DE SUR A SUR ANDALUCÍA
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Nº 74 octubre 2015
Muros y cifras que rajan el Sahara Mientras la solución al problema de los refugiados por parte de la Unión Europea quiere construirse con más muros y vallas, y mientras el Sáhara vuelve a ser noticia por las inundaciones habidas en varios de los campamentos de refugiados de Tinduf, bien vale la pena traer a colación este artículo de Miguel Urban publicado en Diario Público el 16 de octubre de 2015, donde incide en aquello que cantaba Rosa León “las fronteras no son más que rayas y puntos para tu hambre y la mía estén siempre separadas”. Las vallas de Ceuta y Melilla, las concertinas de Hungría, el muro sionista en Palestina… Las fronteras inexpugnables que, a lo largo del mundo, coartan la libertad de movimiento de las personas contrastan con los grandes discursos globalizantes y las autopistas de libertad que encuentran mercancías y capitales. En la década de 1980 la religión del libre comercio lanzaba su cruzada planetaria y Occidente clamaba contra el muro de Berlín, pero unos y otros callaban mientras, en pleno desierto del Sáhara, Marruecos levantaba una barrera que, poco a poco, rajaba la colonia “no descolonizada” española del Sáhara Occidental. Allí donde le ganaba un palmo de tierra al Frente Polisario, Marruecos levantaba automáticamente un muro. En total fueron ocho, construidos entre 1980 y 1987, que juntos terminaron dando lugar al actual muro de la vergüenza marroquí: una barrera artificial en la que se alterna arena, piedras, zanjas, alambradas, campos minados puestos de control y radares,
además de destacamentos militares marroquíes cada cinco kilómetros.
Una barrera que divide el Sahara Occidental en dos partes asimétricas: al oeste, ocupado por Marruecos, casi dos tercios del territorio, las principales ciudades, la costa, con sus recursos pesqueros, y las rentables minas de fosfatos; al este, los territorios liberados por el Polisario, una barrera de desierto limítrofe con Mauritania y Argelia, sin apenas poblaciones ni recursos de ningún tipo. Con sus 2.700 kilómetros de longitud, es el tercer muro más largo del mundo, solo superado por el que se extiende entre Estados Unidos y México y el que separa India de Bangladesh. También es una de las zonas más minadas del planeta, con más de siete millones de minas anti-persona, anti-vehículo y anti-tanque colocadas por Marruecos a lo largo de todo el perímetro saharaui. Su mantenimiento le cuesta al Estado marroquí tres millones de dólares diarios, además de los 100.000 soldados