Boletin de sur a sur, nº 16

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DE SUR A SUR ANDALUCÍA

www.aspa-andalucia.org

Nº 16 Agosto 2013

La burbuja alimentaria

Bunge comercializa todo: soja, mayonesas, margarinas, maíz, fertilizantes, etc. Por eso sobre Bunge dicen en Argentina:”Bunge le da al campesino crédito, le vende la semilla y le compra el grano; y cuando la cosecha está lista le vende la soga par ahorcarse”. El dicho popular viene a recoger la idea de que un grupo de multinacionales especulan con los alimentos desde una especie de burbuja alimentaria, cuyas consecuencias condenan a millones de personas al hambre. Nosotros no sabemos casi nada, solo conocemos las quejas de los ganaderos y agricultores, y desconocemos que la tostada de nuestro desayuno es una mercancía más valiosa que el petróleo. La harina con la que está hecha tiene nombre: Cargill. ¿Nos suena? Pero también se llama Cargill la grasa de la mantequilla que unta la tostada y la glucosa de la mermelada que endulza. Cargill es el pienso que engordó a la vaca lechera y a la gallina que puso los huevos que se fríen en la sartén. Cargill es el grano de café y la semilla de cacao, la fibra de galletas y la bebida de soja. Y el maíz de los nachos, el girasol del aceite, la carne de las hamburguesas, el fosfato de de los fertilizantes, etc. Hasta ese biocombustible de nuestro coche, ese almidón que las petroleras han refinado para convertirlo en etanol y mezclarlo con gasolina. Es imposible detectarlo en las etiquetas. ¿Cómo puede una empresa fundada en 1855, con 131000 empleados repartidos en 67 países, con unas ventas anuales de 120.000 millones de dólares que cuadruplican la facturación de Coca-Cola y quintuplican la facturación de MacDonald´s sea tan desconocida? ¿Cómo se explica que una compañía tan gigantesca cuyas cuentas superan la economía de Kwit, Perú y otros 80 países haya pasado tan inadvertida hasta ahora? Esta gran empresa pasa de puntillas porque le interesa, es parte de su estrategia. Algunos dicen que por ser una empresa familiar, pero la verdad que el secretismo es su norma. Tal es así que no cotizan en Bolsa, pues así se ahorran explicaciones. Sus socios son un enjambre de tataranietos de los fundadores, los hermanos William y Samuel Cargill, campesinos de Iowa, quienes en el siglo XIX levantaron un imperio gracias de un ascensor de cereal arrimado a la vía del tren en un pueblecito de la pradera. Hoy Cargill tiene un servicio de inteligencia comparable al de la CIA: utiliza satélites, sensores, “topos” en los Gobiernos, etc.


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