exigente en potasio. En cuanto a sus preferencias, le gustan los suelos ácidos más que los calizos, arenosos más que arcillosos, y bien mullidos y drenados. Para replantar las fresas podemos utilizar los estolones o dividir la mata. Si lo hacemos a finales de verano tendremos cosecha el año siguiente, pero si es en invierno o primavera más vale quitarle las pocas flores que le salgan para que enraíce bien y crezca una planta vigorosa que nos dé al año siguiente una buena producción. Se pueden cultivar en hileras o al tresbolillo, separándolas unos 30-40 cm. Para el mantenimiento de las fresas durante el año es necesario liberarlas de las hierbas adventicias y evitar que pasen sed. Para ambas cuestiones conviene colocar un acolchado de paja, que además nos ayuda a mantener los frutos más sanos y limpios en la época de recolección. Normalmente, las fresas no suelen tener muchas plagas, aunque las babosas y los pájaros pueden hacer bien cuenta de ellas. En regiones húmedas son más normales los ataques de hongos, como la viruela en la que vemos unas manchas rojizas circulares con el centro grisáceo, o la botritis que ocasiona la podredumbre de la fresa al madurar. Para el control de ambos viene muy bien aclarar las matas para mejorar la aireación, controlar un buen drenaje o regular el riego, y si es posible, situarlas en un lugar soleado. Además ayuda a prevenir cultivar ajos entre las fresas o aplicar una decocción de cola de caballo o del mismo ajo. Para disfrutar de las fresas es importante que las recolectemos con la frescura de la mañana para mantenerlas más tersas, sabrosas y aromáticas. Con ellas podemos elaborar ricos postres, mermeladas, helados, o simplemente degustarlas solas, ya que son sencillamente deliciosas, ¡hay para todos los gustos! Pag. 2

Curar con plantas Por Julián Pérez Mamolar

Consuelda, una gran amiga del huerto ecológico

Con la llegada de la primavera y el buen tiempo, las plantas despiertan del letargo invernal y también lo hacen el resto de los organismos, por lo que a menudo solemos tener problemas con algunas plagas y enfermedades que se aprovechan de la situación. Como mejor receta debemos “prevenir antes que curar” e intentar no crear las condiciones idóneas para que estos “indeseados” se desarrollen. Esto lo conseguimos controlando la fertilización, que no sea fuerte ni demasiado abundante, ya que las hace más atractivas frente a hongos, pulgones, etc. También podemos mejorar la aireación, controlar el riego, rotar los cultivos o colocarles al lado plantas que los ayuden, lo que se conoce como asociaciones.

Entre las plantas útiles a colocar estratégicamente en el huerto están las albahacas, las capuchinas, las caléndulas, el clavelillo chino o el ricino.

El saúco es un árbusto medicinal que también ayuda en el huerto


Curar con plantas Si fallamos en algo de lo anterior y finalmente nuestro cultivo se ve afectado por una plaga o enfermedad y deberemos recurrir a otras ayudas, entre las cuales podemos contar con las plantas de nuestros alrededores. Sí, sí, igual que hay muchas plantas que producen principios activos que se aprovechan en medicina y veterinaria, también sirven para curar a otras plantas, eso sí, también de una manera preventiva o antes de que se convierta en una superplaga o enfermedad imposible de atacar. De manera preventiva podemos aplicar preparados vegetales que fortifiquen nuestros cultivos haciéndolos más resistentes a la aparición de estos problemas. Entre estos preparados, el más famoso es el “purín de ortiga” que se elabora fácilmente, triturando 100 gr de planta y dejándolo fermentar en 1 l. de agua, removiendo de vez en cuando y colándolo una vez que el burbujeo termine. También es muy interesante el purín de consuelda, ya que es muy rica en potasio. Se deben aplicar diluidos al 20%. Pero también podemos preparar igualmente un purín de los brotes de capar los tomates para estimular el desarrollo de nuestras hortalizas, o una infusión concentrada de las flores de manzanilla para hacerlas más resistentes.

Ortiga mayor, más grande que la ortiga menor, pero ambas útiles para las plantas También podemos emplear una decocción de cola de caballo, que es un helecho rico en sílice para prevenir los hongos, cociendo 10 gr/l. de planta seca durante 30 min, después de haberla tenido toda la noche a remojo. También es útil contra los hongos la decocción de 100gr de ajo en 1 l. de agua, pues se ha visto que reduce el ataque de la lepra del melocotonero o la podredumbre de la fresa, o el purín de hojas y flores de salvia, que se utiliza para controlar el mildiu de las patatas. La labor de los preparados contra las plagas suele más repelerlas que actuar como insecticida propiamente dicho. Así, la infusión concentrada (50-100gr/l.) de muchas plantas aromáticas como la menta, el tomillo, la hierbabuena, la melisa, la lavanda o el ajenjo, ahuyentan a pulgones, hormigas e incluso alguna oruga como la de la col. También la ortiga ahuyenta a los pulgones y ácaros, como la araña roja, e incluso a los gusanos del manzano, pero en vez de elaborada en purín, se aplica sólo como maceración durante 1-2 días y se aplica sin filtrar. Una maceración en aceite y agua del ajo también es eficaz contra ácaros y pulgones. Por su parte, las malolientes hojas del saúco o sabuco son un fuerte repulsivo empleado contra pulgones o la pulguilla de la col, en decocción, como la de la cola de caballo, pero empleando 100gr/l. Por último, podemos usar una infusión de la hierba jabonera o saponaria (100gr/l) para atacar a los pulgones, igual que si utilizamos el agua jabonosa o el jabón potásico.

La hierba jabonera tiene saponina, como los jabones, y decapa el caparazón de los insectos.

Aunque no es un preparado de plantas, no queremos olvidar hablar del suero de leche, que es un producto muy bueno para prevenir hongos y para controlar los pulgones, y que además podemos mezclar con los demás preparados para mejorar su adherencia a las plantas. Pag. 3


La planta de la patata fina, es más alta y delgada

Por Julián Pérez Mamolar

Las famosas

patatas finas navarredondinas Muchos en la sierra conocen la fama de las patatas de siembra de Navarredonda de la Rinconada, un pueblo en la falda norte de la Sierra de las Quilamas, donde los frescos y fértiles suelos han producido ricas y buenas cosechas, llegando a recogerse más de 200.000 kg hace unos 50 años. Y es que los terrenos y el agua de este pueblo son especialmente buenos, ya que es una de las pocas zonas de la sierra donde hay cal, siendo muy bueno para “cambiar” a la patata de suelo y que produzca mejor. Todos recuerdan con entusiasmo esta época y lo ricas que eran las patatas de antes. La “riojana” que era muy sabrosa, la “sabina”, que era muy gorda, la “portuguesa”, la “chata colorá”, la “del tallo morado”, la “de riñón”… y, por supuesto, la “patata fina”, la reina de las patatas. Muchas se vendieron por toda la provincia, y en especial en los pueblos de las Arribes, pero la patata fina, se quedó más en la sierra, por Los Santos, Sanchotello y otros pueblos de Ávila, como nos contó Claudino. Hoy en día, son pocos los bucólicos que continúan cultivando esta patata, de característicos ojuelos y de extraordinaria textura y sabor, ya que con los años y los virus, se ha ido degenerando y ya no se consigue la producción de antes.

Silvestre mostrando el tamaño que podían alcanzar las patatas finas

Algunos, como Silvestre, recuerdan que antes eran gordas como las demás, y aunque no solía ser el porte común, algunas eran de más de una cuarta, como nos muestra en la foto. Para el cultivo de esta reina de la huerta se guardaban las mejores tierras, que se estercaban con cariño para alcanzar las mejores producciones. Era tal el aprecio por esta patata que las de mayor tamaño fueron usadas por los mozos de la localidad para regalar a las mozas a quien pretendían. Joaquín nos contó sobre su cultivo que es una patata tardía, que se sembraba por mayo y se recogía por Los Santos, para obtener mejores producciones. Su mujer, Maribel, y Serafina, nos contaron cómo se solían cocinar. Esta patata no vale para hacer las famosas patatas meneás, ya que no se deshace al cocinarla; ni freírlas y se solía comer en un guiso con bacalao y arroz, o simplemente apañadas con aceite y pimentón. También merece la pena probar esta patata cocida sin nada, ya que es más sabrosa que las demás, además de ser muy fina. Estas características han sido confirmadas en los ensayos del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, donde la han catalogado como una variedad de tipo gourmet para su uso como patatas cocidas, bien sea en guarnición, como acompañante de un plato, en ensalada o en guiso.

De izquierda a derecha: Claudino Francisco, desconocido,J. Antonio Herrero, Joaquín Herrero, Maribel Herrero y Serafina García

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Hoja Agraria

Nº 6

Agosto de 2012

Asociación Salmantina de Agricultura de Montaña (ASAM). 37671 San Esteban de la Sierra. Salamanca. Tfno. 923.43.53.00. www.asamdiversidad.es info.trenzandodiversidad@gmail.com

¡Que me den calabazas!

Redacción y maquetación: Juan Antonio del Rey

Por Salomé Casado

de

Verano

¡Que me den calabazas! Por qué cultivar flores en el huerto

La calabaza que ha sido un poco desprestigiada por la cultura popular, es sin duda una de las hortalizas mejor valoradas nutricionalmente, por ser rica en minerales, vitaminas y fibra, y además puede ser “de temporada” gran parte del año.

Su origen es mixto, de América son las calabazas del género Cucurbita, que llegaron a Europa en el s. XV, pero existen otras calabazas del género Lagenaria, que provienen de Asia Meridional, éstas son las de cuello cisne y las “del vino”, utilizadas más como recipiente que como alimento. Existe otra especie que se cultiva como esponja vegetal, del género Luffa, originaria de Asia y África. Tanto Luffa como algunas variedades de Lagenaria también se puede comer de joven como calabacines.

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¡Que me den calabazas! Dentro del género Cucurbita, las calabazas más comunes para comer, la diversidad de calabazas que te pueden dar es muy grande, con carnes y pieles de diferentes colores, texturas... Entre ellas hay varias especies que podemos diferenciar bien: · Cucurbita pepo se caracteriza por tener pinchitos en los tallos y las hojas, éstas normalmente con lóbulos angulosos, así como por tener de 5 a 8 divisiones marcadas en el pedúnculo de los frutos, que no se ensancha generalmente en el lugar de inserción y que se prolongan, con frecuencia, sobre el fruto por franjas o coloraciones diferentes. Las semillas presentan un margen diferenciado y son de color blanquecino y planas, las típicas “pipas de calabaza” que se consumen como aperitivo. Dentro de esta especie están los calabacines (C. pepo Var. condessa), que se diferencian del resto por tener crecimiento determinado, es decir, que no es una planta extendida y rastrera. También son de esta especie algunas calabazas de adorno y los canicules o las calabazas matanceras, gordas y alargadas, que son las de cultivo más antiguo en la comarca.

Calabaza matancera (Cucurbita pepo)

La calabaza C. moschata se caracteriza porque sus hojas suelen ser angulosas y aunque son muy pilosas, no pinchan. El pedúnculo es peludo, ligeramente acostillado y se extiende hacia la inserción del fruto. Las semillas son de color blanquecino y con un margen bien marcado. La forma de las calabazas puede variar, pero son típicas de esta especie la calabaza vasca, la cacahuete o las redondas achatadas. Su pulpa es anaranjada y suele ser muy dulce, usándose algunas para hacer dulces. Pag. 2

La calabaza C. maxima (foto portada) se caracteriza por sus grandes hojas, de lóbulos suaves y redondeados, y muy peluda pero no pinchuda. El pedúnculo del fruto es siempre redondeado, desprovisto de costillas y ensanchándose bastante en su final. Las semillas son más gordas y abombadas, están con frecuencia recubiertas por una película que se desprenden con facilidad, tienen un margen más fino que C. pepos y su color puede ser o blanco puro o anaranjado. La calabaza C. ficifolia es la típica calabaza para elaborar el cabello de ángel. La planta es trepadora, con hojas pelosas, no pinchudas, normalmente con manchas. Lo característicos son sus frutos jaspeados de verde y con carne blanca y filamentosa. Sus semillas son negras, redondeadas y planas. Todas las calabazas gozan de ser un cultivo de verano poco problemático, requiriendo suelos ricos en materia orgánica y profundos, buenos y regulares riegos y espacio suficiente para que se desarrollen, aunque para ello también las podemos cultivar junto con el maíz y la judía, asociación de gran valor que nos ha llegado desde la época precolombina. Al ser una planta de origen tropical, hay que sembrarlas cuando se hayan acabado los hielos y las bajas temperaturas, o protegerlas de alguna manera, y aunque se pueden hacer semilleros, funcionan mejor con la siembra directa. Conviene sembrar siempre más de una planta, porque al tener flores masculinas y femeninas separadas (las femeninas se

Semillas de calabaza: 1. C. ficifolia 2. C. moschata 3. C. pepo 4. C.maxima

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Calabaza tipo Cucurbita mostacha

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¡Que me den calabazas! conocen por tener el ovario prominente, es decir como una pequeña calabacita bajo los pétalos), su apertura suele ser descompensada, saliendo primero las masculinas. Por estos mecanismos que tiene para intentar cruzarse con otras plantas, es difícil mantener las variedades si no se aíslan los cultivos o se polinizan las flores a mano. En cuanto a las enfermedades, hay que tener cuidado con no mojar las hojas para que no se desarrolle el oidio (hongo ceniciento) y no pasarnos con el abonado para no tener problemas con los pulgones. Para una buena conservación de las calabazas en invierno, hay que recolectarlas una vez hayan madurado bien, comprobando que la corteza esté tan dura que no podamos clavarle la uña, y dejarlas unos días al sol en un sitio aireado. Pero si lo que queremos son calabacines, tendremos que recolectarlos antes de que alcancen su tamaño final pues son para un consumo tierno. Pero también podemos consumir las flores de las calabazas, que son deliciosas en tempura o rellenas.

Esponja vegetal de calabaza 4 Calabaza cabello de ángel ( C. ficifolia) 6

Por qué cultivar flores en el huerto Por Julián Pérez Mamolar

Estamos acostumbrados a cultivar en nuestro huerto las típicas hortalizas y, en algunos casos, algún frutal que nos interesa, pero no suele ser suficiente para tener la biodiversidad necesaria para que nuestro “agrosistema” pueda ser sostenible. Tradicionalmente la instalación de setos era una práctica habitual, y así lo podemos todavía ver en algunas regiones, pero por lo general, el uso de maquinaria y otros factores agrosociales han ido eliminándolos y dejando a los cultivos solitarios a su libre destino. La práctica de la agricultura ecológica intenta recuperar una buena biodiversidad en nuestros campos, pues se ha demostrado su utilidad para que dar estabilidad a los sistemas agrarios y hacer frente a los diversos problemas, afectando a la fertilidad, el reciclaje de nutrientes y la sanidad de los cultivos. Algunos agricultores tradicionales no han dejado de cultivar plantas acompañantes que saben que, aparte de alegrar el huerto, ayudan a los cultivos. Una de las más conocidas y usadas en la albahaca, que se cultiva al lado de las tomateras y los pimientos para ahuyentar los pulgones, la mosca blanca y otras plagas Albahaca

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Por qué cultivar flores en el huerto Otra planta valiosa es el clavelillo chino o tagete, que nos ayuda a controlar a los nematodos del suelo, que en ocasiones crean enfermedad en las raíces de nuestros cultivos. También está el ricino que por su toxicidad parece controlar a los topillos que atacan nuestros suelos. Hay una amplia lista de especies interesantes, como el eneldo, la capuchina, la ajedrea, que nos ayudan a controlar los pulgones. Otras protegen contra hongos, como el ajenjo. Las aromáticas como la lavanda, el hisopo, el tomillo suelen repeler a las hormigas y, por tanto, a los pulgones. Otra de las plagas más molestas en nuestro huerto, el escarabajo de la patata, se puede controlar cultivando entre las patatas manzanilla y/o lino.

Aunque principalmente cultivamos estas plantas porque sabemos que son beneficiosas por ahuyentar plagas, también necesitamos flores que sirvan de cobijo y alimento a la fauna beneficiosa, aquella que nos ayuda a tener controlados a las plagas del huerto. En algunas ocasiones, aunque las larvas coman pulgones el adulto se alimenta de néctar de las flores, como es el caso de la crisopa. Hay muchas flores con néctar que podemos reconocer por su olor, las aromáticas como la salvia. Además, estas aromáticas suelen ser útil en un huertofrutal para atraer a las abejas, pues algunas hortalizas las necesitan obligatoriamente para su polinización, como las calabazas, sandías… Una especialmente indicada es la melisa, que ya en su nombre lo revela. Y por último, hay plantas que simplemente ayudan a mejorar el desarrollo de sus vecinas, por ejemplo ayudando a bajar el exceso de calor, como el orégano o el romero, o mejorando su desarrollo general, como la caléndula y, otra vez, la albahaca. No debemos negarnos las ganas de cultivar diversidad, que aparte de todo lo contado también nos influyen en nuestro espíritu, animándonos en las labores, una misión también destacable.

Tomillo Capuchina

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Hoja Agraria

Nº 7

Octubre de 2012

Asociación Salmantina de Agricultura de Montaña (ASAM). 37671 San Esteban de la Sierra. Salamanca. Tfno. 923.43.53.00. www.asamdiversidad.es info.trenzandodiversidad@gmail.com

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Otoño

Una antigua amiga del hortelano:

Por Salomé Casado

la acelga

Redacción y maquetación: Juan Antonio del Rey

La acelga, es una hortaliza que cultivamos para comernos sus exuberantes hojas y pencas como verdura, a diferencia de la remolacha, aunque curiosamente se trate de la misma especie Beta vulgaris L., siendo la acelga la variedad cicla

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la acelga Para el control de hierbas adventicias (mal llamadas malas hierbas) podemos acolchar el suelo, pero si utilizamos restos vegetales podemos tener problemas con la pulguilla de la col que los utiliza como refugio. Éstas realizan pequeños agujeritos en las hojas depreciándolas, y podemos atacarlas con una decocción de saúco.

Acelgas de distintos colores para animar nuestros platos

La acelga es uno de los pocos cultivos autóctonos del área mediterránea, que ya Aristóteles mencionaba en el s. IV a. C. Por ello se asilvestra con bastante facilidad y por tanto su cultivo es bastante sencillo. Se trata de una hortaliza rústica que resiste bastante bien las temperaturas bajas de nuestros inviernos y sus requerimientos nutricionales son medios, no requiriendo que se le aporte estiércol o compost si queda humus del cultivo que le precede. Por otra parte, le gusta los suelos profundos y permeables, soporta mal deficiencias hídricas, por lo que hay que mantener una humedad constante y, aunque le gusta la luz, puede desarrollarse sin demasiada iluminación. Parece que le gustan menos los suelos ácidos y por contra soporta niveles de salinidad en el suelo como ninguna otra hortaliza.

Por lo general, la acelga no es atacada por muchas plagas ni enfermedades, a no ser que nos excedamos en abonados de rápida liberación que atraigan a pulgones chupadores o los minadores de la hoja que provocan galerías, pero sin grandes ataques. Si por otra parte, nos pasamos con los riegos, también podemos tener problemas con las babosas o con algunos hongos, pero se previenen bien si controlamos la humedad. Aunque estamos acostumbrados a cultivar acelgas verdes, existen otras variedades con las que podemos poner color a nuestro huerto, como las rojas de penca roja y hoja rojiza, o las amarillas. Todas ellas son ricas en vitaminas y como medicinal son laxantes y digestivas, por lo que hay que intentar no apartarlas de la dieta y aprender a disfrutar de ellas. ¡Buen apetito!.

Las acelgas son ricas en vitaminas y medicinalmente son laxantes y digestivas

Si queremos producir semillas de acelga, hemos de saber que se trata de una especie bianual, es decir, que florece en su segundo año de vida, ya que en el primero nos produce esas ricas hojas. Como los fríos seguidos de días de calor avisan de que ha llegado la primavera para florecer, en algunas ocasiones pueden espigar prematuramente. Esto sucede a algunas plantas que en su primer año de vida soportan días de frío por habernos adelantado en su trasplante primaveral. No tengáis prisa, se criará bien si esperáis para plantarla. Se puede hacer siembra directa o preparar semillero, ya que la “semilla” de acelga es en realidad un glomérulo con 2 a 6 semillas, por lo que nos pueden salir varias plantas. En ambos casos repicaremos o aclararemos con cuidado para no dañar la planta, pues sus raíces son muy sensibles. Pag. 2

Acelga atacada por pulgón, pero con mariquitas deprendándolo


¡A compostar! Por Julián Pérez Mamolar Ha llegado el momento de levantar el huerto, de arrancar las plantas y deshacernos de algunos frutos inmaduros o estropeados por las lluvias. Si nos planteamos qué hacer con estos restos, la mejor opción es la de compostarlos para producir nuestro propio abono orgánico para el año que viene, de manera sencilla, barata y ecológica. Al compostar intentamos acelerar los procesos naturales de descomposición de la materia orgánica y formación de humus, favoreciendo las condiciones idóneas para los microorganismos. Para ello lo primero es tener en cuenta la composición de los restos que vamos a compostar. Necesitamos tener una correcta relación de Carbono (C) y Nitrógeno (N): con suficiente N para que se active el compostaje y con suficiente C para que se forme humus. Por ello es interesante que mezclemos los restos de la huerta con algo de estiércol, césped cortado o desechos de comida del hogar, para aportar más nitrógeno, ya que las plantas al final de temporada tendrán mucho C en sus estructuras. Cuanto más variada y mezclada sea la materia a descomponer mejor, procurando mantener una buena relación aproximada del doble de materiales frescos que de secos.

totalmente cerradas. Además para que haya aireación colocaremos en el fondo una capa de ramaje, que además evitará que se compacte, y voltearemos cada cierto tiempo el montón. Y por supuesto, colocarlo directamente sobre el suelo para favorecer el proceso de inoculación de microorganismos. Podríamos hacer el proceso de compostaje en el propio suelo, pero entonces los niveles de fertilización serían menores que los conseguidos con el compostaje en montón. Además, con el compostaje en montón tenemos la ventaja de poder destruir semillas, parásitos y patógenos que puedan existir entre nuestros restos y estiércoles, ya que la temperatura alcanza los 65-70ºC en una de sus fases. Si realizamos el compostaje correctamente, no sólo obtendremos un abono rico en sustancias orgánicas fácilmente asimilables y en humus, que nos mejorará la estructura del suelo, necesaria para una buena circulación de aire y agua que permita a las plantas alimentarse de forma correcta y a los organismos del suelo desarrollarse sin problemas. Al triturar las plantas aceleramos su descomposición

Para facilitar el trabajo de los microorganismos y la puesta en marcha del compostaje trocearemos lo que podemos las plantas, por ejemplo con una trituradora o una desbrozadora. Por otra parte, hay que controlar las condiciones ambientales, en concreto, la temperatura, la humedad (50%) y el oxígeno, ya que son imprescindibles para la actividad de los organismos aerobios. Por tanto, será muy importante elegir bien el lugar donde vamos a colocar el compostero, intentando que tenga sol en invierno y sombra en verano, por ejemplo bajo un árbol de hoja caduca, protegido de los vientos predominantes y que se pueda regar cuando falte humedad ambiental.

Compostero casero con paredes que favorecen la aireación

Las paredes del compostero deben permitir la circulación del oxígeno, por lo que no serán Pag. 3


Por Julián Pérez Mamolar

Casimiro S Sáánchez nchez Casimiro de El Cabaco

Casimiro ha sido un sabio serrano que ha sabido hacer de todo un poco. Tiene mucho cariño por las plantas y de hecho tiene un jardín lleno de especies singulares. A sus 87 años aún tiene buena memoria y es en parte gracias a las plantas medicinales. Por una parte le encanta buscar información y recopilarla afanosamente en unos cuadernillos de remedios naturales en los que describe tratamientos para enfermedades. Y por otra, de manera más o menos regular, toma una infusión de hojas y flores de romero, que le ayuda a vitalizar su mente.

Casimiro y su hija Pepi, con sus cuadernillos de remedios naturales

Algunas de las singulares tradiciones de su casa eran costumbres que su suegra trajo de Cuba a primeros de siglo, como el ungüento de la corteza verde del saúco, que elaboraban con cera y aceite para desinfectar las heridas y reblandecer los sabañones. Este cariño por las plantas también se podía apreciar en el armonioso huerto que cultivaba hasta hace bien poco. Los canteros en los que se disponían los cultivos, no constaban de una especie, sino que asociaba varias aprovechando mejor el espacio, interponiendo algunas en las calles y en los vados de los surcos. Así, colocaba lechugas en los márgenes y algunas matas de alubias o de remolacha forrajera entre los surcos de las patatas o berzas en las cabeceras de los canteros. En él cultivaba gran variedad de alubias y fréjoles, a las que les daba nombres que demuestran el aprecio que las tenía, como el “fréjol excelente” o el “sello de oro”. No le faltaron ciruelos, guindos, manzanos, nogales y castaños, aunque le hubiera gustado sacarles mejor partido a los frutales, ya que como él dice en El Cabaco “hay buen suelo pero mal cielo” y se pierde mucha fruta por los fríos primaverales. Además le gustó criar animales, y aún siente nostalgia a recordar a “Guinda y Mora”, las 2 moruchas con quien trabajaba la tierra o el burro que le ayudaba a cargar el heno, las fresas y el agua y la comida. De forraje les cultivaba veza, cebada o centeno, y para evitar trabajo añadido hacía la singularidad de sembrarlo en el patatal justo antes de cosechar las patatas, y al remover la tierra para sacarlas preparaba el suelo y tapaba el grano.

El huerto singular que cultivaba Casimiro hace 7 años

Sus ratos libres, Casimiro se los ha dedicado a la artesanía, haciendo escobas, enseres de madera y cestas de mimbre. Cada año desmochaba en abril las mimbreras que cultiva en su huerto para que dieran buenas varas. Normalmente se corta la mimbre a finales de octubre para que se haya hecho más leñosa y los cestos después sean más duraderos. Pero en ocasiones también tejía la mimbre pelada, para lo cual se cortaba en agosto, cuando la sabia corre y se puede pelar mejor. Prefiere utilizar la mimbre en verde porque se maneja mejor sin romperse y además no hace falta remojarla, pero hay que tejer con más fuerza para que al secarse no merme y queden los cestos flojos. Aunque se encuentra bastante bien físicamente, los achaques ahora le impiden agacharse para hacer los hondones de los cestos y ha preferido dedicarse a otra artesanía también ligada a la madera. Decora preciosos bastones con dibujos de lo más elocuentes, obras de arteTomillo que regala a amigos y personas apreciadas. En ellos, por supuesto, los motivos vegetales y animales también son los protagonistas. Pag. 4


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