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SAN MIGUEL

SAN MIGUEL

EL ÉXITO DEL ARENAL SOUND DE CASTELLÓN, EL PRIMAVERA SOUND DE BARCELONA, EL VIÑA ROCK DE ALBACETE O EL MAD COOL DE MADRID, DEMUESTRA QUE LOS FESTIVALES SE HAN CONSOLIDADO COMO UNO DE LOS FENÓMENOS MÁS DESTACADOS EN LA INDUSTRIA DEL ENTRETENIMIENTO. MUCHO MÁS ALLÁ DE SU CAPACIDAD PARA REUNIR A MILES DE PERSONAS EN TORNO A LA MÚSICA, SU IMPACTO ECONÓMICO Y CULTURAL ES REALMENTE IMPORTANTE.

Este tipo de eventos musicales se llevan celebrando en España desde hace ya catorce años. Y es que además de los conciertos que ocupan las salas de sus ciudades, cada vez son más los festivales que van más allá del verano y que ocupan de manera prolífica las principales comunidades autónomas. Música indie, rock, pop, electrónica, techno…, las bandas que forman parte de su cartel, colman el interés y la satisfacción de los amantes de todos los estilos.

“España todavía dista de ser una potencia mundial, sobre todo si se comparan nuestros 485 millones de dólares de ingresos (533,5 millones de euros) con los 1.913 millones de Reino Unido, los 1.700 de Alemania o los 1.200 de Japón. Eso por no hablar de los 13.860 millones de Estados Unidos, que lidera el ranking a una distancia del resto inalcanzable” reza el informe ‘Live Music Markets’ de Statista de 2023. “Pero sí que estamos en la buena dirección por la calidad de la oferta musical y por nuestra meteorología, que permite desestacionalizar los festivales y organizarlos también fuera del verano”, explica Daniel Delmás, Doctor en Ciencias de la Comunicación y especialista en protocolo y eventos de la Universidad Europea.

Los festivales han pasado de ser simples conciertos al aire libre a convertirse en eventos multisensoriales que combinan música, arte, gastronomía, tecnología e incluso moda. Esto ha permitido la adaptación a públicos muy diferentes y una gran diversificación de la oferta. Cada vez más una forma de ocio formando parte hoy de los planes vacacionales de mucha gente, la música en directo atrae a masas que deciden por gustos (cartel y headliners) y por otros aspectos diferentes como fechas, precio de las entradas y otros servicios a disfrutar en el emplazamiento, entre ellos, glamping/camping, parking, duchas, etc.

Federico Antelo, Director de la Escuela de Moda del IED Madrid, artista y diseñador textil, comparte su visión sobre las tendencias y la evolución de la moda en los festivales de verano, un fenómeno cultural que ha ganado gran relevancia en los últimos años. Antelo destaca que la moda en festivales de verano es percibida como “un espacio de libertad estética”, aunque esta percepción es, en realidad, un mandato disfrazado de libertad. Desde el icónico Woodstock, se han establecido patrones estéticos que se repiten en estos eventos, lo que revela un “acuerdo tácito” sobre lo que debe ser la moda festivalera. Sin embargo, en la última década, esta moda ha evolucionado, volviéndose más compleja y menos predecible.

A pesar del dominio de looks clásicos como botas de barro y shorts de denim, el director de la Escuela de Moda del IED Madrid señala que, en los últimos años, se ha dado lugar a una estética más diversa en la que elementos de glam y fantasía, como lentejuelas y metalizados, se han vuelto cada vez más comunes. Esta tendencia hacia una mayor variedad y expresión personal se espera que continúe en los próximos años.

El origen de estas tendencias es un fenómeno cultural difícil de precisar. En la era de Woodstock, la moda respondía a los valores contraculturales del movimiento hippie. Hoy, en cambio, son los propios artistas y las redes sociales quienes dictan las tendencias que vemos en los festivales. Las redes sociales, en particular, han jugado un papel crucial en la difusión de estas estéticas, homogeneizando las tendencias a nivel global y haciendo que las diferencias geográficas sean casi imperceptibles. Esta influencia global de las redes sociales también se extiende a otros eventos musicales. La popularización de códigos de vestimenta específicos en conciertos, como los de Taylor Swift o Karol G, responde a una necesidad de identificación colectiva: los fans replican los looks de sus ídolos como una forma de validación y pertenencia al grupo, reflejando una tendencia que también se ve en los festivales.

En definitiva, los festivales han influido directamente en las colecciones de verano de las marcas de moda. Los complementos como bolsos, gorros y gafas han pasado a ser protagonistas, convirtiéndose en elementos esenciales que a menudo se vuelven obsesiones en las redes sociales y éxitos de ventas. No obstante, mientras la moda rápida se adapta con facilidad a estas demandas gracias a su capacidad de respuesta inmediata, la moda de autor encuentra más difícil mantener una presencia sostenible en este ámbito, salvo en casos de colaboraciones específicas con artistas.

En términos de sostenibilidad, aunque no es una prioridad para muchos asistentes a festivales, el fenómeno del upcycling ha ganado terreno, ofreciendo un impacto positivo en el medioambiente. Sin embargo, Antelo cree que este fenómeno responde más a una “coherencia estética que a un activismo consciente”. Destaca, así mismo, que, debido a la globalización de los festivales y la poderosa influencia de las redes sociales, “es difícil identificar diferencias significativas en la moda de festivales en distintas partes del mundo”, afirma. Los patrones estéticos se han homogenizado, haciendo casi imposible distinguir la procedencia geográfica de los looks festivaleros, lo que refuerza la idea de una moda cada vez más globalizada y uniforme.

Hay que señalar también la importancia de la colaboración entre las empresas organizadoras y la Administración. La involucración de los ayuntamientos resulta imprescindible, y no sólo para la planificación del transporte, que siempre es crucial. Un ejemplo puede ser el FIB (Festival Internacional de Benicàssim), donde se decidió crear un espacio para poder celebrar festivales durante todo el año en post de convertirlo en un polo de atracción de visitantes muy interesante para todo el municipio en todos los momentos y fechas.

En cuanto a los retos de futuro, se apunta a la sostenibilidad y la seguridad, y desliza la problemática de la escasez de cabezas de cartel porque los artistas suelen ganar más dinero con las giras en solitario. La noticia positiva es que los inversores -sobre todo estadounidenses- han visto que los festivales españoles son rentables y se pueden celebrar en todas las épocas del año por el buen tiempo. Tras esta razón se esconden los deseos de compra por parte de fondos, operaciones en el sector para las que cabe esperar una auténtica explosión en los próximos años.

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