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México 2006. El espacio del poder y el tiempo de la rebeldía Rafael Sandoval Álvarez Diciembre del 2006 Después del espectáculo montado, el primero de diciembre del 2006, en una de las pistas del circo de la clase política, la cámara de diputados, pudimos constatar una vez más que a los administradores gubernamentales poco les importa el pueblo de México, para ellos lo realmente valioso es el poder y el dinero; vale la pena resaltar que de ello dieron cuenta minuto por minuto los medios de comunicación, incluyendo la televisión de paga. Es de esta manera como interpreto que estén dispuestos a darse de manotazos para pelear por el puesto de presidente y nada digan de las obligaciones de los propios lugares que ocupan como gobernadores, presidentes municipales, diputados y senadores, así como de las decenas de miles de plazas que ocupan como funcionarios públicos, adjudicándose cantidades inmorales de dinero y robándose más de manera encubierta: bonos, financiamiento directo de los capitalistas para campañas, pagos por favores prestados a través de conseciones de obra pública, corrupción en el uso de recursos del presupuesto en los servicios públicos, pago por servicio de protección al crimen organizado, son sólo lo más visible de las formas en que hacen su propio capital. El problema se agrava todavía más, porque no sólo es cuestión de enriqueserce ocupando puestos de gobierno, también está la función que realizan como administradores y policías de los capitalistas explotadores y saqueadores, mexicanos y extranjeros. Sin distingo de partido hemos observado que, la política económica neoliberal es aplicada por todos, el uso de militares en las instituciones civiles es utilizada por todos, la violencia policíaca es utilizada por todos, la corrupción es parte de su administración y forma de vida, la impunidad para los de arriba la resguardan todos, la represión para quienes protestan y luchan la aplican todos, el fraude electoral es practica común de todos, el desprecio por los de abajo es práctica cotidiana de gobernantes y clase política de todos los partidos políticos. El escenario, los actores, la trama, la tramoya y el guión en la obra del teatro político de los de arriba manifiesta la descomposición y crisis del sistema de gobierno, del sistema de partidos, del sistema electoral, por decir lo menos, pues es el sistema político el que puede derrumbarse y, por eso, están empleando la fuerza bruta para sostenerse como gobierno, es lo de menos que lleguen como resultado de fraudes, que es el caso de Ulises Ruiz en Oaxaca y de Felipe Calderón en la presidencia de México. Sin embargo, la teatralización de la clase política no es lo real, o en todo caso sólo lo es en el sentido de la disputa por el control del Estado. Lo real es la lucha de clases entre el capital y el trabajo, entre dominantes y dominados, entre explotados y explotadores. Lo real es también la insubordinación de los de abajo ante tanta explotación, tanto desprecio, ante el saqueo de sus tierras y sus recursos naturales, y encima la represión por que se resisten a morir sin pelear.

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El escenario de la clase política es la realidad del poder y el dinero, el escenario montado en el espacio y el tiempo del capital, es la forma y la relación social capitalista la que se vive en ese juego en el que todavía, pero no por mucho tiempo, creen muchos mexicanos y por eso fueron a votar por esos partidos políticos. Con todo, no son la mayoría de mexicanos, fueron solo menos de quince de los ciento cuatro millones de mexicanos los que votaron por el que dice ser el presidente legal, Felipe Calderón, y otra cantidad semejante, de acuerdo con los conteos oficiales por el que se dice ser el legítimo, Andrés Manuel López Obrador; son mayoría los millones que no votaron y otros tantos que las leyes del estado de derecho no les permite votar, pero si gobiernan sobre ellos (niños, jóvenes, indígenas), además, por supuesto, de que es una farsa, un proceso fraudulento el de las elecciones en el sistema político capitalista. La otra realidad, la del México de los de abajo, es el espacio y el tiempo de los que luchan y resisten, de los que luchan por techo, por trabajo, por educación, por defender su tierra, su dignidad, por autogobernarse: el de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), el de las comunidades zapatistas de Chiapas, el de los pueblos y tribus de los diferentes territorios de conforman la otra geografía del otro México, el de los miles de colectivos y barrios organizados en las ciudades que están experimentando otra forma de hacer política, de autogobierno y autogestión. La resistencia y la insubordinación, como forma de hacer política en la comunidad que constituyen pueblos y barrios, corre en paralelo, pero asimétrico, con la dominación que imponen los gobiernos de todos los partidos utilizando los aparatos del Estado, porque para eso los tienen los capitalistas. Las acciones de los sujetos de la resistencia están orientadas en el sentido de construir autónomamente formas de gobierno y autodeterminación para producir y reproducir la vida. En Oaxaca, Chiapas y miles de pueblos y comunidades que luchan, tienen otro tiempo que no es el del poder y las elecciones, es un tiempo diferente y de largo plazo cuyo horizonte es el del cambio social, ante esto se desesperan los demócratas de izquierda que creen que ya les toca gobernar y disfrutar de los beneficios que ello trae consigo. Por eso le reclaman al EZLN y La Otra Campaña que no se interesen en las elecciones, por eso exigen a la APPO que no se defienda con piedras y barricadas ante la agresión de los militares y paramilitares al servicio de la clase política. No nos confundamos, la forma de hacer política por el camino corto, el de la disputa por el control de los aparatos del Estado, no significa contribuir a un cambio social y político que a nuestra generación y a las próximas les permita vivir dignamente, porque ese camino es un callejón sin salida: el liberalismo sólo tiene que ver con la reproducción del capital; por el contrario, construir nuevas relaciones sociales cuyo fin sea la reproducción de la vida digna ya no puede basarse en los principios de la relación social de dominantes-dominados, explotados-explotadores que los gobernantes y dueños del dinero practican. Y es en esa perspectiva que la pluralidad de sujetos de La Otra Campaña, La Otra Oaxaca, la otra geografía, la de los pueblos del Congreso Nacional Indígena, el otro México de las trabajadoras sexuales, las mujeres de las maquilas, los jóvenes desempleados, caminan y abonan.

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La estrategia de la dominación en la crisis del sistema capitalista El sistema político capitalista vive una crisis producto de la intensificación de la lucha de clases. Ante ello, los capitalistas y sus operadores en el gobierno han estado recurriendo a la estrategia de Guerra de Baja Intensidad, en sus diferentes modalidades según el sujeto que requieran eliminar (excluir, separar, descartar, alejar, apartar, arrinconar). Algunos mecanismos de la estrategia loa aplican cómo política del régimen neoautoritario de gobierno y están dirigidos a la cooptación de individuos que laboran para las Organizaciones No Gubernamentales (ONG'S) y las instituciones de investigación especializadas, “contratandolos” para que se dediquen a realizar actividades de asesoría, educación, gestoría y cabildeo, en los movimientos y organizaciones sociales y, entre éstas y las instituciones del gobierno (congresos de los Estados, Cámaras de Diputados y Senadores; Secretarías de Estado, Ayuntamientos). La cooptación es de muchas maneras pero en este periodo destacan la contratación de algunos de sus servicios, convertirlos en asesores y funcionarios públicos, alentar que se conviertan en cabilderos entre gobernantes y sociedad civil, facilitándoles financiamiento para proyectos que sirven a los planes de privatización de los servicios públicos. La cooptación se da regularmente a través de estímulos económicos, servicios subcontratados, espacios en medios de comunicación, becas, etc. Más aún, en el periodo de la llamada transición a la democracia, tanto las ONG´S, las organizaciones sociales orientadas por los corporativos religiosos y los intelectuales y académicos ávidos de ser asesores gubernamentales, confluyeron de manera extraordinaria en la construcción de las redes del aparato del Estado y sus telarañas amables de la dominación y el poder1. Por otra parte, se puede identificar como las ong´s son una fuerza social que lograron posicionarse en espacios de mediación para la operación de la política social de los gobiernos de alternancia, espacio que a primera vista pudiera parecer poco relacionado con el campo de la economía y por tanto de la política económica neoliberal que estos gobiernos sostienen. Sin embargo, es en el ámbito de la política social donde están los encargados de enterrar a las víctimas de este proyecto neoliberal, y encubrir los efectos de la política económica, ya sea a través de mecanismos de asistencia social precaria o de control de daños que se configuran por medios de cooptación, clientelismo y mediatización. Conviene detenerse en este aspecto pues es aquí donde se materializa el método de hacer política de las ONG'S y específicamente de sus cuadros políticos (por supuesto impostores que se presentan con sus títulos de académicos y asesoresexpertos) que son parte orgánica de los gobiernos de alternancia. En esto último podemos identificar por lo menos cuatro modalidades:

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Ver Rafael Sandoval y Adriana Lopez Las telarañas amables del poder en Revista Rebeldía No. 2 México 2002

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1. La incorporación de cuadros políticos de las ONG’S directamente a puestos de gobierno y que como funcionarios públicos son los responsables de aplicar la política social oficial. Este es el caso de cientos de lugares que ocupan en los tres órdenes de gobierno. 2. La subcontratación de ONG'S por parte de los gobiernos como agencias de asesoría, mediación y trabajos específicos con respecto al tipo de funciones en que se especializa (educativas, cooperativas, productivas, etc.), en esta modalidad regularmente se cubren los apariencias al no entregar directamente los recursos y pagos económicos a las administraciones de las ONG'S, aunque proliferan los casos en que es así. 3. Se incorpora a ONG'S como agencias de asesoría que son destinadas a programas diversos y de paso se les involucra en la fiscalización y sanción a las propias ONG'S que son beneficiadas por los recursos de los programas sociales del gobierno. Un ejemplo que ilustra esta modalidad es el nombramiento de ONG'S responsables de dictaminar los proyectos de ONG'S que solicitan recursos del Instituto de Desarrollo Social que dependen de la subsecretaria de gobernación y del PROGRESA-OPORTUNIDADES. 4. La incorporación de cuadros políticos y académicos tanto de ONG'S como de centros académicos, públicos y privados, en calidad de asesores "gratuitos" de los gobiernos de alternancia, tareas de asesoría que complementan como operadores de iniciativas políticas, que constituyen interlocutores “útiles” de los gobiernos de alternancia; en este sentido se pueden observar iniciativas como las "agendas ciudadanas" impulsadas tanto por ONG'S como por académicos con respecto de los candidatos electorales; la promoción del "voto útil" a favor de candidatos y programas partidarios claramente identificados con el proyecto neoliberal, aunque con discursos mercadotécnicos igual de derecha que de izquierda, progresista o conservador; los "pactos ético-políticos" y el "poder ciudadano" que conforman personalidades y organismos sociales, respectivamente, emanados del campo de la academia y las redes de ONG'S. Y a propósito de estos charlatanes, hemos podido apreciar como se está dando la sustitución de la clase política por los nuevos intelectuales del poder en que se han convertido una buena cantidad de académicos y periodistas, pues en la medida que los viejos burócratas y funcionarios se idiotizan, emerge una avalancha de intelectuales dispuestos a servir al Estado haciendo las funciones que la clase política ya no sostiene. Surge así un séquito de nuevos restauradores del sistema político. No se sabe si algunos de ellos pactan de manera explicita un contrato en el que acuerdan realizar funciones de servidor del régimen político (antes conocidos como intelectuales orgánicos) o simplemente se ponen al servicio del Estado a cambio de los subsidios para sostener sus revistas de estudios políticos y sus becas, así como puntos para recibir bonos, dobles pagos por el mismo trabajo, que es adecuado a los intereses de secretarias del gobierno federal o fundaciones trasnacionales, o simplemente para ser nombrados por quienes detentan el poder y el dinero pues ya no encuentran mejores formas de satisfacer la necesidad de reconocimiento y prestigio.

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Y todo a cambio de cumplir con la tarea de sostener el discurso del llamado estado de derecho y del respeto a las instituciones, repitiendo con insistencia que cualquier lucha o resistencia a las políticas de explotación, despojo, desprecio y represión obedece a “intereses ocultos” y que no debe existir ninguna forma de hacer política que no pase por la mediación del sistema político y su régimen de gobierno autoritario; repitiendo cínicamente que se tiene que aplicar la violencia legal a todo aquel que no utilice la vía electoral o se oponga a dicha legalidad. Así pues, los nuevos funcionarios se acercan con rapidez a la misma idiotización a la que han llegado los políticos profesionales a los que están sustituyendo en la tarea de restauración del régimen político en crisis. Mire y escuche los programas de televisión, radio y prensa para que oiga las sandeces y estupideces que los llamados académicos, periodistas e intelectuales difunden. Estas modalidades se pueden caracterizar como un "nuevo" sistema de control neocorporativo social que intenta llenar el hueco que está dejando el "viejo" sistema corporatista que sostuvo por décadas el Sistema de Partido de Estado. Así, se ponen las bases para que la resistencia del pueblo al proyecto neoliberal tenga efectos menores. De hecho una de las prioridades que desde este campo se tiene es el de hacer un desplazamiento, en el debate político nacional, del cuestionamiento de la política económica al de las "soluciones" en la política social; es decir, pretenden reducir el quehacer político al campo de las aplicaciones de políticas sociales gubernamentales bajo pretexto de que es ahí donde ahora hay que confrontarse, pues ya dan por sentado que se vive en la democracia2. Con todo, al discutir sobre política social difícilmente se puede omitir la relación que existe entre geopolítica, geoestrategia y la modalidad de Guerra de Baja Intensidad en la que se enmarcan las políticas sociales oficiales y que, precisamente, se traducen en el método llamado de "ciudadanización", que por cierto adoptaron abiertamente algunos secretarios del gabinete de Fox, del área social, en el Plan Nacional de Desarrollo 2000-2006 y en sus respectivos apartados. Así, para los nuevos y viejos operadores del proyecto neoliberal fue una exigencia adoptar el modelo de "ciudadanización" en esta nueva relación con la sociedad civil, pues es el primer dique de contención antes de la utilización de la represión que suponían les traería un costo muy alto para el nuevo régimen neoautoritario. Con todo, como podemos constatar, no le ha valido de mucho al Estado la estrategia descrita, pues su política represiva alcanza dimensiones de guerra sucia con violaciones de mujeres en masa, como en el caso de Atenco, el 3 y 4 de mayo del 2006, en Oaxaca en noviembre del 2006, así como en muchos otros lugares donde la clase política gobernante no logró cooptar a los movimientos de 2

Sobre el papel de las ONG´s en los nuevos regimenes de gobierno progresistas en América Latina, Raúl Zibechi presenta un análisis de suma importancia para entender la estrategia del poder contra las sociedades en movimiento, El arte de gobernar los movimientos, México 2006, Ed. Cuadernos de la resistencia y La casa del mago.

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resistencia a través de los impostores subcontratados que en no pocas ocasiones juegan el papel prácticamente del primer grupo de "choque", para desarticular, fragmentar e inhibir las redes de resistencia de los procesos de organización autónoma. La rebelión que viene ante la guerra total del capital contra la humanidad En los últimos treinta años hemos pasado sin reconocerlo por una especie de guerra capitalista donde las bajas las han sufridos los pueblos y barrios a lo largo y ancho de todo el país. Esto se puede documentar con los miles de caídos por las balas de las policías y guardias blancas al servicio de gobiernos y caciques, por los miles de encarcelados por motivos políticos y la represión que ha infringido el Estado mexicano a todos los movimientos y luchas que se han resistido al saqueo y la explotación de los capitalistas. Aparentemente nadie lleva la cuenta ni existe memoria de todos esos acontecimientos que, vistos en retrospectiva, podemos caracterizar como una guerra no declarada. Sin embargo, las familias, las comunidades, las organizaciones que la sufrieron, llevan la cuenta y el recuerdo de sus caídos y de la injusticia de que han sido victimas. Los agravios no se olvidan a pesar de que han quedado impunes los agresores. De hecho, cada vez más pueblos, comunidades y barrios por todo el territorio empiezan a decir ¡ya basta¡ y advierten que está llegando la hora de tomar en sus manos el destino y el futuro de sus hijos. El Subcomandante Insurgente Marcos, casi al final de su recorrido por todo el país, como parte de los trabajos de La Otra Campaña y después de ver directamente las condiciones de vida de la gran mayoría de mexicanos, manifestó ante los medios de comunicación en Tamaulipas estado del norte de México, que “estamos en vísperas de un gran alzamiento o guerra civil”3 y que dicha rebelión será encabezada por “la gente, cada quien en su lugar, en una red de apoyo mutuo” sin necesidad de lideres ni caudillos, y dio el ejemplo de Oaxaca. También había dicho que Felipe Calderón no podría sostenerse en la presidencia y que caería antes de cumplir sus seis años de gobierno. Esto lo han dicho mucho más gente, está en el animo de millones de personas en todo el país, así lo han demostrado las manifestaciones públicas de repudio a dicha imposición, y no sólo por que hay conciencia de que no gano las elecciones sino porque representa la continuidad del neoliberalismo económico y la estrategia de guerra contra los mexicanos al mantener las políticas de explotación del trabajo en favor de las maquiladoras extranjeras, el despojo de las tierras comunales y ejidales, la represión contra la gente que no se deja y el desprecio contra los de abajo, por señalar sólo algunos ejemplos.

3 HERMANN BELLINGHAUSEN “Marcos: Estamos en vísperas de un gran alzamiento o una guerra civil", Bagdad, Tamaulipas, México 23 de noviembre del 2006

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Lo que ocurrió el 25 de noviembre del 2006 en Oaxaca, donde se demostró la disposición del pueblo, a pesar de la represión brutal de que es objeto por el Estado, para dar a respetar su voluntad de exigir la caída del gobernador espurio y represor, de crear sus formas de autogobierno, es sólo un indicador de lo que se está gestando en todo el país y de cómo se teje la rebeldía y la autonomía. La respuesta violenta del Estado y la clase política que se siente con el derecho a seguir gobernando, no hace sino echar más leña al fuego de la rebelión. Se profundizan las condiciones de crisis política y el tiempo que se tiene para organizar una respuesta pacifica contra el terrorismo del Estado se comprime si queremos que la próxima rebelión generalizada del pueblo mexicano logre evitar la violencia. Se puede ver, si se quiere ver por supuesto, que las luchas y resistencias se van vinculando a nivel nacional. Se van conociendo los que se aglutinan en La Otra Campaña, los que se agrupan para luchar contra la imposición de un presidente espurio, los que quieren destituir a presidentes municipales, gobernadores y toda clase de líderes impuestos en los sindicatos, las asociaciones vecinales, las organizaciones campesinas. Por todas partes se conocen las luchas contra la represión y el despojo. En esas luchas, se rompe con la lógica de la organización vertical y de “dirigentes”, se desordena la forma tradicional de organizarse y se genera la autogestión por las comunidades y barrios en el campo y las ciudades. Se parcela la organización para inhibir y desarticular ser objeto de la represión y el acoso de la policía y los gobiernos. Se experimenta la autonomía y el autogobierno en miles de comunidades locales. Emerge otra forma de hacer política. Se discute, se debate y se critica como nunca en el seno de las bases que es donde se sostienen las luchas. Se exige que el que diga que hacer empiece por hacerlo. Se reconocen las diferencias y se exige respeto a lo que es cada quien: trabajadoras sexuales, indígenas, jóvenes desempleados, mujeres, etcétera. Se crean nuevas formas de comunicación para sustituir a los medios oficiales y privados que no informan con veracidad y ocultan la realidad. La asamblea, la consulta, la escucha, la palabra, son los medios para la nueva forma de relación y construcción de la política de los de abajo, es decir, de los que no tienen techo, trabajo, educación, salud, entre tantas cosas que les han usurpado los de arriba. Desde las barricadas hasta las páginas de Internet, pasando por las radios comunitarias y el correr la voz, son los instrumentos de la organización horizontal y la resistencia. En los primeros meses del 2007, los pueblos zapatistas se encontraran con los pueblos indígenas y los pobladores de los barrios de todas las ciudades de México. Desde ahí empezaran a decidir que hacer todos juntos pero cada quien desde donde vive y trabaja. Cada quien decidirá por qué luchar y contra quién, pero unidos para lograr una rebelión pacifica y evitar lo más posible la violencia de los de arriba.

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En el debate sobre el quehacer en las condiciones de crisis política en el México actual hay un ingrediente no tan evidente al que se le da poca importancia, a saber, el coraje y disposición que manifiestan personas, familias, colectivos, organizaciones sociales, de todas las clases sociales, para que se den rupturas violentas del sistema capitalista. Dicha disposición se relaciona con el sentido que se le está dando a la experiencia de lucha, demostrada en los últimos cuarenta años, ante la política represiva y la practica autoritaria del Estado, es decir, la capacidad de desafiar al poder político y el control policiaco que deviene en autonomía desplegada al calor de las resistencias a la dominación. La otra cara que se revela en esta cotidianidad de resistencias, son los duelos por los que pasa la mayoría de la población ante la frustración de no satisfacción de sus necesidades y la perdida, para quien algo tenía, de su patrimonio familiar o comunal. Asimismo, al coraje y el duelo, se aúna la valentía y la audacia, y ello constituye una veta imprescindible para pensar en la posibilidad de prescindir de los aparatos estatales; se trata, al mismo tiempo, de la experiencia de perder el hábito del sometimiento y la subordinación a la voluntad de otro, que explota y domina, que enajena nuestro trabajo y nuestros bienes. La crisis se manifiesta, sobre todo, en el profundo conflicto entre la clase dominante y las clases subordinadas al vasallaje capitalista, pero también en las contradicciones de los propios burgueses y su clase política, sumergidos en la ratería del mercado y la competencia por la mayor acumulación de capital. Eso ha hecho posible que el sistema estatal burgués se haya debilitado y ahora esté sujetado a las condiciones impuestas por el gran capital financiero trasnacional. La centralidad del poder estatal es parte de la crisis. La lucha y la resistencia han jugado un papel determinante en la dispersión del poder político de la burguesía capitalista; es por ello que no se ha podido legitimar la represión militar disfrazada de policíaca, ni tampoco detener el avance de las luchas de los pueblos y comunidades indígenas, los barrios y organizaciones populares. La forma de hacer política que emerge desde los movimientos de insubordinación de las partes de la sociedad que se mantienen en resistencia y lucha, tiene como base el rechazo a la centralidad del poder, es decir, a la dirección política única, a la vanguardia de los intelectuales orgánicos, al centralismo democrático, la compartimentación de las tareas; se trata de una forma de hacer política que reivindica la no separación de la vida cotidiana de la lucha política, la construcción de alternativas de autogestión en la resolución de necesidades de salud, educación, producción y alimentación, así como la constitución de formas de gobierno donde no se separa el mandar y el obedecer, por tanto no hay necesidad de inventar a gobernantes y gobernados, ni de representantes y representados. La lucha de clases está mostrando que es un invento aterrador la división social en clases: explotados y explotadores, dominantes y dominados, poseedores y desposeídos, propietarios y no propietarios; y todos enajenados y alienados a merced de una minoría de la sociedad instituida a fuerza de violencia física y psíquica. Basta observar como van quedando los cuerpos de los indígenas, de las

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mujeres y los niños que han sido sometidos a hambre y terror en los últimos quinientos años. La esclavitud, la servidumbre y el trabajo enajenado han sido los modos de explotación de los seres humanos por parte de esa minoría social que se ha reproducido gracias a que han sabido anexionar a la mayoría de la sociedad a sus ideologías, religiosas o seculares, aprovechándose de la condición de agresividad natural propia de los humanos. Sin embargo, la necesidad de conciencia se ha ido configurando en formas de autoemancipación que, consecuencia de la reflexibilidad, se manifiestan en la construcción de una complejidad de conciencia política, a su vez producto y producente de conciencia histórica y conciencia psíquica. Dicho de manera más elemental, resultado de caer en cuenta de la capacidad potencial de autoemancipación que trae consigo el experimentar la creatividad de vivir y reproducir la vida al margen y en contra del sistema capitalista; situación que fue posible merced a la exacerbación de las condiciones de explotación, despojo y represión del capitalismo de finales del siglo XX y principios del siglo XXI. Con todo, la posibilidad de superar la época de la dominación del hombre por el hombre pasa por la articulación de las resistencias que por miles hacen emerger procesos de autonomía, autogestión y autogobierno, investidos de la memoria y la experiencia histórica, pues no hace muchos cientos de años que los seres humanos no conocían las relaciones sociales de explotación y enajenación; la articulación de resistencias es la posibilidad de configurar la rebeldía como forma de hacer política contra la dominación, es decir, la posibilidad de pasar de la dominación a la autoemancipación social, donde el juicio sea la satisfacción de la necesidad de cada quien y el despliegue de las distintas capacidades sin mayor jerarquización que el reconocimiento de dichas diferencias. La contradicción de vivir el conflicto provocado por la violencia del sistema capitalista, trae consigo que de la condición humana emane el coraje y el duelo, el miedo y el arrojo, la discontinuidad en el tiempo de la lucha y la parcelación del espacio de confrontación, la dispersión en el accionar ofensivo contra los opresores y la reunión en la defensa de la vida cotidiana; Pero también genera las contradicciones y antagonismos propias de una subjetividad emergente que contiene al mismo tiempo el legado de la cultura política del pasado y lo que todavía no es pero está en embrión, otra forma de hacer política; así, la práctica de una política anticapitalista es la lucha contra el capital pero también la lucha por lograr la autoemancipación. De eso se trata las Juntas de Buen Gobierno zapatistas, La Comuna de Oaxaca, La construcción de lo colectivo entre Los pueblos y comunidades en el Congreso Nacional Indígena, por señalar lo más evidente.

El sentido de la rebeldía en La Comuna de Oaxaca y el Congreso Nacional Indígena en La Otra Campaña

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La rebelión de los pueblos de Oaxaca no será derrotada políticamente, el Estado, como en 1968, ha usado la fuerza militar y provocó con ello una ruptura con los pueblos de todo México, eso podría traer consigo, en el corto plazo, una intensificación aún mayor del sistema político. Oaxaca vive hoy una rebelión pacífica y organizada que no molesta a la población no involucrada directamente, antes bien, la resguarda del mal gobierno; es un movimiento que recuerda la forma de resistencia de los zapatistas de todos los tiempos: trabajan de día y de noche hacen la revolución. Oaxaca hace mucho tiempo que no vivía un ambiente de seguridad pública, sin ataques de la delincuencia organizada, sin policía corrupta, sin gobernantes espurios. En los meses de julio a octubre del 2006 vivió con tranquilidad y paz, pues la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) controlo la ciudad. La violencia aparecía por la noche, y era en contra de los miembros de la Asamblea, y venia disfrazada de porros, paramilitares y policías vestidos de civil, se llama “Operativo Oaxaca”, es la guerra sucia contrainsurgente de un Estado que no gobierna en ningún sentido. Esta seguridad desaparecio con la llegada de la policía federal preventiva, quien inicio una escalada impresionante de la represión y militarizo el estado de Oaxaca. Lo que ha sucedido en Oaxaca deviene de un proceso histórico de largo plazo, pero también es debido a la represión e imposición por parte de los gobiernos de todos los partidos políticos en los últimos años. Solamente en 2006, con el gobierno de Ulises Ruiz, hubo cerca de mil personas detenidas, 300 órdenes de aprehensión, cerca de cien procesados, veinte asesinatos y cuatrocientas denuncias por violación a los derechos humanos. Los pueblos, comunidades y barrios de Oaxaca han dicho ¡Ya Basta! al mal gobierno y están conformando sus propias formas de autogobierno, pero no solo eso, también están experimentando otros modos de comunicación, de seguridad social y de organizar el funcionamiento de las ciudades sin gobernantes. Poco faltó para que los 570 municipios del estado de Oaxaca estuvieran en plena rebelión. La Asamblea Popular de los Pueblo de Oaxaca es la organización que se han dado los rebeldes, es decir, la gente común y sencilla, como los denomina el EZLN. Los 16 pueblos indígenas, distribuidos en todo el territorio oaxaqueño, se han movilizado para exigir un alto al deterioro de sus condiciones de vida económica, política, educativa y de salud. Los maestros aportan varios miles de activistas, la huelga de los 70 mil profesores, durante los meses de mayo a octubre del 2006, fortaleció la APPO; cientos de organizaciones sindicales, barriales, estudiantes, de comerciantes, también están presentes. Se instituye una especie de asamblea de los pueblos, parcelada por todo el territorio, que se enlaza a través de las radiodifusoras y las televisoras, tomadas durante varios meses por la asamblea de mujeres, que desde ahí informaron y comunicaron sobre la resistencia y los problemas cotidianos.

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La experiencia de organizarse entre cientos de miles de personas, agrupados en cerca de mil “comunidades organizativas” de todo tipo, con una multiplicidad de formas, desde las propias de los pueblos indios hasta las neocorporativas de los sindicatos, es un ensayo de autogobierno y de respeto a la autonomía y las diferencias que es importante conocer y aprender. Ante la intensificación de la represión del Estado La APPO genero iniciativas de movilización diversas: diez mil oaxaqueños, hombres, mujeres y niños marcharon hacia el Distrito Federal, capital del país, para exigir ser escuchados por los poderes de la federación en su demanda de desaparición de poderes en el estado; también se llevan a cabo asambleas en todas las regiones del estado de Oaxaca, con representantes de miles de comunidades, pueblos, barrios y organizaciones sociales; se interpuso un amparo en contra del uso de la violencia policíaca y militar; se hizo público el documentos donde se evidencia la existencia de una estrategia de provocación y guerra sucia dirigida por el gobierno del estado y federal4; se generalizaron las barricadas en toda la ciudad de Oaxaca; al mismo tiempo que las asambleas exigían a los representantes de la APPO y el magisterio que no cedan en la negociación con la secretaria de gobernación sobre la destitución de Ulises Ruiz, de lo contrario no podrían ser admitidos de regreso en las escuelas y serían destituidos como representantes de sus comunidades y delegaciones sindicales. Por otro lado, las dificultades estaban presentes: no ha sido posible contar con la presencia permanente de los 16 pueblos indios que habitan en todo el territorio oaxaqueño, pues sus ritmos y formas de resistencia caminan con tiempos diferentes a los de las organizaciones sociales y sindicales de las ciudades; ello facilito que muchos de los dirigentes de estas organizaciones que vienen de tradiciones caudillescas y clientelares, intentaran negociar sin consultar y respetar a las bases de sus organizaciones. Hay diferentes posiciones respecto de las formas de luchar y de construir el autogobierno, está la presión de los partidos políticos a jalar el movimiento de acuerdo con sus intereses. Con todo, se ensaya el futuro en el presente con sus contradicciones y ambigüedades. La nueva forma de resistir al capitalismo que inicio con los pueblos indios zapatistas tiene su resonancia ahora en Oaxaca. No se puede negar, si miramos la historia desde la actualidad, que los pueblos y las personas, tarde o temprano, se insubordinan, pasan de la resistencia oculta y latente, que incuban hasta por cientos de años, a la rebelión manifiesta y pública. Es cierto que no todos sabemos mirar lo que está detrás de los síntomas en que se manifiesta la resistencia, pero que no sepamos observar no quiere decir que lo realmente existente se reduce solo a lo que si alcanzamos a ver. Es necesario empezar a mirar más allá de lo evidente. En Oaxaca destaca cómo desde la rebelión de los pueblos y barrios emerge una pluralidad de sujetos que sostuvieron miles de barricadas, asambleas y trabajos de todo tipo, donde los profesionales de la política y los líderes se diluyeron, se hicieron innecesarios. Se desplegó con ímpetu la forma de hacer política con base 4

Bellinghausen, La Jornada del viernes 29 de septiembre del 2006

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en la autogestión y el autogobierno, de tal manera que los ritmos y los sitios de la confrontación contra los militares y policías enviados por el gobierno federal, estuvo determinada por las posibilidades que fueron configurando los oaxaqueños insurrectos. La autonombrada Comuna de Oaxaca, protagonizó una sublevación de acuerdo con sus posibilidades y necesidades desde los lugares en que viven, desde donde trabajan y desde donde se recrean, como se demostró en la autodefensa desplegada por todas partes y a todas horas. La convergencia de los diferentes modos en que se organizan cientos de miles de oaxaqueños obedece a la articulación de luchas contra la explotación laboral y el desempleo flexible, a los que están sometidos por los capitalistas nacionales y extranjeros; contra el despojo que están sufriendo las comunidades por parte de los caciques gubernamentales que propician la privatización de la tierra, los bosques, el agua y todo tipo de recursos naturales con que cuentan los territorios de los pueblos indígenas; también ha sido determinante la resistencia contra el desprecio racista de capitalistas y terratenientes. La represión del Estado y el uso de bandas paramilitares a las órdenes de los dirigentes del PRI y la policía política clandestina del gobierno, que ha matado a veinte maestros y activistas de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, sólo en 2006, propiciaron las condiciones para un levantamiento generalizado del pueblo. Los modos como se defienden, haciendo uso legítimo de la autodefensa, conformaron un ambiente insurreccional que en el futuro puede llevar a una verdadera revolución, pero eso si, ahora, a diferencia de las anteriores revoluciones, donde la lucha por el poder marcaba los ritmos, se trata de una rebelión a ritmo de la autoemancipación de los pueblos. Pero no se reduce a Oaxaca esta realidad, miles de personas que se han acercado a brindar solidaridad a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, han escuchado el dicho de “luchen junto a nosotros desde lo que ustedes sean, necesiten y quieran”, como igual dijeron los zapatistas en los primeros días de 1994. Así dijeron los activistas de la Comuna de los Pueblos y barrios de Oaxaca a todos los que estuvieron dispuestos a sumarse a la resistencia y la sublevación contra el mal gobierno y por la construcción de la autonomía y el autogobierno del pueblo. La solidaridad y el compromiso con la lucha del pueblo de Oaxaca fue generalizada y ello se puede constatar, si se quiere mirar más allá de lo manifiesto, en la protesta cotidiana que se expresó ante los propios medios de comunicación por ocultar la verdad y adecuar la información a la versión del gobierno y los grandes empresarios; se muestra también en la indignación y coraje contra la ocupación de la calle por parte de las fuerzas armadas disfrazadas de policía federal preventiva y el aval que dieron la clase política y los gobernantes de todos los partidos políticos. Además de las protestas públicas que, a través de marchas, mítines y plantones, realizaron los activistas de cientos de organizaciones en todo el país, frente a los

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recintos de gobierno, de partidos y de medios de comunicación, existe también la solidaridad que representa ser uno igual haciendo lo mismo que los oaxaqueños: resistir a la explotación, el despojo, el desprecio y la represión. Millones de mexicanos, como los antiguos esclavos, incubamos en silencio el embrión de la próxima rebelión, no parece faltar mucho tiempo, al menos para los pueblos indios que están siendo objeto de una ofensiva generalizada por parte del Estado y los capitalistas al despojarlos de sus tierras para convertirlas en paraísos turísticos para extranjeros y ricos mexicanos. El tiempo de rebelión se acerca también en los jóvenes desempleados cada vez más acosados por la policía represora de todo tipo de gobiernos, priistas, panistas y perredistas; lo mismo pasa con las mujeres que llevan el peso del trabajo y el cuidado de sus hijos con un mísero salario y la vejación constante en los centros maquiladores del capital trasnacional. Basta con observar los corredores de la maquila en las zonas industriales de todo el país, a los pueblos y comunidades indígenas y a los barrios de la periferia de las ciudades. Ahí podrán observar lo que aquí describo; no se trata de ninguna arenga ideológica ni de propaganda panfletaria, como lo quieren hacer aparecer los impostores de la academia, del periodismo y del gobierno. Con todo, basta pasar este filtro desinformativo para reconocer la legitimidad del movimiento del los pueblos de Oaxaca, es suficiente escuchar y ver a quienes conforman la Asamblea Popular de los Pueblos no sólo a sus voceros y dirigencia colectiva provisional sino a los niños, jóvenes, adultos y ancianos, hombres y mujeres, que sostienen la rebelión. Por todas partes, en todo tipo de espacios y lugares, se está dando un debate sobre el quehacer político ante la situación de crisis del sistema político y la urgencia de enfrentar la represión que el Estado está generalizando como respuesta a la protesta y a la defensa que los trabajadores del campo y la ciudad, los pueblos indios, las mujeres y los jóvenes realizan de su derecho a vivir dignamente. La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca realiza constantemente marchas para mostrar que no están derrotados y que el repliegue ha sido necesario ante la brutal represión, lo que significa que sigue la lucha no sólo por derribar al gobernador espurio Ulises Ruiz, sino por consolidar sus formas de autogobierno y autogestión en sus relaciones sociales cotidianas, es decir, su lucha anticapitalista. Se demuestra en la práctica lo superfluo de sostener líderes y vanguardias partidistas, el peso innecesario de mantener un aparato estatal que sirve principalmente para pagar a gobernantes, policías y militares que reprimen a la población cuando ésta exige se respete su vida y su dignidad. En la reflexión sobre la conformación de las formas de autogobierno experimentadas en Oaxaca, así como otros modos de comunicación y de organizar el funcionamiento de las ciudades sin gobernantes no se podrían entender si no reconocemos cómo fue dándose un proceso de lucha y resistencia

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desde muchos años atrás y cómo se configuro el embrión de las formas de organización y lucha que hoy vemos de manera evidente, antes “ocultas” en la cotidianidad y en la comunalidad de los sujetos de carne y hueso que las concibieron y las hicieron posibles. Así está pasando por toda la geografía del país. El sometimiento al trabajo precario y flexible se manifiesta negando todo tipo de derechos: seguridad en el empleo, servicios médicos, vivienda propia, jubilación y pensión, de un salario digno, por mencionar lo más evidente. Se impone un régimen laboral que revive las condiciones de vida que hace cien años propiciaron revoluciones en todo el planeta. Obviamente a los capitalistas no les importa nadie ni nada sino acumular riqueza, ni siquiera le importan las personas como recursos humanos de los que, por cierto, no puede prescindir. Acudir al uso de la fuerza militar y policíaca para garantizar la explotación del trabajo, el saqueo los recursos de la tierra y el mar, el desprecio y la represión extendida a todas las sociedades y pueblos del país, da cuenta del grave deterioro y pudrición en que se encuentran los grupos del poder y el dinero, que ante su incapacidad para generar condiciones favorables para la reproducción de la vida pero muy capaces para el saqueo, despojo, robo, recurren a una añeja práctica en los gobiernos mexicanos, la “mano dura”. Con esto, el sistema político capitalista se está cerrando posibilidades para reproducirse. Por supuesto, no se caerá por sí mismo, es imprescindible que surja una fuerza anticapitalista que empuje su caída y, sobretodo, asegure que no se pueda reconstituir, porque en el capitalismo los de abajo no tienen futuro. El debate político está dándose también sobre si de lo que se trata es de luchar para tomar el poder y el control del aparato del Estado, es decir, para quitar a los que están y ponerse otros ahí mismo, o si ello es también contribuir a reproducir las relaciones sociales capitalistas. Cada vez más sociedades en movimiento se desentienden de los partidos políticos y de la disputa por el poder, afirmándose en procesos de construcción de formas autonómicas para resolver sus necesidades de producción, alimentación, salud, educación y comunicación, porque está quedando claro que por parte del Estado nada de eso se puede esperar dado el sometimiento de los gobernantes a los dictados de los grandes capitales. El

CNI

en La Otra Campaña

El camino recorrido por los pueblos y comunidades indígenas en los últimos diez años, después de que el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional y el Estado mexicano firmaran los llamados acuerdos de San Andrés, donde se pactara el respeto a los derechos y cultura de los pueblos, ha sido de traiciones por parte de los partidos políticos y de guerra de exterminio por parte de los gobernantes y los capitalistas. También ha sido de lucha y resistencia. El grito de ¡ya basta¡ de explotación, desprecio y despojo de los pueblos zapatistas se extendió a casi todos los

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territorios indígenas y desde entonces se mantiene el esfuerzo de articulación de la rebeldía a través del Congreso Nacional Indígena. Los pueblos indios tienen conciencia histórica de la colonización y cómo ahora se presenta en la forma de conquista neoliberal, muestra de ello fue la realización del Foro Nacional en Defensa de la Madre Tierra y la Autonomía de los Pueblos Indígenas, los días 17 al 19 de noviembre del 2006, en la comunidad indígena de Mezcala, en la ribera de Chapala, Jalisco, convocado por el Congreso nacional Indígena bajo los siguientes considerados: 1. que 514 años de historia han significado para los nuestros, pueblos primeros, explotación, discriminación y despojo, y que la Nación Mexicana, nacida de nuestra semilla y de nuestros corazones, ha sido edificada por los poderosos negando nuestra existencia y negando nuestro supremo derecho a caminar nuestro propio camino; 2. que la traición de los Acuerdos de San Andrés por parte de la clase política mexicana, incluida aquella parte que hoy dice estar en lucha por que se restituyan los derechos del pueblo de México, intensificó la guerra de explotación, despojo y desprecio desatada por el capitalismo en contra de nuestros pueblos y sus territorios, pero también nuestra resistencia y la construcción de autonomías indígenas por la vía de los hechos a lo largo de todo el territorio nacional; 3. que la guerra de conquista neoliberal se ha concentrado en el despojo de nuestras tierras y territorios, la apropiación de nuestros saberes tradicionales y la destrucción de la madre tierra y nuestras culturas; 4. que la Sexta Declaración de la Selva Lacandona emitida por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional convoca a todos los de abajo a construir una gran fuerza anticapitalista y de izquierda que trabaje por la construcción de un nuevo programa nacional de lucha, un nuevo gobierno y una nueva constitución con el fin de frenar la guerra de conquista neoliberal; 5. que el Cuarto Congreso Nacional Indígena realizado los días 5 y 6 de mayo del 2006 en la comunidad indígena de San Pedro Atlapulco hizo la impugnación profunda del Estado mexicano y resolvió llamar a todos los pueblos, comunidades y organizaciones indígenas y a todos los sectores oprimidos a conformar un frente amplio anticapitalista que impulse un proceso que conduzca hacia una nueva constitución y otra forma de gobierno que permita el reconocimiento de nuestros derechos y una sociedad justa, libre y democrática; 6. que en las últimas semanas se han intensificado las luchas de los pueblos indígenas y de amplios sectores oprimidos del país, así como la represión en contra de estas luchas, sobresaliendo la desatada en contra del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, hechos que ponen en primer lugar la necesidad de construir el programa nacional de lucha anticapitalista propuesto por la Sexta Declaración de la Selva Lacandona5. Las autoridades y representantes de los pueblos, naciones, tribus, barrios, comunidades y organizaciones indígenas de México estuvieron presentes en Mezcala para dialogar sobre la defensa de la madre tierra, el territorio y sus 5

Ver declaración de Mezcala en Revista Rebeldía No. 48, Noviembre del 2006, México.

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recursos naturales frente al despojo neoliberal; las políticas agrarias de privatización de la tierra comunal y ejidal y la reconstitución territorial de nuestros pueblos; la defensa de los saberes tradicionales asociados ante las amenazas de la biopiratería y los servicios ambientales; el rescate, defensa y fortalecimiento de la medicina indígena y salud comunitaria, así como de sus lugares sagrados. Se conocieron las experiencias sobre el fortalecimiento y ejercicio de su autonomía; de cómo se ha dado la defensa de la comunidad, de sus valores espirituales, el costumbre, el gobierno y la organización propias. De todo ello se desprendieron las propuestas de los pueblos indígenas para la construcción de un Programa Nacional de Lucha anticapitalista en el marco de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. El encuentro fue convocado por el ejercito Zapatista de Liberación Nacional, el Congreso Nacional Indígena de la región centro pacifico, de la región peninsular, las comunidades Nahuas de Ostula, Suchitlan, Zacualpan, Tuxpan, Ayotitlan y Wixárika de Santa Catarina Cuexcomatitlan; el consejo regional de pueblos Nahuas y Populucas del sur de Veracruz; las ccomunidades de Pamatacuaro, Santa Clara del Cobre, Zirahuén, Comachuén, Nurío, Cherán, Santa Fe de la Laguna, Angangueo, Cuanajo, Cheranástico, Tiríndaro, Urapicho, Caltzontzin, Arantepacua, Santa María de Ostula, Huáncito, Unión de Comuneros Emiliano Zapata (MICHOACAN); Colectivo en Rebeldía Suljaa’, Comité de la Radio Nómada (GUERRERO). San Gregorio Atlapulco, Xochimilco, Trabajo Colectivo, San Pedro Atocpan, Milpa Alta (DISTRITO FEDERAL). Unión Hidalgo, Istmo de Tehuantepec, Concejo Ciudadano Unidalguense, Consejo Indígena Popular de Oaxaca Ricardo Flores Magón (CIPO-RFM). OAXACA. Comité de Defensa Campesina, Unión Campesina Zapatista, Sierra Norte de Veracruz (VERACRUZ). Desde el territorio de la comunidad indígena de Mezcala se dibujó el horizonte de futuro por el que luchan los pueblos y comunidades, un México diferente donde no exista explotación, ni desprecio, ni despojo. Mezcala fue sede de la digna resistencia contra la guerra de conquista. Los insurgentes que defendieron el territorio y la autonomía de sus pueblos en el siglo XIX, están presentes hoy en sus descendientes. Delegados y asistentes abordaron los temas y las propuestas de los pueblos, tribus y comunidades para la construcción de un plan de lucha anticapitalista de acuerdo con la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, todo ello enmarcado por los problemas que el sistema político y económico neoliberal les ha estado generando. Los indígenas reunidos reconocieron que La Otra Campaña podría representar un espacio en el que sus distintas experiencias de resistencia pudieran vincularse para fortalecer sus luchas y hacer que se respete a los pueblos, comunidades y tribus, porque una preocupación de La Otra Campaña ha sido que la gente común y sencilla se conozca desde lo que son, personas y comunidades con formas de pensar, comer, vestir, hablar que se muestran en sus tradiciones y costumbres, ya que esa es la forma que tienen de ser comunidad, tribu o pueblo.

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Estas comunidades saben lo que la tierra y sus recursos significan, la posibilidad de vivir autónomamente, pero aun cuando el territorio es suyo porque lo viven, lo habitan y lo cultivan, desde hace varias décadas cuando los poderosos se dieron cuenta que el turismo de alto costo dejaba dinero, el despojo, saqueo y explotación de sus tierras y cultura se hizo más fuerte, por lo que ven necesario organizarse para detener esta situación que los está llevando a desaparecer como las tribus, pueblos y comunidades que son. Reconocieron que el respecto a sus modos de vivir no podrá pasar por ninguna ley estatal, puesto que los Acuerdos de San Andrés, donde había ya sido planteado fueron traicionados por la clase política toda, así que la conclusión es que tendrá que ser primero por la vía de los hechos como harán que se realice. Por otra parte, si algo quedo claro es que, los pueblos indígenas piensan y ejercen ya la autonomía desde lo que producen, por la forma que se alimentan, hablan y visten, porque no dependen de nadie para hacer que la tierra de frutos ni tampoco tienen que comprar fuera de sus comunidades muchas de las cosas que necesitan, aunque algunas si, pero porque no dejan que las produzcan a su manera. Entonces desde lo más inmediato no son clientes potenciales ni consumidores, que es lo que el capital necesita para amasar dinero. Todavía más, esa forma de alimentarse, hablar, vestir, etcétera no es de una sola forma sino que es de acuerdo con los modos de cada comunidad. Entonces, si algo importante dejó esa reunión es que las distintas experiencias se conocieron y para los que escucharon con atención les servirá para enriquecer sus propios modos, pero también para saber que hay muchos que están en las mismas condiciones y eso los iguala frente al enemigo: el capital y los. Manifestaron que siguen siendo traicionados, porque la tierra se la siguen quitando, en las escuelas no se enseña lo que son como culturas, se les presenta como folklore viviente y vestigios de algo que fue México hace mucho. Por eso, insisten, sólo con autonomía política, educativa, de salud, pueden lograr que los respeten, que es su única arma de defensa de la tierra, que la heredaron de quienes lucharon por ella contra quienes la obtuvieron a través de despojo, robo y traición. Si algo estuvo presente en esos tres días de reunión fue la ratificación de su disposición a luchar por la comunidad y la necesidad de apoyarse, reiteradamente decían, aunque estuvieran distantes y hablaran lenguas distintas, porque reconocían que ese era el modo de ser autónomos. Con cada intervención se mostró la manera de vivir la autonomía en los hechos aunque se desconociera, por eso resaltaron la importancia de fortalecerla dándose a conocer y vinculándose a través de La Otra Campaña. Una de las primeras preocupaciones surgidas fue la defensa del conocimiento que se tiene sobre el maíz, pues aferrarse a cultivarlo y no utilizar el transgénico es una forma de ejercer la autonomía, porque no contribuyes a contaminar la tierra con una semilla que no produce, ya que la semilla que nació no se puede usar para volver a sembrar sino que hay que comprar otra vez. La siembra entonces es una forma de fortalecer a la comunidad.

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Expresaron que el ejercicio de la autonomía y la defensa del territorio son las dos vías que se tiene para luchar contra el capitalismo que todo lo convierte en mercancía, incluyendo el agua, el aire, la cultura, además de los otros problemas que viene cuando el signo de pesos se hace presente en las comunidades, como la fragmentación y el desgaste del conjunto. Por eso, el fortalecimiento de la organización y la autonomía de los pueblos indígenas empieza con la conservación de sus modos de ser y hacer, al hacer atole o pozol con maíz, curar con las plantas, hablar la propia lengua, así sólo con eso ya hay resistencia, pero se tiene que hacer más fuerte porque no se respeta, por eso la autonomía política también importa. Es así que se reconoció en el llamado de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona a formar La Otra Campaña para enlazarse en la resistencia anticapitalista con los pueblos, comunidades y tribus pero también con quienes no son indígenas para resistir a los embates de los que despojan, explotan, desprecian, roban, reprimen y asesinan como en Atenco, Oaxaca, Jalisco y los demás estados de la república, porque todavía se lleva a prisión a la gente por luchar porque no le obliguen a vender su tierra. Se reconoció la necesidad de hacer un movimiento fuerte y contundente que termine con los malos gobiernos y dar paso a uno distinto que mande obedeciendo, pues esa es la salida que ven las comunidades ante una sociedad que los concibe como un sector social, pero no como pueblos, comunidades y tribus con historia, lengua y cultura propia. Quedo claro que defenderán la tierra porque de lo contrario desaparecerán ellos, que siempre han sido anticapitalistas. A manera de epilogo. Ante la represión se fortalece la autonomía, la organización de la resistencia y la recuperación de la memoria En México, el movimiento de rebelión y resistencia, en todas sus expresiones, que lucha por justicia, democracia y libertad, tiene en la reivindicación del respeto a los derechos humanos y la lucha contra la represión una coyuntura importante que requiere de fortalecer la organización y la articulación entre los movimientos de insubordinación que se extienden por todas partes. Particularmente se volvió urgente la necesidad de inhibir a las fuerzas represivas regulares e irregulares del Estado. La recuperación la memoria desde cada localidad y en cada organización es una necesidad, para no partir de cero en la lucha contra la represión, tanto para que no queden impunes los crímenes de la guerra sucia como para desarticular los procesos que vienen de lejos en las formas de dominación y violencia contra los pueblos y comunidades. La lucha contra la represión y en general por el respeto a los derechos humanos ha sido una constante, se ha logrado conservar la memoria sobre los acontecimientos durante el último periodo histórico del siglo XX (1968-2000) y hasta el presente. Con todo, sigue pendiente recuperar la memoria sobre la resistencia y la rebelión de los pueblos, barrios y comunidades, por los propios sujetos desde cada localidad, pues ello dará mayor fortaleza y dignidad para salir adelante.

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Es una cuestión de cómo pensar la lucha, su tiempo y su espacio, desde la mirada de la rebeldía y no sólo desde la perspectiva de la dominación. Recuperar a nuestros muertos para que vivan y para no morir hoy nosotros con su muerte de entonces o de ahora, como en el caso de Oaxaca, Atenco, Lázaro Cárdenas, de todos los que no se ven, que resisten y son reprimidos, pero que los medios de comunicación no ven ni oyen, como los Pueblos Kiliwa y Cucapá de Baja California o de los pescadores de Oxcum en Yucatán. A pesar de que cada vez ha sido más difícil mantener fuera de la opinión pública las violaciones a los derechos humanos y, particularmente los hechos de represión que atentan contra la vida, los gobiernos federal, estatales y municipales, en cientos de ocasiones, han continuado con la represión, o bien avalando y encubriendo a los grupos de poder que han organizado sus propias guardias blancas, grupos paramilitares, y actos de represión contra comunidades, pueblos o individuos que luchan por sus derechos sociales, políticos, económicos y culturales. La guerra sucia y de baja intensidad sigue: miles de indígenas han tenido que desplazarse de sus lugares de origen para evitar seguir siendo acosados y asesinados, los/as luchadoras por los derechos humanos siguen siendo reprimidos y asesinados, los derechos sobre sus tierras y cultura de los indígenas son violentados y los gobiernos de todos los partidos han sido ejemplares en ello; ahí está el caso del pueblo Tzotzil de Zinacantán en Chiapas, los Seris en Isla Tiburón en Sonora o el intento del gobierno de Jalisco por decretar una ley indígena que desconoce a pueblos y comunidades indígenas enteras con objeto de darle cobertura legal al despojo de tierras comunales. Solo quien quiere hacerse ilusiones sobre una supuesta transición a la democracia no puede ver que vivimos un proceso de modernización autoritaria del régimen político. Basta ver los informes de las organizaciones que registran las violaciones de los derechos humanos, para darse cuenta de que la guerra sucia que vivimos en las décadas de los sesenta y setenta tiene desde los años ochenta y hasta principios del siglo XXI, una moderna aplicación a través de una estrategia de contrainsurgencia y guerra de baja intensidad: violación a la Constitución en sus artículos 115 y 27, en el caso de la expropiación de tierras comunales; al convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, en el caso de la ley indígena; al artículo 25 de la ley reglamentaria sobre el estado laico; al artículo 123 constitucional en el caso de la violación a los cumplimientos de salario digno, vivienda y seguridad social en general; así como en lo que respecta a los artículos de la Constitución ( el 1, 2, 6, 7, 8, 9 y 16) que garantizan la libertad de las personas y sistemáticamente son violados por todo tipo de burocracias, instituciones de seguridad e inteligencia política o grupos de seguridad privada y paramilitares. Es evidente que la estrategia de contrainsurgencia aplica la democracia políticoelectoral como un campo de paz controlado, para quien se acoja a sus reglas y se le aplica la fuerza militar "pacificadora" a quien decida resistir y no contentarse con el juego electoral fraudulento. No olvidemos que el uso de la violencia y la

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represión tiene como intención mantener la situación de ofensiva estratégica frente al pueblo. Ante esta situación resulta imprescindible ofrecer una resistencia organizada regional y nacionalmente, para lo cual se tiene que fortalecer la autonomía de los pueblos, comunidades y barrios, así como generar la información sobre lo que pasa en cada localidad. En eso el avance es importante, pues los medios de comunicación alternativos empiezan a cubrir lo que los medios oficiales y privados esconden. De ello depende la posibilidad de generar una iniciativa político-organizativa nacional que abarque no sólo la lucha contra la represión consumada, sino también contra la legitimación de políticas legales que dan cobertura a la propia represión y el de la constitución de aparatos represivos y el uso policiaco de los militares. Hoy la estrategia de guerra contra el pueblo de México manifiesta las contradicciones de los grupos de poder, sin importarles la muerte de quienes enfrentan con dignidad la tiranía de los gobernantes y caciques desesperados por ver su cercana caída, como es el caso de Oaxaca. El primero de noviembre del 2006, organizaciones como la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, el EZLN y La Otra Campaña, entre otros, convocaron a una primera jornada nacional en la que se manifestó, de muchas maneras, el repudio a la represión contra el pueblo en resistencia, a propósito de los acontecimientos represivos que suman 20 muertos, cientos de detenidos y decenas de heridos a manos de pistoleros y policías de Ulises Ruiz. El 22 de diciembre del 2006 está convocada otra jornada nacional; son los ensayos y el embrión de la rebeldía mayor que viene.

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