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Meditaciones desde la cárcel
Hay un mundo uno y común para los que están despiertos, pero el que duerme se reduce su propio mundo. HERÁCLITO
Carta escrita, desde un centro penitenciario, por un preso hoy ya libre
¿Cómo están? Seguro que éste es un buen año. Lleno de descubrimientos. La vida continúa su impetuosa marcha hacia el infinito y toma diferentes formas y caminos.
Siempre podemos hacer consciente lo inconsciente (el interior puro, sin la contaminación social), y elegir nuestro verdadero camino: «vivir el amor a cada momento». Despertar ahora y viajar con la vida, vibrar en sus movimientos. somos el instrumento donde la vida toca su sinfonía, donde el vacío danza su forma. Tener la oportunidad de pertenecer, de participar en esta increíble aventura es un inmenso regalo, una oportunidad especial para sentir el más fabuloso amor. Y sintiendo amor alcanzamos la maduración, la plenitud.
El mundo está como está, y en lo personal nuestra vida está como está, por la falta de confianza en el amor, en la energía que todo conduce y sostiene. En la realidad, la vida es de amor, fue y es concebida de este modo, con mucha gracia, con espectacular magia. Magia y gracia que nuestra mente no llega a comprender. Este amor no puede ser conceptualizado, no bien le damos nombre se pierde; es para ser experimentado. Todo el problema psicológico y espiritual que transtorna al ser humano se forma en la negación del amor, y pueden ser totalmente trascendidos con la práctica del amor. Es una realidad que debemos aceptar.
Vivimos en la ilusión que nos encontramos aislados del resto (sólo unidos a unos pocos familiares y amigos) cuando en la verdad conformamos una unidad, somos una misma criatura. Hombre y medio ambiente se interrelacionan y ninguna situación queda fuera. La vida es eterna y su propósito es lúcido; llevar a la humanidad de la oscuridad a la luz, para que todos los hombres disfruten y alucinen con la existencia. Por lo tanto, la vida es de una manera y nosotros la conceptualizamos de otra. Y así, impulsados por el miedo, y en completa ceguera por las confusas creencias e hipótesis que la mente ha inventado, queremos alcanzar el amor. Y, ¿cómo puede llegar el amor, si no le dejamos espacio, si no abandonamos los proyectos que desde la ignorancia ideamos?, ¿cómo podemos llenar el vaso de agua fresca si el vaso está repleto de agua estancada? Si somos ignorantes (respecto al conocimiento interior de la vida), ¿cómo podemos, desde la ignorancia, planificar y elaborar la salida de la ignorancia? Esto, es una ilusión creada por la mente humana para no dejarnos vivir en lo que, recibiendo la vida a pleno y en directo.
Respecto a la pregunta ¿cómo alcanzarlo, conseguirlo…? les diré que esto no se alcanza, porque ya está con nosotros. el estado de inmortalidad es nuestro estado natural; como cuando eramos niños y nuestra mente no se encontraba saturada por los conceptos, por la constante ida y venida de pensamientos. En aquellos tiempos veíamos la realidad tal como era, tal cual es: como un juego perfecto en compás y armonía, sin la presencia del ego para traducir a su forma lo verdadero. con el correr de los años ese «yo personal» se fue apoderando de nuestra existencia, y hoy, desde sus creencias instauradas nos gobierna. Catalogamos el presente, no de forma abierta, sino interfiriendo con la memoria y comparándolo con antiguas experiencias. el presente ya no es el presente, sino que se encuentra modificado o distorsionado por el pasado. la mente en constante pensar no nos permite observar y escuchar de forma adecuada. Sólo nos escuchamos a nosotros mismos (o mejor dicho, al conjunto de creencias atávicas). establecimos un diálogo con la ignorancia y creemos que ese mundo que inventamos, ese estrecho y opaco lugar es la vida. somos unos cavernícolas.
P.D.: En medio de tantas palabras, muchas veces me suelo perder. Disculpen si he sido reiterativo, pero hay ciertas ideas que quiero recalcar. Y, hablando de ideas, recuerden que en las palabras y las ideas existen los opuestos, y el amor verdadero no tiene contrarios. Por esto es tan difícil transmitirlo con palabras.
Les deseo lo mejor de las vidas. Un amigo desconocido, un sin rostro… Con el corazón.
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Sobre el miedo y sobre los miedos
Evilasio Moya. Escritor (autor de Miedo y banderas de papel base de este artículo)
MIEDO, metus: «Est trepidatio mentis propter malum probabiliter inminens.» 1 Cuya traducción literal es: temblor de la mente por un mal probablemente inminente. Lo interpreto yo como espasmo mental. Como espasmo de la conciencia, de la mente o del espíritu. Por un mal que probablemente se aproxima. Por un mal cercano, casi próximo, sin saber por qué. Probablemente cercano. Probablemente próximo.
Miedo es amar, sentir, vivir, querer intensamente. Tal vez incomprender. Tal vez odiar. Rechazar por sistema. Es inquietud irracional el miedo. Producto de ignorancias. El primogénito de la Creación. El primogénito del tiempo. El primero, desde cuando el espíritu de Dios se columpiaba, se cernía sobre las aguas. El ferebatur, en el principio de los tiempos. En el Génesis, primer libro del Pentateuco. Cuando la tierra no tenía vida, estaba vacía, y aquel «espíritu» se cernía sobre las aguas. El miedo es el pionero de los tiempos. Es el primigenio. El primer engendrado. El primogénito del tiempo.
Y no se puede definir «extraño» y yace en embrión. Aparece, se muestra como fantasma y sobresalto. Sensibilizarse, amar y desear intensamente. El temor y la represalia se muestran al hombre desde el comienzo de los tiempos. Desde el inicio de los siglos, sobre el barro, sobre el hombre, sobre las aguas y las tierras emergidas. Desde un primer momento, modelado el barro y la materia. Cuando alguien catapultó la vida.
Lo han soportado y sufrido casi siempre, los hombres buenos de la historia. Las mujeres inteligentes y buenas de la historia. Los varones justos. Las mujeres justas. Los resignados y resignadas. Los hombres buenos y valientes. Las hembras heroínas. Los artistas. Los varones religiosos durante el transcurso de los tiempos. El perverso y la mujer perversa. Los ateos con las dudas. Escritores, periodistas y poetas. Los obedientes y rebeldes. Las mortandades y matanzas de la guerra. Ha palpitado el miedo en las conquistas y luchas intestinas. Azotado en calamidades, terremotos y epidemias. Perdurado en la vida comunitaria y cuartelera. El miedo, él, el primogénito, el del Génesis, atenaza, tal vez y más que a nadie, a los políticos de turno, sobre todo a la cuantía política como larga plaga de extinción difícil.
1. ABRAHAM
Con manos alquimistas mezcló Yahvé obediencia e inocencia, en un lugar del monte Moria, 2 según las Escrituras. Y allá se dirigió obediente Abraham, unciendo a su vera al hijo de Sara. Tras ciertas dudas, pesadillas y zozobras, pudo en él más la orden temerosa de Yahvé, la imperativa voz de temor del Antiguo Testamento, que lo estaba probando como se prueba el oro en el crisol.
E Isaac, inocente al mandato de Yahvé, obediente a la voluntad de Abraham, su padre, ascendió sumisamente y con sigilo acompañando al progenitor de sus días hasta aquel lugar del monte sacro, como narra el relato histórico sagrado.
Hubieron de crispar el miedo y lágrimas interiores, el alma, la mano y el cuchillo del Patriarca
1 Definición de san Agustín. 2 Monte Moria: monte de Palestina, cercano a Jerusalén, en donde, según el Génesis, Abraham iba a sacrificar a Isaac.
Flavio Josefo lo identificó con la colina sobre la cual fue construido el templo por Salomón.
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con el interrogatorio de Isaac, antes de maniatar al predilecto para el sacrificio cruento; antes de sofocar el dolor profundo de la ascensión; antes de asestar certeramente el golpe que no se iba a producir asimismo por orden divina y voz entre las zarzas; antes de abandonar las esperanzas depositadas en la inocencia de Isaac. Antes, mucho antes de que apuntara el alba.
Y Abraham, aquél que fuera primer Patriarca del pueblo hebreo nacido en 1996 a.C., en Ur (Caldea); aquél que tuviera vida agitadísima por seguir los mandatos de Dios; que fuera octavo descendiente de Sem; que marchara a Egipto obligado por el hambre. Aquél cuyo significado era «padre de muchas gentes, de muchos pueblos» cuando Yahvé le intercaló la H, y que se uniera a su esclava Agar, hermosa hembra, para engendrar a Ismael; que alianzara con Yahvé y éste probara su fe inquebrantable, ordenándole el sacrificio de Isaac. Aquél que murió a los 175 años, el de 1821 a.C., y que fuera enterrado junto a Sara, su mujer, y que fuera figura conspicua del Antiguo Testamento, y a quien los árabes le tienen gran respeto por suponer que construyó la caaba de La Meca, estuvo a punto si hubiese desobedecido la voz temerosa de Dios, de cambiar el rumbo de la historia.
2. ABSALÓN
Atenazó y prendió en la cabeza. La hermosa, poblada, gallarda, mancebada y tal vez rubia cabellera de Absalón quien se hermanó en la huida con el miedo.
Colgó Absalón su cuerpo con el miedo, enredándose con el viento y las ramas de una encina, en el tupido bosque de Efraín, rebeldemente. Y vehementemente la lanza de Joab, generalísimo del rey, montado en alazán moreno o tordo, atravesó su corazón, matando belleza, juventud y re- beldía.
Momento aciago. Instante asesino de altane- rías, de infidelidades y de orgullos, que itineraban por el corazón de un hombre joven.
Pero las crónicas nos cuentan que legenda- riamente, existe la tumba de Absalón, que ca- minaba e iba para rey, en el valle de Josafat o valle de Cedrón, próxima a la ciudad santa de Jerusalén, de donde huyó.
Está la tumba o lugar de aquel que fuera hijo de David, gallardo mozo de inclinaciones perversas.
La tumba o monumento de aquel que venga- ra la incestuosa pasión de su hermano Amnón, primogénito del rey David y de la segunda es- posa de éste, con su hermana Tamar, violen- tando a ésta.
La tumba o túmulo o descanso de aquel, quien asimismo fuera hijo de David, quien vengara en un convite con la muerte la pasión del primogé- nito.
La tumba de Absalón, que obtuviera el perdón y clemencia paternos, por fratricida. La tumba ubi- cada según la leyenda, en Josafat, lugar que si- gue atendiendo, esperando con pavor y fijeza sin límites, el llamado «Juicio Universal Apocalíptico».
(El autor de Miedo y banderas de papel no ha querido contar el tiempo, en que ello sucedió.)
3. SÓCRATES
En Alopeke, Atica griega y en el año 470 a.C., apareció a la vida el hijo de un escultor griego. Se asomó al balcón de la vida, Sócrates, tre- menda sencillez, de quien iban a ser discípulos Platón y Jenofonte. De extraordinaria personali- dad, sereno siempre ante los demás. Dueño de sí mismo. Celoso cumplidor y buen ciudadano.
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En la página anterior de izquierda a derecha, Abraham, Absalón y Sócrates. En esta página, Judas besando a Jesús antes de su traición y la crucifixión en el Gólgota.
De rizada barba y complexión robusta, Sócrates, el gran filósofo, luchador incansable en el ágora.
Creyente en providencias y en una suprema justicia, levantó valientemente en Atenas la inquietud por el saber, plasmado en diálogo abierto. Sin componendas, sin hipocresías, sin temores, sin «politequeos» como los actuales. Sin miedos. Con la «mayéutica» enemiga de sofismas.
Le acompañó el «daimon» o genio. La resonancia de una voz interior y le malquistaron gran parte de los ciudadanos y fue acusado en el 399 a.C. ante la Asamblea de corromper a la juventud, de no creer en los dioses oficiales. Sócrates no quiso defenderse.
Le condenaron a beber la cicuta venenosa. Sufrió la muerte con sublime entereza. Muerte y proceso se determinan en la Apología de Sócrates y Diálogos de Platón.
Su máxima favorita del templo de Delfos: «Conócete a ti mismo» hubo de turbar incansable al genio o «daimon», muchísimo antes de que la cicuta emponzoñara los labios veraces y mordaces en las mazmorras de la muerte.
4. EL ISCARIOTE
…antes de que el de Iscaroth, tesorero de los apóstoles, arrojase en el Templo la treintena de monedas de plata por la venta de Cristo, que le ardían y quemaban las manos y, después de que durante la cena, escuchara nítidamente la voz de su Maestro desde un ángulo opuesto: «Lo que tengas que hacer, hazlo pronto», sin más explicaciones, autoculpándose, Judas el Iscariote, dejado que hubo el cenáculo y el rezo, tuvo que tropezar miedosamente muchas veces ante lo irremediable, atenazado por las banderas de la duda, durante la tarde-noche-oscura de la última Pascua, con la conciencia sucia.
... Y después de la sexta palabra de Jesús de Nazaret, en el Gólgota, o lugar de la calavera, «Consummatum est» (Juan 19:30), que quiere decir: Todo está cumplido o terminado, y una vez que el velo del Templo se rasgó desde arriba hasta abajo, Judas, nacido en Iscaroth, se autoacusó de felonía y se ahorcó tal vez arrepentido del beso de traición que diera a Jesús en el huerto del Gethsemaní, gitana y locamente con la conciencia más atormentada. Con él, se enterró otra bandera de acaparamiento y avaricia.
5. DIMAS, GESTAS Y JESÚS
Como unción balsámica, resonó la segunda palabra de Jesús, hijo de carpintero, en los oídos semiapagados y moribundos de Dimas: «Amen dico tibia Hodie mecum eris in paradisco» (Lucas 23:43), que quiere decir: En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
El mensaje y simbolismo, tradujo y convirtió el temor a la muerte en dulcificadora esperanza del buen ladrón, primer santo de la historia, atónito el otro, Gestas, de lo que estaba escuchando. Dimas, único defensor del Nazareno, en el lugar de la calavera o del calvario, recriminó a Gestas delincuencia, latrocinio y mal decir, como buenos salteadores de caminos que habían hollado juntos, erigiéndose en abogado defensor de la inocencia del tercer crucificado, hijo de José y de María, sustituto de Barrabás en el suplicio.
Un cielo enrarecido, cariacontecido, estupefacto en andarajes de pasión, iba a testificar la huida nazarena al paraíso de su progenitor, quien le abandonara antes de que Jesús pronunciase sus últimas palabras: «Pater, in manus tuas conmendo spiritum meum» (Lucas 23:46). Sí, y en sus manos encomendó, entregó su espíritu.
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Después resplandeció con la tormenta el burdo madero de la cruz del buen ladrón, ya exangüe. El cuerpo castigado se iba a transformar progresivamente en algodones sedantes de paz, diciendo adiós al miedo, un viernes, que a posteriori, la tradición ha venido nominando santo.
6. SÉNECA
Tendió manto negro el miedo a la serenidad y venas del cordobés-romano, Lucio Anneo Séneca, crecido y educado en Roma, de sangre hispana. Cuestor, cónsul sufecto, hombre ilustre e influyente. Pretor, preceptor de Nerón. Poeta y prosista de moral estoica como demuestra en De brevitate vitae. De vita beata. De Tranquillitate animi. Autor de tragedias y compositor de epigramas intentó separarse del emperador matricida, a raíz de la conspiración pisoniana, corriendo el año 64.
Cundió el manto negro del miedo hacia la gran entereza de Séneca y se produjo la muerte a la antigua usanza del Imperio en decadencia, igual que hiciera el Árbitro de las Elegancias, Petronio, enamoradísimo de la hermosísima esclava ya libre, amante vida, todo, Eunice, libando ambos la última gota en vaso de múrrino.
Y Séneca escribió su última tragedia ante la historia, casi, casi rayando su obra el cristianismo.
7. LUTERO
Martín invadió con luz y natalicio a Eisleben, en la Turingia alemana. En aquel momento, su mente, siguiendo el aforismo latino: «Tanquam tabula rasa, in qua nihil scriptum est», cuando se deslizaba el año 1483, desconocía el término «heresiarca», y se asomó a la claridad, con el gérmen de la duda y la protesta. Ingresó no convencido en un convento ermitaño de San Agustín, cumpliendo voto y promesa que hiciera, encontrándose en riesgo de perder la vida.
A Martin Lutero, novicio, teólogo, presbítero, le atenazó el miedo como fórmula dubitante de fe y halló cierto alivio en Pablo de Tarso, quien galopando la historia hacia atrás, sintiera igualmente miedo y dudas, camino de Damasco, o como Juliano el Apóstata recriminando rabiosamente: «¡Venciste, Galileo!»
«Fides caritate informata», decía el Vaticano. «Sola fides.» Solamente la fe, sostenía con viveza y sin desmayo el de Eisleben, oponiéndose con acritud herética a León X, sin indulgencias y sin perdones, desautorizando siglos de la «verdad inamovible».
Las puertas de Wittenberg temblaron a la obstinación luterana y luego acontecería la disputa de Leipzig hacia 1519, cuestionando y dudando la infalibilidad de papas y concilios. Conmocionando campos, aldeas, parajes, núcleos urbanos de entonces, fortines y ciudades.
Invadió Lutero de orgullo los caminos de la guerra, dubitativa Europa. Sin el Exurge, Domine, el ultimátum papal y la bula, pasto de las llamas en Wittenberg, rompió con Roma. No quiso tampoco retractarse en Worms a instancia solapada de su protector, el elector Federico III, entre paz y guerra, entre vida y muerte.
Insistió más el orgullo luterano traduciendo la Biblia y el Nuevo Testamento y más tarde surgieron los «Profetas de Zwickau», homologados a la intransigencia, radicalismo y sectarismo religiosos, servido el miedo en bandeja de plata.
Se abrazó Martin, literal y profundísimamente a lo carnal, en el seno, regazo y entraña de la ex
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En la página anterior, de izquierda a derecha, busto de Séneca, Martín Lutero y Santa Teresa de Jesús. En esta página, Galileo Galilei y Fray Luis de León.
monja Catalina Bora, quien en cierta ocasión, cuenta la crónica, con el pánico a cuestas, recriminara al ex fraile agustino que había perdido el «cielo prometido».
Rompió con el humanismo erasmiano. Abolió la liturgia de la misa. Suprimió la confesión como innecesaria. Redactó un catecismo pequeño y otro grande. Se enemistó frenéticamente con Zwinglio. Dio el placet al credo que presentara Melanchton (Confesión de Augsburgo de 1530).
Roma le insta con atropello para la paz. Él rechaza la propuesta. Protestando, amargado y enfermo, preñada su mente vieja y viajera de vivencias, muere en Eisleben, su pueblo natal, reposando las cenizas en Wittenberg, con las banderas ocultas de la tozudez y terquedad. Corría el año 1546.
8. TERESA DE JESÚS
Aquella Teresa de Jesús, judía conversa, temblaría con el cáliz de las dudas en el Carmelo. Temblaría en el profundo copón de la transustanciación, como auténtica dolencia del cuerpo y del espíritu, y tras tantas dudas y temores, después de castillos interiores, murió, amaneciendo a la luz de un convento castellano viejo. En Alba de Tormes, salmantina; en las Castillas, con las «moradas». Y con ella, se columpió su obra con las demás Españas, en donde se estabulaba el «dios» teresiano, sin caridad, retando al hombre.
E intentó Teresa de Ahumada, agarrada desesperadamente a las cazuelas; desesperadamente a los pucheros, aureolas de honestidad, de transparencia, esperanza y luz, sin barrera alguna, unir y atar, ascética y mística, divinándose impaciente. 9. GALILEO GALILEI
«E pur si muove.» Y sin embargo se mueve.
El 22 de junio de 1633, entraba en el palacio de la Minerva en Roma, sede de la Inquisición, un venerable anciano, de cara grave y macilenta, blanca la barba y el cabello, agobiado por el peso de los años, del trabajo y de las enfermedades y rodeado de los servidores del Santo Oficio. Pocos instantes después se encontró ante la presencia de todos los prelados y cardenales que formaban la Inquisición, los que con luz opaca y lúgubre aparato esperaban la llegada del acusado.
«E pur si muove.» Ysin embargo se mueve.
Pronunció la frase y el miedo enturbió la barba blanca, el honorabilísimo cabello de Galileo Galilei, su dulzura italiana de nombre, para oprobio y vergüenza sin definición de sus acusadores. Pronunció la frase con presagio de muerte.
Desconozco si ello ocurrió por la tarde o de mañana. Un escalofrío sí que trota y gira por mi alma, traduciendo la convicción interior de Galileo, como carisma adversativo contra la soberbia de los purpurados. No obstante, aquel 22 de junio del año de gracia, lanzó a la vida otro sentimiento de verdad y de amor el hermoso anciano, agobiado por el paso de los años, del esfuerzo y de la enfermedad no purpurada.
10. MISCELÁNEA
Miedo producían las interminables noches sin tendido eléctrico y alumbrado de carburo en calles y plazuelas. Las capas negras de los embozados del siglo de Esquilache. Del motín de Aranjuez, sombrero negro y navaja oculta.
Lo tuvo profundamente aquella mujer, quien con primor y manos delicadas blancas granadinas, te
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jió una bandera liberal, sin ser ninguna noche de San Juan, y no era de papel, que era de seda.
El gran Juan de la Cruz, insigne hombre, austeridad total, patrón de los poetas hispanoparlantes, declarado así durante 1993 por Juan Pablo II. El de la Noche oscura del alma, tembló en su misticismo de amor, saltado que hubo los fríos barrotes de la cárcel. Y Fray Luis de León, con miedo disfrazado de entereza, por el fantasma de la bandera verde del Santo Oficio, casi seguro que pronunciara el «decíamos ayer», plantado aún en él el temor al inacabable proceso de la Inquisición, sin su «del monte en la ladera».
Juana de Arco, sofocada en la hoguera por la Pérfida Albión, por brujería, que es historia. O Miguel Servet. O Savonarola y tantos otros.
11. GOYA, OTROS Y EL MIEDO
Francisco de Goya y Lucientes, Fusilamientos y aquelarres. Inacabables pinturas negras, interminables pasillos y viajes de martirio por la contienda contra el invasor napoleónico. Van Gogh, con los Lirios y delirios posteriores de su poderosa y turbulenta imaginación. Diego de Silva Velázquez en el Cristo personalísimo y los cigarrales toledanos entre visiones deformadas de unas manos griegas. Miguel Ángel Buonarroti hubo de sentirlo igualmente en la capilla Sixtina, presionado con crueldad por el Papa de turno, durmiendo pesadillas y soñando en fragilidades marmóreas de Carrara con su Moisés o la Piedad, pero infinitamente más a la soberbia y boatos vaticanos; al martillo de premura vaticano.
De izquierda a derecha, Juana de Arco, autorretrato de Francisco de Goya, y autorretrato de Vincent Van Gogh.
Abajo, La piedad de Miguel Ángel
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Cómo evitar ser un poquito nazi
Daniel Basterra Alonso. Licenciado en Derecho
Este verano, como otros muchos turistas (demasiados), he estado en Praga. Entre las muchas cosas interesantes que ofrece esta ciudad, hay dos tristemente interrelacionadas: podemos visitar, por un lado, uno de los pocos barrios judíos centroeuropeos (quizás el mayor de ellos) que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial (gracias a la trágica pretensión de convertirlo en el museo de una raza extinta) y, por otro, ésta es la ciudad en la que falleció uno de los artífices de esa idea: Reinhard Heydrich. El recuerdo de este personaje me hizo indagar algo más acerca de él. Para quienes no estén familiarizados, puedo adelantar que se trata de uno de los dirigentes nazis más siniestros y temidos en su momento.
Es probable que alguien pueda considerar que es una anormalidad, o una extravagancia, sentir interés por semejante clase de individuos, que poca enseñanza podemos extraer de quien la historia ha señalado, sin excepciones, como un monstruo. Disiento de estas prevenciones y considero que a menudo incurrimos en el error de considerar a este tipo de personajes como una suerte de alienígenas, simples enfermos mentales ajenos a nuestra condición humana, con los que poco o nada compartimos. Pero, como ha dicho recientemente el director de cine Oliver Hirschbiegel (El hundimiento, crónica de los últimos doce días de la vida de Hitler), la sangre de aquellos genocidas sigue corriendo por las venas de los alemanes de hoy (que no es muy diferente a la nuestra, podríamos añadir).
Cualquiera hubiera dicho que Reinhard Tristan Eugen Heydrich (Halle, Sajonia, 1904), estaba destinado a convertirse en un destacado criminal; bien al contrario, fue educado con esmero y resultó un estudiante aplicado, con especiales dotes para la música (llegó a ser un gran violinista y aceptable pianista); tampoco descuidó la práctica intensa del deporte (esgrima y pentatlón). No obstante, decidió que lo suyo era la ca- rrera militar e ingresó en la Marina en 1922 (de nuevo con destacados resultados en su forma- ción).
Pero tampoco sería la Marina donde habría de desarrollar su carrera; un lío de faldas le obligó a abandonarla y en 1931, sin trabajo, ingresó en una organización tristemente célebre: las SS (Schutzstaffel, escuadra de protección). Allí, sus cualidades innatas impresionan a Heinrich Himm- ler desde la primera entrevista, quien a partir de ese momento desarrolla una relación ambiva- lente hacia él (por una parte admiraba su bri- llantez intelectual, capacidad, formación cultural y aspecto –representaba el modelo ideal del ario: alto, rubio y deportivo–, aunque ello también le ocasionó la consiguiente carga de envidia). Su progresión en esta organización es meteórica y, en 1939, con 35 años, es nombrado jefe de la Administración Central para la Seguridad del Reich (RSHA), el órgano más influyente de las SS al integrar a la SD (Policía de Seguridad), la Gestapo (policía política secreta) y la Kripo (policía criminal). Se puede afirmar que, por en- cima de él, sólo estaban Himmler y Hitler.
En el ejercicio de su función demostró su ver- dadera esencia: extremadamente ambicioso, frío, calculador, insensible a todo sentimiento huma- no; se convirtió en un técnico del poder que au- naba la astucia y la crueldad. Su lista de logros fue extensa, siendo algunos de los más cono- cidos los siguientes:
• En 1937 dirigió una operación de espionaje en la que, elaborando falsas informaciones, consiguió provocar la purga de Stalin de mu- chos de sus generales. • En 1938 organizó la Kristalnacht (noche de cristal) contra la población judía. • El 31 de julio de 1941, recibió de Hermann
Göring el encargo de preparar y ejecutar «una
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solución completa del problema judío», pergeñando lo que se dio en conocer como la solución final.
Quizás para acallar los constantes rumores sobre su ascendencia judía, Heydrich estableció, eficazmente como siempre, las bases del genocidio judío. Entre las muchas medidas adoptadas, él personalmente se encargó de constituir en el seno de la RSHA los Einsatzgruppen, cuya función fue recorrer Europa oriental asesinando al mayor número de judíos posible (o a cualquier otro grupo que designara Heydrich).
En septiembre de 1941 fue nombrado protector de Bohemia-Moravia. En este cargo dio una nueva muestra de su particular talento, combinando el tratamiento benévolo y protector de las clases trabajadoras (imprescindibles para la industria bélica), con la represión brutal de los saboteadores y los intelectuales disidentes.
Y lo cierto es que apaciguó Bohemia y Moravia, hasta el punto de que el gobierno checo en el exilio temió que la población aceptara, pacífica y definitivamente, al invasor germano. En una alarde de lo que podríamos denominar política real(simple utilitarismo), se acordó atentar contra Heydrich. Con ello, además de eliminar al Reichsprotektor, se buscaba provocar la más que previsible represalia alemana (el razonamiento era sencillo –y a la postre acertado–: la brutal reacción del invasor haría que la población checa apoyara los movimientos resistentes).
El 27 de mayo de 1942 tuvo lugar el atentado y, aparentemente, no fue un éxito pleno, pues Heydrich sólo resultó herido. Pero se dice que los británicos habían facilitado a los asaltantes armas bacteriológicas (granadas de mano con BTX –toxina botulínica–), que provocaron el inmediato agravamiento de su estado y su muerte tras una semana de agonía. Tras su fallecimiento los alemanes desarrollaron su vesánica venganza: más de 3.000 judíos fueron llevados a las cámaras de gas, 10.000 checos fueron detenidos y torturados (1.300 de ellos serían posteriormente ejecutados) y, como expresión más gráfica de su crueldad, precedieron a la eliminación física de la población de Lídice (injustamente relacionado con los autores del ataque), así como a gran parte de sus habitantes.
Pero, ¿qué interés puede tener para nosotros una vida como la de Reinhard Heydrich? Quizás ninguno, pero al menos sirve de pretexto para plantearnos cómo una persona que había sido, aparentemente, bien educada (no se puede decir que su formación le abocara al destino que finalmente eligió), que estaba dotada con unos dones que, por ejemplo, le hubiesen permitido emu- lar a su padre (músico de profesión), acabó con- vertido en alguien a quien sus propios compa- ñeros se referían como Der Henker(El Verdugo).
Dar una explicación sencilla supera mi capa- cidad, así que prefiero apuntar alguna idea que podamos trasladar a un ámbito más próximo, que nos sirva para resolver ciertos problemas menores que, seguramente, algunos de nosotros compartimos. Heydrich, considero, es el para- digma de quien ha desarrollado su personalidad (en algunos puntos ciertamente meritoria como hemos visto) sin someterla a un referente moral válido; de quien ha hecho prevalecer su «ser» (lo que somos y hacemos, cómo vivimos, nues- tra propio capacidad para hacer o desear algo), sobre el «deber ser» (un código de valores mo- rales que nos obliga a revisar constantemente nuestros actos y que nos exige preguntarnos: ¿es realmente correcto lo que hago?). El pro- blema, o mejor dicho, mi problema, es que veo meridianamente claro este conflicto en un per- sonaje como el analizado, pero la certeza del análisis se rebaja cuando repaso mi experiencia cotidiana, en la cual, si fuera sincero, me daría cuenta de que soy una pequeña reproducción de Heydrich en mi trabajo, con mi pareja, etc., relaciones en las que hago prevalecer mi «ser», pues lo considero siempre más valioso y útil que otros «seres».
En estas situaciones pocas veces me plan- teo si mis actos han sido los correctos, si mi «ser» es conforme con el «deber ser», pues siste- máticamente tiendo a eliminar la discrepancia, la posible confrontación entre mi «ser» y otros «seres» (en principio igualmente válidos y que pueden responder a un «deber ser» mucho más evolucionado y perfeccionado que el mío). Eliminando sistemáticamente el contraste y el debate, acabo convirtiendo a mi «ser» en un va- lor absoluto, dado que carezco de referencias para compararlo con el «deber ser» (que pro- gresivamente he ido empobreciendo, hasta di- fuminarlo completamente).
Pensándolo objetivamente, si llego a este pun- to no me diferenciaré demasiado de un nazi co- mo Heydrich (ya sé que da mal rollo plantearlo así) quien, integrado en un sistema que eliminó, entre otros muchos valores, la libertad, la dis- crepancia y el propio derecho a equivocarse y sacralizó, en su lugar, el propio «ser» (en este caso de una supuesta raza superior), acabó con- formando su «deber ser» a semejanza de aquél (eliminando toda separación entre ambos).
Por fortuna, alejar este riesgo es algo relativa- mente sencillo para nosotros y consiste, en esen
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Arriba a la izquierda, horno crematorio de Dachau-2, y abajo, cementerio judío del gueto de Praga. Arriba, crematorio de Mauthausen con la cárcel. Abajo, dos imágenes de sinagogas del gueto de Praga.
cia, en ser conscientes de que nosotros (por muy valiosos que nos sintamos/seamos) no somos la medida de nadie (incluyéndonos a nosotros mismos). Y esto sólo lo aprenderemos cuando expongamos, enfrentemos y contrastemos nuestros valores e ideas con todos los que nos rodean; sólo así averiguaremos si nuestros «ser» y «deber ser» son correctos y si no los hemos confundido ya. Pero, sobre todo, nos dotaremos de un «deber ser» lo suficientemente sano y consistente para evitar cualesquiera de los an- teriores peligros.
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Los jóvenes pasamos de la religión
Rubén Sánchez Sabaté. Estudiante
El pasado mes de abril, la vida de algunos jóvenes sufrió un giro copernicano en cuanto a la forma de ver la evangelización. La campaña de evangelización «Sueños» (proyecto adoptado por AEGUAE) ofreció una forma de dar testimonio a la que nosotros, los más jóvenes, no estamos habituados. El proyecto, compuesto por diferentes tipos de acciones con un común denominador: todo el que participa es el protagonista, está basado en la aceptación de la realidad posmoderna y en el convencimiento de que la evangelización aún es un deber.
Ya en julio, en el marco del IV Parlamento de las Religiones (Barcelona 2004, Fórum Mundial de las Culturas), tuvimos la ocasión de asistir, junto al actual pastor de jóvenes de Barcelona, Jonathan Bosqued, a una charla titulada «El futuro del cristianismo en la juventud» a cargo de Miguel Ángel Calavia, director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Don Bosco (Barcelona). Sin yo esperarlo, y sin él pretenderlo, sistematizó y amplió el proyecto pastoral juvenil que pusimos en práctica en Valencia.
El artículo que sigue es un resumen y adaptación de la conferencia que presentó el Sr. Calavia.
¿Qué pasa con los jóvenes?
El perfil de lo verdadero, de lo bueno y de lo bello, ha quedado tan difuso que los jóvenes no saben a qué atenerse. 1
¿Por qué leer este artículo? Por la misma razón por la que escribimos
Escribimos estas líneas para que dejemos de preocuparnos de los jóvenes y pasemos a ocuparnos de ellos, ya seas joven o no tan joven. Escribimos estas palabras, porque a diferencia de algunos, creemos que los jóvenes no somos el futuro, sino el presente. Escribimos porque a lo mejor es verdad que «en los jóvenes aflora lo que la sociedad esconde dentro, que suele ser mucho más complejo». Escribimos este artícu- lo porque si bien puede parecer que los jóvenes lo tenemos todo, en realidad nos falta lo más im- portante: 1) reconocer como válido el sentido que la teología adventista nos da para nuestra exis- tencia, y 2) encontrar la forma de vivirlo en las cuatro dimensiones que nos caracterizan como humanos. Como ya apuntábamos en la primera frase, la juventud está desorientada y nosotros, los jóvenes adventistas, por mucho que se em- peñen algunos en no reconocerlo, también.
Contexto sociocultural de nuestra reflexión y propuesta
La generación de nuestros padres tenía «ojos y oídos» para lo religioso. 2 Sin embargo, el terre- no propicio de otros tiempos parece haber per- dido fertilidad.
Las siguientes actitudes y comportamientos di- versos explican porqué nuestra cultura se mues- tra reticente al mensaje evangélico:
• La superficialidad de vida. • El ansia por el bienestar económico expre- sado en un consumismo sin reflexión. • El neoindiviudualismo como tendencia a pre- ocuparse sólo de los propios productos. • La despreocupación por un sentido a largo plazo. • Reservas o miedos a asumir responsabilida
1 Dimensión religiosa de le Educación de en la Escuela Católica, n.º 7. 2 Propostes de Pastoral de Joventut. Joves i Evangeli. Què tenen al cap els joves? Barcelona: Institut Superior de Ciències
Religoses Don Bosco, 2004, p. 32.
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des y compromisos más o menos estables y definitivos.
Todo ello es un buen caldo de cultivo para no plantearse la pregunta religiosa, mermando así la disponibilidad de los jóvenes a la fe. Sin embargo, esta misma cultura presenta graves grietas por las que introducir la cuña del evangelio:
• Una nueva sensibilidad por la espiritualidad en la actual cultura europea. Las causas principales son tres: 1) la crisis de sentido presente en las personas y en la sociedad; 2) la revisión del «laicismo» como planteamiento vital y cultural, una vez vistas sus limitaciones a la hora de responder a las cuestiones personales y colectivas, y 3) el fenómeno de la inmigración, que ha trastocado la dimensión privada de la religión y la ha devuelto al ámbito de lo público. • El valor de la persona y de todo aquello que hace posible su realización y felicidad. • La conciencia de estar en un mundo global.
Y más concretamente en los jóvenes:
• La apertura de los jóvenes a aquello que cimiente su identidad, y al mismo tiempo respete la propia originalidad, libertad y autonomía. • Preferencia por la experiencia y lo concreto antes que por planteamientos meramente teóricos o abstractos. • Preferencia por las relaciones auténticas frente a las «diplomacias» de los adultos. • Su autoafirmación en ambientes y lugares cálidos, donde puedan expresarse libremente, incluso hasta la desesperación, frente a la burocratización de la cultura actual. • Valoración de lo inacabado y en proceso frente a respuestas definitivas o impuestas. • El valor del servicio y altruismo hacia los débiles y excluidos.
Estas «señales de los tiempos» deben llevarnos a ofertar propuestas pastorales que pregunten al joven por el sentido de su vida.
Criterios de nuestra propuesta de trabajo
Antes de pasar a describir la propuesta pastoral para jóvenes, mencionaremos los criterios que conforman el paradigma desde el cual trabajamos:
• Acogida incondicional de los jóvenes: de su vida y su cultura. • Otorgar todo el protagonismo a los jóvenes, es decir, dotar de profundidad y personalidad a las propias experiencias, para que no se queden en algo anecdótico y superficial y no les sirvan más que de anestesia. Si no, corremos el riesgo de esclavizarles y envolverles en la espiral del desencanto con todas sus consecuencias. • Ofrecer alternativas. Sólo el joven expuesto a experiencias que suscitan nuevas preguntas y planteamientos de vida, podrá hacer el sano ejercicio de comparar y valorar, para poder optar y decidir. ¡Ya basta de ofrecer más de lo mismo! • Estas alternativas llevarán a preguntarse por qué, y seguidamente aparecerá la necesidad de «invocar» un sentido absoluto de la vida que no logramos construir por nosotros mismos. • Situar las preguntas y la propuesta cristiana en un ámbito común, que es la vida y la cultura de los jóvenes. • Relacionar estas preguntas y respuestas con el plan que Dios nos ha mostrado en Jesús sobre la vida y la historia.
Propuesta de trabajo
Para ayudar a los jóvenes a aceptar y personalizar la pregunta y la dimensión religiosa de la vida, debemos llevarlos por un camino con cuatro etapas:
• Exprésate. • Pregúntate. • Hay sentidos y SENTIDO. • Noticias de Dios.
Más que de momentos cronológicos –aunque en la mayoría de los casos se daría en este orden– se trata de momentos vitales. La sintonía con las «noticias de Dios» sólo es posible cuando una persona es protagonista de su propia vida, de sus preguntas y sentido.
A continuación, los describimos más ampliamente.
Exprésate
Solamente cuando somos capaces de verbalizar nuestra experiencia tenemos un verdadero conocimiento de ésta, y ésta se vuelve auténticamente humana. Pero muchos jóvenes no saben expresar en palabras todo el mundo que llevan dentro.
Por eso es importante ayudarles a:
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• «Poner nombre» a sus necesidades y aspiraciones, superando los modelos de vida «impuestos». • Para esto es importante la paciencia para descubrir y sintonizar con los sentimientos que subyacen en las palabras más o menos incoherentes de los jóvenes.
El objetivo es conseguir que reorganicen sus aspiraciones y deseos alrededor de un cuadro de valores que refuerce su libertad y autonomía. Para ello debemos seguir los siguientes pasos:
• Analizar y revisar la satisfacción de las propias necesidades e intereses inmediatos, para ver si son necesarios o superfluos; si me aíslan o me hacen solidario. • Descubrir y evaluar los deseos y aspiraciones más profundos que anidan en la satisfacción de los intereses y necesidades más inmediatos. • Descubrir los valores y comportamientos de
«compensación». La mayoría de jóvenes son conscientes de lo que realmente vale la pena, pero ante las dificultades para asumirlo y vivirlo, se contentan con otras realidades y experiencias. Es importante que analicen la evolución de sus necesidades, deseos y valores desde la infancia hasta el momento actual para ver cuáles permanecen o han cambiado y por qué. • Ayudar a los jóvenes a descubrir y apreciar los valores, actitudes y comportamientos de personas significativas de su ambiente más cercano.
Pregúntate
Todos vivimos buscando entre preguntas y respuestas. La Biblia hace distinción entre los hombres que buscan un sentido plenamente satisfactorio, una respuesta totalmente convincente, y aquéllos que ya lo han encontrado, que están satisfechos.
Conscientes de ello, nos empeñamos en imponer nuestras «respuestas», olvidando que donde no hay una pregunta no cabe dar una respuesta.
Por lo tanto, debemos proponer experiencias que susciten nuevas preguntas e interrogantes en los jóvenes junto con la oferta de espacios para personalizarlas. ¿Cómo se consigue?
Favorecer el contacto de los jóvenes con experiencias que sean capaces de activar nuevas motivaciones en la propia vida y superen la inclinación a la comodidad o la rutina.
Ayudarles a personalizar estas nuevas experiencias con una pedagogía adecuada.
Ofrecer y privilegiar momentos en que los jóvenes puedan comunicarse de formar personal y significativa. Una buena manera de favorecerlo es el grupo reducido o el diálogo personal.
Hay sentido y SENTIDO
Todas las personas están llamadas a elegir y vivenciar un cuadro de valores que favorezca el propio crecimiento y el del entorno, y dejar a un lado todo aquéllo que impida este proceso.Es aquí donde aparece la búsqueda de sentido, es decir, aquello por lo que una persona vive, ama, se relaciona, lucha, trabaja… Proponemos para ello que los jóvenes descubran la importancia de un sentido en la vida que les ayude a: madurar como persona, hacer una sociedad más humana y un mundo más habitable. ¿Se plantean los jóvenes el sentido de la vida? Por lo menos no expresado de esta manera. Pero si el joven reconoce lo que pide y desea, podrá percibir el sentido que preside su vida. Si queremos que nuestra juventud viva con sentido, debemos:
• Ayudar a los jóvenes a descubrir y describir distintos sentidos de vida a partir de los diferentes deseos que afloran en la manera de ocupar el tiempo, en relaciones, conversaciones... • Invitar a los jóvenes a formular el sentido de la propia vida (criterios de vida, motivaciones para vivir, etc.) que se deduce de las necesidades y deseos que ya han sido capaces de verbalizar. • Ofrecer momentos y espacios donde surjan interrogantes o preguntas decisivos en la vida humana. • Sensibilizar en la transformación de la sociedad
Noticias de Dios
Ahora nos queda que aflore la pregunta religiosa. Para ello, es necesario que los jóvenes descubran el sentido de la Trascendencia dentro de lo humano, a partir de experiencias positivas y también negativas. Veamos algunas líneas de intervención.
• Ayudarles a descubrir lo positivo y auténtico que tienen muchas experiencias humanas como indicadores de un sentido último de la vida humana.
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• Servicio gratuito y voluntario. • Experiencia de amistad, amor, libertad… • Momentos de felicidad profunda, cuyos motivos están fuera de nosotros. • Descubrir situaciones personales de insatisfacción, limitación, fracaso personal o colectivo; y poner nombre a las respuestas que damos personalmente o que recibimos de la sociedad actual.
Y, finalmente, trabajar los valores y actitudes que abren a la Trascendencia, y que la identifiquen con el Dios de Jesús.
Termino
No he podido hacer más que un resumen de las ideas que me han parecido más importantes, pero todo esto no tendrá ningún efecto si no adoptamos el siguiente compromiso que nos propone el mismo autor del artículo aquí resumido (para leer el artículo original consultar la nota 2).
Todo joven posee una fibra sensible desde la que reacciona positivamente… Tengamos paciencia para descubrirla… pasión para sintonizar con ella y creatividad para ayudarle a crecer desde ella.
Dos imágenes de reciente actualidad. A la izquierda el Parlamento de las religiones, visitada por cientos de jóvenes de todas las creencias. Abajo, campamento de la Paz, al que asistieron jóvenes de todo el mundo.
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Feliz Navidad
Hoy, como entonces, cuando llegué a ésta, nuestra casa, se respira un aire especial… diferente a los días venideros. Eran días felices, benévolos. Recuerdo el día con ternura y amor. Me habéis elegido entre tantos otros gatitos… qué suerte la mía. Recuerdo las vocecitas chillonas de los niños con estupor y sorpresa al ver tantos pequeños juguetitos de colorines correteando por los alrededores. ¡Éste, mami, quiero éste! Juanito, insitiendo, que quería a mi hermanita, ¡tiene el rabo largo!, decía… Y por fin, ¡la gran decisión! Nos llevamos al negrito, dijo la señora llamada mami. Parece un bonachón. ¡Será vuestro regalo tan esperado de Navidad!
Fueron días de amor y felicidad. A veces los niños jugando y sin querer, claro, me hacían mucho daño. ¡Lo llamaban juego! Me tiraban de la pata, me pinchaban (como el día que me llevaron al veterinario), me arrastraban por los pasillos cogido del rabo… pero ¡qué sabe un niño de la sensibilidad anatómica de un gato! Son niños como yo. Con el tiempo creceremos juntos, y habrá tiempo de sobra para mi descanso. Porque nosotros los gatos, necesitamos dormir de trece a dieciséis horas al día. La falta de sueño nos acorta la vida… pero claro, ¿cómo lo saber un niño? A veces intento hacerles entender el dolor y malestar que me causan. pero no me entienden. Es que nosotros tenemos un idioma diferente al del ser humano.
Hoy estoy esperando que nuestra mami se pare un momento a mirarme (normalmente está muy ocupada y no tiene tiempo para eso). Y cuando lo haga, verá reflejados en mis ojos todo el amor y agradecimiento por haberme elegido entonces.
Pobre mami, tiene tanto que hacer, que a veces hasta se olvida de mi comida… Y no sabe que los gatos no comenos pasta, ni pan con agua… Pero no importa, ¡la quiero tanto! Ahora es mi mami también. Dina Leopold. Fundación Altarriba
Hoy, como entonces, el árbol está lleno de luces y de color. nuestra casa es más alegre que nunca. También creo entender que habrá un regalo muy especial para nosotros, un bebé peluche de pelo largo y blanco. También han preparado mi casita (con la que me han traído hasta aquí) con todas mis cosas… quiero decir mi bebedero y mi platito.
Oh, mira, me están llamando… ¿Qué es esto, me tiran adentro… Pero, ¿a dónde me llevan?, ¡mami, mami!, no me has mirado todavía a los ojos, cómo voy a decirte: ¡te quiero, Feliz Navidad!
¡NO LE ABANDONES!
(Artículo cedido por la Fundación Altarriba)
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Hablemos de integración
Olga Calonge. Licenciada en Derecho y Ciencias Políticas
El fenómeno migratorio es relativamente reciente en nuestro país. Las reacciones ante este hecho han generado políticas de índole alarmista y conservadoras. La difusión de noticias relativas a actos delictivos en los que han participado extranjeros ha provocado que la población considere a los nuevos vecinos, sistemáticamente, como delincuentes; como mal menor, también merecen la consideración de mano de obra destinada a desempeñar actividades despreciadas por los autóctonos. La valoración distorsionada que se concede a la población procedente de terceros países está provocando un restringido reconocimiento de los derechos que los seres humanos poseen como tales, limitándose la afirmación de éstos al ámbito estrictamente laboral, pero nunca al humano/social.
En este contexto se contempla la necesidad de nuevas políticas que contribuyan al proceso de integración, pues de éste depende la convivencia pacífica; se elevan voces desde diferentes ámbitos requiriendo un esfuerzo por mejorar las estrategias en esta materia, eliminando la «política de asimilación» (ésta propugna que la población inmigrante debe incorporarse a la cultura en la que vive, adaptándose a la nueva sociedad). Pero este modelo excluye el factor enriquecedor y de oportunidad que la inmigración tiene como tal, tanto para los autóctonos como para los recién llegados. Frente a él se sitúa el «modelo multicultural», que defiende la existencia de grupos culturales aislados y que todo contacto con otro grupo es perjudicial, pues hay que evitar la contaminación. Ambos modelos son de aplicación en diferentes países de la Unión Europea y su fracaso es reconocido desde todas las instancias.
Ante una realidad innegable, las administraciones públicas españolas han comenzado a destinar fondos a organizaciones sociales privadas que promueven, fomentan y colaboran con el proceso de integración, velando por que éste sea respetuoso con todos y estimando la oportunidad que implica la convivencia de dife- rentes culturas.
En este contexto, surgen interrogantes sobre la actitud que los cristianos estamos teniendo ante esta nueva realidad.
En mi vida práctica tengo la oportunidad de ob- servar las posturas desde ambos grupos (po- blación originaria y población inmigrante) y ello me lleva a dudar sobre el modelo de integración que estamos siguiendo en el ámbito de nues- tra comunidad cristiana, pues no me parece que éste sea el más adecuado.
Probablemente algunos consideren que la in- tegración es una utopía, que una diversidad de culturas no puede convivir, que siempre una de- be imperar sobre la otra o, en todo caso, la mi- noritaria debe adaptarse a la mayoritaria.
Sinceramente me preocupa tal planteamiento, puedo justificarlo en sectores reaccionarios a la inmigración, pero no dentro de un grupo de in- dividuos que consideran que los lazos de her- mandad que les unen superan los rigurosamen- te culturales.
Percibo que nuestra tendencia es asumir lo que en ciertos ámbitos se ha denominado «gueti- zación»; es decir, promover que cada comuni- dad se organice y estructure de forma indepen- diente, con la creencia de que así se están preservando valores culturales que no deben desaparecer. En realidad lo que se consigue es fragmentar la pluralidad social y evitar, median- te la creación de grupos (debidamente parcela- dos y separados), el surgimiento de conflictos. Esto comporta la coexistencia de los grupos cul- turales, pero no la convivencia entre ellos, evi- tándose asumir las consecuencias de la diversi- dad social que hoy experimentamos.
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Como cristianos no podemos aceptar que cada grupo cultural viva aislado el uno del otro; no es suficiente con manifestar un formal respeto por el prójimo, pues ese respeto está condicionado por el hecho de que el extranjero se deberá mantener en su espacio, sin acercarse al mío. Esta parcelación de los grupos contribuye, además, al desconocimiento del otro y a la creación de subcomunidades, no redundando en la superación de aquellos obstáculos que pudieran surgir de la natural convivencia. No se integra aislando, se integra aceptando la diversidad y considerando que el otro puede aportarme mucho como individuo.
La integración, desde mi perspectiva, implica el aceptar al otro con sus diferencias y que el otro me acepte a mí; a partir del reconocimiento de la diversidad, surge el diálogo y el respeto. La integración nos plantea un reto personal y colectivo: cuánto respeto estamos dispuestos a mostrar hacia los otros.
Si estamos decididos a avanzar en el camino de la interculturalidad, no podemos incurrir en la obstinada inercia de sobrevalorar la cultura dominante (la nuestra) y despreciar la minoritaria, negando cualquier atisbo de aprecio hacia sus elementos culturales; partiendo del desprecio es imposible iniciar el diálogo que sólo surge desde el respeto. Por consiguiente, y salvo que modifiquemos muchas de nuestras nociones, estamos abocados al modelo multicultural aludido anteriormente.
Aunque reconocemos que para Dios no existen diferencias, que nos acepta con independencia de los aspectos étnicos, culturales, ra
ciales que cada uno tengamos, sin embargo, y una vez reconocida la identidad espiritual común, comenzamos a establecer diferencias, evitando injerencias que menoscaben nuestra identidad cultural. Con estas actitudes rompemos el nú- cleo del proceso integrador basado en la inter- culturalidad y el respeto y, especialmente, frac- turamos la médula del Evangelio que es amar al prójimo sin exclusión de ninguna índole.
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