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Editorial :: Silvia Palos Ibáñez

:: Editorial

Dicen que para no discutir en la mesa hay que evitar hablar de tres temas: fútbol, política y religión. Pues bien, este año en AEGUAE, no solamente el título de nuestra Convención «Cristianismo y política» a debate incumple en sí mismo dos de estas tres premisas de protocolo, sino que además, coincide con que el fin de semana en el que se celebra este evento, también se juega el Clásico partido de Liga Barça-Madrid. Parece que este año será difícil mantener la mesa en paz…

Pero más allá del chascarrillo que generan estas coincidencias, la pretensión de AEGUAE, como siempre, consiste en crear un espacio de diálogo. Un espacio donde el conocimiento, el debate, el pensamiento y el respeto se encuentren perfectamente acomodados, sin el temor de abordar temáticas entre las que, ciertamente, puede resultar difícil encontrar la paz en un sentido argumental.

Cuando a comienzos de 2016, desde el Equipo AEGUAE planteamos el tema «el Cristiano y la Política» como hilo conductor de nuestra Convención, todavía desconocíamos que precisamente este año se desencadenarían acontecimientos vibrantes a nivel político: el desequilibrio de las Instituciones Europeas tras una decisión de Brexit por parte del Reino Unido, la controvertida elección de Trump como presidente de Estados Unidos, el rechazo en Colombia al proceso negociado con las FARC, la muerte de Fidel Castro, o la dificultad de formar Gobierno en España durante un periodo de incertidumbre sin precedentes, son solo los ejemplos más llamativos del trajín político que hemos vivido estos últimos meses. Creo que por ello que debatamos sobre este tema resulta muy oportuno.

Pero más allá de la oportunidad, la religión y la política son dos cuestiones que están íntimamente ligadas tanto al ser humano como entre ellas, y este factor hace que nos encontremos ante una materia atemporal. En palabras de Lluís Duch: «Las relaciones entre lo religioso y lo político, son factores inextinguibles en la existencia humana que, para bien y para mal, abierta u ocultamente, determinan los aspectos más importantes y decisivos del paso del ser humano por este mundo y casi siempre se comportan entre sí como dos “hermanos enemigos” que, al mismo tiempo y con todas sus fuerzas, se aman y aborrecen porque, cada uno de ellos a su manera, reclaman […] regir y controlar en exclusiva el ámbito de lo humano en su totalidad.»

Silvia Palos Ibáñez Presidenta de AEGUAE Licenciada en Derecho

Este mismo autor presenta la idea de que, en términos generales, se ha vinculado a los asuntos religiosos con la esfera íntima de la persona, mientras que los asuntos políticos pertenecen a la esfera externa o pública. Y sin embargo, no nos resulta ajeno recordar situaciones en las que: «Los sistemas religiosos, explícita o implícitamente, rara vez se dan por satisfechos con la vida espiritual de sus fieles, sino que también anhelan dominar la vida pública mediante, por ejemplo, legislaciones y normativas acordes con sus intereses particulares y grupales. Y, por su parte, lo político siempre actualizado por mediación de políticas concretas, nunca se da por satisfecho con la simple administración de la “cosa pública”, sino que de una manera u otra, siempre quiere, con mayor o menor claridad, incidir e influir “religiosamente” sobre el foro íntimo de la conciencia de los individuos para administrarla y dominarla.»

Con estos antecedentes, estudiar las relaciones entre el asunto religioso y el asunto político, o lo que es lo mismo, su manifestación interna y externa en nuestras vidas y reflexionar sobre los retos y lances que, como seres humanos se nos plantean entre estos dos conceptos tan íntimamente ligadas a nuestro ser, es una prioridad que nos gustaría acometer desde AEGUAE.

Le pido a Dios que, este año especialmente, llene nuestros corazones y nuestras mentes de sabiduría, respeto, paz y entendimiento.

Es un placer sentarse a la mesa con todos vosotros.

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