TEMA
¿QUIÉNES SOMOS, DE DÓNDE VENIMOS? Un rastro de mitos para responder a las grandes dudas El ser humano h lleva ll milenios il i preguntándose á d d de dó dónde d viene i y a dó dónde d va cuando d finaliza li ell tránsito á i ffugaz d id D i aE i d di a lla cultura l de lla vida. De M Mesopotamia Egipto, de lla IIndia Olmeca, del budismo al monoteísmo, las respuestas han sido múltiples, envueltas en mitos y leyendas. En “Imagen del Mito” (Atalanta) se nos permite recorrer sus huellas de la mano del gran experto Joseph Campbell. texto ANTONIO G. ITURBE oseph Campbell (1904-1987) fue una brillante mezcla entre erudito y soñador. En algunas biografías se lo presenta como mitólogo, si es que esa profesión es posible: un estudioso de los mitos. Al propio Campbell no debía de agradarle esa calificación porque para él la manera en que las distintas culturas se han acercado a lo trascendente va más allá de la fontanería académica. Creía que lo mítico, cuando se trata de analizar desde el punto de vista exclusivamente histórico o científico, se desmenuza entre los dedos: “Como ciencia e historia, la mitología es absurda. Cuando una civilización empieza a reinterpretar su mitología de esa manera, la vida sale de ella, los templos se convierten en museos”. Imagen del Mito habla mucho de templos; de hecho, es un recorrido extraordinario a través de edificaciones, esculturas, pinturas y vestigios que nos han quedado para acercarnos
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QUÉ LEER
a las ideas religiosas y las leyendas fundacionales de las grandes culturas de la historia. Pero que nadie crea que se trata de un territorio para ratones de biblioteca: la manera en que, en diferentes civilizaciones, desde la antigüedad hasta nuestros días, se ha intentado entender nuestro lugar en el mundo es algo que nos impulsa a todos y que se cuela por las rendijas de nuestra cotidianidad. Sin ir más lejos, en el propio cine. Uno de los más devotos lectores de Campbell es el cineasta George Lucas, quien ha reconocido su influencia en la saga de La Guerra de las Galaxias: “Llegué a la conclusión, tras American Graffiti, de que lo que era valioso para mí era señalar patrones, no mostrar a la gente el mundo tal y como es. Alrededor de esta toma de conciencia se me ocurrió que no había un uso moderno de la mitología. Al leer El héroe de las mil caras de Joseph Campbell me di cuenta de que mi primer esbozo de Star Wars seguía patrones clásicos,
así que modifiqué mi siguiente borrador en función de lo que había estado aprendiendo sobre mitos clásicos y eso lo hizo más consistente”. Viaje en el tiempo Campbell explica que “la idea de un lugar sagrado donde los muros y las leyes del mundo temporal se desvanecen para revelar un maravilloso misterio es, al parecer, tan antigua como la misma raza humana”. Por eso este libro, entre otras cosas, resulta un viaje sorprende para volver a recorrer grandes monumentos de la antigüedad que en la escuela nos enseñaron como joyas de la arquitectura en función no de su valor artístico, sino de su valor simbólico. Nos muestra, por ejemplo, los zigurats mesopotámicos y desmonta un mito tan arraigado en la cultura judeocristiana como el de la torre de babel: aquella torre babilónica, en un lugar tan decadente, que pretendía alzarse hasta los cielos para
desafiar a Dios. Con una descripción documentada del significado de cada una de las terrazas de los zigurats y del concepto de trascendencia de la cultura mesopotámica, nos demuestra que la finalidad de esas primeras pirámides de la humanidad “no era penetrar en los cielos, sino elevar la mente y el corazón a un nivel de contemplación superior, a la vez que proporciona una vía de descenso para la venida de los dioses a la tierra”. Ese lugar tan obsceno y decadente que describe la Biblia, que es necesario que la ira divina asole, Babilonia, es el lugar donde nace la escritura hace 3200 años, las primeras observaciones astronómicas, las matemáticas y donde se ponen los primeros fundamentos del estudio científico. Con igual agudeza, Campbell nos hace ver con nuevos ojos los ritos funerarios egipcios, nos introduce en los complejos laberintos del pensamiento oriental o despliega las seductoras leyendas de Quetzalcoatl, el dios serpiente de la mitología tolteca. Nos cuenta cómo este viejo dios rey, tras haber bebido indebidamente una poción de efectos embriagadores, con el entendimiento perdido por la ebriedad, se acostó con su hermana, también ebria. Al despertarse por la mañana y darse cuenta, Quetzalcoatl exclamó avergonzado: “He pecado. No soy apto para gobernar”. Después de quemar su palacio, el de los cuatro hermosos colores del mundo, enterrar sus tesoros en las montañas vecinas, convertir sus árboles de cacao en arbustos de mezquite y ordenar a sus pájaros multicolores que remontasen el vuelo, Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, se alejó sumido en una profunda tristeza... ¡Toda un lección dada por un dios a nuestros políticos
y gobernantes actuales, a los que nada a avergüenza y que por ningún motivo dimiten!
Imagen del Mito Joseph Campbell Jos Atalanta 624 págs. 55 €. 6
Dioses, tumbas y sueños Imposible atrapar en unas cuantas líneas la monumentalidad de este libro que nos hace detenernos ante vidrieras góticas, relicarios japoneses, vasijas mesopotámicas, templos toltecas, figuras de Buda, mandalas indias, frisos de Java, jabalíes de bronce de la Galia, pinturas de todas las épocas: de las rupestres a las escenas mitológicas de los pintores italianos... decenas y decenas de imágenes que tratan de hacer visible y tangible el misterio de la creación, la naturaleza de los creadores o el paso hacia la muerte, el Walhalla, el Hades, el infierno o como sea que cada cultura imagina el tránsito final cuando la vida se extingue. Cuando las explicaciones y la doctrina resultan estériles a la hora de ahondar en los grandes misterios de la creación, el arte consigue tender puentes o, al menos, alimentar de la manera más nutritiva posible el mito, ese sucedáneo de la verdad imposible de alcanzar de manera directa e infalible. Campbell va acompasando sus explicaciones de agudas reflexiones que nos hacen pararnos a pensar. Hay ahí una querencia hacia la psicología profunda y no es difícil reconocer la influencia de Jung. Señala que hay una interconexión mental que se adelanta incluso a los movimientos migratorios, conexiones que exceden los intercambios culturales. Hay muchos ejemplos; uno de ellos es cómo en la Polinesia se narra con idéntico dramatismo la misma separación primordial del cielo y la tierra que en la Mesopotamia del tercer milenio antes de Cristo, de la misma manera que las imágenes cristianas de la virgen tienen antecedentes en múltiples cul-
turas, igual que sucede con el mito de la resurrección hasta perderse su pista en esa noche de los tiempos. Una noche en la que el conocimiento se transmitía a caballo de historias y ritos, y por eso este es un libro que rebosa de leyendas: seductoras las indias, llenas de significado las orientales, desbordantes de pasiones las de los dioses egipcios... De alguna manera, todo el riguroso trabajo de Campbell se sustenta en algo tan gaseoso como los propios sueños: la necesidad de soñar. La mitología y su representación: grabados, pinturas, tallas, templos, catedrales, no son otra cosa que la necesidad del hombre de hacer visible lo invisible. Y el concepto de sueño es aquí fundamental: “Es que los sueños son una puerta abierta a los mitos, pues estos son de la misma naturaleza que aquellos, y los mitos surgen como los sueños, y al igual que la vida, de un mundo interior desconocido para la conciencia despierta”. El libro se abre y se cierra con una cita tan seductora como enigmática, proveniente de la cultura bosquimana del Kalahari: “Hay un sueño que nos sueña”. Diversas culturas, especialmente en la India, acarician la idea de que la vida no sea otra cosa que un sueño. Al final es difícil saber si los dioses son el sueño de los hombres o los hombres son el sueño de los dioses. Este libro es un regalo para personas con curiosidad y forma parte de ese empeño que se ha tomado la editorial Atalanta por despertar las conciencias hablándoles de la importancia de los sueños en una serie de libros que empiezan a formar un corpus muy importante alrededor del tema. Lo dice un hermoso y enigmático poema recogido en este libro: “No es cierto que vengamos a este mundo a vivir. Venimos únicamente a soñar”. ■
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