Curso Básico Bíblico LAS 12 PIEDRAS FUNDAMENTALES
CLASE 01B: LA PALABRA – Segunda Parte -
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Junio de 2011
“The Word of God”, Part 2, pg 1
Las 12 Piedras Fundamentales clase 1B) La Palabra de Dios, 2ª parte: LA MEMORIZACIÓN
INTRODUCCIÓN Para reflexionar y escribirnos si lo deseas ¿Has establecido un momento del día para la lectura de la Palabra? ¿Qué has leído? ¿Te ayudó? ¿De qué forma? La eficacia de la Palabra «Estuve en prisión, y me visitasteis» (Mateo 25:36) Por Kristina, misionera en Rusia. Alguien pasó mi dirección a un reo que cumple condena por asesinato en una cárcel de la norteña ciudad rusa de Arcángel, el cual decidió escribirme. En su primera carta me contó que se había criado en un orfanato y que de niño tuvo que soportar mucha hostilidad y malos tratos. Se llenó de odio y resentimiento y terminó tras las rejas. Explicó que, aunque varios grupos religiosos habían visitado su centro penitenciario, después de conversar con ellos todavía no tenía la certeza de que Dios existiera. Le escribí una breve reseña de los acontecimientos que me llevaron a conocer el amor de Dios. Desde entonces me carteo con este recluso. Seguidamente reproduzco la traducción de un párrafo de su última carta: «Ahora me doy cuenta de que la Biblia es un libro maravilloso. Contiene las respuestas a todos mis interrogantes y me indica el camino que buscaba. Jesús me está transformando. Ya no odio a nadie ni me enojo con los carceleros ni con otros presos como acostumbraba hacerlo. Por el contrario, procuro hablarles del Señor y busco en la Biblia soluciones a nuestras diferencias. ¡Gracias de corazón por mostrarme la luz y darme a conocer a Jesucristo!» El consuelo de la Palabra: una nota de humor Una primavera mi madre condujo por la autopista de Pensilvania para venir a visitarme a la universidad. Sabiendo yo de su miedo a los túneles, me preocupaba un poco el viaje. —¿Tuviste algún contratiempo? —le pregunté cuando llegó. —Solamente en los túneles —me respondió—. Uno era de dos y medio. Le pregunté si era de dos kilómetros y medio o de dos minutos y medio. Su respuesta fue: No, me refiero a que tuve que repetir dos veces y media el Salmo 23.
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PRIMER TRAMO: MOTIVOS PARA MEMORIZAR Hemos visto que la Palabra de Dios es capaz de transformar vidas. Nos infunde aliento y nos consuela en nuestra hora de necesidad. La Palabra de Dios es el cimiento de la fe sobre la que nos afirmamos. En la última clase hablamos principalmente de cómo leer la Palabra. Tocamos de manera breve el tema de la memorización, en el que ahora profundizaremos. Los consejos que te daremos sobre retener la Palabra de Dios también pueden aplicarse a cualquier cosa que estés estudiando. Si tienes necesidad de retener información en tus estudios o trabajo, esta clase te servirá de orientación práctica. Antes de entrar en los consejos prácticos, echemos un vistazo a los motivos por los que nos conviene hacer un esfuerzo por memorizar. Motivos para memorizar (a) Adquirir fortaleza espiritual y ánimo para cada día. En otros términos, a fin de que renueves el entendimiento en Jesús. (b) Dios te habla por medio de la Palabra aprendida. (c) Te permite compartir la Palabra de Dios con los demás. (d) Hacer frente a los días tenebrosos en que tal vez no contemos con la Biblia.
Adquirir fortaleza espiritual y ánimo para cada día: renovar el entendimiento en Jesús. La mente se asemeja a una base de datos de un ordenador o computadora: Hay que incorporarle o proporcionarle datos, y estos pueden ser buenos o malos. Nuestros reflejos están mentalmente condicionados para reaccionar de determinada forma, según lo que hayamos aprendido o experimentado. Por medio de Su Palabra, Jesús nos limpia espiritualmente y nos da algo positivo con que llenarnos la mente. Efesios 5:26b. [ …] Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la Palabra. Romanos 12:2. Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento. Salmo 37:31. La ley de su Dios está en su corazón; por tanto, sus pies no resbalarán. Echemos un vistazo a este último versículo. Si la Palabra no está en su corazón, sus pies resbalarán y se descarriará. Llénense la mente y el corazón de pensamientos positivos, alentadores y edificantes de la fe provenientes de la Palabra de Dios. Evóquenlos, memorícenlos y recítenselos a ustedes mismos.
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Dios nos habla por medio de la Palabra aprendida. El Señor nos habla recordándonos pasajes que hayamos memorizado. Juan 14:26. El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que Yo os he dicho. Dios conoce Su propio Libro mejor que nadie, y por medio de Su Espíritu es capaz de hacerte recordar algún versículo cuando lo necesites. Si has leído, estudiado y memorizado concienzudamente las Escrituras, Él te abrirá los versículos en su pequeño ordenador la mente cuando hagas la conexión debida en su programa. Es el mejor programador que conozco y te ha dado el mejor ordenador jamás fabricado. Entre otras cosas es importante memorizar porque no siempre resulta posible leer. Tal vez te despiertes en medio de la noche y no puedas encender la luz sin despertar a otra persona. O tal vez te encuentres en un lugar o situación difícil sin una Biblia a la mano. Podría darse la circunstancia de que estés demasiado enfermo como para leer. Las únicas Escrituras que tendrás a tu disposición en esos momentos en que probablemente más las necesitarás son las que tengas grabadas en la memoria. Además, cuando te sabes de memoria las promesas que el Señor te ha hecho en Su Palabra, es más fácil invocarlas en el curso de tus oraciones. 2 Pedro 1:4. Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina. (c) Para poder compartir la Palabra de Dios con los demás. Saberse determinados pasajes y versículos es muy ventajoso al momento de transmitir nuestra fe a los demás. De ahí que el apóstol Pedro nos aconsejara: 1 Pedro 3:15b. Estad siempre preparados para dar respuesta con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. La Palabra del Señor dice que debes estar preparado para dar respuestas a quienes te pregunten y que debes conocer la Palabra: 2 Timoteo 2:15. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la Palabra de verdad. Hay momentos en que necesites conocer la Biblia, ser capaz de repetirla textualmente y saber encontrar los versos pertinentes para mostrárselos al interlocutor.
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(d) Para hacer frente a los días tenebrosos en que tal vez no contemos con la Biblia La Biblia nos advierte que en los Postreros Días habrá gran hambre de la Palabra de Dios. Amos 8:11-12. «He aquí vienen días —dice el Señor Dios—, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra del Señor. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra del Señor, y no la hallarán». Puede que algún día la única Palabra de Dios con que contemos sea la que hayamos grabado en nuestro corazón. Habiendo memorizado Escrituras estaremos en condiciones de citarlas en momentos de tribulación. Nadie podrá jamás quitarnos la Palabra de Dios que hayamos atesorado en el corazón. (e) Es un arma para llevar en el sendero de nuestra fe. Hebreos 4:12. La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Según estudiaremos más adelante en el curso, los seguidores de las enseñanzas de Jesús se toparán con que su vida no siempre es fácil. Jesús mismo enfrentó oposición, tanto espiritual, de parte del Diablo (Mateo 4:1-10), como física, de parte de Sus enemigos. Dios nos ha dado Su Palabra para emplear como arma en las batallas que se nos presenten. Depende de nosotros memorizarla y esgrimirla.
SEGUNDO TRAMO: CÓMO MEMORIZAR Estos principios pueden aplicarse a cualquier cosa que se esté estudiando o que se quiera retener, no solo a la memorización de las Escrituras. 1. La memoria puede ejercitarse igual que un músculo. Cuanto más se usa, más se aguza. Inversamente, si se la dejas ociosa, se atrofia. 2. Cuanto más se concentra uno, más fácil se vuelve memorizar. Ayuda mucho ubicarse en un sitio tranquilo, libre de distracciones. Una cámara desenfocada produce una foto borrosa. Una mente desconcentrada y que se distrae fácilmente no obtiene una imagen clara de lo que observa y tendrá dificultades en recordarlo. Si te concentras totalmente se te grabará con toda claridad el versículo que leas.
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3. Procura encontrar el momento más propicio. Normalmente, el mejor momento es en la mañana, justo después de despertar, cuando estas más despejado; o bien momentos antes de empezar a trabajar. Basta con disponer de 5 ó 10 minutos en que puedas concentrarte, de ser posible sin distracciones. Otra opción es intentarlo por la noche. Lo importante es encontrar el momento que más te convenga a ti. Algunas personas empiezan por la noche leyendo los versículos que quieren aprenderse al día siguiente, de tal modo que al despertarse ya estén familiarizadas con ellos. 4. La vista, el sonido y la acción. La mayoría de la gente recuerda mejor lo que ve. A otros les resulta más fácil recordar lo que oyen y algunos evocan mejor lo que hacen, es decir, algo que implique movimiento. Valiéndose de esas tres facultades, uno puede aumentar su capacidad mnemónica. Por ejemplo, al leer en silencio se emplea la vista. Si recitas en voz alta lo que quieres memorizar, aparte de oírlo resonar empleas la boca para expresarlo. Luego, al escribir el versículo que se va a aprender, uno suele recordarlo con más facilidad. En síntesis, cuantas más facultades se emplean para memorizar algo, más fácil se hace recordarlo. 5. Memorizar es trabajoso Sin duda alguna, la retentiva requiere cierta autodisciplina y determinación de nuestra parte. ¡Haz de la memorización de la Palabra de Dios un hábito de por vida! Cuando se vuelve una costumbre, se hace más fácil. Memorizar es trabajoso, lisa y llanamente. Hay que ponerle empeño. Es trabajo arduo igual que cavar pozos, trapear pisos, limpiar ventanas o lavar la vajilla,. ¡Hay que repetir, repetir, repetir! Normalmente se memoriza un versículo frase por frase. Esa es la mejor fórmula. La ley de la memorización consiste en repetir, repetir, repetir. 6. Fíjate una meta o tarea de memorización cada semana. …Así no tendrás que decidir a diario que vas a aprenderte ese día. En el Manual se sugieren tres versículos por clase. Ya hablaremos más de eso en un minuto.
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TERCER TRAMO: CONSEJOS PRÁCTICOS PARA MEMORIZAR LAS ESCRITURAS Mucho de lo que hemos compartido hasta ahora puede aplicarse a cualquier materia que uno quiera memorizar o estudiar. Ahora queremos echar un vistazo a algunos consejos específicos relativos a la memorización de las Escrituras. La decisión de memorizar no debe basarse en nuestro estado de ánimo. La mala memoria puede ser consecuencia de repetirnos constantemente que tenemos mala memoria. Debes convencerte de que eres capaz de memorizar invocando el siguiente versículo: Filipenses 4:13. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Otro motivo por el que tal vez no nos decidamos a memorizar es que no siempre tendremos ganas de hacerlo. Sin embargo, independientemente de que tengamos ganas o no, es bueno hacerlo. El entusiasmo por memorizar versículos es fantástico, pero no es estímulo suficiente. Puede que mengüe con el paso del tiempo o que a veces no tengamos ganas de hacerlo. El entusiasmo por algo es una motivación voluble, fluctuante. La motivación en la que debemos apoyarnos es la que proviene de lo concreto, no de los sentimientos o del estado de ánimo. ¿En qué motivos concretos debemos basar nuestra decisión de memorizar? La misma Escritura nos insta a que guardemos Su Palabra en nuestro corazón. Fortalece nuestro vínculo espiritual con el Señor. Nos capacita para ayudar a los demás. Algún día no contaremos con la Palabra escrita. Lo que hayamos guardado en nuestro corazón es lo que nos dará fuerzas para seguir adelante. Ese es el incentivo que nos debe impulsar siempre.
Salmo 1:1-2. Bienaventurado el varón... que en la ley [la Palabra] del Señor está su delicia, y en Su ley medita de día y de noche. La selección de versos para memorizar Dos de las claves de la memorización consisten en: a. Entender por qué estas memorizando cierto versículo; dicho de otro modo, ¿qué propósito consigues al aprendértelo? ¿Qué aplicación práctica puedes darle? b. Entender el significado de todas las palabras del verso que te estés aprendiendo. “The Word of God”, Part 2, pg 7
En muchos casos, el versículo específico que quieras aprenderte está en el contexto de un relato. Si conoces ese relato, entenderás mejor el versículo y es más fácil que lo recuerdes. El mejor versículo que puedas memorizar es el que responde a algún interrogante que tengas, el que te brinda consuelo o te ayuda a superar alguna prueba. Este tipo de versos te tiene un significado e interés especial, lo que garantiza una mejor retención. ¿Con cuánta precisión hace falta recordar las palabras de un verso? Algunos versículos tienen palabras más difíciles de recordar. Si te resulta difícil recordar las palabras precisas, piensa en lo siguiente: Cuando uno le recita el verso a otra persona pero no recuerda las palabras textuales, lo más probable es que lo parafrasee. En tanto que se haya captado el espíritu del versículo y signifique lo mismo, está bien. A veces, cuando estás orando, conviene repetir las palabras textuales de la promesa que quieras pedirle al Señor que cumpla. No recordar al pie de la letra las palabras no debe impedirte de orar e invocar la promesa. Para el Señor es lo mismo: Él sabe lo que quieres expresarle y el principio que procuras evocar. En conclusión, si logras recordar las palabras textuales, mejor; pero es preferible memorizarse algo que no memorizar nada. O sea que no hay que preocuparse demasiado por recordar las palabras textuales siempre que captes el sentido general. No te atasques en los detalles. Si te empeñas en la idea de que no te has aprendido el verso hasta que seas capaz de citar cada palabra con exactitud y sin ningún error, vas a dedicar mucho más tiempo del necesario a la memorización. Harás muchos más progresos si eres un poco menos preciso pero te aprendes una variedad más amplia de versículos. ¿Es necesario aprenderse las referencias? De ser posible, trata de aprenderte las referencias el libro, el capítulo y el número del versículo junto con el texto. Eso te ayudará a encontrarlo después, lo cual resulta particularmente útil cuando hables de tu fe a los demás. Es estupendo citar el versículo, pero si no sabes en qué parte de la Biblia se encuentra, corres el riesgo de que la persona con quien hablas te diga: «De verdad que eso está en la Biblia? ¿En qué parte?» Si no sabes y no puedes señalárselo, ¿cómo podrá determinar si en realidad te sabes el versículo? En cambio, si te sabes las referencias de versículos clave, puedes abrir la Biblia y mostrárselos a las personas. En realidad esa es la mejor forma de enseñarle alguien, dejar que lo lea él mismo. Tendrás más confianza para enseñar a los demás si sabes dónde están ubicados los versículos más importantes. Resulta, pues, muy práctico poder aprenderte las referencias. No obstante, si el apremio por hacerlo te va a desanimar de memorizarte los versos, es mejor no dar demasiada importancia a ello. Otra posibilidad es procurar recordar al menos en qué libro se encuentra. Así, será más o menos fácil encontrar el versículo de ser necesario. “The Word of God”, Part 2, pg 8
¿Sabes llegar al correo? La cuestión es que si vas a emplear la Biblia como medio de testificación y basarte en pasajes y versículos de la Escritura para fundamentar lo que quieres decir o para impartir la verdad a la gente, pero no sabes dónde están esos versículos, ¿cómo vas a encontrarlos? ¿Cómo vas a enseñárselos a alguien si no los puedes encontrar? Sería como la anécdota del vendedor de periódicos a quien el famoso evangelista Billy Sunday pidió indicaciones para llegar a la oficina de correos. Después que el chico se lo explicó, Sunday le dijo: —Mira, si vienes esta noche a la reunión te indicaré el camino al Cielo. —Ja, ¡si usted ni siquiera sabe llegar al correo! —respondió el avezado muchachito. Si no sabes encontrar los versículos en la Biblia, ¿cómo pretendes que la gente te crea que eres capaz de indicarle el camino al Cielo? Qué se debe memorizar Versículos por separado o pasajes breves: El librito La Biblia en cápsulas contiene una lista bastante exhaustiva de versículos sobre diversos temas. Aparte constituir un buen devocionario, es ideal para testificar. En vez de memorizarse todos los versos relativos a la salvación y luego pasar a otro tema, es probable que sea mejor aprenderse uno o dos versos clave de cada sección, a fin de adquirir un conocimiento más amplio de las Escrituras. Además, en el manual, encontrarás tres versículos clave para cada clase. Si te memorizas todos los versos del manual, al final de este curso te habrás aprendido aproximadamente 75 versículos.
(b) Pasajes más largos y capítulos: Algunos Salmos y ciertas porciones de los Evangelios, como las bienaventuranzas de Mateo 5, pueden ser estupendas tareas de memorización. Por ejemplo, el Salmo 23, un pasaje reconfortante y consolador, ha sido el preferido de muchos a lo largo de los tiempos. (A medida que avancemos en el curso descubrirán otros capítulos muy recomendables para memorizar.)
Repaso Si tienes pensado memorizar varios versículos, tendrás que ingeniarte un sistema de repaso. Si no cuentas con un plan y método para repasar regularmente lo que te aprendiste de memoria, lo olvidarás.
a. Puedes anotar en una pequeña libreta los versos que te estés aprendiendo. “The Word of God”, Part 2, pg 9
Si lo llevas encima a todas partes, es fácil sacarla para repasar en tus ratos libres, mientras esperas o viajas, etc. Si te memorizas versículos de una compilación, como por ejemplo del librito La Biblia en cápsulas, o del manual, puedes resaltar o de algún modo marcar cada verso a medida que te lo aprendas. Eso facilitará su búsqueda a la hora de repasar. b. En una libreta se pueden anotar las referencias y las primeras 3 ó 4 palabras de cada verso que memorizan. Esas palabras pueden servir de apoyo para el repaso. Por ejemplo: Juan 1:12 A todos los que le recibieron... Juan 3:3 El que no naciere de nuevo... Juan 3:16 De tal manera amó Dios... Juan 3:36 El que cree...
c. Un sistema de repaso basado en un calendario semanal puede ser útil para retener lo que se aprende. Después de aprenderse un versículo conviene repasarlo dos veces al día durante los siete días siguientes. Una forma muy conveniente de mantener un registro de los versículos que memorizas es anotarlos al menos la referencia en un pequeño diario o calendario. Luego, échale mano cada día y repasa los versículos de los últimos 7 días. Además, se te hará necesario dar con un método para repasar todos los versículos que memorizas. A medida que se te vaya llenando el diario de memorización, podrías repasar el contenido del mismo semana por semana. Eso significa que puedes repasar lo que memorizaste durante los últimos 7 días y además refrescar lo de otros 7 días. Así podrás ir repasando poco a poco lo aprendido en todo el año.
Cómo emplear los versículos que se memorizan Emplea los versículos que memorices compartiéndolos con los demás, en tus oraciones o mientras testificas (cuando les hables a otras personas de tu fe). Versículos musicalizados La facilidad con que la mayoría recordamos tonadillas publicitarias es prueba de lo relativamente sencillo que es memorizar algo acompañado de una melodía. Escuchar versos musicalizados es un método fácil de grabarlos en la memoria. Es posible que sin darse cuenta empiecen a cantarlos para sí mismos. REPASO DE LOS PRINCIPALES PUNTOS SOBRE LA MEMORIZACIÓN Cuanto más te concentres, más fácil resulta memorizar. Normalmente, el mejor momento para memorizar es a primera hora de la mañana o antes de acostarse a dormir. Emplea la vista, el sonido y la acción para fijar bien el versículo en la memoria.
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La memorización cuesta trabajo. No queda más remedio que ponerle empeño. La repetición es la ley de la memoria. Memoriza y repasa durante períodos cortos, pero hazlo con frecuencia. Hay que contar con un plan para el repaso. Fija una meta de lo que vas a memorizar cada semana. La clave es hacerlo con regularidad. Cuando recites los versículos, hazlo en voz alta. No dejes de memorizar, aun cuando no tengas ganas de hacerlo o cuando te resulte difícil. Escoge versículos para memorizar que tenga especial significado y que comprendas bien. Procura aprenderte las referencias, pero no le dediques demasiado tiempo. Si bien es bueno memorizar textualmente, no insistas en la perfección. Combina la memorización de versos sueltos con pasajes más extensos. Emplea los versículos que memorices. Así los recordarás con más facilidad. Repasa con regularidad los versos que memorices. Apréndete versos musicalizados.
PUBLICACIONES QUE TE RECOMENDAMOS LEER
La Biblia en Cápsulas
FIN
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12 Piedras Fundamentales – Suplemento de apuntes para la clase 1B
La memorización La Palabra de Dios, 2ª parte Objetivo: Aprender de memoria versículos y pasajes de la Biblia.
Versículos clave Salmo 119:11. En mi corazón he guardado Tus dichos, para no pecar contra Ti. Salmo 1:2. En la ley del Señor está su delicia y en su Ley medita de día y de noche. Hebreos 4:12a. La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos.
Lecturas recomendadas de la Biblia Evangelio de Juan, capítulos 8-14
Otras lecturas recomendadas Terminar de leer Para entender la Palabra de Dios (libro de la serie Actívate)
Plegaria y alabanza: En la mañana
Salmo 5:3. Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de Ti y esperaré. Temprano te buscaré con acción de gracias, y durante el día Tu alabanza estará de continuo en mi boca. Sé que la alabanza es hermosa y que habitas entre las alabanzas de Tu pueblo Quiero que mores conmigo y en mí. Te engrandeceré y te daré gracias por las maravillas que has hecho por mí. “The Word of God”, Part 2, pg 12
Meditación: La dorada llave de la fe Un mensaje de Jesús La fe es verdaderamente la moneda del Cielo. La fe es la llave que da paso a la cámara del tesoro, donde se hallan Mis bendiciones: bendiciones espirituales, bendiciones materiales, todas Mis bendiciones. Sin fe es imposible agradarme. Es necesario que el que se acerca a Mí crea que soy galardonador de los que me buscan diligentemente (Hebreos 11:6). No me buscaríais si no confiarais en que os oiré, en que responderé, honraré vuestra fe y cumpliré Mi Palabra, las promesas que os he hecho. Yo no soy hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que me arrepienta (Números 23:19). He dicho, ¿y no haré? ¿No he prometido que proveeré para todas vuestras necesidades (Filipenses 4:19), que me encanta dar —más que a vosotros recibir—, y que si confiarais en Mí, creyerais Mis Palabras y las obedecierais, abriría las ventanas de los Cielos y derramaría una sobreabundancia de bendiciones? (Malaquías 3:10) Mas no tenéis porque no pedís (Santiago 4:2). No os detenéis a pedirme soluciones específicas para vuestro caso, para vuestros problemas; no me preguntáis qué quiero concretamente que hagáis. Yo conozco vuestra situación. Conozco cada una de las dificultades que enfrentáis. Conozco hasta el más mínimo detalle y tengo un plan maravilloso que espero llevar a cabo; falta simplemente que manifestéis fe. Vuestra fe es capaz de desatar todo el poder del universo. Vuestra fe puede mover enormes montañas de obstáculos y dificultades. Pues si depositáis vuestra fe en Mí y en Mis Palabras, Yo moveré las montañas, venceré los obstáculos y os daré las soluciones (Mateo 17:20). Tener fe significa que me abráis la puerta, que os hagáis a un lado y me invitéis a entrar diciendo: «Hazlo Tú, Señor. Tienes que cumplir Tu promesa. Estamos dando el paso que nos indicaste. Nos estamos lanzando por fe, con la confianza de que luego Tú harás Tu parte. Sabemos que lo harás». La fe es la clave para la vida de Mis seguidores, para la vida de Mis misioneros, de Mis hijos. Es esencial para que seáis fieles, para que gocéis de bendiciones, provisión, poder, protección e inspiración, para que recibáis todas las dádivas que deseo conceder a Mis preciados hijos que tanto amo. <Reflexión> ¿Por qué persona o por qué cosa necesitas rezar?
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La Palabra llevada a la práctica: Memorizar la Palabra Mientras más se concentren, resultará más fácil aprenderse algo de memoria. El mejor momento para memorizar es por lo general a primera hora en la mañana o un rato antes de irse a dormir. Pueden valerse de la vista, el sonido y el movimiento para que un versículo quede grabado en la memoria. Memorizar cuesta trabajo y hay que esforzarse para conseguirlo. Dicen que la repetición es la ley de la memorización. Memoricen y repasen lo aprendido durante lapsos breves, pero frecuentes. Trácense un plan para repasar lo aprendido. Fíjense una meta de lo que van a aprenderse de memoria cada semana. La regularidad es factor fundamental. Procuren repetir en voz alta los versículos que hayan aprendido de memoria. Sigan memorizando, aunque no tengan ganas o les resulte difícil. Para memorizar, elijan versículos que entiendan y que les hablen a ustedes mismos en particular. Procuren aprenderse las referencias (Juan 3:16, Mateo 10:1, etc.), pero no dediquen demasiado tiempo a ello. Por una parte, conviene memorizar los versículos palabra por palabra, pero no pretendan sabérselos a la perfección. Memoricen una variedad de versos sueltos combinados con pasajes más largos. Apliquen los versículos que se hayan aprendido. Ello contribuirá a que los recuerden. Repasen a ritmo constante los versos aprendidos. Memoricen canciones cuya letra contenga versículos. Es decir, pasajes a los que se haya puesto música. Pueden empezar memorizando uno o más versos elementales de cada clase del presente cuaderno. O bien, elijan algunos de Versos clave de la Biblia. Podrían aprenderse de memoria estos siete Salmos, que son esenciales: Salmos 1, 19, 23, 27, 91, 100, 121.
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Suplemento
Consejos para aprenderse un texto de memoria Las siguientes ideas sirven para cualquier texto que se quiera aprender de memoria, no únicamente pasajes de la Biblia. 1. La memoria se puede desarrollar de la misma manera que se tonifica un músculo. Un músculo, mientras más se ejercite, más fuerte se vuelve. Por el contrario, la falta de ejercicio lo debilita. 2. Mientras más se concentren, más fácil les resultará memorizar. Para ello conviene hallar un sitio tranquilo y sin distracciones. Una cámara cuyo lente esté desenfocado tomará una foto borrosa. Quien se distrae con facilidad no entenderá claramente todo lo que observa y le costará recordarlo. Si prestamos nuestra entera atención, obtendremos un enfoque claro del versículo y nos quedará impreso en la mente. 3. Elijan el mejor momento, según las circunstancias en que se encuentre cada uno. De mañana, cuando acaban de despertar y tienen la cabeza despejada. Por lo general, el mejor momento es antes de empezar a trabajar. Sólo hacen falta de cinco a diez minutos de concentración, en lo posible, sin distracciones. O bien, prueben hacerlo de noche. Lo importante es hallar el momento que resulte más conveniente a cada uno. Algunas personas leen la noche anterior los versos que quieren memorizar al día siguiente, de manera que al despertar ya estén familiarizadas con ellos. 4. Vista, sonido y movimientos. La mayoría de las personas recuerdan mejor lo que ven; otras, lo que oyen; y otras lo que hacen a base de movimientos. Empleando estas tres facultades pueden incrementar su capacidad de evocación. Cuando leen, por ejemplo, aplican la vista. Cuando repiten en voz alta lo que han aprendido de memoria, lo escuchan y al mismo tiempo emplean la boca para repetirlo. Y cuando escriben el versículo memorizado, con frecuencia lo recuerdan mejor. En términos sencillos, mientras más se participe en el acto de aprender algo de memoria, mejor se recordará.
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5. Aprenderse algo de memoria cuesta trabajo. Son precisas cierta determinación y autodisciplina de parte del interesado. La idea es que aprenderse la Palabra de memoria se vuelva una costumbre que dure toda la vida. Cuando se hace uno al hábito, resulta más fácil. Memorizar es una labor ardua. Es trabajoso, como lo sería cavar un pozo, fregar el suelo, lavar las ventanas o la vajilla. Una labor ardua. Uno debe repetir muchas veces lo que se ha aprendido o se está aprendiendo de memoria. Por lo general, para aprenderse un versículo conviene tomarlo frase por frase. La ley de la memoria consiste en repetir una y otra vez lo que se ha aprendido o se está aprendiendo. 6. Fíjense una meta o tarea de lo que van a memorizar semanalmente… …Así no tendrán que elegir a diario lo que van a memorizar. En cada clase del presente cuaderno hay tres versículos que se recomienda aprenderse de memoria. En un momento hablaremos más de este tema.
Más ideas para la memorización 1. La regularidad es un factor fundamental. Lo mejor es dedicar a diario una hora fija para memorizar. 2. Procuren repetir los versículos que estén aprendiendo cada hora durante el primer día. Luego, háganlo dos veces al día durante una semana. 3. Se ha dicho que la repetición es la ley de la memoria. Mientras más repasen lo aprendido, más grabado se les quedará. 4. Fíjense una meta de cuánto planean memorizar a diario. En un principio, lo primordial es que el acto de memorizar se torne una costumbre cotidiana. 5. Más que cantidad, lo que se pretende es la calidad de lo aprendido. No siempre lo que cuenta es la cantidad de versículos que se sepan de memoria, sino lo bien que los sepan aplicar. 6. Memoricen y repasen un poco, pero háganlo con frecuencia. Es mucho mejor dedicar a diario un breve lapso, que de vez en cuando pasar un largo rato empeñados en ello. 7. Para memorizar un pasaje de varios renglones u otros más extensos, he aquí una técnica general: a. Lean todo el pasaje concentrándose plenamente en su significado. Si no lo entienden, difícil les resultará recordarlo.
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b. Memoricen renglón por renglón. Apréndanse de memoria línea por línea. Antes de pasar a la siguiente, repasen la anterior. Se podría sintetizar diciendo que se dan dos pasos para adelante y uno hacia atrás. c. Presten más atención a las partes que les resulten más difíciles. Dedíquenles más tiempo. d. Luego, reciten todo el pasaje. e. El primer día, procuren repasar todo el pasaje cada hora. Luego, dos veces al día durante una semana. Aplicando este método con constancia, muchas personas recuerdan bien un texto durante un mes sin repaso. 8. Anotar las iniciales: Otra técnica para aprender más rápido los versículos, es anotar la primera letra de cada palabra, con la finalidad de repasar el versículo durante el día. Pongamos por caso que se quiere recordar el versículo de Filipenses 4:13, que reza: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». En ese caso, anotarían la referencia y las iniciales de cada palabra en un trozo de papel: «Filipenses 4:13. TLPECQMF.» Y llevan ese papelito a todas partes. Al cabo de un breve lapso, bastará con que lean las iniciales para que recuerden todo el versículo. 9. Cuando estén aprendiendo un versículo, procuren decirlo en voz alta. 10. Por asociación: A muchos se les facilita memorizar mediante ejercicios mnemotécnicos. Es decir, memorizan con más facilidad un texto siguiendo un modelo determinado, visualizando una imagen o siguiendo cierto orden de palabras. A continuación damos ejemplos de cómo se podría aprender un verso mediante la asociación de ideas. a. Romanos 3:23 y 6:23. Los dos versículos hablan del pecador y contienen el número 23. El 6 es múltiplo de 3. Esa sería la clave para recordarlo. b. Se podrían también retener las primeras palabras de una secuencia. Por ejemplo, en Lucas 11:9, las palabras principales serían: pedid, buscad, llamad.
10 ideas para mejorar la memoria 1. Proponerse a recordar. 2. Entender lo que se quiere recordar. 3. Organizar lo que ya se ha aprendido en modelos o estructuras con sentido. 4. Interesarse realmente en lo que se quiere recordar. 5. Empleen para tal efecto tantos sentidos como les sea posible. 6. Asocien lo que quieran recordar con algo que ya sepan bien. 7. Si no logran dar con una asociación lógica para un nuevo dato o información, invéntense una. 8. Si tienen que recordar bastante información, repásenla a lo largo de varios días. “The Word of God”, Part 2, pg 17
9. Repasen lo que quieren recordar con tanta frecuencia como les resulte posible. 10. Un buen momento para memorizar es en la noche, antes de irse a dormir.
Aire fresco y ejercicio El ejercicio estimula la memoria. La gente sana sufre menos de mala memoria que la que se enferma con frecuencia. El ejercicio ayuda a mantener el vigor y las funciones cardiovasculares. Asimismo, disminuye el estrés y mejora la digestión y el sueño; todo lo anterior estimula la capacidad de memoria. La mejor opción: Haga ejercicio moderadamente, pero con regularidad. (Datos basados en un estudio que el National Center of Health Statistics hizo a 1.000 personas. Informe publicado en Super Memory: A Quick-Action Program for Memory Improvement, del Dr. Douglas J. Herrmann).
Momentos de meditación: Estad quietos Virginia Brandt Berg «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar. Aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza» (Salmo 46:1-3). En el décimo versículo se repite ese concepto: «Estad quietos, y conoced que Yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la Tierra». «Estad quietos, y conoced que Yo soy Dios». Ah. Ese pasaje es bellísimo. Y es que esta semana me pasó algo que me recordó expresamente ese versículo. Me encontraba en una situación muy apurada. Debía encontrar a alguien cuyo domicilio desconocía. Era un caso de suma urgencia. Tuve la sensación de que todo mi ser vibraba por la ansiedad, pues debía ubicar a alguien con rapidez. Era algo que precisaba de una acción enérgica e inmediata, un asunto de capital importancia. Por momentos llegué a pensar que quedaría deshecha si no establecía comunicación con aquella persona, si no le hacía llegar algún aviso. En mi interior se libraba una lucha, me hallaba en estado de confusión. Entonces, de repente, evoqué ese versículo. En otros términos, el consejo que me dio el Señor fue: «Quédate quieta; guarda silencio y reconoce que Yo soy Dios». Así pues, guardé silencio y acudí a Dios. Me serené. Pedí al Espíritu Santo que estuviera en mi corazón, que me ayudara a tener fe y a creer que Él haría algo para ayudarme a establecer comunicación con cierta persona antes que ocurriera algo de consecuencias desastrosas. “The Word of God”, Part 2, pg 18
Total que me quedé un rato sentada en silencio y aquel versículo anidó en mi memoria: «Estad quietos y conoced que Yo soy Dios». Me envolvió una sensación de tranquilidad. Reinaba una dulce quietud. Y mientras estaba sentada allí consultando al Señor en silencio, una voz resonó en mi corazón y me aconsejó: «Simplemente escribe una nota y llévala a dónde vivía antes». Aquella persona se había mudado. Por esa razón no podía ubicarla. La voz continuó diciendo: «Lleva la n nota al apartamento donde ellos vivían antes. Es posible que tenga que volver allí. Si no, la nota llegará a manos de los propietarios del apartamento». Daba la impresión de que Dios mismo me había hablado al corazón. Así que escribí la nota. Enseguida me subí a nuestro vehículo acompañada de un amigo y nos dirigimos a aquel apartamento. Llegamos y estábamos estacionando el automóvil. Yo llevaba la nota en la mano. En ese instante llegó la persona con quien quería establecer contacto, pero de quien nadie me podía dar la dirección. Era ella que llegaba conduciendo su auto. ¡Qué maneras tan extraordinarias tiene Dios de resolver las cosas! ¿No les parece? Fue el Señor quien se encargó de esa situación urgente y la cambió en una feliz experiencia. Aprendí además que mi fortaleza proviene de quedarme quieta, como aconseja la Palabra de Dios. La Biblia recomienda en Isaías 30:7b: «Su fortaleza sería estarse quietos». En la actualidad se viven días de crisis. Son múltiples las preocupaciones y cargas que nos agobian. Uno debe mantenerse al corriente de tantas cosas. Se vive demasiado deprisa. Con tanto revuelo, diríase que tenemos una necesidad aún mayor de hallar esa quietud divina, que Dios nos cubra el alma de tranquilidad. Es sabido que sólo cuando la mente está tranquila, en reposo, con serenidad de espíritu, se puede pedir ayuda a Dios y oír Su suave murmullo, o conocer a Dios, como lo expresa este versículo: «Estad quietos y conoced que Yo soy Dios». ¿De qué manera guardar silencio me hizo conocer que Él es Dios? ¡Por lo extraordinaria que fue la respuesta a mi oración! El Señor obró un milagro. Pese a que no dudaba de la existencia de Dios, Él la confirmó concertando ese suceso. Una vez más, respondió a mis plegarias de forma inequívoca y me confirmó reiteradamente que Él es Dios. Hace ya bastante tiempo me vi obligada a vivir por espacio de año y medio con una persona que creaba confusión y sembraba discordia en la casa, o por lo menos contribuía a ello en gran medida. Se diría que esa persona nos hacía trepidar interiormente. En aquella época el Señor me dejó esta gran enseñanza: Limitarme a guardar silencio y permitir que Él se encargara de la situación. En ese caso, la única esperanza de que la situación se resolviera era que yo no me molestara ni me ofendiera, sino que “The Word of God”, Part 2, pg 19
pasara tiempo a solas con Dios y dejara que Él pusiera Su paz sobre nosotros, tal como nos lo encomendó: «Estad quietos». Los vientos sólo se calmaron cuando Jesús habló. (Marcos 4:36-41; Lucas 8:2225). Y la misma tierna voz que ordenó calmarse a la tormenta de Genesaret nos dio una bendita tranquilidad de espíritu cuando aquello ocurría en nuestra casa. Muchísimas personas creen que la quietud es algo así como una tensión controlada, un aplomo que se logra con la práctica. Piensan que se puede reprimir la ansiedad en cierta medida. En esos casos, lo que la gente hace en realidad es que exteriormente mantiene una apariencia de tranquilidad, y en su interior es como una caldera cuyo contenido hierve. No es a esa calma a la que nos referimos. La tranquilidad que proviene de Dios no es lo mismo que pasividad. Nos da mayor claridad de pensamiento y nos aumenta el deseo de encaminarnos hacia Dios. Es en esa quietud en la que se nos revela la voluntad de Dios y el plan que Él tiene para nosotros. Sé por experiencia, como ya lo he contado, que la serenidad divina a menudo viene por medio de las dificultades y las pruebas. Alguien se preguntará: «¿Cómo es posible?» Que no les quepa duda. Así se somete el alma y los sufrimientos nos traen humildad de espíritu. Hermano, ¿pasas por una prueba ahora mismo? Guarda silencio. Quédate quieto delante del Señor y te dirá por qué permite que ocurra. A veces Él no te dice por qué, pero por regla general sí lo hace. Dios te indicará cómo extraer toda la dulzura de la experiencia. Te revelará de qué manera acudir a Él a fin de que te queden magníficas enseñanzas. Sin embargo, deberás guardar silencio. Es imprescindible que manifiestes una tierna y silenciosa devoción. Entonces, Dios podrá hablarte al alma. No sé quién escribió lo siguiente, pero lo encontré en Manantiales en el desierto: El suave murmullo que escuchó el profeta no provino del terremoto; tampoco del fuego. No emergió del viento ni de la atroz tormenta, sino de lo que disipa el temor, del sosiego. Guarda silencio en el Monte de Dios, alma mía. Aunque como la mar embravecida se agiten inquietudes, carencias y súplicas tardías, en la calma escucharás Su voz apacible. ¿Qué deben hacer los creyentes en épocas de oscuridad? Quedarse quietos y escuchar; confiar en el nombre del Señor y apoyarse en Dios. Que guarden silencio y escuchen, tal como lo dicen las Escrituras. Lo primero que hay que hacer es ¡no hacer nada! Mejor dicho, quedarse quietos. Algo muy difícil para la naturaleza humana. Existe un dicho que aconseja: «Cuando “The Word of God”, Part 2, pg 20
estés turbado, no te precipites». En otras palabras, cuando no sepas qué hacer, no hagas nada. Muchas veces me he encontrado en circunstancias en que no sabía qué hacer. Me sentí en medio de una especie de neblina espiritual y tuve el impulso de hacer algo por mis propias fuerzas. Consideré mi deber desentrañar un problema o hallar una solución. Lo que fuera, con tal de hacer algo. En el aspecto humano se siente el impulso de resolver uno el problema por su cuenta, de abocarse a solucionarlo. A veces la energía humana es útil, pero las más veces lo mejor será simplemente anclar el barco, dejar que se balanceen un rato las amarras y confiar en Dios. Esperen a que Dios actúe y verán que Él se encargará de todo. Luego, mientras estén en quietud y confiando de verdad, Dios obrará. La preocupación evita que Dios actúe. Cuando estamos distraídos, apesadumbrados, tensos y las sombras nos aterrorizan, o cuando andamos corriendo de aquí para allá en vanos esfuerzos por escapar de la tenebrosa prueba por la que el Señor sin duda nos ha dejado atravesar, ¡Él no podrá ayudarnos! La paz de Dios debe aquietarnos primero el pensamiento y brindarnos descanso al corazón. Demos la mano a Dios como lo haría un niño pequeño. Permitámosle que nos guíe hacia el sol resplandeciente de Su amor. Que Dios los ayude a confiar en Él. Quédense quietos. Dejen que Dios obre por ustedes. La fe perfecta les dará la victoria. Denle la mano a Dios y Él lo solucionará todo.
La fe, el título de propiedad Hoy en día, hemos perdido el concepto de la fe. Actualmente esa palabra tiene la connotación de una especie de creencia vaga e imprecisa en algo. Pero en la Palabra de Dios significaba mucho más. Es la certeza, la hipóstasis, el título de propiedad. Cuando se tradujo el Nuevo Testamento del griego hace más de 400 años, se encontraron con un problema desconcertante: cómo traducir la palabra hipóstasis que aparece en el capítulo 11 de Hebreos. Por el sentido en que se había empleado el vocablo griego hipóstasis en la literatura griega, se sabía que significaba algo bastante concreto. Pero hace algunos años unos arqueólogos descubrieron las ruinas de una posada en el norte de Israel. Allí encontraron un pequeño cofre de hierro que contenía papeles valiosos. El mismo había pertenecido a una dama de la nobleza romana que había
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comprado tierras y propiedades en Israel. Y en casi todos los encabezamientos de dichos documentos decía en grandes letras: HIPÓSTASIS. Eran todos títulos de propiedad de sus tierras. Eran escrituras que acreditaban que las propiedades eran suyas. Pero ese descubrimiento fue mucho después que se tradujera la Biblia, por lo que los traductores no pudieron beneficiarse de él. Nosotros, sí. La palabra certeza que aparece en el capítulo 11 de Hebreos, es igual de válida. Da muy bien la idea; pero si quieren que quede todavía más claro y explícito, pueden escribir encima de esa palabra, entre paréntesis, título de propiedad. Es, pues, la fe el título de propiedad. Es probable que la dama romana nunca hubiera visto sus propiedades en Israel, pero sabía que eran suyas y lo podía probar, toda vez que disponía de los títulos de propiedad. Una vez prometieron darme un auto y me mandaron el título de propiedad por correo. Aunque yo nunca había visto el vehículo ni lo había conducido, sabía que era mío, porque tenía el título en mis manos. Si tienen verdadera fe, aunque no hayan visto aún la respuesta a sus oraciones, es como si tuvieran en las manos el título de propiedad. Les pertenece, el nombre de ustedes está escrito en ella, y al final la verán. Eso es la fe. Pero ¿cómo se llega a tener una fe así? «La fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios» (Romanos 10:17). Lee la Palabra y préstale atención. El futuro es tan halagüeño como las promesas de Dios. Cree en la Palabra.
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PRUEBA DE LA CLASE 1B, «LA PALABRA DE DIOS: LA MEMORIZACIÓN», DE LAS 12 PIEDRAS FUNDAMENTALES NOMBRE:
FECHA:
1.
Expón tres motivos por los que es importante memorizar la Palabra de Dios.
2.
Escribe un versículo que hayas memorizado.
3.
¿Qué dice Salmo 119:11?
4.
¿Por qué es importante repasar los versículos que uno memoriza? ¿Tienes un plan para el repaso de lo que has aprendido de memoria?
OPCIONAL 5.
Nombra dos consejos que se dieron en esta clase sobre la memorización que te hayan resultado útiles
6.
Llena el espacio en blanco: memorización.
es el principio de la
¿HUBO ALGO DE LA CLASE QUE NO ENTENDISTE BIEN O QUE TE SUSCITÓ INTERROGANTES? SI ES ASÍ, EXPLÍCALO A TU GUÍA.
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