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A modo de presentación Mª Dolores Gascón

A modo de presentación

La vida de muchos miles de personas se truncó o cambió cuando la tierra tembló en aquella isla del Caribe. La vida de los seres humanos está jalonada de experiencias y acontecimientos que imprimen marcas indelebles. Dichas experiencias pueden ser personales o afectar a una comunidad, una nación e incluso a la humanidad en general. También es propio del ser humano recordar dichas experiencias para celebrarlas, lamentarse o simplemente reflexionar sobre ellas. Esta publicación intenta, sin ninguna pretensión, aunar el recuerdo y la reflexión.

En primer lugar, es un testimonio directo de una de las mayores catástrofes naturales y humanas que ha vivido nuestro planeta: el terremoto que asoló Haití en enero de 2010. La vida de muchos miles de personas se truncó o cambió cuando la tierra tembló en aquella isla del Caribe. Muchos haitianos murieron, resultaron heridos o perdieron a sus seres queridos, así como su medio de subsistencia y el mundo que habían conocido hasta ese momento. Y no solo eso, también transformó la vida de quienes, aun siendo muy diversos en ideología, creencias u origen étnico, acudieron en socorro de las víctimas desde diferentes lugares del mundo.

Estas páginas contienen dos experiencias bien distintas, dos miradas opuestas y a la vez complementarias, que no solo se reflejan en el título, sino que son los ejes sobre los que se articula esta publicación. El relato de Miguel Gracia nos acerca a la mirada del grupo de cooperantes que decidieron aportar su grano de arena para paliar, en la medida de sus posibilidades, una necesidad inmensa. Pero también podemos intuir de forma muy sutil el mensaje que, a través de sus dibujos, nos envía la mirada de algunos de los niños que vivieron el desastre.

Cuando se organizó la misión humanitaria de ADRA España en Haití, la pedagoga Mercedes Gascón nos indicó que sería muy interesante conseguir dibujos de los niños con el objetivo de realizar, a la vuelta de Haití, una exposición que fuera testimonio de lo acontecido y sirviera como medio de sensibilización en nuestro país. Ya en Puerto Príncipe, nos alegró encontrar un equipo multidisciplinario que trabajaba con los niños del campo de refugiados instalado en el recinto de la Universidad Adventista de Haití. Se atendían las necesidades infantiles con actividades dirigidas a conseguir que los niños pudiesen superar el estrés postraumático, al tiempo que se los apoyaba en sus necesidades más inmediatas mediante un formato lúdico.

El equipo recibió muy bien nuestra propuesta y, como resultado, tenemos los dibujos que ahora podéis contemplar. Se pidió a los niños, de muy diversas edades, que dibujaran libremente algo relacionado con el terremoto; qué sentían o qué recordaban. Salta a la vista rápidamente que son muy variados, tanto en la técnica y complejidad, como en la temática elegida. Para entender lo que los niños quieren transmitirnos tenemos la ayuda inapreciable del psicólogo Sergio Huguet quien, con su acertado análisis, aclara mucho más esa mirada.

En segundo lugar, y aprovechando el décimo aniversario de la catástrofe, es nuestro deseo recordar y agradecer el esfuerzo de todos aquellos que hicieron posible que la ayuda y el apoyo llegaran a los damnificados: • al equipo sanitario y logístico que, sin dudarlo y sin que nadie se lo pidiese, se esforzó para dar lo mejor de sí mismos profesional y humanamente en circunstancias extremas, sin olvidar a sus familias que los animaron en su iniciativa; • a la Fundación ADRA España, que ofreció apoyo y organización; • a los amigos y familiares que colaboraron económicamente y aportaron fondos que se emplearon en diversos pro-

Se atendían las necesidades infantiles con actividades dirigidas a conseguir que los niños pudiesen superar el estrés postraumático.

Especialmente al programa gestionado por ADRA que acogía a niños huérfanos y víctimas de violencia de cualquier tipo. yectos; especialmente al programa gestionado por ADRA que acogía a niños huérfanos y víctimas de violencia de cualquier tipo.

Pero, como mencionábamos al inicio de estas líneas, el aniversario de un hecho tan trascendente no puede limitarse al recuerdo de los hechos y sus consecuencias ni a reconocer a sus protagonistas. Hay muchas preguntas que es preciso plantearse, mucho que reflexionar, muchas lecciones que aprender.

Repasando la historia, Haití tenía el triste récord de ser el país más pobre de toda América. Tras el terremoto se destinaron miles de millones de dólares para la reconstrucción y miles, sí, miles de organizaciones de ayuda están trabajando todavía; lo que originó el nombre de «república de las ONG». ¿Ha mejorado tal inversión la situación del país? Leyendo los informes y las fotografías que nos llegan en este décimo aniversario, la respuesta es que no. Las causas son multifactoriales y diversas y no es nuestra intención enumerarlas. Pero es imprescindible que tanto las organizaciones como los individuos que trabajan en el área de la ayuda y la cooperación las consideren si queremos mejorar nuestra acción humanitaria.

Sin embargo, sí hay una pregunta que asalta a todos los compañeros que fuimos a Haití: ¿sirvió de algo nuestro trabajo? La respuesta está en las palabras de la madre de un pequeño paciente del dispensario: «Gracias. Si no hubieseis venido, mi hijito seguramente no habría sobrevivido».

Sin falsos triunfalismos, sin falso orgullo ni paternalismo, creemos que toda acción de un ser humano en favor de otro ser humano cambia algo, por pequeño que sea ese cambio. Gandhi supo expresarlo magistralmente con esta frase: «Casi todo lo que realices será insignificante, pero es muy importante que lo hagas».

No quiero terminar esta breve introducción sin una mención especial al Dr. Pere Llorca. Gracias a su interés en reflejar gráficamente la experiencia podemos disfrutar las fotografías que nos

acercan más a los protagonistas. Quizás no tendrán la calidad formal de una imagen profesional, pero es indudable su calidad humana.

Finalmente, por esos azares que tiene la vida, esta publicación, que tenía que ver la luz durante el año 2020 para conmemorar el décimo aniversario de un desastre, se ha visto retrasada por la situación que ha provocado otro: la pandemia causada por el virus de la COVID-19. Lamentablemente, las restricciones de todo tipo impuestas por la lucha contra la propagación del virus ha impedido su realización en las fechas previstas.

«Casi todo lo que realices será insignificante, pero es muy importante que lo hagas» (Gandhi).

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