entrevistas a Paramo

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La política de la clase dominante. Cleptocracia, corrupcion y cultura de la mentira Raúl Paramo Ortega Entrevistado por Raúl Torres Enero 2012

“Si hubiese un arte que merecería privilegiarse, y voy a opinar en dirección de Maquiavelo, es el arte de conducir hombres, el arte de la política, tan degradada y tan pervertida hoy día, convertida en descarada persecución de fines económicos e individuales, sin la menor intención ni la menor idea, excepto la de tratar de seguir engañando a la gente para conseguir adeptos que permitan seguir teniendo beneficios económicos. Creo que el ejercicio de la política, sobre todo en México, ha alcanzado los niveles más profundos de inequidad. La propuesta gubernamental de que participemos en las elecciones me parece una propuesta obscena, infame, degradante. La propuesta misma pretende tratarnos como infantes o como amnésicos, o como esclavos, o como oligofrénicos, es una propuesta obscena”, Raúl Paramo.

El siguiente texto es una compilación de una serie de entrevistas realizadas con él a lo largo de 5 años y publicadas en el diario La Jornada Jalisco. Sus ideas en torno a la política, a menudo inspiradas en las del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, convocan a reflexionar sobre la caducidad de un sistema pervertido, que ha desplazado a la ética para sustituirla por la acumulación de capital y el poder. “La historia es rica en ejemplos de una política degradada. No es asunto solamente actual y solamente mexicano. Detrás de ello están otras perversiones que se podrían concentrar en lo que se llama publicidad y que nos la tragamos como normal o como éticamente incuestionable. Pero la publicidad, casi toda, que vaya más allá de la expresión de lo que alguien puede ofrecer y se ponga al servicio de la seducción, del intento de conseguir para sí mismo el sustento emotivo o económico, es algo particularmente perverso. Hoy en día, gracias a la tecnología de los medios de comunicación, esa publicidad, esa seducción para convertir a los otros en gente de “mi equipo, mi partido, o mi creencia”, es intrínsecamente inmoral. No hay ningún derecho a intentar convertir a alguien a mis propias convicciones. El espíritu misionero en las iglesias es un ejemplo clásico de eso; equivale a decir: “no tolero que tú tengas otro dios, quiero seducirte, movilizarte y hacer publicidad al servicio de mi dios para que formes parte de mi equipo y acrecentar así el ejercicio de mi poder, o la solidificación de mi identidad, porque no tolero vivir en medio de las diferencias”. Esto es un fenómeno histórico que se repite una y otra vez. El homo sapiens tiene múltiples defectos de fábrica y es víctima de múltiples enfermedades sociales, y tenemos como único órgano rector el cerebro, pero si éste no está afianzado en el corazón, tampoco funciona correctamente.

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