DE SUR A SUR ANDALUCÍA
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Nº 82 febrero 2016
Xenofobia y solidaridad rivalizan en la Jungla de Calais En una Europa a la deriva en relación a las personas refugiadas, las ONGs y organizaciones proinmigrantes venimos denunciando las medidas que están asumiendo algunos países europeos. Medidas que pasarán a la historia de la infamia por la terrible violación de derechos humanos que suponen. Dinamarca ha comenzado a confiscar el dinero en efectivo de las personas refugiadas que supere los 1.340 euros. Países como Suecia, Holanda y Finlandia han anunciado deportaciones masivas. Mientras el periódico británico The Independent denuncia que miembros, algunos de ellos uniformados, de una milicia armada de extrema derecha llevan a cabo una campaña de violencia sin precedentes contra los inmigrantes que están en el llamado campo de la Jungla, en la localidad francesa de Calais. Y en muchas de nuestras fronteras se construyen muros y alambradas que impiden la entrada de quienes tienen pleno derecho a la circulación por vías legales y seguras, y a una adecuada acogida.
Hemos escogido este botón de muestra de la situación en Calais a través del artículo
“Xenofobia y solidaridad rivalizan en la Jungla de Calais” de Andrea Olea publicado en Diario Público reciénteme. Los actos racistas y las muestras de solidaridad se multiplican al mismo tiempo en Calais, la ciudad del norte de Francia convertida en última etapa para miles de refugiados que sueñan con llegar a Reino Unido. La manifestación que este fin de semana recorrió sus calles en apoyo a los emigrantes, terminó en altercados con la policía y varias detenciones, escenificando la tensión creciente que vive la localidad.
Vista desde el aire, la Jungla se asemeja a un inmenso mar de plástico azul y blanco. Situado a apenas cinco kilómetros de la ciudad francesa de Calais, frente al Canal de la Mancha, este asentamiento acoge a más de 7.000 emigrantes de una quincena de nacionalidades que esperan dar el salto definitivo a Inglaterra: afganos, sudaneses, sirios, etíopes, eritreos… un paseo entre sus calles enlodadas se convierte en un recorrido por un mapa de conflictos. En este gigantesco poblado, formado por chabolas y precarias estructuras de madera, todo es extremo: el frío, el viento, el barro. La Jungla es como un ser vivo que
respira, inspira y expira, engulle y escupe a personas de muy distintos orígenes con dos cosas en común: una odisea a sus espaldas hasta su llegada a Calais y el sueño de alcanzar Reino Unido, considerado la verdadera Tierra Prometida.
Las cifras oscilan, pero en los últimos meses el número de habitantes de la Jungla ha explotado: de 3.000 personas pasó a 10.000, y en la actualidad se estima que malviven en ella entre 7.000 y 8.000 habitantes.
suficiente miseria como para que tengamos que soportar la de otros. Deben volver a sus países”, afirma Bernard, habitante de Calais. En las últimas semanas, ha aumentado la violencia contra refugiados y voluntarios que ayudan en la Jungla. Personas que colaboran en el campamento han encontrado las ruedas de sus coches pinchadas, y varios emigrantes y personas que los acompañaban han recibido palizas. “Las agresiones de la extrema derecha se producen con la connivencia de la policía”, asegura categórico Philipe Wannesson, bretón llegado a Calais hace siete años y muy implicado en la ayuda a los refugiados. “Para ellos es útil tener a alguien que atemorice a los emigrantes y a los habitantes solidarios de Calais”.
El flujo exponencial de refugiados ha espoleado a la extrema derecha, que multiplica sus acciones xenófobas y se gana a la población local: en las elecciones regionales de diciembre, el Frente Nacional obtuvo en la región de Pas-de-Calais un 42% de los votos. Grupúsculos como “Sauvons Calais” (“Salvemos Calais”) o “Calaisiens en colère” (“Calaisianos enfurecidos”) se hacen fuertes en las calles y en internet, con vídeos de propaganda en los que documentan supuestas exacciones cometidas por los habitantes del asentamiento. Comentarios como “Están arruinando Francia, convirtiéndola en un país de mierda como los suyos” se prodigan en la página de Facebook de este último colectivo, que suma más de 60.000 ‘me gusta’. “Es excesivo, es una invasión. Aquí tenemos a todo Oriente Medio y media África Subsahariana. En Calais ya hay
La policía francesa, según claman las asociaciones pro derechos humanos y los propios refugiados, no duda en emplear la fuerza contra quienes cada noche tratan de colarse en un camión para atravesar el Eurotunnel. Ameer, sirio de 17 años, conoce bien sus métodos y se lo toma con estoicismo. “Estoy acostumbrado a que la policía nos pegue o nos lance gases lacrimógenos. Llevo dos meses en la Jungla y he intentado cruzar varias veces. A veces se ha dado mejor, otras peor, pero sigo intentándolo”, afirma. Frente al aumento de las agresiones xenófobas y la represión policial, hace unos
días varias asociaciones llamaron a la movilización en solidaridad con los refugiados en Calais. Unas 2.000 personas, entre residentes locales, activistas llegados de París y otras ciudades, y habitantes de la Jungla, se manifestaron al grito de “Migrantes, bienvenidos”.
“El gobierno socialista de François Hollande está implementando punto por punto el programa del Frente Nacional de 2012”, se indigna Olli, estudiante de 18 años llegada desde la capital francesa. “Tienen a los refugiados en campos cerrados, como animales… ¿dónde está la libre circulación? ¿Nos hemos olvidados de que son seres humanos? En 2015, el Estado francés decidió reagrupar a los refugiados que vivían en distintos campamentos de la ciudad de Calais en un único emplazamiento en torno al centro de acogida Jules Ferry, pero la insuficiencia de alojamientos e infraestructuras no ha dejado a los emigrantes más remedio que autoorganizarse. Con ayuda de las asociaciones y ONGs en el terreno, el improvisado campamento se ha convertido en pocos meses en una ciudad, con escuelas, mezquita e iglesia, comercios y restaurantes. Entre quienes viven en la Jungla, muchos han asumido que no lograrán cruzar y han decidido quedarse y prosperar, explica Sameer, afgano de 22 años, mientras pasea entre los puestos de
té y comestibles saludando a varios compatriotas. Sameer trabajaba como intérprete para las tropas de la OTAN y el ejército británico en Afganistán hasta que los talibanes mataron a su padre y a su hermano. No tuvo tiempo de esperar el salvoconducto que, por colaborar con las tropas extranjeras, le habría dado automáticamente los papeles de residencia en Inglaterra: en lugar de eso, tuvo que marcharse con lo puesto y emprender la larga ruta hacia Europa atravesando Irán, Turquía y los Balkanes. Tras llegar a Calais, en los 9 días que pasó en la Jungla trató de cruzar la frontera una decena de veces, explica. La última, se cayó debajo del camión en el que se había encaramado para cruzar el Canal de la Mancha y se rompió una pierna. Dos meses entre el hospital y rehabilitación le hicieron cambiar de idea y quedarse en Francia. Ahora ayuda como voluntario en varias asociaciones a emigrantes y refugiados recién llegados. “Siento que es mi responsabilidad. Lo que más hace falta aquí es humanidad”.
Como él, otros refugiados que deciden quedarse en Francia trabajan junto a los voluntarios y personal de asociaciones y ONGs para acoger a los recién llegados a Calais, en torno a unas 250 personas. Muchos de ellos son británicos, como Jayney Laird, joven risueña que luce con orgullo el abrigo que le regaló uno de los refugiados. Laird lleva dos meses
trabajando como voluntaria con la ONG médica Hands International, que lleva a cabo campañas de vacunación para contener las enfermedades que proliferan en la Jungla.
“Por las pésimas condiciones de higiene, han aparecido enfermedades como la sarna y el sarampión. En las últimas dos semanas hemos vacunado a 3.000 personas contra la gripe”, explica. “Pero necesitamos más ayuda, necesitamos doctores; la ONU no identifica Calais como una zona de crisis y por eso sus agencias no están aquí. Fuera de Médicos Sin Fronteras y Médicos del Mundo, sacamos el trabajo adelante entre pequeñas asociaciones y voluntarios”, asegura. Otra voluntaria británica, Emily Carrigan, trabaja en un centro para mujeres y niños en el campamento. Casi todos los habitantes de la Jungla son hombres, y pequeñas asociaciones como la suya tratan de crear un entorno seguro para las mujeres y menores no acompañados que viven en el asentamiento. A la pregunta de qué la empujó a ayudar en Calais, responde: “Quiero creer que
Reino Unido es un país de gente compasiva, aunque lo único que haga nuestro gobierno sea levantar un muro” para impedir que los emigrantes pasen. “A veces pienso que tendrían más oportunidades en Francia. Trato de disuadirles de cruzar, les digo que aquí estarán mejor”. Tras infinitos intentos fallidos, hay refugiados que se dan por vencidos y deciden quedarse en Francia. En el caso de Sameer, con mayor motivo al no tener familia que le espere al otro lado del Canal de la Mancha, como ocurre con muchos de los que intentan cruzar. “Obviamente, echo de menos a mi familia y a mi país”, reconoce. “Esta es una tierra diferente, donde se come, se vive, se ama diferente”.
“Pero ahora que he decidido quedarme aquí, siento que es mi responsabilidad ayudar a la gente”, agrega. “Veo lo que sufren, sé lo que es intentar conseguir los papeles en un lugar desconocido cuando ni siquiera hablas el idioma. Yo ahora quiero estudiar, conseguir un buen trabajo y ser de provecho para la sociedad en la que ahora vivo, la que ahora es mi casa”.
Actividades de ASPA Estamos impartiendo en Córdoba los talleres de “Desigualdades Norte-Sur” al alumnado de 3º y 4º de la ESO del instituto López Neyra dentro del Programa Municipal "Solidaridad, tarea de todas y todos"
En Granada estamos organizando, junto a otros colectivos y al CICODE, “Semana saharaui. Pueblo saharaui: 40 años de lucha por la libertad”. Las actividades se desarrollaran en la Facultad de Filosofía y Letras del 22 al 26 de febrero.
Estamos participando en el “Taller de herramientas de comunicación para ONGD” organizado por la Coordinadora Andaluza de ONGDs e impartido por Zemos98 en Sevilla Continuamos con el proyecto “Te cuento cómo es mi país”. Esta semana Nigeria y Marruecos en la biblioteca Miguel de Cervantes de Málaga. Cómo decía un profesor el martes: qué bonito es ver la diversidad. Enhorabuena Fátima y Ágatha por el trabajazo que hacéis.
Este fin de semana finalizaremos el mural en el C.S. Rey Heredia dentro del taller de pintura mural “¿Quieres “Expres – Arte”?. El martes, 23 y jueves, 25 de febrero y de 16:30 a 19:30 se siguen impartiendo los talleres del proyecto “Jóvenes andaluces, nuevas tecnologías y educación global” con los y las jóvenes de la Asociación Meridiano de Córdoba. Dentro del mismo proyecto el lunes, 22 y el miércoles, 24 de febrero y de 16 a 20 horas impartiremos el “Taller Educación global y herramientas comunicativas para la transformación social” en el Seminario 1, ETSI Caminos, canales y puertos, del Campus Fuentenueva, de la Universidad de Granada. Este domingo, 21 de febrero, vamos a tener una reunión para hablar del proyecto “Clínica Ambiental”. La idea es compartir las experiencias de las personas que hemos estado en Ecuador y ver entre todas, como podemos apoyar el trabajo de la Clínica desde Andalucía: campañas de sensibilización, talleres, búsqueda de financiación, intercambios de experiencias Ecuador-Andalucía, … lo que se nos ocurra entre todas. También informaremos de las últimas noticias que tengamos del Ecuador y de lo que estamos planificando en ASPA para este año. La reunión es abierta a cualquier persona y será a las 10:30 horas en la sede de ASPA en Granada. El miércoles 17 de Febrero en el Pleno de la Diputación de Córdoba, los Grupos Provinciales IULV-CA, PSOE-A y GANEMOS han presentado una moción a instancias de la Plataforma Córdoba con Palestina que convierte a nuestra provincia en un Espacio Libre de Apartheid Israelí (ELAI) sumándose de esta manera a la campaña iniciada por la RESCOP que sitúa el boicot, las sanciones y las desinversiones (BDS) a Israel como herramienta en contra de la Ocupación y el genocidio al pueblo palestino. Esta moción ha sido aprobada pese a los votos en contra de PP y Ciudadanos.
El próximo 27 de febrero de 2016 la ciudadanía se va a movilizar para exigir a todos los gobiernos europeos un pasaje seguro y la defensa de los derechos humanos de las personas refugiadas que llegan a la Unión Europea. ASPA se ha sumado a esta iniciativa e invita a su voluntariado, soci@s y amig@s a participar en las distintas actividades organizadas en Andalucía.
ALMERIA: Convocan la Plataforma por la Justicia y los Derechos Sociales y la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio, detalles seguirán en breve
CADIZ: https://www.facebook.com/events/349999825170691
CAMPO DE GIBRALTAR: 12:30h. Concentración en Plaza Alta de Algeciras.
CÓRDOBA: lugar y hora por confirmar.
GRANADA: https://www.facebook.com/apdha
HUELVA: Plaza de la Constitución, 12.00 horas. https://www.facebook.com/events/1301467993202895/
MÁLAGA: https://www.facebook.com/events/146396255745851/
MOTRIL: https://www.facebook.com/events/753617144772823/
SEVILLA https://www.facebook.com/events/850042208452592/
Y para acabar compartimos los últimos artículos subidos a nuestra web:
La justicia falló en contra de los demandantes por contaminación en la Amazonía ecuatoriana
Contra la expulsión del jesuita Esteban Velázquez por parte de Marruecos
Manifiesto en solidaridad con Alfonso y con Raúl
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