El salón de los espejos
Entrevista a Jacobo Siruela
«Todo el que aún sigue creyendo en el mito del progreso es un reaccionario»
Entrevista a Jacobo Siruela Por Sergi Bellver Fotografías: Inka Martí
.En las tres últimas décadas, Jacobo Siruela (Madrid, 1954) ha descrito una de las trayectorias editoriales más singulares y prestigiosas del mundo hispanoamericano. En 1980 editó su primer libro, La muerte del rey Arturo, un anónimo del siglo XIII del que bien podría haber salido el propio Jacobo Siruela como personaje caballeresco, noble paladín de causas literarias y perseguidor de varios griales. Lo que sucedió en las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo, con la revista El Paseante y, sobre todo, la consolidación de la editorial Siruela, forma ya parte de la historia de la edición española. Pero Jacobo Siruela es, decididamente, un editor del nuevo siglo, un tahúr que encara estos tiempos extraños con el as en la manga de Atalanta, sello con el que apuesta por religar el saber de nuestros ancestros a la necesidad de imaginar un horizonte para el hombre actual. Entusiasmado con sus últimos libros, Jacobo Siruela nos recibe en su casa del Ampurdán, distendido pero con el ánimo dispuesto a arrancar a Excalibur de cualquier roca y hacer que ruede la cabeza del materialismo.
Imagino al joven Jacobo como un lector entusiasta, luego explorando su vocación de artista y finalmente sabiéndose editor. En esa transformación fue clave la figura de Jorge Luis Borges. ¿Cómo recorriste ese camino? ¡Puf! Hablemos un poco del siglo pasado... En los años setenta yo era pintor abstracto y un poco artista conceptual. En aquella época leía mucho, escuchaba mucha música y visitaba muchos museos y galerías de arte. Sin duda, Borges marcó mi orientación literaria. Entonces, a finales de los años setenta descubrí la literatura medieval y la profundidad de su lenguaje simbólico, y ahí empezó todo. En 1982 decidí comenzar a publicar libros medievales, cuidadosamente editados, con buen papel, etcétera. Libros que, contra todo pronóstico, comenzaron a funcionar muy bien. Vamos a pasar de largo, si te parece, por tu larga trayectoria al frente de la editorial Siruela, de la que ya hay registro suficiente, no sólo en hemerotecas y otros medios, sino sobre todo en la mente y en los anaqueles de tantos lectores que, en cierto modo, nos he-
mos formado también con colecciones como El Ojo sin Párpado. Cuéntanos cómo y por qué nace el proyecto de Atalanta. En 1998 vendí Siruela y me compré una casa de campo en el Ampurdán. Había llegado al acuerdo de dejar en manos de los nuevos dueños todo el aspecto empresarial para dedicarme a dirigir seis colecciones de literatura y ensayo, prácticamente desde mi casa ampurdanesa. Viajaba a Madrid todos los meses, pero el trabajo lo hacía en casa. De modo que me di cuenta de que hoy en día se puede llevar una editorial desde el campo. En realidad, desde cualquier sitio. Así que empecé a ver que necesitaba un gran cambio en mi vida y que esta mutación pasaba por fundar una nueva editorial e imaginarme de nuevo a mí mismo, de modo que en el 2004 decidí romper con Siruela y emprender un nuevo proyecto editorial. Pero empezar de nuevo no debe significar volver a hacer lo mismo que antes, sería grotesco. Entonces, pensé que una empresa pequeña era lo idóneo para estos tiempos. El objetivo a cumplir debía ser tener pocos gastos fijos, publicar pocos libros al año y llevar
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