12PF Clase 11a: Los Primeros Dos Pasos Para Vencer

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Curso Básico Bíblico LAS 12 PIEDRAS FUNDAMENTALES

CLASE 11A: 3 PASOS PARA VENCER (Pasos 1 y 2 ) © La Familia Internacional Editado por http://audioconectate.net Junio de 2011


(Clase 11A-1 BÁSICA) Superar conflictos, 1ª parte TRES PASOS PARA VENCER (1ª parte)

INTRODUCCIÓN El dolor es común a todos los seres humanos Entre las parábolas que repiten los maestros chinos figura la de una mujer que perdió a su único hijo. Estaba atormentada por el dolor. Hizo de su pena un muro de lamentación. Por fin acudió a ver a un viejo filósofo lleno de sabiduría, que le dijo: «Te devolveré a tu hijo si me traes unas semillas de mostaza. Sin embargo, las semillas deben proceder de un hogar donde nunca haya habido ninguna pena». Rápidamente se lanzó a buscar las semillas, y se fue de casa en casa. En cada una de ellas le dijeron que habían perdido a algún ser querido. «Qué egoísta he sido en mi aflicción —reflexionó—. El dolor es común a todos los seres humanos».

LOS VAIVENES DE LA VIDA 

Ser alegre Dios no es un Dios triste. Es un Dios alegre, que quiere que seamos felices. La Biblia dice: Salmo 144:15. Bienaventurado el pueblo que tiene esto; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor. Aunque de cuando en cuando todos enfrentamos dificultades y problemas, tenemos mucho de qué alegrarnos. Tenemos soluciones porque conocemos al gran dador de soluciones: Jesús.

Las pruebas son inevitables Aunque el Señor quiere que seamos felices, hay momentos en que no resulta tan fácil. Algunas personas piensan que en el momento de aceptar a Jesús se acabaron todos sus problemas y que a partir de entonces, todo va a marchar de maravilla. Salvarnos no nos hace exentos de problemas y contrariedades. Un adagio reza: «No hay testimonio sin prueba ni triunfo sin dificultad ni victoria sin batalla». Jesús vertió Su sangre y murió en la cruz para salvarnos. Él ganó la batalla librada por nuestra vida eterna. Pero cuando de nuestra vida cotidiana se trata, todos tenemos batallas que librar. ¿Qué pasaría si un soldado dijera: «Me enrolé en el ejército. ¿Por qué habría de combatir?» Si ese es precisamente el motivo por el que alguien se enrola: para


combatir. Y nosotros estamos en una guerra espiritual en la que el Diablo nos va a presentar batalla. 1 Timoteo 6:12. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. 2 Timoteo 2:3–4. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. Un viejo axioma militar que data de la Primera Guerra Mundial dice: «El enemigo no abre fuego hasta que sales de la trinchera». El enemigo no sacó la artillería pesada y te soltó una bolea de munición hasta que saliste de la trinchera y te lanzaste al ataque sobre su territorio. Ahora que transitas por el sendero del servicio al Señor, es de esperarse que enfrentes batallas. TIPOS DE DIFICULTADES Podemos dividir nuestras pruebas o dificultades en tres categorías principales: los de orden físico; los causados por nuestros errores o por actos intencionados o impremeditados o por terceros; y los ataques espirituales exteriores. 

(1) Complicaciones de orden físico La mayoría de la gente sufre debilidades, limitaciones o dolencias físicas en algún momento u otro, o quizás estamos escasos de dinero o padecemos alguna otra carencia material. Filipenses 4:12. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Eso lo escribió el apóstol Pablo, así que evidentemente él pasó por lo mismo.

(2) Las debilidades de la naturaleza humana Romanos 7:18–19. Yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Hebreos 12:1b. […] Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,. El Señor nos creó a cada uno con características diferentes y ha dispuesto que tengamos nuestros defectos particulares, que no son otra cosa que debilidades de la naturaleza humana, fallos y defectos, como el egoísmo, la pereza y la envidia. Los «pesos y pecados que nos asedian», y con los cuales tenemos que lidiar todos los días. Eso nos mantiene en forma, espiritualmente hablando, pues hace que sigamos siendo combativos y nos obliga a depender del Señor.


También estamos sujetos a sufrir problemas a causa de los actos de terceras personas, ya sean intencionados o no. Puede que se demore el bus y eso nos haga llegar tarde a una cita. Tal vez alguien nos pidió prestado algo y no nos lo devolvió. Los ejemplos son interminables. 

(3) Los ataques espirituales Luego están los ataques externos. El Diablo procura derrotarnos, obstaculizarnos y desmoralizarnos. Ya somos salvos. Le pertenecemos al Señor para siempre. Pero el Diablo nos teme y sabe que a causa de ti y de tu testimonio, otros se le escaparán de sus garras. ¿Qué hace entonces al respecto? Trata de contrariarnos y detenernos. Y una de sus armas preferidas es el desaliento. Gracias a Dios que tenemos la solución: la fe. Más adelante en la clase vamos a profundizar en el tema de cómo desbaratar las maquinaciones del Diablo, pero por ahora, nos basta con recordar que ya somos vencedores: 1 Corintios 15:57. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.

NO HAY NINGUNA PRUEBA QUE NO PODAMOS SOPORTAR Todos pasamos tribulaciones. Ya sea que enfrentemos pruebas a causa de ataques espirituales, o lidiemos con nuestras debilidades humanas o problemas de orden físico o material, todos padecemos dificultades. Eso sin mencionar los errores que cometemos o los sufrimientos que nos ocasionan los errores de los demás, etc. Cualesquiera que sean las contrariedades a las que te enfrentes, recuerda siempre que el Señor está contigo y tiene para ti la victoria. Los avatares de la vida sí pueden superarse confiando en Él y acudiendo a Él en busca de ayuda. La Palabra de Dios nos promete:


1 Corintios 10:13. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. Si alguna vez te sientes abandonado y solo, que eres el único que está pasando por tantas dificultades y que por culpa de tus errores atraviesas peores momentos que el resto de la humanidad, recuerda que muchas otras personas se han sentido igual alguna vez. Y así y todo, han salido adelante. El Señor no te va a dificultar las cosas más de lo que eres capaz de sobrellevar. Siempre te dará una salida. 

Pruebas de fuego: ¿Cómo reaccionamos? 1 Pedro 4:12. Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese. 1 Pedro 1:7. Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro que es perecedero, aunque se pruebe con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. A veces el Señor permite que nos sucedan ciertas cosas que no entendemos para ponernos a prueba. Nos hace pasar por los fuegos purificadores que suponen esas pruebas. Ciertas cosas nos sobrevienen para mantenernos estrechamente ligados al Señor: las enfermedades, dificultades y problemas. En otros casos ocurren para acercarnos a los demás. En otros más, para mantenernos humildes. A veces suceden para llevarnos a orar. Hay toda suerte de motivos por los que tenemos contrariedades. Lo cierto es que las pruebas y tribulaciones nos hacen bien. Ya hablaremos de eso más adelante. El dolor, los sufrimientos, los sacrificios y pesares que nos aquejan sacan a relucir lo mejor de nosotros: la dulzura, la compasión, la ternura, la humildad, el amor y la consideración por los demás. Eso siempre y cuando amemos al Señor y acudamos a Él en medio de nuestras penalidades. Él nos dice: 1 Pedro 4:19. Los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien. Si a raíz de nuestras tribulaciones aprendemos y maduramos, en lugar de amargarnos nos volvemos mejores. «Gracias a Dios por esta silla de ruedas» El Dr. Hubert Davidson había ido a visitar a la famosa poetisa Myra (pronúnciese Maira) Brooks, autora de la obra titulada El toque del Maestro. Cuando ya se marchaba, Myra dio una palmadita en el brazo de su silla de ruedas, al tiempo que exclamaba: «¡Y gracias a Dios por esto!"» ¡Qué llamativo, que se mostrara agradecida por una silla de ruedas! Pero la verdad es que su talento había permanecido oculto en la época anterior a la silla de ruedas. En vez de dejar paso a la amargura, ella escogió un camino mejor. A raíz de ello, un maravilloso


ministerio abrió nuevas sendas de bendición para ella. Sus poemas han sido una inspiración para el mundo entero. 

Una relación más estrecha con Jesús Salmo 55:22. Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo. Recuerda que cualesquiera que sean las dificultades a las que te enfrentes, ellos pueden traducirse en una relación más estrecha y profunda con el Señor. Cuando estás en apuros y clamas pidiendo ayuda, Él te responde. Y cuando le des ocasión de consolarte, orientarte y guiarte, Su presencia se hará vívida y real. Por muchas tribulaciones que sufras, Él estará contigo para ayudarte, consolarte y darles propósito y sentido. Hebreos 13:5. Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque Él dijo: «No te desampararé, ni te dejaré».

Tres pasos para vencer Cualquiera que sea el origen de lo que te aflige o te perjudica, si pones en práctica lo que ya has aprendido a lo largo de nuestras clase, darás con la solución. En términos generales podríamos decir que la solución es «permanecer estrechamente ligado al Señor». Eso es cierto, pero nos parece que resultaría útil ser un poco más específicos. Sean cuales sean tus dificultades, si sigues estos pasos con oración, tienes garantizada la victoria. Paso 1. Determina cuál es el problema Paso 2. Encuentra la solución Paso 3. Sigue adelante


(Clase 11A-2 BÁSICA) Superar conflictos, 1ª parte TRES PASOS PARA VENCER (1ª parte)

PRIMERO: DETERMINAR CUÁL ES EL PROBLEMA El primer paso es determinar la naturaleza del problema. 

a) PREGUNTA AL SEÑOR ACERCA DE TU IMPEDIMENTO Cuando alguien se enfrenta a una crisis o dilema, prueba o privación —sea de la naturaleza que sea—, ¿qué es lo primero que debe hacer? ¿Quejarse? ¿Alterarse y enojarse porque las cosas no salen de acuerdo a lo esperado? Por supuesto que no. Cuando las cosas no nos van bien, independientemente de cómo nos sintamos, una de las primeras cosas que debemos hacer es preguntar al Señor cuál es el origen o causa del problema o dificultad, si nosotros mismos hemos cometido algún error y qué enseñanzas quiere Él que saquemos al asunto. Puede haber muchos motivos por los que ha surgido una dificultad. Seas tú o no el causante de ella, siempre conviene tomar tiempo para orar y preguntar al Señor por qué sucede tal o cual cosa. Es provechoso tener en cuenta al Señor en todo momento y preguntarle el porqué de las cosas. Salmo 143:10. Enséñame a hacer Tu voluntad, porque Tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud. Mateo 6:10. Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad, como en el Cielo, así también en la tierra.


b) LEE LA PALABRA

Busca en la Palabra de Dios los consejos y orientación que necesitas para salir de tu impasse. Pide al Señor que te hable por medio de Su Palabra. 2 Timoteo 3:16–17. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Salmo 119:105. Lámpara es a mis pies Tu palabra, y lumbrera a mi camino. Busca situaciones o problemas similares en la Palabra. Cobra ánimo leyendo la Palabra. También pueden encontrar buenos consejos en publicaciones basadas en las Escrituras, como las que se ofrecen en combinación con este curso: Claves para descubrir la verdad y los libros de la colección Actívate. Cada obstáculo, una oportunidad contiene un caudal de consejos. 

La riqueza de la Palabra Hace algún tiempo un hombre mayor que vivía en Nueva Jersey hizo un curioso descubrimiento al hojear una antigua Biblia familiar. La había heredado muchos años antes, de una tía suya que había muerto. En una parte de su testamento decía: «A mi querido Esteban Marsh le dejo mi Biblia familiar y todo lo que contiene, junto con el restante que haya quedado luego de cancelar los gastos de mi funeral y todas las deudas justas y legales que yo tuviese contraídas». Luego de realizados los pagos y de arreglar todos los asuntos pendientes, el sobrino recibió unos pocos centenares de dólares y el viejo tomo mencionado en el testamento. Cuando se le acabó aquel dinero su único sustento provenía de una modesta pensión y durante más de 30 años vivió en la pobreza. Un día, mientras limpiaba el desván haciendo preparativos para mudarse a la casa de su hijo --donde esperaba pasar la vejez--, encontró en un baúl la vieja Biblia que había heredado. Al abrirla, descubrió con asombro un gran número de billetes entre sus páginas. Había en total más de 5.000 dólares. Tenía en sus manos una riqueza que podía haber disfrutado todos aquellos años. c) RECONOCE LA GUERRA ESPIRITUAL

Tu temible enemigo ya fue vencido Dios, Jesús, los ángeles buenos y los santos difuntos no son los únicos moradores de la dimensión espiritual. También existe un anverso, un lado oscuro encabezado por el Diablo, que es tu archienemigo, y que cuenta con la asistencia de seguidores, diablos subalternos y demonios para realizar sus perversas fechorías. El Diablo (en


griego: diabolos) es el ser angélico caído que constituye el enemigo supremo de Dios y del hombre. Él se opone de plano a todo lo que Dios representa y a todo lo que se propone. Desde el comienzo mismo, en el Huerto del Edén, el Diablo ha intentado engañar a todas las almas vivientes. Apocalipsis 20:10a. El diablo que los engañaba... Apocalipsis 12:10. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: «Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de Su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche». 

A veces las dificultades que se nos presentan no son causadas por otras personas ni por nuestros pecados; son parte intrínseca de la lucha espiritual que se libra en el plano invisible a los ojos del hombre. Efesios 6:11–12. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes [espirituales]. Por eso el Señor nos promete: Isaías 59:19b. Vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu del Señor levantará bandera contra él. Lucas 10:19. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. También nos advierte: Efesios 4:27. Ni deis lugar al Diablo. 1 Pedro 5:8–9a. Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe.

La tentación de Jesús Jesús fue llevado por el Diablo al desierto, donde lo tentó. El Diablo hasta llegó a tener control sobre el cuerpo de Cristo durante un breve tiempo. Sin embargo, aun bajo el ataque del enemigo, no se sometió a él, sino que lo resistió con la Palabra de Dios, hasta que éste se dio cuenta de que Jesús no iba a ceder, entonces se dio por vencido. Mateo 4:1–11. Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a Él el tentador, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas


piedras se conviertan en pan». El respondió y dijo: «Escrito está: ―No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios‖». Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: ―A Sus ángeles mandará acerca de Ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con Tu pie en piedra‖». Jesús le dijo: «Escrito está también: ―No tentarás al Señor tu Dios‖». Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: «Todo esto te daré, si postrado me adorares». Entonces Jesús le dijo: «Vete, Satanás, porque escrito está: ―Al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás‖». El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían. Es de notar la forma en que Jesús devolvía el golpe con la Palabra: «Escrito está».

Mantente alerta a las maquinaciones del Diablo 2 Corintios 2:11. No ignoramos sus maquinaciones.

La Palabra de Dios nos advierte que no ignoremos las maquinaciones del Diablo. Así que, aunque no nos gusta hablar de él y preferiríamos hacer hincapié en lo positivo, es imperativo saber reconocer al Enemigo y sus tretas a fin de poder combatirlo y vencerlo. ¿Qué son entonces las «maquinaciones del Diablo»? ¿Por qué medios intenta contrariarnos, detenernos, obstaculizar nuestro avance, etc.? A continuación detallamos algunas de sus artimañas más comunes: Se empeña en valerse de nuestras debilidades, fallos o vicios. Por ejemplo, alguien puede tener tendencia a quejarse algo en lo que todos caemos de vez en cuando aunque sea más saludable física y espiritualmente tener una actitud positiva: Nehemías 8:10b. No os entristezcáis, porque el gozo del Señor es vuestra fuerza. Puede que el Diablo tiente a un quejumbroso ocasional a quejarse de continuo, lo cual lo llevará a una vida de infelicidad e incluso a la depresión. Generalmente, el Diablo nos ataca por medio de nuestros pensamientos: Esa es la puerta por donde se cuela. Gracias a Dios, sin embargo, podemos cerrársela por medio de las Escrituras, como hizo Jesús. Intenta apartarnos de los demás: Esta es una estratagema típica del Diablo: acusa a los hijos de Dios y nos exagera lo que hacen los demás. Procura tomar algo que alguien ha dicho para tergiversarlo y agrandarlo para que suene mucho peor de lo que es. Incluso intenta lo mismo ante Dios respecto de cada uno de nosotros. Es experto en encontrar faltas y fallos y constantemente se empeña en acusar a los demás y conseguir que nosotros culpemos a quienes nos rodean de todo lo que anda mal. Generalmente parte de lo que nos dice nuestro adversario espiritual es cierto: no podría conseguir que nos creyéramos sus mentiras si no las entremezclara con algo de verdad que nos lleve a creer que sus falsedades también son ciertas. Hay, pues, que estar en guardia.


Santiago 4:7. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. 

Mayor es el que está en vosotros I Juan 4:4. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.

Jesús es nuestro abogado defensor ante Dios, que es nuestro Juez. Nos defiende de todos los dardos de fuego del Maligno, el fiscal, el acusador de los santos, el propio Satanás. En el nombre de Jesús ostentamos poder sobre el Diablo y podemos ordenarle que se marche. (Véase Santiago 4:7 más arriba.) El Señor, Sus ángeles y nosotros formamos una fuerza más poderosa que el Diablo y sus demonios. Satanás tiene que obedecer las órdenes que le impartimos en el nombre de Jesús. Puede que nos enfrente por un tiempo, pero tarde o temprano le toca someterse. Filipenses 2:10. Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla. Advertencia: Las Escrituras nos exhortan a no ignorar las maquinaciones del Diablo. Dicho de otro modo, tenemos que estar prevenidos de sus artimañas. Pero eso no significa que debamos sumirnos en el estudio de su modus operandi a tal punto que se convierta en una fascinación por el mal. No te dejes engañar por el Enemigo Ciertos mineros y colonizadores de la Columbia Británica se vieron en la necesidad de desmantelar un fuerte para servirse de la madera, los materiales eléctricos y la plomería. Mientras trabajaban en ello hicieron un asombroso descubrimiento. Al desmantelar la cárcel vieron que tenía pesados herrajes fijados a las puertas, y barras de hierro de dos pulgadas sobre las ventanas. Pero las paredes de la celda estaban hechas de cartón prensado —arcilla y papel— y habían sido pintadas de manera que parecían de hierro. Alguien que les diera un buen empujón, sin mucha fuerza, podría haberlas tumbado fácilmente. Pero nadie lo intentó porque no lo creyeron posible. Muchos cristianos están presos de temores que son en realidad insignificantes si se arremete contra ellos. Satanás no puede impedir el paso a un hijo de Dios, pero le encanta poner barreras de cartón en el camino del creyente para inducirlo a pensar que no hará progreso alguno en la dirección que indica la voluntad de Dios. Cuando empujemos con fe contra ellas, estaremos libres.


d) ASUME LA RESPONSABILIDAD QUE TE QUEPA Algunas personas son propensas a culpar a los demás de sus adversidades. «¿Por qué a mí, Señor? Yo no lo hice. Me lo hicieron a mí. Yo no tuve la culpa. Es culpa de fulano, es culpa de Mengana. Ellos tienen la culpa. Ellos me indujeron a hacerlo». ¿Cómo vas a crecer espiritualmente o aprender algo que el Señor quiera enseñarte si culpas farisaicamente a los demás de todas tus desdichas y no asumes la responsabilidad que te cabe por tus propias dificultades? Aunque no seas el culpable directo de algo, de todos modos tienes que asumir la responsabilidad por tu situación y empeñarte en hallarle una solución. Independientemente de quién haya sido el causante del apuro por el que pasas, culpar a los demás no contribuirá a resolverlo. Concéntrate en buscar la solución en vez de en encontrar al culpable.No te apresures demasiado a juzgar y culpar a los demás. Mateo 7:3–5. ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. Es muy propio de la naturaleza humana buscar a quien culpar de nuestros fallos y penalidades. El truco de pasarle la pelota al vecino se ensayó por primera vez en el Huerto del Edén. Es la primera línea defensiva de la que se vale el hombre cuando está en aprietos: Culpar a los demás. Miren lo que pasó en el Edén: Cuando Dios descubrió que habían pecado, Adán le respondió impetuosamente: «Fue mi esposa: ella lo hizo». Eva entonces alegó: «Fue culpa de la serpiente. Ella lo hizo». La serpiente a su vez prácticamente le echó la culpa de todo a Dios. Génesis 3:12-13. El hombre respondió: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí». Entonces el Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué es lo que has hecho?» Y dijo la mujer: «La serpiente me engañó, y comí».


Para la mayoría de las personas, pasarle la pelota al vecino y culpar a los demás es casi una reacción automática, un mecanismo de defensa.

Si quieres hacer progresos es esencial asumir la responsabilidad que te quepa.

Ninguna persona que continuamente culpa a los demás de los malos momentos que pasa va a poder crecer y hacer progresos espiritualmente. Uno mismo tiene que asumir la error. Para que el Señor pueda perdonarte, es preciso confesar la parte que te toca en el fallo todos han pecado, incluido tú, porque la Escritura dice: «Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9). Pero si no confesamos nuestros pecados, si ni siquiera consideramos que haya sido culpa nuestra, ¿cómo puede el Señor perdonarnos? Sé sincero contigo mismo Además de gloriarnos de nuestros logros, también debemos estar abiertos a confesar nuestros errores y tratar de rectificarlos. Pero, como suele decirse, las palabras más difíciles de pronunciar en cualquier idioma son: «Me equivoqué». Y a quien más nos cuesta confesarlo es a nosotros mismos. No nos gusta admitirnos a nosotros mismos nuestros errores, pecados y metidas de pata. A veces resulta muy desalentador, humillante y bochornoso. La cuestión es que nunca conseguiremos la victoria hasta que encaremos las cosas con franqueza y confesemos. «El que encubre sus pecados —dice la Palabra— no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia» (Proverbios 28:13). Otro motivo por el que es imperativo que confesemos nuestros pecados es que nos ayuda a mantenernos humildes. Nos beneficia ser francos con nosotros mismos, con los demás y con el Señor. Para eso se necesita una humildad que solo el Señor puede darnos. Porque la naturaleza pecaminosa innata del hombre lo lleva a querer que lo elogien, y eso le impide confesar. Que Dios nos ayude, pues, a ser sinceros con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Como dijo Shakespeare: «Si eres capaz de ser veraz contigo mismo, no podrás ser falso con ningún otro hombre». Sincérate. 

e) PIDE CONSEJOS de personas profundas en el señor. Pide a otros que oren contigo. En muchos casos la gente se aboca a resolver o superar su problema por su cuenta. Sin embargo, a veces puede resultar difícil resolver ciertas cosas sin ayuda. Es probable que cuanto más te preocupes por el asunto y cuanto más vueltas le des en tu cabeza, más confundido/a termines. En cambio, si haces lo que recomiendan las Escrituras y dejas que alguien te ayude a sobrellevar esas cargas, tal vez obtengas ayuda y superes el conflicto mucho antes. Es lo que la Escritura llama consejo piadoso.


Proverbios 11:14. Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad. Proverbios 19:20. Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez. Proverbios 17:17. En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia. Proverbios 27:9. El ungüento y el perfume alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre. Un sabio consejo: Al pedir consejo a alguien, asegúrate de que sea una persona fuerte en el terreno espiritual, que no se vea afectada negativamente por el problema. 

Romanos 15:1a. Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles. 

Breve sinopsis del primer paso: Determinar cuál es el problema Hemos examinado el primer paso. Repasemos rápidamente cómo podemos hacer un diagnóstico acertado de lo que nos aflige o perjudica. a) Pregunta al Señor acerca de la situación de apuro en que estás. Pídele que te diga si has obrado mal y si eso esa es la causa del ahogo en que te encuentras. O si hay algún otro motivo o alguna enseñanza que quiera impartirte. b) Lee la Palabra. Busca casos o problemas similares en la Palabra y toma nota de cómo se llegó a la solución de los mismos. Deja que la Palabra te guíe, te consuele y te depure. c) Reconoce la guerra espiritual. Mantente alerta a las maquinaciones del Diablo, que suele valerse de nuestras debilidades, flaquezas o pecados asediantes. Recuerda en todo momento que el poder del Señor es mucho mayor que el del Enemigo. Resiste al Diablo y huirá. No te dejes fascinar por sus artimañas.

d) Asumir la responsabilidad de tus acciones es esencial si quieres hacer progresos. No culpes a los demás. Concéntrate en hallar la solución; no en encontrar chivos expiatorios a quienes cargar la culpa. e) Pide consejos a gente fiel al Señor; lo que se conoce como consejo piadoso. Pide a alguien que ore contigo. Al pedir consejo, asegúrate de que sea una persona espiritualmente fuerte que no se vea dañada por el problema que le describas.


SEGUNDO PASO: DAR CON LA SOLUCIÓN El segundo paso es dar con la solución. 

a) ORA Y PIDE AYUDA AL SEÑOR Como vimos antes, todos pasamos por momentos de pruebas y necesidad. Cuando esos momentos se presentan, el Señor es más que capaz de prestarnos auxilio. De modo que una de las primeras cosas que debemos hacer cuando nos enfrentamos a una dificultad de cualquier índole es pedir ayuda al Señor. Pide con la certeza de que Él es capaz de ayudarte y que lo hará. 2 Samuel 22:7. En mi angustia invoqué al Señor, Y clamé a mi Dios; El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó a sus oídos. Salmo 34:4. Busqué al Señor, y Él me oyó, y me libró de todos mis temores. Salmo 50:15. Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás. Hebreos 4:16. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Echa mano de Sus fuerzas Un niño pequeño se esforzaba por levantar un objeto muy pesado. Al entrar en la habitación y advertir la dificultad de su hijo, el padre le preguntó: «¿Estás empleando todas tus fuerzas?» «Claro que sí —respondió el pequeño con irritación». «No es cierto —acotó el padre—. No me has pedido que te ayude». Deja que el Señor te levante Durante la construcción de uno de los puentes del East River en Nueva York, los ingenieros se quedaron desconcertados al no poder retirar una vieja barcaza hundida que se había atascado en el lecho del río. Las máquinas de gran potencia, los cables de acero, las grúas y los remolcadores no conseguían remover aquel obstáculo. Un muchacho recién egresado de la escuela técnica pensó que podía resolver el problema. Al bajar la marea, hizo trasladar una gran barcaza hasta el sitio del hundimiento. A los lados de la misma se ataron varios cables cuyos extremos opuestos se fijaron a la embarcación hundida. Al subir la marea del Atlántico, la barcaza se elevó con ella, arrastrando consigo la vieja lancha sumergida. El joven ingeniero había supeditado la tarea a la fuerza inconmensurable del mar.


b) CONFIESA TUS PECADOS AL SEÑOR Y, DE SER NECESARIO, A LOS DEMÁS

Salmo 97:10a. Los que amáis al Señor, aborreced el mal. Nunca podrás corregir la falta o encontrarle la solución al problema si te niegas a reconocer su existencia e insistes en que está todo bien. Eso no resuelve el problema para nada. Es más, lo agrava. Nunca obtendrás la victoria sobre ese problema mientras no te niegues a encararlo y confesarlo. Proverbios 28:13. El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.. El Señor nos promete el perdón y en Su Palabra, Dios nos dice de todas las maneras posibles que tengamos fe en que podemos librarnos de nuestros defectos. Sin embargo, esa liberación depende de que estemos dispuestos a ser francos y confesar nuestros pecados y fallos. Si accedes a reconocer y afrontar tu fallo, estarás entonces en condiciones de abordarlo y superarlo. Confiesa ante el Señor tus pecados y pídele que te perdone. 

Confesar nuestras faltas a los demás Santiago 5:16. Confesaos vuestras faltas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz y fervorosa del justo puede mucho.


Hay ocasiones en que además de referirle al Señor nuestros pecados, la situación amerita que los confesemos a quienes se pueden haber visto afectados por ellos. De haber personas que se han sentido ofendidas por nuestras acciones, es menester disculparnos ante ellas. Si has hecho algo de lo que debes arrepentirte, no dudes en expresarlo. La oración de arrepentimiento de David El Salmo 51 es una expresión bellísima de arrepentimiento por haber pecado. c) Aborda el asunto con actitud FIRME Y DECIDIDA. No te des por vencido

Una vez que has reconocido que tienes un defecto y lo has confesado, es preciso enfrentarlo con resolución. Cuando estés resuelto a superar algo que te perjudica espiritualmente y clames al Señor con todo el corazón para que te libre de ello, Él hará Su parte y cumplirá Sus promesas: Ezequiel 36:26. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros. 2 Corintios 2:14. A Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de Su conocimiento. El Señor será fiel en responder a la oración y cumplir con Su parte del trato. Pero después, tú tienes que cumplir con la tuya haciendo un esfuerzo por despojarte de los viejos patrones y malos hábitos de conducta. Su Palabra dice: Efesios 4:22–24. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. 2 Corintios 10:3–5. Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, No necesariamente se libra uno de esas cosas de la noche a la mañana. En muchos casos, toma tiempo. 

Puede suponer una lucha…

Si conseguir la victoria supone una lucha encarnizada, puede que sea porque el Señor te está probando para ver cuánto la quieres y cuánto estás dispuesto a luchar por ella antes de premiarte y dártela. Ahora bien, si cumples con tu parte, el Señor sin duda cumplirá con la Suya y saldrás airoso. Así que no te des por vencido.


1 Timoteo 6:12. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. Efesios 6:10–11. Hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de Su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Gálatas 6:9. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. No dejes de poner empeño El hecho de haber orado para que el Señor te ayude a superar determinada deficiencia o adversidad, no significa que automáticamente vayas a superarla, sobre todo si has tenido cierto hábito o actitud durante mucho tiempo. Cuando tomas conciencia de que has tenido una actitud errada ante algo y te arrepientes y el Señor te libra, vuelves a comenzar con una hoja en blanco. Pero dado que los patrones con que te manejas te han llevado en cierta dirección durante mucho tiempo o tienes hábitos negativos muy arraigados, debes aprender a conducirte de otra forma e incluso a pensar de otra forma en muchos aspectos. Puede que te caigas y te levantes algunas veces antes que puedas transitar un trecho largo sin tropiezos. En ese sentido, tal vez te toque pagar por tus pecados luchando contra ellos durante algún tiempo. Pero si perseveras, el Señor te recompensará por tu determinación —a veces tan pronto que será verdaderamente milagroso— y verás que esos viejos hábitos se van haciendo cada vez más débiles. 

Proverbios 24:16. Siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; mas los impíos caerán en el mal. Proverbios 4:18. La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto. «Ve a la hormiga» «Ve a la hormiga... mira sus caminos y sé sabio» (Proverbios 6:6). Un rey solía contar a sus amigos una anécdota de su juventud: «Cierta vez, huyendo de mis enemigos, tuve que refugiarme en un edificio en ruinas, donde pasé muchas horas sentado a solas. Quería desviar la mente de mi desesperada situación, así que fijé la vista en una hormiga que ascendía por una elevada pared transportando un grano de maíz más grande que ella. Conté cuántas veces tuvo que reiniciar su tarea antes de llegar a la meta. ¡El grano se le cayó al suelo sesenta y nueve veces, pero el insecto perseveró y en el septuagésimo intento logró su propósito! Contemplar aquello en aquel momento me llenó de valor. Nunca olvidé su enseñanza». Lucha: Sacúdete y encarámate. Un agricultor que vivía en una zona en la que años antes había habido minas de oro tenía un perro. Un día en que el agricultor salió de paseo por el monte con su perro, este cayó en uno de los muchos pozos de minas abandonadas que había en el sector. Aunque el pozo estaba seco y era bastante estrecho, no era


demasiado profundo, por lo que perro logró sobrevivir a la caída sin romperse ningún hueso. El agricultor escuchaba a su perro ladrar lastimeramente desde el fondo del pozo, pero no conseguía descender por su estrecho diámetro para sacarlo. Después de estudiar cuidadosamente la situación, el agricultor decidió que lo único que podía hacer era acabar con el sufrimiento del animal lo antes posible. Optó por sepultarlo en aquel viejo pozo para no prolongar su agonía. Volvió a la granja a buscar unas herramientas. Al volver se dispuso rápidamente a echar tierra en el pozo con una pala. Al principio, cuando la tierra le caía encima en medio de la oscuridad, el perro se asustó. Sin embargo, a medida que el agricultor echaba paladas de tierra sobre el lomo del animal, este se la quitaba de encima sacudiéndose y luego se encaramaba sobre ella. Los terrones iban cayendo sobre él una y otra vez. El perro parecía decirse a sí mismo: «Sacúdete y encarámate... sacúdete y encarámate ... sacúdete y encarámate». Pese a los golpes de los terrones y a lo desesperada que se veía la situación en las tenebrosas profundidades del pozo, el perro se sobrepuso al pánico y no dejó de sacudirse la tierra y encaramarse sobre ella hasta que al fin se puso al alcance del agricultor, quien con gran alegría lo sacó del pozo. 

d) ASUME UNA ACTITUD POSITIVA Filipenses 4:8. Hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Todos pasamos por experiencias en las que albergamos pensamientos negativos en vez de escuchar al Señor. Si tus pensamientos no son acordes con la Palabra, o te causan descontento y amargura, te producen insatisfacción e infelicidad o te llevan a tener una actitud criticona para con los demás, no provienen del Señor y debes reprender al Enemigo en el nombre de Jesús cuando Él te tiente con esos pensamientos negativos. I Juan 4:1. Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. Romanos 12:9b. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Muchas personas se sienten culpables por tener pensamientos desdeñosos o pecaminosos. Pero como dice el viejo adagio: «Aunque no puedas evitar que los pájaros te revoloteen alrededor de la cabeza, sí puedes impedir que te aniden en el pelo». Pensar fugazmente en algo malo no es pecado; albergarlo y darle cabida permanente en nuestro pensamiento sí. Resiste esos pensamientos negativos y piensa positivamente. Cuando se está en un cuarto oscuro, uno no trata de espantar de él la oscuridad. Simplemente enciende la luz y esta disipa el negror. Llénate la conciencia de la luz divina y las tinieblas se desvanecerán. La forma de librarse de la tentación y de los pensamientos negativos es pensar en cosas buenas, abrigar pensamientos inspirados por Dios. Si te pones a leer la Biblia, oras y piensas en Jesús, no te quedará tiempo para pensar en otras cosas. Por eso Isaías dice:


Isaías 26:3. Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Si vigilas tus pensamientos y tus palabras y nutres el corazón y la mente con el Señor y Su Palabra, estarás bien protegido, fortificado y rodeado por los ángeles guardianes de Dios. Al mismo tiempo te verás libre de la estática confusa y criticona, de las acusaciones y dudas que provienen del Diablo. 

e) ALABA AL SEÑOR. SONRÍELE A LA VIDA Una de las cosas más importantes que alguien puede aprender en la vida es a contentarse con cualquiera que sea su situación, ya de abundancia ya de escasez. Filipenses 4:11. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 1 Timoteo 6:6. Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento. Todos necesitamos aprender a apreciar las bendiciones que Dios nos concedido. El Señor quiere que pensamos en lo positivo y que procuremos no dar lugar a pensamientos negativos, a las pruebas, dudas y temores con los que el Diablo trata de angustiarnos. Piensa en todo lo bueno que posees. Cuando Jonás finalmente clamó: «La salvación es del Señor», el pez que se lo había tragado lo vomitó. Jonás 2:9–10. «Yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es del Señor». Y mandó el Señor al pez, y vomitó a Jonás en tierra. Aunque Dios permita que el Diablo te envíe una marejada de tormentos que te engullan, tienes que seguir alabando al Señor. El Diablo no lo soporta y los tormentos y contratiempos tampoco. ¡Dios te librará! Por contrario, si te hundes en la autocompasión y te dedicas a quejarte y a dudar, te hundirás más o más hasta ir a parar al fondo del mar. Cuando el Enemigo te induzca a deprimirte o te incite a ponerte criticón o quejumbroso acerca de algo, devuélvele el golpe alabando al Señor y recordando lo privilegiado que eres. Salmo 150:6. Todo lo que respira alabe al Señor. Aleluya. A todos nos vendría bien alabar más al Señor y ser más positivos. Agradezcámosle la buena salud de la que disfrutamos. Podríamos padecer toda suerte de problemas. Alabemos, pues, al Señor por las bendiciones con las que sí contamos. Mantengámonos positivos, agradecidos y alabando a Jesús.


Siempre que puedas, expresa tus alabanzas verbalmente, preferiblemente en voz alta. Manifestarlas mentalmente está bien, pero a veces no basta. Hay que decirlo en voz alta, porque si otras personas te escuchan les expresas que estás confiando en el Señor. Demuestra tu confianza en la Palabra y en que crees en la alabanza. Salmo 71:8. Sea llena mi boca de Tu alabanza, de Tu gloria todo el día. Salmo 34:1. Bendeciré al Señor en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. David: Un buen ejemplo de alabar al Señor en medio de las tribulaciones El pobre del rey David tenía muchas aflicciones al igual que nosotros, y también sus quejas. Los salmos siempre me han consolado, pues cada vez que he pasado por momentos difíciles y me he quejado, me acuerdo que él a veces tenía el mismo defecto. En más de una ocasión pensó que estaba acabado. En cierta oportunidad dijo: «Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl» (1 Samuel 27:1). En esa ocasión no manifestó mucha fe, ¿verdad? Pensó que seguramente moriría a manos de sus enemigos. Pero no fue así. Murió en paz cuando era ya octogenario. Sus enemigos nunca llegaron a matarlo y todas las angustias que pasó a raíz de eso fueron en vano. Así que más le hubiera valido no haberse preocupado, como no debería preocuparme yo. Lo lindo de todos los salmos de David y de todas las ocasiones en que se deprimió, lloró, se quejó, clamó y se lamentó, es que nunca se quedó sumido en eso. Siempre se sobrepuso y terminó en una nota positiva. Quizás el Señor permitió que sufriera todos esas pruebas y tribulaciones para que escribiera sobre ellas y nos enseñara que se puede salir de ellas acudiendo al Señor. Un enfoque positivo Entre los estudiantes de una conocida universidad había uno que caminaba ayudándose de muletas. Era una persona extraordinariamente cordial y optimista, por lo que se había ganado el respeto entre sus compañeros. Cierto día uno de los estudiantes le preguntó cuál era el origen de su deformidad. Parálisis infantil —fue la corta respuesta que dio, evidenciando pocos deseos de profundizar en el tema. Luego de haber padecido una desgracia tan grande, ¿cómo puedes enfrentar el mundo con tanta alegría? —volvió a preguntarle su compañero. —Verás —replicó el joven cristiano, sonriendo—, es que la enfermedad no me llegó nunca al corazón. 

Breve resumen del segundo paso: Busca la solución Repasemos lo que hay que hacer para hallar la solución. a) Ora y pide ayuda al Señor. Pídele que te resuelva el problema. A veces no tenemos porque no pedimos.


b) Confiesa tus pecados al Señor y, de ser necesario, ante los demás. Naturalmente, no podrás hacerlo a menos que admitas tus errores. Recuerda que Jesús te perdonará. Las claves para alcanzar el perdón son el arrepentimiento y la confesión. Ten en cuenta también que a veces —sobre todo si tus acciones han ofendido a alguien— necesitas confesarlo ante el afectado y disculparte con él. c) Aborda el asunto con actitud resuelta y no te des por vencido. A veces, para superar un mal hábito, lleva tiempo cultivar uno bueno que lo desplace. En el ínterin tendrás que superar las pruebas que se te presenten. Pero sigue adelante. La victoria es de quienes perseveran. d) Piensa positivamente. Si te llenas la mente de cosas buenas, no habrá lugar para las dudas y el desaliento del Diablo. Al lidiar con esas cosas, emplea la Palabra. Memoriza y recita Escrituras. Canta canciones edificantes. e) Alaba al Señor. Mantén una actitud optimista. Muchas veces se llega a la victoria por el descuidado sendero de la alabanza.


12 Piedras Fundamentales – Suplemento de apuntes para la clase 11A

Tres pasos para vencer, 1ª parte Superar conflictos, 1ª parte Objetivo: Determinar debilidades o dificultades y superarlas. Versículos clave Hebreos 12:1b. Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Salmo 55:22a. Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo. Isaías 40:31. Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Lecturas recomendadas de la Biblia Noé: Génesis 7 – 9

PLEGARIA Y ALABANZA: «GUÍAME» Señor, concédeme la bendición de recibir este día en paz. Ayúdame en todo a confiar en Tu sagrada voluntad. Revélame Tu voluntad a cada hora del día. Bendice mis tratos con quienes me rodean. Enséñame a encarar todo lo que el día me depare con paz interior y con la firme convicción de que Tu voluntad nos rige a todos. En todos mis actos y palabras guía mis pensamientos y sentimientos. En situaciones imprevistas, que no me olvide que todas son creadas por Ti. Enséñame a actuar con firmeza y con prudencia, y que no encone ni avergüence a los demás. Dame la fuerza para soportar la fatiga de la jornada con todo lo que esta traerá aparejada. Dirige mi voluntad, enséñame a orar, reza Tú en mí. Drizdov Philaret (1782-1867)


MEDITACIÓN: MENSAJE DE JESÚS PARA MOMENTOS DIFÍCILES Aunque permanezcas estrechamente ligado a Mí y te apacientes de Mis Palabras, es inevitable que pases por algunas tempestades y tengas algunas dificultades. El solo hecho de permanecer a Mi lado y embeberte de Mi Palabra no las hará desaparecer, pero sí te ayudará a sobrellevarlas. Mis Palabras son como un instrumento eficaz que puede emplearse de muchas formas. Cuando estés en medio de una tormenta, te servirán de resguardo y cobijo. Cuando tengas frío, te servirán de abrigo. Cuando tengas hambre te darán alimento. Cuando estés fatigado, te darán descanso. Cuando estés inmerso en la neblina, iluminarán tu sendero y te ayudarán a ver por donde transitas. Al escalar la montaña, deja de mirar hacia abajo y a tu alrededor, al suelo y las rocas debajo de ti. Más bien mira hacia arriba siempre que puedas. Mira hacia el hermoso cielo y las cumbres montañosas a las que quieres llegar. Eso te reanimará, te refrescará y te dará las fuerzas para seguir un poco más. Casi no advertirás la senda pantanosa, porque estarás mirando hacia arriba. Estarás contemplando Mi rostro y observando el hermoso cielo azul. Estarás mirando hacia adelante, y mientras tengas esa vista, estos pequeños problemitas no te abatirán. Eso es una promesa.

CONOCIMIENTOS DE LA BIBLIA: ESCUCHAR A DIOS La clave de la grandeza de las vidas de muchos de los hombres y mujeres de fe que ha habido a lo largo de la historia (e incluso hoy en día), es que dependían del Señor, le prestaban oído y seguían Sus instrucciones. A continuación, tres ejemplos: A Noé el Señor le indicó que construyera el arca. Nunca antes había visto un barco. ¿Cómo pudo hacerlo? Noé pasó tiempo con el Señor. No solo veía en términos generales la inminencia de la catástrofe que el Señor iba a desatar por medio del diluvio. Tampoco le bastaba la motivación de querer salvar a su familia. Necesitaba instrucciones muy detalladas para realizar la obra que el Señor le había encomendado. Y eso le llevó tiempo. Tuvo que estudiar los materiales que usaría. Tuvo que tener en cuenta qué materiales soportarían las inclemencias del tiempo. El Señor le dio instrucciones muy concretas, porque él se las pidió. Tuvo que tener en cuenta también la forma en que uniría los materiales, con qué los pegaría, con qué los recubriría, qué sustancias y maderas emplearía para impermeabilizarlo. Todos esos detalles tuvo que preguntárselos al Señor, que Él a su vez le dio las indicaciones pertinentes, le señaló dónde conseguirlos y en algunos casos hasta cómo. Todo eso llevó tiempo. Tuvo que obtener las especificaciones exactas, el largo del arca y luego dividirlo por una medida específica que le diera la cantidad de piezas de madera que precisaba. Tenía que cortar y encastrar cada tabla en el lugar preciso. Tuvo que haber tenido un plano, un esquema de cómo iban a encajar todas las piezas. No pudo haberse limitado a cortar un árbol y comenzar a clavarlo contra otro trozo de madera sin tener un plano o croquis general. Un barco así nunca se habría mantenido a flote. Nunca habría tenido la resistencia para soportar los tremendos oleajes del


diluvio. Nunca habría podido alojar a todas las criaturas en los diversos compartimentos que tuvo que acondicionar para atender sus necesidades particulares. Todo eso llevó tiempo y oración. Requirió que prestara oído y tomara nota meticulosamente de lo que el Señor le decía para no olvidárselo. Varias veces a lo largo del recuento, se lee: «Dijo, pues, Dios a Noé», es decir que le dio instrucciones. Y varios versículos más adelante remata diciendo: «Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó» (Génesis 6:13,22). Nos conviene, pues, seguir ese buen ejemplo, tal como hizo referencia a él el Señor en Su Palabra. «Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre» (Mateo 24:37). En estos Postreros Días, debemos cultivar el hábito de escuchar al Señor y recibir nuestras instrucciones de Él, igual que hizo Noé. Samuel fue sacerdote, profeta y juez. En 1 Samuel 3 se hace un recuento de cómo recibió Samuel su llamamiento del Señor. La clave es «Habla, porque tu siervo oye». El profeta Jonás escuchó la voz del Señor, pero le costaba obedecerla. Lee su historia en el libro de Jonás y toma nota de que no fue liberado del vientre del gran pez hasta que hubo clamado: «La salvación es del Señor». La alabanza en muchos casos es la vía a la victoria.


Suplemento

CONFÍA; SIGUE LUCHANDO; ¡SIGUE ADELANTE CON DIOS! Un hombre que hacía violines se había pasado toda su vida buscando la clase de madera que le sirviera para construir violines de una resonancia particularmente bella y encantadora. Por fin la halló, cuando llegó a sus manos la madera proveniente del límite exacto donde los árboles ya no pueden crecer por la excesiva altitud, en las montañas rocosas, a 3.600 metros de altura sobre el nivel del mar. En esas regiones, donde el viento sopla de manera tan violenta y constante que, en la parte que da hacia el viento, a los árboles no les crece corteza, donde todas las ramas están inclinadas hacia el mismo lado, y donde un árbol tiene que pasar su existencia de rodillas para poder sobrevivir, allí es donde nace, vive y muere la madera para violines de mayor resonancia del mundo. *** Un viejo diácono siempre concluía su oración, al cierre de la reunión de los miércoles, con las mismas palabras: «Además, Señor, limpia de telarañas mi vida». Esas telarañas eran las cosas que no debían existir, pero que se habían acumulado a lo largo de la semana. Uno de los asistentes a las reuniones terminó hartándose de la mención semanal de las telarañas, y cuando el diácono volvió a hacer la misma oración, se incorporó de un salto y gritó: «¡No, Señor, no las quites! ¡Mata de una vez a la araña!» Eso era lo que hacía falta. *** Se dice que si se pone una rana en un recipiente de agua caliente, saltará de él. En cambio, si se la coloca en un recipiente de agua fresca y se lo calienta gradualmente, la rana se deja cocinar. Por lo visto, no es capaz de darse cuenta cuándo la temperatura del agua ya no le permite sobrevivir. Cuando se nos presenta la tentación de cometer algo claramente condenable, la mayoría de las personas logra resistirla. Lo que ocasiona que muchos se aparten de Dios es el alejarse imperceptiblemente día a día. La mejor protección contra eso es salirse de la olla apenas el agua comienza a entibiarse. *** Dijo el Dr. Will Mayo: «He visto pacientes que estaban condenados a morir indefectiblemente. Sabíamos que no podrían seguir con vida. Pero he visto entonces que un religioso se acercaba a ellos y lograba lo que nosotros éramos incapaces, a pesar de haberlo intentado con todos los medios profesionales a nuestro alcance. Algo, sin embargo, despertaba en ellos una chispa inmortal y, desafiando todo conocimiento médico y toda lógica materialista, esos pacientes lograban seguir con VIDA». Los hermanos Will y Charles Mayo, ambos médicos, son fundadores de las clínicas Mayo, de fama mundial.


*** Al igual que las nubes no indican la inexistencia del sol, las tormentas de la vida no sugieren la ausencia de Dios. *** Oliver Cromwell envió a su secretario a Europa con una misión importante. El hombre pasó la noche en un pueblo costero dando vueltas en la cama sin poder dormir. Era una vieja costumbre que un sirviente durmiera en la misma habitación, y en esta ocasión el sirviente dormía profundamente. Al cabo de un rato, el secretario despertó a su sirviente y este le preguntó por qué que su amo no podía dormir. —Temo que algo resulte mal en nuestra misión diplomática —fue la respuesta. —Mi señor —dijo el sirviente—, ¿puedo preguntarle algo? —Por supuesto. —¿Gobernaba Dios el mundo antes que naciéramos? —Claro que sí. —¿Y lo gobernará después que hayamos muerto? —Claro que sí. —Entonces, mi señor, ¿por qué no deja usted que Dios gobierne también el presente? El secretario recobró la fe y la paz, y en pocos minutos él y su sirviente estaban profundamente dormidos. *** Un día, mientras el evangelista y predicador inglés Charles Haddon Spurgeon se dirigía a su casa fatigado y deprimido luego de un arduo día de trabajo, recordó el versículo: «Bástate Mi gracia» (2 Corintios 12:9). De inmediato se imaginó a sí mismo como si fuera un pececillo del Támesis, preocupado por secar dicho río si continuaba bebiendo tanta agua cada día, que de pronto escuchara a su padre Támesis decir: «Bebe, pececito, bástate mi caudal». También imaginó a un ratoncito en los graneros de José, en Egipto, temeroso de acabar con las provisiones y morir de hambre si continuara comiendo el maíz necesario para cada día, a quien José, al percibir su temor, podría haberle dicho: «Alégrate, ratoncito, mis graneros te bastan». *** El azul del cielo es más grande que las nubes. *** La hora más oscura no dura más de sesenta minutos. ***


Cuando se tiene auténtico amor por los demás, es mucho más fácil dejar pasar las cosas. En el colegio se dice que uno pasa de un grado a otro. Cuando viaja en automóvil, sabe que está moviéndose porque pasa de largo lo que está a la vera de la carretera. Así se sabe que se está haciendo progresos: uno va dejando cosas atrás. Lo mismo sucede con nuestra vida espiritual. Cuando dejamos pasar cosas y no nos preocupamos tanto por ellas, demostramos que hemos hecho progresos. Cuando no guardamos rencor a alguien por algún comentario hecho a la ligera o alguna tontería que cometió o algo que dijo, cuando no nos ponemos muy susceptibles ni nos alteramos ni nos resentimos por eso, estamos dejándolo atrás. «El amor cubre multitud de pecados» y nos da la gracia para dejar pasar las cosas, para perdonar a los demás así como sabemos que nosotros necesitamos que nos perdonen. *** Un niño pequeño estaba sentado con aire tranquilo en el asiento de un tren que unía dos ciudades del Oeste norteamericano. Era un día caluroso, polvoriento, muy incómodo para viajar, y aquel trayecto en particular ofrecía tal vez la jornada de viaje más aburrida de toda la región. De todos modos, el pequeño seguía sentado pacientemente, observando impasible los campos y los postes de alambrada que velozmente quedaban atrás. En determinado momento una anciana maternal se inclinó sobre él y le preguntó compasivamente: «¿No estás cansado del largo viaje, cariño, y del polvo y el calor?» El niño la miró con rostro radiante, y le respondió con una sonrisa: «Sí, señora, estoy un poquito cansado. Pero no me importa mucho, porque mi padre estará esperándome cuando lleguemos». Qué bello es reflexionar así, que cuando la vida parezca agotadora y monótona, como suele suceder a veces, podamos mirar hacia adelante llenos de optimismo y confianza, y decir, como aquel muchachito, que «no importa mucho», ¡pues nuestro Padre, también, estará esperándonos al final de nuestro viaje. Allí estará nuestro Padre esperándonos... ¡gracias a Dios! *** Nadie puede acumular provisiones de gracia para el futuro, así como nadie puede comer todo lo que necesitará en los seis meses siguientes, ni almacenar de una vez en sus pulmones todo el aire que necesitará durante una semana. Debemos sacar del caudal inagotable de Dios la gracia que necesitemos día tras día. *** «Confianza» es la palabra que se usa en el Antiguo Testamento; «fe» es su equivalente en el Nuevo Testamento. «Creer» es la precursora de ambas. Creer es algo que se hace con la mente; la fe y la confianza, surgen del corazón. John Paton estaba traduciendo las Escrituras al idioma del país donde servía de misionero, y durante mucho tiempo buscó una palabra equivalente a «fe». Los nativos no tenían una palabra equivalente a «creer». Cierto día, mientras


trabajaba en su traducción, un nativo entró en su habitación, muy cansado, y se tiró en una silla apoyando los pies en otra, comentándole que se sentía muy bien al «apoyar todo su peso» en las sillas. El Dr. Paton anotó la palabra que el nativo había usado para decir «apoyar todo su peso». Había encontrado el término que equivalía a «creer». (Hechos 16:31; Romanos 10:9-10) *** Dicen que el incendio que destruyó la mayor parte de Londres, después que los horrores de la peste bubónica hubieran diezmado la población, fue tal vez lo mejor que pudo pasarle a la ciudad, pues eliminó por completo los viejos edificios infestados de ratas portadoras de la peste, desinfectó la ciudad al acabar con toda la putrefacción dejada por la plaga y la purificó por completo. De no haber sido por aquel acontecimiento, Londres, que era un gran centro mundial de comercio, podría haber infectado al mundo entero. En su momento, el fuego que destruyó Londres fue visto como un holocausto catastrófico, pero ahora se le considera una bendición que barrió con las plagas del pasado. Tanto la plaga como el incendio dieron la impresión de ser los juicios de Dios que se descargaban sobre una malvada generación de londinenses, pero tal como sucede en la mayoría de los misericordiosos juicios divinos, a la larga resultaron ser castigos benditos que limpiaron y purificaron a Sus hijos y produjeron un cambio positivo. *** El Dr. Handley Moule, obispo protestante de Durham (EE.UU.), visitaba Stanley luego de una terrible explosión en una mina de carbón. Se dirigió a los mineros agrupados en la boca de la mina, entre los cuales había familiares de los hombres que habían quedado sepultados abajo. Dijo: «Es muy difícil para nosotros entender por qué pudo haber permitido Dios que se produjera algo tan terrible, pero conocemos al Señor y confiamos en Él, y sabemos que todo está bajo su cuidado. Tengo en mi casa un viejo señalador de libros, que me regaló mi madre. Es de seda, y si observo la parte del revés, no veo más que hilachas entrecruzadas. Parece algo mal hecho. Daría la impresión de haber sido cosido por algún inexperto. En cambio, si le doy vuelta, aparece en hermosas letras bordadas la frase: ―Dios es amor‖. Hoy estamos observando esta situación por el lado que no debemos. Algún día la veremos desde otro punto de vista y entonces entenderemos». *** ¿Alguna vez ha vuelto adonde tenía estacionado su auto y se ha encontrado con que le han puesto una multa? Es una experiencia que no provoca ninguna satisfacción. Durante años tuve la costumbre de estacionar mi automóvil en una calle lateral cerca de mi casa, en Chicago. Ni yo ni otros que estacionaban por allí habían sido multados jamás, ya que no existía ninguna prohibición que lo impidiera. Una mañana, cuando me marchaba, encontré que había sido multado. Pagué los tres dólares de multa. Durante un tiempo tuve dificultad para encuadrar


aquella multa dentro de la categoría de todas las cosas redundan en bien de los hijos de Dios. Hasta que transcurridos unos días vi la mano de Creador en aquel incidente. Durante una tormenta en la soplaron feroces vientos, un roble gigantesco cayó justo en el lugar donde durante años había estacionado mi automóvil. Si hubiese estado en el sitio de costumbre habría sido aplastado. Humildemente di gracias a Dios de que nada que se considere casual puede suceder a Sus hijos, a los que «conforme a Su propósito son llamados». *** Nadie puede impedir que se le presenten tentaciones, pero no tiene por qué ceder ante ellas. Como dice un viejo adagio: «No podemos evitar que los pájaros revoloteen sobre nuestra cabeza, pero sin duda, podemos evitar que aniden en ella». Dicho de otro modo, podemos evitar que esas avecillas que representan nuestros problemas y conflictos se instalen y acomoden en nuestra mente hasta apoderarse de nosotros. Debemos seguir resistiéndolas y espantándolas hasta demostrarles que no nos vamos a rendir ni entregar. Entonces se darán por vencidas y nos dejarán tranquilos. Tratemos, pues, de hacer frente a nuestras pruebas y tentaciones sin caer en ellas y ceder ante ellas. El Señor dice que nunca nos dará más de lo que podemos resistir, sino que siempre nos ofrecerá una salida. De algún modo nos lo facilitará o al menos nos ayudará a sobrellevarlo. Véase 1 Corintios 10:13. A continuación un relato que ilustra este principio: Cierta vez aprendí una lección gracias a nuestro perro. Mi padre solía poner un trocito de carne o de galleta en el platillo del perro y le decía: ¡No!, con lo que el perro sabía que no debía tocarlo. Pero el animal jamás miraba la comida. Parecía saber que si lo hacía la tentación de desobedecer sería demasiado grande, así que se quedaba mirando fijamente a mi padre. Es una buena enseñanza para todos. No dejemos de mirar nunca el rostro de nuestro Señor.

RÍOS DE LA MONTAÑA POBRE DE MÍ Extractos de un artículo de David Brandt Berg El problema es que cuando estamos deprimidos, si empezamos a hablar del asunto, generalmente terminamos haciendo públicas nuestras quejas y dudas y pregonamos el derrotismo. Nos ponemos a cantar «pobre de mí» porque queremos que nos presten atención y se compadezcan de nosotros. Normalmente ese es el motivo. Cuando los hijos de Israel se quejaban en el desierto, pretendían que Moisés y el Señor se apenaran de ellos. (Véase Éxodo 16:2-3.) En esos casos, nuestro orgullo ha quedado maltrecho, nuestro ego ha sufrido un revés, nuestra confianza en nosotros mismos ha quedado un poco endeble, y empezamos a dudar de si todo lo que hemos creído hasta entonces habrá


estado equivocado. Llegamos a creer que nunca acertamos. Entonces vienen don Duda, su mujer y sus hijos, junto con don Diablo y su esposa y sus diablitos. Tomamos asiento y los invitamos a debatir el asunto. Y en un abrir y cerrar de ojos, empezamos coincidir con ellos. «Es cierto. En realidad nunca he sido muy buen cristiano. ¿Cómo podría Dios valerse de mí? Mi vida no es que sea muy victoriosa ni exitosa que digamos. Estoy muy lejos de ser perfecto. Soy una calamidad. Mejor me doy por vencido». Eso sucede porque ponemos los ojos en nosotros mismos en vez de fijarlos en el Señor. Hacemos introspección en vez de mirar al Cielo. Pensamos tanto en nosotros mismos, en nuestras faltas, falencias, errores y pecados, que el ego acaba por tirarnos abajo. El Diablo es capaz de decirte muchas verdades horribles acerca de ti mismo, eso sin contar las mentiras. Total que si empiezas a prestarle oído, la cosa no tiene fin. Si le escuchas, él tergiversará las cosas de manera que parezcas mucho peor de lo que eres, lo cual ya es bastante odioso. Luego empiezas a escuchar a algunos de tus críticos. A veces hasta puede que algún amigo o familiar haga algún comentario sin querer o tú lo malinterpretes. El Diablo exagera el asunto hasta que quedas completamente abatido y tienes ganas de rendirte. Una pequeña duda, un ligero temor, unas pocas quejas, una pizca de desaliento, pueden crecer y multiplicarse hasta dejarte completamente derrotado y ejerciendo una influencia terrible en los demás. Inicialmente parece bastante inocente y el Diablo trata de persuadirte de que no es tan grave, pero su fin es amargo. O se va en una dirección o se va en la otra. No hay cómo estarse quieto. O escalas y alcanzas la cima, o te hundes y te deslizas hacia abajo sin remedio. Y cuando uno empieza a caer en picada, no hay donde detenerse. No lograrás frenar hasta que des contra el fondo, a menos que te arrepientas, le des un corte al asunto, pidas a Dios que te perdone y eches por la borda toda la sarta de mentiras del Diablo, así como también tus dudas, temores y abatimiento. No superarás el mal momento a menos que sigas a Jesús y Su Palabra y te aferres a Sus promesas. El futuro es tan prometedor como las promesas de Dios. Debes mantener la vista fija en Jesús: no hay otra cosa en qué fijarla que no sea la fosa, el sombrío abismo de la nada. A veces no sabemos a quién creer: unos te dicen: «¡Aguanta!»; y otros, «¡Abandona!» Pues verás que tomando cada frase en su debido contexto las dos están acertadas. Debemos abandonar esas malditas dudas, temores, desalientos y cargas diabólicas que nos impone el Diablo y aguantar aferrados al Señor. Súbete al carro del Señor y te llevará a los Cielos. Nada te detendrá. En cambio, si te cargas con las piedras que el Diablo quiere echarte encima, te hundirás irremediablemente. Échalas por la borda, déjalas atrás y sigue adelante con el Señor. Tal vez pienses que el Señor no es capaz de sobrellevar la carga de algunos de tus problemas. Algunas personas son así. Me recuerdan a la anécdota que me contaron hace muchos años. Un tipo iba cruzando un río congelado, temeroso de que el hielo se quebrara y al caer al agua se ahogara. Gateaba cautelosamente cuando escuchó un ruido a la distancia. Se dio la vuelta y vio una yunta de caballos que venía hacia él tirando de lo más campantemente de una carreta cargada de hierro, todo por el mismo


hielo sobre el que él gateaba con tanto miedo. Les diré una cosa. Dios es capaz de sobrellevarlo. Él puede con cualquier carga que quieras echarle encima. No te quedes ahí parado. ¡Haz algo! ¡Canta, grita, alaba al Señor, recita Escrituras! ¡Devuélvele el golpe al Diablo! ¡Repréndelo con la Palabra! Eso hizo Jesús cuando el Tentador lo acechó en el desierto. Le citó las Escrituras: «¡Escrito está!» (Mateo 4:3– 10.) El Diablo es mentiroso y padre de mentira, y no puede resistir la Palabra. «Resiste al Diablo y huirá de ti» (Santiago 4:7). Se da la vuelta y pone pies en polvorosa. Ponte el yelmo de la salvación y la coraza de justicia; toma el escudo de la fe para apagar los dardos de fuego del Maligno; cíñete con la verdad; cálzate con el Evangelio de la paz; empuña la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, y penétrale el corazón al Diablo. (Véase Efesios 6:10–17.) ¡Échalo! Dile que no tienes parte con él y que él no tiene parte contigo. Luego ponte a trabajar. Conversa con otras personas sobre Jesús y la Salvación. Sé positivo. Ayuda a alguien. Dedícate tanto a resolver los problemas ajenos que no tengas tiempo de pensar en ti mismo. Ocúpate tanto de hacer feliz a alguien que no puedas menos que ser feliz tú mismo. Habla de Jesús. Habla de la Palabra de Dios. Habla de las necesidades ajenas. Habla de cosas buenas. «Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» (Filipenses 4:8). No hables mal de nadie, ni siquiera de ti mismo. (Tito 3:2.) Guarda la fe. Mantén los ojos puestos en Jesús. Ocúpate de ayudar a quien lo necesite y olvídate de ti mismo. ¡Por supuesto que eres un fracaso! ¡Claro que eres una calamidad! Todos lo somos. Cuando nos ponemos a mirarnos a nosotros mismos, ahí sí que nos deprimimos. ¡Sigamos adelante con Dios! Él es el único que puede lograrlo y te sacará adelante si le das una oportunidad. Aférrate a Su Palabra. Deja de esforzarte y deja que Dios lo haga. Hay un viejo himno que dice: «Él me sostiene». Yo no puedo sostenerme solo. No puedo ayudarme a mí mismo. Solo Dios puede hacerlo. Él es mi única esperanza. «A Aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de Su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios» encomienda tu camino, tu vida, tu mente, tus pensamientos, tu tiempo (Judas 24–25). «Sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día» (2 Timoteo 1:12). Únicamente Él puede hacerlo. Solo tienes que darle una oportunidad. Mantén los ojos puestos en Jesús. Hablemos de Jesús. Hablemos del amor, de Su amor. Solo Jesús, solo Jesús satisface. Toda carga se deshace cuando abrigo la confianza de que Jesús me acompaña.


PRUEBA DE LA CLASE 11A, «SUPERAR CONFLICTOS: TRES PASOS PARA VENCER, 1ª PARTE», DE LAS 12 PIEDRAS FUNDAMENTALES NOMBRE 1.

FECHA:

Explica brevemente cuál es el problema o defecto más grave que enfrentas en este momento. (No hace falta contar detalles personales que prefieras mantener en privado.)

2.

¿Qué versículo te da la tranquilidad de que el Señor va a resolver el problema?

3.

¿Has rezado pidiendo al Señor que te ayude a superar esa dificultad o complicación?

4.

En general, cuando nos enfrentamos a un problema, el primer paso es establecer cuál es. ¿Cómo podemos hacerlo? (Pista: Salmo 143:10)

5.

¿Cuál es el primer lugar donde buscar orientación para ayudarnos a hacer frente a nuestros defectos? (Pista: Salmo 119:105)

6.

¿Quién es el «acusador de los hermanos»? (Pista: Apocalipsis 12:10)

7.

¿Cómo reacciona el Diablo cuando lo resistimos? (Pista: Santiago 4:7)

8.

¿Conviene pedir consejo y oración a otras personas? (Pista: Proverbios 27:9b)

9.

¿Tiene alguna importancia a quién le pedimos consejo? (Pista: Romanos 15:1a)

10.

¿Por qué es importante confesar cuando hemos obrado mal? (Al Señor y en algunos casos pedir perdón a las personas agraviadas). (Pista: Proverbios 28:13, Santiago 5:16)


11.

Filipenses 4:8 contiene una lista de cosas en las que debemos meditar. ¿Cuáles son?

12.

A la hora de buscar soluciones para superar nuestros defectos, ¿cuál es la principal fuente a la que debemos acudir? (Pista: Salmo 50:15; Salmo 32:8)

¿HUBO ALGO DE LA CLASE QUE NO ENTENDISTE BIEN O QUE TE SUSCITÓ INTERROGANTES? DE SER ASÍ, EXPLÍCALO A TU GUÍA.


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