Las Preguntas de JesĂşs Marcos 10:46-52; Lucas 18:35-43 Atalaya
46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. 47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. 50 El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51 Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. 52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.
También nosotros tenemos cerrados los ojos y el corazón, y pasa Jesús para que clamemos. San Agustín ......................... ¿Qué ves con tus ojos cerrados? ¿Qué buscas? ¿Qué escuchas? ¿Qué sientes? ......................... ¡Cuánto dicen tus ojos cerrados!
Apocalipsis 3:18b‌ y unge tus ojos con colirio, para que veas.
Esta pregunta se la hizo el Señor a un hombre que no podía ver. El ciego llevaba tiempo junto al camino de Jericó, hundido en sus tinieblas, aguardando la luz. El desgraciado, al oír el gentío, gritó pidiendo ayuda. Jesús detuvo su marcha y preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” Nunca en su vida ese hombre había escuchado algo semejante. Ese pobre limosnero no podía imaginar que el Mesías le ofrecería su cercanía... que el Hijo de Dios estaría dispuesto a responder a sus anhelos... que sus oídos aguzados para oír las más leves brisas iban a escuchar la voz del Verbo de la vida que le decía: “¿Qué quieres que haga por ti?”
Con sencillez, ese hombre no pidió riquezas, prestigios ni triunfos; no pidió la honra. Sólo pidió ver. Sin embargo, detrás de esa palabra está la profundidad de la fe. En el Evangelio “ver” es mucho más que mirar con los ojos; sólo “ve” de verdad el que es capaz de vislumbrar el misterio; el que descubre hacia dónde va su vida y dirige hacia allí sus pasos. En realidad sólo “ve” quien en medio de sus trabajos y sus penas descubre a Jesús. El que no llega a eso, aunque vea, conserva su ceguera.
Esa misma pregunta de Jesús resuena hoy en el corazón de cada uno de nosotros, porque el evangelio sigue vivo. El Señor es cercano y se interesa por nuestras necesidades y nuestros anhelos: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Es hora de preguntarnos qué queremos pedirle a Dios. Vale la pena reflexionar sobre nuestras peticiones al Señor porque eso manifiesta nuestras necesidades, nuestros valores y tal vez nuestros criterios más profundos. En los momentos de necesidad o de dolor nos volvemos a Dios para pedirle que venga en nuestra ayuda.
Desgraciadamente, a menudo sólo se pide dinero, salud o verse privados de un dolor... pero allí no está la llave que permite abrir la puerta de la felicidad y de la Vida. Si el Señor nos preguntara qué esperamos de él, muchos no sabríamos responder. Sin embargo, curiosamente cada día, con nuestros trabajos y desvelos, consciente o inconscientemente estamos respondiendo a esa pregunta. En realidad, ¿qué andamos buscando es este mundo?
Si en el momento supremo de la vida se nos concediera hacer tan sólo una petición; si en ese momento el Señor me preguntara qué quiero yo de Él, ¿qué me atrevería a pedirle? Tendría que ser algo definitivo, algo que orientara el rumbo de la marcha. No podría ser algo pasajero. En un momento así, Salomón pidió sabiduría para gobernar a su pueblo. Cuando Herodes después de la danza seductora, ofreció a Salomé todo cuanto ella deseara, la joven se vio confundida. Entre sus veleidades, no sabía por qué decidirse, su vida estaba sin rumbo y terminó pidiendo la cabeza de Juan el Bautista. Perdió entonces su oportunidad.
No es fácil pedir a Dios lo que realmente necesitamos. Se trata de llegar hasta el fondo de nosotros mismos, de descubrir nuestro anhelo más hondo, de escudriñar en nuestro interior para encontrar lo que da sentido a nuestras vidas; se trata de aclarar qué es lo que constituye nuestra felicidad o qué fracasos nos causan las mayores penas. Ante esa pregunta de Jesús resulta indispensable interrogarnos con mucha honradez: ¿Qué quiero yo en verdad? ¿Qué deseo para los seres que amo? ¿Vale de verdad la pena lo que busco? ¿Qué estoy dispuesto a recibir de Dios?
El ciego de Jericó hizo una petición que agradó a Jesús: “Señor, que vea” A ese hombre sencillo, lo demás se le dio por añadidura.
¡Ánimo, el Señor te llama! ¿Qué quieres que Él haga por ti? ......................... ¿Qué necesitas? ¿Qué deseas? ¿Qué quieres que Él haga por ti? ¿Qué crees que Jesús te dará? ......................... ¡Cuánto dicen tu fe!
Cuando Oras . . .
a veces Dios dice “SI”, a veces Dios dice “ESPERA”, y a veces dice “NO” y es a causa de su amor, pero siempre Dios contesta tu oración
Relato – La felicidad escondida Un poco antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes para hacer una travesura. Uno de ellos dijo: -Debemos quitarles algo a los seres humanos, pero, ¿qué? Después de mucho pensar, uno dijo: -¡Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad. El problema es dónde esconderla para que no puedan encontrarla. Propuso el primero: -Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo. -No, recuerda que tienen fuerza; alguno podría subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán dónde está -replicó otro.
Relato – La felicidad escondida Se escuchó una nueva propuesta: -Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar. Otro señaló: -No, no olvides que son curiosos, alguno podría construir un aparato para bajar, y entonces la encontrarán. -Escondámosla en un planeta bien lejano de la Tierra propuso otro. -No -le dijeron. Recuerda que les dieron inteligencia, y un día alguno va a construir una nave para viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad. El duende más veterano, que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas, dijo:
Relato – La felicidad escondida -Creo saber dónde ponerla para que nunca la encuentren. Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono: -¿Dónde? -La esconderemos dentro de ellos mismos; estarán tan ocupados buscándola afuera que nunca la encontrarán. Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la lleva consigo.
La fe ve lo invisible, cree lo increĂble y obtiene lo imposible.
Versículos sobre la Fe Capítulo de interés especial: Hebreos 11 «El capítulo de la fe» o de «los grandes exponentes de la fe». A. La fe legítima y creyente tiene un poder enorme: Mar.9:23 Si puedes creer... todo es posible. Jn.14:12 El que en Mí cree... mayores (obras) hará. Hch.6:8 Esteban, lleno de gracia (fe)... hacía grandes prodigios y señales.
Versículos sobre la Fe D. Las oraciones son respondidas según nuestra fe; el Señor puede hacer lo que sea, pero es preciso que creamos: Mat.9:27-30 ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí. [Jesús añadió:] Conforme a vuestra fe os sea hecho. Mat.8:13 Como creíste, te sea hecho. Mat.17:19,20 ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Por vuestra poca fe. Mat.21:21,22 Si tuviereis fe, y no dudareis... lo recibiréis.
Versículos sobre la Fe E. El Señor premia la fe expectante y creyente: Mat.15:28 Grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Mar.9:23 Al que cree todo le es posible. Mar.11:23Cualquiera que... no dudare en su corazón, sino creyere... lo que diga le será hecho. Luc.1:45 Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho. Jn.11:40 Si crees, verás la gloria de Dios.
Versículos sobre la Fe G. Fe y paciencia: Rom.8:25Si esperamos (con fe) lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Heb.6:12b Por la fe y la paciencia heredan las promesas. Heb.6:15 Habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa. Heb.10:35,36 No perdáis vuestra confianza (fe)... para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Stg.1:3 La prueba de vuestra fe produce paciencia.
Versículos sobre la Fe 10. Si tenemos verdadera fe: A.Seguiremos confiando en Dios aun cuando la situación parezca desesperada: Job 13:15 [Job, habiendo perdido sus riquezas, familia y salud, dijo:] Aunque Él me matare, en Él esperaré. Mat.8:24,26 Se levantó... una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; [pero Jesús reprendió a Sus discípulos por haber temido]. Rom.4:20Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios. (V. también 2Cró.32:7,8; Isa.26:3)
Taller ¿Qué quieres que Jesús haga por ti? Cuando le has pedido a Jesús que haga por ti, Jesús te pregunta qué has hecho, cuándo, cuánto, con quién y para qué lo has hecho, cuáles han sido los resultados y que cambiarías?: Qué Hacer?
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Qué Eliminar?
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Qué Hacer Nuevo?
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