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WITNESS OF HISTORY

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SAN MIGUEL

SAN MIGUEL

EL PARQUE DEL RETIRO ES TESTIGO VIVO DE LA HISTORIA DE ESPAÑA DESDE QUE SE FUNDÓ EN PLENO SIGLO DE ORO. DESDE 1633 HASTA 1868, FUE DE USO EXCLUSIVO DE LA FAMILIA REAL, PERO DESDE EL SIGLO XIX LA APERTURA DEL PARQUE A LOS CIUDADANOS FUE GANANDO TERRENO HASTA QUE LA CESIÓN A LOS MADRILEÑOS FUE YA DEFINITIVA.

La Revolución de 1868 expulsó a Isabel II de España, escogió como rey a Amadeo de Saboya y terminó derivando en una efímera República. En ese breve período, es cuando el Estado cedió al Ayuntamiento de Madrid el parque, concretamente, el 8 de noviembre de 1868. Un decreto del ministro de Hacienda, Laureano Figuerola, otorgó la propiedad al Ayuntamiento, siendo alcalde Nicolás María Rivero. El Retiro es renombrado oficialmente “Parque de Madrid” y así figura aún hoy en alguna de las puertas de acceso.

Los jardines del Buen Retiro fueron creados por Felipe IV en el siglo XVII como finca de recreo para los reyes de la Casa de Austria. Durante los reinados de los reyes de la Casa de Borbón, en los siglos XVIII y XIX, el Real Sitio y su entorno se enriquecieron con nuevas instalaciones. En el reinado de Fernando VII destaca, además de la replantación del parque, la Casa de Fieras, el Real Embarcadero y el Jardín de Caprichos o Reservado, del que quedan algunos edificios como la Montaña Artificial y la Casita del Pescador.

Las sucesivas demoliciones del recinto y los graves destrozos que sufrió durante la Guerra de la Independencia (utilizado como fortaleza y acuartelamiento por los franceses), junto con el empuje del ensanche urbano de la ciudad durante el siglo XIX, configuraron la fisonomía actual de El Retiro. En 1868 pasa a formar parte del patrimonio municipal, abriéndose al disfrute del pueblo de Madrid. A finales del siglo XIX y principios del XX El Retiro se aprovechó como marco para celebrar diversas exposiciones internacionales de las que han quedado edificios tan emblemáticos como el Palacio de Cristal y el Palacio de Velázquez.

En 1935 se declara Jardín Histórico Artístico de especial protección. El agua fue un elemento determinante desde sus inicios (el Estanque Grande, las rías, los estanques y fuentes formaban parte de la estructura básica de los Jardines), destacando las fuentes del Ángel Caído, Galápagos y de la Alcachofa.

El carácter monumental de El Retiro enriquecido por los principales escultores del siglo XX, convierten el Parque en un museo al aire libre, destaca entre sus monumentos más representativos el magnífico conjunto escultórico de Alfonso XII y la estatua ecuestre del General Martínez Campos.

La diversidad en el trazado de las distintas zonas del Parque y la variedad de especies vegetales, se corresponden con las intervenciones según las etapas históricas. Destacan el Parterre, jardín de tipo francés creado por encargo de Felipe V, y las actuaciones del Jardinero Mayor Cecilio Rodríguez en los Jardines que llevan su nombre, y la Rosaleda, a principios del siglo XX.

Y es que los Jardines del Buen Retiro son uno de los grandes atractivos de la ciudad por su valor histórico y por ser lugar de encuentro, disfrute y esparcimiento. Sus ciento veinticinco hectáreas (perímetro de 4,5 km) y sus más de quince mil árboles forman un verdadero oasis en el corazón de Madrid. Desde un punto de vista puramente botánico, sus jardines son de un gran patrimonio, con áreas de plantas vivaces (plantas herbáceas no leñosas de tamaño pequeño que durante el invierno pierden follaje, flores y ramas cuyas raíces permanecen vivas, aletargadas esperando el buen tiempo para iniciar un nuevo ciclo reproductivo), jardines clásicos de influencia andalusí, rosaledas y hasta un parterre francés cuyo ahuehuete (ciprés mexicano) ostenta el título de árbol más viejo del parque. Este árbol tiene la peculiaridad de ser una de las pocas coníferas de hoja caduca que existen.

En el parque se desarrollan actividades sociales, culturales y deportivas representativas como la Feria del Libro; una mezcla muy diversa de ocio y cultura, arte y deporte, todo ello en un entorno de naturaleza. La posibilidad de presenciar actuaciones de teatro, danza o música de artistas urbanos en plena calle se entrelaza con un ameno paseo en barca por el estanque que no hay madrileño ni visitante de la ciudad que haya podido prescindir de él.

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