12PF Clase 10a: Los 7 Pasos de la testificación

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Curso Básico Bíblico LAS 12 PIEDRAS FUNDAMENTALES

CLASE 10A: 7 PASOS DE LA TESTIFICACIÓN

© La Familia Internacional Editado por http://audioconectate.net Junio de 2011

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(Clase 10A- 1 BÁSICA) Testificación, 1ª parte SIETE PASOS

TRAMO 1: ¿POR QUÉ TESTIFICAMOS?

Nuestra influencia marca la diferencia En la última clase hablamos del Cielo. Sabemos que se trata de un lugar estupendo. Hoy vamos a hablar sobre lo que podemos hacer para que más personas tengan la oportunidad de experimentar el Cielo. Sin embargo, no vamos a hablar solamente de influir en el destino eterno de la gente. ¿Qué hay del presente? Mucha gente pasa por la vida bregando con la soledad, la insatisfacción, trastornos de salud, problemas económicos, decepciones, de todo. Enfrentan cualquier cantidad de conflictos. Tal como ustedes ya lo han podido comprobar, cuando alguien acepta al Señor, sus penas y dificultades no desaparecen como por arte de magia. La diferencia, sin embargo, es que ahora transitan por la senda de la vida acompañados de Jesús. Cuentan con la fuente de la alegría y del amor, de la cual pueden servirse para enfrentar la vida. ¿No nos gustaría que otras personas conocieran a Jesús como lo conocemos nosotros? En eso consiste la testificación. Testificar es compartir el amor de Jesús con otro ser humano, atestiguar de que creemos en Jesús. El objetivo es que la persona a quien testificamos también reconozca que Jesús es su salvador.

¿A qué nos referimos con la palabra testificar? Hechos 1:8. Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Empleamos la palabra testificar para referirnos al hecho de hablar a otras personas sobre Jesús, la salvación y nuestra fe. La mayoría de la gente está más acostumbrada ―Witnessing‖ part 1, page 2


a emplear ese término en un tribunal de justicia. Un testigo se presenta ante un juez y un jurado para contar lo que sabe. De forma similar, a quienes somos salvos y hemos llegado a conocer a Jesús y Su poder salvador, Él nos ha llamado a testificar ante el jurado —el mundo— de lo que sabemos acerca de Él y del amor que nos manifiesta. Hay muchas formas de testificar. Se puede hacer por medio de una sonrisa, un abrazo o un acto de generosidad. Sin embargo, lo que hace que esos actos trasciendan el concepto de «obrar con amor» para convertirlos en testificación, es incorporar de alguna forma a Jesús en ellos, ya sea hablando de Él o del amor de Dios, o haciendo saber a la persona que lo que nos motiva es el amor de Cristo. Le dices o le transmites de algún modo que Él la ama, que le ofrece la oportunidad de tener vida eterna a cambio de que solamente acepte la salvación que Él le ofrece. Eso es testificar. En eso consiste «predicar el Evangelio a toda criatura», tal como Él nos lo encomendó. Marcos 16:15. Les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura». Testificación: Establecer el vínculo Testificar es establecer un vínculo entre Dios y alguien que necesita Su amor. Nosotros somos el enlace entre Dios y esa persona. En todo lo que hacemos al testificar, Dios es quien envía el mensaje y la persona a quien testificamos es a la que Él quiere hacerle llegar ese mensaje. Pero tiene que llegarle por medio de nosotros. Somos comparables a la operadora de una central telefónica. Si no hacemos la conexión, si somos perezosos y negligentes y no nos importa o no queremos que nos molesten con esas llamadas y, por lo tanto, no las conectamos, la comunicación no se produce y el sujeto nunca recibe el mensaje. No recibe el amor y por ende no se suscita ninguna respuesta. Un testigo es el enlace entre Dios y la gente. Un testigo es una operadora que recibe el mensaje de Dios y lo cree.

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La definición de «testigo» Entre las definiciones de testigo que aparecen en el diccionario se cuentan las siguientes: Persona que da testimonio de algo o que está presente mientras ocurre algo y lo puede referir: testigo de un accidente. Persona que proporciona pruebas de algún hecho. Testificar uno de sus creencias religiosas. 

Jesús encomendó la Gran Misión a todos los creyentes Mateo 28:19-20. «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Amén. Juan 20:21. Entonces Jesús les dijo otra vez: «Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también Yo os envío». Romanos 10:14–15. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: «¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!» Cuando Jesús nos expresó Su mandato de «ir por todo el mundo y predicar el Evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15) no da la impresión de que fuera optativo, ¿verdad? ¡El mensaje es muy claro! Jesús reiteró expresamente que era deber de todo creyente predicar el Evangelio, cuando precisó: Juan 15:16a. No me elegisteis vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto. La sal de la tierra Durante una reunión, varios jóvenes comentaban el texto: «Vosotros sois la sal de la tierra» (Mateo 16:13). Hubo varios intervenciones de parte de los presentes sobre la acepción de sal en dicho versículo. —La sal da un sabor agradable —comentó uno. —La sal evita la descomposición —añadió otro. Entonces una muchacha china habló basada en una experiencia que ninguno de los demás había tenido, y dijo: —La sal da sed. La sala se cubrió de silencio. Todos quedaron pensando: ¿He provocado en alguien sed de conocer a nuestro Señor Jesucristo? (Véase Mateo 9:36-38.)

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¿A cuál Martín conoces tú? En los albores de la Reforma, Martín de Basilea llegó a conocer la verdad, pero temeroso de hacer profesión pública de ella, escribió en un pergamino: «Oh misericordiosísimo Cristo, sé que únicamente me puedo salvar por los méritos de vuestra sangre. Santo Jesús, reconozco lo que sufristeis por mí. ¡Os amo! ¡Os amo!» Acto seguido, retiró una piedra del muro de su cuarto y lo escondió allí. Tardó más de cien años en descubrirse. Hacia la misma época, Martín Lutero descubrió la verdad que se encuentra en Cristo. Dijo: «Mi Señor me ha confesado delante de los hombres; no vacilaré en confesarle delante de reyes». El mundo sabe lo que sucedió a continuación, y hoy en día honra la memoria de Lutero, pero, ¿quién se acuerda de Martín de Basilea o sabe quién es siquiera? Tenemos un deber para con las personas que conocemos

Proverbios 14:25a. El testigo verdadero libra las almas. Hechos 26:18. Que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en Mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados. Santiago 5:20. Sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados. 

Si no ofrecemos a alguien la oportunidad de alcanzar la salvación, sufrirá las consecuencias, y nosotros también. Marcos 8:38. El que se avergonzare de Mí y de Mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de Su Padre con los santos ángeles. 1 Corintios 9:16. Si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! ―Witnessing‖ part 1, page 5


Ezequiel 3:17–19. Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma. 

No dejes pasar la ocasión

Si tienes oportunidad de testificarle a alguien, ¡hazlo! ¿Puede que nunca vuelvas a verlo! Tal vez muera o viaje a otro sitio. Puede que esa sea la última oportunidad que tengas. Es tu deber transmitirle el mensaje. «Ya nunca va a poder hablar con ese hombre». El siguiente relato lo contó el Dr. Torrey, evangelista norteamericano (18561928): Una tarde, estando el señor Alexander y yo en Brighton, Inglaterra, uno de los trabajadores fue a cenar a un restaurante luego de la reunión de la tarde. Allí le llamó la atención el hombre que servía las mesas y tuvo la fuerte impresión de que debía hablarle acerca de su alma, pero empezó a postergar la misión por considerarla un tanto fuera de lugar. Luego de terminar la cena y pagar la cuenta, salió del restaurante, pero aún con la impresión de que debía hablarle al camarero. De modo que decidió esperarlo hasta que saliera de su trabajo. Al cabo de un rato salió el propietario del restaurante, y le preguntó qué esperaba. Él contestó que estaba esperando al hombre que lo había atendido, pues deseaba hablar con él. El propietario respondió: —Ya nunca va a poder hablar con ese hombre. Luego de atenderlo a usted entró en su habitación y se pegó un tiro.

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El peor error El evangelista Dwight L. Moody afirma que cometió el «peor error» de su vida el 8 de octubre de 1871. Esa noche, en Chicago, se dirigió a uno de los auditorios más numerosos de su carrera. El mensaje de su sermón era acerca del juicio del Señor y se basaba en la pregunta de Pilato: «¿Qué, pues, haré de Jesús?» (Mateo 27:22). Al concluir, Moody reflexionó: «Quisiera que consideraran con seriedad este tema, porque el próximo domingo les hablaré sobre la cruz, y entonces les preguntaré: ―¿Qué harán USTEDES con Jesús?‖» Luego, Ira Sankey finalizó con un himno que incluía las siguientes líneas: «Ahora, que el Salvador nos llama, refugio le pido. La tormenta de justicia se abate, y la muerte trae consigo». Pero el himno jamás llegó a su conclusión. Mientras Sankey cantaba, se escuchó el rugir de los camiones de los bomberos que corrían velozmente por las calles. Aquella fue la noche del gran incendio de Chicago que arrasó prácticamente con toda la ciudad. Chicago amaneció al día siguiente reducido a cenizas. «Jamás me atreví nuevamente —dijo Moody— a concederle a mi público una semana para que piense en su salvación». 

«El amor de Cristo nos compele» Mateo 9:36. Al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. 2 Corintios 5:14a. El amor de Cristo nos compele. El Señor desea que nos muevan los mismos sentimientos de compasión, amor e interés por los demás que nos manifiesta Él. «Tuvo compasión de ellas». El amor de Cristo debe motivarnos a hacer todo lo que podamos por manifestar Su amor a los demás, no solo por puro deber y obediencia a Sus mandamientos, sino porque nuestro corazón se conmueve sinceramente ante las necesidades ajenas. El ciego que fue sanado Un chino ciego ingresó en un hospital y un médico misionero lo operó, quitándole las cataratas de los ojos. El chino volvió a su casa muy contento, con vista. Pocas semanas después, volvió al hospital. En esta ocasión iba tirando de una cuerda a la que estaban aferrados otros cuarenta ciegos. Los llevaba al lugar donde había recobrado la vista. ¿Por qué vamos a hacer menos en un sentido espiritual?

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Cómo podemos cambiar el mundo mediante la testificación Testificando podemos cambiar nuestro entorno mucho más de lo que nos parece. Las palabras de los profetas de Dios han trascendido las épocas, han llegado hasta los confines de la tierra y han alterado el curso histórico de naciones enteras. El mensaje contenido en ellas ha transformado el alma de los hombres y les han infundido esperanzas en un mundo mejor. No obstante, aunque no hayas cambiado una nación, si has transformado aunque sea una vida gracias al poder de Dios, has renovado una parte del mundo. Si se puede transformar una vida, eso demuestra que es posible transformar otras, y que por ende se puede cambiar el mundo a partir de una sola persona. Todo eso como consecuencia de haber compartido el amor de Dios con alguien. Nunca subestimes los resultados de largo alcance que puede tener la salvación de una sola persona. Aunque no la veas enseguida, esa persona bien podría llegar a hacer grandes cosas para Dios o por la humanidad.

¡Transformadores del mundo! Unos cuantos ejemplos históricos. Armenia se convirtió en el primer estado cristiano de la historia en el año 301 d.C. Gregorio «el iluminador» visitó el país y en el año 303 d.C. convirtió al rey Tirídates III y a varios de sus cortesanos. Cómo llegó el mensaje a Noruega, Islandia y Groenlandia: Olaf I (968-1000), rey de Noruega, participó en numerosas incursiones vikingas en las costas del Báltico, del Mar del Norte y de las Islas Británicas. Durante su última campaña a Inglaterra (994) se convirtió al cristianismo. Al año siguiente retornó a Noruega, donde se propuso cristianizar el país. Sus esfuerzos contribuyeron también a convertir al cristianismo a Islandia, Groenlandia y las islas Feroe. La historia sigue: Leif Ericson alrededor del año 975-1020 fue el explorador islandés considerado por algunos como el primer europeo en poner ―Witnessing‖ part 1, page 8


pie en suelo norteamericano. Viajó de Groenlandia a Noruega poco antes del año 1000. Según la tradición, al llegar a tierras noruegas, el rey Olaf I lo convirtió al cristianismo y lo envió de regreso a Groenlandia a convertir a la fe cristiana a los colonos vikingos que allí habitaban. Una de sus conversas fue su madre, Thjódhild, quien, según se dice, construyó la primera iglesia cristiana de aquel país en Brattahlid. La abolición de la esclavitud: Los cristianos desempeñaron papeles protagónicos en numerosos movimientos humanitarios y reformadores del siglo XIX. En Inglaterra los evangélicos protestantes fueron quienes condujeron la agitación que terminó con la abolición por parte del Parlamento de la esclavitud en los dominios británicos. A su vez, en el Congreso de Viena de 1814, Gran Bretaña ejerció influencia sobre otras grandes potencias europeas para que adoptaran políticas similares de abolición del tráfico de esclavos. A la larga, casi todos los estados de Europa promulgaron leyes o firmaron tratados por los cuales se prohibió el tráfico. En Estados Unidos los protestantes evangélicos también hicieron intensas campañas contra la esclavitud. Uno de los puntales del movimiento abolicionista fue William Wilberforce (1759-1833), estadista y reformador inglés. Se convirtió al cristianismo en 1784. Wilberforce llegó a ser el principal portavoz del movimiento en pro de la abolición del tráfico de esclavos. En 1807 Wilberforce consiguió que se promulgara una ley que prohibía el esclavismo. Invirtió sus esfuerzos en la abolición total de la esclavitud y en 1823 fue uno de los fundadores de la Sociedad Antiesclavitud. El Proyecto de Emancipación, que tenía por objeto la abolición de la esclavitud, fue promulgado un mes después de su muerte. Cada uno de estos ejemplos coincide en un elemento clave: Lo que sucedió fue a consecuencia de la conversión de una sola persona. Ex mafioso japonés se convierte en fogoso testigo Un mafioso japonés que se convirtió al cristianismo ahora predica a otros criminales. Según el Times de Londres, Hiroyuki Suzuki lleva el mensaje cristiano a las estaciones de tren y las plazas públicas valiéndose de su fama para llamar la atención. Tiene numerosos tatuajes y varios dedos amputados, prueba de su otrora militancia en la organización delictiva yakuza. Suzuki, de 44 años, es fundador de la Misión Barrabás, un grupo de mafiosos reformados que han abrazado el cristianismo evangélico. Su ministerio gira en torno a la predicación fervorosa, las canciones y la sanación por medio de la fe. El cristianismo es considerado una secta misteriosa por la mayoría de los japoneses. Solamente el 1,5 por ciento de la población de aquel país es cristiana. Pese a ello, la iglesia de Suzuki en Tokio está llena los domingos. Suzuki dice que se convirtió en un momento en que estaba muy endeudado, consumía drogas y se encontraba enfermo. Según el Times, se puso un revólver a la cabeza, pero no tuvo las agallas para apretar el gatillo. Su ex esposa había sido una feligresa entusiasta. Llevado por la desesperación, buscó refugio en una iglesia. «Le dije al pastor que era un mafioso, que había estado en la cárcel, que había abandonado a mi mujer e hijo, y que no había redención posible para mí. ―Witnessing‖ part 1, page 9


Pero él me habló el amor de Dios y del significado de la cruz», dijo Suzuki al Times. Regresó con su familia; los integrantes de ésta lo aceptaron de inmediato. Concluye: «Eso me llevó a creer en la existencia del amor incondicional y en que uno puede volver a empezar». Reflexión: ¿Qué hubiera pasado si el ministro no hubiera estado presente y en situación de hablar con Suzuki el día en que este acudió a él? Supongamos que le hubiera cerrado las puertas, le hubiera dicho que era demasiado tarde o que hubiera tenido miedo de hablar con él? Sin embargo, gracias a que estuvo dispuesto a testificarle, ¿cuántas almas se han salvado como consecuencia de la transformación de Suzuki?

Milagros en Camboya, 2000. Según Advance, publicación de la iglesia Foursquare Gospel, los milagros están consiguiendo que mucha gente se vuelva a Cristo en Camboya. Los habitantes de dos aldeas profesaron fe en Cristo después de una manifestación del poder de Dios, añadió Advance. En una de ellas, los habitantes pidieron al pastor misionero que orase por lluvia para los cultivos que acababan de sembrar. Entre tanto, en la otra, le pidieron que orase para que se detuviera la lluvia hasta que hubieran sembrado sus cultivos. La misma publicación refirió que durante la semana siguiente, llovió en la aldea donde se había sembrado, y en la otra, no. Los habitantes de ambas aldeas se declararon cristianos y aceptaron al Señor como salvador. Reflexión: ¿Qué habría pasado si el misionero no hubiera estado allí? ¿O si hubiera orado por ellos pero no les hubiera dicho a Quién se debían las respuestas a sus oraciones?

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La testificación trae aparejadas recompensas celestiales

Daniel 12:3. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Lucas 12:8. Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios. 1 Corintios 3:8b. Cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 1 Corintios 9:17a. Si lo hago [predico el Evangelio] de buena voluntad, recompensa tendré. Cuando se ha encontrado el amor de Jesús, es fabuloso y muy gratificante transmitírselo a otra persona. Al reunirte con esa alma en el Cielo te vas a sentir muy agradecido, no cabrás en ti de la alegría y sentirás que todo valió la pena. A su vez, esa persona te estará eternamente agradecida de que le hayas hablado del amor de Jesús y la hayas ganado para Él. Lo más preciado y valioso que Dios haya creado es el alma humana. ¡Las almas son eternas! 1ª de Juan 2:17.El mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. La meta y el resultado final de la testificación es un bebé recién nacido en la familia de Dios, un alma restituida por las manos del Creador. El único tesoro que nos llevamos de este mundo son las almas salvadas. Por eso Pablo escribió a uno de sus rebaños: 1 Tesalonicenses 2:9,13,19. Os predicamos el evangelio de Dios. Cuando recibisteis la Palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la Palabra de Dios. Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en Su venida? 

Hay regocijo en el Cielo cada vez que se salva un alma. Lucas 15:10. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

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SEGUNDO TRAMO: INSTRUIRSE EN LA TESTIFICACIÓN

Cómo se testifica Es muy posible que ustedes ya estén testificando. Quizás han dado a alguien un folleto. Tal vez le hablaron a alguien de estas clases. Puede que su forma de actuar sea diferente de lo acostumbrado y haya suscitado que alguien que los conoce les preguntara por qué, lo cual les dio ocasión de hablarles de su fe. O quizás le hayan contado a alguien lo que han aprendido o lo que han leído. Hay muchas modalidades de testificación. En esta clase nos gustaría abordar con un poco más de detalle diversos aspectos de la testificación, de tal modo que podamos ser eficaces en nuestro empeño. Entre ellos, veremos cómo explicar la salvación, cómo responder preguntas, cómo rezar con alguien y cómo testificar de forma que resulte interesante y atractivo al oyente. La Biblia dice: Proverbios 11:30. El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas es sabio. Hay algunos puntos que conviene tener presentes para testificar:

Orar y pedir al Señor que te guíe Al igual que todo lo demás en la vida, tendrán más éxito y menos problemas si piden al Señor que los guíe. Aunque los diversos consejos y enseñanzas de esta clase les resulten útiles, no hay un método predeterminado para ponerlos en práctica. Dependerá de ustedes orar para saber cómo aplicarlos y emplearlos. Pidan al Señor que les hable acerca de las personas a las que Él quiere que testifiquen. Si se lo preguntan, ―Witnessing‖ part 1, page 12


Él les indicará la mejor forma de abordar a cada persona y el momento más oportuno. 

Flexibilidad Cierto método de testificación o tema de conversación puede resultar muy eficaz en determinada situación y todo lo contrario en otra. Por ejemplo, a los ancianos o los desahuciados probablemente les inquieta qué les aguarda al morir. Por lo tanto, la promesa de la vida eterna será lo que más los mueva a aceptar a Jesús. Sin embargo, la mayoría de los jóvenes piensa que tienen toda la vida por delante y están más interesados en saber cómo vérselas con el presente. En vista de ello, es posible que lo que más los gane a ellos sea la promesa de un Amigo que realmente los entienda y los ame incondicionalmente. Debemos estar preparados para modificar nuestras tácticas de testificación a tenor con las necesidades e intereses de nuestros interlocutores y de las circunstancias que nos rodeen.

Ser prudente No todos los métodos de testificación son siempre apropiados en todas las circunstancias. Por ejemplo, la distribución pública de material impreso es contra la ley en algunos países. El Señor espera que hagamos uso de prudencia en cuanto a quién testificamos y la forma y el momento en que lo hacemos. «He aquí, Yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas» (Mateo 10:16). El Señor no quiere que nos acarreemos problemas innecesariamente por dar el mensaje a quienes no lo aceptarán y posiblemente nos persigan por hacerlo. El objetivo medular de la testificación es conquistar a la gente con el amor del Señor, no hostilizarla ni ofenderla. En ciertos países no cristianos, la falta de prudencia en la testificación puede ocasionarnos persecuciones graves. En algunas culturas o países en los que la gente casi no conoce el mensaje de Jesús ni de la Biblia, es preciso ir más despacio en su divulgación a fin de que lo entiendan bien. En tales situaciones puede llevar bastante tiempo y paciencia ganar a alguien a Jesús. Algunas personas solo se dejarán convencer por nuestro ejemplo —la forma en que vivimos y el amor y desinterés que manifestamos a los demás— antes de aceptar lo que tengamos que decirles. Pide al Señor que te dé buen criterio para saber cómo, cuándo, dónde y a quién testificar.

Elegir el momento oportuno También está la cuestión de cuál es el momento más oportuno para sacar a colación el tema de Jesús y hasta dónde profundizar en él la primera vez. Cuando de familiares y amigos se trata, gran parte de nuestra testificación podemos incorporarla en las conversaciones que sostenemos con ellos sobre otros temas. No es recomendable que llegues a casa y en frío te pongas a testificarles sin parar. Lo más probable es que eso los predisponga a no escucharte. En tales circunstancias es mejor ―Witnessing‖ part 1, page 13


comenzar con delicadeza y a veces despacio. Trae a colación principios acordes con los preceptos divinos y haz mención de Él y de Su Palabra en el transcurso de tus conversaciones, según se dé la oportunidad. Tus amigos y familiares te estarán observando para ver qué beneficios te ha reportado la nueva fe que abrazaste. Si ven que has cambiado para bien, si ven un ejemplo de alguien que está feliz, que se muestra considerado y amoroso, eso será un testimonio mucho más eficaz que cualquier sermón. No pasará mucho tiempo para que se dé la oportunidad de hablar del amor de Jesús y de Su don de la salvación a aquellos amigos o seres queridos tuyos que todavía no lo hayan aceptado. 

Mostrarse dispuesto Cuando de predicar el Evangelio se trata, la mejor habilidad es la disponibilidad. Puedes ser un testigo en el colegio, en el trabajo, en el vecindario, en la ciudad o hasta en suelo extranjero. Si estás dispuesto a ser lo que Jesús quiere que seas y haces lo que Él te pide, Él puede hacer de ti un testigo eficaz, cualquiera que sea tu edad y experiencia.

La testificación individual o personal Muchos conquistadores de almas han encontrado que la forma más eficaz de hacerlo es por medio de conversaciones personales. Hablan con alguien y le prestan oído a fin de establecer cómo adaptar la testificación a sus necesidades individuales. Hay otros métodos de testificación más públicos. En la próxima clase ya hablaremos de cuáles de ellos son los más eficaces entre ellos, la distribución de impresos, etc., pero por ahora concentrémonos en la testificación personal.

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TERCER TRAMO: LOS SIETE PASOS DE LA TESTIFICACIÓN

Analizaremos a continuación siete pasos que proponemos seguir al testificar, los cuales cubren desde el más elemental de todos, buscar a quién testificar. De ahí en adelante, ir conduciendo a la persona hasta arraigarla en la fe.

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[Nº1] BUSCA A QUIÉN TESTIFICAR Podemos dividir a las personas a las que testificamos en dos categorías: En primer término está la gente de tu entorno, con la que tienes relación a diario y no necesitas hacer nada fuera de lo habitual para con ella una conversación: tus familiares, tus compañeros de trabajo o de estudios, tus amigos, el empleado de la tienda donde compras todos los días o de la gasolinera o estación de servicio que visitas con frecuencia, etc. En la otra categoría están los desconocidos. Evidentemente que a estos últimos los abordarás de modo ligeramente distinto que a quienes testificas casi a diario. Un principio orientador que conviene seguir es que con las personas a quienes ves todos los días puedes ir más despacio. En cambio, al individuo al que es posible que nunca más vuelvas a ver conviene tratar de encaminarlo a la salvación. Las ideas que proponemos enseguida se aplican a las dos categorías de personas, si bien verán que hay diferencias bastante obvias en la forma de abordar a unas y otras.

[Nº2] HAZ PREGUNTAS Es preciso manifestar a la persona que te interesas por ella. Un buen método es haciéndoles preguntas de carácter personal. Verás que no hay tema del que más le guste hablar a la gente que de sí misma. En suma, debes mostrar interés por la persona. Pregúntale acerca de su vida y situación personal. Si la entiendes mejor podrás testificarle con más eficacia y comprenderás su verdadera necesidad. ¿Cómo vas a saber quién es, qué es, qué hace, cuál es su creencia religiosa o cualquiera otra cosa de esa persona si no le haces preguntas? Proverbios 18:13. Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio Generalmente un proceso de testificación se inicia exactamente igual que cuando uno traba relación con alguien a quien no conoce: «Hola, ¿cómo estás? le dice. ―Witnessing‖ part 1, page 16


Qué lindo día, ¿no?» Habla del tiempo que hace o de cualquier otra cosa. A casi todo el mundo le interesa el clima. Asimismo, se puede conversar sobre temas de interés, algo que atraiga a la otra persona. Naturalmente, el tema que más interesa a todo el mundo es... ¿qué? Hablar de sí mismo. Recuerda que una conversación es un diálogo. Si bien querrás hacer preguntas a tus interlocutores para conocerlos un poco, tampoco los interrogues. Entra tú también en la conversación y cuenta algo de ti mismo. 

El capítulo Cómo relacionarse bien con los demás, de la primera parte de la clase La regla de oro, contiene muy buenos consejos sobre la comunicación.

Ideas para iniciar conversaciones 

Saca a colación acontecimientos y tendencias de actualidad para despertar el interés de tu interlocutor Lucas 13:1–5. […] ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. En estos versículos Jesús se refería a acontecimientos que habían tenido lugar en aquel momento —la crueldad de Pilato, la caída de la torre de Siloé— para ilustrar los puntos que quería enseñar. Los sucesos y tendencias de actualidad son interesantes y a menudo resultan buenos para iniciar una conversación. Sin embargo, conviene proceder con cautela, porque podría encontrarse uno en disidencia con la persona con quien está hablando sobre el tema en cuestión. En ese caso, no va a propiciar la testificación. Recuerda que es mejor perder una discusión y ganar un alma que viceversa. Novedades o temas de actualidad como por ejemplo los días festivos o feriados, películas nuevas y demás, también pueden venir bien para iniciar conversaciones, sobre todo entre la gente más joven. También verán que el futuro es una de las cosas que más atrae a mucha gente, las profecías de la Biblia. Puedes decirles: «¿Sabías lo que dice la Biblia al respecto? ¿Sabes qué es lo próximo que va a suceder según la Biblia?»

Siempre que sea posible testifica en un lugar tranquilo Los mejores sitios para testificar son aquellos en los que hay tranquilidad. Lugares en los que existe silencio y cierto grado de intimidad, para que la persona pueda hablar contigo sin sentirse avergonzada ante la presencia de terceros ni distraída por alguna otra cosa. Tal vez convenga invitarla a tomar un café o a sentarse en un rincón tranquilo de una plaza si el tiempo lo permite. De ser posible, conviene que el sitio tenga buena luz, para que pueda leer lo que le pides que lea.

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[Nº3] ESCUCHA

Procura que la persona te abra el corazón; escúchala y déjala desahogarse. Proverbios 20:5. Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; mas el hombre entendido sabrá sacarlo. Mateo 12:34b. Porque de la abundancia del corazón habla la boca. Santiago 1:19a. Mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse. Al testificar, no debemos acaparar la conversación en sus primeras etapas. Es preferible facilitar que la persona a quien testificamos se exprese. Eso nos permite tener una idea de quién y cómo es, qué piensa, de dónde proviene, etc. Así, después de un rato sabremos qué decirle. Haz preguntas y luego escucha sus respuestas hasta que surja algo que dé lugar a la testificación. Muchos testificadores hablan demasiado, citan demasiados versículos y demás sin escuchar a su interlocutor. Hay que manifestar interés por la persona y sus problemas. Plantéale preguntas, escucha sus respuestas. De entrada, eso es lo mejor que se puede hacer: mostrarse amigable, una persona dispuesta a escuchar, con quien pueda desahogarse. Aunque tengas que escuchar durante largo rato, una vez que te das cuenta de lo que necesita, procura llevarla en la dirección indicada. Si puedes, trata de dirigir la conversación haciendo más preguntas: «¿Ah, sí? ¿Y qué pasó entonces? ¿Y qué hiciste? ¿Alguna vez pensaste en hacer tal y tal cosa?»

Los testificadores somos médicos de almas ¿Cuál es la función de un médico? Uno lo consulta cuando sufre algún trastorno. ¿Acaso el galeno le suelta a uno de entrada todo un recetario? Aunque conozcas la receta y los medicamentos, al paciente le va a parecer un tanto descabellado que le ―Witnessing‖ part 1, page 18


prescribas un remedio sin averiguar siquiera lo que le pasa. ¿Cómo vas a saber el tratamiento —el versículo que la va a curar— si no averiguas primero cuál es el mal o la dolencia que lo aqueja? Induce, pues, a la persona a hablar y escucha lo que te diga. Así averiguarás lo que le pasa, qué molestia o enfermedad tiene o su historial. Casi todo el mundo se suelta a hablar cuando se le manifiesta un poco de interés, de amor, de consideración y se le hacen preguntas. 

[Nº4] PRESÉNTALE LAS SOLUCIONES Y RESPUESTAS DIVINAS

Proporciónale las soluciones divinas a sus problemas Una vez que la persona ha dicho lo que quería y te ha contado sus problemas y la forma en que tiene pensado solucionarlos, algo que ni ella misma se cree y que sabe que no dará resultado, puedes comenzar a presentarle las respuestas divinas y decirle algo así: «¿Sabes lo que dice la Biblia en este pasaje y en este otro? ¿Sabes lo que dice Dios al respecto? ¿Sabes lo que significa en realidad? ¿Sabes qué debes hacer?». Es tu oportunidad de ofrecerle las respuestas divinas. Puedes explicarlas con tus propias palabras y además mostrarles las Escrituras pertinentes. (Hablaremos más de esto enseguida.) Naturalmente, la principal solución es que acepten al Señor. Así que después de escuchar sus respuestas, puedes decirle: «Es cierto, pero ¿sabías que la Biblia dice tal y tal cosa?» «Jesús dijo que para nacer de nuevo lo que tienes que hacer es tal y cual cosa», etc.

Cuéntale tu testimonio personal, háblale de lo que el Señor ha hecho por ti Tu testimonio personal es lo más contundente que puedes contarles, porque o bien resuelven que eres un mentiroso y no te creen; o tienen que admitir que si lo dices con sinceridad debe de ser cierto. El apóstol Pablo fue un gran testigo. En casi todas las ocasiones, cada vez que comenzaba a testificar ante reyes o jueces o quien fuera, invariablemente empezaba relatando su testimonio personal. «Esto es lo que me pasó a mí...» Cuando se trataba de una multitud nueva, personas nuevas o una nueva situación, siempre decía: «Yo tuve la siguiente experiencia». Hay un par de ejemplos de ello en Hechos: Hechos 22:3 - 21 Yo de cierto soy hombre judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, educado a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, siendo celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. Y perseguí este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles así hombres como mujeres; como también el sumo sacerdote me es testigo, y todos los ancianos; de los cuales también recibí cartas para con los hermanos; e iba a Damasco para traer presos a Jerusalén a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados. ―Witnessing‖ part 1, page 19


Y aconteció que cuando hacía mi jornada, y llegaba cerca de Damasco, como a mediodía, repentinamente resplandeció del cielo una gran luz que me rodeó; y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quién tú persigues. Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; mas no oyeron la voz del que hablaba conmigo. Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas. Y como yo no podía ver a causa de la gloria de aquella luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, vine a Damasco. Entonces un Ananías, varón piadoso conforme a la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que moraban allí, vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella hora le miré. AY él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido, para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo ante todos los hombres de lo que has visto y oído. Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y sé bautizado; y lava tus pecados invocando el nombre del Señor. Y me aconteció, que vuelto a Jerusalén, mientras oraba en el templo, fui arrebatado en éxtasis. Y le vi que me decía: Date prisa, y sal cuanto antes de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. Y yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba, y azotaba por las sinagogas a los que creían en ti; y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu mártir, yo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban. Y me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles. Hechos 26:1-20 - Entonces Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti mismo. Pablo entonces, extendiendo la mano, comenzó así su defensa: Me tengo por dichoso, oh rey Agripa, de que hoy haya de defenderme delante de ti acerca de todas las cosas de que soy acusado por los judíos. Mayormente sabiendo que tú eres conocedor de todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia. Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio pasé en mi nación, en Jerusalén, la conocen todos los judíos; los cuales saben que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más estricta secta de nuestra religión, he vivido fariseo. Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres, comparezco y soy juzgado; promesa a la cual nuestras doce tribus, sirviendo constantemente de día y de noche, esperan han de llegar. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos. ¿Por qué se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos? Yo ciertamente había pensando dentro de mí, que era mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; ―Witnessing‖ part 1, page 20


lo cual también hice en Jerusalén, y yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido autoridad de los príncipes de los sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos por todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras. Y ocupado en ello, yendo a Damasco con autoridad y comisión de los príncipes de los sacerdotes, al mediodía, oh rey, yendo en el camino vi una luz del cielo, que sobrepasaba el resplandor del sol, iluminando en derredor de mí y de los que iban conmigo. Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra los aguijones. Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y Él dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto te he aparecido, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de este pueblo y de los gentiles, a los cuales ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados. Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. En el relato en que Jesús testifica a la samaritana Juan, capítulo 4, ella queda tan fascinada con la experiencia que acaba de vivir con aquel extraño llamado Jesús, que vuelve con los aldeanos para que ellos también lo conozcan: Juan 4:28–29. Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: «Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?» A consecuencia del testimonio de ella se salvaron muchas personas: Juan 4:39. Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho.

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A veces la gente se niega a escuchar ninguna otra cosa que no sea tu experiencia personal. Puede que rechace toda tu predicación. Hasta podrías profetizar y aun así no te escucharían. Podrías darles una clase sobre lo que crees que necesitan, pero aun así, es posible que no te presten atención. No obstante, cuando les cuentas tu historia personal y les dices: «Esto es lo que me pasó a mí, este es mi testimonio, esta fue mi vivencia», captas su atención de inmediato y quedan fascinados. A la gente le interesa la gente. Los relatos fascinan a todo el mundo. Un relato de lo que uno ha vivido es un testimonio mucho más contundente que enfrascarse en discusiones teológicas y ponerse a predicar sermones doctrinarios. Al reconocer que es posible que te haya sucedido a ti, tu interlocutor debe admitir igualmente que bien podría sucederles lo mismo a otras personas. Si ha ocurrido una vez, es muy probable que vuelva a darse; en cuyo caso a él mismo podría ocurrirle. 

Ilustra con anécdotas lo que quieres decir Marcos 4:2. Les enseñaba por parábolas muchas cosas. A todo el mundo le gusta oír un relato. ¿Quién no se fascina con un buen cuenta cuentos? Jesús mismo sabía que es muy propio de la naturaleza humana querer escuchar relatos de experiencias verídicas. Por eso hablaba a la gente en parábolas a fin de ilustrar Sus mensajes. Sus relatos y ejemplos gráficos normalmente eran sencillos, pero muy contundentes y eficaces a la hora de expresar en términos terrenales los principios espirituales y enseñar a la gente cómo podía aplicarlos cotidianamente. ¿Son, pues, eficaces los relatos y narraciones? Evidentemente que sí. Basta con ver el ejemplo de Jesús. Mateo 13:34. Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba. Cuanto más se logre pintar un cuadro a la gente y se le ayude a visualizar la verdad que uno quiere presentar por medio de un relato que ilustre mejor el principio, mejor lo entenderá. El famoso predicador Spurgeon dijo en cierta ocasión que las ilustraciones son como ventanas que dejan entrar la luz a raudales.

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La ilustración del jabón Jamás afirmes nada cuando puedas ilustrar con un ejemplo para darle vida. A continuación, una anécdota que lo expone gráficamente: Un ateo fabricante de jabón paseaba un día por un camino con un predicador del Evangelio. Dijo el fabricante de jabón: —El Evangelio que usted predica no ha servido de mucho, porque todavía hay mucha impiedad en el mundo y mucha gente mala. El predicador no dijo nada hasta que pasaron junto a un niño muy sucio que estaba haciendo pelotitas de barro en la cuneta. Aprovechando la oportunidad, el predicador dijo: —Ya veo que el jabón no ha servido de mucho en el mundo, porque todavía hay mucha suciedad y mucha gente sucia. —Es que —dijo el jabonero—... el jabón sólo es eficaz cuando se emplea. —¡Exactamente! —respondió el predicador—. Lo mismo pasa con el Evangelio que proclamamos. 2 Reyes 5:14 - Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y fue limpio. Salmo 51:7 - Purifícame con hisopo, y seré limpio: Lávame, y seré más blanco que la nieve. 1Jn 1:7 - mas si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Al testificar, emplea la Palabra

La Palabra de Dios es eficaz y persuasiva: 2 Crónicas 17:9. Enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la ley del Señor, y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo. Juan 20:31. Éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en Su nombre. Hechos 17:2–3. Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que «Jesús, a quien yo os anuncio», decía él, «es el Cristo». Hechos 18:28. Con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo. Tito 1:9. Retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.

La mayor parte de la gente ha oído hablar de la Biblia y tiene ciertos conocimientos sobre la misma. Hasta los ateos saben que se trata de un libro sagrado. La gente abriga cierto respeto y reverencia hacia los libros sagrados. De ahí que si le demuestras que ese libro sagrado, abrazado por millones de personas —es más, miles ―Witnessing‖ part 1, page 23


de millones—, aborda esos temas de los que les estás hablando, probablemente se mostrará interesada en lo que dice la Biblia acerca de los mismos. Si empleas la Biblia en tu testificación, lo que digas tiene mucho más peso y autoridad. 

A la hora de testificar, la memorización de las Escrituras es importante, toda vez que te permitirá encontrar los versículos que quieres enseñarles: Salmo 119:42. Daré por respuesta a mi avergonzador, que en Tu palabra he confiado. 1 Pedro 3:15. Si no santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para dar respuesta con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.

Dale a leer la Palabra a la persona a quien testificas

Nadie puede oír la Palabra de Dios sin que lo afecte o tenga alguna influencia en él. No te limites a repetírsela o a leérsela tú; haz que lea la persona a quien testificas. Uno recuerda aproximadamente el 80% de lo que ve y apenas el 40% de lo que escucha. Eso significa que leerla es el doble de eficaz.  Capta su atención: «Mira, lee esto. Ah, en este pasaje dice eso precisamente. Léelo». No se lo leas tú. La mayoría sabe leer. Ponle la Biblia delante y capta su interés. Aun mientras le hables y hojees entre las páginas, mantén vivo su interés. No pierdas la atención de tu interlocutor.  Conviene saber hallar versículos con la Biblia dirigida hacia tu interlocutor. Si se le da vuelta al libro y se comienza a buscar algo, la persona se distraerá y perderá el interés.  Tal vez venga bien marcar los diversos libros o secciones de la Biblia con pequeñas cejas. Así se hace más fácil buscar algo en ella. 

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Al testificar, te irá mucho mejor si consigues que tu interlocutor se responda él mismo los interrogantes leyendo un versículo. Por ejemplo, podrías decirle: «¿Sabes qué sucede después? Mira, léelo aquí». Esa es la mejor forma de que lo recuerden y nunca lo olviden. Puede que no se memoricen completamente el versículo, pero nunca se olvidarán de que lo leyeron en la propia Biblia, que eso es lo que decía, que eso es lo que va a suceder.  Como es lógico, habrá situaciones en que no puede uno sacar una biblia. A veces es posible, pero en otras ocasiones, cuando se está en un lugar público, como una cafetería, la persona a quien testificas podría sentirse un poco incómoda de que le leas de la Biblia o le pidas que lea en voz alta. Normalmente eso solo es dable cuando se goza de cierta privacidad. 

Testifica con sencillez 1 Corintios 1:17. No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo. 1 Corintios 2:1–2. Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a Éste crucificado. 1 Corintios 2:4. Ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,. 2 Corintios 1:12. Nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros. Testifica con sencillez Ciertos cínicos le preguntaron al Dr. Wesley: «Dr. Wesley, en los casos en que tiene en su público un grupo mixto de personas, tanto niños como eruditos doctores de la ley, ¿a quién dirige usted su mensaje? Sería imposible dirigirse a ambos». Él respondió: «En esos casos me dirijo a los niños, naturalmente. Así los eruditos también me entenderán». Eso hacía Jesús. Hablaba con sencillez a la gente común e inculta. Casi nunca dirigía comentarios complicados a los doctores de la ley, los escribas, fariseos y principales sacerdotes. Es más, trataba de evitarlos. Martín Lutero dijo: «Cuando predico, no tengo en cuenta a doctores ni magistrados, de los cuales tengo unos cuarenta en mi congregación. Me fijo en las criadas».

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Solo unos pocos versículos

No es bueno atiborrar a la persona a quien testificas tratando de embutirle toda la Biblia. Es preferible limitarse a repetir varias veces uno o dos versículos hasta que no pueda olvidarlos; en caso contrario, acabará confundida. Mantén la sencillez. Por gracia Un hombre que pese a ser sacerdote católico no había conocido en realidad al Señor, se encontraba en el hospital. Llegó una anciana y le refirió los versículos Efesios 2:8–9. Le habló y le siguió repitiendo aquellos dos versículos una y otra vez: «Por gracia sois salvos»... Contó él que esa frase se le grabó en la mente de tal forma que no podía dejar de pensar en ello. Finalmente cayó en cuenta de que no tenía que ganarse el Cielo por medio de buenas obras. Así encontró la salvación. Entrega algún impreso para que la persona se lleve consigo Un texto impreso le seguirá hablando después que te hayas marchado. También es muy útil para gente muy ocupada con la que no tengas tiempo de conversar. Así le dejas algo que leer y en que reflexionar después. 

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Lo único que se necesita saber para ganar almas es Juan 3:16 Se puede conquistar muchas almas para el Señor con un simple versículo: Juan 3:16. Observemos cómo se puede emplear ese breve pasaje al testificar. «De tal manera amó Dios al mundo» —el mundo nos incluye a ti y a mí. Sustituyamos mundo por tu nombre que dio a Su Hijo Unigénito —es decir, Jesús, para que todo aquel que en Él cree —¿tú crees en Él? no se pierda, mas tenga vida eterna —vivirás eternamente en el Cielo.

Haz hincapié en Jesús Hechos 5:42. Todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo. Hechos 13:38. Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de Él [Jesús] se os anuncia perdón de pecados, Hechos 20:21. Testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. 1 Corintios 1:23. Nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 2 Corintios 4:5. No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.. 1 Timoteo 1:15. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Juan 12:32. Yo [Jesús], si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a Mí mismo. 1 Corintios 2:2. Me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a Éste crucificado. No olvides mencionar a Jesús Dos empresarios habían sido amigos por mucho tiempo. Humberto era cristiano y Miguel, no. Un día Miguel acudió a una reunión evangelística. Allí escuchó el mensaje de salvación y rezó para aceptar a Cristo. Después Miguel le contó a su amigo lo que le había sucedido. Humberto le dijo: —¡Fantástico! ¡Estupendo! Yo también soy cristiano. Miguel, el nuevo converso, quedó estupefacto. —¿Sabes por qué me llevó tanto tiempo aceptar al Señor? —dijo él—. Humberto, tú nunca me dijiste que eras cristiano ni mencionaste nada que lo diera a entender. Eso me llevó a pensar que si alguien podía ser tan recto y tan íntegro como tú sin conocer al Señor, ¿qué necesidad tenía yo de Jesús?

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Busca puntos de coincidencia. Convence con amor. No discutas. 1 Corintios 9:19–22. Siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. 1 Tesalonicenses 2:7–8. Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos. 2 Timoteo 2:23–24. Desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido.

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Al testificar a alguien, debes hacer lo posible por encontrar puntos de coincidencia. No insistas en las discrepancias, en las cuestiones en que habrá desacuerdo. Antes de conquistar el corazón a una persona, antes que crea en lo que le digas acerca de Jesús, de la Biblia y obtenga la salvación, es menester ganarte su respeto y confianza. No empieces, pues, soltándole algo con lo que sabes que no comulga o con lo que no está de acuerdo. Ama a la persona aunque no te agrade su punto de vista. Eso es válido para toda testificación. Insiste en lo positivo y desiste de lo negativo. Habla de las cosas que tengan ambos en común, no de sus diferencias. Haz hincapié en los puntos de coincidencia. No discutas. Trata de encontrar tantos puntos de coincidencia como sea posible en vez de buscar las discrepancias. Hay que recordar en todo momento que debemos distinguir entre el pecado y el pecador. Está bien detestar el pecado pero no al pecador. Evita caer en discusiones. Existe un viejo adagio que dice: La espada vence, la palabra convence. No tiene sentido insistir en un tema de conversación que la otra persona solo tiene ganas de impugnar. 

Evita los enfrentamientos Al testificar a personas de otros credos, procura evitar los enfrentamientos. Apégate al sencillo amor de Jesús y manifiéstale cuánto Él se interesa por ella y quiere ayudarla. Busca cosas que tengan en común; presta atención y en el transcurso de la conversación seguramente encontrarás muchos puntos de concordancia. El Espíritu Santo te hablará al corazón y te recordará pasajes que has leído en la Palabra o cosas que has experimentado con las que a tu interlocutor resultará fácil identificarse. Dios te indicará cómo establecer un diálogo con la persona y despertar en ella el deseo de conocer a Dios como lo conoces tú. Hacer hincapié en los puntos de coincidencia en lugar de discutir sobre detalles doctrinarios en muchos casos te ayudará a llegar al corazón de quienes se mostrarían reacios a escucharte si te pusieras a predicar dogmáticamente o insistieras en cuestiones no esenciales para la salvación del alma. Explica las cosas con paciencia. Habla con amor sincero. 1 Corintios 13:1. Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Habla con amor. De otro modo tus palabras sonarán huecas como metal que resuena o címbalo (platillo) que retiñe. La bondad ha convertido a más personas que el celo, la elocuencia o los conocimientos.

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Manifiesta el gozo del Señor En ciertas ocasiones, nuestra alegría forma parte de nuestro testimonio. Ocurrió que en un local misionero de Londres, una señora acomodada que desgraciadamente era sorda hacía buen uso de sus riquezas facilitando unos cultos evangélicos excelentes. En una oportunidad un célebre pastor le preguntó: —¿Qué parte toma usted en esta noble obra? —Ah —respondió tranquilamente ella—, recibo y despido a la gente con una sonrisa. Poco después, el pastor vio los buenos frutos de la simpatía de la señora cuando una cuadrilla de obreros entró en el local y mostró agrado al recibir una sonrisa de ella. Quienes dan la impresión de que el Pan de Vida les cae pesado no se lo pueden recomendar a otras personas. 

[Nº5] LLEVAR A LA PERSONA A TOMAR UNA DECISIÓN Llevarla a comprender que necesita de Jesús y que no se puede ser indigna de Él. Lucas 5:31–32. Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. Conviene que tu interlocutor se reconozca pecador para que tome conciencia de que necesita un salvador. Es igual que darse cuenta de que uno está enfermo antes de acudir al médico para que le dé un consejo o le recete un medicamento. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede con una dolencia física, a la gente a veces le resulta difícil tomar conciencia de que su corazón o su espíritu están enfermos o sufren alguna insuficiencia. O puede ser que se dé cuenta de que tiene conflictos, pero culpe de ellos a los demás o a las circunstancias. ―Witnessing‖ part 1, page 30


No es esencial que alguien admita que ha pecado u obrado mal para aceptar a Jesús y la Salvación que Él le ofrece. Basta con que reconozca que no puede resolver sus problemas por su cuenta y que necesita ayuda. De todos modos, admitir que ha cometido errores contribuye mucho a que la persona tome conciencia de que necesita a Jesús. La mayoría de la gente es consciente de que no es muy estupenda. Muchas personas procuran ser íntegras y obrar bien, pero les resulta difícil. Muchos desean ser amables y generosos, e interesarse por los demás, pero les cuesta. Al testificar, procura mencionar —sin ser acusador ni señalar con el dedo— que casi nadie logra estar a la altura de sus expectativas. Es más, que todos hemos hecho cosas que están mal, que son pecado, que hieren a los demás y que justificarían que Dios nos castigara si así lo dispusiera. Solo que en vez de darnos nuestro merecido, Dios opta por perdonarnos, siempre que nosotros aceptemos Su perdón. A eso vino Jesús a la tierra: a tomar nuestro lugar y asumir el castigo que nos merecíamos; a sufrir por nuestros pecados para que no tuviéramos que sufrirlos en carne propia. 

Guíala a tomar una decisión 1 Reyes 18:21a. ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Mateo 22:42a. Diciendo: «¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?» 2 Timoteo 4:2. Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Procura que la persona a quien testificas tome una decisión. Lo ideal, naturalmente, es que acepte a Jesús en su corazón en ese mismo instante. Sin embargo, habrá quienes no estarán listos para eso. En tal caso, procura comprometerlos a que pensarán en el asunto y lo meditarán un poco más; de ser posible, trata de concertar una cita para volver a hablar con ellos, cuanto antes, mejor. «A hierro candente, batir de repente» reza el dicho. Tu objetivo no es necesariamente convencer a la persona de que todo lo que le has dicho es verdad y que todo lo que Jesús le ofrece se hará realidad en su vida si lo acepta. Más bien, procura convencerla de que lo ponga a prueba. Tu interlocutor no tiene que estar convencido del poder de Jesús para dar el paso de aceptarlo. Algunas personas necesitan convencerse por sí mismas. Sí es vital que tenga un poco de fe, aunque no sea más que para pedir a Jesús que se haga parte de su vida; pero aun el menor paso que dé en pos de Él será honrado y toda oración sincera será respondida. Naturalmente, ser un cristiano auténtico entraña mucho más que rezar una sencilla plegaria y querer recibir lo que Jesús ofrece. Pero todo viaje se inicia con un primer paso y a menos que se dé ese primer paso, no se podrá transitar el resto del camino.

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El vendedor que no vendía Cierto metodista laico asistió a la iglesia de una gran ciudad de Ohio durante un viaje de negocios. Después del culto, felicitó al pastor por el mismo y por el sermón. «Pero —dijo el hombre de negocios— si usted fuera uno de mis vendedores le despediría. Se ha sabido ganar mi atención con su presencia, su voz y su estilo; sus oraciones, su forma de leer y razonamientos lógicos han despertado mi interés; ha encendido en mi corazón el deseo de hacer lo que predicaba; pero después... ¡después terminó sin pedirme que hiciera nada al respecto! En los negocios, lo importante es conseguir la firma de los clientes». 

Tiene que ser decisión suya. No se puede obligar a la persona a que tome la decisión. Hay un viejo adagio que dice: «Se puede llevar al caballo al abrevadero, pero no obligarlo a beber». Lo mismo se aplica a la gente. Se le puede indicar la verdad, pero no se puede forzar a abrazarla. La decisión de aceptar a Cristo es asunto de la otra persona; no nuestro. Se le puede conquistar el corazón; pero solamente el Espíritu de Dios puede conquistar su alma, su espíritu. El Señor no dijo: «Id por todo el mundo y salvad a todos». Eso está fuera de nuestro alcance. La Salvación depende de cada uno y de la decisión que tome. No se puede forzar a nadie a tomarla. Es su prerrogativa.

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Para llevar a la persona a tomar una decisión, muéstrale la Palabra Nuestra labor consiste en darle a conocer la Palabra. Cuando le mostramos a alguien Apocalipsis 3:20 y ve que Jesús ha prometido entrar en su vida si se lo pide, Dios mediante Su Espíritu puede aumentar su fe, a fin de que lo crean. Él pueda entrar, pues la Palabra es el fundamento de la fe. Dale a conocer la Palabra. Romanos 10:17. Así que la fe es por el oír y el oír por la Palabra de Dios. Una vez que das a conocer la Palabra a alguien, puede decidir lo que quiera. No pienses que tienes que seguir tratando de convencerla indefinidamente. Le estás ofreciendo una oportunidad increíble, un privilegio sin parangón, el más grandioso que hay en el mundo: la Salvación gratuita, la vida eterna. Si le ofrecieras a alguien un millón de dólares, no le rogarías a esa persona que los tomara. Le dirías: «Toma, ¿quieres un millón de dólares? Son tuyos si los quieres. Extiende la mano y tómalos. Es tu decisión». No se puede imponerle a nadie una decisión de ese tipo. Simplemente limítate a darle a conocer las Escrituras y si no lo aceptan, es decisión suya. Eso no significa que no haya que persistir, no significa que no haya que seguir orando por esa persona y hacer lo que uno pueda por ella. Pero hay que tener un poco de sentido común. No impongas tu punto de vista. No trates de persuadir a personas que no quieren que se las persuada. 

Ora con ella para que acepte al Señor En el caso de quienes respondan que sí y quieran salvarse, reza con ellos. Puedes hacer una sencilla plegaria y pedirles que repitan cada frase. Explica a la persona que no tiene que acudir a un altar, que no tiene que estar de pie ni sentada ni en ninguna posición particular. No tiene nada que ver con la posición corporal ni la inclinación de la cabeza ni si tiene o no los ojos cerrados. Todo radica en la posición del corazón. Si tiene una actitud humilde delante de Dios y sabe que necesita Su ayuda, le basta con aceptar el amor Divino manifestado en Cristo. Jesús promete: Apocalipsis 3:20. He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. El siguiente sería un modelo de una plegaria de salvación: Jesús, te pido que entres en mi corazón. Te ruego que me perdones todo lo que he hecho mal y me concedas el don de la vida eterna. Ayúdame a amarte y a compartir Tu amor y verdad con los demás. Amén. 

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Qué hacer con los que titubean A quienes no se muestran del todo receptivos pero no rechazan de plano al Señor, se les puede plantear el tema de diversas formas. Los vacilantes: Si después de testificarles todavía afirman que no creen en Dios ni en la Biblia, les puede proponer que recen: «Dios —si es que existe Dios en alguna parte—, manifiéstate, revélate». Aunque no crean en la Biblia ni estén convencidos de Jesús, si realmente quieren saber la verdad, la Palabra de Dios promete que el busca encuentra. Él dice: Mateo 5:6. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. b) Quienes tal vez ya sean salvos: En el caso de alguien que cree que ha aceptado a Jesús pero no está seguro, puedes decirle: «Si no estás seguro, ¿porque no te aseguras ahora mismo? Oremos». Enseguida haces con él la plegaria de salvación. c) Quienes no están muy convencidos de que necesitan a Jesús: Puedes preguntarles lo siguiente: «¿Te gustaría poner tu vida en orden, corregir el rumbo que llevas y que todo marche bien y en paz? Jesús es el Espíritu del bien, de la luz y del amor. Él te dará soluciones para todos tus problemas si simplemente le pides que entre en tu corazón». La siguiente oración puede resultar muy apropiada para este tipo de personas: Jesús, necesito ayuda y me han dicho que Tú puedes ayudarme. Hay muchas cosas en mi vida que escapan a mi control. Me han dicho que Tú eres el Espíritu de amor, de luz y de poder. Te ruego que entres en mi corazón y ordenes mi vida. 

d) Quienes se muestran demasiado tímidos para orar: Si alguien se siente incómodo de rezar contigo, dale una oración escrita para que la lea en silencio o proponle que la rece después cuando esté a solas. ―Witnessing‖ part 1, page 34


[Nº6] VISITA Y ATIENDE A QUIENES HAS LLEVADO A CONOCER AL SEÑOR Una vez que alguien ha tomado la decisión de aceptar a Jesús en su corazón, se convierte en un bebé espiritual. Ha llegado, cual recién nacido, al mundo del espíritu; ha cobrado vida espiritualmente. Sin embargo, le queda mucho por crecer y madurar. Para poder crecer, un bebé tiene que alimentarse. El alimento espiritual de un converso cristiano proviene de la Palabra. Un nene también requiere cuidados, necesita el afecto y la ternura de sus padres. De igual modo, el nene espiritual necesita el calor y el cariño que le manifiestan sus padres en el Señor, aquellos que lo condujeron a Jesús. Puede que tú mismo te consideres un principiante, un bebito en sentido espiritual o al menos un niño pequeño, o en el mejor de los casos, un adolescente. Pero cuando uno encara la labor de testificar y atender a los demás, en cierto modo se ve obligado a madurar, a convertirse más rápidamente en adulto; porque esas personas ahora dependen de uno para que las oriente y las ayude a desarrollar sus aptitudes espirituales, y para que les enseñe cómo y dónde hallar el alimento espiritual que precisan. Guía a tu niño a través de las etapas de crecimiento por las que tú pasaste cuando eras nuevo en el Señor. Enséñale a tu flamante hermano o hermana menor lo que tú sabes. En los casos en que no sepas algo en particular, refiérelo a quienes te orientan y te aconsejan espiritualmente. 2 Timoteo 2:2. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Estimula al nuevo creyente a aficionarse a la Palabra de Dios y a cultivar una conexión personal con el Señor. No tienes por qué cargar con todo el peso de su cuidado y maduración, pero sí asumir la tarea de velar por que encuentre lo que necesita, es decir, el alimento de la Palabra de Dios, amén de ofrecerle compañerismo en la fe y apoyo moral. Aunque alguien se encuentre en una situación en la que no cuente con nadie en quien apoyarse o a quien pedir consejo, si tiene una Biblia o publicaciones basadas en la misma y el deseo de leer, estudiar y aplicar lo que aprende de la Palabra, puede hacer progresos firmes y en algunos casos, rápidos.

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Más consejos prácticos

Si se trata de alguien a quien no conoces personalmente, pregúntale si le gustaría volver a reunirse contigo para recibir algunas clases e informarse más. Pídele su dirección y número de teléfono para puedan volver a encontrarse o para que le puedas enviar algún impreso por correspondencia o un e-mail. Anímalo a subscribirse a la revista Conéctate o regálale una para que la vaya conociendo y pueda decidirse después. Una vez que hayan terminado el curso de las 12 Piedras Fundamentales ustedes mismos pueden impartírselo a otras personas. Hablaremos más de esto al final del curso.

[Nº7] ORA POR LAS PERSONAS

No dejes de orar por la gente que conoces y a quien testificas. La oración es muy eficaz. Ya si aceptan al Señor contigo, ya si no, de todos modos ora por ellos. Si alguien no rezó contigo —tal vez porque no hayas tenido ocasión de profundizar mucho en la testificación o porque tu interlocutor no estaba listo para tomar esa decisión—, no dejes de orar por él, para que la semilla sembrada en su corazón por medio de la testificación lleve fruto a la larga. 

Suficiente interés como para orar Thomas Johannes Bach, célebre misionero, estadista, pionero de las misiones de Sudamérica y durante casi veinte años director general de la Misión de la Alianza Evangélica, cuya devota vida influyó profundamente en miles de personas de diversas partes del mundo, evocaba muchas veces el encuentro «casual» que tuvo en las calles de Copenhague, Dinamarca. Cuánta irritación la causaba la osadía de aquel delgado muchachito danés que le ofrecía un folleto. —¿Tendría la bondad de aceptar este folleto? Contiene un mensaje dirigido a usted. ―Witnessing‖ part 1, page 36


—¡No me vengas con mensajes! ¿Por qué molestas a los demás con tu religión? Soy perfectamente capaz de cuidarme solo. Aquella muestra de mal genio por parte del fogoso estudiante de ingeniería de cabellos rojizos no inmutó al joven, que no dejaba de extenderle aquella hoja de papel. Johannes le arrebató el folleto, lo hizo pedazos, lo arrugó y se lo guardó en el bolsillo. Bach, todavía irritado —pero sorprendido— ante el silencio del joven, no pudo resistir el deseo de observarlo un rato más. Vio algo que nunca olvidaría. El joven danés se metió en un portal cercano, juntó las manos, cerró los ojos y se puso a rezar. Johannes quedó atónito al ver cómo le rodaban algunas lágrimas por la mejilla. Cincuenta y nueve años más tarde en Copenhague, el anciano misionero, escritor y maestro de setenta y dos años, acudió al mismo lugar donde le habían dado aquel papelito y dio gracias a Dios por el joven danés que se había interesado por su alma. También debes orar periódicamente para que se salven tus seres queridos. El Señor responderá tus plegarias. Puede que no veas la respuesta enseguida, pero no dejes de rezar. Puedes invocar la promesa que hizo Pablo a su carcelero: 

Hechos 16:31. Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Ora por tus seres queridos Durante muchos años, la madre de Tom Carter oró para que su hijo se salvara y se convirtiera en predicador. Su hijo era un pecador impío que había acabado con sus huesos en la cárcel. Pero aun así, su madre siguió orando por él con la certeza de que Dios respondería a sus oraciones. Un día recibió un telegrama que le informaba de la muerte de su hijo. La mujer se quedó perpleja por unos minutos. Luego fue a su habitación y allí abrió la Biblia y oró al Señor del siguiente modo: «Dios mío, he creído las promesas que me hiciste en Tu Palabra. Creí que llegaría a ver el día en que Tom se salvara y se dedicara a predicar el evangelio. Ahora un telegrama me informa de su muerte. Señor, ¿cuál de las dos cosas debo creer, este telegrama o Tu Palabra?» Entonces se levantó y envió un telegrama a la prisión: «Debe de haber un error. Mi hijo no ha muerto». Y en verdad había un error. Tom Carter estaba vivo. Poco tiempo después, encontró la Salvación y cuando salió de la cárcel, llegó a ser un gran predicador que convirtió muchas almas al Señor. No dejes de orar por las personas que aceptan al Señor contigo. Pide que Él obre en su vida y los acerque a Él; que incremente su fe; que den los pasos necesarios para crecer en la fe. Ora también por cualquier necesidad específica que tengan. Recordarlos en tus oraciones es algo que puedes y debes hacer, así te encuentres con ellos o no. 

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Orar por los nuevos conversos: Ejemplos de los primeros cristianos Colosenses 1:9–12. También nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de Su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz. 2 Tesalonicenses 1:11-12. Asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de Su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con Su poder, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en Él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. 

Revisión de los 7 pasos LOS SIETE PASOS DE LA TESTIFICACIÓN [Nº1] ENCUENTRA A ALGUIEN A QUIEN TESTIFICAR  Hay diversas formas de abordar a quien se quiere testificar según se trate de alguien conocido o de un extraño. [Nº2] HAZ PREGUNTAS  Demuestra interés por la persona haciéndole preguntas acerca de ella y de su vida.  Saca a colación acontecimientos y tendencias de actualidad para despertar su interés.  Siempre que sea posible, testifica en un lugar tranquilo. [Nº3] ESCUCHA  Conviene sonsacar a la persona para que te abra el corazón; escúchala y déjala desahogarse.  Cuando testificamos somos médicos de almas. Escucha a tu interlocutor y averigua cuáles son sus problemas. [Nº4] COMUNÍCALE LAS SOLUCIONES Y RESPUESTAS DIVINAS  Exprésale las respuestas divinas en tus propias palabras y al mismo tiempo enseñándoles directamente la Palabra de Dios.  Cuéntale tu testimonio personal, háblales de lo que el Señor ha hecho por ti.  Ilustra con anécdotas lo que quieres decir.  Al testificar, emplea la Palabra.  Haz que tu interlocutor lea la Palabra.  Tienes que conocer lo suficiente la Biblia como para encontrar los versículos acertados.  Testifica con sencillez. ―Witnessing‖ part 1, page 38


  

Juan 3:16 es todo lo que necesitas saber para conquistar almas para el Señor. Haz hincapié en Jesús. Procura encontrar puntos de coincidencia. Trata de convencer con amor. No discutas. Evita las confrontaciones.

[Nº5] LLÉVALO A TOMAR UNA DECISIÓN  La persona tiene que darse cuenta de que necesita a Jesús.  Trata de llevarla a una decisión.  Tiene que ser su decisión. No puedes obligarla a decidir.  Ora con él / ella para que acepte a Jesús.  En cuanto a los que se muestran vacilantes, ora por ellos o con ellos, adecuando la oración a cada caso. [Nº6] VISITA Y ATIENDE A QUIENES HAS LLEVADO A CONOCER AL SEÑOR  Recomienda a los nuevos conversos que lean la Palabra para crecer en la fe.  Enséñales a encontrar los consejos espirituales y la orientación que necesitan. [Nº7] ORA POR LAS PERSONAS  Ora que quienes aún no se han salvado acepten al Señor.  Ora que tus seres queridos acepten al Señor.  No dejes de orar para que aquellos a quienes has ayudado a conocer al Señor, estrechen su relación con Él.

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Cambia el mundo Por David Brandt Berg Allá por 1913, un joven de unos veinte años recorrió a pie la Provenza, región del sur de Francia. En aquel tiempo esa comarca estaba muy yerma y abandonada. Había quedado poco menos que devastada por la explotación forestal y agrícola desmedida. Por carecer de árboles que lo asentaran, el suelo había sido desgastado por las lluvias. Toda la zona se había tornado árida y estéril. Debido al mal estado del terreno ya no se cultivaba mucho allí. Los pueblos se hallaban en estado decadente y ruinoso, y casi todos los aldeanos se habían marchado. Hasta la fauna había emigrado ante la falta de árboles que casi había hecho desaparecer la maleza. Los recursos alimenticios eran escasos, y quedaban muy pocos arroyos. Una noche el muchacho llegó a la humilde cabaña de un pastor que, a pesar de sus canas y sus cincuenta y tantos años, se conservaba muy robusto. El joven se acogió a la hospitalidad de aquel amable pastor. Pernoctó allí y terminó quedándose varios días. Observó con curiosidad que cada noche su anfitrión pasaba varias horas a la luz de una lámpara clasificando diversos tipos de frutos secos, como bellotas, avellanas y castañas. Con gran concentración los examinaba, los iba colocando en hileras, los comparaba y separaba los que a su juicio estaban en mal estado y no servían. Terminada su tarea, guardaba en su morral los que había seleccionado. Por la mañana llevaba sus ovejas a pastar e iba sembrando por el camino. Daba unos pasos e, hincando con firmeza en el suelo la punta de su cayado, hacía un hueco. Dejaba caer en él una semilla y lo cubría de tierra con los pies. Luego daba unos pasos más, volvía a clavar su vara en el suelo y dejaba caer otra semilla. A lo largo del día recorría aquella comarca apacentando sus ovejas. Cada jornada recorría una zona diferente —todas ellas prácticamente despobladas de árboles— y a su paso sembraba bellotas, avellanas, castañas y nueces. El joven forastero observaba al pastor sin comprender qué se proponía. Finalmente le preguntó: —¿Qué hace? —Como verá, joven, siembro árboles —repuso el pastor. El muchacho volvió a inquirir: —Pero... ¿para qué? Esos árboles tardarán muchísimos años en crecer y serle de provecho. ¡Puede que ni viva para verlos! —Ya sé —respondió el pastor—, pero algún día le serán de provecho a alguien y contribuirán a devolverle a la tierra su fertilidad. Quizá no lo vea yo, pero sí mis hijos. El joven se maravilló de la previsión, el desinterés y la iniciativa que mostraba el pastor al preparar el terreno para generaciones venideras sin tener la menor certeza de que llegaría a ver o cosechar el fruto de su labor. Veinte años después, aquel excursionista —ya de cuarenta y tantos años— volvió ―Witnessing‖ part 1, page 40


a visitar la región. Quedó boquiabierto ante lo que vio: un extenso valle totalmente cubierto por un bellísimo bosque natural en el que prosperaban árboles de todas las variedades. Naturalmente, eran ejemplares jóvenes, pero árboles al fin y al cabo. El valle entero había revivido. La hierba había recobrado su verdor. La fauna volvía a poblar la zona, la maleza había crecido, el suelo había recuperado la humedad y los agricultores labraban nuevamente la tierra. El viajero sintió curiosidad por saber qué habría sido del anciano pastor, y se quedó sorprendido al descubrir que seguía vivo y fuerte como un roble. Aún residía en su cabañita, y no había abandonado su costumbre vespertina de clasificar frutos secos. El visitante se enteró además de que poco tiempo antes había llegado de París una comisión de parlamentarios para ver lo que a su juicio era un bosque natural que había surgido por milagro. Luego averiguaron que había sido obra de aquel solitario pastor, quien diariamente, año tras año, había sembrado bellotas, avellanas, castañas y otras semillas. Gracias a ello, todo el valle se había cubierto de un manto de vegetación y de hermosos árboles jóvenes. Tan impresionados quedaron los parlamentarios que a su regreso a la capital votaron en la Asamblea Nacional para que se le otorgara una pensión vitalicia en señal de agradecimiento por haber reforestado toda aquella región sin ayuda de nadie. El visitante manifestó su sorpresa por la transformación que se había producido: además de los magníficos árboles, había resurgido la agricultura, la fauna había retornado y la flora se veía exuberante. Las pequeñas granjas prosperaban y la actividad había vuelto a las aldeas. ¡Qué contraste con el cuadro de ruina y abandono que había visto veinte años antes! Gracias a la previsión, la diligencia, la paciencia, la abnegación y la constancia de un solo hombre, que perseveró haciendo lo que estaba a su alcance, la prosperidad había vuelto a aquella región. De modo que si a veces te sientes impotente al ver la situación en que se encuentra el mundo, ¡no te dejes vencer! Dicen que son los grandes imperios, los gobiernos, los ejércitos y las guerras los que producen alteraciones en el curso de la Historia y cambian la faz de la Tierra. De ahí que a veces nos deprimamos y pensemos que no somos nada o que nada podemos hacer. La situación nos parece irremediable y nos da la impresión de que una sola persona nada puede hacer para mejorar las cosas. Terminamos creyendo que ni vale la pena intentarlo, que de nada sirve malgastar esfuerzos. Pero como demostró al cabo de varios años aquel humilde pastor, ¡un solo hombre puede transformar el mundo! Tal vez no consigas cambiar el mundo entero, pero al menos puedes modificar el ámbito en que vives. ¿Por qué no empiezas por renovar tu propio corazón, tu mente, tu espíritu, tu vida, dando cabida a Jesús, leyendo Su Palabra y poniendo en práctica Sus principios? Por el solo hecho de cambiar tu vida, tu hogar, tu familia, habrás cambiado todo un universo, ¡el tuyo! Luego tú y tu familia pueden ayudar a hacer lo mismo por sus vecinos y amigos, sus compañeros de trabajo o de estudios, los comerciantes, las visitas y toda persona con quien traben relación cada día. Pueden hacer un esfuerzo por acercarse a un alma solitaria y necesitada de afecto, que busque la verdad, que ansíe sentir que alguien se interesa por ella, que busque algo sin saber a ciencia cierta qué es. Gente que busca afanosamente alcanzar la felicidad y llenar su alma vacía, yerma y sedienta por falta del agua de la Palabra de Dios y del cálido amor que Él nos brinda. ―Witnessing‖ part 1, page 41


Puedes empezar de forma individual, tú solo o con tu familia, sembrando cada día semillas de la verdad en este y en aquel corazón. Una forma de hacerlo es distribuir o recomendar publicaciones cristianas a las personas que conozcas, a fin de ayudarlas a entender la Palabra de Dios. Con paciencia, se puede implantar en un corazón vacío la verdad contenida en la Palabra de Dios y cubrirla con la calidez de Su amor. Luego no resta más que confiar en que el Espíritu Santo —el inefable sol del amor divino— y el agua de las Palabras de Dios produzcan el milagro de una vida nueva. Puede que al principio no parezca más que una diminuta yema, una ramita insignificante o un simple retoño. ¿Qué diferencia hace eso en una vasta extensión de tierra? ¿Qué es eso comparado con el inmenso bosque que hace falta? Pues bien, es el comienzo. Es el milagro de la gestación de una vida nueva que con el tiempo crecerá y florecerá hasta convertirse en un árbol majestuoso, grande y robusto. Quizás hasta dé origen a un mundo completamente nuevo. ¿Por qué no intentarlo? Si perseveras en ello —como el anciano pastor cuyos esfuerzos premió el gobierno—, un día de éstos, cuando llegue el momento de tu retribución, Dios te recompensará. Te dirá: "¡Bien, buen siervo y fiel! Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor." (Mateo 25:21.) ¡Sí puedes cambiar el mundo! Comienza hoy mismo. Transforma tu vida, la de tu familia, la de tu hogar, tus vecinos, tu ciudad. Transforma tu país. ¡Cambiemos el mundo! (Extracto del artículo original del mismo título escrito por David Brandt Berg. El artículo completo, junto con otros sobre diversos temas, se ha publicado en el libro Atrévete a ser diferente.)

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12 Piedras Fundamentales – Suplemento de apuntes para la clase 10A

Siete pasos Testificación, 1ª parte Objetivo: Aprender a testificar. Versículos clave Marcos 16:15. Les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura». 2 Timoteo 4:2a. Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Juan 12:32. (Jesús dijo:) Y Yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a Mí mismo. Lecturas recomendadas de la Biblia –11, 20

PLEGARIA Y ALABANZA: «AYÚDAME A TESTIFICAR» Te agradezco, Jesús, todo lo que me has dado: la salvación, el Espíritu Santo, Tu Palabra, una vida plena de amor. Ayúdame a «amar a mi prójimo» testificando y hablando a los demás de Ti y de Tus Palabras. Te ruego que me des un corazón compasivo por quienes no te conocen y que tenga deseos de darte a conocer ante ellos. Ayúdame a manifestar Tu amor e interés por las personas a quienes testifico, Jesús. Quiero mostrarte a Ti, no a mí mismo; hablar Tus Palabras, no las mías. Ayúdame a hacer a un lado mis conflictos y a interesarme por los demás a fin de llevarlos a conocerte. Ayúdame a no ser tímido ni retraído, sino a dejar que Tú resplandezcas en mí y a través de mí. Te doy gracias por la suprema vocación que me has dado: ser testigo Tuyo. Ayúdame a obedecer Tu mandamiento de predicar el Evangelio a toda criatura. (Marcos 16:15.)

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<Reflexión> A modo de comparación, podríamos decir que conocer a Jesús es como poseer el remedio para el cáncer. Si tú conocieras el remedio para el cáncer y no se lo dijeras a nadie, si te lo guardaras y no se lo dieras a conocer al mundo, serías un perfecto egoísta. Pues bien, posees el remedio para enfermedades mucho más graves y de mayor alcance que el cáncer. Conoces el remedio para la desdicha, el abandono, el miedo, todas ellas enfermedades que afligen a millones o miles de millones de personas, muchas más de las que han sufrido o sufrirán alguna vez el cáncer. Si no compartieras ese remedio con la gente, estarías fallando a Dios, a los demás y a ti mismo. Ese remedio es lisa y llanamente Jesús. Además, Él hace mucho más que curar la enfermedad: ofrece perdón de pecados y vida eterna a quienes lo aceptan. ¿No te gustaría dárselo a conocer a los demás?

CONOCIMIENTOS DE LA BIBLIA: EL LIBRO DE LOS PROVERBIOS Los proverbios son un compendio de máximas sapienciales que nos instruyen sobre la vida, la conducta, el pensamiento, el habla, etc., con particular acento en lo que está bien y en lo que está mal. Son pautas útiles para aplicar en la vida. El Libro de los Proverbios fue escrito o compilado en su mayor parte por el rey Salomón, hijo del rey David. Sin embargo, también contiene sabias sentencias de otros reyes y hombres célebres. En muchos proverbios Salomón no hizo más que reiterar principios de sabiduría de todos los tiempos, impartidos por Dios a hombres de todas las épocas. Se ha dicho que es de sabios aprender por experiencia, pero aún más de sabios, de la experiencia ajena. El Libro de los Proverbios es un excelente medio para aprender de la experiencia ajena. «Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo» (Proverbios 1:5). La sabiduría auténtica entraña humildad y receptividad de corazón. Proverbios 9:9 dice: «Da al sabio, y será más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber». Los proverbios son pautas muy útiles para aplicar a la vida cotidiana. El libro contiene el clásico ejemplo sobre la importancia de no guiarse por esquemas ni estereotipos sino por el Espíritu del Señor al momento de leer y aplicar los preceptos bíblicos. Un versículo dice: «Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él»; y el siguiente reza: «Responde al necio como merece su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión» (Proverbios 26:4–5). No es que esos dos versículos sean contradictorios, sino que la Palabra de Dios ofrece diversas pautas para aplicar según la situación. El Señor espera que nosotros, mediante la guía de Su Espíritu Santo y nuestro conocimiento general de Su Palabra, «usemos bien —como claramente lo indicó S. Pablo— la Palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15). Muchos se apacientan leyendo un capítulo del libro de los Proverbios todos los días. Resulta por demás bastante conveniente, pues el libro contiene 31 capítulos, correspondientes a cada día del mes. A lo largo del mes se puede leer un capítulo diario —sea a la mañana o a la tarde— de los Proverbios a modo de breve estudio devocional. ―Witnessing‖ part 1, page 44


EJEMPLOS DE PLEGARIAS Para quienes quieren aceptar a Jesús Jesús, te pido que entres en mi corazón. Te ruego que me perdones todo lo que he hecho mal y me concedas el don de la vida eterna. Ayúdame a amarte y a compartir Tu amor y verdad con los demás. Amén. --Padre Celestial, te ruego que me perdones todas mis malas acciones. Me arrepiento de ellas y quiero recibirte en mi corazón por medio del amor de Tu Hijo, Jesús. Ayúdame a amarte y a amar a los demás, para ser feliz yo y hacer felices a los demás. Lléname de Tu Espíritu Santo. En el nombre de Jesús, Tu Hijo. Amén. --Jesús, creo sinceramente que eres el Hijo de Dios, que entregaste la vida por mí y resucitaste de los muertos. Necesito que Tu amor me purifique de todos mis fallos y malas acciones; que Tu luz disipe las tinieblas de mi vida, y que Tu paz me llene y satisfaga el corazón. Te abro ahora la puerta de mi alma y te pido, Jesús, que entres en mí y me concedas el don de la vida eterna. Te agradezco por haber sufrido por mis pecados y por escuchar mi oración y perdonarme. Gracias, también por la promesa del Espíritu Santo. Te ruego que me llenes de Tu Espíritu. Amén. Para quienes no están muy convencidos de que necesitan a Jesús Jesús, necesito ayuda. Me han dicho que Tú puedes ayudarme. Hay muchas cosas en mi vida que escapan a mi control. Me han dicho que Tú eres el Espíritu de amor, de luz y de poder. Te ruego que entres en mi corazón y pongas todo en orden.

TESTIFICA EN TODO MOMENTO Y LUGAR

Cierto empresario llegó al aeropuerto de una gran ciudad y se dio cuenta de que faltaba una hora y veinte minutos para la partida de su siguiente avión. Pensó: ¿Qué servicio podré prestar al Señor en este lugar? ―Witnessing‖ part 1, page 45


Llevaba consigo un montón de folletos evangélicos. Dentro de cada uno, metió una de sus tarjetas. A continuación le dio uno a cada hombre que estaba esperando su avión. Pero no se limitó a repartirlos. Por el contrario, le decía a cada uno: «Disculpe. Aquí tengo un folletito que explica cómo se puede recibir a Cristo. Dentro lleva mi tarjeta de visita. Me gustaría que lo leyera, y si hay algo que quiere saber, estaré sentado por allí. Tengo un poco de tiempo antes que parta mi avión. Además, si me quiere escribir, ahí tiene mi dirección». Al cabo de la hora y veinte minutos se había formado toda una fila de personas para hacerle preguntas con la finalidad de conocer más de Jesucristo y abrazar el cristianismo. Ahí no acabó todo: durante varias semanas el hombre de negocios no dejó de recibir cartas de aquellas personas gracias a las tarjetas de visita adjuntó a los folletos. --Un pastor pasaba por unos grandes almacenes e hizo caso de un impulso repentino de hablar con el dueño. Le dijo: —He hablado con usted de alfombras y de camas, pero nunca de mi trabajo. ¿Me concede unos minutos? El dueño lo condujo a su despacho y el pastor sacó el Nuevo Testamento e hizo que se fijara en pasaje tras pasaje, instándolo a recibir a Cristo. Finalmente, comenzaron a rodar lágrimas por la cara del comerciante, que le dijo: —Tengo 70 años, nací en esta ciudad y más de 100 pastores y 500 personalidades eclesiásticas tratan conmigo sobre cuestiones de negocios. Pero usted es el único que me ha hablado de mi alma. --Hace muchos años en Shanghai, China, era frecuente ver a cuatro o cinco culis tirando de una carreta muy cargada. En terreno llano no tenían mayor dificultad, pero cuando se veían obligados a subir un puente, muchas veces les resultaba difícil tirar de la carreta. Mientras cruzaba un puente, vi a un caballero chino bien vestido a quien conocía, que ayudaba a mover una carreta atascada. Tiraba de una cuerda para echar una mano y subir la carreta a lo alto del puente. Aquello debió de causar no poca sorpresa a los transeúntes y no digamos a los culis. Mi amigo me alcanzó un rato después y me contó: —Estoy muy interesado en la clase trabajadora. —Sí —le dije—, acabo de ver que demuestra mucho interés. Me respondió: —A eso me dedico; siempre que veo que no pueden tirar de su carga, los ayudo a subirla, y luego tengo la oportunidad de predicarles un rato el Evangelio. Les digo: «Si los he ayudado es porque soy cristiano, porque amo a Jesús». Y si veo una carretilla volcada en la calle (lo cual es muy frecuente), le ayudo al hombre a recoger su carga y luego le predico el Evangelio.

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PRUEBA DE LA CLASE 10A, «TESTIFICACIÓN: SIETE PASOS», DE LAS 12 PIEDRAS FUNDAMENTALES NOMBRE:

FECHA:

1.

¿Cuál es la «Gran Misión» o el «Gran Mandato»? (Marcos 16:15)

2.

¿Jesús encomendó la «Gran Misión» a ciertos seguidores selectos o a todos los cristianos?

3.

¿Por qué debemos testificar? Esgrime un argumento que te motive a ti a hacerlo.

4.

¿Qué nos da el Señor como recompensa por testificar? (Pistas: Daniel 12:3, 1 Corintios 3:8b)

5.

¿Cómo se puede emplear la Palabra (la Biblia) al testificar? (Pistas: Juan 20:31, Hechos 17:2-3)

6.

¿Por qué piensas que Jesús recurría con tanta frecuencia a parábolas para transmitir Sus enseñanzas? ―Witnessing‖ part 1, page 47


7.

¿Repasas los versículos que memorizas o marcas en tu Biblia los versículos clave que te pueden servir para testificar?

8.

¿Cuál es el versículo más importante que conviene saber para conquistar a alguien para el Señor?

9.

¿Qué debes hacer si alguien a quien testificas se muestra en desacuerdo contigo? (Pista: 2 Timoteo 2:23-25)

10.

Supón que le has testificado a alguien y ahora está listo para aceptar al Señor. Escribe una plegaria de Salvación que podría repetir contigo.

11.

Si una persona se muestra tímida o renuente al momento de rezar, ¿qué puedes hacer?

12.

¿Qué podemos hacer para superar la timidez que a veces nos embarga antes de testificar? (Pista: Hechos 1:8)

13.

A continuación enumeramos los siete pasos para testificar con eficacia. ¿Puedes colocarlos en el orden debido? Da las respuestas de Dios/Lleva a la persona a tomar una decisión/Haz preguntas/Busca a alguien a quien testificar/Atiende a quienes conduces al Señor/Ora por las personas/Escuchar 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

¿HUBO ALGO DE LA CLASE QUE NO ENTENDISTE BIEN O QUE TE SUSCITÓ INTERROGANTES? DE SER ASÍ, EXPLÍCALO A TU GUÍA.

―Witnessing‖ part 1, page 48


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