Yijing - El libro de los cambios. Con el comentario de Wang Bi - 4ª edición

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YIJING EL LIBRO DE LOS CAMBIOS Con el comentario de Wang Bi

ATA L A N TA







MEMORIA MUNDI

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I Ching 1 Preliminares Quark_I CHING 2006 23/04/19 22:36 Página 5

EL LIBRO DE LOS CAMBIOS CON EL COMENTARIO DE WANG BI

TRADUCCIÓN, PRÓLOGO Y NOTAS DEL TEXTO JORDI VILÀ

TRADUCCIÓN, PRÓLOGO Y NOTAS DEL COMENTARIO DE WANG BI ALBERT GALVANY

A T A L A N TA 2019


En cubierta: los 64 hexagramas del libro. En contracubierta: ideogramas de Yijing.

Dirección y diseño: Jacobo Siruela

Cuarta edición

Todos los derechos reservados Título original: 易經 © De la traducción, introducción y notas: Jordi Vilà. © De la traducción, introducción y notas: Albert Galvany. © EDICIONES ATALANTA, S. L. Mas Pou. Vilaür 17483. Girona. España Teléfono: 972 79 58 05 Fax: 972 79 58 34 atalantaweb.com ISBN: 978-84-934625-9-8 Depósito Legal: GI. 1723-2012

I Ching 1 Preliminares.indd 6

23/04/19 22:57


ÍNDICE

Introducción al estudio Jordi Vilà 13

del

Yijing

El significado del término Yijing 16 Orígenes mitológicos del Yijing 18 Orígenes históricos del Yijing 22 Estructura del Yijing 39 Sobre la traducción 55 Referencias bibliográficas 57 Introducción

W a n g B i (226-249) Albert Galvany 65

a la obra de


Perfil biográfico 67 Ruptura con la tradición 70 Una nueva lectura del Yijing 72 Un manual para la acción 73 Referencias bibliográficas 76 O bs e rva c i o n e s g e n e r a l e s s o b r e El Libro de los Cambios Wang Bi 79 Ilustración de los Dictámenes 81 Ilustración de la relación entre las líneas hexagramáticas y la transformación 83 Ilustración de cómo los hexagramas se corresponden con la transformación y de su relación con las líneas 85 Ilustración de las imágenes 88


Discusión en torno a las posiciones Primera parte 90 Observaciones generales Segunda parte 92 Observaciones adicionales sobre algunos hexagramas 94 El

l i b r o d e l o s ca m b i o s d e l a d i na s t í a

L ib r o p r i m e r o 109 L a s d i ez a l a s L ib r o s e g u n d o 517 Q u in ta A l a Primera parte 521 S e x ta A l a Segunda parte 542 O c tava A l a 561 Novena Ala 569 Décima Ala 577

Zhou


A d i v in a c i ó n m e d i a n t e Jordi Vilà 581

el

Yijing

Repensar el concepto «adivinación» 583 Método de adivinación 585 Cómo diseñar una pregunta adecuada 586 Cómo establecer un hexagrama 587 Método de adivinación mediante las varillas de milenrama 588 Método de adivinación mediante las tres monedas 594 Cómo interpretar la respuesta 596 Índice de hexagramas 599 Cuadro de trigramas y hexagramas 601 Nota sobre los autores 602


易 經



Introducción al estudio del Yijing Jordi Vilà



El Yijing, el Libro de los Cambios,* nació hace unos treinta siglos como método de adivinación utilizado por los nobles de la dinastía china de los Zhou (s. xi a.C.-256 a.C.); también fue usado como herramienta de apoyo para los rituales de sacrificio, aunque en distintos momentos históricos se le ha asignado una doble función: la de manual de adivinación del porvenir y la de libro sapiencial por excelencia. Por ello, los más grandes eruditos chinos lo han estudiado como tratado de metafísica, libro sobre el orden social y natural, texto de meditación, sumario de psicología y documento filosófico. Heredero indirecto de los calendarios agrícolas populares chinos, de un sistema de pronósticos desarrollado por los nobles de las antiguas dinastías, de métodos numerológicos y mágicos, y de comentarios sobre ciencias naturales y * Aunque la transcripción clásica I-Ching, derivada del sistema WadeGiles, es la más conocida por los lectores de habla hispana, a lo largo del texto emplearemos exclusivamente la moderna transcripción fonética pinyin, ampliamente difundida en todo el mundo, en la que el término se escribe Yijing. La pronunciación permanece inalterada.

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sociales añadidos por pensadores de tiempos distintos –los «sabios» de la tradición china–, el Yijing resulta un excelente registro histórico que permite conocer la historia, la religión, la filosofía, las tradiciones, los proverbios y el lenguaje de los tiempos de las dinastías chinas más antiguas. El Yijing abarca un sinfín de temas que han estado siempre presentes en la mente humana y va mucho más allá de los objetivos originales impuestos por los inspirados redactores del texto; por eso, y a pesar de los problemas lingüísticos, culturales, étnicos y cronológicos que puedan derivarse de su traducción, el Yijing no aparecerá del todo extraño a los ojos de los lectores occidentales.

el significado del término yijing

易經 Yijing significa el «libro clásico» (經 jing) de los Cambios (易 yi). El término 周易 Zhouyi (cambios de la dinastía Zhou), preferido en China, suele designar la parte del libro que contiene los textos de los 64 hexagramas adivinatorios, mientras que Yijing es el nombre que recibe el texto de los 64 hexagramas junto a los apéndices conocidos como las Diez Alas. 易 Yi es un carácter de etimología confusa. Las hipótesis propuestas hasta ahora, aun planteando composiciones ideográficas distintas, permiten llegar a la misma conclusión. 1) El carácter 日 ri, «sol», más el carácter 勿 wu, que originariamente significaba «el ondear de un estandarte al viento», pero que también puede interpretarse como «agua cayendo del cielo». El sol y la lluvia: un cielo claro y un cielo nublado, imagen bucólica de los cambios climatológicos naturales a lo largo del ciclo anual. 2) El carácter 日 ri, «sol», más el carácter 月 yue, «luna». La alternancia entre día y noche, imagen de los cambios cíclicos acaecidos durante el transcurso del día.

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3) La imagen estilizada de un camaleón, animal capaz de confundirse con el entorno gracias a su capacidad para cambiar el color de su piel; también podría referirse a un lagarto geko, capaz –según una antigua leyenda– de cambiar de color doce veces al día. Podemos concluir que, independientemente del origen etimológico del carácter 易 yi, su significado literal es el de «cambio, transformación o mutación». Glosas posteriores, sin embargo, amplían el significado del carácter y permiten interpretarlo de distintos modos: a) yi «cambio» (bianyi 變 易), b) yi «simple, fácil» (jianyi 簡易) y c) yi «permanente, lo que no cambia» (buyi 不易).1 Esta paradoja es típica de la visión de los constructores del Libro de los Cambios, quienes quisieron enfatizar el hecho de que, al describir cualquier fenómeno, lo único permanente es el cambio, la facultad de transformación y de evolución de todas las cosas. 經 Jing designa los libros clásicos, en particular los clásicos confucianos, elevados a la categoría de canon por su importancia en la construcción de una educación moral completa. El radical del ideograma –los trazos de la izquierda– representa el hilo de un capullo de seda, entrelazado para formar una hebra más fuerte; la parte derecha presenta una etimología indeterminada: para algunos es un telar; para otros, la corriente de un río. El carácter en conjunto significa «entramado», esto es, un entrelazamiento de distintas hebras de hilo para formar un tejido complejo.2 Los libros chinos arcaicos, por cierto, se inscribían sobre tiras de caña de bambú atadas entre sí por hilos, sistema que permitía enrollarlos para su mejor archivo y transporte.

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orígenes mitológicos del yijing

Fu Xi, el Domesticador de Animales, es el auténtico padre de la civilización china. Las leyendas chinas afirman que vivió entre el 2852 y el 2738 a.C., y se le atribuye la invención de las normas de civilización, las técnicas de cálculo mediante nudos en cuerdas –al estilo de los quipus andinos, y ésta no es la única coincidencia entre la cultura china y la paleoamericana–, la cocina, las técnicas de caza y pesca, etc. No es difícil ver en la figura de Fu Xi el recuerdo atávico de los principios de la cultura ganadera. Su sucesor, Shen Nong, el Agricultor Mágico, representará el paso del pastoreo a la civilización agrícola y sedentaria; finalmente, el tercer gran héroe chino, Yu el Domesticador de las Aguas, se convertirá en el símbolo de la civilización y la ingeniería. Dice el Libro de los Venerables Documentos: «El mapa del río y los ocho trigramas se remontan a tiempos del reinado de Fu Xi, quien vio surgir un caballo-dragón de las aguas del río Amarillo, y a partir de las marcas que éste llevaba en el lomo, diseñó los ocho trigramas».3 Fu Xi vio en estos signos un mensaje del Cielo, lo que le indujo a penetrar en los misterios de su entorno, tal y como se describe en los apéndices del Yijing: «Cuando en la antigüedad el honorable Bao –Fu– Xi, soberano del mundo entero, miró hacia arriba para contemplar las imágenes que había en el Cielo, y luego hacia abajo para observar los modelos surgidos de la Tierra, observó los dibujos de cada ave y de cada bestia, y qué cosas eran adecuadas para la Tierra. Para lo cercano, eligió [compararlos con] su propio cuerpo; para lo lejano, escogió [compararlos con] otras cosas, y a partir de ahí creó los Ocho Trigramas».4 Las señales en el cuerpo del dragón estaban dispuestas según un patrón que más tarde se llamaría hetu, «diagrama del río [Amarillo]». La naturaleza dual del caballo-dragón, animal místico, reviste una gran

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importancia: el dragón es el animal simbólico asociado, en el Libro de los Cambios, al yang puro, al poder creativo del Cielo y al hexagrama Qian; por su parte, el caballo –más precisamente la yegua– es el animal representativo del yin puro, del poder pasivo de la Tierra y del hexagrama Kun. La fusión de las dos energías primordiales en un solo ser es un hecho de una trascendencia capital. El concepto del yin y el yang es una de las aportaciones más universales de la cultura china, que considera este binomio el mecanismo que mantiene el equilibrio de un sistema. Yin y yang no son, en absoluto, fuerzas primarias ni poderes cósmicos, sino «utensilios» de clasificación. Etimológicamente, los conceptos yin y yang se referían exclusivamente a las laderas sombría e iluminada de una montaña: 陰 yin está formado por el radical «ladera» 阜, más un conjunto de caracteres que significa «en el momento presente 今 hay nubes 云». El carácter simplificado 阴 incluye el radical «ladera» más el carácter «luna», lo que da una idea general de su polaridad. 陽 yang está formado por el radical «ladera» 阜 más un conjunto de caracteres que representan los rayos 勿 del sol 日. El carácter simplificado 阳 muestra el radical «ladera» 阜 y el ideograma «sol» 日, exponiendo las características de su polaridad. De esto no debe deducirse una noción antagónica de dualidad, sino un sistema dinámico de complementariedad y equilibrio, una visión cíclica y relativa del Universo, en la que el yin llegado al extremo originará el yang y viceversa: yin y yang no son cosas independientes, sino dos fases de un mismo fenómeno. Los textos canónicos Zhou que exponen la teoría del yin y el yang la relacionan con las diferentes técnicas de adivinación vigentes en tiempos de las antiguas dinastías. Se puede suponer que la teoría del yin y el yang apareció en la Edad del Bronce, en el seno de la casta chamánica, y que desde su origen se asoció con las ideas de adivinación y pronóstico.

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El estudio del diagrama del río Amarillo desembocó en la concepción de ocho figuras de tres líneas que podían otorgar información sobre la estructura intrínseca de todas las cosas del mundo en términos de complementariedad: calor-frío, luz-oscuridad, movimiento-quietud, firmezaductilidad, etc. Recurriendo solamente a estas ocho figuras paradigmáticas, Fu Xi intentó explicar el espacio y el tiempo, ordenar la realidad y descifrar el lenguaje en el que se expresa el mundo. El resultado fue la comprensión de la inmutabilidad del cambio, la permanencia de las transformaciones; en lugar de comprender la mecánica del mundo de forma estática, Fu Xi propuso una mirada dinámica y compleja, que no se basa en la permanencia, sino en las continuas transformaciones y evoluciones. En esta leyenda quedan también definidas de forma muy clara algunas de las ideas que impregnarán los métodos mánticos chinos. El mundo estaría articulado gracias a algún tipo de esencia espiritual que puede ser intuida por los sabios y que permite establecer conexiones entre lo que está arriba –las imágenes suspendidas en el Cielo, como los astros– y lo que está abajo –el mundo natural y humano–. Además, como esta esencia espiritual sigue unos patrones inalterables, se podría llegar a comprender cómo se manifiesta: el discernimiento de la evolución de los patrones implicados en un suceso dado permitiría, a priori, adelantar acontecimientos y predecir el futuro. Tanto los patrones como la esencia espiritual subyacente y las relaciones de correspondencia –o resonancia, siguiendo el lenguaje empleado en el Libro de los Cambios– se podrían expresar mediante símbolos abstractos, numéricos, geográficos, naturales, etc., codificados en ocho figuras elementales conocidas como «trigramas». Ahora bien, ¿este futuro es inamovible o es susceptible de modificación? La leyenda de Fu Xi nos dice que el destino sigue un patrón fijo, pero este patrón puede ser modificado gracias a las normas de

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comportamiento que rigen la moralidad y las costumbres, a la adaptación al medio o a la comprensión de la propia posición en el orden cósmico. Según algunos comentarios encontrados en los Registros oficiales de la dinastía Han,5 en los Escritos del príncipe de Huainan6 y en los Ritos de los Zhou,7 originariamente existieron tres libros de los Cambios distintos, aunque basados todos ellos en los trigramas. El primero, asociado a la dinastía Xia de los siglos xxii-xvii a.C., la más antigua de las dinastías chinas, se denominaba Lianshan yi –連山 易 Cambios de la cadena montañosa–, siendo atribuida al mitológico emperador Shen Nong, el agricultor mágico; el título de este primitivo Libro de los Cambios hace referencia a uno de los nombres del emperador –Maestro de la Montaña– y, en consecuencia, el primer hexagrama en su ordenamiento era Gen, Montaña. El segundo Libro de los Cambios se atribuía a la siguiente dinastía, la Shang –siglos xvii-xi  a.C.– y fue llamado Guicang yi –歸藏易Regreso a un lugar oculto, aunque en ocasiones se utiliza el homófono 龜藏易 Cambios de la tortuga oculta–. Podría ser obra tanto del mítico Emperador Amarillo como de los emperadores Yao y Shun, herederos de los sabios Fu Xi y Shen Nong. En esta versión del Libro de los Cambios, el primer hexagrama era Kun, el Principio pasivo, seguramente en consonancia con la idea de ocultación incluida en el título. Hasta hace muy poco tiempo se suponía que estas dos versiones se habían perdido o incluso que jamás existieron, pero recientes hallazgos arqueológicos en templos ancestrales de los Zhou, en la provincia de Shaanxi, han sacado a la luz algunos fragmentos de textos mánticos que, según las hipótesis apuntadas por el historiador Li Ling en 1997, podrían ser partes de ambas obras, si bien es imposible deducir cómo se establecían los hexagramas. La tercera y más importante versión del Libro de los Cambios es el texto obra del duque de Zhou, conocido póstumamente como Wen Wang, el Rey

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Wen. Éste es el texto que actualmente conocemos como Zhouyi –Los Cambios de la dinastía Zhou– y que comienza con el hexagrama Qian, el Principio activo.

orígenes históricos del yijing

Uno de los rasgos más característicos de la cultura china es la relativa invariabilidad de sus formas culturales esenciales, que han seguido la misma pauta desde hace casi cuarenta siglos. Algunos caracteres de la escritura china siguen siendo, como veremos, los mismos que hace tres mil años usaron los adivinos de las antiguas dinastías: nos hallamos ante una especie de «fósil viviente» que pervive gracias a las especiales características de ritos primordiales de la cultura china, como el culto a los antepasados, que «obligó» a los sabios a no alejarse de las normas establecidas por los ancestros. Para los chinos del período clásico, la cultura era la suma de la sabiduría de maestros pasados, tan perfecta que no podía alterarse ni modificarse de modo sustancial. Esta concepción de la cultura podría explicar –en parte– el monolitismo cultural chino y su relativo estancamiento en algunos campos de investigación; sin embargo, el respeto a la tradición ha contribuido a la creación y conservación de una ingente cantidad de registros escritos que nos explican cuáles eran los principales cánones tradicionales y cómo se debían interpretar para no traicionar el deseo de los antepasados. En este contexto debemos comprender las palabras de Kongzi, el maestro Confucio, cuando dijo: «Yo no invento; transmito»;8 Confucio se situaba de este modo en la cadena de sabios que comunicaban el conocimiento de forma literal. Las dinastías chinas más antiguas eran monarquías teocráticas, designadas por el poder del Cielo, y por lo tanto, cualquier asunto político era, a la vez, un asunto

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religioso. La adivinación era un asunto de Estado, y su práctica permitía consultar al Cielo, a los antepasados o a los dioses y espíritus cuál era la vía de acción a seguir. En la tradición china, los sistemas mánticos se asociaban a los héroes mitológicos fundadores de la civilización, asegurando un linaje aristocrático para los adivinos y sus sistemas. Esto elevó el estatus de los métodos adivinatorios a un nivel raramente igualado en otras partes del mundo. Las prácticas mánticas alcanzaron tal relevancia y llegaron a otorgar a sus usuarios tal poder, que se convirtieron en patrimonio de los emperadores y de la aristocracia china. La historia se remonta a la Edad del Bronce, cuando un pueblo llegado de las grandes llanuras de Asia Central consiguió someter a la cultura agrícola conocida en los anales chinos como dinastía Xia, pueblo cultivador de mijo y soja asentado en la planicie del Huanghe, el río Amarillo. Este pueblo conquistador, conocedor del bronce y poseedor, por tanto, de un armamento más poderoso, se hizo con el control de la región y llegaría a ser conocido como la dinastía Shang, la primera de las dinastías históricas chinas, que gobernó entre los siglos xvii-xi a.C. Los Shang son una cultura que intenta, a su manera, civilizar el entorno; asentados en las fructíferas tierras del río Amarillo y de sus afluentes, encuentran un lugar con las fuentes de riego necesarias para poder aprovechar el tipo de suelo. Pero el río es caprichoso, con impredecibles crecidas y cambios de curso inesperados. Ya desde la época Shang, el agua representará para los chinos un elemento altamente peligroso que hay que vigilar constantemente y, eventualmente, llegar a «vencer». Este terror reverencial representado por el agua se hará patente en los mitos de Yu, el Domesticador de las Aguas.9 Por otra parte, la llegada oportuna de las lluvias primaverales se convertirá en otro de los factores decisivos para la fertilidad de la tierra: demasiada lluvia inundará los cultivos y arruinará la cosecha; poca lluvia convertirá el loess –la fértil tierra amarilla de la cuenca

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del río Amarillo–10 en polvo seco e inutilizará la tierra. Por este motivo, en el contexto del Yijing la mención de la lluvia siempre tiene un carácter benéfico y liberador, y la falta de lluvia es un motivo de preocupación permanente. Los Shang domestican animales, definen terrenos para el cultivo, forjan herramientas, funden armas de bronce y construyen grandes carros de guerra; pero también fomentan los sacrificios humanos, a veces a escala descomunal: se ejecuta a decenas de esclavos, concubinas, prisioneros y animales –incluso elefantes– para que acompañen a su señor en su viaje de ultratumba. En esta época la casta de los chamanes ya estaba configurada en gremios, lo que permite suponer que la tradición mántica se remontaba a tiempos anteriores, probablemente neolíticos, y quizá estuviesen relacionados con los chamanes tunguses.11 Los magos se agrupaban en linajes compuestos por hombres y mujeres chamanes, reunidos bajo el apelativo común de 巫 wu.12 Tan importante era el papel de estos magos que hace ya un siglo el sinólogo J. J. M. de Groot utilizó el término «wuismo» para referirse a la religión primitiva de China. Los chamanes-adivinos eran una especie de funcionarios que aseguraban una comunicación fluida entre el mundo terrenal y el mundo de los espíritus. La palabra 史 shi, «adivino-chamán encargado de los registros», pasará a designar a los archiveros de la Corte y más adelante a los historiadores oficiales: el término aparece en el hexagrama 57 del Yijing junto al carácter 巫 wu, «chamán». El poder de los chamanes fue creciendo; se convirtieron en personajes de vital importancia para los gobernantes, ya que solamente ellos tenían la llave del lenguaje secreto del mundo numinoso y la exclusiva de la validación o la corroboración de decisiones tomadas a priori pero refrendadas por los dioses –de la tierra, del viento, de la lluvia o del trueno– o por su divinidad principal, Shangdi (上帝, lit. «Emperador [que Mora] en lo Alto»), que posiblemente represente la

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deificación del recuerdo de los antepasados fallecidos o un tipo de ancestro idealizado superior a los antepasados del clan; de ahí que a lo largo del texto traduzcamos este nombre como «Deidad Suprema».13 Para comunicarse con estos dioses caprichosos e impredecibles, y para obtener el beneplácito espiritual de los antepasados del clan, los chamanes Shang realizaban sacrificios de animales durante los cuales algunas piezas de los mismos eran arrojadas al fuego ritual, que ardía en unos trípodes de bronce denominados ding,14 para que el humo de la ofrenda llegase hasta el Cielo. Una vez concluida la ceremonia, se retiraban los restos del fuego, probablemente con la ayuda de varillas de milenrama.15 Los huesos mezclados con las cenizas del sacrificio presentaban ahora fisuras y grietas, lo que se interpretaba como una señal de las divinidades. Los dioses siempre confirmaban la recepción del sacrificio, ya que las fisuras aparecían invariablemente en todas las ceremonias, y este hecho llevó a los chamanes a especular sobre la oportunidad de los sacrificios. El mismo sacrificio, ofrecido al mismo dios, a veces se presenta propicio, y otras, nefasto. ¿Por qué? La respuesta de los magos Shang es una solución elegante que marcará todos los métodos de adivinación chinos durante milenios: el factor tiempo es el eje decisivo. Un sacrificio realizado en el momento oportuno se mostrará benéfico, mientras que si se lleva a cabo en un momento inadecuado, el resultado será funesto. La posición de los magos da un salto cualitativo, ya que el mundo –su mundo–, que antes era un escenario caótico en el que los dioses obraban a su voluntad, se convierte ahora en un sistema organizado de forma cíclica, susceptible de ser clasificado de forma coherente: ahora los chamanes serán capaces de ver el orden bajo el caos, encargados de calcular el momento adecuado para realizar un sacrifico concreto.

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Memor i a mundi El Yijing (I Ching) o «Libro de los cambios» fue en su origen un manual de adivinación que gradualmente, con el tiempo se convirtió en el depositario de toda una filosofía práctica para afrontar las vicisitudes de la vida. Al largo periodo durante el cual tiene lugar su elaboración, iniciada aproximadamente en el siglo ix a.C, hay que añadir toda una ingente tradición de glosas y comentarios que se han ido agregando a lo largo de los siglos, por los más diversos autores, hasta llegar a nuestros días; lo que hace que sea el texto que mayor influencia ha tenido en China durante los últimos tres mil años, sin olvidarnos del gran eco que ha ejercido sobre la cultura occidental. Esta edición es la primera traducción directa y completa que se hace del chino a nuestra lengua. Para llevarla a cabo, los traductores, profundamente familiarizados con la lengua y cultura chinas, han tenido en cuenta los últimos hallazgos lingüísticos y arqueológicos recogidos por los expertos en los últimos cincuenta años, además de un detallado estudio comparativo del texto con otras obras de la misma época. Pero también, por primera vez, se agregan a los aforismos de las sesenta y cuatro figuras y a las Diez Alas los célebres comentarios de Wang Bi (226-249), uno de los pensadores chinos más importantes de todos los tiempos. Wang Bi fue un filósofo taoísta, legalista y confuciano que, a pesar de morir prematuramente a los veintitrés años, ejerció con sus glosas una enorme influencia durante más de siete siglos. Después, éstas serían reemplazadas por las versiones oficiales confucianas, para permanecer más tarde olvidadas durante diez siglos. El rescate de su gran visión ecléctica del Yijing, devuelve este gran clásico de China a sus fuentes más auténticas y originales. El lector de lengua española por fin puede disponer de una versión actualizada y fidedigna de esta gran obra clásica de la cultura universal. Jordi Vilà, licenciado en medicina tradicional china y alumno de la famosa escuela taoísta de Wudang, es autor de diferentes libros y artículos sobre medicina tradicional china. Albert Galvany, diplomado en Sinología por la Universidad Paris 7, donde ejerce como especialista en chino antiguo y en historia del pensamiento clásico de China.

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