«El desenlace de esta novela, que Tolstói inunda de todo un mar de sensualidad cuando describe la belleza de las cosacas y la virilidad y el temple de los cosacos, también se pude prestar a una interpretación romántica o realista, pero nuestra sensación se ajusta más a la primera: la naturaleza lo preside todo, impone el ritmo de vida a sus habitantes, determina su carácter y sus relaciones y rechaza a Olenin por no entender sus reglas y tener en su ignorancia, el atrevimiento de romperlas: él no es un “buen salvaje”, aunque quiera serlo.»
Almudena Guzmán. ABC