Ekele
NÚMERO XVII
Ushuaia, capital de la Provincia de Tierra del Fuego, A. e Is. del A. S. República Argentina
Eke le
“El zorro antiguamente era doméstico como el guanaco, la foca, todos los peces y los pájaros, y cantaban al unísono ekelé, ekelé, ekelé.”
Pioneros Fueguinos, Tira 6B, Piso 1º, Dpto C, Barrio Mirador de Los Andes, Tel.54-02901-435954. Ushuaia, Tierra del Fuego,Argentinawww.manekenk.org.ar • educacion@manekenk.org.ar
Especial Día de Parques Nacionales
Francisco P. Moreno Un niño curioso… un naturalista aventurero En el año 1863, su familia adquiere la planta alta de un edificio recién construido, que tiene, como decoración, un friso de mármol rojizo veteado, con figuras incrustadas. Es posible que para cualquier niño, este detalle pasara inadvertido, pero no fue así para Francisco, quien pasaba horas contemplando aquel friso mientras indagaba a sus mayores sobre el origen de las figuras. Su curiosidad se vio recompensada cuando alguien le explicó que aquellas manchas eran ni más ni menos caracoles petrificados. Había nacido así su inclinación por la paleontología. A los 12 años, comenzó a recolectar objetos que despertaban su interés, sobre todo, restos fósiles. Dos años más tarde, su padre le cede el mirador de la casa, y en compañía de sus hermanos forma el “Museo Moreno”. Corría el año 1867, cuando Germán Burmeister, director del Museo Público, visitó la colección privada de Moreno, y para sorpresa del joven, le pide prestado un ejemplar de “Panochtus” para exhibirlo en el establecimiento a su cargo. Es también, durante esta visita, que Burmeister fija su atención en una mandíbula de un fósil aún no identificado, al que se clasifica como Dasypus Moreni”. A fines de enero de 1871, la
EN LA PATAGONIA
ciudad de Buenos Aires se vio sorprendida por una epidemia de fiebre amarilla que se extendió rápidamente, y cobró muchas vidas, entre ellas, la de la Doña Juana Thwaites, madre de Moreno. La familia decide entonces trasladarse a las afueras de la ciudad, refugiándose en la estancia “Vitel”, en cercanías de la laguna Chascomús. Este fue un período importante para Francisco, ya que el lugar le ofrece una variada y amplia cantidad de fósiles, entre ellos un caparazón de gliptodonte, muchos de los cuales se encuentran aún en el Museo de La Plata. Moreno era, a la edad de diecinueve años, dueño de un verdadero tesoro paleontológico, que muchos avezados científicos locales hubieran deseado poseer. Alentado por los más importantes profesores de la época, en 1872, Moreno hace su primer publicación de carácter científico, ha cumplido veinte años, y su padre le regala un edificio de 200 m2 para el archivo de sus colecciones.
Un año más tarde, decide su primer viaje a la Patagonia, lo mueve el interés de investigar la formación geológica del continente, su flora, su fauna y su historia natural. En abril, llega a Carmen de Patagones, y a poco de estar en el sur encuentra sesenta cráneos, mil flechas o puntas de lanza y gran cantidades de sílices tallados. Estos cráneos hallados, dan origen a nuevos estudios antropológicos. Los resultados de los estudios de Moreno fueron publicados en París por el profesor Brocca y despertaron en los científicos de la época un nuevo interés para estudiar las razas indígenas de América del Sur. Mientras Moreno continuaba con sus estudios de la zona, la cuestión de límites entre Argentina y Chile se agitaba cada día más. Pues este último pretendía ya toda la Patagonia hasta el río Santa Cruz. En julio de 1874, recibe el encargo del Dr. Tejedor, -entonces Ministro de Relaciones Exteriores-, para conocer el estado de la zona que se encuentran en inmediaciones de la Bahía de Santa Cruz. Un mes más tarde, parte en el bergantín “Rosales” para explorar esas tierras donde los chilenos se habían establecido. Moreno participa en esta expedición que duró cinco meses, algo menos de lo previsto- ya que por falta de recursos debió suspenderse la travesía. Estos meses fueron de vital importancia para el investigador, pues tuvo la oportunidad de convivir con los indios obteniendo así, valiosa información sobre sus costumbres, idioma, etc. Apenas ordenadas las colecciones obtenidas en Río Negro y
Santa Cruz, parte hacia Entre Ríos para comparar la formación terciaria entre la Patagonia y las Barrancas del Paraná. Instado por sus amigos, gestiona el apoyo material de la Sociedad Científica Argentina para realizar nuevos viajes a la Patagonia, atravesando, esta vez, un territorio no explorado para estudiar al indígena en su medio y recoger datos de una civilización a la que admira, y está pronta a desaparecer. La Sociedad accede de buen grado a financiar la misión, y le otorga veinticinco mil pesos. Esta medida fue imitada por el gobierno de la provincia de Buenos Aires, que le concede una cifra similar. El 25 de setiembre de 1875, parte rumbo al sur. En Bahía Blanca se detiene para estudiar los yacimientos fósiles relevados anteriormente por Darwin, y al llegar a Río Negro, es acompañado por un centenar de indios que iban al encuentro de otros que habían robado sus caballos. Sigue rumbo al sur, abandona ahora el curso del Limay a fin de encontrarse con el cacique Sayhueque, pero al llegar a las tolderías, se encuentra con el recelo de la indiada molesta pues el gobierno nacional estaba demorado en la entrega de raciones convenidas para obtener la paz con las tribus araucanas. Sayhueque, aconsejado por