I N D I C I O S PA R A U N A N U E VA V I S I Ó N D E L M U N D O
R I C H A R D TA R N A S COSMOS Y PSIQUE ATA L A N TA
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a
edición
«Cosmos y Psique» abre nuestro horizonte cultural a una nueva visión de la realidad. Tras un lúcido y amplio análisis de la encrucijada cultural de nuestro tiempo, presenta un coherente desafío a la hipótesis de fondo de la visión moderna de un universo inanimado e inconsciente, vacío de todo propósito y sentido, donde lo real sólo es aquello que puede ser cuantificado. Tarnas demuestra las contradicciones de esta visión restrictiva del mundo y presenta una perspectiva «cualitativa» y arquetípica que, a través de una extraordinaria recopilación de datos históricos, apunta hacia una comprensión mucho más amplia y llena de sentido del ser humano y su lugar en el universo. Basada en treinta años de investigación, «Cosmos y Psique» es la primera obra escrita por un prestigioso doctor en filosofía que señala una correlación entre los movimientos planetarios del cosmos y las experiencias arquetípicas del ser humano. Plotino escribió que «las estrellas son como letras» en un mundo «lleno de signos» donde «todo respira en común». En sintonía con esta percepción propia de todas las culturas tradicionales, «Cosmos y Psique» propone una perspectiva insospechada sobre multitud de acontecimientos históricos y culturales (la Revolución Francesa, las guerras mundiales, los años sesenta, la «perestroika», la caída de las Torres Gemelas), así como sobre los momentos decisivos de figuras como Copérnico, Newton y Darwin; Napoleón y Hitler; Platón, Hume, Kant, Schopenhauer, Marx y Nietzsche; Dante, Petrarca, Shakespeare, Blake, Byron, Coleridge, Melville y Kafka; Leonardo, Miguel Ángel y Kandinsky; Aurobindo, Chaplin y
MEMORIA MUNDI
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RICHARD TARNAS COSMOS Y PSIQUE INDICIOS PARA UNA NUEVA VISIÓN DEL MUNDO
TRADUCCIÓN MARCO AURELIO GALMARINI
A TA L A N TA 2009
En cubierta: Superficie de la luna de Saturno Enceladus. © NASA/JPL/Space Science Institute En contracubierta: Sol ultravioleta. Extreme ultraviolet Imaging Telescope (EIT). © NASA/ESA Dirección y diseño: Jacobo Siruela.
Segunda edición corregida Todos los derechos reservados. Título original: Cosmos and Psyche © Richard Tarnas, 2006 © De la traducción: Marco Aurelio Galmarini © EDICIONES ATALANTA, S. L.
Mas Pou. Vilaür 17483. Girona. España Teléfono: 972 79 58 05 Fax: 972 79 58 34 atalantaweb.com ISBN: 978-84-936510-9-1 Depósito Legal: B-2009
ÍNDICE
PREFACIO
17 LA TRANSFORMACIÓN DEL COSMOS
21 El nacimiento del yo moderno 23 El amanecer de un nuevo universo 26 Dos paradigmas de la historia 34 Forja del yo, desencantamiento del mundo 42 La situación cosmológica en el presente 56 EN BUSCA DE UN ORDEN MÁS PROFUNDO
73 Dos pretendientes: una parábola 75 La búsqueda interior 81 La sincronicidad y sus implicaciones 91 El cosmos arquetípico 107
A TRAVÉS DEL TELESCOPIO ARQUETÍPICO
123 La tradición evoluciona 125 Causalidad y correlación 130 Libre albedrío y determinismo 133 Principios arquetípicos 135 Arquetipos planetarios 142 Los planetas 147 Formas de correspondencia 167 Ciclos y aspectos 172 Ciclos de tránsito personal 177 Despertares, rebeliones, rupturas innovadoras: el ciclo de Urano 178 El despliegue estructural de la vida: el ciclo de Saturno 192 Coherencia arquetípica y diversidad concreta 203
La evaluación de los patrones de correlación 217 ÉPOCAS DE REVOLUCIÓN
225 De la Revolución Francesa a los años sesenta del siglo XX 227 Patrones sincrónicos y diacrónicos en la historia 239 Feminismo y movimientos de mujeres 240 Movimientos abolicionistas y por los derechos civiles 244 Desobediencia civil no violenta 247 Socialismo radical 248 La Revolución y la Reforma Radical en Inglaterra 250 Revoluciones científicas y revoluciones tecnológicas 254 Despertares de lo dionisíaco 264 La liberación de la naturaleza 272 Desencadenamiento de las fuerzas de la naturaleza 285
Rebelión religiosa y emancipación erótica 288 La secuencia cíclica completa 296 Lo individual y lo colectivo 306 Una perspetiva más amplia de los años sesenta 317 CICLOS DE CRISIS Y CONTRACCIÓN
323 Las Guerras Mundiales, la Guerra Fría y el Once de Septiembre 325 Tensiones y contrastes históricos 339 Auge conservador 347 Escisión, mal y terror 358 Moby Dick y las profundidades de la naturaleza 365 Determinismo histórico, Realpolitik y apocalipsis 370 El malestar en la cultura 374 Escenarios apocalípticos 384
La guerra entre el hombre y la naturaleza 387 Valor moral y tensión de los opuestos 392 Obras de arte paradigmáticas 407 La dinámica de la tragedia 424 La forja de estructuras profundas 430 CICLOS DE CREATIVIDAD Y EXPANSIÓN
435 La apertura de nuevos horizontes 437 Convergencia de avances científicos 443 Rebeliones y despertares sociales y políticos 448 Saltos cuánticos y experiencias cumbre 458 De Copérnico a Darwin 465 La revolución científica 465 Los siglos XVIII y 468
XIX
Música y literatura 472 Momentos emblemáticos e hitos culturales 484 La culminación del Renacimiento 493 Prometeo y Nietzsche 497 Nacimientos ocultos 516 DESPERTARES DEL ESPÍRITU Y EL ALMA
521 Cambios trascendentales de visión cultural 523 Epifanías espirituales y el surgimiento de nuevas religiones 539 Utopías sociales 552 Romanticismo, genio imaginativo y epifanía cósmica 558 Revelaciones de lo numinoso 583 El gran despertar de la Era Axial 593 El final del siglo
XX
y el cambio de milenio 607
Comparación de los años sesenta y los noventa 624 Ciencia y tecnología 629 Las artes 637 Psicología 643 HACIA UN NUEVO CIELO Y UNA NUEVA TIERRA
653 Comprender el pasado, crear el futuro 655 Observaciones acerca de futuros alineamientos planetarios 669 Abrirse al cosmos 696 Fuentes del orden del mundo 702 EPÍLOGO
706 NOTAS
708 FUENTES
786 ÍNDICE ONOMÁSTICO
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Cosmos y Psique
Estrella vespertina, t煤 traes todo Lo que dispers贸 la brillante Aurora. Safo
PREFACIO
El escepticismo es la castidad del intelecto, dijo Santayana, y la metáfora es adecuada. La mente que busca la realización intelectual más profunda no se entrega a cualquier idea pasajera. Sin embargo, a veces se olvida la finalidad más amplia de tal virtud. Porque, en última instancia, la castidad no se preserva por su valor en sí misma, pues sería estéril, sino como la mejor preparación para el momento de rendirse al ser amado, al pretendiente con un propósito verdadero. Ya se trate de conocimiento, ya de amor, la capacidad para reconocer y abrazar ese momento cuando finalmente se presente, tal vez en circunstancias completamente inesperadas, es esencial a esta virtud. Sólo con ese discernimiento y la apertura interior puede desplegarse el pleno compromiso de participación que alumbre nuevas realidades y nuevo conocimiento. Sin esta capacidad, al mismo tiempo activa y receptiva, la disciplina, por larga que fuese, sería inútil. Escrupulosamente cultivada, la postura escéptica terminaría por convertirse en prisión vacía, en estado acorazado de frustración, en fin que sin cesar se encierra en sí mismo en lugar de constituirse en medio riguroso de un resultado sublime. Precisamente esta tensión e interacción –entre el rigor crítico y el descubrimiento potencial de verdades de mayor al-
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cance– ha sido siempre lo que ha animado y hecho avanzar el drama de nuestra historia intelectual. Sin embargo, en nuestros días, al comienzo de un nuevo milenio, ese drama parece haber llegado a su punto álgido. Nos hallamos en un umbral extraordinario. No se necesita visión profética para reconocer que vivimos en uno de esos raros momentos de la historia, como el final de Antigüedad Clásica o el comienzo de la Edad Moderna, que alumbraron, a través de gran tensión e intensa lucha, una transformación verdaderamente fundamental de los supuestos y principios subyacentes de la visión del mundo. En medio de la multitud de debates y de controversias que pueblan la escena intelectual, lo que se discute es nuestra comprensión básica de la realidad: el papel del ser humano en la naturaleza y en el cosmos, el estatus del conocimiento humano, el fundamento de los valores morales, los dilemas del pluralismo, el relativismo, la objetividad, la dimensión espiritual de la vida, la dirección y el sentido –en caso de haberlos– de la historia y la evolución. El resultado de este momento crucial de la historia de nuestra civilización es profundamente incierto. Algo está muriendo y algo está naciendo. Lo que está en juego es muy valioso, tanto para el futuro de la humanidad como para el de la Tierra. No hace falta pasar aquí revista a la multitud de formidables y apremiantes problemas –globales y locales, sociales, políticos, económicos, ecológicos– que afronta el mundo de hoy. Se los ve en todos los titulares de nuestros diarios, revistas mensuales e informes anuales sobre la situación mundial. El gran enigma del momento actual es que contamos con recursos sin precedentes para abordar esos problemas y, sin embargo, es como si algún contexto de mayor alcance o más profundo, alguna fuerza invisible, nos negara capacidad y decisión para hacerlo. ¿Cuál es ese contexto de mayor alcance? Algo esencial parece faltar a nuestra comprensión, algún factor, o conjunto de factores, poderoso pero intangible. ¿Somos capaces de reconocer las condiciones más fundamentales en las que podrían hundir sus raíces nuestros numerosos problemas concretos? ¿Cuáles son los problemas subyacentes más importantes que afrontan el pensamiento y el espíritu humano de nuestra época? Si observamos en particular la
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situación «occidental», centrada en Europa y Estados Unidos, pero que hoy en día afecta de distintas maneras y en profundidad a toda la comunidad humana, distinguimos tres factores particularmente importantes. En primer lugar, la gran desorientación y carencia de fundamento que, desde el punto de vista metafísico, impregna la experiencia humana contemporánea: la ausencia, ampliamente sentida, de un orden más vasto, adecuado y públicamente accesible, de finalidad y de significado, una metanarración orientativa que trascienda las diferentes culturas y subculturas, y un modelo general de sentido capaz de proporcionar a la existencia humana colectiva el necesario alimento de coherencia e inteligibilidad. En segundo lugar, el profundo sentido de alienación que afecta al yo moderno: me refiero no sólo al aislamiento personal del individuo en la moderna sociedad de masas, sino también al extrañamiento espiritual de la psique moderna en un universo desencantado, así como, en el nivel de la especie, a la escisión subjetiva que separa al ser humano moderno del resto de la naturaleza y el cosmos. Y en tercer lugar, la necesidad crítica, tanto por parte de los individuos como de las sociedades, de una visión más profunda de esas fuerzas y tendencias inconscientes, creativas y destructivas, que tan poderoso papel desempeñan en la conformación de la vida humana, la historia y la vida del planeta. Estas condiciones, todas ellas en intrincada interconexión e interpenetración, rodean e impregnan nuestra conciencia contemporánea como la atmósfera en la que vivimos y respiramos. Consideradas con mayor perspectiva histórica, constituyen el precioso poso de muchos siglos de extraordinario desarrollo intelectual y psicológico. La inquietante paradoja de este largo desarrollo es que estas problemáticas condiciones parecen haber surgido de las cualidades y logros más progresistas, liberadores y admirados de nuestra civilización y estar sutilmente entretejidas con ellas. Este complejo drama histórico es lo que exploré en mi primer libro, La pasión de la mente occidental, una historia narrativa del pensamiento occidental que se ocupó de seguir los cambios más importantes de la cosmovisión de nuestra civilización, de los griegos y los
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hebreos antiguos a la era posmoderna. En ese libro, editado en 1991, examiné e intenté comprender las grandes ideas y movimientos filosóficos, religiosos y científicos que, a lo largo de los siglos, alumbraron el mundo y la visión del mundo en que vivimos y luchamos hoy en día. Como ocurre con muchas de las obras que parecen apoderarse de su autor mientras no están terminadas, hubo más razones que me movieron a escribir aquel libro que las que capté con claridad al comienzo de los diez años de trabajo que llevó su redacción. Pero mi motivo principal desde el primer instante fue ofrecer a mis lectores, y proporcionarme a mí mismo, un fundamento preliminar para este libro que ahora presento. En efecto, mientras que La pasión de la mente occidental examinaba la historia que condujo a nuestra situación actual, Cosmos y Psique aborda más precisamente la crisis del yo y la cosmovisión modernos, para introducir luego un corpus de evidencias, un método de investigación y una perspectiva cosmológica emergente que, creo, podría ayudarnos a abordar creativamente esa crisis, y nuestra historia misma, con un nuevo horizonte de posibilidades. Confío en que este libro contribuya a una mayor comprensión de nuestro universo en evolución y de nuestro papel en él, que sigue desplegándose. R. T.
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L A T R A N S F O R M AC I Ó N D E L C O S M O S
En toda época del mundo que se caracterice por una gran actividad se encontrará, en su culminación y entre los agentes que a ella conducen, una profunda perspectiva cosmológica, implícitamente aceptada, que imprime su sello a las fuentes de acción del momento. Alfred North Whitehead Aventuras de las ideas
Nuestra psique está formada en armonía con la estructura del universo, y lo que sucede en el macrocosmos sucede igualmente en los rincones infinitesimales y más subjetivos de la psique. C. G. Jung Recuerdos, sueños, pensamientos
EL NACIMIENTO DEL YO MODERNO
El yo moderno comenzó a surgir, con asombrosa fuerza y velocidad, hace poco más de quinientos años. No hay casi personaje o idea importante de la historia cultural e intelectual anterior de Occidente que no haya contribuido a la formación del yo moderno, ni ha habido aspecto alguno de nuestra existencia que no se viera posteriormente afectado por su carácter y su potencia sin par. Se puede datar de muchas maneras el período de su aparición, pero resulta esclarecedor considerar esa época histórica enmarcada por dos acontecimientos definitivos y simbólicamente resonantes: la aparición del Discurso sobre la dignidad del hombre, de Pico della Mirandola, en 1486, y la del Discurso del método, de Descartes, en 1637, es decir, el extraordinario siglo y medio que abarca desde Leonardo, Colón, Lutero y Copérnico a Shakespeare, Montaigne, Bacon y Galileo, con su apogeo, en cierto sentido, en el cartesiano cogito ergo sum («pienso, luego existo»). Podríamos extender en otros cincuenta años justos esta ventana decisiva, este umbral de transformación, para incluir la publicación, en 1687, de los Principia de Newton, cuando se habían ya sentado por completo las bases del mundo moderno y de la soberana confianza de la mente moderna. No sólo tuvo ahí lugar una revolución, sino un nuevo Génesis. Como dice el elocuente epigrama de Alexander Pope sobre el Siglo de las Luces:
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La Naturaleza y sus leyes yacían ocultas en la noche. Dios dijo: ¡Hágase Newton! Y todo fue Luz.
Pero el alba ya había comenzado a romper en el Discurso de Pico della Mirandola, el manifiesto renacentista en favor del nuevo yo humano. Redactado para la inauguración de un gran encuentro de filósofos invitados a Roma por el propio Pico, el Discurso describía la Creación con una síntesis típicamente renacentista de fuentes griegas antiguas y judeocristianas, que combinaba en su narración mítica el Génesis bíblico y el Timeo de Platón. Pero luego Pico daba un paso más y formulaba una profética anticipación de la nueva forma de yo a punto de nacer: cuando Dios finalizó la creación del mundo como templo sagrado de su gloria y sabiduría, tuvo el deseo de un último ser cuya relación con el todo y con el Autor divino fuera distinta de la de cualquier otra criatura. En este último momento, Dios consideró la creación del ser humano, de quien esperaba que llegara a conocer y amar la belleza, la inteligencia y la grandeza de la obra divina. Pero como al Creador no le quedaba ningún arquetipo con el cual producir su última creación, ningún lugar que asignarle en la obra ya terminada, dijo a este ser final: No te he dado, Adán, ninguna morada ni forma que te sea exclusiva, ni ninguna función peculiar, con el fin de que, de acuerdo con tu deseo y con tu juicio, puedas tener y poseer la morada, la forma y las funciones que tú mismo escojas. La naturaleza de todos los otros seres es limitada y está constreñida por las leyes que Nosotros hemos prescrito. Tú, sin límites que te compelan, de acuerdo con tu propio libre albedrío, en cuyas manos te he puesto, ordenarás por ti mismo los límites de tu naturaleza. Te he situado en el centro del mundo para que puedas desde allí observar más fácilmente todo lo que hay en él. No te he hecho ni celestial ni terrenal, ni mortal ni inmortal, de modo que, con libertad de elección y con honor, como árbitro y artífice de ti mismo, te des la forma que prefieras.
Fue así como el brillante Pico, por entonces de veintitrés años, ofreció su profecía. Una nueva forma de ser humano se anuncia a sí misma: dinámica, creativa, multidimensional, pro-
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muchos otros. «Cosmos y Psique» transforma nuestra perspectiva sobre la historia y la existencia humana y sugiere nuevas posibilidades de reunir ciencia y religión, intelecto y alma, razón moderna y sabiduría antigua.
Richard Tarnas es profesor de Filosofía y Psicología en el Institute of Integral Studies de California (CIIS), donde fundó y dirige el programa de Filosofía, Cosmología y Conciencia. Se graduó en Historia de la Cultura y Psicología en la Universidad de Harvard y se doctoró en el Instituto Saybrook. En 1991 publicó «La pasión de la mente occidental», que rápidamente se convirtió en un best seller y hoy es lectura obligatoria en muchas universidades norteamericanas, y en 1995 «Prometheus the Awakener»
TRADUCCIÓN: MARCO AURELIO GALMARINI
Memoria mundi
«La "astrología arquetipal" (de Tarnas), que concuerda con los enfoques actuales de la psicología transpersonal, la física cuántica, la teoría del caos y de los fractales, la ecología y la teoría de Gaia, la filosofía holística, etcétera, sirve para intuir el movimiento profundo de las cosas, igual que el buen surfista intuye el de las olas, nos ayuda a surfear mejor la ola del futuro. Una imagen clave la del surf, también sloterdijkiana, quizá la de un nuevo cambio de paradigma. ¿Y, si, de verdad, lo fuera?.» Isidoro Reguera. «Babelia», El País
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